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Renata Descartes (1596-1650) fue un filósofo nacido en La Haye, Turena.

Estudió en
el colegio jesuita de La Flèche y luego viajó por Europa. En 1619, tuvo un
"admirable descubrimiento" que lo llevó a generalizar el método matemático en todas
las ciencias. Vivió en Holanda para evitar distracciones y en 1649 fue invitado por
la reina Cristina de Suecia, donde murió en 1650.

Descartes escribió varias obras, incluyendo el "Discurso del Método" en 1637, donde
criticó los métodos educativos de su tiempo. También escribió "Meditaciones de
prema philosophia" en 1641 y "Principia philosophie" en 1644. Su objetivo era
encontrar un método universal para alcanzar la certeza en todas las áreas del
conocimiento.

Descartes creía en la importancia de la matemática como forma de conocimiento y


buscaba extender su método a todas las ciencias. Su método se basaba en la
intuición y la deducción, y afirmaba que solo se debía aceptar como verdadero
aquello que fuera evidente. También destacaba la importancia de descomponer las
ideas complejas en elementos simples y reconstruirlas para obtener un conocimiento
claro y ordenado de la realidad.

En su búsqueda de un método válido, Descartes reflexionó sobre la naturaleza del


conocimiento y la interpretación mecánica de la naturaleza. Concluyó que la validez
de la ciencia de la naturaleza radica en un principio superior, justificando la
interpretación mecánica pero reconociendo la realidad espiritual que va más allá de
esta interpretación.

En resumen, Renata Descartes fue un filósofo que propuso un método basado en la


matemática, la intuición y la deducción. Buscaba alcanzar la certeza en todas las
áreas del conocimiento y reflexionó sobre la interpretación mecánica de la
naturaleza y la realidad espiritual.

De la duda al COGITO

el proceso de duda metódica y la búsqueda de la verdad según la perspectiva


cartesiana. Descartes comienza dudando de todo, incluso de los sentidos, ya que ha
experimentado que a veces pueden engañarlo. Propone la posibilidad de que todo lo
que percibe pueda ser una ilusión de su propia imaginación.

Sin embargo, Descartes señala que la existencia de la extensión, la figura, la


magnitud, el número y la duración son principios constitutivos de cualquier
realidad imaginable y no pueden ser negados. También destaca la certeza de las
verdades matemáticas, que son independientes de la experiencia sensible.

Luego plantea la duda extrema de si nuestra inteligencia podría estar bajo la


influencia de un genio maligno astuto y engañador que nos hace parecer racionales
lo que es irracional. Esta duda llevada a su forma hiperbólica, sin embargo, se
anula a sí misma y da lugar a la certeza más luminosa: si dudo y pienso, entonces
existo. Esta idea se resume en la famosa frase "Cogito, ergo sum" (Pienso, luego
existo).

Descartes argumenta que su ser consiste en el hecho mismo de pensar y ser


consciente de su pensamiento. Independientemente del objeto o contenido de su
pensamiento, el hecho de pensar existe indudablemente. Incluso cuando percibe a
través de los sentidos, como ver y tocar un objeto de cera, puede haber dudas sobre
la naturaleza del objeto, pero el hecho de que él piense y sea consciente de ello
demuestra su existencia.

En resumen, Descartes establece que su existencia se basa en el hecho de que duda y


piensa, y que su ser se encuentra en la conciencia que tiene de sí mismo. Esta
conciencia de su pensamiento es el grado máximo de certeza que puede alcanzar.

EL CRITERIO DE EVIDENCIA FUNDADO EN EL "Coco" REDUCE AL DE LAS IDEAS CLARAS Y


DISTINTAS

en esta continuación del texto se discuten dos posibles soluciones derivadas del
"Cogito, ergo sum" de Descartes. La primera solución es provisional y conduce al
subjetivismo radical, donde todo el universo se reconstruye como una realidad
objetiva basada en la propia mente. Descartes reconoce que las representaciones de
otros seres y del mundo externo pueden ser construcciones mentales con elementos
extraídos de la propia mente. Esto incluye la posibilidad de que la extensión, que
representa el mundo material, sea el resultado de la reflexión del pensamiento
sobre lo que no es pensamiento.

Sin embargo, esta primera solución no supera la suposición del Genio maligno, que
podría hacer que el pensamiento construya un mundo ilusorio. Para escapar de esta
situación, se busca una idea a través del "Cogito" que permita salir del encierro
del yo y del pensamiento individual. Se busca una idea que trascienda al yo
individual y que garantice la existencia de un ser más allá del pensamiento. Esta
idea proporcionaría una base sólida para afirmar la realidad y superar la duda.

