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COLONIALES ^
DICIEMBRE
»Q(i<
LAS PRIMERAS NIEVES
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Diciembre l926
Época II Número 2¿
DIRECTOR:
E X C M O . SR. D. F R A N C I S C O FRANCO BAAMONDE
Administrador:
J. M:* M I R Ó BERNA!
Redacción y Administración: Apartado de Correos 37.—Teléfono 245, — Ceuta
SUMAMIO
TEXTO
GMÁFICO
266
U A 2 A N - — Fuerzas francesas desfilando ante oficíale/ españole/ condecorado/
con la cruz de Guerra -^
N o t a s del carnet
de u n antíéuo oficial
de África
I f l J r A cambiado radicalmente de aspecto el problema de Marrup. che el terreno de un modo admirable. Svis reservas las consti-
JL J L OOS. La sucesión de gobiernos, sin criterio fijo, la antipatía tuían hombres sin fusil, armados con palos, con gumías, y de este
con que se miraba desdeEspaña un problema al que no se le veía el modo, cada herido o muerto era inmediatamente reemplazado
fin, a pesar del apoyo inconmensurable que le prestó en ocasiones por otro, que se hacía cargo de su fusil y de sus municiones. Con
la opinión pública, y la sangría suelta por último, que representa- lo que, tenían siempre en fuego el mismo número de fusiles
ba esto en sangre y dinero, hicieron que todos los gobernantes tra- ¡era una reserva ideal!. En los repliegues nirestros, se echaban en-
taran de soslayarlo, que los gobiernos solo atendieran a ir tirando, cima como chacales, y así hemos tenido en ellos un tanto por
a salir del paso, viniendo a ser por último pesadilla nacional. ciento muy grande de heridos de gumía.
Una buena piarte de cvilpa, justo es confesarlo, nos alcanza a A esa gente comenzamos oponiéndoles tropas perfectamente
nosotros, precisamente a nosotros por no haber sabido aplicar bien regulares, perfectamente organizadas, llenas de entusiasmo la
los principios fundamentales de la guerra; por no haber acertado oficialidad y de valor la tropa, del valor legendario de nuestros
con la modalidad de ella; por no haber tenido tampoco una orga- soldados, pero nada adiestrados en este género de guerras, ni éstos
nizaoióu adecuada, en armonía con los métodos combativos del ni aquellos. Y por eso a pesar de la enorme superioridad numérica
adversario; por no tener en cuenta las condiciones de éste. nuestra, a pesar de ser infinitamente superiores nuestros me-
La guerra, como arte que es, no puede estar nunca sujeta a dios de combate; a pesar de nuestra voluntad y de niiestro gran
reglas fijas e inmutables; no pvieden darse más que orientaciones, espíritu, no se pudo sacar a tan excelentes elementos todo el ren-
basadas en los ejemplos de la historia, en los estudios de las cam- dimiento que se debía.
pañas; como no es posible tampoco darlas para la pintura, ni para Los métodos de combate seguidos en esta época por nuestra
nada que represente arte; con esas pirimeras reglas, surge des- parte eran: Una línea desplegada, la reserva, la reserva de la re-
pués el artista, el Napoleón, el Murillo. Y ese ha sido nuestro serva, tropas de apoyo...; ¡como en la Gran Guerra! Y en resumi-
error primordial, tomar las orientaciones por reglas fijas, aplicar das cuentas disparando, fusiles en fuego, una pequeña minoría.
la escuela de Cuba y Filipinas los que hablan estado en ella, y En el frente rebelde, una linea, muy tenue, muy móvil, muy
las de las gueri'as estudiadas en los libros, los que no habíamos maniobrera, blanco fugaz para la Artillería, enemigo que se fil-
hecho ninguna de las anteriores. Y la guerra, tiene caracteres traba por todas partes, que hacia certeros disparos sobre la masa,
distintos en los diferentes territorios y hasta en las distintas épo- y que nos ocasionaba multitud de bajas, aun en el caso de salir
cas dentro de un mismo país. victoriosos y no hablemos en el otro, en el de un revés, porque
En África mismo hemos tenido ocasión de apreciar esto. No las consecuencias ya hemos visto que han sido lamentabilísimas.
ha sido igual la guerra a jjartir del año 21, que la de períodos Pues, ¡y los zocos!; es casi otro axioma guerrero» batir los
anteriores; ni tampoco lo mismo en el territoi'io de Melilla que en grandes núcleos enemigos, la destrucción del adversario». Está
el de Larache, en donde varían por completo el terreno y las con- llena la guerra de África de descalabros por este dichoso axioma;
diciones del enemigo. nos íbamos a buscar los zocos, los núcleos de gente, y el enemi-
En sus comienzos, la campana de Marruecos, fué una guerra go, sin Artillería que proteger, con su enorme movilidad, con su
de guerrillas, de partidas de guerrilleros feroces, que se pegaban instinto guerrero, reunido todo, se desparramaba, se filtraba por
al terreno, que lo defendían palmo a jjalmo, de gente fanática en todas partes y las masas nuestras pronto tenían enemigos en el
su religión, en sus costumbres; de gente familiarizada con la frente, en los flancos, en la retaguardia; y enemigo invisible, ene-
guerra, con su fusil. Sus enlaces, eran hogueras que coloca- ]uigo que se acoplaba al terreno, que en un momento nos ocasio-
ban durante la noche, para reunií'se. Sus municiones, al prin- naba una enormidad de bajas; bajas sin saber de donde venían,
cipio escasas, pero jierfectamente a])7'oveohadas pues no hacían muchas veces en orden cerrado, sin tiempo ni de desplegar.
