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Actividad sobre el área de conocimiento de la Historia

1) Lee el siguiente texto:

Una de las definiciones más modernas de “historia” pertenece al francés Jacques Le Goff: “la
historia es la ciencia del cambio y la transformación de las sociedades”.

Este autor hace una abstracción de los elementos que tradicionalmente se atribuían a la
historia como “hechos históricos”, “personajes importantes”, “fechas”, “guerras del pasado” u
otros, y presenta al cambio como el objeto central del quehacer histórico.

Es que la experiencia del cambio en la vida de las sociedades es irrefutable, tornándose,


paradójicamente, en lo más estable.

Pues bien, las sociedades cambian, cambian los gobiernos, las tecnologías, las creencias, las
tendencias artísticas y también las ciencias.

El tema que aquí se propone es precisamente un acercamiento a las transformaciones que ha


ido experimentando la historia como ciencia en su estructura epistemológica. Es decir, que se
pensaba o como se definía la historia en épocas anteriores, cuál era su finalidad, su método,
sus instrumentos, y como al cambio experimentado por las sociedades en su devenir ha
impulsado, a su vez, la transformación de la historia como conocimiento y como actividad
intelectual.

Hoy es posible hacer, entonces, una oposición entre la historia pasada o tradicional y lo que se
plantea como una nueva historia renovada desde sus cientos y en todos sus elementos:
definición, sujeto-objeto-métodos, etc.

Esta nueva historia, sin embargo, tiene que orientarse a su vez al futuro y estar dispuesta a ir
renovándose conforme lo exijan las características y necesidades de la sociedad que
actualmente se está gestando.

EL PARADIGMA DE LA HISTORIA TRADICIONAL Y EL SURGIMIENTO DE LA NUEVA HISTORIA

Los finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX fueron testigos de un movimiento
revolucionario de renovación de la historia.

Por mucho tiempo esta disciplina se había desarrollado teniendo como contenido principal los
“grandes” acontecimientos realizados por los “grandes” hombres de cada grupo social.

Así la historia, acompaño la evolución de la humanidad desde las épocas clásicas de la cultura
grecorromana, cuando se limitaba a relatar las hazañas militares de los grandes héroes,
pasando por la interpretación “providencialista del devenir propio de la Edad Media y
convirtiéndose en la época moderna en un eficaz instrumento de apoyo a los nuevos estados a
través de la historia “oficial”, es decir, aquella que se escribía para resaltar las obras de los
gobernantes.
El siglo XVIII o siglo de las luces significo un viaje considerable en este desarrollo de la
historiografía. Por primera vez se introduce el elemento explicativo en el discurso histórico. Ya
no interesara únicamente “¿Qué es lo que ocurrió?” Sino además “¿Por qué ocurrió?”

En el siglo XIX dos fuerzas muy diferentes dominan el panorama de la historia. Por un lado,
desde mediados del siglo, asistimos a la presencia del materialismo histórico, que adopta una
particular interpretación de la historia y rebasa el ámbito académico, ingresando al terreno
sociológico, económico y político.

En el mismo siglo XIX y liderado por el erudito Leopoldo Von Ranke, (1795-1886) surge la
corriente positivista de la historia llamada también metódica por el énfasis en el método
riguroso que utiliza y por el tratamiento critico de los datos históricos.

El positivismo, que en esa época dominaba la ciencia, toco también a la historia, haciéndola
participe de sus características: la consideración de los hechos históricos como fenómenos en
sí mismos, de manera aislada, alejados de toda teoría que pretendiera relacionarlos o
explicarlos.

Otra característica de la corriente positivista en su preocupación por la objetividad histórica.


Propone que el historiador no debe involucrarse en el hecho que está investigando,
demostrando imparcialidad y neutralidad. El ideal para los historiadores debía ser: “relatar los
hechos tal como sucedieron”.

