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LA CUEVA DE ADÁN
FLORENTINO DÍEZ FERNÁNDEZ
EL CALVARIO
y
LA CUEVA DE ADÁN
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=
INSTITUTO
BÍBLICO
Y ORIENTAL
EDITORIAL
VERBO
DMNO
2004
Editorial Verbo Divino
Avenida de Pamplona, 41
31200 Estella (Navarra), España
Teléfono: 948 55 65 11
Fax: 948 55 45 06
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En colaboración con
Obra Social
Caja España~
SIGLAS EMPLEADAS .. .. .. .. 11
ABREVIATURAS 12
PRESENTACIÓN 13
PRÓLOGO........................................................................................................................................... 15
111. ÁREA E . 53
Sector E I . 53
Excavación de E 1. Locus 1 . 55
Niveles 1 y 2 . 56
Estrato 1 (niveles 3-8) . 56
Estrato 2 (niveles 9-11) . 58
¿Restos de una vivienda? . 60
Estrato 3 (niveles 12-13) . 61
Estrato 4 (niveles 14-16) . 62
El lecho de la cantera . 62
Muros 5, 6 y 7 . 65
Muros 4 y 3 . 69
Algunas opiniones divergentes sobre el sector E I . 69
Grafito de la barca . 76
La inscripción del grafito . 78 ¡l
8 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Sector E 11 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
La excavación del sector E 11. Primeros tanteos 80
Procedimiento seguido en la excavación de E 11 .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
La estratigrafía de E II . . . .. . . . . . . . . .. . . .. .. . . . . . . . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Estrato 1 (niveles 1-8) . . . .. .. .. .. . .. . . . . .. .. . . . . . . . . . . . .. .. . .. . .. .. . . . . .. .. .. .. . . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . . . .. . .. . . . . .. 81
Excavación de la base del semicono .. . . . . . . . . . . .. .. .. . .. .. .. . .. .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. . . . .. . .. . . . .. .. 82
Trinchera 6 . . . . . . .. .. . . . . .. . . . . . . . .. . . .. . .. . . . .. . . . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . .. . .. .. .. .. . . .. .. . . . . . . .. 83
Estrato 2 (niveles 9-12) 83
Estrato 3 (niveles 13-17) . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .. .. .. .. . . . .. . . .. .. .. . . .. .. .. . . . . . . . . . . . . . .. .. . . . . . .. . . . . . . . . . . 83
Formación de esta estratigrafía y sus consecuencias . .. . .. . . . . .. .. .. . . . .. . ... .. .... .. .. . . .. . . . . 84
Estrato 4 (niveles 18-21) :................................................ 85
El muro 9 86
Trinchera 8 88
El muro 8 88
Dos ánforas vinarias romanas . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . .. .. . . .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . . . . . . . .. 89
Trinchera de fundación del muro 3 .. . . . . . . . .. . . . . .. . . . . .. .. . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. . . . . . .. . . 90
Elmuro3............................................................................................................................... 91
Tubería K de desagüe 92
Zona 9 93
La cantera . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .. .. . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . .. . . . . .. . . . . . . 94
La cantera del Santo Sepulcro y las tumbas . . . .. . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
La cantera y la capilla rupestre de la Invención de la Cruz .. . . . .. . . . . . . . . .. . . . . . . . .. . . . .. .. . . . . . .. . . .. .. . . . . . . . . 97
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. .. . .. .. . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .. . ... . .. . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . .. . . . . ... . . . . . . 98
El muro 5 . 136
Las dos fases del muro 5 . 136
La puerta de paso del Martyrium al Gólgota · .. 140
Muro 2 . 143
Conclusión . 144
Sector C IV . 144
tq~?:;.?!v!;
.Pénd' g
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e la roca en la Biblia .
196
197
198
ice·· e. Po r que, e1 temp 1 o de y¡enus aqut.,~ .. · .. · · 199
CERÁMICA . 201
CONCLUSIONES 315
CONCLUSIONS 319
BIBLIOGRAFÍA .. 355
Siglas empleadas
Abreviaturas
a. C. Antes de Cristo.
cf Véase.
d. c. Después de Cristo.
ibíd. Ibídem (en la obra ya citada).
íd. Ídem (el mismo).
loe. cit. Lugar citado.
n. Número.
nn. Números.
op. cit. Obra citada.
pág. Página.
pi. Plano.
J
Presentación
medida, el acopio y maduración originales de los La colección IBO del Instituto Bíblico y
fenómenos culturales y religiosos gestados en el Oriental nace, pues, con el propósito de conside-
Oriente Antiguo. rar atentamente, en sus orígenes, los hechos de
Oriente y Occidente son dos geografías de tan extraordinario y complejísimo fenómeno ci-
una misma civilización. Les separan palmos de vilizador. Así, los estudios arqueológicos, histó-
tierra, unos estrechos brazos de mar y diferencias ricos, religiosos, filológicos y exegéticos que se
horarias, pero están unidos por la amalgama de vayan sumando a esta obra inicial tratarán de
las culturas. Primero fueron las gestadas en el Vie- contribuir, cada uno desde su perspectiva y mo-
jo Oriente, luego sus continuadoras a orillas del destia, al esclarecimiento y rememoración del pa-
Mediterráneo y, finalmente, las derivadas de los sado que respalda a sus herederos.
procesos expansivos por la geografía· terrestre. JESÚS GARCÍA RECIO
"''
Prólogo
En los últimos ciento setenta años se ha escri- de largas discusiones, se sintiera la necesidad de
to mucho sobre el Calvario y el Sepulcro de Jesús realizar una investigación arqueológica a fondo
y sobre los edificios que los han protegido desde en el subsuelo de la basílica del Santo Sepulcro,
el siglo IV hasta hoy. Pero las noticias de estos como último recurso necesario para resolver los
santos lugares son más escasas, como suele acon- interrogantes planteados. Pasado el tiempo, de-
tecer siempre, a medida que nos remontamos en terminados acontecimientos impredecibles en-
el tiempo. No obstante, a pesar de la escasez de tonces facilitaron finalmente la oportunidad
fuentes antiguas, el silencio no es absoluto, ni si- largamente esperada. ¡Lástima que haya faltado
quiera durante los siglos II y 111, período en el coordinación, y quizá voluntad, para hacer un es-
que estuvieron ocultos bajo el templo pagano de- tudio arqueológico exhaustivo como cabía espe-
dicado a Venus. Fuera de aquel período, desde el rar! No obstante, algo se ha hecho, y el presente
siglo I el Calvario y el Sepulcro de Jesús han sido trabajo intenta ser una muestra más de ello, no la
los lugares más queridos, venerados y visitados única, y sería de desear que no fuera la última,
por los peregrinos cristianos, cuando han podido porque quedan algunos interrogantes importan-
hacerlo, claro. Porque, en ocasiones, no sólo les tes esperando una respuesta.
fue arrebatada la propiedad (siglos 1-11), sino que Mi implicación en este proyecto, ya en las
también se les prohibió visitarlos, convirtiéndose postrimerías, cuando las posibilidades de realizar
en una proeza temeraria acercarse a ellos, por el un estudio completo habían disminuido consi-
peligro físico y por los elevados impuestos dic- derablemente, surgió de forma completamente
tados por determinadas autoridades despóticas, inesperada y, lo que aún podría considerarse más
particularmente durante algunas épocas del do- extraño, en dos frentes distintos: Santa Elena y el
minio árabe y, posteriormente, durante el domi- Calvario, propiedades pertenecientes a comuni-
nio turco. En otras ocasiones, las dificultades han dades distintas: armenia y griega ortodoxas, res-
estado originadas por situaciones conflictivas en pectivamente.
la zona, como la que se vive en este momento en- El vaciado de escombros del sector E I (en
tre israelíes y palestinos, que es y pasará a la his- Santa Elena) había comenzado en 1970. En el pe-
toria como la segunda Intijada. Me tocó vivir in ríodo que abarca hasta 1972 pudo ser controlado
situ todo el tiempo de la primera y, por algún y dirigido por arqueólogos de la British School
tiempo, la segunda. Y he podido ver las calles de of Archaeology en Jerusalén, A. Walls y S. Helms,
Jerusalén prácticamente desiertas de peregrinos, y aunque, desgraciadamente, no por mucho tiem-
a la gente local muy triste y desesperanzada. Tam- po. Entre 1972 y 1975 la actividad no fue inten-
bién en la época romana hubo una primera y se- sa: avanzó poco desde que se retiraron los ingleses
gunda guerras judías (Intifadas) por aquella tierra. contra su voluntad, según confidencia de Cristal
Pero está claro que las lecciones de la historia fre- M. Bennett, directora entonces de la British
cuentemente caen en saco roto. School of Archaeology en Jerusalén, que tuvo la
A la escasez de testimonios antiguos contestó gentileza de visitar la excavación del Calvario
la crítica moderna negando incluso en algunos durante los trabajos.
casos la autenticidad del lugar tradicional del Cal- Mi primera visita a esta zona tuvo lugar el 28
vario y del Sepulcro de Jesús. De ahí que, después de octubre de 1975, con el único fin de ver un ,,
16 EL CALVARIO Y 1A CUEVA DE ADÁN
grafito descubierto en E I en 1971. Pero una vez interesados que seguían de lejos lo que se iba ha-
allí, aparte del interesante grafito de la barca, ob- ciendo en aquel rincón y que lo visitaban muy de
jeto de la visita, atrajo mi atención un montón de tarde en tarde.
cerámica en el que los obreros arrojaban una parte No faltaron sorpresas. ¡El Oriente ... ! Es otro
de los fragmentos que iban apareciendo a medida mundo.
que desescombraban. El mismo montón servía de
La excavación del Calvario se fraguó algo
depósito a los materiales de cualquier proceden-
después, tras un largo intercambio de ideas y
cia. También pude observar que otra parte de la
amigables encuentros con el arquitecto griego C.
cerámica (y no en pequeña cantidad) era trans-
Katsimbinis. Buscaba él alguien que le diera una
portada afuera juntamente con la tierra extraída.
opinión sobre la cerámica que estaba saliendo en
Lo que contemplaban mis ojos era lo mismo que
el desescombro que realizaba, contemporánea-
se había hecho hacía muchos siglos con esos mis-
mente al de Santa Elena, en el área C I, junto al
mos escombros, pero en dirección contraria.
Calvario. Las charlas sobre este asunto se convir-
Ahora se sacaban los escombros que entonces se
tieron pronto en un tema más de conversación
trajeron, y con los mismos procedimientos: aza-
en las animadas tertulias de la «cueva». La «cue-
da, espuerta y espalda, sin ninguna preocupación
va», a la que se entraba directamente desde un
de otro tipo.
medio patio-jardín, bajando un par de escalones,
Me interesaba entonces particularmente el es- era una habitación de la propiedad anexa de las
tudio de la cerámica local, y allí estaba saliendo franciscanas de María de la calle Nablus. En ella
en abundancia. Mostrado mi interés, monseñor vivía nuestro común vecino y amigo F. García
Gureh Kapikian, responsable de la comunidad Martínez, hoy enfrascado en los manuscritos de
armenia, allí presente en aquel momento, me in- Qumrán. El lugar era un rincón insospechada-
vitó a volver cuando quisiera a examinarla despa- mente apacible y silencioso, a pesar de estar a
cio. Volví el día 2 de noviembre, y en esa misma pocos metros del punto más bullicioso y de ma-
fecha, después de una conversación prolongada yor ruido de Jerusalén, la famosa Puerta de Da-
con monseñor, en la que pude ver el interés que masco. Era ni pintado para aquellas amigables,
tenía por conocer la antigüedad de los restos que ocasionales e improvisadas tertulias del amplio
iban apareciendo, me atreví a decirle, sin ningu- círculo de amigos, particularmente de la École
na intención, que quizá podría averiguarlo si Biblique y el Instituto Bíblico y Arqueológico
cambiaba el método de vaciado de escombros. Español, a las que se unían de vez en cuando pri-
«¿ Y no podría usted hacerse cargo -me replicó- y meros espadas en el campo de la ciencia bíblica y
organizar el trabajo?» No esperaba yo tal respues- el Próximo Oriente, procedentes de cualquier
ta ni tenía el menor deseo de hacer lo que me punto del planeta, de paso por la Ciudad Santa.
proponía monseñor Gureh. Estaba lejos de for- Eran momentos agradables, perfumados con el
mar parte de mis planes, orientados ya hacia mi aroma de las humeantes tacitas de café turco, que
pronta vuelta a España. Pero también me di nunca faltó en la «cueva» ...
cuenta de que se trataba de una oportunidad úni-
ca para hacer un estudio de aquel espacio, en otro El trabajo de excavación se llevó a cabo cui-
tiempo cubierto por la gran basílica constantinia- dando mucho el estudio estratigráfico, que ha si-
na, y de que no había tiempo que perder, porque do coincidente en ambos lugares estudiados, lo
las posibilidades se reducían en la medida en la cual da mayor seguridad a las conclusiones.
que iban desapareciendo los escombros que se es- En los capítulos 3, 4 y 5, en los que se expone
taban sacando. En E I quedaba ya poco por exca- el trabajo de campo, se ha intentado seguir en lo
var. Y el sector E 11, antes de perforar el muro 3, posible el diario de excavación, para hacerlo más
nadie sabía aún si existía. No me faltaron conse- accesible -creo- al estudioso lector. Los capítulos
jos insistentes para que aceptara. 7, 8 y 9 están dedicados al estudio de los materia-
Volví al día siguiente con un proyecto de tra- les de datación: cerámica y monedas, que son los
bajo que expuse a monseñor Gureh. Le pareció principales elementos arqueológicos disponibles
bien y comenzamos ese mismo día con los dos en este caso para reconstruir, juntamente con los
obreros que extraían la tierra en aquel momento. datos históricos, la cronología en la que se fundan
Andando el tiempo, me enteré de que había ar- las conclusiones de este trabajo, sin olvidar la
¡,.
queólogos del Departamento de Antigüedades aportación de los textos literarios analizados en el
PRÓLOGO
17
capítulo 6. Las monedas son pocas y mediana- Porque, en efecto, algún lector echará de me-
mente conservadas -algunas ilegibles-, pero todas nos el estudio de esa tumba, situada a sólo cua-
útiles en este caso. La cerámica, en cambio, es mu- renta metros del Calvario y custodiada bajo el
cha, y expresamente se ha abundado en la repro- mismo techo de la basílica del Sepulcro. Pero la
ducción no de toda la cerámica encontrada, pero tumba no ha sido objeto de esta investigación de
sí ofreciendo todas las variantes tipológicas de ca- campo, ni de nadie hasta ahora a este nivel, y el
da uno de los niveles. Los dibujos de este material enfoque ha de ser distinto por necesidad, si no se
de datación se han organizado por áreas (capítulo tiene la oportunidad de una investigación direc-
7) y siguiendo en cada caso un orden estratigráfi- ta. Porque aunque la bibliografía moderna sobre
co inverso al de la excavación; es decir, comenzan- la tumba es igualmente abundante, es muy esca-
do por los niveles más profundos, de forma que el sa la documentación de primera mano sobre ella,
estudÍoso lector pueda percibir fácilmente con y, sin una investigación arqueológica a conciencia
una simple ojeada la evolución y los cambios de la y muy meticulosa de la tumba y de su entorno, su
tipología, cuando esto ocurre. estudio plantea problemas que difícilmente tie-
Tratándose de un estudio arqueológico de nen respuesta. También he prescindido de otros
campo, se hubiera podido prescindir de los capí- aspectos, como el de la historia y la arquitectura
tulos 1, 2 y 6 sin que, probablemente, el lector los de la basílica, por ser asuntos marginales en este
echara en falta. Pero, haciendo uso de la libertad, caso sobre los que hay ya mucho escrito.
he preferido, saliéndome del esquema de este tipo Pido disculpas a quienes han esperado desde
de estudios, añadirlos como un complemento, no mucho tiempo atrás la aparición de esta modesta
necesario desde el punto de vista arqueológico, contribución al conocimiento de un lugar tan
pero sí muy importante para ver cómo otras fuen- querido por los cristianos. Algunos, incluso, lo
tes de conocimiento pueden apoyar, enriquecer y han expresado por escrito. No les falta razón, y no
completar las conclusiones arqueológicas, y vi- quiero justificarme, aunque ha habido razones
ceversa, contribuyendo a obtener una visión más que de alguna manera disculpan este retraso. Oja-
completa de las razones que apoyan la historicidad lá el resultado compense un poco su paciencia y
de este lugar tan querido para muchos millones de no defraude sus esperanzas.
seres humanos de este planeta. Por eso he creído Finalmente, no quiero cerrar este prólogo, ya
que valía la pena ampliar la información para lec- largo, sin añadir unas palabras de agradecimiento,
tores de habla española sobre un tema de investi- en primer lugar a las comunidades griega y arme-
gación que tanto interés ha despertado en otros nia ortodoxas del Santo Sepulcro, por haberme
países de Europa y de América. ofrecido la oportunidad de realizar esta investiga-
Cierto, al añadir estos capítulos y considerar ción en lugares de su propiedad, el Calvario y San-
el escaso tiempo disponible, era consciente del ta Elena, respectivamente. En particular, aprecio y
retraso que la lectura de una bibliografía extre- agradezco la cordialidad dispensada en todo mo-
madamente amplia acarrearía a la publicación de mento por el prior de la comunidad griega, mon-
este trabajo, como así ha sido. Pero este contra- señor Daniel Koriotakis, y por monseñor Gureh
tiempo queda compensado de alguna manera con Kapikian, responsable por parte de la comunidad
la satisfacción de hacer más accesible esta obra a armenia. La contribución del arquitecto griego C.
un número mayor de lectores, pues los capítulos Katsimbinis fue decisiva para la investigación en el
7, 8 y 9, aunque son fundamentales para el estu- Calvario. No olvido su amistad y el apoyo que me
dio, el lector no especializado puede prescindir de dispensó en todo momento. Me complace recordar
ellos, si lo desea, sin que sufra menoscabo la com- también a P. Papatheodorou, su continuador, y a
prensión del planteamiento, el desarrollo y las los demás arquitectos que les sucedieron en la res-
conclusiones del estudio. En segundo lugar está la ponsabilidad de seguir la restauración del edificio
satisfacción de lo aprendido y la oportunidad de basilical, en los que encontré siempre una actitud
poder poner en manos de quienes deseen profun- muy cordial. El profesor B. Bagatti, de la Facultad
dizar en el tema una selección bibliográfica más de la Flagelación, me animó en todo momento y
abundante. Esta selección se ha hecho centrándo- fue el confidente, día a día, de los resultados que se
la principalmente en torno al tema del Calvario, iban obteniendo durante el período de mi estancia
pero no renunciamos a completarla en un futuro en aquel centro. M.ª G. Gómez me ayudó con los
trabajo sobre la tumba de Jesús. dibujos, lo que le agradezco muy sinceramente.
18 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Los estudios de algunos materiales de la exca- León, presidido por D. David Álvarez Díez, que
vación se los debo a la profesora M. ª D. Garralda me ha concedido el honor de iniciar la colección
y a su colaborador el profesor M. Smets, de la Fa- de sus estudios monográficos con este trabajo.
cultad de Antropología de la Universidad Com- A mis superiores tengo que agradecerles su
plutense de Madrid, y a la profesora R. García condescendencia con la inesperada prolongación
Jiménez, del Departamento de Geología de la Fa- de mi estancia en Jerusalén a causa de este tam-
cultad de Ciencias de la Universidad Autónoma. bién inesperado trabajo. Finalmente, tengo un de-
También la doctora T. Aparicio, del Museo de ber con el Instituto Bíblico y Arqueológico Espa-
Ciencias Naturales de Madrid, me ayudó en la ñol de Jerusalén, donde he pasado largos años y
identificación y clasificación de algunos de los realicé buena parte de este estudio, y al que dedi-
hallazgos mencionados en este trabajo. D. l. de qué una parte importante de mi larga estancia allí.
Pineda Cabezudo financió un proyecto de inves- A todos, a las instituciones que han colabora-
tigación complementario en el subsuelo de la ba- do de diversa manera y a las personas amigas que
sílica del Santo Sepulcro realizado mediante téc- me animaron para que este trabajo vea la luz, gra-
nicas de geofísica por el equipo técnico de D. A. cias. Con todos comparto los aciertos, y espero
Granda. La Caja España ha querido coofinanciar que, salvados los defectos, que sólo a mí se deben,
la impresión de esta obra incluyéndola en el nu- haya valido la pena el esfuerzo.
trido programa de actividades de su obra social y
cultural. Quede constancia de mi agradecimiento En San Lorenzo de El Escorial, 7 de abril de
más sincero a todos. Así como a la Editorial Ver- 2003.
bo Divino y al Instituto Bíblico y Oriental, de Florentino DíEZ FERNÁNDEZ
-
I
El Calvario y el Santo Sepulcro,
vistos por la crítica de los últimos 170 años
Las críticas al lugar tradicional del Calvario y dicho y opinado3 • Un resumen bastará para que
a la tumba de Jesús han sido frecuentes, particu- el lector menos informado 4 perciba la problemá-
larmente a partir del siglo XVII, y no pocos estu- tica planteada en torno al Calvario y al Santo
diosos han negado su autenticidad; otros sólo la Sepulcro, un asunto que ha provocado y sigue
han puesto en duda. También ha habido períodos provocando tantos sentimientos, como lo de-
en los que la discusión sobre este asunto ha al- muestran lo mucho que se escribe sobre ellos y los
canzado niveles de especial efervescencia tanto en cientos de miles de peregrinos que los visitan ca-
revistas especializadas como en órganos de mayor da año.
difusión. Ello es significativo, y demuestra el alto En el capítulo 2 se repasarán los testimonios
grado de interés que ha despertado siempre el lu- más importantes de los primeros siglos que han
gar de la muerte y resurrección de Jesús, el tema llegado hasta nosotros, con el fin de conocer la
más interesante de la topografía de Jerusalén, se- antigua tradición sobre estos lugares. Y en los ca-
gún C. R. Conder 1• pítulos siguientes, que constituyen el cuerpo de la
2
Fundamentalmente fueron tres las revistas obra, expondremos el trabajo y los resultados de
que en un primer momento canalizaron la discu- nuestra investigación arqueológica, llevada a cabo
sión en la que participó un nutrido número de dentro del área de lo que fue el complejo basilical
primeras figuras del campo de la arqueología y la constantiniano y el Calvario. De paso se hará alu-
historia palestinenses y de la exégesis. Por sus pá- sión en diferentes ocasiones a otros trabajos reali-
ginas han circulado todo tipo de opiniones. An- zados en diferentes puntos del solar de la basílica.
dando el tiempo, se unieron a la discusión otras
revistas de prestigio, aunque no con la misma in-
tensidad. Véase particularmente el período que El Calvario y el Sepulcro de jesús,
abarca el último tercio del siglo XIX hasta inicia- y el problema de su localización
da la segunda mitad del siglo XX, por señalar sólo
el tiempo más destacado de esta animada polémi- La pregunta de fondo que se ha hecho todo
ca, hoy prácticamente desaparecida. estudioso interesado por el lugar de la muerte y
En esta introducción se pretende exponer sepultura de Jesús de Nazaret, y muchos no estu-
diosos entre los miles que cada año lo visitan, es
brevemente las opiniones o juicios vertidos du-
rante los últimos ciento setenta años sobre el la siguiente: ¿es realmente seguro que el Calvario
asunto que nos ocupa, sin aspiraciones de ser ex- y el Sepulcro de Jesús, donde hoy se recuerdan la
Crucifixión y la Resurrección, dentro de la basíli-
haustivos en la exposición de todo cuanto se ha
ca del Santo Sepulcro de Jerusalén, son los luga- Constantino fue una invención de Macaría, obis-
res históricos de aquellos acontecimientos? po de Jerusalén; etc.
En 1901 M. Clermont-Ganneau ', en carta a La polémica siguió durante los siglos XVIII y
MacColl, reducía el problema a dos cuestiones, XIX, e incluso en el siglo XX como queda dicho,
necesarias -según él-, para poder aceptar la au- con la aportación de nuevos argumentos cuyo es-
tenticidad del lugar tradicional: 1) el segundo caso peso nos dispensa de mencionarlos aquí to-
muro 6 tiene que estar al este del Sepulcro; 2) la dos. Sí es nuestra intención exponer a lo largo de
existencia de genuinos sepulcros judíos en el lu- este capítulo, para conocimiento del lector y para
gar tradicional no posteriores al tiempo de Cris- recuerdo del estudioso, las opiniones a nuestro
to. Clermont-Ganneau hace un planteamiento juicio más destacadas de cuantas se han emitido
desde una perspectiva arqueológica, lo que signi- sobre este asunto. Seguiremos en la exposición un
fica que para él todos los demás argumentos apo- orden cronológico más o menos riguroso.
yados en la tradición no son suficientes para de-
mostrar la autenticidad del Calvario tradicional.
No era el único autor de principios del siglo XX La discusión y los argumentos en pro y en
que pensaba así. contra del lugar tradicional
Aun cuando hayan podido existir dudas en
época más temprana, es claro que el plantea- Según J. E. Hanauer ", entre 1840 y 1876 se
miento en términos críticos comienza a hacerse publicaron no menos de dieciséis teorías directa-
mente relacionadas con la topografía de la ciudad
en el siglo XVII, como no podía ser de otra ma-
nera, habida cuenta de las ideas surgidas en ese si- de Jerusalén contemporánea de Jesús, en parti-
glo 7• Para algunos, se trataba de demostrar la no cular sobre el emplazamiento del segundo muro
autenticidad de aquellos lugares santos, cuyo descrito por Josefa, fuera del cual fue crucificado
único apoyo en su favor -según ellos- era una Jesús. Esta variedad de teorías revela, entre otras
cosas, la poca solidez de las mismas. Doce de esas
tradición que ofrecía poca o ninguna fiabilidad.
Desde entonces el argumento más utilizado por nuevas teorías estaban a favor del lugar tradicio-
los detractores de la tradición es el siguiente: nal 10 del Calvario y del Santo Sepulcro, y las otras
¿Cómo -se preguntan- puede ser auténtico el han sido impugnadas, total o parcialmente, por
Calvario tradicional, que está dentro de la ciu- posteriores descubrimientos arqueológicos. Por
dad, siendo así que los evangelios afirman que Je- su parte, J. Glaisher11 nos da cuenta de 26 artícu-
sús fue crucificado fuera de la muralla de la ciu- los publicados entre 1873 y 1892, algunos muy
dad? Otro argumento muy socorrido para negar, cortos, sobre este tema. Pero la polémica 12 no ter-
o por lo menos poner en duda, la autenticidad de minó ahí, sino que continuó aumentando hasta
los lugares tradicionales hace hincapié en la hui- muy entrado el siglo XX, como demuestra la am-
da a Pella 8 de la comunidad cristiana de Jerusalén plia bibliografía de esos años.
al aproximarse a la ciudad las legiones romanas el Ahora bien, quienes negaban el lugar tradi-
año 70. Según esta opinión, aquel hecho fue cau- cional necesitaban buscar un lugar sustituto que
sa de que se perdiera la tradición de los lugares ofreciera más garantías o se ajustase mejor a los
santos de Jerusalén, y no se volvió a recuperar, términos utilizados por los evangelistas al hablar
por lo que el hallazgo de la tumba en tiempos de de la crucifixión y sepultura de Jesús. El proble-
5Cf. «The site of the Golgotha and the Holy Sepulchre», Vogüe, De Sanley, Menke, Caspari, Sir Warren y Farrer. Las au-
PEFQS (1901) 297. toridades contrarias al lugar tradicional eran, en 1876, Robín-
6
El autor se refiere a la segunda de las murallas de la ciu- son, Fergusson, Tobler y Schick, si bien este último cambió su
dad de Jerusalén descritas por el historiador Flavio Josefa en la forma de pensar algún tiempo después, aunque para aceptar la
GJV, IV, 1-3, existente en el momento de la crucifixión. autenticidad del lugar tradicional se vio obligado a negar la tra-
7
Cf. E. T. RrCHMOND, The sites of the Crucifixion and the dición de la Vía Dolorosa. Entre quienes mantuvieron su repu-
Resurrection, 1924, pp. 5ss. Publicado en 1934. dio al lugar de la basílica del Santo Sepulcro recordamos también
'E. de CESAREA, HEIII, 5, 3. al profesor Scholz, quizá el único católico entonces en esta línea.
9
«Notes on the controversy regarding the site of Calvary», 11
«The site of the Holy Sepulchre», PEFQS (1893) 80-91.
PEFQS (1892) 299. 12
Esta polémica queda bien reflejada en algunos artículos
10
Éstas, según HANAUER, loe. cit., eran defendidas respectiva- de C. SCHICK, particularmente en el titulado «Lerters from
mente por Williams, Schulz, Kroff, Thrupp, Lewin, Sepp, De Herr Baurath Schick», PEFQS(l893) 119-128.
EL CALVARIO Y EL SANTO SEPULCRO, VISTOS POR LA CRfTICA DE LOS ÚLTIMOS 170 AÑOS 21
rna fue que las nuevas localizaciones tampoco go- trarse ninguna alusión anterior a Constantino,
zaron de la aceptación unánime de los que nega- aunque la cercanía del Calvario podría -dice- di-
ban el lugar tradicional, y la prueba de ello es que sipar las dudas de su situación aproximada. Acep-
dichas localizaciones se multiplicaron. ta, sin embargo, el testimonio de Eusebio como
A mediados del siglo XIX, O. Thenius 13, que definitivo en la identificación de la tumba, pero
no tenía un conocimiento personal de Jerusa- no sin ciertos reparos por lo que respecta a la fal-
lén 14, señaló como el verdadero lugar de la cruci- ta de información precisa sobre las razones de la
fixión el montículo que está sobre la cueva de elección de esta tumba y no otra de cuantas había
Jeremías, al noreste de la Puerta de Damasco. Es- en el entorno. Dice no conocerse nada del templo
ta teoría, adoptada y difundida más tarde por de Venus destruido por Constantino. Sólo se dis-
Gordon, fue defendida por J. E. Hanauer, Dr. pone de algunas monedas que prueban que fue
Chaplin, profesor Hull, Henry A. Harper, L. levantado, lo más temprano, durante el reinado
Oliphant y otros. de Antonino Pío.
Estos autores se apoyaban en razones de ca- Carece de toda credibilidad la afirmación de
rácter morfológico-topográfico más que en razo- M. Ferguson de que hasta el siglo IX la tradición
nes históricas o arqueológicas. De ahí que desta- había venerado la tumba de Jesús en el interior de
caran como prueba de su teoría la elevación de la la mezquita de la roca, que sería -según él- la ba-
colina; la semejanza de ésta con una calavera; su sílica de Constantino, es decir, la cueva de la
proximidad a la ciudad y a la vía más importante Sakhrah. Y en el siglo IX habría tenido lugar, por
que sale de la ciudad hacia el norte; el coincidir la ignorancia y la barbarie de aquel tiempo, la fal-
con el lugar de lapidación supuestamente utiliza- sificación que ha llegado hasta nosotros.
do por los judíos -según cierta tradición de és- R. Fisher Howe 18, partiendo del análisis del
tos- y con el lugar del martirio de san Esteban 15; sustantivo griego képos utilizado por el evangelis-
y, finalmente, la proximidad de algunas tumbas 16, ta Juan (Jn 18, 1 y 19,41) tanto para designar el
una de las cuales es considerada la tumba de José lugar de la agonía como el lugar del enterramien-
de Arimatea, es decir, aquélla en la que Jesús ha- to de Jesús, concluye diciendo que debería bus-
bría sido sepultado, según ellos. carse el lugar de la crucifixión «a lo largo del ca-
En 1855, J. F. Thrupp 17 afirmaba que los lu- mino de Betania, en el lado oriental del valle de
gares del Calvario y del Sepulcro, controvertidos Josafat», es decir, cerca de Getsemaní, que fue el
acaloradamente en un pasado reciente, lo fueron lugar de la agonía.
muchas veces más por prejuicios que basándose
Algunos años más tarde, en 1878, C. R. Con-
en argumentos. Y aunque considera insuficientes
der 19, ante la dificultad que ya entonces tenían
cada uno de los argumentos tomados aislada-
muchos en «aceptar como verdaderos los lugares
mente, cree que juntos constituyen un testimonio
respetable a favor del lugar tradicional. Según él, tradicionales mostrados en la iglesia del Santo Se-
es difícil encontrar en los alrededores de Jerusalén pulcro», dificultad con la que se identificaba él
otro lugar que reúna todas las condiciones exigi- mismo, creyó encontrar la solución proponiendo
das por la crítica y que, sin embargo, están pre- como alternativa al lugar tradicional del Calvario
sentes en el lugar tradicional. A la vez que se sor- la colina situada al noreste de la Puerta de Da-
prende de que se haya prestado tan poca atención masco, como ya había hecho O. Thenius.
a la roca del Calvario. No parece tan optimista Conder construye su hipótesis sobre dos su-
respecto del Sepulcro, del que afirma no encon- puestos que son por lo menos discutibles. Por
13
Cf. A. W CRAWLEY-BOEVEY, «Colgotha and The Holy 16
Cf. C. W WILSON, Golgotha and the Holy Sepulchre,
Sepulchre», PEFQS (1906) 270. Londres 1906, p. 115; A. W. CRAWLEY-BOEVEY, loe. cit.,
14
R. RrESNER, «Colgota und die Archaologie», BJKI 40 p. 270.
17
(1985). Ancient ferusalem, 1855, pp. 267-276.
15 1
Recuérdese que la localización del martirio de san Este- • R. FrSHER HOWE, «Notes on our Lord's Tornb», PEFQS
ban es discutida, pues, además de situarlo en la basílica de San 1 (1869-1870) 79-81 y 380.
Esteban de la École Biblique, hay otra tradición que lo empla- 19
Cf. The Survey of Western Palestine, Londres 1884, pp.
za fuera de la puerta que lleva su nombre, situada en la mura- 429-435.
lla este de la ciudad, mirando al valle del Cedrón.
EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
22
una parte, afirma que el lugar tradicional estaba entre los textos de la Escritura, que afirman que
dentro de la ciudad ya en la época de la crucifi- Jesús fue crucificado fuera de la ciudad, y el he-
xión, luego no puede ser el auténtico, y, por otra, cho de que el lugar tradicional de aquel aconteci-
acepta la tradición conservada por los judíos de miento esté hoy dentro de las murallas 24•
origen español -muy tardía, por consiguiente-, Es cierto que con el trazado del «segundo mu-
que situaban el lugar común de ajusticiamiento ro» de Josefo ideado por Conder es casi imposible
de los criminales, conocido en la Misná como el que el lugar tradicional del Sepulcro de Jesús que-
Beit-ha Sekilah (la «casa de lapidación»), en la co- dara fuera de la ciudad. También supone que al
lina norte antes mencionada 20• Y si había un lu- estar el lugar: tradicional tan cerca de la muralla
gar de ajusticiamiento -viene a concluir el au- «es imposible no pensar que en tiempo de Cristo
tor~, ¿por qué los romanos iban a elegir otro? Es no estuviera ocupado o rodeado de casas». Pero
una afirmación sin pruebas. Por otra parte, se sa- he aquí que las excavaciones realizadas en las últi-
be que los romanos no sentían escrúpulos en el mas décadas en la zona, dentro y fuera de la basí-
desprecio de las tradiciones judías, como lo de- lica del Santo Sepulcro, han desmentido tal su-
mostraron en múltiples ocasiones 21• posición, confirmando, por el contrario, la
Conder reconoce, no obstante, que nunca es- existencia de una necrópolis.
tuvo seguro a este respecto ", lo que no impidió He aquí, resumidas, algunas conclusiones a
que su hipótesis fuera la más aceptada y defendi- las que llega Conder:
da como la más segura contra el lugar tradicional.
Es, de hecho, la única que, con algunas variantes, 1. La «rumba de Nicodemus», situada unos
ha resistido hasta hoy, pero está muy lejos del metros al oeste del Santo Sepulcro, es la tumba de
apoyo que tuvo entonces 23• los reyes de Judá 25•
Lo que Conder pretendía, y otros antes y des- Evidentemente, con una afirmación de tal na-
pués de él, era salvar la aparente contradicción turaleza es fácil suponer que los judíos no ajusti-
de la lapidación, Conder reconoce al Dr. Chaplin el mérito de oportunidad de escuchar in situ a un guía de allende los mares,
ser el primero en descubrirla ( The City ofJerusalem, Londres no local, defendiendo este lugar con auténtica pasión. A este gé-
1909), pero manifiesta cómo consiguió él mismo, de forma in- nero pertenece también el librito de W S. MCBIRNIE, The Se-
dependiente, esa información (cf. The Survey ofWestern Pales- arch far the authentic Tomb offesus, Montrose, California 1975.
24 Esta dificultad así planteada no era nueva; incluso ya au-
tine, pp. 129ss).
21 Es cierto que la Misná (hacia el 150 d. C.) menciona ya tores antiguos le habían dado una solución más lógica y más
un lugar de ajusticiamiento (Sanhed, VI-1-4), pero ¿dónde? ¿Y conforme con lo que hoy se cree. En efecto, el obispo S. Wili-
fue siempre el mismo? De hecho, por lo que respecta al lugar baldo, que visitó Jerusalén en el año 724 d. C., dice que en
del martirio de Esteban (Hch 7,54-60), primera mitad del si- tiempos de Cristo el lugar estaba fuera de la ciudad, tal como
glo I d. C., la tradición es incierta. Si bien uno de los dos lu- lo reconoció siempre la tradición desde los apóstoles. Fue san-
gares tradicionales de dicho martirio, situado en el convento ta Elena -dice el santo- quien lo incluyó dentro de las mura-
de los dominicos, no está lejos del emplazamiento considera- llas («ltinerarium S. Willivaldi», T. TOBLER-A. MOLINIER, Iti-
do por Conder el lugar de lapidación utilizado por los judíos, nera Hierosolimitana, latina l, p. 263; cf. J. W!LKINSON,
tampoco hay que excluir que la localización de los judíos es- ferusalem Pilgrims Befare de Crusades, pp. 125-135 y 206-208).
pañoles haya sido hecha a posteriori, como ya insinúa G. Dal- Y Saewulfo, que peregrinó a Tierra Santa los años 1102-1103
man basándose en el mismo tipo de razonamiento; es decir, d. C., atribuye la inclusión de estos santos lugares dentro de las
porque es ése el lugar de lapidación de los judíos. La tradición murallas a Adriano (Peregrinatio ad Hierosolymam et T S., ed.
mantenida por los «judíos modernos» colocando el «lugar de M. d'Avezac). Estas afirmaciones nos informan de la existencia
lapidación» en esta colina norte puede proceder -piensa este de una tradición según la cual el lugar tradicional del Calvario
autor- de una conexión cualquiera con la tradición eclesiásti- y el Santo Sepulcro estaban fuera de la muralla de la ciudad
ca según la cual Esteban habría sido lapidado en esta zona, y, hasta que en época posterior a la muerte de Jesús aquella zona
por consiguiente, ser una tradición posterior a la cristiana y fue incluida dentro por una nueva fortificación.
25 Esta tumba, por el contrario, se sitúa en el Ofel, según la
únicamente apoyada en aquélla en cuanto a la localización (cf.
G. DALMAN, Les Itinéraires de Jésus). Conder afirma que este opinión hoy más probable; aunque últimamente hay quienes
lugar de lapidación se utilizaba también como lugar de cruci- la sitúan dentro de la propiedad de los PP. Dominicos, al nor-
fixiones (loe. cit., p. 70), pero no aporta ninguna razón com- te de la Puerta de Damasco, identificando un hipogeo encon-
plementaria en apoyo de esta afirmación, ni conocemos nin- trado allí con la tumba de los reyes de Judá (cf. G. BARKAY y
guna fuente que la confirme. A. KLONER, «[erusalern Tombs from the Days of the First
22 En 1909 Conder sigue manteniendo su hipótesis, pero Temple», BAR 1212 [1986) 22-39). En todo caso, esta rumba,
siempre en términos de inseguridad. Cf. The City offerusalem, creemos, es posterior al reinado de Salomón; véase también B.
Londres 1909. MAzAR, The Mountain of the Lord, Jerusalén 1975, pp. 183ss.
EL CALVARIO Y EL SANTO SEPULCRO, VlSTOS POR LA CR1TICA DE LOS ÜLTIMOS l 70 AÑOS 23
ciaran aquí. Pero el hecho es que tampoco se di- traída y llevada huida de la comunidad cristiana
ce en ninguna parte que Jesús fuera crucificado de Jerusalén a Pella poco antes del sitio de Jerusa-
en el lugar donde acostumbraban dar muerte los lén por las legiones romanas el año 70 d. C. refe-
judíos, lugar del que ni siquiera hay una mediana rida por Eusebio. «No hay ninguna alusión al
certeza de su situación 26• Está claro que Jesús no Santo Sepulcro y al Calvario en ningún escritor
fue ejecutado según la costumbre judía. Jesús no cristiano anterior a Eusebio», escribe Conder. Pe-
fue apedreado, sino crucificado, y muy cerca de la ro esta afirmación no es del todo exacta, como se
muralla de la ciudad (Jn 19,20). Y si Jesús sufrió verá en el capítulo siguiente.
según la ley romana, no hay tampoco ninguna ra- Compartieron la teoría de Conder L. Olip-
zón para que la ejecución se llevara a cabo en un hant, el Dr. Merrill y muchos otros, pero merece
lugar judío. Los romanos eran los que domina- especial mención el general Gordon (1882) por
ban, y no se sentían obligados a acomodarse a las haber contribuido más que nadie a su difusión.
costumbres judías más de lo que era conveniente Gordon, además de «desconocer la arqueología
para mantener la paz, y no siempre: consta que, de Palestina», cometió el grave error de conside-
en no pocas ocasiones, pasaron de ellas, y precisa- rar como tumba de Jesús una tumba cercana del
mente Pilato no fue la excepción. supuesto «nuevo Calvario», no más antigua del
2. Negada la autenticidad del lugar tradicio- período bizantino y conocida hoy como la «Tum-
nal, Conder tiene que explicar cómo nació el ba del Jardín». El propio Conder la considera del
culto cristiano allí. Lo hace con una interpreta- período cruzado, no anterior al siglo XII. Y apo-
ción muy personal y bastante peregrina del testi- ya este juicio en algunos vestigios de origen cru-
monio de Eusebio 27• Según él, el obispo Macario zado hallados en el hipogeo 30, a la vez que propo-
de Jerusalén, al ser destruido el templo de Venus ne como tumba de Jesús una que se encuentra al
por orden de Constantino y aparecer allí una oeste de la calle Nablus, al noroeste del actual
tumba, no hizo sino reconvertir el lugar para el convento de las franciscanas de María 31•
culto cristiano, siguiendo el consejo del papa Estudiosos como G. Adam Srnith 32 tocan bre-
Gregario de cristianizar los santuarios paganos, e vemente la cuestión y no se pronuncian a favor de
identificar aquella tumba con el Sepulcro de ninguna hipótesis, porque se desconoce el traza-
Cristo 28• No excluye la posibilidad de que dicha do del muro norte. Tampoco J. E. Hanauer33 se
tumba hubiera sido un mitreo durante el perío- pronuncia claramente, aunque reconoce que la
do de Aelia Capitalina 29, coincidiendo con el dificultad principal del lugar tradicional ha desa-
templo de Venus. parecido desde el momento en el que puede cons-
3. El autor hace alusión en otra de sus con- tatarse que está en una zona utilizada durante al-
clusiones al silencio de tres siglos que pesa sobre gún tiempo como lugar de inhumaciones, que
la tumba y el Calvario, relacionándolo con la tan obligatoriamente debían realizarse fuera de la ciu-
26
Cf. nota 15. cuerdo de la misma cuando la emperatriz Elena descubrió la
27
Vida de Constantino, III, 28. tumba judía debajo del templo de Venus. De la tumba referi-
28
«le is quite possible chac an old temple of Ashtorech was da por Conder diría más tarde C. Schick que fue «original-
rescored in che second century on che spot now show in che mente una tumba judía más bien pequeña» (Q.St. [1882]
Holy Sepulchre Church, and reconsecrated to christian use by 120). La tumba tiene un vestíbulo y una antecámara central
Macarius as che Sepulchre of Christ» (op. cit., p. 74). con tres recámaras sepulcrales rectangulares, a las que se acce-
29
C. R. CONDER, «The Holy Sepulchre», PEFQS (1883) de desde cada uno de los lados de la antecámara. Aquéllas tie-
72. Podría admitirse la posibilidad de que hubiera sido con- nen, a cierta altura, un banco que recorre los tres lados de ca-
vertida en rnitreo durante el período de Aelia Capitolina, lo da una de las recámaras que no están ocupados por la entrada.
que no consta, pero, aunque así fuese, ello no se opondría a Este tipo de tumba tiene un paralelo en alguna de las tumbas
que antes hubiera sido y lo siguiera siendo la tumba de Jesús. del gran hipogeo de la reina Elena de Adiabene, de mediados
30
The City ofJerusalem, pp. 155ss. del siglo I d. C., situado no lejos, por lo que podría conside-
31
En The Survey ofWestern Palestine, pp. 132-135, Conder rarse contemporánea y, por lo tanto, algo más tardía que la
da amplia información del tipo de tumba con una descripción tumba de Jesús.
32
detallada de la misma, incluyendo plano y secciones. La fecha [erusalem, 1908. En mi trabajo he utilizado la reimpre-
«de en torno al tiempo de Cristo», y sin más argumentos que sión hecha en Jerusalén en 1975. Smith trata muy brevemen-
el de la proximidad (relativa) con la colina del «nuevo Calva- te el tema que nos atañe en el vol. II, p. 576.
rio», la declara la tumba de Jesús, dando a continuación una 33 «Notes on the controversy regarding che site of Calvary»,
explicación, carente de base histórica, de cómo se perdió el re- PEFQS (1892) 302ss.
24 EL CALVARIO Y 1A CUEVA DE ADÁN
dad, como se lee en la Misná: «Carroñas, sepul- co Calvario no se zanjará satisfactoriamente por
cros y curtidurías deben estar distanciados, al me- la controversia, sino sólo con excavaciones» 39•
nos, cincuenta codos de la ciudad»34• Ya el asun- C. Schick vivió dos etapas. Sus primeras refle-
cionista P. Germer Durand 35, aunque sin entrar xiones y estudios le llevaron a rechazar la autenti-
directamente en la polémica, había visto en la cidad del lugar tradicional porque el verdadero
presencia de la tumba del siglo I que hay en el áb- «Gólgota estaba fuera de la ciudad» 40. Afirma que
side occidental de la Anástasis, conocida como la esta conclusión la mantuvo durante 37 años, des-
tumba de José de Arimatea, un argumento favo- de 1846 hasta 1883, aunque reconoce que no po-
rable a la tesis de que el lugar tradicional estaba día probarlo. Pero su juicio cambiaría a raíz del
fuera de la muralla en el momento de la crucifi- estudio arqueológico realizado por él mismo en la
xión de Jesús. hospedería rusa de San Alejandro, situada al este
Como conclusión, Hanauer36 sugiere que no de la basílica del Santo Sepulcro y muy cerca de
se ha dicho aún la última palabra ni sobre el lu- ella. Allí, Schick encontró, bajo restos cruzados y
gar cercano de la cueva de Jeremías ni sobre el árabes, restos de muros bizantinos que atribuyó a
lugar tradicional de dentro de la ciudad, y que la basílica de Constantino construida sobre los
habrá que esperar a posibles futuros descubri- restos de antiguos muros «judíos». De esta forma
mientos, los cuales podrían modificar o confir- comprendió que el lugar en cuestión estaba fuera
mar las opiniones hoy autorizadas en la materia. del segundo muro. Esto le hizo cambiar de opi-
Pero ni el razonamiento de Hanauer ni las nión: «Todo esto fue para mí un contratiempo y
proposiciones de todos los demás autores mez- una sorpresa, en vista de lo cual he llegado al con-
clados en la discusión debieron parecer muy vencimiento total de que Constantino construyó
convincentes a M. A. Isaacs, porque un año más aquí su iglesia, que el segundo muro pasaba por
tarde (1893) este autor propone una nueva loca- aquí y que, por consiguiente, los lugares del Cal-
lización de la tumba de Jesús (tumba de José de vario y del Santo Sepulcro estaban fuera de la
Arimatea) en el valle del Hinón 37• muralla, aunque muy cerca de ella, que es lo que
dice el evangelio (Jn 19,20) 41».
Por la misma época, los partidarios del lugar
tradicional no son menos en número. Citamos El ilustre investigador considera muy probable
entre ellos a V Guerin, C. Schick y MacColl. El que sea éste el verdadero lugar donde Nuestro Se-
primero dedica un capítulo de su obra sobre Je- ñor sufrió, «aunque -dice- no puedo probarlo ple-
rusalén 38 a la defensa de los lugares tradicionales, namente». Esta nueva postura suya, como él mis-
tratando de hacer ver la solidez de la tradición e mo confiesa, le dejó «casi solo» en contra de los
intentando salir al paso de las principales obje- protestantes de Jerusalén, ya que la mayoría soste-
ciones manejadas en su tiempo. La argumenta- nía el «Skull Hill» como el verdadero Calvario 42.
ción de Guerin se basa fundamentalmente en los Para él, de todas las objeciones planteadas por
testimonios de Eusebio, san Jerónimo y san Epi- la crítica de su tiempo a la autenticidad del lugar
fanio, que veremos en el capítulo 2. tradicional, sólo había dos de verdadero peso: la
En el mismo año, un incansable investigador de que el Calvario estuviera dentro de la ciudad,
de la topografía de Jerusalén, y del Calvario en por lo que no concordaba con los datos de la Es-
particular, el arquitecto y arqueólogo C. Schick, critura, y la de que su localización se perdió y hu-
escribe un breve artículo intentando hacer ver a bo que buscarla, siendo considerado el hallazgo
Hanauer la flojedad de sus argumentos, y conclu- de Santa Elena como un milagro, refiriéndose a
ye: «Mi convicción es que la cuestión del auténti- las palabras de Eusebio 43• La primera dificultad la
La hipótesis de Robinson del «piadoso fraude guientes palabras: « ... suponiendo que eventual-
del obispo Macario» es insostenible por sí sola, a mente fuera probado que la iglesia del Santo Se-
poco que se analicen las fuentes históricas. Si, co- pulcro estuviera fuera de la segunda muralla, me
mo suponen los contrarios, el lugar había sido ol- inclinaría por dar más peso a la identificación de
vidado, lo lógico era que Macario, sabiendo que, Macario y sus ayudantes en el 326 d. C. que a
según la Escritura, Jesús había sido crucificado las conjeturas o argumentos de los escritores de
fuera de la ciudad, lo buscara fuera de la muralla. los siglos XIX y XX» 55. Tanto Wilson como C.
Luego si no lo hizo así fue porque, como conclu- Schick creían que sólo una investigación arqueo-
111
ye MacColl, todo el mundo sabía que era en ese lógica en el lugar podría aclarar las cosas. Así lo
11 había insinuado también Hanauer, como se vio
! lugar, bajo el templo de Venus, donde se encon-
traba, y no afuera. Si se hubiera pretendido per- más arriba.
petrar un fraude, cualquier otro sitio hubiera sido A pesar de todos los argumentos aportados,
más creíble y con menos complicaciones. en 1907 W F. Birch no está de acuerdo con las
MacColl cree igualmente equivocada la opi- hipótesis defendidas hasta entonces y establece su
nión de Robinson, «y de muchos otros», de con- propia teoría, situando el Calvario en la colina de
siderar el Gólgota el lugar de las ejecuciones pú- Betzeta, al sur de la cueva de Jeremías y al este de
blicas judías 52, a pesar de la opinión en contra en la actual Puerta de Damasco. Llama la atención el
este caso de san Jerónimo. hecho de que construye su teoría a base de textos
del Antiguo Testamento. Pero no hay que asus-
Casi más como anécdota, recordamos que la tarse, porque en aquel mismo año Crawley-Boe-
controversia desbordó los límites del mundo vey recuerda todavía tres lugares en Jerusalén con
científico, hasta el punto de descender incluso a alguna apariencia de autenticidad: la iglesia del
la calle, como nos lo revelan una serie de artícu- Santo Sepulcro; el Goath de Jr 38-40, defendido
los cortos aparecidos en el Times, dirigidos al edi- por Fergusson como el Gólgotha o Gol-Geath, en
tor de ese periódico, entre el 22 de septiembre de la proximidad de la Puerta Dorada, pero dentro
1892 y el 8 de octubre del mismo año 53• de la actual área del templo 56; y la colina rocosa
No podemos pasar por alto el excelente estu- situada sobre la cueva de Jeremías 57• Cita un ar-
dio, bien documentado, publicado en forma de gumento de Fergusson según el cual el memorial
artículos por C. W Wilson entre 1902 y 1904 54. o recuerdo del Calvario cambió de lugar dos ve-
No contradice las conclusiones de MacColl, in- ces en el pasado: primero en el siglo IV por «con-
cluso está más de acuerdo con sus argumentos veniencia eclesiástica» y, después, por «exigencias
que con los de los contrarios, pero adopta una políticas», durante el período árabe, en torno al
posición muy prudente en sus conclusiones. Re- 969 58• Recordamos, con el autor de este artículo,
cogemos únicamente la impresión general que que la hipótesis de Fergusson está desprovista de
saca el autor al final de su detenido estudio: «No fuerza mientras no se haga una investigación ar-
hay ninguna razón -dice Wilson- histórica, tra- queológica en el área del Haram. Y hoy es seguro
dicional o topográfica para situar el Gólgota y la que a ningún arqueólogo se le ocurriría ir a bus-
tumba donde se les muestra hoy. Al mismo tiem- car allí el Calvario y el Sepulcro de Jesús, y menos
po, no existe una evidencia directa de que no sea aún tendría la osadía de hacerlo. Pero mientras es-
ése el lugar». Y termina el capítulo IX con las si- to no se haga -concluye Crawley-, «el problema
novísima Jerusalén anunciada por los proféticos oráculos» ( Vi- artículos fueron publicados al año siguiente en PEFQS
da de Constantino, III, 33). (1893) 80-91.
54 Se trata de una serie de siete artículos publicados por el
52
Op. cit., p. 293.
53
Este corto pero intenso debate fue originado por el ar- autor en la PEFQS con el título «Golgotha and the Holy Se-
tículo aparecido en dicho diario el 22 de septiembre de pulchre», excepto el primero (1902), que tituló «Colgotha and
1892 pidiendo fondos para comprar la ya conocida «Cor- the Crucifixion». Todos ellos fueron editados en 1906, en un
don Tornb» (la Tumba de Gordon, hoy conocida como solo volumen, por C. M. WATSON bajo el título Golgotha and
Tumba del Jardín, al norte de la Puerta de Damasco), con- the Holy Sepulcbre.
siderada por algunos la tumba de Cristo. El artículo estaba 55
Ibíd., p. 120.
firmado por H. A. Campbell y J. Murray. Las razones que se 56
Ancient Topograpby of]erusalem, 1847.
57 «The Churches of Conscantine», PEFQS (1907) 216.
aducen de una y otra parte no aportan nada nuevo e intere-
58 CE A. W CRAWLEY-BOEVEY, op. cit., pp. 218ss.
sante fuera del interés de la controversia en sí misma. Estos
~--1
EL CALVARIO y EL SANTO SEPULCRO, VISTOS POR LA CRÍTICA DE LOS ÚLTIMOS 170 ANOS 27
d las iglesias de Constantino continuará siendo, Wilson Golgotha and tbe Holy Sepulchre y, de nue-
c~mo lo es en el presente, un~ de los principal~s vo, dos años más tarde65•
roblemas sin resolver de la Ciudad Santa» 59• D1- Para este autor, es obsesiva la idea de que las
~ho sea de paso, este problema hoy no existe, iglesias constantinianas son un monumento re-
pues las ~onstrucciones constantinianas están cordatorio a la muerte y resurrección de Jesús, sin
bien identificadas. conexión real con los lugares históricos, que -se-
También A. W Crawley-Boevey inventa una gún él- no pueden estar ahí, dentro de la ciudad,
novedad expuesta en forma de meditación o mo- puesto que históricamente Jesús fue crucificado
nólogo al margen de cualquier otra opinión. Y, lo fuera de la muralla. Niega, incluso, que la Anás-
que es peor, silenciando --:creemos que . no por tasis esté cubriendo una tumba, pasando por alto
ignoran~ia- las fuentes antiguas q,ue t~snfican la los testimonios de san Cirilo de Jerusalén y de
existencia de una tumba en la Anástasis, y que el Eusebio, que, siendo testigos contemporáneos de
autor dice haber sido «construida artificialmente su descubrimiento, afirman claramente la exis-
con piedra y mármol, dándole la forma conven- tencia de dicha tumba. Aún más, se empeña en
cional de una tumba oriental». No son menos llamar milagro -con un retintín despectivo- al
pintorescas las razones que se inventa para mos- descubrimiento de la tumba por santa Elena,
trar que fue el obispo Macario quien, haciendo cuando Eusebio -que es quien describe la escena-
una imitación del Calvario 60 y del Santo Sepul- no emplea ese término en ningún momento.
cro, levantó las iglesias del Martyrium y la Anás- Las hipótesis fervientemente sostenidas, pero
rasis dentro de la ciudad por razones de conve- mal o nada probadas, de Crawley son inmediata-
niencia, siendo así que el Calvario estaba fuera, mente contestadas en la misma revista por J. M.
«como todo el mundo sabe» 61• Para el autor de es- Tenz66 y D. Lee Pitcairs67, aduciendo el primero
te artículo, la elección de un lugar dentro de las
razones que demuestran que el complejo cons-
murallas para levantar las iglesias constantinianas,
tantiniano del Santo Sepulcro estaba, en el mo-
así como el descubrimiento de la tumba, primero,
mento de la crucifixión, fuera de la ciudad y des-
y el de la cruz el 14 de septiembre del año 335,
haciendo el segundo la tendenciosa invención del
después, formaban parte de un plan bien pensado
milagro en el hallazgo de la tumba por santa Ele-
por Macario y sus sufragáneos. Para salvar la pa-
na y Macario.
peleta de «cara a los fieles, bajo un mismo techo
reprodujeron un facsímil a pequeña escala del Cal- También el profesor de la École Biblique H.
vario 62 y de la tumba» 63• Por consiguiente, su con- Vincent critica duramente la postura de Craw-
clusión es que dicho lugar no tiene nada que ver ley-Boevey, a quien califica de prototipo de la
con el lugar real del enterramiento de Cristo. Di- desinformación 68; no es menos suave en la crítica
fícilmente podía encontrar este autor razones que que hace de las obras de C. Mommert, defensor
probaran semejantes teorías. De hecho, no aporta de los lugares tradicionales, por su falta de méto-
pruebas. El autor repite la misma idea en 191 O en do y precisión, y de A. Heinsenberg. H. Vincent
un artículo 64 destinado a comentar la obra de C. realiza un estudio exhaustivo de la basílica del
59 Op. cit., p. 220. En contra de la hipótesis de Fergusson por desautorizar la imparcial y sólida argumentac10n de
puede leerse «Notices of the Dome of the Rock and of the C. Wilson, pero, además de no lograrlo, deja ver una
Church of the Sepulchre by Arab Historians prior to the first gran carencia de argumentos y apasionamiento en la dis-
Crusade», PEFQS (1987) 90-103. cusión.
65
60
Justo es reconocer que no fue el único en pensarlo, pues «The new theory of Calvary», PEFQS (1912) 21-30. El
otros, entre los que se encuentra Schick en su primer momen- autor vuelve a insistir en su conocida hipótesis y termina resu-
to, pensaron que la roca del Calvario podía ser una imitación. miendo las «cuatro teorías principales sobre el Calvario y el
" «The Recovery of rhe "Holy Places" in Jerusalem», Santo Sepulcro», y las razones en que se apoya la hipótesis de
PEFQS (1909) 20lss. la colina situada al noreste de la Puerta de Damasco y de la
62
Cf., por el contrario, lo que dice E. T. RlCHMOND, The tumba próxima.
66
Sites of the Crucifixion and the Resurrection, 1934, p. 3, para «Calvary-Place of a Skull», PEFQS (1911) 190.
67
quien es evidente la existencia de una colina en el lugar tradi- «E Novel Theory of the Holy Sepulchre», PEFQS ( 1912)
cional del Calvario (ver más adelante). 212; véase, también, la nota de S. A. COOK, «The Holy
63
Ibíd., pp. 203-205. Sepulchre», PEFQS(l9l3) 49.
68
64
«Sir Charles Wilson's views on Calvary and the VINCENT, H.-ABEL, F.-M., JI, jérusalem Nouve!Le, nota
Tomb», PEFQS (1910) 248-258. W. Crawley se esfuerza 1, pp. 89-90.
"
!!";;111101
Santo Sepulcro y sus alrededores, hasta donde se de si el lugar donde hoy se encuentra la iglesia del
podía llegar entonces, en su obra monumental Santo Sepulcro estaba dentro o fuera de la ciudad
sobre Jerusalén. El examen imparcial «del lugar, el en tiempos de Jesús; 4) Gólgota y Sepulcro; 5) su-
monumento y los textos», o fuentes, le lleva a pervivencia de la tradición desde el período apos-
afirmar que «la autenticidad del Calvario y del tólico hasta Constantino; 6) los monumentos
Santo Sepulcro está revestida de las mejores ga- que han estado en el lugar; y finalmente, notas re-
rantías de certeza que se pueden esperar de un tal ferentes a las publicaciones de utilidad ... Hace,
sujeto» 69• además, la historia de la Tumba del Jardín y del
Finalizaremos este recorrido con algunas opi- Calvario al norte de la Puerta de Damasco y es-
niones emitidas en el segundo tercio del siglo XX, tudia el trazado del segundo muro.
hasta 1961, año en el que comenzó la última res- Richmond rechaza la hipótesis ideada por
tauración, aún no terminada, emprendida en la Gordon de que el nombre «Gólgota» proviene de
basílica del Santo Sepulcro. ocupar el lugar de la cabeza de un esqueleto fan-
tástico formado por la topografía de las colinas
Cuando, en 1930, G. Dalman publica la edi-
orientales de Jerusalén: la situada sobre la cueva
ción francesa de su obra Itinéraires de ]ésus «revi-
de Jeremías, al noreste de la Puerta de Damasco,
sada y completada» por él mismo, la polémica se
y la colina del templo. Tampoco acepta la leyen-
había suavizado, y el autor prácticamente no la
da conocida por Orígenes y citada frecuentemen-
refleja en su trabajo, a pesar de que dedica 49 pá-
te (caso de san Jerónimo) según la cual aquí es-
ginas al Calvario y Sepulcro de Jesús. Se limita al
tuvo la tumba de Adán, regenerándose su cabeza
estudio detallado y crítico de la topografía de los
por el contacto del pie de la cruz del Salvador.
lugares tradicionales, haciendo de paso algunas re-
Asimismo, rechaza como «hipótesis inaceptable»,
ferencias a la liturgia que se realizaba antiguamen-
expuesta por san Jerónimo, que fuese el lugar ofi-
te en la tumba. Apoyándose en la persistencia de
cial donde se ejecutaban las sentencias de muerte
los nombres topográficos, considera el Gólgota
bajo la administración romana, recibiendo el
«suficientemente localizado», mientras que en lo
nombre «Gólgota» (Calvario) por los cráneos que
que concierne a la autenticidad del Sepulcro sólo
había dispersos por allí. Por el contrario, según
le concede una «posibilidad, pero no certeza» 70•
este autor, el nombre le viene de la forma promi-
Esta calma no impidió que E. T. Richmond 71 nente comparable a la de un cráneo o cabeza en
quisiera aclarar un poco más las cosas en un ar- relación con el resto del cuerpo. Rás es el término
tículo publicado en 1934. El autor escribe en de- local apropiado para traducir «Gólgota», «la cala-
fensa del lugar tradicional contra algunas afirma- vera» de los evangelios. En esto coincide con
ciones de autores precedentes. Fijándose en la otros autores modernos.
topografía de la zona donde se asienta la basílica ¿Es posible una continuidad en la tradición
del Santo Sepulcro declara que existe, en efecto, desde el momento de la Crucifixión hasta Cons-
una colina sobre una elevación del terreno que tantino? Los razonamientos 73 que llevan al autor
puede observarse desde muchos puntos del en- a una conclusión afirmativa nos parecen válidos,
torno. De donde concluye que «hay una asocia- aparte de que en su momento no había otros. Di-
ción del Calvario con la idea de altura y promi- siente del historiador Eusebio acerca de la inten-
nencia. Esta idea no es, como se ha sugerido, una ción expresa de Adriano de ocultar el Calvario y
fantasía introducida por Occidente» 72• el Sepulcro bajo las construcciones de Aelia, y
Reduce a seis los puntos de discusión: 1) ar- piensa que se debió únicamente a razones ajenas
gumentos propuestos en contra de los lugares tra- a toda voluntad de profanación o persecución de
dicionales; 2) lugares alternativos sugeridos, espe- los cristianos. A este respecto estamos de acuerdo
cialmente Betesda para el Calvario y la tumba de con este autor. Aún más, creemos incluso que la
Gordon para el Sepulcro de Cristo; 3) la cuestión construcción de ese templo es una prueba de que
69
Ibid., p. 89. 71
E. T. RrCHMOND, «The Sites of che Crucifixion and the
70
Les ltinéraires de [ésus, 1930, pp. 492ss. Tampoco consi- Resurrection», 1934. Este artículo fue escrito en 1924.
dera probativo el estudio de J. ]EREMIAS, «Golgotba», publica- 72
lbíd., 1924, p. 3.
do en 1926. 73
Op. cit., pp. 28-32.
29
EL CALVARIO Y EL SANTO SEPULCRO, VISTOS POR LA CRfTICA DE LOS ÚLTIM OS 170 AÑOS
el lugar tenía ya un carácter sagrado 74. No es co- siguieron dos incendios en 1934 y en 1949 que
rrecta, en cambio, la reconstrucción que Rich- agravaron seriamente el edificio basilical. Se ideó
mond hace de la topografía de ambos lugares y puso en obra un remedio provisional reforzan-
después de la modificación de Constantino redu- do la basílica con un armazón metálico tanto des-
ciendo las rocas del Sepulcro y del Calvario a dos de el exterior como en el interior. Pero habría que
cubos 75• A pesar de este detalle, creemos que la esperar para sacar a la basílica de aquel estado la-
exposición de Richmond es muy valiosa y que lle- mentable hasta 1960, año en el que se firmó un
gó en un momento oportuno. acuerdo de restauración de la misma. Ésta co-
menzó al año siguiente.
En esta, aunque muy abreviada, larga exposi-
ción de opiniones, en muchos casos de prestigio- Con la restauración desde los cimientos que se
sos historiadores y arqueólogos, respecto del Cal- proponía llevar a cabo, se presentaba una buena
vario y· del Santo Sepulcro, el lector ha podido ocasión para realizar el sueño de tantos arqueólo-
constatar una argumentación repetitiva, sin apor- gos: una investigación en el subsuelo de la basíli-
tar en muchos casos nada nuevo a la discusión. ca. Desgraciadamente, no se incluyó en el progra-
ma, y se perdió una oportunidad que no volverá a
Hay que reconocer que este asunto, de gran repetirse, porque, aunque volviera a darse, ya no
interés para mucha gente, como lo demuestra la sería igual, debido a que en el proceso de la re-
extensa bibliografía existente, ha sido tan estudia- ciente restauración se han destruido bastantes ele-
do y discutido que poco se podía añadir a lo ya mentos útiles que no se han investigado, o la in-
escrito y redicho por activa y por pasiva, sin una vestigación no se ha hecho siempre en las debidas
nueva fuente de información. Las fuentes o testi- condiciones y como hubiera sido de desear. La cir-
monios escritos conocidos han sido ya objeto de cunstancia pedía la formación de un buen equipo
repetidos estudios y variadas interpretaciones, de de investigación con capacidad para estudiar li-
forma que no les debe quedar mucho por decir. bremente allí donde fuera necesario. No se supo o
Esa nueva fuente, como ya lo expresaron hace un no se quiso hacer. No nos incumbe aquí estudiar
siglo algunos de los autores mencionados más las causas. Simplemente, lamentamos que no se
arriba, sólo podía conseguirse con la investiga- hiciera. Esta actividad se dejó a la iniciativa de ca-
ción directa en el subsuelo de la basílica del San- da comunidad dentro de los límites de su propie-
to Sepulcro y de su entorno. Es decir, sólo la dad y de su capacidad e interés; o, al menos, así
arqueología podría arrojar nueva luz sobre tan fue en la práctica. El interés por el estudio fue de-
discutida cuestión, estudio nada fácil de realizar sigual, y en algunos casos y etapas pasó muy a se-
teniendo en cuenta la complejidad del lugar, re- gundo plano o no existió. Esto dicho, si no se hi-
partido además entre cinco comunidades que zo más que una parte de lo mucho que se hubiera
tendrían que dar su visto bueno y que no se pon- podido hacer, y lo que se hizo fue un trabajo dis-
drían de acuerdo sin una razón apremiante e ina- perso, hay que reconocer la parte positiva, que no
plazable. Sólo quedaba esperar una situación así. es despreciable y que ha llevado a conclusiones
Y he aquí que ésta llegó inesperadamente. importantes, aunque no se haya contestado a to-
dos los interrogantes que había planteados, aparte
de que han surgido otros nuevos.
El terremoto del año 1921 Después del terremoto se siguió escribiendo y
En el año 1927, un fuerte temblor de tierra publicando abundantemente sobre la basílica del
puso en grave peligro de hundimiento la basílica Santo Sepulcro, particularmente artículos de re-
del Santo Sepulcro. Y por si esto fuera poco, le vistas. Pero la polémica que hemos descrito sobre
76
Cf. R. H. SMITH, «The Tomb of jesus», BA (1967) 74-90. propósito de la cual se lamenta de su falta de valor crítico, a pe-
77
Cf. LA 27 (1977) 197-208, más figs. 1-29 y 3 planos. sar de su apariencia de obra monumental, y de no responder a
78
La obra de Corbo se compone de tres volúmenes: uno de un informe arqueológico, como reza el título (pp. 44-45); véa-
texto; el segundo recoge los planos y secciones propios y los se, también, M. PICCIRJLLO, en MB Mars-Avril (1984) 52. Y
confeccionados por los arquitectos y personal del oficio técnico puede consultarse incluso el propio artículo de V. Corbo en res-
de restauración de la basílica con comentario del propio Corbo; puesta a las críticas que se hicieron a su obra: «Il Santo Sepol-
el tercer volumen es una amplia colección de fotografías. cro di Gerusalemme. Nova et Vetera», LA 38 (1988) 391-422.
79
Cf. D. BAHAT, «Does rhe Holy Sepulchre Church Mark 80
En el año 1977, con testigos delante, nos ofreció esos
the Burial of jesus», BAR XII, 3 (1986) 44-45. El profesor materiales para que los estudiáramos. No hubiera sido fácil
Bahat, que acepta algunas de las conclusiones de V Corbo, ha- -quizá imposible- estudiarlos, conociendo sus métodos de
ce, sin embargo, una crítica bastante dura de la obra de éste, a excavación. No aceptamos la oferta.
EL CALVARIO y EL SAN TO SEPULCRO, VISTOS PO R LA CRITICA DE LOS úLTIM O S 170 AÑO S
31
de esos materiales son algunos fragmentos de ce- siado una breve reseña de los más importantes.
' ica (foto 24) y un grupo de lucernas (foto Los títulos de algunos de ellos aparecen incluidos
~~) de su volumen III, con un breve comentario en la bibliografía (pág. 355), para el lector que
ie de foto. A partir de ahí ya no sorprende que desee profundizar en este tema.
ª p la obra de Corbo se adviertan muchas e im- Terminarnos esta breve reseña introductoria
en rtantes afirmaciones desprovistas de fundamen- recordando algunas conclusiones generales de
P?
to. Quede claro, no o b stante, que apreciarnos
· l os
algunos de los estudios recientes de mayor rele-
méritos de la obra y reconocemos que, a pesar de vancia.
las gruesas deficiencias que encontrarnos, todo es-
V Corbo desecha toda duda sobre la autenti-
tudio que se precie sobre la basílica del Santo Se-
cidad de los lugares tradicionales al concluir: «El
pulcro _de Jerusalén tendrá que tenerla ~n c_~enta,
evangelio, la tradición de la Iglesia y, hoy, la in-
principalmente por la ab~ndante recopilación de
vestigación arqueológica confirman que los edifi-
material gráfico que contiene.
cios constantinianos se levantan en el auténtico
Entre los años 1977-1994, M. Broshi, del lugar del Calvario» 81• Es una afirmación muy in-
Departamento de Antigüedades Israelí, escribió teresante y muy rotunda, con la que uno puede
algunos artículos sobre el área E I, que él visitaba estar o no de acuerdo. El problema reside en que
de tarde en tarde, defendiendo ideas que no po- no aduce pruebas que la justifiquen. Con lo cual
demos compartir y que comentaremos en su mo- nos quedamos prácticamente donde se estaba an-
mento. tes de la investigación.
Otro estudio que queremos destacar aquí a Ch. Coüasnon se expresa con mayor cautela:
propósito de la investigación arqueológica en el «Actualmente no se puede probar que el sitio tra-
anexo de Santa Elena (área E I) es el de S. Gibson dicional, que desde el 326 ha sido considerado el
y Joan E. Taylor, publicado en 1994. No es el fru- auténtico, es, por encima de toda duda, el mismo
to de una excavación, aunque evidentemente los
que fue venerado por la comunidad cristiana del
autores muestran conocer el lugar y, sin duda, allí
período apostólico ... Sin embargo, si no puede
recogieron los datos fundamentales de su publi-
probarse su autenticidad, ésta sigue siendo posi-
cación. Su estudio consta de 102 páginas a doble
ble, y aún probable» 82.
columna y con abundantes fotografías y planos
muy cuidados, pero con algunas inexactitudes Otros autores llegan a conclusiones similares
desde el punto de vista arqueológico en alguno de a la de Coüasnon. Por ejemplo, el profesor y ar-
ellos. En la primera parte, S. Gibson estudia queólogo hebreo Dan Bahat, comentando el tra-
nuestro sector E I y, en la segunda, Joan E. Tay- bajo y las conclusiones arqueológicas publicadas
lor hace un profundo estudio del grafito encon- por Corbo y Coüasnon, escribe: «No podemos
trado allí. También en esta obra hay afirmaciones estar completamente seguros de que el lugar de la
que no compartimos y que explicaremos en su iglesia del Santo Sepulcro es el lugar de la sepul-
momento. Estas reservas aparte, nos parece un tura de Jesús, pero ciertamente no tenemos otro
buen trabajo. Adelantamos que su error funda- lugar que pueda presentar un título con tanto pe-
mental es la cronología, por apoyarse en datos to- so, y nosotros no tenemos realmente ninguna ra-
mados quizá de G. Barkay-M. Broshi, quienes, a zón para rechazar la autenticidad del lugar83».
nuestro juicio, proponen sin verdadero fun- Y J. Wilkinson se expresa en términos pareci-
damento una cronología equivocada, como ten- dos: «Aunque es imposible probar que el lugar en
drem?s oportunidad de aclarar en el capítulo 3 al discusión es el mismo que el Gólgota menciona-
estudiar el área E l. do en la Biblia, es por lo menos el único lugar que
En los últimos decenios se han escrito multi- tiene todas las probabilidades de ser el auténti-
tud de artículos. Tantos que nos alargaría cierna- co 84» (pág. 175).
1
' Il Santo Sepolcro di Gerusalemme, I, p. 27. and we really have no reason to reject the authenticiry of the
82
Tbe Churche of the Holy Sepulchre, p. 8. sire» («Does rhe Holy Sepulchre Church Mark the Burial of
83
«We may not be absolutely certain that the site of the Jesus?», BARXII, 3 (1986] 38).
84
Holy Sepulchre Church is the site of Jesus' burial, but we cer- Jerusalem Pilgrims, 1977, p. 175.
tenly have no other site thar can lay a claim nearly as weighry,
32 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Si se exceptúa la opinión de Corbo, los demás una investigación que no sólo no ha terminado,
no hacen sino repetir prácticamente la misma sino a la que le queda aún mucho camino que an-
conclusión a la que llegaron C. Schick y Ch. Wil- dar en el subsuelo de la basílica y su entorno.
son a principios del siglo XX. ¿Quiere esto decir Hemos querido comenzar este estudio infor-
que, después de un siglo de estudios, discusiones mando al lector de lo que se ha hecho y dicho
y finalmente de las investigaciones realizadas en el hasta ahora, aunque haya sido resumiendo mu-
subsuelo de la basílica estos últimos decenios, cho, para que aprecie el gran interés que han des-
aunque hayan sido sólo parciales, no se ha avan- pertado siempre estos santos lugares. Por esta
zado nada? Es cierto que de la investigación ar- razón, creemos conveniente recordar también la
queológica realizada recientemente aún no se ha tradición antigua, repasando y comentando bre-
dicho todo, y lo que nos proponemos con esta vemente las noticias que de estos lugares han lle-
publicación es aportar nuestro grano de arena a gado hasta nosotros.
11
El testimonio de la tradición.
Desde la muerte de Jesús hasta
la construcción de la basílica de Constantino
Afortunadamente, todavía se conservan restos trazado del «segundo muro» en relación con el
muy importantes de las construcciones constanti- Calvario. Y, por consiguiente, ¿cómo se ha podi-
nianas de la primera mitad del siglo IV. Ante esta do afirmar que el Calvario y el Sepulcro de Jesús
evidencia, la pregunta que hay que hacerse es: están dentro de la muralla del siglo I, si su tra-
¿acertaron el obispo Macario y santa Elena 1 (al- zado era incierto? Se sabe que la ciudad de Jeru-
gunos historiadores antiguos le atribuyen el méri- salén, además de sus parciales desplazamientos,
to del hallazgo a ella) en la identificación de la ha modificado su perímetro constantemente a lo
tumba de Jesús y del Calvario en el año 326? Por- largo de la historia. Y, por consiguiente, es por
que si ellos no se equivocaron, los restos de las ahí por donde tendría que haberse empezado. Es
construcciones constantinianas, todavía hoy visi- decir, antes de negar tradiciones ancestrales, se
bles, siguen siendo un testimonio válido e irrefu- tendría que haber estudiado y establecido la posi-
table de la localización de estos santos lugares. ción y el perímetro de la ciudad en el momento
Como se ha visto en el capítulo I, la principal histórico de la crucifixión y situar con exactitud
dificultad inicial que acusan la mayoría de los es- el trazado del «segundo muro» en cuestión. Algo
tudiosos que se han ocupado de este asunto para absolutamente necesario, aunque nada fácil, como
negar la veracidad del lugar tradicional del Cal- demuestra lo mucho que se ha escrito sobre el
vario y de la tumba de Jesús estriba en el hecho trazado de los muros segundo y tercero de jose-
de encontrarse dentro de la ciudad. Y, por consi- fo3. Hoy, a la vista de las conclusiones de las ex-
guiente -deducen ellos-, dentro del «segundo cavaciones de K. M. Kenyon en el Muristán, al
muro» de Flavio Josefo 2, lo cual evidentemente sur de la iglesia evangélica del Salvador, y de la
estaría en contradicción con los testimonios de la doctora Lux en el subsuelo de dicha iglesia del
Escritura. Pero esta deducción carece de verda- Salvador, así como de las excavaciones realizadas
dero fundamento. Primero, porque parte del en la basílica del Santo Sepulcro y en la Puerta de
supuesto de que el trazado de la muralla antigua Damasco, aunque la claridad del trazado del
corresponde con el trazado de la muralla actual, «segundo muro» no sea meridiana, existe un con-
lo cual, ateniéndose al testimonio del historiador senso general entre los estudiosos para situarlo al
Flavio Josefo, no es cierto. Pero, además, aun oriente de la basílica del Santo Sepulcro, como
aquellos autores que se han esforzado en resolver puede observarse en los planos de la ciudad que
el conflicto del trazado de los muros antiguos no aparecen en estudios y atlas editados en los últi-
han podido señalar con precisión el verdadero mos decenios.
1
Cf. J. W DRIJVERS, Helena Augusta, pp. 55ss. Revue Biblique desde 1902 a 1947, y, además, véase del mismo
2
GJV, 146. autor [erusalem de l'Ancient Testament, París 1954, pp. 114-174;
3
Respecto del muy debatido problema del trazado de los M. AVI-YONAH, «The Third and Second Walls of [erusalem»,
muros descritos por Flavio Josefo en la Guerra judía V, 1-2, JE] l 8 (1968) 98-125; V VILAR HUESO, «Los últimos descubri-
existe una bibliografía muy abundante. Pueden consultarse, en- mientos arqueológicos de Jerusalén y el trazado de los muros II
tre otros, los siguientes trabajos: J. S!MONS, ]erusalem in the Old y III de Flavio joseío», ASVl7 (1969-1974) 7-21; P. BENOIT,
Testament. Researches and Theories (particularmente el cap. 8: «Le troisierne Mur», Studia Hierosol:ymitana, Ipartie: Etudes Ar-
The «Third wall or the wall» ofHerod Agrippa), Leiden 1952; chéologiques (1976) 111-126; G. J. WIGHTMAN, The Walls of
L. H. VINCENT dedicó a este estudio una serie de artículos en la ]erusalem. From the Canaanites to the Mamluks, Sydney 1993.
34 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
En segundo lugar, está claro que la basílica suponía un esfuerzo suplementario enormemente
constantiniana fue construida sobre una necrópo- costoso y un posible enfrentamiento con una par-
lis donde hay tumbas del siglo l. Todavía pueden te de la población. Si hubiera actuado tan torci-
verse, dentro del área ocupada por la misma, res- damente como han pensado esos autores, le hu-
tos de al menos cinco hipogeos; y puede presu- biera sido muy fácil fijarlo en cualquier otro sitio,
mirse que no eran los únicos, ya que el suelo pri- e incluso hubiera podido hacerlo mucho antes y
mitivo descubierto es sólo una pequeña parte sin crearse problemas. Por ejemplo, donde lo han
comparado con lo no excavado, y la misma ex- colocado los mismos autores que critican el lugar
plotación de la cantera pudo destruir más de una tradicional. Por otra parte, de no haber existido
tumba, como ocurrió con la encontrada debajo una tradición en aquel lugar, ¿de qué iba a saber
del suelo del patio 4 de la entrada actual de la ba- Macario que allí, debajo del templo de Venus,
sílica, y probablemente 5 en el Calvario. Si se tie- existía un sepulcro? Y si existía esa tradición, so-
ne en cuenta que -según la Misná- en el siglo I bran ya muchos argumentos. Sin un conocimien-
estaba prohibido enterrar dentro de la ciudad, de- to cierto o muy probable de la existencia de la
be concluirse que aquella zona necesariamente te- tumba de Jesús bajo el santuario de Venus, hubie-
nía que estar situada fuera de la ciudad y, por ra sido una temeridad aventurarse a destruirlos.
consiguiente, del lado exterior de la muralla de Luego es obligado aceptar que Macario y santa
aquel tiempo; o, lo que es lo mismo, fuera del «se- Elena estaban bien informados cuando empren-
gundo muro» de Josefo. dieron su búsqueda en aquel preciso lugar, como
En tercer lugar, hasta la fecha, que sepamos, informan algunos historiadores bizantinos que
no se ha encontrado en toda la zona ocupada por recordaremos más adelante.
la basílica, ni en sus inmediaciones, ningún resto Es cierto: en toda esa zona cercana a la basíli-
de construcción, de cualquier tipo que sea, ante- ca del Santo Sepulcro no se han encontrado restos
rior al período de Aelia Capitolina (siglo II d. C.), seguros, aunque sí muy probables, del «segundo
si exceptuamos algunos restos de construcciones muro» de Flavio Josefo 6 construido por Herodes.
hallados en la hospedería rusa de San Alejandro a Por ejemplo, la «Puerta del Juicio» en el cercano
menos de 100 metros al este del Calvario, que convento ruso. Pero sí se sabe que este muro no
pudieron formar parte de la fortificación herodia- arrancaba de la ciudadela, sino desde más al este,
na del «segundo muro» de la ciudad. desde la Puerta de Genat, y, esquivando y dejando
Todo esto nos lleva a la conclusión de que la fuera la necrópolis, se dirigía al norte hasta llegar
zona sobre la que se construyó la basílica cons- a la actual Puerta de Damasco o su proximidad
tantiniana estaba fuera de la muralla de la ciudad para torcer luego hacia el este y, después, hacia el
de aquel tiempo. sur hasta unirse a la fortaleza Antonia.
Por otra parte, pretender que el obispo Maca- Evidentemente, todo este problema, visto
rio y el emperador Constantino recurrieron al desde una perspectiva ya lejana, viene originado
fraude para inventarse una tumba de Jesús donde por falta de información topográfica suficiente en
no estaba, siendo muy generosos, lo más que se las fuentes primitivas; es decir, en este caso el
les puede conceder a quienes han pensado así es Nuevo Testamento. Las primeras generaciones de
que es una afirmación totalmente gratuita, sin creyentes no tuvieron esta dificultad. Los lugares
ningún fundamento, pues no hay ni un solo tes- de la muerte y resurrección de Jesús eran bien co-
timonio ni histórico ni arqueológico sobre el que nocidos para ellos, habida cuenta sobre todo de
sustentar semejante afirmación. Más aún, dicha las connotaciones tan especiales y trascendentales
afirmación va contra toda lógica, pues el obispo para la vida de la comunidad cristiana. En aque-
Macario conocía la Sagrada Escritura y, por con- llos lugares ocurrieron los acontecimientos clave
siguiente, no habría buscado la tumba en medio que dieron lugar a su nacimiento como comuni-
de la ciudad de Aelia si no hubiera estado seguro dad de creyentes. No es admisible que las tres pri-
de que estaba allí, y mucho menos teniendo que meras generaciones de cristianos no visitaran el
destruir para ello un monumento público, lo que lugar, relegándolo al olvido. Esto sólo puede afir-
6
4
V CORBO, Il Santo Sepolcro, vol. III, fotos 4 y 5. G]V, 4, 35.
5 Cf. cap. 5 de este trabajo.
EL TESTIMONIO DE LA TRADICIÓN. DESDE LA MUERTE DE JESÚS HASTA LA CONSTRUCCIÓN DE LA BASÍLICA DE CONSTANTINO 35
marlo quien desconozca el Oriente y la memoria mino «Gólgota» hecha expresamente por los tres
y el apego tenaz de las gentes a sus tradiciones 7• evangelistas, además de ser el nombre que le apli-
Se desconoce si Macario y santa Elena dispu- ca directamente Le 23,33. Y si tenía la forma
sieron de otras fuentes de información, distintas aproximada de un cráneo (la opinión más segu-
0 además de las pocas que han llegado hasta no-
ra), debe pensarse en un montículo no muy alto,
sotros, para encontrar la tumba bajo las construc- porque a su altura hay que añadir la altura de la
ciones de Aelia. cruz, y, sin embargo, los transeúntes podían leer
el titulus o motivo de la condena fijada en lo alto
de la cruz (Jn 19,20). También la Carta a los He-
breos (13, 12) declara que «jesús padeció fuera de la
Los primeros testigos puerta», testimonio que, además, aporta una nue-
L~ información más antigua del lugar de la va puntualización topográfica: la cercanía de una
crucifixión y de la tumba de Jesús es la propor- puerta de la ciudad al lugar de la crucifixión 8•
cionada por el Nuevo Testamento. Por él sabemos Siguiendo la narración evangélica, podemos
que el lugar en el que crucificaron a Jesús estaba saber también que el lugar donde crucificaron a
fuera de la ciudad. Jesús, además de estar fuera de la ciudad y lla-
Según el evangelio de Juan, Jesús «salió» (exel- marse Gólgota (Calvario), estaba, sin embargo,
then) al llamado lugar de la Calavera (Jn 19,17). cerca de la ciudad (Jn 19,20); junto a un camino
En Juan, este verbo significa dejar la ciudad, como que salía de ella (Mt 27,39; Me 15,29; Le 23,26),
en 18, 1-4. En los términos empleados en los evan- luego junto a una puerta de la ciudad, a la que
gelios de Mateo y de Marcos, aun siendo aparen- hace referencia la Carta a los Hebreos (13, 12) que
temente menos precisos, el significado viene a ser acabamos de citar; el lugar de la crucifixión podía
el mismo que en Juan. Me 15,20: «y lo sacan» (kai contemplarse desde cierta distancia, «desde lejos»
exagousin auton); Mt 27,31-32: «y lo condujeron a (Mt 27,55).
crucificarle. Al salir (exerjomenoz) (de la ciudad), También se nos dice que «había allí un huerto
encontraron a un hombre de Cirene», «que venía del y en el huerto un sepulcro nuevo ( mnemeion kainon)
campo», añade Me 15,21. Lucas, menos preciso en (Jn 19,41; Mt 27,60; Le 23,53); «excavado en la
este punto, afirma simplemente que lo «conduje- roca» (Mt 27,60; Me 15,46); la entrada era baja
ron al lugar llamado de la Calavera» (23,26 y (Jn 20,11) y se cerraba con una gran piedra ro-
23,33). Mateo (28,11) señala que algunos de la dante (Mt 28,2; Me 16,4); el interior del sepulcro
guardia, que vigilaban el Sepulcro, «fueron a la se componía de al menos una cámara con capaci-
ciudad para comunicar a los sumos sacerdotes lo ocu- dad suficiente para que en él pudieran desenvol-
rrido». Y en Mt 27,53 leemos que después de la re- verse a un mismo tiempo al menos cinco personas
surrección de Jesús muchos cuerpos de santos di- (Le 24,3.10). Pero de los textos evangélicos no
funtos saliendo de los sepulcros «entraron en la puede deducirse que la rumba fuera de arcosolio,
ciudad». Las tumbas estaban fuera de la ciudad. como dan por supuesto V Corbo 9 y otros autores.
