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V

Interpretación de la
ley penal
Lecturas obligatorias

Bramont Arias, L. (1978). Derecho Penal Parte General.


Tomo I. 3ra. Ed. pp. 163-176.
Hurtado Pozo, J. (1992). A propósito de la interpretación
de la ley penal. Revista de Derecho PUCP. (46). pp. 63-99.
25/3/23, 18:02 Interpretación de la ley penal, explicado por Luis A. Bramont Arias | LP

Interpretación de la ley penal,


explicado por Luis A. Bramont Arias
POR LP • PASIÓN POR EL DERECHO - 31 MARZO, 2022

Estimados lectores, compartimos un breve fragmento del libro Derecho penal. Parte


general, del reconocido jurista Luis A. Bramont Arias.

Cómo citar: Bramont Arias, Luis A. Derecho penal. Parte general, tomo I, tercera edición,
1978, pp. 163-176.

Lea también: Fuentes del derecho penal. Bien explicado por Luis A. Bramont Arias

Sumario: 1. Concepto, 2. Clases de interpretación, 3. por su origen o por los sujetos que
la realizan, 4. Por los medios o métodos empleados, 5. Por sus resultados, 6. La
interpretación analógica, 7. Diferencias entre ley sancionada, promulgada y publicada,
8. La doctrina Ferri.

Capitulo VIII

1. Concepto

Una vez sancionada la ley penal, es necesario interpretarla, «comprender» lo que dice en
abstracto, para ser aplicada al caso concreto. La interpretación es aquella operación
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mental que tiende a establecer la voluntad de la ley[1].

Hay autores que piensan que la interpretación tiene por objeto buscar el sentido de la
misma, otros el significado de ella, y otros el espíritu de la ley. Nosotros consideramos
más acertado establecer que la interpretación tiene por objeto el conocimiento de la
voluntad de la ley, ya que la ley en cuanto es sancionada adquiere una voluntad
soberana, y su obligatoriedad es tal en cuanto traduce esa voluntad.

Hablamos de la voluntad de la ley y no de la voluntad del legislador, porque lo que el espíritu de la ley
intérprete debe investigar es no lo que el legislador ha querido, sino aquello que en la ley
Intención o voluntad del
aparece objetivamente querido, la mens legis y no la mens legislatoris; y ello porque las legislador en el
leyes no emanan de una individualidad sino de cuerpos colegiados, y puede haber sido momento de crear una
muy diverso el espíritu que ha determinado el voto en idéntico sentido, por parte de los norma legal.
integrantes de esa mayoría.

La interpretación de la ley penal suscita varios problemas:

a) Necesidad de la interpretación. La discusión sobre la conve niencia o la licitud de la


interpretación, ha quedado atrás. Bajo la superstición legalista del enciclopedismo se
llegó a proscribir la interpretación: no hay cosa de mayor peligro, decía BECCARIA. que
el común axioma de que hay que consultar el espíritu de la ley. También NAPOLEON
creia perdido su Código civil al saber que era comentado. Por entonces reinaba la
completa arbitrariedad judicial, los jueces creaban delitos ex post facto; pero hoy las Después del hecho
circunstancias son distintas, y si es cierto que el juez no es un legislador a quien
corresponda la facultad de modificar o corregir las leyes, sus funciones no consisten en
simples aplicaciones mecánicas de la ley penal conforme a su propia letra. Pronunciar
se sobre si el hecho cometido es un delito, y si éste presenta caracteres que permitan
aplicarle un determinado nomen juris, reclaman en el juez el conocimiento de la ley para denominación lega
el efecto de una aplicación inteligente de la misma.

Se afirma que las leyes penales deben ser claras y que en las leyes claras la
interpretación es innecesaria. Pero por claras que sean las leyes, requieren igualmente
un esfuerzo lógico para su interpretación. GRISPIGNI expresa:

Puesto que el Derecho es voluntad del Estado, que se manifiesta por medio de
las palabras que forman la ley. puede suceder que éstas sean ambiguas
defectuosas, que tengan diverso significado según el contexto de una disposición
o en relación con otras disposiciones, o bien con el uso común o con el técnico. Y
así pueden significar más o menos la verdadera voluntad de la ley. De todo esto
surge la necesidad 19 de esa actividad mental en que consiste la interpretación, la
cual es necesaria no sólo respecto a las leyes oscuras sino también a las claras,
porque aún frente a éstas corresponde no atenerse demasiado al significado
inmediato de las palabras sino indagar el sentido más íntimo y profundo de la
disposición y el verdadero alcance de ésta[2].

En todo caso hay que tener presente que el principio Nullum crimen, nulla poena sine "No hay pena sin ley previa"
lege implícitamente regula esta materia. Impone al intérprete el deber de no extender en
tal forma el ámbito de la ley, que infrinja la regla de la anterioridad de la ley al hecho.

