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TEOLOGÍA

EN AMÉRICA LATINA
VOLUMEN III

El siglo de las teologías latinoamericanistas


(1899-2001)

Josep Ignasi Saranyana (dir.)


Universidad de Navarra

Madrid, 2002, 776 p.


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INTRODUCCIÓN GENERAL
(Pamplona, 1 de marzo de 2002)

El volumen tercero de nuestra Teología en América Latina, que se ade-


lanta al segundo, abarca todo el siglo XX. Cubre el arco cronológico que va
desde 1899, en que tuvo lugar en Roma el Concilio Plenario
Latinoamericano, hasta el 2001, en que se celebró la reunión plenaria de la
Pontificia Comisión para América Latina, para reflexionar sobre la exhorta-
ción apostólica postsinodal Ecclesia in America. Hemos dejado el segundo
volumen para un momento posterior, en el que trataremos el último siglo
colonial (el del regalismo borbónico) y los primeros lustros de las repúblicas
independientes (en el caso de Brasil, el período imperial y los primeros pasos
republicanos).
La buena acogida que la crítica ha dispensado al primer volumen
(Desde los orígenes de la evangelización a la Guerra de Sucesión española),
publicado en mayo de 1999, nos ha animado a proseguir nuestro trabajo
con ilusión y empeño, a sabiendas de que la tarea iba a ser más complica-
da, por la diversificación temática y bibliográfica (en el caso del siglo XX) y
por la escasez de fuentes editadas (en el segundo volumen, todavía en pre-
paración). Aprovecho para agradecer aquí el buen número de reseñas
bibliográficas que ha merecido el tomo primero, y las indicaciones de todo
orden recibidas.

1. ESTRUCTURA DEL VOLUMEN III Y SUS PRESUPUESTOS

El volumen tercero se divide en dos partes: la historia institucional,


desde la perspectiva teológica, y la historia de las doctrinas. Los dos pri-
meros capítulos configuran la historia institucional. Primero el mundo
católico, de amplias y profundas raíces, y después la presencia protestante,
más reciente y de menor influjo. El resto de la obra es historia de las ideas.
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Los capítulos III-VI estudian la teología católica en América Latina. El VII


trata la teología protestante, sobre todo desde 1960. El VIII presenta las
principales corrientes latinoamericanas, tanto católicas como protestantes,
que han reflexionado sobre la mujer en la historia de la salvación. El IX
capítulo y último, el más largo de todos, analiza las principales revistas teo-
lógicas latinoamericanas (principalmente las católicas, aunque también las
protestantes), sobre todo aquellas que se han centrado en la discusión cien-
tífica (tanto sistemática como histórica). Las revistas de orientación pasto-
ral y de alta divulgación, si bien se relacionan (al menos las más significa-
tivas e influyentes), no han sido estudiadas con detenimiento.
Esta estructura presupone que la reflexión teológica se produce en
el interior de la Iglesia, es decir, en el seno de la institución, en donde tam-
bién anidan y se desarrollan todos los carismas, porque el Espíritu Santo
santifica continuamente a la Iglesia y, al habitar en ella y en los corazones
de los creyentes como en un templo, la conduce a la verdad total y la une
en la comunión y el servicio (Lumen gentium, 4). Análogamente se podría
argumentar con relación a la Comunión anglicana y a las Comunidades
eclesiales nacidas de la Reforma, en las que están presentes tantos «ele-
mentos de santificación y de verdad», como reconoció el decreto Unitatis
redintegratio del Vaticano II (nn. 19-23) y ha recordado la encíclica Ut
unum sint (nn. 11-14). Expuesta la vida institucional, desde la perspectiva
teológica y no sólo histórica, y debidamente establecido el marco, podía
pasarse a la exposición de las diversas síntesis teológicas.
Hemos considerado que la teología es la ciencia que estudia, a la luz
de la Revelación, cuanto Dios ha dicho de sí mismo y cuanto ha hecho (los
ángeles, el hombre y el mundo); y que, desde la misma perspectiva, la teo-
logía analiza el obrar humano en el tiempo, que es la historia, en la cual se
encuentran el hombre y Dios. En consecuencia, tal especulación se lleva a
cabo en una atmósfera creyente, es decir, en el interior de la fe. Nada obs-
ta, sin embargo, para que la teología se entienda y se relacione con las
demás ciencias y dialogue con ellas; y nada impide que esté abierta y aten-
ta a los anhelos, angustias y problemas de cada época. En todo caso, por
ser una reflexión que brota de la misma vida de la Iglesia, la especulación
teológica camina también, al menos en sus grandes líneas, conducida por
el Espíritu. En este contexto, la guía del magisterio, particularmente del
magisterio pontificio, resulta capital, según la promesa de Cristo a Pedro:
«Yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca, y tú, una vez converti-
do, confirma a tus hermanos» (Lc. 22, 32).
INTRODUCCIÓN 25

2. LA VIDA ECLESIÁSTICA EN AMÉRICA LATINA DURANTE EL SIGLO XX

Vayamos ya a los hechos. Una vez asentadas las repúblicas surgidas


de la emancipación colonial, comenzó la lenta recuperación de la vida
católica latinoamericana. Esto es perceptible sobre todo en el tramo final
del pontificado de León XIII. En efecto; los intentos de restablecer la jerar-
quía eclesiástica, reinstaurar los seminarios, relanzar las misiones a cargo de
las órdenes religiosas y reanudar las relaciones con las nuevas administra-
ciones civiles nacidas del nuevo orden político, habían resultado poco exi-
tosos a lo largo el siglo XIX, tan agitado por las luchas intestinas entre libe-
rales y conservadores, los fuegos revolucionarios que rebrotaban aquí y allí,
las pretensiones de la corona española, que la Santa Sede no podía desoír
por completo, y los graves asuntos europeos de compleja solución. El
panorama cambió de signo, aunque no bruscamente, en 1878. Al fallecer
Pío IX, León XIII tomó las riendas de la Iglesia, con la propuesta de una
«nueva evangelización», tendiendo puentes a los novedosos aires políticos,
económicos y culturales que se imponían. De este modo, se aceleró el
tiempo de la Iglesia. Todo esto es muy sabido, y no es preciso explayarse
en ello.
Para desarrollar su programa pastoral, León XIII echó mano de la
experiencia sinodal de la Iglesia. A partir del III Concilio Plenario de
Baltimore (1884), impulsó la convocatoria de concilios provinciales en la
América hispana, que se celebraron en la década de los noventa. De este
modo se preparó la celebración del Concilio Plenario Latinoamericano,
que, llevado a cabo en Roma en 1899, supuso un retorno a la normalidad
eclesial en América Latina y, desde el punto de vista político-religioso, la
toma de conciencia de que América Latina constituía una unidad. Los
católicos latinoamericanos, desde Río Grande (Río Bravo) hasta la Tierra
del Fuego, comprendieron que debían comunicarse más entre sí, pues en
su unión residía su principal fuerza.
El Plenario Latinoamericano constituye el límite a quo de este ter-
cer volumen. El límite ad quem es el fin de siglo, que hemos situado en la
plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, reunida en Roma
en 2001, para estudiar la exhortación postsinodal Ecclesia in America.
A lo largo de estos cien años han ocurrido muchas cosas en América
Latina, que convenía sistematizar. La vida católica latinoamericana puede
dividirse —en mi opinión— en cuatro etapas: de 1899 a 1939; de 1939 a
1962; de 1962 a 1979; y de 1979 a nuestros días. La misión protestante,
en tres: hasta 1939; de 1945 a 1979; y desde esa fecha a nuestros días. Al
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hilo de los acontecimientos de esos años, procuraré dar somera noticia del
desarrollo de la ciencia teológica, objeto principal de nuestra investigación.

