Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Impuestos Tasas
ms
Asi pues, los entes locales sólo podrán establecer tributos o delimitar sus elementos
esenciales si son habilitados de forma expresa por una ley que determinará, asimismo, los
incipios fundamentales y criterios de tales tributos, para respetar el principio de legalidad.
El Real Decreto Legislativo 2/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido
de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales (TRLRHU), es la ley estatal que ha fijado el
marco de los ingresos tributarios de los entes locales.
En todos los impuestos locales, el TRLRHL permite a los entes locales que decidan el
establecimiento de los impuestos voluntarios y que regulen algún elemento del impuesto
a través de las correspondientes ordenanzas locales. Generalmente, se trata de elementos
de cuantificación del impuesto y el establecimiento de la autoliquidación como forma de
gestión.
Por último, debe señalarse que la gestión de dichos ingresos tributarios les está atribui-
da a los mismos entes locales. Llevándose a cabo directamente por ellos o por otros entes a
cuya demarcación territorial pertenezcan (especialmente las Diputaciones), con los que ha-
yan formalizado el correspondiente convenio o en los que se haya delegado esta facultad.
IAS | 213
ACTIVIDADES DE DERECHO FINANCIERO Y TRIBUTARIO. UN ENFOQUE POR COMPETENC
ca y con el deber mismo de contribuir: la no confiscación es una exigencia de este debes yy,,,
que la mencionada protección, Y, en este sentido, constituye una exigencia lógica que dote
conducir a una interpretación del principio vinculada a la no excesividad de la tributaci¿,,
más que a la supresión de rentas o bienes por la vía fiscal.
El propio TC (STC 150/1990, de 4 de octubre, en su F) 9) ha señalado la dificultad ¿a
concretar el significado del principio y reconoce que es una «cuestión que dista de hallarse
doctrinalmente clarificada». Como límite se puede entender de la siguiente forma: “Otra
exigencia lógica que obliga a no agotar la riqueza imponible (substrato, base o exigencia de
toda imposición) so pretexto del deber de contribuir».
Por tanto, el principio de no confiscación debe relacionarse con el de progresividad. pe
manera que se trata de una garantía directa del sistema tributario frente a posibles desvia-
ciones, como, por ejemplo, una utilización sancionadora del sistema tributario, desvirtuando
de no
su naturaleza de instrumento recaudatorio y redistributivo. Asimismo, el principio
confiscación es una norma de colisión, que debe ser utilizada por el intérprete cuando col;-
sionan el deber de contribuir y el principio de garantía de la propiedad privada.
Y desde el punto de vista del sujeto contribuyente mantiene el TC que lo que se prohíbe es
el «alcance confiscatorio»: «si mediante la aplicación de las diversas figuras tributarias vigen-
tes se llegara a privar al sujeto pasivo de sus rentas y propiedades [...] como sería asimismo,
y con mayor razón, evidente el resultado confiscatorio de un Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas cuya progresividad alcanzara un gravamen del 100 por 100 de la renta».
Con el principio de no confiscatoriedad, el texto constitucional está exigiendo que la re-
lación porcentual que ha de existir entre la cuota y el valor que se asigne al hecho imponible
(base imponible), tenga un límite que impida la igualación entre ambos valores.
Es más, antes de alcanzar el porcentaje máximo, el tributo ya podría ser confiscatorio.
En todo caso, el límite entre la tributación y la confiscación es variable, ya que está some-
tido a juicio de valor. Dependerá, pues, del momento histórico y del lugar geográfico en
que haya de ser aplicado. La presión fiscal actual en nuestro país, hace algunos años podría
haber sido considerada confiscatoria. O bien algún tributo, o el conjunto del sistema tribu-
tario, de algún país desarrollado, podría ser considerado confiscatorio si se aplicara en otro
menos desarrollado.
No obstante, lo que resulta evidente, en cualquier caso, es que para que un tributo
tenga el carácter de confiscatorio no es preciso que su tipo impositivo sea del 100 por 100,
como parece entender el Tribunal Constitucional en la STC 37/1987, de 26 de marzo, sino
que con tipos impositivos mucho menores podría alcanzarse el citado efecto confiscatorio,
pues el límite entre la tributación y la confiscación es variable, ya que está sometido a juicio
de valor.
De todo lo anterior, parece difícil que un recargo del 5 por 100 pueda considerarse que
tenga carácter confiscatorio.
Indicad los errores que puedan existir en las siguientes afirmaciones, justifi-
cando vuestra respuesta, y redactad, en su caso, el enunciado de forma correcta:
3 La economía de opción:
a) Es lo mismo que el fraude fiscal.
b) Está permitida por el ordenamiento jurídico.
e) Supone un encubrimiento de la realidad y simula una apariencia jurídica.
