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Ley de Contrato
de Trabajo
Comentada, anotada
y concordada
Tomo IV
Director
Coordinadora
Ana A. Barilaro
Colaboradores
ISBN978-987-03-2578-9(Tomo IV)
ISBN978-987-03-2574-1(Obra completa)
SAP 41557918
SET41557919
Argentina
ISBN 978-987-03-2578-9
1. Derecho Laboral.
CDD 344
Título X
Capítulo I
Art. 208.— Cada accidente o enfermedad inculpable que impida la prestación del
servicio no afectará el derecho del trabajador a percibir su remuneración durante un
período de 3 meses, si su antigüedad en el servicio fuere menor de 5 años, y de 6
meses si fuera mayor. En los casos que el trabajador tuviera cargas de familia y por
las mismas circunstancias se encontrara impedido de concurrir al trabajo, los
períodos durante los cuales tendrá derecho a percibir su remuneración se
extenderán a 6 y 12 meses respectivamente, según si su antigüedad fuese inferior o
superior a 5 años. La recidiva de enfermedades crónicas no será considerada
enfermedad, salvo que se manifestara transcurridos los 2 años. La remuneración
que en estos casos corresponda abonar al trabajador se liquidará conforme a la que
perciba en el momento de la interrupción de los servicios, con más los aumentos que
durante el período de interrupción fueren acordados a los de su misma categoría por
aplicación de una norma legal, convención colectiva de trabajo o decisión del
empleador. Si el salario estuviere integrado por remuneraciones variables, se
liquidará en cuanto a esta parte según el promedio de lo percibido en el último
semestre de prestación de servicios, no pudiendo, en ningún caso, la remuneración
del trabajador enfermo o accidentado ser inferior a la que hubiese percibido de no
haberse operado el impedimento. Las prestaciones en especie que el trabajador
dejare de percibir como consecuencia del accidente o enfermedad serán valorizadas
adecuadamente.
Disposiciones relacionadas
Concordancias: Arts. 77, 79, 92 bis, 129, 2º párr., 152, 153, 170, 177, 209 a 212,
LCT. Normas relacionadas: LRT.
Las características definitorias del enunciado del hecho genérico son: a) accidente o
enfermedad, b) inculpable y c) que impida la prestación del servicio.
A la vez, tales antecedentes de hecho, una vez identificados, solo tienen virtualidad
para habilitar la aplicación de la consecuencia jurídica en tanto que impidan la
prestación de servicio. Se sigue, en una interpretación, que podría identificarse un
accidente o una enfermedad pero que por carecer de entidad para impedir la
prestación no habilite la consecuencia jurídica (omisión justificada de prestación con
licencia paga).
En el contexto del derecho del trabajo, y en lo que interesa aquí, "daño" remite de
consuno al menoscabo que sufre el trabajador en su integridad psicofísica y social al
no poder realizar su prestación laboral, lo que le irroga pérdida salarial. Se ha dicho
que interesan las condiciones y su resultado: la pérdida de ganancia que debe
repararse(14) . Las condiciones en que se produce el menoscabo determinan el
sistema normativo jurídico aplicable, la extensión, la forma, el modo de reparación y
el sujeto responsable.
El modelo legislativo establecía, con el segundo apartado original, una lista cerrada
de triple columna luego flexibilizada por el dec. 1278/2000 que, a través de su art. 2º,
permite actualmente dar cobertura, en los casos concretos, a enfermedades que,
aunque provocadas por la actividad laboral del trabajador, no daban derecho a las
prestaciones del sistema con la antigua redacción(16) .
Es claro que uno de los fines de las definiciones legales es dar precisión al ámbito
de aplicación de una norma (caso general y consecuencia jurídica) con
determinación del alcance del dispositivo y así reconocer un término. Sirven, pues,
para la identificación de la norma.
b) Inculpabilidad
1) En primer lugar, se trata de una cuestión que atañe a la prueba judicial de los
hechos. La atribución de una intención a la acción de un agente es necesaria para
dos tipos de propósitos: Por un lado, para determinar qué tipo de acción es la que el
agente ha realizado: por ejemplo, establecer si fumar o clavar el cajón con
pirotecnia, o drogarse, o dispararse en la cabeza, se realizó con la intención
menoscabar la salud o procuraba impedir o comprometer su capacidad de trabajo.
Lo dicho es una circunstancia relevante para la descripción de la acción y su
clasificación como un tipo u otro de acción. Por otro lado, para concluir si la acción
fue realizada con dolo (y en qué grado) o imprudentemente. Por tanto, determinar la
intención con la que se actuó no solo puede ser relevante para la prueba del dolo,
sino también para probar que se realizó una acción de un tipo concreto.
3) En tercer lugar, la atribución de intenciones tiene que ver también con el problema
filosófico de la explicación de la acción y de cuál es el modelo adecuado para tal
explicación, lo que a su vez tiene relevancia para la cuestión metodológica de si las
ciencias humanas tienen un patrón de explicación distinto del propio de las ciencias
de la naturaleza. Frente al monismo metodológico, que sugiere que existe un mismo
modelo de explicación para todos los fenómenos, el dualismo metodológico trata de
mostrar que la explicación de la acción humana, tomada como un fenómeno con
significado, requiere partir de la intención del agente para dar cuenta de por qué
realizó la acción sin incurrir en ningún tipo de reduccionismo.
Parecería que el Laudo usa para la constitución e identificación del estado de cosas
denominado "salud" una característica relevante: lo físico. Esto se deduce de
considerar el conjunto "anatómica y funcional del organismo humano". En cambio, el
concepto OIT-OMS incorpora, además, la cuestión "mental" y "social". Ahora bien,
todo depende de qué significado se asigne a las características definitorias que
constituyen y delimitan cada conjunto, desde que en una cierta concepción la
distinción entre físico, mental y social es irrelevante en tanto la primera "expresa" o
"provoca" a las otras sin interrupción(28) .
Lo hasta aquí dicho aclara que las herramientas conceptuales elegidas por el Laudo
179/1996 y por el Comité Mixto OIT/OMS son distintas, pues distintos son los juicios
de relevancia que sirven a distintos intereses y criterios pragmáticos de los que
profieren la descripción. Los intereses pueden ser diversos y discordantes. Un
modelo descriptivo puede abarcar en el estado de cosas mayor cantidad de objetos
y relaciones que otro modelo. Así, se evidencia que "lo descriptivo" tiene una función
instrumental con relación a lo valorativo, pues la capacidad de abarcar objetos y
relaciones en la descripción de un estado de cosas, como "salud", puede responder
a distintos intereses y dependen de diversas decisiones.
La Ley de Contrato de Trabajo regula las conductas del trabajador y del empleador
como forma de motivación a través de la amenaza de privar de un bien a quien las
infrinja.(29) La conducta en cuya virtud se aplica a algunos de los sujetos del
contrato de trabajo una sanción se lo llama acto ilícito. Si el trabajador o el
empleador se hallan en posición de ser objeto de una sanción se dice que están en
una situación de responsabilidad. Finalmente, la conducta cuya omisión es ilícita o la
omisión de la conducta cuya comisión es ilícita se llama obligación.
Ahora bien, la disposición del art. 208, LCT introduce una justificación o causa de
justificación a la omisión de la obligación de realizar actos, ejecutar obras, prestar
servicios y comprometer su capacidad de trabajo a favor del empleador. La
justificación torna en lícita la omisión. Entonces, el trabajador le es permitido no
realizar actos, no ejecutar obras, no prestar servicios o sustraer su capacidad de
trabajo en tanto un cierto estado de cosas (accidente o enfermedad) producido sin
culpa se lo impida o se lo desaconseje.
Interpretar el supuesto de hecho que justifica la aplicación del art, 208, LCT es
complejo.
La identificación de lo que cuenta como derecho para resolver los casos judiciales
no puede escapar de la actividad interpretativa producto del lenguaje y de las
construcciones conceptuales.
Aquella actividad se nutre de las preferencias del intérprete a las que se recurre para
decidir. Esta decisión tiene dos límites bastante difusos: uno, cuánto se sienta
obligado el intérprete ante la ley que le proporciona un marco de decisiones posibles
por delegación del legislador (explícitas) o producto de la textura abierta del lenguaje
(implícitas). El otro límite depende de la aceptación del producto interpretativo por
parte de la comunidad profesional de hablantes.
También la interpretación es, ante todo, decisión del intérprete. Como no existe un
método intersubjetivamente aceptable para dirimir preferencias opuestas en materia
axiológica, quizás sea prudente en este campo no usar los criterios de verdadero o
de falso para calificar el significado o la interpretación que damos a las palabras de
la ley.
Conforme el actual diseño legislativo las remuneraciones que se abonan con motivo
de la incapacidad responde a una prestación de linaje laboral con base en la
particular estructuración del contrato de trabajo; sin embargo, parte de la doctrina las
considera prestaciones de la seguridad social que hoy están a cargo del empleador
pero que en un futuro deberían ser satisfecha con un sistema de seguridad
social(30) ya que son beneficios que se deben extender a todas las personas,
además de los trabajadores en relación de dependencia.
El sistema establecido por la LCT a los fines de determinar los plazos de licencias
retribuidas con motivo de cada accidente o enfermedad inculpable(35) se exhibe a
partir de dos propiedades relevantes: La antigüedad del dependiente, según sea
menor o mayor de 5 años, y tenga o no cargas de familia; efectivamente, el
trabajador gozará de 3 meses de licencia retribuida, si su antigüedad en el servicio
fuere menor de 5 años, y de 6 meses si fuera mayor. Si el trabajador tuviera cargas
de familia, los períodos durante los cuales tendrá derecho a percibir su
remuneración se extenderán a 6 y 12 meses respectivamente, según si su
antigüedad fuese inferior o superior a 5 años. Los plazos de 3 a 12 meses
retribuidos no son por año sino que corresponden por cada enfermedad, por tanto un
trabajador puede padecer diversos accidentes o enfermedades en el año y cada
alteración en la salud genera períodos retribuidos independientes de licencia para
cada enfermedad. Si un trabajador se reintegra antes de vencido el plazo de
enfermedad retribuido, los días no utilizados pueden ser gozados en el caso de
producirse nuevas manifestaciones de una misma enfermedad —que la ley
denomina recidivas (repeticiones) — dentro del plazo de dos años desde que fue
notificada fehacientemente al empleador. Agotado dicho plazo, las recidivas no
generan derecho a otro período retribuido; ese derecho renace a los dos años de su
primera manifestación.
I) Carga de familia
b) El caso del hijo por nacer. Respecto del hijo por nacer, la jurisprudencia no es
pacífica para determinar si constituye carga de familia a efectos de ampliar los
plazos de licencia remunerada. En efecto, en tanto unos han argumentado que el
hijo por nacer no debe asimilarse a las situaciones comprendidas en el
art. 208, LCT; otros, han determinado que el concepto de "carga de familia" del
art. 208, LCT, que habilita la extensión del período de licencia paga por enfermedad
comprende el supuesto en que la trabajadora embarazada percibe la asignación del
hijo por nacer —prenatal—.
Reseña jurisprudencial
"Un accidente o enfermedad es inculpable cuando se produce por una causa ajena a
la labor realizada. Da derecho a gozar de licencia con goce de haberes". (ST, Jujuy,
Plenario. Exped.: 4919/1995, 28/12/1995).
"El derecho del trabajo ampara al que sufre un infortunio durante la vigencia del
contrato, si es por el hecho o en ocasión del trabajo, se lo llama "accidente de
trabajo" o "enfermedad del trabajo"; por el contrario si no tiene ninguna relación con
el contrato laboral, se lo denomina "enfermedad o accidente inculpable". En
consecuencia al trabajador en relación de dependencia lo ampara la Ley de Contrato
de Trabajo y la Ley de Accidentes de Trabajo (9688 y sus modif.), y la ley 22.250
registra la situación del trabajador que sufre accidente o enfermedad inculpables".
("Vicencio José Miguel en J: Vicencio José M. c. Racconto Femenia SA ots.
s/ordinario - Casación", Fallo: 95199142, SC Circuns. 1, Mendoza, sala 2, 10/3/1995,
Corte en Pleno, Aguilar - Salvini - Nanclares, elDial - MZ2EB4).
Despido. Justa causa:"La enfermedad que halla su protección en las normas legales
y que acarrea como consecuencia la suspensión de la prestación de servicios, debe
ser de tal entidad que impida la realización de las tareas, aunque no llega a grado de
postración, no compadeciéndose en absoluto el hecho de que el trabajador, gozando
de licencia por enfermedad, sea inculpable o por accidente de trabajo, haya
realizado viajes a la República Oriental del Uruguay, porque ello está demostrando
que el grado de su dolencia no llega al extremo tal de no permitirle realizar sus
tareas, presentándose así una situación altamente abusiva de parte del obrero, que
implica pérdida de confianza y constituye una injuria que en los términos del art. 242
de la Ley de Contrato de Trabajo autoriza el distracto con justa causa". (Causa: 245,
5-12-1995, sent. Cámara, sala del Trabajo - Concepción del Uruguay, Papes -
Bugnone - Bazterrica, Tonetti Jorge D. c. Petro Rivas SA y otra - indemnización por
enfermedad accidente, diferencias salariales y rubros impagos, Provincia de Entre
Ríos, elDial - ATA37).
I) Carga de familia
Carga de familia. Hijo por nacer:"El hecho de que el hijo en gestación tenga
existencia como persona hace a la capacidad, pero no se asimila a las situaciones
comprendidas en el art. 208, LCT, que son aquellas en las que una persona "a
cargo" (o que origina una carga) determina mayores erogaciones que justifiquen la
prolongación del lapso de enfermedad pago". (CNTrab., sala VI, 29/7/1991, "Ochoa,
Patricia c. El Hogar Obrero", en Grisolía, Julio Armando, cit.).
"El concepto de 'carga de familia' del art. 208, LCT, que habilita la extensión del
período de licencia paga por enfermedad comprende el supuesto en que la
trabajadora embarazada percibe la asignación del hijo por nacer —prenatal
—". (Cámara de Apelaciones de Concepción del Uruguay (Entre Ríos) (sala Trab.,
23/2/2000, "Cabelier, Silvana G. c. Bic Argentina SA", TySS, 2000-931, en Grisolía,
Julio Armando, cit., p. xxx y sala laboral de la cámara de concepción del Uruguay CU
2264 S 23/2/2000, Juez Bugnone (MA), Cazzulino - Bugnone - Pirovani, elDial -
AT265D).
"A la actora sólo le correspondía un período de tres meses de licencia paga por
enfermedad inculpable, atento que su antigüedad era inferior a cinco años ya que, la
circunstancia de estar embarazada no la coloca en la situación de trabajador con
cargas de familia para duplicar dicho período de acuerdo a lo dispuesto por el
art. 208 de la Ley de Contrato de Trabajo. En consecuencia, no puede considerarse
a la empleadora como autora de incumplimiento a sus obligaciones laborales cuando
deja de abonarle salarios y le comunica que inicia el período de reserva del puesto
de acuerdo a lo prescripto por el art. 211 de la citada norma, deviniendo en
infundado el despido indirecto que pone fin al vínculo laboral entre las partes, lo que
determina la improcedencia de la totalidad de los rubros reclamados por la
accionante". (Sala Laboral de la Cámara de Concepción del Uruguay CU 2264 S
23/2/2000, Juez Cazzulino (MI), Cabelier Silvana Gabriela c. Bic Argentina SA
s/Haberes y Rubros adeudados, Indemnización, Preaviso, Cazzulino - Bugnone -
Pirovani, elDial - AT265B).
Aviso al empleador
Art. 209. — El trabajador, salvo casos de fuerza mayor, deberá dar aviso de la
enfermedad o accidente y del lugar en que se encuentra, en el transcurso de la
primera jornada de trabajo respecto de la cual estuviere imposibilitado de concurrir
por alguna de esas causas. Mientras no lo haga, perderá el derecho a percibir la
remuneración correspondiente salvo que la existencia de la enfermedad o accidente,
teniendo en consideración su carácter y gravedad, resulte luego inequívocamente
acreditada.
Disposiciones Relacionadas
Reseña jurisprudencial
Control
Art. 210. — El trabajador está obligado a someterse al control que se efectúe por el
facultativo designado por el empleador.
Disposiciones relacionadas
C) Discrepancias
b) El empleador posee un deber de iniciativa por lo que le cabe arbitrar los medios
para una solución que procure conservar el vínculo. Sin embargo, lo dicho no es
óbice para que el trabajador proponga algún mecanismo igualmente eficaz para
dilucidar la cuestión, aun cuando no esté obligado a ello;
c) Ambas partes están obligadas a un uso funcional del derecho obrando activa y
pasivamente en un marco de buena fe y colaboración
Reseña jurisprudencial
C) Discrepancias
Art. 211. — Vencidos los plazos de interrupción del trabajo por causa de accidente o
enfermedad inculpable, si el trabajador no estuviera en condiciones de volver a su
empleo, el empleador deberá conservárselo durante el plazo de un año contado
desde el vencimiento de aquéllos. Vencido dicho plazo, la relación de empleo
subsistirá hasta tanto alguna de las partes decida y notifique a la otra su voluntad de
rescindirla. La extinción del contrato de trabajo en tal forma, exime a las partes de
responsabilidad indemnizatoria.
Disposiciones relacionadas
Durante el transcurso del plazo de reserva de puesto puede ocurrir que el trabajador
adquiera las condiciones para su reingreso al empleo y así lo solicite, en cuyo caso
el empleador se encuentra obligado a admitirlo; si el trabajador re-establecido de su
dolencia no se presenta a requerir tareas en un plazo prudencial su conducta puede
calificarse como una abandono-renuncia de la relación(56). García Martínez se
pronuncia por la prórroga indefinida de la conservación hasta tanto una de las partes
exprese fehacientemente su voluntad extintiva(57).
Reseña jurisprudencial
"En conclusión la actitud silente luego del control efectuado aparece reñida con el
principio de buena fe que debe imperar aún en la finalización del contrato y por eso
la rescisión deviene injustificada". (TSJ, Córdoba, sent. Nº 90, 29/12/2005, autos:
"Altamirano Sergio O. c. ORPI SA - demanda y sus acumulados - recurso directo").
Reincorporación
Art. 212.— Vigente el plazo de conservación del empleo, si del accidente o
enfermedad resultase una disminución definitiva en la capacidad laboral del
trabajador y éste no estuviere en condiciones de realizar las tareas que
anteriormente cumplía, el empleador deberá asignarle otras que pueda ejecutar sin
disminución de su remuneración.
Este beneficio no es incompatible y se acumula con los que los estatutos especiales
o convenios colectivos puedan disponer para tal supuesto.
Disposiciones relacionadas
B) Primer párrafo
El trabajador debe acreditar que ha sido dado de alta con incapacidad habiendo
requerido tareas adecuadas(64). Sin embargo, se discute, lo que tiene impacto en
las disposiciones indemnizatorias de la norma, en torno a cuáles son las pautas que
tienen carácter obligacional hacia el empleador en aras a acatar el dispositivo
legal(65). En efecto, la jurisprudencia ha señalado que el mantenimiento del empleo
del trabajador parcialmente incapacitado por una enfermedad o accidente de trabajo,
en las tareas que cumplía con anterioridad al siniestro o en otras acordes con su
minusvalía sin mengua de su remuneración, no es más que el cumplimiento de la
obligación que el art. 212 de la LCT impone al empleador(66).
Ahora bien, se verifica discusión en torno al deber del trabajador de aceptar la nueva
función o tarea, en tanto si bien no conlleva disminución salarial puede tener un
sentido de descalificación profesional o agravio moral. La norma no requiere la
conformidad del trabajador respecto del nuevo puesto a desempeñar, a diferencia de
lo que acontece con el art. 184, LCT, al producirse el reingreso de la trabajadora
luego de vencido el período de excedencia.
La doctrina en tal sentido propone hacer una prudente evaluación para verificar si el
empleador en función de la incapacidad constatada y la asignación de un puesto
laboral calificada como peyorativa no está ejerciendo de manera abusiva el ius
variandi en búsqueda de lograr la desvinculación del trabajador, que ya no es de la
misma utilidad que antes del siniestro; por otra parte, si en todo caso el trabajador
puede cuestionar tal asignación de tareas, afirmando que existen otras que resulten
más compatibles con la labor que venía desarrollando con anterioridad a favor de la
demandada(67) .
C) Segundo párrafo
El caso genérico regulado por la norma determina la extinción del vínculo en función
de sostener el empleador, en forma justificada, la inexistencia de puestos laborales
acordes a la nueva capacidad psicofísica del trabajador.
D) Tercer párrafo
La remisión a la pauta indemnizatoria del art. 245, LCT, es plena, es decir, con todas
las limitaciones allí estipuladas en materia referida al modo de determinación de la
indemnización, mínimos legales y tope vigente(81) .
E) Cuarto párrafo
A diferencia de los párrafos anteriores donde existe una actitud patronal, ya sea por
vía de acción, al extinguir el vínculo sosteniendo la inexistencia de puestos laborales
acordes a la salud del trabajador disminuido en su capacidad o por omisión al no
otorgar tales puestos cuando los mismos son viables o ante su silencio en función
del requerimiento del trabajador, en el caso del cuarto párrafo, la extinción del
vínculo se produce de pleno derecho por causas ajenas a la voluntad de ambas
partes del contrato laboral en tanto se haya derivado de las enfermedades o
accidentes inculpables una incapacidad absoluta(82) .
Se ha sostenido que para que proceda la indemnización deben darse dos requisitos
esenciales: a) La ruptura del contrato de trabajo y b) que dicha ruptura obedezca al
hecho de la incapacidad que portaba el trabajador(98) .
Han existido diversos precedentes donde la extinción del vínculo se había producido
por la aplicación de las normas de prescindibilidad, por ejemplo las leyes 21.274 y
21.580 para obreros ferroviarios(99); sin embargo, constatado que a la fecha de tal
notificación el trabajador portaba una incapacidad absoluta se ordenó pagar la
misma descontando del monto a abonar el monto inferior abonado por las leyes
mencionadas supra. Para esta posición lo estructural es la existencia del grado de
incapacidad al momento de la extinción del contrato laboral, aunque el mismo no
hubiese operado por aquel motivo y aunque el trabajador hubiese estado prestando
tareas hasta la fecha de la culminación del contrato laboral, como fueron los
supuestos de trabajadores que presentaron su renuncia para acogerse al beneficio
de la jubilación ordinaria y no obstante lo cual se les reconoció el derecho al
mentado beneficio.
También señalo que no resulta necesario que hayan transcurrido los plazos de los
arts. 208 y 211. LCT, para generar el derecho al resarcimiento.
I) El quinto párrafo
Reseña jurisprudencial
"En el caso de una enfermedad inculpable que genera una situación de incapacidad
absoluta por lo general se aplicará el procedimiento gradual del art. 212, LCT, así
entonces, comenzará por la licencia de seis meses, la reserva de empleo, la
reasignación de tareas livianas, la media indemnización en caso de imposibilidad.
Empero pueden existir situaciones excepcionales en que la incapacidad aparezca
súbitamente, en cuyo caso carece de sentido el respeto del procedimiento gradual
previsto por los arts. 208 a 211, LCT y será de aplicación el art. 212 apart. 4, en
forma directa, lisa y llana". ("Vela Pedro Jose en J: Vela Pedro c. Consorcio de
Propietarios Edifício Godoy Cruz 428 Med. Prec. s/ordinario - inconstitucionalidad -
casación", Fallo: 97199219, SC Circuns. 1, Mendoza, sala 2, 28/8/1997, Corte en
Pleno, Nanclares - Salvini - Böhm, elDial - MZ31F2).
"La mal llamada 'indemnización por invalidez' que establece el art. 212, LCT, se halla
sometida a una serie de requisitos que si bien no surgen de La Ley, la doctrina y
jurisprudencia están conteste en reputar como tal. En primer lugar, que el trabajador
se halle afectado de una incapacidad 'total y permanente', es decir 'absoluta' que lo
imposibilite para desarrollar una tarea productiva en condiciones de cierta
normalidad. En segundo lugar, que dicha incapacidad tenga como origen un
'accidente o enfermedad inculpable'. Condición ésta que surge de la ubicación de la
norma en la sistemática de la LCT. En tercer lugar, dicho estado debe hallarse
consolidado durante la vigencia del contrato, es decir, durante el lapso de prestación
efectiva, suspensión por causa de enfermedad o accidente con goce total o parcial
de haberes y período de reserva de puesto si lo hubiere. Es decir que si no se probó
que la incapacidad se consolidó en el plazo de los arts. 203 y 211, LCT, la extinción
al término de la licencia paga mayor del convenio colectivo de trabajo no genera
obligaciones indemnizatorias (Conf. Herrera E., 'Extinción del contrato de trabajo por
incapacidad del trabajador', DT, 1984-B, 1220; CNTrab, sala III, 17/4/1980,
sent. 39.507 y 29/5/1981, sent. 41.261). En cuarto lugar, que el contrato se haya
extinguido. A nuestro juicio, toda vez que el trabajador se incapacite vigente la
relación laboral, nace un derecho subjetivo para cobrar la llamada indemnización del
art. 212,LCT, al cumplirse una condición suspensiva a la que queda sometido el
efectivo pago de la misma; la extinción de la relación laboral. En esta óptica, si bien
el derecho al cobro de esa suma de dinero, queda conformado in bonis con la
consolidación de la incapacidad en determinado lapso, el pago no se hace exigible
hasta que la relación se extingue por cualquiera de los medios admitidos por la ley.
Consideramos que la ley no somete el pago a que la denuncia se formule en
determinado momento, sino al hecho que la incapacidad se consolide en de
terminado lapso, el de vigencia del contrato y hasta el agotamiento del período de
reserva si lo hubiere". (Sent. 448, "Villagran Carlos Esteban c. José Minetti y Cia.
Ltda. SA s/indemnización - casación", Corte Suprema de Justicia - 21/12/1992, elDial
- BBFB1).
B) Primer párrafo
"El salario del trabajador que pasa a desempeñar tareas livianas en virtud de una
enfermedad inculpable no puede ser afectado, por lo que corresponde que se le
abone el adicional del 20 por ciento que percibía con anterioridad a la misma (no
importa la denominación de premio, asignación especial o adicional) a tenor del
art. 212 de la LCT".("Vilches, Antonio Roque c. Fábrica de Cerámica Alberdi SA
s/ordinario", Fallo: 94190639-Primera Cámara Civil, Circuns. 1, Mendoza, 3/3/1994,
Corte en Pleno, Rauek - Arroyo - Catapano, elDial - MC2C78).
C) Segundo párrafo
"A los fines de la aplicación del art. 212, párr. 2do., LCT no basta con acreditar que
no existe ninguna vacante en la empresa demandada, sino que el empleador debe
demostrar la imposibilidad de asignar al trabajador tarea alguna compatible con su
capacidad residual, con arreglo a su actividad empresarial". (SCBA, 16/2/1988,
"Chesani Sirio c. Fuerte Barragán SA, 39.184·", LA LEY, 1988-C, 408, DJ,
1988/02/803).
E) Cuarto párrafo
"A los fines del inicio de la actualización en el caso de indemnización previsto por el
art. 212 cuarto párrafo de la LCT, debe estarse a la fecha de ruptura del vínculo por
renuncia del empleado para acogerse a los beneficios de jubilación por invalidez,
porque la extinción de la relación se operó por imposibilidad física del trabajador de
continuar la prestación laboral". ("Lucero Teresa Aida En J: Lucero Teresa Aida c.
Angel Espiño e Hijos SAI.C. s/ordinario - Casación", Fallo: 91199197, SC Circuns. 1,
Mendoza, sala 2, 24/4/1991, Corte en Pleno, Porras - Nanclares - Salvini,
Expedientes: 48.253-Ubicación: S221-018, elDial - MZ2935).
"Si al concederse el alta del trabajador aquejado de enfermedad o accidente
inculpable (lo que equivale a la declaración médica de que ha terminado el proceso
transitorio de la dolencia inculpable) se lo de clara con incapacidad absoluta (al
efecto, según la corriente doctrinaria y jurisprudencia prevalente, se considera que
ésta existe cuando supera el 66% de la total), el empleador deberá abonar la
indemnización común que corresponde por despido arbitrario (art. 212, 4º párrafo de
la LCT) (Vázquez Vialard, Antonio, Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, t. I,
2º Edición, Astrea, Bs. As. 1981, ps. 375/376)". (CSJN, 8/7/1994, sent. 397, "Nieva
Carlos Andrés c. Juan M. Terán Fútbol Club s/pago de haberes (casación) ", elDial -
BB1B64).
"El trabajador que estuviere prestando tareas a la fecha del cese, para hacerse
acreedor a la indemnización establecida por el art. 212, párrafo 4to de la LCT, debe
ser particularmente cuidadoso en obtener la demostración indubitable de su
incapacidad absoluta. La presunción de que está en condiciones de realizar tareas
—aunque sean livianas— debe ser destruida para obtener ese resultado; la prueba
ha de ser contundente". (SCBA, 23/2/1982, "Zuffo Hipólito c. Algodoneras Flandria",
DJBA, 122-321).
I) Quinto párrafo
Disposiciones relacionadas
A) Materialidad de la norma
La norma castiga al accionar del empleador que sin tener en consideración el estado
de salud de su operario, con contrato suspendido por causa de imposibilidad médica
de concurrencia, procede a comunicar la extinción del vínculo.
Existe complejidad con respecto a la reserva del puesto laboral, por cuanto de
conformidad al mecanismo establecido para las grandes incapacidades es decir
aquella superior al 50% de la t.o. existe un período de provisoriedad de la
permanencia que se puede extender hasta 36 meses, con posibilidad de prórroga
hasta 24 meses más. El interrogante radica en verificar qué sucede con el contrato
laboral en ese ínterin, ya que sin duda alguna que se podría asimilar el período de
Incapacidad Laboral Transitoria (ILT) al de la licencia paga prevista en el art. 208,
LCT, pero no parece razonable equiparar el período de Incapacidad Laboral
Permanente Provisoria al período de reserva del puesto laboral, con lo que
deberíamos sostener que se produce una suspensión ipso jure del contrato laboral
hasta que se notifique a la empresa el otorgamiento de la Incapacidad Laboral
Permanente Definitiva ya sea Parcial o Total.
Por otra parte no está determinada cuál es la situación del trabajador durante el
período de Incapacidad Laboral Permanente Parcial Provisoria, ya que salvo que
fuese médicamente contraindicado, nada parecería inferir, al menos de la legislación
vigente, que no pudiese concurrir a requerir de su empleador el otorgamiento de
tareas laborales, lo que eventualmente podría dar lugar a la aplicación del segundo o
tercer párrafo del art. 212 de la LCT.
Reseña jurisprudencial
A) Materialidad de la norma
"En el caso de autos llega firme a esta instancia (atento no haber sido materia de
agravios) que la dolencia crónica que padece el actor (narcolepsia cataplexia) no se
había manifestado hasta el momento del despido por lo menos en forma
laboralmente incapacitante. Ello así, no acreditados en autos los requisitos
necesarios para la procedencia de los salarios reclamados, no cabe más que
confirmar lo resuelto al respecto en la etapa anterior". (Expte. 24.426/1996 (9493)
Sent. 6544, "Arevalo Menchaca, Víctor Fernando c. Deutsche Bank Program
Manager SA y otros s/despido" - CNTrab., sala X - 28/6/1999, elDial - AA1B3).
"En autos no media constancia probatoria alguna que demuestre objetivamente que
el actor no se encontraba apto para realizar tareas al momento de producirse su
egreso, y a ello cabe añadir que no se advierte que el alta médica oportunamente
otorgada por la profesional que atendiera al trabajador en forma particular, hubiera
estado "condicionada" a que no se le atribuyeran tareas con atención directa al
público, en tanto que de los términos expuestos en la constancia emitida por la
referida profesional sólo surge efectuada una mera "sugerencia" en tal sentido, lo
cual no puede interpretarse de suyo como una prescripción expresa y vinculante que
obligase a la empleadora a otorgarle al actor otras tareas, que no fueran las que éste
realizara en forma habitual.
"Luego de agotado el período de conservación del empleo "las partes tienen derecho
a mantener el vínculo sine die o a notificar a la contraria la decisión de resolver la
relación laboral". Cualquiera de estos derechos pueden ejercer y si optaren por la
continuidad de la misma, debe ser considerada como prolongación de lo
normado LCT por tener vigencia sólo frente a un despido arbitrario".
(Sent. 301, "Osores, Roque Alberto c. Tecotex SA s/indemnizacion por antigüedad" -
Del Trabajo - 30/3/1989, elDial - BB89A).
"El actor invoca la existencia de una suspensión temporaria dentro del contrato de
trabajo originado en la existencia de una enfermedad inculpable, acogiéndose al
respecto el art. 213 LCT. Cuando existe una justa causa con la entidad tal que no
consienta la continuación del vínculo laboral, el mismo debe ser disuelto aun cuando
el trabajador se encuentra en período de enfermedad inculpable, ya que lo
suspendido en ese supuesto es el deber de poner a disposición su fuerza de trabajo
por la existencia de una patología que se lo impide, debiendo dentro del período que
se prevé al respecto, proceder a abonar la remuneración del mismo por el
empleador, no se suspende la facultad disciplinaria y por ende de surgir una injuria
grave, la misma ha de ser comunicada al trabajador para que éste si se encuentra
en condiciones, pueda ejercer su derecho de defensa, la LCT cuando habla del
despido durante la interrupción del contrato por enfermedad del trabajador, lo hace
para el supuesto de despido incausado o arbitrario, es decir que el empleador que a
fin de evitar el pago de los salarios durante el período de la enfermedad, decide
despedir sin causa a su trabajador, deberá a más de las indemnizaciones que se
prevé para el despido arbitrario, los salarios que le correspondieren por el tiempo
faltante hasta el vencimiento de la licencia por enfermedad o el alta médica, ello a fin
de evitar lo que sería una desnaturalización del instituto de la Enfermedad Inculpable
o sea del derecho del trabajador a percibir su salario aun cuando se encuentra
enfermo". (Sent. 10, "Santillán Augusto Edmundo c. Rega SA s/indemnizaciones" -
del trabajo, sala 2, 19/2/1999, elDial - BB43D9).
Notas:
(1)Krotoschin, Ernesto, Tratado práctico de derecho del trabajo, t. 1, Roque Depalma Editor, Bs. As., 1955, ps.
406/407, Gnecco, Lorenzo, "Alteraciones en el desarrollo de la relación", en Rodríguez Mancini, Jorge, Curso de
derecho del trabajo y de la seguridad social, Astrea, Bs. As., 2000, p. 364 y Ackerman, Mario, cit., en RDL, 2003-
1, p. 29.
(2)Vázquez Vialard, Antonio, "El sentido del instituto de la suspensión de algunos de los efectos del contrato de
trabajo", en RDL, 2003-1, Las suspensiones en el contrato de trabajo, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2003, p. 11.
4) Ackerman, Mario, E., "¿Qué, por qué y cuándo se suspende?, en RDL, 2003-1, Las suspensiones en el
contrato de trabajo, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2003, p. 25.
(5)De La Cueva, Mario, El nuevo derecho mexicano del trabajo. México: Porrúa, t. 1, 1980, p. 234 y Rodríguez
Mancini, Jorge, "Autonomía individual y colectiva en las suspensiones" en RDL, 2003-1, Las suspensiones en el
contrato de trabajo, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2003, p. 34.
(12) Ackerman, Mario, E., Incapacidad temporaria y contrato de trabajo, Hammurabi, Bs. As., 1987, p. 40,
Grisolía, Julio A., Derecho del trabajo y de la seguridad social, LexisNexis - Depalma, Bs. As., 2002, p. 457,
Sardegna, Miguel A., cit., ps. 454/455 y Etala, Carlos A., cit., p. 520. De Diego, Julián A., Manual del Derecho del
Trabajo y de la Seguridad Social, LexisNexis - Depalma (Lexis 1303/006726), Bs. As.
(13) Moreso, Juan J., "Conflictos entre principios constitucionales", en Carbonell, Miguel, Neo
constitucionalismo(s). Madrid: Trotta, 2003, ps. 99-100.
(14)Vázquez Vialard, Antonio, Accidentes y enfermedades del trabajo, Hammurabi SRL, Buenos Aires, 1986, p.
3.
(15) Incorporó al listado de enfermedades profesionales, previsto en el art. 6º, inc. 2 apartado a), de la ley
24.557 y sus modificatorias, aprobado por el dec. 658/1996, los agentes HANTAVIRUS y TRYPANOSOMA
CRUZI como causante de las enfermedades cuyos cuadros clínicos, exposición y actividades en capacidad de
determinar consignó.
(16)Ackerman, Mario, E., "Responsabilidad civil del empleador por enfermedades 'laborales no profesionales'",
en RDL Actualidad, 2008-1, p. 283.
(17)Tosto, Gabriel, "Análisis doctrinario y jurisprudencial" en Rodriguez Mancini, Jorge - Foglia, Ricardo
A., Riesgos del Trabajo. Buenos Aires: La Ley, 2008, ps. 370-371; 374-404.
(19) "El aburrimiento es un estado de malestar caracterizado por un sentimiento de vacío, en el límite de la
angustia, cuyo origen es atribuido por el sujeto a los objetos que él cataloga como aburridos, es decir,
etimológicamente odiosos. [...] sensación de pérdida de interés por las cosas [...], [...] un inútil estancamiento in
situ al que se une un 'odio al tiempo' que no termina de pasar." (De Mijolla-Mellor, Sophie, Aburrimiento, Alain De
Mijolla (dirección) Diccionario internacional de psicoanálisis. Madrid: Akal, 2007, p. 25.)
(20)Arias, Juan M., "Accidentes y enfermedades inculpable", en Ojeda, Raúl Horacio(coordinador) Ley de
Contrato de Trabajo. t. 3, Rubinzal - Culzoni, Santa Fe, 2011, p. 73.Costamagna, Olivio R., "De los accidentes y
enfermedades inculpables", en Altamira Gigena, Raúl (director), García Vior, Andrea - Sueldo, Tomas
E. (coordinadores), Ley de contrato de trabajo. t. 2, Errepar, Buenos Aires, 2010, ps. 1143-1144; Machado, José
D., "El doscientos ocho (Efectos de la suspensión temporaria debida a la incapacidad inculpable del
trabajador)", RDL 2003-1, ps. 359-360. Guisado, Héctor, "La suspensión por enfermedad o accidente inculpable
del trabajador" en Goldín, Adrián (director) - Alimenti, Jorgelina (coordinadora), Curso de derecho del trabajo y la
seguridad social, La Ley, Buenos Aires: 2009, ps. 460-461.
(21)Ackerman, Mario, E., Incapacidad temporaria y contrato de trabajo, Hammurabi, Bs. As., 1987, p.
40, Grisolía, Julio A., Derecho del trabajo y de la seguridad social, LexisNexis - Depalma, Bs. As., 2002, p. 457.
(25)González Lagier, Daniel, "La prueba de la intención y la explicación de la acción" enIsegoría 35, julio -
diciembre 2006;
(26) Al solo efecto expositivo hemos tomado la acepción de "daño" de la tabla de evaluaciones de incapacidades
laborales de la ley 24.557, en DT 1996 - B, p. 1920.
(27)CSJN, 18/12/2007, S. 1789. XL. "Recurso de hecho deducido por la actora en la causa Silva, Facundo Jesús
c. Unilever de Argentina SA" (Disponible en línea: www.pjn.gov.ar), p. 15.
(28) "Desde que conozco mejor el cuerpo - dijo Zaratustra a uno de sus discípulos —el espíritu no es ya para mí
más que un modo de expresarse; y todo lo imperecedero— es también sólo un símbolo". La muerte de Dios. F.
Nietzsche, en Ospina Escobar, Johny Esteban, "Las huellas de Friedrich Nietzsche en el psicoanálisis",
en Revista Electrónica de Psicología Social «Poiésis», ISSN 1692-0945, Nº 18 - Diciembre de 2009.
(29)Tosto, Gabriel, "De los derechos y deberes de las partes", en Altamira Gigena, Raúl (director), García Vior,
Andrea - Sueldo, Tomas E. (coordinadores), Ley de contrato de trabajo. t. 1, Errepar, Buenos Aires: 2010, ps.
328-513.
(34)Sardegna, Miguel A., "De la suspensión de ciertos efectos del contrato de trabajo", en Ley de contrato de
trabajo (Altamira Gigena coordinador), t. 2, Astrea, Bs. As., 1981, p. 268, Krotoschin, Ernesto - Ratti,
Jorge, Código del trabajo, Depalma, Bs. As., 1975, p. 143.
(40)Etala, Carlos, cit., p. 527 y López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan Carlos, cit., t. 2, p. 30.
(41)Ackerman, Mario, cit., p. 253 y Elías, Jorge, "Aviso y control de enfermedad", en "Las suspensiones en el
contrato de trabajo" en RDL, 2003-1, Las suspensiones en el contrato de trabajo, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe,
2003, p. 398.
(54)Elías, Jorge, cit., ps. 409/413 y López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p.
766.
(55)Etala, Carlos, cit., p. 531 y López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 769.
(56)Etala, Carlos, cit., p. 531, Krotoschin, Ernesto, cit., t. 1, p. 416, Ackerman, Mario, cit., 1987, p. 193
y Sardegna, Miguel A., cit., t. 2, ps. 278/279.
(58) CNTrab., sala III, 31/10/2007, Polutranka, María Alejandra c. Consolidar AFJP SA, cita
Online: AR/JUR/8631/2007, DT 2008 (marzo), 330.
(61)Sardegna, Miguel A., cit., p. 463 y Grisolía, Julio A., cit., p. 462.
(63)Toselli, Carlos, "Extinción del contrato por causa de infortunio", en Tosto, Gabriel - Toselli, Carlos - Arese,
César, Extinción del contrato. Diversos supuestos, Nuevo Enfoque Editorial, Córdoba, 2005, p. 328 y Arias, Juan
M., De la suspensión de ciertos efectos del contrato de trabajo, Vázquez Vialard (director) - Ojeda, Raúl Horacio
(coordinador) en Ley de contrato de trabajo, t. 3, Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe, 2005, p. 117.
(64)Etala, Carlos, cit., p. 534 y López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 770.
(66) SCBA, 6/11/1984: "Espejo María I. c. Martín Amato y Cía SA, L. 33.419", LA LEY, 1986-A, 635.
(71)Arias, Juan M., cit., p. 120; y SCBA, 16/2/1988, "Chesani Sirio c. Fuerte Barragán SA, 39.184", LA LEY,
1988-C, 408 - DJ, 1988-02-803.
(72)Toselli, Carlos, cit., p. 333 y CTrab. Córdoba, sala X, sent. del 3/6/2004, "Rivera Martín Antonio c. Ferrocons
SA Demanda".
(73) SCBA, 14/10/1975, "Villoud Héctor c. Embotelladora Perla del Norte SA", AyS, 1975-901.
(76)López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 771, Arias, Juan M., cit., p. 120 y
CNTrab., en pleno, Nº 58.
(78) SCBA, 2/7/1991, "Castillo Crecencio Amado c. Expreso del Sud - Despido" - DT, 1992-A, 450.
(79) "Para la aplicación del art. 212, párrafo 3ro. de la LCT es necesaria la comunicación escrita del acto
rescisorio del contrato de trabajo" (SCBA, 26/11/1991, "Leroy Hugo c. Transporte Junín SRL", DJBA, 143-3279).
(80) "Mediando reiteradas intimaciones del trabajador durante el plazo de conservación del empleo (art. 211LCT)
de otorgamiento de tareas conforme a la autorización conferida por su médico y acreditado que, a esa época,
estaba en condiciones de prestar tareas livianas, la actitud del principal de no responder a tal requerimiento,
guardando silencio por un lapso considerable, habilita al trabajador a considerarse injuriado en los términos
del art. 242 de la LCT" (SCBA, 7/2/1989, "Santarsiero, Stella c. Clínica Privada Santa Rita s/despido", AyS, 1989-
I-32).
(83) SCBA, 18/8/1982, "Cisneros, Luis c. Corni Tigre SA, DT, 1983-A, 675.
(86)Herrera, Enrique, "Extinción del Contrato de Trabajo por Incapacidad del Trabajador" en DT, 1984, B, ps.
1203 y ss.
(87) C.N.A.T., sala III, 19/6/1981 autos: "Noriega Dora s/Gurmendi SA" DT, 1982, A, p. 25.
(89) Voto del Dr. Raúl Amilcar Sánchez Freytes en autos: "Caro c. Forja SA", sala B de la Cámara Federal de
Apelaciones de Córdoba, donde el trabajador portaba un 64% de incapacidad según las pericias médicas.
(92)CS, "Mansilla Miguel A. c. Compañía Azucarera Juan M. Terán (Ingenio Santa Bárbara) ", sent. del
30/3/1982, DT, 1982-B - 1431, con comentario de Enrique Fernández Gianotti: "La Indemnización por
Incapacidad Absoluta frente a la Const. Nacional" y Guisado, Héctor César, "La extinción en los términos del
artículo 212 (4º párr.) de la LCT según la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación", en RDL,
2000-2, Extinción del contrato de trabajo - II, Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe, 2000, ps. 55/73.
(93)Quilindro, Mabel R., "El artículo 212 de la Ley de Contrato de Trabajo", Alveroni, Córdoba, 2005, en AAVV.,
"Doctrina Judicial del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba", p. 209.
(95)Ackerman, Mario, "¿Qué reparan las indemnizaciones del artículo 212 de la LCT?", en RDL, 2000-2,
en Extinción del contrato de trabajo - II, Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe, 2000, p. 54
(98) Criterio del TSJ, Córdoba en autos: "Colrat, Miguel Victorio c. Empresa de Transporte Público de Pasajeros
Toa - Demanda - Recurso de Casación (Sentencia 16-1989).
(99)CNTrab., sala III, 29/5/1979, "Urdinola Jorge B. c. Empresa Ferrocarriles Argentinos" - DT, 1979, p. 1263.
(100)CNTrab., sala III, 19/6/1981 autos: "Noriega Dora s/Gurmendi SA" DT, 1982-A, 25.
(101) En sentido similar se ha expresado: "Incapacitado totalmente el trabajador para desempeñar cualquier tipo
de labores a la época de la extinción del vínculo, la causal invocada en esa oportunidad para disolver el contrato
resulta indiferente, ya se funde en despido directo, indirecto o renuncia del dependiente, porque la rescisión del
contrato no se produce sino por imposibilidad de su subsistencia" (SCBA, 24/9/1993, "Cabral Juan H. c. Reggieri
Pascual C.", LA LEY, 1994-B, 245.
(102) SCBA, 27/10/1987, "Giuffrida Carmelo R. c. Esso SA", DT, 1988-A, 793.
(103)Ackerman, Mario E., "Relación y compatibilidad del art. 212 en la Ley de Contrato de Trabajo, con otras
instituciones laborales y previsionales", TySS, 1981, 257.
Sumario: Ámbito de aplicación.
Disposiciones relacionadas
Ámbito de aplicación
La norma refería a una aplicación efectiva durante la vigencia del servicio militar
obligatorio en tanto la convocatoria a tales fines le impedía al trabajador el
cumplimiento de su débito laboral por lo que se suspendía la prestación de tareas
reanudándose plenamente la relación vencido un plazo de treinta días desde la baja
del servicio militar. La circunstancia de la suspensión respondía a una razón de
orden cívico. Sin embargo, no puede sostenerse que la norma carezca de virtualidad
desde que es posible que los trabajadores que revistan la condición de ciudadanos
argentinos deban armarse en defensa de la patria y la Constitución nacional;
asimismo, en el supuesto de que el cupo de soldados voluntarios no sea bastante
para cubrir las necesidades de seguridad nacional y excepcionalmente se convoque
a servicio militar obligatorio, en ambos casos adquiriría efectividad el
dispositivo(106).
Nota:
(106)Vázquez Vialard, cit., en RDL, 2003-1, p. 18, Pose, Carlos, Ley de contrato de trabajo, anotada, comentada
y concordada, Bs. As., David Grimberg, 2001, p. 324 y Samuel, Osvaldo M., Contrato de trabajo, Rosario: Nova
Tesis, 2005, ps. 457/458.
Capítulo III
Art. 215. — Los trabajadores que por razón de ocupar cargos electivos en el orden
nacional, provincial o municipal, dejaran de prestar servicios, tendrán derecho a la
reserva de su empleo por parte del empleador, y a su reincorporación hasta 30 días
después de concluido el ejercicio de sus funciones.
Disposiciones relacionadas
B) Teleología de la norma
El tiempo que dura la licencia se considera como tiempo de servicio (arts. 18, 214 y
217, LCT) y el período de permanencia en tales funciones no debe ser considerado
para determinar los promedios de remuneración(116). También, subsisten los
deberes que refieren al contenido ético del contrato, a saber: Lealtad, fidelidad y
obediencia, que obligan al trabajador y asistencia, protección y reconocimiento de la
dignidad del trabajador, que obligan al empleador(117).
Reseña jurisprudencial
B) Teleología de la norma
Notas:
(107)Vázquez Vialard, Antonio, cit., en RDL, 2003-1, 18.
(108)López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 789.
(110)López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 790 y Etala, Carlos, cit., 545.
(115)López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan Carlos, cit., t. 2, ps. 791/792.
(117)López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 793.
Disposiciones relacionadas
1) Autónomo - Heterónomo
Es ampliamente conocido que el Derecho del Trabajo tiene un doble origen histórico
- jurídico: por un lado, la intervención directa del Estado a través de la norma
(heterónomo), reduciendo los poderes del empleador y fijando reglas de juego en las
relaciones entre el capital y el trabajo; por el otro, la acción directa de los
trabajadores organizados en sindicatos que imponen o negocian con aquéllos límites
o reglas a través del conflicto y la negociación colectiva (autónomo)(119) . Ambas
vertientes concurren a la protección social incluyente de aquellas personas que se
encuentran en relación de trabajo.
Las temáticas involucradas en la norma implican regulaciones de derecho individual
del trabajo y derecho colectivo del trabajo (tutela sindical). Con fines puramente
instrumentales se usa la distinción entre derecho individual y derecho colectivo;
también, una razón de conveniencia anima a ello, es que la utilización extendida de
la distinción es un modo común de hablar en la comunidad científica laboral; sin
embargo, se verifican buenas razones para sostener de que ambas denominaciones
mejor se expresan bajo la designación de derecho social incluyente(120) y que tal
perspectiva es la que se aconseja para dirimir los conflictos reales que regula
aquellos ordenamientos que de consuno se nombran como derecho individual y
colectivo.
2) Individual - Colectivo
b) Bases del derecho colectivo. Las bases del derecho colectivo son las
asociaciones profesionales de trabajadores, la negociación colectiva y la huelga. La
inexistencia o funcionamiento anómalo de alguno o de todos estos elementos
pueden traer como consecuencia inestabilidad en el funcionamiento del derecho
colectivo del trabajo y, consecuentemente, el cumplimiento insuficiente o el
incumplimiento de la función de auto-tutela, la desestabilización y fragmentación de
las relaciones obreros-patronales(122) y la menor protección a las libertades
públicas. Ello, pues el derecho colectivo encauza el conflicto(123) y facilita el diálogo
social(124) entre organizaciones intermedias que detentan intereses(125) colectivos
contrapuestos. Tales organizaciones actúan entre el Estado y el individuo y,
funcionalmente(126) , garantizan las libertades públicas, contextualizan el pluralismo
y son base de la democracia. El funcionamiento anómalo del derecho colectivo,
impacta en el derecho individual.
3) Interés colectivo
4) Auto-tutela
Este concepto es una noción básica, entre otras, del derecho colectivo, consiste en
el quehacer de los propios trabajadores organizados tendiente a la protección de sus
derechos e intereses, para garantizar el cumplimiento de las normas válidas y
hacerlas vigentes (efectivas) o para obtener un progreso en el nivel de protección
dado(128)y tiene protección legal, en lo que aquí interesa es menester tener
presente:
5) Licencia gremial
6) Estabilidad sindical
El trabajador se tendrá por postulado como candidato, a partir del momento en que
el órgano de la asociación sindical, con competencia para ello, tenga por recibida la
lista que lo incluye como candidato, con las formalidades necesarias para pasar a
expedirse acerca de su oficialización. La asociación sindical deberá comunicar tal
circunstancia a cada empleador cuyos dependientes estén postulados indicando los
datos personales, el cargo al cual aspiran y la fecha de recepción.
Deberá asimismo, emitir para cada candidato que lo solicite, un certificado en el cual
conste dichas circunstancias. Este certificado deberá ser exhibido al empleador por
el candidato que comunique por sí su postulación.
iii) Concepto. En suma, estabilidad significa que los sujetos, en principio, discernidos
por la LAS no deben ser despedidos, suspendidos sin justa causa, ni modificadas
sus condiciones de labor, sino en las condiciones y formas de tiempo, modo y
mecanismos reglamentados por la LAS.
7) Protección. Alcance
Cabe distinguir, finalmente, que la tríada de protección (no despedir, no suspender,
no modificar) comprende a los representantes gremiales en la empresa y candidatos
a ocupar cargos y respecto de los trabajadores que por ocupar cargos electivos o
representativos con personería gremial, organismos que requieran representación
gremial, o en cargos políticos en los poderes públicos, dejaran de prestar servicios
para el empleador, este último sólo está obligado a no despedir.
Por ello es menester tener presente, para la completa comprensión del artículo lo
que sigue:"Artículo 52, LAS: Los trabajadores amparados por las garantías previstas
en los arts. 40, 48 y 50 de la presente ley, no podrán ser despedidos, suspendidos ni
con relación a ellos podrán modificarse las condiciones de trabajo, si no mediare
resolución judicial previa que los excluya de la garantía, conforme al procedimiento
establecido en el art. 47. El juez o tribunal interviniente, a pedido del empleador,
dentro de plazo de cinco (5) días podrá disponer la suspensión de la prestación
laboral con el carácter de medida cautelar, cuando la permanencia del cuestionado
en su puesto o el mantenimiento de las condiciones de trabajo pudiere ocasionar
peligro para la seguridad de las personas o bienes de la empresa. La violación por
parte del empleador de las garantías establecidas en los artículos citados en el
párrafo anterior, dará derecho al afectado a demandar judicialmente, por vía
sumarísima, la reinstalación en su puesto, con más los salarios caídos durante la
tramitación judicial, o el restablecimiento de las condiciones de trabajo. Si se
decidiere la reinstalación, el juez podrá aplicar al empleador que no cumpliere con la
decisión firme, las disposiciones del art. 666 bis del Cód. Civil, durante el período de
vigencia de su estabilidad. El trabajador, salvo que se trate de un candidato no
electo, podrá optar por considerar extinguido el vínculo laboral en virtud de la
decisión del empleador, colocándose en situación de despido indirecto, en cuyo caso
tendrá derecho a percibir además de indemnizaciones por despido, una suma
equivalente al importe de las remuneraciones que le hubieren correspondido durante
el tiempo faltante del mandato y el año de estabilidad posterior. Si el trabajador
fuese un candidato no electo tendrá derecho a percibir, además de las
indemnizaciones y de las remuneraciones imputables al período de estabilidad aún
no agotado, el importe de un año más de remuneraciones. La promoción de las
acciones por reinstalación o por restablecimiento de las condiciones de trabajo a las
que refieren los párrafos anteriores interrumpe la prescripción de las acciones por
cobro de indemnizaciones y salarios caídos allí previstas. El curso de la prescripción
comenzará una vez que recayere pronunciamiento firme en cualquiera de los
supuestos. (R) Art. 30º (art. 52 de la ley). La medida cautelar prevista por el art. 52,
párr. 1º in fine, podrá ser requerida por el empleador en momento en que surja o
mientras perdure un peligro potencial para las personas, se desempeñen o no en la
empresa (trabajadores, consumidores, proveedores, usuarios, etc.), los bienes, ya
sean éstos materiales o inmateriales, usados, consumidos, producidos u ofrecidos
por la empresa o el eficaz funcionamiento de ésta siempre que dicho peligro se evite
o reduzca con la suspensión de la prestación laboral del titular de la garantía de
estabilidad. El empleador podrá liberar de prestar servicios al trabajador amparado
por las garantías previstas en los arts. 40, 48, ó50, de La Ley, en cuyo caso deberá
comunicarlo, dentro de las cuarenta y ocho (48) horas hábiles, al Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social y mantener el cumplimiento de la totalidad de los
deberes que la ley o convenciones colectivas ponen a su cargo. Como consecuencia
de la relación laboral; así como el de aquéllos que le impone el art. 44 de la ley de
modo directo y los arts. 40 y 43 como correlato de los derechos del representante,
cuando se tratare de un delegado en ejercicio de su función. En este supuesto
deberá promover dentro de los quince (15) días, ante juez competente acción
declarativa para que se compruebe la concurrencia de los motivos fundados que
autoriza el art. 78 de la Ley de Contrato de Trabajo, o en su caso, requerir la
exclusión de la garantía con el alcance que justifique la causa que invoque. El
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social podrá intimar a promover una de estas
acciones al empleador que omitiera hacerlo dentro de este término, si hubiere
razones para ello. El representante electo, en ejercicio de su mandato o, concluido
éste, mientras perdure la estabilidad garantizada por el art. 52 de La Ley, podrá en
caso de que el empleador lo despidiere, suspendiere, o modificare a su respecto las
condiciones de trabajo, colocarse en situación de despido indirecto, si el empleador
no hiciere efectiva la reinstalación o no restableciere las condiciones de trabajo
alteradas, dentro del plazo que fije a ese efecto la decisión judicial firme que le
ordene hacerlo. Podrá ejercer igual opción, dentro del quinto día de quedar
notificado de la decisión firme que rechazare la demanda articulada por el empleador
para obtener la exclusión de la garantía. Si el trabajador amparado por la garantía
contenida en el art. 52 de la ley no fuera electo, la decisión judicial que declare,
haciendo lugar a una acción o a una defensa no perdida la garantía, dispondrá de
inmediato la obligación de reparar en los términos del párrafo cuarto del
artículo reglamentado y, en su caso, se procederá a liquidar el importe
correspondiente a dicha obligación en la etapa de ejecución de sentencia".
B) La materialidad de la norma
La norma consagra un derecho al trabajador, por ello tiene la facultad de optar por
hacer uso de la licencia desarrollando en forma exclusiva el cargo gremial o ejercer
este y desempeñarse en su puesto de trabajo o prestar tareas a tiempo parcial(136).
Reseña jurisprudencial
B) La materialidad de la norma
"La licencia gremial produce una verdadera suspensión del contrato de trabajo, que
sólo juega sobre los aspectos decisivos de la relación, cuales son el deber de
prestar tareas (por parte del trabajador) y el consiguiente de abonar la remuneración
debida (en cabeza del empleador); en cambio, subsisten otros deberes tales como
fidelidad, no concurrencia, etc., consagrados básicamente en los arts. 85, 88,
concordantes, LCT". (CNTrab., sala VII, 28/12/2000, DT, 2001-B, p. 1433 en Etala,
Carlos, cit., p. 548).
Suspensión de los efectos del contrato laboral. Licencia sindical. Cargos electivos o
representativos:"El art. 48 de la ley 23.551 (DT, 1988-A, 802) se refiere a los
trabajadores que por ocupar cargos electivos o representativos en asociaciones
sindicales con personería gremial, en organismos que requieran representación
gremial o en cargos políticos en los poderes públicos, dejaran de prestar servicios, y
dispone que tendrán derecho a gozar de licencia automática sin goce de haberes, a
la reserva del puesto y a ser reincorporados al finalizar el ejercicio de sus
funciones". (CNTrab., sala VII, 08/5/1998, Fernández, Ceferino c. Bottacchi SA, cita
Online: AR/JUR/1457/1998, DT1998-B, 1672).
Notas:
(119)Ermida Uriarte, Oscar, "Origen, características y perspectivas" en La negociación colectiva en América
Latina. Trotta SA, Madrid, 1993, p. 107.
(120) "El enfrentamiento entre norma heterónoma y norma autónoma debe ser superado. El compromiso que nos
convoca y nos compromete es mejorar las condiciones de vida y nivel de ingresos de los trabajadores. Derrotar
la injusticia social y la exclusión es la meta, y para su logro ambas herramientas, la ley y el convenio colectivo,
son idóneas y así debemos reconocerlas y emplearlas." (Cf. Rial, Noemí, "La estructura de la negociación
colectiva. En la ley 25.877", en AA.VV., Reforma Laboral - Ley 25.877, Rubinzal-Culzoni, Editores, Bs. As., 2004,
p. 147).
(121)Etala, Carlos A., Derecho colectivo del trabajo, Astrea, Bs. As., 2002, ps. 2-24;Carmerlynck, G. H.; Lyon -
Caen, G., Derecho del Trabajo, Aguilar SA, Madrid, 1974, ps. 351/516; López, Guillermo, "Pasado, presente y
futuro del Derecho Colectivo del Trabajo", en AA.VV., Derecho Colectivo del Trabajo, Bs. As., LA LEY, 1998-1-
37; Rodríguez Mancini, Jorge, "Las instituciones del Derecho Colectivo del Trabajo y la Const. Nacional", en
AA.VV., "Derecho Colectivo del Trabajo", Bs. As., LA LEY, 1998-38/79; Toselli, Carlos, Derecho del trabajo y de
la seguridad social, t. 2, Alveroni Ediciones, Córdoba: ps. 133/140; Allocati, Amadeo, "Derecho del Trabajo.
Derecho individual y derecho colectivo. Sus caracteres" en AA.VV., Derecho colectivo laboral, Ediciones
Depalma, Bs. As., 1973, p. 13.
(122)Cavazos Flores, Baltasar, "El contrato colectivo de trabajo en la evolución del derecho laboral", en
AA.VV., Convenios Colectivos de Trabajo - La universidad en el problema del trabajo - Anales del II Congreso
Nacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, t. 2, UNC, Córdoba: 1965, p. 571.
(123) Consultar: Equipo Federal del Trabajo (coordinador), "Trabajo y conflicto", La Plata: Librería Ed. Platense
SRL, 1999.
(124)Ojeda, Raúl, "Balance Social. Derecho a la información y diálogo social", en AA.VV., Reforma Laboral - Ley
25.877, Rubinzal-Culzoni, Editores, Bs. As., 2004, ps. 238/244.
(125) "Los intereses, en sentido amplio, pueden entenderse como el conjunto de deseos y preferencias que los
individuos (o los grupos) tienen de hecho o se supone que normalmente han de tener para la configuración de
sus planes de vida" (Atienza, Manuel, Tras la justicia, Ariel, Barcelona: 2000, p. 42).
(126) Arts. 14, 14, bis, 28 y 75, incs. 18 y 19, Constitución nacional; arts. 35, 51 y 67, Constitución de Córdoba y
art. 1071, CC.
(128)Ermida Uriarte, Oscar, Apuntes sobre huelga, Montevideo: Fundación de Cultura Universitaria, 1996, p. 10.
(131) art. 49, LAS y TSJ, sala Laboral, sent. Nº 25, del 18/4/1995, "Pérez Juan A. c. transporte el negrito de Raúl
Pérez - despido recurso de casación"; sent. Nº 54, del 22/5/1995, "Vignot Raúl Emilio c. José Minetti y Cia
Limitada SAC.I. - demanda - recurso de casación"; sent. Nº 109, del 22/8/1995, "Arriendo Luís y Otros c.
Asociación de Coop. Arg. C. L. Fábrica Hernando - Laboral - Recurso de Casación" y AI Nº 252, del 14/6/2000,
"Morales Alejandro c. Superior Gobierno de la Provincia de Córdoba - apelación - recurso de Casación" (Franco,
Héctor Eloy, "Tutela sindical. Ley 23.551. Dirigentes gremiales, representantes gremiales y candidatos no
electos", en AA.VV., "Doctrina Judicial del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, sala Laboral". Córdoba:
Alveroni, 2005, ps. 335/340).
(135) Art. 136, LE, art. 40, LRT y art. 14, ley 14.250 (t.o. por el art. 15, ley 25.877). Arias, Juan M., cit., p. 149.
(136)Capón Filas, Rodolfo, Derecho laboral, t. 2, La Plata: Platense, 1980, p. 285 y Arias, Juan M., p. 145.
(139)López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 798.
Capítulo V
Art. 218. — Toda suspensión dispuesta por el empleador, para ser considerada
válida, deberá fundarse en justa causa, tener plazo fijo y ser notificada por escrito al
trabajador.
Disposiciones relacionadas
A) Condiciones de validez
La norma regula una de las causas eficientes para la suspensión de ciertos efectos
de alguna de las obligaciones del contrato de trabajo: La autonomía de la voluntad
del empleador(140) con justificación objetiva que se despliega en las suspensiones
disciplinarias, por causas económicas, fuerza mayor y falta de trabajo, preventivas y
precautorias que de consuno en la doctrina cuentan como condiciones de validez las
siguientes: a) Justa causa; b) plazo fijo, y c) notificación por escrito(141) . Sin
embargo, el requisito a plazo fijo se flexibiliza en los casos de suspensión preventiva
y precausional en razón de la imposibilidad de determinar un término cierto de
finiquito (art. 224, LCT).
B) Justa causa
Según Etala configuran causas que justifican la suspensión las siguientes: 1. La falta
o disminución de trabajo no imputable al empleador. 2. Las Razones disciplinarias.
3. La fuerza mayor debidamente verificada y 4. La suspensión preventiva
(art. 224, LCT)(142). Rodríguez Mancini también refiere: 5. La suspensión
precautoria, 6. La suspensión del representante sindical, 7. La suspensión por
licencias especiales, 8. La suspensión indirecta, 9. La suspensión por huelga, 10. La
suspensión por excedencia, 11. Las suspensiones en el marco de los
procedimientos preventivos de crisis y 12. Las suspensiones originadas en el marco
de conflicto colectivo, entre otras(143).
C) Plazo fijo
La norma exige como condición de validez de la suspensión que ésta tenga un plazo
cierto de finalización, estableciendo el ordenamiento laboral una limitación máxima
según sea la causa de aquella; sin embargo, se sostiene que los plazos pueden
prolongarse por acuerdo de partes(145). En efecto; a) por razones disciplinarias o
debidas a falta o disminución de trabajo no imputable al empleador, treinta (30) días
en un año, contados a partir de la primera suspensión y b) por fuerza mayor, hasta
sesenta y cinco días en el término de un año, contados de igual modo (arts. 220 y
221, LCT).
La norma prevé una forma instrumental determinada por lo que se debe tener en
cuenta la previsión del art. 49, LCT; en consecuencia, la suspensión debe notificarse
por escrito para que ser válida. De consuno se acepta que en el escrito de
notificación se debe exponer la justa causa que se invoca como justificación de la
suspensión, lo que deriva del deber de buena fe (art. 63) y mutatis mutandi de las
condiciones de comunicación del despido con causa (art. 243, LCT), esto es, con
suficiente claridad (carga de claridad(148) ). De ello y del deber de buena fe(149) se
concluye, también, que no se debe variar la causa invocada en la notificación de la
suspensión(150) .
Reseña jurisprudencial
A) Condiciones de validez
"Conforme el art. 218, LCT, toda suspensión dispuesta por el empleador para ser
considerada válida debe fundarse en justa causa, tener plazo fijo y ser notificada por
escrito al trabajador, no puedo sino concordar con la doctrina que considera que en
el caso de las suspensiones la notificación por escrito no puede ser suplida por otro
medio —ni aun por el reconocimiento en juicio— pues se trata de una forma
impuesta por la ley para dar certeza al acto. La forma escrita da certeza al contenido
de la notificación e incluso la justa causa da certeza a la actitud a asumir.
Justa causa
Art. 219. — Se considera que tiene justa causa la suspensión que se deba a falta o
disminución de trabajo no imputable al empleador, a razones disciplinarias o a fuerza
mayor debidamente comprobada.
Disposiciones relacionadas
Concordancias: LCT: arts. 67, 218, 220, 221, 222, 223, 223 bis y 247. Normas
relacionadas: Art. 4º de la ley 23.546 (según reforma del art. 20 de la
ley 25.877); arts. 23 y 98 a 105 de la ley 24.013; art. 98 de la ley 24.467; dec.
2072/1994; dec. 265/2002.
Sin embargo, no debe entenderse que las causas aludidas son las únicas en virtud
de las cuales pueden suspenderse las obligaciones del empleador mencionadas en
el párrafo precedente. Hay otras causas reguladas en la propia LCT y en otros
cuerpos legales que, bajo ciertas condiciones, producen esos efectos. La referencia
es, a modo de ejemplo, a la suspensión preventiva (art. 224 LCT), a la suspensión
por causas tecnológicas (art. 98 de la ley 24.013), y a la suspensión por causas
organizativas (art. 97 de la ley 24.467)(153) . Incluso, doctrina y jurisprudencia han
aceptado una causal no regulada legalmente, aunque con alcances divergentes en
materia salarial(154) .
Respecto del procedimiento del dec. 328/1988, la respuesta está dada por el art. 4º
del dec. 265/2002, que considera incausada la suspensión por causas económicas,
tecnológicas o por falta o disminución de trabajo, cuando aquel no sea cumplido. En
cambio, no hay una respuesta expresa respecto del procedimiento de la ley 24.013.
Por un lado, el art. 3º del dec. 264/2002, se refiere solamente al despido;
paralelamente, el art. 4º del dec. 265/2002, si bien se proyecta sobre despidos y
suspensiones, sólo abarca las que no alcancen los parámetros cuantitativos del
art. 98 de la ley 24.013, es decir, los que deban cumplir con el procedimiento del
dec. 328/1988. No obstante el silencio apuntado, no sería desacertado entender (por
vía analógica) que la suspensión dispuesta sin haberse tramitado previamente el
procedimiento de la ley 24.013 carece de causa(157).
C) Suspensión disciplinaria(158)
En primer lugar, debe haber justa causa (art. 218 LCT), lo cual se traduce, en este
caso puntual, en una falta o incumplimiento injustificado del trabajador, de una
obligación o deber contractual a su cargo (art. 67, LCT). No es necesaria la
presencia de dolo, bastando la mera culpa.
En tercer lugar, se exige que la suspensión sea notificada por escrito al trabajador
(art. 218, LCT)(162) , con indicación de la causa y el plazo correspondientes.
Reseña jurisprudencial
"La reducción del número de vigiladores contratados por usuarios del servicio,
constituye un riesgo propio de la empresa de vigilancia, por lo que no puede ser
invocada para suspender por falta de trabajo." (CNTrab., sala III, "Fernández Luis c.
Organización de Producción Industrial SA",DT, 1990-334).
"La falta de flete debe ser subsumida en la causal genérica de falta o disminución de
trabajo, mientras que el supuesto de reparaciones debe ser entendido como una
causal de fuerza mayor; para ampararse en la causal justificativa de la suspensión,
la empleadora debió acreditar fehacientemente la misma y que no l resultaba
imputable". (CNTrab., sala II, " Galarza Edmundo G. y otros c. Dragados y Obras
Portuarias SA", TySS, 1991-70).
"Si en la sección donde se desempeñó el trabajador se cumplieron horas extras
mientras se encontraba suspendido, no pueden considerarse procedentes las
causales de falta o disminución de trabajo." (CNTrab., sala VIII, " Álvarez Mario C. y
otros c. Argelite”; TySS, 1988-236).
"La validez de las suspensiones por causas económicas, desde el juego armónico
de los arts. 218 a 221 de la LCT, debe sujetarse a las siguientes condiciones: a) la
existencia de causa, en el caso, falta o disminución de trabajo; b) para que la causa
se considere justa, debe ser inimputable al empleador; c) el empleador debe
comenzar por suspender al personal menos antiguo dentro de cada especialidad; d)
plazo fijo no superior a 30 días en un año desde la primera suspensión;
e) notificación al trabajador por escrito".(CNTrab., sala VI,"Mendieta Carlos Teodoro
c. Tradeco SRL s/despido", SD 54.101, del 2/5/2001).
"...destaco que no comparto la teoría que sostiene que, frente a sanciones que
considera injustificadas, sólo asiste al trabajador derecho a requerir los salarios
caídos, restringiéndole de ese modo cualquier otra alternativa, especialmente la de
valorar la acción de la empleadora como injuria que impide la prosecución del
vínculo"(CNTrab. Sala II, "Fernández Rubén Alfredo c. Kim Kuk Won y Choi Bok Ja
Prop. De Pomina", voto del juez Guibourg en mayoría; SD del 18/2/2009).
"Constituye una injuria laboral que justifica el despido indirecto dispuesto por el
trabajador, la negativa de la patronal de brindarle la explicación que solicitó respecto
de la sanción de suspensión que le impuso (en el caso, 10 días), pues la intención
de mantener una suspensión carente de sustento constituyó un claro incumplimiento
del deber de ocupación". (ST, Corrientes, " Paredes Miguel A. c. Maidana Víctor C.”;
DT, 2005-A, 299).
Disposiciones Relacionadas
A) Ámbito de aplicación
La norma refiere a los plazos máximos para las suspensiones dispuestas por el
empleador por razones disciplinarias o por falta o disminución de trabajo, ello en
razón de que la secuela de la suspensión en tales casos refiere a que el trabajador
no deberá estar a disposición del empleador durante el lapso que dure la suspensión
y el empleador tampoco debe abonar los salarios durante igual período(166); sin
embargo, el componente ético del contrato subsiste.
B) Términos
Etala argumenta que no podrán exceder cada una de ellas de treinta días en un año,
contados a partir de la primera suspensión y que para determinar el plazo se
excluyen las suspensiones por fuerza mayor ya que para éstas se establece en
el art. 221, LCT un plazo máximo de setenta y cinco días en un año(167). Otra
lectura del artículo indica que en el lapso de un año las suspensiones por razones
disciplinarias o por falta o disminución de trabajo no deben, en total, sumar más de
treinta días(168).
Fuerza mayor
Art. 221. — Las suspensiones por fuerza mayor debidamente comprobadas podrán
extenderse hasta un plazo máximo de 75 días en el término de un año, contado
desde la primera suspensión cualquiera sea el motivo de ésta.
Concordancias: LCT: arts. 67, 218, 219, 220, 222, 223, 223 bis y 247. Normas
relacionadas: Art. 4º de la ley 23.546 (según reforma del art. 20 de la ley 25.877);
arts. 23 y 98 a 105 de la ley 24.013; art. 98 de la ley 24.467; dec. 2072/1994; dec.
265/2002.
Situación de despido
Art. 222. — Toda suspensión dispuesta por el empleador de las previstas en los
arts. 219, 220 y 221, que excedan de los plazos fijados o en su conjunto y cualquiera
fuese la causa que la motivare, de 90 días en un año, a partir de la primer
suspensión y no aceptada por el trabajador, dará derecho a éste a considerarse
despedido.
Disposiciones relacionadas
Concordancias: Arts. 63, 78, 218 a 221, 223, 231 a 233, 242 a 246. Normas
relacionadas: Arts. 96, 98, 104 y 105, LE.
c) cuando se excedan las suspensiones por fuerza mayor de setenta y cinco días;
d) cuando se excedan las suspensiones disciplinarias, por falta o disminución de
trabajo, por fuerza mayor de noventa días;
En principio, las suspensiones que no superan el plazo máximo fijado por ley, así
como aquellas decididas en condiciones de validez no deberían configurar un
incumplimiento contractual de parte del empleador que autorice al trabajador a
considerarse injuriado; sin embargo, una suspensión no efectuada en condiciones
de validez puede en forma autónoma impactar de manera concluyente en el
contrato(176).
Reseña jurisprudencial
Salarios de suspensión
Disposiciones relacionadas
Normas concordantes:Arts. 74, 103, 218 a 222, LCT.
En cuanto al plazo para impugnar la ley sólo establece el término de treinta días
para las suspensiones disciplinarias (art. 67, LCT), para las demás causales cabría
aplicar un criterio de razonabilidad y buena fe apreciable en cada caso
concreto(180) ; sin embargo, se verifica una tendencia a admitir el plazo de treinta
días como aplicable a todo tipo de suspensión(181) .
Disposiciones relacionadas
La norma regula el caso que se verifica cuando sin que se compruebe prestación de
tareas y no existiendo deber de pago salarial se habilita un acuerdo para el abono
por parte del empleador de sumas de dineros como prestación no remunerativa,
como una liberalidad, en el marco generalmente de una negociación individual o
colectiva en sentido amplio, que requiere homologación.
El presupuesto de hecho que regula la norma era una situación fáctica que existía
en el tráfico de las relaciones laborales en tiempos de emergencia económica y
retracción del mercado(182).
En los casos judiciales suele no ser materia de controversia que la remuneración del
trabajador o grupo de trabajadores sufre una merma, más o menos significativa,
como tampoco que los sujetos suscriben convenios generales o individuales al
respecto, exhibiéndose como defensa de las empresas accionadas que el trabajador
o trabajadores prestan consentimiento. Ahora bien, que el sujeto trabajador preste
su consentimiento a dicha reducción no resulta por sí determinante en el derecho
laboral ya que aquí, contrariamente a lo que sucede en el derecho común, el
principio de irrenunciabilidad es la regla. La ley y el convenio colectivo (fuente
heterónoma - normas imperativas) condicionan la autonomía de la voluntad (fuente
autónoma - normas no imperativas).
Se afirma que dicha voluntad debe considerarse ineficaz para pactar renuncias a los
derechos adquiridos por encima (normas o contenido no imperativo) de los legales y
de la convención colectiva —modificaciones contractuales en perjuicio del trabajador
— salvo que sea compensado adecuadamente el cambio, restableciéndose la
equivalencia de las respectivas prestaciones, dándole a la regla de irrenunciabilidad
un alcance más extenso por aplicación del art. 954, CC(184) o, como considera
Eduardo Alvarez: " En nuestro derecho positivo esto surge claramente del art. 7º de
la LCT (donde) [...] se disciernen marcadamente dos ámbitos claros con diferencias
notorias: el de los mínimos inderogables del orden público laboral, formado por las
normas imperativas de " la ley, los estatutos especiales y los convenios colectivos" y,
por el otro, el de los mayores derechos que tengan como fuente el contrato. Nuestra
tesis sostiene que la diferencia no se vincula a la posibilidad de abdicar los derechos
o sea a renunciar, sino a la viabilidad de la disposición de éstos. En síntesis,
sostenemos que los derechos que surgen de las normas imperativas son
indisponibles y por lo tanto irrenunciables y los que tiene por fuente el contrato son
disponibles pero irrenunciables. Entre el concepto de indisponibilidad y el de
irrenunciabilidad hay una relación de género a especie. La disposición de un
derecho comprende la renuncia, pero puede limitarse y existir una disponibilidad
relativa que excluya a ésta. Tal es, según nuestra opinión, lo que ocurre con el orden
público laboral y con los demás derechos que emergen de normas no imperativas:
Los primeros no pueden ser negociados ni aun a títulos onerosos, que existe una
imposición de contenido que la bilateralidad no puede afectar. Obviamente entonces,
el titular no puede renunciarlos como se desprende expresamente de la norma
(Indisponibilidad Absoluta). En cambio, los mayores derechos emergentes de
normas no imperativas pueden disponerse a título oneroso y variarse en su nivel de
contenido, pero se mantiene la imposibilidad de abdicarlos gratuitamente, o sea de
renunciarlos, los que tiene su teleología en la técnica erigida por el ordenamiento
jurídico para paliar la desigualdad del poder de negociación de las partes
(Irrenunciabilidad con Indisponibilidad relativa)"(185) .
El bloque de derechos incorporado al contrato del trabajador (art. 1º, LCT y 17, CN)
contribuye a afianzar la justicia y a promover el bienestar general, lo que evidencia la
realización del carácter prospectivo destinado a extenderse en el tiempo. Las
normas constitucionales referidas ordenan proveer lo conducente al desarrollo
humano, al progreso económico con justicia social que garanticen la igualdad real de
oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por
la Constitución nacional y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos
humanos, lo que se debe lograr progresivamente para la plena efectividad de los
derechos que derivan de las normas económicas y sociales, por lo que los arts. 7º,
12 y 58, LCT configuran la reglamentación razonable (art. 28, CN) y el mecanismo
de activación del principio de progresividad (art. 75, incs. 19, 22 y 23,
Const. nacional y art. 27, Pacto de San José de Costa Rica).
Disposiciones relacionadas
A) Suspensión preventiva
La norma regula la facultad del empleador de suspender la recepción de la
prestación laboral del trabajador, cuando éste —no obstante hallarse en condiciones
de cumplirla o ante la imposibilidad efectiva de prestación— se encuentra sometido
a un proceso criminal, con origen en denuncia penal del propio empleador, denuncia
formulada por terceros o actuación oficiosa de la autoridad competente, por hechos
con potencialidad de impactar en el vínculo laboral(191) .
B) Doblemente preventiva
El tipo de suspensión bajo estudio tiene en común con todas las modalidades de
suspensión, su anotación funcional para el aseguramiento de la estabilidad del
contrato de trabajo a través de la regla de conservación(192) ; en efecto, el
ordenamiento prevé el acaecimiento de determinados presupuesto de hecho o
circunstancias que impedirán o no aconsejarían el cumplimiento de la prestación
laboral por un período razonable de tiempo que a través de la suspensión de ciertos
efectos de algunas obligaciones del contrato posibilitan la conservación del
vínculo(193) .
C) Suspensión precausional
Cierto es que la primera regla que se debe honrar para la aplicabilidad de las
normas jurídicas es la de dar pleno efecto a la intención del legislador y la fuente
inicial para determinar esa voluntad es la letra de la ley (CS, Fallos: 308:1745 entre
otros), que se evidencia en el término " salario" en la norma bajo análisis; sin
embargo, dicha operación debe computar la totalidad de sus preceptos de manera
que se compadezcan con el ordenamiento jurídico restante para la realización de la
justicia sin prescindir de la ratio legis (CS, Fallos: 310:500, entre otros).
Reseña jurisprudencial
A) Suspensión preventiva
"Sin perjuicio que en el plano teórico es razonable pensar que, estando el proceso
penal en la etapa plenaria y mediando sobreseimiento por prescripción, si el juez
penal no se hubiere pronunciado sobre la existencia de material del hecho o la
responsabilidad del trabajador, nada obsta para que lo haga el juez laboral de
acuerdo a las constancias de la causa penal, apreciando si la suspensión
precautoria fue dispuesta justificadamente y en caso afirmativo negar el derecho al
cobro de los salarios. (Del voto del Dr. Lescano, integrante de la mayoría)". (CTrab.,
sala V, sent. 55.661 del 27/12/1996, "SILVA, Saturnino c. ENTEL s/despido", elDial -
ALA5).
"Si la suspensión preventiva laboral dura lo que dura la acción penal en que se
apoyó. Estando esta última extinguida por la prescripción ope legis, también quedó a
partir de esa fecha expedita la pretensión de cobrar los salarios caídos por parte del
actor. Este crédito es proveniente de la relación individual de trabajo y prescribe a
los dos años de esa exigibilidad, pues sólo cesado el estado de suspensión
preventiva (o como en el caso concreto susceptible de hacerlo cesar
inmediatamente por la mera acción del acreedor del crédito) debe el empleador
pagarlos según la letra del art. 224, LCT t.o. 390/1996 (art. 256). (Del voto del Dr.
Morell, en mayoría)". (CTrab., sala V, sent. 55.661 del 27/12/1996, "SILVA, Saturnino
c. ENTEL s/despido", elDial - ALA3)
"Si el trabajador laboró habitualmente horas extras, los haberes percibidos por
aquéllas integran su remuneración, debiendo en consecuencia computarse su
incidencia en la base salarial para el pago de los salarios correspondientes al plazo
de suspensión preventiva".("Guerra, Juan Cruz c. Di Palma Hnos. y otros s/despido"
- SCBA, L 46.556 S-20/8/1991, Juez Vivanco (SD), TSS/91 - DT, 1992-A 452 - AyS,
1991-II, 854, Mag. votantes: Vivanco - Salas - Laborde - Mercader - Rodríguez Villar,
Trib. de orig.: TT0100QL, elDial - W41E2).
"El actor, luego de haber sufrido detención penal por habérsele imputado en la
República Oriental del Uruguay delito de introducción de moneda falsa, pretendió
regresar a sus tareas una vez excarcelado, impetrando el cumplimiento del deber de
ocupación. En tal situación, el empleador ha actuado acertadamente al mantener la
suspensión preventiva, teniendo en cuenta la naturaleza del hecho ilícito imputado,
la divulgación e impacto público que alcanzó la detención y procesamiento, la
actividad que desarrollaba el actor —jefe técnico en radio y TV— y el hecho de que
el accionante trabajaba, precisamente, en un medio de difusión. A tales
circunstancias cabe agregar que había transcurrido un escaso tiempo de suspensión
desde la excarcelación, por lo que el demandante tampoco podía alegar un exceso
temporal que implicara una situación de incertidumbre en su futuro laboral. Ante ello,
la actitud del trabajador de considerarse despedido por injuria patronal, resulta
improcedente al intentar exigir dación de trabajo en tal circunstancia. No sólo era
razonable la actitud del empleador, sino que el propio empleado, con su accionar,
impide la continuidad del vínculo laboral, violentando un principio básico en la
materia, según lo determinado por los arts. 10 y 11 de la Ley de Contrato de
Trabajo". (sala Laboral de la Cámara de Concepción del Uruguay CU 2564 S
30/5/2001, Juez Bugnone (SD), caratula: Caselli, Carlos Eduardo c. Radiodifusora
Nuevo Mundo SRL s/Cobro de pesos, elDial - AT2B56).
C) Suspensión precausional
"Por lo expuesto, tal como lo hizo el señor juez'a quo', en el caso sólo se debía
analizar la legitimidad de la medida adoptada, que depende de la razonabilidad de la
misma en cuanto se refiere a la necesidad de apartar al trabajador para evitar que
con su presencia perturbe la investigación y a la relevancia del hecho que se
presume cometido por éste.
"No se vio afectado el derecho de defensa del trabajador, ni puede constituir injuria,
pues recién se estaban realizando las investigaciones de las supuestas
irregularidades y sólo después de finalizadas y determinada la responsabilidad del
trabajador, correspondía darle vista de lo actuado para que efectuara el descargo
que creyera pertinente. Antes no existió imputación alguna susceptible de descargo.
"El derecho al cobro de salarios caídos por una suspensión precautoria dispuesta
por el principal mientras tramita una investigación interna o un sumario tendiente a
establecer la responsabilidad del dependiente en algún hecho susceptible de
aplicarle una sanción disciplinaria, no está supeditado ni condicionado a la previa
impugnación de la medida desde que, consagrada la atribución del empleador a
disponerla, incluida entre las facultades de dirección que competen al principal
(arts. 65 y 68, LCT), el trabajador debe acatar la decisión adoptada, sin perjuicio de
encontrarse autorizado para reclamar el pago de los salarios caídos durante el
período de la suspensión, si el resultado de la investigación o sumario le fuese
favorable". ("Febre, Alberto c. Argón SAC.I.F.I.A. s/despido" - SCBA,L 3 4.076 S -
4/12/1984. Juez Salas (SD), LT, 1985 XXXIII - A, 461-DJBA, 128, 369-AyS 1984-II,
450, Mag. votantes: Salas - Ghione - Cavagna Martínez - Vivanco - San Martín, Trib.
de orig.: TT0200SI, elDial - W2C9).
"El eventual crédito del trabajador por los salarios caídos durante el período de
suspensión precautoria se torna exigible al extinguirse el contrato de trabajo por
quiebra del empleador". ("Petracci, Teobaldo c. Banco de Río Negro y Neuquén
s/Preaviso, etc." - SCBA, L 39.188 S - 7/3/1989, Juez Negri (SD), Publicaciones:
DJBA, 136, 137-TSS 1989, 508-AyS 1989-I, 249, Mag. votantes: Negri - Cavagna
Martínez - Rodríguez Villar - Laborde - Mercader, Trib. de orig.: TT0200BB, elDial -
WC19).
Notas:
(140)Rodríguez Mancini, Jorge, cit., en RDL, 2003-1, p. 39.
(144)Rodríguez Mancini, Jorge, cit., en RDL, 2003-1, p. 41 y Arias, Juan M., cit., p. 152.
(148) Carga es la condición de cumplimiento de un acto determinado en razón del propio interés del proponente.
(149)Vázquez Vialard, Antonio "La suspensión en la Ley de Contrato de Trabajo", en TySS, 1975, p. 78 y López,
Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 802.
(151)Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 1530 y Etala, Carlos, cit., p. 551.
(152) El principio de causalidad fue receptado por jurisprudencia plenaria de la CNTrab. en los autos "Díaz
Florentino c. Camiños Manuel R.", fallo del 8 de abril de 1948 (DT, 1948-177). Por entonces, regía el art. 66 del
dec. 33.302/1945, derogatorio del art. 157, inc. 3 de la ley 11.729. Ninguna de estas normas había exigido la
presencia de causa para suspender al trabajador.
(153) Por la no taxatividad del art. 219 de la LCT, ver López, Justo, Centeno, Norberto yFernandez, Madrid Juan
C.,Ley de Contrato de Trabajo Comentada, t. II, Ediciones Contabilidad Moderna, año 1978, p. 803. En
contra, Ruiz, Alvaro, "Suspensiones por causas económicas en la Ley de Contrato de Trabajo", Revista de
Derecho Laboral, 2003-1, ps. 230/231, Editorial Rubinzal-Culzoni, quien sin descartar que otras causas distintas
a las del art. 219 de la LCT puedan suspender la obligación de dar ocupación, desecha la posibilidad que las
mismas puedan operar respecto de la obligación de pagar el salario.
(154) Puede consultarse Livellara, Carlos A., "Suspensiones derivadas de la investigación de la conducta del
trabajador: preventiva y precautoria", Revista de Derecho Laboral, 2003-1, p. 163, Editorial Rubinzal-Culzoni; de
mi autoría, "La suspensión precautoria de la relación laboral", DT, 1990-A, 1129.
(156) Si bien es cierto que el art. 97 de la ley 24.467 no admite de modo expreso que las causales allí
mencionadas autoricen a suspender el contrato de trabajo, se concluye que ello es posible en razón de que las
mismas están previstas para hipótesis más severas como son, la no aplicación negociada de parte del convenio
colectivo o estatuto aplicable a la empresa, y el despido.
(157)CNTrab., sala X, en autos "Ochoa Eduardo Daniel c. Plavinil Argentina SA s/despido", sent. 2560, del
29/10/1997.
(159) Respecto a las distintas sanciones que el empleador puede aplicarle al trabajador, ver comentario de los
arts. 67 y 68.
(161) Cfme. CNTrab., sala VIII, en autos "Loboz Héctor c. Rodometal SA", sent. 15.029, del 3/5/1990.
(163) Conf. López, Justo, Centeno Norberto y Fernández Madrid, Juan C., Ley de Contrato de Trabajo
Comentada", t. II, Ediciones Contabilidad Moderna, año 1978, p. 811.
(164) La doctrina admite la posibilidad de aplicar una sanción que no sea contemporánea a la falta cometida,
cuando fuese necesario llevar adelante investigaciones tendientes a dilucidar la existencia y entidad de la misma.
También se admite agravar la sanción si como consecuencia de dichas investigaciones se advirtiera la real
dimensión del incumplimiento. Ver cit. en nota anterior, p. 812, y Porta Elsa, "Las suspensiones disciplinarias",
Revista de Derecho Laboral, 2003-1, Rubinzal-Culzoni, p. 212.
(165) Ver comentario a los arts. 67 y 67. También, cit. en la nota anterior, p. 812, y Porta Elsa, "Las
suspensiones disciplinarias", Revista de Derecho Laboral, 2003-1, Rubinzal-Culzoni, p. 209,
(168)López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan Carlos, cit., t. 2, p. 817.
(170)López, Justo- Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan Carlos, op. cit., t. 2, p. 817,Etala, Carlos, cit., p.
554, Fernández Madrid, Juan Carlos, cit., t. 2, p. 1543 y Arias, Juan Manuel,cit., p. 173.
(171)Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 1544, Etala, Carlos, cit., p. 557, López, Justo - Centeno, Norberto -
Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, ps. 822/824 y Arias, Juan M., cit., ps. 177/178 y CNTrab., VI, 20-3-1996,
Diana Lavalle Blanca M. y otros c. Ivonne SA (DT 1996-A, 954) en "Digesto Práctico La Ley", cit., t. 2, p. 536.
(173)López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, ps. 823/824.
(175)López, Justo - Centeno, Norberto - Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 824.
(177)Samuel, Osvaldo M., cit., p. 469, Sardegna, Miguel A., cit., p. 497, Arias, Juan M., cit., t. 3, p. 183 y Etala,
Carlos, cit., p. 560.
(178)Etala, Carlos, cit., p. 560, Fernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 1539 y Arias, Juan M., cit., p. 113.
(179) CNTrab., sala VI, 31-5-1999 Galarza José c. Sanatorio Güemes SA (LL 2000-B, 557) y Colombo Alfredo R
c. Rigolleau (DT 1992-A, p. 441) en Arias, Juan M., cit., t. 3, p. 185 yFernández Madrid, Juan C., cit., t. 2, p. 1539.
(185)Alvarez, Eduardo, "Autonomía individual e irrenunciabilidad de derechos", DT, 1988-A, 891 y "La
irrenunciabilidad del crédito remuneratorio", "Revista de Derecho Laboral. Contratación Laboral 2004-2." Santa
Fe, Rubinzal-Culzoni, 2004, ps. 249/259.
(186)De La Fuente, Horacio H., "Renuncia de derechos y modificaciones del contrato", LT, t. XXXIV, p. 3).
(187)Vázquez Vialard, Antonio, "El principio de irrenunciabilidad: Estado actual de la doctrina judicial y de los
autores", DT, 1986-B, p. 1224. Recientemente, "Algunas características del contrato laboral; situaciones
discutidas", "Revista de Derecho Laboral. Contratación Laboral 2005-2", Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2005, ps.
18/22).
(188)Alvarez, cit.
(189)Tosto, Gabriel, "Justicia social, principio de protección e irrenunciabilidad. Una concepción robusta de los
derechos individuales del trabajador de fuente contractual", en elDial.com.
(190) Con la anterior redacción de la norma "[...] sólo eran irrenunciables para ese precepto legal los derechos
aún no devengados de fuente imperativa y de orden público."Maza, Miguel A,La irrenunciabilidad de los créditos
laborales. Rubinzal - Culzoni, Buenos Aires: 2010, p. 300.
(191)Livellara, Carlos A., Suspensión preventiva y precautoria del contrato de trabajo, Astrea, Bs. As., 1993, p.
80, Etala, Carlos A., cit., p. 563, Arias, Juan M., cit., t. 3, p. 190 y Maddaloni, Osvaldo, "Suspensión de la
exigibilidad de la prestación laboral", en Ackerman, Mario (Director) - Tosca, Diego (Coordinador), Tratado de
derecho del trabajo, t. 4, Rubinzal-Culzoni Editores, Bs. As., 2005, p. 16.
(192)De La Cueva, Mario, El nuevo derecho mexicano del trabajo, t. 1, México: Porrúa, 1980, p. 234 y Rodríguez
Mancini, Jorge, "Autonomía individual y colectiva en las suspensiones" en RDL, 2003-1, Las suspensiones en el
contrato de trabajo, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2003, p. 34.
(193)Vázquez Vialard, cit., en RDL, 2003-1, p. 13 y Gnecco, Lorenzo, cit., p. 365.
(194)Livellara, Carlos A., "Suspensiones derivadas de la investigación de la conducta del trabajador: Preventiva y
precautoria" en RDL, 2003-1, p. 164.
(195)Arias, Juan Manuel, cit., t. 3, p. 191, Vázquez Vialard, Antonio, "Suspensión precausional en el derecho del
trabajo", en JA, Doctrina, 1974-448 y Altamira Gigena, Raúl, "El proceso penal y el contrato de trabajo",
en Estudios sobre Derecho individual de trabajo en homenaje al profesor Mario L. Deveali, Heliasta, Bs. As.,
1979, p. 553 y Maddaloni, Osvaldo, cit., p. 19.
(198)Etala, Carlos, cit., p. 568, Livellara, Carlos A., cit., p. 113 y Vázquez Vialard, Antonio, cit., t. 1, p. 567.
(199) CNTrab., sala 1º, 10/4/1992, "Matas Nicolás c. ENTeL s/Diferencia de Salarios, en Mark, Mariano, cit., p.
307).
Transferencia de establecimiento
Disposiciones relacionadas
C) La transferencia de establecimiento
El fallecimiento del empleador produce que su posición jurídica sea ocupada por sus
sucesores, ingresando tal situación en el amplio ámbito de aplicación del
art. 225, LCT(246). Como advierten Hierrezuelo y Núñez, el inconveniente se
plantea al determinar cuándo se adquiere el status jurídico de empleador, siendo
necesario, previamente, destacar que si bien la transmisión hereditaria se produce
en el instante mismo de la muerte del causante, queda supeditada a la aceptación
de la herencia, la cual se presume hecha con beneficio de inventario (art. 3363, CC).
Esto supone que responde sólo con los bienes dejados por aquel, pero no con los
propios(247). Por lo común será necesario abrir el sucesorio y designar
administrador. De tal guisa, se reconozca o no a la sucesión (herencia aceptada con
beneficio de inventario) personería jurídica, lo cierto es que actúa con entera
independencia de los herederos, pudiendo demandarlos o ser demandada por ellos.
El heredero designado administrador puede continuar la explotación pero no es más
que un representante de la sucesión. Recién con la partición se conocerá al o a los
herederos que continuarán con la actividad, revistiendo el status jurídico de
empleador, aunque la situación se retrotraiga al momento de la muerte.
Hasta ese momento los titulares de los contratos de trabajo extinguidos tanto antes
de la muerte del causante como después del deceso pero con anterioridad a la
partición deberán dirigir su acción contra la sucesión y no contra los herederos en
forma individual(248) .
Tal laxitud ha dado origen a una postura amplia y a otra estricta. La postura estricta
fue sostenida por Krotoschin(251) , para quien la hipótesis de transferencia depende
de la existencia de un vínculo de sucesión directa y convencional. A ella adhiere
López, Justo, agregando que es necesario un vínculo (jurídico) sucesorio, legal o
convencional(252) . Por la tesis amplia se inclina Eduardo Alvarez abrevando en la
expresión que considera "terminante" "...sea cual fuere el título de la
transferencia...", la cual no permitiría diferenciaciones, en especial teniendo en
cuenta la tendencia genérica de nuestra disciplina de soslayar los elementos
subjetivos de la s posibles hipótesis fraudulentas y el sistema específico de tutela del
acreedor laboral(253) .
Así, sin agotar todas las hipótesis de transferencia del establecimiento, esta puede
producirse por donación(254) , usufructo(255) o compraventa(256) de la unidad
productiva, por transferencia de un contrato de locación de obra, de explotación u
otro análogo(257) , arrendamiento o cesión transitoria del establecimiento(258) , por
otorgamiento de la tenencia a título precario(259) , etc.
• El fenómeno asociativo
• Licitación y concesión
Para Hierrezuelo y Núñez no existe ningún tipo de relación entre los concesionarios,
sino que ella se da con el concedente. Ejemplifican que para que se produzca la
transferencia tiene que haber un transmitente, un adquirente y un título de
transmisión —cualquiera sea—. Tanto en la licitación como en la concesión, ambos
concesionarios revisten la posición jurídica de adquirente y no hay ningún título que
los una. Pero ello no quiere decir que no haya transferencia, pues ella se produce
con el concedente. Desde tal perspectiva, estiman que corresponde aplicar, en
principio, las normas del Título XI de la LCT a la relación que se produce entre
concedente y concesionario, salvo que exista una disposición legal que establezca lo
contrario(279) .
• Subasta pública
Para Guisado debe distinguirse entre ejecución individual o colectiva de los bienes
del empleador. En esta última, que se lleva a cabo en el proceso de quiebra, el juez
puede disponer la enajenación por subasta pública o por un sistema de licitación y,
en tal caso, rige el art. 199, ley 24.522, el que establece que el adquirente "no es
considerado sucesor del fallido y del concurso respecto de todos los contratos
laborales existentes a la fecha de la transferencia"(286). Entonces, si la venta en
subasta o licitación judicial se produce en el marco de un proceso concursal resulta
inaplicable el régimen de los arts. 225 y ss. de la LCT, en tanto que la ley específica
(la de concursos y quiebras) ha establecido criterios diametralmente opuestos a los
de aquella normativa(287).
4) Efectos de la transferencia(293)
Dado que la relación sigue siendo la misma, tanto el trabajador como el empleador
pueden invocar los incumplimientos contractuales anteriores a la transferencia y
hacer provechoso los antecedentes a los fines legales pertinentes(304) . Es decir, no
sólo se transfieren las obligaciones de ejecución, sino también las de conducta
(buena fe, colaboración, solidaridad, diligencia, etc.)(305) , que conforman en núcleo
ético del contrato
ii) Las que "se originen con motivo" de la transmisión. Se ha indicado que esta
categoría no crea nuevos créditos, de manera que sólo puede aludir a eventuales
indemnizaciones por despido indirecto en el supuesto que la transferencia resultara
injuriosa(309) . También las devengadas en caso de que el transmitente despida al
trabajador en razón de la transferencia o en caso de que el adquirente no admita la
continuación de la relación(310) .
Reseña jurisprudencial
C) La transferencia de establecimiento
"Cuando es el Estado, como tercero ajeno, el que adjudica la concesión del servicio
público a una empresa, no hay transmitente ni cedente, porque la adquisición por la
adjudicataria pública es originaria y no derivada. En el caso, para acceder a la
misma la empresa tuvo que cumplir con los requisitos exigidos por el llamado a
licitación que se referían a la necesidad de otorgar la concesión a una empresa con
adecuada organización societaria y técnica que asegure su estabilidad y por lo tanto,
la regularidad y eficiencia de los servicios, siendo que la anterior prestataria tampoco
tenía derecho (a la explotación) constituido a su favor para transmitirlo a la
adjudicataria". (SCBA, "Perroti, Ramón Román y otro c. Expreso Carraza SRL
s/despido" - SCBA - L 33.846 S - 14/5/1985, LT, 1986 XXXIV-A, 139 - DT, 1986-A,
48 - AyS, 1985 I, 774, elDial - W45B).
"Para que resulten aplicables los arts. 225 y ss. de la LCT, la transferencia del
establecimiento y cesión del personal, es necesario que la novación subjetiva por
cambio de la persona del empleador se realice respecto de una relación jurídica que
en sus dos tramos quede regida por el derecho común laboral". (STJ, Rawson,
15/6/1999, Autos: Rodríguez, Segundo Eusebio y Otros c. Municipalidad de
Comodoro Rivadavia, elDial - AS1049).
"Las normas del título XI de la LCT ("De la transferencia del contrato de trabajo") son
aplicables a los trabajadores marítimos afectados por la transferencia de un buque,
pues este elemento es una unidad técnica productiva que puede funcionar por sí,
similar al establecimiento contemplado en el art. 225 de la LCT (t.o.)". (CNTrab., sala
V, 2/11/1983, Lohn, Eduardo E. y Otros c. Arenera Puerto Nuevo SA Lexis Nº
13/6705).
"No puede aceptarse, como pretende la codemandada Indo en su alegato, que por el
hecho de que las dolencias del actor recién se exteriorizaran cuando prestó servicios
para Cerro Largo, no se le pueda atribuir responsabilidad. Que tal argumentación
cae por su base, desde que Molinos Concepción —hoy Indo SA— nunca dejó de ser
empleadora del actor, sino que ella produjo la cesión de la prestación de servicios de
su dependiente, pero no la transferencia in totum del contrato de trabajo, lo que
recién hubiera ocurrido en el caso de haberse producido la adquisición definitiva del
establecimiento por parte de Cerro Largo".(TSJ, Córdoba, sala Laboral, sent. 17,
12/4/1994, Autos: Filippa Jose Humberto c. Cerro Largo SA y Otros - Demanda -
Recurso de Casación, en Gener, Pablo, cit., p. 163).
"De la jurisprudencia que menciona el a quo en apoyo de la que luego resulta la
propia, pareciera desprenderse que requiere para los supuestos de los arts. 225 y
ss., LCT una transferencia instrumentada a través de un acto jurídico o negocial
concreto entre el sucesor y el transmitente. Para ello soslaya que la continuidad lo
es a cualquier título, tal como lo dicen las normas en discusión, y en autos se
encuentra admitido y probado que el hijo siguió al padre en la explotación comercial.
