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c u a d e r n o s d e l

Revista trimestral de literatura Año III Nº11 2’50 a

Entrevista
a Walter
Reyno
(del Teatro
Circular de
Montevideo)

Sótano:
Bukowsky

Charla con
el músico
Luis
Chávez

Ediciones del Tábano c/Pozo 94 (bajo), Alicante c.p.03004 e-mail: editabano@hotmail.com


INDICE
Editorial _________________________________________________ pág. 1
Ensayo __________________________________________________ págs. 2-4
Taller ___________________________________________________ pág. 5-9
Cuento__________________________________________________ págs.10-14
A pie de escena ___________________________________________ págs. 15-22
Cine ____________________________________________________ pág. 23-24
Cuaderno abierto __________________________________________ págs. 26-35
Reseñas _________________________________________________ págs. 36-37
El Sótano: Charles Bukowski _________________________________ págs. 38-47

La tirada inicial de este número es limitada:


guarde celosamente su ejemplar,
en el futuro será pieza de coleccionista.

Redacción: Nelo Curti, Quirón Herrador, Las posibles colaboraciones deberán ser
Juanma Agulles, Sebastián Miras, Pedro enviadas a editabano@hotmail.com,
Coiro, Alfonso Rodríguez, Paco Granados y en formato word o a la dirección postal
Paco Alonso
Ilustración portada:
C/ del Pozo, 94 (bajo). 03004
Lalo Cappelletti Alicante
Ilustraciones interior:
Leo Sarralde (SAR), Quirón Herrador, Lalo
Cappelletti, Arancha y Estefanía
Maquetación:
Maricarmen Grau y Nadia Yujnovsky
Traficante de plátanos:
Boris Garcés Cuadernos del Tábano es una revis-
Colaboran en este número: ta independiente. Y , ¿ qué quiere
Esteban Janiot decir eso exactamente?, se preguntará
Fotografía: alguien. Pues quiere decir que no res-
Pablo Valero pondemos a ningún interés comercial
o editorial y que cualquier colabora-
ción en este sentido (venga desde el
Edita:A.J. «El tábano» ámbito público o privado), será exclu-
Depósito Legal: A-571-2004 sivamente como aportación desintere-
ISSN: 1698-4706 sada al desarrollo de nuestro proyecto.
Imprime: CEE Limencop S.L. Y punto.
Editorial
Breves artificios, claves, piruetas, etc. para la
redacción de una nota editorial con título exten-
so o, no puedo desperdiciar esta metáfora, som-
brero de ala ancha