En resumen, se plantean dos caminos: uno que lleva al subjetivismo radical y otro
que busca una idea que trascienda al yo individual. Descartes sostiene que la
segunda opción es la solución para superar las limitaciones del subjetivismo y
encontrar una base más sólida para afirmar la existencia de un mundo objetivo.

EL PROBLEMA DEL ORIGEN DE LAS BEASON TODAS LAS IDEAS DERIVABLES DEL "TO" COMO
FENIANTE?
en esta parte del texto Descartes aborda el problema del origen de las ideas y se
pregunta por qué no pueden derivarse todas las ideas de su propio yo. Cada idea
tiene un contenido representativo que constituye una realidad objetiva, pero
Descartes busca la causa de la riqueza del contenido de una idea, ya que esta
realidad objetiva no puede surgir de la nada. Descartes plantea la pregunta de si
su propio ser de pensamiento tiene una realidad formal que pueda ser considerada
como causa adecuada del contenido representativo de las ideas que piensa.

Si la realidad y perfección objetiva de alguna idea es tal que Descartes reconoce


que no puede ser causada por él mismo, entonces se sigue necesariamente que no
existe solo en el mundo y que hay algo más que es causa de esa idea. Descartes
menciona que entre todas las ideas que tiene, además de la que representa a sí
mismo, hay ideas que representan a Dios, a otras personas, animales, ángeles y
cosas corpóreas. Descartes argumenta que las ideas que representan a otras
personas, animales o ángeles podrían formarse mediante la combinación de otras
ideas que provienen de Dios o cosas corpóreas, incluso si no existieran en el mundo
entidades como otras personas, animales o ángeles. En cuanto a las ideas de las
cosas corpóreas, Descartes no encuentra nada tan grande o excelente que no pueda
derivarse de sí mismo.

En última instancia, Descartes plantea que la única idea que queda por considerar
es la idea de Dios y si existe algo que pueda haber derivado de él mismo.

Dios DE LA IDEA A LA EXISTENCIA DE Dos. La idea de Dios, podria derivare


exclusivamente del ser de mi ye como pensante?

En este fragmento, Descartes explora la relación entre la idea de Dios y su


existencia. Argumenta que la idea de Dios, como un ser infinito y perfecto, está
intrínsecamente ligada a la idea de uno mismo. Descartes sostiene que la certeza de
la existencia de Dios se deriva de su propia idea, y presenta tres argumentos para
respaldar esta afirmación.

El primer argumento es el "argumento ontológico", que establece que concebir a Dios


como un ser infinito y perfecto implica necesariamente su existencia. Descartes
afirma que pensar clara y distintamente en la existencia de Dios es tan evidente
como pensar en la figura de un triángulo con la suma de los tres ángulos internos
igual a dos rectos.

Los otros dos argumentos se basan en el origen de la idea de Dios. Descartes


sostiene que la idea de Dios, con su contenido rico en perfecciones, no puede haber
surgido de su ser finito y limitado. Por lo tanto, concluye que la idea de Dios
debe haber sido provocada por un ser que posea todas esas perfecciones, es decir,
Dios mismo.

Descartes afirma que la certeza de la existencia de Dios se deriva de su idea, ya


que no puede concebirse a sí mismo sin pensar en la semejanza con Dios. Reconoce
que su propia naturaleza, con la idea de Dios en su interior, no podría ser como es
si Dios no existiera verdaderamente. Por lo tanto, la idea de Dios es considerada
como una impresión divina en su ser, una marca o sello de Dios mismo.

En resumen, Descartes argumenta que la idea de Dios está intrínsecamente vinculada


a la idea de uno mismo, y que la existencia de Dios se deriva de la propia idea de
Dios. A través de varios argumentos, busca establecer la certeza de la existencia
de Dios como un ser infinito y perfecto.

LA VERACIDAD DIVINA, GARANTÍA DE LA VALEZ ABSOLUTA DE NUESTRO CONOCER.

En este fragmento, Descartes sostiene que la idea de Dios es el fundamento más


sólido para la certeza racional y el conocimiento absoluto. Argumenta que la
certeza del "Cogito" (pienso, luego existo) solo proporciona certeza sobre su
propio ser finito y transitorio. Sin embargo, al alcanzar la certeza de la
existencia de Dios, Descartes afirma haber alcanzado el punto de coincidencia
necesaria, universal y eterna entre el pensamiento y el ser. Esto le permite
afirmar que la razón humana ya no es solo un fuego brillante en un universo
irracional, sino la manifestación de la racionalidad divina que permea el orden
universal.