más que fuego de ventaja sobre segLu-o, aprovechando día y no- Más tarde, fuimos aprendiendo en época, primero del Gene-
a67
rai Jordana, figura en África, que no se nos olvidará; sé ílevaBá la El terreno tambiéii les fué favorable; bosque espeso en algu-
cuenta de los zocos, precisamente jHira no operar en ese día y se nos sitios, bosque bajo en otros, montañoso en todos; la retirada
lanzaba por delante una cortina de Policía, de aquella Policía fue muy dura, por la dificultad en los despliegues, en adoptar los
que dio tan excelentes resultados, que ocupaba las posiciones de dispositivos adecuados a estos combates retrógrados; máxime
noche, siguiendo los mismos métodos combativos de los rebeldes, cuando a nuestro paso, las cábilas que habían sido amigas se nos
con esa astucia y fino iiistinto de guerra de esta raza guerrera levantaban en armas, y surgian enemigos de todas partes.
por excelencia; y al amanecer, se encontraban ya con el «hecho Eué preciso un verdadero derroche de valor, por nuestras tro-
consumado»; aún disparaban algunos disidentes,pero pronto, con pas; que con sangre escribieron una de las páginas más brillantes
el fatalismo de lo que ya no tenia remedio, porque «estaba escri- de la Historia, y un derroche de inteligencia y de valor también
to», se acogían a la Oficina de Policía establecida, acataban al por parte del Alto mando, del valor más difícil, del valor de la
Majzen, y se había realizado la operación con escasas bajas y con responsabilidad, para cambiar los moldes sobre la marcha, ha-
poco esfuerzo. Esto costó trabajo aprenderlo, nos costó muchas ciendo caso omiso de todo y establecer después una barrera, luia
])érdidas, pero se aprendió al fin. línea racional; hasta llegar más tarde al actual estado de conso-
Hasta la aparición do nuestras primeras fuerzas indígenas lidación.
hemos luchado con desventaja. Nuestro soldado, por sus excelen- ]?eplegadas las fuerzas a la línea fuerte, aun quedaba la con-
tes condiciones, poi' liaber sido constantes en nuestra Patria las solidación de esta linea que había de jalonar con posiciones sóli-
luchas, por haber dominado al mundo entero, es un soldado das; colocar después columnas volantes en lugares apropiados;
aguerrido, fuerte, valiente, incomparable, no solo para guerras distribuir las fuerzas Jalifianas, que era preciso crearlas previa-
regulares, sino para guerra de guerrillas también; como lo de- mente, pues estaban en un estado total de jdesorganización y
muestra nuestra historia, nuestro pasado del que todos estamos asignarles su verdadero pajjel; organizar las iiíítei'venciones y co-
orgullosos. Pero nuestro soldado es confiado, lo somos nosoti'os menzar a funcionar de nuevo la política, asentada sobre cimiiui-
también y en este país, no es posible confiarse a nada; es preciso tos más sólidos que los antiguos.
por el contrario estai' siempre vigilantes, siempre alerta, siempre
En el período de consolidación de la linea se distribuyen las
dispuestos a i-epeler la agi'esión con la agresión, si no queremos
fuerzas Jalifianas, copiándolas convenientemente, para que en
sufrir serios contratiempos, jjorque el eiíemigo no dvierme, porque
cada sector hubiera un núcleo importante de ellas; las Harkas
el enemigo tiene esa paciencia musulmana para madurar sus gol-
ocupan también su puesto en las cábilas con misión de embos-
pes, observando un día y otro día nuestros servicios para aprove-
cadas, conjuntamente con las íilehal-las en los sitios mar-cados yov
char siempre nuestros yerros, nuestros descuidos, nuestros aban-
las Intervenciones, con arreglo a las noticias que hay del campo.
donos.
Poco a poco va renaciendo la ti'aiujuilidad y va convenciéndose
A pai-tir de nuestro desastre del 21 en el territorio de Melilla,
el enemigo, ensoberbecido de ayer, de la inutilidad de sus es-
varió radicalmente la oi'ganización y el modo de combatir de los
fuerzos y de sus intentos, ante una coi'tina de posiciones que no
rebeldes. Abd-el-Krim asiunió el mando, lo centralizó todo, orga-
cede, porque está pei'fectauumte apoyada por núcleos que han de
nizó unidades y servicios y quiso oponei'nos un ejército en regla;
salirle al paso.
no cabe duda que fué un grave error pai-a él y sus partidai'ios. l'na
guerra irregular, como la que había, hubiera durado miudio más Por eso hasta que no dan comienzo las operaciones de cola-
estando de su parto como estaba el terreno, y teniendo municio- boración franco-española, los encu(>ntros con el enemigo, no al-
nes y armas en abundancia, con el inmejorable parque de pertre- canzan la categoría de operaciones y se reducen al forcejeo
chos y armas de Tánger, portillo que han tenido siempi'c abiei'to natural de nuestras tropas Jalifianas en pi-imera línea con parti-
Al desastre del 21, siguió el repliegue del 24. das enemigas; a las que indudablemente se la asigna por el ad-
De tiempo inmemorial en Marruecos, en los pai'tes oficiales vcrsai-io un pajiel muy similar al nuestro.
