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DIDÁCTICA.

Tema 1:

Recursos y estrategias para la enseñanza de la Oralidad en Primer año.

INTRODUCCIÓN
La lengua materna es fundamental y significativa para el niño, ya que la utiliza para comunicarse
con quienes lo rodean, expresar sus pensamientos y construir saberes, insertándose en la sociedad
a la que pertenece mediante un continuo proceso denominado socialización. El niño cuando ingresa
a la escuela ya sabe hablar, conoce y hace uso de un repertorio lingüístico que le permite
comunicarse con sus pares y docente. Pero este acervo lingüístico puede verse, muchas veces,
estimulado y enriquecido o, en otro extremo, poco estimulado y carenciado dependiendo del
contexto familiar y social del que proviene el niño (Rodríguez 1995). Estas diferencias, que pueden
ser muy acentuadas entre compañeros que forman parte de un mismo grupo, evidencian una de
las responsabilidades que le compete a la educación formal; superar la desigualdad comunicativa,
acortando la brecha lingüística entre los alumnos. Debe considerarse entonces a la escuela como
un ámbito privilegiado, donde los niños pueden adquirir y desarrollar los recursos y las estrategias
lingüísticas necesarias para superar la desigualdad comunicativa. Esta institución, es responsable,
por ende, de la enseñanza de los géneros más formales, como la exposición, la argumentación, el
debate, la entrevista, etc., los que requieren una práctica organizada. Por lo tanto, una intervención
didáctica planificada, secuenciada, que se nutra de diversos recursos y estrategias, propiciará en
mayor medida el aprendizaje de códigos de uso cada vez más elaborados, el empleo de la variedad
estándar, así como el enriquecimiento progresivo del acervo lingüístico que el niño trae de su casa.

