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La Compra de Quito Code School:1

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Caso pedagógico desarrollado por el Dr. Marcelo Barrios en base a información pública con el objetivo de
ser una herramienta de discusión académica y no como evaluación de los hechos y/o decisiones descriptas en
el mismo.

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Quito Code School
Juan Martinez, Pablo Sanchez analizaban la decisión sobre la compra de la empresa Quito Code
School a principios de 2019. Habían recibido los datos de la empresa, habían realizado un estudio
exhaustivo de la sociedad y les atraía enormemente la idea. Si bien estaban muy interesados se
preguntaban cuanto valía la empresa y cuando debían pagar por la misma. Era momento de tomar una
decisión.

El macro entorno de Ecuador 20182

Durante 2018 el crecimiento de la economía del Ecuador se ha había desacelerado: había sido de
un 1,3% en el primer semestre y se proyectaba un 1,0% para el año completo, frente a un 2,4% en 2017.
Esto ocurría en buena medida como efecto de la consolidación fiscal en curso, que se traducía en una
disminución del gasto público en capital hasta lograr una reducción del 2,3% del gasto total del sector
público no financiero.

Sin el fuerte estímulo fiscal de 2017, la actividad económica se había desacelerado como
consecuencia de una contracción moderada de la producción petrolera (-3,1%), un contexto internacional
adverso, con mayor volatilidad financiera y aumentos de tasas por parte de la Reserva Federal de los
Estados Unidos, un riesgo país que había aumentado casi 200 puntos a partir de marzo y un tipo de cambio
real que no lograba depreciarse.

Todo esto no se había reflejado en el mercado laboral ni en la inflación: el desempleo había


permanecido bajo, con una leve disminución, y los precios al consumidor comenzaban a salir del período
deflacionario. El aumento del precio del petróleo, el bajo dinamismo de la economía y las medidas de
remisión tributaria —dirigidas a condonar multas e intereses para estimular el pago de impuestos
atrasados— se plasmaban en el desempeño de los ingresos fiscales: los ingresos petroleros aumentaban un
24,5% y los correspondientes al impuesto a la renta un 10,2%, pero los provenientes del IVA cayeron un
0,7%.

La tasa de interés real activa, que venía disminuyendo desde fines de 2015 (de un 9,22% ese año a
un 8,38% en 2016 y un 7,79% en 2017), presentaba una reversión de esta tendencia a partir de mayo de
2018 y llegaba a un 8,47% en noviembre. A contar de abril, el tipo de cambio real efectivo comenzaba a
apreciarse, con lo que se revirtía la tendencia a la depreciación que se había registrado desde enero de
2016. En el mes de octubre, su valor ya era un 0,05% inferior al de octubre de 2017.

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https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/44326/124/BPE2018_Ecuador_es.pdf

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La cuenta corriente de la balanza de pagos entre enero y junio exhibía un déficit de 53 millones de
dólares (frente a un saldo positivo de 317 millones de dólares en 2017). El promedio de las reservas de los
últimos seis meses era un 24% inferior al de los seis meses precedentes.

El salario básico unificado aumentaba un 2,3% en términos reales. Dentro de su estabilidad, la tasa
de desempleo urbano abierto de 2018 era menor que la de 2017: el promedio de los tres primeros
trimestres del año pasaba del 5,0% en 2017 al 4,8% en 2018.

Para 2019 se esperaba una leve reducción del crecimiento (0,9%), básicamente debido a una
renovada presión en contra del impulso fiscal, como consecuencia del fin del efecto de la remisión
tributaria, un precio más bajo y volátil del petróleo, las renovadas transferencias de recursos al Instituto
Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) (1,1% del PIB) y las contenidas en la Ley Orgánica para la
Planificación Integral de la Circunscripción Territorial Especial Amazónica (0,2% del PIB).

