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HISTORIA

El estudio de la evolución humana es sólo una de las ciencias históricas: otras son la
cosmología, la geología y la química y la biología evolutiva. Todas las ciencias
históricas tienen la misma meta, a saber, descubrir qué pasó y por qué pasó: buscan la
verdad y la explicación, no un mero cuento. El texto aborda el tema de la filosofía de la
historia, destacando la importancia de las ciencias históricas, como la historia, la
cosmología, la geología, la química y la biología evolutivas. El historicismo es una
corriente presente en las ciencias históricas, que sostiene que el conocimiento del
pasado es esencial para entender el presente y moldear el futuro.

Se discute la discrepancia en el uso del término "historicismo" en la literatura, y se


rechaza la idea de que la historiografía abarque todo y sea previa a cualquier otra
disciplina. Así como el estudio científico del pasado y el papel de los individuos en la
historia, la existencia de patrones históricos, la interpretación y explicación históricas,
entre otros. Cabe resaltar que las teorías contemporáneas del cambio social son
extremadamente generales y pueden considerarse como filosófico-científicas.

Además, se plantea la distinción entre la filosofía sustantiva de la historia, que puede ser
especulativa o basada en datos históricos, y la filosofía analítica de la historia, que se
enfoca en la epistemología y metodología de la investigación histórica. Por lo que se
deduce que, el texto explora aspectos de la filosofía de la historia, la importancia de las
ciencias históricas, y algunos problemas filosóficos que surgen en el estudio del pasado.

Objetividades históricas, mentiras y falsificaciones


Se debe distinguir entre "historia" y "historiografía". La historia se refiere al proceso o
sucesión temporal de estados o cambios de una cosa compleja a lo largo del tiempo,
mientras que la historiografía es el estudio y reconstrucción hipotética de ese proceso
utilizando registros e indicadores históricos. Además, la historiografía implica
reconstrucciones hipotéticas y falibles del pasado, ya que los registros históricos son
fragmentos de conocimiento que a menudo están ocultos o perdidos, y las conjeturas
históricas pueden tener causas alternativas.
Algunos subjetivistas afirman que la historia es una construcción social, pero la mayoría
de los historiadores distinguen entre hechos y ficción, y buscan averiguar la verdad más
plausible sobre el pasado. Aunque la historiografía es una reconstrucción hipotética, los
historiadores se esfuerzan por presentar pruebas y adoptar un enfoque científico.
El texto destaca que el revisionismo histórico, en el sentido de reescribir la historia
basándose en nuevos descubrimientos y enfoques, es una práctica común y necesaria para
el avance del conocimiento histórico. Así pues, el texto aborda la distinción entre historia
y historiografía, la naturaleza hipotética de la reconstrucción histórica y la importancia de
buscar la verdad en el estudio del pasado. También discute el revisionismo histórico como
un elemento esencial en el progreso del conocimiento histórico.
A continuación, unos ejemplos recientes de revisión histórica. Uno de ellos es la hipótesis
de que los homínidos y seres humanos primitivos vivían principalmente de la caza, que
ha sido cuestionada por investigadores como Binford, quienes sugieren que eran más bien
forrajeadores y recolectores marginales. Sin embargo, todavía hay incertidumbre sobre
esta cuestión.
El segundo ejemplo se refiere a la nueva perspectiva sobre las causas de la Revolución
Inglesa, presentada por Jack Goldstone. Según él, el crecimiento sostenido de la
población entre 1500 y 1640 tuvo un impacto significativo en los eventos que llevaron a
la revolución. Esta visión, basada en la cliometría, ha destacado la importancia de factores
demográficos en este acontecimiento histórico.
La revisión histórica es una tarea constante y necesaria, y que los historiadores siempre
están buscando nuevas formas de interpretar y entender el pasado. Además, resalta que el
proceso histórico de descubrimiento y revisión está guiado por la búsqueda de la verdad
objetiva, a pesar de que las personas pueden distorsionar la historia por diversos motivos,
como intereses políticos o ideológicos. La objetividad del historiador no excluye la
consideración de juicios de valor, pero se basa en la verificación y el análisis riguroso de
las pruebas disponibles.