JORGE QUINTANA dice:

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Los jueces no deben ser legisladores ni dejarse influenciar por impulsos


románticos, no deben tomar el ejemplo de MAGNAUD, que con su sentimentalismo
romántico corregia las leyes buscando en la etiologia del hecho delictuoso alguna
causa social y colmando con su piedad las lagunas y rigorismos legales. Gran
función es ésta pero no cuando se administra justicia: el juez no es el dueño de la
justicia sino sólo su administrador. Es una gran virtud la de condolerse ante los
males y penurias ajenas y tratar de calmarlos mediante una ayuda pecuniaria,
cuando ello se hace con bienes propios, pero no es loable ni lícito cuando se hace
con bienes ajenos, de los cuales se es administrador;

Y esto es lo que hacía MAGNAUD, que si bien era un buen hombre, era un mal juez según
expresa GOMEZ[3].

b) Naturaleza del acto interpretativo. ANTOLISEI entiende que:

la actividad del intérprete no puede ser considerada como meramente


cognoscitiva. El intérprete no crea el derecho porque su creación es misión de la
ley, pero concurre a su creación integrando donde sea preciso los preceptos
legislativos[4].

Por ejemplo, algunas veces la ley penal no precisa el hecho que constituye delito ni los
elementos que lo componen (la riña art. 169: el adulterio, art. 212; los malos tratos, art.
148). Lo mismo puede observarse en relación a diversas circunstancias que agravan o
atenúan el delito. Estos casos demuestran que en la ley existen espacios vacíos, que
compete colmar al intérprete. El intérprete es el llamado a continuar y conducir a sus
últimos términos la obra de la ley, transformando la directriz genérica en imperativo
completo, dando vida a preceptos precisos y notamente delimitados. La función de juez
no es creadora de Derecho, pero cosa distinta es sostener que la interpretación tiene
función creadora.

Según MEZGER:

toda interpretación con arreglo a su propia esencia es de naturaleza creadora.


Desde el momento que la formación conceptual de la ciencia del derecho tiene que
orientarse con arreglo a «fines», aparece como formación conceptual que no sólo
reconoce (función cognoscitiva), sino que forma (función emocional). Y por tanto,
y de modo necesario, como formación conceptual creadora[5].

JIMENEZ DE ASUA escribe:

toda interpretación se propone al descubrimiento del verdadero sentido (espiritu)


de la ley. es decir su voluntad, para contribuir a la tarea de aplicarla al caso
concreto. Este hecho de vivificarla para que se produzca la subsunción judicial, es,
como ha observado MEZGER, una auténtica función individualizadora y, en
consecuencia creadora[6].

c) El derecho penal debe contener las normas sobre inter pretación. Se controvierte
en la doctrina acerca de la rama del Derecho, sea el Derecho penal o el Derecho procesal
penal, a la que corresponden las normas de la interpretación de la ley penal. Deben
formar parte de la ley de fondo (Código Penal) o de la ley de forma (Código de
Procedimientos penales).

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Las normas de interpretación de la ley penal no se refieren a casos cocretos, sino que
son in abstracto, pertenecen a la estática del Derecho, pues considera la voluntad de la
ley entendida en sí misma. Por lo tanto, pertenecen al Derecho penal y no al Derecho
procesal penal, que es la dinámica del Derecho.

d) Validez de las normas generales de interpretación del Derecho y las especiales


para las leyes penales. Al lado de los principios generales de interpretación, están los
principios especiales requeridos por la naturaleza propia de las leyes que interpretan, en
este caso las penales.

2. Clases de interpretación

Suele dividirse la interpretación de la Ley según diversos criterios:

a) Por los sujetos que la realizan, es decir según su origen, se habla de


interpretación auténtica o legislativa, judicial o jurisdiccional y doctrinal o privada.

b) Por los medios o métodos empleados, se clasifica en gramatical o literal y


teleológica o lógica.

c) Por sus resultados, se divide en declarativa, restrictiva, extensiva, progresiva y


analógica.

3. Por su origen o por los sujetos que la realizan

De acuerdo con este criterio, la interpretación puede ser:

a) Auténtica o legislativa;

b) Judicial o Jurisdiccional; y

c) Doctrinal o privada.

a) La interpretación auténtica consiste en una ley que se dicta con el objeto de aclarar
conceptos o términos confusos de otra ley. En realidad no se trata de una
interpretación, por que, como dice GRISPIGNI, «el significado que ella atribuye a otra
disposición puede no corresponder en absoluto a las palabras o a los conceptos de esta
última»[7].

La ley interpretativa es retroactiva, porque se limita a aclarar la voluntad efectivamente


contenida en la ley interpretada. En consecuencia, abarca el pasado, a partir de la
vigencia de la ley a que se refiere. Si en algún punto se aparta de las disposiciones
preexistentes, no será, propiamente, una ley interpretativa, y será obvio que no podrá
retrotraer sus efectos más gravosos, en vista al quebrantamiento que sufriría el
principio Nullum crimen sine previa lege penale.