AS | 217
ACTIVIDADES DE DERECHO FINANCIERO Y TRIBUTARIO. UN ENFOQUE POR COMPETENCI
estatal y
c) Un órgano administrativo al servicio de las políticas tributarias
autonómica.
la existencia generalizada de beneficios fiscales sino sólo de aquéllos que puedan ser con-
siderados discriminatorios o no estar justificados (ved, entre otras, STC 10/2005, de 20 de
enero y STC 96/2002, de 25 de abril). En este sentido, y en relación directa con el contenido
del principio de igualdad en materia tributaria, se entiende que nos encontramos ante be-
neficios fiscales discriminatorios cuando se dispensa un trato distinto a situaciones idénticas,
así como en aquellos supuestos en que este tratamiento diferenciado no tenga una justifi-
cación razonable (entre otras, SSTC 182/1997, de 28 de octubre; 46/2000, de 17 de febrero
o 10/2005, de 20 de enero). Sin embargo, la constitucionalidad de los beneficios fiscales se
encuentra condicionada por la generalidad y abstracción de los mismos, en tanto que no
resulta admisible el establecimiento de beneficios fiscales intuitu personae (véase, en este
sentido, la Sentencia del TS de 2 de junio de 1996).
En este punto, resulta fundamental tener en cuenta la función extrafiscal que el sistema
tributario tiene en nuestro ordenamiento jurídico, en tanto que el legislador puede hacer
uso del mismo al servicio de la política económica del país. En este sentido, el art. 2.1 de la
LGT reconoce de manera expresa la posibilidad de que los tributos, además de ser utiliza-
dos como medios para recaudar ingresos públicos, puedan servir como instrumentos de la
política económica general y atender a la realización de los principios y fines contenidos en
la Constitución. En consecuencia, la concesión de beneficios fiscales puede verse constitucio-
nalmente legitimada cuando los mismos buscan satisfacer un fin de política económica que,
al mismo tiempo, encuentra apoyo constitucional, apoyo que perfectamente puede verse
recogido en cualquiera de los principios rectores de la política social y económica estableci-
dos en el Capítulo 11! del Título 1 de la Carta Magna (en concreto, arts. 39 a 52 CE).
Así, siguiendo el ejemplo del enunciado de esta actividad, una empresa que ha consegui-
do importantes beneficios económicos en el desarrollo de su actividad empresarial y que, por
lo tanto, dispone de capacidad económica suficiente para hacer frente al pago de los tributos,
puede verse parcialmente dispensada del pago de los mismos si incorpora en su plantilla de
trabajadores personas con discapacidades. Con esta medida, la empresa contribuye directa-
mente a la integración de este colectivo en la sociedad, hecho que justifica la concesión del
correspondiente beneficio fiscal. En efecto, los beneficios fiscales establecidos por el legislador
en esta materia encuentran su fundamento constitucional en el art. 49 de la CE, en la medida
en que este artículo obliga a los poderes públicos a realizar una política de previsión, trata-
miento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, psíquicos o sensoriales, política
que se encuentra reflejada en el reconocimiento de los correspondientes beneficios fiscales en
favor de la contratación de personas con discapacidades por parte de las empresas.
sujeto pasivo» (González Garcla). Así lo ha entendido de manera expresa el propio Tribunal
supremo en diversas ocasiones, al indicar que «la necesaria existencia de una actividad
administrativa en el presupuesto de hecho de la tasa sitúa en una posición claramente
secundaria el principio de capacidad económica», más aún si se tiene en cuenta que «la
prestación tributaria no se satisface porque se realiza un hecho que manifieste mayor o
menor capacidad económica, sino porque se recibe un servicio de la Administración» (F) 2”
Srs de 30 de noviembre de 2002).
Esta misma idea ha sido recogida por la legislación ordinaria. Así, resultan muy escla-
recedores los términos utilizados en el art. 8 de la Ley 8/1989, de 13 de abril, de Tasas y
precios Públicos cuando indica que «en el establecimiento de las tasas se tendrá en cuenta,
cuando lo permitan las características del tributo, la capacidad económica de las personas
que lo tengan que satisfacer» o, en el mismo sentido, las previsiones del art. 24.4 del Real
Decreto legislativo 2/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba el Texto Refundido de la
Ley Reguladora de las Haciendas Locales, según el cual «para la determinación de la cuantía
de las tasas podrán tenerse en cuenta criterios genéricos de capacidad económica de los
sujetos obligados a satisfacerlas». En ambos artículos se pone claramente de manifiesto que
la adecuación de las tasas al principio de capacidad económica no puede ser entendida de
manera tan tajante o estricta como se hace respecto de otros tributos, y más concretamen-
te, como sucede en el caso de los impuestos.
