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En este caso Simón tenía un problema grave que lo ataba al dinero, era
una ambición por el dinero, para todo quería sacar una ganancia. El mal
no estaba en querer ganar dinero (ya que esto no es pecado),si no que el
dinero ocupaba el lugar de Dios en su corazón a tal grado de querer usar a
Dios para su propio beneficio. Es decir, el dinero ocupaba un lugar
prominente en el corazón de Simón que lo hizo desviarse mentalmente de
la verdad.
¿Alguna vez te has preguntado, porque tú siendo cristiano estas
batallando con pecados en tu vida, con costumbres y deseos que no son
de un cristiano? ¿Alguna vez has tenido sentimientos de fracaso por no
dejar un vicio o una costumbre pecaminosa? ¿Estás luchando en tu vida
con pecados habituales como la ambición, pornografía, lujuria, drogas,
perversiones, pensamiento de suicidio, pensamientos de fracaso, rencor,
drogas, chisme, queja, envidia, pleitos, etc.?
Déjame decirte que hoy en día hay miles de cristianos asistiendo a las
iglesias, con años de estar asistiendo, pero cargando unos sentimientos de
fracaso, de derrota, de amargura, de opresión, de cadenas invisibles de
iniquidad. Personas que no han podido llegar al propósito de Dios. Las
iglesias están llenas de profetas, maestros, pastores, grandes ministros,
pero fracasados, derrotados. Viviendo su vida como la de Simón, en hiel
de amargura y cadenas de iniquidad. Que no pueden ver más allá de lo
superior y aparente.
“Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra,
santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra”.2 Timoteo
2:21
No con esto quiero generalizar y decir que todo lo que te sucede es por
culpa de la iniquidad, pero en un alto porcentaje me atrevería a decir que
si es por la iniquidad. Tal vez en un 80 o 90 por ciento de los casos.
Veamos…
Ahora bien, hay una parte de nuestro ser que necesita ser programado
para triunfar, para realizar las cosas mecánicamente. Esto es innegable, el
80 o 90 por ciento de las veces hacemos muchas cosas automáticamente.
Esto no quiere decir que todos los hábitos son malos, solo menciono esto
para comprender como funciona nuestra tendencia a repetir las cosas,
buenas y malas. Es decir, las cosas que vas asimilando y las aceptas ya
sean buenas o malas se quedan contigo y de alguna manera las repites
automáticamente o desde tu subconsciente.
Hoy en día existen los automóviles híbridos, que funcionan con energía
eléctrica y energía proveniente de la gasolina. Es decir, cuando una
energía está agotada o llega a un nivel bajo, entra el otro tipo de energía.
Así se van alternando estas energías que hacen funcionar el automóvil. Así
son los hábitos, cuando nuestro cuerpo está programado para hacer cosas
de manera automática.
A eso programa o ese software la biblia le llama el corazón. Las iniquidades muchas
veces funcionan de esta misma manera, ya forman parte de nosotros y están
grabadas fuertemente como dice la palabra, en el corazón:
“El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante;
esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares”. Jeremías
17:1
“Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su
corazón no está contigo”. Proverbios 23:7
“Prenderán al impío sus propias iniquidades, Y retenido será con las cuerdas de su
pecado”. Proverbios 5:22
Las iniquidades son cuerdas o cadenas invisibles que funcionan desde el corazón. El
corazón es el centro de tu ser, es el centro de operaciones, es la torre de control.
Desde donde se gobiernan las funciones de la vida. Las iniquidades operan desde
nuestro ser interior y la mayoría de las veces de manera inconsciente.
Han vivido con nosotros por los últimos 20, 30, 40 o 50 años. ¡Ya los queremos como
de la familia! (¡Que nadie toque mis iniquidades!). Lo peor de todo es que muchas
veces ya vienen incluidos en el paquete prenatal. Es decir vienen con todo y el bebe
recién nacido. Muchas de estas iniquidades ya vienen con nosotros por herencia.
“Antes en el corazón maquináis iniquidades; Hacéis pesar la violencia de vuestras
manos en la tierra. Se apartaron los impíos desde la matriz; Se descarriaron hablando
mentira desde que nacieron. Veneno tienen como veneno de serpiente; Son como el
áspid sordo que cierra su oído, Que no oye la voz de los que encantan, Por más hábil
que el encantador sea”. Salmo 58:2-5
Nadie tiene escapatoria, todos nacemos con una tendencia a pecar, eso se llama
iniquidad. Nacemos con la tendencia a repetir los pecados de nuestros padres,
abuelos o bisabuelos. Ahora agrégale los que vamos adquiriendo en la vida. Solo
quiero aclarar que no todos los pecados, enfermedades o condiciones físicas son
iniquidad. ¡Pero muchas si lo son!. Ahora bien Dios quiere ensenarte y revelarte tu
corazón. La biblia dice que engañoso es el corazón más que todas las cosas. La biblia
habla ampliamente y hace diferencia entre pecados, rebeliones e iniquidades. La biblia
esta repleta de pasajes que habla en detalle de estas cosas.
Para los que necesiten alguna aclaración del porqué y como es que funcionan las iniquidades en los
cristianos, aquí están algunos pasajes que respaldan estas verdades:
“Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: !!Jehová! !!Jehová! fuerte,
misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que
guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de
ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre
los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”. Éxodo 34:6-7
“Entonces Jehová dijo: Yo lo he perdonado conforme a tu dicho. Mas tan ciertamente
como vivo yo, y mi gloria llena toda la tierra, todos los que vieron mi gloria y mis señales
que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi
voz, no verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado
la verá. Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de
mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión.
Números 14:20-24