Descartes argumenta que la idea de Dios establece un puente entre su pensamiento y


el universo, proporcionando una garantía de que lo que se presenta a su razón como
claro y distinto es verdadero no solo en ese momento y para su pensamiento
particular, sino verdaderamente eterno y universal. Esto se debe a que, según
Descartes, la perfección de Dios incluye la veracidad, y la veracidad divina es una
garantía de la absoluta validez del criterio de verdad. Por lo tanto, todo aquello
que piensa clara y distintamente es verdadero.

Descartes refuta la acusación de caer en un círculo vicioso al afirmar que la idea


de Dios es verdadera porque es clara y distinta, mientras que la verdad de las
ideas claras y distintas se fundamenta en la veracidad de Dios. Argumenta que la
claridad y distinción de las ideas que se refieren a otros seres distintos al yo
resultan ilusorias hasta que se descubre que el pensamiento que concibe esas ideas
está arraigado en Dios y que la presencia de Dios está inseparablemente ligada a la
presencia del yo ante sí mismo.

Descartes reconoce que se puede dudar razonablemente de lo que no es claro y


distinto, pero la verdadera duda recae en si las ideas que se presentan como claras
y distintas son realmente claras y distintas. Para superar esta duda, Descartes
argumenta que es necesario llegar a la idea de Dios, que presenta una claridad y
distinción indudables, pero de un alcance infinitamente superior al del yo. La idea
de Dios, una vez alcanzada, se convierte en el fundamento de todas las demás ideas
claras y distintas, y de la misma razón que construye el conocimiento sobre la base
de esas ideas.

LA DOCTRINA DE LAS IDEAS INNATASLA DOCTRINA DE LAS IDEAS INNATAS


En este fragmento, se aborda la doctrina de las ideas innatas según Descartes.
Descartes sostiene que, una vez reconocida la dependencia del pensamiento humano en
el pensamiento divino, el pensamiento humano se basta a sí mismo y encuentra en sí
mismo la medida de la verdad. La idea de Dios permite a Descartes plantear un
racionalismo integral.

Descartes distingue entre ideas ficticias (creadas por nuestra voluntad), ideas
adventicias (provenientes del exterior) e ideas innatas. Para Descartes, las ideas
innatas son aquellas que nacen con nosotros, al menos como disposiciones o
virtualidades para constituirse en nuestra conciencia bajo ciertas circunstancias.
Descartes enfatiza la importancia fundamental de las ideas innatas y amplía su
alcance y número, negando incluso la existencia de ideas adventicias, argumentando
que son las ideas impresas en nuestra alma por Dios y de las cuales se alimenta
nuestra actividad cognoscitiva.

Las ideas innatas son nociones primitivas, simples e irreducibles que se imponen
necesariamente a nuestra mente y en las cuales nuestra mente no puede cambiar nada.
Ejemplos de ideas innatas son las nociones del ser, del número, de la duración, del
intelecto, de la extensión, etc. También incluye axiomas como la igualdad de dos
cosas con una tercera son iguales entre sí. Descartes sostiene que incluso las
nociones geométricas son innatas y no derivadas de la experiencia.

Descartes argumenta que estas ideas innatas representan en nuestra alma el reflejo
de las esencias eternas de las cosas que Dios contempla en sí mismo, en la absoluta
coincidencia de pensamiento y ser. Descartes acepta la doctrina agustiniana de la
iluminación divina, pero la modifica al afirmar que no vemos las mentes eternas en
Dios a través de una luz sobrenatural y trascendente, sino que las intuimos a
través de la luz natural, como imágenes impresas en nuestra propia alma por Dios en
el mismo acto de creación.

LA POSIBILIDAD DEL ERROR.


En este fragmento, se aborda la cuestión de la posibilidad del error en relación
con la concepción del conocimiento según Descartes. Aunque el conocimiento en sí
mismo es considerado infalible y obra de Dios, Descartes sostiene que el error es
posible debido a la participación de dos facultades: el intelecto y la voluntad.

El intelecto es responsable de la aprehensión o concepción de las ideas, pero en sí


mismas, las ideas no son verdaderas ni falsas. La verdad y la falsedad solo surgen
en el juicio, cuando afirmamos o negamos las ideas, mediante el acto de nuestra
voluntad. Para Descartes, cada acto de la voluntad es también un acto del
intelecto, como el acto de juzgar.