Primeramente deberemos tener en cuenta qué tipo de


revista nos disponemos a prologar. Si el contenido lo
conforman noticias de actualidad política adoptare-
mos la actitud del analista compungido, irritado ante
situaciones escandalosas para todo buen escribidor de
pataletas. Es imprescindible mezquinar las claves de
las hipotéticas soluciones de los comentados conflic-
tos para evitar contradecir la siguiente premisa: un
analista nunca se equivoca, y menos que menos en la
primera página de su publicación.
Si se trata de un fanzine publicitario nos limitaremos
a decir que X es superior a XB, que el director de cier-
ta compañía no es tan crápula como lo pintaban, y
que Doña Manolita vende las mejores lechugas.
Distintas serán las maneras si nos enfrentamos a una
publicación de carácter religioso, ya que no está bien
hablar de Dios como de un político ni mucho menos
como si del gerente de una empresa se tratase.
Diremos para sintetizar que basta con colocar diez
veces la palabra paz y nombrar la llave de un cielo que,
obviamente, sólo nosotros tenemos, aunque evitando
que la oferta de nuestro paraíso se asemeje a la de
cualquier chalet en la costa.
Ahora bien, si nos proponemos redactar la editorial
de una revista literaria, la cosa se complica, ya que no
sirve fingirse sabio embistiendo con palabrotas como
polisíndeton, anáfora, y demás perversidades. Lo más
recomendable será avanzar hacia el final sin decir
NADA, para que el lector, siempre distinguido, siem-
pre amable, pase directamente a la siguiente página.
ensayo
mediablemente, una forma; porque no tenemos
otra capacidad de apropiarnos de ese fenómeno
visual.
Sobre el vocablo forma el Espasa Calpe ofre-
ce, entre otras, esta definición: "1. Figura o deter-
minación exterior de la materia. 2. Disposición o
expresión de una potencialidad o facultad de las
cosas". Para el semiólogo F. de Saussure “forma”
es sinónimo de estructura y se opone a “sustan-
cia”. Se entiende que sustancia es el contenido,
aquello que debe ser significado; en cambio la
La forma de lo informal expresión es el significante, o sea, la forma que
asume la sustancia. Según Roland Barthes "El sig-
nificante no puede ser definido más que dentro
por Esteban Janiot
del proceso de significación, de un modo casi tau-
tológico. Es ese algo que quien emplea el signo
entiende como tal".
“Siempre será el manipulador Significado y significante, materia y expre-
sión, no existen como una dicotomía de opuestos,
del material, y no lo manipulable,
sino como una relación necesaria de distintos.
quien aporte la calidad Toda materia, por serlo, asume en nuestra per-
emocional que distingue al hecho cepción inevitablemente una forma. El informa-
plástico como arte” lismo es, pues, filosóficamente, una mentira.
En ciertas formas pictóricas, sin embargo,
especialmente en el automatismo, se privilegia el
Las artes plásticas, la pintura en particular, gesto por sobre la huella, sin advertir que sólo nos
son acontecimientos que se manifiestan y se per- es posible suponer el gesto a través del signo (llá-
ciben visualmente; para comprenderlos adecuada- mese huella, trazo, mancha o forma, que en este
mente es ineludible remitirnos a las condiciones y caso son sinónimos).
circunstancias en las cuales funciona nuestra Cuando en el intento de independizarla de lo
estructura perceptiva visual, dicho esto aún afron- formal se alude a la "pura expresión de la mate-
tando el pecado de tautología. ria", el intento es inútil, pues sólo se llega a la
En un campo visual totalmente homogéneo expresión por la significación, y ésta es finalmen-
la percepción de una forma es nula. Es decir, que te la expresión en la forma percibida.
sólo percibimos algo por la diferencia con el con- Un contenido como producto expresado
texto en el cual ese algo está situado. nunca podrá ser en sí algo inerte como una mate-
Establecemos diferencias y variantes que necesi- ria carente de significación. Ello sería una clara
tamos organizar en la polaridad: "figura-fondo". contradicción. La materia asume siempre una
O sea, que apetecemos ordenar lo ordenado, sim- apariencia significante concreta: color, valor, den-
plificar lo complejo, dar forma a lo informe. Sin sidad, textura, etc., que se incluye en su configu-
duda todo lo visible, para serlo, asume una forma. ración. La carga significante puede ser aportada
En el estudio de pintura, el ensayo, la explo- por la elección de los elementos, el gesto del eje-
ración del color, debe ser paralela a la de la forma, cutante, el ritmo de la ejecución, etc., o sea, el fac-
porque aún cuando se pretenda producir una tor que convierte a la materia en un hecho formal,
orgía de materia, ello necesariamente adquirirá comunicante, y en consecuencia expresivo.
una forma. Será, en cualquier caso, una forma Siempre será el manipulador del material, y
como significación de lo instintivo, lo casual, lo no lo manipulable, quien aporte la calidad emo-
impersonal (que es lo más cercano al primitivismo cional que distingue al hecho plástico como arte.
animal, que nos masifica a todos). Pero es, irre- Me remito a las diferencias, entre otros, de Burri,

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ensayo
Mathieu, Pollock, Soulages o Tobey. Es decir, que que comparte con el león macho, que holgazanea
no existe la expresión de la materia, sino la expre- mientras su pareja, la leona, procura el sustento
sión de un sentimiento que el artista instala cuan- diario.
do elabora la materia en forma significante. Lo delicado y suave puede ser exquisito y per-
Al pretender atribuir significación a una mate- fecto para algunos, pero en cambio débil y anémi-
ria en sí misma, sólo estamos proyectando sobre co para otros. Lo brutalmente áspero y rugoso
ella toda una trama de connotaciones y soluciones como potencia natural puede ser apreciado como
significantes particulares que cada entidad cultural grosero e inferior según cambie el contemplador o
elabora y enriquece en su devenir y aplicará al el contexto.
hecho inerte de la materia que, así, adquiere enton- Un brochazo en la tela no transmite lo mismo
ces la forma de la significación atribuida. en una dirección que en otra. No es la materia la
Los colores adquieren su significación según que difunde el mensaje (en todo caso a la materia
el momento histórico y el contexto cultural en que alguien la eligió); es el artista el que transfiere su
participan. Pueden llegar a ser incluso totalmente dinámica sensible para ex-poner lo que él ya tiene
opuestos, como por ejemplo el negro, que en im-puesto.
nuestra cultura occiden-
tal connota sugerencias
fúnebres, de tristeza o
tragedia. Pero en oca-
siones sirve para resal-
tar sobriedad y elegan-
cia en el vestir. En
cambio, en algunas
regiones de India el luto
de la muerte es repre-
sentado por el blanco.
Asimismo, los símbolos
como la cruz, la tina, la
media luna con la estre-
lla, la estrella de David
o la hoz y el martillo
cambian totalmente de
sentido fuera de su uni-
verso religioso o políti-
co. La serpiente como
símbolo de poder o
sabiduría fue venerada,
entre otros, por los
aztecas, pero en la
actualidad es más fácil
que cause repulsa y
temor. El águila, como
otras aves de rapiña, es
un animal predador e
inclusive carroñero; sin
embargo, figura en
muchos escudos de
naciones occidentales
como representación
del poder y la nobleza,
Bent Christiansen