De allí entonces que debe proyectarse la normativa antes citada al caso de marras
ya que con el traspaso acreditado se produjo también el de los contratos de trabajo
existentes". (TSJ, Córdoba, sala Laboral, sentencia 79, 24/10/2002, Torres Jesús y
Otro c. Esteban Peral y Otros - Laboral - Recurso de Casación, en Gener, Pablo, cit.,
p. 168).
"De la síntesis precedente se deriva que el Tribunal soslayó el aspecto relevante que
decide la cuestión planteada, esto es, el modo en que se produjo el traspaso de
empresas. En efecto: las constancias de la causa indican que declarada la quiebra
de Suquía SACIF, en ella y bajo la administración del Síndico continuó con su
actividad hasta que la Municipalidad de Córdoba comunicó la caducidad del premiso
de concesión, el que luego, en licitación pública y precariamente fue otorgado a la
hoy demandada. De tal modo, no nos encontramos frente a un supuesto de sucesión
directa y por cualquier título legislado en los arts. 225 a 228, LCT, que sí hubiere
dado lugar a la sumatoria de antigüedad, sino a dos empleadores absolutamente
diferentes que sólo se conectan por el desempeño de la misma actividad. No existió
un vínculo jurídico sucesorio, se trató de dos adjudicatarios distintos, y el cambio de
empleador respondió a una licitación con regulación específica. Por ello, los
contratos de trabajo existentes con la empresa anterior quedaron disueltos, no
resultando la continuadora responsable por sus consecuencias, pues en el caso, se
repite, no debe proyectarse la normativa de la Ley de Contrato de Trabajo citada".
(TSJ, sala Laboral, sentencia Nº 72, 20/6/2000, Autos: Videla Juan Domingo c.
Brandauer y Cia. Y Servando Pedrido SA UTE. América -Incapacidad- Recursos De
Casación, Gener, Pablo, cit., p. 172).
"Las empresas de telefonía cesionarias del servicio público que estaba en cabeza de
una empresa estatal deben ser consideradas responsables solidariamente por los
créditos laborales de los trabajadores dependientes de aquélla, cuya transmisión
asumieron ambas, pues, ha mediado transferencia del establecimiento en los
términos del art. 225 de la Ley de Contrato de Trabajo y las codemandadas
resultaron adjudicatarias en el proceso de licitación del servicio que antes prestaba
la entidad estatal". (CNTrab., sala II, 31/10/2008, Guimaraes, Marcelino y otros c.
E.N.T.E.L. Empresa Nacional de Telecomunicaciones, cita Online:
AR/JUR/12450/2008, La Ley Online).
Situación de despido
Art. 226. — El trabajador podrá considerar extinguido el contrato de trabajo si, con
motivo de la transferencia del establecimiento, se le infiriese un perjuicio que,
apreciado con el criterio del Artículo 242, justificare el acto de denuncia. A tal objeto
se ponderarán especialmente los casos en que, por razón de la transferencia, se
cambia el objeto de la explotación, se alteran las funciones, cargo o empleo, o si
mediare una separación entre diversas secciones, dependencias o sucursales de la
empresa, de modo que se derive de ello disminución de la responsabilidad
patrimonial del empleador.
Disposiciones relacionadas
Normas concordantes: arts. 10, 66, 225 a 228, 230 a 233, 242, 245 y 246, LCT.
B) Injuria
Entonces, el gravamen debe ser de entidad tal que "no consienta la prosecución de
la relación" (art. 242, LCT). Y la pauta para ello está relacionada con la acreditación
real, actual o futura (no sólo hipotética) de un daño(320) . Pesa sobre el trabajador la
carga de demostrar en juicio la existencia de circunstancias que justifiquen su
rechazo al cambio de empleador(321) .
Sin embargo, como bien se ha señalado, aun cuando la letra de la ley imponga la
aplicación del criterio restrictivo, el juzgador deberá tener en cuenta al momento de
resolver que el trabajador se encuentra en el dilema de rescindir el vínculo laboral,
frustrando su fuente de trabajo y debiendo afrontar la obligación de acreditar el
perjuicio, pero con la posibilidad de reclamarle tanto al transmitente como al
adquirente las deudas laborales, o continuar el vínculo con la incertidumbre de que
el nuevo adquirente sea insolvente. Y que es cierto que si se detecta la existencia de
fraude, el cedente va a tener que responder solidariamente por las obligaciones
posteriores a la transferencia, pero también lo es que no siempre la situación de
deficiencia patrimonial se produce por este accionar(322) .
Justo López señala que carecerá de efectos respecto del trabajador la cláusula del
negocio de transferencia —entre transmitente y adquirente— "libre de personal", en
cuanto no haya habido un despido debidamente notificado anterior al acto
constitutivo de la transferencia, declarado por el transmitente(335) .
Hierrezuelo y Núñez se inclinan por esta última posición. Ello, porque la transmisión
de la relación laboral se produce ope legis para todo el personal, sin necesidad de
notificación o comunicación al mismo. Y los acuerdos arribados entre el transmitente
y el adquirente no son oponibles a los trabajadores(336). Agregan que, de todos
modos, el trabajador anoticiado de este pacto, aunque no se le hubiera notificado el
distracto, podría disolver el vínculo laboral en los términos del art. 226, LCT, en el
mismo momento de la transferencia, con lo cual ambas partes deberán responder
solidariamente.
Reseña jurisprudencial
B) Injuria
Disposiciones relacionadas
"El texto del art. 225 de la LCT (ADLA, XXXIV-D, 3207; XXXVI-B, 1175), es muy
amplio y enfatiza que el sucesor asume el rol de empleador sea cual fuere el título
de la transferencia, lo que se ve ratificado por lo prescripto por los arts. 227 y 228
que respectivamente declaran aplicable los arts. 225 y 226 en los supuestos de
cesión transitoria o arrendamiento y la solidaridad entre transmitente y adquirente en
todas las hipótesis en que una persona pasara a ser titular de un establecimiento
'...aun cuando fuere como arrendatario, usufructuario, como tenedor a título precario
o de cualquier otro modo...'". (CNTrab., sala VI, 29/11/1985 - Santamaría, Víctor c. El
Monaguillo, SA y otro - DT, 1986-A, 523).
Solidaridad
Esta solidaridad operará ya sea que la transmisión se haya efectuado para surtir
efectos en forma permanente o en forma transitoria.
A los efectos previstos en esta norma se considerará adquirente a todo aquel que
pasare a ser titular del establecimiento aun cuando lo fuese como arrendatario o
como usufructuario o como tenedor a título precario o por cualquier otro modo.
Disposiciones relacionadas
A) Responsabilidad solidaria
B) Obligaciones comprendidas
Las deudas alcanzadas por la solidaridad son: 1) las contraídas por el cedente antes
de la cesión(342) , tanto las que ya resultaban exigibles en ese momento(343) como
las que aún no tenían plazo vencido(344) ; 2) las indemnizaciones por el despido
indirecto motivado por la transferencia(345) , y 3) las indemnizaciones derivadas de
la extinción, si el transmitente despide al trabajador en razón de la transferencia o si
el adquirente no admite la continuación de la relación(346) . En cambio, las nacidas
después de la transferencia son exclusivas del adquirente(347) , salvo fraude(348) .
En efecto, la CNTrab., dictó el Plenario 289, "Baglieri", donde resolvió que: "El
adquirente de un establecimiento en las condiciones previstas en el art. 228 de la
LCT es responsable por las obligaciones del transmitente, derivadas de relaciones
laborales extinguidas con anterioridad a la transmisión"(350) .
El fiscal general, Eduardo Alvarez, señaló que las "existentes" sólo pueden ser las
obligaciones y no "el contrato de trabajo". Guibourg agrega que la ley laboral,
recogiendo el principio del anterior art. 157, inc. 4, Cód. de Comercio (ley 11.729) y
la amplitud con que la jurisprudencia lo había interpretado, consagra una garantía de
fondo, no sujeta al requisito formal de la oposición en termino, de difícil cumplimiento
para los trabajadores. Y que existe una justificación para imponer al cesionario el
pago de deudas que no contrajo y cuya existencia tal vez no conozca: en el acto de
adquirir el establecimiento, él está en condiciones de averiguar el pasivo que pesa
sobre el transmitente; y, en todo caso, puede exigir de éste las garantías adecuadas
para no verse perjudicado más allá de lo previsto. El trabajador, en cambio, carece
de estas facilidades y, desaparecido el empleador originario, no tiene otro punto de
referencia que el lugar de trabajo y la persona de su nuevo titular.
En cambio, la postura minoritaria entiende que deben ser analizados los arts. 225 y
228 de la LCT en concurrencia, ya que este último se refiere a las "...obligaciones
emergentes del contrato de trabajo existentes a la época de la transmisión...", sin
obligar al adquirente del establecimiento por obligaciones de contratos no
existentes(352) . En este sentido, Morando destacó que la locución contrato de
trabajo significa, en el contexto normativo, un contrato de trabajo vigente y en
ejecución. Por eso sostiene que lo que aquellos dispositivos tienen en cuenta son los
contratos de trabajo en curso de ejecución al tiempo de la transferencia. De tal
suerte, lo que el adquirente asume son trabajadores con sus créditos, no, en
general, acreedores laborales. Estos, en cuanto hayan dejado de ser trabajadores
por extinción de las respectivas relaciones, tienen a su disposición, como el resto de
los acreedores, el régimen de oposiciones regulado por la ley 11.867 para intentar la
satisfacción de sus acreencias sobre los bienes que integran el fondo de comercio
—establecimiento— transferido.
Entre las críticas se cuentan las que fincan en que la doctrina plenaria coloca a los
trabajadores en una condición privilegiada frente a los acreedores de un fondo de
comercio transferido, perjudica al adquirente y lo somete a riesgo de ser víctima de
colusión o fraude(354) .
Por último, el precepto incluye no sólo las deudas salariales y las indemnizaciones
por despido, sino también las previstas en las leyes 24.013, 35.323 y 25.345, entre
otras, así como las correspondientes al régimen de seguridad social(357) .
Reseña jurisprudencial
A) Responsabilidad solidaria
B) Obligaciones comprendidas
Art. 229. — La cesión del personal sin que comprenda el establecimiento, requiere la
aceptación expresa y por escrito del trabajador.
Se trata del supuesto en que uno o varios dependientes son cedidos a otro
empleador para cumplir tareas en un establecimiento distinto(363) .
B) Requisitos
La ley extrema los recaudos al regular este tipo de transferencia, pues el legislador
quiso estar plenamente seguro de la conformidad del trabajador en pasar a
depender de otro empleador(366) . Debe cumplimentarse una exigencia de fondo: la
aceptación del trabajador, y una de forma: que sea expresa y por escrito(367) . Por
lo tanto, no rige la regla de los arts. 58 y 241, párr. 3, LCT, que admiten la expresión
tácita de la voluntad, traducida en un "comportamiento inequívoco"(368) .
Se trata de una forma ad probationem, de modo que quien invoque la cesión sólo
podrá probarla mediante el documento respectivo o, en su defecto, por confesión
judicial(369) . Dado que la ley no exige un instrumento en particular, el
consentimiento puede formalizarse mediante instrumento privado(370) . Y no es
necesaria la homologación del acuerdo de cesión(371) .
C) Efectos
También aquí se establece un vínculo solidario entre los dos empresarios, ya que
ambos "responden solidariamente por todas las obligaciones resultantes de la
relación de trabajo cedida". De manera opuesta a una interpretación literal del
dispositivo, se justifica una exégesis restrictiva, en el sentido de que la solidaridad se
limita a las deudas devengadas en el momento de la cesión y no alcanza a las que
se generen en el curso posterior de la relación de trabajo transferida, salvo
fraude(375). En sentido contrario, Vázquez Vialard, desde una óptica estrictamente
literal, sostiene que de la lectura del artículo surge que el ex empleador continúa
vinculado como garante. Reconociendo los inconvenientes que su aplicación pueda
suscitar estimo que no hay posibilidad de otra interpretación, pues el legislador ha
contemplado tal situación, en cierta manera, con disfavor(376).
Reseña jurisprudencial
Transferencia del contrato de trabajo. Cesión del personal. Fecha de ingreso. Libros
laborales:"Tanto en la cesión del personal —art. 229, LCT (t.o. DT, 1976-238) —
como en la transferencia del establecimiento —art. 225, LCT (t.o. DT, 1976-238) —
las cargas registrales del art. 52 se cumplen cabalmente —a los fines de la causa
invocada en el despido indirecto— con el asiento de la fecha de ingreso real, pues,
no existe ninguna norma que obligue a registrar la antigüedad ficta". (CNTrab., sala
IV, 14/7/2006, Morin, Alejandro J. c. Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y
otros, cita Online: AR/JUR/4504/2006. Publicado en: La Ley Online).
C) Efectos
"De manera opuesta a una interpretación meramente literal del párrafo 2 del
art. 229, LCT, cabe entender que la solidaridad establecida en dicha norma se limita
a las deudas devengadas hasta el momento de la transferencia de la relación, y por
lo tanto no alcanza a las que se generen con posterioridad". (CNTrab., sala 2,
3/12/2003, Salinas Segundo E. c. Rodríguez Alberto H. y otro, en Mark, Mariano, cit.,
p. 319).
Disposiciones relacionadas
B) Forma
La transferencia al Estado puede tener lugar de dos modos: a) por un acuerdo entre
el transferente y el Estado, y b) mediante expropiación(389) .
C) Despido indirecto
En los dos casos antes mencionados, y salvo acto expreso en contrario, el perjuicio
grave derivado de que no se le reconozca al trabajador la antigüedad, ni el régimen
jurídico, ni las condiciones de trabajo que tenía con su empleador, puede justificar el
despido indirecto, con derecho a las indemnizaciones del art. 246, LCT(390) .
Vázquez Vialard sostiene que le asiste tal derecho, con prescindencia de que el
cambio le resulte o no más beneficioso porque lo relevante es el cambio de
régimen(391) . Sin embargo, esta postura no ha recibido mayor acogida en la
jurisprudencia, que hace pie en que la transferencia, por sí sola, no da derecho a ser
indemnizado si no se demuestra el perjuicio(392) .
D) Aplicación de convenios
E) Privatizaciones(396)
El artículo no prevé, en cambio, la situación inversa, esto es, las transferencias del
Estado a favor de empresas privadas (privatizaciones)(397). Para Vázquez Vialard,
en cambio, en este supuesto no habría una transferencia regulada por las normas
laborales, aunque nada obsta a que el adquirente se haga cargo de la antigüedad
que tenía el trabajador y se obligue a respetar las condiciones de trabajo
preexistentes(398). En opinión de otros, la solución deberá buscarse, en cada caso,
en la ley especial que rija la respectiva privatización, la cual, por ser norma posterior
y especial respecto de la LCT, prevalecerá sobre esta última. Y a falta de previsión
específica sobre el tema en la normativa especial, las normas sobre transferencia
sólo serán aplicables si los dependientes de la entidad sujeta a privatización estaban
regidos por la LCT, pues, de lo contrario, la norma de exclusión prevista en el art. 2º
de este cuerpo legal impedirá la aplicación de sus preceptos(399).
Al principio, la jurisprudencia se inclinó en el sentido de que las empresas
adjudicatarias no eran responsables por las deudas laborales de las entidades
estatales privatizadas. Pero esta orientación se revirtió a partir del fallo de la CS, en
la causa "Di Tullio"(400)que confirmó una sentencia de la Cámara Federal de Bahía
Blanca que había mantenido un embargo trabado contra un bien de propiedad de
Telefónica de Argentina, para hacer frente a una deuda laboral contraída por la
Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel)(401). Los argumentos de la
mayoría se centraron en la defensa y aplicabilidad del sistema tutelar de los
arts. 225 y 228 de la LCT, frente a lo establecido en los decs. 1105/1989 y
1803/1992, en la ley 23.696, en el pliego de bases y condiciones y en el contrato de
transferencia. Esta doctrina fue ratificada en diversos pronunciamientos(402)y a ella
se ajustaron los tribunales inferiores(403).
Reseña jurisprudencial
B) Forma
E) Privatización
Notas:
(203) Con la colaboración de Verónica Marcellino.
(204) Refiriendo a esta vocación de continuidad, Ricardo Hierrezuelo y Pedro Núñez, optan por la expresión
contrato de trabajo porque, cuando no se agota en una sola prestación, proyecta sus efectos hacia el futuro
(Hierrezuelo, Ricardo, D. y Nuñez, Pedro, F., Responsabilidad solidaria en el contrato de trabajo, Hammurabi, Bs.
As., 2003, p. 477).
(205)Guisado, Héctor, "De la transferencia del contrato de trabajo", en Ley de Contrato de Trabajo. Vázquez
Vialard, Antonio (Director) - OJEDA, Raúl Horacio (Coordinador). Rubinzal-Culzoni editores, Santa Fe, 2005, p.
212; López, Justo-Centeno, Norberto-Fernández Madrid, Juan C., Ley de contrato de trabajo comentada, t. 1,
Ediciones Contabilidad Moderna, Bs. As., 1977, p. 851; Vázquez Vialard, Antonio, "Novación subjetiva de la
relación laboral", en Vázquez Vialard, Antonio (director), Tratado de Derecho del Trabajo, Astrea, t. 5, Astrea, Bs.
As., 1984, p. 3 y Herrera, Enrique, "Alteraciones en el desarrollo de la relación", en Rodríguez Mancini, Jorge,
Curso de derecho del trabajo y de la seguridad social, Astrea, Bs. As., 2000, p. 359.
(206)Guisado, Héctor, cit. t. 2, p. 212; López, Justo-Centeno, Norberto-Fernández Madrid, Juan C., cit., t. II, ps.
851 y 852. En el mismo sentido, Sardegna, Miguel A., Ley de Contrato de Trabajo y sus reformas, Editorial
Universidad, Bs. As., 2004, ps. 234 y 508.
(207)Guisado, Héctor, cit. t. 2, ps. 212 y 213; Montoya Melgar, Alfredo Montoya, Derecho del Trabajo, Tecnos,
Madrid, 1990, p. 405.
(208)Guisado, Héctor, cit., t. 2, p. 213. Aunque ocasionalmente se permita en algunos estatutos especiales que
sea complementado o que participen los miembros de su familia (encargados de casa de renta y trabajo a
domicilio). Pero lo de infungible no lo es tanto por el hecho de que no puede ser realizado por otro sino por el
carácter de persona de quien lo presta, en cuanto compromete su responsabilidad y su vida (Hierrezuelo,
Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 480).
(209)Guisado, Héctor, cit., t. 2, p. 213. En el mismo sentido Sardegna, Miguel A., cit., p. 507.
(210)Guisado, Héctor, cit., t 2, p. 213. Aun cuando sus obligaciones no se limitan al pago de la remuneración, el
resto de los deberes (aún los de conducta), pueden ser perfectamente reemplazables. Salvo supuestos de
excepción en los cuales la persona del empleador sea indispensable para la continuación de la actividad, por
ejemplo, cuando se desarrolla personalmente una profesión particular (Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit.,
p. 481). Con acierto señalan también estos autores que el cambio de titularidad de la empresa es hoy una
práctica habitual que debe ser atendida y regulada por el Derecho en general (especialmente el comercial) y en
particular por el Derecho del trabajo, para desalentar cualquier tipo de maniobra por la cual se intente, a través
de estas operaciones, eximirse de responsabilidad por las obligaciones que la contratación de personal genera
(Hierrezuelo, Ricardo Núñez, Pedro, cit., p. 482).
(211)En que un nuevo empresario se subroga como parte del contrato en el lugar y derechos de anterior, sin
solución de continuidad en las prestaciones y sin pérdida de la identidad contractual (Hierrezuelo,
RicardoyNuñez, Pedro, cit., p. 479).
(221) Esto es, en virtud de una disposición legal, cualquiera sea la voluntad de los participantes de la operación,
quedando sin efecto frente al trabajador los pactos en contrario entre cedente y cesionario (Sardegna, Miguel A.,
cit., p. 508; Etala, Carlos Alberto, "Contrato de Trabajo", Astrea, Bs. As., 2002, p. 576).
(225)Arts. 14 y 15, ley 20.160. Coppoletta, Sebastián, "El contrato de trabajo de jugador de fútbol profesional y
sus causas de extinción: una visión desde los paradigmas del sistema laboral" (RDL Actualidad 2012 - 1, ps. 11-
22).
(229) Para otros esta disposición se refiere a la transferencia de todo el establecimiento, empresa o firma
(Sardegna, Miguel A., cit., p. 508).
(230)Etala, Carlos A., cit., p. 575 y López, Justo; Centeno, Norberto y Fernández Madrid, Juan C., cit., ps. 851 y
852.
(231)Guisado, Héctor, cit., p. 218. Hierrezuelo y Núñez advierten que la definición de empresa contenida en
el art. 5º, LCT, ha sido fuertemente criticado por la doctrina. Estos autores entienden que en tal dispositivo el
legislador intentó diferenciar los conceptos de empresa y de empresario, remarcando la naturaleza económica y
objetiva (abstracción) de la primera y el carácter jurídico y personal (subjetivo) del segundo, siendo aquélla fruto
de la actividad organizativa del empresario.
(232)Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 497. De ello derivan la noción de explotación, que se refiere al
tipo de actividad que constituye el objeto de los negocios de la empresa. En sentido similar se explica que
"establecimientos" son las unidades descentralizadas (implantadas en un mismo lugar geográfico o en varios)
que se constituyen en razón de una subdivisión de la tarea por medio de la cual se realiza la actividad de la
empresa (Guisado, Héctor, cit., p. 218).
(233)Guisado, Héctor, ps. 218 y ss. En coincidencia, Vázquez Vialard, Antonio, t. 5, cit., ps. 25/26.
(234)Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 498. Estos autores admiten que sea, incluso, potencial, esto
es, basta con que lo transmitido sea susceptible de funcionamiento autónomo, aun requiriendo de aportaciones
suplementarias.
(236)Guisado, Héctor, p. 221. Por ejemplo, venta de mercaderías (Fernández Madrid, Juan C., Tratado práctico
de Derecho del Trabajo, t. 2, La Ley, Bs. As., 1989, p. 962); arrendamiento de algunas máquinas (Krotoschin,
Ernesto, Tratado práctico de derecho del trabajo, Roque Depalma Editor, Bs. As., 1955, volumen 1, p. 451). Para
Herrera no constituye transferencia la venta de la totalidad de las máquinas, aunque algunos dependientes de la
vendedora pasen a trabajar con el nuevo propietario de los bienes adquiridos (cit., t. 2, p. 337). Para Fernández
Madrid el mismo supuesto no importa necesariamente transferencia si la empresa puede continuar
reemplazando las máquinas vendidas (cit., t 2, p. 963); venta del local: Fernández Madrid señala que, si bien a
los efectos de considerar la existencia de transferencia de establecimiento tiene importancia porque en él se
ejecutan las tareas que hacen a la finalidad de la empresa, nada impediría que se vendiera el local y se mudara
el establecimiento, algo frecuente en la práctica (cit., t. II, p. 963); entre otros.
(240)Machado, José D., "Solidaridad generada por la transferencia del establecimiento" en Revista de la
Sociedad Argentina de Derecho Laboral, Año III - Nº 14 - Junio-Julio 2002.
(241)Guisado, p. 224. Para Etala, en cambio, existe transferencia de establecimiento siempre que haya un
cambio de empleador y de los créditos y deudas relacionados con la actividad del establecimiento (Etala, Carlos
A., cit., p. 573). En la confrontación de ambos conceptos se advierte nítida la mayor precisión y claridad del que
ofrece Guisado al discriminar las consecuencias del fenómeno y su definición.
(242) En tal sentido se ha dicho que el concepto de transferencia del establecimiento que regula nuestra LCT es
sumamente extenso, puesto que después de establecer el principio general en el art. 225, en el sentido de que la
misma puede producirse por cualquier título, a lo largo de su articulado establece una serie de ejemplificaciones
meramente enunciativas (Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 494).
(243) La muerte del empleador sólo en casos excepcionales implica la extinción de la empresa (art. 249, LCT).
Por aplicación de las normas civiles, los herederos del causante son continuadores jurídicos de su persona iure
sucessionis de los derechos y obligaciones del causante, continuando de pleno derecho las actividades
empresariales entre las que se hallan los contratos de trabajo (arts. 3410 y 3412, CC) (Etala, Carlos A., cit., p.
574 y Sardegna, Miguel A., cit., p. 509).
(246) En cuanto a que la transferencia puede producirse por sucesión hereditaria: Guisado, Héctor, cit., p.
225; Sardegna, Miguel Angel, cit., p. 509; Etala, Carlos Alberto, cit., p. 573; Vázquez Vialard, Antonio, t. 5, p.
35; Fernández Madrid, Juan C., cit., t 2, p. 963; Montoya Melgar, Alfredo, cit., p. 415, Herrera, t. II, ps. 341 y 342.
(248)Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 504. Expresan los autores que el beneficio de inventario le
permitirá al heredero decidir si continúa o no con la explotación de la empresa, pero su continuidad importa la
automática aplicación de la LCT en materia de transmisión y la obligación de responder por las deudas incluso
anteriores a la muerte del causante.
(251)Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 507 y Krotoschin, Ernesto, cit., ps. 447/448.
(252)Algunos llaman tesis "intermedia" a la de este autor, quien si bien adhiere a la "estricta" hace presente que
lo que se requiere es la existencia de una sucesión propiamente dicha y no el mero hecho material de que donde
hubo un empleador desarrollando una actividad determinada aparezca otro ejerciendo la misma actividad
(Gener, Pablo, "Transferencia del contrato de trabajo", AA.VV. Doctrina Judicial del Tribunal Superior, Córdoba -
Sala Laboral, Córdoba, Alveroni, 2005, p. 154.
(253) De su dictamen en la causa "López", CNTrab., sala II, 11/8/1992 (DT, 1992-B, 2061). Hierrezuelo y Núñez
adhieren a tal postura en función de la amplitud de la norma y en tanto la noción de transferencia del articulado
no fija un numerus clausus.
(254)Guisado, Héctor, cit., p. 225; Vázquez Vialard, Antonio, cit., t. 5, p. 38; Etala, Carlos A., cit., p. 573; Montoya
Melgar, Alfredo, cit., p. 415.
(256)Guisado, Héctor, cit., p. 225. No la hay si sólo se trata de compraventa de las acciones de la sociedad que
actúa como empleadora, pues en tal supuesto no hay cambio de la persona sino de sus integrantes, lo que
resulta irrelevante.
(257)Guisado, Héctor, cit., p. 225. Supuestos éstos mencionados en el art. 228, LCT. Según refiere Guisado,
Héctor afirma que la transferencia de un contrato de locación de obra sería el caso en que un empresario
transfiere totalmente su situación contractual a favor de un tercero, que pasa a ocupar su lugar y establece
relaciones directas con el comitente. En cuanto al "contrato de explotación y otro análogo" expresa que como no
se trata de un contrato que tenga esa denominación o esté regulado en La Ley, se trata de un conjunto de
situaciones de orden contractual innominadas o atípicas que tienen en común la utilización (explotación) de
bienes materiales (cosas) o inmateriales (incluidos los derechos), con vistas a la obtención de un fin y para lo
cual se hace menester el empleo del trabajador, como serían: el contrato de explotación de una mina o cantera,
la concesión del derecho a la venta de golosinas en un cine, etc., o de artículos en lugares y paseos públicos, la
concesión de recolección o industrialización de residuos, la concesión de recaudación de contribuciones, etc.
(Guisado, Héctor, cit., p. 225, según cita en nota 63).
(261)Gener, Pablo, cit., p. 166. Como señala el autor, la situación ha generado arduos debates doctrinarios entre
dos posturas que coinciden en que la LCT ha recogido el principio sentado en el art. 157, inc. 4 del Código de
Comercio (ley 11.729), consagrando una garantía de fondo no sujeta al requisito formal de la oposición en
término establecido por la ley 11.867 de difícil cumplimiento para el trabajador, discrepando con el alcance de
esta normativa. Así, mientras uno entienden que cedente y cesionario son responsables solidarios de la totalidad
de las obligaciones existentes en cabeza del cedente al momento de la transferencia, sin diferenciar entre
contratos de trabajos vigentes y extinguidos, otros sostienen que los arts. 225 y 228, LCT, sólo hacen referencia
a los contratos de trabajo vigentes al momento de la transferencia, enviando por lo tanto al resto a transitar el
camino de la ley 11.867. El plenario "Baglieri" (Nº 289, CNTrab.) dirimió en su ámbito de influencia la discusión,
estableciendo: "El adquirente de un establecimiento en las condiciones previstas en el art. 228 de la Ley de
Contrato de Trabajo es responsable por las obligaciones del transmitente derivadas de relaciones laborales
extinguidas con anterioridad a la transmisión".
(262)Hierrezuelo, Ricardo, y Nuñez, Pedro, cit., p. 510. Se ha sostenido que para que se produzca una
transferencia de establecimiento en el sentido regulado por la LCT debe existir algún vinculo jurídico entre el
anterior explotador y el actual, cuyo origen puede estar en una convención entre partes o en una disposición
legal; la mera sucesión de hecho a través de una contratación generada por intervención de un tercero no da
lugar a la aplicación de las gravosas consecuencias previstas en el instituto (Gener, Pablo, cit., p. 154). Así, se
cita como ejemplo de esta situación los locales adaptados para explotar la actividad gastronómica que a la
finalización del plazo locativo no renuevan el contrato ni transfieren el fondo de comercio y posteriormente el
mismo inmueble es alquilado por otra persona que desarrolla idéntica actividad pero que no es continuadora de
la anterior (Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, p. 510). Machado señala que hay que diferenciar que el objeto
de la locación sea un establecimiento y no meramente un inmueble o un conjunto de muebles compatible con
afectaciones distintas. Señala, además, que es un indicio fuerte en el sentido de la continuidad del
establecimiento el que, además de la identidad del ramo, la explotación continúe sin más intervalos de tiempo
que los eventualmente necesarios para adecuaciones o cambios menores (Machado, José D., cit., p. 33).
(266)Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 515. Ello, sin desconocer la postura, que no comparto, según la
cual el régimen de la ley 11.867 sería insoslayable aún para el trabajador cuando el contrato se hubiera
extinguido antes de la transferencia, quedando, en tal caso, incluido en el concepto "acreedor" de esa preceptiva.
(267)Guisado, Héctor, cit., p. 242, y Guibourg, Ricardo, "Las obligaciones solidarias en el derecho laboral" LT,
XXVI-969).
(268)Hierrezuelo, Ricardo, y Nuñez, Pedro, cit., p. 515 y Guisado, Héctor, cit., p. 242.
(269)Art. 82, ley 19.550.Guisado, Héctor, cit., p. 225;Etala, Carlos A., p. 573;Vázquez Vialard, Antonio, p.
31;López, Justo, cit., p. 864;Martínez Vivot, Julio,Elementos del derecho del trabajo y de la seguridad social,
Astrea, Bs. As., 1987, p. 245. La doctrina distingue dos categorías de fusión: a) propiamente dicha: cuando dos o
más sociedades se disuelven sin liquidarse para constituir una nueva, que en lo sucesivo asume la titularidad de
los derechos y obligaciones de aquellas; b) por incorporación: cuando una sociedad incorpora a otra u otras que,
sin liquidarse, se disuelven, en virtud de lo cual la sociedad incorporante asume todos los derechos y
obligaciones de las anteriores (Hierrezuelo, Ricardo, y Nuñez, Pedro, cit., p. 520).
(270)Guisado, Héctor, cit., p. 225; Vázquez Vialard, Antonio, t. 5, p. 31. Los supuestos de escisión están en
el art. 88, Ley 19.550.
271)La controversia sólo se genera a la hora de determinar la posibilidad del trabajador de disolver el vínculo
laboral en los términos del art. 226 de la LCT por esa sola circunstancia (Hierrezuelo, RicardoyNuñez, Pedro, cit.,
p. 521).
(273)La mayoría de la doctrina es conteste en señalar que no se ésta frente a un supuesto de novación subjetiva,
pues no hay un cambio de sujeto, sino que continúa la misma persona, aunque con un tipo societario distinto
(Guisado, Héctor, cit., p. 226;Sardegna,Miguel A., cit., p. 509;López Justo-Centeno, Norberto-Fernández Madrid,
Juan C., cit. t. 2, p. 864;Etala, Carlos, cit., p. 573,Hierrezuelo Ricardo - Nuñez, Pedro, cit., p. 519). Para Vázquez
Vialard habría transferencia cuando una sociedad colectiva (que obliga ilimitadamente a sus integrantes) se
convierte en otra (anónima o de responsabilidad limitada) en que la responsabilidad respecto de las obligaciones
futuras queda restringida a los aportes realizados por sus integrantes (cit., p. 30). Si bien admite que continúa la
misma persona jurídica, aunque con distinto ropaje legal, en tanto pueda producir un perjuicio al trabajador al
disminuirse la responsabilidad del empleador, podría aquel considerarse despedido indirectamente en los
términos el art. 226, LCT. Empero, siguiendo la doctrina mayoritaria que no ve aquí un supuesto de transferencia,
es claro que la no aplicación del artículo mentado en nada inhabilita al empleado a considerarse despedido,
porque el perjuicio que en él se alude debe apreciarse según el criterio del art. 242 de la LCT. De tal guisa,
configurada la injuria, el trabajador podría, válidamente, rescindir el vínculo laboral en esos términos. Más aún, si
se demuestra que la transformación sólo fue una maniobra que tuvo por finalidad limitar la responsabilidad de los
socios frente a actos que la sociedad realizó con posterioridad a la misma y que perjudicaron directamente al
trabajador (Hierrezuelo, RicardoyNuñez, Pedro, cit., ps. 519/520).
(274)Guisado, Héctor, cit., p. 226; Fernández Madrid, Juan C., t. 2, p. 963; Vázquez Vialard, Antonio, cit., t. 5, p.
31. Sin embargo, distinto es lo que ocurre en las sociedades de hecho o irregulares respecto de las cuales no
puede mediar una suerte de identidad esencial no afectada por cambios de sus integrantes como sucede, por
definición, en las anónimas. Así, si uno de los titulares de la explotación cedió su interés en el negocio, la
sociedad de hecho que integraba se extinguió y otra fue creada, sin que ello afecte la subsistencia de los
contratos de trabajo, pese al cambio de la persona del empleador (CNTrab., sala 6º, 19/2/1992, "Aguirre", DT,
1992-A, 1054).
(275)Guisado, Héctor, cit., p. 227; Fernández Madrid, Juan C., p. 965; Etala, Carlos A., cit., p. 574. Conforme
explica este autor no existe transferencia en el caso de regularización de sociedades de hecho, en tanto no hay
sucesión, porque permanece el mismo sujeto bajo una forma distinta.
(277)Guisado, Héctor, cit., 227; Krotoschin, Ernesto, cit., p. 451; Vázquez Vialard, Antonio, cit., ps. 28 y 29; Etala,
Carlos A., cit., p. 574. En efecto, este autor explica que no la hay cuando la explotación del negocio pasa a otro
por habérsele adjudicado por licitación. Para que se concrete la hipótesis de transferencia debe haber un vínculo
de sucesión directa y convencional. También Fernández Madrid, quien explica que lo que liga al ganador de la
concesión con el negocio es el acto de adjudicación, que no tiene, en principio, relación alguna con la anterior
concesión (t. 2, p. 965).
(278)Vázquez Vialard, Antonio, cit., t. 5, p. 29; Hierrezuelo, Ricardo - Núñez, Pedro, cit., ps. 515/516.
(279)Hierrezuelo, Ricardo - Nuñez, Pedro, cit., ps. 516/517. Para estos autores existen dos supuestos en que
ambos cesionarios deben responder solidariamente. El primero se produce cuando se verifica el fraude que se
da cuando el primitivo concesionario desaparece y el nuevo (que sólo se diferencia de aquel por el nombre
societario ya que está integrado por los mismos socios) aparece contratando a los trabajadores del anterior sin
reconocerles ni la antigüedad ni los demás derechos. El segundo, cuando la concesión va acompañada de la
entrega de los elementos patrimoniales fundamentales para continuar con la actividad económica.
(280)Litterio, Liliana, "Alcance de la responsabilidad solidaria de las empresas privatizadas", en Vázquez Vialard,
Antonio-Fera, Mario, "El derecho laboral y la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Casos típicos", Bs. As., LA
LEY, 2003-207/237.
(281) Entre otros, CS, 17/12/1996, "Di Tullio", Fallos: 319:3071 y TySS, 1997-505.
(282)Guisado, Héctor, cit., p. 228; Litterio, Liliana, cit., Pinto, Silvia, "La responsabilidad solidaria derivada del art.
225 de la LCT. Su análisis en el proceso de privatización de empresas públicas", RDL, 2001-1, p. 30.
(286)Guisado, Héctor, cit., p. 229. La nueva ley concursal cambió sustancialmente el criterio de la anterior al
disponer que no hay continuación de la relación laboral ni responsabilidad del adquirente por las obligaciones
laborales de la fallida.
(287)Guisado, Héctor, cit., p. 229. Señala Etala que, como el contrato de trabajo, por el hecho de la adquisición
de la empresa, se extingue (art. 198, LCQ) y el adquirente no es considerado sucesor del anterior empleador
fallido (art. 199) el trabajador que continúa laborando a las órdenes del nuevo empleador pierde todos los
derechos que tenía en función de su antigüedad en el empleo, cit., p. 576.
(291)Hierrezuelo, RicardoyNuñez, Pedro, cit., p. 523. Los importes adeudados a los dependientes por el fallido o
por el concurso con causa u origen anterior a la enajenación son objeto de verificación o pago en el concurso
(art. 199, ley 24.522).
(295)Guisado, Héctor, cit., p. 231; Vázquez Vialard, Antonio, t. 5, p. 50; Montoya Melgar, Alfredo, cit., p. 415.
(298)Vázquez Vialard, Antonio, t. 5, ps. 50 a 52. Por lo tanto, se mantienen inmutables las condiciones de trabajo
existentes al momento de la transmisión: categoría, jornada, remuneración, beneficios sociales, estabilidad
gremial, etc. Las facultades del empleador en cuanto a modificar los elementos sustanciales del contrato están
limitadas (al igual que el anterior) a las que resultan del ius variandi (art. 66, LCT) (Guisado, Héctor, cit., p. 233).
(299) Por imperio del art. 18 de la LCT debe computarse la totalidad del tiempo trabajado para el anterior
empleador. La antigüedad debe tenerse en cuenta en el beneficio vacacional (art. 150), plazo remunerativo en
época de enfermedad (art. 208, LCT) y el cálculo de indemnizaciones (arts. 231 y 245, LCT) (Sardegna, Miguel
A., cit., p. 508). La doctrina se encuentra dividida respecto de si se le debe reconocer la antigüedad a un
trabajador que antes se había desempeñado para el antiguo titular y reingresa a la empresa bajo la dependencia
del nuevo empleador. Justo López sostiene que del entendimiento que corresponde asignar a los arts. 18 y 225,
LCT, en el caso del reingresante no puede acumular la anterior antigüedad que hubiera tenido. Vázquez Vialard
postula lo contrario, pues considera que si se tiene en cuenta que lo relevante en la relación laboral es la
organización dentro de la cual el empleado se integra al puesto de trabajo que desempeña, no es exagerado
admitir un cierto grado de personalización de la empresa (Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., ps. 527/528).
(300)Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., ps. 525/526. Siguiendo a estos autores, se transmiten todas las
relaciones laborales vigentes hasta el instante mismo de la transferencia, inclusive aquellas preavisadas,
mientras el preaviso se encuentre cumpliéndose. También se transfieren todos aquellos contratos que se
encuentran suspendidos por alguna disposición legal o convencional, incluso durante el periodo de reserva del
puesto, así como también aquellos trabajadores que se encuentren suspendidos en forma preventiva o
precausional.
(307)Guisado, Héctor, cit., p. 235. De esta forma se asegura la continuación del contrato con el sucesor del
empleador original, cumpliéndose, así, la regla de conservación del contrato (Sardegna, Miguel A., cit., p. 508).
(309)Guisado, Héctor, p. 235; Vázquez Vialard, Antonio, "Empresa y transferencia del contrato en la nueva Ley
de Contrato de Trabajo", DT, 1975-75.
(314)Etala, Carlos, cit., p. 577; Krotoschin Ernesto, cit., t. 1, p. 439; Herrera, Enrique, en AA.VV., "Ley de contrato
de trabajo". Coordinada por R. E. Altamira Gigena, t. 2, Astrea, Bs. As., 1981, p. 346.
(316)Guisado, Héctor, cit., p. 236; Vázquez Vialard admite una excepción cuando la persona del empleador
adquiere relevancia y agrega que el cambio de dicha persona produce la extinción de la relación (cuando el
hecho ha sido provocado por la muerte) o da derecho al trabajador para rescindir la relación por incumplimiento
de las condiciones pactadas (Hierrezuelo, Ricardoy Nuñez, Pedro, ps. 538/539; Vázquez Vialard, Antonio, t. 5, p.
58).
(317)Guisado, Héctor, cit., p. 238; Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 539. Para estos últimos, la
enunciación es poco feliz.
(319)Herrera, Enrique, Extinción de la relación de trabajo. Astrea, Bs. As., 1987, p. 393;Hierrezuelo,
Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 539.
(320)Guisado, Héctor, cit., p. 237; Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 540. Se ha dicho que deberá
tomarse el negocio jurídico transferencia como una unidad temporal única, aunque se perfeccione en varias
etapas (como ocurriría en una fusión de sociedades), considerándose como daños no sólo los que se produzcan
con motivo de la cesión, sino aquellos que indefectiblemente habrán de suceder como consecuencia de ésta, por
hallarse en un orden de causalidad adecuada a ella (Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 540).
(333) Cit., ps. 578/579. Esta postura fue sostenida también por Centeno y Herrera.
(341) A mérito de lo dispuesto en este precepto del derecho civil, me adhiero a la postura que entiende que la
procedencia de los reclamos no depende, en lo que a sus aspectos formales se refiere, e la intervención de
todos los deudores solidariamente obligados, por ejemplo del empleador. Aunque se trata éste de un aspecto
arduamente discutido en doctrina y jurisprudencia.
(344)López, Justo, t. 2, p. 873 y 874; Etala, Juan C., p. 580; Guisado, Héctor, cit., p. 246;Hierrezuelo,
Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 530.
(345)López, Justo, t. 2, p. 871 y 874; Krotoschin, Ernesto, cit., t. 1, p. 455 y 459; Vázquez Vialard, Antonio, t. 5, p.
68; Guisado, Héctor, cit., p. 246.
(347)Etala, Carlos, cit., ps. 580/581. Opina que el transmitente no queda obligado indefinidamente, ya que si el
trabajador tuviera motivo para temer el incumplimiento del contrato en el futuro, la ley lo faculta para darse por
despedido con motivo de la transferencia (art. 226, LCT), siendo en este caso responsable ambos empleadores
del pago de las indemnizaciones
(351)Grisolía, Julio A., Derecho del trabajo y de la seguridad social, Bs. As., LexisNexis, ps. 200 y
201; Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 531.
(353)Simon, J. C.-Simon, J. C. (h.), "Acerca del plenario "Baglieri", RDL 2001-1, "La Solidaridad en el contrato de
trabajo", p. 267.
(356) Defendida, entre otros, por Vázquez Vialard, Antonio, t. 5, ps. 70 a 73; Etala, Carlos, cit., p. 581; Fernández
Madrid, Juan C., t. 2, ps. 966 y 967; Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 536; Guisado, Héctor, cit., p.
250 quien agrega que es la que mejor satisface la finalidad tuitiva del precepto en examen.
(362)Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., ps. 529/530; Fernández Madrid, cit., t. 2, ps. 967 y 968.
(364)Guisado, Héctor, cit., p. 251 y 252; Hierrezuelo, Ricardo y Nuñez, Pedro, cit., p. 556. En tal sentido, señalan
estos autores que el trabajador puede negarse a aceptar la cesión sin expresar causa ni agravio alguno, pues
importa un verdadero desarraigo del lugar y del grupo humano donde venía desarrollando tareas hasta ese
momento.
(375)López Justo, t. 2, p. 878;Etala, Carlos, p. 584;Herrera, Enrique, t. 2, p. 355;Fernández Madrid, Juan C., t. 2,
p. 972,Guisado, Pedro, cit., p. 255.
(377)Hierrezuelo, RicardoyNuñez, Pedro, cit., p. 558. Ambos supuestos se encuentran regulados en el Estatuto
del Jugador de Fútbol Profesional (arts. 14 y 15).
(378) Esto resulta aplicable propiamente al caso de transferencia del establecimiento (arts. 225 a 228, LCT) ya
que es poco imaginable la cesión pura de la relación laboral (sin transferencia del establecimiento) del art. 229,
ib. (Guisado, cit., ps. 255/256; López, Justo, t. 2, p. 879 y Vázquez Vialard, Antonio, t. 5, p. 79.
(380)Etala, Carlos A., cit., p. 584; López Justo, Centeno, Norberto, Fernández Madrid, Juan C., t. 2, p.
1097; Krotoschin, Ernesto, t. 1, p. 458; Hierrezuelo, Ricardo - Nuñez Pedro, cit., p. 561.
(383) Pese al desprendimiento de funciones, el Estado aún conserva algunas que escapan a la esfera del
Derecho Administrativo para ubicarse en el sector privado; y hay sectores de trabajadores que, siendo
dependientes de la Administración Pública, se les aplica la LCT por un acto expreso o porque se los incluye en el
régimen de las convenciones colectivas (Hierrezuelo, Ricardo Nuñez, Pedro, cit., p. 561).
(384)Vázquez Vialard, Antonio, t. 5, p. 82 y 83; Hierrezuelo Ricardo, Nuñez Pedro, cit., ps. 561 y 562.
(385)Etala, Carlos, cit., p. 585; Krotoschin, Ernesto, t. 1, p. 458; Fernández Madrid, Juan C., t. 2, p. 970; Guisado,
Héctor, cit., p. 257.
(387)López, Justo, Centeno, Norberto, Fernández Madrid, Juan C., t. 2, ps. 879 y 880.
(388)Fernández Madrid, Juan C., t. 2, p. 970; Guisado, Héctor, cit., p. 256; Hierrezuelo, Ricardo- Nuñez Pedro,
cit., ps. 562 y 563.
(390)Krotoschin, Ernesto, p. 458; López, Justo, cit., t. 2, p. 880; Etala, Carlos, cit., p. 585;Guisado, Héctor, cit., p.
257; Hierrezuelo Ricardo, Nuñez, Pedro, cit., p. 563
(391) t. 5, p. 83.
(394)Krotoschin, Ernesto, p. 458;Hierrezuelo, Ricardo - Nuñez,Pedro, cit., ps. 563 y 564;Etala, Carlos, cit., p. 585.
Sobre la falta de indicación en el sentido de que deba aplicarse, necesariamente, el más favorable, este autor
sostiene que, en tal caso, el trabajador podría no aceptar el cambio y darse por despedido.
(395)Guisado, Héctor, cit., ps. 259 y 260, quien adhiere a esta postura pues opina que la norma (más allá de su
desafortunada redacción) parece más bien orientada a evitar que se produzca un "vacío de regulación" y no a
otorgar a la empresa estatal la facultad de elegir discrecionalmente el régimen jurídico aplicable. El envío a los
regímenes de empresas similares tendría, entonces —a su juicio— un carácter supletorio (para el caso en que
no hubiera convenio de actividad ni tampoco convenio específico para la empresa cesionaria) y no optativo.
(396) Sobre el marco que regula del proceso de privatizaciones y reseña de los Fallos: relevantes de la CS,
sobre la materia puede consultarse Hierrezuelo, Ricardo, Nuñez, Pedro, cit., ps. 565 y ss.
(397)Fernández Madrid, Juan C., t. 2, p. 971; Etala, Carlos, cit., p. 585; Guisado, Héctor, cit., p. 260.
(399)Guisado, Héctor, cit., p. 261. Véase ley 23.696 y dec. 1803/1992. El autor pone énfasis en que la solución
de las cuestiones ante futuras privatizaciones deberá buscarse, ante todo, en la legislación particular que las
regule, que no necesariamente tiene que adoptar criterios coincidentes con los de aquella ley o con los de
la LCT. A falta de disposición específica sobre el punto en la ley especial, considera que la transferencia que
efectúa el Estado a manos privadas quedará alcanzada por los arts. 225 a 228 de la LCT, aunque sólo en la
medida en que los dependientes de la empresa a privatizar estuvieran regidos por esta última ley (cit., p. 264).
(402)CSJN, "Taschowsky" (21/3/2000), CSJN, Fallos: 323:506; "Armoa" (9/11/2000) Fallos: 323:3381, entre
otros.
(403) Pueden consultarse los fallos eseñados en Guisado, p. 263 y 264 y Litterio, Liliana, "Alcance de la
responsabilidad solidaria de las empresas privatizadas", en Vázquez Vialard, Antonio-Fera, Mario, El derecho
laboral y la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Casos típicos, La Ley, Bs. As., 2003, ps. 207/237.
Titulo XII
Capítulo I
Del Preaviso
Plazos
El preaviso, cuando las partes no lo fijen en un término mayor, deberá darse con la
anticipación siguiente:
por el trabajador, de QUINCE (15) días; por el empleador, de QUINCE (15) días
cuando el trabajador se encontrare en período de prueba; de UN (1) mes cuando el
trabajador tuviese una antigüedad en el empleo que no exceda de CINCO (5) años y
de dos (2) meses cuando fuere superior.
Disposiciones relacionadas
Concordancias: arts. 19, 92 bis, 62, 63, 94, 232, 233, 235, 236, 237, 238, 239
LCT, art. 73 ley 24.013, 95 ley 24.467.
Precisamente por tratarse de una derivación obligada de las reglas de la buena fe, el
preaviso sólo puede ser exigido en aquellos supuestos en que la extinción
contractual es "voluntaria", y desvinculada de incumplimientos contractuales
atribuibles a la otra parte o de causas objetivas que imponen, inevitablemente, la
extinción del contrato. De ahí, que el preaviso no sea una conducta exigible en
aquellos casos en que la extinción del contrato se produce por:
1) Extinción por causas ajenas a la voluntad de las partes. Tal lo que sucedería en
los supuestos de "fuerza mayor", o "falta o disminución de trabajo". (conf. art. 247,
LCT), "muerte del trabajador". (conf. art. 248, LCT); "muerte del empleador". (conf.
art. 249, LCT), "quiebra del empleador", en los supuestos del art. 251, LCT;
"incapacidad o inhabilidad del trabajador". (conf. art. 254, LCT);
2) Extinción por voluntad concurrente de las partes según el supuesto que autoriza
el art. 241, LCT;
También cabe puntualizar que la diferenciación de plazos prevista por este art. 231,
se da sólo con relación al empleador pues el preaviso exigible al trabajador es
establecido en un término único de QUINCE (15) días, independientemente de su
antigüedad.
Conviene puntualizar que el texto legal no requiere una "antigüedad mínima", para
preavisar —aun cuando se estuviera transitando el período de prueba—, solución
que en cambio sí estuvo prevista durante la vigencia del régimen introducido por la
ley 25.013 (ver infra , punto C, 5).
c) Antigüedad mayor a cinco años. De DOS (2) meses cuando la antigüedad del
trabajador fuese superior a cinco años;
Esta interpretación, concordaría con los lineamientos sentados por los arts. 18 y 19
de la LCT. En particular, con el primero de los preceptos mencionados habida
cuenta que el mismo aborda concretamente la temática relativa al otorgamiento de
derechos al trabajador "en función de su antigüedad", resolviendo el tópico por la
determinación computando el tiempo de servicio efectivamente trabajado. Y con
base en esta premisa sería admisible concluir que al momento de otorgar el
preaviso, es el tiempo de servicio efectivamente trabajado hasta entonces el que
determina la magnitud de la antigüedad.
Sobre estas conclusiones formularé una salvedad. No hay que perder de vista que la
interpretación doctrinaria de Herreray Justo López citadas párrafos atrás, se basaba
en los textos legales anteriores a la introducción del plazo especial de preaviso
previsto para el "período de prueba", y que en la actualidad, la misma se encontraría
en pugna con la solución legal prevista por el actual art. 231 LCT —luego de su
reforma por la ley 25.877—, ya que jamás podría concluirse en la validez de un
preaviso de quince días notificado durante el período de prueba, pero fijando como
fecha de extinción una posterior al vencimiento del plazo establecido por el art. 92
bis, LCT. En síntesis, interpreto que para el "período de prueba", rige un criterio
diferenciado, imponiendo la ley la validez del preaviso de quince días, en tanto y en
cuanto la fecha de extinción del contrato de trabajo tenga lugar dentro del lapso
temporal fijado por el art. 92 bis, LCT y siempre que se reúnan las restantes
condiciones exigidas por el precepto legal.
3. La reforma del año 1976 (ley 21.297) simplificó los plazos del preaviso para el
empleador fijándolos —conforme al texto del por entonces art. 231, inc. "b", LCT—
en uno (1) y dos (2) meses según que la antigüedad del trabajador fuera de hasta
cinco años o superior. En otras palabras, se eliminó el preaviso de tres (3) meses
para los trabajadores de más de diez años de antigüedad. Por lo demás, el texto del
art. 233, LCT mantuvo sin variantes la redacción que antes contenía el art. 254, LCT.
A través del art. 6º de la ley, se establecía otro régimen particular de preaviso fijando
tres períodos netamente diferenciados, y muy similares —aunque no idénticos— al
actualmente en vigencia luego de la reforma introducida por la ley 25.877:
b) de un (1) mes para los trabajadores con una antigüedad superior a tres (3) meses
y hasta cinco (5) años;
c) de dos (2) meses para los trabajadores con una antigüedad superior a cinco (5)
años;
Ergo, a partir del 3/10/1998 existía un "tercer", régimen de preaviso, distinto del
general previsto por aquel entonces en los arts. 232 y cc., de la LCT y del especial
previsto por el la ley 24.467, y aplicable sólo a los contratos de trabajo celebrados a
partir del 3/10/1998.
Reseña jurisprudencial
"Es improcedente la verificación del rubro preaviso incoada por el trabajador, pues
dicha indemnización no se encuentra dentro de las previstas en el art. 251 de la Ley
de Contrato de Trabajo". (Adla, XXXIV-D, 3207; XXXVI-B, 1175) para el caso de
quiebra."(Clínica Finochietto S. Central s/quiebra s/inc. de verif. promov. por: Avila,
Elva E. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala C, 29/11/2002, LA
LEY, 2003-C, 140—IMP, 2003-A, 1483).
"La finalidad del instituto del preaviso respecto del empleador es la de mantener la
continuidad de la producción, dándole tiempo para buscar y contratar un
reemplazante del trabajador que se va. Para evitar el perjuicio que le causaría la
ruptura intempestiva del contrato de trabajo dispuesta por el trabajador, el empleador
puede exigirle el cumplimiento del preaviso y, ante la negativa a cumplirlo, el pago
de la indemnización sustitutiva". (CNTrab., sala VI, agosto 24-988 "Britos, Néstor H.
c. Place Boutique SA", DT, 1988-B, 2141).
3) Hipótesis especiales
"La intimación efectuada al trabajador en condiciones de jubilarse para que inicie los
trámites pertinentes reviste el carácter de preaviso, el que en esta especialísima
situación se extiende por el plazo de un año. El plazo de un año que establece el
art. 252 de la Ley de Contrato de Trabajo (Adla, XXXIVD, 3207; XXXVIB, 1175; DT,
1976-238) reconoce el carácter de preaviso, por ello se suspende durante el período
de enfermedad; en consecuencia la patronal no puede extinguir el contrato de
trabajo en base a dicha normativa cuando el dependiente no tenía agotada su
licencia ni otorgada el alta médica".(SCBA, 20/4/1999, "Pikec de Plesko, María y
otros c. Oblak Hnos. SA", LLBA, 1999, 671 - DT, 1999-B, 1844).
"Cabe considerar que el contrato a plazo queda transformado en uno por tiempo
indeterminado si se omite otorgar el preaviso (arts. 90 y 94, Ley de Contrato de
Trabajo - DT, 1976-238- )". (CNTrab., sala VII, 18/11/1997, "Franciosi, Rosana c.
Projects && Co. SRL").
Indemnización sustitutiva
Art. 232. —La parte que omita el preaviso o lo otorgue de modo insuficiente deberá
abonar a la otra una indemnización sustitutiva equivalente a la remuneración que
correspondería al trabajador durante los plazos señalados en el art. 231.
Disposiciones relacionadas
B) Bases de cálculo
Reseña jurisprudencial
B) Bases de cálculo
"Los aumentos salariales que rigieron durante el lapso de preaviso omitido, deben
tomarse en cuenta para el cálculo de la indemnización sustitutiva". (CNTrab., en
pleno, 21/6/1982, "Rodríguez, Tarsicio c. Coquificadora Argentina, SA", LA LEY,
1982-D, 72 - DT, 1982, 989, con nota de Monzón, Máximo Daniel—JA, 1982-III, 466
—Colección de Análisis Jurisprudencial Derecho del Trab. y de la Seg. Social.
Ackerman, Mario E., LA LEY, 1982-D, 72).
"Las asignaciones familiares no deben ser tenidas en cuenta para liquidar el sueldo
anual complementario ni para establecer la remuneración mensual a los efectos
legales". (SCBA, 27/3/1979, "Barrufaldi, Stella M. c. Dirección General de
Hipódromos", DT, 1979, 1259).
"A los efectos del cálculo de la indemnización por despido y sustitutiva de preaviso,
tratándose de remuneraciones variables —en el caso, por comisiones y premios de
afiliación al sistema de AFJP— debe tomarse un promedio como base de cálculo
cuando las mismas son ostensiblemente disímiles unas de otras en los últimos seis
meses obedeciendo a razones estacionarias o de producción, pero si las mismas no
variaron en gran medida durante ese lapso la base de cálculo se considera la
remuneración mejor, mensual y habitual".(Cámara del Trabajo de Villa
María, 28/4/2000, "Scauso, Nelson A. c. Previnter AFJP SA", Publicado en: LLC,
2001, 726 - DT, 2001-B, 1955).
Comienzo del plazo. Integración de la indemnización con los salarios del mes del
despido
Art. 233 — Los plazos del art. 231 correrán a partir del día siguiente al de la
notificación del preaviso.
Disposiciones relacionadas
Concordancias: arts. 18, 19, 92 bis, 231, 232, 235, 236, 237, 238, 239, 245 LCT.
2) Sentado lo anterior, reitero que en mi opinión, el actual texto del art. 233 —luego
de la reforma introducida por la ley 25.877— padece de graves deficiencias que
desnaturalizan el propósito y finalidad desde antaño perseguidos por la "integración
del mes del despido".
a) Bajo el régimen anterior del art. 233 —esto es, cuando el plazo del preaviso
comenzaba a correr a partir del primer día del mes siguiente al de su notificación—
si se omitía otorgar preaviso a un trabajador despidiéndolo, por ejemplo, el día 23 de
agosto, a este debía abonársele el importe correspondiente al preaviso omitido (por
ejemplo, un mes) más la "integración", del mes de agosto (8 días restantes hasta
completar el 31 de agosto). Es decir, al computarse los plazos de preaviso "...a partir
del primer día del mes siguiente...", al de su notificación, este trabajador estaba en
idéntica situación —al menos desde el punto de vista económico— que aquella que
habría tenido si se le hubiese otorgado el preaviso correctamente, pues en rigor, el
23 de agosto debió notificársele que su cesantía tenía lugar con fecha 30 de
septiembre. De haber sido así, hubiese cobrado todo el mes de agosto y todo el mes
de septiembre quedando así en idéntica situación económica que si se le hubiese
omitido el preaviso o se le hubiese otorgado de modo insuficiente.
Reseña jurisprudencial
1. "Si la extinción del contrato de trabajo dispuesta por el empleador se produjo sin
que mediara preaviso y en fecha que no coincidió con el último día del mes, la
indemnización sustitutiva deberá integrarse con una suma igual a los salarios por los
días faltantes hasta el último del mes en que el despido se produjo. En virtud de
tratarse de un salario diferido, el sueldo anual complementario debe ser incluido en
la indemnización que deberá percibir el trabajador en base al despido que
sufriera". (CCiv. y Com., Lomas de Zamora, sala I, 28/2/2006, "Castillo Raúl M.
s/inc. de rev. en: Sociedad Anónima Org. Coord. Arg. s/conc. Prev.", LLBA, 2006
[julio], 808).
"El rubro integración del mes de despido sigue igual suerte que la indemnización
sustitutiva del preaviso, ya que el primero forma parte del segundo y no es una
indemnización distinta". (CNTrab., sala IV, 31/10/1983, "Fernández González,
Tomás y otros c. Sasetru, SA", DT, 1984-A, 177).
"Toda vez que el estatuto del periodista no prevé indemnización por integración de
mes de despido y teniendo en cuenta que el ingreso del trabajador se produjo en el
mes de marzo de 2001 el régimen jurídico aplicable supletoriamente es la ley 25.013
que tampoco prevé una integración por el mes de despido". (Del voto en disidencia
parcial de la Dra. Rodríguez CNTrab., sala V, 29/12/2003, "Mafud, Laura A. c.
Expósito, David F.", La Ley Online).
"La 'integración del mes de despido', se encuentra legislado en relación directa con
el instituto del preaviso, lo cual hace improcedente su condena en el contrato de
ajuste pues el pago del 'adicional por rescisión del contrato', contemplado por las
normas convencionales que regulan el trabajo marítimo (arts. 12 convenio colectivo
de trabajo 307/1971 y 41, convenio colectivo de trabajo 175/1975), sustituye el
diseño legal que la Ley de Contrato de Trabajo (DT, 1976-238) establece en
referencia al instituto del preaviso". (CNTrab., sala VIII, 10/12/1997, "Barreiro, Miguel
c. Shell SA", La LeyOnline).
"La integración del mes del distracto no debe ser considerada para liquidar la
indemnización por clientela, cuando ha sido el viajante quien se consideró despedido
sin motivo valedero". (CNTrab., sala III, 31/5/1991, "Couto, Fernando M. c. Ferretería
Francesa SA", DT, 1991-B, 1201).
"Si bien el art. 7º de la ley 14.546 del régimen legal de los viajantes de comercio
establece que los viáticos tienen naturaleza salarial, dicha norma ni ninguna otra,
imponen la obligación legal de abonarlos si las partes no convinieron su percepción.
"El art. 9º de la LCT, en cuanto acuerda a la ley más favorable una preeminencia en
el supuesto de concurrencia de normas, sufre una restricción, cuando se establece
en el art. 2º el principio negativo de que toda solución en orden a fijar la regla
aplicable debe ser presidida por la compatibilidad en determinada institución, o sea
que esa preeminencia existirá cuando el instituto se encuentre regulado en la ley
general y en el estatuto particular, extremo que hará excluir a la primera en beneficio
de la segunda.
5. "Si la empleadora prescindió de los servicios del trabajador a partir del 1º de cierto
mes, esa manifestación, con arreglo a la directiva del art. 63 de la Ley de Contrato
de Trabajo, arroja a dicho mes como ajeno a la relación, por lo que en tal caso no
resulta procedente el rubro integración del mes de despido.
Retractación
Disposiciones relacionadas
Es aplicable para cualquier categoría de despido, sea éste directo o indirecto, con o
sin justa causa. Y opera con efecto sex nunca, es decir retroactivamente, "borrando",
el acto de extinción del contrato de trabajo. No obstante, entiendo que la retractación
del despido no genera por sí misma obligación salarial durante el lapso comprendido
entre la fecha de extinción del contrato de trabajo y su posterior retractación, habida
cuenta el carácter sinalagmático del contrato de trabajo. Ello, claro está, sin perjuicio
de lo que pudieran pactar libremente las partes sobre el punto, aspecto éste que
queda reservado al ámbito de la autonomía de la voluntad sin ningún tipo de
restricción en tanto y en cuanto se pacten condiciones más beneficiosas para el
trabajador.
Sentado lo anterior, y para concluir, habrá que tener presente que cualquier
situación de "duda", en torno a la eficacia y validez de la retractación deberá ser
resuelta en favor de la subsistencia del vínculo laboral por imperativo categórico
emanado del art. 10 de la LCT.
Reseña jurisprudencial
"La retractación del despido conforme los términos del art. 234 de la ley 20.744 (no
queda configurada —en el caso, a los efectos de la procedencia de la indemnización
por despido— cuando el trabajador reingresa al empleo en virtud de un nuevo
contrato de trabajo con otra fecha de ingreso a la que anteriormente
tenía". (CNTrab., sala VI, 13/11/2000, "Gill, Raimundo A. c. Kepner SA", LA LEY,
2001-D, 299).
"La retractación del despido invocada por el empleador no surte efectos de acuerdo
a lo previsto por el art. 234 de la Ley de Contrato de Trabajo (t.o. 1976), si el
trabajador rechazó dicha retractación y la norma mencionada exige para su
procedencia el acuerdo de las partes". (Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Comercial, sala C, "Garcete, María I. s/inc. de verif. de créd. en: Allways Sports
SRL", LA LEY, 4/8/2006, 8).
"La retractación del despido conforme los términos del art. 234 de la ley 20.744 no
queda configurada —en el caso, a los efectos de la procedencia de la indemnización
por despido— cuando el trabajador reingresa al empleo en virtud de un nuevo
contrato de trabajo con otra fecha de ingreso a la que anteriormente tenía. Es
procedente indemnizar por despido —con más la integración del mes de despido y la
sustitutiva de preaviso— al trabajador que, una vez retractado el despido a su
respecto, reingresó al empleo en virtud de un nuevo contrato de trabajo con otra
fecha de ingreso a la que anteriormente tenía, y sin que ello signifique un
enriquecimiento sin causa por haber cobrado las remuneraciones correspondientes
al nuevo contrato". (CNTrab., sala VI, 13/11/2000, "Gill, Raimundo, A. c. Kepner SA",
LA LEY, 2001-D, 299).
"El despido sin causa no constituye un acto ilícito, dada la facultad de denuncia que
se reconoce a las partes en los contratos de trabajo de duración indeterminada, por
lo que no corresponde —en el caso— indemnizar al actor por el daño ocasionado
por la privación de las tenencias accionarias que había adquirido mediante el
Programa de Propiedad Participada. Toda vez que la Ley de Contrato de Trabajo
prevé un sistema de indemnizaciones tarifadas, ni el trabajador está legitimado para
reclamar más demostrando que el despido le ha causado daños no compensados
por la tarifa —en el caso, por privación de las tenencias accionarias que había
adquirido mediante el Programa de Propiedad Participada—, ni el empleador para
tratar de pagar menos, o no pagar, acreditando que los daños sufridos han sido
inferiores o no han existido en absoluto. Es inadmisible hacer lugar a la
indemnización por pérdida de 'chance', si ésta no proviene del despido sino de una
causa ajena, como en el caso, en el que el actor se vio privado de las tenencias
accionarias que había adquirido mediante el Programa de Propiedad Participada por
regulación propia de dicho programa, al que el actor adhirió sin reservas.
"El criterio según el cual el despido constituye un acto propio del giro normal de los
acontecimientos resulta insuficiente para enervar la ilicitud del acto cuando el vínculo
se disuelve por la mera voluntad del empleador, pues de lo contrario se vulneraría la
vocación de permanencia que se atribuye al contrato de trabajo". (del voto en
disidencia del doctor Billoch).
"El acto formal de comunicación del despido es de naturaleza recepticia, por lo que
recién se consuma cuando es recibida por el destinatario"."Si entre la emisión del
telegrama de despido y su recepción la trabajadora notificó su estado de embarazo,
el empleador debió retractar el despido ya que el mismo no se encontraba
consumado". (CNTrab., sala VII, 9/12/1999, "Berraondo, Mónica S. c. Centro de
Diag. y Trat. Dr. Di Rienzo SA", DT, 2000-A, 612).
"No cabe considerar que media retractación del despido propuesta por la
demandada cuando al ser unilateral, parece de eficacia para reanudar el vínculo que
se había extinguido por el despido directo y en tal contexto, resulta irrelevante la
remisión del telegrama de renuncia por parte del trabajador, dado que cuando se
alegan distintas causales de extinción del contrato de trabajo, debe considerarse la
virtualidad de aquella que quedó configurada en primer lugar, mientras resulta claro
en tal supuesto que la intención de las partes no era la de continuar la relación
(presupuesto básico de la retractación del despido y su eventual aceptación) sino
todo lo contrario, por lo que debe entenderse que en realidad lo que se pretendió
instrumentar fue el alejamiento del accionante a cambio de una reparación inferior a
la que le correspondería en caso de una cesantía injustificada".(CNTrab., sala X,
29/4/1997, "Olivera, Ricardo D. c. Farmacia Florida S. C. S.", DT, 1999-A, 856).
"Nada impide que las partes de común acuerdo restablezcan una relación laboral
extinguida o la mantengan a pesar de haber expresado unilateralmente su voluntad
rescisoria, ya que el art. 234 de la LCT, contempla expresamente tal posibilidad". "Si
el actor, encargado de casa de renta, envió el telegrama de renuncia pero continuó
viviendo en el edificio y se mantuvo la relación a punto que posteriormente el
empleador ratificó una sanción disciplinaria y le indicó que debería concurrir a
trabajar bajo apercibimiento de abandono de trabajo y posteriormente lo despidió por
causa de tal abandono, cabe concluir que ha existido un acuerdo de partes en
cuanto a la retractación de la renuncia y mantenimiento del vínculo". "La renuncia al
empleo es un acto unilateral y recepticio que, como tal, queda configurado y tiene
efectos desde que la manifestación de voluntad del trabajador llega a la órbita de
conocimiento del empleador destinatario". (CNTrab., sala IV, 23/5/1984, "Díaz Sar,
José P. y otro c. Consorcio de Propietarios Tucumán 1655 y otros", DT, 1984-B,
1106 - DJ, 1985-1, 377).
Prueba
Disposiciones relacionadas
Reseña jurisprudencial
"Aun cuando el aviso de despido no cumpla con las exigencias formales para ser
considerado un preaviso, técnicamente hablando y en los términos de la Ley de
Contrato de Trabajo, ello no empece a que la voluntad rescisoria tenga plena validez
y efectividad, para disolver el contrato de trabajo en la fecha que se indique". (CTrab.
Córdoba, sala 11 unipersonal, 24/2/2005, "Vázquez Díaz, José A. c. Southern Winds
SA", LLC, 2005 [julio], 668).
"El art. 235 del RCT, así como también antes el art. 157 del Cód. de Comercio,
establece que la notificación del preaviso debe probarse por escrito, no pudiendo
acreditarse la misma mediante testigos o presunciones". (CNTrab., sala I, 30/6/1980,
"Inmobitalia SA c. Botinelli, Ricardo", DT, 1980-1164).
"El deber de preavisar en los contratos a plazo fijo con antelación no menor de un
mes ni mayor de dos respecto de la expiración del plazo convenido, responde a la
necesidad de dar a conocer al trabajador que no existirá una prórroga o renovación
del contrato, ante su presumible expectativa de que así ocurra. De allí que se haya
admitido reiteradamente, que opera la tácita reconducción del contrato a plazo fijo
cuando se ha continuado trabajando uno o dos días después del vencimiento del
término pactado y aún si no se hubiere laborado ni un día después del vencimiento
señalado, la sola omisión aludida basta para operar la conversión del contrato en
otro por tiempo indeterminado".(TS, Córdoba, sala laboral, 27/8/1993, "Oscar E. c.
Municipalidad de Córdoba", LLC, 1994, 173).
Extinción. Renuncia al plazo faltante. Eximición de la obligación de prestar servicios
Disposiciones relacionadas
Concordancias: arts. 18, 19, 49, 78, 84, 231, 238, 240, 245 LCT.
B) La instrumentación
1) Supuesto del art. 236 LCT primer párrafo. En el primer supuesto la ley exige su
instrumentación mediante las forma sad solemnitatem exigidas por el art. 240 LCT
es decir, a través de despacho telegráfico colacionado (o carta documento) cursado
personalmente por el trabajador a su empleador o ante la autoridad administrativa
del trabajo, y con la condición sine qua non de la presencia personal del interesado y
la justificación de su identidad en el momento de manifestar su voluntad de
"renunciar".
C) La antigüedad computable
Reseña jurisprudencial
Licencia diaria
Art. 237— Salvo lo dispuesto en la última parte del art. 236, durante el plazo del
preaviso el trabajador tendrá derecho sin reducción de su salario, a gozar de una
licencia de dos (2) horas diarias dentro de la jornada legal de trabajo, pudiendo optar
por las dos (2) primeras o las dos (2)últimas de la jornada. El trabajador podrá
igualmente optar por acumular las horas de licencia en una o más jornadas íntegras.
Disposiciones relacionadas
Concordancias: arts. 62, 63, 78, 84, 92 ter, 231, 236, 238 LCT, ley 11.544.
El texto alude a una primera "opción", entre las dos primeras o las dos últimas horas
de la jornada, sin aclarar quién es el titular de dicha potestad; esto es si corresponde
ejercerla al trabajador o al empleador. Si bien es cierto que el poder de dirección y
organización es titularizado por el empleador, entiendo que en este supuesto la ley
ha introducido una excepción al principio general consagrado por los arts. 64, 65 y
cctes., de la LCT, otorgando el poder de opción al trabajador.
La norma refiere a una licencia de "...dos (2) horas diarias dentro de la jornada legal
de trabajo, pudiendo optar por las dos (2) primeras o las dos (2) últimas de la
jornada...".
Reseña jurisprudencial
"El empleador tiene y ejerce el poder de dirección aun durante el lapso del preaviso,
por lo que no es ajustado al deber de buena fe y de comportamiento de 'buen
empleador', el haber dejado librado al trabajador a que se atreviera a tomarse por sí
y como él mismo quisiera la pausa diaria a la que se refiere el art. 237 de la Ley de
Contrato de Trabajo, sin antes ponerlo en conocimiento de cuál era el momento de
la jornada adecuado para hacerlo (art. 63, Ley de Contrato de Trabajo).
"La celebración de contrato a plazo fijo sólo es procedente cuando las modalidades
de las tareas o la actividad, razonablemente apreciadas, lo justifiquen". "Aun cuando
se haya preavisado al trabajador de la extinción del contrato laboral, si no se le
otorgó la licencia diaria a que hace referencia el art. 237 de la LCT, el dependiente
tiene derecho al cobro de la indemnización sustitutiva del preaviso".(CNTrab., sala V,
9/10/1986, "Poire, Arturo H. c. Hierro Patagónico de Sierra Grande SA", DT, 1987-A,
198 - ED, 121, 484).
Disposiciones relacionadas
Concordancias: arts. 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 70, 73, 74, 75, 76, 77, 78, 79,
80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87, 88, 89, Capítulo VIII (introducido por ley 24.576)
"De la formación profesional", 103 y cctes., 150 y cctes., 158 y ss., 162 y ss.,
165 y ss., 174, 179, 196 y cctes, 204 y cctes., 208 y cctes., 218, 219, 220, 221,
222, 223, 223 bis, 224, 225, 226, 227, 228, 229, 232, 234, 236, 237, 239, 242, 243,
246, 247, 248, 249, 250, 251, 252, 254 y cctes. LCT.
3) También, en el caso tratado por el segundo párrafo del art. 239 LCT, cuando el
preaviso se notifica durante una suspensión de la prestación de servicios que no
devenga salarios, el preaviso produce la automática generación del deber de
prestación salarial durante su transcurso.
Reseña jurisprudencial
"El empleador tiene y ejerce el poder de dirección aun durante el lapso del preaviso,
por lo que no es ajustado al deber de buena fe y de comportamiento de 'buen
empleador' el haber dejado librado al trabajador a que se atreviera a tomarse por sí y
como él mismo quisiera la pausa diaria a la que se refiere el art. 237 de la Ley de
Contrato de Trabajo), sin antes ponerlo en conocimiento de cuál era el momento de
la jornada adecuado para hacerlo (art. 63, Ley de Contrato de Trabajo)".(CNTrab.,
sala VII, 30/6/1992, "Gualtieri, Carlos J. c. Organización Clearing Argentino SA", DT,
1992-B, 1658 - DJ, 1993-1, 895).
"Durante el lapso del preaviso que la ley prevé como obligación de las partes para
proceder a la ruptura del contrato, la buena fe de las mismas debe ser guardada en
forma muy especial atento la existencia de unánimo desvinculatorio". (CNTrab., sala
VII, 28/11/1980, "Papaletera, Nélida B. c. Sociedad Anónima La Razón. E. E. F.I. C.
y A.", DT, 1981-A, 272).
Eficacia
Disposiciones relacionadas
Concordancias: arts. 96, 177, 183, 208, 211, 214, 215, 217, 218, 221, 223 bis,
224, 252 LCT.
Tal lo que sucedería, por ejemplo, con el preaviso notificado mientras el trabajador
se encuentra con licencia paga por enfermedad inculpable (cfr. art. 208 LCT). El
precepto es claro en cuanto a la ineficacia del preaviso notificado en tales
condiciones. Sólo se admite la eficacia del preaviso, en este supuesto, en tanto y en
cuanto se haga constar en forma expresa que el período de preaviso comenzará a
computarse a partir del momento en que cesa la causa de suspensión de la
prestación de servicios. De lo contrario, el preaviso carecerá de efectos y el
trabajador tendrá derecho a percibir la indemnización sustitutiva correspondiente.
Reseña jurisprudencial
"La intimación efectuada al trabajador en condiciones de jubilarse para que inicie los
trámites pertinentes reviste el carácter de preaviso, el que en esta especialísima
situación se extiende por el plazo de un año.
"La enfermedad del empleado, grave en el caso, producida durante el lapso del
preaviso que otorgó a su principal no suspende ese preaviso y cabe descartar toda
posibilidad de apoyar la pretensión de la actora en la disposición del art. 239 de la
Ley de Contrato de Trabajo, que cuando hace referencia a la eficacia del preaviso en
caso de enfermedad trata el caso del preaviso notificado al trabajador, careciendo
dicha ley de disposición alguna expresa que contemple la situación de autos.
"Carece de sentido proteger al empleado enfermo más allá del plazo final puesto a
su renuncia. Y si de él partió la voluntad decisoria no puede pretender la
subsistencia del contrato por gravitación de su enfermedad fuera del plazo de
terminación dado por el vencimiento del preaviso. El acuerdo extraordinario (Rev. LA
LEY, t. 71, p. 627), acerca de que la enfermedad ocurrida durante el plazo del
preaviso no lo anula sino que solamente lo suspende, prolongándolo tanto tiempo
como dura la dolencia, no modifica la conclusión, porque debe interpretarse que se
trata de la enfermedad acaecida durante el preaviso dado por el empleador y
porque, de todos modos, la falta de fundamentación de dicho acuerdo plenario
impide asignarle efectos vinculantes para los miembros del tribunal.
"Si bien los actores percibieron sumas durante la suspensión, no puede sostenerse
que existiera un derecho a las mismas (más allá de lo que habían acordado las
partes y había sido homologado por el Ministerio de Trabajo), ya que la ley no prevé
el pago de remuneración frente a una suspensión por causas económicas". (del voto
del Dr. Guibourg, por la mayoría).
"Podría también argumentarse, no sin cierta razón, que fueron las propias partes las
que acordaron la licencia o suspensión el carácter de 'paga', y que de este modo no
podría computarse el preaviso durante ese mismo lapso. Sin embargo, entiendo que
la ley sólo obliga al pago de salarios —o de sumas equivalentes— en aquellos casos
donde se persigue una protección especial (vacaciones, enfermedad o accidente,
maternidad, licencias especiales del art. 158), ya que libera del pago de
remuneraciones en los restantes casos (arts. 183 Ver Texto inc. c], 211 Ver Texto,
214, 215 Ver Texto, 217 Ver Texto, 221 LCT. Ver Texto)." (del voto del Dr. Guibourg,
por la mayoría) En el caso, se resolvió acerca del otorgamiento del preaviso
pendiente una suspensión por causas económicas). ( CNTrab., sala III, 17/7/1992,
"Lepera, Ernesto y otros c. Mercedes Benz Argentina SA". Publicado: JA, 1994-I-
619).
Notas:
(405) Ver Tratado de Derecho del Trabajo, dirigido por Vázquez Vialard, t. 5, Astrea, p. 169, Buenos Aires, 1984.
(406) En López-Centeno-Fernández Madrid, Ley de Contrato de Trabajo Comentada, t. II, ps. 924 y 931.
(407) Art. 157: "1º El contrato de empleo no podrá ser disuelto por voluntad de una de las partes sin previo aviso,
o, en su defecto, indemnización, además de la que corresponderá al empleado por su antigüedad en el servicio
cuando se disuelva por voluntad del principal. Esa regla se aplicará también en los casos de cesación o
liquidación del negocio que no sean determinados exclusivamente por fuerza mayor.
2º El preaviso, cuando una convención de partes no lo fija en un término mayor, deberá darse con la anticipación
siguiente: a) de un mes, cuando el empleado —factor, dependiente, viajante, encargado u obrero— tiene en el
servicio una antigüedad no mayor de 5 años; b) de dos meses, cuando el empleado tiene en el servicio una
antigüedad mayor de 5 años.
Estos plazos correrán desde el último día del mes en que se comunica la cesantía. La notificación deberá
probarse por escrito.
Durante el término de preaviso, y sin que se disminuya su sueldo, jornal, comisión u otro modo de remuneración,
el empleado gozará de una licencia diaria de dos horas dentro de su jornada normal de trabajo.
En caso de cesantía sin aviso previo en los plazos señalados, el principal pagará al empleado una indemnización
equivalente a la retribución que corresponde al período legal de preaviso.
3º También abonará el principal al empleado en todos los casos de despido, haya o no preaviso, una
indemnización no inferior a la mitad de su retribución mensual por cada año de servicio, o fracción mayor de tres
meses, tomándose como base de retribución el promedio de los últimos 5 años, y de todo el tiempo del servicio
cuando es inferior a aquel plazo.
Para fijar el promedio se computarán como formando parte de los sueldos y salarios, de las comisiones u otra
remuneración y todo pago hecho en especie, en provisión de alimentos o en uso de habitación. En ningún caso
esta indemnización será inferior a un mes de sueldo, ni mayor de 500 pesos por cada año de servicio.
La suspensión de tareas por más de 3 meses, en el período de un año, ordenada por el principal, se considerará
como despido.
La rebaja injustificada de los sueldos, salarios, comisiones u otros medios de remuneración no aceptada por los
afectados, colocará a estos en situación de despedidos y con derecho a percibir la compensación que establece
este artículo.
4º Cuando se produzca la cesión o cambio de firma, o cuando la precedente no haya dado el aviso previo en los
plazos ya anunciados y en los casos de suspensión de tareas o rebajas injustificadas de las retribuciones,
pasarán a la nueva firma las obligaciones que establecen este art. y los dos anteriores.
5º En caso de falencia del principal, el empleado tiene derecho a la indemnización por despido, según
antigüedad en el servicio.
6º Cuando el contrato de empleo se disuelve por voluntad del empleado, este deberá preavisar al principal en los
mismos plazos de este artículo, y en su defecto pagará la indemnización que por falta de preaviso se establece
para el empleador.
7º Las indemnizaciones por cesantía y por falta de preaviso que corresponden al empleado no están sujetas a
moratorias ni a embargos, y regirá a su respecto lo dispuesto para salarios y sueldos en el art. 4º de la ley
11.278. Estas indemnizaciones gozarán del privilegio establecido en el art. 94, inc. 4º de la ley de quiebras.
8º En caso de muerte del empleado, el cónyuge, los descendientes y los ascendientes, en el orden y en la
proporción que establece el Código civil, tendrán derecho a la indemnización por antigüedad en el servicio,
limitándose para los descendientes a los menores de 22 años, y sin término de edad cuando están incapacitados
para el trabajo. A falta de esos parientes, serán beneficiarios de la indemnización los hermanos, si al fallecer el
empleado vivían bajo su amparo, y dentro de los límites fijados para los descendientes. Se deducirá del monto
de la indemnización lo que los beneficiarios reciban de cajas o sociedades de seguros por actos o contratos de
previsión realizados por el principal".
(408) Conviene recordar que este régimen especial de las pequeñas empresas rige exclusivamente para
aquellas cuyo plantel de personal en principio "...no supere los cuarenta trabajadores". (art. 83, inc. a) y
"...Tengan una facturación anual inferior a la cantidad que para cada actividad o sector fije la Comisión Especial
de Seguimiento...". (art. 83, inc. b), limitación esta última posteriormente reglamentada a través de distintas
Resoluciones de la Comisión Especial de Seguimiento del Régimen Laboral de la Pequeña Empresa.
(409) En este sentido, ver la opinión de Ojeda, Raúl h. en Ley de Contrato de Trabajo. Comentada y
Concordada, dirigida por Antonio Vázquez Vialard, t. III, Rubinzal-Culzoni, p. 299, donde, además, se citan las
posturas doctrinarias y jurisprudenciales a favor y en contra de esta tesitura.
(411) CPaz Letrada de la Capital, en pleno, 27/9/1937, JA, 59-1023: "En los casos de despido sin preaviso,
ocurrido antes del último día del mes, el patrón debe pagar al empleado, por la omisión del preaviso, el sueldo o
jornal correspondiente a los días que faltan de ese mes, además de la indemnización fijada según su antigüedad
en el empleo en los subincs. b) y c) del inc. 2º del art. 157 del Cód. de Comercio".
Cámara Comercial de la Capital, 7/7/1938, LA LEY, t. 12, p. 173: "La brusca ruptura del contrato por el principal,
sin causa que lo justifique, lo obliga a pagar al empleado, además de las indemnizaciones por antigüedad o por
falta de preaviso, el sueldo correspondiente a los días faltantes del mes en que se produjo el despido".
Cámara Segunda de Apelación de La Plata, sala I, 21/5/1940, LA LEY, t. 19, p. 251: "Los salarios
correspondientes a los días faltantes del mes del despido deben sumarse a la indemnización correspondiente al
plazo legal del preaviso omitido".
(412)CNTrab., Fallo Plenario nro. 30, 25/6/1956, "Tomasello, Vicente c. Barranco Hnos.", (publ. en Rev. LA LEY,
83-459, DT, 1956-469 y en JA, 1956-III-316) cuya doctrina dice: "En los casos de despido indirecto procede el
pago de los salarios para completar el mes de despido".
(413)Krotoschin, Ernesto, Tratado práctico de Derecho del Trabajo, vol. I, Depalma, Buenos Aires, 1981, p. 526.
(415)Ver CNTrab., Fallo Plenario nro. 37, "Barrera, Raúl c. Ducilo", del 20/5/1957 (publ. en Rev. LA LEY, 86-679,
DT, 1957-352, JA, 1957-II-476) cuya doctrina dice: "El preaviso dado con una anticipación inferior a la que fija la
ley es nulo, por lo que el patrono debe satisfacer la indemnización sustitutiva íntegramente y por todo el término
legal. Si el trabajador ha percibido alguna suma de dinero en concepto de indemnización por preaviso, se
considerará como entrega a cuenta, debiendo deducírsela de la que legalmente corresponda".
(416) Me remito, a simple guisa de ejemplo, a lo decidido, entre otros, en las causas resueltas por la CNTrab.,
sala IIª, in re "Santillo, Carlos A. c. Eskabe SA". del 29/9/1995 (TySS, 1995, p. 903) y de la sala VIIª, in
re "Gunsett, Julio A. c. Mapco SRL", del 28/2/1995 (TySS, 1996, p. 103). Y una vez más recurro al trabajo
de Herrera, Enrique en Tratado de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, dirigido por Vázquez Vialard,
Astrea, ps. 227, 232 y 237 así como la nota nro. 349.
(417)Carcavallo, Hugo R., "Presentación de la ley 25.013", TySS, 1998-1021; De Diego, Julián A., "Nuevo
régimen alternativo de despido en la ley 25.013", TySS, 1998-1029; Billourou de Comadira, Solange, "La reforma
laboral, ¿Profundización o revisión de 'tendencias flexibilizadoras'?" TySS, 1999-151.
(418) Sucede que la "retractación", de asumir la forma de un acto unilateral, sólo resultaría válida en tanto y en
cuanto llegue a la esfera de conocimiento del destinatario en forma previa a la "notificación", del despido. En tal
supuesto, la "retractación", operaría como una invalidación de la manifestación de voluntad previa y aun cuando
surgieran dudas en los alcances que cabe asignar a la misma ésta debería ser resuelta a favor de la subsistencia
del vínculo contractual, por imperativo categórico emanado del art. 10 de la LCT.
(419) En esa línea se inscribió el viejo fallo plenario de la CNTrab., recaído en la causa "Ramírez, Miguel c.
Piccaluga, Francisco y Cía.", 2/12/1959.
(420) Ver la opinión de Ojeda, Raúl H., en Ley de Contrato de Trabajo, Comentada y Concordada, dirigida
por Vázquez Vialard, Antonio, t. III, p. 303. También, ver el trabajo de Pose, Carlos, "Renuncia y retractación
simultánea. Cuestionamiento de su valor jurídico", en DT, 1995-A, 1007.
(421) "Tratado de Derecho del Trabajo", dirigido por Vázquez Vialard,Antonio, t. V, Astrea, Bs. As., 1984, p. 184.
(422)López, Justo, Norberto O.; Centeno, Juan C. Fernández Madrid,Ley de Contrato de TrabajoComentada, t. II,
Contabilidad Moderna, Bs. As., 1978, p. 937.
(424) "Ley de Contrato de Trabajo", Comentada y Concordada, t. III, Rubinzal-Culzoni, 2005, p. 309.
Forma
Art. 240 — La extinción del contrato de trabajo por renuncia del trabajador, medie o
no preaviso, como requisito para su validez, deberá formalizar mediante despacho
telegráfico colacionado cursado personalmente por el trabajador a su empleador o
ante la autoridad administrativa del trabajo.
Los despachos telegráficos serán expedidos por las oficinas de correo en forma
gratuita, requiriéndose la presencia personal del remitente y la justificación de su
identidad.
Disposición relacionada
Es posible que la noción jurídica de estabilidad sea una de las mejor definidas y más
asentadas en la teoría jurídica nacional.
En la medida en que las cosas dejan poco o mucho de ser así, porque los
trabajadores o cada uno de ellos por separado dejan de ser igualmente
imprescindibles para atender la producción a realizar, porque las empresas o la
producción no son igualmente permanentes o porque el mercado se comporta de
otra manera, esas relaciones lógicas y materiales de origen quedan en cuestión, que
es lo que mayormente ocurre en todas partes en el presente y que al parecer no es
una cuestión que cuente, por lo menos en Argentina, con una respuesta de
adaptación generalmente compartida, porque al problema tanto se propone
enfrentarlo, como es más corriente en el resto del mundo, achicando la garantía
jurídica que se dé a una expectativa de permanencia ya no tan justificada por los
hechos, como, por el contrario, reforzando normativamente una permanencia que en
la realidad ya no se da de un modo que se juzgue satisfactorio.
En todo caso la estabilidad que debe ser garantizada alcanza, dicho esto un poco a
la gruesa, hasta que el trabajador llegue a tener las condiciones o los requisitos
necesarios para jubilarse, quizá no tanto porque realmente se deba tener por
agotada la vida laboral en ese momento o sustituidos los ingresos de actividad por
los pasivos, como porque para posibilitar o para adaptarse a la normal movilidad de
un mercado de trabajo, en algún momento es preciso dar por terminada la obligación
de mantener un contrato cuyo desarrollo esperable, además, en ese momento, es el
de una productividad decreciente.
Mientras tanto, o sea durante el período de estabilidad, sólo es lícito que el contrato
se termine por causas que la ley lista taxativamente, en este título sobre la extinción
del contrato de trabajo. Estas causas pueden clasificarse del modo que sigue,
aunque más con un propósito de orden que porque la ley distribuya consecuencias
de esas causas siguiendo esa clasificación. En la LCT se listan:
Desde el punto de vista que puedo ver las cosas, creo que el despido sin causa es
contrario a una norma prohibitiva, por más que esa norma saque, como
consecuencia de su incumplimiento, lo que saca, que es una consecuencia
indemnizatoria y no otra que se juzgase preferible, diferencia en las consecuencias
que, como se verá, me parece que es en el fondo lo que se quiere discutir. Pero en
todo caso es una sanción, que en términos normales, no puede corresponder sino a
un proceder antijurídico.
B) La renuncia
Si se fuese a ser más exacto con los términos, el supuesto que la ley llama renuncia
es el de la dimisión, que identificado así se excluiría de una cierta tendencia a la
confusión con la remisión de deuda, porque a ambos —dimisión y rescisión— se las
llama en el lenguaje más corriente renuncia y ello a veces da lugar a que se
trasladen las ideas sobre una a la otra. Pero en el lenguaje corriente esto ya no tiene
corrección posible, porque efectivamente a ambos se los llama renuncia y en todo
caso así también lo hace la LCT.
De los medios previstos en el art. 240 el del telegrama es el que tiene real aplicación
hasta un punto que casi no reconoce excepciones. Y la exigencia de que el
telegrama sea impuesto por el mismo trabajador, es objeto en la realidad de un
llamativo acatamiento en un medio tan poco tendiente a respetar exigencias
formales y rígidas, porque en los hechos la vigilancia de que el emitente del
telegrama sea el trabajador se cumple, tanto y hasta tal punto, que no hay registro
de casos en que ello se haya debido poner en cuestión.
Lo que no alcanza a tener una aplicación irrestricta, quizás por ser inevitable y sufra
excepciones, es la declaración de invalidez de las renuncias manifestadas sin
posible discusión, pero sin las formas de ley, porque aunque pocas veces, los
tribunales han debido hacer excepciones en casos en que sería inútil no hacerlas,
sobre todo teniendo en cuenta que según el régimen nacional, el abandono
inequívoco de un contrato que claramente constituye renuncia, si no entra por sí
mismo al listado de formas de extinción del contrato habilitadas, en todo caso lo hará
como abandono injuria (art. 244 LCT)(428) o como la parte del comportamiento
(extintivo) concluyente y recíproco que admite el art. 241, respecto del cual en algún
fallo judicial se ha apartado con acierto que ambas hipótesis son o contienen en lo
esencial lo mismo, porque en ambas el elemento decisivo es la voluntad del
trabajador.
Por otro lado el celo de la ley —o del sistema— en la protección de los derechos del
trabajador, ha llevado a considerar la invalidez de las renuncias que se presentan
inmediatamente después de reconstruirse una relación previamente disuelta por
despido o por mutuo disenso o a quitar efectos a la que formalice un trabajador para
pasar a trabajar en otro componente del mismo grupo empresario.
Reseña jurisprudencial
"La renuncia del trabajador que no se ajusta a los recaudos legales, puede ser
interpretada como prueba de voluntad en el contexto de las circunstancias del caso,
máxime no habiéndose probado que mediare presión. En el caso se juzgó que el
comportamiento de las partes demuestra que en realidad ha existido extinción del
contrato de trabajo por su voluntad concurrente". (SCBA, 17/10/1978, "Guarrera, c.
Policlínica del Vidrio", DJBA, 116-164).
"La extinción del contrato o de la relación laboral por renuncia o por voluntad
concurrente de las partes, presentan un dato común, determinante insoslayable de
su particular gravitación; esto es, que en ambos supuestos concurre, con plena
virtualidad extintiva, la voluntad del trabajador". (SCBA, 7/9/1982, "Quipildor c.
Subpga", DT, 983-A, 519).
Exigencias formales
"La negligencia del tambero que da lugar a la rescisión justificada del contrato está
relacionada con la eficiencia de su trabajo y el rendimiento del tambo —en el caso,
ordeñaba las vacas sin ceñirse a horarios, lo que influye negativamente en la calidad
de la leche—, o con los daños que pueda causar a los bienes del propietario del
tambo". (CCiv., Com. y Lab. Rafaela, 20/2/2002, "Álvarez c. Miretti", LLLitoral, 2003
(junio), 662).
"Constituye injuria grave que causa desmedro patrimonial en los intereses del
empleador, materializado en la reparación sin cargo de la caja de velocidades del
automóvil, que fuera rota debido a la negligencia del trabajador, ocasionando con su
obra negligente rotura de la caja de velocidades, habidas cuenta de tratarse de un
oficial mecánico de primera, con una antigüedad de catorce años y lo elemental del
trabajo encomendado (cambio de aceite)" (TTrab., nro. 2 de Lomas de Zamora,
29/9/1978, "Morinigo c. Bosch Motors").
Supuestos de simulación
"Se configura la simulación fraudulenta cuando concurre una maniobra por la cual,
con el concurso de la voluntad del trabajador, se quiere transformar el despido (acto
oculto), en una renuncia o mutuo disenso (acto ostensible), en cuyo caso, por
aplicación de las reglas del fraude, este último cae para ser sustituido por el despido,
con el consiguiente derecho a la percepción de indemnizaciones si se acredita que
fue injustificado, a cuyos efectos debe tenerse en cuenta que falta la comunicación
de la justa causa exigida por el art. 243 de la LCT". (SCBA, 9/4/1985, "Carrizo c.
Swift Armour", DT, 985-B).
"La 'renuncia', del trabajador a una de las empresas que constituyen un conjunto
económico, para iniciar al día siguiente su contrato de trabajo con otra de las
empresas del grupo, permite presumir que constituyó una exigencia del empleador
para que aquel pudiera seguir desempeñándose a las órdenes de la nueva sociedad
bajo una contratación nueva e independiente, lo cual torna precedente
responsabilizar también a la antigua empleadora por el despido del
dependiente". (CNAT, sala VI, 29/3/2005, "Sandoval c. Dece Oleodyn", Revista "El
Derecho", 2005-B, 1465).
Supuestos de invalidez
"El art. 242 de la LCT (DT, 1974-805, t.o. 1976-238) establece que una de las partes
podrá hacer denuncia del contrato de trabajo en caso de inobservancia por parte de
la otra de las obligaciones resultantes del mismo que configuren injuria y que, por su
gravedad, no consienta la prosecución de la relación (en el caso, el actor fue
despedido porque se le imputó grave negligencia en el cumplimiento de su tarea).
"En efecto, el distracto se produjo bajo los siguientes términos: 'Por grave
negligencia en la fabricación de cable envainado chato en el día de la fecha, con
pérdida de importante material de varios miles de metros y tratándose de reiteración
de grave falta de atención en la producción de cable en tres oportunidades
anteriores: el 8 de agosto de 1994, 18 de abril de 1995 y el 12 de mayo último,
también con pérdida parcial del material, consideramos que este nuevo hecho
constituye falta grave en el desempeño de sus tareas con reiterado perjuicio
económico y por tal circunstancia lo despedimos a partir del día de la fecha'".
(sic). (CNAT, sala I, 31/8/2001, "Maciel c. Molba", DT, 2002-A, 77).
Supuestos de validez
"La actitud negligente del trabajador que no cumplió con el mínimo de diligencia
necesaria para el cuidado de herramientas o elementos que el empleador pone a su
disposición para realizar sus labores, configura una negligencia culposa en los
términos del art. 84". ( CCiv., Com., Trab. y de Fam. de Villa Dolores, 8/4/1999,
"Farías c. Bucco", LLC, 2000-470).
Notas.
(426)Bidart Campos, Germán decía que el art. 14 bis se refiere sólo a los despidos que obedezcan a una causa
especialmente descalificada o antisocial, tal como razones de sexo, de raza, de religión, de matrimonio,
maternidad, etc. Lo cual conllevaba que para los despidos meramente carentes de una causa que los justifique
—pero no debidos a una calificada en especial— no habría un requerimiento constitucional de protección. Pero
posiblemente la indiscutible autoridad del autor hace aún más evidente el hecho de que su posición no tuvo
aceptación de ningún alcance.
(426)Bidart Campos, Germán decía que el art. 14 bis se refiere sólo a los despidos que obedezcan a una causa
especialmente descalificada o antisocial, tal como razones de sexo, de raza, de religión, de matrimonio,
maternidad, etc. Lo cual conllevaba que para los despidos meramente carentes de una causa que los justifique
—pero no debidos a una calificada en especial— no habría un requerimiento constitucional de protección. Pero
posiblemente la indiscutible autoridad del autor hace aún más evidente el hecho de que su posición no tuvo
aceptación de ningún alcance.
(427) Llama la atención como tantas veces, de las que como se ve no he logrado excluirme la referencia a esta
discusión empieza por señalar que no es posible ignorarla. Puede ser que esto, de algún modo, signifique que
alguna ventaja tendría hacerlo.
(428) Como se puede ver en la jurisprudencia correspondiente a este artículo, en alguna oportunidad los
tribunales una de las diferencias que vieron entre el abandono-injuria y el abandono-renuncia, fue la de que el
abandono-renuncia, para extinguir el crédito, no necesita de previa intimación del empleador.
Capítulo III
Formas y modalidades
Art. 241 — Las partes, por mutuo acuerdo, podrán extinguir el contrato de trabajo. El
acto deberá formalizarse mediante escritura pública o ante la autoridad judicial o
administrativa del trabajo.
Será nulo y sin valor el acto que se celebre sin la presencia personal del trabajador y
los requisitos consignados precedentemente.
Sumario: A) Definición y razón del tratamiento de la figura del mutuo disenso. B) Las
exigencias formales y las excepciones a éstas. C) El carácter excepcional de la
manifestación tácita y el requerimiento de que sea inequívoca. D) Mutuo disenso y
pérdida indebida de derechos
En la figura del mutuo disenso, además, desde el punto de vista del trabajador se
evitan eventuales responsabilidades frente al empleador, que pudieran derivar de
una denuncia unilateral; pero esto no es lo principalmente tenido en vista, sobre todo
teniendo en cuenta la forma en que la jurisprudencia prácticamente eliminó la que
sería la más obvia responsabilidad del trabajador renunciante (o que se despidió
indirectamente) por falta del preaviso legalmente obligatorio(430) . De hecho, lo que
parece, es que la figura del mutuo disenso lo que hace más que nada es reflejar en
la ley una realidad, porque se limita a tipificar y reglar una forma de extinción que las
partes eligen con relativa frecuencia. Tanto que, por ejemplo, siendo como se dice
en la práctica equivalente a la renuncia, en los registros de jurisprudencia es de lejos
mayor la referencia a la extinción por voluntad concurrente, lo que improbablemente
esté mostrando que se trata de una figura más conflictiva y si, en cambio, que es
una figura de utilización más difundida.
En el caso del mutuo disenso, del mismo modo que en el caso de la renuncia, el
recurso del que se vale la ley para tratar de prevenir al trabajador contra los
eventuales efectos negativos de su voluntad siempre condicionada, es el de
acentuar exigencias formales que ya no son usuales en casi ninguna rama del
derecho, como requisitos de validez de los actos jurídicos.
Y aclara el art. 241 por sí fuese necesario, que el acto de disolución sin estas formas
o sin el trabajador presente, "será nulo y sin valor", lo cual no deja ninguna duda
sobre que, en el caso, se trata de formas y requisitos que hacen a la existencia
misma del acto y no sólo a su prueba; aunque, como se verá luego, el documento
que instrumente un disenso nulo por falta de formas, puede de todas maneras en su
caso constituir, unido a otras señales, un indicio válido de disolución de hecho.
Puesto esto en los términos de los arts. 914 a 918 Cód. Civ., sobre todo de los dos
últimos, el disenso disolutorio del contrato laboral sería válido cuando las voluntades
que lo componen se manifiesten positivamente de ciertas maneras formales
preestablecidas de modo taxativo, o tácitamente (art. 918) por medio de "aquellos
actos por los cuales s puede conocer con certidumbre la existencia de la voluntad...
(y siempre que no) se exija una expresión positiva o cuando no haya una protesta o
declaración expresa contraria".
Reseña jurisprudencial
"La extinción del contrato de trabajo por voluntad concurrente de las partes no puede
cumplirse mediante la intervención del apoderado del trabajador porque el art. 241
de la Ley de Contrato de Trabajo requiere su presencia personal en el acto". (SCBA,
12/6/1990, "Acosta c. Tecnomecánica Darregueira", DJBA, 139-6767).
"El abandono del trabajo es una de las causas que justifica la extinción del contrato
de trabajo por la sola voluntad del empleador sin que nazca la correlativa obligación
de indemnizar al trabajador, siendo necesario para que ello ocurra dos pasos:
primero, la intimación para reintegrarse al empleo, y luego, ante su silencio, poner fin
a la relación. Únicamente en la hipótesis prevista por el art. 241 in fine, el abandono
de la relación implica la extinción de la misma por voluntad concurrente de las partes
que se comportan de un modo concluyente y recíproco, que traduce
inequívocamente la existencia de aquel supuesto". (CTrab., de San Francisco,
9/8/1978, "Gallardo c. Abba", JA, 979-II-639).
