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¿DE QUÉ ESTÁN HECHAS LAS PRÁCTICAS COMUNICACIONALES?

En este aparado iremos desarrollando cómo se ponen en juego diferentes dimensiones de la


comunicación interpersonal. Partiremos de reconocer que comunicarnos es un proceso
primordial para la construcción de la vida en sociedad, de ahí que lo consideremos un proceso
social permanente. Esto supone la puesta en relación de quienes participamos en ella, con
toda la complejidad que conlleva, con nuestras intenciones, interpretaciones, nuestros afectos
y rechazos, nuestras ambigüedades, con nuestras historias y nuestras culturas, la lengua y el
modo cómo vivimos la comunicación. El proceso de la comunicación implica actividad social y
actividad psíquica la que nos permite el intercambio de ideas, puntos de vistas, experiencias
vividas, conflictos, necesidades y deseos. Para desarrollar estos temas, nos basaremos en el
enfoque sistémico4 que concibe a la comunicación como un proceso dinámico, propone un
modelo circular y multidimensional.

La comunicación es un sistema abierto de interacciones; esto significa que aquello que sucede
entre los interactuantes no se desenvuelve nunca en un encuentro a solas cerrado, en un
“vacío social”, sino que se inscribe siempre en un contexto. Debemos destacar que como
sistema, toda modificación de uno de sus elementos altera o afecta las relaciones entre otros
elementos. Volveremos sobre el concepto de contexto más adelante en el punto: 3.10 De
contextos y situaciones Desde el enfoque sistémico, un sistema interaccional está conformado
por las personas que se comunican con otras personas a través de sus comportamientos
comunicacionales. Este sistema interaccional no se reduce a los miembros considerados
aisladamente. Por ejemplo: el grupo escolar, la familia, la pareja son sistemas abiertos porque
tienen relaciones continuas con otros sistemas. Los sistemas orgánicos son abiertos y se hallan
ordenados en una jerarquía, por ejemplo, un sistema interaccional grupal (grupo de alumnos
en una clase) puede ser ubicado en un sistema mayor (todos los alumnos de la escuela) y éste
en otro mayor (todos los alumnos de las escuela que pertenecen a un determinado distrito) y
así sucesivamente. A su vez estos alumnos pueden comunicarse con otras personas,
generándose de esta forma relaciones verticales y horizontales entre subsistemas
interaccionales.

Otro aspecto necesario para el enfoque sistémico es que los participantes compartan los
códigos para que el significado del mensaje sea comprendido. También considera que todos
los participantes en las prácticas comunicacionales tienen las mismas posibilidades de
expresión para que la comunicación se desarrolle. Los mensajes, enunciados o discursos son el
objeto central de nuestra comunicación y las respuestas que recibimos a esos mensajes es lo
que se denominaba retroalimentación

6 . Esta retroalimentación o feedback la entendemos como respuestas que pueden ser en


parte previstas por los emisores, pero siempre las personas podemos responder de maneras
impensadas, cambiantes y diferentes ante cada situación En el enfoque sistémico la
comunicación es un todo integrado, palabra oral o escrita, gestos, distancias, por ello dice que:
“es imposible no comunicar”. Por otra parte, recurriremos a los aportes de la lingüística para
conocer las competencias comunicacionales que desarrollamos y cómo estas competencias
son diferentes entre las personas que participan de la comunicación. Para comunicarnos tiene
que haber un mínimo de entendimiento, por ello es necesario entre otras cosas la existencia
de códigos compartidos, veremos que es posible producir sentido de modo singular y
negociarlo socialmente según las situaciones comunicacionales. Acudiremos a la psicología
social para analizar cómo en la comunicación organizamos nuestras percepciones, según
nuestras historias, y experiencias. Cómo operan los prejuicios, los estereotipos y las
representaciones a la hora de comunicarnos. Del mismo modo, analizaremos como ciertas
actitudes predisponen y facilitan la comunicación. Realizada esta breve introducción
pasaremos a analizar de de qué están hechas las prácticas comunicacionales e iremos
profundizando cada uno estos puntos.

4. Enfoque conocido como sistémico o interaccional, generado en la década del 60 por la


Escuela de Palo Alto, conformada por investigadores de diferentes disciplinas: matemática,
psiquiatría, lingüística y antropología. Algunos de ellos son: Bateson, Birdwhistell, Hall,
Goffman, Jackson, Watzlawick 5. Luego distinguiremos conceptualmente, mensaje, enunciado
y discurso. 6. Retroalimentación o feedback, términos acuñados por el enfoque matemático de
la comunicación, generado por Shannon y Weaver, en 1949. También conocido como modelo
lineal de comunicación.

3.1 DE INTERACCIONES, RELACIONES, VÍNCULOS Desde los aspectos más triviales de la


experiencia humana hasta los más complejos están atravesados por fenómenos
comunicacionales. Nuestra existencia supone estar relacionados, no podemos desarrollarnos si
estamos alejados del resto de los humanos. No existe un único modo de comunicarse, la
comunicación implica muchas prácticas, necesariamente diferentes, incesantemente abiertas y
que no pueden preverse. En las diferentes situaciones en las que nos comunicamos, somos
afectados por los mensajes que recibimos y afectamos a quienes se comunican con nosotros,
siempre los participantes en una situación de interacción se modifican a través de los múltiples
modos de comportamientos: la palabra, el gesto, la mirada, espacios, lugares y tiempos. Nos
comunicamos para transformar la realidad, para enseñar, para protestar, para demostrar
afecto, para informar, etc. Siempre comunicamos para obtener algo: transformación del otro o
de una parte de la realidad, o queremos convencer de algo a alguien, queremos el
reconocimiento de otro, etc. Los propósitos de nuestros mensajes los desplegamos en
nuestros intercambios comunicacionales, siempre hay un nivel de contenido que se refiere a lo
que transmitimos como información explícita del mensaje, más allá de que esta sea verdadera,
falsa, válida o no válida. Este nivel hace referencia al qué de la comunicación. Pero
simultáneamente, con ese contenido que intercambiamos también hay un nivel de relación
que establecemos con quienes nos comunicamos, este nivel de relación, está vinculado con los
mensajes tanto explícitos como implícitos, refiere a los sentimientos que expresamos en la
comunicación, en este aspecto de relación se hace referencia al cómo de la comunicación. A
las formas estéticas del mensaje, al modo en que presentamos nuestro discurso ó la
información.

Veamos un ejemplo: Un hombre llega a su casa de madrugada y ebrio. La mujer lo recibe


despierta y en cuanto lo ve le dice: - ¡Qué bonito, Juan! Podemos deducir que el tono no era
en absoluto amistoso. La mujer estaba furiosa. En el ejemplo podemos observar los dos niveles
que componen el nivel de relación:

1) nivel metalingüístico7 : corresponde al la semántica y sintaxis del lenguaje;


2) nivel metacomunicativo: corresponde a la relación interpersonal en que se transmiten los
datos. “La metacomunicación se refiere, entonces, a cómo debe ser entendido el mensaje en
términos de la relación que impone entre los comunicantes.” (López, A; Parada, A; Simonetti,
F. (1991) Aquí es el aspecto metacomunicacional el que determina el sentido del mensaje.
Literalmente, el contenido podría transmitir incluso un halago. Sin embargo, es el tono y la
relación que existe entre los interlocutores durante la escena de enunciación el que completa
el sentido.