a) De finales del XIX a la Segunda Guerra Mundial

El episcopado latinoamericano intentó con esfuerzo aplicar las con-


clusiones del Plenario, pero los resultados fueron más bien escasos. El prin-
cipal fruto de Plenario, aparte de avivar la conciencia «latinoamericanista»
de los católicos, llegó por un flanco inesperado. El Plenario aceleró el
movimiento codificador, que culminó con el Codex Iuris Canonici pío-
benedictino. Varios protagonistas romanos del Plenario estuvieron presen-
tes y fueron activos redactores de la codificación de 1917, y, quizá por ello,
bastantes disposiciones del Latinoamericano pasaron a los cánones de
1917, como se advierte consultando las Codicis Iuris Canonici Fontes edi-
tadas por Pietro Gasparri. De esta forma, el influjo del Plenario se multi-
plicó, de manera indirecta e inesperada, a través del Codex.
Los años posteriores a la promulgación del Codex estuvieron deter-
minados por los tres grandes ideales de Pío XI: la expansión de la Acción
Católica, que sería el objetivo principal de su pontificado, desde su prime-
ra encíclica en 1922, titulada Ubi arcano; el fomento de la devoción a
Cristo Rey, que dio lugar a la Quas primas, de 1925, una de las encíclicas
más influyentes de aquellos años; y el aumento de las vocaciones sacerdo-
tales y de los efectivos clericales en los países de misión.
Contemporáneamente a la expansión de la Acción Católica en Lati-
noamérica, comenzó a sentirse, principalmente en Argentina y Brasil, el
influjo de Jacques Maritain. Más tarde su influencia se advertirá también
en Chile, Venezuela, Uruguay y en otras repúblicas. Sin embargo, al prin-
cipio sólo sería aceptado el «Maritain metafísico», siendo silenciado el
«Maritain político». Humanismo integral1, en efecto, fue muy discutido al

1. Maritain impartió un ciclo de conferencias en la Universidad Menéndez Pelayo de


Santander, en 1934, publicadas, con ligeras ampliaciones, en 1936, con el título: Humanis-
mo integral. Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad. Brevemente, y
según Juan Manuel Burgos, uno de los especialistas maritenianos de mayor crédito,
«Maritain quiso construir un nuevo proyecto de acción política y social para los cristianos
del siglo XX que rompiera de una vez por todas con el paradigma de la Cristiandad
Medieval, como modelo […] de unión entre cristianismo y sociedad». Jacques Maritain
(1882-1973), nacido protestante, se había convertido al catolicismo en 1906, junto con su
esposa Raïssa.
INTRODUCCIÓN 27

principio; fue silenciado por los católicos más tradicionalistas, mientras era
leído con fruición por los círculos católicos más progresistas. Finalmente,
después de la Segunda Guerra Mundial, acabaría imponiéndose, cuando
cundió la Democracia cristiana en tantas naciones sudamericanas, quizá
por el influjo de notables personalidades europeas (como Luigi Sturzo,
Alcides de Gasperi y Konrad Adenauer)2.
México se mantenía al margen de tales corrientes, a pesar del impor-
tante auge de la Acción Católica mexicana. La persecución religiosa a que
fue sometida la Iglesia por parte de la Revolución, desde 1926 hasta finales
de los treinta e incluso después, no dejaba espacio para muchas especula-
ciones.
La teología del Reinado de Cristo inspiró todos los movimientos
católicos, algunos verdaderamente masivos, como el Congreso Eucarístico
Internacional de Buenos Aires, de 1934, y las reflexiones de numerosos
teólogos latinoamericanos, especialmente en el Cono Sur. Sus repercusio-
nes devocionales fueron notables. La construcción del Sagrado Corazón en
el Corcovado constituye una muestra notable. Pero también fomentó la
reflexión teológica a nivel de gabinete3. A esto habría que sumar el interés
de Pío XI por dignificar y promover la investigación de las ciencias sagra-
das, cuyo resultado fue la creación de centros teológicos superiores ya en la
década de los treinta.
En efecto, la ciencia teológica católica, impulsada por las medidas
adoptadas por Pío XI, inició un importante despegue a partir de 1931,
fecha en que se promulgó la constitución apostólica Deus scientiarum
Dominus. Desde 1935 asistimos a la fundación de Facultades de Teología
y centros superiores de ciencias sagradas en Chile, Perú, Colombia, Brasil
y Argentina. Comienzan también las primeras revistas teológicas especiali-
zadas (Chile, Argentina y Brasil). Las publicaciones teológicas se muestran
tributarias del ambiente neoescolástico, dominante en la mayoría de los
ateneos romanos, pero con una notable sensibilidad por los temas sociales
y políticos de la época y, sobre todo en Chile, con una cierta apertura a
cuestiones todavía novedosas en Europa, sólo cultivadas en centros alema-
nes y franceses. Estamos todavía muy a los inicios de la teología latinoa-

2. Paradójicamente, Maritain siempre fue contrario a la unidad política de los católi-


cos en un partido.
3. La teología del reino, desarrollada al hilo de la Quas primas, ¿acaso no influiría en
las posteriores reflexiones de la TL acerca de las relaciones entre el reino, la Iglesia y la his-
toria secular?
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mericana moderna; los viajes de clérigos latinoamericanos a Europa, para


formarse en universidades centroeuropeas, y no sólo en los ateneos roma-
nos, no comenzarían hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Pío XI fomentó así mismo las misiones. Sus recomendaciones para
el trasvase de clero secular a Sudamérica fueron tomadas muy en cuenta,
como también sus advertencias para que los clérigos trasplantados se acli-
matasen a sus nuevas diócesis, aparcando aires nacionalistas. La misión no
debía confundirse con una nueva colonización. (Las experiencias naciona-
listas de las Iglesias protestantes nacidas de las migraciones, que tantos pro-
blemas habían causado y causarían a los países recipientarios, sobre todo
en los años inmediatos a la Segunda Guerra Mundial y durante ésta, debie-
ron de pesar en el ánimo del Pontífice.)
Entre tanto, se hacía sentir la expansión de la misión protestante,
obtenida ya la libertad religiosa (o, al menos, una amplia tolerancia) por
parte de muchos gobiernos republicanos. No obstante, el mundo protes-
tante buscaba su asentamiento y sus señas de identidad. En 1916 tuvo
lugar el importante Congreso de Panamá, al que concede mucha signifi-
cación el protestantismo de cuño anglosajón. En Panamá se decidió que la
razón principal de la depauperación de las grandes multitudes era la caren-
cia educacional y se apostó por canalizar la misión por la vía de la educa-
ción. Contemporáneamente, las Iglesias protestantes de fundación euro-
pea mantenían un tenso debate interno sobre sus relaciones con las Iglesias
madres o su ruptura con ellas, para alcanzar, en este caso, una mayor incul-
turación en el mundo latinoamericano; debate que, en las latitudes cario-
cas, habría de durar todavía hasta la unificación de los cuatro sínodos bra-
sileños luteranos, en 1968. El Sínodo Evangélico Alemán de La Plata, en
Argentina, y el Sínodo Evangélico Alemán de Chile, fundados respectiva-
mente a finales del siglo XIX y en 1906, padecen todavía hoy considerables
dificultades, a causa de su eclesiología, que integra la mentalidad alemana
con el protestantismo.