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ensayo
Es que la libertad, como hecho concreto,
cerrado, absoluto, no existe en ningún terreno de
la vida de los hombres. La única y real forma que
tiene el hombre de ser libre es serse en la lucha
por conquistarla. La forma concreta de la libertad
El arte libre en esta sociedad no es carecer de dependencias
(ello sería una utopía), sino la aptitud para librarse
por Esteban Janiot de ellas y, más aún, para elegir aquéllas que uno
prefiera. Es el conocimiento el que conduce a la
libertad. Cuanto más amplio y profundo sea nues-
La mancha como un espacio despedazado tro panorama de la vida y el arte, más extenso y
sólo puede ser un medio plástico para una explo- rico será el espectro de imágenes que podremos
ración posterior o paralela al aprendizaje inicial. elegir.
Puede ser válida en la búsqueda de ciertas síntesis En las artes plásticas, como la pintura, la
pictóricas, expresivas; pero en el comienzo sólo experiencia y la reflexión nos pueden dar ese
aparece como el escamoteo de los que no tienen conocimiento; y con él, enriquecer nuestra intui-
recursos y, sin duda, conducirá al facilismo y la ción. En la capacidad y perseverancia por conocer
degradación del oficio. La libertad del informalis- se encuentra la posibilidad de formar nuestro pro-
mo es sólo aparente. Muchas veces se desarrolla pio lenguaje, para integrarlo al sentimiento de la
en el plano de la frivolidad y termina en un gro- imagen que lo exprese en cualquier modo o escue-
tesco arte libre para el que sólo se requiere la la o "ismo": figurativo, abstracto, geométrico,
metodología del dejar hacer. automático, etc.
Escribe Jean Baudrillar en El otro por sí mismo: Cuando estudiamos pintura ignorando el fac-
"Sin duda existe un vértigo colectivo de huida tor formal en que se nos da estamos escamotean-
hacia adelante en la obscenidad de una forma do la realidad, porque no sistematizamos su fun-
pura y vacía donde a la vez se juegan la desmesu- ción como estímulo y parámetro de la educación
ra de lo sexual y su descalificación, la desmesura visual. Debemos aprender a ver en un contexto,
de lo visible y su degradación. Esta fascinación tener una visión integradora de un universo espa-
también afecta al arte moderno, cuyo objetivo es cial donde se relacionan lo formal y lo tonal. La
ya literalmente no ser contemplable, desafiar toda función perceptual se agudiza, se refina en la
seducción de la mirada. El arte moderno sólo observación y la evaluación comparativa de las
ejerce la magia de su desaparición. Tanto en la variantes, que le plantea una realidad concreta que
sexualidad como en el arte, la idea de progreso es debemos interpretar y aún modificar en sus rela-
absurda." ciones, con nuestro aporte sensible. Decía el pro-
El "arte libre" es una metodología que como fesor Rubén Rey: "Tener una actitud de acceso al
experiencia docente no conduce a la tan manose- mundo simbólico. Atrapar la imagen de fuerza del
ada libertad creadora. Puede llevar al uso anárqui- modelo. Obligar a esa energía a ser pintura."
co de los recursos, pero no a la creación. Para que- Es saludable, por fin, lo que manifiesta Rudolf
rer ser libres es necesario liberarse de algo. ¿De Arnhein en Arte y percepción visual: "Todo acto
qué queremos ser libres?: ¿de la enseñanza de un de percibir es al mismo tiempo pensar; todo acto
aprendizaje sistematizado?, ¿de una metodología de razonar, intuición; todo acto de observar,
organizada y ordenadora? Y lo más absurdo es invención. El delicado equilibrio de nuestras
que al formalizar la enseñaza del "arte libre" no potencias es lo único que permite vivir plenamen-
hacemos sino establecer otro tipo de enseñanza, o te y trabajar bien. Este equilibrio se altera no sólo
sea, otra forma de dependencia. Porque la libertad cuando el intelecto estorba a la intuición, sino
"químicamente pura" sería no cursar aprendizaje también cuando el sentimiento desaloja a la razón.
alguno y dejarse librado a la pura y azarosa viven- No tiene por qué ser más productiva una orgiásti-
cia personal. Cambiaríamos el depender de una ca autoexpresión que la ciega obediencia a leyes.
metodología que nos despierta el deseo de cono- Un análisis ilimitado del "yo" daña, pero también
cer por una sumisión a nuestra ignorancia y limi- daña el artificial primitivismo del hombre que
taciones naturales. rehúsa conocer cómo y por qué trabaja".