Podemos decir, en definitiva, que aunque el fundamento de las tasas se encuentra en el
principio de equivalencia o beneficio, se trata de tributos sometidos, como el resto de figu-
ras tributarias, al principio de capacidad económica establecido en el art. 31.1 CE, afirmación
que no deja de ser una paradoja de difícil cumplimiento, dado el diferente significado y
proyección de estos dos principios. Sin embargo, en la práctica, la capacidad económica ha
sido un criterio permanentemente utilizado para racionalizar la cuantificación de las tasas,
configurándose como un criterio de graduación a tener en cuenta, en mayor o menor grado,
para determinar el importe concreto a satisfacer en concepto de tasa (véanse, entre otras,
SIS de 1 de octubre de 1994, de 6 de febrero de 1995 o de 20 de febrero de 1998; STS] de
Castilla La Mancha, de 7 de noviembre de 1996 o STS] de Aragón, de 12 de noviembre de
2004).
En cualquier caso, tenemos que concluir que la presencia del principio de capacidad
económica en la configuración jurídica de las tasas no es una cuestión pacífica y que serán
los Tribunales los que, caso por caso, tendrán que determinar la legalidad de las mismas.
e Y, en segundo lugar, una valoración sobre la posibilidad de presentar un
recurso contra la Ordenanza Fiscal reguladora de la tasa por recogida de
basuras y tratamiento de residuos del Ayuntamiento de Granada.
Teniendo en cuenta la concreta configuración de los elementos de cuantificación de la
tasa por recogida de basuras y tratamiento de residuos establecida por el Ayuntamiento de
Granada, el Hotel «Cartuja Granada, S.A.» podría basar su recurso en la posible vulneración
del principio de capacidad económica.
En efecto, teniendo en cuenta que el hecho imponible de la tasa está constituido por la
prestación del servicio de recogida y tratamiento de residuos, un servicio de recepción obliga-
toria por parte del administrado, y que para la cuantificación del importe de la tasa el art. 4 de
la Ordenanza Fiscal n* 25 del Ayuntamiento de Granada utiliza unos parámetros fijos (en con-
creto, las estrellas que tiene el hotel y el número de plazas de que dispone) y no los ingresos
AS | 221
ACTIVIDADES DE DERECHO FINANCIEROY TRIBUTARIO. UN ENFOQUE POR COMPETENCI
ermitorialidad?
- De acuerdo con el art. 11 LGT, «los tributos se aplicarán conforme a los criterios de re-
“ena o lenitorialidad que establezca la ley en cada caso. En su defecto, los tributos de
ves personal se exigirán conforme al criterio de residencia y los otros tributos conforme
E 3 cutesro de territorialidad que resulte más adecuado a la naturaleza del objeto gravado».
F a
Ens
E ; ACTIVIDA FIN YI TAR MPETENCIAS 223
La primera idea que se desprende de la lectura de este precepto es que el criterio que
rige la aplicación de las normas tributarias en el espacio es, en primer lugar, el que disponga
la norma reguladora del correspondiente tributo y, con carácter subsidiario, cuando no eyjs.
ta prescripción específica al respecto, se aplicará el criterio de residencia o, en su caso, el de
territorialidad, según cuál sea la naturaleza del respectivo tributo. Este hecho determina que
el art. 11 LGT resulte de escasa aplicación práctica, dado que en la mayoría de tributos es /,
normativa reguladora del mismo la que establece el criterio aplicable.
Teniendo en cuenta esta idea, veamos a continuación en qué consisten los criterios
de territorialidad y residencia. Conforme al criterio de territorialidad, las leyes tributarias
españolas resultan aplicables a quienes tengan alguna relación con España, bien porque
obtengan rentas, bien porque sean titulares de bienes situados en el mismo o por el hecho
de tener relaciones económicas en el territorio español. Por lo tanto, es el territorio o el
lugar en el que se produce el hecho lo que determina la ley aplicable. Éste es el caso, por
ejemplo, de los impuestos locales. Así, el municipio en el que está situado el correspondien-
te inmueble es lo que determina la sujeción al Impuesto sobre Bienes Inmuebles (art. 61
TRLRHL) o el municipio en que está situado el terreno que se transmite lo que determinará
la sujeción al Impuesto sobre el Incremento de Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana
(art. 104 TRLRHL).