Pero los evangelistas todavía precisan más, Estas indicaciones topográficas son datos re-
señalando el lugar del suplicio de Jesús por su cogidos por los evangelistas, bien directamente
nombre propio: «un lugar llamado Gólgota» (Mt por ellos mismos o de la tradición de la comuni-
27,33; Me 15,22 y Jn 19,17), «que es el lugar de dad cristiana de Jerusalén, que indudablemente
la Calavera» (Kraniou tópos), traducción del tér- conservaba el recuerdo de la tumba y también la
7
SOZOMENO (Hist. Eccl., II, 1) habla de la existencia de sefo, o bien con la Puerta de Genat («Puerta de los Jardines»
una tradición conservada por una familia judía (entiéndase o de los Huertos) en el tramo norte del primer muro. Todo
judeocristiana) de Jerusalén, la cual informó a santa Elena so- depende de dónde se haga salir a Jesús con la cruz: de la To-
bre el lugar donde se encontraban el Sepulcro y el Calvario. rre Antonia, como piensan algunos autores, o del palacio de
8
Esta puerta, si se acepta el lugar tradicional de la muer- Herodes, como proponen otros (cf. P BENOIT, «LAntonia
te de Jesús, habría que identificarla o con la supuesta Puerta d'Hérode le Grand et le forum oriental d'Aelia Capitalina»,
de Efraim que se reconoce comúnmente como la puerta cu- HTR (1971] 135-167. Corregido en Exégese et Théologie, pp.
-yos restos arqueológicos pueden verse en la hospedería rusa 311-346; íd., «Le Prétoire de Pilare a l'Epoque Byzantine»,
de San Alejandro, conocida como «Puerta del Juicio», su- RB (1984] 161-177).
puestamente formando parte del segundo muro de Flavio Jo- • DES XI, 400.
36 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
propiedad del lugar, al menos del Sepulcro. Mt eran raras las personas que llegaban y pasaban de
27,60 nos informa de que el propietario era José los 70 años. Herodes el Grande, por ejemplo, que
de Arimatea, «miembro ilustre del Sanedrín» (Me llevó una vida azarosa y probablemente un tanto
15,43) y «discípulo de Jesús» (Jn 19,38). desordenada, poco favorable a una larga vida, vi-
Quizá el lector se haga ahora la pregunta si- vió 69 años 11, la misma edad de Orígenes (siglo
guiente: ¿realmente todos estos datos concuerdan III d. C.). Egesipo, según texto transcrito por
con el lugar tradicional de la crucifixión y de la Eusebio, nos dice que Simeón, hijo de Cleofás y
sepultura de Jesús? Porque el problema en este ca- segundo obispo de la Iglesia de Jerusalén, vivió
so es el de la ubicación de los datos topográficos, ciento veinte años y «fue martirizado bajo el em-
que aunque son muchos no son todos los que ne- perador Trajano y el gobernador Arico» el año
cesitaríamos nosotros, a casi dos mil años de dis- 107 12• Sin duda que este caso, si es histórico (y no
tancia. Las fuentes no precisan detalles que serían tenemos ningún argumento en contra), es excep-
de gran utilidad, como por ejemplo por qué cional. Egesipo (siempre citado por Eusebio)
puerta de la ciudad salió Jesús con la cruz o en nombra también a los nietos de Judas 13, uno de
qué dirección. Incluso es discutido el lugar don- los llamados hermanos del Señor, quienes «des-
de fue condenado. Qué tipo de tumba era y có- pués de haber dado testimonio de Cristo bajo Do-
mo estaba orientada, etc. miciano» (emperador del 81 al 96 d. C.) 14 como
«mártires y miembros de la familia del Salvador,
De ahí que no pueda prescindirse de la loca- presidieron la Iglesia hasta el tiempo del empera-
lización mantenida por la comunidad cristiana dor Trajano» (98-117) 15• Egesipo nombra a estos
posterior, la cual no está desprovista de solidez, a destacados personajes por ser de la familia de Jesús
pesar de lo que se han esforzado algunos por y por el papel que desempeñaron en la comunidad
demostrar lo contrario, utilizando, a veces, argu- cristiana, pero bien puede creerse que no fueron
mentos bastante débiles y poco o nada creíbles. los únicos testigos de la segunda y tercera genera-
Cuando los evangelios sinópticos fueron escritos ciones que traspasaron los umbrales del siglo II.
(entre el año 70 y el 80, más o menos), todavía
vivían testigos que conocieron a Jesús. Mucho
El historiador Eusebio recogió, además (pro-
más aún si se acepta la composición de una parte
bablemente también de la historia de Egesipo),
del evangelio de Juan en torno al año 50 10• Esto
los nombres de los quince obispos que presidie-
da una garantía mayor todavía a los datos del ron la comunidad cristiana de Jerusalén desde
evangelio. No obstante, conviene dejar claro que Santiago, «el hermano del Señor», hasta Judas,
las referencias topográficas proporcionadas por contemporáneo de la segunda Guerra Judía bajo
los evangelios cuadran bien con el lugar tradicio- el imperio de Adriano (117-138) 16. Este dato lo
nal, teniendo en cuenta las investigaciones reali- confirma también san Cirilo de Jerusalén años
zadas en la zona. Ciertamente, mucho mejor que más tarde en una de sus catequesis17•
con ningún otro lugar propuesto en el pasado por Todos estos pormenores corroboran la conti-
los opositores al lugar tradicional. nuidad ininterrumpida de la presencia de una co-
munidad cristiana en Jerusalén hasta el año 135,
dirigida y representada por una serie de obispos
La tradición en el período post-apostólico que fueron los depositarios de la doctrina de los
apóstoles y de las tradiciones de la comunidad
hasta el año 135
cristiana de Jerusalén.
A pesar de que la esperanza de vida en el siglo Algunos autores, contrarios a la localización
I era bastante más baja que en nuestros días, no tradicional, se apoyan en los testimonios de Eu-
15
10
B]er., edición de 1998. HEIII, 32, 5-6.
11
Cf. P. RICHARDSON, HerodKingofthe]ewsandFriendof 16
HE IV, 5, 3; ver también HE IV, 3, 2 y nota 15 (cf. R.
the Romans, University of South Carolina, 1996. RIESNER, «Colgota und die Archaologie», BIKI 40 [1985] 24).
12
HEIII, 32, 2-3 y nota 236 (citamos por la edición bilin- "XIV, 15.
güe publicada por A. VEl.ASCO DELGADO, BAC, Madrid 1973). 18
HEIII, 5, 3.
13
HEIII, 20. 19
Adversus Haereses, PGXLIII, 402-403 y PGXLIII, 407;
14
E. J. B!CKERMAN, Cronology of the Ancient World, Lon- De Mensuris et Ponderibus, PG XLIII, 262.
dres 1969. ¡,
EL TEST IM O N IO DE LA TRAD IC IÓ N . DESD E LA M U ERTE D E JESÚ S HASTA LA C O N ST RUC C IÓ N DE LA BASÍLIC A D E C O N STAN TIN O 37
sebio 18 y de san Epifanio 19, para negar la conti- desde el comienzo de la Iglesia, como lo revelan
nuidad de la tradición. Según estos historiadores, ya los propios evangelios en los relatos de la Re-
los miembros de la comunidad cristiana de Jeru- surrección y algunos evangelios y otros escritos
salén, viendo el peligro que se aproximaba, si- apócrifos. Del período post-apostólico se conoce
guieron el consejo de Jesús y emigraron a Pella una larga lista de personas importantes que desde
hacia el año 70, para librarse del asedio de la ciu- distintas provincias, de fuera incluso de Palestina,
dad por las legiones romanas. Pero a esto tenemos visitaron la Ciudad Santa atraídos por la devo-
que decir, en primer lugar, que no es creíble que ción a tan santos lugares.
emigraran todos a Pella e incluso que se fueran Aun aceptando la opinión de san Epifanio 23,
codos de Jerusalén. En cualquier caso, el asedio y según la cual los cristianos habrían permanecido
conquista de Jerusalén no duró más de cinco me- en Pella hasta la construcción de Aelia por el em-
ses y, por consiguiente, nada les impidió volver a perador Adriano en los años 134-136, la ausencia
ella después de la hecatombe. Renán considera de 65 años no es tiempo suficiente para que se
como lo más probable que la mayor parte de la pierda una tradición o recuerdo tan fuerte como
comunidad volvió tan pronto como fue pacifica- lo era sin duda el del Calvario y la tumba de Je-
da Judea, en torno al 73 d. C. 20 Lo que permite sús para la comunidad cristiana 24• Pero, además,
pensar, como hace V Guerin 21, que más de uno, si se acepta como válido el testimonio anterior de
si no todos, se apresuraría a volver para no perder Epifanio, no hay razón para que no se acepte
para siempre sus bienes o propiedades en la ciu- igualmente otro testimonio del mismo santo, se-
dad de Jerusalén y cercanías, de prolongarse mu- gún el cual «cuando Adriano llegó a la ciudad só-
cho la ausencia. Y esto aun en el caso de que la lo encontró en pie unas pocas casas y la iglesia de
ciudad hubiera quedado totalmente destruida, Dios, una construcción modesta, en el lugar don-
como afirman hoy algunos arqueólogos 22. En se- de se reunieron los discípulos, en la sala alta, des-
gundo lugar, no nos consta que los cristianos de pués de la Ascensión del Señor». Esta iglesia 25 es-
fuera de Jerusalén se ausentaran; es decir, los mu- taba construida en una parte de la colina de Sión
chos seguidores de Jesús de que los hablan los que escapó a la destrucción juntamente con algu-
Hechos de los Apóstoles (5,14) repartidos ya en nas casas del entorno 26• Y añade que este grupo
esas fechas por toda Palestina (Hch 8,1), incluso de casas con la iglesia continuaban existiendo en
en ciudades donde las legiones romanas entraron tiempos del emperador Constantino27• Lo cual
pacíficamente. Y sería temerario pensar que aque- equivale a decir que en Jerusalén existió una co-
llos cristianos que vivían fuera de Jerusalén des- munidad cristiana durante el período de entre las
conocían la ubicación del Calvario y del Sepulcro dos guerras judías y continuó existiendo durante
de Jesús, siendo los lugares más íntimamente li- el período de Aelia Capitalina. Esto no es óbice
gados a los acontecimientos en los que se basaba para que pueda admitirse que una parte de la co-
la fe cristiana. Se sabe además que la peregrina- munidad huida a Pella el año 70 se estableciera
ción a dichos lugares fue una práctica constante allí definitivamente o por un período de tiempo
20 Citado por C. W WILSON, Golgotha and tbe Holy Se- ma época, a pesar de sufrir destierros más prolongados que el
de los cristianos en Pella? Y éste, además, fue un destierro vo-
pulchre, Londres 1906, p. 54.
luntario que no les impedía volver a Jerusalén, o ir y venir
21
Op. cit., p. 308.
22 MüNTER ( The jewish mtr under Trajan and Hadrian, p. cuando quisieran.
25 Epifanio da a este lugar de culto el doble nombre de
448) y ROB!NSON (Biblical Researcbes in Palestine, 1856, p. 371)
creen que la comunidad no volvió de Pella sino después de apa- «synagoga» y de «iglesia» («iglesia de Dios»), sin duda por ha-
ciguada la rebelión de Bar Kokhba (cita de C. W. WILSON, Gol- ber pertenecido a los cristianos de origen hebreo, que, como el
gotha and Holy Sepulcbre, p. 54). Sin embargo, no debe olvidar- mismo autor advierte en otro lugar, preferían dar el nombre de
se que la Legión X se estableció en Jerusalén a partir del año 70, sinagoga a sus lugares de cuico.
26 Jbíd., XIV, PG XLIII, 259-262; EUTIQUIO, Anales, PG
y por consiguiente la vida de la ciudad se rehizo, al menos en
parte, bastante pronto. La legión necesitaba abastecerse de mu- CXI, 987.
27 «Erat illa quadam in Sionis parte constructa quae civitate
chas cosas que, de no existir una población suficiente de comer-
ciantes, artesanos, etc., les sería bastante más difícil conseguir. superfaerat, cum Sion propinquis aliquot aedificiis, ac septem sy-
23 De Mensuris et Ponderibus, XV, PG XLIII, 262. nagogis quae in eodem monte solae velut tuguria perstiterant, ex
24 ¿Acaso perdieron los judíos la memoria del emplaza- quibus una dumtaxat ad Maximonae praesulis et Constantini
miento de sus lugares de culto y veneración, como el templo o imperatorts tempora uelut umbraculum in vinea ut Scripturae
las tumbas de algunos de sus líderes religiosos de aquella mis- uerbis utar; relicta uidebatur» (íd., PL XLII, 262).
T
más largo, siendo a ésta a la que se refiere san Epi- Destrucción de Jerusalén por orden
fanio en la primera cita traída aquí. Pero aun en del emperador Adriano y sus consecuencias
este caso, si ello fue así, no hay razón para pensar para la comunidad cristiana
que la comunidad huida a Pella se encerrara co-
mo en una prisión, sin moverse de allí. Muchos La segunda sublevación judía contra los ro-
judíos de todas partes peregrinaban a Jerusalén manos 28, dirigida por Simón Bar Kokhba (132-
cada año, como lo hicieron año tras año José, 135) 29 bajo el gobierno del emperador Adriano,
María y Jesús desde Nazaret (Le 2,41). Y Nazaret por ley natural la vivieron todavía los cristianos
estaba más distante de Jerusalén que Pella. No de la tercera generación; es decir, los nietos de
hay razón para pensar que el resto de la comuni- muchos de los contemporáneos de los últimos
dad cristiana que permaneció algún tiempo en acontecimientos de la vida de Jesús. Y, por consi-
Pella no lo hiciera, sino que más bien hay que guiente, fueron igualmente testigos de la trans-
pensar lo contrario, máxime cuando, sin duda, formación de la ciudad, lo que no puede perder-
muchos de ellos habrían dejado bienes e intereses se de vista cuando se hable de la tradición de los
en Jerusalén, aparte del sentimiento religioso ha- lugares que aquí nos ocupan. Ellos fueron los que
cia la Ciudad Santa. pasaron la antorcha de las tradiciones a la nueva
Se conocen dos viajes de Adriano por el comunidad de Jerusalén formada por obispos y
Oriente, en los que visitó Jerusalén. Hemos ha- cristianos, ahora en su mayoría de origen no ju-
blado del segundo, que realizó el año 130. La vi- dío ". He aquí lo que escribe Eusebio: «Así es co-
sita a Jerusalén que menciona Epifanio tuvo lugar mo la ciudad llegó a quedar vacía de la raza judía
-según él- «cuarenta y siete años después de la y fue total la ruina de sus antiguos moradores3t.
ruina de Jerusalén» (año 117). Ambos, en todo Gentes de otra raza vinieron a habitarla» 32, para
caso, antes de la segunda Guerra Judía. Luego es llenar el vacío dejado por aquéllos, que, por ser
obligado admitir que o no se fueron todos los muchos, debió de ser grande. No dice que no hu-
cristianos de Jerusalén el año 70, o una parte al biera en Jerusalén habitantes no judíos, que no
menos de los exiliados volvieron de Pella tan fueron expulsados. El texto de Eusebio continúa:
pronto como pasó el vendaval de la primera Gue- «Mas también la Iglesia de allí vino a estar com-
rra Judía y continuaron manteniendo las tradi- puesta de gentiles, y el primero a quien se encar-
ciones hasta la llegada de Constantino, primer gó de su ministerio, después de los obispos que
emperador cristiano y quien ordenó construir los procedían de la circuncisión, fue Marcos»33• No
monumentos que conocemos sobre los lugares es que esta comunidad cristiana de origen pagano
del Calvario y del Sepulcro de Jesús, aparte de naciera repentinamente con la llegada de los de
otras basílicas e iglesias en otros lugares. afuera. Eusebio asegura que ya existían en la ciu-
28
Esta guerra no tuvo un cronista, como lo tuvo la primera nidad cristiana de Aelia estuvo compuesta de miembros proce-
Guerra Judía en la persona de Flavio Josefo, o se ha perdido. Por dentes de la gentilidad y fue presidida durante todo aquel perí-
eso es poco lo que se sabe de ella. EUSEBIO (HE IV, 6, 3), que odo por obispos de origen no judío, mientras que hasta ese mo-
transmite algunas noticias de la misma, dice haberlas tomado de mento, desde los apóstoles, «todos (los obispos) procedían de la
Aristón de Pella, personaje que pudo ser testigo de los aconteci- circuncisión», según expresión del mismo Eusebio (HE IV, 5,
mientos. SCHÜRER, I, p. 66, considera la obra de Aristón, «Diá- 4); véase también Sulpicio Severo, Crónica, II, 31, 2.
logo de jasón y Papisco», escrita a mediados del siglo II d. C. 31
Parece que la prohibición a los judíos de residir en Jerusa-
29 Cf DION CASIUS, HR67, 12-14 y EUSEBIO, HEN, 6, 1-4). lén y alrededores estaba todavía vigente en el siglo IH, conti-
30 Los cristianos no tomaron parte en la sublevación contra nuando muy probablemente hasta Constantino (cf C. W. WIL-
Roma, siendo quizá ésa la razón por la cual fueron cruelmente SON, «Golgorha and Holy Sepulchre», PEFQS [1903] 51-65).
32 Se trata de gentes procedentes de diversas provincias de
perseguidos por el jefe de la revuelta, Bar Kokhba (HE IV, 8,
4). Eusebio no hace sino transcribir un texto de san justino cultura griega. La noticia es confirmada por san Jerónimo y
(Apol. I 29, 4), filósofo nacido en Palestina que vivió la segun- por Zonaras, que dice que eran helenos (PG CXXXIV, 995)
da revuelta judía. Probablemente aquella persecución contra los (citados por F. M. ABEL, Histoire de la Palestine, vol. 11, París
cristianos fue la causa de su conversión, ocurrida entre el 132 y 1952, p. 103). En cuanto a la expulsión de los judíos, véase
el 135. A este propósito véase su propio testimonio (Apol. 11 12, también la Misná, Taanit N, 6.
33 HE N, 6, 4. Eusebio completa la lista de obispos que
1, 2), citado también por Eusebio (HEIV, 8, 5). Tampoco ha-
bía, en consecuencia, ningún motivo para que fueran expulsa- presidieron la Iglesia de Jerusalén durante casi los dos siglos si-
dos de la ciudad. Aunque parece que la exención alcanzó sólo a guientes en V, 12, 1-2; hasta 15 obispos, siendo Narciso el de-
los cristianos de origen no judío. Lo cual se puede deducir de cimoquinto de esta serie y trigésimo desde los apóstoles (véase
la noticia de Eusebio según la cual, a partir del 135, la cornu- HE, nota 213, p. 304 de la versión española).
EL TESTIMONIO DE LA TRADICIÓN. DESDE LA MUERTE DE JESÚS HASTA LA CONSTRUCCIÓN DE LA BASÍLICA DE CONSTANTINO 39
dad con anterioridad cristianos de ese origen 34• te, contradictorias. Esto hace que las conclusiones
No hay, por consiguiente, razones para negar la de los estudiosos no siempre sean acordes37• Por
continuidad de la tradición sobre estos santos ejemplo, las fuentes parecen no estar de acuerdo
lugares hasta el comienzo de la segunda Guerra sobre si la ciudad estuvo ocupada o no por los
Judía, y aún después durante todo el período de insurrectos de la segunda revolución, y en los au-
Aelia. Lo iremos viendo por partes. Pero es inte- tores modernos las opiniones están igualmente
resante destacar que tanto Jerónimo como Pauli- divididas 38. Por nuestra parte, analizadas las con-
na y Sozomeno dan por supuesta la existencia allí clusiones de la crítica moderna, aceptamos como
de un culto cristiano anterior a la transformación fecha inicial más probable de la fundación de Aelia
de Adriano. Más arriba hemos visto también el la del 130 d. C. Esta fecha está, además, más en
testimonio de san Epifanio en este sentido. conformidad con el testimonio de Dion Casio,
Se ha escrito mucho sobre la segunda Guerra que considera la guerra una consecuencia de la
Judía 35 y sobre las causas de la misma 36, así como fundación de la colonia 39; pero también, habida
sobre la transformación de la ciudad de Jerusalén cuenta de la magnitud de la empresa, es obligado
en colonia romana. Desgraciadamente, las fuentes creer que la construcción de la nueva ciudad de-
son muy parcas en noticias sobre aquellos aconte- bió de prolongarse bastantes años después de so-
cimientos y, a veces, por lo menos aparentemen- metida la rebelión, pudiendo referirse Eusebio 40 a
34
De Theophania, PGXXIV, 623. vas del desierto de Judea aparentemente en posesión de los in-
35
Entre los muchos autores que tratan este asunto, véanse: surrectos que se refugiaron allí tras la derrota de Bar Kokhba,
E. SCHÜRER, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús, vol. se inclina por considerar la fundación de Aelia causa de la su-
I, pp. 680-709; J. R. AYASO, judaea Capta, Estella 1990; S. blevación judía («Aelia Capitolina. jerusalem no more», BAR
APPLEBAUM, Prolegomena to the Study of tbe Second Reuolt, Ox- 23/6 [1997] 46-48 y 73). Parece menos probable la hipótesis
ford 1976; íd., «The Second Jewish Revolt», PEQ 116 (1984) de una fundación más temprana del 130, coincidiendo con el
35-41; P. SCHAEFER, Der Bar Kokhba Aufitand: Studien zum inicio del reinado de Adriano, como ha propuesto algún autor
zweiten jüdischen Krieg gegen Rom, J. C. B. Mohr, Tubinga (cf. W. D. GRAY, «The Founding of Aelia Capicolina and rhe
1981; L. MILDENBERG, The Coinage of the Bar Kokhba \Vtir, Chronology of the War under Hadrian», AJSL 39 [1923]
Sauerlander 1984. 248ss). Tampoco es segura la fecha del decreto de Adriano
36
Cf. M. SARTRE, El Oriente romano, Madrid 1994, pp. prohibiendo la circuncisión, si es que existió (M. SARTRE for-
414ss. La prohibición de la circuncisión (hacia el 132) no tu- mula cierta duda a este propósito, op. cit., p. 415), y que, se-
vo ninguna intención directa anrijudía, pues se trataba de una gún la Historia Augusta, Vita Adriani 14, 2 y AELIUS SPARTIA-
ley de ámbito más universal, ya que había otros pueblos que la NUS, Hadrian Xlll, habría sido la chispa que desencadenó la
practicaban. Tampoco puede probarse una intencionalidad an- rebelión, aunque la ley tenía carácter universal. SCHÜRER, His-
tijudía, y menos anticristiana, como han creído algunos auto- toria del pueblo judío en tiempos de jesús, pp. 683-688, tras un
res antiguos y modernos apoyándose, al menos inicialmente, amplio análisis de las fuentes, piensa que tanto el decreto de la
en la idea de reconstruir Jerusalén (130). Otra cosa distinta es fundación de Aelia como el de la prohibición de practicar la
que se realizaran o proyectasen obras contrarias al espíritu ju- circuncisión pudieron ser causas coadyuvantes del levanta-
dío, como la construcción de un templo a Júpiter en el lugar miento del pueblo judío, sobre codo si ambos decretos se pro-
del antiguo templo judío. M. SARTRE escribe: «Pausanias (I, 5, mulgaron a poca distancia uno del otro. En este caso habrá que
5) y Eusebio de Cesarea (HE IV, 6, 1-4) no conocen ninguna pensar en el 130 como fecha más probable del decreto de la
causa precisa de la revuelta judía, a no ser el espíritu de rebel- fundación de Aelia y poco antes el de la prohibición de la cir-
día de este pueblo y su rechazo a la tutela romana». cuncisión. Una cosa es clara: que en las monedas aparece el
37
La fecha de la fundación de la colonia Aelia Capitalina en nombre de Aelia a partir del 131-132 (cf. L. MILDENBERG,
el solar ocupado antes por la Jerusalén antigua, así como las ra- Coinage ofthe Bar Kokhba \Vtir, pp. 99-102, citado por M. SAR-
zones de su fundación y si fue causa o efecto de la segunda su- TRE, p. 415; cf., además, Greek and Latin Authors on jews and
blevación judía contra Roma, son cuestiones muy debatidas judaism, vol. III, p. 439; J. R. AYASO, judaea Capta, pp. 79ss).
38
por los historiadores. Para algunos, la sublevación se debió a la C. W WILSON, apoyándose en el testimonio de las mo-
fundación de Aelia, que en este caso habría tenido lugar en la nedas, cree que la ciudad estuvo en manos de los insurrectos
primavera del año 130, coincidiendo con el paso de Adriano más de un año, pero se desconocen las fechas ( Gofgotha and the
por Judea y Jerusalén con ocasión de su viaje a Oriente, yendo Hofy Sepulchre, p. 58).
39
de camino de Siria a Egipto (DION CASIUS, 69, 12). Pero esta «Cuando [Adriano] fundó su ciudad en Jerusalén con el
fecha, con ser probable, no es segura si confrontamos los testi- nombre de Aelia Capitalina en el lugar de la que había sido
monios de Dion Casio y Eusebio, que si bien este último no destruida, y erigió un santuario a Zeus en el lugar del templo
dice que Jerusalén sufriera alguna destrucción, da a entender de Dios, se produjo una guerra larga y dura» (Historia Roma-
que la colonia se constituyó pasado el desastre de la guerra (HE na, LXIX, 12, l); cf. Greek and Latin authors on jews and ju-
IV, 6, 4). A no ser que Eusebio se esté refiriendo a la ciudad ya daism, edit. by M. Stern, vol. II, n. 440.
40
levantada, para lo cual tuvieron que pasar algunos años, en cu- «Gentes de otra raza vinieron a habitarla, y la ciudad ro-
yo caso pueden conciliarse ambos testimonios. H. EsHEL, apo- mana constituida luego cambió su nombre y se llamó Aelia, en
yándose en el estudio de algunas monedas halladas en las cue- honor del emperador Adriano» (HEIV, 6, 4).
l'
40 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
la construcción y terminación de la ciudad y no a con «Jesús, los apóstoles y los profetas» 43• No nos
la fecha de su fundación, con lo que se evitaría la dejó ninguna descripción del Calvario, pero
aparente contradicción de ambos textos. menciona la tradición de los judeocristianos de
Cuesta mucho creer que aquellos cristianos, que el cuerpo de Adán está enterrado bajo el Cal-
que conservaban todavía frescos los recuerdos re- vario 44. También el amigo y protector de Oríge-
cibidos de personas que pudieron conocer a Jesús, nes, Alejandro, obispo de Jerusalén, peregrinó
y que presenciaron la transformación que sufrió desde Capadocia a Palestina «por motivos de ora-
la ciudad de Jerusalén en los años que siguieron a ción y de estudio de los lugares» santos 45; Julio
la guerra, no tomaran nota de lo que ocurrió con Africano, originario de Aelia Capitolina (160-
lugares tan sagrados para ellos conservándolos en 240?), discípulo de Orígenes y estudioso igual-
la. memoria. Cambios de tal envergadura, y sobre mente de los lugares santos, menciona también la
todo si son dolorosos, no sólo no se olvidan fácil- tumba de Adán bajo el Gólgota 46• Son muchos
mente, sino que contribuyen sobremanera a fijar más los que podrían citarse, como Acadabo (si-
más el recuerdo de los acontecimientos y de las rio), que visitó Jerusalén y el resto de Palestina el
cosas que con tal motivo han podido perderse. año 205; Pionio de Esmirna, Gregario de Neoce-
Cierto, no ha llegado a nosotros ningún relato sarea del Ponto (hacia el año 227), etc.
pormenorizado contemporáneo de la transforma- Desgraciadamente, no nos dejaron la memo-
ción de la ciudad por Adriano. Pero, aunque la ria de su visita a la Ciudad Santa, y si la escribie-
pequeña zona del Calvario y el Sepulcro fue cu- ron se ha perdido, aunque ya es importante que
bierta de tierra y de construcciones, según el tes- algunos lo citen. Por eso no queremos pasar por
timonio de Eusebio 41, confirmado hoy por la ar- alto el testimonio del obispo Melitón de Sar-
queología, como se verá en el transcurso de esta des ", importante además por el momento en
exposición, no hay razón para que se perdiera la que lo hace.
memoria del lugar donde tales reliquias cristianas Visitó Jerusalén durante el gobierno del em-
quedaron sepultadas. Más bien al contrario, el perador Marco Aurelio (161-180), para estudiar
hecho de que durante esos siglos no se visitaran el el canon del Antiguo Testamento 48 y buscar allí la
Sepulcro de Jesús y el Calvario es sólo una prue- tradición apostólica e informarse sobre los libros
ba de que no se podían visitar, como afirma san de la Sagrada Escritura. Fue sin duda uno de los
Jerónimo, no de que no se supiera dónde estaban. más célebres peregrinos a Jerusalén del período de
Es sabido que las peregrinaciones de cristia- Aelia Capirolina. Y sin duda él, como santa Ele-
nos a Jerusalén continuaron después de la trans- na siglo y medio más tarde, y tantos peregrinos
formación de la ciudad por Adriano. Conocemos cristianos desde entonces hasta hoy, si se acercó a
incluso los nombres de algunos peregrinos de Jerusalén como a la meta principal de su peregri-
aquel período, hombres ilustres por su saber y nación fue por encontrarse allí el lugar de la
santidad. Entre ellos, Orígenes, que llenó la pri- muerte y resurrección de Jesús. Esta realidad no
mera mitad del siglo III 42, pasando parte de ese ha sido nunca indiferente a ningún peregrino
tiempo en Palestina dedicado al estudio y la ense- cristiano. Y tampoco lo fue para Melitón de Sar-
ñanza de la Sagrada Escritura e interesándose por des, quien probablemente no vio el Calvario ni el
la topografía bíblica. Dedicó largo tiempo a visi- Sepulcro de Jesús, pero conservó la memoria de
tar y estudiar los lugares y vestigios relacionados dónde se encontraban. No en vano conoció allí,
46
41
Vida de Constantino, III, 26, 2 (PGXX, 1086). PGII, 105.
42
Murió probablemente el 254 en Tiro, a la edad de 69 47 Fue célebre en su época, en palabras de Eusebio (HEIV,
años. 13, 8), es decir, durante los reinados de Antonino Pío (138-
43
Com. in ]oan I, 28, PG XlV, 269. 161) y de Marco Aurelio (161-180), y uno de los «grandes
"Com. inMt27,32, PGXlII, 1777. luminares» de la Iglesia en Asia Menor, como le proclama Po-
45
HE VI, 11, 2. Alejandro no volvió a su sede, sino que lícrares de Éfeso en carta al papa Víctor el año 190, fecha lí-
permaneció en Jerusalén obligado por los fieles de esta iglesia mite de la muerte de Melitón (cf. J. IBANEz-F. MENDOZA,
como ayudante y sucesor de Narciso, a partir del 212 o 213. Melitón de Sardes. Homilía sobre La Pascua, Pamplona 1975,
Se desconoce la fecha de su nacimiento, en el siglo II, pero en pp. 19ss).
el 202 ya confesó su fe en la persecución de Septimio Severo. "HE IV, 26, 13; cf. «Melito and [erusalern», JTS 11
Murió el 250 en la cárcel de Cesarea. Antes había fundado una (1966) 401-404; A. HAMMAN, «Melitón de Sardes», Dicciona-
biblioteca en Aelia Capicolina. rio patrístico.
~
11
NJO DE LA TRADICIÓN. DESDE LA MUERTE DE JESÚS HASTA LA CONSTRUCCIÓN DE LA BASÍLICA DE CONSTANT!NO 41
EL TEST!MO
usalén, a la generación que vivió la trans- peregrinaciones a los lugares santificados por Je-
en J er
formación de la cm · dad y l a acomo dacron
· ' de l a sús 56• La causa de que no se describa el Calvario
del Calvario y el Sepulcro para el culto pa- ni se mencione más el Sepulcro es una prueba de
zona l .. que ni los podían ver ni acercarse, pero esto no
0
De aquel as gentes, cnsnanos o no, supo
gd~n de se ocultaban los venerables lugares sagra- implica que no conocieran el lugar, pues la pre-
on e . e u · sencia cristiana y la tradición, como se ha visto,
dos a los que hace rererencia en su ramosa riomt-
lía sobre la Pascua. no se interrumpieron en todo el período de Aelia.
Aquí el argumento del silencio tiene valor de tes-
Ese conocimiento le llevó a escribir, refirién-
timonio, además de estar justificado.
dose a la muerte de Jesús, lo siguiente: «El es
quien fue muerto. Y ¿dónde fue muerto? !In me-
dio de Jerusalén»49• Hasta tres veces lo repite a lo La colonia Aelia Capitolina
largo del discurso 5°, y en una cuarta añade, recal-
cando su anterior afirmación: «En medio de la pla- Ya queda señalado que las fuentes alusivas a la
za y de la ciudad, en medio de la ciudad, a la vista colonia son escasas. Vimos el testimonio de Dion
de todos» 51• ¿Se atrevería alguien a afirmar que Casio, según el cual Adriano, después de destruir
desconocía el ilustre obispo el testimonio de las la ciudad, ordenó construir un templo a Júpiter
Escrituras en las que se dice que Jesús murió fue- en el lugar del antiguo templo de Jerusalén. En
ra de la ciudad? ¿Por qué entonces no dice fuera este caso hay que hablar de una segunda destruc-
de Jerusalén o a las puertas de la ciudad? Cuando ción de la ciudad, ya que Flavio Josefo 57, escri-
él habla o escribe tiene delante, en su mente, la biendo sobre la primera revuelta judía, cuenta có-
imagen todavía fresca de lo que vio durante su mo, una vez que los soldados dieron muerte a
estancia en la Ciudad Santa transformada ya en cuantos encontraron en la ciudad y terminaron
Aelia Capitolina. Y lo que Melitón vio no fue el de saquearla, «el César les ordenó que terminaran
Calvario y el Sepulcro de Jesús, sino el lugar don- de destruir lo que quedaba de la ciudad y del
de estaban, ocultos bajo el alto basamento del templo, a excepción de las torres más altas, Fasael,
templo de Venus edificado junto a la plaza públi- Hípico y Mariamme, y el muro occidental». «To-
ca, el Foro romano 52, lugares a los que hace refe- do lo demás lo derribaron, y allanaron hasta los
rencia, relacionándolos con el sitio de la muerte cimientos, de tal suerte que nadie hubiera creído
de Jesús. Este lugar que había estado siempre fue- que había servido de morada a seres humanos en
ra vino a quedar casi en el centro de la nueva ciu- otro tiempo».
dad. Es sabido que el lugar tradicional del Calva- Ha habido estudiosos que, apurando la des-
rio y el Sepulcro había pasado al interior de la cripción de Josefo, concluyen que nada quedó re-
ciudad desde que Herodes Agripa I (37-44 d. C.) conocible después de la destrucción 58; tampoco el
inició la construcción del tercer muro 53, pero, so- lugar del Calvario y Sepulcro de Jesús 59• Excavan-
bre todo, después de la transformación de la ciu- do en la ladera oriental del monte Sión hemos
dad por Adriano. podido comprobar en diversos puntos la huella
Sirva, para terminar, el doble testimonio de de dicha destrucción. Es posible, no obstante,
Eusebio 54 y el de san Jerónimo 55, quienes asegu- que en el lenguaje de Josefo haya algo de exagera-
ran que desde la Ascensión del Señor al cielo, de ción. En cualquier caso, los daños provocados por
toda región de la tierra se hacían innumerables el asedio de la ciudad (si los hubo) que pudieron
49
Homilía sobre la Pascua, n. 72, p. 187. 55
Ep. 46, 9, PL 22,489.
50
51
na. nn. 93 y 94, p. 205. 56
Cf. L. BARSOTTELLI, «I luoghi santi Evangelici di Gerusa-
lbíd., n. 94, p. 207. lemme e la tradizione fino a Costantino», E. Doc 25, 2 (1972)
52
. , No se sabe la fecha exacta de la composición de la Ho- 264.
milt¿ sobre la Pascua, aunque una fecha aproximada propuesta 57
GJVII, 1, l.
por la crítica estaría entre el 160 y 170 (J. IBÁÑEZ-F. MENDO- 58
l. GEVA, «Searching for Roman jerusalem», BAR 23/6
Zt, Homilía sobre la Pascua, p. 30); en todo caso, el texto deja (1997) 37.
e aro que fue después de su estancia en Jerusalén. 59
C( H. VINCENT-F. M. ABEL, Jerus. Nouvel!e, II, pp.
53
GJV, 4, 2. 875ss. También K. KENYON (Royal Cities of the Oíd Testament,
54
Dem. Ev. 6, 18, c. 452, 457 y Vita Constantini 4, 43-47, p. 45) cree que Jerusalén fue destruida por Tito el año 70 d. C.
c. l l 93ss. y continuó en ruinas hasta el año 135.
42 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
60 64
Este comportamiento de las primeras comunidades cris- GJV, 259.
tianas de Palestina es un hecho comprobado por la arqueo- 65
GJV, 151. Ya Cestio había prendido fuego a este barrio
logía en una serie de lugares de tradición cristiana ya investi- en el 66 ( GJII, 530).
gados. 66
K. M. KENYON, Digging Up ]erusalem, p. 244. La con-
61
GJV, 149. clusión de la investigación de Kenyon se repitió y se ha con-
62
GJII, 530. firmado más recientemente bajo la iglesia luterana y, poste-
63
GJV, 260. riormente, bajo la basílica del Sepulcro.
EL TESTIM ON IO DE 1A TRADICIÓN. DESDE 1A MUERTE DE JESÚS HASTA 1A CONSTRUCCIÓN DE 1A BASÍLICA DE CONSTANTINO 43
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Sepulcro de Jesús
1
1
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1
1
1
Calvario 1
1
Templo 1 ·
1
o .
.
1
1 9 ------
1
Piscina de Betesda
Torre Antonia
Ciudad de David
Piscina de Siloé
Cenáculo
Primer Muro
Segundo Muro
Puerta de los Esenios
Puerta de Gennat
Palacio de. Herodes
11. Torres: Hípico, Fasael,
Mariamme
12. Barrio de Betesda
13. Acueducto
noroeste de la ciudad actual, o no estaba poblada necesidad para la propia Legión. También hay
o lo estaba en muy escaso grado, pues, primero, quienes consideran exagerado el juicio negativo
no era una zona segura y sí de fácil acceso al ene- de Josefa. L. Barsottelli, por ejemplo, es de esta
migo en caso de un conflicto, y, segundo, tanto opinión e intenta reconstruir el renacimiento de
Josefa como el cuarto evangelio (19,41 y 20,15) la vida en la ciudad inmediatamente después de
dicen expresamente que allí había huertos67• Si a su destrucción, manejando abundante bibliogra-
esto añadimos el hecho comprobado de la exis- fía para demostrar su tesis 69•
tencia en esa zona de una necrópolis, está claro
que tenía que estar despoblada entonces. Y hay
que pensar qué lo que pretendía Agripa constru- La ciudad de Adríano y sus templos
yendo una nueva muralla por este lado no era de Júpiter y Venus
tanto proteger directamente a una parte inexis-
tente de la población cuanto reforzar las defensas ¿En qué consistió la transformación realizada
de la ciudad por el lado más vulnerable. Tampo- por el emperador Adriano en Jerusalén? Algunas
co hay que olvidar que la construcción del tercer fuentes señalan que, siguiendo el rito romano em-
muro de Josefa, el muro de Agripa, no pasó de los pleado a veces con las ciudades destruidas y vacías
cimientos 68• Y así permaneció hasta que fue de sus propios habitantes, Tineus Rufos 70 abrió
levantado de urgencia por los insurrectos poco con el arado el surco que señalaba el perímetro de
antes de ser cercada la ciudad por las legiones la colonia que se iba a construir 71 y el pomoerium 72,
romanas el año 70. es decir, el perímetro de la nueva área sagrada esta-
Luego lo más probable es que estaba despo- blecida en la colina del templo judío. ¿Significa es-
blada, no afectándole en consecuencia, o muy to que el templo de Jerusalén fue completamente
poco, la destrucción de Jerusalén. Y si esto fue así, abatido 73 para levantar un nuevo santuario?
podemos suponer que siguió siendo zona despo- Las fuentes antiguas son muy parcas en noti-
blada hasta la transformación de Adriano y, por cias sobre este acontecimiento, y lo poco que nos
consiguiente, de fácil acceso a los cristianos y pe- dicen es muy confuso. Aquí nos interesa esclare-
regrinos del primer período cristiano, al menos cer, en la medida de lo posible, las noticias rela-
hasta que la cantera realizó su obra destructora, cionadas con los templos construidos en Aelia Ca-
particularmente en el Calvario. pitalina por orden de Adriano o posteriormente.
Porque hay que admitir que la vida de la ciu- Saber cuántos templos se levantaron y dónde.
dad, a pesar del mal estado en que quedó ésta co- El historiador romano Dion Casio dice en sus
mo consecuencia de la guerra, se fue rehaciendo. Anales que Adriano «levantó un templo a Júpiter
Y a ello contribuyó, sin duda, la presencia de la en el lugar del templo de Dios» 74• Pero esta men-
Legión X, que se estableció dentro del casco de la ción, aparentemente tan simple, ha hecho correr
ciudad el año 70. En torno a ella se restablecieron tinta a la hora de compaginar el texto de Casio
los negocios, los oficios y el comercio. Era una con otras fuentes.
67
GJV, 107. El mismo nombre de la puerta (Genat = «Puer- del emperador; cf. G. DURAND, «Aelia Capitolina», RE l
ta de los Jardines» o de los Huertos), que desde la muralla pri- (1892) 385.
7
mera se abría hacia la zona del Calvario, lo deja entender ( GJV, ' Esta ceremonia quedó inmortalizada en la numismática
146). Cf. J. JEREMIAS, Jerusalén en tiempos de Jesús, pp. 59-60. deAelia.
68 72
GJV, 152. De hecho, fue el mismo Agripa, que reinó Cf. F. M. ABEL, Histoire de la Palestine, II, París 1952, p.
apenas tres años en Judea, quien mandó parar las obras. Lue- 97. El autor cita en nota 2 las fuentes que hacen mención del
go no hubo tiempo de construir mucho. Véase también GJII, empleo del arado en el área del templo judío; no descuida ci-
218-219 y Ant. XIX, 326-327. tar el testimonio iconográfico de ciertas monedas de las colo-
69
«I Luoghi santi evangelici di Gerusalemme e la tradizio- nias, en las que se representa al buey y la vaca, según reza el rito,
ne fino a Costantino», E. Doc. 15 (1972) 234ss. Véase, no obs- tirando del arado; cf. Miq 3, 12.
tante, la opinión de I. GEVA, «Searching for Roman [erusa- 73
De la destrucción del templo da testimonio el cúmulo de
lern», BAR 23/6 (1997) 35-48 y 73. Confirmado más escombros, principalmente sillares, hallados sobre el enlosado
recientemente bajo la iglesia luterana y posteriormente bajo la de la calle herodiana del Tyropeon, terminada de excavar re-
basílica del Sepulcro. cientemente. Estos restos son de la destrucción del año 70 d. C.
70 74
Tineus Rufus era entonces el gobernador de Judea. Epi- DION CASIUS, LXIX, 12; Zonaras atribuye también a
fanio de Salamina (320-402) asegura, sin embargo, que el en- Adriano la fundación de Aelia y la construcción de un templo
cargado de la reconstrucción de la ciudad fue Aquila, pariente a Zeus, pero no lo ubica (Annales, PGCXXXIV, 995).
1 j
EL TESTIMONIO DE LA TRADICIÓN. DESDE LA MUERTE DE JESÚS HASTA LA CONSTRUCCIÓN DE LA BASILICA DE CONSTANTINO 45
El autor (traductor) bizantino del Chronicon El problema surge con la pregunta siguiente:
Pasea/e da una información más completa de la ¿el templo de Júpiter y el Tricamaron son el mis-
nueva ciudad de Aelia: Adriano -dice- «después mo templo? Es decir, ¿Dion Casio y el Chronicon
de haber destruido el templo de los judíos en Je- se están refiriendo a la misma construcción? Esta
rusalén, construyó dos baños públicos, el teatro, pregunta suscita a su vez una segunda pregunta.
el Tricamaron (capitolio), el ninfeo de cuatro pór- Si son la misma cosa, ¿dónde está situado? Según
ticos, el dodecapylon y la explanada cuadrangular. Dion, está claro, en el lugar del antiguo templo de
Dividió la ciudad en siete barrios y nombró am- Jerusalén. Pero el Chronicon no da ninguna pista.
phodarcas entre los hombres preparados, asignán- Aquí empiezan las dificultades y las discusio-
dole a cada uno un barrio, llevando cada barrio el nes de arqueólogos e historiadores.
nombre del amphodarca hasta hoy. Y a la ciudad En efecto, la crítica no es acorde. Hay auto-
le impuso su propio nombre, llamándola Aelia» 75• res, como Germer Durand, que, además de iden-
Algunas de las construcciones nombradas eran tificar el Tricamaron con el Capitolio, identifican
obligadas en la fundación de toda colonia roma- éste con el templo de Júpiter de Dion Casio le-
na, y todas eran más o menos comunes. Pero el vantado en el lugar del templo judío 78• De esta
laconismo del autor nos deja la dificultad de su manera, si aceptamos el testimonio de Eusebio y
interpretación y la labor de situar cada uno de el de los historiadores bizantinos Sócrates y So-
esos monumentos en el plano de la nueva ciudad; zomeno, que sólo mencionan el templo de Venus
ambas tareas no son nada fáciles, como lo de- en el lugar cristiano, habría en Aelia dos templos:
muestra la diversidad de opiniones 76 a que han uno en el lugar del templo judío dedicado a Jú-
dado lugar. De cara a nuestro trabajo nos fijare- piter Serapis, representado en algunas monedas
mos únicamente en los términos que guardan re- sentado y con la cabeza cubierta 79 después de la
lación directa con el objetivo del mismo. subida al poder de Lucio Vero (año 161), y otro
Hay un consenso general entre los autores mo- templo en el lugar sagrado cristiano dedicado a
dernos para identificar el Tricamaron con el Capi- Venus, y Germer Durand añade: «y a Júpiter»,
tolio (el templo de la tríada capitolina: Júpiter, Ju- haciendo una concesión al testimonio de san Je-
no y Minerva) 77, normativo en toda nueva colonia rónimo 80• Por el contrario, otros estudiosos, co-
romana y que en este caso figura, además, en el mo H. Vincent, restan valor al testimonio de
nombre de la ciudad: colonia Aelia Capitolina, con Dion Casio81 y afirman que en el lugar del tem-
el que la bautizó Adriano; también figura el nom- plo judío no se construyó ningún templo, y me-
bre del emperador, Aelio Adriano. nos el Capitolio 82• F. M. Abel, por su parte, tras
75 Todavía hoy puede identificarse con cierta facilidad el única obra de Adriano en aquel lugar se redujo a una restau-
trazado de las calles de la colonia romana. Pero persiste la difi- ración de los muros que cerraban la explanada, la «cuadra» del
cultad para ubicar las construcciones citadas por el Chronicon. Cbronicon, y que él traduce «esplanade quadrangulaire». El testi-
76 Cf. G. DuRAND, «Aelia Capitolina», RB 1 (1892) 369- monio de san Cirilo de Jerusalén supone que en su tiempo
387; H. VINCENT et F. M. ABEL, jérusalem Nouvelle, I, cap. I, todavía existían ruinas del templo interior «del mismo altar don-
París, 1915; L. BARSOTTELLI, «I luoghi santi evangelici di Ge- de estaban los querubines», las cuales desaparecerán cuando ven-
rusalernrne», E. Doc. 15 (1972) 244ss, etc. ga el Anticristo, «cuando no quede piedra sobre piedra». Proba-
77 L. BARSOTTELLI, op. cit., p. 248. J. BAYET cree que el Ca- blemente este texto pide una lectura distinta de la hecha por
pitolio de Adriano fue construido el año 137 por Adriano (La Vincent, porque, de lo contrario, estaría en contradicción con lo
religi,ón romana, p. 216). que escribe san Jerónimo: «Donde una vez estuvo el templo y la
78 Op. cit., pp. 377 y 379. Cf. C. SCHICK, «Die Baugeschich- religión de Dios se levanta la estatua ecuestre de Adriano hasta el
te der Stadt Jerusalem in Kursen Umrissen von den al testen Zei- día de hoy, en el verdadero lugar del Sanco de los Santos» (In Is.
ten bis auf die Gegenwart dargestellt», ZDPV(l898) 166. II, 8 y MtXXI, 15). ¿No será que los romanos aprovecharon par-
79 Cf. F. DE SAULCY, Numismatique de la Terre Sainte, París te de las ruinas del santuario para allí mismo levantar el monu-
1874. mento al emperador y, por qué no, el templo de Júpiter? De es-
ªº Loe. cit., p. 378. ta forma se pueden conciliar ambos testimonios, puesto que las
81 H. VINCENT desconfía del texto de Dion por ser -dice- piedras del santuario todavía están allí, y san Cirilo no dice na-
una abreviación del texto original hecho por Xiphilin en el si- da de una situación de ruina o abandono. El mismo texto de Eu-
glo XI. sebio (Demostratio Evangelica, VIII, 3), citado por Vincent a fa-
82 H. VINCENT, jérusalem Nouvelle, II, pp. l 5ss, tras un largo vor de su teoría, vendría más bien a confirmar lo que venimos
razonamiento apoyado en un texto del peregrino de Burdeos diciendo. Escribe Eusebio: «Tal es el espectáculo desolador que
(Geyer, Itin., pp. 2lss) y en el comentario de san Cirilo de Jeru- uno puede contemplar con sus propios ojos: las piedras del tem-
salén a 2 Ts 2,4 ( Cat. XV, 15; PGXXXIII, 889), concluye que la plo mismo y hasta las del santuario antiguamente inaccesible, ro-
46 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
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\ Templo de Júpiter
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Campo de
1. Foro
la Legión X 1'
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11
1' 3. Puerta Neapolitana
111
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4. Cardo Maximo
1: 5. Decumano
11 6. Arco de Triunfo
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i i!
7. Piscina de Betesda.
Culto a Esculapio
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¡ 1 8. Piscina de Siloé
o : 1
¡ i 9. Iglesia judeocristiana
9 • 1
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¡ ¡Q 8
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badas en provecho de los templos de ídolos o para la erección de hecho, dice que son de Adriano las dos estatuas que menciona,
lugares de públicos espectáculos». Aparte de que el mismo texto siendo así que una de ellas llevaba la inscripción de Antonino Pío
de Eusebio puede tener otras interpretaciones, de sus palabras, en el pedestal. Más recientemente J. Murphy O'Connor, en un
según creemos, no se sigue necesariamente que él esté descri- breve artículo, defiende también la construcción del Capitolio
biendo la acción de la destrucción, sino quizá más bien los efec- en el lugar tradicional del Sanco Sepulcro y no en el lugar del
tos de una acción del pasado, cuyos resultados pueden contem- templo judío (BAR, diciembre 1997, pp. 23-29).
83
plarse en los materiales sacados del templo y reutilizados en Histoire de la Palestine, p. 100. Se apoya el autor en la si-
construcciones anteriores a la obra de Eusebio, escrita entre el guiente afirmación de san Jerónimo: «En el lugar en donde no
313 y el 320. Tampoco debe olvidarse que el templo eran igual- hace mucho se encontraban el templo y la religión de Dios, allí
mente la explanada y los pórticos que la rodeaban, y ni Dion fueron colocados la estatua de Adriano y el ídolo de Júpiter»
precisa el lugar exacto del templo de Júpiter, ni el peregrino de (In Isaiam, 2, 9, PLXXJ.V, 49) (ver ibid., nora 2).
Burdeos el de aede ipsa y de las estatuas del emperador. El espa- 84
Ibid., p. 104. Abe! es de los que creen que las construc-
cio disponible era inmenso. Más recientemente, L. Barsottelli no ciones religiosas de Adriano en los lugares de culeo cristiano te-
considera posible la construcción del templo pagano en el lugar nían como finalidad hacer desaparecer también esta religión,
del templo judío. En su argumentación se apoya en las mismas aunque admire que probablemente no hubo persecución con-
fuentes que Vincent y añade otros testimonios aún más discuti- tra las personas.
bles (loe. cit., pp. 248 y 250). Por ejemplo, no vemos ninguna 85
« Ubi quondan erat Templum et religio Dei, ibi Adriani
alusión al templo en el texto de Eusebio que cita Barsoccelli. Y lo statua, et jovis idolum collocatum est» (In lsaiam I, 37; PL
que Eusebio atribuye a la pluma de Aristón de Pella se refiere al XXIV, 49). Este templo sería el reproducido en el reverso de
desarrollo de la segunda Guerra Judía y a la expulsión de los ju- las monedas de Aelia, gracias a las cuales tenemos una idea,
díos de la ciudad, quedando ésta desierta sí, pero de judíos. aunque somera, del mismo. Éstas reproducen los rasgos ele-
Asumo al que se refiere igualmente san justino en su Apología 11, mentales de un templo retrásrilo con tres nichos de anchura
47 y en el Diálogo con Trifon, 16. No podemos detenernos a ana- desigual. En el central, más ancho que los laterales y remata-
lizar con detalle el testimonio del peregrino de Burdeos en el que do en arco, aparece la figura sedente de Júpiter (júpiter Sera-
también se apoyan estos autores (véase el texto crítico en «Itine- pis, según Germer-Durand) flanqueado por las otras dos di-
raria et Alia Geographica», Corpus Christianorum, Series Latina, vinidades capitolinas: Minerva y Juno, ésta probablemente
Brepols 1965, pp. 15ss). Teniendo presentes las circunstancias sustituida por la Tijé, diosa protectora de la ciudad, que pue-
históricas del texto y el contexto, no nos parece decisiva la argu- de verse en el reverso de la moneda (ver el ejemplar de esta
mentación de Vincent. Además de que en este caso las alusiones publicación, lámina XLVIII, 2).
del peregrino al lugar del templo son bastante confusas, como de 86
«Ab Adriani temporibus usque ad imperium Constantini
alguien que lo vio de lejos, si lo vio, pues es sabido que los cris- per annos circiter centum octoginta in loco resurrectionis simula-
tianos no frecuentaban el lugar por considerarlo maldito en crum Iouis, in crucis rupe statua ex marmore Veneris a gentilibus
virtud de la condena de Jesús. Por eso, a pesar de los muchos pa- posita colebatur, aesttmantibus persecutionis auctoribus quod to-
sajes del evangelio que se recuerdan allí, no fue nunca, que sepa- llerent nobis fidem resurrectionis et crucis, si loca sancta per ido/a
mos, un lugar de devoción o peregrinación de los cristianos. De polluissent» (Epist. 58 ad Paulinum, PL 22, 58).
illflMi
no87• Eusebio habla de un «oscuro espac10 ce- Para la que no tenemos ninguna pista es para
rrado» dedicado a Afrodita. la segunda afirmación: el doble templo sobre el
La referencia de san Jerónimo es sin duda la Gólgota y sobre el Sepulcro de Jesús. Ciertamen-
que ha traído más confusión 88 a este asunto, ya de te, cuando san Jerónimo llegó a Jerusalén, no an-
por sí oscuro. Es cierto, en primer lugar, que san tes del año 384, hacía 60 años que toda aquella
Jerónimo no habla de templos, sino de imágenes, zona había sido transformada, y no quedaba a la
lo cual plantea ya ciertas dudas. Y en segundo lu- vista nada del templo (estatuas, según él, a las que
gar, introduce al personaje, Venus, que no apare- alude en su carta a Paulino 91).
ce en las fuentes romanas. Por suerte, en este caso existen otras fuentes
¿En qué se apoya san Jerónimo para llegar a esa cristianas," no menos autorizadas que el testimo-
afirmación? Porque, según él, Júpiter tendría dos nio de san Jerónimo, que pueden servir de hilo
templos en la ciudad: uno en el lugar del templo conductor en este laberinto.
judío y el otro junto al Foro, sobre el Sepulcro. Es- Ya queda señalado que el testimonio de san
to, por lo menos, parece sospechoso. Sobre todo Jerónimo hizo tradición en Occidente, aunque
tratándose de una pequeña ciudad de provincia. con variantes importantes respecto de la fuente.
Además, san Jerónimo no menciona expresamen- En efecto, Paulino, escribiendo a Severo, le infor-
te ningún templo. En los dos lugares citados habla ma de que Adriano había colocado una estatua de
de estatuas de Júpiter únicamente colocadas una Júpiter (no de Venus, como afirma Jerónimo) en
en el lugar del templo judío y otra sobre el «lugar «el lugar de la pasión» 92• Lo que parece indicar
de la resurrección», sin más precisiones. que Paulino tiene otra fuente de información dis-
En cuanto al primero, san Jerónimo podría apo- tinta o además de la de san Jerónimo. Sea como
yarse en el testimonio de Dion Casio formulado fuere, esta divergencia hace sospechosa la infor-
prácticamente de la misma forma. No excluimos, mación de san Jerónimo. De hecho, Rufino, que
sin embargo, la posibilidad de que esté informándo- pasó en Jerusalén del 377 al 397 y pudo conocer
nos de un conocimiento personal directo del propio la tradición oriental, sólo menciona el monu-
templo al que hace referencia, ya que no nos consta mento de Venus hablando de la búsqueda del lu-
cuándo fueron destruidos los monumentos levanta- gar de la crucifixión por santa Elena 93•
dos durante el período de Aelia en el lugar del tem- Sulpicio Severo, que tiene noticia de esta cues-
plo judío. El peregrino de Burdeos dice haber visto tión a través de Paulino de Nola, con quien se es-
allí en el 333 las estatuas de los emperadores Adria- cribía 94, da pie a una tercera vía cuando escribe:
no y Antonino Pío, que, como se ha visto, él creyó «Adriano colocó en el templo y en el lugar de lapa-
que eran ambas de Adriano 89• Y no se puede descar- sión del Señor figuras de demonios» 95• Las cursivas
tar que san Jerónimo alcanzara a verlos en pie a su son nuestras. Esta opinión, expresada con el esti-
llegada a Jerusalén, o por lo menos los restos 90. lo de Eusebio 96, a primera vista parece la síntesis
87
«... Una vez elevado el nivel del suelo, tras pavimentarlo con llar fue reutilizado en el muro sur de la explanada del templo
piedra, esconden, bajo tan gran túmulo, la gruta divina. Después ... cerca de la Puerta Doble. La inscripción latina dice así: TITO
edifican (encima) un sepulcro (el templo idolátrico) verdaderamen- AEL ADRIANO ANTONINO AVG PIO PP PONTIF
te espeluznante, dedicado a las almas de sus ídolos, que son cadáve- AVGVR (Survey Wéstern Pal., Jerusalem, p. 427).
9' Cf. EUSEBIO, Vita Constantini, III, 27 (PGX.X , 1087).
res, y comtruyen un oscuro compartimento al disoluto espíritu de
Afodita ... » (Vida de Constantino, III, 26, 2-3). 92
«Nam Hadrianus imperator existimans se fidem Chris-
88
Epist. XLIX, ad Paulinum. Es la tradición que se difundió tianam loci injuria perenturum, in loco passionis simulacrum Jo-
por Occidente, como consta por otros padres de la Iglesia de vis consecrauit» (Ep. ad Seoerum 31; PL 61, 328); cf. ibíd.,
Occidente. p. 874, nota 140.
93 HEI, 7 (PGXXI, 475-476).
89
«Sunt ibi et statuae duae Hadriani» («Itinerarium Burdi-
galense», Itineraria etAlia Geographica, 591, 4; CCL 175). Es- 94
Dic. Patrist., 2048.
95 Crónica, II, 31, 2, PLX.X , 14, 146 ... (cf. Obras completas,
to demuestra que no las vio de cerca. ¿Quizá para evitar pisar
en un lugar maldecido por Jesús (esta idea existió en la tradi- edición y traducción española de C. Codoñer, Madrid 1987);
ción antigua) y entonces profanado por cultos paganos? Es po- la finalidad -según él- de levantar el templo en el lugar de la
sible que el peregrino hablara de oídas, es decir, por una infor- pasión fue la de acabar con la fe cristiana, idea en la que con-
mación indirecta, y ahí puede estar el motivo de la omisión del cuerda con san Jerónimo y otros.
templo de Júpiter en su recuerdo. % No es improbable que Sulpicio conociera los escritos de
90 Dion Cassio -aunque no lo cita en sus escritos=; en cambio, es
Del monumento de Adriano se conoce un sillar del pe-
destal con la dedicatoria de su sucesor Antonino Pío. Este si- seguro que conocía los de Eusebio, como se desprende de sus
EL TESTIMONIO DE LA TRADICIÓN. DESDE LA MUERTE DE JESÚS HASTA LA CONSTRUCCIÓN DE LA BASÍLICA DE CONSTANTINO 49
del testimonio de Dion y el de Paulina. Sulpicio Palestina, probablemente de Cesarea 102, conoc10
menciona dos lugares de culto distintos que atri- Aelia Capitalina con sus edificios públicos y sus
buye a Adriano, uno en el templo de los judíos y templos paganos antes de la demolición de éstos.
el otro en el lugar de la tradición cristiana, sin es- Y él no dice nada del templo de Júpiter, mientras
pecificar a qué divinidad están dedicados cada que, por el contrario, describe con cierto detalle
uno de ellos. Se diría que copia a Paulino -según la búsqueda de la tumba y su hallazgo bajo los ci-
parece-, pues emplea la misma expresión que éste mientos del templo de Afrodita (Venus) 103• Con-
para situar el segundo templo, que estaría dedi- viene recordar también que Eusebio, cuando no
cado también a Júpiter, en lugar de Venus. Pero tiene un conocimiento directo de lo que escribe,
también emplea la terminología de Eusebio al asegura haberse servido de documentación escri-
identificar estas divinidades con demonios ¿Se re- ta, lo que da más credibilidad a su testimonio.
fiere, entonces -siguiendo a Eusebio-, a Venus? Más adelante tendremos la oportunidad de cons-
De todas las maneras, se ve en estos autores, tatar que su testimonio sobre algunos detalles
como mínimo, una aproximación a la tradición directamente relacionados con la excavación es la
oriental representada fundamentalmente por los descripción de un testigo directo y no simple li-
historiadores Eusebio de Cesarea, Rufino (citado teratura.
más arriba), Sócrates 97, Sozomeno98, Alejandro el Se ha visto cómo algunos estudiosos han qui-
Monje99• En la tradición oriental no se menciona tado importancia al testimonio de san Jerónimo.
ni templo ni culto de Júpiter en el lugar de la Y quizá haya que ver en su mensaje una recons-
tumba de Jesús y el Calvario; no se menciona pa- trucción ideal del autor «buscando -como ad-
ra nada dicha divinidad relacionada con aquellos vierte el P. M. Abel- la antítesis de las situaciones
lugares y sí, en cambio, a Afrodita (Venus). Y el más que la descripción del monumento real» 104.
templo de la diosa cubría toda el área, pues deba- O quizá haya que pensar con F. Thrupp 105 que la
jo de él apareció también la tumba de Jesús 100• Por información de san Jerónimo es «una variante
consiguiente, para esta tradición, fundamentada probablemente incorrecta». De hecho, moderna-
en la evidencia de la realidad vivida por los habi- mente existe una tendencia contraria al testimo-
tantes de Jerusalén durante casi dos siglos y reco- nio del santo y más acorde con la tradición orien-
gida por un testigo contemporáneo, el historiador tal antigua. Así, por ejemplo, J. Beaujeu 106 piensa
Eusebio, el edificio que cubrió los dos lugares san- que la creencia en la existencia de un templo de
tos cristianos 101 fue el templo de Venus, y sólo él. Júpiter en el Sanco Sepulcro obedece a una opi-
Resulta extraño que si san Jerónimo conocía nión ya trasnochada y cree que el templo de la
la Vita Constantini de Eusebio (de otros escritos tríada capitalina fue construido sobre la colina
lo sabemos expresamente), no tuviera en cuenta del templo, es decir, en el lugar del templo de Je-
la autoridad de éste. Pues no se puede negar que rusalén. Sin entrar en la discusión, B. Bagatti 107
Eusebio (265-339), además de ser natural de afirma simplemente la construcción del templo
obras, y sin duda muchas cosas escritas por san Jerónimo, a 102
Cf. Dic. Patrist.
través del amigo de ambos, Paulino. 101
Vita Constantini III, 26 (PG XX, 1087). Algunos auto-
97
Hist. Eccl. l, 17, PG 67, 117. res se extrañan de que Eusebio no mencione el Calvario en la
98
Hist. Eccl. II, 1, PG67, 931. Vida de Constantino, centrando su atención, por el contrario,
99
De inventione Crucis, PG 87, 3. en el descubrimiento del lugar de la resurrección. Quizá haya
10
º EUSEBIO, Vita Constantini, III, 26, 3 (PG XX, 1086). que atribuirlo a su manera de pensar, pues es sabido que la so-
Eusebio, contemporáneo de los hechos, que en esta obra no teriología de Eusebio, como en general la teología oriental,
menciona el Calvario, describe el hallazgo del Sepulcro bajo simpatiza más con la resurrección que con la crucifixión y la
los escombros acumulados por hombres descreídos, sobre los cruz (cf M. GURRUCHAGA, Vida de Constantino, p. 291, nota
cuales se levantó el templo en el que se daba cuico «al disoluto 78). Mencionará el Calvario más tarde en el Onomasticon, sin
espíritu de Afrodita». Luego, según él, lo que cubría el Sepulcro ningún comentario, en los siguientes términos: « Gólgota (Mt
no era el templo de Júpiter, sino el de Afrodita. 27,33) lugar del Cráneo donde Cristo fue crucificado, y hasta hoy
101
No está claro si la orden de destrucción fue de santa Ele- se muestra en Aelia al septentrión del monte Sián» ( Onomasticon,
na (SóCRATES, Hist. Eccl. l, 17) o procedía del mismo Cons- Edidit Klostermann, Hildesheim 1966).
tantino (EUSEBIO, Vita Const. III, 26ss; y SOZOMENO, Hist. 104
Histoire de la Palestine, p. 99, nota 3.
Eccl. II, 1). Lo más probable es que la orden viniera de Cons- 105
Ancient [erusalem, p. 276.
tantino, previo informe desde Jerusalén, y fuera ejecutada por 106
La Religión Romaine a l'apogée de l'Empire, p. 262, nota 2.
su madre juntamente con el obispo Macaría. 107
L'Église de la gentilité en Palestine, p. 7.
50 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
de la tríada capitalina Júpiter, Juno y Minerva en tetrástilo, a lo largo de la dinastía de los Antoni-
la explanada del templo judío, apoyándose en nos, desde Adriano, y de la dinastía de los Seve-
Dion Casio, y el templo de Tijé-Afrodita en el ros. No han faltado autores que han identificado
emplazamiento del Santo Sepulcro, siguiendo a la Tijé con Astarté (Venus). Otros, en cambio,
Eusebio; A. Kindler 108 tampoco lo discute. Para niegan tal identificación 111•
él, parece claro que el templo de la tríada capita- También hay quienes piensan que Venus fue
lina fue construido en el lugar del templo judío. más popular en Aelia que el mismo Júpiter. Y las
Otra cuestión que se plantea aquí es la de sa- fuentes antiguas cristianas, como se ha visto, pa-
ber quién construyó el templo de Venus. La tra- recen confirmarlo. ¿No estaremos entonces, en
dición occidental lo atribuye a Adriano, quizá efecto, ante una identificación de Venus con la
simplemente por ser el fundador de la coloriia y diosa protectora de la ciudad? Apoyándonos en
por la gran devoción que este emperador sentía las fuentes más próximas a la ciudad de Aelia, co-
por esta divinidad, mientras que la tradición mo es Eusebio, no creemos verosímil la hipótesis
oriental cristiana desconoce quién o quiénes eri- defendida por algunos autores según la cual lapo-
gieron dicho templo de Venus, lo que permite su- pularidad de Venus en Aelia podría haber sido la
poner que probablemente no fue obra de Adria- causa de una conciencia popular que llevó más
no. Extraña, sobre todo, el silencio de Eusebio de tarde al error de creer que el templo levantado so-
Cesarea, para quien el templo fue obra de «hom- bre el lugar del Calvario y el Sepulcro estaba de-
bres descreídos y profanos» 109• No es menos elo- dicado a Venus, cuando esta divinidad no era más
cuente en este sentido el hecho de que las fuentes que una intrusa, en lugar de Minerva, en lo que
romanas ni siquiera mencionan dicho templo, inicial e históricamente era un templo dedicado a
cuando, de haberlo construido Adriano, ser reco- Júpiter. Debido a la gran devoción que por ella
nocido por los historiadores de su tiempo hubie- sentía Adriano y a la popularidad en el pueblo y
ra sido un halago para el emperador más devoto en las legiones romanas 112, se habría convertido
de dicha divinidad, a la que sabemos que dedicó de hecho en la titular o la más nombrada de las
templos en otras partes del imperio. Este doble si- tres divinidades del templo, aunque no a nivel
lencio nos lleva a la conclusión de que el templo oficial, razón por la cual no aparece en las mone-
existió, pero probablemente no lo construyó das de Aelia. Esta hipótesis no está avalada por
Adriano, sino que se levantó (o terminó de levan- ningún testimonio histórico.
tarse) más tarde, posiblemente durante el gobier- Es creíble, y hasta parece lo normal, que no
no de Antonino Pío o incluso después. todos los monumentos citados en las fuentes se
iniciaran y terminaran de construirse a un mismo
La numismática de Aelia tiempo. Pudo incluso haber márgenes significati-
vos, y algunos pudieron ser obra de emperadores
Aparte de la moneda de la fundación de Aelia posteriores a Adriano, como se sabe, por ejemplo,
en cuyo reverso aparecen el toro y la vaca tirando de la estatua de Adriano, dedicada por Antonio
del arado, hay que destacar que es el Capitolio le- Pío en el lugar del templo de Jerusalén. ¿Po.r qué
vantado sobre el lugar del antiguo templo judío el no pudo ser el templo de Venus uno de ellos? Así
que aparece representado ya en la primera mone- lo piensan algunos fundándose en la numismáti-
da de la colonia Aelia Capitolina 110• Sin embargo, ca de Aelia 113• Ésta podría ser la razón por la cual
no se conoce ninguna representación segura del no es nombrado por Dion Casio. Esta problemá-
templo de Venus con la imagen de la diosa. Es, en tica, vista desde una perspectiva tardía, es la que
cambio, muy repetida la representación de la Ti- pudo crear las innegables confusiones con las que
jé o diosa protectora de la ciudad en un templo hoy nos encontramos.
114
Cf. C. W WILSON, op. cit., p. 70 y Piare VI, n.0 3. 118
Diosa protectora de la ciudad de Gerasa, a la que le fue
115
C. W WILSON, op. cit., Piare VI, n.O l; M. ROSENBERGER, dedicado este grandioso templo, cuyas imponentes ruinas si-
The Rosenberger Israel Collection, vol. I, Aelia Capitolina, n.0 2. guen llamando la atención. Fue construido casi contemporá-
116
Para Eusebio, quienes los construyeron fueron unos «hom- neamente al de Venus en Jerusalén.
bres descreídos y profanos» (Vita. Const. III, 26, 2); para Sozo- 119
EUSEBIO, Vida de Constantino III, 26, 2 (PG XX, cols.
meno, fueron «los paganos», sin más precisión (Hist. Eccl. II, 1). 1026-1027); SüZOMENO, Hist. Ecd. II, l; PG67, 931.
117
Con el relato de Eusebio del descubrimiento de la Tum- 12
° Cf. V. CoRBo, JI Santo Sepolcro III, foto 1.
ba de Cristo en la mano ( Vida de Constantino, III, 25-28), se- 121
Cf. H. THEDENAT, «Forurn», DAGR I, 1278.
ría muy difícil entender su silencio sobre el templo de Júpiter 122
A no ser que pudiera interpretarse la «explanada cua-
si hubiera sido éste el que cubría la tumba. Aún más, a ese si- drangular» del Chronicon como una referencia al templo de
lencio hay que añadir la afirmación expresa de que era el tem- Venus, en contra de la opinión de H. VINCENT ifer. Nou-
plo de Venus el que la cubría. No debe olvidarse que estamos uelle, p. 16), que opina que se refiere a la explanada del tem-
ame las afirmaciones de un testigo ocular conocedor de Aelia plo.
Capitolina, del cambio realizado por orden de Constantino en 123
SOZOMENO (Hist. Eccl. II, 1), coincidiendo con Eusebio,
el lugar del Sepulcro y el Calvario y, posiblemente, del mismo escribe: «Los paganos, para ahogar la religión cristiana desde su
derribo del templo pagano y descubrimiento de la tumba. De cuna, habían cubierto de tierra el lugar de la resurrección y el del
sus amplios conocimientos de la topografía de Jerusalén y de Calvario, lo habían cerrado con una muralla y habían levantado
Palestina en general dan cuenta sus obras. allí un templo en honor de VenuJ)>. ,,
52 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
ceptuamos a san Jerónimo, creador de la tradi- amasijo de escombros allí depositados por orden
ción occidental y el único que habla también de imperial, a su vez ocultos por una plataforma de
Júpiter, sin una razón que lo justifique. losas de piedra y un templo a la diosa romana de
La insistencia de los historiadores cristianos la belleza.
orientales en recordar la presencia de Venus en Los capítulos siguientes los dedicaremos a ex-
los lugares santos cristianos, mientras que se ol- poner el proceso y los resultados de la investiga-
vidan del resto de divinidades veneradas en la ción arqueológica realizada sobre el terreno en
ciudad, muestra hasta qué extremo su culto se dos puntos muy concretos del ámbito de la basí-
convirtió en la bestia negra de los cristianos a lo lica del Santo Sepulcro. Y desde ahora advertimos
largo de casi dos siglos, deviniendo, por otra par- al lector estudioso que los materiales removidos
te, en un claro testimonio y argumento a favor en la excavación de ambos lugares son, como ten-
de la realidad de dicho templo. Ello contribuyó, dremos ocasión de demostrar, los mismos arroja-
sin duda, a 'mantener fresco el recuerdo de su dos allí por los constructores de Aelia, para edifi-
,,i¡!
emplazamiento, aunque tanto el Calvario como car encima la plataforma sobre la que se alzó el
el Sepulcro estuvieran ocultos bajo un ingente templo de Venus.
111
Área E
:-:::_".':!
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1
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le-=-
Fig. 3. Plano de la basílica actual levantada por los cruzados sobre los restos de la basílica bizantina: 1. Sepulcro de Jesús. 2. Calva-
rio (área C). 3. Área E. 4. Nave central de la basílica cruzada. 5. Capilla de Santa Elena. 6. Capilla rupestre de la Invención de la
Cruz. 7. Atrio de entrada a la basílica.
N<f:A E 55
-· ---- --
J Fig. 4. Estado
del desescombro
--.-~.. al iniciarse
--..., .. .-..,71.
r .. -.~~-~- / la excavación
de la segunda fase
en E l. l.
parte cercana al muro 3, hasta el nivel 8 incluido, u otros elementos o materiales de las inmediatas
y desde el nivel 9 hasta la roca, pero en esta se- formaciones anterior y posterior. Según esto, aquí
gunda parte abriendo una trinchera más reducida un estrato puede estar compuesto de uno o más ni-
con el fin de destruir lo menos posible el nivel 1 O, veles, distinguibles por su composición, color, for-
que era un pavimento. En un segundo tiempo se mación, etc., pero cuya formación puede ser con-
excavó la otra mitad del locus 1, la cercana al mu- temporánea y corresponder a un único momento
ro 5, siguiendo el mismo procedimiento, pero só- histórico o a un período de tiempo muy corto. De
lo hasta el nivel 1 O. Esta división permitiría ana- esta forma, el estrato hará relación al tiempo y a la
lizar mejor la estratigrafía en relación con los dos cronología, y el nivel al proceso de formación de los
gruesos muros, dejando un testigo, y corregir al- estratos dentro de una misma unidad de tiempo.
gún posible error si éste se hubiera producido.
Así, en el locus 1 de E I se distinguen cuatro
Dejamos constancia de que hasta el nivel 8 la se-
estratos, cada uno de ellos compuesto por los ni-
cuencia de niveles resultó idéntica en ambas fases.
veles presuntamente contemporáneos o formados
Es decir, que del 1 al 8 todos los niveles, menos el
en un corco espacio de tiempo, como suele ocu-
3, cubrían el locus 1 de muro a muro, excepto
rrir en un relleno de escombros realizado con un
por el lado norte, donde estos niveles, igual que
fin muy concreto.
los muros 6 y 7, habían sido cortados por la trin-
chera de fundación del muro 3.
En la estratigrafía de la excavación que se pre- Excavación de E l Locus 1
senta aquí, buscando mayor claridad en las conclu-
siones, se utilizará, distinguiéndolos, la doble ter- Desconocemos casi todo lo que ocurrió en el
minología de estratos y niveles, que son usados con sector E I antes de visitar el área E. No hay una
frecuencia indistintamente por los arqueólogos, pa- publicación I de lo que allí se hizo previamente. A
ra diferenciar una determinada formación de tierra esa etapa la denominamos fase 1, pero nos olvi-
1
Recientemente S. Gipson ha realizado un laudable inten- Walls y S. Helms de 1971 y de nocas tomadas por él mismo
to de reconstruir la primera fase sirviéndose de materiales ela- años más tarde en sus esporádicas visitas al lugar (cf Beneatb
borados por Ch. Coüasnon, algunos dibujos inéditos de A. the ChurcheoftheHo!.ySepulchre.jerusalem, p. 20, fig. 14).
56 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
daremos de ella y nos limitaremos exclusivamen- del muro ya construido, la formación de los nive-
te a exponer nuestro propio trabajo, su desarrollo les hubiera sido piramidal, tal como ocurrió en la
y las conclusiones que, a nuestro juicio, puedan última fase del sector E 11. Semejante procedi-
derivarse. miento explica también que los escombros inva-
diesen a veces el espacio de los muros.
Esta mezcla de escombros con la construcción
Niveles 1 y 2
es especialmente visible en el muro 6, tal como
Los niveles 1 y 2 aparecieron revueltos debido puede verse en la sección a-a (fig. 5) y e-e (fig. 13),
a cómo se estaba llevando en ese momento el va- principalmente a la altura del nivel 7, donde el es-
ciado de escombros, utilizando grandes picos y pacio de las piedras que faltan estaba rellenado
azadas sin ningún control. Señalamos que, mien- con los escombros de los niveles coincidentes a esa
tras que en el nivel 1 estaban mezclados la tierra altura. Hasta el punto de que hace dudar si no ha-
de campo con los residuos de la cantera, adqui- bría que hablar de dos fases de construcción de es-
riendo una tonalidad gris, el nivel 2 era única- ta cimentación. En este caso, la segunda fase se
mente de tierra de campo con guijo menudo. iniciaría a partir de los niveles 6 o 7, que es preci-
samente el nivel sobre el que se asienta el muro 7.
Una pequeña parte del nivel 2, aparentemente
todavía intacta, permitió aseguramos de que éste Los niveles 5 y 8 proporcionaron abundante
había que clasificarlo dentro de lo que denomina- cerámica mezclada, que abarca del período del
mos estrato 1 por su contenido cerámico, en el que Hierro II al período romano; en ningún caso se
no apareció ni un solo fragmento de la tipología detectó cerámica posterior a este último período,
más destacada de los niveles altos correspondientes siendo en algún caso más abundante la de períodos
a la fase 1, parte de la cual había sido amontonada más antiguos, pero también mucho más fragmen-
en un rincón con la cerámica procedente de otros tada y desgastada, como si fuera cerámica rodada.
lugares, mientras que esta tipología tardía conti- Los niveles de guijo y lascas de la cantera 3, 4,
nuaba estando presente en el nivel 1. Sin embargo, 6 y 7, por el contrario, contenían poca cerámica,
para mayor seguridad, no incluiremos ninguno de y únicamente del primer período romano, con la
los dos niveles dentro del estrato 1. excepción de un fragmento de cerámica más an-
tigua aparecido en el nivel 4, junto al muro 6,
procedente con toda probabilidad del nivel 2, fil-
Estrato 1 (niveles 3-8)
trado a través de los huecos dejados por las lascas
El estrato 1 se compone de los niveles 3 al 8, de piedra, algunas de gran tamaño, del nivel 4. El
que son niveles de relleno, perfectamente diferen- fragmento es pequeño y apareció envuelto en tie-
ciados unos de otros a simple vista por su compo- rra roja oscura igual a la tierra del nivel 2.
sición (sección a-a, fig. 5 y lámina XL, 2). Unos Los niveles de tierra roja con guijo rodado y
niveles (5 y 8) son de tierra roja y guijo de campo, manchado de tierra de campo proceden, eviden-
y otros (3, 4, 6 y 7) están compuestos de grava y temente, del exterior, de las colinas del entorno
lascas de caliza muy blanca 2, más otros residuos de de Jerusalén; posiblemente de la misma colina del
la propia cantera de roca malaki, muy abundante Gareb. Mientras que las lascas, guijo y polvo
en Palestina y a la que pertenece la roca sobre la blancos de los niveles 3, 4, 6 y 7, producidos al
que se asienta la basílica del Santo Sepulcro. cortar y tallar los bloques de piedra de la cantera,
Los niveles están inclinados de oeste a este. es muy probable que procedan de cualquier pun-
Esto demuestra que el material de relleno se aca- to de la inmensa cantera. Y si a esto añadimos que
rreaba desde el oeste, donde se encontraba el pa- no se observa en las lajas el desgaste del tiempo y
so más accesible a esta zona. Y desde el oeste se de la erosión, ni la más mínima pátina gris pro-
arrojaba al vacío de entre los dos muros 6 y 7 si- ducida normalmente en esta roca al contacto con
multáneamente a la construcción de éstos. Pues, los agentes atmosféricos, debemos concluir que
de haberse arrojado los escombros desde lo alto debió de pasar poco tiempo entre el cese de la ex-
2
Lamentamos que la barra de refuerzo a los muros no per-
mita ver claramente el nivel 4 en la foto de la lámina XL, 2.
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plotación de la cantera y la realización del terra- presente en estos niveles pertenece al período ro-
plenado que la cubrió hasta hoy. mano, pero no posterior a la construcción de
Aelia Capitalina 4• 5) Los niveles 4-8 cubrían
Resumiendo: 1) El estrato 1 era un relleno de
todo el espacio del locus 1, de muro a muro,
escombros realizado con materiales de distinta
excepto por el lado norte, donde aparecieron cor-
procedencia, como ya advirtió Miss Kenyon en
tados por la trinchera de fundación del muro 3.
su excavación en el Muristán, y en donde, igual
que en nuestro sector E I, también apareció mez-
clada la cerámica del siglo VII a. C. con la cerá- Estrato 2 (niveles 9-11)
mica del siglo I d. C. 3 2) Sólo se detectó cerámi-
ca mezclada de distintos períodos, a partir del La estratigrafía cambió en el nivel 9. Éste te-
Hierro II, en los niveles con materiales proceden- nía la apariencia de un hogar y no ocupaba más
tes del exterior, del campo; es decir, los niveles que un pequeño espacio sobre el nivel 10 a más o
compuestos de tierra roja-ocre con guijo rodado menos igual distancia de los muros 3 y 5, junto al
o desgastado. 3) En los niveles compuestos úni- muro 6, y del lado norte de la piedra P, expresa-
camente de lascas y otros residuos de la cantera, mente empotrada en el pavimento 1 O cuando se
la cerámica es romana. 4) La cerámica más tardía construyó éste (fig. 6 y pls. II y III).
A primera vista, tanto el hogar como el nivel arrojar encima los escombros del nivel 8, es lógi-
1 O ofrecían un interés particular en este contexto co que se habrían descompuesto en aquel mo-
por tratarse de un nivel de ocupación. mento. Este detalle, extraño y aparentemente
De entre las cenizas del hogar se recogieron insignificante, creemos que es una prueba más de
más de cien pequeños fragmentos de cerámica que el «hogar» fue cubierto por el nivel 8 escan-
ennegrecida por el fuego, predominantemente do el fuego todavía encendido y los palos hu-
cerámica de cocina. Los fragmentos reproducidos meantes. Porque, además, si hubieran quedado a
en la lámina II, 1-17 representan las variantes de la intemperie, las lluvias habrían descompuesto
la tipología allí encontrada (fig. 7a). No eran me- esas formas, esparcido o arrastrado las cenizas y
nos numerosos los fragmentos de huesos carbo- los pequeños fragmentos de hueso, y habrían
nizados, pero eran tan pequeños que ha sido im- quedado limpios de ceniza los fragmentos de ce-
posible su identificación (fig. 7b). A esto hay que rámica. Pero no ocurrió nada de esto. Aparente-
añadir carbones de palos quemados. Algunos de mente todo estaba como el día que se encendió
éstos aparecieron ocultos bajo la ceniza, conser- allí el fuego por última vez, salvo que la ceniza es-
vando la forma original del tronco, de varios cen- taba un poco esparcida en el entorno inmediato,
tímetros de longitud, pero en estado de ceniza, efecto producido muy probablemente al caer en-
de forma que se descompusieron al tocarlos. Es- cima el escombro del nivel 8 .
to nos hace pensar que quedaron encendidos la La cerámica de este hogar es homogénea y la
última vez que se utilizó el fuego inmediatamen- tipología apunta a un período de tiempo corto.
te antes de ser cubiertos por el relleno del nivel 8, Todos los fragmentos pueden clasificarse cómoda-
bajo el cual terminaron de consumirse hasta con- mente dentro de la tipología conocida a lo largo
vertirse también ellos en ceniza, sin perder la for- del siglo I d. C. e inicios del siglo II, a lo sumo. En
ma del tronco. De no ser así, es decir, si se hu- este nivel no se encontró ni un solo fragmento an-
bieran conservado en estado de ceniza antes de terior al período romano, ni posterior al 135 d. C.
60 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Los niveles 10 y 11 (lámina XL, 1 y 2), aun- fundación. Probablemente por eso se les dio tan-
que distintos por su composición, los conside- ta anchura, para contrarrestar otras deficiencias
ramos como una unidad, pues ambos forman de su construcción.
parte de este tipo de suelo-pavimento hallado Los niveles 1 O y 11 y los restos del hogar, ni-
también en otros lugares del subsuelo de la basí- vel 9, están íntimamente relacionados e incluso
lica. El nivel 1 O, bien preparado y bien conserva- podría ser que el primero fuera construido en
do en su mayor parte, es una mezcla de tierra ba- función del otro. Por consiguiente, han de con-
tida roja-ocre mezclada con abundante ceniza siderarse contemporáneos. Porque ¿qué puede
muy oscura. Su grosor medio es de 1 a 2 cm. La significar el «hogar» con aquella cantidad de frag-
mezcla era muy compacta y dura. Debajo, sir- mentos de huesos carbonizados? En las circuns-
viendo de asiento y refuerzo al anterior, como es tancias en las que aparecieron, todo lo que se pue-
frecuente en este tipo de preparados, está el nivel de conjeturar es que se trata de restos de comida.