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Taller
Opiniones derivadas de algunos debates surgidos en nuestras reu-
niones de los viernes, en este caso sobre el cuento Wakelfield, de
Nathaniel Hawthorne

infantil, que llevaba como título La silla del abue-


lo: relatos para los jóvenes (1841). Ese mismo año
se unió a la sociedad comunal de la Granja Brook,
cerca de Boston, albergando la esperanza de con-
Nathaniel Hawthorne seguir una estabilidad económica que le permitie-
ra casarse y dedicarse al mismo tiempo a la litera-
tura. Pero el trabajo en la granja era excesivo, y no
Biografía podía encontrar tiempo para escribir, por lo que a
Novelista estadounidense, cuyos trabajos los seis meses abandonó la comunidad. En 1842
muestran una profunda conciencia de los proble- se casó con Sophia Amelia Peabody, de Salem,
mas éticos del pecado, el castigo y la expiación.
Nació el 4 de julio de 1804, en Salem
(Massachussets) en el seno de una familia purita-
na. Tras graduarse en el Bowdoin College en
1825, retornó a su ciudad natal y allí, en semirre-
tiro, se dedicó a la literatura. Su obra, sin embar-
go, recibió muy poco reconocimiento por parte
del público, por lo que intentó destruir todas las
copias de su novela gótica Fanshawe (1828), cuya
publicación había financiado él mismo. Durante
este periodo escribió también artículos y cuentos
breves en distintos periódicos. Algunos de los
cuentos se recogieron en Historias dos veces con-
tadas (1837), un libro que, a pesar de no propor-
cionarle unos excesivos ingresos económicos, le
creó un nombre entre la crítica. Estas primeras
obras son, en su mayoría, apuntes históricos y
cuentos alegóricos, centrados en conflictos mora-
les y en los efectos del puritanismo en las colonias
de Nueva Inglaterra. Incapaz de vivir con los
ingresos que le producían sus obras, en 1839
comenzó a trabajar como tasador en la Aduana
de Boston. Dos años más tarde retomó la escri-
tura y publicó una serie de apuntes sobre la his-
toria de Nueva Inglaterra, destinada al público

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y la pareja se estableció en Concord Italia, donde recogió materiales para su novela El


(Massachussets) en una casa llamada Old Manse fauno de mármol (1860), obra profundamente
(la vieja rectoría). Durante los cuatro años que simbólica. En 1860, en vísperas de la Guerra Civil
vivieron allí, el autor escribió numerosos cuentos estadounidense, regresó a su país. Su aislamiento
que, más tarde, fueron publicados bajo el título de político queda de manifiesto en la dedicatoria de
Musgos de una vieja rectoría (1846). Entre ellos se Nuestro viejo hogar (1863) a Pierce, que había per-
encuentran El entierro de Roger Malvin, La hija dido popularidad por su apoyo a los propietarios
de Rappacini y El joven Goodman Brown, en los de los esclavos sureños. Hawthorne murió el 19
que muestra su preocupación por los efectos del de mayo de 1864 en Plymouth (New Hampshire)
orgullo y el pecado, por medio de la alegoría y el mientras se encontraba de viaje con Pierce, y fue
simbolismo. enterrado en Concord. Entre sus libros publica-
Con el fin de subsistir, Hawthorne volvió a dos póstumamente, destacan Septimius Felton o el
trabajar para el gobierno en 1846, como supervi- elixir de la vida (1872), El romance de Dolliver
sor de la Casa de Aduanas de Boston, aunque en (1876), El secreto del doctor Grimshawe (1883) y
1849 fue despedido, debido a una reestructura- sus Cuadernos americanos (1868), Cuadernos
ción política. Por entonces ya había comenzado a ingleses (1870) y Cuadernos franceses e italianos
escribir La letra escarlata (1850), una historia (1871). A través de sus profundas exploraciones
sobre una puritana adúltera, Hester Prynne, que, psicológicas, Hawthorne descubrió las motivacio-
dando muestras de gran lealtad, se niega a revelar nes secretas de la conducta humana, y los senti-
el nombre de su amante. Considerada como su mientos de culpa y angustia que él achacó a los
obra maestra, y como uno de los clásicos de la pecados cometidos contra la humanidad, espe-
literatura estadounidense, pone de manifiesto cialmente los debidos al orgullo. Por su preocu-
tanto la maestría narrativa de su autor como su pación por el pecado, es continuador de sus ante-
profundidad psicológica a la hora de describir los pasados puritanos, pero por su concepto de las
sentimientos de culpa que se crean en los seres consecuencias del pecado, así como de los casti-
humanos y la angustia que les producen. En 1850 gos derivados de la falta de humildad y del exce-
se trasladó a Lenox (Massachussets), donde gozó so de orgullo, o de la regeneración a través del
de la amistad de uno de sus admiradores, el nove- amor y la expiación de las culpas, se alejó radical-
lista Herman Melville. Allí escribió La casa de los mente de la idea de destino que mantenían sus
siete tejados (1851), novela en la cual rastreó la hermanos de religión. La utilización frecuente
decadencia del puritanismo en el seno de una que hace de la alegoría y la simbología presenta a
antigua familia de Nueva Inglaterra, y el Libro de sus personajes, con cierta frecuencia, un tanto
las maravillas para chicas y chicos (1852), en los difuminados e irreales, aunque manifiestan la
cuales reelabora leyendas clásicas. Durante una ambivalencia emocional y espiritual que el autor
corta estancia en West Newton (Massachussets) consideraba inseparable de la herencia puritana de
escribió La estatua de nieve y otros cuentos conta- su país. El escritor Henry James publicó en 1879
dos dos veces (1852), que muestran su constante un estudio acerca de su vida y obra dentro de la
preocupación por los temas del orgullo y la culpa, serie Hombres de letras ingleses.
y La granja de Blithedale (1852), una novela ins-
pirada en su estancia en la granja Brook.
En 1852, regresó a Concord, donde escribió
una biografía en compañía de su amigo, el tam-
bién escritor Franklin Pierce, que llegaría a ser
presidente de los Estados Unidos. Tras su elec-
ción, Pierce recompensó a Hawthorne con el
cargo de cónsul en Liverpool, que mantuvo hasta
1857. Durante los dos años siguientes, vivió en