de las operaciones habidas, estamos acostumbrados a oír, que la En este estado, reducido nuesti'o problema de África al justo
ocupación de una posición ha costado relativamente pocas bajas medio de nuestras disponibilidades, sobi'evino la ofensiva i'ifeña
y en cambio terminada esta, en el repliegue, casi siemjire hemos al frente francés, ofensiva formidable, ofensiva que obligó a
tenido un sangriento epilogo. Esto no ocurre, no suele ocurrir, en nuestros aliados a un repliegue rápido y no estudiado. Ello indu-
guerras regulares, pero en ésta, dada la idiosincrasia, el modo de dablemente ha hecho que tenga solución el problema de África,
ser del indígena, es seguro; no hay que citar ejemplos, porque es pues se vio la necesidad de una gran colaboración de los ejérci-
la regla general. Por eso cuando alguna vez se han cambiado los tos español y francés,
procedimientos, cuando efectuada la operación se han estaciona" Y es aquí donde comienza otra nueva foi'ma de combate,
do las columnas, han podido apreciarse los resultados completa- que se aproxima mucho a una guerra regular, do la que nos da-
mente satisfactorios a nuestras armas. Y es que el indígena, tiene mos perfecta cuenta leyendo las operaciones de colaboración ad-
un gran sentido práctico de la guerra; comprende que en los re- mirablemente detalladas ])or el culto escritor Vial de Moría, pre-
pliegues es donde se puede atacar con más éxito y jamás des- cisamente en las páginas de esta Eevista. Puestos ya de acuerdo
perdicia esta favorable coyuntura que se le presenta de hacer ba- los dos mandos francés y español, se les bate a los rifeños en la
jas, ya que no consiga su objetivo táctico. zona de Laraohe, siguiendo a estas operaciones las del desembar-
Siempre ve en la retirada un signo de debilidad, y ello, con- co de Alhucemas, que fué el golpe mortal para el adversario, la
juntamente con los antei-iores razonamientos, hace que su moral determinante del derrumbamiento del poderío rifeño.
se levante, que se crezca. Después sólo queda batir los pequeños núcleos de disiden-
Fácilmente se comprenderá pues la moi'al que tenia el adver- tes, pero sin descanso, sin esperar el verano; aprovechando la de-
sario en el repliegue del 24, después de haber llevado a cabo presión moral del enemigo. Asi indudablemente lo entienden los
nuestras fuerzas repliegues cruentísimos, en los que, si bien es Generales Sanjurjo y (íoded, que, recientemente, acaban de dar
verdad que se alcanzó a costa de grandes esfuerzos nuestro obje- una batida eficacísima en Beni-Ider y seguramente a estas ope-
tivo táctico, no es menos cierto que fué a un gran precio; que se raciones seguirán otras en Eeni-Aros y donde sea preciso; hasta
necesitó realizar un enorme esfuerzo, que hubo que luchar con acabar con los últimos focos de rebeldía, evitando de este modo
un enemigo crecido, envalentonado, que llevaba a cabo todo gé- que surjan nuevos cabecillas mañana, y terminar en el verano la
nero de empresas con una audacia máxima, ya que se había hin- labor ya iniciada del desarme, de lo que hablaremos en jjróximo
cho la ilusión de arrojarnos de África, alentado ]«.r las jiredica- artículo.
cíones de Abd-el-Krim, ayudado por fuertes contingentes rífenos,
que eran los mismos que habían consumado nuestro desastre de
Anual.
Francisco del R O S A L
H6i
El centro cordial Je Snada, la Zauía, reside al pie Je una palmer
Única, or¿ulli)sa y esbelta...
AL MARGEN
DE UNAS ACUARELAS
VI
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B H H K ^ ' -;>#i£tv-íKÍ
• - ^ ' ^ ' ' ^
271
E l interventor
y la función interventora
de las kabilas
C IEN veces exaltamos la funoióii del Interventor de la nación
protectora en los múltiples servicios jalifianos, sosteniendo
que el problema de su foi-mación debía abordarse sin mayores di-
Interventor lia de perseguir la pacificación de los espíritus, secue-
la obligada de la pacificación material.
El régimen de administración directa practicado en la zona
laciones. Del Tnterventoi- depende la consolidación de la paz y la «riental hasta la desventura de 192], ha dejado sedimentos que
pacificación de los espíritus, pues es el agente jwlítíco educador conviene eliminar y doctrinas poco en armonía con la idea básica
de hombres, que ha de moldearlos en la justa medida de la socie- del Protectorado, gobierno de un ]iueblo mediante sus jefes natu-
dad indígena. Por extraordinaria que sea la inteligencia del Alto rales, sin turbarles en sus creencias y hábitos y en su modo de
Comisario, y grande el celo de los Jefes Superiores de la Adminis- vivir.
tración del Protectorado, nada positivo puede lograrse si carece Hay que convencer a rífenos y yebalas de los altruistas pro-
el Interventor de preparación y sus aptitudes no encajan en el pósitos que impulsan a España y demostrarles con hechos, que no
marco donde ha de moverse; si a una cultura general, no aiíade tratamos de arrancarles de su mundo con leyes y reglamentos,
conocimientos especíales sobre los usos, costumbres e idiomas de sino guiarlos y dirigirlos en colaboración con los organismos
los protegidos y en todo momento no demuestra superioridad. populares.