Una manifestación del principio de territorialidad es el criterio de residencia, un crite-
rio que incorpora una matización de cariz subjetivo que no está presente en el criterio de
territorialidad. En este contexto, la residencia se convierte en una calidad o condición de la
persona que no está únicamente relacionada con el hecho físico de vivir en un lugar deter-
minado, sino también con el propósito o intención de hacerlo con un cierto grado de per-
manencia (Ferreiro Lapatza). Los criterios concretos que sirven para determinar la residencia
de un sujeto son establecidos por la normativa propia de cada tributo. Así, por ejemplo, en
el ámbito del impuesto sobre la renta de las personas físicas se entiende que una persona
es residente en territorio español cuando reside, de manera continuada, durante un periodo
de 183 días o bien cuando se encuentra situado en España el núcleo principal o la base de
sus actividades o intereses económicos (cfr. art. 9 de la Ley 35/2006, de 28 de noviembre,
del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas). O, en el ámbito del Impuesto sobre
Sociedades se entiende que una persona jurídica es residente en España cuando se haya
constituido de acuerdo con las leyes españolas, cuando tenga su domicilio social en terri-
torio español o bien cuando tenga su sede de dirección efectiva en España (art. 8 del Real
Decreto Legislativo 4/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba el Texto Refundido de la
Ley del Impuesto sobre Sociedades).
Por otra parte, es importante destacar la existencia de Tratados o Convenios Inter-
nacionales, normalmente bilaterales, que determinan los criterios de sujeción aplicables
en los supuestos en que se produce un conflicto entre diferentes ordenamientos jurídicos,
concretamente, entre el Estado de la fuente o Estado donde se origina la renta y el Estado
Mide residencia del perceptor de la misma. En términos generales, se trata de disposiciones
que establecen normas de reparto del poder tributario entre los Estados implicados, en
unción de la mayor o menor conexión económica que exista entre los mismos y las rentas
y patrimonio objeto de gravamen, así como la propia naturaleza de la renta. En este con-
axto, destacan los convenios basados en el Modelo de Convenio de la Organización para la
» ooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El Estado español tiene suscritos numerosos
anvenios de este tipo, sobre todo en relación con el IRPF y el Impuesto sobre el Patrimonio,
+ 'nvenios que pueden ser Íntegramente consultados en la web de la AEAT.
Así, cuando el contribuyente sea residente en un país con el que España tenga suscrito
un convenio para evitar la doble imposición, se aplicarán las disposiciones previstas en
el convenio, ya que el tratado internacional es una fuente del Derecho jerárquicamente
superior a la ley ordinaria. Así, según el art. 96.1 de la Constitución Española, «los tratados
intemacionales que hayan sido válidamente celebrados formarán parte del ordenamiento
interno una vez hayan sido oficialmente publicados en España. Sus disposiciones sólo po-
¿rán ser derogadas, ser modificadas o ser suspendidas en la forma prevista en los propios
tratados o de acuerdo con las normas generales del Derecho internacional».
0) ¿De acuerdo con qué criterio se determinará en el caso planteado la sujeción del
Sr. Kasparolf al IRPF correspondiente?
En principio, se podría entender que el razonamiento del Sr. Kasparoff sí es acerta-
do dado que, conforme al criterio de residencia, las leyes tributarias españolas resultan
aplicables a los residentes en territorio español o, atendiendo al criterio de territorialidad,
en aquéllos que tengan alguna relación con lo mismo: obtengan rentas, sean titulares de
bienes situados en el mismo o tengan relaciones económicas en el territorio español. Por lo
tanto, es el territorio o lugar en el cual se produce el hecho lo que decide la ley aplicable.
En el caso del IRPF, rige, según establece el art. 9 LIRPF, el criterio de residencia. A tal
efecto, se entiende que un sujeto es residente en territorio español cuando está, de manera
continuada y sin que a tal efecto incidan las ausencias esporádicas, durante un periodo de
183 días o bien cuando esté situado en España el núcleo principal o la base de sus activida-
des o intereses económicos. Dado que el Ss. Kasparoff vive en España, de forma permanente
y continuada, desde principios de 2005, se podría entender que se convierte en sujeto pasi-
vo del IRPF en España, tal como él mismo indica.
Ahora bien, el supuesto planteado en el caso práctico es un supuesto peculiar, dado
que se trata de un contribuyente que trabaja en el Consulado ruso en España en calidad de
funcionario de la correspondiente oficina consular, un supuesto que tiene un tratamiento
tributario especial, según prevé el propio art. 9.2 LIRPF. De acuerdo con este precepto, «no se
considerarán contribuyentes, a título de reciprocidad, los nacionales extranjeros que tengan
su residencia habitual en España, cuando esta circunstancia fuera consecuencia de alguno
de los supuestos establecidos en el apartado 1 del artículo 10 de esta ley y no proceda la
aplicación de normas específicas derivadas de los Tratados Internacionales en los que Espa-
ña sea parte», supuestos entre los que encontramos los funcionarios de oficinas consulares.