b) El ciclo de los concilios plenarios nacionales, la fundación del CELAM


y el Vaticano II

Entre 1939 y 1955, la Santa Sede impulsó la celebración de tres


importantes concilios plenarios: el de Brasil, en 1939, que había sido soli-
citado por vez primera a comienzos de la segunda década y siempre había
sido denegado; el de Chile, en 1946; y, después de varios aplazamientos, el
INTRODUCCIÓN 29

de Argentina, en 1953. Pío XII apoyó tales iniciativas, al amparo de las dis-
posiciones del Codex de 1917. Su antecesor Pío XI se había mantenido reti-
cente al movimiento sinodal sudamericano, temeroso quizá de que cun-
diera cierto nacionalismo religioso, por contagio con los nacionalismos
políticos europeos de entreguerras. Es posible, además, que Eugenio Pacelli
se convenciera, durante su viaje de 1934, como legado pontificio a Argen-
tina y Brasil, del espíritu verdaderamente romano del catolicismo america-
no, y de que el riesgo de un nacionalismo religioso era muy remoto.
Los concilios plenarios resultaron, en la práctica, menos operativos
de lo previsto. Quizá por ello, y esta vez por iniciativa de la Santa Sede,
tuvo lugar, en 1955, la primera Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano. En el documento conclusivo, los obispos reunidos en
Río solicitaron (por insinuación del delegado pontificio en la Conferencia)
que se constituyera un Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM),
que se establecería finalmente en Bogotá. El Congreso Eucarístico flumi-
nense, clausurado pocos días antes de la Conferencia, resultó, como su pre-
cedente porteño, una muestra imponente de catolicismo militante, con
manifestaciones masivas de devoción eucarística. Este clima cambiaría por
completo en el siguiente Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en
Bogotá en 1968. También en Río, y con ocasión de los dos acontecimien-
tos que acabo de reseñar, tuvo lugar una grandiosa concentración de las
Juventudes Obreras Católicas (JOC), rama especializada de la Acción
Católica, de gran implantación en América, desde finales de los años trein-
ta. Las JOC, como toda la Acción Católica en general, concebidas como
«una participación de los seglares en el apostolado jerárquico de la Iglesia»,
según la definición que había acuñado Pío XI, adolecían de una excesiva
«clericalización», ante la cual habrían de levantarse algunas protestas en
años sucesivos, que provocarían dolorosas rupturas.
Fueron aquellos años de notable esplendor de la teología francesa,
conocida como «nouvelle théologie», abocada a la pastoral obrera y al diá-
logo con el marxismo y el existencialismo, y ávida por asumir las novedades
metodológicas y conclusivas de las «nuevas humanidades» (principalmente
la psicología social, la sociología y la economía política). En esos lustros, se
despertó también una mayor sensibilidad de las iglesias europeas por las
necesidades pastorales latinoamericanas y abundaron las oportunidades
para estudiar en Europa. Un número considerable de clérigos, tanto regula-
res como seculares, y muchos militantes latinoamericanos de la Acción
Católica cruzaron el Atlántico para inscribirse en la Universidad de Lovaina,
en los Institutos Católicos de París y de Lyon y, en menor número, en algu-
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nas universidades germanas, sobre todo, en Innsbruck (particularmente los


jesuitas), Múnich y Münster. El flujo de jóvenes intelectuales sudamerica-
nos a Europa, para estudiar ciencias sagradas y humanidades, se acentuó, si
cabe, en la década de los sesenta, durante el Vaticano II y en los años inme-
diatamente posteriores. Lentamente, pero de forma inexorable, al paso que
regresaban los jóvenes intelectuales formados en Europa, cambiaron los
aires en los centros teológicos sudamericanos, tanto en los ya existentes
antes de la Guerra Mundial, como en los que en la década de los cuarenta
y cincuenta se fundaron, que fueron muchos.
En 1962 se produjo el acontecimiento religioso decisivo: la apertu-
ra del Concilio Vaticano II, cuyas constituciones y decretos relegaron al
olvido los frutos de los tres plenarios latinoamericanos e, incluso, las con-
clusiones de la primera Conferencia General de Río.
Mientras, las denominaciones protestantes tradicionales reagrupa-
ban fuerzas, después de la derrota de las potencias del eje, a las que habían
estado ligadas por vínculos de filiación. Un caso paradigmático fue la uni-
ficación de los cuatro sínodos luteranos brasileños (fundados en 1886,
1905, 1911 y 1912), que se unieron, en 1968, en la Igreja Evangélica do
Confissão Luterana no Brasil. Al mismo tiempo, expulsados de Asia por la
invasión japonesa y la guerra civil china; y de Asia, Oceanía y África por
los nacionalismos que siguieron a las guerras de descolonización, América
Central y del Sur contemplaron el desembarco de un contingente impor-
tante de misioneros, sobre todo norteamericanos, que se aprestaron a fun-
dar Iglesias protestantes de nuevo cuño o a impulsar las ya existentes.
Procuraron, en especial, promover el Movimiento evangélico, que se había
separado del metodismo. Entre los evangélicos adquirió poco a poco un
relieve notable el pentecostalismo.
En el ínterin se había producido un evento determinante para la his-
toria política, social y religiosa de América Latina: Fidel Castro había gana-
do la guerra a Fulgencio Batista, entrando triunfalmente en La Habana el
9 de enero de 1959.

c) Del Vaticano II a la Conferencia General de Puebla

Como ya se ha dicho, el Concilio Ecuménico ha sido el hecho reli-


gioso y teológico más importante del pasado siglo, y lo será también del
venidero, en la medida en que asumamos el proyecto pastoral de Juan
Pablo II. En su carta apostólica Novo millenio ineunte, de 6 de enero de
INTRODUCCIÓN 31

2000, el Papa señala que está pendiente la plena recepción del Vaticano II.
Aunque se han dado pasos muy importantes (reforma litúrgica, adecua-
ción de la catequesis, nueva codificación canónica, renovación teológica de
los centros superiores de estudios, internacionalización de la curia romana,
etc.), queda todavía mucho trecho que recorrer.
Latinoamérica no podía permanecer al margen de la recepción del
Concilio. La «Revista Eclesiástica Brasileira», entonces dirigida por
Boaventura Kloppenburg, realizó una tarea brillante de difusión del
hecho conciliar. La respuesta del público fue muy positiva, alcanzando la
revista unas tiradas imprevisibles hasta entonces y nunca más recuperadas.
Durante los tres años que duró el Vaticano II, los padres conciliares
latinoamericanos aprovecharon para tener, en Roma, varias reuniones del
CELAM y solicitar a la Santa Sede la convocatoria de la segunda
Conferencia General del Episcopado de América Latina, donde reflexionar
sobre los documentos conciliares y cómo aplicarlos al Nuevo Continente.
El obispo de Talca (Chile), Mons. Manuel Larráin Errázuriz, secretario del
CELAM y elegido su tercer presidente, fallecido prematuramente en acci-
dente de automóvil a mediados de 1966, trazó los preparativos de la
Conferencia de Medellín, inaugurada solemnemente por Pablo VI en
agosto de 1968.
Durante el Concilio, la situación política de las repúblicas latinoa-
mericanas se había endurecido, con una fuerte intromisión del régimen
político cubano, por una parte (Ernesto Che Guevara caería en combate,
en 1967, en Bolivia), y de los EE. UU., por otra, evidentemente por moti-
vos contrapuestos4. Poco a poco, desde 1964, se sucedieron los golpes de
Estado y los militares ocuparon el poder en diferentes lugares, suspen-
diendo las garantías constitucionales5. En muchas latitudes estallarían gue-
rras civiles, declaradas o encubiertas, que durarían, en algunos casos, varios
lustros.