"En los supuestos de abandono renuncia o extinción del contrato por voluntad
concurrente de las partes, no es necesaria la previa intimación, que para un caso
distinto al abandono como acto de incumplimiento del trabajador, requiere el art. 244
del RCT 998, 'González c. Club Italiano Asociación Civil', DT, 1998-B, 2447". (CNAT,
sala II, 27/12/1983,"Dennett, c. Czenizer", DT, 984-A, 619).
"Cuando durante un lapso prolongado las partes no se han exigido ni ofrecido sus
correspectivas prestaciones, se configura la hipótesis de mutuo disenso tácito
(art. 241, in fine, Ley de Contrato de Trabajo - DT, 1976-238)". (CNTrab., sala VIII,
3/7/1998, "González c. Club Italiano Asoc. Civil", DT, 1998 - B, 2447).
Sobre que el segundo párrafo del art. 241 LCT debe ser considerado
restrictivamente
"El párrafo final del art. 241 de la Ley de Contrato de Trabajo contiene una excepción
al sistema marcadamente formal de extinción de la relación de trabajo por voluntad
concurrente de las partes, de apreciación restrictiva por su carácter excepcional".
(CNAT, sala VI, 26/3/1991, "Propano c. Editorial Martes", DT, 1991-B, 1212).
"La extinción del contrato de trabajo por voluntad concurrente de las partes exige un
comportamiento concluyente y recíproco, pues se trata de una situación excepcional
que permite inferir una particular forma de resolución del vínculo, que debe ser
interpretada restrictivamente ya que constituye una salvedad al principio general
establecido en el primer párrafo del art. 241 de la Ley de Contrato de Trabajo y lo
normado por el art. 58 de dicha ley (DT, 1976-238), por lo que debe quedar
inequívocamente justificado el tácito asentimiento". (CNAT, sala VI, 29/9/1999,
"Quiroga c. Medizin", DT, 2000-A, 611).
"En caso de extinción de la relación laboral por voluntad concurrente de las partes, el
art. 262 de la Ley de Contrato de Trabajo, sólo exige que resulte del comportamiento
concluyente y recíproco de ambas, que traduzca inequívocamente el abandono de la
relación. Es válida la manifestación realizada en escritura pública". (SCBA,
26/9/1978, "Maya c. Suc. Abundio Chillermini", R. DJ, 979-1-21).
"Si el actor no probó haberse reintegrado al trabajo hasta finalizar la zafra, desde
cuatro meses antes y, recién se presenta a la Delegación Regional del Ministerio de
Trabajo solicitándose cite a la demandada para que aclare su situación laboral y, a
su vez, está tampoco intimó el reintegro del trabajador (art. 224, ley 21.297 t.o.), el
caso encuadra en el art. 241, última parte de la misma ley, es decir disolución del
contrato por voluntad concurrente de ambas partes". (CTrab., de Tucumán,
7/3/1980, "Jiménez, R. B. c. Cía. Azucarera Ingenio Concepción", SP LL, 981-120).
"Si las partes manifestaron su voluntad concurrente de poner fin a la relación laboral
mediante un acta firmada ante escribano público, no puede luego el actor reclamar
indemnizaciones argumentando fraude laboral. En todo caso, tendría que sostener
que tal acto fue simulado, lo que implicaría probar cuál fue el acto real que ambas
partes quisieron ocultar (arts. 955/960, Cód. Civil), en tanto la evasión a través de
actos simulados es siempre bilateral y para imputar consecuencias desfavorables al
empleador, cuando ha mediado violación de la ley o desconocimiento de derechos
indisponibles del trabajador, se debe acreditar que la voluntad de éste no fue sana o
actuó en virtud de lesión (art. 954, Cód. Civil)". (CNAT, sala VI, 20/4/1990, "Silverio
c. Molinos Río de la Plata", DT, 1990-B, 2343).
"La relación laboral se extinguió por voluntad concurrente de las partes ya que la
falta de actividad de ambas en procura de la continuación del contrato de trabajo o
de su finalización permite inferir su desinterés en punto a la vinculación laboral y
virtualiza los postulados del art. 241 de la Ley de Contrato de Trabajo". (TTrab.,
Quilmes nro. 3, 19/11/1993, "Gómez c. Sumine", LLBA, 1994-241).
"Cuando durante un lapso prolongado las partes no se han exigido ni ofrecido sus
correspectivas prestaciones, se configura la hipótesis de mutuo disenso tácito
(art. 241, in fine, Ley de Contrato de Trabajo - DT, 1976-238)". (CNAT, sala VIII,
3/7/1998, "González c. Club Italiano Asociación Civil", DT, 1998-B, 2447).
"Se extinguió la relación de trabajo por mutuo disenso tácito si —art. 241 in fine, Ley
de Contrato de Trabajo—, el trabajador dejó transcurrir más de dos meses entre el
presunto incumplimiento y la denuncia del mismo". (CNAT, sala VIII, 25/3/2002,
"Amaral c. Asociación Atlética Argentinos Juniors", DJ, 2002-2-638).
"La renuncia del trabajador que no se ajusta a los recaudos legales, puede ser
interpretada como prueba de voluntad en el contexto de las circunstancias del caso,
máxime no habiéndose probado que mediare presión. En el caso se juzgó que el
comportamiento de las partes demuestra que en realidad ha existido extinción del
contrato de trabajo por su voluntad concurrente". (Suprema Corte de Justicia de la
Provincia de Buenos Aires, 17/10/1978, "Guarrera c. Policlínica del Vidrio", DJBA,
116-164).
Notas:
(429)López, Justo en su LCT, comentada por él y otros, t. II, Bs. As., 1978, p. 50, define la figura como "negocio
bilateral extintivo de la relación de trabajo".
(430)CNAT, plenario nro. 206, 22/5/1975, DT, 1975-563, dispuso que el trabajador que dispuso sin causa su
despido indirecto, no debe indemnización por falta de preaviso a menos que se pruebe que actuó con mala fe o
propósito explícito de evadir la carga legal.
Justa causa
Art. 242 — Una de las partes podrá hacer denuncia del contrato de trabajo en caso
de inobservancia por parte de la otra de las obligaciones resultantes del mismo que
configuren injuria y que, por su gravedad, no consienta la prosecución de la relación.
El despido directo sin causa (o el indirecto bien causado) es, como ya se vio de paso
al comentar el art. 240 y teniendo sobre todo en cuenta que se opone a la
mencionada previsión constitucional, un acto contrario a derecho, por más que las
normas tradicionalmente no adopten, para el caso, la fórmula o la forma de
prohibición ("se prohíbe el despido injustificado o arbitrario") del mismo modo que,
en el fondo, como ya se apuntó, el Código Penal no prohíbe "matar a otro", sino que
se limita a decir cuál es la sanción que corresponde a quien haga eso. O sea, es una
cuestión de la forma literaria adoptada y no de que las normas no se enfrentan como
el acto de despido sin causa.
Creo que el mismo hecho de que se la mantenga a lo largo del tiempo sin
prácticamente variar sus términos y sin avanzar en su solución, debe estar
señalando sino su inanidad, por lo menos que hay algún error en el planteo.
De todos modos, este planteo, fuera de que puede tropezar con alguna
contradicción también literal, en, p. ej., el art. 1197 del Cód. Civil, en cuanto éste
analoga los contratos a las leyes, parece emparentado con el más general según el
cual normas sólo son las públicas, criterio que como tal tiene aceptación en otros
países pero que no es para nada una clasificación necesaria. Por mi parte, siempre
me pareció preferible la explicación de Ferri(432) según la cual normas son todas las
que son obligatorias, siendo la fuente y no la naturaleza del mandato lo que cambia
entre las públicas y las privadas. Y siempre pensé que es una discusión más bien
ideológica, muy distanciada de los hechos y con efectos diferidos no muy
predecibles, o que en todo caso conviene encarar teniendo en curso a que hechos
en concreto se la esté refiriendo.
Creo sobre todo que el problema de fondo, con respecto a si el despido injustificado
es lícito o ilícito, de una manera que a veces parece no del todo consciente, es o
termina por ser una cuestión de preferencia por la estabilidad absoluta o la
relativa(433). En efecto, creo que los sostenedores del carácter ilícito del despido —
o muchos de ellos— lo que piensan o tratan de plantear es que si se trata de un acto
prohibido o contrario a las leyes, se está frente a un acto nulo, por aplicación, entre
otros, del art. 18 del Cód. Civil, en cuyo caso lo que corresponde es suprimir todos
sus efectos de la realidad, o sea, reencuadraría esta idea en el derecho del trabajo,
corresponde la estabilidad perfecta o absoluta como cosa lógicamente necesaria.
Los que en cambio ven al despido como un acto ilícito aunque con consecuencias
(indemnizatorias), excluyen esa necesidad lógica de la estabilidad absoluta y aún
más que eso, excluyen la aplicación de cualquier norma que no esté prevista
específicamente para sancionar los incumplimientos en este régimen contractual,
por ejemplo, las reglas sobre responsabilidad extracontratual conforme lo que
dispone el art. 1107 del Cód. Civil, o aun las más generales sobre tratamiento de los
actos discriminatorios según la ley 23.592.
Vistas así las cosas es posible que se haya adelantado algo en determinar cuál sería
el error en el planteo que impide programas en esta cuestión, porque por un lado la
identificación sin más ni más de la nulidad con la estabilidad absoluta es más un
error que un acierto y por otro, el acorazamiento del régimen contractual (el general
o el laboral específico) contra el de la responsabilidad extracontractual o el de las
normas a que tiene derecho cualquier ciudadano (como con las sobre
discriminación) no parece ser un curso predecible de las decisiones judiciales,
porque tal como ocurrió con el régimen de trabajo de la ley 24.557, una situación así
plantearía con evidencia la cuestión constitucional de porque se las negare a los
trabajadores, a los que la CN manda a proteger, un tipo de protección, o de derecho,
que se reconoce con generalidad.
Tanto es así que López, Justo, en un decisivo aporte sobre esta materia, caracterizó
al despido injustificado como acto ilícito, aunque eficaz para lograr su propósito de
rescindir el contrato, con lo cual, lo del si el despido es o no un acto nulo se
convierte en una cuestión casi exclusivamente, porque de todos modos el efecto
rescisorio lo tiene por que la norma se lo reconoce. Dice el autor "el ordenamiento
reconoce la validez del despido arbitrario pero lo considera un acto ilícito y lo
sanciona por ejemplo, con el pago de una indemnización al trabajador
despedido"(435) .
En este sentido sólo se cuenta con la jurisprudencia sostenida por la CSJN a partir
del caso "De Luca c. Banco Francés"(436) en el que si bien se juzgó (sólo) un
despido ilícito con consecuencia de estabilidad absoluta atribuida por la ley, los
fundamentos entonces dados —o considerados más allá a los expresados— sobre
la antifuncionalidad de la estabilidad absoluta en aquel supuesto, parecen en gran
medida extensibles a la que se pueda dar en los otros.
Creo, más concretamente, que en el estado real en que por las buenas o las malas
están las relaciones laborales nacionales, la estabilidad absoluta configura un riesgo
importante para su desarrollo productivo.
Por justa causa el art. 242 LCT se refiere a una "inobservancia (por la contraparte)
de las obligaciones resultantes... del contrato de trabajo..., que configuren una
injuria...". O sea, que en todo caso debe tratarse de un incumplimiento de las
obligaciones contractuales(437) . La "injuria", a la que siempre se refirieron las leyes
argentinas y muchas extranjeras, debe en todo caso ser una injuria contractual, no
en el sentido de que el agravio extracontractual que se sume al contractual no sea
además un agravante, pero si en el de que el solo agravio extracontractual no
constituye justa causa de rescisión o no por lo menos en los términos del art. 242
LCT, por más que dadas las características de vinculación estrecha que tantas
veces incluye la relación laboral, no es fácil en esos casos por lo menos, imaginar un
agravio extracontractual que no invada lo contractual también.
La injuria justificante, según el art. 242, debe ser calificada: de tal "gravedad que no
consienta la prosecución de la relación", calificación y texto prácticamente tomados
del art. 2119 del Cód. Civil italiano. Desde ya que debe tratarse de un acto de
incumplimiento realizado con discernimiento, intención y libertad (art. 900 Cód. Civil).
Lo de injuria es una fórmula general que en su contenido cierto no difiere
mayormente del incumplimiento del contrato a secas, que siempre, cuando es grave,
hace posible su extinción unilateral con cargo al incumplidor. Se trata de uno de los
llamados estándares jurídicos, o de un tipo legal muy abierto y flexible, dentro del
cual las situaciones de hecho encajarán o no según "la valoración (que) deberá ser
hecha prudencialmente por los jueces". (ahora art. 242 LCT, igual que antes el
art. 159 Cód. de Comercio). Los jueces de grado son los que en último caso están
facultados para decidir si una inobservancia contractual es o no de las injurias
porque esta valoración que les encarga la ley no es susceptible de revisión por la vía
extraordinaria.
En todo caso, la denuncia del contrato puede ser lícita o ilícita, según la causa sea o
no suficiente. Pero, como en principio la denuncia del contrato se percibe y presume
como una actitud obsesivamente ilícita (por contraria a la norma contractual) debe
ser el denunciante quien pruebe la existencia y la suficiencia de la causa en que
haya fundado su decisión extintiva. Y puesto que esta forma normal de funcionar la
responsabilidad contractual se acentúa en el ámbito laboral, en seguimiento del
principio protectorio cuando se trata de despido del trabajador, lo cierto es que las
causales del despido terminan funcionando como las causas de justificación en
general: el despido es (aparece como) un acto ilícito, que dejará de serlo —se
justificará— en caso de existir una causa que lo funde suficientemente, causa que
en principio y salvo prueba, no existe por más que haya sido invocada.
La ley establece como característica que debe tener una causa de despido para
alcanzar a justificarlo, la de ser grave. También en parte la misma ley y en todo caso
los tribunales, se refieren además como características necesarias de cualquier
despido para ser válido, a las de proporcionalidad, oportunidad o contemporaneidad
y respeto de la regla non bis in idem (un mismo hecho no puede ser sancionado dos
veces).
B.2.a.) La gravedad
De acuerdo con lo visto, debe mediar en todo caso una grave inobservancia del
contrato que impida su continuación. No basta que la separación sea conveniente;
debe ser necesaria. Y tampoco basta que sea suficiente para el empleador
subjetivamente, sino que debe tener un cierto valor objetivo, en el sentido de que
generalmente (no necesariamente para la valoración personal del juez) sería
aceptada como impedimento para proseguir con una relación que, como la laboral,
requiere un mínimo de confianza y respeto recíprocos.
La jurisprudencia, p. ej., ha sostenido que una negligencia tal que equivalga al dolo
es causa de despido aun del trabajador sin antecedentes disciplinarios o que corrigió
su error, pero que no lo es la distracción de un chofer de taxi que deriva en un
choque, porque esto es algo que puede ocurrir a un conductor profesional.
De acuerdo con el art. 902 del Cód. Civil: "Cuanto mayor sea el deber de obrar con
prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor será la obligación...", por
incumplimiento, criterio de buen sentido que lógicamente se ha trasladado al ámbito
laboral para medir la gravedad de la injuria. Es claro que a una mayor capacidad de
discernimiento del trabajador sobre los efectos agraviantes de su infracción, mayor
será la gravedad que se adjudique a la injuria que cause. También, a posiciones
laborales que conllevan o suponen la aceptación tácita de la necesidad de cumplir
de manera especialmente estricta el trabajo debido, corresponde un agravamiento
en la consideración de la infracción al deber general de fidelidad. En general a
mayor jerarquía, mayor es la obligación de fidelidad y la responsabilidad emergente
y a mayor requerimiento de capacidad del trabajador más será la responsabilidad
por sus errores. Por ej., el abandono de tareas por un período corto, de horas, que
de por sí no siempre se considera causa suficiente de despido, sí lo fue cuando se
trató de un dependiente de una unidad coronaria o de un supervisor.
Por supuesto que este razonamiento implica su inversa, es decir, que a medida que
se desciende en la escala jerárquica y de calificación, menor será la estrictez con
que se puedan medir las infracciones.
B.2.c.) La proporcionalidad
La idea es próxima, sino se superpone con la exigencia de que la injuria sea grave y
tal que haga insostenible el vínculo contractual. Funciona prácticamente igual que la
de necesidad racional del medio empleado para la legítima defensa, que se utiliza en
materia penal y como aquélla, requiere analizar si el juicio de proporción fue
razonable en sus propias circunstancias. La proporcionalidad es también a lo que se
refiere la LCT, cuando al tratar el despido dispone que los jueces valuarán
prudencialmente la gravedad de la inobservancia contractual injuriosa y exige
expresamente en el art. 67 como condición de validez para el ejercicio del poder
disciplinario en general.
Las circunstancias de cada caso influyen de manera decisiva, tanto que, p. ej., las
negligencias que para otro serían disculpable no se han juzgado así para el cajero
de un banco, o se ha dicho que si en materia profesional el error científico no es un
incumplimiento contractual, sí lo es la impericia o la negligencia y éstas
calificadamente. Cuando las causa invocadas para el despido son varias, su
idoneidad debiera valorarse en conjunto y no cada una por separado, porque es
quien despidió el que de un modo u otro sostuvo que el agravio estaba causado por
el conjunto de las razones invocadas y no por cada una de ellas por separado.
B.2.d.) Oportunidad
Claro está que el lapso depende de las circunstancias y que cabe admitir un tiempo
para meditar la situación; no se requiere una inmediatez absoluta sino un ejercicio
de la posibilidad rescisoria temporalmente prudente. Pero la demora debe ser
"equitativa e inculpable": no se justificó un mes y medio, ni tardar dos años, aun
cuando se haya realizado un sumario para determinar los hechos (lo que en la
actividad privada es extrañísimo).
Los fallos registrados en los repertorios usuales no reflejan en realidad con todo su
rigor la forma en que comúnmente maneja la jurisprudencia el criterio de
oportunidad. En realidad, como planteo general, para faltas por sí mismas evidentes
no se suele admitir sino, cuando mucho, cuatro o cinco días de continuación del
contrato hasta disponer el despido. Otra cosa son los hechos que por algún motivo
requieran de una investigación o trámite especial, o los de conocimiento casi
necesariamente retardado; o los hechos comprobados que tengan en principio la
apariencia de un delito criminal contra el empleador, que puede ser prudente no
sancionarlos sin previo pronunciamiento de los tribunales penales y en tanto
suspender la relación; o ciertas infracciones de empleados administrativos, sobre
todo cuando manejan dinero y/o tienen cierta jerarquía, que es frecuente que sólo se
comprueben por auditoría, sino por casualidad, bastante tiempo después de
ocurridos. De todos modos el plazo, aunque más largo, en esos casos deberá
adaptarse a estas características de la situación. Y, finalmente, la exigencia de
contemporaneidad cede, p. ej., cuando se trata de una conducta continuada
(reducción voluntaria de la producción).
Lo que sí se admitió en algún caso fue el despido fundado en una última falta, pese
a incumplimientos anteriores más graves pero con menor sanción.
La LCT, en su texto original, art. 75, decía que las sanciones disciplinarias aplicadas
no podrían servir para antecedente agravante de otras faltas posteriores una vez
pasados doce meses y lo mismo el art. 14 del dec. 20.268/1946 reglamentario de la
ley 12.637 (bancarios). Sin duda que esto perseguía el propósito obvio y no
necesariamente erróneo de limpiar periódicamente la historia del infractor. Pero
aquel art. 75 fue derogado (también el régimen de la ley 12.637) y lo cierto es que
una prescripción tan rígida difícilmente tuviese eficiencia en sistemas de apreciación
prudencial de la gravedad de las inobservancias contractuales. Con la apreciación
de las cosas según su sana crítica que las leyes procesales autorizan más o menos
explícitamente a los jueces, sería difícil, que éstos dejasen de considerar como
contumaz al infractor repetitivo que se corrigió doce meses o que, por la contraria,
fueran a computar como agravante una infracción aislada lo bastante vieja.
Como fundamento de la exigencia de oportunidad se suele afirmar que una relación
laboral no puede estar permanentemente pendiente de disolución por hechos
ocurridos a lo largo de su desarrollo; que el contrato laboral no puede concebirse
como algo que contiene indeterminadamente en reserva las infracciones pasadas
como hechos actualmente relevantes. También se puede relacionar este
requerimiento con la obligación general de buena fe, pero la primera explicación
obedece a razones más de prudencia que jurídicas y ésta de la buena fe, con ser
jurídica, es peor que otras preferibles.
La obligación del dependiente que constituye el objeto del contrato de trabajo, desde
el punto de vista del empleador, es la de prestar trabajo, de la cual todas las demás
que dan contenido al contrato no son sino especificaciones o matices. Está bien que
el trabajador cumple con sólo poner su capacidad de trabajar a disposición, pero
esto no es otra cosa que una fórmula de protección contra el riesgo o la malicia del
empleador, que no modifica la esencia de este contrato de cambio, cuya razón
económica de ser es el intercambio de trabajo real por remuneración.
B.3.a.I.) Inasistencias
Debe tratarse en todo caso de ausencias no justificadas y/o sin aviso. El aviso en sí
mismo no acarrea la falta de justificación pero su falta lo agrava. Y el solo hecho de
que sea sin aviso, convierte a la ausencia en una infracción al contrato, que no se
corrige, sino que cuando más se atenúa, por la expresión posterior de una
justificación suficiente pero que pudo haberse dado y no se dio con oportunidad, o
sea antes o inmediatamente después de la infracción, en todo caso en cuanto fue
posible.
Lo que ocurre es que el despido de quien falta sin aviso, por sólo ese acto y sin
conocer la razón alegada, arriesga la posterior presentación de una causa
(generalmente fuerza mayor) no sólo para justificar la falta sino también la misma
omisión del aviso, en cuyo caso el despido será inválido porque no se pueden
extraer consecuencias negativas (despido por su responsabilidad) contra quien
actuó sin culpa, o lisa y llanamente no actuó el ilícito sino impelido por circunstancias
exteriores. De aquí que cuando las ausencias no se reiteran con intermitencia sino
en una serie ininterrumpida, la idea general de la idoneidad de esta causa por
repetición necesita algún acotamiento, ya que una serie de ausencias anormal,
según lo que acostumbraba suceder, o será al fin un abandono del contrato (que es
una causa diferenciada de rescisión; conforme art. 241 LCT) o está de por sí
señalando una situación fuera de lo común, frente a la cual es necesario intimar
previamente al trabajador.
B.3.a.II.) Impuntualidad
En todo caso, como ya se vio, la LCT separa a esta causa de rescisión en el art. 244
y por ello corresponde aquí remitiese el comentario de ese artículo sólo vale la pena
reformar en este lugar el caso del abandono temporario de las tareas durante la
jornada de trabajo, o sea, de un incumplimiento parcial de la jornada que más se
parece a supuesto de impuntualidad, con la diferencia de que la fracción omitida no
es al comienzo del horario de trabajo sino después de iniciada la jornada, el
tratamiento de este caso debiera ser igual al de imputabilidad, con dos salvedades
agravantes:
Aun así, se ha distinguido el ejercicio en principio lícito del derecho de huelga por
abstención de trabajar, de otras infracciones que se produzcan durante ese tiempo y
que pueden en sí mismas ser injurias que justifiquen el despido. Así se ha dicho que
es válido el despido de quien empleó violencia física durante el conflicto, sin
especificar que por ello el conflicto debe ser, como tal, ilícito.
La legalidad o ilegalidad de la huelga debe ser declarada por el juez que entienda la
causa individual por despido, requerimiento que de tan reiterado por la CSJN, señala
que debe haber habido alguna resistencia o dificultad de los tribunales de grado para
resolver un problema como el de las ausencias por huelga, que lleva
necesariamente incluido el de la justificación o no de la razón de esas ausencias.
Pero, como a la autoridad administrativa se le reconoce la facultad de pronunciarse
sobre la legalidad de los conflictos a los efectos del derecho colectivo del trabajo, la
posición que ponía énfasis en la revisación judicial derivó hacia que la calificación
administrativa debe en principio respetarse en los tribunales, salvo que medie error
grave, arbitrariedad o irrazonabilidad manifiestas. Si no hay calificación
administrativa, el tribunal debe formular originariamente la suya.
Aun declarada ilegal una huelga, la ausencia parcial o total puede no ser causa de
despido, si no se prueban circunstancias concretamente injuriosas. Esto queda
sujeto a los criterios de oportunidad y proporción, como ya se vio en su lugar, y en
general se rige, como todo despido, por el art. 242 de la LCT. Antes así lo disponía
el art. 243 de la LCT, derogado por la ley 21.297, con una enfática fórmula que
parecía eliminar a la huelga como causa de despido, pero que en definitiva dejaba,
pero que en las cosas dentro del régimen general de ponderación de la justa causa,
entonces art. 263, hoy 242.
Es invariable la exigencia de que para que el despido por huelga, declarada ilegal,
se considere válido, deba ir precedido de una intimación del empleador para que el
trabajador tome sus tareas, pero en algunos casos se ha aceptado la omisión, como
cuando por anticipado se conocía la ilegalidad del conflicto o cuando antes de
iniciarse las ausencias el empleador ya había avisado que los huelguistas serían
despedidos.
Hay ciertos hechos que más que propios de la huelga son realizados con motivo de
ella, y que han tenido tratamiento especial: que un dirigente gremial instigue al
personal a la huelga se juzgó en su momento como causa de despido; también lo es
coartar la libertad de trabajo con piquetes de huelga. Los delegados gremiales que
realizan una huelga ilícita pueden ser despedidos por esa razón aunque la ley sobre
asociaciones profesionales no se ocupe de esa causa en especial.
El despido por huelga no debería ser discriminatorio, con el variable alcance que a
esta afirmación ha dado la jurisprudencia vista al tratar sobre de la obligación de no
discriminar en general.
Por aquí es que se plantean los problemas con esta causa de despido: por un lado
la prueba sobre que la disminución no sea ocasional o imputable al empleador es
dificultosa, sobre todo en períodos cortos; y por otro la disminución en sí misma
podrá en el mejor de las casos hacer suponer, pero no acredita la disposición
subjetiva del trabajador a la retracción deliberada, que sería de prueba exigible que
no hay despido —ni responsabilidad ninguna— por hechos que no sean voluntarios.
Pero, dentro del funcionamiento corriente del derecho del trabajo, la prueba de lo
subjetivo, aparte de la disminución objetiva, debiera corregir sobre el empleador, al
menos respecto de la demostración de que poniendo el trabajador una diligencia
normal, la situación no se hubiese dado.
B.3.a.VI.) Inidoneidad
Como causa de despido, la inidoneidad debe ser una falta de aptitudes que el
trabajador haya ocultado o por lo menos que no haya hecho lo suficiente y posible
para que oportunamente se supiesen los límites de su aptitud para el trabajo a
realizar. Con lo cual parece que en todo caso incluirá alguna cuestión relacionada a
la buena fe o aún a un defecto del consentimiento contractual inducido por
información insincera. Si se debe a una equivocación del empleador, o a un
equívoco en la situación del que nadie tiene responsabilidad como autor intencional,
no configura causa de despido, porque no es un incumplimiento de algo que se
debiese; en el peor de los casos, si se da este supuesto de error y fue insalvable, se
estaría ante un caso de nulidad del contrato, con los particulares efectos que la
nulidad tiene en el derecho del trabajo.
B.3.b.I.) Negligencia
La negligencia para ser motivo de despido debiera reflejarse en algún resultado;
generalmente disminución de rendimiento (ya vista al tratar la retiración voluntaria) o
daños. En cuanto que mera opinión sobre el empeño que se ponga en el trabajo no
sería injuriante salvo casos muy especiales, aparte que de por sí casi insusceptible
de prueba. De modo que es difícil que constituya una causa autónoma de rescisión
fundada.
B.3.b.II.) Desobediencia
Más recientemente lo que se registran son casos más simples, como son la
infracción a la prohibición de cocinar o comer en lugares de trabajo o de
contrabandear dinero.
Sobre la base general de que la conducta del trabajador debe ser tal que repetida
por el resto de sus compañeros, permita a la empresa mantenerse en orden
funcional, se han admitido como causas suficientes de despido las expresiones
agraviantes al empleador, el que un trabajador pida dinero al empleador para no
continuar una campaña de perturbación (además es tentativa del delito de extorsión)
o burlar la vigilancia a la salida del establecimiento. Pero no se ha considerado
injuriosa la intimación a reclamar, por parte de un trabajador que considera
incumplidos sus derechos o una presentación personal poco formal, en tanto otra
más formal no sea ineludiblemente condición para poder desempeñar el trabajo.
B.3.b.IV. Daños
B.3.b.V.) Delitos
Los delitos pueden ser presuntos (mientras los hechos aparentemente delictuosos
no sean declarados tales por un tribunal), dar o no lugar a detención y ser realizados
en perjuicio del empleador o de terceros. Esta variedad abre la causal en varias
hipótesis más o menos diferenciables.
El despido fundado en las ausencias del trabajador detenido sin que el empleador se
haya enterado de que se encontraba en esa situación; seguramente se enfrenta con
la dificultad de que esas ausencias del trabajador estarían causadas por un típico
caso de fuerza mayor, y por lo tanto el despido en tales condiciones sería inválido
por falta de acción imputable al despedirlo. Y dudosamente dejase de ser así como
cuando medie responsabilidad del trabajador o el hecho por el que fue determinado,
ya que eso no quita a las ausencias, como tales, el carácter de involuntarias.
Cuando lo invocado como causa del despido ha sido calificado como delito por el
empleador, es preciso que en sede criminal se comparta esa calificación para los
hechos, antes de la sentencia laboral que quedaría atada no ya a los hechos sino a
la calificación jurídica en sí misma, aunque a veces se aceptó que la sentencia penal
condenatoria posterior podía convalidar la laboral anterior que admitió el despido. En
este supuesto parece aplicable el art. 243 de la LCT cuando establece la
invariabilidad de la causa comunicada del despido, ya que si el empleador mencionó
el carácter decisivo de los hechos al despedir, debe entenderse que ese carácter
formó parte de su agravio, que luego no puede quedar fundado sólo en los hechos,
sin la tipificación penal que únicamente puede establecer un tribunal criminal.
Un caso especial es el del viajante de comercio, que por su posición es uno de los
dependientes para quien la negociación por cuenta propia es más factible, pero que
por la ley 14.546, art. 1º, está autorizado a trabajar a la vez para más de un
empleador, lo que naturalmente incluye el hacerlo también por su cuenta.
La falta de confianza opera como factor subjetivo que agrava otras faltas por sí solas
no proporcionadas al despido: éstos son los casos relativamente frecuentes de
robos de poco monto, o de tentativas de hurtar, en que la causa no es el daño sino,
precisamente, la falta de confianza. Así también, el trabajador despedido por
desconocer dos firmas propias por más que con ello no causó perjuicio.
Pero no es correcto afirmar que la falta de confianza deba derivarse de hechos que
por sí mismos justifiquen la extinción, porque de ese modo no sería sino un añadido
tan innecesario como inútil para cualquier causa de despido.
Los casos de engaño en el inicio del contrato pueden darse por el ocultamiento de
malos antecedentes (en general penales) o enfermedades que se hubieran debido
informar (ver más abajo, jurisprudencia sobre el caso del diabético) o por la
presentación engañosa de habilidades o antecedentes de los que el trabajador
carezca. Sin embargo, no son todos casos iguales, ni a los que pudieran tratarse
igual, porque cualquier ocultamiento por el trabajador de delitos que perdieron
dificultarle el acceso al empleo, seguramente sería considerado como una infracción
de importancia relativa, por lo mismo que responde a un interés casi necesario.
La presentación engañosa de habilidades, en cambio, pareciera ser un fraude
indisculpable, salvo lo ya visto al tratar la necesaria contemporaneidad del despido,
en sentido de que sólo durante un tiempo limitado el empresario podrá invocar su
error inducido por engaño, sin dejar pasar un tiempo de trabajo efectivo suficiente
como para verificar que las competencias en base a los cuales se contrató, en
realidad no eran tales.
Como nulidad sería una con los efectos plenos del Código Civil y no con los
limitados de la LCT, porque en ésta se tiene sólo en vista la hipótesis de nulidad por
defecto en el objeto.
Reseña jurisprudencial
"El concepto de injuria es específico del derecho del trabajo y consiste en un acto
contra el derecho de otro que, en justa causa de despido, debe asumir cierta
magnitud suficiente para desplazar del primer plazo el principio de conservación del
contrato que consagra el art. 10 LCT". (SCBA, 19/7/2006, "Bertora c. Instituto
Modelo Saint", Revista LA LEY, nro. 13, p. 1186).
"Para que una falta pueda constituir justa causa de despido, deben concurrir los
requisitos de causalidad, oportunidad y proporcionalidad.
"La potestad disciplinaria no puede ser ejercida sin una razonable contemporaneidad
entre los hechos que se imputan al trabajador y la sanción disciplinaria que se le
aplica". (CNAT, sala VI, 30/12/1980, "Rout, Edgar E. c. Ferrocarriles Argentinos",
TySS, 1981-159).
"La denuncia del contrato de trabajo debe indicar concretamente el hecho injurioso,
a efectos de que el destinatario tenga una clara idea de la situación que se le
reprocha, para poder cuestionar eventualmente su configuración si contraviene las
directivas a que se halla sujeta la injuria, es decir, causalidad, oportunidad y
proporcionalidad". (CCiv. Com., Trab. y Flia. de Villa Dolores, 14/8/1999, "Farías,
Juan C. c. Bucco, Alfredo", LLC, 2000-470).
"El art. 242 de la Ley de Contrato de Trabajo (DT, 1974-805, t.o. 1976-238)
establece que una de las partes podrá hacer denuncia del contrato de trabajo en
caso de inobservancia por parte de la otra de las obligaciones resultantes del mismo
que configuren injuria y que, por su gravedad, no consienta la prosecución de la
relación (en el caso, el actor fue despedido porque se le imputó grave negligencia en
el cumplimiento de su tarea)". (CNAT, sala I, 31/8/2001, "Maciel c. Molba", DT, 2002-
A, 77).
"La conclusión del Tribunal del Trabajo de que la mora en el pago de haberes y otras
retribuciones configuró una injuria económica, en desmedro de la actora, importa
una cuestión de hecho, librada a la prudencia jurídica de los magistrados de la
instancia ordinaria; y no resultando lo resuelto por dicho tribunal un despropósito, un
absurdo ni una arbitrariedad intolerable, tal cuestión resulta inaccesible a la Suprema
Corte".(SCBA,13/7/1976, "Painemilla c. Castaño", DT, 1876-420).
Gravedad
"Si el actor era jefe de compras, tenía la obligación de efectuar todos los controles y
salvedades a aquellas operaciones que aparecían claramente apartadas del régimen
normal de desarrollo y además resultaban comprometedoras para la economía de la
empleadora y su incumplimiento permite inferir una actuación que, en la mejor de las
hipótesis, puede calificarse de negligente y suficientemente grave como para
producir la pérdida de confianza del principal y autorizar la rescisión del vínculo
contractual en el marco del art. 242 de la Ley de Contrato de Trabajo".(CNAT, sala II,
17/7/1992, "Suarez, Miguel A. c. Hidroeléctrica Norpatagónica SA", DJ, 1993-2-437).
Proporcionalidad
"Es actitud del trabajador, con más de ocho años de antigüedad y buenos
antecedentes que participa en un paro de cuatro horas en el lugar de trabajo —para
que se cumplió en forma pacífica y sin haberse pedido a los trabajadores el
abandono del establecimiento— no reviste suficiente gravedad para justificar su
despido sin indemnizaciones". (CNAT, sala I, 11/10/1968, "Pino c. La Vascongada
SA", DT, 1969-298).
"La demora del viajante de comercio en depositar las cobranzas no constituye injuria
en los términos del art. 242 LCT". (CNAT, sala V, 21/5/1981, "March c. Helene Curtis
Arg.", LT, XXX-B, 863).
"Para determinar la existencia de injuria no debe tomarse algún hecho aislado que
no tenga calidad de falta grave, sino la generalidad de la cometida que, apreciada en
su contexto, permita concluir que existió justa causa de despido". (SCBA, 6/7/1982,
"Elizalde c. Banco del Oeste", LT, XXX-B, 1133).
"La reiteración de actitudes por lo menos negligentes que podrían ser soslayadas
respecto de otros trabajadores adquieren, en el cajero de un banco, trascendencia
suficiente como justa causa de despido ya que el empleador puede razonablemente
entender que constituye un obstáculo insuperable para la continuación de la relación
de trabajo (art. 242 de la LCT)". (CNAT, sala VI, 7/4/1990, "Bonomo c. Banco
Israelita de Córdoba", DT, 1991-A, 84).
"Si bien la ocupación del establecimiento como medida de fuerza constituye una falta
posible de sanción disciplinaria, ésta sola circunstancia no se erige per se, en causa
que impida la prosecución del vínculo de laboral, máxime si no se invocaron ni
probaron antecedentes disciplinarios del trabajador que, acumulados al hecho que
motivó el despido, avalen la decisión rescisoria". (CNAT, sala VI, 26/6/2006,
"Pasyalian c. Arte Gráfico, Ed. Argentino", TySS, 2006-713).
Oportunidad o contemporaneidad
"El hecho de haber el patrón mantenido en el cargo al obrero durante veinte días no
autoriza a admitir un consenso patronal, en cuanto a la eficiencia del mismo, siendo
razonable el transcurso de un breve lapso de tiempo —sobre lo que no existen
normas rígidas— a fin de constituir su aptitud para realizar tareas para las cuales fue
contratado". (CNAT, sala IV, 20/5/1957, "Bonza c. Gran Estab. Met. Hojaltero", DT,
1957-495).
"La demora entre la falta cometida por el trabajador debe apreciarse de acuerdo a
las circunstancias del caso y no con un criterio rígido, ya que si la falta es tal que
requiere una investigación previa, resulta razonable admitir una demora
mayor". (CNAT, sala III, 27/2/1981, "Saiz c. Club Arquitectura", DT, 1984-775).
"Si bien el despido por justa causa puede caducar al no ejercerlo a tiempo, la
duración del plazo entre el conocimiento del hecho y la cesantía depende de las
circunstancias de cada caso". (CNAT, sala VI, 27/12/1978, "Espinoza, Liberto c.
Transporte Nueva Chicago C. e I.S.A.", DT, 1979-187).
"La hipótesis del art. 153 de la LCT que prevé la suspensión de hechos del
trabajador por suspensión de las actividades normales del establecimiento por
vacaciones, requiere que la medida sea comunicada y admitida la justa causa que
se invoque por la autoridad de aplicación, no pudiendo argumentarse la falta de
tiempo para acudir al Ministerio de Trabajo si no se demuestra que ha acontecido
algún hecho súbito determinante de la falta de trabajo.
"Si el actor fue despedido, poco tiempo después de la iniciación de una demanda por
salarios de suspensión, invocándose una causal que habría tenido lugar un mes y
medio antes de tomarse dicha medida, surge la evidente falta de contemporaneidad
entre el hecho y la sanción, tornándose injustificado el despido". (CNAT, sala VI,
25/6/1980, "Borrada c. Iber SAIC", DT, 1980-1170).
"La potestad disciplinaria no puede ser ejercida sin una razonable contemporaneidad
entre los hechos que se imputan al trabajador y la sanción disciplinaria que se le
aplica". (CNAT, sala VI, 30/12/1980, "Hcut, Edjar E. c. Ferrocarriles Argentinos",
TySS, 1981-159).
"Si el demandante ya había sido suspendido por inasistencias, por aplicación del
principio "non bis in idem", es arbitraria la decisión de despedirlo que se fundó en
esas mismas inasistencias y en 'reiteradas inconductas oportunamente
sancionadas'". (CNAT, sala V, 22/3/1995, "S., M. A. c. La Universal SA", DJ, 1995-2-
897).
"Cuando las faltas imputadas para despedir al trabajador fueron, en muchos casos,
remarcadas oportunamente exhortándolo a su modificación y en otras debidamente
sancionadas, las causas invocadas para justificar la rescisión implican conculcar el
principio que impide sancionar dos veces el mismo hecho; ello así, mientras no se
haga mérito de un comportamiento autónomo reprochable que a la época de la
ruptura no haya sido objeto de punición con anterioridad ya que, si no se advierte en
la comunicación rescisoria un hecho desencadenante, sumado a antecedentes
anteriores, no se encuentra habilitado el cese con causa de conformidad a lo
dispuesto en el art. 242 de la Ley de Contrato de Trabajo(DT, 1976-238)". (CNAT,
sala II, 23/3/1999, "Baamonde, Pedro c. Consorcio Talcahuano 374", DT, 1999-B,
2279).
"El deber de fidelidad en tanto más exigible cuanto mayor es la jerarquía del
empleado y más dedicadas son sus funciones". (CNAT, sala I, 14/3/1956, "Witmann
c. Electricidad del Sud Argentina", DT, 1957-104).
Inasistencia e impuntualidad
"Las faltas reiteradas de puntualidad, que han provocado una prevención, justifican
el despido del trabajador que tiene antecedentes desfavorables". (CNAT, sala II,
31/7/1957, "Insaurralde c. Ekon", DT, 1957-735).
"Es justificado el despido del empleado que alegó una enfermedad, la que no pudo
ser comprobada por el médico que se presentó a su domicilio, debido a su ausencia,
y que tampoco concurrió al consultorio de aquél a pesar de haber sido intimado para
hacerlo, bajo apercibimiento de considerarlo incurso en abandono del
puesto". (CNAT, sala II, 19/3/1958, "Moyano c. David Hogs", DT, 1958-617).
"La ausencia de un solo día no configura justa causa de despido del empleado con
antigüedad superior a 10 años, especialmente en el caso de haberse ello producido
en un momento en el cual se mantenía la suspensión de la mayor parte del personal
de la empresa". (CNAT, sala IV, 7/11/1966, "Hren c. Anderson", DT, 1967-209).
"Las inasistencias injustificadas y sin aviso del actor durante más de una semana,
valoradas a la luz de sus antecedentes desfavorables, resultan suficientes para
considerar comprendida su conducta en la de 'abandono- incumplimiento', la cual
consiste en una violación de los deberes a cargo del dependiente, que altera la
necesaria armonía que debe imperar en la relación de trabajo, y constituye injuria
grave que no consiente la prosecución del vínculo laboral". (CNAT, sala III,
9/10/1979, "Serrano c. La Nación", ED, 88-196).
"Si el trabajador admite haber inasistido a sus tareas tal inasistencia debe
considerarse injustificada hasta tanto no se invoque y demuestra una causa de
justificación". (CNAT, sala III, 30/10/1986, "Suárez c. Segubank", DT, 987-A, 187).
Huelga ilícita
"La huelga declarada después de haberse agotados todos los procedimientos que
determina la ley 14.786, tiene el efecto de suspender el contrato de trabajo, por
consiguiente el patrón que procede a una ruptura debe pagar la
indemnización". (SCBA, 31/10/1961, "Biancussi c. Benegas", DT, 1962-414).
"Para que sea lícito declarar arbitrario el despido motivado por una huelga, es
preciso, que la legalidad de ésta sea expresamente declarada en sede judicial, sobre
la base de las circunstancias jurídicas y fácticas que configuran el caso
juzgado". (CSJN, 15/10/1962, "Amoza de Fernández c. Carnicerías Estancias Galli",
DT, 1962-569).
"La llamada huelga de brazos caídos que comporta la ocupación del establecimiento
por los obreros, no configura una verdadera huelga.
"Reviste carácter injurioso que justifica el despido, el hecho de los obreros que,
como protesta por la falta de pago de ocho jornales y parte del sueldo anual
complementario, realizaron, sin previa intimación, una huelga de brazos caídos".
(CNAT, sala V, 15/3/1966, "Vidal c. Establecimiento Metalúrgico Juan Carlos
Vázquez", DT, 1966-356).
"Carece de licitud el paro que, sin mediar tratativas previas, no fue originado ni
resuelto por los órganos competentes de la asociación profesional de trabajadores
representativa de la actividad, careció de espontaneidad al obedecer a la actitud
directa y amenazante del grupo incitatorio y organizador, en circunstancias en que el
diferendo que aparentemente lo motivara, por deficiencias en las instalaciones del
establecimiento, había sido resuelto, todo lo cual lleva a presumir que concurrían
otras razones atribuibles a discrepancias de índole gremial ajenas a la
empresa". (CNAT, sala V, 28/4/1975, "Mannino c. Inafort", DT, 1975-661).
"Si bien la ocupación del establecimiento como medida de fuerza constituye una falta
posible de sanción disciplinaria, ésta sola circunstancia no se erige per se, en causa
que impida la prosecución del vínculo de laboral, máxime si no se invocaron ni
probaron antecedentes disciplinarios del trabajador que, acumulados al hecho que
motivó el despido, avalen la decisión rescisoria". (CNAT, sala V I, 26/6/2006,
"Pasyalian c. Arte Gráfico, Ed. Argentino", TySS, 2006-713).
"Constituyen justa causa de despido las expresiones agraviantes para con las
autoridades de la empresa empleadora y las amenazas de una campaña de
propaganda contra la misma; especialmente teniendo en cuenta que la empleadora,
además de aguinaldo, distribuía anualmente entre su personal un porcentaje de
utilidades que llegó hasta el 50 % de ellas.
"Los paros de brazos caídos configuran una conducta injuriosa, máxime en el caso
de vendedores". (CNAT, sala III, 3/11/1994, "Pazos c. Casa Anchorena", DT, 1965-
428).
Retracción de la producción
"El rendimiento laboral del trabajador está sujeto a variación en virtud de diversos
factores, muchos de los cuales pueden hallarse fuera del control del propio obrero y
la cantidad de pedidos de venta no constituye una variable eficaz para determinar si
incurrió en un obrar negligente, en tanto el estado de un mercado recesivo puede ser
la razón de la no concertación de aquéllos, situación ajena a la responsabilidad del
dependiente". (CNAT, sala I, 25/11/1998, "Sagre c. Activa Anticipar AFJP").
Idoneidad
"El hecho de haber el patrón mantenido en el cargo al obrero durante veinte días no
autoriza a admitir un consenso patronal, en cuanto a la eficiencia del mismo, siendo
razonable el transcurso de un breve lapso de tiempo —sobre lo que no existen
normas rígidas— a fin de constituir su aptitud para realizar tareas para las cuales fue
contratado". (CNAT, sala IV, 20/5/1957, "Bonza c. Gran Estab. Met. Hojaltero", DT,
1957-495).
Negligencia
"Constituye justa causa de despido la conducta negligente del chofer que ocasionó
el fundido del motor del coche perteneciente al empleador, por falta de
aceite". (CNAT, sala III, 30/12/1955, "Coimo c. Consorcio Olivarero", DT, 1956-413).
"Configura una injuria que justifica el despido, el hecho del capataz que, ejecutando
sin protesta órdenes manifiestamente equivocadas del jefe de sección, llevó a cabo
el trabajo a su cargo en forma inadecuada, deteriorando así la mercadería
elaborada". (CNAT, sala V, 25/7/1963, "Cuello c. Giardino", DT, 1965-107).
"Constituye injuria grave que causa desmedro patrimonial en los intereses del
empleador, materializado en la reparación sin cargo de la caja de velocidades del
automóvil, que fuera rota debido a la negligencia del trabajador, ocasionando con su
obra negligente rotura de la caja de velocidades, habida cuenta de tratarse de un
oficial mecánico de primera, con una antigüedad de catorce años y lo elemental del
trabajo encomendado (cambio de aceite)". (TTrab. Lomas de Zamora nro. 2,
29/9/1978, "Morinigo c. Bosch Motors", LA LEY, 979-132).
"El art. 84 Ley de Contrato de Trabajo, impone al trabajador el razonable
cumplimiento de su débito laboral condicionado a las limitaciones materiales que
resulten de la empresa, pero sólo la violación grave de este deber importar una
negligencia que justifique el despido". (CNAT, sala II, 4/7/1994, "Sosa c. Duque", DT,
1994-B, 1981).
"El trabajador incurre en culpa grave cuando conoce los peligros que entraña su
acto, aunque su voluntad no esté dirigida a producir el daño, o sea cuando media
una infracción a una obligación elemental de la función cumplida que determine un
perjuicio patrimonial o ponga en peligro bienes o la seguridad de las
personas". (CNAT, sala II, 4/7/1994, "Sosa c. Duque", DT, 1994-B, 1981).
"La actitud negligente del trabajador que no cumplió con el mínimo de diligencia
necesaria para el cuidado de herramientas o elementos que el empleador pone a su
disposición para realizar sus labores, configura una negligencia culposa en los
términos del art. 84". (CCiv., Com., Trab. y Flia. de Villa Dolores, 8/4/1999, "Farías c.
Bucco", LLC, 2000-470).
"La negligencia del tambero mediero que da lugar a la rescisión justificada del
contrato está relacionada con la eficiencia de su trabajo y el rendimiento del tambo
—en el caso, ordeñaba las vacas sin ceñirse a horarios, lo que influye
negativamente en la calidad de la leche—, o con los daños que pueda causar a los
bienes del propietario del tambo".(CCiv., Com. y Lab., Rafaela, 20/2/2002, "Álvarez
c. Miretti", LLLitoral, 2003-662).
Desobediencia
"Es justificado el despido del trabajador que se negó a trabajar de acuerdo con el
nuevo sistema adoptado por la empresa en razón de nuevos planes de trabajo y de
la incorporación de maquinarias más modernas y eficientes, a pesar de que las
nuevas tareas no perjudicarán sus intereses profesionales o económicos". (CNAT,
sala I, 29/10/1965, "Fruhwirth c. La Plata Cereal", DT, 1966-528).
"El hecho del delegado del personal que inicia, sin autorización de la empresa, una
asamblea del personal en el establecimiento, y prosigue con ella, no importa cuánto
tiempo, después de habérsele notificado la negativa de autorización, configura la
injuria del art. 159 del Cód., de Comercio". (CNAT, sala II, 31/8/1965, "Gómez c. La
Martona", DT, 1967-68).
"Si los trabajadores pasan de una tarea insalubre a una que no es tal, es lógico que
en lugar de las horas que la ley fija para aquella, trabajaren la jornada
normal". (CNAT, sala III, 16/5/1968, "Salvatierra c. Fluor", DT, 1968-490).
"Constituye justa causa de despido la actitud del trabajador que en el ámbito interno
de la empresa provoca, insulta y desafía a un compañero de trabajo, forzándolo a
mantener una riña de la que se derivan lesiones para ambos contendientes". (CNAT,
sala II, 23/3/1976, "Devoto c. Via Valrrosa", TySS, 1976-708).
"El estado de embriaguez del trabajador que desempeñaba tareas de sereno implica
una grave falta de conducta acentuada por sus funciones de vigilancia y significa
injuria suficiente que justifica el despido dispuesto por el empleador". (CNAT, sala I,
23/7/1976, "Chivisky c. Guante", DT, 1976-432).
"Aun cuando no pudiera tenerse por acreditado que el trabajador pretendió llevarse
sin autorización un artículo de los que produce la empresa, constituye injuria de
gravedad tal que legitima su despido su actitud de eludir el control de vigilancia de la
empresa, retirándose a la carrera". (CNAT, sala VI, 23/8/1977, "D'Alesio c. Industrias
Llave", TySS, 1978-301).
"Configura justa causa de despido el agravio verbal y soez dirigido por el trabajador
al médico que no justificó la inasistencia". (CNAT, sala V, 23/3/1990, "Villalba c.
Microómnibus Norte", DT, 1990-B, 1627).
"Constituyen justa causa de despido las expresiones agraviantes para con las
autoridades de la empresa empleadora y las amenazas de una campaña de
propaganda contra la misma; especialmente teniendo en cuenta que la empleadora,
además de aguinaldo, distribuía anualmente entre su personal un porcentaje de
utilidades que llegó hasta el 50 % de ellas.
"Los paros de brazos caídos configuran una conducta injuriosa, máxime en el caso
de vendedores". (CNAT, sala III, 3/11/1994, "Pazos c. Casa Anchorena", DT, 1965-
428).
"La participación del trabajador en una riña ocurrida dentro del lugar de trabajo no
configura una injuria laboral suficiente para justificar su despido, si éste ostentó la
calidad de agredido y se limitó a reaccionar ante la agresión, pues lo contrario
importaría imponer a la víctima de la riña un doble perjuicio, el hecho de haber
tenido que soportar la pelea y el despido". (CNAT, sala VI, 5/11/2004, "Herrera c.
Disco", DT, 2005-A, 497).
"El estado de embriague, por sí solo, no constituye una falta grave de entidad
suficiente para justificar el despido, máxime cuando la empleadora no agotó los
medios tendientes a lograr la rehabilitación del dependiente". (CNAT, sala II,
2/12/2005, "G. c. Dávila 380", TySS, 2006-300).
Daños
"Configura una injuria que justifica el despido, el hecho del capataz que, ejecutando
sin protesta órdenes manifiestamente equivocadas del jefe de sección, llevó a cabo
el trabajo a su cargo en forma inadecuada, deteriorando así la mercadería
elaborada". (CNAT, sala V, 25/7/1963, "Cuello c. Giardino", DT, 1965-107).
"El hecho del delegado sindical que exigió de su patrón una cantidad de dinero para
no continuar una campaña de perturbación entre el personal de la obra en
construcción, entrega que no se efectuó por causas extrañas a su voluntad, debe ser
calificado como delito de extorsión, en grado de tentativa". (CNAT, sala V,
29/10/1965, "Duarte", DT, 1966-327).
"El apuntador que certificó que se habían cargado 719 bolsas en un camión, cuando
en realidad eran 750, está relacionado con la tarea principal a su cargo, lo que hace
que el empleador pudo verosímilmente haberle perdido la confianza, para que en
adelante continuara en una tarea de controlar las cargas". (CNAT, sala II, 15/7/1976,
"Macedo c. Empresa Líneas Marítimas Argentinas", DT, 1976-499).
"Si un empleado ha violado su débito laboral, injuriado gravemente los intereses del
principal, procede la resolución justificada del contrato, aunque el hecho no
constituya delito de carácter criminal o la falta no sea motivo de sanción
administrativa.
"No es lo mismo, a los efectos laborales, una absolución por vía del art. 13 del Cód.
de Procedimiento Criminal, que la que descarta toda responsabilidad criminal del
procesado, por consiguiente esa absolución no es suficiente para excluir la
responsabilidad laboral del dependiente por el hecho material que le fuera imputado
y que justifica su despido". (CNAT, sala V, 31/8/1977, "Salas c. Las Cuartetas",
TySS, 1978-351).
"Si por decisión firme en sede penal se tienen por no acreditados los hechos
delictuosos invocados como causal de despido, se abre una particularísima
restricción a la facultad de los jueces de grado, pues en esa situación juega en
cuanto a la existencia del hecho, la prejudicialidad prevista en los arts. 1102 y 1103
del Cód. Civil, a cuyo respecto la sentencia penal hace cosa juzgada para los jueces
de otro fuero, no pudiendo, el Tribunal de Trabajo, valorar un hecho tenido por
inexistente por la sentencia penal.
"La culpa laboral se informa en principios distintos a los que constituyen la culpa
penal y debido a ello, no tiene por qué guardar siempre y necesariamente
correspondencia". (CNAT, sala VII, 31/3/1981, "Marciel c. Empresa El Halcón",
TySS, 1981-215).
"El juez del trabajo está habilitado para verificar si constituyen o no injuria, en los
términos del art. 242 LCT, circunstancias que dentro del preciso marco del proceso
penal no son aptas para basar sólo en ellas el indispensable cuerpo del delito".
(CNAT, sala V, 18/12/2001, "Sgromo c. Administración Federal de Ingresos
Públicos", JA, 2003-I-síntesis).
"La declaración testimonial formulada en una causa penal, la cual corrobora los
dichos del empleador respecto a la causa del despido del trabajador —amenazas—,
resulta prueba suficiente para justificar el distracto en el marco del art. 67 del RNTA".
(CCiv., Com. y Lab., Rafaela, 6/8/2004, "Arnaudo c. Bacca", LLLitoral, 2005 [junio],
546).
"Cabe condenar al empleador al pago de la indemnización por despido, toda vez que
no se encuentra acreditada la causal invocada —en el caso, comisión de un delito—,
pues un confuso relato resulta insuficiente, por carecer de fuerza convictiva, para
tener por demostrada la existencia de la conducta injuriante endilgada al
trabajador". (CNAT, sala I, 17/11/2004, "Del Valle c. Myslinski", DT, 2005 [junio],
809).
“El hecho de que el trabajador haya sido sobreseído en sede penal, no impide
apreciar en el fuero laboral si el acto atribuido configura injuria suficiente para
justificar el despido, ello en virtud de la diferencia existente en la valoración de la
'culpa', laboral y penal". (CNAT, sala II, 13/9/2005, "Castro c. Estadías y Servicios",
La Ley Online).
"El auto de falta de mérito no constituye obstáculo alguno para que el tribunal del
trabajo pueda pronunciarse acerca de la configuración de injuria laboral, apreciando
los elementos agregados a la causa.
Violación de secretos
"Si se invoca el copiado de una fórmula como actitud injuriosa por parte del
trabajador, el acceso indebido al lugar donde se encontraba la misma fórmula queda
comprendido en esa conducta, pues fue el medio empleado para la obtención de la
finalidad ilícita". (CNAT, sala VI, 13/4/81, "Bercovich c. Texalit Industrias Químicas",
TySS, 1981-277).
"La negociación por cuenta propia que justifica el despido inmediato y sin
indemnizaciones, tiene su fundamento en el deber de colaboración o de fidelidad;
por consiguiente, produce ese efecto aun cuando no exista un daño, menoscabo,
injuria o ataque a los intereses, fama o crédito del patrono". (CNAT, sala V,
30/12/1960, "Managó c. Pede", DT, 1961-295).
"La conclusión del Tribunal del Trabajo de que la mora en el pago de haberes y otras
retribuciones configuró una injuria económica, en desmedro de la actora, importa
una cuestión de hecho, librada a la prudencia jurídica de los magistrados de la
instancia ordinaria; y no resultando lo resuelto por dicho tribunal un despropósito, un
absurdo ni una arbitrariedad intolerable, tal cuestión resulta inaccesible a la Suprema
Corte". (SCBA, 13/7/1976, "Painemilla c. Castaño", DT, 1876-420).
"No todo incumplimiento constituye justa causa de denuncia del contrato de trabajo,
sino sólo aquel que puede configurar injuria, es decir, un obrar contrario a derecho o
incumplimiento que asuma una magnitud suficiente como para desplazar del primer
plano al principio de conservación del contrato regido por el art. 10 LCT.
"Como consecuencia inmediata del vínculo que liga a las partes de un contrato de
trabajo, aparece el deber de fidelidad que constituye una obligación moral o ética,
exigible jurídicamente, tanto por las manifestaciones en que se resuelve, como por
su expresa formulación legal. Uno de los supuestos particulares del referido deber
de fidelidad es el de no concurrencia o de no competencia desleal, que el
ordenamiento legal impone al trabajador, quien, para su cumplimiento, debe
abstenerse de ejercitar negociaciones por cuenta propia o ajena, que pudieran
afectar los intereses del empleador, salvo autorización de éste.
"El incumplimiento del deber de no concurrencia que torna procedente el despido del
trabajador no requiere la demostración del daño efectivo al empleador —en el caso,
realizó similares trabajos para un contratista del principal en forma contemporánea a
la relación que lo unía a éste—, pues basta la sola posibilidad de lesionar sus
intereses.
"Existe causa para justificar el despido del trabajador —en el caso, gerente
comercial— con fundamento en la concurrencia desleal, pues fue acreditado por las
manifestaciones vertidas por el mismo en una entrevista periodística, un principio de
ejecución de las tareas imputadas como injuria al tiempo en que aquél se
desempeñaba bajo las órdenes de las accionadas.
Falta de confianza
"La 'pérdida de confianza', como factor subjetivo que justifica la ruptura del contrato,
debe derivar de un hecho objetivo que, injuriante por sí mismo, se ve agravado por
la pérdida de confianza que tal hecho trae aparejada.
"Si el actor dejó los cajeros del banco sin su clave de seguridad por más de dos
horas y se registró un faltante, pese a ser él la única persona que por norma debía
conocer la clave, cabe concluir en la existencia de negligencia y falta de confianza,
constitutivos de justa causa del despido con concurrencia de los requisitos de
causalidad, contemporaneidad y proporcionalidad, que no autoriza la prosecución
del vínculo, ni aun a título provisorio, pero ello no prueba que hubiera mediado un
comportamiento de origen doloso delictual o contractual, ni que hubiera sido el autor
material del hurto configurado". (CNAT, sala VIII, 17/2/1997, "Rospide c. Banco del
Buen Ayre", DT, 1997-B, 1392).
"El despido dispuesto por el empleador ante la falta reiterada de dinero que el
trabajador tomó sin su autorización reconoce justa causa, pues tan reiterada
conducta del dependiente es suficiente para que el empleador perdiera la confianza
en aquél". (CCiv., Com. y Lab. Rafaela, 13/8/2004, "Aguirre c. Chalbaud", LLLitoral,
2005 (febrero), 85).
"La negociación por cuenta propia que justifica el despido inmediato y sin
indemnizaciones, tiene su fundamento en el deber de colaboración o de fidelidad;
por consiguiente, produce ese efecto aun cuando no exista un daño, menoscabo,
injuria o ataque a los intereses, fama o crédito del patrono". (CNAT, sala V,
30/12/1960, "Managó c. Pede", DT, 1961-295).
"Así como en principio nadie puede ser responsable porque le coloquen un paquete
en su auto, un mínimo deber de buena fe —si es que no tenía nada que ocultar—
era presentar el contenido del paquete y despejar así toda duda sobre su conducta,
y no negarse y descalificar la labor del vigilador". (CNAT, sala I, 11/12/2002, "Barrios
c. Coto", JA, 2003-IV-síntesis).
"El fichar por otro trabajador implica un acto de fraude a la empresa que justifica el
distracto". (CNAT, sala III, 20/12/2004, "Allende c. Ceteco Argentina", DT, 2005-A,
815).
Art. 243 — El despido por justa causa dispuesto por el empleador como la denuncia
del contrato de trabajo fundada en justa causa que hiciera el trabajador, deberán
comunicarse por escrito, con expresión suficientemente clara de los motivos en que
se funda la ruptura del contrato. Ante la demanda que promoviere la parte
interesada, no se admitirá la modificación de la causal de despido consignada en las
comunicaciones antes referidas.
El despido es un acto que para tener efectos requiere conocimiento de la otra parte,
lo que en esencia no es sino la adaptación específica de un criterio jurídico general,
ya que por ejemplo, los actos legislativos o administrativos son válidamente
dispuestos por el correspondiente órgano de gobierno, pero sólo obligatorios
(vinculantes, eficaces) una vez que se notifican o logran conocimiento presupuesto
por publicación oficial. En el caso del despido se dice ya sin excepción que la
voluntad que lo dispone es unilateral, pero recepticia; tanto el con causa como el sin
causa se perfeccionan sólo cuando el trabajador toma conocimiento fehaciente de la
extinción, con directa referencia entre nosotros al alcance que este término tiene en
la doctrina civil sobre contratos entre ausentes (referida sobre todo a los arts. 1147 y
sig. Cód. Civ.).
De modo que de acuerdo con la LCT debe ser comunicado por escrito el preaviso
(en caso de despido incausado) o el despido causado, aunque mientras en el primer
caso (el del preaviso) la exigencia es de prueba, en el segundo, como se verá, hace
a la existencia misma no ya del acto de despido, pero sí de la causa en que se la
puede haber fundado (con lo cual lo que requiere comunicación no es en realidad el
despido sino su causa, si es que la tiene). Por contraposición y a falta de una
exigencia legal específica, el despido incausado puede ser comunicado por
cualquier forma y probada por cualquier medio, por más que esta verificación muy
pocas veces tenga efectos prácticos, se diría que sólo en aquellos casos en que
algún derecho del trabajador depende de haber sido notificado o requerido algo
antes de designarse el contacto mediante un despido que, en esos casos, se puede
comprobar comunicado sin formalidades pero comunicado al fin.
Las exigencias en la ley para admitir la eventual existencia de una causa de despido,
en realidad son dos: una la de que la transmisión sea escrita y otra la de que sea
explicativa, de tal modo que a partir de la comunicación, el despedido puede conocer
sin ningún margen razonable de duda, cuales son los hechos que se le imputan
como incumplimiento del contrato que justifique la rescisión, entendido esto con el
alcance de que deben quedar claros los hechos y sus circunstancias, sobre todo eso
de cuánto y cuando ocurrieron esos hechos.
Estos requisitos para la idoneidad de la comunicación del despido sin causa fueron
una creación jurisprudencial, luego incorporada a la legislación por la LCT, en el
artículo de su texto original. No estaban en la legislación anterior, sobre todo no en
la ley 11.729 que fue el principal antecedente de la LCT, que nada decía sobre la
comunicación del despido. Dado lo cual la jurisprudencia variaba es tanto en
considerar que un despido comunicado sin transmitir una causa fuese efectivamente
uno injustificado, como en que muchas veces se aceptaban transmisiones tan
sintéticas o tan precarias que podían poner en riesgo el conocimiento de las razones
de la rescisión que tomara el despedido o aun la invariabilidad de la causa
comunicada. Antes de la LCT no era frecuente que la causa comunicada del despido
—y cuya admisión y prueba se admitía— se limitase a la mención del tipo legal
"injuria grave", o sólo poco más que eso, atenerse más o menos al listado de títulos
o subtítulos de causal de justificación que figura más adelante en el comentario al
art. 242 ("inasistencias reiteradas", "negligencia", "indisciplina", "deslealtad",
etcétera).
Sobre esta situación es que se dio la definición del art. 243 LCT, solución que
parece que a simple vista preferible, aunque más no sea porque así las
comunicaciones deben ser comprensibles, que es una de sus funciones
elementales, pero que aun si no se la prefiriese, de todos modos cumplió con dar
certeza a una situación antes un poco inestable(439).
Por eso en los excepcionales casos en que los tribunales han admitido que la
comunicación insuficiente del empleador puede completarse por medio del
conocimiento de que los hechos que el despido tenga por otras vías —sean otras
comunicaciones del empleador o aun otras cualquiera— en esos casos darse casi
imperceptiblemente también la exigencia de que sea escrita.
Como regla general, lo que establece el art. 243 LCT va en línea con lo que dispone
el art. 976 del Cód. Civil sobre ciertas formas obligatorias "que no pueden ser
suplidas por ninguna otra prueba y (sin las cuales) también el acto será nulo". Más
bien, en los términos en que pone las cosas el art. 243, lo que pasa con la causa de
despido no comunicada por escrito es que no existe.
La forma escrita se cumple con una nota simple para la cual el art. 243 no pide
siquiera que lleve la fecha de emisión, pero que en general debiera contener, por lo
menos, elementos que la permitan conocer esa fecha directa o indirectamente, ya
que el despido es un acto necesariamente dispuesto para producir el efecto extintivo
a partir de un momento determinado y de faltar esta indicación le faltaría algo
esencial, o pesarían sobre su idoneidad normales presunciones de fraude.
Sin embargo, por razones prácticas (negativa del despidiendo a notificarse por nota,
preferencia del empleador por notificar al trabajador estando esté ya fuera del
establecimiento), la nota de despido no es un medio de comunicación de uso
difundido y por lo tanto prácticamente no hay antecedentes disponibles sobre en qué
condiciones la jurisprudencia la consideraría bien o mal formalizada.
Esto ha dado lugar a una extensa elaboración jurisprudencial sobre quién debe
cargar con la responsabilidad de una noticia que no llegó o llegó en forma irregular
por algún fracaso en el transcurso del telegrama, o sea, si en estos casos se debe
asumir que el destinatario quedó de todos modos notificado o, por el contrario,
considerar al despido como no comunicado pese a que el emitente lo expidió.
Esta doctrina se definió y aplicó con bastante rigidez(440) , p. ej., en casos donde el
telegrama no se entregó por vivir el trabajador fuera del radio de reparto en zonas
que con la lluvia se inundan o vuelven barrosas. Y lo cierto es que en esos casos la
única alternativa disponible sería la de considerar a la comunicación como recibida
sin que lo haya sido, lo cual, tratándose de la comunicación de un acto recepticio,
sería tanto como dar por cierto un hecho que se sabe que no fue así, presunción que
necesitaría de una razón que lo justifique de la que, en general, se carece. En casos
así la alternativa es la de dar al despedido por notificado sin serlo, o por no cumplida
la notificación expedida por un medio de uso normal, dada la cual y aun sin pensar
en la protección especial al trabajador, parece más sensato respetar la realidad de la
falta de conocimiento por el destinatario.
Sin embargo, la regla sobre la responsabilidad por fallos del medio de comunicación
elegido, debió ser apuntada, sino excepcionada, sobre todo en casos en que el
fracaso de la recepción o del conocimiento de la comunicación resalta más bien
atribuible al destinatario quien, con la debida diligencia o buena fe, pudo tener
conocimiento de lo que se transmitía. Así se precisó que:
Una última cuestión referida a los errores en la transmisión de las causas del
despido, es la sobre la posible inexactitud en la trascripción del texto impuesto por el
remitente. No es un supuesto que se registre con frecuencia ni que se lo haya hecho
últimamente. Pero en el pasado, cuando a veces se lo hizo, los tribunales aceptaron
la idoneidad de comunicaciones con errores, pero siempre y cuando fueran errores
mínimos o tales que no imposibiliten a comprensión de lo que se transmite o de a
quien se lo transmite.
Por ejemplo, no basta argumentar faltantes de mercadería sin decir cuántos, cuáles
y cuando faltaron, ni una genérica falta de diligencia y colaboración, o de disciplina o
la falta de respeto a superiores, sin identificar ni las faltas ni los superiores.
Reseña jurisprudencial
"Un trabajador que se domicilia fuera del radio de distribución de telegramas pero
intima él por telegrama, debe poner la diligencia adecuada para enterarse de la
respuesta concurriendo a la sucursal de correos respectiva.
"Cuando la denuncia del contrato se hace por carta o telegrama, debe considerarse
recibida cuando la falta de recepción se debe a culpa del destinatario.
"Si bien es cierto que quien elige un medio para comunicar el despido carga con los
riesgos que el mismo implica, ello es a condición de que no sea imputable al
trabajador la causa que impide la efectividad del medio empleado, como ocurre en el
caso de que el telegrama es devuelto por el personal distribuidor de Encotel con la
observación 'domicilio cerrado'". (CNAT, 30/12/1976, "Guerrisi c. La Capital", LT,
XXV-A, 546).
"El que elige un determinado medio de comunicación corre con los riesgos de su
fracaso. De ahí que una de las partes del contrato no pueda excusar su conducta en
el hecho de que Encotel no haya cursado la notificación telegráfica en la forma
debida". (CNAT, 31/5/1978, "Espíndola c. Plavinil", LT, XXVI-A, 1097).
"No está permitido invocar la falta de trabajo, cuando este motivo no fue indicado en
el telegrama con que se notificó el despido". (CNAT, 30/7/1965, "Frías c. Alberio",
DT, 1965-521).
"Si bien el despido por justa causa dispuesto por el empleador debe comunicarse
por escrito con expresión suficiente de los motivos en que se funda la ruptura del
contrato, la omisión de las formas no lleva aparejada la inexistencia del acto".(CNAT,
sala I, 6/7/1978, "Villalva c. Kenia", DT, 1979-1015).
"De la norma del art. 243 de la ley 21.297 se desprende que cuando de las causas
de despido se trata, existe una suerte de fijeza prejudicial, por cuanto no se puede
modificar dicha causal consignada en la comunicación escrita de rescisión del
contrato". (SCBA, 19/8/1980, "Rué c. Somisa", DT, 1981-135).
"Si del texto del telegrama rescisorio surge que el actor no invocó el exceso en el
plazo de suspensión como causal de autodespido, sino que la suspensión era
excesiva y desproporcionada, puede alegarse como justificación del despido
indirecto solamente la invocada en el despacho telegráfico". (CNAT, 5/11/1981,
"Lozada c. Sicamericana", DT, 1982-283).
"Para cumplir con las exigencias del art. 243 de la LCT (DT, t.o. 1976-238) no se
requieren fórmulas especiales pero deben indicarse con sencillez, claridad y
precisión los motivos que determinan la cesantía". (CNAT, sala X, 24/11/2004,
"Schaab c. Xol", DT, 2005 [junio], 831).
"La fórmula utilizada por el empleador en el telegrama que envió al trabajador con el
fin de comunicarle la ruptura del vínculo laboral resulta excesivamente genérica y no
cumplimenta adecuadamente los requisitos exigidos por el art. 243 de la ley 20.744,
dado que no le imputa al dependiente un acontecimiento concreto y predeterminado
en el tiempo, lo cual impide el análisis por parte del juzgador de la
contemporaneidad existente entre la injuria y la sanción dispuesta".(CNAT, sala IX,
9/3/2006, "Nieva c. Medical Power", DJ, 7/6/2006, 443).
"Si bien el art. 243 LCT, exige que la comunicación por escrito del despido contenga
expresión suficientemente clara de sus motivos, este requisito formal tiende a
preservar el deber mutuo de buena fe que deben guardarse las partes y la
necesidad de conocimiento cierto del trabajador de los motivos que determinan tan
grave decisión, pero en modo alguno importa un requisito ad solemmnitaten que
invalide la comunicación cuando el trabajador conoce con precisión la verdadera
causal". (CNAT, 25/7/1978, "Echeverría Saavedra c. Manufacturera Algodonera
Argentina", TySS, 1978-629).
"No cumple con el requisito que establece el art. 243 de la Ley de Contrato de
Trabajo, el fundamento explicitado por la empleadora en el telegrama de despido
como 'razones de reorganización', sin la especificación de los hechos concretos en
que se basa la medida, ya que el objeto de la norma es que, previo al litigio judicial,
se determine cuál ha de ser la naturaleza de la controversia que ha de llegar a
conocimiento de los magistrados, con el propósito de que no se modifique la causal
de despido consignada en la comunicación respectiva, garantizando el derecho de
defensa en juicio del sujeto afectado por la decisión rescisoria a fin de evitar
situaciones de incertidumbre". (CNAT, sala I, 16/9/2005, "Rodríguez c. Juncal", La
Ley Online).
"El objeto del art. 243 de la Ley de Contrato de Trabajo es determinar, previo al litigio
judicial, cuál ha de ser la naturaleza de la controversia que ha de llegar a
conocimiento de los magistrados con el objeto de que no se modifique la causal de
despido consignada en la comunicación respectiva, garantizando así el derecho de
defensa en juicio del sujeto afectado por la decisión rescisoria evitando situaciones
de incertidumbre". (CNAT, sala I, 21/10/2005, "Ferragut c. Transportes Vesprini", La
Ley Online).
"Si bien el despido por justa causa dispuesto por el empleador debe comunicarse
por escrito con expresión suficiente de los motivos en que se funda la ruptura del
contrato, la omisión de las formas no lleva aparejada la inexistencia del acto".(CNAT,
sala II, 6/7/1979, "Villalva c. Kenia", DT, 1979-1015).
Art. 244 — El abandono del trabajo como acto de incumplimiento del trabajador sólo
se configurará previa constitución en mora, mediante intimación hecha en forma
fehaciente a que se reintegre al trabajo, por el plazo que impongan las modalidades
que resulten en cada caso.
Las inasistencias del trabajador, como se vio al tratar sobre el art. 242, son un
incumplimiento de sus obligaciones contractuales, posiblemente el más nítido o el
más fácil de entender como tal, por el hecho de que es la forma más categórica de
no cumplir con la prestación de trabajo comprometida.
Y siendo así las cosas, la doctrina clasifica de un modo que hasta cierto punto sigue
la ley con la incorporación de este art. 244, al abandono-incumplimiento o abandono-
injuria (porque ese incumplimiento es una injuria en los términos del art. 242) por un
lado, frente al abandono-renuncia por el otro. El abandono renuncia sería el del
segundo párrafo del art. 241 LCT, por más que esa norma no se refiere a la
virtualidad rescisoria de la actividad unilateral-omisión.) del trabajador, sino a su
efecto cuando se suma con una igualmente desinteresada del empleador. El
supuesto del abandono renuncia propiamente dicho (abandono unilateral) no está
específicamente tratado en la LCT, aunque no por ello deba juzgárselo fuera de la
modalidad jurídica, en la medida en que frente a un trabajador ausente sin dar
noticia durante un lapso prolongado, no se ve porque debiera ser considerado
inválido el que el empleador lo de de baja considerando y registrando que renunció y
no que lo despide por esa causa; o que la única forma de dar relevancia jurídica a
esta manifestación tácita unilateral del trabajador, sea agregándole formalmente la
del empleador en sentido coincidente, para así considerar el caso como
una rescisión por mutuo consentimiento y no como una renuncia.
Aunque es claro que basta describir esta operación o esta relación de las normas
con los hechos para advertir hasta qué punto la cuestión es poco práctica, artificiosa
y hasta se diría que jurídicamente sobreabundante, porque lo cierto es que el
abandono-renuncia unilateral no existe en la legislación, con lo cual siempre resulta
más seguro no encuadrar las cosas en un tipo no legislado y al ser así, no se puede
bien si el tipo no está legislado porque en la realidad ya no se daba, o si no se da en
la realidad porque no está legislado. Creo que es lo primero, y que estos arts. 241 y
244 de a LCT son una demostración de cómo la legislación, sobre todo la laboral, es
más lo que se propone resolver problemas, que se dan en la realidad con alguna
frecuencia —y a éstos tal como se presentan— que aportar soluciones sistemáticas
para supuestos correctamente esquematizados pero no presentes en la realidad. Es
probable que la posibilidad de atenerse a una esquematización mejor armada de los
supuestos a resolver como parte de una temática lógicamente unificable sea un
paso posterior, que requiere un mayor asentimiento de la rama del derecho de que
se trate.
Dentro de este esquema y tal como lo dice textualmente, el art. 244 se refiere sólo al
abandono incumplimiento, o sea, a un supuesto específico de injuria, que está
separado pero que no tiene otros efectos que los del art. 242 LCT, con lo cual es
inevitable plantearse la cuestión sobre el porqué de la tipificación específica y
diferenciada de este supuesto.
Se observa que ello mismo puede conspirar contra la aplicación práctica de la figura,
porque como una parte más de la ambigüedad de estas fronteras entre las distintas
clases de tipos legales cuyo núcleo son las inasistencias del trabajador, dadas las
inasistencias, una forma de sortear la exigencia de previa intimación sería encuadrar
la cuestión como un despido por incumplimiento, en vez de una cesantía (o despido)
por abandono incumplimiento, o sea, dejarla en el 242 sin encuadrarse en el 244.
Pero es dudoso que existiendo el art. 244 como existe, ésa sea una probabilidad
derivada de una interpretación sostenible de la ley y, sobre todo, en el fondo y por lo
que se acaba de decir, aun encajadas las cosas —las inasistencias— en el art. 242
—o si no existiera el 244— el requerimiento de intimación previa al despido parece
de todas maneras natural y en todo caso debiera contarse con que los tribunales lo
van a exigir, cualquiera sea la norma que se esté aplicando, salvo casos
caracterizados y como tales de excepción, tales como aquellos en que las últimas
inasistencias que dan lugar al despido son sólo el final de una extensa serie anterior
y que ya motivó intimaciones y advertencias.
Lo que dice el art. 244 es para que se configure el abandono de trabajo como acto
de incumplimiento, debe darse una previa constitución en mora por medio
fehaciente, para que el trabajador se reintegre. La terminología es observable,
aunque con el poco valor que tienen las observaciones terminológicas acertadas
sobre textos que por más observables que sean, se entienden de todos modos sin
mayores contradicciones.
Lo de que la intimación previa sea necesaria para configurar el abandono como acto
de incumplimiento, significa que debe haberlo para que se configure el tipo
"abandono", que se refiere el art. 244 y no, como dice el texto, para que el
incumplimiento lo sea, por más que sin intimación previa no sea uno sancionable en
los términos del art. 244. Y con respecto a la mora, ésta "existe por la omisión... sin
ninguna necesidad de certificación o intimación" (Justo López) con lo cual en
definitiva lo que dice el artículo es que para que las inasistencias del trabajador —su
mora— puedan dar lugar a la extinción del contrato en los términos del art. 244,
debe existir una previa intimación a cumplir el contrato.
El plazo de la intimación, dice el art. 244 que debe adaptarse a las modalidades que
resulten de cada caso. Algunos tribunales aplican analógicamente el plazo de dos
días del art. 57 LCT, aunque otros no o hasta rechazan ese plazo explícitamente.
Pero lo cierto que el plazo de 48 horas hábiles, aplicado a esto, fuera de éste en que
el art. 57 LCT, pareciera ser aceptable y aceptado como una pauta razonable, salvo
en casos con características que los diferencien, o con, como lo dice la ley
"modalidades que resulten en ese caso". Por ejemplo, un plazo de veinticuatro horas
que a simple vista se diría que es escaso, a veces (pocas) ha sido aceptado, y
particularmente lo ha sido cuando la intimación quedó reducida a ese lapso por la
forma de entregarse las comunicaciones del correo, pero ello después de una
ausencia prolongada.
De modo que lo que puede decirse respecto de la duración de las ausencias que
configuran abandono según el art. 244 LCT, es que pareciera que existe algún grado
de consenso sobre que este lapso no es el tan extenso en que los tribunales
concretan la figura del abandono-renuncia-renuncia-disenso de la segunda parte del
art. 241 LCT. Para el abandono incumplimiento, bastan inasistencias de tres o cuatro
días, siempre que se cumpla con la previa intimación, lo cual pareciera ser una
demostración práctica más —si fuera necesaria— de que esto es más una causa de
despido por incumplimiento que de renuncia expresada tácitamente.
Reseña jurisprudencial
"El abandono del trabajo es una de las causas que justifica la extinción del contrato
de trabajo por la sola voluntad del empleador sin que nazca la correlativa obligación
de indemnizar al trabajador, siendo necesario para que ello ocurra dos pasos,
primero, la intimación para reintegrarse al empleo, y luego, ante su silencio, poner fin
a la relación. Únicamente en la hipótesis prevista por el art. 241 in fine, el abandono
de la relación implica la extinción de la misma por voluntad concurrente de las partes
que se comportan de un modo concluyente y recíproco, que traduce
inequívocamente la existencia de aquel supuesto". (CTrab., de San Francisco,
9/8/1978, "Gallardo c. Abba", JA, 979-II-639).
"En los supuestos de abandono renuncia o extinción del contrato por voluntad
concurrente de las partes, no es necesaria la previa intimación, que para un caso
distinto al abandono como acto de incumplimiento del trabajador, requiere el art. 244
del RCT". (CNAT, sala II, 27/12/1983, "Dennett c. Czenizer", DT, 984-A, 619).
"Para que se configure el abandono de trabajo se requiere una ausencia prolongada
y culposa". (CNAT, sala I, 30/10/1987, "Gallardo c. Taller Mecánico, General
Hornos", DT, 988-A, 75).
"Si la actora invocó un despido verbal y tal extremo se acreditó, no rige lo previsto en
el art. 243 de la Ley de Contrato de Trabajo (DT, 1974-805, t.o. 1976-238) de modo
que corresponde acoger su reclamo fundado en la indemnización por la
desvinculación, mientras que en este contexto, no puede aceptarse el argumento de
la accionada basado en la figura del 'abandono-renuncia', si se pretende fundarla en
el tiempo transcurrido entre el despido verbal y la presentación ante el
SECLO". (CNAT, sala VI, 25/8/2000, "La Porta c. Simeone", DT, 2001-A, 118).
"Las inasistencias injustificadas y sin aviso del actor durante más de una semana,
valoradas a la luz de sus antecedentes desfavorables, resultan suficientes para
considerar comprendida su conducta en la de 'abandono-incumplimiento', la cual
consiste en una violación de los deberes a cargo del dependiente, que altere la
necesaria armonía que debe imperar en la relación de trabajo, y constituya injuria
grave que no consienta la prosecución del vínculo laboral". (CNAT, sala III,
19/10/1979, "Serrano c. La Nación", ED, 88-196).
C) La intimación previa
"El art. 244 de la LCT no fija plazo alguno a la respuesta por la intimación cursada
por el empleador para que el trabajador se reintegre a sus tareas; dicho plazo
depende de las 'modalidades que resulten en cada caso', para considerar que el
dependiente ha incurrido en abandono de trabajo". (CNAT, 31/10/1997, "Alagastino
c. Aclimaterm", DT, 1998-A, 709).
"El plazo acordado al trabajador para que retome tareas bajo apercibimiento de
abandono, no es asimilable por vía analógica al supuesto contemplado en el art. 57
de la LCT, dado que el abandono de trabajo se encuentra regulado en el art. 244 de
la LCT, que no fija término alguno para que el trabajador retome tareas, y la
razonabilidad de dicho plazo dependerá de las modalidades que resulten de cada
caso". (CNAT, sala I, 26/10/2002, "Barrios c. Coto C.I.C.S.A.", DT, 2002-B, 1964).
"El plazo acordado al trabajador para que retome tareas bajo apercibimiento de
abandono es asimilable por vía analógica al supuesto contemplado en el
art. 57 LCT, y por ende, el abandono de trabajo como motivo autónomo de despido
con causa se configura si el trabajador ausente, intimado y constituido en mora no
se presenta a trabajar dentro de un plazo que no puede ser inferior a 2 días
hábiles". (CNAT, sala VI, 5/5/2003, "Mirenda c. Gutiérrez", DJ, 2003-505).
"El abandono de tareas se configura con la intención del agente de faltar a su labor
con la voluntad de no retomar la misma. Para el patrón, que atribuye a su
subordinado tal actitud, ésta se descompone en dos elementos, de carácter objetivo
uno de ellos y subjetivo el otro.
"Quiere esto decir que verificada la inasistencia al trabajo —hecho objetivo— debe
entenderse que es voluntad del obrero no volver al mismo.
Art. 245 — En los casos de despido dispuesto por el empleador sin justa causa,
habiendo o no mediado preaviso, éste deberá abonar al trabajador una
indemnización equivalente a UN (1) mes de sueldo por cada año de servicio o
fracción mayor de TRES (3) meses, tomando como base la mejor remuneración
mensual, normal y habitual devengada durante el último año o durante el tiempo de
prestación de servicios si éste fuera menor.
Dicha base no podrá exceder el equivalente de TRES (3) veces el importe mensual
de la suma que resulte del promedio de todas las remuneraciones previstas en el
convenio colectivo de trabajo aplicable al trabajador, al momento del despido, por la
jornada legal o convencional, excluida la antigüedad. Al Ministerio de Trabajo,
Empleo y Seguridad Social le corresponderá fijar y publicar el promedio resultante,
juntamente con las escalas salariales de cada Convenio Colectivo de Trabajo.
El importe de esta indemnización en ningún caso podrá ser inferior a UN (1) mes de
sueldo calculado sobre la base del sistema establecido en el primer párrafo.
Disposiciones relacionadas
De tal manera la LCT ha cumplido con ese mandato, optando por uno de los
sistemas posibles de estabilidad, sobre lo cual cabe distinguir la distinta intensidad
de dicha protección. Por un lado se conoce la técnica de declarar inválido el acto del
despido producido por el empleador sin justa causa (de las que enumere la ley), y
por otro el de admitir la eficacia extintiva de ese acto rescisorio, pero imponiendo al
incumplidor la sanción indemnizatoria que la propia ley define. De eso trata el
art. 245 bajo comentario.
La elección del legislador de 1974 fue por lo que se conoce como estabilidad relativa
—es decir la que admite el derecho del empleador a poner fin al contrato aun sin
justa causa asumiendo el deber de abonar una indemnización— siguiendo en esto el
sistema general que establecía la ley 11.729 y sus posteriores modificaciones(444).
Conforme con la garantía constitucional de protección contra el despido arbitrario, es
el legislador quien tiene la facultad de determinar cómo se implementará esa
protección(445). Así es como ha emitido legislación de diferente corte para el sector
público interpretando la garantía constitucional de "estabilidad del empleado
público", como una referencia a la estabilidad absoluta, p. e. ley 25.164 actualmente
vigente y sus antecesoras dec.-ley 6.666 y ley 22.140 interpretación de la que
participa la mayoría de la doctrina(446). Al respecto, sin embargo, cabe recordar que
tal lectura que como dije, llevó al dictado de leyes que regulan tal tipo de estabilidad
en el sector de la administración pública nacional, no es la que adoptó durante un
lapso la Corte Suprema de Justicia para la cual la garantía constitucional para ese
sector laboral no exigía que se estableciera la reincorporación del empleado
despedido injustamente, bastando, para satisfacer el mandato constitucional, con la
imposición de una "adecuada indemnización no descalificable por razón de
iniquidad" con lo cual convalidó distintas normas que hicieron excepción a la
estabilidad del empleado público por razones de"racionalización" o semejantes(447).
Esta interpretación del texto constitucional fue corregida expresamente por un fallo
del Alto Tribunal que ha tenido importante repercusión. Me refiero a la sentencia
dictada en los autos caratulados "Madorrán, María c. Administración Nacional de
Aduanas" del 3/5/2007 en la cual estableció claramente que la garantía referida al
empleado público no puede entenderse de otro modo que garantizando que el
empleado del Estado no debe ser privado de su empleo sin que se acredite una
mala conducta que así lo merezca. Para llegar a esa conclusión la Corte Suprema
hizo un análisis del antecedente del debate de la Convención Constituyente de 1957
recordando palabras de constituyentes que explicaron la diferencia existente entre el
vínculo con el Estado y el que se concerta con un empleador privado. "Esto último es
así, pues, si bien es cierto que el art. 14 bis, comprende al trabajo 'en sus diversas
formas', lo cual entraña tanto al que se desarrolla dentro del campo de la actividad
privada como de la pública, no lo es menos que los dos períodos normativos antes
destacados encuentran su explicación precisamente en distinguir entre los mentados
ámbitos, para los cuales se prevé un diferente grado de estabilidad en el empleo. En
efecto, tal criterio fue puesto de manifiesto por el convencional Carlos A. Bravo,
miembro de la Comisión Redactora y Secretario de la Sub Comisión de Derechos
Sociales y Gremiales, en oportunidad de expresarse a propósito del despacho
propuesto por la mayoría, que auspiciaba los dos pasajes en juego y que, a la
postre, resultaron sancionados. La estabilidad —sostuvo—, salvo pocas
excepciones, está tipificada en el caso de los empleados públicos, ya que puede ser
considerada como un elemento natural de la relación entre ellos y la administración.
Esto por la naturaleza especial del servicio y de la función pública, que es perenne y
sujeta a mínimas variaciones [...] En algunos países, donde la estabilidad está
asegurada por ley, la cesantía del empleado público arbitrariamente dispuesta, es
nula, no produce efecto alguno; el empleado arbitrariamente alejado tiene el derecho
de reincorporarse a su puesto, aun cuando esto no sea del agrado de sus
superiores, los que deben acatar la decisión del tribunal administrativo al que
recurrió el empleado".Y acotó seguidamente:"En el campo de las relaciones del
derecho privado, la situación es distinta. El poder discrecional, que constituye la
excepción en la administración pública, representa en este campo la regla. Resulta
muy difícil obligar a un empleador a readmitir en el local de su empresa, para
reincorporarlo al empleo, al trabajador cuyos servicios desea no utilizar más
[...]"(Diario de sesiones de la Convención Nacional Constituyente. Año 1957, Buenos
Aires, Imprenta del Congreso de la Nación, 1958, t. II, p. 1226). El distingo, por lo
demás, también fue puesto de manifiesto en cuanto se entendió que la cláusula
"protección contra el despido arbitrario" resultaba el principio que había informado la
sanción de la ley 11.729, relativa a los trabajadores del sector privado, por lo que se
agregaba, mediante el proyecto de reformas, la estabilidad del empleado público
(convencional Martella, ídem, t. II, p. 1243).
B) El sistema de la LCT
Fue López quien se pronunció de manera firme por la calificación del acto del
despido sin justa causa o arbitrario como un acto válido —porque es idóneo para
extinguir el contrato— añadiendo "pero no obstante eso no deja de ser un acto ilícito,
ya que implica el incumplimiento de un deber (de conducta) contractual (el deber de
no despedir arbitrariamente) y por eso está sancionado con el pago de una
indemnización tarifada". Esta explicación ha sido interpretada llevando su contenido
a conclusiones en el que el significado jurídico asume trascendencia más allá de lo
que en origen fue considerado en el texto trascripto.
Herrera explica que "en todos los contratos de tracto sucesivo o plazo
indeterminado, se entiende que existe la misma facultad para ponerle fin sin
invocación de causa", y cita en tal sentido y a modo de ejemplo, los arts. 1604, inc. 2
del Cód. Civil y art. 792 del Cód. de Comercio. Destaca que como sucede en esas
relaciones en el contrato de trabajo está destinado a agotarse en el tiempo ya que
no puede durar indefinidamente y por consiguiente puede extinguirse por cualquiera
de los modos previstos para ese tipo de vínculos jurídicos y aunque con las
limitaciones propias de la disciplina orientada a la protección del trabajador, "se
reconoce en nuestro derecho un amplio poder de disposición de las partes sobre la
suerte del contrato, de manera que pueden ponerle fin en cualquier momento por
medio de actos jurídicos de carácter bilateral o unilateral, con invocación de causa o
sin ella. Empero, como la ley procura la 'subsistencia de la relación' en beneficio
exclusivo del trabajador, restringe de hecho su ejercicio, imponiéndole a éste una
serie de cargas de carácter indemnizatorio. Ello así con obvio propósito de posibilitar
al trabajador mantenerse en su empleo si así lo desea mientras sea materia, moral y
económicamente posible"(455) . Por lo tanto cuando el empleador despide o
menciona la posibilidad de hacerlo, sin invocar una justa causa (ad nutum, o sea
desnudo), no está incumpliendo la ley o advirtiendo que va a violar la ley, sino
simplemente, ejerciendo el derecho de resolución ínsito en todo contrato por tiempo
indeterminado, produciendo unilateralmente un negocio derogatorio que deja sin
efecto el v ínculo jurídico creado en forma bilateral por el contrato de trabajo que
derog a(456) . El acto jurídico es por definición lícito y es propio de aquél producir
efectos jurídicos, en el caso la modificación o aniquilación de derechos con lo queda
caracterizado el acto o negocio jurídico(457) .
Despedir sin justa causa no está prohibido, es un derecho del empleador que viene
acompañado de una obligación indemnizatoria porque el trabajador pierde un
empleo, es decir sufre un daño. Pero lo mismo sucede con cualquier contrato dentro
de cuyas posibilidades está la del incumplimiento y el resarcimiento, sin que ello
signifique que no pagar el precio de una compra venta, o el alquiler de una locación,
configuren actos ilícitos en el sentido que esta expresión tiene en el terreno de las
obligaciones.
Por lo demás el art. 944 del Cód. Civil descarta aquella distinción entre ilícito e
ineficaz, toda vez que el acto jurídico no puede tener objeto ilícito por lo que resulta
imposible que sea a la vez eficaz e ilícito. Si es ilícito no puede tener eficacia,
relevancia jurídica, en todo caso se convertirá en un hecho ilícito regulado por
normas especiales (arts. 1107 y ss.) y en tal caso debe tenerse presente que el
propio art. 1107 excluye de esa categoría a las omisiones de obligaciones
convencionales. Las diferencias que se marcan respecto del régimen de
incumplimientos contractuales (ilícito contractual) en el sistema de estabilidad
impropia, no resultan relevantes: ni la eliminación del derecho del acreedor a exigir
el cumplimiento específico del contrato (art. 505, inc. 1) que se justifica por la libertad
de contratar que protege al empleador como su derecho fundamental, por lo que la
ley acepta y garantiza la eficacia del acto rescisorio; ni por otro lado la limitación
tarifaria de la indemnización prevista.
Agregaré que es sabido que no es cierto que nunca sean reparables los daños
producidos por actos ejecutados de conformidad con el sistema jurídico. "A veces la
ley común considera necesario hacer prevalecer un determinado interés, pero se
preocupa de resarcir al titular del interés sacrificado. El daño consiguiente al interés
sacrificado por el derecho, no es antijurídico, pero es imprescindible recomponer el
patrimonio del sujeto del interés que ha resultado sacrificado"(462) . Como lo
expresa Vázquez Vialard, "hay derecho a despedir pero como se produce un daño
debe reparárselo. Esta situación sería propia de lo que en derecho civil se llama
daño lícito, es decir una acto que es perfectamente lícito, admitido por la ley, pero
que provoca un daño que hay que reparar"(463) .
Por otra parte quizás como explicación final conciliatoria, como lo destaca de La
Fuente, citando a Orgaz(464), el despido sin justa causa es "una de esas situaciones
que muestran parcialmente doble rostro, uno lícito desde un cierto aspecto, otro
ilícito desde diversa perspectiva".
2) Lo cierto es que esta controversia que parece casi abstracta en punto a los
efectos que produce el despido injustificado en nuestra ley, ha tenido sin embargo,
una repercusión importante al momento de tratar los efectos de un acuerdo de
rebaja de remuneraciones, celebrado bajo la advertencia manifestada por el
empleador de que en caso de no aceptarse tales condiciones desfavorables
económicamente para el trabajador, procedería a despedirlo sin causa(465).
Es un punto muy cercano al aquí tratado —y que luego será objeto de análisis
especial— el de plantear como una situación que demanda un tratamiento especial
de reparación (y para algunos inclusive el de descalificación como acto eficaz para
disolver el contrato) el del denominado despido abusivo. Sin perjuicio de lo que
explicaré más abajo, traigo este tema a consideración porque quienes defienden la
hipótesis del despido abusivo —figura absolutamente aceptable en las hipótesis que
luego se verán— no pueden alegar, al mismo tiempo, la calidad de acto ilícito
respecto del despido(466). En efecto tal como lo enseña Spota(467)"confunden las
nociones jurídicas implicadas en este problema de diferenciación aquellos que
pretenden erigir la doctrina del abuso del derecho en un mero capítulo de la
responsabilidad aquiliana. Se trata, sí, de responsabilidad por el ejercicio abusivo de
las prerrogativas individuales y de las facultades ínsitas en la esfera de libertad de
cada persona... No formular el distingo, puesto en claro por Josserand, entre el acto
abusivo, el ilegal y aún el excesivo —siendo este último un acto que impone el deber
resarcitorio, pero sin que medie culpa ni dolo— implica no sólo correr el riesgo de
incurrir en apreciaciones erróneas, sino también significa olvidar la esencia de la
doctrina del abuso del derecho, o sea la autonomía jurídica del acto abusivo frente a
la noción del acto ilícito". Es decir que para poder hablar de despido abusivo, hay
que reconocer previamente, indefectiblemente, que existe el derecho a despedir,
porque si no, no se entiende que exista un derecho ejercido abusivamente respecto
de un acto ilícito. La contradicción es evidente(468).
Pero sí creo oportuno volver sobre una cuestión que planteé como eventual riesgo
en el que se puede caer a partir de la admisión de la tesis del reparto de la carga
probatoria que contiene el fallo "Pellicori" citado. Porque a partir de que frente un
indicio de discriminación enunciado por el trabajador despedido, es el empleador el
que debe probar que ha despedido por una causa que no es la discriminación,
vamos en camino directo a que siempre el empleador debe probar que medió una
causa para despedir. De lo contrario frente a lo que sostuvo —sin necesidad de
probarlo, bastando con el indicio— el trabajador, ha caído en una fórmula de despido
arbitrario. Se dirá que lo que tiene que probar no es que la causa sea justificante de
la denuncia unilateral, sino simplemente que es distinta de la discriminación. Pues
bien, no se me oculta que se trata de dos situaciones diferentes con sanciones
distintas: puede haber despido con causa aunque no sea justa, y por eso debe
indemnizarse siendo el despido válido y no anulable por discriminatorio; y puede
haber despido con justa causa sin obligación resarcitoria. Y entonces, como lo
sostengo, aunque las consecuencias sean diferentes, el empleador siempre debería
probar que medió una causa, esto es lo contrario de lo que admite el régimen legal
que permite, como derecho de uno de los sujetos de un contrato de tracto sucesivo o
plazo indeterminado, en los que repitiendo lo dicho, existe el "derecho de ponerle fin
sin invocación de causa" o lo que es lo mismo, en el caso del contrato de trabajo, el
derecho de despedir.
Es Krotoschin quien indica que "la indemnización por despido es una verdadera
indemnización por violación del contrato, igual que la indemnización por falta de
preaviso, a la cual normalmente se agrega"(474) .
Insisto en que en el análisis de este tema no puede pasarse por alto un punto de
partida sustancial cual es el de que la afirmación de que el despido sin justa causa
es un acto ilícito se presta a interpretaciones extensivas hacia otros aspectos y
manifestaciones de lo que como lo he subrayado sólo puede concebirse como ilícito
si se utiliza esta expresión de manera genérica y no con la acepción técnica que el
Código Civil le asigna. Se trata en todo caso de un ilícito contractual o sea nada más
que en un incumplimiento obligacional pero autorizado por la ley; es un derecho de
las partes del contrato disolverlo unilateralmente con o sin justa causa
diferenciándose sólo en las consecuencias de esos actos respectivos tal como lo he
explicado. La circunstancia de que al empleador se le imponga el pago de una
indemnización no le cambia su naturaleza de ámbito de ilícito exclusivamente
contractual y no implica que porque se pague dicha indemnización se trata de un
hecho prohibido, lo cual es muy diferente y sólo puede afirmarse tal prohibición
cuando la ley lo establece expresamente (art. 1067 del Cód. Civil). Insisto, una vez
más, que no debe llamar la atención que haya indemnización cuando se ejerce un
derecho ya que se registran supuestos en los que se acepta tal obligación
indemnizatoria aunque los perjuicios sufridos provengan de comportamiento lícitos
como se ha mencionado antes.
Conforme con tal criterio desarrollado por fallos y doctrina e inclusive avalado por
algún fallo de la Corte Suprema de Justicia(478) , se admite actualmente casi de
manera uniforme, que cuando se acreditan circunstancias especiales, en las que se
evidencia una conducta que lesiona en lo patrimonial o moral, es procedente la
condena a una indemnización adicional a la tarifada que cubra esos perjuicios(479) .
Agregaré que la reparación a que se hace referencia, no necesariamente debe
consistir en una indemnización monetaria ya que, tal como ocurrió en el caso que
originó el fallo plenario citado, la reparación del daño moral puede producirse en
especie cuando esto es posible y eficaz.
Frente a este proceso de "civilización", del derecho del trabajo, se abren sin
embargo, con razón, debidas precauciones para impedir "tanto la proscripción de
toda reparación por daño moral, vinculado al despido, como su pertinencia con base
en las resonancias espirituales de todo despido arbitrario, sin excepción
alguna"(485) .
1) Con esta denominación se identifica un tipo especial de despido sin justa causa
cuyas características no son demasiado precisas pero que se traducen en —como lo
expresa el calificativo— una conducta que se ha desviado de la directiva básica
contenida en el art. 1071 del Cód. Civil. Vale la pena transcribir esta norma de fuerte
raíz ética inscripta en una filosofía finalista del derecho(487): "El ejercicio regular de
un derecho propio o el cumplimiento de una obligación legal no puede constituir
como ilícito ningún acto. La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se
considerará tal al que contraría los fines que aquélla tuvo en mira al reconocerlos o
al que exceda los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas
costumbres".
— y esto significa que no debe contrariar los fines que la ley tuvo en mira al
reconocerlo o
— que exceda los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas
costumbres.
He aquí el esquema lógico sobre el cual gira el concepto que intento investigar a los
fines de explicar la doctrina que apunta a considerar que además de las categorías
clásicas de actos lícitos e ilícitos debe considerarse la de un acto (la denuncia del
contrato por el empleador sin causa justificada) que pueda ser calificado como
abusivo.
Obsérvese que en este planteo, estoy admitiendo, como lo he sostenido antes, que
el despido es un acto lícito —al menos para el empleador— es decir un derecho y
por eso puede abrirse la posibilidad de que a pesar de tener esa legitimación, se
convierta por su ejercicio irregular, en un acto abusivo o dicho de otra manera en el
ejercicio abusivo de un derecho.