La voluntad es libre en el sentido de que no está sujeta a restricciones externas y


tiene la capacidad de elegir entre afirmar y negar. Aunque la voluntad puede
inclinarse hacia uno u otro término presente en la mente, la verdadera libertad
consiste en elegir y abrazar lo que se presenta como evidente a la luz de la
verdad. Así, el determinismo de la razón se identifica con la verdadera libertad de
la voluntad.

Sin embargo, Descartes señala que el error es posible debido a ciertas


limitaciones: 1) un intelecto finito no puede comprender inmediatamente todas las
ideas de manera clara y distinta, y la conexión del intelecto con la imaginación,
la memoria y la sensibilidad genera oscuridad y confusión incluso en la aprehensión
de las ideas que Dios ha impreso en el intelecto; 2) la voluntad no siempre se
abstiene de emitir juicios frente a ideas oscuras y confusas, sino que ejerce su
libertad para afirmar o negar sin fundamento racional. El error surge como
resultado de la precipitación de la voluntad, que transforma su libertad de
determinación basada en el conocimiento claro y distinto del intelecto en
indiferencia hacia lo verdadero y lo falso.

LA EXISTENCIA DEL MUNDO CORPOREO: CUALIDADES SE CUNDARIAS Y CUALIDADES PRIMARIAS.


En este fragmento, se aborda la existencia del mundo material y se distingue entre
las cualidades primarias y secundarias. Descartes parte de la certeza de la
existencia del yo como pensamiento, y luego identifica el pensamiento con el alma y
con Dios. Sin embargo, Descartes reconoce la existencia de otras sustancias en el
universo además de las sustancias espirituales.

Descartes observa que además del pensamiento consciente, posee facultades como el
cambio de lugar y la recepción de impresiones sensoriales. Estas facultades
implican el concepto de extensión, que es ajeno al pensamiento y sugiere la
existencia de sustancias distintas del alma. Las impresiones sensoriales se
traducen en ideas que contienen claramente la extensión como elemento constitutivo,
lo que indica la existencia de sustancias corporales que producen esas ideas.

Descartes plantea la posibilidad de que la extensión pueda reducirse a una mera


idea sin fundamento real en una sustancia espiritual. Sin embargo, Descartes
reconoce su inclinación a creer que la idea de extensión proviene de cosas
corporales y que Dios no lo engañaría al respecto. No obstante, este recurso al
principio de la "veracidad" divina para justificar la creencia en la existencia de
los cuerpos no es más que un pretexto.

Descartes distingue entre las propiedades geométrico-mecánicas, que son


determinaciones inherentes a la corporeidad y se consideran cualidades primarias, y
las cualidades secundarias, como la luz, el calor, el sonido, el sabor y el dolor,
que son modos de ser de nuestra conciencia y no tienen una correspondencia directa
con las propiedades objetivas de las cosas.

En resumen, Descartes sostiene que el mundo corpóreo existe y se reduce a la


extensión, siendo opuesto al pensamiento inextenso. No existe espacio vacío ni
materia indivisible, y la extensión y el mundo corporal son infinitos. Cada cosa
corpórea es una porción de espacio, y la física se identifica con la geometría en
esta concepción.

LA FISICA CARTERANA

El texto resume las ideas de la física cartesiana propuestas por René Descartes.
Descartes sigue un enfoque deductivo en el que deriva los principios generales de
la física de los principios metafísicos y del concepto de Dios. Según Descartes, la
existencia de Dios es el fundamento de la veracidad de las ideas claras y
distintas, y por lo tanto, de la extensión, que es una propiedad de la materia.

Descartes postula que Dios es omnipotente y perfecto, lo que implica que todo está
lleno y que no hay vacío en el espacio. También sostiene que la corporeidad implica
extensión, por lo que hay una materia primaria presente en todas las partes del
espacio. Descartes argumenta que, debido a la inmutabilidad de Dios, la cantidad de
materia en el universo es constante y los cambios en el mundo físico son causados
por el movimiento impreso por Dios en el acto de la creación.

En cuanto al movimiento de los cuerpos, Descartes afirma que cualquier modificación


en el movimiento de un cuerpo se deriva del choque con otros cuerpos. A partir del
principio de conservación de la cantidad de movimiento, Descartes deduce las leyes
del choque, que describen cómo se distribuye la cantidad de movimiento entre los
cuerpos después del choque y cómo cambia su dirección.