IMPORTANCIA DEL ABORDAJE DE LA LENGUA ORAL EN EL AULA


Se considera oportuno comenzar este apartado con una frase de María Elena Rodríguez (1995)
quien expresa que “el habla es la carta de presentación que abre o cierra puertas”. El desempeño
oral determina las esferas y grupos sociales a las que el individuo tendrá posibilidades de acceder,
la ocupación de puestos laborales y, en forma mucho más general y abarcativa, el desarrollo de
una cultura.
A la escuela le corresponde la enseñanza de la lengua oral con el fin de formar sujetos competentes
que puedan participar oralmente en situaciones comunicativas, es decir, que sepan utilizar
adecuadamente la lengua oral en diversos contextos, con interlocutores distintos y con propósitos
variados.
Jaume Jorba (2000) define un tipo de habilidades que llama cognitivo-lingüística, porque está
estrechamente relacionada con las tipologías textuales. Estas habilidades son: describir, definir,
resumir, explicar, justificar, argumentar, demostrar. Trabajar sobre la oralidad implica reflexionar
sobre estos aspectos. Cuando más oportunidad tengan los niños de expresarse oralmente o por
escrito, tendrán más posibilidades de formar su propio pensamiento y de construir y reconstruir el
mundo que los rodea.
De acuerdo con lo que expresa Vigotsky, en su libro Pensamiento y lenguaje (1981), hay una
explícita y profunda interconexión entre el lenguaje oral (habla) y el desarrollo de los conceptos
mentales. Si bien pensamiento y lenguaje tienen raíces genéticas diferentes, en un determinado
momento del desarrollo ambas líneas se entrecruzan para conformar una nueva forma de
comportamiento: el pensamiento verbal y el lenguaje racional. El autor establece que el lenguaje
constituye una de las funciones psicológicas superiores y lo asocia a un sistema de signos y códigos
que mediatizan en la manipulación de cosas y en la interacción con las demás personas.
La escuela constituye la institución privilegiada a través de la cual el individuo puede ampliar su
repertorio comunicativo, lo que implica un proceso de elaboración progresiva de herramientas,
destrezas, y actitudes discursivas. Por ello, según Reyzábal (2001), no basta con conocer las
particularidades de la lengua oral, sino que es necesario realizar una intervención didáctica
planificada y secuenciada que presente instancias de: observación de los usos orales en distintos
entornos de la comunidad; producción e interpretación de una amplia variedad de textos orales; y
la reflexión y autocrítica como forma de aprender y adquirir conciencia de la importancia de la
lengua oral. Mª Elena Rodríguez hace referencia a estos tres aspectos en tanto los considera pilares
básicos a partir de los cuales se diseñan estrategias de enseñanza y aprendizaje de la lengua oral.
Ella expresa que “es de crucial importancia brindar a los estudiantes muchas oportunidades de
hablar, a distintas audiencias y con diversos propósitos”. Estas audiencias pueden implicar una
comunicación singular, dual, o plural, cada una de ellas presenta características específicas como
también requieren habilidades distintas del emisor.
La oralidad debe ser trabajada en todos los niveles del sistema educativo, como sostiene Walter
Ong (2000), gran defensor de la oralidad; “el habla es la raíz de la escritura”, no existe la escritura
sin su antecesora, la oralidad. Por esta razón, basándonos en dicha opinión, sostenemos que para
que los educandos aprendan a escribir correctamente, primero debemos enseñarles a hablar. Pero
enseñarles a hablar implica además enseñarles a escuchar.
El niño construye su propio repertorio lingüístico aprendiendo a resolver problemas de habla y
escucha. El docente debe brindar oportunidades que le permitan hacerlo, otorgándole las
herramientas necesarias para ello, planificado la oralidad y, teniendo en cuenta que la
comunicación oral es el eje sobre el cual gira toda la vida social.
Uno de los principales objetivos que tiene actualmente la escuela, en el marco de una cultura
fuertemente atravesada por el lenguaje, es la transmisión de la variedad estándar. Para esto hay
que tener en cuenta que el punto de partida no es homogéneo, pero desde el punto de vista
sociolingüístico y comunicativo no hay lenguas, ni dialectos, ni registros, ni estilos malos o buenos,
inferiores o superiores, sino que todos son útiles en distintas situaciones comunicativas.
La complejidad de la temática se hace presente en el Programa de Educación Inicial y Primaria
(2008) al expresar que “la comunicación oral es eje de toda la vida social y constituye una actividad
generalizada y primordial, insustituible para la supervivencia personal y para el desarrollo
comunitario”. Si se realiza, además, una lectura sobre lo que plantea la didáctica de la oralidad,
“enseñar a participar y a tomar la palabra es importante para poder interactuar en distintas
situaciones comunicativas que se le plantean al individuo en sociedad”, puede percibirse un énfasis
en la interacción y el discurso, en el acceder a usos del lenguaje que permitan al educando resolver
diversas situaciones sociales.

ESTRATEGIAS PARA LA ENSEÑANZA DE LA ORALIDAD


Para enseñar la lengua oral no basta con dar a conocer las particularidades de la misma, sino que
es necesario realizar una intervención didáctica y planificada posibilitando el desarrollo de
destrezas, que aseguren una mejor competencia comunicativa. Esto requiere el despliegue de
diversas estrategias, entendidas como líneas generales o específicas de acción que permiten situar
esa acción alineándola en función de los objetivos deseados.
Según María Elena Rodríguez (1995) las estrategias que emplee un docente en este sector deben
estar encausadas en la idea de convertir el aula en un escenario comunicativo, lo cual implica
asumir que únicamente con el uso o con estar expuesto al lenguaje de otros no basta, sino que
hace falta una actuación intencional y adaptada por parte de quien domina el lenguaje en ayuda de
quien tiene que adquirirlo. Estas ayudas constituyen estrategias de intervención.
Las estrategias pueden estar orientadas a: Fomentar la comunicación a través de diferentes