11, más grueso que el anterior y más irregular. Es Pero todo ello no basta para que deba pensarse
de tierra batida, de color rojo-ocre, sin piedras y que el suelo-pavimento y el hogar son restos de
sin ceniza. No se encontró en ellos nada útil que
una vivienda en toda regla.
permitiera fijar la cronología. Ni siquiera un pe-
queño fragmento de cerámica. A excepción de una posible primera fase del
muro 6, no se han encontrado estructuras rela-
cionadas con dicho suelo, ni el más mínimo ves-
¿Restos de una vivienda? tigio de que las hubiera habido. Desde el punto
de vista del contexto general, creemos que habría
Las dimensiones de este suelo no fueron nun- que pensar más bien que el suelo formó parte de
ca mayores de lo que son ahora, a no ser algo más una especie de cabaña o simple cobertizo cons-
hacia el norte. Menos aún se puede pensar que truido por los canteros que extraían y tallaban los
ocupara toda el área E l. Por el lado norte sí pa- bloques de piedra, para dejar sus enseres y defen-
rece que fue cortado por el muro 3, igual que lo
derse durante el día tanto de la lluvia como del
fueron los muros 6 y 7, sin que podamos saber en
calor del sol, que sin duda eran muy fuertes, cada
qué medida. Aunque parece seguro que no lo fue
uno en su estación, en aquella sima de más de 1 O
en más de 2,72 m, que es la anchura del muro 3
m de profundidad. Un cobertizo para cubrir esas
en la base, pues no apareció ningún resto ni del
necesidades no necesitaba mucho más espacio del
suelo ni de los muros 6 y 7 al otro lado del muro
que ocupa el pavimento. Es decir, un suelo firme
3. Cuando fue descubierto faltaba también la es-
y cómodo en medio del incómodo cascajo pro-
quina sureste, creemos que desaparecida durante
ducido por la cantera, un muro bajo y mal cons-
el uso. Es menos probable que fuera destruido al
truido por el lado oeste para mejor defenderse del
arrojar allí el relleno de escombros del que hemos
viento y sujetar una tela o cubierta rústica. Esta-
hablado, porque en este caso habrían quedado los
mos hablando de una posibilidad, lógica, sin em-
fragmentos; y, por la misma razón, tampoco a
bargo, en aquel ambiente. Aunque no excluimos
causa de la construcción de los muros 5 y 7, por-
otras. Pero está claro que cobertizo o no, o simple
que éstos están cimentados a una cota ligeramen-
chabola (aquello no llegó a una humilde casa),
te más alta. Concretamente, la cimentación del
pudo pertenecer a otros inquilinos que no fueran
muro 5 apoya en un corte o banco de la roca que
los canteros. Pero si fue hecho por éstos, como
sobrepasa en altura al nivel 1 O. En dirección este
creemos más probable, da la impresión de que,
y oeste el suelo sobrepasaba en algunos centíme-
cuando llegó la orden de rellenar de escombros
tros la vertical de las respectivas mal construidas
toda la hondonada, éstos cogieron sus utensilios
caras interiores de los muros 6 y 7, adentrándose
más allá de dicha vertical, pero sólo en algunos de trabajo y se fueron, dejando el fuego encendi-
do. O lo que es lo mismo, basándonos en lo que
puntos. Esto es ya una prueba de que los muros
no cortaron el pavimento. Tampoco fue cortado nos dice el contexto estratigráfico, el abandono
por el muro 6, porque éste (al menos en una po- de la explotación de la cantera y el relleno de es-
sible primera fase sobre la que apoya el pavimen- combros fueron dos acciones que se siguieron en
to nivel 10) fue construido antes que el suelo. Es- un corto espacio de tiempo.
to explica que ni los cimientos o muros 6 y 7, ni El descubrimiento del nivel 1 O era una nove-
el cimiento del muro 5 tuvieran trincheras de dad importante. Era un elemento de ocupación
AAEAE 61
construido in situ. Podría ayudar más eficazmen- reció un fragmento de ánfora local del período ro-
te a la datación de aquel ambiente, y se tenía la mano (lámina I, 19). Era un solo fragmento, pe-
esperanza incluso de encontrar debajo algo nue- ro estaba bajo dos niveles sigilados. Esta circuns-
vo, distinto de los escombros y más antiguo de lo tancia disipaba toda duda: el suelo compuesto por
excavado hasta ese momento. Era importante po- los niveles 10 y 11 era romano. Cronológicamen-
der datarlo, y lo que hubiera debajo, si es que no te nos habíamos quedado donde estábamos, pero
era ya la roca, podría ser de gran ayuda. Se toma- era un hallazgo importante.
ron las precauciones adecuadas para evitar errores Siempre habíamos oído y leído que la basíli-
o posibles filtraciones antes de perforar el suelo, ca del Santo Sepulcro estaba construida sobre
limpiando bien la trinchera, y se eligió una parte una cantera delos siglos VIII-VII a. C. Algo que
del suelo en buen estado de conservación y sin· estaba presente en nuestra mente y que por un
ninguna grieta. En realidad, toda la parte visible momento creímos que debajo del suelo, niveles
del suelo en la mitad norte se conservaba en muy 10-11, iba a aparecer la confirmación. No fue así.
buen estado y sin fisuras. Era un nivel sigilado
El nivel 13 proporcionó, por el contrario,
perfecto. Se abrió una pequeña trinchera de 1,20
bastante cerámica mezclada de los períodos del
m norte-sur por 1,50 m este-oeste y, después de
Hierro II, helenístico y romano 5• Este nivel era de
levantar la primera capa del suelo, nivel 1 O, apa-
la misma naturaleza o composición que los nive-
reció la segunda, el nivel 11 ya descrito.
les 2, 5 y 8 del estrato 1; es decir, se componía de
tierra roja ocre con piedras más o menos erosio-
Estrato 3 (niveles 12-13) nadas. Era claramente un nivel traído de afuera,
del campo. Y con la tierra llegó la cerámica mez-
Estamos ante un estrato cuya composición y clada. Y con ella, la prueba, una vez más, de que
formación son paralelas del estrato 1. Está debajo el relleno inferior al pavimento no era del perío-
del estrato 2 y formado por 2 niveles. El nivel 12 do del Hierro, sino que no podía ser anterior al
era de lascas de cantera. En este nivel sólo apa- período romano, porque de este período era la ce-
5
Teniendo en cuenta la procedencia de los niveles de tierra tigua; es decir, del período del Hierro, por ejemplo. No ha-
roja del extrarradio de la ciudad, no nos hubiera extrañado en- brían cambiado nada las cosas, teniendo presente todo el con-
contrarnos con un nivel conteniendo únicamente cerámica an- texto. Pero de hecho esto no se dio en ninguno de los niveles. ,,
62 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
rámica más tardía encontrada en él. De esta cerá- escombros que siguió (niveles 2-8). El tiempo trans-
mica romana, la única que nos sirve para estable- currido para todo eso tuvo que ser corto.
cer la cronología, hay que destacar varios frag-
mentos de ollas y ánforas locales en uso durante
el primer período romano e inicios del segundo
Estrato 4 (niveles 14-16)
(véase la cerámica en lámina I, cap. 7, y su data- Este estrato está originado por la explotación
ción en el cap. 8), más otros fragmentos, no re- de la cantera. El nivel 14 no era más que una fila
producidos por corresponder a partes centrales de de piedras gruesas, cuya función consistía en re-
las vasijas, carentes de formas de identificación a tener los residuos de la cantera amontonados ha-
través del dibujo, pero pertenecientes a la tipolo- cia atrás para que no fueran obstáculo al avance
gía reproducida. La presencia de esta cerámica ro- de la explotación.
Ínana no permite datar este nivel más allá del pe-
ríodo romano. Los niveles 15 y 16 están compuestos única-
mente de los materiales residuales de la cantera:
gruesas lascas, el nivel 15, y pequeñas lascas con
mucho polvo blanco, el nivel 16. Destacaba la
blancura de estos restos de piedra y del mismo
lecho de la cantera, más ciertamente de lo que
aparece en las fotografías a causa del polvo oscuro
caído de los niveles 10 y 13. El nivel 16 cubría di-
rectamente la superficie rocosa de ésta, sin nada en
medio que los separase. En ninguno de estos dos
niveles se encontró nada digno de destacarse, ni si-
quiera un solo fragmento de cerámica; aparecerían,
sí, aunque no muchos, en un nivel paralelo al nor-
te del muro 3, como se verá en su momento.
Habiendo llegado a la roca, aunque todo pa-
recía estar claro desde el punto de vista estratigrá-
fico, buscando mayor seguridad, se realizó un se-
gundo corte de 30 cm de ancho en dirección sur
desde el nivel 1 O hasta la roca, abarcando toda la
anchura del locus 1. Esto supuso sacrificar aún
más el suelo de tierra y ceniza que hubiéramos
preferido no tener que destruir. El resultado fue el
mismo obtenido en el primer corte. Es decir, vol-
vió a aparecer cerámica del Hierro II mezclada
con cerámica del período romano en el nivel 13 y
nada en el resto de los niveles.
En el lecho rocoso estaban claras las huellas
de la cantera de la cual procedía todo el cúmulo
de lascas y polvo blancos, sin mezcla de impure-
zas ni tierra de sedimentación en el fondo. Esta
última constatación creemos que es importante
para confirmar el corco espacio de tiempo que
Fig. 9. E I.l. Sección oeste. Niveles 10-15.
transcurrió entre la explotación de la cantera en
este punto y su recubrimiento de escombros.
Así pues, la evidencia estratigráfica nos dice que
el pavimento, compuesto de los niveles 1 O y 11, no El lecho de la cantera
puede ser anterior al período romano, y dígase lo
mismo del espacio de tiempo transcurrido entre la La blancura de las lascas y del polvo pétreo de
fabricación del suelo y el abandono de la explota- estos niveles bajeros pegados al lecho de la cante-
ción de la cantera con el correspondiente relleno de ra era una prueba de que, una vez terminados los
ÁR EA.E 63
trabajos de extracción de piedra, todo aquello ro ni V Corbo, ni Ch. Coüasnon, ni los demás
quedó sepultado muy pronto por el cúmulo de es- arquitectos indican que hayan encontrado nada
combros al que hacemos referencia. No se encon- que pueda inducir a pensar que las cosas eran di-
tró ningún vestigio que autorice suponer que la ferentes donde ellos excavaron o supervisaron. Es
cantera continuó abierta y abandonada por mu- justamente lo que puede concluirse de la lectura
cho tiempo, como se ha supuesto. Esto habría de las secciones dibujadas por los arquitectos Ch.
ocasionado que aquella gran hondonada abierta Coüasnon, Katsimbinis y otros y por V Corbo,
en la parte baja de la ladera del Gareb (propicia, todas ellas recogidas y publicadas por éste 6• Nues-
por consiguiente, para que se convirtiera en una tra única explicación a la falta de restos y huellas
charca permanente durante la estación de las llu- especificadas ahtes está en que la zona debió de
vias) se llenase de aluvión arrastrado por el agua;· ser cubierta muy pronto por los escombros que
ningún resto de posible vegetación crecida allí en- hemos estudiado tan pronto como cesó la explo-
tonces, ni de cualquier otra cosa, ni siquiera un tación de la cantera. Es decir, que entre el cese de
fino nivel de polvo arrastrado por el viento tan la explotación y el relleno de escombros tuvo que
abundante y normal en aquella tierra; tampoco se mediar muy poco tiempo. Y en este caso, si el re-
encontró el más mínimo vestigio que denunciara lleno se realizó, según el testimonio de la cerámi-
un vertedero de la ciudad, a pesar de la cercanía a ca, entre finales del siglo I d. C. y el 140, y, según
una de sus puertas. De esto hay ejemplos sobrados Eusebio de Cesarea 7 (precisando aún más), al co-
hoy en el entorno y aun dentro de la ciudad. Pues menzar la construcción del templo de Venus
bien, aquí no se encontró ningún resto de dese- (probablemente entre el 135 y el 140), la última
chos o basuras antiguos, ni tampoco en la zona del explotación de la cantera debió de clausurarse en
Calvario, como se verá en el capítulo siguiente. esos mismos años. Esto significa que la cantera
Del resto de los lugares excavados dentro de la sobre la que está construida la basílica del Santo
basílica no tenemos un conocimiento directo, pe- Sepulcro no es de los siglos VIII y VII a. C. (no
6
Il Santo Sepolcro, vol. II. 7
Vita Constantini, III, 26, 2.
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64 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
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65
hay ninguna razón que apoye esa hipótesis), sino grafito de una barca con inscripción dibujado en
del siglo II d. C. Ya H. Vincent, en su obra La jé- la superficie lisa de un sillar situado en el extremo
rusalem Nouvelle II (Planche XII), señala, a unos este del muro.
30 m al sur del Calvario, una fosa explotada co- Los muros 6 y 7 propiamente son cimientos
mo cantera -según él- en tiempos de Aelia . de muros desaparecidos, cuyas piedras puede
creerse que fueron empleadas en la construcción
constantiniana.
Son obra de mampostería sin argamasa, y en
su construcción no se utilizó ni el cartabón ni la
plomada. Como queda señalado más arriba, sólo
en una construcción descuidada como ésta puede
. :~·1 entenderse que a veces los escombros del relleno
; : 1
se adentraran o cayeran en el muro en proporcio-
norte
AREA E 11
Sección C-C
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Fig. 13. Cara este del muro 6.
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66 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
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ya restaurado. Encima de la
fundación se ve el inicio del muro
propiamente tal, más estrecho y
~ mejor construido con sillares bien
¡--.j alineados.
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éste llega hasta el muro en toda su extensión, me- iban levantando los muros. Además, sin el apoyo
nos en el trozo de debajo de la ceniza del nivel 9, de los escombros, estos muros no se habrían
donde aparece un poco deteriorado. Aún más, al- mantenido en pie mucho tiempo, a pesar de su
gunas piedras de la que consideramos posible se- grosor. Puede creerse que estos muros, juntamen-
gunda fase de este muro, debido a la irregularidad te con el muro 8 de E II, formaron parte de los
de su construcción, montan un poco sobre el sue- cimientos de las construcciones de Aelia. Más
lo nivel 10. concretamente, del templo de Venus.
En este caso, la primera fase podrían ser res-
tos de algún pequeño muro relacionado con ese
nivel, como queda dicho más arriba, sin excluir la
posibilidad de que fuera un simple retén o muro
de contención de las lascas y desperdicios de la
misma cantera. En este lado, el lecho de la cante-
ra estaba en pendiente y era forzoso poner algún
medio de contención.
En el muro 7 no se plantea el problema, pues
no hay ninguna relación de este muro con el nivel
1 O, ya que está construido 20 centímetros por en-
cima de dicho suelo, a la altura del nivel 6 (véase
la sección a-a, fig. 5). En lo alto de este muro-
cimiento se han conservado algunos sillares bien
labrados y dispuestos en línea y a la misma cota de
altura. Se trata de los únicos restos del muro pro-
piamente dicho construido encima de la funda-
ción.
El tipo de construcción tan descuidada e irre-
gular de los muros 6 y 7, la ausencia de trinche-
ras de fundación de los mismos y, en algunos ca-
sos, la entremezcla de los niveles de escombros
con la misma construcción, particularmente en el
;
muro 6, sólo pueden explicarse si se acepta que
los escombros se iban echando a medida que se Fig. 15. Cara oeste del muro 7 antes de la restauración.
'
1
u I 1:1
AAEAE 67
Fig. 18. Tres imágenes del muro 4 y su relación con el muro 3 y la roca a la que está reforzando, porque sobre ella se levantaba la
fachada del Martyrium. Vistos desde oeste y suroeste.
AAf.AE 69
8
Cf. S. GIBSON & Joan E. TAYLOR, Beneath the Churche of 9
«La Recherche Archéologique», MB 33, marzo-abril
the Holy Sepulchre, Jerusalem. The Archaeology and Early His- (1984) 28-36.
tory of Traditional Golgotha, Londres 1994, p. 17. \r.
70 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
mo se alargaba algo hacia el norte, pero ni siquie- toda el área E es una afirmación desprovista de
ra esto es seguro. En cualquier caso, si era así, no fundamento. Finalmente, si Gibson es capaz de
sobrepasó el grosor del muro 3, porque del lado demostrar que quienes construyeron estas funda-
norte de este muro no apareció el más mínimo ciones cortaron la trinchera con cuchilla de afei-
vestigio del suelo en cuestión. En su opinión, di- tar e introdujeron en ella con pinzas los bloques
cho pavimento fue cortado 10 por los cimientos 6 de piedra del muro 6 (el único que podría pre-
y 7 (2 y 3 en su estudio). Pero he aquí que en su sentar ciertas dudas), estaríamos dispuestos a
alzado fig. 9 de sus muros 2 y 3, éstos ni siquiera considerar su hipótesis. Porque, en efecto, no ha-
llegan al pavimento, lo cual es cierto en el caso bía el más mínimo espacio entre el muro 6 y el
del muro 2, como puede observarse en nuestra nivel 1 O que pueda permitirnos hablar de la exis-
sección a-a fig. 5 y en las fotografías de las figs. 8 tencia de una trinchera de fundación; ningún ras-
y 15, donde se ve claramente que la piedra de la tro de tal trinchera.
hilada bajera señalada con un círculo está separa- Suponemos que este estudioso se apoya en la
da del suelo nivel 10 por el nivel 7, compuesto de cronología propuesta por G. Barkay y M. Broshi 12,
residuos de cantera. Y si el muro 7 inicia su cons- porque no aporta ningún dato ni razón personal
trucción en una cota más alta que el pavimento, nueva en ese sentido. Y aunque no pudo ver de
¿cómo lo pueden cortar? Es cierto que por el ex- qué niveles procedía la cerámica, pues no estuvo
tremo sur de este muro algunas piedras alcanzan presente en ningún momento durante la excava-
el nivel del pavimento, pero no lo sobrepasan. ción, asegura que la cerámica proveniente del sue-
También se ve, en la misma fotografía de la lo nivel 1 O y de debajo de él sólo puede ser del pe-
fig. 8, que el pavimento 10 apenas se adentra un ríodo del Hierro (ecan only be dated to the late
poco, sobrepasando la vertical de la cara oeste del Iron Age») 13• Una afirmación tan categórica de-
muro 7, pero no continúa por debajo de él. Más bería ir acompañada de alguna prueba o de algún
aún, lo buscamos por el lado este del muro y no razonamiento al menos. Y sólo la entendemos
se encontró ningún vestigio del pavimento, ni imaginando que cuando afirma esto tiene presen-
construido ni destruido. Si el pavimento ocupó te la cerámica publicada por Broshi y Barkay 14•
algún día toda la zona, podría esperarse que se Tampoco se aducen pruebas cuando a continua-
conservara algo del otro lado de los muros o en ción afirma que no hay evidencia de que debajo
algún rincón o esquina, o fragmentos del mismo del pavimento apareciera cerámica romana. Es
por alguna parte. Pero ni nosotros encontramos cierto, cuando hicimos esa afirmación en 1984
nada (y confesamos que lo estudiamos con inte- no la acompañamos de una página de cerámica,
rés, raspando por todas partes), ni Gibson lo re- pues se trataba de una breve reseña de informa-
produce en sus planos 11, luego hemos de pensar ción general de la excavación para una revista de
que no lo vio por ninguna parte, y, por tanto, su alta divulgación, aunque la cerámica estaba ya di-
afirmación de que el pavimento nivel 1 O cubría bujada entonces, y Gibson pudo verla también en
" Escribe S. Gibson: «Firsr of ali, rhere is no evidence to tos ahora del contrapeso de los escombros. En su alzado de la
suggest that the floor was only a construction surface associa- cara este del muro 3, fig. 10, de la obra citada, se observa la
ted with walls 2 and 3. In fact, the foundations of these walls falta de las dos filas de piedras cimeras. ¿Falta de tiempo? ¿Ol-
have clearly been inserted into a foundation trench which, in vido? Más bien, quizá habría que pensar que se dibujó tarde.
turn, cut through the eastern and western parts of the floor» Es decir, cuando los albañiles habían rebajado dicho muro pa-
(op. cit., p. 17). ra construir el pavimento de la capilla de San Vartán. En esta
11
El autor en sus excelentes planos, técnicamente hablan- situación, ya hecha la restauración, vio también V Corbo la
do, utiliza un mismo punteado para todas las secciones, bien excavación, siendo la causa, creemos, de alguno de sus errores
se trate de tierra, de lascas y residuos de cantera, u otro tipo de interpretación.
de materiales, e incluso entre las piedras de los muros 6 y 7, 12
«Excavations in the Chapel of Se. Vartan in the Holy
donde lo único que había eran restos de los mismos materia- Sepulchre», JE] 35 (1985) 111, 119 y 125.
les del relleno. En estas dos cimentaciones no se utilizó nin- 13
Op. cit., p. 17.
gún tipo de argamasa o mortero. Esta uniformidad falsea un 14
Op. cit., pp. 114 y 117. Se trata de 21 fragmentos de ce-
poco la realidad e induce a error. La conclusión que puede sa- rámica del período del Hierro, probablemente a excepción de
carse es que el autor de los mismos realizó sus planos y alza- uno, el n. 17, que a juzgar por la forma del dibujo está más
dos cuando la excavación había terminado y los canteros próximo de las ánforas locales del período romano. Evidente-
habían cubierto partes enteras correspondientes a esas seccio- mente, se trata de una selección muy significativa, en la que es
nes con piedras y cemento para reforzar los muros desprovis- difícil no ver una intención tendenciosa y muy precisa.
ÁREA E 71
las bolsas (no sabemos si lo hizo), pues allí estu- interpretar correctamente la terminología em-
vieron, en el lugar de la excavación, todo el tiem- pleada en las etiquetas de las bolsas y en la misma
po que duró ésta. Ahora puede verla dibujada en cerámica; más bien resultaba imposible en este
las láminas I y II del capítulo 7, y parte de ella en caso identificar su procedencia 16• Pero sí había
algunas de las fotografías dedicadas a la cerámica una cosa clara: dos bolsas en las que no había
(en particular lámina LXIII). Ahí se puede ver có- mezcla de cerámicas de diferentes períodos: las
mo, en efecto, bajo el suelo nivel 1 O, es decir, en correspondientes a los niveles 9 y 12. Estas sólo
el nivel 13 de tierra roja de campo, apareció, sí, contenían cerámica romana (véase láminas I, 19
cerámica del Hierro: los nn. 1-11 de la lámina I y II, 1-17). Y en una de ellas, la del nivel 12, un
son la muestra de todas las variantes que apare- solo fragmento perteneciente a un ánfora romana
cieron de ese período en el nivel 13, pero los nn. local.
12 all8 son tipología romana, y todos -los 18 No obstante, G. Barkay sigue escribiendo:
fragmentos- aparecieron en el mismo nivel 13, «De entre las grandes cantidades de cerámica que
mezclados, claro. Igualmente, contra lo que él salían principalmente del relleno, el número de
afirma, el pavimento nivel 1 O no proporcionó ni fragmentos de la Edad del Hierro II era notable.
un solo fragmento de cerámica, a no ser que esté En nuestra visita durante el proceso de vaciado
pensando en el material encontrado sobre él, es
percibimos que la mayor parte de la cerámica de
decir, correspondiente al hogar clasificado como la Edad del Hierro provenía de las partes más
nivel 9. Aún más, Gibson piensa que si apareció profundas contiguas al suelo rocoso, y tenemos la
algún fragmento romano debajo del nivel 1 O tu-
impresión de que en algunos sitios aparecía cerá-
vo que ser fruto de una filtración. Ya explicamos mica homogénea de la Edad del Hierro. Basán-
más arriba cómo se realizó la excavación procu-
donos en esta impresión (pero sin una compro-
rando neutralizar ese supuesto peligro, y las pre- bación cuantitativa real), se diría que más del
cauciones que se tomaron para evitarlo. Demasia-
10% de los fragmentos recogidos aquí eran de la
das filtraciones en todo caso, ¿no? Edad del Hierro» 17•
Pero veamos en qué fundan su cronología del
El cálculo no está lejos de la verdad tomado
período del Hierro los autores de los artículos
globalmente. Y hay que reconocer que Barkay es
citados. G. Barkay escribe: «La excavación del Pa-
sincero hablando de impresiones y no de consta-
triarcado Armenio en este lugar, como ya se ha se-
taciones. La cerámica del Hierro, en efecto, era
ñalado, fue realizada sin una dirección científi-
relativamente abundante en algunos niveles de
ca» 15• Supongo que se refiere a que ni él mismo ni
tierra de campo, como ya se ha repetido, pero no
M. Broshi hicieron un seguimiento científico,
apareció ningún nivel con cerámica homogénea
porque, en efecto, así fue. Y no sólo eso, sino que
de sólo ese período.
lo siguieron muy de lejos, si es que visitar tres o
cuatro veces un trabajo que duró tres largos me- Por esto no se comprende en qué apoya la
ses puede llamarse seguimiento. Ahora bien, sin afirmación siguiente: «Todos los fragmentos de
un verdadero conocimiento de causa, ¿cómo se cerámica hallados en este relleno y el suelo de tie-
pueden sacar conclusiones?, ¿o qué valor pueden rra y ceniza son del Hierro II» 18• Aparte de que se
tener esas conclusiones? contradice con lo afirmado más arriba cuando
Al contrario que en el Calvario, aquí no se habla de sólo el 10%.
utilizaron etiquetas para señalar los niveles en la Tampoco es cierto que los niveles del fondo
sección sobre el terreno: eran muy claros. Por próximos al lecho de la cantera fueran los más
consiguiente, aunque pudieron ver la cerámica, productivos en cerámica del Hierro. Como que-
ya siglada incluso, no era fácil, sin los planos y da expuesto, y puede verse en las láminas de la
secciones de excavación, además de otras razones, cerámica dibujada (que para eso la hemos pre-
15
«The excavations of the Armenian Patriarchate on this si- dónde procede la cerámica». Era una petición del mismo Bros-
te were, as noted, conducted without scientific supervisión» hi. El hecho fue que M. Broshi no acudió al encuentro y no le
(«Excavations in the Chapel of St. Vartan ... », op. cit., p. 116). volví a ver; y, por consiguiente, no pudo enterarse de dónde pro-
16
En una nota del diario de excavación, en la fecha 17-1-76 cedía la cerámica.
' Ibíd., p. 116.
7
tengo anotado a lápiz literalmente lo siguiente: «Mns. Gureh me
ruega vuelva el día 20 para explicar al arqueólogo M. Broshi de 1
• Ibíd., p. 111.
72 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
sentado nivel por nivel), la cerámica del Hierro esa afirmación, carente de todo fundamento, se
está presente más o menos por igual en todos los califica por sí misma.
niveles de tierra roja, independientemente de la La cerámica que había sobre el pavimento
cota de altura. Otra cosa distinta es que hubiera puede verse en nuestra lámina 11, nivel 9; es de-
más o menos variantes. Por el contrario, en E I, cir, la que procede del montón de cenizas que
justamente en los niveles 14-16, los más profun- apareció sobre el pavimento nivel 10. No había ni
dos y los únicos en contacto con el suelo rocoso, un solo fragmento del Hierro, todo era del perío-
compuestos exclusivamente de residuos de la do romano y no más tardío de inicios del siglo 11
cantera, no se encontró ni un solo fragmento de d. C. La evidencia era tan clara que hacía super-
cerámica de ninguna época en el sector E I. Sí se fluo cualquier otro análisis, que además no iba a
encontrarían más tarde en los niveles paralelos ser más preciso. S. Gibson se expresa de forma
del otro lado del muro 3, como se verá. La cerá- parecida en el comunicado que envía a G. S. P.
mica del Hierro reproducida en nuestros dibujos Freeman-Grenville, donde escribe que una serie
representa no menos del 70% del total encontra- de niveles de relleno sellados contenían cerámica
do de ese período en E I.1. Por eso creemos que del siglo VII a. C. 20 De acuerdo, pero no sólo del
es exagerado hablar de «grandes cantidades» de siglo VII: allí había también cerámica más tardía;
cerámica del Hierro. Aunque con menos habría es decir, helenística y romana.
bastado para demostrar lo que pretende Barkay,
Naturalmente, con los supuestos fijados a vo-
si el contexto hubiera sido favorable; pero no fue
luntad por M. Broshi y G. Barkay es fácil averiguar
así.
a dónde quieren llegar y cuáles van a ser sus con-
Adviértase, además, que en el contexto en el clusiones. A estos estudiosos les vendría bien que el
que apareció esta cerámica el número mayor o pavimento nivel 1 O fuera del período del Hierro
menor de fragmentos no significa absolutamente para apoyar su teoría de la gran Jerusalén de antes
nada, pues no es el número el que proporciona del destierro babilónico. Aunque, la verdad, si fue-
aquí la cronología, sea de la época que fuere. Por- ra así, no pasaría de ser una prueba bien insigni-
que si fuera cuestión de cantidad, para fijar lacro- ficante y de muy escasa fuerza para su causa. Nos
nología habría que fiarse más del 90%, que no era gustaría que fuera cierto, pero no encontramos
del período del Hierro (según cálculo de G. Bar- ninguna base para tal afirmación. En su opinión,
kay), pero de ella ni hace caso ni publica un solo el nivel 1 O es un pavimento perteneciente a una
fragmento en su artículo. ocupación iniciada a finales del siglo VIII y des-
No es esto todo. Cuando se lee lo que G. Bar- truida por el ejército babilonio en el 587-586 a.
kay escribe en la página 111 de su artículo, hasta C. 21 y, naturalmente, con mayor razón es aún más
puede dudarse de que estemos hablando del mis- antigua la cantera. Lógicamente -pues se apoya en
mo lugar o utilizando el mismo lenguaje. El len- la misma base-, también S. Gibson llega a esa con-
guaje inseguro del último párrafo citado se con- clusión, pero creemos que hace una reconstrucción
vierte ahora en una afirmación tajante al decir más lógica, ponderada y realista 22, que podría ser-
que todos los fragmentos (la cursiva es nuestra) de vir si no fallaran las bases en las que se apoya.
cerámica encontrados en el relleno de debajo del Pero he aquí que Gibson admite también que
pavimento y sobre el pavimento son del período los muros 6 y 7, así como el relleno de entre los
del Hierro 11. Y a esta afirmación le sigue la nota dos muros por encima del pavimento, son del pe-
8 a pie de página, en la que afirma con toda tran- ríodo de Aelia. Luego desde el nivel 9 u 8 para
quilidad que «los fragmentos de cerámica más arriba, incluyendo los muros 5, 6 y 7, todo es ro-
tardía recogidos en las cestas, aparentemente eran mano. Esto quiere decir que cuando los romanos
filtraciones (de nuevo la cursiva es nuestra) proce- decidieron construir en este lugar encontraron el
dentes de los niveles superiores» 19• Creemos que área de Santa Elena despejada y vacía, sin otra co-
1
1
19
«Isolared sherds of later date intrusted into rhe pottery of the Holy Sepulchre, Jerusalem: History and Future», ]RAS
baskets, aparently originating in higher Ieveís» (op. cit., p. 111). (1987) 198, nota 34.
20
«A series of sealed fills contained pottery typical of the 21
Op. cit., p. 119.
7th century BC» (G. S. P. FREEMAN-GRENVILLE, «The Basílica 22
Op. cit., p. 24.
AAEAE 73
saque los residuos de la propia cantera en el fon- con aquélla. Y el pavimento en cuestión no al-
do y el pavimento nivel 1 O en superficie. canza a ser cubierto por el saliente de la roca.
Olvidemos, por un momento, que en el estra- Y ¿qué decir de las cenizas del nivel 9? Ex-
to de debajo del nivel 1 O hay cerámica romana. puestas a los efectos destructores de la lluvia y el
Siguiendo el razonamiento de estos autores nos viento sobre un suelo duro e inclinado, no sólo
encontraríamos con que, por una parte, los nive- no desaparecieron, ni fueron arrastradas de su si-
les 9 y 1 O serían del período del Hierro II (siglos tio, sino que se conservaron in situ y práctica-
VIII-VII a. C.) y, por otra, el nivel 8 y todos los mente intactas durante siete siglos.
demás que componen el relleno de encima son Barkay escribe que la cueva (?) 23 fue vaciada
del siglo II d. C. Es lo que afirman ellos. Nos en- sustancialmente durante el último período roma-
contraríamos, pues, con un vacío de tiempo y de no hasta el nivel del suelo de tierra para introdu-
residuos, del que no hay rastro alguno, que abar- cir los muros 2 y 3 (nuestros muros 6 y 7)24• En
ca desde el 587-586 a. C., fecha en la que habría primer lugar habría que preguntar al autor qué
sido destruida esta zona por el ejército de Babilo- dimensión le da al adverbio substantially. Como
nia, hasta el 135 d. C. Siete largos siglos en los que no ofrece ninguna explicación, suponemos que
-según su tesis- el suelo 1 O y el montón de ceni- quiere decir que los romanos excavaron trinche-
zas del nivel 9 estuvieron a la intemperie sin sufrir ras de fundación para los cimientos de sus muros.
un rasguño, pues ambos niveles se encontraron en Pero, observando sus propios dibujos, es decir, las
perfecto estado, a excepción de la esquina sureste secciones o alzados 25, vemos que sus muros 2 y 3
del pavimento, que apareció destruida. no llegan hasta el nivel 1 O, sino que fueron cons-
Por otra parte, si el pavimento de tierra y ce- truidos a partir de una cota más alta. Además, no
niza del nivel 1 O es del siglo VII a. C. y fue parte se ve en sus alzados ninguna trinchera de funda-
de una casa, ¿cómo explican que el pavimento es- ción, porque tampoco nos ofrece ningún alzado
té solo, sin ningún resto de estructura con el que donde pueda verse la relación de los muros con
pueda relacionarse, ni allí ni en el entorno? ¿No los niveles de escombros o de ocupación que son
es extraño que no se haya encontrado nada que los que tienen aquí la clave para establecer una
recuerde los siete largos siglos que separarían, se- cronología. No vemos, pues, en qué funda Barkay
gún esa tesis, los niveles 9 y 1 O del terraplenado y su afirmación.
de los muros 6 y 7 de Aelia Capitolina? Luego tenemos que concluir que ese interva-
Al parecer, durante todos esos siglos, según la lo de tiempo de siete siglos -que suponen ellos-
tesis de los citados autores, allí no ocurrió nada, entre el suelo nivel 1 O y los restos de Aelia no
sino que se paró el tiempo. Recuperando el razo- existió, por la sencilla razón de que ese suelo no es
namiento hecho más arriba, tendrán que explicar del siglo VII a. C., sino romano. La prueba irre-
el vacío de siete siglos sin dejar el menor rastro, y futable está en el hecho de que la cerámica más
eso en una hondonada junto a la muralla y al la- tardía de encima y de debajo del nivel 1 O es ro-
do de una puerta de la ciudad. Ni siquiera una li- mana. Esto es tan claro que sobra codo ejercicio
gera capa de polvo, siendo así que un simple vien- dialéctico y cualquier otra prueba.
to Hansim de dos días ya deja una costra de polvo Barkay se detiene también en rebatir algunas
dentro de las casas, incluso con puertas y venta- observaciones de Corbo no conformes con su te-
nas cerradas. ¿O es que los romanos barrieron el sis. Pero creemos que en este caso es más acerta-
suelo para, acto seguido, echar encima toneladas do el juicio de Corbo, aunque no estemos de
de escombros? Barkay presupone que era una acuerdo con algunas de sus conclusiones. No
cantera subterránea del estilo de la llamada de Se- contento con esto, extrapola sus conclusiones de
decías, al este de la Puerta de Damasco, pero, la zona E I a toda la cantera sobre la que está edi-
aunque hay algo de cueva, no tiene nada que ver ficada la basílica del Santo Sepulcro. Para él, toda
23 24
Este término es equívoco e impropio, porque la cantera «The cave was substantially cleared during the Late Ro-
no está en una cueva, como es el caso de las canteras de Sede- man period clown to the leve! of the earthen floor, in order to
cías. En E I la roca cubre, en forma de alero, en torno a 2,5 m. insert W2 and W3» (op. cit., p. 118).
Pero el suelo y todo el locus 1 del que estamos hablando se en- " Op. cit., p. 121.
cuentran fuera del alcance del alero pétreo.
111111
74 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
la cantera es del período del Hierro, porque aquí sidencial 27 al norte de la ciudad, fuera de la mura-
y allá aparecieron algunos fragmentos de cerámi- lla y, además, entre tumbas. Broshi 28 piensa que la
ca de ese período y, supuestamente, también más línea de tumbas que limitaban el perímetro de la
suelos (pavimentos) de la misma naturaleza y ciudad en el siglo VII a. C. incluía la tumba des-
época que el de E I.1; es decir, todos del período cubierta por C. Schick bajo el convento copto. Lo
del Hierro II. Y en apoyo de su tesis (evidente- cual conlleva, si hemos entendido bien, una con-
mente no demostrada) cita, en la página 108, no- tradicción con la propia opinión de Broshi.
ta 3, diez pasajes de la obra de V. Corbo Il Santo Lo que, a nuestro juicio, puede concluirse de
Sepolcro di Gerusalemme, en los que éste autor los datos de V. Corbo, en las citas recogidas por
alude a diversos lugares del subsuelo de la basíli- Barkay y· en otros pasajes, no tiene nada que ver
ca donde apareció cerámica del Hierro. Pero no es con una cantera u ocupación del período del Hie-
exactamente eso lo que dice Corbo. rro, sino que en toda el área de la basílica aparece
Hemos repasado uno por uno los pasajes de la la misma estratigrafía encontrada en el área E y en
obra de Corbo a los que se refiere Barkay y, me- el Calvario, como se verá en el capítulo 4; es de-
nos en dos, V. Corbo dice que la cerámica del cir, escombros traídos de afuera con cerámica
Hierro apareció mezclada con cerámica romana, mezclada de varios períodos, siendo la más re-
e incluso bizantina en algunos casos. Y en los dos ciente del período romano y no más tardía de la
casos en los que sólo cita la cerámica del Hierro, primera mitad del siglo II d. C.
primero, no la nombra como material único y, se- No contradice en nada esta conclusión el he-
gundo, dice expresamente que se trata de mate- cho de que los arquitectos29 de la restauración de
riales de relleno, como en todos los demás casos. la basílica hayan encontrado en algunos de los
Por consiguiente, se trata de escombros venidos sondeos practicados en el subsuelo cerámica del
quién sabe de dónde; en todo caso, de distintas período del Hierro II. No entramos a juzgar la
procedencias. Y aún podemos añadir aquí una re- competencia de determinados arquitectos en el te-
ferencia de Ch. Coüasnon, hablando de una ex- rreno de la arqueología. Pero debe tenerse presen-
cavación en la Anástasis, de la que dice que se al- te que las catas abiertas por ellos en el subsuelo de
canzó el suelo de la cantera cubierta por tierra la basílica tenían una finalidad distinta a la del es-
roja donde no se encontraron fragmentos de ce- tudio arqueológico. Su finalidad era comprobar el
rámica bizantina. La cerámica que se encontró estado de los cimientos de los muros. Por ello,
«va del Hierro II a la época romana (siglo I a. C.- todas las catas fueron reducidas y pegadas a es-
siglo I d. C.)» 26• Ya se vio más arriba que ese mis- tructuras bizantinas y cruzadas; poco fiables, por
mo contexto lo encontró Kenyon en el Muristán. consiguiente, a causa de las antiguas trincheras de
De nuevo G. Barkay insiste en silenciar lo que fundación de dichos muros, donde lo normal es
no interesa recordar. Pero, eso sí, partiendo de que haya habido mezclas e inversión de niveles.
presupuestos faltos de base saca tales conclusiones Ellos mismos afirman que en algunos de estos son-
que, a poco, nos hace creer que en la zona hoy deos (E, F, H y K) apareció cerámica bizantina y
ocupada por la basílica del Santo Sepulcro hubo romana hasta el fondo de la cantera, incluso en ni-
en los siglos VIII-VII a. C. un elegante barrio re- veles de tierra roja, como en el sondeo K30.
26
a
«La Fouille d'aoút 1974 l'Anastasis de [érusalern», p. 163. sotros también la hemos encontrado en contextos iguales o
27 parecidos. Y es preciso entender de una vez, después de nues-
Cf. «Excavations in the Chapel of St. Vartan, pp. 118-
119. Es poco más o menos la reconstrucción que hace el au- tra propia experiencia, que el hecho de que haya cerámica de
tor, basándose en pobres, insignificantes e incluso inexistentes un determinado período en algún punto sobre el lecho de la
restos de la época en los que se apoya. cantera aquí no significa necesariamente que la cantera sea de
28
«Irons Age Remains in the Chapel of St. Vartan in the ese período. Simplemente obedece a la casualidad de que los
Church of the Holy Sepulcher», Ancient [erusalem Reuealed, Je- primeros escombros del relleno procedieran de un lugar o
rusalén 1994, p. 84. depósito donde había ese determinado tipo de cerámica o de
29
L. COLLAS, Ch. CüüASNON y D. VOSKERTCHIAN, Cbro- otro donde no había esa cerámica. Por eso, dadas las condi-
nique archéologique. «[érusalern (Saint Sépulcre)». RB 69 ciones del relleno de la cantera, no se puede sacar cierto tipo
(1962) 104-105. de conclusiones de lo que se encuentra en uno o pocos me-
30
Cf. V CORBO, op. cit., vol. II, tavola 1. Aunque no está tros cuadrados de excavación. Casi tan importante es aquí te-
claro dónde, dicen haber encontrado cerámica del Hiero II ner en cuenta el contexto general como el particular de cada
entre los desechos de cantera. Pero esto no es nada raro: no- nivel.
AAEA E 75
V Corbo visitó el sector E I cuado ya había- de estratos que «por lo que respecta a la cerámica
mos terminado nuestro trabajo allí y los canteros hallada, mostraban una imagen unitaria desde el
habían cubierto los cortes estratigráficos para re- suelo rocoso hasta los estratos superiores» 33• Este
forzar los muros 5, 6 y 7 -como puede verse en la relleno tiene una fecha a quo proporcionada por
parte baja del muro de la derecha en la foto a la algunas monedas del año 67-68 d. C. 34 El con-
que hace mención en su obra 31-. Sin embargo, es texto cerámico de cada uno de los diversos estra-
correcta la interpretación que hace de que el pa- tos abarcaba del período del Hierro al período ro-
vimento 10 no se extendía más allá del perfil in- mano, sobresaliendo por su abundancia la del
terior de los muros32• En cambio, no podemos período herodiano (37 a. C.-70 d. C.)35•
compartir su opinión de que el suelo fuera hecho Este paralelismo estratigráfico con el resulta-
mientras se construían los muros 6 y 7,.sino que do de las áreas E y C de dentro de la basílica nos
precedió a la construcción de los mismos. No lle- confirma en nuestras conclusiones y nos permite
gó a tiempo para ver la relación existente entre el asegurar que el historiador Eusebio es exacto en
nivel 10 y los muros 6 (¿segunda fase?) y 7. Apo- su descripción cuando habla del terraplenado que
yándonos en la estratigrafía y en los materiales de se hizo para preparar el suelo donde construir el
datación -que Corbo desconocía- puede afirmar- templo de Afrodita 36•
se que el relleno de escombros de entre los muros
Apoyándonos en lo que venimos constatando
se realizó simultáneamente a la construcción de
en el área de la basílica del Santo Sepulcro, nos
los mismos, como queda ya explicado. ¿Qué sen-
permitimos una reflexión sobre la afirmación de
tido podía tener construir el pavimento para
K. M. Kenyon de que en la excavación del Mu-
sepultarlo inmediatamente después? También re-
ristán el nivel que cubría la parte más profunda
chaza la opinión de los autores citados anterior-
del lecho de la cantera era «puro nivel del siglo
mente de que esta zona fuera objeto de una ocu-
VII a. C.» 37 Sin poner en duda la veracidad de la
pación urbana en el período del Hierro II, por
afirmación y la autoridad de K. Kenyon, a quien
simple convicción, no porque aporte algún argu-
tuvimos el gusto de conocer y tratar en el oficio
mento que lo demuestre. Pero es cierto. Final-
de la arqueología en Buseirah (Bosra), Jordania,
mente no podemos compartir su juicio sobre los
en la campaña arqueológica del verano de 197 4,
muros 6 y 7, de los cuales duda que sean del pe-
dirigida por Cristal M. Bennett, nos atrevemos a
ríodo de Aelia, e incluso considera el muro 5
observar que el hecho de que en ese nivel no hu-
construcción del siglo Xl, atribuyéndoselo a
biera mezcla de materiales más tardíos no nos im-
Constantino Monómaco. Ignoramos en qué apo-
pide expresar nuestras dudas de que en este caso
ya sus afirmaciones, siendo así que la estratigrafía
la cantera tenga que ser del siglo VII a. C., o más
en este punto no presentaba ningún problema.
antigua, como sugiere Kenyon. No se habla de
Digamos ya, para terminar, que si a nuestra ningún nivel de ocupación o sellado. Por lo que,
conclusión se añade la sacada por Kenyon en el después de lo observado repetidamente en los es-
Muristán y por la Dra. Lux en el subsuelo de la combros vertidos en la zona de la basílica, y de las
iglesia luterana, debe concluirse que toda esta área conclusiones sacadas por los alemanes en la exca-
del Santo Sepulcro y del Muristán fue objeto de vación bajo la iglesia luterana, la cuestión puede
un terraplenado en el período romano. En el lu- plantearse de otra manera: ¿el nivel de K. Kenyon
gar de debajo de la iglesia luterana se comprobó era un nivel de tierra de formación in situ o im-
que el relleno de escombros, de 8 m de espesor portada para terraplenar la fosa de la cantera?
desde el mismo lecho de la cantera, se componía Porque en este caso -según de dónde se trajera-
31
Cf. Il Santo Sepolcro di Gerusalemme, vol. III, foto 105, 34
Ibíd
donde ni siquiera se ve el nivel 10, al que Corbo hace referen- 35
U. Lux, «Vorlaufiger Bericht über die Ausgrabung
cia, oculto bajo los materiales y herramientas que en ese mo- unter der Erloserkirche im Muristan in der Altstadt von
mento estaban utilizando los canteros que realizaban el refuer- Jerusalem in den Jahren 1970 und 1971», ZDPV88 (1972)
zo y restauración de los muros. 192.
32
Ibíd vol. I, p. 112. 36
«Hombres descreídos y profanos... tomándose un gran es-
33
K. J. H. VRIEZEN, «Zweiter vorlaufiger Bericht über die faerzo, cubren todo el lugar con tierra que han acarreado de otra
Ausgrabung unter der Erloserkirche im Muristan in der Alts- parte ajena al sitio» ( Vita Constantini, III, 26, 2).
tadt von Jerusalem (1972-1974)», ZDPV(1978) 76. 37
Digging Up Jerusalem, p. 230. lt!'
76 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
la tierra allí depositada podría contener, en efec- más antigua que la parte situada debajo del com-
to, sólo cerámica del período del Hierro y, sin plejo basilical del Santo Sepulcro. El espacio ocu-
embargo, la cantera ser más tardía. En algún ni- pado por la cantera es amplio y, por supuesto, ad-
vel del área E la cerámica del Hierro era más mitimos la posibilidad de que haya podido ser
abundante que la cerámica más tardía en niveles objeto de explotación de forma gradual y en más
de tierra roja importada de afuera. Y no nos hu- de un período histórico. Pero esto, aun siendo
biera extrañado encontrar algún nivel de tierra posible y hasta más lógico, dadas las grandes di-
roja con sólo cerámica del período del Hierro. Pe- mensiones de la cantera, no nos consta que esté
ro en el caso de que, en efecto, se tratara de un ni- demostrado todavía.
vel formado en el siglo VII a. C. o antes, habrá
que explicar, también aquí, el fenómeno plantea-
do más arriba. Es decir, habrá que explicar cómo
Grafito de la barca
es posible que en un lugar abierto y desprotegido En el año 1971, la Escuela Británica de Jeru-
se encuentren dos niveles de más de siete siglos de salén tuvo la oportunidad de supervisar o dirigir
distancia pegados uno al otro sin que quedara en- los trabajos que se estaban realizando en el área E
tre ellos un solo residuo de tan largo espacio de I, y a ellos les cupo la suerte de estudiar, los pri-
tiempo ni de ocupación ni de abandono. En últi- meros, el grafito que apareció dibujado en un
mo término, esto quizá podría entenderse mejor sillar del muro 5 38 (fig. 20). El soporte es una
sobre una altura o llano, pero no es explicable en piedra rectangular del tipo mizzi, que es, de las
una hondonada, y menos en una fosa situada al empleadas en la construcción, la de mayor dure-
pie de la ladera de una colina y junto a la mura- za y de color rosado. Es la única de superficie lisa
lla de la ciudad. que aparece en el muro, colocada en el extremo
Con esto no queremos negar la posibilidad de oriental del mismo. Se trata de una piedra reuti-
que en la zona del Muristán la cantera pueda ser lizada, como es el caso de los demás materiales del
38
Cf. Crystal M. BENNETT, «The Jerusalem ship», !]NA tbe Churche of The Holy Sepulcbre, particularmente pp.
(1974) 3.2, 307-309ss; S. G!BSON-Joan E. TAYLOR, Beneath 25-29.
AAEAE 77
muro. La piedra está en la tercera hilada del mu- El paralelismo, en cuanto a la forma, es mu-
ro a contar desde la cima en su estado actual, que cho más próximo con el ejemplar de un bajo re-
no es el mismo en el que se encontró, pues pos- lieve encontrado en un sarcófago de Sidón, publi-
teriormente a la excavación se suprimió una par- cado por G. Contenau 43 y datado de los siglos I-II
te de las piedras de la hilada superior, entre ellas d. C. El mismo autor cita otros ejemplares, de los
el fragmento de friso de la fig. 12 39• cuales reproduce algunos, siendo el más próximo
El grafito reproduce una nave de las que cru- al de la basílica del Santo Sepulcro uno proceden-
zaban el Mediterráneo durante los primeros siglos te de un fresco de Pompeya 44• Si exceptuamos uno
de la era cristiana. Las dimensiones de la cara del representado en una moneda de Heliogábalo, y
sillar utilizada por el artista son 80 x 50 cm y es- por tanto del siglo III, los demás de este tipo son
tá colocada en situación apaisada. El dibujo de la comúnmente datados de los siglos I-II d. C.
nave es ligeramente grande para la superficie dis- Pero veamos qué puede decirnos a este res-
- ponible y está todo él dentro de los dos tercios su- pecto el estudio de su ubicación, porque pueden
periores de esa superficie, como si el tercio infe- plantearse tres hipótesis: primera, que el grafito
rior lo hubiera reservado el artista para pintar el estuviera ya pintado cuando se utilizó el sillar en
mar, pero éste no aparece representado en el di- el muro donde apareció; segunda, que se pintara
bujo 40• Si la omisión fue voluntaria podría tener -estando el sillar ya colocado en el muro 5- an-
la intención de recalcar la idea, expresada ya por tes de la construcción del muro 7; tercera, que se
las velas arriadas y el mástil tumbado, de que la pintara después de la destrucción del muro 7. La
nave ha llegado a tierra y reposa en puerto segu- primera hipótesis nos parece muy poco probable
ro. Véase también la lámina XLIX, 2. por la buena conservación del mismo grafito.
La nave, de estilo romano, tiene la proa hacia El sillar del grafito se encuentra a sólo 80 cm
poniente, en dirección del Santo Sepulcro. A sim- por encima de lo que queda hoy del muro 7, y
ple vista, en el dibujo se advierten los colores car- hay que suponer que este muro fue lo suficiente-
mín, amarillo y negro, color este último con el mente alto como para ocultar el sillar del grafito
que están trazados los rasgos fundamentales de la y más. Esto lleva a la conclusión de que sólo hu-
nave. La distribución y finalidad de estos colores bo dos momentos posibles para pintarlo: o antes
dejan entrever la existencia de dos estratos 41• Ba- de construir el muro 7 o después de destruirlo. Si
jo la nave, del lado de popa, aparece una inscrip- fue antes, hay que suponer que transcurrió algún
ción que junto con la nave misma ha atraído la tiempo, corto en todo caso, entre la construcción
atención de los investigadores, habiendo sido ya del muro 5 y el muro 7. Pero en este caso queda
objeto de varios estudios e interpretaciones. demasiado alto para poder pintarlo desde el sue-
Para fecharlo se han buscado paralelos en las lo. A no ser que fuera pintado por los construc-
reproducciones de barcos de la antigüedad, entre tores del muro 5. En este caso el grafito vendría
los cuales se citan algunos grafitos de barcos ha- datado por la construcción de dicho muro, que,
llados en tumbas de Jerusalén, pero creemos que según la cronología cerámica del locus 1, debió
con poco acierto. Por ejemplo, no creemos que de tener lugar en las primeras décadas del siglo II
los grafitos de naves hallados en la tumba de ja- d. C. En todo caso, no más tarde de la construc-
són (jerusalén) tengan más parecido con la halla- ción de Aelia Capitolina y el templo de Venus.
da en el Santo Sepulcro que el hecho de repre- Pero es una hipótesis poco probable.
sentar naves, y, por consiguiente, tampoco sirve En cambio, no vemos ninguna objeción que
su datación del siglo I a. C. 42 oponer a la tercera hipótesis. Es decir, la cons-
39
Hoy este bloque se encuentra colocado en el muro 2. (1974) 32: 309, y S. W HELMS, op. cit. (1980) 9.2: 105. Estos
40
No es el único caso de grafitos representando naves en los dos autores aducen como paralelos varios ejemplares de CASSON,
que no aparece el mar. Ships and seamamhip in the ancient uorld (1971), figs. 5.280 y
41
Esta observación ya fue hecha por S. W HELMS, «The Je- 5.293 .
rusalem Ship, lsis Myrionymus and che True Cross,» I]NA 43
a
«Mission Archéologique Sidon» (1914), Syria I (1920)
(1980) 9.2, p. 107. pi. VI y p. 43.
42
L. Y RAHMANI, «[asons tornb», IE]l7 (1967) 61-100, figs. 44
Ibid., pp. 41-44 y fig. 12, particularmente el C.
5a y 5b; S. C. HUMPHREYS, «The Jerusalem ship», I]NAUE
78 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
45 48
G. W NEBE, «Die Lateinisch-christliche Inschrift in der M. BROSHI, «Evidence ofEarliesr Christian Pilgrimage to
St. Vartan Kapelle der Grabeskirche in Jerusalem, ein neutes- the Holy Land comes to light in Holy Sepulchre church»,
tamentliches Zitar?», ZNW78 (1987) 161. BAR, diciembre (1977) 42-44.
46
Op. cit. en nota 11. 49
Loe. cit., p. 120 .
47
E. TESTA, «Golgota, porto della quiete», Studia hierosoly- 'º E. TESTA, loe. cit., p. 221.
mitana, Parte I, Jerusalén 1976, pp. 197-244.
. !.
'l.
AAEA.E 79
na 51• Broshi 52, apoyándose en un texto de Euse- del sector E I y practicar una abertura en dicho
bio 53 ya recordado, lo fecha de la década anterior muro 3 desde el sector E I.
al 335, coincidiendo con el resultado del análisis De no haberse hecho esta perforación del mu-
arqueológico expuesto más arriba. En cuanto a la ro 3, nunca se hubiera sabido de la existencia de
inscripción, de acuerdo con la opinión del domi- este sector. La única comunicación de este am-
nico P. Benoit, de la Escuela Bíblica de Jerusalén, biente con el exterior, después de ser cerrado por
la considera inspirada por el salmo 122,1, que es el muro 3, fue un pequeño orificio o estrechara-
un salmo de peregrinación, lo que da pie para que nura que quedó en lo alto, entre la roca y el mu-
sea considerada no sólo de origen cristiano, sino ro, al construirse éste y no ajustarse a la roca en
también un testimonio de la llegada de peregri- ese punto, a causa de las irregularidades del perfil
nos cristianos a Jerusalén en el siglo IV, para visi- alto de la roca. Hoy, esa pequeña abertura está ce-
tar el Santo Sepulcro. rrada y cubierta desde el exterior por el pavimen-
F. Manns 54 hace una nueva aportación al in- to del monasterio de los monjes etíopes. Pero en
terpretar el grafito como una alusión o reflejo de la antigüedad, a través de ella, se arrojaron aquí
la antigua liturgia siro-jacobita de Jerusalén. Pero gran cantidad de escombros sobre los que ya exis-
no se acaban aquí las hipótesis, porque G. W tían de tiempo atrás, como lo dejan ver clara-
Nebe55, uniendo el simbolismo de la barca con la mente el origen y la inclinación de los niveles más
inscripción, lee el grafito a la luz del Nuevo Tes- tardíos de la sección 6-6 (pl. III).
tamento como una alusión a la tempestad calma-
La primera perforación del muro 3, que per-
da (Me 4,35-41 y paralelos).
mitió la comunicación entre E I y E II, fue abier-
El último estudio que conocemos sobre este ta partiendo del lado sur a la altura del pavimen-
grafito es de Joan E. Taylor y está publicado en to de la recién construida capilla de San Vartán en
1994, cuando ya teníamos redactado el capítulo. el sector E I, a 3,46 m de altura desde la base del
En él se hace un análisis muy detallado del grafi- muro 3, que en este caso apoya directamente en
to, aportando nuevos datos y fotografías inéditas, la roca del lecho de la cantera. La perforación se
algunas de antes de la restauración realizada por hizo en el verano de 197 6 ( cuando ya se había
E. Testa y otras nuevas realizadas con técnicas terminado la excavación del sector E I), mientras
modernas más sofisticadas. Sin duda, es el estudio participábamos en sendas excavaciones en Jorda-
más completo publicado hasta la fecha. Joan E. nia: monte Nebo y en la ciudadela de Ammán.
Taylor prefiere la lectura «Domine ivimus», pero
Cuando el 16 de septiembre del mismo año
no está de acuerdo en que deba tener necesaria-
volvimos a Santa Elena para ultimar algunas
mente un sentido cristiano. Esto sería una posibi-
notas de E I, la sorpresa fue no pequeña al en-
lidad entre tantas otras que se analizan en el estu-
contrar la perforación del muro 3 recién termi-
dio, y cree que la fecha de composición de este
nada. En ningún momento monseñor Gureh
grafito debe colocarse en el siglo II d. C. 56
había comentado su intención a este respecto.
Los obreros que habían hecho la perforación no
Sector E 11 habían tocado aún el relleno de escombros que,
como una pared opaca y misteriosa, cerraba el
El sector E II está situado al norte del sector paso al otro lado del muro 3. Aparentemente se
E I, del cual está separado por el muro 3 (véase el trataba de escombros de igual o parecida natu-
pl. II). Se trata de una cavidad rupestre artificial raleza que lo excavado en E I. Pero el espacio vi-
- de 7 m de profundidad en dirección norte y de sible no era mayor de lo que medía la perfora-
21,40 m de anchura de este a oeste producida por ción del muro; es decir, un pequeño túnel de
el avance de la cantera hacia el norte. De su exis- 2,71 m de largo (era el espesor del muro 3 a es-
tencia se supo después de realizar la excavación ta altura) por 0,84 m de ancho y 2 m de alto.
51
G. CONTENAU, «Mission archeologica in Syria», Syria I 54
«Une ancienne priere au Saint-Sépulcre de [erusalern»,
(1920) 44. Agustinianum 20 (1980) 233-241.
52
Op. cit., pp. 43ss. 55
Op. cit., pp. l 54ss.
53
Vita Constantini, III, 26, 2. 56
Cf. S. Ctsson & Joan E. TAYLOR, Beneath the Cburcb of
the Holy Sepulcbre, cap. 2, pp. 25-48.
EL CALVARJO Y LA CUEVA DE ADÁN
80
Aparte de los escombros cabía esperar un am- final de la cantera hacia el este, estaba limpio de
biente parecido al de E I, o, lo que es lo mismo, escombros. No había siquiera lascas, ni apenas
la continuación de la cantera hacia el norte, co- polvo blanco de la cantera, mientras que en el
mo así resultó ser. Pero ¿cuáles eran las dimen- resto de E II, hacia el oeste, estos residuos de la
siones de aquella masa de escombros y en qué cantera eran tan abundantes que formaban un es-
condiciones estaba? El intentar averiguarlo para trato de más de 2 m de espesor, como puede ver-
contestar a estas y otras preguntas llevaba consi- se en la secciones sur-norte y este-oeste (b-6, e-e,
go algunos riesgos. h-h y f-f) del pl. III y las figs. 22, 23 y 24.
Por de pronto, la perforación del muro 3 per- Esta constatación nos habla del método de
mitió medir fácilmente el espesor de éste y cono- trabajo de los canteros que trabajaron allí. Era
cer la técnica de construcción de los fundamentos necesario limpiar y echar hacia atrás los residuos
de la construcción constantiniana. Está levantado para poder avanzar en la extracción de nuevos blo-
con predominio de sillares y materiales reutiliza- ques. Pero, además, las huellas perfectamente visi-
dos por ambas caras, siendo el interior de hormi- bles en el suelo y en las paredes de la cantera están
gón con piedra gruesa y abundante mortero, una indicando qué tipo de bloques extraían y cuáles
coementicium de fuerte consistencia (sección 6-6.). eran sus dimensiones. Fueron los últimos bloques
que se sacaron en el área E antes de cerrar la can-
tera. Al final de este capítulo se estudiará esta
cuestión y se verá que estas últimas huellas pueden
La excavación del sector E 11.
ayudar también a la búsqueda del momento en el
Primeros tanteos que dejó de explotarse la cantera en esta zona.
Al principio no fue fácil el trabajo, por el ries- No vemos ninguna razón para que los bizan-
go de hundimiento de los escombros. Se comen- tinos limpiaran hasta ese extremo la parte más
zó excavando un estrecho túnel en dirección oes- cercana al punto más avanzado de la cantera. Sin
te en busca de algún espacio vacío desde el cual duda que lo encontraron así y así lo dejaron. Por
ver la amplitud de aquel nuevo ambiente inespe- eso, no dudamos de que ése fue el estado en el
radamente descubierto y el modo de actuar. Se si- que quedó la cantera en el momento de su aban-
guió pegado al muro 3, para tener un soporte se- dono en el siglo II d. C.; es decir, vacía. Sin más
guro de un lado del túnel desde donde poder escombros que los que había producido el arran-
apuntalar el resto. Después de 1,50 m sin resul- que y talla de las piedras de la cantera. Y esto de-
tado positivo se hizo otro intento, con más suer- muestra también que en este punto los construc-
te, frente a la abertura hecha en el muro, en di- tores de los muros 5, 6, 7 y 8, al rodearlos de
rección norte hasta llegar al espacio vacío Y escombros, no pretendieron tanto rellenar la fosa
causado por el corte quebrado de la roca, a sólo cuanto reforzar los cimientos de sus construccio-
1,70 m de distancia desde el muro 3 en ese pun- nes, como ya se ha visto al estudiar E l.
to de la excavación. Véanse en E II, sección 6-6, Este vacío y limpieza de la roca misma ex-
los tres triángulos escalonados en blanco señalan- puesta a la intemperie antes de construirse el mu-
do los vacíos provocados en el relleno por el cor- ro 3 es una prueba incontestable más de que la
te escalonado de la roca. Algunos metros más al cantera no es tan antigua como se ha venido afir-
este, a donde no llegaba el radio de los escom- mando hasta hoy. Porque es absurdo pensar que
bros, era un gran vacío, en el que sólo había un el lecho de la cantera se mantuvo limpio, aunque
grueso bloque de piedra sin desbrozar con todas sólo fuera en esa zona, durante más de setecientos
las trazas de haber sido abandonado por los can- años, sino que está diciendo claramente que la
teros romanos, quizá por lo deforme del mismo. cantera fue cubierta, apenas terminada la explota-
No creemos que lo trajeran los constructores del ción de la misma, por algún edificio que lo cubrió
muro 3, porque era excesivamente grande y en todo, como ocurrió más tarde con la basílica
todo el muro no se ve ningún sillar o mansuesto constantiniana y concretamente el muro 3, que
de aquellas dimensiones. Cuando más tarde se impidieron que ese rincón se cubriera de dese-
intentó musealizar y hacer visitable este sector, chos, suciedad o escombros.
dicho bloque, demolido, fue utilizado en el mu-
ro de contención de la plataforma dejada como En el oeste del sector E II, zona 1 O, el relleno
mirador. El resto del espacio, la zona 9, hasta el era casi total debido a la proximidad del punto de
--,rl
AAEAE 81
origen del vertido de los últimos escombros y lapa- man un semicono pegado al muro 3. Todos ellos
red rocosa. La grieta por donde se vertieron éstos ofrecen una tónica común por su composición:
coincidía con la salida de la tubería K, de forma tierra y piedras menudas con cerámica más o me-
que esta tubería de desagüe se convirtió poco más nos abundante, según qué niveles, y homogénea.
o menos en el eje del medio cono de escombros. La tierra era algo más clara en los niveles 1-3 y
más oscura en los niveles 4- 7. El nivel 8 era de
tierra gris claro. En el nivel 1 había piedras, in-
Procedimiento seguido en la excavación cluso muy gruesas, hasta el punto de taponar el
de E JI agujero de entrada por donde habían sido arroja-
dos todos estos escombros de los ocho niveles de
Debido a las dificultades causadas por la pro-
este estrato. Por el lado este la roca no ofrecía
ximidad de la roca y del muro 3 en la parte alta,
obstáculo a la formación natural del cono. De ahí
se ideó un procedimiento a seguir en dos etapas.
que se acumularan un gran número de piedras,
La primera abarcaría desde la cúspide hasta la al-
particularmente del nivel 1, rodadas desde lo al-
tura del umbral de la entrada abierta en el muro
to hasta la base, invadiendo un trozo de la cante-
3, coincidiendo con el nivel 8, pero realizada en
ra que se había mantenido limpio hasta el mo-
dos tiempos: primero la mitad este, con el fin de
mento en el que se realizó este último depósito
poder estudiar la sucesión de estratos y obtener la
de escombros. Por fin, a causa del grosor de las
sección sur-norte (b-b, pl, III), y después la mitad
piedras, el orificio de entrada se cegó definitiva-
oeste. Terminada la primera fase se excavó hasta la
mente, aunque no puede descartarse que fuera
roca (niveles 9 a 21), pero no levantando ya toda
cegado expresamente.
la anchura del semicono, sino abriendo trincheras
y conservando una plataforma de operaciones a Los niveles 1-3 no proporcionaron elementos
unos 20 cm por debajo del umbral de la entrada. de datación significativos, mientras que se recogió
Esta plataforma facilitaría el trabajo y serviría des- bastante cerámica en los niveles 4-7. En el nivel 7,
pués de camino de tránsito y de mirador a los vi- de tierra gris oscura, se recogieron también mu-
sitantes, una vez musealizada aquella cavidad 57• chos fragmentos de mosaico y de tegulas, algunas
con la estampilla de la Legión X Fretense. Pero fue
el nivel 8 el más abundante en cerámica. De ahí
La estratigrafía de E JI que la mayor parte de la cerámica reproducida en
las láminas XIII-XVI proviene de ese nivel.
Como queda dicho, se comenzó realizando
un corte sur-norte abarcando todo el radio del Hay que advertir que, debido a las dificulta-
medio cono, desde el muro 3 hasta la roca norte des iniciales ya descritas, en un principio no fue
y desde el vértice hasta la roca. Este corte iba a posible distinguir claramente los niveles (se exca-
permitir distinguir tres fases en la formación de vaba desde el interior del semicono abriendo tú-
este cúmulo de escombros, a los que denomina- neles), por lo cual los materiales se mezclaron. És-
remos estratos 1, 3 y 4, y un cuarto, el estrato 2, ta es la razón por la que la clasificación del estrato
situado entre los estratos 1 y 3, formado por la 1 de la fase 1 no es tan minuciosa como la del sec-
trinchera de fundación del muro 3. tor E I y la de la fase 2 de este sector E II. Y por
ese motivo la cerámica correspondiente a estos
primeros 8 niveles, dibujada en las láminas XII-
Estrato 1 (niveles 1-8) XVI, es estudiada en bloque, sin distinción de ni-
veles, con sólo un par de excepciones (láminas XI
Primera fase. El estrato 1 representa la tercera y XII). Hay que reconocer que hubo mucha suer-
fase del relleno, la más tardía. Se compone de te en la elección de la altura de la perforación del
ocho niveles, que más o menos en forma de ca- muro 3, porque todos esos niveles (1-8) corres-
pas concéntricas, sobre todo por el lado este, for- ponden a una misma fase de relleno, como fue
57
En este sector el trabajo se desarrolló muy lentamente tesón de monseñor Gureh Kapikian, dicho sea en su honor.
por falta de personal, particularmente mientras se realizó la ex- También echó mano de la espuerta en más de una ocasión, pe-
cavación de esta primera fase. Hubo incluso prolongados sus- ro sólo dentro del área de excavación.
penses. Si se hizo este vaciado y estudio se debe al interés y ,,
1
:1 1
82 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
fácil comprobar cuando se despejó el horizonte Es evidente que los escombros que forman to-
observando la composición de los mismos y la do este estrato fueron depositados aquí cuando ya
tipología cerámica que contenían. La cerámica de estaba construido el muro 3.
los niveles altos no se diferenciaba tipológica- Terminado el corte central hasta alcanzar la
mente de la cerámica del nivel 8. cota del umbral de la entrada g abierta en el mu-
También se constató que la tipología cerámi- ro 3, coincidente con la parte alta de los niveles 9
ca de estos niveles era paralela de la recogida en la y 13, se llevó a cabo la excavación de la mitad oes-
primera fase de E I; es decir, la recogida por los te del semicono, comenzando de nuevo desde el
obreros con anterioridad a nuestro trabajo. Se re- vértice del mismo hasta levantar el nivel 8.
cogieron también abundantes fragmentos de te- Durante esta operación apareció el muro 8
jas, algunos -como se ha dicho- con la estampi- apoyado por su extremo norte en la pared de la ro-
lla de la Legión X Fretense (láminas XXXVI y ca (sección e-e, fig. 29), mientras que por el sur
XXXVIII). Alguna teja pudo completarse (lá- había sido cortado también por la trinchera de
mina LIX). En los niveles 6 y 7 se recogieron fundación del muro 3. Su espesor es de 1 m, la
algunos fragmentos de mosaico, en su mayoría mitad del espesor de los muros 6 y 7 de E I. No se
blanco, pero también algunos polícromos corres- ha visto que continuara del lado sur del muro 3.
pondientes a recuadros de dibujo de entrelazados El muro está orientado en dirección norte-sur, con
(lámina LXIV, 2). una ligera desviación oeste-este. Su construcción
de mampostería es algo mejor que la de los muros
6 y 7, pero tampoco se utilizó aquí argamasa para
asentar las piedras. Sin embargo, el muro 8 tiene
trinchera de fundación excavada en el espeso nivel
de los residuos de la propia cantera, pero está lejos
de fundarse en la roca. Su contexto estratigráfico
lo hace contemporáneo de los muros 6 y 7 de E I.
58 Esta franja, no excavada, está hoy pavimentada y con ver- por la segunda puerta abierta desde el presbiterio de la capilla
ja, sirviendo de balcón y corredor de paso para la visita de la en la prolongación oeste del muro 3 (lámina XLI, 2).
zona, a la que se puede entrar desde la cripta de Sanca Elena
AfIBAE 83
Trinchera 6
La trinchera 6, de 1,30 m de ancho por 3 m
de largo en dirección sur-norte a partir del muro
3, tenía como objetivos fundamentales completar
la sección sur-norte (b-6) de la primera fase hasta
alcanzar la roca y ver dónde y cómo terminaba
la tubería de piedra del desagüe. El suelo rocoso
apareció marcado por las huellas de la cantera,
como venía comprobándose en todas partes. La
excavación de esta trinchera nos iba descubriendo
a un mismo tiempo dos estratos paralelos: el es-
trato 2, en la zanja de fundación del muro 1, y el Fig. 22. Trinchera 6, sección oeste y lecho de la cantera visco
estrato 3, perteneciente a un período más antiguo. desde el noreste. Aquí se ven los estratos 2, 3 y 4 (niveles 11-
12 y 13-21, hasta la roca) (véase también la lámina XLI, 1).
Tr. 6
El lector nos perdonará esta digresión. Pero que los residuos de la cantera procedentes de la
viene a propósito de algunas afirmaciones que se limpieza del sector E II.9 para preparar el terreno
han hecho datando del período del Hierro II la a una nueva extracción de bloques 59• Esto explica
cantera sobre la que se asienta la basílica del San- el enorme cúmulo de residuos que alcanza este es-
to Sepulcro, porque en alguna parte (desde luego trato 4, de más de 3 m de espesor en algunos
no en nuestras áreas E y C) se ha encontrado al- puntos, precisamente hacia el oeste; es decir, hacia
gún fragmento de cerámica de ese período sobre el atrás, donde se iban apartando los residuos que
lecho de la cantera, sin que se hayan dado expli- podían impedir el avance de la explotación.
caciones del cómo y el dónde de su contexto. Es En torno a la tubería K se observan dos cortes
decir, sin conocer la realidad contextual, sacándo- en la estratigrafía (fig. 24). El exterior y más anti-
se, a veces, conclusiones que son muy poco de fiar. guo afecta sólo al estrato 4; el segundo afecta al re-
lleno del estrato 3. Es evidente que este segundo se
Estrato 4 (niveles 18-21) debe a la trinchera de fundación del muro 3. No
está claro el corte primero que afecta sólo a los re-
Este estrato descansa sobre la roca y está cu- siduos de la cantera. Lo único que puede decirse
bierto por el estrato 3. Es el estrato contemporáneo con seguridad es que fue hecho con anterioridad al
de la explotación de la cantera, el que se formó du- relleno de escombros del nivel 12 que corresponde
rante la explotación de la misma, pues está com- al estrato 3; el realizado por los constructores de
puesto únicamente de los residuos pétreos produ- Aelia. Es un estrato paralelo del estrato 1 del sec-
cidos por el corte y la talla de los bloques de piedra tor E l. Cabe la posibilidad, por tanto, de que ese
allí extraídos: lascas y polvo, todo muy blanco. corte esté en relación con la construcción del mu-
No hay en estos niveles mezcla de tierra de ro 6 de E I, cuya prolongación pudo llegar cerca
ningún tipo, sino que son puros residuos de pie- de ese punto antes de ser cortado por el muro 3.
dra malaki local. Estos niveles corresponden con
los niveles 15 y 16 de E I (sección a-a), con la di-
ferencia de que en E I no se encontró cerámica
(era también un espacio muy reducido), mientras
que en el estrato 4 de E II, aunque la cerámica no
fue muy abundante, fue lo suficiente para que,
apoyándonos en ella, y en la del estrato 3, pueda
fijársele una fecha bastante aproximada del perío-
do de explotación y cierre de la cantera. Todos los
fragmentos de cerámica encontrados en este es-
trato 4 son del período romano. No apareció aquí
cerámica anterior a este período, ni tampoco pos-
terior (lámina VII, 1-18).
La cerámica de este estrato 4 viene estudiada
de forma conjunta en el capítulo 8, sin distinguir
los niveles, porque, aunque en sección se han po-
dido trazar algunas líneas divisorias, fijándonos
exclusivamente en el tamaño de las lascas y la
abundancia mayor o menor de polvo de la piedra,
durante la excavación no fue fácil distinguir, pues
todo el estrato era del mismo color blanco de la
roca formado por residuos producidos allí mis-
mo. Los señalados en la sección 6-6 como niveles
18 y 19 con toda probabilidad no son otra cosa Fig. 24. Sección este de la trinchera 6, vista desde el oeste.
59
Por si se le ocurriera a alguien atribuir la explotación de solo bloque que guarde relación con las huellas allí visibles de
este último tramo de la cantera a los constructores del gran la cantera .
muro 3, advertimos que no hay empleado en dicho muro un
¡.
~
86 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
¡;i,
Fig. 25. Perforación de la roca y parte alta del muro 9 que cierra el boquete, visto desde el sur. Se aprecia claramente que la parte
visible en la foto está construida desde el otro lado.
ÁREA E 87
se ve, ya restaurado y reforzado con cemento, el pequeño cripta de la Invención, situada al sur del área E I, l ..
muro 9.
fue asimismo una cisterna. Pero también en este
caso falta demostrar si la cisterna fue destruida
!11
Por otra parte, está claro que si se hubiera po- por la cantera o es posterior a ella 60, aunque más
dido entrar desde E II habrían rematado el mu- bien parece lo primero.
ro 9 de forma regular y no como deja ver su par- El orden de los hechos pudo ser el siguiente:
ticular remate: empleo de piedras pequeñas que al encontrarse los obreros de la cantera sorprendi-
no guardan línea ni en sentido vertical ni hori- dos por la cisterna, bien ellos o los propietarios de
zontal y cediendo siempre terreno ante la difi- la cisterna tapiaron el boquete con el muro 9 y
cultad que supone construir desde el otro lado continuaron su trabajo hacia el este, sectores 8 y
sin espacio suficiente para poder ver lo que se ha- 9. A medida que la cantera avanzaba, el cascajo
cía. Según esto, es prácticamente seguro que esta resultante de la extracción y primer pulimento de
60
No debe extrañar la existencia de cisternas en un lugar pró- tribus de pastores y sus ganados. También el famoso pozo de Ja-
ximo a la ciudad aparentemente deshabitado (como lo demuestra cob en Siquem estaba fuera de la población (jn 4), y en Berseba
la presencia de la cantera), teniendo en cuenta la escasez de agua se encontró otro fuera de la muralla de la ciudad. Se necesitaba
en Jerusalén. Se sabe que la roca sobre la que está construida la Je- agua para beber y demás necesidades domésticas, y también para
rusalén antigua está toda ella minada de cisternas y piscinas ri- regar. En el lugar de la muerte y sepultura de Jesús había huertos
tuales. En la Masada herodiana, por ejemplo (finales del siglo I a. On 19,41 y 20,15) y, junto al lugar donde se sitúa el Calvario, se-
C.), hay cisternas extramuros de la fortaleza, como las había y las gún Josefo ( GJV, 146), había una puerta llamada de los Jardines.
hay todavía en las estepas del Negueb o de Judea para uso de las ¿Por qué negar que pudiera haber cisternas para el riego?
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1
1
88 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
los bloques lo iban echando hacia atrás, motivo excavación en E II. En la fig. 27 aparecen daros
por el cual se formó el gran montón de lascas que todos los niveles del estrato 2 (trinchera de fun-
aparece en el nivel 18 (sección b-b, pl. III y figs. dación del muro 3) y del estrato 3 (correspon-
23 y 29). Después, el relleno del estrato 3 cubrió diente al relleno romano); al estrato 4 sólo co-
prácticamente todo el muro. Todo esto en la pri- rresponde el nivel 19, el cual irá aumentando su
mera mitad del siglo II d. C., si aceptamos el tes- grosor a medida que sigue hacia occidente (véase
timonio de la tipología cerámica de estos estratos. la sección h-h, fig. 23). En la figura 28 sólo apa-
Más tarde, quizá a causa de alguna fuga de agua, rece la parte de sección media y alta del segundo
o por curiosidad, se abrió el boquete destruyendo corte de la trinchera 8.
la parte alta del muro que hubo que volver a ce- Es evidente que los estratos tienen aquí una
rrar desde el interior de la cisterna, lo cual expli- apariencia algo distinta de la que presentan en la
ca la mala construcción vista desde el lado de la sección central b-b, a pesar de que la formación en
cantera. Para este hecho no se dispone de ele- ambas secciones tiene el mismo origen y los perí-
mentos de datación suficientes. odos representados también se corresponden. La
diferencia está en que la sección b-b muestra el co-
razón del semicono, mientras que la sección g-g
Trinchera 8 muestra una imagen cercana a la periferia de la
Este lugar era el punto más avanzado del re- parte baja del cono. El nivel 18 del estrato 3 de la
lleno de escombros en dirección este, que apenas sección g-g, de tierra roja de campo, es un nivel
sobrepasaban el punto señalado por la cifra 8. En envolvente del estrato 4. A partir de este punto
este punto periférico la roca estaba cubierta casi hacia el este, el nivel 18 cubría el lecho de la can-
exclusivamente de piedras rodadas de los niveles tera en un radio de un metro poco más o menos.
altos del estrato 1, particularmente del nivel 1.
Aquí se hicieron dos cortes: el primero co- El muro 8
rrespondiente a la sección g-g (fig. 27), y el se-
gundo, 1 m más al oeste (fig. 28). Ambas imáge- Interesaba controlar el período de construc-
nes recogen la estratigrafía de la segunda fase de ción del muro 8 (fig. 29). Este muro fue cortado
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Sección e-e
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ríodo romano y considerarlo, como ya se venía sólida. A ello contribuyen por igual el aparejo y la
haciendo, un resto del Martyrium del emperador argamasa gris compuesta de cal y ceniza en una
Constantino. mezcla muy consistente. Se emplearon materiales
reutilizados, entre los que destacan un elevado
número de fragmentos de columnas, y abundan-
El muro 3 te mortero muy cargado de ceniza, particular-
mente en las primeras hiladas cercanas al lecho
El muro 3, orientado de este a oeste, está só- rocoso. Aunque apoya sobre la roca de la cantera,
lidamente construido sobre la roca en toda su del lado norte (mitad este) tiene varios dientes de
longitud. Su construcción es extraordinariamente fundación que le dan aún mayor estabilidad. Es
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ii 3m.
Fig. 31. Parte central de la cara norte del muro 3 y la tubería K. El remate final del muro en su dirección hacia el este (izquierda)
puede verse en la foto fig. 34. Es muy poco lo que falta entre ambas figuras.
92 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
más grueso en la base (2,72 m), disminuyendo, posible, por estar contaminado por los sacrificios
mediante dientes de estrechamiento, a medida demoníacos» 61•
que asciende en forma de cuerpos superpuestos. Este muro 3 no es otra cosa que el funda-
El grosor del tramo superior es de 2, 15 m. La al- mento donde apoyaba la columnata que separaba
tura máxima visible desde E II, tanto del muro 3 la nave central de la primera nave lateral norte del
como del corte alto de la roca, es de 11 m, pero Martyrium.
esa altura no es uniforme a causa de la irregulari-
dad de los cortes de la roca que cubre todo el es-
pacio de esta cueva artificial. Su cara norte tiene Tubería K de desagüe
una longitud visible en E II de 21,40 m, que es la
medida que tiene esta parte de la cantera de este El corte 6 tenía como segundo objetivo con-
a oeste, mientras que la cara sur, vista desde E I, trolar la continuación hasta la roca de la tubería
es de sólo 12,40 m. Pero el muro se prolonga ha- K. Ésta está compuesta de anillos de piedra de
cia occidente, fuera ya de la zona arqueológica, a longitud desigual montados unos en otros y re-
todo lo largo de la capilla de Santa Elena. forzada su unión con mortero. Además de llegar
El muro 3 es ciertamente posterior a los mu- hasta la roca y apoyarse en ella, en algunos pun-
ros 6, 7 y 8, puesto que estos tres últimos están tos está pegada al muro 3 (fig. 33) para mayor
cortados por la trinchera de fundación de aquel estabilidad. En la parte baja, la tubería se intro-
(véase pl. III). duce un poco en el muro y apoya en la roca de
Viendo las dimensiones del muro 3 y la am- forma que queda apenas una rendija como orifi-
plitud de la zanja de fundación que fue necesa- cio de salida del agua, pudiendo atascarse o ce-
rio abrir para construirlo sobre la misma roca, garse muy fácilmente y siendo muy difícil desa-
así como el poco espacio interior donde echar tascada sin desmontarla desde arriba. Su altura
los escombros extraídos, es necesario admitir no es inferior a la del muro 3, con el cual se pier-
que dichos escombros fueron transportados fue- de a 11 m por la estrecha cavidad existente en el
ra, al exterior, lejos de la zona. Esta afirmación punto más alto entre el muro y la roca, justa-
viene apoyada por la simple observación de la es- mente por el orificio por el que se introdujeron o
tratigrafía. Los escombros sacados de la zanja no arrojaron más tarde los escombros del estrato 1
se ve que fueran echados hacia los lados de la (véase dibujada en la fig. 31).
misma, contra lo que puede parecer a primera No es absolutamente clara la finalidad de esta
vista. Es decir, los niveles 1-8 de E I y los niveles tubería, aunque es lógico pensar que sirviera de
13-18 de E II no son producto de los escombros desagüe. Pero de desagüe ¿de qué y de dónde? Si
provenientes del vaciado de la zanja de funda- la tubería tuvo algo que ver con la basílica cons-
ción del muro 3, basta analizar la secuencia de tantiniana, como creemos, habrá que ver cuál era
los mismos y su contenido, sino que esos niveles su cometido. Porque no sólo no puede descartar-
estaban allí cuando se inició la excavación de di- se que esta tubería fuera un desagüe del pavimen-
cha zanja. Ahora bien, puede y debe suponerse to de la basílica con fines de limpieza, sino que
que este proceso no se realizó sólo aquí. Con lo nos parece esto mucho más probable que no un
que, al margen de la interpretación religiosa que desagüe de los tejados. Primero por innecesario si
él dé al hecho, se confirma una vez más el testi- la basílica, como parece, estaba cubierta por teja-
monio de Eusebio cuando, después de relatar la dos a dos vertientes, no por terraza, y, segundo,
destrucción del templo pagano y desescombro porque no es comprensible que tuberías de este
de los materiales de que estaba construido, así calibre y características estuvieran adosadas a una
como las estatuas, etc., continúa escribiendo: «Y columna del intercolumnio que separaba la nave
no le bastó con eso [a Constantino], sino que, central de la nave lateral norte, si tuviera que lle-
impulsado de nuevo por la divinidad, dispone gar hasta el tejado central. Ahora bien, si se trata
que, excavado el lugar a gran profundidad, sea de una tubería de desagüe al servicio de la lim-
transportado el mismo suelo con toda su tierra pieza del pavimento de la basílica, esto quiere de-
removida por la excavación al lugar más lejano cir que dicho pavimento estaba a una cota más al-
61
Vita Constantini, III, 27. v.
ÁREA.E 93
Fig. 32. Tubería k apoyando en la roca. Fig. 33. Tramo medio de la cubería k.
vable64• Pero todos los niveles de tierra roja eran semejante en un lugar ocupado por viviendas des-
cultivables, ¿con cuál de ellos nos quedamos? de varios milenios a. C. e históricamente tan im-
Lo malo es que Corbo tampoco acompaña portante para el pueblo judío, además de situarse
con pruebas sus afirmaciones. Además, acaba de allí la tumba de los reyes de Judá. Fue, incluso, el
decirnos que la cantera fue rellenada de tierra en sitio elegido por los reyes de Adiabene para cons-
el siglo I a. C., y en otro lugar (La Basílica del San- truir allí su palacio cuando, convertidos al judaís-
to Sepulcro, 1969, pág. 45) escribe que la cerámi- mo, se trasladaron a vivir a Jerusalén 69• La reina
ca romana va del siglo I a. C. al 13 5 d. C. Elena llegó a Jerusalén a comienzos del reinado
del emperador Claudio (41-54), si no algo antes.
La gran profundidad que alcanzó su explota-
ción revela cómo los canteros iban buscando la
mejor calidad de la roca. Lo que permite pensar
que se trataba de obtener materiales de buena ca-
lidad y, por consiguiente, no destinados a muros
de contención o cercas de fincas o paredes de casas
rústicas. El mismo tamaño de los últimos bloques
arrancados (2 m x 60 x 40), cuyas huellas son muy
visibles en E II, zonas 7, 8 y 9 (pl. II y figs. 26 y
35), y en E l. locus 1 y 2, y también en la capilla
de la Invención de la Cruz y en otros puntos del
subsuelo de la basílica del Santo Sepulcro 65, nos
induce a imaginarlas puestas en alguna construc-
ción noble o, más probablemente, pavimentando
alguna plaza o calle importante de la ciudad 66.
Son conocidas al menos otras dos canteras en
Jerusalén en las que puede verse el mismo tipo de
huellas de los bloques extraídos; es decir, de las
mismas dimensiones que las que estamos comen-
tando.
Una es visible en la zona sur de la colina del
Ofel, junto a las llamadas tumbas reales descu-
biertas por R. Weill en 1913-1914 67 y destro-
zadas también por una cantera. Esta parte de la
ciudad, según los resultados de la investigación
arqueológica, había sido destruida por el ejército
romano el año 70 d. C., permaneciendo abando-
nada 68 hasta la fundación de la colonia romana,
momento en el que el peñasco de la colina fue
convertido en una cantera de grandes dimensio-
nes para la construcción de la nueva ciudad. An- Fig. 35. E 11.7. Huellas dejadas por la extracción de bloques
tes de esa fecha no se ve posible una explotación con las medidas señaladas en el texto.
64
Citado por D. BAHAT, op. cit., p. 30. no tardío (siglo III). Sin embargo, nos gustaría saber en qué se
65
Cf. V CORBO, Il Santo Sepolcro, II, tav. 16. apoya para afirmar esto. Porque, si puede probar su afirmación,
66
Por ejemplo, las plazas de los foros y de las calles de Aelia. las losas de la calle de los Cristianos no pueden proceder de la
Algunas lastras de la pavimentación antigua de la actual calle de cantera del Santo Sepulcro. En ese tiempo ésta estaba cubierta
los Cristianos alzadas a la superficie y hoy visibles se ajustan a las por el relleno mencionado y el templo de Venus. Pero si sólo es
medidas de algunas huellas aparecidas en la cantera (2 x 0,60). La una suposición, el argumento podría hacerse a la inversa: fechar
proximidad de la calle con la cantera podría ser una razón favo- el enlosado de la calle a partir de la datación de la cantera.
rable más. Pero habrá que desechar esta hipótesis si es cierta la 67
La Cité de David, París 1920 y 1947.
datación que da a la calle D. BAHAT ( The Illustrated Atlas of]eru- 68
Cf. K. KENYON, Royal Cities of the O/d Testament, pp.
salem, p. 60), cuando considera que dicho enlosado no es con- 45-46 .
temporáneo de la construcción de Aelia, sino del período roma- 69
GJV, 252-253; Ant. XX, II, 5.