4. En respuesta a la Revolución cubana, y como consecuencia del fracaso del desem-


barco de Bahía Cochinos, el Presidente John F. Kennedy promovió, en 1961, la firma de
la Carta de Punta del Este, que instituyó el Programa de la Alianza para el Progreso (en el
seno de la OEA), con el propósito de fomentar el desarrollo económico y social en las
Américas, con importantes asignaciones para promover programas de crecimiento en los
diferentes países. Esto supuso una gran ayuda para todos, pero también una notable
intromisión de los EE. UU. en las políticas nacionales.
5. Brasil y Bolivia, en 1964; Argentina, en 1966 (y, sobre todo, desde 1976); Perú, en
1968; Ecuador, en 1972; Uruguay y Chile, en 1973.
32 TEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA, VOL. III

A la vista de las circunstancias, algunos clérigos regresados de Europa


emprendieron la lucha armada, a la que se sumarían sacerdotes europeos y
norteamericanos enviados a América Latina como agentes de pastoral. Para
muchos, la injusticia social generalizada legitimaba el recurso a las armas,
que, de este modo, contribuía al advenimiento del reino de Cristo. A pri-
meros de 1966 murió en combate el presbítero Camilo Torres Restrepo, de
familia burguesa colombiana, que había realizado estudios de sociología en
Lovaina. Esta actitud podría calificarse como uso de la política para alcan-
zar objetivos teológicos.
Una sesgada recepción de la encíclica Populorum progressio, de 1967,
se sumó a los argumentos de los teólogos violentos, justificando las mayo-
res radicalidades. Las palabras de Pablo VI en Bogotá, durante la celebra-
ción del Congreso Eucarístico Internacional de 1968 (sobre todo su céle-
bre discurso a los campesinos), y en la posterior apertura de la Conferencia
de Medellín, de nada sirvieron para aplacar los ánimos. En poco tiempo se
constituyeron diferentes grupos sacerdotales con planteamientos críticos y
polémicos en relación a la vida religiosa corriente, las actuaciones de la
jerarquía y las disposiciones romanas: Movimiento Sacerdotal ONIS, en
Perú; Golconda, en Colombia; «los 200» sacerdotes chilenos, que después
darían lugar a Cristianos por el Socialismo, también en Chile (no exclusi-
vamente clerical); Sacerdotes del Tercer Mundo, en Argentina; etc. El apo-
yo de Fidel Castro a algunos de estos grupos (por ejemplo, a Cristianos por
el Socialismo) sería el uso de lo religioso con finalidad política.
Se había iniciado un ciclo de larga duración, el de las teologías latino-
americanistas: TL, teología de los hispanos estadounidenses, teología feminis-
ta, teología mujerista, ecofeminismo; teología del pueblo; teología indigenis-
ta o india, etc. Muchas de esas corrientes se presentaban en un tono tan
beligerante y polémico, que resultaba muy difícil un diálogo sereno y acadé-
mico, más, si cabe, por las difíciles circunstancias políticas del momento, y,
quizá también, por una mala comprensión de los propósitos o conclusiones
de algunos de los análisis teológicos ofertados. En todo caso, la TL (por lo
menos sus cultores más serios) planteaba un problema importante: en qué
sentido la vida de acá, es decir, la contribución al desarrollo de la historia
humana y a su progreso; en definitiva, la lucha por mejorar las condiciones de
los más desfavorecidos, tiene que ver con el advenimiento del reino. Gaudium
et spes había despertado tal inquietud. Y, no conviene olvidarlo, esta constitu-
ción había sido redactada, en sus primeras formulaciones, por teólogos del
ámbito francófono, principalmente belga. Era presumible la sintonía de los
alumnos latinoamericanos formados en Europa, sobre todo en Bélgica y
INTRODUCCIÓN 33

Francia, con los planteamientos de fondo de Gaudium et spes. Además, la teo-


logía política elaborada en Münster ofrecía las justificaciones teóricas oportu-
nas. La dialéctica provocada por el clima prerrevolucionario y fuertemente rei-
vindicativo (no necesariamente marxista, aunque lo fue muchas veces)
constituía el caldo de cultivo oportuno. Los elementos estaban reunidos, se
había alcanzado la masa crítica y el detonante fue introducido.
Es indiscutible que la corriente teológica más importante del
momento fue la TL, aunque este sintagma no debe emplearse unívocamen-
te. Sus creadores (los católicos Gustavo Gutiérrez, Ignacio Ellacuría y
Leonardo Boff, y los protestantes Rubem Alves, José Míguez Bonino y Julio
Santa Ana, por citar sólo los más destacados) publicaron sus primeros tra-
bajos programáticos entre 1969 y 1972, a las que siguió una verdadera flo-
ración de monografías y artículos en revistas científicas de nueva fundación.
De tales corrientes latinoamericanistas, católicas y protestantes, damos noti-
cia amplia en este tercer volumen. Entre los acontecimientos teológicos más
notables del período debe reseñarse la celebración del Primer Encuentro
Latinoamericano de Teología, tenido en la Ciudad de México, en 1975, en
el que intervinieron muchos especialistas de la primera generación de la TL.
La reunión se convocó con el pretexto de celebrar el centenario de
Bartolomé de las Casas y para reflexionar sobre Medellín y la recepción del
Vaticano II. En México se discutió sobre el método de la Teología en
América Latina, se tematizó expresamente la cuestión de los pobres como
lugar teológico (avanzando la importante discusión epistemológica, y no
sólo metodológica, que esta opción supondría)6, y se trató la relación entre
historia, reino e Iglesia, que pocas semanas más tarde el mismo Ellacuría,
que ya había estado presente en México, elevaría a cuestión científica de
gran calado, en su colaboración para la Festschrift en honor de Karl Rahner.
En el Encuentro de México participó Enrique D. Dussel, un laico
argentino, filósofo de profesión, que se había especializado en París en
Historia de la Iglesia. En 1973 había fundado la Comisión de Estudios de

6. En realidad, la presentación de los pobres como el lugar teológico desde el que se


hace teología, o sea, como perspectiva particular desde la cual se reflexiona sobre la fe,
implica un cambio del objeto formal motivo de la ciencia teológica y una revolución epis-
temológica. Por ello, con una cierta ironía, Juan Carlos Scannone pudo preguntarse si la
fe no llegaría demasiado tarde al quehacer teológico, si se asumía esa inversión metodoló-
gica. Clódovis Boff ofreció en su tesis de 1976 (publicada en Brasil en 1984) la exposición
más acabada de este giro copernicano. A la vista del curso que tomaban los acontecimien-
tos, la invitación de Juan Luis Segundo proponiendo, en 1975, una «liberación de la teo-
logía» pudo parecer sensata a muchos teólogos, a pesar de su absoluta radicalidad.
34 TEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA, VOL. III

