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Título: Convite à Filosofia

Autor: Marilena Chaui


Editorial: Ática, São Paulo, 2000
Capítulo 2 Págs. 151 a 157

Sensación y percepción.

El conocimiento empírico o la experiencia sensible y sus formas principales son la


sensación y la percepción. La tradición filosófica, hasta el siglo XX, distinguía
sensación de percepción por el grado de complejidad. La sensación es lo que nos da
las cualidades exteriores e interiores, es decir, las cualidades de los objetos y los
efectos internos de esas cualidades sobre nosotros. En la sensación vemos, tocamos,
sentimos, oímos cualidades puras y directas: colores, olores, sabores, texturas.
Sentimos lo caliente y el frío, el dulce y el amargo, el liso y el rugoso, el rojo y el verde,
etc. Sentir es algo ambiguo, pues lo sensible es, al mismo tiempo, la calidad que está
en el objeto y el sentimiento interno que nuestro cuerpo posee de las cualidades
sentidas. Por eso, la tradición suele decir que la sensación es una reacción corporal
inmediata a un estímulo o excitación externa, sin que sea posible distinguir, en el acto
de la sensación, el estímulo exterior y el sentimiento interior. Esta distinción sólo podría
ser hecha en un laboratorio, con análisis de nuestra anatomía, fisiología y sistema
nervioso. Cuando examinamos la sensación, notamos que nadie dice que siente lo
caliente, ve el azul y traga el amargo. Por el contrario, decimos que el agua está
caliente, que el cielo es azul y que el alimento está amargado. Esto es, sentimos las
cualidades como integrantes de seres más amplios y complejos que la sensación
aislada de cada calidad. Por eso, se dice que, en realidad, sólo tenemos sensaciones
bajo la forma de percepciones, es decir, de síntesis de sensaciones. Empirismo e
intelectualismo Dos grandes concepciones sobre la sensación y la percepción forman
parte de la tradición filosófica: la empirista y la intelectualista.

Para los empiristas, la sensación y la percepción dependen de las cosas exteriores,


es decir, son causadas por estímulos externos que actúan sobre nuestros sentidos y
sobre nuestro sistema nervioso, recibiendo una respuesta que parte de nuestro
cerebro, vuelve a recorrer nuestro sistema nervioso y llega a nuestros sentidos bajo la
forma de una sensación (un color, un sabor, un olor), o de una asociación de
sensaciones en una percepción (veo un objeto rojo, siento el sabor de una carne,
siento el olor de la rosa, etc. ).

La sensación sería puntual, es decir, un punto del objeto externo toca uno de mis
órganos de los sentidos y hace un recorrido en el interior de mi cuerpo, yendo al
cerebro y volviendo a las extremidades sensoriales. Cada sensación es independiente
de las otras y corresponde a la percepción unificarlas y organizarlas en una síntesis. La
causa del conocimiento sensible es la cosa externa, de modo que la sensación y la
percepción son efectos pasivos de una actividad de los cuerpos exteriores sobre
nuestro cuerpo. El conocimiento se obtiene por suma y asociación de las sensaciones
en la percepción y tal suma y asociación dependen de la frecuencia, la repetición y la
sucesión de los estímulos externos y de nuestros hábitos.

Para los intelectualistas, la sensación y la percepción dependen del sujeto del


conocimiento y la cosa exterior es sólo la ocasión para que tengamos la sensación o la
percepción. En este caso, el sujeto es activo y la cosa externa es pasiva, es decir,
sentir y percibir son fenómenos que dependen de la capacidad del sujeto para
descomponer un objeto en sus cualidades simples (la sensación) y de recomponer el
objeto como un todo, dando -la organización e interpretación (la percepción). El paso
de la sensación hacia la percepción es, en este caso, un acto realizado por el intelecto
del sujeto del conocimiento, que confiere organización y sentido a las sensaciones. No
habría algo propiamente llamado percepción, sino sensaciones dispersas o
elementales; su organización o síntesis sería hecha por la inteligencia y recibiría el
nombre de percepción. Así, en la sensación, "sentimos" cualidades puntuales,
dispersas, elementales y, en la percepción, "sabemos" que estamos teniendo
sensación de un objeto que posee las cualidades sentidas por nosotros. Como dijo un
filósofo, percibir es "saber que percibo"; ver es "pensamiento de ver"; escuchar es
"pensamiento de escuchar", y así sucesivamente.