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Wakefield mira La mirada de los demás es nuestra más inme-


diata condena. Del mismo modo, no hay mayor
revelación de nuestra existencia, como cuando
por Juanma Agulles nos vemos reflejados en unas pupilas. La superfi-
cie esférica, acuosa y brillante, nos ofrece la ima-
gen perfecta de un mundo que nos contiene y
que, al mismo tiempo, sabemos, está siendo con-
tenido por un mundo paralelo, también acuoso,
tejido de cartílago, que se sitúa justamente bajo
nuestras cejas. Sabernos objeto de la mirada de
otro, desata una tensión erotizante, no exenta de
riesgo, de la sensación de vulnerabilidad. ¿Cómo
me ven los demás? Las pupilas del amado reflejan
la imagen cóncava del amante, el odio en los ojos
del esclavo devuelve deformada la vio-
lencia del amo.
Y, al devolver la mirada
sobre la mirada de otro que
pretende contenerme, me
rebelo a ser objeto de
su observación, me
vuelvo parte activa
de ese juego,
tomo conciencia
de ser-mirado
que, a su vez,
mira, y ahí
se empieza
a tender un
puente que
puede llevar al reconocimiento, el
odio, el amor, la indiferencia, el deseo,
la muerte. Se abre una puerta al peligro. El
cruce de dos miradas reproduce toda una
estructura de dominación externa, tan antigua
como para asomar en cualquier momento. La
pugna por no ser objeto de la mirada y convertir-
se en sujeto, es, de algún modo, la pugna por
imponer una visión del mundo. Quienes saben
más de esto son los amantes que un día, tras años
de convivencia (a veces tan sólo meses), se des-