Historia de la Iglesia en América Latina (CEHILA), anejo al CELAM, del


cual se separó, por divergencias con la directiva de éste, a finales de ese mis-
mo año. CEHILA impulsaría a lo largo de dos décadas una importante ini-
ciativa: la Historia General de la Iglesia en América Latina, cuyo primer
tomo saldría a la luz, rodeado de una gran polémica, en 1981. Importa aquí
destacar el carácter teológico que CEHILA imprimió a su proyecto: la
Historia de la Teología entendida casi como una Teología de la Historia. Es
comprensible, por tanto, la sintonía que se estableció entre CEHILA y la
TL, que se había planteado desde primera hora las relaciones entre historia
y teología. Los volúmenes de la Historia General son desiguales y no todos
responden al mismo patrón, porque Dussel concedió cierta autonomía a los
directores de cada uno de ellos, aunque procuró que los responsables de los
tomos comulgasen con el fondo ideológico. De todos ellos, el volumen más
representativo, sin duda ninguna, es el volumen preliminar (tomo I/1)
redactado por Dussel en persona, y publicado en 1983.
Dos años después del Encuentro mexicano, en 1977, aparecería una
de las obras teológicas más polémicas del momento: Eclesiogênese. As comu-
nidades eclesiais de base reinventam a Igreja. En este opúsculo, de 114 pági-
nas, Leonardo Boff afrontaba el fenómeno de las comunidades de base bra-
sileñas (CEBs) como un fenómeno eclesial de gran envergadura: como un
intento de sustraerse al anonimato eclesial en que se desenvolvían las perso-
nas más sencillas, es decir, los laicos. Tales CEBs habrían surgido por la esca-
sez de clero y fomentadas por el mismo clero; pero representarían un movi-
miento específicamente laical. Se trataría no tanto de una expansión del
sistema eclesiástico vigente, asentado sobre el eje sacramental-clerical, sino de
la emergencia de otra forma de ser Iglesia, asentada sobre el eje de la Palabra
y del laicado. Boff sugería que quizá se estuviese en presencia de un vasto
movimiento, que supondría un nuevo tipo de presencia institucional del
cristianismo en el mundo. No era la primera vez que se reflexionaba teológi-
camente sobre las CEBs, pues existía, desde 1967, una abundante bibliogra-
fía al respecto; pero sí era la primera vez que un teólogo reconocido situaba
las CEBs en un contexto eclesiológico revolucionario. Lógicamente, la obra
provocó una fuerte reacción, que llegaría a su culmen cuando el mismo Boff
dio a la luz su Igreja: carisma e poder, en 1981. (Es fácil, aunque quizá un tan-
to simplista, relacionar las tesis de Boff, minorita él mismo, con las propues-
tas de los fraticelos de finales del siglo XIII y primeros del XIV, que tuvieron
que habérselas con las censuras de Juan XXII.)
Boff se hacía eco, en su libro Eclesiogênese, de otro problema que
había sacudido fuertemente el mundo latinoamericano desde 1965: la polé-
INTRODUCCIÓN 35

mica «evangelización vs sacramentalización». Esta discusión había sido


importada de Europa por los liturgistas barceloneses del Centro de Pastoral
Litúrgica que colaboraron, en los primeros años, con el Instituto de Liturgia
y Pastoral del CELAM, con sede en Medellín. El debate versaba, en defini-
tiva, sobre la constitución de la Iglesia in terris (que algunos pretendían
equiparar a la Iglesia in Patria, que será sin signos ni figuras), y suponía una
depreciación de los sacramentos instituidos por Cristo. Es evidente que la
discusión continuaba viva en 1977, aun después de la exhortación apostó-
lica Evangelii nuntiandi, de 1975. Y los ecos de tal polémica no se habían
apagado todavía, al cabo de veinte años: para algunos la insistencia de los
Papas en promover las vocaciones sacerdotales, presentando al sacerdote
como dispensador de los sacramentos, particularmente de la Eucaristía y del
perdón, constituye una clericalización intolerable, que habría que superar7.
Fueron tiempos aquellos de utopías generosas, pero también de vio-
lencias difíciles de justificar, de pasiones desatadas y, sobre todo, de una
producción teológica en ebullición, que se desbordó alcanzando a otros
ámbitos culturales, como la literatura (novela, teatro y poesía), el cine (fes-
tivales de Viña del Mar, desde 1967, y, cuando fue clausurado, de La
Habana, desde 1979) y la música. En 1975 se estrenó en la comunidad de
Solentiname (en el Gran Lago de Nicaragua), promovida por el sacerdote
y poeta Ernesto Cardenal, la Misa campesina nicaragüense, compuesta por
Carlos Mejía Godoy; y en 1980 se cantó por vez primera, en el funeral de
Mons. Óscar Arnulfo Romero, la Misa popular salvadoreña.

7. Un caso reciente y notable, viniendo de un teólogo que siempre ha demostrado gran


oficio y un conocimiento muy serio de la tradición teológica, es: José COMBLIN, Cristianos
rumbo al siglo XXI. Nuevo camino de liberación, trad. española, San Pablo, Madrid 1997. El ori-
ginal brasileño data de 1996. Comblin denuncia una excesiva clericalización de la vida religiosa
latinoamericana, frente a una piedad popular, sentimental y ayuna de doctrina, que sería la vía
elegida por el pueblo cristiano para sustraerse del dominio hierocrático. Entre estas dos posi-
bilidades históricas, endémicas en América Latina, Comblin propone una «tercera vía» entre
el «implacable objetivismo del clero» y el «subjetivismo radical». Sería la «vía del humanismo
cristiano», defendida —según nos asegura— por Pablo VI en su discurso de clausura del
Vaticano II. Afirma, además, que su tercera vía se retrotrae, aunque con matices, a las pro-
puestas de Erasmo de Rótterdam, que había buscado una solución de compromiso entre la
posición romana y la rebelión luterana. La tercera vía de Comblin sería como revival de la «phi-
losophia Christi» erasmiana. Sus juicios históricos se basan en los estudios de Marcel Bataillon,
aunque obviamente van más allá de las pretensiones del hispanista francés. En todo caso, esa
«vía media» sería la propuesta del primer Erasmo, anterior a la disputa con Lutero sobre la con-
dición de la libertad humana, sostenida en 1524, que, como se sabe, enemistó para siempre al
teutón con el flamenco, y decantó a éste último hacia posiciones «papalistas». Es obvio que la
proposición de Comblin orilla la eficacia santificadora y evangelizadora de los sacramentos.
36 TEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA, VOL. III