La metacomunicación generalmente se expresa a través del tono y del volumen de la voz, de la


postura corporal, de los gestos, del rol que ocupa cada uno en el contexto de la comunicación.
Estos aspectos definen la relación interpersonal en la que se transmite la información y, al
mismo tiempo, establecen un vínculo

8 . 7. Meta: significa más allá. Metalinguístico es el lenguaje que refiere al lenguaje para
explicitar su semántica (definición de una palabra), su sintaxis (las reglas gramaticales o de uso)
o las relaciones pragmáticas (influencia de los signos sobre el comportamiento de las personas,
la relación entre los signos y las emociones, los hábitos, las reacciones de los comunicantes. La
metacomunicación que excede al habla articulada y plantea el marco de la interlocución.

8. Pichón Rivièere, define al vínculo como la manera particular en que un sujeto se conecta o
relaciona con el otro o los otros, creando una estructura que es particular para cada caso y
para cada momento

La metacomunicación indica cómo debemos entender el contenido de la información y el


contexto es fundamental en ese sentido. Comprender los mensajes o discursos que
intercambiamos en la comunicación supone que sepamos en qué marcos entra, es decir, en
qué tipo de relaciones se inscribe. Las relaciones entre los comunicantes pueden ser simétricas
o complementarias. La relación es simétrica cuando sus integrantes intercambian el mismo
tipo de comportamiento; tanto uno como otro pueden, indistintamente, tomar decisiones,
criticar y comentar la conducta del otro, dar consejos y proponer alternativas, etc. Los
integrantes tienden a igualar sus conductas recíprocas. Este tipo de relaciones es frecuente
entre amigos, hermanos, compañeros de trabajo. La relación es complementaria cuando cada
uno de los miembros de la relación complementa la conducta del otro; sus posiciones tienen
una relación asimétrica. En efecto, una persona da órdenes y el otro obedece, uno pide algo y
el otro lo otorga. Este tipo de relación se establece entre padres e hijos, jefes y subordinados,
médico y paciente. Es necesario destacar que no existe una posición mejor que otra, sino que
se trata de dos posiciones diferentes que se interrelacionan. Además el tipo de relación que
configuremos dependerá de nuestro modo de interpretar nuestros intercambios. En nuestras
interacciones ya sea entre dos personas o en un grupo es una secuencia ininterrumpida de
intercambios.

Nos es imposible determinar las causas y las consecuencias en los comportamientos de


comunicación. Las relaciones producen una causalidad circular, esto significa que el
comportamiento de una persona causa el comportamiento de otra, a su vez el
comportamiento de esta última la reacción posterior del primero y así sucesivamente. Cada
uno de los participantes de una situación de comunicación realiza un recorte de esta cadena
ininterrumpida como si lo que dice, hace y propone el otro fuera la causa, y lo que él mismo
dice, hace y propone fuese la consecuencia. A este recorte se lo llama puntuación de la
secuencia de hechos y se relaciona con las interpretaciones que cada interlocutor/a hace del
mensaje del otro/a y con la forma en que estos/as interlocutores/as responden en función de
esas interpretaciones subjetivas. La puntuación organiza los hechos de la conducta y por ende
resulta vital para la interacción en marcha. La falta de acuerdo con respecto a la manera de
puntuar la secuencia de hechos, es causa de incontables conflictos en las relaciones.

Sugerimos que observe en: www.youtube.com/watch?v=AJEt10u3Qzk Corto de animación


checa de Michaela Pavlátová que se desarrolla en un café donde diferentes personajes
interactúan Padecemos, soportamos, superamos ó no los conflictos en las relaciones que
establecemos, podemos tener problemas para comunicarnos o entendernos magníficamente.
Nuestra comunicación se escapa a todo tipo predicciones sobre los intercambios que
realizaremos, rehúye a técnicas, a rutinas programables y no se deja instrumentar. En las
situaciones comunicacionales, siempre hay incertidumbre, contingencia, no es cuestión de
certezas anticipadas acerca de nuestras conductas y la de los otros. Esto no significa que no
podamos pensar, revisar y trabajar sobre nuestros modos de comunicarnos, para mejorarla.
Siempre sostendremos la inquietud de desentrañar: ¿Cómo es que (a veces) es posible que la
comunicación sea posible? ó alternativamente: ¿Cómo es posible (a veces) que la
comunicación no sea posible?

En el apartado 3.7 volveremos sobre el tema de los malentendidos y desacuerdos.

3.2 DE CÓDIGOS COMPARTIDOS

Cuando desarrollamos el concepto de comunicación aludimos a que la comunicación es un


proceso de interacción social que se establece a través de códigos compartidos en la que nos
relacionamos con el medio y a su vez se configuran relaciones entre cada uno de los
componentes del proceso comunicacional. En el desarrollo de este módulo analizaremos que
la lengua es un código entre los hablantes pero también lo son los gestos, las miradas, los
movimientos corporales que fueron codificados espontáneamente y cuya significación es
patrimonio de la comunidad. Estos códigos son históricos, aunque a veces no seamos
conscientes de sus cambios o sean apenas visibles sus transformaciones Seguramente algunos
de Uds. puedan recordar estas frases y juegos, como códigos en común con personas que
compartieron sus juegos en la niñez “Pisa, pisuela –color de ciruela- vía vía hueste pie” “Una
doli tuá –de la limentá- oso fete colorete – una doli tuá” 9 Ahora bien, estos juegos eran
compartidos por una determinada generación ¿Cuáles podrían ser códigos que comparten los
niños en sus juegos hoy? ¿Cuáles son hoy los códigos de los adolescentes y jóvenes? ¿Son los
mismos códigos los de la cultura escolar y la cultura juvenil? En el módulo II parte del
desarrollo lo referiremos a las culturas juveniles y escolar. Trabajaremos analizando cómo es
ese encuentro entre ambas generaciones y entre la cultura juvenil y la cultura escolar. Definido
en el apartado anterior, el término código, nos parece oportuno preguntarnos: ¿Qué ocurre
ante la existencia de códigos que no hacen sentido en diferentes culturas? ¿Qué ponen en
común en la interacción social personas o grupos que pertenecen a diferentes culturas?
Antes de hacer foco en las relaciones interculturales, pasaremos a revisar las diferentes
concepciones de cultura, pero desde las concepciones acuñadas por la antropología. Alejandro
Grimson en su libro “Interculturalidad y Comunicación” expresa que el concepto antropológico
de cultura, es una de las nociones más controvertidas y polisémicas de las ciencias sociales y
que los intentos por definir la cultura cuentan con una larga tradición y aún hoy no existe un
amplio consenso. Es así que el concepto de cultura se haya inscripto en contextos ideológicos,
históricos, sociales, lingüísticos, muy diversos y en permanente cambio. En dichos contextos se
ponen en juego representaciones distintas que circulan incluso alrededor de la propia escuela:
cultura general, ser inculto, ser culto, cultura baja, cultura alta, bagaje cultural, patrimonio
cultural, cultura popular, cultura juvenil, entre otras. En efecto, los diferentes modos de definir
el concepto de “cultura” tuvieron implicancias ético-políticas.

