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TEMA 1: NATURALEZA DE LA FILOSOFIA
1.1 Introducción
Afirmaba Locke que “nadie puede ser dueño de la verdad”. Pero el hombre no sólo
puede, sino que está continuamente remitido a la verdad.
A simple vista, pudiera decirse que la filosofía no sirve para la vida práctica y que
tampoco hay una relación con el mundo de la técnica. Si bien es cierto que son campos
distintos de conocimiento, estos tipos de conocimiento ayudan a la vida del hombre. La
filosofía en concreto, reflexiona sobre los problemas más universales y abstractos. Sin
embargo, también aborda profundamente los problemas más concretos y prácticos de la vida
cotidiana, sobre todo, aquellos que tocan a la existencia humana.
En este sentido, podemos decir que todo hombre inicia su proceso filosófico, al tratar
de responder a los cuestionamientos sobre la vida.
Cuando busca razones que dejen en claro el sentido de aquello que somos y dónde
estamos. En una palabra: encontrar el sentido de la vida.
2
que resulta empresa desesperada ocuparse de la misma. Lo que se presenta bajo el nombre
de filosofía ofrece, de hecho, ejemplos de juicios tan encontrados"1.
Desde la simple dimensión natural, se puede decir que hay un saber que tenemos
todos, sin haber aprendido ni reflexionado sobre nada; y hay otro saber que es el que
adquirimos cuando lo buscamos. Esta duplicidad de sentido en la palabra "saber"
responde a la distinción entre la simple opinión (doxa) y el conocimiento cierto
(episteme) bien fundado racionalmente y que el propio de la filosofía.
El hombre tiene un afán de saber, que le lleva a preguntarse por las causas de
cuanto sucede. Busca respuesta a los interrogantes que se le plantean, y frecuentemente
las respuestas plantean nuevas interrogantes. Esa búsqueda del saber está motivada por
afanes teóricos (saber por saber, para satisfacer las exigencias intelectuales) y por razones
prácticas (saber para actuar bien moralmente, o con eficacia técnica). Este afán teórico es
búsqueda de la verdad, hacia la cual está naturalmente orientado el hombre por su
inteligencia; es decir, es connatural al hombre. Incluso, tiene importantes repercusiones en
la vida práctica; como por ejemplo, cuando el hombre busca y necesita encontrar el
sentido a su propia vida, y para ello necesita encontrar explicación a muchos interrogantes
acerca de cuanto existe a su alrededor.
Para los griegos, inventores del vocablo “filosofía” era posible distinguir el saber
con sabiduría. El saber se consideraba como saber práctico y la sabiduría era una saber
teórico y práctico, propio de aquel a quien llamaban sabio.
1
Cfr. JASPERS K., Iniciación al Método Filosófico. Espasa-Calpe, Madrid 1977, p. 12.
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Otra precisión surgió cuando Heráclito contrapuso el saber del sabio al saber del
erudito. El sabio conocía la razón de las cosas y el erudito sabia por haber engendrado por
mera curiosidad y daba lugar a una simple descripción de los hechos.
Estas opiniones para muchos se presentan como contrapuestas, pero lo cierto es que
la voz griega “sofía” parecía tener dos acepciones: una vulgar y otra culta. Como acepción
vulgar significa un determinado saber, incluso el de un artesano que destaca en su oficio,
por ejemplo el carpintero sabio o el navegante bien experto en su técnica. La acepción culta,
por su parte, significa principalmente el saber por antonomasia o excelencia. Es la perfecta
y cabal sabiduría, no lo que se llama un saber especializado o restringido en el ámbito
parcial del conocer.
El hombre y el animal pueden captar el cielo y las estrellas, pero sólo el hombre con
su inteligencia percibe la necesidad de lo Absoluto. Por tanto, nadie puede permanecer
indiferente a la verdad de su saber; si descubre que es falso, lo rechaza; si puede confirmar
su verdad se siente satisfecho. Por eso decía San Agustín “he encontrado muchos que
querían engañar, pero ninguno que quiera dejarse engañar”3
4
conocer, sino también por su apertura al misterio y porque tiene una tensión natural a la
plenitud. Por eso la filosofía no es un lujo para algunos cuantos, sino una necesidad
humana para todos.
c) El asombro (admiratio) Dice Aristóteles que “ayer como hoy, el asombro indujo
a los hombres a filosofar”.4 Y es que al asombro es la conciencia que se posee de la
propia ignorancia. El asombro es el motor de la especulación filosófica. El asombro se
traduce en formar de por qué, que influye incesantemente, y el deseo de saber no se
satisface hasta que el último por qué recibe respuesta.
Son sin duda estas preguntas las que sacan al hombre de su estado de seguridad
anterior y lo ponen de frente a ineludibles interrogativos sobre el sentido de la existencia.
La conciencia de la propia muerte presente en todo ser humano, nos empuja a reflexionar
sobre el hombre mismo y a establecer una jerarquia de valores en torno a la propia vida.
a) como sabiduría
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universales.6 De hecho la sabiduría simpliciter es la metafísica al grado de que la causa
absolutamente primera de todo el universo es Dios.
b) como ciencia
Se puede decir que la filosofía es ciencia, pero de orden diferente al de las ciencias.
Santo Tomás afirma que la metafísica es la ciencia de todas las cosas, mediante el recurso a
sus causas ciertas7. Es una ciencia superior a las demás y de modo más eminente.
Se puede también decir que la sabiduría en cuanto dice la verdad acerca de los
principios es inteligencia; y en cuanto sabe lo que de los principios se concluye es ciencia.
En cuanto sabiduría consiste en un saber no solamente teórico, abstracto, parcial, sino un
saber útil para la dirección de la propia vida, un saber que no solo tiene un valor de utilidad
teórica inmediata. Por eso se deben tomar en cuenta ciertas características:
_ una cierta distancia crítica de los eventos, de las experiencias inmediatas (tomar una cosa
con filosofía).
_Una visión global que permita poner cada cosa en el lugar que le corresponde.
_La búsqueda del por qué, que permita dar razón de las cosas y de los eventos, de explicar
el sentido, todo lo que se necesita para orientar la vida y regular el propio comportamiento.
6
interioridad, supera la naturaleza bruta mirando desde una realidad sintética nueva. La
producción técnica constituye ya un saber espiritual. Según Aristóteles la ciencia práctica
es más universal de la técnica, porque la somete a sí como un medio para conseguir su fin.
Enjuicia también los comportamientos humanos con sabiduría, ejercitando con ello un
sentido superior a aquel que valora los productos sensibles. La autonomía de los diversos
sectores científicos es tal que las ciencias dichas inferiores no dejan de influenciar
aquellas superiores. Las posibilidades técnicas determinan búsquedas éticas. Para
Aristóteles la técnica esta sobrepuesta a la práctica, porque esta es más inferior, mas
cercana a aquello que vale en absoluto a la verdad del espíritu responsable de si.
2. Distinción entre filosofía y ciencias por medio de su objeto material, objeto formal y
método. Las ciencias en las confrontaciones de la filosofía y la filosofía en las
confrontaciones de las ciencias.
2.1 Distinción entre filosofía y ciencias por medio de su objeto material, objeto formal
y método
7
El método general de la ciencia es "un procedimiento que se aplica al ciclo entero de
la investigación en el marco de cada problema de conocimiento", una "estrategia" de
investigación, una "manera de hacer buena ciencia"8.
Según M. Bunge,9 los pasos principales de la aplicación del método científico son los
siguientes:
a) Enunciar preguntas bien formuladas y verosímilmente fecundas.
b) Arbitrar conjeturas fecundas y contrastables con la experiencia para contestar a las
preguntas.
c) Derivar consecuencias lógicas de las conjeturas.
d) Arbitrar técnicas para someter las conjeturas a contratación.
e) Someter a su vez a constatación esas técnicas para comprobar su relevancia y la fe
que merecen.
f) Llevar a cabo la constatación e interpretar sus resultados.
g) Estimar la pretensión de verdad de las conjeturas y la fidelidad de las técnicas.
El objeto de una ciencia puede ser material y formal. El material es lo que estudia
esa ciencia; el formal es el aspecto bajo el cual se estudia el objeto material. Por eso el
objeto material de la filosofía son todas las cosas; es decir toda la realidad, pues de estas se
pueden buscar sus explicaciones últimas.
El objeto formal de la filosofía, son las últimas causas, las explicaciones más
profundas de lo que son las cosas.
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científicos, son de un nivel superior pues ya se refieren a las causas (en esto consiste la
ciencia). Por ejemplo, los conocimientos propios de un nivel profesional, sea medicina,
biología, ingeniería, etc. c) Por encima están los conocimientos filosóficos, que van hasta las
causas supremas de todas las cosas. d) los conocimientos teológicos, que se basan en el
testimonio del mismo Ser Supremo.
Estos niveles de conocimiento, entre sí, no tienen por qué interferirse; son esferas
distintas, con distintos métodos y bases objetivas. Lo más correcto en todo caso sería su
mutua complementación y auxilio dentro de la mente del investigador. Las ciencias pueden
recibir de la filosofía una afincación refleja de sus métodos y una justificación crítica de los
principios más universales. La filosofía por su parte deberá tomar de las ciencias los datos
concretos (de experiencia) que enriquecen la base sobre la que la misma metafísica debe ser
construida.
Sobre la relación mutua entre filosofía y ciencias reales existen al menos tres
concepciones:
b) La filosofía supone los resultados de las ciencias reales y los reelabora en síntesis. Los
resultados de esta concepción son las denominadas "imágenes científicas del mundo".
También la presente concepción se caracteriza por un rasgo básico cientificista.
9
“La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva
hacia la contemplación de la verdad”.10 “La fe no destruye la razón, sino que la supera y le
confiere plenitud”11 Se puede decir que la revelación no era absolutamente necesaria para
que el hombre conociera algunas verdades tan importantes como la existencia de Dios o la
inmortalidad del alma etc. Sin embargo la revelación es conveniente y al decir que es
conveniente, con ello se afirma que la razón tiene límites. Pero una cosa muy clara que
podemos descubrir es que la verdad es una y Dios no puede revelar una verdad y
contradecir a la razón. Por eso la filosofía y la teología son dos ciencias diferentes, tanto por
su objeto formal como por los principios, por los cuales parten. Así, la filosofía es
autónoma en el plano racional ya que de otra manera se transformaría en teología. Sin
embargo la teología se sirve de la filosofía para la explicación racional de las verdades
reveladas.
La metafísica estudia toda la realidad, pues todo lo real tiene ser: no se limita a algún
tipo de entes, como las demás partes de la filosofía y las ciencias particulares. Por tanto, el
objeto material de la metafísica es toda la realidad.
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Como estudia la realidad desde el punto de vista de su ser, el objeto formal de la
metafísica es el ser de la realidad, o sea, el ser de los entes.
Se denomina "ente" a todo "lo que es": algo que tiene ser y tiene un modo de ser determinado. Dios
no es propiamente un "ente", pues es su propio Ser y no está limitado a ningún modo de ser
particular o finito; la metafísica estudia a Dios como Causa primera del ser de los entes.
Los temas propios de la metafísica abarcan las realidades que no dependen en su ser
de la materia, bien sea porque se trata de realidades espirituales (Dios, el alma humana), o
porque se trata de aspectos de la realidad que pueden darse en los seres materiales y en los
espirituales (sustancia y accidentes, acto y potencia, causalidad, etc.). Cuando se habla de la
metafísica como una de las disciplinas filosóficas distintas de otras, se indica el estudio de
estos temas.
Quien hace metafísica presupone que el "ser" no sea un puro hecho inexplicable, sino
que es fundado y tiene un sentido. El fundamento y el sentido del "ser" no nos es dado por
las ciencias particulares puesto que nos pone más allá de lo físico y de lo fenoménico.
Estamos entonces en el "campo" la "Metafísica"
Platón realizó importantes especulaciones metafísicas, pero fue su discípulo Aristóteles quien
transmitió a la posteridad un estudio sistemático y en buena parte válido acerca de la naturaleza de
la metafísica, la sustancia, los accidentes, la esencia, el acto y la potencia, las causas, etc.
11
Los 14 libros de la "filosofía primera" de Aristóteles siguen siendo una referencia obligada en la
metafísica. Santo Tomás de Aquino recogió sus ideas en una síntesis superior, a la luz de la doctrina
del acto de ser: la esencia (o modo de ser básico) limita en cada ente a su acto de ser, recibido del
Ser que subsiste por sí mismo (Dios). El acto de ser constitutivo de cada ente, se convierte así en el
centro de la metafísica, siendo el principio que permite entender a los entes en su constitución, en su
perfección, en su actividad y en su finitud y en su dependencia de Dios como Causa Primera de su
ser12.
No le basta al hombre alcanzar una descripción cada vez más completa y detallada de
la realidad mediante las ciencias particulares, ya que éstas dejan sin respuesta algunas
cuestiones ineludibles: ¿Por qué existe el universo?, ¿Cuál es su sentido y finalidad?, ¿Existe
una Causa primera?. Todos estos problemas giran en torno a un núcleo central que es el ser
de las cosas. De ahí que la metafísica se pueda definir como la ciencia que se ocupa no de
una clase u otra de seres, sino de un ser en cuanto tal (de los entes).
Si se llama "ente" a todo "lo que es" (Id quod est), la metafísica es la ciencia del ente
en cuanto ente, mientras que las ciencias particulares se ocupan sólo de algún tipo de entes, y
además no bajo el punto de vista de su ser,sino en cuanto poseen algunos determinados
modos de ser13.
Como ya Aristóteles y los filósofos medievales habían advertido, la ciencia del ser y
la ciencia de Dios forman una sola ciencia. El problema de Dios es el problema del Ser en
plenitud, y el problema del ser no es otra cosa que el problema de Dios (como su Causa).
"Ideòlogie" fué el término creado por Destutt de Tracy (1796) para indicar una
"ciencia fundamental cuyo objeto son las ideas”14. Sin embargo bajo tal nombre operaba el
análisis de las varias facultades del hombre interpretadas sensísticamente y con una amplia
referencia histórico-social. Así la palabra ideología, en su sentido original, está ligada a la
gramática general. Pero más que nada su significación más común y general, es pensamiento
expresivo e histórico con destinación pragmática e instrumental15.
12Cfr. ALVIRA T., CLAVELL L. y MELENDO T., Metafísica. EUNSA, Pamplona 1982,
pp. 116-117.
13Cfr. ARISTOLES, Metaphys, IV, 5 (593); III, 4 (384).
14 Cfr. D. DE TRACY, Tratado de la voluntad y de sus afectos.
15 Cfr. DIZIONARIO DELLE IDEE, Brescia 1967, p. 21.
12
Las relaciones entre filosofía e ideología dependen de esas distintas significaciones de
la palabra. Vamos a destacar y precisar las tres más importantes.
Marx entiende su propia teoría como la filosofía de la clase última, del proletariado
revolucionario, que debe introducir una sociedad sin clases. Como doctrina suprema, que
persigue el poder y termina quitándolo de en medio, es la doctrina absolutamente verdadera,
y puede penetrar y desenmascarar como ideologías a todas las doctrinas, filosofías, religio-
nes, etc., anteriores, las cuales habían establecido y legitimado las relaciones de dominio y
producción ya superadas. En esa medida la ideología es para Marx esencialmente una
conciencia falsa, que con el avance de la revolución proletaria acabará desapareciendo por
completo y por sí misma. De ahí en el fondo que el marxismo esté persuadido de que
cualquier filosofía no marxista no pasa de ser ideología y falsa conciencia.
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b) El Concepto Positivista de Ideología.
El positivismo es una concepción que se caracteriza sobre todo por dos cosas: el
cientificismo (fe en la autoridad absoluta de las ciencias particulares y sobre todo de las
ciencias exactas de la naturaleza) y el empirismo (concepción según la cual la única fuente
de conocimiento sería la experiencia sensible). La tradición del positivismo, que arranca del
siglo XIX, encontró múltiples transformaciones en el siglo XX, como el neopositivismo y el
racionalismo crítico.
Vemos que las racionalistas críticos y los marxistas desarrollan desde posiciones
diferentes un concepto negativo de ideología. Unos se sienten autorizados para ello desde el
cientificismo, mientras que los otros lo hacen desde su conciencia proletaria progresista. En
esa tarea unos y otros se consideran los verdaderos filósofos, negando tal pretensión a la
parte contraria.
17
Cfr. GEIGER TH., Ideología y verdad. Amorrortu, Buenos Aires,1972, p. 179.
18
Cfr. ANZENBACHER A., o.c., p. 37.
14
representa la sociabilidad en lo espiritual"19. Además, Anzenbacher recoge las siguientes
definiciones de ideología: Con frecuencia una visión cósmica (= visión del mundo) en el
sentido más amplio se designa sin más; en esa caso ideología es todo conjunto sistemático
de creencias, opiniones o proposiciones (H. H. Toch). La neutralidad de semejante concepto
de ideología puede deducirse también del hecho de que sólo se considera la función que
corresponde a la ideología psicológica o sociológicamente. Las ideologías descargan y
establecen un comportamiento humano; llenan la necesidad de que el hombre siente de
continuidad, orientación y seguridad en el mundo (R. v. Burks); disminuyen la complejidad
de las posibilidades de la actuación humana (N. Luhmann).
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el mal. Designar un pensamiento como ideológico a por ello un reproche de no verdad y de
no sinceridad , es pues la crítica mas demoledora. Es una arma mortal, contra toda posición
del adversario diversa de la propia, esta trunca toda verdadera comunicación entre los
hombres. Jasper aspira a la filosofía de la autoreflexión donde restablecer la relación del
hombre a la verdad y conducir a los hombres a una auténtica comunicación.21
21
Cfr. K. JASPER, Die geistige situation der Zeit.
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3.5 Diversos modelos de estructuración del saber filosófico.
Filosofía de la naturaleza. También conocida como cosmología que estudia los seres
inanimados, su composición, origen del mundo, extensión del universo, composición de la
materia, los seres vivos como parte integrante del cosmos. Tiene cierta relación con las
ciencias experimentales.
Metafísica u ontología Estudio de la realidad por sus causas últimas, la ciencia del ente en
cuanto ente, es estudio de lo que es.
Lógica y filosofía del lenguaje.La lógica estudia el proceder de nuestra inteligencia para
conseguir la corrección y la verdad de estos procedimientos. Estudia las tres operaciones
intelectuales: simple aprehensión, juicio, raciocinio. Aunque esto tiene todavía muchas
subdivisiones como: lógica del concepto, lógica del juicio, lógica del raciocinio, lógica
simbólica y metodológica, sintaxis, semántica, pragmática etc.
Antropología filosófica. Estudia los seres animados, ya sea en su nivel inferior, en la vida
vegetativa, o bien los que están dotados de vida sensitiva, pero fundamentalmente al
hombre, que posee la vida intelectual. La antropología fundamentalmente se encierra en el
estudio humano, sobre todo en su aspecto sensitivo intelectual, haciendo hincapié en el
tema de la voluntad y la libertad. Es fundamental el estudio como persona y su dimensión
social. Aquí entra la filosofía social y política y filosofía de la religión.
Ética. Estudia la conducta humana , la aplicación del acto humano de unos principios que
regulan el actuar moralmente bien. Por eso se le puede catalogar como una ciencia práctica.
Estética. Se plantea el tema de la belleza en varias vertientes: arte, moda, etc. belleza que
está unida a los temas de la verdad y el bien.
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TEMA 2
INTENCIONALIDAD DEL CONOCIMIENTO
18
Sobre la distinción del intelecto y la voluntad Santo Tomás afirma que la operación
de la voluntad termina en la cosa, que es buena o mala; pero la operación del intelecto
termina en la mente, en la que está lo verdadero y lo falso29, como dice Aristóteles en el
libro VI de la Metafisica30.
Diversos grados del conocimiento (sensible – intelectual – místico)
Al tratar este tema hay que señalar que estamos hablando a cerca del conocimiento
humano. En el párrafo anterior tuvimos una aproximación a lo que era el conocimiento,
toca ahora subrayar el carácter humano de éste para llegar así a comprender una
distinción, si es que la hay, al interno de dicho proceso conoscitivo.
Un análisis fenomenológico nos arroja como datos resultantes, en primer lugar, que
el conocimiento humano esta radicalmente condicionado y limitado por su objeto propio e
inmediato, que es la esencia de los entes materiales31, percibidos a través de los sentidos.
El intelecto humano por el hecho de percibir la realidad de las cosas sensibles a través de
su forma inteligible, no es capaz de conocer directamente mas que esta misma forma; la
materia la conoce a través de la relación que tenga con la forma.
Existen algunas interpretaciones que resaltan el carácter dualista del hombre y por
lo tanto del conocimiento mismo, más éste no se identifica con el del animal, ni mucho
menos existe un conocimiento intelectual puramente espiritual e independientemente del
cuerpo. Los conocimientos sensible e intelectual no indican dos conocimientos distintos,
sino dos aspectos del único conocimiento humano.
Si bien no se puede hablar de varios conocimientos humanos, es posible hacer
cierta distinción, ya que originariamente el conocimiento es un proceso. El intelecto
humano, ya que adquiere el conocimiento de la verdad poco a poco, realiza tres
operaciones distintas: aprender (simplex apprehensio), juzgar (compenere vel dividere) y
razonar (discursus). Las dos primeras operaciones forman el conocimiento inmediato, la
tercera correspondería a la mediata.32 En el conocimiento sensible e intelectual hay
distinición, pero no separación; hay unidad pero no identificación.
Si bien es cierto, es muy difícil abarcar el contenido del conocimiento, no lo es así
para descubrir su estructura. El objeto de conocimiento es el ser proporcionado, y se
llegará a éste por medio de la experiencia, la aprehensión inteligente y la afirmación
razonable. Un análisis de esta estructura presenta las siguientes actividades humanas y las
coloca en el respectivo nivel cognoscitivo: la “conciencia empírica” se caracteriza por los
el sentir, el percibir y el imaginar; la “consciencia inteligente” por la investigación, la
intelección y la formulación; la “conciencia racional” representada por la reflexión, la
aprehensión del incondicionado y el juicio.33
El conocimiento es trascendente34 en cuanto va mas allá del ámbito del ser
proporcionado. Los anteriores niveles del conocimiento respondían a las preguntas “qué
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es el ser y si el ser es lo real” y veíamos como nuestra actividad cognoscitiva, impulsada
por un deseo irrestricto de conocer no quedaba plenamente cumplida con las actividades
sensitiva, ni intelectiva en cuanto no se lo graba abarcar la totalidad del objeto del
conocimiento.
Noción de intencionalidad y sus significados35.
Ya al inicio de esta exposición se ha hecho referencia a la relación que existe en el
proceso de conocimiento; el conocimiento es de otra cosa, diversa del sujeto que conoce y
también del acto de conocer, pues no se identifican. A esta relación se le da el nombre de
intencionalidad. “Con el término «conocer» designamos aquella actividad intencional que
tiene como resultado eso que llamamos «el saber» intersubjetivamente disponible y
objetivamente válido, es decir, el conocimiento”36.
La intencionalidad es la disposición característica del conocimiento intellectivo y
del conocimiento en general, para orientar al sujeto que conoce hacia el objeto conocido;
de tal modo que la atención primera de quien conoce se dirige al objeto representado por
la idea o por la sensación.37 Gracias pues a la intencionalidad la actividad cognoscitiva se
distingue esencialmente de las demás actividades del hombre. “La intencionalidad es la
característica esencial del conocimiento”38.
El conocimiento, en cuanto capacidad, es por sí mismo intencional, porque es una
capacidad para actos cognoscitivos. Toda forma y elemento del conocimiento son lo que
son por la referencia al objeto cognoscible. El objeto del conocimiento es necesariamente
distinto del sujeto y del acto mismo de conocer, pero hay que añadir que, si bien es cierto,
este acto no es primeramente su objeto, posteriormente puede convertirse en objeto del
conocimiento; cuando realiza la reflexión sobre él mismo.
La intencionalidad es la relación del sujeto con el objeto conocido y la conciencia:
o también, la relación del objeto conocido con el sujeto que conoce. Por lo que
intencionalidad y conciencia no son dos cosas, sino la misma, vistos desde dos puntos de
vista opuestos. Todo conocimiento implica conciencia, mas no todo momento de
conciencia implica un conocimiento.
20
es diversa de la de la voluntad”40, ya que para una el objeto queda al interno del sujeto
cognoscente en la species impressa y para el otro queda siempre fuera.
La intencionalidad del conocimiento es la mas manifiesta41, ya que la tensión
cognoscitiva es por naturaleza representativa de su término, ordenada a poseerlo en una
visión o conciencia que lo reproduce en sí, en un modo de ser diverso de su ser real, que
es su carácter intencional.
La intencionalidad de la voluntad (volere) es más decisiva. No termina en una
representación de la cosa con su debida posesión “teorética”, sino a la posesión de la cosa
en su realidad “concreta”. Ha sido Husserl quien llegó a construir sobre la intencionalidad
la renovación de la doctrina del conocimiento, concibiéndola no como primariamente en
relación al “yo”, sino a la cosa, es decir, todo lo contrario a la concepción moderna42, que
tiene en Descartes a su principal representante.
Intencionalidad de los sentidos y del intelecto.
La graduación de la intencionalidad sensible depende del punto de vista bajo el
cual se quiera hacer dicha graduación. La intencionalidad de los diversos sentidos puede
ser considerada hacia la objetividad del conocimiento o a la exactitud cientifica.
Especialmente hay que considerar las posibles determinaciones espacio-temporales de los
diversos tipos de grados y de la intencionalidad pre-objetiva sensible.
La dinamicidad esencial del conocimiento surge de su estar siempre en referencia a
los objetos reales y que posteriormente lo abren a toda la realidad circundante. Este
movimiento intencional parte de los sentidos, ya que sin esta referencia a la realidad
externa, los mismos sentidos no serían mas que aspectos biológicos de nuestra
experiencia; solamente el hecho de estar dirigidos a otro diverso de sí mismos los hace
cognoscibles.
De fundamental importancia será también el análisis del desarrollo progresivo de
las capacidades sensitivas complejas. Sin embargo, a diferencia de la intencionalidad de
todos los sentidos, la memoria se refiere a una realidad que era, pero que ya no lo es;
también la fantasía se refiere a una realidad que ya no es, pero que tal vez será, y que en
todo caso es imaginaria.
La diferencia entre la intencionalidad pre-objetiva de los sentidos y la
intencionalidad objetiva consiste en el hecho que la segunda se constituye como una
tercera realidad, distinta del sujeto como de los objetos, y es por eso que se vuelve
intersubjetiva. Este tercer tipo no es ya natural, como aquella del sujeto y del objeto, sino
que es lógica e institucional43.
Intencionalidad de los conceptos y de los juicios.
La intencionalidad, por último, abarca la dimensión de los conceptos y de los
juicios. Al hablar del concepto, existe una acepción de intencionalidad que se refiere al
objeto conocido, es decir, es el medio gracias al cual, la esencia de la cosa es conocida.
40 HUBER, CARLO. Crítica del sapere. PUG, 2000. 113.
41 Cfr. Dizionario Enciclopedico di Filosofia. Lucarini. 4, 670
42 cfr. Dizionario Enciclopedico di Filosofia. Lucarini. 4, 673
43 cfr. HUBER, CARLO. Crítica del sapere. PUG, 2000. tesi XIV “Il sapere umano gode di una intenzionalità istituzionale”.
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En un cuidadoso análisis que hace Lonergan44 sobre las obras de Santo Tomás
analizando la palabra interior, podemos señalar lo siguiente: se utiliza confrontándola
con la palabra exterior hablada, escrita, imaginada o significada. Entre ellas hay una doble
relación, donde en la primera, la interior es una causa eficiente de la exterior, la segunda
asevera que la interior es aquello que puede ser significado o es significado por las
palabras exteriores y viceversa, que la palabra exterior puede significar o significa la
interior; la palabra exterior tiene significado en virtud de la palabra interior.
Asi como comenta Lonergan, ya santo Tomás se preguntaba qué significaban la
palabra exteriores y respondía que, en primer lugar estas significan las palabras interiores.
Directamente nos referimos a los objetos del pensamiento, a palabras interiores, y solo
indirectamente, es decir, solo en cuanto nuestras palabras interiores tienes una
correspondencia objetiva, nos estamos refiriendo a las cosas reales.
Si se concibe la verdad como la correspondencia del pensamiento al conocimiento
efectivo de las cosas, hay que recordar que dicha correspondencia viene formalmente
expresada por el sujeto pensante en aquel acto de pensamiento que es reflexivo y
propiamente crítico, es decir, el juicio45. Antes del juicio tenemos el conocimiento no
sometidos aún a la crítica, y por lo tanto no existe el pensamiento acerca de la verdad.
El juicio es el momento de la actividad poietica del intelecto, que –en conformidad
con el objeto conocido, pero con una elaboración o producción propia- toma posición con
respecto al objeto. En este sentido, el juicio es el momento en el cual el sujeto arriesga, en
cuanto se empeña en la determinación de la verdad de su pensamiento; y solo sobre la
base de la propia verdad puede el sujeto juzgar el pensamiento de los demás sujetos,
examinando sus proposiciones o enunciados.
Si se tiene firme esta noción de la verdad y de su expresión lógica en el juicio, se
entiende el sin-sentido que tienen las expresiones “verdad objetiva” y “verdad subjetiva”.
La verdadno se puede califiacar como subjetiva u objetiva, ya que se da siempre en la
dialéctica de sujeto y objeto, y lo que cuenta es sólo que se de efeectivamente, en el
sentido que resulte evidente a la reflexión del sujeto. Es aqui donde se percibe
nuevamente la intencionalidad dentro del juicio, dependiendo siempre de la relación, ya
sea del sujeto, que del objeto.
Cómo entender la unión intencional y como distinguirla de la unión física?
El conocimiento en cierto sentido es como una síntesis o cierta unión del sujeto
con el objeto conocivo. Pero hay que aclarar que esta unión en ningún sentido puede
entenderse como alguna unión física. “Podemos definir el conocimiento como la
apropiación intencional de un objeto ” 46, por lo que conocer exige la presencia de un
objeto en un sujeto cognoscente. No se trata de una presencia física, material, sino
intelectual, mediante su representación.
En el conocimiento el sujeto capta el objeto como tal, es decir, como distinto y
diferente del él. Esta captación es una asimilación, el sujeto se hace presente al objeto, el
22
objeto se convierte en el por medio de la abstracción. Esto se expresa con la inmanencia
del acto de conocimiento, y este acto no puede ser que de manera inmaterial y no de
manera física. Así la unión intencional que se realiza en el acto del conocimiento es
totalmente diversa a una unión física.
Valoración de las explicaciones con respecto a la relación del conocimiento a su
objeto por medio de la “representación” o la “species impressa” del objeto.
Frecuentemente el conocimiento se explica afirmando la existencia en nosotros de
una especie de imagen de las cosas. La cosa real permanece fuera de nuestra mente, pero
al mismo tiempo, en nuestra mente existe una imagen de ésta a manera de una
representación. Esta imagen tiene cierta semejanza con la cosa real, por lo que el valor
del conocimiento y la verdad de éste dependerá de la relación entre la imagen y la cosa.
Las razones que fundamentan esta teoría de la imagen son varias, aquí menciono
algunas: sobre todo el error y las ilusiones de los sentidos, ya que al equivocarnos
pensamos algo que en realidad no existe. Por esto se afirma que en los sentidos se tiene
una imagen, y siendo que la misma cosa viene percibida o pensada por una diversidad de
personas más o menos diversa. Entonces aquello que existe en la mente de modo tan
distinto no podrá ser una única cosa, se concluye, pues, que la misma cosa viene conocida
en modo más o menos perfecto, debido a la existencia en las mentes de imágenes al
menos numéricamente diferentes. Parecería como si las expresiones lingüísticas que
usamos para indicar y pensar las cosas fueran imágenes de éstas o de los hechos.
“Las teorías representacionistas no explican el conocimiento humano, sino que lo
hacen imposible y son intrínsecamente contradictorias. El conocimiento se refiere
inmediatamente y por sí mismo al objeto, que es siempre distinto” 47. Esto lo podemos
afirmar valiéndonos de la experiencia, pues el conocimiento no solo se vale de imágenes,
sino también de palabras y conceptos. El ejercicio de la memoria es el recuerdo de un
hecho pasado, no una mera imagen. Cuando imaginamos algo, guardamos la imagen de
una cosa en particular. Gracias a estas evidencias fenomenológicas podemos aseverar que
en el conocimiento el sujeto conoce el objeto como distinto de sí. “El conocimiento y sus
elementos no son aquello que se conoce, sino aquello con lo que conozco el objeto”48
Aspecto activo y pasivo de la actividad cognoscitiva.49
+ Al inicio, la inteligencia humana es como una tabula rasa; es una potencia pasiva
dispuesta a recibir. Al entender se da un paso de la potencia al acto, ya que nuestra
inteligencia por el hecho de no poseer en acto todo el ser, se encuentra en potencia de
seguir conociendo. Este proceso viene denominado comúnmente como inteligencia
pasiva.