96 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Por consiguiente, su explotación como cante- en Jerusalén enlosados de época herodiana, roma-
ra no puede atribuirse ni a Herodes el Grande ni na y bizantina y concretamente del período de
a Agripa I, ni probablemente a Agripa 11. Estas Aelia construidos con grandes losas. Hemos re-
razones tienen ya un peso por sí mismas, pero su cordado las de la calle de los Cristianos 74• Otros
peso se acrecienta al venir confirmadas por la in- lugares son el Litóstrotos, la calle herodiana del
vestigación arqueológica citada, que concluye que Tyropeon paralela al muro occidental del templo
la explotación de esta cantera es contemporánea y las calles Tariq al-Wad y Tariq Bah Sitti Ma-
de la construcción de Aelia Capitolina. L. Y. Rah- riam. En estos dos últimos casos, así como en la
mani cree que la cantera que deshizo las tumbas calle de los Cristianos, se trata de lastras recupe-
reales no es. anterior a los Macabeos ni posterior radas allí mismo, pero de niveles más profundos.
al período bizantino 70• Y B. Mazar afirma que los Un estudio de la relación de los restos arqueoló-
constructores de Aelia Capitolina, además de lle- gicos con las canteras de Jerusalén y su entorno
varse los restos de las construcciones del Ofel pa- sería interesante y útil, pero no lo hemos hecho
ra levantar la nueva ciudad, «arrancaron con el para no apartarnos del objetivo de este estudio.
mismo fin una parte importante de la roca de la
ciudad de David» 71•
La cantera del Santo Sepulcro y las tumbas
La otra cantera es la conocida «cueva de Sede-
cías», al este de la Puerta de Damasco, bajo la co- Si la cantera fuera del siglo VII y hubiera es-
lina de Betesda. Pasado el vestíbulo de la inmensa tado al descubierto durante tantos siglos, es muy
cueva o gran sala de la entrada, donde empieza a extraño que paredes rocosas de la misma no hu-
estrecharse la cueva, a la derecha del sendero, pue- bieran adquirido la pátina propia de la roca cali-
den verse los cortes verticales en la pared 72 que es- za, agrisándose o bien enrojeciendo, como ocurre
tán testimoniando la antigua extracción de blo- con este tipo de roca expuesta a la intemperie, al
ques de piedra de iguales dimensiones que los de agua y a los cambios climáticos o atmosféricos,
la cantera del Santo Sepulcro y los del Ofel. Hay sobre todo si no fuera de buena calidad. En se-
autores que fechan la última explotación de esta gundo lugar, existe todavía una tumba bajo el
cantera en el período romano73• Lo lógico en este monasterio copto, descubierta por C. Schick a
caso es pensar que, puesto que se trata del mismo menos de 40 m al noroeste de la cantera de San-
tipo de bloques que los de los otros dos lugares ci- ta Elena y considerada por G. Barkay del período
tados, tuvieran el mismo destino, siendo contem- del Hierro. Ahora bien, M. Broshi recuerda que
poráneas dichas explotaciones. Es decir, del perío- las tumbas eran un límite a las poblaciones y po-
do de Aelia, siendo, en los tres casos, el final de ne como ejemplo de limitación de la Jerusalén
explotación de las respectivas canteras, al menos anterior al destierro babilónico las tumbas halla-
donde se extrajeron estas grandes piedras. das por Mazar al oeste del templo. ¿Cómo se pue-
El destino de las mismas, teniendo en cuenta de defender entonces que en esta zona hubiera en
sus dimensiones, lo más probable es que fuera la aquel tiempo un barrio extramuros de la ciudad
pavimentación de alguna plaza o calle o ambas pegado a una necrópolis? Y esto sin tener en
cosas. Si se tiene en cuenta que sus dimensiones cuenta que la gruta del Gólgota, que estudiare-
disminuían al labrarlas, no sería imposible con- mos más adelante, pudo ser también una tumba
trolar dónde fueron colocadas. Hoy se conocen del período del Hierro.
70
«Ancienr Jerusalem's Funerary Customs and Tombs, Part PEFQS (1907) 146. Desconocemos sus razones. Pero, además,
Two», BA 4, 4 (1981) 232. la cantera es de tales dimensiones que no tenemos inconve-
71
«Building remains above the surface were systematically niente en aceptar que haya podido ser utilizada también en
removed over a large area to obtain stone for the construction aquel largo período y en otros. Lo que no nos consta es que ha-
of Aelia Capitalina ... and cut away an important part of the ya sido explotada en época posterior al período romano. Y si
rock foundation of the ancient Ciry of David» ( The Mountain es así, es evidente que las últimas huellas dejadas allí son las
of the Lord, p. 189). hoy todavía visibles. Y éstas, en una de las paredes de la cueva,
72
W S!MPSON publica un dibujo que probablemente coin- la ya señalada, nos dan una imagen paralela de la descubierta
cide con el punto al que nos estamos refiriendo («The Royal en la zona de Santa Elena.
Caverns or Quarries, jcrusalern», PEFQS [1870] 373-379). 74
C[ D. BAHAT with Ch. T. RuBINSTEIN, The Illustrated
73
Clerrnont-Ganneau la considera en uso del 700 al 400 Atlas ofJerusalem, p. 60.
a. C. Citado por W F. BIRCH, «Golgota on Mounr Zion»,
AREAE 97
75
«Scavo della Capella dell'lnvenzione della Santa Croce 318-366; íd., JI Santo Sepolcro di Gerusalcmme, vol. I, pp.
e Nuovi Reperti Archeologici nella Basílica del Santo 166-174.
Sepolcro a Gerusalemme» (1965), LA X.V (1964-1965) 76
It Santo Sepolcro di Gerusalemme, vol. I, p. 29.
98 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
si se prefiere, son los cortes intactos dejados por exterior del muro II de Josefa. Aunque, antes de
la cantera, iguales a los de todo el perfil rocoso del poder afirmar esto, habría que asegurarse de que
área E. No conocemos en Jerusalén ninguna cis- la línea del muro II bordea la fosa, que es lo que
terna con un perfil interior semejante. parece. De cualquier manera, si el gran foso de la
cantera existía ya el año 70, ¿por qué no lo men-
ciona Flavio Josefa, tan minucioso en los detalles
Conclusiones cuando describe el asedio de la ciudad, y en par-
ticular el ataque iniciado por este punto precisa-
De lo dicho hasta aquí puede concluirse lo si- mente, siendo así que el foso de la cantera hu-
guiente: biera supuesto una dificultad suplementaria
Toda el área E, unida en su origen a la capilla . importante para el asalto? Y no sólo esto, sino
rupestre de la Invención de la Cruz, fue el último que Tito acampó dentro de la muralla 111 des-
frente de explotación de la cantera del Santo Se- pués de haberse apoderado de ella. Y si el traza-
pulcro por el este. La excavación ha permitido ver do de la muralla 111 venía a coincidir más o me-
el estado en el que quedó cuando fue clausurada nos con la muralla noroccidental actual, como
por un terraplenado incompleto realizado en la piensan la mayoría de historiadores y arqueólo-
primera mitad del siglo II. gos 77, la notoriedad de la camera ciertamente ha-
Sobre la base de este estudio estratigráfico y bría sido aún mayor, por lo que extraña todavía
de la tipología cerámica allí encontrada pueden más que no sea mencionada por el historiador
distinguirse en E II las fases o períodos siguientes, judío, que sí habla, en cambio, del foso de la To-
representados por los estratos que se han estudia- rre Antonia.
do más arriba y que aquí citaremos de abajo arri- El pavimento (estrato 2) de E 1 (niveles 10 y
ba o, lo que es lo mismo, de más antiguo a más 9) no existe en E II. De él puede decirse que, por
reciente. la proximidad a la línea final de la cantera y por
El estrato 4 (niveles 21-18) corresponde al su buen estado de conservación, no debió de ser
período de explotación de la cantera, y su data- utilizado durante un tiempo muy prolongado.
ción debe situarse entre finales del siglo I d. C. y El estrato 1 (niveles 8-3) de E I corresponde
el período de construcción de Aelia Capitalina. con el estrato 2 (niveles 17-13) de E II. Ambos
Es decir, que la explotación de este rincón de la eran un mismo estrato de escombros hasta que
cantera pudo quizá iniciarse durante las últimas los dividió el muro 3. La finalidad de este relleno,
décadas del reinado de Agripa II (53-100?) y si- como se ha visto, no fue tanto la de rellenar la ho-
guió o se reinició con motivo de la construcción ya cuanto la de reforzar los cimientos 5, 6, 7 y 8,
de Aelia Capitalina, si es que no fue toda ella que fueron construidos simultáneamente al relle-
obra de este segundo período. Esta conclusión no de escombros. Esta operación, a juzgar por la
viene apoyada por el paralelismo de los últimos tipología cerámica correspondiente, hay que si-
bloques de piedra arrancados aquí con los arran- tuarla, por consiguiente, dentro del período de
cados en la cantera del Ofel durante la construc- entre las dos guerras judías, y con casi toda segu-
ción de Aelia. Por otra parte, en el capítulo 2 se ridad al final de dicho período, pero no más tar-
vio como muy probable que el templo de Venus de de la década del 140 al 150.
no fue de los primeros monumentos levantados
en Aelia Capitalina. La siguiente operación realizada en el área E
fue la construcción del muro 3, después de exca-
Alguien podría preguntarse: ¿y por qué no
var una profunda trinchera de fundación ya co-
durante el reinado de Herodes el Grande, que
mentada. El muro 3 -lo hemos dicho- es un es-
necesitó tanta piedra para sus grandes obras, o de
tilóbato del Martyrium o basílica constantiniana,
Agripa I? Los datos de la excavación encajarían
construida entre el 326 y el 335.
difícilmente con aquel momento. Además, en es-
te caso el foso abierto por la cantera habría servi- A la obra constantiniana le siguió otro relleno
do bien, a la vez, como foso defensivo del lado de escombros bien detectado en E II. Se trata del
j
IV
Área C (El Calvario)
1
Cf. sec. e-e, en LA 27 (1977) fig. 5. 4
La labor realizada en la zona contigua al Calvario por los
2
Cf. LA 27 (1977) fig. l. anteriores arquitectos y por el propio Katsimbinis la describe
3
Arh. Economopoulos sacó mucha cerámica y se la llevó éste en un breve artículo que publicamos conjuntamente en la
con la intención de estudiarla, pero ignoramos si ha sido pu- revista LA 27 (1977) 197-208, y en el que insertarnos una nota
blicada. Sería un complemento importante a este capítulo para sobre las primeras conclusiones de esta investigación arqueoló-
esclarecer algunas cuestiones de los períodos bizantino; cruzado gica, algunas de las cuales tenemos que corregir hoy después de
y posterior en la zona del Calvario. un estudio más reposado.
102 EL CALVAR.JO Y lA CUEVA DE ADÁN
t :!: :i
Fig. 36. Plano alto de la zona del entorno del Calvario antes de realizar ningún cambio (por A. Mallios, 1958): l. Capilla del
Calvario. 2. Paso a la basílica desde el monasterio de San Abrahán. 3. Refectorio. 4. Deambulatorio. 5. Coro de la basílica.
ÁREA C (CALVARIO) 103
5
Cf. Katsimbinis, 1977, p. 204 .
104 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
ra. Como puede verse en las secciones a-a (pl. V) de estabilidad, realizándose la disminución de su
y 6-6 (fig. 73), la cantera va profundizando de grosor mediante una serie de dientes de funda-
norte a sur y de este a oeste hasta el pie de la roca ción en la base. Este ensanchamiento de la base
del Calvario. no se da en el muro 4, sino que su cara sur (igual
El nivel 5 descansaba directamente sobre la que la cara norte visible en la capilla de Santa Ele-
roca y las huellas de la cantera. No hay entre am- na) es de grosor uniforme de abajo a arriba. Posi-
bos ningún nivel de tierra de sedimentación u blemente esta diferencia se deba al hecho proba-
otros materiales. Lo que viene a demostrar -al ble de que el muro 4 apoya parcialmente sobre la
igual que vimos en el área E- que el intervalo de roca, como puede verse en algunos puntos de su
tiempo entre el final de la explotación de la can- cara norte desde la cripta de Santa Elena. El mu-
tera y su terraplenado debió de ser corto o muy ro 4 es el que cierra el sector C I por el norte.
corto también aquí. Ambos muros 3 y 4 están construidos con
Más tarde, excavando C II, pudo comprobar- aparejo de sillería reutilizada y cimentados con
se que el estrato 4 no continuaba al otro lado del una fuerte carga de mortero echada sobre el es-
muro 5. Luego no fue cortado por éste, como de- trato 4. Es, pues, evidente que los dos muros son
muestra además la no existencia de trinchera de posteriores a este estrato. Porque si hubiera esta-
fundación de este muro. Está claro que el estrato do el suelo rocoso descubierto, no es creíble que
4 se formó contemporáneamente a la construc- el arquitecto que construyó los muros echara la
ción del muro 5 o con escasa posterioridad a él, tierra para después construir encima de ésta. En
pero antes de la construcción de los muros 3 y 4, este caso, el arquitecto suplió en el muro 3 la me-
pues éstos sí descansan en el estrato 4. nor solidez del suelo con el ensanchamiento de la
base del muro y abundante mortero. Añádase a
Contrariamente a lo que vimos en E I y E II, esto que en el grueso estrato 4 no se encontró
no apareció aquí ningún nivel compuesto única- ningún resto de cerámica que pueda clasificarse
mente de lascas y polvo de piedra de la propia de los períodos romano tardío ni posterior, sí del
cantera sobre la roca; sí apareció, en cambio, en período romano antiguo. Es fácil, por consi-
C II. La razón podría ser la limpieza de la cante- guiente, establecer una cronología de los distintos
ra para facilitar el trabajo de extracción a medida elementos estructurales que han aparecido en es-
que avanzaba la explotación -como ya se explicó te sector C I.
allí-, o por haber sido utilizado para rellenar
Es decir, los muros 3 y 4, cuyos cimientos
otros puntos de la misma cantera.
apoyan sobre el estrato 4, son posteriores al pe-
De los tres grandes muros que cierran este ríodo romano antiguo. Pero si, por otra parte, la
sector C I por el norte, por el sur y por el oeste, cerámica más reciente de los estratos superiores
sólo el último, el muro 5, apoya su cimentación entre ambos muros es del período romano tardío,
directamente en la roca del lecho de la cantera. puede concluirse que ambos muros cuadran con
En cambio, los otros dos, es decir, los muros 3 y las fechas de la obra constantiniana y, por tanto,
4, están construidos sobre el estrato 4 (sección pueden considerarse parte de los cimientos (en
a-a, pl. V). Es fácil, por tanto, establecer una cro- este caso estilóbatos) de la basílica o Martyrium
nología relativa de los mismos. Pero empecemos constantiniano. Esto demuestra que la basílica
por describirlos. constantiniana no siempre se cimentó sobre la ro-
ca, como parece querer afirmar V Corbo 6, quien
da por hecho, sin demostrarlo, que tales muros
Muros 3 y 4 son de la basílica constantiniana.
Son dos muros paralelos orientados de este a Los dos muros terminan, por el oeste, en el
oeste y separados por un vano de 3,45 m en la ba- muro 5 (M 5), y por el lado este ambos rebasan
se y 3,90 m en la parte alta. La diferencia no obe- el área excavada de C I y se pierden bajo el mo-
dece a que los muros no sean verticales, sino a nasterio etíope, que lo fue en la época de los cru-
que la base del muro 3 es más ancha por razones zados de los canónigos regulares de San Agustín.
6
Il Santo Sepolcro di Gerusalemme, vol. 1, p. 33.
•
ÁREA C (CALVARIO) 105
completamente lisa como en el muro 4. En lo al- en roca, como puede verse en la capilla de Santa
to del muro hay restos de otra fila de sillares, que Elena.
probablemente no formó parte del muro primiti- A pesar de estas diferencias, menores en todo
vo, sino que pudo ser obra de los constructores del caso, es evidente que ambos muros son contem-
monasterio cruzado de los canónigos regulares. poráneos y corresponden a una misma construc-
Del muro 3 sólo es hoy visible la cara norte, ción, que no fue otra que la basílica o Martyrium
ya que es medianero entre la propiedad griega y constantiniano. Esta cronología y pertenencia tie-
la etiópica, y en esta última no se ha realizado ne un apoyo muy fuerte en el muro 3 del área E,
ninguna investigación paralela. del que éstos son paralelos por su disposición, es-
Por el lado norte tiene cuatro dientes de fun- tructura y técnica de construcción, y que -como
dación en su base, escalonados, uno en cada una de testimonia la cerámica- fue construido en el siglo
las cuatro hiladas bajeras, cada una de las cuales so- IV d. C.
bresale unos 1 O cm más que la inmediata superior, Entre los muros 4 y 3, hacia el centro de C I,
ensanchando de esta manera en 40 cm la base del aparecieron los restos de una habitación con pa-
muro para darle mayor estabilidad, sobre todo te- redes de mampostería, aparentemente sin rela-
niendo en cuenta que no apoya en la roca firme, ción directa con los muros de su entorno. Sólo al-
sino en un relleno de tierra. canzamos a ver derribar las jambas y el umbral de
Este tipo de cimentación escalonada se repite piedra de la puerta en nuestra primera visita a
en otros lugares de la construcción constantinia- aquella zona. El interior de la habitación había
na, como se vio en el muro 3 en E II, parte este. sido ya vaciado muy por debajo del nivel de la
No existe, en cambio, en el muro 4, lo que no puerta. No tuvimos la oportunidad de ver su for-
deja de parecer extraño, pues por su fachada sur ma completa y si tenía algún tipo de pavimento,
apoya en el mismo nivel de escombros que el o si apareció algún utensilio en el interior o algún
muro 3. Esto es explicable si se tiene en cuenta elemento que permitiera fijar su fecha de cons-
que, dada la irregularidad del suelo de la cantera, trucción. Por falta ya de los niveles correspon-
por el lado norte apoya, al menos parcialmente, dientes, tampoco pudo establecerse su relación
cronológica con los muros 3 y 4: si era contem- gún fragmento de ceramrca más antigua. Este
poráneo de ellos, anterior o posterior. En este contexto cerámico nos sitúa a finales del siglo III
sentido, su construcción sobre el estrato 4 admi- y comienzos del IV Lo que significa que pudo ser
te cualquiera de esas posibilidades. Fue una pena arrojada allí recién construidos los muros 3 y 4,
que no se respetaran estos restos, y más que no se con el único objeto de rellenar el hueco entre am-
estudiaran, porque han dejado planteadas algunas bos muros y construir encima el pavimento del
preguntas que ya no tendrán respuesta. Los restos Martyrium. Lo cual nos lleva a considerar los res-
de muros 6 y 7 parecen ser los cimientos de la ha- tos de esta habitación del período romano, pero
bitación en cuestión. no nos atrevemos a dictaminar cuál pudo ser su
A la altura de la puerta de la habitación, por el función aquí. Ni siquiera estamos seguros de que
lado externo oriental apareció un nivel de relleno los pequeños muros 6 y 7 sean parte de la misma.
de tierra oscura (casi negra) con cerámica seme- Podría establecerse algún paralelismo con el muro
jante a la hallada en los niveles 1-7 de C II y en la 1 O y el horno 3 que aparecieron en el sector C II.
primera fase de E I: fragmentos de escudillas de-
coradas unas con rueda y otras sin decoración, Muros 6y 7
ambas variantes con pintura ocre oscura; frag-
mentos de barreños con decoración de líneas inci- Éstos son cimientos de factura rústica y de
sas con peine, horizontales y onduladas, y labios poca solidez, construidos sobre el mismo nivel de
salientes; fragmentos de ánforas locales de paredes tierra que los muros 3 y 4, a 2,50 m por encima
con nervaduras de aristas agudas en forma de sie- de la roca. Según esto, podrían considerarse con-
rra en la espalda y amplias en la panza, y asas grue- temporáneos de la construcción de estos últimos
sas; fragmentos de tegulas e imbrices romanas; y al- (véase pl. IV y fig. 39).
108 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
El muro 5
Es evidente que el muro 5 fue construido
antes que el relleno del grueso estrato 4 del que
hemos hablado más arriba, pues no hay trinche-
ra de fundación y descansaba directamente so-
bre el muro. O, lo que es más probable, el relle-
no se fue realizando contemporáneamente a la
construcción del muro, como lo demuestra el
hecho de que el mortero, usado con mucha ge-
nerosidad en la cimentación de este muro en
particular, estando todavía blando, se corriera y
mezclase con la gravilla y la tierra de los niveles
laterales formando bolsas, en lugar de resbalar
hacia abajo por la superficie del muro, lo que
habría ocurrido si el relleno no se hubiera reali-
zado de inmediato. Advertimos ya que esta for-
ma de cimentación con abundante mortero, que
Fig. 41. La tubería 1 apoyada sobre la roca. le da mucha solidez a la construcción, no se ha '"·
ÁREA C (CALVARIO) 109
El muro 8
El muro 8 hoy no es visible a causa del nuevo
muro de refuerzo de C. Katsimbinis, que lo cubre
enteramente por el norte, único lado por el que
hubiera sido visible. No hay, por consiguiente,
otro apoyo que el dibujo de la sección a-a, y la fo-
tografía fig. 47, en la que aparece el extremo in-
ferior del mismo.
Desconocemos si el muro 8 estaba construido
con argamasa, con tierra o sin material alguno.
Esto último es lo que permite suponer la foto de
Fig. 44. Muro construido por C. Kacsimbinis levantado la fig. 47. Falta también el estrato de relleno que
delante del muro 8, por el lado norte de éste. lo cubría y que hubiera podido ayudar a datarlo.
7
Cf. C. Katsimbinis, «The Uncovering of che Eastern Si- no). De común acuerdo, se introdujeron algunos pequeños re-
de of che Hill of Calvary», LA 27 (1977) 202. toques en el alzado que citamos aquí, así como en el plano A
8
Parece que el Sr. Economopoulos se los llevó para estu- de la misma publicación, sólo en lo que afectaba directamente
diarlos. Ignoramos si los ha publicado. a la excavación, añadiendo algunos elementos arqueológicos
'Cf. LA 27 (1977) pi. C. descubiertos con posterioridad a la confección de estos planos.
10
Op. cit., fig. 3. Hay que advertir que el alzado, como los En realidad tendrían que haberse corregido otros detalles, al-
demás planos o secciones publicados en el artículo citado, fue- gunos importantes, como, por ejemplo, las dimensiones de la
ron dibujados por el Sr. Kader, que trabajaba para el Oficio roca del Calvario y el tratamiento arqueológico de ciertos mu-
Técnico de restauración de la basílica, bajo la dirección del ar- ros antiguos, cuya construcción no es tan perfecta o regular co-
quitecto C. Katsimbinis. Conocimos personalmente al Sr. Ka- mo pueden sugerir algunos de sus alzados; por ejemplo, el mu-
der, a quien apreciamos sinceramente. Su falta de contacto con ro 3 de C I. Pero la imprenta urgía, y optamos por aplazar esas
la arqueología le excusa de ciertas imprecisiones en este cam- correcciones para nuestros propios planos, los que acompañan
po, pero había que corregirlas (distinguir niveles no siempre es a esca obra.
fácil para un experto, y casi imposible, a veces, para un profa- 11
Cf. LA 17 (1977) fig. 3 y 21.
ÁREA C (CALVARIO) 111
t +
,1I
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11
1
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ll t A f
12
«Omnis populus transir, per unum ostium intrans, per
alterum perexiens» ( CCL, CLXXV, XXVII, 25). ,1
112 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
cubiertos de mármol (en la pilastra oeste, parte no al año 685, lo que vio este obispo hay que si-
baja, aún quedan in situ dos placas de mármol gri- tuarlo después de la restauración de Modesto,
sáceo), más el revoque blanco posterior común momento en el que se dedica un lugar de culto a
tanto al muro 5, fase 2, como a las pilastras, nos Adán junto al Gólgota, como ya lo refleja clara-
obligan a considerarlos contemporáneos. Mien- mente Epifanio Monje (639-689) cuando afirma
tras que el muro 8 no es más que un elemento es- que «debajo de la crucifixión hay una iglesia, la
purio y posterior, construido probablemente en el tumba de Adán». Esa iglesia pudo ser más amplia
período cruzado o poco después, posiblemente que la actual capilla de Adán construida por los
cuando fueron construidos los pequeños muros cruzados, quienes por razones que se desconocen,
12 y 13 de la gruta, de los que hablaremos al es- o simplemente por la colocación allí cerca de la
tudiar ésta. doble puerta de entrada a la basílica, se vieron
Esta composición de elementos nos lleva a la obligados a reducir las dimensiones de la capilla
conclusión probable de que las pilastras sostenían o iglesia construida, según esto, en tiempo de
originalmente un arco o dintel abierto hacia el sur, Modesto. Aunque quizá haya que matizar tam-
dando lugar a la ampliación del espacio de la capi- bién un poco la expresión de Arculfo (o del abad
lla del post Crucem de Egeria, donde puede situar- Adomnan, que fue quien transmitió por escrito
se la segunda puerta recordada por ella, a no ser el testimonio de Arculfo). No es raro encontrar
que dicha puerta diera salida hacia el norte; es de- en los antiguos relatos de peregrinos cierta ten-
cir, en este caso hacia el pórtico oriental del atrio dencia a usar términos laudatorios más allá de lo
de la Anástasis, que sería, creemos, una situación normal ante la belleza y las dimensiones de lo
más conforme con el diseño de Arculfo (fig. 45), si que veían, llevados posiblemente del entusiasmo
es que cuando éste visitó la basílica del Santo Se- religioso.
pulcro ésta conservaba la misma distribución que
cuando la visitó Egeria tres siglos antes. No hay
Estrato Z: enlosado
que olvidar que entre esas dos fechas hay que situar
el grave incendio provocado por los partos (614) y De este enlosado tampoco tenemos mas m-
la restauración subsiguiente del abad Modesto. formación que un plano (fig. 46), una sección y
En cuanto a «la gran iglesia» descrita por una fotografía (fig. 47) 14• Se trata de un pavi-
Adomnan, basándose en el relato oral de Arculfo, mento de losas de tamaño desigual.
su emplazamiento y dimensiones no los vemos No está claro si este enlosado continúa hacia
claros. Por una parte, da la impresión de que el el sur por debajo del muro 8, hasta introducirse
autor de este itinerario se está refiriendo al Marty- en la propiedad de los etíopes. Si así fuera -ade-
rium constantiniano, pero, por otra, hace pensar más de dar un poco de desahogo a este pequeño
en el lugar de la actual capilla de Adán, puesto ambiente-, habría una razón más para creer que
que dice encontrarse en dicha iglesia una gruta el muro 8 y las pilastras que encuadran el muro
resquebrajada situada bajo el lugar de la cruz del por ambos lados son más tardías que el pavimen-
Señor 13, donde hay un altar de celebraciones por to. Desgraciadamente es una pérdida irreparable
los difuntos corpore insepulto. Pero esta gruta no la desaparición de este pavimento; sobre todo, si
puede ser otra que el ábside de la capilla de Adán -como creemos- era de la construcción constan-
construido en la restauración de Modesto y a tra- tiniana; por lo menos parece que conservaba el
vés del cual, por una ventana, se ve la hendidura nivel de entonces. Queda la esperanza de que al-
de la roca. Y en este caso habrá que situar la «gran gún día se encuentre y pueda ser estudiado, si
iglesia» del lado oeste de la roca, en el mismo lu- continúa hacia el sur por debajo de la capilla de
gar de la capilla de Adán. los monjes etíopes. En ese caso, el estrato 3 es el
Esto nos lleva a la reconstrucción siguiente: que ha de proporcionar los materiales que ayuden
puesto que el testimonio de Arculfo es de en tor- a datarlo con más seguridad.
4
13
«In eadem uero ecclesia quaedam in petra habetur excisa ' Cf. LA 27 (1977), figs. 2, 3 y 21.
spelunca infra locum Dominicae crucis» (De Locis Sanctis, V,
2; CCL, CLXXV, col. 190).
Á R EA C (C ALVA RIO ) 113
M8
M5
15
Ignoramos qué tipología cerámica salió en estos niveles al- ni tampoco entre la abundante cerámica que, mezclada con la
tos de C II o qué artefactos. Por mi parte, lo único que puedo tierra, era sacada afuera procedente de la excavación de estos ni-
asegurar es que en la cerámica que los obreros habían amonto- veles altos de C I y C II y que, sin saber de dónde procedía
nado durante el vaciado de la fase l.ª de C I, y alguna más dis- exactamente, estuve controlando durante largo tiempo en el
persa un poco por todas partes, incluido el sector C II, no en- montón de tierra que iban depositando en el patio de entrada
contré ni un solo fragmento que pueda datarse de este período; de la basílica antes de sacarla fuera de la ciudad.
114 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
naron con el culto pagano? 16 ¿O -menos proba- duda de que los niveles la y lb son partes de un
ble- con el recuerdo y culto de las comunidades mismo nivel de destrucción y relleno con los es-
judeocristianas, mal vistas y consideradas heréti- combros de la destrucción 18• Es decir, que la ex-
cas en un momento de enconada polémica como cavación del nivel 1 simplemente había quedado
fueron los siglos III y IV? interrumpida en la línea de puntos que reprodu-
cimos en nuestra sección a-a, a la altura de la cue-
va C III. El tamaño y la dispersión de la gran can-
Estrato la tidad de piedras de este estrato nos inducen a
pensar que se trata de un relleno hecho con ma-
Cuando fuimos invitados por el Sr. Katsimbi- teriales de desecho, quizá procedentes de un mu-
nis a visitar esta zona y ver lo que allí se estaba ha- ro de mampostería, como parece ser el caso en
ciendo, durante el desescombrado del sector C I, 1 b, en donde muchas de las piedras aparecen con
el estrato 1 a ya había sido vaciado y el corte del mortero adherido a ellas.
mismo estaba oculto detrás del recién construido
muro de sillería de Katsimbinis. De manera que, Este relleno viene datado por una moneda del
una vez más, es necesario leer en la sección dibu- emperador Constantino encontrada en este estra-
jada por el Sr. Kader 17• En él se ve, bajo el pavi- to junto a la entrada de la cueva C 11119• Y algu-
mento, nivel Z, un grueso nivel de relleno, en nos centímetros más abajo, ya en 1 b, apareció el
apariencia de tierra, o mortero y piedras, algunas fragmento de ara romana 20 de la fig. 48, que vie-
muy gruesas, cuyo aspecto nos sugiere un mon- ne a confirmar: primero, que estamos ante un ni-
tón homogéneo de escombros. Tiene más de 2 m vel de destrucción y, segundo, la existencia de un
de espesor. culto pagano en este lugar, como consta en las
fuentes literarias 21• A lo dicho sobre el pavimento
Contra lo que podría pensarse, el punteado Z se unen aquí dos testimonios: uno del período
utilizado aquí por el Sr. Kader no representa que desaparece por demolición, en el que se en-
necesanamente ceniza o mortero, smo que repre- cuentra el ara, y otro del período que se inicia con
senta todo aquello que no es piedra, y, por consi- la remodelación y la nueva construcción encima,
guiente, también tierra, como pudimos compro- la moneda de Constantino.
bar personalmente comparando el dibujo con la
realidad en otros lugares. Por otra parte, si fuera Todo nos lleva, por tanto, a concluir que este
ceniza o mortero, habría dejado huella tanto en la relleno fue hecho durante la construcción cons-
roca del Calvario como en los muros del entorno, tantiniana. Y pudo estar inspirado por varios mo-
como se ha visto en otros lugares. Pero tal huella tivos: ocultar la cueva «inmunda» 22 de Eusebio y
no aparece por ninguna parte a la altura de este reforzar la deteriorada roca para impedir cual-
grueso nivel. Esto no quiere decir, sin embargo, quier desprendimiento de la misma 23• Y, en tercer
que con las piedras no abundase el mortero. En lugar, para que sirviera de sólida base al pavimen-
una palabra, conociendo -lo vimos trabajar- có- to Z.
mo dibujaba el Sr. Kader y observando lo que ex- Habían pasado algunos años desde que el
cavamos en el nivel 1 b, no abrigarnos la menor vaciado de tierra se paró en el nivel señalado cuan-
16
Cf.SAN JERÓNIMO, Epist. 58, 3. 19
Esta moneda está en posesión de la comunidad griega.
17
Cf. LA 27 (1977) 22, fig. 3. No la hemos visto, y sólo conocemos su existencia por el tes-
18
El vaciado hecho hasta ese nivel por los arquitectos Eco- timonio oral de C. Katsimbinis. Fue encontrada cuando se
nomopoulos y Katsimbinis se paró en ese punto probablemen- excavó el estrato la, o primera fase, a la altura de la línea de
te por la aparición de la cueva, porque les pareció suficiente o puntos.
por el estado ruinoso de la roca. No lo sé. El hecho es que el Sr. 2
° Cf. F. Dísz, «Vestigios de culto pagano sobre la roca del
Katsimbinis no tenía la menor intención de seguir profundi- Gólgota», JI Simposio Bíblico Español, Valencia-Córdoba,
zando. Si después cambió de opinión se debió a nuestras largas 1987, pp. 55-60.
21 Cf. EUSEBIO DE CESAREA, Vita Constantini, 3, 26; PG
conversaciones sobre la necesidad de hacerlo. Él, como todo el
mundo hasta hoy, defendía que el muro 5 era constantiniano, 20, 1085.
opinión con la que no podíamos estar de acuerdo después de 22
EUSEBIO, loe. cit.
observar el sector C l. Nos parecía muy claro que el muro 5 "Tanto es así que, realizada la excavación, la roca que-
pertenecía a una construcción anterior a la de los muros 3 y 4. dó desprotegida de nuevo, y, visto su estado, se consideró
Pero había que encontrar la forma de confirmarlo, y la única necesario reforzarla provisionalmente con un armazón de
posibilidad que quedaba era excavando en el sector C II. hierro. ¡•.
TT,
do, en la primavera de 1977, con los debidos per- estaba estrechamente ligado al estudio de las es-
misos y a invitación de C. Katsimbinis, comenza- tructuras que la rodeaban, siendo la primera de
mos nuestro trabajo hasta culminarlo llegando a éstas el muro 5, por ser el más destacado en el
la roca y todo lo demás que describimos a conti- área C. De ahí que su datación podría conver-
nuación. tirse en referencia fundamental para la cronolo-
gía general de toda el área C. En él estaba apa-
rentemente la clave. Además, era el único muro
Excavación de la fase 2 de C 11, locus 1 antiguo inicialmente visible en el sector C II, si
se exceptúan el muro 1 y el muro 14: el prime-
Si en toda excavación el método de trabajo ro cruzado y el segundo bizantino. Es cierto
debe ser riguroso, aquí había una razón más pa- que el muro 5 había sido ya descubierto total-
ra extremar los cuidados: el área de excavación mente por el lado este, pero allí faltó hacer un
disponible era muy reducida, lo que, expresado estudio estratigráfico completo, aunque algo se
en lenguaje vulgar, equivalía a disponer de una logró cuando se excavó el nivel más profundo
sola carta. Nos encontramos con la misma situa- de C I, con el resultado claro de que se trata de
ción que en el área E l. Era importante hacer lo
un muro más antiguo que los muros 4 y 3. No
posible para no desperdiciarla. Tampoco se podía era poco.
prever la profundidad. Más: había razones para
pensar que la roca sería más ancha en su base y Visto desde C I, la primera fase del muro 5,
ésta podría juntarse con el muro 5 en cualquier por su aspecto y por la relación que guardaba con
momento de la excavación, con lo que las posi- los muros 3 y 4, parecía evidente que no podían
bilidades de un estudio estratigráfico eran un in- ser contemporáneos, contra lo que se venía afir-
terrogante. Después se vería que estos temores mando 24. Nuestras observaciones nos llevaban a
no eran fundados, pues la roca no sólo no se en- una conclusión distinta por pura lógica, simple-
sanchaba abajo hacia el este, sino que el corte po- mente observando la estratigrafía. Aquello nos
día adentrarse incluso hacia el oeste, sobrepasan- parecía tan claro como los peldaños de una esca-
do la línea vertical. El cierre que nos temíamos lera donde ninguno de ellos se confunde con el
inmediato no sólo no se produjo, sino que muro anterior ni con el siguiente. La roca, el muro 5
y roca siguieron paralelos, sin juntarse hasta la construido directamente sobre la roca, un grueso
profundidad de casi 8 m, donde apareció el sue- estrato de tierra con gravilla y cerámica del perío-
lo rocoso. Aunque es cierto que la trinchera fue do romano antiguo recostado sobre el muro, y
reduciendo su perímetro considerablemente por dos gruesos muros más, el 3 y el 4, construidos
otras causas, tales como la aparición de los mu- sobre el estrato de tierra anterior. Ésa era la se-
ros 2, 9 y 1 O y el horno 3. Esto dicho, la pro- cuencia. En el muro 5 se distinguían dos fases de
fundidad de C Il. l fue mayor aún que la que se construcción claramente distintas a las que nadie
había alcanzado en C I en más de metro y me- ha hecho alusión, pero que es fundamental tener
dio, como puede verse en la sección a-a del pl. V, en cuenta.
lo que demuestra la irregularidad del suelo de la Es muy peligroso en arqueología trabajar con
cantera. ideas preconcebidas, porque se corre el riesgo de
En una palabra, sólo una excavacion y un no buscar resultados objetivos, sino pruebas que
estudio estratigráfico cuidadoso, fuera poca o confirmen la propias ideas.
mucha la tierra que hubiera que remover, eran Era la fase primera del muro 5 la que no en-
el medio adecuado y el único aquí para recabar cajaba con la cronología de los muros 3 y 4, y era
el máximo de datos que pudieran ayudar a da- fundamental poder darle una fecha de construc-
tar las estructuras que rodean este pequeño sec- ción. Nos movía la esperanza de poder hallarla.
tor de 4,80 m de largo por 2,50 m de ancho. El En todo caso, era una oportunidad que valía la
estudio de la historia de la roca del Calvario pena aprovechar; quizá la última. Desde hacía ca-
24
Cf. Ch. Coüasnon, B. Bagatti, V Corbo y el mismo ar-
quitecto Katsimbinis. Para todos ellos, los tres muros eran obra
de Constantino.
116 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
grosor medio con nervaduras apretadas y de bas- puesto de materiales acarreados del exterior, muy
tante relieve en los fragmentos provenientes de la diferentes de los que componen los niveles infe-
espalda, y amplias y de menor relieve en los pro- riores a él, nos hace pensar en el primer nivel de
venientes de la panza. relleno del período correspondiente a la destruc-
El nivel 5 era una fina capa de gravilla muy ción que acusa el nivel 1 b.
menuda y polvo blancos. Cubría todo el área C II Los niveles 6 y 7 son como el encuentro de
como una manta horizontal, menos en el norte, dos períodos distintos pero seguidos, sin inte-
que aparecía inclinada de oeste a este. La conser- rrupción de tiempo. Los niveles 16-6 son de re-
vación de su blancura sin ninguna clase de mez- lleno, mientras que el nivel 7 es el último de una
clas permite suponer que no podía proceder de serie de niveles pertenecientes a un período de
muy lejos. ocupación relacionado con el horno 3, como de-
El nivel 6, de relleno, era de tierra rojiza suel- muestra su fuerte carga de cenizas.
ta y algo de grava rodada de campo. Se recogió Conviene advertir desde ahora que todos los
poca cerámica, pero variada: fragmentos de ánfo- niveles que aparecen en la sección a-a cubrían el
ras locales (de nervaduras apretadas con aristas fi- espacio del locus 1 en su totalidad; es decir, del
nas) del tipo de las de la lámina XIII; escudilla de muro 5 al muro 9, a excepción del nivel 13, que
cerámica sigillata roja; algunos fragmentos de lu- está compuesto de polvo o residuos acumulados
cernas de pasta de color crema; fragmentos de ba- durante el período de uso del suelo 14 y está ro-
rreños, de tejas (tegulas e imbrices). Este nivel pa- to unos centímetros antes de alcanzar el muro 9.
rece que fue el que cerró el ciclo de los niveles de En cambio, no todos los niveles alcanzaban los
ocupación relacionados con el horno del que ha- puntos extremos sur-norte de todo el sector C II.
blaremos más adelante. El hecho de estar corn- Por ejemplo, los niveles 10-15, entre los que hay
dos pavimentos claros, sólo aparecen en el locus
1, que es el sector situado al sur del muro 10. Y
r
1 lo mismo los niveles 22-25, que tampoco sobre-
pasan esta línea hacia el norte debido al banco de
la roca de 2,20 m de altura por este lado con re-
lación al punto más profundo alcanzado en el lo-
cus l. Todos los demás niveles que aparecen en la
sección a-a llegaban hasta el muro 2, al norte del
sector C II, cubriendo todo el espacio de C II.
Los niveles 1-9 pasando por encima del muro 10
y el horno 3, y los niveles 16-21 pasando por de-
bajo del muro 10 y del horno 3. Entre estos dos
bloques de niveles había también en el locus 2
una serie de niveles paralelos a estos últimos, pe-
ro distintos, relacionados con el horno 3, entre
los que también apareció un suelo-pavimento se-
mejante a los del locus 1.
da uno de ellos están los niveles de preparación de y LVII, 8). Era la primera vez que aparecía aquí
ambos suelos. este tipo de olla, poco conocida.
El nivel 7 se componía de algo de tierra y La conveniencia de conservar tanto el muro
abundante ceniza procedente del horno construi- 1 O como el horno 3 obligó a reducir el espacio de
do del lado norte del pequeño muro 10. Es el úl- excavación a la mitad de posibilidades a partir de
timo nivel que abarcaba toda el área al sur y al este momento. No quedaba otra alternativa que
norte del horno 3. Proporcionó bastante cerámi- continuar excavando en dos cortes separados por
ca, de la cual puede verse una representación de el espacio que ocupaban ambos elementos. Esta
las distintas formas en la lámina XXVII. También opción traería alguna dificultad en el control de
se recogieron aquí algunos objetos metálicos, pe- los niveles, en cuanto a su extensión se refiere; pe-
queños- fragmentos de vidrio y algunos huesos ro, sobre todo, la dificultad de tener que moverse
(lámina LXIV). en un espacio excesivamente angosto y no menos
peligroso. Así pues, a partir de ahora distinguire-
El nivel 8, aunque no tenía la composición
mos el locus 1, al sur del pequeño muro 1 O, y el
de los suelos-pavimento de tierra y ceniza de los
locus 2, al norte.
que han aparecido varios en estas excavaciones,
por sus características pudo haber desempeñado Se continuó excavando en el lado sur, es de-
el mismo oficio. Era de tierra arcillosa muy com- cir, en el locus 1. Desde el inicio de la excavación
pacta y dura, de color claro amarillento, y muy de la fase 2 en C II se había dejado una franja de
llano y de grosor uniforme. Sobre este nivel 8, tierra de 1,20 m de anchura en el extremo sur del
junto a la cimentación del muro 5, se encontró área C II para control de la estratigrafía de entre
una laminita de oro de 22 x 6 mm (lámina los dos muros 5 y 9, y por razones de estática del
XLIX, 1). Y bajo este nivel apareció una ollita ca- entonces recién construido muro de Katsimbinis
si completa, aplastada sobre el nivel 9, probable pegado al muro 8.
nivel de destrucción del muro 10. Pero, habien- El problema que se planteaba era la escasez de
do quedado en superficie del nivel 9, al echar espacio para seguir profundizando (1,90 m este-
encima el nivel 8, de arcilla, los fragmentos de oeste por 0,70 m sur-norte). No obstante, el pen-
aquélla quedaron adheridos a la arcilla. Lo que samiento de que el final de la excavación sería in-
demostraría que la arcilla fue echada en estado minente por la supuesta aproximación de la roca
húmedo, para servir de suelo en el locus 1 con- del Calvario al muro 5 nos animó a proseguir. Pe-
temporáneamente al uso del horno 3. Sólo así se ro una vez más falló el pronóstico y la roca seguía
explica su dureza. Este nivel cubría también los sm aparecer.
restos del muro 10.
El nivel 1 O era de tierra arcillosa amarillenta,
El nivel 9 de tierra y cenizas contenía muchas blanquecina en algunos puntos y muy compacta
piedras, y fragmentos de las paredes del horno 3. y dura. Se trataba de un nivel de composición
Tanto el horno como el muro 1 O presentaban se- muy semejante a la del nivel 8. En el nivel 10 se
ñales claras de destrucción a la altura de este ni- encontraron muchos fragmentos de tegulas, varias
vel. Apareció una piedra de tamaño grande deco- de ellas con la estampilla de la Legión X Fretense,
rada por uno de sus lados con molduras propias como la n. 1 de la lámina XXXVIII, y la n. 11 de
de una cornisa. El hecho de que estuviera pro- la lámina XXXVII. Estos fragmentos de tegulas y
fundamente clavada en sentido vertical en el ni- muchos otros estaban colocados en forma hori-
vel 1 O revela que cayó o fue arrojada desde cierta zontal, aunque sin continuidad. Esta circunstan-
altura. Este nivel 9 proporcionó abundante cerá- cia y la escasísima presencia de cerámica de otros
mica, en buena parte paralela a la de los niveles tipos creemos que obedece a una voluntad expre-
anteriores, además de tejas ( tegulas e imbrices). Al- sa y no a una causa fortuita. Es decir, se trataría
gunas de las tejas, de ambos tipos, llevan la es- de un suelo, aunque no con la preparación de los
tampilla de la Legión X Fretense; abundantes que veremos a continuación. Fuera de las tejas,
fragmentos de lucernas, etc. (lámina XXVI), y no fue un nivel muy generoso en otro tipo de ce-
dos bases de ánforas paralelas de la n. 24 de la lá- rámica, aunque se encontraron fragmentos de lu-
mina XXVII. Junto al muro 5, apareció aplastada cernas romanas, de cacerolas y de jarros, un frag-
una olla de labio partido, paredes muy delgadas y mento de asa acanalada de ánfora local y un
pasta granulosa áspera al tacto (láminas XXVI, 9 fragmento de tierra sigillata roja.
Á R EA C (CALVARIO) 119
.M5
polvo caído de los niveles superiores, de tierra y más profundo de toda el área C, fue el n. 0 1 de la
con ceniza algunos. lámina XVIII, de pasta crema clara. Estaba total-
Aunque no con la misma regularidad que en mente recubierto por el polvillo blanco de la can-
el área E, también aquí se aprecia cierta alternan- tera depositado sobre la superficie de la roca bajo
cia en la formación de los niveles. Unos son de las lascas del nivel 26.
tierra traída de afuera y otros· de material de la Al llegar a la roca tenemos que hacer la mis-
cantera. También hay algún caso en el que están ma observación que hicimos al terminar la exca-
mezclados, como en el nivel 21 del corte C II.1. vación del área E. Tampoco aquí se encontró nin-
Obsérvese la sección a-a (pl. V), donde al dife- gún residuo extraño a la cantera o nivel de tierra
renciar los niveles (igual que se ha hecho en todas de sedimentación entre el nivel 26 y el lecho ro-
las demás secciones) hemos procurado dibujarlos coso, ni encima del nivel 26. Los niveles de enci-
ajustándonos a una simbología convencional, sí, ma eran de relleno y fueron traídos con ese único
pero que se pareciera un poco a la realidad visual, objeto; no se componían de materiales de arrastre
cuando es posible, lo que nos ahorra ulteriores ex- o sedimentación, ni de desperdicios acumulados
plicaciones. por el tiempo. Luego, una vez más, hay que decir
Respecto al contexto cerámico de estos nive- que entre el final de la explotación de la cantera y
les, se repite lo que ya se advirtió al estudiar las fa- el relleno de escombros que acabamos de presen-
ses más antiguas del área E, tanto en E I como en tar no pudo pasar mucho tiempo. Las razones ya
E II. Basta observar la cerámica de las láminas las expusimos en el capítulo anterior.
XVIII-XXII. El cambio de la tipología compara-
da con la encontrada en los niveles altos es fácil- Excavación de C 11, locus 2
mente visible. Muchos de los tipos de cerámica
vistos en los niveles estudiados no aparecen aquí. El locus 2, situado al norte del pequeño mu-
Y podemos pensar que es porque aún no se fabri- ro 1 O, abarca aproximadamente la mitad norte
caban cuando se formó este grueso estrato. del sector C II. Lo primero en aparecer fue el
Sigue apareciendo cerámica mezclada que horno 3.
abarca del período del Hierro, en los niveles don-
de hay tierra roja del campo, al período romano
antiguo o medio. En ningún nivel aparece cerá- Horno 3
mica más tardía. Constituye un interrogante un Aunque el horno pertenece al locus 2, dada su
fragmento de lucerna del nivel 19 (lámina XXI, naturaleza, y habida cuenta de que no aparece en
11). La decoración radiada está en relieve y la for- la sección cuyos niveles se estudian a continua-
ma es ovalada. No conocemos ningún paralelo y ción, también porque será más claro para el lec-
es difícil situarla en este contexto. No nos extra- tor, lo estudiamos por separado y en primer lugar,
ñaría que fuera una filtración, caída de algún ni- como si se tratara de un locus distinto.
vel superior, a pesar de las precauciones tomadas
en este sentido, no dejando ningún fragmento vi- El horno es una especie de gran vasija de for-
sible en sección 25• ma circular y pared vertical de grosor irregular,
entre 19 y 24 mm, y empotrada en el suelo. Está
En los niveles 25 y 26 se recogió poca cerá- hecha de tierra refractaria de color ocre oscuro. Se
mica. Aparecieron varios fragmentos de la panza trata de algo muy común en el período romano
de una olla herodiana, inconfundibles por la pas- en toda Palestina. Su diámetro interior es de 0,82
ta, el color de ésta y la cocción, y otros pequeños m. La parte alta de la pared del horno estaba par-
fragmentos de vasijas romanas antiguas. No se di- cialmente rota y los fragmentos un poco disper-
bujaron por faltar la boca y las asas. sos en el entorno, igual que una porción de la ce-
Finalmente señalar que el último fragmento niza, muy mezclada ésta, además, con los niveles
de cerámica recogido en este locus 1, en el punto 7, 8 y 9 contemporáneos del uso de este artefac-
25
Esta precaución hubo que tomarla a causa de la profun- de algún fragmento u objeto de niveles superiores, provocan-
didad y lo angosto de la trinchera, para evitar que con el casi do mezclas indeseadas.
inevitable roce con los perfiles o secciones se causara la caída
124 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
to. El resto de la pared, hasta 30 cm de altura en Hipótesis que en un principio no era desechable,
algunos puntos, se conserva in situ en bastante motivo por el cual decidimos hacer algunos aná-
buen estado dentro del nivel 9. La altura total de lisis de las mismas (pág. 125).
la pared fue originalmente de 45 cm y remataba Las cenizas colmaban hasta desbordar toda la
toda ella en un borde ondulante, en forma de una capacidad de la parte no destruida del horno,
especie de lenguas realzadas de trecho en trecho, mientras que la ceniza correspondiente a la parte
con moldura redondeada en forma de «toro». Ca- superior destruida estaba esparcida por el entor-
rece de hondón y descansa sobre el nivel 11 del no. Dentro del horno se distinguieron tres nive-
locus 2. El fondo de este horno está a 2,40 m por les, distinción casi más convencional que real, no
debajo del nivel de la entrada a la cueva C III, que obstante la diversa tonalidad de las cenizas de ca-
estudiaremos en el capítulo 5, y a 1,60 m por de- da uno de los niveles. Y con el fin de no destruir
bajo de la cima del muro 9 en su estado actual. ninguna posibilidad de interpretación se separa-
Está situado hacia el centro norte del sector C 11 ron por niveles los pocos materiales hallados en
y sus paredes rotas en su parte alca comenzaron a cada uno de ellos. Era una ceniza fina, de tono
aparecer a 1,30 m bajo la cima del muro 9. gris claro, con escasos carbones muy diminutos.
La pared del horno está reforzada en el exte- Mezclados con la ceniza aparecieron pequeños
rior por un prensado de tierra rojiza, piedras pe- fragmentos de huesos carbonizados, también
queñas y muchos fragmentos de cerámica de los muy pequeños y de imposible identificación; al-
tipos hallados en los niveles contemporáneos del gunas teselas pétreas de mosaico y, también, pe-
horno, entre los que destacan, por la cantidad y el queños fragmentos de cerámica acorde con la ti-
tamaño, fragmentos de tegulas colocados expresa- pología de los niveles cercanos. La cerámica está
mente en forma vertical (fig. 53). dibujada en el capítulo 7, lámina XXXI, 1-36, y
Por el lado oriental, en la parte baja de la pa- corresponde a los tres niveles de cenizas.
red, el horno tiene un orificio de 11 cm de diá- La superficie del nivel 11 del locus 2, coinci-
metro, cuya finalidad -creemos- no podía ser dente dentro del círculo de la pared del horno so-
otra que la de permitir entrar el aire que avivaba bre el que se asienta éste, se había convertido en
el fuego. Este orificio excluye la hipótesis de que fino polvo rojo-anaranjado por el contacto pro-
pudiera tratarse de un simple depósito de cenizas. longado con el fuego. Esto y la gran cantidad de
ÁREA C (CALVARIO) 125
Damos ya por conocidos los niveles 7 y 8 des- las de mosaicos de un tamaño equivalente a 7 uni-
critos más arriba. El nivel 8 cubrió el horno rom- dades por cada 1 O cm de longitud.
piéndolo o cuando estaba ya r~to y fuera de ser- La cerámica recogida está representada en la
v1c10.
lámina XXX, 1-12, a la que hay que añadir un
La estratigrafía del locus 2 viene reflejada en la fragmento de ánfora paralela de las reproducidas
sección sur (fig. 54) y en la sección e-e, lado este en la lámina XI, 3-7, dos fragmentos de sigillata
(fig. 61). Menos en la sección norte (fig. 64). En amarilla con engobe rojo y un pequeño fragmen-
la descripción seguimos la sección sur (fig. 54). to de olla herodiana, así como varios fragmentos
Nivel 9. Éste no tiene nada que ver con el nivel de tegulas, una de ellas con estampilla de la Le-
9 del locus 1. Es de tierra con mezcla de ceniza y gión X. Se trata de un nivel de ocupación relacio-
piedras. La disposición de un cierto número dé nado directamente con el uso del horno.
fragmentos de tejas y de otras cerámicas en sentido Nivel 11. Este nivel se compone de tierra color
vertical induce a pensar que fue preparado con la crema. Proporcionó poquísima cerámica y muy
finalidad de reforzar la pared del horno. Aquí se en- fragmentada: un fragmento de barreño, otro de
contraron también algunos fragmentos de moldu- madera trabajada, una base de vasija de vidrio, 12
ras de estuco blanco (fig. 55). pequeños fragmentos de huesos calcinados y carbo-
Nivel 10. Es de tierra roja agrisada por la mez- nes vegetales, lo que revela su contemporaneidad y
cla de abundantes pequeños fragmentos de estu- relación con el horno 3, y una olla de iguales ca-
cos o enlucidos formando una masa muy com- racterísticas generales que la ollas de labio partido
pacta, semejante a la de los pavimentos descritos halladas en C II.1, de paredes delgadas, pasta rojo-
en otros lugares. Sin duda, sirvió de suelo o pavi- marrón áspera al tacto, pero con la variante del la-
mento, aunque es de distinta composición que los bio saliente. Es el único ejemplar encontrado con
descritos hasta aquí. Muchos de los fragmentos de esta variante y no conocemos ningún paralelo. Se
estuco estaban pintados con los mismos colores conservaba casi entera, próxima al horno 3 y al
ocre, rojo, crema y verde que ya vimos en los frag- muro 9 (fig. 56 y láminas XXIX, 27 y LVII, 9).
mentos paralelos de C Il.1.17. A pesar del poco También se encontraron trozos de estuco blanco-
espesor, 4-5 cm, este nivel proporcionó cierta can- marfil, y de otros colores, semejantes a los hallados
tidad de cerámica, pero muy fragmentada. Tam- en el nivel 10. Pero son los blancos los más abun-
bién se encontró un número significativo de tese- dantes y de mayor tamaño.
Grafito con una cruz gación, por debajo del horno, del nivel 17 de C
II. l. Sin embargo, no se ve ninguna conexión
En C II.2.11 se encontró un grafito en un pe- directa entre ellos; es decir, no se trata del mismo
queño fragmento de estuco pintado de color rosa nivel, debido a que el muro 1 O separa comple-
muy claro, de 24 x 34 mm. El grafito fue inciso tamente ambos locus a la altura de esos niveles
con objeto punzante y la mano de pintura parece precisamente. Pero sin duda que son contemporá-
que fue dada ya sobre el grafito. Lo que el grafito neos. Además -aunque esto no sea muy impor-
permite ver es una cruz inclinada dentro de un tante-, coincide la altura de estos niveles con la
probable círculo del cual se conserva aproximada- del nivel 17 de C II. l, particularmente el nivel 11.
mente un tercio (fig. 57 y lámina XLIX, 4). Apo- Ambos niveles, el C II.1. 15 y el C II.2.11, consti-
yándonos en cierta iconografía lineal de .los pri- tuyen el primer suelo en cada caso en relación con
meros siglos de nuestra era, lo primero que nos el horno. Pero lo que es decisivo es el contexto ce-
sugiere esta figura es un símbolo judeocristiano rámico, que es paralelo a partir de dichos niveles.
conocido como cruz cósmica; es decir, una cruz Esto significa que este pequeño complejo se reali-
encerrada dentro de otra figura geométrica, aquí zó todo él conjuntamente y de una vez. Lo más
circular, que representa el mundo. A la derecha probable es que, a pesar del muro 10, ambos am-
parece algo así como una «A» latina o delta grie- bientes no estaban totalmente separados. Primero,
ga. Si es así y perteneció a una inscripción, ésta porque el pequeño muro, como ya se ha observa-
desapareció con el fragmento correspondiente, do, no era muy alto; además, el muro ya estaba se-
pero no es clara. midestruido cuando se construyó el pavimento 15
Los niveles 1 O y 11 con fragmentos de enlu- del locus 1. Y, en segundo lugar, porque un reba-
cido podrían inducir a pensar que son la prolon- jamiento del muro 1 O que puede verse en su ex-
tremo este, junto al gran muro 3, pudo servir de
paso o de puerta, aunque estrecha, eso sí. Esto, sin
embargo, es pura hipótesis.
Fragmentos de enlucido
Estos fragmentos (lámina L, 1) aparecieron
en C II.1.17 y en C II.2.10 y 11. Y volvieron a
aparecer en la cueva C III, que se estudiará en el
capítulo 5. Todos reúnen las mismas característi-
cas de composición y cromáticas 26, y el mismo es-
tilo de dibujo. Esto nos está diciendo que muy
probablemente proceden de un mismo lugar no
lejano de donde se encontraron; es decir, el sector
C III. No es posible afirmar algo más concreto en
este sentido.
Pero sí puede sacarse alguna conclusión: los
niveles en los que aparecen en abundancia estos
fragmentos de estuco tienen además en común el
contexto estratigráfico y la tipología cerámica.
A partir del nivel 12 se advierte un cambio
tanto en la formación de los niveles como en la ti-
pología cerámica. Desaparece totalmente la cerá-
Fig. 57. Grafito aumentado hallado en C II.2.11. mica típica de los niveles superiores y aparece un
26
En algunos aparecen dos capas de enlucido superpuestas
y aún adheridas la una a la otra, dándose casos en los que am-
bas capas tienen una de sus caras pintadas. Como en C II.2.11.
128 EL CALVARIO Y lA CUEVA DE ADÁN
nuevo contexto cerámico, igual que ocurrió en medida que se construían los muros 3, 9 y 2, co-
C II. l a partir del nivel 17. Los niveles son, en su mo ya se explicó en otra parte. Estos niveles están
mayoría, de tierra importada de campo, de los al- inclinados de norte a sur, por lo que puede con-
rededores de Jerusalén, y el contexto cerámico en jeturarse que los escombros fueron arrojados des-
cada caso es una mezcla de cerámica de distintos de el lado norte.
períodos, desde el Hierro II al período romano
medio. Añádase a esto que a partir del nivel 12 Niveles 12- 18
del locus 2 los niveles se identifican con los del
locus 1 a partir delnivel 17. De estos niveles ha- Nivel 12. Nivel extremadamente compacto
cia abajo nos hallamos ante un relleno común a en superficie, menos en el resto. Estaba compues-
todo el sector C II realizado simultáneamente a to de mucha grava gruesa y fina y de tierra roja de
campo. Se recogió abundante cerámica, particu- El muro 9, en cambio, no lleva mortero. En-
larmente del período del Hierro y del período ro- tre las piedras que lo forman parece no haber otra
mano. Ningún fragmento del romano tardío o cosa que tierra de los niveles que iban cubriendo
posterior. Este nivel corresponde con el nivel 17 el muro y que rellenaba también en alguna medi-
del locus 1, que apareció bastante revuelto. da los vacíos más amplios dejados por el desajus-
Nivel 13. Nivel de tierra roja con pequeños te del aparejo (fig. 58). Esto nos permite presu-
carbones. Poca cerámica, del período del Hierro mir que el muro 9 no tenía por objeto sostener
al período romano. ninguna estructura superior, sino que su misión
debió de ser, muy probable y simplemente, la de
Nivel 14. También este nivel es de tierra roja
reforzar la roca e impedir que su resquebraja-
muy compacta con algunas piedras y gravilla. En
miento, ya existente, no terminara desintegrán-
él apareció una moneda romana muy deteriorada,
dola. La línea escalonada de su perfil, en la parte
de imposible lectura.
baja, apoya esta interpretación.
El nivel 15 es de tierra suelta agrisada con
abundante arenilla de caliza y gravilla fina con
tierra roja. Hay cerámica antigua y romana. In-
cluso una escudilla grande con decoración de Reconstrucción cronológica
rueda. Una de igual perfil, pero distinto diseño del área C 11
decorativo apareció en C 11. 1.17.
Basándonos en el estudio estratigráfico ante-
El nivel 16 está compuesto de grava y tierra, rior, intentaremos ahora -a modo de conclusión-
con sólo algunos pequeños fragmentos de cerá- reconstruir la cronología de las estructuras en-
mica, pero ninguna forma de cuello o base, etc. contradas en el área C 11. Y con ello se comple-
Nivel 17. Está compuesto de lascas y polvo de mentará y confirmará la cronología del área C l.
cantera con algo de arena. Cubre parte de la roca; De nuevo se hará siguiendo la estratigrafía, pero
es decir, el cuadrante nordeste de la trinchera en orden inverso; es decir, partiendo de los estra-
donde el suelo rocoso tiene un desnivel de 0,30 m tos más profundos. Por este motivo, la cerámica
con relación al resto. Aquí se encontró un caracol dibujada está presentada en este mismo orden,
similar a los hallados posteriormente en la cueva igual que hicimos en el área E.
C 111 (lámina LXX) y algunos pequeños huesos
humanos (véase estudio aparte, págs. 311-314).
Nivel 18. Es el nivel más profundo de esta Las huellas de la cantera
trinchera y final de la estratigrafía de C 11.2. Cu-
bría el resto de la roca y estaba compuesto de las- Las huellas de la cantera son claras tanto en
cas y polvo de la piedra de la cantera únicamen- C I como en C 11. Sin embargo, los bloques que
te. Tampoco dio cerámica ni objeto alguno digno se extrajeron aquí no tenían las mismas dimen-
de señalarse. siones que los últimos bloques extraídos en el
área E 11. Algunas huellas de E 1.1 son, en cam-
Ya vimos que en esta trinchera la roca apare- bio, parecidas o más próximas a las del área C.
ció 2,20 m más alta que en C 11.1, lo que de- Por el tamaño de las huellas dejadas en esta par-
muestra, una vez más, que la superficie de la can- te de la cantera, se puede conjeturar que los blo-
tera es muy irregular. ques extraídos aquí iban destinados a la cons-
Esta trinchera se comenzó a excavar estando trucción de muros o paredes de casas u otros,
visibles los tres muros 2, 5 y 9 que lo rodean por pues el tamaño tanto de las huellas como de al-
el norte, por el este y por el oeste, respectivamen- gún bloque a punto de ser extraído y finalmente
te. En los tres casos la parte excavada cubría úni- abandonado no es de grandes dimensiones. De
camente la cimentación de dichos muros, que todas las maneras, es difícil identificar su destino
apoyan en la roca en los tres casos, aunque el mu- a causa de los pocos restos de construcciones de
ro 9 sólo en el norte, en el locus 2. En el caso de la antigüedad conservados in situ en Jerusalén. A
los muros 2 y 5 la cimentación por este lado era simple vista no se aprecia ninguna diferencia en
de piedras materialmente cubiertas de mortero la calidad de los residuos de la cantera de las dos
con abundante ceniza. El mortero era más abun- áreas aquí estudiadas, pero sí en la cantidad, más
dante a medida que se profundizaba. abundante en el área E.
EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
130
mortero, salvo el estrictamente pegado al muro 5 De aquí se deduce que el proceso de estratifi-
(fig. 59 y lámina XLIII, 2). cación que ocurrió aquí, además de identificarse
Estas observaciones permiten concluir que el en la forma con el proceso que siguió en el lugar
relleno de escombros de los niveles 24-18 se iba del área E (sólo se pueden señalar algunas dife-
realizando a medida que los albañiles iban levan- rencias irrelevantes), es contemporáneo del pro-
tando los muros. De este modo se añadía firmeza ceso que tuvo lugar allí.
a los cimientos y se tenía siempre una plataforma Si esto fue así -como creemos-, es evidente
de construcción sólida, sin necesidad de anda- que los constructores del gran complejo arquitec-
mios. Es importante recordar que se estaba cons- tónico del que formaban parte el muro 5 y el ci-
truyendo dentro de una hoya. miento del muro 2 se encontraron con la roca del
La cuestión ahora es saber cuándo tuvo lugar fondo de la cantera sin más escombros que los
este proceso. producidos por la propia cantera, en este caso el
nivel 5 de C I y 25-27 de C II. Esto quiere decir
En estos niveles se encontraron algunas mo- que el gran hoyo abierto por la cantera aún no
nedas asmoneas y otras de imposible identifica- había sido terraplenado cuando se comenzó a
ción, pero creemos que son romanas (los nn. 1- construir, entre otras razones porque la cantera
4). Aunque no proporcionen datos muy precisos, estaba todavía en período de explotación cuando
apuntan a un horizonte antiguo, anterior al perí- se comenzó a edificar Aelia Capitalina. Se ha cons-
odo bizantino. tatado que todos los restos de construcciones que
Este horizonte viene confirmado por la cerá- pueden datarse del período romano o pueden re-
mica, bastante abundante en este caso. Abunda la lacionarse con la construcción de Adriano tienen
cerámica herodiana del siglo Id. C., fragmentos de el mismo contexto en los cimientos. Es decir,
lucernas, etc. Luego no es más antiguo de la apari- apoyan directamente en la roca o sobre el nivel de
ción de esta cerámica. Además, este importante es- residuos de la cantera, sin zanja de fundación vi-
trato viene datado con una fecha ante quem por los sible, seguido inmediatamente de un mismo tipo
estratos siguientes formados entre finales del siglo de relleno. Excepto en el caso del muro 8 de E II
II d. C. y la primera mitad del III. (fig. 23). ,¡
1
i
132 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Sentimos que V Corbo no se preocupara del do hoy construidos dentro de trincheras abiertas
análisis de las múltiples estratigrafías que publica, a través de todos esos residuos allí acumulados.
al menos de los sectores que excavó y dibujó él Pues bien, de todos los muros encontrados que
mismo. Pero como, en su opinión, en el subsuelo pueden datarse del período de Aelia, sólo el mu-
de la basílica no había niveles diferenciados, ni de ro 8 de E II lleva trinchera de fundación, pero
ocupación, sino que todo era un relleno de es- excavada no en los escombros de relleno traídos
combros sin mayor valor testimonial, no lo tuvo de afuera, sino en el nivel 7, compuesto única-
en cuenta o no supo hacerlo. Para él era inútil se- mente de los residuos propios de la cantera (sec-
mejante análisis. Y sin embargo, en sus dibujos ción h-h, fig. 23). La única explicación es que no
estratigráficos se ven líneas de diferenciación es- había tierra ni escombros que excavar, salvo las
tratigráfica. ¿Cómo interpretaba él esas líneas de lascas y polvo pétreos producidos por la explota-
separación? Analizó poco, y es de lamentar, por- ción de la cantera. En cambio, sí hay trinchera
que algunas de las cuestiones que siguen y segui- de fundación en el muro 3 constantiniano del
rán planteadas muy probablemente hubieran sido área E, a través del relleno de escombros realiza-
resueltas. do por los constructores de Aelia Capitalina. Ex-
cepto allí donde ni siquiera llegó el terraplenado
Por ejemplo, ¿el relleno de Adriano se exten-
romano 27•
dió a toda el área ocupada por el complejo cons-
tantiniano? ¿La estratigrafía que hemos descrito Luego habrá que admitir que, al menos en
se repite en toda esa área? Dicho de otra mane- esta zona, el final de la explotación de la cante-
ra, hoy se sabe que prácticamente todo el com- ra terminó con la construcción del complejo de
plejo constantiniano estaba construido sobre el Aelia Capitolina, y no antes, que es a donde nos
lecho de una cantera, pues bien ¿cuánto tiempo lleva el contexto. Lo cual no hace sino corrobo-
duró la explotación de esa cantera? ¿Es el resul- rar lo que escribe el historiador Eusebio de Ce-
tado de una explotación progresiva realizada en sarea: «Hombres impios.: tomándose un gran es-
diversos períodos o fue obra de un determinado fuerzo, cubren todo el lugar con tierra que han
y único período? ¿Hasta dónde se extendió el acarreado de otra parte ajena al sitio; posterior-
terraplenado realizado por los constructores mente, una vez elevado el nivel del suelo y tras
de Aelia Capitolina?, etc. Ya se aludió a esta cues- pavimentarlo con piedra, esconden, bajo tan gran
tión en el capítulo 3, y es probable que lo que túmulo, la gruta divina»28•
allí se dijo sea cierto en términos generales, pero No cabe mejor descripción para lo que allí se
no sobraba tener confirmación experimental de ha encontrado. No obstante, como si no estuvie-
ello. Y pudo hacerse. Se hicieron sondeos sufi- ra conforme con lo escrito, Eusebio insiste sobre
cientes para poder contestar a estas preguntas y el mismo hecho del terraplenado un poco más
a otras, pero no se estudiaron lo suficiente. Sólo adelante 29• Hemos sido los primeros sorprendi-
resta lamentarlo y esperar, quizá siglos, otra dos al constatar sobre el terreno la exactitud de la
oportunidad. descripción de Eusebio. Es evidente que Eusebio
En la hipótesis de que la cantera hubiera si- estaba bien informado. Recordemos que hay ra-
do de los siglos VIII-VII a. C., como se ha veni- zones suficientes para pensar que su información
do afirmando sin apoyo científico serio, y se hu- provenía de la observación directa del inicio de
biera rellenado de tierra y desperdicios o basuras los trabajos de la construcción constantiniana,
de la ciudad, acumuladas allí durante siglos -co- momento en el que se realizó justamente, hasta
mo también se ha afirmado-, los cimientos de cierto grado, la operación contraria descrita tam-
las construcciones de Adriano hubieran apareci- bién por el mismo Eusebio.
27
Por desgracia, no llegamos a tiempo para estudiar este as- naron ese espacio. Dicho espacio pudo quedar vacío y ser cu-
pecto en el relleno medio y alto relacionado con los muros 3 y 4 bierto en algún período posterior (pero anterior a la construcción
del sector C I, aunque la presencia de la habitación encontrada cruzada). No tuvimos la oportunidad de analizarlo. La fotografía
en este lugar a la altura que se hallaba, así como cierta tipología (fig. 43) de la sección este, hoy detrás de la nueva cisterna, nos da
encontrada en el montón de cerámica reunida por los obreros alguna información, pero no precisamente cronológica.
• Vida de Constantino, III, 26, 2.
2
que vaciaron la parte superior de escombros, cuestionan seria-
mente que fueran los constructores del Martyrium quienes reilé- 2
• Ibid. III, 26, 6.
,,
,..
ÁREA C (CALVARJO) 133
En efecto, después de dar orden de derribo resistencia frente a la posible presión que pudiera
del templo pagano y de hacer desaparecer los ma- ejercer la roca resquebrajada. La parte superior de
teriales de la destrucción, Constantino, no con- lo que queda del muro fue construida más o me-
tento con eso, «dispone que, excavado el lugar a nos a plomada, y es mucho más regular. No hay
gran profundidad, sea transportado el mismo suelo referencias para asegurar cuál fue la altura original
con toda su tierra removida por la excavación al si- de este muro 9, pero es evidente que era más al-
tio más distante posible, por estar contaminado con to, quizá hasta la entrada de la gruta, unos 80 cm
los demoníacos sacrijiciosw". Aunque carecemos de más, o incluso más arriba, hasta cubrirla, que es
argumentos para hacer una aplicación precisa de lo que creemos más probable.
esta última descripción de Eusebio al sector C I,
tampoco hay razones para no hacerla. Pero está ·
claro que disiparía las dudas planteadas más arri- Datación del estrato 3
ba. Es decir, pudo haber un desescombro en C I
hasta el estrato 4 para construir con comodidad Monedas. Como queda dicho, se encontraron
los cimientos del Martyrium, y no haberlo en C algunas monedas, varias de ellas ilegibles por su
II, por ser excesivamente estrecho y porque ahí avanzado estado de corrosión, como la 3 (pág.
no necesitaban echar cimientos, pues ya estaba el 307) y otras no reproducidas aquí, aunque por
muro 5, y por la peligrosidad de desmorona- sus características generales pueden clasificarse
miento de la roca del Calvario. Aunque estamos dentro de la numismática romana o herodiana.
convencidos de que incluso aquí, si no tan pro- Puede excluírselas, en cambio, de la serie de mo-
fundo, también alcanzó la demolición a los mu- nedas acuñadas durante la segunda Guerra Judía,
ros 2, 5 y 9, dado el estado en el que se han en- las cuales, por el tipo de aleación, oponen mayor
contrado y la presencia del nivel 1 b. resistencia a la fuerza corrosiva de la tierra cal-
cárea local 31• También aparecieron dos monedas
Volvemos a la estratigrafía de C II. Nos había- asmoneas (pág. 307, nn. 1 y 2).
mos cuestionado en un principio si el muro 9
habría sido construido contemporáneamente al Cerámica. Evidentemente, en este espeso es-
muro 5. Pero su relación con los niveles 23-14 trato hay mezcla de cerámicas de distintos perío-
deshace toda duda a este respecto. Si el muro 9 dos. Pero aquí, desde el punto de vista cronológi-
no tiene un fundamento tan sólido como el mu- co, como ya queda señalado en casos similares, la
ro 5, pues del lado sur ni siquiera apoya en la ro- única útil es la cerámica más tardía, que en este
ca, ni se utilizó mortero y su construcción varía caso puede clasificarse en el período romano me-
un poco con relación al muro 5, por ejemplo (pl. dio, no más tarde; es decir, de entre las dos gue-
VI y fig. 58), siendo una construcción menos só- rras judías.
lida que la de aquél, ello se debe únicamente a su Esto significa que este relleno no pudo ser he-
función secundaria, que era, probablemente, la cho antes de que la tipología más reciente apare-
de servir de apoyo o contrafuerte a la roca res- cida en estos niveles estuviera en uso; por consi-
quebrajada. Esta función no exigía un muro más guiente, no antes del último tercio del siglo I d.
consistente, sobre todo si se tiene en cuenta que C., y muy probablemente tampoco más tarde de
iba a estar reforzado por los escombros que se la primera mitad del siglo II, período en el que
iban depositando en el hueco dejado por los mu- aparece una nueva tipología conocida que no
ros del sector C II. Aunque tampoco hay que re- aparece todavía en este estrato 3.
chazar la posibilidad de que en él apoyara alguna Este razonamiento es válido igualmente para
estructura superior secundaria que no exigiera un los niveles del locus 2 estudiados más arriba e in-
cimiento más sólido. cluso, a pesar de la distancia, para los estratos 1-4
En cualquiera de los casos, ya le dieron a la de E I (fig. 5, sección a-a.) y estrato 3 de E II (pl.
base del muro una inclinación apropiada (v. per- III, sección 6-6). Esto nos demuestra que toda es-
fil en sección a-a) que refuerza su estabilidad y ta zona profunda de la cantera, cubierta en el si-
glo IV d. C. por la basílica constantiniana, había se 2 y la fase 3; o que, algún tiempo después de
sido terraplenada con anterioridad obedeciendo a finalizada la construcción original, se llevó a cabo
un plan concreto y en una fecha concreta. La es- un vaciado de escombros para construir el peque-
tratigrafía, tanto del Calvario como de Santa Ele- ño ambiente subterráneo del horno 3.
na, apunta a la primera mitad del siglo II d. C. El nivel 13, aunque duro, tenía más el aspec-
Las fuentes históricas, Eusebio en particular, lo to de ser polvo acumulado y pisado por el uso
relacionan con la construcción de la colonia Aelia que una reparación del pavimento 14 visible-
Capitalina. Queda, por tanto, poco margen para mente desgastado por el lado occidental. Todo es-
la duda de que el autor o autores del terraplena- to supone un determinado período de tiempo
do y de las estructuras allí encontradas fueron los que hay que añadir al tiempo pasado entre el
constructores de Aelia Capitalina, Adriano o An- terraplenado primero y la rehabilitación del am-
tonio Pío, y, por consiguiente, antes de mediado biente para ser utilizado.
el siglo II d. C.
A partir de aquí los niveles 12- 7, posibles sue-
Esta conclusión referente a la construcción de
los a excepción quizá del nivel 9, y aunque no to-
Aelia era conocida por los historiadores gracias al dos de la calidad de los niveles 14 y 11, presentan
testimonio de Eusebio, aunque no aceptada de
una estructura más uniforme con sus perfiles ho-
buen grado por todos. Hoy, además, se puede de- rizontales. Y, sobre todo, cambia el contexto cerá-
cir que el testimonio de Eusebio está refrendado mico. No se encuentra cerámica anterior al pe-
por la arqueología. ríodo romano y ha disminuido incluso la del
Antes de esta fecha, se podría pensar como período de entre las dos guerras judías. Aparecen,
posible en el reinado de Agripa II (53-100? d. C.). por el contrario, nuevos tipos fabricados con pas-
Se sabe que para dar trabajo a la población man- ta y colorido también diferentes a la de los nive-
dó pavimentar las calles de Jerusalén 32• Incluso les inferiores. Véase la cerámica del nivel 14 (lá-
podría aceptarse el corto reinado de Agripa I (37- mina XXV, 1 y 2). El n. 2 ya está presente en el
44), que también realizó obras de construcción en nivel 16, como queda indicado, y en el nivel 15
Jerusalén. Pero la primera hipótesis, la de cons- (lámina XXIV, 15). Estas observaciones son apli-
trucción de Aelia, tiene mayor apoyo histórico y cables por igual a C II.l, niveles 12-7, y a C II.2,
arqueológico, al menos para la explotación de la estrato 2. Este conjunto de niveles representa un
zona de Santa Elena, que fue el punto final por período de ocupación ininterrumpido hasta pa-
aquel lado. Esta cronología vendrá confirmada in- sada la primera mitad del siglo III o hasta la lle-
directamente, además, por el estrato siguiente. gada de Constantino.
Entre los nuevos tipos de cerámica más repre-
Estrato 2 (niveles 16-13 y 12-7) sentativos que aparecen en esta fase cabe destacar:
1) las lucernas de disco (escudilla) y subtipos de-
En el nivel 16 apareció una nueva tipología de rivados 33, en las que se advierte, además, una cier-
cocina que continuaría a lo largo de los sucesivos ta evolución. Véanse niveles 9 al 7 de C II. l y ni-
niveles de este estrato (lámina XXIII, 31 y 32). veles 1 O al 9 en C II.2. Hasta los niveles 16 y 15
Sin embargo, este nivel presentaba síntomas de los tipos más tardíos eran lucernas herodianas; 2)
estar revuelto, por lo que esta novedad tipológica las tejas (tegulas e imbrices) aparecieron en abun-
podría deberse a una filtración tenida lugar al dancia e ininterrumpidamente desde el nivel 15
echar la base (nivel 15) del suelo 14. Por esta ra- al 6; algunas con la estampilla de la L.X.F. y cuya
zón, para mayor seguridad, preferimos incluir el datación va de finales del siglo I a la segunda mi-
nivel 16 en el estrato 3 e iniciar la fase 3 con los tad del III. En su mayoría de los siglos II y III;
niveles 15-14, el pavimento, que es donde cree- 3) los barreños (ver discusión en cerámica), tam-
mos que se da el cambio realmente. Este cambio bién muy abundantes; 4) las ánforas locales de
es de tal naturaleza que obliga a creer que hubo pasta con tonalidades crema y rojo y nervaduras
un paréntesis de no uso de este sector entre la fa- de arista aguda en la espalda; 5) ollas de labio par-
32
Ant. XX 9, 7; cf. J. J EREMIAS, Jerusalén en tiempos de Jesús, " Cf. CCRG, tipos 9. 1 a, presente en C JI. l. 9 y 9. le, y 11
Madrid 31985, p. 30. en C II.1.8.
ÁR EA C (CA LVA R IO ) 135
tido, de pasta áspera al tacto, por la abundancia hasta el nivel 5 que cubre ya el diente de funda-
de silicatos, y paredes muy delgadas; 6) jarros pe- ción. Esto viene a corroborar que estos niveles no
queños de pasta crema, de formas redondeadas y son contemporáneos de la construcción del mu-
labio abultado (lámina XXX, n. 23). ro, como los de abajo, sino el producto de un uso
Toda esta cerámica estuvo en uso en los siglos continuado de este sector a partir del nivel 14 con
II-III e inicios del IV d. C., como puede verse en una posible interrupción en el nivel 9. Lo confir-
el capítulo 8. ma la calidad y forma de esos mismos niveles, al
menos hasta el nivel 7. Son suelos o niveles de
Todo lo dicho anteriormente no permite, sin
ocupación y uso, entre los cuales dos de ellos fue-
embargo, asegurar que esta fase de ocupación co-
ron construidos más esmeradamente: el 14 y el
menzó inmediatamente después de realizarse el.
relleno del estrato 3. Creemos, más bien, que el 11, mientras que los demás fueron más rústicos y
suelo nivel 14 fue obra algo posterior. Es decir, el de peor calidad, defecto corregido con un mayor
grosor.
primer terraplenado (estrato 3) probablemente
alcanzó mayor altura, siendo vaciado más tarde La clave para una fecha bastante precisa del pe-
hasta la profundidad del nivel 15 para construir ríodo de uso de este ambiente la proporcionan las
el pequeño hábitat relacionado con el horno 3, a dos monedas halladas sobre el suelo 14. Una de
donde se podría entrar desde el sur. Septimio Severo (193-211) y la otra de Heliogába-
Esta hipótesis se apoya en el cambio repenti- lo (218-222), a las que hay que añadir la encon-
no de cierta tipología cerámica y en la observa- trada en el suelo 11, de Trajano Decio (249-251).
ción del muro 5. Si hubiera existido este hábitat Entre la fecha del terraplenado, que tuvo que
con el horno desde la construcción del muro, realizarse no más tarde de la primera mitad del si-
parece lógico que se habría cuidado más la cara glo II d. C., y la fecha proporcionada por las mo-
occidental de éste, no subiendo tan arriba la cons- nedas había pasado más de medio siglo. En una
trucción más irregular y descuidada de la cimen- palabra, y resumiendo, la cronología puede ser la
tación. Obsérvese, además, en la sección a-a có- siguiente, dentro de unos márgenes bastante es-
mo en los niveles de este estrato no se ven restos trechos: apoyándonos en el contraste de la cerá-
de mortero saliendo del muro y filtrándose en los mica de ambas fases, los estratos 4 y 3, el relleno
niveles, como se ve en la fase inferior (niveles 23- de los niveles 24-16 pudo hacerse avanzada ya la
18), y en menor medida en el nivel 15, pero que primera mitad del siglo II d. C. Y el suelo nivel
tampoco sería visible. Aquí quizá se le hizo desa- 14, que señala el inicio de la fase 3, o fase de ocu-
parecer al preparar el lecho del pavimento 14. pación, pudo iniciarse a finales del siglo II, o muy
El mortero fue echado en el muro aparente- a principios del III. En todo caso, no antes de la
mente con igual abundancia desde la primera hi- segunda mitad del siglo II.
lada de piedras que apoya en la roca hasta el dien- El muro 10. La tentación de considerar este
te de fundación cubierto por el nivel 5. Esto lo pequeño muro contemporáneo de esta transfor-
hemos visto a todo lo largo de dicha fundación. mación y de la construcción del horno sería fuer-
Hasta el punto de que las piedras o sillares de es- te si no fuera por lo observado más arriba de que
ta parte baja del muro, hasta el diente de funda- parte de este muro, ya derribado, estaba cubierta
ción, están tan cubiertas de mortero que es difícil por el pavimento 14. Lo cual significa que el mu-
adivinar siquiera su existencia. Hemos tratado de ro fue construido con anterioridad, es decir,
reflejar esta situación en los dibujos de las seccio- cuando los muros 5 y 9. La finalidad de su cons-
nes de C II en las que aparecen los muros 2 y 5, , trucción debió de ser la de reforzar a este último
de frente o de perfil. Pero debemos aclarar que y contrarrestar el peso de la roca resquebrajada
para dibujar algo del perfil de muchas de las pie- contra el muro 9. Fuera de esto, la alternativa del
dras hubo que arrancar, con mucha dificultad por muro 1 O podría haber sido separar la zona del
su consistente dureza, el mortero fuertemente pe- horno 3 (demasiado pequeña) de la zona sur, por
gado a las mismas (véanse una vez más las fotos donde, sin duda, se entraba. Pero el hecho de que
de la fig. 59 y de las láminas XLII, 2 y XLIII, 2, en todos los niveles contemporáneos del uso del
y las secciones de las figs. 52, 61 y 64). horno hubiera abundante ceniza a todo lo largo y
Sin embargo, el mortero no aparece filtrándo- ancho del sector C II demuestra que no había tal
se en ninguno de los niveles a partir del suelo 14 separación.
136 EL CALVARIO Y lA CUEVA DE ADÁN
claramente en la cara oeste. La más antigua, la fa- del recinto de la basílica del Santo Sepulcro, bajo
se 1, forma una unidad con la cimentación des- el suelo de la misma, hay paralelos mucho mejor
crita, y está compuesta por siete hiladas de sillares conservados en construcciones consideradas por
a contar desde el diente de fundación. Algunos si- V Corbo estructuras de Aelia y, por consiguien-
llares, los menos, tienen almohadillado, pero la te, romanas del siglo II d. C. Tal es, por ejemplo,
mayoría de ellos son de superficie plana con la- el muro de bóveda del subterráneo existente bajo
brado más grueso en unos y apenas visible en el suelo de la Anástasis35, lado norte, y que Cor-
otros (figs. 60 y 61). Esta primera fase tiene ade- bo cree que se trata de una Favisa relacionada con
más una variante, a partir del diente de funda- el culto pagano del período de Aelia, aunque hu-
ción, que no aparece en la fase 2: las junturas de biera sido útil que aportase alguna prueba. En es-
los sillares. En la fase 1 las líneas de separación de te pequeño sótano, Corbo distingue la construc-
los sillares están cuidadosamente cubiertas con ción de Adriano y la intrusión de los cimientos de
estrechas bandas de mortero fino en relieve desde dos de los pilares de la Anástasis constantiniana.
la hilada 8 en la cara oriental, y desde el diente de Pues bien, sólo en la construcción atribuida a
fundación en la occidental. En ésta están mejor Adriano aparecen las junturas de cemento en
conservadas. cuestión, no en los muros de cimentación cons-
B. Bagatti, visitando la excavación en su día, tantinianos. Como no se han encontrado tampo-
apoyándose en ese detalle de la juntura de las pie- co en ninguno de los muros conocidos del resto
dras, opinaba que el muro 5 era bizantino. Adu- del complejo constantiniano. Quizá también V
cía como razón que ese tipo de junturas había Corbo tendría que haberse fijado en este simple
aparecido en los muros de una de las basílicas bi- detalle antes de pronunciarse sobre la fecha de
zantinas de Betania 34• Pero he aquí que sin salirse construcción del muro 5, para no caer en la con-
34
Cf. Fr. S. J. SALLER, Excavations at Betany (1949-1953), pero sí hay un parecido con lo encontrado en el muro 5 del
Jerusalén 1957, láminas 11 y 12, fotografías b. Lo que pue- área C.
de apreciarse en estas fotografías es realmente muy poco, 35
V CORBO, IL Santo Sepolcro di Gerusalemme, III, foco 49.
138 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
tradicción de atribuirlo, también él, a la cons- Martyrium constantiniano para reforzar el muro,
trucción constantiniana, afirmación para la que pero, evidentemente, esto no cambiaría la crono-
no tiene ninguna prueba. También Ch. Coüas- logía de la construcción del muro mismo.
non lo consideró constantiniano. En este muro, tal como nos ha llegado, se ob-
En último término, podría admitirse que es- servan dos fases de construcción claramente dis-
tas junturas fueran fruto de una restauración pos- tintas, a las que, a partir de ahora, denominare-
terior, por ejemplo durante la construcción del mos muro 5.1 y muro 5.2 (véase fig. 61).