En este caso, resulta patente, por lo tanto, que, excepto que exista un Tratado o Convenio
Internacional que prevea otro criterio, la sujeción al impuesto se determinará atendiendo
al criterio de nacionalidad en tanto que las normas tributarias aplicables al sujeto pasivo se
determinan atendiendo a la nacionalidad del contribuyente afectado, criterio que se des-
prende de la expresión «nacionales extranjeros» contenida en el art. 9.4 TRLIRPF.
Ahora bien, como apuntábamos en la cuestión anterior, y atendiendo al tenor literal
del art. 9,2 LIRPF, cuando el contribuyente sea nacional de un país con el que España tenga
suscrito un convenio para evitar la doble imposición, se aplicarán las disposiciones previstas
en el convenio. En este sentido, si repasamos el apartado de Normativa / Relaciones Inter-
nacionales / Convenios de Doble Imposición firmados por España, recogidos en la web de
la AEAT, podemos ver que existe un Convenio entre España y la Federación Rusa para ey
la doble imposición y prevenir la evasión fiscal en materia de los Impuestos sobre la Po
y sobre el Patrimonio, de 16 de diciembre de 1998 (ttp://agenciatributaria.es/normer,
cdi/cdi_fede.htm).
Pues bien, los arts. 15 y 19.1.2) del Convenio prevén que las rentas derivadas del ty,
bajo personal tributan en e | Estado en que hayan sido obtenidos, aplicando asi, el critoy;
de territorialidad. En este p unto, la solución del caso planteado requería hacer una bre
investigación sobre el carácter territorial de los consulados. En efecto, a nivel del Derecj,
disfrutan de >
Internacional, las misiones diplomáticas y, dentro de éstas, los consulados,
status extraterritorial, lo que comporta que, a pesar de estar situados en el territorio fisiry
de un determinado Estado, pertenezcan al país que representan. En consecuencia, hay que
en que
entender que la referencia que efectúan los arts. 15 y 19.1.a) del Convenio al «Estado
hayan sido obtenidos» los rendimientos del trabajo personal se liene que entender realiza.
del criterio de territorialidad.
da a la Federación Rusa por aplicación, como Se ha dicho,
226 | ACTIVIDADES
DE DERECHO FINANCIERO Y TRIBUTARIO. UN ENFOQUE POR COMPETENCIAS
c) ¿Se podría entender que esta medida resulta contraria al principio de igualdad
tributaria?
La proyección del principio de igualdad sobre la distribución del poder financiero en el
territorio español encuentra su contenido en el art. 139.1 CE, de acuerdo con el cual «todos
los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio».
Además, el art. 138.2 CE determina que «las diferencias entre los Estatutos de las diferen-
tes Comunidades Autónomas no podrán implicar, en ningún caso, privilegios económicos
o sociales». La interpretación conjunta y aislada de estos preceptos nos podría conducir a
cuestionar la constitucionalidad de la escala de gravamen establecida por la Comunidad Au-
tónoma de Cataluña en cuanto su establecimiento podría suponer una cierta carga tributaria
o, en su caso, una menor carga tributaria que afectaría o beneficiaría sólo a las personas
residentes en la mencionada CA y que no sufrirían o disfrutarían las personas residentes en
el resto de CC.AA.
Ahora bien, el análisis del caso planteado exige tener en cuenta otro elemento funda-
mental en un Estado compuesto como es el nuestro. Se trata, concretamente, del principio
de autonomía financiera en cuanto principio que determina la facultad de las CC.AA. de
decidir cómo y cuándo ejercer sus propias competencias financieras y, en concreto, sus com-
petencias normativas en los tributos cedidos como competencia expresamente reconocida
en la LOFCA. En este contexto, el Tribunal Constitucional ha reconocido que el principio de
igualdad «no impone que todas las Comunidades Autónomas ostenten las mismas compe-
tencias, ni mucho menos, que tengan que ejercerlas de una manera o con un contenido y
unos resultados idénticos o parecidos. La autonomía supone, precisamente, la capacidad de
cada nacionalidad o región para decidir cómo y cuándo ejerce sus propias competencias,
en el marco de la Constitución y del Estatuto. Y si, como es lógico, de este ejercicio deri-
van desigualdades en la posición jurídica de los ciudadanos residentes en cada una de las
Comunidades Autónomas, no por eso resultan necesariamente infringidos los arts. 1, 9.2,
14, 139.1 y 149.1.1 de la Constitución (...), ya que estos artículos no exigen un tratamiento
jurídico uniforme de los derechos y deberes de los ciudadanos en todo tipo de materias y
en todo el territorio, lo que serla frontalmente incompatible con la autonomía, sino, co»,
máximo, y por lo que se refiere al ejercicio de los derechos y al cumplimiento de los deter»,
constitucionales, una igualdad de las posiciones jurídicas fundamentales» (STC 150/1999 y
7* y, en el mismo sentido, STC 37/1987, FJ 107). :
Así, no se puede entender que cualquier tratamiento tributario diferenciado en Unas
CC.AA. respecto de las otras tenga que suponer, necesaria e inevitablemente, una vuln».