Finalmente, Pablo VI tuvo el coraje de convocar la tercera Conferencia


General del Episcopado Latinoamericano, que inauguró su sucesor Juan
Pablo II, a primeros de 1979. En Puebla las cosas se serenaron, al menos a
nivel pastoral. No así, en cambio, en los gabinetes de los teólogos. A medida
que se acercaba la celebración de la Conferencia de Puebla, la teología, tanto
sistemática como pastoral, comenzó a interesarse por la religiosidad popular,
con una extraordinaria floración de escritos en torno a este tema. Los argen-
tinos, muy especialmente Lucio Gera, fieles a la tradición populista de aque-
llas hermosas tierras, habían optado por una «teología del pueblo». La
Conferencia de Puebla respaldaría la religiosidad popular, no sólo justifican-
do teológicamente las devociones populares, tan arraigadas en América
Latina, sino considerándolas también (junto a los movimientos) como una
defensa frente a la agresión proselitista de las sectas para-protestantes.
En efecto, el protestantismo latinoamericano conocía, ya desde los
años 50, el desembarco de dos nuevos fenómenos religiosos, de cuño nor-
teamericano: la formación de las empresas religiosas multinacionales
(financiadas en parte con la ayuda estatal de EE. UU.), y la proliferación
de numerosas sectas, derivadas de las Iglesias históricas, pequeñas y hasta
pequeñísimas, de carácter neopentecostal, que incidieron principalmente
en las clases medias latinoamericanas. También la teología protestante y
evangélica se interesó por temas análogos a los de la teología católica.
Para oponerse a la labor de penetración del protestantismo norteameri-
cano, financiado con caudales públicos o semipúblicos, los católicos nortea-
mericanos y algunas diócesis europeas más ricas, idearon enviar a
Latinoamérica importantes contingentes de misioneros (procedentes del
Canadá, EE. UU. y de Centroeuropa). Para ello se precisaba una primera
inmersión lingüística de los trasplantados y cierto conocimiento de las nuevas
culturas con las cuales habrían de habérselas en el futuro. De este modo surgió
en 1963, por iniciativa del entonces sacerdote austríaco Iván Illich, y con el
apoyo del Cardenal de Nueva York, Francis Spellman, el Centro Intercultural
de Documentación (CIDOC), que se estableció en Cuernavaca (México), al
amparo de Mons. Sergio Méndez Arceo, obispo de aquella localidad y antes un
historiador importante. La experiencia de CIDOC no se limitó, como se ha
dicho, a una inmersión lingüística; en 1966 se transformó en una especie de
«Universidad alternativa», por la que pasaron importantes especialistas de las
ciencias de la educación (algunos marxistas), de la psicología profunda (algu-
nos freudianos), de la sociología experimental norteamericana, etc. La expe-
riencia se mantuvo hasta 1976, con unos resultados no siempre satisfactorios,
como se podía prever por la extracción del profesorado y su orientación.
INTRODUCCIÓN 37

d) Desde Puebla a nuestros días

La III Conferencia General se celebró a comienzos de 1979. Fue


inaugurada por Juan Pablo II, recién elegido pontífice, que realizó, con tal
motivo, su primer viaje a América. Este viaje constituyó un verdadero
baño de multitudes. Nunca se había visto nada igual.
Después, la década de los ochenta contempló la eclosión de la teo-
logía feminista (nunca bien vista, salvo excepciones) por los teólogos de la
liberación; el paso de la teología feminista al ecofeminismo, por influencia
de la hermenéutica existencial y la filosofía del género; las dos instruccio-
nes pontificias sobre la TL (de 1984 y 1986); la reacción de los teólogos
latinoamericanos ante las advertencias vaticanas; la proliferación de revis-
tas teológicas de todo tipo (técnicas y de divulgación pastoral); las tres
encíclicas sociales de Juan Pablo II (1981, 1987 y 1991); la caída del socia-
lismo real; la desmembración de la Unión Soviética; el cambio de signo
político en tantos países, entre ellos Nicaragua, etc. De los movimientos
teológicos de los ochenta, el más radical ha sido, sin duda, la teología femi-
nista, que, finalmente, ha derivado hacia una teología del género o ecofe-
minismo, en el que ser varón o mujer no depende tanto de la condición
sexual, cuanto del rol que la sociedad atribuye a cada uno. En última ins-
tancia, y por ello se autodenomina ecofeminismo, se pretende volver a las
religiones ancestrales, en las que la madre-tierra representa un papel fun-
damental, como origen de todo.
Y ya en la década de los noventa, hemos visto la IV Conferencia General
del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Santo Domingo, coincidiendo
con la conmemoración del quinto centenario de la evangelización americana;
la Asamblea especial del Sínodo de los Obispos para América, con la posterior
exhortación pontificia Ecclesia in America; una cierta ralentización de la activi-
dad del CELAM; y, como novedad, la teología india, en cuyo contexto puede
situarse la beatificación del indio Juan Diego (1990), el vidente del Tepeyac, y
su próxima canonización. Las guerrillas de Centroamérica se han calmado
todas, incluida la más reticente, que era la de El Salvador.
En algún sentido se podría considerar que el ciclo de las grandes
utopías se ha cerrado. El magisterio eclesiástico y la manualística ya han
incorporado las intuiciones valiosas de tales teologías y se han desprendi-
do de su ganga. Ya nadie se sorprende de que el pobre sea considerado
sacramento de Cristo. Cualquier libro de texto acepta que Cristo fundó la
Iglesia por fases. Todo profesor aventajado sabe apuntar las íntimas y suti-
les relaciones que existen entre el quehacer humano intrahistórico y el
38 TEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA, VOL. III

advenimiento del Reino. La «gran aventura mística» de las teologías lati-


noamericanistas (tan diversas entre sí) parece tocar a su fin.
Pero aparecen nuevos retos. La teología tiene ahora que vérselas con
algunas asignaturas pendientes. Valgan algunos ejemplos: la condición teoló-
gica de la secularidad; importantes cuestiones sacramentológicas (como la
naturaleza teológica del carácter sacramental, las relaciones entre el carisma
del celibato y el carisma sacerdotal, la naturaleza teológica del diaconado, las
razones teológicas de la incompatibilidad entre la condición femenina y la
ordenación sacerdotal); algunos temas eclesiológicos de envergadura (las rela-
ciones entre Jesús, el Reino y la Iglesia, las relaciones entre iglesias locales e
Iglesia universal, la potestad extraterritorial de los patriarcas orientales); la teo-
logía de la mujer; la teología de las religiones; la globalización y el neolibera-
lismo radical; la teología de la tierra o ecología; la manipulación biogenética
de la especie humana; y muchos más, que sería demasiado largo referir.

***
Todavía unas alegaciones para justificar el título del volumen: El siglo de las
teologías latinoamericanistas (1899-2001). Esta noción se refiere a las teo-
logías adjetivas, con pretensiones de latinoamericanidad, es decir, situadas
en el espacio cultural y geográfico de este Subcontinente; surgidas particu-
larmente a partir de los años sesenta, aunque preparadas antes. Todas las TL
(y las TI) son latinoamericanistas, no sólo por su carácter más o menos con-
frontativo, sino, sobre todo, por pretender una teología elaborada en y des-
de América Latina. En cambio, no todas las teologías latinoamericanistas
son TL o TI. Por ello, para evitar confusiones, las TL y las TI surgidas en
otros continentes han recibido nombres propios específicos.

***
Llega a su fin la introducción general, en la que he pretendido ofre-
cer una panorámica del siglo XX latinoamericano, a la luz de las discusio-
nes teológicas. Sólo me resta dejar en manos del lector esta obra, que pre-
tende ser de referencia, coordinada con inteligencia y eficacia por la Dra.
Carmen-José Alejos Grau. Ojalá este texto pueda resultar orientador en el
complejo siglo recién terminado, uno de los más ricos, desde el punto de
vista teológico, de la ya bimilenaria historia de la Iglesia.