Para los empiristas, la sensación conduce a la percepción como una síntesis pasiva,
es decir, que depende del objeto exterior.

Para los intelectualistas, la sensación conduce a la percepción como síntesis activa,


es decir, que depende de la actividad del entendimiento. Para los empiristas, las ideas
provienen de las percepciones. Para los intelectualistas, la sensación y la percepción
son siempre confusas y deben ser abandonadas cuando el pensamiento formula las
ideas puras.

Psicología de la forma y fenomenología

En nuestro siglo (XX), sin embargo, la Filosofía alteró bastante estas dos tradiciones y
las superó en una nueva concepción del conocimiento sensible. Los cambios fueron
traídos por la fenomenología de Husserl y por la Psicología de la Forma o teoría de la
Gestalt (Gestalt es una palabra alemana que significa: configuración, figura
estructurada, forma). Ambas mostraron:

Contra el empirismo, que la sensación, no es reflejo puntual o una respuesta físico-


fisiológica a un estímulo externo también puntual.

Contra el intelectualismo, que la percepción no es una actividad sintética hecha por el


pensamiento sobre las sensaciones.

Contra el empirismo y el intelectualismo, que no hay diferencia entre sensación y


percepción.

Empiristas e intelectualistas, a pesar de sus diferencias, concordaban en un aspecto:


creían que la sensación era una relación de causa y efecto entre puntos de las cosas y
puntos de nuestro cuerpo. Las cosas serían como mosaicos de cualidades aisladas
yuxtapuestas y nuestro aparato sensorial (órganos de los sentidos, sistema nervioso y
cerebro) también sería un mosaico de receptores aislados y yuxtapuestos. Por eso, la
percepción era considerada la actividad que "sumaba" o "juntaba" las partes en una
síntesis que sería el objeto percibido.

La fenomenología y la Gestalt, sin embargo, muestran que no hay diferencia entre


sensación y percepción porque nunca tenemos sensaciones parciales, puntuales o
elementales, es decir, sensaciones separadas de cada cualidad, que después el
espíritu se ocupa de unir y organizar como percepción de un solo objeto. Sentimos y
percibimos formas, es decir, totalidades estructuradas dotadas de sentido o de
significación. Así, por ejemplo, tener la sensación y la percepción de un caballo es
sentir / percibir de una sola vez su color (o colores), sus partes, su cara, su lomo y su
cola, su porte, su tamaño, su olor, sus ruidos, sus movimientos. El caballo percibido no
es un rayo de cualidades aisladas que envían estímulos a mis órganos de los sentidos
(como supondría el empirista), ni un objeto indeterminado esperando que mi
pensamiento diga a mis sensaciones: "Este objeto es un caballo" (como supondría el
intelectualista). El caballo-percibido no es un mosaico de estímulos exteriores
(empirismo), ni una idea (intelectualismo), pero es exactamente un caballo-percibido.

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Las experiencias conocidas como figura-y-fondo muestran que no tenemos
sensaciones parciales, sino percepciones globales de una forma o de una estructura.
Las experiencias con formas "incompletas" muestran que la percepción siempre
percibe una totalidad completa, lo que sería imposible si tuviéramos sensaciones
elementales que el pensamiento unificaría en una percepción. Si la percepción fuera
una suma de sensaciones parciales y si cada sensación dependiera de los estímulos
directos que las cosas produjeran en nuestros órganos de los sentidos, entonces
tendríamos que ver como siendo del mismo tamaño dos líneas que son objetivamente
del mismo tamaño ….????????. Pero la experiencia muestra que las percibimos como
formas o totalidades diferentes.

¿Qué es la percepción?