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cubren mirando a escondidas al otro mientras mundo distinto cada día. Aquella aglomeración
irremediablemente piensan: "Ése no soy yo". urbana, en su ambigua libertad, somete al mismo
Porque en algún secreto momento, todos tiempo que ofrece múltiples posibilidades de una
hemos tenido la tentación de salir de nuestra vida vida sin sujeciones a la tierra, la comunidad, lo
para verla desde fuera. Cualquier niño ha fantase- idéntico. La ciudad es un baile de disfraces, una
ado con la idea de asistir a sus funerales. trampa y una coartada al mismo tiempo. Entre la
Para mí, Wakefield habla fundamentalmente muchedumbre, nadie se ve.
de eso. Él da dos pasos a un lado para ver su vida. Tras veinte años de ausencia, Wakefield regre-
Para acceder a una visión tangente a la esfera de sa al hogar. Hawthorne lo deja ahí, no quiere
su hogar, de su vida pública en la que no habría seguirlo en el momento en que cruzará el umbral
de realizar nada extraordinario, nada fuera del de la puerta para reencontrarse con su mujer, con
campo de visión de una normalidad un tanto esa Penélope moderna que sufre durante años la
ausente, egoísta, segura de sí, que se juzga con absurdidad de un Ulises que libraba su batalla
benevolencia sumaria. Esos dos pasos que para interna contra los demonios. Ha sufrido, pero
Wakefield se traducen en una habitación de alqui- Wakefield está de vuelta.
ler a unos metros del hogar que abandona, se La moraleja es que, con un simple gesto, un
convierten de pronto en un mundo. Una brecha hombre se puede perder. Entonces, la lectura más
abierta en plena cotidianeidad que se agranda a convencional, nos exhortará a que no sigamos sus
cada minuto. Sin saberlo, desde el día en que pasos, a que no malgastemos una vida por querer
abandona su casa, Wakefield se verá obligado a apropiarnos de la mirada, por hacernos conscien-
mantener esa distancia con su existencia para tes, aunque sea por un momento, de nuestra exis-
poder verla. No habrá plazo para el regreso. tencia. Y es cierto: puede dar miedo hacerlo. Los
Veinte años, una vida, toda una eternidad. hay que no han regresado jamás. Mezclados en el
No podremos saber nunca qué es lo que tumulto de la ciudad, atrapados por el ritmo de un
mantiene a Wakefield apartado, de dónde le llega ruido de muchedumbre que no cesa, hay quien se
esa determinación un tanto absurda y cruel que le desconoce para siempre. No les esperará ninguna
permite pasear delante de su casa, observando Penélope, ninguna abnegada Mrs. Wakefield.
cómo su vida se va agotando sin él; cómo Mrs. Quizá, encuentren la medida de su condena en la
Wakefield se va consumiendo en la espera, acep- mirada de otra criatura que ande perdida del
tando lo inevitable, caminando hacia la sequedad mismo modo.
de un corazón suspenso en la duda. No lo sabre-
mos, pero su historia nos despierta una inquie- Para mí, Wakefield no regresó jamás. Ya no es
tante simpatía. No podemos culpar a Wakefield. posible. Los regresos al "origen" están llenos de
Oscuramente intuimos que si, en algún momento, silencios que matan. No hay redención que valga.
como él, nos permitiésemos dar esos dos pasos a Queda vivir sumergidos en la agitación de unas
un lado, actuaríamos igual, con la morbosa curio- ciudades que nos crean y nos destruyen constan-
sidad por constatar el sufrimiento de los demás temente; que creamos y destruimos, también,
ante nuestra ausencia. Así, sin ser vistos, nos cada día. Queda la búsqueda implacable de ese
adueñaríamos de todas las miradas. Sustraernos mundo acuoso y de cartílago, que nos devuelva
como objeto nos convertiría en un pequeño dios nuestra imagen al borde del deseo, de la trampa,
soberbio y maníaco. el gesto o la palabra.
Wakefield teme que lo descubran, es decir:
volver a convertise en objeto de observación.
Pero eso no sucede, no puede suceder; él vive en
el Londres de mitad del siglo XIX, una ciudad
que empieza a fagocitar identidades, en la que se
puede perder, desconocerse, frecuentar un

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mente incierta; por eso la espera, porque llega un


momento en que Wakefield no es capaz de deci-
dir su vuelta, tal vez la desee; el caso es que per-
manece al margen, aguardando condiciones que,
Me vi un cabello al ajenas a su voluntad, favorezcan el fin de la aven-