+ Dado que la información procesada por los sentidos, o species sensible no es
inteligible en acto, la inteligencia no puede comprenderla en ese modo pues necesita
convertirse en inteligible en acto. Este paso de lo sensible a lo intelectual tiene inicio
en la inteligencia, la cual posee una potencia activa, por lo que se le llama inteligencia
23
activa. Su función, por estar siempre en acto, se ejerce directamente sobre la especie
sensible elevándola a nivel inteligible.
Como ya vimos, la inteligencia pasiva recibe la especie inteligible y entiende, pero no
es puramente pasiva; no puede actuar si no le es presentada la especie inteligible; la
inteligencia activa sólo revela, ilumina.
Intencionalidad del conocimiento humano y el uso de elementos expresivos (“species
espressa”).
De Descartes en delante el proceso de conocimiento consistía en la conciencia
(cogito) de una idea clara y distinta. Tal conciencia es el criterio único y suficiente de la
verdad, por esto la filosofía se volvió mas una filosofía de la conciencia que del ser.
Ya desde la tradición medieval prevalece un doble orden de concebir la species, según el
doble sentido del conocimiento: species sensibilis y species intelligibilis. Ambas tienen dos
grados; la species impressa y la species espressa. La primera es constituida por la similitud como
presencia activa del objeto que se imprime en la facultad, la segunda viene denominada prole de
la realidad existente en la facultad cognoscitiva.
Por lo tanto, el conocimiento se comprende entre los dos polos de la species impressa
como principio y de la species espressa como su término. La species sensible impressa se
entiende como la misma immutatio del sentido por parte del sensible, por el que se hace presente
al sujeto que siente. La species sensible expressa es el fantasma o imagen como reproducción
representativa del objeto.
La species inteligible impressa es la similitud inteligible del objeto, que se obtiene por la
acción del intelecto agente para llevar sobre el plano de la inteligibilidad actual la res existente en
su aspecto fisico, pero que permanece fuera del sujeto (extra animam). Una vez actualizado por
esta species, el intelecto reacciona representándose el objeto a través de la species inteligible
espressa y esta es el concepto, el verbum mentis.
Intencionalidad de estos elementos, sobre todo lingüísticos.50
El sujeto, articulándose como conciencia, se opone inmediatamente a su propia
articulación, es decir, a si mismo como otro y a su mismo hablar y más aún a su código
lingüístico social y cultural. El hablar es en sí mismo siempre y necesariamente un acto de decir
algo. Dicho ésto, aunque solamente pensado o hecho, es para el sujeto completamente otro,
diferente de sí mismo. Lo es en el mismo sujeto, más radicalmente aún, simplemente otro.
El acto fundamental de hablar es el nombrar, o sea, el uso real de cualquier expresión del
lenguaje humano, sobre y de cualquier cosa, se trata de un “nombre” personal, individual,
general, universal, etc. El análisis lógico de la proposición nos hace entender que hacer una
proposición es un actrointencional realístico: se dice algo (predicado) sobre algo (sujeto), se
predica (kategorei) un predicado de un subiectum. La intencionalidad de la proposición es
realística en cuanto referencial. Si no fuera referencial –es decir, diciendo algo sobre algo- no
sería una proposición ni mucho menos sería un acto del hablar.
TEMA 3
COMUNICACIÓN Y LENGUAJE
24
INTRODUCCION.
La pregunta filosófica por el origen y la naturaleza del lenguaje –ha escrito Cassirer—es
tan antigua como la pregunta por la naturaleza y por el origen del ser.(Idem, T.III),
Algunos momentos capitales de la historia del lenguaje:
Ya en la mitología griega se habla del origen del lenguaje. Dos explicaciones vienen
ofrecidas. Según una versión, el lenguaje es un precioso don que los dioses han hecho a
los hombres por su fiel mensajero Hermes. Según otra versión fue el gigante Protomeo
que robó el lenguaje, junto con el fuego, a los dioses y lo entregó a los hombres.
La primera explicación filosófica del origen del lenguaje viene propuesta por el
presocrático Demócrito. Tratando del origen de la sociedad afirma que los hombres de las
primeras generaciones llevaban una vida sin leyes y como fieras emitían voces privadas
de significado e inarticuladas; más tarde, reunidos en sociedad bajo el impulso del temor,
gradualmente comenzaron a articular las palabras, establecieron entre ellos expresiones
convencionales para designar algunos objetos y así alcanzaron a crear el lenguaje.
Pero es sobretodo con los sofistas que aquello del lenguaje comenzó a hacer un problema
de capital importancia para la filosofía. Como sabemos, los sofistas tenían como tarea
principal el iniciar a la juventud aristocrática a la vida política que en aquellos tiempos
consistía sobretodo en el saber controlar los humores de la plebe, excitándolos o
aplacándolos según las circunstancias; pero para esto se requería ser hábiles oradores, o
sea personas capaces de explotar todos los recursos del lenguaje. Este motivo le llevó a
estudiar a fondo los secretos del arte de la palabra y a revelarlos a sus discípulos. Existían
también dos motivos teóricos que les inducían a profundizar las cuestiones del lenguaje:
sus modos de concebir el conocimiento humano, el cual, a su juicio no nace desde dentro
sino desde fuera, por medio de la comunicación, es decir, por el lenguaje; segundo, la
concepción que tenían de la verdad, que no es absoluta sino relativa, y por tanto
convencional, estrictamente ligada al lenguaje: es la verdad que se cristaliza en las
definiciones, en las leyes, en las palabras. En Esparta se hace así porque se dice, se
prescribe de hacerlo así; en Persia se adoran ciertas divinidades porque se conocen los
nombres de tales divinales, etc. En los sofistas el sensismo y el relativismo gnoseológico
se solda con el relativismo lingüístico. En todos los casos el éxito final es el escepticismo
más exasperado , el cual se encuentra codificado en las célebres apotegmas de Gorgias:
“nada existe. Pero si alguna existiese no podríamos conocerla. En caso de poderla
conocer, no llegaríamos a decirla a los demás” (BATTISTA Rondín, Lógica, semántica,
gnoseología, p. 122-123).
25
Platón, en su diálogo Cratilo. En este diálogo aparecen Cratilo (que representa a
Heráclito) y Hermógenes (que representa a Demócrito o a Protágoras). Cratilo defiende la
teoría de que los nombres están naturalmente relacionados con las cosas; Hermógenes, la
doctrina de que los nombres son convenciones.
Abundantes fueron las consideraciones sobre el lenguaje en Aristóteles,, entre los estoicos
(que según Pohlenz, fueron los primeros en analizar filosóficamente el lenguaje) y entre
los escépticos (que trataron con detalle la teoría de los signos). Común a las doctrinas de
{Aristóteles y los estoicos es el introducir otro elemento, además del lenguaje y la
realidad: el es concepto o noción, que puede ser entendido o bien como un concepto
mental o bien como un concepto lógico (o formal). Los problemas del lenguaje se
complican desde entonces con la cuestión de la relación entre expresión lingüística y
concepto mental, expresión lingüística y concepto formal, y cada uno de estos conceptos
en tanto que lingüísticamente expresados y la realidad. Todo ello hace que los problemas
del lenguaje dejen de ser estrictamente gramaticales para convertirse en problemas
lógicos.
Durante la Edad Media, las cuestiones relativas al lenguaje fueron tratadas dentro del
marco de las investigaciones lógicas: una de las cuestiones capitales al respecto consistió
en las repercusiones que tuvo sobre la concepción del lenguaje la posición adoptada en la
doctrina de los universales. Más directamente se ocuparon de la naturaleza y formas del
lenguaje los autores que escribieron sobre gramática especulativa y se ocuparon de
modos de significar y, en general, del problema de la significación y significaciones.
Puede concluirse que hubo durante la Edad Media numerosas investigaciones filosóficas
sobre el lenguaje, pero que no hubo, propiamente hablando, un filosofía del lenguaje.
Esta última apareció durante la Edad Moderna (si bien no todavía, como en fecha más
reciente, como una disciplina filosófica). Puede hablarse grosso modo, siguiendo a Urban,
de dos actitudes respecto al lenguaje: una actitud de confianza en el lenguaje (y en su
poder lógico) y una actitud de desconfianza hacia el lenguaje. La primera actitud es
presentada sobre todo por los racionalistas, especialmente en la medida en que fueron,
además, como ocurrió con algunos realistas (en la cuestión de los universales). La
segunda es representada sobre todo por los empiristas, y en particular por los que fueron,
además, nominalistas. En general, los racionalistas –o los que por razones de comodidad,
suelen llamarse tales—se ocuparon poco explícitamente del lenguaje como tema aparte.
Los empiristas, en cambio, solieron tratar del lenguaje extensamente: tal fue el caso de
Hobbes, Locke, Berkeley y Hume. En todos ellos se pone de relieve que el lenguaje es un
instrumento capital para el pensamiento, pero que a la vez hay que someter el lenguaje a
crítica con el fin de no caer en las trampas en que nos tiene cogidos, o nos puede tener
cogidos, el abuso (o abusos) del lenguaje. Una de esas trampas fue denunciada por
empiristas, y especialmente por nominalistas, incansablemente: la que consiste en
hacernos creer que, porque hay un término o una expresión en el lenguaje, hay una
realidad designada por este término o expresión.
26
En otra línea de investigación del lenguaje se hallan los que, como, por ejemplo Vico y
Herder, se interesaron ante todo por estudiar como el modo o modos el lenguaje o
lenguajes surgen en la sociedad y a los largo de la historia. En este caso el lenguaje
aparece como uno de los elementos constitutivos de la realidad social e histórica humana
y no, o no solo, como un tema de investigación gramatical, semiótica o lógica.
En la época actual interesa menos la cuestión del origen del lenguaje. Los filósofos de han
preocupado sobre todo de las cuestiones suscitadas por la estructura del lenguaje, por la
relación entre lenguaje y pensamiento, lenguaje y realidad (Cfr. Idem).
1. ESTRUCTURA.
27
Todos los entes son articulados en acto de ser y esencia. Pero el acto de ser es
ejercitado en diversos modos, es la misma estructura que funciona en todos los casos. En
el caso del hombre el acto de ser accede a su luz, a su plenitud, al nivel máximo de su
potencia activa, en la donación de sí, en la alteridad.
28
experiencia de las cosas. No hay un pensamiento que sea completo sin su expresión en
términos.
Modelo di Lotmann:
Mensaje.- Cada mensaje (visivo, gestual, sonoro, táctil) es organizado con una
serie de signos; y para que suceda la comunicación es necesario que estos signos sean
conocidos sea de quien envía, sea de quien recibe el mensaje. Por consecuencia, el
mensaje del emitente al destinatario es posible, sólo cuando los dos hablan la misma
lengua.
51 BABOLIN, Sante. Sulla funzione comunicativa del simbolo. <Roma 1989>. pp. 27-31.
29
mensaje, según las reglas conocidas, es llamada "codifica", mientras la recepción del
mismo mensaje formulado es llamada "decodifica".
Canal.- Cada mensaje, para ser transmitido, tiene necesidad de un soporte o sea de
un canal de transmisión, que se define como medium y que desempeña un rol
determinante en la comunicación. En efecto el medium condiciona también el tipo de
mensaje que deseamos transmitir: no es lo mismo enviar un mensaje por carta o por radio
o por televisión. Existen muchos media, muchos canales: algunos se pueden considerar
naturales (los órganos sensitivos con los cuales enviamos o recibimos los mensajes);
otros, artificiales (aparatos o mecanismos y sistemas: teléfono, radio, televisión,
estampa52.
La realidad de los "media" (estampa, teléfono, radio, televisión, etc.) está ligada a
la comunicación social y a la evolución de los medios de comunicación a distancia., que
se ha hecho rápida y fuerte, sobretodo en la segunda mitad de este siglo en el mundo
occidental.
30
que hace la comunicación; es la comunicación, el módulo de comunicación, que organiza,
en estructuras adecuadas, el empleo, los potenciamientos y las combinaciones de los
medios"(Bonfantini).
Todos los seres vivientes, desde el hombre a los animales, tienen necesidad de
comunicar para sobrevivir. El hombre satisface esta necesidad desde su nacimiento,
primero con medios no verbales (gestos, movimientos del cuerpo, sonidos no articulados,
expresiones del rostro), después con medios verbales cada vez más ricos y articulados.
53 BABOLIN, Sante., Semiosi e comunicazione. (Apuntes para los alumnos, curso 94-95) pp. 204-207.
31
Se puede describir el fenómeno de la comunicación, individuando los lenguajes
sobre la vista (imágenes, símbolos, gestos y movimientos del cuerpo, gestos y
movimientos de la mano, expresiones del rostro, vestuario, organización y decoración del
espacio, etc.), sobre el oído (sonidos y rumores producidos del cuerpo o de instrumentos
musicales), sobre el olfato (olores de reconocimiento y perfumes naturales o artificiales), y
sobre el tacto (contacto físico con las personas o contacto de superficies lisas o ásperas de
los objetos). Estas formas de comunicación son posibles también si prescindimos del
conocimiento y del uso de una lengua54.
55 BABOLIN, Sante. Sulla funzione comunicativa del simbolo. <Roma 1989>. p.27.
56 Idem. p. 34.
32
condicionado, en cuya estructura el signo-señal se identifica con el estimulo condicionado
que sustituye el estímulo específico.
Señal es alguna cosa que sirve a dar un aviso o a trasmitir una orden (los escritos
"salida", "entrada"; las señales de tránsito, la sirena de la Cruz Roja, etc). La función de un
señal consiste esencialmente en el regular el comportamiento de los destinatarios,
asociando las ordenes a cosas sensibles. El señal no expresa, sólo provoca una reacción
exigiendo la ejecución rápida y automática de aquello que hace conocer. El señal
suspende todo diálogo y anuncia el momento de la ejecución.
Por ejemplo: una cierta frecuencia del pulso es signo de fiebre. El signo no indica
nunca una relación entre dos cosas o dos hechos, sino siempre una relación entre dos
ordenes o niveles, entre dos formas de relaciones. Si consideramos las cosas
objetivamente, no se dirá que la frecuencia del pulso es un efecto o una parte del estado de
febril, sino, apoyándose sobre este ligamen objetivo del efecto a la causa o de la parte al
todo, nosotros elegimos en el orden de la realidad aparente aquel aspecto característico
para hacerle, en el orden del saber, el signo de la fiebre. Se entiende así que el signo
implica una relación no entre dos hechos sino entre dos órdenes: el ordo essendi y el ordo
cognoscendi, el orden de lo que pertenece al objeto como una de sus propiedades (relación
objetiva, relación entre hechos objetivos) y el orden de lo que sirve a designar este objeto
al interno de nuestro saber (relación intencional, relación al objeto). En otras palabras, la
frecuencia del pulso (elemento sensible, empírico) es un hecho que tiene su significado en
relación a otros hechos del mismo orden: el latido del corazón, la respiración, la
circulación de la sangre, la digestión, etc. La frecuencia del pulso se transforma en signo
del estado febril, o sea síntoma, conjugando dos fenómenos situados en sus respectivos
contextos.
33
Se puede definir el símbolo como cualquier entidad, compuesta de dos elementos,
correlativos y esenciales, la cual debido a tal estructura tiene un poder interno de evocar
otro diverso de sí, pero de su mismo orden, haciéndolo en cualquier modo presente, no
obstante este ausente, y sensible, a pesar de que no se pueda percibir. El símbolo es , por
lo tanto, algo que hace existir un entendimiento, una convención, una ley; y atestigua una
fidelidad a un compromiso. Mientras el signo es una relación entre significante y
significado, el símbolo es una relación entre significantes. La posibilidad del signo es dada
de la existencia del símbolo; todo signo es símbolo, pero no todo símbolo es signo57.
Todo acto de hablar y de comunicar, las palabras y las frases que concretamente
usamos, no pertenecen sólo al campo del comportamiento humano, de la comunicación y
del hablar en general, ni sólo a una cierta lengua; ellos pertenecen también a un
determinado y distinto modo de hablar, a aquello que L. Wittgenstein llama "juego
lingüístico".
2. Hablar es una actividad compleja, que une elementos diversos: elementos propiamente
lingüísticos (palabras etc.) y elementos no-lingüísticos (otras actividades, situaciones,
etc.).
34
5. Varios juegos lingüísticos manifiestan una "forma de vida".
6. Hablar, o sea, usar el lenguaje forma parte de la "historia natural" del hombre.
7. Hablar, o sea, usar el lenguaje es una actividad según reglas públicas, que son más o
menos rígidas según el tipo de juego lingüístico en cuestión. "Seguir una regla" es algo de
público e institucional, y no consiste en "sentirse guiado de una regla"59.
No es suficiente decir que la lengua es un producto de las fuerzas sociales, para ver
claramente que ella no es libre; se debe recordar que ella es siempre la heredad de una
época precedente, y tales fuerzas sociales actúan en función del tiempo. Si la lengua tiene
un carácter fijo, ello sucede no sólo porque es ligada al peso de la colectividad, sino
también porque está situada en el tiempo. Estos dos factores son inseparables. En cada
instante, la solidaridad con el pasado prevalece sobre la libertad de elección. Nosotros
decimos hombre y perro, porque antes de nosotros se ha dicho hombre y perro. Esto no
quita que haya en el fenómeno total una relación entre estos dos factores antinómicos: la
conservación arbitraria, en virtud de la cual la elección es libre, y el tiempo, gracias al cual
la elección se encuentra fijada. Precisamente porque es arbitrario, el signo no conoce
otra ley que aquella de la tradición; y precisamente porque se funda sobre la
tradición, puede ser arbitrario60.
Por "lenguaje privado" se debe entender, cualquier lenguaje en el que los nombres
y descripciones individuales se refieren exclusivamente a las experiencias mentales del
usuario de dicho lenguaje. Este sujeto podría intentar tomar nota de sus experiencias
internas, de sus sensaciones, pero ¿cómo podría estar seguro de que las identifica
60 BABOLIN, Sante. Sulla funzione comunicativa del símbolo. <Roma 1989>. pp. 35-36.
35
correctamente, de que la experiencia de hoy es similar o diferente a la de otro día? Tendría
que fiarse necesariamente de su memoria, pero es patente que ésta no puede suministrar
un criterio seguro, bien podría acontecer que, en el caso de algunas palabras, el sujeto
fuera incapaz de recordar correctamente su uso y las confundiera persistentemente. Por
consiguiente, si no tienen un criterio para decidir si su uso de un término es correcto o no
lo es, tampoco puede afirmarse que esté utilizando un lenguaje. Si esta conclusión es
correcta, entonces el lenguaje sobre las sensaciones y sobre las experiencias mentales
tiene que ser un lenguaje público y, por consiguiente, habrá de poseer criterios
intersubjetivos de corrección, es decir que cualesquier hablante de esa lengua podrá, en
principio distinguir si una expresión está correcta o incorrectamente usada61
Podemos llamar natural al lenguaje animal porque está en relación directa con un
determinado dato concreto, (señal), el animal usa signos de comunicación más o menos
fijos, inmutables, las variaciones son de tipo accidental. En cambio, el lenguaje humano
cambia de pueblo a pueblo, de lengua a lengua, etc., en este sentido se puede decir que el
lenguaje humano es convencional. El lenguaje humano es una convención que hace que
trascienda la naturalidad del signo, por eso los niños deben aprender el lenguaje (en
cambio el gallo no necesita aprender a cantar), el lenguaje humano significa que somos
capaces de aferrar un contenido intelectivo que se puede expresar en diversas formas
convencionales.
El lenguaje humano se diferencia del animal. más que por su compleja estructura,
por su representación simbólica. El origen del lenguaje humano está en la capacidad del
hombre para abstraer, para conceptualizar.
36
Puede distinguirse en todo fenómeno lingüístico entre el lenguaje propiamente
dicho, la lengua (formal) y la palabra. El lenguaje propiamente dicho es la expresión de la
estructura común a todo idioma.
Reversibles e irreversibles. Los lenguajes reversibles son los que están compuestos
de expresiones el orden de cuyos elementos puede ser alterado sin que se modifique la
significación de la expresión(l. científico). Los irreversibles, son los que están compuestos
de expresiones el orden de cuyos elementos no puede ser alterado sin que se modifique la
significación de la expresión(l. poético).
Lenguaje que menciona: Las hojas de los árboles son verdes en verano. Lenguaje
que expresa: Me duele la cabeza62.
37
comportamiento humano no se pueden aprender sin aquello que se llama saber; más aún
no son otra cosa que formas del saber. Junto con el lenguaje deberemos eliminar también
todo el pensamiento, en cuanto no se puede pensar si no se puede expresar el pensamiento
en algún modo63.
64 LA VECCHIA, Maria Teresa. Le origini del linguaggio. <Roma 1990>. pp. 37-38.
65 BABOLIN, Sante. Sulla funzione comunicativa del símbolo. <Roma 1989>. p. 95.
38
designe dicho contenido. La estructura del conocer en general es común a todos los
hombres, de aquí que haya un elemento común que permita asumir las funciones de otra
lengua. Ciertamente en algunos casos hay más problema para hacer coincidir el área de
experiencia que comprende un término en una lengua y su equivalente en otra. Pero en la
mayoría de los casos hay una satisfactoria equivalencia.
C. Hermenéutica.
El lenguaje es una actividad exclusivamente humana. A nivel animal existe una forma de
lenguaje bastante elemental, no todavía articulado, que consta de poquísimos signos, actos
66 QUINTANILLA, Miguel A., Diccionario de filosofía contemporánea. <Salamanca 1985>. pp. 206-209.
39
que llaman la atención a los otros miembros de la misma especie para determinar
situaciones favorables o peligrosas (el lenguaje del perro, del gato, de la oveja, de la
gallina). Es un lenguaje mínimo al cual la naturaleza misma ha dado a los animales para
asistirles en sus necesidades fundamentales. El hombre, partiendo de aquel lenguaje
mínimo, del cual ha sido también dotado por la madre naturaleza, ha desarrollado una
complicadísima trama de sonidos articulados, que forman las varias lenguas. Cada lengua
contiene decenas de millones de signos, combinándolos en los modos más variados,
capaces de representar una infinidad de ideas y sentimientos.
El hombre es hecho por el lenguaje. No se puede afirmar que el lenguaje resulte del
ejercicio natural de ciertos órganos, como el caminar o el respirar, que son por así decir la
razón del ser de las piernas o de los pulmones. Ha habido la tentativa de poner el lenguaje
entre las instituciones humanas y los productos culturales, como el arte, la poesía, ka
música, la matemática, este modo de ver las cosas presenta ventajas innegables: las
instituciones humanas son el resultado de la vida en sociedad y esto es exactamente el
caso del lenguaje, que viene concebido, como habíamos dicho, aquel instrumento de
comunicación. Las instituciones humanas presuponen el ejercicio de las facultades más
diversas; pueden ser más difusas, y hasta, como el lenguaje, universales, sin ser idénticas
de una comunidad y la otra: la familia, por ejemplo caracteriza todos los grupos humanos,
pero se presenta en forma diversa en los diversos grupos. Análogamente el lenguaje:
idéntico en sus funciones, difiere de una comunidad a otra en modo tal que puede
funcionar sólo entre los sujetos de un cierto grupo.
40
primer lugar vocales, que por centenares de millones de años tales signos han sido
exclusivamente vocales y que todavía hoy la mayoría de los seres humanos sabe hablar
sin saber leer. Se aprende a hablar antes de aprender a leer y a escribir: la escritura y la
lectura se añaden a la palabra, nunca al contrario. Por lo mismo el estudio de la escritura
representa una disciplina distinta de la lingüística, también si, en la práctica, se le
considera una de sus provincias. La lingüística hace abstracción de los hechos gráficos, y
los toma en consideración sólo en la medida en la cual influyen la forma de los signos
vocales.
41
tres: representativa o descriptiva (relativa al sujeto); expresiva o existencial (para el
sujeto); comunicativa o ínter subjetiva en las confrontaciones con el interlocutor, la
persona a la cual se dirige el discurso.
a. Función descriptiva: los autores del viraje lingüístico y sus discípulos inmediatos,
los neopositivistas, privilegiaron sobre todas las otras funciones del lenguaje, la
función descriptiva, la cual, a su juicio sería la única en grado de producir
conocimiento de as cosas, mientras las otras funciones se limitarían a expresar o
evocar sentimientos. a su parecer la función descriptiva es llevada en un modo
distinguido para el lenguaje científico, el cual es dotado de la misma claridad,
precisión y objetividad. cualquier otro lenguaje adquiere mayor o menor valor en
la medida en la cual se conforme al lenguaje científico. la razón de la excelencia
de esto último está en la simplicidad de su criterio de significación, que es la
verificación experimental. esto prescribe reconocer el significado cognoscitivo
solamente a aquellas proposiciones que son traducibles en una cadena de datos
sensitivos.
42
sensación de que ninguno le venga a ayudar, aquellaaquella persona comienza a
ser apoderada del terror y de la desesperación. Continua a gritar y a pedir ayuda
con la esperanza de que alguno le escuche su voz. Extenuada por el hambre y la
sed y a no puede más, cuando de improviso oye las voces de los socorristas.
Entonces todavía hace un esfuerzo y emite cualquier gemido apenas perceptible.
Los socorristas la escuchan y le responden con palabras. Esas palabras bastan para
disipar la angustia y restituirle confianza en la vida.
43
contemporáneas sobre el lenguaje pueden examinarse sobre por lo menos bajo los cinco
siguientes aspectos:
4. Doctrinas que se han interesado por el análisis del "lenguaje corriente" tal como han
sido desarrolladas por los llamados "filósofos de Oxford".
5. Doctrinas que han examinado el lenguaje desde el punto de vista de la teoría del
símbolo y del simbolismo68.
44
La reflexión filosófica sobre el lenguaje, puede también comenzar por la lógica
misma. La lógica puede ser vista en estrecha conexión con la ontología: entonces y
considerada sin el lenguaje, y se desarrolla una filosofía del lenguaje distinta de la lógica.
Pero la lógica puede ser elaborada sin la ontología: entonces es generalmente vista en
estrecha conexión con el lenguaje y se desarrolla una filosofía del lenguaje bastante
coligada a la lógica.
Semiología: (Locke) La parte de la filosofía que trata los signos en cuanto tales.
Semántica (lingüística) (Bréal): el estudio de la función significativa del lenguaje;
el estudio del significado de las palabras y de las variaciones de este.
Semiótica (Morris): cercano al análisis lingüística.
semántica: relación signo-cosa.
pragmática: relación signo-sujeto del uso,
sintáctica: relación signo-signo.
Análisis lingüística (ambiente inglés): el análisis lógico del lenguaje.
Filosofía del lenguaje: uso más general69.
Para que poder entender, qué es lo que Dios ha revelado, no en el sentido de una
interna y completa comprensión, la revelación debe realizarse y de hecho se ha realizado
en lenguaje humano -positivo, histórico, social-comunitario, institucional, y debe por ello
ser analizable con los medios generales de un análisis lingüística y lógica y también con
aquellos de una fenomenología de los contenidos de la conciencia humana. Por otra parte,
el objeto material de la filosofía es ilimitado: toda la realidad real y posible o como se
dice: "el ente en cuento ente". También la lógica puede y debe ocuparse de cada tipo de
argumentación70.
70 HUBER, Carlo., E questo tutti chiamano Dios. <Roma 1993>. pp. 9-11; 20.
45
expresión, como si un acto de libertad pudiera preceder a su expresarse, como si un día
alguno se hubiera decidido a hablar (Apuntes del P. Gilbert).
Sobre el origen del lenguaje se dan fundamentalmente dos respuestas: 1).- Dios ha
dado el lenguaje a los hombres y 2).- El lenguaje es producido por el mismo hombre. En
ésta ultima hay varias interpretaciones, en base a una convención o casualmente
(Wittgestein), en cierto sentido no es totalmente arbitrario porque el lenguaje comenzaría
por la onomatopeya.
Las condiciones del lenguaje humano son tres: 1).- El objeto de que se habla, 2).- el
sujeto que habla y 3).- el interlocutor, a quien se habla. En base a estas tres condiciones el
lenguaje ejercita una triple función: 1).- descriptiva, 2).- existencial y 3).- comunicativa o
intersubjetiva, que corresponden respectivamente a las tres funciones arriba dichas.
Lexico Basico:
46
Tratados especificos de la analogia filosofica (diferencia entre nocion
univoca, termino equivoco y analogo, entre metafora y analogia, entre
atribución extrinseca y atribución intrinseca , entre analogia de proporción
y de proporcionalidad.
El primer nivel del conocimiento lo constituye la experiencia perceptiva; ahora bien, esta
prioridad se construye en realidad, despues del hecho mismo de la experiencia y es
asumida por el lenguaje, pues en efecto, no tenemos ningun conocimiento que no sea
asumido por este.
La primera experiencai del conocimiento es el juicio. La percepción es, sin embargo,
anterior, pero solo en tieria, en razón de la naturaleza contingente de nuestra inteligencia,
puesto que en la practica es el juicio lo que es primero. Ahora bien, el conocimiento
intelectual es diferente del conocimiento sensible, mas por otro lado, no podemos
comprender nada si no tenemos expresiónes verbales universales que no se limitan a
duplicar lo sensible.
Las categorias. Desde los albores de la filosofia, algunas categorías han servido para
organizar los instrumentos llinguisticos del conocimiento humano. Las categorias de
Aristoteles ponen en conjunto lo que se dice de los entes segun la cualidad, la cantidad, la
relación, la situación en el tiempo y el lugar, que son otros puntos de vista sobre la
sustancia. Muchos comentadores juzgan arbitrariamente el elenco de las Categorias.
47
Algunos intentan con prudencia proponer una manera de deducción, puesto que “ser ente”
y “ser dicho” convergen, a menudo juntan las tablas de las categorias y también las del
lenguaje.
Para Kant, la esplicación de los hechos empiricos, no puede sacar de su sola experiencia
sensible todos los elementos de su eficacia, El sensible, para ser comprendido, debe ser
medido por el intelecto que lo trasciende. La inteligencia del sensible es dada por una
sintesis de intucion y de concepto. Un concepto sin intuición esta vacio y una intuición sin
concepto es ciega. Los concepto tienen una clase de consistencia que no proviene de la
intuición; estan organizados segun las reglas categoriales. Estas categorias son a priori
respecto al sensible se provinieran de la experiencia no podrían estructurar los conceptos
que la trascienden por su aprioridad.
Las categorias tienen un significado a causa del proyecto espiritual que sostienen.
Llamamos categorias los principios de clasificación de los conceptos utilizados en
nuestros juicios. Las ciencias elaboran unos discursos segun que clasifiquen elementos
experimentales y sus condiciones de inteligencia bajo categorias especificas. Los
sistemas categoriales son tan multiples como las ciencias.
Conceptos, categorias e ideas forman una jerarquia de terminos siempre mas unificantes.
Los primeros unen lo que la sensibilidad recoge de los hechos sensibles. Los segundos
clasifican los conceptos, asi como los otros elementos que componen nuestros
enunciados; los terceros designan lo que mueve el entendimiento en todas sus
operaciones. Se podria decir en manera esquematica que:
- el concepto connota la sensibilidad,
- la categoria el entendimiento y
- la idea la razon.
El termino que tiene solamente un significado es univoco, mientra el que tiene diversos
es equivoco. En las “Categorias” vienen definidos:
a) Homonimos: son aquellos sujetos que poseen en comun el nombre
solamente, mientras tienen diferentes dicursos definitorios; las cosas
omonimas son palabras unicas pero a las cuales conrresponde logoi
diferentes, intenciones ontologicas multiples.
b) Son equivocos las palabras identicas en cuanto al sonido, pero no en cuanto
al sentido, y de consecuencia en cuanto al significado. (El significado se
construye relacionando un termino a todos los otros de una misma lengua,
mientras su sentido connota su referencia a la realidad.) La equivocidad es
posible por la diferencia que hay entre la palabras o el sonido, por una parte,
y nuestras diversas intenciones orientadas hacia realidades multiples, por
48
otra. La equivocidad se manifiesta cuando se sobreponen diversas
posiciones que utilizan la misma palabra con diferentes intentos de sentido.