estructuras de habla; maestro que habla a todo el grupo o a grupos pequeños, maestro que habla
a un niño individualmente, intercambios lingüísticos de niño a niño en trabajo de a pares, niño que
se dirige a un pequeño grupo o a la clase en su totalidad. Estos distintos auditorios exigen la
creación de diferentes atmósferas psicológicas y físicas, y reglas y procedimientos claros para
facilitar la comunicación oral y hacer que todos los alumnos participen por igual. El docente
entonces debe incluir en sus planificaciones estas oportunidades de intercambios lingüísticos orales
y diseñar actividades al respecto. Negociación de los contenidos comunicativos; al negociar se

puede hablar acerca de los temas de interés para los alumnos, sobre los cuales tienen cosas que
decir. Creación de rutinas interactivas; pautas para iniciar o cerrar determinadas tareas, rutinas de

saludos, bienvenidas, despedidas, agradecimientos, etc. Aprendizaje cooperativo; trabajo en


pequeños grupos heterogéneos con el fin de producir aprendizajes individuales. Se comparten las
metas y las recompensas, pero se dividen las tareas y los roles, lo que da lugar al aprendizaje de
habilidades interpersonales y sociales para el desarrollo del repertorio lingüístico oral de los
participantes: orientar el trabajo del grupo; recibir órdenes; escuchar opiniones, ideas; sintetizar
propuestas; criticar ideas, opiniones, sin descalificar a las personas que las emiten; alentar a otros;
pedir justificaciones, dar razones; defender puntos de vista, etc.
Estas estrategias de intervención y tantas otras enunciadas en diferentes trabajos sobre la
enseñanza escolar de la lengua oral ponen énfasis en la importancia que tiene el hablar y el
escuchar a los otros para la comunicación; la exploración, clarificación y organización del
pensamiento; el desarrollo cognitivo y de la personalidad; la integración social.
De acuerdo con Avedaño (2006) es necesario poner en práctica ejercicios de análisis y reflexión
que les permitan, a los alumnos, identificar las características que definen a la oralidad; textos
modélicos: visionados de debates, discursos, etc; in situ: es decir, por ejemplo, a debatir se aprende
debatiendo, a exponer se aprende exponiendo, etc.; reflexionar sobre su propia competencia oral
utilizando como disparador alguna situación áulica en la cual se haya evidenciado el uso incorrecto
de un lenguaje informal, inadecuado al contexto y a quienes intervienen en la situación
comunicativa; invitarlos a tomar la palabra realizando un comentario espontáneo sobre un tema
determinado para analizar cómo se expresan sin explicitación previa de la norma. En estas
propuestas, los estudiantes comienzan a detectar qué aspectos del código oral dominan y cuáles
deben mejorar.

PROPUESTA DIDÁCTICA
En este marco se inserta el siguiente contenido: La exposición sobre temas de estudio a partir de
listado de palabras y mapas semánticos. Es preciso destacar, que dicho contenido, perteneciente
a primer grado, se construye a lo largo de toda la escolaridad teniendo en cuenta las ideas de
Carlos Vaz Ferreira, de escalonamiento y penetrabilidad, al presentar el conocimiento por grado
escolar dando cuenta de la adaptación a la edad del niño y, al considerar que existe una clase de
materia pedagógica que tiene profundidad, que permite ir penetrando el conocimiento por mucho
tiempo.
A modo de ejemplificar se ha pensado en la planificación de la intervención docente a través de
una secuencia didáctica. Con el desarrollo de esta se pretendería que los alumnos produjeran un
texto oral acorde al contexto y a sus interlocutores.