Queda confirmado con esto que, a mi juicio, la institución del despido abusivo queda
absorbida por la propia legislación laboral que se ha hecho cargo de unas hipótesis
en las que objetivamente se ve la distorsión de la prerrogativa rescisoria, es decir en
el ejercicio irregular, desviado del derecho de despedir(492) . La posibilidad de que
además de la tarifa el empleador deba pagar otras sumas indemnizatorias queda
reservada a otra hipótesis, de la cual me he ocupado en el apartado anterior,
relacionada con otra situación identificada como aquella en la que el despido va
acompañado, precedido, o sucedido de actos, manifestaciones, conductas que no
están vinculadas con el acto rescisorio sino que constituyen incumplimientos, actos
ilícitos, independientes, que no son consecuencia o que no integran la denuncia del
contrato; que están jurídicamente diferenciados de la extinción del contrato de
trabajo.
— despido "sin causa", por haberse invocado una que no está contemplada en el
régimen legal.
En los casos que desglosa la posición anotada aparece como primera dificultad la
apreciación de cuándo el empleador actúa de mala fe, cuándo fraudulentamente,
cuando simplemente se coloca en un supuesto ajeno a los contemplados por la ley.
Sólo esta consideración acerca de los inconvenientes probatorios de una conducta
subjetivamente calificable, hace pensar en que la solución del legislador de la LCT
ha sido la más práctica y objetiva: dejar de lado consideraciones de conductas y de
posibles daños por la ruptura y establecer, objetivamente obligación indemnizatoria
tarifada sin que haya que considerar si hubo buena o mala fe y si el actor sufrió o no
daño por el despido y más aún si el daño sufrido es compensado adecuadamente
por el importe de la reparación que se ordena pagar. Todo esto queda subsumido en
la tarifa tal como lo explicó hacer más de medio siglo la doctrina sobre la base de
normas que no han cambiado sustancialmente. Cuando el legislador ha querido
sancionar de manera especial la mala fe o el fraude —distinción que aparece en la
clasificación con perfiles excesivamente sutiles— ha establecido un agravamiento en
la indemnización (arts. 1 y 2 de la ley 25.323 o art. 15 de la ley 24.013) sin apartarse
por eso del sistema tarifado, coherente con el sistema central adoptado en nuestro
país y confirmado en su raíz constitucional por la jurisprudencia de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación.
En los casos de despidos sin justa causa y aun los que presenten actos añadidos
que puedan ser calificados como el ejercicio abusivo del derecho de despedir, no es
aceptable la utilización del amparo para obtener un remedio que vaya más allá que
tal como lo expresa la letra de la Constitución Nacional y la doctrina respecto de los
contenidos de una sentencia dictada en una acción de amparo, que "el
restablecimiento del derecho conculcado y no la reparación del perjuicio que la
conducta de la administración o del particular hayan ocasionado". Para ello tendrán
las partes las acciones ordinarias pertinentes"(508) . Y esta directiva encuentra en la
doctrina de la Corte Suprema una reafirmación: "El amparo no implica alterar las
instituciones vigentes ni justifica la extensión de la jurisdicción legal y constitucional
de los jueces de la Nación"(509) .
No está demás recordar a esta altura otros criterios de interpretación que han sido
invocados como directivas en la jurisprudencia de la Corte. Etala(515) se ocupa de
enumerarlos: la intención del legislador, la interpretación armónica, evitar el excesivo
rigor formal, la interpretación contextual, el respeto de los derechos y garantías
constitucionales, los fines de la ley, la interpretación valiosa, el sentido propio de las
palabras de la ley, la interpretación sistemática, el significado jurídico, la prohibición
de sustituir al legislador, el espíritu de la ley, el respeto de la ley, entre otros.
Considero que la gravedad del asunto —téngase en cuenta lo dicho acerca de las
proyecciones propias de la adopción de estas directivas con los riesgos
consiguientes del abuso a que se presta la temática y las técnicas desbordadas
aplicadas a la defensa de intereses particulares— merece una consideración
especial el significado de algunos conceptos utilizados en el razonamiento del fallo
del Tribunal. En efecto, la "verosimilitud", el prima facie y "los indicios", no son
expresiones que posean univocidad y mucho menos lectura uniforme en la doctrina
y mucho menos en la jurisprudencia donde la encontramos —como sucede en el
caso Pellicori— utilizadas en forma ambivalente con aperturas de utilización, libradas
al criterio más o menos extendido o flexible de los jueces.
b) Indicio, como enseña Fenochietto con cita de Alsina, "es una circunstancia que
por sí sola no tiene valor alguno; en cambio cuando se relaciona con otras y siempre
que sean graves, precisas y concordantes, constituyen una presunción"(521) .
Colombo, por su parte, explica que "indicio es el hecho real, cierto (probado o notorio
del que se puede extraer críticamente la existencia de otro hecho no comprobable
por los medios directos, según el material existen en el proceso. Presunción, es el
resultado del raciocinio en cuya virtud de la valoración de los indicios se concluye
que ese hecho acaeció. Los indicios constituyen el presupuesto lógico de la
presunción"(522) . O sea que la presunción, que cuando no está prevista por la ley
(legal), funciona como presunción judicial u hominis, es una derivación de los
indicios, pero, insisto éstos como aquéllas, deben reunir la condición de "graves,
precisas y concordantes" y esto no es lo que se deriva de la fórmula utilizada en
"Pellicori" donde sólo se hace referencia a la "verosimilitud".
Sin embargo es cierto que la verosimilitud, y lo mismo el prima facie, son elementos
que puede utilizar el juez para establecer medidas precautorias pero que nunca son
definitivas, sino sólo provisorias. Por eso no pueden ser esos, medios válidos para
establecer una responsabilidad definitiva por actos discriminatorios que tienen como
consecuencia, alterar el régimen de estabilidad.
En suma, los indicios son lo que forman las presunciones y éstas deben estar
fundadas como dice el Código, en "hechos reales y probados y cuando por su
número, precisión, gravedad y concordancia, produjeren convicción según la
naturaleza del juicio, de conformidad con las reglas de la sana crítica". Éstas son
condiciones que no pueden soslayarse con la referencia —que se utiliza para
apartarse de la regla legal— a la creación pretoriana.
— que haya sido devengada durante el último año o durante el tiempo de prestación
de servicios si éste fuera menor.
En el caso del art. 245 después de algunas variaciones en torno al módulo que sirve
para establecer el llamado "tope", máximo, se llegó al actual texto en el cual la
referencia se hace con el promedio de las remuneraciones del convenio colectivo de
aplicación. El tope será, según la norma vigente, tres veces el importe mensual de la
suma que resulte del promedio de todas las remuneraciones previstas en el
convenio colectivo aplicable al trabajador en el momento del despido por la jornada
legal o convencional, excluida la antigüedad" (se entiende el adicional por
antigüedad)(540).
Adelanto que debido a que el tope en cuestión está contenido en la ley general, no
es aplicable a los estatutos especiales que pueden tener, como ocurre con los
periodistas profesionales otra forma de cálculo que no incluya límites en el cómputo
de remuneraciones (art. 43 de la ley 12.908).
A través de distintas composiciones del Alto Tribunal ante quien se llegaba con las
impugnaciones por esos desajustes, se mantuvo la posición reacia a revisar las
proporciones de esas diferencias sobre la base de que no correspondía a los jueces
revisar los criterios adoptados por el legislador para la determinación de las
indemnizaciones tarifadas, dejando sólo abierta la posibilidad de esa revisión cuando
se produjera con la limitación del tope, la "supresión o desnaturalización del derecho
que se pretende asegurar", También se había hecho salvedad a esa posición de
abstención en el caso de que el importe de la pauta de referencia —que era en un
principio y hasta el dictado de la ley 24.013 el salario mínimo vital y móvil— "fuese
establecido en forma absurda o arbitraria".
8) La primera es que la fijación judicial de topes había sido rechazada por la Corte
Suprema al descalificar una sentencia de la CNTrab., sala III que había considerado
que el tope no podía superar el 50 %. Ahora la posición es otra y justifica que —al
menos el Alto Tribunal— incursione en la creación de una norma que reemplaza a la
que se ha declarado inconstitucional. Este tema trasciende indudablemente el
comentario de la norma del art. 245 de la LCT pero merece una reflexión acerca de
que el uso de este activismo judicial representado por esta imposición no legislativa,
se extienda en otras materias y campos y jurisdicciones con lo que el sistema
jurídico-institucional puede convertirse en una fuente de inseguridades que no
condicen con los propósitos que el fallo en comentario demuestra, esto es el ajuste
de las normas a la Constitución Nacional(544) .
En suma, dejando en claro que la decisión del caso Vizzoti comporta una
manifestación ejemplar del propósito de justicia por las varias razones que exponen
los fundamentos del fallo, considero que el Tribunal ha excedido el ámbito de
actuación judicial al establecer de manera genérica un nuevo tope a la base de
cálculo ya que no surge del texto de la decisión ningún condicionamiento al caso
concreto sino por el contrario un aire de precepto general propio de la norma legal.
9) Según el texto del art. 245, con las modificaciones introducidas por el art. 5º de la
ley 25.877, el sistema de topes se aplica al personal comprendido en la convención
colectiva correspondiente y también a aquel que no lo está, pero para este último
deberá tomarse en cuenta la convención colectiva más favorable que se aplique en
el establecimiento donde preste servicios el trabajador si hubiera más de un
convenio en ese ámbito.
Ahora bien, qué es lo que se persigue con el cambio. Parecería que con base a una
mención expresa de "excluidos", se quiere representar a aquellos que van a resultar
abarcados por el tope por virtud de la remisión que contiene la norma; están
excluidos de las cláusulas convencionales pero, por voluntad de la ley, de algún
modo se los incluye al solo efecto de estar abarcados por el tope. Y queda pues un
grupo de no comprendidos que estarían fuera del convenio y fuera de la aplicación
por remisión del texto legal. Así, se ha intentado identificar grupos de empleados que
no van a estar alcanzados por el tope: los no amparados por el convenio colectivo,
pero porque no podían estar incluidos debido a que no estaban representados por la
entidad gremial que lo celebró. En otras palabras los excluidos serían los que podían
estar comprendidos pero se los excluyó; los otros no podían estar incluidos por que
no estaban representados. Ésta es la única explicación de una reforma que como
tantas otras que contiene la ley 25.877, no ha sido fundada ni en el mensaje que
acompañó el proyecto, ni tampoco en la discusión parlamentaria. Sólo un autor
expone su punto de vista con un informe personal sobre las etapas no publicadas
oficialmente de la preparación del proyecto(545). Debe tenerse en cuenta que la
fórmula anterior —"no amparados"— abarcaba tanto a los que no tenían
representación para negociar colectivamente como los que siendo representados
por una asociación sindical con personería gremial, no habían sido alcanzados por la
norma convencional en razón de que así lo habían dispuesto los contratantes. Es
por lo tanto razonable la distinción aunque no parece que en la intención legislativa
original, hubiera estado la de considerarla como pauta de inclusión o de exclusión en
la extensión de la aplicación del tope vinculado con el promedio de remuneraciones
convencionales. Lo cierto es que el texto ha cambiado y deberán los jueces
interpretar el complicado distingo que no surge tan obviamente de la lectura del
artículo ya que entre "excluidos", y "no amparados", no parece que mediara una
diferencia sustancial de significado. Ambos términos se refieren a un mismo
resultado: no incluidos en el convenio aunque las razones para ello sean diversas.
Mientras no existan otros elementos para la mejor comprensión de la modificación,
no será fácil su interpretación cuando se discuta si se aplica el tope o no a un caso
particular.
10) Además del tope máximo que ha sido examinado, la norma también establece
un tope mínimo. De acuerdo con el texto vigente, la indemnización por despido no
puede ser inferior al importe de", un (1) mes de sueldo calculado sobre la base del
sistema establecido en el primer párrafo". La modificación que rige desde la vigencia
de la ley 25.877 redujo el mínimo en cuestión —que era de dos meses de sueldo,
según el texto que se mantenía desde su origen— para los trabajadores que
hubieran ingresado antes de la modificación que dispuso la ley 25.013. Sin
necesidad de un análisis pormenorizado de esta última norma, se recordará que
dispuso un cambio sustancial en la forma de calcular la indemnización ya que
estableció que para determinarla debía tomarse la doceava parte de la remuneración
por cada mes de antigüedad con un mínimo de "dos doceavas partes del sueldo",
subrayando que este método sólo se aplicaría a los contratos de trabajo que se
celebraran después de la entrada en vigor de la norma (setiembre de 1998). Es decir
que desde esta fecha, eran dos los regímenes indemnizatorios según la antigüedad
del trabajador. Por eso señalé que la posterior y actual norma de la ley 25.877 con
un mínimo indemnizatorio de un mes de sueldo, está cambiando —en perjuicio del
trabajador— el régimen sólo para los ingresados antes de setiembre de 1998. Debe
tenerse en cuenta también que la modificación implicó para los contratados después
la mejora del tope mínimo en la forma indicada.
De todos modos debe considerarse que cuando se implantó un régimen único sin
distinción de antigüedades en el año 2004, con el nuevo texto del art. 245, sería
improbable que se dieran situaciones en las que se produjera el perjuicio de la
disminución del mínimo ya que sólo estarían afectados trabajadores con
remuneraciones de alto nivel que pudieran hacer valer el tope de dos sueldos como
superior al que resultara de multiplicar su remuneración —es cierto, con un tope
máximo basado en el promedio de remuneraciones del convenio colectivo pero
elevado pretorianamente al 67 %— por la antigüedad registrada al momento del
despido. Lo cierto es que hasta el momento de escribir este comentario, no se
registra impugnación alguna resuelta favorablemente, respecto de la disminución del
mínimo.
G) Antigüedad computable
Al respecto y quizás para no dejar un margen casi ilimitado para que los jueces
valoren esos contenidos legislativos y su preeminencia sobre otros principios
elementales de seguridad jurídica, el fundamento de lo que constituyó la minoría en
el fallo de referencia, resulte de mayor ajuste jurídico y aun ético. En efecto según el
voto de los jueces Boggiano, Maqueda y Zaffaroni, lo que estaba en juego era el
principio de buena fe(556)que aparece frontalmente violado por el empleador que
con pleno conocimiento del contenido de la ley que se acababa de sancionar —sea
por la difusión periodística o sea por la propia publicación en el Boletín Oficial, que
como se ha dicho, tuvo lugar el mismo día del despido— procedió a disolver el
contrato de trabajo con la evidente intención de eludir la sanción especial de
duplicación que la norma fijaba. Con esta argumentación no se incursiona en
aspectos políticos de la intencionalidad del legislador, tan poco propicios para una
decisión que debe respetar, por un lado la seguridad jurídica instrumentada en
disposiciones vigentes como la del art. 2º del Cód. Civil, obligatoria para toda clase
de normas dictadas por el estado sean o no rígidas, y que a la vez haga prevalecer
principios básicos del comportamiento jurídico de las personas, acerca de lo cual las
disposiciones civiles y laborales, resultan plenamente coincidentes (arts. 1071
del Cód. Civil y 63 de la LCT)(557).
El cuadro que refleja esta situación resulta esclarecedor ya que se puede observar la
coincidencia parcial o total de normas, supuestos del ilícito a que se refieren y
sanciones previstas.
La facultad que la norma otorga al juez para disminuir la sanción cuando encuentre
motivos justificados para no pagar en tiempo las indemnizaciones por despido y falta
de preaviso, resulta una válvula de atenuación aunque en los casos que he
mencionado, se presentan como de imposible aplicación en mérito a la posición que
haya adoptado el empleador. Las otras hipótesis deberán ser examinadas por los
magistrados en función de las causas que se aleguen cuando no se ha discutido la
procedencia de la indemnización.
J) Indemnizaciones agravadas
De tal modo se pueden enunciar los casos de despido por causa de embarazo y
maternidad (arts. 178 y 182); el despido por matrimonio (art. 182); el despido durante
la licencia por enfermedad (art. 213); el despido del representante gremial
comprendido en la protección especial de los arts. 40, 48, 50 y 52 de la ley 23.551.
En otro grupo normativo habrá que mencionar el art. 15 de la ley 24.013 y el art. 16
de la ley 25.561 y sus prórrogas y modificaciones.
Respecto de las tres primeras situaciones me remito a los comentarios que se
formularan a las normas respectivas(572). En cuanto al despido de representantes
gremiales, básicamente es conocida la adopción por el legislador argentino —con
excepción de un corto período regido por la ley 22.105— de la fórmula de protección
mediante la exigencia de un pronunciamiento previo —antes administrativo ahora
judicial— que autorice el despido con justa causa a lo que se denomina, exclusión
de tutela. Esta técnica que significa la incorporación de un régimen de estabilidad
absoluta para un sector de trabajadores especialmente tutelado, se halla relativizado
por su duración precaria (sólo el lapso del mandato y un año añadido) y por la
exclusividad de sus beneficiarios ya que la ley sólo protege con tal medida a los
representantes gremiales y los candidatos a esos cargos, pertenecientes a
asociaciones sindicales con personería gremial(573). También debe mencionarse
que pese al objetivo de protección legal que representa la reglamentación de la
norma constitucional referida a la garantía de la acción gremial (art. 14 nuevo bis), la
ley ha abierto la posibilidad de que el trabajador amparado con tal protección, que le
asegura la permanencia en el puesto para cumplir con su mandato, elija confirmar el
despido y percibir una indemnización adicional a la tarifada, equivalente al monto de
un año de remuneraciones(574).
8) Por último cabe reflexionar sobre las acumulaciones posibles cuando el contrato
que se denuncia inmotivadamente es de aquellos que revisten la modalidad de plazo
fijo. De por sí en la norma del art. 95 de la LCT se observa un caso de acumulación
ya que se establece que ante la ruptura antes del vencimiento del plazo sin justa
causa, el empleador deberá abonar, además de las indemnizaciones por despido y
falta de preaviso, la que responda a la prueba de los daños provenientes del
incumplimiento del plazo, juzgado conforme con las reglas del derecho común "o los
que, a falta de demostración, fije el juez o tribunal prudencialmente, por la sola
ruptura del contrato". Parecería que siendo que esa indemnización adicional "del
derecho común", responde a los daños originados por "la sola ruptura del contrato",
si media una acción ilícita del empleador, cabrá su reparación adicional en las
mismas condiciones a las explicadas.
Pero el tema se complica cuando hay que decidir si a esa indemnización del derecho
común que prevé el art. 95, se pueden adicionar, esto es acumular, aquellas que se
han examinado como agravantes por distintos motivos: protección de la maternidad,
del matrimonio, de la acción gremial por un lado y por otro falta o incorrecta
registración, agravamiento de indemnizaciones por causa de la emergencia
económica.
En esto habrá que aplicar el mismo criterio con que se ha analizado el problema
distinguiendo entre acumulación y duplicación de la indemnización adicional(585) .
3) Debe hacerse una referencia particular al estatuto que rige las relaciones
laborales en las pequeñas empresas (cap. 3 de la ley 24.467), definidas éstas como
aquellas que ocupan un número máximo de trabajadores. Si bien la ley fija ese
número en cuarenta trabajadores, por la misma norma (art. 83) se autoriza a las
negociaciones colectivas a nivel superior al de empresa, modificar ese límite.
También por la disposición del art. 93 de la ley era(589)posible cambiar el "régimen
de extinción del contrato de trabajo", y eventualmente instituir el sistema de "cuentas
de capitalización individual", en cuyo caso se habilitaría la utilización de "los
instrumentos de gestión previstos en el Sistema Integrado de Jubilaciones y
Pensiones, o en el régimen de seguros".
Reseña jurisprudencial(591)
"El derecho del trabajo contempla dos formas de protección contra el despido
arbitrario: 1. el sistema de «validez e ilicitud» también llamado de 'estabilidad
impropia', en el cual la voluntad del principal es eficaz para disolver el vínculo y solo
genera el derecho a una indemnización cuando la motivación es incausada, y 2. el
de la 'estabilidad propia o absoluta', en el cual la iniciativa del principal no es idónea
para afectar el contrato y existe la posibilidad de la reinstalación, diferencia que
concierne a la intensidad de la tutela, e incumbe al legislador optar entre uno y otro
diseño, aunque ambos integren el genérico derecho a la estabilidad" . (CNTrab., sala
VIII, 31/3/1999, "Arjona, Adolfo A. c. Administración Nac. de Aduanas ", DT, 1999-B,
2289).
"Corresponde dejar sin efecto la sentencia que hizo lugar al amparo promovido
contra una entidad bancaria a raíz del despido de la actora y ordenó su reinstalación
de en su puesto de trabajo, toda vez que partió de la premisa de que el distracto
importó un 'acto discriminatorio' en perjuicio de la trabajadora —en razón de ser la
esposa de secretario de una seccional de la Asociación Bancaria— que encuadraba
en el marco normativo de la ley 23.592 sin explicar de qué modo o mediante qué
hechos o circunstancias concretas habría quedado patentizada la alegada conducta
discriminatoria de la empleadora". (Corte Suprema de Justicia de la Nación,
7/12/2010, Pellejero, María Mabel, LA LEY, 29/12/2010, 10 con nota de
Cuartango, Gonzalo, DT, 2011 (febrero), 341, Sup. Const. 2011 (febrero), 78,
DJ 9/3/2011, 31, LA LEY, 2011-A, 93 con nota de Cuartango, Gonzalo, LA
LEY, 2011-A, 374, AR/JUR/77142/2010).
C) La indemnización por despido sin justa causa. (La justa causa: remisión).
Naturaleza. Tarifación
"La indemnización por despido es procedente dado que carece de valor el acuerdo
extintivo del contrato de trabajo suscripto habida cuenta que no es el resultado final
de una negociación previa o transacción tal como lo regula el art. 832 del Cód. Civil,
ya que el empleador asumió el pago de una suma dineraria insuficiente en concepto
de gratificación de pago único y extraordinario frente a la no continuidad de la
prestación laboral, lo cual denota que se trató de un pago frente a un cese laboral
carente de causa". (CNTrab., sala VII, 24/11/2011, "Vázquez, Sergio Daniel c. Xerox
Argentina I.C.S.A. s/despido", LA LEY, 22/12/2011, 7, LA LEY, 2012-
A, 25, AR/JUR/78657/2011).
"Corresponde confirmar el rechazo del daño moral reclamado en autos, toda vez que
si bien las graves inconductas que se le imputaron al trabajador, revisten cierta
gravedad, no van más allá de la inobservancia de los deberes a su cargo en el
marco contractual habido, por lo que no resulta procedente una reparación
extratarifaria en virtud de los términos del despido ya que de las constancias de
autos no se advierten condiciones laborales que tuvieran particularidades lesivas
para la psiquis del accionante ni que excedieran la lógica, normal y razonable
presión que las responsabilidades laborales le exigen a cualquier
trabajador". (CNTrab., sala II, 16/7/2010, "Bustamante, Damián Francisco c. Casino
Buenos Aires SA", AR/JUR/42454/2010).
"De acuerdo con la doctrina establecida por la Corte respecto de las normas
especiales contenidas en estatutos profesionales, no es procedente la tacha de
inconstitucionalidad del art. 43 del Estatuto del periodista profesional, que establece
un resarcimiento mayor que el reconocido a la generalidad de los
trabajadores". (CSJN, 03/04/1972, "Roca, Mario A. c. Análisis S.A.").
4) Incrementos convencionales
"No existe compensación alguna entre las sumas que reconocen causas distintas,
por lo que la indemnización por despido, que es de origen legal y responde a la
extinción injustificada, no es compensable con un adicional de origen unilateral
voluntario (en el caso, se consideró que "el adicional por indemnización" según acta
MTSS expte. 67.304 es una liberalidad)". (CNTrab., sala VI, 29/08/2001, "Sandoval,
Tiburcio c. Arcor S.A.", DT, 2001-B, 2117).
"Corresponde dejar sin efecto la sentencia que hizo lugar al amparo promovido
contra una entidad bancaria a raíz del despido de la actora y ordenó su reinstalación
de en su puesto de trabajo, toda vez que partió de la premisa de que el distracto
importó un 'acto discriminatorio' en perjuicio de la trabajadora —en razón de ser la
esposa de secretario de una seccional de la Asociación Bancaria— que encuadraba
en el marco normativo de la ley 23.592 sin explicar de qué modo o mediante qué
hechos o circunstancias concretas habría quedado patentizada la alegada conducta
discriminatoria de la empleadora". (CSJN, 7/12/2010, "Pellejero, María Mabel", LA
LEY, 29/12/2010, 10 con nota de Gonzalo Cuartango, DT, 2011 (febrero), 341,
Sup. Const. 2011 (febrero), 78, DJ 9/3/2011, 31, LA LEY, 2011-A, 93 con nota de
Gonzalo Cuartango, LA LEY, 2011-A, 374, AR/JUR/77142/2010).
"El bono anual percibido por el dependiente no debe ser considerado a los fines del
cálculo de la indemnización por antigüedad, en tanto, si bien la gratificación abonada
tiene naturaleza salarial, ello no significa que cualquier remuneración deba
considerarse a los fines dicho cálculo, ya que el art. 245 de la LCT refiere a la mejor
remuneración mensual". (CNTrab., sala II, "Almazan Cueto, Pablo c. Husky Injection
Molding Systems s/despido", 7/11/2011, IMP, 2012-3, 237, AR/JUR/83358/2011).
"Es arbitraria la sentencia que redujo la indemnización por despido, con fundamento
en el carácter 'oficioso' de la declaración de inconstitucionalidad del tope
indemnizatorio del art. 245 de la Ley de Contrato de Trabajo practicada por el juez
de grado, si el juzgador se encontraba habilitado para efectuar el examen del
precepto legal a la luz de las pautas constitucionales y de conformidad con los
lineamientos trazados por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en 'Vizzoti' —
14/9/2004; DJ 2004-3 266—, toda vez que, el punto constitucional fue objeto de
oportuno debate entre las partes, en tanto, al demandar, el actor calculó el
resarcimiento allí con prescindencia del tope establecido en la norma y ello motivó
que, al replicar la acción, la demandada rechazase el ítem". (CJSN, 7/9/2010, "Soria,
Carlos Alberto c. Provincia Aseguradora de Riesgos de Trabajo SA", IMP, 2010-
13, 242, DJ 9/3/2011, 10 con nota de Pascual E. Alferillo,AR/JUR/48195/2010).
"A los fines de calcular la base indemnizatoria del despido de un trabajador retribuido
parcialmente con comisiones sobre ventas, corresponde tomar el mes en que dichas
comisiones hayan sido mayores, sin considerar si el monto fue extraordinario en
relación al promedio de los restantes meses, toda vez que el art. 245 de la Ley de
Contrato de Trabajo no alude a un promedio de remuneraciones, sino a la mejor
remuneración mensual y habitual". (Cámara del Trabajo de Córdoba, sala 2,
19/11/2010, "Oyola, Andrea c. Falabella", LLC 2011
(febrero), 84, AR/JUR/81547/2010).
"La limitación a la base salarial de la indemnización por despido sin justa causa —
art. 245, párrs. 2° y 3°, ley de contrato de trabajo 20.744 (t.o. 1976)— sólo debe
aplicarse hasta el treinta y tres por ciento de la mejor remuneración mensual normal
y habitual computable, pues lo contrario significaría consentir un instituto jurídico que
termina incumpliendo con el deber inexcusable del art. 14 bis de la Constitución
Nacional, acerca de que el trabajo gozará de la protección de las leyes y que éstas
asegurarán al trabajador protección contra el despido arbitrario y condiciones
equitativas de labor, contrariando el principio de razonabilidad del art. 28 de la Ley
Suprema". (De la sentencia de la Corte según la doctrina sentada en 'Vizzoti',
14/9/2004 —LA LEY, 2004-E, 1929—, a la cual remite)". (Corte Suprema de Justicia
de la Nación, 8/8/2006, "Bordón Morel, Washington M. c. Banco Bansud SA", La Ley
Online, AR/JUR/5534/2006).
"La limitación a la base salarial de la indemnización por despido sin justa causa —
art. 245, párrs. 2° y 3°, ley de contrato de trabajo 20.744 (t.o. 1976)— sólo debe
aplicarse hasta el treinta y tres por ciento de la mejor remuneración mensual normal
y habitual computable, pues lo contrario significaría consentir un instituto jurídico que
termina incumpliendo con el deber inexcusable del art. 14 bis de la Constitución
Nacional, acerca de que el trabajo gozará de la protección de las leyes y que éstas
asegurarán al trabajador protección contra el despido arbitrario y condiciones
equitativas de labor, contrariando el principio de razonabilidad del art. 28 de la Ley
Suprema. (De la sentencia de la Corte según la doctrina sentada en 'Vizzoti',
14/9/2004, —LA LEY, 2004-E, 1929—, a la cual remite)". (CSJN, 2/8/2005,
"Martínez, Rubén y otros c. Banco Bansud", La Ley Online, AR/JUR/8955/2005).
"La limitación a la base salarial de la indemnización por despido sin justa causa —
art. 245, párrs. 2° y 3°, ley de contrato de trabajo 20.744 (t.o. 1976)— sólo debe
aplicarse hasta el treinta y tres por ciento de la mejor remuneración mensual normal
y habitual computable, pues lo contrario significaría consentir un instituto jurídico que
termina incumpliendo con el deber inexcusable del art. 14 bis de la Constitución
Nacional, acerca de que el trabajo gozará de la protección de las leyes y que éstas
asegurarán al trabajador protección contra el despido arbitrario y condiciones
equitativas de labor, contrariando el principio de razonabilidad del art. 28 de la Ley
Suprema". (CSJN, 14/9/2004, "Vizzoti, Carlos Alberto c. AMSA SA", Sup. Especial
LA LEY, 2004 [septiembre], 25 con nota de Juan José Etala; Héctor P. Recalde;
Mariano Recalde; Daniel Funes de Rioja; Rodolfo Capón Filas; Horacio Schick;
Julián A. de Diego, DJ 2004-3, 266, DJ 2004-3, 322 con nota de Sergio J. Alejandro,
DT, 2004 (septiembre), 1211, LA LEY, 4/10/2004, 5 con nota de Mario Ackerman,
IMP, 2004-B, 2581, TySS 2004, 766, JA 2004-IV, 199, AR/JUR/1979/2004).
"No corresponde incluir en la base salarial prevista en el primer párrafo del art. 245
de la Ley de Contrato de Trabajo, la parte proporcional del sueldo anual
complementario. 2°) Descartada la configuración de un supuesto fraude a la ley
laboral, la bonificación abonada por el empleador sin periodicidad mensual y con
base en un sistema de evaluación de desempeño del trabajador, no debe
computarse a los efectos de determinar la base salarial prevista en el primer párrafo
del art. 245 de la Ley de Contrato de Trabajo". (CNTrab., en pleno, 19/11/2009,
"Tulosai, Alberto Pascual c. Banco Central de la República Argentina", Cita
Online: AR/JUR/43858/2009. LA LEY, 1/12/2009, 1 - DJ, 16/12/2009, 3603 - LA LEY,
16/12/2009, 10, con nota de Héctor Jorge Scotti; LA LEY, 2010-A, 108, con nota de
Héctor Jorge Scotti; DT, 2009 [diciembre], 381 - IMP, 2010-1, 58 - DT, 2010 [enero],
51, con nota de Leandro Recalde;
"Un trabajador tiene derecho a percibir la gratificación extraordinaria que pactó el ser
contratado con su empleador para el caso de que no se cumplieran 36 meses de
trabajo, pues la falta de acreditación de la causa invocada para despedirlo —una
restructuración del sector en el que se desempeñaba— y el hecho de que su
desvinculación se produjera sólo 9 meses después de su ingreso, llevan a
considerara que la conducta de la patronal se aparta del principio de buena fe que
debe existir al celebrar, ejecutar y extinguir la relación laboral".(CNTrab., sala VI,
22/5/2012, "Olmo, Carlos Alberto c. Daimler Cía. Financiera SA y otro s/despido",
IMP, 2012-9, 225, AR/JUR/29419/2012).
"A los fines del reconocimiento de la antigüedad del trabajador debe concluirse que
existió una prestación de servicios continua si las dos sociedades empleadoras
explotaron la misma actividad, en las mismas instalaciones, con el mismo personal y
los mismos directivos y clientes". (CNTrab., sala I, 31/10/2011, "Jacobi, Alberto Ariel
c. Gsa Ensayos SA y otros s/despido", La Ley Online, AR/JUR/77677/2011).
"El último párrafo del art. 253 de la ley 20.744 incorporado por la ley 24.347 no viola
el principio de progresividad, pues si bien con antelación a tal modificación buena
parte de la jurisprudencia y doctrina apoyaba la idea de que, para calcular la
indemnización por antigüedad del trabajador jubilado que reingresaba a prestar
servicios para el mismo empleador, correspondía atender a la antigüedad completa y
no solamente a la adquirida desde el reingreso, no es menos cierto que tal
concepción no era unánime, tanto que, la jurisprudencia afirmó que la nueva norma
sirvió para zanjar las disímiles interpretaciones existentes". (CNTrab., sala I,
11/10/2011, "Rua, Alicia Carmen c. Benteler Automotive SA s/diferencias de
salarios", DT, 2011 [diciembre], 3259 con nota de Claudio Aquino, IMP, 2012-1, 278,
DJ, 4/4/2012, 49,AR/JUR/64539/2011).
"El trabajador con antigüedad no mayor de tres meses, despedido sin causa, no
tiene derecho a la indemnización prevista en el art. 266 de la LCT (t.o.)". (CNTrab.,
en pleno, 30/3/1979, "Sawady, Manfredo c. SADAIC [Sociedad Argentina de Autores
y Compositores de Música]", LL 1979-B - DT, 1979-371).
"Ante la ausencia del acto expreso que exige el art. 2 inc. a) de la Ley de Contrato
de Trabajo, resulta equitativa la aplicación de la mencionada ley frente a la ruptura
intempestiva de una relación que, por sus características de subordinación y
perdurabilidad, generó una lógica expectativa de permanencia en el empleo, pues,
una solución diferente colisionaría con la garantía constitucional de 'protección
contra el despido arbitrario' consagrada por el art. 14 bis en cuanto veda toda
posibilidad de que el trabajador dependiente carezca de alguna protección ante una
cesantía sin causa justificada". (CNTrab., sala X, 31/3/2011, "Allo, María Eugenia y
otros c. Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores RENATRE", La
Ley Online, AR/JUR/7720/2011).
"Ya sea que la mora en el cumplimiento del pago de las partidas de los arts. 245,
232 y 233 de la Ley de Contrato de Trabajo se produzca contemporáneamente con
la extinción del vínculo o al cuarto día hábil posterior al cese, no es discutible que la
causa de la obligación de indemnizar se ubica temporalmente con la extinción del
vínculo y resulta procedente la indemnización del art. 2 de la ley 25.323, pues, dicho
artículo no exige mora sino que el trabajador formule intimación fehaciente cuando la
causa obligatorio ya ha nacido a la vida jurídica".(CNTrab., sala VIII, 12/4/2011,
"Toledo, Ricardo Rafael c. Disco SA", La Ley Online, AR/JUR/12742/2011).
J) Indemnizaciones agravadas
"La demanda iniciada por el trabajador con el fin de que su empleador le abone la
duplicación de la indemnización por despido incausado prevista por el art. 16 de la
ley 25.561 —agravamiento prorrogado por el art. 4 de la ley 25.972 y reducido por el
dec. 1433/2005—, es improcedente ya que el despido ocurrió después de la
publicación en el Boletín Oficial del dec. 1224/2007, que estableció el cese de la
norma citada, aun cuando hubiera preavisado mediante carta documento dos meses
antes."(Cámara 7a del Trabajo de Mendoza, 2/8/2012, "Falcón, Miguel Ángel c.
Molto SA s/diferencia de indemnización", LLGran Cuyo 2012 -
noviembre, 1126, AR/JUR/38720/2012).
Multas
Disposiciones relacionadas
Concordancias: LCT, arts. 52, 58, 66, 79, 80, 216, 222, 242, 245. Ley
23.551, arts. 48 y ss. Ley 23.592.
Los incumplimientos del empleador que entran en la categoría de injurias graves que
no consientan la continuación del vínculo, no están enumerados como tales pero
resultan perfectamente identificables por la contravención de los deberes que la ley
desarrolla como propios del contrato de trabajo, en el capítulo 7 del título segundo
de la LCT. En efecto, basta recorrer los arts. 62 y ss. para reconocer cuáles y cómo
deben ser ejercidos los derechos y los deberes del empleador y a partir de allí,
individualizar de qué modo, con qué intensidad, aquél ha inobservado sus
obligaciones y luego de valorarlas proceder en consecuencia —previos los recaudos
que las circunstancias impongan— a resolver el contrato por culpa del empleador.
Pero esta solución —la del despido indirecto— además de no ser sino la última
medida a adoptar cuando existen otros medios conducentes a la superación del
incumplimiento, a veces es prevista de manera expresa por la ley. Así sucedía, p. ej.
con el caso del ejercicio abusivo del ius variandi a que se refería el art. 66 de la LCT
en el texto incluido en la reforma de 1976, donde se establecía como opción para el
trabajador, la posibilidad de "considerarse despedido sin causa". He sostenido que
esto no era más que una posibilidad abierta por la norma y que por lo tanto podía el
trabajador aceptar el cambio siempre que no resultara con ello la violación de una
norma de orden público indisponible (p. ej. la rebaja unilateral de la remuneración o
aunque fuera acordada expresa o tácitamente no afectara los mínimos indisponibles)
(597) . En el texto actual, conforme con la modificación introducida por la ley 26.088
que reinstala el texto original, esta posibilidad ha sido mantenida pero la norma
incluye otra, consistente en autorizar al trabajador a mantener retenida su prestación
mientras el juez no decida acerca de su justificación en forma afirmativa o negativa.
Mientras tanto el empleador no puede ejecutar el cambio y por lo tanto mientras esto
se prolonga no se daría la situación antes descripta.
Pero por otro lado también debe considerarse que el empleador conserva la facultad
de disolver el contrato pero no podría hacerlo imputando incumplimiento del
trabajador ya que la norma veda cualquier innovación "en las condiciones y
modalidades del trabajo, salvo que éstas sean generales para el establecimiento o
sección, hasta que recaiga sentencia definitiva", lo cual obviamente significa que
tampoco le está permitido invocar incumplimiento del trabajador. Si, no obstante,
procede a despedir estaría incurso en el supuesto del art. 242 y consiguientemente
obligado a abonar las indemnizaciones que correspondan por despido sin justa
causa(598).
Pero sin duda que aunque la ley no lo ha previsto de manera expresa, también los
actos injuriosos del empleador, lo mismo que sucede con cualquier trabajador,
podrán ser invocados por el representante gremial como incumplimientos graves —
cuando lo sean— para considerarse despedido. No es ésta la conducta deseable de
un representante gremial que ha sido elegido, obviamente, para representar en
cualquier caso a los trabajadores, sea como directivo o como delegado. Por lo tanto
la reacción jurídica ante una conducta injuriosa grave, no debería ser la de la ruptura
del contrato, sino la de obtener judicialmente una represión de aquélla sea por la vía
prevista en el art. 47 —la tutela a que se refiere comprende a "todo trabajador... que
fuere impedido o obstaculizado en el ejercicio regular de los derechos de libertad
sindical"—. Si bien no se ha concebido explícitamente esta norma para un caso de
injuria a la persona —es decir incumplimientos graves de los deberes del empleador,
exigibles por cualquiera de los trabajadores— considero que ante la hipótesis que he
planteado, cabría ese remedio para no provocar que con la acción indirecta del
empleador que no despide directamente pero comete faltas graves frente al
trabajador representante gremial, se obtenga en definitiva, la eliminación aunque
costosa, de quien fue elegido por los afiliados o por los compañeros de trabajo, para
que represente a la categoría o al personal del establecimiento(600) . Pero todo esto
no implica desconocer otras posibilidades en consideración de otras razones
jurídicas.
En efecto, el caso del despido "indirecto", del representante gremial amparado por
las garantías de estabilidad mencionadas, guarda analogía con los casos que se
plantearon en la época de vigencia del estatuto para empleados bancarios y de
seguros que les reconocía estabilidad en sentido propio o absoluto. De la
Fuente(601)explica que en ese régimen se sostenía que ante conductas injuriosas
del empleador no cabía al empleado otra reacción fuera de la de pedir la
reinstalación. Esta posición no tuvo apoyo jurisprudencial ya que se reconoció que
por el contrario existía siempre la posibilidad de que el empleado, a nivel individual,
hiciera valer su derecho a que se cumplieran los deberes del empleador. Esta
posición ha sido sustentada igualmente para el supuesto del representante gremial
cubierto por la estabilidad absoluta temporaria, con sustento en la subsistencia de
los derechos propios del contrato de trabajo, coexistentes con las protecciones
especiales por el cargo ejercido.
Reseña jurisprudencial(609)
"En virtud del silencio guardado por la empleadora a los reclamos efectuados por la
apoderada del trabajador, resulta eficaz la intimación que ésta cursara y justificado el
despido indirecto del trabajador, pues, aun cuando éste no ratificó los actos que
llevará a cabo su apoderada, no se advierte que su actuación haya excedido el
objeto de la representación, máxime cuando la empleadora nunca cuestionó dicha
representación y quedó rebelde en los términos del art. 71 de la LO". (CNTrab., sala
VII, 29/2/2012, "Pisanti, Diego León c. Teleservicios y Promociones SA s/despido",
La Ley Online,AR/JUR/1655/2012).
"El reclamo por despido indirecto intentado, debe ser desestimado, en tanto el
trabajador no logró acreditar que siguió trabajando para las firmas demandadas una
vez que volviera del país al que había sido transferido y si bien uno de los
empleadores codemandado fue declarado rebelde, teniendo en cuenta que se trata
de un caso de litis consorcio pasivo y que el restante accionado desconoció los
hechos invocados en la demanda, la carga de probarlos recaía sobre el
accionante". (CNTrab., sala VII, 20/12/2011, "Vera, Maximiliano Andrés c. Ruarte
Villaverde, Roberto Agustín y otro s/despido", DT, 2012 [abril], 915,
DJ 4/7/2012, 71, AR/JUR/88072/2011).
"Despido indirecto es todo acto u omisión de una de las partes del contrato que
afecta los intereses legítimos de la otra, y que es de una gravedad tal, que destruye
el fundamento de las relaciones obrero patronales". (CCiv.Com. Familia y Trab.
Marcos Juárez, 22/2/1996, "Beltitti, Juan A. c. Frigoríficos Marcos Juárez y otro",
LLC, 1998, 33).
"La disculpa de la resolución ante tempos —por haber enviado el obrero la segunda
comunicación dándose por despedido trece horas y media antes del vencimiento del
plazo— sería válida si la empresa pudiese demostrar fehacientemente su voluntad
de cumplimiento y de liberación antes del vencimiento del plazo acordado en el
emplazamiento". (SC Mendoza, sala II, Penal y Laboral, 25/8/1997, "Ferrero, Carlos
V. c. Juan Vinci y otros", DJ 1998-2-246).
"El reclamo por despido indirecto intentado por el trabajador debe ser rechazado
pues, el relato de la demanda en torno al supuesto acoso psicológico en que fundó
el reclamo es insuficiente ya que no contiene referencias a hechos razonablemente
identificados ni a conductas concretas del empleador demandado o de sus
dependientes, limitándose a señalar en forma genérica que dicho accionar se
materializó a través de dos gerentes que no identifica, mediante una descripción que
por su amplitud y ausencia de detalles torna difícil la ponderación de los elementos
probatorias colectados". (CNTrab., sala IV, 27/9/2012, "Tabusso, Dante c. Buhler SA
s/despido", La Ley Online,AR/JUR/53452/2012).
"Si bien el no pago de horas extras no constituye una injuria suficiente para justificar
por sí el despido, se ajusta a derecho la decisión rescisoria decidida por el
trabajador, toda vez que las causales invocadas por él no se circunscribieron sólo a
la falta de abono del trabajo extraordinario, sino que además reclamó por su
incorrecta registración referida a la categoría profesional, lo cual resultó acreditado,
configurando ambas causales injuria suficiente para provocar la ruptura de la
relación laboral". (Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza, sala II,
23/8/2012, "Briones, Oscar Daniel c. Millan SA p/despido", LLGran Cuyo 2012
[octubre], 959, AR/JUR/41826/2012).
"El despido indirecto fundado en la falta de pago del aguinaldo, es injustificado, pues
no reúne los requisitos de proporcionalidad ni de oportunidad, por cuanto el
incumplimiento imputado al empleador no reviste la gravedad suficiente para
justificar la decisión rescisoria y desplazar el principio de conservación del contrato,
más aún teniendo en cuenta el propio trabajador reconoció que el concepto fue
abonado". (Cámara 1a del Trabajo de Mendoza, 5/7/2012, "Rodríguez, Juan Daniel
c. Fuerza de Vigilancia Integral SRL s/despido", La Ley
Online, AR/JUR/36822/2012).
"El despido indirecto por falta de ocupación —en el caso, dispuesto por quien
prestaba tareas como seleccionador en una empacadora de frutas secas— es
ajustado a derecho, si está acreditado que el dependiente trabajaba en una época
del año por jornada completa y en otra por tiempo parcial, pues el incumplimiento del
empleador de su obligación de ocupación efectiva de acuerdo a la modalidad de
tiempo indeterminado repercute en el patrimonio". (Cámara 2a del Trabajo de
Mendoza, 29/6/2012, "Gatto, Analía Laura c. Guglielmo Eximfrut Agrícola y
Comercial SA s/despido", LLGran Cuyo 2012 [octubre], 1005, AR/JUR/34009/2012).
"La falta de pago del salario correspondiente a un mes y del aguinaldo constituye
una injuria de entidad suficiente para justificar la decisión del trabajador de
considerarse despedido, máxime teniendo en cuenta que éste había realizado
reclamos en dos oportunidades, lo cual denota su buena fe y que la mora en el
cumplimiento del pago de haberes opera en forma automática". (CNTrab., sala I,
28/2/2012, "Parcero, Darío Daniel c. Simón Cachan SA s/despido", DT, 2012
[junio], 1471 con nota de Emiliano A. Gabet, AR/JUR/1863/2012).
"Para que se configure la injuria determinante del despido indirecto es necesario que
haya existido intimación previa, que posibilite su saneamiento y, por lo tanto, la
prosecución del vínculo laboral". (CNTrab., sala I, 18/6/1991, "Krawczyk, Esther c.
Difusora Bibliográfica Dibisa SA", DT, 1992-A, 260; sala V, 22/4/1997, "Zola, Susana
c. Tiempo Empresario SA", DT, 1997-B, 2487).
"El despido indirecto requiere de una intimación previa, de forma tal que quede en
claro a la patronal que si no se hace cesar una situación determinada se torna
imposible la continuación del vínculo, y tiene por objeto en razón de la permanencia
del contrato evitar la ruptura en cuanto ello sea posible".(Trib. Trenque
Lauquen, 7/10/1996, "Rossino, José L. c. Distribuidora Oro SRL", LLBA, 1997, 770).
"La existencia de una deuda de salarios 'puede', constituir injuria, pero para que
efectivamente 'lo sea', y se perfeccione el despido indirecto con justa causa, es
necesario que antes el dependiente exteriorice su voluntad de rescindir el contrato,
llegue a conocimiento del destinatario la intimación del trabajador dirigida a su
principal a los efectos de establecer su situación respecto de la relación de trabajo y
su posterior decisión de considerarse despedido".(SCBA,30/11/1993, "Méndez,
Edgardo Enrique c. Expreso Sud Atlántico SRL"; 20/11/1996, "Bustos, Oscar Arturo y
otro c. Lutexmar SA", Manual de Jurisprudencia, Ley de Contrato de Trabajo, 4ª ed.,
LA LEY, 2002-737).
"Ninguna norma pauta que antes de considerarse despedido el trabajador debió
haber apercibido el autodespido posterior, por lo que la sentencia que así resuelve
vulnera la esfera de privacía garantizada por el art. 19, CN". (CNTrab., sala VI,
18/6/2003, "Ziogas, Eduardo R. c. Kankan, Juan", Manual de Jurisprudencia de
Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, 2004, Lexis Nexis, 297).
"El trabajador es libre de aceptar suspensiones por un tiempo mayor que el legal,
pero puede darse por despedido si impugna la suspensión excesiva, sin que resulte
exigible al efecto que hubiese impugnado todas las anteriores si lo cuestiona es el
plazo y no la causa". (CNTrab., sala II, 23/10/1992, "Mariani, Carlos A. c. Buratto
SA", DT, 1992-B, 2287).
"El despido indirecto tiene las mismas consecuencias que el que se produce por
iniciativa del empleador y en el caso de que se considere que la culpa corresponde a
éste debe también admitirse que al haber creado condiciones que impiden la
continuación del vínculo, debe responder por la estabilidad gremial del
trabajador". (CNTrab., sala V, 15/11/1991, "Molinari, Carlos c. Zubizarreta Ward,
Pablo", Manual de Jurisprudencia, Ley de Contrato de Trabajo, 4ª ed., La Ley, 2002,
733).
"En el marco de las facultades otorgadas al trabajador que goza de estabilidad
gremial a través del art. 30 del dec. 467/1988 que reglamenta el ejercicio de la
acción de exclusión de tutela previsto por el art. 52, párr. de la ley 23.551, la
circunstancia de que la empresa no hubiese iniciado tal acción de exclusión, no
impide al trabajador ejercer su derecho de denunciar el vínculo, pues la adopción de
medidas por el empleador sin ejercer previamente la acción de exclusión, constituye
injuria suficiente como para justificar el distracto, por lo cual, si consintió la situación
durante un período prolongado, debe desestimarse su pretensión indemnizatoria ya
que, en tal supuesto, no era necesario que la empresa iniciara la acción de exclusión
de tutela, para que el trabajador pudiera haberse considerado injuriado ante la
vulneración de su garantía de estabilidad gremial".(CNTrab., sala IX, 15/8/1996,
"Danielli, Miguel A. c. Fate SA", DT, 1986-B, 3027).
"El párr. 4º del art. 52 de la ley 23.551 otorga a los trabajadores afectados por
alguna violación a las garantías sindicales dos acciones, complementarias y no
necesariamente excluyentes: considerar extinguido su respectivo contrato de trabajo
en virtud de la decisión del empleador, colocándose en situación de despido
indirecto y con derecho a percibir las indemnizaciones que marca la ley; o bien
solicitar el restablecimiento de las condiciones de trabajo". (ST, Formosa, 18/3/1996,
"Brizuela, Romualdo y otro. c. Gancz, David", DT, 1997-A, 971).
"La negativa del vínculo laboral implica de suyo una injuria lo suficientemente grave
como para justificar la decisión del trabajador de colocarse en situación de despido
indirecto".(Cámara 7adel Trabajo de Mendoza, 19/11/2012, "Reyes Tobar, Blanca
Elena c. Tapia, Jorge p/despido", La Ley Online, AR/JUR/63603/2012).
"Es justificado el despido indirecto cuando de los dichos de los testigos aportados en
la causa surge que el actor percibía parte de su salario en negro y el accionado no
llevaba registraciones que acrediten en base a qué parámetros liquidaba
determinadas sumas imputadas a reintegros".(CNTrab., sala I, 5/9/2001, "Quiroga,
Roberto O. c. Seguridad y Custodia SRL", LA LEY, 2002-B, 291).
"El hecho de que el trabajador haya disuelto el contrato de trabajo antes del plazo de
30 días que el empleador tiene para registrar el vínculo, como lo dispone el art. 11
de la ley nacional de empleo, no constituye un obstáculo para la procedencia de las
indemnizaciones respectivas si frente a la intimación realizada por el trabajador la
empresa guarda silencio, lo que pone en evidencia que no tiene intención de
regularizar la relación, por lo que sería ilógico exigir al trabajador que espere 30 días
para disponer el distracto".(CNTrab., sala VII, 16/11/1998, "Singh, José E. c.
Orgueira, Miguel A", DT, 1989-B, 2097).
"Fue ajustada la decisión de la empleada, que puso fin a la relación laboral ante la
determinación de su empleadora de licenciarla por un mes, con goce de sueldo,
cuando había terminado su licencia por maternidad, argumentando que tal situación
no le causaba ningún perjuicio. El trabajo humano no puede limitarse al intercambio
de servicio-remuneración, sino que tiene como principal objeto la actividad
productiva del hombre en beneficio de la sociedad y en el suyo propio, permitiéndole
desarrollarse y participar del proceso productivo de la comunidad, art. 4º de
la LCT". (CNTrab., sala III, 27/7/1993, "Pantano, Cristina c. Lafayette Hotel SA",
Manual de Jurisprudencia, Ley de Contrato de Trabajo, 4º ed., La Ley, 2002, 628).
Notas:
(433)Confalonieri, Juan A. (h.), enIncremento indemnizatorio por despido sin causa, Buenos Aires, 2005, p. 5,
hace un destacable esfuerzo por puntualizar aspectos concretos de esta discusión que tantas veces se presenta
como sólo abstracta. Dice el autor que considerar al despido como lícito o ilícito tiene consecuencias sobre si el
juicio que se haga sobre si la amenaza de despedir —por ser injusta— vicia la voluntad del trabajador que para
evitarla acepta un desmejoramiento de su contrato, o por el contrario, es sólo la advertencia de un acto permitido
por las leyes. Y también sobre la posibilidad de calificar como abusivo un despido, porque abusivo sólo puede
serlo un acto al que en principio se tiene derecho. Véase el comentario deRodríguez Mancinial artículo 245.
(434) Un caso claro de esto es el del contrato de trabajo nulo tratado en la LCT, al que el legislador atribuye
prácticamente los mismos efectos que el contrato válido. Sobre que la antijuridicidad puede tener como efecto la
nulidad o indemnizaciones, ver también Alonso Olea en "Derecho del Trabajo", 7ª ed. Madrid, 1981, p. 307.
(435)López, Justo, en Despido arbitrario y estabilidad, LT, T XXI-A, ps. 291/292.
(437) Ver Alonso Olea, Manuel, su Derecho del Trabajo, 7ª ed., Madrid 1981, p. 328.
(438)Monzón, Máximo D., "La obligación de diligencia del trabajador", DT, 1965-107.
(439) Se registran fallos anteriores a la LCT que aceptaron tener en cuenta causas de despido que no sólo no
habría sido comunicadas, sino que eran desconocidas para el empleador al momento de despedir. P. ej., C.
Com. Cap. 14/5/1941, "Dorbal c. Skoda", DT, 1941-115 y de alguna manera CNAT, sala V, 9/9/1974, "Vidal c.
Mercedez Benz Argentina", DT, 1975-398, fallo 213.
(440) Una consecuencia complementaria de la idea de que es el remitente el que debe sufrir los efectos de los
errores del correo aunque él no hubiera podido corregirlos, es la de que la empresa de correos es responsable
por los daños que así cause al remitente. Así lo dispuso la CNFed. Civ. y Com., sala I, 15/4/2003, "Mabta c.
ENCOTESA", JA, 6/8/2003-58.
(441) Como estudio sobre el tema de la estabilidad, es indudable que el producido por de la Fuente, Horacio, es
el que encara el tema con mayor profundidad y por eso parto de esta definición —no original pero
suficientemente expresiva— con la que encabeza su explicación conceptual en Principio jurídicos del derecho a
la estabilidad, Víctor de Zavalía, Buenos Aires, 1976. Por su parte López, Justo (Ley de Contrato de
Trabajo comentada, cit., t. II, p. 998), resume la idea de lo que se denomina "derecho a la estabilidad", con la de
la "prohibición legal del despido arbitrario y consiguientemente el deber de no despedir arbitrariamente y el
correlativo derecho a no ser despedido arbitrariamente". No puede dejar de mencionarse el estudio publicado
por Deveali, "El derecho a la estabilidad en el empleo", primer estudio doctrinario en nuestro medio. DT, 1944, p.
5.
(442)Herrera, Enrique, "Estabilidad", en Curso de derecho del trabajo, dir. Mancini, Jorge Rodríguez, 4ta. ed.,
Astrea, Buenos Aires, 2000, p. 193.
(444) Al momento de dictarse la ley 20.744 que aprobó el régimen de contrato de trabajo, ya no se hallaba en
vigor un sistema de estabilidad más intenso, con nulidad del despido sin justa causa, implantado por la ley
12.637 para los empleados bancarios y que había sido descalificado como contrario a las garantías
constitucionales por el fallo de la Corte Suprema de Justicia "De Luca, José y otro c. Banco Francés", 25/2/1969,
DT, 1969, p. 159. Y también en el mismo sentido de inconstitucionalidad de las cláusulas de convenciones
colectivas que estipulaban la estabilidad propia o absoluta, CSJN, "Figueroa, Oscar F. c. Loma Negra CIASA",
DT, 4/9/1984, Fallos: 306:1208. Sobre la doctrina de la Corte Suprema y el análisis de estos fallos,
véase Guisado, Héctor C., "Estabilidad en el empleo privado", enInstitutos del Derecho del Trabajo en la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Vázquez Vialard, Antonio L. R. y Fera, Mario S.,
(coord.), La Ley, Buenos Aires, 2003.
(445)Gelli, María A., Constitución de la Nación Argentina. Comentada y concordada, La Ley, Buenos Aires, 2001,
p. 113.
(447) CSN, 26/5/1971, "Solanellas, César c. Gobierno de la Provincia de Corrientes"; ídem Fallos: 300:531 y
6/7/1982 "Carrizo, Domingo y otros c. Administración General de Puertos"; ídem "García. Víctor c. I.M.E.SA". y
Fallos: 266:159; 272:99, 229; 294:87; 300: 1258; 304:805, 972; 306:72; 307:878, 1082, 1189, 194 y 308:1328.
Una reseña sobre este tema en Álvarez Magliano, M. Cristina y Fera, Mario, El derecho del trabajo según la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ad-Hoc, 2002, p. 177.
(450) El análisis de esta jurisprudencia y de sus eventuales efectos o consecuencias, puede verse en tres
comentarios incluidos en la página web de la Asociación Argentina de Derecho del Trabajo y de la Seguridad
Social, www.asociacion.org.ar titulados respectivamente, "2 4 a 3", "El 3 del 4 a 3" y "Otra vez 4 sobre 7", en los
que analizo precisamente las consecuencias de esa jurisprudencia entre las que se cuenta la posible eliminación,
por la práctica, de la figura del despido sin causa, sobre el que descansa el modelo de estabilidad tradicional en
el ámbito privado. También la obra Fuentes del Derecho del Trabajo, t. II, Astrea, 2012, "Fuentes
infraconstitucionales, La Ley".
(451) Aunque no aparezca como tema central del conflicto, existen votos de Jueces de la CNAT que introducen
esta posición de la que voy a tratar, calificando abusivamente el despido como "acto ilícito" para de ese modo
encaminar los argumentos hacia la postulación de una eventual nulidad del acto de denuncia sin justa causa.
(453)Herrera, "Extinción de la relación laboral", en Curso de derecho del trabajo y de la seguridad social, Astrea,
2000, ps. 413/4.
(456) Puede leerse en la Exposición de motivos que acompañó el proyecto de ley que luego fue sancionado, sin
modificaciones al respecto, como ley 20.744, aprobatoria de la LCT que "el despido (es un) acto constitutivo
(negativo o resolutorio"), lo cual implica que se trata de un acto jurídico y como tal lícito (art. 944 del Cód. Civil).
(458) Más adelante me referiré a de qué modo debe ser encarado el acto resolutorio para que se entienda que
ha habido un ejercicio razonable del derecho. El tema se vincula con lo que examinaré bajo el rubro de despido
abusivo.
(459)Herrera, cit., p. 267.
(460)De la Fuente, cit., p. 28, expresa que López no aclaró a qué ilicitud se refería, si a la contractual o a la
extracontractual, pero la lectura del párrafo que transcribí más arriba excluye cualquier duda sobre el particular:
se trata de la contractual. Esta idea de López está mantenida en otro texto como el que se lee en la p. 952 de la
misma obra (Ley de Contrato de Trabajocomentada) donde expresa, explicando las clases de injuria que "la
diferencia esencial entre la denuncia motivada en justa causa (injuria) y las otras denuncias con motivos legales
distintos consiste en que el motivo de aquélla es siempre un ilícito contractual: un acto de incumplimiento de la
contraparte".
(461)Alterini, Atilio, Responsabilidad civil, Buenos Aires, 1972, p. 67 con cita de Orgaz, Alfredo.
(462)Kemelmajer de Carlucci, Aída, "De los actos ilícitos", en Código Civil comentado, cit., t. 5, ps. 22/3.
También Alterini, Atilio, Responsabilidad civil, Abeledo-Perrot, 1972, p. 69.
(463) En la intervención que le cupo en el debate que tuvo lugar en torno al tema "Indemnizaciones tarifadas y
mayor daño. Daño moral y patrimonial", en la Primera Jornada Rioplatense, Montevideo, 1983, p. 106.
(465) El punto ya fue tratado cuando comenté los efectos de las modificaciones contractuales por acuerdo de las
partes. La aplicación del criterio contenido en el art. 939 del Cód. Civil en lo relativo al ejercicio del derecho de
despedir sin justa causa conduce a no considerar reprochable el planteo de la alternativa del despido para el
caso de no aceptarse variaciones desfavorables en el contrato, sin perjuicio de la demostración de los supuestos
que el mismo código contempla en torno al ejercicio abusivo o antifuncional de los derechos. Me remito al
comentario mencionado del art. 1º. Véase también la opinión de Goldin, Adrián,a la que me referí en su
oportunidad, quien recuerda la doctrina acerca de la interpretación del art. 939 "a la luz contextual del principio
que reina en el ordenamiento jurídico y repulsa el acto antifuncional, según lo prescripto en el art. 1071", con cita
de Spota,Hechos y actos jurídicos, Tratado de Derecho Civil. Parte General, t. I, vol. 3º, Depalma, 1957, p. 655.
(466) Esta contradicción ya fue observada por López, Justo,Ley de Contrato de Trabajocomentada, cit., t. II, 2ª
ed. p. 1262 y ha actualizado tal señalamiento Confalonieri, "El dec. de necesidad y urgencia 50/2002 y el monto
de la indemnización por despido sin causa. (A propósito del fallo dictada por la CSJN, en el caso Valente", TySS,
2005-385.
(467)Spota,Alberto G.,Tratado de Derecho Civil, t. I, Parte General, vol. 2 (2), Depalma, Buenos Aires, 1960, p.
849.
(468) Cuando López trata el tema del despido abusivo, se ve obligado a desconocerlo en el supuesto del despido
ya que dentro de su concepción de que la denuncia inmotivada o injustificada es un acto ilícito —aunque eficaz—
no tiene cabida la posibilidad de un ejercicio irregular del derecho, toda vez que, como él lo sostiene, tal derecho
a despedir no existe. La conclusión que sostiene este autor es que puede haber un daño resarcible con
independencia de la indemnización tarifada cuando se acredite su relación con un acto distinto del empleador —
como el que pudiera provenir de un tercero— que produzca esos daños distintos de la pérdida del empleo. Cit.,
p. 1265.
(469) Acerca de la naturaleza de esta "indemnización", por el despido fundado en falta o disminución de trabajo
inimputable, véase en esta obra el comentario del art. 247 y Rodríguez Mancini, Jorge, "Prestaciones por
desempleo e indemnización por despido", TySS, 1992, p. 663.
(470)Guisado, cit., p. 114.
(474)Krotoschin, Ernesto, Tratado práctico de derecho del trabajo, t. I, Depalma, 1977, ps. 456 y 517.
(475) Una revisión de la historia de este tipo de indemnización con tarifa se puede ver enHerrera, cit., ps. 286/7.
(476)Fallo "Vizzoti", 14/9/2004, considerando 6. Sin embargo, esta convalidación aparece sin duda matizada con
la exigencia de que "debe guardar una razonable vinculación y proporción con los elementos fácticos que el
propio legislador eligió como significativos para calcular la prestación". Esta acotación que es en definitiva la que
utiliza el Alto Tribunal para descalificar la limitación constituida por el tope máximo que el art. 245 contiene, está
referida a pautas de razonabilidad pero no debe dejarse de lado que, por otra parte, algunos considerandos del
fallo de la Corte Suprema de Justicia en el caso "Aquino". (inconstitucionalidad de la limitación impuesta por
el art. 39 de la ley 24.557), basan la argumentación de alguno de los votos que compusieron la sentencia de
inconstitucionalidad, en el cuestionamiento de los sistemas tarifados cuando no satisfacen la reparación integral
del daño, de manera harto generalizada. Si bien no se ha incluido expresamente en los fundamentos de este
segundo fallo una referencia al sistema de la LCT, la cuestión ha sido planteada en términos que pueden
provocar un cuestionamiento de aquél, reabriendo o ampliando el que desde hace algún tiempo se viene
desarrollando en torno a la posibilidad de indemnizaciones adicionales. Este último tema será analizado más
abajo.
(477)CNTrab. 18/10/1971, "Katez de Etchezarreta c. ENTEL", DT, 1971, p. 814. Esta posición está avalada
por Krotoschin "Dos planteos distintos relativos al daño moral", en DT, 1974, p. 33. También puede verse Etala,
JuanJ. (h), "Procedencia del daño moral en un caso concreto", en DT, 1980, p. 1307.
(478)CSJN, 8/6/1976, "Fontal, Alberto c. CAP", DT, 1976, p. 319; ídem 11/2/1983, "Dmitrik, Artemio c. ENTel",
LT, XXXII-A, p. 354.
(479) Véase la evolución del pensamiento juslaboralista sobre el tema en López, Justo; Centeno,
Norberto y Fernández Madrid, Juan Carlos,Ley de Contrato de Trabajo comentada, cit., t. II, p. 1246; también de
la Fuente, Horacio, "El daño moral en el derecho del trabajo", TySS, 1980-84; Pizarro, Ramón, Daño moral,
Hammurabi, Bs. As., 2000, p. 487.
(480)De la Fuente, Horacio, "Indemnizaciones tarifadas y extinción del contrato de trabajo", TySS, 1978, p. 520.
(482)Martorell, E., Indemnización por daño moral, cit., 2ª ed., p. 159, por Pizarro, cit., p. 497.
(483) Para un desarrollo más completo de la interferencia de los DF en las relaciones laborales, véase Rodríguez
Mancini, Jorge, Derechos fundamentales y relaciones laborales, cit., 2ª. ed. 2007, ps. 97 y ss., texto del cual se
han tomado párrafos que resultan de interés para el tema que se está tratando. También puede verse en la
presente obra el comentario al art. 1º, ap. I en el que se trata "La aplicación de la ley común a las relaciones
individuales de trabajo".
En lo que se refiere a la eventual indemnización adicional a la tarifada sobre la base de la existencia de un acto
ilícito añadido a la denuncia del contrato por el empleador —y lo mismo si se trata de un despido indirecto— cabe
tener en cuenta lo establecido en el Proyecto de Código Civil y Comercial presentado por el Poder Ejecutivo al
Congreso en el año 2011. En ese proyecto se contempla expresamente que en el caso de daños derivados de
lesión al honor, la intimidad o la identidad personal, puede, a pedido de parte, ordenarse la publicación de la
sentencia a costa del responsable (art. 1740). Se establece detalladamente el contenido de la indemnización
abarcando la pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, el "lucro cesante en el beneficio económico
esperado de acuerdo a la probabilidad objetiva de su obtención y la pérdida de chances. Incluye especialmente
las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su integridad personal, su
salud psicofísica, sus afecciones legítimas y las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida" (art.
1738). Según resulta del art. 1741 del proyecto, esos contenidos están comprendidos en la reparación de
consecuencias patrimoniales ya que según el art. 1741 la víctima está legitimado para reclamar la indemnización
de las consecuencias no patrimoniales.
(484) En esta línea debe mencionarse el libro de Vázquez, Gabriela Alejandra,El regreso al derecho civil para la
protección del trabajador, EDUCA, 2004.
(485)Mosset Iturraspe, Jorge, "Daño moral en la extinción del contrato de trabajo", en Revista de Derecho
Laboral, 2001-1, p. 185. Además de la jurisprudencia que se incorpora a continuación de este comentario, puede
consultarse la que menciona Ojeda, Raúl H. en Ley de contrato de trabajo comentada, t. III, Rubinzal-Culzoni,
año 2011, p. 451.
(486)Ramírez Bosco, Luis, Manual del despido, Hammurabi, Buenos Aires, 1985, p. 116 con cita de fallo de la
CSJN, 3/4/1972, DT, 1972, p. 429.
(487) Para una revista de las doctrinas propuestas para caracterizar el abuso del derecho véase Kemelmajer de
Carlucci, Aída, en Código Civil y leyes complementarias comentado... dir.Belluscio, Augusto, t. 5, p. 54.
(488) Recuérdese la cita de Herrera cuando conceptualiza los requisitos del despido sin justa causa, señalando
que ese derecho subjetivo "como todos debe ser ejercido razonablemente".Cit., p. 267.
(489)Herrera, cit., p. 268.
(490)Vázquez Vialard, Antonio, "Despido abusivo", en Estudios sobre derecho individual de trabajo, Heliasta,
1979, p. 731.
(492) Cfr. Herrera, Enrique, "Indemnizaciones tarifadas y mayor daño. Daño moral y patrimonial". En La
protección de la estabilidad, 1ª Jornada Rioplatense de Derecho Laboral, Montevideo 1985, p. 76. En ese
volumen puede encontrarse además la reproducción de los debates que siguieron a cada exposición. Entre ellos
la intervención de Ackerman, Mario E.,en la que expone su pensamiento favorable al mantenimiento de
indemnizaciones tarifadas por sus ventajas "eliminando la necesidad de poner o inventar alguna causa y probar
un daño. Pero yo creo que es peligroso introducir esto de, sea que lo llamemos despido abusivo, sea que lo
llamemos particularmente injustificado, porque la tarifa está. Si ella está es porque es injustificado. Si el despido
es justificado no se paga nada. Si el despido es injustificado, sea que sea más injustificado o menos injustificado,
yo creo que para eso está la tarifa y nos soluciona el problema", cit., p. 98. Por su parte Vázquez Vialard en la
misma ocasión expresó "creo que la tarifa comprende en estos casos la totalidad de los daños que
presumiblemente se supone que se realizan. Y fuera de esto, con respecto al acto normal de despido, entiendo
que no hay posibilidad de aumentarlo... Creo que lo extratarifario solamente corresponde, como decía el doctor
de la fuente, cuando a este acto normal del despido que es la rescisión, se agregan algunas situaciones
anómalas y que no son debidas", cit., ps. 105/6. De la Fuente, Horacio, en el mismo debate había expresado que
los daños incluidos en la tarifa comprenden todos los daños "que pueden ser mayores o menores a los que fija la
ley como conductas, porque también la indemnización tarifada procede a veces con culpa, sin culpa, con dolo,
etc.", cit., p. 104. Todos estos juristas coincidieron en que "dicha indemnización tarifada abarca todos los daños
provocados por la pérdida del empleo y si fuera de esa decisión patronal que da por terminado el contrato,
existen otros actos del empleador, otros incumplimientos que, aunque conexos a ese despido, no tienen ninguna
relación y cuando violen algún derecho que la ley reconoce al trabajador puede originar u ocasionar una
responsabilidad de tipo contractual o extracontractual".
(493)López, Justo,Ley de Contrato de Trabajo comentada, cit., t. II, p. 996.
(494) También del mismo autor véase "Despido arbitrario y estabilidad", LT, XXI-A, ps. 297/99.
(496)Herrera, cit., p. 275.
(497) Las modalidades a que alude el mensaje son la del despido sin justa causa indemnizado por la sola
voluntad del empleador y la de la propuesta de despido que incluía la ley aunque dejando que otra ley lo
reglamentara.
(498) Resulta del considerando 11, último párrafo que "según el Tribunal, debe guardar la base salarial de la
indemnización por despido sin justa causa con la mejor remuneración normal y habitual computable", una
razonable relación. Con esto de algún modo, no demasiado rebuscado, se puede inferir que la forma de
satisfacer la adecuada relación entre indemnización y realidad del daño producido por el despido, es a través de
la consideración de la base salarial.
(499)Bidart Campos, Germán, "Principios constitucionales de derecho del trabajo (individual y colectivo) y de la
seguridad social en el art. 14 bis", TySS, 1981, p. 503.
(500) Este autor discrepa con las descalificaciones por razón de inconstitucionalidad que estableció la Corte
Suprema de Justicia respecto de los regímenes de estabilidad absoluta en las relaciones privadas de trabajo.
(501) Entre otras la que he citado contenida en el caso "Vizzoti". Ya he señalado que el antecedente "Álvarez c.
CENCOSUD SA" no puede extenderse a cualquier despido sin causa ya que eso sería trastornar el sistema de
estabilidad sin norma legal lo que no aparece cuestionado seriamente en forma frontal, sino en todo caso
erosionado en aspectos y con argumentos que no resultan contundentes. Pero esto no significa que el legislador
deba desentenderse de la situación y omita una reforma legislativa que permita poner orden en el sistema como
un modo de cumplir con uno de los deberes centrales de su función cual es la de actuar para sostener el
principio de seguridad.
(502) Esta triple clasificación del despido la expresa Confalonieri, Juan A. en "El dec. de necesidad y urgencia
50/2002 y el monto de la indemnización por despido sin causa (A propósito del fallo dictado por la CSJN, en el
caso 'Valete'", TySS, 2005, p. 385 y se corresponde con la que propone Kemelmajer de Carlucci, Aída en "De los
actos ilícitos",Código Civil y leyes complementarias, comentado..., cit., p. 61.
(503)Acerca de la naturaleza federal de la ley 23.592, que justifica la intervención de la Corte Suprema por medio
del recurso extraordinario, véaseFera,Mario S.,"La protección constitucional contra la discriminación y su alcance
en el contrato de trabajo a partir de la doctrina del Máximo Tribunal nacional", TySS, 2004, p. 1035 quien señala
el antecedente del fallo del 26/8/1997, "F.C.C. Medio Ambiente SA / Intendente Municipalidad de Quilmes".
(506) Sobre esta forma de encarar la aplicación subsidiaria de la ley 23.592 pueden verse algunos fallos ceñidos
naturalmente a lo que fue objeto del reclamo. P. ej. CNTrab., sala VI, 22/12/2005, "Luquez, María c. Mario Salles
SA", TySS, 2005, p. 148. También ídem sala I, "Rodríguez, Juan c. Juncal SA", TySS, 2005, p. 139. También
CNCiv., sala F 4/8/2005, "F.V.H. c. Fiat Auto Argentina SA". en LA LEY, 15/12/2005 con comentario
de Rodríguez Mancini, Jorge.
(510) Sobre la obligatoriedad de los fallos de la Corte Suprema para los tribunales inferiores debe recordarse la
doctrina expuesta en "Santín, Jacinto c. Impuestos internos", Fallos: 212:51, donde expresó la Corte que "tan
incuestionable es que la interpretación de la Constitución Nacional por parte de esta Corte Suprema, tiene, por
disposición de aquélla y de la correspondiente ley reglamentaria, autoridad definitiva para la justicia de toda la
República (art. 100, hoy art. 116; ley 48,art. 14) y que la interpretación de la Corte Suprema no tiene únicamente
autoridad moral, sino institucional (Fallos: 212:251)". También "García Rams y Herrera" (Fallos: 212:251);
"Cerámica San Lorenzo" (Fallos: 307:1094). Conf. Gelli,María Angélica, "Constitución de la Nación Argentina.
Comentada y concordada", t. II, 4ª ed., La Ley, 2008, p. 559. No obstante, el Tribunal matizó la obligación de
acatamiento a su jurisprudencia por parte de los jueces de los tribunales inferiores, en la hipótesis de que la
singularidad del caso hiciese inaplicable su doctrina y el tribunal inferior fundamentara en ellos su decisión
discrepante (Fallos: 212:251). Sin duda que esta función orientadora o imperativa de la jurisprudencia del Alto
Tribunal, se ve afectada por las eventuales —y a veces importante— cambios de doctrina debido a los cambios
de integración que hemos presenciado lo que obviamente pone en riesgo la seguridad jurídica.
(511) CSN "Seguir y Dib, Claudia Graciela" del año 1980 en Fallos: 302:1284; también puede encontrarse esta
directiva en Fallos: 310:267; 311:1925; 313:664.
(514) No es pues extraordinaria ni excedida la interpretación que más modernamente se ha aplicado, como en el
caso tan vapuleado "Rodríguez c. Embotelladora" en materia de interpretación del art. 30 de la LCT, actualmente
descalificado por la actual Corte Suprema en el caso "Benítez".
(517) He mencionado como posible la aplicación de la ley 16.986 a estos procedimientos de amparo por
violación de derechos fundamentales porque a pesar de que estamos analizando el tema de la estabilidad en el
empleo privado, puede ocurrir que el empleador sea un ente estatal en el que pese a la jurisprudencia de la
Corte Suprema en la materia (caso "Madorrán") se mantenga el encuadramiento de las relaciones laborales en la
LCT a través de algún convenio colectivo o reglamentación.
(518) En el segundo de los casos es llamativo que el criterio de distribución de la carga probatoria que al fin se
resume en el Considerando 11, se aparta directamente de una regla procesal tan clara como universal. La del
art. 377 del Cód. Civ. y Com. de la Nación que recoge el precepto tradicional de que el que alega un hecho debe
probarlo y esto rige tanto para el demandante como para el demandado. Esta norma no se menciona, ni para
interpretarla ni mucho menos para descalificarla cuando se tratare de conflictos en los que está en juego el
respeto de un derecho fundamental como el de no ser discriminado. Si otras legislaciones como las que se cita
adoptan técnicas distintas no parece que fuera aceptable la aplicación analógica de aquéllas y si existen
dictámenes de órganos de interpretación de normas internacionales obligatorias con rango supralegal,
corresponde ineludiblemente, en aras de la seguridad jurídica, efectuar la confrontación con las disposiciones de
nivel inferior para descalificarla apartándose de su mandato. Este procedimiento trasparente es bueno para la
seguridad jurídica a que me he referido. Una reflexión especial merece el vocabulario utilizado en el fallo cuando
debe indicar cuál será en definitiva la técnica de reparto de la carga probatoria. Por una parte se expresa que
"resultará suficiente, para la parte que afirma dicho motivo (se entiende el discriminatorio), con la acreditación de
hechos que prima facie evaluados, resulten idóneos para inducir su existencia". Esta regla ¿funciona dentro del
esquema que regula el art. 163 del Cód. Civ. y Com. de la Nación para imponer como condición de validez de la
sentencia un contenido que incluye en su inc. 5, "los fundamentos y la aplicación de la ley. Las presunciones no
establecidas por ley constituirán prueba cuando se funden en hechos reales y probados y cuando por su número,
precisión, gravedad y concordancia, produjeren convicción según la naturaleza del juicio, de conformidad con las
reglas de la sana crítica"? ¿O se aparta notoriamente de esa regla obligatoria? Porque la calidad de hecho prima
facie evaluado, no es propia de una sentencia definitiva dictada en procesos de conocimiento de cualquier tipo
que sea, sino en todo caso, es la técnica especial que se adopta como método para establecer medidas
cautelares —no definitivas— cuando se dan ciertas circunstancias particulares que la ley enuncia. Así resulta de
las disposiciones sobre la materia tanto del Cód. Civil y Com. de la Nación (arts. 212 inc. 2 "resultare verosímil el
derecho alegado"; o el art. 63 por el reconocimiento ficto que se opera en los casos de rebeldía); como de la ley
procesal laboral 18.345 (arts. 62 "siempre que el derecho del solicitante surja verosímilmente de los extremos
probados"). Como se observa el legislador concibió la posibilidad de utilizar la sana crítica con flexibilidad para
los supuestos de medidas que se deben adoptar con urgencia pero con provisoriedad hasta que en el juicio
ordinario se determinen con la amplitud probatoria consiguiente la definitoriedad de los derechos. Hasta allí llega
la simple verosimilitud, la apreciación prima facie, pero más allá para obtener una condena final habrá que
debatir la cuestión en un "debido proceso". El prima facie se acerca al "me parece" que lamentablemente
aparece estampado en alguna sentencia de tribunal ordinario para condenar sin mayor averiguación, pero en un
fallo de la Corte Suprema no es admisible utilizar la expresión para reducir el grado de convicción indispensable
antes de anular un acto admitido por la ley como es el despido. La severidad en el juzgamiento de conductas
discriminatorias no puede llevar a prescindir de reglas básicas que hacen a la protección de derechos que son
tan respetables como el que se pretende cobijar con estos fallos. Dejar al criterio discrecional del magistrado la
apreciación de un hecho o de unos hechos que fácilmente se pueden teñir de datos que puedan dar la
"sensación" de que existió conducta discriminatoria, autorizarlo a que extraiga de su experiencia conclusiones
sobre la verosimilitud de que se esté en presencia de esa conducta, no son pautas de prudencia en la
elaboración de directivas como son las que produce la jurisprudencia de la Corte Federal. Agregaré una reflexión
sobre la utilización de presunciones a lo que se acerca el razonamiento utilizado por el Alto Tribunal. En efecto,
como lo recordé más arriba, las presunciones hominis son recogidas como medio de fundamentación del fallo en
el art. 163 inc. 5 del Cód. Civ. y Com. de la Nación, pero como se lee en ese párrafo del Código, para elaborar
una presunción de esa clase, es decir de las que no están fijadas por la ley, se requieren condiciones: i) deben
fundarse en hechos reales y probados; ii) estos hechos reales y probados deben ser numerosos, precisos,
graves y concordantes, para producir la convicción, según las reglas de la sana crítica. Esto es muy distinto de la
simple verosimilitud a la que alude el fallo. Por último encontramos en el párrafo con el que culmina el
Considerando 11 poca claridad sobre en enunciado de la regla con que el Tribunal aspira a dar por terminado el
tema. Después de dejar a salvo que no pretende adoptar una posición "sobre los pormenores de los enunciados
expuestos" tomados del derecho comparado y del derecho internacional, señala que esas referencias buscaron
nada más que "mostrar un fuerte concierto y reacción internacional en torno a la materia examinada" pero la
doctrina del Tribunal "no supone la eximición de prueba a la parte que tilda de discriminatorio a un acto" ya que
en caso de controversia —supuesto obvio del conflicto judicial— "pesa sobre aquélla (esto es la parte
denunciante) la carga de acreditar los hechos de los que verosímilmente se siga la configuración del motivo
debatido". Y agrega el fallo una reflexión que no resulta de claridad meridiana. Porque en la secuencia del
razonamiento, supone que se ha producido prueba por quien alega el hecho discriminatorio e indica que esta
prueba debe ser suficiente para conducir a la verosimilitud que producirá la convicción, pero esto no supone, dice
la sentencia, "una inversión de la carga probatoria". ¿Cuál sería la inversión de la carga?, ¿haberle exigido al
actor que produjera la prueba? Esto no sería invertirla sino simplemente aplicar el principio elemental de quien
alega debe probar. Y luego añade que ese supuesto el demandado deberá probar el hecho que "justifique
descartar el prima facie acreditado". En definitiva tratando de esclarecer el concepto, resulta de esto que en el
resumen que se estampa se morigera —no se modifica— la severidad del criterio que surge de los antecedentes
detenidamente expuestos y se queda con aceptar la obligación de acreditar los hechos por quien los invoca sólo
que marca, para la valoración de la prueba, un criterio que se conforme con la "verosimilitud". Esto no es fácil de
trasmitir como pauta y queda pues, al instaurar ese criterio propio de medidas no definitivas, extendiéndolo a
decisiones definitivas, al criterio, por demás flexibilizado de los jueces. Esto no contribuye, como lo dije, a la
seguridad jurídica que si bien descansa en la prudencia y razonabilidad de los poderes que dispone el juez, no
consiente que se modifique de esta manera la ley y los principios tradicionales que la inspiran en materia de
reglas del onus probandi. Corresponde agregar, para ubicar correctamente el alcance del avance que realiza la
Corte Suprema en torno a una cuestión que parecía estar incluida en aquellas que ha considerado ajenas a su
jurisdicción federal, el señalamiento de cómo procedió en supuestos análogos en los que también se hallaba en
discusión el asunto de la distribución de la carga probatoria. Me refiero al caso "Daniel Segundo c. Siemens SA"
(Fallos: 308:1032) donde, como una continuación del antecedente "Ratto, Sixto y otro c. Productos Stani SA"
(Fallos: 265:542), estableció que "la decisión del empleador de excluir a un dependiente de los aumentos
otorgados a los restantes ... es legítima si se funda en las 'causas objetivas' a que alude el art. 81 de la LCT" y no
lo es "cuando vulnera el principio de igualdad entre trabajadores que se encuentran en iguales condiciones
laborales u oculta discriminaciones arbitrarias...". Parece que la cuestión ha tomado nuevos perfiles a partir de la
sanción de la ley 23.592 en cuya disposición se basan los fallos que ahora se comentan, pero no es a eso a lo
que cabe referirse —ya que eso es cuestión de fondo reputada de nivel federal por el Tribunal— sino a la forma
en que ha interpretado las normas fundamentales para adjudicar obligaciones procesales al empleador, cuyo
incumplimiento trae aparejado el reconocimiento de la vulneración de la garantía. Precisamente por eso es que
cabe, al terminar esta crítica al pronunciamiento en "Pellicori", destacar que no está en discusión aquí la
aplicación del art. 1de la ley 23.592 a la relación laboral subordinada —como tampoco lo estuvo en el
antecedente "Álvarez" donde todos los integrantes del cuerpo coincidieron en su procedencia, diferenciándose
sólo en las consecuencias sancionatorias del incumplimiento del deber de no discriminar— sino que de lo que se
trata es de cómo regular el comportamiento procesal de las partes en conflicto, asignando a cada una de ellas
una parte de la carga probatoria y en esto, según nuestro criterio, la Corte Suprema ha avanzado más allá de lo
que la prudencia indica en la aplicación de las normas constitucionales y su reglamentación legal que no debió
marginarse.
Comentarios más detallados acerca de las sentencias que se mencionan en el texto pueden encontrarse en una
serie de observaciones críticas a la jurisprudencia en la materia que se incluyen en la página web de la
Asociación Argentina de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social www.asociacion.org.ar, bajo títulos que
aluden a las posiciones de mayoría y minoría en la Corte Suprema: "2 4 a 3", "El 3 del 4 a 3" y "Otra vez 4 sobre
7".
(519) Como no conozco los detalles del juicio quedan en duda para mí al menos, cuáles normas procesales
fueron aplicadas en el caso "Pellicori", dado que la demandada es unórgano público no estatal (art. 17 de la ley
23.187 de creación del Colegio Público de Abogados sometido a los procedimientos de la ley 19.549) lo cual
abre interrogantes sobre si se debió aplicar el art. 498 del Cód. Civ. y Com. de la Nación o la ley 16.986 (art. 1).
En este último caso la cuestión de la restricción de plazos sería aún mayor.
(522) Cita de Leguizamón, Héctor E., en su obra Las presunciones judiciales y los indicios, Rubizal-Culzoni,
2006, p. 69.
(527)Leguizamón, Héctor E., "La necesaria madurez de las cargas probatorias dinámicas", enCargas probatorias
dinámicas, dir. Peirano, JorgeW., Rubinzal-Culzoni, 2008, p. 124.
(529) Si se presentan controversias sobre lo que constituye "remuneración", véase el comentario a los arts. 103 y
ss. Sólo cabe destacar que el importe a tomar como tal será el que tenga adjudicado el trabajador —por la vía
que corresponda— sin los descuentos que procede efectuar para los distintos fines autorizados por la ley.
(530) Fallo plenario de la CNTrab. nro. 298, "Brandi, Roberto Antonio c. Lotería Nacional SE s/despido",
5/10/2000, "Para el cálculo de la indemnización por despido no deben ser promediadas las remuneraciones
variables, mensuales, normales y habituales (art. 245LCT)", TySS, 2000, p. 988. Ya hice mención de la
aclaración que en su voto de ese fallo efectúa el Juez Fernández Madrid acerca de la excepción que debe
hacerse en el supuesto de un pago de comisión totalmente extraordinaria respecto de lo que corrientemente
forma parte de las liquidaciones.
(531) Según el Diccionario de la Real Academia "devengar" significa "adquirir derecho a alguna percepción o
retribución por razón de trabajo, servicio u otro título".
(532) Véase la reseña jurisprudencial al fin de este comentario. Ver reseña de Ojeda, Raúl H.,en Revista de
Derecho Laboral, Remuneraciones II, Rubinzal-Culzoni, 2005-1, p. 471.
(534) Algunos fallos excluyen rubros porque consideran que no son habituales debido a que se perciben
semestralmente (sueldo anual complementario) o anualmente (gratificaciones, premios extraordinarios). Véase el
comentario anterior sobre las posiciones de mayoría y minoría en el plenario "Tulosai".
(535)Un estudio exhaustivo de las remuneraciones variables puede verse en la ponencia que
elaboróIzquierdo,Roberto,presentada en las Primeras Jornadas Rioplatenses de Derecho Laboral, publicada en
Montevideo, 1985 por la Revista Laboral, p. 110.
(536)Goldin, Adrián, "Remuneraciones variables, indemnizaciones derivadas del despido y otras prestaciones
laborales", LT, XXXI, p. 961.
(538) Cuestión que fue debatida especialmente en el fallo "Vizzoti" de la Corte Suprema de Justicia.
(539) Estos límites aparecen seriamente modificados en normas de emergencia reflejadas en las reformas
introducidas en el derecho del trabajo hispánico. En tal sentido señalo que al momento de escribir este
comentario (mayo de 2012), rigen las disposiciones del Real dec.-ley 3/2012 los parámetros existentes fueron
reducidos de manera que la indemnización que debe abonar el empleador por un despido improcedente —si no
opta por la reinstalación— será de treinta y tres días de salario por año de servicio con un máximo de veinticuatro
mensualidades.
(540) Ya se verá luego la directiva respecto de los trabajadores excluidos del convenio y de aquellos
remunerados a comisión o con remuneraciones variables.
(541) Véase sobre el punto Bustamante, María Morales, "Tope a las indemnizaciones por despido", en El
derecho laboral y la Corte Suprema de Justicia de la Nación, coord. Vázquez Vialard y Fera, La Ley, 2003, 123.
También CNTrab., sala X, 25/4/2005, "Pérez Viña, David E. c. Nobleza Piccardo SA", DT, 2005-B, p. 1627.
(542) Para una reseña histórica acerca de la técnica de limitación de la base remuneratoria para el cálculo de la
indemnización véase Ackerman, Mario E., "Validez constitucional de la tarifa con tope en la indemnización por
despido arbitrario de cara a la doctrina actual de la Corte Suprema de Justicia", en Revista de Derecho Laboral,
Rubinzal-Culzoni 2000-1, p. 155 y ss. Obviamente ese trabajo es anterior al cambio de jurisprudencia del Alto
Tribunal.
(544) Sobre el tema que trata de los límites del activismo judicial, véase el capítulo respectivo de la obra
colectiva Fuentes del Derecho del Trabajo, t. I, Astrea, 2012.
(546) Sobre esta cuestión introducida con la modificación al art. 245, véase la opinión deAckerman, Mario E., en
"Los trabajadores excluidos del convenio colectivo en el actual art. 245de la LCT ya no son los "no amparados
por convenios colectivos" contemplados en la redacción anterior", en Revista de Derecho Laboral, Rubinzal-
Culzoni, 2011-2 p. 83.
(548) Para una reseña de la polémica en torno a este punto que culminó con el fallo plenario del 30/3/1979,
"Sawady, Manfredo c. S.A.D.A.I.C.", véase López, Justo,Ley de Contrato de Trabajo comentada, cit., t. II, 2ª ed.,
ps. 1235 y ss.
(549)CNTrab., sala III, "Guisado de Jacob, Paula c. KB Servicios SA", TySS, 1998, p. 1037.
(550) Ver el comentario a los arts. 251 y 253. Téngase en cuenta el fallo plenario de la CNAT nro. 321 "Couto de
Capa, Irene M. c. ARYVA SA" donde se estableció que lo dispuesto en el art. 253 último párrafo de la LCT es
aplicable al caso de un trabajador que sigue prestando servicios sin interrupción a las órdenes del mismo
empleador, luego del goce del beneficio de jubilación.
(553)Cfr. CSJN, 26/8/1986, "Neville, Jorge c. Banco Popular Argentino", TySS, 1987, p. 117.
(554)CSJN, "Valente, Diego E. c. Bank Boston N.A.", TySS, 2005, p. 207 con comentario deFoglia, Ricardo A.
(556)Sobre este tema véaseConfalonieri,Juan A.,"El dec. de necesidad y urgencia 50/2002 y el monto de la
indemnización por despido sin causa. (A propósito del fallo dictado por la CSJN, en el caso Valente", TySS,
2005, p. 385. Más jurisprudencia sobre el tema puede verse en la reseña que se agrega al final del comentario
presente.
(559) La jurisprudencia debió resolver cuestiones sobre la extensión de la sanción prevista en el art. 2 de la ley
25.323 ya que su texto la limita al incumplimiento de pago de las indemnizaciones previstas en los arts.
232, 233 y 245 de la LCT (y los arts. 6 y 7 de la ley 25.013, punto hoy no debatido por la derogación de estas
normas). Sobre este asunto se registran fallos encontrados como el de la CNAT, Sala II, 27/6/2012 en "Bafundi,
María C. c. Termoquar SA" que lo restringe a los supuestos expresamente mencionados en la norma (en el caso
excluyó la sanción por la falta de pago de la indemnización por fallecimiento prevista en el art. 248),
considerando que la disposición debe interpretarse con criterio estricto. También en sentido análogo CNAT, Sala
I, sent. 81691 del 13/5/2004 "Boccolini, René c. Sebamar SA"; también ídem Sala IV, sent. 91894 del
29/11/2006, "Biga, Mario c. Nuevo Banco Bisel SA".
(560) Al momento de escribir estas líneas puedo remitir al trabajo de Loustaunau, EduardoMaza, y Miguel
A., "Los arts. 8 de la ley 25.013 y 2 de la ley 25.323: los supuestos de acumulación y de exclusión" en DT, 2003-
B, p. 1486.
(561) Sobre esto Burgio, Gustavo A., "A propósito de la reciente reforma del art. 275 de la ley de contrato de
trabajo", DT, 2012, p. 182.
(562) Se ha visto cómo juegan sobre estos incrementos sancionatorios, otras medidas que implementan
semejante técnica sancionatoria para otras situaciones.
(564)VéaseRodríguez Mancini, Jorge, "Remuneraciones", enTratado, dir. porVázquez Vialard, t. IV, ps. 594 y
733. También enRemuneraciones, La Ley, 2013, p. 56 y ss.
(566) Sobre la doctrina de la Corte Suprema acerca de la revalorización de deudas laborales, véase Hockl, María
C., "Los créditos laborales frente a los cambios económicos", en El derecho laboral y la Corte Suprema de
Justicia de la Nación. Casos típicos, cit., p. 185.
(568) Sobre este punto véase Rodríguez Mancini, Jorge, "Conflictos laborales sobre el tema de la emergencia, la
pesificación y la inflación", DT, 2003, p. 161 donde se cita como antecedente para un supuesto como el anotado
la decisión de la Corte Suprema en el caso "Pietranera, Horacio", 12/4/1977, JA, 1977-IV, p. 614. En el caso
"Valdez, José c. Gobierno Nacional", 23/9/1976, DT, 1976, 683 la Corte Suprema aplicó por extensión la
aplicación de una ley vigente para otro sector a un empleado público. En otro fallo, la CNTrab., sala VI confirmó
la sentencia de la instancia anterior y permitió la indexación del monto de un crédito laboral. De esta forma, se
declaró la inconstitucionalidad del art. 4º de la ley 25.561 teniendo en cuenta que el actor se vio perjudicado por
la desvaloración sufrida en la Emergencia Económica, hecho que vulnera la garantía constitucional del mismo
(art. 14 y 17) "Vallejos Marcelino Agustín c. Compañía Sudamericana de Gas SRL y otro s/accidente-acción
civil", del 16/11/2005.
(570) CSN, 20/4/2010 in re "Massolo, Alberto José c. Transporte del Tejar SA" Fallos: 333:447. También CSN,
3/8/2010 en "Garay de Novo, Elizabet c. Consorcio de Propietarios del Edificio Country Club Venado". Véase el
ya citado comentario al art. 21, apart. D. También sobre el punto el comentario de art. 276.
(572) Véase también. Livellara, Carlos A, "Despido sin causa en situaciones especialmente protegidas", Revista
de Derecho Laboral Rubinzal-Culzoni 2002-2, ps. 131 y ss. Acoto como dato de interés que la jurisprudencia
fiscal ha establecido que no corresponde retención de impuesto a las ganancias sobre la indemnización por
despido por causa de maternidad, ya que ésta, junto con la que corresponde por antigüedad, no constituyen
resarcimientos diferentes sino una única indemnización, la causada por el despido, por lo que está comprendida
en la exención dispuesto por el art. 20 inc. i de la ley de impuesto a las ganancias. Conf. Tribunal Fiscal de
la Nación, Sala C, 19/12/2005 "Aparicio, María G." en La Ley on line AR/JUR/8213/2005; ídem, 16/9/2004, "De
Lorenzo, Amelia", La Ley on line, AR/JUR/3590/2004m.
(573) Para un examen detallado del régimen de estabilidad de representantes gremiales puede
consultarse Rodríguez Mancini, "Despido en caso de estabilidad gremial", Revista Rubinzal-Culzoni, 2000-1, p.
191. También el capítulo respectivo de la obra Derecho del Trabajo, t. III, Astrea, 2012, ps. 10 y ss. por Ramírez
Bosco, Luis.
(574) Todas estas indemnizaciones que agravan la sanción por el despido sin justa causa, se acumulan a las
previstas en la LCT o en los estatutos respectivos. Sobre el cuestionamiento de la opción que la ley brinda al
representante sindical, véase Sudera, Alejandro y García, Silvia R.,"¿Es constitucional la opción legal de
abandono del puesto de representación gremial a cambio de dinero?" DT, 2006, p. 171.
(575) En torno a los requisitos de la intimación para sea apta para producir el efecto sancionatorio que vengo
exponiendo, véase entre otros CNTrab., sala II, 29/4/1994, "Del Carlo, Gladys c. Baugier SA", DT, 1994-B, p.
2128.
(576)CNTrab., 19/10/2001, "Palloni, Mariela H. c. Depormed SA". Fallo plenario nro. 302.
(577)CSJN, 7/5/1998, "Torres, Luis c. Tiffenberg, Samuel", DT, 1998-B, p. 1843 donde se descartó una
interpretación que pretendía que el recargo fuera de dos veces el monto de las indemnizaciones comunes.
(578) A diferencia de lo que dispone el art. 2 de la misma ley a cuyo respecto se registran los siguientes fallos
plenarios sobre el tema debido a las diferentes interpretaciones que se habían producido: nro. 313 del 5/6/2007
en autos "Casado, Alfredo A. c. Sistema Nacional de Medios Públicos S.E." según el cual no se aplica el recargo
a las relaciones regidas por laley 12.908; nro. 320 del 12/9/2008 en autos "Iurleo, Diana L. c. Consorcio de
Propietarios del Edificio Luis Sáenz Peña 1195" con semejante doctrina respecto de las relaciones regidas por
la ley 12.981; nro. 326 del 9/5/2011 en "Gauna, Edgardo D. c. Explotación Pesquera de la Patagonia SA" donde
la Cámara cambia su criterio restrictivo y establece que para las relaciones reguladas por el Libro III del Cód. de
Comercio y por la ley 20.094 se aplica el recargo previsto en el art. 2 de la ley 25.323.
(579) En este momento se registra p. ej. la sentencia de la Sala VIII en los autos "Hermida, Analía c. Casino
Buenos Aires SA del 31/5/2006, "Ghinzani, Adriana Mabel c. CENCOSUD SA" del 26/9/2008, y también de la
misma Sala, "Refojo, Carlos O. c. Centro Automotores SA" del 31/5/2011, publicada en DT, 2011, p. 2401; ídem
Sala II, 28/10/2011, "Fernández, Stella Maris c. Javo SRL" en DT, 2012, p. 1173; ídem, Sala II, 27/6/2012,
"Juárez, Gabriel F. c. APCO SA". Según esta jurisprudencia si la registración coincide con lo pagado, aunque
resultara luego que esa suma era inferior a la que correspondía pagar, no se configura la infracción del art. 10 de
la ley 24.013 a la cual se remite, según este criterio, el art. 1 de la ley 25.323.
(580)CNAT, Sala II, 24/10/2008, "Iglesias, Néstor c. SIPAS SA"; ídem Sala X, SD 20224, 31/8/2012, "Pérez Monti
Hernán Fernando c. Biogénesis Bago SA s/despido", expte. 25.905/2010 (29500).
(581)Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, sala X, con fecha 25/2/2008 en autos "Garrido, Laura Valeria
c. Sipas SA" en La Ley Online: AR/JUR/546/2008. Allí se estableció, por mayoría, que "En virtud de lo dispuesto
en el dec. 264/2002 del Poder Ejecutivo Nacional, deben considerarse comprendidas en la duplicación prevista
en el art. 16 de la ley 25.561, las indemnizaciones por matrimonio, embarazo, maternidad y estabilidad gremial,
en tanto dicho incremento comprende todos los rubros indemnizatorios originados con motivo de la extinción del
contrato de trabajo.
(582) Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, sala X del 30/12/2004 en autos "Larrañaga, Silvina A. c. Fiz
SA", LA LEY 13/7/2005, p. 15, IMP, 2005-A, 1345, Online:AR/JUR/5055/2004, donde se estableció que
corresponde confirmar la sentencia que rechazó la inclusión de la indemnización por despido agravada por causa
de embarazo en el cómputo de la multa del art. 15 de la ley nacional de empleo, toda vez que el texto de la
mencionada norma alude sólo a indemnizaciones que corresponden a raíz del despido, siendo que lo contrario
conduciría a que por el mismo incumplimiento resultarían altamente beneficiados los representantes gremiales y
las mujeres casadas o embarazadas en comparación con el resto de los trabajadores, sin que se advierta la
existencia de norma alguna que lo disponga. También la misma Sala con fecha 27/6/2002 en "Sinderman, Laura
G. c. Distribuidora Blanca Luna SA y otro" publicado en LA LEY 2003-A, 401; ídem, Sala X, 18/10/2001, "Farelo,
Mercedes c. Embajada de Australia", DT, 2002-A p. 1238; ídem Sala X, 30/3/1998 "Chusit, Perla c. Uxer SA" DT,
1998-B. p. 2453.
(583) Sobre la jurisprudencia del período de vigencia de la suspensión de los despidos sin justa causa a que se
refería el art. 16 de la ley 25.561 puede consultarse la primera edición de esta obra en su comentario al art. 245.
(584) Así lo resolvió la CNAT, Sala VII con fecha 5/8/2011, en autos "L., E. M. c. Qualytel de Latinoamerica SA
s/despido", publicado en: IMP, 2011-12, 219, cita Online: AR/JUR/47443/2011, donde declaró la nulidad del
despido decidido por la empleadora, aplicando la ley 23.592 en lugar de las disposiciones especiales de la LCT.
(587) Recuérdese lo que se ha comentado respecto de la naturaleza de este fondo supletorio, de algún modo de
la indemnización por despido injustificado y que opera a criterio del legislador, como una forma de protección
contra el despido arbitrario en razón del sistema de inestabilidad de las relaciones en esa actividad. Sobre la
naturaleza del "fondo de desempleo", en sus distintas vertientes doctrinarias, véase Rocha, Armando
D., enTratado de derecho del trabajo, dir. Vázquez Vialard, t. 6, p. 54. También López, Justo, "El derecho a la
estabilidad y la estructura de la empresa", LT, XV, p. 657. Un estudio general del sistema de indemnizaciones en
los estatutos especiales podrá encontrarse Brito Peret, enJosé E., "Aspectos del principio de la estabilidad en los
estatutos profesionales", enAspectos de la Estabilidad en el Empleo, Universidad Nacional de La Plata, 1972, p.
165, donde incluye un cuadro comparativo de los regímenes indemnizatorios en los estatutos especiales vigentes
a la fecha del trabajo.
(588) Para un estudio actualizado de los regímenes especiales véase Pirolo, Miguel A.,"Relaciones regidas por
los estatutos especiales", en Revista de Derecho Laboral, Rubinzal-Culzoni, 2000-2, p. 235.