Descartes también propone una teoría sobre la formación del universo, en la cual la
materia se divide en corpúsculos esféricos que se mueven alrededor de sí mismos y
alrededor de un centro debido a la acción y reacción de los corpúsculos próximos.
Estos movimientos generan un primer elemento sutil y en continua agitación, que da
lugar a la formación de cuerpos más gruesos, como el sol y los planetas.

En relación con los organismos vivos, Descartes adopta un enfoque mecanicista y


considera que son máquinas perfectas. Argumenta que los animales no tienen
conciencia y que sus funciones son automáticas. El principio de movimiento en los
organismos animales reside en el calor del corazón, y los "espíritus animales" se
propagan desde el cerebro a través de los nervios, brindando movimiento a los
músculos y haciendo posibles las sensaciones.

En resumen, la física cartesiana de Descartes se basa en la existencia de Dios como


fundamento metafísico y propone explicaciones mecánicas para los fenómenos físicos
y biológicos. Sin embargo, algunas de sus ideas se alejan de las conclusiones
experimentales y observacionales de su tiempo, especialmente en comparación con la
física de Galileo.

EL DUALISMO DE ESPIRITU Y MATERIA.

El dualismo de espíritu y materia postula una división entre dos realidades


distintas e incompatibles: el mundo corpóreo, caracterizado por la extensión y el
mecanicismo, y el mundo espiritual, caracterizado por el pensamiento, la actividad
y la libertad. Estas dos sustancias, materia y espíritu, se excluyen mutuamente
debido a sus propiedades opuestas.

Descartes sostiene que el mundo corpóreo no permite la acción de ninguna naturaleza


espiritual debido a su naturaleza mecánica y extensa. Del mismo modo, el espíritu
no puede experimentar la acción de lo corpóreo debido a su naturaleza inmaterial.

Sin embargo, estos dos mundos están unidos por el hecho de que Dios, como su
creador, ha impreso movimiento en los cuerpos y ha unido el alma al cuerpo en un
punto específico, conocido como la glándula pineal. A través de los movimientos de
los órganos corporales, el alma recibe las ideas de los cuerpos externos, y a
través de su voluntad, determina los movimientos de las partes del cuerpo.

Descartes considera que la correlación entre lo físico y lo psíquico es tan


estrecha y segura que se le puede atribuir la creación de la psicofisiología. Sin
embargo, esta concepción plantea cuestiones sobre la posibilidad de una interacción
recíproca entre dos sustancias completamente heterogéneas y sobre la forma de
actividad autónoma que las sustancias finitas pueden tener en comparación con la de
Dios.

Estos son los problemas que Descartes dejó abiertos para la reflexión de sus
contemporáneos.

VIDA Y ESCRITO

Thomas Hobbes (1588-1679) fue un filósofo inglés que nació en Malmesbury. Después
de completar sus estudios en Oxford, alternó períodos de estancia en Inglaterra con
períodos de viajes por Europa, especialmente por Francia, Alemania e Italia.
Inicialmente, viajó para ser tutor de jóvenes pertenecientes a una noble familia
inglesa, y luego para escapar de las turbulencias de la lucha entre el rey y el
parlamento y de la revolución. Durante uno de sus viajes por Italia, conoció el
galileísmo.

Además, Hobbes se ocupa del cristianismo, que explica la trágica discordia del
hombre consigo mismo a través del pecado, por medio del cual el hombre se alejó de
su grandeza y dignidad original sin perder su memoria, lo que da origen al anhelo
constante de volver a ese estado primordial y, lo que es más importante, posee el
medio para superar esa discordia.

Se dice que los principios del cristianismo (pecado y redención) son


incomprensibles, pero Pascal responde que no debemos juzgar su verdad en función de
nuestra capacidad para concebir las cosas. Nuestra lógica no es la lógica del
universo ni la lógica divina. Esta última solo se revela a los corazones puros y a
las voluntades buenas. Es necesario vivir de acuerdo con el espíritu para ir más
allá de la letra y descubrir en las cosas a Dios, quien se oculta allí. Es
necesario querer ver a Dios incluso antes de verlo, y para poder verlo.

Se debe comenzar actuando como si creyéramos y sometiéndonos a la disciplina de la


fe con actos exteriores. Somos "automatismos", además de ser espíritu, "plezier la
machine". Esta especie de humillación de nuestro ser frente al mecanismo corporal,
esta especie de renuncia al yo propio, predispone al alma hacia la fe. Se comienza
actuando automáticamente como si se creyera y se termina creyendo. La fe es un don
de la gracia divina, y esta humillación de nuestro ser y esta elección por Dios son
condiciones necesarias para recibir dicho don, y estas condiciones dependen de
nosotros.