Las posibles actividades podrían ser:

- Observaciones. Se realizarían observaciones de los usos orales de los alumnos en


diferentes contextos (dentro del aula y en el recreo), tal como lo expresa Reyzábal (2001).
Éstas serían realizadas en las oportunidades que se crean necesarias, a fin de realizar de
modo sistemático y regular un registro de todo lo que pueda ser significativo para la
evaluación, en este caso diagnóstica. Estas observaciones se regirían de una lista de control
con los siguientes descriptores: Se expresa con fluidez; regula la intensidad de su voz; utiliza
el lenguaje gestual; emplea un vocabulario variado; expone su mensaje con precisión;
contesta las preguntas con respuestas razonables; adecúa el mensaje a su función
(argumentación, narración, explicación). Una vez completada la lista de control, con todos y
cada uno de los alumnos, se realizaría la correspondiente valoración. Si de ésta surgiese
que los alumnos presentaran una expresión oral carente de un vocabulario enriquecido y
adecuado al contexto, que les imposibilitara la capacidad de comprender y producir textos
orales con precisión, se contemplaría la realización de las actividades que se redactan a
continuación, enmarcadas dentro de una secuencia didáctica.
- Creación de rutinas interactivas: Se considera propicia comenzar esta secuencia
atendiendo a la estrategia sugerida por Rodríguez (1995) ya que el empleo de estas rutinas
podría derivar en una comunicación oral fluida entre los distintos miembros del grupo, tanto
entre el maestro con los alumnos, como entre pares. De este modo, se crearía un clima
propicio en donde todos se sientan en confianza de decir su palabra.
- Negociación de los contenidos comunicativos: Si en el área del conocimiento de la
naturaleza se estuviese abordando el contenido “Las adaptaciones de los animales al medio”
sería propicio acordar, teniendo en cuenta los intereses de los niños, sobre qué animales les
gustaría saber más.
- Fomentar la comunicación a través de diferentes estructuras de habla: Luego de haber
abordado una investigación sobre diferentes animales desde las ciencias de la naturaleza,
tendrían lugar las primeras exposiciones orales de los niños, sobre lo aprendido, frente al
gupo de clase. Dichas exposiciones serían filmadas para un posterior análisis.
- Observación y análisis de filmaciones: El análisis estaría centrado en la reflexión por parte
de los niños sobre los aspectos que estuvieran bien realizados y aquellos que se debieran
mejorar. ¿Qué apreciación les merece la exposición? ¿Es importante estudiar bien antes de
exponer? ¿Cómo debemos pararnos? ¿Hacia dónde debemos mirar? ¿Qué tono de voz será
el adecuado?
Mediante estas preguntas se buscaría que arribara en la memoria inmediata de los alumnos
los conocimientos adquiridos sobre el tema y poder consolidar aquellos que no estén claros
para poder avanzar, ya que, al decir de Ausubel, los conocimientos e ideas previos son de
fundamental importancia para que tenga lugar el aprendizaje significativo.
- Observación de audiovisuales: se analizarían videos de niños y/o adultos exponiendo
sobre diferentes temas. Esta instancia sería utilizada como texto modélico considerando los
aportes de Bandura, quien sostiene que el alumno aprende mejor si tiene modelos para
analizar.
- Aprendizaje cooperativo: Se conformarían grupos, considerando el concepto de Vigotsky
de zona de desarrollo próximo, entendida como la distancia entre el desarrollo real y el
desarrollo potencial; es decir, lo que el niño puede hacer por si solo y lo que puede llegar a
hacer con mediadores.
Esta actividad podría requerir más de una instancia. Los integrantes de los equipos tendrían
que decidir qué parte del tema expondría cada uno, además tendrían que ejercitar sobre
aquellos aspectos que tendrían que ser mejorados de acuerdo con el análisis de las
filmaciones y también realizar listados de palabras que les pudieran servir como apoyo.
- Elaboración de rúbricas: Ya habiendo analizado sus propios textos orales y otros
modélicos, se consideraría oportuno elaborar rúbricas para valernos de las mismas en