Por ejemplo, cuando vienen identificados dos sujetos y se constituye una
frase unica diciendo “el perro ladra e ilumina la noche”. Entonces la
equivocidad de la palabra “perro” considerada y entendida primero como
animal y despues como constelación, se vuelve evidente.
c) Son sinonimos “los objetos que tienen tanto el nombre en común en cuanto
al mismo discurso definitorio. Nosotros llamamos hoy “univoco” el
sinonimo de Aristóteles. El univoco resulta en el momento en el cual el
sonido o la palabra y el sentido se indentifican por motivo de la
formalización del sentido o de su reducción a un significado lógico. Las
palabras univocas tienen teoricamente el mismo significado en las diferentes
proposiciones que una misma secuencia colega y une.
49
su fuerza de razonamiento, y el pajaro del hombre, por su capacidad de volar con sus
propias alas; la racionalidad define la diferencia especifica del hombre y la capacidad de
volar mediante sus propias alas al pajaro.
50
a la descripción científica de los hechos. No debemos cesar de “identificar realidad con
realidad empirica”.
Analogia - dos terminos (sujetos) se refieren a un mismo tercer termino (atributo) que
de pertenece a cada uno de ellos en manera intrinseca, es decir, segun su propia
propoción esencia. Ej. El esfuerzo fisico es sano, Su color es sano. Los dos sujetos: el
esfuerzo y al color son analogos por una relación comun a la salud que les es
intrinseca, aunque segun las circunstancias (el esfuerzo fisico es conveniente
para los jovenes, no asi para los ancianos)
Consideremos la palabra “ser”. Todo lo que es, es y al mismo modo de todo el
resto que es. No hay nada en nuestra experiencia que no sea. Ser es la mas
universal de nuestras palabras. Por el hecho que es, cada ente (esente) es
diverso de todo otro ente. El verbo ser o el sustantivo ente, indica por lo tanto,
al mismo tiempo, lo que une todos los entes en universal y eso a traves de lo
cual, todo lo que es es unico, un individuo. Con un mismo trato el verno ser
universaliza e individua. La analogia del ser, que no es aquella de un
predicado, será de proporcionalidad y no de proporción.
Lo analogo por tanto, no es univoco, tampoco es equivoco. Su significado real
es multiple
Analogia Presenta un figura a cuatro terminos. Se le expone habitualmente en el mismo
de modo de la metafora: A es a B como C es a D. La mañana (o el amanecer) es a
proporcio la tarde como la vida a la vejez o “El padre es para el hijo, como el presidente
nalidad para el ciudadano”. En la ciencias muchos llaman analogia lo que en realidad es
una metafora, una atribución extrinseca. Nosotros distinguimos la analogia de
proporcionalidad de la metafora, siento la primera una atribución intrinseca y la
segunda una atribución extrinseca.
Establece una relación de igualdad entre dos relaciones: 1 / 2 = 3 / 6. Para
explicitar la analogia de proporcionalidad, la metafora ofrece ejemplos utiles
pero inadecuados porque ella es extrinseca. Se advierte claramente que la
igualdad metafora entre la relación padre-hijo y la relación presidente-ciudadano
no se impone con necesidad. El caracter extrinseco de la metafora pone en
evidencia su potencia de equivocidad y de inventiva científica. Este equivoco
no se encuentra en la analogia de proporcionalidad.
51
Evolución de la idea de ente durante la historia. La teoria aristotelica de la sustancia
formal. (el ente como nombre)
Ente se identifica con ser en cuanto es tomado en concreto como un ser particular,
existente o posible, no significa por tanto, ser en general. Cuando Aristoteles decia que la
metafisica estudia al ente en cuanto ente, intentaba afirmar que ella estudia toda cosa, o
realidad en cuanto precisamente ente (esente) y no segun las determinaciones
particulares propias de cada cosa o relidad. La misma amplitud de significado tiene el
‘termino’ y el ‘concepto’ de ente en Santo Tomas, el cual, retomando los textos de
Boecio, distingue “lo que es” o el ente en cuanto distinto del ser, el ente de lo que lo
constituye como acto. Como la humanidad constituye hombre a todo hombre, asi el ser
constituye ente a todo ente. En las creaturas “lo que es” o el ente, distinto del “ser”, es la
potencia o esencia, o sustrato del acto del ser, y, en Dios, el “id qoud est” o ente, es el
acto absoluto y puso del ser. (De ente et essentia). El signficado fundamental de ser
permanece inmodificado en la escolastica medieval. Un significado particular ha tomado
Gioberti con la formula: “El ente crea el existente”. Aqui el Ente es Dios, objeto de la
intuición intelectual, fundamento del conocimiento y fundamento de las cosas: de hecho
el Ente es y las cosas ex-isten, o sea, tienen su ser fuera de si mismas, producido por el
Ente que es. Aqui el Ente giobertiano comprende tanto la idealidad o esencia cuanto la
exisntencia (Introd. allo studio della filosofia, II, 143).
En Heidegger vemos otro significado del ente en relacion al ser: lo ontico es incapaz de
recibir el ser porque el ente es mero fenomeno, mera contingencia, o finitud real, con falta
de ser o acto propio. De esta posición y del futuro trastorno de la metafisica (el ente no
habla, es el ser que habla por medio del ente: Einführung in Metaphysik) se vuelve a abrir
el problema medieval del quod est del ser y por lo tanto d la capacidad de la finitud a la
participación.
Según el libroo VII de la Metafisica la sustancia es una forma estable, justamente poque
la fomra no se corrompe y la ciencai tiene necesidad de objeto seguros. Conocer
concretamente es conocer la forma, y la permanencia pertenece a la forma. La forma es
adecuada a la exigencia del intelecto meintras la materia conviene a la senibilidad.
Aristoteles sobrepone despues al binomio de la materia y de la forma, el binomio del acto
52
y la potencia. La forma se vuelve asi, un acto, pero el acto de la comprensión
determinada inteligiblemente. Si ella pertenece a priori a la sustancia, y anteriormente a
la potencia material como subraya el libro VII de la Matafisica, esta forma proviene de
una exigencia racional. Distinguiendo la forma de la materia como el acto de la potencia,
el estagirita indica que la materia contituyendo el lugar en el cual la sustancia inteligible
se presenta realmente, permanece a distancia de su forma, de la cual el intelecto se
posesiona. Asi se aclara la tensión entre el pensamiento y el ente. La inteligencia de la
sustancia supone su presa formal pero la inteligencia de su realidad supone su resistencia
material. La sustancia conoce dos modalidades temporales, una formal, el orizonte
estable de la exigencia de la intelligibilidad, la idea de la permanencia ante el intelecto, y
otra materia, experimentada en el sensible mobil y nunca identico asi, discontinua.
En la Fisica, Aristoteles reconoce una duración original a la sustancia. Esta duración esta
constituida de su acto propio. De hecho “no hay movimiento sin un movido, quiere decir,
sin un ente que esta cada vez en movimiento”. En compensación, el movimiento de este
movido no es un ente, una cosa, sino es el ser del ente-en-movimiento. Movimiento y
movido se refieren uno a otro como ser y ente.
El libro VII de la Metafisica insiste sobre la concepción formal de la sustancia, con riesgo
de dejar en la sombra su individualidad. Pero la reflexion sobre los accidentes y su
fundación ontológica permite superar los limites de este pensamiento. Si no se considera
el “en si” sustancial como un estado conclusivo sino como un acto que se despliega y
envuelve, entonces esta oposicion se cancella.
Los tiempo modernos estan caracterizados por la crisis del pensamiento metafísico. El
racionalismo, con su concepción de las ideas innatas, termina reduciendo todo el ser a lo
humanamente pensable y a identificar simplemente la estructura ontologica con la
estructura lógica (dogmatismo) intentanto elaborar una metafisica del solo analisis de la
noción (Wolf). El empirismo, reduciendo todo el contenido del pensamiento humano a lo
que puede resultar, directa o indirectamente de la percepción sensible (externa o interna,
es decir, psicologica), termina negando un contenido y un valor a todo concepto que
supere la experiencia sensible hasta el principio de causalidad (escepticismo de Hume),
negando con ello, su fundamento a la ciencia misma. En la cima de estas dos corrientes
53
esta el nominalismo que, reduciendo cualquier fundamento de los seres finitos al libre
querer divino se priva de instrumentos conceptuales y especulativos para un autentico
conocimiento filosofico de Dios (agnosticismo fideista). Los conceptos universales
vienen reducidos a unas generalizaciones de conceptos singulares o a unos simbolos de
tipo matematico. El conocimiento de lo que esta mas alla de la experiencia no es mas
posible. Para Kant es imposible una metafisica de tipo racionalista y busca dar un nuevo
fundamento al saber cientifico-fisico de Newton entontrandolo en las estructuras
conceptuales mediante las cuales el Yo cognoscente organiza necesariamente y a priori
los datos de la experiencia. Esta fundación trascendental de la ciencai sustituye por tanto
una fundación metafisica de las leyes del ser. El idealismo aleman atribuye la dimensión
metafisica al pensamiento humano mismo, que se convierte asi en espiritu absoluto,
ocupando el mismo el puesto del Dios creador (Hegel) Este inmanentismo consiste en el
hacho que el mas allá que buscaba la metafisica clasica, viene sustituído por el caracter
absoluto atribuido al pensamiento humano y a la realidad terrena. El marxismo es la
transferencia sobre el plano practico de este inmantismo hegeliano que busca la salvación
escatologica en la prolongación de la misma historia. Nietzsche, Heidegger y los
neopositivistas han proclamado el fin de la metafisica. Una relectura personalistica de la
metafísica descubre el ser en la persona humana, en su actuar y en sus relaciones
interpesonales.
El “ens commune” y el acto de ser. La tesis neoplatonica de un acto que precede todo
nombre (ser como verbo).
Segun la metafisica clasica, el objeto propio de la misma metafisica es el “ens
communissimum, o sea id quid competit esse (lo que le compete ser). En la acepción de id
quod competit esse se divide segun las formas de las categorias. Ens en si, es el ens que
no requiere ninguna causa para existir (Dios); ens ab alio es el ens que la requiere (todoo
efecto). Ens rationis es aquello cuyo ser esta solamente en el pensamiento y que lo
conoce a modo de ens, por ejemplo las privaciones (ceguera) que en si no son ser, sono
ens respecto a la mente que las considera. El ens rationis se opone al ens realis o ens
naturae que en potencia o en acto existe fuera de la mente. El ens comune es aquello de lo
cual participan todos los entes.
54
El acto de ser no se describe ni se define. El acto significa en la tradicion aristotelica el
movimiento dinamico que constituye el ente en su realidad mas propia: el ente es
esencialmente activo “energico”, es otra cosa que un concpeto formal fijo y universal
que, conveniendo a todo no seria propiamente de nada. El ente en acto actua, el dona a
sus accidente el ser. El acto de la sustancia sintetiza en si, origen fecundo, todos los
atributos y todos los accidentes en los cuales el se dona y mediante los cuales se presenta
al espiritu. Y un don cada vez original , que existe expresandose en sus atributos y
realizando efectivamente en ellos su energia. El acto de ser en cuanto acto se dona a lo
que no es. El acto de ser no puede ser pensado a la manera de un principio estatico que,
unido a otro principio estatico, la esencia, formaria la sustancia; tampoco como un acto
sumamente alto e inaccesible a los eventos de la historia. El acto de ser genera el tiempo
humano. Nosotros lo ejercitamos en el cambio de nuestras palabras, en la cuales se
acrecientan las diversas culturas. El acto de ser es el surgir de lo que es, que viene a
nuestra presencia. Vemos el ser en cuanto surge efectivo. Es un acto individual que se
pone en presencia universal. Y un acto que atraviesa la diferencia. El pasaje a lo
extrinseco pertenece a lo intrinseco. El acto de ser no es objeto de un discurso, no se
describe sino que se reflexiona. El acto de ser une pero diferenciando, poniendo uno junto
al otro.
Tomar la centralidad del verbo ser no como sustantivo, quiere decir tomar el ser en su
radicalidad. El verbo ser no es como el verbo comer. El termino “ser” juega al interno de
la lengua un rol del todo especifico. El sustantivo es fijo, finito que no tiene movimiento
(trabajo terminado). El sustantivo mismo resulta de una operación de la ordenacion del
mundo. El verbo “ser” es el mas universal. No lo podemos aplicar a toda sustancia porque
ella entra en el mundo del sentito. Segun Capoto hay “prioridad gramatical y verbal de
“ser” sobre “ente”. Ser o el verbo al modo infinito evoca el acto o la interioridad
dinamica de la accion, y ente, el participio, al hecho ya realizado. Nosotros identificamos
el “hecho” con la esencia del ente, puesto que un ente sin forma inteligible permaneceria
inobservado, inexistente.
TEMA 5
METAFISICA Y ACTO DE SER
55
estricto; nous: inteligencia, sophia: sabiduría)72 dando a la filosofía primera (metafísica)
el puesto más eminente en el conocimiento de la realidad.
72 Cf. P. GILBERT, Simplicidad del Principio, México 2000, pp 33-74; Xavier Zubiri, Cinco lecciones de Filosofía, Madrid 1997, pp.17-35;
73 J. DE FINANCE, La conoscenza dell'essere, Roma 1993, p. 7.
74 ARISTÓTELES Metafísica, IV 1, 1003a.
75 P. GILBERT, La semplicità del principio, Ed., Piemme, 1992, p. 38.
56
no se detiene a un ente cualquiera, sino se apropia todo el ente en su sentido más
general». Lleva al principio que une todos los entes, no lleva a un ente particular, sino al
ente en sí mismo. «La pregunta metafísica que se orienta hacia el universal, hacia aquello
que acoge todo, es una pregunta que se orienta a lo que es en cuanto es»76. Este ente en su
“originalidad sintética” no se limita al dato actual, “hic et nunc” sino que mira al ente en
cuanto ha sido y será en el futuro77, es decir, al ente que atraviesa el tiempo y no depende
su presencia de mí o de nosotros. Por lo tanto, la pregunta metafísica no se queda en el
ente presente, va incluso a la “nada”. La nada es (Heiddeger) porque en una proposición
negativa si el “no” no tiene una función positiva, si no significa nada, esta proposición va
a la ruina en la insignificancia. La nada tiene una fecundidad, una función positiva en el
conjunto de la reflexión humana y de su lenguaje. La conclusión es que la pregunta
metafísica integra todo.
Pero, ¿Cómo se puede integrar todo? ¿Cómo se puede abrir la reflexión a aquel
todo? Tomamos como hilo conductor la primera página de la Metafísica de Aristóteles:
«por naturaleza tienen todos los hombres deseo de conocer» (παντες ανθροποι του ειδεναι
ορεγοωται φυσει, 980 a 21). Esta primera página propone un camino de progresión del
saber: todo saber comienza de una experiencia sensible, de lo sensible, de lo particular por
ello la sensación no se confunde con otra. El conocimiento comienza cuando de varias
experiencias sensibles se saca un elemento común, tal que se construya lo que Heidegger
llama la experiencia, que se da en el sujeto que siente gracias a la memoria que retiene lo
que es semejante en la gran variedad de sus sensaciones que produce la experiencia.
Después de la experiencia viene otro nivel de conocimiento que es el arte. Dice
Aristóteles (Op cit 981 a5-): «el arte (tecné) se genera cuando de muchas asociaciones de
experiencia [la experiencia es ya una primera obra de síntesis] se forma un juicio general
y único [el arte viene especificado por un juicio], referible a todos los casos semejantes»
lo que especifica al arte, es que el artesano se hace un juicio de la experiencia; el hombre
de experiencia sabe espontáneamente como orientarse en los problemas que debe afrontar,
pero no sabe el por qué de sus funciones por eso no en seña nada. En cambio, el hombre
de arte conoce el porqué, conoce la causa por eso puede enseñar su saber, hace pasar la
síntesis que experimenta en sí a una síntesis social: sabe comunicar su saber.
57
Como conclusión de este punto veamos las características que Aristóteles atribuye
a la sabiduría primera, a la sabiduría más alta (op. cit., 982 a 4-19):
1. Conoce las cosas más difíciles; las más fáciles son conocidas por los sentidos, es
un conocimiento particular, en cambio la sabiduría primera es el conocimiento de lo más
universal.
4. Por último la sabiduría más alta es aquel conocimiento que ordena y del las otras
ciencias están subordinadas «al sabio debe obedecerlo el menos sabio» (Aristóteles). La
metafísica es ciencia arquitectónica.
Es verdad que nuestro conocimiento tiene su origen en los sentidos: "Nihil est in
intellectus quod prius non fuerit in sensibus". De aquí surge el problema: ¿Cómo es posible
que en el hombre se den conocimientos universales y necesarios (metafísicos) si lo que se
nos ofrece a los sentidos es particular y contingente?.
78 ARISTÓTELES, De Anima, 3.
58
Esta iluminación procede del entendimiento agente o posible (nous poietikós) y lo
que hace es "abstraer" la naturaleza universal e inteligible presente en cada ente
prescindiendo de lo material e individual.
Entonces abstraer significa "generalizar" (universalizar), omitiendo los aspectos
particulares. Pero el entendimiento agente no conoce nada sin el concurso del entendimiento
paciente (nous pethetikós). El alma no llega a ninguna intelección sin los fantasmas de las
cosas79.
59
Santo Tomás afirma que lo que se presenta en primer lugar a la inteligencia es el ente.
Lo que el intelecto concibe inicialmente como la cosa más conocida y como aquello en lo
cual se resuelven todos los conceptos, es el ente83.
Ahora bien, ¿el ser es aprehendido "naturalmente", o mas bien a través de un esfuerzo
de reflexión metafísica?84
"Santo Tomás distingue claramente el ser, objeto formal de la inteligencia humana,
aprehendido por cada uno de nosotros de manera natural y espontánea, y el ser, objeto
formal de la metafísica, aprehendido únicamente por aquellos que hacen el esfuerzo
consciente y voluntario de abstracción metafísica"85.
El punto anterior nos pone a la puerta del presente. Cuando el pensamiento pretende
elucidar la idea del ser se encuentra pronto con una dificultad particular: yo no puedo
abstraer la idea de ser como abstraigo la idea, por ejemplo, de vida, inteligencia, o de las
diversas especies vegetales, minerales o animales. En todas estas nociones puedo formarme
una noción distinta porque puedo distinguirlas, separarlas de las otras y precisarlas
perfectamente. (Vgr. "Animal Racional" cada concepto incluye un sector bien delimitado).
Cuando se trata del "ser" no puedo proceder de la misma forma. En sentido estricto
yo no puedo obtener la idea del ser partiendo de los seres, por vía de abstracción formal, es
decir del mismo modo como procedo en una realidad compleja, por ejemplo: "mesa de
madera blanca". En este caso yo "saco" la noción de "mesa" excluyendo de su comprensión
las determinaciones de "madera" y de "blanca". Recordemos, la "idea abstracta" prescinde
de las "notas individuantes".
Por tanto, la abstracción con que tenemos que enfrentarnos aquí es de tipo especial.
La llamaremos abstracción metafísica86. Se podría decir que su característica propia es la de
83 S. Th., I-II, 4 ad 4 : "Id quod primo cadit in intellectu est ens". De ver. I,
1: "Id quod primo intellectus concipit quasi notissimum et in quo omnes
conceptiones resolvit est ens".
84 Una respuesta rápida a esta cuestión es la siguiente: "La noción de ente es la
60
aferrar el ser en los seres como lo-que-no-puede-ser-abstraído, como lo que es inmanente a
todas sus determinaciones, pero sin confundirse con ninguna87.
1) Siguiendo a Aristóteles, Santo Tomás sostiene que el ente propiamente dicho hay
que localizarlo en el ámbito de la sustancia. Asimismo afirma que "la forma" es el principio
del ser, causa del ser (causalidad formal). Sin la forma no hay substancia; sin la substancia
nada hay que pueda existir. La forma causa el ser porque es causa constitutiva de la
sustancia, única capaz de existir88.
2) Supera la doctrina de Aristóteles. Para Aristóteles las cosas se llaman "entes" en
función de la sustancia. Para Santo Tomás hasta la sustancia misma se llama ente por el
"esse"89. Todas las cosas se llaman "entes" por el esse: ya porque son el mismo ser, ya
porque tienen ser, ya porque expresan algún modo de ser. Y como el nombre "cosa" expresa
la esencia del ente, resulta que la voz "ente" significa la cosa que tiene "esse"90.
61
La pregunta metafísica no sería un punto de partida si no fuera orientada desde el
inicio hacia lo que unifica nuestra experiencia. Si el principio no es conocido al inicio de
la búsqueda, es al menos necesariamente pre-comprendido. El empeño filosófico consiste
entonces en pasar de esta precomprensión del principio a su comprensión.
62
Se distingue signate (la expresión) y exercite (el acto)91. Nuestra búsqueda de la
implicación va de la expresión al acto que ahí se manifiesta. El excercite es a priori, el
signate es a posteriori. Como la verdad está ejercitada a priori en cualquier acto de juicio
sin considerar su contenido particular, así el conocimiento del excercite no depende de un
análisis de los contenidos pensados, sino del acto. La metafísica no ignora el dicho «todo
lo que es recibido es recibido según la posibilidad que tiene el receptor de recibirlo» un
ciego no puede percibir nada que sea visible. La relación del signate al excercite está
acompañada por la reflexión que descubre en la efectividad signate de la acción las
estructuras excercite que la hacen posible.
b). Segundo tiempo. Está constituido por una intuición progresiva. Bergson
(introducción a la metafísica) llama «intuición aquella especie de simpatía [...] por la cual
se transporta al interno de un objeto, por coincidir con aquello que tiene de único y por
consecuencia de inexpresable». La reflexión no es una intuición, intenta alcanzar la fuente
de nuestro ser como acto y no como un hecho objetivo. La reflexión revela la apertura
universal del acto espiritual que no se cierra sobre sí mismo; es libertad, apertura fecunda
en lo múltiple.
c). Tercer tiempo. Son las explicaciones disgresivas. Se puede hablar de una
dialéctica descendente pero no en sentido platónico. La dialéctica descendente va ahora
de la idea al concreto, no de formas a otras formas.
Contra el primer presupuesto debemos decir que existe otra vía, la cual mueve por
la experiencia. Escribe Martinetti: «cada vez que el científico comprende bajo una idea
general o en una ley una multiplicidad de cosas o de hechos que presentan una
concordancia constante de ciertos elementos, él introduce una unidad que no está en la
experiencia inmediata, él pone en obra, si bien en campo mucho más estrecho, aquel
mismo procedimiento que él reprocha al metafísico» (Introduzione alla metafísica, I:
63
teoría della conoscenza). La metafísica por tanto, no hace que continuar has el límite
extremo, hasta lo Absoluto, aquel proceso de unificación que ha sido comenzado por la
ciencia. Si la metafísica quiere ser interpretación de la experiencia, debe moverse por ella:
en caso diverso, las proposiciones metafísicas resultan, si no hasta sin sentido, como
afirman los positivistas, al menos sin fundamento. Lo único a priori legítimo en la
investigación metafísica es la actividad unificadora del pensamiento: no la idea de unidad
como idea innata, sino la natural inclinación a explicar lo múltiple en el uno.
2.1 El ente en cuanto ente (ens commune) como morada de las afirmaciones y de
92 Cf. P. GILBERT, Problemi odierni di metafísica ed anaologia, Dispense non revisate del autore, PUG, 2002, pp. 59-60
64
2.2. ¿significado e importancia de la trascendentalidad del ente en cuanto ente.
"En la filosofía tradicional trascendente significa una noción que se aplica a todas las
cosas, no solamente a una determinada clase, género o especie, sino que trasciende a todas y
las penetra totalmente. En este sentido el ser es trascendente y es necesariamente tal porque
fuera del ser solo hay "no-ser", es decir "la nada".
65
¿Cuál es la importancia de la trascendencia de la idea del ente para la filosofía?
Los entes de nuestro mundo ejercitan su acto de ser según su diversa esencia y sus
múltiples presentaciones inteligibles.
El ens pauperrimun se tiene cuando se entiende el ser que no tiene alguna
determinación, como un género supremo sin alguna especificación, como el inteligible
más unificador que se encuentra opuesto de las sustancias concretas, obtenido por
sustracción de todas las determinaciones que pudieran precisarlo. Ahora nosotros no
podemos entender al ser como si fuera un género privado de toda particularidad, que
confundiría las sustancias más que unirlas. El ser es acto y no forma. Debemos desarrollar
la reflexión sobre la analogía del ser a partir no de las formas pedidas por la exigencia
intelectual de universalidad sino del acto. Ahora el acto de ser se revela en el juicio en
cuyo análisis reflexivo reconoce el don de la sustancia primera a sus atributos universales.
Los atributos que determinan o especifican las sustancias primeras, porque pertenecen
ellas realmente (pedro es grande), dan la indicación hacia la realidad activa de estas
sustancias y no solo hacia formas puramente lógicas. El predicado, afirma el juicio más
elementar, subsiste en el sujeto existente. El ser abstracto, el ens pauperrimum, no
subsiste más que en los individuos existentes. Los atributos universales tiene un rol
ontológico, pero no ya a partir de su forma abstracta. Ellos subrayan la apertura de la
sustancia a las otras sustancias bajo su punto de vista mediador. La apertura de la
sustancia a las otras es su acto de ser. El acto del ente es «in se» primero. «Per noi»,
todavía, vienen antes sus presentaciones atributivas. La sustancia en acto en sus
predicados o en sus apariencias ejercita su acto de ser. La analogía denomina el acto
sustancial que se dona en sus predicados o sus apariencias en manera inteligible y amable.
66
3.2. La analogía y la realidad. La analogía del acto como punto de partida para un
discurso sobre Dios.96
El ser se revela lógicamente, en su propia fuente, como análogo. Hay al menos tres
posibles aplicaciones lógicas de nuestras ideas universales a la realidad: una idea puede
ser aplicada en modo unívoco (cuando el término utilizado y aplicado en el mismo
seignificado a cosas diferentes), equívoco (cuando el término es aplicado con significados
diferentes a cosas diferentes) o análogo (cuando no es ni unívoco ni equívoco). Ahora el
concepto de ser podría ser aplicado en estos tres modos. La aplicación del término «ser»
en el modo unívoco o equívoco es definitivo: «la universalidad unívoca del ser tiene como
precio la imposibilidad de justificar en el ser todo ente, cualquier determinación
accidental; por tanto, la univocidad lógica del ser contradice la universalidad real del ser»,
mientras que el uso equívoco corre el riesgo de descuidar el vínculo ontológico y
fundamental de los entes. Por tanto queda como la más adecuada, la atribución analógica.
Ahora brevemente, existe una atribución intrínseca cuando lo que viene atribuido
verdaderamente es parte de la naturaleza o estructura del ente; es extrínseca cuando lo que
viene atribuido al ente no es parte de su naturaleza (la metáfora es una forma de analogía
de atribución extrínseca). Nosotros tenemos que todos nuestros pronunciamientos sobre el
ser pueden ser atribuidos a cada ente en modo intrínseco.
Podemos entonces concluir que «el ser» se revela como análogo de atribución
intrínseca y de proporcionalidad. «La analogía de atribución concierne al enunciado del
juicio, la analogía de proporcionalidad a su acto. La analogía de proporcionalidad
establece una relación entre dos proporciones; esta viene delineadas entre el acto y la
esencia. El acto humano de afirmar ejercita un acto trascendental en su enunciado
esencial. Se debe, a partir de esa, elevarse al pensamiento de un acto que el la plenitud de
la presencia a sí en su esencia y gracias a la cual el acto de afirmar es síntesis efectiva. el
pensamiento, a condición de regresar a su acto efectivamente presentado, se eleva por lo
tanto a la afirmación de un acto que se da adecuadamente en su esencia».
96 Cf. P. GILBERT, Problemi odierni di metafísica ed anaologia, Dispense non revisate del autore, PUG, 2002, pp. 103-108; Cf. P. Gilbert,
simplicidad del principio, Mexico 2000, p. 374-378.
67
La analogía de proporcionalidad justifica una doctrina de la participación que
establece una jerarquía de los entes, en cuanto comparecen, más o menos, la identidad que
el «ser», como acto puro, es por sí mismo. Son posibles dos tipos de jerarquías: uno según
la esencia (inteligibilidad de los entes) y el otro según la existencia (su realidad
existencia).
68
I. Nociones de causa y sus especificaciones97.
Las nociones de causalidad expresa una conexión entre dos cosas o eventos, en
modo tal que del primero (causa) derive inevitablemente el segundo (efecto). Es una idea
de grande importancia para la ciencia que en ella funda su propia capacidad de prever los
eventos: significa desde luego que determinadas consecuencias derivan de eventos
precedentes, con un nexo no meramente cronológico, sino esencial y necesario. En
nuestro siglo el desarrollo de las teorías probabilísticas (Indeterminación y Cuántica)
parecen haber relativizado la importancia, a través de la historia de la filosofía la
aceptación o la crítica al principio de causa-efecto ha sido la mayor discriminación entre
la dirección racionalista-científica y la tradición escéptica.
Fue el empirista Hume quien elaboró la presión más grande con su crítica al
principio de causa: en el mundo de las cuestiones de hecho (con exclusión de los
procedimientos matemáticos), si se aplica rigurosamente el criterio de la experiencia (que
es relativa a eventos singulares) la idea que un efecto dependa por necesidad (deducción
lógica) de una causa no es verificable. Si se queda en la realidad de los hechos se puede
sólo afirmar que ciertos eventos proceden de otros. Se sigue que ninguna conciencia
empírica (a posteriori) puede decirse absoluta o universal.
97 Nicola, U., “Atlante illustrato di filosofia. voz: causa-efecto”, ed. Demetra, Verona 1999, p.378-379.
98 Según Hume, analizando con rigor empirista el choque de dos pelotas de billar es lícito admitir sólo que: 1) existe una continuidad espacial
(la pelota B ha comenzado a moverse en donde la primera se ha parado); 2) existe una continuidad temporal (B ha iniciado su movimiento
propio cuando A se ha parado).
99 El psicólogo A. Micote (La percepción de la causalidad, 1954) ha demostrado la fuerza de los principios antropomórficos que instintivamente
aplicamos al mundo de la geometría. A la necesidad de describir una breve película en la cual dos triángulos y un círculo se mueven en varias
direcciones, casi todos describen espontáneamente la secuencia como acciones de seres animados, como si las figuras combatieran entre
ellas, estipularan acuerdos y fueran movidas por causas o fines.
69
De otra parte salvo la causalidad como una de las formas sintéticas a priori de la psique,
uno de los modos con los cuales la mente estructura y da sentido al mundo. La ciencia
permanece con una conciencia válida, así su verdad no está mas basada sobre la necesidad
de efectos sino sobre la universalidad, sobre esquemas de pensamiento comunes a toda la
humanidad.
100 Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona.
101 Principio fundamental de la mecánica cuántica, también llamado principio de incertidumbre o relación de indeterminación, que afirma que la
inexactitud forma parte natural de nuestro conocimiento del mundo subatómico. Según la formulación de Werner Heisenberg, en 1927, «no es
posible determinar a la vez la posición y la velocidad de una partícula atómica con un grado de precisión arbitrariamente fijado» (ver cita).
Heisenberg demostró que el producto de ambas imprecisiones era igual o superior a un valor determinado (la constante de Planck h; ver valor),
lo cual significa que es imposible conocer con suficiente precisión la situación de un estado físico en un instante determinado para poder
predecir la situación del mismo estado físico en un instante inmediatamente posterior. El principio de indeterminación, por consiguiente, supone
que en la realidad subatómica no vige el determinismo físico. En este dominio, las leyes sólo logran una formulación estadística. Hay autores,
incluido el mismo Heisenberg, que extienden esta indeterminación cuántica también al mundo físico macroscópico, con la salvedad, no
obstante, de que en este campo el error -por ser tan pequeño- es prácticamente negligible.
70
A. Metafísica clásica102:
Del mismo modo, el movimiento local uniforme (aquel que, para los antiguos,
representaba el tipo mismo del cambio), fue considerado muy pronto no ya como un
cambio real que necesitaba una explicación fuerte de sí mismo, (por otra parte, la ciencia
moderna generalizará esta concepción).
102 Aubert, J.M., Filosofía de la Naturaleza. Propedéutica para una visión cristiana del mundo”. Herder, Barcelona 1987, pp.143-145.
71
Aristóteles escribe en Física103 II, 7:
“Es evidente que hay causas y que son tantas como hemos indicado, pues tanto
son los modos en que podemos entendernos el «por qué», en efecto, nos remite
últimamente o bien a la esencia, como en el caso de las cosas inmóviles, o bien a
lo que primariamente hace mover, o bien al para qué, o bien a la materia, en las
cosas que llegan a ser. Es, pues, evidente que esas son las causas y que tal es su
número.