El primer concepto antropológico de cultura se opuso a la idea de que hay gente “con cultura”
y “sin cultura”, de que el mundo se divide entre personas “cultas” e “incultas”. A fines del siglo
XX el pensamiento humanista sostenía que el progreso humano era un proceso continuo y
avanzaba hacia la perfección. Consideraba que la sociedad más desarrollada era la occidental,
con lo cual se erigía como modelo para las otras sociedades. Para este contexto, la cultura era
una sola, la acuñada por la sociedad occidental, el resto era barbarie. De este modo se infería
que las otras culturas eran inferiores o estaban en “vías de desarrollo”. Lo culto significaba
acumulación de saber. En 1871, el sociólogo Edward B. Tylor había planteado un concepto de
cultura asociado a los conocimientos, creencias y hábitos que el ser humano adquiere como
miembro de la sociedad. Esta noción contrastaba con la idea elitista de que la cultura se
restringía a la llamada “alta cultura”, a esa “perfección espiritual” de la música clásica o las
artes plásticas consagradas. Todas las actividades y pensamientos humanos son aspectos de la
cultura. Hay diferentes culturas, pero todos los seres humanos tienen en común que son seres
culturales. Los seres humanos comparten la unidad biológica y el hecho de ser animales
culturales. Esta característica universal de la humanidad es a la vez fuente de su diversidad.

Todos los seres humanos tienen cultura: sea entendida como “estilo de vida de un grupo”,
patrones de conducta”, “valores y significados”; “conocimientos, creencias, artes, leyes, moral
y costumbres”. Tales estilos de vida, prácticas y creencias pueden ser infinitamente variables
entre los seres humanos. Entonces podemos pensar la cultura como un conocimiento social
adquirido en la interacción social al que le vamos atribuyendo significados intersubjetivamente
compartidos. En los contextos de acción compartidos convergen elementos de orden diferente
que contribuyen a configurar formas individuales y colectivas de identidad en continuo
proceso de cambio. Las culturas no son inmutables, ni homogéneas sino que están en
evolución permanente incidiendo y modificando de este modo las relaciones sociales al
aportarles siempre nuevas significaciones. Sin embargo, afirma Grimson que durante una larga
etapa de la teoría antropológica se tendió a aceptar que cada comunidad, grupo o sociedad
era portadora de una cultura específica. Así, los estudios se dirigían a describir y comprender
una cultura particular o áreas culturales. Esa descripción se concentraba fundamentalmente en
los valores o costumbres compartidos por los miembros de una sociedad. De ese modo, el
énfasis fue colocado en la homogeneidad y uniformidad de cada uno de los grupos. Desde esa
noción esencialista de la cultura, en la medida en que se utilice para clasificar grupos
supuestamente homogéneos se distorsionará completamente una realidad cambiante, porque
las culturas se van mezclando y combinando de múltiples maneras. Las conceptualizaciones
homogeneizantes de grupos o sociedades que se manifiestan en fórmulas del tipo “los
guaraníes son...” o “los argentinos son...” deben quedar atrás. Esos modos de tipificación y
esencialización son incapaces de separar radicalmente lo natural y lo social, lo biológico y lo
cultural. Por lo tanto, el concepto de cultura es potenciado a través del uso sistemático de
dimensiones temporales y espaciales. La cultura es histórica y ninguna sociedad puede
comprenderse sin atender a su historicidad, a sus transformaciones. A su vez, toda sociedad se
ubica en un espacio y se encuentra en interrelación con otras sociedades. Entre otras razones,
esa interrelación hace imposible una homogeneidad cultural. Por lo tanto, los estudios sobre
sociedades y culturas analizan necesariamente su historia y su contacto. Afirma Grimson que
esto no implica negar que existan universos simbólicos particulares. Por un lado, existen
experiencias históricas compartidas que constituyen la base tanto de sentidos compartidos
como de ciertas prácticas cotidianas. Esa experiencia compartida puede implicar haber estado
atravesado por sufrimientos similares o incluso haber participado en luchas o
enfrentamientos, incluso en bandos opuestos. “Cultura”, en este caso, da cuenta de aquello
que dos grupos comparten y que hace posible que desarrollen un conflicto, para el cual -
obviamente- necesitan comunicarse. Una sociedad, en un contexto histórico específico,
comparte una serie de presupuestos, sentidos y prácticas que, a la vez, son la base de disputas
al interior de esa sociedad de otros presupuestos, sentidos y prácticas. Por otro lado, cuando
dos personas o grupos de diferentes zonas del mundo entran en contacto, ambos reconocen
que están en presencia de “una cultura diferente”: alguien que habla otro “idioma”, que se
comporta de un modo extraño, que no entiende nuestras palabras o nuestras acciones tal
como esperamos. Por eso, el concepto de cultura es útil para entender cómo se organizan las
diferencias y los conflictos en una sociedad, así como para analizar las relaciones entre
personas y grupos que hablan “idiomas” diferentes.

Si hay un concepto que es permanentemente confundido con el de “cultura” es el de


“identidad”. Muchas veces se identificó grupo humano con cultura homogénea y con
identidad. Se suponía que los grupos en contacto podían tender a conformar una sociedad
única que tendría por lo tanto una cultura uniforme y una identidad derivada de esa cultura.
En esos estudios existieron dos presupuestos equivocados. Primero, se creía que las
sociedades nacionales terminarían por homogeneizarse, los pueblos aborígenes por
occidentalizarse y los migrantes por integrarse. Segundo, se pensaba que las culturas eran
compartimentos estancos que se modificaban también homogéneamente en la situación de
contacto. Sin embargo, afirma Grimson, ningún grupo y ninguna persona tienen una identidad,
ninguno de ellos tienen alguna esencia. Las personas y los grupos se identifican de ciertas
maneras o de otras en contextos históricos específicos y en el marco de relaciones sociales
localizadas. Entonces, el primer elemento de toda identificación es su carácter relacional: al
mismo tiempo que establece un “nosotros” define un “ellos”. La nación, el género, la clase, la
raza, la etnia pueden constituir en diferentes contextos de interacción entre grupos y personas
parámetros perceptivos que definen relaciones sociales entre “nosotros” y “los otros”. Por
otra parte, los modos en que los seres humanos piensan y, en particular, en cómo se piensan a
sí mismos y a “los otros” son de naturaleza histórica, cambian a través del tiempo. El segundo
elemento de toda clasificación y, por lo tanto, de toda identificación es su carácter histórico:
ese “nos/otros” es al mismo tiempo el resultado de sedimentaciones de un proceso histórico
como una contingencia sujeta a transformaciones. Justamente, como la identidad no está
determinada ni por la sangre ni por el lugar de nacimiento, sino que resulta de una producción
socio-histórica es relevante debatir qué ocurre con las afiliaciones identitarias cuando se
transforman esos contextos. La diversidad cultural, explica Grimson, es constitutiva del género
humano, provoca la imaginación social. Las personas y los grupos pueden apropiarse y
resignificar elementos inicialmente percibidos como “ajenos”, pueden retrabajarlos desde
otras estructuras de significación, pueden sufrir la imposición y pueden también estereotipar
esos elementos como absolutamente extraños. En cualquiera de estos casos, entra en juego
una tercera dimensión clave de toda identificación: la producción de la diferencia es
constitutiva de toda relación de desigualdad. Es decir, no hay “identidad” fuera de relaciones
de poder. Afirma Grimson: las personas que interactúan, perciben, significan, construyen y
usan el tiempo, el espacio, el medio ambiente, las relaciones humanas, las tecnologías, de
modos diversos, pero que pueden construirse pautas de significación y acción comunes y que
las diferencias se procesan en situaciones de interacción. Sostiene que: “Los malentendidos”
de la comunicación intercultural son la versión extrema de los problemas generales de toda
comunicación. Sin embargo, esa diferencia, que lleva a malentendidos y a situaciones de
incomprensión, es constitutiva de la comunicación humana. En relación con la comunicación
intercultural destaca Grimson que: “En esa escena intercultural, generalmente, algunos
significantes de cada persona o de cada grupo resaltan como especialmente diferentes del
otro. Es lo que comúnmente se llama “rasgos diacríticos” y que dependen de situaciones
específicas (…) ningún grupo tiene “rasgos” que lo caracterizan, sino en una situación de
contraste específica”