(589) Esta norma fue derogada por el art. 41 de la ley 25.877.
(590) En este sentido es paradigmático el convenio 277/1996 para la industria plástica que llevó el número
máximo a trescientos trabajadores, ubicando así prácticamente a toda la industria en la categoría de pequeña
empresa. Inmediatamente, y en el mismo convenio (homologado) se disminuyó la base de cálculo de la
indemnización por despido, adoptándose la modalidad luego incorporada por la ley 25.013 de calcularla sobre el
70 % de la remuneración mensual multiplicando esa cifra por los meses de antigüedad. Este exceso llevó al
dictado del dec. 146/1999 que, con dudosa validez constitucional, limitó la facultad de disposición colectiva que
contiene el art. 83 de la ley 24.467.
(592) Sobre el significado y estructura jurídico-legal del despido indirecto puede verse el desarrollo del dictamen
del Fiscal General y de los votos de la mayoría en el fallo plenario nro. 310 de la CNTrab., 1/3/2006, "Ruiz, Víctor
H. c. Universidad Argentina de la Empresa", DT, 2006-A p. 358; LA LEY 2006-C, p. 329.
(593) Debe tenerse presente al considerar los incumplimientos del empleador las cargas impuestas a su
conducta por la condición de empresario, y por los deberes de conducta que resultan de la relación personal que
presenta la prestación del trabajador. Por lo que se refiere a la interpretación del ejercicio de los poderes propios
del empleador, véase lo que queda expuesto en el comentario al art. 5º relativos a la noción de empresa y su
proyección en el contrato de trabajo.
(595) Una clasificación básica de las causales que justificarían la denuncia del contrato por el trabajador
invocando justa causa se pueden encontrar en el art. 50 del Estatuto de los Trabajadores de España. Por otra
parte Herrera, Enrique, "Extinción del contrato de trabajo", enTratado dir. por Vázquez Vialard desarrolla una
pormenorizada investigación sobre tales causales a la luz de la jurisprudencia.
(596) Para el caso de atraso en el pago de remuneraciones, la LCT establece la sanción del pago de intereses
por mora, la cual, es automática. Con un criterio o intención protectorio, desorbitado jurídica y sobre todo,
legalmente, un fallo de la Sala VIII de fecha 11/11/2011 "P.M.E. c. OSPLAD" en una acción de amparo, dispuso
condenar al empleador a cumplir con un pedido de traslado formulado por el trabajador, en una especie de
creación de ius variandi en la cabeza del subordinado. Sobre el punto véase mi comentario titulado "O la LCT ya
no sirve o los jueces quieren superarla", en DT, 2012, p. 173. El fallo puede verse en DT, 2012, p. 289.
(597) Este asunto lo he estudiado en "Los acuerdos de rebaja de remuneraciones", Suplemento de Derecho del
Trabajo", octubre 2002, p. 50.
(598) Estos comentarios deben confrontarse con los que corresponden especialmente a la norma mencionada.
El tema trae al debate innumerables cuestiones que la doctrina y la jurisprudencia no ha examinado con toda la
amplitud que merece este texto que ha regido desde la sanción de la ley 20.744 hasta su modificación por la ley
21.297, y que ahora vuelve a estar en vigor por la reforma de la ley 26.088. Uno de esos problemas es el de
determinar si el silencio del trabajador acatando la medida de cambio, implica una conducta inequívoca en los
términos del art. 58 de la LCT y en tal caso, cuál sería el plazo que debería admitirse como razonable para que
manifestara su disconformidad ejerciendo el derecho a que se refiere la disposición la que encauza el reclamo
por la vía del procedimiento sumarísimo, lo cual indica, naturalmente, un pensamiento del legislador ligado a la
celeridad con que debe ser tratado el conflicto y esto no se compadece con un comportamiento pasivo más o
menos prolongado de parte del trabajador afectado. Véase López, Justo,Ley de Contrato de Trabajocomentada,
cit., t. I, p. 512.
(599) Me remito a los comentarios de estas normas a las cuales me refiero porque mencionan precisamente la
hipótesis del despido indirecto.
(600) Con más detalle puede encontrarse el tema tratado en Rodríguez Mancini, Jorge,"Despido en caso de
estabilidad gremial", Revista de Derecho Laboral, Rubinzal-Culzoni, 2000.1, p. 204.
(603) Téngase presente la evolución que al respecto ha tenido el tope de aportes y el de contribuciones según
dec. 491/2004 y siguientes disposiciones a las que me refiero en el comentario al art. 103.
(604) Ni que hablar de cuando directamente lo que se desconoce es la existencia de vínculo laboral.
(605) No se confunda la naturaleza civil de la acción por la fuente normativa que la habilita, con la competencia
que indudablemente será siempre laboral.
(608)En este sentido es importante la documentación que registra la Organización Internacional del Trabajo
sobre la materia de composición y prevención de conflictos. También el informe sobre "Examen de quejas y
comunicaciones dentro de la empresa", OIT, 50ª. Reunión 1966, Informe VII, Ginebra; igualmente es interesante
la ley de protección contra la violencia y el acoso moral o sexual en el trabajo, de Bélgica, que aparece
comentado porCerrutti, Gabriela,en DT, 2002-B p. 1901; otros antecedentes,García Vior,Adriana A.,"Los
trabajadores maltratados. El acoso psicológico o moral en el trabajo y sus respuestas legales", DT, 2005-A p.
439;Hirigoyen,Marie France,"El acoso moral en el trabajo. Distinguir lo verdadero de lo falso", comentario en DT,
2002-A, p. 61; Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala M, 5/6/2005 en "P. M. c. Cía. de Servicios
Hoteleros SA" ED, 197, p. 388; CNATSala VII, 15/3/2001, "D., J.M. c. Seguridad y Custodia SRL" JA 2001-IV, p
231;Pose,Carlos,"Valor probatorio del testimonio prestado por la víctima de un acoso sexual", en DT, 1998-A p.
533; ídem, "Nuevas reflexiones sobre el acoso sexual", DT, LII-B, p. 1433;Assad,Sandra,"La reparación de los
daños laborales. Discriminación en la ley de contrato de trabajo: "el mobbing". LA LEY, 2005-2. Véase el libro de
Juan P. Fiorini,Mobbing, Astrea 2012.
Capítulo V
Monto de la indemnización
Art. 247.— En los casos en que el despido fuese dispuesto por causa de fuerza
mayor o por falta o disminución de trabajo no imputable al empleador
fehacientemente justificada, el trabajador tendrá derecho a percibir una
indemnización equivalente a la mitad de la prevista en el art. 245 de esta ley. En
tales casos el despido deberá comenzar por el personal menos antiguo dentro de
cada especialidad. Respecto del personal ingresado en un mismo semestre, deber
comenzarse por el que tuviere menos cargas de familia, aunque con ello se alterara
el orden de antigüedad.
Disposiciones relacionadas
Concordancias: LCT: arts. 95, 212, 218, 219, 220, 221, 222, 223 bis, 248, 249,
250, 251, 254, y 255; ley 23.546 (según reforma del art. 20 de la ley 25.877):
art. 4º; ley 24.013: arts. 23 y 98 a 105; ley 24.467; decreto 2072/1994: arts. 97 y
98;decreto 264/2002: art. 3º; decreto 265/2002.
A) Introducción
A las normas que se ocupan de la delimitación del ámbito causal, se agregan otras
(fuera de la LCT), que se refieren al procedimiento que se debe llevar a cabo antes
de comunicarle al trabajador la decisión extintiva (arts. 98 a 105 de la ley 24.013;
art. 4º de la ley 23.546, reformado por el art. 20 de la ley 25.877; decreto
328/1988; decreto 2072/1994; art. 3º del decreto 264/2002; y decreto 265/2002.
La particularidad que presentó la nueva regulación, vino dada por dos limitaciones
directamente vinculadas a la configuración de la causal suspensiva o extintiva del
contrato de trabajo. La primera de ellas, fue la incorporación al texto legal, de la
doctrina plenaria de la CNTrab. transcripta precedentemente. La segunda, consistió
en la no consideración como falta o disminución de trabajo de todo aquello que
pudiera quedar abarcado por el riesgo propio de la empresa (arts. 236 y 268). Esta
segunda limitación, fue eliminada por la reforma de la ley 21.297.
Finalmente queda por analizar qué significado cabe otorgarle a la expresión "causas
de mercado" del art.97 de la ley 24.467. A mi criterio, no se está ante la presencia de
una causa autónoma de despido; más bien, corresponderá situarla dentro de
cualquiera de las causas analizadas anteriormente, dependiendo del caso. Por
ejemplo, podría ocurrir que la producción de la empresa deje de tener aceptación en
el mercado, sea por deficiencias de calidad, o por cambios en las costumbres de la
población que deja de consumir lo que aquélla produce. Frente a esas situaciones,
la empresa debería reorganizarse para poder subsistir, introduciendo nueva
tecnología que haga competitiva su producción, o bien mediante cambios
organizacionales orientados a nuevas producciones o nuevos modos de producir. En
estos casos, está claro que el dictado del mercado podría ser el que, a la postre,
determine el cambio tecnológico u organizativo en la empresa. Con los alcances
vistos, serían éstos los motivos en los cuales el empleador podría justificar el
despido, y no simplemente el comportamiento adverso del mercado. Vale decir, el
empleador debe demostrar interés por revertir la tendencia negativa de los
consumidores, generar cambios en la empresa. De no ser así, el despido carecerá
de causa. La otra situación que puede generarse como consecuencia de un
mercado refractario, es un estado de perturbación económica de la empresa. En
este supuesto, podrá llegar a invocarse la causal de falta o disminución de trabajo,
sólo si se cumplieran los requisitos que ya se han analizado; caso contrario, no
habrá justa causa para despedir. En conclusión, la conducta del mercado no se
presenta como una causal con entidad propia para justificar el despido del
trabajador. Podrá ser sí motivo de cambios tecnológicos u organizativos, o bien
causa de desajustes económicos, los cuales, repito, sólo deberán ser considerados
causas para justificar despidos, siempre que se cumplieran los presupuestos que ya
se han visto.
1) El procedimiento de la ley 24.013
Puede que las partes no lleguen a un acuerdo, en cuyo caso, los trabajadores
podrán recurrir a la huelga (art. 104 de la ley 24.013), y el empleador quedará
habilitado para concretar los despidos proyectados, poniendo a disposición de los
afectados la indemnización correspondiente. En caso que esto último no fuere así, y
que aquéllos se vieran obligados a recurrir a la vía judicial para hacer efectivos sus
créditos, habrá que distinguir las siguientes hipótesis. Si el trabajador sólo reclama la
indemnización reducida (art. 247 LCT), y no hubiere controversia respecto de los
elementos para determinar el monto del crédito, no será necesario tramitar el
proceso hasta la sentencia, pudiendo el juez, en el auto de apertura a prueba,
intimar al empleador a depositar las sumas pertinentes, bajo apercibimiento de
ejecución (art. 80 in fine de la ley 18.345). Si se reclamara la indemnización plena
(art. 245 LCT), por entenderse que la causa invocada en el procedimiento preventivo
de crisis no es real, también podría el empleador ser intimado de pago en los
términos del art. 80 in fine de la ley 18.345 respecto de la indemnización menguada,
sin perjuicio de proseguirse las actuaciones por el saldo restante. Ahora bien; si en
la etapa negocial del procedimiento preventivo de crisis se llegara a un
acuerdo(643) , el mismo podrá ser homologado por la autoridad de aplicación con la
misma eficacia que un convenio colectivo, o rechazado mediante resolución fundada
(art. 103 de la ley 24.013).
Al comenzar el punto F), fue explicado porqué al momento en que fueron dictados
los decretos 264/2002 y 265/2002, el decreto 328/1988 no estaba vigente, y que su
"resucitación" por esa vía confrontaba con el texto de la Constitución Nacional
(art. 99.2). De todas formas, explicaré cuál es el trámite que allí se contempla.
Reseña Jurisprudencial
"...destaco que este Tribunal tiene dicho que para lograr la pretendida validez
exculpatoria de responsabilidad en los casos de despido por fuerza mayor, el
empleador debe acreditar: a) la existencia de falta o disminución de trabajo que por
su gravedad no consienta la continuidad del vínculo; b) que la situación no le sea
imputable, es decir que se deba a circunstancias objetivas y que no haya culpa ni
negligencia empresaria; c) que se respetó el orden de antigüedad; d) la
perdurabilidad de la situación supuestamente desencadenante de la crisis
empresarial; y e) la política proyectada tendiente a conjurar la situación de
desequilibrio económico financiero". (CNTrab., sala VII, "Dentone, Silvia N. c. Obra
Social del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor OSMATA
s/Despido", SD del 9/10/2007).
"La expropiación de la que fue objeto el predio en que se hallaba instalada la fábrica,
constituye un hecho ajeno e impeditivo, no previsto e inevitable, que puede ser
encuadrado como fuerza mayor y habilita la aplicación del art. 247LCT. Ante una
expropiación, el empleador acreditó haber tomado medidas como buen empresario
para superar las dificultades que se le presentaban, al entablar la expropiación
inversa que no fue conducente al reflotarse el trazado de la autopista tras
abandonarse el proyecto, dando origen al cierre definitivo del establecimiento, con la
respectiva finalización de todos los contratos de trabajo". (CNTrab., sala I, dictado en
los autos "Mazza, Ramón F. c. Laminación Argentina del Cobre SCA". TySS, 2002-
245).
"Cumplido el plazo máximo de una suspensión legítima por fuerza mayor, originada
en la necesidad de reflotar el buque que había naufragado, el principal se encuentra
habilitado para despedir a los dependientes si dicha causa sigue
operando". (CNTrab., sala VI, dictado en los autos "Martínez, Jesús M. c. Empresa
Naviera Parker SA". TySS, 1988-929).
"...corresponde revocar lo resuelto en origen. Ello así por cuanto el acuerdo al que
habrían arribado la entidad sindical y la empleadora en el marco del expediente (...)
como resultado del procedimiento preventivo de crisis previsto en el capítulo 6 de la
ley 24.013, implicó una disminución de la retribución que percibía la accionante y
para la disponibilidad de ese derecho incorporado al patrimonio del dependiente, era
exigible el mandato expreso al que alude el art. 22 del decreto
467/1988...". (CNTrab, sala I, "Lovaglio, Beatriz N. c. Obra Social para el Personal
del Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos s/Despido", SD del
22/6/2010).
Notas:
(610) Ver punto H 1).
(611) Ello así, por la resucitación a través del decreto 264/2002, de un decreto (el 328/1988) en su momento
derogado por la ley 24.013. Sobre el particular, ver de mi autoría "Nuevo régimen de procedimentalización del
despido", TySS, 2002-105.
(612) Sobre el tema puede consultarse, Ramírez Bosco, Luis, "Breve historia crítica de la falta de trabajo y la
fuerza mayor laboral", TySS, 1989-598; Martínez Vivot, Julio J., "Las suspensiones y despidos por causas
económicas o tecnológicas en la ley de empleo", DT, 1992-B-2201.
(613) Esos supuestos quedaban abarcados por la expresión "disminución o falta de trabajo". Conf. CPazLetr.,
sala II, en autos "Yankielewiez, Aizyk c. Idelson, Gregorio", LA LEY, 2-531; y en autos "Dicapua, José c. General
Motors Argentina SA", JA 1942-III-18.
(614) El inciso 1º del art. 157 del Código de Comercio (reformado por la ley 11.729), disponía: "El contrato de
empleo no podrá ser disuelto por voluntad de una de las partes sin previo aviso, o, en su defecto, indemnización,
además de la que corresponderá al empleado por su antigüedad en el empleo cuando se disuelva por voluntad
del principal. Esta regla se aplicará también en los casos de cesación o liquidación del negocio que no sean
determinados exclusivamente por fuerza mayor".
(615) CPazLetr., sala I, en autos "Melanesio, Alfredo L. c. Adot Hnos", LA LEY, 29-646; SCBA, en autos
"Sánchez, Alfredo c. Lysaghts Argentina Ltda. SA", JA 1945-I-272.
(616)Fallo Plenario nro. 25, del 23/3/1955, en autos "Hennse, Samuel y otros c. Laudrok y Cía. SRL", LA LEY,
78-174.
(617) Declarada inconstitucional por la CSJN en los autos: "Collela, Ciriaco c. Fevre y Basset SA", LA LEY, 127-
667.
(618)Entre los autores, verRodríguez Mancini,Jorge, "Extinción del contrato de trabajo por causas económicas en
la ley 20.744", DT, 1974-876;Ramírez Bosco,Luis, "Breve historia crítica de la falta de trabajo y de la fuerza
mayor laboral", TySS, 1989-600;Herrera,Enrique, enTratado de Derecho del Trabajo,Antonio Vázquez Vialard,
Director, t. V, Astrea, p. 457;Brito Peret,José- GoldinAdrián- Izquierdo,Roberto, "Reflexiones sobre las causas
económicas de la suspensión y el despido", ponencia presentada en el VIII Congreso Iberoamericano y VII
Congreso Nacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, Buenos Aires, 1993;Fernández
Madrid,Juan Carlos, "La tutela de las relaciones laborales en época de crisis", ponencia presentada en el VIII
Congreso Iberoamericano y VII Congreso Nacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, Buenos
Aires, 1993;Vázquez Vialard,Antonio, "La justificación de la reducción total o parcial de la responsabilidad
indemnizatoria del empleador en los casos de despidos por causas de crisis de empresa; ponencia presentada
en el VIII Congreso Iberoamericano y VII Congreso Nacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social,
Buenos Aires, 1993;Martorell,Ernesto, "La fuerza mayor y la falta o disminución de trabajo", LA LEY, 1991-A-760.
(619) En doctrina, Perugini, Eduardo, "La fuerza mayor en la ley de Contrato de Trabajo", DT, 1974-
866; Carrasco Quintana, Carlos M., "La extinción del contrato de trabajo por fuerza mayor o disminución de
trabajo", DT, XXXIX-159; En la jurisprudencia, Fallo Plenario nro. 24 de la CNTrab., dictado en los autos
"Menéndez, Manuel y otros c. Peirano Ltda. SRL", LA LEY, 77-688; CNTrab., sala IV en autos "Saavedra Baley,
Andino c. Icasa", SD nro. 34.660, del 14/9/1990; CNTrab., sala VI, en autos "Melo de Pipastrelli, Adriana c.
ISSPICA", DT, 1995-A-837, y en autos "Cardozo, Jorge R. y otros c. Osal SA y otro", DT, 1997-B-1373; CNTrab.,
sala VII, "Rodella, María M. y otros c. Indumenti SA", DT, 1988-A-786; CNTrab., sala III, en autos "Palazzo, Víctor
H. y otros c. Unión Obrera de la Construcción", DT, 1988-A-771.
(620)Spota, Alberto G., "El derecho del trabajo y el concepto de fuerza mayor", JA 1954-I-145;López, Justo,
"Sobre el despido por falta de trabajo", LT, XII-193, quien aclara que se trata de un caso parcial y especial de la
teoría de la excesiva onerosidad sobreviniente, pues sólo puede ser invocada por el empleador, el cual, por otra
parte, no queda liberado de su responsabilidad indemnizatoria; Ramírez Bosco, Luis, "Breve historia..."
cit.; Vázquez Vialard, Antonio, "La justificación..." cit.; Fernández Madrid, Juan C., "La tutela de las..."
cit.;HerreraEnrique, en "Tratado..." cit.. En la jurisprudencia, por todas, las sentencias de primera y segunda
instancia dictadas en los autos "Fernández, V. c. Kraft Ltda", JA 1968-V-107. Se registra algún pronunciamiento
que, de manera expresa, ha descartado que el art. 247 de la LCT, admita la aplicación de la teoría de la
imprevisión en el contrato de trabajo, tal como la misma está regulada en el art. 1198 del Cód. Civil (CNTrab.,
sala VI, en autos "Cardozo, Jorge R. y otros c. Osal SA y otro", DT, 1997-B-1373).
(622)CNTrab., sala V, en autos "Gelatine Gladys c. Gautex SA", TySS, 1989-50; CNTrab., sala VIII, en autos
"Escobar Florida c. Comercio Internacional SA", DT, 1996-B-1805. En doctrina,Díaz de Guijarro, Enrique, "La
protección del empleado de comercio en las legislaciones peruana y boliviana y en el Código de Comercio
argentino", JA XXII-16, sección doctrina; Deveali,Mario, "Falta de trabajo por cierre de establecimiento", DT,
1952-285; Vázquez Vialard, Antonio, "La justificación..." cit.; Fernández Madrid, Juan C., "La tutela de las..."
cit.; Brito Peret, José -Goldin, Adrián - Izquierdo, Roberto, "Reflexiones..." cit..
(623) CNTrab., sala V, en autos "Rodríguez García, J. y otros c. Cervecería y Maltería Quilmes SA, DT, XXIV-
365, con nota de Ramírez Gronda, Juan D.
(624) En ese sentido, CNTrab., sala VII, "Giardelli, Stella M. c. Cooperativa CADFA Ltda.", DT, 1992-A-1037; sala
I, "Klapputh, Graciela E. c. Obra Social del Personal Gráfico", DT, 1989-A-229, y "Benítez Leguizamón, Oscar c.
Servin SA", DT, 1998-B-1468; SCBA, "Pérez, Nelson H. y otros c. Antonio Buratini e Hijos SA", DJBA, 151-155.
Ver también, CNTrab., sala V, "Galantine, Gladys c. Gautex SA", TySS, 1989-50; sala II, "Grosso, Ricardo E. c.
Lanart SA", DT, 1998-A-301; sala III, "Palazzo, Víctor H. y otros c. Unión Obrera de la Construcción", DT, 1988-
A-771, y "Martínez, Rodolfo c. Instituto Rosenbuch SA", DT, 1996-A-437; sala IV, "Escobar Florida c. Comercio
Internacional SA", DT, 1996-B-1805, "Castellanos, Francisco c. Intertec SA", SD nro. 67.134 del 31/9/1992, y
"Villafañe, Juan c. Olmatic SA s/Despido", DT, 1997-A-97; sala I, "Almozni, Susana N. c. Desaci SA", DT, 1989-
A-599, y "Hernández, Luis O. c. Griner SRL", DT, 1998-A-1216; sala VII, "Rodella, María M. y otros c. Indumenti
SA", DT, 1988-A-786; sala VIII, "Sosa, Antonio y otros c. Frigorífico Minguillón SA", TySS, 1993-816; sala X,
"Barrera, Fabiana A. y otros c. Obra Social del Personal del Papel cartón y Químicos s/Despido", SD nro. 6087
del 27/4/1999; SCBA, "Fernández, Ramón y otro c. Carba SA", SD del 28/9/1993.
(625)CNTrab., sala V, "Argañaraz, Luis c. Luis Minuzzi SA", SD nro. 47.224, del 25/9/1992; sala VII, "Giardelli,
Stella M. c/ Cooperativa CADFA Ltda.", DT, 1992-A-1037, y "Rossi, Omar M. y otros c. Dragados y Obras
Portuarias", DT, 1992-A-910; sala I, "Klapputh, Graciela E. c. Obra Social del Personal Gráfico", DT, 1989-A-229.
(626) TTrab. Trenque Lauquen, "Pérez, Félix E. c. Lawn Care SA", DT, 1998-A-324.
(627) En general, la jurisprudencia ha descartado la aplicación del art. 247 de la LCT, argumentando que la
situación económicamente crítica de la empresa forma parte del riesgo empresario, que no debe trasladarse al
trabajador. Ver los fallos que he citado enDespidos por causas económicas o empresariales, Astrea, 1997, ps.
94-95. No está demás recordar, que Vázquez Vialard, Antonio, ("La justificación..." cit.), a propósito del riesgo
empresario, ha distinguido los riesgos normales de los que, sin llegar a ser anormales no pueden ser previstos al
momento de la contratación; a los primeros los consideró imputables al empleador, a diferencia de los segundos.
Existirían, pues, tres tipos de riesgos: a) los normales; b) los que no son normales ni tampoco anormales; y c) los
anormales. La línea divisoria entre los primeros y los dos restantes, estaría dada por la previsibilidad del evento.
Los normales serían previsibles; los otros dos, imprevisibles. En definitiva, entiendo que se trata de hechos
previsibles o imprevisibles, lo cual, a su vez, está relacionado con la imputabilidad o inimputabilidad. Hay
imputabilidad en los primeros e inimputabilidad en los segundos. En realidad, es esto lo que surgía del art.
268 de la LCT (texto originario), norma que estimó incompatible lo inimputable y lo que obedeciera al riesgo
propio de la empresa, vale decir, con lo previsible. Con la reforma de 1976, se hizo más flexible la causal, ya que
la inimputabilidad no queda circunscripta a la imprevisibilidad de la crisis; ahora se admite que la misma pueda
ser previsible e inevitable a la vez. Si bien es cierto que, por lo general, la inimputabilidad es consecuencia de la
imprevisibilidad, podría llegar a darse que la crisis empresaria haya sido previsible y, no obstante, que no pueda
imputársele al dador de trabajo. Sería el caso de pérdida del cliente único sin culpa de aquél; un hecho previsible
por cualquier emprendedor y, asimismo, inevitable. Como hecho previsible, sería fácilmente encuadrable dentro
del riesgo propio de la empresa; sin embargo al existir inimputabilidad por inevitabilidad, entiendo que podría
invocarse el art. 247de la LCT, para despedir causadamente, en tanto y en cuanto se acreditara que se ha
intentado retener al cliente único. Al respecto, ver CNTrab., sala VIII, "Farías, José E. c. Suppa Báez Soc. de
hecho", TySS, 2004-353; también, Fernández Madrid, Juan C., Despidos y Suspensiones, (1000 casos
prácticos), Contabilidad Moderna, 1986, p. 632, con cita del caso "Fernández, O. c. Botgward Argentina SAIC",
LT, XXXI-B-662.
(628) Excepcionalmente se hizo jugar al cambio tecnológico como una hipótesis de falta o disminución de trabajo
para justificar el despido y, de esa manera, reducir la indemnización a favor del trabajador. (CNTrab., sala III,
"García Nicolás c. Aleman y Cía. SA", LT, XXX-333).
(630) Acerca de la incidencia del art. 23 de la ley 24.013, en lo que a justa causa del despido se
refiere, Rodríguez Mancini, Jorge, "La configuración causal en el despido por causas económicas", Revista de
Derecho Laboral, Rubinzal-Culzoni, 2002-2, ps. 129 y ss.
(631) La indemnización a pagar, equivale a la mitad de la prevista en el art. 245LCT. El empleador que ha
invocado cualquiera de las causales que autorizan el pago de la indemnización reducida (art. 247LCT), debe
poner la misma a disposición del trabajador, dentro del plazo correspondiente; caso contrario, si el trabajador se
viese obligado a efectuar el reclamo judicial, y en la sentencia no se tuviere por acreditada la causa invocada por
el empleador, éste deberá asumir el incremento del art. 2º de la ley 25.323 (CNTrab., sala I, "Castagnola, Julio C.
c. Desler SA", DT, 2005-B-1601).
(634) Expuse una visión general de los distintos supuestos de descentralización productiva, en
"Descentralización y deslocalización de la producción", Derecho del Trabajo y Descentralización Productiva, libro
homenaje al Prof. Dr. Vázquez Vialard, Jorge Rodríguez Mancini, Coord., La Ley, 2010, ps. 261 y ss.
(635) Sobre el particular, CNTrab., sala V, "Di Minico, Saverio c. Industria Algodonera SA", DT, 1990-A-1203.
(636) La redacción de la norma, da lugar para interpretar que su ámbito de aplicación es el despido por causas
económicas, y que, por lo tanto, sigue vigente pese a que haya perdido vigencia el art. 16 de la ley 25.561, que
ha sido la disposición que el decreto 264/2002 ha reglamentado.
(637) El decreto 328/1988, había sido derogado por el art. 159 de la ley 24.013. Se trató de una abrogación por
incompatibilidad en razón de dos motivos: primero, porque el espectro causal definido en el art. 98 de la ley
24.013, es más amplio que el que anteriormente aparecía en el decreto 328/1988 (art. 1º), pues no figuraban ni
la fuerza mayor, ni las causales tecnológicas; segundo, porque los umbrales de afectación definidos en el art.
98de la ley 24.013 son bien precisos, dando lugar a despidos procedimentalizados y no procedimentalizados,
situación bien diferente a la del decreto 328/1988 (art. 1º), en el que cualquier despido basado en causas
económicas o falta o disminución de trabajo, más allá de la cantidad de trabajadores comprendidos, obligaba a
recurrir al trámite previo. En consecuencia, su restablecimiento por medio de un decreto dictado en los términos
del art. 99 inc. 2º de la Constitución Nacional, constituye un exceso de reglamentación, porque se alteran
sustancialmente las reglas procedimentales en materia de despido fijadas por una ley.
(638) Si bien el decreto 265/2002 (art. 3º), se refiere a las empresas de más de quinientos trabajadores, dicha
cantidad ha sido reducida a trescientos por el art. 25 de la ley 25.877
(639) En su gran mayoría, las exigencias previstas en el decreto 2072/1994, aparecen mencionadas en art. 4º de
la ley 23.546 (según reforma del art. 20 de la ley 25.877). Sin embargo, la diferencia entre ambos regímenes es
notable, ya que el decreto sólo va dirigido a las empresas que ocupen más de cincuenta trabajadores, limitación
que no consta en la norma legal. A ello se suma otra diferencia: los requisitos previstos en el decreto, deben
cumplirse con la petición de apertura del procedimiento, mientras que los enunciados en la ley se enmarcan
dentro del deber de información del empleador, a cumplir una vez iniciado aquél. Lógicamente, cabría
preguntarse si el art. 4º de la ley 23.546, no ha sido derogatorio del decreto 2072/1994. Particularmente pienso
que ello ha sido así, ya que una norma posterior, de rango jerárquico superior, ha establecido un único régimen
de requisitos a cumplir por cualquier empresa, más allá de su dimensión ocupacional.
(640)CNTrab., sala III, 25/6/1998, sent. nro. 76.765. "Bouza, Roberto y otro c. Ferry Líneas Argentinas SA"; sala
I, en los autos "Domínguez, Carlos A. c. Motores Ferraris SRL". (TySS, 2002-315).
(641) Para más detalle sobre el tema, y sobre todo respecto de la contradicción entre los arts. 3º del decreto
264/2002 y 6º del decreto 265/2002, ver de mi autoría, "Procedimiento previo a los despidos sin causa, por
causas económicas, tecnológicas, organizativas y razones de fuerza mayor", Revista de Derecho Laboral,
Rubinzal-Culzoni, 2002-2, ps. 96-97.
(643) El acuerdo podrá ser de representación sindical única o doble. En el primer caso, actúa sólo una
asociación sindical (con personería o sin ella), representando los intereses de los trabajadores afectados. En
cambio, en los acuerdos de doble representación, actuará representando intereses colectivos la asociación
sindical con personería gremial y, simultáneamente, representando los intereses individuales, la asociación
sindical simplemente inscripta a la que estuvieran afiliados los trabajadores a ser despedidos. No sería lógico
pensar que la representación de los trabajadores afectados por el despido, en caso de estar afiliados a un
sindicato simplemente inscripto, sea ejercida por el sindicato con personería gremial, sobre todo si se toma en
cuenta que para representar intereses individuales se tiene que contar con el consentimiento por escrito (art. 22
del dec. 467/1988). No cierra que estando afiliado a un sindicato simplemente inscripto se deba prestar
consentimiento para ser representado, individualmente, por otro sindicato.
Capítulo VI
Disposiciones relacionadas
Concordancias: LCT: arts. 37, 123, 156, 245, 247; ley 24.241: art. 53; ley 24.557:
arts. 11, apartado 4º, 15, apartado 2º segundo párrafo y 18; ley 14.394: arts. 15
a 32, ley 22.068 y Cód. Civil: arts. 110 y conc., 3410 y conc.
A) Introducción
Tal vez en ello pueda encontrarse la explicación por la cual la obligación del
empleador de abonar esta indemnización, resulta exigible mediante "la sola
acreditación del vínculo", es decir, sin necesidad de que los familiares promuevan el
proceso sucesorio del causante, aunque conforme veremos más adelante, entiendo
que también se presenta esta nota característica respecto de otros rubros
integrantes de la liquidación final a confeccionarse con motivo de la extinción, por
fallecimiento del empleado, del contrato de trabajo.
Tal como lo aclara la parte final del artículo, esta indemnización es independiente de
la que se reconoce a los causahabientes del trabajador, tanto bajo el régimen de
accidentes del trabajo, como respecto de cualquier otro beneficio derivado de ley,
Convención Colectiva de Trabajo, contrato de seguro, actos o contratos de previsión
y que reconozcan la causa de la concesión en el fallecimiento del trabajador. Esta
solución legal, reconoce como antecedente un antiguo plenario de la CNTrab.,
recaído con fecha 12/9/1958 en los autos "Benso de Ravenna, Dora A. c. Juan
Traverso e Hijos SA".
Por último cabe señalar que la exigibilidad de esta indemnización es a la persona del
empleador, sea este empleador único o múltiple (cfr. art. 26 LCT), persona física o
jurídica y sólo en la medida que el trabajador fallecido haya devengado una
antigüedad superior a los 3 meses prevista por el art. 245 LCT, como módulo de
cálculo indemnizatorio.
Sobre este punto se presentan diferentes posiciones doctrinarias, cada una de ellas
intentando dar una justificación a este instituto que forma parte de una —entre tantas
otras— de las consecuencias que en el contrato de trabajo se derivan por el "hecho
jurídico", del fallecimiento del trabajador.
Acerca de las diferentes visiones que han intentado brindar una explicación a esta
carga indemnizatoria, impuesta en cabeza del empleador con motivo del
fallecimiento de su dependiente, podemos citar:
Sin perjuicio de coincidir con la acertada crítica que desarrolla Vázquez Vialard,
respetuosamente me inclino por la opinión de Herrera en el entendimiento de que la
misma apunta a una justificación integral de esta compensación económica, su
finalidad práctica y los motivos que inspiraron al legislador para incluir —como
beneficiarios iure proprio— a los causahabientes previstos por la legislación
previsional, punto este último que abordaré más adelante.
1) Planteo de la cuestión
El precepto bajo comentario expresa que las personas enumeradas en el art. 38 del
decreto-ley 18.037 (t.o. 1974) tienen derecho a la indemnización allí prevista
mediante la sola acreditación del vínculo y en el orden y prelación allí establecido.
b) que ello revela que ha sido intención del legislador designar como beneficiarios de
la indemnización a las personas enumeradas en dicho precepto, otorgándole así
carácter pétreo, situación claramente diferenciada de otros preceptos contenidos en
la LCT, que refieren y remiten, genéricamente, a las normas o principios del derecho
común (v.gr. arts. 24, 87, 95 LCT), a las disposiciones respectivas vigentes (v.gr.
arts. 50, 165, 187 LCT), cuando no a las "normas legales sobre higiene y seguridad
en el trabajo", y a "las pausas y limitaciones a la duración establecidas en el
ordenamiento legal". (ver art. 75 LCT). Por lo tanto, que en el caso especial del
art. 248 LCT, se haya incluido una remisión expresa a un precepto legal
determinado, como lo era el art. 38 del decreto-ley 18.037, habla a las claras de la
finalidad de fijar como beneficiarios;
Por su parte, quienes interpretan que la remisión contenida en el art. 248 LCT, debe
ser leída en función a lo dispuesto por el art. 53 de la ley 24.241(648) , sustentan su
postura principalmente en:
a) que no es razonable interpretar una remisión legal hacia una norma que ha
perdido vigencia. En otras palabras, la remisión debe ser leída como referida hacia
la norma vigente;
b) que el legislador quiso beneficiar a quienes fuesen previsionarios al ocurrir el
fallecimiento;
c) que la referencia al texto del art. 38 del decreto-ley 18.037 se explica por razones
históricas habida cuenta que era la norma vigente al momento de sancionarse la
LCT;
2) La problemática en juego
c) la visión conforme con la cual la intención del legislador fue designar —con
carácter invariable— a los beneficiarios previstos por el derogado régimen del
decreto-ley 18.037, podría poner en tela de juicio la vigencia misma del beneficio
contemplado por el art. 248 LCT, pues si en definitiva los "beneficiarios", de aquella
norma previsional ya no existen como tales —en mérito a la derogación legislativa
del decreto-ley 18.037— la compensación económica prevista en la LCT no tendría
legitimados para su percepción. Por vía del "absurdo", entonces, arribaríamos a la
conclusión de que ninguna norma resultaría aplicable, no obstante mantenerse en
vigencia el art. 53 de la ley 24.241, no haber sido objeto de derogación expresa el
art. 248 LCT, y, paralelamente, haber sido materia de expresa y total derogación el
régimen del decreto-ley 18.037;
De todo lo hasta aquí expuesto, tenemos entonces que el art. 248 LCT, designa
como beneficiarios de la indemnización, en primer término, a las personas
enumeradas en el art. 53 de la ley 24.241, en el orden y prelación allí previsto y
mediante la sola acreditación del vínculo. Y seguidamente, el mismo art. 248 LCT,
también consagra un régimen específico de legitimados para los supuestos de
"convivientes", del trabajador soltero, viudo y casado, respectivamente.
En este último supuesto habrá que indagar si los recaudos y condiciones que
establece el art. 53 de la ley 24.241 para los "convivientes", o concubinos, son
aplicables al régimen de la indemnización por fallecimiento del trabajador o si, por el
contrario, los contenidos en el art. 248 LCT, desplazan a estos últimos.
Ésta era por otra parte la postura sustentada por la Suprema Corte de la Provincia
de Buenos Aires(653) y algunas salas de la CNTrab.(654) , visión que fue
modificada por el superior tribunal provincial a partir del caso "Empresa Transportes
Ómnibus Gral. Pueyrredón SRL". (SCBA, 14/4/2004, TySS, 2004-596 — ED, 211-53
— DT, 2005-A-306) donde se decidió que a los fines de percibir la indemnización
prevista en el art. 248 de la Ley de Contrato de Trabajo 20.744, incumbe al cónyuge
de un trabajador fallecido, y no a su concubina, la prueba de que no hubo culpa suya
o de ambos esposos en la separación de hecho.
Siguiendo con la reseña de normas, también podemos citar el caso del art. 123 LCT,
estableciendo el derecho a la percepción del SAC proporcional en el supuesto de
extinción del contrato de trabajo, ya sea por el trabajador o los "derechohabientes
que determina esta ley", expresión que —analizada en forma aislada— pareciera
referir a la existencia de un "orden sucesorio", dentro del articulado de la ley laboral
que, en rigor, no existe como tal. Y frente a la inexistencia de esta regulación, los
únicos "derechohabientes que determina esta ley", son los mencionados en el
art. 248 LCT.
Por último el art. 149 LCT, establece que lo dispuesto en el capítulo "De la tutela y
pago de la remuneración", regirá respecto de las indemnizaciones debidas al
trabajador o "sus derechohabientes", omitiendo una vez más precisar los alcances y
el contenido de esta última expresión. Similar terminología y carencia de precisiones
encontramos en los arts. 262 y 277 de la LCT.
Esta problemática fue tratada años atrás por Carcavallo en un preciso análisis
realizado con motivo de la sentencia pronunciada por la sala I de la CNTrab., con
fecha 29 de abril de 1977, en la causa "Administración General de Emisoras
Comerciales de Radio y Televisión c. Alonso, Rosa Concepción Costigliolo
de"(655) y cuyas reflexiones y conclusiones merecen ser tenidas en cuenta por la
actualidad que mantienen.
Reseña Jurisprudencial
A) Introducción
"Las indemnizaciones por muerte previstas en las leyes 9688 y 11.729, son
acumulables.
"La indemnización prevista en el art. 157, inc. 8º del Cód. de Com., tiene un carácter
puramente asistencial y de previsión social que se otorga en favor de la familia del
obrero fallecido, para compensar en algo el quebranto económico que provoca la
desaparición del jefe del hogar, cualquiera fuera su causa y en orden a la antigüedad
del subordinado (opinión del procurador general del trabajo).
"La indemnización por accidente de trabajo (ley 9688) en caso de muerte, a
diferencia de la indemnización por fallecimiento establecida en la ley 11.729,
funciona a modo de resarcimiento por el evento dañoso que sufre el obrero, con
motivo y ocasión de su trabajo y tiene por fundamento el riesgo creado por el
empleador en la explotación de su empresa. Se diferencia, pues, de la otra
indemnización, en que la obligación resarcitoria nace por un hecho que tiene íntima
conexidad y vinculación con la labor desarrollada por el obrero (opinión del
procurador general del trabajo).
"En el supuesto de la muerte, del art. 157, inc. 8º del Cód. de Com., modificado por
la ley 11.729, aquélla priva a los derechohabientes del titular del empleo actual, de
subvenir a las necesidades de la unidad moral y económica a su cargo, por ser el
sueldo o salario el medio con el cual se cubría la subsistencia del hogar y como ese
hecho produce la rescisión del contrato de trabajo y, por ende, la pérdida de la
fuente de recursos, la ley presume, frente a la falta de capacidad ahorrativa del
asalariado, el desamparo en el cual ha de caer su familia y la protege dándole
derecho a la indemnización por antigüedad de servicios (voto del doctor Videla
Morón).
"El beneficio del art. 248 LCT, no le viene a sus titulares en tanto 'sucesores', del
causante. La legitimación sustancial de ellos reviste el carácter de un derecho iure
proprio, para lo cual basta con acreditar legalmente el vínculo, aunque no exista
declaración judicial de vocación hereditaria a los fines sucesorios". (CNTrab., sala V,
28/5/1990, sent. nro. 44.926. "Coquiva Molina, Felemia c. L'Antonobile SA", inédita).
"El empleador no se libera del pago de la indemnización por muerte del trabajador
(art. 248 LCT) aun cuando el deceso se hubiera producido por suicidio. Es necesario
tener en cuenta el carácter de asistencia que inviste la norma, que tampoco
distingue entre muerte natural y provocada, y que al reglar la indemnización abstrae
la responsabilidad contractual o extracontractual del empleador, debiendo inferirse lo
mismo de la responsabilidad del empleado". (CNTrab., sala VIII, 21/3/1994,
sent. nro. 19.553. "Aveiro, Carmen c. Racauchi SA", inédita).
"Como el art. 248 LCT, remite a lo dispuesto por el art. 247 del mismo cuerpo legal, y
éste efectúa una remisión a lo establecido por el art. 245 de la misma norma, debe
aplicarse al caso lo expresado en el plenario 'Sawady c. SADAIC' (30/3/1979) en el
sentido de que el trabajador con una antigüedad menor a 3 meses no tiene derecho
a la indemnización por antigüedad y, por extensión, tampoco a la expresada en el
art. 248 ya citado". (CNTrab., sala III, 30/11/1993, sent. nro. 66.192. "Almara, Norma
c. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires", inédita).
"La remisión del art. 248 al art. 245, ambos de la Ley de Contrato de Trabajo (t.o.
DT, 1976-238), es solamente a los efectos de la liquidación, sin que ello signifique
que los topes salariales fijados en convenios colectivos, sean aplicables a la
indemnización por fallecimiento del trabajador, que les corresponde a los
beneficiarios.
"Cabe revocar la sentencia que consideró que el tope legal previsto en el art. 245 de
la Ley de Contrato de Trabajo (t.o. DT, 1976-238) es inaplicable en el cálculo de la
indemnización por fallecimiento del trabajador, dado que la demandada liquidó la
indemnización del art. 248 del cuerpo normativo mencionado, en la mitad de la que
correspondía al trabajador de acuerdo al primer artículo referido, limitando la base
de cálculo al importe del tope legal que surge de aplicar el Convenio Colectivo
194/1992" (del voto en disidencia del doctor Capón Filas)". (CNTrab., sala VI,
22/12/2005, "Caponetto, Gabriela en rep. de su hija menor A., A. L. c. Search
Organización de Seguridad SA", La Ley Online).
"Por aplicación del art. 53 de la ley 24.241 los padres del trabajador fallecido no
tienen derecho al cobro de la indemnización prevista por el art. 248 de la Ley de
Contrato de Trabajo (t.o. 1976), toda vez que corresponde compatibilizar la
interpretación de la norma laboral con lo que dispone la ley previsional, pues el
propio legislador, a los fines de determinar quiénes eran los beneficiarios de la
reparación, se remitió a la enumeración, al orden y prelación de la norma previsional
vigente". (CS, Tucumán, sala laboral y contencioso administrativa, 9/3/2005, "López,
José A. c. Avícola San Nicolás y otros", LLNOA, 2005-808 — DT, 2005-993).
"La cónyuge que con fundamento en las previsiones del art. 248 de la ley 20.744,
reclama la indemnización correspondiente al fallecimiento del esposo debe, para
obtener el desplazamiento de la concubina de éste, acreditar la culpa de su marido
en la separación de hecho.
"A fin de determinar quiénes son causahabientes en los términos del art. 156 de
la Ley de Contrato de Trabajo, toda vez que la noción no está definida en dicha
norma, parece razonable, en función de lo dispuesto en los arts. 16 del Cód. Civil y
11 de la Ley de Contrato de Trabajo, acudir a la remisión efectuada, para un
concepto similar, en otras disposiciones del Derecho del Trabajo, esto es los
arts. 248 de la Ley de Contrato de Trabajo, el art. 8º de la ley 24.028 y el art. 38 de la
ley 18.037, hoy reformado por la ley 23.570, mediante la cual se reconoce a la
concubina el derecho a pensión, en tanto la convivencia haya perdurado cuanto
menos 2 años. Si la accionante reúne los requisitos exigidos por los arts. 248 de la
Ley de Contrato de Trabajo y 38 de la ley 18.937 modificada por la ley 23.570, debe
ser considerada como causahabiente en los términos del art. 156 de la Ley de
Contrato de Trabajo y en consecuencia, si no se ha acreditado la existencia de otra
persona ubicada con mejor orden de prelación, debe otorgársele la indemnización
por las vacaciones no gozadas por el dependiente".(CNTrab., sala X, 15/9/1997, "H.,
La Ley, c. Keithon SA y otros", DT, 1998-A-317).
Notas:
(644)Tratado de Derecho del Trabajo, Antonio Vázquez Vialard, Director, t. V, Astrea, Buenos Aires, 1984, p.
165.
(645)Ojeda, Raúl H., cit., al comentar esta postura remite a la doctrina plenaria sustentada, décadas atrás, en la
causa "Rodríguez de Rebour, Raquel c. Piana, José", del 12/5/1950 (CNTrab. Plenario nro. 7) publ. en LA LEY,
58-897 y en DT, 1950-414.
(646)Vázquez Vialard, Antonio,Derecho del Trabajo y Seguridad Social, t. I, Astrea, Buenos Aires, p. 511.
(647) En esta postura se encuentran, entre otras, las opiniones de Vázquez Vialard, Antonio,Derecho del Trabajo
y ... cit., t. I, p. 628 y Ley de Contrato de Trabajo, Comentada y Concordada, Raúl H. Ojeda, Coord. t. III, ps. 504
y ss.
(648) Ver la opinión de Carcavallo, Hugo, "De cónyuges y de concubinas y de la familia del trabajador", en DT,
1998-B-1457 y en LA LEY, Noroeste, 1998-3-11, con cita y remisión aMartínez Vivot,Julio J., Elementos del
Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, Astrea, Buenos Aires, 1996, ps. 409 y ss., Bossert,Gustavo,
A., Régimen Jurídico del Concubinato, Astrea, Buenos Aires, p. 234 y HerreraTratado de Derecho del
Trabajo, Antonio Vázquez Vialard,Director, t. V, p. 590).
(653) Ver sentencia pronunciada en los autos "Barreca Hnos. c. N. S.", DT, 1994-B-1415, con nota de Carlos
Pose "Con referencia a las cargas probatorias del art. 248 de la Ley de Contrato de Trabajo".
(654) Ver CNTrab., sala VII, "G. F. R. c. Editorial Sarmiento", DT, 1994-B-532.
(655)Carcavallo, Hugo, "La posesión hereditaria y los créditos laborales", Legislación del Trabajo, t. XXVI, ps. 70
y ss.
Capítulo VII
De la extinción del contrato de trabajo por muerte del empleador
Art. 249. — Se extingue el contrato de trabajo por muerte del empleador cuando sus
condiciones personales o legales, actividad profesional u otras circunstancias hayan
sido la causa determinante de la relación laboral y sin las cuales ésta no podría
proseguir.
Disposiciones relacionadas
Para concluir, destaco que el módulo indemnizatorio también es aquí el del art. 247
de la LCT, al igual que en el caso de extinción del contrato de trabajo por
fallecimiento del trabajador y demás causales impuestas por la acción de eventos
objetivos desvinculados o extraños a la voluntad de las partes contratantes (fuerza
mayor, falta o disminución de trabajo no imputable al empleador, quiebra del
empleador, fallecimiento del trabajador, enfermedad del trabajador e incapacidad o
inhabilidad del trabajador).
Reseña Jurisprudencial
"Pesa sobre el sucesor que invoca la extinción del contrato de trabajo por
fallecimiento del empleador, la carga de probar acabadamente que su fallecimiento
ha tornado imposible la continuación de la explotación agropecuaria en la cual se
desempeñaba el accionante, máxime cuando —como en el caso— no se advierte de
qué modo la presencia de una persona mayor fuese indispensable al frente del
establecimiento". (CNTrab., sala X, 15/4/2002, "Ayala, Ángela B. c. Gayan de Santa
Coloma, Patricia y otros", LA LEY, 6/1/2003, 3).
"Para que sea aplicable la norma del art. 249 LCT, el contrato de trabajo debió estar
estructurado, en cuanto al empleador, en sus condiciones personales o legales,
actividades profesionales u otras circunstancias que hayan sido la causa
determinante de la relación laboral y sin las cuales ésta no podría proseguir.
También se ha admitido la procedencia de la indemnización del art. 247 de la citada
norma, cuando la actividad estaba organizada en torno de la capacidad del fallecido
o de una habilidad especial suya". (CNTrab., sala I, 16/6/1995, "Bona, María E. c.
Pires, Daniel s/Medida Cautelar", LexisNexis Online).
(656)Ver la referencia que sobre este tópico traeOjeda, Raúl H.Ley de Contrato de Trabajo..., cit., t. III, p. 512,
con cita deHerrera, "La extinción del contrato de trabajo", enVázquez Vialard, Antonio,"Tratado...", cit., t. V, p.
520 y deMachado,José D., "La muerte y el contrato de trabajo", enRevista de Derecho Laboral, 2000-2-157.
Capítulo VIII
De la extinción del contrato de trabajo por vencimiento del plazo
Art. 250. — Cuando la extinción del contrato se produjera por vencimiento del plazo
asignado al mismo, mediando preaviso y estando el contrato íntegramente cumplido,
se estará a lo dispuesto en el art. 95, segundo párrafo, de esta ley, siendo el
trabajador acreedor a la indemnización prevista en el Artículo 247, siempre que el
tiempo del contrato no haya sido inferior a un (1) año.
Disposiciones relacionadas
Desde ya que estamos hablando de un contrato a plazo fijo que reúne la totalidad de
los recaudos y exigencias contenidos en los arts. 90 y conc. LCT. Tanto en el
aspecto formal referido a la celebración del contrato por escrito y estipulación
expresa del plazo de duración, como también respecto al otorgamiento en tiempo y
forma del correspondiente preaviso. Y también en la faz sustancial en lo que refiere
a la existencia de causas objetivas que justifiquen la adopción de esta modalidad
temporal de contratación, en función a las modalidades y características de las
tareas y actividad, razonablemente apreciadas.
Pero la operatividad de esta mal llamada "indemnización", —ya se verá porqué hago
esta salvedad— sólo está reservada para los contratos a plazo fijo celebrados por un
término igual o superior a un (1) año según expresamente lo establece la parte final
del precepto y en tanto y en cuanto —vuelvo a reiterar— la extinción del contrato se
produzca por vencimiento del plazo, estando el contrato íntegramente cumplido y
haya mediado el correspondiente preaviso, mención esta última a mi juicio
sobreabundante, pues conforme se analiza en los arts. 90 y ss. —a los que me
remito—, la omisión en el otorgamiento del preaviso convierte al contrato en uno por
tiempo indeterminado, modalidad contractual que, una vez configurada, tornaría
inaplicable a la compensación económica prevista en la norma.
Están incluidas dentro de la previsión aquellas contrataciones a plazo que en forma
sucesiva e ininterrumpida —esto es, sin solución de continuidad—, totalizan
períodos de 1 año o más, aun cuando cada una de ellas haya sido por términos
inferiores a 12 meses (arg. art. 94 in fine LCT).
Quedan excluidos, entonces, los contratos de trabajo a plazo fijo celebrados por
plazos inferiores a 1 año.
2) Naturaleza jurídica del beneficio. Con una terminología criticable, tanto este
art. 250 LCT, como el art. 95 al que remite, hablan de "indemnización", cuando en
rigor —y tal como lo reconoce calificada doctrina— se trata de una compensación
por tiempo de servicio, tal como también ocurre, por ejemplo, con la prevista por el
art. 183 inc. b, de la LCT(657) . Y es que no estamos frente a un incumplimiento
contractual o a una ruptura ante tempus que amerite y justifique la habilitación de
una "reparación", a título de indemnización, sino lisa y llanamente frente a una
compensación por el tiempo de servicio, que el legislador fijó a partir del año de
antigüedad, en las contrataciones a plazo fijo.
Reseña Jurisprudencial
Recaudos
"...No obtendrá favorable acogida el último de los planteos esgrimidos habida cuenta
que en la especie no se configura el plazo mínimo de duración de los contratos (1
año) que torna viable la indemnización prevista en el art. 250 de la Ley de Contrato
de Trabajo...". (en el caso se desestima la indemnización prevista por el
art. 250 LCT, considerando que la formalización de contratos a plazo fijo, cada uno
de ellos inferiores a 1 año, no configura la hipótesis contemplada por el
art. 250 LCT."(CNTrab., sala VIII, 23/10/1997, "Lupardo, Sergio O. y otros c. Bim
Bam Bum Producciones SA". La Ley Online).
Notas:
Capítulo IX
De la extinción del contrato de trabajo por quiebra o concurso del
empleador
Disposiciones relacionadas
Concordancias: LCT: arts. 245, 247, 261, 263, 267, 268, 270, 273 y 274;
ley 24.522: arts. 14 inc. 11 a, b y c, 15, 16, 21 inc. 2º, 32, 106, 107, 109, 110, 125,
132, 133, 142, 189, 190, 191 inc. 3º, 196, 197, 198, 199, 200, 239, 241 inc. 2º, 246
inc. 1º.
A) Consideraciones generales
Puede mover a confusión el título de este Capítulo IX, "De la extinción del contrato
de trabajo por quiebra o concurso del empleador" ya que, en rigor, ni el "concurso",
del empleador (preventivo o privado) opera la extinción del contrato de trabajo, ni
tampoco la "quiebra", produce en forma inmediata e inexorable el cese de la relación
laboral, según se verá más adelante.
1) El concurso del empleador. Con relación a este tema, se trata de una referencia
injustificable ya que, ni en el antiguo régimen de la ley 19.551 ni en el actual de la
ley 24.522 está prevista la extinción de los contratos de trabajo por el solo hecho de
la apertura de un concurso de acreedores(658) .
Solo transcurrido este plazo de 60 días sin que el juez de la quiebra haya ordenado
la continuación de la empresa o bien que, haciéndolo, el trabajador haya estado
incluido dentro de la nómina de dependientes que deben cesar definitivamente ante
la reorganización de las tareas, se considerarán extinguidos los contratos de trabajo
involucrados, por quiebra del empleador.
Queda claro entonces que la quiebra, por sí, no produce en forma simultánea con su
declaración la extinción de los contratos de trabajo que vinculan al fallido con sus
empleados. Sí, en cambio, altera los deberes de prestación de modo inmediato ya
que, como consecuencia del desapoderamiento de bienes que sufre el empleador
fallido, a partir del dictado del auto declarativo de quiebra —y en especial, de la
clausura del o de los establecimientos— los trabajadores quedan ope
legis suspendidos por el plazo máximo de 60 días, lapso durante el cual éstos no
estarán sujetos al deber de prestar servicios ni generarán, por ende, débito salarial
alguno en cabeza de su empleador.
3) A su vez, hay que tener en cuenta que si la extinción del contrato de trabajo se
produce por quiebra, este modo de extinción es de carácter "legal", y, por tal motivo,
no existiría omisión en el otorgamiento del preaviso imputable al empleador. Me
remito en el punto a las consideraciones expuestas al comentar los arts. 231 y ss.
LCT.
Concluido ese plazo inicial, sin que se haya dispuesto la continuidad de la empresa,
los contratos de trabajo se extinguen por el mero vencimiento del plazo legal
procediendo, en consecuencia, el pago de la indemnización prevista en el precepto
bajo comentario, según haya sido la quiebra imputable o no al empleador (art. 245 ó
art. 247 LCT).
a) el contrato de trabajo que los vinculaba al fallido quedó extinguido por causa de la
venta o transferencia del establecimiento, generándose dos categorías de créditos:
los de causa y título anterior a la declaración de quiebra (con los privilegios
establecidos en los arts. 241 inc. 2º y 246 inc. 1º, LCQ) debiendo por ellos promover
la correspondiente demanda de verificación; y los de causa y título posterior a la
quiebra, acreencias que son consideradas como gastos del concurso con los efectos
y alcances previstos por el art. 240 LCQ;
2) El régimen actual.
Podría decirse que con la reforma que introduce la ley 26.086, se vuelven las cosas
a un escenario similar al descripto en "a". Sin pretender agotar su análisis, puede
anticiparse que a partir de ahora el denominado "fuero de atracción", del concurso o
la quiebra no opera con relación a los créditos laborales adeudados por el fallido o
concursado. El trabajador dispone de las siguientes vías:
Coincido con Ojeda(661) en cuanto a que, para que el pronto pago proceda es
imprescindible que el crédito se insinúe en forma clara de los antecedentes de la
empresa y, a la vez, que exista liquidez para hacer frente a él, supuestos ambos que
son de escasísima probabilidad en un proceso concursal o de quiebra.
Sin embargo, esta regla general fue limitada en su aplicación en el supuesto de los
créditos laborales, cuestión que fue debatida ampliamente durante la vigencia de la
antigua ley 19.551, a punto tal que desembocó en el dictado de un fallo plenario por
parte de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, en la causa "Seidman
y Bonder, SCA s/Conc. prev., inciso de verif. de créditos por Piserchia, Raúl
O."(662) , donde se fijó como doctrina plenaria que la suspensión de intereses,
impuesta por el art. 20 de la ley 19.551, no comprende las acreencias de naturaleza
laboral y no libera al deudor del pago del interés devengado en período posterior a la
presentación en concurso preventivo, solución que también fue extensiva al
supuesto de quiebra del empleador. La doctrina de la mayoría, arribaba a esta
conclusión fundada en que el art. 8º inc. 11, de la ley 19.551 establecía que las
deudas laborales debían estar satisfechas a la fecha de presentación en concurso.
El debate interpretativo se reabrió con la ley 24.522 ya que esta última ley no repitió,
en su texto, la exigencia que otrora contenía el art. 8º inc. 11, de la ley 19.551.
Más allá de las opiniones doctrinarias encontradas que debaten entre una postura y
otra(663) , lo cierto y concreto es que la vigencia y continuidad de la doctrina
plenaria recaída en "Seidman y Bonder...", ha sido recientemente ratificada a través
de un nuevo plenario de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial,
recaído con fecha 26/6/2006 en el Expte. nro. 56.669/2004 "Club Atlético
Excursionistas s/Concurso — s/Inc. de rev. prom. por: Vitale, Oscar Sergio".
Este escenario pareciera haber sido alterado con la sanción de la ley 26.086 ya que
al quedar nuevamente exceptuados del "fuero de atracción" de la quiebra, los juicios
laborales promovidos contra el fallido, es la justicia laboral la que ha reasumido su
competencia "de conocimiento", en materia laboral tal como antiguamente lo resolvía
el art. 265 de la LCT, hoy derogado. En tal sentido, las directivas contenidas en la
nueva versión de los arts. 21, 132 y conc., de la LCQ 24.522 —luego de su reforma
por la citada ley 26.086—, parecen claras en cuanto a la voluntad del legislador de
"reasignar", la competencia de conocimiento a los jueces del trabajo en aquellas
acciones individuales promovidas por ex dependientes del fallido.
No obstante esta duda inicial, me inclino por interpretar que la solución prevista en el
art. 251 continúa vigente. Como podrá comprobarse mediante la lectura de la parte
final del precepto, "...La determinación de las circunstancias a que se refiere este
artículo será efectuada por el juez de la quiebra al momento de dictar la resolución,
sobre la procedencia y alcances de las solicitudes de verificación por los
acreedores", la situación procesal allí descripta no ha sido modificada por la nueva
redacción asignada a los arts. 21, 132 y conc. de la LCQ, luego de su reforma por la
ley 26.086.
En este orden de ideas, observemos que el art. 21, párrafo cuarto, parte final LCQ —
al que remite en lo pertinente el art. 132—, establece que la sentencia dictada en
dichos procesos de conocimiento no atraídos por el fuero de atracción concursal
"...valdrá como título verificatorio en el concurso...", con lo cual se ratifica la
necesidad de transitar por la vía verificatoria (en la quiebra, prevista en los arts. 200
y ss. de la LCQ) una vez obtenida sentencia definitiva en sede laboral. Esta
interpretación es la que también propone Silvana María Chiapero de Bas en un
pormenorizado trabajo publicado, en relación a los créditos laborales en la quiebra,
luego de la reforma introducida por la ley 26.086(665) .
Reseña Jurisprudencial
A) Consideraciones generales
"En los casos previstos por el art. 157 del Cód. de Com. —ley 11.729—, la sola
declaración de quiebra por aplicación de la ley 11.719 no exime al empleador del
pago de la indemnización íntegra por antigüedad, si no acreditó que el estado de
falencia obedeció a causas ajenas a su voluntad". (Fallo Plenario nro. 184 "Medina
Miguel y otro c. Proveedurías Argentinas SA", 9/10/1972, DT, 1973-34).
"El art. 251 de la LCT, prevé dos distintos supuestos: el primero el del art. 186 de la
ley de concursos, cuando la quiebra produce de pleno derecho la suspensión del
contrato de trabajo por 60 días y vencido el plazo nada se ha resuelto acerca de la
continuidad de la empresa o su liquidación, con lo cual el contrato queda extinguido;
el segundo, cuando resuelta la continuación dentro de los 10 días posteriores el
síndico disponga los despidos que considere necesarios para la reorganización de
las tareas respetando el orden de antigüedad". (CNTrab., sala III, 25/2/1992, "Suero
de Angelilli, Delia Paz en resp. de Angelilli, Darío Carlos c. Sudamtex SA Textil
Sudamericana", DT, 1992-A-687; TySS, 1992-247).
"Si pendiente el plazo de 60 días de suspensión del contrato laboral a partir del auto
de quiebra se suscribe un convenio de explotación, distribución y uso de marcas a
favor de otra empresa y también antes de la finalización de ese plazo se comunica a
la actora la disolución de su vínculo, cuando con anterioridad se le había hecho
saber que de reanudarse la tarea por arrendamiento o cesión transitoria del
establecimiento a terceros, ello le sería comunicado al fin de continuar la relación,
cabe concluir en que el despido deviene falto de causa legítima y se tornan
procedentes todas las indemnizaciones, incluida la correspondiente por omisión de
preaviso y la especial del art. 182 de la LCT, si la actora había comunicado su
embarazo". (CNTrab., sala V, 14/2/1992, "Espíndola de Francisca, Ana María c.
Bodegas y Viñedos Gargantini SA", DT, 1992-A-1050).
"El art. 251 de la LCT, al consagrar una excepción no puede ser interpretado sino
restrictivamente, de allí que la norma no pueda extenderse a otros supuestos
además de la quiebra, como el concurso preventivo". (CNTrab., sala VIII, 13/4/1984,
"González, Carlos P. y otro c. Tameyco", LexisNexis Online).
"La declaración de quiebra no produce la disolución del contrato de trabajo, sino su
suspensión de pleno derecho por el término de 60 días corridos. Vencido ese plazo
sin que se hubiera decidido la continuación de la empresa, el contrato de trabajo
queda disuelto.
"El tribunal del trabajo tuvo por acreditado que los coactores se colocaron en
despido indirecto ante la falta de pago de los haberes devengados, situación que
revestía injuria suficiente para extinguir el vínculo laboral. Firme estas conclusiones
fácticas resulta improcedente e infundada la pretensa violación del art. 251 de
la LCT, atento que la disolución del vínculo laboral existente entre las partes no se
debió a la quiebra de la empleadora, único supuesto éste que hubiera permitido la
eventual reducción de los montos indemnizatorios en un 50%, de acuerdo al art. 247
de la ley". (SCBA, 30/6/199, "Moreno, Jorge y otro c. Clínica Central", L. 49.408,
LexisNexis Online).
"El tribunal de grado hizo lugar parcialmente a la demanda deducida por Sancho,
Jorge O. contra Calabró Hnos. de Domingo, Salvador y Mariano Calabró (hoy su
quiebra) a los que condenó al pago de la suma que se expresa en concepto de
indemnización por antigüedad (art. 247 LCT), sueldo anual complementario del
segundo semestre de 1987 y vacaciones del año 1987.
Notas:
(658) Y ello es razonable ya que al no haber "desapoderamiento", en el concurso preventivo -como sí sucede en
la quiebra- el concursado conserva la administración de su patrimonio bajo la vigilancia del síndico (cfr. art.
15LCQ), con las lógicas restricciones que se le imponen en relación a actos a título gratuito (cfr. art. 16LCQ) y
previéndose la suspensión de los convenios colectivos vigentes por el plazo de 3 años (cfr. art. 20LCQ) efecto
este último que, en mi opinión, ha quedado severamente alterado luego de la reforma que se introdujera al art.
25 de la ley 14.250 por la ley 25.877.
(659)Ley de Contrato de Trabajo..., Antonio Vázquez Vialard, Director, cit. ps. 520 y ss.
(661)Ley de Contrato de Trabajo..., Antonio Vázquez Vialard, Director, cit. p. 521, nota a pié de página nro. 6.
(662) En dicha oportunidad, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, en pleno, autos "Seidman y
Bonder, SCA s/Conc. prev., inciso de verif. de créditos por Piserchia, Raúl O.", 2/11/1989, LA LEY, 1990-A-8 -
DJ, 1990-1-903, fijó como doctrina plenaria que la suspensión de intereses, impuesta por el art. 20 de la ley
19.551 (Adla, XLIV-D-3806), no comprende las acreencias de naturaleza laboral y no libera al deudor del pago
del interés devengado en período posterior a la presentación en concurso preventivo.
(663) Ver Chiapero de Bas, Silvana M., "El crédito laboral en la reforma de la ley 26.086", LA LEY del 9/10/2006.
(664)Fallo Plenario nro. 184 CNTA "Medina, Miguel y otro c. Proveedurías Argentinas SA", 9/1/1972, DT, 1973,
p. 34.
(666) "El art. 251LCT, al disponer que sea el magistrado laboral el competente para determinar la imputabilidad o
no de la quiebra de una fallida, no vulnera garantía constitucional alguna ya que, dicha facultad se limita a un
objeto preciso: establecer la cuantía dineraria del resarcimiento". (CNTrab., sala V, 31/8/1982, "Ferioli de
Caronna, M. y otro c. Banco de Intercambio Regional SA". LexisNexis Online).
(667) Téngase en cuenta que este fallo se pronuncia sobre el anterior texto del art. 251LCT, que asignaba
competencia al juez laboral para determinar si la quiebra resultaba o no imputable al empleador.
Capítulo X
De la extinción del contrato de trabajo por jubilación
Art. 252. — Cuando el trabajador reuniere los requisitos necesarios para obtener
una de las prestaciones de la ley 24.241, el empleador podrá intimarlo a que inicie
los trámites pertinentes extendiéndole los certificados de servicios y demás
documentación necesaria a esos fines. A partir de ese momento el empleador
deberá mantener la relación de trabajo hasta que el trabajador obtenga el beneficio y
por un plazo máximo de 1 año.
Disposiciones Relacionadas
Dado que como se dijo al comentar los arts. 90 y 240, la estabilidad se concibe y
explica como una garantía de permanencia que llega hasta el momento en que el
trabajador alcanza las condiciones para jubilarse, llegado este punto tiene una lógica
indiscutible plantear que, la rescisión del contrato se pueda disponer sin
indemnizaciones que sancionen una violación de la estabilidad que ya no es tal
violación, porque ya no hay estabilidad.
Como también se dijo más arriba, esta idea más que responder a una presunción
categórica de inhabilidad sobreviniente —que como van las cosas sería
crecientemente la presunción de algo inexacto— lo que procura atender es por un
lado la necesidad de admitir cierta movilidad natural del mercado de trabajo y por
otro, la de no convertir a la obligación de mantener el contrato de trabajo en una que
sea irresolublemente y demasiado gravosa —y de manera progresiva— para el
empresario.
Por eso es que se trata de una norma que se repite en el ordenamiento jurídico
argentino, ahora en el art. 252 LCT, desde 1974, pero antes, por ejemplo en el
art. 71 de la ley (jubilatoria) 18.037, con contenidos que sólo cambian en cuestiones
menores. Quiere decir que no se discute en esencia la posibilidad de rescindir el
contrato del trabajador en condiciones de jubilarse; lo que se hace es reglamentar
las condiciones en que esa rescisión se puede disponer, con variaciones que a
veces, lo que hacen es adaptarse a modificaciones del sistema previsional y otras
variar discrecionalmente, con criterios de mera preferencia, las exigencias o la
intensidad de las exigencias para hacer funcionar esta forma de extinción.
Los requisitos del art. 252 para admitir el despido del trabajador en condiciones de
jubilarse son, uno sustancial, consistente en que "el trabajador (pueda) obtener una
de las prestaciones de la ley 24.241"; y otro u otros de procedimientos, consistentes
en que el trabajador debe ser intimado a realizar sus trámites jubilatorios en un plazo
que fija la ley y en ese momento se le deben entregar los certificados previsionales
necesarios para hacer esos trámites.
Sin embargo, esta reglamentación del art. 252 LCT, está tan bien vinculada con la
lógica del mecanismo, que en realidad no se la discute y el art. 252 LCT, se entiende
pacíficamente referido sólo a la posibilidad de acceder a la PBU. En todos los demás
supuestos median razones para considerarlos ajenos a la previsión del art. 252, que
sería más extenso que necesario explicar, pero que son tan buenas razones que en
casos llegan a que, por ejemplo, sería absurdo considerar el despido de un
trabajador sin indemnizaciones, porque obtenga una pensión derivada del
fallecimiento de su cónyuge.
La intimación del art. 252 LCT, es a que el trabajador inicie los trámites necesarios
para obtener el beneficio previsional. No dice la ley que requiera alguna forma en
especial, pero se entiende que se lo debe notificar por escrito, por razones más bien
prácticas, pero también, en último caso, por analogía extensión del art. 235 LCT,
analogía que —si fuese necesario— posibilita el mismo art. 252 cuando, en su
segundo párrafo establece que la intimación a jubilarse "implicará la notificación del
preaviso". Y que debe ser una transmisión clara sobre su alcance y contenido,
nuevamente no por analogía sino por las mismas razones que fundan al art. 243
LCT.
Parece que ni siquiera una constancia escrita, de haberse entregado los certificados
previsionales podría, con un mínimo de seguridad, tenerse por la notificación de una
intimación a jubilarse, dado que esa entrega, por sí misma, no exterioriza la voluntad
del empleador de extinguir el contrato al cabo del plazo legal. Del mismo modo es
dudoso que como dijo algún fallo registrado al fin de este artículo, el hecho de
haberse el trabajador, efectivamente jubilado, reemplace la intimación. Más bien
parece que en ese caso la situación se encuadraría en el art. 253 LCT.
El inicio del plazo de intimación del art. 252 LCT, queda condicionado, conforme el
mismo texto de la norma, a la extensión de los certificados de servicios y demás
documentación necesaria a esos fines. Debe entenderse que la condición es la
entrega de estos certificados, para lo cual no se pide una forma de comprobación en
especial, aunque no se advierte otra posible que la por escrito, o de hecho, cuando
el trabajador efectivamente presenta los certificados para iniciar el trámite.
Las alternativas disponibles en este caso serían las de admitir que el empleador
intime de todos modos, sobre la base, sobre todo, de que si le faltan años de
aportes, el trabajador podrá válidamente rechazar la intimación con ese argumento.
O, por el contrario, requerir que antes de intimar, el empleador averigüe la posición
previsional del trabajador, cosa nada extraordinaria dado el ya mencionado estado
de evolución de los registros del sistema previsional.
Pero lo cierto es que el mecanismo que tiene en vista el art. 252 —literalmente y por
su lógica— se limita a relacionar con los beneficios previsionales del sistema,
algunos así, tradicional o central, ahora el de la ley 24.241. Con lo cual, si fuese el
caso de extender el sistema de extinción del art. 252 para relacionarlo con otros
beneficios previsionales, habría que repensarlo íntegro. Y en el caso más
circunscripto del trabajador que tiene servicios que podría "blanquear", para obtener
la PBU, y no lo hace, en todo caso esto sería un supuesto de posible tratamiento en
una ley futura. Con las normas vigentes, no parece posible que a un trabajador se le
exija válidamente que siga procesos para incorporar años no registrados a su
historia previsional, salvo un caso de extrema y notoria mala fe (por ejemplo, si ya
los tiene reconocidos en un juicio con su ex empleador) en el cual el fundamento no
sería el de las normas previsionales o las sobre extinción del contrato laboral, sino,
precisamente, las que requieren un uso funcional y de buena fe de los derechos
legales.
La principal cuestión que debiera plantearse sobre en qué estado queda el contrato
del trabajador intimado eficazmente (con cumplimiento de los requisitos legales) a
iniciar sus trámites previsionales, es si durante ese lapso el trabajador no adquiere
una forma de estabilidad absoluta o reforzada, aunque temporaria, hasta que se
agote el año o se obtenga el beneficio. Si fuera así, el trabajador despedido,
pendiente el término de la intimación, podría tener derecho a acumular las
indemnizaciones tarifadas por despido, a las que compensen el tiempo de
mantenimiento obligado del contrato, tal como, por ejemplo, dispone el art. 95 de la
LCT para el contrato de plazo fijo que se resuelve antes de llegar a su término.
Pero lo cierto es que al respecto no hay una respuesta segura porque no es un caso
que se haya debido resolver en la realidad y en la necesidad de aportar una
respuesta hipotética, parece que procedería la indemnización del tiempo de
intimación remanente omitido, pero no acumulación de eso con las indemnizaciones
corrientes por despido, por más que esto en base a un argumento, que no creo que
fuese a ser de aceptación generalizada, porque consiste en que tal acumulación no
debiera corresponder tampoco en el contrato de plazo fijo ni, en el fondo, eso es lo
que quiere decir el art. 95 LCT, en cuanto "las indemnizaciones que corresponden
por extinción del contrato en tales condiciones", no veo como pensar que sean las
que corresponden a un contrato de trabajo por tiempo indeterminado, cuando se
está frente a uno que tenía un momento de terminación fijado y a la vista.
De lo que se han ocupado los tribunales es de las posibles interferencias del plazo
de intimación del art. 252 LCT, con otros institutos legales que se le superpongan.
En caso de incapacidad se produce el efecto que generalmente provoca la
inhabilidad sobre otras licencias pagas, que es el de suspenderlas y, en tanto que la
incapacidad —cuando es definitiva— produce un efecto extintivo automático del
contrato, en ese caso directamente reemplaza a la intimación para jubilarse y el
contrato debe ser tratado como una extinción por incapacidad del trabajador.
En cuanto a la obligación de preavisar el fin del contrato, es el mismo art. 252 el que
dispone que quede, en su caso, absorbida por el término de la intimación a tramitar
la pasividad, tanto si se trata del preaviso de la LCT, como si son los de los estatutos
especiales. Lo que podría plantearse es como corre la obligación de dar las licencias
o reducción de horarios o jornadas que dispone la LCT dentro del preaviso, en este
caso en que queda absorbido por la intimación del art. 252. Pero este planteo —que
no tiene reflejo en la práctica— debiera ser integrado con una explicación de para
qué cosa analogable pueden servir las licencias dentro el preaviso absorbido por la
intimación del art. 252, porque en este caso no hay la necesidad de disponer de
tiempo para buscar otro trabajo, a menos que el trabajador anuncie que no se
jubilará y, en cambio, buscará otra ocupación.
Reseña Jurisprudencial
"El fin del art. 252 de la LCT, es evitar la desprotección del trabajador en el período
comprendido entre la ruptura del vínculo laboral y el efectivo cobro del haber
jubilatorio". (SCBA, 31/5/1983, "Papail de Lavorato c. Algodonera Flandria", DT, 984-
A-326).
"No cabe argüir que el texto del art. 252 de la Ley de Contrato de Trabajo es
violatorio de garantías constitucionales so pretexto de que el régimen previsional
'desprotege (al trabajador) y lo lleva a la indigencia', pues tal interpretación
conduciría a hacer recaer sobre el empleador una situación a la que resulta
obviamente ajeno y cuya incidencia lesiva sobre el patrimonio del trabajador debería
remediarse por otras vías". (CSJN, 10/6/1992, "Fernández c. La Estrella", LA LEY,
1993-A-546).
"Habiéndose solicitado la jubilación por propia voluntad, ante el mutuo acuerdo que
surge acreditado en la causa debe concluirse que el contrato de trabajo se disolvió
por jubilación del trabajador, aunque el empleador no haya intimado en los términos
del art. 252, primer párrafo, de la LCT, pues tal emplazamiento en el caso resultó
innecesario y quedó suplido por la actitud del dependiente que voluntariamente inició
los trámites que conducían a la obtención del citado beneficio". (CNAT, sala V,
30/9/2002, "Ríos, Lidia c. Bainter", TySS, 2003-144).
"Es válida en términos del art. 252 de la Ley de Contrato de Trabajo, la extinción, sin
obligación indemnizatoria, de los contratos de trabajo dispuesta dentro de una
prórroga al plazo establecido por aquella norma, si la empleadora comunicó a los
trabajadores su voluntad de extender ese período y éste fue consentido por los
trabajadores, con anterioridad al vencimiento del mismo". (CNAT, sala IV,
25/10/2000, "Mandarino c. AA Aerolíneas Argentinas", LA LEY, 2001-B-716).
"Nada impide que las partes puedan prolongar la relación laboral más allá del plazo
fijado en el art. 252 de la LCT, y hasta su efectiva denuncia por cualquiera de ellas,
sin afectar la situación desde el punto de vista indemnizatorio".(CNAT, sala VI,
26/6/2002, "Dupuy c. AA Aerolíneas Argentinas", TySS, 2003-149).
"La entrega de los certificados por el empleador a los fines de que el trabajador inicie
los trámites pertinentes para obtener una de las prestaciones de la ley 24.241,
funciona como un condicionante del inicio del cómputo del plazo máximo de 1 año
previsto para la conservación del empleo". (CNAT, sala V, 30/9/2002, "Mangieri c.
Metalúrgica Pastoriza", TySS, 2003-146).
Sobre la certeza de que se dan los requisitos para obtener la PBU y la carga de
su prueba
"El carácter general de la medida dispuesta por el empleador, por cuanto acogió al
régimen de jubilación anticipada —ley provincial 2351— a noventa y dos empleados,
permite inferir que la acción no estuvo motivada a afectar la libertad sindical ni el
pleno ejercicio del cargo gremial con que contaba la trabajadora accionante". (TS,
Neuquén, 27/4/2005, "Sosa, Nidia R. c. Banco Provincia del Neuquén", LLPatagonia,
2005-1278).
Trabajador jubilado
A) Planteo de la cuestión
El art. 253 se refiere a una cuestión se diría, tan problemática, como en esencia no
lo es la del art. 252, puesto que en el caso del art. 252 (trabajadores en condiciones
de jubilarse), como se vio, no existen mayores dudas respecto de cuál sea la
solución de fondo que corresponde, sino que hay, en todo caso, una cuestión sobre
los caminos que se puedan elegir para llegar a esa solución. En cambio, en el caso
del art. 253 (trabajador ya jubilado), lo que se plantea es una alternativa entre
soluciones francamente opuestas, dilema para el cual, por lo menos hasta ahora, no
se ha encontrado una solución que conforme con generalidad, ni parece imaginable
alguna que pueda lograr eso.
Las posibilidades básicas o simples son esas dos, ninguna de las cuales cuenta —
como se dijo— con argumentos decisivos a su favor tales que hagan claramente
preferible una cosa por sobre la otra. Y a elección entre una cosa y la otra no es más
o menos indiferente, sino que es bastante radical, en sentido de que las razones que
avalan cada postura consiguen, con bastante eficiencia, hacer que la contraria
parezca poco razonable o poco justa.
Sea como fuere, a la difícil alternativa entre una y otra posición, se suma un
problema complementario, que todavía complica más la opción, en cuanto es
frecuente —y tiene su lógica— que los sistemas previsionales establezcan que sus
beneficios son total o parcialmente incompatibles con un trabajo remunerado activo,
y siendo así, en la medida en que la vuelta al trabajo sea de violación de esa
incompatibilidad —lo que quiere decir en una situación antijurídica— es razonable o
al menos es de esperar que se juzgue inadecuado que ese trabajo, en condiciones
anti normativas, alcance el beneficio —o el tratamiento— de acumular antigüedad
para el caso de un despido injustificado ulterior(670) , fuera de que, además, desde
que esta forma de trabajo "prohibido", tiende a ser trabajo sin registro, cualquier
medio de combatirlo o por lo menos de no incentivarlo, es una forma de defender el
sistema previsional.
El texto vigente del art. 253 LCT, es el reformado por la ley previsional 24.347 en
1994, que trató de adecuar recíprocamente a las disposiciones de ambas leyes,
sobre todo porque en la ley 24.347 se estableció una compatibilidad irrestricta entre
el goce de la PBU y el trabajo activo, lo cual, sin que esto otro se observe con
frecuencia, se sumó a que como novedad absoluta en la legislación jubilatoria
nacional, ya en la ley 24.241 se había eliminado el cese en la actividad como
requisito para acceder a la PBU (art. 19), con lo que, entre ambas disposiciones, se
conformó una posición normativa según la cual es indiferente seguir trabajando —de
corrido— para obtener la PBU, o aún seguir haciéndolo —siempre sin interrupciones
— después de obtenerla, lo que materialmente hizo que el supuesto de trabajadores
que se "jubilan", sin nunca cesar en su empleo, pasara a darse con una frecuencia
antes desconocida, aprovechando que esta continuidad de los jubilados en el
trabajo, ahora ni es anti normativa, ni impide acceder al beneficio previsional.
Igual que antes la ley 18.037 y el texto original de la LCT, el actual art. 253 dice que
la vuelta a la actividad que da lugar a que se deba indemnizar un posterior despido
sin causa, es la que no implique violación a la legislación vigente, cláusula legal que
hoy parece más bien repetida de textos anteriores, sin un sentido actual.
De modo que lo que era violatorio de la legislación era volver a la actividad sin dar
aviso al sistema previsional, para así seguir cobrando haberes indebidos, por más
que, de todos modos, aún en tiempos en que esa definición tenía algún sentido
práctico, para los tribunales resultó dura de aceptar, en cuanto sería hacer funcionar
el régimen de despido alrededor de una cuestión ajena, como es la protección del
sistema previsional. En cambio, hubo algún caso en que se decidió, vaciando de
contenido al texto legal, que el trabajador jubilado que reingresa, debe cobrar toda la
indemnización porque la verificación de los incumplimientos previsionales
corresponde a las cajas(671) .
Pero en el presente, entre que, como ya se señaló, no es preciso cesar para obtener
la PBU y que no hay incompatibilidad ninguna entre el trabajo remunerado y la
percepción íntegra de haberes de pasividad, no hay una razón de fondo por la cual
un reingreso a la actividad pueda ser contrario a las leyes y es por eso que esa
cláusula legal por el momento es, en este estado de las cosas, sólo un remanente
de textos anteriores. La única violación que en el presente podría incluir la vuelta a la
actividad de un beneficiario de haberes pasivos, podría ser la del aviso de reingreso
destino a que se cumpla con el art. 34.2 de la ley 24.241, o sea, para que los aportes
previsionales de los reingresados, en lugar de ir a su destino normal, se deriven al
Fondo Nacional de Empleo. Pero ni aún éste cumpliría con una función cierta,
porque en la actualidad y en el estado corriente de informatización del sistema
previsional, el nuevo hecho de que se verifiquen aportes a favor de alguien a quien
el sistema registra como titular de una PBU, debiera dar lugar a que esos aportes se
deriven automáticamente, sin necesidad de otra indicación, al Fondo Nacional de
Empleo.
El último párrafo del art. 253 —esto agregado por la ley 24.347— dice que para el
reingreso, el tiempo trabajado que acumula antigüedad es el "posterior al cese",
cese que, como se vio, no es ya necesario para acceder a la PBU. De modo que
puede ser que esta mención del cese obedezca a una vinculación, no vuelta a
revisar, con ideas sólo adecuadas a las leyes previsionales anteriores, que hacían
del cese un requisito para jubilarse. Personalmente creo que es así, pero lo cierto es
también que cuando se dio la ley 24.347 el requisito de cese ya no existía y siendo
así, no es un desatino descartable el de interpretar ese texto legal literalmente, para
atribuirle la exigencia de que entre la obtención del beneficio previsional y el
reingreso medie efectivamente un "cese", lo que dicho de otra manera significa que
debe mediar entre una y otra cosa una brecha temporal (que debe ser considerable),
a falta de la cual la antigüedad anterior al beneficio pasivo (siempre con el mismo
empleador) no se pierde.
Ésta es una posibilidad de interpretación. La otra la explicó Justo López mejor que
nadie y se relaciona con el fundamento de la cuestión que, en definitiva, parte de
que si al trabajador en condiciones de pasar a la pasividad se le termina la
estabilidad, algo más o menos congruente es preciso hacer con el ya jubilado. Dice
López (aunque refiriéndose sólo al caso en que antes hubo despido propiamente
dicho) que configuraría una incongruencia hacerle pagar al empleador de un
reingresado, la indemnización por un tiempo de trabajo anterior a la pasividad, de la
que legalmente pudo librarse en la hipótesis del art. 252.
Y el hecho es que por las razones antes explicadas, el caso de trabajadores que
adquieran la PBU trabajando con continuidad, sin cesar nunca, tiende a difundirse y
la jurisprudencia, como se la puede ver en la reseñada al final del comentario a este
artículo, opta por una solución o su contraria sin una tendencia definible y para más
inseguridad, no ilustra —al menos los fallos que se publican— de una manera
siquiera tendencial sobre qué lapso temporal se entienda como un cese lo
suficientemente extenso como para hacer aplicable plenamente el art. 253 LCT.
Sobre si una u otra cosa es preferible es algo que, como se vio, depende de
argumentos de peso para ambas partes y que no son conciliables. Lo que se puede
señalar es que la fórmula intermedia lograda por el último párrafo del art. 253, es la
única lograda hasta ahora, y en el concreto estado de nuestro sistema previsional
puede quedar en gran medida frustrada, si no se adecuan las soluciones a lo que,
en definitiva, es una derivación necesaria de la definición misma, de una estabilidad
que se concibe como una garantía de permanencia sólo necesaria hasta el momento
de adquirir el trabajador, un derecho a cargo del sistema jubilatorio.
Reseña Jurisprudencial
"Si como ha dicho Vázquez Vialard (Derecho del Trabajo y Seguridad Social, Astrea,
p. 394) "la indemnización por despido es una patrimonialización del tiempo de
servicios", ella ya se ha producido con el acceso al goce de la jubilación por parte del
trabajador, y una nueva patrimonialización por el tiempo de servicio anterior, en el
caso del jubilado que reingresa y es despedido, implicaría una duplicación si tuviera
en cuenta todo el período anterior al cese. A partir de la sanción de la ley 24.347 se
han zanjado las disímiles interpretaciones al respecto, al computarse sólo el período
posterior a la obtención del beneficio. Esta norma favorece el trabajador jubilado,
que ahora se ve posibilitado de laborar con su antiguo empleador, quien, de lo
contrario, probablemente no hubiera seguido utilizando su prestación si corría el
riesgo de tener que indemnizar toda la antigüedad del empleado, contando la misma
desde su primer ingreso y no desde el reingreso." (CNAT, sala IX, 26/6/2000,
sent. nro.7703. "Aguilar de Aragona, Gladis c. Obra Social del Personal de
Jaboneros").
"En el caso del trabajador jubilado que reingresa a las órdenes del mismo empleador
deben acumularse la antigüedad registrada desde el comienzo de la relación hasta
la renuncia y la del reingreso del trabajador hasta su egreso definitivo; resultando
violatorio del art. 128 de la Ley de Contrato de Trabajo, el criterio del sentenciante
que limitó el cómputo respectivo al período de reingreso del empleado posterior a la
renuncia para obtener el beneficio jubilatorio". (SCBA, 27/6/1995, "Fernández c. La
Primera Compañía Argentina de Seguros", DT, 1995-B-2264).
"El trabajador jubilado que omite denunciar oportunamente ante la Caja que es
beneficiario, su reingreso a la actividad específicamente laboral, se hace pasible
únicamente de las sanciones previstas por el art. 70 ley 18.037. Ello es así porque
tal incompatibilidad sólo significó la imposibilidad de recibir simultánea e
íntegramente la jubilación y la remuneración sin llegar a constituir un impedimento
legal para volver al servicio activo, en mérito al derecho constitucional de
trabajar. (Casación, sala I, 17/10/1978, "Sergi c. Herminio Sergi", Fallo: 78.19925
[Ubicación S155-306]).
"Si ello es así, la norma a mi criterio permite inferir que, a partir del vencimiento del
año el trabajador queda en la situación igual a la del trabajador jubilado, de modo tal
que si se diese, la continuación de la relación laboral después de ello, nace una
nueva situación jurídica equiparable a la del art. 253 de la LCT, es decir se reinicia el
contrato de trabajo que quedó extinguido de pleno derecho al vencimiento del
año". (CNAT, sala X, 5/7/2000, "Arce Urbano F. c. Totalgaz Argentina", Fallo:
98.160142).
"Si de las pruebas de autos resulta que el actor obtuvo el beneficio jubilatorio, pero
siguió prestando servicios a favor de su empleador en forma continuada, sin que en
ningún momento se interrumpiera la relación laboral, no se hallan reunidos los
requisitos exigidos para la aplicación de lo dispuesto por el art. 253 LCT, reformado
por la ley 24.347. En el caso el actor obtuvo el beneficio el 31/5/2002 y la
demandada sostiene que hubo un reingreso con fecha 1/6/2002, por lo cual se inició
una nueva relación laboral. Sin embargo, no se ha operado el reingreso del
trabajador jubilado, sino que existió continuidad laboral, a pesar de la comunicación
de la empleadora, por lo que debe computarse todo el tiempo trabajado". (CNAT,
sala III, 14/3/2005, sent. SD. nro. 86.529. "Forchato c. Cons. de Propietarios Edificio
Amenábar 2420/22").
Notas:
(669) Ver Zuretti, Mario E., "Despido del jubilado bancario vuelto a la actividad", LT, XXVIII-B-1039.
(670)Montoya Melgar, Alfredo - Sánchez-Urán Azaña, Yolanda, Contrato de Trabajo..., cit., ps. 38 y ss., relata el
caso español, sintetizando que "se levantan las modernas políticas de empleo que promueven la posibilidad de
compatibiliza trabajo y pensión, mediando a la fórmula de la jubilación parcial". No dan cuenta de que nunca en
España se haya dispuesto una compatibilidad irrestricta entre el trabajo y el goce de un haber pasivo, porque al
respecto, es posible plantearse si la definición argentina sobre este tema, más que condicionada por el estado
ocasional o permanente del mercado de trabajo, no lo está por la tan acentuada tendencia o posibilidad del
trabajo sin registro.
(671)Ver, p. ej., CNAT, sala VIII, 21/8/1984, "Chiapperi c. Delgado, Antonio", LT, XXXIII-A-289, fallo 52.
Capítulo XI
Art. 254 — Cuando el trabajador fuese despedido por incapacidad física o mental
para cumplir con sus obligaciones, y la misma fuese sobreviniente a la iniciación de
la prestación de los servicios, la situación estará regida por lo dispuesto en el
art. 212 de esta ley.
La razón del texto actual es bien conocida por el derecho civil de pérdida,
agotamiento o desaparición inculpable del objeto contractual (art. 888 Cód. Civ.)
entendido como objeto el trabajo a prestar en los términos del art. 37 LCT. Sólo que
aquí se cambia la consecuencia jurídica de desobligación que corresponde normal o
tradicionalmente a ese tipo y se establece la obligación de pagar indemnizaciones,
con un alcance que se parece o iguala al supuesto del despido sin causa.
Esto lleva a que sea, en algún sentido necesario encontrar, un fundamento para la
obligación de indemnizar el empleador, una rescisión que no provocó, ni siquiera
dispuso, si es que —como se verá luego— la rescisión por incapacidad más que de
despido, es un supuesto de extinción automática. Las razones reconocibles para
sostener la obligación de indemnizar estos casos son las siguientes: a) se trata de
una prestación asistencial o propia de la seguridad social, sobre todo porque lo que
atiende es una necesidad y no el resarcimiento por una acción ajena dañosa; b) se
trata de una patrimonialización de la antigüedad, con la que se cumple al extinguirse
el contrato, no importa que sea sin culpa; c) es una norma que se mantiene dentro
de la ley —se diría que por sí misma— siguiendo una tradición legislativa que tenía
en vista, en el pasado, a una situación de los sistemas de cobertura social que no es
más la corriente.
Todas esas razones son escasas y discutibles a simple vista y de tanto tratamiento
que la ley dio sobre este tema, ya no es muy congruente, lo cierto es que tiende a
producir resultados no digamos escandalosos o siquiera socialmente graves, pero si
muchas veces poco racionales, que sería tan extenso como poco útil enumerar con
detalle. Se advierte que en el presente las coberturas que recibe un trabajador
incapacitado (la jubilación, la por riesgos de trabajo y ésta del art. 254) se acumulan
irrestrictamente sin una concepción unitaria, y que ésta del art. 254 LCT, debe ser la
única que, al quedar proporcionada a la antigüedad del incapacitado, tiene en vista
un dato que en realidad carece de relación con la necesidad a atender, que sería de
lo que se debiera tratar.
De modo que el único fundamento teórico para explicar el art. 254 LCT, es el de ser
una prestación de la seguridad social muy asistemática, o en último caso el real o
práctico que más bien se adecua a la tercera de las posibilidades de explicación
vistas, o sea, en definitiva, a que ésta es una obligación que (sólo) responde a la
posibilidad discrecional del legislador para mantenerla vigente.
Esta idea de que según los textos del derecho nacional, lo que pone fin al contrato
es el despido y no la incapacidad por sí misma, se refuerza todavía en la medida en
que el art. 211 LCT, dice que después del año de reserva del puesto posterior a la
licencia paga "la relación subsistirá hasta tanto alguna de las partes decida y
ratifique a la otra la voluntad de rescindirla", texto que no debiera dejar dudas sobre
cuál es entonces, el modo de extinción de que se trata.
Pero agrega ese art. 211 que una vez que se ha llegado a esa situación —
agotamiento de la reserva de puesto sin extinción— "la extinción del contrato de
trabajo... exime a las partes de responsabilidad indemnizatoria", y éste es de hecho
el punto de fricción del sistema: es claro que no se advierte una razón para que la
rescisión del incapacitado —por estarlo— sea indemnizable hasta el fin del año
posterior a la reserva de puesto y deje de serlo al día siguiente, fuera de lo poco o
muy razonable que sea la obligación de indemnizar en el período en que la ley la
establece con claridad. Y frente a esta disposición difícil de explicar(673) para
sortearla o con el mero propósito de expandir pretorianamente la protección legal, la
jurisprudencia, si bien con algunas variantes mejor apoyadas en la ley, cada vez
más se inclinó por sostener que lo que interesa —lo que es el punto temporal de
imputación— es cuándo se dio la incapacidad y no cuándo haya ocurrido el despido
(o la renuncia), lo cual puede verse como una modificación bastante libre de la ley
escrita o, sino, como una forma de incorporar la idea de que el cese se produce por
incapacidad y no por despido, con lo cual, de algún modo, se lo convierte en una
causa de operación automática, sino en una extraña causa de rescisión bastante y
eficiente por sí sola, pero que no opera automáticamente, sino que se mantiene
latente, para interferir a cualquier otra con que se trate de poner fin al contrato.
De hecho, sin entrar en honduras analíticas, los tribunales con una tenaz constancia
declaran, en éste y ya en otros supuestos también, que la incapacidad es una causa
de extinción del contrato que opera con indiferencia de la forma —despido, renuncia,
disenso— que las partes hayan elegido para formalizar la rescisión. Que la remisión
en el art. 254 LCT al 245, es al único efecto de definir la indemnización debida y no
porque se presuponga que hay un caso de despido.
C) La definición de la incapacidad
1) La incapacidad absoluta
Si fuese posible una afirmación general sobre esto, se diría que la incapacidad
laboral, por más que absoluta, no tiene porqué serlo para otras cosas, diferencia que
se advierte o se ejemplifica bien en el supuesto de la inhabilidad para trabajar por
razones psíquicas, en el que algún tribunal decidió que el hecho de que ésta exista,
no invalida necesariamente las actuaciones (impugnaciones) del trabajador referidas
a su situación contractual.
2) La incapacidad relativa
La incapacidad relativa se define más bien por oposición: es la que no llega a ser
absoluta. Su tratamiento es parte del sistema pero no es lo regulado por el art. 254
LCT, por lo que corresponde remitirse al comentario sobre los arts. 211 y 212 LCT.
Y lo que sobre esta disposición funciona de manera cada vez más problemática, es
que la posibilidad de incorporar a un trabajador que realizaba unas tareas, para que
haga otras, requiere una cantidad de presupuestos que antes seguramente fueron
más o menos usuales, pero que hoy son francamente raros. Requiere, por de
pronto, trabajadores con aptitudes múltiples, lo que en general coincide con tareas
de poca especialización, sean las anteriores o posteriores a la inhabilidad. Y
requiere sobre todo, vacantes disponibles a ocupar para el inhabilitado, cosa que es
por completo infrecuente en una explotación organizada en términos actuales, con
dotaciones de personal y costos ajustados más o menos estrictamente.
Lo que se ha admitido, con una razón que parece discutible y que habría que revisar
en situaciones concretas, es que la incapacidad sea invocada como causa de
extinción, subsidiaria de una causa de despido que se invoca como tal.
El segundo párrafo del art. 254 LCT, se refiere a una hipótesis especial de pérdida,
por el trabajador, de las condiciones necesarias para trabajar, que puede deberse a
incapacidad pero también a otros motivos: "tratándose de un trabajador que contare
con habilitación especial... para prestar los servicios objeto del contrato y fuese
sobrevivientemente inhabilitado, en caso de despido será acreedor a la
indemnización prevista en el art. 247...".
El supuesto tiene en vista, por ejemplo, a los chóferes que necesitan una licencia
para conducir. Y como la ley menciona al despido sólo como una posibilidad, pese a
que el caso daría para la extinción automática del contrato, es preciso pensar que
parte como base de que el trabajador sea absorbido en otro puesto que no requiera
la habilitación especial. Si no lo es y se despide, se debe la "media indemnización",
del art. 247 LCT.
El art. 248 diferencia cuando la licencia se pierde sin culpa (por ejemplo por edad) o
con culpa leve y excusable del trabajador (en cuyo caso se debe la media
indemnización), de cuando "la inhabilitación provenga de dolo o culpa grave e
inexcusable de su parte", supuesto, este último, en que no se deben
indemnizaciones. Justo López sostiene que la denuncia del contrato del trabajador
inhabilitado por su culpa inexcusable se funda en injuria, lo cual soluciona
prácticamente la cuestión de porqué no se debe dar preaviso en estos casos; sin
embargo, parece que la extinción, pese a que la ley no lo acepta con todas sus
consecuencias, se debe precisamente a la inhabilitación (pérdida de capacidad
específica) de uno de los sujetos, de modo que al no fundarse en una voluntad de la
otra parte, la eximición general de cualquier responsabilidad surge del sistema
común.
Reseña Jurisprudencial
Definición y generalidades
"El despido tiene que ser fundado, y en el caso de autos esa fundamentación está
limitada y contenida en las causales invocadas en el telegrama que provocó la
rescisión del contrato. No puede haber una causal "subsidiaria"; o el actor se
considera despedido por la injuria laboral que representa la falta de pago de los
conceptos que reclama, o invoca en el acto extintivo una incapacidad absoluta que
le impide continuar en el trabajo, y esto último no lo hizo el accionante". (CTrab.,
Córdoba, sala IV, 4/6/1987, "Pereyra c. Chiavassa Hnos.", LLC, 988-165).
"La inhabilidad sufrida por el trabajador debe referirse a las tareas que venía
desplegando para su empleador, por lo que este último no puede invocar la
posibilidad de que el operario cumpla otras de menor nivel". (ST, Jujuy, 5/11/1998,
"Segura c. Empresa General Belgrano", LLNOA, 2000-857).
Demostración de la incapacidad
"No puede sostenerse que no procede indemnizar al actor, entre otros de los
argumentos vertidos al apelar, por el hecho que no haya pedido ser sometido a una
junta médica y porque haya realizado sus tareas hasta el distracto, toda vez que
estas circunstancias —y sobre todo la señalada en último término—, no constituyen
indicios válidos para desvirtuar la pericia y demostrar la capacidad, ya que la
incapacidad que repara la ley 9688, es aquélla que provoca una disminución de las
posibilidades del trabajador, que en muchos casos apremiado por situaciones
económicas desfavorables o por las características de la enfermedad que padece,
concurre a cumplir sus tareas, sin perder por ello el derecho a la
indemnización". (CFed., Córdoba, sala A, 14/8/1989, "Minciacca c. Empresa
Ferrocarriles Argentinos", LLC, 1990-232).
Carga de la prueba
"El salario que se debe tomar como base para el pago de la indemnización por
incapacidad absoluta y permanente, es el que correspondía percibir al dependiente
en el momento del despido, no el efectivamente percibido 10 meses atrás, antes de
ser colocado en el año de espera". (CLab., Rosario, sala II, 20/11/1980, "Santana c.
Swift-Armour", JURIS 64-120).
"No procede el cobro de salarios por enfermedad inculpable, por aplicación del
art. 213 de la Ley de Contrato de Trabajo, si no hubo despido por parte del
empleador durante el plazo de interrupciones pagas por enfermedad inculpable. La
extinción del contrato de trabajo fue motivada, en el caso, por la incapacidad
absoluta que lo aquejaba al actor y denuncia espontánea de ésta ante la autoridad
administrativa del trabajo". (CTrab., Tucumán, 4/8/1980, "Juárez c. Empresa El
Ranchilleño", JA 981-III-585).
"El fin del art. 254 de la LCT, es compensar, al trabajador que se incapacita durante
la vigencia del contrato de trabajo, por la pérdida de su empleo (que coincide con el
de la indemnización establecida por el párrafo 4º del art. 212), cualquiera sea la
causa de su incapacidad, no pareciendo acertado concluir mediante una
interpretación literal del texto de la ley, que dicha compensación se limita
específicamente al caso en que medie despido por parte del empleador".(SCBA,
29/6/82, "Imaz c. Cometarsa", DJBA, 123-257).
"El despido con causa justificada, ajeno en sí mismo a toda indemnización, obliga al
empleador al pago del resarcimiento por incapacidad absoluta, que el trabajador
tenía en reserva para el momento de disolverse el vínculo". (CNAT, sala VIII,
18/12/1984, "Gracilazo c. Sol Explotación de Petróleo, Financiera, Industrial y
Comercial", DT, 1985-A-514).
"La total minusvalía del dependiente es una causal que habilita la desvinculación
contractual, para cuya operatividad es preciso que una de las partes del contrato
exteriorice su voluntad de poner fin al vínculo existente entre ambas". (SCBA,
30/8/1994, "Ozuna de Ferreira c. IVA SA", DJBA, 147-5440).