Josep Ignasi Saranyana


TEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA, VOLUMEN III

ÍNDICE GENERAL

AGRADECIMIENTOS ................................................................................ 15
LOS AUTORES ......................................................................................... 19
TABLA DE ABREVIATURAS Y SIGLAS .......................................................... 21

INTRODUCCIÓN GENERAL ................................................................... 23

CAPÍTULO I
MAGISTERIO PONTIFICIO Y ASAMBLEAS ECLESIÁSTICAS
EN EL SIGLO XX
A) Del Plenario Latinoamericano a los Concilios
Plenarios nacionales .......................................................... 40
1. El Concilio Plenario Latinoamericano (1899) ......................... 40
a) Historia y desarrollo del Concilio Plenario ....................... 40
b) Fuentes ............................................................................. 44
c) Teología ............................................................................ 48
d) Aplicación del CPLA en las diócesis latinoamericanas ...... 52
2. Los primeros pasos de la moderna misionología ...................... 60
a) Pío X (1903-1914) ........................................................... 61
b) Benedicto XV (1914-1922) .............................................. 63
c) Pío XI (1922-1939) .......................................................... 65
3. Congreso Eucarístico Internacional de Buenos Aires (1934) .... 69
4. Concilio Provincial Chileno (1938) ........................................ 74
B) El ciclo de los Concilios Plenarios nacionales .............................. 77
5. Pío XII y su proyecto evangelizador para América Latina
(1939-1958) ..................................................................... 77
6. Concilio Plenario Brasileño (1939) ......................................... 78
a) Retraso y convocatoria ...................................................... 78
b) Decretos ........................................................................... 81
c) La Pontificia Universidad de Río ...................................... 83
7. Concilio Plenario Chileno (1946) ........................................... 84
8. La encíclica «Evangelii praecones» (1951) ................................ 87
TEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA, VOL. III

9. Concilio Plenario Argentino (1953) ........................................ 89


a) Convocatoria, desarrollo y decretos ................................... 89
b) La Universidad Católica Argentina ................................... 93
C) La Conferencia General de Río y la fundación del CELAM ....... 95
10. Congreso Eucarístico Internacional de Río de Janeiro (1955) 95
11. La Primera Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano (Río, 1955) ........................................... 99
12. La creación del Consejo Episcopal para América Latina
(CELAM) ......................................................................... 104
D) Del Vaticano II a la Conferencia General de Puebla ................... 109
13. La evangelización en el magisterio de Juan XXIII
y en el Concilio Vaticano II .............................................. 109
a) Juan XXIII (1958-1963) ................................................... 109
b) El Concilio Vaticano II (1962-1965) ................................ 112
14. La II Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano (Medellín, 1968) ................................... 114
a) Preparación y convocatoria de la II Conferencia ............... 114
b) El Vaticano II como fuente primaria de Medellín ............. 116
c) La encíclica «Populorum progressio» (1967) y los
movimientos de «liberación» ............................................. 117
d) Congreso Eucarístico Internacional de Bogotá (1968) ...... 123
e) Inauguración de la Segunda Conferencia y discurso
papal de apertura .............................................................. 126
f ) Las «Conclusiones» de Medellín ....................................... 127
g) La carta apostólica «Octogesima adveniens» (1971) .......... 130
15. La exhortación apostólica «Evangelii nuntiandi» (1975) ........ 133
E) De Puebla a la exhortación apostólica «Ecclesia in America» ....... 138
16. La III Conferencia del Episcopado Latinoamericano
(Puebla, 1979) .................................................................. 138
a) Convocatoria y preparación .............................................. 138
b) Apertura, desarrollo y «Conclusiones» .............................. 140
17. Las intervenciones magisteriales de Juan Pablo II
(1978-2000) .................................................................... 143
18. La IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano
(Santo Domingo, 1992) .................................................... 147
a) Convocatoria .................................................................... 147
b) Algunas novedades ........................................................... 149
c) Las votaciones finales ........................................................ 154
d) Algunos subrayados pastorales de la Conferencia .............. 156
19. El Sínodo extraordinario de los Obispos de América (1997)
y la exhortación apostólica «Ecclesia in America» (1999).... 157
F) El Siglo XX: balance conclusivo .................................................... 161
ÍNDICE GENERAL

CAPÍTULO II
LA MISIÓN PROTESTANTE
DESDE MEDIADOS DEL SIGLO XIX
1. Sociedades Bíblicas .................................................................. 163
2. La polémica sobre la libertad de cultos .................................... 170
3. Comunidades extranjeras e Iglesias de inmigrantes .................. 177
4. El fondo norteamericano de la misión ..................................... 179
5. Expansión del protestantismo misionero anglosajón ................ 183
6. La misión desde la Segunda Guerra Mundial .......................... 186
7. El Movimiento pentecostal y el Movimiento evangelista ......... 188
8. Nuevos fenómenos religiosos ................................................... 189
a) Movimientos Evangelism-in-depth y Church-growth ........... 189
b) Movimiento neopentecostal .............................................. 190
9. El ecumenismo en el seno de la misión protestante ................. 193
10. Conflictos sociales y movimientos religiosos .......................... 194
11. Sincretismos afroamericanos y religiones nuevas .................... 196

CAPÍTULO III
LA ACCIÓN SOCIAL Y CULTURAL DE LOS CATÓLICOS
HASTA EL VATICANO II
A) El catolicismo social y el apostolado laical en Latinoamérica ....... 199
1. La implantación del catolicismo social en Latinoamérica ......... 199
2. Congresos católicos, círculos de obreros y acción política
(1890-1920) ....................................................................... 202
3. Consolidación de la Acción Católica (1930-1960) .................. 205
B) Figuras del catolicismo social latinoamericano ............................ 207
4. México .................................................................................... 207
a) De la Revolución mexicana a las Guerras cristeras ............ 207
b) Los años medios del siglo XX ............................................ 212
5. Colombia ................................................................................ 215
6. Ecuador ................................................................................... 218
7. Perú ..................................................................................... 219
8. Chile ..................................................................................... 223
9. Brasil ..................................................................................... 228
10. Argentina .............................................................................. 230
a) Los Círculos de Obreros ................................................... 230
b) Los Cursos de Cultura Católica ........................................ 236
c) La Acción Católica y sus ramas especializadas ................... 243
d) Pensadores católicos independientes ................................. 246
11. Uruguay ................................................................................ 249
TEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA, VOL. III