doblar la esquina tura; fin que, por otra parte, sea seguramente la
muerte. Ante tal proyecto, la cesación de deseos y
dolores no admiten sino toda negación, o tal vez
por Sebastián Miras ésta. Papini, en un cuento, enfrenta a dos perso-
najes con opuestos argumentos acerca de la vida
Un joven, llamémoslo Arturo, conduce su carro de los hombres. Mientras uno alaba el progreso
a través de las góndolas de un supermercado, lla- que nos lleva a prever el futuro y consagrarlo, el
mémoslo Armando. Ha depositado en él, en el otro lo mutila advirtiendo que no hay más que
carro, algunos productos. Seducido por la posibi- espera, proponiendo un momento de fijación del
lidad de una nueva elección, se detiene, cuando tiempo en que percibamos que todo estaba con-
una señora, cuyo nombre no revelaremos, toma sagrado a días venideros y que el presente no
las riendas de su contenedor. Arturo, en pos de puede ser más grotesco. Éste es, seguramente, el
recuperar su posesiones, debe llamar la atención momento de fijación que sufre Wakefield, cuando
de la señora inmediatamente, es una acción que ve que todo es y será presente. Afortunadamente
no permite dilaciones. No será posible advertirle para nosotros, el mutilador del momento actual
a la señora, en la cola de la caja, que ciertos ali- recoge una violeta, la mira, la lleva donde algún
mentos que subyacen, no le pertenecen. Pocos otro sentido pueda apreciarla, y su leve olor no le
dejarán de advertir, sin embargo, que esta última desagrada.
posición es la más significativa.
Dice Macedonio Fernández en su Crítica del
dolor: " Es degradar el tiempo y la realidad ima-
ginar que hay tiempos mejores que otros y que
el alma y la vida tengan que esperar perfecciones
del futuro". Lo cierto es que vivimos en una per-
manente espera, y no sólo esperando perfeccio-
nes del futuro, sino también del pasado. El retar-
do es inevitable, en tanto que aumenta el dolor,
y su posterior negación.
Ahora, si admitimos que la espera de la cosa ya
es la cosa, pero que en la realización del hecho
se confirma como parte indisoluble, las modifi-
caciones temporales están a la vuelta de la esqui-
na, disfrazadas de hazañas o desgracias pretéri-
tas.
Claro que la espera que aquí nos ocupa elude
cualquier cotidianeidad, es uno de esos actos que
resignifican la vida de un hombre, dignificándo-
la, o tiñéndola de fatalidad, de cobardía; no sé
dónde situar a Wakefield, seguramente las duali-
dades no se apliquen aquí. Nuestro protagonista
se ausenta de su mundo durante un tiempo cuya
definitud se va diluyendo hasta ser completa-

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cuento
pero con una sensación de que el relato debe ser
cierto y con una concepción sobre el carácter de
su protagonista. Cuando algún tema afecte con
tanto vigor la mente, bien estará dedicar tiempo a
pensar en él. Si el lector lo prefiere, que haga su
propia meditación, o si prefiere divagar conmigo
a través de los veinte años del extravío de
Wakefield, le doy la bienvenida, confiando en que
“Wakefield” habrá allí un sentido general y una moraleja, aun-
que no consigamos encontrarlos, fijarlos nítida-
Nathaniel Hawthorne mente y condensarlos en la frase final. El pensa-
miento tiene siempre su eficacia, y todo incidente
llamativo tiene su moraleja.
¿Qué clase de hombre era Wakefield?
De alguna vieja revista o periódico recuerdo
Estamos en libertad de formarnos nuestra propia
una historia, contada como cierta, respecto a un
idea, y llamarla por su nombre. Estaba en la mitad
hombre -llamémosle Wakefield- que se ausentó
de su vida; su afecto matrimonial, nunca violento,
durante un largo tiempo del hogar que compartía
se había amoldado a un sentimiento calmo, habi-
con su esposa. El hecho, dicho así en abstracto,
tual; entre todos los maridos, era probable que
no es muy raro, ni tampoco -sin la debida consi-
fuera el más constante, ya que cierta indolencia
deración de las circunstancias- debe ser condena-
ponía su corazón en reposo, dondequiera estuvie-
do como malo o insensato. Sin embargo, aunque
ra situado. Era un intelectual, pero no en forma
haya estado lejos de ser el caso más grave, es qui-
activa; su mente se ocupaba de largas y perezosas
zás el más extraño que se haya registrado sobre la
meditaciones que terminaban sin finalidad alguna
inconducta marital, y además uno de los fenóme-
o carecían de vigor para obtenerla; sus pensa-
nos más notables que se pueden encontrar en
mientos rara vez eran tan dinámicos como para
toda la lista de las rarezas humanas. La pareja vivía
atrapar las palabras. La imaginación, en el sentido
en Londres. Con el pretexto de un viaje, el hom-
correcto del término, no integraba los dones de
bre alquiló otra vivienda en una calle cercana a su
Wakefield. Con un corazón frío pero no deprava-
propia casa, y allí, sin que lo supieran esposa o
do ni errático, y con una mente que nunca fue
amigos, y sin la sombra de un motivo para ese
febril en ideas rebeldes, ni afligida por la origina-
auto-exilio, permaneció durante veinte años.
lidad, ¿quién pudo prever que nuestro amigo
Durante ese período, vigiló cada día su hogar y
habría de obtener un lugar prominente entre los
frecuentemente a la abandonada Mrs. Wakefield.
protagonistas de hechos excéntricos? Si se le
Y tras un intervalo tan prolongado en su situación
hubiera preguntado a sus relaciones quién podía
matrimonial -cuando su muerte ya fue presumida
ser en Londres el hombre que con más certeza
como cierta, su herencia arreglada, su nombre
nada haría hoy que fuera recordado mañana,
suprimido del recuerdo, y su esposa ya resignada
todos habrían pensado en Wakefield. Sólo su
al cabo de mucho tiempo a su viudez otoñal-
entrañable esposa podría haber vacilado. Sin
entró por la puerta una tarde, silenciosamente,
haber analizado su carácter, ella estaba parcial-
como tras un solo día de ausencia, y se convirtió
mente al tanto de un tranquilo egoísmo que se
en un amante esposo hasta su muerte.
había volcado en su mente inactiva; al tanto de
Este resumen es todo lo que recuerdo. Pero el
una peculiar clase de vanidad, su atributo más
episodio, siendo de la más para originalidad, sin
incómodo; al tanto de cierta inclinación a la astu-
precedente, y probablemente nunca repetido,
cia, que rara vez había producido efectos más
llama a la generosa simpatía de la humanidad.
positivos que guardar mezquinos secretos, que no
Sabemos, y cada uno lo sabe por sí mismo, que
valía la pena revelar; al tanto, finalmente, de lo que
ninguno de nosotros habría de perpetrar tal locu-
ella denominaba una pequeña rareza, alguna vez,
ra, pero pensamos que otro podría hacerlo. En
en el buen hombre. Esta última cualidad es inde-
mis propias divagaciones, por lo menos, ha resur-
finible, y quizás inexistente.
gido a menudo, siempre provocando el asombro,
Imaginemos ahora a Wakefield diciendo adiós