La interpretación auténtica puede ser contextual o posterior. Interpretación contextual


o simultánea es la que se hace en el propio texto de la ley. Por ejemplo, las disposiciones
del Código Penal tendientes a aclarar algunos conceptos o términos en ellas
empleados, para facilitar su correcta aplicación, como son los arts. 81 y 82 que definen,
respectivamente, el dolo y la culpa.

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En la interpretación de esta indole es importante la fijación. del valor de las rúbricas o


epigrafes de las secciones de un Código. Este poder interpretativo contextual no pasa
por y sobre el tipo concreto de la definición legal, pero de no existir títulos detallada
definición que contrarie el epigrafe, éste puede ser decisivo para hallar la voluntad de la
ley, puesto que en él se manifiesta taxativamente el bien jurídico protegido. Por ejemplo,
en el CP en donde no se define expresamente la violación de prostituta, ésta puede
incriminarse dentro del art. 196. porque el titulo que la contiene dice: «Delitos contra la
libertad y el honor sexuales», pese a que la Sección lleva por epígrafe: «Delitos contra las
buenas costumbres».

Surge la cuestión de saber si se debe considerar como interpretación auténtica


contextual los trabajos preparatorios de las leyes. las discusiones parlamentarias, los
preámbulos, las exposiciones de motivos, etc., que aparecen concomitantemente con
las leyes. Estos documentos, muchas veces exponen con exactitud la voluntad de la ley.
A través de sus consideraciones, que justifican la preferencia por los nuevos institutos y
por los nuevos preceptos, el legislador expone las razones por las cuales acoge aquellas
reglas; suministra elementos valiosos para que se conozca el sentido de puntos
oscuros de las disposiciones legales. Pese a ello, no se puede decir que dichos
documentos constituyen interpretación auténtica, cuya forma peculiar es una nueva
ley. En la elaboración de las leyes se conjugan esfuerzos de diversas personas. y puede
darse el caso de exposiciones de motivos que no expresen exactamente el pensamiento
legislativo. Algo más; es posi ble que se advierta contradicción entre la exposición de
motivos y el texto legal, en cuyo supuesto prevalece el texto legal.

Interpretación auténtica posterior es la que se hace mediante una nueva ley, cuando la
anterior presenta oscuridades que, por la importancia de la materia, interesa aclarar.

Las disposiciones dictadas con el objeto de enmendar las erratas aparecidas en el texto
legal, las llamadas fé de erratas, no constituyen interpretación auténtica contextual, ni
de ninguna otra clase: se limitan a corregir los errores de expresión o materiales que
suelen deslizarse dentro del texto de la ley, y que razonablemente no ejercen ninguna
influencia sobre la manifestación de voluntad de la ley. Los errores de redacción y
conceptuales pueden У deben ser corregidos por los jueces que conocen del asunto, a
los fines de la aplicación de la ley, en los casos concretos, sin formalidad alguna para
evitar el sentido absurdo e ilógico del precepto.

Así, por ejemplo, el art. 138 que dispone que será reprimido «el que omitiere prestar
auxilio inmediato, aunque no lo exponga a daño o peligro personal», en vez de «cuanto
no lo exponga» El inc. 1 del art. 246 mandan «el que para procurarse asi mismo o
procurar de otro un provecho ilegal», en vez de «… o procurar a otro». El art. 247 se
remite a «los dos artículos anteriores», debiendo decir «los dos incisos anteriores» o
«los incisos» 4 y 5 del «art. anterior». El último apartado del art. 258 hace referencia a
«los artículos anteriores», en vez de «los incisos anteriores».

b) La interpretación judicial o jurisdiccional es la que llevan a cabo los órganos


judiciales, jueces o tribunales, a través de sus decisiones, sentencias y acuerdos. Para
lograrla generalmente toman en cuenta la interpretación legislativa, si existe. y la
doctrinal si la hay, así como su propio criterio, resultando una interpretación suigéneris. ‘de su género’ o ‘de su
especie’.
A diferencia de la auténtica, sólo obliga en la especie juzgada. El poder —deber— del juez
en la interpretación de la ley, no se extiende a su censura o corrección, sin perjuicio del
control de constitucionalidad (art. XXII Tit. Prel. del C. C.) y la facultad de dar cuenta de
sus vacíos y defectos al Poder Legislativo (Arts. XXIV y XXV del Tit. Prel. del C. C.).
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c) La interpretación doctrinal o privada es la que propugnen los especialistas en


estudios, artículos, conferencias, cátedras y tratados cuya fuerza descansa en los
razonamientos con que se expone cada opinión, más que en la autoridad que se pueda
reconocer a sus expositores Aunque hoy las opiniones de los juristas no tienen el valor
que les dió el Derecho Romano y la práctica judicial a partir del siglo XVI, es evidente que
la separación absoluta entre la teoria y la práctica carece por completo de sentido.