.47
.11
'10
MS
No excavado
1
•••
En la cara oriental tiene tres zapatas o dientes truyó encima. Además, en la cara occidental del
que van disminuyendo el grosor del mismo de muro 5, fase 2, se han conservado pequeños hoyos
abajo arriba (véase el pl. V). La bajera está situada practicados directamente en los sillares, semejantes
a 5 m desde la roca y es biselada; la segunda, si- a los que pueden verse en muros que pertenecieron
tuada a 7,40 m, forma ángulo recto. Ambas per- a espacios visibles de la obra conscantiniana. Co-
tenecen a la primera fase del muro. La tercera za- mo, por ejemplo, en el muro de fondo del pórtico
pata está a 8,50 m de altura y es cóncava, en forma norte del atrio de la Anástasis y en la misma Anás-
de escocia y con una particularidad: las dos pri- tasis. Estos hoyos son, sin embargo, inexistentes en
meras zapatas, igual que las de la cara occidental la parte baja correspondiente a la fase 1 (muro
del muro, coinciden con las líneas de separación 5 .1). Estos orificios, poco profundos, sirvieron pa-
de las hiladas de sillares, de manera que sólo bas- · ra sujetar planchas de mármol, hoy desaparecidas,
tó correr hacia dentro la hilada superior con res- que cubrían el muro. Y éstas, lógicamente, se po-
pecto a la inferior. En cambio, la zapata tercera es- nían en superficies visibles como decoración, no en
tá tallada algo más abajo de la mitad de los sillares los cimientos o en la parte del muro oculta a la vis-
de la última hilada de piedras de la fase 1 del mu- ta bajo un pavimento, pongamos por caso. Aún
ro 5. Ahora bien, el labrado de esa escocia y reba- quedan en algunos de estos orificios pequeños
jamiento de las piedras de esa hilada es basto y no restos de mármol blanco pegados a los clavos de
se encuentra igual en ninguna otra parte del mu- hierro que los sujetaban. Que la construcción
ro 5. Se ve claramente que fue tallada en época constantiniana estaba en el interior revestida de
posterior. No es original, obedece a una disposi- mármol consta en las fuentes históricas 36. El para-
ción posterior a la construcción original del muro lelo más próximo al muro 5.2 dentro del comple-
5. Luego creemos que esta obra de disminución jo basilical del Santo Sepulcro está en el aparejo del
del grosor del muro por ese procedimiento fue muro norte del atrio de la Anástasis, igualmente
realizada por los constructores de la fase 2, que co- con sillares muy unidos y atribuido a Constantino.
mienza con la hilada siguiente y es un tipo de Este paralelismo nos permite considerar la
construcción muy distinta a la utilizada en la fase fase 2 del muro 5.2 obra de Constantino.
1. Incluso la calidad de la piedra es diferente.
En un tiempo posterior a la desaparición de las
La fase 2 aparece apoyada en la fase 1 de for- planchas de mármol, la fase 2 fue recubierta con un
ma más o menos ajustada, pero dejando ver una enfoscado muy blanco y fino, del cual aún quedan
juntura visiblemente artificial y poco disimulada. restos (fig. 61 y fig. 62). No podemos asegurar la
En la actualidad, la fase 2 conserva una altura de fecha de desaparición de las placas de mármol que
2, 1 O m. El aparejo es claramente distinto del apa- cubrieron primitivamente el muro, ni la de la apli-
rejo empleado en la fase 1 (muro 5.1); es una es- cación de este revoque blanco. Pero sí hemos podi-
pecie de pseudoisódomo, del que no se conservan do constatar que este revoque ocultaba los peque-
más que cinco hiladas, estando la superior in- ños orificios de sujeción de las placas de mármol.
completa. Son sillares de primera utilización, de Más aún, bajo la primera hilada del muro 5.2 pue-
labra muy fina, con la excepción de uno solo que de verse cómo, invadiendo la última hilada de si-
está callado con punteado fino. Están perfecta- llares de la fase 1, hacia el centro del muro, se con-
mente escuadrados y acoplados sin argamasa visi- serva aún algo del enfoscado blanco cubriendo la
ble. Desconocemos si este muro continúa hacia el juntura de cemento de entre dos sillares (fig. 61).
sur, por debajo de la propiedad del monasterio Este pequeño detalle nos indica que las cuidadas
etíope, aunque es muy probable. junturas con cemento en relieve de entre los silla-
En la fig. 61, que reproduce las dos fases de la res, aplicadas en la fase 1 del muro, son anteriores
cara occidental, frontal a la roca del Calvario, se a la aplicación del enfoscado blanco.
advierte cómo el muro 5 se rompe en la fila siete, Esta parce alta del muro había sido desente-
contando desde la zapata de cimentación. Es decir, rrada bastante tiempo antes de nuestra primera
es una interrupción brusca, la de un muro destrui- visita y, por lo que sabemos, no se hizo ningún es-
do que no tiene nada que ver con lo que se cons- tudio estratigráfico cuando se vació la cierra que
36
Cf. EUSEBIO, Vida de Constantino, III, 31.2 y III, 36.1. l~!I
i
140 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
la cubría. Pero, por el testimonio de los obreros contemporánea de esa misma fase 2. Aunque los
que sacaron la tierra -los mismos que tuvimos sillares están peor conservados del lado del vano de
después en nuestro trabajo-, sabemos que toda el la puerta, todavía pueden verse algunos orificios
área C estaba inicialmente colmada de escom- de sujeción de las planchas de mármol que cubrie-
bros, hasta cubrir enteramente el muro 5 y la par- ron originalmente el muro también por este lado.
te oriental hoy visible de la roca del Calvario. El El lado norte de la puerta, es decir, la jamba norte
relleno de tierra estaba cubierto a su vez por el y la continuación del muro hacia el norte, a la al-
pavimento de una gran sala cruzada, hoy dividi- tura de la puerta, desaparecieron probablemente
da a mitad entre los monasterios griego ortodoxo en la construcción de la basílica cruzada, pues se
y etíope 37• De hecho, en ninguno de los planos de utilizó este muro como base o fundamento de
esta zona del Calvario ejecutados con anterio- apoyo del basamento de uno de los pilares de la
ridad a la reciente restauración aparecen repre- primera capilla sur del deambulatorio.
sentados ni el muro 5 ni la roca del Calvario. La puerta se abría hacia occidente, es decir,
Tampoco conocemos ningún relato de peregrinos hacia la roca del Gólgota, y, perteneciendo a la
medievales y posteriores que los mencione. construcción constantiniana -como creemos-,
comunicaba la primera nave lateral sur del Marty-
La puerta de paso del Martyrium rium con la capilla del post Crucem de Egeria, que
al Gólgota ocupaba el espacio que aquí denominamos C 11,
probablemente prolongado hacia el sur, hasta el
Las cinco hiladas de sillares de la fase 2 del mu- muro perimetral de todo el complejo constanti-
ro 5 finalizan, por el lado norte, en una puerta mano.
37
Antes de la reciente reforma, la parte de la comunidad grie- de San Abrahán. No podemos asegurar si dicho pavimento era el
ga servía de refectorio, aunque ignorarnos desde cuándo. El pa- original de los cruzados, pero se puede ver, fijándose en la sección
vimento, en cambio, desapareció en la nueva restauración y es- a-a, a qué altura estaba. Basca fijarse en la línea que diferencia la
tructuración de este ambiente perteneciente al convento griego construcción alca bajo los arcos y la construcción inferior. ,j,
1
1
--
ÁREA C (CALVARIO) 141
38
Cf. BTS, n. 140 (1972) 13, fig. 10, y p. 15, fig. 14. 'º Cf. J. W!LKINSON, Jerusalem Pilgrims Befare tbe Crusades,
39
« Omnis populus transit, per unum ostium intrans, per alte- Piares 5 y 6, pp. 196-197, donde recoge las distintas versiones
rum perexiens» (Itinerarium, 37, 3, 25). del plano que Arculfo nos dejó de los edificios constantinianos
del Santo Sepulcro, después de la restauración de Modesto.
142 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Muro2
El cimiento muro 2, que cierra el sector C 11
por el norte, además de presentar características
similares de construcción que la parte inferior del
muro 5, viene afectado igualmente por la estrati-
grafía estudiada en relación con éste. A este pro-
pósito pueden verse los restos de escombros pe-
Fig. 64. C II.2. Sección norte. Toda su superficie gados al cemento en el lado derecho de la sección
está impregnada del mismo tipo de mortero que el utilizado norte (fig. 64 y lámina XLIII, 2). Dejamos esta
en la parte baja del muro 5. El muro 1 es un cimiento
de la basílica cruzada construido sobre el cimiento romano parte sin limpiar adrede, para que_ pueda verse
que es el muro 2. cómo el cimiento, muro 2, carecía también de
42
Cf. Jl Santo Sepolcro di Gerusalemme, vol. I, pp. 29-31 y 1
94-97. l,ll
144 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
trinchera de fundación, pues esos niveles, cuyos ción artificial de la colina para poder imaginarse
restos hemos dejado pegados al cemento (y todos allí la escena de la Crucifixión. Y lo mismo pue-
los demás que se excavaron y se limpiaron para de decirse del huerto de José de Arimatea, si esta-
estudiar las características del muro 2), se exten- ba aquí, etc. Porque la reconstrucción que de es-
dían por todo el locus 2 y algunos incluso alcan- te huerto hace V Corbo no tiene ninguna base.
zaban toda el área C II. Se trata de diferentes ni- Basta conocer un poco el subsuelo de la basílica
veles del relleno de escombros ya estudiados, que para darse cuenta de ello, pues se trata de una es-
nos llevan a concluir que al muro 2 hay que dar- combrera no más antigua de la primera mitad del
le la misma fecha que a los muros 5 y 9. En el siglo II d. C., momento en el que se dejó de ex-
muro 2 el aparejo está prácticamente oculto, por plotar la cantera definitivamente para la amplia-
el abundante empleo de mortero, igual.que en la ción de la ciudad de Aelia Capitalina, a cuyo
parte baja del muro 5. período pertenecen los restos arqueológicos más
Sobre el cimiento romano construyeron los antiguos allí encontrados.
cruzados en el siglo XII el muro 1, de seis hiladas
de piedras sin ningún tipo de argamasa, para ser-
vir de cimiento de la basílica construida por ellos. Sector C IV
Tampoco utilizaron un aparejo muy ajustado. En
Del sector C IV, situado a occidente de la ro-
realidad, encima de esta construcción o cimiento
ca del Calvario, nuestro trabajo se redujo a una
cruzado está el vano de la puerta que comunica la
revisión de lo ya hecho con anterioridad por la
basílica con la zona arqueológica. No necesitaba,
comunidad griega, tomar algunas notas in situ y
por tanto, mucha solidez.
dibujar el plano y el alzado. Aprovechamos para
señalar que debajo del actual pavimento de la ca-
Conclusión pilla de Adán -según testimonio oral, no que lo
hayamos visto- fue hallado un pavimento bien
Lo dicho hasta ahora nos conduce a la con- conservado de mosaico cosmatesco del período
clusión de que la cantera de las zonas de Santa cruzado. El mosaico se conserva in situ oculto por
Elena y del Calvario fue explotada entre finales el nuevo enlosado de la restauración reciente. Sí
del siglo Id. C. y primera mitad del II. Esta con- pudimos constatar la gran profundidad de la grie-
clusión permite suponer que la colina del Calva- ta del Gólgota en esta cota y ver cómo el corte ver-
rio en la primera mitad del siglo I estaba intacta tical de la roca se reinicia de nuevo a sólo 2 m des-
y que su acceso a la cima no tenía por qué ofrecer de el fondo del ábside de la capilla, confirmándose
ninguna dificultad, sobrando toda reconstruc- su perfil monolítico también por este lado oeste.
--
V
C 111. La cueva del Gólgota
La pequeña cueva que vamos a estudiar ahora de un bloque de roca colocado allí siglos atrás con
tiene suficiente importancia para que le dedique- la voluntad de fijar aquí la tesis del Calvario.
mos un capítulo de este libro e incluso dos. Pero
Todo lo que puede verse hoy de este peñasco se
antes conviene situarla describiendo y estudiando
reduce a lo siguiente: más o menos un metro cua-
un poco el lugar donde se encuentra.
drado a través de una ventana situada en el ábside de
la capilla de Adán, del lado oeste de la roca. A través
La roca del Gólgota o Calvario de esta ventana puede verse la quebrada hendidura
de la roca en sentido vertical. Por el lado norte se ve
La cueva objeto de estudio en este capítulo un saliente de la roca protegido por una cristalera.
está en el interior de un promontorio rocoso iden- Es visible desde el deambulatorio de la basílica cru-
tificado por la tradición como el Calvario. Este zada. También la cima del promontorio fue liberada
promontorio, diezmado por la explotación de la en 1994 de las placas de mármol que la ocultaban,
antigua cantera, a la que se ha hecho repetidamen- reemplazándolas por láminas de vidrio transparente
te mención en los capítulos precedentes, es hoy un de ocho toneladas de resistencia. Esto puede verse
peñasco monolítico apenas visible al público debi- desde la capilla de la Crucifixión que está situada en-
do a las estructuras arquitectónicas que, además de cima de la capilla de Adán. A todo ello puede aña-
servir de base al alzado de la basílica del Santo Se- dirse, desde el año 197 4, la parte alta de la cara
pulcro, rodean la roca y la protegen de un doble oriental de la roca: un total de unos 19 m2• Esta par-
peligro: la erosión, pues en el estado actual es como te no es accesible todavía al gran público. Es ahí pre-
el viejo tronco de un árbol alcanzado por un rayo. cisamente donde está la cueva que nos proponemos
Resquebrajado de parte a parte por el centro, pero estudiar en este capítulo y en el siguiente.
no sólo, sin la contención de los muros que le apri-
Si consideramos el punto más profundo de la
sionan, probablemente se habría desmoronado ya,
base de la roca descubierto hasta ahora, precisa-
convertido en trozos. Y en segundo lugar, ¿por qué
mente en C II.1 (véase pl. V), la altura del Calva-
no decirlo?, la protegen del fervor desmedido de los
rio desde este punto es de 12,93 m (y la cima está
amantes de reliquias. Los elementos arquitectóni-
a 758,95 m sobre el nivel del mar, según la última
cos que rodean la roca son de diversos períodos y
corresponden a distintas fases de construcción o medición realizada recientemente). Pero esa altu-
restauración de la basílica: constantinianos, bizan- ra, en relación al punto de arranque de la base, no
tinos y cruzados, además de los ya estudiados res- es igual por todos los lados, ya que el suelo de la
tos romanos. Todo ello contribuye a que no se vea roca madre no presenta una superficie regular, de-
de la roca sino una pequeña parte, hasta el punto bido a que la cantera no profundizó por igual en
de que no han faltado autores que se han permi- todas partes.
tido dudar de su autenticidad real, y no sólo admi- Por el lado occidental, el sondeo H realizado
tiendo la posibilidad, sino afirmando que se trata por los arquitectos 1 en la capilla de Adán en
1
Cf. «Chronique Archéologique (Saint-Sépulcre)», RB 69
(1962) 100-107, particularmente pp. 104ss.
146 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
1961, a pocos metros del Calvario, alcanzó una decapitaba a los condenados a muerte. Pero esta
profundidad de 5,30 m sin llegar a la roca. Tam- explicación hoy no es admisible. Otros han recu-
poco se encontró el lecho de la cantera en el son- rrido a la tradición, muy difundida en la antigüe-
deo E, a la profundidad de 4,50 m al norte del dad cristiana, de que el cráneo de Adán estaba en-
Calvario. No se realizó ningún sondeo por el la- terrado allí. De hecho, es muy representado en la
do sur, pero se puede tomar como referencia, iconografía del Gólgota, al pie de la cruz. Esta le-
aunque esté un poco alejada, la gran cisterna exis- yenda, sin embargo, tiene un origen teológico,
tente debajo del suelo de la plaza de entrada a la como se verá en el capítulo 6, y no real. Hoy se
basílica, que tiene una profundidad de 6,60 m considera más bien que el nombre es de origen
bajo el nivel de entrada a la basílica y es una con- morfológico;· es decir, que le viene de la forma
secuencia de la cantera. más o menos redondeada de la colina, que la ase-
Durante la realización de estos sondeos se mejaba a un cráneo, y que es el concepto que la
encontró en ese mismo lugar, a esa profundidad tradición árabe expresa con la palabra Rás (cabe-
más o menos, una gruta excavada enteramente en za) aplicada por los habitantes del lugar a la zona
la roca, que tanto los arquitectos como V Corbo del Santo Sepulcro y el Calvario y a toda colina
han interpretado como restos de una tumba. más o menos redondeada que sobresalga de esa
Desgraciadamente, ni aquéllos ni éste nos han de- manera 5.
jado información suficiente sobre la misma, y las
fotografías publicadas por Corbo 2 clarifican muy
poco la forma de dicha supuesta tumba. Una roca resquebrajada
La situación, bastante lamentable, en la que
El nombre «calvario» 3 se encuentra el peñasco del Calvario obliga a con-
cluir que el movimiento sísmico que la dejó mal-
La palabra «calvario» proviene directamente trecha con una hendidura muy profunda que va
del latín Calvarium (calavera o cráneo), que es la de parte a parte tuvo que producirse antes de que
traducción del arameo Gugultha, en hebreo Gul- la roca fuera recortada por la cantera. Porque, de
goleh, y que también significa cráneo. El griego no lo contrario, desprotegida, no habría resistido el
hizo sino suprimir una «l» al original semita, de empuje sísmico y se habría desmoronado al im-
donde resulta el término Gólgota. Ambos térmi- pulso de la fuerte sacudida. Pero si, como se afir-
nos son utilizados por los evangelistas. De ahí que ma constantemente, ese peñasco monolítico fue-
en las lenguas modernas se utilice indistintamen- ra un producto abandonado de una cantera de los
te Gólgota y Calvario para designar el montículo siglos VIII-VII a. C., expuesto a la intemperie, al
tradicional de la crucifixión de Jesús. Aquí tam- agua, a los cambios climáticos y a la erosión, tam-
bién usamos indistintamente uno y otro término. poco habría resistido sin desmoronarse. Ni vale
Pero ¿de dónde le viene tal significado a aquel aquí, corno está quedando claro en la excavación,
lugar? ¿Por qué «cráneo»? Las explicaciones que se la afirmación repetida (un tópico más de los que
han dado son varias, algunas bastante peregrinas, se han consagrado por rutina, pero sin ningún
pero en éstas no nos detendremos. San Jerónimo 4 fundamento) de que esta roca pronto se vio ro-
lo atribuía a que era el lugar -creía él- donde se deada de escombros hasta convertirse en una co-
2
JI Santo Sepolcro di Gerusalemme, III, fotos 4-5. ro, W F. Birch, tras situar el Calvario en la colina de Betesda,
3
J. M. Tenz cree que «el nombre Calvario podría venir de sobre la cantera subterránea de Sedecías, acudiendo a textos
la forma original de la colina, o del hecho de que una cabeza del Antiguo Testamento inventa una teoría, no menos peregri-
de algún soldado romano muerto en algún asedio de la ciudad na, para explicar el origen del nombre Gólgota. Para él, este
hubiera caído en alguna hendidura de la roca, dándole el nom- nombre proviene de «Calgoliath», es decir, «lugar del cráneo
bre al ser allí encontrada; o por la extraña tradición de que el de Goliath», que sitúa en la colina de Betesda, donde él consi-
cráneo de Adán fue enterrado en el Gólgota. Orígenes asegura dera que tuvo lugar la crucifixión de Jesús. Supone que David
claramente que había una tradición judía según la cual el cuer- trajo a Jerusalén, como trofeo, el cráneo de Goliat y que fue
po de Adán fue enterrado en dicho lugar, "lugar de la Calave- depositado aquí.
4
ra?». «No hay evidencia histórica de que el lugar tradicional ln Math. 27, 32.
fuera un lugar público de ejecuciones. José de Arimatea no ha- ' Cf. P. BEN0IT, Passion et Résurrection du Seigneur, París
bría excavado su sepulcro cerca de este lugar». A este propósi- 1966.
--
C III. LA CUEVA DEL GÓLGOTA 147
del Calvario quedó envuelta por estructuras y es- el lado oriental la roca estuvo cubierta por estruc- 1
combros hasta una determinada altura, hoy sólo turas y escombros en diversa medida a lo largo de
parcialmente controlable por el lado oriental. No los períodos que han venido sucediéndose desde
hay datos ni históricos ni arqueológicos para sa- el siglo II d. C. hasta hoy, y es seguro que duran-
ber si en un primer momento de la construcción te el período de Aelia lo estuvo igualmente por los
del templo de Venus la roca estuvo totalmente otros tres lados. Pero la historia ha sido distinta
cubierta hasta la cima o no lo estuvo nunca toda en los lados norte y oeste a partir de la construc-
ella durante el período de Aelia Capitolina. Ni ción de Constantino (326 d. C.), como consta en
Eusebio ni san Jerónimo son explícitos en esto. el diario de la peregrina Egeria y puede demostrar
La estratigrafía estudiada en el área C pone de la arqueología. Es decir, que desde entonces los
manifiesto que en el siglo III d. C., si no ya des- lados norte y oeste de la roca estuvieron siempre
de finales del II, en C II hay una serie de niveles descubiertos y visibles, al menos parcialmente,
de ocupación que demuestran que, de ahí para desde el nivel del pavimento del patio interior
arriba, ese sector oriental cercano a la roca estuvo existente entre el Martyrium y la Anástasis, que,
libre de escombros. No obstante, la roca estaba ya con poca diferencia, correspondía al nivel del pa-
protegida y oculta por el muro 9, pero ¿hasta qué vimento actual.
altura? Esto nunca se sabrá. Posiblemente toda La visibilidad de la roca se redujo en la re-
ella, pero ciertamente más de lo que la cubre hoy. construcción llevada a cabo por el patriarca Mo-
Está claro que la cantera redujo considerable- desto tras el incendio provocado por los partos
mente el volumen del montículo. En cambio, alar- en el año 614. Se levantaron algunos pilares pa-
gó más del doble su altura al profundizar en su en- ra sostener los arcos y la bóveda que cubrió la ro-
torno; fue cortada por sus cuatro lados, pero sin ca desde aquel momento. Se construyó la capilla
afectar a la cima; es decir, más o menos los 4 m ci- de Adán, y el ábside de esta capilla oculta desde
meros del monolito quedaron intactos. O al menos entonces la roca por el lado occidental. Única-
así parece demostrarlo el hecho de que no se apre- mente queda visible una pequeña parte a través
cie ningún corte ni huella que denuncie los efectos de la ventana, la cual no podemos asegurar que
destructores de la cantera en todo el casquete que sea contemporánea del ábside, aunque es proba-
corona el monolito rocoso, a excepción del lado ble, pues -según el testimonio de san Cirilo de
sur. Al contrario, la roca presenta la superficie pro- Jerusalén- en el siglo IV ya se recordaba y vene-
pia de su formación geológica natural y el desgaste raba dicha hendidura como un testimonio de la
de los agentes erosivos naturales o humanos. veracidad de la muerte de Cristo allí, y parece
6
Este gran muro está sirviendo hoy de cimentación de la
fachada de la basílica de los cruzados. ,.
148 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
normal que se mantuviera visible como tal testi- hasta casi la cúspide. Ello se debe, evidentemente,
monio, aunque la hendidura era visible también al desconocimiento que se ha tenido del estado en
en la cima. que quedó cuando cesó la explotación de la cante-
Durante el período bizantino, por el lado ra en el siglo II d. C.
oriental no se podía ver más de lo que es el cono No existen hoy pruebas ni se conservan vesti-
superior de la roca. Es decir, la parte alta, la que gios que permitan demostrar si la cima de la roca
sobresalía por encima del pavimento del post Cru- estuvo, al menos parcialmente, al descubierto
cem, que coincidía, o con poca diferencia, con el durante el período de Aelia Capitolina. Ni se ve
nivel del pavimento de la basílica constantiniana. ninguna huella que permita suponer que sobre la
Exactamente unos centímetros por encima del te- cúspide de la misma se asentara algún monu-
cho de Ja cueva, y algo más de 1 m más alto que mento religioso o cosa parecida. El testimonio de
el suelo de la basílica actual. Es la conclusión a la san Jerónimo de que «sobre la roca de la cruz hu-
que se llega después de estudiar los restos arqui- bo una estatua de mármol de Venus», tomado li-
tectónicos del área C. Esto significa que la cueva teralmente, parece indicarlo así, pero no está cla-
estuvo oculta e ignorada durante todo el período ro el sentido. Incluso parece más probable que
bizantino. Esta conclusión concuerda además con san Jerónimo esté afirmando, de forma genérica,
el silencio de la tradición, ya que esta cueva, de la que sobre la colina del Gólgota durante el perío-
que vamos a ocuparnos ahora, no es mencionada do de Aelia se dio culto a la diosa. Esto se ajusta
ni por el peregrino de Burdeos en el 333, ni por más a la realidad según lo ya expuesto en el capí-
Egeria a finales del siglo IV, la cual nombra re- tulo 2. En cambio, sí parece que desde la inaugu-
petidas veces la capilla del post Crucem en rela- ración de los edificios constantinianos (335) has-
ción con las ceremonias litúrgicas que allí se cele- ta la restauración de Modesto (pasado el 614) la
braban; ni por los peregrinos posteriores. Nadie parte alta de la roca estuvo descubierta y visible,
menciona esta cueva. El perfil de la misma (sec- aunque no igualmente por todos sus lados. Que-
ción a-a, pl. V) y la fachada oriental (pl. VI) pue- da dicho que, según el estudio arqueológico, el
den ayudar a comprender esta afirmación. nivel del pavimento del Martyrium se prolonga-
ba, conservando una cota de altura igual o muy
Una roca monolítica próxima a la que tenía la capilla de la Cruz (el post
Crucem), hasta apoyarse en la misma roca de la
No conocemos ninguna representación icono- cara oriental del Calvario. De este modo sólo
gráfica del Calvario en forma monolítica en los quedaba visible la parte superior de la roca; es de-
períodos bizantino y medieval, ni posteriormente. cir, 3 m más o menos a partir de dicho pavimen-
Hay representaciones de la roca ya en el período to. Mientras que por el lado occidental la roca
bizantino, pero ninguna que represente la totali- podía ser visible desde el pavimento del atrio in-
dad de su altura tal como podemos reconstruirla terior que separaba el Martyrium de la Anástasis.
hoy, después de haberla desnudado parcialmente Tanto el pórtico sur como el pórtico oriental de
de los escombros que la envolvían desde la base dicho atrio terminaban justamente en el pro-
17
aproximado de la roca
del Calvario y su Calvario
relación con el
pavimento de las ) M5 1
construcciones
constantiruanas:
1 . Martyrium.
2. Post Crucem.
1
Martyril."1 / ) !/ 2
Post Crucem ~
\\\ffr----·-¡·j
3. Ante Crucem o
atrio situado «entre la 1
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1 \·
1 ... -- .. _:
;
Cruz y la Anásrasis»,
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3
según la terminología
utilizada por Egeria.
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E• O ¡ r··· .. ··
Ante Crucem (Atrio) ,.
--
C IIl. LA CUEVA DEL GÓLGOTA 149
menos lo que se ve hoy a través de las planchas ción en griego. Entre las cruces destaca una por 1
de cristal transparente, pero defendida por una su tamaño y forma, incisa. Es de brazos iguales
barandilla, como recuerda el Breviario de Jerusa- que terminan en forma lanceolada. Está enmar-
7
Itinerarium Burdigalense, 593, 4. El peregrino de Burdeos queño ábside pegado a una aparente oquedad de la roca, y so-
vio un «rnonticulus». bre ésta la capilla alta del Calvario.
8
Creemos muy probable que fuera el patriarca Modesto, 9
Cf. COURET, La Prise de jérusalem par Les Perses en 614.
después del incendio provocado por los partos (614 d. C.), Trois Documents Nouueaux, Orleans 1896, p. 45.
quien cambió la fisonomía del Calvario al construir por el la- 'º Breuiarius, 2, 45: «In circuitu in ipso monte sunt cance!!ae
do occidental la capilla de Adán, a nivel del suelo, con el pe- de argento».
150 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Secc. Roca.
A
11
Esta cruz debe ser clasificada en el tipo de cruz «forma se en E. TESTA, JI Simbolismo dei Giudeo-Cristiani, 1962, p.
quadrata mundi», o «cruz de los vientos», de la que escribe 305.
san Jerónimo: «Ipsa species Crucis, quid est nisi forma quadra- 12
La investigación de este punto quedó fuera de nuestra
ta mundi? Oriens de vertice fa/gens, Arcton dextera tenet; competencia por voluntad expresa del último arquitecto grie-
Auster in leva consistit; Occidens sub plantis firmatur. Unde go que hemos conocido allí. Aunque no era ésa la opinión de
Apostulus dicit: Ut sciamus quae sit altitudo, et latitudo, et monseñor Daniel Koriotakis, superior de la comunidad griega
longitudo et profundum» (In Ev. secundum Marcum, XV, PL del Santo Sepulcro, quien nos expresó su pesar porque no nos
30, 638). Ejemplos antiguos de este tipo de cruz pueden ver- hubiéramos hecho cargo de su estudio.
C IIl. LA CUEVA DEL GÓ LGOTA 151
siglo XIX, el cual cambió la escalera al lugar don- Este mosaico, que fue realizado a finales del
de está ubicada hoy. siglo IV o a principios del V, nos ofrece una vi-
sión realista del Gólgota. La colina allí represen-
tada, a causa de un efecto de perspectiva buscado
Iconografía del Calvario
por el artista, sobresale por encima de los edificios
Creemos que vale la pena detenernos un po- que la flanquean, y su forma, sin ser una copia del
co en repasar la iconografía más antigua del Cal- Calvario, puede considerarse cercana a la realidad
vario, porque puede ayudar a recuperar la visión de entonces. Sobre la cúspide del Calvario se apo-
que ofrecía en el primer período bizantino; es de- ya una gran cruz enjoyada 14 formando el eje cen-
cir, desde el 335 al 614. En aquellas representa- tral del mosaico juntamente con la figura de Cris-
ciones, el Calvario tenía forma cónica a modo de to y el Calvario, que se convierte así en el centro
un pequeño promontorio y sobre él se levantaba geométrico del antiguo y valioso mosaico, pero
una cruz. Las representaciones en forma de una siendo la figura de Cristo y la cruz los dos ele-
gran colina, cuando no de una alta montaña, hay mentos más sobresalientes por la situación y el
que buscarlas en el arte de la alta Edad Media y colorido. Las construcciones del lado izquierdo
del Renacimiento, particularmente en la pintura, del espectador son comúnmente identificadas
a excepción quizá de la que puede verse en el mo- con los edificios constantinianos de Jerusalén: la 1,
saico de la iglesia de Santa Pudenciana, en Roma Anástasis y el Martyrium. Y el pórtico de detrás
(fig. 69), que es también la imagen más antigua de Jesús y los apóstoles con el atrio interior, el
que conocemos de la colina del Calvario 13• ante Crucem de Egeria 15•
13 14
La fecha de construcción de esta iglesia no es segura, y el La representación de la cruz enjoyada fue un motivo
mosaico en el que aparece representado el Calvario ha sido res- frecuente en las bóvedas decoradas con mosaicos de los si-
taurado en diversas ocasiones; sin embargo, siguen siendo acep- glos V al VI (cf. J. A. ÍÑ!GUEZ, Arqueología cristiana, pp.
tadas por los estudiosos fechas que oscilan, según las diversas opi- 244ss).
niones, entre las postrimerías del siglo N y principios del V 15
Cf. A. ARCE, op. cit., p. 295. ~11¡
152 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
16
En la iglesia de Santa María la Antigua de Roma, se con- tos dos temas muy frecuentes en la iconografía del Calvario en
serva un fresco del siglo VII representando la crucifixión, en el la Edad Media y en el Renacimiento, uno u otro elemento por
que aparece la pequeña colina rocosa del Gólgota de forma có- separado o ambos juntos. Otras formas de representar la rela-
nica y resquebrajada, lo que le da un gran realismo y proximi- ción entre la muerte de Cristo en cruz y la redención de Adán,
dad a la roca de Jerusalén. Un crucifijo interesante -según pa- como tibias cruzadas con la calavera o desparramadas por el
rece procedente de Jerusalén y datado de los siglos VIII-IX-, suelo, el cuerpo entero de Adán, etc., parecen ser más tardías.
está en el Museo de Arre de Providence, capital de Rhode 17
F. G. MAIER, Historia universal siglo XXI, Madrid 198 5,
Island, en Estados Unidos, y tiene un paralelo muy semejante vol. 9, p. 114.
18
en otro conservado en el Museo Vaticano considerado no ante- PG 108, 233-234. Esto no quiere decir que fuera la pri-
rior al siglo XII. En el museo regional existente en el monaste- mera cruz que se colocó en el Calvario. De hecho, antes de esa
rio de las benedictinas de Sahagún de Campos, se expone uno fecha Egeria habla ya del lugar de la cruz, refiriéndose al Gól-
parecido al anterior, procedente de Rusia y considerado del si- gota. Es cierto que algunos autores sitúan la estancia de Egeria
glo IX. No hablamos ya de otros muchos contemporáneos o en Jerusalén en el siglo VI (cf. nota 21 de Barag), pero creemos
posteriores que no nos aportarían nada nuevo en nuestro in- válido el razonamiento del P. A. Arce a favor de una fecha más
tento de hacer ver que los primeros en representar el Calvario, temprana; es decir, el 484 (Itinerario de la Vú;g-en Egeria, In-
dada la forma que le han dado, no parece sino que hubieran he- troducción). Cf. D. BARAG, «Glass pilgrim vessels from jeru-
cho una copia de la parte de la roca visible en su tiempo. Hay salern», JGS 12 (1970) 39. Barag no se pronuncia acerca del
otra representación, pero no con la cruz sola, sino con figura significado del pedestal escalonado sobre el que aparece ins-
humana. El ejemplar de Providence representa, además, en la taurada la cruz, aunque sí menciona la existencia de diversas
mitad de la falda del pequeño montículo, el cráneo de Adán. La opiniones al respecto.
única fotografía de que disponemos, a causa de su deficiente ca- 19
Citado por D. BARAG, op. cit., p. 39.
lidad, no nos permite asegurar si el cráneo está o no represen- 'º Estos la habían llevado como trofeo cuando invadieron
tado dentro de una cueva. Lo mismo ocurre en el crucifijo de Palestina en el 614.
21
Sahagún, mientras que en el ejemplar del Vaticano no se repre- D. BARAG, «Glass pilgrim vessels from [erusalem», JGS
sentan ni la cueva ni el cráneo de Adán. Sin embargo, serán es- 12 (1970) 35-63.
C IJl. LA CUEVA DEL GÓLGOTA 153
los peregrinos que visitaban el lugar. En nuestro El autor presenta ocho ejemplares de frascos
caso, se trata de un documento importante, pues con decoración de inspiración cristiana y once
es manifiesta la proximidad en la forma del mon- más de inspiración judía, y, después de establecer
tículo representado en algunas ampollas de Mon- las variantes, estudia la cronología de los mismos,
za 22 y la reconstrucción de la parte visible del Cal- particularmente los de simbología cristiana, ba-
vario a partir del siglo IV a la que se ha podido sándose precisamente en la datación de las mone-
llegar desde el estudio arqueológico. Es interesan- das portadoras de la misma simbología: Cruz, y
te ver la composición de algunas de las ampollas Cruz-Calvario. Los frascos con decoración cris-
en las que aparece la cruz en la cúspide de la coli- tiana tienen planta y cuerpo hexagonales. En tres
na y los dos ladrones crucificados a los lados, fue- de los seis lados, alternando con otros motivos,
ra de la colina. No creemos que esta distribución destaca la representación de la cruz bizantina con
sea un capricho del artista o que buscara en ello la los brazos terminando en horquilla. En las dos
intención de resaltar simbólicamente la figura de primeras, la cruz está erigida sobre el Calvario, re-
Cristo o la importancia de su acción redentora, si- presentado en forma de pirámide escalonada, co-
no que más bien nos está revelando que el artista mo en las monedas de los emperadores Tiberio II
conocía el lugar (estas ampollas proceden de Jeru- y Heraclio, menos en tres casos; la tercera es una
salén) y se dio cuenta de que en el Calvario que él cruz procesional sola, sin el Calvario, en cuatro
contemplaba, demasiado pequeño, no había cabi- de los frascos, mientras que en el frasco de la va-
da para tres cruces y dedujo que los dos ladrones riante V cada una de las tres cruces representa una
tuvieron que ser crucificados fuera de la pequeña novedad respecto de las variantes I-IV. En la pri-
colina. En cerámica sólo conocemos una repro- mera, el cuarto escalón se ha convertido en una
ducción del Calvario en una lucerna bizantina in- especie de globo sobre el que se fija la cruz, y la
completa, hoy en el Museo Arqueológico de la tercera, en forma de globo alargado hacia arriba,
Flagelación, en Jerusalén. acusa una ligera evolución de la segunda variante
En cuanto a las representaciones Cruz-Calva- de los tipos I-IV24• La tercera representación re-
rio en vasijas de vidrio, merece la pena detenernos producida en los frascos ofrece mayor novedad,
en una serie de frascos bizantinos publicados por pues el Calvario es representado como un bloque
el profesor D. Barag23 (fig. 71), en algunos de los no escalonado y menos piramidal, presentando
cuales se repite de idéntica manera el diseño de un parecido más realista de la roca, en la misma
las monedas, y en otros casos el mismo motivo es línea que el grafito mencionado de Afrodisias 25•
representado con algunas variantes dignas de ser Barag fecha estas variantes estudiadas por él a par-
señaladas aquí, aunque sea brevemente. tir del año 615.
22
A. GRABAR, Ampoules de Terre Sainte (Monza-Bobbio), tando cruces bizantinas. En ambos casos, la cruz está erguida
París 1958, p. 22, pi. X, 2, V; cf. J. DAOUST, «Les Ampoules sobre globos y éstos sobre la colina del Gólgota. En el se-
de Monza», BTS 170 (abril 1975) 2-8. gundo caso, éste está representado en forma escalonada de
23
Op. cit., pp. 35-52, donde el autor estudia los ocho ejem- cinco peldaños. Es difícil saber cuándo fueron realizados
plares que aquí nos interesan. estos grafitos, pero es muy probable que no sean contempo-
24
En una jamba de la puerta occidental de las ruinas de la ráneos de la fundación de las respectivas iglesias, sino más
catedral de Afrodisias (anteriormente templo de Venus), en tardíos.
Turquía, y en una columna de la basílica de San Juan, en Éfe- 25
Véase nota anterior. Afrodisias en el período bizantino
so, hemos visro dos grafitos incisos en el mármol represen- tomó el nombre de Staurópolis (ciudad de la cruz). ,,11
154 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
En los frascos más antiguos (578-614), el Cal- cosas: primera, de la autoría de Modesto de la re-
vario viene representado de dos formas. En uno forma llevada a cabo en el Calvario después del
de los lados aparece en visión frontal y tiene for- incendio de los partos el 614. En efecto, esta
ma piramidal escalonada, y en el otro, con visión composición está diciendo que la capilla de plan-
cenital, está representado en forma de círculos ta cuadrada con arcos de medio punto que cubre
concéntricos. La cruz no está colocada en el cen- todavía hoy el Calvario fue obra de la restaura-
tro geométrico de los mismos, sino un poco des- ción llevada a cabo por este patriarca en el siglo
viada en la parte alta del círculo central, reflejan- VII, y, por consiguiente, también la capilla infe-
do perfectamente el efecto perspectiva de una rior dedicada a Adán con el ábside encastrado en
visión cenital. Esta representación circular, a veces la roca, lo único de la capilla de aquel tiempo que
un poco bulbosa, además de confirmar la forma aún se conserva. En segundo lugar, el diseño del
cónica de la parte alta de la roca, refleja el perfil Calvario coronado por la cruz bajo el arco de me-
redondeado de su perímetro 26• En todo caso, am- dio punto es una señal de que la cruz -no sabe-
bas representaciones, frontal y cenital, se comple- mos si la misma rescatada por Heraclío- volvió a
mentan perfectamente, pues el número de círcu- colocarse en el mismo lugar que antes, dominan-
los es acorde con el número de escalones de la do sobre el Calvario, como el gran trofeo de la re-
representación frontal. En ambos casos el dibujo dención, hasta la destrucción decretada por el ca-
es extremadamente simple y claro a la vez. Esta lifa Hakim el año 1009.
doble representación iconográfica del Calvario Sí nos fijamos en el perfil oriental de la roca
descalifica cualquier intento que quiera relacionar (sección a-a, pl. V), no es difícil reconocer la ima-
la forma escalonada del pedestal de la cruz con la gen estilizada del Calvario impresa en las mone-
escalera de subida al Calvario 27 mencionada, en- das y en los frascos de vidrio recordados más arri-
tre otros, por el peregrino Teodosio hacia el 530 y ba. No debe olvidarse que era ésa la parte de la
en el Itinerario de Antonino de Piacenza (570) 28•
roca que se contemplaba desde el post Crucem de
Algunos frascos ofrecen variantes en la forma Egeria 29•
tanto de la cruz como del Calvario. En este senti-
Finalmente recordamos la representación del
do, creemos que tienen un interés añadido las va-
Calvario de las ampollas de Bobbio 3°, donde el
riantes V y VII. En el primer caso se intenta una
montículo, aunque poco resaltado, es visible, y
síntesis de las formas piramidal y circular super-
sobre el que se yergue una cruz florida, simboli-
poniéndolas, y en el segundo, Calvario y cruz
zando el árbol de la vida 31•
aparecen cubiertos por un arco apoyado en co-
lumnas. Barag data esta variante de entre el 578, ¿De dónde copiaron aquellos primeros ar-
término post quem, y el final del período bizanti- tistas que representaron el Calvario? Porque es
no en Palestina el 636, apoyándose siempre en la evidente que esta iconografía ha tenido alguna
tipología y en las monedas en las que se repite es- fuente de inspiración. Los relatos de la pasión en
ta tipología. Aunque el autor no hace ninguna re- ningún caso mencionan un monte o montículo
ferencia, creemos que esta variante con un arco en relación con la crucifixión. Simplemente dicen
cubriendo el Calvario con la cruz clavada en lo al- que el lugar se llamaba Gólgota («Calvario» o «de
to es un testimonio gráfico muy elocuente de dos la Calavera»), y, en este caso, sólo si el nombre le
26
No podemos aceptar la opinión de G. A. Eisen según la ha descubierto toda la parte alta de la roca, ni en la parte cer-
cual esta forma redondeada y bulbosa que sirve de pedestal a cana a la cima, por los lados occidental y norte.
la cruz es o representa un cráneo humano (citado por D. BA- 28
P. GEYER, ltinera Hierosolymitana saeculi IIII-VIII, n. 22,
RAG, op. cit., p. 42). pp. 140-141.
27
Parece normal que la escalera de subida al Calvario tu- 29
Cf. A. ARCE, Itinerario de la Virgen Egeria, Madrid
viera la misma anchura en todo su recorrido, mientras que la 1980, especialmente en pp. 289 y 293; V APTOWITZER, «Les
forma escalonada de la iconografía abarca todo el cono, y no élements juifs dans la Legende du Golgotha», RE] (1924)
solamente por una fachada, sino en todo el entorno, como lo 145.
demuestra la variante en forma de círculos. Además -según las 30
Estas anforitas de plata las traían como recuerdo los pe-
descripciones de algunos peregrinos-, la escalera era lateral, no regrinos que visitaban Jerusalén. Contenían aceite de las lám-
frontal, y estaba situada en el lado norte de la roca. Tampoco paras que lucían en tan venerado lugar.
se ha encontrado en el Calvario ningún vestigio de escalones 31
Cf. E. TESTA, // Simbolismo dei Giudco-Cristiani, pp.
tallados en la roca misma, ni por el lado oriental, en donde se 288ss.
C III. LA CUEVA DEL GÓLGOTA 155
viene al lugar por la forma (es lo que creemos) do contemplamos por primera vez la cueva de la
podría pensarse en la existencia de una protube- que vamos a hablar en este capítulo.
rancia o elevación del suelo, pero de hecho algu- Durante el proceso de la reciente restauración
nos escritores no le han dado esta interpretación. de la basílica, vaciando los escombros que cu-
Es significativo, por otra parte, que ningún brían la parte alta del lado oriental del Calvario,
artista haya reproducido el Calvario en forma de apareció una cueva en la misma roca del Gólgo-
cráneo, que es lo que cabría esperar si se hubieran ta, aparentemente de no más de 1 m de profun-
inspirado en el nombre que dan al lugar los rela- didad. No se le dio entonces mayor importancia
tos evangélicos. Pero no ha sido así, sino que han y no se realizó ningún tipo de investigación de la
representado el Calvario como se podía ver en los misma. Más bien parecía insignificante y no sus-
siglos IV al VII, según podemos deducir hoy de la citó curiosidad.
investigación arqueológica. Es decir, un pequeño Sin embargo, en torno a la cueva se planteaba
montículo de forma más o menos cónica en el una cuestión interesante: si aquel promontorio
que resulta difícil imaginarse el acto de la crucifi- rocoso era el Calvario, ¿no sería a esta cueva a la
xión de una persona, no digamos de tres crucifi- que estaba aludiendo la iconografía cristiana del
cados. Pero ése fue el Calvario que representaron Calvario y a la que se refiere cierta literatura apó-
los artistas de aquellos siglos, porque era eso lo crifa del ciclo de Adán? A ella nos hemos referido
que se veía del mismo: sólo la parte superior, de- en diversas ocasiones y en varios artículos, sin
masiado estrecha para poder plantar en él tres querer afirmar demasiado mientras no ultimára-
cruces. Esto, a su vez, nos demuestra que los 8 m mos el estudio arqueológico de la misma. Que es
inferiores de la gran roca monolítica estaban ocul- justamente lo que haremos en este capítulo. Aun-
tos o simplemente cubiertos por estructuras y es- que no han faltado quienes han sacado ya sus
combros acumulados en su entorno en época ro- conclusiones sin conocer de la cueva otra cosa
mana hasta el nivel 9 (por el lado oriental), y que su existencia.
hasta dejar visibles sólo los tres metros de la cima
durante el período bizantino32• Así pues, antes de contestar a la pregunta vea-
mos cuál es el resultado del estudio arqueológico
de esta cueva, el cual, a su vez, servirá de base al
La cueva estudio literario del capítulo 6.
32
Conocemos un par de ejemplos de iconos en los que se que quedó definitivamente oculta hasta hoy en la restauración
representa el Calvario en forma de un montículo desmesura- de Modesto en el siglo VII.
33 El ejemplo más antiguo que conocemos, como ya queda
damente alto. ¿Es simple imaginación del artista o se inspira en
alguna noticia? Porque cabe la posibilidad de que el artista, por dicho, es la cruz de Providence, considerada del siglo VII.
referencias, esté reflejando la vista occidental de la roca, la cual, 34
Para referirnos a esta cueva utilizaremos indistintamente
habida cuenta del nivel más bajo del suelo por ese lado, lógi- los nombres cueva o gruta, pues ambas se utilizan en las traduc-
camente ofrecía una visión de mayor altura que la oriental y ciones de los antiguos escritos apócrifos y en el lenguaje usual.
156 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Fig. 72. Sector C II: l. Horno 3. 2. Muro 9. 3. Muro 11. 4. Entrada de la cueva de Adán (sector C III). 5. Ara de culto pagano,
todavía in situ (ver figs. 48 y láminas XLIX, 3 y LV, 5 y 6). Fue ahí donde se encontró, formando parte del nivel de destrucción
sobre el cual se construyó el muro 11. 6. Roca.
,.
C lil. LA CUEVA DEL GÓLGOTA 157
desde el interior de la cueva hasta el extremo sur plicación, como es la calidad o dureza de las dis-
de este pequeño muro, de forma que es éste el que tintas rocas y su mayor o menor grado de resisten-
impide el derrumbe del bloque de roca ya des- cia al agua, pues no nos cabe duda de que estuvo
prendido. La fisura de la roca puede deberse, lo expuesta algún tiempo a la intemperie y, por con-
más probablemente, al movimiento sísmico ya siguiente, al agua y a la influencia de los cambios
mencionado y del que hablaremos más adelante, o atmosféricos, etc.
a la caída sobre él de algún elemento pesado, por Ahora bien, no hallamos ninguna razón para
ejemplo durante la construcción del templo de Ve- que los constructores de Aelia se interesaran has-
nus o a consecuencia de su destrucción en el año ta ese punto por conservar un fragmento de la ro-
326 d. C., si es que la causa no fue únicamente el ca después de haberla disminuido hasta el extre-
propio peso del bloque suspendido en el vacío por mo de convertir la colina rocosa en un monolito
los cori:es inmediatos producidos por la cantera, inaccesible. Aun en el caso de que fuera cierto y
antes, por supuesto, de que se construyera el mu- se entendieran al pie de la letra las palabras ya ci-
ro 11. tadas de san Jerónimo de que los paganos coloca-
El muro está formado por sólo tres hiladas de ron la estatua de Venus sobre la roca del Calvario,
cuatro, tres y dos sillares cada una respectivamen- la desaparición del fragmento de roca en cuestión
te de abajo arriba. Son sillares reutilizados, como no habría alterado nada dicho cometido.
demuestra el hecho de que algunos de estos blo- En todo caso, es evidente que la construcción
ques conserven en alguna de sus caras ocultas es- del muro 11 obedece a la voluntad expresa de
tuco blanco o pintado. El central, que es el mayor, conservar en lo posible la integridad de la roca.
mide 72 x 46 cm. En su cara exterior está perfec- Ahora bien, ¿cuándo tuvo esto lugar y quiénes
tamente ajustado al perfil del corte de la roca y a construyeron el muro 11?
las diversas caras en las que ésta fue tallada. No
ocurre lo mismo en el interior, donde los sillares, Si las conclusiones del capítulo 4 son correc-
debido a su diferente longitud, como puede verse tas, puede afirmarse, con un grado muy alto de
en las figs. 77 y 80, sobresalen unos de otros, ofre- probabilidad, por no decir seguro, que el presen-
ciendo un aspecto completamente irregular, de te estado ruinoso de la roca del Gólgota proviene
forma que no se puede hablar de una cara de una doble causa: un fuerte movimiento sísmi-
interior. Además, por este lado interior el muro co que produjo el profundo resquebrajamiento
fue reforzado con abundante carga de hormigón de la roca, y la explotación de la cantera en el pe-
compuesto de mucha cal, poca ceniza, grava y ríodo romano, que convirtió el promontorio ro-
piedras (lámina XLVII, 1). La forma descuidada coso en un monolito de 13 m de altura por 5,5 m
con la que se llevó a cabo esta operación en el in- de diámetro. Sin más pruebas, esta situación del
terior de la cueva es una prueba de que ésta no in- peñasco obliga a suponer que la segunda causa
teresaba a los constructores del muro 11 y de que tuvo que ser forzosamente posterior al fenómeno
de lo que se trataba era simplemente de consoli- primero, porque, de lo contrario, la roca no pare-
dar la roca. Sin embargo, la acción de querer con- ce creíble que pudiera resistir el empuje sísmico
servar ese fragmento de la roca tendría difícil ex- sin deteriorarse aún más.
plicación si no hubiera habido un interés muy Pero ¿cuándo se construyó ese pequeño muro
particular por parte de quienes evitaron que se de apoyo de la roca?
desprendiese y cayera finalmente en el vacío (figs. A primera vista serían posibles tres hipótesis:
75 y 76). 1) cuando se construyó Aelia, concretamente
La única dificultad está en que la labra de la ro- cuando se levantó el templo de Venus; 2) cuando
ca y la de la cara exterior del muro 11 no parecen se remodeló el sector C II a finales del siglo II o
contemporáneas, como revela el mayor desgaste de inicios del III, según lo dicho en el capítulo 4;
la roca. Aunque esta diferencia puede tener otra ex- 3) durante la construcción constantiniana 35•
35
Agotando las hipótesis, podría plantearse la posibilidad falcar los niveles altos, por las razones ya apuntadas, carecemos
de que el muro 11 se construyera durante la restauración de de pruebas arqueológicas. No son más las probabilidades que
Modesto (a parcir del 614), pues se llevó a cabo una remode- nos permiten atribuírselo a Monómaco (1042-1048), y, desde
lación del entorno del Calvario. Pero es muy poco probable. Al luego, quedan descartados los cruzados. A pesar de que cree-
1
158
EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
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Fig. 73. Fachada este y perfil de la roca del Calvario, vista desde el este, y entrada de la cueva C 111. ,,:
--
C III. LA CUEVA DEL GÓLGOTA 159
Fig. 75. La peña del Calvario rota y el muro 11 sujetando el Fig. 76. Fragmento de la roca resquebrajado y apuntalado
fragmento resquebrajado. provisionalmente.
160 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
La primera hipótesis no se sostiene, pues los formidad con la situación de la roca. El labrado
romanos no tenían ninguna razón que justificara de la roca es más basto y se ve más desgastado
una tal estima de ese fragmento de roca y no pa- (fig. 75).
rece probable que utilizaran la cueva. Además, el ¿Quienes tallaron la cara sur-oriental de la ro-
muro 9, que ciertamente fue más alto de lo que ca en forma poliédrica a la altura de la entrada de
se conserva hoy, es de aquella época y era ya un la gruta? Porque no parece que sea un efecto ca-
buen refuerzo que hacía innecesario el muro 11. sual de la explotación de la cantera. Sería dema-
Por la misma razón, no puede atribuirse a la re- siada casualidad. Además, no se observan en toda
forma del sector C II, pues seguía existiendo el la superficie de la pared rocosa las típicas huellas
muro 9. que dejaban las herramientas al cortar los bloques
Creemos que la tercera hipótesis es la válida o de piedras. Estas huellas son visibles en muchos
al menos la que se apoya en razones más sólidas. otros lugares dentro de la basílica donde aparece
Es decisivo en este sentido comprobar que este la cantera, tales como en el área E, en C I, C II.2
pequeño muro está construido sobre el nivel lb, y en la cripta de la Invención de la Cruz. Por ello
que es lo mismo que decir sobre un nivel de des- se ve claro que lo que se hizo en la pared de la ro-
trucción del templo pagano, como ya se vio en el ca del Calvario, además de ser un trabajo más es-
capítulo 4, y de cuya destrucción fue víctima merado, fue premeditado.
también el muro 9. Ahora bien, si ese trabajo fue realizado tiem-
El proceso pudo ser el siguiente: la destruc- po antes de la construcción del muro 11, como,
ción del templo pagano ordenada por Constanti- a primera vista, aconsejaría el desgaste de la roca,
no trajo como consecuencia, junto con el deses- habría que considerarlo obra contemporánea de
combro, la destrucción de los muros del entorno la explotación de la cantera. Pero ¿con qué finali-
de la roca hasta una cierta profundidad, que fue dad? No disponemos de elementos para dar una
el caso del muro 9, con lo que la roca quedó des- respuesta a esta pregunta. Y por eso mismo no
protegida. Para los cristianos de aquel momento caeremos en la tentación de una respuesta fácil,
el deterioro del Calvario objeto de veneración no que no resolvería nada y podría aumentar la con-
era indiferente, y menos su fragmentación y la fusión. Y si, como se ha afirmado antes, sólo los
desaparición de cualquier fragmento de él, y pu- cristianos podían tener un verdadero interés por
sieron los medios para conservarlo construyendo conservar lo que quedaba de la roca, bien pudie-
el muro 11 como refuerzo en sustitución del mu- ron ser los arquitectos de Constantino quienes a
ro 9, que había sido destruido. Con la sustitución la vez que la reforzaron la acicalaron un poco in-
del muro 9 por el muro 11, se conseguía que la tentando, por razones de veneración, borrar un
parte superior de la roca del Calvario fuera visi- poco las cicatrices de la profanación, aunque esa
ble. Y lo hicieron con cierto esmero ajustándose a parte fuera sepultada después por el relleno del
la forma poliédrica dada a la roca por el lado nivel 1 y del pavimento de la capilla del post Cru-
oriental, aunque sirviéndose de materiales reutili- cem.
zados. Después continuaron el relleno correspon- ¿Continuaba el muro 11 hacia el norte hasta
diente a nuestro nivel la, que reforzaría aún más cerrar por completo la cueva? El perfil escalonado
la roca y contrarrestaría la fuerza centrípeta para con el que remata, tal como se conserva ahora, el
que el pequeño bloque no terminara separándose extremo norte parece insinuar una continuación.
del tronco. Sobre el nuevo relleno de escombros Es cierto que no hay ningún vestigio directo evi-
del estrato 1 se construyó el pavimento de la ca- dente que confirme esta hipótesis, y la finalidad
pilla del post Crucem, el nivel Z. de apoyar y mantener en su sitio el fragmento de
Esta hipótesis explica mejor la diferencia del roca resquebrajado la cumple perfectamente el
labrado que se advierte en la roca comparándo- muro tal como se conserva. Más aún, donde no
lo con el labrado de la cara exterior que se dio a hay muro la roca no necesita ningún refuerzo
los sillares reutilizados buscando una cierta uni- porque es muy sólida. Sin embargo, tal como se
mos que fueron éstos los únicos, desde Constantino, que en- rada por ellos (1130-1149) a sólo unos centímetros de la cue-
traron inesperadamente en contacto con esta cueva, con oca- va. Además, el tallado de la roca y de los sillares del muro 11
sión de abrir las trincheras de cimentación de la basílica levan- no responde a la manera de hacer de los cruzados.
---
encontró el interior de la gruta es casi seguro que bía no una gran abertura, sino una pequeña puer-
ésta fue tapiada totalmente y se mantuvo así des- ta. De esta puerta se conserva todavía la jamba
de Constantino hasta el período cruzado, por lo derecha labrada en la misma roca, y el umbral
que se verá más adelante. Y en este caso sería a los (fig. 77 .1 O y fig. 78), pero éste podría no ser el
cruzados a quienes habría que culpar del estado original, aunque sí muy antiguo.
actual de destrucción del muro 11. Pero esto no
se puede demostrar.
La entrada
culpida en la roca misma del Calvario y en ella es dibujo y las últimas notas tomadas del interior de
visible la muesca de cierre de la puerta (figs. 72, la cueva son del 10 de enero de 198736•
73 y 74 y lámina XLIV). El primer espacio visible del interior de la
Probablemente ni el umbral ni la jamba son cueva estaba limitado a poniente y al sur por dos
originales del primer uso de la cueva, sino que, pequeños muros de mampostería, de aparejo
como se verá más adelante, son parte del arreglo muy pobre y con piedras reutilizadas (fig. 79).
de que fue objeto su interior en orden a utilizarla Muchas de ellas todavía conservaban parte del lu-
para un destino diverso del primitivo. Por lo que cido de la primera utilización y algún grafito (lá-
se irá viendo, este arreglo de C III fue anterior a mina LVI, 1) .. Ambos muros se entrelazaban en el
la construcción del muro 11. fondo formando un ángulo agudo. Las piedras se
asentaban sobre argamasa pobre, mezcla de tierra
con algo de cal. Nada tenía que ver esta argama-
Inspección previa del interior sa con el mortero que aparece un poco por toda
la cueva, en el que se advierte especialmente el al-
La cueva no es natural o, si lo fue en un prin- to contenido de ceniza o de cal en otros casos.
cipio, está claro que sufrió cambios posterior- Los muros 12 y 13 se supone que fueron hechos
mente en su interior. para apuntalar el techo de la cueva, pues, aparte
La excavación y estudio de la misma se llevó a de estar la roca resquebrajada, es palpable el dete-
cabo durante los meses de octubre a diciembre de rioro de la roca misma en el interior y particular-
1977, aunque no terminó ahí el contacto con la mente en el techo, donde se ve claro que ha ha-
misma: hubo que volver sobre ella repetidamente bido desprendimientos.
en busca de más información o confirmación de El muro 13, situado enfrente de la entrada,
datos. Particularmente recordamos el mes de oculta el lado oeste de la cueva. Está construido
marzo de 1983 y diciembre de 1986. El último sobre un banco de la roca excavado dentro de la
36
En esa fecha volvimos a reconstruir los dos pequeños para que siguieran cumpliendo la función para la que fueron
muros 12 y 13 en el mismo emplazamiento primitivo, pero sin construidos primeramente.
preocuparnos de la situación exacta primitiva de las piedras,
C IlI. LA CUEVA DEL GÓLGOTA 163
37
En el techo de la cueva, en efecto, la roca se encuentra en mos tenido la oportunidad de verla. Por eso no aparecerá en
un estado de autodestrucción lamentable, y es evidente que ha este estudio, ni sabemos la fecha de acuñación de la misma,
sufrido desprendimientos, de forma que no se conserva nada que hubiera sido importante conocer para tener un dato de re-
del techo original, pudiendo verse en este momento un techo ferencia sobre cuándo se cerró esta parte del Calvario, concre-
irregular que está pidiendo a gritos un tratamiento de la roca. tamente la cueva.
38
El hallazgo y posterior información se los debemos al 39
Una tradición posterior recogida por el historiador Só-
arquitecto C. Katsimbinis. Él mismo consultó a expertos del CRATES, Historia de la Iglesia, cap. XVII, atribuye esta acción a
Museo Arqueológico Rockefeller para su identificación. La santa Elena.
moneda fue entregada después a la comunidad griega y no he- 'º Vida de Constantino, III, 27.
164 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
ta del mismo nivel que se introduce parcialmente en Ambos muros, 12 y 13, ofrecían el aspecto de
la cueva 41 y sobre el que está construido el muro 11. haber sido construidos muy deprisa. ¿Tendría al-
Así pues, se abrió un corte de 1, 1 O m2, lo que go que ver con esto el asedio de la ciudad por Sa-
equivalía a la casi totalidad del espacio disponible ladino? Porque he aquí que en la base del muro
comprendido entre los dos muros 12 y 13 y la en- 12 apareció otra moneda, igualmente del período
trada de la cueva, donde se reservaron 0,50 m por cruzado, entre algunos escombros acumulados
razones de estabilidad del muro 11. detrás de este muro procedentes o caídos de la ca-
ra posterior del mismo, debido a su frágil cons-
Iniciamos el corte al pie del muro 12 con el trucción (la moneda podría incluso proceder tam-
convencimiento de que dicho muro continuaría bién de la argamasa del muro). Esta segunda
hacia abajo. Pero no fue así. En efecto, al empezar moneda fue acuñada precisamente durante los
a excavar pudo verse que el muro 12 no tenía ci- meses de agosto-septiembre de 1187; es decir, du-
mentación. Estaba construido sobre el nivel cuya rante el asedio de Saladino (moneda n.0 9, pág.
excavación se acababa de iniciar. Luego estábamos 309). Eran los dos únicos vestigios claramente
pisando, centímetro más o menos, en la cota que alusivos a ese período. Nada de cerámica, ni otro
sirvió de suelo cuando se levantaron los muros 12 objeto, de no ser pequeñas teselas vidriadas de
y 13. En vista de ello, se cambió ligeramente el mosaico que aparecieron en el locus 2 y cuya pro-
plan de excavación y se desmontó una parte del cedencia no es probable que sea de la gruta mis-
muro 12. Este muro ocultaba una parte impor- ma. Con las teselas apareció también un pequeño
tante de la cueva y se hacía necesario despejar un fragmento de argamasa -no in situ- que conserva
poco el campo. El muro carecía de fachada poste- la huella o cama -aún con color ocre-rosado- de
rior sur y era completamente irregular por ese la- las teselas vidriadas que estuvieron pegadas a él.
do. Lo mismo que se constataría después en el Las teselas de la cueva podrían proceder de la or-
muro 13. Lógicamente esto se explica porque los namentación musiva de la obra constantiniana,
dos fueron construidos desde la entrada de la cue- testificada por Egeria 42. O de mosaicos de la re-
va, por lo que el lado posterior ni era visible a construcción de Constantino Monómaco43• En
quienes lo construían ni interesaba su aspecto, de- cualquiera de los casos, su filtración en la cueva
bido a que quedaría siempre oculto. debió de tener lugar durante los trabajos de la ba-
Durante la operación del desmonte del muro sílica cruzada. Aunque tampoco puede excluirse
12, al que consideramos nivel 1, hacia la mitad la posibilidad de que se filtraran por la grieta de la
del mismo apareció una moneda del período cru- roca, bastante amplia en el tramo más oriental de
zado envuelta en la argamasa terrosa utilizada en la misma, justo encima de la cueva, en alguna de
su construcción (moneda n.0 8, pág. 309). Esta- las destrucciones sufridas por la basílica constan-
ba claro desde el principio que los muros 12 y 13 tiniana, la de los persas ( 614) o la decretada por
eran contemporáneos, como demostraban el tipo Hakim en el año 1009, o en el momento de las
de construcción y los materiales empleados (pie- respectivas restauraciones. De aquí puede dedu-
dras reutilizadas con restos de revoque blanco en cirse que la cueva fue visitada por los cruzados,
alguna de sus caras), la identidad de la argamasa, pero no se sigue que fuera utilizada por ellos. Al
y el que los mampuestos estuvieran entrelazados contrario, en el locus 2, detrás del muro 12 y cer-
en el ángulo de unión de ambos muros. Pero aho- cano a él, no había otra cosa que algunos escom-
ra se tenía, además, la certeza de una fecha post bros (piedras y argamasa terrosa) procedentes del
quem de la construcción de los mismos. propio muro 12 y mucho polvo. Fuera de esto,
41 está claro si los tres lugares estaban decorados a la vez con los
Ignoramos en qué estado encontró esa primera parte de
la cueva el arquitecto A. Economopoulos, que fue quien exca- tres elementos que cita la ilustre peregrina española. La duda
vó la primera fase del área Centre 1970 y 1973 (cf. C. KAT- se plantea particularmente respecto de la cruz, porque parece
SIMBINIS, loe. cit., p. 202). En todo caso, el aspecto que ofrecía que en aquel momento en la roca del Gólgota sólo existía una
la primera vez que la visitamos, un año antes de iniciar nues- cruz, al descubierto.
43 Cf. A. FROLOW, «Le Peintre Thomas de Damas et les
tro trabajo, era de haber estado llena de escombros, por los res-
tos que aún se veían en la cara visible de los muros 12 y 13 y Mosaíques du Saint Sépulcre», BEO 11 (1945-1946) 126-
de la misma roca, pues no había sido limpiada. 128; G. S. P. FREEMAN-GRENVlLLE, «The Basílica of the Holy
42
« Constantinus ... honoravit auro, musivo et marmore pretio- Sepulchre, Jerusalem: History and Future», ]RAS (1987)
so, tam ecclesiam maiorem quam Anastasim vel et Crucem ... » No 192ss.
C II1. LA CUEVA DEL GÓ LGOTA 165
ese pequeño rincón de 2 m2, poco más o menos, larmente del lado próximo al muro 11 y a la en-
estaba vacío desde mucho tiempo antes de la lle- trada, donde estaba mezclado con el nivel 3.
gada de los cruzados y siguió vacío hasta nuestros Este nivel ocultaba una sorpresa que llegó al
días gracias al muro 12 y al cúmulo de escombros empezar a descubrirse la cara frontal del banco
que volvieron a ocultar la cueva. Lo cual permite excavado en la pared oeste sobre el que está cons-
sospechar que quienes destruyeron la parte norte truido el muro 13. Inesperadamente apareció una
del muro 11, construido en el siglo IV, fueron los hendidura profunda en la roca del banco que re-
cruzados cuando excavaron la zanja de cimenta- corría toda la cara frontal este y se perdía en el
ción de la basílica románica. Ello no suponía nin- suelo bajo el nivel 3 todavía sin excavar (figs. 81
gún peligro para la roca en ese lado. Lo que los y 82). Su abertura era de 2 a 4 centímetros y pa-
cruzados encontraron fue una cueva vacía, devas- recía continuar también hacia el oeste por debajo
tada y en estado ruinoso, tal como había quedado del muro 13. ¿Se trataba de la continuación de la
cuando la tapiaron los constructores del muro 11. misma grieta que venía mostrándose desde anti-
El nivel 2 (fig. 80) tenía unos 10 centímetros guo al oeste del Calvario, en la llamada capilla de
de espesor y estaba compuesto de cierra color ma- Adán, y en la cima de la roca? 44
rrón y polvo gris con algo de gravilla y piedras A medida que se profundizaba se iría consta-
pequeñas. Se encontraba muy revuelco, particu- tando que la grieta continuaba en dirección ver-
o 1
m
Fig. 80. Estratigrafía de
Interior de la cueva C III, loe. 1, sección
este-oeste.
44
Esta grieta es la que la tradición, desde los primeros si- 27,51 b en el momento de la muerte de Jesús. Cf. SAN CIRILO
glos, viene relacionando con el fenómeno descrito por Mt DE JERUSALÉN, Catequesis, XIII, 38.
166 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
tical hacia abajo. Y esto hasta el nivel 7, que no otra parte, este nivel estaba muy revuelto, y sos-
terminó de excavarse porque era ya prácticamen- pechamos que se formó durante el proceso de la
te imposible por la estrechez y profundidad de la destrucción decretada por Constantino, al igual
pequeña trinchera. Volveremos sobre esta grieta. que el nivel 3. El contexto general de la cueva y la
En el nivel 2 se encontraron algunos fragmentos moneda de Constantino encontrada en él apoyan
de cerámica romana y de ollas herodianas; frag- esta sospecha.
mentos de revoque blanco; alguna tesela vítrea y El nivel 3 estaba compuesto de piedras de di-
alguna que otra de piedra, del tamaño de las tese- versos tamaños y algo de tierra ocre. Este nivel,
las vítreas, más dos fragmentos de mármol gris aunque también bastante revuelto, se identifica
pulido por ambas caras y el canto que se conser- en parte con d nivel 1 b de C II, ya descrito allí
va intacto, siendo el canto de uno de los frag- como un nivel de destrucción. Se encontró abun-
mentos plano y el del otro redondeado. Éstos lle- dante cerámica romana de los siglos II-III d. C.,
van los números 8.638 y 8.639 respectivamente. paralela de la encontrada en los niveles de ocu-
La cerámica hallada en este nivel apunta a pación relacionados con el horno 3 y siguientes:
una datación tardorromana, pero es poco signifi- fragmentos de ánforas locales de pasta roja con
cativa por el escaso número de fragmentos. Por cordón en la base del cuello y nervaduras en aris-
1
168 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
trumento cortante que lo identificase con las hue- se había realizado en la cueva antes de la cons-
llas dejadas en la cueva. Los residuos del nivel 19 trucción de Aelia.
estaban muy molidos, aunque esto podría expli- El nivel 5 es un pavimento parecido a los pa-
carse por la profundidad de la caída y el peso de vimentos de los niveles 14 de C II y 1 O de E I, pe-
los materiales arrojados encima. ro no del todo igual. Los escombros del nivel 4
Sea como fuere, hay bastante probabilidad de habían caído sobre este pavimento formado por
que el nivel 19 de C II tenga la misma proceden- dos capas de grosor desigual: la capa superior (5a),
cia que el nivel 4 de la cueva. En cuyo caso habría el suelo propiamente dicho, era una mezcla de
que admitir que la destrucción o profanación de mortero compuesto de cal, ceniza y tierra marrón;
la cueva tuvo lugar durante la construcción del y el soporte inmediato de éste, o capa inferior
templo de Venus: en la primera mitad del siglo II. (56), estaba compuesto únicamente de tierra roja,
Pero aunque esta fecha nos parece la más proba- o más bien de color crema oscuro, apisonada,
ble, admitimos, no obstante, la posibilidad de que muy compacta y dura; es también más grueso que
esos niveles no guarden relación entre ellos y la el anterior. El mortero de 5a y la tierra de 56 son
destrucción del interior de la cueva tuviera lugar iguales a los utilizados en la pared de la cueva.
más tarde; es decir, no durante la construcción Ambos formaban un suelo muy compacto y resis-
del templo de Venus, sino en el momento de la tente, lo que no impidió que con el tiempo se
destrucción del mismo decretada por Constanti- hundiera e inclinase hacia el este al ceder los ni-
no en el 326, momento en el que fue destruido el veles inferiores de relleno que le servían de sopor-
muro 9. En cualquiera de los dos casos, debe ad- te. En su construcción se utilizó la misma técnica
mitirse que lo que se destruyó fue un arreglo que empleada en el recubrimiento de las paredes de la
cueva. La conclusión es que este suelo es contem-
poráneo del revoque de las paredes de la cueva.
Evidentemente, se trata de un nivel de ocupa-
ción bien preparado, pero que nos ha llegado in-
,..
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completo. Sólo se conservaba la parte occidental,
y ello gracias, sin duda, a la proximidad del sa-
- \ 'A. l . 1. liente de la roca que le sirvió de sólido soporte. La
·\,~ parte oriental del pavimento da la impresión de
t~ 1_ ·1
que había desaparecido cuando tuvo lugar la des-
~(
trucción o profanación de las paredes de la cueva.
El lugar estaba ocupado por los escombros del ni-
vel 4. Pero el no encontrar restos del pavimento
destruido permite sospechar que la desaparición
de la parte oriental del pavimento y la destruc-
ción del revoque de las paredes tuvieron lugar en
momentos diferentes.
El hecho de que el pavimento 5 y el nivel 6
aparezcan cortados a ras del perfil de la roca qui-
zá haya que atribuirlo al trabajo de explotación de
la cantera. En cuyo caso, primero, estos niveles
serían anteriores a la explotación de la cantera y,
segundo, habría que situar su destrucción en el
período de explotación de la misma (finales del
siglo I d. C. y primer tercio del siglo II o poco
más). Mientras que la destrucción del resto de la
gruta parece claro que obedece a una acción pos-
terior, porque, de lo contrario, la parte oriental
del nivel 4 habría desaparecido también. Y, por
consiguiente, habrá que admitir que pudo tener
Fig. 84. Final de la excavación de C III. loe. 1. lugar durante la construcción del templo de Ve-
C III. LA CUEVA DEL GÓLGOTA 169
nus, a cuyo complejo pertenecieron los muros 2, traída de afuera o tierra de campo. Es decir, ma-
5 y 9. Este último muro precisamente sirvió de teriales mezclados de distintos períodos. La cerá-
contención a los niveles 4 y 7. mica más reciente en este caso es herodiana 45,
El pavimento mismo de la cueva no propor- como estamos acostumbrados a ver en práctica-
cionó ningún elemento de datación aquí, pero lo mente todos los niveles de este tipo ya estudiados
volveremos a encontrar enseguida. tanto en el área E como en el área C.
Nivel 6. Éste es de tierra rojiza ocre, igual o El avance de la roca hacia el este desde el ni-
semejante a la tierra que cubría el banco 6 y las vel 6 y la imposibilidad de ensanchar la pequeña
paredes de la cueva debajo del revoque de morte- trinchera hacia el este, para no debilitar el ci-
ro; pero estaba muy manchada con restos de miento del muro 11 y de todo el conjunto, obli-
aquel mortero y huellas de corrimiento de morte- garon a interrumpir la excavación en esta peque-
ro líquido, particularmente junto a la roca y en la ña trinchera por falta de espacio. Es cierto que la
roca misma. Creernos que se trata de residuos caí- naturaleza y profundidad del nivel 7 no permi-
dos al azar cuando se revocaron las paredes de la tían esperar nada importante debajo, de no ser
gruta en el proceso de acondicionamiento de la otro saliente de la roca hacia el este hasta alcan-
misma. Estos detalles inducen a pensar que pri- zar posiblemente la vertical de la roca sostenida
mero se echó el mortero de las paredes y después por el muro 11, que parece lo lógico. La profun-
se hizo el suelo del estrato 5 que lo cubrió todo. didad máxima controlada fue de 3,25 m desde el
También la parte oriental de este nivel había de- techo de la cueva.
saparecido a partir del perfil de la roca. Se re- La lectura de esta estratigrafía, a nuestro en-
cogieron en él algunos fragmentos de cerámica tender, es la siguiente:
homogénea paralela de la que recogeríamos luego
El pavimento nivel 5 es un nivel de ocupación
en el nivel de tierra batida que cubría el banco 6,
que hay que datar anterior a la destrucción repre-
del que hablaremos enseguida.
sentada en el nivel 4, mientras que el nivel 6 fue
Nivel 7. Este nivel tenía las características de un nivel de preparación a la construcción del nivel
los niveles de relleno con tierra de campo vistos 5. En cuanto al nivel 7, ya queda dicho cuál pudo
ya en otros lugares. Estaba compuesto de tierra ser su finalidad. La presencia de restos de mortero
ocre con grava menuda de campo en los primeros semilíquido en los niveles 5 y 6 es una prueba de
20 cm de profundidad. A continuación, sin cam- que éstos son contemporáneos de la remodelación
biar el color y naturaleza de la tierra, las piedras de la cueva en la que se revocaron las ,paredes y se
eran más gruesas, y aparecieron incluso algunas construyó el suelo-pavimento, nivel 5.
considerablemente mayores, entre ellas una talla-
da y colocada horizontalmente. El objetivo fun- Este pavimento 5 es un claro testimonio de
damental del nivel 7 podría haber sido el de dar que la cueva fue habitada o utilizada durante al-
la altura deseada al suelo del nivel 5 con el fin de gún tiempo. El cuándo y el para qué esperarnos
hacerlo coincidir con el saliente de la roca (pro- que se vayan aclarando en este capítulo y el si-
bablemente el nivel original de la cueva, destrui- guiente.
do durante la explotación de la cantera) y conse- El elenco de posibilidades en las que la cueva
guir así ensanchar la superficie del suelo en la pudo ser destruida podría ser el siguiente: antes
segunda utilización de la cueva. Sin embargo, no de la construcción del muro 11, cuando la des-
está todo claro, y no excluirnos, antes al contra- trucción general de los edificios de Aelia en el si-
rio, que este nivel sea posterior al 5 y 6 y con- glo IV; con anterioridad a esa fecha, por ejemplo,
temporáneo del muro 9, y que su finalidad fuera durante la explotación de la cantera, o al iniciar-
llenar el espacio vacío entre la roca y el muro 9, se ésta, o incluso antes.
dando mayor solidez a éste. Partiendo de la cronología ya establecida para
También el contexto cerámico de este nivel el nivel 3 de la cueva, paralelo de C II. l, nivel de
era el ya conocido en este tipo de niveles de tierra destrucción de Constantino o Elena, se puede
45
Cf CCRG, lámina XXXI, n. 11, correspondiente a la va-
riante 10.10.
170 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
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1
2© = bueno
Fig. 86. Detalle del grafito.
por su prostitución sagrada
tomaron los nuevos usuarios probablemente a fi- Está excavado en la pared occidental de la cueva,
nales del siglo XII? Se puede creer que no de muy la cual recorre de norte a sur. No está clara su pro-
lejos, pero es difícil, por no decir imposible, sa- longación en el lado sur, donde aparece un pro-
berlo. Aunque una tentación sería decir que pue- fundo corte transversal igual a los cortes de la
den proceder del trozo que falta en el muro 11, cantera, pero que aquí tiene difícil explicación.
que consideramos desmontado por los cruzados. No estamos en condiciones de poder asegurar si
Pero aunque algunas piedras que aún componen el banco continuaba en el lado oriental, paralelo
dicho muro tienen también un revoque parecido al lado occidental. Falta la parte baja de la roca
al que conservan las piedras de los muros 12 y 13, (sustituida después, como se ha visto, por el mu-
sin embargo, se parecen poco a aquéllas. ro 11), que bien pudo ser destruida en tiempos de
El soporte, es decir, la piedra en la que está el la explotación de la cantera, o bien por desmoro-
grafito, presenta un tipo de labrado anterior al pe- namiento natural a consecuencia del agrietamien-
ríodo cruzado. Pero ésto tampoco es definitivo. to de la roca. No se puede descartar esta segunda
Descubierto el grafito, lo presentamos a posibilidad, que no se pudo comprobar, porque 1
varios expertos, que dieron interpretaciones dife- hacerlo hubiera sido una obra muy complicada y !I
rentes, aunque en algún caso sin precisar nada peligrosa, ya que habría exigido desmontar una
concreto. Por este motivo reproducimos aquí lite- parte del muro 11 indispensable para la estabili-
ralmente la lectura hecha por el profesor E. Testa, dad de la cara oriental de la roca, particularmen-
que, acertada o no, es la más completa. La res- te para el fragmento desprendido que está soste-
puesta nos la dio por escrito y conservamos in- niendo. i
cluso su propia grafía tal como nos la entregó. E. El banco tiene un trazado correcto norte-sur 11
Testa piensa que este grafito es del siglo I-II d. C. y podría corresponder a un antiguo uso de la cue-
va como tumba o como lugar cultual, pues se ha
El banco 6 excavado en la roca descubierto la existencia de este o parecido tipo
de bancos no sólo en tumbas, sino también en
Aunque ya lo hemos mencionado, no estará grutas mistéricas46, incluso en grutas de culto
de más que digamos algo sobre el banco mismo. cristiano de los primeros siglos 47•
46
Cf. F. CUMONT, Textes et Monuments Figurés relatifi aux cueva del Calvario y se conservan todavía los bancos excava-
Mysteres de Mithra, tomo I, pp. 6lss. dos en la roca, uno de cada lado. Parece que la gruta del
47
Un ejemplo es visible todavía hoy en Jerusalén. Deba- Prendimiento en Getsemaní -esta, sí, de gran tamaño- tenía
jo de la estela funeraria de la tumba de la antigua familia de también una especie de banco a lo largo de la pared rocosa
los Berre Hazir quedan algunos restos de la capilla dedicada que se hizo desaparecer en la excavación realizada allí por V.
por la comunidad cristiana de Jerusalén (siglos IV o V) a la Corbo, según el testimonio oral del profesor E. Testa, que
memoria del martirio de Santiago en el torrente Cedrón. Es- lamentaba tal desaparición, por lo que desconocemos los de-
ta capilla semirrupestre no era mucho más espaciosa que la talles.
172 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
1
nas piedras pequeñas. En la superficie de este
hormigón se conservaban todavía las huellas de
algunas piedras de diverso tamaño, ninguna
grande, ya desaparecidas. Una parte de este hor-
migón estaba directa y fuertemente pegado a la
roca del banco y a la parte correspondiente de la
pared de la cueva, y otra parte cubría parcialmen-
te el nivel siguiente de tierra o nivel 3. Lo más in-
teresante de este hormigón fue constatar, prime-
ro, que se trataba de un hormigón muy claro,
idéntico al encontrado del lado interior del muro
11, y, segundo, que era posterior al nivel 3, pues-
N3
to que cubría una parte de éste. Restos de este
hormigón se veían adheridos a la pared norte, a la
derecha de la entrada de la cueva. ¿Eran restos del
M 13 \J
.1
posible cierre total de la gruta por el muro 11
11
construido en el siglo IV? La única respuesta que
tenemos es afirmativa, por el lugar donde se en-
cuentra (cercano al exterior, donde debería termi-
nar el muro que tapiara la cueva) y por su total
identificación con el hormigón que se conserva
fuertemente pegado al muro 11 por el interior de
la cueva, del que ya hemos tratado. Esta conclu- Fig. 87. Nivel 3 cubriendo la grieta de la roca en el banco 6.
sión viene a disipar en buena parte la duda que
nos quedaba sobre el cierre total de la cueva por
la continuación del muro 11 hacia el norte, par- La primera conclusión era evidente: la capa de
cialmente desaparecido desde el período cruzado tierra se había puesto después de ocurrir el terremo-
o poco después. to. Y aunque no esperábamos que este nivel esclare-
ciera la fecha de tal acontecimiento, sí podría quizá
Nivel 3. Si se exceptúa el extremo norte, todo fijar una fecha ante quem de la abertura de la roca,
el resto del banco 6 estaba cubierto por una capa en el caso de que pudiera datarse el nivel mismo. De
de tierra de 2-5 cm de espesor en la parte central momento, el carácter de este nivel se convertía en
y más espeso en el tramo sur. Era un nivel de tie- un elemento posiblemente útil para arrancar a la
rra batida arcillosa y fina, compacta y dura y bas- cueva alguno de sus secretos. Se estaba necesitando
tante bien conservada en las partes central y sur algo que arrojase un poco de luz entre tanta oscuri-
del banco. Estaba aplicada sobre el banco con dad. Eran necesarios materiales de datación para
cierto esmero, corrigiendo los defectos de la roca reconstruir la cronología. Y había que estudiar tam-
y produciendo una superficie plana y más o me- bién la hendidura que el mismo nivel de tierra esta-
nos lisa. Esta tierra roja o crema oscura era igual ba ocultando a todo lo largo de la superficie del
a la del pavimento nivel 5 del centro de la cueva. banco. Todo esto obligaba a levantar este nivel que
Lo extraño e interesante era que cubría una nos hubiera gustado respetar. Pero destruir es tam-
grieta de la roca causada por un seísmo y, en cam- bién parte del estudio y quehacer arqueológicos.
bio, el nivel de tierra, muy compacta, no presen- En la arcilla sólo se encontraron abundantes
taba ninguna fisura (fig. 87 y lámina XLV, 2). fragmentos de cerámica, todos muy pequeños y
•••
48
CCRG, pp. 44ss-46 y 76ss. de la lucerna imperial, con una decoración singular muy va-
"Ibíd., pp. 135-137 y 18lss, de fuera de Galilea. riada de inspiración judía. No tuvieron mucha difusión, a pe-
50
Ibid., pp. 59ss, 207 y 211, de fuera de Galilea. sar de su bello estilo. Cf. ibíd, p. 83; V. SussMAN, Ornamen-
1
' Ibid., pp. 135-137. tedjewish Oil Lamps from the Fati of the Second Temple Through
52
En las excavaciones del Gallicanto ciertamente es la más the Reuolt of Bar-Kocbkba, Jerusalén 1972.
común en los niveles romanos. 54
Op. cit., pp. 78-80, donde se estudia la considerada últi-
53
Durante el período de las dos guerras judías, en Jerusalén ma variante de la lucerna herodiana.
o en sus alrededores, se fabricó un tipo de lucerna, a imitación "CCRG, p. 207.
174 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
este caso, puede concluirse que este nivel de tierra la cueva del Calvario el único sitio donde se ha
fue colocado sobre el banco, con un grado de pro- encontrado este tipo de obra, que forma una uni-
babilidad muy alto, no más tarde de la década del dad con el nivel 5 del subsuelo de la misma cue-
60 d. C. y probablemente no antes de la década va, lo que indica que son contemporáneos.
del 20, pues los pequeños fragmentos de lucernas
hallados aquí (a excepción del fragmento dibujado
en lámina XXXV, 1, que representa la fase original La grieta de la roca en el interior
de esta lucerna herodiana) pertenecen a las varian- de la cueva
tes del tipo medio herodiano cuya datación co-
Una vez levantado el nivel de tierra, era más
rresponde, con algún margen, al segundo tercio
fácil estudiar la grieta de la roca y seguir su tra-
del siglo Id. C. 56 En todo caso, y ampliando mu-
yectoria.
cho su uso, no más tardías del año 70 57• Con la
particularidad de que, como ya se ha dicho, no se La primera constatación fue algo ya aclarado;
encontró ni un solo fragmento de lucerna romana es decir, que la tierra del nivel 3 fue echada sobre
de disco (o «caja de reloj»). Indirectamente, tam- el banco estando mojada o muy húmeda. Se de-
bién la cronología relativa apoya esta conclusión; ducía ya de su consistencia; pero ahora se veían,
desde luego, no está en contradicción con ella. además, perfectamente nítidas todavía, en la roca
delantera del banco, algunas huellas de pequeños
Analizando el nivel de tierra batida sobre el regueros, muy cortos eso sí, dibujados por algu-
banco rocoso, conviene aclarar algunas cosas: 1) nas gotas de agua que escurrieron de la masa de
la tierra de este nivel no es la tierra ocre (roja) de arcilla cuando ésta aún rezumaba, arrastrando se-
campo tantas veces mencionada y que en la ma- dimentos de arcilla que colorearon la blanca roca,
yoría de casos se ha visto que lleva cerámica mez- conservándose la huella hasta hoy.
clada de diversos períodos. No es éste el caso
aquí. Nuestro nivel es de una tierra arcillosa, de A pocos centímetros del borde exterior orien-
distinto origen que la de esos niveles, más clara y tal del banco, aunque totalmente desprendidos
fina, posiblemente cribada, produciendo, al mo- de la roca, permanecían in situ dos pequeños
jarse, una pasta muy consistente y dura; 2) la tie- fragmentos de la misma roca, de unos 20 centí-
rra utilizada aquí fue manipulada o amasada con metros, resquebrajados en aristas muy agudas.
una finalidad muy concreta, y no precisamente la Evidentemente estaban allí, ya agrietados, antes
de que se echara la tierra del nivel 3 encima (fig.
de servir de relleno; 3) incluso la cerámica que se
88 y lámina XLV, 3).
utilizó como mezcla, para aumentar la consisten-
cia de la masa, da la impresión de haber sido se- Conviene anotar que las superficies internas
leccionada expresamente, además de haber sido tanto de la ancha grieta como la de las finas ra-
muy fraccionada, machacada, para conseguir una nuras que dividían estos dos fragmentos entre sí,
masa de fácil aplicación y apariencia fina. Es lógi- antes de que la tierra removida y el polvo las en-
co pensar que se utilizaron restos de cerámica que suciaran, se conservaban tan limpias y blancas
estaba entonces en uso, que era la más cercana, la que parecía que se hubieran resquebrajado minu-
que estaba más al alcance de la mano 58• Final- tos antes de su descubrimiento. Por eso destacaba
mente recordar que este mismo tipo de arcilla es más el color ocre del pigmento de tierra arrastra-
el que sirvió para rellenar los huecos de la pared da por las gotas de agua que rezumaron de la tie-
rocosa e igualar los desniveles antes de aplicar el rra mojada del nivel 3.
enfoscado o mortero ya mencionado que recu- La grieta se perdía al comenzar a ascender la
brió sus paredes. En toda el área de la basílica es pared de la cueva después de atravesar el banco
56
Ibid., pp. 78-80. el valle de Ben Hinon. Pero ello no obstaba para que, como
57
El año 70 tuvo lugar la conquista y destrucción del templo hacen todavía hoy, en virtud de la comodidad, los desperdi-
y de Jerusalén. El hecho fue causa de importantes cambios en la cios y restos inservibles del ajuar doméstico se arrojasen, so-
ciudad y Judea. En lo que aquí nos atañe, hay que decir que de- bre todo si no eran contaminantes o mal olientes, en el lu-
saparecieron alfares y con ellos una buena parte, al menos, de la gar más próximo disponible. Y la cerámica se encuentra en
tipología cerámica tradicional desde hacía casi un siglo. abundancia por doquier en todo Jerusalén y alrededores en
58
Es sabido que en la antigüedad el lugar tradicional los niveles antiguos, como confirman las excavaciones ar-
donde se arrojaban las basuras estaba al sur de la ciudad, en queológicas.