La percepción tiene las siguientes características: es el conocimiento sensorial de


configuraciones o de totalidades organizadas y dotadas de sentido y no una
suma de sensaciones elementales; sensación y percepción son lo mismo; es el
conocimiento de un sujeto corporal, es decir, una vivencia corporal, de modo que la
situación de nuestro cuerpo y las condiciones de nuestro cuerpo son tan importantes
como la situación y las condiciones de los objetos percibidos; es siempre una
experiencia dotada de significación, es decir, el percibido está dotado de sentido y tiene
sentido en nuestra historia de vida, haciendo parte de nuestro mundo y de nuestras
vivencias; el propio mundo exterior no es una colección o una suma de cosas aisladas,
sino que está organizado en formas y estructuras complejas dotadas de sentido.

Un paisaje, por ejemplo, no es una suma de cosas que están apenas cerca unas de
otras, pero es la percepción de cosas que forman un todo complejo y con sentido: el
valle sólo es valle a causa de la montaña, cuya altura y distancia sólo pueden ser
evaluadas porque hay el cielo, los árboles, un río y un camino; el verde del valle sólo
puede ser percibido por contraste con el gris o el dorado de la montaña; el azul del
cielo sólo puede ser percibido a causa del verde de la vegetación y el marrón de la
tierra; este paisaje será un espectáculo de contemplación si el sujeto de la percepción
está reposado, pero será un objeto digno de ser visto por otros si el sujeto de la
percepción es un pintor, o será un obstáculo, si el sujeto de la percepción es un viajero
que descubre que, necesita superar la montaña. En resumen: en la percepción, el
mundo posee forma y sentido y ambos son inseparables del sujeto de la percepción; la
percepción es así una relación del sujeto con el mundo exterior y no una reacción
físico-fisiológica de un sujeto físico-fisiológico a un conjunto de estímulos externos
(como supondría el empirista), ni una idea formulada por el sujeto (como supondría el
intelectualista). La relación da sentido al percibido y al percibidor, y uno no existe sin el
otro; El mundo percibido es cualitativo, significativo, estructurado y estamos en él como
sujetos activos, es decir, damos a las cosas percibidas nuevos sentidos y nuevos
valores, pues las cosas forman parte de nuestras vidas e interactuamos con el mundo;
el mundo percibido es un mundo intercorporal, es decir, las relaciones se establecen
entre nuestro cuerpo, los cuerpos de los otros sujetos y los cuerpos de las cosas, de
modo que la percepción es una forma de comunicación que establecemos con los
demás y con las cosas; la percepción depende de las cosas y de nuestro cuerpo,
depende del mundo y de nuestros sentidos, depende del exterior y del interior, y por
eso es más adecuado hablar en campo perceptivo para indicar que se trata de una
relación compleja entre el cuerpo sujeto y el sujeto, los cuerpos-objetos en un campo
de significaciones visuales, táctiles, olfativas, gustativas, sonoras, motrices, espaciales,
temporales y lingüísticas.

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La percepción es una conducta vital, una comunicación, una interpretación y una
valoración del mundo, a partir de la estructura de relaciones entre nuestro cuerpo
y el mundo; la percepción implica toda nuestra personalidad, nuestra historia
personal, nuestra afectividad, nuestros deseos y pasiones, es decir, la
percepción es una manera fundamental de que los seres humanos estén en el
mundo.

Se percibe las cosas y los demás de modo positivo o negativo, percibimos las cosas
como instrumentos o como valores, reaccionamos positiva o negativamente a colores,
olores, sabores, texturas, distancias, tamaños. El mundo es percibido cualitativamente,
afectivamente y valorativamente. Cuando percibimos a otra persona, por ejemplo, no
tenemos una colección de sensaciones que nos darían las partes aisladas de su
cuerpo, pero la percibimos como teniendo una fisonomía (agradable o desagradable,
bella o fea, serena o agitada, sana o enfermiza, seductora o repelente) y por esa
percepción definimos nuestro modo de relación con ella; la percepción involucra
nuestra vida social, es decir, los significados y los valores de las cosas percibidas
provienen de nuestra sociedad y del modo en que las cosas y las personas reciben
sentido, valor o función.