Dos factores podrían mitigar, al menos parcialmente, este fenómeno: primero, un aumento de la
producción de Petroecuador, que podría llegar hasta un 10% de su generación de barriles diarios, como
resultado de la producción proveniente de los campos Ishpingo, Tambococha y Tiputini (ITT), en 2019, pero
en fechas inciertas; segundo, una inversión privada en hidrocarburos de 1.000 millones de dólares,
mediante una licitación dentro de los campos que se adjudicará en marzo, y cinco grandes proyectos
mineros por un total de 6.808 millones de dólares, de los que, sin embargo, era difícil proyectar qué
proporción se gastaría durante 2019. Finalmente, los incentivos aprobados en la Ley Orgánica para el
Fomento Productivo, Atracción de Inversiones, Generación de Empleo y Estabilidad y Equilibrio Fiscal,
aunque parciales, podrían ayudar a una reactivación en los distintos sectores de la economía.

La industria3456

El desarrollo y crecimiento de la industria de software era una de las prioridades del Estado
Ecuatoriano para la transformación y crecimiento de la matriz productiva del país.

La continua adopción de tecnologías en todos los ámbitos de la economía había hecho que la
industria de software registrara un notable crecimiento y su importancia continuaba en alza a partir de su
aplicación en un creciente número de actividades económicas para tecnificar sus operaciones y aumentar
su productividad. De igual manera, el consumidor final incorporaba cada vez más en sus actividades y
estilos de vida el uso de tecnologías que operaban a partir de software. Sin embargo, Ecuador aún estaba
rezagado en el desarrollo de esta industria que podría generar grandes réditos para el país.

Para Berioska Torres, directora ejecutiva de Aesoft, el corazón del software ecuatoriano había
tenido un ADN bancario. Ella recordaba que 20 o 30 años antes el país era un exportador de software para
el sector financiero. “Los bancos invirtieron, en su momento, en tecnología que necesitaban”. La vocera del

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https://www.revistalideres.ec/lideres/region-demanda-expertos-digitales-pandemia.html
4
https://www.revistaespacios.com/a17v38n57/a17v38n57p25.pdf
5
https://revistagestion.ec/investigacion-analisis/la-industria-de-software-no-despega-en-ecuador
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https://www.revistalideres.ec/lideres/industria-software-nuevos-mercados-ley.html
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gremio pensaba que Ecuador era un laboratorio para desarrollar cualquier otra vertical productiva, tal
como ya pasó con la banca. Pero según ella hacían falta dos cosas: inversión y educar a quienes demandan
los servicios de software. “De lo contrario todo se frena y se complica”. Torres indicaba que las empresas
nacionales que desarrollan software estaban conectadas con lo que pasa a escala global y por eso ya se
trabaja en el país en temas como Big data, Blockchain, Internet de las cosas, Machine learning y otras
tendencias. “Vamos en camino hacia la transformación digital y eso nos obliga a elevar la madurez
informática”.

En el camino de esta industria las prioridades eran dos: internacionalizar sus servicios para llegar a
nuevos mercados y contar con una ley que permita trabajar con estabilidad, seguridad y proyección al
futuro. En ese proceso la oferta ecuatoriana incluía software turístico, reconocimiento facial, seguridad de
la información. El foco también estaba en América Latina, en temas como facturación electrónica, Big data
y servicios financieros.

En el año 2015, La Asociación Ecuatoriana de Software (AESOFT) indicaba que el sector de software
en Ecuador representaba menos del 1% del PIB, se facturaba 500 millones de dólares al año (Dato 2009);
además señalaba que, de las 500 empresas dedicadas al software en Ecuador, cerca del 30% sí exportaba y
existían algunas que trabajaban solo para el mercado foráneo. Según un equipo consultor de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) con respecto a las cadenas del software, en el 2013 en
Ecuador existían unas 480 empresas en el área del software, las que alcanzaron un total de ventas de unos
500 millones de dólares, donde el 10% provenía de exportaciones, y generaba unos 7.000 empleos directos
(Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL, 2013).

En Ecuador la industria de software generaba en el 2017 ventas del orden de $ 500 millones (0,5%
del PIB), con un crecimiento anual de 17% en los siete años previos. La actividad más importante era la
provisión de servicios informáticos (53%), al tiempo que las ventas de software al sector público
representaban 22% del total.

La industria local, integrada por alrededor de 700 empresas dedicadas al software, está conformada
mayormente por Pymes, aunque con una fuerte concentración de ingresos en las empresas de mayor
tamaño. En 2015 proporcionó empleo a más de 10 mil personas, principalmente desarrolladores (35%) e
implementadores (24%).