3.3. DE SILENCIOS

(En relación con la comunicación intercultural, sugerimos que observen: Perdidos en Tokio.
Dirigida por Sofía Coppola 2004)

No sólo se comunica con la palabra sino con todo el lenguaje no verbal, que es mucho más
difícil de controlar conscientemente. Nos comunicamos con las palabras, los gestos, los
movimientos, etc. Como vimos anteriormente, cualquier comportamiento humano implica una
forma de comunicación, un mensaje que otro ser humano puede percibir e interpretar. Por lo
que es imposible no comunicar. Actividad o inactividad, palabras o silencios, tienen siempre un
valor de mensaje; influyen sobre los demás, quienes a su vez responden a tales
comunicaciones. No es sólo la palabra la que determina el mensaje sino el conjunto de la
palabra y el comportamiento. Muchas veces nos ocurre que no tenemos la intencionalidad de
comunicarnos con alguien e igualmente afectamos a los otros con nuestra conducta. Es
importante tener en cuenta esta característica de la comunicación para traer a la consciencia
aquello que podemos estar comunicando aún sin querer hacerlo. Recordemos que existe
comunicación aunque no sea consciente, con lo cual la conciencia y la intencionalidad sólo
puede controlar una parte de lo que es comunicado.

Tal vez hay que decir que el silencio se ha puesto o bien del lado de los sabios, o bien del lado
de los cobardes, o bien del lado de los ignorantes, o bien del lado de los muertos. Del lado de
los sabios significa que callar es síntoma de una prudente distancia con lo que ocurre
alrededor; algo así como omitirse del mundo para pensar el mundo, algo así como
suspenderse en la altura para luego, más tarde, recomponer en palabras el barullo incesante e
incomprensible del universo. Del lado de los cobardes, el silencio supone una permanente
actitud de mudez y conciencia de pocas fuerzas: el cobarde, si sabe algo, es que su silencio
acaba por ser el único reducto posible pero, además, sabe que siempre será hallado en su
escondite. Del lado de los ignorantes, hay que decir primero que tienen toda nuestra simpatía
y que se la han ganado en buena ley; ellos saben que no está mal eso de callarse antes que
nada, antes de nada; que no está mal asumir la incompletud y la finitud del universo, aunque
lo ignoren. Del lado de los muertos, el silencio no es más que un disfraz de la memoria, pues
los muertos insisten en hablarnos y en decirnos las mismas cosas que nos decían en vida. Está
claro que hay otros silencios. Por ejemplo: el silencio del cómplice. O también: el silencio ya no
de una persona sino de un lugar. O inclusive: el silencio ya no de alguien, sino de algo en
alguien: el pensamiento silencioso, la voz puesta para dentro, la mirada antes que la palabra. Y
da la sensación, además, que el silencio tiene algo de concluyente, de definitivo, de decisorio
que la palabra ya dicha no tiene. Como si el silencio ocupara el espacio de lo innombrable, de
lo indefinible, e inclusive de lo ambiguo, lo bizarro y tal vez de lo efímero, de aquello que
irremediablemente se nos escapa, se nos pierde, se nos diluye. Y ya no hay palabra que pueda
con ello. Por eso es por lo menos injusto que se relacione siempre al silencio con los abismos,
con las tristezas, con las pérdidas, con el olvido, con la intemperie, con la desolación. No
estaría mal si pensáramos al silencio más bien en lo que tiene de calma (pero no de
parsimonia); no estaría mal si sintiésemos al silencio como un aliado de la mirada (pero no de
la mirada hostigadora o halagadora, sino, simplemente, de la mirada); y no estaría mal si,
todavía, percibiésemos el silencio como una vigilia, como un estar alertas, sobre todo, en
relación a esos estafadores de palabras, aquellos y aquellas que creen disimular con su hablar
toda la fatalidad del universo. Si fuéramos más obedientes estaríamos obligados a rendirnos
ante el concepto de silencio como aquella pausa entre dos sonidos o bien como la ausencia
misma de sonido. Pero como todavía no hemos dejado de ser niños es que decimos que el
silencio no quiere oponerse a nada, no quiere entrar en contradicción con nada ni con nadie.
Más bien habría que decir que el silencio se retira silencioso, dejándonos a nosotros, en medio
del silencio

3.4. DE VOCES, MIRADAS Y GESTOS

La comunicación no verbal tiene sus orígenes en los períodos más arcaicos de la evolución
humana por lo que encierra una validez más general que el lenguaje verbal. Este modo de
comunicación incluye la postura, los gestos, la expresión facial, la inflexión de voz, la cadencia
de las palabras, etc. Veremos ahora diferentes aspectos que configuran este tipo de
comunicación:

La voz: La paralingüística es el término utilizado para describir los rasgos vocales que
acompañan a nuestras palabras. Podemos considerar el tono de nuestra voz, la elevación o el
descenso; el énfasis o la entonación, o cómo empleamos nuestra voz para acentuar las
palabras y dar diferentes significados. Otro aspecto importante a considerar es el uso de
muletillas o los balbuceos, ambas expresiones dan cuenta de nuestras vacilaciones,
inseguridades y nerviosismo cuando tratamos de comunicar algunos mensajes. Además,
podemos incluir el típico carraspeo o las pausas y las maneras en que cambiamos el ritmo o
velocidad cuando hablamos bajo diferentes condiciones. Las expresiones faciales y la relación
ocular: Otra forma de expresarnos es a través de nuestra mirada, es decir, cómo utilizamos los
ojos para regular y controlar el flujo de comunicación. ¿Mantenemos contacto visual con las
personas que nos comunicamos? Esta pregunta es válida para referirnos a las personas a
quienes nos dirigimos y quienes se dirigen a nosotros. ¿Conocemos nuestras expresiones
faciales? Sonreímos o nuestros músculos están tensos, hacemos muecas, tenemos tics,
parpadeamos lento o muy rápido. En este punto podríamos distinguir la vista y la mirada. Estas
no son la misma cosa, porque la vista puede ser fortuita, vemos lo que nos rodea, lo que
tenemos por delante, lo que no queremos ver porque elegimos no verlo, por ejemplo a una
persona determinada, vemos y seguimos sin prestar demasiada atención. La mirada en
cambio, es intencionada y situada. Esto significa que quien mira elige mirar, establece un
encuadre, ubica la escena y las piezas. La mirada es siempre localizada y localiza.

Hay momentos en que vista y mirada pueden coincidir. Por ejemplo: puedo ver a una persona
pero también mirarla En relación con el tema que venimos trabajando, compartimos algunas
letras de canciones: Los gestos y la postura corporal: En cuanto a los gestos, ¿solemos
expresarnos con las manos o no sabemos qué hacer con ellas?, ¿golpeamos con los dedos la
mesa?, ¿nos tocamos frecuentemente el pelo?, ¿ponemos las manos en los bolsillos?, etc.
¿Cómo expresamos con nuestro cuerpo lo que queremos transmitir?