En materia jurídica no se concibe una teoría que no se destine a servir para la práctica, y
si ésta no está penetrada de un verdadero espíritu científico constituye el más vacío y
primi tivo empirismo.

4. Por los medios o métodos empleados

Según este criterio, la interpretación puede ser:

a) literal o gramatical y

b) lógica o teleológica.

a) La interpretación literal o gramatical es el primer grado y la forma más simple de


interpretación. Consiste en indagar el significado propio de las palabras con las
cuales se expresa la voluntad de la ley.

Comprende tanto el elemento filológico como el sintáctico. La ley emplea, en su mayor


parte, palabras comunes: en menor grado se vale de términos técnicos, y también
emplea vocablos de peculiar significación jurídica. Las palabras de la ley se entenderán
en su sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas palabras, porque la
ley es para el pueblo, y es lógico que el legislador la haya escrito para que sea
interpretada por el pueblo con su lenguaje usual; pero cuando la ley las haya definido
expresamente para ciertas materias, se les dará en éstas su significado legal. Las
palabras técnicas de toda ciencia o arte se tomarán en el sentido que estas expresen, a
menos que aparezca claramente que se han tomado en sentido diverso. Así, la Corte
Suprema ha declarado que

el art. 125 del C. P., que establece que la prescripción de la acción se interrumpe
por la reincidencia. se refiere no al concepto jurídico del que delinque después de
condenado, sino al concepto gramatical de la repetición del hecho (Res. Sup. de 13
de octubre de 1937, en R. de los T. 1947, p. 415).

Cuando la ley, en la descripción de un delito, se refiere a hechos, personas o cosas,


haciendo uso del género plural (arts 188, 189, 190, 192, 244, 252 del C. P.), sin ninguna
designación numérica u otra indicación cuantitativa, se debe entender que se refiere
también a uno solo de tales hechos, personas o cosas (art. 187)

El uso del género masculino no excluye el género femenino (arts. 199, 200, 246, Inc. 2)
en los supuestos en que la exclusión no es necesaria por la naturaleza de las relaciones
reguladas por la disposición. La Corte Suprema ha declarado: «El art. 199 del C. P.
comprende también a los delitos contra el honor sexual cometidos en agravio de
mujeres menores de 16 años» (Res. Sup. de 17 de abril de 1936, on A. J., 1936, ps. 32-
36).

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b) La interpretación lógica o teleológica se propone conocer la voluntad de la ley con


arreglo al fin perseguido. En tal virtud. el intérprete penetra en el texto de la ley por
todas las vías que puedan iluminar sus oscuridades o indecisiones.

Varios son los elementos que permiten desentrañar el fin perseguido por la ley: racional,
sistemático, histórico, comparativo extranjero, extra-penal y extra-jurídico.

El elemento racional (ratio legis) averigua la razón de ser del precepto, vale decir, los
fines sociales que persigue, a fin de comprender su mandato. Como la finalidad del
Derecho penal es la de amparar bienes juridicos de alta trascendencia social, uno de los
medios más adecuados para captar el alcance de sus normas será el de indagar cuál es
el bien jurídico tutelado por el precepto que se interpreta. También hemos de apreciar la
occasio legis, que alude a la circunstancia histórica que alumbró el precepto.

El elemento sistemático consiste en tomar en consideración todo el conjunto de la ley,


por sus principios básicos, por su orientación doctrinal y en atención a todas las
disposiciones que se relacionen con el punto que se trata de esclarecer. El Derecho
positivo constituye realmente un sistema, aunque no tan perfecto como los sistemas
cientificos. Por eso, para averiguar la idea contenida en un precepto, es necesario
relacionar las normas con las otras que componen el sistema y, particularmente, con
las que tratan de la misma institución. Es frecuente que una disposición contenida en
otra rama del Derecho puede ser útil para interpretar un artículo del Código Penal: por
ejemplo art. 151. en cuanto alude «al que matare a su ascendiente, descendiente o
cónyuge», el art. 216, segundo apartado, que reprime al oficial público que sin saberlo
autorizase un matrimonio, «cuando su ignorancia, provenga de no haber llenado los
requisitos que la ley prescribe para la celebración de un matrimonio», etc.

El elemento histórico comprende no sólo el conjunto de condiciones que


históricamente dieron nacimiento al principio, sino también el proceso sufrido por el
precepto mismo hasta transformarse en ley. En tal sentido, tienen valor los trabajos
preparatorios de las leyes, las discusiones parlamentarias, las exposiciones de motivos,
la actas o informes de comisiones, pero solamente aquellas que realmente hayan
determinado un criterio en ella.

El elemento comparativo extranjero resulta de la comparación entre la disposición de


nuestro derecho positivo con la análoga de otros países cuando, la legislación nacional
o una parte de ella, se ha basado o inspirado en la legislación extranjera. Nuestro C. P.,
por ejemplo ha seguido al C. P. argentino de 1921, que a su vez se inspiró en el C. P.
italiano de 1889; y así, el conocimiento de éstos, su aplicación e interpretación, han de
ser de suma utilidad para la interpretación del nuestro.