ración del principio de igualdad. Esta vulneración Únicamente existirá cuando las medig,,
tributarias establecidas por una determinada CA puedan afectar a las posiciones jurídica;
fundamentales de los contribuyentes, en cuanto supongan tratamientos discriminatoria;
faltos de fundamento constitucional. En este sentido, podemos concluir, por lo tanto, que y
posibilidad de aprobar una escala de gravamen del IRPF propia, aplicable únicamente a lp;
residentes en la Comunidad Autónoma catalana, no sería más que el reflejo de la autonor;,
financiera de esta CA y que, en ningún caso, vulneraría el art. 139.1 CE. Dado que todas ls
CC.AA. de régimen común tienen reconocida esta competencia normativa y pueden ejer.
cerla dentro del tramo del IRPF susceptible de cesión (este tramo cedido es actualmente
del 33%), y dado que al 66% restante se aplica la escala de gravamen estatal, común a
todas las CC.AA., hay que entender que no se altera la igualdad de las posiciones jurídicas
fundamentales de los ciudadanos y que se preserva, por lo tanto, la esencia del principio de
igualdad en su dimensión territorial.
retroactivo salvo que dispongan lo contrario». Se puede decir, por lo tanto, que, aunque el
principio general es la irretroactividad de las leyes, el legislador podrá determinar lo contra-
no, otorgando efectos retroactivos a la correspondiente ley de manera expresa.
Es importante destacar, sin embargo, que hay determinados ámbitos en los que la pri-
macta del principio de seguridad jurídica ha llevado al legislador constitucional a prohibir o
excluir la incidencia de la retroactividad en los mismos. En este sentido, el art. 9.3 de la CE
prohíbe, de forma expresa, la retroactividad de las disposiciones sancionadoras no favora-
bles o restrictivas de derechos individuales.
En el sentido que venimos apuntando, pero ya centrándonos en el ámbito tributario, el
art. 10.2 de la LGT establece que «salvo que se disponga lo contrario, las normas tributarias
no tendrán efecto retroactivo y se aplicarán a los tributos sin periodo impositivo devengados
a partir de su entrada en vigor y a los otros tributos cuyo periodo impositivo se inicie desde
aquel momento. No obstante, las normas que regulen el régimen de infracciones y sancio-
nes tributarias y el de los recargos tendrán efectos retroactivos respecto de los actos que
no sean firmes cuando su aplicación resulte más favorable para el interesado». Por lo tanto,
en materia tributaria existe también una irretroactividad relativa, de manera que las leyes
tributarias pueden ser retroactivas cuando así lo prevean de forma expresa (véanse, en
este sentido, entre otras, SIC 6/1983, de 4 de febrero; SIC 150/1990, de 4 de octubre y STC
197/1992, de 19 de noviembre), exceptuando de esta regla las disposiciones reguladoras de
infracciones y Sanciones, así como las que establezcan recargos, que sólo tendrán efectos
retroactivos cuando resulten más favorables que los existentes hasta su aprobación.
Para finalizar esta cuestión, hay que destacar que la redacción del vigente art. 10.2 LGT
ha sido objeto de crítica por parte de algunos autores por entender que se trata de una nor-
ma innecesaria en cuanto no añade casi nada a lo que puede derivarse de la aplicación del
Título Preliminar del Código Civil y de la Constitución, y que, además, lo que añade resulta
perturbador para la correcta aplicación del mismo (Pérez Royo).
150/1990, F] 8%; SIC 173/1996, E) 39; SIC 182/1997, F] 11%). Analicemos, pues, la concurrery;,.
de estos criterios en el caso práctico planteado.
Por lo que se refiere al grado de retroactividad de la norma cuestionada, el Tribiyps
Constitucional distingue entre una retroactividad que denomina auténtica o de grado máy;.
mo y una retroactividad impropia o de grado medio. En el primer caso, nos encontrar,
ante disposiciones que pretenden extender sus efectos a situaciones de hecho producida,
con anterioridad a la propia ley y ya consumadas, mientras que en la retroactividad iMPtopia
los efectos retroactivos se extienden a situaciones jurídicas actuales pero que todavía py
han finalizado. Esta distinción tiene importantes consecuencias jurídicas dado que sólo en
el segundo supuesto es posible una ponderación, casuística, de los bienes, derechos o prin.
cipios afectados, ponderación que no es factible en el caso de la retroactividad auténtica fa
ante el
cual, salvo que concurran exigencias calificadas de interés general, no puede ceder
FJ 11).
principio de seguridad jurídica (entre otras, STC 197/1992, F] 4; STC 182/1997,
Pues bien, en el caso práctico planteado podemos apreciar la existencia de una retroac-
tividad auténtica o en grado máximo, puesto que el gravamen complementario de la tasa
fiscal sobre el juego se aplica a situaciones jurídicas nacidas con anterioridad a la aprobación
de la ley que establece este gravamen y Una vez ya finalizadas o consumadas las mismas.