A veces, le tendemos la mano a nuestro interlocutor, abrazamos a la gente o le ponemos una


mano sobre el hombro.

Qué ves “¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad.” Divididos

Te vi Te vi., te vi, te vi... Yo no buscaba nadie y te vi. Fito Páez

Es solo un momento Es sólo un momento Es una mirada y saber Cuál es el camino Y así nada
más Vicentico

¿Cómo nos sentamos cuando escuchamos a alguien?, ¿golpeamos uno de nuestros pies contra
el suelo?, ¿movemos constantemente la pierna? También nos ocurre que mientras hablamos,
nos movemos y desplazamos en el espacio o al revés, permanecemos inmóviles en un mismo
lugar. ¿Alguna vez se sonrojó o le transpiraron las manos? ¿Cuál es la distancia física que
mantenemos con quienes nos comunicamos? Podemos vestirnos de determinada manera con
la intención de comunicar algo acerca de nosotros. Por ejemplo, nos ponemos la camiseta de
nuestro equipo de fútbol, usamos el uniforme si somos bomberos, o si somos maestros, el
guardapolvo blanco.

Sin embargo, muchas veces no somos conscientes de los mensajes que transmitimos a través
del lenguaje no verbal. En algunas ocasiones nos ocurre que deliberadamente intentamos
transmitir un mensaje determinado, pero la información que damos en el nivel consciente
puede ser modificada o contradicha por otros signos no verbales que no somos conscientes de
estar transmitiendo. Esta información extra se llama filtración. La filtración también se produce
en la comunicación verbal cuando utilizamos una palabra inadecuada y después nos
corregimos, por ejemplo, los actos fallidos. Trabajados los componentes de la comunicación no
verbal, desarrollaremos en el siguiente punto, la comunicación verbal. 3.5. DE PALABRAS La
comunicación verbal se refiere al lenguaje verbal, a la palabra, a los signos y símbolos en sí
mismos. El mensaje verbal es lógico y, en este sentido, está sujeto a los principios lógicos
básicos de no contradicción. Lo verbal es de un nivel de abstracción mayor que lo corporal,
ligado aún a lo concreto y presente. El mensaje verbal es entonces más versátil y más
complejo. Lo verbal permite representar conceptos básicos de la lógica, como ¨y¨, ¨o¨, ¨si...
entonces, ¨todo¨, etc. La lógica misma es producto de la comunicación verbal. El lenguaje
verbal permite representar conceptos que no tienen su referente concreto como ¨verdad¨, ¨
moral¨, ¨ infinito, ¨negativo¨, ¨nada¨, etc. El lenguaje permite representar el pasado y el futuro
así como construir nuevas realidades mediante el pensamiento¨ López, A; Parada, A;
Simonetti, F.(1991) En relación con las palabras que no tienen un referente concreto, dice
García Molina (2007): son llamadas “palabras sin cosa” hacen referencia a figuraciones y
configuraciones del mundo que no se ven, no se señalan, no tienen masa, volumen, peso o
fisicidad alguna y sin embargo, pasan, nos pasan o pasan entre nosotros. Son de cierta
complejidad que se hace presente cuando se convierten en preguntas que En relación con el
lenguaje corporal, sugerimos que observe: Tiempos Modernos. Es un largometraje de 1936
dirigido, escrito y protagonizado por el célebre Charles Chaplin. www.youtube.com/ watch?v=-
YO86Bepf5Y

Para el concepto de actos fallidos, sugerimos que lea:

Nota sobre actos fallidos. http:// licalejandramartneznotas. blogspot.com/2010/08/ actos-


fallidos.html

Además puede observar: Las patas de la mentira http://www.youtube.com/ watch?


v=LJns1pS7vBs&fea ture=related 10.

Obligan a pensar: ¿dónde señalar cuando decimos estas palabras?, ¿dónde alcanzar la
materialidad de las que están hechas? Las palabras que no tienen cosa remiten a lo que pasa,
lo que nos pasa y/ o está pasando entre nosotros. Son acciones, operaciones, proporciones,
relaciones, devenires, afecciones, contagios o formas de organización que se establecen entre
humanos… Las palabras que no tienen cosa no pueden tener un único sentido ya que al no
estar ahí, en el espacio discreto, sólo son lo que nos parece y nos aparece. Su inmaterialidad
impone una condición. Sólo podremos verlas y hablarlas desde lo percibido e imaginado, lo
deseado y anhelado, desde nuestras creencias, costumbres e imaginarios previos. Este autor,
luego se pregunta: “¿En qué condiciones todas estas palabras que no tienen cosa, y que por
tanto no son visibles, devienen visibles? Se responde, que quizás no siempre vemos lo que nos
pasa, pero parece poco indudable que somos capaces de percibirlo, que esas cosas nos afectan
y ejercen algún tipo de influencia en nosotros. Dice que lo que nos pasa no es una cosa es una
tensión, un movimiento, una acción o actividad que al ser nombrada, al querer explicarla de
alguna forma, la cosificamos (la volvemos cosa). Por ello en nuestro lenguaje común
habitualmente nos expresemos diciendo: “me pasa una cosa”, aunque sabemos, que no es una
cosa la que nos pasa, sino una situación. Estas palabras que no tienen cosa al ser utilizadas con
relativa frecuencia, cosifican lo dicho y lo hablado, lo hacen visible, pensable y analizable
integrándolo en nuestro imaginarios y formas de ver el mundo. Compartimos una poesía de
Juarroz, R. 11 “Hay palabras que no decimos” Hay palabras que no decimos y que ponemos sin
decirlas en las cosas Y las cosas las guardan, y un día nos contestan con ellas y nos salvan el
mundo, como un amor secreto en cuyos dos extremos hay una sola entrada ¿No habrá alguna
palabra De esas que no decimos Que hayamos colocado Sin querer en la nada? Nos
constituimos a través de la trama del lenguaje y gracias a éste.

La construcción de la identidad es interminable, del mismo modo que el lenguaje es una


operación interminable y se renueva continuamente. Nuestro lenguaje hablado o escrito,
nuestro discurso, siempre está marcado subjetivamente, si bien compartimos la cultura, la
sociedad, nuestra incorporación de la lengua como tal, nuestra inserción en el medio social, es
singular. Para concluir este punto destinado a las palabras, al lenguaje verbal, recordamos
también lo desarrollado en el punto anterior, desde muy pequeños incorporamos el lenguaje
gracias a la mediación de diferentes instancias relacionales, en dicha incorporación se inscribe
en nosotros una experiencia social. Ahora bien, esa experiencia social es una incorporación
singular que resulta de articular esa experiencia singular con una experiencia genérica que no
sólo incorpora la lengua sino todo un gesto de la cultura en la que vivimos.