Y puesto que las causas son cuatro, es tarea del físico conocerlas todas,
pues para explicarlas físicamente el «por qué» tendrá que remitirse a todas ellas,
esto es, a la materia, a la forma, a lo que hace mover y al fin. Las tres últimas se
reducen en muchos casos a una, pues la esencia y el fin son una misma cosa, y
aquello de lo que primeramente proviene el movimiento es específicamente lo
mismo que éstas… Las causas de la generación se suelen investigar preguntando:
¿qué se origina de qué?, ¿cuál es primariamente el agente o el paciente?, y así
sucesivamente. Pero los principios que mueven físicamente son dos. Y uno no es
físico pues no tiene en sí el principio del movimiento; tal es la que se mueve son
ser movido, como en el caso de lo que es totalmente inmóvil y lo primero de todas
las cosas, lo cual es también la esencia y la forma, pues es el fin y el para qué. Así,
puesto que la naturaleza es para algo, hay que conocer también esta causa. Hay
que explicar el «por qué» en todos los sentidos, a saber: a) que esto se sigue
necesariamente de aquello; b) que si esto ha de ser entonces tendrá que ser
aquello; c) que esto es la esencia de la cosa; y d) por qué es mejor así.
Todas las causas que acabamos de enumerar se reducen a las cuatro clases
principales… Las demás causas son el fin y bien de todas las cosas; causa final
significa, en efecto, el bien por excelencia, y el fin de los demás seres.
72
distinguen también las causas en potencia y las causas en acto… Finalmente, las
causas accidentales y las causas esenciales pueden encontrarse reunidas en la
misma noción.
Los modos de las causas son en suma seis, y estos nodos son opuestos dos a
dos. La causa propiamente dicha es particular o general, la causa accidental es
igualmente particular o general: las unas y las otras pueden ser combinadas o
simples. Por ejemplo todas estas causas existen en acto o en potencia. Pero hay
esta diferencia entre ellas, que las causas en acto, lo mismo que las causas
particulares, comienzan y concluyen al mismo tiempo que los efectos que ellas
producen: este médico, por ejemplo, no cura sino en cuanto trata a este enfermo, y
este arquitecto no es constructor sino en cuanto construye esta casa. No siempre
sucede así con las causas en potencia; la casa y el arquitecto no perecen al mismo
tiempo” 104.
B. Racionalismo:
Descartes:
Spinoza:
Leibniz: La causalidad es un principio del ser (ontológica). "Las leyes causales que
una cosa cumple constituyen un aspecto fundamental e inseparable de su modo de ser".
C. Empirismo:
La doctrina filosófica que sostiene que las ideas y el conocimiento en general
provienen de la experiencia, tanto en sentido psicológico (o temporal: el conocimiento
nace con la experiencia) como en sentido epistemológico (o lógico: el conocimiento se
justifica por la experiencia). A Kant se debe su uso en filosofía en el sentido actual: llama
a Aristóteles «principal representante de los empiristas» y, a Locke, uno de sus seguidores
actuales al referirse a la teoría que deriva de la experiencia los conocimientos que posee la
razón.
Su principal representante ante la oposición a la Causa es Hume:
Hume divide todas estas "relaciones" en dos clases: 1) aquellas que dependen enteramente
de las ideas que comparamos, de modo tal que no pueden cambiar sin que cambien las
ideas en cuestión, y 2) aquellas que pueden ser cambiadas sin que cambien las ideas, y por
tanto, no dependen solamente de las ideas, es decir, no son analíticas. Sólo las primeras,
según Hume, pueden dar un conocimiento cierto, y son las siguientes:
a) Semejanza
b) Contrariedad
73
c) Grados de causalidad
d) Proporción de cantidad o número
De todas estas, sólo la última es base de un conocimiento demostrativo y cierto,
que es el de las matemáticas.
Quedan excluidas, por tanto, como bases de conocimiento cierto las relaciones de
contigüidad y distancia espacio-temporales, la de identidad, y la de causalidad.
La razón por la cual se excluye de aquí la causalidad es la siguiente:
"Y como el poder por el cual un objeto produce otro, nunca puede ser descubierto
meramente por la idea de ambos, es evidente que causa y efecto son relaciones de
las cuales recibimos información por la experiencia, y no por ningún
razonamiento abstracto o reflexión. No hay ningún fenómeno, aún el más simple,
que pueda ser explicado por las cualidades de los objetos, tal como aparecen a
nosotros, o que pudiésemos prever sin la ayuda de la memoria y la experiencia."
No se basa en las cualidades particulares de los cuerpos que se dicen ser causa y efecto,
porque es una idea universal, y no hay cualidades universales que estén en todos los
cuerpos.
¿Se trata de una relación entre los objetos? La primer relación que parece estar
presente en todos los casos de causalidad es de la de CONTIGÜIDAD. La segunda, es la
de ANTERIORIDAD de la causa respecto del efecto.
Pero esta "conexión necesaria" no está dada por ninguna impresión, y por tanto, no puede
ser tampoco una idea "legítima", o simplemente una idea.
74
Luego, en la Sección III, "Porqué siempre es necesaria una causa", argumenta así:
1) "Toda certeza proviene de la comparación de las ideas y del descubrimiento de
relaciones tales que son inalterables en tanto las ideas continúen las mismas. Estas
relaciones son "semejanza", "proporciones en cuantidad y número", "grados de alguna
cualidad", y "contrariedad", ninguna de ellas está implicada en esta proposición: "Todo lo
que tiene comienzo, tiene también una causa".
El hecho de que sólo esas relaciones son las que fundan verdades necesarias, lo
apoya Hume en la ya vista eliminación de la lista de tales relaciones de la relación espacio
- temporal, la identidad, y la causalidad. La eliminación de la causalidad, en particular, se
fundamenta, como ya dijimos, en el hecho de que no se puede deducir de la sola idea de
algo su poder productivo de otra cosa. Como dice también Hume, la primera vez que
Adán vio el agua, no pudo deducir que mojaba, hasta haber hecho la experiencia.
A su vez, este postulado se apoya en el otro que dice que siendo la causa y el
efecto distintos, no es posible deducir uno del otro, porque todo lo distinto es separable,
axioma al que Hume vuelve una y otra vez a lo largo de su obra. Este axioma, finalmente,
se motiva en la tesis principal de que en el origen de todas nuestras percepciones hay
impresiones simples, con las que se componen luego las impresiones complejas, e ideas
simples, fruto de esas impresiones simples, con las que se componen después las ideas
complejas.
D. Criticismo:
Se refiere de manera especial a la filosofía crítica de Kant.
E. Positivismo:
En general, aquella actitud teórica que sostiene que el único auténtico
conocimiento o saber es el saber científico. Le caracteriza una actitud crítica ante la
filosofía tradicional, en especial la metafísica, y afirma que también la filosofía ha de ser
científica.
F. Neo-empirismo:
75
G. Neo-positivismo:
Es necesario tener en cuenta a los filósofos del Círculo de Viena, entre ellos
podemos tener en cuenta a: Moritz Schlick, B. Russell, L. Wittgenstein, R. Carnap, entre
otros.
IV. Principio de razón suficiente y principio de causalidad.
Principio de razón suficiente:
Es la versión y corrección que Leibniz hace del principio de causalidad. Según dicho
principio, también llamado «principio de la elección de lo mejor» o «principio de la
armonía», la causa de un acontecimiento no es sólo la razón de su existencia, sino
también de su esencia: de que sea de un modo determinado y no de otro. Leibniz, por
tanto, asume el principio de causa est ratio: la causa es también la razón de cómo es el
efecto, no sólo la razón de que exista, siguiendo la idea tradicional de que el efecto debe
asemejarse a la causa105. En esto se manifiesta el racionalismo de Leibniz: la naturaleza
no es sólo un mecanismo que se explica por causalidad mecánica, sino que es posible dar
razón de la naturaleza conociendo, por el principio de razón suficiente, los fines a que se
orienta, que no son sólo teóricos sino también morales. Este mundo no se explica sólo tal
cual es, sino que la explicación (científica) del mundo ha de incluir que es tal cual es
(físicamente) porque es el mejor de los mundos posibles (moralmente).
76
embriología, paleontología), de sistemas físicos (entropía, evolución de las estrellas).
Según el grado de certeza alcanzado se distinguen esencialmente dos tipos de leyes: las
leyes exactas, que se verifican en cada caso individual o expresan una real causalidad
entre fenómenos; por oposición a ellas se sitúan las leyes estadísticas, ya se distinguen
con esta expresión unas leyes que sólo se refieren a grandes conjuntos y no alcanzan más
que un valor medio (sociología, antropometría), o unas leyes que no alcanzan en un
fenómeno individual más que una probabilidad, por causa de la incertidumbre del método
o de la perturbación que éste ocasione en el proceso observado.
c) Legalidad y causalidad
77
concomitancia: “La exigencia de causalidades … aparece, pues, como más primordial que
el reconocimiento de la legalidad”107.
Por tanto, hay que distinguir dos cosas: sin separarlas porque están
ontológicamente ligadas: de un lado, la causalidad real, inherente a las cosas, que expresa
una ley de la naturaleza, en muchos casos misteriosa porque velada por otros fenómenos
concomitantes en una red a menudo inextricable; y de otro lado, el descubrimiento
progresivo, laborioso y aleatorio de esa causalidad, descubrimiento que desemboca en una
ley científica, que es la traducción según un modo humano de la ley de la naturaleza. El
descrédito en que ha caído la causalidad se debe en muchos casos a los excesos de
algunos filósofos realistas que se representan las dos clases de leyes en perfecta
continuidad y homogeneidad (como si la ley científica fuese el duplicado fiel de la ley
natural). Pero hay que comprender que se trata de un verdadero diálogo entre la
naturaleza y el hombre, que se traduce por una manifestación humana (de orden
matemático), la cual, pese a este carácter abstracto, traduce sin embargo un aspecto del
dinamismo de la naturaleza. Hay continuidad entre las dos, pero con heterogeneidad en el
modo de realización; la traducción podrá ser compleja, en un lenguaje cifrado, pero de
todos modos es traducción.
107 J. Ullmo. Un problema ligado a la causalidad es el de saber si el tiempo es realmente irreversible, o sea, si la relación causa-efecto es de
sentido único. A este respecto encontraremos en obras de vulgarización verdaderas inepcias que parten de la ficción de una máquina “de
remontar el tiempo”. El error proviene de una interpretación equivocada de la relatividad. Por tanto, hay que distinguir dos cosas: en el plano de
la causalidad, hay irreversibilidad; el efecto no puede preceder a la causa, so pena de contradicción ontológica. En cambio, bajo el aspecto del
conocimiento de acontecimientos, toda vez que esto no es instantáneo (la transmisión puede exigir un tiempo bastante largo, sobre todo a
escala astronómica), puede haber incertidumbre acerca de la anterioridad o la posteridad de dos acontecimientos, y por tanto acerca de la
cuestión de saber cuál es causado por el otro (relatividad de la simultaneidad). Aquí interviene la noción de intervalo de universo; el orden de
dos acontecimientos es realmente irreversible cuando éstos están lo suficientemente próximos en el espacio o alejados en el tiempo como para
que uno pueda ser causa del otro (intervalo de universo negativo); en este caso, aun cuando unos observadores vean esos acontecimientos en
el orden inverso, el intervalo de universo, que es una constante, muestra que se trata de una ilusión.
Los grandes relativistas siempre han tenido este sentido de la causalidad ontológica, ya sea Einstein declarando absurda la idea de
querer telegrafiar en el pasado, o Langevin insistiendo en la imposibilidad de concebir una causa posterior a sus defectos. Recientemente se
ha considerado la hipótesis de señales más rápidas que la luz (antiseñales), pero ello no puede ser más que una manera de ver de la mente.
108 Idem, pp. 388-389.
78
La noción de determinismo precisa la de causalidad, pues se podría imaginar un
universo en el que la causalidad se desplegara sin repetición ni reproducción de vínculos
entre fenómenos; por otra parte, hay un dominio en el que la causalidad existe sin
determinismo en el sentido científico: el de la acción voluntaria (yo soy causa de mis
actos, pero causa libre que se determina a sí misma y que da a las motivaciones del medio
exterior su propio peso, sin ser por eso determinada a esa decisión por una causa ajena a
mí). Pero en el mundo de la naturaleza, fuera del dominio espiritual, la causalidad reviste
de suyo un aspecto determinista; la razón de ello es que las formas o estructuras de los
seres, aunque no materiales, no son seres, sino puros principios de seres, en tanto que el
alma humana es subsistente, foco espiritual de actividad, está dotada de interioridad y se
posee a sí misma. La idea de determinismo expresa, pues, la constancia y la regularidad
de las leyes de la naturaleza, que traduce la ley científica.
109 Riaza, J. M., Ciencia Moderna y Filosofía. Introducción fisicoquímica y matemática. BAC, Madrid 1972 p.676-679.
79
De Broglie expone así la opinión de no pocos científicos en el momento actual:
«Las leyes de la Mecánica dejan de ser aplicables a los fenómenos elementales y deben
ceder el paso a las leyes estadísticas». «El determinismo»riguroso y las leyes precisas de
la Mecánica no constituyen ya, aplicaciones a las identidades elementales, la base para
nuestras explicaciones físicas. Forman esta base ahora el azar, la probabilidad, reinando
sobre el mundo caleidoscópico de los corpúsculos y de los cuantos.
«Para los científicos de las generaciones anteriores, el azar era sólo una apariencia;
todo fenómeno era la consecuencia inevitable de sus propias causas. Si a veces un
fenómeno parecía regido por el azar, procedía, se nos afirmaba, de que sus causas eran tan
numerosas y tan complejas que no se las podía analizar a todas y no se las podía tener en
cuenta con exactitud. Totalmente opuesta parece la concepción hacia la cual se orienta la
teoría cuántica contemporánea. Esta nos predispone a pensar que los fenómenos
elementales se hallan regidos por el puro azar, son ‘puramente estadísticos’, según la
expresión de Von Neumann».
Según esta corriente científica, non hay razón para sostener la validez del
determinismo en el microcosmos y en los fenómenos elementales; a esta escala reina el
puro azar y la pura probabilidad, y las leyes probabilísticas de la Física cuántica no nacen
ya de nuestra ignorancia del determinismo subyacente, sino de la naturaleza misma de la
realidad. En último análisis, dicen, los procesos de la Naturaleza son indeterminados.
En las teorías estadísticas de la Física clásica (por ejemplo la teoría cinética de los
gases), se había admitido siempre que el movimiento de cada partícula está en realidad
determinada y que sólo nuestro desconocimiento de todos estos determinismos ocultos
nos obliga a resolver el problema por el cálculo de probabilidades. Heisenberg y otros han
sostenido un indeterminismo que atañe no sólo al conocimiento, sino a la realidad física
misma. La Mecánica cuántica actual implica la existencia de leyes estadísticas en el
microcosmos; supone un comportamiento estadístico de los procesos elementales.
La Física clásica había admitido son dudar el pleno determinismo del mundo
físico, y se lo había atribuido aun al microcosmos, al cual no alcanzaban los
experimentos. La teoría cinética de los gases presento un ejemplo de un orden
macroscópico peculiar, orden estadístico, pero que quedaba explicado admitiendo un
orden riguroso y no estadístico en el microcosmos, y por parte nuestra el desconocimiento
de la compleja realidad microcósmica. Pero luego se ha encontrado que las ecuaciones de
la Física clásica resultaban ineptas para describir bien los microfenómenos, mientras que
las nuevas ecuaciones de la Física cuán tica resolvían con éxito muchos de esos
problemas; y siendo éstas de tipo estadístico, ya no valían como argumento en pro del
determinismo del microcosmos.
¿Cuál es, pues, la naturaleza última de la realidad material y de sus leyes? ¿Hay un
indeterminismo fundamental de la Naturaleza, por el cual sean la última explicación de su
actividad las leyes estadísticas, o bien hay que admitir un determinismo fundamental,
80
subyacente al indeterminismo y a las leyes estadísticas de la Física cuántica? He ahí la
cuestión.
Nosotros mismos, al intentar observar un corpúsculo, un proceso físico, originamos
con nuestra intervención perturbaciones en él. Así, si iluminamos un electrón, la luz
incidente le comunica energía y altera su posición y movimiento. Nos da idea de la
dificultad lo que sucede en el mismo mundo macroscópico si pretendemos, por ejemplo,
conocer el color de una placa fotográfica virgen; para observarlo, será necesario
iluminarla con luz blanca, pero ésta la impresionará, y solamente podremos apreciar el
color de la placa que ya no es virgen, el color de la placa después de la alteración
producida con nuestros medios de observación.
Para explicar la Naturaleza, ha dicho Jeans con sugestiva imagen, tenemos que
pisarla violentamente, levantando así un nubarrón de polvo que nos quita, él mismo, la
visión del terreno que queríamos ver Puede explicarse el principio de Heisenberg por esta
indeterminación provocada involuntaria e inevitablemente por el propio observador en el
microcosmos, sin necesidad de recurrir a una indeterminación previa y esencial de la
realidad objetiva.
Del «principio de incertidumbre» lo más que se sigue es que, de haber
determinismo en el microcosmos, no es físicamente observable. En manos del filósofo
quedará el probar con sus razonamientos peculiares la existencia de un determinismo
objetivo.
No se ha de mirar de ningún modo la aseveración de que todas las leyes son de
naturaleza estadística como un resultado efectivamente demostrado por la Ciencia, sino
como una hipótesis de algunos científicos. El intento de J. von Neumann, profundo y
deslumbrador, de demostrar el indeterminismo del microcosmos de manera concluyente,
han visto otros que no deja probada más que la indeterminación respecto de nuestro
conocimiento y que envuelve una petición de principio.
La Historia de la Ciencia no deja de dar luz. Corrientemente, en la serie de teorías físicas
en torno a cierta materia, aparece una manifiesta convergencia; la teoría siguiente
conserva las principales proposiciones de la anterior, las purifica de algún resultado
secundario opuesto a fenómenos no observados antes, y añade más precisión. Sin
embargo, no faltan en la historia del progreso científico concepciones nuevas y hasta
revolucionarias de los problemas, concepciones que surgen tras el descubrimiento de
hechos anteriormente no observados e insospechados, de aspectos que antes habían
permanecido escondidos.
Aunque no hayan encontrado hasta ahora los científicos otras descripciones del
microcosmos mejores que las dadas por la Mecánica cuántica, no está demostrado que no
puedan darse. El éxito de los métodos cuánticos no excluye la posibilidad, en el futuro, de
otras descripciones, aun de tipo determinístico. Es verdad que la Física cuántica actual es
indeterminista por principio. Como los fenómenos cuánticos no encajan en los esquemas
de la Física clásica, tampoco el determinismo entra directamente en los esquemas de la
Física cuántica contemporánea; pero podrían descubrirse nuevos hechos que originaran la
evo lución de ésta hacia otra Física ulterior, ligada con un determinismo del microcosmos.
81
De la misma manera que la Física cuán tica da razón de hechos no explicados por la
Física clásica, así esa nueva Física dan la razón de hechos no explicados por la Física
cuántica. La Física cuántica actual permanecería coma una aproximación respecto de ella,
lo mismo que ahora permanece la Física clásica como una aproximación de la Física
cuántica.
Conviene hacer todavía una aclaración que da luz. En la terminología de algunos
científicos, «físicamente indeterminado» equivale a «conceptualmente inobservable».
Finalmente indicaremos que muchas veces, cuando los científicos modernos niegan el
Principio de causalidad o la existencia de causas, tienen para ellos esas expresiones
distinto significado del que se da en la Filosofía tradicional. Unas veces toman por
Principio de causalidad el que se pudiera llamar «Principio del determinismo», y se
enuncia: «En las mismas condiciones, las mismas causas producen los mismos efectos», o
también así: «Si se da en cierto instante el estado de un Universo (compuesto, par
hipótesis, de agentes puramente materiales), el estado de este Universo en un instante
ulterior cualquiera está enteramente determinado». Otras veces toman por Principio de
causalidad el que puede llamarse «Principio de previsibilidad», para el que Heisenberg
propone el enunciado: «Si de un sistema aislado se conoce el estado presente en todos sus
detalles, es posible calcular el estado futuro».
Cuando niegan que se dé «una rigurosa causalidad» en la Naturaleza, quieren significar
con esas palabras que no se da «un determinismo riguroso». La confusión nace de la
manera de hablar. Ellos de hecho admiten la existencia de causas en los fenómenos, y las
buscan con estudios e investigaciones, aunque tal vez no hablen explícitamente de ellas.
Ni la ley de los grandes números excluye la existencia de causas: existirán varias, muchas
causas. Si en un conjunto, donde impera una ley estadística indudable, se introduce una
nueva causa que oriente en determinada dirección, dicha ley estadística desaparecerá en
absoluto o se transformará en otra.
E. May escribía en 1937: «Otra vez subrayamos expresa mente que el indeterminismo
físico nada tiene que ver con el problema de la causalidad en el sentido filosófico». Por
eso, después de examinar despacio este punto, concluía J. Seiler, en 1948, respecto del
Principio de causalidad: «No toca, par con siguiente, al Principio metafísico la disputa de
los físicos sobre el indeterminismo, contrastando esto con los temores a menudo
manifestados».
a) Leyes estáticas;
82
natural de nuestro conocimiento del mundo subatómico. Según la formulación de Werner
Heisenberg, en 1927, «no es posible determinar a la vez la posición y la velocidad de
una partícula atómica con un grado de precisión arbitrariamente fijado»111. Heisenberg
demostró que el producto de ambas imprecisiones era igual o superior a un valor
determinado (la constante de Planck h=10-27), lo cual significa que es imposible conocer
con suficiente precisión la situación de un estado físico en un instante determinado para
poder predecir la situación del mismo estado físico en un instante inmediatamente
posterior. El principio de indeterminación, por consiguiente, supone que en la realidad
subatómica no vige el determinismo físico. En este dominio, las leyes sólo logran una
formulación estadística112. Hay autores, incluido el mismo Heisenberg, que extienden esta
indeterminación cuántica también al mundo físico macroscópico, con la salvedad, no
obstante, de que en este campo el error -por ser tan pequeño- es prácticamente negligible.
111 “Puede señalarse muy precisamente la posición, pero entonces la influencia del instrumento de observación imposibilita hasta cierto grado
el conocimiento de la velocidad; e inversamente se desvanece el conocimiento de la posición al medir precisamente la velocidad; en forma tal,
que la constante de Plank constituye un coto inferior del producto de ambas imprecisiones”.
112 Alexandre Kojeve: la indeterminación. En 1928, Niels Bohr publicó un artículo notable en el que daba una interpretación gnoseológica
En «L´idée du déterminisme dans la physique classique et dans la physique moderne, Librairie Génerale Française, París 1990, p. 152-155 ».
Textos de Diccionario Herder de filosofía
113 Pelayo García Sierra, Diccionario filosófico. Manual de materialismo filosófico Una introducción analítica Revisado por Gustavo Bueno,
83
Las relaciones de causalidad están presentes, en primer lugar, como relaciones
positivas en las ciencias, no como relaciones exclusivas, puesto que incluso en las
ciencias reales no es siempre posible aplicar las categorías de la causalidad, sin que por
ello haya que hablar de acausalismo. En las ciencias históricas, por ejemplo, la mayor
parte de los procesos que ellas consideran (pongamos por caso, la batalla de Cannas) aun
siendo resultados deterministas, no pueden considerarse como secuencias causales; y no
ya porque no se den relaciones causales, sino porque se dan múltiples líneas de
secuencias, cuya reunión, aun sin ser aleatoria, tampoco es necesariamente causal: la
llamaremos transcausal. En ellas, aunque no haya causas, habrá razones. En segundo
lugar, la presencia de la causalidad en las ciencias (ahora en todas las ciencias, por su lado
subjetivo) está asegurada por la naturaleza operatoria de las mismas, en la medida en que
las operaciones gnoseológicas tienen mucho de procesos causales. Sin embargo, no
creemos que sea de aplicación obvia el concepto de causalidad propuesto a las
transformaciones históricas de una ciencia, desde su estado normal -tomado como
referencia al equilibrio- hasta el estado determinado por una revolución científica que se
hiciera corresponder con las operaciones, puesto que también en la ciencia normal deben
reconocerse operaciones.
Las relaciones entre las operaciones causales objetivas de los sujetos gnoseológicos
y las relaciones causales establecidas en los campos correspondientes son muy variadas.
Consideramos erróneo tratar de presentar las relaciones objetivas de causalidad como
«proyecciones» de operaciones subjetivas (inferencias) como sugieren algunos psicólogos
inspirados por J. Piaget. Precisamente muchas relaciones causales objetivas, por ejemplo,
las astronómicas, hay que verlas no ya como resultado de una proyección antropomorfa
de operaciones objetivas, sino como resultados de eliminación (por neutralización) de las
operaciones.
e) Causalidad 114
84
suponen los empiristas, ni el de influjo real de los unos sobre los otros, en el cual se funda
la verdadera causalidad. La única facultad capaz de conocer el enlace o conexión de las
cosas es la inteligencia, porque la relación no se conoce sin comparar los extremos de la
misma, lo cual sólo se obtiene por el juicio, que es operación del entendimiento.
85
procedió el ocasionalismo cuando por considerar a las causas segundas como meras
condiciones para la producción de determinados efectos, les negó toda causalidad.
Metafísicamente necesario para la existencia de un efecto solo es Dios, pero físicamente
necesarias, esto es, según el orden natural, lo son las causas segundas; igualmente Dios es
el único que puede por sí solo producir algún efecto, mientras que las criaturas necesitan
del auxilio divino para entrar en acción y para perseverar en ella; pero como influyen en
la producción del efecto, no como una condición sin la cual no puede el efecto existir,
sino con influjo positivo, real y físico, de aquí que sean las criaturas verdaderas causas
eficientes. A pesar de esto, un sistema llevado de las causas ocasionales exagerando
demasiado la acción de la causa primera en cuanto auxilia a las segundas, negó a estas
toda actividad, afirmando que ellas de ningún modo obraban, sino que sólo daban ocasión
a Dios para que produjera los efectos que en el mundo vemos. La falsedad de este sistema
se evidencia considerando que estas causas mueven a Dios para que opere o no; si lo
primero, tiene acción y por lo tanto sensibilidad; si lo segundo, no prestan ocasión a Dios
para obrar, sino que él obra según el orden establecido por su voluntad. Si bien hemos
dicho que las causas segundas necesitan del influjo divino, tanto para entrar en acción
como para ejercer la misma, no somos partidarios del predeterminismo físico: lo que
únicamente sostenemos es que siendo las causas segundas indeterminadas para obrar o no
obrar, pues únicamente Dios es recto por su esencia, necesitan de un impulso externo para
actuarse; así todos los agentes naturales se mueven movidos por otro, y en los
intelectuales vemos que la voluntad es movida por el entendimiento, este por los objetos,
y estos reciben su primer impulso de la causa primera. Sin embargo, esta moción se
verifica de un modo muy diferente en los agentes unívocos y equívocos, los primeros,
como no pueden menos de producir un efecto determinado, determinadamente son
movidos por el agente extrínseco, mientras que los segundos son movidos a este o al otro
acto según que ellos se determinen de este o del otro modo. No sólo necesitan del auxilio
divino para vencer su indeterminación, sino que lo requieren [663] igualmente para el
ejercicio de su actividad, porque como toda acción tiene cierto ser, y todo ser es
producido y conservado por Dios, necesita el mismo estar influyendo sobre la acción
mientras este persevere. La potencialidad e indeterminación que hemos dicho tienen las
causas segundas, hace que ninguna sustancia creada sea inmediatamente operativa o que
pueda obrar por sí misma, pues si esto se verificara, su acción pertenecería al género de
sustancia, y entonces se confundiría con la esencia de la cosa, y así como es necesaria la
esencia, necesaria sería la operación, puesto que la necesidad de operar incluye necesidad
de ser, resultando necesario el ser de las criaturas, lo cual es a todas luces falso. La
causalidad de la causa enciente en acto segundo es la acción, la cual unas veces tiene
razón de entidad y otras no, pero siempre es un modo distinto, tanto de la causa como del
efecto. Y a la verdad la causa, en cuanto tal, puede producir y haber producido muchos
efectos, y estos, en cuanto tales, pueden depender de muchas causas; la acción es la que
determina el uno y otro relativamente, y hace que la primera sea causa de este efecto, y
que este dependa exclusivamente de esta causa: luego la acción es algo distinta de ambos,
si bien solo no debe ser esta, pues considerada activamente se halla en la causa, y
pasivamente en el efecto. Las condiciones que requieren las causas segundas para obrar
son desigualdad entre la causa y el efecto, pues todo sujeto agente comunica al pasivo
alguna perfección suya; si los dos sujetos son perfectamente iguales, no hay ninguna
86
razón para que la perfección del agente pase al paciente, teniendo los dos igual exigencia
a ella. Segunda, el sujeto operante debe hallarse contiguo a aquel sobre el cual obra,
porque como la acción no es una entidad sustancial emanada del sujeto agente, no puede
dicho agente emitirla y ella llegar por sí misma al paciente, sino que necesita el primero
estar inmediato al segundo para tocarlo con su actividad y acción. Ni se nos replique que
basta que esté presente al efecto con su virtud, pues como esta virtud no es sino un
accidente de la causa, debe estar inherente a ella, y por lo tanto donde se halle la virtud
allí se hallará la causa.
C. Tormo
87
Cuadro de regencia hecho por Zubiri
http://www.zubiri.org/outlines_syllabi/causality/historicalflowchart.gif
88
APÉNDICE
89
APÉNDICE B:
14/3 1 Introducción al curso y a la ¿Qué es la causalidad? ¿Cómo aparece en la vida cotidiana? Descripción, ejemplos, usos. Las cuatro
causalidad causas tradicionales. Los cinco fases del desarrollo de la causalidad
2 Usos y características de la La causalidad empleado en el saber. La causalidad eficaz y su índole en la filosofía clásica. Nuevas
causalidad dimensiones del problema a través de la teología; la causalidad secundaria; la causalidad como aspecto
íntegro de cualquier filosofía
3 Fases del desarrollo de la La causalidad como principio de la naturaleza: filosofía griega y medieval
causalidad I
16/3 4 Fases del desarrollo de la La causalidad como principio de inteligir: filosofía moderna, el racionalismo y el empirismo
causalidad II
6 1. Los presocráticos: Kirk & Raven II, III, IV Tipo y uso de causalidad; causalidad
La escuela de material
Mileto;
Números y la noción incoativa de
causalidad formal
90
1. Los pitagoricos VII, VIII, IX
Física Libro II; libro III, cap. 1-3 Las cuatro causas
91
Suma contra los gentiles II, 17, 21, 31, 32
20/3 16 Fraile, Hist. de la Filosofía Vol. II, Sec. VII, ch. 19. Causalidad y existencia de Dios; el
conocimiento humano
Fraile, Hist. de la Filosofía
Necesidad causal; el nominalism
Vol. II, Sec. VIII, ch. 2
21/3 17 19. Suarez Disputaciones metafísicas 17: I ; 18: I, VII §1-20, VIII Índole de la causalidad eficiente
§1-23, X 19: I
18 Dialogos sobre los dos Día 1; principio del día 2. Crítica de la filosofía escolástica;
grandes sistemas del importancia creciente de la
mundo observación
24/3 21 Ensayo sobre el Libro I, cap. 1-3; Libro II, cap. Ideas y el mundo exterior
entendimiento humano 1-5; 21 §1,4; 25-26, XXVI;
Libro IV, cap. 1-5
Tres diálogos entre Hylas y Sustancia material, causalidad, y
Philonous nuestro conocimiento del mundo
exterior
22 Tratado del entendimiento I; III, sec. I-VII Causalidad y nuestro conocimiento del
humano "mundo exterior"
Investigación sobre el Sec. IV, I & II; Sec. VII, II
entendimiento humano
92
23 Critica de la razón pura Introducción; Analítica Re-establecimiento de la causalidad; la
transcendental, Libro I, cap. II, "revolución Copernica" de Kant
sec. 1 (A84/B117-A95/B129);
25/3 sec. 2 (A111-A114; B166-
B169);
28 Fases del desarrollo de la La causalidad como funcionalidad; la causalidad y formalidad; La causalidad en la naturaleza; la
causalidad V (continuación) causalidad en la ética
30 Resumen Filosofía de Zubiri, única capaz de englobar las exigencias legítimas de la ciencia,
93
APÉNDICE C Desarrollo de la idea de la causalidad
Características Alcance
Universal- Deter-minismo: la Necesidad: Prioridad Conti- Las Produc- Realidad de Movi- Creación Las cosas
idad: todo causa actúa temporal güidad cosas ción real causa > miento o ex nihilo mundo
cambio uniformemente (conexión de las de tienen de efectos realidad de cambio
requiere necesaria causas causa y poder efecto
causa entre causa y efecto real
eficiente efecto)
Aristóteles
Averoës
Sto. Tomás
Escoto
Ockham
Suarez
Descartes
2
Leibniz N.R.