En efecto, el hecho imponible de la tasa fiscal sobre el juego es la autorización adminis-
trativa de máquinas recreativas y el devengo de la misma se produce, precisamente, en el
momento en que se realiza el hecho imponible, realización que, en nuestro caso, se produce
y se agota al inicio del año, momento en que el contribuyente pide la autorización adminis-
trativa para instalar la máquina recreativa y momento en que paga el tributo.
de
Por lo tanto, si posteriormente se produce un cambio legislativo que afecta al importe
ivamente a supuesto s
la deuda tributaria, incrementándola, y que, además, es aplicable retroact
vulnerando
de hecho nacidos y agotados con anterioridad, podemos entender que se están
d jurídica.
derechos individuales y que, en concreto, se está vulnerando el principio de segurida
a la plan-
Asílo entendió el TC al juzgar, precisamente, la constitucionalidad de una tasa idéntica
Cataluña al
teada en el presente caso práctico pero establecida por la Comunidad Autónoma de
del principio de
indicar que «actuar legislativamente de esta manera supone una vulneración
o dado, han configurado
la confianza de los ciudadanos en sus instituciones que, en un moment
posteriormente sorpren-
su actividad empresarial confiados en una legislación vigente para ser en la
incrementos desproporcionados
didos, y nada menos que con efectos retroactivos, con
2).
cuantificación de la deuda tributaria» (STC 173/1997, de 31 de octubre, FJ
1. El poder tributario:
a) Es un poder del que disponen las CCAA y los Entes locales, sólo si una ley
estatal así lo prevé.
b) Es un poder que corresponde exclusivamente al Estado central, de acuerdo
con lo previsto en el art. 133 CE.
c) Ninguna de las respuestas anteriores es correcta.
4. El principio de generalidad:
a) Permite la concesión de exenciones tributarias, siempre que no sean discriminatorias.
8. En materia tributaria:
a) La mayoría de leyes son orgánicas, dado que regulan el deber constitucio-
nal de contribuir.
b) Las consultas tributarias escritas son vinculantes para la Administración y
para los obligados tributarios.
e) Los Decretos-Ley pueden regular en determinados casos aspectos del tributo reser-
vados a la ley.
10. Respecto de las normas de Derecho Penal o Sancionador relativas a los tr;?,
|
Los:
desfavorable.
a) Se prohíbe la retroactividad, tanto favorable como
dor,
b) Ha de aplicarse retroactivamente la norma más favorable, en materia sanciona
y de recargos. |
0) A falta de disposición expresa, las normas penales y sancionadoras triburz.
rias nunca tienen efectos retroactivos.
234 | AcriviDaDESDEDERECHO
FINANCIERO Y TRIBUTARIO. UN ENFOQUE
POR COMPETENCIAS
| 235
ACTIVIDADES DE DERECHO FINANCIEROY TRIBUTARIO. UN ENFOQUE POR COMPETENCIAS
dad denunciada sean homogéneos, requisito esencial que, como hemos visto, no concurre
en este caso» (STC 57/2005, FJ 7).
3) ¿Consideráis que estos preceptos legales son compatibles con el principio cons-
utucional de generalidad? ¿Y con el principio de igualdad? ¿Por qué?
El principio constitucional de generalidad, previsto en el art. 31.1 CE (mediante la ex-
presión «Todos contribuirán»), tiene como finalidad la no discriminación y la prohibición de
privilegios en matería tributaria. Ahora bien, eso no significa que el ordenamiento tribu-
tano no pueda prever beneficios tributarios, como los regulados en los dos preceptos que
examinamos en esta actividad. Al contrario, los beneficios tributarios de toda clase (exen-
ciones, reducciones, bonificaciones o cualquier otro tipo de desgravaciones tributarias) son
muy frecuentes en nuestro ordenamiento. No obstante, en la medida en que los beneficios
tributarios implican una cierta derogación del principio de generalidad (ya que suponen
una menor tributación para determinados hechos o determinados sujetos, a pesar de ser
manifestativos de capacidad económica), su regulación tiene que cumplir ciertos requisitos.
En particular, la doctrina constitucional señala dos condiciones: 1*) no pueden ser discrimi-
natorios, esto es, la diferencia de trato debe tener una justificación objetiva y razonable; y
2”) tienen que estar justificados por finalidades protegidas constitucionalmente.