Para ejercer en una Icabila la misión interventora, ]5recisa un Los éxitos o los fracasos, dependen de una buena política in-
estudio completo de su vida social y de sus posibilidades econó- dígena; de la colaboración honesta de los jefes tradicionales cui-
micas. dadosamente seleccionados e intervenidos; de la protección con-
¿Cómo intervenir a los caides, sin penetrar en los organismos tra el prematuro desarrollo y abusos de la colonización; de la su-
tradicionales y en las atribuciones de esas yemaas de diverso misión a particulares disciplinas. El ideal es que el indígena se
grado, nervios de la administración berebere? encuentre en su rasa y no en tierra e.rtrañq.
¿Cómo regular las transacciones inraoviliarias, sin conocer el Esta frase feliz de otro tratadista, reñeja de modo admirable
régimen de la propiedad, sus diversas modalidades y lo estatuido el principal fin que ha de perseguirse.
sobre tierras colectivas? En la historia colonial de los pueblos, hay muchos ejemplos
¿Cómo legislar, sin haber recopilado el derecho consuetudi- demostrativos de perturbaciones y tumultos atribuidos a una
nario? causa que tuvo lenta progresión, dimanante de males que no su-
¿Cómo vigorizar la justicia, sin saber previamente si la kabíla pieron conocer ni ver y que no preveyeron administradores e in-
admite al oadi y prescrijociones del Koran y de la Sunma o por el terventores. Estos, a otras muchas cualidades, han de unir carác-
contrario, rigen las leyes del arfs, de la costumbre y de la tradi- ter, rectitud, voluntad y sobre todo un gran sentimiento del deber,
ción? que desoiga recomendaciones,y dé ejemplo a la autoridad indíge-
¿Cómo estatuir nada práctico en materia financiera, ignorando na; que vive en un mundo donde la dádiva prevalece.
los impuestos seculares de las tribus y su grado de islamización? No debe olvidarse que mientras nosotros evolucionamos a
¿Como dirimir diferencias, sin el detalle de los Zo/'creados través del tiempo, los indígenas son los que siempre fueron y no
por las familias y fracciones y de los Lefs entre kabilas? entienden nuestro dinamismo ni nuestras ideas. Seles inculpa de
El primer paso es la investigaoi(ín del sencillo y al mismo ingratitud y como dicoDuttés«es grave error filantrópico creerquo
tiempo complejo modo de vivir de rifefios y yebalas. Sencillo, haciendo el bien por medios que aun que dichosamente, modifi-
porque se trata de una civilización primitiva; complejo porque la quen la vida tradicional del indígena se atrae su reconocimiento.»
mentalidad europea no comprende concej^ciones do los indigenas, Sucede muchas veces, en el examen de aptitudes del indígena
mal avenidas con las ideas modernas. que ha de elegirse colaborador, que juzguemos con arreglo a
El Interventor ha de saber ante todo y sobre todo cuanto se nuestra mentalidad y es indispensable hacerlo en armonía con la
habla en torno suyo, medíante la posesión del árabe vulgar y de del país protegido, para evitar que a los calificados de aptos, los
los dialectos regionales, única foi'ma de enterarse de las reclama- rechazen por ineptos sus coterráneos.
ciones y de todas las manifestaciones de la vida comunal. Es muy Una de las cualidades, tal vez la preeminente del Interventor,
difícil interpretar acertadamente y muy dado a parcialidades, si es, saber esfumarse cuando convenga. Así se evitan antipatías y se
se utiliza a los indígenas, que astutos y sagaces traducen como cosechan éxitos, presentándose en momento propicio.
conviene a sus jíarticulares intereses o a los del mejor postor. De Nadie ha defendido mejor la función interventora en Marrue-
allí la insistencia de abogar años y anos por el fomento y estímulo cos, que el difunto general Berriáu en sus notables estudios, pu-
de enseñanzas que son el a. b. c. del Interventor. blicados en los números 7.° 8.° de «Renseignements Coloniaux» de
El prestigio lo es todo. Uno de los grandes maesti-os en ma- 1018. Después de ocho años, poco nuevo puede añadirse.
teria colonial Darmester, dice: La unidad en el desarrollo de la política, es base indispensa-
«El principio del Gobierno inglés en la India, radica en el pres- ble de éxito. Sin la coordinación inteligente de todos los medios
tigio. No en el prestigio del decoro, en la pompa externa y orien- de acción, es fácil incurrir en errores de lamentables conse-
tal, sino en el prestigio del hoiubre sobre el hombre. La India se cuencias.
halla administrada por doscientos diputados comisarios, de pode- Las iniciativas particulares, por buenas y acertadas que pa-
res variables en cada provincia, con amplitudes y arbitrismos pa- rezcan, por sanos que sean los móviles que las impulsan y guíen
ra las necesidades imprevistas. Estos hombres, no son eminentes, han de rechazarse pues destruyen labores por ellas ignoradas.
ni genios. Nada de eso. Pero todos tienen el don imperial por na- Es frecuente que un jefe de puesto militar se crea obligado a
turaleza y por tradición. Por naturaleza, son ingleses; es decir, contribuir con su grano de arena a la obra pacificadora y falto de
una raza que en general ama más dar órdenes que recibirlas. Por ínforiues, juzgando por meras impresiones, dé relieve a quien no
tradición son impulsados a esta misión especial de gobernar lo merezca. También son inadmisibles estas ingerencias.
pueblos». El bello ideal seria, concentrar en una mano en territorios y
La función interventora en el régimen de Protectorado tiene sectores la acción política y la militar, como ahora ocurre en el
mayor importancia que la del administrador en el de administra- Sur rifeño; mas exige personal especializado de las diversas jerar-
ción directa. En el fondo son análogas, pero necesita el Interven- quías. Mientras así no ocurra, hay que aceptar como mal menor la
tor mayor ductilidad y diplomacia porque ha de ejercerla a través separación de la acción política y del mando militar. Aquella ha
de la autoridad indígena. de ser única, emanada de la Suprema Autoridad.