Locke
Hume ?
4 4
Kant ? ?
Mill ? ? ? ?
94
Ciencia del s. ?
xix
4
Zubiri validez estadística solamente funcionalidad
= El filósofo acepta ? = el filósofo inseguro, ambiguo, o rehusa juzgar N.R. = no relevante a este filósofo
95
96
APÉNDICE D:
Términos Relacionados con Causalidad y Determinismo115
Ver términos relacionados.
1. Causa
(del latín causa, proceso judicial, responsabilidad moral, que traduce el griego
, en su doble sentido de responsabilidad y explicación, sobre todo usado en plural:
. En general, la acción capaz de producir algo, que llamamos efecto o resultado, o
aquello que es la razón de que algo ocurra. En el ámbito filosófico, se la concibe como
uno de los términos de una relación (la de causalidad) que explica la existencia de un
término por la del otro: A es causa de B, si la presencia de A explica la presencia o
existencia de B, noción que puede reforzarse diciendo que la existencia de A es suficiente
o necesaria, o ambas cosas a la vez, para la existencia de B; esta relación, de hecho,
puede precisarse de muy diversas maneras. En todo caso, en nuestra vida práctica y en las
explicaciones racionales o en metodología, usamos el concepto de causa suponiendo
alguna suerte de necesidad entre A y B. Así, somos agentes que actuamos para obtener
los fines que nos proponemos, consiguiendo que lo que consideramos que es una causa
lleve a término su efecto, y sabemos también que hay cosas que no podemos lograr,
porque obedecen a una imposibilidad física y, por tanto, están sometidas a sus causas
naturales. La ciencia, por su lado, puede definir sus objetivos como el estudio y el
conocimiento de las causas de los fenómenos, que formula en explicaciones causales, aun
cuando pueda admitirse que no toda explicación científica es causal e, incluso, que no
todo fenómeno físico tiene una causa en sentido estricto.
97
relaciona con el movimiento, no la materia), las nuevas propiedades de la materia
atómica sólo describibles matemáticamente; la teoría de la relatividad especial, que
impone limitaciones a la explicación causal para sucesos demasiado cercanos
espaciotemporalmente, dado que ningún proceso causal puede ser más veloz que la luz;
la física cuántica, en la que el principio de indeterminación del mundo subatómico y el de
complementaridad para las partículas elementales determina que deba hablarse de leyes
estadísticas y de explicaciones de tipo probabilístico: todo esto obliga a un
replanteamiento de la noción de causa y a la negación incluso de que la causalidad sea
una relación universal presente en todos los fenómenos del mundo físico.
Tradicionalmente, la noción de causa se ha relacionado directamente con la de ley de la
naturaleza y con la de determinismo. Por las razones aducidas, la noción de causa se
interpreta, en la actualidad, en filosofía de la ciencia, como un tipo de explicación
científica o como una ley causal.
Adagio de la tradición filosófica escolástica, que recuerda que la causa debe ser
por lo menos igual, o superior, a su efecto, y, más estrictamente, de acuerdo con
Aristóteles, que la causa eficiente debe mantener cierta semejanza formal con el efecto;
de aquí que causa eficiente y formal, en muchos casos, coincidan.
3. Causa eficiente
El agente que produce el efecto en una relación causal, o el iniciador del proceso
causal. En la teoría aristotélica de la causa, «el principio primero de donde viene el
cambio» (ver cita). Se debe a Galileo el intento de sustituir la causa eficiente por una ley
física formulada matemáticamente, que representa el estudio del «cómo» de los
fenómenos naturales, en lugar del «por qué». El significado de causa eficiente o motriz es
el sentido que corresponde al término moderno de causa.
4. Causa inmanente
5. Causa instrumental
98
6. Causa primera
7. Causa sui
Primera formulación histórica de una teoría de las causas, con la que Aristóteles
intenta explicar el cambio que ocurre en las cosas recurriendo no a un principio material,
como había sido tradición entre los presocráticos, sino a un conjunto sistemático de
causas materiales y no materiales. Partiendo de una consideración antropomórfica sobre
la manera como el hombre produce algo, se plantea las preguntas principales que pueden
hacerse al respecto: quién hace algo y para qué lo hace, y qué es esto y de qué está hecho
o en qué consiste. Estas cuatro expresiones son las cuatro distintas maneras con las que
podemos preguntarnos el porqué de una cosa, en el bien entendido que este porqué no
está simplemente en la mente de quien pregunta, sino que forma parte de la constitución
real del objeto. Los porqué pertenecen propiamente al mundo, no al hombre; las causas
los explicitan.
La causa, según Aristóteles, puede considerarse bajo cuatro aspectos: como
aquello a partir de lo cual algo se produce, la materia (en griego
algo y que la cosa continúa siendo: el sustrato (el «de qué»); como la forma, o el,
la sustancia o esencia que se manifiesta por la definición, el modelo, la idea o el
paradigma (en griego, ) de la cosa, esto es, el principio organizador y estructurador
de la materia que en íntima composición con ella permanece en la cosa (el «qué»); como
el agente o el iniciador del cambio, el hacedor, el responsable, el origen (el «quién», el
«por qué»); como el fin (en griego , la finalidad, el objetivo hacia el cual se orienta
la producción, con miras a lo cual se hace algo, el bien de la cosa (el «para qué»). La
tradición ha dado a estos aspectos de las cosas los nombres de causa material, causa
formal, causa eficiente y causa final. Aristóteles aplica este modelo de explicación causal
tanto al mundo natural como al mundo artificial, o del arte. En este último caso, por
116 Aristóteles, Física II, 3: Gredos Madrid 1995, p. 140
117Y puesto que las causas son cuatro, es tarea propia del físico conocerlas todas, pues para explicar físicamente el “por qué” tendrá que
remitirse a todas ellas, esto es, a la materia, a la forma, a lo que hace mover y al fin. Las tres últimas se reducen en muchos casos a una,
pues la esencia y el fin son una misma cosa, y aquello de lo que primeramente proviene el movimiento es específicamente lo mismo que
éstas, pues el hombre engendra al hombre; en general estoes así para todas las cosas que son movidas al mover a otras.
99
ejemplo, el constructor que construye una casa es el agente o iniciador del cambio de los
materiales o del sustrato con que inicia la construcción; en este caso, los ladrillos, la
piedra o la madera. Estos elementos materiales se hallan en una pura pasividad receptiva,
o potencialidad, respecto de la forma, idea arquitectónica o el modelo de construcción,
que el arquitecto irá actualizando, llevando a cabo, aplicándola a los materiales y hasta al
espacio o al volumen de que dispone, con el fin de lograr una vivienda. Cuando este
modelo se aplica al conjunto de cosas naturales, la causa material pierde importancia (por
el mero hecho de que una cosa natural sufre muy diversos cambios, se hace difícilmente
comprensible cuál es su causa material; lo que vemos no es la materia, sino las sucesivas
organizaciones o estructuraciones de esta materia), mientras que la causa eficiente, la
formal y la final convergen en una sola (la especie a que pertenece el ser biológico).
9. Causalidad
100
a E. Y de aquí surge nuestra convicción de que «siempre que C, E»; esto es, la noción de
causa por asociación de ideas. Esta noción no proviene de la experiencia, sostiene Hume,
ni proviene tampoco del análisis de las ideas (no es una relación de ideas, aunque sí una
asociación de ideas); no puede tener más que un origen psicológico (la asociación de
ideas y la costumbre) y en sí misma no es más que una «creencia», tan irracional, tan sin
justificar racionalmente, como los sentimientos de amor y de odio. Más tarde, la
psicología llamará a una clase semejante de asociación reflejo condicionado.
101
efecto y de su relación; más bien se explica como enunciados universales en forma de
condicional universal (ver texto ), al cual se atribuye una descripción suficiente de lo que
suele entenderse como conexión causal. Según Rudolf Carnap, es lo mismo decir «si se
dan las condiciones X, mañana se producirá una tormenta en nuestra ciudad» que «si se
dan la condiciones X, mañana se producirá necesariamente una tormenta en nuestra
ciudad», porque a fin de cuentas el método de verificación y de refutación es el mismo en
ambos casos: si al día siguiente se produce la tormenta, ambos enunciados quedan
verificados y, si no se produce, ambos enunciados quedan refutados de la misma manera.
La única distinción reside en la creencia de que el segundo de los enunciados citados
predice la tormenta con un énfasis mayor. No obstante, este enunciado condicional puede
también interpretarse de diversas maneras. Según algunos, una ley causal debe entenderse
como la condición necesaria o el conjunto de condiciones necesarias para la ocurrencia
de un suceso; «A es causa de B» significa, por consiguiente, que, si no fuera por A, B no
se produciría, o bien que A es la «condición sine qua non de B». Otros prefieren expresar
la relación entre la causa y el efecto a la manera de una condición suficiente, en el
supuesto de que la única condición necesaria de un fenómeno es al mismo tiempo su
condición suficiente. A.J. Ayer entiende la causalidad, en un sentido conciliador, como
condición suficiente o necesaria o ambas cosas a la vez. B. Russell criticó decididamente
tanto el concepto de «causa», del que decía que «era deseable su total exclusión del
vocabulario filosófico», como el principio de causalidad, del que afirmaba que era «una
reliquia del pasado, que sobrevive, como la monarquía, sólo porque se supone
erróneamente que no es dañina» (ver referencia). Para el realismo científico, en cambio,
las regularidades de la naturaleza se explican por enlaces de necesidad causal de tipo
físico entre los fenómenos. Esta postura renueva de alguna manera aquella otra antigua
de las «causas ocultas».
102
Hay autores que prefieren referirse a una limitación de las leyes causales en la
naturaleza, provocada por la nueva física atómica, pero en ningún caso a una anulación o
restricción del determinismo universal, basándose en la distinción que debe establecerse
entre determinismo causal (todo está sometido a causas) y determinismo general (todo
está sometido a leyes; ver texto ). El problema fundamental que plantea el determinismo
es si debe aplicarse también al mundo humano, interfiriendo así con el problema de la
libertad.
Bibliografía básica
1. Aristóteles, Metafisica, I, 7; V,2; Física, II,7
2. Hume, D., Treatise on Human Nature, 1,1,p.3
3. Kant, I, Kritik der reinen Vernunft, "Dritter Widerstreit der transzendentalen Ideen"
(A444-452)
2. Bibliografía auxiliar
Bunge, M., Causality. The Place of the Causal Principle in Modern Science, Harvard
University, Mambridge (Mass) 1959
Corradi, E., Determinismo, causalità e fisica quantistica, Celuc, Milano 1972
De Régnon, T, La métaphysique des causes, Rétaux, Paris 1906,1.3.
Fabro, C., "La difesa critica del principio di causa", in Rivista di Filosofia
Neoescolastica 28 (1936) 102-141.
103
Giacon, C., La causalità nel razionalismo moderno. Cartesio, Spinoza, Malebranche,
Leibniz, Fratelli Bocca, Milano 1954.
Gurr, G.E., The Principle of Sufficient Reason in Some Scholastic Systems. 1750-1900,
Milwaukee 1959.
Kearney, J.K., "Hume and the Principle of Causality" in The Tomist 41 (1977) 418-423.
Kelly, M.J., "St. Thomas and Transient Causality" in The New Scholasticism 54 (1980)
34-45.
Laverdière, R., La principe de causalité. Recherches thomistes récentes, Vrin, Paris
1969.
Ventura, A., "Considerazioni su alcuni aspetti e propietà del raporto causale" in Rivista di
Filosofia Neoscolastica 76 (1984) 624-636.
Verneaux, R., "Note sur le principe de raison suffisante" in AA.VV., La crise de la
raison dans la pensée contemporaine, DDB, Paris 1960, 39-60.
3. Bibliografía de la Gregoriana
Caruana, L., "John von Neumann´s "Imposibility Proof" in a Historical Perspective" in
Physis 32 (1995) 109-124.
De Finance, J., Connaissance de´être. Traité d¨ontologie, DDB, Paris 1966, c.4 (it.:
Conoscenza dell´essere. Trattato di ontologia, PUG, Roma 1987)
Selvaggi, F., Causalità e indeterminismo, PUG, Roma 1964
Selvaggi, F., Filosofia del mondo. Cosmologia filosofica, PUG, Roma 1985.
Welten, W., Causaliteit in de Quantummechanica, Noordhoff, Groningen 1961.
Molinaro, A., Metafisica. Corso sistematico, San Paolo, Cinisello Balsamo 1994, c.8.
104
TEMA No. 7: LIBERTAD Y LIBRE ALBEDRÍO.
a) La filosofía griega.
118 Excelente la visión de conjunto de la historia del concepto de libertad de V. MATHIEU, voz "Libertà" en Enciclopedia Filosófica, Gallarate Sansonni, Vol. III, col. 18-36.
119 El análisis del acto voluntario es hecha por primera vez por Aristóteles en la Etica a Nicómaco. Para Aristóteles son involuntarios las operaciones que se hacen por
"constricción"o "por ignorancia" (III, 1110 a 1).
120 Cfr. Ética a Nicómaco, libro VI.
105
Para Plotino, en el Uno (lo inefable) «su voluntad y su esencia coinciden» (Enneada VI,
13,112) y esta es la suprema libertad, libre no de orientarse sobre algo externo de sí, sino
conciliado en sí mismo.
b) El Pensamiento Cristiano.
c) En la Escolástica Medieval.
121
La polémica antimaniquea de Agustín se desarrolla sobre el problema de la libertad, particularmente en los tres
libros del diálogo De libero arbitrio (Del libre albedrío). El objeto de la obra es el origen del mal.
122
Santo Tomas de Aquino, Suma Contra los Gentiles, volumen I, libro II, cap. 45.
123
S. Th., I, q. 62, a. 8, ad 3.
124
La doctrina completa sobre el libre albedrío es desarrollada por Santo Tomás en S. Th. I, q. 83.
125
S. Th., I-II, q. 17, a. 1, ad 2.
106
Para Duns Escoto, la libertad es una especie de potencia de decisión independiente
de todo tipo de razones y de motivos (no sólo de los de orden moral), y por eso debe ser
considerada como anterior a la razón (a sus juicios prácticos) y a la voluntad (a su
inclinación natural al bien). El problema podría ser expresado de la siguiente manera: ¿el
juicio práctico de la razón y la inclinación natural de la voluntad, por ser un juicio libre y
una inclinación al bien universal, son el fundamento de la libertad de elección, o la libertad
consiste más bien en que el juicio racional y el objeto de la inclinación voluntaria
pertenecen propiamente al campo de lo elegible?. Para Guillermo de Ockham es una
experiencia evidente que, aunque la razón nos muestre que todos los motivos (y no sólo los
de orden moral) están a favor de una decisión, siempre podemos decidir lo contrario,
inmotivadamente, irracionalmente126.
Lutero (De servo arbitrio) niega el libre albedrío. Sólo la fe gratuitamente donada
puede producir obras que sean fruto de la libertad, servicios libremente prestados al
prójimo. La voluntad humana, corrompida por el pecado original, no puede más, con las
solas fuerzas, cumplir obras verdaderamente buenas y meritorias delante de Dios. Para
Erasmo (Diatriba de libero arbitrio) el hombre después del pecado, no tiene una libertad
absoluta, sino una libertad relativa. Para conciliar tal libertad relativa con la gracia, Erasmo
distingue tres especies de gracias: la primera dada con la creación, y debilitado, pero no del
todo extinguida por el pecado; la segunda, que ayuda al hombre a levantarse; la tercera, que
elimina definitivamente el pecado: de éstas, la segunda requiere el concurso de la iniciativa
humana. La salvación deriva también de la libre voluntad del hombre.
e) La filosofía moderna.
126
Cf. Quodlib., I, q. 16.
127
R. DESCARTES, Discurso del método. Meditaciones metafísicas, meditación IV, Espasa-Calpe, Madrid 1993,
p.168.
128
SPINOZA, Ética demostrada según el orden geométrico, Alianza editorial, Madrid 1996.
107
virtud de la sola necesidad de su naturaleza y es determinada por sí sola a obrar» (I, def. 7);
y tal es la substancia divina, y ella solamente: «Dios obra en virtud de las solas leyes de su
naturaleza, y no forzado por nadie» (I, prop. 17); su libertad es absoluta, idéntica con la
absoluta necesidad: una «libera necessitas». La libertad humana puede identificarse con la
misma libertad divina, con la necesaria pero no forzosa libertad de la universal sustancia129.
Contra el libre albedrío se declara Leibniz (Théodicée, § 46). Sostiene que cada
sustancia, o mónada, es libre en cuanto no sufre ningún influjo del externo, sino desarrolla
la propia vida toda del propio interno. Sin embargo, en todas las sustancias –espíritus
abarcados- cada desarrollo futuro es fijado, en armonía con el desarrollo de todas las otras
sustancias, la sustancia viene a ser un tipo de automaton spirituale. Leibniz objeta con razón
que el verdadero problema es la libertad del espíritu.
129
SPINOZA trata el tema de la libertad humana en la parte V de la Etica.
130
HOBBES, De corpore, c. 25, 12.
131
K. IMMANUEL, Crítica de la razón práctica., ed. Sígueme, Salamanca 1998, p. 165.
132 Cfr. A. LAMBERTINO, Il rigorismo ético in Kant, cit. pp. 237ss y 194- 95.
1
108
La teoría scheleriana pone de manifiesto la relación entre libertad y valor, lo que
supone un notable paso adelante, pero no consigue explicar satisfactoriamente el dominio de
la persona sobre sus actos. El análisis fenomenológico se centra en el contenido objetivo del
acto, pero no capta la posición libre del querer por parte de la persona. Parece que la
presencia de los valores en el conocimiento emocional determina el querer. No es la persona
quien se conduce a sí misma hacia el bien - para Scheler al valor moral no es fin -, sino que
es arrastrada pasivamente hacia un mundo de valores, que se hacen presentes a través de
una emoción espontánea de la que no puede tomar las riendas.
f) La filosofía existencialista.
a) La libertad de actuar.
Es una libertad puramente exterior. Es cierto que es importante pero todas las
libertades posibles no bastan para hacer un hombre libre.
1. Un acto puede ser llamado libre cuando está exento de toda coacción exterior. Esta
libertad recibe el nombre de "libertas a coactione". Fórmula negativa: "no está coaccionado
exteriormente", pero dibuja una noción positiva: "movimiento natural", por eso también es
llamada "libertad de espontaneidad"135. Podríamos describirla como "la posibilidad de
actuar según las propias inclinaciones sin constricción alguna".
2. La libertad de acción se diferencia según los diversos tipos de coacción de los que
el sujeto está libre136:
La libertad física consiste en poder actuar sin ser detenido por una fuerza superior
(muros, cadenas, rejas). Libertad civil consiste en poder actuar sin que lo impidan las leyes
de la ciudad. La libertad política consiste en poder actuar en el gobierno de la ciudad de la
133
Cfr. R. LUCAS, El hombre espíritu encarnado, Ed. Sigueme, Salamanca 1999, p. 173.
134 Cfr. R. VERNEAUX, Filosofía del hombre, Barcelona 1988, p. 174: Este artículo comienza haciendo algunas aclaraciones importantes: "(La libertad) no es un ser, una substancia, ni
una facultad, ni tampoco un acto. Es solamente un carácter de ciertos actos de voluntad. Es, por así decirlo, un "accidente" de tercer grado, pues la substancia es el hombre; la voluntad es una
de las facultades del hombre, el acto voluntario emana de la facultad; y en algunos casos este acto es libre".
135 Algunos autores hacen coincidir la "libertas a coactione" con la libertad de espontaneidad, en el sentido de que reside en el movimiento al que una cosa tiende por naturaleza. HUBER
define la "libertad de espontaneidad" como "capacidad física no impedida". ARISTÓTELES en la Ética a Nicómaco III, 3 la define como "aquello que está en el agente que sabe lo que
hace". Así está en la esfera de la acción humana. En la ESCOLÁSTICA espontáneo es "aquello que procede de un principio interno". Se excluye por tanto un determinismo externo, pero el
determinismo interno no se toca. Es por ello que nosotros la hemos ubicado e identificado con la "libertas a coactione" pero dándole un matiz humano.
136
Cfr. R. LUCAS, El hombre espíritu encarnado, pp. 169-171.
109
que se es miembro (se opone a la tiranía). Libertad moral consiste en poder actuar sin ser
retenido por una ley moral, es decir, por una obligación (la obligación no solo pesa sobre los
actos exteriores sino también en lo más íntimo de la conciencia). La "libertas a coactione"
concierne solamente a la ejecución de los actos.
b) La libertad de querer.
2. El Libre albedrío puede tomar dos formas, pues puede hacerse sobre dos
alternativas diferentes:
Estas dos formas son distintas. Puede tenerse la primera sin tenerse la segunda. Pero
la segunda supone la primera.
a) Libertad de indiferencia139.
b) Libertad de espontaneidad141.
Su formulación es la siguiente:
110
(no obligado desde fuera), e inteligente. Estas tres condiciones bastan para definir la
libertad. Libertad es spontaneitas intelligentis, la espontaneidad de un se inteligente142.
2. Acto de la volición (de querer) como libre de la libertad de arbitrio: ¿qué es?,
¿existe?, ¿hacia qué objeto y bajo qué condiciones se tiene?. ¿Cuáles son las
consecuencias de la solución de estos problemas en orden a la concepción del
hombre?
"Libre arbitrio" es una expresión del pensamiento cristiano para significar la libertad
propiamente dicha. La libertad no es solo una "libertas a coactione", o estar exento de una
necesidad externa (espontaneidad), sino también como "libertas a necessitate naturali" o
estar exento de una necesidad interna. De aquí nace la "vis electiva" o poder de elección.
Santo Tomás afirma que la voluntad y el libre arbitrio no forman dos potencias
diversas, sino una; sin embargo con esta diferencia: que la potencia misma es llamada
voluntad en cuanto se dirige al fin último, deseado por sí, y es llamada libre arbitrio en
cuanto se dirige a los medios o bienes particulares y contingentes, deseables respecto al
fin144.
Hablar del ser, existencia, condiciones y objeto del "libre arbitrio" es considerar la
teoría tomista de la libertad:
Puede definirse al ser libre como aquel que "es causa de sí mismo"146. Esto no significa que
se crea a sí mismo, pues "nada puede ser causa de su propia existencia"147. Esto más bien
142 En esta concepción de libertad hay algo de verdad pero también hay un grande error de fondo. Es verdad que no hay acto de libertad sin motivo, hay en el acto libre una parte
de espontaneidad. Pero el error está en que la espontaneidad no basta, es necesaria una decisión de la voluntad. Los motivos no ocasionan la decisión, si así lo hicieran
determinarían a la voluntad (y por consiguiente no habría libertad).
143 Tomado del DIZIONARIO ENCICLOPEDICO DI FILOSOFIA, Sansoni.
144 Sum. Theol., I, q. 83, a. 4.
145 Tomo como base: R. VERNEAUX, op. cit., p. 189-191.
146 "Liberum est quod causa sui est" (C.G. II, 48; De Veritate, 24, 1).
147 "Nihil potest esse sibi causa essendi" (C.G.II, S. Th., 47)¿?.
111
significa que es causa de su acto148. Así pues: Por su libre arbitrio, el hombre se mueve a sí
mismo a obrar.
Dicho en términos más modernos hay en la libertad una parte de espontaneidad y una
parte de indiferencia. La voluntad tiene una parte de...
Hemos visto que en la dinámica del acto deliberativo intervienen estas dos
facultades. Cada una mueve a la otra a su manera. Forman una especie de "circulación".
Santo Tomás dice que:
148 "Sibi causa agendi" (C.G.II, 48); "Causa sui motus" (S.Th., I, 83, 1 ad 3).
149 Podríamos objetar: ¿Cómo puede el hombre autodeterminarse?. ¿No es acaso contradictorio que la voluntad esté en acto y en potencia al mismo tiempo? (En acto en cuanto
mueve, en potencia en cuanto es movida). Nada puede pasar de la potencia al acto si no es por un ser en acto.
150 De malo, 6, 1.
151 Esto se comprende claramente cuando observamos que la realidad misma de "bien" al que se dirige la voluntad, al no ser Absoluto, no determina completamente (su
espontaneidad) sino que deja un margen considerable de indiferencia.
152 Pero no en el sentido que señalamos arriba (de Reid).
112
- La voluntad mueve a la inteligencia poniéndola en actividad153.
Ahora bien, está claro que la especificación depende del ejercicio: yo solamente
quiero esta cosa si pienso en ella, pero yo sólo pienso en ella si quiero.
Así pues, el acto libre no es sin causa. Tiene por causa la voluntad y el motivo
conjuntamente y está determinado por ellos (causalidad no mecánica sino misteriosa).
Afirmar que el hombre es libre, significa decir que posee la capacidad de tomar en
sus manos las riendas de su propio actuar.
Si es verdad que «agere sequitur esse», es también verdad en otro sentido que «esse
sequitur agere». La acción emana del ser y es creadora de ser.
Para Sartre el hombre ha de ser, debe escoger y debe escogerse. El hombre no es,
debe hacerse por su libertad, y se hace sobrepasándose incesantemente, existiendo,
proyectándose fuera de sí mismo. Ortega y Gasset había dicho antes que la existencia
humana es un hacerse, pero no en el sentido de hacer cosas, sino en el sentido de que su
mismo ser es un quehacer. El hombre no sólo debe hacerse, sino que debe elegir aquello que
será; la libertad no es una actividad que alguien ejecuta y que, antes de ejecutarla, tiene ya
un ser fijo. «Ser libre quiere decir carecer de identidad constitutiva, no estar adscrito a un ser
determinado, poder ser otro del que se era y no poder instalarse de una vez para siempre en
ningún ser determinado»156.
153 "Quantum ad specificationem actus... quantum exercitium actus" (De Malo, 6, 1).
154 R LUCAS, o.c., pp. 179-184; tr. it., pp. 172-177.
.
155 Puede verse al respecto: J.A. IZQUIERDO LABEAGA, El hombre entre dos hermenéuticas, en "Gregoria um" 73 (1992) 523-539; R. LUCAS LUCAS, Hacerse hombre,
n
Pug, Roma 1989, pp. 92-101.
156 J. ORTEGA Y GASSET, Historia como sistema, en "Obras Completas", Vol. VI, p. 34.
113
El hombre debe justificar su propia elección: la libertad entendida como capacidad
de actuar sabiendo lo que se hace y por qué se hace, se relaciona intrínsecamente con la
responsabilidad.
La posición determinista se puede resumir así: todo está determinado; cualquier acto
depende totalmente de sus antecedentes158. El mismo acto con el que pienso el
determinismo está incluido en la cadena de los hechos determinados y determinantes.
114
3.2. Defensa del libre arbitrio:
* Todo lo que ocurre está determinado causalmente por unas leyes naturales inmutables.
* Todo lo que ocurre puede explicarse mediante dos elementos: la masa y el movimiento.
b) Pruebas de la libertad:
159
Cfr. R. LUCAS, o. c., p. 172s.
160 Cfr. R. LUCAS, o. c., p 176s.
.
161 R. GUTIÉRREZ SAENZ, Introducción a la Ética, México 1994, p. 74-75.
162 Ibídem, pp. 75-76.
115
3.3. Hombre: ser condicionado y libre.
4.1 Introducción.
a) Jackes Maritain.
La opción fundamental coincide con la primera elección del bien como tal (J.
Maritain); cada uno de sus actos particulares subsiguientes no es, en definitiva, más que una
confirmación y ratificación del comienzo establecido de una vez por todas. La dinámica
inmanente de la praxis moral tiene su origen en esta elección inicial164.
163 Recordar: si se manipula la voluntad y se atrofia (aún momentáneamente) la inteligencia, entonces no habrá acto humano (actus humanus), sino acto del hombre (actus
hominis).
164 K. DEMMER, en Nuevo diccionario de TEOLOGIA MORAL, voz "Opción fundamental", Madrid 1992, p. 1270.
165 R. LUCAS., o.c., p. 186s.; tr. it., p. 179s.
116
La opción fundamental no es una opción determinante, porque siempre le es posible
a la voluntad decidir de forma diversa, pero es una opción dominante dado su influjo, cada
vez mayor, sobre las elecciones particulares. Es un hábito (habitus) de la voluntad que,
dependiendo de la dirección tomada, empuja al hombre hacia el bien haciendo que le resulte
más fácil de realizar el bien moral; o hacia el mal, obstaculizando el ejercicio de la virtud.
En cada nueva elección particular la opción fundamental se renueva, se clarifica y se
refuerza hacia el bien o hacia el mal.
La opción fundamental, renovada en cada acto libre, está fuertemente influida por las
elecciones precedentes, de tal forma que el hombre no cambiará fácilmente su opción
fundamental sin lucha y resistencia. Aunque algunas veces la opción fundamental puede
parecer una decisión instantánea (p. ej., una conversión, la vocación al sacerdocio, etc.), en
realidad es el resultado de una larga maduración interior, más o menos inconsciente, durante
la cual la nueva opción busca manifestarse en muchas acciones de la vida diaria; todavía
antes de aparecer explícitamente, la opción fundamental influye en los actos humanos
orientándolos hacia la propia dirección. Las elecciones particulares se verifican entre las
diversas posibilidades; la opción fundamental se hace entre un "sí" o un "no", en el cual el
hombre, como espíritu, se acepta o se rechaza a sí mismo de forma incondicionada. Por eso,
la opción fundamental se refiere siempre a la propia realización y forma parte del carácter
propio del hombre, no como aspecto innato, sino como dimensión adquirida y controlada
por la voluntad.
Esto nos lleva a afirmar la posible existencia de una "opción fundamental", entendida
como:
La elección libre que está a la base de otras elecciones libres menores, cuyo
objeto o bien querido intencionalmente constituye en algún modo el contexto
en el que se colocan, mas o menos, los objetos intencionales o bienes
queridos en otros actos volitivos menores, que de ella se siguen y en ella se
inspiran.
117
Podríamos ver una analogía con la "opción fundamental" en lo que Santo Tomás
llama ordinatio ad debitum finem (I-II, 89, 6).
Reflexionando sobre esto, podemos ver cómo la opción fundamental es una elección
"de conjunto" del sujeto respecto a toda la realidad: no es solo elección entre el bien y el
mal, sino también dentro la elección del bien moral ella difiere de persona a persona (por
diversidad de experiencias, de historia, de cultura, etc.), determinando un estilo en la
constante elección del bien.
Ahora bien, detrás de todos los objetivos que pretendemos a lo largo de la vida se
encuentran determinadas opciones de valor que constituyen su justificación. Se trata de una
opción que brota de lo más profundo de nuestra personalidad y marca el ideal supremo de
nuestras vidas. Cuando un hombre vive obsesionado por la comodidad, el placer y el dinero,
es porque su máximo ideal, su mayor felicidad consiste en disfrutar la vida y tener todo lo
que se le antoja. Esa es su opción fundamental, explícita o implícita. Cuando otro hombre
ha consagrado su vida al servicio de los pobres, sin importarle para nada las privaciones que
su forma de vida le depara, ha realizado también una opción fundamental.
La opción fundamental colorea y define toda la existencia. Abarca todas las opciones
secundarias y condiciona los actos de cada día. Es ella la que orienta y da sentido a toda la
vida. Carecer de opción fundamental equivale a vivir sin proyección definida, sin sentido, a
la deriva. Son muchas las personas que se hallan en esta situación, unas por temor a la
opción, otras por dejadez o servilismo.
Por ser está opción una decisión de toda la persona, sólo puede darse cuando se ha
alcanzado una madurez suficiente, es decir, después de la adolescencia. Sin embargo, se va
gestando desde los primeros años de la infancia. El desarrollo de la personalidad en el niño
condiciona paulatinamente su opción.
La opción última puede ser de índole religiosa: la opción de Dios como plenitud de
ser y fin último de todas las cosas. Pero puede consistir también en el proyecto último o
ideal de la propia realización en el orden natural: la felicidad natural, el establecimiento de
una sociedad más humana, la sabiduría, etc. En cualquier caso, esta opción marca la
dirección de todas nuestras obras.