Alcance de la incapacidad
"Si bien es cierto que el actor está incapacitado para trabajar por padecer trastornos
psíquicos, ello no significa que sea incapaz para impugnar medidas del patrón, que
hacen a la organización del trabajo en el caso, porque no sólo no sería válido el
despido, sino tampoco los actos que culminaron con la presente acción y el poder en
virtud del cual actúa su representante, máxime si dicha incapacidad no fue declarada
judicialmente".(CNAT, sala IV, 28/12/1979, "Coignard c. Goffré, Carbone y Cía.", DT,
980-560).
"No son acumulables las indemnizaciones por incapacidad absoluta derivada de una
enfermedad o accidente inculpable—art. 212, párr. 4º, Ley de Contrato de
Trabajo 20.744 —en el caso, hipertensión arterial— y despido sin causa —art. 245,
régimen citado—, pues responden a una misma causa, cual es la pérdida del
empleo”. (CNAT, sala VII, 12/7/2000, "Ristuccia c. El Cóndor ET", LA LEY, 2001-D-
444).
Pérdida de la habilitación
(672) A esta cuestión ya se hizo una breve referencia al comentar el art. 240. En síntesis muy apretada, sucede
que en el trajinado sistema de las indemnizaciones por extinción del contrato de trabajo en nuestra legislación,
en algún momento fue formándose espontáneamente una tendencia a considerar que en los casos de extinción
sin culpa o sin voluntad del empleador (salvo el del despido causado) igual se debía media indemnización. Pero
la lógica de esta idea, buena o mala que fuese, se canceló en 1974 como se dice en el texto.
(673) La tan difícil de explicar distinción temporal que contiene el art. 211LCT, pareciera poder o podría
explicarse a partir de una posible lectura del plenario 58 de CNAT (7/10/1959, "Álvarez c. Feit Olivari", DT, 1960-
43) porque en ese fallo literalmente se sostuvo que "durante el período de conservación del puesto", había
obligación de dar tareas adecuadas o, sino, despedir e indemnizar, lo cual, a contrario, podría significar que
pasado ese período no había más tal obligación.
(674) La afirmación sobre que así es en la LCT se acentúa cuando alguna jurisprudencia lo resalta, por
comparación, al aclarar que, en cambio, no es así en el ámbito de la ley 22.248.
(675) Este sistema se originó en dos plenarios de CNAT, uno un acuerdo extraordinario del 26/8/1953 (DT, 1953-
549) y otro el nro. 58 del 7/10/1959 (DT, 1960-43), cuya doctrina giró alrededor de una muy complicada -se diría
que enredada- comprensión de las indemnizaciones legales por despido y su duplicación por el decreto
33.302/1945.
(676) En el presente la distinción entre una extinción por despido injustificado o una por incapacidad, tendría
también el efecto de que en el primer supuesto se debieran agregar las indemnizaciones recargadas o
suplementarias de la ley de emergencia 25.561, mientras que en el segundo no. Pero esto es más bien
circunstancial, salvo en la medida en que se pueda pensar en una regla o tendencia permanente, según la cual
los agravamientos de las indemnizaciones por extinción del contrato laboral, cuando se disponen, es lo previsible
que se carguen sólo sobre el caso del despido injustificado, que es el que se puede tratar de evitar enfrentándolo
con sanciones acrecidas.
(677) Para un ejemplo, entre todos, en un caso que el mejor mes cobrado por el trabajador era muy anterior, por
haber mediado una licencia no remunerada entre aquél y el despido, CNAT, sala II, 4/4/1978, "Arias c. Empresa
Marinucchi", TySS, 1978-612, entendió que resultaba abusivo tomarlo como base de cálculo.
Capítulo XII
Disposición común
Disposiciones Relacionadas
A) Planteo de la cuestión
B.1) En general
Según el art. 255 las indemnizaciones sobre las que se debe descontar las
anteriores y esas anteriores a descontar, componen un mismo listado.
Deben ser indemnizaciones por despido injustificado (arts. 245 y 246 LCT), por
despido por falta de trabajo o fuerza mayor (art. 247), por terminación del contrato a
plazo (art. 250), por quiebra (art. 251), por despido injustificado del trabajador
jubilado (art. 253) o por incapacidad (art. 254).
Como el art. 255 dice que lo que se debe descontar es "lo percibido por igual
concepto", lo primero que se debe resolver es si sólo se puede descontar de la
última indemnización lo que antes se haya pagado por la misma hipótesis de cese
(por el mismo artículo de la ley) o si cualquiera de las indemnizaciones del listado es
deducible de cualquier otra.
A veces se argumenta, para llegar a ese resultado, que la compensación debe ser
de todas las indemnizaciones entre sí, porque todas al fin y al cabo se remiten a los
arts. 245 y 247 LCT. Pero esto no parece un argumento decisivo, porque esa
remisión es sólo al modo de cálculo de la indemnización y no al tipo legal por el que
se la deba, con lo cual, para estar en claro sobre los criterios de decisión en este
tema, lo de más peso es lo de respetar la lógica del sistema general, por discutible
que esa lógica pueda ser en última instancia.
Un, digamos así, sub tema dentro del planteo general sobre cuáles indemnizaciones
se deben descontar, incluye la hipótesis, frecuente, de las sumas que bajo otros
conceptos se hayan pagado, en ocasión del cese por renuncia o por mutuo disenso,
la mayor parte de las veces en lugar —total o parcial— de las indemnizaciones por
despido. El problema puede ser analizado desde distintas perspectivas, con distintos
grados de complejidad y sobre todo, en base a la presentación estricta de los
hechos que suele ser diferente: una cosa es que la suma correspondiente al cese se
paga como gratificación sin más; otra como gratificación compensable con cualquier
concepto que se deba (o sólo con eventuales indemnizaciones debidas); y otra
todavía que se haya hecho constar que el acuerdo consiste en tratar al cese
voluntario o acordado como un despido, a los efectos indemnizatorios, aun cuando
no lo sea.
Los tribunales, para tratar de dar sobre esto una descripción general, han tomado
sobre esta cuestión posiciones contradictorias, tal que lo convierten en un tema
inseguro e inestable. Tanto se acepta descontar (compensar) estos pagos, como se
rechaza hacerlo, sobre la base de que fueron imputados a otra cosa (en general
gratificación) distinta de las indemnizaciones. Y si es cuestión de opinar, lo que creo
es que hay argumentos preferibles a favor de admitir la resta de estos pagos:
cuando y si se advierte que el caso anterior no era en realidad un cese concertado,
sino un despido disimulado, no hay porqué no descartar, como parte de la
simulación, también la imputación de los pagos a otras cosas que las
indemnizaciones por despido. Y en el fondo y sobre todo, de esta reimputación a
indemnizaciones no se sigue ningún perjuicio al trabajador, con lo cual no aceptarla
pareciera casi una forma de sancionar al empleador que participó de una simulación,
pero con una sanción que la ley no dispone.
Otra cosa es si aquella gratificación con que se terminó un tramo contractual anterior
y que entonces se estipuló como compensable con indemnizaciones por despido (o
cese), puede compensar la indemnización que se debe a partir del último despido (o
cese), pero correspondiente al tiempo de trabajo de aquel tramo anterior. La
respuesta lineal es, naturalmente, negativa, porque en el primer cese no se pudieron
compensar deudas futuras, entonces inexistentes. Pero puede no ser ésta una
solución sincera, porque de lo que se trata no es de compensar aquélla, sino de
considerar con franqueza si aquella suma no fue en realidad una indemnización por
despido, o puestas las cosas en los términos lógicos de la ley, si el patrimonio
generado por aquella antigüedad anterior no fue ya cancelado.
Al término del contrato a plazo fijo las indemnizaciones pueden ser tres, de acuerdo
con el art. 95 LCT: 1) la que sigue del cumplimiento regular del contrato, si éste duró
1 año o más, sobre cuyo monto el art. 95 se remite al art. 250; 2) en caso de
resolución anticipada (e injustificada) "las que correspondan por extinción del
contrato en tales condiciones", las que, según se entiende pacífica y unánimemente
—y es posible que con poca razón— son las indemnizaciones ordinarias o comunes
por despido; y 3) la de "daños y perjuicios provenientes del derecho común", (según
las que se)... justifique haber sufrido.
De entre éstas y aunque no parece posible asegurar que lo que se quiso hacer fue
eso, el art. 255 autoriza literalmente el descuento sólo de la primera, a menos que se
entienda que la segunda también se descuenta, porque no corresponde en realidad
a la resolución de un contrato a plazo, sino a una rescisión injustificada en general.
Lógicamente tiene más sentido admitir, según la lógica de la patrimonialización, el
descuento de la segunda que el de la primera, que más bien parece ser una forma
de desalentar los contratos a plazo, que de compensar la antigüedad ganada.
La falta de mención de las por muerte, tanto del empleador como del trabajador
(arts. 243, 249 LCT), en el listado de indemnizaciones compensables según el
art. 255, puede dar lugar a que se las entienda excluidas del sistema de
compensación.
Pero no debiera ser así, ya que si es el caso de indemnizar por muerte de cualquiera
de las partes, a un trabajador con antigüedad acumulada, la razón para restar
indemnizaciones anteriores es siempre la misma y no parece ser éste el caso de una
decisión contraria y premeditada del legislador, sino más bien de una que puede
haberse confundido por el hecho de que una vez ocurrido el cese por muerte (del
trabajador o del empleador), no puede haber períodos posteriores que se agreguen.
Pero si, como se acaba de indicar, puede ser al revés (puede haber acumulados
períodos anteriores a la muerte) y en este caso no hay razón para excluir de la
compensación a los que ya hayan sido indemnizados.
La extinción del contrato de trabajo por incapacidad admite tres posibilidades, todas
previstas en el art. 212 LCT:
Y lo cierto es que las dos dudas debieran resolverse más o menos literalmente,
porque de lo contrario carecería de sentido la mención de "las indemnizaciones", del
art. 254 LCT, en el art. 255 y porque la repetidamente mencionada lógica de la
"patrimonialización" de la antigüedad va en ese sentido. A veces, para sostener que
no corresponde o no correspondería la deducción, se argumenta que la
indemnización por incapacidad responde a causas distintas de la de por despido;
pero aún siendo esto bastante cierto, de todos modos no quita que el art. 255 lista,
entre otros, al 254 sin distinción y no sólo a alguna hipótesis del art. 254 (sobre todo
no sólo a la única en que hay despido propiamente dicho) y que, en último caso, al
trabajador ahora incapacitado al que antes se le indemnizó un tramo contractual
anterior, por aquel período ya están cancelados los derechos emergentes de la
antigüedad.
La quiebra, como se vio al comentar el art. 251 LCT, puede producir la extinción del
contrato de trabajo, en ese caso de manera en realidad automática (aunque diferida
y luego retroactiva) y no por despido, al menos conforme la vigente LCQ. En este
supuesto el art. 251 dispone indemnizar la extinción, tanto si la quiebra se debe a
causas imputables al empleador como si no es así, aunque con tarifas
indemnizatorias distintas para los dos casos.
Sobre esta base de que unas son una proporción de las otras, se ha dicho en
especial sobre la por clientela, que aunque no deba deducirse la pagada
anteriormente, de todos modos se reduce, porque al deducir las indemnizaciones
anteriores de las presentes, la por clientela automáticamente quedará reducida,
razonamiento trasladable a cualquier indemnización que se calcule como una
proporción de las por despido.
Se suele argumentar que esto es así, debido a que mientras la indemnización por
despido compensa la antigüedad acumulada, la por falta de preaviso tiene otro
sentido, derivado del incumplimiento de una obligación de hacer (la de preavisar).
C) El cálculo de la indemnización
La indemnización por antigüedad a cobrar por el último cese, una vez deducida la
anterior, no puede ser menor que la que correspondería al último tramo contractual,
si éste fuera el único.
Esta disposición sigue la línea del mayor beneficio para el trabajador, alterando para
ello la regla básica a la que se atiene la ley en este tema. Tiene relevancia, en
concreto, con relación —y en la medida— de que el sistema nacional siempre previó
mínimos indemnizatorios, que pueden desproporcionar al monto indemnizatorio con
relación a la pauta general(680) , cada vez y más todavía si se suman éstas —
digamos así— deformaciones, por dos tramos contractuales separados. Aunque en
el presente, este comportamiento un poco asistemático del mecanismo, tiene menor
peso y tiende a ser más marginal, al haberse reducido el mínimo indemnizatorio del
art. 245 a 1 mes de sueldo real, contra 2 que fue la regla en la legislación
precedente.
En todo caso, como se dijo, estas normas están ahora derogadas por la ley 23.928.
Reseña Jurisprudencial
Notas:
(678)Alonso Olea, Manuel, y Casas Baamonde, María E., en Derecho del Trabajo, Madrid, 2005, p. 514, nota 40,
dan cuenta de que en España la cuestión de los contratos entre los mismos empleados y trabajadores no tiene
tratamiento legal, aunque si jurisprudencial en algunos aspectos: "si los servicios se han prestado en virtud de
varios contratos de trabajo sucesivos... sin solución de continuidad significativa, computa su tiempo total; no es
significativa una interrupción breve inferior... a 20 días hábiles...".
(680) En "La estabilidad en el presente". (Revista Relaciones Laborales y Seguridad Social, año II, julio 1996, p.
523) traté de explicar cómo según el sistema nacional de indemnizaciones por despido entonces vigente (que
preveía un mínimo de dos remuneraciones mensuales completas) un trabajador de remuneración baja y poca
antigüedad tenía derecho a indemnizaciones equivalentes a un 106% de los haberes que ganó en actividad,
mientras que uno de alta remuneración y mucha antigüedad tenía derecho a un 3,8%.
(681)Conc. ver Pose, Carlos, en su LCT anotada, comentada y concordada, Bs. As.
Título XIII
De la Prescripción y Caducidad
Plazo común
Art. 256. — Prescriben a los 2 años las acciones relativas a créditos provenientes de
las relaciones individuales de trabajo y, en general, de disposiciones de convenios
colectivos, laudos con eficacia de convenios colectivos y disposiciones legales o
reglamentarias del derecho del trabajo.
Esta norma tiene carácter de orden público y el plazo no puede ser modificado por
convenciones individuales o colectivas.
Disposiciones Relacionadas
a) Concepto
2. Es doctrina recibida que sus efectos extintivos se dan con prescindencia del
aspecto subjetivo de las partes. Esto es, del comportamiento, ánimo o intención con
que actuaron las partes de la relación. Se producirá cualquiera fuere la razón por la
cual el acreedor —o titular del derecho en general— permanece inactivo (olvido,
negligencia, intención de renunciar, etc.), siendo también indiferente que el deudor
sea o no de buena fe, haya tenido o no motivos para creer que el derecho se
encontraba extinguido (art. 4017, CC). La excepción a esta regla está dada por el
art. 3980, CC, que contempla la dispensa judicial para cuando se comprobase
imposibilidad material o dolo inhibidor de parte del deudor que se traduce en una
inactividad fruto de una voluntad viciada(682) .
b) Fundamento
c) Constitucionalidad
8. Así, una parte de la doctrina que a los fines expositivos identificaremos como
la primera corriente, ha sostenido que si el demandado se presenta al proceso antes
de contestar la demanda ello configura "primera presentación", debiendo entonces
esgrimir concomitantemente la excepción de prescripción so pena de preclusión;
estándole vedado hacerla valer con posterioridad. Vale decir, desde esta tesitura, las
alternativas previstas por la norma son mutuamente excluyentes y debe estarse a la
que ocurra primero (como sucede p. ej. con los salarios caídos del art. 213, LCT,
que deben pagarse hasta la fecha de la alta médica o vencimiento de la licencia
paga, lo que suceda antes). Tal temperamento hace perder gravitación a la
referencia de la "contestación de la demanda". Sin embargo, se ha dicho que
posibilita la formulación de los siguientes corolarios: a) que en la primera
oportunidad en que un sujeto procesal se apersona a juicio tiene la carga de oponer
la excepción de prescripción, sea ésta anterior, concomitante o ulterior a la
oportunidad de contestar la demanda; y b) que el rebelde puede, pero solo él,
satisfacer la carga de referencia al tiempo de purgar su omisión anterior. El
fundamento sería análogo al que justifica el instituto, esto es, si quien se apersonó al
proceso por vez primera no hizo valer una oposición fundada en la prescripción de la
acción, tal omisión conlleva a consolidar el poder jurídico del accionante pues tal
conducta autoriza a presumir un "abandono" a la prescripción ganada (art. 3965,
CC). O sea, una determinada inactividad en un plazo legal dado genera la
presunción del abandono del derecho por parte del acreedor, conllevando a la
pérdida de la acción (su exigibilidad); del mismo modo, es forzoso concluir que ante
similar conducta observada por el deudor implique el mismo efecto jurídico: presumir
su abandono al derecho de oposición, máxime siendo que subsiste su obligación
moral de cumplirla(686) .
13. De acuerdo con lo preceptuado por el art. 3964, CC, la prescripción no puede ser
declarada de oficio por los jueces. Ello, por otra parte es coherente con la
subsistencia de la deuda en carácter de obligación natural, y que nada se opone a
que el deudor abdique de la prescripción ya adquirida (art. 3965, CC). Esta
posibilidad de renuncia concuerda con la prohibición impuesta a los jueces para
declarar de oficio la extinción del derecho.
14. Sin embargo, se debate si tampoco están habilitados los magistrados para
considerar la supuesta eficacia de actos de interrupción que no fueron expresamente
invocados a efectos de decidir sobre la excepción articulada. Una corriente entiende
que si el juez considera actos de interrupción no alegados, estaría violando el
principio de congruencia(698) . Desde la línea opuesta, se replica que una vez
opuesta la defensa por el accionado y descriptos los hechos en la demanda, al juez
le corresponde determinar cuál es la naturaleza de la relación jurídica y cuál es el
plazo aplicable, aun frente al error en que hubieran incurrido las partes. Por lo tanto,
no se advierte razón para no hacer lo propio en caso de verificarse la existencia de
actos de interrupción acreditados (intimación fehaciente, actuación administrativa,
etc.). No se trata de sustituir los hechos, ni de apartarse de los términos de la litis,
sino de decidir cuál es la solución legal aplicable a esa plataforma fáctica
reconstruida al margen de la impericia de parte, facultad irrenunciable para el
juzgador(699) .
B) Alcance de la norma
15. De los propios términos del art. 256, LCT, resulta claro que el plazo de
prescripción establecido comprende no sólo a todas las acciones relativas a créditos
provenientes de las relaciones individuales de trabajo, sino en general de
disposiciones de convenios colectivos, laudos con eficacia de tales y disposiciones
legales y reglamentarias del derecho del trabajo, de las que no cabe excluir a las
acreencias que conciernen al empleador respecto del trabajador, ni las de la entidad
gremial respecto de sus empleados afiliados o no —contribución solidaria—, dado
que su fuente es la convención colectiva homologada en función de la ley 14.250
(art. 9º)(700) . En su momento, Brito Peret, Goldín e Izquierdo(701) celebraban que
entre las consecuencias más importantes rescatables del nuevo texto de la norma
debía contarse la ampliación a los créditos emergentes de las relaciones colectivas
de trabajo del plazo de prescripción común, quedando fuera solamente las acciones
derivadas de créditos que encuentren sustento en normas de la seguridad social. Se
enseña que el término fijado en la ley es coherente con el dispuesto por la
ley 17.709, al establecer un plazo prescriptivo uniforme para la materia laboral en
dos años. Y que el carácter de orden público implica que las normas contempladas
en estatutos especiales que posean un mayor o menor plazo no será de aplicación.
De esa manera debe considerarse tácitamente derogado el art. 4º, ley 14.546,
estatuto de viajante de comercio que determinaba el plazo quinquenal de
prescripción, al igual que el art. 4035, inc. 5, Cód. Civil, para el personal del servicio
doméstico(702) .
16. Sin embargo, otra postura interpreta que el art. 256, párr. 1º, LCT, si bien
uniformó mediante un plazo único de dos años el régimen de la prescripción de
todos los derechos que tengan origen laboral, sea su titular el trabajador o el
empleador, ya provengan de las relaciones individuales o colectivas del trabajo ,
entienden que la norma en análisis cuando se refiere a "las acciones relativas a
créditos provenientes de convenios colectivos de trabajo" alude a las obligaciones
que se imponen entre las partes de un contrato de trabajo, es decir, trabajador y
empleador, y no puede extenderse a acciones derivadas de una relación jurídica
sustancialmente diversa, que presenta como sujeto acreedor a una asociación
sindical y en calidad de deudores a los trabajadores afiliados a la misma, actuando
el empleador como agente de retención(703) .
17. Incluso, existe una postura jurisprudencial que sobre la base de este genérico
enunciado ha fundado la extensión de este plazo común al empleado doméstico, en
la inteligencia de que el ámbito personal de la norma comprende a todo crédito
laboral, independientemente del universo normativo que lo consagre, sea un
Estatuto especial, CCT, o alguno de los regímenes legales autónomos que rigen a
los excluidos de la LCT (como si se tratase de una excepción tácita al art. 2º, ib.),
legislación complementaria (ej., ley 24.714, ley 24.557 en cuanto introduce a la ART
como deudora). Ver infrajurisprudencia. Sin embargo, a modo de pórtico, ya en su
segunda norma, la LCT declara expresa y taxativamente la inaplicabilidad —en todo
o en parte— de su articulado respecto de los trabajadores del servicio doméstico
(art. 2º, inc. b); los dependientes de la administración pública nacional, provincial o
municipal, excepto que por acto expreso se los incluya en la misma o se hallen
sometidos al régimen de alguna CCT (art. 2º, inc. a).
19. Dado el carácter de orden público de la prescripción, Etala agrega que este
plazo común ha de tener preeminencia (desplazamiento que importaría su
derogación tácita) incluso sobre los fijados en los estatutos especiales, como es el
caso de los viajantes de comercio que tienen establecido por la ley 14.546 (cinco
años, conf. art. 4º)(705) . Desde esta exégesis, sólo quedarían al margen las
previsiones específicas que contengan los regímenes autónomos (dec.-ley 326/1956
y plexo legal que rige a los empleados estatales en los distintos órdenes, nacional,
provinciales y municipales), relativos a los créditos laborales nacidos de las
relaciones de trabajo excluidas de la LCT (art. 2º). Sin embargo, existe otra corriente
que entiende que la ley especial sigue vigente y debe prevalecer sobre la general
atento que el artículo bajo comentario nada dispone al respecto, limitando su
referencia a la indisponibilidad vía voluntad individual o colectiva de las partes, no
así a la prevalecencia por sobre los Estatutos Profesionales. En todo caso,
entendemos que podría estarse siempre a la regla del in dubio pro operario
juris, aplicada conforme al sistema del conglobamiento por institutos (prescripción),
siempre que exista compatibilidad (art. 9º, LCT), por ser emanación del principio de
protección que inspira todo el ordenamiento laboral, general y especial.
D) Compatibilidad del principio de irrenunciabilidad con la prescriptibilidad y
caducidad
20. Delineados así los caracteres del instituto de la prescripción a los fines de
atender la posible colisión con la regla de irrenunciabilidad consagrada por el mismo
cuerpo normativo (art. 12, ib.) —advirtiendo que el tratamiento integral de la misma
se realiza en el capítulo pertinente—, no debe confundírselos, ni tampoco con el de
la caducidad que trataremos al comentar el art. 259, LCT. La prescripción es la
pérdida de la posibilidad de exigir el cumplimiento de una obligación que se produce
por la sola pasividad del titular, por su no-ejercicio durante el plazo que establece la
ley —al margen de que exista voluntad o no de renunciar—, en aras a la seguridad
jurídica. La caducidad implica la pérdida ope legis del derecho —no sólo de la acción
— cuya exigibilidad, por lo tanto, jamás llegará a prescribir pues no habrá nacido (no
se devenga). En tanto que la renuncia constituye un acto consciente de disposición
por medio del cual una persona se desprende voluntariamente de un derecho que ya
ha adquirido (devengado), acto que cuando se trata de derechos irrenunciables está
prohibido por el ordenamiento jurídico laboral, que lo fulmina de nulidad por ser
indisponible para las partes.
24. La LCT abandona la técnica seguida por la norma que le antecedió y omite
pronunciarse sobre el momento a partir del cual comienza a transcurrir el tiempo útil
computable a la prescripción, tornándose inespecífica en un aspecto que se inscribe
como dato objetivo que debiera caracterizar a una institución llamada a brindar
seguridad jurídica a las relaciones, salvo en lo referente a los accidentes de trabajo y
enfermedades profesionales, cuyo día a quo se encuentra expresamente previsto en
el art. 258, LCT (siendo motivo de otra polémica su compaginación con la reforma
introducida por el art. 44, ley 24.557, LRT)(710) . De allí que para dar contenido a la
indeterminación normativa se recurre a los principios del derecho común. La
ausencia de regulación específica sobre el tema que presenta la ley laboral y la
técnica de dejar subordinada su regulación a lo dispuesto en la norma de fondo
implica que las soluciones diseñadas y adoptadas para un ámbito general deban
igualmente aplicarse a las situaciones que plantea el contrato de trabajo. La remisión
expresa que contiene el art. 257, LCT, refuerza el argumento. En materia de derecho
común, conforme surge de los preceptos contenidos en los arts. 3956 a 3960, CC, el
cómputo de la prescripción sólo comienza desde el momento en que puede ser
exigido el cumplimiento de las obligaciones o pago de los crédito s(711) .
25. Por esta razón, el cómputo del plazo comenzará a correr desde que el crédito
laboral se encuentre en condiciones de ser exigido (expedito), condicionado, a su
vez, a que la inacción sea voluntaria, no siendo en principio óbice para ello la
situación de subordinación o dependencia en que se encuentra el acreedor respecto
del obligado (arts. 3956, 4035, inc. 5, y 4036, CC); amén de aquello, que un sector
de la doctrina postule que la norma debiera prescribir al respecto. En efecto, De la
Fuente sostiene que el plazo prescriptivo sólo puede comenzar a correr desde el
momento en que el titular del derecho se ha encontrado en condiciones de ejercitar
la correspondiente acción, lo cual presupone que el derecho haya nacido, que el
mismo sea exigible y que la inacción sea voluntaria, o sea, que su conducta de
omisión responda a una decisión consciente y deliberada, adoptada con intención y
libertad, esto es, que no se encuentre viciada por ignorancia, error, dolo o violencia
física o moral. Es decir, al estar constituida la prescripción por un acto voluntario
(inacción del titular de derecho), corresponde aplicar los principios que rigen esta
clase actos jurídicos (arts. 897, 900 y ccts. CC), por lo tanto solo podrá imputarse a
su autor, responsabilizándolo por sus consecuencias, cuando lo realice
voluntariamente, o sea, con intención y libertad. En consecuencia, si el titular del
derecho incurre en la conducta de omisión (no ejercita la acción de que dispone) por
encontrarse afectado su proceso volitivo por uno de los vicios de la voluntad
(ignorancia, error, dolo o violencia), aceptando que la subordinación laboral puede
erigirse normalmente en un elemento inhibidor, dicho acto de omisión será
involuntario y por lo tanto no producirá los efectos jurídicos propios previstos por la
ley (pérdida de la acción)(712) . De esta manera, el autor se aparta de la doctrina
civilista que considera que el curso prescriptivo debe iniciarse indefectiblemente
desde el mismo momento en que nace la acción, aun cuando su titular desconozca
tal circunstancia, siendo irrelevante la subjetividad de las partes con la única
salvedad del dolo y la imposibilidad física (dentro de los que cabe incluir la violencia
física)(713) .
28. Una situación similar se presenta respecto del comienzo del curso en el caso de
las multas de la LNE. Las opiniones varían en lo que respecta al inicio del término de
la prescripción, y no es un dato menor por cuanto según se adopte una u otra
postura el resultado será muy diferente. La dicotomía una vez más se desprende de
la falta de acuerdo en determinar cuándo se ha tornado exigible el crédito, cuando el
mismo se presenta como un derecho expectante o incompleto (ver comentario
art. 259, LCT).
29. Con lo cual existe un criterio amplio, defendido por una parte de la doctrina y de
la jurisprudencia, que toma como punto de partida de la prescripción la fecha en que
se venciera el plazo de la intimación respectiva (30 días corridos) sin que se hubiera
hecho efectiva la regularización a la que el empleador fuera intimado; o en su caso,
de producirse el desconocimiento del vínculo con anterioridad (emplazado conf.
art. 57, LCT), será a partir de que el mismo ingrese a la esfera de conocimiento del
trabajador, pues entonces podrá considerarse despedido sin necesidad de esperar
vanamente el agotamiento del plazo legal máximo. Y en lo tocante a la multa del
art. 15, LNE, su exigibilidad siempre estará condicionada a la extinción del vínculo,
por ser su presupuesto de procedencia sustancial. Es decir que a partir de alguno de
esos momentos eventuales, el trabajador tendrá dos años para reclamar
judicialmente por el cobro de las multas respectivas(718) . En esa línea de
pensamiento, en su "Análisis Práctico de la Ley de Empleo", Miguel de Virgilis,
Carlos y Juan José Etala sostienen que la prescripción de la acción relativa al cobro
de las indemnizaciones previstas en los arts. 8º, 9° y 10, LNE, comienza a correr a
partir de la fecha de vencimiento del plazo de 30 días de formulada la intimación del
art. 11, LNE, que es el momento en que se genera el derecho al cobro de esas
indemnizaciones, siempre que no haya mediado cumplimiento por parte del
empleador. Dado que serán improcedentes si no se demuestra que se practicó la
intimación establecida en el art. 11 de dicha normativa, consecuentemente, el plazo
sólo debe computarse desde tal diligencia que permitiría al empleador disponer las
medidas correspondientes para subsanar la irregularidad y evitar con ello el
nacimiento del crédito laboral (interrumpiendo a su vez el fiscal reconocido mediante
tales actos).
31. Otra corriente observa un criterio restrictivo, a partir del entendimiento de que
dichas multas fijan una obligación de tracto sucesivo que puede ser dividida en
períodos autónomos (en el caso de la pos-datación, estos se habrán cristalizado
definitivamente, mientras que en los otros dos supuestos se continuaran
devengando). Tomando como punto de partida del cómputo prescriptivo la fecha del
devengamiento de la multa consistente en un porcentaje aplicado sobre los salarios
de los respectivos períodos cuya debida regularización se pretende. Por lo tanto,
sólo resultará hábil la intimación respecto de los salarios correspondientes a los dos
años anteriores a haberse formulado la misma. Como si se tratara de un mecanismo
especial previsto sólo para resarcir un daño padecido otrora, y cuya exigibilidad por
tanto se ubicara temporalmente en la fecha en que el incumplimiento registral se
verifica aunque de hecho perdure crónicamente —o no, ej. pos-datación—;
significando actos que precisamente vienen a romper esa inactividad aquellos a
través de los que quedan configurados los presupuestos normativos (intimación,
envío de copia a la AFIP) a los que se sujeta laviabilidad del reclamo por parte del
trabajador denunciante, mas no su exigibilidad. La Procuración General del Trabajo
se pronunció a favor de esta tesitura en el precedente "Frieiro, Rodolfo J. v. Alberto
Cortés SA s/despido" (dictamen 24.489, de fecha 26/3/1998). Argumentó que resulta
un indicio trascendente que el mismo legislador haya admitido para su aplicación
inicial sólo un período bienal de cálculo retroactivo de las indemnizaciones
devengadas, es decir, previó la posibilidad de reclamar hasta dos años anteriores a
la fecha de su entrada en vigencia. Concluyendo que esa limitación del ámbito
temporal del sistema instaurado, si bien no está referida a la prescripción refuerza la
solución propiciada. En contra, desde la corriente opuesta, se replica —con acierto—
que para reclamar las multas respectivas no existe la limitación temporal de dos
años "hacia atrás", ya que el derecho crediticio cuya exigibilidad se cuestiona no se
perfecciona a raíz del sólo incumplimiento registral, sino hasta que ese presupuesto
fáctico es completado con los presupuestos formales que el trabajador debe activar
y, a su vez, condicionado a que el empleador persista en su posición; en suma, se
trata de derechos expectantes (al igual que sucede en toda obligación condicionada
o sujeta a plazo); siendo la remisión a las remuneraciones devengadas durante el
período de la irregularidad un mero parámetro de cálculo(719) .
32. Con la misma inteligencia, interpretando en forma conjunta los arts. 128 y 149,
LCT, se ha debatido si a las indemnizaciones derivadas de la extinción del contrato
de trabajo por remisión de la última norma citada al plazo legal máximo que la
primera establece para el pago de los rubros salariales, igualmente, también serían
exigibles recién a partir de los tres —pago semanal— o cuatro días —pago
quincenal o mensual— hábiles de operarse la misma. Sobre el punto, en sentido
negativo al interrogante, se ha argumentado que las indemnizaciones por despido se
tornan exigibles con la materialidad del distracto, en el entendimiento de que la
ubicación del art. 149, LCT —formando parte del capítulo destinado al salario— no
habilita a extender las disposiciones acerca de los plazos de prescripción a las
deudas por indemnizaciones, las que son exigibles de inmediato, sino que queda
circunscripto a las deudas por remuneraciones. Justifican tal postura en la regla de
la mora automática dispuesta por el art. 509, CC, donde el solo vencimiento del
plazo es constitutivo del estado de mora del deudor. Participa de esta visión Grisolía,
quien enseña que la mora automática se produce cuando no se hubiesen pagado al
día siguiente de la fecha de extinción de la relación laboral, ya que no resultan
analógicamente aplicables los plazos fijados para el pago de las
remuneraciones(720) (ver infra jurisprudencia).
33. Del mismo modo, con relación a los reclamos por diferencias salariales, se ha
destacado que es insoslayable tener en consideración que cuando el acto jurídico no
está destinado a producir uno o varios efectos en un mismo momento, sino que es
un acto creador de obligaciones de tracto sucesivo, que se proyectan en el tiempo,
debe determinarse cuáles de estas obligaciones quedan comprendidas en el lapso
de prescripción del art. 256, LCT. Así las diferencias de salarios pueden haberse
originado en un período prescripto, pero lo importante es reparar en que lo no
alcanzado por la prescripción pueden ser las diferencias que se proyectan sobre las
remuneraciones actuales y retroactivas por el plazo de dos años(721) .
35. Rige también la prescripción bienal del art. 256, LCT, para el reclamo de las
asignaciones familiares (ley 24.714), comenzando su cómputo del siguiente modo:
a) para las asignaciones de pago único desde que se ha producido el hecho
generador. b) para las asignaciones de pago mensual: desde la omisión en la
liquidación de haberes del mes en que correspondiera su pago. Las asignaciones
familiares de pago mensual se deben abonar junto con los haberes mensuales
devengados. En el caso de trabajadores que perciban sus haberes en forma
quincenal, lo hacen junto con la remuneración correspondiente al segundo semestre.
En cambio, las asignaciones familiares de pago único se abonan al acreditarse el
hecho generador con los requisitos y la documentación necesaria para habilitar su
pago(722). Es menester aclarar que el plazo de prescripción bienal previsto en el
art. 256, LCT, resulta aplicable a los reclamos por asignaciones familiares en virtud
de la existencia de una disposición legal específica que así lo prevé (punto A) 16 del
anexo de la res. 112/1996, complementaria del dec. 1245/1996, PEN [DT, 1996-B,
2897]). Sin embargo, la jurisprudencia es vacilante cuando el obligado al pago deja
de ser el empleador, para pasar a serlo la ART en los casos previstos por
la LRT (ver jurisprudencia apart. B).
36. En el caso de las deudas patronales por infracciones laborales, a los efectos del
comienzo de la prescripción cabe distinguir dos hipótesis: a) De la infracción: es
decir, de la posibilidad de su castigo, prescribe a los dos años de cometido el hecho.
Se interrumpe por: 1) la constatación de la infracción mediante el labrado del acta
pertinente; 2) la apertura del sumario; 3) la comisión de nuevas infracciones. b) De
las sanciones: a los dos años de haber quedado firmes. Se interrumpe por los actos
tendientes a obtener su cobro, ya sea en sede administrativa o judicial. Por su
carácter persuasivo, si el infractor falleciere la multa no se transmite a sus
herederos(723) .
F) Interpretación restrictiva
39. Debe, asimismo, considerarse que la prescripción sólo podrá referirse a acciones
que procuran el reconocimiento o cobro de un crédito o prestación, pero no a
aquellos derechos o facultades de las que goza el trabajador como consecuencia de
otro tipo de deberes legales genéricos que impone la normativa. No resulta por cierto
prescriptible el derecho a exigir, en cualquier momento, la adopción de las medidas
legalmente previstas para prevenir eficazmente los riesgos del trabajo (art. 4º,
apart. 1º, LRT). Respecto de este tipo de deberes genéricos, como de otros de la
misma naturaleza que prevé el ordenamiento, no se podrá alegar la falta de
exigencia durante un determinado lapso como eximente de responsabilidad de
cumplimiento. La prescripción tampoco se refiere a los derechos objetivos, sino
exclusivamente a los que integran la relación acreedor-deudor. Así se ejemplifica
que el principio de la jornada máxima de ocho horas no puede prescribir aun cuando
una persona hubiere prestado su trabajo durante varios años en exceso pero, en
cambio, el derecho a exigir el pago de las horas extras trabajadas sí está sujeto al
plazo de prescripción(727).
40. En un origen se regía por las normas del derecho civil y del derecho comercial, la
dispersión de ciertas normas laborales referidas a institutos especiales y la
aplicación de algunas reglas emanadas de usos convencionales agravaban las
dificultades que encerraba la aplicación de la prescripción en el ámbito laboral.
Conforme a las normas del Cód. Civil se aplicaba como regla la común de diez años
entre presentes y veinte entre ausentes (art. 4023 antes de la modificación
introducida por la ley 17.711); la de cinco años para todo aquello que debiera
pagarse por años o plazos periódicos más cortos (art. 4027, inc. 3, ib.); y la de un
año para los maestros por el precio del aprendizaje y para los criados de servicio
(servicio doméstico, dependiente o no), a los jornaleros y oficiales mecánicos, el
precio de sus salarios, trabajo o hechuras (art. 4035, incs. 3 y 5, ib.). De acuerdo con
el Código de Comercio, se aplicaba como residual la prescripción de diez años
regulada por el art. 846; la de cuatro para lo que hubiera que pagarse por años o
plazos periódicos más cortos (art. 847, inc. 2, ib.), que comprendía los salarios y
remuneraciones en general; y la de un año para el contrato de ajuste (art. 853, ib.).
El 19/4/1968, antes de la reforma del Cód. Civil mediante ley 17.711, se dictó la
ley 17.709 (ALJA, 1968-A, 131) que estableció por primera vez en nuestra
legislación un régimen único y específico de prescripción para todos los créditos
laborales. En su art. 2º establecía que el reclamo ante la autoridad administrativa
interrumpía su curso por un lapso no mayor a los seis meses y admitía en forma
expresa que eran de aplicación (supletoriamente) las disposiciones contenidas en
el Cód. Civil; consagrando un plazo común de 2 años. La ley 20.744, al aprobar en
1974 el Régimen de Contrato de Trabajo, derogó la ley 17.709 —ver infra
jurisprudencia que postula su vigencia parcial para el caso de los trabajadores
excluidos de la LCT—; y en su art. 278 fijó un plazo común de cuatro años para las
acciones derivadas del contrato de trabajo, innovación que se desvaneció
rápidamente cuando la ley 21.297/1976 reemplazó y derogó normas de la
ley 20.744, reproduciendo los textos de la ley 17.709 a través de los
artículos numerados como 256 y 257.
41. El art. 256, párr. 1º, LCT, uniformó mediante un plazo único de dos años el
régimen de la prescripción de todos los derechos que tengan origen laboral,
provengan de las relaciones individuales o colectivas del trabajo. Empero, esa
amplitud da pie a múltiples interrogantes por dilucidar ligados a la diversidad de
créditos que emergen de la casuística y exigen ser ponderados individualmente. A
saber:
43. No presenta dificultad coincidir en que la multa del art. 80, LCT, en tanto
obligación de dar una suma de dinero emanada de un incumplimiento contractual y
sólo contemplada en la normativa laboral, se rige por el art. 256, LCT(729) . De la
misma manera, respecto de la obligación de entregar el certificado de trabajo que
únicamente prevé el art. 80, LCT (a partir de la reforma instrumentada por la
ley 24.576), la mayoría de los autores opinan que es de aplicación el plazo bienal
contemplado en el art. 256, LCT. Ello así, desde que dicha obligación es de
naturaleza contractual y, sea de dar o hacer, su destino se halla desligado de fines o
efectos previsionales (a diferencia de aquellas certificaciones del resorte de la
ANSeS, instrumentadas a través de DDJJ formuladas en sus formularios
normatizados a tal propósito), sirviendo para acreditar la capacitación laboral
adquirida; por lo que no existe ninguna razón para marginarla del plazo común
previsto por la citada norma.
46. La Ley Nacional de Empleo (Ley 24.013, LNE; LA, 1991-C, 2895) no contiene en
su articulado ninguna norma específica que consagre un plazo de prescripción
especial y diferenciado respecto de la legislación laboral general. Por ello se ha
dicho que no modifica ni deroga el art. 256, LCT, siendo éste plenamente aplicable a
los créditos que la LNE regula. Sin embargo, cobra cada vez más fuerza una postura
que pretorianamente determina el plazo prescriptivo acorde a la naturaleza del
crédito, en estos casos de acreencias atípicas y heterónomas. En efecto, una
consideración jurídica ineludible para una adecuada exégesis del plexo legal
aplicable, finca en desentrañar la naturaleza jurídica del crédito nacido de la
infracción que da lugar a la "sanción"sub examine. Repárese en que no se
"indemniza" un daño al "trabajador", sino que se castiga una conducta antijurídica
que daña a diferentes organismos públicos o de interés comunitario (ANSeS, ANSAL
y AFIP), seguida del fraude cometido por el agente de retención al sujeto
contribuyente. Esta fisonomía propia de la figura determina que la conducta
reprochada sea, a su vez, objeto de previsión legal específica brindada desde el
enfoque singular de las ramas jurídicas especiales involucradas. Así, la Ley Penal
Tributaria, en orden a la primer conducta reprochable (evasión a los organismos del
SUSS), por vincularse con las arcas públicas, la erigió en un "ilícito penal", reprimido
con prisión además de la sanción pecuniaria contemplada. Desde otro costado,
justamente a través de una ley "anti-evasión" (ley 25.345, art. 43), se incorpora la
obligación de notificar en plazo perentorio a la AFIP (modificando el art. 7º, LNE), se
introduce la figura del art. 132 bis a la LCT y dicta un decreto reglamentario
(146/2001) que confirma esa ratio legis, anti-evasora. El solo hecho de que opere de
escenario un contrato de trabajo de ningún modo convierte a las "sanciones"
pecuniarias que punen la evasión tributaria mediante la técnica de intereses
disociados (incentivando al trabajador para que denuncie el hecho como un
investigadorad hoc), en un rubro remuneratorio o indemnizatorio derivado de las
contraprestaciones típicas debidas por el empleador, como tal, a su dependiente.
Sino, por el contrario, se trata de una deuda originada en el incumplimiento de su rol
fiscalizador, legalmente impuesto para que actúe como agente de retención de un
contribuyente que ostenta la particularidad de ser alguien que le está subordinado
económicamente.
47. La atipicidad está dada por la cuota de dificultad añadida para su adecuada
interpretación y que deriva del recurso a la técnica de intereses disociados. Empero
es pacífica la doctrina judicial y autoral en sostener que esta entelequia es de
usanza expandida y consolidada en el ámbito del Derecho del Trabajo, v.gr. también
es la técnica recogida por el art. 1º, ley 25.323; en ambos supuestos no se
"indemnizan", ni siquiera se "compensan" los perjuicios ocasionados al trabajador
por la irregularidad castigada, sino que la ratio legis se incardina a sancionar la
conducta evasora del empleador, amén de que la percepción de la "multa" sea
destinada al trabajador a modo de incentivo para que denuncie la infracción y
oblicuamente contribuya a evitarle un daño al Estado. De allí que por involucrarse
intereses de orden público general (no sólo laboral)(735) , la supervivencia de la
acción —puesta en cabeza del trabajador—, a través de la que se deja al
descubierto el daño patrimonial al Estado, excede la previsión del art. 256, LCT,
diseñada para aquella otra acción cuyo fenecimiento sólo afecta intereses privados
que, a su vez, si y sólo si emergen directamente de las "contraprestaciones típicas"
recíprocamente exigibles inter-partes del contrato de trabajo, entonces, quedarán
atrapadas indubitablemente por el plazo bienal prescripto por la LCT.
48. Ahora bien, no todo "crédito del trabajador" que tenga como deudor a su patrón
se identifica con un auténtico "crédito laboral", también los hay de naturaleza civil
(v.gr. los originados en los daños y perjuicios por la ruptura ante tempus del contrato
a plazo fijo o de temporada —arts. 95 y 97, LCT—; los derivados del daño moral y
psíquico causado por el motivo desdoroso invocado para su despido o desprendido
de un acoso psicológico [mobbing ]; o por los daños en los bienes del trabajador —
art. 76, LCT—; o por una reparación integral de su incapacidad laboral —arts. 1109,
1113 y 1072, CC—). Para concluir esto debe tenerse presente que, como principio,
el máximo tribunal nacional ha sostenido que la demanda promovida por un
trabajador que invoca derechos sobre los Programas de Propiedad Participada, no
constituye una contienda de índole laboral (conf. CS, in re "Albornoz"; DT, 1999). Y
haciendo pie en dicha directriz, la jurisprudencia ha interpretado que en tales
supuestos donde el reclamo del trabajador versa sobre créditos especiales y
atípicos, no asimilables a los estrictamente "laborales" por su fuente heterónoma y
desbordar el régimen legal regulador del contrato de trabajo, teniendo en cuenta el
criterio sumamente restrictivo con el que debe analizarse la prescripción en materia
patrimonial, a falta de previsión específica e incompatibilidad del plazo común del
art. 256, LCT, corresponderá aplicar alguno de los dos plazos residuales previstos
por el Cód. Civil, el decenal del art. 4023 (arts. 8º a 10 y 15, LNE) o el quinquenal del
art. 4027, inc. 3º, para cuando se trate de deudas periódicas, como ser art. 132 bis,
LCT (ver jurisprudencia correspondiente al presente apartado).
49. En cuanto a la LNE, Arese pone sobre relieve la sutil disquisición entre el plazo
prescriptivo y el alcance temporal del ámbito de la misma, retroactivamente ampliado
por el art. 11 in fine hasta dos años atrás de puesta en vigencia, por lo que no puede
irse más allá del 26/12/1989 en el caso de vinculaciones laborales iniciadas con
anterioridad. Admite que ello lleva a la confusión al momento de dirimir el caso de
una omisión de registración o la percepción de remuneraciones en negro producida
a más de dos años de la intimación. Cita como ejemplo una situación fronteriza, una
vinculación comenzada en 1990, registrada en 1992, con remuneraciones no
registradas en 1994 y 1995, pero corregidas a partir de allí en adelante hasta el
presente, pero cuyas deficiencias históricas se mantienen. Advierte que la corrección
de la antigüedad laboral es un reclamo que suele formularse para el reconocimiento
de las bonificaciones por antigüedad o en el caso del distracto incausado para
efectuar el cómputo de indemnizaciones o para la extensión de la certificación de
servicios y aportes previsionales, siendo pacífica la jurisprudencia que admite la
imposición de astreintes hasta su otorgamiento debidamente confeccionadas. Se
pregunta entonces por qué no podría efectuarse la intimación del art. 11 y
eventualmente reclamarse las indemnizaciones de los arts. 8º, 9° y 10 calculándose
sobre remuneraciones devengadas más de dos años atrás. Obviamente responde
que se interpondría el obstáculo de la prescripción bianual de "las acciones relativas
a créditos provenientes de las relaciones de trabajo" (art. 256, LCT). Pero, repara en
que ésta es la posición "refleja" que cualquier jurista establece frente al planteo. Sin
embargo, entiende que para profundizar el aserto se debe antes analizar la
naturaleza de la acción, el momento en que surgió y si existe una eventual inacción
del titular de la acción. En principio, razona que si la LNE hizo un corte temporal en
las relaciones laborales, permite la inferencia lógica que de haber sido la intención
del legislador que rija la prescripción bienal, ésta operaría normalmente tal limitación
por lo que priva de sentido la disposición. Por otra parte, el límite temporal
establecido se corresponde con el sistema de incentivo a la regularización del
empleo que se instituyó en el art. 12, LE, con una suerte de moratoria o jubileo en
los aportes (segundo párr.) a partir de los 90 días de sancionada la ley. A las
razones expuestas, cabe agregar que debe tenerse en cuenta que no es un crédito
lo que se intima sino una obligación registral laboral y de cumplimiento de ingreso de
aportes de la seguridad social (obligación de hacer puesta en cabeza del empleador;
arts. 625 y ss., CC), correspondiéndose con el sentido de las instituciones en juego.
De allí que Juan Carlos Fernández Madrid sostiene que la obligación es
imprescriptible y puede accionarse judicialmente para el reconocimiento de la
relación laboral en todo momento por más que la procedencia de las multas de la
LNE esté supeditada a que se encuentre vigente el vínculo al momento de realizar la
intimación(736). Por lo tanto, Arese enfatiza que es forzoso colegir que, salvo la
fecha tope del 26/12/1989, no existe para atrás otro límite de cómputo de las
remuneraciones, ya que éstas sólo funcionan como módulo de cálculo, y como no
son erigidas en créditos ni derecho no están sujetas a extinguirse por la prescripción,
ya que el crédito consiste en una multa a favor del trabajador equivalente a un
porcentaje de aquéllas (o no, en el caso del art. 15, LNE), y que sólo se genera a
partir del vencimiento del plazo de 30 días de formulada la intimación incumplida por
irregularidades pasadas siendo indiferente que no se proyecten al presente en tanto
no hayan sido subsanadas, apoyándose en calificados autores que cita como Carlos
y Juan Etala, Miguel de Virgilis, Rubén Layún, entre otros. Por lo tanto, concluye que
las multas de los art. 8º, 9°, 10 y 15, LNE, pueden tomar como base el lapso de
irregularidades registrales que va desde dos años anteriores a la sanción de la ley
(26/12/1989) hasta el emplazamiento del art. 11, ib. La prescripción bianual sólo
puede computarse a partir de que el empleador se manifestó incumplidor del
emplazamiento consumido el plazo legal de 30 días, o bien, a partir de que contestó
negativamente aquel emplazamiento. Y finalmente, puede oponerse la prescripción
bianual frente al reclamo de las diferencias salariales surgidas con motivo de los
defectos registrales, sin olvidar que el emplazamiento significa un acto suspensivo o
de interrupción de su cómputo, conforme el procedimiento empleado (art. 257, LCT)
(737).
50. Asimismo, con relación a la multa del art. 132 bis, LCT, Arese pone sobre relieve
que se está ante una sanción conminatoria destinada a lograr el cumplimiento de
una obligación de ingreso de aportes retenidos indebidamente, cuyo acreedor puede
o no ser el propio trabajador. Entonces, cabría distinguir entre la retención indebida
de aportes públicos y privados. En el caso de los primeros, cuyos efectos
perniciosos trascienden de la bilateralidad emanada de la relación laboral, debe
aplicarse el plazo prescriptivo decenal del art. 4023, CC, por las mismas razones a
las señaladas con respecto a la obligación de hacer consistente en la entrega de los
certificados previsionales. En tanto que para la multa originada en la retención
indebida de aportes privados, en principio, no advierte razón para apartarse del
plazo común bienal del art. 256, LCT(738).
55. Las acciones por cobro de créditos sindicales por aportes del trabajador y
contribuciones del empleador presentan una peculiaridad en lo tocante al plazo en
que prescriben. Ello así, porque no obstante ser de fuente convencional, su alteridad
excede la bipolaridad emanada de la relación individual del trabajo, lo que excluiría
la aplicación del art. 256, LCT; a su vez, es variable la naturaleza jurídica de los
diferentes créditos involucrados según su finalidad, lo que lleva a la consideración de
un plazo acorde a ello (v.gr. art. 4023, CC, cuando tiene destino previsional);
interfiriendo, además, la aplicación de la ley 24.642, del año 1996 que regula
especialmente el procedimiento para el cobro de las acreencias sindicales
generadas por la obligación de retener que pesa sobre el empleador, que fija un
plazo de prescripción de cinco años concordante con el establecido por el art. 4027,
inc. 3º, CC, previsto en general de modo residual para todas las deudas periódicas.
Por otra parte, si bien predomina la postura de que no resulta aplicable el art. 256,
LCT, basada en que no se trata de un crédito emanado de la relación individual de
trabajo, sino del vínculo de la entidad gremial con el trabajador a partir de su
afiliación, o en su caso, con el empleador en virtud de la obligación legal de éste
como contribuyente directo y agente de retención. En contra, se ha replicado que se
encuentra comprendido en el ámbito material del art. 256, LCT, por emanar de la
convención colectiva, hipótesis que también atrapa en su universo la norma en
cuestión; siendo por otra parte relativo lo argumentado respecto de la afiliación si se
repara en las contribuciones solidarias impuestas a los no afiliados por el simple
hecho de su relación individual de trabajo(743) .
56. Sin embargo, desde una perspectiva analítica más amplia, una tercera corriente
de pensamiento prohíja que de los Convenios Colectivos de Trabajo pueden surgir
tres tipos de cláusulas normativas a las que les corresponden tres distintos plazos
de prescripción, a su vez, en uno de los supuestos con la disquisición pertinente
relativa a una bifurcación en el aval normativo. Así, por un lado se distinguen
aquellas disposiciones que se proyectan en mejores condiciones laborales sobre las
relaciones individuales del trabajo, a las que corresponde aplicar el plazo bienal
previsto en el art. 256, LCT. Por otro lado, están las obligaciones instituidas entre los
sujetos de la relación individual de trabajo (empleadores y trabajadores) para con el
sindicato, a las que les resulta aplicable el plazo quinquenal; con fundamento legal
en el art. 4027, inc. 3º, CC, cuando se refiere a las contribuciones patronales; y con
fundamento en el art. 5º, ley 24.642 en el caso de los aportes. Dejando a salvo la
hipótesis de que se trate de créditos con naturaleza de seguridad social, a los que —
destinados o no al sindicato—, resulta de aplicación el plazo decenal de prescripción
que fija el art. 4023, CC (ver jurisprudencia).
Reseña Jurisprudencial
"Prescripción. Plazo. Inicio del plazo: El argumento de que medió en el caso una
novación objetiva de las cláusulas contractuales con apoyo en el silencio del
trabajador por el lapso anterior a la prescripción, conduce a admitir la presunción de
renuncias a derechos derivados del contrato de trabajo, en abierta contradicción con
el principio de irrenunciabilidad que emana de los arts. 12, 58 y cc., LCT. A ello no
obsta la circunstancia de que el empleado haya esperado a la finalización de la
relación laboral para efectuar su reclamo, puesto que atento a lo preceptuado por los
arts. 256, 259 y 260 del mismo cuerpo legal, no estaba obligado a hacerlo hasta el
agotamiento del plazo establecido en la citada normativa, máxime cuando el pago
insuficiente de obligaciones originadas en las relaciones de trabajo debe ser
considerado como entrega a cuenta del total adeudado aunque se reciba sin
reservas (conf. M-597, XIX, "Mallo, Juan M. c. Alba, Cía. de Seguros", sent. de
agosto 28-1984)". (CSJN, 12/3/1987, "Padín Capella, Jorge D. c. Litho Formas SA",
Colección de Análisis Jurisprudencial Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social,
director: Ackerman, Mario E., LaLey 2002, 17, con nota de Tosca, Diego M.; cita
online: AR/JUR/2196/1987).
c) Constitucionalidad
1. Iura novit curia: "Los jueces tienen no sólo la facultad sino también el deber de
discurrir los conflictos litigiosos y dirimirlos según el derecho vigente, calificando
automáticamente la realidad de hecho y subsumiéndola en las normas jurídicas que
la rigen, con prescindencia de los fundamentos que enuncian las partes". (SC,
diciembre 16-976, "Paz de Goñi Moreno, Victoria y otros c. Goñi Moreno, Iván", LA
LEY, 1977-A, 259).
B) Alcance de la norma
12. Inicio curso rubros salariales e indemnizatorios. Hito inicial 4º día hábil posterior
al distracto. Cargo de hora:"La prescripción no ha de computarse desde la fecha del
distracto sino a partir de la exigibilidad de las indemnizaciones, es decir,
transcurridos cuatro días en función del plazo con que cuenta el empleador para
pagárselas de acuerdo con los arts. 128 y 149, LCT. En consecuencia y conforme
dicho criterio, si la extinción se produjo el 14 de octubre de 1996 y la demanda se
interpuso el día 15 de octubre de 1998 con cargo de hora, la prescripción no había
operado aún. Si bien es una facultad que la ley le otorga al empleador, no es menos
cierto que el trabajador no podría exigir su crédito antes del vencimiento del plazo
máximo dentro del que la ley faculta al empleador para efectivizar el pago de la
obligación". (CTrab. Córdoba., sala 10, sent. del 23/5/2000, "López Héctor c.
Cormec [ Córdoba Mecánica] SA. Demanda", Unip., Costamagna. En contra, fijando
como hito inicial el día del distracto, misma sala, 11/12/2002, sent. nro. 117, "Peralta
Juan Esteban c. Banco Suquia SA", Unip., Piña).
27. Daño Moral. Hito inicial por hecho jurídico que habilita la acción, no el hecho
jurídico fuente de la acción:"El a quoadmitió la defensa de prescripción opuesta por
el demandado, para lo cual juzgó que si bien la acción penal deducida interrumpió el
plazo de la misma, ella quedó expedita para computar el reinicio del plazo una vez
que el tribunal superior de la causa (la Cámara de Casación Penal) se expidió
denegando el recurso de casación. Bajo tal hermenéutica entendió que el plazo
bienal del art. 4037, CC, se encontraba cumplido. El recurrente enrostra que no debe
confundirse el efecto no suspensivo del recurso de queja, con el carácter de cosa
juzgada que adquiere la resolución a partir de su firmeza definitiva, lo cual acontece
una vez agotadas todas las instancias recursivas posibles. Insiste que en el caso la
acción quedó expedita una vez rechazado el recurso de queja interpuesto ante la
Corte Suprema por el querellante en sede penal y no con el rechazo del recurso de
casación notificado como lo estableció el a quo. Es claro que sólo desde el momento
en que se torna factible el ejercicio de la acción puede empezar el curso de la
prescripción. Consecuentemente, debe concluirse que la prescripción no comienza
su curso, sino cuando la acción está expedita, esto es cuando acaece el hecho
jurídico que habilita la acción, no el hecho jurídico fuente de la acción (Bueres-Mayo
"Prescripción Liberatoria" en Revista de Derecho Privado y Comunitario, nro. 11
p. 345). Si, como en el caso, la ilicitud del hecho alegado resulta depender de la
previa decisión judicial, el curso de la prescripción de la acción indemnizatoria (por
daño moral) recién comienza a partir de que dicha sentencia queda firme (doctrina
sentada por la Corte Suprema, in re causa nro. 19.685 del 12/8/2003, "Trusso,
Francisco Javier s/excarcelación)". (CNACC, sala I, 17/5/2005, "Montemarani, Miguel
Ángel c. Péculo, Miguel Alfredo s/daño moral", Ponce-Borda-Ojea Quintana).
28. Despido por delito penal. Prejudicialidad. Inicio cómputo:"La circunstancia de que
el accionante se encontrara procesado penalmente por la misma causa que derivara
en el despido dispuesto por la patronal, en modo alguno le impedía la iniciación del
reclamo pertinente ante el juez laboral, toda vez que si bien es admisible que en la
especie se da un supuesto de prejudicialidad, ello no constituye un obstáculo formal
para la realización del reclamo judicial pertinente, que debió formalizarse dentro de
los dos años computados a partir del hecho que dio origen al distracto. El art. 1101,
CC, no impide la iniciación y tramitación del proceso civil con anterioridad a que
recaiga sentencia en el juicio penal, sino simplemente veda la posibilidad del dictado
de la sentencia en el primero, antes de que exista condena del acusado en el
segundo". (CNTrab., sala II, 27/4/2001, sent. nro. 48.347, "González, Horacio c.
ENTEL en liquidación s/despido").
b) Multas antievasoras: ley 24.013 (arts. 8º, 9°, 10 y 15, LNE) y art. 132 bis, LCT
f) Excluidos
Art. 257. — Sin perjuicio de la aplicabilidad de las normas del Cód. Civil, la
reclamación ante la autoridad administrativa del trabajo interrumpirá el curso de la
prescripción durante el trámite, pero en ningún caso por un lapso mayor de 6 meses.
Sumario: A) Introducción. B) Actos interruptivos: generales y específicos. C)
Actos suspensivos: generales y específicos. D) Litisconsorcio efectos
comunicantes.
Disposiciones Relacionadas
A) Introducción
2. El régimen común representado por las normas del Cód. Civil que se refieren a la
interrupción de la prescripción está diseñado en sus arts. 3986, 3987 y 3989.
Consagra dos causales genéricas de interrupción dejando al margen aquellas otras
específicas que emerjan de los particularismos legales de cada rama jurídica.
3. Una de las causales de interrupción está dada por un acto judicial, consistente
en demandar ante un juez. O sea, la primera precisión que salta a la vista es que no
basta cualquier demanda, entendida ésta en su acepción lata como equivalente a
reclamo o petición, por más formal que fuere, sino que debe ser ante la justicia. Del
mismo modo, tampoco tipifica cualquier acto procesal, sino que habrá que concordar
cuál es el alcance dado por la norma a esa demanda judicial. Si se repara en la
literalidad del texto legal del art. 3986, CC, al prescribir que ésta debe impetrarse
"...contra el... deudor...", se impone como inferencia que el legislador requiere que se
trate de un juicio contencioso; refuerza el argumento precedente que ello coincide
con la acepción técnica estricta del término "demanda", y no es dable predicar
imprevisión en aquél. Ahora bien, el adoptar su acepción estricta conlleva a
descartar todas aquellas otras peticiones procesales que no califican como tal, como
ser las medidas preparatorias, el embargo preventivo, medidas de prueba
anticipada. La polémica se desata porque sin dudas aquí no puede reprochársele
inactividad al acreedor, todo lo contrario, está realizando actos que manifiestan su
voluntad de ejercer su derecho, implican su puesta en acción, sólo que son
complementarios al acto mismo de entablar formal demanda. De allí que es
menester escudriñar aquello que la norma jurídicamente dice, amén de lo que
pareciera surgir de su rigurosa literalidad. En tal hermenéutica la doctrina acuerda
que se ha utilizado el término demanda sólo por oposición al acto de jurisdicción
voluntaria, el que lógicamente queda marginado de producir efectos interruptivos por
no haber bilateralización. De manera tal que no sólo cabe incluir todos aquellos
actos procesales previos tendientes a completar o posibilitar la demanda (medidas
preparatorias), o conducentes al aseguramiento de su éxito (prueba anticipada) o
cobrabilidad (embargo preventivo), sino también a la demanda autosatisfactiva pese
a que se trate de un proceso monitorio donde la bilateralización está desplazada
para un segundo momento. No así la presentación conjunta de un acuerdo
espontáneo para su homologación, dado que no existe demanda contenciosa ni
siquiera en su acepción lata, pero, eventualmente tipificará como un reconocimiento
de deuda (restante causal) sobre cuya base se podría luego reclamar alguna
diferencia económica o rubros no contemplados.
8. A las dos causales señaladas se agrega una tercera, específica, propia del
derecho laboral, la interrupción por reclamación ante la autoridad administrativa del
trabajo (art. 257, LCT). Es significativo reparar en la alusión concreta que
pareciera, prima facie, marginar los reclamos formulados ante otras autoridades
administrativas. V.gr. ante las Comisiones Médicas de la LRT (arts. 8.3, 21 y 22).
Existe consenso en que no cabe distinguir entre el reclamo administrativo que
voluntariamente formula el trabajador y el que viene impuesto como exigencia previa
a la instancia judicial(748) (v.gr. art. 1º, ley 24.635, paso previo ante el SECLO para
demandar en la justicia nacional del trabajo; art. 2º, dec. 4951/1972, provincia de
Córdoba para los empleados del servicio doméstico). No obstante ello, es útil
remarcar que existe una inconsistencia entre el art. 7º, ley 24.635, que prevé que la
demanda de conciliación ante el SECLO "suspenderá" la prescripción por el término
que establece el art. 257, LCT. Huelga aclarar la diferencia que ello implica con la
"interrupción" prevista genéricamente por la LCT para la misma clase de actos. Por
lo tanto, debe primar el efecto dispuesto por la norma jerárquicamente superior
(art. 31, CN), avalado por su carácter de orden público explicitado en el art. 256, LCT
(ver comentario a esta norma), y reforzado en la circunstancia de resultar más
favorable al trabajador (art. 9º, ib.), en un todo conteste con el temperamento
restrictivo que debe imperar en la interpretación del instituto de la prescripción. Dado
que vencidos los seis meses (dies a quo ), en la hipótesis de la suspensión se
reanudaría el plazo cuyo curso se congeló provisoriamente y que podría estar pronto
a expirar, mientras que la LCT beneficia con un nuevo plazo de dos años que deberá
comenzar a correr de modo integro (3998, CC).
11. El art. 3986, CC, establece que la prescripción liberatoria se suspende, por una
sola vez, por la constitución en mora (interpelación) del deudor, efectuada en forma
auténtica; y sólo tendrá efecto durante un año. Por consiguiente, para que opere la
suspensión por esta causal general debe mediar una interpelación, esto es, un
requerimiento de pago, como refuerzo volitivo a los efectos ya operados por el
principio general de la mora automática. En cuanto a la "forma auténtica" requerida,
debe considerarse tal la que aleje toda duda sobre su veracidad y fecha, como p. ej.,
acta notarial, telegrama colacionado, carta documento, etcétera. No basta la
interpelación verbal por más que se acredite mediante prueba testimonial(752) . Por
ello han sido objeto de severas censuras aquellas decisiones que han conferido ese
carácter "auténtico" a notas internas presentadas por el trabajador a su empleadora,
por más que diera lugar a la formación de un expediente, ya que ante su
desconocimiento en cuanto al día de imposición se privaría de tal tenor, al carecer
de fecha cierta (art. 1035, CC). Razón por la que, ab initio, no puede definirse si será
un instrumento in-idóneo o eficaz a tal propósito. El Cód. Civil no ha determinado lo
que significa autenticidad, pero la doctrina y jurisprudencia han manifestado en
forma unánime que se refiere a medio fehaciente. P. ej., la carta documento o el
telegrama, ley 23.789, remitidos por el Correo Argentino (hoy: Correo Oficial), si bien
es objetable su carácter de un instrumento público (art. 993, CC), hace plena fe en
cuanto a su contenido, y fechas de emisión y recepción, siendo carga probatoria del
deudor acreditar las circunstancias que excluyan tal certeza (Fallo Plenario del
21/3/1980, ED, 87-268 y LA LEY, 1980-B, 123). Con igual lógica ello es predicable
respecto de idénticos medios epistolares prestados por otros servicios postales.
13. Sin embargo, hay autores que rebaten que la causal de suspensión proviene de
la manifestación del acreedor de su interés por mantener viva la acción, lo que debe
realizarse en forma auténtica, dejando al margen la consideración si ella es idónea o
no para lograr la constitución en mora. Conforme la norma, para una línea de
pensamiento basta que el acreedor exteriorice en forma auténtica su voluntad de
mantener viva la acción, sin precisar si es menester —o no— que sea de
conocimiento del deudor (excluyendo el dolo, claro está). A tal fin, argumentan que
debe tenerse en cuenta que es una facultad o beneficio del acreedor que lo realiza
sin participación del deudor (acto unilateral). Que si se atiende a que la demanda
aún ante juez incompetente interrumpe sin que sea necesario notificarla, no habría
razón para agregar una mayor exigencia cuando se está ante un acto unilateral que
sólo tiene efectos suspensivos (menos gravoso), distinguiendo donde la ley no lo
manda. Por otra parte, la remisión de la carta documento como una de las formas de
manifestar la voluntad del interés del acreedor de mantener viva la acción, es un
acto de derecho civil y no de derecho procesal, similar a los negocios jurídicos,
configurando un acto jurídico unilateral, voluntario y lícito (art. 944, CC), bastando la
certeza del reclamo. En razón de lo expuesto, sostienen que no cabe erigir en un
presupuesto la constitución en mora que, por otra parte, es por esencia un acto
recepticio. Característica que condicionaría la eficacia de la interpelación a que
ingrese al domicilio del deudor aunque no llegue al conocimiento efectivo de éste,
sea por ausencia, enfermedad, embriaguez, analfabetismo o por cualquier otra
causa que no dependa del acreedor; y por lo tanto surtiría efectos recién a partir de
que el deudor toma conocimiento o se encuentra en condiciones de hacerlo. De allí
que desde esta tesitura se preconice que la interpelación a los efectos del art. 3986,
CC, ante la imprecisión del legislador, cabe reputarla como acto no recepticio en
aras a la interpretación restrictiva que debe imperar en salvaguarda de la
conservación de los derechos. Destacando que lo relevante del acto de interpelación
exigido para producir los efectos suspensivos previstos por la norma es que dentro
del plazo legal el acreedor deje constancia por acto auténtico de su voluntad de
mantener viva la acción, independientemente del momento en que tenga lugar su
conocimiento o imposibilidad en tal sentido por parte del deudor, quedando
únicamente a salvo la hipótesis del obrar doloso directo, enderezado a evitar ello por
parte del reclamante (ej. empleado que dirige a sabiendas su telegrama a un
domicilio incorrecto para mantener vivo su crédito durante la vigencia del vínculo por
temor a represalias). Todo a partir de insistir en que no debe perderse de vista que
no se trata de constituir en mora al deudor, pues ya lo está por efecto automático de
su incumplimiento (art. 509, CC, cc. arts. 128, 149, LCT). El acto suspensivo no es la
constitución en mora, sino la exteriorización de la voluntad de mantener viva la
acción, por más que ambos pueden convergir en el mismo instrumento. Hay acuerdo
doctrinal y jurisprudencial en el sentido que si bien el art. 3986, CC, establece
"literalmente" que la prescripción se suspende por la "constitución en mora", lo que
"jurídicamente" ha querido decir es que se suspende por la interpelación. En otros
términos, la suspensión de la prescripción no es un efecto de la situación de mora
sino de la interpelación auténtica(754) . Bajo ese prisma, coligen lógicamente que
exigir que el deudor conozca la interpelación dentro del plazo de vida de la acción es
un requisito no previsto por la normativa vigente, que expone al acreedor a
contingencias ingobernables como son los hechos de terceros (mensajero) o del
deudor, siendo que él ya ha expresado su voluntad de no abandonar el ejercicio de
su derecho que es lo único que está en cuestión en el tópico. Y el acreedor tiene
derecho desde el primero hasta el último de los días del plazo de prescripción para
hacerlo, del mismo modo que sucede con la interrupción por demanda presentada
en el plazo de gracia procesal. Ergo, si ejercitó su derecho interpelando dentro de
ese plazo, resultará indiferente cuando se recibe o si ello no se produce nunca; la
actuación será igualmente válida y surte plenos efectos suspensivos aunque no sirva
como constitución en mora a los efectos de la procedencia de algún rubro (ej. art. 2º,
ley 25.323, art. 80, LCT).
15. Por otra parte, los autores discrepan sobre las características jurídicas de la
interpelación. Para algunos es un hecho(755) . Para otros, en cambio, es un acto
jurídico(756) . Empero, existe unanimidad en la doctrina nacional y extranjera acerca
de que la interpelación es una declaración unilateral, porque emana de la sola
intención del acreedor no requiriéndose la intervención de otra voluntad(757) .
Configura un derecho potestativo. Esta discusión no genera mayores problemas. La
cuestión relevante gira sobre el carácter recepticio —o no— de esa declaración, al
menos, a los efectos de la suspensión del curso de la prescripción. Sabido es que
una declaración es recepticia cuando es emitida y, a la vez, como tiene por vocación
hacer saber al deudor el contenido de la voluntad se halla dirigida al mismo para que
tenga conocimiento de ella; las declaraciones son no recepticias, en cambio, cuando
consisten simplemente en la estricta emisión, sin que sea preciso que vayan
dirigidas a una determinada persona o grupo de personas (ej., el testamento). A su
vez, avanzando en precisión, se ha clasificado a las primeras en dos subtipos: las
propiamente recepticias que se perfeccionan al ser recibidas y es eficaz desde
entonces, y las impropias, que surten efectos retroactivos desde se emiten aunque
ello esté condicionado a su recepción. En la doctrina argentina existe un
generalizado consenso acerca de su carácter propiamente recepticio(758) . O sea
que la intimación comienza a producir sus efectos desde que la declaración que la
contiene es receptada por el deudor. El fundamento de esta exigencia es que sólo a
partir de que el deudor toma conocimiento del reclamo del acreedor (o está en
condiciones de hacerlo) puede decirse que la declaración cobra sentido. Por lo tanto,
el momento en que la declaración entra en la órbita del destinatario tiene especial
importancia cuando se trata de declaraciones que han de formularse dentro de un
plazo. Para que éste se verifique como cumplido, es menester que la declaración
llegue a su destino puntualmente, y el declarante responde de cualquier retraso,
aunque sea fortuito. Sin embargo, tratándose de interpelación a los efectos del curso
de la prescripción, más todavía para determinar si la reclamación extrajudicial
produce efectos suspensivos de la prescripción desde que se hace o cuando la
recibe el prescribiente, la claridad entra en un cono de sombra en la doctrina y
jurisprudencia. Desde un sector, para llegar a la conclusión de que, al menos, a tal
fin no tiene carácter recepticio o en todo caso será impropiamente recepticio, parten
del análisis de las causales de interrupción de la prescripción (y de allí la dirimencia
de la anomalía enrostrada supra, producida por la ley 17.940 que mutó el efecto
interruptivo que preveía originariamente esta causal sub examine ), especialmente,
la interrupción por demanda sin necesidad de ser notificada, de lo que se sigue que
no habría razón para calificar de recepticia a la interpelación extrajudicial cuando las
(otras) causales de interrupción (consecuencia más gravosa) no lo son. Es dable
señalar que refuerza la reprobación subrayada a la inconsistente reforma del Código
de Vélez Sarsfield, la introducción del art. 3982 bis (mediante ley 17.711), que añade
otra contradicción conceptual en el sistema al trocar el efecto interruptivo reconocido
a toda demanda judicial, por uno meramente suspensivo cuando consista en la
querella penal. Que, amén de la irracional distinción, inficiona la lógica jurídica del
Código al trastocar el fundamento que dio lugar a las causales de suspensión por
oposición a las interruptivas, invertido promiscuamente en las incorporadas por
las leyes 17.711 y 17.940 (arts. 3982 bis y 3986, 2º párr., respectivamente). Donde
aquéllas encontraban sustento en una inactividad justificada de la persona a la que
podría oponerse la prescripción, inspirado en el precepto romano agere non valenti
non currit prescriptio que el codificador menciona en la nota al art. 3980 del Codex.
En cambio, lo que definía a las causales interruptivas, precisamente, consistía en
romper esa pasividad mediante una actividad jurídicamente relevante y
taxativamente tabulada(759) .
Reseña Jurisprudencial
A) Introducción
5. Interrupción por demanda sin notificar. Proceso que se mantiene inactivo por un
tiempo equivalente al de la prescripción. In dubio pro actione:"La solución normativa
del art. 3986, CC, sólo permite desarticular la interrupción de la prescripción
generada por la demanda, sin necesidad de su notificación, ante los supuestos
específicamente contemplados (desistimiento y caducidad). Ello porque aun cuando
esa postura puede conducir a situaciones reñidas con los fines del instituto de que
se trata, la justicia se satisface mejor con el pronunciamiento que declara la
existencia o no de la deuda que con la pérdida de un derecho en nombre de la
seguridad jurídica que no se advierte concretamente lesionada. Tan es así que el
propio Cód. Civil delega a los procedimentales la regulación de la deserción de la
instancia, que nuestro rito laboral no ha recogido, y que en el civil está sujeto a la
instancia de la parte interesada. La demanda es un hecho continuado que se
prolonga en el tiempo y no se extingue mientras no se verifique caducidad,
desistimiento o sentencia firme. Ello porque estando vigente la relación jurídica
procesal no puede comenzar a correr un nuevo lapso prescriptivo. La demanda
interrumpe durante todo el desarrollo del proceso, aun en el caso en que se
prolongue inactivo por un tiempo equivalente al de la prescripción, pues conforme el
régimen legal es factible el cese del obstáculo únicamente ante los supuestos al que
la propia normativa reconoce esa eficacia. La declaración de prescripción sin que
medien las causas previstas para provocarla, carece de sustento normativo, pues se
trata de un supuesto excepcional que cabe recordar en caso de duda corresponde
estar a la subsistencia de la acción (art. 874, CC, por analogía)". (TS, Córdoba, sala
Laboral, 29/12/1999, sent. nro. 162, "Martínez Carmen R. c. La Olivarera Arg. SA -
ind. art. 71, ley 22.248", Rubio-Kaller Orchansky-Lafranconi, SJ, 2000-B-1282.
Precedente que ratifica el criterio de su sala Civil, resuelto a fin de unificar la
interpretación sobre el texto legal en cuestión, en la causa "Georgetti, Stella M. c.
Eder Carlos Fasina y otros, Ordinario", sent. nro. 198/1998; reiterado por la sala
Laboral, en "Montoya María Cristina c. Telecom Arg. —Stet France— Telecom SA
incap." [31/3/2004, sent. nro. 23, Rubio-Lafranconi-Sesín]. Concordante a su vez con
el de la CS, según tiene dicho que "[d] urante el proceso desaparece la presunción
legal del abandono del derecho" [Fallos: 237:452]).
20. Despido por delito penal. Prejudicialidad. Diferencia con causal suspensiva por
querella penal (art. 3982 bis, CC):"La circunstancia de que el accionante se
encontrara procesado penalmente por la misma causa que derivara en el despido
dispuesto por la patronal, en modo alguno le impedía la iniciación del reclamo
pertinente ante el juez laboral, toda vez que si bien es admisible que en la especie
se da un supuesto de prejudicialidad penal, ello no constituye un obstáculo formal
para la realización del reclamo judicial pertinente, que debió formalizarse dentro de
los dos años computados a partir del hecho que dio origen al distracto. El art. 1101,
CC, no impide la iniciación y tramitación del proceso laboral con anterioridad a que
recaiga sentencia en el juicio penal, sino simplemente veda la posibilidad del dictado
de la sentencia en el primero, antes de que exista condena del acusado en el
segundo". (CNTrab., sala II, 27/4/2001, sent. nro. 48.347, "González, Horacio c.
ENTEL en liquidación s/despido").
21. Interrupción por demanda presentada el día siguiente al vencimiento del plazo
prescriptivo, dentro del cargo de hora:"La normativa ritual (caso del
art. 124, CPCCN; arts. 17 y 19, ley 7987 de Procedimiento Laboral en la pcia. de
Cba., cc. con el art. 53, Código de Procedimientos Civiles de igual provincia; etc.)
establece que las actuaciones procesales se practicarán en días y horas hábiles,
previendo los términos y cómputos, y la prórroga legal a las dos primeras horas del
día siguiente al de su vencimiento previendo no sólo la posibilidad de que cayera en
un día inhábil sino también aunque coincida con un día hábil pero como
compensación de la menor fracción en que se encuentran abiertas las oficinas
judiciales. Por lo tanto, si el plazo del art. 256, LCT, venció un día domingo o un día
cualquiera de la semana aunque no fuera feriado, siempre que la demanda fuera
entablada al día siguiente dentro del cargo de hora, no se produce la prescripción.
Este plazo de gracia procesal no altera el término que contempla la Ley de Fondo
para extinguir la acción sino que se limita a proporcionar una prórroga en virtud de
que las oficinas judiciales no funcionan en días inhábiles ni durante todo el día
cuando sea laborable; sirviendo como remedio para quien se ve imposibilitado de
utilizar todo el tiempo apto del que dispone legalmente, debido a la hora de cierre de
las oficinas judiciales. La cuestión ha dado motivo a las diversas argumentaciones
sintetizadas en el fallo de la CS (ED, 69:495) y en el plenario de la CNCiv. (LL, 1976-
D, 298). En el precedente citado y en otras causas posteriores, el órgano máximo
nacional sostuvo que el art. 124, CPCCN (semejante al art. 17, ley 7987 - CPT Pcia.
de Cba.) 'no debe reputarse como un intento de modificar las leyes de fondo que
fijan plazos para el ejercicio del derecho, sino como un modo de regular situaciones
en las que el accionante se ve imposibilitado de utilizar todo el tiempo apto del que
dispone legalmente, debido a la hora de cierre de las oficinas judiciales'. El plenario
referido se pronunció en el mismo sentido. También ha sido el criterio seguido por la
SC (LL, 1984-D-73), y por la SCJ de Mendoza ('Pellegrina Gabriel c. Ricardo José
Boff y otros' p/d y P. s/casación del 15/3/1992). Asimismo, un amplio sector de la
doctrina enumerada en el prolijo voto de la Dra. Aída Kemelmajer de Carlucci en
autos 'Pellegrina', se ha inclinado por la tesis que podríamos denominar positiva. Sin
embargo, autorizados tratadistas como Borda, Boffi Borgero y Belluscio, se hallan en
la vereda contraria (ver Tratado de Derecho Civil, Obligaciones, t. II, nro. 1054 bis;
Tratado de Obligaciones, t. V. nro. 1811 y disidencia del Dr. Belluscio en
Fallos: 306:1340, respectivamente). Si bien en el plano teórico puede sostenerse
que no se trata estrictamente de un caso de imposibilidad de actuar contemplado en
el art. 3980, CC, que las leyes adjetivas no pueden modificar los plazos sustanciales,
o que no debe premiarse la negligencia de quién estrictamente no ejercitó su
derecho dentro del término fijado, otras razones determinan la dirección opuesta. En
primer término, el valor moral de los fallos de la Corte Suprema y la necesidad de
procurar soluciones a los juicios dentro de los límites de la provincia evitando
dilaciones y gastos inútiles. En segundo término, frente a la jurisprudencia
mayoritaria, la necesidad de consolidar el valor seguridad que ha llevado a la Corte
Federal —como también destaca la Dra. Kemelmajer de Carlucci— a forzar su
propia competencia para dar la solución que considera 'justa' en cuestiones de
derecho común". (TS, Córdoba, sala Laboral, 23/8/1995, sent. nro. 115, "Rodríguez
Mercedes Antonia c. Alfredo Zorzenón y otro - Apelación Recurso de Casación", SJ,
t. 73-1995-B, p. 1068; reiterado en: 6/5/2003, sent. nro. 41, "Bainotti Fernando Luis
Marcelo c. Agromec SA - indemnización ley 24.028", Rubio-Kaller Orchansky-
Lafranconi).
22. Interrupción por demanda presentada el día siguiente al vencimiento del plazo
prescriptivo, dentro del cargo de hora:"El plazo de gracia dispuesto por el art. 82,
CPCC de la provincia de Córdoba, no va en desmedro de las leyes de fondo, ya que
la norma procesal ni amplía ni altera el sistema del Cód. Civil (arts. 27 y 28)
limitándose a proporcionar un plazo de compensación de aquel que, en virtud del
horario de funcionamiento de los tribunales, se ve privado el litigante para hacer
efectivo su propósito o voluntad interruptiva. Es decir, tiene el propósito de
solucionar un problema de orden práctico relacionado con el horario de las oficinas
judiciales, válido tanto para los plazos procesales, como para los fijados en las leyes
de fondo". (Cám. Omnibus de San Francisco, Córdoba, sent. nro. 33, "Cipolla,
Héctor N. c. Juana Bossa de Benitez-demanda ejecutiva", SJ, t. 72-1995-A).
5.Efecto suspensivo SECLO. Dies ad quem. In dubio pro actione y operario. Seis
meses:"El art. 7º de la ley que instituye el SECLO sólo remite al art. 257, LCT, en lo
atinente al plazo allí regulado, pero no en lo relativo al efecto interruptivo, pues
expresamente la misma ley que lo crea dispone su efecto suspensivo. No puede
soslayarse que el art. 3986, CC, dispone que la constitución en mora del deudor
suspende el curso de la prescripción por un año, por lo cual no resulta razonable que
los efectos suspensivos del reclamo ante el SECLO sólo duren unos pocos días que
consume su tramitación, dado que no se trata de una presentación de carácter
voluntario ante la autoridad administrativa, sino que constituye la iniciación de una
instancia obligatoria, previa a la judicial, con debida citación de la contraparte.
Tampoco puede perderse de vista que del trámite parlamentario resulta que en este
punto la remisión al art. 257 se hizo con la finalidad de beneficiar al acreedor laboral,
ya que el proyecto de ley enviado por el Poder Ejecutivo nacional atribuía al reclamo
ante el SECLO un efecto suspensivo de la prescripción limitado 'hasta la finalización
del procedimiento de conciliación'. Sin embargo, en la Cámara de Diputados se
observó que si una vez concluido el procedimiento el trabajador no llegaba a iniciar
inmediatamente las acciones judiciales, podía llegar a perder sus derechos por la
prescripción y, por ello, se propuso la redacción que en definitiva resultó aprobada.
Es decir, la que remite al 'término que establece el art. 257, LCT', pues de ese modo
'se mantiene el plazo (pero, suspensivo) de seis meses que beneficia al empleado'
('Antecedentes Parlamentarios', La ley, 1996, nro. 5, ps. 1575 y 576). Que además
ante la duda del alcance de la norma debe estarse al plazo suspensivo más
beneficioso para el acreedor, pues lo concerniente a la prescripción es de
interpretación restrictiva aun en el ámbito del derecho civil donde rige el principio a
favor del deudor, y en la duda debe estarse por la subsistencia del derecho y por el
plazo prescriptivo más dilatado (conf. Borda, Tratado de Derecho Civil Obligaciones,
t. II, Perrot, Buenos Aires, 1989). Ello con más razón en nuestra disciplina, ya que el
ordenamiento legal laboral tiene por objetivo la protección del trabajador (art. 14, CN,
art. 9º, LCT)". (CNTrab., sala III, 23/5/2005, "Kustner, Alejandro c. Daimler Chrysler
Leasing Argentina SA y otros"; Eiras-Porta (en conformidad al Dictamen del fiscal
general).
10. Idoneidad suspensiva de constitución en mora por nota interna del trabajador:"Si
el actor presentó dos notas a la demandada por las cuales rechazaba el cambio de
categoría, cada una de ellas tiene efectos suspensivos, ya que en las obligaciones
de tracto sucesivo cada período comienza a prescribir desde su exigibilidad, con
independencia de los demás períodos y de la fecha inicial de la
secuencia". (CNTrab., sala III, 29/2/1984, DT, 1984-A, 776).
11. Inaplicabilidad de la causal de suspensión del art. 3966, CC, a los menores con
capacidad para trabajar en los créditos ligados al vínculo laboral:"La capacidad
laboral de los menores adultos constituye una excepción a la regla general de la
incapacidad de esta categoría de menores (arts. 55, CC; 32, 33 y cc., LCT), los que
por su condición de capacidad resultan extraños al ámbito normativo del art. 3966,
CC, que presupone la existencia de un incapaz".(SC,26/6/1990, "Pereira, Mabel
Beatriz c. Ritiro, Pascual y otro s/despido, etc.", DJBA, 140-53; AyS, 1990-II-609;
ED, 140, 238).
Disposiciones Relacionadas
1. La voluntad del legislador fue la de considerar prescripta toda acción que se inicie
después de dos años de finalizada la relación laboral, con la intención de que en los
supuestos de enfermedades accidentes no se admita la posibilidad de que muchos
años después de extinguido el contrato de trabajo, el empleador deba reparar un
daño supuestamente atribuible a las tareas prestadas. Así, a los efectos de la
prescripción se debe contar como punto de partida la toma de conocimiento por
parte del trabajador del grado de incapacidad padecido, es decir la fecha en que el
trabajador adquiere noción cabal de la disminución laborativa derivada de la
enfermedad que lo aqueja, pero nunca podrá exceder los dos años de la extinción
del vínculo. Derogado el sistema de reparación de los accidentes de trabajo y
enfermedades profesionales, fundado en la responsabilidad contractual del
empleador (art. 75, LCT), a partir de la vigencia de la ley 24.557 (LRT) rige un
sistema de cobertura que se pretendió inscribir en la seguridad social. Sin embargo,
las acciones derivadas de la LRT, coincidentemente, prescriben a los dos años a
contar desde la fecha en que la prestación debió ser abonada o prestada y, en todo
caso, a los dos años desde el cese de la relación laboral (art. 44, párr. 1º, LRT). En
cambio, prescriben a los diez años, a contar desde la fecha en que debió efectuarse
el pago, las acciones de los entes gestores, de regulación y supervisión de la LRT,
para reclamar el pago de sus acreencias (art. 44, párr. 2º, LRT).
Reseña de Jurisprudencial
LRT: acción por diferencia indemnizatoria derivada de pagos en negro. Hito inicial.
Efectos del desistimiento ficto de la acción por ausencia a la audiencia de
conciliación (art. 49, ley 7987, provincia de Córdoba): "El actor fue indemnizado por
accidente de trabajo por la ART y demanda luego judicialmente diferencia de
indemnización en base a una porción del salario que percibía en negro. Demanda
inicialmente a la ART y no asiste a la audiencia de conciliación, por lo que se lo tiene
por desistido. Tiempo después demanda nuevamente, pasados los dos años desde
la extinción del contrato de trabajo. En el juicio contra la ART el actor solicita la
citación como tercero interesado del empleador. La demandada y el tercero
interesado interponen excepción de prescripción, fundados en que el plazo comenzó
a correr a partir del día en que el actor recibió el pago por parte de la aseguradora,
pago por cuya diferencia en más ha litigado. La parte actora se opone en base a que
el plazo fue interrumpido durante el trámite ante la comisión médica, que a su vez
reanudado fue suspendido por un año en virtud de la constitución en mora al deudor
al notificársele la demanda interpuesta. El tribunal entiende que la pretensión del
actor no se encuentra prescripta, pero no por los motivos que aduce su parte, sino
por razones distintas. En primer lugar, de acuerdo a lo establecido por el art. 44, Ley
de Riesgos, queda claro que el plazo de prescripción comienza a correr a partir del
momento que la prestación debió ser abonada o prestada, 'y', entrecomillamos la
letra de que se trata porque a criterio del tribunal funciona con el significado: 'pero',
ya que nos está diciendo que en todo caso nunca deben pasar más de dos años de
fenecido el contrato. Ahora bien se está reclamando una diferencia de
indemnización, con lo cual el plazo no puede empezar a correr, sino desde que
queda evidenciada tal diferencia, es decir a partir del momento del pago, ya que
resulta irrito pensar que está corriendo un plazo de prescripción cuando no ha
nacido aun el derecho. Entonces, no se está reclamando el pago del monto de la
indemnización sino de la diferencia en el pago de dicho monto, diferencia que nace
en el momento del pago que es cuando el plazo ha empezado a correr (art. 3956,
CC). Y corresponde entonces analizar la capacidad de interrumpir la prescripción de
una demanda en la cual no se asiste a la audiencia de conciliación. Según lo
dispuesto en el art. 49, Ley del Fuero, tal inasistencia es sancionada con el
desistimiento de la acción, insistimos en que sólo de la acción, puesto que este actor
al que se le ha dado por desistido puede iniciar otra demanda, como de hecho ha
ocurrido en este caso. Ahora bien el art. 3987, Cód. Civil, sostiene que la
interrupción de la prescripción producida por demanda se tendrá por no sucedida si
el demandante desistiese de ella. Nos encontramos con dos normas una del Cód.
Civil y otra de la Ley del Fuero que hacen referencia al desistimiento, no de la misma
manera a criterio del tribunal, ya que el primero hace referencia al desistimiento
expreso de la parte y que le impide al respecto cualquier tipo de reclamo posterior
(desistimiento del derecho), que difiere notablemente del previsto en la ley 7987, ya
que aquí se trata de una sanción legal que no puede ir más allá de lo que sanciona,
es decir, de tenerlo por fictamente desistido de la acción en esa causa, pero muy
bien puede iniciar otra acción. Se trata de una imposición legal que excede la
voluntad expresa de la parte, máxime que el instituto de la prescripción debe ser
aplicado e interpretado restrictivamente, a lo que debemos adunar que en el derecho
del trabajo impera el principio de irrenunciabilidad. Todo lo que conduce a concluir
que el reclamo del actor no estaba prescripto y que la excepción interpuesta debe
rechazarse por los motivos apuntados". (CTrab. Cba., sala 11, 21/5/2004, "Ledesma
Ángel J. c. CNA ART SA", Unip., Bonetto de Rizzi).
Caducidad
Art. 259. — No hay otros modos de caducidad que los que resultan de esta ley.
Disposiciones Relacionadas
Concordancias: arts. 67, 135, 186, 200 y 269, LCT; art. 11, LNE, cc. con art. 3º,
DR 2725/1991.
A) Introducción
9. Sin embargo, el autor insiste en que ambos institutos operan en ámbitos distintos
y que allí finca la distinción conceptual, fundamental para definir las notas jurídicas
que tipifican la caducidad y, en consecuencia, para poder precisar las diferencias
que la separan de la prescripción. El problema queda reducido, por tanto, a distinguir
la caducidad de la prescripción en los casos en que el plazo establecido por la ley (la
prescripción no puede tener otro origen) recaiga sobre derechos dotados de acción.
Cuando a estos derechos se los consagra sin fijarse un plazo determinado para su
ejercicio, la extinción de la acción respectiva se rige por la prescripción, conforme lo
apuntado en el párrafo anterior.
10. Frente a los supuestos de caducidad legal, si bien las partes no podrán pactar la
resolución y prolongación de sus términos, se admite que en ciertas situaciones, si
se trata de derechos disponibles, la caducidad puede también ser impedida por el
reconocimiento del derecho, siempre que se vuelva así innecesario al cumplimiento
del hecho impeditivo. Pero de conformidad con los principios generales, o sea que si
está interesado el orden público, es decir, si se trata de derechos indisponibles, el
reconocimiento carecerá de efectos y por lo tanto no podrá suplir el acto impeditivo,
que necesariamente habrá de ejecutarse para evitar la caducidad. La mayoría de la
doctrina y jurisprudencia considera que en ningún caso se puede admitir la
suspensión de los plazos de caducidad. Sería desde todo punto de vista antijurídico
y no valioso que el derecho, destinado a regir la conducta de hombres libres, privara
de una prerrogativa jurídica a quien se ha encontrado imposibilitado de ejercerla por
razones ajenas a su voluntad, e incluso por culpa exclusiva de la contraparte, si
media dolo o violencia. Por lo que De la Fuente preconiza que, aplicando
analógicamente el art. 3980, CC, los jueces podrán dispensar o perdonar la
caducidad cumplida, siempre que el titular del derecho se haya visto imposibilitado
de ejercerlo en razón de un obstáculo exterior insuperable en términos
relativos(768) .
13. Tanto así que ha llevado a De la Fuente, después de valorar tanto la letra como
el espíritu del art. 259, a replantearse que no ha consagrado el criterio
rigurosamente restrictivo, sino todo lo contrario. Sostiene que no alude a casos
específicos de caducidad, sino a los que se puedan establecer dentro del marco
jurídico fijado por la LCT en general ("los que resultan de esta ley"). Marco
constituido tanto por las normas particulares como por los principios que ella
consagra. De este modo, concluye que será perfectamente legítimo todo plazo de
caducidad que se encuadre dentro de esos límites, es decir que no contradiga la
LCT, ni sus normas ni sus principios, al margen por completo de que dicho plazo
esté consagrado por la ley, un negocio jurídico o hasta por los jueces. Sin embargo,
enfatiza que la mentada norma se endereza a descalificar las caducidades que
pudieran perjudicar al trabajador, en cuanto dicho medio extintivo podría constituirse
en un peligroso remedio para convalidar renuncias tácitas de derechos
irrenunciables. Pero en la medida en que no se supriman o reduzcan derechos
irrenunciables del trabajador, no puede haber ningún impedimento para que se
establezcan plazos de caducidad por medio de negocios jurídicos, especialmente si
se trata de consagrar condiciones más favorables que las establecidas por la ley
(arts. 7º, 8°, 9° y 12, LCT). En consecuencia, en ningún supuesto se podrán
establecer, por vía negocial, plazos de caducidad para reducir temporalmente el
ejercicio de las acciones judiciales, ya provengan de acto unilateral (reglamento de
empresa, etc.), acuerdo individual o de una convención colectiva de trabajo, se
afecten derechos reconocidos al trabajador o al empleador. Con mayor razón, jamás
podrá aceptarse que, por vía jurisprudencial, se establezcan plazos de caducidad
que violen la ley imperativa y los principios que se derivan de ella (art. 259, LCT).
17. La doctrina suele destacar que estos casos de caducidad pueden coincidir con la
renuncia tácita al derecho, cuando de su falta de ejercicio oportuno se pueda deducir
la intención de su titular de renuncia a él(771) . La renuncia, si no es expresa, debe
surgir de actos que evidencien inequívoca y necesariamente la voluntad de
renunciar (art. 874, CC), cuya apreciación será aún más restrictiva si el titular del
derecho es el trabajador (art. 58, LCT), y que dicho acto abdicativo no se configurará
si existe una protesta o declaración expresa en contrario (art. 918, CC). De ahí que,
si bien es verdad que con frecuencia podrán coincidir la caducidad con la renuncia,
en tanto se pueda a veces considerar la inacción del titular como renuncia tácita, en
estos casos de ejercicio extemporáneo o inoportuno del derecho la extinción se
producirá siempre por caducidad, que opera, diríamos, objetivamente, por el solo
transcurso del tiempo considerado razonable por el juzgador, se configure o no
también una situación de renuncia. Es decir que la pérdida del derecho acaecerá
con prescindencia de la voluntad del titular. La extensión de estos plazos de
caducidad es esencialmente variable, y la fijará el juzgador en cada caso particular,
después de valorar las circunstancias que presente cada situación concreta. Así,
p. ej., en el caso de despido causado del trabajador, se exige una estricta
contemporaneidad entre falta y cesantía, normalmente de pocos días, pero el plazo
se extiende si por las características del hecho injurioso hubo necesidad de realizar
una investigación previa, o instruir un sumario (con mayor razón si éste es
obligatorio) o si por alguna otra razón el empleador no estuvo en condiciones de
conocer inmediatamente la gravedad de la falta, etcétera(772) .
18. Sin ánimo de ser exhaustivos, los casos más usuales son los que se
compendian a continuación:
Art. 67, LCT, fija un plazo de treinta días para impugnar las medidas disciplinarias
aplicadas al trabajador, tanto en lo que hace a su procedencia, tipo o extensión;
computable a partir de que se le comunica la decisión y no desde que se efectiviza
la sanción si ello se hubiera diferido funcionalmente.
19. Art. 98, LCT, con una antelación no menor a treinta días respecto del inicio de
cada temporada, el empleador deberá notificar en forma personal o por medios
públicos idóneos a los trabajadores de su voluntad de reiterar la relación o contrato
en los términos del ciclo anterior. En caso de que el empleador no cursara la
notificación oportunamente, se considerará que rescinde unilateralmente el contrato
y, por lo tanto, responderá por las consecuencias de la extinción del mismo.
También prescribe que el trabajador deberá manifestar su decisión de continuar o no
la relación laboral en un plazo de cinco días de notificado, sea por escrito o
presentándose ante el empleador. Empero, a su respecto no se prevé pérdida de
derecho alguno (ej. jornales, reincorporación, etc.), por lo que existe consenso en
doctrina y jurisprudencia que no existe para el trabajador un plazo de caducidad
legal, amén de la caducidad judicial que pueda predicarse a su respecto a partir de
su comportamiento inequívoco de renunciar a tales derechos (art. 58, LCT), o de
extinguir el vínculo por mutuo acuerdo tácito (art. 241, 2º supuesto, ib.).
20. Art. 135, LCT, establece un plazo de noventa días para que el empleador
retenga de lo debido al trabajador el importe a consignar a las resultas de la acción
de responsabilidad por los daños graves e intencionales que el trabajador hubiera
causado en bienes de su propiedad, que también debe promover dentro de ese
plazo contado a partir del hecho generador.
Sobre las vacaciones no gozadas se sostiene, con similares argumentos que los
anteriores, que el instituto vacacional no establece la caducidad y que debe
entenderse la cuestión en el marco de los derechos y obligaciones de las partes,
computando el enriquecimiento sin justificación del empleador que no otorgó tal
beneficio(774) .
25. Art 269, LCT, consagra un término de seis meses para que el trabajador
promueva acción persecutoria a los fines del embargo para hacer efectivo su
privilegio sobre las maquinarias, muebles u otros enseres que hubiesen sido
retirados del establecimiento, aunque el poseedor sea de buena fe.
26. Art. 11, LNE, en su reglamentación por el art. 3º, apart. 1º, DR 2725/1991,
determina que la intimación a la regularización laboral debe cursarse estando en
vigencia la relación contractual.
27. Art. 5º, inc. a, ley 14.546, según el estatuto del viajante de comercio el derecho
del empleador a impugnar la nota de venta caduca si no la rechaza por escrito
dentro de los quince días de recibida.
30. Se encuentran plazos de caducidad en las distintas leyes que regulan el derecho
colectivo de trabajo, como las asociaciones profesionales (arts. 58 y 62, ley 22.105),
los convenios colectivos (art. 17, ley 14.250 y arts. 16 y 17, dec. regl. 6582/1954), los
conflictos colectivos (arts. 4º, 6° y 10, ley 16.936), etcétera.
Reseña de Jurisprudencia
A) Introducción
Pago insuficiente
Sumario: A) Introducción.
Disposiciones relacionadas
A) Introducción
Reseña de Jurisprudencial
A) Introducción
Notas:
(683)Ferreiros, Estela M., "El plazo de la prescripción. Su oponibilidad, inicio y duración en la extensión de la
responsabilidad de los socios directores y gerentes de personas jurídicas", DEL, Errepar, nro. 243, t. XIX,
noviembre de 2005, p. 1021.
(685)De La Cueva, Derecho mexicano del Trabajo, t. I, p. 728. Plá Rodríguez, Américo, Los principios del
Derecho del Trabajo, Depalma, 1990, con cita de Centeno, Norberto, "La prescripción en el Derecho del
Trabajo", LT, t. XXII, p. 387.
(687) Primacía que ha sostenido reiteradamente la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Fallos: 247:524 y
256:215 [JA, 1964-II-33]).
(688)Toselli,Carlos A. - Ulla, Alicia G., Código procesal del trabajo - ley 7987, comentado y anotado, Alveroni,
2004, ps. 149 y 203.
(691) Respecto de cuyo eventual planteo de inconstitucionalidad puede consultarse: Falcón, Enrique N., "La
prescripción y la rebeldía", en Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones, nro. 3, Depalma, Buenos
Aires, 1970, p. 521. Ello así, en base a que el Cód. Civil, en su redacción originaria, preceptuaba en lo pertinente
a que "la prescripción puede oponerse en cualquier instancia, y en todo estado del juicio, anterior al tiempo en
que las sentencias hayan pasado en cosa juzgada...".
(692)V.gr. el art. 346, párr. VI, CPCCN, ley 22.434, dispone actualmente que "(e)n los casos en que la obligación
de comparecer surgiere con posterioridad al plazo acordado al demandado o reconvenido para contestar, podrá
oponerla en su primera presentación". Pero antes, en su párr. IV advierte que "(l)a prescripción podrá oponerse
hasta el vencimiento del plazo para contestar la demanda o reconvención", y el párr. V agrega: "el rebelde sólo
podrá hacerlo con posterioridad (al vencimiento del plazo para contestar la demanda) siempre que justifique
haber incurrido en rebeldía por causas que no hayan estado a su alcance superar". Sobre lo tocante a la rebeldía
ver:González, Atilio C.,Silencio y rebeldía en el proceso civil, Astrea, 1979, p. 220.
(693) Que, al margen de otras exégesis pregonadas en soledad, como ya fuera expuesto pueden resumirse en
tres corrientes interpretativas diferentes de la locución "primera presentación" mencionada por el art. 3962, CC.