Los combates y el derramamiento de sangre, hijos de la resis- La política más hábilmente concebida, fracasa si no existe uni-
tencia, opuesta a nuestra obra pacificadora, mantienen perjudiciales dad en su desarrollo.
estados de ánimo que han de borrarse medíante bien orientada la-
bor, que reaccione a quienes nos reputan de conquistadores. El Cándido LOBFRA.
27a
ESPAÑA * ^
MUSULMANA
Caso Je Sí(ili,5 terciaria. Fnfenncria del 2aio.-Cülcccíón del Capitán l^édico Sr- Bravo.
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PROVERBIO MUSULMÁN
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Foto riandiíti.
Xicgan (|uc la huya cjcrciiln IJcnán, Duzy. Milá y Foiitanals, ROMANCE ESPAÑOL
AiiKuioi- (ie lus K!()S y varios o n u ü l u s más. i>n (anto que otros Dice lJ(jn J u a n :
alirnian y (Icinucstrini (|uc se ha ilejado sentir jjrofundainente. (Iranada. si tú quisieses,
FJI Alíale Andrés. sef;'ún Tiknor, sostuvo; «(^UH^SIO uso det;;!' contigo me casaria:
spa^-nudli di \-ei's('^-i;'iare india rima de_í;-li arabi. |)nii dirsi con daróto en arras y dote
l'undamcnid la ])rima origine d(dla moderna jioesia >. a Córdoba y a Sevilla
I'or lo <|U(' a nuestra literatura ])oética respecta, Schak s(^ in- y Jerez de la F r o n t e r a
clina por la oj)iiri(')n añrjnativa, basando su jjarecer en (|ue los que cabe si la tenia.
cristianos que estuvieron sometidos al dominio m u s u l m á n iniozá- (¡ranada, si m á s quisieses
ral)esi y los m u s u l m a n e s que luego lo estuvieron al cristiano i mo- mucho más yo te daría.
riscos o mudejares) conocieron las lenguas de sus dominadores v
creui'on otra vulgar que hablaron todos.
VA Arcipreste de H i t a cuenta sus amoríos con u n a uiora a la POESÍA ÁRABE
que hal)laba en arábigo; y dice que hizo «muchas cantigas para
E n t r e las tierras del mundíi
Judias y moras». (|ue debieron ser .zéijHff:. ya que el metro y la r i m a
(3ranada no tiene igual.
de estas coni|)oaiciones se encuentra en algunas poesías del Arci-
f;(iuó valen j u n t o a ( ¡ r a n a d a
preste; como los de la nurintcjKirjd se liallan en ciertas serranillas
Egipto, Siria e i rae?
del Marqués de tíantillana. A m b o s génei-os, según ya dijimos con
Ijuce cual h e r m o s a novia
anterioridad, eran e m i n e n t e m e n t e ])opulares.
con vestidura nupcial:
Pero aún aporta S c h a k pi'uebas más concluyentes del influjo
A q u e l l a s otras regiones
de la poesía árabe en la esi)añola. Hace notar, por eJem])lo, (|ue
todas su dote serán.
el comj)arar una c i u d a d d e (|ue un conquistado!' anhela apoderarse,
con una novia a cuya niano se asjdra, es imagen difícil de encon- El catedrático que fué de árabe en la Universidad de Sevilla
t r a r en poesías populares occidentales. Y, sin embargo, se encuen- don IJCÓII Carbonero y Sol y el crítico Sr. Valera, encontraron t a l
278
semejanza entre muchos rasgos y pensamientos de las célebres cogiste los tornadizos . „ ;- .. .
coplas de J o r g e l^ranriqíie y los de una ])oes¡a de Abul-Rel;a. que de Córdoba la nombrada.
el segundo tradujo esta última eu el uiismo metro y con la iiiis^ «¡Ay de mi Alhama!»
nía rima. Copiaremos dos estrolas: P o r eso mereces, rey.
De J o r g e Manrique «¡Ay d(í mi Alhama;»
379
MARRUECOS
PINTORESCO
UN RINCÓN DE TETUAN
Foto artística de Caifconell.
Concurrentes al banc(uete de ¿ala dado pon' el Gobierno inglés en. Lancaster House en. Konor de las representacíone/ venidas a la Asamblea de lo/ Dominio/
británicos. En primer" término de izquierda a derecha: Mr- W- T. Crosérave, el General Hertzoá. Mr. Mackenzie Kiné, Mr- Balwin, Mr- S- M- Bruce,
Mr. J. G. Coates y Mr- W . S. Monroe. Eiv segundo termino, de izcíuierda a derecha: El Maharajá de Buirkenhead, Mr. Churchill y Lord Balfour.—Foto Ortíz-
í^'.
H Ss _A^. er^
Cíimpí •(rtí*
r/^A 'TS--j)nt"'í i-39; ^ í\^
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^ „
. ÍA.