166 El presente artículo esta tomado de la obra de LUIS JOSE GONZALEZ ALVAREZ, Ética Latinoamericana. USTA, Bogotá., 1988, pp. 167-169.
118
Pero sí nos da un criterio de primer orden, puesto que nos permite ubicar un acto aislado en
el conjunto operante de una vida responsable.
Una vida humana responsable se asienta sobre una opción fundamental explícita.
Todos mis actos como persona y todas mis actitudes cobran pleno sentido cuando están
orientados por un fin definido. Los mismos errores e incluso las debilidades de cada día
quedan absorbidos en esa buena intención fundamental que motiva todo mi existir.
4.3. ¿La primera y la última decisión del hombre adulto es necesariamente una opción
fundamental?167.
167 Texto base: F. HERRAEZ, La opción fundamental, Ed. sígueme 178, p. 136ss.
119
Para el hombre de hoy, más que para el hombre de otros tiempos, la palabra
“libertad” tiene una resonancia casi mágica. Suscita perspectivas fascinantes de realización
humana. La libertad es de algún modo la suprema aspiración del hombre, la meta de los
esfuerzos comunitarios y personales: la libertad para los negros, para el tercer mundo, para
la mujer, etc. En una palabra, la libertad expresa el ideal de plena realización del hombre.
Esto implica, que por una parte, que el hombre se ve liberado de las numerosas esclavitudes
y alineaciones, y por otro lado, que consiga ser plenamente él mismo.
120
TEMA 8: LA PERSONA, SU DIGNIDAD E INMORTALIDAD
Sustancia
Lo que es en si. En cambio el accidente es la que es en otro. La persona existe en si y por
eso es sustancia. El hombre es un todo substancial, sustancia completa.
Sustancia individual
La sustancia en el sentido pleno de la palabra, es el individuo (indiviso e indivisible,
separado de los demás con unidad interna). En a definición de Santo Tomás sustancia
individual, es substituido por el término subsistens. En efecto, hypostasis, subsistens,
substantia individua, suppositum significan lo mismo. El subsistens es una sustancia
individual ue forma un todo completo.
Naturaleza racional
Para poder hablar de persona humana se precisa a naturaleza racional; es éste el dato
distintivo de a persona respecto a los otros seres substanciales. El elemento que distingue
a naturaleza racional es a reditio completa. Implica un retorno del hombre sobre si
mismo, una capacidad de ser presente a si mismo que se verifica en dos sectores: la
autoconciencia y a autodeterminación.
Vicisitudes
Hay quien distingue entre “naturaleza raciona!” y “naturaleza intelectual”; La definición
de Boecio (racional) seria solo aplicable al hombre (y no a Dios o los ángeles). Dios es
persona de naturaleza intelectual (que es intuitiva y atemporal, a naturaleza racional, en
cambio, es cursiva y temporal).
Santo Tomás cambiaré sustancia individual, por “subsistem”. (retoma una terminología
que ya los padres capadocios habían utilizado, y que Boecio vuelve a cambiar en
términos aristotélicos de sustancia). Subsistir es tener toda y sola Ia sustantividad de una
realidad clausurada, de una realidad total, de una realidad que se pertenece en pro piedad.
A mi manera de ver, el término “subsistem”, nos ayuda a comprender que estamos ante
una realidad totalmente nueva en relación con todas las demás cosas existentes.
Persona e individuo
Características de la persona: 1. Inseidad, substancialidad, La persona es la sustancia por
excelencia, persiste in se; 2. Perseidad, el ser per sé. Es entendido coma el finalizarse en
la persona de todo aquello que en el orden cósmico, social, político, tiene función de
medio o de instrumento, es decir, de cuanto no tiene su fin en si mismo.
121
Relación entre naturaleza humana y persona humana
Naturaleza: aquello que se posee.
Persona: aquel que posee dicha naturaleza humana.
Por naturaleza se entiende la sustancia en cuanto principio de actividad. Sustancia y
naturaleza son la misma realidad: a naturaleza es principio de actividad y la actividad
supone la sustancia Toda determinada sustancia tiene su propia actividad y toda
determinada actividad procede de una determinada sustancia. La naturaleza como
actividad es el fundamento de a concepción finalística de a realidad. La vitalidad es
ciertamente esto: tener en si una finalidad interna.
La naturaleza la podemos decir es un modo de ser determinado, también como una
constitución operativa un principio de operaciones que realiza un modo de obrar propio y
característico, es algo dinámico (physis) y que posee una finalidad (telos).
Disponibilidad de la persona humana a ejercitar y a manifestar su ser en el
conocimiento intelectual, en el amor espiritual y en el ejercicio del libre arbitrio.
La persona es “el ente que se expresa a si mismo en el acto en el cual entiende, quiere y
ama”. En estos tres actos el hombre se manifiesta.
Intelecto = el hombre se sitúa de frente a la realidad en cuanto realidad.
Amor espiritual = su relación hacia el otro. Apertura, ser comunal...
Libre arbitrio = Voluntad. El hombre es lo que quiere ser.
122
realización de otros objetivos. Es sagrada, la única realidad sagrada con que nos
encontramos en el mundo.
123
Con el termino “materia” entendemos todo lo que es compuesto de partes, se extiende y
ocupa espacio, desarrollándose en el tiempo. Todas estas facultades de a psique humana y
animal que presentan estas características o que responden aunque sea a uno solo de los
requisitos que hemos comprendido en Ia definición de materia se deben retener como
materiales.
Con el termino “espíritu” entendemos no solo aquello que es contrario, sino
contradictorio respecto a aquello que hemos indicado come los requisitos de a materia,
La psique humana muestra lo distintivo del espíritu en sus operaciones fundamentales: a
abstracción y la libre voluntad.
En la abstracción, el hombre llega a las ideas, conceptos, esencias de las cosas: el
concepto no se compone de partes y no se desarrolla en el tiempo, ni ocupa espacio. Se
esta de frente a realidades espirituales. Un ente es inteligente por el hecho de ser
inmaterial, pues el conocimiento consiste en la posesión intencional - no física - de la
forma de lo conocido. Lo que se conoce está presente al cognoscente de un modo
inmaterial, espiritual.
El hombre es provisto de intelecto especulativo y de libre voluntad, facultades superiores
e independientes de la materia, y por lo tanto, de naturaleza espiritual. Esta facultad exige
en quien a posee un principio que sea causa y razón, y que sea de su misma naturaleza, o
sea, de naturaleza espiritual: el anima racional. Los animales en cambio, tienen solo
manifestaciones psíquicas sensitivas y, come de es efectos se conocen las causas,
deducimos que ellos deben estar privadas de un anima racional.
¿Qué libertad puede haber en sentido pleno, sin garantías de eternidad? (Camus).
Dos caminos para la demostración de la inmortalidad
• El alma espiritual fundamenta la inmortalidad personal? El n de esta consideración
consiste en a afirmación de que la espiritualidad (inmortalidad) del alma constituye una
prueba clara y evidente de la existencia personal eterna más allá de la muerte.
Efectivamente, el alma espiritual (inmaterial), al no estar compuesta ulteriormente de
materia y de forma (principios absolutamente necesarios para la descomposición de un
ser), no puede corromperse (descomponerse) en a muerte ni después de la muerte. Desde
el momento en el que el alma entra a la existencia, sigue siendo eternamente idéntica a si
misma.
El pensamiento filosófico contemporáneo, sensible frente a la condición corpórea e
interpersonal del hombre, encuentra muchas dificultades en concebir la inmortalidad
personal a través de a idea de incorruptibilidad del alma separada.
Tres negaciones de la teoría del “alma separada”: 1) quienes niegan (en distintas grados)
la posibilidad de una demostración filosófica de a inmortalidad; 2) quienes rechazan el
sentido que se le ha dada a la palabra inmortalidad (poco críticos. La inmortalidad en
categorías espacia/temporales “después” de la muerte); y 3) Quienes atacan directamente
a que se entiende par “alma separada”. Se le critica de ser profundamente dualista.
Cuando hablamos de inmortalidad, es inmortalidad de a persona y no solo del alma.
Dificultad. ¿Cómo pueden ejercitarse la voluntad y la inteligencia cuando falta el cerebra,
el cuerpo, la memoria?
La consideración de la inmortalidad personal, entendida coma incorruptibilidad del alma
espiritual, no es una consideración falsa, pera si insuficiente.
124
Postura de Lucas Lucas. El espíritu tiene una realidad propia y una independencia propia
de la materia; gracias a su espiritualidad subsiste en si misma tiene un ser intrínsecamente
independiente de la materia (Cfr. S. Tomás, ST, I, q. 75, a. 2.); destruida la unidad del
compuesto, el espíritu continua vivienda después de la muerte porque su ser es
intrínsecamente independiente de la materia. La espiritualidad del hambre no puede
desaparecer par el solo hecho de la descomposición del organismo biológico. Gracias a
su ser subsistente, el espíritu “puede” continuar existiendo después de la muerte del
compuesto. Coma permanece el misma también en el cambia continua del cuerpo (cada
200 días las células de nuestra cuerpo son renovadas en su totalidad. Así que mi cuerpo
actual, no es el misma del de hace 1 año a 20 años)
+ Otro camino. La antropología filosófica, para resolver sus problemas fundamentales, se
ye obligada a convertirse en metafísica, precisamente porque el núcleo más escondido de
los problemas humanos es de orden metafísica y religiosa. Suponiendo ya resuelta el
problema de la existencia de un Dios creador. El hecho de que todas y cada una de las
personas humanas son alguien delante de un Dios creador; nos ofrece realmente una
promesa y una garantía de inmortalidad personal y de cumplimiento total de a existencia?
El problema de la inmortalidad del hombre no es más que el problema del hombre coma
pregunta de Dios. Descubrirse criatura implica que en definitiva uno es “alguien’ frente a
los demás. Coma cualquier otra relación verdaderamente interpersonal, incluye la
exigencia de no tratar al otro coma cosa, coma función, coma número, sino coma alguien.
Incluye en virtud de La misma afirmación del otro en el amor la exigencia inderogable de
la inmortalidad, esto es, del don permanente y abundante de la existencia en el
cumplimiento de sus pasibilidades. Si Dios quiere a cada una de las personas como
persona, entonces no a quiere coma función a coma eslabón en el desarrolla de un
conjunto a de un todo. Quererla solamente durante algún tiempo significaría siempre y
necesariamente quererla coma función, para abandonarla luego, una vez que se hubiera
cumplido esa función. Querer a alguien coma persona es quererlo para siempre.
• Los caminas par los cuales se realizará la comunión plena, la libertad plena. .siguen
estando escondidos a as ojos de la razón y par tanto solamente pueden ser objetos de
esperanza.
• Sin embargo, la certeza que la filosofía logra alcanzar es suficiente para justificar la
razonabilidad del abandono radical del hombre en manos de su creador. El misterio del
hombre es en último análisis una invitación a caminar hacia el misterio del Dios del
amor.
• Otras pruebas: 1. El desea natural, argumento teleológico (de bien y de verdad). El
hombre es el ser finito abierta a Dios; 2. La voz de la humanidad: en todos los pueblos
(aún los más antiguos) encontramos a creencia en otra vida.
125
TEMA 9
NUESTRO CONOCIMIENTO DE DIOS
126
primero afirma la igualdad entre creador y criatura; el segundo dice que la divinidad es
un misterio que no puede ser conocido en ningún modo.
Ninguno de los grandes aspectos del hombre, que determinan a fondo el sentido
de su existencia, es accesible a pruebas y demostraciones de tipo científico. El amor, la
amistad, la confianza, la esperanza, la promesa, el sufrimiento, etc., no son conclusiones
de conocimientos científicos.
a). Por parte del sujeto cognoscente (hombre): el valor del principio de
causalidad más allá del mundo fenoménico.
b). Por parte de su objeto conocido (Dios): El no puede ser encerrado en
conceptos, no puede ser de-finido.
127
Por lo tanto podemos afirmar: Dios es acto puro, es el ipsum esse subsistens (en
Dios la esencia y el ser en acto se identifican, Dios es el ser en acto), Dios es infinito (el
ser de Dios no está limitado a actuar una esencia, sino que se actúa sin límites), Dios es
único (no pueden existir dos infinitos), Dios es trascendente (lo conocemos como distinto
del mundo de la experiencia), Dios es creador (todo el resto tiene el ser por
participación), Dios es creador libre (aquello que obra por necesidad de naturaleza no
puede ser sin su actividad), Dios es inteligencia, voluntad, amor; Dios es persona.
2. Argumento teleológico: ante el orden y finalidad del ente natural, se pregunta por una
razón, que es el fundamento de ese orden. El orden (y la finalidad) de un organismo,
de un ecosistema o de un comportamiento animal, no se puede entender desde las
partes del mismo organismo, del sistema o del animal concreto. Debe, pues, existir una
razón que es la condición para que exista el cosmos y no el caos, para que en los
planos más diversos todo se entienda teleológicamente (finalísticamente).
128
2. Los principales argumentos en favor del existir de Dios, sobretodo la vía de San
Agustín hacia la verdad inmutable, el argumento de San Anselmo, las “cinco vías” de Santo
Tomás, el argumento llamado “ontológico”. Cómo el pensamiento moderno puede renovar
estos argumentos? En qué sentido conduce a Dios, absoluto y personal?
Dios es aquello de lo cual nada más grande puede pensarse. Y esto lo piensa
incluso el ateo o el necio que dice “Dios no existe”. Para negar a Dios, sabe que habla de
un ser del cual no puede pensarse nada más grande. Por lo tanto, si el ateo piensa en Dios,
Dios se halla en su intelecto, o no pensaría ni negaría su existencia. Pero cuando niega
que Dios exista, el ateo quiere decir que Dios no existe fuera de su intelecto, es decir en
la realidad. Y en esto consiste la contradicción: si piensa que Dios es el ser del cual no
puede pensarse nada mayor, y al mismo tiempo niega que exista fuera de su pensamiento,
se verá inducido a admitir que es posible algo más grande que Dios, que no solo existe en
el pensamiento sino también en la realidad. lo cual es contradictorio porque afirma y
niega que Dios sea el ser del cual no existe nada más grande. En otra palabras: si Dios es
el ser del cual no se concibe nada mayor, no es posible considerarlo como existente en el
pensamiento pero no en la realidad, porque en tal caso no sería el más grande.
129
Pensar en Dios y considerarlo como realmente existente es, de manera simultánea, unum
et idem.
A diferencia de Santo Tomás, san Buenaventura y Escoto aceptaron tal
argumento. En la filosofía moderna también Descartes y Leibniz. Leibniz lo reformuló:
“Es ser necesario, si es posible, existe; es posible, y por lo tanto existe”. Kant en cambio,
lo rechazó decididamente, en nombre de la radical distinción entre existencia pensada y
existencia real: no se puede seguir jamás del (puro) concepto de Dios la existencia de
Dios.
130
pasar algo de la potencia al acto). Esto ningún otro motor.
no lo puede hacer más quien esta en
acto. Es imposible que algo se mueva a
sí mismo.
SEGUNDA VIA: No se encuentra, ni Si no hubiera una primera en las causas
es posible, que algo sea causa eficiente eficientes, tampoco de daría ni el efecto
de sí mismo, pues si así ocurriera sería último ni causas eficientes intermedias,
antes de sí mismo, lo cual es imposible. lo cual es, evidentemente, falso.
TERCERA VIA: Es imposible que los No es posible proceder al infinito en los
seres contingentes sean siempre, puesto seres necesarios que tiene causa de su
que lo que es posible de no ser, alguna necesidad, como tampoco lo era en la
vez no es, si, pues, todas las cosas son causa eficiente, según se probo.
posibles de no ser, alguna vez no
existió nada; pero si esto es verdad,
tampoco existiría nada ahora, porque lo
que no es, no empieza a ser sino por
algo que es. Luego no todos los entes
son posibles (contingentes), sino que
debe existir alguno que sea necesario.
Pero todo ente necesario o tiene causa
de su necesidad en otro168, o no la tiene.
CUARTA VIA: se encuentran en las Por tanto, existe algo que es verísimo,
cosas algo más o menos bueno, y, en consecuencia, máximamente ente,
verdadero, noble… pero el más y el ya que las cosas que son máximamente
menos se dicen de diversas cosas, según verdaderas son máximamente entes.
se aproximen de diverso modo a algo Ahora bien, lo que se dice
que es máximamente. máximamente tal en algún género es
causa de todos los que están en aquel
género.
QUINTA VIA: las cosas que carecen Luego existe un ser inteligente por el
de conocimiento, como los cuerpos cual todas las cosas naturales se
naturales, obran por un fin, obran de la ordenan a un fin: a este ser llamamos
misma manera para conseguir lo mejor Dios.
(no llegan al fin por azar, sino
intencionalmente). Pero los seres que
no tiene conocimiento no tienden al fin
sino dirigidos por algún ser
cognoscente o inteligente.
Finalmente quiero sugerir tres artículos que abordan con mucha novedad y desde
los argumentos antes citados, el problema que nos ocupa:
168Solo son contingentes (posibles de ser y no ser), los entes materiales (la potencia corresponde a la materia). Los seres espirituales son
necesarios, aunque es claro que no son necesarios por sí mismos, sino que la causa de su necesidad la tienen por otro.
Esto es así porque el acto únicamente se limita por la potencia correspondiente, y como en los entes el esse es acto, se determinará por la
potencia, que es la esencia. Pero existen esencias que una vez actualizadas no pueden dejar de ser, son necesarias y no contingentes, ya
que no son corruptibles (así el ángel y el alma humana). De ahí que no pueda considerarse a esta vía como la más universal en el punto de
partida, porque el hecho de experiencia está limitado por S. Tomás a los entes posibles de ser y no ser, “ya que vemos algunas cosas que se
generan y se corrompen”, es decir, los entes contingentes, los entes materiales.
131
1. El primero es «la analogía del Ser» de Bruno Puntel, se encuentra en
Sacramentum Mundi T I p. 152. El artículo aborda la definición e historia de la
analogía; la crítica hecha desde la modernidad, especialmente Kant y por último
algunas pistas para comprender con mayor claridad algunos términos como
“univocidad”, “equivocidad”, el “es” en eminencia que se predica de Dios.
2. El segundo artículo es «Del Símbolo a la analogía» de Juan Carlos Scannone
(Stromata 55 (1999) 19-51). Este artículo en gran parte es influenciado por el
primero, pero con algunas novedades. Aborda el problema de la onto-teología y
desarrolla desde una perspectiva más lingüística y simbólica este tema de la
analogía.
3. Finalmente recomiendo «Itinerario filosófico hacia el Dios vivo» Del mismo
Scannone (Doc. CELAM 17, Bogotá 1974). El artículo propone lo que el autor
llama “el paso hacia delante” o “salto ético”. Es decir, la filosofía práctica como
una prueba de la existencia de Dios, aborda a autores como Blondel y Levinas.
132
TEMA 10
LIBERTAD DIVINA Y LIBERTAD HUMANA.
EL PROBLEMA DEL MAL169
169
Este tema sigue básicamente la presentación hecha por el P. Gilbert, con algunas ampliaciones que me parece
ayudan a comprender el contenido; hay otro material que hace referencia a Zubiri bastante clarificador, pero carente
de aparato crítico.
170
Karl Rahner nos ayuda a entender la libertad desde el aspecto onto-antropológico que supera la concepción
pseudoempírica de la libertad como una facultad del hombre junto a otras, por la que se puede hacer u omitir esto o
lo otro, capacidad de hacer o ser siempre nuevo y diferente. Se trata de pensar en la libertad como la entrega del
sujeto a sí mismo, de modo que la libertad en su esencia fundamental tiende al sujeto como tal y como un todo. En
la libertad real el sujeto se refiere así mismo, se entiende y pone a sí mismo, no hace algo, sino que se hace a sí
mismo en una historia espaciotemporal y dentro de ésta. Allí se realiza como tal libertad subjetiva, con validez y
condición ineludible, fundando lo necesario, lo permanente, lo definitivo. Libertad es el evento de lo eterno al que
no asistimos como “espectadores” sino que seguimos aconteciendo todavía con libertad. Padeciendo la
temporalidad, hacemos la libertad, formamos la eternidad que somos y devenimos. La “amenaza” permanente del
sujeto libre por parte de él mismo no es la característica de una determinada fase de la vida, la cual se supera dentro
de la vida, es una amenaza existencial permanente que pertenece a la realización una y entera de la única libertad
subjetiva. Cf. K. RAHNER, Curso fundamental sobre la fe. Introducción al concepto de cristianismo, 121-124. El
hombre se hace en su ineluctable libertad, Sartre: «el hombre esta condenado sin recurso a la libertad que lo obliga
a inventar su camino, libertad que le confiere una total responsabilidad.» J. RUSS, La marche des idées
contemporaines, 55.
133
salir de sí mismo sino que crea exactamente este otro, en cuanto lo tiene delante de sí,
como fundado y en igual medida lo abandona a su autonomía.
Un Dios ausente de nuestra realidad sería una hipótesis anticientífica cuanto aquella de
una criatura sin creador. Presencia de Dios en el mundo es aquella subsistente actividad
que es la activa constitución de las cosas. Es presencia íntima, inmediata, continua,
universal. No que sea naturalmente presente cual objeto percibido inmediata y
experimentalmente en el propio existir; pero esta presente con su hacer ser toda otra cosa
y con su hacer obrar toda otra actividad. Esta presencia de Dios es su Providencia. Es
presencia que no es otra cosa que creación y conservación, en cuanto es la divina
fundación de toda actividad de las criaturas, fundación de esta actividad en cuanto es
determinada de la concepción y de la voluntad de los objetivos de todos y de cada uno.
Dios procura regenerar o reconstruirse a sí mismo en los hombres, se hace presente en
todas sus intervenciones como el Ser singular y subsistente que es en sí y por sí (jamás
como ser impersonal o sin rostro). Con eso Dios se manifiesta a nosotros como presencia
activa; por eso la realidad de Dios no es un puro «est», sino un «prae-est»: el es
Presencia. La criatura por el contrario es relativa «ad est», presente tanto cuanto esta
orientada a Dios y sostenida por Él en el ser. Dios es inmediata e íntimamente presente
en cada realidad creada, porque esta comunicado cuanto tiene de más íntimo: el Ser.
Dios esta presente en cada criatura, porque la hace simplemente ser; trasciende todas las
cosas y las personas con su ser, mientras es inmanente en su obrar.
Ahora bien, el presupuesto de la creación no es el nada, sino Dios mismo. El don del
ser, de parte de Dios, no es la creación del ser puntual en el tiempo, sino
permanentemente presente: Dios no ha creado, esta creando. Con eso Dios creador
resulta ser la presencia de toda presencia: el creador se hace presente con su intervención
definitiva, al interno de la actividad de toda criatura, como su principio primero, sin
impedirle ser principio segundo en conformidad a su ser, es decir, a su naturaleza.171
Desde este punto de vista se encuentra una justa impostación también el problema de la
relación entre Dios y el hombre, sobre todo entre su libertad y nuestra libertad (y nuestro
destino). La duración del efecto asegura la continuidad de la acción creadora. Dios es
171 «Dios es la causa primera y trascendente de nuestra libertad y de nuestras decisiones, así el acto libre es
completamente de Dios como causa primera y completamente nuestro como causa segunda: no hay una fibrilla de
ser que escape a la causalidad de Dios. Nuestra libertad tiene la iniciativa de nuestras acciones, pero es una iniciativa
segunda: Dios tiene la iniciativa primera. Esto en el caso de las acciones buenas, en las acciones malas...es el
hombre la causa primera y quien tiene la iniciativa primera del mal moral.» J. MARITAIN, Dio e la permisione del
male, 18.
134
presencia creadora permanente: presencia continuada, no repetida ni renovada, sino
siempre nueva creación.
172
H. U. VON BALTHASAR, Teodramática, II. Las personas del drama, 290. Si bien es cierto que moralmente el
hombre es entregado así mismo como libertad para realizarse debemos reconocer que ontológicamente no esta
completamente entregado a sí mismo. Así la libertad conserva las características de su ser en dependencia de Dios.
Nathalie Frogneux nos dice qué ocurre al olvidar la referencia trascendente: «sería afirmar que la libertad esta
entregada a ella misma y destinada a destruirse. En efecto, la pura libertad, prometeica, se destruye creyéndose
todopoderosa, pues ella no puede ser más extrema que negándose. Así el hecho que la libertad no pueda afirmarse
más que negándose, es decir que puede destruirse en un acto de libertad muestra bien que la libertad no es jamás
pura libertad, que ella esta desde el principio unida al ser: la libertad no puede ejercerse más que en presencia del
ser, sea confirmándose en la afirmación sea negándose en la negación.» N. FROGNEUX, Une aventure
cosmothéandrique: H. Jonas et L. Pareyson, 524.
173
J. Maritain afirma que Dios conoce el mal porque conoce la esencia perfecta de las cosas que hace existir y
que no ha sido alcanzada. Santo Tomás: “ Unde, per hoc quod Deus cognoscit essentiam suam cognoscir ea quae
135
equivale a una determinación de los actos voluntarios de tal suerte que los convierta en
involuntarios.
La infalibilidad de la ciencia de Dios se mide por la eternidad y los efectos de la
libertad humana por el tiempo. Dios conoce necesariamente, con ciencia de visión
infalible, presente en su eternidad, todo cuanto acontece contingente y libremente en el
tiempo. La eficacia de la determinación de la voluntad divina, lejos de anular el ejercicio
de nuestra libertad, lo actualiza, pues el querer de Dios se extiende al mismo modo de ser
libre de nuestra elección. Dios quiere que haya cosas que se hagan libremente y por eso
les depara causas libres. Zubiri afirma: “Dios no prevé el acto, lo ve. Yo no realizo el
acto porque Dios los sabe, sino que Dios lo sabe porque lo estoy realizando, no solamente
en el pasado sino además en el futuro.” “Las mismas condiciones que hacen que un acto
libre esté en el tiempo, son las que hacen que ese acto esté en la eternidad y sea
cognoscible eternamente.” Pasado, presente y futuro son categorías humanas que no
afectan el modo eterno del ser de Dios. Podemos decir Dios ve ahora un acto mío que
será ejecutado mañana, pero por esto mismo es desde ahora eternamente inteligible.
Si existe, y cómo se ejercita, el influjo de Dios sobre la libertad humana sin que Dios la
sustituya y sin que esta venga disminuida?
El pensamiento cristiano sostiene que la gracia no suprime la libertad, sino que más
bien, posibilita la libertad; la gracia da a la libertad la fuerza de querer el bien y de
realizarlo. El que recibe la gracia no es una entidad pasiva, sino el hombre con libre
albedrío. Según Santo Tomás la gracia es como un auxilio, un socorro, un don otorgado a
quien sin ella quedaría irremisiblemente perdido. “La conversión del hombre a Dios se
lleva a cabo por medio del libre albedrío… pero el libre albedrío no puede convertirse a
Dios si Dios no lo convierte a su vez.” Dios hace lo que no puede hacer ningún otro ente,
que es mover a la criatura justamente desde el fondo de su misma entidad,
intrínsecamente, y hacer desde dentro algo que solamente podemos hacer desde fuera.
Dice Zubiri: “Dios me ha dado fuerza (voluntad) para hacer que algo “sea” libremente.
En cuanto “es” participa de Dios y aquí está la total autoridad de Dios en el orden
trascendental. En cuanto es “libremente” puesta, esta interpuesta mi decisión en forma de
causa segunda, determinada por otras causas segundas. San Agustín distinguió entre libre
arbitrio como posibilidad de elección y libertad propiamente dicha, como la realización
del bien con vistas a la beatitud. El libre arbitrio esta íntimamente ligado al ejercicio de la
voluntad, cuando menos en el sentido de la acción voluntaria; la voluntad puede
inclinarse, y sin el auxilio de Dios se inclina hacia el bien más próximo, que no siempre
se identifica con la prosecución del Absoluto.
¿Cuáles son los términos sobre los cuales debe girar la solución al problema de la
preciencia divina? Lo que Dios sabe, parece que limitaría la libertad del hombre. Pero en
contraposición a esto, se habla más bien, de Providencia.
ab ipso sunt, et PER EA cognoscit defecìus eorum ”. I Sent. dist. 36, q. I, a. 2. J. MARITAIN, Dio e la permisione del
male, 69.
136
libertad humana. Dios prevé nuestra voluntad y la prevé como voluntad, es decir, con el
ejercicio de elección. Dios hace la historia no menos que el hombre, sino aún más que el
hombre mismo. El influjo constitutivo de Dios sobre la libertad humana no la disminuye
ni la sustituye. El problema del llamado humanismo ateo de Sartre, Merleau Ponty, es
para quienes parece incompatible compaginar la existencia de Dios y la libertad humana.
2. Cómo fundar la libertad de arbitrio sobre la necesidad del bien? Valoración filosófica
de la tesis maniquea sobre el bien y el mal. El mal viene referido al bien como su
privación. El dolor y la culpa; ¿se dicen “males” en sentido unívoco, equívoco o
análogo? El problema de la teodicea o “justificación de Dios” en el contexto de los
males físicos y morales.
174
Para que la voluntad tienda hacia algo no se requiere que eso sea bueno en realidad, sino que se conozca
como bueno. Por eso Aristóteles dice en el libro II de la física, c.3 n.5 195ª, 26- que el fin es el bien o aquello que
aparece como bien.
175
El libre arbitrio se realiza como libertad genuina no en la «indeterminación de la voluntad, sino sobre todo de
la máxima determinación al bien; no la posibilidad de escoger entre bien y el mal, sino sobre todo la imposibilidad
de escoger el mal.» R. LUCAS LUCAS, El hombre espíritu encarnado, 170.
176
S. Th. I, c.48, a. 2.
177
H. U. VON BALTHASAR, Teodramática, I. Prolegómenos, 399.
137
Tal vez sea más comprensible hablar de la libertad de arbitrio como capacidad de
amar, de donarse y de acoger un don. Evidentemente tal capacidad implica también la
real posibilidad de no amar, de rechazar un don o rechazar donarse, tal capacidad implica
consiguiente llevar el peso del rechazo. La elección puede queda oscurecida por la
pasión, extraviada por el engaño, puede desvelare como algo trastornado y exigir la
autodestrucción impotente del autor,178 haciendo de su libertad una libertad liberticida.
El hombre creado libre por Dios, ha recibido esta capacidad. En una visión puramente
antropológica se diría: el mal aparece como la subversión de la dinámica vital que lleva
precisamente al movimiento estructurante inverso al que se sigue para volverse
significante.179 Puede tener sentido aquí la siguiente afirmación de Kierkegaard: «El
pecado delante de Dios o teniendo la idea de Dios es desesperadamente no querer ser sí
mismo o desesperadamente querer ser sí mismo. El pecado es la debilidad elevada a
potencia o la obstinación elevada a potencia.»180
La solución maniquea propone que el bien procede del bien y el mal del mal. Desde el
parsismo pasando por la gnosis y hasta J. Böhme y Schelling tardío establecen de manera
distinta el bien y el mal o el fundamento de su posibilidad como principios originarios, ya
sea como esencias divinas que se combaten, ya sea como tensión y escisión en el seno
mismo de la única divinidad. En la misma Escritura la desobediencia libre y culpable del
hombre destruye la armonía del estado originario tentado por un poder maligno cuyo
origen permanece oscuro, «un mal ya allí, antes de toda iniciativa malvada imputable a
cualquier intención deliberada.»181
178
Piet Schoonenberg hace el siguiente análisis del mal como una tendencia autodestructiva. Dios es la fuente
del ser, y el hombre al apartarse de él, destruye su propio ser, se autoaniquila. Si relacionalmente decimos que una
persona que se aparta de los demás no puede llegar hasta sí mismo y realizarse, con mayor razón fracasa el que se
aparta de Aquel que es la fuente del propio Ser. El pecado tiende a la autoaniquilación de quien lo realiza. El que no
se lleve a cabo completamente este proceso de destrucción puede atribuirse a que Dios conserva la creación. Sin
embargo en la acción mala hay algo simultáneamente distinto al simple impulso hacia la autoaniquilación. Quien
peca realiza una acción esencialmente ambivalente, es decir, tiende hacia un bien, trata de realizar un valor, pero lo
hace contra la alianza y el orden divinos y, de este modo actúa negativa y destructivamente. O viceversa el pecado
es algo negativo, pero su negación se concreta en una acción positiva. Aún el endurecimiento más directo contra
Dios y el prójimo sigue siendo una autoafirmación, un afianzamiento de la propia libertad. Y no podría ser de otra
manera. Puesto que el hombre creado por Dios y conservado en su ser, no puede menos que realizarse a sí mismo.