CAPÍTULO IV
TEOLOGÍAS LATINOAMERICANISTAS (I)
I. Teologías latinoamericanistas y teología de la liberación ................ 255
A) Nociones preliminares acerca de la TL ........................................ 256
1. Delimitación del campo de estudio ......................................... 256
2. Influencias doctrinales en las teologías latinoamericanistas ...... 257
a) La discusión sobre la secularidad cristiana ......................... 257
b) La encíclica «Populorum Progressio» (1967)
y América Latina .............................................................. 258
c) Medellín (1968) como encrucijada de caminos ................. 260
B) Historia de la TL ........................................................................ 262
3. Los años clave: de 1964 a 1968 ............................................... 262
4. Distinción entre TL y movimientos culturales de liberación .... 264
5. Debates historiográficos sobre los orígenes de la TL ................ 265
a) Años ochenta .................................................................... 266
b) Años noventa .................................................................... 274
II. Algunas elaboraciones teológicas vinculadas a la TL .................... 283
C) Teología fundamental ................................................................. 283
6. Gustavo Gutiérrez y la caracterización de la TL a partir
del «lugar» teológico ......................................................... 284
a) Planteamiento general ....................................................... 284
b) El punto de partida de Gutiérrez (1971) y sus
posteriores reflexiones ....................................................... 285
7. Ignacio Ellacuría y la historia como principio crítico
de la teología latinoamericanista ....................................... 290
a) Primeras formulaciones (1971-1975) ................................ 290
b) Historia y salvación (1990) ............................................... 295
c) La política ......................................................................... 297
8. Leonardo y Clódovis Boff ante la praxis de la liberación ......... 299
a) Una mayor radicalidad hermenéutica ................................ 299
b) Crítica de Juan Carlos Scannone ...................................... 301
D) Teología dogmática ..................................................................... 302
9. Itinerario teológico de Leonardo Boff ...................................... 302
a) Una nueva cristología (1972) ............................................ 302
b) Una eclesiología liberacionista (1981) ............................... 306
c) La escatología boffiana ...................................................... 308
10. Juan Luis Segundo y sus cavilaciones sobre la libertad ........... 313
11. El largo camino de Pablo Richard hacia una TL
no-confrontativa ............................................................... 316
a) Etapas de su itinerario intelectual ..................................... 316
b) La Biblia al alcance del pueblo ......................................... 320
12. Carlos Mesters y la exégesis militante .................................... 323
ÍNDICE GENERAL

13. Lucio Gera y la teología del pueblo ....................................... 325


a) Formación teológica y contexto sociocultural .................... 325
b) Qué es la teología del pueblo ............................................ 328
c) La teología de Lucio Gera recapitulada por él mismo ....... 330
III. Perspectiva teológica de la cultura de la liberación ..................... 331
14. Revolución, cristianismo y literatura en América Latina ........ 332
a) La poesía de la liberación .................................................. 333
b) La narrativa y el teatro ...................................................... 337
15. La liberación en el cine latinoamericano ................................ 341
16. Música para la teología de la liberación ................................. 353

CAPÍTULO V
TEOLOGÍAS LATINOAMERICANISTAS (II)
A) Teología de los hispanos estadounidenses .................................... 367
1. Introducción ........................................................................... 367
2. El contexto histórico y sociocultural ........................................ 370
3. Las personas y sus intereses ...................................................... 371
4. El futuro: esperanza y desafío .................................................. 377
B) Teología indigenista .................................................................... 379
5. Prenotandos ............................................................................ 379
6. Principales corrientes ............................................................... 381
7. Balance de la TI ...................................................................... 391

CAPÍTULO VI
LA RELIGIOSIDAD POPULAR
1. Precisiones terminológicas ....................................................... 393
2. Desde el Concilio Plenario Latinoamericano hasta los años 60 394
3. A partir del Concilio Vaticano II: Medellín ............................. 399
4. Las interpretaciones latinoamericanas de la religiosidad
popular.............................................................................. 405
a) Interpretaciones desde la sociología, la historia
y la antropología ............................................................... 405
b) Interpretaciones pastorales ................................................ 410
c) Interpretación culturalista ................................................. 415
d) Interpretaciones desde la TL ............................................. 416
e) Interpretaciones teológicas ................................................ 419
5. Puebla ..................................................................................... 424
a) Preparación ....................................................................... 424
b) Magisterio de Juan Pablo II .............................................. 426
c) La religiosidad popular en las Conclusiones de Puebla ........ 427
6. Después de Puebla ................................................................... 432
a) Magisterio pontificio y episcopal en Latinoamérica .......... 432
TEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA, VOL. III

b) La Conferencia de Santo Domingo .................................. 435


c) El panorama actual ........................................................... 436

CAPÍTULO VII
TEOLOGÍAS LATINOAMERICANISTAS
REFORMADAS Y EVANGÉLICAS
A) Orígenes, enfoques y organización de la teología reformada
y evangélica ...................................................................... 443
1. Preliminares y división ............................................................ 443
a) Teología trasplantada y teología autóctona ........................ 443
b) Teología académica y teología inculturada ........................ 444
2. Perspectivas latinoamericanistas ............................................... 446
a) Discusión sobre las «líneas teológicas» ............................... 446
b) La teología del Pueblo de Dios desde la óptica luterana .... 448
c) La cuestión hermenéutica ................................................. 452
d) Inculturación teológica y teología «situada» ...................... 454
e) El debate protestante sobre la TL ...................................... 461
f ) Nuevos movimientos liberacionistas .................................. 464
g) Denominaciones históricas, evangelismo y
diálogo ecuménico ............................................................ 468
3. Organizaciones interconfesionales ........................................... 470
4. Principales centros de investigación ......................................... 471
B) Teólogos académicos reformados y evangélicos ............................ 477
C) Observaciones finales .................................................................. 503

CAPÍTULO VIII
TEOLOGÍA DE LA MUJER, TEOLOGÍA FEMINISTA,
TEOLOGÍA MUJERISTA
Y ECOFEMINISMO EN AMÉRICA LATINA
A) Años de maduración de las corrientes feministas (1957-1980) .... 505
1. Precisiones terminológicas ....................................................... 505
2. Prehistoria de la TF y primeros pasos de la «teología de la mujer» 507
a) De Pío XII a la Conferencia de Puebla, pasando
por el Vaticano II .............................................................. 508
b) Pronunciamientos de Naciones Unidas ............................. 513
c) Primeras referencias feministas en encuentros teológicos
latinoamericanos ............................................................... 514
B) Las conferencias feministas y los monográficos de las
revistas teológicas .............................................................. 521
3. Los años ochenta ..................................................................... 521
4. Dos libros de entrevistas .......................................................... 534
5. Los años noventa ..................................................................... 535
ÍNDICE GENERAL

C) Monografías ................................................................................ 553


a) María Teresa Porcile Santiso .............................................. 553
b) Ivone Gebara .................................................................... 555
c) Elina Vuola ....................................................................... 562
d) Tânia Mara Viera Sampaio ............................................... 563
D) Magisterio eclesiástico durante el pontificado de Juan Pablo II .... 564
E) Algunas conclusiones .................................................................. 566

CAPÍTULO IX
REVISTAS TEOLÓGICAS DE AMÉRICA LATINA
A) Revistas católicas ......................................................................... 569
1. Qué revistas se estudian y cómo se agrupan ............................ 569
2. Revistas eclesiásticas de divulgación e información general ...... 570
3. Revistas de cultura católica ...................................................... 583
4. Revistas de investigación teológica ........................................... 585
a) Preliminares ...................................................................... 585
b) Revistas de teología sistemática iniciadas antes
del Concilio Vaticano II ................................................... 589
c) Revistas de teología sistemática fundadas después
del Concilio Vaticano II ................................................... 627
d) Revistas de teología sistemática comenzadas en la década
de los 90 ........................................................................... 692
e) Revistas de historia eclesiástica .......................................... 702
5. Balance .................................................................................... 718
B) Revistas protestantes y evangélicas ............................................... 720

SINOPSIS CRONOLÓGICA ................................................................... 729


ÍNDICE ONOMÁSTICO ....................................................................... 737
ÍNDICE DE REVISTAS .......................................................................... 767
a) Revistas católicas ..................................................................... 767
b) Revistas protestantes y evangélicas ........................................... 770
ÍNDICE DE CENTROS TEOLÓGICOS ..................................................... 771
a) Centros católicos ..................................................................... 771
b) Centros protestantes y evangélicos .......................................... 773

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