L os genérale/ Sanjurjo y Goded con su Cuartel General descendiendo de la posición de Meyahedit, que visitaron
en el momento de ocuparla nuestras tropas Fotos Lázaro
284
ECOS
LA POSTURA DE MUSTAFA KEMAL PACHA añíulirle (|ue el otro factor del porvenir turco, lo era su ejército,
t a n disciplinado, tan sobrio y de una resistencia y de un valor
ocurrió en su altercado con Inglaterra a jjropósito de Mosul y de De los efectos de esta política rusa en (oriente, puede juzgar-
la delimitación de sus fronteras con el Irak... El gobierno soviéti- se por estas deelaraeiones del Ministro afghan, Mirza Ahmed: «La
co teme toda acción bélica exterior, por lo que pudiera com])rome- Rusia soviética ha revelado en sus tratos, el verdadero carácter de
ter su dudoso equilibrio en el interior. la política que persigue en Oriente. Esta política se inspira en
Más a pesar de todo, y para final de cuentas le Temps no niega sentimientos cordíalísimos. respecto de la lucha emprendida por
que la conferencia tan zarandeada pueda ser «el comienzo de una los países orientales en pro de su independencia».
aventura contra la cual Europa, sin alarmarse en demasía, debe-
ría tomar en circunstancias determinadas, algunas precauciones». En cuanto a la República ütoinana, su gobierno no ha perdi-
Podría en efecto ocurrir, que lo que ahora son rumores, su])o- do la serenidad durante todo este temporal que la conferencia de
siciones y augurios, despertara peligrosos apetitos de realidad Odessa ha provocado. No renuncia a su política asiática, ni aún
en un grupo de p)aíses situados a retaguardia de Turquía, cuya siquiera a su amistad con Rusia, no obstante las insinuaciones y
confabulación apalancaría de tal modo las puertas de Asia, que amenazas de la prensa británica Y los puños cspectantes del
hasta el azul hilillo de Suez, para cuya defensa ofrecía el coman- Ghasi se adivinan a través de estas líneas de Mahmud bey, uno
dante italiano Luigi Villani, en su famosa peroración lodinense, el de sus más conspicuos partidistas y diputados por Seird. «En
fuerte brazo de la marina de guerra italiana, pudiera resvdtar cuanto a nosotros, plácidos y en absoluta calma ante tanto albo-
resquicio infructuoso, si Persia adueñada de las costas del golfo roto y tanta agitación, continuaremos la ruta que nos traza el cui-
de su nombre, se aficionaba demasiado a las enseñanzas de Tur- dado de la paz, el triunfo de nuestra independencia y la firmeza
quía y encontraba en Kusia auxilio eficaz para seguirlas. de nuestra seguridad nacional».
De aqui, que en otro Ivigar del propio «Le Tems», un articu- Ante tales palabras, la estatua del Ghasi, con sus piernas fir-
lista p)enetrante rebata los optimismos internacionales, desborda- mes y abiertas y sus jjuños cerrados ya no nos parece ni tan ab-
dos en un reciente discurso de Mr. Baldwín, con una sencilla y surda ni tan irrespetuosa, y bien se merece un pedestal.
elocuente relación de los convenios y tratados que vienen cruzán-
dose en Rusia, Turquía, Persia y el Afghanistán. J. SANTILLANA.
287
DINASTÍAS CHEMFIANAS
* ' •
PRECIO U N A PESETA
' - ' = IMPRENTA •'"' '^
,EaTA__RiV!STA APARECE E N LA TERCERA TROPAS COLONIALES
A Ñ O 1926
ÍNDICE ALFABÉTICO
Autores Trabajo/ Páé- Autore/ Trabajo/ Páá-
Arques Enrique En el reino tenebroso de los Yenun. . 55 Gambra Miguel Antología de poetas árabes durante la
Tradiciones del Rif. La tradición de Si- dominación m.usvilmana en España II 254
di Malek. La peña de los diablos. . 196 ídem id. id. H I 278
Alvarez Salaraanoa Granada.—Una visita interesante. . . 56 Gaytán de A. Aya- El XIV Congreso Geológico Interna-
Miguel Fantastioos jardines granadinos.—El la M. cional.—Un apéndice con vista a un
Genalarife y sus nuevos descubri- comentador 176
mientos evocan pretéritas grandezas. 122 Gonzalo Abela Luis El empleo en África de la Artillería
Vicisitudes de los palacios de la Alham- de 7 cm Ero.
bra.-La torre de las Damas desde 1834. 198 H e r n á n d e z Mir Para la caza de Alondi-as.—Los Cimbe-
Historia y Tradición.—La Torre de la Francisco les de la Paz 30
Cautiva en la fortaleza de la Al- Frente a Marruecos.—El interés de
hambra 221 España 50
Allendesalazar An- De un libro viejo.—Plazas y tropas de Hill De filatelia.-Los sellos de nuestro pro-
drés África en tiempos de Colón de La- tectorado en Marruecos 76
rreátegni . Ero. Leria Cándido No todo es destrucción.—Una visita a
Benomar Amor (Eo- La abolición del Fez y el Bolchevi- ^Rar-Rifñen 2
dolfo Gil quismo 1 38 En la clase.—Ideales históricos de Es-
ídem id id. H . . . 62 paña I 110
El andalucismo I . 8 2 ídem id. id. H. . . . 134
ídem id. II 101 Un legionario español en la antigüe-
La vida marroquí en la Península. . . 189 dad I . 171
Los tres p u n t o s fundamentales de ídem id. id. II . . . 194
nuestra futura política indígena I. . 211 ídem _ id. id. HI . . . 218
Bravo Julio Los médicos militares en nuestro pro- . Lobera Cándido La acción española durante el año 1925. Ero.