LA EDUCACION EN LA EDAD CARTESIANA

EL MÉTODO CARTERANO

El método cartesiano, introducido por Descartes, tuvo repercusiones en la doctrina


y la práctica educativa. Descartes comenzó su obra "Discurso del Método" con una
crítica a la educación que recibió en una escuela jesuita, condenando su formalismo
y lamentando la falta de beneficio en sus estudios.

El nuevo método propuesto por Descartes para la búsqueda de la verdad también se


aplica a la educación. Si la razón es la facultad que nos distingue como seres
humanos, capaz de juzgar correctamente y distinguir lo verdadero de lo falso, y si
es igual en todos los seres humanos, y las diferencias radican en el modo en que se
utiliza el pensamiento o el método, se deduce que el objetivo de la educación es
desarrollar la razón, formar el pensamiento claro y la distinción en las propias
ideas, cultivar la convicción personal basada en la evidencia de la razón.

LA ESCUELAS DE LOS GRATORIANDE:


Los padres del Oratorio y los maestros de Port Royal, en contraste con la educación
jesuita, adoptaron la doctrina cartesiana en su enfoque educativo. Se preocuparon
más por la formación de una inteligencia activa y consciente, dando importancia al
contenido interno sobre la forma externa, a la madurez del juicio y la sinceridad
de la expresión sobre la elegancia verbal, y al desarrollo interior y el
perfeccionamiento personal en lugar de destacar y distinguirse.

La Congregación de los Padres del Oratorio de Jesús fue fundada en París en 1611,
siguiendo el modelo de la congregación italiana establecida por San Felipe Neri. El
abate Pierre de Bérulle, amigo y consejero de Descartes, admirador de su doctrina,
fundó la congregación en Francia. A pesar de la oposición de los jesuitas, los
oratorianos establecieron varias escuelas, algunas de las cuales se hicieron
famosas. Cuando los jesuitas fueron expulsados de Francia en 1763, los oratorianos
asumieron la dirección de muchos colegios.

El espíritu cartesiano que informaba la enseñanza de los padres del Oratorio y los
principios metodológicos que seguían se reflejan claramente en los escritos de dos
pensadores destacados de esta congregación religiosa: el padre Nicolas Malebranche,
filósofo ocasionalista, y el padre Bernard Lamy, profesor de filosofía. Ambos
deseaban que la libertad de la razón se desarrollara y promoviera a través de la
instrucción y la educación. Creían en el esfuerzo personal del alumno dirigido a
comprender las "verdades primeras" que Dios ha impreso en la mente de cada
individuo y que constituyen la luz de la razón. Ambos padres tuvieron que enfrentar
polémicas y persecuciones debido a sus ideas cartesianas, especialmente por parte
de profesores aún ligados al aristotelismo. Sus escritos tuvieron una amplia
difusión, incluso en Italia.

ACON LA CARTERAN

En el enfoque cartesiano, la memorización se considera inútil y vacía, y se valora


más el ejercicio de comprensión. Aprender de memoria sin entender se compara con
ser una bestia de carga que transporta libros. La aceptación acrítica de opiniones
ajenas basadas en la autoridad es vista como una debilidad natural que la educación
debe superar.

El espíritu cartesiano, según Malebranche, combina el racionalismo, que exalta la


autonomía del hombre como sujeto, con elementos agustinianos, donde el ser humano
encuentra tranquilidad y luz en la unión con Dios. La educación busca reconectar al
espíritu consigo mismo para reconocer la profunda relación con Dios y reconocer el
misterio que solo la fe puede iluminar.

El carácter religioso y místico de la finalidad suprema del proceso educativo se


justifica filosóficamente. Una vez que la gracia divina ilumina el alma, la razón
humana recupera su vigor debilitado por el pecado. La educación debe disminuir las
influencias perturbadoras que afectan al intelecto, como las pasiones, los sentidos
y la imaginación, que oscurecen la mente y generan errores.

En resumen, el enfoque cartesiano de la educación valora la comprensión sobre la


memorización, busca la unión con Dios como fuente de luz y tranquilidad, y busca
neutralizar las influencias que oscurecen el intelecto, como las pasiones y la
imaginación.

LAS PEQUERAS ESCUELAS DE LOS JANSENISTAS DE PORT ROVAL.