Así, objetos que para nuestra sociedad no causan temor, pueden causar en otra
sociedad. Por ejemplo, en nuestra sociedad, un espejo o una fotografía son objetos
funcionales o artísticos, medios de vernos en imagen; sin embargo, para muchas
sociedades indígenas, ver la imagen de alguien o su propia es ver el alma de ese
alguien y hacerle perder la identidad y la vida, de modo que la percepción de un espejo
o de una fotografía puede ser una percepción aterradora; la percepción nos ofrece un
acceso al mundo de los objetos prácticos e instrumentales, es decir, nos orienta hacia
la acción cotidiana y hacia las acciones técnicas más simples; la percepción es una
forma de conocimiento y de acción fundamental para las artes, que son capaces de
crear un "otro" mundo por la simple alteración que provoca en nuestra percepción
cotidiana y costumbre. Basta recordar aquí el texto de Clarice Lispector sobre el insecto
y sobre el huevo (unidad 3, capítulo 8); la percepción no es una idea confusa o inferior,
como juzgaba la tradición, sino una manera de tener ideas sensibles o significaciones
perceptivas; la percepción está sujeta a una forma especial de error: la ilusión, como
vimos en el ejemplo de los versos de Mário de Andrade sobre la garona de San Pablo,
la confusión de lo blanco y del negro, del pobre y del rico.

La percepción y la teoría del conocimiento

Desde el punto de vista de las teorías del conocimiento, hay tres concepciones
principales sobre el papel de la percepción:

1. En las teorías empiristas, la percepción es la única fuente de conocimiento,


estando en el origen de las ideas abstractas formuladas por el pensamiento. Hume, por
ejemplo, afirma que todo conocimiento es percepción y que existen dos tipos de
percepción: las impresiones (sensaciones, emociones y pasiones) y las ideas
(imágenes de las impresiones);

2. En las teorías racionalistas intelectualistas, la percepción es considerada no muy


confiable para el conocimiento porque depende de las condiciones particulares de
quien percibe y está propenso a ilusiones, pues frecuentemente la imagen percibida no
corresponde a la realidad del objeto. Vemos el Sol más pequeño que la Tierra, pero
realmente es mayor que ella. Descartes menciona la forma en que percibimos un
bastón sumergido en el agua: aunque el bastón sea recto y continuo, percibimos la
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parte sumergida como si el bastón estuviera entortado y como si hubiera discontinuidad
entre la parte que está fuera del agua y la parte sumergida. El bastón se percibe como
distorsionado, aunque en realidad no está deformado. Para la concepción racionalista
intelectualista, el pensamiento filosófico y científico debe abandonar los datos de la
percepción y formular las ideas en relación con lo percibido; se trata de explicar y
corregir la percepción;

3. En la teoría fenomenológica del conocimiento, la percepción es considerada


originaria y parte principal del conocimiento humano, pero con una estructura diferente
del pensamiento abstracto, que opera con ideas. ¿Cuál es la diferencia? La percepción
siempre se realiza por perfiles o perspectivas, es decir, nunca podemos percibir de una
sola vez un objeto, pues sólo percibimos algunas de sus caras a la vez; en el
pensamiento, nuestro intelecto comprende una idea de una sola vez y por entero, es
decir, captamos la totalidad del sentido de una idea de una sola vez, sin precisar
examinar cada una de sus caras. En la percepción, nunca podremos ver, de una sola
vez, las seis caras de un cubo, pues "percibir un cubo" significa, justamente, nunca
verlo de una sola vez por entero. Al contrario, cuando el geómetra piensa el cubo, él lo
piensa como figura de seis lados y, para su pensamiento, las seis caras están todas
presentes simultáneamente. En cuanto al problema de la ilusión, la fenomenología
considera que no existe. Si tomamos, por ejemplo, el verso de Mário de Andrade,
diremos que percibir a una persona bajo la garona o la niebla de San Pablo es
percibirla como negra de lejos y blanca de cerca o como blanca de lejos y negra de
cerca: son cuatro percepciones diferentes y que son como son porque percibir es
siempre percibir un campo de objetos que permite corregir una percepción por medio
de otra.

Podemos comprender más claramente la diferencia entre las tres concepciones a


través de un ejemplo, ofrecido por el filósofo Merleau-Ponty: Miremos a una
piscina azotada de verde claro y rodeada por un jardín. ¿Qué percibimos?