Las que compendiadas en prieta síntesis postulan: 1) Que "primera presentación" es tanto la efectuada antes de
contestar la demanda cuanto la acontecida después de vencido el plazo para hacerlo, pero esto último limitado
para quien no la contestó por su rebeldía. 2) Que, "primera presentación" es tan sólo la efectuada antes de
contestar la demanda, siendo una sola la oportunidad que concede la ley previéndose como tope este segundo
hito en caso de que no coincidiera con la primera presentación. Por consiguiente, quien no compareció
tempestivamente al proceso no puede articular la excepción de prescripción en su presentación ulterior. 3) Que
el demandado puede oponer la prescripción únicamente al contestar la demanda y la expresión "primera
presentación" concierne a otros sujetos activamente legitimados para invocar la prescripción (v.gr.: el síndico
concursal, fiador, etc.). La tesis sindicada como 1), concuerda con la opinión disidente de la minoría del plenario
"Pennighian"; mientras que la identificada al punto 2) es la doctrina legal que finalmente primó en ese plenario; y
la postura individualizada como 3) aparece recogida por el art. 346, párr. IV, Cód. Procesal de la Nación (ley
22.434), y a la sazón fue la determinada en el plenario "Abraham".
(694) Entendida tal inflexión verbal, "carga", sobre el concepto que se estructura el proceso (Couture,
Eduardo, Fundamentos de derecho procesal, Depalma, 1973, p. 211).
(695) La instalación procesal de la prescripción desde el ángulo de su naturaleza jurídica, es decir, si se trata de
una defensa, de una excepción, o de un impedimento procesal, indudablemente, es lo segundo; dado que
cuando la oposición del demandado se orienta a objetar el derecho recibe el nombre de "defensa"; en cambio,
cuando la oposición está dirigida a cuestionar la acción, se denomina "excepción". Por último, cuando la
oposición del demandado se encuentra ordenada a impugnar el proceso, se denomina "impedimento procesal"
(Véase: González, Atilio C., "La excepción de prescripción: oportunidad de su articulación en el proceso
contencioso", La Ley, 1992-C, 852).
(696)CNCiv, Plenario "Pennighian vda. de Katcherian Sateniga c. O'Flaherty, Enrique T. s/cobro de pesos" (del
14/4/1976, ED, 67-311; La Ley, 1976-B, 285).
(697) Así lo entiende Peyrano, Jorge W., "Debe abandonarse el plenario existente materia de oportunidad para
interponer la defensa de prescripción; por imperio de lo dispuesto por el art. 346, 4º párr., Cód. Procesal de la
Nación", LA LEY, 1983-B, 648/52. También: Palacio, Lino,Estudio de la reforma..., Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1982, p. 226.
(698) SC, 2/6/1992, "Rodríguez de Pérez v. Rodríguez", citado por Brito Peret, José Y Comadira
Guillermo,Procedimiento laboral en la provincia de Buenos Aires, Astrea, 1996, p. 315.
(700)Ver.Grassis, Pablo M.,La cuota de solidaridad (sindical) en tiempos de crisis (de representatividad), nota al
fallo: "Mujica, Walter D. c. M.A.P. Conjuntos Electrónicos y/u otros", de la CTrab. Cba., sala 6, Unip. Piña, sent.
del 5/7/2005, TSS, 2006-51.
(705) Ibídem, con remisión a De la Fuente, Horacio, cit., t. 5, ps. 675 y 676. Comulga idéntica
opinión: Toselli,Carlos A., cit., t. I. p. 452.
(708)Ackerman, Mario, Tratado..., cit., t. I, ps. 337 y 338, con cita de Ferro, Horacio, "La renuncia y la
prescripción en el Derecho del Trabajo", en DT, 1950-458.
(710)Monsalvo, Manuel, "Extinción de los créditos laborales", en Ackerman, Mario (dir.), Tratado de Derecho del
Trabajo, t. IV, cap. XVII, Rubinzal-Culzoni, 2005, p. 617.
(715) Enseña De la Fuente, Horacio que los plazos que afecten a estos derechos expectantes serán siempre de
caducidad y nunca de prescripción, como a veces se ha dicho erróneamente, ya que no se encuentran dotados
de acción, precisamente porque se ejercen y hacen valer con el cumplimiento de actos extrajudiciales
("Prescripción y caducidad", en Tratado..., cit., cap. XXI, p. 702).
(716) ver Ferreiros, Estela M., "El objeto del artículo 43 de la ley 25.345 que modificó la ley de Contrato de
Trabajo y dio lugar al artículo 132 bis de la misma"; DL, Errepar, nro. 216, agosto 2003, t. XVII, p. 762.
(717) En tal sentido, siguiendo a Salas y Trigo Represas en su Cód. Civil anotado (p. 355, apdo. 7º), y la
jurisprudencia allí citada (CS, 23/10/1942, La Ley, 28-518, f. 14.446; CF, 12/7/1973, La ley, 153-182, f. 69.890;
SC, 14/4/1959, La ley, 95-66, f. 43.614), cabe reparar en que los sueldos y salarios en general, se encuentran
regidos por el art. 4027, inc. 3, CC, en tanto no exista otra norma especial (cfr. Borda, Guillermo, "Obligaciones",
en su Tratado de derecho civil, t. II, 6ª ed., Abeledo Perrot, ps. 64 y 88; Cazeaux y TrigoRepresas, Derecho...,
cit., t. 3, ps. 635/36).
(718) Se enrola en esta línea, entre otros, Grisolía, Julio A., Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, t. I,
LexisNexis, noviembre 2004, p. 165. Refuerza el argumento, que la CS tiene dicho que: "El término de la
prescripción de las acciones comienza a correr, como resulta del art. 3956, CC, desde que la obligación del
deudor sea exigible para el acreedor, es decir, desde el día en que éste puede ejercer la acción correspondiente,
pidiendo el pago de la deuda o el cumplimiento de la obligación" (Fallos: 193:359). "El punto de partida de la
prescripción debe ubicarse en el momento a partir del cual la responsabilidad existe y ha nacido la consiguiente
acción para hacerla valer o, en otros términos, desde que la acción quedó expedita" (Fallos: 321:2144).
(719)Maddaloni, Osvaldo A. - Tula, Diego J., cit., p. 677. García Vior, Andrea E., "La naturaleza de las multas de
la ley nacional de empleo y la facultad de intimar prevista en el art. 11. Su vinculación con el instituto de la
prescripción", Nota a fallo: CNTrab., sala X, 18/6/2003, "Lucano Marcelo A. v. Asociación Mutual Trabajadores de
las Universidades Nacionales", LNL, 2004-7, ps. 438 a 441.
(720)Grisolía, Julio A., Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, t. II, Décima ed. ampliada y actualizada,
LexisNexis, nov. 2004, p. 1231.
(722)Toselli, Carlos A., Derecho del trabajo y de la seguridad social, t. II, Alveroni, 2002, p. 481.
(724)CS, 6/3/1990, "Botana H. I. y otros c. CADEPSA y otros s/nulidad de actos jurídicos", en ED, t. 139, p. 413.
(725)Etala, Carlos A., cit., p. 644; Centeno, "La prescripción en el derecho del trabajo", LT, XXII-385; De La
Fuente, en Vázquez Vialard (dir.), Tratado..., t. 5, p. 680.
(726)Ackerman, Mario, "Los principios en el derecho del trabajo", en Tratado..., cit., (dir.)Ackerman, Mario, t. I,
Rubinzal-Culzoni, 2005, ps. 375/378.
(727) Ibídem.
(728)Monsalvo, Manuel, "Extinción de los créditos laborales", en Tratado..., cit., dirigido porAckerman, Mario, t.
IV, cap. XVII, Rubinzal-Culzoni, 2005, p. 648.
(729)Arese, César, "Extinción del contrato de trabajo. Diversos supuestos", en obra colectivaEstudios de
Derecho Práctico Laboral, (Dir. Tosto, Gabriel), t. I, cap. X, Nuevo Enfoque Jurídico, Córdoba, 2005, p. 550.
(730) Ver Pawlowsky de Posse, Amanda L., "Previsiones sobre la irrenunciabilidad, la prescripción, la caducidad
y la preclusión en materia previsional", DT, 1990-A-825; Guillot, María A., "Adecuada interpretación del art. 82 de
la ley 18.037 frente al obrar negligente de los órganos de previsión", DT, 1992-B-1267.
(732) La ley 14.236 en su art. 16 establece la prescripción decenal para "las acciones por cobro de aportes,
contribuciones, multas y demás obligaciones emergentes de las leyes de previsión social", cuya legitimación
activa recae en la AFIP.
(740) "El análisis de estas cuestiones resulta ajeno a la competencia de los Tribunales del Trabajo, toda vez que
se trata de resolver un reclamo del capital asegurado en virtud de un seguro de vida colectivo opcional. La sala
Laboral del TSJ a partir de la res. 68 del 22/4/1985, dictada en autos "Escriba, Carlos R. c. Cía. Arg. de Seguros
Providencia - Demanda", ya resolvió el punto, que luego mantuvo al sentenciar en autos "Rojo, Ernesto c. Cía.
Arg. de Seguros Providencia - Demanda", sosteniendo que: 'La materia atinente al derecho de seguros es de
naturaleza eminentemente comercial y sólo por excepción queda absorbida en la disciplina laboral, cuando la
legislación del trabajo crea un vínculo jurídico entre la relación de empleo y las prestaciones del asegurador. En
estos supuestos compete a la jurisdicción laboral el conocimiento de los conflictos originados con motivo del
contrato de seguro. En cambio, no puede discutirse el carácter mercantil del negocio ni la competencia de los
Tribunales Ordinarios para entender en las controversias derivadas del mismo, cuando la relación contractual se
origina no por una imposición de la ley sino por la voluntad de las partes'. No obsta a esta conclusión el hecho
afirmado por el demandante de que tanto la celebración como el contenido del contrato le han sido impuestos por
el empleador con motivo de la relación laboral y bajo la amenaza implícita de la cesantía, puesto que la mayor o
menor libertad con que se haya prestado el consentimiento atañe a la validez de las cláusulas pero no incide en
la naturaleza del negocio ni, mucho menos, en la competencia de los jueces llamados a juzgarlos" (CTrab.
Córdoba., sala VI, sent. nro. 149, 20/11/1998, "Lanata, Elda y otra c. Banco de la Provincia de Córdoba").
(741)Ley 17.418,art. 58: "Las acciones fundadas en el contrato de seguro prescriben en el plazo de un año,
computado desde que la correspondiente obligación es exigible. Cuando la prima debe pagarse en cuotas, la
prescripción para su cobro se computa a partir del vencimiento de la última cuota. En el caso del último párrafo
del art. 30, se computa desde que el asegurador intima el pago. Los actos del procedimiento establecido por la
ley o el contrato para la liquidación del daño interrumpe la prescripción para el cobro de la prima y de la
indemnización. En el seguro de vida, el plazo de prescripción para el beneficiario se computa desde que conoce
la existencia del beneficio, pero en ningún caso excederá de tres años desde el siniestro".
(742) Posición a la que, sin perder de vista lo que dispone la norma reglamentaria (prescripción anual),
doctrinariamente adhiere Sigifredo, Eugenio C., "Seguro de vida obligatorio del dec. 1567/1974. Aspectos
teóricos y prácticos", SJ, 1415-3/7/2003, 1-t. 88-año 2003-B.
(743)Ver.Grassis, Pablo M., "La cuota de solidaridad (sindical) en tiempos de crisis (de representatividad)", nota
al fallo: CTrab. Córdoba, sala 6, Unip. Piña, sent. del 5/7/2005, "Mujica, Walter D. c. M.A.P. Conjuntos
Electrónicos y/u otros", TSS, 2006-51.
(745)Toselli, Carlos A., "Derecho del trabajo y de la seguridad social", t. I, Alveroni, 2002, ps. 452 y 453.
(749)De la Fuente, Horacio, en Vázquez Vialard (dir), "Tratado...", t. 5, Cap. XXI, p. 689; Centeno, "La
prescripción en el derecho del trabajo", LT, XXII-401; citado por Etala, Carlos A., cit., p. 649, nota 5.
(750)Padilla, Rene,Responsabilidad civil por mora, Astrea, Bs. As., 1996, nota 154.
(751)Barbado, Analía, La prescripción adquisitiva y liberatoria, Ad Hoc, Bs. As., 1994, ps. 75/79, con cita de un
fallo de la Cám. Apel. de Morón, sala I, 1/6/1982.
(752)Centeno, "La prescripción en el derecho del trabajo", LT, XXII-385; Fernández Madrid, "Tratado práctico...",
t. II, p. 1365; citados por Etala, Carlos A., cit., p. 646, nota 15.
(753)Salas-Trigo Represas-López Mesa,Código Civil Anotado, t. 4, Depalma, ps. 318/319; que con relación al art.
3986, en el apart. B, se advierte que "(s)in embargo, modernamente algún fallo ha distinguido la interpelación de
la constitución en mora, postulando que la causal suspensiva del término de prescripción, emergente del párr. 2º
de este artículo, no tiene por fundamento material una interpelación, sino 'la constitución en mora del deudor', y
que es obvia la diferencia entre lo uno y lo otro. Aquello es una comunicación proveniente del acreedor, lo
segundo es un efecto de derecho predicable respecto del sujeto destinatario del requerimiento. Este estado del
deudor es lo que suspende el curso del término de la prescripción, pues la sóla interpelación no posee, per se,
esa notable eficacia suspensiva". Con cita de un precedente de la CNCom., sala D, del 29/9/1989, LA LEY,
1990-C, 253.
(754)Wayar, Ernesto C.,Tratado de la mora, Ábaco, Bs. As., 1980, p. 617, nota 105.
(755)Llambías, Jorge J., Estudio sobre la mora en las obligaciones, Abeledo-Perrot, Bs. As., 1965, nota
8; Bustamante Alsina, Jorge H., Teoría General de la responsabilidad civil, 9º ed., Abeledo-Perrot, Bs. As., 1997,
nota 225, entre otros.
(756)BoffiBoggero, Luis M., Tratado de las obligaciones, t. 2, Astrea, Bs. As., 1973, p. 142, nota 422; Cazeaux-
TrigoRepresas, "Derecho de las obligaciones", t. I, 3º ed., Platense, La Plata, 1987, nota 164 y sus citas en nota
92.5; entre otros.
(758) Ver Llambías, ob. y lug. cit.; BustamanteAlsina, ob. y lug. cit.; Cazeaux-Trigo Represas, ob. y lug.
cit.; Pizarro-Vallespinos, Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones", t. 2, Hammurabi, Bs. As., 1999, nota
510, etcétera.
(759) El Cód. Civil establecía cuatro causales de suspensión: la incapacidad de hecho; el vínculo matrimonial; la
situación del heredero beneficiario y los vínculos entre tutores, curadores y sus representados (arts. 3966, 3969,
3972 y 3973, respectivamente). Las modificaciones incidieron, no sólo en lo concerniente a la incapacidad de
hecho, sino al incluir dos nuevas causales en los arts. 3982 bis y 3986, 2º parte (esta última merced a su
interversión por ley 17.940). Ellas se producen ante la deducción de querella penal y la constitución en mora del
deudor efectuada en forma auténtica (Boffi Boggero, Luis María, Tratado..., cit., t. 5, ps. 5, 6, 30 y ss.).
(761) Es que ante obligaciones concurrentes, en las que los vínculos que unen al acreedor con el deudor son
totalmente independientes y existe diversidad de causas fuentes aunque sea único el hecho que las moviliza, la
suspensión de la prescripción no se propaga de uno a otro deudor, de modo que ella puede ser alegada por el
acreedor sólo contra el deudor a quien la eficacia suspensiva perjudica, pero no contra los demás deudores
ajenos a la situación (Llambías, Jorge J., "Obligaciones", en Tratado de Derecho Civil, t. IV-B, Abeledo-Perrot,
Bs. As, ps. 36/37; Bueres, Alberto; Highton, Elena,Código Civil y normas complementarias. Análisis doctrinario y
jurisprudencial, Hammurabi, t. VI-B, p. 662; Molina Quiroga, Eduardo, "Suspensión de la prescripción por
querella", La Ley, 1997-E, 902; Miguez, María Angélica - Robles, Estela, "Efectos suspensivos del término de la
prescripción de la acción civil producidos por la querella penal", La Ley, 2000-F, 317). Pero a igual solución se
arriba en el supuesto de varios responsables co-ligados en paridad de situación como sucede ante una
obligación solidaria, donde tampoco se propagan los efectos de la suspensión de la prescripción de unos a otros
deudores y la prescripción consumada a favor de alguno de los deudores no afectados por ella le hace perder al
damnificado el derecho resarcitorio contra su persona (Borda, Guillermo A., "Obligaciones", en Tratado..., cit., 7ª
ed., t. II, ps. 151/152; Salvat, Raymundo M. "Obligaciones en general", en Tratado de Derecho Civil Argentino, t.
III, 6ª ed., Tipográfica Editora Argentina, 1956, p. 478; Llambías, cit. p. 36; Spota,Alberto G.,Tratado de Derecho
Civil, t. I, vol. 3, Depalma, Bs. As., 1968 p. 263).
(762) Ello así, sin perjuicio de la eventual adhesión —o no— a la postura minoritaria del fallo Plenario "Maciel,
Marcos c. Barry, Federico y otros s/daños y perjuicios" (CNCiv., 18/2/2004). En el que la ilustre disidencia
(conformada entre otros importantes juristas, por Elena I. Highton de Nolasco y Eduardo A. Zannoni),
precisamente convocado para acordar los efectos comunicantes de la causal de suspensión de la prescripción
basada en la querella penal (art. 3982 bis, CC), respecto de aquellos otros responsables no imputados
penalmente, tras advertir que no puede soslayarse que en relación al mismo hecho existen otros sujetos que
puedan ser civilmente responsables con fundamento en un distinto factor de atribución (como en el caso de las
responsabilidades civiles reflejas, tales como la del dueño o guardián de la cosa con la que se cometió el delito,
la del principal por el hecho del dependiente, etc.), y sin embargo, no surgen dudas en punto a que estos no son
susceptibles de ser querellados penalmente. Y que ante la circunstancia descripta, al no aclarar el artículo
interpretado, ni restringir su aplicación a los acusados en el proceso penal, no corresponde circunscribir su
ámbito, máxime siendo que debe imperar una criteriosa amplitud al sopesar efectos suspensivos de la
prescripción estando en caso de duda a la conservación de la acción. Refuerza la idea de que, a tenor de la
ubicación metodológica de la norma en cuestión, es forzoso deducir que constituye una segunda excepción al
carácter relativo de la suspensión de la prescripción sentado en el art. 3981, CC.
(763)Monzón, Máximo, DT, XXVI-85. Enseña que si el hecho antijurídico no causa daño no queda configurado
como acto ilícito (art. 1067, CC), y por lo consiguiente no nace la obligación de reparar; en cambio, cuando se
produce el daño y por lo tanto se origina a responsabilidad del autor del hecho —como reacción contra el mismo
— sólo desde ese momento comenzará a correr la prescripción de la correspondiente acción resarcitoria que con
anterioridad no había nacido (daño sobreviniente).
(764)De la Fuente, en Vázquez Vialard (dir.), Tratado..., cit., t. 5, cap. XXI, ps. 698 y 699.
(770) La jurisprudencia ha receptado así la doctrina mayoritaria, según la cual se violarían los principios que
rigen el descanso semanal si se aceptara que el trabajador pudiera tomar el franco en un momento
"irrazonablemente" alejado del que correspondía, desvirtuándose así la institución, "que puede ser borrada por
vía de la acumulación de francos" (Fernández Madrid, enLópez-Centeno-Fernández Madrid,Ley de Contrato de
Trabajo comentada, t. II, p. 473; Izquierdo, Roberto, "Régimen del descanso en la Ley de Contrato de Trabajo",
TSS, II-855; Carcavallo, Hugo, nota a fallo, TSS, IX, IX-125; Goldin, Adrián, "Régimen legal de los trabajadores
de la industria de la construcción y Ley de Contrato de Trabajo", LT, XXX-302, nota 30).
(771)Krotoschin, Ernesto, Tratado Práctico de Derecho del Trabajo, t. I, 2a ed., Depalma, Bs. As., 1962, p. 542.
(773)Diaz, Silvia, "Francos no gozados. ¿Se justifican normativamente los argumentos tradicionales?: El art. 207,
LCT, y el instituto de la caducidad", en RDL, 2006-1, ps. 309/335.
De los Privilegios
Capítulo I
Alcance
Art. 261. — El trabajador tendrá derecho a ser pagado, con preferencia a otros
acreedores del empleador, por los créditos que resulten del contrato de trabajo,
conforme a lo que se dispone en el presente título.
Disposiciones relacionadas
Concordancias: Cód. Civil: arts. 803, 3075, 3110, 3867, 3877, 3878, 3880, 3889,
3891, 3893, 3926 y 3928. Ley 9643; ley 25.522; ley 24.557 art. 11, apart. 1;
ley 25.589; ley 26.086.
El Cód. Civil, en el artículo inc. 3º del art. 3880 expresa que tienen privilegio sobre la
generalidad de los muebles "Los salarios de la gente de servicio y de los
dependientes por seis meses, y el de los trabajadores a jornal por tres meses". A su
vez el art. 3891 señala que tiene privilegio sobre igual asiento "El crédito de obrero o
artesano tiene privilegio por el precio de la mano de obra, sobre la cosa mueble que
ha reparado o fabricado, mientras la cosa permanezca en su poder".
Por su parte conforme dicho cuerpo legal (art. 3981) tienen privilegio sobre los
inmuebles "Los arquitectos, empresarios, albañiles y otros obreros que han sido
empleados por el propietario para edificar, reconstruir, o reparar edificios u otras
obras, gozan por las sumas que les son debidas, de privilegio sobre el valor del
inmueble en que sus trabajos han sido ejecutados. Los sub-empresarios y los
obreros empleados, no por el propietario sino que ha contratado con ellos, no gozan
de este privilegio".
Luego la ley 11.729, que reformó entre otros al art. 157 del Código de Comercio, en
el inc. 7º dispuso que las indemnizaciones por despido y falta de preaviso gozaban
de igual privilegio.
El Código Civil define a la figura en el art. 3075, que expresa "El derecho dado por la
ley a un acreedor para ser pagado con preferencia a otro, se llama en este Código
privilegio".
Ahora bien, también puede suceder que el patrimonio tampoco alcance para pagar a
todos los acreedores privilegiados, de forma tal que se plantea la cuestión de elegir
a los más privilegiados, dentro de los privilegiados, para que estos perciban los
créditos, cobrando los demás, si hay algún saldo, o quedando sus acreencias
insolutas en el caso contrario.
Como se advierte es un problema muy delicado del derecho, en el cual intervienen,
también, profundos aspectos éticos.
Si hay acuerdo en que dicha doctrina comienza a elaborarse con más precisión en el
antiguo derecho francés, que concibió a los privilegios como derechos reales y que
alcanzó su madurez en el Código Civil francés y sus intérpretes.
Llambías dice que los privilegios son las cualidades de ciertos créditos. Esta tesitura
es compartida por Alterini, Ameal y López Cabana(792) y también por
Borda(793) que expresa que los privilegios "...no constituyen un derecho subjetivo
contra el deudor, que como tal, pueda ser calificado como real o personal; son, en
verdad, una cualidad de ciertos derechos, en virtud de la cual éstos ostentan un
rango de preferencia".
Por mi parte comparto la tesis de Boffi Boggero(794) en cuanto expresa que opta por
la tesis del derecho creditorio. Y señala que: "Por lo pronto, el derecho a la
preferencia en el cobro es un derecho contra el deudor (aunque también puede
dirigirse contra quien o quienes intenten su desconocimiento). Es tan derecho
subjetivo al crédito, que permite exigir el pago, como el privilegio que permite exigir
el pago preferente". Y agrega "En el privilegio no hay derecho sobre la cosa que le
permite gozarla sin la presencia de intermediario alguno, no implica desmembración
alguna del dominio ni tienen el derecho de persecución de la cosa, si defecto de la
excepción contenida en el art. 3855...".
Y ello es así por cuanto, para que el privilegio tenga efectividad, es menester que se
produzca la venta de las cosas, o conjunto de ellas, que respaldan el derecho al
cobro preferente.
De esta forma "Si la cosa sobre la cual se asienta el privilegio es enajenada con
anterioridad al momento en que sea ejercido, se traslada sobre su valor, por
subrogación real: el derecho que se tenía respecto del bien enajenado es
reemplazado por igual derecho sobre el valor obtenido por ese bien"(796) .
Tal principio surge, entre otros, de los arts. 3110, 3893, 3889, 3926. También surgía
del arts. 13 y 21 de la ley 9688(797) , y del artículo comentado.
a) Son de fuente legal exclusiva. Ello surge del art. 3876 del Cód. Civil que, en su
primer párrafo expresa "El privilegio no puede resultar, sino de una disposición de la
ley. El deudor no puede crear privilegio a favor de ninguno de los acreedores".
Desde otra perspectiva cabe destacar que, en puridad, los privilegios sólo pueden
ser dictados por el Congreso de la Nación(799) .
c) Son accesorios. Dice el art. 3877 del Cód. Civil "Los privilegios se trasmiten como
accesorios de los créditos a los cesionarios y sucesores de los acreedores, quienes
pueden ejercerlos como los mismos cedentes". El art. 803 del Cód. Civil establece
una excepción a dicho principio cuando expresa que: "La novación extingue la
obligación principal con sus accesorios, y las obligaciones accesorias. El acreedor
sin embargo, puede, por una reserva expresa, impedir la extinción de los privilegios
e hipotecas del antiguo crédito, que entonces pasan a la nueva. Esta reserva no
exige la intervención de la persona respecto de la cual es hecha".
d) Son indivisibles. El privilegio afecta todo el asiento del mismo y cubre a todo el
crédito.
1) Una cuestión a resolver: los privilegios son herramientas legales que pasan a ser
trascendentes en la práctica cuando existe insolvencia del deudor, en este tema
empleador. Y esto hay que decirlo en primer lugar porque es común escuchar o
pensar que la legislación es deficiente o poco protectoria con el trabajador ante
situaciones de insuficiencia patrimonial pero uno de los temas más trascendentes en
esto, los privilegios, no fueron modificados en las muchas oportunidades que
existieron para eso. De hecho la legislación sobre el tema permaneció prácticamente
en su estado original, sobreviviendo muchas reformas, lo vemos.
2) Legislación aplicable: los privilegios de los créditos laborales tienen dos fuentes
legislativas, por un lado, la LCT en sus arts. 261 a 274 y, por otro, la LCQ en los
arts. 241, inc. 2º, y 246, inc. 1º.
En cuanto a la LCT, desde su sanción en el año 1974 sólo fue cambiada en el tema
en los arts. 264, 265 y 266, que fueron derogados en el año 1995 por la LCQ y no
justamente para lograr mayor protección sino para conciliarlo con el espíritu de la
entonces nueva ley de concursos y quiebras, que era por sobre todo, la
conservación de la empresa(804).
Por su parte, la LCQ nunca fue cambiada en la parte de privilegios desde su sanción
en el año 1995, salvo por la 24.760 en el año 1997, pero para regular el orden de
prioridad del capital por facturas de crédito, lo cual no hace al asunto tratado. Y esto
es especialmente notorio en tiempo reciente porque las últimas reformas por leyes
26.086 (del año 2006) y 26.684 (del año 2011), tuvieron justamente entre sus
objetivos principales mejorar la situación de los trabajadores para los casos
regulados por la ley, inclinando la balanza entre los bienes jurídicos en juego, que
serían la conservación de la empresa para el dueño original y la protección de los
trabajadores, a favor de éste último, lo cual se explica especialmente por las
experiencias de los concursos generados por la crisis del 2001.
Para analizar eso tenemos que ver en primer lugar que tanto la LCT como
la LCQ son especiales respecto del derecho común. La primera en cuanto aplica a
casos en los que el crédito proviene de una relación de dependencia y la segunda
porque opera respecto de situaciones en las que el deudor está en estado de
insuficiencia patrimonial. Analizando las finalidades de ambas, se puede decir que
la LCQ es más especial que la LCT porque cuando se dan los supuestos para abrir
algún proceso concursal, la normativa pasa a regular todo el derecho sobre ese
patrimonio, incluyendo las deudas laborales. Eso es lo que significa el primer párrafo
del art. 239 cuando dice "Existiendo concurso, sólo gozarán de privilegios los
créditos enumerados en este capítulo, y conforme a sus disposiciones"(805). O sea
que, en cuanto a privilegios, no hay ley más especial que la LCQ cuando se entró en
su órbita.
b.- Si por el contrario, hay un proceso concursal abierto, rigen los privilegios de la
LCQ.
c.- Si habiendo proceso concursal abierto quedara una laguna, esa laguna no puede
ser integrada por la LCT ya que, como vimos, en estas situaciones los privilegios
sólo pueden surgir de la LCQ y, si no están entre ese número cerrado de créditos
prioritarios, son quirografarios, aun si en otra normativa no lo fueran. O sea que en
situación concursal los únicos privilegios son los que surgen de la LCQ, incluyendo
sus reenvíos, pero no pudiendo ser suplida o integrada(806) .
Queda claro que aunque en estos casos no haya un proceso concursal abierto, igual
es muy probable que exista insuficiencia patrimonial, porque de otro modo los
acreedores no se estarían disputando bienes.
4) Los créditos con privilegios según cada ordenamiento: para entender mejor cuales
son los créditos laborales privilegiados según la ley laboral y según la concursal, y
además compararlos, ofrecemos el siguiente cuadro(810) :
LCQ: Privilegio especial y general arts. 241, 2 Y 246, 1 - LCT: Privilegio especial y
general arts. 268 y 273
-------------------------------- -------------------------------------------------
LCQ: Subsidio Familiar por 6 meses - LCT: Subsidio Familiar por 6 meses
LCQ: Cualquier otro crédito derivado de la relación laboral - LCT: Cualquier otro
crédito derivado de la relación laboral
LCQ: Intereses con privilegio especial y general arts. 242, Inc. 1° y 246, inc. 1°, LCQ
LCQ: Se extienden por 2 años desde la mora para los créditos con ambos privilegios
LCT: Se extienden por 2 años desde la mora para los créditos con ambos privilegios
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
De modo que, como se puede ver, los regímenes son coincidentes en gran
parte(811) y se diferencian en que:
A.- En la LCQ no queda claro si dentro de los privilegios especiales tiene prioridad el
que surge de los créditos laborales o el del acreedor prendario sobre las máquinas
que, siendo propiedad del concursado, se encuentren en el establecimiento donde
prestó servicios el trabajador. Esto porque el art. 243 dice que los privilegios
especiales tienen la prelación que resulta del orden de sus incisos, salvo (entre
otros) el inc. 4º, en el que está la prenda, respecto de la cual rige su respectivo
ordenamiento. Pero si nos remitimos a su respectivo ordenamiento(812) , el tema no
se aclara fácilmente.
La LCT, como vimos, no tiene ese problema porque el art. 270 deja en claro que el
acreedor prendario tiene prelación sobre el laboral. Habría que ver si para resolver el
problema que se genera en la LCQ se puede aplicar analógicamente el art. 270 de la
LCT, como vimos, el empleo directo es imposible porque los privilegios de la LCQ
son un sistema cerrado que no puede ser integrado por otros sistemas, salvo que
remita expresamente a ellos. Pero es difícil pensar en aplicación analógica en
materia de privilegios, que por definición son de interpretación restrictiva(813) . El
tema es que acá no se está dando o quitando un privilegio, sino fijando el orden de
prelación dentro de dos privilegiados, sin tener muchos más elementos de análisis
disponibles. Por tanto entendemos que aplica el art. 270 LCT para resolver la
oscuridad de la LCQ en el tema, teniendo por tanto prelación el acreedor prendario
de las máquinas por sobre el acreedor laboral. De cualquier manera, por otros
caminos se llega a la misma conclusión, como veremos en el punto que sigue.
El art. 241, inc. 2º, LCQ, dice: "recae sobre las mercaderías, materias primas y
maquinarias que, siendo de propiedad del concursado, se encuentren en el
establecimiento donde haya prestado sus servicios o que sirvan para su
explotación".
Por su parte, el art. 268 LCT, dice sobre lo mismo: "recae sobre las mercaderías,
materias primas y maquinarias que integren el establecimiento donde haya prestado
sus servicios, o que sirvan para la explotación de que aquel forma parte. El mismo
privilegio recae sobre el precio del fondo de comercio, el dinero, títulos de crédito o
depósitos en cuentas bancarias o de otro tipo que sean directo resultado de la
explotación, salvo que hubiesen sido recibidos a nombre y por cuenta de terceros.
Las cosas introducidas en el establecimiento o explotación, o existentes en él, no
estarán afectadas al privilegio, si por su naturaleza, destino, objeto del
establecimiento o explotación, o por cualquier otra circunstancia, se demostrase que
fuesen ajenas, salvo que estuviesen permanentemente destinadas al funcionamiento
del establecimiento o explotación, exceptuadas las mercaderías dadas en
consignación".
Surge claro de los textos que la extensión del privilegio laboral es mayor que el de la
ley concursal o, dicho de otra forma, el asiento que otorga la LCT es más amplio.
Probablemente esto responda a que el legislador pudo haber pensado que tiene
más sentido otorgar mayores ventajas al acreedor laboral cuando su empleador o
ex-empleador todavía no sufrió la apertura de alguno de los procesos concursales,
ya que luego de eso queda formalizada legalmente la insuficiencia patrimonial y hay
que establecer un mecanismo de reparto formalmente planteado sobre la base de la
escasez.
Precisando un poco más el análisis, vemos que el primer párrafo de ambos artículos
es muy parecida en cuanto a su redacción e igual respecto de la sustancia, con lo
cual lo que se agrega sobre el asiento del privilegio en la LCT es el fondo de
comercio, el dinero, los títulos de crédito y las cuentas bancarias o de otro tipo que
sean resultado de la explotación.
Para terminar, sobre la LCT, se aclara que el asiento del privilegio no puede recaer
sobre cosas ajenas, o sea, que no sean propiedad de los dueños del establecimiento
en que trabaja el acreedor, pero se exceptúa el caso de las cosas que "que
estuviesen permanentemente destinadas al funcionamiento del establecimiento o
explotación", con lo cual se genera la difícil categoría del privilegio sobre cosa ajena
al deudor. Se podría pensar esto como si el tercero que entrega al empleador cosas
por cualquier título (comodato, locación, leasing, etc.) estuviera aceptando, sin
decirlo explícitamente, que sus bienes sirvieran de garantía para las deudas
laborales de otro. Esto no tiene mucho sentido y no parece que en el mercado en
general nadie tenga mucha conciencia de esto, ni tampoco es previsible que, dado el
caso, de bastante difícil ocurrencia en la práctica, judicialmente se avalara eso.
Finalmente, como excepción de la excepción, las mercaderías entregadas al
empleador en consignación, que por tanto no son propiedad del empleador, no
sirven de garantía al acreedor laboral, lo cual tiene sentido, pero porque como se
dijo, lo referido en el párrafo anterior no. Sí cabe resaltar que es un poco incoherente
que el que entrega algo en leasing, o peor aún, en comodato, tenga que responder
con sus cosas por otro y quien entregó mercadería en consignación no. Se reitera,
no parece haber ningún fundamento sólido para que ninguna cosa de ningún tercero
termine respondiendo por la deuda laboral de un empleador que, por el título que
fuera, tenía una cosa ajena.
Pasando ahora a analizar la LCQ, lo que allí presenta mayores dificultades es que,
como los privilegios especiales tienen el orden de sus incisos, podría entenderse
que la preferencia del acreedor laboral está por encima de la prenda. Pero eso no es
tan así y el asunto, como ya vimos, es confuso ya que el mismo art. 243, que
establece el principio sobre el orden, después dice que quedan exceptuados los
casos de los incs. 4 y 5 del art. 241, en los que rigen sus respectivos ordenamientos.
Dentro de lo que son estos ordenamientos, debemos descartar los arts. 3204 a 3238
que tratan la prenda en el Código Civil porque este derecho real siempre debe tener
desplazamiento, fuera a favor del acreedor o de un tercero designado, con lo cual la
situación de que el concursado deudor de la prenda tenga la cosa en su
establecimiento no puede darse. Estamos por tanto hablando de la prenda mercantil
regulada en general por los arts. 580 a 588 del Código de Comercio y en particular
por el dec.-ley 15.348/1946 sobre prenda con registro.
"Art. 43. — En el caso de venta de los bienes afectados, sea por mutuo convenio o
ejecución judicial, su producto será liquidado en el orden y con las preferencias
siguientes:
1º) Pago de los gastos de justicia y conservación de los bienes prendados, incluso
sueldos y salarios de acuerdo con el Código Civil. Inclúyese en los gastos de
conservación el precio de locación necesario para la producción y mantenimiento del
objeto prendado durante la vigencia de la prenda;
2º) Pago de los impuestos fiscales que gravan los bienes dados en prenda;
3º) Pago del arrendamiento del predio si el deudor no fuera el propietario del mismo,
en los términos del art. 42. Si el arrendamiento se hubiera estipulado en especie, el
locador tendrá derecho a que le sean entregados en esa forma;
5º) Pago de los salarios, sueldos y gastos de recolección, trilla y desgranado que se
adeuden con anterioridad al contrato, siempre que el Código Civil le reconozca
privilegio.
Los créditos del inciso 1º) gozan de igual privilegio y serán prorrateados en caso de
insuficiencia del producto de la venta.
Como se puede ver, en dos incisos este art. 43 menciona los sueldos y salarios, en
el 1 y en el 5, pero pareciera estar haciendo referencia a los sueldos devengados en
la conservación de la cosa prendada.
La articulación entre el art. 241, inc. 2º, LCQ y el art. 43 del ordenamiento sobre
prenda con registro, teniendo en cuenta la regla del art. 243, inc. 1º, LCQ, nos puede
llevar al menos a estas dos interpretaciones:
a.- Como los privilegios especiales en la LCQ van en el orden de sus incisos y el
art. 43 no dice nada específico en contra, entonces los acreedores laborales están
por sobre los prendarios.
Para terminar el análisis de la LCQ, cabe aclarar que no existe conflicto entre los
acreedores laborales con privilegio especial y los hipotecarios porque el asiento del
privilegio laboral, según el art. 241, inc. 2º, son "las mercaderías, materias primas y
maquinarias", de modo que no hay duda que el hipotecario, sobre el producido de la
venta del bien hipotecado, cobra antes que los laborales.
Las otras dos situaciones se dan cuando existe un proceso de la LCQ abierto. La
segunda (b) es cuando existe un proceso de reprogramación de deuda y el tercero
(c) es cuando hay un proceso liquidativo judicial abierto (quiebra).
Los procesos de reprogramación de deuda son el concurso preventivo (arts. 5 a 68
LCQ) y el acuerdo preventivo extrajudicial (arts. 69 a 76 LCQ). Desde lo operativo, lo
trascendente sobre ellos es si el concursado o acuerdista (APE) le hace o no
propuesta a los acreedores de esta categoría en los términos del art. 43 LCQ. Si la
hace, los acreedores con privilegio laboral general deberán atenerse a sus términos,
si resulta homologada. En caso que los créditos en su totalidad o parte de ellos
tengan además privilegio especial (recordemos que muchos rubros laborales tienen
tanto privilegio especial como general), la propuesta deberá explicar exactamente
que tratamiento tienen, porque el número de conformidades para lograr la
homologación es muy distinto en uno u otro caso, volveremos sobre esto en el punto
que sigue. Para obtener la homologación de los créditos laborales con privilegio
general se necesitan reunir los mismos requisitos que para los quirografarios, pero
dentro de esta categoría en concreto: a.- conformidad de la mayoría absoluta (más
de la mitad) de los acreedores que integran la categoría, que a la vez representen
los dos tercios del capital computable dentro de la categoría (doble mayoría, de
personas y de capital) (arts. 44 y 45, LCQ) y b.- que la propuesta no sea abusiva o
en fraude a la ley (art. 52, inc. 4º, LCQ).
De modo que los acreedores laborales con privilegio general tienen una prioridad
mucho mayor que todo el resto de los privilegiados generales. Esto porque el orden
de cobro de la LCQ queda así:
a. Gastos para la construcción, mejora o conservación de una cosa (241, inc. 1º) y
crédito de quien ejercía un derecho de retención sobre una cosa con privilegio
especial (art. 243, inc. 2º).
b. Créditos con privilegio especial con la prelación que surge del orden de sus
incisos, salvo el 4 y el 6, en los que rigen sus respectivos ordenamientos (art. 243).
c. Gastos de conservación y justicia (art. 240), que tienen el orden de prioridad
material y temporal que el juez fije en función de la situación en concreto, por
ejemplo, el gasto de seguridad de una planta fabril desocupada probablemente se
decida pagar inmediatamente mes por mes porque de otro modo puede no haber
que liquidar o se puede perder gran parte del valor. Se entiende igual que estos
casos se confunden también con los del art. 241, inc. 1º, mencionados ya en el
punto 1.
e. 50% del producto líquido de los bienes para el resto del los acreedores con
privilegio general (art. 247).
f. El otro 50% del producto líquido de los bienes en el que concurren en igualdad de
condiciones los quirografarios y los acreedores con privilegio general impago
(art. 247).
Gastos para la
construcción,
mejora o 50% privilegio
conservación de general
una cosa, sobre (arts. 246 y
ésta, mientras Créditos 247).
exista en poder el Créditos Gastos de
con
concursado con privilegio
conservación Subordinados
(art. 241, inc. 1º). privilegio y justicia
general
(art. 250).
especial laboral
(art. 240).
(art. 241). (art. 246, 50% privilegio
Lo adeudado al inc. 1º). general
retenedor por impago y
razón de la cosa quirografario a
retenida (art. 241, prorrata
inc. 5º)(*). (arts. 247 y
248).
(*) El crédito del retenedor por razón de la cosa retenida tiene el orden de prioridad
que se expone en el cuadro mientras se den las condiciones del inc. 2º, del
art. 243, LCQ, o sea, que la retención haya comenzado a ejercerse antes de nacer
los créditos privilegiados.
Esto quiere decir que los acreedores con privilegio general laboral tienen una suerte
mucho mejor que el resto de los de su categoría. Es más, técnicamente más parece
que son una categoría distinta, con más prerrogativas de cobro.
En ese sentido, hay que decir en primer lugar que la LCQ contiene sobre eso dos
normas que, en principio, parecen contradecirse. Por un lado está el art. 246, inc. 1º,
que, luego de enumerar los rubros con privilegio general dice "y cualquier otro
derivado de la relación laboral", lo cual puede fácilmente interpretarse como
significando que no existe ningún crédito laboral sin privilegio y que, cualquiera que
no haya sido enumerado expresamente, goza como mínimo de privilegio general en
virtud de esta frase de amplitud residual.
Pero también, por otro lado, el art. 41 de la misma ley, al exigir que la categorización
de acreedores en el concurso preventivo tenga al menos tres categorías obligatorias,
pone como necesaria la de quirografarios laborales. Esto quiere decir que la ley
considera que el laboral quirografario existe y que merece un tratamiento
especial(818).
Si hay que elegir por el peso de la literalidad de una u otra norma de la LCQ, parece
mejor inclinarse por el art. 41 porque es más explícito. La frase residual del art. 261,
inc. 1º, es genérica, en cambio la obligatoriedad de hacer una categoría para los
créditos laborales comunes es una mención que parece más expresiva de lo que
parece haber sido la voluntad del legislador.
En principio hay que excluir todos los que no están enumerados en los arts. 241,
inc. 2º; 246, inc. 1º y 242, inc. 1º. Completando esto, Villanueva entiende que los
únicos sin privilegio serían(819) :
Pero esta forma de ver las cosas parece partir de alguna forma de una
consideración o interpretación intermedia (no categórica) de la frase residual del
art. 261, inc. 1º, lo cual no parece del todo acertado porque lo más coherente al
respecto parece ser aceptar la frase en su totalidad, en cuyo caso no habría ningún
crédito laboral sin privilegio, o como proponemos, directamente tomarla como una
frase estéril o no escrita.
Para salvar la situación de las indemnizaciones por muerte del trabajador y del
empleador se puede, en un esfuerzo interpretativo, considerar que no tiene sentido
que la indemnización por despido tenga privilegio y estas dos no. Se las podría
entonces equiparar de alguna forma a la indemnización por despido para que tengan
tanto privilegio especial como general, sin dejar de hacer notar que tanto la reforma
de la ley 26.086 como la de la 26.684 tuvieron como eje central la reforma de la LCQ
en sus aspectos laborales y no cambiaron esto, lo cual es al menos desprolijo si se
tiene en cuenta que es muy difícil pensar que realmente lo que quisieron hacer fue
dejar a esas indemnizaciones sin privilegio, cuando eran leyes cuyo objetivo era
avanzar en los derechos de los trabajadores.
En cuanto a la extinción del contrato laboral por mutuo acuerdo, queda claramente
excluida de cualquier tipo de privilegio porque no está enumerada y no es una
indemnización por despido o antigüedad, ni equiparable a ella.
En definitiva, para concluir, los créditos laborales sin privilegio en la LCQ son:
4. Cualquier crédito laboral respecto del cual se haya renunciado a los privilegios en
los términos del art. 43, LCQ.
5. Las multas que se apliquen en virtud del art. 1º de la ley 25.323 o de los arts. 8º,
9º y 10 de la 24.013.
Lo cierto es que a pesar de los esfuerzos de varias leyes con mejoras a los
trabajadores en estas situaciones, especialmente la 26.086 y la 26.684, que tienen
sus desprolijidades, es posible que desde el punto de vista de los privilegios
materiales no se pueda hacer mucho más. Se podía mejorar el privilegio temporal
(pronto pago), que fue reformado, pero en cuanto al fondo de la prioridad de cobro y
de sus asientos, que es lo que nos interesa acá, probablemente no es mucho lo que
se puede hacer, y esa debe ser la razón por la cual, siendo un tema tan medular,
nunca resultó modificado desde que se sancionó la LCQ hasta hoy.
Reseña jurisprudencial
"Así, asiste razón a los recurrentes en cuanto a que, en la medida de que se trate de
créditos laborales verificados a favor de la tripulación del buque 'Presidente Ramón
S. Castillo' con el privilegio especial previsto en el art. 241, inc. 2°, LCQ, éstos tienen
preferencia en el cobro de sus acreencias con el producido de la subasta de dicho
bien, por sobre el acreedor hipotecario, pues así lo determina la ley 20.094 a la que
se remiten el inc. 6° del art. 241, LCQ y el art. 243, LCQ". (CNCom., sala A,
21/10/2008, Cooperativa de Trabajo Marítima Argentina LTDA s/Quiebra,
LLOnline:AR/JUR/19282/2008).
"Sentado ello, cabe puntualizar que de acuerdo con lo dispuesto por los arts. 242,
inc. 1°, y 246, inc. 1°, LCQ, los intereses tienen el mismo privilegio que ostenta el
crédito por capital, limitada esta previsión a los réditos devengados por el plazo de
dos (2) años contados a partir de la fecha de mora. El importe por intereses que
corresponde liquidar por el plazo que transcurra con posterioridad a esos dos (2)
años reviste carácter de quirografario, por aplicación del art. 248LCQ". (CNCom.,
sala A, 14/5/2009, PROPHOS SA s/Conc. prev. S./Inc. de: Vega, Miguel Ángel,
LLOnline:AR/JUR/19741/2009).
Causa habientes
Art. 262. — Los privilegios de los créditos laborales se transmiten a los sucesores
del trabajador.
Disposiciones relacionadas
Concordancias: Cod. Civil, Arbs. 523, 524, 525, 771, 803, 1458, 3877. LCT,
Arbs. 12, 148, 248.
A) Antecedentes de la norma
La norma en cuestión era el art. 286 de la Ley de Contrato de Trabajo del año 1974.
Después de la reforma de la ley 21.297(823) pasó a ser el art. 262.
El art. 3877 del Cód. Civil expresa "Los privilegios se transmiten como accesorios de
los créditos a los cesionarios y sucesores de los acreedores, quienes pueden
ejercerlos como los mismos cedentes". Tal criterio se reitera en los arts. 524, 771 y
1458 del Cód. Civil.
El art. 803 del Cód. Civil determina una excepción a dicho principio de accesoriedad
cuando expresa "La novación extingue la obligación principal con sus accesorios, y
las obligaciones accesorias. El acreedor sin embargo, puede, por una reserva
expresa, impedir la extinción de los privilegios e hipotecas del antiguo crédito, que
entonces pasan a la nueva. Esta reserva no exige la intervención de la persona
respecto de la cual es hecha".
C) Supuestos comprendidos
Escuti(828) se inclina por la afirmativa en los siguientes términos "Esta norma rige
tanto en caso de sucesión universal como particular, ya que la ley no distingue al
efecto...".
Etala(830) , por el contrario, indica que la norma, cuando se refiere a los sucesores,
considera a los a título universal ya que "...los créditos laborales no pueden ser
cedidos ni afectados a terceros por derecho o título alguno (art. 148, LCT)". En igual
sentido se expide Godoy Lemos(831) .
Si bien la cuestión es dudosa, me inclino por considerar que la norma se refiere,
tanto a la sucesión universal como a la particular con algunas salvedades.
El art. 771 del Cód. Civil que expresa que: "La subrogación legal o convencional,
traspasa al nuevo acreedor todos los derechos y acciones y garantías del antiguo
acreedor, tanto contra el deudor principal y codeudores, como contra los fiadores,
con las modificaciones siguientes...". De esta forma si un tercero paga totalmente un
crédito del trabajador contra su empleador, aquel se subroga en sus derechos y
tiene acción contra el deudor, ubicándose en la misma posición jurídica que tenía el
trabajador, inclusive respecto de los privilegios que son un accesorio del crédito
pagado. Tal sería, a mi juicio, la situación del contratante que abona la deuda que
tuviere con los trabajadores el contratista o subcontratista. En este caso el
contratante se subroga en los derechos del trabajador, con el privilegio que los
créditos del trabajador tenían.
Reseña jurisprudencial(835)
A) Antecedentes de la norma
C) Supuestos comprendidos
"La ley que regula la actividad del FIDEC (Fondo Indemnizatorio y de Crédito para la
Vivienda de la Actividad Aseguradora) (ley 22.887 ver texto) otorga al ente igual
privilegio que el poseído por el trabajador (art. 1º, inc. a), reiterando el principio
establecido por el cc.771 y 3877. Por tanto, aun cuando el crédito no tenga carácter
'alimentario' para el organismo, la protección que se brinda al dependiente debe
reconocerse al que lo desinteresa conforme las previsiones de aquella ley, no
existiendo motivo para negar al subrogante los derechos que poseía el subrogado".
(CNCom., sala B, causa "Febo Cía. de Seg. SA s/Liq. s./inc. por verif. por FIDEC",
19/10/1988. Fuentewww.lexisnexis.com.ar.)
Los acuerdos que no contuviesen tal requisito podrán ser declarados nulos a
instancia del trabajador, dado el caso de concurrencia de acreedores sobre bienes
del empleador, sea con carácter general o particular.
Disposiciones relacionadas
A) Introducción
La norma contempla dos situaciones diversas. Por una parte, al establecer que los
privilegios sólo emergen de la ley, veda cualquier pacto en tal sentido.
B) Antecedentes
La norma comentada comienza con una inútil repetición del principio establecido por
el art. 3876 del Cód. Civil, ya que era suficiente con dicha norma general. El artículo
en cuestión expresa "El privilegio no puede resultar, sino de una disposición de la
ley. El deudor no puede crear privilegio a favor de ninguno de los acreedores".
Como señalé al comentar el art. 261, LCT, los privilegios importan un beneficio que
se concede a unos acreedores para cobrar en forma preferente respecto de otros.
Importan, pues una ventaja a favor de unos y un detrimento para otros. Por ello,
como expresa Lafaille(836) "...la teoría de los privilegios presenta notable afinidad
con el enriquecimiento sin causa".
Por ello la norma expresa que en los mismos se debe imputar el crédito reconocido
a uno o más rubros de los incluidos en el acuerdo. De esta forma, todo el crédito
debe quedar asignado a un concepto, o distribuirse el importe total entre varios
conceptos.
Reseña jurisprudencial(840)
Irrenunciabilidad
A) Derogación de la norma
Por este motivo, y atento que la presente obra es un comentario a las disposiciones
de la Ley de Contrato de Trabajo actualmente vigentes, efectuaré, una breve
referencia sobre los antecedentes y actual fuente de regulación de la materia.
B) Antecedentes
Además de ello, cabe agregar, que la renuncia no puede ser inferior al veinte por
ciento (20%) del crédito, quedando sin efecto y renaciendo el privilegio si se produce
la quiebra —posteriormente— por falta de acuerdo preventivo o no homologación del
mismo.
Desde esta perspectiva, y, como lo expresa Vázquez Vialard(843). "Estimamos que
más allá del acierto o error de la norma, la disposición no merece objeción desde el
punto de vista constitucional".
A) Derogación de la norma
Dicha artículo expresa "La presente ley se incorpora como Libro Cuarto del Código
de Comercio y, con el alcance previsto en el art. 288, se derogan los arts. 264, 265 y
266 de la ley 20.744, los arts. 313 y 314 de la ley 19.550, sus modificatorias y toda
otra disposición legal o reglamentaria que se oponga a la presente". El art. 288 se
refiere a los pequeños concursos y quiebras.
Por este motivo, y atento que la presente obra es un comentario a las disposiciones
de la Ley de Contrato de Trabajo actualmente vigentes, efectuare, una breve
referencia sobre los antecedentes y actual fuente de regulación de la materia.
En cuanto los restantes aspectos de los privilegios laborales me remito al comentario
del art. 261 de la Ley de Contrato de Trabajo.
En el tema de los juicios laborales la ley 24.522 instauró un criterio amplio del fuero
de atracción, apartándose del que rigió hasta su vigencia. Bonfanti y
Garrone(850) señalan que: "La razón de ser o finalidad de atribuir la competencia a
un mismo juez (como lo hace el art. 136, LC, y en mucho menor grado el art. 22, LC)
tienden a dar resultados prácticos: a) economía procesal y b) principalmente, evitar
la división de la continencia de la causa (la liquidación de un patrimonio debe
manejarlo un solo juez)".
Por su parte, el inc. 5º del citado art. 21 señaló que, cuando no procediese el pronto
pago, el acreedor deberá verificar su crédito conforme el procedimiento estatuido por
la propia ley, y si hubiese juicio el mismo se acumula al expediente de verificación.
Con relación a ello, un sector de la doctrina(855)consideró que conforme el último
párrafo del citado inc. 5º no procedía la acumulación de los juicios "...por accidentes
de trabajo promovidos conforme la legislación especial en la materia". Por su parte
Bonfanti y Garrone(856)señalaban que: "Los juicios por accidentes de trabajo
constituyen un caso aparte, siendo regido por el inc. 1º de este artículo y son
atraídos al juzgado del concurso...", cuya opinión compartí en su momento(857), ya
que la ley no efectuaba ninguna distinción al respecto refiriéndose, el inc. 1º) del
art. 21, a "...todos los juicios de contenido patrimonial..." —ubi lex non distinguit nec
nous distinguit debemus—.
Como señalan Fassi y Gebhardt(860), el fuero de atracción "Es una forma de hacer
efectiva la competencia universal del juez de la quiebra sobre los bienes del fallido
para obtener que se cumpla el propósito primordial del concurso, o sea el pago,
previa graduación y en igualdad de situación para todos los acreedores de igual
grado y asegurar los efectos jurídicos de la declaración de quiebra".
A su vez último párrafo del art. 132 establecía que: "A los juicios laborales se aplica
lo previsto en el art. 21, inc. 5º" a cuyo comentario —efectuado precedentemente—
me remito(861) .
A su vez el art. 9º establece una cláusula transitoria que determina que: "Los juicios
excluidos por el art. 21, que a la fecha de entrada en vigencia de esta ley se
encuentren radicados ante el juez concursal le serán aplicadas de inmediato las
modificaciones introducidas por esta ley a la competencia material, debiendo ser
remitidas las actuaciones a la justicia originariamente dentro de los quince (15) días
hábiles. Quedan exceptuados aquellos casos en que el expediente se hubiera
dictado el llamado de autos para sentencia, los créditos de pronto pago y aquellos
juicios en los que se hubiera optado por la verificación del crédito según lo previsto
por el art. 21, inc. 1º de la ley 24.522".
A) Derogación de la norma
Dicha norma expresa "La presente ley se incorpora como Libro Cuarto del Código de
Comercio y, con el alcance previsto en el art. 288, se derogan los arts. 264, 265 y
266 de la ley 20.744, los arts. 313 y 314 de la ley 19.550, sus modificatorias y toda
otra disposición legal o reglamentaria que se oponga a la presente". El art. 288 se
refiere a los pequeños concursos y quiebras.
Por este motivo, y atento que la presente obra es un comentario a las disposiciones
de la Ley de Contrato de Trabajo actualmente vigentes, efectuare, una breve
referencia sobre los antecedentes y actual fuente de regulación de la materia.
La ley 24.522 estableció el pronto pago en los párrafos segundo a cuarto del art. 16,
que siguió los lineamientos de la citada ley 23.472. Los créditos subsumidos por ese
beneficio son los mismos que contemplaba el art. 260 de la Ley de Contrato de
Trabajo.
En virtud de ese "superprivilegio", tal como algunos autores lo han caracterizado, los
trabajadores acreedores de los créditos que la ley taxativamente enumera cobrarán
"prioritariamente" los mismos conforme el "...resultado de la explotación".
El nuevo texto expresa "Pronto pago de créditos laborales. Dentro del plazo de 10
días de emitido el informe que establece el art. 14 inc. 11), el Juez del concurso
autorizará el pago de las remuneraciones debidas al trabajador, las indemnizaciones
por accidentes de trabajo o enfermedades laborales y las previstas en los arts. 132
bis, 232, 233 y 245 a 254, 178, 180 y 182 de la ley 20.744; arts. 6º a 11 de la
ley 25.013; las indemnizaciones previstas en la ley 25.877, en los arts. 1º y 2º de la
ley 25.323; en los arts. 8º, 9º, 10, 11 y 15 de la ley 24.013; en el art. 44 y 45 de la
ley 25.345 y en el art. 16 de la ley 25.561, que gocen de privilegio general o especial
y que surjan del informe mencionado en el inc. 11 del art. 14. Para que proceda el
pronto pago de crédito no incluido en el listado que establece el art. 14, inc. 11), no
es necesaria la verificación del crédito en el concurso ni sentencia en juicio laboral
previo. Previa vista al síndico y al concursado, el juez podrá denegar total o
parcialmente el pedido de pronto pago mediante resolución fundada, sólo cuando se
tratare de créditos que no surgieren de los libros que estuviere obligado a llevar el
concursado, existiere duda sobre su origen o legitimidad se encontraren
controvertidos o existiera sospecha de connivencia entre el peticionario y el
concursado. En todos los casos será apelable. La resolución judicial que admite el
pronto pago tendrá efectos de cosa juzgada material e importará la verificación del
crédito en el pasivo concursal. La que lo deniegue, habilitará al acreedor para iniciar
o continuar el juicio de conocimiento laboral ante el juez natural. No se impondrán
costas al trabajador en la solicitud de pronto pago, excepto en el caso de
connivencia, temeridad o malicia. Los créditos serán abonados en su totalidad, si
existieran fondos líquidos disponibles. En caso contrario y hasta que se detecte la
existencia de los mismos por parte del síndico se deberá afectar el 1% mensual del
ingreso bruto de la concursada. El síndico efectuar un plan de pago proporcional a
los créditos y sus privilegios. En el control de informe mensual que la sindicatura
deberá realizar, incluirá las modificaciones necesarias, si existen fondos líquidos
disponibles, a los efectos de abonar la totalidad de los prontos pagos o modificar el
plan presentado".
Reseña jurisprudencial
"Dado el origen de cada crédito y la disparidad de recursos con que cuentan unos y
otros para seguir el proceso falencial hasta la instancia extraordinaria, no debe
tomarse desde la misma perspectiva a un trabajador como un acreedor financiero o
comercial, aunque los dos integren la misma masa pasiva. Por ello corresponde que
se notifique personalmente o por cédula a los acreedores laborales el proyecto de
distribución en la quiebra de una empresa". (CSJN, 1/8/2013, "Clínica Marini S.A.
s/quiebra", elDial.com-AA80FD, publicado el 30/8/2013).
Continuación de la empresa
Art. 267. — Cuando por las leyes concursales o actos de poder público se autorizare
la continuación de la empresa, aun después de la declaración de la quiebra o
concurso, las remuneraciones del trabajador y las indemnizaciones que le
correspondan en razón de la antigüedad, u omisión de preaviso debidas en virtud de
servicios prestados después de la fecha de aquella resolución judicial o del poder
público, se considerarán gastos de justicia. Estos créditos no requieren verificación
ni ingresan al concurso, debiendo abonarse en los plazos previstos en los arts. 126 y
128 de esta ley, y con iguales garantías que las conferidas a los créditos por salarios
y otras remuneraciones.
Remisión
Reseña jurisprudencial(872)
Notas:
(776) B.O. del 5/5/1972.
(781) Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, t. II, p. 1836, vigésima segunda edición.
(785)Molinario, Alberto D. en Los privilegios en el derecho civil argentino, Nº 26 y ss., Buenos Aires, 1946.
(786)Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. en Derecho de Obligaciones, Nº 808,
Abeledo-Perrot, 1998, p. 353.
(792)Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. en Derecho de Obligaciones, Nº 809,
Abeledo Perrot, 1998, p. 354.
(795)Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. en Derecho de Obligaciones, Nº 811,
Abeledo Perrot, 1998, p. 355.
(796)Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. en Derecho de Obligaciones, Nº 811,
Abeledo Perrot, 1998, p. 355.
(797) El art. 13 expresaba que: "La indemnización por accidentes del trabajo...goza de todas las franquicias y
privilegios acordados por las leyes civiles y comerciales al crédito por alimentos". El art. 21 expresaba "En caso
de falencia de la compañía o asociación patronal, en que se hubiesen constituido seguros obreros, o del patrón
que debiera una indemnización, los fondos destinados a su pago no entrará en la masa común, y volverán,
respectivamente, al empresario que contrajo el seguro, en el estado en que se hallaba en el momento de la
falencia, o pasarán a la Caja de Jubilaciones, para la constitución de la renta".
(798)Boffi Boggero, Luis M. en Tratado de las obligaciones, t. 3, Nº 724, Astrea, 1975, p. 13.
(799) Sobre este tema ver a Boffi Boggero, Luis M. en Tratado de las obligaciones, t. 3, Nº 724, Astrea, 1975, p.
14.
(800)Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. en Derecho de Obligaciones, Nº 818,
Abeledo Perrot, 1998, p. 362.
(801)Vázquez Vialard, Antonio, Reinolter, Milton y Zuretti, Mario E. en Tratado de Derecho del Trabajo, dirigido
por Vázquez Vialard, Antonio, t. 5, Nº 2, Astrea, 1993, p. 612.
(804) El art. 264, LCT decía: "Los privilegios laborales son irrenunciables, medie o no concurso".
La norma fue derogada para conciliar con el art. 43 de la LCQ original, que en su cuarto párrafo, decía: "Los
acreedores privilegiados que renuncien expresamente al privilegio, deben quedar comprendidos dentro de
alguna categoría de acreedores quirografarios. La renuncia no puede ser inferior al treinta por ciento (30%) de su
crédito. A estos efectos, el privilegio que proviene de la relación laboral es renunciable, debiendo ser ratificada en
audiencia ante el juez del concurso, con citación a la asociación gremial legitimada. Si el trabajador no se
encontrare alcanzado por el régimen de convenio colectivo, no será necesario la citación de la asociación
gremial. La renuncia del privilegio laboral no podrá ser inferior al veinte por ciento (20%) del crédito, y los
acreedores laborales que hubieran renunciado a su privilegio se incorporarán a la categoría de quirografarios
laborales por el monto del crédito a cuyo privilegio hubieran renunciado. El privilegio a que hubiere renunciado el
trabajador que hubiere votado favorablemente el acuerdo renace en caso de quiebra posterior con origen en la
falta de existencia de acuerdo preventivo, o en el caso de no homologarse el acuerdo".
Por su parte, el art. 265, LCT, era el siguiente: "El concurso preventivo, quiebra, concurso civil u otro medio de
liquidación colectiva de los bienes del empleador, no atrae las acciones judiciales que tenga promovidas o
promoviere el trabajador por créditos u otros derechos provenientes de la relación laboral; éstas se iniciarán o
continuarán ante los tribunales del fuero del trabajo, con intervención de los respectivos representantes legales,
cesando su competencia con la etapa de conocimiento, debiendo proseguirse la ejecución ante el juez del
concurso con conforme a los procedimientos previstos por las leyes para estos casos.
La sucesión del empleador, no atrae las acciones previstas en el primer párrafo de este artículo, que se
tramitarán del mismo modo y con intervención de los respectivos representantes legales, incluso en los trámites
de ejecución, salvo el caso de concurso".
Este art. 265, LCT fue derogado para no generar contradicción con los arts. 21 y 132LCQ, que en las partes que
nos interesan, decían:
"Art. 21.- Juicios contra el concursado. La apertura del concurso preventivo produce:
1. La radicación ante el juez del concurso de todos los juicios de contenido patrimonial contra el concursado. El
actor podrá optar por pretender verificar su crédito conforme a lo dispuesto en los arts. 32 y cc., o por continuar el
trámite de los procesos de conocimiento hasta el dictado de la sentencia, lo que estará a cargo del juez del
concurso, valiendo la misma, en su caso como pronunciamiento verificatorio. (...)
5. Cuando no procediera el pronto pago de los créditos de causa laboral por estar controvertidos, el acreedor
debe verificar su crédito conforme al procedimiento previsto en los arts. 32 y ss. de esta ley. Los juicios ya
iniciados se acumularán al pedido de verificación de créditos. Quedan exceptuados los juicios por accidentes de
trabajo promovidos conforme a la legislación especial en la materia".
"Art. 132.- Fuero de atracción. La declaración de quiebra atrae al juzgado en el que ella tramita todas las
acciones judiciales iniciadas contra el fallido por las que se reclamen derechos patrimoniales, salvo los juicios de
expropiación y los fundados en relaciones de familia. (...)
Finalmente, en el art. 266, LCT, se leía: "El juez del concurso debe autorizar el pago de las remuneraciones
debidas al trabajador, las indemnizaciones por accidente y las previstas en los arts. 232 y 245 a 254 de ésta ley
que tengan el privilegio asignado por el art. 268, previa comprobación de sus importes por el síndico, los que
deberán ser satisfechos prioritariamente con el resultado de la explotación, con los primeros fondos que se
recauden o con el producto de los bienes sobre los que recaigan los privilegios especiales que resulten de esta
ley".
La norma de la LCT fue reemplazada por el art. 16, LCQ, que en su versión original, sobre pronto pago, decía:
"El juez del concurso autorizará el pago de las remuneraciones debidas al trabajador, las indemnizaciones por
accidentes, sustitutiva del preaviso, integración del mes del despido y las previstas en los arts. 245 a 254 de la
ley de contrato de trabajo, que gocen de privilegio general o especial, previa comprobación de sus importes por
el síndico, los que deberán ser satisfechos prioritariamente con el resultado de la explotación.
Para que proceda el pronto pago no es necesaria la verificación del crédito en el concurso ni sentencia en juicio
laboral previo.
Del pedido de pronto pago se da vista al síndico por diez (10) días. Sólo puede denegarse total o parcialmente
mediante resolución fundada en los siguientes supuestos: Que los créditos no surjan de la documentación legal y
contable del empleador, o en que los créditos resultan controvertidos o que existan dudas sobre su origen o
legitimidad o sospecha de connivencia dolosa entre el trabajador y el concursado. En estos casos el trabajador
debe verificar su crédito conforme al procedimiento previsto en los arts. 32 y ss.".
(805) Es importante aclarar que cuando la LCQ habla de "concurso" se está refiriendo tanto a los procesos de
reprogramación de deuda (concurso preventivo y APE) como al proceso liquidativo (quiebra). Concurso es, en su
acepción genérica, el proceso universal al que todos concurren. Esta concepción de la ley es la misma que
adoptamos en este trabajo, por lo cual cuando hablamos de concurso estamos refiriendo a los tres procesos de
la LCQ.
(806)VerAlegría, Héctor; Los Privilegios en la Ley Concursal. Aspectos Generales; Revista de Derecho Privado y
Comunitario; Rubinzal - Culzoni; 2011-2; ps. 17 y 18.
Hay en lo dicho un cambio interpretativo respecto del anterior trabajo hecho por Foglia con mi colaboración, en la
edición anterior de esta obra (la del 2007, p. 851), porque analizado nuevamente el tema se llegó a una
conclusión diferente. El único conflicto interpretativo realmente difícil de solucionar se da con el art. 267 de la
LCT, que dice: "Cuando por las leyes concursales o actos de poder público se autorizase la continuación de la
empresa, aún después de la declaración de la quiebra o concurso, las remuneraciones del trabajador y las
indemnizaciones que le correspondan en razón de la antigüedad, u omisión de preaviso, debidas en virtud de
servicios prestados después de la fecha de aquella resolución judicial o del poder público, se considerarán
gastos de justicia. Estos créditos no requieren verificación ni ingresan al concurso, debiendo abonarse en los
plazos previstos en los arts. 126 y 128 de esta ley, y con iguales garantías que las conferidas a los créditos por
salarios y otras remuneraciones". Esta norma otorga una preferencia de cobro en situación concursal y no está
en la ley concursal, está en la ley laboral que al respecto es menos especial y anterior. De cualquier manera, el
problema en principio parece teórico porque aun si se considerara que el art. 267, LCT está derogado, igual está
claro que los sueldos devengados después del decreto de continuación por el juez son gastos de justicia. Y si la
empresa continuada luego se vende, entonces se aplica el art. 199 en su versión por ley 26.684 (del 2011), que
dice: "El adquirente de la empresa cuya explotación haya continuado sólo será considerado sucesor del
concurso con respecto a los derechos laborales de los trabajadores cuya relación se mantuvo en este período.
En consecuencia, no es sucesor del fallido sino en ese concepto y los importes adeudados con anterioridad a la
quiebra serán objeto de verificación o pago en el concurso.
En caso de que la adquirente sea la cooperativa de trabajo deberá estarse al régimen de laley 20.337". O sea
que el comprador debe los sueldos devengados durante la continuación. Eso no era así hasta el 2011, ya que el
texto original del art. 199 según ley 24.522 (del año 1995), era: "El adquirente de la empresa cuya explotación
haya continuado, no es considerado sucesor del fallido y del concurso respecto de todos los contratos laborales
existentes a la fecha de la transferencia. Los importes adeudados a los dependientes por el fallido o por el
concurso, los de carácter indemnizatorio y los derivados de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales
con causa u origen anterior a la enajenación, serán objeto de verificación o pago en el concurso, quedando
liberado el adquirente respecto de los mismos".
Finalmente, como curiosidad, en este art. se ve la seña de los tiempos y los cambios de visión porque el art. 189
de la ley 19.551 (ley concursal anterior a la 24.522, del año 1972) decía: "El adquirente de la empresa cuya
explotación haya continuado, es considerado sucesor del fallido y del concurso respecto de todos los contratos
laborales existentes a la fecha de la transferencia a su favor. Los importes adeudados a los dependientes por el
fallido o por el concurso, serán objeto de verificación o pago en el concurso".
(807)Kemelmajer De Carlucci, Aída; Privilegios en Tratado de Derecho del Trabajo, dirigido por Vázquez Vialard,
Antonio, Tº 5, Capítulo XX, Astrea, p. 624.
(809) P. 853.
(810) El cuadro fue ligeramente ampliado respecto de la edición anterior. Ver p. 854.
(811) Las semejanzas se deben a que, en su momento, la ley de concursos fue readaptada para coordinar con el
sistema de privilegios de la LCT, lo cual fue encarado inicialmente por laley 22.917 de reforma a la anterior ley de
concursos 19.551, y luego, en el año '95, la 24.522 estableció el sistema cerrado de privilegios que aun subsiste,
pero el texto sobre rubros laborales con prerrogativas se mantuvo semejante al de la LCT. Sobre la cronología de
los privilegios laborales en las distintas leyes de concursos, ver Negre De Alonso, Liliana Teresitaen Acreedores
laborales en el Proceso Concursal, Rubinzal-Culzoni, 1996, ps. 243 a 280.
(812) Sobre el tema de los respectivos ordenamientos, se lee en Casadío Martínez, Claudio Alfredo, El Crédito
Prendario en el Concurso Preventivo y la Quiebra; Revista de Derecho Privado y Comunitario, Rubinzal -
Culzoni; 2011-2; ps. 196 y 197: "Concretamente podemos decir que la prenda civil prevalece sobre todos los
créditos, y respecto de la prenda comercial, se ha indicado que se aplican las mismas disposiciones que para la
prenda con registro, atento a lo dispuesto por el art. 582 del Código de Comercio que analizaremos a
continuación.
Con referencia a la prenda con registro, liminarmente consignaremos que no está prevista la situación del
retenedor; por ello entendemos que la prenda cede ante éste sólo si la retención comenzó antes de la
constitución de la misma (art. 3946, Cód. Civil), siendo desplazado el retenedor, en caso contrario, por los
restantes créditos enumerados en la LPR, y recién después se ubicará; salvo que pudiera ser considerado como
gasto de conservación, pero entonces la posición se la dará la naturaleza del crédito, siendo indiferente si ejercía
o no el derecho de retención.
Respecto a estos restantes créditos concurrentes, debemos estar a lo que dispone el artículo 43 de la LPR...".
(813) Ver Alegría, Héctor, Los Privilegios en la Ley Concursal. Aspectos Generales, cit., ps. 25 y 26.
(814)Es la opinión deVillanueva, Julia,Privilegios, Rubinzal Culzoni, 2004, ps. 161 y 162. Con el mismo criterio se
decidió en Gomería Uruguay SRL; 27/6/2001; Cámara de Apelaciones de Concepción del Uruguay, Sala Civil y
Comercial; LLOnline: AR/JUR/4803/2001, sobre la base de la autosuficiencia de los privilegios de la LCQ.
(815) P. 856.
(816) El Convenio OIT 173 fue ratificado por Argentina por ley 24.285.
(817) Lo dicho en este párrafo implica una revisión de la interpretación expuesta en la edición anterior. Ver p.
857.
(818) Si se analiza lo que sucedió en la práctica, el tema se complica aun más porque, en definitiva, pareciera
que la concursada puede o no categorizar a los acreedores quirografarios.
El asunto es así: en la oportunidad del art. 41, el concursado puede presentar una propuesta de categorización.
Se dice puede, porque si no lo hace, en el fondo la única consecuencia será que se deberá atener a la
Resolución del art. 42 sin haber opinado, teniendo en cuenta, además, que esta última es irrecurrible (sobre el
carácter facultativo de la presentación de propuesta de categorización ver: Agroindustrias INCA SA s/Concurso
Preventivo, sala B, Oficina de Jurisprudencia de la CNCOM, Ficha 26069; Florio y Cìa. s/Concurso Preventivo,
Juzgado 11, Ficha 25898, ED 10/02/97; COWAN y Cestona SA S/Concurso Preventivo, CA CC Azul, Sala II,
Ficha 36.143; sobre todo: Correo Argentino SA S/Concurso Preventivo S/Apelación ART. 250, Inc. 2°, sala B,
Ficha 39.614. Respecto de la irrecurribilidad de la Resolución del art. 42 ver Rivera, Julio C. - Roitman, Horacio -
Vítolo, Daniel R.;Ley de Concursos y Quiebras; T° 1, Rubinzal Culzoni, 2000, p. 299. Este carácter de inapelable
surge del principio del art. 273, inc. 3°, de la LCQ).
Visto así, el deudor puede o no presentar categorías de acreedores laborales quirografarios y el juez decidirá
(alguna doctrina afirma que la categoría de acreedores quirografarios laborales puede ser omitida incluso por el
juez, si se acepta que se realice una propuesta única: Alegría, Héctor, Categorización de acreedores:
obligatoriedad, ponencia en "III Congreso Argentino de Derecho Concursal y I Congreso Iberoamericano sobre
insolvencia", t. III, Ad-Hoc, p. 463; Guerrero, Derecho Concursal: Categorización de Acreedores, Revista de la
Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, N° 24, p. 131/6;Villanueva, Julia, Carácter
Facultativo de la categorización de acreedores - art. 41 de la LC", ponencia en III Congreso Argentino de
Derecho Concursal y I Congreso Iberoamericano sobre insolvencia, t. III, Ad-Hoc, p. 459; Reggiardo, "Sobre el
carácter facultativo de la categorización de acreedores en el concurso preventivo y las categorías mínimas", ED,
171-107).
Sobre el punto, tiene decidido la Sala E que "la categorización de acreedores constituye una mera facultad del
deudor en orden a superar el estado de cesación de pagos que afecta a su patrimonio en un marco de mayor
flexibilidad del proceso concursal; de tal modo no puede soslayarse la vinculación existente entre la
categorización de acreedores y la formulación de propuestas diferenciadas de acuerdo preventivo—vinculación
que emerge del propio texto legal—, por lo que si el deudor habrá de formular una propuesta única, la
categorización resultaría innecesaria e improcedente [...]; sin que justifique apartarse de tal conclusión la
existencia de acreedores quirografarios de origen laboral, pues nada obsta a la formulación de una propuesta
única de acuerdo preventivo dirigida a la totalidad de los acreedores quirografarios [...] y, en tal supuesto, no
puede inferirse que, además del privilegios especial y/o general que el ordenamiento jurídico les reconoce, la ley
haya condicionado la totalidad del acuerdo a una conformidad diferenciada de los titulares de créditos de
naturaleza laboral que carezcan, excepcionalmente, de aquellos privilegios, permitiéndose por esa vía la
obstaculización de la solución preventiva". (Orrico SRL S/Concurso Preventivo; 24/8/2001; Ficha 35.930).
Muy parecido es lo decidido por la Sala D en Daly y Cìa. s/Quiebra s/Incidente de apelación (art. 250) promovido
por la fallida (13/11/1997; Ficha 26.080), causa en la que si bien se establecieron tres categorías de
quirografarios (financieros, comunes y laborales), se propuso a todos lo mismo y la Excma. Cámara confirmó la
eficacia de la solución preventiva.
(820) Que coincide con postura asumida en "Metalúrgica Ferrari Hnos. S/Conc. Prev. S/Inc. de verif. de crédito
(Gervasoni, Roberto Orlando)". Ver Reseña Jurisprudencial.
(821)"Yagmour SRL s/Conc. prev. S/Inc. de verif. de créd. por: Capurro, Norma Beatriz"; 7/4/2008; CNCom.; Sala
D; LLOnline: AR/JUR/5346/2008.
(822) Ver "Prophos SA s/Conc. prev. s/Inc. de: Vega, Miguel Ángel" en Reseña Jurisprudencial.
(823) B.O. del 29/4/1976.
(824) Cabe distinguir las obligaciones accesorias de las obligaciones subsidiarias. Estas últimas son "...cuando
presuponen que esta (obligación) haya sido incumplida, o que hayan sido agotadas las posibilidades de obtener
su ejecución forzada", Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. en Derecho de
obligaciones, Nº 1368, Abeledo-Perrot, 1998, p. 557.
(825) El origen de estas obligaciones se encuentra en las pacta adiecta de Roma, mediante las cuales se le daba
la misma protección de los acuerdos strictu sensu a las cláusulas los contratos que no daban lugar obligaciones
eficaces.
(828)Escuti, Ignacio A. en Ley de contrato de trabajo, comentada, anotada y concordada, coordinada por
Altamira Gigena, R.E, t. 2, Astrea, 1981, ps. 575/6.
(829)Kemelmajer De Carlucci, Aída en Tratado de derecho del trabajo, dirigido por Antonio Vázquez Vialard, t. 5,
Astrea, 1993 p. 619.
(831)Godoy Lemos, Sebastián en Ley de contrato de trabajo, dirigida por Antonio Vázquez Vialard, t. III, Rubinzal
Culzoni, 2005, p. 612.
(832)Ameal, Oscar J. en Cód. Civil, comentado, anotado y concordado, t. 3, Astrea, 1981, ps. 572/3.
(833)Ameal, Oscar J. en Cód. Civil, comentado, anotado y concordado, t. 3, Nº 5, Astrea, 1981, p. 575.
(842)Maza, Alberto J. y Armando Lorente, Javier en Créditos laborales en los concursos, Astrea, 1996, p. 179.
(843)Vázquez Vialard, Antonio en Efectos del concurso sobre las relaciones laborales, Nº 4, DYE, Universidad
Austral, 1995, p. 290.
(844) El art. 45 expresa: "Para obtener la aprobación de la propuesta de acuerdo preventivo, el deudor deberá
acompañar el juzgado, hasta el día del vencimiento del período de exclusividad, el texto de la propuesta con la
conformidad acreditada por declaración escrita con firma certificada por ante escribano público, autoridad judicial,
o administrativa en el caso de entes públicos nacionales, provinciales o municipales, de la mayoría absoluta de
los acreedores, dentro de todas y cada una de las categorías, que representen las dos terceras partes del capital
computable dentro de cada categoría. Sólo resultarán válidas y computables las conformidades que lleven fecha
posterior a la última propuesta o su última modificación presentada por el deudor en el expediente.
La mayoría de capital dentro de cada categoría se computa teniendo en consideración la suma total de los
siguientes créditos: a. Quirografario verificados y declarados admisibles comprendidos en la categoría b.
Privilegiados cuyos titulares hayan renunciado al privilegio y que se hayan incorporado a esa categoría de
quirografario; c. El acreedor admitido como quirografario, por habérsele rechazado el privilegio invocado, será
excluido de integrar la categoría, a los efectos del cómputo, si hubiese promovido incidente de revisión, en los
términos del art. 37. Se excluye del cómputo al cónyuge, los parientes del deudor dentro del cuarto grado de
consanguinidad, segundo de afinidad o adoptivos, y sus cesionarios dentro del año anterior a la presentación.
Tratándose de sociedades no se computan los socios, administradores y acreedores que sean accionistas de la
concursada, salvo que se trate de contratantes de la misma.
El deudor deberá acompañar, asimismo, como parte integrante de la propuesta, un régimen de administración y
de limitaciones a actos de disposición aplicable a la etapa de cumplimiento, y la conformidad de un comité de
acreedores que actuará como controlador del acuerdo, que sustituirá al comité constituido por el art. 42, segundo
párrafo. La integración del comité deberá estar conformada por acreedores que representen la mayoría del
capital. Con cinco (5) días de anticipación al vencimiento del plazo del período de exclusividad, se llevará a cabo
la audiencia informativa con presencia del juez, el secretario, el deudor, el comité provisorio de acreedores y los
acreedores que deseen concurrir. En dicha audiencia el deudor dará explicaciones respecto de la negociación
que lleva a cabo con sus acreedores, y los asistentes podrán formular preguntas sobre la propuesta. Si con
anterioridad a la fecha señalada para la audiencia informativa, el deudor hubiera obtenido las conformidades
previstas por el art. 45, y hubiera comunicado dicha circunstancia al juzgado, acompañado las constancias, la
audiencia no se llevará a cabo."
(845) El art. 41 expresa "Dentro de los diez (10) días contados a partir de la fecha en que debe ser dictada la
resolución prevista en el art. 36, el deudor debe presentar a la sindicatura y al juzgado una propuesta fundada de
agrupamiento y clasificación en categorías de los acreedores verificados y declarados admisibles, teniendo en
cuenta montos verificados o declarados admisibles, la naturaleza de las prestaciones correspondientes a los
créditos, el carácter de privilegiados o quirografarios, o cualquiera otro elemento que razonablemente pueda
determinar su agrupamiento o categorización, a efectos de poder ofrecerles propuestas diferenciadas de acuerdo
preventivo. La categorización deberá contener, como mínimo, el agrupamiento de los acreedores en tres (3)
categorías: quirografarios, quirografarios laborales —si existieren— y privilegiados, pudiendo —incluso—
contemplar categorías dentro de estos últimos."
(846) El art. 46 expresa "Si el deudor no presentara en el expediente, en el plazo previsto, las conformidades de
los acreedores quirografarios bajo el régimen de categorías y mayorías previstos en el artículo anterior, será
declarado en quiebra, con excepción de lo previsto en el art. 48 para determinados sujetos".
(847) El art. 44 expresa "El deudor puede ofrecer propuesta de acuerdo que comprenda a los acreedores
privilegiados o a alguna categoría de éstos. Este último acuerdo requiere las mayorías previstas en el art. 46,
pero debe contar con la aprobación de la totalidad los acreedores con privilegio especial a los que alcance".
(849)Malagarriga, Carlos A., Tratado elemental de derecho comercial, t. III, Nº 13, TEA, 1963, p. 237.
(850)Bonfanti, Mario A. y Garrone, José A. en Concursos y Quiebras, Abeledo Perrot, 1997, p. 397.
(852)CNAT., sala VI, 31/5/1973 "Cano Jorge c. Bosh Motors SA"; CNAT., sala VI, JA, 20-1973-153; CNAT., sala
I; 23/8/1973 "Vanela O. c. Manotta V. y otros", etc.
(853)Herrera, Enrique en "Tratado de derecho del Trabajo" dirigido por Antonio Vázquez Vialard, t. 5, p. 515, Nº
261, Astrea, 1993.
(857)Foglia, Ricardo A. en "El concurso y la quiebra del empleador. Efectos de la crisis producida y su influencia
en las relaciones laborales." en TySS 1999-129.
(858) CNCivil, sala I, 12/9/1997, "Cabezas, José Laureano c. Víctor Maltosio e hijos".
(859)Vázquez Vialard, Antonio en "Naturaleza laboral o civil de la acción promovida por reparación de un
accidente de trabajo con las normas de derecho civil —art. 16, ley 24.028—. (A propósito del ejercicio del fuero
de atracción por parte del juez de la quiebra del deudor)" en ED, 16/12/1997, Nº 9401, p. 1 y ss.
(861) Al respecto la CNAT sala III en autos "Araujo Juan C. c. Señar SA", 31/12/1996, DT, 1997-A, 1115
estableció que: "El art. 21, inc. 5 de la ley 24.522 (DT, 1995-B, 1424), no es violatorio de los principios de debida
defensa en juicio e igualdad, pues más allá del reproche que podría merecer la norma desde una perspectiva de
política judicial, lo cierto es que establece la imperatividad del proceso verificatorio en coherencia con el principio
de universalidad que caracteriza a los procesos concursales...".
(869) En este sentido ver CNCom., sala A, 27/6/1997, "Royal House SA s/conc. preventivo s/inc. de pronto pago"
ED, 27/1/1998, Nº 942, p. 4.
(871)Milberg, Eduardo J. M. en Un pronto pago que no es tan pronto" revista "Información Empresaria, Nº 265,
julio 1996, p. 23.
Privilegios especiales
Art. 268. — Los créditos por remuneraciones debidos al trabajador por 6 meses y los
provenientes de indemnizaciones por accidente de trabajo, antigüedad o despido,
falta de preaviso y fondo de desempleo, gozan de privilegio especial sobre las
mercaderías, materias primas y maquinarias que integren el establecimiento donde
haya prestado sus servicios, o que sirva para la explotación de que aquél forma
parte. El mismo privilegio recae sobre el precio del fondo de comercio, el dinero,
títulos de créditos o depósitos en cuentas bancarias o de otro tipo que sean directo
resultado de la explotación, salvo que hubiesen sido recibidos a nombre y por cuenta
de terceros.
Art. 269. — Si los bienes afectados al privilegio hubiesen sido retirados del
establecimiento, el trabajador podrá requerir su embargo para hacer efectivo el
privilegio, aunque el poseedor de ello sea de buena fe. Este derecho caducará a los
6 meses de su retiro y queda limitado a las maquinarias, muebles u otros enseres
que hubiesen integrado el establecimiento o explotación.
Preferencia
Obras y construcciones. Contratistas
Subrogación
Art. 272. — El privilegio especial se traslada de pleno derecho sobre los importes
que sustituyan a los bienes sobre los que recaiga, sea por indemnización, precio o
cualquier otro concepto que permita la subrogación real.
Privilegios generales
Disposiciones comunes
Art. 274. — Los privilegios no se extienden a los gastos y costas, salvo lo dispuesto
en el art. 273 de esta ley. Se extienden a los intereses, pero sólo por el plazo de 2
años a contar de la fecha de la mora.
Nota:
(873) Respecto de los arts. 268 al 274 me remito al comentario del art. 261, en el cual he analizado la cuestión
de los privilegios laborales en su conjunto.
Título XV
Disposiciones complementarias
A) Introducción
La norma comentada sanciona con una multa relacionada con la tasa de interés, la
conducta procesal temeraria o maliciosa del empleador que es derrotado, total
parcialmente, en una controversia con su trabajador.
B) Antecedentes nacionales
En el año 1968, la ley 17.711 agregó el siguiente párrafo al art. 622 del Cód. Civil
aplicable únicamente a las obligaciones de dar sumas de dinero "Si las leyes de
procedimiento no previeren sanciones para el caso de inconducta procesal maliciosa
del deudor tendiente a dilatar el cumplimiento de la obligación de sumas de dinero o
que deba resolverse en el pago de dinero, los jueces podrán imponer como sanción
la obligación accesoria de pago de intereses que, unidos a los compensatorios y
moratorios, podrán llegar hasta dos veces y media la tasa de los bancos oficiales en
operaciones de descuentos ordinarios". Dicha norma ha sido cuestionada
constitucionalmente "...pues las sanciones que impone tienen aplicación sólo en el
supuesto que las leyes de procedimiento no las previeran, con lo cual supedita la ley
de fondo a las que reglamenten las formas, contrariando el sistema establecido por
los arts. 67, incs. 11 y 104 de la CN, el Cód. Civil nunca puede ser aplicado en
subsidio de los códigos procesales, porque la ley de fondo ha debido ser única para
toda la Nación"(880) .
En el año 1974 la LCT, en el art. 300 introduce el texto del artículo comentado, que,
luego de las reformas introducidas en el año 1976 por la ley 21.297(881) , pasó a ser
el actual art. 275.
C) Naturaleza de la norma
Cabe señalar que ello no constituye un error, ya que, como señala Vélez Sarsfield
en la nota al art. 495 del Cód. Civil "Nos abstenemos de definir, porque como dice
Freitas, las definiciones son impropias de un código de leyes, y no porque haya
peligro en hacerlo; pues mayor peligro hay en la ley que en la doctrina. En un trabajo
legislativo sólo pueden admitirse aquellas definiciones, que estrictamente contengan
una regla de conducta, o por la inmediata aplicación de sus vocablos, o por su
influencia en sus disposiciones de una materia especial".
Como señalan Colombo y Kiper(884) "La ley, en nuestro país y en todos los demás,
ha recurrido a los estándares como el medio más idóneo para regular importantes
incidencias normativas. No constituyen un error, un déficit, una improvisación del
legislador. Basta recordar la directiva 'injurias graves' como causal de divorcio, 'uso
abusivo', para el desalojo, 'obscenidad' empleada como elemento configurativo de
delitos, entre otros, en los arts. 128 y 129 de Código Penal". En nuestra disciplina
pueden señalarse, entre otros, a los arts. 242 y 244, LCT.
Sin perjuicio de ello, podemos señalar que el último párrafo del art. 45 del CPCCN,
agregado por la ley 25.488, ensaya una suerte de definición de la conductas
temerarias o maliciosas al expresar "Sin perjuicio de considerar otras circunstancias
que estime corresponder, el juez deberá ponderar la deducción de pretensiones,
defensas, excepciones o interposición de recursos que resulten inadmisibles, o cuya
falta de fundamento no se pueda ignorar de acuerdo con una mínima pauta de
razonabilidad o encuentre sustento en hechos ficticios o irreales o que
manifiestamente conduzcan a dilatar el proceso".
Los conceptos de temeridad y malicia han sido diferenciados por la doctrina y por la
jurisprudencia, aunque es frecuente utilizarlos en forma indistinta. Por ello me
referiré seguidamente y en forma separada.
Godoy Lemos(888) la caracteriza como "...aquella conducta que asume la parte que
deduce acciones o defensas cuya injusticia o falta de fundamento no puede ignorar
de acuerdo con una mínima pauta de razonabilidad...".
La norma es únicamente aplicable al empleador que pierde el pleito, sea que este
haya asumido la calidad de demandado, que es lo habitual, o de actor como
sucedería en el caso de reclamar con fundamento en los arts. 87, 88, o 231, inc. a) y
232, LCT, entre otros, a cuyo comentario me remito.
1) Que el empleador haya perdido total o parcialmente el juicio, sea que haya
asumido la posición de demandado, que es lo más frecuente, o de actor;
4) que el juez la declare temeraria y/o maliciosa la conducta procesal del empleador
perdidoso. Se trata de una facultad que la norma otorga en forma privativa y
exclusiva a los jueces que pueden y deben, cuando están reunidos los recaudos
mencionados precedentemente, imponerla;
Así por ejemplo, y en el ámbito federal, el art. 45 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación es incompatible con el art. 275, LCT Lo mismo sucede con el
art. 45 el Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires, y con la
ley 11.653 sobre el procedimiento laboral, que remite en forma supletoria a dicha
disposición del art. 45.
Respecto de la norma nacional, el juez puede aplicar la sanción del art. 277, LCT al
empleador y el art. 45 del CPCCN a su letrado.
I) Sanción aplicable
El tipo legal prevé tres conductas para que se configure el hecho sancionable:
c) que a raíz del mismo el trabajador deba continuar o iniciar una acción judicial para
obtener el cobro de las acreencias emergentes del referido acuerdo. De esta forma
no basta la reclamación administrativa o la intimación. Si se trata de un acuerdo
administrativo el trabajador debe promover la acción judicial correspondiente y si el
incumplido es un acuerdo judicial debe proseguir con el mismo o ejecutar lo
acordado según se hubiere convenido.
Dicho interés es a favor del trabajador, corre desde la mora, esto es desde el
incumplimiento, y hasta el efectivo pago.
La presunción que establece es iuris tantum, de forma tal que el empleador puede
justificar su proceder, esto es la razón por la cual no abono en término las
indemnizaciones derivadas de un despido sin justa causa o de un acuerdo extintivo
homologado.
Reseña jurisprudencial(910)
"Si la demandada desconoció en todo momento los pagos en negro que fueron
acreditados por el trabajador, tal conducta encuadra en las previsiones del
art. 275, LCT toda vez que implicó una clara violación del deber de lealtad, probidad
buena fe que las partes deben observar en el proceso". (CNTrab., sala 2ª,
10/5/1999, "Pérez Luque, Guillermo v. Viajes ATI SA y otro s/despido").
"La conducta de un Sindicato que no sólo ha negado la relación laboral, sino que ha
clandestinizado al actor y ha demorado injustamente la satisfacción de su deuda,
debe ser valorada como maliciosa en los términos del art. 275, LCTAl menos desde
la sentencia de primera instancia estuvo en condiciones de advertir la realidad y no
lo hizo. De ahí que la conciencia de la propia sinrazón fue clara y manifiesta".
(CNTrab., sala 6ª, 5/3/1999, "Albornoz, Graciela v. Sindicato de Empleados de
Comercio de la Capital Federal s/despido").
"La accionada que pretende hacer valer un recibo respecto del cual medió abuso de
firma en blanco, incurre en temeridad procesal, ya que al deducir oposición a las
pretensiones del accionante, conocía a ciencia cierta la sinrazón de su postura. Por
lo tanto, conforme lo disponen los arts. 275, LCT y 45, CPCCN correspondería
sancionar tal conducta". (CNTrab., sala 3ª, 8/3/1989, "Caro, Florentino v. Nutrican
SA").
"El principio de buena fe que debe regir las prácticas procesales implica para los
profesionales no litigar cuando se sabe que no se tiene derecho, pues de lo contrario
se complica inútilmente la labor jurisdiccional. En consecuencia corresponde
confirmar la sanción impuesta por temeridad y malicia (art. 275, LCT) no sólo a la
parte, sino también al profesional que la asistía cuando por su carácter letrado no
podía ignorar la sinrazón de la defensa esgrimida". (CNTrab., sala 1ª, 13/7/1999,
"Guerrero, Dardo v. Red Celeste y Blanca SA s/despido").
4. Temeridad y malicia
"La conducta del demandado encuadra en las previsiones del art. 275, LCT, porque
pretendió burlar el derecho del actor al cobro de las indemnizaciones y salarios que
le correspondían mediante la presentación en la causa de un recibo que no fue
firmado por el dependiente, circunstancia que fue indudablemente acreditada en la
causa, lo cual implicó una clara violación del deber de lealtad, probidad y buena fe
que las partes deben observar en el proceso". (CNTrab., sala 3ª, 26/4/2003, "Ariaz,
Adolfo H. v. Benegas, Miguel A.").
"Es lícito interpretar que el art. 2º, ley 25.323 expresa un cambio de idea en el mítico
legislador unipersonal al que remite la dogmática tradicional. Primero decidió que la
mora implicaba una presunción iuris tantum de actuación maliciosa, dando lugar a la
aplicación del art. 275. Luego —tal vez en consonancia con la tendencia regresiva a
limitar los derechos laborales, o bien por haber advertido además que el 275 se
refiere a conductas procesales y no a incumplimientos anteriores al proceso—
decidió convertir aquella sanción (sujeta a la variación de tasas) en un recargo
tarifado de 50% sobre el capital, pero sujeto a una condición adicional (y por cierto
nada irrazonable): que mediase intimación fehaciente del trabajador. Esto no quiere
decir, sin embargo, que la conducta del empleador no pueda ser maliciosa, sino tan
sólo que no se aplica la presunción: si durante el proceso judicial el empleador
incurriese en conducta maliciosa efectivamente comprobada (y no ya tan sólo
presumida), habría que aplicarle el interés punitorio del 275, LCT sobre todo el
capital, incluido en éste el recargo del art. 2º, ley 25.323". (CNTrab., sala 3ª,
29/8/2003, "Del Médico, Mirta G. v. Haras Las Ortigas SA").
"La falta de pago en término de las indemnizaciones derivadas del despido generan,
a favor del trabajador, un recargo dispuesto por dos normas sucesivas: la ley 25.013
decidió que la mora implicaba una presunción juris tantum de actuación maliciosa
por parte del patrono dando lugar a la aplicación del art. 275, LCT, a posteriori, la
ley 25.323 estableció un incremento del 50% 'en las indemnizaciones previstas en
los arts. 232, 233 y 245, LCT y 6º y 7º, ley 25.013' siempre que mediase intimación
fehaciente por parte del trabajador. Ambas normas se superponen parcialmente y
sólo si la conducta del empleador durante el proceso resulta efectivamente maliciosa
(no ya como presunción) habría que computar el interés punitorio del
art. 275, LCT ya citado, sobre todo el capital, incluido en éste el recargo del art. 2º,
ley 25.323, así como cualquier otra prestación, con recargo o sin él, que hubiese
quedado involucrada en la maniobra maliciosa (Del voto del Dr.
Guibourg)". (CNTrab., sala 3ª, 12/9/2002, "Saiegh, Salvador v. Consorcio H.
Yrigoyen 3641/49/1959 s/despido").
6. Límite de aplicación
Dicha actualización será aplicada por los jueces o por la autoridad administrativa de
aplicación de oficio o a petición de parte incluso en los casos de concurso del
deudor, así como también, después de la declaración de quiebra.
Disposiciones relacionadas
Const. Nacional art. 99, inc. 3º; Cód. Civil, arts. 574, 577, 592, 593, 601/624,
1197, 2502, 2505, 2250, 2251, 3265. 3266; LCT: art. 136.; leyes 1130; 11.683;
23.616; 23.928; 24.283; 25.561; 25.557; 25.820; 25.972; 26.077; ley de la
Provincia de Mendoza 7198; decs. 2128/1991; 50/2002; 214/2002; 320/2002;
762/2002; 51/2003; 70/2003; Acta de la CNTrab. 2357/2002.
A) Introducción
Dicho proceso tuvo su punto culminante en las hiperinflaciones de los años 1989 y
1990 que dieron origen a que, a fines del año 1990, se dictara la ley de
convertibilidad 23.928(911) que instauró un sistema nominalista y de convertibilidad
de la moneda, respecto del dólar estadounidense, que dejo sin efecto las cláusulas
de ajuste, de actualización monetaria, de variación de precios y de repotenciación de
deudas, fueran estas de origen convencional o legal, que eran usuales hasta ese
entonces.
El art. 7º de la ley 23.928 expresaba "El deudor de una obligación de dar una suma
determinada de australes, cumple su obligación dando el día de su vencimiento la
cantidad nominalmente expresada. En ningún caso se admitirá la actualización
monetaria, indexaron por precios, variación de costos o repotenciación de deudas,
cualquiera fuere su causa, haya o no mora del deudor, con posterioridad al 1 del
mes de abril de 1991, en que entra en vigencia la convertibilidad del austral. Quedan
derogadas las disposiciones legales y reglamentarias y serán inaplicables las
disposiciones contractuales o convencionales que contravinieren lo dispuesto".
Por su parte el art. 10 dispuso "Deróganse, con efecto a partir del 1 del mes de abril
de 1991, todas las normas legales o reglamentarias que establecen o autorizan la
indexación por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier otra
forma de repotenciación de deudas, impuestos, precios o tarifas de bienes, obras o
servicios. Esa derogación se aplicara aun a los efectos de las relaciones y
situaciones jurídicas existentes, no pudiendo aplicarse ni esgrimirse ninguna
cláusula legal, reglamentaria, contractual o convencional —inclusivo convenios
colectivos de trabajo— de fecha anterior como causa de ajuste e las sumas de
australes que corresponda para, sino hasta el día 1/4/1991, en que entra en vigencia
la convertibilidad del austral".
A su vez el art. 13 estableció que: "La presente ley es de orden público. Ninguna
persona puede alegar en su contra derechos irrevocablemente adquiridos. Derogase
toda otra disposición que se oponga a lo en ella dispuesto. La vigencia se fija a partir
del día siguiente de su publicación oficial".
Por su parte el art. 2º estableció que: "La presente ley será de aplicación incluso a
los juicios actualmente en trámite comprendiendo el proceso de ejecución de
sentencia y cualquiera sea la etapa en que se encuentren".
La ley 21.297(920) modificó, entre otros, el art. 301, LCT que paso a ser el 276 cuyo
texto expresaba "Los créditos provenientes de las relaciones individuales del trabajo,
demandados judicialmente, será actualizados, cuando sean afectados por
depreciación monetaria, teniendo en cuenta la variación que resulte del índice de
precios al consumidor, nivel general, elaborado por el Instituto Nacional de
Estadística y Censos, desde que cada suma sea debida hasta el momento del
efectivo pago. Dicho índice será aplicado por los jueces, de oficio, o a petición de
parte".
No hay duda que en nuestro país la inflación fue un proceso ascendente, que
culmino con fenómenos hiperinflacionarios inéditos y mucho daño causaron.
Los aspectos económicos del mismo exceden con mucho las competencias del
suscripto, de forma tal que limitare su análisis al más modesto ámbito jurídico a cuyo
efecto comenzare por situar el aspecto del derecho en el cual se ubica la cuestión
referida a la tasa de interés y la actualización monetaria.
1. Las obligaciones de dar: Como punto partida del análisis efectuare una breve
reseña a la estructura jurídica de las obligaciones de dar, dentro de cuyo ámbito se
encuentra la especie de las obligaciones de dar sumas de dinero, seguramente uno
de los más importantes tipos obligacionales.
Expresa el citado artículo que: "La obligación de dar, es la que tiene por objeto la
entrega de una cosa, mueble o inmueble, con el fin de constituir sobre ella derechos
reales, o de transferir solamente su uso o tenencia, o de restituirla a su dueño". De
esta forma la esencia de la obligación de dar es la de formalizar la entrega de una
cosa, independientemente de la naturaleza de la misma. De esta manera en las
obligaciones de dar el elemento configurante es la cosa, resultando la entrega una
circunstancia accesoria. Las partes, en estas obligaciones, no tuvieron en mira el
hecho de la entrega, sino la cosa es sí misma.