En el marco de una balanza de servicios deficitaria para el país, las exportaciones de software se
estimaban en $ 45 millones, equivalente a 0,2% de las exportaciones totales. En el comparativo regional,
Ecuador reportaba el segundo valor más bajo en exportaciones de servicios de TIC (incluyendo software)
respecto al total de servicios exportados, mientras que Brasil, Argentina y Costa Rica destacaban por la
exportación de estos servicios.

La mayoría de las empresas desarrolladoras de software consideraban que desde hacía varios años
la demanda de desarrolladores de software tenía una demanda insatisfecha de aproximadamente 9.000
programadores anuales. Las empresas, más allá de a que rubro o industria se dedicaran eran demandantes
de programadores para su transformación digital.

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Se calculaba que existían alrededor de 200 empresas desarrolladoras de software. Si bien el
mercado estaba bastante atomizado, la competencia era cada día más importante debido a que se
comenzaban a destacar los trabajos para mercados fuera de Ecuador.

Los obstáculos al crecimiento de la industria local estaban relacionados con disponibilidad de


talento humano, financiamiento y ambiente de negocios. Se hacía entonces prioritario, por un lado, el
desarrollo de políticas públicas eficaces para una mejor formación del talento humano al diseñar y
actualizar las competencias requeridas por esta industria y, por otra parte, un marco legal adecuado en
términos de propiedad intelectual e incentivos para actividades tecnológicas y de innovación.

Code School International

Code School International era una extensa cadena internacional de capacitación en desarrollo de
software, con una gran reputación y un alto reconocimiento del nombre en varios países todo el mundo.
Code School International había licenciado tres centros en Quito capital, aunque su licencia le autorizaba a
actuar en exclusiva en toda la provincia de Pichincha. En otras zonas de Ecuador, la licencia era explotada
por otras personas o empresas. El compromiso con la licenciadora exigía el pago de un royalty del 3%
sobre la facturación, además de mantener unos determinados estándares de calidad y seriedad sobre los
que no se ejercía un control extremadamente riguroso. Los explotadores de licencias podían recibir “know-
how” de la casa central en Canadá en cuanto a métodos, docentes, materiales y equipos, si bien todos
estos eran convencionales.

En la mayoría de los casos, los explotadores de licencias eran personas procedentes del campo de
la enseñanza en sistemas (ex-profesores de colegios o universidades) que en algún momento habían
decidido montar su propio instituto de capacitación. En la mayoría de los casos, los licenciatarios parecían
poco sofisticados desde el punto de vista empresarial explotando uno o a lo sumo dos centros, ubicados en
pisos, con escasa gestión empresarial. En general, la mayoría de los centros parecían permitir un nivel de
vida medio a los explotadores de licencia, más la independencia de tener su negocio. El nombre de Code
School International parecía garantizar una demanda y una continuidad. Casi no existían casos en que la
licencia hubiese sido retirada a nadie.

Quito Code School

La Licencia fue obtenida por Marcos Andogi en 2010. Su entusiasmo, su personalidad, su


competencia docente y el buen trabajo de su pequeño centro, le proporcionaba en poco tiempo un notable
éxito.

La situación del entorno y el buen trabajo de Andogi propiciaron un rápido desarrollo de Quito
Code School, que en pocos años, abrió otros dos centros, uno próximo al primero, en la zona Norte de la
ciudad donde se concentra la mayor actividad financiera de Quito, para atender a la demanda existente en
aquella zona céntrica y con gran afluencia de personas. El tercer centro se abrió también en la zona Norte

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cerca del Parque de la Carolina, con la idea de atender a un público distinto, principalmente ejecutivos y
estudiantes universitarios. Ambos centros fueron rápidamente exitosos.

Andogi tuvo que contratar numerosos profesores para cubrir las necesidades de la docencia. Los
profesores tenían una extracción muy diversa. La mayoría eran graduados en sistemas que enseñaban, que
probablemente buscaban una mejor oportunidad económica.

Algunos de estos profesores trabajaban en más de un centro. Por otra parte, la demanda de
formación presentaba un máximo entre las 6 de la tarde y las 10 de la noche. Estas circunstancias obligaban
a emplear muchos profesores a tiempo parcial.