Los jansenistas de Port-Royal representaban un contraste entre la orientación


mística, que enfatizaba la necesidad de la gracia divina, y la exaltación de la
razón como una característica inherente a la naturaleza humana. Su enfoque
educativo buscaba fortalecer la razón en cada individuo, ya que a través de ella se
podía tener conciencia clara de la miseria moral causada por el pecado. Una vez
redimido e iluminado por la gracia divina, el individuo encontraba en sí mismo la
energía espiritual necesaria para colaborar con esa acción divina.

Port-Royal era originalmente un convento benedictino de monjas fundado en el siglo


X cerca de Versalles. En el siglo XV, tras adoptar una vida ascética rigurosa, se
trasladó a París y se convirtió en un centro de vida religiosa enfocado en la
regeneración de la Iglesia a través de una moral cristiana austera, en oposición a
la moral jesuita, que estaba más comprometida con el mundo. Esta dirección se
fortaleció cuando la comunidad religiosa tuvo como director espiritual al abad de
Saint-Cyran, defensor ferviente de las ideas del teólogo Jansen (1587-1638),
profesor en la Universidad de Lovaina y luego obispo de Ypres. Jansen había escrito
la obra "Augustinus" para desarrollar, en oposición a los jesuitas, la doctrina
agustiniana sobre la necesidad de la gracia en la vida moral.

El movimiento jansenista encontró su centro activo en el antiguo sitio del


monasterio de Port-Royal, donde se congregaron hombres que buscaban dedicarse
plenamente a la piedad y la doctrina religiosa en un entorno solitario. Entre ellos
se encontraba Pascal. Los jansenistas enfatizaban la austeridad, la gracia divina y
la necesidad de una vida moral rigurosa, en contraposición a la moral jesuita más
flexible y comprometida con el mundo.

LA CACÓN EN LA ROAD CARTESANA

Los jansenistas de Port-Royal tenían una concepción de la naturaleza humana basada


en la doctrina teológica de Jansen. Según ellos, el hombre, después del pecado
original, está corrompido y es intrínsecamente perverso. El niño nace
espiritualmente enfermo y solo la gracia divina puede sanarlo. La educación debe
favorecer la acción saludable de la gracia, fortaleciendo la conciencia y el juicio
correcto, reconstruyendo en el hombre la razón que fue destruida por el pecado.

Para los jansenistas, la cultura tiene valor solo si fortalece el carácter y el


pensamiento. Todo lo que obstaculiza más que apoya el pensamiento queda excluido
del programa y del método didáctico de Port-Royal. En sus "pequeñas escuelas",
daban prioridad al aprendizaje de la lengua materna y la utilizaban exclusivamente
en la enseñanza de otras disciplinas. También enfatizaban la lectura de autores
importantes y la comprensión del pensamiento en los textos estudiados.

La enseñanza de las ciencias físicas y matemáticas también tenía importancia, pero


no como fines en sí mismas, sino como instrumentos para la formación mental y moral
de los jóvenes. Según los jansenistas, se debía utilizar la razón como instrumento
para adquirir conocimiento científico, en lugar de ser esclavos de ella. Además, se
enfatizaba la importancia de la vigilancia y el perdón por parte de los educadores,
estableciendo una convivencia cercana con los alumnos.

En resumen, los jansenistas de Port-Royal buscaban fortalecer la razón y fomentar


la acción de la gracia divina en la educación. Valoraban la cultura que fortalecía
el carácter y el pensamiento, dándole prioridad al aprendizaje de la lengua materna
y enfatizando la comprensión del pensamiento en los textos estudiados. También
otorgaban importancia a las ciencias como instrumentos de formación mental y moral.

LA EDUCACIÓN EN LA AD CARTERANA

Los seguidores de Port-Royal, siguiendo la sugerencia de Pascal, defendían en la


educación elemental el método alfabético fónico-silábico. En este método, se
enseñaban las letras del alfabeto al niño dándole un nombre especial a cada
consonante separada de la vocal. Por ejemplo, para leer la sílaba "fa", se enseñaba
a denominar "efe" a la consonante "f". Este enfoque difería del método alfabético
tradicional, en el cual las consonantes se enseñaban a leer únicamente cuando
estaban unidas a las vocales.

LA EDUCACIÓN DE LOS PRINCIPES


Los destacados escritores franceses Jacques-Bénigne Bossuet (1627-1704) y François
Fénelon (1651-1715) desempeñaron roles importantes en la educación como
preceptores. Bossuet fue tutor del Delfín, hijo de Luis XIV, mientras que Fénelon
fue tutor del duque de Borgoña, sobrino del rey. Ambos llevaron a cabo experiencias
pedagógicas significativas que dejaron importantes enseñanzas.