•••
(fig. 89). Pero su desaparición se debía al revoque de la entrada a la misma con una anchura de has-
de tierra de la pared, ya mencionado, de la misma ta 20-30 cm (lámina XLV, 1). En este punto se
naturaleza y color que la tierra del nivel 3, sobre conservan restos de hormigón del tipo encontra-
lo que volveremos. En todo el recorrido por la pa- do en el nivel 2 de encima del banco 6 y en el mu-
red occidental de la cueva, por encima del banco, ro 11 por el lado interior de la cueva, lo que ven-
la grieta sigue una línea tortuosa, y la abertura de dría a apoyar la hipótesis formulada más arriba de
la misma, menor que en el banco, oscila entre al- que el muro 11 tapó antiguamente toda la gruta
gunos milímetros y 1 cm. También es menos diá- como refuerzo de la roca.
fana a medida que se acerca al techo, debido a Podría preguntarse si esta grieta de la roca
que, aquí sí, la roca está muy deteriorada; incluso dentro de la cueva tiene algo que ver con la hen-
se encuentra en estado de descomposición en al- · didura de la cara oeste del Calvario que se ve des-
gunos puntos, particularmente aquellos en los de la capilla de Adán, a través de la ventana del áb-
que la roca tiene ya un color ocre ferruginoso, side y con la hoy visible en la cima de la roca. No
donde basta tocarla para que se desprenda desin- tenemos la menor duda de que así es; es decir, las
tegrada en diminutos fragmentos, como si fuera tres son parte de la misma hendidura que divide
arena. Se trata de una peligrosa descomposición y el peñasco del Gólgota de este a oeste en dos par-
erosión. Debido a estas circunstancias, la grieta se tes, norte y sur, aproximadamente por el centro.
pierde de vista poco antes de alcanzar el nivel del La primera noticia histórica directa de la existen-
techo de la cueva, para aparecer de nuevo encima cia de esta hendidura se la debemos a san Cirilo de
' ),
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\/ ._;)
.)
t,' .
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Fig. 88. La grieta y uno de los fragmentos resquebrajados de Fig. 89. La grieta sobre el banco 6 y su continuación pared
la roca en el momento del seísmo, mostrando su cara interior arriba de la cueva.
manchada por la humedad que se filtró del nivel 3 cuando
se aplicó éste.
176 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Jerusalén (315-387) en una de sus Catequesis, es- haberse producido la grieta después de estar depo-
critas en torno al 35059• Aunque no queremos ol- sitado el nivel de tierra sobre el banco, la tierra,
vidar la referencia del evangelio de Mt 27,51: muy compacta y dura y bien adherida a la roca, se
«Tembló la tierra y las rocas se hendieron», en hubiera partido igualmente al abrirse ésta. Pero
donde, aparte de los significados o sentido que los no: este nivel no tenía la más mínima fisura.
exégetas y teólogos quieran darle, el autor creemos Pero ¿cuánto tiempo había pasado desde el
que refleja una constatación real de la hendidura resquebrajamiento de la roca hasta que se echó
de la roca, conocida por la comunidad local y ya sobre el banco 6 el nivel 3 de tierra batida que lo
existente, por supuesto, cuando se escribe el evan- cubría?
gelio. Y no es nuestro cometido entrar aquí en Cuando se excavó el nivel 2 del locus 1 (la trin-
mayores profundidades, aunque nos preguntamos chera abierta dentro de la cueva), nos llamó mu-
si, a pesar de las diferentes traducciones e inter- cho la atención observar completamente blancas y
pretaciones " que se han hecho del pasaje, no ten- limpias las dos superficies interiores de la grieta,
drá algo que ver con la hendidura de la roca del visibles hasta una profundidad de 1 O a 15 centí-
Gólgota la alusión que en el Testamento de Leví metros hacia el interior (pronto se oscurecerían
(capítulo 4.1) se hace a la «hendidura de las ro- con el polvo de la excavación). Se las veía como si
cas». Aquí nos da igual que el recuerdo de la cru- la fractura se hubiera producido minutos antes. En
cifixión sea o no una interpolación. Porque en es- ese momento no se había excavado todavía el ni-
te caso tendríamos como fecha segura ante quem vel 3 del banco 6, ni siquiera se podía sospechar
de la composición y posibles interpolaciones de que existiera tal nivel hasta que se levantó la parte
los Testamentos de los Doce Patriarcas los años 13 5- sur del muro 13. Evidentemente, ese nivel era la
140 d. C. Recuérdese que después de esa fecha el clave. Como un mantel sobre una mesa, había de-
Gólgota quedó oculto bajo la plataforma del tem- fendido la grieta de toda contaminación. Porque la
plo de Venus. Fecha que concuerda con la pro- grieta aquí, además de tener las paredes limpias,
puesta por los defensores de la hipótesis del origen estaba completamente vacía. No había nada en
cristiano de dicha obra. En todo caso, es posible ella. Y la única explicación es que no se le dio
ver ahí una referencia intencionada si es de autor tiempo para que se llenara de polvo y escombros.
cristiano, y aún más si se trata de una interpola-
ción de un autor judeocristiano. Esto no habría ocurrido si hubiera pasado un
tiempo largo entre la abertura de la grieta y la cons-
trucción del nivel 3. En este caso la grieta habría
La cronología del nivel 3 sobre perdido el color blanco de la roca y se habría for-
el banco 6 y de la grieta de la roca mado la pátina oscura que se observa en toda la su-
perficie de la roca dentro y fuera de la cueva. Ade-
Volvamos al nivel 3. De momento había algu- más se habría cubierto de polvo, omnipresente en
nas cosas claras: 1) había un nivel de tierra batida esta tierra. Aun en los lugares mejor cerrados, so-
muy dura, que había sido hecho con cierto esme- bre todo en los días del viento Hansim, el polvo es
ro para cubrir y allanar el banco rocoso, y que, a un inquilino más que no perdona ni los rincones
juzgar por el contenido cerámico, podía datarse de más secretos, y la cueva era un claro ejemplo de es-
mediados del siglo Id. C.; 2) debajo del nivel 3 es- to, como ya se ha indicado. La grieta misma, al
taba la roca resquebrajada con una ancha ranura menos parcialmente, tendría que estar rellena de
que atravesaba el banco de este a oeste y en pro- polvo y tierra y de las pequeñas cosas que lo van
fundidad; 3) era evidente que el nivel de tierra era cubriendo todo con el tiempo, sin olvidar los des-
posterior al resquebrajamiento de la roca. Pues de prendimientos de roca del techo de la cueva. Es de-
59
Cat. XIII, 38. Study of their Text, Composition and Origin, Assen 1953; M. DE
60No es nuestro propósito entrar en la discusión sobre la JONGE (ed.), Estudies on the Testaments of the Twelve Patriarchs.
autoría o formación de los Testamentos de los Doce Patriarcas. Text and lnterpretation, Leiden 1975; M. PHILONENKO, Les in-
Entre otros muchos autores que se han ocupado del tema, pue- terpolations chrétiennes des Testaments des douze Patriarches et le
den consultarse: H. D. SLINGERLAND, The Testaments of tbe manuscripts de Qumrán, París 1960; A. PIÑERO, «Testamentos
Twe!ve Patriarchs. A Critica! History of Research, Missoula de los Doce Patriarcas», en A. DIEZ MACHO, Apócrifos del An-
1977; M. DE JONGE, The Testament of the Twelve Patriarchs. A tiguo Testamento, vol. V, Madrid 1987.
C II1. LA C U EVA D EL G Ó LG O TA 177
cir, lo propio es que la grieta estuviera llena y ciega lilea, que afectó moderadamente a Jerusalén 62, pe-
con todo ello. Pero no, no había ocurrido nada de ro que posiblemente fuera el que provocó el pri-
eso, sino que lo que apareció fue una hendidura mer abandono de Qumrán por los esenios, y el
profunda, completamente vacía y limpia. Tan re- del año 24, del cual no hay datos. En el siglo I d. C.
ciente se veía el corte que parecía que no se le hu- se tiene conocimiento de cinco terremotos de di-
biera dado tiempo para mancharse. Éstas son las versa intensidad. El primero el año 19, sin deta-
razones que nos permiten suponer que el tiempo lles de su magnitud; otro, de suave intensidad, el
que pasó entre la sacudida sísmica y el momento año 30. El año 33, uno en Judea afectó de forma
en que se cubrió el banco con el nivel 3 de tierra suave a Jerusalén, pero consta que produjo daños
batida no pudo ser largo. Tampoco se halló dentro en el templo de Jerusalén, que era una obra bien
de la ranura ningún resto de tierra de la. utilizada construida y robusta, como toda obra herodiana.
para cúbrir el banco. Esto confirma que la tierra El 37 en Antioquía, demasiado lejos. Pero el 48
batida fue depositada en forma de pasta húmeda y de nuevo uno en Palestina, afectando «moderada-
espesa, como ya queda indicado. Es cierto que, mente» a Jerusalén. Citamos, finalmente, otro en
aunque rotos y desprendidos de la roca madre, los Palestina, en la llanura del Sarón, el año 130. Pe-
fragmentos del banco (fig. 88 y lámina XLV, 3) ro éste queda ya fuera del margen cronológico
continuaron en su sitio y siguieron cubriendo en aquí apuntado basándonos en la cerámica. Por
buena parte la gruesa grieta. Sólo los pequeños re- consiguiente, ateniéndonos al razonamiento he-
gueros de agua enrojecida que hemos mencionado cho más arriba, habría que pensar en los terremo-
manchaban la superficie blanca del corazón de la tos del 19, el 30, el 33 o el 48 como posible cau-
roca, filtrándose sólo unos centímetros por las fi- sa de la grieta que estamos analizando.
suras producidas por el seísmo en el banco.
Ahora bien, si la datación aplicada al nivel 3
El fondo sur de la cueva
sobre el banco, basándonos en la cerámica en-
contrada en él, es correcta, lógicamente la hendi- En este momento de la investigación se tenía
dura de la roca del Calvario es anterior y, según ya una visión completa del espacio interior de la
las observaciones hechas, habría que datarla de la cueva y del estado en el que había quedado desde
primera mitad del siglo Id. C., no antes. el siglo Xll63• E incluso desde el siglo IV, pues los
cruzados nada cambiaron fuera de la construcción
de los muros 12 y 13. Pero los interrogantes que se
Los movimientos sísmicos en Palestina planteaban ante aquel desolado y ruinoso espec-
durante los siglos I a. C. y d. C. táculo de destrucción (o profanación) eran todavía
muchos. En el fondo de la cueva, en el centro de
Profesores61 de la Universidad Hebrea de Je- una pared ligeramente cóncava, a modo de «ábsi-
rusalén han realizado un catálogo de los terremo- de», aparecía un bloque de piedra relativamente
tos producidos en Palestina posteriores al año 100 grande para aquel espacio, que a simple vista no se
a. C., el cual forzosamente ha de ser incompleto sabía si era un apéndice de la roca tallado in situ o
para la época antigua que afecta a nuestro estudio, un bloque de piedra exento adosado a la pared. El
pues sería mucho suponer que han pasado todos abundante polvo que lo cubría todo ocultaba los
a la historia con testimonios de su existencia. Sin detalles y sólo permitía ver un tono cromático gris
embargo, no está de más que recordemos aquí oscuro. El entorno visible de aquella protuberancia
aquellos de los que se tiene noticia. El primero de suspendida de la pared era la pared misma de la
la serie reflejada en dicho estudio tuvo lugar el cueva, que en este lado sur continuaba estando cu-
año 64 a. C., en Jerusalén. Fue fuerte y produjo bierta del mortero gris mencionado más arriba a
daños en las murallas y en el templo. Todavía se propósito del nivel 4 del subsuelo de la cueva. Lla-
sabe de otros dos en ese siglo, el del año 31 en Ga- maba la atención la multitud de cortes que se ob-
61
D. H. KALLNER, A. AMIRAN, «Revised Earthquake-Catalo- 63
Parece claro que los constructores de la basílica cruzada
gue of Palestine», JE] 1 (1950) 225; D. H. K. AMIRAN, «A Re- descubrieron la cueva en el momento de echar los cimientos
vised Earthquake-Catalogue of Palestine», IE]2 (1951) 50-51. de algunos pilares, construidos a muy corca distancia de la
62
F. ]OSEFO, Ant. X\/, 5, 2. misma.
178 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
servaban en la superficie de este mortero. Eran Toda aquella superficie irregular creada por la
huellas producidas por un instrumento cortante, diversa profundidad de los violentos cortes estaba
¿piqueta, azuela o azada?, de varios centímetros de ligeramente oscurecida, ciertamente por efecto
corte algunos, más puntiagudos otros, con el que del tiempo y el polvo, pero también, sin duda,
se había arrancado parte del mortero con el lucido por el humo producido por el fuego de unas ra-
que lo cubría e incluso, en otros puntos, con el so- mas cuyos carbones menudos aparecieron disper-
porte de tierra que le servía de asiento en la roca. sos por la parte sur de la cueva. Estos carbones es-
En el pequeño «ábside» no se llegó hasta la roca, taban cubiertos por algunos escombros o restos
porque aquí había mucha carga de mortero, resul- (pequeñas piedras y tierra) desprendidos del lado
tando un revoque muy grueso. Es el único sitio de posterior del muro 12 (muy mal construido por
la cueva donde la destrucción (o profanación) no ese lado sur) bien en el momento de la construc-
llegó a desnudar la roca. ción o después con el tiempo. Lo que demuestra
Evidentemente, no había habido allí una au- que probablemente fueron los constructores de
todestrucción por prolongado uso o por abando- los muros 12 y 13 quienes hicieron fuego (no
no, sino que estaban claras las huellas de una des- ciertamente los que destruyeron el interior de la
trucción violenta y despiadada llevada a cabo con cueva). El humo no se observaba, sin embargo,
el ánimo expreso de no dejar vestigio alguno de en el techo, quizá debido al lento deterioro con
una fase anterior de utilización de la cueva, de la desprendimiento de la roca, ni tampoco se nota-
que parece que se pretendía borrar la memoria. ba en la parte anterior de la cueva. No se formó
ni una ligera capa de cenizas ni se halló ninguna
parte especialmente ennegrecida en las paredes.
Todo ello revela que fue poca cosa y duró muy
poco tiempo.
Fuera del pequeño «ábside» (ésta es aproxi-
madamente la forma que tiene la cueva en el
extremo sur), en el resto de la cueva el mortero
había desaparecido casi enteramente. Sólo queda-
franja de color ocre sobre fondo blanco (lámina L, Esta transformación es anterior a la construc-
1). Esto nos habla de restauración y, por tanto, ción del muro 11, pues está claro que el lado
también del largo tiempo de uso del lugar de pro- oriental de la cueva, donde no se conserva nada
cedencia. Desgraciadamente, los restos que que- del banco, ni del pavimento, nivel 5, ni de los re-
daron dentro de la cueva estaban muy deshechos voques de tierra y mortero, fue destruido por la
y apenas se consiguió unir algunos fragmentos explotación de la cantera antes de construirse di-
muy pequeños. cho muro.
La excesiva fragmentación está en consonan- Además, el nivel 5 está 35 cm más profundo
cia con el aspecto de destrucción que sufrió la que el muro 11 y no sólo no hay una relación di-
cueva, donde parece que el único móvil de aque- recta entre ambos, sino que están separados por el
lla acción destructora fue no dejar huella de lo nivel 3 del centro de la cueva con abundante ce-
que allí había. Es evidente, además, que después rámica de los siglos II y III. En este nivel 3 abun-
de la destrucción no se volvió a utilizar la cueva, daban las piedras y tierra de relleno antiguo, con-
ni se conoció otra actuación en ella que la cons- temporáneo del muro 9 de la primera mitad del
trucción de los muros 12 y 13. siglo II, todo ello algo mezclado con materiales
En algunos fragmentos de estuco hay rayas de de la destrucción de principios del siglo IV De
posibles grafitos trazadas con un objeto punzan- aquí puede deducirse que el nivel 5 es incluso an-
te. Pero a pesar del esfuerzo no se logró recons- terior al muro 9, que es de la primera mitad del
truir nada de interés. siglo II.
En el hueco dejado bajo la piedra 5 al hun- Antes de realizar esta investigación de la cue-
dirse el suelo, del lado este sobre todo, se en- va, pensamos en una relación del horno 3 y la
contraron, además de fragmentos de revoque de cueva, buscando incluso una razón de tipo cul-
mortero y de enlucido blanco y pintado, una tual, apoyados en la tradición de la existencia de
vértebra opistocélica de pez grande ciprínido, si- un templo dedicado a Venus en este lugar. Sin
milar a varias otras encontradas un poco más re- embargo, hoy nos vemos obligados a rechazar tal
tiradas, y huesecillos de costillas, posiblemente hipótesis por las razones expuestas, la diferencia
todo ello, vértebras y costillas, perteneciente al de altura y otros detalles que hacen inviable el de-
mismo pez; una pequeña valva de concha mari- sarrollo de un culto religioso normal.
na del género Palella; cuatro caracoles de tierra Con la estratigrafía de la cueva delante, no ve-
perfectamente conservados e iguales a otros en- mos más que dos espacios de tiempo en los que
contrados previamente en el mismo nivel y en- pudo construirse el pavimento nivel 5 y la orna-
torno; en total, unos veinte, en su mayoría com- mentación de la cueva: 1) antes de la explotación
pletos o casi completos, y fragmentos de otros de la cantera, en cuyo caso la destrucción hay que
(lámina LXX); teselas de mosaico de roca y vi- atribuirla a dicha explotación. En este sentido ya
driadas (lámina L, 2). es significativo que se conservara sólo la parte del
suelo sustentada por el saliente de la roca; 2)
coincidiendo con la construcción de Aelia, con-
Resumiendo
cretamente con la construcción del templo de Ve-
El estudio de la cueva con su contexto nos lle- nus. Pero en este momento es casi seguro que la
va a la conclusión de que la piedra 5, el revoque cueva quedó oculta por el muro 9, y en este caso
de tierra y de mortero de las paredes, los abun- ¿qué sentido podía tener un arreglo de ésta en
dantes pequeños fragmentos de estuco pintado, el aquel momento? ¿Para qué arreglarla si iba a que-
nivel 3 de tierra sobre el banco 6, el pavimento dar tapada?
nivel 5 encontrado en la trinchera excavada en la Tenemos que rechazar, en cambio, la tentación
parte anterior de la cueva y posiblemente la pie- de relacionar la destrucción de la cueva con la des-
dra umbral 1 O de la entrada de la cueva son ele- trucción del templo de Venus decretada por el em-
mentos contemporáneos y el único testimonio perador Constantino en el 326, porque el nivel de
arqueológico que nos queda de una transforma- destrucción de Constantino C II.1.1 no coincide
ción del interior de la cueva realizada con una con el nivel 4 de destrucción en el interior de la
finalidad muy específica, y no precisamente de cueva, sino que este último debe datarse antes de la
carácter funerario en este caso. destrucción decretada por Constantino. 1
lt,
182 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
64
Aunque este asunto no está aún bien estudiado, en Jeru- primeras tumbas, sino la primera, donde se advierte este cam-
salén hay un buen ejemplo de la evolución del kokim al arco- bio, por estar presente tanto el kokim como el incipiente arco-
solio en la tumba regia de Elena de Adiabene. Es una de las solio. Fue excavada a partir de la década del 40 d. C.
C III. LA CUEVA DEL GÓLGOTA 183
tribuido sin duda a borrar algunos rasgos de su partir del 130, la zona de Santa Elena y el Calva-
estructura primitiva. De ahí viene la dificultad rio se usufructuó como cantera, afectando a este
para dar una respuesta definida. montículo tan directamente y en tal medida que
En todo caso, lo que está claro es que la últi- lo dejó reducido a un gigantesco monolito. La
ma ocupación de esta cueva -si es que realmente cueva, que estuvo a punto de ser destruida ente-
tuvo otra u otras anteriormente- no fue para ramente, vio desaparecer la parte baja de la pared
enterramientos. oriental. También desapareció entonces la parte
oriental del pavimento nivel 5 del interior de la
gruta, que sería abandonada, aunque sólo fuera
Conclusiones del estudio arqueológico por la imposibilidad de acceder a ella.
de la cueva del Gólgota 5. La construcción del templo de Venus pudo
tener lugar entre el 135 y el 150. Esta construc-
Resumiendo, puede establecerse la cronología
ción fue precedida de un terraplenado de la zona
de la cueva en la forma siguiente:
con escombros traídos del entorno, que sepulta-
l. La cueva que acabamos de estudiar pudo ron el Sepulcro y el Calvario. A esta fase corres-
ser una antigua tumba del período del Hierro, pondió la construcción de los muros 2, 5.1 y el 9,
pero no es seguro 65• Dentro de la cueva apareció siendo este último el que cubrió la cara oriental de
un solo resto humano: un molar de una persona la roca, tapando así la cueva hasta que fue parcial-
adulta; y delante de la cueva, sobre la roca de mente destruido en el 326. Muy probablemente
C II.2, bajo el nivel 18, aparecieron algunos fue durante el proceso de construcción del templo
huesos humanos más, como el fragmento de de Venus cuando tuvo lugar la destrucción del re-
cráneo de un niño (lámina XXXIX, 3). No se voque interior de la cueva, ya que sin el muro 9,
puede asegurar que estos últimos procedan de la por lo menos iniciado, los escombros del nivel 4,
cueva, pero, por el lugar y nivel en los que apa- resultantes del picado de las paredes, hubieran res-
recieron, es bastante probable (véase más ade- balado todos fuera de la cueva.
lante el estudio de la profesora Garralda). Seña-
6. Destruido el muro 9 durante el derribo
lamos que el maxilar de la lámina XXXIX, 2 no
del templo de Venus decretado por el emperador
fue hallado con este grupo, sino que apareció en
Constantino el 326, se vio la necesidad de apun-
el nivel 18 de C II.l, lo cual tampoco excluye
talar el fragmento de roca, a punto de despren-
que pudiera proceder de la cueva, pero también
derse, con el muro 11, quedando la cueva nueva-
pudo venir con la tierra de dicho nivel traída na-
mente tapiada y olvidada bajo un montón de
die sabe de dónde.
escombros que sirvieron para contrarrestar la pre-
2. En la primera mitad del siglo I d. C., un sión centrífuga de la roca y construir encima el
seísmo resquebrajó el montículo rocoso y afectó pavimento de la capilla del post Crucem. Por con-
gravemente a la cueva. siguiente, la cueva quedó de nuevo oculta e igno-
3. Poco después, según el testimonio de la ce- rada.
rámica, hacia mediados del siglo I, la cueva fue 7. En 1130, los cruzados inician los trabajos
recuperada y restaurada, fue construido un pavi- de una nueva basílica sobre el Santo Sepulcro. Al
mento y se revocaron y pintaron las paredes, pe- echar los cimientos descubren la cueva (muy pro-
ro ciertamente no con un destino funerario. En el bablemente fueron ellos quienes desmontaron la
capítulo 6 se verá cuál pudo ser la finalidad. parte norte del muro 11), pero no se interesaron
4. Entre las últimas décadas del siglo I d. C. por ella 66• Y, según testimonio de la monedan. 9,
y la construcción de Aelia Capitalina, quizá a durante el asedio de Jerusalén por Saladino o po-
65
A favor de esta hipótesis están la forma de la cueva, un de Adán en el lado occidental de la roca, porque allí se localizaba
diente humano (lám. XXXIX, 1) hallado sobre la roca en el ya, desde la restauración de la basílica por Modesto, la tradición
fondo de la cueva, debajo del nivel 3 del banco, y la probabi- de la sepultura de Adán, como demuestra arqueológicamente el
lidad de que los huesos (lám. XXXIX, 3-5) hallados sobre la pequeño ábside de Modesto, al que los cruzados anexionaron su
roca en C II. loe. 2 y cubiertos por el nivel 18 procedan de la nueva capilla. Lo cual quiere decir que los cruzados, carentes de
cueva. una tradición de esta cueva oriental de la que venimos hablando,
66
Los cruzados conocían la leyenda de Adán en el Gólgota y después de construir los dos pequeños muros interiores la relega-
perpetuaron su devoción reconstruyendo la ya existente capilla ron al olvido, sepultándola de nuevo bajo escombros.
184 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
co después se construyeron los dos muros 12 y 13 todo ha sido un profundo silencio. Silencio que
en el interior de la gruta para reforzar el techo y prácticamente se extiende desde principios del si-
evitar desprendimientos de la roca 67• glo II d. C. hasta la reciente excavación 68, con la
A partir de entonces, todo lo que puede de- sola excepción pasajera, pero sin que se le hiciera
cirse es que no conocemos ninguna referencia o aprecio, en algún momento del período cruzado.
noticia sobre esta gruta. No hay vestigios arqueo- Ha sido un silencio u olvido de 19 largos siglos y,
lógicos posteriores ni testimonios escritos que di- sin embargo, podríamos estar ante el primer «san-
gan algo de ella. Hasta las recientes excavaciones tuario» devocional de la fe cristiana.
67
No conocemos ningún dato histórico ni sabemos de nin- bajo de la capilla del Calvario, donde fue puesto el cuerpo de
gún peregrino, ni bizantino ni medieval, que la cite, a pesar de Adán», es decir, la hoy conocida todavía como capilla de Adán,
que algunos relatos de peregrinos se detienen bastante en la al occidente de la roca (Libro d'Oltramare (1346-1350], edi-
descripción del Calvario, como, por ejemplo, Arculfo (ha. ción preparada por B. BAGAITI, Jerusalén 1945, p. 22).
685) y el abad Daniel (1106-1107), por citar algunos de los 68
No tuvimos la oportunidad de ver y examinar los es-
muchos que dejaron memoria de su viaje a Tierra Santa. En el combros que volvieron a sepultar la cueva, pues fueron extraí-
año 1347 el franciscano Niccolo da Poggibonsi visita Jerusalén dos antes de nuestra intervención, por lo cual no tenemos nin-
y vive algún tiempo en la comunidad franciscana del Santo Se- gún dato para saber cuándo se volvió a cubrir la fosa abierta
pulcro. Dejó escrito un amplio itinerario del viaje, pero en su por los cruzados, pero es muy probable que se hiciera pronto,
descripción detallada del Calvario tampoco menciona nuestra ya que dentro de la cueva no se encontró ningún vestigio pos-
cueva. Dice, sí, que visitó la «capilla del Gólgota, situada de- terior a aquel momento histórico.
••
VI
La cueva del Calvario en la literatura apócrifa
de los primeros siglos de la era cristiana
Es muy significativo que durante todo el pe- supondría salirse de los límites naturales de este
ríodo bizantino, y posteriormente, el Calvario se trabajo y, en segundo lugar, sería pretencioso por
represente siempre como una pequeña colina o nuestra parte comprometernos con un asunto ex-
montículo. Esto sólo se explica porque lo único cesivamente complejo, para el que hace falta estar
que se veía de la roca era la parte alta. Llama tam- mejor preparado. Comenzaremos haciendo un
bién la atención que en muchas representaciones breve resumen, a modo de introducción, de lo
iconográficas del Calvario aparece una pequeña que se expondrá después. Ello facilitará la com-
gruta en la base del montículo. Mientras no se prensión de este capítulo.
halle algo más antiguo, la iconografía relacionada
con el personaje de Adán es un motivo relativa-
mente tardío, dentro ya del período bizantino, y, La iconografía de la cueva del Calvario
por consiguiente, teniendo en cuenta lo dicho en Es frecuente que en la representación icono-
el capítulo 5, no puede inspirarse en la visión real gráfica de la Crucifixión de Jesús en el pequeño
física de una gruta, sino que los artistas se inspi- promontorio rocoso que recuerda el Calvario,
raron en una tradición recogida y conservada en además de la pequeña cueva, aparezca dentro de
antiguas leyendas apócrifas judeocristianas na- ella un cráneo -que pretende ser una representa-
cidas en Jerusalén en el siglo I y difundidas más ción del cráneo de Adán-, que recuerda la tradi-
tarde por las comunidades de monjes de los de- ción de la sepultura de este patriarca en el Gólgo-
siertos del antiguo Oriente Próximo. En estas le- ta. No es el caso aquí recordar otras formas de
yendas adamíticas juega, en efecto, un papel muy representación y recuerdo de Adán, pues lo que
importante una cueva situada en el Gólgota y, interesa ahora es únicamente la cueva.
por lo que vamos a ver, conocida por algunos de
No albergamos ninguna duda de que la cueva
los primeros redactores cristianos de la leyenda
de la iconografía está representando la cueva men-
cristiana.
cionada en la literatura apócrifa a la que se ha he-
Hasta aquí hemos hablado de una cueva des- cho referencia más arriba. Y esta cueva de los apó-
cubierta, todavía hace pocos años, en la cara crifos se identifica, según intentaremos demostrar,
oriental del Calvario, pero únicamente desde la con la cueva estudiada en el capítulo anterior, que
perspectiva arqueológica. En ningún momento, es la que creemos fundadamente que está en el
durante este estudio, hemos insinuado que se tra- origen de la leyenda de Adán en el Gólgota. En
tara de la llamada cueva de Adán a la que aluden cuyo caso nos encontramos ante un sólido argu-
las fuentes literarias antiguas, ni hemos querido mento a favor de la identificación de esta roca con
tenerlas en cuenta, con el fin de ver a qué con- el lugar de la Crucifixión de Jesús. La primera ra-
clusiones podía llegar la investigación arqueológi- zón es porque no existe ninguna otra cueva pro-
ca sola. Pero, sin duda, ha llegado el momento de piamente hablando en el Calvario. Otras razones
confrontar las conclusiones del estudio arqueoló- aflorarán en el curso de este capítulo.
gico con el testimonio de las fuentes literarias. Después de las conclusiones sacadas del estu-
Conviene advertir, sin embargo, antes de en- dio arqueológico de la cueva del Gólgota, es evi-
trar en el tema de este capítulo, que no podrá tra- dente que ni los artistas bizantinos ni los medie-
tarse con la profundidad que sería preciso. Ello vales y posteriores a ellos se inspiraron en esa
186 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
cueva, porque, como queda explicado, desde el género humano, debiendo ser el primer pecador,
siglo II hasta el reciente descubrimiento, la cueva Adán, también el primer redimido por la sangre
ha estado oculta e ignorada. El corto paréntesis de Cristo. Por eso era necesario que Adán estu-
del período cruzado no significó nada, pues ar- viera enterrado en el Calvario. Y el lugar de su en-
queológicamente ya se vio que no se le prestó terramiento era la cueva existente allí, de la cual
ninguna atención en aquel momento, luego no ya dijimos que pudo ser una antigua tumba. Es-
supieron identificar en ella la antigua tradición, to que afirma la leyenda de Adán en el Calvario
ni la leyenda de Adán, que, sin embargo, sí era es lo que, inspirándose en la misma, recoge y re-
conocida en la Edad Media, y también lo era la presenta la iconografía posterior.
representación iconográfica de Adán en la cueva Pero veamos cuál es el contenido de la leyen-
del Calvario. Esto significa que los cruzados acep'" da y qué datos topográficos y de identificación
taren sin discusión la errónea localización bizan- aporta a nuestro estudio.
tina en la capilla adosada a la cara occidental de
la roca desde Modesto. Y la prueba de ello fue
que se limitaron a rehacer la capilla de Adán ado- La leyenda de Adán y el Calvario
sada al ábside de Modesto.
Los escritos que recogen esta leyenda tratan de
explicar, con un fin más o menos parenético, la vi-
Origen de la leyenda de Adán da de Adán y Eva después de ser expulsados del Pa-
raíso. La leyenda nació en el seno del judaísmo tar-
¿Cómo se formó esta leyenda? En los últimos
dío, siglos II y I a. C. e inicios de la era cristiana 2•
siglos del judaísmo bíblico, en torno a la colina
Enseguida fue asumida por la comunidad cristiana
del templo judío fueron naciendo algunas leyen-
de Jerusalén como propia, después de retocarla y
das que no tenían otro objetivo que el de dignifi-
adaptarla a las creencias cristianas. El tema fue una
car o ennoblecer el lugar donde se levantaba el
importante fuente de inspiración para diversos au-
templo, relacionándolo con los personajes más
tores, de forma que los escritos se multiplicaron en
destacados de las tradiciones judías antiguas. De
los siglos siguientes, debido a la curiosidad desper-
ahí que, considerando la importancia que tenían
tada por la figura de Adán, tan destacada ya en el
los sacrificios de animales en el culto judío, se
Antiguo Testamento. Pero hay que reconocer que
identificara tardíamente el monte Moría con el
las influencias ideológicas de la época, la mezcla de
monte del templo y se situara allí, en la misma
tradiciones y la abundancia de textos, muchas ve-
colina donde se ofrecían tales sacrificios, el sacri-
ces reelaborados o simplemente retocados siguien-
ficio de Isaac para ennoblecer aún más el lugar y
do intereses ideológicos o doctrinales, han creado
el rito cultual de sacrificios de animales. El mis-
mucha confusión en torno a esta literatura.
mo sentido tenía la leyenda de Adán, padre de la
humanidad, de quien se decía que había sido Afortunadamente, no es nuestro cometido po-
creado en el lugar donde se asentaba el templo. ner orden en esa espesa y confusa maraña de tex-
Con la destrucción del templo por los roma- tos y lenguas, pero ojalá algún día pueda dispo-
nos el año 70 d. C., los propios judíos converti- nerse de una buena edición crítica de todos ellos 3.
dos al cristianismo, viendo en tales acontecimien- Aquí nos interesan los textos que recogen la
tos un nuevo orden providencial, trasladaron al tradición de la cueva del Gólgota en la que -se-
Gólgota I las leyendas del Moría, pues para ellos gún esa tradición- Adán vivió y fue sepultado. En
estas leyendas eran premoniciones de la dignidad este sentido son fundamentales el Combate de
del Gólgota por ser el lugar de la redención del Adán y La caverna (cueva) de los tesoros". Tendre-
1
La Caverna, Cód. Sinaítico, n. 80, p. 69. MACHO, Apócrifos del Antiguo Testamento, 5 vols., particular-
2
A. D!EZ MACHO, Apócrifos del Antiguo Testamento, I, mente vols. I y II, Madrid 1982-1987; J. DANIÉLOU, Théologie
p. 27. du Judéo-Christianisme, París 19 5 8.
3 4
Para un primer contacto con este asunto pueden consul- Cf J.-B. FREY, «Adarn», DBSI (1928), cols. 113-114. To-
tarse entre otros: P BATIFFOL, «Apocryphes» (Livres), DB I, Pa- dos admiten las afinidades que existen entre estos dos apócri-
rís 1912, col. 770ss; J--R FREY, «Adarn (Livres apocryphes fos, pero no todos los estudiosos están de acuerdo en su expli-
sous son norn}», DES I, París 1928, col. 101-134; A. DIEZ cación: cuál de los dos ha influido a cuál. Frey (loe. cit., cols.
••
LA CUEVA DEL CALVARIO EN LA LITERATURA APÓCRIFA DE LOS PRIMEROS SIGLOS DE LA ERA CRISTIANA 187
rnos también en cuenta El testamento de Adán y el realidad de la cueva descubierta en la cara orien-
Libro de las revelaciones o Qalimentos5, que se di- tal de la roca del Calvario 7• De forma que el au-
ferencia poco de La caverna, y La Vida de Adán y tor tuvo que ser alguien que conoció el lugar an-
Eva, quizá el más antiguo de todos ellos, de autor tes de ser cubierto por los escombros sobre los
judío de «finales del siglo I a. C. o, en todo caso, que se levantó el templo de Venus. Esto hace sos-
anterior al 70 d. C.» 6 pechar que se trata de una obra de autor jerosoli-
mitano no más tardía del 135-140 d. C. 8 El
escrito La cueva de los tesoros, estrechamente rela-
La topografla del Calvario y de la cueva cionado con el Combate, supone un avance en el
en la leyenda de Adán desarrollo teológico con relación a éste, pero des-
conoce algunas referencias topográficas que exis-
Los especialistas discuten el origen y la fecha ten en el Combate, lo que, a nuestro juicio, puede
de composición de estas obras, las influencias ser un síntoma de que se trata de una composi-
entre ellas y las posibles dependencias de otros ción más tardía. En este sentido, un códice del Li-
escritos más antiguos, y estudian el contenido bro de la demostración (paralelo de La cueva de los
teológico. Para nuestro estudio nos interesan tesoros en el contenido) nombra ya a la ciudad de
fundamentalmente las referencias topográficas, Aelia9•
algunas de las cuales no siempre son fáciles de
interpretar por estar frecuentemente envueltas
en imágenes alegóricas y de contenido teológico. La sepultura de Adán según el «Combate»
En principio, debido a las alusiones topográfi- y la tradición de los primeros siglos
cas, más abundantes en el Combate de Adán,
de la era cristiana
puede sostenerse que este escrito es más antiguo
que los demás, si exceptuamos quizá la Vida de Según el Combate", Adán y Eva, después de
Adán y Eva, por la sencilla razón de que ciertos haber sido expulsados del paraíso, entran en la
detalles y lugares nombrados allí sólo pudieron cueva de los Tesoros 11, que no sólo les servirá de
conocerse antes de la construcción de Aelia Ca- morada 12 el resto de sus días en la tierra, sino
pitalina. también de sepultura. Y no sólo a ellos, sino tam-
Estas referencias, a pesar del lenguaje alegóri- bién a Abel, el primero, y a los patriarcas poste-
co, en ocasiones son tan precisas como la misma riores descendientes de Set, después.
Aunque nos parece más ajustada a la realidad el lugar donde debía morir aquel que moría por to-
la hipótesis de J.-B. Frey, según la cual el Comba- dos los hombres; porque una tradición me enseña
te de Adán es obra de un cristiano 13, hay quienes que el cuerpo del primer hombre fue sepultado en el
piensan que este apócrifo es de origen judío. Y lugar mismo en el que Jesús fue crucificado» 16• Tam-
como las tradiciones judías en un principio 14 si- bién la mencionan san Cipriano y san Ambrosio,
tuaban la leyenda de Adán, igual que la del sacri- y los padres de la Iglesia Oriental san Atanasio 17,
ficio de Isaac, en el monte del templo o monte san Basilio 18, san Epifanio 19 y otros.
Moria, podría creerse que el autor, cuando habla San Jerónimo (347-419) es el único que sigue
de la cueva, piensa en la cueva allí existente toda- la tradición judía, según la cual Adán (o Adán y
vía hoy bajo la colina protegida por la mezquita Eva, por no ser menos que los otros patriarcas
de la roca. Pero esto habría que demostrarlo, por- enterrados allí con sus esposas) fue enterrado en
que, que sepamos, no hay vestigios de referencia Hebrón, en la tumba de los Patriarcas 20• La auto-
alguna a dicha gruta en la leyenda. Los cristianos ridad de san Jerónimo hizo que esta opinión tu-
(entiéndase judeocristianos), conocedores de las viera su repercusión en Occidente y fuera seguida
leyendas judías, fueron quienes trasladaron 15 por san Isidoro de Sevilla, santo Tomás de Aqui-
aquellas tradiciones, cristianizándolas, a la colina no más tarde y otros.
del Gólgota, donde sí había una gruta, como se
Estos testimonios nos demuestran que la tra-
acaba de demostrar en la investigación arqueoló-
dición de Adán en el Gólgota es no sólo anterior
gica, y no hubo, en cambio, ningún edificio, ni
a Constantino, sino que puede muy bien situarse
cultual ni de otro tipo, en el primer período cris-
antes de mediados del siglo II d. C. 21
nano.
Recordemos que la tradición de Adán en el
Respecto a la antigüedad de la tradición de la
Gólgota se hizo muy popular en la Edad Media y
sepultura de Adán en el Gólgota, tenemos el tes-
el Renacimiento, e incluso en el Barroco, como
timonio de los padres de la Iglesia tanto de Orien-
puede constatarse en las innumerables represen-
te como de Occidente de los siglos II al V Por
taciones iconográficas en el arte sacro que se con-
ellos sabemos también que fue pronto y amplia-
serva hoy en iglesias, conventos y museos.
mente difundida en toda la Iglesia. Y todos los
que entre ellos tocan este asunto coinciden en si- Pero analicemos y veamos más de cerca estas
tuar la sepultura de Adán en el mismo lugar de la tradiciones y lo que pueden aportar al conoci-
muerte de Cristo, es decir, en el Gólgota. Pero no miento e identificación del Gólgota y de la cueva
solamente eso, sino que los más antiguos, como de Adán allí descubierta.
Julio Africano (160-240), oriundo de Aelia Capi- Si bien en el último período de formación de
tolina, Tertuliano (t ha. 245) y Orígenes (185- estos apócrifos lo que destaca sobre codo es la
254), por ejemplo, confiesan haberla recibido de orientación cristiana que se da a las tradiciones
los antepasados. Orígenes escribe: «El Calvario era judías sobre la persona de Adán, la relación de és-
13 17
Op. cit., col. 109: «Le livre a été évidemment compasé par PGXXVIII, 207.
un chrétien. Les allusions [réquentes au Rédempteur et a sa mort 1
• In lsaiam, V, 141; PGXXX, 347.
19
sur la croix ne sont pas des interpolations: elles Jont corps avec le Heresis46, 5; PGXLI, 843.
reste de l'ouurage». 'º In Math., XXVII, 33; PL XXVI, 217. Resulta extraño
14
En la tradición judía tardía -quizá como reacción a la que san Jerónimo, que conocía la tradición judeocristiana del
tradición cristiana del Gólgota, y puesto que ya había sido des- Gólgota, siga la tradición judía ( Talmud, Trat. Erubin), utili-
truido el templo- la sepultura de Adán se recordaba en He- zando razones poco convincentes. Por ejemplo, encuentra una
brón, en la tumba de los Patriarcas. Cf. L. GINZBERG, The Le- razón en la interpretación del nombre primitivo de Hebrón,
gends of the jews, vol. I, p. 288. Es la tradición que recoge san Quiriat Arbá (los 14, 15), por «ciudad de los cuatro»; es decir,
Jerónimo, In Mat. XXVII, 33 (PL 26, 217). Abrahán, Isaac y Jacob allí enterrados, según la tradición bíbli-
15
Cf. L. G!NZBERG, The Legends of ibe ]ews, vol. I y vol. V, ca, más Adán, tradición rabínica. Aún choca más cuando se
nota 109, p. 117, y nota 137, p. 127. constata que en la carca dirigida a Marcela de sus discípulas
16
Tract. in Matb., 27, 32 (PGXIII, 1777). Un códice grie- Paula y Euscoquia da cuenta de la tradición del Gólgota y no
go da la siguiente versión del texto anterior de Orígenes: «So- de la de Hebrón ÜERÓNIMO, Epist ad Marcelam, 46; PL XXII,
bre el lugar del Calvario nos ha llegado una tradición de los 485). Cf. DTC, Adam V, 380-381; L. DE SAINT-AlGNAN,
hebreos según la cual el cuerpo de Adán está enterrado allí» «Tornbeau d'Adam et d'Eve», EAPhC(l873) 7-16.
(ibíd., nota 89). En este caso, el nombre de «hebreos» se está 21
Cf. R. RIESNER, «Golgota und die Archaologie», BIKI 40
refiriendo a los judeocristianos. (1985) pp. 21-26.
LA CUEVA DEL CALVARIO EN LA LITERATURA APÓCRlFA DE LOS PRlMEROS SIGLOS DE LA ERA CRJSTIANA 189
te con el Mesías judío es precristiana y abre el ca- ta circunstancia no sea ajena a la idea del autor de
mino a las comunidades judeocristianas de Pales- hacer de ella la mansión sepulcral colectiva de los
tina para establecer una estrecha relación entre antiguos patriarcas que, según la leyenda, Jesús
Adán y Cristo, el nuevo Adán (véase Rom 5,12- visitó en su «descenso a los infiernos» (1 Pe 3,19),
19). De ahí que las interpolaciones cristianas en a raíz de su muerte.
este sentido sean frecuentes en determinados es- Según la leyenda, la entrada de la cueva está
critos que no nacieron dentro del cristianismo. en el lado norte29, en relación con el resto de la
En el caso de la cueva, las versiones cristianas cueva, y así es también en la cueva del Gólgota,
nos han transmitido determinados trazos a modo pero orientada hacia el este. De modo que, cuan-
de pinceladas dispersas pero precisas que se aco- do Adán se levanta y se acerca a la puerta, sin sa-
modan bien a las características fundamentales de lir afuera, puede contemplar el sol naciente.". No
la cueva descubierta en el Gólgota, y que no son es la única referencia a la situación de la gruta. En
aplicables, por ejemplo, a la cueva del Moria, mu- otro lugar se dice que la entrada de la caverna es-
cho más amplia que aquélla y con la entrada taba del lado oriental de la montaña 31• Y en la ver-
orientada al mediodía, y también, por consi- sión latina de la Vida de Adán y Eva, Adán pide a
guiente, más luminosa.". sus hijos que le den sepultura del lado de la salida
del sol ". Si la cueva hubiera estado en la vertien-
te occidental, la visión del amanecer no hubiera
Descripción de la cueva en el «Combate podido contemplarla Adán sin salir de la cueva y
de Adán» trasladarse desde el otro lado de la montaña. To-
da esta información se conforma bien con la si-
Según el Combate de Adán, se trata de una tuación de la cueva hallada en la cara oriental del
cueva situada en la cima (o junto a la cima) 23 de Calvario, mientras que, por el contrario, no tiene
la «montaña santa». Esta montaña santa, llamada nada que ver con la localización que se viene re-
Gólgota 24, para el autor cristiano es el centro de cordando desde el siglo VII d. C. en el lado occi-
la tierra 25, donde se realizaría la redención del dental. Aparte de que en el lado occidental del
mundo 26• Es una cueva «rupestre, angosta y oscu- Calvario no existe ninguna cueva, a pesar del pe-
ra» 17• El mismo autor, en cierto momento, esta- queño ábside bizantino encastrado en la roca, que
blece un paralelo entre esta cueva y la tumba de podría inducir a pensar lo contrario. Lo que de-
Cristo por lo angosto y oscuro de ambas28• Las muestra que los bizantinos, ya en el siglo VII, re-
dos están cerca, y el autor del Combate parece co- cogieron la leyenda y perpetuaron su recuerdo sin
nocerlas. Recordemos que la cueva del Calvario fijarse en los detalles topográficos de la misma.
fue probablemente una tumba y, aunque algo Desconocían la cueva oriental, pero, además,
transformada, sigue conservando algunas caracte- les cuadraba bien aprovechar con ese fin el lado
rísticas de las antiguas tumbas. Podría ser que es- occidental, pues al construir la capilla del Gólgo-
22
Hacemos esta observación para evitar posibles réplicas, Jardín? ¿Qué es su gran estrechez al lado de la extensión que tenía
pero, en realidad, no nos consta que esta cueva del Moría ha- aquél? ¿Qué son estas rocas comparadas con sus bellas praderas'
ya estado nunca unida a la leyenda de Adán, ni siquiera en ¿Qué es la oscuridad de esta cueva al lado de la luz del jardín?
época judía. ¿Qué este techo rocoso comparado con la misericordia de Dios que
23
Le Combas, Cód. Etiópico, col. 309. nos cubría allí?"» (MIGNE, DA l, París 1856, col. 209 y cols.
24
La Caverna dei Tesori. Texto original árabe (Cód. Sinaíti- 302, 305 y 306).
28
co 508, publicado por M. DUNLOP GJPSON en 1901) y versión Ibid., col. 303.
29
italiana de A. BAUTISTA-E. BAGATTI, Jerusalén 1979, n. 50, p. Ibíd, col. 309.
30
58. Ibid., col. 303: «Y cuando Adán salió de la cueva (Cod.
25
Ibtd., n. 80, p. 69. Vaticano: «comenzó a salir de la cueva», n. 11, p. 48), y cuando
26
Le Combat, Cód. Etiópico, col. 352; para el autor del Li- llegó a la entrada y se volvió hacia el oriente y vio subir el sol co-
bro de las revelaciones o Qalementos se trata del lugar donde «se mo un globo de faego... ».
31
plantó el árbol de la cruz de nuestro Señor» (vl.icrérature «Satanás vino a la cueva, tomó las higueras y las enterró de-
éthiopienne pseudo-clémentine», I, III, 2; traducción del siría- lante de la cueva, en el lado oriental» (ibíd, col. 327).
co de S. GREBAUT, ROC 16 (1911) 83). 32
«Cuando haya muerto, dadme sepultura hacia la salida del
« Y cuando llegaron a la cueva de los Tesoros, Adán lloró y le sol en el campo de la morada de Dios» (traducción de N. FER-
27
dijo a Eva: "Mira esta cueva que nos va a servir de prisión en es- NÁNDEZ MARCOS, A. DíEZ MACHO, Apócrifos del Antiguo Tes-
te mundo y de lugar de castigo. ¡Oh! ¿Qué es comparada con el tamento, vol. II, p. 348.
190 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
ta, a la altura de la cima de la roca, debajo les que- no anterior al 135 d. C. en la cueva. Conviene se-
daba espacio para una hermosa capilla pegada a la ñalar que el oro, el más precioso de los tres dones,
roca. Además, aquí la roca del Calvario era visible se coloca en el sur, el lugar noble de la cueva,
hasta el suelo del atrio, se veía perfectamente la donde está la enigmática piedra 5, de la que ha-
grieta de la roca y el lugar de la cruz redentora blaremos más adelante.
quedaba encima. Estos tesoros que Adán entrega a Eva como
También la distribución interior de la cueva presente el día de su matrimonio 35, muerto Adán
de la leyenda corresponde con la distribución de acompañarán su cuerpo en la cueva en la que ha-
la cueva ya estudiada del Calvario. Es decir, allí bita y en la que será sepultado, llamada de los Te-
decíamos que la cueva conserva todavía un banco soros a causa del oro, incienso y mirra, hasta el
excavado en la roca que recorre su entorno inte- día en que los Reyes Magos los recojan para ofre-
rior; pero lo propio es hablar de tres bancos, aun- cérselos al Niño Jesús en Belén 36•
que estén unidos, ya que cada uno de ellos está en Acabamos de aludir a la posibilidad de la exis-
un lado de la cueva. Si la cueva se utilizó origi- tencia de un culto cristiano en la cueva y ha lle-
nalmente como tumba, cada uno de los tres tra- gado el momento de formular la pregunta.
mos del banco estaba pensado para un enterra-
miento distinto, como era la costumbre si el caso
lo exigía. Además, cada uno de los tramos o ban- ¿Existió un culto cristiano en la cueva
cos responde a un punto cardinal: uno al oeste, del Calvario?
otro al sur y el tercero al este. Este último, como
Los resultados de la investigación arqueo-
ya se explicó en el capítulo 5, desapareció a causa
lógica por sí solos son insuficientes en este caso
de la explotación de la cantera.
para dar una respuesta afirmativa, ya que no se
Pues bien, en la leyenda de Adán se habla de encontró ningún testimonio claro en el que apo-
los tesoros recibidos por éste de parte de Dios 33, yarnos. En primer lugar, el arreglo de la cueva en
por medio de sus ángeles: oro, incienso y mirra. el sentido descrito en el capítulo 5, aunque ex-
Éstos fueron colocados de la manera siguiente: el traño e interesante, no afirma directamente nada
oro en el lado sur de la caverna, el incienso en el en este sentido. El grafito de la fig. 57 y lámina
lado este y la mirra en el lado oeste 34• Lo que co- XLVIII, 4, puede representar una «cruz cósmica»
rresponde a la posición de los tres bancos que, paralela de otros ejemplares hallados en diversos
creemos, tuvo la cueva originalmente. «En el lado lugares de culto judeocristiano de los primeros
norte estaba la entrada». Es interesante la men- siglos en Palestina 37, pero ni siquiera apareció en
ción que el autor hace del lado este (o banco la gruta, aunque es muy probable que proceda
oriental), desaparecido no más tarde del primer de allí. Esta cruz representa la universalidad de la
tercio o poco más del siglo II d. C., porque ello redención, según la simbología judeocristiana.
viene a apoyar la antigüedad del escrito, por una Es muy significativo que se encontrara aquí el
parte, y, por otra, la existencia de un rito cristia- lugar donde se llevó a cabo la redención de Adán
33 Según La caverna de los tesoros, fue Adán quien los sacó saico, al parecer prebizantino también, donde la cruz está en el
del paraíso (cf BAITISTA-BAGATTI, op. cit., n. 31). centro de un círculo en forma de corona (ibíd., pp. 93ss, fig.
34
«Los trajeron (los tesoros) de la cima de la montaña a la 51 y tav. VI); E. TESTA, Cafarnao IV, I graffiti della casa di san
cueva de los Tesoros. Y colocaron el oro en el lado sur de la cue- Pietro, tavs. XVII, XXXII y XXXIII; para otros ejemplos y va-
va, el incienso en el lado este y la mirra en el lado oeste, mien- riantes de cruces procedentes de grafitos antiguos de diversos
tras que la entrada de la cueva estaba en el lado norte» (ibíd., lugares de Palestina y otros sitios del Próximo Oriente y su in-
col. 309). terpretación, así como para una amplia bibliografía sobre este
35
Le Combat, col. 333. tema, cf E. TESTA, JI Simbolismo dei Giudeo-Cristiani, figs.
36
La Caverna dei Tesori, p. 51. 126, 128, etc. En la fig. 140, nn. 9, 12, 13, 22, 23 y 24, el au-
37 Cf B. BAGAITI, Gli Scavi di Nazaret, I, figs. 76, 108 y tor reproduce una serie de cruces inclinadas, idénticas a la del
163. Otro grafito, figs. 124-125, representa una cruz cósmica grafito del Calvario citado antes, aunque sin el círculo (plero-
cuadrada, en forma de estandarte, sostenida por un personaje ma) que parece envolver a ésta, todas ellas procedentes de osa-
desconocido. Todos estos grafitos fueron hallados en niveles rios hallados en las excavaciones del Dominus Flevit o del en-
prebizantinos; es decir, pertenecientes a la iglesia-sinagoga ju- torno de Jerusalén. El enfoque teológico de la cruz cósmica
deocristiana adosada a la gruta de la Anunciación. A éstos hay puede verse en J. DANIÉLOU, Théologie du judéo-Christianisme,
que añadir otra cruz destacada en la parte central de un mo- vol. I., pp. 303ss.
LA CUEVA DEL CALVARIO EN LA LITERATURA APÓCRJFA DE LOS PRIMEROS SIGLOS DE LA ERA CRJSTIANA 191
y de su descendencia, tal como insiste la leyenda La leyenda judía quiere hacer ver que Adán,
de Adán. Desgraciadamente, aunque los frag- creado en Jerusalén, concretamente en el monte
mentos de enlucido hallados en la cueva del Moría, tenía que volver a la tierra de la que había
Gólgota y fuera de ella (pero relacionados con sido hecho y ser sepultado, por consiguiente, en
ella) son muchos, son tan pequeños y dispersos ese mismo lugar donde había sido creado, por ser
que no ha sido posible nada más significativo. éste el centro de la tierra (Gn 3,19)38• Al autor ju-
De todas las maneras, los grafitos debían de ser dío le interesaba destacar la importancia del lugar
escasos, y ello puede tener varias explicaciones. donde se alzaba el templo de Jerusalén. Razón
Por ejemplo, una corta duración de uso de la por la cual también para él fue allí donde Abra-
cueva desde su arreglo hasta su abandono por hán llevó a su hijo Isaac para inmolarle, identifi-
fuerza mayor. Aunque en este sentido .debe re- cando así el monte del «país de Moría» de Gn
cordarse que la cueva conoció una reparación o 22,2 y 2 Cro 3, 1 39 con la colina donde Salomón
renovación del estuco por superposición, lo cual edificó su templo. Hasta aquí la leyenda judía.
obliga a creer que fue utilizada durante un cierto
Destruido el templo de Jerusalén por las
tiempo al menos. O quizá haya que atribuirlo a
una razón cultural y de respeto, si fue utilizada legiones romanas el año 70 d. C., cristianos de
como lugar cultual devocional. Los abundantes origen hebreo conocedores de las tradiciones y
grafitos hallados en Nazaret y en Cafarnaún son leyendas judías, y leyendo los signos de los tiem-
considerados ya del siglo IV, aunque podrían no pos, vieron en la desaparición del templo y su
ser tan tardíos. culto la señal de que todo aquello no había sido
sino la profecía cuyo cumplimiento se había rea-
En todo caso, el grafito de la cruz nos parece lizado en Cristo. Así pues, llegado el cumpli-
un elemento significativo de un lugar cultual o miento, el anuncio se hacía innecesario. No obs-
devocional, pero no un argumento irrefutable tante, consideraron que el lugar señalado por las
por sí solo de la existencia de un culto cristiano profecías debía ser el mismo en el que se realiza-
en la cueva del Gólgota. ron, de ahí que las trasplantaran al Gólgota. De
Más adelante hablaremos de la piedra suspen- forma que no fue en el Moría, sino en el Calvario
dida de la pared sur de la cueva, que sigue siendo donde fue creado Adán 40, donde fue sepultado en
un interrogante. Pero antes conviene insistir de espera de la salvación y donde Abrahán vino a sa-
nuevo en las fuentes literarias en las que puede crificar a su hijo Isaac 41• Ahí empezó la obra de
encontrarse la clave que descifre el secreto de la cristianización de la leyenda en el Gólgota, por
cueva. obra de uno o más cristianos, probablemente de
origen judío. Pero el simple hecho del traslado de
aquellas tradiciones está revelando que el Gólgo-
El Calvario, la gruta y la teología ta era ya entonces un lugar de veneración y culto
judeocristiana cristiano. De otro modo, esa reubicación de las
En las fuentes citadas, el autor o autores ha- tradiciones antiguas no tendría sentido 42•
cen alarde de un ejercicio de imaginación al ser- Pero los judeocristianos no se contentaron con
vicio de una teología elemental de la redención situar dichas tradiciones en el Gólgota, sino que hi-
en el Gólgota. cieron una reflexión teológica relacionando las tra-
38
Cf. V. APTOWITZER, «Les Élements Juifs dans la Légende rrolló culto cristiano en la primera etapa del cristianismo je-
du Golgotha», REf (1924) 151. rosolimitano; es decir, desde el inicio hasta el 135, año en que
39
El cronista se toma la libertad de identificar dicho mon- los paganos se apoderaron de dichos lugares y los convirtieron
te y hacerlo coincidir con el lugar donde Salomón construyó en lugares de culto a divinidades paganas (el,e Grotte dei Mis-
el templo y donde Yahvé se manifestó a David en Jerusalén (1 teri Giudeo-Cristiani», Il Messianismo, Atti della XVIII Setti-
Cro 21,15ss). Dicho nombre, sin embargo, «no aparece en mana Biblica, Brescia 1966). La referencia de Eusebio, que no
ninguna otra parte, y el lugar del sacrificio sigue sin conocer- hemos podido contrastar, ¿se refiere a la gruta de la que esta-
se» (B]er., nota al texto de Gn 22,2). mos tratando o al pequeño entrante de la cara occidental del
'º La Caverna, n. 80, p. 69. montículo rocoso oculto desde el siglo VII por el ábside bi-
41
Ibid., n. 80, p. 69; Libro de las revelaciones, n. 7, p. 135. zantino? Aunque quizá haya que pensar más bien en una re-
42
E. Testa, citando a Eusebio, recuerda «tres grutas sagra- ferencia a la ya antigua tradición de la tumba de Adán en el
das y místicas», entre ellas la del Calvario, en las que se <lesa- Gólgota.
'!
192 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
diciones judías con el hecho cristiano de la muerte Creemos importante destacar que el autor,
de Cristo en el Gólgota. De manera que el verda- con especial interés, insiste, de diversas formas,
dero centro de la tierra era el Gólgota, pues fue en identificar el lugar de la muerte de Jesús con el
aquí y no en el Moria donde -según ellos- vivió lugar de la sepultura de Adán. Es decir, el Gólgo-
Adán con Eva después de ser expulsados del paraí- ta y la cueva. «En el país al que nos dirigimos, el
so 43 y donde fueron enterrados él y los demás pa- Verbo de Dios descenderá, y sufrirá, y será crucifica-
triarcas de la descendencia de Set; es decir, en la do en el lugar donde va a ser colocado mi cuerpo, de
cueva del Gólgota, llamada «cueva de los Tesoros» 44 tal suerte que mi cráneo será regado con su san-
en las diversas leyendas de Adán y el Gólgota. gre» 47.
En la leyenda de Adán, la cueva es uno de los Pero, además, la leyenda de Adán proporcio-
elementos localizados más destacados sobre · los na otra señal de identificación del Calvario: la
cuales se urde la trama de la leyenda, o su aspecto grieta de la roca por la que es introducido el ca-
teológico, pues es la morada de Adán en vida y dáver de Adán dentro del lugar de su descanso,
después de la muerte. El otro es el Gólgota o Cal- cuando lo devuelven a la cueva después del dilu-
vario, la «montaña santa», que es el «centro de la vio. En La cueva de los tesoros se dice que la roca
tierra» 45, donde se realizará la crucifixión y muer- «se abrió como una puerta, arrebató el cuerpo [de
te de Cristo y, a través de ella, la redención de Adán] y ella misma se cerró y volvió al estado ante-
Adán y su descendencia. Pero ambos están unidos, rior» 48. Luego se trata de una grieta existente, que
puesto que la cueva está en el mismo Gólgota, for- el autor vio como la vemos nosotros hoy, porque
mando ambos un eje vertical en torno al cual gira no dudamos de que se está refiriendo a la hendi-
la idea teológica que quiere enseñar la leyenda, y dura estudiada más arriba, que divide el Calvario
que no es otra que la redención de la humanidad en dos partes de este a oeste pasando por la cue-
realizada por Jesucristo con su muerte en la cruz va. Claramente el autor se apoya en elementos
en el centro de la tierra, que es el Gólgota. De esta reales existentes y visibles en el lugar cuando él
manera su sangre derramada, filtrándose a través escribe, y sobre esos elementos reconstruye una
de la hendidura de la roca, alcanzaría en primer teología de la redención, señalando el lugar don-
lugar a Adán, sepultado en la cueva, exactamente de se realizó. Le da un nombre, el que le dan los
debajo donde fue clavada la cruz. «El agua de la evangelistas y la tradición cristiana, y proporcio-
Vida que tú solicitas no se te concederá hoy, sino el na una serie de elementos de identificación que
día en el que yo derramaré mi sangre sobre tu cabe- están ahí y la arqueología ha puesto de manifies-
za, en tierra del Gólgota, porque mi sangre se con- to, y que nos están diciendo que el Gólgota tra-
vertirá para ti en aquel momento en la verdadera dicional se identifica con el Gólgota visto por el
agua de la Vida y también para todos tus descen- autor de la leyenda de Adán en el siglo I o co-
dientes que creerán en mí» 46• mienzos del II d. C.
Con el debido respeto a quienes han pensado recuerda «la casa de oración en la que Adán ora-
otra cosa, creemos que los elementos concurren- ba al Señor Dios» 52• Esta insistencia creemos que
tes, literarios y arqueológicos, son de tal naturale- está reflejando una práctica viva de oración o li-
za que, a nuestro juicio, dejan poco margen a turgia de la comunidad cristiana en aquel lugar
cualquier duda seria que quiera plantearse sobre conocida y quizá vivida por el autor.
la autenticidad del lugar tradicional como lugar Resalta la idea litúrgica particularmente en la
de la muerte de Jesús. última parte del relato, cuando, después del dilu-
vio, el cuerpo de Adán, sacado del arca, es de-
Vestigios de una liturgia celebrada vuelto a la cueva del Gólgota.
en el Calvario A causa del diluvio, el cuerpo de Adán fue
transportado al arca por Noé, pero, pasado el di-
Parece claro que, además de la intención teo- luvio y muerto Noé, Sem, su hijo, por orden de
lógica, el autor de la leyenda de Adán en el Gól- su padre y ayudado por Melquisedec, devolvió el
gota quiso declarar en un estilo cargado de senti- cadáver de Adán a la caverna de los Tesoros. A su
do alegórico la existencia en el Gólgota de un llegada, una vez enterrado de nuevo el cadáver,
lugar de oración, la cueva 49, en donde se recorda- Melquisedec es allí mismo consagrado sacerdote
ba y se celebraba, quizá con una liturgia elemen- para velar el cuerpo de Adán. A partir de este mo-
tal, la muerte y resurrección de Cristo, practicada mento ya no habrá sacrificios de animales y Mel-
y mantenida por la comunidad judeocristiana de quisedec ofrecerá sólo pan y vino en la misma
Jerusalén. Esta idea es expuesta con mayor clari- gruta donde está sepultado Adán, sobre el altar
dad en la última parte de la leyenda. A ese re- allí construido para este fin; es decir, para que
cuerdo iba unida la idea del descendimiento de ejerza como sacerdote de Dios eternamente de-
Jesús a los infiernos (seno de Abrahán). lante del cuerpo de Adán 53•
En efecto, se alude repetidamente a la cueva Se aportan aquí los elementos esenciales de
como un lugar consagrado a la oración por el una liturgia nueva: altar, sacerdocio y pan y vino,
mismo Adán, y se la distingue de otra cueva des- la materia del nuevo sacrificio incruento de ca-
tinada a usos profanos o menos sagrados, donde rácter eucarístico inaugurado por Cristo, nuevo
Eva dio a luz 50 y donde Adán ofrecía los sacrifi- Adán. Se acabaron los sacrificios cruentos inaugu-
cios de animales en vida al estilo del Antiguo Tes- rados por el viejo Adán en otro lugar del Gólgota.
tamento. La localización de esta cueva es muy im- La presencia de Melquisedec, «sacerdote del
precisa. Probablemente se trate de algún cobijo Dios Altísimo» (Gn 14,18), practicando un culto
i'
existente en el entorno y desaparecido después a de pan y vino sobre un altar construido por él mis- 1
La cueva de los Tesoros, santificada por los un culto cristiano relacionado con la muerte y re-
dones sacados del paraíso y allí custodiados, esta- surrección de Jesucristo. De forma simbólica se es-
ba destinada expresa y únicamente a la oración. tá aludiendo al culto que en vida del autor se cele-
Se dice que Adán bendijo y consagró la caverna, braba en el Gólgota. En la mente del autor, el pan
«convirtiéndola en lugar de su oración» 51• Tam- y el vino, única ofrenda que puede ofrecer Mel-
bién la versión latina de la Vida de Adán y Eva quisedec, son el pan y el vino que Jesús dio a sus
49
Cf J. DANIÉLOU, Bible et Liturgie, París 1951. 53
«Sam disse a Melchisedec: «Sappi che tu sei sacerdote di
5
° Cf El Combate, cols. 333 y 334. No se trata aquí de la exis- Dio in eterno; scelto fra tutti gli uomini per servirlo al suo cos-
tencia de otra cueva natural en la montana del Gólgota como la petto, davanti al corpo del nostro padre Adamo. Accetta, quindi,
primera, sino de una artificial y casual formada por la cavidad de quest'obligo che ti ha fatto il Signore e non abbandonare questo
la roca con la que Satanás quiso aplastarles (El Combate, col. 318). luogo in eterno. . . . né sacrificare animali, ne construire nulla su
5
' La Caverna, n. 20, p. 45; el Libro de las revelaciones o questo lougo, ma i tuoi scrifizi davanti al Signore siano pane
Qalementos, cap. V, 2, p. 170, según la traducción de S. Gre- bianco puro e bevanda del sueco di vite» (La Caverna, n. 63, pp.
baut, dice que Adán «santificó y bendijo el oro, el incienso y la 63ss).
54
mirra en la caverna, porque la había convertido en una casa de Este altar, según la orden recibida de Dios, ha de ser
oración». construido con doce piedras, que representan a los doce após-
52
N. FERNÁNDEZ MARCOS, en A. DíAz MACHO, Apócrifos toles (El Combate, Cód. Etiópico, col. 371).
del Antiguo Testamento, vol. II, p. 345.
194 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
discípulos en la última cena convertidos ya en su miento por testigos de los acontecimientos que
cuerpo y en su sangre55• Cuerpo que se iba a in- allí se recordaban, y presidida por los apóstoles,
molar y sangre que iba a ser derramada sobre el primero, y por familiares inmediatos de Jesús, al
cráneo de Adán. De esta suerte el autor está ju- menos hasta la tercera generación 60, después. Y a
gando con la profecía (Melquisedec y su sacrificio quienes les sucedería una serie ininterrumpida de
de pan y de vino) y la realidad (el cuerpo y la san- obispos, como ya se recordó en el capítulo 2.
gre de Cristo), el único y verdadero sacrificio, el Podría extrañar que tal culto o liturgia conme-
solo capaz de devolver a Adán el estado de gracia morativa de la muerte y redención de Cristo se
que había perdido y de resucitarlo a la Vida. Me- desarrollara en una cueva, por lo demás pequeña.
diante la sangre del crucificado vertida sobre la ca- Pero quizá haya que entender en este sentido la ad-
beza de Adán, el padre de la humanidad sería re- vertencia hecha por Sem a Melquisedec de no
dimido del pecado, y con él su descendencia 56• En construir nada en este lugar6I, lo que podría ser
último término, lo que le interesa al autor es resal- una simple justificación de la falta de construcción
tar la idea de la redención realizada por Jesucristo en lugar tan importante. La investigación, en efec-
y celebrada en la cueva del Gólgota 57• La superpo- to, no ha aportado ningún vestigio de construc-
sición de la cruz (lugar y signo de la redención) so- ción anterior a Aelia Capitolina, de no ser el aco-
bre la cueva (lugar de la espera de Adán) es la ima- modo o arreglo de la cueva, que, después de todo
gen que sintetiza bien la teología de la redención lo dicho, nada nos impide atribuirlo a la primera
ideada por el autor. comunidad cristiana, sino más bien lo contrario.
Pero, además, el autor del Combate de Addn El culto en una gruta no tenía nada de anor-
manifiesta, o justifica, que éste es ya un lugar de mal en la época romana. Era un hecho corriente
peregrinación: «Y yo convertiré este sitio en un en las religiones griega y romana la celebración de
lugar santo ... y favoreceré con grandes gracias a cultos en cuevas; por ejemplo, el culto de Mitra
quienes vengan aquí»58• Y que así fue desde el extendido por todo el imperio romano ya en el si-
principio lo confirma Orígenes cuando dice que glo II d. C. 62 Son numerosos los mitreos hallados
los cristianos se afanaban por buscar y visitar las y estudiados por la arqueología, particularmente
huellas de Cristo 59• en lugares de estacionamiento de las legiones ro-
La lógica de los acontecimientos nos obliga a manas 63, las mayores propagandistas de este culto
admitir que, si en otros lugares por donde Jesús en los siglos II y 111 d. C. Por esto, a la vez que es
pasó, las primeras comunidades de creyentes ve- un testimonio muy valioso de que en muchos ca-
neraron su memoria, convirtiéndolos en centros sos los antiguos cristianos se reunían y rezaban en
de oración y de peregrinación desde muy pronto grutas, no tenía mucha lógica que, a finales del si-
(recuérdese Nazaret, Cafarnaún, Cenáculo, Get- glo II d. C., Celso acusara a los cristianos de que
semaní, etc.), lo mismo ocurrió con los más im- preferían practicar sus cultos en las tenebrosas
portantes de todos ellos para la fe cristiana: el tinieblas de las grutas 64, siendo así que era una
Calvario y el Sepulcro de Jesús. Y precisamente práctica muy común en el mundo romano, aun-
en Jerusalén, donde se asentaba la comunidad que en este caso las grutas muchas veces estaban
madre de la Iglesia naciente, formada en su nací- protegidas por construcciones.
n. 19, p. 44; J.-B. FREY (op. cit., col. 109). Es evidente quepa- mano, pp. 124ss. Por ejemplo, en la ciudad de Jerusalén se da-
ra la comunidad judeocristiana de Jerusalén los sacrificios de ba culto a Esculapio en las grutas de Betesda.
63 También en Palestina. Uno de los almacenes del puerto
Adán, Abrahán y Melquisedec sólo eran figura de Cristo verda-
dero sacrificio total y definitivo. Pero la forma de expresar que de Cesarea construido por Herodes fue convertido más tarde
esto había tenido un sentido era relacionándolo con el primer en mitreo (cf. R. BULL, «The Mithraeum at Caesarea Maríti-
Adán, al que trajo el perdón de su pecado y la redención. ma», SEL 1 [1975]).
64 Esta acusación se apoyaba en una práctica frecuente en-
58
El Combate, Cód. Etiópico, col. 371: «Et je ferai un lieu
saint de cet endroit sur le que! tu (Me!quisedec) es et oú est dépo- tre algunas comunidades judeocristianas de Palestina en los
sé le corps d'Adam, et j'accorderai de grandes graces a ceux qui y primeros siglos (0R1GENES, Contra Celsum).
uiendront».
l
LA CUEVA DEL CALVARIO EN LA LITERATURA APÓCRIFA DE LOS PRIMEROS SIGLOS DE LA ERA CRISTIANA 195
Por lo que respecta a la Iglesia primitiva, hay de anteriormente existieron grutas mistéricas pa-
pruebas arqueológicas de la utilización de cuevas ganas, concretamente mitreos, sin duda con una
como lugares de culto en toda la cuenca medite- intención cristianizan te 69•
rránea 65• Y también hay pruebas arqueológicas Creemos que no fue éste el caso del Calvario
claras de la existencia de cuevas de reunión y cul- -ni del Sepulcro de Jesús-, a pesar de que ha ha-
to frecuentadas por comunidades judeocristianas bido autores que, de alguna manera, lo han insi-
de Palestina, en las que recordaban y celebraban nuado 70 y aunque una consideración superficial
acontecimientos de la vida de Jesús relacionados tanto de la Anástasis como del Martyrium cons-
con el lugar66• Estas grutas son conocidas, y la tantinianos podría inducir a buscar paralelos con
mayoría de ellas siguen manteniendo hasta hoy el los lugares de culto mitraicos.
antiguo carácter sagrado que las convirtió en lu-
Es importante señalar también que, según el
gares de culto y de peregrinación desde los pri-
relato, Adán y Eva, todavía en vida, se mueven
meros siglos hasta hoy. Nos estamos refiriendo a
cómodamente en la «montaña» y en el entorno
Belén, Nazaret, Pater Noster y Getsemaní, por ci-
de la cueva: entran y salen y se trasladan a una y
tar sólo las más conocidas. Sobre ellas, o junto a
otra parte sin mayores problemas. Esto no ha-
ellas, se construyeron basílicas e iglesias en los si- bría sido concebible si la roca hubiera estado en
glos IV y siguientes, e incluso antes en algunos las condiciones que ha llegado hasta nosotros; es
casos. Se trata de auténticas grutas mistéricas cris- decir, convertida en un monolito impracticable.
tianas. Es innegable cierta similitud con los luga- Lo cual nos obliga a pensar que los autores de la
res de los misterios paganos, particularmente los Vida de Adán y Eva y del Combate de Adán es-
dedicados a Mitra, pero era distinto lo que se ce- cribieron sus relatos antes de que el montículo
lebraba y la forma en que se hacía. rocoso fuera cortado y deformado por la explo-
Sin embargo, conviene ser cautos en este te- tación de la cantera que lo rodea y que lo dejó
rreno a la hora de establecer comparaciones, para maltrecho. De haberse encontrado ya en este es-
no caer en tópicos fáciles y carentes de funda- tado lamentable, el autor no habría hecho la des-
mento. Los mitreos en muchos casos, quizá más cripción que hace o -deseoso como se muestra
al principio, se instalaban en grutas o ambientes de hacer difícil la existencia de Adán y Eva en la
subterráneos cerca de alguna fuente, curso o em- cueva- habría aprovechado también esta cir-
balse de agua; en general, eran espacios reduci- cunstancia. Sin embargo, no se refleja en ningún
dos ", pero no tan pequeños como la cueva del momento esa difícil situación. Luego es lícito
Calvario. Junto a la gruta o sobre el ambiente pensar que es porque no se daba. Es decir, que la
subterráneo dedicado a Mitra se levantaba una pequeña colina estaba todavía entera. Y, por
construcción, igual que se hizo en el caso de las consiguiente, el relato debe considerarse anterior
grutas mistéricas cristianas a partir del siglo IV, si a la deformación causada por la cantera. Lo cual
no antes, aunque se conocen algunas de estas gru- se convierte, a la inversa, en una prueba de lo
tas veneradas cristianas en donde no se han de- tarde que se utilizó esta zona para extraer piedra;
tectado restos de anexo alguno. Por ejemplo, la es decir, después de haber sido utilizada por la
del «Prendimiento» en Getsemaní y otra situada a comunidad cristiana.
las afueras de Betania 68• Conviene recordar de pa- Hemos señalado una serie de coincidencias su-
so, sin embargo, que en el cristianismo naciente ficientemente significativas para poder identificar
también se construyeron iglesias y basílicas en lu- la caverna de la leyenda de Adán o caverna de los
gares desprovistos de tales grutas y en otros don- Tesoros con la cueva descubierta en la cara orien-
65 68
E. DYGGVE, Lindos III, p. 448, nota 16, y p. 450. Cf. M.-E. BOISMARD-P. BENOIT, «Un ancien sanctuaire
66
Cf. E. TESTA, «Le Grotte dei Misteri Ciudeo-crisnani», Il chrérien a Bérhanie», RB (1951) 200-251.
Messianismo. Atti della XVIII Settimana Bíblica, Brescia 1966. 69
Cf. F. COARELLI, «Topografía Mitraica di Roma», Mvste-
67
F. CUMONT hace una descripción detallada de los mitreos ria Mithrae, Leiden 1979, pp. 69-79.
en su obra Textes et Monuments Figurés relatifi aux Mystéres de 'º M. GERVERS, «The lconography of rhe Cave in Christian
Mitra, Bruselas 1899, particularmente puede verse el tomo I, pp. and Mithraic Tradition», en Mysteria Mithrae, Leiden 1979,
54-74; otros estudios que pueden consultarse: W BURKERT, Les pp. 579-599. Particularmente véase la replica de Guarducci y
Cultes a Mysteres dam l'Antiquité, París 1992, particularmente la contrarréplica de Gervers.
pp. 26-27; Mysteria Mithrae, Roma e Ostia 1978, Leiden 1979. ,~ ,
196 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
tal del Calvario. Y hemos intentado mostrar, apo- jas de árboles de fuera del paraíso, y lo hacen so-
yándonos en la investigación arqueológica y en la bre un altar de piedras que ellos mismos constru-
leyenda de Adán en el Gólgota, que esa cueva fue yeron. En el Códice Etiópico se habla de una
utilizada como lugar de culto cristiano probable- ofrenda de trigo sobre el altar que ellos habían
mente desde mediados del siglo I d. C., que es construido 72. Adán y Eva siguen ofreciendo sacri-
igual a decir por la primera comunidad cristiana. ficios, pero siempre en un altar de sacrificios si-
Pero aún queda por estudiar la función de la tuado fuera, a cierta distancia de la caverna. Éste
gran piedra fijada a la pared sur de la cueva. se identifica con el altar construido por Abrahán.
Agapio, inspirándose en las leyendas de Adán en
el Gólgota, 'repite que Abrahán construyó un al-
La piedra tallada de la cueva tar sobre la tumba de Adán73, y los Padres de la
Iglesia recuerdan esta tradición. Pero, también,
Si se acepta la tesis de que la cueva del Gól- sólo en el caso del altar donde sacrificaba Adán se
gota se utilizó como lugar cultual conmemorati- dice claramente que el altar estaba alejado de la
vo del hecho histórico de la muerte de Jesús, y de caverna, aunque, eso sí, en la misma montaña
que el arreglo de la cueva descrito en el capítulo que la caverna 74.
5 fue obra de la comunidad cristiana, ¿podría
Como ya fue señalado más arriba, el marco
atribuirse a la piedra un valor simbólico religioso?
parece cambiar en la última parte de la versión
Es sabido que en la antigüedad griega y romana
etiópica. Cuando Melquisedec, una vez deposita-
se dio culto a determinadas rocas y piedras. Y cul-
do de nuevo el cuerpo de Adán en el Gólgota, es
tos semejantes se han practicado en otras religio-
constituido sacerdote, Dios le ordena levantar un
nes desde muy antiguo.
altar con doce piedras75 y poner sobre él pan y
La historia de las religiones nos recuerda que vino, como ofrenda perpetua. No se cita expresa-
ciertos pueblos primitivos tenían sus piedras sa- mente, pero el contexto permite suponer que to-
gradas, a las que daban un valor mágico. También da esta acción el autor la sitúa dentro de la cue-
los pueblos cananeos y semitas utilizaban piedras va 76. En efecto, La caverna de los tesoros menciona
altares o las dotaban de un sentido o simbolismo el altar de Melquisedec construido «donde fue
religioso al ponerlas como testigos de una teofa- puesto el cuerpo de Adán».
nía. El Antiguo Testamento alude repetidamente
El lugar del sacrificio de Isaac coincide -se-
a estas costumbres (Gn 12,7-8; 28,18). En la re-
gún la leyenda- con el lugar de la crucifixión de
ligión de Mitra se recordaba en la época romana
Cristo, que es el Gólgota. Allí Isaac tendido sobre
la leyenda de la roca de la cual nació Mitra. ¿ Y
el altar simboliza la crucifixión de Cristo 77• Allí
qué decir de la piedra negra de la Kaaba, princi-
mismo «fue puesto el cuerpo de Adán y el altar de
pal centro de peregrinación del islam hasta el día
Melquisedec». Sin embargo, en el caso de Mel-
de hoy?
quisedec el contexto lleva, por necesidad, a pen-
En la leyenda de Adán se hace repetidamente sar que todo ocurre en la caverna. Es decir, es allí
mención de altares en los que primero es Adán el donde se coloca el cuerpo de Adán, es en ella
que ofrece sus sacrificios a Dios y, luego, Melqui- donde se instala Melquisedec (no se menciona
sedee. Pero no sólo hay diferencia en el tiempo, ningún otro refugio) y donde debe permanecer
sino también en la naturaleza de la ofrenda. delante del cuerpo de Adán. No debe abandonar
E9 el Combate, según la versión del Códice ese lugar nunca y se le prohíbe construir casa allí,
Vaticano 71, el primer sacrificio que ofrecen Adán y es allí donde hace diariamente la ofrenda de pan
y Eva es el de su propia sangre mezclada con ho- y de vino. A fin de cuentas, para esta ofrenda no
71
N. 14, p. 53; en el Cód. Etiópico se hace mención de un 75
La referencia de las doce piedras puede ser una alusión a
ofrecimiento de la propia sangre (col. 329). 1 Re 18,31-32. Pero esto ni era norma, ni se cumplió siempre
72
Col. 329. en el Antiguo Testamento. Ex 20,25 establecía que las piedras
73
«La historia universal», PO V; cf. A BATTISTA-B. BA- del altar fueran sin labrar. Pero en el templo salomónico el al-
GATTI, La Caverna dei Tesori, pp. 99ss. tar de los holocaustos era de bronce, y en el segundo templo la
74
Cód, Vaticano, n. 80, p. 69. mesa de las ofrendas era de madera revestida de oro.
76
Cód. Etiópico, col. 371.
77
La Caverna, n. 80, p. 69. Cf. Heb 13,10.
LA CUEVA DEL CALVARIO EN LA LITERATURA APÓCRIFA DE LOS PRIMEROS SIGLOS DE LA ERA CRISTIANA 197
7
' Es conocida la devoción de las legiones romanas a esta di- J. TOUTAJN, Les Cu/tes Patens dans l'Empire Romain, t. II, París
vinidad extranjera. La Legión X Fretense, una vez conquistada 1911, particularmente el cap. IV; J. BAYET, Histoire politique et
la ciudad de Jerusalén el año 70 d. C., se instaló en el barrio al- psycologique de la religion romaine, París 1969 (traducción es-
to, y parece que lo abandonó en la primera mitad del siglo III. pañola: La religión romana, Madrid 1984); J. ALVAR-J. M.•
79
Resulta difícil imaginarse un culto a Mitra en la minús- BlÁZQUEZ y otros, Cristianismo primitivo y religiones mistéricas,
cula gruta del Calvario. Algunas cosas podrían cuadrar; por Madrid 1995; I. CAMPOS, El culto al dios Mitra en la Persia an-
ejemplo, la piedra de la que estamos hablando podría ser una tigua, Colección Princeps, Universidad de Las Palmas, Gran
representación simbólica de la roca de la que nació Mitra, pe- Canaria 2002; etc. La bibliografía sobre Mitra es abundante.
ro no conocemos ningún paralelo. Sin embargo, la razón fun- 'º Vida de Constantino, III, 26, 2.
damental por la que rechazamos esta posibilidad es arqueoló- " Por ejemplo, el templo de Artemisa en Gerasa, en la
gica. Además de que no se encontró ningún vestigio específico actual Jordania, o el de Venus y sobre todo el de Júpiter en
relacionado con dicho culto, apoyados en el estudio arqueoló- Baalbek, Líbano.
gico nos vemos obligados a concluir que la gruta del Calvario 82
El pavimento de la basílica cruzada, es decir, el actual, es-
no estuvo en uso durante el período de Aelia ni después. Res- tá aproximadamente 0,50 cm más alto que el suelo bizantino.
pecto de Mitra, sus lugares de culto ... , cf. F. CUMONT, op. cit.; 83
El Combate, col. 360. ,,
198 EL CALVARIO Y 1A CUEVA DE ADÁN
que de piedra encontrado en el fondo de la cueva eng1r altares con un sentido simbólico ( Gn
una evocación o memoria de los altares de Adán, 12,76 y 28,18). Más tarde el uso de las piedras
de Abrahán o de Melquisedec? La piedra está en sería condenado como culto idolátrico, prohibi-
el lugar más destacado de la minúscula caverna y ción que no siempre se observó (Dt 16,22; Is
situado simétricamente respecto de los lados este 5 7 ,6). Pero en Is 8, 14 Yahvé se hace piedra de
y oeste. La forma, la posición y la corta distancia tropiezo y ruina. «La piedra que rechazaron los
del techo, de poco más de 20 cm, hacen a este constructores se ha convertido en piedra angular
bloque de piedra poco práctico para una función por obra de Yahvé» (Sal 118,22); es la piedra
de tipo litúrgico, aunque para depositar la ofren- desprendida del monte que crece hasta llenar el
da de pan y de vino de Melquisedec sobraba es- mundo (Dn 2,34), etc. «Todos estos textos los
pacio en todas las direcciones. Sin embargo, no interpretaron los rabinos en sentido mesiánico»,
excluimos la posibilidad de un sentido simbólico, y es a la luz de esa teología como deben inter-
habida cuenta de que es un lenguaje muy acorde pretarse los textos cristo lógicos del Nuevo Testa-
con el estilo de la leyenda de Adán. mento, tal como de hecho hizo la comunidad
En la Biblia, la roca está rodeada de misterio cnsnana pnmmva.
o misticismo y de una teología rica en matices. En el Nuevo Testamento, Cristo es piedra de
escándalo (Rom 9,33), el cimiento del edificio
(1 Cor 3,11) y la piedra angular (1 Pe 2,6-8;
Teología de la roca en la Biblia Is 28,16; Sal 118,12).
Podrían aducirse otros textos bíblicos (y, por
Aunque la alusión pueda parecer pretenciosa supuesto, de los Padres de la Iglesia 85), pero cree-
y fuera de lugar a algún lector, quizá no esté de mos que los citados son suficientes para recordar
más recordar que en el interior del santo de los la existencia de una rica teología en torno a Cris-
santos del gran templo judío de Jerusalén cons- to-Piedra que arranca del Antiguo Testamento y
truido por Herodes no había más que una gran encuentra su pleno desarrollo en el Nuevo Testa-
piedra que sustituía al arca de la alianza desapare- mento.
cida hacía siglos y que era rociada con la sangre Según esto, Cristo es considerado tanto en
de la víctima por el sumo sacerdote el día de la uno como en otro Testamento el altar, la roca de
Expiación. Y esto la primera comunidad cristia- la que brota la vida y el agua que devuelve la vida
na, de origen judío, lo sabía. a Adán -según el Combate-, la piedra angular ci-
En el texto bíblico la roca es objeto de consi- miento del edificio.
deraciones diversas 84. Son numerosos los pasajes Esta teología de Cristo-Piedra era bien co-
en los que se ve a Yahvé como roca protectora, nocida de las comunidades judeocristianas 86•
salvadora, etc. (2 Sm 22,2; Sal 18,3; 27,5; etc., e Existen, incluso, ejemplos descubiertos por la
Is 17, 1 O y 26,4). La interpretación rabínica veía a arqueología que corroboran esta afirmación. Re-
Yahvé en la roca del Oreb, de la que brotó agua cuérdese la piedra colocada en el suelo del baptis-
en el desierto (Ex 17,6 y Nm 20,8ss), y que Pa- terio 87 de la cripta de la iglesia de San José, en Na-
blo la identifica con Cristo (1 Cor 10,4). zaret. Es de basalto, rectangular y ocupa el centro
También el altar considerado en el Antiguo lateral norte del suelo de la piscina ritual, rodea-
Testamento signo de la presencia divina se con- da de un mosaico por tres de sus lados en el que
vierte en figura de Cristo, «en quien Dios se hace hay representados seis cuadrados; la piedra es el
presente en la tierra» (1 Cor 10,18 y Heb 13,10). séptimo. E. Testa ve en esta piedra, sobre la que
Las piedras son utilizadas bien como objetos se colocaba el catecúmeno en el momento solem-
sagrados o como testimonio de un hecho, etc. ne de la pronunciación de la fórmula bautismal 88,
Los antiguos patriarcas se sirven de ellas para un símbolo de Cristo.