El elemento extra-penal considera el régimen politico-social que motivó la ley y dentro


de cuyo medio debe aplicarse. La ley aparece desprovista de alma para un juez que no
tome en cuenta este elemento. El intérprete no ha de olvidar que el Derecho sólo se
produce por la ley; pero que para interpretarla hay que acudir también a las normas de
cultura del país.

El elemento extrajurídico alude al esclarecimiento de términos y palabras de


procedencia extraña a la jurídica que concluyen en la redacción de la ley. Valga de cita,
por ejemplo, el elemento sicológico y criminológico en sentido amplio: los términos
«enfermedad mental», «idiotez», «grave alteración de la conciencia», del art. 85 inc. 1.º;
«enajenada» del art. 198; «estado puerperal» art. 155; «enfermedad peligrosa y
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permisible» del art. 267; «epizootia» del art. 279; «sustancias análogas» al gas, bencina,
petró leo del art. 269; «sustancias nocivas a la salud» del art. 274.

5. Por sus resultados

De acuerdo con este punto de vista la interpretación puede ser: declarativa, restrictiva,
extensiva, progresiva y analógica.

La interpretación es declarativa, cuando se establece la conformidad de la letra de la ley


con la voluntad de ésta, en otros términos cuando el resultado de la interpretación
teleológica coincide con la gramatical, en el sentido de que se limita a precisar el
significado de una expresión que aparece indeterminado o ambiguo.

En el caso de que las palabras usadas por la ley sean impropias e inexactas respecto a
lo que ello quería decir, el intérprete amplía o restringe el significado de la palabra para
hacerlo coincidir con la voluntad de la ley.

La interpretación es restrictiva, cuando la palabra de la ley excede lo que se quería


decir, y por consiguiente corresponde reconducir la fórmula verbal a los limites de su
voluntad. Por ejemplo, el art. 45 nombra a los indígenas «semicivilizados». ésto ha de
entenderse como sujetos que llevan una vida primitiva, ajena a todo centro de cultura
(Res. Sup. de 23 de junio de 1938, en R. los T. 1938, p. 195, de 5 de marzo de 1942, en R.
de los T. 1942 p. 216 de 18 de febrero de 1943, en R. de los T.. 1943. p. 27; de 8 de enero
de 1944, en A. J., 1943, p. 433; de 26 de marzo de 1945, en R. de J. P., 1945, p. 178). El
art. 71 habla de que la obligación de la reparación «pasa a los herederos del ofensor»,
en esta expresión sólo hay que considerar al que fallezca después del condenado y con
la obligación preexistente de esa es ponsabilidad (Res. Sup. de 6 de mayo de 1939, en R.
de los de 1939, p. 242). Cuando el art. 113 habla de «dos condenas», una de ellas debe
haber sido impuesta considerando reincidente a quien la sufrió (Res. Sup, de 30 de
diciembre de 1941 en R. de los T., 1942, p. 111: de 9 de mayo de 1945, en R. de J. P.,
1945, p. 624; de 27 de julio de 1945, en R. de J. P., 1946, p. 184). El art. 201 al referirse a
la conducta irreprochable» quiere significar la observada por la víctima antes de la
consumación del hecho (Res. Sup. de 5 de enero de 1937, en R. de los T., 1937, p. 57).
Cuando la segunda parte del art. 204 habla de «si se casare con la ofendida» se refiere
al matrimonio civil, pues la celebración del religioso no basta para hacer desaparecer la
acción penal y sus efectos (Res. Sup. de 14 de Julio de 1944, en R. de los T. 1944, p.
198): El art. 212 sólo comprende el matrimonio civil, pues el simplemente religioso no
produce efectos civiles, ni da lugar a la acción de adulterio (Res. Sup. de 16 de junio de
1943, en R. de los T., 1943, p. 278). Cuando el cuarto apartado del art. 212 dice «si
previamente no ha pedido el divorcio, quiere expresar la declaración precisa del
divorcio» (Res. Sup. de 7 de abril de 1941, en R. de los T., 1941, p. 83: de 21 de setiembre
de 1942, en R. de los T., 1942. p. 376; de 4 de Mayo de 1945, en R. de los T. J. P. 1946, p.
221).