11. Juarroz, R. Poesía Vertical. Hay palabras que no decimos. Selección de Sandra Santana
Mora y Beatriz San Vicente supervisada por Laura Cerrato.
www.paginadepoesia.com.ar/clas_ar_juarroz.html -
3.6. DE DIFERENTES INTERPRETACIONES QUE REALIZAN LOS COMUNICANTES

En este punto nos dedicaremos a trabajar sobre las diferencias entre los comunicantes
aunque el código de la lengua sea potencialmente común a todos los hablantes. Cuando
hablamos, en las palabras que articulamos se pone en juego un complejo cultural de
inclusiones y exclusiones, también cuando hablamos está presente la propia historia, entonces
cuando proferimos una palabra, en realidad, estamos asumiendo la voz de muchos, la voz de
una historia que incluye a muchos y la voz de un presente que también incluye a muchos.
Cuando nos comunicamos, los hablantes no ocupamos la misma posición dentro de la
interacción o diálogo. Esto significa que no todos tenemos el mismo conocimiento de la lengua
ni la misma experiencia, ni la usamos de la misma manera, ni hablamos y escuchamos del
mismo modo, no tenemos exactamente el mismo tipo de competencias lingüísticas y muchas
veces no utilizamos los mismos sonidos de una lengua. Existen modalidades lingüísticas que
identifican, al interior de los grupos sociales, otras diferenciaciones que tienen que ver con la
edad, la profesión, la actividad, la nacionalidad, etc. Es decir, tenemos competencias
comunicacionales diferentes.

Presentamos a continuación el esquema de competencias comunicacionales desarrollado por


Kerbrat-Orecchioni , iremos explicando cada una12. 12. Kerbrat-Orecchioni (1984) La
enunciación. De la subjetividad en el lenguaje. Editorial Hachette. Buenos Aires.

Competencias lingüísticas y paralingüísticas:

Cada sujeto tiene una particular manera de hablar y de organizar las frases, un conocimiento
de la lengua que le permite producir su discurso (producción) y cada sujeto lo decodifica de
acuerdo a su modalidad de entender (reconocimiento). Posiblemente ésta es otra
característica de las diferencias, las claves de producción y de entendimiento difieren de una
persona a otra, cada una tiene cierta modalidad para hablar pero también para entender,
tienen algunas claves para comprender y para hablar, no tienen el conjunto de todas las claves
que operan en la sociedad, sólo algunas. Lo paralingüístico está relacionado con lo gestual, la
postura, la mirada, en fin todo lo que acompaña al discurso oral. Competencias ideológicas y
culturales: Se refieren a las diferencias que tenemos en cuanto a la pertenencia a distintos
grupos sociales, visión de mundo, conocimientos y sistema de valores. Esto hace que hablemos
desde un determinado lugar o posición y que otra persona, con otras creencias o
conocimientos, hable de lo mismo desde otra perspectiva. Estos horizontes diferentes
importan tanto al que habla como al que escucha, ya que la interpretación que una persona
haga de lo que esté escuchando dependerá de su ubicación en un determinado sistema de
valores. Determinaciones psicológicas: Las restricciones que se determinan en este punto
tienen que ver con el estado psicológico individual, tanto del que produce como del que
interpreta el discurso. Son los componentes afectivos, emocionales o estados anímicos que
hacen modificar, en algunas personas, el sentido de lo que dicen o de lo que entienden.
Restricciones del universo del discurso: ¿Qué se debe decir en cada momento o situación?
¿Qué está aprobado socialmente para cada circunstancia? La autora señala por un lado, las
restricciones, pero por otro lado, la infinita productividad social. Estas restricciones no están
consagradas a sociedades en un momento determinado, sino que es una cuestión de
permanente recambio, de permanente actividad y creación. Se trata de una serie de
convenciones que adoptamos socialmente y que nos indican qué tipo de discurso es correcto
en cada situación. Ejemplo: En nuestras casas, con nuestras familias no se espera que
desarrollemos teóricamente algunos de los temas que enseñamos en la escuela a nuestros
estudiantes, sobre todo si estamos en medio de un festejo de cumpleaños. Estas convenciones
se modifican con el paso del tiempo ya que las sociedades van cambiando sus modelos de
relación. Por ejemplo: las sociedades en diferentes momentos históricos han construido la
juventud de determinado modo, es así que cambiaron los ritos de pasaje en los diferentes
contextos y se han modificado las relaciones entre los jóvenes y los adultos. Con el desarrollo
de estas competencias comunicacionales que aporta Kerbrart Oreccioni nos acercamos a las
condiciones en que se producen los intercambios entre comunicantes. Esta autora propone la
enunciación y el desdoblamiento de los códigos, en códigos del emisor y los códigos del
receptor. De lo que da cuenta este desdoblamiento de códigos es que el receptor no es pasivo,
no se limita a recibir y entender algo ya terminado, sino que durante la escucha es activo: se
prepara para oír algunas cosas, selecciona sobre lo que escucha determinadas cuestiones y
asume una posición respecto del mensaje a medida que lo va recibiendo. Los códigos de quien
emite y quien recibe son distintos, si bien tienen puntos de intersección que hacen posible la
comunicación

La enunciación es el conjunto de condiciones de producción de un mensaje: quién lo emite,


para quién, cuándo, dónde, para qué; estos elementos permiten interpretar el sentido último
del enunciado ó discurso o producto resultante de la actividad enunciativa. El discurso o
enunciado, es el resultado de una enunciación concreta y determinada, única e irrepetible.
Algunas escuelas lingüísticas utilizan el término discurso - como la francesa y la anglosajona.
Sus características: “unidad igual o superior a la oración, con un principio y un final, que
constituye un mensaje” lo acercan lo suficiente a enunciado para considerarlos sinónimos. Lo
mismo ha sucedido con el término “enunciado” que caracteriza “todo producto del habla, con
sentido unitario”. Son tan próximas las definiciones que los teóricos suelen usar estas
expresiones indistintamente. El discurso o enunciado no se refiere sólo a las palabras habladas
o escritas. Los discursos pueden ser gráficos, fotografías, melodías, grabaciones sonoras,
pinturas, etc. ¿Cuál sería la diferencia entre mensaje, enunciado y discurso? Por ejemplo: un
alumno se ha estado preparando para rendir un examen, y llegado el día la madre le desea
“suerte”. En otra situación, una mujer está a punto de parir, la partera la ayuda y tranquiliza, y
le dice “suerte”. El mensaje es exactamente el mismo: “suerte”, pero cada uno tiene un
sentido y un entorno diferente. Según quién exprese el mensaje, aquel que lo reciba lo
valorará de distintas maneras. Esto se debe a la historia de cada uno, y al tipo de vínculo que
los une. A la vez, también son distintos los emisores y receptores de cada situación. Estos
discursos pueden permanecer sin grandes alteraciones durante mucho tiempo, sin embargo,
en un saludo o en una conversación cualquiera (aquellos discursos orales que no se graban) el
enunciado se perderá inmediatamente luego de la enunciación. Su duración dependerá solo
de la memoria. El discurso guarda huellas de la enunciación concreta e irrepetible que lo
produjo. Por lo tanto, habrá tantos discursos como circuitos de comunicación existan en
nuestra vida. La comunicación se produce sólo cuando a la enunciación la completa una
segunda instancia: la recepción. La recepción es el momento en el cual, quien recibe el
mensaje está interpretando un discurso. En este proceso, quien recibe el mensaje y el discurso
son inseparables. La recepción implica siempre posibilidad de respuesta. Es decir, quien recibe
puede utilizar ese enunciado como “pie” para emitir uno nuevo, generando una nueva
enunciación y reabriendo el circuito de comunicación. La respuesta nunca es igual. Habrá
tantas posibilidades de respuesta como recepciones se hayan producido. Al igual que la
enunciación, la recepción e interpretación también es única e irrepetible, se relaciona con cada
persona en cada situación concreta. En este sentido antes mencionábamos la singularidad o la
trayectoria singular de alguien que entra en relación con otro sujeto. Todo sujeto que entra en
contacto, ó interactúa ó se relaciona con otro sujeto, lo hace desde su historia personal, desde
un antes, una trayectoria, una relación con el mundo que se produjo antes de dicha relación y
desde momentos muy tempranos. Sin embargo, hay que destacar que en cada sujeto se puede
producir una configuración potencial que va a estar presente y que va a derramar al conjunto
de producciones discursivas del sujeto o del que se esté relacionando con éste.