El empirista dirá que recibimos estímulos de todos los elementos que están en nuestro
campo visual: colores, sonidos, reflejos; que esos estímulos aislados son llevados a
nuestro cerebro, donde causan una impresión y que la conciencia de esa impresión es
la percepción como suma de los estímulos.

El intelectualista nos dirá que vemos cualidades sensibles - líquido, color, reflejos - de
una realidad distorsionada: vemos árboles sobre la superficie de las aguas, aunque los
árboles no están allí; vemos los ladrillos del fondo como si fueran curvos, cóncavos,
convexos, aunque sean cuadrados y lisos; vemos el agua coloreada, cuando, en
realidad, no tiene color. Vemos, pues, algo que nuestro intelecto o nuestro pensamiento
nos advierte que no corresponde a la realidad.

El fenomenólogo, sin embargo, mostrará que percibir-una-piscina-ladrillado-agua-y-


rodeada-de-árboles es percibir exactamente eso: los reflejos de los árboles en el agua,
los matices de color en el líquido, el movimiento de los ladrillos. No estamos recibiendo
estímulos que formarán impresiones en el cerebro: estamos percibiendo una forma
organizada o una estructura. No estamos teniendo ilusiones visuales, viendo ladrillos "a
pesar" del agua que los deformaría; ni estamos viendo el agua "a pesar de los reflejos
de los árboles que la deformarían. Estamos viendo y percibiendo ladrillos-de-una-
piscina-con-agua (por lo tanto, formas móviles en el suelo y en las paredes de la
piscina); estamos viendo o percibiendo los árboles-a-vuelta-de-una-piscina-con-agua
(por lo tanto, reflejándose en las aguas y agitándose a los vientos); estamos viendo o
percibiendo el agua de una piscina (por lo tanto, agitando los la
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drillos, recibiendo reflejos, cambiando de color y de tonalidad). Eso es percibir. La
percepción se realiza en un campo perceptivo y el percibido no está "deformado" por
nada, pues ver no es hacer geometría ni física. No hay ilusiones en la percepción;
percibir es diferente de pensar y no una forma inferior y deformada del pensamiento. La
percepción no es causada por los objetos sobre nosotros, ni es causada por nuestro
cuerpo sobre las cosas: es la relación entre ellas y nosotros y ellas y ellas; una relación
posible porque ellas son cuerpos y nosotros también somos corporales.

Fenómeno

La ampliación y renovación del concepto de fenómeno

Desde Kant, el fenómeno indicaba lo que, desde el mundo externo, se ofrece al sujeto
del conocimiento, bajo las estructuras cognitivas de la conciencia (es decir, bajo las
formas del espacio y del tiempo y bajo los conceptos del entendimiento). Sin embargo,
el filósofo Hegel amplió el concepto de fenómeno, afirmando que todo lo que aparece
sólo puede aparecer para una conciencia y que la propia conciencia se muestra a sí
misma en el conocimiento de sí, siendo ella misma un fenómeno. Por eso, fue Hegel el
primero en usar la palabra fenomenología, para con ella indicar el conocimiento que la
conciencia tiene de sí misma a través de los demás fenómenos que le aparecen.
Husserl mantiene el concepto kantiano y hegeliano, pero amplía aún más la noción de
fenómeno. Para comprender esta ampliación necesitamos considerar la crítica que
dirige a Kant y a Hegel. Kant se equivocó al distinguir el fenómeno y el nudo, pues, con
esa distinción, mantuvo la vieja idea metafísica de la realidad en sí o del "Ser como
Ser", aunque dijese que no la podíamos conocer. Hegel, por su parte, abolió la
diferencia entre la conciencia y el mundo, porque había dicho que éste no es más que
el modo en que la conciencia se convierte en las propias cosas, se convierte en el
mundo mismo, todo siendo fenómeno: fenómeno interior - la conciencia - y el fenómeno
exterior - el mundo como manifestación de la conciencia en las cosas. Contra Kant,
Husserl afirma que no hay noumismo, no hay la "cosa en sí" incognoscible. Todo lo que
existe es fenómeno y sólo existen fenómenos. Fenómeno es la presencia real de cosas
reales ante la conciencia; es lo que se presenta directamente, "en persona", "en carne
y hueso", a la conciencia.