La interpretación es extensiva, cuando se amplía el significado natural de las palabras


empleadas, para hacerlas coincidir con lo que se quería decir, pero no se dijo en forma
adecuada. Por ejemplo, cuando el art. 85, Inc. 2.º habla de «necesidad racional del
medio empleado» para impedir o repeler la agresión, no se refiere a que las armas sean
iguales en el ofensor y en el ofendido, sino que éste emplee un medio indispensable para
librarse de la agresión del primero (Res. Sup. de 15 de junio de 1940, en A. J. 1942, p.
82). El art. 198 reprime la violación de una mujer «inconsciente o incapaz de
resistencia», entre la que es considerada una menor de siete años (Res. Sup. de 30 de
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octubre de 1942, en R. de los T., 1942, p. 412: de 31 de mayo de 1944, en R. de J. P. de


diciembre de 1944, p. 16; de 21 de junio de 1944, en R. de J. P. de diciembre de 1944, p.
30). El art. 214 que reprime al que «siendo casado contrajera nuevo matrimonio»
comprende también la hipótesis en que el casado contraiga varios nuevos matrimonios,
La palabra «producto», que emplea el art. 276 se refiere no sólo al resultado de la
manufactura o manipulación, sino a toda industria nociva a la salud (Res. Sup. de 18 de
diciembre de 1940, en R. de los T., 1940, p. 491).

Interpretación progresiva es la que atiende a los elementos cambiantes de cultura, de


costumbre y de medio social, comprendidos en la ley o supuestos por ella, y evoluciona
de acuerdo con esos factores, aún cuando la redacción del precepto permanezca
inalterada.

Según JIMENEZ DE ASUA:

el juez no puede ser ajeno a las transformaciones sociales, científicas y juridicas.


La ley vive y se desarrolla en ambientes que cambian y evolucionan y, si no
queremos estarla reformando de un modo frecuente, preciso es que la adapte,
como su propia voluntad permite, a las nuevas necesidades de la época[8].

Para MEZGER la meta de la interpretación es la adaptación de la ley a las necesidades y


concepciones del presente. Escribe:

Ninguna rama del Derecho y por lo tampoco el Derecho penal- es algo fijo e
inalterable dentro del marco de la ley, que sólo hubiera de contemplar de modo
retrospectivo la época en que la ley surgió. En realidad es algo viviente y por ello, en
constante cambio. La principal tarea de la interpretación consiste en poner de
acuerdo la ley del pasado con las necesidades y concepciones del presente,
estableciendo de este modo la conexión de ayer con el hoy. Así resulta que los
conceptos preceptos que hemos obtenido de la ley cambian en el curso de los
años sin que la ley misma necesite cambiar en su texto[9]

Por interpretación progresiva, las expresiones «enfermedad mental ya idiotez» y «grave


alteración de la conciencia» del ant 85, inc. 1 del C. P., pueden tener moderno significado
en la Psiquiatría y Psicopatología contemporáneas, que han superado v las viejas ideas
de la Psicología intelectualista. La expresión «cosa mueble», empleada al definir el delito
de hurto, previsto en el art. 237, se hizo compatible con los progresos de la industria
moderna y pudo comprender el apoderamiento del fluído eléctrico (hoy el problema ya
carece de importancia, puesto que así lo declara el art. 819, inc. 2º del C. C.). Las frases
«enfermedad peligrosa y transpizootia» del art. 277; «parásito o germen peligroso» del
art 278: «epizzotia» del art. 279, pueden y deben aplicarse en conformidad con el
ambiente y los nuevos descubrimientos científicos.

6. La interpretación analógica

La interpretación analógica se diferencia de la analogia, Com la segunda, se intenta


castigar un hecho no sancionado como delito, con quebranto del principio de legalidad
(art. 57 de la Const.), en tando que la primera aspira a que se regulen otras situaciones,
incursas ya en la voluntad de la ley y que ésta se aplique a hechos análogos. Es decir, la
analogía supone el nacimiento de un nuevo precepto, mientras que la interpretación
analógica no entraña creación de nuevo precepto, sino deducir uno de análoga
existencia en la ley y previamente autorizado por el contexto de la norma penal, o sea, el
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legislador ha comprendido que la fórmula casuistica empleada no ha podido preveer


todos los casos, y agrega que podrán ser aplicados otros atenuantes análogos a los
expuestos. que deben constituir estragos otros medios a más de los enunciados por el
texto legislativo, o que hay más fraudes constitutivos de estafa que los que el propio
Código establece. Así p ejemplo, son casos de interpretación analógica los siguientes:
art. 51, inc. 22, cuando al tratar de los motivos de mayor o menor peligrosidad que los
jueces deberán apreciar para la aplicación de la pena, concluye: «y los demás
antecedentes, condiciones personales y circunstancias que conduzcan al conocimiento
de su carácter»; el art. 152 que reprime «el que matare por ferocidad… u otro medio
capaz de poner en peligro la vida o la salud de un gran número de personas»; y el art.
244 que pena como autor de estafa «al que con nombre supuesto, calidad simulada…. o
valiéndose de cualquier otro artificio, astucia o engaño, se procure o procure a otro un
provecho ilícito con perjuicio de tercero».

7. Diferencias entre ley sancionada, promulgada y publicada

Una norma queda constitucionalmente establecida como ley penal cuando ha sido
sancionada o aprobada por el Congreso, y promulgada por el Poder Ejecutivo.

La sanción es el acto de aprobación de un proyecto como ley por el Congreso de la


República (arts. 123 y 125-127 de la Const.).