Quito Code School en 2018

En 2018, la empresa había facturado 2.73 millones de dólares, siendo Andogi el único dueño. La
cifra de ventas había permanecido básicamente estancada durante casi toda la década. El Anexo 1 muestra
algunos datos de la compañía. La empresa empleaba 83 profesores y 11 administrativos, incluyendo entre
estos a los directores. Setenta personas tenían algún tipo de contrato de trabajo con la empresa y una
antigüedad promedio de 5 años en la misma. No todas estas personas trabajaban, sin embargo, la jornada
completa. Los restantes 13 empleados carecían de contrato. Algunas de las personas sin contrato percibían
su remuneración como trabajadores autónomos o como profesionales. Otros eran remunerados de forma
totalmente extraoficial, en función de las horas que trabajaban.

Quito Code School, igual que muchas escuelas de enseñanza similares, según informó Andogi,
tenían un notable grado de irregularidad. De hecho, Andogi explicó que Quito Code School era de los
centros más próximos a la legalidad en su rama y precisamente esto perjudicaba su rentabilidad, al tener
que competir con costos más altos, con escuelas que sólo pagaban una fracción pequeña de sus impuestos
y de sus cargas sociales.

El Anexo 2 muestra las condiciones en que estaba empleando el personal de la empresa. La


nómina total del profesorado había ascendido, en 2018, a 1.44 millones de dólares (costo total para la
empresa). De éstos, la empresa pago 300.000 extraoficialmente, bien a personas sin contrato de ningún
tipo, bien como complemento extraoficial a quienes tenían contrato.

El total de horas de clase impartidas en los tres locales de Quito Code School había ascendido, en
2018, a 68.765 horas. El horario de la escuela era de 9 a 14 y de 16 a 21 horas. La duración normal de las
clases era de una hora. Por tanto, teniendo en cuenta el número de aulas, la escuela podría llegar a
impartir 176.000 horas de contacto (un profesor frente a un grupo de alumnos en una clase).

La administración estaba centralizada en Iñaquito I, si bien en los otros dos centros había también
una mínima administración. El director de Quito Code School era el profesor Máximo Latorre, que estaba
en Iñaquitos I, que llevaba muchos años en la empresa. Latorre impartía una carga normal de horas de
clase, pero estaba en Quito Code School a tiempo completo y supervisaba toda la operación, siendo
también el principal encargado de la contratación de profesores. Tenía a su cargo dos profesores de tiempo
completo para ayudar en los otros dos centros.
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La responsabilidad administrativa y contable recaía sobre Rosario Demian, familiar de Andogi, si
bien dos estudios externos llevaban la contabilidad y los asuntos laborales.

En total, tres personas tenían responsabilidad administrativa/directiva académica, diez personas


tenían responsabilidades administrativas o de gestión, cinco se dedicaban a limpieza, y había tres conserjes.
La nómina del personal indirecto, todos ellos con contratos de trabajo, ascendía en total a 500.000 dólares.

El Anexo 3 mostraba el balance de la empresa, y el Anexo 4 su Estado de Resultados,


correspondiente al último ejercicio.

En cuanto a la política comercial, la empresa se había limitado a colocar de forma regular,


pequeños anuncios en los principales periódicos, con mayor incidencia al comienzo del año calendario y
académico, y a realizar algunos “mailings” a la amplia base de datos de exalumnos, junto a algunas
pequeñas acciones en redes sociales. En 2018, se había lanzado un curso de Slack, que se cubrió fácilmente
con un pequeño anuncio en Facebook. Los Anexos 5 y 6 muestran, respectivamente, la distribución de las
horas de clase de cada centro, y el número de matriculaciones en 2018. Los precios de Quito Code School
estaban en línea con los de otras escuelas y, en muchos casos, por debajo.

Consideraciones previas a la adquisición.