O de forma negativa, el hombre no puede aniquilarse a sí mismo, como tampoco puede darse el ser. Aunque la
persona libre pueda autorrealizarse, el ser o no ser de la criatura se sustrae a su propio poder, ni siquiera el suicidio
es una autoaniquilación. Tal vez el suicidio es el intento más claro de aniquilación pero la persona que la realiza
tendrá que seguir existiendo con esa opción. El poder del pecado permanece siempre subordinado al poder creador
de Dios. El pecado no es un acto de omnipotencia. Sin embargo esta destructividad del mal que no aniquila crea
una situación peor porque genera una contradicción interna. Cf. P.SCHOONENBERG, Mysterium Salutis. 2, II, 968-
969; Kierkegaard habla de la autodestrucción impotente donde el sujeto se desespera por no poder aniquilarse, S.
KIERKEGAARD, La malatia mortale, 10.
179
A. JACOB, Mal, finitude, temporalité, 961.
180
S. KIERKEGAARD, La malatia mortale, 87.
181
P. RICOEUR, Il male, 27.
138
La filosofía perenne afirma que el bien viene del bien y el mal viene también del
bien.182 Expliquémonos: mediante la unión de las afirmaciones reveladas con el
pensamiento griego, sobre todo con el platónico, tanto Orígenes como San Agustín
desarrollaron la doctrina que luego se hizo patrimonio común de la escolástica: el mal
consiste, no en algo positivo, sino en algo negativo, en la carencia de una perfección
propiamente exigida a un ente libre y espiritual, carencia que toma su origen en la
desviación responsable de la voluntad finita del espíritu. El mal en definitiva, no es cosa
ni es causa, es pura privación, esto se desarrollará más detenidamente en el siguiente
apartado. Y por eso se puede decir, como San Agustín, que la causalidad del mal no es
eficiente sino deficiente. El mal no es cosa, un efecto; es un defecto, un defecto en el
afecto. Y como causa no es eficiente sino deficiente. En oposición a esta tesis el
maniqueísmo reconoce que el bien y el mal son dos principios competitivos, en tal visión
el mal no es un problema, la dificultad es afirmar los dos principios.
La definición tradicional de mal es la ausencia del bien que se debe poseer. (STh I,
c.49, a. 1.). Esta definición brota de la experiencia que afecta al hombre en su voluntad de
vivir y en las oportunidades frente al mundo que lo rodea. Lo que nos hace descubrir el
mal no es solo la carencia de bien o de ser, sino que es la carencia esencial de algo que
debiera ser y no es. Es privación pero de un bien debido cuya ausencia es una negación.
No es privación en general pues en tal caso habría que suponer que la privación en ser de
algo que no le corresponde por naturaleza haría de tal ser una entidad mala. El mal es una
privación determinada que se sustenta en el ser del hombre y de las cosas, puesto que
todo lo que es, en cuanto que es, es bueno. El sujeto del cual se predica el mal ha de
calificarse de bueno y su causa, no es eficiente, sino deficiente. Dice Zubiri: el mal no es
ni cosa , ni causa, el mal no es una cosa, sino defecto de cosa, privación defectiva o
defecto privativo. El mal es una condición de la realidad, mientras deja pendiente su
consistencia formal, ya que solo lo real queda formalmente en la aprehensión intelectiva,
el mal se busca comprender desde el sentimiento y desde la voluntad, del mal hay
concepto pero no esencia.183 Podemos llegar a la conceptualización del mal pero de tal
conceptualización no concluimos la consistencia del mal, pues al aproximarnos a esta
condición nos quedamos en su aspecto privativo o negativo. El mal absoluto sustancial
no existe. Y se puede decir que no existe porque no se sustenta por sí mismo. Karl Barth
tiene una reflexión interesante: «eso que no existe, es lo que Dios no quiere, el mal no
existe porque Dios no lo ha querido.»184
Debemos estar atentos a la comprensión de esta realidad del mal puesto que para
ninguna ontología puede resultar creíble que una realidad pueda ser pura apariencia y que
además semejante realidad-apariencia adquiera en virtud de una simple negación, la
afirmación de una tercera forma de ser junto a Dios y a la criatura. La no condición
creatural de lo mal nos obliga en la práctica a hablar de esta tercera forma de ser que
182 «Quienes sostuvieron dos primeros principios, uno bueno y otro malo, cayeron en este error por el mismo motivo por el que surgieron
otras extrañas hipótesis de los antiguos. Es decir, porque no tuvieron presente la Causa universal de todo ser, sino tan solo las causa
particulares de todos los efectos particulares.» S.Th. I. c. 49, a. 3, sol.
183
J. M. CASTILLO, Realidad y trascendentalidad en el planteamiento del problema del mal según Xavier Zubiri,
322.
184
P. RICOEUR, Il male, 44.
139
sólo puede ser definido como lo negado por Dios, como el producto de su reprobación,
que es el reverso inevitable del elegir y afirmar divinos. 185
Hasta aquí una consideración del mal bastante lógica pero puramente formalista. En la
experiencia esta falta de bien deja huellas en el hombre y tiene severas consecuencias;
más aun podemos decir que es una realidad, por desgracia constatable, expansible y
fecunda, que no dice solo simplemente privación, sino cierta positividad, es lo que
llamamos malicia o perversidad. Es esa clase de mal moral que no dice simplemente
privación o falta de bondad moral, sino una oposición en cierto sentido polar. Esta podría
ser una objeción sin embargo la definición sigue siendo válida. Este elemento profundo
supone una cierta negatividad, pero en cuanto fuera de la regla se imagine es querido un
bien, que no es moralmente malo sino porque es querido fuera del orden. Sin embargo se
mantiene el concepto de privación o falta porque como dice el P. De Finance «es la
ausencia en la visión que el sujeto tiene de las cosas; de un factor esencial para la
inteligencia práctica del caso. En ocasiones esto comporta una ignorancia voluntaria del
sujeto que rechaza la atención valorizante para dejar el campo libre a las motivaciones
inferiores.»187
Algo que vuelve tal el enigma del mal es nuestro colocar bajo un mismo término
fenómenos tan dispares como dolor y culpa, pecado y sufrimiento. De ellos podemos
decir son términos análogos, en cuanto son privaciones, pero en órdenes diversos. Uno
corresponde a la dimensión del mal físico y el otro al del mal moral. El error vuelve al
hombre culpable, el sufrimiento víctima. En el fenómeno del mal cometido y el mal
sufrido es necesario insistir sobre la disparidad del principio.
El mal físico, dolor, es la privación sufrida debido a la finitud del ser humano. Si Dios
quiere participarle el ser a la criatura, ésta no puede ser más que finita. Además el ser
humano en cuanto corpóreo tiene leyes fisiológicas que lo vuelven frágil y limitado. Esto
es calificable como un mal pero es un hecho inherente a la creaturalidad: «el mal no tiene
consistencia fuera del deseo del hombre».188 Esto se aplica también a las catástrofes
naturales.
140
porque es la elección de no vivir en relación al bien, el no perfeccionarse a sí mismo. Esta
elección no es debida solamente a la ignorancia. No consiste en una falla inadvertida sino
en una advertencia y un reconocimiento de una obligación seguido de una respuesta no
razonable; «el pecado no significa que el hombre no había comprendido el bien, sino que
el no quiere comprenderlo y que no lo quiere.»189 Sólo a la luz de la libertad humana se
entiende y se constituye el mal moral. El mal moral es entonces, una privación de un
perfeccionamiento que el hombre debe realizar cuando el hombre elige con un acto de
voluntad. Según Kant cuando el hombre elige debe ser considerado como cuando estaba
en el estado de inocencia, libre del pasado y del futuro.190
¿Por qué Dios permite este tipo de mal? Lonergan dice que Dios no interfiere la
libertad del hombre evitando el mal porque convierte la libertad en una apariencia
ilusoria, a pesar de que ocurran los pecados fundamentales.
Distinguiendo al mal físico y moral, y el querer per se, i.e. como fin, per accidens, i.e.
como medio para, y permitir, no impedir eficazmente pudiendo hacerlo, podemos hacer
las siguientes afirmaciones:
Dios no quiere por si ningún mal, ni físico, ni psíquico, ni moral.
Dios puede querer per accidens el mal físico y psíquico, pero no el mal moral.
Dios puede permitir el mal moral, sea porque respeta la libertad del hombre sea porque su
amor y su inventiva pueden obtener el bien también del mal.191
Pese a los esfuerzos realizados por los filósofos racionalistas como Leibniz y
Malebranche, el tema del mal en el mundo presenta una seria interrogante sobre si los
asuntos humanos son o no indiferentes a Dios. Tenemos testimonios de esta cuestión
desde la antigüedad, p. ej. en el dilema de Anaxágoras que dice: «o Dios quiere evitar el
mal y no puede y, por tanto, no es omnipotente; o Dios puede evitarlo y no quiere y, por
tanto, no es absolutamente bueno.» O como decía Epicuro «¡Qué Dios tan tirano el que
esta doctrina ha puesto ante nuestros ojos, si es que gusta de aplastar a la humanidad
contra el polvo para acabar luego acogiéndola en su gloria! Y ¡qué Dios tan impotente
para el que este rodeo es una necesidad estricta! Y ¡ qué Dios tan sádico, que del fracaso
de unos aguarda un aumento de la felicidad de los otros!»193 Voltaire después del
189
S. KIERKEGAARD, La malatia mortale, 114.
190
Cf. E. KANT, La religion dans les limites de la simple raison, 62.
191
Dios “no permitiría jamás el mal si no fuera suficientemente poderoso y bueno como para obtener el bien
incluso del mal”. Enchir., III, 11, P.L., 40, 236.
192
P. RICOEUR, Il male, 29.
193
Cf. SAN AGUSTÍN, La ciudad de Dios, XI, 18.
141
terremoto de Lisboa: «la frase de “todo es bueno”[...] no es sino un escarnio a los dolores
de nuestra vida».194
194
Prólogo a la poesía sobre el terremoto de Lisboa de 1756.
195
Particularmente la experiencia de la guerra: «lo que dirán los filósofos después de la guerra esta marcado por
el horror reinante. Incluso si no reflexionan de manera explicita en las cuestiones directamente planteados por los
tiempos de fuego y de hielo, sus trabajos llevarán ineluctablemente las marcas del cataclismo y sus secuelas.» R.
POL DROIT, La compagnie des philosophes, 273. Según Russell nosotros hemos llegado a ser muy hábiles en
realidad incluso, demasiado. Podemos construir una gran cantidad de objetos maravillosos, como la televisión los
misiles supersónicos, la bomba atómica o si se prefiere, la termonuclear. Sin embargo no hemos estado capaces de
alcanzar aquel crecimiento y madurez moral y política que solo sería capaz de guiar y controlar sin riesgo los usos
que hacemos de nuestros tremendos poderes intelectuales. Es por eso que ahora nos encontramos de frente a un
gravísimo peligro. Nuestro perverso orgullo nacional nos ha impedido de realizar por tiempo un estado mundial.
Por decirlo en breve, nosotros somos hábiles, quizás incluso demasiado. Pero somos también malos y esta mezcla de
habilidad y maldad es la raíz de nuestros problemas. Karl Popper sostiene por el contrario que nosotros somos
buenos, tal vez demasiado buenos, pero también un poco estúpidos y esta mezcla de bondad y estupidez es la raíz de
nuestros problemas. "nuestras preocupaciones no viene de nuestra maldad moral por el contrario de nuestro
entusiasmo moral a menudo mal dirigido, y del ansia de mejorar el mundo en el que vivimos. Nuestras guerras, en el
fondo, son guerras de religión, son guerras entre opuestas teorías sobre el modo de realizar un mundo mejor. B.
LONERGAN, la civilta cattolica, 15 settembre 2001.
196
J. Maritain en Dios y la permisión del mal, defiende en la primera parte de su obra la tesis de la inocencia
absoluta de Dios.
197
K. RAHNER, Curso fundamental sobre la fe. Introducción al concepto de cristianismo, 118-119
198
A. JACOB, Mal, finitude, temporalité, 959.
142
allá del alcance del conocimiento humano.»199 Y se llega a conclusiones como la de
Stendhal: ¡la única disculpa para Dios esta en el hecho de que no existe!200
Querer justificar con explicaciones la inocencia de Dios frente al escándalo del mal
fuera de la experiencia de sufrimiento engendra un escándalo mayor. También es cierto
que, al menos en el caso del mal moral, en ocasiones se hacen racionalizaciones de lo
injustificable soslayando profundas contradicciones. Otro problema son algunas
reflexiones de filósofos y teólogos que reflejan una notable ausencia de escándalo ante la
injusticia en acción que es el mal; estas respuestas parecen casi humor negro.
Ricoeur advierte que el tema de la ausencia (de Dios) corroe el de la presencia, el polvo
levantado con la caída de los granes edificios metafísicos de la teodicea, de la teología
racional, de la apología han subido hasta oscurecer a Dios. Cuando ha ocurrido esto el
mal a aparecido con toda su renovada e inviolable grandeza.201
199
P. WEISS, La hora de Job, 176.
200
R. DI NAPOLI, Il problema del male, 257.
201
P. RICOEUR, Il male, 60.
202
H. U. VON BALTHASAR, Teodramática, I. Prolegómenos, 48.
203
En el artículo “Retrato de Dios y cuestión del mal. Un lectura ética del mito de Hans Jonas”, se habla del
“Dios débil” que al crear al hombre «se vio obligado a hacer un lugar para el mundo y, por decir así, abandona una
región al interior de Él mismo, una suerte de espacio místico en el que se retira para volver en el acto de la creación
y revelación. Dios al retirarse ha creado un espacio vacío, un fondo oscuro. En este espacio vacío, ausencia de Dios,
es el lugar donde la mal se vuelve posible. Pero el movimiento de autocontracción de Dios es necesario pues hace
posible la autonomía, incluso la independencia de la libertad y del obrar del hombre. La responsabilidad de lo que
pasa en el universo es ahora del hombre, no de Dios. Así, más que una teodicea donde Dios deba justificarse delante
del tribunal de la razón o de la sensibilidad humana, la cuestión del mal perpetrado especialmente en el siglo XX da
lugar a una antropodicea. C. REA, Retrait de Dieu et question du mal, 527-548; N. FROGNEUX, Une aventure
cosmothéandrique: H. Jonas et L. Pareyson, 517.
143
ejemplar que rige toda libertad finita.204 En este espacio se afirma la Presencia Providente
y misteriosa, no obstante el mal.
La cuestión del mal moral es una problema que resiste a las soluciones de la filosofía.
Nos remite a la libertad del hombre y la presencia de Dios en la realidad, a la doble
dimensión existencial del hombre, ligado y frenado del peso de la carne, pero aun atraído
esencialmente del espíritu. Podemos señalar algunas características del mal en el
hombre205
c) discordancia del bien. En cuanto la voluntad finita quiere algo, lo quiere siempre
como ente, como lo que debe ser, o sea, como algo bueno. Por ello el mal no tiene jamás
un contenido óntico. El mal en su dinámica interna es la voluntad deliberadamente
obsecada, negadora de la verdad que elimina el bien real, destruye, deforma o desfigura
204
H. U. VON BALTHASAR, Teodramática, II. Las personas del drama, 250-251.
205
J. SPLETT, Sacramentum mundi, voz mal.
206
P. GILBERT, Corso di metafisica, 298.
144
un contenido presentándolo como bueno. En realidad la mala voluntad quiere siempre un
bien, que visto sólo desde la propia capacidad volitiva, como tal, es bueno. La maldad
del mal no es un contenido, sino la desunión del bien mismo, la discordancia del bien en
la voluntad. Por el hecho de ser, todo es bueno pero en referencia al bien incondicionado
y sólo a partir de él. El mal es la discordancia del hombre respecto de sí mismo y de lo
Absoluto. Con ello es igualmente discordancia de la voluntad respecto de sí misma y de
lo absoluto y, en definitiva, respecto de lo querido mismo, que en virtud de su origen
Absoluto no es como lo afirma y quiere la mala voluntad.
Este misterio de iniquidad, como todo mal, se encubre por necesidad; por ello se
desfigura y en consecuencia necesita una instancia absoluta para desvelar su esencia, «se
necesita una revelación de Dios para iluminar al hombre sobre la esencia del pecado.»208
La posibilidad de verse envuelto en este misterio de maldad procede de la polaridad de la
libertad humana, que ha sido entregada y que se sabe entregada, pero que no queriendo
reconocerse debida-a ( y con ello trascendida), cambia a la filosofía de la voluntad de
poder (en sentido Nietzschiano), el criterio del bien y del mal sale de si misma. La
contradicción escondida en la libertad que se pone como absoluta y autónoma priva a la
libertad finita no sólo de su armonía con la libertad absoluta, sino también consigo
misma. Su innegable finitud ha usurpado un momento de lo infinito, lo que le hace
incomprensible su finitud y le lleva a negarla, sea valorándola como nada y por ello
207
P. P. GILBERT, Corso di metafisica, 297.
208
S. KIERKEGAARD, La malatia mortale, 114.
145
condenándola a la desaparición, sea usándola como juego arbitrario para probar su
omnipotencia.209
Tal vez esta sea la forma más correcta de hablar del misterio de iniquidad un absurdo o
una contradicción. Una contradicción que debe quedar escondida, pues se trata
precisamente, para aquel que no quiere reconocerse como debido-a, de la postulación de
su identidad absoluta. En esto actúa el acto del encubrimiento y su falaz resultado (estar
velado y no ser ya visible). El misterio de la iniquidad es la opción por la mentira. Si se
pudiera llevar hasta el final el acto y mantener el resultado habría surgido una especie de
nueva verdad, y en su aceptación una nueva inocencia. Pero la contradicción indicada, en
cuanto propia libertad resulta insuperable, lo elegido permanece como elección aún
presente en sus efectos. Para que el mal pueda ser mentira, se necesitan dos condiciones:
conciencia inicial de lo que originalmente es verdadero y debe tener valor, y el
permanente silenciamiento de que no es verdadero y no tiene valor. Como la elección
hecha tiene que recurrir a la mentira para cubrirse, esta mentira no puede suprimirse a si
misma, no tiene más opción que la huida, la inquietud ante la confrontación. Paga el
tributo, paradójico, del homenaje a la verdad y el bien.
Sin embargo el enervante mal posee un poderoso efecto subyugador que hace sentir al
hombre más grande de lo que es, y esto no solo de forma estática, sino dinámica, actual,
envolvente, que tiende a atar y a enredar al hombre cada vez más. El mal posee en sí una
especie de atracción fascinante que empuja hacia algo siempre peor; el ergotismo del
pecador frente a la verdad absoluta (que él niega en su mentira) marca el ritmo hacia la
imposición absoluta de la razón particular, para lo que usa todos los medios a su
disposición, para dar apariencia de sólida y única verdad. En la desesperación el pecado
se ha vuelto o quiere hacerse coherente en sí mismo. No quiere tener que ver con el bien.
No quiere ser bastante débil para escuchar tal vez otro palabra. No, él quiere escucharse a
sí mismo, tener que ver sólo consigo mismo, cerrarse en sí, incluso amurallarse,
asegurándose con la desesperación por el propio pecado contra toda asalto e insidia de
parte del bien, para no querer en un momento de debilidad el bien que esta fuera de su
deseo. Este esfuerzo... hace nacer las fuerzas extremas del demoníaco y le da la limpia
dureza y obstinación en la cual debe considerar todo lo que se llama gracia como aquello
de lo que se debe defender así como el bien se defiende de la tentación. La desesperación
209
¿Puede la liberta finita del hombre desligarse de Dios hasta el punto de ser capaz de ponerse a salvo del todo a
sí misma en su decisión? Dado que esencialmente ella es puesta por la libertad Absoluta, no es dueña de su origen,
su meta y su objeto formal son acuñados por ese origen: el bien por antonomasia: (Esta verdad acentuada de forma
tan enfática por Santo Tomás siguiendo a Platón, De ver. 21,4 omnia naturaliter appetunt Deum implicite, ibid. 22,2
es contricha por Spinoza cuando el asigna como meta suprema al ser individual, que para el no es sustancia, la
autoconservacion, Ethica III, prop. 6. Con ello el amor de lo finito a Dios no es su propio acto sino pars infiniti
amoris, quo Deus seipsum amat. PV propo.36.) Puede ella decidirse al bien particular u optar por ponerse a sí
misma como el bien absolutamente suficiente. El sello de Dios permanece grabado en su estructura tanto de forma
positiva, en cuanto que ella -como puesta y dejada a sí misma- puede ser libertad, como negativamente puesto que
ella no puede ser ella misma sino refiriéndose por encima de sí misma, al Bien por antonomasia. Si ella no puede
cambiar su objeto formal, reconoce al Bien Absoluto, incondicionado, como aquello sobre lo que ella no tiene
poder alguno. Por consiguiente, se puede decir que la causa prima, propietaria del poder infinito, no puede poner una
causa segunda en la verdadera libertad y con ello, autoelección, si no es dejándole impreso en su estructura de
libertad algo que viene de su origen. Si ella se elige a sí misma como el bien absoluto entonces pone en sí una
contradicción que la consume: el objeto formal en ella -que es en realidad la libertad absoluta infinitamente
autónoma- contradice intrínsecamente a la arrogancia de la libertad finita de concebirse como infinita. Si se concibe
como definitiva esta contradicción entonces este es el infierno. Cf. H. U. VON BALTHASAR, Teodramática, V. El
último acto,296-7
146
por el pecado lleva a perder toda relación con la gracia y al mismo tiempo consigo
mismo, perdiéndose incluso a sí mismo.210
Esta disposición del hombre es el mal radical, el hombre es conciente de la ley moral y
ha todavía optado por alejarse de ella. Tal mal radical esta ligado al carácter sensible del
hombre, como el principio del bien esta ligado a su carácter inteligible. Paul Ricoeur
sigue a Kant en este punto y dice que se puede decir que el mal es radical porque nunca
se ha metido mano en su comienzo inescrutable.212
En cuanto al pecado original podemos decir que es un concepto teológico que remite
al símbolo adamítico etiología histórica y nexo causal entre el pecado primero y nuestras
debilidades y acciones malas. San Agustín designa el pecado de origen, vinculando la
omnipresencia de la mancha y de condenación con la transmisión por generación, como
una infección. La edad media agrega el carácter sobrenatural al estado originario, pues la
naturaleza no le parecía capaz de los efectos del mismo. Pero como hace notar Ricoeur
«es un mal ya allí que extiende su veneno sobre Dios y sobre la inocencia que existe en el
mundo.»213
Con lo dicho hasta aquí podemos empezar a concluir: el mal en el campo metafísico es
nulidad, no ser, vacío, y coincide con la nada. Es un nihil de arribo opuesto al ex nihilo
de proveniencia.214 Por eso Ricoeur dice que el problema del mal se debe poner no en la
metafísica sino en la fenomenología.
210
Cf. S. KIERKEGAARD, La malatia mortale, 135-136.
211
Cf. E. KANT, La religion dans les limites de la simple raison, 45-48.
212
J. F. DORTIER, Philosophies de notre temps, 67.
213
P. RICOEUR, Il male, 63.
214
Cf. R. DI NAPOLI, Il problema del male, 304.
147
En la creación es finitud, precariedad ontológica y velo de tristeza.
215
Cf. R. DI NAPOLI, Il problema del male, 307-308.
216
M. BLONDEL, La acción, 377.
148
que viene de su mano. El mal es castigo salvífico. Implícitamente se reconoce que
no se puede nada contra el mal.
4. La adhesión. Como lo hacían algunos maniqueos pensando en que las fuerzas del
mal son más fuertes que las del bien y por eso hay que reconciliarse con ellas.
Hasta aquí soluciones históricas al mal que por desgracia parecen lenitivos a tan
grande problema. Quisiera proponer la visión de Lonergan que es realista, equilibrada y
trascendente. El sostiene que un problema solo puede existir si hay una inteligibilidad por
aprehender. El caso del mal, así como del pecado, aprehendemos la carencia de
inteligibilidad y sin embargo, percibimos su existencia. Pero como además del ser
humano Dios existe entonces podemos pensar que el “problema” tiene solución que
alcanza y transforma la impotencia del hombre y sus limitaciones en libertad efectiva.
En cuanto al mal moral (pecado) la solución no puede ser añadir nuevas formas
conjugadas de intelecto, voluntad o sensibilidad, sino formas sobrenaturales o
trascendentes, dinámicas, capaces de desarrollo y adaptación, aceptadas por aprehensión
y con consentimiento. La caridad, que es amor a Dios y al prójimo, vence al mal con el
bien. En la situación presente se ocupa de una manera universalmente accesible y
217
J. F. DORTIER, Philosophies de notre temps, 315.
218
Debemos reconocer los límites de la razón en la interpretación del mal. Nuestro conocimiento de Dios, de su
bondad y de su creación es demasiado vaga e incompleta para poder hablar de contradicción de mal y existencia de
Dios. La idea de la bondad de Dios es a menudo equivocada. Se proyecta sobre él una idea de bondad absolutamente
inadecuada como de beneficencia social. Dios nos quiere adultos y autónomos. J. GEVAERT, Il male, 435.
219
Cf. B. LONERGAN, Insight, 768.
149
permanentemente eficaz para rescatar las mentes de los seres humanos de las
contraposiciones y consolidar las posiciones garantizando la certeza de que Dios
existe.220 El problema del mal existe porque Dios respeta la libertad del ser humano, así
también la existencia de la solución deja intacta la libertad humana.221
220
Cf. B. LONERGAN, Insight, 800.
221
Cf. B. LONERGAN, Insight, 826.
222
J. SPLETT, Sacramentum mundi, voz mal.
223
H. U. VON BALTHASAR, Teodramática, V. El último acto,298.
150
TEMA No. 11
EXPERIENCIA Y VALOR MORAL
(Planteamiento Ético)
151
comportamiento voluntario libre es en el fondo un juicio de valor, reflejo y eficaz,
que se encarna en una acción concreta”224.
1. Significado de “Valor”
Así pues, hay que distinguir entre las cosas materiales, portadoras de valores (bona,
los bienes) y el aspecto de valor de que están revestidas esas cosas (ratio bonitatis, su
valor). Los “bienes” y los “valores” en lenguaje filosófico, indican respectivamente la cosas
y el aspecto de valor que las cosas revisten. El valor es el fundamento por el que una cosa se
presenta como un bien.
Hay que tener presente desde el principio que los valores, para ser reales, tienen
necesidad del mundo concreto, material y humano en el que se realizan. Los valores no
existen si no son expresados, esto es, encarnados de algún mundo en el mundo visible,
dotando así a ese mundo de una dimensión cultural y humana. Se da aquí una estricta
analogía con el pensamiento, que también tiene necesidad de la palabra para existir y ser
pensamiento. Los valores artísticos, por ejemplo, existen en la creación de las obras de arte,
de poesía, de literatura, etc. Los valores morales existen en la cualidad de las relaciones
entre los seres humanos y, por tanto, no pueden existir sin crear leyes, estructuras, normas,
etc. Todo esto resulta bastante obvio para quien acepte la condición encarnada del hombre y
la estructura intencional de la conciencia.
Es importante observar que los valores, aunque expresándose en las cosas, no son en
primer lugar estructuras o propiedades de las cosas, esto es, inherentes a ellas independien-
temente del hombre que tiene que realizar su propia existencia. Los valores no existen sin el
hombre que con ellos está en disposición de dar un significado a la propia existencia. El
centro o el “lugar” de los valores es el hombre concreto que existe con los demás en el
mundo para realizar su propia existencia. Las cosas adquieren valor en la medida en que se
insertan en ese proceso de humanización del hombre.
224
Cf. DONDEYNE A., Liberté et Verité, Louvain, 1954, 45.
225
El término valor pertenecía originariamente a la economía. En el lenguaje filosófico fue introducido por Lotze.
Los significados del término son numerosos y con frecuencia fluctuantes. Cf. A. Lalande, Vocabulaire, 1182-1186.
152
Lo que hay que hacer en concreto para realizar la existencia humana junto con los
demás en el mundo es algo que no está escrito en las cosas ni en las estructuras naturales
que las gobiernan (aun cuando no podrá determinarse jamás sin tener en cuenta esas
estructuras). Es el hombre mismo el que tiene que elaborar ese reconocimiento creando un
mundo cultural de bienes materiales, de técnica, de ciencia, de arte, de derecho, de
reflexión sobre el significado de la existencia, de búsqueda de su origen y de su destino
final. Por tanto, los valores no son un hecho natural, lo mismo que los árboles en el monte,
el agua en el mar o el hielo en los polos.
Bajo esta luz se comprende por qué los valores no tienen que ser definidos en
referencia solamente a las necesidades o a los deseos humanos226. Las necesidades y los
deseos, en el lenguaje moderno, tienen una resonancia bastante naturalista; indican en gran
parte los dinamismos animales innatos en el hombre, iguales para todos los seres humanos
de todos los tiempos. Pero el hombre como persona “humana”, que desea ser alguien frente
a los demás en la verdad y en el amor, emerge por encima de las estructuras puramente
animales. Por consiguiente, los valores no son solamente aquello que permite satisfacer una
necesidad o un deseo, sino todo lo que permite al hombre realizar su existencia y darle un
significado.
Esta tendencia está bajo el influjo de una idea especial de la creación. Por un lado se
insistirá en la bondad objetiva que hay en todas las realidades creadas, gracias a lo cual no
pueda decirse que las cosas sean buenas sólo y exclusivamente porque las busca el hombre.
Hay que decir también que son buscadas por el hombre porque tienen en sí cierta bondad.
Por otro lado se insiste en el hecho de que un mundo creado y preordenado por Dios tiene
que estar necesariamente ordenado en todos sus detalles; por tanto, las cosas tienen que
tener en sí mismas -anteriormente al hombre e independientemente de él algunas finalidades
particulares, coordenadas y armonizadas con ciertas necesidades humanas concretas. Por
tanto, los valores están en las cosas en cierto modo como “etiquetas” o “indicaciones de
uso”, que todos pueden fácilmente reconocer.
Esta visión está también relacionada con cierta falta de sensibilidad histórica. Al no
conocer la enorme diversidad de las culturas y su transformación a través de la historia,
fácilmente se objetivaba el sistema de valores, que en realidad no era más que la expresión
de una cultura particular. Hoy, frente a tantas culturas y tantas diversidades en la valoración
de las cosas, no puede ya sostenerse esa interpretación fixista y un tanto naturalista de los
valores.
226 Como es lógico, también hay una amplia gama de valores que responden directa o indirectamente a las
necesidades o deseos naturales: comer, beber, casa, movimiento, sexo, etc. Pero las modalidades de satisfacer esas
necesidades están profundamente caracterizadas por la cultura humana.
153
1.2. La Dimensión Intersubjetiva de los Valores
Los valores no son nunca solamente valores para mí; lo son también para otros. La
dimensión intersubjetiva no se refiere solamente al aspecto cultural de los valores, sino
también al hecho de que permiten reconocer al otro en el mundo.
No hay duda de que los valores se inscriben también en una cultura (lo cual no
significa que sean simplemente reductibles a una cultura). El que un valor pueda contribuir
en concreto a la realización del hombre, es algo que depende también de su posible
funcionamiento en un conjunto cultural.
Pero el aspecto intersubjetivo de los valores es todavía más profundo. Los valores
valen, esto es, se imponen a mi existencia en este mundo, también y esencialmente porque
en este mundo es posible reconocer a los demás227. En efecto, las cosas mismas (los bienes)
no hablan ni dirigen ninguna llamada a nadie. Mucho menos los conceptos abstractos que
expresan los valores. Solamente el otro hombre es el que me dirige una llamada. Los valores
están co-determinados por el hecho de que me permiten responder a la llamada del otro,
necesitado, pobre, huérfano, extranjero, desterrado, etc. Esto no vale únicamente para los
valores obviamente altruistas, sino también para los bienes elementales y materiales. El pan,
los campos, el agua, un parque, etc., aun cuando yo no los necesite personalmente, son
auténticos valores, porque permiten dar de comer al que tiene hambre, beber al que tiene
sed, descanso y recreo al que lo busca. En otras palabras, los valores no están primaria ni
exclusivamente en la línea del tener y del poseer, sino también en la del dar y en la de
reconocer a los demás.
227 Se recogen aquí algunas ideas de E. Lévinas, en su obra Totalidad e Infinito, pp. 103-108.
228 R. Le SENNE, Obstacle et valeur, París, 1946, p. 185.
229
Es una idea que también subraya J.P. SARTRE, en El Existencialismo es un Humanismo, París, 1946, p. 25.