Materialismo vs idealismo
Existen dos corrientes principales en la historiografía: el materialismo e idealismo
histórico. Los materialistas sostienen que los determinantes del cambio social son
materiales, como factores ambientales, biológicos o económicos. Por otro lado, los
idealistas postulan que las ideas, tanto ideológicas, políticas o tecnológicas, son la fuerza
motriz de la historia, e incluso algunos pueden considerar agentes sobrenaturales.
El materialismo histórico, como el marxismo, ha sido una filosofía de la historia
influyente que enfatiza el papel de la economía como el principal motor del cambio social.
Sin embargo, también se ha visto que existen muchos contraejemplos que desafían esta
visión determinista, y otros factores, como desastres ambientales, innovaciones
tecnológicas, fanatismo religioso o la búsqueda de libertad, también han jugado un papel
relevante en la historia. En contraste, el idealismo histórico destaca la importancia de las
ideas y los procesos mentales en la formación de eventos históricos. Georg Simmel fue
un destacado representante de esta corriente y argumentó que la tarea del historiador es
descubrir las ideas y sentimientos de los agentes históricos, aunque también reconoció la
influencia de las situaciones y contextos sociales en la formación de las ideas
individuales.
Ninguna de estas corrientes es completamente cierta por sí sola y que se necesita una
perspectiva pluralista para entender la complejidad de la historia. Propone el materialismo
sistémico como una alternativa pluralista para comprender los diversos factores que
influyen en el cambio social y en los eventos históricos
Se discute el idealismo histórico en la historiografía y señala que algunos filósofos e
historiadores, como R. G. Collingwood y el arqueólogo I. Hodder, han adoptado
postulados similares a los del idealismo histórico, enfatizando la importancia del
pensamiento y las ideas en la comprensión de los eventos históricos. Sin embargo, el
texto sostiene que, aunque las ideas pueden ser importantes en la historia, no pueden
entenderse por sí solas sin tener en cuenta los factores materiales y sociales que influyen
en su formación y propagación.
Las ideas surgen en un contexto social y que, a menudo, son moldeadas por diversas
personas y grupos sociales. Como ejemplo, la teoría de la elección racional, que se enfoca
en los cálculos deliberados de los líderes como el principal factor que determina los
eventos históricos. Sin embargo, se cuestiona esta visión, señalando que existen muchos
factores que influyen en la toma de decisiones y que las acciones humanas no siempre
son perfectamente racionales. En cuanto a la tesis de Max Weber sobre el espíritu del
capitalismo, que sugiere que el calvinismo promovió el capitalismo moderno.
El autor presenta diversas objeciones a esta tesis, argumentando que otros factores, como
la expansión de la industria y el comercio, la explotación colonial, la ciencia y la
tecnología, también jugaron un papel importante en el surgimiento del capitalismo
moderno. Por lo que, se aboga por un enfoque pluralista y sistémico en la historiografía,
que tome en cuenta tanto los factores materiales como las ideas y el pensamiento para
comprender adecuadamente los eventos históricos.
Se critica un enfoque específico de la historia militar basado en la teoría de los juegos,
promovido por Bueno de Mesquita en su obra de 1981. Según este enfoque, se busca
encontrar leyes de la guerra asumiendo que los agentes involucrados son maximizadores
de utilidad y utilizando utilidades y probabilidades objetivas en lugar de subjetivas. Sin
embargo, se critica este enfoque, señalando que se basa en información empírica dudosa
y que no tiene en cuenta los datos históricos que muestran que, en muchos casos, los
iniciadores de guerras no han tenido éxito.
También se critica la pseudoexactitud y la falta de consideración de los factores
imprevistos y las consecuencias no deseadas de las acciones militares. El autor argumenta
que la guerra es una manifestación de avidez, ambición de poder y estupidez, y que
intentar explicarla solo en términos de acciones racionales es superficial. En cambio,
enfatiza que las guerras son procesos sociales complejos que involucran múltiples actores
y factores, y que a menudo tienen consecuencias imprevistas y perversas. Finalmente, se
aboga por un enfoque sistémico en la historiografía que integre las contribuciones válidas
tanto del idealismo como del materialismo histórico y que tenga en cuenta los factores
sociales, políticos y económicos en la comprensión de los eventos históricos.
Sistemismo versus el individualismo y holismo
Se destaca la perspectiva sistémica en la historiografía y cómo esta aborda el cambio
social desde un enfoque pluralista y multifactorial. El enfoque sistemista considera que
el cambio social es el resultado de una miríada de acciones individuales que se desarrollan
dentro de sistemas sociales compuestos por subsistemas biológicos, económicos,
políticos y culturales. El historiador sistemista no se enfoca únicamente en hechos
aislados o individuos destacados, sino que busca entender la evolución de sistemas
sociales a lo largo del tiempo. Se considera la relación entre individuos y sistemas y se
reconoce que muchos cambios históricos surgen de movimientos de masas, procesos
colectivos e interacciones entre individuos.
La perspectiva sistemista también abarca la relación entre factores materiales e ideales en
el cambio social. Por ejemplo, se reconocen conexiones entre la difusión del alfabetismo
y el desarrollo industrial, así como entre las libertades civiles, la cultura y el crecimiento
de la industria y el comercio. En contraposición al enfoque individualista que se centra
en la importancia de los individuos destacados y al enfoque holista que ve a la historia
como una fuerza que arrastra a las personas, el enfoque sistemista considera que los
cambios sociales son procesos complejos que involucran múltiples factores y niveles de
análisis, desde lo micro hasta lo macro. Así pues, la historiografía sistémica busca
entender la historia como un entramado de procesos sociales interconectados y
cambiantes, superando así las limitaciones de enfoques unifactoriales y monistas. Se
enfoca en comprender cómo las acciones individuales y los sistemas sociales se
entrelazan para dar forma a los acontecimientos históricos.
Ley, accidente y suerte
Existe un debate sobre la existencia de leyes históricas. Los holistas (Hegel, Comte,
Marx) sostienen que hay fuerzas supraindividuales y leyes que rigen los grandes procesos
históricos. Por otro lado, los individualistas (Dilthey, Weber, Popper) consideran que las
decisiones individuales y las nuevas ideas son impredecibles y fundamentales en la
historia. Ninguno de los enfoques ha logrado establecer leyes históricas sólidas. Aunque
hay algunas tendencias mundiales definidas, como la expansión del capitalismo, la
democracia y la ciencia, estas no son leyes en sí mismas.
Se menciona que existen regularidades históricas, es decir, patrones y tendencias que se
repiten debido a que las personas tienen necesidades básicas similares y son seres
sociables que forman sistemas sociales con funciones específicas. Sin embargo, también
hay irregularidades causadas por acciones individuales o colectivas en pugna, así como
por factores inestables y accidentales. La suerte juega un papel en la historia, ya que
ciertas circunstancias pueden brindar oportunidades u obstáculos. Algunos accidentes
pueden tener efectos significativos en situaciones de equilibrio inestable. Aunque hay
pocas generalizaciones históricas verdaderas, estas están limitadas en tiempo y espacio y
se mezclan con accidentes.
La historia no se rige por leyes absolutas, pero existen patrones y regularidades que
influyen en los acontecimientos históricos. La suerte y los accidentes también tienen un
papel en el desarrollo de la historia.