En el ideal educativo de Bossuet, la religión y el humanismo contemporáneo


desempeñaron un papel fundamental. La moral cristiana se consideraba el objetivo
supremo al que cada individuo, especialmente aquel destinado a gobernar, debía
aspirar en su comportamiento. Además, la familiaridad con los clásicos se
consideraba importante para la formación del alma. Bossuet compiló ediciones
especiales de textos clásicos adaptados a la mentalidad de su joven alumno, a los
que llamó "a la manera del Delfín". También compuso varios textos escolares.

Por su parte, Fénelon escribió una obra pedagógica fundamental titulada "Tratado de
la educación de las hijas" (1687), en la cual plasmó los frutos de su experiencia
educativa anterior a su nombramiento como preceptor del príncipe. En este tratado,
enfatizó la necesidad de una educación que promoviera tanto la formación
intelectual como la moral de las personas.

Tanto Bossuet como Fénelon dejaron un legado importante en la educación de la


nobleza francesa de su tiempo, destacando la importancia de la religión, la moral y
la formación integral del individuo.

DESARROLLO DEL CARTESANS

El texto aborda el desarrollo del cartesianismo y menciona que la educación también


debería extenderse a las mujeres, para que puedan cumplir su rol en la vida
doméstica. Se propone un programa de instrucción que incluye el estudio de
diferentes disciplinas, pero se opone a enseñarles ciencias, ya que podrían generar
dudas en su fe religiosa. Sin embargo, se presentan ideas sobre la naturaleza
humana y métodos educativos válidos para ambos sexos, como el desarrollo espontáneo
de la mente del niño, la curiosidad, la imitación y la combinación de la
instrucción con el juego. Se mencionan los libros escritos por Fénelon para su
alumno, como las Fábulas para la infancia, los Diálogos de los muertos y el
Telemaco, que fueron considerados modelos de lectura educativa para niños

Los HARMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS

La Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, fundada por San Juan
Bautista de La Salle en el siglo XVII, se dedicó a la instrucción primaria técnica
con un enfoque religioso y realista. Su objetivo era conducir las almas a Dios y
enseñar los principios cristianos a las masas populares. Combinaron la finalidad
religiosa con el espíritu cartesiano, priorizando el juicio sobre la memoria y
fomentando la búsqueda activa de conocimiento por parte de los niños. Además de las
escuelas elementales, establecieron escuelas técnicas para la formación profesional
de los hijos del pueblo. La Salle también fundó la primera escuela normal laica
para la formación de maestros. Las escuelas cristianas se caracterizaban por la
gratuidad de la enseñanza, la enseñanza colectiva, un sistema disciplinario
riguroso que incluía castigos corporales y el silencio como regla fundamental.

LA EDUCACIÓN PIETISTA.
El Pietismo fue un movimiento religioso que surgió en Alemania dentro del
Protestantismo, buscando enfatizar la práctica y la moralidad cristiana. Felipe
Spener fue su precursor, destacando la importancia de la Biblia en la vida
espiritual. Sin embargo, fue Augusto Hermann Francke quien se convirtió en un líder
destacado del Pietismo en el ámbito educativo.

Francke fundó en Halle diversas instituciones educativas, incluyendo una escuela


gratuita para los pobres, un orfanato, una escuela elemental para familias
burguesas, una escuela de gramática latina y una escuela normal para formar
maestros. A pesar de las críticas y oposiciones, estas instituciones tuvieron un
gran impacto y todavía existen en la actualidad.

Los pietistas tenían una visión pesimista de la naturaleza humana, similar a los
jansenistas de Port Royal. Creían que el pecado original corrompía el alma del niño
y que solo la piedad y la fe ferviente podían purificarla. Su enfoque disciplinario
era estricto pero afectuoso, procurando proteger a los niños de la tentación del
orgullo y fomentando la vigilancia y la devoción.

Aunque enfatizaban la piedad, los pietistas también consideraban importante


proporcionar a los jóvenes conocimientos útiles en ciencias como astronomía,
botánica, higiene y anatomía, así como geografía, historia y matemáticas. Algunas
instituciones incluso contaban con laboratorios y jardines botánicos.

Si bien su enfoque religioso a veces conducía a la hipocresía, el pietismo tuvo un


impacto significativo en la formación del carácter y la moralidad. Kant, quien
recibió una educación pietista, desarrolló su ética rigurosa y su concepto central
de la soberanía del deber en gran medida gracias a esta influencia.

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