tectorado.—Los Consultorios indíge- El porvenir de Melilla y Alhucemas. . 58
nas en la zona de Melilla . . . . 209 La política beréber del protectorado. . 126
Burgos Hernán de América española y nuestra labor en Política rifeña.— Modalidades de la
Marruecos.-Un «Pechazo» a Franco. 80 • Administración. 170
Abd-el-Krim el «Bueno» 125 Política rifeña del protectorado.—Prin-
Capitán X • Las operaciones en el macizo de Beni- cipio de la administración de justi-
Hozmar 70 cia HI 198
Las operaciones en Beni Madán. . . 139. Política rifeña delprotectorado.-Orien-
Capitán * (Tomás Actividad militar en Marruecos Zona tación y modalidades de la ense-
García Figueras. española 186 ñanza 217
ídem id. id 214 El interventor y la función intervento-
Actividad militar y política en Marrue- ra de las kabilas 272
cos.—El desarme de las kabilas (zo- López Rienda La evolución de las tropas coloniales.
na de Larache} 233 El «Raid» Capaz 190
C. M. C. Visita de una misión española al ejér- M. de la Escalera Mariano Bertuchi y su labor en Ma-
cito italiano de la Tripolitania. . . 45 Antonio rruecos 41
G. L. (Cándido Lo- La pacificación de la zona oriental.— Ecos.—Los Israelitas en la nueva Tur-
bera Los factores del éxito 127 quía , 92
Cerdeira Clemente Inscripciones árabes deTetuán.—Lá- Ecos.—Los estudios arábigos y orien-
pida de Ahmed ben Aisa en Naqsis. Ero. tales en Granada 113'
Arqueología musulmana de Ceuta. . 52 Ecos.—Tropiezos británicos en la ruta
Coronel Velázquez, El templo y la Mezquita.—Notas mar- de Oriente, Egipto y Mosul. . . . 137
Antonio ginales a la cuestión ^ del Protec- Notas del Rif. Al margen de unas acua-
torado Ero. relas. I La desilusión de los colo-
Dahdah Nemat A. La muerte de Alejandro el Magno.— nistas 161
Según el historiador árabe Abí el ídem id. TI Excursión
Hassán Alí el Messaudí Ero. a la Isla de Alhucemas 173-
De la España musulmana.—Si Ben La reconquista de Xauen.—Del diario
Jaldún 103 de un espectador 178
Tradiciones árabes. Como fué construi-
da la Ciudad de Alejandría, según N otas del Rif. Al margen de unas acua-
el historiador árabe Abu-el-Hasan- relas, n i Camino de Bocoia. . . . 202
Masimdi 148 ídem id. IV Una vivienda y un
Un hecho que omite la Historia.-Ibra- amanecer en Izmoren 225
hín Bachá y el judío Herrero . . . 250 ídem id. V Camino de la Alcaza-
Franco Baamonde Necesidades sobre material y fortifica- ba de Snada 246
Francisco ción 1 63 ídem id. VI La última escena del
drama rífeño 269
Necesidades sobre material y fortifica- ' , ^ ^. Los Cazadores de Tarifa I Ero.
ción n . . . • 98 Mean Julio ídem id. id. 11 . . . . 44
Paz y desarme. . . Ero. Notas de mis memorias.—El combate
El principio del fin 121 Mola Emilio de 6 de Septiembre de 1924. . , . 77
Xauen la triste. Del diario del General La estratagema militar en Marrue-
Franco 145 cos.—Emboscadas 106
Reformas necesarias 241 Conferencia de Túnez 86
Facetas del protectorado 265 ^.^^l de Moría El Califa del Islam.— Congreso del
G arcia Figueras To- El ataque de Abd-el-Krim a la zona (lomas García hi-
más Caii-o 159
franoesa I. Resumen de los aconte- güeras) Revista de libros.—La colonización y
cimientos Ero. el acta Torrens en el Norte de Áfri-
El ataque de Abd-el-Krim a la zona ca.—Revista de libras.—L'Etendard
francesa H 34 Vert.—La tache noire 239
ídem id. id. n i . . . 34
ídem id. id. IV. . . 66 Nido Manuel del El derecho de venganza . . . . . . 75
ídem id. id. V. . . 89 Notas Marroquíes.—Religión y fana-
ídem id. id. VI. . . 118 tismo , 175
Actividad militar en Marruecos. Zona Ortega Costa Juan Revista de libros.—Del Uarga a Alhu-
francesa 165 cemas.—Tras el águila del César. . 48
ídem .id. id 186 Revista de libros.—Carlos de Foucauld. 95
ídem id. id 215 ídem Asedio y defensa de Xauen.—
ídem id. • _ id 262 La actuación de España en Marrue-
La conferencia imperial de Londi-es. . 281 cos 168
Gambetta Néstor Carta abierta Dic. ídem id. Fez la Andaluza . . . . 192
Gambra Miguel Antología de poetas árabes durante la ídem id. Abd-el-Krim 239
dominación musulmana en Espaíía . 235 ídem id. Amores africanos. . . . Dic.