Tendencias: progreso, estancamiento, declinación


El texto aborda el concepto de progreso y declinación en la historia. Se discute la
existencia de tendencias definidas en los períodos históricos, como crecimiento,
estancamiento o declinación, que pueden escapar al cronista, pero son observables a
través del análisis de largos períodos. El progreso no puede equipararse simplemente al
crecimiento cuantitativo, ya que también debe tener en cuenta la mejora de la calidad de
bienes y servicios, así como el avance en estilos de vida y la expansión de la democracia
integral. Se propone que una tendencia histórica es progresiva si implica la satisfacción
creciente de las necesidades básicas y aspiraciones legítimas de un número creciente de
personas.
Por otro lado, se menciona que las tendencias en la historia son resultado de la interacción
de múltiples patrones, circunstancias y accidentes, y no se rigen por leyes absolutas. Se
aborda la cuestión de las "olas largas" de crecimiento económico y declinación, pero se
indica que no hay resultados concluyentes al respecto.
En cuanto a la repetición de la historia, el autor sostiene que la historia humana es
irreversible debido a los cambios ambientales, la rotación de personas y el surgimiento
de nuevas ideas e instituciones. También se descarta la existencia de un ritmo constante
en la historia y se señala que las sociedades están en constante transición, aunque algunas
puedan parecer estancadas debido a cambios lentos en sus instituciones.
La historia está marcada por tendencias definidas de progreso o declinación, pero estas
no se rigen por leyes absolutas y son el resultado de múltiples factores. Además, se
descarta la repetición y la existencia de un ritmo constante en la historia, y se afirma que
todas las sociedades están en constante transición.