La comunicación es un proceso de intercambio de producciones de sentido entre sujetos


sociales. Cuando nos comunicamos intercambiamos productos (un argumento, una historia,
una imagen, etc.) que lleva consigo determinado sentido que el otro debe captar o entender.
Pero en ese proceso de intercambio se producen efectos, defectos, recortes, expansiones,
distorsiones en virtud de las diferencias y similitudes que existen entre la producción y
recepción del producto Por ejemplo: Cuando contamos algo, o narramos una historia no
agotamos el sentido de la historia, porque no podemos expresar todo el significado de un
texto. Lo que hacemos simplemente, es adoptar un recorrido, establecer recortes y orientar el
sentido de nuestro relato. Al mismo tiempo, el que recibe nuestro relato, o narración tampoco
puede captar la totalidad del sentido de ese texto y además suele transformarlo en el mismo
acto de recepción, enriqueciéndolo con sus experiencias propias ó no, minimizándolo,
reduciéndolo y empobreciéndolo. Por lo tanto, no podemos en el proceso de la comunicación,
agotar ni acceder a la totalidad de sentido. Kerbrart Orecchioni sostiene que la interacción es
el lugar donde se concreta una actividad colectiva de producción de sentido. Por ello, el
sentido de un enunciado es el producto de un trabajo colaborativo que los diferentes sujetos
construyen en común. En cada situación las personas que se comunican negocian el sentido de
sus discursos. Larrosa (2003) nos dice en relación con el lenguaje, que éste no existe en un
sentido unitario. Tal como venimos diciendo, el autor afirma que no hay una única manera de
hablar sino que hay experiencias de lenguaje (de lecturas, escrituras, diálogos, monólogos,
polifonías) siempre en tensión en estado de confusión y dispersión. Este autor sostiene que “el
lenguaje mismo, en su movimiento, es traducción”. Es importante destacar el lugar de la
traducción, está siempre presente en todo acto de comunicación, ya sea en la emisión o
recepción de cualquier modo de significado. “Comprender es descifrar. Oír un significado es
traducir”. Con las mismas palabras se pueden decir cosas distintas: “Las palabras que yo
escribo y las que tú lees son las mismas. Pero seguramente lo que yo escribo y lo que tu lees
no es lo mismo. Tú y yo tenemos lenguas distintas, cada cual la suya. Con las mismas palabras,
yo escribo una cosa y tú lees otra. La palabra es plural”

13. Podríamos continuar con este tema, no es la idea agotarlo aquí, necesitamos interrumpir
para dar lugar a otros componentes de la comunicación, por ahora para ir cerrando este
apartado, tomamos un fragmento de Mèlich que puede aportar a la idea de construcción de
sentido: “Las palabras humanas, en tanto que palabras simbólicas, posibilitan la invención de
sentido. Se trata de un sentido siempre provisional, porque en cualquier momento puede
quebrarse por el golpe de un acontecimiento inesperado…Cada día, de hecho cada hora, cada
minuto, cada segundo, es un segundo nuevo y distinto. A veces, uno tiene la sensación de que
hay algo que se repite, de que todo vuelve, de que todo es lo mismo, de que no hay nada
nuevo. Pero de hecho nunca nada es igual, ni nosotros tampoco… Esta experiencia es a la vez
fascinante y aterradora ¿Qué somos?, ¿Quiénes somos? Desde muy pronto buscamos algo,
vamos en busca de algo, no sabemos exactamente qué, y comenzamos con las manos vacías,
aunque pensándolo bien no completamente vacías, no, hay algo que nos regalan al nacer, el
símbolo, la palabra simbólica, la lengua materna. El lenguaje, quizá deberíamos decir, los
lenguajes, es lo primero que aprendemos. Aprendemos a hablar, pero también aprendemos a
mirar, a escuchar, a reír y a llorar, a amar y a odiar…”

3.7. DE MALENTENDIDOS, DESACUERDOS

En el punto dedicado al lenguaje estuvimos trabajando sobre el lenguaje y la producción de


sentido en los intercambios comunicacionales, hicimos referencia a los diferentes efectos,
defectos, recortes, expansiones, distorsiones en virtud de las diferencias y similitudes que
existen entre la producción y recepción del producto o enunciado y afirmamos la imposibilidad
de agotar y acceder a la totalidad del sentido. De este modo, siempre intervienen las
operaciones de interpretación de los sujetos con lo cual, los malentendidos y desacuerdos son
constitutivos de las relaciones humanas y de los intercambios comunicacionales. Es más,
cuando trabajamos las condiciones de enunciación y destacamos las competencias lingüísticas
vimos cómo los discursos también están determinados por aspectos psicológicos, como ser: los
afectos, las expectativas o motivaciones, las emociones y sentimientos. Así cuando
comparamos diversas observaciones de un mismo acontecimiento, seguramente nos
encontraremos con apreciaciones muy diferentes. Lejos de ser una desventaja, esta diversidad
de enfoques es una posibilidad de alcanzar no sólo un mayor conocimiento de la realidad sino
un descubrimiento de las riquezas interpretativas que los eres humanos hacemos de las
mismas. La psicología ha demostrado que la percepción es selectiva y los factores que la
determinan son múltiples: edad, sexo, escala de valores, etc. La percepción es considerada una
construcción social y por esto de alguna manera nos condiciona. Es a través de esta capacidad
que podemos conocer, que construimos nuestras ideas sobre las cosas. Es a través de la
percepción del entorno por la que podemos elaborar un pensamiento propio.
Consecuentemente, se puede considerar y estar atentos a muchísimos aspectos que generan
malentendidos, sin embargo, estos son inherentes a las relaciones humanas y van más allá de
ciertas previsiones para sanear la comunicación. De todos modos, podemos mirar y revisar
cómo establecemos los intercambios comunicacionales, los propósitos con los que nos
comunicamos, si pensamos en nuestros interlocutores, cómo cuidamos la construcción de los
discursos para que se comprendan, los medios que elegimos para comunicamos, los tiempos y
espacios que nos damos para ello, etc. Volveremos en parte sobre este tema en el siguiente
punto cuando desarrollemos, prejuicios, estereotipos y representaciones sociales y en los
siguientes módulos al abordar la relación pedagógica.
3.8. DE REPRESENTACIONES, PREJUICIOS Y ESTEREOTIPOS

La comunicación se establece a través de marcos que nos permiten organizar nuestras


percepciones. Si bien estos marcos se arraigan en la estructura psicológica de cada uno de
nosotros, en nuestras historias y en nuestras experiencias, también corresponden a realidades
colectivas como lo son las representaciones sociales El término representación social engloba
múltiples fenómenos que se estudian a distintos niveles de complejidad: individual y colectivo,
psicológico y social. Jodelet explica que: “…las representaciones sociales se presentan bajo
formas variadas, más o menos complejas. Imágenes que condensan un conjunto de
significados; sistemas de referencia que nos permiten interpretar lo que nos sucede, e incluso,
dar un sentido a lo inesperado; categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los
fenómenos y a los individuos con quienes tenemos algo que ver; teorías que permiten
establecer hechos sobre ellos. Y a menudo, cuando se las comprende dentro de la realidad
concreta de nuestra vida social, las representaciones sociales son todo ello junto”

La representación es un conocimiento social, compartido y distribuido en la colectividad, que


nos permite interpretar y pensar nuestra realidad cotidiana. A través de este conocimiento, los
seres humanos tratamos de aprehender y entender todo aquello que nos rodea. Por lo tanto,
las representaciones sociales inciden en la manera de ver y actuar de aquellos sujetos que
pertenecen a una misma sociedad. El término representación social implica por un lado el
proceso por el cual se crea este conocimiento colectivo, es decir, a través del discurso y la
comunicación. Por el otro, hace referencia al producto final de este proceso: el conocimiento
colectivo distribuido y accesible individualmente.