Andogi informó a Juan Martínez y a Pablo Sánchez de que en 2017 había rechazado una propuesta
de compra de su empresa por 700.000 dólares, de los cuales 300.000 se habrían pagado extraoficialmente,
es decir, declarando la transacción por 400.000 a efectos oficiales. Andogi aceptaba que los resultados de
2018 no eran brillantes pero explicó que su interés en vender la empresa la había llevado a descuidar un
poco algunas cosas, tales como la adecuada programación y seguimiento de la publicidad. El opinaba que si
los dos socios se dedicaban con energía a Quito Code School, podían potenciar muy notablemente la
empresa. Además, añadió, el mismo retiraba un sueldo de unos 30.000 dólares, y cargaba a los gastos
generales de la empresa algunos gastos personales tales como desplazamientos por vacaciones o por
temas personales. El precio de la empresa, les dijo, dependía de la forma en que se hiciese efectivo el
pago, a efectos de impuestos. Dado que las acciones de la compañía tenían un valor nominal de 50.000
dólares se incurría en una plusvalía importante en el momento de venderlas. Andogi no quería realizar la
transacción si el no recibía, neto después de pagar sus impuestos, un mínimo de 700.000 dólares.

Uno de los temas que preocupaba a los dos socios era la situación de los alquileres. Los tres locales
pagaban alquileres relativamente actualizados debido a que habían tenido que realizar reformas para
redistribuir el número de aulas y adaptarse a algunas normativas, y ello había sido aprovechado por los
propietarios para subir los alquileres. En 2018, el alquiler promedio por metro cuadrado para el tipo de
local empleado por Quito Code School, en las zonas urbanas en que estaban localizados los centros, era de
unas 150 a 200 dólares al año.

Los locales de Iñaquito I e Iñaquito II tenían contratos indefinidos que obviamente, serían válidos
mientras el inquilino fuese Quito Code School y su objeto fuese la enseñanza. De no producirse otros
cambios o necesidad de negociar con el propietario cualquier alteración en el local, los alquileres subirían

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únicamente de acuerdo con el incremento del índice del costo de vida. El local del Parque de La Carolina
tenía un alquiler de 9.800 dólares al mes en 2018, también ajustable con el índice del costo de vida, pero se
alquilaba por períodos de cinco años, renovables. La próxima renovación tendría lugar al final de 2021.
Desde que se inició este tipo de relación con el propietario, habían vencido ya dos períodos de 4 años. En
cada ocasión, el propietario se había limitado a elevar el alquiler a las condiciones del mercado. En caso de
no desear prorrogar el contrato, el propietario debería advertirlo con medio año de anticipación.

Otra preocupación para los socios la constituía la irregular situación laboral/fiscal de la compañía.
Quito Code School no declaraba oficialmente más de un 70% de sus ingresos, y que pagaba seguridad social
e impuestos sobre un 60% más o menos de su nómina real.

Andogi insistía en que esta situación estaba entre las más avanzadas del sector, ya que escuelas
más pequeñas no pasaban de cumplir con un 30% de sus obligaciones. Sin embargo, los dos socios
compradores solicitaron tener una entrevista con los asesores de la empresa. Estos les dijeron que, en el
último año, habían sufrido una inspección de trabajo que se había superado fácilmente y sin sanción ni
problema alguno. Explicaron que esto se debía a que, por una parte, aunque la empresa no pagaba la
totalidad de las remuneraciones oficialmente, había una planilla numerosa, con bastante antigüedad, para
los que la parte oficial de los sueldos estaba al nivel del sector y, por otra parte, los asesores aseguraron
que ellos llevaban muy bien las cosas, de forma que toda la contabilidad laboral se llevaba por duplicado.

No totalmente satisfechos con estas explicaciones, los dos socios recurrieron a un asesor
laboral/fiscal de su confianza y le expusieron la situación. Tras realizar unos cálculos, estimo que en el caso
de que comprasen la empresa y al día siguiente sufriesen una inspección rigurosa y dicha inspección
descubriese toda la realidad, la contingencia podría ascender a unos 650.000 dólares por motivos fiscales y
150.000 por motivos laborales. En principio, si ellos adquirieran la empresa, ellos serían los responsables, a
menos que en el contrato de compra se hubiese acordado otra cosa. El asesor les informó, sin embargo,
que tener que hacer frente a las contingencias máximas sería altamente improbable.