Autorey Trabajo/ Páé. Autore/ Trabajo/ Páá
Oliver Tomás Los médicos militares en nuestro pro- equina en hi Zona de L a r a c h e , . . 212
tectorado. Los consultorios indíge- ídem id. id. . . . 237
nas en la Z o n a de Melilla . . . . 209 Ingeniero de Minas El XW Congreso geológico interna-
ídem id. id 274 LTn cional 149
Pareja Luís Los frentes de contacto Ero.
Píu'do Luís Cooperación civil y militar en el pro-
tectorado Ero. PiíDACCióx,~El (ienera] Franco y la Revista de Tropas Co-
Pérez Urtuhio Teó- Temas de colonización.—Empresas ru- loniales 1
filo rales - 191 El Excmo. Sí. I). .losé Marina \ ' e g a . . . . 32
Rosal Francisco del L a evolución del Ejói-cito colonial.— P a i d :»i[adrid-Manila 19
Tjas H a r k a s , . ' 91
ídem id. id 151 Un momento de España 91
X o t a s del carnet de un antiguo oficial I n a u g u r a c i ó n del Museo Arqueoh'igict) de
de África 267 Tetuán 1(X)
S. A. E. Homenaje al (leneral D. Francisco L a s operaciones militari's en hi Zona oriental 11 (!
Franco E a a m o n d e 68
S. (i. P. Después de las armas. . . . ". . . 161 F n tema de actualidad. — Ija situación de
Sui-edaBliuies Fran- L a obra cultural de las razas a su paso Tánger 169
cisco por el Norte de Aírica, I . . . . 65 El 14 de octubre de 1920. L a ooujuición de
ídem id. id. II . . . . 130 X a u e n y el Eco de Chefchauen 230
Sanillana- J u a n El Coronel Millán A s t r a y 49
(A. M. de la Escalera) Ecos.—La postura de Mustafá K e m a l El Coronel Millán A s t r a y y la colonia españo-
Pacha 285 la en R o m a 242
Villalta iM'niiin <le Estudio histórico geográfico de I^ánger N u e s t r a s posesiones coloniales en el Golfo de
V su Zona 93
Guinea 22?
ídem id. id. 104
Vizcaíno J. M. Cuestiones ganaderas de Marruecos . 115 Es])aña M u s u l m a n a . A r t e árabe y mudejar en
ídem id. L a ganadería Castilla 25(1
índice cronológico
Páá. Título/ Autore/ Páá. Título/ Autore/
ENERO
P a z y Desarme 58 El porvenir' de .Melilla y A l h u c e m a s . . Lobei'a C.
Franco ¡'"rancieco.
La Acción española en Marruecos du- 62 L a abolición del Fez y el Bolcheviquis-
rante el año 1225 Lobera C. mo I I Benomar A.
El Templo y la Mezquila (Kotas mai'- -65 L a obra cultiu'al de las razas a su jiaso
gináles a la cuestión del protecto- por el Norte de Afi-ica Sureda Blanes
i-ado I ; . . Coronel V. A. 66 El ataque de Abd-el-Krim a la zona
De nn Libro Viejo.—Pla/.as y tr<q)as de francesa. G. Figueras 1\
África en tiemp(js de (Jolón de La- 68 Homenaje al General 1). Francisco
rreátegui. Allendesalazar. Franco Baaraonde E. S. A.
P r o b l e m a s Militares de Marruecos.— 70 L a s operaciones en el macizo de Beni-
IJOS frentes de contacto. I I . . . . Pareja L u i s Hosmai- (ya]ntán " * ''"
Inscripciones árabes de Tetuán.—Lá- ABRIL
pida de A h m e d ben Aisa En-Nacsis. Cerdeira C.
73 Necesidades sobre material y fortifica-
Ti'es postales de Rabat.—El j a r d í n de Franco Fi-ancisco
ción .
los Udaias Ortega Costa
75 E l derecho de venganza Nido Manuel del
El a t a q u e de .4bd-ei-Krim a la zona
76 D e Filatelia.—Los sellos de nuestro
Francesa.—Resúmen de los aconteci-
protectorado en Marruecos , . . . HiU
mientos G. Figueras T.
77 El combate del 6 de septiembre de
L a m u e r t e de Alejandro el Magno.—
1924 Mola E.
Según el historiador árabe Abi el
79 R a i d Madrid-Manila Redacción
H a s s á n Ali el Mesaudi D a h d a h N e m a t A.
80 América española y n u e s t r a labor en
Cooperación Civil y Militar en el pro-
Marruecos.~Un «Pechazo» a Franco. Burgos H e r n á n de
tectorado. I I Pardo Luis
82 El Andalucismo I Benomar
Los Cazadores de Tarifa T.-Las tropas
86 Conferencia d e Túnez Vial de Moría
coloniales de reclutamiento forzoso
89 Eí a t a q u e de Abd-el-Krim a la Z o n a
y su actuación en la campaña. M e n a Zueco J.
Empleo en África de la artillería de francesa.—Fin de la c a m p a ñ a de in-
vierno G. F i g u e r a s T.
7 om. Objetivos que se presentan en
91 L a evolución del Ejército Colonial..—
general Gonzalos Abela
Las Harkas . . Rosal F. del
FEBRERO 92 Ecos.^—Los hobi'eos en Turquía . . . Escalera A. M. de la
93 Estudio Hístórico-Geográfico de Tán-
yi El General F r a n c o y la Revista de Tro-
pas Coloniales Redacción 95
ger y su zona
Revista de libros.—Carlos de Fou-
, . . . Villalta F.
LA MEYISTA DE
TMOPAvS COLONIALES