Entonces, en las representaciones sociales se intersectan lo psicológico y lo social. La


intervención de lo social se da por el contexto en el cual se sitúan las personas, implicando así
la comunicación entre ellas, los marcos de aprehensión que proporciona la cultura, los códigos,
valores e ideologías. En el polo de lo individual, se encuentran los sujetos sociales y el modo
que éstos tienen de aprehender los acontecimientos de la vida diaria, las características de
nuestro medio ambiente, la información que en él circula, y las personas de nuestro entorno
próximo o lejano. Wagner define a la representación social como la elaboración de un objeto
social por una comunidad. Este proceso, se da en grupos y sociedades en los cuales el discurso
social incluye a la comunicación. Esta última debe incluir tanto puntos de vista compartidos
como divergentes en cuanto a distintas cuestiones, ya que a partir de las experiencias y
conocimientos contradictorios, surge el discurso colectivo que da lugar al conocimiento de
sentido común.

Ahora bien, el proceso de elaboración de conocimiento de sentido común se da ante la


necesidad práctica: se presenta un fenómeno desconocido o una situación conflictiva que
perturba la práctica grupal, generando un conflicto. Por lo tanto este fenómeno se vuelve
relevante para dicho grupo, dando inicio a un proceso de comunicación pública y colectiva.
Esto se requiere para poder adaptar simbólica y prácticamente al grupo a las nuevas
condiciones de vida. La representación social por un lado se define por un contenido, es decir,
informaciones, imágenes, opiniones, actitudes, etc. Este contenido se relaciona con un objeto,
como ser: un trabajo a realizar, un acontecimiento económico, un personaje social, etc. Por el
otro lado, es la representación social de un sujeto (siendo éste un individuo, una familia, un
grupo, etc.), en relación con otro. Por lo tanto, la representación está ligada a la posición que
tienen los diferentes sujetos en la sociedad, la cultura, la economía. Esto nos lleva a concluir
que toda representación social es representación de algo y a la vez, de alguien. Por ende, no es
el duplicado de lo real ni de lo ideal, ni la parte subjetiva del objeto, ni la parte objetiva del
sujeto. Sino que compone el proceso por el cual se funda su relación. Así como las
representaciones sociales son un producto de la comunicación, las mismas están en juego a la
hora de llevar a cabo diversas prácticas comunicacionales. Por ejemplo: Esto puede observarse
en un docente que sostiene: “los chicos de ahora, ya no son como los de antes”. A partir de
esta modalidad de pensamiento, se da lugar a cierto tipo de comunicación con el alumno, y
comprensión del mismo.

Los estereotipos son marcos cognitivos formados por conocimientos y creencias de grupos
sociales, que llevan a la clasificación de los sujetos de acuerdo a características típicas, en vez
de tener en cuenta otras más específicas de aquella persona. Implica la imagen mental, las
reacciones emocionales y la conducta que manifestamos cuando realizamos este tipo de
clasificación en cuanto a un sujeto.

Generalmente se encuentran similitudes cuando distintas personas tratan de describir por


ejemplo a un político. Ahora bien, cuando se encuentran diferencias, éstas pueden ser
explicadas por las experiencias personales de los sujetos que describen. A través de los
estereotipos, podemos comprender de forma más rápida el comportamiento de los demás, y
reaccionar ante el mismo. Los estereotipos se realizan en base a rasgos superficiales obvios de
las personas, por lo tanto contienen algo de verdad. El asunto es que, muchas veces, a esto se
le suma una gran cantidad de suposiciones, que ya no son en sí, tan verdaderas. Al vivir en
grupos, desarrollamos valores y juzgamos las conductas de los demás según se encuentren o
no, dentro de lo “normal” en nuestra sociedad. Este es el motivo por el cual surgen los
estereotipos. Aquel que no encaje dentro de los parámetros esperables, puede ser mal visto.
Lo cual a la vez, puede desembocar en que la gente comience a evitarlo, debido a considerarlo
como una amenaza. Así, se toma determinada característica de la persona como negativa, y se
transmite esto de generación en generación. A la vez, los medios de comunicación refuerzan
los estereotipos establecidos en la sociedad, por medio de por ejemplo, un personaje de
televisión.

Así como hay estereotipos negativos, también hay positivos. Si observamos en otra persona,
un rasgo que consideramos que es de “nuestro tipo”, le atribuimos rápidamente cualidades
que a nosotros nos agradan, y por ende, lo aceptamos. Por ejemplo: En Argentina se suele
tener a los italianos estereotipados como personas muy gritonas, con una tonada muy fuerte.
Que al hablar realizan diversos gestos con las manos, que son muy familieros y afectuosos y
que viven comiendo pastas. Por otro lado, está el estereotipo del porteño: una persona que se
dirige a los otros utilizando el “ché”, que habla muy rápido, que utiliza muchísimo y con
innumerables significados distintos la palabra “boludo”. Es muy sociable con todos y tiene una
actitud “canchera”. Posee un temperamento algo melancólico y sensiblero. Fuera de su lugar
de residencia es conocido por ser una persona totalmente desconsiderada y “creída” (que se
las sabe todas).
Ahora bien, cuando un estereotipo se encuentra profundamente arraigado, se lo llama
prejuicio. Al ser éste tan resistente al cambio, decimos que se trata de estereotipos peligrosos.
La diferencia se encuentra en que el prejuicio, conlleva una reacción emocional más fuerte. El
prejuicio es una actitud, generalmente negativa, hacia otras personas. Se trata de un juicio
previo o prematuro acerca de un sujeto, antes de conocer al mismo. No siempre es negativo,
se puede tener un prejuicio positivo, pero lo fundamental es que consiste en una idea previa u
opinión anticipada. A través del prejuicio ordenamos y clasificamos la información que nos
llega de otras personas. Así, damos más importancia a aquello que vinculamos con nuestro
prejuicio, lo recordamos mejor. Por ejemplo, si una persona tuvo diversas relaciones negativas
con sujetos del sexo opuesto, puede desarrollar un prejuicio contra aquel sexo. Esto se pondrá
en juego antes de conocer a la persona, teniendo una actitud predeterminada para con ella.
Otros prejuicios se escuchan dentro una sociedad, y luego uno se los apropia. Cuando
escuchamos frases como: “Los políticos son todos ladrones”, “los taxistas manejan como
animales”, “los supermercados chinos venden más barato porque roban la mercadería o
apagan las heladeras de noche”, “los bolivianos son sucios”, “los ingleses son arrogantes”, “los
piqueteros son vividores”, “los pobres merecen ser pobres porque no se esforzaron lo
suficiente”, sabemos que en verdad se está haciendo una generalización, y que por ejemplo,
no necesariamente todo político es un ladrón o que todo taxista maneja como un animal.

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