154
autorrealización. Mientras esas dos expresiones sean usadas en un nivel pre-filosófico, no
tienen por qué ser tan criticadas, dada la indeterminación de esos mismos conceptos. Pero
usadas a un nivel filosófico, tanto el concepto de euvdaimoni,a (felicidad) como el de
autorrealización sugieren una interpretación individualista, difícilmente conciliable con la
orientación hacia los demás.
Como todo saber humano, la ética tiene como punto de partida y fuente de sus datos,
la experiencia, entendida como un contacto del hombre con el ser (con el mundo, consigo
mismo, con los demás hombres) que tiene lugar gracias a la colaboración entre los sentidos
y la inteligencia. Más concretamente, el punto de partida de la ética es la experiencia de su
objeto: la experiencia de la moral y la experiencia moral. Ya se ha afirmado que el
fenómeno moral, antes de ser objeto de la reflexión filosófica, es una realidad
conscientemente vivida por el hombre. Con ello afirmamos también que el sujeto de la
ética, la necesidad de estudiarlo, no es puesto por otra ciencia, con la que la ética debiera
enlazarse deductivamente o, en todo caso, especulativamente, conexión que debería a su vez
ser fundamentada. El problema moral se plantea por sí solo o, mejor, surge porque el
hombre es un ser moral, y lo es antes de ser un estudioso de ética o de cualquier otra
disciplina científica. La ética goza por tanto de un punto de partida experimental propio y
específico.
155
especulativo de la ética), como para esclarecer, purificar, precisar, desarrollar sus criterios
de juicio y sus motivaciones (momento práctico). Particularmente importante es la tarea de
esclarecimiento y purificación. Aunque es verdad que el conocimiento moral pre-científico
ya nos indica, muchas veces con un alcance y precisión admirables, lo que debemos hacer y
lo que debemos omitir, hasta el punto que a veces la ética poco tiene que añadir, también es
verdad que el objeto de la experiencia moral también somos nosotros mismos y nuestra
vida, circunstancia por la cual no siempre es posible la necesaria objetividad y rectitud de
juicio: nadie es buen juez de sí mismo. El conocimiento moral común está además sujeto a
condiciones sociales, históricas, educativas, ideológicas y filosóficas (determinadas
concepciones del hombre y del mundo) que pueden deformar sus contenidos y su sentido
mismo.
El empirismo excluye todo lo que no nos es dado directa y enteramente por los
sentidos. Desde esas bases, afirmamos que no es posible fundamentar racionalmente
156
principios éticos ni virtudes de validez universal y absoluta230, por lo que la ética
teórica queda reducida al estudio de la lógica del razonamiento y del lenguaje moral.
Analizar es reconducir esas palabras a las experiencias sensibles de las que proceden,
y que constituyen su verdad. Analizar es descomponer, reducir lo complejo a lo simple, lo
universal inteligible a lo singular observable, las combinaciones producto de la asociación
psicológica o lingüística a los átomos psicológicos (sensaciones) o lingüísticos (frases
simples, en la que una propiedad observable es atribuida a un singular también observable).
Un ejemplo sencillo, referible únicamente al atomismo lógico, lo aclarará: la expresión “la
época moderna es materialista” debería analizarse así: “hay muchas personas actualmente
vivientes que tienen creencias materialistas, y hay pocas personas, o ninguna, actualmente
vivientes, que no tienen creencias materialistas”; el análisis debería proseguir hasta llegar a
sustituir la expresión “creencias materialistas” por otra más simple, etc. De modo semejante,
la causalidad (el fuego causa calor) será reducida a la constatación de una sucesión temporal
constante entre dos sensaciones (después de ver fuego siento siempre calor) y la
consiguiente expectativa que se origina en el sujeto (una vez visto el fuego espero comenzar
a sentid calor). Importa concretamente notar que en el análisis, las proposiciones
universales no resultantes de un inducción operada sobre la totalidad de las cosas singulares
posibles quedan automáticamente degradadas a proposiciones generales (la proposición “el
hombre es mortal”, por ejemplo, se reduciría en el análisis a algo así como “todos los
hombres que hemos conocido hasta el momento han muerto”).
Cabe concluir, con Urmson, que el análisis expone “de modo general las
implicaciones metafísicas del empirismo [...]. Es sólo una explicación exacta y explícita del
procedimiento utilizado por Berkeley para describir el mundo físico, y por Hume en el
estudio de la causalidad.”233 La tesis analítica de que todas las proposiciones atómicas son
lógicamente independientes responde a la tesis humeana de que todas las sensaciones son
230
Cfr. REINER, H. Ética. Teoria e storia, pp. 21-23.
231
“Distingo entre filosofía del lenguaje y filosofía lingüística. La filosofía lingüística es el intento de resolver
problemas filosóficos particulares atendiendo al uso ordinario de palabras particulares u otros elementos de un
lenguaje particular. La filosofía del lenguaje es el intento de proporcionar descripciones filosóficamente
iluminadoras de ciertas características generales del lenguaje” (SEARLE, J., Actos de habla, pp. 13-14).
232
URMSON, J. O., L'analisi filosofica, Oxford, 1956.
233
Ibíd. p. 61.
157
independientes, y la tesis de que las proposiciones complejas son funciones de verdad de las
proposiciones atómicas es una exposición refinada de la tesis humeana de que las ideas
complejas son una asociación subjetiva de ideas simples, razón por la que en el análisis
lógico se priva de valor a los conectivos. La actual “analítica del lenguaje ordinario” ha
abandonado ya los toscos criterios del atomismo y del neopositivismo lógico, pero
demuestra todavía una actitud de permanente sospecha ante lo que es fruto de la intelección.
Así, por ejemplo, sostiene que la teoría de la acción debería elaborarse sobre la sola base de
los enunciados lingüísticos que expresan la razón por la que se ha obrado, y así entre las
proposiciones “estoy a punto de salir a la calle” y “estoy a punto de caer enfermo de gripe”
no se podría establecer una distinción relevante, ya que, por ser dos frases lingüísticamente
idénticas, la distinción sólo podría ser establecida mediante el recurso a una “vivencia o
intuición privada”, lo que llevaría a perderse en los laberintos de la “jerga psicológica.”234
234
Cf. RICOEUR, P., La semántica de la acción, pp. 44-45.
235
Lo criticable en el pensamiento ético de Ockham es que la voluntad de Dios para el hombre no tenga nada que
ver con la naturaleza humana ni con el bien de la persona; con otras palabras, la artificiosa separación entre Dios
Creador y Dios Legislador. Cfr. SCHELER, M., Ética, Revista de Occidente, Buenos Aires, 1948.
236
Sobre Adam Smith, cfr., BOURKE, V.J., Storia dell'Etica, pp. 299-300; REINER, H., Etica. Teoria e storia,
pp. 157-159.
158
Reconducir el bien y el mal morales (bien y mal en sentido absoluto) al bien y mal de
la naturaleza extra-moral (el bienestar; el último análisis, el placer y el dolor: bien y
mal en sentido relativo), con lo que se tiene una fundamentación utilitarista. En el
utilitarismo se pierde el carácter específico del bien y del mal moral, que es el bien y
mal propio del hombre en cuanto que éste es un ser espiritual y libre. Tampoco
puede fundamentar adecuadamente la obligación moral, sea porque el deseo de
felicidad es visto como un simple hecho psicológico o natural que no admite una
ulterior explicación de tipo trascendente, sea porque la idea de felicidad del utilitaris-
ta es una idea no moral de felicidad (máximo de placer y ausencia de dolor). Como
ha objetado Kant, la moral que hace de esa idea de felicidad el principio (el motivo)
por el que debe moverse, es una moral pura y simplemente hedonista, y por ello
relativista, ya que cada uno es muy dueño de formarse su idea de felicidad; al fin y al
cabo no a todos les gustan e interesan las mismas cosas. Una moral así concebida
excluye la existencia de normas éticas de valor absoluto y universal.
4. La Conciencia Moral.
237
Desde una perspectiva creacionista el problema está resuelto desde el principio, al menos en sus aspectos
esenciales: Dios miró lo que había creado y vio que era bueno. Cfr. Gn., 1, 4.10.12.18.21.25.31.
238
Cfr. HARE, R.M., Il linguaggio della morale, p. 37.
239
Cfr. HARE, R.M., Liberta e Ragione, p. 27.
159
La conciencia late en la pregunta: ¿Qué debo hacer? ¿Qué es bueno aquí y ahora?
Como razón práctica, la conciencia refiere necesariamente algo general a una situación. Con
lo cual vuelve a surgir la pregunta de si existe un principio general, que la razón práctica
como tal refiere siempre y necesariamente a una situación. ¿Existe un a priori ético humano
y universal?
Podemos empezar por señalar dos elementos necesariamente apriorísticos para cada
conciencia:
La naturaleza del deber. D. Hume señala justamente que, del que algo sea el caso,
jamás se sigue lógicamente que algo deba ser. La razón teórica no puede explicar el
deber. El deber como tal, la naturaleza del deber, es por ello un a priori de la razón
práctica o de la conciencia.
La naturaleza del bien y del mal. Enlaza directamente con el deber. Ya no se trata
del problema de qué es bueno y malo, sino de que el bien y el mal son objetos
apriorísticos de la razón práctica.
Kant argumenta así: “La razón pura es por sí sola práctica y da (al hombre) una ley
universal que nosotros denominamos ley universal.”240 La ley tiene la “forma de
imperativo”, es decir, del deber. Esa ley apriorística vale “para todos los seres racionales, en
tanto que tienen voluntad.” Cada hombre tiene una conciencia.
La fórmula de Tomás de Aquino: “Hay que obrar el bien y evitar el mal” es desde
luego indiscutible, pero tan general que carece de cualquier contenido práctico. ¿Se puede
más bien determinar en forma apriorística el a priori ético de tal formulación? El imperativo
categórico de Kant constituye un desarrollo similar. Tal imperativo suena así en otra
formulación: “Obrar de tal modo que no utilices a la humanidad ni en tu persona ni en la
persona de ningún otro como simple medio, sino siempre como fin.”241 Cada cultura
conocida conoce unas formulaciones amplísimas de imperativos, que se afirman
simplemente como de una validez universal. Piénsese en los Diez Mandamientos de la
Biblia (Ex. 20, 1-17).
4.1. La Aplicación
160
medio; únicamente el hombre, y con él toda criatura racional, es fin en sí
mismo.”242
Las inclinaciones son motivos del deseo sensible por lograr el placer y evitar el
dolor. También las inclinaciones son fundamento suficiente de determinación de la
voluntad; es decir, que la voluntad puede dejarse determinar por ellas y seguirlas. De alguna
manera vive en ellas y les presta la conciencia humana y la penetración espiritual típicas, sin
las cuales no se da ningún deseo humano ni sentimiento, ningún amor ni odio, alegrías,
dolores, esperanzas, dudas y enojos. Seguir las inclinaciones y dejarse determinar por ellas
no es, en principio, ni moral ni inmoral. Al igual que Aristóteles, Kant conoce la tendencia
natural del hombre a seguir sus inclinaciones.
Sólo obro de un modo inmoral o moralmente malo, cuando me dejo determinar por
unas inclinaciones que están en contradicción con el deber. Es entonces cuando obro
exactamente lo que no debería. El deber exige categóricamente una actuación conforme al
mismo y prohíbe categóricamente el obrar de acuerdo con unas inclinaciones que son
contrarías al deber. Aquí no existe ningún compromiso. ¿Qué quiere decir “obrar
moralmente mal”? La actuación moral mala nos pone en contradicción con lo que
constituye nuestra dignidad como hombres. La ley moral que está en nosotros nos eleva por
encima de toda la naturaleza hasta el ámbito de la autodeterminación desde la libertad. Ahí
está precisamente la dignidad del hombre. Y la determinación moralmente mala niega a la
persona del actuante justo esa dignidad, puesto que en el mal obrar nos sometemos a la
causalidad natural dentro de lo cual no hay dignidad.
Mediante el mal-obrar el propio hombre se hace malo. Ese ser malo contiene una
contradicción interna: Como ser moral el hombre posee, por una parte, una dignidad, que,
por otra parte, pisotea con su obrar malo.
242
Cfr. KANT, E., o.c., p. 127.
243
Cfr. KANT, E., Doctrina Jurídica de la Virtud, A 68.
161
TEMA 12
SOCIEDAD, DERECHOS Y DEBERES HUMANOS.
TEMA 12
SOCIEDAD, DERECHOS Y DEBERES HUMANOS.
I. Persona
1.Ningún singular se define, Pero persona indica algo singular, luego persona no admite
definición.
162
como las demás, sino que también obran por sí mismas. Las acciones están en los
singulares. Es así como, de entre todas las sustancias, los singulares de naturaleza
racional tienen un nombre especial. Este nombre es persona. Por eso en la definición de
persona que se ofreció, entra la sustancia individual por significar lo singular en el genero
de la sustancia. Y se le añade naturaleza racional por significar los singular en las
sustancias racionales.”(Sto. Tomás de Aquino, S .TH. I-I q 29 a 1).
Otra postura que conviene considerar por el fuerte influjo que ha ejercido hasta
nuestro días es el planteamiento Cartesiano. Cuando busca explicar al hombre bajo dos
elementos: La res cogitans y la res extensa. Para él, el YO es el espíritu, la sustancia
pensante, una sustancia cuyo ser es pensar, de tal manera que si cesara de pensar dejaría
también de existir. Como, por lo demás es tener conciencia de las diversas operaciones
que acontecen en nosotros, se sigue de ello que el Yo no es otra cosa que la conciencia
que tenemos de nuestros propios actos. Y por este camino llegamos al biregionalismo que
caracteriza a la ontología moderna: de un lado los espíritus, sustancias pensantes, libres,
autónomas; del otro, las cosas (mientras no se la reduzca a ideas, como hacía Berkeley) que
son extensas, determinadas, heterónomas. Pero hay maneras de concebir esta conciencia:
se le puede decir percibir, como Berkeley; y también se le puede dilatar en la libertad, y
oponer entonces “persona” y “naturaleza”. Finalmente puede darse a la conciencia una
función ontológica; es quizá lo que ya hacía Wolf en su Phycologia Rationalis. Por lo
demás, en esto Wolf seguía a Leibniz, según el cual el cuerpo es un “espíritu
instantáneo”, es decir, sin memoria: la memoria debe, por el contrario, asegurar la
permanencia y la identidad del cuerpo y del espíritu. Aunque Leibniz se esfuerzo en
resolver el dualismo Cartesiano colocando el llamado vínculo sustancial en las dos
monadas, solo que al considerar las relaciones entre una monada y la otra solo se puede
decir, que existe un reflejo de cada una, porque cada Mónada permanece cerrada en sí
misma y busca perfeccionarse con su propio Conatus, de este modo se quedará corto para
superar el dilema heredado.
163
al dualismo cartesiano de la sustancia-pensante y de la sustancia-extensa, se creyó
obligada a conceder a la conciencia una existencia distinta de la de sus objetos. Existir,
para una conciencia, es tener conciencia de existir, es aparecerse (Husserl). Existir, para
la realidad humana, es asumir su propio ser (Heidegger). Desde este momento la
oposición entre la conciencia y aquello de lo que se tiene conciencia es radical: el modo
de existencia de la una excluye el de la otra.
Para evitar tales escollos y permanecer, al mismo tiempo, más cerca de las
evidencias vividas Gabriel Marcel, Louis Lavelle y Emsnanuel Mounier habían intentado
mantener en unas proporciones justas la oposición de la libertad y de la naturaleza, la de
la existencia y del ser.
G. Marcel muestra que la persona humana está esencialmente encarnada, que, por
consiguiente, la condición humana es la de estar en situación, inserta de una manera no
cualquiera en el espacio y en el tiempo.
L. Lavelle piensa que la existencia que es acto, surge del ser como uno de sus
modos; y que la existencia, que es interioridad, es también participación.
3. Individualismo y totalitarismo.
164
El individualismo es toda doctrina, que hace centro de su investigación al
individuo, al cual ella reivindica un significado ordinario y un valor autónomo. En este
contexto consideremos el individualismo político y económico. El individualismo
político reúne todas las teorías políticas, que subordinan la existencia del grupo social a la
realización del bienestar individual: el Estado viene hacer un instrumento del individuo.
Se comprende como entran en esta denominación todas las teorías contratualisticas sobre
el Estado, para quien la existencia de la autoridad estatal tiene el fin de garantizar el
bienestar del individuo (atomismo social). El contractualismo, es aquel, en que se
reencuentran sus antecedentes en la sofística greca, nace y se desarrolla en el clima del
racionalismo e iluminismo moderno Hobbes, Spinoza, Locke, Rousseau y Kant) reentra plenamente
en el individualismo político. Bastante interesante es la relación entre individualismo y
liberalismo: también se considera el individuo como valor supremo y reivindica la mayor
libertad posible al interno del cuerpo social, el liberalismo reclama también la definición
jurídica como norma suprema de reglamentación de los intereses individuales; de modo
que el individualismo es siempre liberal, pero el liberalismo no es necesariamente
individualista. También la moderna democracia, que igualmente se funda sobre el
contrato político representado de las elecciones, exalta al individuo, y lo considera
estrechamente ligado al núcleo estatal de quien forma parte, del cual el puede pretender
los derechos solo porque se somete a los deberes sociales.
165
subordinación al régimen y hace efectivo aquel pleno control social de las modernas
formas organizativas que por si, hacen solamente posible. En este sentido, lo más
característico de ciertos modernos regimenes de dictaduras el deber ser totalitarios que no
serlo de hecho. Así, la medida del totalitarismo de un régimen es dada, no tanto del grado
de subordinación efectivamente alcanzada, cuanto de la extensión y de la intensidad de la
subordinación buscada.
4. Solidarismo y personalismo.
Solidarismo, designa aquellos sistemas, doctrinas sociales que hacen derivar sus
principios del hecho que en la sociedad humana individuos y sociedad forman dos
términos objetivamente indivisibles, que se presuponen recíprocamente y se desarrollan
en función del otro. Al final de 1800 e inicio de 1900 en Europa si han afirmado
paralelamente dos sistemas de doctrinas solidaristas: una, elaborada en Francia por
sociólogos y filósofos positivistas, (Bourgeois y Charles Gide), el otro, teorizado por
primera vez en Alemania del filosofo y economista católico Heinrich Pesch.
166
individualidad muchos valores fundamentales. Los valores comunes que los hombres
conquistan mediante su actividad asociada crean la estructura interna de la vida social.
Cuando para obtener uno, de tales valores comunes se constituye un conjunto estable de
hombres que se tiene como reagrupación social. El primero de los valores comunes es la
misma persona humana y su proyecto de desarrollo. Las relaciones recíprocas que ligan
a las personas en orden a la realización de valores comunes dejan, sin embargo, a los
singulares la individualidad independiente y autónoma y los derechos originarios. Ya que
la personas humanas tienen también un existencia material, puesto que ellas viven en el
espacio y en el tiempo, las agrupaciones sociales puedan alcanzar ordenadamente los
fines, exigen de tener una organización externa. La naturaleza empuja los hombres a dar
vida a las formaciones sociales que organizan externamente la vida social. También estas
(Familias, comunidad política) son absolutamente necesarias; otras (la comunidad local y
la sociedad profesional) son sumamente convenientes para el buen funcionamiento de la
vida asociada (estos grupos se suelen llamar sociedades naturales), otras en fin
sociedades libres; pueden nacer por al libre decisión de los hombres. En este cuadro
doctrinal se inserta como norma fundamental el principio que en la filosofía social
cristiana toma el nombre de principio de subsidiaridad.
168
El principio de solidaridad esta radicado contemporáneamente en la personalidad y
en la sociabilidad sobre el hombre y esta para indicar un ligamen y un deber recíproco.
Por consecuencia el es contra el individualismo y exige que todo hombre contribuya con
sus semejantes y según sus posibilidades, al bien común de la sociedad, a todo nivel; es
igualmente contra el colectivismo que despoja al hombre de su dignidad personal y lo
reduce a puro objeto de los procesos sociales y sobre todo económicos.
169
La sociabilidad mira en último análisis a perfeccionar la personalidad; sirve al
final a la persona porque solo el ser espiritual es querido por si mismo en el plano del
universo, mientras todo el resto existe en función de él.
Es la expresión que viene usada para designar el fin de toda sociedad humana
natural. El es delante a todo valor común que los hombres pueden conseguir únicamente
mediante la actividad asociada. Cuando uno de los valores comunes fundamentales
pueden obtenerse solamente a través de la obra en concordancia de una unión estable de
personas, y cuando tal unión estable de hecho se constituye, se viene a encontrar en
presencia de una agrupación social natural. Es precisamente en este caso que el valor
común, de quien se ata viene llamado bien común humano o simplemente bien común. El
cual tiene un contenido diverso según se trate de una o de otra sociedad: una cosa, por
ejemplo, es el bien común, fin de la comunidad familiar, otro el bien común fin de la
comunidad estatal.
Suárez (De legibus, 1. II, c, 7) insiste energícamente sobre la conexión entre el fin y el
carácter de esta sociedad, que tiende a la felicidad futura, y ni siquiera a la felicidad
presente en toda la extensión, precisamente, a la felicidad natural de la sociedad perfecta,
“singolorum hominum ut sunt mebra talis comunicationis”.
Rosmini, considera el bien común como el bien de singulares, en cuanto, miembros del
Estado, y el bien público como el bien de todos, en cuanto unidos: la sociedad civil deja
intactos los derechos de todos los individuos y de las dos sociedades (la teocrática y la
doméstica) que en el orden lógico y cronológico la preceden.
Surgen ahora los problemas de la relación entre el bien común y el bien individual,
entre el bien material y aquel espiritual, entre el bien temporal y el eterno, y los dos son
consecuencias fundamentales que derivan de las definiciones del bien común. La primera
es el respeto que el debe tener de los bienes y de los fines individuales. Y en la naturaleza
de las cosas que el hombre busca, en la vida social, además en el ámbito individual, esto
no llega a darle, y esta por esto en al naturaleza de las cosas que el bien común no sea la
suma de los bienes individuales, sino un bien específico que esta más allá de los bienes
individuales. Por otra parte, se comprende como encontrando el itinerario social su raíz,
su razón y el fundamento en la exigencia de la naturaleza humana, el bien común no deba
sustituirse al bien individual y tanto menos cancelarlo, en cuanto el bien común es
constitutivamente fundado sobre el bien de lo singular, al contrario se puede afirmar un
bien común solo en cuanto preexisten bienes individuales. Este principio puede ser hecho
complejo, y lo es efectivamente, cuando es lanzado en las dimensiones de la vida
concreta, donde el ápero tema de los conflictos entre bien común y bien individual. La
diferencia entre concepción abstracta y concepción concreta de la armonía entre bien
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común y bien individual resalta particularmente donde se deben señalar los límites del
sacrificio que el bien común puede pedir a aquel individual. Aquí urge la distinción entre
individuo y la persona. Los sacrificios por el bien común pueden se pedidos al hombre en
cuanto individuo, en cuanto miembro de la sociedad, y no en cuanto persona. Todo esto
esta recogido en la promesa de la prioridad ontológica de la persona sobre la sociedad. Es
por esto que se tiene la exigencia imprescindible que si el orden social debe producir el
bien público sin daño de lo privado, debe salvar los derechos: y por esto que tenemos un
retorno del bien común sobre la persona.
El otro principio fundamental, que brota de la definición clásica del bien común,
es que el es un bien temporal. Esta cualidad no esta sin conexión con el precedente
principio de límites puesto por la naturaleza de las cosas a la influencia y a su fuerza,
porque de ella recibe su sede en la jerarquía de bienes. La naturaleza del bien común no
esta completamente iluminada donde no se considera la particular temporalidad. La
sociedad civil, por naturaleza, no puede asegurar que un bien temporal o mas bien solo
una parte de la felicidad temporal. No pertenece a la sociedad hacer directamente el
bienestar propio de los singulares. Esto es confiado fundamentalmente a la acción y a la
decisión de los singulares, solo pudiendo y debiendo llegar el Estado, a promover con
providencia positivas la consecución del bien individual. En relación a la naturaleza
temporal del bien común se determina estrechamente la naturaleza de la acción del
Estado en lo que se refiere a ello. Hay una acción que se podría llamar negativa, y es la
salvaguarda del derecho y de la libertad legítima de cada uno, la protección del orden
jurídico y moral; y una acción positiva, que se traduce en auxilios dados a la libertad
individual y suplir si hay necesidad, a la inacción de estos. Donde el Estado tendrá
asumidos todos sus deberes cuando se podrá decir que no dependía de ello, sino que
estaba en ello, que cada uno sea llegado efectivamente al bienestar temporal a que tiene
derecho. Este cuadro presupone una estructura pluralista de la realidad humana, según
varios planos, conformemente convergente, pero también relativamente independiente,
donde garantizar el pleno desarrollo y así, la unidad final. De aquí la importancia del
principio de subsidiaridad, que evidencia el significado y la función del poder del Estado.
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idéntico a la suma de sus partes, es algo de otro de quien la propiedad difieren de aquellas
que presentan las partes de que está compuesto> (Les regles de la méthode sociologique).
Lo específico de lo social, es que el postulado indispensable para la constitución de una
sociología como ciencia autónoma viene precisamente estudiada de esta disciplina en su
caracterización formal (estática y dinámica) como en los diversos contenidos específicos
en quien se articula (fisiología de grupos sociales: sociología religiosa, moral, jurídica,
política, económica, doméstica, etc.) El método de tal estudio es, en sustancia, el método
de las ciencias experimentales: la inducción, dado conforme, a la singular complejidad
del objeto que le es propio (observación de los hechos, interpretación de estos, en bases a
confrontaciones, estadísticas y definiciones: formulaciones conclusivas de leyes)
En otro sentido, por sociedad puede todavía entenderse esto que ella debe ser, o
sea su valor, su significado en la problemática total de la acción. La noción de sociedad
en este aspecto típicamente deontológico, valorizarlo, no le compete mas que al juicio
filosófico. Sobre este plano de la exégesis vienen en luz, con la problemática de la
sociedad como valor, sus profundas implicaciones con la libertad, en fin, la apertura de lo
social al proceso en que se concreta la iniciativa ética de la persona, su impulso creativo
de nuevos empeños y de nuevas formas en el proceso histórico de la civilización, en fin
su misma posibilidad de cualificar históricamente la suprema aspiración religiosa del
hombre. A esto mirada, no será tal vez superfluo subrayar que la asunción del juicio
normativo en su preñante significado deontológico, universal, filosófico, no se priva hoy
de un particular reclamo polémico: esto se hace bien evidente apenas se observa como
solo en el derecho referente a la problemática universal del valor puede entenderse
verdaderamente la filosoficidad del juicio normativo (tal asunto franquea la experiencia
de la interpretación historisística-empírica, que reduce el valor en las formas de la
ideología, y entonces el juicio práctico a una simple operación a base emotiva). Aquí el
método a seguir será aquel propio de la investigación filosófica: el racional; sin exclusión
del recurso a la experiencia, sea en la preliminar determinación de hechos más simples y
evidentes que consienten luego de establecer deductivamente las fundamentales verdades
teorético-normativas, sea en las conclusivas aplicaciones de las verdades misma a las
varias situaciones sociales.
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recurso a una explicación de carácter genético. Así de un lado, el llamado naturalismo
social, moviendo de la fe en la espontánea sociabilidad del hombre, ha podido llegar a
una perspectiva orgánica de la sociedad; por otro lado, el denominado voluntarismo,
subrayando los elementos convencionales de la experiencia social, ha elaborado una
perspectiva contractualista.
Las dos nociones de la sociedad, como dato y como valor, no representan una
alternativa, sino dos momentos del proceso de la formación histórico-social de la
conciencia, la cual es creativa propio en motivar la objetivación institucional como
producción ética del sujeto, como desarrollo de la persona en recíproco reconocimiento
con otras personas.
Podemos ver como los principios fundamentales de una ética social se aplican
sobretodo a la vida económica y luego a la vida olítica, también a la luz de la encíclica
Centesimus Annus de J.P. II y teniendo presente que economía y política van de hecho de
la mano.
Necesidad y valor del trabajo, y no solo del trabajo manual, entendido como valor
que edifica la persona, en cuanto consiente al hombre de participar en la actividad
creadora de Dios.
Los bienes terrenos, de todo orden y género, son para el hombre y no viceversa.
Hay un derecho natural a la propiedad privada, en el uso debe respetar el principio
de solidaridad y de totalidad, evitando asi, ya se el capitalismo o el colectivismo.
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común destinación de bienes. Y mediante el trabajo, afirma la encíclica, que el hombre
usando su inteligencia y su libertad llega a dominar la tierra y hacerse su digna morada.
En tal modo el hace propia una parte de la tierra que precisamente se es adquirida con el
trabajo: he aquí el origen de la propiedad individual.
Parece, tanto el nivel de las naciones singulares que a nivel de las relaciones
internacionales, que el libre mercado sea el instrumento más eficáz para colocar los
recursos y responder eficazmente a necesidades; pero es estricto deber de justicia y de
verdad impedir que las necesidades fundamentales que no disponen de un poder
adquirido, queden insatisfechas.
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El poder moral, ya que la autoridad civil tiene su origen en la razón y debe siempre
fundarse en ella y jamás sobre la fuerza física. Por esto si confunde la autoridad con la
violencia (y el derecho con el albedrío) cuando se hace depender el poder político del
simple numero de consenso o del beneplácito de un solo.
En fin es útil tener la distinción entre Estado, Nación y Patria: el Estado resulta de
un reagrupamiento de familias que obedecen a leyes comunes bajo un gobierno
autónomo, en un territorio propio e independiente; la Nación representa más bien una
etnia, que implica una comunidad de raza, de tradiciones y de lengua; la Patria es la tierra
paterna, tierra donde viven los antepasados, el lugar que recoge aunque idealmente,
diversas personas con nexos especiales de recíproco afecto y solidaridad.
Pero, veamos qué son los derechos humanos. este concepto se ha barajado de la
forma más dispareja, casi siempre en busca de justificaciones a intereses particulares.
Podemos partir de una simple definición de derecho: potestad o facultad que tiene una
persona al goce o ejercicio de algo. Si a este término le añadimos el adjetivo humanos,
obtendremos que ese derecho conlleva el gozar o ejercer todas aquellas actividades y
características que se derivan de la propia condición de persona. Por el simple hecho de
existir, toda persona, gozará de esos derechos, sin que puedan serle negados con base en
diferencias de raza, religión, opinión política, etc.
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La aceptación de la declaración Universal de los Derechos Humanos por parte
de los Estados, crea una nueva situación moral en cuanto a la sustentación de su
existencia. Las teorías sobre la legitimación del Estado pasan a un plano complementario.
No puede ser aceptado el simple consentimiento de la mayoría ni cualquier otro
argumento esgrimido, cuando se presenta como exclusivo. La legitimación, aceptada la
existencia de los derechos humanos, llegará por el camino de una justa ordenación, por
parte del Estado, de los derechos humanos para hacer posible su ejercicio. Paralelamente
el ejercicio pleno de estos derechos garantizará, en todos los Estados, una intensificación
de los mecanismos de la auténtica democracia.
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Es indispensable que los derechos del hombre sean protegidos por normas
jurídicas, si se quiere evitar que el hombre sea obligado a recurrir, como última instancia
a la rebelión contra la tiranía y la opresión. Es indispensable promover el desarrollo de
relaciones amistosas entre las Naciones.
1º. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Ellos son
dotados de razón y de conciencia y deben actuar unos con otros en espíritu de fraternidad.
11º. Todo individuo acusado de un delito es presunto inocente hasta que su culpabilidad
no se estado probada legalmente en un público proceso en el cual él haya tenido todas las
garantías necesarias para su defensa.
15º. Todo individuo tiene derecho a una ciudadanía. Ningún individuo podrá ser
arbitrariamente privado de su ciudadanía, ni del derecho de cambiar su ciudadanía.
25º. Todo individuo tiene derecho a un nivel de vida suficiente a garantizar la salud y el
bienestar propio de su familia, con particular referencia a la alimentación, al vestido, a la
habitación, al cuidado médico y a los servicios necesarios. Y tiene derecho a la seguridad
en caso de desocupación por circunstancias independientes de su voluntad. La
maternidad y la infancia tienen derecho a especial cuidado de asistencia. Todos los niños,
nacidos en el matrimonio o fuera de el, deben gozar de la misma protección social.
29º. Todo individuo tiene los deberes hacia la comunidad, en la cual solamente es posible
el libre y pleno desarrollo de su personalidad.244
244 "Cfr. MORILLAS G., Pensando en los Derechos Humanos. En Revista Javeriana, Bogotá, N. 520, 1982, pp.
331-335.
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