84
Cf. X. LÉON-DUFOUR, VocTB, Barcelona 1970. 86 Cf. E. TESTA, Il Simbolismo dei Judeo-Cristiani, pp. 385-388.
85Cf. L. W. BARNARD, «The Testimonium concerning the 87 Fue encontrado por el franciscano P. Viaud en las exca-
Stone in the New Testament and in the Epistle of Barnabas», vaciones realizadas en 1890.
88 Cf. E. TESTA, «Le Grotte Mistiche dei Nazareni», LA 12
Studia Evangelica, 3. Texte & Untersuchungen; 88 (1964) 306-
313. (1961-1962) 14 y 32.
LA CUEVA DEL CALVARIO EN LA LITERATURA APÓCRIFA DE LOS PRIMEROS SIGLOS DE LA ERA CRISTIANA 199
Concluyendo, nos preguntamos: ¿la piedra de evidentemente en lo poquísimo de la roca que
la cueva del Calvario, una de las grutas místicas 89 podía verse a través de la pequeña ventana del
veneradas por la comunidad judeocristiana de Je- ábside de la capilla de Adán y de la vidriera del
rusalén en el siglo I, no habrá que entenderla en deambulatorio. Pero hoy, que hay una visión
este sentido? mucho más completa de la peña del Calvario,
Es cierto que no hemos hallado ninguna podemos asegurar que la parte alta, por encima
prué!Sü-1<áfqueológica directa, fuera de la piedra de la cueva, es decir, la parte más superficial, es-
misma en cuestión, pero tampoco tenemos otra tá visiblemente deteriorada por los agentes at-
explicación que -a nuestro juicio- justifique me- mosféricos en la época antigua, pero de ahí para
jor la presencia de dicha piedra en el fondo de es- abajo la roca está sana y es de muy buena calidad.
ta gruta rodeada de un cierto carácter· misterioso Es el mismo caso en toda la cantera, como pue-
o, por lo menos, extraño. de verse a pocos metros en la capilla de la Inven-
ción, en E I y en E II, donde los canteros iban
buscando las vetas profundas de la roca, forman-
Apéndice: do cavernas.
¿Por qué el templo de Venus aquí? Habrá que buscar, por consiguiente, otra ra-
Igual que en el área E, las huellas de la cante- zón más convincente. Y si, además, tenemos en
ra son también muy visibles en el área C. Estas cuenta algo habitual en la cultura religiosa roma-
huellas se adentran tanto en la pequeña colina na, e incluso en otros pueblos y religiones más
que puede decirse que la explotación de la cante- antiguos, la razón de respetar este promontorio
ra la redujo a un simple monolito gigante. Es más puede que no sea ajena a la existencia de una tra-
o menos lo que queda hoy milagrosamente de la dición cultual ligada ya al lugar con anterioridad
colina, siendo muy extraño que no terminaran a la fundación de Aelia. Se sabe que los romanos,
con ella. Por eso es lícito preguntarse: ¿por qué no y los pueblos orientales antes que ellos, alzaron
lo hicieron? ¿Por qué no la utilizaron igualmente, templos a sus dioses en lugares consagrados con
siendo así que la cantera se extiende muchos me- anterioridad a otras divinidades, lo cual viene a
tros a la redonda y es el único peñasco visible que confirmar una vez más la importancia que tuvie-
ha quedado flotando por encima de la superficie ron siempre los lugares sagrados en las culturas
irregular de la misma, como si fuera un árbol antiguas, por encima incluso de la divinidad de
plantado en medio de un panorama desolador? turno, que eran suplantadas según la religión o
Luego habrá que pensar en otra razón. ¿ Y por qué devoción de la autoridad reinante. De hecho, es-
no una razón de tipo histórico-religioso? to ocurrió durante el período de Aelia con otros
lugares de Jerusalén y su entorno, como en el lu-
La respuesta puede ser una prueba indirecta
gar del templo judío, en el lugar de la gruta de
de la autenticidad del lugar del Calvario y del Se-
Belén, donde se veneraba el nacimiento de Jesús,
pulcro.
en las piscinas de Betesda y de Siloé, etc. Todos
No puede desecharse, antes al contrario, la estos lugares los romanos los reconvirtieron en si-
idea de que el emperador de turno (Adriano o tios de culto pagano ¿Porque ofrecían mejores
Antonino Pío ... ) hizo construir un templo aquí, condiciones que otros lugares para levantar sus
conservando incluso lo que quedaba del promon- templos? Ciertamente, no. Si exceptuamos el
torio rocoso del Calvario, porque este lugar guar- marco del templo judío, o el de Siloé, por aque-
daba algún sentido más allá de una razón prác- llo de la fuente, no se ven las ventajas. Luego pro-
tica. En el estado en el que se encontraba ya en bablemente la razón de elegir este lugar para le-
aquel momento hubiera dado menos trabajo de- vantar un templo a una de las divinidades más
molerlo o rebajarlo total o parcialmente y haber veneradas entonces en el imperio, y la más vene-
aprovechado la piedra que cubrirlo de tierra. rada por el emperador que fundó la colonia Aelia
Quienes aseguran que este promontorio fue Capitalina, fue de tipo religioso: porque el lugar
abandonado por su mala calidad se han apoyado tenía ya un carácter sagrado.
89
E. TESTA, «Le Grotte dei Misteri Ciudeo-Cristiani», par-
ticularmente pp. 331 y 335ss.
EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
200
Contra lo que se ha repetido tantas veces des- dad y lo que se tardó en idear y construir tanto el
de Eusebio, creemos que en este caso no puede plano general como los detalles, particularmente
hablarse de una profanación en sentido propio, si- las construcciones de los edificios públicos y ofi-
no de una reconsagración a otra divinidad en con- ciales. Aparte de que esta zona de la cantera pro-
formidad con las creencias del nuevo dueño, pues bablemente terminó de explotarse ya iniciada la
siguió siendo un lugar sagrado. Y por esto creemos construcción de Aelia, aunque la explotación pu-
también que se respetaron tanto la roca del Calva- do comenzar antes, en el siglo I, con Agripa I o
rio, aunque diezmada (de hecho, hubo un trabajo con Agripa II, judíos e intolerantes con un culto
de apuntalamiento de la misma con el muro 9), que no fuera el judío. Nos referimos aquí única-
como la tumba de Jesús, de forma que pudo ser mente a la parte de la cantera coincidente con el
identificada, como describe Eusebio en la Vida de área ocupada por el complejo constantiniano, no
Constantino. Aunque sobre este asunto habría que a la parte, aún más extensa, que sobrepasa estos lí-
hacerse algunas preguntas. Pero no será aquí. mites, y que no es objeto de nuestro estudio di-
rectamente. En todo caso, si la respuesta no es és-
Alguien puede preguntarse: si la cantera es ro- ta, tendrá que explicarse por qué se conservaron
mana y en los planos de la colonia figuraba la cons- tanto la roca del Calvario como la tumba en me-
trucción allí del templo de Venus, ¿cómo se con- dio de la acción destructora de una inmensa can-
sintió avanzar tanto en la destrucción de la roca? tera. ¿Simple casualidad? Quizá, pero no es fácil
Es una pregunta de difícil respuesta, pues se defenderlo, así que por ahora preferimos la pri-
desconoce el proceso de reconstrucción de la ciu- mera hipótesis.
••
VII
La cerámica
Con la cerámica reproducida en este apartado se intenta ofrecer al estudioso una visión más o menos
completa de todo el contexto cerámico de la excavación. Expresamente hemos renunciado al método de
síntesis, poniendo todos los elementos en manos del lector para que él mismo pueda elaborar sus propias
conclusiones. Por este motivo ofrecemos una cantidad importante de cerámica. Sobre todo, se ha procu-
rado que esté representada toda la tipología aparecida en cada uno de los niveles, con todas sus variantes,
y no sólo un grupo representativo de toda la excavación. Esperamos con ello no sólo proporcionar una
base científica sólida a nuestras conclusiones desde el punto de vista cronológico, sino también que sea
de utilidad para quienes deseen profundizar en el estudio de este lugar santo. Por estas mismas razones,
lamentamos que otros estudios de este lugar hayan omitido este capítulo, que consideramos básico en to-
da investigación arqueológica (véase introducción al capítulo VIII).
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LA CERÁMICA 203
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EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
204
Lámina 11
1 105 El 1 9 Ánfora local, pasta crema, sec. gris, gr. ose. y 61., coc. 4.
3 108 El 1 9 Asa de ánfora, rosada, pasta crema, gr. 61. y osc., coc. 4.
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206 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina 111
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4 330 El 1 2 Platillo, crema, coc. 4.
1
5 305 El 1 2 Escudilla, pasta _roja-1, sec, gris, pintura marrón, coc. 3.
6 330 El 1 2 Escudilla (?), pasta gris, gr. 61., dec. de ruleta, coc. 3.
11111
7 375 El 1 2 Platillo, pasta rosada, gr. 61., coc. 4.
8 480 El 1 2 Escudilla, pasta gris, gr. 61., coc. 4.
9 346 El 1 2 Escudilla, pasta roja, gr. bl., coc. 4.
10 301 El 1 2 Escudilla, pasta marrón, gr. 61. y ose., coc. 4.
11 350 El 1 2 Cazuela, pasta crema, eng. ose., gr. 61., coc. 4.
12 363 El 1 2 Cántaro, pasta crema, pintura ose., gr. bl., coc. 3.
13 413 El 1 2 Ánfora local, pasta roja, eng. crema, gr. 61., coc. 4.
14 404 El 1 2 Ánfora local, pasta crema, gr. bl., coc. 3.
15 382 El 1 2 Tinaja, pasta roja-4, gr. silíceos, coc. 2.
16 356 El 1 2 Ánfora local, pasta roja, gr. 61., coc. 4.
17 370 El 1 2 Cacerola, pasta roja-4, con gr. de sílice, áspera, coc. 2.
18 307 El 1 2 Ánfora local, pasta rosada, sec. gris, gr. 61., coc. 4.
19 409 El 1 2 Cazuela, pasta crema, pseudosigillata, pint. roja-4, coc. 4.
20 436 El 1 2 Cazuela, pasta crema, pint, roja-4, coc. 4.
21 338 El 1 2 Placo, pasta crema, sec. rojo-gris, coc. 4.
22 318 El 1 2 Cazuela, pasta roja-l , sec. gris, gr. bl., decor. floral incisa.
23 397 El 1 2 Terracota, pasta roja-4, sec. gris, coc. l.
24 218 El 1 2 Barreño, pasea rosada, eng. crema, gr. ose., coc. 4.
25 310 El 1 2 Barreño, pasta crema, eng. crema, gr. ose., coc. 4.
26 296 El 1 2 Cazuela, pasta roja, sec. grisácea, gr. 61. y ose., coc. 4.
27 204 El 1 2 Escudilla, pasta rosada, pint, marrón.
28 371 El 1 2 Escudilla, pasta gris, pint. rojiza, coc. 4.
29 377 El 1 2 Ánfora, pasta roja, gr. oscuros, coc. 3.
30 371 El 1 2 Escudilla, pasta gris, pint. roja-4, coc 4.
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LA CERÁMICA 209
Lam. IV
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210 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina V
1 75 E I, fase l." Barreño, pasea roja-4, gr. ose., coc. 4, eng. crema.
2 2019 E I, fase l.ª Barreño, pasea roja, sec. gris, gr. bl. y ose.
3 2015 E I, fase l.ª Barreño, pasta roja, sec. gris, gr. ose. y bl., eng. crema, coc. 4.
4 2017 E I, fase l." Barreño, pasta roja, sec. gris, gr. bl., coc. 4.
5 2016 E I, fase l." Barreño, pasta roja-4, gr. bl., coc. 4 ..
6 01005 E I, fase l.ª Barreño, pasta roja-4, gr. bl. y ose., coc. 4.
7 01009 E I, fase l.ª Barreño, pasta roja-4, gr. ose. y bl., coc. 4.
8 01006 E I, fase l.ª Barreño, pasta gris, eng. crema. gr. bl. y ose.
9 01007 E I, fase l." Barreño, pasta roja, gr. bl. y ose., coc. 4.
10 2010 E I, fase l." Barreño, pasta rosada, eng. crema, gr. de sílice, coc. 4.
11 2013 E I, fase l." Barreño, pasta marrón, eng. crema, gr. de sílice, coc. 4.
12 01008 E I, fase l.ª Barreño, pasta marrón, cor. gris, eng. crema, coc. 4.
13 2020 E I, fase l_a Barreño, pasea roja, sección gris, gr. bl. y ose., coc. 4.
14 2008 E I, fase l." Barreño, pasta rosa, cor. grisáceo, eng. crema, coc. 4.
15 01003 E I, fase l.ª Barreño, pasta crema, gr. 61. y ose. 4.
16 2058 E I, fase l.ª Escudilla, pasta roja-3, pintura marrón, gr. 61., coc. 4.
17 2109 E I, fase l." Cazuela, pasta rosada, eng. crema, gr. ose. y 61., coc. 4.
18 2054 E I, fase i.a Ánfora (?), pasta crema, cor. rojo, gr. ose., coc. 4.
19 2060 E I, fase l.ª Escudilla, pasta roja-1, sec. gris, gr. 61. y ose, eng. marrón, coc. 4.
20 2095 E I, fase i.a Jarro (?), pasta roja-1, coc. 4.
21 01002 E I, fase l.ª Cazuela, pasta crema, gr. 61., coc. 4.
22 2056 E I, fase l.ª Bandeja (?), tierra sigillata, pasea roja-3, gr. de mica.
23 2055 E I, fase l.ª Escudilla, pasta roja-3, gr. 61. y ose., pint. marrón, coc. 4.
24 01010 E I, fase 1 .ª Barreño (?), pasea roja, gr. 61., eng. crema, coc. 4.
25 2036 E I, fase l." Escudilla (?), pasta crema, gr. 61., coc. 4.
26 2040 E I, fase l.ª Plato(?), pasta roja-1, sec. marrón, gr. 61. y ose., coc. 4.
27 2061 E I, fase l." Escudilla, pasta crema, sec. marrón, gr. bl. y ose., coc. 4.
28 2193 E I, fase l.• Ánfora.
29 2097 E I, fase l.ª Cacerola, pasta roja-3, gr. de sílice, áspero al tacto, coc. 3.
30 2094 E I, fase l.ª Olla, pasta roja-3, gr. silíceos gruesos, áspero al tacto.
31 2086 E I, fase l.ª Olla, pasta roja-3, gr. silíceos, áspero al tacto.
32 2050 E I, fase l.ª Escudilla, pasta crema, gr. ose. y 61., decor. de roleta, pint. marrón.
33 2048 E I, fase l.ª Escudilla, pasta rosada, sec. gris, gr. 61. y ose., eng. crema, coc. 4.
LA CERÁMICA 211
Lám. V
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212 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina VI
Lám. VI
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214 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina VII
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
Lám. VII
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216 EL CALVARIO Y 1A CUEVA DE ADÁN
Lámina VIII
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
1 3247 EII 6-7 15 Crátera, pasta marrón, gr. bl., coc. 3.
2 3259 EII 6-7 15 Ánfora local, pasta marrón, gr. bl., coc. 4.
3 3315 EII 6-7 15 Olla, pasta marrón, gr. bl., coc. 4.
4 3308 EII 6-7 15 Escudilla, pasta roja-l , sec. marrón, gr. bl.
5 3253 EII 6-7 15 Olla, pasta roja-3, cor. gris, gr. bl., coc. 3.
6 3250 EII 6-7 15 Ánfora local, pasta rosada, sec. roja, gr. bl. y ose., coc. 4.
7 3295 EII 6-7 15 Ánfora local, pasta rosada, gr. bl., coc. 4.
8- 3267 EII 6-7 15 Ánfora local, pasta roja-L, gr. bl., coc. 4.
11 9 3265 EII 6-7 15 Jarra, pasta roja-I, eng. crema, gr., coc. 4.
¡11 10 3318 EII 6-7 15 Olla, pasta roja-3, gr. silíceos y negros.
i 11 3285 EII 6-7 15 Ánfora local, pasta roja, gr. bl., eng. crema, coc. 4.
12 3274 EII 6-7 15 Ánfora local, pasta roja, gr. bl., coc. 4.
13 3277 EII 6-7 15 Ánfora local, pasta marrón, cor. gris, ext. crema, coc. 4.
14 3323 EII 6-7 15 Ánfora local, pasta roja, cor. gris, gr. bl., eng. crema, coc. 4.
15 3263 EII 6-7 15 Ánfora local, pasta roja, gr. bl., eng. crema, coc. 4.
16 3260 EII 6-7 15 Olla, pasta roja-3, sec. gris, gr. bl. y ose., coc. 3.
17 3300 EII 6-7 15 Tinaja, pasta roja-I, gr. bl., coc. 3.
18 3293 EII 6-7 15 Olla, pasta roja-3, gr. bl., coc. 3.
19 3312 EII 6-7 15 Olla, pasta roja-3, gr. 61., coc. 3.
20 3314 EII 6-7 15 Olla, pasta roja-3, gr. silíceos, coc. 3.
21 3255 EII 6-7 15 Olla, pasta roja-3, cor. gris, gr. 61., coc. 3.
22 3272 EII 6-7 15 Olla, pasta roja-3, cor. marrón, gr. 61., coc. 3.
23 3504 EII 6-7 15 Escudilla, pasta marrón, coc. 3.
24 3248 EII 6-7 15 Marmita, pasta roja-3, gr. bl., cor. marrón, coc. 3.
25 3297 EII 6-7 15 Olla, pasta marrón, gr. silíceos, coc. 3.
26 3286 EII 6-7 15 Marmita (?), pasta crema, sec. ose., gr. 61., coc. 4.
27 3278 EII 6-7 15 Jarro, pasta roja-l , cor. gris, gr. bl., coc. 4.
28 3283 EII 6-7 15 Jarro, pasta crema, sec. gris, gr. bl., coc. 4.
29 3907 EII 6-7 17 Jarro, pasta roja, ext. crema, coc. 4.
30 3999 EII 6-7 15 Jarro, pasta crema, gr. 61., coc. 4.
31 3264 EII 6-7 15 Cantarillo, pasta roja-L, gr. 61. y ose., coc. 4.
32 3906 EII 6-7 15 Ungüentario, pasta roja anaranjada, coc. 4.
33 3276 EII 6-7 15 Ungüentario, pasta roja-I, sec. gris, gr. 61., coc. 4.
34 3262 EII 6-7 15 Ungüentario, rojo, ext. crema, sec. gris, gr. 61.
35 3901 EII 6-7 15 Platillo, pasta roja, gr. 61. y ose.
36 3328 EII 6-7 15 Platillo, pasta crema, coc. 4.
37 3320 EII 6-7 15 Platillo, pasta roja-I, gr. bl., coc. 4.
38 3257 EII 6-7 15 Platillo, pasta crema, gr., coc. 3.
39 3905 EII 6-7 15 Platillo, pasta crema rosada, coc. 4.
40 3903 EII 6-7 15 Lucerna, pasta roja-L, coc. 4.
41 3288 EII 6-7 15 Ungüentario, pasta crema, sec. gris, gr. ose. y 61., coc. 3.
42 3304 EII 6-7 15 Platillo, pasta crema, gr. bl., coc. 4.
43 3302 EII 6-7 15 Platillo, pasta roja, gr., coc. 4.
47 3325 EII 6-7 15 Platillo, pasta crema-3, ext. amarillento, gr.
45 3287 EII 6-7 15 Platillo, pasta crema, gr. bl., coc. 4.
46 3909 EII 6-7 15 Vasija de medir de piedra dulce.
47 3324 EII 6-7 15 Cuenta de collar, pasta crema ose., gr. 61., coc. 2.
48 3279 EII 6-7 15 Escudilla de piedra dulce, blanca.
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217
LA CERÁMICA
Lám. VIII
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218 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina IX
1 3352 EII 6 13 Tinaja, pasta roja, cor. gris, gr. 61., coc. 4.
2 3384 EII 6 13 Escudilla, pasta marrón, gr. 61., eng. marfil, coc. 4.
3 3387 EII 6 13 Escudilla, pasta roja-1, gr. 61., coc. 4.
4 3349 EII 6 13 Crátera, pasta marrón, gr. 61., coc. 3.
5 3391 EII 6 13 Jarro (?), pasta roja-3, cor, gris, gr. 61. y ose., coc. 4.
6 3347 EII 6 13 Tinaja, pasta roja-3, cor. gris, gr. 61.
7 3353 EII 6 13 Ánfora local, pasta roja, gr. 61., coc. 4.
8 3362 EII 6 13 Ánfora, pasta marrón, gr. 61., coc. 4.
9 3355 EII 6 13 Ánfora local, pasta roja-L, cor. crema, gr. 61., coc. 4.
10 3400 EII 6 13 Ánfora local, pasta roja. gr. 61., coc. 4.
11 3393 EII 6 13 Ánfora local, pasta marrón, cor. gris, gr. 61., coc. 4.
12 3361 EII 6 13 Ánfora local, pasta roja-I, cor. gris, coc. 4.
13 3360 EII 6 13 Ánfora local, pasta gris, ext. crema, gr. 61., coc. 4.
14 3363 EII 6 13 Ánfora local, pasta marrón, cor. gris, gr. 61., coc. 3.
15 3354 EII 6 13 Tinaja, pasta marrón, gr. 61., coc. 4.
16 3780 EII 6 13 Jarro, pasta roja, ext. rosa, gr. 61., coc. 4.
17 3359 EII 6 13 Jarro (?), pasta roja-I , cor. crema, gr. 61., coc. 4.
18 3408 EII 6 13 Olla, pasta roja, cor. gris, gr. 61., coc. 3.
19 3351 EII 6 13 Olla, pasta roja-3, cor. gris, gr., coc. 4.
20 3366 EII 6 13 Olla, pasta roja-3, gr. silíceos, coc. 3.
21 3345 EII 6 13 Olla, pasta roja, sec. gris, ext, ocre, coc. 4.
22 3404 EII 6 13 Jarro, pasta marrón, gr. 61. y ose., coc. 4.
23 3584 EII 6 13 Jarro, pasta roja-l , cor. marrón, gr., eng. crema, coc. 4.
24 3399 EII 6 13 Ungüentario, crema, gr. ose.
25 3373 EII 6 13 Ungüentario, pasta roja, eng. crema, gr. 61., coc. 4.
26 3344 EII 6 13 Cantimplora, pasta marrón, eng. crema, gr. 61., coc. 4.
27 3371 EII 6 13 Base de ánfora (?), pasta roja-3, cor. crema, gr. 61., coc. 3.
28 3357 EII 6 13 Platillo, pasta crema, coc. 4.
29 3389 EII 6 13 Escudilla, pasta crema, sec. marrón, fino, gr. ose. y 61., coc. 4.
30 3374 EII 6 13 Vidrio azul-verdoso.
LA CERÁMICA 219
Lám. IX
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220 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina X
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
Lám. X
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222 EL CALVARJO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XI
Nº Reg. Área Nivel Descripción
Lám. XI
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224 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XII
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
Lám. XII
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10cm
226 EL CALVARJO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XIII
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
1 098 EII 1 8-1 Ánfora local, pasta roja, cor. gris, gr. bl., coc. 4.
2 045 EII 1 8-1 Ánfora local, pasta roja-3, cor. gris, gr. bl., coc. 4.
3 046 EII 1 8-1 Ánfora local, pasta roja-l , cor. gris, gr. ose. y bl., coc. 4.
4 0213 EII 1 8-1 Ánfora local, pasta roja-I, eng. crema, gr. bl. y ose., coc. 4.
5 035 EII 1 8-1 Ánfora local, pasta roja-3, sec. gris, gr. bl. y ose., coc. 4.
6 059 EII 1 8-1 Ánfora local marrón, cor. gris, gr. bl. y ose., coc. 4.
7 039 EII 1 8-1 Ánfora local, pasea crema, gr. ose., coc. 4.
8 038 EII 1 8-1 Ánfora local, pasta crema, sec. gris, gr. bl. y ose., coc. 4.
9 0269 E II 1 8-1 Ánfora local, pasta roja-L, gr. bl., coc. 4, eng. crema.
10 068 EII 1 8-1 Ánfora local, pasta roja, gr. bl., coc. 4.
11 051 EII 1 8-1 Botella, pasta roja-l , gr. bl., eng. crema.
12 036 EII 1 8-1 Ánfora local, pasta crema, gr. ose. y bl., coc. 4.
13 0241 EII 1 8-1 Ánfora local, pasta roja, cor. gris, gr. bl., coc. 4.
14 3730 EII 1 8-1 Ánfora local, pasta roja, gr. bl., coc. 4.
LA CERÁMICA 227 t
Lám. XIII·
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228 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XIV
Nº Reg. Área Nivel Descripción
7 0106 EII 8-1 Olla, pasta marrón, gr. silíceos, áspero, coc. 3.
8 0236 E II 8-1 Botijo (?), pasta crema, eng. marrón, fino, coc. 4.
Lám. XIV
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230 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XV
011 EII 8-1 Jarro, pasta rosada, cor. crema, gr. 61. y ose., coc. 4.
2 012 EII 8-1 Jarro, pasta marrón, sec. rosada, gr. 61. y ose., áspero, coc. 3.
3 023 EII 8-1 Olla, pasta roja-3, gr. silíceos, áspero, coc. 3.
4 026 EII 8-1 Cacerola, pasta marrón, gr. 61. y ose., áspero, coc. 3.
5 024 EII 8-1 Olla, pasta marrón, gr. silíceos, coc. 3.
6 041 EII 8-1 Jarro, pasta roja-L, eng. crema, gr. 61., coc. 4.
7 013 EII 8-1 Jarro, pasta rosa, eng. crema, gr. 61., coc. 4.
8 014 EII 8-1 Jarro, pasta rosa, eng. crema, gr. bl., coc. 4.
9 017 EII 8-1 Jarro, pasta crema, gr. ose. y bl., coc. 3.
10 015 EII 8-1 Jarro, pasta crema, gr. ose. y 61., coc. 4.
11 025 EII 8-1 Olla, pasta marrón, gr. silíceos, áspero, coc. 4.
12 016 EII 8-1 Jarro, pasta roja-l , cor. gris, eng. marrón, gr. bl., coc. 4.
13 020 EII 8-1 Escudilla, pasta roja-rosada, gr. bl. y ose., coc. 3.
14 018 EII 8-1 Botella, pasta roja-1, gr. bl. y ose., coc. 4.
15 019 EII 8-1 Botella, pasta crema, gr. ose. y bl., coc. 3.
16 021 EII 8-1 Perola, pasta roja-l , gr. bl. ose. y bl., coc. 3.
17 040 EII 8-1 Barreño, pasta roja-I, eng. crema, gr. bl., coc. 4.
18 030 EII 8-1 Barreño, pasta naranja, gr. bl. y ose., coc. 3.
19 031 EII 8-1 Barreño, pasta marrón, gr. silíceos, áspero, coc. 3.
20 027 EII 8-1 Barreño, pasta crema, gr. ose. y 61., eng. crema, coc. 4.
21 028 EII 8-1 Barreño, pasta crema, eng. crema, sec. gris, gr., coc. 4.
22 032 EII 8-1 Barreño, pasta naranja, sec. gris, gr. bl. y ose., coc. 4.
23 029 EII 8-1 Barreño, pasta crema, sec. gris, gr. ose. y bl., coc. 4.
J.,ACEAAMICA 231
Lám. XV
3
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232 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XVI
Nº Reg. Área Nivel Descripción
1 5408 EII 8-4 Barreño, pasta roja, gr. silíceos y ose., coc. 3.
2 091 EII 8-4 Barreño, pasta roja, sec. marrón, gr. ose. y bl., coc. 4.
3 0235 EII 8-4 Barreño, pasta roja-L, sec. gris, gr. bl. y ose., coc. 4.
4 0227 EII 8-4 Barreño, pasta crema, sec. gris, gr. bl. y ose.
5 0220 EII 8-4 Barreño, pasta roja, cor. marrón, gr. bl., pint. marrón, coc. 4.
6 060 EII 8-4 Barreño, pasta marrón, gr. silíceos y ose., coc. 3.
7 086 EII 8-4 Barreño, pasta roja, sec. marrón, eng. crema, gr. bl., coc. 4.
8 083 EII 8-4 Barreño, pasta marrón, eng. crema, gr. silíceos, coc. 3.
9 0224 EII 8-4 Barreño, pasta crema, eng. crema, gr. bl. y ose., coc. 4.
10 078 EII 8-4 Barreño, pasta marrón, eng. crema, gr. ose y 61., coc. 4.
11 071 EII 8-4 Barreño, pasta marrón, cor. gris, eng. crema, gr., coc. 4.
12 056 EII 8-4 Barreño, pasta roja-L, sec. crema, eng. crema, gr., coc. 4.
13 079 EII 8-4 Cazuela, pasta roja, cor. marrón, gr. bl., eng. crema, coc. 4.
14 0105 EII 8-4 Plato, pasta roja, eng. rojo-3, sec. gris, gr. bl., coc. 4.
15 0227 EII 8-4 Escudilla, pasta gris, gr. bl., coc. 3, eng. crema.
16 0204 EII 8-4 Escudilla, pasta roja, eng. marrón, gr. bl., coc. 4.
17 0247 EII 8-4 Escudilla, pasta roja-L, cor. gris, pinr. marrón, coc. 4.
18 2057 EII 8-4 Plato, pseudosigillata, pasta roja, cor. gris, pint. marrón.
19 3575 EII 8-4 Plato, pasta marrón, sigillata, eng. rojo liso, coc. 4.
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LACERAMICA 233
Lám. XVI
E 11. 1 . 8-4
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234 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XVII
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Lám. XVII
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236 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XVIII
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
Lám. XVIII
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EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
238
Lámina XIX
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
1 538 CII 1 23 Tinaja (?), pasta roja-3, sec. gris, gr. bl., coc. 3.
536 CII 1 23 Cazuela, pasta roja-3, sec. marrón, gr. bl. y ose, coc. 3.
5
6 549 CII 1 ·23 Jarra, pasta roja, cor. gris, gr. ose. y bl., coc. 4.
443 CII 1 23 Jarra, pasta roja, eng. crema, gr. ose. y 61., coc. 4.
7
8 413 CII 1 23 Jarra, pasta roja-1, gr. 61. y ose., coc. 4.
327 CII 1 23 Jarra, pasta gris, eng. crema, gr. 61. y ose., coc. 4.
9
425 CII 1 23 Jarra, pasta roja-1, sec. gris, eng. crema, gr., coc. 4.
10
11 428 CII 1 23 Jarra, pasta roja, cor. gris, eng. crema, gr., coc. 4.
12 423 CII 1 23 Jarra, pasta roja, sec. gris, eng. crema, gr., coc. 4.
18 547 CII 1 23 Marmita, pasta roja-3, cor. gris, gr. 61., coc. 3.
21 582 CII 1 23 Cazuela, pasta roja-3, gr., coc. 3, ext. restos de fuego.
22 564 CII 1 23 Plato (?), pasta roja-1, eng. crema, gr. 61.
Lám. XIX
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240 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XX
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
5 527 CII 1 22 Ánfora local, pasta roja, cor. gris, eng. crema, gr., coc. 4.
6 089 CII 1 22 Ánfora local, pasta grisácea, eng. crema, gr., coc. 4.
7 012 CII 1 22 Ánfora local, pasta rosada, cor. gris, gr., coc. 4.
8 047 CII 1 22 Ánfora local, pasta marrón, gr. 61. y ose.
9 013 CII 1 22 Olla, pasta roja-3, cor. gris, gr. bl., coc. 3.
10 045 CII 1 22 Olla, pasta roja-3, gr. bl. y ose., coc. 3.
11 502 CII 1 22 Olla, pasta roja-3, gr. 61. y ose., coc. 3.
12 011 CII 1 22 Platillo, pasta crema, gr., coc. 4.
13 010 CII 1 22 Platillo, pasta crema, gr. bl. y ose., coc. 4.
14 057 CII 1 22 Plato, sigillata crema, pint. roja, coc. 4.
14 091 CII 1 22 Ungüentario, gris osc., gr. ose. y 61., coc. 4.
15 072 CII 1 22 Lucerna, pasta rosada, eng. crema, gr., coc. 3.
16 494 CII 1 21 Ánfora local, pasta marrón, sec. gris, gr., coc. 4.
17 022 CII 1 21 Ánfora local, pasta roja, ext. rosáceo, gr. bl., coc. 4.
18 021 CII 1 21 Ánfora local, pasta rosada, eng. crema, gr. 61., coc. 4.
19 015 CII 1 21 Ánfora local, pasta gris, gr. 61. y ose., coc. 4.
20 016 CII 1 21 Ánfora loc., pasta marrón, eng. crema, gr., coc. 4.
21 043 CII 1 21 Ánfora local, pasta crema, sec., gris, gr. bl., coc. 4.
22 038 CII 1 21 Olla, pasta roja-3, gr. ose., coc. 4.
23 503 CII 1 21 Olla, pasta roja-3, cor. gris, gr. ose., coc. 3.
24 500 CII 1 21 Ánfora, pasea roja-3, gr. negros y 61., coc. 3.
25 018 CII 1 21 Tapadera (?), pasea crema, gr. osc., coc. 3.
26 019 CII 1 21 Olla, pasea roja-3, gr. bl., coc. 3.
27 017 CII 1 21 Cantarillo (aguamanil?), pasta rosada, gr. bl., coc. 4.
28 020 CII 1 21 Cantarillo, pasea crema, sec. gris, gr. bl. y osc., coc. 4.
29 014 CII 1 21 Escudilla (?), sigiflata crema, pinr. roja-3, coc. 3.
LA CERÁMICA 241
Lám. XX
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242 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXI
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
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244 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXII
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
1 429 CII 1 17 Escudilla, pasta crema ose., gr. 61. y silíceos, coc. 2.
2 431 CII 1 17 Escudilla, pasta marrón.
3 388 CII 1 17 Escudilla, pasta roja-3.
4 436 CII 1 17 Tinaja (?), pasta crema, sec. grisácea, gr. 61.
5 378 CII 1 17 Jarra, pasta rosada, eng. crema, gr. 61. y ose., coc. 4.
6 384 CII 1 17 Anforilla (?), pasta roja-3, sec., gris, gr., coc. 4.
7 381 CII 1 17 Ungüentario, pasta roja-I, pint. crema, gr., coc. 3.
8 374 CII 1 17 Tinaja, pasta crema, gr. 61.
9 301 CII 1 17 Ungüentario, pasta roja-3, gr. 61. y ose., coc. 4.
10 396 CII 1 17 Ánfora local, pasta marrón, ext. crema, gr. 61. y ose., coc. 4.
11 376 CII 1 17 Ánfora local, pasta roja-l , ext, crema, gr. 61., coc. 4.
12 379 CII 1 17 Ánfora local, pasta roja-3, sec. gris, eng. crema, gr., coc. 4.
13 430 CII 1 17 Ánfora local, pasta roja, sec. gris, gr. ose. y 61., coc. 4.
14 390 CII 1 17 Ánfora local, pasta marrón, sec. gris, ext. crema, gr., coc. 4.
15 438 CII 1 17 Ánfora local, pasta roja-I, gr. 61., coc. 4.
16 410 CII 1 17 Ungüentario, pasta crema, gr. 61. y ose., coc. 4.
17 412 CII 1 17 Ánfora local, pasta crema, gr. negros, coc. 3.
18 493 CII 1 17 Ánfora local, pasta crema, sec. gris, gr. 61., coc. 3.
19 399 CII 1 17 Ungüentario (?), pasea roja, gr. 61., coc. 4.
20 392 CII 1 17 Olla, pasta roja, ext. gris, coc. 4.
21 397 CII 1 17 Ánfora local, pasta crema, sec. gris, gr. 61., coc. 4.
22 387 CII 1 17 Ánfora local, pasta roja, ext. crema, gr. 61., coc. 4.
23 415 CII 1 17 Ánfora (?), pasta roja-3, coc. 4.
24 393 CII 1 17 Ánfora (?), pasta crema, gr., ose., coc. 4.
25 389 CII 1 17 Cantarillo, azulado, coc. 3.
26 377 CII 1 17 Ánfora, pasea marrón, sec. gris, gr. ose., coc. 4.
27 419 CII 1 17 Cantarillo (?) o ungüentario, roja-Z, gr. ose., coc. 4.
28 390 CII 1 17 Escudilla (?), roja, eng. crema, coc. 4.
29 499 CII 1 17 Olla, pasea roja-3, sec. marrón, gr., coc. 3.
30 409 CII 1 17 Olla, pasea roja-3, cor. gris, gr. 61., coc. 3.
31 434 CII 1 17 Olla, pasta roja-3, gr. bl. y negros, coc. 3.
32 313 CII 1 17 Escudilla, sigillata amarilla, pint. roja.
33 403 CII 1 17 Platillo, pasta marrón, gr. 61., coc. 4.
34 371 CII 1 17 Marmita, pasta roja-3, gr. 61., coc. 3.
35 428 CII 1 17 Frasco, pasta crema, coc. 4.
36 375 CII 1 17 Platillo, pasta roja, ext. crema, coc. 4.
37 395 CII 1 17 Barreño, pasta roja, ext. crema, gr. 61. y ose., coc. 4.
38 370 CII 1 17 Barreño, pasta marrón, eng. crema, gr. ose. y 61., coc. 4.
39 387 CII 1 17 Escudilla, pasta crema, coc. 4.
40 380 CII 1 17 Escudilla, pasta crema verdosa, pint. ose. int. y ext.
41 333 CII 1 17 Escudilla, pasta marrón, gr. ose., coc. 3.
42 332 CII 1 17 Ungüentario (?), pasta crema, gr. 61., coc. 2.
43 382 CII 1 17 Lucerna, pasta crema rosácea, gr. 61., coc. 3. 1 'll
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Lám. XXII
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246 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXIII
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
1 350 CII 1 16 Lucerna, pasea roja-l , pint. roja, gr. 61. y osc., coc. 4.
2 364 CII 1 16 Lucerna, pasta roja-l , pint. roja, gr. 61. y ose., coc. 4.
3 428 CII 1 16 Vidrio.
4 314 CII 1 16 Olla, pasea marrón-3, gr. negros, coc. 3.
5 327 CII 1 16 Escudilla, pasta roja-3, eng. 61. marfil, gr., coc. 3.
6 317 CII 1 16 Crátera, pasta roja-3, gr. 61. y osc., coc. 4.
7 321 CII 1 16 Ánfora local, pasta roja-3, gr. 61. y ose.
8 277 CII 1 16 Ánfora local, pasta roja-L, sec. gris, eng. crema, coc. 4.
9 305 CII 1 16 Ánfora local, pasta crema, gr. 61., coc. 4.
10 256 CII 1 16 Ánfora local, pasta gris, ext. crema, gr. 61. y ose., coc. 4.
11 290 CII 1 16 Ánfora local, pasta rosada, eng. crema, gr. ose., coc. 4.
12 313 CII 1 16 Ánfora local, pasta roja-L, eng. crema, gr. 61. y osc., coc. 4.
13 292 CII 1 16 Ánfora local, pasta marrón, ext. rojizo, gr., coc. 4.
14 266 CII 1 16 Ánfora local, ext. crema verdoso, gr. 61. y negro, coc. 4.
15 311 CII 1 16 Ánfora local, crema, sec. marrón, gr. 61., coc 4.
16 281 CII 1 16 Ánfora local, pasta rosada, sec. gris, eng. crema, gr., coc. 4.
17 299 CII 1 16 Ánfora local, pasta roja-l , gr. 61., coc. 4.
18 263 CII 1 16 Ánfora local, pasta marrón, ext. crema, gr. ose. y 61., coc. 4.
19 286 CII 1 16 Ánfora local, pasta roja, cor. marrón, gr. 61. y osc., coc. 4.
20 250 CII 1 16 Ánfora local, pasta roja, cor. gris, ext. crema, gr., coc. 4.
21 304 CII 1 16 Ánfora local, pasta roja, ext. crema, coc. 4.
22 300 CII 1 16 Ánfora local, pasta roja, ext. crema, gr. 61. y osc., coc. 4.
23 320 CII 1 16 Ánfora (?) local, pasta crema, gr. ose., coc. 4.
24 291 CII 1 16 Cantarillo, pasta roja, pinr, ocre, gr. 61., coc. 4.
25 296 CII 1 16 Tinaja, pasta anaranjada, gr. 61. y ose., coc. 3.
26 377 CII 1 16 Olla, pasta roja-3, cor. gris, coc. 3.
27 315 CII 1 16 Olla, pasta roja-3, coc. 3.
28 316 CII 1 16 Olla, pasta roja-3, coc. 3.
29 323 CII 1 16 Cazuela (tapadera"), pasta roja-3, gr. ose. y 61., coc. 3.
30 385 CII 1 16 Olla, pasta roja-3, gr. 61., coc. 4.
31 392 CII 1 16 Olla, pasta roja-3, cor. gris, gr. 61. y ose., coc. 3.
32 340 CII 1 16 Olla, pasta marrón-3, gr. de sílice y osc., coc. 3.
33 259 CII 1 16 Marmita, pasta roja-3, sec. marrón, coc. 4.
34 274 CII 1 16 Escudilla (?), pasta crema, sec. gris, gr. 61.
35 295 CII 1 16 Plato, pasta marrón, pintura roja, coc. 2.
36 307 CII 1 16 Escudilla, pasta roja-3, sec. gris, coc. 4.
37 326 CII 1 16 Platillo, pasta roja, ext. crema, coc. 4.
38 319 CII 1 16 Escudilla, pasta roja, sec. marrón, coc. 3.
39 294 CII 1 16 Marmita, pasta crema, gr. ose. y 61., coc. 4.
40 260 CII 1 16 Platillo, pasta roja, eng. crema, coc. 4.
41 312 CII 1 16 Platillo, pasta roja-l , coc. 4.
42 417 CII 1 16 Platillo, pasta roja-l , eng. crema, coc. 4.
43 275 CII 1 16 Platillo, pasta roja-l , coc. 4. 1 ¡,
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Lám. XXIII
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Lámina XXIV
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252 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXVI
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
Lám. XXVI
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254 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXVII
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
9 71 CII 1 8 Barreño, pasta roja, ext. gris, gr. bl. y ose., coc. 4.
10 74 CII 1 8 Barreño, pasta rosa, sec. gris, gr. 61. y ose., coc. 4.
11 107 CII 1 8 Barreño, pasta crema, gr. bl. y ose., coc. 4.
12 101 CII 1 8 Jarra, pasta roja-1, ext. crema, gr. ose. y 61., coc. 4.
13 72 CII 1 8 Barreño, pasta crema, gr. bl. y negros, coc. 4.
14 28 CII 1 8 Jarro, pasta roja-1, gr. bl. y ose., coc. 4.
15 61 CII 1 8 Escudilla, pasta crema, coc. 3.
16 85 CII 1 8 Escudilla, pasta crema, pint. marrón-3, coc. 3.
17 117 CII 1 7 Lucerna pasea roja-1, pinr, roja-3, gr. bl., coc. 4.
18 18 CII 1 7 Lucerna, pasta crema, pint. roja-3.
19 115 CII 1 7 Lucerna, pasta crema, pim. roja-3, gr. bl. y ose., coc. 2.
20 116 CII 1 7 Lucerna, pasta crema, pint. roja-3, coc. 3.
21 34 CII 1 7 Ánfora local, pasta rosada, ext. crema, gr. bl., coc. 4.
22 19 CII 1 7 Cacerola, pasta roja-3, gr., coc. 3.
23 63 CII 1 7 Ánfora (asa).
24 27 CII 1 7 Ánfora, pasta roja-3, gr. ose. y de mica, coc. 2.
25 38 CII 1 7 Escudilla, pasta roja, eng. rosado, gr. bl., coc. 4.
26 6 CII 1 7 Tinaja, pasta crema osc., eng. crema, gr. bl., coc. 4.
27 31 CII 1 7 Escudilla, pasta roja, pint. marrón, gr. bl. y osc., coc. 4.
28 5 CII 1 7 Cazuela, pasta crema, pint. marrón, gr. ose. y bl., coc. 4.
29 3 CII 1 7 Barreño, pasta marrón, gr. ose. y bl., coc. 4.
30 39 CII 1 7 Barreño, pasta roja, cor. gris, ext. crema, gr., coc. 4.
31 36 CII 1 7 Barreño, pasta crema, sec. gris, gr. ose. y bl., coc. 4.
32 32 CII 1 7 Sartén (mango), pasta roja-3, gr., áspero, coc. 3.
33 9 CII 1 7 Ungüentario, pasta roja-3, gr. de sílice, coc. 3.
34 15 CII 1 7 Escudilla, pasta crema, gr. ose. y 61., coc. 4.
35 30 CII 1 7 Aguamanil, pasta crema, pint. marrón, coc. 4 (sin escala).
LA CERÁMICA 255
Lám. XXVII
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256 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXVIII
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
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258 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXIX
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Lámina XXX
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262 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXXI
El horno 3
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
Lám. XXXI
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264 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXXII
Nº Reg. Área Locus Nivel Descripción
Lám. XXXII
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266 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXXIII
Nº Reg. Área Descripción
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Lámina XXXIV
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270 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXXV
Gruta (C 111)
LA CERÁMICA 271
Lám. XXXV
e 111 • 3 (Sobre el Banco 6)
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272 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXXVI
Nº Reg. Área Nivel Descripción
Lám.XXXVI
E I y 11
13
274 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXXVII
Nº Reg. Área Nivel Descripción
1 CI Fase l.ª
2 0596 CI Fase l.ª Teja de canal, pasta marrón, gr. vícr., coc. 4.
3 0595 CI Fase l.ª Teja de canal, pasta crema, gr. vítr., coc. 3.
4 0592 CI Fase l.ª Teja de canal, pasta marrón-crema, gr. vítr.
5 0589 CI Fase l.ª Ladrillo, pasta marrón, gr. vítr., coc. 3.
6 0593 CI Fase l.ª Teja de canal, pasta crema, coc. 3.
7 0591 CI Fase l.ª Teja de canal, pasta crema, coc. 4.
8 0594 CI Fase l.ª Teja de canal, pasea marrón, coc. 4.
9 0587 CI Fase l.ª Teja plana, pasta crema, gr. vítr., coc. 4.
10 0581 CI Fase l.ª Teja plana, pasta crema, coc. 3.
11 0584 CII 10 Teja plana, pasta crema-rosada, gr. vícr., coc. 4.
12 0586 CII Fase l.• Teja plana, pasta crema-marrón, gr. vítr., coc 4.
13 0585 CI Fase l.ª Teja plana, pasea crema, gr. vítr., coc 4.
14 0590 CI Fase l.ª Teja plana, pasta crema, gr. vítr., coc. 4.
15 0840 CII 7 Teja plana, pasta crema, coc. 3.
16 0582 CI Fase l.ª Teja plana, pasta crema, gr. ferruginosos, coc. 3.
17 0583 CI Fase l.• Teja plana, pasta rosada, gr. vítr., coc. 4.
18 0693 CII 7 Teja plana, pasta crema, coc. 3.
19 0785 CII 9 Teja plana, pasta crema, gr. ose. y de caliza, coc. 4.
20 0753 CII 9 Teja plana, pasta crema, gr. ose. y bl., coc. 4.
LA CERÁMICA 275
LámXXXVII
e I y 11
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276 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lámina XXXVIII
Nº Reg. Área Nivel Descripción
Lám. XXXVIII
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46.5 cm
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VIII
Estudio de la cerámica
Sabemos que en el subsuelo de la basílica del estudio de la misma. Evidentemente, esa despreo-
Santo Sepulcro se ha encontrado mucha cerámi- cupación ha sido un error importante, ya difícil-
ca, pero hasta la fecha, que sepamos, no se ha mente subsanable para algunos lugares excavados
publicado ningún estudio de la misma. Todo lo dentro de la basílica. Aún más, habida cuenta de
que se conoce son algunos fragmentos sueltos re- la escasez de otros materiales, la cerámica, muy
producidos fotográficamente por V Corbo I y 22 abundante, constituye en este caso un elemento
dibujos más de pequeños fragmentos, creemos básico imprescindible para intentar hacer un es-
que intencionadamente elegidos, publicados por tudio serio de la cronología del lugar4•
M. Broshi-G. Barkay2• Esta es la razón por la Cierto, las excavaciones han puesto de mani-
que nos hemos esmerado en subsanar esta falta, fiesto la existencia de un terraplenado bajo el pa-
en la medida de lo posible3• Se sabe muy poco vimento de la basílica, pero esta realidad exige,
de la cerámica hallada en el subsuelo de la basí- como cualquier constatación arqueológica, un
lica del Santo Sepulcro. No obstante este desco- detenido análisis y no hacer afirmaciones gratui-
nocimiento, y sin pruebas contrastadas, se han tas al servicio de la propia conveniencia. Eviden-
hecho afirmaciones que no podemos compartir. temente, entre los interrogantes que plantea la
Se ha afirmado repetidamente, por ejemplo, que presencia de un relleno de escombros bajo el pa-
la cantera sobre la que está edificada la basílica es vimento de la actual basílica cruzada están los del
del período del Hierro II, porque allí ha apareci- cuándo y quién lo realizó, pues históricamente se
do cerámica de ese período, sin saber de dónde sabe que allí hay restos de construcciones super-
procede, pero sobre todo sin conocer el contex- puestas, mencionadas además por fuentes histó-
to. Con semejante criterio, falto de seriedad ricas, aunque algunas apenas conocidas. Por esto
científica, cualquiera podría decir que son cante- y por otras razones es capital un detallado estu-
ras del período bizantino, porque también se ha dio estratigráfico de los materiales encontrados.
encontrado cerámica bizantina en el lecho de la Y éstos pueden estar en un pavimento, debajo de
misma.
él o en cualquier otro nivel, no importa cómo se
Se han hecho afirmaciones apoyadas en la ce- haya formado, también si es el fruto de un terra-
rámica, pero nadie se ha preocupado de hacer un plenado.
1
Cf. V. CüRBO, JI Santo Sepolcro di Gerusalemme, vol. III, 4
Lamentamos que V. Corbo no comprendiera esto, por-
fotos 24, 25 y 204. que, según testimonio oral del propio Corbo, encontró mu-
2
«Excavations in the Chapel of St. Vartan in the Holy Se- cha cerámica en los sectores que él excavó, y quizá esté toda-
pulchre», IEf 35 (1985) 114 y 117. Véase lo dicho en págs. vía en alguna parte, pues en cierta ocasión me la ofreció para
69ss. que la estudiase. Pero no hubiera servido de mucho si se con-
3
El arquitecto griego Sr. Economopoulos tuvo la intención sidera que en su excavación Corbo no tuvo en cuenta la es-
de publicar la cerámica aparecida en la fase 1 de la excavación tratigrafía, por la razón de que -según él- en el subsuelo de la
del Calvario (nuestro sector C II) y no sé si la encontrada en basílica no existe tal estratigrafía. Es extraño que, sin embar-
E I de la propiedad armenia, porque también allí estuvo reco- go, en diferentes pasajes de su obra distingue diferentes ni-
giendo datos. Ignoramos si lo ha hecho. veles.
280 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
En este capítulo se estudia únicamente la cerá- recogido, sino sólo una parte, pero en ella está re-
mica encontrada en las áreas E y C. En las lámi- presentada toda la gama tipológica de cada uno
nas !-XXXVIII de dibujos de cerámica del capítu- de los niveles de la segunda fase, es decir, la exca-
lo anterior, se ha seguido un orden estratigráfico, vada por nosotros (láminas I-IV y VII-XVII, en el
que nos parece de capital importancia, de forma área E I y II), y una selección de la cerámica pro-
que el estudioso puede averiguar fácilmente de cedente de la fase de vaciado de escombros reali-
dónde procede cada fragmento confrontando con zada con anterioridad en E I (láminas V y VI).
la sección correspondiente. Así cada uno puede Y lo mismo respecto del área C. Las láminas
sacar sus propias conclusiones. XVIII-XXXII y XXXV-XXXVII contienen mate-
En este capítulo se seguirá un método com- rial estratificado, mientras que la XXXIII y XXXIV
parativo estudiando la cerámica según un orden son una selección del material recogido en C I
tipológico e intentando descubrir la cronología antes de iniciar nuestro trabajo allí.
de cada uno de los tipos que se estudian. 5. Habida cuenta de la mezcla de materiales
La historia de la excavación en el área E tiene de distintos períodos en la mayoría de los niveles,
muchos puntos en común con la excavación del no extrañará que estudiemos aquí únicamente la
área C. En este capítulo interesa, igualmente, de- cerámica tardía de los mismos, que, además, salvo
jar constancia del paralelismo estratigráfico halla- en un caso, es, con notable diferencia, la más
do en ambas áreas. Por esta razón estudiaremos la abundante y completa. Por otra parte, para el co-
cerámica conjuntamente siguiendo un método nocedor de la cerámica de esos períodos, la exten-
comparativo. sa reproducción gráfica que acompaña a este estu-
dio nos excusa de comentarios exhaustivos. De ahí
Pero antes de adentrarnos en el estudio cree-
que destacaremos algunos aspectos fundamentales
mos oportuno hacer algunas consideraciones pre-
y nos detendremos en los tipos que por su fre-
vias:
cuencia u otras razones pueden ser más útiles o
1. Debe tenerse presente a lo largo de todo decisivos para la reconstrucción de la cronología.
este capítulo que en muchos niveles, particular-
6. Éste es el motivo por el cual no hemos in-
mente en los compuestos por tierra rojiza de cam-
cluido los materiales más antiguos procedentes de
po, traída del exterior, se observa una mezcla
la fase previa a nuestro trabajo, tanto de E I como
constante de cerámica que abarca desde el perío-
de C I, ya que los encontramos amontonados y
do del Hierro hasta el período romano.
sin ninguna distinción o referencia estratigráfica
2. Consignada la presencia de esta mezcla, la de los mismos. Mientras que la cerámica tardía
tipología más interesante para nuestro estudio es, aun en este caso tiene un valor testimonial y cro-
evidentemente, la más tardía, por ser la única que nológico para saber cuál fue el último período en
puede aportar una cronología válida en relación a el que se hizo algo en estos ambientes, aunque
la explotación y al cierre de la cantera sobre la que sólo fuera depositar escombros.
se depositaron los escombros y en relación con el 7. Puede señalarse ya que los niveles 16-25
momento en que se hizo este terraplenado y con del área C presentan las mismas características de
la construcción de los muros, cuyos restos apare- formación que los niveles más profundos del área
cieron cubiertos por dichos escombros. E, siendo igualmente paralela la tipología cerámi-
3. Por este motivo, para mayor claridad, he- ca encontrada en ambos lugares. Unicamente la
mos preferido presentar la tipología cerámica se- fase siguiente a la del nivel 14 ( un suelo de tierra
parada, nivel por nivel, en las 35 láminas prime- batida y ceniza) del área C se compone de una
ras que la recogen. De esta forma esperamos serie de niveles de formación distinta que no tie-
ahorrar tiempo y esfuerzos al estudioso o lector ne paralelo en el área E.
que quiera consultarla, quienes podrán constatar 8. Finalmente, queremos dejar claro que en
fácilmente, con una simple mirada atenta, la di- ningún caso se ha podido relacionar la cerámica
ferencia y la evolución tipológica, si se diera el ca- de ningún período anterior al período romano,
so, siguiendo la secuencia estratigráfica. como única cerámica presente, con ningún nivel
4. Recordamos que la cerámica dibujada en de ocupación, ni de otra clase. Siempre la cerá-
las láminas !-XXXVIII, así como la reproducida mica de esos períodos ha aparecido asociada o
en fotografías, no representa el total del material mezclada con cerámica romana.
,.
ESTUDIO DE LA CERÁMICA 281
Estudiaremos primeramente la tipología pro- Las variantes 1.1, 1.2, 1.3, 1.4 y 1.5
cedente de las fases I y II, es decir, las más anti-
guas, estratigráficamente hablando: Estas variantes corresponden a una progresiva
I, niveles de utilización de la cantera. evolución de un modelo helenístico-asrnoneo que
II, el relleno o terraplenado más antiguo llena todo el siglo I d. C. y el primer tercio del II;
echado sobre la cantera. es decir, hasta la segunda Guerra Judía (135 d. C.).
En la varia~te 1. 1, aparte del engrosamiento
de la pared de la boca, es característico su repenti-
Tipo 1. Ánforas locales no estrechamiento en el cuello, el cual va desapa-
Son vasijas de cuerpo cilíndrico o piriforme, reciendo paulatinamente. En las áreas E y C del
cuello corto y estrecho, paredes delgadas y dos Santo Sepulcro esta variante sólo apareció en los
pequeñas asas en la espalda. Algunas variantes niveles profundos, los pertenecientes a los perío-
permiten seguir su evolución 5. dos primero y segundo, es decir, el de explotación
de la cantera y el del primer terraplenado de la zo-
No apareció ninguna completa. Pero, junta- 11
mente con las ollas, es el tipo más común de los na, sobre el lecho dejado por la cantera.
materiales encontrados. De los períodos primero Las tablas siguientes dan una idea de su pre-
y segundo, señalados más arriba, en los que la ti- sencia en las áreas excavadas, E y C.
El EII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn.
5
En nuestra obra La cerámica común romana de la Galilea ferimos cambiar ese nombre por el de ánfora local, aun cuando
(pp. 106-110 y 134-143) a esta vasija se le llama jarra, pero pre- sean notables sus diferencias con la forma de las ánforas clásicas.
282
EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Esta variante 1.1 es bien conocida en Jerusa- Concluyendo, parece que el uso de la varian-
lén, Judea y Transjordania desde el comienzo del te l. 1, cuya boca y cuello particularmente sufrie-
reinado de Herodes el Grande, con la primera va- ron una evolución continua, pudo empezar a fa-
riante hasta entrado el siglo II d. C. y con el res- bricarse hacia finales del período helenístico, en
to de variantes que siguieron. Aparece en la forta- su primera fase, y probablemente no sobrepasó la
leza del Maqueronte desde el período asmoneo y primera Guerra Judía. Hay que notar que los
continuó en el Herodion (fortaleza y ciudad) a lo ejemplares hallados tanto en E como en C co-
largo del período herodiano y en el tiempo trans-
rresponden a la última fase de la evolución de es-
currido entre las dos guerras judías, hasta el año
te tipo, la cual recorre el siglo I d. C. hasta bien
135 6• También estuvo en uso en Jerusalén 7• Se entrado el siglo II 14 mezclada con otras variantes
encontraron tres ejemplares en Jericó Herodiana,
cuyo desarrollo, iniciado un poco más tarde, con-
de la segunda mitad del siglo I a. C. e inicios del
tinúan paralelamente con la variante 1.1 hasta la
siglo Id. C., y un cuarto ejemplar está más en la
segunda Guerra Judía.
línea de la variante 1.2 8• En el nivel más reciente
de las tumbas del French Hill aparecieron varios Variante 1.2. En esta variante la boca tiende a
ejemplares datados por el contexto de finales del la línea vertical. Ha desaparecido el cuello hun-
siglo I a. C. a la primera mitad del siglo I d. C. 9 dido y en su lugar, en la base de la boca, aparece
Está bien representada en los materiales encon- un cordón saliente en el punto de encuentro de
trados en Betel, consideradas en su mayoría tardo- la boca y la espalda de la vasija. Éste es un deta-
helenísticas y sólo dos del primer período ro- lle común a diversas variantes que se distinguen
mano, no más tardías del 69 d. C., fecha de la por la forma del labio, las estrías de la espalda,
destrucción de Betel 10• Bajo el pavimento hero- etc. Tanto en el área E como en el área C esta
diano del Tyropeon aparecieron algunos ejempla- variante aparece en los mismos contextos que la
res 11• Finalmente, un ejemplar de Tel Goren (En- variante 1.1, como queda dicho. Es decir, en los
Gedi) de un nivel que abarca del siglo I a. C. a niveles profundos de la cantera o primer terra-
mediados del siglo I d. C. 12, y otro de Samaría de plenado. Su distribución puede verse en la tabla
un nivel datado del siglo I a. C. al siglo I d. C. 13 s1gu1ente:
6
S. LOFFREDA, La Cerámica di Macheronte e dell'Herodion, '° W F. ALBRIGHT-J. L. KELSO, «The Excavation of Betel»,
pp. 26-29 y 121-123; H. NETZER, Greater Herodium, p. 56, MSOR 39 (1968), láminas 69-70.
fig. 87, 1, y p. 112, pi. I, 1.2.6. 11
7 R. W HAMILTON, «Srreet levels in the Tyropoeon Va-
A. D. TUSHINGHAM, Excavations in Jerusalem 1961- lley», QDAP(l931-1932) 109: 8.11.
1967, vol. I, figs. 19, 29.32, 21, 38.40.44, etc. 12
B. MAzAR, M. DOTHAN, I. DUNAYEUSKI, The first and
8
E. NETZER-E. M. MEYERS, «Preliminary Repon on the second seasons ofExcavations (1961-1962), fig. 27, 2.
JoimJericho Excavation Project», BASOR228 (1977) 21: 19-22. 13
J. W CROWFOOT et alii, The Objects from Samaria, Sam-
9
J. F. STRANGE, «Late Hellenistic and Herodian ossuary ria-Sebaste, vol. III, fig. 69, 11.
Tombs, French Hill», BASOR219 (1974-1975) 15: 12-15. El "Cf. CCRG, tipo 1.3 y pp. 18lss.
n. 12 y quizá el n. 14 corresponden a la fase primera.
ESTUDIO DE LA CERÁMICA 283
Esta variante fue muy común a lo largo del si- No se la ha encontrado en el área E, pero es fre-
glo I d. C. y parte del II en Jerusalén, Judea y cuente en C II.
Transjordania. Corresponde a las variantes tipo
1.1, tipo 1.2, tipo 1.5, tipo 1.6 de nuestra tipolo-
gía 15 y del grupo 7 de ánforas del Maqueronte, en Tabla 3. Variante 1.3
el nivel contemporáneo de la primera Guerra Ju-
día 16; presente también en el Herodion durante el CII
período herodiano y entre las dos guerras ju- Locus Sección Nivel Lámina Nn.
días 17• Así, por ejemplo, en Jerusalén 18 en la tum-
ba de Jasón, considerada, con otras helenístico- 1 a-a 22 XX 13
herodianas, de «finales del período helenístico y 1 a-a 17 XXII 13
posterior» 19; en las tumbas helenístico-herodianas
del French Hill (31 a. C.-70 d. C.)2°. En las tum- 1 a-a 16 XXIII 12
bas del Sanedrín, de finales del siglo I a. C. al 70 2 Sur 14 XXVIII 21
d. C. 21; bajo el pavimento herodiano del Tyro- 2 Sur 12 XXIX 16.20
peon, del 37 al 4 a. C. 22; del siglo I d. C. en la
ciudadela de Jerusalén 23; en una tumba del mon- Para el conocimiento de esta variante 1.3 re-
te de los Olivos de la primera mitad del siglo I mitimos al estudio hecho en CCRG, tipo 1.2,
d. C. 24; en Hesbón, del primer período roma- págs. 134 y 180ss, donde se propone, como fechas
no 25; en Betel, en un nivel romano anterior al año más aproximadas de su utilización, la segunda mi-
70 d. C. 26; en algunas tumbas, igualmente de Je- tad del siglo I a. C. y la primera mitad del I d. C.
ricó, en un contexto de la primera mitad del siglo para la primera fase, y segunda mitad del I y pri-
I d. C. 27; en una tumba de Talpiot, al sur de Je- mer tercio del II d. C. para la segunda fase. En
rusalén 28; del siglo I d. C. en las excavaciones del efecto, en varias cuevas del desierto de Judea habi-
muro norte29 y en las del sur del templo; y en el tadas por refugiados de la segunda Guerra Judía se
palacio herodiano de Jerusalén 30; en la Jericó he- han encontrado, entre el ajuar utilizado por éstos
rodiana (Alayiq); en Ein Feshka II 31, del siglo I en sus escondites, algunos de los más evoluciona-
d. C., hasta el año 70; en el nivel II de Khirbet dos ejemplares de la variante 1.3 34. Esta variante
Qumran 32; y en Samaría, del siglo I o principios tiene excelentes y abundantes paralelos en la for-
del siglo I d. C. 33 De la segunda fase fueron en- taleza del Maqueronte35•
contrados varios ejemplares en las excavaciones Otras variantes. El n. 18 del nivel 17 (lámina
del sur del templo del período herodiano. XXII) es muy semejante a un fragmento de
Esta variante de ánfora local tiene la boca ver- Samaría del siglo I o comienzos del II d. C. 36 El
tical y el labio reforzado con un reborde exterior. n. 14 de E I.1 (lámina I) tiene un paralelo en
Ashdod «helenístico-romano» 37• El n. 11 de C janza que dichos ejemplares guardan con otros
II.I.16 (lámina XXIII) puede considerarse parale- encontrados en las cuevas del desierto de Judea,
lo de algunos ejemplares de Betel del siglo Id. C., datados de los siglos I-II d. C. 41 No conocemos
pero anteriores al año 7038, aunque, por la forma, paralelos del n. 17 de la lámina XX y, por consi-
está más cercano de una variante muy en uso en guiente, sólo tenemos como punto de referencia
Galilea desde mediados del siglo I a. C. a media- el propio contexto de C II, de donde procede.
dos del III d. C. 39 Finalmente el n. 11 de E II (lá-
mina IX) y el n. 16 de C II.1.21 (lámina XX),
ambos de boca corta, paredes gruesas y labio abul- Tipo 2. Ollas
tado y abierto, tienen sus más próximos paralelos
en el Herodion 40 de entre las dos guerras judías. Escas vasijas son de las más usuales entre el
Quizá más próximas a la segunda, por la seme- ajuar de cocina. En las excavaciones de la basílica
CII C III
Locus Sección Nivel Lamina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
1 a-a 24 XVIII 14-17 1 a-a Banco. 3 XXXV 3.5
1 a-a 23 XIX 15.16.19
1 a-a 22 XX 8.9
1 a-a 21 XX 23.26
1 a-a 20 XXI 5.6
1 a-a 19 XXI 16.17
1 a-a 17 XXII 29-31
1 a-a 16 XXIII 28
1 a-a 15 XXIV 13.14
2 Sur 16 XXVIII 5
2 Sur 14 XXVIII 24-26
2 Sur 13 XXIX 2
2 Sur 12 XXIX 24
37
M. DüTHAN, «Prelirninary Report on the excavations at 4
' C[ Y. AHARONI, «The Expedicion to rhe Judean Desert,
Asdod, Season 1962-1963», IEf 14 (1964). 1961; Expedition B», JE] 12 (1962), fig. 3, 3.8; y P. BAR-
38
W F. ALBRIGHT-J. L. KELSO, op. cit., lámina 70, 19.20. Aoon, «The Expedition to the Judean Desert, 1960; Expedí-
39
C( CCRG, p. 138. tion C», IE]ll (1961), fig. 1, l.
40
S. LOFFREDA, La cerdmica, fig. 54, 62-64.
ESTU D IO D E LA CERÁM IC A 285
del Santo Sepulcro están presentes con unos po- Tabla 6. Variante 2.3
cos fragmentos de la panza en E II.14-16 y de una
manera constante en casi todos los niveles del es- EII
trato medio o período segundo correspondiente al Locus Sección Nivel Lámina Nn.
primer relleno de escombros realizado en la zona
(fase 2). De los tres tipos, el más común son las 6-7 b-b 21 VII 15.16
ollas, como dejan ver las tablas siguientes. De és- 6-7 b-b 16 VII 38
tas distinguimos dos tipos: el 2.1, de boca más ce-
rrada y cuerpo globular con dos asas opuestas del Para el estudio de estas vasijas, variantes 1.1,
labio a la espalda; sólo excepcionalmente un asa si 2.2 y 2.3, remitimos a las obras PCC 42 y a
la vasija es pequeña. El 2.2 es de boca algo más CCRG43• Añadimos, destacándola, la presencia
ancha y dos asas igualmente opuestas, de labio a de los tres tipos en el Maqueronte44, grupos 37 al
espalda; con carena entre espalda y panza y ésta 46, y en el Herodion 45•
redondeada. El tipo 2.3 es de boca muy ancha y Traemos aquí, resumiéndolas, las conclusio-
borde o labio saliente. No es seguro que lleve nes de nuestro trabajo CCRG, en donde afirmá-
siempre asas, función que puede ser suplida por el bamos que esta tipología de cocina, en la que se
labio saliente. Este tipo tiene variantes, no todas advierte una evolución muy lenta de sus formas,
presentes en el ajuar hallado en esta excavación. cubre todo el primer período romano (63 a. C.-
Los fragmentos nn. 6 (lámina II), 16 (lámina 70 d. C.) y continúa hasta bien entrado el siglo II
VIII) y 43 (lámina VII) son probablemente del d. C., pero ya con tendencia a desaparecer. Esta
período helenístico. No conocemos ningún para- constatación general aparece reflejada también
lelo del n. 10 (lámina VIII). El fragmento n. 27 aquí, en los niveles del primer relleno, donde se
(lámina XXVIII) es de una olla, pero es una va- ha observado una tímida presencia de un tipo
riante poco frecuente, aunque muy próxima de la nuevo de olla con el labio claramente partido, pa-
olla n. 27 (lámina XXIX). redes muy delgadas y empaste rojo muy áspero
por la abundancia de granos de sílice. Este último
Tabla 5. Variante 2.2 se convertiría en el tipo de olla más común y ca-
EII racterístico de los niveles siguientes, correspon-
dientes al período tercero, como se verá más ade-
Locus Sección Nivel Lámina Nn. lante, y que no aparece, por ejemplo, ni en el
Maqueronte, ni en la región del mar Muerto, in-
6-7 b-b 18 VII 11 cluida Masada, ni en el Herodion. Es decir, es
6-7 b-b 16 VII 28.30 desconocida antes de la segunda Guerra Judía.
6 b-b 15 VIII 24
6 b-b 8-1 XIV 5 Tipo 3. Escudillas o platos
Aunque, a veces, eran utilizadas como tapade-
CII
ras, preferimos considerarlas como escudillas.
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Son vasijas muy pequeñas, de paredes muy delga-
das y pasta predominantemente de color crema.
1 a-a 24 XVIII 18.19 Presentan gran variedad de formas o pequeñas di-
1 a-a 23 XIX 18 ferencias, particularmente en el labio, y se hallan
1 a-a presentes en muchos niveles. Prácticamente coin-
19 XXI 23
ciden estratigráfica y cronológicamente con las
1 a-a 17 XXII 34 ánforas locales y el ajuar de cocina ya examinado.
1 a-a 16 XXIII 33 Véase la tabla siguiente.
42 44
P. W LAPP, Palestinian Ceramic Chronology, tipo 71.1, p. S. LOFFREDA, La cerámica, pp. 74-82, figs. 28-34.
187, y tipo 72, p. 190. 45
Ibid., p. 126, fig. 56, 103-130.
43
CCRG, tipo 10.8-10.12, pp. 159ss y 206-208, para las
ollas, y tipo 14.2, pp. 166 y 213, para las cacerolas.
286 EL CALVARJO Y LA CUEVA DE ADÁN
Tabla 7. Escudillas-Platos
El EII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Ldmina Nn.
1 a-a 13 I 13 7 6-6 21-19 VII 1.2.4
1 a-a 9 11 15-17 6 b-6 18 VII 14.17.18
1 a-a 8 11 22 6 b-6 16 VII 27.34-37.39.40
1 a-a 4 III 32 6 b-6 · 15 VIII 35-39.42-45
1 a-a 2 IV 4.7 6 b-6 13 IX 28
6 b-6 10 XVIII 23.24
CII CIII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
1 a-a 22 XX 10.11 5 banco 3 XXXIV 5
1 a-a 21 XX 25
1 a-a 20 XXI 8
1 a-a 19 XXI 25
1 a-a 17 XXII 33.36
1 a-a 16 XXIII 37.40-43
1 a-a 15 XXIV 19.20
2 Sur 15 XXVIII 9-12
2 Sur 12 XXIX 25
Horno 3 XXXI 4
Esta vasija es típica del sur de Palestina y de la ralela de nuestro n. 3 (lámina VII, l); en la Jericó
zona oriental del Jordán. En Jerusalén ha sido en- herodiana, datadas de la segunda mitad del siglo I
contrada en niveles preherodianos (asmoneos) 46; a. C. e inicios del I d. C. 50; en Qumrán II 51• Tam-
en niveles y en tumbas del siglo I d. C. anteriores bién fue muy utilizada en Jordania: del Maque-
al año 7047; en un estrato de relleno con un con- ronte se han publicado siete de este tipo de escu-
texto semejante al de la basílica del Santo Sepul- dillas, correspondientes a tres variantes, halladas
cro, en el monte Sión. Fuera de Jerusalén, se en- en un mismo ambiente, y del nivel contemporá-
contró en el estrato IV A (herodiano) de Ramat neo de la primera Guerra Judía 52; en Hesbón son
Rahel 48; la pieza registrada con el n. 421 49 es pa- datadas del «período romano temprano» 53•
46
C. N.JOHNS, «The Citadel», QDAPl41 (949-950), fig. 14, 50
E. NETZER-E. M. MEYERS, «Preliminary Reporr on Joint
3; L. Y. RAHMANr, «[asons Tornb», JE] 17 (1967), fig. 10, 1-5. Jericho Excavation Project», BASOR 228 (1973) 21: 1-3.10-
47
B. MAzAR, The Excavations in Old City of]erusalem near 11; J. L. KELSo, 1949-1951, lámina 23, A80-A81.
the Temple Mount. Preliminary Report ofthe Second and Thirth 5
' R. DE VAUX, «Fouille au Khirbet Qumran», RB 60
Seasons 1969-1970, fig. 18, 2.3; B. BAGATTI-J. T. MILIK, Gli (1953), fig. 4, 1-6 y 9.
scavi del «Dominus Fleuit», I: La necropoli del periodo romano, 52
S. LOFFREDA, op. cit., p. 90, fig. 39, 18-61; y «Mache-
fig. 32, 17-23; R. W HAM!LTON, «Excavations Against the N. ronte», LA 30 (1980), lámina 97, 46-52; E. NETZER, Greater
Wall, jerusalem», QDAP 10 (1944), fig. 20, 6-8. Herodium, pi. 1, 18-22; pi. 9, 10; pi. 6, 5-15.
48
Y. AHARONI, Excavations at Ramat Rahel, Seasons 1959 53
J. A. SAUER, Heshbon Pottery, 1971, fig. 1, 13 y 41.42,
and 1960, vol. I, fig. 10, 12.13. aunque no está muy claro. Según la cronología establecida en
49
S. LOFFREDA, op. cit., p. 126, fig. 56, 140. Hesbón, el primer período romano abarca del 63 a. C. al 135 ,,
ESTUDIO DE LA CERÁM ICA 287
Añádase a esto que en C II.2 todos los ejem- Este mismo horizonte cronológico corres-
plares encontrados son anteriores al suelo, nivel ponde a la cantimplora de E II.6.13 (lámina IX,
14, de finales del siglo II o inicios del III d. C. 26) 55 y a los aríbalos 56• Hay otras vasijas -de esta
Parece, pues, claro que esta vasija estuvo en uso familia evolucionadas en la forma. Pero no es se-
a lo largo del Id. C., por lo menos hasta el año 70. guro que las que señalamos a continuación lo
No hay evidencia de su uso a partir de esta última sean, porque están muy incompletas y la parte
fecha, aunque puede admitirse que continuara al- bajera, que es la que se conserva, puede confun-
gún tiempo después. Por lo que respecta a Jerusalén dirse con los jarritos del tipo 6.3 o los frascos del
y su entorno, hay razones para pensar que, en efec- tipo 7 o tipo 8 de nuestra tipología57, que habría
to, dejara de fabricarse en torno al año 70 d. C. que catalogar más bien como botellas y que apa-
recieron en el mismo contexto, aunque creemos
Veamos ahora otros tipos menos frecuentes au-
sentes también en los niveles superiores de la fase 3. que deben datarse algo más tardías que los
ungüentarios reseñados. Así la n. 23 de la lámina
III procedente de E l.1.5; el n. 23 (lámina XIV)
Tipo 4. Ungüentarios y botellas de E II.1.8-1; los nn. 14 y 15 (lámina XV) de
C Il.1.8-1. Este tipo es muy frecuente en la fase
Todos los ungüentarios o botellas reseñados posterior (niveles altos), lo cual creemos que es
en la tabla 1 O pueden datarse del primer período una prueba de que su inicio es posterior a la pri-
romano, anteriores al año 70 d. C. 54 mera Guerra Judía.
7 b-b 16 VII 29
7 b-b 15 VIII 32.41
6 b-b 13 IX 24.25
CII CIII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
1 a-a 23 XIX 24.25 banco a-a 3 XXXV 12
1 a-a 22 XX 14
1 a-a 20 XXI 10
1 a-a 17 XXII 9.19
1 a-a 15 XXIV 25
d. C., por lo que resulta difícil precisar la datación de los frag- Son los siguientes: dos fragmentos de E Il.6.15 (lámina VIII,
mentos en cuestión. 33 y 34); uno de E II.6.8.4 (láminaXIY, 16); uno de C Il.1.19
54
Cf. P. P. l<AHANE, «Pottery Types from the Jewish Os- (lámina XXI, 24); uno en C 11.6.17 (lámina XXII, 7); en C
suary-Tombs RoundJerusalem», IE]2 (1952) 125-139, 176- 11.6.15 (lámina XXIV, 22).
182, y 1953, 48-50; PPC, 1961, tipo 92, p. 199; CCRG, 55
Cf. PPC, 1961, tipo 29, p. 161; CCRG, 1983, pp. 145 y
1983, tipo 22.2, pp. 197 y 223. También aparecieron frag- 192.
mentos de ungüentarios del período helenístico, algunos de los 56
Cf. PPC, 1961, tipo 31, p. 163; CCRG, 1983, pp. 148ss
cuales probablemente continuaron en uso a principios del pe- y 196.
ríodo romano. Sólo hacemos mención de ellos en esta nota. 57
Cf. CCGR, pp. 147-149.
288 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
El EII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
CII
Locus Sección Nivel Lámina . Nn.
1 a-a 17 XXII 35
2 Sur 12 XXIX 23
EII EII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
--
6-7 6-6 15 VIII 27-30 6-7 b-b 13 IX 26
9 6-6 13 IX 16.22 6 6-b 8-1 XIV 12
EII CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
CIII
Locus Sección Nivel Lámina Núm.
58
Cf. S. LOFFREDA, La Cerámica di Macheronte e dell'hero- mero de lucernas. Entre otras publicaciones pueden consul-
dion (90 a. C.-135 d. C.), pp. 11 lss. tarse las excavaciones de Maqueronte (LOFFREDA, op. cit., pp.
59
Para más detalles sobre las lucernas herodianas, consúl- 108-111) y las del Herodion (ibíd., p. 134), que han pro-
tese entre muchos otros: R. H. SMITH, «The Herodian Lamp porcionado una cantidad considerable de ellas, si bien en el
of Palescine: Types and Dates», Berytus 14 (1961) 53-65; Herodion falca un cuidadoso estudio estratigráfico, que qui-
CCRG, pp. 43-54 y 65-91. Con fecha posterior a 1983 se zá hubiera podido solucionar determinados problemas de es-
han publicado parcial o totalmente los resultados de una lar- ta lámpara y otros, puesto que se conoce la historia de la for-
ga serie de excavaciones en las que ha aparecido un gran nú- taleza.
290 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
ánforas de la cueva II de Wadi ed-Dáliyeh, del boca. En algunos casos destaca por el exterior y en
tiempo de la segunda Guerra Judía 60, y un ejem- otros por el interior, o por ambos lados. Si existe
plar de Jericó herodiana de la primera mitad del alguna diferencia temporal entre esta variante y la
siglo I d. C. 61 9.1, quizá la 9.2 sea el ánfora más tardía del perí-
odo romano encontrada aquí. Pero se adentra en
el período bizantino, como lo demuestra su pre-
Variante 9.2. Perfil de labio reforzado al sencia durante este período en la ciudad del He-
exterior rodion 62• Ambas variantes son desconocidas entre
el ajuar de las fortalezas del Herodion y Maque-
Esta variante se distingue por una especie de ronte, lo que puede interpretarse como una prue-
ancho anillo de refuerzo en la parte superior de la ba de su no existencia antes del 135 d. C.
CII CI
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
60
N. L. LAPP y G. W E. NICKELSBURURG, «The Roman 61
J. PRJTCHARD, «The Excavations ar Herodian jericho»,
Occupation and Pottery of Aráen-Nasaneh (Cave II)», MSOR MSOR 32-33 (1958), lámina 58, 33.
41 (1977), fig. 25, 9.10. 62
E. NETZER, Greater Herodium, pi. 12, 5. ,,
ESTU D IO DE LA C ERÁM ICA 291
El EII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn.
Horno 3 1 XXXI 21
2 a-a 7-1 XXXII 4
Los fragmentos nn. 9-11 de la lámina XXIV; Estas variantes de ánforas son datadas del si-
el n. 19 de la lámina XXX; los nn. 8-11 y 23 y 28 glo III e inicios del IV en las excavaciones del mu-
de la lámina XXXI; los nn. 1-8, 12 y 19-21 de la ro norte de Jerusalén, procedentes de un contex-
lámina XVII ( éstos de la trinchera de fundación to similar al nuestro 63• Contemporáneas de éstas,
del muro B del área E), por el marcado relieve de es decir, datadas del siglo III, aunque estilística-
sus nervaduras, pueden pertenecer indistinta- mente algo diferentes, aparecieron en el colum-
mente a una u otra de estas variantes, pues no bario 800 de Ramat Rahel 64. En el Calvario, estas
consta que haya diferencia alguna en estas partes variantes de ánforas locales, igual que todos los
de las ánforas locales de este período. materiales de la fase 3, apoyándonos en las mo-
nedas de los suelos 14 y 11 y el nivel de destruc-
Existen otras variantes representadas con un
ción constantiniano del 326 d. C., deben ser fe-
solo ejemplar. De éstas destacamos la boca de án-
chados entre finales del siglo II d. C. y principios
fora de C 11.1. 9 (lámina XXVI, 6). El único para-
del IV Si es que no hay que poner el límite a me-
lelo que conocemos, aunque sólo del labio, es la
diados del siglo III, cuando la Legión X abando-
olla n. 13 procedente del mismo nivel 9 que el án-
nó la ciudad de Jerusalén para establecerse en Ra-
fora. Las tres monedas del primer tercio del siglo
mat Rahel.
III d. C. halladas sobre los suelos de los niveles 14
y 11 constituyen un buen punto de referencia pa-
ra el horizonte cronológico de todo el contexto ce- Tipo 1 O. Ollas
rámico de los niveles contemporáneos y posterio-
res a esos suelos. Y esto naturalmente vale no sólo Una vasija muy significativa de esta tercera
para las ánforas, sino también para el resto de la ti- fase es la olla de labio partido por un surco pro-
pología, de la que trataremos a continuación. Me- fundo y fino, paredes muy delgadas y pasta ro-
rece destacarse que en este período abunda una ti- jo-oscura. Esta cerámica aparece a veces pintada
pología cerámica de cocina, particularmente ollas, de negro. Es muy áspera al tacto por la abun-
fabricada con una inconfundible pasta color rojo- dancia de granos silicios que contiene. Es de
oscuro muy granulosa y áspera al tacto y que se re- cuerpo globular, pero no tan esférico como la
pite en todos o casi todos los niveles de esta fase 3. olla herodiana.
63Cf. R. W. H.AMILTON, «Excavations against the North 64Y. AHARONI, Excavations at Ramat Rabel, Seasons 1961
Wall ofJerusalem, 1937-38», QDAP 10 (1944), figs. 6, 6.15; and 1962, vol. II, fig. 34, 2.5. Conviene advertir que la ten-
16, 2 y 21, 2.3. dencia de reforzar el labio de las ánforas locales se manifiesta
ya en el siglo II d. C., como puede verse, por ejemplo, en el
material de Wadi Ed-Dáliyeh, lámina 27.
292 EL CALVARJO Y LA CUEVA DE ADÁN
EII CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
Como puede apreciarse en la tabla anterior, de labio igual o muy próximo al de nuestra olla
este tipo de olla apareció por primera vez en E 11 procede de la cueva del Horror, en el desierto de
en el nivel 15 con un solo fragmento (lámina Judea, del tiempo de Bar Kokhba, cuyo material,
VIII, 25) y en C II en el nivel 16 con dos frag- naturalmente, fue llevado allí desde otro lugar 70•
mentos (láminas XXIII, 31, 32, y XXIV, 15). Es- Debe notarse que el estilo de esta olla está más en
to puede ser clave para establecer su cronología. consonancia con el estilo de olla herodiana, por
Pero, sobre todo, ofrece una secuencia estratigrá- lo que este tipo 1 O puede ser un testimonio de la
fica interesante como tipo de olla más común en fase intermedia de su evolución.
los niveles 15 al 9 de C II, que comprenden un Sin embargo, verdaderos paralelos del tipo 1 O,
período de ocupación de una cierta duración. En además del ejemplar ya citado de la ciudadela de
algunos niveles sólo aparecieron fragmentos de la Ammán, publicado por Zayadine, y otros hallados
panza o del hondón de la vasija, pero eran fácil- allí mismo por C. M. Bennett en 1976, en cuya
mente identificables por su pasta y poquísimo campaña de excavación participamos ( éstos de
grosor, aunque también podría tratarse de varian- pasta crema), sólo conocemos un ejemplar com-
tes contemporáneas de las que se hablará después. pleto de Ain Shems, considerado del período bi-
No es una forma que naciera de improviso. Ya zantino 71, y un fragmento hallado en el Tyro-
durante el siglo I d. C. se advierte cierta tenden- peon 72 en un contexto claramente romano tardío,
cia en las llamadas ollas herodianas, presentes en de conformidad con el contexto numismático y de
las fases primera y segunda del Santo Sepulcro, a lucernas allí encontradas; es decir, de la segunda
hundir la parte central del labio. Esta tendencia mirad del siglo III d. C. Con casi absoluta seguri-
aparece en su fase inicial en niveles que llevan el dad, se debe considerar también paralelo de nues-
sello de la destrucción del año 70; por ejemplo, tra olla un fragmento hallado en las excavaciones
en Ramat Rahel 65• Quizá se ve más clara esta ten- del muro norte de Jerusalén procedente de un
dencia en el material de Jordania. Así, por ejem- contexto similar al anterior del Tyropeon del siglo
plo, en Hesbón 66 datados del período romano Ill-inicios del IV d. C. 73 Finalmente, señalamos
tardío (135-324); en la ciudadela de Ammán 67; un ejemplar hallado en unos lagares romanos en
en los períodos III y IV de Samaría (siglo 111- Tel Aviv datados del siglo II d. C. o comienzos del
principios del IV) 68; en En-Gedi 69• Un ejemplar III apoyándose en el contexto cerámico 74•
65
Y. Al-lARONI, op. cit., 1962, fig. 28, 7, y 1964, fig. 6, 14. 71
E. GRANT-G. E. WRIGHT, Ain Shems Excavations, Part
66
J. A.
5AUER, op. cit., 1973, fig. 2, 45-50. IV 2938, lámina LXIX, 8. Ya hemos advertido más arriba de
67
F. ZAYADINE, «Recent Excavations on the Citadel of'Am- nuestras reservas sobre el material de esta cisterna (cf. nota 8).
man», ADA]l7-l8 (1972-1973), fig. 4. 72
J. W CROWFOOT-FITZGERALD, «Excavarion in che Tyro-
68
J. W CROWFOOT et alii, op. cit., 1957, fig. 71, 6, y fig. poeon Valley», APEF5 (1929), lámina XIII, 34, y pp. 73 y 75.
72, 10. 73
R. W HAMILTON, op. cit., 1944, fig. 23, 18.
69 74
B. MAzAR et alii, op. cit., 1961-1962, fig. 28, 6. Cf. E. AYALON, «Two Wine Presses from che Roman Pe-
70
Y. Al-lARONI, op. cit., Expedition B, 1961, fig. 2, 8. riod at che Haareetz Museum Centre», TA 2 (1984) 177, fig.
2, 5 y p. 178. '!I
ESTUDIO DE LA CERÁMICA 293
En C II.1.9 apareció otra variante de olla de dudas sobre su proximidad cronológica, ya que
boca corta, labio acanalado y saliente, semejante esta pasta no es conocida en el período romano
al de los barreños, y pequeño estrangulamiento antiguo, ni consta su existencia a lo largo del pe-
en el cuello (lámina XXVI, 13). Parece una sim- ríodo bizantino.
ple derivación estilística de la anterior, pero con el Lo mismo debe decirse del n. 18 de la lámina
mismo tipo de pasta. Su comparecencia debió de XXX.
coincidir con el período de auge de la variante an-
terior, según permite pensar su contexto estrati-
gráfico. No conozco otros paralelos que la boca Tipo 11. Jarros
de ánfora hallada en el mismo nivel (lámina XX-
VI, 6), y que contribuye a confirmar su contexto Las variantes principales son seis:
y cronología. 11.1. Es de labio lanceolado reforzado y boca
ligeramente a embudo o con tendencia vertical.