En este sentido, resulta útil citar la STC 57/2005, de 14 de marzo, según la cual: «la
exención o la bonificación —privilegio de su titular— como quiebra del principio de gene-
realidad que rige la materia tributaria (art. 31.1 CE), en cuanto que neutraliza la obligación
tributaria derivada de la realización de un hecho generador de capacidad económica, sólo
será constitucionalmente válida cuando responda a fines de interés general que la justifi-
quen (por ejemplo, por motivos de política económica o social, para atender al mínimo de
subsistencia, por razones de técnica tributaria, etc.), quedando, en caso contrario, proscrita,
pues no hay que olvidar que los principios de igualdad y generalidad se lesionan cuando
«se utiliza un criterio de reparto de las cargas públicas carente de cualquier justificación
razonable y, por lo tanto, incompatible con un sistema tributario justo como el que nuestra
Constitución consagra en el art. 31»» (STC 134/1996, de 22 de julio, FJ 8; STC 96/2002, de 25
de abril, FJ 7; STC 57/2005, de 14 de marzo, FJ 4).
Así pues, el principio de igualdad guarda una estrecha relación con el principio de ge-
neralidad, pues no significa que se tenga que tratar a todo el mundo de la misma forma en
el reparto de la carga tributaria, sino que las diferencias de gravamen introducidas por el
Legislador tienen que ser diferencias de trato no arbitrarias, que cuenten con una justifica-
ción objetiva y razonable.
En relación con los dos beneficios fiscales examinados en esta actividad, comprobamos
que cuentan con una justificación objetiva y razonable. En el primer caso, se trata de fomen-
tar el arrendarniento de bienes inmuebles por parte de sus propietarios (con una reducción
del 50% de los rendimientos obtenidos del alquiler), en la medida en que sean destinados a
vivienda, dado que ésta es una finalidad objetiva y razonable, protegida constitucionalmen-
te —como veremos en el siguiente apartado—. También se puede entender justificada la
mayor reducción en el caso de los arrendamientos destinados al colectivo joven (reducción
del 100% de los rendimientos del alquiler), atendiendo a la mayor dificultad que tiene este
colectivo, en principio, para poder acceder a una vivienda.
En el caso del segundo beneficio fiscal examinado, también podemos encontrar una
justificación objetiva y razonable que lo fundamente, dado que la renta no sometida a
tributación es aquélla que se entiende imprescindible para cubrir las necesidades básicas
personales y familiares del contribuyente.
TRIBUTARIO. UN ENF
FINANCIERO YES CIAS
COMPETENE
POROQU | 237
DE DERECHO DAD
ACTIVI
por 100 de la cuota fntegra del impuesto a favor de aquellos sujetos pasivos que
ostenten la condición de titulares de familia numerosa. La ordenanza deberá es-
pecificar la clase y características de los bienes inmuebles a que afecte, duración,
cuantía anual y demás aspectos sustantivos y lormales de esta bonificación, así
como las condiciones de compatibilidad con otros beneficios fiscales».
En atención a lo dispuesto en este precepto, contestad las siguientes cuestiones:
ho puedo hacer una «remisión en blanco» a la Ordenanza iscal paro regular un clero,
esencial del tributo; poro tampoco puede dejar sin margen de regulación al ente local, pus
ello supondila dejar slvotecto la autonomia local, garantizada constitudonalmente (art 13;
(1), Meciramento, es en esta relación «vertical» entre la loy estatal y las ordenanras locsto,
donde la posorva de ley Hono que ser especalmente Nexible, con el lin de compatibilirarss
con la garantia constitucional de la autonomía local,
Volviendo al coso de la actividad, el precepto de la ley estatal examinado (at. 744 5
Hno) regula los aspectos básicos de tna bonificación tibutarla del Impuesto sobre Men
Inmuebles para fomillas numerosas, que es un elemento esencial del Impuesto, May que
destacar que la toy regula un Hinito máximo de la bonificación (el 90 por 100 de la cue,
integra del impuesto), mito que ninguna Ordenanza muntapal puede sobrepasar. $e puede
considerar que este marco legal básico de la bonificación es suliciente para respetar la ro
verva de ley trlbutarta, El resto de condiciones de la bonificación, que pueden ser regulada;
por Ordenanza (características de los blenes Inmuebles; duración; cuantía anual, etc), ye
pueden entender Integradas en el desarrollo o colaboración reglamentaria, admisible atop
diendo al caracter relativo de la reserva de loy,
De hecho, muchos municipios (Narcolona, Alicante, etc.) prevén desde el año 2003 est
honilicación del 10! para familias numerosas, de acuerdo con lo dispuesto en la Ley regula.
dora de Hactendas Locales (hay que señalar que esta bonificación fue Introducida por la Ley
41/2002, de 27 de diclombre, que modificó la LRHL entonces vigente).