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Teorías que destacan el Yo

Psicoanálisis
En la teoría de Sigmund Freud (1856-1939) el Yo es entendido como la parte consciente de la
mente, que debe satisfacer los impulsos instintivos e inconscientes del Ello teniendo en cuenta
las exigencias del mundo externo y de la propia conciencia -el Superyó, constituido por normas
sociales interiorizadas.
El Yo o la identidad sería, por tanto, una instancia intermedia entre la biología de un individuo y
el mundo que lo rodea. Según Freud sus funciones incluyen la percepción, el manejo de
información, el razonamiento y el control de los mecanismos de defensa.
Su discípulo Carl Gustav Jung (1875-1961) definió el Yo como el núcleo de la consciencia; todo
fenómeno psíquico o experiencia vital que sea detectado por el Yo pasa a ser consciente. Así,
el sentido del Yo se entiende como una estructura compleja con un doble componente:
somático y psíquico. Además, para Jung el Yo, centro de la identidad, está inmerso en el Sí
mismo (“Self”), que constituye núcleo de la personalidad en general; el Self incluye lo
inconsciente, además de la parte consciente de la experiencia. Sin embargo, somos incapaces
de experimentar el Self de forma completa puesto que estamos anclados al Yo y a la
consciencia.

Interaccionismo simbólico
Corriente teórica que planteaba que las personas interpretamos el mundo y sus elementos a
partir de los significados que se les otorgan socialmente. El Yo se construye a partir de la
interacción cara a cara y de la estructura social.
Cabe destacar el modelo dramatúrgico de Erving Goffman (1922-1982). Este autor opinaba que
las personas, como si fuéramos actores, intentamos aparentar consistencia ante las demás
mediante la adopción de roles. Para Goffman el Yo no es más que el conjunto de roles que
representamos.
Posteriormente el psicólogo social Mark Snyder desarrolló su teoría de la autoobservación o
automonitorización. Este modelo afirma que las personas altas en autoobservación adaptan
sus roles, y por tanto su identidad, a la situación en la que se encuentran; por contra, quienes
se automonitorizan poco muestran más el “Yo” con el que se identifican.

Modelo de autocomplejidad
Patricia Linville propone que el modelo de la autocomplejidad propone que la identidad
depende de nuestros roles sociales, relaciones interpersonales, rasgos de personalidad
nucleares y de las actividades que realizamos, como la carrera profesional. El concepto
“autocomplejidad” se refiere al número de representaciones que componen el Yo, así como a
su grado de diferenciación.
Según Linville, las personas con una elevada autocomplejidad son más resistentes a los
sucesos vitales negativos, puesto que aunque una parte de su identidad quede cuestionada o
debilitada por las experiencias siempre existirán otras partes del Yo que podrán utilizar como
anclaje psicológico.

Teoría de autodiscrepancia
En su teoría de la autodiscrepancia Higgins plantea también que el Yo no es un concepto
unitario, si bien define los distintos componentes de la identidad a partir de dos parámetros: los
dominios del Yo y los puntos de vista del Yo. En este último criterio encontramos la perspectiva
de la persona sobre ella misma, así como la que cree que tienen las personas significativas.
En los dominios del yo, que pueden asociarse a la perspectiva propia o a la de otros,
encontramos el Yo real (cómo soy), el Yo ideal (cómo querría ser), el Yo que debería ser, el Yo
potencial (cómo podría llegar a ser) y el Yo futuro, que es la identidad que esperamos ser.
Higgins considera que el Yo real, tanto desde el punto de vista de uno mismo como desde el
que suponemos que tienen las personas significativas, es la base de nuestro autoconcepto. Por
contra, el resto de aspectos son las guías del yo, que nos sirven de modelo y de referencia
para actuar y para evaluar nuestra conducta.

Teoría postracionalista
Vittorio Guidano es considerado el principal pionero de la psicología postracionalista. Esta
orientación teórica surge como una reacción a la predominancia de las filosofías positivista y
racionalista, que afirman que existe una realidad objetiva que puede ser percibida y
comprendida de forma certera a través de los sentidos y de la lógica.
Desde las teorías psicológicas cognitivo-constructivistas se defiende la relevancia fundamental
del lenguaje en el modo en que interpretamos el mundo que nos rodea y compartimos estas
perspectivas. Mediante el lenguaje organizamos nuestras experiencias en forma de
narraciones, de las cuales emergen la memoria y la identidad.
Guidano distinguió también entre el Yo y el Mí. Mientras que definió el Yo como la dimensión
corporal-emocional de la experiencia, predominantemente inconsciente, para este autor el Mí
es la parte del Self que observa y genera significados a través del lenguaje. La unión del Yo y
el Mí resulta de la creación de narrativas coherentes que pretenden ser explicativas.

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