La promulgación de la ley por el poder Ejecutivo es un acto complejo. Comprende:

a) la orden de que se le tenga por ley, se publique y cumpla (art. 130 de la Const.); y

b) la publicación en sí misma, sin la cual no hay ley instituída para sus


destinatarios (art. 132 de la Const.).

El art. 128 de la Constitución prescribe que «dentro de los diez días siguientes a la
recepción por el Presidente de la República de una ley aprobada por el Congreso, debe
aquél promulgarla y mandarla cumplir»; y el art. VI de las disposiciones transitorias de
la Constitución dice que mientras se constituya el Senado funcional se tendrá como
segundo párrafo del art. 128. el siguiente:

Si el Ejecutivo tuviese observaciones que hacer las presentará al Congreso en el


término de diez días perentorios. Reconsiderada la ley en el Congreso con las
observaciones del Ejecutivo, si no obstante ellas fuese aprobada nuevamente,
quedará sancionada y se mandará promulgar y cumplir.

El art. 129 agrega:

Si el Presidente de la República no promulga y manda cumplir una ley dentro de los


diez días, la promulgara y mandará cumplir el Presidente del Congreso, quien
ordenará su publicación en cualquier periódico.

8. La doctrina Ferri

Es norma clásica que los preceptos favorables al reo deben extenderse y que los que le
perjudiquen, restringirse. O sea, que la interpretación teleológica se orientaría siempre
en beneficio del reo.

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25/3/23, 18:02 Interpretación de la ley penal, explicado por Luis A. Bramont Arias | LP

Esta doctrina forma parte del antiguo principio jurídico In dubio pro reo, sostenido por ante la duda, a favor del
la Escuela Clásica y aplicable, no sólo a la interpretación de las leyes penales, sino muy acusado
especialmente a la apreciación de la prueba (art. 284 del C. de P. P.). Aunque todavia
sigue prevaleciendo este principio en la práctica forense, tiene hoy en día multitud de
contradictores.

Según MANZINI, el principio In dubio pro reo, tomado del instituto procesal de las
pruebas y transportado al Derecho penal sustancial, representa un anacronismo dado
el actual ordenamiento político-jurídico. Cuando la interpretación resulta dudosa, en el
ni la lógica ni la ética aconsejan favorecer al imputado, sino que se debe asignar a las
palabras de la ley aquel sentido que es más conforme al espíritu de nuestro
ordenamiento Jurídico, cual la libertad es la regla, y las restricciones de la libertad
representan las excepciones[10].

Y agrega el profesor italiano que:

no siempre la interpretación dudosa plantea una cuestión concerniente a la


libertad; en tal caso la interpretación a aceptarse es aquella que aparece más
conforme al espíritu y a la finalidad de la norma, sea o no sea la misma la más
favorable para el imputado. Si una norma admite dos sentidos, se debe entender
en el sentido en el cual la misma puede tener algún efecto y no aquel en el que no
podría tener ninguno[11].

ENRIQUE FERRI expresa:

Precisamente desde los inicios de la Escuela Positiva, yo he sostenido que ambas


formas de la interpretación (extensiva y restrictiva) son admisibles, empero, la
prevalencia de una o de otra no debe depender de la lógica abstracta o de
consideraciones abstractas sobre la indole de las leyes penales, Diremos que
éstas, imponiendo casi siempre limitaciones a la actividad individual, deben
aplicarse siempre reduciendo y jamás ampliando estos limites, que sólo se explica
con la orientación individualista del vago «In dubio pro reo»[12].

Consideraba FERRI que:

al interpretar la ley penal, sin nada que agregar a ella, sino para aplicarla del modo
más eficaz y que responda a la necesidad de la justicia penal -que es no condenar
a dos inocentes, pero no dejar la sociedad indefensa frente a los culpables- el juez
no puede confiarse solamente a la llamada «lógica jurídica», sino que debe guiar
su lógica con datos de hechos esenciales o inseparables en la justicia penal. Y
éstas son: la indole ético-social del hecho (delito natural o delito legal, de índole
contravencional); la peligrosidad del delincuente; las condiciones de vida social y
las diferencias regionales de costumbres y de tradiciones; las circunstancias reales
y personales del hecho[13].

Agrega Ferri que:

el juez, que es lex loquen y no un fonógrafo mecánico, frente a una norma de ley
que admite una gradación de interpretación sobre elementos constitutivos del
delito, sobre la cualidad y medida de la pena, no puede dejar de valorar aquellos
datos de hecho que se concentran en la persona del enjuiciado. Por lo tanto, debe

https://lpderecho.pe/interpretacion-ley-penal-luis-a-bramont-arias/ 11/14
25/3/23, 18:02 Interpretación de la ley penal, explicado por Luis A. Bramont Arias | LP

dar a tales normas una interpretación restrictiva, o sea más favorable al imputado
cuando se trate de delincuentes menos peligrosos y una interpretación extensiva,
o sea más favorable a la defensa social cuando se trata de delincuentes más
peligrosos[14].

