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El constituto posesorio exige en todos los casos dos actos jurídicos e independientes: el
acto de enajenación, en virtud del cual la posesión debe pasar al adquirente y el acto anexo,
en virtud del cual el enajenante debe ocupar la cosa como simple tenedor, sea este acto un
contrato de locación, sea una constitución de usufructo, etc., única manera de respetar la
presunción de coherencia que reina en el sistema de normas y de reducir los peligros del
constituto posesorio.
SCBA, Ac 39213 S 9-8-88, Juez LABORDE (SD)
CARATULA: Eiman, Mauricio c/ Ercoli, Humberto Ruben y/o cualquier ocupante s/ Desalojo
PUBLICACIONES: LL t. 1988-E p. 200 - ED t. 131 p. 369
MAG. VOTANTES: Laborde - Cavagna Martínez - Negri - San Martín - Vivanco
ANTECEDENTES:
La Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Dolores revocó la
sentencia de primera instancia que había hecho lugar a la demanda promovida, rechazando la
misma en todas sus partes, con expresa imposición en costas a la actora.
Se interpuso, por esta última, recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley.
Dictada la providencia de autos y encontrándose la causa en estado de dictar sentencia, la
Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente
CUESTION:
¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley?
VOTACION:
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor San Martín dijo:
1. La Cámara, para rechazar la demanda, sostuvo -por mayoría-: que la actora no probó haber
recibido la posesión del inmueble; que la prueba testimonial aportada por ella no era suficiente
a esos fines; que, en cambio, los testigos del demandado avalaban la posición de éste; que no
se acreditó la tradición en cabeza de la accionante; que la titularidad que surgía de la
escritura no era suficiente para probar esa circunstancia; que la figura del constituto
posesorio no resultaba aplicable en autos por la endeblez de la prueba; que el accionado había
acreditado estar en posesión del inmueble desde hacía veinte años; que no estaba legitimado
para demandar por desalojo quien alegaba la calidad de propietario y no acreditaba la
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posesión; que, por lo tanto, no era la de autos la vía procedente para obtener la restitución del
bien.
2. La actora interpone a fs. 184 recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley y doctrina legal.
Luego de hacer un relato de las constancias de autos, expone los siguientes agravios: a)
absurda valoración de las pruebas de posiciones, testimonial, pericial e informativa; b) violación
del art. 2352 del Código Civil; c) violación del art. 2462 incs. 3 y 6 del citado Código; d)
violación del art. 375 del Código Procesal Civil y Comercial y de la doctrina de este Tribunal
sobre esa norma; e) violación de la doctrina de esta Corte sobre manifestaciones contenidas en
escritura pública; f) violación de la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre
prohibición de desentenderse de la justicia al resolver; g) violación de los arts. 993, 994 y 995
del Código Civil; h) violación de la doctrina de los propios actos. Pide se case la sentencia.
3. Aunque sin seguir el orden otorgado por la recurrente a sus reproches al fallo, les daré
respuesta a los mismos, anticipando que -a mi juicio- no pueden encontrar andamiento.
a) Comenzaré diciendo que no existe violación al principio de la prueba contenido en el art. 375
del rito, ni a la doctrina de este Tribunal, porque cuando -como en la especie- se demanda
invocando la calidad de propietario y ello es negado, al actor le incumbe acreditar su condición
legitimante.
b) Tampoco se ha violado el art. 2352 del Código Civil en base al cual, dice la actora, la
ampara la mención de la escritura según la cual el demandado hizo tradición del
inmueble, reconociendo en otro la propiedad.
Es que el dominio en nuestro derecho no se adquiere antes de la tradición (art. 577, C.C.) de
modo que en rigor no puede llamarse propietario a quien no haya recibido la tradición del
inmueble mediante el concurso de dos voluntades: la del tradens y la del accipiens,
coincidentemente proyectadas en un acto exteriorizante revestido de materialidad, como
lo dispone el art. 2379 del Código Civil .-
Precisamente por esto es que, para que la tradición se opere, no basta la sola
manifestación del enajenante -contenida en la escritura- de que dio al adquirente la
posesión del bien ("Acuerdos y Sentencias", 1958-V-322 -con citas de Salas en el voto del
doctor Fernández y de Salvat y Ovejero en el del doctor Portas-; 1962-III-370 -con citas en el
voto del doctor Trigo Viera de Lafaille, Salvat y Busso-).
c) Relacionado con esto he de decir que la impugnante no ha demostrado absurdo en la
conclusión del a quo respecto a que a la actora no se le hizo tradición del inmueble, que
permaneció siempre en posesión del demandado.