En la historia actual se perciben las grandes dificultades que existen para conseguir este ideal
desde el momento en que el historiador al ejercer su tarea de investigador, no puede
despojarse de sus condicionamientos personales: la visión del mundo y de las cosas que le
confiere su situación socio-económica, formación académica, edad, sexo, nacionalidad, y la
forma como ha integrado todos esos elementos en su personalidad.

El positivismo, representado por Ranke y sus seguidores, proclama “el predominio absoluto del
documento en el quehacer historiográfico”, es decir que privilegia la fuente escrita,
preferentemente “oficial”, como el instrumento indispensable para la reconstrucción del
hecho histórico. El axioma “sin documento no hay historia” se explica a rajatabla arrastrando
consigo una serie de sorprendentes consecuencias por ejemplo, que grandes porciones de la
humanidad que no conocieron la escritura quedaran fuera de la historia.

La historia tradicional consideraba que su campo de estudio estaba restringido


preferentemente a lo político y a lo militar. Así, alguien llego a simplificar esta tendencia
diciendo que: “la historia es la política del pasado”.

No nos extraña entonces que las páginas de los libros de historia hace poco estuvieran
plagadas de personajes relacionados con los gobiernos de las sociedades: llámense reyes,
virreyes, faraones, zares, incas, emperadores, presidentes, etc. Las clases dirigentes de un país
constituían los sujetos “históricos” por excelencia, quienes habían hecho la historia y, por lo
tanto, quienes merecían ser estudiados como personajes históricos. El resto de la población
permanecería como telón de fondo de fondo de la actividad de esos actores principales. Se
podía observar también que la actividad privilegiada de esos personajes eran hazañas de tipo
militar. Así, la historia se convirtió en la reseña cronológica de las guerras que había sostenido
cada país.
El resto de la vida de las sociedades quedaba poco menos que ignorado, o se consideraba un
campo de estudio propio de otras disciplinas como la antropología, la sociología, la economía,
mas no de la historia con mayúsculas.

Otro aspecto importante de la historia tradicional era su tratamiento del tiempo, elemento
clave del discurso histórico, que viene a ser, tal como lo afirma Bloch, "el plasma mismo en el
que se bañan los fenómenos históricos", y, más aún: "Sin tiempo no hay historia". Era propio
de la historia positivista o tradicional el ocuparse únicamente del pasado. Es decir, equiparaba
la noción del tiempo histórico solamente con el pasado, como si los hechos o fenómenos se
hubieran dado un tiempo y no tuvieran relación alguna con lo que ocurre en el presente, ni
con lo que ocurrirá en el futuro. Posteriormente se ha llegado a considerar que el tiempo
histórico es más amplio que solo el tiempo pasado. El principio de continuidad que rige el
devenir histórico no permite considerar aisladamente estos tres aspectos del tiempo, sino que
es necesario considerarlos profundamente entrelazados entre sí.

Actualmente se nos propone una visión más integral y panorámica del tiempo histórico en el
que está involucrado pasado, presente y futuro en un continuo.

Por ejemplo, si se estudia el tema de la Guerra (del Perú) con Chile, aunque ocurrió hace más
de un siglo (pasado), sentimos hasta hoy (presente) sus efectos y percibimos sus proyecciones
(futuro). Todavía existen algunos asuntos pendientes que los gobiernos de los dos países
involucrados tienen que resolver por la vía diplomática, para evitar que se recurra a lo militar.
¿hasta cuándo existirán estos asuntos? No lo sabemos. Pero de hecho afectarán el futuro de
los dos países.

Del mismo modo, la historia tradicional consideraba únicamente el tiempo "corto" de los
acontecimientos, es decir las fechas en las que ocurrieron los hechos, sin conexión con lo que
ocurrió anteriormente a ellos, ni tampoco con lo que siguió después de ellos. Es decir, desde
un enfoque positivista los fenómenos históricos se conciben como eventos aislados, sin
conexión entre unos y otros, sin la posibilidad de establecer "bloques" de momentos más o
menos largos en la vida de una sociedad determinada. Por ejemplo, si analizamos
históricamente la década del 80 en la sociedad peruana, más allá de las fechas y de
acontecimientos aislados probablemente se descubra líneas comunes que recorren toda la
década y que la hacen diferente de otros momentos de nuestra historia. Este tratamiento
transversal del tiempo es un logro de la historia renovada y ofrece una nueva perspectiva para
el análisis y la comprensión de los procesos históricos.