futuras instancias de exposición. En esta actividad, tal como lo expresa Bruner, se
andamiaría al grupo a fin de que sean capaces de realizar un análisis más profundo sobre
la importancia del empleo de las características propias de la exposición oral, como las
mencionadas por Rodríguez (1995); dicción, que se entienda cada palabra; fluidez, no
trabarse al momento de hablar; ritmo; no ir demasiado rápido, respetar las pausas; tono de
voz, que permita poner énfasis en las ideas importantes; gesticulación corporal, que ayude
a que se comprenda lo que se quiere comunicar.
- Exposición de temas de estudio frente al grupo de clase: Los equipos expondrían lo
estudiado apoyándose del listado de palabras elaborado en instancias previas. Una vez
finalizadas las mismas se analizarían en torno a las rúbricas elaboradas por la clase y se
reflexionaría sobre si se mejoraron o aún no aquellos aspectos que habían sido observados
en las filmaciones de las primeras exposiciones.
- Elaboración de podcasts: Esta instancia sería muy propicia ya que lo digital favorece el
conocimiento, y, en este caso, es una oportunidad para que los niños amplíen su repertorio
comunicativo, para que produzcan y comprendan textos oarales, y para poner en juego
estrategias discursivas.
- Exposición oral en otros grupos: Esta instancia se considera de gran valor, ya que es
importante generar situaciones de comunicación, es decir, entornos verbales para el
desarrollo de la oralidad y para la adquisición de un sistema lingüístico determinado. Estas
exposiciones podrían considerarse como evalución a fin de ver los avances logrados en las
exposiciones orales de los alumnos.
REFLEXIONES PERSONALES
En el proceso de desarrollar la competencia comunicativa y lingüística de los alumnos, es
importante tener en cuenta que nunca se parte de cero. Cada uno de los niños posee ciertos
conocimientos vinculados a particulares contextos de socialización. A consideración propia, el
contexto sociocultural al cual pertenecen los alumnos influye en la manera en que los niños emplean
el lenguaje, viéndose, muchas veces, estimulado y enriquecido, y en otro extremo, poco estimulado
y carenciado. Es decir, no todos los niños han tenido las mismas oportunidades de tomar contacto
con los diferentes formatos del habla, ni todos han podido encontrar los recursos lingüísticos
adecuados para expresar sus intenciones fuera del entorno más cercano.
Por esto, es preciso no sólo ensamblar teoría y práctica sino reflexionar críticamente sobre los
propios procesos del aprendizaje de la lengua oral, que se desarrollan en el aula.
La lengua oral necesita de una planificación sistemática y secuenciada por parte del docente. La
realización de actividades aisladas, descontextualizadas, poco puede contribuir al mejoramiento de
la expresión oral de los alumnos y la comprensión e interpretación de distintos tipos de mensajes
orales.
Vale la pena volver a escribir: “El habla es la carta de presentación que abre o cierra puertas”
Rodríguez (1995). Esta frase resume y justifica gran parte de la preocupación que suscita la
enseñanza de la lengua oral. Si bien el niño ingresa a la escuela hablando, es necesario que supere
la desigualdad comunicativa que pueda tener con otros niños, ofreciéndoles, los docentes, las
oportunidades necesarias para acortar la brecha lingüística existente entre ellos.

BIBLIOGRAFÍA
• ANEP (2008): Programa de Educación Inicial y Primaria.
• AVEDAÑO, F. (2006): El desarrollo de la lengua oral en el aula. Estrategias para enseñar a
escuchar y hablar. Homo Sapiens Ediciones.
• ONG, W. (2000): Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. México: Fondo de Cultura
Económica.
• POZO, I. Teorías cognitivas del aprendizaje. 1989.
• REYZÁBAL, Mª Victoria. La comunicación oral y su didáctica. Madrid: La Muralla, S.A. 2001.
• RODRÍGUEZ, Mª Elena. Lectura y vida. Hablar en la escuela: ¿Para qué?... ¿Cómo?... 1995.
• VIGOSTKY, L. S. Pensamiento y Lenguaje. Buenos aires: La Pléyade. 1981.

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