Los socios

Juan Martínez y Pablo Sánchez eran, respectivamente, licenciados en ciencias físicas y en derecho.
Ambos se habían graduado en el Programa Master de una prestigiosa escuela internacional de dirección de
empresas. Ambos llevaban un año trabajando en una empresa consultora. Juan y Pablo no tenían, ni gran
experiencia en gestión o educación, pero eran inteligentes, trabajadores y habían elegido un empleo como
consultores con el objetivo de buscar, desde un trabajo, una oportunidad para tener su propia empresa.
Entre ahorros y lo que podían endeudarse a nivel personal podían sumar entre los dos aproximadamente
900.000 dólares para la compra de la empresa. Los dos se dedicarían a tiempo completo en la empresa,
fijándose una remuneración de 30.000 dólares anuales brutos para cada uno de los dos socios. Además de
comprometerse a respetar rigurosamente la normativa fiscal.

Consideraban que Quito Code School, tras el impulso que le había dado su fundador, llevaba años
estancada. Prácticamente no se ofrecían clases a empresas, ni cursos de inmersión. La utilización de

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tecnologías modernas (vídeos o interactivas) era muy baja. Como negocio, la empresa parecía funcionar
por rutina, con poco liderazgo y nula innovación. Sin embargo, el nombre era conocido.

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Anexo 1

Quito Code School

Datos de la Compañía

Superficie Cantidad de Capacidad total Alquiler


Centro Ingresos 2018 en usd
en M2 aulas de alumnos usd/mes
Iñaquito I 400 25 220 4.400 710.000
Iñaquito II 670 31 300 6.700 1.060.000
La Carolina 754 27 250 9.800 960.000

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Anexo 2

Quito Code School

Condiciones de empleo del personal

Horas
Número de Promedio Antigüedad
Tipo de contrato
profesores trabajadas por promedio
semana
11 30 9 Indefinido
21 28 11,5 Indefinido
21 15 6,5 Indefinido
17 15 1,5 Temporal

13 10 3 Sin contrato
(5 autónomos y 8 extraoficiales)

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Anexo 3

Quito Code School

Balance General al 31 de diciembre de 2018 (1)


(Expresado en dólares)

Activo
Caja y bancos 150.000
Inventario 50.000
Clientes 300.000
Bienes de uso (2) 100.000
Total Activo 600.000

Pasivo
Proveedores 30.000
Acreedores (3) 70.000
Total Pasivo 100.000

Patrimonio neto
Capital 50.000
Reservas 450.000
500.000

Total Pasivo + Patrimonio Neto 600.000

(1) Información de gestión


(2) Una buena parte de los Bienes de Uso (muebles, instalaciones, equipo de oficina) estaba amortizado, con un
valor de reposición de unos 250,000 a 300,000 USD.
(3) En 2017, se había conseguido un préstamo especial para Pymes de 50.000 USD a tres años a una tasa
del 7.5%.

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Anexo 4

Quito Code School

Estado de resultados

Por el periodo 1 de enero al 31de diciembre del 2018 (1)


(Expresado en dólares)

Facturación 2.730.000
Nómina de profesores (1.440.000)
Nómina de dirección/administración (500.000)
Alquileres (250.000)
Publicidad (100.000)
Royalties (80.000)
Gastos Generales (80.000)
Energía, calefacción, agua (60.000)
Mantenimiento (60.000)
Suministros (libros, papel, limpieza) (50.000)
Asesorías (laboral y contable) (40.000)
Impuestos diversos (20.000)
Beneficio neto 50.000

(1) Información de gestión

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Anexo 5

Quito Code School

Distribución de horas de clase por curso y por centro

Centro Iñaquito1 Iñaquito 2 Parque de La Carolina


Curso 2016 2017 2018 2016 2017 2018 2016 2017 2018

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Anexo 6

Quito Code School

Número de matriculaciones del año 2018

Matriculas a principio de curso (1) 2096

Matriculados durante el curso (2) 851

Matriculados para el verano (3) 720

(1) Pagaban unos derechos de matrícula de 100 USD y una cuota mensual de 100 USD por un curso típico de tres
horas por semana, o la misma proporción para cursos más o menos intensivos.
(2) Pagaban una fracción sobre los mismos derechos de la matricula proporcional a ala parte de curso no
transcurrida, y la misma cuota mensual.
(3) Pagaban unos derechos de matrícula de 50 dólares y una cuota mensual de 100 dólares para cursos de tres
horas por semana.

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