Ahora bien, no basta la mera entrega para que se configure a obligación de dar, ya
que también es menester la finalidad con la que se efectúa la entrega, por cuanto,
según surge del artículo pretranscripto, dicha finalidad integra el objeto. Y como
señala la norma indicada, aquella (finalidad) puede ser de tres tipos distintos: a) para
constituir sobre la cosa derechos reales; b) para transferir el uso o tenencia de la
cosa o para c) restituir la cosa a su dueño. Cuando no se prueba la finalidad de la
entrega, prevalece el derecho que de quien la entrego siguiendo la regla del
art. 2465 del Cód. Civil que expresa que: "Debe restituir la cosa al poseedor a cuyo
nombre posee, o a su representante, luego que la restitución le sea exigida
conforma a la causa que lo hizo tenedor de la cosa".
Por otra parte, si consideramos a las obligaciones de dar desde el punto de vista de
la certeza del objeto, tenemos que las mismas se clasifican, a su vez, el obligaciones
de dar cosas ciertas y de dar cosas inciertas, según la determinación de aquel —
objeto— al momento del nacimiento del vinculo obligacional.
En cuanto a las primeras (obligaciones de dar cosas ciertas) el art. 600 del Cód. Civil
dispone "Si la obligación fuere de dar cosas ciertas para transferir solamente el uso
de ellas, los derechos se reglaran por lo que se dispone en el título del
arrendamiento. Si la obligación fuere para transferir solamente la tenencia de la
cosa, los derechos se reglaran por lo que se dispone en el título del depósito". En
cuanto a la transmisión de derechos reales se aplican los arts. 577, 592, 593, 2502,
2505, 3265, 3269 y concordantes del citado Código. Dichas normas establecen la
tradición (entrega de la cosa) como medio de trasmisión de derechos reales, a la
que se agrega, como requisito de perfeccionamiento de la trasmisión en materia de
inmuebles, "...la inscripción de los respectivos títulos en los registros inmobiliarios de
la jurisdicción que corresponde" (art. 2505 del Cód. Civil). También procede la
inscripción en el caso de los bienes muebles registrables según las normas
respectivas.
Las obligaciones de dar cosas inciertas, esto es aquellas en que las que existe
incertidumbre sobre la cosa debida al momento de la causación del vínculo
obligacional, pueden distinguirse, a su vez, en: a) obligaciones de dar cosas inciertas
no fungibles, llamadas también obligaciones de género; b) obligaciones de dar cosas
inciertas fungibles, u obligaciones de dar cantidades de cosas y c) obligaciones de
dar sumas de dinero. La distinción entre los diversos tipos ha sido fuente de no
pocas discusiones doctrinarias ya que entre el género máximo y la especie mínima
hay una gran cantidad de especies intermedias, la cual, a su vez, es género de la
subsiguiente de menor escala. Con esa restricción puede señalarse que las cosas
inciertas no fungibles son aquellas que están identificadas por su género pero son
diferencias y no intercambiables entre sí. Las fungibles (obligaciones de cantidad)
lucen caracterizadas por el art. 606 del Cód. Civil que señala "La obligación de dar
cantidades de cosas es la obligación de dar cosas que consten de numero, peso o
medida".
2. El dinero. Tesis sobre su valor: En este punto me limitare a efectuar una escueta
referencia a las más importantes tesis sobre el valor del dinero, porque, como señala
Boffi Boggero(923) "Se plantea en esta materia comúnmente un problema de
confusión de planos cuando los autores realizan minuciosas incursiones sobre
economía política o finanzas, materias que se desenvuelven en el campo de las
comúnmente llamadas "ciencias naturales" y, por ende, responden a la ley causal.
Como el derecho civil vive en las denominadas "ciencias culturales" y su naturaleza
es "normativa", lo máximo que se puede hacer al respecto es formular breves
nociones sobre los aspectos económicos y financieros del dinero para penetrar
después en el examen jurídico...".
c) La tesis de valor corriente, que fue expuesta por primera vez en forma orgánica en
el año 1851 por Savigny en su "Derecho de las obligaciones", señala que la moneda
vale en función de la ley de la oferta y la demanda(924) .
a) Obligaciones de dar sumas de dinero que no eran de curso legal: En esta materia
el Código Civil consideraba que dichas obligaciones debían considerarse como de
dar cantidades de cosas. El art. 617 del referido cuerpo legal señalaba "Si por el acto
que se ha constituido la obligación, se hubiere estipulado dar moneda que no sea de
curso legal en la República, la obligación debe considerarse como de dar cantidades
de cosas".
Por su parte el art. 606 del Cód. Civil define a dichas obligaciones como aquella
"...de dar cosas que consten de número, peso o medida". En la nota al artículo, el
Codificar transcribe a Savigny que expresa "Llamamos cantidades de cosas las que
circunscriptas en los límites de una clase determinada, no tienen ningún valor
individual, y todo su valor no se determina sino por el número, la medida o el peso;
por lo que absolutamente indiferente distinguir las cosas individualmente".
Es por ello que el art. 607 del Cód. Civil señala que: "En estas obligaciones el
deudor debe dar, en lugar y tiempo propio, una cantidad correspondiente al objeto
de la obligación, de la misma especie y calidad".
Ahora bien, y en caso de incumplimiento por parte del deudor, el Código Civil le
otorga al acreedor una opción: o bien tiene derecho a exigir la entrega de una
cantidad igual de la misma moneda pactada con más los daños y perjuicios
derivados del incumplimiento, o puede requerirle al deudor que le pague, en moneda
de curso legal, el valor de aquélla.
El art. 608 del Cód. Civil señala "Si la obligación tuviere por objeto restituir
cantidades de cosas recibidas, el acreedor tiene derecho a exigir del deudor moroso
otra igual cantidad de la misma especie y calidad con los perjuicios e intereses, o su
valor, según el valor corriente en el lugar y día del vencimiento de la obligación".
Cabe destacar que si bien el art. 608 sólo se refiere al supuesto de restituir las cosas
a su dueño, la doctrina considera que dicha norma también es aplicable a la
hipótesis de transferir derechos reales(925).
b) Obligaciones de dar sumas de dinero que eran de curso legal: En este caso el
deudor cumplía con la obligación entregando la moneda nacional pactada u otra
moneda nacional, estableciéndose el tipo de cambio al día del pago de la obligación.
El art. 619 del Cód. Civil en su redacción original establecía "Si la obligación del
deudor fuese de entregar una suma de determinada especie o calidad de moneda
corriente nacional, cumple la obligación dando a especie designada, u otra especie
de moneda nacional al cambio que corra en el lugar el día del vencimiento de la
obligación".
El art. 622, sin el agregado del segundo párrafo efectuado por la ley 17.711 expresa
"El deudor moroso debe los intereses que estuvieren convenidos en la obligación
desde el vencimiento de ella. Si no hay intereses convenidos, debe los intereses
legales que las leyes especiales hubieren determinado. Si no se hubiere fijado el
interés legal, los jueces determinarán el interés que debe abonar".
En la nota Vélez Sársfield señala que: "Me he abstenido de proyectar el interés legal,
por que el interés del dinero varía tan de continuo en la República, y porque es muy
diferente el interés de los capitales en los diversos pueblos. Por lo demás, el interés
del dinero en las obligaciones de que se trata, corresponde a los perjuicios e
intereses que debía pagar el deudor moroso".
Como una primera aproximación general puede señalarse que: "Los intereses
constituyen los frutos civiles del capital"(927). Según la nota al art. 2329 del Cód.
Civil "Frutos son los que la cosa regular y periódicamente produce sin alteración no
disminución de su sustancia: producto de la cosa son los objetos que se separan o
se sacan de ella y que una vez separados, la cosa no produce, y que no se puede
separar de ella sin disminuir o alterar su sustancia, como las piedras sacadas de una
cantera, o el mineral sacado de las minas". Los frutos pueden ser naturales, civiles e
industriales.
De esta manera los intereses son accesorios al mismo (arts. 523 y ss. Cód. Civil),
pudiendo ser cedidos con el crédito, excepto pacto expreso que lo prohíba. El
art. 1458 del Cód. Civil dice "La cesión comprende por si la fuerza ejecutiva del título
que comprueba el crédito, si este la tuviere, aunque la cesión estuviese bajo firma
privada, y todos los derechos accesorios, como la fianza, hipoteca, prenda, los
intereses vencidos y los privilegios del crédito que no fuesen meramente personales,
con la facultad de ejercer, que nace del crédito que existía".
Las cuestiones referidas a la tasa de interés pueden ser analizadas desde el ángulo
jurídico o económico, siendo ambos mirajes igualmente correctos.
Sin embargo, y a pesar de ello, en esta materia, como en otras, se presenta una
confusión de planos que ha llevado en algunas ocasiones a soluciones
desafortunadas, por cuanto los aspectos de política económica o financiera
responden a la ley causal, mientras que el derecho considera a las cuestiones desde
el punto de vista normativo en el que rigen las reglas de la causalidad jurídica.
Con ello quiero señalar que una misma cuestión puede ser analizada desde diversos
puntos de vista, los que no resultan incompatibles entre sí, sino que aprehenden
distintos aspectos de la realidad. La confusión, tal como señalara al principio de este
acápite, se genera cuando se intenta aplicar conceptos elaborados en base a la ley
causal matemática (ciencia exacta) sin la adecuación normativa, esto es, sin dejar
de lado aquellos aspectos que son relevantes para la primera, pero que resultan
irrelevantes para la segunda.
Desde el punto de vista causal nos encontramos con los intereses convencionales,
legales o judiciales. Los primeros son aquellos que tienen su origen en el acuerdo de
voluntades, mientras que los segundos dimanan de una norma legal (en sentido
amplio) que fija una tasa de interés, o bien faculta a los jueces para hacerlo en
ausencia de una disposición legal expresa.
En cuanto a los intereses legales judiciales la última parte del primer párrafo del
art. 622 del Cód. Civil expresa que a falta de intereses moratorios convencionales o
legales "...los jueces determinaran el interés que debe abonar" el deudor.
Los compensatorios, que conforme viéramos retribuyen el uso del capital de otro,
pueden o no ser llevados por las obligaciones de dar sumas de dinero. El art. 621
del Cód. Civil dice que: "La obligación puede llevar intereses...", agregando el
art. 2248 que: "No habiendo convención expresa sobre intereses, el mutuo se
supone gratuito, y el mutuante sólo puede exigir los intereses moratorios, o las
perdidas e intereses de la mora". De esta forma los intereses compensatorios se
devengan cuando hay acuerdo de partes o cuando la norma expresamente así lo
establece(934) .
Los intereses moratorios son aquellos que debe pagar el deudor de una obligación
de dar sumas de dinero o de una obligación de valor que deba satisfacerse en
dinero, que no cumple con la misma en tiempo oportuno. Constituyen una
indemnización por la mora en que ha incurrido el deudor. Estos intereses pueden
ser, a su vez, convencionales o legales. En cuanto a estos últimos (intereses
legales) el art. 622 primer párrafo del Cód. Civil expresa que: "El deudor moroso
debe los intereses que estuviesen convenidos en la obligación desde el vencimiento
de ella. Si no hay intereses convenidos, debe los intereses legales que las leyes
especiales hubiesen determinado. Si no se hubiese fijado el interés legal, los jueces
determinaran que debe abonar".
Los intereses sancionatorios son aquellos que la ley impone en función de la actitud
reticente o maliciosa del deudor en el cumplimiento de su obligación, particularmente
durante el decurso del proceso judicial. El art. 622, segundo párrafo, agregado por la
ley 17.711, expresa "Si las leyes de procedimiento no previeren sanciones para el
caso de inconducta procesal maliciosa del deudor tendiente a dilatar el cumplimiento
de la obligación de dar sumas de dinero o que deba resolverse en el pago de dinero,
los jueces podrán imponer como sanción la obligación accesoria de pago de
intereses que, unidos a los compensatorios y moratorios, podrán llegar hasta dos
veces y media la tasa de los bancos oficiales en operaciones de descuentos
ordinarios". En igual sentido, el segundo párrafo del art. 565 del Código de Comercio
expresa que: "El deudor perseguido judicialmente y que litigue si razón valedera,
será condenado a pagar un interés hasta dos veces y media del que cobre los
bancos públicos, debiendo los jueces graduar en la sentencia el acrecentamiento de
la tasa a la mayor o menor malicia con que ha litigado el deudor".
En la nota al art. 622 el codificador señala que no define al interés leal "...por que el
interés el dinero varía tan de continuo en la República, y porque es muy diferente el
interés de los capitales en los diversos pueblos".
En esta materia, en general, los Tribunales se han divido el criterio entre los que
adoptan la tasa activa o la pasiva.
La CNTrab. de la Capital Federal, desde el dictado del Acta 2357 el 7/5/2002 utiliza
"...la tasa activa fijada por el Banco Nación Argentina para el otorgamiento de
préstamos..."(939) .
(i) El costo de las tasas pasivas que las entidades financieras tienen que pagar a
aquellos que le prestan dinero. Las entidades financieras (y el Banco Nación, o los
Bancos Oficiales son parte del mismo), intermedian en el crédito, esto es, toman
fondos del mercado que a su vez prestan a otros requeridos de crédito. En tal
sentido se ha señalado que la empresa bancaria "...tiene por particularidad que su
actuación se realiza, básicamente, con fondos de terceros. Los recursos que aporto
el banquero o accionistas a la empresa son muy reducidos con relación al fenomenal
endeudamiento que puede alcanzar un banco"(940) .
(v) La cobertura por los riesgos de la operación en sí misma, esto es, por la
solvencia económico/financiera del cliente, hecho este que genera diferencias entre
las tasas de interés (por ej., con garantía hipotecaria o sin ella, préstamos
personales, etc.).
(vii) El efectivo mínimo indisponible (encaje) que las entidades deben tener
depositados en el Banco Central de la República Argentina, y por los que este abona
una tasa de interés inferior a la tasa pasiva, hecho este que genera que las
entidades perciban por dichos fondos un importe inferior al que obtendrían
prestándola en el mercado. El encaje tiene una doble finalidad: por un lado es un
instrumento de garantía de solvencia del sistema y un amortiguador rente a
eventuales corridas, y por otra parte es u instrumento de absorción o expansión
monetaria según se incremente o reduzca el mismo (más o menos dinero
circulante).
Por la vía de aplicar la tasa activa a los créditos laborales, se equipara una
operatoria de intermediación financiera con un litigio judicial destinado a obtener el
reconocimiento de un crédito laboral. El diferencial de tasa entre la activa y la pasiva,
se debe exclusivamente al costo de la intermediación financiera.
Ninguno de los costos de la tasa activa, a los cuales me he referido, deben ser
afrontados por el trabajador (excepto el referido a la tasa pasiva). El trabajador no
tiene los costos operativos, ni previsiones o encajes o impuestos a los cuales se ha
hecho referencia.
Con ello quiero señalar que al escogerse la aplicación de la tasa activa para créditos
cuyo origen no es la especifica de la intermediación financiera, en realidad no está
propendiendo a que el acreedor, en este caso laboral, obtenga el fruto adecuado por
la privación del capital (pues de eso se trata), sino que parecería que la finalidad es
punir doblemente al deudor moroso a través de la tasa de interés exorbitante (tasa
de interés moratoria con más el plus de tasa creditoria financiera), sin advertir que el
Derecho del Trabajo cuenta con otros medios apropiados y específicos para ello,
como los previstos en los arts. 80, 132 bis. y 275, LCT, y el art. 2º de la ley 25.323.
También podría ser aplicable la sanción del art. 622 del Cód. Civil al cual me he
referido.
Y ello porque si bien el interés moratorio debe ser superior al compensatorio, de ello
no se sigue que deba adoptarse una tasa cuya finalidad es, en realidad,
compensatoria para el sistema financiero ya que incluye, en su conformación, la
remuneración, garantía y precio de los específicos servicios que aquellas ofrecen al
público. De esta forma es razonable concluir que la aplicación de la tasa activa
puede constituir u enriquecimiento incausado para el acreedor al contener, en su
composición, conceptos que el trabajador-acreedor no debe afrontar.
e) Curso de los intereses moratorios: Si bien hay diferentes tesituras sobre el
particular, como expresa Llambías(942)"...los intereses moratorios se originan en la
mora del deudor, y por tanto sólo corren desde ese momento, sin que haya que
distinguir entre los intereses convencionales o legales"(943) .
La Asamblea del año XIII dispuso la acuñación de monedas de oro y de plata, con el
escudo de la Asamblea. La base de dichas monedas era la onza de oro, también
llamada doblón de a ocho o pelucona.
En el año 1812, por decreto del 28 de septiembre, se creó el peso fuerte, cuya
paridad era de 17 pesos fuertes por onza de oro. Dicha paridad se mantuvo hasta el
año 1864 en que se la fijó en 16 pesos fuertes por onza de oro.
En el año 1823 la Provincia de Santiago del Estero emitió una moneda denominada
Medio Real de Plata, y en el año 1836 Un Real de Plata. En el 1842 La Rioja puso
en circulación una moneda llamada Ocho Escudos que tenia grabado en el anverso
el busto de Rosas.
Luego, en el año 1853, y por ley del 9 de diciembre, el Gobierno de Paraná, que no
respondía a Buenos Aires, creo, con la autorización del Congreso General
Constituyente, el peso de plata que contenía 23,963 gramos de plata. Sobre esta
base se expidieron billetes.
A raíz de ello, el Congreso Federal sancionó, en el año 1854, la ley 15 que autorizó
al Poder Ejecutivo a acuñar monedas de plata, cuya denominación era colon, de 1
peso, y de 50, 20, 10 y 5 centésimos y cuyo peso era similar a las monedas emitidas
en el año 1853 por el Gobierno de Paraná.
Por ello este último, en el año 1855, optó por considerar al peso de plata como
moneda de cuenta, tomándolo como base para fijar el valor de las piezas de oro más
usadas en el país (onzas de España, libras esterlinas, las águilas estadounidenses,
las monedas de plata boliviana, y menor medida la chilena y peruana). La Provincia
de Buenos Aires estableció el mismo sistema de paridades en el año 1857.
El 23/9/1875 se dicta la ley 733, que crea la primera moneda papel propia del país,
el peso fuerte, regulando su acuñación. Los múltiplos de la referida unidad monetaria
eran el medio colón (5), el colón (10) y el doble colón (20), que equivalían a cinco,
diez y veinte pesos fueres respectivamente. Se crea, además la Casa de la Moneda.
Dicha unidad tenía su génesis en el Congreso Europeo de Economistas que se
había reunido en París en el año 1867, y que adoptara Japón en 1873 de forma tal
que 5 pesos fuertes equivalían a 5 yenes. La citada ley ordeno, además, la
instalación de dos cecas, una en Buenos aires y otra en Salta.
Cabe destacar que esta moneda (ley 1130) subsiste hasta nuestros días, y es la que
contemplan, a los efectos del pago de las indemnizaciones, el Código Aeronáutico
—ley 17.285— en sus arts. 144, 145 y 160(945) , y los arts. 24 y 25 de la ley 24.921
sobre transporte multimodal de mercaderías(946) .
A raíz de ello, el 17/10/1883, se dictó la ley 1354 que estableció que los Bancos de
Emisión Públicos, Mixtos o Particulares sólo podían emitir billetes pagaderos en
pesos moneda nacional de oro.
Sobre el particular expresa Trigo Represas(947) , "En los años que precedieron a la
ley de conversión dictada en el año 1899, la equivalencia interna entre el peso oro y
el peso papel era cotizada diariamente en la Bolsa de Buenos Aires, oscilando
violentamente veces más de veinte puntos por día, sin que dicha oscilación jugara
en forma alguna, ni en el cambio internacional entre el peso argentino y las monedas
extranjeras, ni en mayor o menor contenido oro del eso papel, pues este jamás tuvo
contenido metal alguno".
En el año 1890 se dicta la ley 2741 que crea la Caja de Conversión como ente
encargado de la impresión, emisión y conversión la moneda legal.
A raíz del mayor crecimiento económico del país, el peso papel fue adquiriendo un
mayor valor en oro, de modo que, a efectos de impedir una mayor valorización del
mismo, se transformo al peso papel en un título representativo del oro. Así la
ley 3871, del 4/11/1899 dispuso convertir toda la emisión fiduciaria "...de billetes de
curso legal por cuarenta y cuatro centavos de pesos moneda nacional de oro
sellado". En el ínterin, y hasta hacer la conversión, determinó que: "La Caja de
conversión emitirá y entregará, a quien lo solicite, billetes de curso legal por moneda
de oro sellado, en la proporción de un peso moneda de curso legal por cuarenta y
cuatro centavos de pesos de oro sellado, y entregará el oro que reciba por este
medio a quien lo solicite, en cambio de moneda papel, al mismo tipo de cambio".
En el año 1949, la ley 13.571 reformó la Carta Orgánica del Banco Central, que paso
a ser una entidad autárquica dependiente del Ministerio de Economía. El Banco
tenía la obligación de mantener un respaldo en oro y divisas, del circulante que
emitiera, equivalente al 25% del valor del mismo.
El 15/4/1969 se sancionó la ley 18.188, que entró en vigencia el 1/1/1970 y a partir
de allí fue remplazado el peso moneda nacional por el peso ley 18.188, cuya
equivalencia era de m$n 100 por cada peso ley.
Luego, mediante ley 22.707 del 6/1/1983 se creó el peso argentino ($a), que empezó
a circular el 1 de junio de ese año. Dicho peso argentino equivalía a 100.000 pesos
ley 18.188.
Por dec. 1096/1985, del 14/6/1985, se estableció el austral (A), y que equivalía a mil
pesos argentinos ($a 1000), a 10 millones de pesos ley 18.188 y a 1000 millones de
pesos moneda nacional.
Mediante dec. 2128/1991 se creó el peso ($) que reemplazó a austral en razón de
un peso por diez mil australes (A 10.000). Dicha modificación tuvo vigencia a partir
del 1/1/1992.
Asimismo, cabe recordar que a partir de principios del año 2002 la Nación y las
Provincias comenzaron a emitir bonos nacionales, denominados cuasi monedas,
entre los que cabe mencionar a los Lecop (Nación), Patacones (Provincia de Buenos
Aires), Quebrachos (Provincia del Chaco), Lecor (Provincia de Córdoba) y el Federal
(Provincia de Entre Ríos), entre otros. Dichos papeles circularon profusamente
reemplazando a la moneda nacional en las transacciones diarias en muchas
provincias, constituyendo en algunas ellas el único medio de pago disponible. Luego
fueron paulatinamente retirados de circulación a partir de principios del año 2003.
Cabe destacar que desde que la Argentina tuvo moneda propia en el año 1875 hasta
el año 2002, esto es, en 127 años, hubo 38 años con convertibilidad (30%) y 89
años sin ella (70%) y de los 38 años, 10 corresponden al período de la ley 23.928.
Como señalan Alterini, Ameal y López Cabana(948) "La inflación fue una constate a
partir de la cuarta década del siglo como fenómeno de naturaleza estructural o
endémica. En cuarenta años —de 1900 a 1939— el costo de vida se había
incrementado en un 18,1%, y en sólo cinco —1940 a 1945— lo hizo un 137,2%. A
comienzo de los años sesentas el Estado Argentino preveía que la depreciación de
la moneda tendría un nivel anual del 12% (MOLINARIO). No obstante, la inflación
estructural sufrió un trastorno agravante de coyuntura: medida por el índice de
precios al consumidor, llegó en 1970 al 21,74%; en 1971 al 39,12%; en 1972, al
64,14%; en 1973, al 43,76%; en 1974, al 40,04%; en 1975, al 335,10%; y el 1976, al
347,54%. Entre mayo de 1975 y mayo de 1976 trepó al 777,92%".
6. La salida de la convertibilidad el año 1914. El caso de las hipotecas oro: En este
acápite me referiré a la salida del régimen de convertibilidad decretado a raíz de la
primera guerra mundial, ya que presenta algunas similitudes con hechos
relativamente recientes de nuestra historia jurídica económica.
Tal como hemos visto, el art. 619 del Cód. Civil en su redacción original, esto es
antes de ser suplantado por la ley 23.928, admitía los pactos en moneda especial,
dentro de los cuales estaban las estipulaciones en oro, a cuyo efectos el deudor
podía pagar en la moneda oro pactada (v.gr. Ley 1130 que establecía el peso oro) o
en "...otra especie de moneda nacional al cambio que corra en el lugar el día del
vencimiento de la obligación".
— 2251 "Cuando no sea posible restituir otro tanto de la misma especie y calidad de
lo recibido, el mutuario deberá pagar el precio de la cosa o cantidad recibida,
regulada por el que tenia la cosa prestada en el lugar y tiempo que deba hacerse la
restitución".
Hasta el año 1917 era común pactar hipotecas a oro, comúnmente llamadas
hipotecas alternativas a oro, en las cuales el acreedor prestaba al deudor, con
garantía hipotecaria, una suma determinada de francos oro, los que equivalían a una
suma de pesos oro sellado nacionales. Por su parte el deudor se comprometía a
restituir el préstamo en moneda oro o giros sobre París o Amberes (según que la
compañía prestamista fuere francesa o belga), a opción del acreedor.
Dicha situación genero una gran cantidad de pleitos respecto de los créditos
hipotecarios contraídos con anterioridad al dictado de las referidas disposiciones.
En los mismos los deudores sostenían que, atento la imposibilidad de pagar en
moneda metálica, por un hecho ajeno a su voluntad, como era el dictado de los
referidos decretos a raíz de la guerra en Europa, la única opción era pagar en giros.
Por su parte los acreedores sostenían que podrían exigir el pago en pesos oro o en
giros, y que, de optar por la primera forma de cancelación (pesos oro) podían
requerir el pago en moneda argentina al tipo de cambio de $ 2,27 por cada peso oro
adeudado.
La minoría adujo que la ley 9487 no imposibilito el pago en oro, sino que prorrogo el
plazo de cumplimiento de las obligaciones, facultando al acreedor a recibir el pago
en pesos papel(952) .
Cabe señalar que dicho plenario finalizo con el mercado de los préstamos
hipotecarios, hecho este que condujo, sin solución de continuidad, a la crisis
habitacional y al sucesivas leyes de prorrogas de las locaciones urbanas. Su
impacto en un aspecto tan sensible, perduro durante setenta y tres años, ya que
recién a partir de año 1990 se volvieron los préstamos hipotecarios, sean bancarios
o de particulares, para construcción o adquisición de viviendas. Nuevamente, la
crisis del 2001/2002 impactó sobre los mismos.
Por otra parte cabe recodar que, respecto de los créditos hipotecarios pactados
luego del dictado de las leyes 9478, 9481 y 9506, el 21/10/1921, las Cámaras Civiles
dictaron otro fallo plenario, con la única disidencia de Juárez Celman, "Malaver A. c.
Banco Hipotecario Franco Argentino"(956) , en el que se resolvió que al haber
obrado el deudor con pleno conocimiento de las circunstancias, el acreedor podía
exigir el cobro en pesos papel equivalentes al importe en oro de la obligación.
Llambías(958), por su parte, que atribuye el origen de esta doctrina a Ascarelli, quien
la desarrolló en el libroI debiti de valore, expresa refiriéndose a la misma que: "La
distinción expresada es fundamental y constituye un arbitrio apropiado para
mantener la paridad de las prestaciones reciprocas, salvando la justicia conmutativa,
en tiempos de alta inflación monetaria".
Esta doctrina fue receptada en nuestro país a partir de la década del 50' del siglo
pasado. Sobre el particular expresan Alterini, Ameal y López Cabana(959), "Se
admitió el carácter de deuda de valor de la indemnización por responsabilidad
contractual, así como de la derivada del lucro cesante y de daño moral; se acepto
que el crédito por indemnización de daños reviste ese carácter aunque la víctima
haya efectuado su reparación, o lo haya satisfecho el asegurador; se decidió que la
valorización puede ser solicitada en cualquier estado del juicio anterior a la sentencia
y que son irrelevantes las demoras incurridas en el reclamo; que el monto resultante
es reajustable hasta el momento del efectivo pago; que procede el accesorio de
intereses, a una tasa despojada de escorias inflacionarias, etcétera".
Sin embargo, si bien la doctrina estaba inspirada en un propósito de justicia, fue
paulatinamente siendo dejada de lado, no solamente por la dificultad existente en
diferenciar una deuda de valor de una deuda de dinero, ya que en definitiva quien
contrata en moneda no piensa exclusivamente en ésta sino en cuánto vale, y cuando
se adquiere un valor el mismo de establece generalmente en dinero, sino porque
también el art. 17 de la CN protege el derecho de propiedad, entendido el mismo en
forma amplia. Sobre el particular la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
ex presado desde antiguo, que el término propiedad al que se refiere la Carta
Magna, comprende a todos los intereses que un hombre pueda poseer fuera de sí
mismo, de su vida y de su libertad(960) .
Como hecho destacable cabe recordar que, el dec.-ley 6590 del año 1962, que
instrumento en denominado Empréstito 9 de Julio, estableció la actualización
monetaria de las amortizaciones de los repagos.
Como expresan Alterini, Ameal y López Cabana(964), "En tal situación desapreció la
moneda. Fue reemplazada, lógicamente, y como siempre ocurren situaciones
similares, por "cualquier clase de objetos de valor más estable, desde las patatas a
los cigarrillos, desde las botellas de cognac y los huevos, a las monedas extranjeras
como los dólares"(HAYEK); la sociedad concluyo "convertida en un casino", en el
cual "las fichas son los dólares y el paño verde es el país"(LLACH)".
Cabe destacar que el dec. 2128/1991 creó el peso ($) que reemplazó a austral en
razón de un peso por diez mil australes (A 10.000), con vigencia a partir del
1/1/1992.
El régimen de la convertibilidad rigió hasta principios del año 2002, en que fue
derogado por la ley 25.561.
Dicha norma, en su art. 1º, dispuso que: "Cuando deba actualizarse el valor de una
cosa o bien o cualquier otra prestación, aplicándose índices, estadísticas u otro
mecanismo establecidos por acuerdo, normas o sentencia, la liquidación judicial o
extrajudicial resultante no podrá establecer un valor superior al real y actual de dicha
cosa o bien o prestación al momento del pago. La presente norma será aplicable a
todas las situaciones jurídicas no consolidadas".
El Poder Ejecutivo, mediante dec. 794/1994(969) , reglamentó la referida ley para los
casos en que debía ser aplicada al sector público y a la Municipalidad de la Ciudad
de Buenos Aires, estableciendo un complejo sistema de verificación y pago de las
deudas de dichos organismos que no encontraren consolidadas al 30/12/1993.
Cabe destacar, por otra parte, que la propia ley 25.561 estableció la fecha de
entrada en vigencia de algunas de sus normas. En efecto, el art. 8º, referido a los
contratos celebrados con la Administración Pública, resulta aplicable "a partir de la
sanción de la presente ley", y el art. 11, que trata de las relaciones entre los
particulares, es aplicable a las prestaciones dinerarias exigibles "desde la fecha de
promulgación" de la misma. De ello cabe concluir que, si en ciertas situaciones
especiales el legislador expresamente fijó una fecha de entrada en vigencia de la
ley, es por cuanto para el resto de las normas consideró aplicables las reglas
generales, ya que cuando se quiso apartar de las mismas lo hizo en forma expresa.
2. Hay normas a las cuales la ley les fijó un período de vigencia más breve. Tal es el
caso del art. 16 de que suspendió por el plazo de noventa días la aplicación de la
ley 25.557 y por el plazo de ciento ochenta días los despidos sin causa
justificada(981) ;
3. El art. 13 es una norma transitoria sin plazo ya que faculta al Poder Ejecutivo
Nacional "...a regular transitoriamente, los precios de insumos, bienes y servicios
críticos, a fin de proteger los derechos de los usuarios y consumidores, de la
eventual distorsión de los mercados o acciones de naturaleza monopólica u
oligopólica".
En igual sentido el art. 12 señala que: "Dentro del plazo y en la forma que
oportunamente establezca la reglamentación, el Poder Ejecutivo Nacional dispondrá
los recaudos necesarios para proceder al canje de los títulos nacionales y
provinciales que hubiesen sido emitidos como sustitutos de la moneda nacional de
curso legal en todo el territorio del país, previo acuerdo con todas las jurisdicciones
nacionales".
Expresa el art. 19 "La presente ley es de orden público. Ninguna persona puede
alegar en su contra derechos irrevocablemente adquiridos. Derógase toda otra
disposición que se oponga a lo en ella dispuesto".
En cuanto este aspecto resulta indudable que la ley retroactiva no puede afectar
garantías constitucionales, una de los cuales es el derecho de propiedad. Como se
ha señalado(982) , "El principio de irretroactividad deja de ser un mero criterio
interpretativo y pasa a ser una exigencia constitucional en el supuesto de que la
aplicación retroactiva de la ley redunde en menoscabo de la propiedad particular,
pues no se pueden sancionar leyes que afecten derechos adquiridos de carácter
patrimonial, pues si así se hiciera, se vulneraria la garantía constitucional de la
propiedad privada que contiene el art. 17 de la CN".
En cuanto a las primeras, a su vez, puede señalarse que las clasifica en dos
grandes grupos, los que no responden a ninguna categoría jurídica conocida, sino a
la persona privada que resulta parte de la relación, sea como acreedora o deudora.
Al respecto la Ley contiene una regulación cuando se trata de obligaciones
"vinculadas al sistema financiero" (Título IV, Capítulo I) de aquellas "obligaciones
originadas en los contratos entre particulares no vinculadas al sistema financiero"
(Título IV, Capítulo III).
1. a) Sistema financiero acreedor: Con relación a las obligaciones en las que las
entidades resultan acreedoras, el arts. 6º y 7º segundo párrafo, establecieron que,
en las obligaciones que seguidamente se detallan, el deudor cancelaba la misma
pagando los dólares estadounidenses que adeudaba a la relación de un peso por un
dólar:
e) Créditos de personas físicas o jurídicas que cumplan con los requisitos de micro,
pequeña o mediana empresa (MIPyME) cuyo importe de origen no supere los
U$S 100.000;
El art. 3º del dec. 214/2002 fijó la tasa de cambio en un peso por cada dólar. El
referido art. 3º expresa "Todas las deudas en dólares estadounidenses u otras
monedas extranjeras con el sistema financiero, cualquiera fuere su monto o
naturaleza, serán convertidas a pesos a razón de un peso por cada dólar
estadounidense o su equivalente en otra moneda extranjera. El deudor cumplirá con
su obligación devolviendo pesos a la relación indicada".
Por su parte art. 4º del dec. 214/2002 determino que dichas obligaciones serian
actualizadas mediante un índice de ajuste denominado Coeficiente de Estabilización
de Referencia (CER), cuya publicación pone a cargo del Banco Central de la
República Argentina. Dicho índice rige a partir del 3/2/2002, esto es que no procede
su aplicación por el lapso comprendido entre el 6/1/2002 y el 2/2/2002.
Por su parte el dec. 214/2002, con relación a los depósitos estableció en el art. 2º
que "...los depósitos en dólares estadounidenses u otras monedas extranjeras
existentes en el sistema financiero, serán convertidos a pesos a razón de pesos uno
con cuarenta centavos ($ 1,40) por cada dólar estadounidense, o su equivalente en
otra moneda extranjera. La entidad financiera cumplirá con su obligación
devolviendo pesos a la relación indicada".
De no arribarse a un acuerdo, la cuestión debía ser dirimida por los jueces, a cuyo
efecto la disposición comentaba brindaba dos guías orientadoras: a) el principio del
esfuerzo compartido y b) l a doctrina del art. 1198 del Cód. Civil que consagra la
teoría de la imprevisión.
11. La situación del deudor moroso de obligaciones de dar sumas de dinero a raíz
del dictado de la ley 25.561:Tal como veremos, las normas posteriores a la
ley 25.561, modificaron el criterio de la misma de no convertir a pesos las
obligaciones en dólares estadounidenses u otras monedas extranjeras, anteriores a
la citada ley y que hubieren estado en mora con anterioridad a la fecha de su
vigencia.
Ahora bien, como la ley citada (23.928) dejó sin efecto las cláusulas legales o
convencionales de actualización monetaria, de indexación por precios o de ajuste, la
cuestión que se suscito giraba en torno a las cláusulas de esa naturaleza,
establecidas o pactadas en los contratos anteriores a la fecha de entrada en
vigencia de la ley.
Con relación a esta cuestión, si bien la segunda parte del primer párrafo del art. 7º, y
el art. 8º de la ley 23.928, establecieron que los mecanismos de ajuste continuarían
únicamente, haya o no mora del deudor, hasta el 1/4/1991, el art. 9º señaló, con
respecto a las relaciones jurídicas nacidas antes de dicha fecha, que las
prestaciones que debían cumplirse con posterioridad a la misma, pendientes o de
ejecución continuada, ajustarían de conformidad a lo pactado, con un tope fijado por
la misma ley.
Al respecto la norma estableció que el precio "...se determinara por aplicación de los
mecanismos previstos legal, reglamentaria o contractualmente, salvo que dicho
ajuste fuera superior en más de un doce por ciento (12%) anual al que surja de la
evolución del austral en dólares estadounidenses entre su origen o el mes de mayo
de 1990, lo que fuere posterior, y el día 1 del mes de abril de 1991, en las
condiciones que determine la reglamentación. En este último caso la obligación de
quien debe pagar la suma de dinero, se cancelara con la cantidad de australes que
corresponda a la actualización por la evolución del dólar estadounidense por el
período indicado, más un doce por ciento (12%) anual, siéndole inoponibles las
estipulaciones o condiciones originales".
Ahora bien, del texto del art. 11 se desprende que las obligaciones que eran
exigibles con anterioridad al 6/1/2002, no quedaban convertidas a pesos,
manteniéndose en la moneda extranjera originalmente pactada. Y ello es así por
cuanto la norma únicamente transformo a pesos las obligaciones en moneda
extranjera exigibles desde la fecha de promulgación de la ley, esto es a aquellas que
lo fueren posteriormente. De esta forma, si el deudor estaba en mora al 6/1/2002, no
resultaba beneficiado por dicha conversión a pesos.
Casualmente el pago en tiempo y forma permite distinguir al cumplidor del aquel que
no lo es, y la valoración de aquel que ajusta su conducta a lo pactado no tiene sólo
una connotación individual, sino también social y de ejemplaridad por cuanto la
convivencia sería imposible, y los Tribunales resultarían completamente inútiles si la
mayoría de las personas no cumplieran con los contratos. Por ello el bien común, y
por ende el Estado, están directamente interesados en diferenciar los efectos
jurídicos, no ya los morales, de dos conductas diametralmente opuestas. Además y
como señala Boffi Boggero(989) , refiriéndose al efecto extintivo del pago, "Pero
debe acotarse, desde otro ángulo, que es precisamente su desaparición normal
mediante el pago lo que mejor permite perfilar la personalidad del deudor,
facilitándole la contracción de nuevas obligaciones que le son de utilidad, es decir
que la desaparición obligacional constituye vehículo para el nacimiento de otras
obligaciones". De esta manera el pago puntual se transforma en un motor importante
de la economía y del desarrollo.
Con relación al tema que nos ocupa el art. 1º expresa "A partir de la fecha del
presente Decreto quedan transformadas a PESOS todas las obligaciones de dar
sumas de dinero, de cualquier causa u origen —judiciales o extrajudiciales—
expresadas en dólares estadounidenses, u otras monedas extranjeras, existentes a
la sanción de la ley 25.561, y que no se encontrasen ya convertidas a pesos" (el
subrayado me pertenece). Dicha norma tiene carácter general, y convierte a pesos a
todo el bloque restante de obligaciones en dólares u otras divisas que no habían
sido transformadas a pesos por la ley 25.561.
Ello se ve corroborado por el art. 8º del decreto citado, referido específicamente a las
obligaciones no vinculadas al sistema financiero, que señala "Las obligaciones
exigibles de dar sumas de dinero, expresadas en dólares estadounidenses u otra
moneda extranjera no vinculadas al sistema financiero, cualquiera sea su origen o
naturaleza, se convertirán a razón de un dólar estadounidense (U$S 1) = un peso
($ 1), aplicándose a ellas lo dispuesto en el art. 4º del presente decreto. Si por
aplicación de esta disposición el valor resultante de la cosa, bien o prestación, fuere
superior o inferior al del momento del pago, cualquiera de las partes podrá solicitar
un reajuste equitativo del precio. En el caso de obligaciones de tracto sucesivo o de
cumplimiento diferido este reajuste podrá ser solicitado anualmente, excepto que la
duración del contrato fuere menor o cuando la diferencia de los valores resultare
notoriamente desproporcionada. De no mediar acuerdo a este respecto, la justicia
decidirá sobre el particular. Este procedimiento no podrá ser requerido por la parte
que se hallare en mora y esta le resultare imputable. Los jueces llamados a entender
en los conflictos que pudieren suscitarse por tales motivos, deberán arbitrar
mediadas tendientes a preservar la continuidad de la relación contractual de modo
equitativo para las partes" (el subrayado me pertenece).
2. si bien mantuvo la conversión de las deudas a razón de un peso por cada dólar
estadounidense, la ley convertía a las obligaciones dinerarias expresadas en dólares
estadounidenses u otras divisas exigibles desde la fecha de su promulgación, en
cambio mientras que los arts. 1º y 8º del dec. 214/2002 se refieren respectivamente,
a las obligaciones existentes y exigibles en general, conceptos estos de mucha
mayor amplitud;
3. el art. 8º del dec. 214/2002 suprimió el concepto del pago a cuenta y el período
obligatorio de negociación de 180 días, habilitando a la parte perjudicada a solicitar
judicialmente el reajuste equitativo del precio, regulando diversas cuestiones del
mismo;
Por ello el mecanismo del art. 8º del dec. 214/2002 resulta justo y razonable.
En efecto, el art. 1º del citado decreto establece "Aclarase que las disposiciones
contenidas en el dec. 214/2002 del 3/2/2002, son aplicables a todas las obligaciones
en dólares estadounidenses o en otras monedas extranjeras, reestructuradas por la
ley 25.561 a la relación un peso ($1) = un dólar estadounidense (U$S 1)" (el
subrayado me pertenece).
De esta manera el citado decreto extendió la aplicación del dec. 214/2002 a las
obligaciones convertidas a pesos por la ley 25.561 igualando los mecanismos de
ambas normas. El efecto más destacable de ello fue la aplicación del CER a las
obligaciones contempladas por la ley 25.561.
A su vez, y en lo que se refiere específicamente al tema bajo análisis, el primer
párrafo del art. 2º del citado decreto expresa "Aclarase que el art. 8º del dec.
214/2002, es de aplicación exclusiva a los contratos y a las relaciones jurídicas
existentes a la fecha de entrada en vigencia de la ley 25.561" (el subrayado me
pertenece).
Por otra parte cabe señala que el segundo párrafo del art. 2º del dec. 320/2002
expresa, refriéndose al mecanismo del art. 8º del dec. 214/2002 que: "A los efectos
del reajuste equitativo del precio, previsto en dicha disposición, se deberá tener en
cuenta el valor de reposición de las cosas, bienes o prestaciones con componente
importados".
12. Las incongruencias del sistema. Un nuevo viejo debate: tasa de interés vs.
actualización monetaria: Como hemos visto, en el año 1990 la Ley de
Convertibilidad, retorna al sistema nominalista al establecer la relaciona de 1$ = 1$.
En cuanto al agregado del nuevo texto es la referencia a que las cláusulas de ajuste
o repotenciación quedan prohibidas "...con las salvedades previstas en la presente
ley...". Sin embargo, cabe señalar que la ley 25.561 no contiene ninguna salvedad,
esto es no prevé ninguna cláusula ni supuesto de ajuste o de indexación., Mas aun,
el art. 8º de la ley deja sin efecto, en los contratos celebrados con la Administración
Pública "...las cláusulas de ajuste en dólar o en otras divisas extranjeras y las
cláusulas indexatorias basadas en induces de precios de otros países y cualquier
otro mecanismo indexatorio".
Como hemos visto, con posterioridad, el dec. 762/2002 establece otro índice de
ajuste, para ciertas obligaciones, denominado Coeficiente de Variación de Salarios
(C.V.S.).
A todo ello cabe agregar que la norma mantiene la prohibición de las cláusulas de
ajuste y similares para las relaciones jurídicas anteriores a la ley 25.561 y pactadas
en pesos y posteriores a la misma, en este último caso tanto para las pactadas en
pesos como en monedas extranjeras.
Los créditos laborales sufrieron los mismos avatares que las restantes acreencias,
hecho este que llevo al dictado primero, de la ley 20.695, y poco tiempo después al
art. 301, LCT a los cuales ya me he referido.
Por su parte el consid. 32 expresa que "...la desindexación quedaría desvirtuada por
aplicación de la tasa de interés activa, ya que esta, especialmente a partir de la
vigencia de la nueva ley, ha superado sustancialmente a los índices de precios..." de
forma tal que "...no mantiene incólume el contenido económico sino que genera en el
patrimonio del acreedor un enriquecimiento incausado".
Dichos autos llegaron a la Corte Suprema a raíz del recurso de hecho, interpuesto
por Sud América Compañía de Seguros de Vida y Patrimoniales SA contra una
sentencia de la sala III de la CNTrab. que había aplicado la res. 4/1994 de la
CNTrab..
La Corte Suprema, con fecha 16/5/1995 dicta Sentencia y deja sin efecto el
pronunciamiento de la sala III en cuanto establecía la inaplicabilidad de la ley 24.283
a los créditos laborales.
Reseña jurisprudencial(995)
1.1. Constitucionalidad
"Conforme la doctrina sentada por la CSJN en la causa 'Saavedra, Humberto v.
Eleprint SA' debe declararse la inconstitucionalidad del art. 276, LCT, en cuanto
condiciona el mecanismo indexatorio a una demanda judicial previa. (Voto de la
mayoría —arg. del Dr. Capón Filas— El Dr. Morando votó en disidencia)". (CNTrab.,
sala 6ª, 30/6/1987, "Andreolli, Alfredo y otros v. S.E.G.B.A.").
"La ley concursal está integrada por la LCT, incluyendo la compensación por
depreciación monetaria hasta la fecha del efectivo pago prevista por el art. 276 de
la LCT (conf. CSJN 'Complejo Textil Bernalesa SRL', 2-2-85., LA LEY
13/6/1985)". (CNTrab., sala 2ª, 29/8/1985, "Romano, Julio Claudio v. Seidman y
Bonder S.C.A.").
1.3.1. Accidentes
"En los casos de enfermedad accidente, donde la progresividad es una de las notas
tipificantes, se convierte en tema difuso el momento a partir del cual se debe
efectuar la actualización, atento lo que se ha dado en llamar 'toma de conocimiento'
unido a la 'exigibilidad' del art. 276, LCT, pues la incapacidad se va configurando con
el paso del tiempo, mientras se extiende la relación laboral, de modo que no resulta
desatinado considerar, como momento desde el que se debe la indemnización, el
del cese.(CNTrab., sala 7ª, 14/3/1985, "Dhaer, Hernando v. E.F.A.").
1.3.2. Consignación
"No revisten carácter alimentario las sumas que deben restituir los actores y sus
profesionales, y que fueron percibidas por éstos como consecuencia de un fallo que
luego fue revocado por la Corte. En tal sentido no corresponde la utilización del
módulo que preveía el art. 276, LCT (ley 22.311) por no constituir fundamento legal
expreso para esta obligación de restituir. Pero esta conclusión no impide que
proceda una actualización monetaria a fin de preservar la integridad del capital en
cuestión y su real significación económica. Para ello corresponde aplicar el índice de
precios mayoristas nivel general suministrados por el INDEC, que es el empleado
por diferentes leyes como la 21.391 (créditos fiscales), 21.369 (créditos aduaneros),
21.392 (deudas del Estado por locación de obra), etc. (Del voto del Dr. Morell, en
mayoría)". (CNTrab., sala 5ª, 13/9/1995, "Colo, Juan y otros v. O.s.n. s/Cobro de
pesos").
"Si los actores y sus letrados, en base a un fallo de la Cámara que luego fuera
revocado por la Corte, percibieron sumas actualizadas conforme el
art. 276, LCT (ley 22.311), cuando tales sumas deben ser restituidas, la deuda no
debe calcularse en base a otro método de actualización. Toda vez que constituye
estricta justicia que se mida con la misma vara el interés público comprometido y el
particular de los actores y sus letrados. (Del voto del Dr. Vaccari, en minoría)".
(CNTrab., sala 5ª, 13/9/1995, "Colo, Juan y otros v. O.s.n. s/Cobro de pesos").
"En materia de pago por consignación, las normas del derecho común (arts. 756 a
763 del Cód. Civil) deben integrarse con las propias del régimen de contrato de
trabajo (en este caso el art. 260 de la LCT), desde que estas últimas alteran el efecto
liberatorio del pago previsto en aquéllas. Desde tal perspectiva, el pago tardío de la
demandada sólo pudo ser tenido como 'a cuenta' de lo debido al trabajador
destinatario pues no contenía la actualización monetaria e intereses que manda a
pagar el fallo en base a lo que determina el art. 276 de la LCT".(CNTrab., sala 7ª,
8/7/1992, "Cons. de Prop. C. Pellegrini 1229 v. Soria, Lucio s/Consignacion").
"Si bien es procedente el cálculo de las horas extras, que habitualmente cumplía el
trabajador, a los fines de calcular la indemnización sustitutiva del preaviso, ni el
art. 208, LCT ni otra norma de dicho ordenamiento prevén la actualización de los
elementos parciales a efectos de obtener el promedio. Es más razonable proceder al
cálculo obteniendo el promedio de las horas trabajadas en 'sobretiempo' en el último
semestre y valorizarlas con la retribución base del mes del preaviso sin actualizarlas
indebidamente por aplicación de índices que no reflejan la evolución de los salarios,
sino otras variables económicas. Debe advertirse, en el caso, que no se trata de
actualizar salarios adeudados en mora, sino de determinar un devengamiento actual,
por lo que no vale la remisión al art. 276, LCT (Del voto del Dr. Morando)". (CNTrab.,
sala 6ª, 20/4/1992, "Cerra, Antonio v. Industrias Omi SA s/Diferencias de salarios").
"Cuando el depósito realizado por la demandada en los últimos días del mes en
curso fue cobrado por el trabajador al mes siguiente, aún obrando éste con diligencia
y premura, corresponde que el curso de los intereses y la desvalorización monetaria
no se detenga hasta que pueda razonablemente disponerse de los fondos
depositados. De manera que debe computarse a los fines de la desvalorización
monetaria el tiempo transcurrido desde la aprobación de la liquidación hasta la
efectiva disposición del monto depositado por parte del actor, dicha diferencia
devengará nuevos intereses y será susceptible de nuevos ajustes conforme lo
dispuesto por el art. 276 de la LCT". (CNTrab., sala 7ª, 18/10/1989, "Rodríguez, Elvio
v. Transporte Automotor Chevallier SA").
"Si las sumas fueron abonadas el último día hábil del mes en que debieron pagarse,
al no haber transcurrido un mes entre dichas fechas, no procede el cálculo de la
indexación con las pautas del art. 276 de la LCT. Esto es así en tanto los índices a
que alude la norma son mensuales y por ende, no son susceptibles de ser divididos
en lapsos menores. El eventual perjuicio que los trabajadores pueden sufrir por el
pago tardío tiene su adecuada reparación mediante los intereses moratorios
(art. 622 C.C.) (del voto del Dr. Fernández Madrid)." (CNTrab., sala 6ª, 28/2/1989,
"Amadio, Herminio Y Otros v. S.E.G.B.A. SA").
3. La ley 23.928
"La aplicación del índice del mismo mes en que la deuda se encuentra calculada
significaría (en las actuales circunstancias) una violación al art. 276, LCT que
estableció expresamente la obligatoriedad de la repotenciación de las deudas, ya
que el índice correspondiente a marzo de 1991 (que es el último que cabe aplicar
conforme la Ley de Convertibilidad) es 1, por lo que resultaría imposible actualizar
ese mes. (Del voto del Dr. Fernández Madrid, en mayoría)". (CNTrab., sala 6ª,
23/4/1993, "Ale, Ermenegildo v. O.s.n. s/Accidente - ley 9688).
4. La ley 24.283
5. Ley 25.561
Art. 277. — Todo pago que deba realizarse en los juicios laborales se efectivizará
mediante depósito bancario en autos a la orden del tribunal interviniente y giro
judicial personal al titular del crédito o sus derechohabientes, aun en el supuesto de
haber otorgado poder. Queda prohibido el pacto de cuota litis que exceda el 20% el
que, en cada caso, requerirá ratificación personal y homologación judicial.
Todo pago realizado sin observar lo prescripto y el pago de cuota litis o desistimiento
no homologados, serán nulos de pleno derecho.
Disposiciones relacionadas
Const. Nacional art. 75, inc. 12; Cód. Civil, arts. 505, 725, 742, 744, 756, 832,
869/875, 1038, 1039, 1047, 1193, 1195, 1199; ley 9667; LCT: arts. 12, 15, 232;
ley 24.557: art. 11, apart. 1.
A) Introducción:
La norma comentada regula varias situaciones con una doble finalidad: por un lado
de proteger a los créditos del trabajador y por otra parte limitar los costos de los
procesos judiciales.
Por otra parte, y como señalara, la disposición restringe los costos del proceso a
través de un límite máximo porcentual al pago de las costas.
Analizare los supuestos separadamente, en el mismo como están en el texto
comentado.
La ley 9688, del año 1915, en su art. 9º establecía que las indemnizaciones de la ley
especial debían ser obligatoriamente depositadas por los empleadores o
aseguradores en la Caja de Accidentes el Trabajo, estableciendo, en el párrafo
segundo que: "Todo pago que los empleadores o aseguradores hicieran
directamente al accidentado o sus derechohabientes, no liberara a aquellos de las
obligaciones emergentes de la presente ley". A su vez el art. 13 disponía que: "La
indemnización por accidente de trabajo no puede ser objeto de embargo o cesión,
transacción o renuncia, y, goza de todas las franquicias y privilegios, acordados por
las leyes civiles y comerciales al crédito por alimentos".
Por último cabe recordar que la LRT expresa, respecto de las prestaciones
dinerarias(1005) que: "Las prestaciones dinerarias de esta ley gozan de las
franquicias y privilegios de los créditos por alimentos. Son, además, irrenunciables y
no pueden ser cedidas ni enajenadas" (art. 11 apart. 1, LRT).
C) Naturaleza de la norma
Según mi criterio cabe dividir el artículo en dos partes: el texto agregado a la LCT
por la ley 21.297 y la posterior adición del último párrafo por parte de la ley 24.432.
En cuanto al primer aspecto, texto agregado por la ley 21.297 (tres primeros párrafos
del artículo), regula aspectos de fondo ya que incorpora dos requisitos de validez
para el pago al trabajador de los créditos en sede judicial, y protege la intangibilidad
del mismo al limitar el descuento por el pago de cuotalitis, y agrega dos requisitos al
desistimiento de la acción y del derecho. Como se advierte se trata, no de
regulaciones procedimentales, sino de adición de recaudos a instituciones de fondo,
como son el pago y el desistimiento.
Desde esta perspectiva la situación es similar a la del art. 15 LCT que regula los
efectos y alcances de "...la homologación administrativa o judicial de los acuerdos
conciliatorios, transaccionales o liberatorios...", y al art. 133, LCT que determina el
porcentaje máximo de retención sobre el monto de las remuneraciones, disposición
que alcanza a los embargos sobre las mismas(1008) .
En cuanto a la segunda cuestión, cabe señalar que el párrafo (cuarto) agregado por
el art. 8º de la ley 24.432, es similar al adicionado al art. 505 del Cód. Civil por el
art. 1º de la referida ley. La única diferencia es que este último comienza expresando
que: "Si el incumplimiento de la obligación, cualquiera sea su fuente, derivase en
litigio judicial o arbitral...". A partir de allí el resto de la norma es igual al agregado al
art. 277, LCT que, conforme señalara, limita "La responsabilidad por el pago de las
costas procesales, incluidos los honorarios profesionales de todo tipo allí
devengados y correspondientes a la primera o única instancia..." al 25% del monto
de la sentencia, laudo transacción o instrumento que ponga fin al proceso.
Dicho precepto tampoco implica una norma de naturaleza procesal ya que como
expresan Alterini, Ameal y López Cabana(1009)"Las costas integran la
indemnización, pues en caso contrario se reduciría lo que debe percibir el
damnificado (CSJN, Fallos, 219:781). Comprenden indudablemente los gastos
judiciales". Se trata, pues, de una regulación que hace a un aspecto de fondo como
es el resarcimiento y por ende relativa a un código de fondo cuyo dictado
corresponde al Congreso de la Nación según el precepto constitucional antes citado.
Así, para el Digesto el pago era cualquier medio de liberación del deudor (Solutionis
verbum pertinent ad omnem liberationem quoquo modo factam)(1014) , para el
Código Civil alemán el pago es el cumplimiento de una obligación de dar sumas de
dinero (art. 244), según otra doctrina el pago es el cumplimiento de una obligación
de dar, y otra interpretación considera que el pago es el cumplimiento específico o in
natura de la prestación.
Nuestro Código Civil define al pago en el art. 725 expresando que: "El pago es el
cumplimiento de la prestación que hace al objeto de la obligación, ya se trate de una
obligación de hacer, ya de una de dar".
Si bien hay diferentes teorías acerca de la naturaleza del pago, cuyo análisis excede
el comentario de este artículo, adhiero a la teoría, sostenida entre otros autores por
Boffi Boggero(1017) que considera que el pago es un acto jurídico unilateral, aunque
excepcionalmente, puede ser un hecho jurídico, como en el caso de un incapaz que
cumple con la obligación o cuando el agente no tuvo por intención inmediata
extinguir la obligación (acto meramente lícito).
En cuanto a la prueba del pago, el Código Civil admite que el mismo puede ser
probado por cualquier medio, aunque el recibo constituye la forma probatoria más
común. Atento lo que he expresado, en cuanto a que el pago es un acto jurídico
unilateral, entiendo que no aplica la regla del art. 1193(1018) que se refiere a los
contratos, especie de acto jurídico diferente al pago no siendo susceptible de
extensión dicha regla, a otros actos diferentes al subsumido expresamente por el
texto legal.
De esta forma considero que del texto legal, surge que también deben efectuarse de
esa forma, los pagos que deba realizar el trabajador al empleador, como sería el
caso de los derivados del art. 232, LCT, así como los correspondientes a los
honorarios de los profesionales, peritos y auxiliares intervinientes.
A diferencia de ello el art. 277, LCT exige requisitos esenciales y solemnes para que
pago en sede judicial, y proceso mediante, se tenga por hecho.
En tal sentido exige los siguientes recaudos concurrentes referidos a quien paga y al
tribunal.
Respecto del tribunal interviniente la norma establece que el mismo debe librar el
giro respectivo, a la orden del titular del crédito o de sus derechohabientes en caso
de fallecimiento de este, en cuyo caso, si bien la norma no lo indica, estos
(derechohabientes) deben acreditar su condición de tales.
La norma establece que, aun en el caso de haber otorgado poder el titular o los
derechohabientes, el tribunal debe realizar el giro a la orden de estos y no del
apoderado. Sin embargo, comparto la opinión de Etala(1021) en cuanto expresa "No
obstante lo dispuesto en el artículo, el juez o tribunal podrán ordenar que el pago se
efectúe al apoderado, mediante resolución fundada, si mediaran situaciones que
tornan imposible o gravoso el cumplimiento de la ley, como en aquellos casos de
incapacidad física, privación de la libertad que no implique inhabilitación para recibir
pagos, domicilio del trabajador, transeúntes o migrantes, radicación provisoria o
definitiva fuera del país, trabajadores que no saben o no pueden firmar,
etcétera"(1022) .
En el art. 4º agrega que: "Los giros a que se refiere el artículo anterior serán iguales
para todos los tribunales e impresos con arreglo al formulario..." que la propia norma
señala.
f) Cuando se tiene por hecho el pago: El momento en el cual se tiene por hecho el
pago es una derivación del principio de integridad(1024) , que señala que no es
suficiente, para que el pago se tenga por hecho, con el cumplimiento de la misma
prestación, ya que, además es imprescindible que la misma sea cumplida en toda su
extensión. El art. 742 del Cód. Civil dice "Cuando el acto de la obligación no autorice
los pagos parciales, no puede el deudor obligar al acreedor a que acepte en parte el
cumplimiento de la obligación" Por su parte el art. 744, referido a las obligaciones de
dar sumas de dinero expresa que: "Si se debiese una de dinero con intereses, el
pago no se estimara integro sino pagándose todos los intereses con el capital".
Por ello el pago se tiene hecho recién cuando el acreedor puede disponer de la
prestación. En este sentido los tribunales han establecido que no es pago la entrega
de un cheque ya que el mismo es una promesa de pago, pero no el pago mismo
(excepto que se reciba al cheque como pago), ni el depósito bancario.
De esta forma, el solo depósito, sea en efectivo o cheque, en la institución bancaria
en la cual deben efectuarse los depósitos judiciales laborales no importan el pago de
la obligación, el que se debe tener por hecho cuando el acreedor pueda disponer de
los fondos, luego de cumplido el procedimiento establecido por el artículo comentado
y por la ley 9667: esto es:
Por otra parte también es dable resaltar que el acreedor debe obrar en forma
diligente y realizar todos los actos necesarios para percibir su crédito, obrando de
buena fe, ya que de otra manera se configuraría un supuesto de mora del acreedor.
Finalmente cabe destacar que los gastos del pago son a cargo del deudor, siendo
ello también, por una parte una derivación del principio de integridad del pago, ya
que de no ser esa la solución, se disminuiría el monto del crédito al percibirlo el
acreedor mediante la realización de gastos, y por otra del principio de
interdependencia por el cual quien debe cumplir con una prestación también debe
hacerlo con los accesorios de ella.
g) Sanción por incumplimiento: El tercer párrafo del art. 277, aplicable también a los
pactos de cuota litis y a los desistimientos del trabajador, expresa que: "Todo pago
realizado sin observar lo prescripto....serán nulos de pleno derecho"(1026) .
Ello sin perjuicio de la acción de reintegro que pueda iniciar el deudor para recuperar
del acreedor las sumas que le hubiese entregado, ya que de otra forma se
constituiría un supuesto de enriquecimiento incausado.
2. Pacto de cuotalitis: a) El pacto de cuota litis: Como expresa Novellino(1029) el
pacto de cuota litis "Es el contrato por medio del cual e profesional se hace partícipe
un proceso, percibiendo un resultado de un proceso. Presupone, pues, en elemento
aleatorio en la gestión que —de faltar— descarta la existencia de tal pacto". El
mismo sólo rige entre las partes que lo celebraron, siendo de aplicación las regla de
los arts. 1195 y 1199 del Cód. Civil. El primero de ellos dice que: "Los efectos de los
contratos se extienden activa y pasivamente a los herederos y sucesores
universales, a no ser que las obligaciones que nacieren de ellos fuesen inherentes a
la persona, o que resultase lo contrario de una disposición expresa de la ley, de una
cláusula del contrato, o de su naturaleza misma. Los contratos no pueden perjudicar
a terceros". A su vez el art. 1199 señala que: "Los contratos no pueden oponerse a
terceros, ni invocarse por ellos, sino en los casos de los arts. 1161 y 1162"(1030) .
En cuanto a los recaudos formales, la norma exige dos, uno a cargo del trabajador y
otro del Tribunal. Cabe destacar que dichos recaudos formales son
solemnes(1032) ya que hacen a la validez del acto.
e) Sanción al pacto de cuota litis en exceso del límite legal: El tercer párrafo del
art. 277 establece la sanción de nulidad para el pacto de cuota litis en exceso del
tope indicado, o aquel convenido sin cumplir con los requisitos indicados.
3. Desistimiento. a) Concepto: El tercer párrafo del art. 277, LCT dice que: "El
desistimiento por el trabajador de acciones y derechos se ratificara
personalmente en juicio y requerirá homologación".
El acreedor o el actor en el juicio, son los únicos habilitados para efectuarla, que de
esta forma se desprenden o de un derecho ingresado o a ingresar en su patrimonio
(desistimiento del derecho) o de una acción judicial en curso.
Cabe destacar que, en este caso, el acreedor puede intentar la acción nuevamente
siempre que la misma no se halle prescripta (art. art. 3987 Cód. Civil)(1034) ya que
la obligación no se ha extinguido. Se ha señalado que no podría homologarse un
desistimiento de la acción que impidiera el inicio de una nueva acción por operarse
la prescripción ya que ello implicaría una renuncia de derechos(1035) . Sin embargo,
cabe señalar que la norma no efectúa distinción alguna al respecto. Por otra parte, y
a diferencia del desistimiento de la acción, que es un instituto procesal que sólo
agota la acción iniciada (esa acción determinada y singular), la prescripción es una
institución del derecho de fondo y un medio licito de extinción de la fuerza ejecutoria
de la obligación en general, de forma tal que aunque el desistimiento de la acción
homologado (instituto procesal) conlleve la extinción de la acción por prescripción
(instituto de derecho de fondo), el mismo (desistimiento) es válido ya que la acción
no se extingue por el desistimiento de la acción en sí misma, sino por la prescripción
de ella, que es una institución diferente y habilitada por la norma con tal carácter
extintivo propio. Por otra parte el desistimiento de la acción no tiene virtualidad para
extinguir la acción para siempre, sino sólo extingue la del proceso determinado en el
cual se efectúa, y nada más, una interpretación diferente importaría asignarle a
dicho instituto procesal efectos más extensos de los que realmente posee. En el
caso planteado la acción se agota jurídicamente ober dicta por otro instituto jurídico
diferente, la prescripción, cuyo efecto es diferente por cuanto el desistimiento sólo da
por finalizado una acción determinada, iniciada y concreta y el primero la acción en
general.
2. Desistimiento del derecho: 2.1. Concepto: El desistimiento de los derechos
creditorios a que se refiere el art. 277, LCT, es equivalente a la renuncia de los
mismos efectuada en un proceso judicial.
2.2. Especies: La renuncia de derechos puede ser efectuada tanto a título gratuito
como oneroso. El art. 868 del Cód. Civil expresa en su primera parte "Toda persona
capaz de dar o de recibir a título gratuito, puede hacer o aceptar la renuncia gratuita
de una obligación". Por su parte el art. 869 del referido cuerpo legal señala que:
"Cuando la renuncia se hace por un precio o una prestación cualquiera, la capacidad
del que la hace y de aquel a cuyo favor es hecha, se determinan según las reglas
relativas a los contratos a título oneroso".
A diferencia del sistema del Cód. Civil, en nuestra disciplina el sistema es más
estricto, ya que la renuncia de derechos en juicio, de conformidad con lo establecido
por el art. 277, LCT, debe ser expresa y solemne de forma tal que si no se cumplen
los recaudos legales, la misma se debe tener por no sucedida.
En materia civil el art. 872 del Cód. Civil establece que: "Las personas capaces de
hacer una renuncia pueden renunciar a todos los derechos establecidos en su
interés particular, aunque sea eventuales o condicionales; pero no a los derechos
concedidos, menos en el interés particular de las personas, que en mira del orden
público, los cuales no son susceptibles de ser objeto de renuncia". El límite es el
orden público civil.
En nuestra disciplina no son renunciables los derechos a los que se refiere el art. 12,
LCT a cuyo comentario me remito. De esta forma, y respecto de los mismos, es
posible renunciar a la acción pero no al derecho.
— de interpretación restrictiva
En este sentido considero que dicho artículo modifica la regla del art. 875 del Cód.
Civil que expresa que: "La renuncia puede ser retractada mientras no hubiere sido
aceptada por la persona a cuyo favor se hace, salvo los derechos adquiridos por
terceros, a consecuencia de la renuncia, desde el memento en que ella ha tenido
lugar hasta el de su retractación".
Dicho límite fue fijado, para la primera o única instancia, en el 25% "...del monto de
la sentencia, laudo, transacción o instrumento que ponga fin al diferendo". De esta
forma no están incluidos en dicho porcentaje las costas correspondientes a segunda
o ulteriores instancias.
Reseña jurisprudencial(1041)
1. Pago en juicio
"En el sistema jurídico nacional el pago es una conducta jurídica privada, con
excepción del efectuado en el proceso laboral. Por ello la entrega al trabajador de la
suma reclamada sin observar las condiciones normativas del art. 277 de la LCT, no
reviste la figura del pago, debiendo aplicarse la norma del Cód. Civil respecto de los
actos nulos: puede y debe declarar la nulidad el juez, aún sin petición de parte,
abriéndose por la nulidad declarada la acción para que el deudor exija al trabajador
el reintegro de la suma nulamente recibida". (C. Civ. y Com. Mar del Plata, sala 2ª,
2/5/1989, "Rose, Oscar Alfredo v. Fernández García, Juan s/Concurso preventivo -
Incidente verificación de crédito). BA B1400311.
"Si bien el art. 277, LCT establece una virtual prohibición respecto de la facultad del
trabajador de apoderar a un tercero para que perciba sus créditos laborales, el
tribunal podrá ordenar que el pago se efectúe al apoderado, mediante resolución
fundada, si mediara cumplimiento de la ley, como en aquellos casos de incapacidad
física, servicio militar en lugar apdo. del país, privación de la libertad que no implique
inhabilitación para recibir pagos, domicilio del trabajador, transeúntes o migrantes,
radicación definitiva o provisoria fuera del país, trabajadores que no saben o no
pueden firmar, etc.". (CNTrab., sala 3ª, 30/4/1998, "López, Juan C. v. Astilleros
Alianza SA").
"El art. 277 de la LCT es una norma protectoria en tanto dispone que el pago en
juicio al trabajador se realice mediante depósito y giro judicial personal a su orden.
Tal disposición no debe llevar a una aplicación rigurosa y literal que descarte toda
posibilidad de detenerse en circunstancias muy particulares que puedan constituir
una excepción sólo a la regla que impone el giro judicial para ser cobrado en el
Banco de la Ciudad de Buenos Aires. En tal supuesto tampoco se debe olvidar la
finalidad tuitiva de la citada norma, lo que autoriza a adoptar los recaudos tendientes
a viabilizar el efectivo cobro por parte del trabajador. (En el caso, el trabajador
estaba domiciliado en Miami, motivo por el cual se ordenó un giro a su orden en un
Banco de aquella ciudad por el mismo elegido)". (CNTrab., sala 7ª, 20/10/1997,
"Barrionuevo, Jorge v. Silvana ICyF SA s/despido").
"No es viable la acción de amparo intentada contra YPF por algunos de sus
dependientes que argumentaron presiones para que desistan de sus juicios
pendientes por diferencias salariales. Esto es así pues tal conducta no podría
encuadrar en el art. 1º de la ley 16.986 en tanto, si bien el derecho de propiedad se
extiende a los créditos de los que los actores son titulares, su reconocimiento
depende de una decisión judicial que no se encuentra comprometida ni impedida por
el acto impugnado. Por otra parte, la renuncia del derecho requiere que el interesado
interponga su propia voluntad y necesita homologación judicial (art. 277, LCT) y para
más la garantía de defensa en juicio no se halla comprometida pues los actores
conservan la posibilidad de continuar su reclamo y si son despedidos por ese
motivo, pueden invocar en otro proceso el derecho que se atribuyen por la rescisión
injustificada del contrato. (Del voto del Dr. Guibourg, sala de Feria integrada por los
Dres. Guibourg, Bermúdez y Pigretti)". (CNTrab., sala de feria, 1/1/1991, "Alvarez,
Héctor v. Yacimientos Petrolíferos Fiscales s/Diferencias salariales).
3. Pacto de cuota litis
"El tope máximo del 25% del monto de la sentencia a que aluden los arts. 505 del
Cód. Civil y 277 de la LCT, reformados por la ley 24.432, en materia de honorarios
no debe aplicarse cuando tales estipendios no surgen de una regulación efectuada
por los magistrados intervinientes, sino que han sido fruto de un acuerdo entre las
partes y su dirección letrada. Los emolumentos fijados vía reconocimiento no
pueden ser utilizados para conformar el tope toda vez que al tratarse de normas que,
de alguna manera, restringen derechos amparados por la C.N.(v.gr. derecho de
propiedad, art. 18) su interpretación restrictiva es la que mejor preserva los principios
y garantías de aquélla (CS Fallos: 302:97, causa 'Rotemberg, Jorge' 17/6/1982 y
esta sala SI 3443 del 30/10/1998 'Dordoni, Mabel v. Municipalidad de Bs. As.').
(CNTrab., sala 10ª, 11/8/2000, "Moguilevsky, Marcela v. Integral Mundo Nuevo
Instituto Inc. a la Enseñanza Oficial A 735 y otro s/Despido").
"El art. 8º ley 24.432 y el art. 277, LCT, establecen que "...la responsabilidad por el
pago de las costas procesales incluidos los honorarios profesionales de todo tipo...
no excederán del 25% del monto de la sentencia, laudo o transacción o instrumento
que ponga fin al diferendo". Existiendo un monto líquido que se torna exigible debe
efectuarse el prorrateo entre los beneficiarios". (CNTrab., sala 8ª, 22/3/2005,
"Andrés, Manuel E. v. P && O Catering y Servicios Argentina SA y otros s/despido").
Notas:
(880)Ameal, Oscar J. en Código Civil y leyes complementarias, dirigido por Belluscio, Augusto C., t. 3, Nº 12,
Astrea, 1981, p. 130.
(884)Colombo, Carlos J. y Kiper, Claudio M. en Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, anotado y
comentado, t. I, Nº 7, La Ley, 2006, p. 373.
(885)Colombo, Carlos J. y Kiper, Claudio M. en Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, anotado y
comentado, t. I, Nº 7, La Ley, 2006, p. 371.
(888)Godoy Lemos, Sebastián en Ley de contrato de trabajo, dirigida por Vázquez Vialard, Antonio, t. III, Nº 1,
Rubinzal Culzoni, 2005, ps. 635/636.
(893) Diccionario de la Lengua Española, t. 2, Real Academia Española, vigésima primera edición, 1992, p. 1955.
(897)Godoy Lemos, Sebastián en Ley de contrato de trabajo, dirigida por Vázquez Vialard, Antonio, t. III, Nº 1,
Rubinzal Culzoni, año 2005, p. 636.
(899)CNTrab., sala IV, 18/9/1976, "Vera, Arturo Oscar c. Co-Si SRL" sent. 40.701.
(900)CNCom., sala D, 14/10/1980, ED, 89-213 "Fantini, Pablo c. Spano, José S."
(901) Diccionario de la Lengua Española, t. 2, Real Academia Española, vigésima primera edición, 1992, p. 1298.
(903) En igual sentido Etala, Carlos en Contrato de trabajo, Nº 5, Astrea, 1998, p. 605. TambiénGodoy Lemos,
Sebastián en Ley de contrato de trabajo, dirigida por Antonio Vázquez Vialard, t. III, Rubinzal Culzoni, 2005, p.
638.
(906)Colombo, Carlos J. y Kiper, Claudio M. en Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, anotado y
comentado, t. I, Nº 9, La Ley, año 206, p. 379.
(908) Sobre la superposición parcial o total de sanciones por incumplimientos del empleador véase el comentario
del art. 245, apart. I.
(912) Cabe destacar que un ejemplo de dicha forma de derogación lo encontramos en el art. 22 del Cód. Civil
que señala "Lo que no está dicho en explícita o implícitamente en ningún artículo de este Código, no puede tener
fuerza de ley en derecho civil, aunque anteriormente una disposición semejante hubiera estado en vigor, sea por
una ley general, sea por una ley especial". Por esta disposición quedaron derogadas no sólo las antiguas leyes
españolas sino también numerosas leyes nacionales y provinciales sobre aspectos de derecho civil dictadas
desde el año 1810 hasta la sanción del Código Civil. Otro ejemplo de este tipo de derogación estaba en el art.
1750, primera parte del antiguo Código de Comercio (de 1862) que establecía "Desde esta época ven adelante,
quedan absolutamente derogadas todas las leyes y disposiciones, relativas a materias de comercio".
(915) B.O. del 13/8/1974. Según lo expresa Capón Filas, Rodolfo E. en Ley de contrato de trabajo, comentada,
anotada y concordada, coordinada por Altamira Gigena, t, 2, p. 606, dicha ley fue una iniciativa del senador
Cerro.
(916)CNTrab., sala 5, 26/9/1974, DT. 1975-456; CNTrab., sala 2, 10/3/1975, DT 1975-451; Ttrab. 2 San Martín,
30/3/1975, DT 1975-459.
(922) Comienza expresando la nota al art. 495 del Cód. Civil "Nos abstenemos de definir, por que como dice
Freitas, las definiciones son impropias de un código de leyes, y no porque haya peligro en hacerlo, pues mayor
peligro hay en la ley que en la doctrina". A pesar de ello Vélez Sarsfield incluyo numerosas definiciones en el
Código Civil, como por ejemplo, además del artículo objeto de esta nota, los arts. 30, 515, 635, 643, 652, 901,
944, 1072, 1137, entre muchos otros.
(923)Boffi Boggero, Luis M., en Tratado de las obligaciones, t. 3, Nro. 980, Astrea, año 1975, ps. 358/9.
(924) Sobre las diferentes teorías puede verse a Trigo Represas, Félix A. en Obligaciones de dinero y
depreciación monetaria, Editora Platense, año 1965, ps. 45 y ss.
(925) Ver Boffi Boggero, Luis M. en Tratado de las obligaciones, t. 3, Astrea, año 1975, p. 352.
(926)Boffi Boggero, Luis M. en Tratado de las obligaciones, t. 3, Astrea, año 1975, ps. 380/1. Sobre este tema
véase el Proyecto de Código Civil y Comercial presentado por el Poder Ejecutivo que modificó el texto del
original anteproyecto. Acerca de esto versan los arts. 765 y 766 los que con la redacción impuesta por el Poder
Ejecutivo, han dejado imprecisión sobre la técnica adoptada.
(927)Salvat, Raymundo, en Tratado de derecho civil - obligaciones en general, Nº 481, Librería y Casa Editora
Jesús Menéndez, año 1935, p. 201.
(929)Llambías, Jorge J. en Tratado de derecho civil - obligaciones, t. II, Nº 906, Perrot, año 1970, p. 212.
(932) Un comentario sobre este tema puede verse en mi artículo "La facultad de las provincias de fijar la tasa de
interés de los créditos litigiosos", en TySS 2005-745.
(934) Tal es el caso de los arts. 466, 1950, 2030, 2989 entre otros.
(939) Sobre este tema puede verse mi comentario "El Acta 2357 de fecha 7/5/2002 de la Cámara Nacional de
Apelaciones del Trabajo sobre la tasa de interés aplicable a las liquidaciones judiciales", en TySS, 2002-476.
"Después del dictado de la ley 14.399 de la provincia de Buenos Aires, que estableció la aplicación de la tasa
activa del Banco de la provincia de Buenos Aires para el cálculo de los intereses en los juicios laborales, la
Suprema Corte de Buenos Aires dictó con fecha 13/11/2013 la sentencia "Díaz, Walter J. c. Provincia ART y
otros", declarando la inconstitucionalidad de esa norma. Véanse comentarios en diario LA LEY del 4/12/2013.
(942)Llambías, Jorge J. en Tratado de derecho civil - obligaciones, t. II, Nº 915 C), Perrot, año 1970, p. 226.
(943) En igual sentido Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto en Derecho de obligaciones
civiles y comerciales, Nº 1109, Abeledo Perrot, año 1998, p. 475.
(945) Dichas normas expresan: Art. 144 "En el transporte de personas, a responsabilidad del transportador, con
relación a cada pasajero, queda limitada hasta la suma equivalente en pesos moneda nacional a mil argentinos
oro, de acuerdo a la cotización que estos tengan en el momento de ocurrir el hecho generador de la
responsabilidad. Esta cotización será fijada por el órgano competente de la Administración Nacional": Art. 145
"En el transporte de mercancías y equipajes, la responsabilidad del transportador queda limitada hasta la suma
equivalente en pesos moneda nacional a dos argentinos oro por kilogramo de peso bruto. Todo ello, salvo
declaración especial de interés en la entrega hecha por el expedidor al transportador en el momento de la
remisión de los bultos y mediante el pago de una tasa suplementaria eventual; en tal caso, el transportador está
obligado a pagar la cantidad declarada, a menos que pruebe que es menor el valor de la mercadería o equipaje o
que dicha cantidad es superior al enteres real del expedidor en la entrega. En lo que respecta a los objetos cuya
guarda conserva el pasajero, la responsabilidad queda limitada hasta la suma equivalente a cuarenta argentinos
oro en total. La cotización del argentino oro se realizara en la forma prevista en el art. 144"; Art. 160 "El
explotador es responsable por cada accidente, hasta el límite de la suma equivalente en pesos moneda nacional
al número de argentinos oro que resulta de la escala siguiente; de acuerdo a la cotización que estos tengan en el
momento de ocurrir el hecho generador de la responsabilidad: 1) 2000 argentinos oro para aeronaves cuyo peso
no exceda de mil kilogramos; 2) 2000 argentinos oro más 1 ½ argentino oro por cada kilogramo que exceda los
mil para aeronaves que pesan más de mil y no excedan de seis mil kilogramos; 3) 10.400 argentinos oro más 1
argentino oro por cada kilogramo que exceda de los seis mil, para aeronaves que pesan más de seis mil y no
excedan de veinte mil kilogramos; 4) 25.000 argentinos oro más 1/2 argentino oro por cada kilogramo que
exceda de los veinte mil para aeronaves que pesan más de veinte mil y no excedan de cincuenta mil kilogramos;
5) 43.600 argentinos oro más 0,37 argentino oro por cada kilogramo que exceda de los cincuenta mil para
aeronaves que pesan más de cincuenta mil kilogramos. La indemnización es caso de muerte o lesiones no
excederá de 2000 argentinos oro por persona fallecida o lesionada. En caso de concurrencia de daños a
personas y bienes, la mitad de la cantidad a distribuir se destinara preferentemente a indemnizar los daños
causados a las personas. El remanente de la cantidad total a distribuir se prorrateará entre las indemnizaciones
relativas a danos a los bienes y a la parte no cubierta de las demás indemnizaciones. A los fines de este
artículos, peso significa el peso máximo autorizado por el certificado de aeronavegabilidad de la aeronave".
(946) Art. 24 "Cuantía de la indemnización. Limite. La indemnización, si se demuestra que el daño por la pérdida
total o parcial, la avería o la demora en la entrega, se produjo en los modos acuático o aéreo, no excederá los
límites fijados por las normas aplicables a tales modos. Cuando en el desarrollo de un transporte multimodal,
incluido estaciones de transferencia, depósitos o terminales de carga, no se pudiera identificar el momento en el
cual se produjo el daño o cuando el mismo se produzca en los modos ferroviarios o carreteros, la indemnización
no excederá el límite de cuatrocientos (400) pesos argentinos por bulto afectado. En caso de transporte de
mercadería a granel, el límite de responsabilidad será de cuatrocientos (400) pesos argentinos por unidad de
flete. Las partes podrán acordar en el momento del trasporte multimodal un límite superior al indicado
precedentemente. Cuando la mercadería fuera acondicionada en un contenedor, en una paleta o en otro
artefacto utilizado para la unitarización de la mercadería, cada bulto o unidad de carga asentado en el documento
de transporte multimodal como incluido en dicho contenedor, paleta o artefacto similar, sea considerado para
establecer la limitación de la responsabilidad por pieza o bulto"; Art. 25 "Valor del argentino oro. La cotización oro
será la oficial fijada por el órgano competente al momento de efectuarse la liquidación judicial o extrajudicial. En
defecto de cotización oficial se determinara su valor por el contenido metálico y no por su valor numismático".
(947)Trigo Represas, Félix A. en Obligaciones de dinero y depreciación monetaria, Editora Platense, año 1965,
p. 58.
(948)Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. en Derecho de obligaciones civiles y
comerciales, Nro. 634, Abeledo Perrot, año 1998, ps. 284/5.
(949)Caseaux, Pedro N. y Trigo Represas, Félix A. en Derecho de las obligaciones, t. 1, Librería y Editora
Platense, año 1979, p. 795.
(951) El Código Civil define a la obligación alternativa en el art. 635 que expresa "Obligación alternativa es la que
tiene por objeto una entre muchas prestaciones independientes y distintas las unas de las otras en el título, de
modo que la elección que deba hacerse entre ellas, quede desde el principio indeterminada"
(952) La obligación facultativa es, de conformidad con el art. 643 del Cód. Civil, "...la que no teniendo por objeto
sino una sola prestación, da al deudor la facultad de sustituir esa prestación por otra".
(954)Planiol, Marcel y Capitant, Henri en Contrats hypothecaries en or, Buenos Aires, 1920, ps. 5 y ss.
(955)Schoo, Alberto D. en La cláusula oro, La Facultad, año 1937, ps. 371 y ss.
(958)Llambías, Jorge J. en Tratado de Derecho Civil - Obligaciones, t. 2, Perrot, año 1970, p. 179.
(959)Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. en Derecho de Obligaciones Civiles y
Comerciales, Abeledo Perrot, año 1998, p. 481.
(962) Por ejemplo las leyes 19.144 de Bonos Nacionales para Inversión y Desarrollo; 19.979 de Valores
Nacionales Ajustables; 21.362 sobre Cédulas Hipotecarias.
(963) Por ejemplo la LCT 20.744; ley 21.235 sobre actualización de las deudas de cargas sociales impagas; ley
21.281 de régimen de actualización de créditos a favor del Estado, reparticiones centralizadas o
descentralizadas; ley 21.392 de actualización de créditos a favor del Estado derivados de contratos de locación
de obra; ley 21.488 sobre actualización de los remanentes del concurso para abonar créditos verificados y
honorarios; ley 21.589 de reintegro de tasa de justicia; ley 21.829 de honorarios de abogados.
(964)Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. en Derecho de Obligaciones Civiles y
Comerciales, Abeledo Perrot, año 1998, p. 286.
(966) El art. 7º expresaba "El deudor de una obligación de dar una suma determinada de australes, cumple su
obligación dando el día de su vencimiento la cantidad nominalmente expresada. En ningún caso de admitirá la
actualización monetaria, indexación por precios, variación de costos o repotenciación de dudas, cualquiera fuere
su causa haya o no mora del deudor con posterioridad al 1 de abril de 1991, en que entra en vigencia la
convertibilidad del austral. Quedan derogadas las disposiciones legales y reglamentarias y serán inaplicables las
disposiciones contractuales o convencionales que contravinieren lo dispuesto".
(967)Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. Derecho de obligaciones Civiles y
Comerciales, Nº 634 quater, Abeledo Perrot año 1995, p. 277.
(968)Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. Derecho de obligaciones Civiles y
Comerciales, Nº 106, Abeledo Perrot año 1995, ps. 56/7.
(970) El párrafo en cuestión expresaba "O hasta esa suma cuando fuere mayor en los casos del inciso a) si el
crédito fue aplicado a la adquisición de la vivienda única y familiar y en el caso del inc. c)".
(971) El art. 2º del Cód. Civil expresa "Las leyes no son obligatorias sino después de su publicación, y desde el
día que determinen. Si no designan tiempo, serán obligatorias después de los ocho días siguientes al de su
publicación oficial".
(974)Confalonieri, Juan Á. en "El decreto de necesidad y urgencia 50/2002 y el monto de la indemnización por
despido sin causa (A propósito del fallo dictado por la CSJN. en el caso Valente)", en TySS 2005-387.
(976)Foglia, Ricardo A. en "La fecha de entrada en vigencia del art. 16 de la ley 25.561 y el dec. 50/2002. El fallo
'Valente' de la Corte Suprema de Justicia de la Nación", en TySS, 2005-209.
(977) Cabe recordar que en su momento la Cámara de Apelaciones del Trabajo de la Capital Federal, al referirse
a la fecha de vigencia del aguinaldo, sostuvo que regía desde la sanción del dec. 33.302/45 (21/12/1945) y no
desde la publicación de la norma (20/12/1945) "...pues los modernos medos de difusión son suficientes para
perfeccionar su publicidad, no siendo necesario ajustarse a las normas rígidas del derecho civil" (JA 1947-III-p.
597).
(981) Dicha suspensión de despidos sin justa causa e incremento indemnizatorio en caso de incumplimiento,
como sanción, fue prorrogado por las siguientes normas: decs. 883/2002, 663/2003, 256/2003, 1351/2003,
369/2004, 823/2004, ley 25.972. Sobre este tema puede verse a Foglia, Ricardo A. en "La duplicación temporal
de la indemnización por despido sin justa causa dispuesta por el art. 16 de la ley 25.561 y el dec. 264/2002" en
TySS, año 2002, ps. 97.
(982) CN Fed, sala II, Civ. Y Com. 4/7/1975 LA LEY 1975-D, 50, citado por Jorge E. Lavalle Cobo en "Cód. Civil y
leyes complementarias" dirigido por Augusto C. Belluscio, t. 1, nota 43-1, Astrea, año 1978, p. 23.
(984) El art. 1º del dec. 1570/2002 establecía "Durante la vigencia del presente Decreto, las entidades sujetas a
la Superintendencia de Entidades Financieras y Cambiarias del Banco Central de la República Argentina,
ajustaran su operatoria a las siguientes reglas: a) No podrán realizar operaciones activas en pesos, ni intervenir
en el mercado de futuros u opciones de monedas extranjeras, ni arbitrar directa o indirectamente con activos a
plazo en pesos. Las operaciones vigentes podrán convertirse a dólares estadounidenses a la relación prevista en
la Ley de Convertibilidad 23.928, con el consentimiento del deudor. b) No podrán ofrecer tasas de interés
superiores por los depósitos denominados en pesos, respecto de las que ofrezcan por los depósitos
denominados en dólares estadounidenses. Las operaciones vigentes podrán convertirse a moneda extranjera a
solicitud de sus titulares, a la relación prevista en la Ley de Convertibilidad 23.928. c) No podrán cobrar comisión
alguna por la conversión de los pesos que reciban para realizar cualquier tipo de transacción, depósito, pago,
transferencia, etcétera, por dólares estadounidenses a la relación prevista en la Ley de Convertibilidad 23.928, ni
en las operaciones de conversión de dólares estadounidenses por pesos, siempre que cualquiera de dichas
operaciones se cursen a graves de cuentas abiertas en entidades financieras".
(985)CSJN, 5/3/2003.
(986) Sobre el fallo puede verse a Badeni, Gregorio en "El derecho de propiedad privada y el caso "San Luis", en
el Suplemento especial de la Revista Jurídica Argentina La Ley, "Tutela constitucional de los depósitos
bancarios", Abril de 2003, ps. 3 y ss.
(987) Otro reconocimiento explicito del referido daño surge del Considerando sexto del dec. 44/2003 —B.O. del
9/1/2003— que expresa "Que la mayor compensación a otorgar a las entidades financieras derivada del art. 29
del dec. 905 del 31/5/2002, incrementa la exposición de las mismas al crédito gubernamental, lo que provoca una
pérdida de autonomía en las decisiones de portafolio de los bancos y compromete al Gobierno Nacional al
momento de proveer asistencia financiera para entidades en problemas, superando al presente, la exposición de
activos del Sector público el cincuenta por ciento (50%) de la cartera de las entidades financieras".
(988) El art. 742 del citado cuerpo legal expresa "Cuando el acto de la obligación no autorice pagos parciales, no
puede el deudor obligar al acreedor a que acepte en parte el cumplimiento de la obligación".
(989)Boffi Boggero, Luis M. en Tratado de las obligaciones, T. 4, Nro. 1273, Astrea, año 1977, p. 18.
(990)Nicolau, Noemí Lidia en "Las obligaciones de derecho privado no vinculadas al sistema financiero, en el
nuevo régimen de emergencia pública", en Emergencia Económica, dirigido por Alterini, Atilio Aníbal, La Ley,
abril de 2002, ps. 57 y 59.
(993) El art. 8º del dec. 529/1991 expresaba "Las liquidaciones judiciales practicadas o a practicarse por
aplicación de sentencias firmes o recurridas, se convertirán a australes por el régimen de la ley 23.928 en la
suma resultante de la actualización que se hubiere dispuesto o se disponga en el futuro hasta el 1/4/1991, en las
condiciones establecidas por la ley y en la presente reglamentación".
(994) Sobre este tema ver a Ojeda, Raúl en Jurisprudencia Laboral de la Suprema Corte de Justicia de la
Provincia de Buenos Aires, Rubinzal Culzoni, año 2002, ps. 531/2. Véase nota 939.
(999) Los arts. 1º, 2º y 3º se incorporaron los siguientes párrafos a los arts. 505, 521 y 1627del Cód. Civil: Art.
505 "Si el incumplimiento de la obligación, cualquiera sea su fuente, derivase en un litigio judicial o arbitral, la
responsabilidad por el pago de las costas procesales, incluidos los honorarios profesionales de todo tipo allí
devengados y correspondientes a la primera o única instancia, no excederán el veinticinco por ciento 25% del
monto de la sentencia, laudo, transacción o instrumento que ponga fin al diferendo. Si las regulaciones de
honorarios practicadas conforme a las leyes arancelarias o usos locales, correspondientes a todas las
profesiones y especialidades, superaran dicho porcentaje, el juez procederá a prorratear los montos entre los
beneficiarios. Para el computo del porcentaje indicado no se tendrá en cuenta el monto de los honorarios de los
profesionales que hubieren representado, patrocinado o asistido a la parte condenada en costas". Art. 521 "En
este caso, no será aplicable el tope porcentual previsto en el último párrafo del art. 505". Art. 1627 "Las partes
podrán ajustar libremente el precio de los servicios, si que dicha facultad pueda ser cercenada por las leyes
locales. Cuando el precio por los servicios prestados deba ser establecido judicialmente sobre la base de la
aplicación de normas locales, su determinación deberá adecuarse a la labor cumplida por el prestador del
servicio, los jueces deberán reducir equitativamente ese precio, por debajo del valor que resultare de la
aplicación estricta de los mínimos arancelaros locales, si esta última condujere a una evidente e injustificada
desproporción entre la retribución resultante y la importancia de la labor cumplida".
(1000) Los arts. 4º, 5º y 6º agregaron párrafos a los arts. 277, 281, 283 de la ley 19.551, y a su vez el art. 7º
agregó el art. 309 bis. Cabe destacar que dicha ley fue derogada en el año 1995 por la ley 24.522,art. 293, B.O.
del 9/7/1995.
(1001) Los arts. 9º y 10, agregaron párrafos a los arts. 77, 478 del Cód. Civ. y Com. de la Nación. Dichos
agregados expresan: Art. 77 "Los peritos intervinientes podrán reclamar de la parte no condenada en costas
hasta el cincuenta por ciento (50%) de los honorarios que le fueran regulados, sin perjuicio de lo dispuesto en el
art. 478". Art. 478 "Los jueces deberán regular los honorarios de los peritos y demás auxiliares de la justicia,
conforme a los respectivos aranceles, debiendo adecuarlos, por debajo de sus topes mínimos inclusive, a las
regulaciones que se practiquen a favor de los restantes profesionales intervinientes, ponderando la naturaleza,
complejidad, calidad y extensión en el tiempo de los respectivos trabajos".
(1002) El art. 11 de la ley 24.423 dice "Declarase aplicable lo dispuesto en los arts. 77 y 478 del Cód. Civ. y Com.
de la Nación, con las modificaciones introducidas por la presente ley, al procedimiento ante el fuero del trabajo
instituido por la ley 18.345". Las disposiciones agregadas al CPCCN se indican en la nota precedente.
(1004) El art. 15 expresa "Lo dispuesto en los arts. 13 y 14 de la presente ley es complementario del Código
Civil". El art. 13 dice "Los jueces deberán regular honorarios a los profesionales, peritos, síndicos, liquidadores y
demás auxiliares de la justicia, por la labor desarrollada en procesos judiciales o arbítrales, sin atender a os
montos o porcentuales mínimos establecidos en los regímenes arancelarios nacionales o locales que rijan su
actividad, cuando la naturaleza, alcance, tiempo, calidad o resultad de la tarea realizada o el valor de los bienes
que se consideren, indicare razonablemente que la aplicación estricta, lisa y llana de los aranceles ocasionaría
una evidente e injustificada desproporción entre la importancia del trabajo efectivamente cumplido y la retribución
que en virtud de aquellas normas arancelarias habría de corresponder. En tales casos, la resolución que así lo
determine deberá indicar, bajo sanción de nulidad, el fundamento explícito y circunstanciado de las razones que
justificare la decisión. Déjanse sin efecto todas las normas arancelarias que rijan la actividad de los profesionales
o expertos que actuaren como auxiliares de la justicia, por labores desarrolladas en procesos judiciales o
arbitrales, en cuanto se opongan a lo dispuesto en el párrafo anterior". A su vez el art. 14 señala "Los
profesionales o expertos de cualquier actividad podrán pactar con sus clientes la retribución de sus honorarios,
sin sujeción a las escalas contenidas en las correspondientes normas arancelarias. En caso de que tales
honorarios deberán ser abonados por labores desarrolladas en procesos arbitrales o judiciales, quedara a salvo
el derecho de los profesionales de percibir honorarios a cargo de otra parte condenada en costas".
(1005) Si bien la LRT no contiene una norma similar respecto de las prestaciones en especie, considero que
atento la naturaleza de las mismas se aplica el mismo criterio.
(1006)Ekmekdjian, Miguel A. en Tratado de derecho constitucional, t IV, Depalma, año 1997, p. 490.
(1007) En este sentido Etala, Carlos A. en Contrato de trabajo, Nº 1, Astrea, año 1998, p. 609.
(1009) Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. en Derecho de obligaciones civiles y
comerciales, Nº 657, Astrea, año 1998, p. 299.
(1010) El art. 9º incorpora el siguiente último párrafo al art. 77 el CPCCN "Los peritos intervinientes podrán
reclamar de la parte no condenada en costas hasta el cincuenta por ciento 50% de los honorarios que le fueran
regulados, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 478".
(1011) El art. 10 incorporó en siguiente texto al art. 478 del CPCCN "Los jueces deberán regular los honorarios
de los peritos y demás auxiliares de la justicia, conforme a los respectivos aranceles, teniendo adecuarlos, por
debajo de sus topes mínimos inclusive, a las regulaciones que se practiquen a favor de os restantes
profesionales intervinientes, ponderando la naturaleza, complejidad, calidad y extensión en el tiempo de los
respectivos trabajos".
(1012) El art. 11 dice "Declárase aplicable lo dispuesto en los arts. 77 y 78 del Cód. Civ. y Com. de la Nación,
con las modificaciones introducidas por la presente ley, al procedimiento establecido ante el fuero del trabajo
instituido por ley 18.345".
(1013) Dicho artículo modifica los arts. 2º, 3º, 5º, 6º inc. c), 8º, 20, 28, 29, último párrafo del art. 30, 33, 36, 53,
56, primer párrafo del art. 58 y montos señalados en el mismo, y 61 derogando, también, el art. 60 de la ley
21.839.
(1015) En contra IMAZ en "La prueba del pago" en Revista del Colegio de Abogados, T. X, año 1932 p. 368 y ss.
(1016)Llambías, Jorge J. en Tratado de derecho civil- obligaciones, t. II, Nº 1392, Perro, año 1970, p. 705.
(1017)Boffi Boggero, Luis M. en Tratado de las obligaciones, t. 4, Astrea, año 1977, ps. 23 y ss.
(1018) Dice el art. 1193 "Los contratos que tengan por objeto una cantidad de más de diez mil pesos, deben
hacerse por escrito y no pueden ser probados por testigos". Dicho importe equivale a $ 0,0000000001.
(1019)Ameal, Oscar J. en Código Civil y leyes complementarias, dirigido por Belluscio, Augusto C., t. 3, nro. 7. a),
Astrea, año 1981, p. 535.
(1022) En igual sentido Capón Filas, Rodolfo E. en Ley de contrato de trabajo, comentada, anotada y
concordada, t. 2, Nº 4, Astrea, año 1981, p. 617; Centeno, Norberto en López, Justo, Centeno,
Norberto y Fernández Madrid, Juan Carlos, en Ley de contrato de trabajo, t. II, p. 1104.
(1024) El otro principio del pago es el de disponibilidad por el cual la cosa o el crédito no deben estar
embargados, o la cosa pignorada además de la ausencia de fraude al efectuar el pago.
(1025) En la Capital Federal es el Banco de la Ciudad de Buenos Aires. En la Provincia de Buenos Aires el
Banco de la Provincia de Buenos Aires, en la Provincia de Mendoza los depósitos judiciales laborales deben ser
efectuados en el Banco de la Nación Argentina.
(1026) Con respecto al término "de pleno derecho" he expresado con Brito Peret, José I., yFoglia, Ricardo A. en
"Modificaciones introducidas por la ley 25.877 en materia de derecho individual del trabajo", en TySS 2004-
300/1) que dicho concepto no es equivalente a la producción automática de efectos ya que "...pleno derecho
significa que el derecho o una norma jurídica es aplicable a una situación; es una afirmaron de certeza sobre la
subsunción de una situación fáctica a una norma jurídica".
(1027) Art. 1038 "La nulidad de un acto es manifiesta, cuando la ley expresamente lo ha declarado nulo, o le ha
impuesto la pena de nulidad. Actos tales se reputan tales aunque su nulidad no haya sido juzgada".
(1028) Art. 1047 "La nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el juez, aun sin petición de parte, cuando
aparece manifiesta en el acto. Puede alegarse por todos los que tengan interés en hacerlo, excepto el que ha
ejecutado el acto, sabiendo, o debiendo saber el vicio que lo invalidaba. Puede también pedirse su declaración
por el ministerio público, en el interés de la moral o de la ley. La nulidad absoluta no es susceptible de
confirmación".
(1029)Novellino, Norberto J. en Aranceles y cobro de honorarios, Rubinzal Culzoni, año 1995, p. 23.
(1030) El art. 1161 del Cód. Civil expresa "Ninguno puede contratar a nombre de un tercero, si estar autorizado
por el, o si tener por la ley su representación. El contrato celebrado a nombre de otro, de quien no se tenga
autorización o representaron legal, es de ningún valor, y no obliga ni al que lo hizo. El contrato valdrá si el tercero
lo ratificase expresamente o ejecutase el contrato". El art. 1162 dice "La ratificación hecha por el tercero a cuyo
nombre, o en cuyo interés se hubiese contratado, tiene el mismo efecto que la autorización previa, y le da
derecho para exigir el cumplimiento del contrato. Las relaciones de derecho el que ha contratado por el, serán las
del gestor de negocios".
(1032)Llambías, Jorge J. en Tratado de derecho civil - Parte general, t. II, Nº 1578, Abeledo Perrot, año 1999, p.
349 expresa que: "Los actos solemnes son aquellos en los cuales la omisión de la forma legal establecida no
sólo provoca la nulidad del acto como tal sino que lo destituye de cualquier otro efecto civil".
(1033)Lagomarsino, Carlos A. R. en Cód. Civil y leyes complementarias, dirigido por Belluscio, Augusto C., t. 4,
Astrea, año 1982, p. 695.
(1034) El art. 3987 del Cód. Civil dice "La interrupción de la prescripción, causada por la demanda, se tendrá por
no sucedida, si el demandante desiste de ella, o si ha tenido lugar la deserción de la instancia, según las
disposiciones del Código de procedimientos, o si el demandado es absuelto definitivamente".
(1035)Capón Filas, Rodolfo E. en Ley de contrato de trabajo comentada anotada y concordada, coordinada por
Altamira Gigena, R. E., t. 2, Astrea, año 1981, p. 620.
(1036)Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M. en Derecho de obligaciones civiles y
comerciales, Nº 1531, Abeledo Perrot, año 1998, p. 616.
(1037)Capón Filas, Rodolfo E. en Ley de contrato de trabajo comentada anotada y concordada, coordinada por
Altamira Gigena, R. E., t. 2, Astrea, año 1981, p. 620.
(1038) Como dice Palacio, Lino E. en Manual de derecho procesal civil, Abeledo Perrot, año 1970, Nº 184, p.
391, la reconvención "...constituye una pretensión planteada por el demandado frente al actor y que, al
incorporarse al proceso pendiente para la satisfacción de la pretensión originaria, configura un supuesto de
acumulación sucesiva, por inserción de pretensiones".
(1039) La renuncia, de acuerdo al sistema del Cód. Civil, es un acto no formal, tal como indica el art. 873 de
mismo que dice "La renuncia no está sujeta a ninguna forma exterior. Puede tener lugar tácitamente, a excepción
de los casos en que la ley exige que sea manifestada en forma expresa". A diferencia de ello el art. 277, LCT le
asigna carácter de acto formal solemne al exigir, como requisito de validez sustancial, la ratificación personal y
posterior homologación.
(1040)Peyrano, Jorge W. en "La ley 24.432, un intento de aliviar las cargas económicas de los litigantes" en ED,
1995-162.