Y concluye:

Esta afirmación mía, que ha encontrado la oposición aún de algunos positivistas,


pero que está en pleno acuerdo con la dirección experimental de la justícia penal
no puede dejar de sentir las voces de la realidad humana y de aquella «equita» que
desde el Derecho romano y después de él se ha dicho siempre debe ser una guía
para la conciencia del juez[15].

EUGENIO FLORIAN[16] refuta éste criterio diciendo que:

es impropio Interpretar la ley ahora en una forma y después en otra según la


personalidad del imputado, cuando la ley permanece siempre la misma; variación
semejante, dice, restaría estabilidad a la ley y comportaría el peligro de la
arbitrariedad.

A juicio nuestro la interpretación teleológica debe ser admitida sin limitaciones: es


preciso profundizar el nervio de la ley y poner al descubierto su sentido sin mezclar
motivos sentimentales. Pero cuando se fracase en este empeño y la voluntad de la ley
permanezca oscura deben aplicarse todos los medios racionales de interpretación,
agotados éstos entonces es permitido mantener el principio In dubio pro reo para no
arriesgarse a castigar contra la voluntad de la ley.

[1] Véase FRANCISCO ANTOLISEI, Manual de Derecho Penal, op., cit., p. 137 y ss.; JUAN
DEL ROSAL, Derecho Penal Español, T. I, op., cit., p. 137 y ss.; EUSEBIO GOMEZ, Tratado
de Derecho Penal, T. 1. op., cit., p. 134 y ss.; LUIS JIMENEZ DE ASUA, La Ley y el Delito,
op., cit., p. 100 y ss.; Tratado de Derecho Penal, T. 1. p. 410 y ss.; GIUSEPPE MAGIORE,
Derecho Penal, Vol. 1., op., cit., p. 167 y ss.; VICENTE MANZINI, Tratado de Derecho
Penal. T. I. p. 351 y ss; ED MUNDO MEZGER, Tratado de Derecho Penal, T. I, op., cit., p.
144 y ss.; LUIS ENRIQUE ROMERO SOTO, Derecho Penal, Parte general, Vol. I, op., cit., p.
192 y ss.; SEBASTIAN SOLER, Derecho Penal Argentino, T. I, op., cit., p. 144 y ss.;
EDUARDO NOVOA MONREAL, Curso de Derecho Penal Chileno. T. 1, op., cit., p. 134 y
ss.; IGNASIO VILLALOBOS, Derecho penal mexicano Parte general, 2 edición, Editorial
Porrúa S. A., México, 1960. p. 135 y ss; ANIBAL BRUNO, Direito penal, T. 1. op., cit., p.
198 y ss.; E. MAGALHAES NORONHA, Direito penal, vol. 1, op., cit., p. 60 y ss.

[2] FELIPE GRISPIGNI, Derecho Penal Italiano, Vol. 1, op., cit., p. 353-354.

[3] JORGE QUINTANA, Derecho Penal Parte general, 2 edición, Rosso S.A.I.C.I, 1959,
Buenos Aires, p. 101.

[4] FRANCISCO ANTOLISEI, Manual de Derecho Penal, op., cit., p. 67.

[5] EDMUNDO MEZGER, Derecho Penal T. I, op. cit., ps. 149-150. En contra F. Grispigni:
Corso de Diritto penali T. 1 Padova, 1932. No. 399., nota 2, ps. 412 y 415.

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25/3/23, 18:02 Interpretación de la ley penal, explicado por Luis A. Bramont Arias | LP

[6] LUIS JIMENEZ DE ASUA, La Ley y el Delito, op. cit., p. 102. «El Criminalista». T. II, ps.
84-85: El Criminalista. T. II, p. 130 «El Criminalista», T. V. p. 233.

[7] FELIPE GRISPIGNI, Derecho Penal Italiano, op., cit., p. 352.

[8] LUIS JIMENEZ DE ASUA, La Ley y el Delito, op., cit., p. 118; EL CRIMINALISTA, T. III, p.
184-185.

[9] EDMUNDO MEZGER, Tratado de Derecho Penal, T. 1. op., cit., p. 153-156.

[10] VICENTE MANZINI, Tratado de Derecho Penal, T. I, op., cit., p. 383.

[11] VICENTE MANZINI, Tratado de Derecho Penal, T. I. op., cit., p. 385-389.

[12] ENRICO FERRI, Principi di Diritto Criminales, Delinquente e delita nella scienza,
legislazione, giurisprudenza in ordini al Codice penale vigento, Progetto 1927. Torino.
Unione Tipografico-Edtri.

[13] ENRICO FERRI, Principil di Diritto Criminale, op., cit., p. 189.

[14] ENRICO FERRI, Principii di Diritto Criminale, op., cit., p. 183-100.

[15] ENRICO FERRI, Principii di Diritto Criminale, op., cit., p. 190.

[16] EUGENIO FLORIAN, op., cit.

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