Otras variantes de ollas De paredes delgadas y fabricación cuidada. Lleva
un asa sujeta al labio y a la espalda. En la pasta
Destacamos en primer lugar una variante (lá- predomina la tonalidad crema. Hay coincidencia
minas XXIX, 27 y LVII, 9; fig 56) semejante en general en el botón externo del centro de la base.
todo a las anteriores menos el labio, que en ésta Esta es la variante más común. La forma lanceo-
no es partido y sí saliente. Apareció casi comple- lada del labio la acerca al ánfora 9.1, por lo que
ta en C 11.2.11, directamente relacionada con el no dudamos que son contemporáneas y muy pro- 1
¡1
horno 3. Bastante parecida a ésta es la olla n. 18 bablemente fabricadas ambas en el mismo alfar.
de la lámina XXX. La variante 11.1 apareció en el sondeo B del
Contemporáneas de las anteriores, o quizá de muro norte de Jerusalén, en un contexto del siglo
la fase final de aquéllas, y con la misma pasta que III-finales del siglo IV d. C. 77; en tumbas del ce-
ellas, son los nn. 3, 5 y 11 de la lámina XV, pro- menterio de Karm Al-Shaikh, en el solar del ac-
cedentes de los niveles 8-1 de E II. La n. 3 tiene tual Museo Palestino de Jerusalén, datadas del si-
algunos paralelos completos en la excavación del glo III 78; en una tumba de Ammán de la segunda
muro norte de Jerusalén, sondeo A, del siglo III- mitad del siglo II 79; en el monte de los Olivos
inicios del IV d. C., y probablemente algo ante- (Dominus Flevit) 80; en Betania se la incluye entre
rior en el sondeo B 75; y en el período IV de Sa- el material de finales del período romano e inicios !Ir
maría, de principios del siglo IV d. C. 76 No del período bizantino 81• La datación en el Calva-
conocemos paralelos de los nn. 5 y 11, pero su rio, como queda dicho, es de entre la segunda mi-
pasta y técnica de fabricación no dejan lugar a tad del siglo III y el 326 d. C.
EII CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
EII CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
11.2. Esta variante tiene el labio reforzado y 2), igualmente aplastada sobre dicho suelo. Se
la boca extrovertida. El asa arranca de la base del trata de dos vasijas que, además, están fabricadas
labio hasta la espalda. Ésta es carenada. Lleva de- con el mismo tipo de pasta granulosa de la que ya
coración lineal y en zigzag hecha a peine. La pas- se hizo mención más arriba. Son dos piezas con-
ta es de iguales características que los anteriores. temporáneas y bien datadas en torno al 250 d. C.
Probablemente la base es circular o de anillo ini- por las monedas halladas igualmente sobre el
ciado con botón en el centro. mismo suelo.
No conocemos ningún paralelo del jarro n. 11.5. Sólo se dispone de un ejemplar in-
6 de la lámina XV. Un ejemplar encontrado en completo de esta variante, de boca con labio re-
un estrato bizantino de Ramat Rahel tiene algu- forzado de doble moldura, cuello troncocónico,
na similitud con el del Santo Sepulcro en cuan- cuerpo aparentemente globular, aunque es pro-
to a la decoración, pero las diferencias entre am- bable que la base fuera algo cóncava. El cuello
bos son manifiestas 82• De todas formas, este tipo está cubierto de nervaduras horizontales. Se
de decoración existía ya antes del período bizan- desconoce la forma de la base y también desco-
uno. nocemos la existencia de paralelos, por lo que
su datación sólo puede afrontarse a partir del
11.3. Del mismo contexto que el anterior propio contexto: los niveles altos (8-5) de C II
procede otra variante de la que sólo conocemos
(lámina XV, 2).
la boca extrovertida y el inicio del cuello (lámi-
na XV, 12). También el asa arranca del labio, 11. 6. Se trata de otro tipo de jarro más pe-
que en este caso apenas lleva refuerzo. Asimis- queño que los dos anteriores (lámina XXXIII,
mo, lleva decoración lineal incisa horizontal 10). Disponemos también aquí de un solo ejem-
bajo el labio. Sólo se encontró el ejemplar aquí plar, sin paralelos conocidos. Fue encontrado en
reproducido. la primera fase de vaciado de C I, por lo que no
es fácil darle una fecha, pues se desconoce su pro-
11.4. Se trata de un ejemplar único de jarro al cedencia estratigráfica exacta.
que sólo le falcaba la base. Es de boca ancha y
cuello aleo y estriado, con un asa que va del cue-
llo medio a mitad de la espalda, de pasta roja os- Tipo 12. Cántaros o aguamaniles
cura y áspera. Apareció aplastado en el suelo nivel
14 de C II. l (lámina XXV, 1) juntamente con la Aparecieron sólo dos ejemplares, de los que
olla del tipo 10, de labio partido (lámina XXV, solamente se conserva la parte superior.
El CI
Locus Sección Nivel Lámina Locus Sección Nivel Lámina
VI 7 CI XXXIII 9
82
Y. Af!ARONI, op. cit., 1964, fig. 17, 23.
ESTUDIO DE LA CERÁMICA 295
Ambos ejemplares pertenecen a la fase de va- tas vasijas es muy alta. Sus perfiles, tamaño, for-
ciado, de la que no consta ningún control, y, por mas del labio y decoración son causa de un gran
consiguiente, sin un contexto estratigráfico preci- número de variantes, que requerirían un estudio
so. Tienen la boca trilobulada y con pico para más profundo de las mismas que todavía no exis-
verter, y una moldura bajo el labio. Este tipo es te. Son pocos los ejemplares completos conocidos,
conocido en el Dominus Flevit83, del período ro- lo que añade una dificultad más a su estudio. En
mano tardío. Se encontró también en un con- todo caso, no es éste el lugar para acometer un es-
texto del siglo III d. C. en el cementerio de Karm tudio de tal naturaleza. Por eso nos limitaremos a
Al-Shaikh, en Jerusalén 84; en Betania 85, donde es presentar conjuntamente las variantes halladas en
datado del período romano tardío y comienzos las excavaciones de Santa Elena y el Calvario.
del período bizantino. Entre los dos fragmentos Esta vasija, en todas sus variantes, proviene
hallados en la basílica del Santo Sepulcro se ad- siempre de los niveles altos, como permite obser-
vierte una pequeña diferencia en la boca y en el var la tabla 20. Su contexto cerámico es paralelo
arranque del asa. del encontrado en las excavaciones del muro nor-
te de Jerusalén 86, considerado del período roma-
no tardío, siglos III al IV En las excavaciones del
Tipo 13. Escudillas o cuencos Tyropeon aparecieron en gran cantidad en un ni-
vel prebizantino que, merced a las monedas y lu-
Se trata aquí de las conocidas escudillas deco- cernas, puede datarse del último período romano,
radas con rueda y una pintura ligera en la mitad más concretamente del siglo III y comienzos del
superior de sus paredes, tanto en el exterior como siglo IV 87• «En Betania, las escudillas decoradas
en el interior. La tonalidad de esta pintura va del con rueda están asociadas, casi invariablemente,
marrón claro al color café y está aplicada en forma con la vajilla de terra sigillata tardía» 88• Saller
de aguada o baño generalmente. La cocción de es- acepta la datación del siglo III y principios del
CI CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
83
B. BAGATTI-J. T. MILIK, op. cit., 1958, fig. 29, 3, y nn. 86
R. W HAMILTON, op. cit., 1944, sondeo B, fig. 16, p. 33
1.2. y lámina XI; y en el sondeo C, fig. 22.
84
D. C. BARANKI, op. cit., 1931-1932, láminas XIII, 5; 87
J. W CROWFOOT y FITZGERALD, op. cit., 1929, láminas
XIV, 4 y XVI, 8. XII, 28, XIII, 17-19 y pp. 30 y 73.
85
S. SALLER, op. cit., 1957, fig. 59, 7254 y p. 300. 88
S. SALLER, op. cit., 1962, p. 265 y fig. 50.
296 EL CALVARIO Y 1A CUEVA DE ADÁN
IV d. C. dada por los autores antes citados. En tra escudilla de la lámina V, 19 tiene un paralelo
Ramat Rahel 89 aparecieron en cuatro niveles dis- en la excavaciones del Ofel, pero sin datar 94.
tintos: romano-herodiano, romano tardío y en Teniendo, pues, en cuenta el contexto del San-
dos niveles bizantinos (siglos V-VI y VI-VII). to Sepulcro en C 11.1.7 y en C 11.1.8 -los frag-
Tanto en el primer caso como en los dos últimos mentos de lucernas son de los siglos 11-111 d. C.,
aparecen en contextos cerámicos que no tienen más dos monedas del siglo 111-, así como los pa-
nada que ver con el contexto en el que fue halla- ralelos procedentes de contextos muy semejantes a
do este tipo en la basílica del Santo Sepulcro. Por los del Santo Sepulcro, creo que las escudillas en
lo cual creemos que ni esta datación ni la de los cuestión de este lugar pueden datarse del siglo 111
siglos V-VII puede conformarse o aplicarse a o no posteriores al siglo IV d. C. Además, no de-
nuestros ejemplares, pues el resto del contexto ce- be perderse de vista que en este caso se trata de
rámico es distinto a ambos casos. Lo único que se una estratigrafía de ocupación, no de relleno. Pre-
puede concluir es que fue un tipo de vasija en uso cisamente los estratos de la zona del Calvario en
durante largo tiempo90• los que aparece corresponden a un período que
Fijándonos, pues, en los tres contextos en los tiene como fecha límite el 325 d. C., coincidien-
que aparece en Ramat Rahel, el único que se aco- do con la construcción de la basílica constantinia-
moda al del Santo Sepulcro es el encontrado en el na y la destrucción previa de los templos paganos.
Columbarium 800 y en la cueva 762, en un estra-
to del siglo 111 y principios del siglo IV d. C. rela-
cionado con el asentamiento allí de la Legión X Tipo 14. Cazuelas; tipo 15. Platos o
Fretense 91• Esta misma datación corresponde a un bandejas
ejemplar hallado en el estrato I de 'Ein-Gedi 92• En
la ciudadela de Jerusalén aparece con un contexto No es raro que estos dos tipos se confundan a
de lucernas del siglo II d. C., si bien otras consi- veces. Pueden agruparse de la forma siguiente: va-
deraciones llevan a C. N. Johns a datar dicho ni- sijas de tierra sigillata, pseudosigillatas, imitaciones
vel de finales del siglo 111 o inicios del IV93• Nues- locales y platos de labio saliente.
CI CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
El EII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
CI CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Locus Sección Nivel Lámina Nn.
Tomando en su conjunto los materiales de las manejo sin necesidad de asas. Este gran labio pre-
tablas 21 y 22, puede señalarse que la tierra pseu- senta una amplia gama de variedades. Por sufre-
dosigillata (lámina IV, 19, lámina XVI, 17 y lá- cuencia constituye, juntamente con las tejas (te-
mina XXVII, 28) tiene paralelos en el material de gulae) -de las que trataremos más adelante-, el
la tumba 4 de Gerasa 95 datada de finales del siglo mejor instrumento para establecer una cronolo-
II o principios del III por el contexto de lucernas gía paralela comparada entre las distintas áreas de
y de monedas, aunque algunas vasijas de vidrio los distintos ambientes excavados, ya que en to-
hacen pensar en una reutilización posterior de di- dos ellos, tanto en C I y C II como en E I y E II,
cha tumba. También en el muro norte de Jerusa- aparecen en gran abundancia en determinados
11'
lén apareció un ejemplar en el contexto ya citado niveles y presentando iguales características, si ex-
del siglo III e inicios del IV96• En todo caso pare- ceptuamos ciertas variantes procedentes de C I
ce tratarse de una tipología poco frecuente y pro- cuyas formas amaneradas y decadentes nos hacen
bablemente importada. pensar en la última etapa de supervivencia de es-
El n. 26 de la lámina IV y el n. 21 de la lámi- tas vasijas. Por ejemplo, los nn. 15-23 de la lámi-
na V pueden ser imitaciones locales. Son variantes na XXXlV97 procedentes de la fase I de C I.
próximas de las anteriores los fragmentos nn. 13 y A este respecto conviene recordar que este (1
de los de labio extrovertido conocemos paralelos Constantino Monómaco a mediados del siglo Xl,
que puedan facilitar su datación. Únicamente y que la parte superior fue manipulada en algu-
pueden compararse con vasijas de características nos puntos al echar los cimientos de la basílica de
bastante parecidas de finales del período romano. los cruzados y el monasterio de los canónigos re-
gulares de san Agustín a comienzos del siglo XJI,
pudiendo, con este motivo, ser la zona depósito
Tipo 16. Barreños de nuevos escombros. Desgraciadamente no hu-
bo un control estratigráfico en la fase I del vacia-
Es uno de los tipos más abundantes en la fase do de C I, que es lo mismo que decir en más de
tardía. Son vasijas de tamaño medio, pero no uni- las dos terceras partes. No hay base para pensar
formes ni en el diámetro ni en la profundidad. Lo que tales variantes de barreños, que consideramos
más característico de las mismas es el labio, muy formas decadentes, alcanzasen una época tan tar-
saliente y con molduras, que cumple la doble fi- día como el período cruzado. E incluso árabe.
nalidad ornamental y práctica, ya que facilita el Además, en estos lugares excavados no hemos vis-
95
C. H. KRAELING, Gerasa, City ofDecapo/is, 1938, fig. 36, 96
R. W HAMILTON, op. cit., 1944, fig. 22, 3.
1.2.4 y p. 557. Este lugar ofrece otras variantes de estos platos 97
Los paralelos más aproximados pueden verse en el mate-
próximas al resto de nuestra tipología en contextos aparente- rial de Dibón, del siglo VI (cf. A. D. TUSHINGHAM, 1972, fig.
mente romano-tardíos. 10, 49).
"
298 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
CI CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn. Loe Sección Nivel Lámina Nn.
to ni un solo fragmento de cerámica u otro obje- cantidad, y persistirá su presencia en los niveles
to (a excepción de las dos monedas cruzadas de inmediatos posteriores. En todos ellos el contex-
C III) que pueda atribuirse, con cierta seguridad, to de lucernas aconseja una datación no posterior
a alguno de estos períodos. J. Magness98 sitúa el al siglo 111 o no más tardío de principios del IV
uso de los barreños entre finales del siglo 111 d. C. para estos niveles. Esta misma datación viene
y el VI, pero en su tipología no vemos las varian- aconsejada por los abundantes fragmentos de te-
tes 15-23 mencionadas. El labio de esta vasija jas aparecidos en la mayoría de los mismos nive-
ofrece innumerables variantes, pero no es nuestra les, algunos con la estampilla de la Legión X Fre-
intención detenernos en esa cuestión, que podría tense.
dar origen a un estudio monográfico que no es el Una vez más, hay que recordar la excavación
caso aquí y nos alargaría demasiado. Así pues, del muro norte de Jerusalén, particularmente el
prescindimos de la que consideramos tipología sondeo C, en cuyos niveles medios aparecen en
tardía de C I (lo que no quiere decir necesaria- gran abundancia estos barreños, en un contexto
mente que sobrepase el período romano, pero sí que podría calificarse de idéntico al nuestro en
muy probablemente) y nos limitaremos al estudio lucernas, tejas de la Legión X Fretense, cerámica
del resto del material de forma global, sin distin- de cocina, etc., más cuatro monedas, las dos úl-
guir variantes 99• timas de finales del siglo III d. C. (las tres mo-
En el nivel 11 de C II.2 aparece un fragmen- nedas aparecidas en el Calvario en un contexto
to de barreño y en el nivel 9 aparecen ya en gran paralelo son de la primera mitad del siglo 111) y
98
Jerusalem Ceramic Chronology, 1993, pp. 203ss. 99
Para una visión general de la tipología de esta vasija pue-
de consultarse la tipología de J. MAGNESS, ]erusalem Ceramic
Chronology, 1993, loe. cit.
ESTUDIO DE LA CERÁMICA 299
considerado por Hamilton de finales del siglo 111 líneas o algo cóncavas, o muy decoradas con lí-
o inicios del IV1ºº. También en los sondeos A y neas incisas, creemos que son más tardías 107•
B de dicho muro, en contextos similares y data- Puede concluirse que todos los ejemplares de
dos siempre del mismo período 1º1• En parecidos barreños incluidos en este estudio pueden consi-
contextos asociados con monedas de finales del derarse de la primera época en uso y, por consi-
siglo 111 d. C. aparecieron en el Ofel 1º2; en la guiente, no posteriores al período romano tardío.
ciudadela 103; en Abu Gósh, y R. de Vaux las con- Su origen, sin embargo, es probable que sea ante-
sidera características del siglo IV, apoyándose en rior a lo que reflejan estos niveles. En el nivel 17
los «niveles bien datados de las excavaciones del de C 11.1 aparecieron dos fragmentos (lámina
muro norte de Jerusalén» 104• El fragmento n. 8 XXII, 37 y 38) pertenecientes al período II. Esto
de la lámina VI tiene un paralelo en la cerámica lleva a pensar que los barreños debieron de apare-
del muro norte de finales del siglo 111 e inicios cer tímidamente en el primer tercio del siglo II d.
del IV1º5• C., contemporáneamente a la olla tipo 1 O.
Puede aceptarse que esta vasija continuara
utilizándose entrado ya el período bizantino, pe- Tipo 17. ]arrillos (anforiscos) o botellas
ro las variantes que tienen más posibilidad de per-
tenecer a este período son pocas y con caracterís- Es una vasija bien representada en los niveles
ticas ya distintas 106• Probablemente en el material más tardíos. Es de paredes gruesas y de fabrica-
de Betania están representados los dos períodos ción poco cuidada. No apareció ninguno com-
romano y bizantino, pero no proporcionó una pleto, pero es muy probable que se trate del tipo
distinción estratigráfica clara. Sin embargo, las de jarrito hallado en el Tyropeon procedente del
variantes de labio horizontal o más caído que el contexto ya citado de finales del siglo 111 o inicios
punto alto de la pared de la vasija, paredes recti- del IV
CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn.
1 a-a 9 XXVI 17
1 a-a 7-1 XXXII 32
CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn.
1 a-a 8 XXVII 1.2
1 a-a 7 XXVII 17-20
108
R. DE VAUX-STEVE, op. cit., 1950, fig. 4, 22. 11
• J. W CROWFOOT y G. M. FITZGERALD, 1929, lámina
"' B. BAGATTI-J. T. Mrux, Gli Scavi del Dominus Flevit,
1958, fig. 30, 6 y 9. XVII, 5-15, y quizá también los nn. 17-23, siendo las lucernas
11
º Cf. CCRG, tipos 6-9. n. 9 y 16-22 probablemente las más tardías de entre ellas, pe-
111 ro quizá de no más acá del siglo IV
R. A. S. MACALISTER-J. G. DUNCAN, «Excavations on 115
the Hill of Ophel, Jerusalem, 1923-1925», PEPA 926, fig. 207. R. W HAMILTON, op. cit., 1944, figs. 16, 1-18, figs. 23,
112 19-22 y 25-29.
R. W HAMILTON, 1944, fig. 7, 7; J. W CROWFOOT y 11
• Y. AfIARONI, Excavations at Ramat Rahel, Seasons 1961
G. M. FITZGERALD, 1929, lámina XV, 20.
113
Cf. CCRG, 1983, capítulos II y III. and 1962, vol. II, 1964, fig. 32, lámina 14, y pp. 76ss.
¡1
ESTUDIO DE LA CERÁMICA 301
El
Locus Sección Nivel Lámina Nn.
Variante 20.1 1 a-a 2 IV 29
EII
Locus Sección Nivel Lámina Nn.
Variante 20.1 7 14 .x 1.2
Variante 20.2 Entre 7 y 8 Bolsa XI 1
Variante 20.3 Entre 7 y 8 Bolsa XI 2
Variante 20.4 6 6-6 6-8 XI 3-7
Variante 20.5 6 6-6 4-8 XII 3
Variante 20.6 7 6-6 4-8 XII 1
Variante 20.7 7 6-6 4-8 XII 2
Variante 20.8 6 6-6 4-8 XII 4
CII
Locus Sección Nivel Lámina Nn.
Variante 20.4 1 a-a 7 XXVII 24
Variante 20.5 1 a-a 7 XXVII 23
Variante 20.1. Se trata de un tipo de ánforas por paralelos muy cercanos. Pero no se conocen
de cuerpo cilíndrico alargado, variante, quizá los cuerpos de estas ánforas. Del Herodion 120
tardía, de la Dressel 2. Resumiremos aquí lo ya ciudad se ha publicado un fragmento que podría
publicado hace años a propósito de estas dos án- estar también dentro de esta tipología, pero se
foras, y a ese artículo remitimos para otros deta- desconoce la mayor parte de la vasija. Paralelos
lles 1!7. Allí sugeríamos la procedencia más que ajustados se han encontrado en Mérida y Tarra-
probable de la península ibérica, con preferencia gona, y en Atenas 121• En cuanto a su datación, es
la provincia romana Tarraconense, opinión que comúnmente admitido que la Dressel 2, conoci-
mantenemos, mientras no se demuestre otra co- da ya en la primera mitad del siglo I d. C. 122,
sa. No hemos encontrado en el material anfórico continuaba existiendo en tiempos del emperador
de este rincón del Próximo Oriente ningún para- Adriano. El contexto de E II en el que aparecie-
lelo, a excepción de un ejemplar expuesto en el ron es de esa época precisamente. Una de estas
Museo Arqueológico Rockefeller de Jerusalén re- ánforas lleva una marca o estampilla.
gistrado con el n. 42.169. Pero ni en los mate- La estampilla. Abreviamos lo escrito en nuestro
riales publicados de Cesarea 118, ni en los del He- artículo citado. El ánfora n. 1 (láminas X y LX, y
rodion y Maqueronte se encuentra ninguna fig. 30) lleva impresa una estampilla en el cuello a
igual. Cierto que, entre los 28 fragmentos publi- J
sólo 2 cm por debajo del labio. El «cartucho» tiene
cados por Loffreda del Maqueronte 119, algunas, 55 x 25 mm y lleva siete letras capitales en bajo-
por lo que se refiere a la boca, labio, cuello y asas rrelieve de 12 mm de altura y perfectamente legi-
(es todo lo que se conoce de ellas), podrían pasar bles. Esta estampilla es desconocida por Dressel 123,
117
F. DíEZ, «Ánforas hispano-romanas encontradas en Je- 12
° CE E. NETZER, Greater Herodium, 1981, pl. 4, l.
rusalén», V Simposio Bíblico Español Valencia-Granada, 1993, 121
CE J.-P. JONCHERAY, «Contribution a l'Étude de l'Épa-
pp. 25-39. ve Dramont D, dit "des Pelvis"», CAS 2 (1973) 31-33.
118
L. LEVlNE-E. NETZER, Excavations at Caesarea Marítima 122
A. TCHERNIA, «Les amphores vinaires de Tarraconaise
1975, 1976, 1979-final Report, 1986; J. A. BLAKELY, «Cera- et leur exportation au debut de l'Ernpire», A.EA 44 (1971)
mies and Comerse: Amphorae From Caesarea Marítima», BA- 76; M. BELTRÁN, Las ánforas romanas en España, 1970, pp.
SOR 271 (1988) 48, fig. 8. 362ss. 1
por Callender 124 y por muchos otros autores con- 3 cierran en lo alto la cavidad de E II tan per-
sultados. Tanto el lugar en el que está impresa 125 la fectamente que no dejan ningún resquicio, a ex-
estampilla como la forma semiovalada del «cartu- cepción del orificio situado del lado sur de la tu-
cho» son características muy poco frecuentes. No bería de desagüe. La falta de paralelos estudiados
aparece ninguna semejante en Callender y en en Palestina nos obliga a buscarlos fuera. Aun-
Dressel y sólo algunos «cartuchos» tienen cierto que recordamos haber visto un ejemplar perfec-
parecido con él. La leyenda: VRSION(I)S. La I es- tamente conservado en un anticuario de la Vía
tá asimilada al segundo trazo vertical de la N sobre Dolorosa. El perfil de la vasija nos lleva a varios
el cual descansa la tilde de la vocal. No parece que lugares del Mediterráneo occidental como sitio
pueda relacionarse con URSO (la moderna Osu- de origen. Uno es Narbona, sur de Francia. «Es
na), de la Bética 126• Se trata de un nombre latino de la más conocida allí a partir del entorno del si-
persona en genitivo. Puede ser un cogn,omen (ape- glo I d. C. y corresponde a la forma 4 en la cla-
llido) 127: VRSIO. Como nombre de persona apa- sificación de F. Laubenheimer» 129• Se la conoce
rece en una inscripción latina abreviada no relacio- como ánfora «goloise 4». Otro puede ser algún
nada con la cerámica: « ... RUFINO et UR(sione), lugar de la región de Cataluña 130• O también
decuriones ... » 128• La estampilla puede hacer refe- Mauritania 131• Ejemplares de este tipo, general-
rencia al fabricante de la vasija o al exportador de mente incompletos, se han encontrado en diver-
vino, pero, al menos, nos permite situar su origen sos lugares. Y pueden advertirse diferencias en el
en alguna provincia romana del Mediterráneo oc- labio sobre todo, lo que plantea peguntas sobre
cidental. la unidad o diversidad tipológica. El paralelo, de
Variante 20.2. De cuerpo piriforme y cuello cuantos hemos visto, más próximo del ejemplar
corto, fue utilizada para el transporte de vino, de E II que estamos estudiando es el encontrado
garum o incluso aceite. El ejemplar 1 de la lámi- entre los restos del cargamento de un naufragio
na XI es único. Fue encontrado en una bolsa de en Capo Ognina (Siracusa) 132• Entre los mate-
tierra vegetal sobre el nivel 13 de E II, pero unos riales de ese mismo hundimiento apareció tam-
3 m más al norte de la línea de la sección b-b. Es bién algún ejemplar de nuestro tipo 20.4, que es
un ánfora muy conocida de finales del período
decir, en frente del paso (g) abierto en el muro
romano. El autor considera «no imposible» que
3. La misma procedencia tiene el ánfora n. 2.
el naufragio tuviera lugar en la segunda mitad
Igual a ésta, y en la misma bolsa de tierra vege-
del siglo III d. C.
tal negra, apareció un segundo ejemplar, no re-
producido aquí, también casi completo. La si- Apoyándonos en la pasta y el color exterior
tuación de esta bolsa de tierra alejada de la verdoso le hemos dado una base encontrada en el
vertical del orificio por el que fueron introduci- mismo contexto, aunque no es seguro. De hecho,
dos los escombros de los niveles 8-1 nos obliga el tipo narbonense al que nos estamos refiriendo
a rechazar que esta bolsa de tierra se originase de es de base plana con anillo. ¿Se trata aquí de una
la misma forma y en el mismo tiempo que los variante?
ocho niveles superiores. Por consiguiente, sólo Variante 20.3. Aparecieron dos ejemplares
pudo ser depositada allí antes de cerrarse aque- bastante completos, pero ninguno con la boca
lla especie de gran cueva con la construcción del completa. Esto dificulta bastante su estudio. Apa-
muro 3, en cuyo caso tenemos una fecha ante recieron ambas en la misma bolsa de tierra negra
quem para estos dos tipos de ánforas 1 y 2. Lo que el ejemplar de tipo 20.2, por lo que no du-
cual es evidente, porque aquí la roca y el muro damos que son contemporáneas. Tampoco duda-
124
M. H. CALLENDER, Reman Amphorae with index of 13
° Cf. S. J. K.EAY, Late Roman Ampborae in the Western Me-
stamps, Oxford 1965. diterranean. A Fypology and economic study: the Catalan euiden-
125
Cf. J.-P. J0NCHERAY, Nouvelle Classification des Ampbo- ce, 1984, p. 79, fig. 19, 2 y pp. 95ss.
res découvertes lors de fouilles sou-marines, p. 43. 131
F. LAUBENHEIMER, La production des amphores en Gaul
126
Dessau, ILS, 6087. Narbonnaise, 1985, fig. l, derecha.
12
' Cf. CII, 1867. 132
G. CAPITAN, «Le Anfore del Relitto Romano di Capo
12
' ILS, 1892. Ognina (Siracusa)», en Recherches sur les Amphores Romaines,
129
F. LAUBENHEIMER, La production des amphores en Gaul par P. BALDACCI et alii, Roma 1972, pp. 243-252, fig. 6.
Narbonnaise, 1985, fig. 177, 4.
••••
133
R. W
HAMILTON, 1944 (¿?), fig. 21, 5 y p. 45.
138 R. w HAMILTON, 1944, fig. 21, l.
134
J. A.
R!LEY, The Pottery From the First Session of Exca-
139 Y. Al-iARONI, 1964, fig. 34, 4.
vation in rhe Caesarea Hipodrorne», BASOR 218 (1975) 38,
140
Storage Jars in Ancient Sea trade. Haifa, 1977, pi. XV, 1;.
1:
137
GERASA ( City ofthe Decapo/is), 1938, fig. 43, XI y 45 x 50. 8 (1967) 168-182.
'~
1
304
EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
del capítulo 7 hay bastante cerámica, del período milar formación de los niveles del subsuelo, tal
del Hierro II en concreto, que no hemos estudia- como pueden verse en las secciones de las trin-
do en este capítulo. Es cierto. Y la razón la hemos cheras de observación realizadas por los arquitec-
dado ya a lo largo de este trabajo. Primero por ser tos previamente al comienzo de la restauración
cerámica bien conocida y, segundo, porque, al ve- arquitectónica y publicadas por V Corbo 145•
nir mezclada con cerámica más reciente, no ayu-
Estas constataciones son ya un preámbulo de
da a la reconstrucción de la cronología de los lu-
las conclusiones que pueden sacarse de una pa-
gares estudiados. Sí sirve para testimoniar que
ciente lectura de los datos que nos proporciona la
tanto el área E como el área C fueron objeto de
tipología cerámica. Para ello procederemos de
un inmenso relleno de escombros traídos en gran
abajo arriba; es decir, desde el suelo rocoso o le-
parte de afuera, de algún lugar cercano a la ciu- cho de la cantera.
dad, y que no son escombros que se acumularon
aquí por sedimentación o de una forma natural y Fase l. La cantera. La etapa de explotación de
progresiva, sino en momentos históricos muy la cantera sólo puede identificarse y datarse me-
concretos, que vienen suficientemente determi- diante los vestigios hallados sobre la misma. Pero
nados por la estratigrafía y los materiales en ella también el tipo de huellas en la misma roca pue-
encontrados. En este caso, particularmente la ce- de ayudar en este empeño, pues tanto el suelo co-
rámica y la numismática. Por este testimonio, so- mo las paredes de la roca del entorno conservan
bre todo, es por lo que la hemos reproducido las huellas de los cortes de los bloques arrancados,
aquí. Pero nada más. de forma que, entre otras cosas, pueden conocer-
se las dimensiones de éstos.
Y en este aspecto existen en Jerusalén canteras
Conclusiones antiguas, visibles hoy, algunas fechadas, cuyas
huellas de explotación son similares o idénticas,
Intentaremos ahora reconstruir la cronología por la forma y las dimensiones de los bloques de
de la cantera y de las estructuras halladas apoyán- piedra arrancados, a las de la cantera sobre la que
donos en el estudio hecho de la cerámica. fue edificada la basílica del Santo Sepulcro (véase
Con la cerámica delante se puede realizar un pág. 94ss).
estudio comparado de la secuencia estratigráfica Hasta hoy, la opinión general ha sido que la
de las diferentes áreas excavadas y establecer una cantera sobre la que está construida la basílica del
cronología con el simple análisis de las distintas Santo Sepulcro es del período del Hierro. Es algo
fases reflejadas por la tipología. Se puede observar que se viene afirmando como una rutina, sin que
cómo la estratigrafía de E I.1 se repite en E II con nadie haya presentado un estudio con pruebas
las mismas fases y el mismo contexto en cada fa- creíbles.
se. Compárese, por ejemplo, dentro de los mate- En este sentido nos parece desacertada la afir-
riales de E II, el procedente de los niveles 21-13 mación del Sr. Broshi 146: «Esta área fue habitada
(láminas VII-IX) con el procedente de los niveles por vez primera cuando Jerusalén se expandió en el
10-1 (láminas XIII-XVII). Lo mismo se puede siglo VII a. C. Nuestras excavaciones (?) demues-
hacer con los materiales de la fase I del sector E I tran que el área fue entonces cubierta por un sue-
(láminas I-III) y los procedentes de los niveles lo de tierra batida. Se encontró cerámica del siglo
3-13 (láminas IV-VI). El mismo tipo de estudio VII sobre el pavimento y debajo de él». Ninguna
comparativo se puede hacer con los materiales del de estas afirmaciones nos parece cierta, como que-
área C, y se verá que la correspondencia es la mis- da ya expuesto en págs. 69ss.
ma, y con la misma tipología en términos gene- En los niveles 15-16 de E I.1 no se encontró
rales. Este paralelismo estratigráfico no nos cabe ningún fragmento de cerámica significativo o di-
la menor duda de que es el que se encuentra en bujable; sí, en cambio, en E II, niveles 21-18 (lá-
todo el área de la basílica, si nos fijamos en la si- mina VII, nn. 1-18), que estratigráficamente son
145
Cf. Il Santo Sepolcro di Gerusalemme, vol. II, 1981. the Holy Land comes to Light in Holy Sepulchre Churche».
146
M. BROSHI, «Evidence ofEarliest Chistian Pilgrimage to BAR(I977) 42-44.
,..
ESTUDIO DE 1A CERÁMICA
305
los más antiguos formados en el área E. Recuér- ción de la cantera y el del terraplenado de la zona
dese que originalmente eran un solo nivel hasta (E y C), ya que la evidencia estratigráfica no deja
que fue cortado por la construcción del muro 3. lugar a dudas en este sentido: la sima producida
La cerámica encontrada en estos niveles puede por la explotación de la cantera, una vez conclui-
clasificarse toda ella dentro del período romano; da ésta, se rellenó de escombros procedentes de
aún más, las bocas de ánforas locales 5-9 de la lá- otras partes de la cantera y de fuera de ésta.
mina VII 147, si se exceptúa quizá la n. 8, pueden Hay dos excepciones en E I: el suelo-pavi-
datarse todas del período romano medio; es de- mento nivel 10 y el nivel 9, de cenizas con cerá-
cir, de entre las dos guerras judías. El cuello n. 5 mica y huesos calcinados, que se formó encima
de la lámina VII apareció en el espeso nivel 21 de del nivel 1 O. Creemos que ambos son contempo-
lascas de la cantera debajo de un fragmento de ráneos a la explotación de la cantera. Así como la
fuste dé columna a medio tallar (0,50 de largo construcción de los muros 5, 6 y 7 es contempo-
por 0,25 de diámetro) de la misma clase de pie- ránea del relleno de escombros comprendido por
dra que las lascas y guijo de este nivel; lo que per- los niveles 2-8 (sección a-a).
mite pensar que las piedras se desbastaban en la Este relleno de escombros es contemporáneo
misma cantera para aminorar el peso y facilitar del relleno encontrado en C I, niveles 5 y 4, y en
así el traslado al lugar al que estaban destinadas. C II, niveles 24-16.
Esto explica no sólo la gran cantidad de polvo
blanco de roca depositado en el lecho de la can- En la última fase no se ha encontrado cerá-
tera, originado principalmente por los cortes de mica típicamente bizantina de los siglos V y VI,
los bloques de piedra, sino también el enorme ni del período omeya. Ahora bien, si tenemos en
depósito de lascas allí acumuladas, originadas cuenta que esta zona estuvo cubierta (sellada) por
más bien por la primera talla de los bloques el pavimento de la basílica de Constantino en E
extraídos. Ahora bien, en estos niveles contem- y en C probablemente hasta la destrucción de-
poráneos de la explotación de la misma, y com- cretada por Hakim en el año 1009, debería en-
puestos únicamente por los residuos de la explo- tenderse que toda la cerámica de estos lugares no
tación de la cantera, sólo se encontró cerámica tendría que ser más tardía del primer tercio del
romana. La cerámica más antigua a la que aluden siglo IV Por otra parte, el análisis comparativo de
algunos sólo apareció en niveles de relleno de los materiales de los niveles superiores de E II y
materiales traídos de afuera. Y este mismo con- C I nos lleva a considerar la cerámica de esa pro-
texto estratigráfico es el que apareció en el área cedencia del período romano tardío, no poste-
C, al este de la roca del Calvario; luego está cla- nor.
ro que la cantera de esta zona no puede datarse De aquí que, apoyándose en la cerámica y en
-no hay ninguna base para ello- del período del las monedas encontradas en C II, pueden distin-
Hierro, sino que aquí la explotación tuvo lugar guirse cuatro estratos representantes de cuatro pe-
en época romana. ríodos o etapas desde la explotación de la cantera
Resumiendo. La cerámica nos lleva a distin- hasta la construcción constantiniana.
guu: 1. Etapa de explotación de la cantera, refleja-
da en las huellas dejadas por esa explotación en el
Dos períodos claramente diferenciados lo
lecho rocoso y en las paredes y residuos de lascas
mismo en el área E que en el área C, ya que a par-
y polvo blanco de la roca, producto de los cortes
tir de determinados niveles la tipología cambia
y del tallado de los bloques de piedra, en E I y II,
casi totalmente en una y otra parte. Esto ocurre
niveles 16-14 y 21-18 respectivamente, y en C II,
en E I en el nivel 2, y en E II en el nivel 9. Y en
niveles 26-25.
C II en los niveles 15 y 13, anterior y posterior al
pavimento 14. En el período más antiguo (lógi- 2. En E I.1 (niveles 13-9), etapa de la prime-
camente los niveles más profundos) pueden dis- ra traída de tierra de campo y residuos de cantera
tinguirse dos subperíodos o fases: el de explota- para preparar la construcción del suelo (niveles
147 Este tipo de ánforas eran utilizadas probablemente por para el propio consumo y para mojar las cuñas con las que
quienes trabajaban en las canteras como almacenaje de agua abrían los bloques de piedra ya preparados.
306 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
11 y 10). Aquí quizá haya que añadir una posible 5. En E II, finalmente, tiene lugar un último
primera fase del muro 6 en conexión con el sue- relleno de escombros posterior a la construcción
lo 10 y el hogar nivel 9. Este conjunto representa del muro 3 y representado en los niveles 8-1. No
una fase de ocupación dependiente de la explota- es seguro que este relleno se deba a los construc-
ción de la cantera en su etapa final y, por consi- tores de la basílica constantiniana; puede haber
guiente, contemporánea de esa misma etapa de la tenido lugar incluso algo más tarde, pero no es
explotación de la cantera. Esta fase no tiene para- fácil probarlo.
lelo en el área C. También hay en C II una fase que no existe
3. A la etapa o fase anterior sigue en el área E en el área E. Es la representada por los niveles de
el abandono de la cantera y, después, la construc- ocupación 14-10, que tanto la numismática co-
ción .dc los muros 5, 6, 7, y 8 simultáneamente al mo la cerámica fechan entre finales del siglo II y
relleno de escombros en toda la zona. Esta opera- mediados del III.
ción, apoyándose en la cerámica, puede atribuirse al Lo hemos dicho ya, apoyándonos en los da-
proceso de construcción de Aelia Capitalina. Esta tos, aunque escasos, proporcionados por los 14
fase se corresponde en el área C con la construcción sondeos realizados por los arquitectos en dife-
del muro 3 y la formación de los niveles 5 y 4 de C rentes puntos del suelo de la basílica y algunas
I y 24-16 de C II, como viene demostrado por el afirmaciones de V Corbo y de Ch. Quasnon:
contexto cerámico paralelo de los mismos y por la creemos que hay razones suficientes para poder
datación de los niveles siguientes, bien datados és- afirmar que la estratigrafía hallada en las áreas C
tos de entre finales del siglo II y mediados del III. y E es extrapolable poco más o menos al resto del
4. En el área E, construcción de los muros 3 y subsuelo ocupado por la basílica. Y, en conse-
4 pertenecientes a la obra constantiniana, como cuencia, habrá que concluir que el estado de des-
queda manifiesto por el tipo de construcción y por trucción en que aparece no sólo el Calvario, sino
su relación con otras estructuras del lugar inequí- también la tumba, se debe fundamentalmente a
vocamente constantinianas, así como por la estra- la explotación de la zona como cantera desde fi-
tigrafía y la cerámica de la trinchera de fundación nales del siglo I d. C. hasta la construcción de la
del muro 3. Esta fase en el área C está representa- colonia Aelia Capitalina, y no antes. Lo que equi-
da en los muros 4, 5 (probablemente también mu- vale a decir que la cantera sobre la que está edifi-
ros 6 y 7, aunque no está claro) y la segunda fase cada la basílica del Santo Sepulcro no es del pe-
del muro 3 (M 3.2). También el muro 11 de C III. ríodo del Hierro II, sino del período romano II.
\ 1
,..
IX
Monedas encontradas en las áreas C 11 y C 111
1~
3. Inidentificada.
Diámetro: 15 mm.
Espesor: 1,5 mm.
Ofrecemos un intento de interpretación en dibujo, pero el esta-
do de conservación de la moneda es tan defectuoso que no estamos
seguros de su exactitud.
l
1
4. Inidentificada.
Su tamaño es igual al de la moneda n.0 3.
.;i
308 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
9. Moneda anónima.
Diámetro: 17 mm.
Espesor: 0,5 mm.
Peso: 1 gr.
Anverso: Santo Sepulcro, un techo plano sostenido por dos
columnas; debajo hay una cúpula y, más abajo, un sarcófago
protegido por una figura alada, quizá representando a un ángel.
Leyenda: + DOMINI (según un paralelo estudiado por
C. J. Sabini).
Reverso: La Torre de David, muy probablemente.
Leyenda: (DIV) ADSIR (RVT), escrito con las letras vuel-
tas a la inversa, según Sabini.
Esta moneda fue acuñada en Jerusalén el año 1187, bajo
la autoridad de Balian de Ibelín y de Heraclio, patriarca en-
tonces de Jerusalén, durante los meses de agosto-septiembre,
inmediatamente antes o durante el asedio de Jerusalén por Sa-
ladino. Sólo se conocen algunos ejemplares.
(Cf. C. J. SABINI, The Numismatic Cbronicle, vol. 139, Londres
1979; G. SCHLUMBERGER, Numismatique de l'Orient Latín, París 1878,
p. 87; hay publicado un ejemplar en QDAP 14 [1949-1950] 165.)
X
Informe sobre los restos humanos
hallados en la basílica del Santo Sepulcro (jerusalén)
M. D. GARRALDA y M. SMETS
Sección de Antropología
Facultad de Biología
Universidad Complutense de Madrid
Lám. XXXIX
1 2
·.
l 1
INFORME SOBRE LOS RESTOS HUMANOS HALLADOS EN LA BASÍLICA DEL SANTO SEPULCRO üERUSALÉN) 313
Jerusalén 113
Gal. tumba 7 78,5 Nacido muerto o unos días de vida
Gal. tumba 9 74,0 Nacido muerto o unos días de vida
Gal. tumba 4 87,0 0-3 meses
Al. 82 B 95,75 96,86 1-1,5 años
Al. 383 tipo 5.2 127 127 3-4 años
Al. 282 tipo 2 120 4-6 años
314 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Referencias
BR0THWELL, D. R. (1981): DiggingupBones, Bri- MUÑ0Z, M.ª A. (1994-1995): Los niños hispano-
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der Osterreichischen Akademie der Wissenschaften,
LEFEVRE, J. (1972): La Denture des Hommes du
Viena.
Mésolitbique Portugais. These pour le Doctorat en
Chirurgie Dentaire, Université de París, VII.
,,1'
Conclusiones
En los dos últimos siglos, se ha venido deba- que sólo se tengan en cuenta los casi 5 m de altu-
tiendo larga y profusamente sobre la autenticidad ra visibles desde la basílica. Es cierto que alguna
del lugar tradicional de la crucifixión de Jesús. de las medidas no era conocida hasta ahora.
Hubo estudiosos que dudaron y otros que lo ne- Pero, también aquí, antes de sacar conclusio-
garon abiertamente. Para éstos, el pequeño pro- nes habrá que preguntarse si la roca del Gólgota
montorio que se venera como tal dentro de la ba- en el momento de la Crucifixión de Jesús estaba
sílica del Santo Sepulcro no puede ser el lugar ya disminuida hasta ese extremo y en el mismo
histórico de aquel acontecimiento, porque la cru- estado de ruina en el que ha llegado a nosotros
cifixión, según el Nuevo Testamento, tuvo lugar dos milenios más tarde. Cierto que antes del año
fuera de la ciudad, luego ni el Calvario ni el Se- 1961 no hubiera sido fácil responder a esa pre-
pulcro tradicionales, que están dentro de la ciu- gunta sin la posibilidad de hacer una investiga-
dad y de la basílica del Santo Sepulcro, pueden ción en profundidad. Pero da la impresión de que
ser verdaderos. El problema surgía de un plantea- ni siquiera se planteó seriamente. Quizá también
miento viciado ya en la base, ya que la referencia porque se encontró pronto una solución fácil,
y punto de apoyo de su razonamiento era el tra- aunque sin fundamento, cerrándose la cuestión
zado del segundo muro de Jerusalén descrito por en falso y con asentimiento general, porque no
Flavio Josefa, del cual no se tenía ninguna certe- conocemos ninguna opinión crítica en contra.
za. Y era tal el desconocimiento sobre este punto
Es decir, se ha partido siempre, y se sigue ha-
que muchos daban por cierto que dicho muro se
ciendo en los escritos más recientes sobre este
ajustaba más o menos al trazado de la muralla
asunto, de un hecho no demostrado, según el cual
noroeste actual, con lo cual, evidentemente, el
la basílica está construida sobre una antigua can-
Calvario y el Sepulcro estaban dentro de la ciu-
tera explotada en los siglos VIII-VII a. C. Pero la
dad. Pero era esto precisamente lo primero que
roca del Gólgota se salvó de la total desaparición
necesitaba probarse. El planteamiento no era co-
gracias a su mala calidad. Abandonada ya la can-
rrecto, y el avance de la investigación lo ha ido
tera, el tiempo se encargó del resto, y la gran hoya
relegando al olvido.
producida por aquélla se fue rellenando por obra
Otra objeción de no menor calado, y a la vez del tiempo, convirtiéndose además, por su proxi-
igualmente simple, salta a la vista contemplando midad a una puerta de la ciudad, en un vertedero.
las escasas dimensiones de la propia roca del Cal- Todo esto contribuyó a que en torno a la peña del
vario. Porque, en efecto, en su estado actual el Gólgota fuera surgiendo un montículo, que por
Calvario no es un montículo, sino un elevado su forma redondeada recibiría el nombre de Gól-
monolito cuyas dimensiones hacen imposible gota (cráneo), con todas las condiciones para que
imaginarse allí la escena de la crucifixión que na- en su cima pudiera ocurrir y realizarse lo que
rran los evangelios. La altura de la roca es de 1 O a cuentan los evangelios. Más tarde los arquitectos
13 m, según del lado que se mire, y la cima no al- de Constantino la cortaron por las caras sur y este
canza 8 m2, y no son precisamente llanos. En un para encajar la roca dentro de la arquitectura del
espacio tan alto y tan angosto, repetimos, es inad- Martyrium, quedando reducida al estado en el que
misible que pudieran tener lugar tres crucifixio- se encuentra en la actualidad. Ésta es la recons-
nes simultáneas. La dificultad es evidente, aun- trucción que se ha hecho.
316 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Sin embargo, la investigación reciente ha ve- puntos de ésta, aunque no se fijó en este aspecto,
nido a desmentir esta hipótesis, bien intenciona- se puede deducir que la conclusión anterior es
da sin duda, pero desprovista de fundamento, y aplicable a todo el subsuelo de la basílica, y, pro-
no sólo en su conjunto, sino también en los deta- bablemente, también a la parte de la cantera ex-
lles. Porque, primero, si se exceptúa la parte su- terior a la basílica, habida cuenta de las conclu-
perficial superior, el resto de la roca es de muy siones a las que llegaron la Dra. Lux en el
buena calidad, y, en segundo lugar, los escombros subsuelo de la iglesia luterana y Dame K. M.
del entorno de la roca y los de más lejos no eran Kenyon en el Muristán. Aunque en este último
el resultado secular de un vertedero, de desperdi- caso quizá habrá que dejarlo en un interrogante,
cios y basuras, sino que eran un relleno realizado mientras no se haga alguna otra investigación.
en un momento histórico concreto y con una fi- 3. Los resultados de la investigación arqueo-
nalidad muy precisa, siendo su composición tie- lógica, unidos a razones históricas, permiten po-
rra de campo traída de afuera y lascas y guijo de der afirmar que la explotación de la cantera del
la propia cantera. No apareció ningún resto de Gareb, bajo la basílica del Santo Sepulcro, no es
basuras ni de sedimentos de aluvión, a pesar de anterior a finales del siglo I d. C., ni posterior a la
estar en la parte baja de una ladera, ni residuos primera mitad del siglo II, pues no se ha encon-
depositados allí por obra de un largo período de trado nada anterior a ese período, a excepción de
tiempo abierto a la intemperie. fragmentos sueltos de cerámica de los períodos
Dicho esto, véanse ahora resumidas las con- del Hierro II, helenístico y del romano antiguo
clusiones de la investigación en los puntos si- pertinazmente mezclada, siempre que apareció,
gmentes. con cerámica del período romano señalado. Por
consiguiente, el montículo llamado Calvario fue
destruido con posterioridad a la Crucifixión de
A. La cantera y el Calvario Jesús; muy probablemente, más de 50 años des-
pués de aquel acontecimiento. Las mismas huellas
1. La investigación ha confirmado algo que de la cantera, comparadas con la huellas dejadas
ya se sabía, que la basílica del Santo Sepulcro de en otras canteras de Jerusalén, vienen a confirmar
Jerusalén está construida sobre una antigua can- el final de su explotación incluso cuando ya se ha-
tera, cuyo suelo es muy irregular y con una ten- bía iniciado la construcción de Aelia Capitalina.
dencia, no siempre confirmada, a ir profundizan-
do progresivamente desde el oeste al este, hasta 4. Esta conclusión concuerda con el testimo-
alcanzar una cota de 11 m en el área E I por de- nio del historiador Eusebio en la Vida de Cons-
bajo del nivel del pavimento de la basílica, el tantino, según el cual, previamente a la construc-
punto más profundo encontrado hasta ahora en ción del templo de Afrodita, «hombres descreídos
el ámbito de la basílica. y profanos ... tomándose un gran esfuerzo, cubren
todo el lugar con tierra que han acarreado de otra
2. Esta cantera, en contra de lo que se ha ve-
parte ajena al sitio ... » (III, 26, 2). Luego fue du-
nido afirmando hasta ahora, pero no demostra-
rante la construcción de Aelia cuando se realizó el
do, fue explotada durante el período romano, y
relleno de escombros, traídos de afuera, como ha
no antes. Dicho de otro modo: no se ha encon-
demostrado claramente la excavación, para igua-
trado ningún vestigio que permita fijar su explo-
lar el suelo de la zona y levantar allí el templo de
tación en los siglos VIII-VII a. C. En cambio, sí
la diosa, y no antes. Y si entre el lecho de la can-
han aparecido pruebas suficientes y claras de que
tera y el relleno realizado durante la construcción
fue una cantera en uso durante el período roma-
de Aelia no se ha encontrado ningún vestigio que
no. Esta afirmación se apoya en el estudio estrati-
demuestre que la cantera fue explotada en los si-
gráfico de las áreas E y C., donde particularmen-
glos VIII-VII a. C., y que justifique el vacío de
te la cerámica hallada en todos los niveles y sobre
siete largos siglos que supondría esto, ello quiere
el lecho mismo de la cantera, y también la nu-
decir que, en este caso, habida cuenta de una se-
mismática, son un testimonio claro de esto. Por
rie de condiciones, esas afirmaciones no respon-
otra parte, después de repasar y analizar afirma-
den a una realidad, no existieron.
ciones y planos de secciones realizadas por algu-
nos arquitectos colaboradores en la restauración 5. Teniendo en cuenta que la existencia del
de la basílica, y de V Corbo, que excavó en varios templo de Afrodita en Jerusalén no la conocemos
,.
CONCLUSIONES 317
ni por el historiador Dion Casio ni por el Chroni- truida (profanada) no más tarde de la primera
con, sino por el testimonio de historiadores cristia- mitad del siglo II, probablemente durante la ex-
nos posteriores, y que Eusebio tampoco lo atribu- plotación de la cantera, o quizá durante la cons-
ye a Adriano, se puede creer que no fue obra de trucción del templo de Venus.
este emperador o, al menos, no fue construido en 2. Esta cueva del Calvario permaneció oculta
vida de él. Y, por consiguiente, cabe incluso pensar y olvidada desde la construcción del templo de
que la cantera estuvo en uso durante el gobierno de Venus (+/- 135-150) hasta la reciente investiga-
Adriano, en los primeros años de la construcción ción arqueológica, y tiene todas las garantías de ser
de Aelia. Esto vendría confirmado por el paralelis- la cueva de referencia que aparece insistentemente
mo existente entre las últimas huellas dejadas por citada en la literatura apócrifa del ciclo de Adán,
la explotación en esta cantera y las que pueden ver- con el nombre de cueva o gruta de los Tesoros.
se en lás canteras de la cueva de Sedecías y la del
Ofel, fechadas, al menos la segunda, contemporá- 3. A la luz de los datos topográficos que se
neas de la construcción de Aelia Capitalina. dan de esta cueva en la literatura apócrifa del Ci-
clo de Adán, sin perder de vista las conclusiones de
6. Parece lógico que dentro de un temenos o la investigación arqueológica, se puede asegurar:
recinto sacro romano, cuyos restos son conocidos
hoy, no hubiera más que un solo templo. En cual- a) que el autor o autores conocieron personal-
quier caso, la fuentes históricas parecen estar más mente la cueva, al menos el autor del Combate de
de acuerdo, como se vio en el capítulo 2, con la Adán, y, por consiguiente, que este relato es ante-
existencia de un solo templo sobre el Calvario y rior al 135 d. C.;
el Sepulcro de Jesús, y éste fue el dedicado a Ve- b) que se trata de una gruta mística donde la
nus, cuya plataforma cubrió ambos lugares. primitiva comunidad judeocristiana de Jerusalén
7. La investigación ha permitido también recordaba la muerte y el descendimiento de Jesús
concluir que los restos arqueológicos más anti- a los infiernos desde la cruz a través de la grieta de
guos encontrados en las zonas investigadas, con- la roca;
sistentes en basamentos de estructuras desapareci- c) que dicha cueva fue considerada el lugar de
das, son de época romana y coincidentes con el la sepultura de Adán, al menos después de la des-
período de Aelia Capitalina. Esto demuestra, una trucción del templo judío, para relacionar la re-
vez más, como ya se había comprobado en el Mu- dención del padre de la humanidad con la sangre
ristán, que en esta zona no hubo ocupación pro- de Cristo derramada en este lugar. De esta mane-
piamente dicha antes del siglo II d. C. ra, la sangre de Cristo, «agua de la vida» para
8. Además del hallazgo de restos de construc- Adán -según el autor del Combate-, filtrándose
ciones romanas, la investigación ha permitido am- por la hendidura de la roca, llegó hasta el cuerpo
pliar el conocimiento de las estructuras constanti- o cráneo de Adán, limpiándole de su pecado.
nianas y bizantinas. Se ha podido comprobar una 4. Se está hablando, por consiguiente, en es-
vez más que los arquitectos de Constantino reuti- te caso, de testimonios y elementos proporciona-
lizaron basamentos romanos: por ejemplo, el mu- dos por la primera y segunda generaciones de
ro 5.1 del área C, que no es bizantino, sino roma- cristianos de Jerusalén.
no. Se descubrió el muro 3 y la cara sur del muro
4, ambos del Martyrium, también en C; y el mu- Luego si nuestro razonamiento, apoyado en
ro 4 y la continuación hacia el este del muro 3, ya los resultados de la investigación arqueológica, en
el testimonio de las fuentes históricas y en los es-
conocido en la capilla de Santa Elena, en el área E.
critos de la literatura apócrifa cristiana de los si-
glos I y II, es correcto, puede concluirse que la ro-
B. La cueva del Calvario ca resquebrajada que se venera hoy en la basílica
del Santo Sepulcro, recortada y disminuida por
1. En la cara oriental del Calvario se ha en- efecto de la cantera del siglo II d. C., y reconoci-
contrado una cueva a 3,76 m por debajo de la ci- da como el Calvario por una larga tradición, es
ma de la roca. Esta cueva fue revocada y decora- realmente el lugar histórico de la crucifixión y
da en el siglo I d. C., cuando ya la roca se había muerte de Jesús de Nazaret. Y la cueva del Calva-
resquebrajado. Permaneció en uso durante cierto rio, el más antiguo lugar de culto de la comuni-
tiempo, fue revocada y pintada dos veces y des- dad cristiana del cual tenemos noticia.
Conclusions
Por the past two centuries, a long and prolific crucifixions to have taken place. The difficulties
debate has been going on regarding the authenti- are obvious even when only taking into account
city of the traditional site of the crucifixion of Je- the nearly 5 m in height visible from the basílica.
sus. Sorne scholars have had their doubts and ot- lt is true to say that sorne of the measurements
hers have openly rejected it. Por the latter, the were not known until now.
small promontory venerated as such within the But here again, before reaching any conclu-
basílica of the Holy Sepulchre cannot be the his- sion, we should ask ourselves if the Golgotha
torical venue of that event because the Crucifi- rock at the moment of Jesus' Crucifixion had di-
xion, according to the New Testament, took pla- minished to this extreme and was in the same rui-
ce outside the City, so that neither the traditional nous state as it has come clown to us two thou-
Calvary or the Sepulchre worshipped in the basí- sand years later. Certainly before 1961 it would
lica of the Holy Sepulchre, in Jerusalem, can be not have been easy to answer rhat question wit-
authentic. The problem originated from a con- hout the possibility of carrying out a thorough
jecture which was distorted from the start and investigation, but one has the impression that
whose reasoning took as its reference and basis this had not even been seriously proposed. Per-
the contour of the city's second wall described by haps also, as an easy solution had soon been
Flavius Josephus, about which there was no cer- found, although without any real grounds, the af-
tainty. And there was such a lack of knowledge fair was settled superficially and with all-round
on this point that many were sure that this wall agreement, because no critica! opinion against it
more or less fitted the con tour of the present-day is known.
north eastern rampan, so that the Calvary and
Namely, the argument has always started
the Sepulchre were obviously inside the city, But
from, and chis continues to be so in the most re-
this was precisely the first fact that should have
cent reports on this question, an undemonstrated
been verified. This was not a correct supposition,
facc, according to which che basílica was erected
and perhaps for that reason and for the advances
over an old quarry exploited in the VIII-V1I cen-
in research, the old controversy has practically di-
turies B.C., but that the rock of Golgotha was sa-
sappeared.
ved from total disappearance due to its bad qua-
Another no less important, but at the same ti- lity. The quarry was abandoned, time took care of
me equally simple, objection becomes evident the rest, the large hole it left was gradually filled
when looking at the scant dimensions of the Cal- in and, because of its proximity to one of the city
vary rock itself. Because, in fact, in its present sta- gates and it became a rubbish tip. All this contri-
te the Calvary is not a hillock but a tall monolith, buted to the fact that around the rock of the Gol-
whose measurements make it impossible to ima- gotha a hillock rose, which, due to its round sha-
gine itas the scene of the crucifixion narrated by pe, received the name of Golgotha (skull), with
the Evangelists. The rock is 1 O to 13 m high, ac- all the conditions for what was related by che
cording to the side from which it is looked at, Evangelists to occur and be carried out on its
and its summit area covers under 8 m2, which are summit. Later, Constantine's architects cut down
not exactly flat. In such a high, narrow space, it its southern and eastern faces to situare che rock
Would be inadmissible for three simultaneous in Martyrium architecture, and ir became redu- 1,•
320 EL CALVARJO Y LA CUEVA DE ADÁN
ced to the state in which it is faund at present. was not considered, ir can be said that the above
This is the reconstruction that has been made. conclusion is applicable to the whole subsoil of
However, recent research has been rejecting the basilica; and also, probably, to the part of the
this hypothesis, undoubtedly well meant but lac- quarry outside the basilica, in accordance with
king any base, not only as a whole but also in rhe the conclusions reached by Dr. Lux in the subsoil
details. Because, first, except far part of the upper of the Lutheran church and Dame K. M. Kenyon
surface, the rest of the rock is of a very good qua- in the Muristan. Although the latter case should
lity and secondly the debris around the rock, and perhaps be left in the air until further research has
rhat farther away, were not the secular result of a been done.
rubbish tip, of residues and refuse, but were a fi- 3. More facts. The results from the archaeo-
lling made at a specific historical moment and logical investigation together with historical rea-
with a very precise objective. It was made up of sons permit the possibiliry of stating that the ex-
soil brought in from outside and gravel and sto- ploitation of the Gareb quarry, under the basilica
ne chips from the quarry itself. There were no of the Holy Sepulchre, was not befare the end of
rubbish remains or flood sediments, in spite of the first century AD., or subsequent to the first
being on the lowest part of a hillside, nor were half of the second century since nothing previous
there any residues left there after such a long pe- to this period has been faund, wíth che exception
riod of time exposed to the inclemency of the we- of several fragments of ceramics from rhe Iron II,
arher, Hellenistic and Ancient Roman periods pertina-
Having said that, let us see the summarized ciously mixed, wherever ir appeared, with cera-
conclusions of the research in the fallowing mies from the Roman period indicated. As a re-
points: sult, the hillock named Calvary was destroyed
after che Crucifixion of Jesus, very probably over
50 years after that event. The very traces of the
A. The quarry and Calvary quarry, compared to the traces left in ocher jeru-
salem quarries, have confirmed the end of its ex-
1. The investigation has confirmed sornet- ploitation even when the building of the Aelia
hing already known; that the basilica of the Holy Capitoline had already begun.
Sepulchre of Jerusalem was built over an old
quarry, whose soil is highly irregular and has a 4. This condusion is in agreement with the
not always confirmed tendency to gradually be- testimony of the historian Eusebius in The Lifl of
come deeper from west to east, until reaching a Constantine, according to whom, prior to the
depth of - 11 m in area E 1 under the paving le- building of the temple of Aphrodite «sorne disbe-
vel of the basilica, the deepest point found up to lieving and profane men ... making a great effort,
now in the latter's surroundings. cover the whole place with soil which rhey have
carried in from other pares away from the site ... »
2. This quarry, contrary to what has been
(III, 26.2). Then it was during che building of
stated up to now (although not demonstrated),
Aelia that ir was filled with rubble brought from
was exploited during the Roman period and not
outside, as has been clearly demonstrated by the
befare. In other words: no trace has been found
excavation to level che ground in the area and
permitting its exploitation to be fixed in the cen-
erect the temple of the goddess there, and not be-
turies VIII-VII b. C. Instead, sufficient and clear
fare. And if between che quarry bed and the fi-
proof has appeared to indicate that the quarry
was in use during the Roman period. This aífir- lling made during the building of Aelia no trace
has been faund to show that the quarry was ex-
mation is borne out by a stratigraphic study of
areas E and C, in which, particularly the ceramics ploited in the eighth and seventh centuries B.C.
faund at all the levels and on the actual bed of the and justify the empty gap of seven long centuries
quarry bur also the numismatics, bear clear wit- that this would signify, then this would mean
ness to this. Moreover, after reviewing and analy- that, in this case taking into account a series of
sing affirmations and cross-section plans carried conditions, these statements do not correspond
out by sorne architects collaborating in the resto- to reality, namely, they did not exist.
ration of the basilica, and by V Corbo, who ex- 5. Taking into account that we did not learn
cavated in several parts of it, although this aspect of the existence of the temple of Aphrodite in Je-
coNCLUSIONS 321
rusalem either from the historian Cassius Dio or It remained in use for a certain time, was resurfa-
frorn the Chronícon but from rhe testimony of la- ced and painted at least twice; ir was destroyed
ter Christian historians, and that Eusebius does (profaned) not later than the first half of the se-
not attribute it to Hadrian either, it can be assu- cond century probably during the exploitation of
med that it was not the work of this emperor, or at the Quarry and, perhaps during the erection of
least was not built in his lifetime. And, therefore, the Temple of Venus, ir was finally destroyed.
ir could even be thought that the quarry was in use 2. This cave in the Calvary remained conce-
during the mandate of Hadrian, in the first years aled and forgotten under the Temple of Venus
of the building of Aelia. This would be confirmed building(+- 135-150) until the recent archaeolo-
by the parallelism between the last traces left by gical investigation and is guaranteed to be the re-
the exploitation in this quarry and those that can ference cave that is insistently cited in the
be seen in the quarries of the caves of Zedekiah apocryphal literature of the Adam Cyde with the
and of Ophel dating, at least the latter, from the name «Cave or Grotto of Treasures».
same time as the building of the Aelia Capitoline.
3. In the light of the topographical data gi-
6. It would seem logical that within a Teme- ven about this cave in the apocryphal literature of
nos or Roman sacred endosure, whose remains the Adam Cyde, without losing sight of che con-
are known about today, there would only be a dusions of the archaeological research, it can be
single temple. At any rate, historical sources ap- assured:
pear to be more in agreement, as was seen in
a) that the authors saw che cave personally, at
chapter 2, with the existence of a single temple
least the author of Adam's Fight did ; and, conse-
on the Calvary and the Sepulchre of Jesus and
this was dedicated to Venus, whose platform co- quently, chis story dates from befare 135 A.D.; b)
that ir is a mystic grotto in which che original Ju-
vered both places.
daeo-Christian Community of Jerusalem corn-
7. The research has also permitted the con- memorated the death and descent of Jesus to hell
dusion that the most ancient archaeological re- from the cross through the crack in the rock; c)
mains found in the areas investigated, consisting that this cave was considered to be the burial pla-
of plinrhs of vanished structures, are of the Ro- ce of Adam, at least after the destruction of the
man era and coincide with the Capitoline Aelia Jewish Temple, in order to relate the redemption
period. This demonstrates once more, as had be- of the father of humanity to the blood of Christ
en verified in the Muristan, which in this area spilt in this place. In this way, Christ's blood, «the
rhere was no real occupation before the second water of life» for Adam - according to the author
century A.D. of Adam's Fight - trickling out of the crack in the
8. In addition to the finding of the remains rock, reached the body or skull of Adam clean-
of Roman buildings, the research has facilitated sing him of his sins,
the broadening of knowledge about Constantine 4. One is therefore talking, in this case, about
and Byzantine constructions. It has been possi- testimonies and elements provided by the first
ble to prove once more that the architects of and second generation of Jerusalem Christians.
Constantine re-used Roman plinths: for instan-
ce, wall 5.1 in area C, which is not Byzantine but So, if our reasoning, based on the results of
Roman. wall 3 and the southern face of wall 4, the archaeological investigation, on the testimo-
both Martyrium, were also discovered in C; and nies from historical sources and on the writings
wall 4 and the continuation towards the east of of the Christian apocryphal literature of the first
wall 3, already known in the Chapel of St. He- and second centuries, is correct, it can be conclu-
len, in area E. ded that che cracked rock, revered today in the
basilica of the Holy Sepulchre, hewn clown and
diminished by the effects of the quarry in che se-
B. The cave of Calvary cond century A.D., and recognized as the Cal-
vary by a long tradition, is really the historie site
1. On the eastern side of the Calvary a Cave of the crucifixion and death of Jesus of Nazareth.
was found 3.76 m under the summit of the rock. And the cave of Calvary («grotto of Adam» is the
This cave was resurfaced and decorated in the first oldest place of worship of the Christian Cornmu-
century AD. when the rock was already cracked. nity of which we have references. !t!
--
Lám. XL
l. Área E I.
Loe. l. Parte
norte del
pavimento de
tierra y ceniza
(nivel 10) sobre
tierra pisada
(nivel 11).
Lám. XLI
Lám. XLII
Lám. XLIII
l. Área C.
Sector C II.
Loe. 1. Sección
sur (a-a) vista
desde el norte.
Lám. XLIV
Lám. XLV
1. Parte superior de la
cara oriental de la roca
del Calvario.
Lám. XLVI
1. Parte anterior
del techo de la
gruta, donde
puede verse la
quebradura
de la roca.
En el centro,
los dos muritos
cruzados (?)
12 y 13.
2. La gruta del
Calvario después de
derribar el muro 12.
330 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lám. XLVII
l. La gruta con la piedra 5 empotrada en la pared del fondo. Nótese, señalado por las flechas, el refuerzo de piedras y hormigón
gris claro aplicado en el siglo IV para reforzar la roca.
2. La piedra 5 suspendida de la pared del fondo sur de la cueva. El perfil inferior es mortero pegado a la piedra, lo cual prueba
que en un principio ésta apoyaba en el nivel 3 sobre el banco 6. Aquí el nivel 3 de tierra ha sido ya excavado, pero se refleja
todavía en el fondo debajo de la piedra.
LÁMINAS XL-LXX 331
Lám. XLVIII
1. La piedra 5 ya limpia.
2. Anverso de una
moneda aumentada de
Trajano Decio de la
colonia Aelia Capitalina
representando a la diosa
protectora de la ciudad
(véase pág. 308, 7).
332 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lám. XLIX
Lám. L
Lám. LI
Lám. LIII
Lám. LIV
2. Fragmento de ladrillo.
Lám. LV
Lám. LVI
2 3
1 Lám. LVII
1. Cilindro sello.
2. Sortija.
3. Terracota de E l.1.2.
4. Alfiler.
5. Campanilla metálica de C II.1.1.
6. Decoración de una vasija (E l. Fase 1).
7. Terracota.
8 y 9. Ollas de C II.1.9 y C 11.2.11.
10. Colador o quesera, del horno 3 (C Il.3.1).
LÁMINAS XL-LXX 341
Lám. LVIII
1. Fragmento de
teja con estampilla
de la Legión X
Fretense.
Lám. LIX
Lám. LX
4
Ánforas halladas en E II (nn. 1 y 4 romanas, n. 2 helenística y n. 3 romana tardía).
344 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lám. LXI
Lám. LXII
Lám. LXIII
Cerámica local del período romano: nn. 1-11 (siglo I); nn. 12-15 (siglos II-IV).
LÁMINAS XL-LXX 347
Lám. LXIV
Diversos objetos: Sigillata de engobe rojo, lucernas, caracol Murex, clavos, pulsera de vidrio, teselas (contexto siglo III d. C.);
mosaico recompuesto (E Il.8-6); anverso y reverso de lucerna del Hierro II; sartén hallada en E.II.1.8-4.
348 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
1.
1 1
LÁMINAS XL-LXX
349
Lám. LXVI
1
1.
,i
350 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lám. LXVII
(f--T r:
'•• -. j ••
Fragmentos de cerámica de los períodos romano antiguo y medio, un fragmento de ladrillo con la estampilla de la Legión X
Fretense, una sortija y algunos huesecillos. Todo del área C 11.
LÁMINAS XL-LXX 351
Lám. LXVIII
Fragmentos de cerámica romana de los períodos romano medio y tardío, procedentes del área C II.
352 EL CALVARIO Y lA CUEVA DE ADÁN
Lám. LXIX
1
1
Lám. LXX
Huesecillos, vértebras de
espina de pez «ciprínido»,
una concha «palella»,
caracoles, teselas de mosaico,
lámina de bronce. Todo
procedente de la cueva del
Gólgota (C III).
354 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Lám. LXXI
3. Colmillo y molares
procedentes del nivel 9
de C II.l.
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1
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investigación arqueológica llevada a cabo en el Calvario y en tos particulares de ésta que no guardan una relación directa
la zona colindante con la cripta de Santa Elena, la bibliogra- con el tema central del presente trabajo, aunque la mayoría
fía citada aquí no incorpora un gran número de estudios y ar- de ellos lo tratan o, al menos, lo tocan en mayor o menor me- ,,
tículos consultados, pero no utilizados en este trabajo, pues dida.
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EL CALVARIO Y 1A CUEVA DE ADÁN
115, 116, 118, 133, 139, 140, 142, 143, 144, Cruz, 112, 149, 150, 151, 152, 153, 154, 155, 164,
145, 146, 147, 149, 150, 151, 152, 153, 154, 192.
155, 158, 159, 160, 162, 165, 171, 174, 175, Cruzados, 53, 54, 101, 104, 105, 112, 113, 141, 144,
177, 179, 183, 185, 186, 189, 190, 192, 194, 145, 149, 157, 161, 164, 165, 171, 177, 183,
195, 196, 199, 200, 291, 293, 300, 303, 305, 186.
309, 311, 315, 317. Cueva (cantera) de Sedecías, 96, 317.
Calvarium, 146. Cueva de Adán, 155, 156, 158, 160, 161, 162, 163,
Canónigos regulares de San Agustín, 53, 101, 109, 166, 167, 169, 170, 172, 173, 174, 175, 177,
297. 178, 180, 181, 182, 183, 185, 187, 189, 193,
Cantera, 52, 56, 58, 60, 61, 62, 63, 66, 69, 71, 72, 317. .
73, 74, 75, 70,80,81,82,83,85,86,94,96,97, Cueva de Jeremías, 21, 26, 28.
93;108, 146, 14~ 157,160,169,200,304,316, Cueva de la Sakhrah, 21.
317. Cueva de los Tesoros (véase cueva de Adán y gruta),
Capadocia, 40. 187, 189, 190, 192.
Capilla (cripta) de santa Elena, 79, 92, 114, 105,317. Cueva del Horror, 292.
Capilla de la Invención de la Cruz, 30, 53, 199. Culto cristiano, 171, 190.
Capilla de San Vartán, 279.
Capilla etíope, 1 O l. Chronicon, 45,317.
Capitolio, 45, 47, 51.
Capo Ognina, 302. Daniel Koriotakis, 143.
Caracalla, 308. David, 146, 191.
Carolicon, 1 O 1. Deambulatorio, 102.
Caverna (cueva) de los Tesoros, 186, 187, 188, 190, Departamento de Antigüedades, 31.
193, 195, 196. Desierto de Judea, 39.
Cedrón, 21, 171. Dibon, 297.
Cenáculo, 194. Dodecapylon, 45.
Cerámica, 1 7. Domiciano, 36.
Cesarea (de Palestina), 40, 49, 303. Dominicos, 22.
Cirilo de Jerusalén (san), 147, 165, 175. Dominus Flevit, 190, 293, 294, 300.
Ciudad de David, 96.
Ciudad Santa, 16, 37, 40, 41. École Biblique (jerusalén), 16, 21, 79.
Ciudadela de Jerusalén, 296, 299. Economopoulos, Ath., 30, 164.
Claudio, 95. Edad Media, 53, 151, 152, 155, 186.
Cleofás, 36. Efeso, 40, 153.
Códice Etiópico, 187, 189, 196. Egesipo, 36.
Códice Vaticano, 187, 196. Ein Feshka, 283.
Columbarium, 296. Elena de Adiabene, 23, 95, 182.
Combate de Adán, 180, 187, 189, 192, 194, 195, En.Gedi, 282,292, 296.
196, 197, 198, 317. Esculapio, 194.
Comunidad griega, 1 O 1. Etíopes (monjes), 53.
Comunidad madre de la Iglesia, 194. Eva, 190, 195, 196.
Constantino Monómaco, 53, 75, 111, 141, 142, 149, Explanada del templo, 54.
157, 164. Familiares de Jesús, 36.
Constantino, 20, 21, 23, 25, 27, 28, 29, 34, 37, 38, Fasael (torre), 41.
47, 51,78, 92, 105, 114, 134, 136, 139, 142, Favisa, 137.
147, 160, 163, 166, 168, 169, 181, 183, 188, Fisura(véasegrietayhendidura), 157,172,176,177.
309,317. Foro romano, 41, 47, 51.
Cráneo, 146, 155, 183. French Hill, 282, 283.
Cristiano, 15, 78, 79, 96, 152, 160, 176.
Cristianos (calle de los), 95, 96. Galgoliath, 146.
Cristo, 147, 151, 152, 153, 188, 189, 191, 192, 194, Galilea, 177.
198. Gareb, 316.
Cristo-piedra, 198. Gareb, 56, 63.
Crucifixión ( capilla de la), 145. Gaza, 167.
Crucifixión, 97, 142, 144, 185, 196. Gerasa, 51, 197, 303.
Cruz (capilla - cripta de), 148, 149, 160. Geta (emperador), 308.
ÍNDICE GENERAL 367
Getsemaní, 21, 171, 194, 195. 87, 95, 96, 98, 128, 134, 149, 151, 152, 153, 170,
Gólgota (capilla del), 149. 171, 173, 174, 177, 183, 191, 194, 198,199,282,
Gólgota (véase Calvario), 26, 28, 31, 35, 47, 48, 96, 283,286,291,293,397,299,301,303,304,317.
111, 112, 140, 141, 144, 146, 148, 149, 150, Jesucristo, 192, 193.
151, 152, 153, 154, 155, 157, 175, 176, 185, Jesús de Nazaret, 19, 20, 22, 25, 27, 34, 35, 36, 37,
188, 189, 191, 192, 193, 194, 196. 38,40,41,47, 315,317.
Goliat, 147. Jordán, 286.
Gómez, Mª G., 17. Jordania, 197.
Grafito, 16, 76, 78, 79, 127, 171, 181, 190. José de Arimatea, 21, 24, 36, 97, 144, 146.
Granda, A., 18. Judea, 37, 39, 44, 87, 173 174, 177, 282, 283, 284.
Gregorio (papa), 23. Judeocristianos, 42, 188, 191.
Gregorio de Neocesarea, 40. Juno, 45, 47, 50.
Grieta -(véase fisura y hendidura), 142, 144, 164,165, Júpiter Serapis, 45, 46, 47, 48, 49.
166, 172,174, 175, 176, 177, 190, 192. Júpiter, 39, 41, 44, 45, 47, 49, 50, 51, 52, 197.
Gruta de los Tesoros (véase cueva de Adán y cueva de
los Tesoros), 196,317. Kaaba, 196.
Gruta del Calvario (véase cueva), 42, 113, 172, 175, Kader, 114.
176, 191, 194, 197. Karm Al-Shaikh, 293.
Guerra judía, 15, 25, 33, 36, 38, 39, 98, 133, 173, Kokim (nicho), 182.
281,282,283,284,285,286,287,289,305. Komninos, 150.
Gugultha, 146. Koriotakis, D., 1 7.
Gulgoleh, 146.
Gureh Kapikian, 16, 71, 81. La Graciosa, 303.
Laquis, 42.
Hakim, 141, 154, 164. Legión X Fretense, 37, 44, 81, 82, 118, 122, 126,
Hansim (viento), 73, 176. 134, 167, 170, 197, 291, 296, 298, 308.
Hebrón, 188. Líbano, 197.
Heliogábalo (emperador), 77, 135, 308. Libro de la demostración, 187.
Hendidura (véase fisura y grieta), 166, 170, 176, 328. Libro de las revelaciones, 187.
Heraclio (emperador), 149, 152, 154, 309. Litóstrotos, 96.
Hermanos de Jesús, 36. Lucio Vero (emperador), 45.
Herodes el Grande, 36, 96, 98, 198, 282.
Herodion, 282, 283, 284, 285, 289, 290, 301. Macabeos, 96.
Hesbón, 283, 286. Macario, 20, 23, 25, 27, 33, 34.
Hinón (valle), 24. Malaki (roca), 85, 179.
Hípico (torre), 41. Mallios, A., 30, 101, 102.
Hircano, Juan, 307. Maqueronte, 282, 283, 285, 290, 301.
Huerto, 97, 144. Mar Muerto, 285.
Marcela, 188.
Iglesia de San José, 198. Marco Aurelio (emperador), 40.
Iglesia primitiva, 195. Marcos (06.), 38.
Instituto de Biblia y Oriente, 18. Mariamme (torre), 41.
Instituto de la Flagelación, 17. Martyrium, 27, 30, 51, 53, 68, 78, 92, 93, 98, 101,
Instituto Español Bíblico y Arqueológico, 16. 103, 105, 106, 107, 108, 112, 113, 141, 133,
lntifada, 15. 138, 140, 142, 147, 148, 157,149, 195, 303,
Invención de la Cruz (capilla de la), 95, 97, 98, 105. 315, 317.
Isaac ( sacrificio de), 18 8, 191. Masada, 87, 285.
Isidoro de Sevilla (san), 188. Mauritania, 302.
Isis, 78. Mediterráneo, 77, 302, 303.
Israelíes, 15. Melquisedec, 192, 193, 194, 196, 197, 198.
Mérida, 301.
Jacob, 87. Mesías, 189.
Jasón (tumba de), 283. Milán, 152.
Jeremías (cueva de), 24, 26, 28. Minerva, 45, 47, 50.
Jericó, 282, 283, 286. Misnd, 22, 24, 34, 38.
Jerusalén, 15, 18, 20, 21, 23, 24, 25, 28, 36, 37, 38, Mitra, 194, 195, 196, 197.
39,40,41,42,44,45,48,49, 51, 56, 72, 78, 79, Mizzi (roca), 76.
•
'
Modesto, 112, 141, 147, 148, 149, 154, 155, 157, Qalimentos (véase Libro de Las Revelaciones), 187.
183. Quiriat Arbá, 188.
Monedas(véasenumismática), 17,51, 129,133,153, Qumran (Khirbet), 177, 283, 306.
163, 309.
Monte de los Olivos, 283, 293. Ramat Rahel, 291, 292, 294, 295, 303.
Monza (ampollas), 152, 153. Ras, 28, 146.
Moria, 186, 188, 189, 191, 192. Refectorio, 102.
Mosaicos, 164. Renacimiento, 151, 152, 188.
Muralla III, 98. Reyes Magos, 190.
Muristán, 33, 58, 75, 76, 316, 317. Roca (teología de la) 198.
Muro II, 98. Roca del Calvario, 21, 144, 145, 146, 148, 156, 157,
Muro IH (muro de Agripa I), 42. 159,160,167,170,171,175,176,187,190,197.
Rodas, 303.
Muros (murallas) de Jerusalén, 33. Roma, 38, 39, 151.
Museo Arqueológico de la Flagelación, 153. Rusia, 152.
Museo Arqueológico, 153.
Museo de Arte Providence, 152. Sacrificio, 196.
Museo de Ciencias Naturales, 18. Sagrada Escritura, 34, 40.
Museo Marítimo (Haifa), 303. Sahagún de Campos, 152.
Museo Palestino (o Rockefeller), 293, 301. Saladino, 164, 183.
Museo Vaticano, 152. Salomón, 191.
Samaría, 282, 283, 292.
San Abrahán (convento de), 101, 102, 103, 140.
Nablus (calle), 23. San Alejandro (hospedería), 24, 34, 51.
Narbona, 302.
San Esteban, 22, 182.
Nave, 77, 78.
San Juan (evangelista), 21.
Nazaret, 38, 194, 195, 198.
San Vartán (capilla), 70.
Nebo (monte), 79.
Sanedrín, 36.
Negueb, 87.
Sangre, 194.
Noé, 193.
Santa Elena (área de), 15, 24, 27, 30, 31, 33, 34, 35,
Nuevo Testamento, 34, 35, 198, 315.
54, 72, 93, 96, 134, 136, 144, 169, 183, 300.
Numismática (véase monedas), 50,197.
Santa María la Antigua, 152.
Santa Pudenciana, 151.
Obra Social y Cultural (Caja España), 18. Santiago (hermano del Señor), 36, 171.
Occidente, 48, 188. Santo Sepulcro (basílica del), 15, 19, 20, 21, 22, 23,
Ofel, 22, 95, 96,299,300, 317. 24,25,26,27,28,29,30,31, 36,37,38,40,41,
Oreb, 198. 42,43,47,48,49,50,51, 52,63, 74, 75, 76, 77,
Oriente, 16, 35, 38, 39, 185. 79, 85, 96, 111, 112, 137, 139, 141, 146, 150,
183, 199, 281, 285, 286, 292, 296, 300, 303,
Palestina, 27, 40, 49, 154, 173, 177, 194, 195, 286, 304,311,316.
289, 302, 303. Sedecías ( cantera subterránea), 146.
Palestinos, 15. Seísmo, 175.
Pan, 193, 195. Sem, 192, 193, 194.
Papatheodorou, 17. Septimio Severo (emperador), 40, 135, 308.
Paula (santa), 188. Sepulcro de Jesús, 194, 195,197,317.
Pella, 20, 23, 25, 37, 38. Set, 192.
Peregrino de Burdeos, 47, 148, 149. Severos (dinastía de los), 50.
Piedra ( en la cueva), 179, 190. Sidón, 77.
Pilato, 23. Siloé, 29, 199.
Pinedo, l., 18. Simeón, 36.
Pompeya, 77. Sión (monte), 41, 286.
Post Crucem, 101, 111, 112, 142, 148, 149, 152, 154, Siquén, 87.
160, 183. Siracusa, 302.
Puerta de Damasco, 21, 26, 28, 33, 34, 73. Siria, 187.
Puerta de Genat, 34, 35. Skull Hill, 24.
Puerta del Juicio, 34. Staurópolis, 153.
Puerta Dorada, 26. Sulpicio Severo, 38, 48, 49. ,,
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Índice de autores citados
Abel, F. M., 38, 41, 44, 45, 47, 49. Brothwell, 311.
Acadabo, 40. Brunet, G., 188.
Aelius Spartianus, 39. Bull, R., 194.
Agapio, 196.
Aharoni, Y., 284, 286, 291, 292, 294, 299, 300, 303. Campbell, H. A., 26.
Albar, J., 197. Campos, l., 197.
Albright, W F., 282, 283, 284. Caspari, 20.
Allegretti, S., 283. Celso, 194.
Ambrosio (san), 188. Chaplin, 21, 22.
Amirán, D. H. K., 177. Chatzidakis, M., 103.
Applebaum, 39. Cipriano (san), 188.
Aptowirzer, V., 154, 191, 192. Clermont-Ganneau, M., 20, 25.
Arce, A., 151, 152, 154. Coarelli, F., 195.
Aristón de Pella, 47. Collas, L., 74.
Atanasio (san), 188. Conder, C. R., 19, 21, 22, 23.
Avi-Yonah, M., 33. Contenau, G., 77, 79.
Ayalon, E., 292. Cook, S. A., 27.
Ayaso, J. R., 39. Corbo, V.,30,34,35, 51,63, 69, 74, 75,83, 94, 95,
97,103,111,132,137,142,144,146,147,171,
Bagatti, B., 17, 87, 137, 184, 189, 190, 196, 286, 279,304,306,316.
293, 294, 300. Coüasnon, Ch., 30, 31, 51, 63, 74, 83, 94, 138, 141,
Bahat, D., 30, 94, 95, 96. 142.
Baldacci, P, 302. Couret, 149.
Bar-Adon, P, 284. Crawley-Boevery, A. W, 21, 26, 27.
Barag, D., 152, 153, 154, 303. Cumont, F., 171, 194, 195, 197.
Baranki, D. C., 293, 294. Crowfoot, J. W, 282, 292, 293, 294, 299, 300.
Barkay, G., 22, 31, 69, 70, 71, 72, 73, 74, 96, 279. Callender, 302.
Barnard, L. W, 198. Capitan, G., 302.
Barsottelli, L., 41, 44, 45, 47.
Basilio (san), 188. Dalman, G., 22, 28.
Batiffol, P, 186. Daniel (abad), 149.
Battista, A., 187, 189, 190, 196. Danielou, J., 186, 187, 190, 193.
Beaujeu, J., 49. Daoust, J., 153.
Bennett, C., 15, 75, 76, 283, 292. De Jonge, M., 176.
Benoit, P, 35, 79, 146, 195. De Saint-Aignan, L., 188.
Bertrán, M., 301. De Sanley, 28.
Bickerman, E. J., 36. De Saulcy, F., 45.
Birch, W F., 26, 146. De Vaux, R., 283, 286, 299, 300.
Blázquez, J. Mª., 197. Díez Macho, A., 176, 186, 187, 189, 193.
Boismard, M.-E., 195. Díez, F., 114, 301, 311.
Bovet, F., 25. Dillmann, A., 187.
Broshi, M., 31, 69, 70, 71, 72, 74, 78, 79, 94, 96, Dion Casio, 38, 39, 41, 44, 45, 47, 48, 49, 50, 51,
279,304. 317.
372 EL CALVARIO Y LA CUEVA DE ADÁN
Pdg. Pdg.
Dt 16,22 198
4 87
Jn
15,20 35
2Sm 22,2 198 18, 1 21
18,1-4 35
2 Cro 3,1 191 19,17 35
19,17 35
Sal 18,3 198 19,20 23
27,5 198 19,20 24
118,22 198 19,20 35
118,12 198 19,38 36
19,41 21
Is 8,14 198 19,41 35
17,10 198 19,41 87
26,4 198 20,11 35
28,16 198 20,15 87
57,6 198
Me 4,35-41 79
15,29 35 1 Pe 2,6-8 198
15,21 35
15,46 35
16,4 35 Heb 13,10 198
15,22 35 13,12 35 ,,