Es que, con excepción de lo referido a la cancelación del crédito -donde se demostró el error de
la alzada de no tenerlo por cancelado-, pero que no fue prueba valorada a los fines antes
enunciados, la apelante limitóse a hacer consideraciones sustentadas sólo en su propio criterio
y que no traducen más que meras discrepancias subjetivas, insuficientes para acreditar la
existencia de absurdo ("Acuerdos y Sentencias", 1985-II-386; 1986-IV-626; 1987-III-24; 1988-II-
588; 1989-I-676).
d) Por esta ausencia de prueba del absurdo en las conclusiones del a quo, debe desestimarse
el agravio de violación de los arts. 993, 994 y 995 del Código sustantivo y de la doctrina de esta
Corte según la cual la mera invocación de ser poseedor por parte del demandado no es
suficiente si no acredita su derecho.
Comprobar la existencia de la posesión es una cuestión de hecho ajena, como tal, de la
casación ("Acuerdos y Sentencias", 1986-IV-465; 1990-II-92). La Cámara sostuvo que el
demandado la había mantenido y la recurrente no demostró que ello constituía un absurdo.
e) Con lo dicho en el tercer párrafo del punto b), entiendo se completa la réplica a lo
sostenido alrededor de los arts. 993, 994 y 995 del Código Civil y al agravio según el cual se
transgredió la doctrina del Tribunal por la cual las declaraciones efectuadas en la escritura
alcanzaban para dar por acreditada la existencia de tradición.
f) Veamos ahora la queja con base en el art. 2462, incs. 3 y 6 del Código de fondo.
El constituto posesorio -que según la apelante y la minoría de la alzada existiría en el caso de
autos- exige siempre dos actos jurídicos distintos e independientes: el acto de enajenación, en
virtud del cual la posesión debe pasar al adquirente y el acto anexo, en virtud del cual el
enajenante debe ocupar la cosa como simple tenedor, sea este acto un contrato de locación,
sea una constitución de usufructo. Esta es la única manera de respetar la presunción de
coherencia que reina el sistema de normas y de reducir los peligros del constituto posesorio
("Acuerdos y Sentencias", 1976-I-571, voto del doctor de la Llosa con remisiones a Ihering y
Salvat; 1988-III-53). Esta exigencia no se ha cumplido en la especie.
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g) No advierto por qué la opugnante expresa que se ha violado la doctrina de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación según la cual los jueces no deben desentenderse de la justicia del
resultado. Amén de recordar que la doctrina del citado Tribunal no es vinculante ("Acuerdos y
Sentencias", 1990-I-303; 1991-II-550), viene al caso señalar que no me parece ni dogmático ni
desacertado haber sostenido -por parte de la Cámara- que la tradición debe hacerse en las
formas autorizadas por el Código Civil.
h) Por último diré que no es procedente la queja con sustento en violación de la doctrina de los
propios actos, tantas veces aplicada por esta Corte.
Esta doctrina adquiere aplicación cuando una persona -dentro de una relación jurídica- ha
suscitado en otra, con su conducta, la confianza de que un derecho no será ejercitado
("Acuerdos y Sentencias", 1987-III-531, punto IV de mi voto, con cita de Diez Picaso, en lo que
interesa).
No veo cómo, manteniéndose Olive en el inmueble de Belgrano nº 539 de Chacabuco durante
tanto tiempo (según lo ha tenido por demostrado la alzada y no lo ha desvirtuado la recurrente),
puede alegarse que la actora haya confiado en que no iba a ejercitar el derecho que podría
corresponderle.
4. Por lo expuesto y lo normado en los arts. 279 y 289 del Código adjetivo propongo se rechace
el recurso, con costas.
Voto por la negativa.
Los señores jueces doctores Laborde, Negri, Pisano y Salas, por los fundamentos expuestos
por el señor Juez doctor San Martín, votaron también por la negativa.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente
SENTENCIA:
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se rechaza el recurso extraordinario interpuesto;
con costas (art. 289, C.P.C.C.).
Notifíquese y devuélvase.