Interpretación o hipótesis
El texto aborda la naturaleza de la investigación histórica y cómo los arqueólogos,
prehistoriadores e historiadores trabajan con huellas de hechos pasados en lugar de hechos
en bruto. Asimismo, las fuentes históricas son conjeturas y que los datos deben
interpretarse a través de hipótesis, que son sometidas a prueba para obtener una
reconstrucción histórica.
La historiografía es una reconstrucción hipotética y que los historiadores utilizan el
método científico para elaborar suposiciones o hipótesis basadas en datos e información
recolectada. Además, se señala la importancia de la preocupación por la exactitud y el
enfoque sistémico en la reconstrucción histórica. El texto también destaca que algunas
hipótesis históricas pueden parecer contraintuitivas al principio, pero pueden ser
verificables y estar respaldadas por pruebas empíricas. Se diferencia entre verificabilidad
y refutabilidad, y se enfatiza que tanto la confirmación como la refutación son valiosas
para el avance del conocimiento histórico. Fnalmente, tanto los historiadores como los
científicos naturales emplean el método científico para buscar verdades y modelizar la
realidad pasada o presente mediante la formulación y verificación de hipótesis.
Explicación histórica
El texto destaca la diferencia entre la historiografía y la crónica, donde el historiador no
solo describe los hechos pasados, sino que busca explicar por qué sucedieron, intentando
entender y no solo saber. Para ello, utilizan generalizaciones (leyes o normas) y datos, y
explican los eventos en términos de mecanismos específicos.
Se menciona que los historiadores emplean tanto hipótesis generales como especiales
para explicar los acontecimientos históricos. Estas hipótesis pueden provenir de otras
disciplinas, como biología, psicología, sociología, economía y ciencias políticas.
Además, se resalta que el rechazo del monismo histórico implica evitar explicaciones
unifactoriales, y que muchos eventos históricos complejos requieren explicaciones
multifactoriales. Por eso los historiadores buscan explicar los hechos históricos
utilizando hipótesis y mecanismos específicos, y su objetivo es comprender el pasado, no
solo describirlo.
Usos de la historia
El texto resalta la importancia de la historiografía y cómo su estudio puede tener usos
buenos, malos o indiferentes. Entre los usos buenos se encuentran entender el presente,
planificar el futuro, aprender de los mecanismos subyacentes a la dinámica macrosocial,
descubrir los mecanismos de la emergencia de sociedades exitosas y aprender de errores
pasados para evitar cometerlos nuevamente.
Se menciona que la historia humana es irreversible y que no se repite como un ciclo, sino
que es creativa y destructiva. También se destaca que la historiografía es una ciencia
emergente y progresiva, que se caracteriza por ser realista, materialista, sistémica,
interdisciplinaria, cuantitativa y nomotética.
A grandes rasgos, los historiadores contemporáneos se dividen en dos escuelas: la
tradicionalista o humanista y la moderna o procientífica. El enfoque y el método de la
primera están cerca de la filología clásica, la crítica literaria, el derecho y la historia del
arte, mientras que los de los historiadores procientíficos se aproximan a los de la
biología evolutiva

Además, se indica que la historia procientífica busca una mirada unificada de las ciencias
sociales y superar las fronteras artificiales entre ellas para comprender mejor los
fenómenos sociales.
Podemos aprender algo sobre la sociedad si estudiamos el cambio social, esto es, la
historia. Sin embargo, las “lecciones de la historia” son ambiguas. Lo que aprendemos
del pasado depende en gran parte de nuestra visión del mundo, nuestros intereses y
nuestras actitudes hacia el futuro. El conservador “aprende” que la reforma social es inútil
o peor, porque muchísimos intentos previos fracasaron o resultaron un tiro por la culata.
El revolucionario “aprende” que ciertas reformas sociales fracasaron porque no fueron
suficientemente radicales. El nacionalista y el halcón “aprenden” a alimentar su odio
hacia “el otro” y así a marchar hacia atrás. El pacifista y el internacionalista “aprenden”
las virtudes de la paz y la solidaridad internacional. En resumen, mucho de lo que
“aprendemos” con el estudio de la historia ya lo sabíamos o creíamos ante todo en ello:
en líneas generales, vemos lo que buscamos. No obstante, una mente crítica puede
aprender de la historia a descubrir mecanismos sociales recurrentes, disipar ilusiones,
apoyar esperanzas o, al menos, “elevar el nivel del debate” (Hirschman, 1977, p. 135).
En particular, uno puede aprender a desconfiar de las afirmaciones de que el actual orden
social es eterno y hay un remedio rápido para todo problema social. La historia también
puede prestarse a usos malvados. Así, la obsesión por el pasado tal vez nos haga perder
de vista el presente y descuidar la preparación para el futuro. Del mismo modo, la
historiografía —ya sea veraz o no— puede usarse para propiciar movimientos políticos
regresivos.
Finalmente, el estudio de la historiografía tiene múltiples beneficios, como comprender
el pasado para entender el presente y planificar el futuro, aprender de los mecanismos
sociales, evitar la repetición de errores pasados y contribuir al desarrollo de una
perspectiva más científica y unificada de las ciencias sociales.

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