Winffel G. (1998) La Renovación de la Historia. Fondo de Desarrollo Editorial de Lima

2.- Responde a las siguientes cuestiones de conocimiento

a) ¿Por qué se dice que la historia es la ciencia del cambio?

Jacques le Goff afirma que la historia es la ciencia del cambio, ya que, como dice Winffel
(1998), “el cambio como el objeto central del que hacer histórico”, en donde la historia se
vuelve una ciencia (rama del saber humano) que estudia los cambios en la vida de las
sociedades, ya sea en sus gobiernos, tecnologías, creencias, artes, entre otros.

b) ¿Cuáles han sido las transformaciones de la manera como la Historia estudia el pasado?
La historia en sus inicios se utilizaba para relatar sobre los ““grandes” acontecimientos,
realizados por los “grandes” hombres de cada grupo social” (Winffel 1998). En aquellos años el
uso del conocimiento histórico se limitaba a transmitir hazañas militares, y empleada para ser
una forma de resaltar obras de aquellos en poder. Luego, a partir del siglo XVIII, se comienza a
realizar la pregunta ¿Por qué ocurrió algo?, lo cual se le conoce como el elemento explicativo.
Más tarde en el siglo XIX, Von Ranke comienza la corriente positivista de la historia, la cual
pone énfasis en que la historia debe ser recolectada por medio de métodos rigurosos y un
tratamiento objetivo (imparcial), en ámbitos sociológicos, económicos y políticos. La corriente
positivista también trae consigo la idea de que la fuente escrita, como un documento formal,
únicamente relevante si es de carácter político o militar, es indispensable para el estudio de la
historia. Otra característica de la historia tradicional, es que, como dijo Bloch, “sin tiempo no
hay historia”, lo que quiere decir que se pensaba que los sucesos del pasado ocurrieron por un
corto tiempo sin ningún lazo o conexión a los sucesos del pasado. Todos estos son aspectos
que no son puestos en práctica durante el estudio actual de la historia, en el cual se toma en
cuenta civilizaciones y hechos que ocurrieron antes o con o sin la escritura, se entiende la
relación entre los sucesos del pasado con los del presente, y se trata de mantener la
objetividad en la mayor medida posible

c) ¿Por qué es más importante para la Historia comprender por qué ocurrieron los hechos y no
solamente las fechas de los hechos?

Una fecha no nos ayuda a estudiar la esencia de un hecho, pero el porqué de su ocurrencia,
nos permite comprender y aprender del pasado, las vidas de las distintas sociedades a través
del tiempo y también con esto aplicar nuevas o las mismas soluciones a nuestros problemas
diarios, además de comprender nuestra realidad de cierta manera.

d) Explica el axioma “sin documento no hay historia”

La corriente positivista de Ranke, toma en consideración solo hechos históricos que se


encuentren puestos por escrito, estos se consideraban documentos oficiales indispensables
para la reconstrucción de hechos históricos. Sin embargo, este axioma deja por fuera la
historia de civilizaciones sin o antes de la escritura.

e) ¿Cómo podría ser la Historia lo más objetiva posible?

Para que la historia sea lo más objetiva posible, la historia, es decir los hechos históricos,
deberían ser recolectados por algún tipo de inteligencia artificial, despojada de todo sesgo. Sin
embargo, al ser esto imposible, por el momento, la mejor forma de documentar la historia de
forma objetiva seria de, a través de ciertos procesos educativos, o de crianza, o de
organización social, liberar a quienes desean ser historiadores de su sesgo, una idea que se me
ocurre sería que antes de documentar un hecho histórico, la redacción o descripción de este,
debe ser aprobado primeramente por un comité ético que decida, imparcialmente, si es
objetivo o no, y así prevenir que un suceso sesgado pase a la recolección histórica.

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