Los fenómenos o esencias

Fenómeno no son sólo las cosas materiales que percibimos, imaginamos o recordamos
cotidianamente, porque son parte de nuestra vida. También no son, como suponía
Kant, sólo las cosas naturales, estudiadas por las ciencias de la Naturaleza (física,
química, biología, astronomía, geología, etc.). El fenómeno es también cosas
puramente ideales o idealidades, es decir, cosas que existen sólo en el pensamiento,
como los entes estudiados por las matemáticas (figuras geométricas, números,
operaciones algebraicas, conceptos como igualdad, diferencia, identidad, etc.) y por la
lógica (como los conceptos de universalidad, particularidad, individualidad, necesidad,
contradicción, etc.). Además de las cosas materiales, naturales e ideales, también son
fenómenos las cosas creadas por la acción y la práctica humanas (técnicas, artes,
instituciones sociales y políticas, creencias religiosas, valores morales, etc.). En otras
palabras, los resultados de la vida y de la acción humana -lo que llamamos Cultura-
son fenómenos, es decir, significaciones o esencias que aparecen a la conciencia y
que están constituidas por la propia conciencia. La fenomenología es la descripción de
todos los fenómenos, o eidos o esencias, o significación de todas estas realidades:
materiales, naturales, ideales, culturales. Al ampliar el concepto de fenómeno, Husserl
propuso que la Filosofía distinguiera diferentes tipos de esencias o fenómenos y que
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considerase cada uno de ellos como manifestando un tipo de realidad diferente, un tipo
de ser diferente. En las regiones del ser: la región Consciencia, la región Naturaleza, la
región Matemática, la región Arte, la región Historia, la región Religión, la región
Política, la región Ética, etc. Propuso que la Filosofía investigara las esencias propias
de esos seres o de esos entes, creando ontologías regionales. Con esta propuesta,
Husserl hacía que la metafísica del "Ser en cuanto ser" y la metafísica de las
sustancias (Dios, alma, mundo, infinito, pensante, extenso) cedieran lugar al estudio del
ser diferenciado en entes dotados de esencias propias e irreductibles unos a los
demás. Este estudio sería la ontología bajo la forma de ontologías regionales.

En resumen: el derecho se refiere a los entes en su propia existencia; ontológico se


refiere a los entes tomados como objetos de conocimiento. Como existen diferentes
esferas o regiones ónticas, existirán ontologías regionales que se ocupan con cada una
de ellas. En nuestra experiencia cotidiana, distinguimos espontáneamente cinco
grandes estructuras ónticas:

1. los entes materiales naturales que llamamos cosas reales (frutas, árboles, piedras,
ríos, estrellas, arena, el sol, la luna, metales, etc.);

2. los entes materiales artificiales a los que también llamamos cosas reales (nuestra
casa, mesas, sillas, automóviles, teléfono, ordenador, lámparas, ducha, ropa, calzado,
platos, cubiertos, etc.);

3. los entes ideales, es decir, aquellos que no son cosas materiales, sino ideas
generales, concebidas por el pensamiento lógico, matemático, científico, filosófico ya
los que damos el nombre de idealidades (igualdad, diferencia, número, raíz cuadrada,
círculo, conjunto, clase, función, variable, frecuencia, animal, vegetal, mineral, físico,
psíquico, materia, energía, etc.);

4. los entes que pueden ser valorados positiva o negativamente y a los que damos el
nombre de valores (belleza, fealdad, vicio, virtud, raro, común, bueno, mal, justo,
injusto, difícil, fácil, imposible, imposible, verdadero, falso, deseable, indeseable, etc.);

5. los entes que pertenecen a una realidad diferente de aquella a la que pertenecen las
cosas, las idealidades y los valores y a los que damos el nombre de metafísicos (la
divinidad o el absoluto, la identidad y la alteridad, el mundo como unidad, la relación y
diferenciación de todos los entes o de todas las estructuras, etc.).

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