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cuento
a su esposa. Es el crepúsculo en una tarde de momento, fue entretenido por la multitud, justa-
octubre. Su equipo es un viejo abrigo, un som- mente a la luz de una linterna encendida; y, asi-
brero recubierto de hule, botas altas, un paraguas mismo, que había pasos que parecían seguir los
en una mano, una pequeña maleta en la otra. Ha suyos, más nítidos que los de la muchedumbre
informado a Mrs. Wakefield que deberá tomar un que le rodea, y, enseguida, que escuchó una voz
carruaje nocturno hacia el campo. Ella de buena gritándole desde lejos, e imaginó que pronuncia-
gana le preguntaría por la duración del viaje, su ba su nombre. Sin duda, una docena de entrome-
finalidad, la fecha posible de regreso; pero, indul- tidos le habían estado vigilando y le contaron a su
gente con su inofensivo amor por el ministerio, esposa todo el asunto. ¡Pobre Wakefield! Poco
sólo le interroga con una mirada. Él le dice que conoces tu propia insignificancia en este mundo
con certeza no le espere en el carruaje de retorno, enorme. Ningún ojo mortal te ha seguido hasta
y que no se alarme si llega a demorarse tres o cua- allí. Vete tranquilamente a la cama, tonto, y por la
tro días, pero, en todo caso, que le espere para mañana, si lo crees sensato, vete a casa, donde
cenar al viernes siguiente. El mismo Wakefield, está la buena de Mrs. Wakefield, y dile la verdad.
hay que considerarlo, no sospecha lo que tiene No te apartes, ni aun por una semana, de tu sitio
por delante. Le extiende la mano, ella extiende la en su casto seno. Si ella, por un solo momento, te
suya, y responde a su beso de despedida en el esti- creyera muerto, o perdido, o duraderamente sepa-
lo rutinario de diez años de matrimonio; y allí se rado de ella, serías espantosamente consciente del
va este Mr. Wakefield de edad mediana, casi cambio que tu honesta esposa experimentaría
resuelto a afligir a su dama con la ausencia de toda para siempre. Es peligroso provocar una grieta en
una semana. Cuando la puerta se ha cerrado, ella los afectos humanos, no porque se abra tan larga
advierte que ha quedado una rendija, y tiene una y tan ancha, sino porque se cierra muy rápida-
visión del rostro de su marido, a través de la aper- mente.
tura, sonriéndole, y desapareciendo en un Casi arrepentido de su travesura, o de como
momento. Por ahora, este pequeño incidente pueda llamársela, Wakefield se reclina en el lecho,
queda descartado sin pensarlo. Pero mucho des- y, desde su primer sueñecillo, extiende sus brazos
pués, cuando ella ha sido ya durante más años una hasta la extensión amplia y solitaria de la desacos-
viuda que una esposa, esa sonrisa reaparece y titi- tumbrada cama. "No -piensa, reuniendo la ropa
la entre todos sus recuerdos sobre el rostro de de cama a sus costados-, no habré de dormir solo
Wakefield. En sus muchas meditaciones, ella otra noche".
rodea la sonrisa original con una multitud de fan- A la mañana se levanta más temprano que de
tasías, haciéndola extraña y atroz: como, por costumbre, y se dedica a considerar qué es lo que
ejemplo, si le imagina en un ataúd, esa mirada de realmente quiere hacer. Tan inconexos y erráticos
despedida ha quedado congelada entre sus rasgos son sus modos de pensar, que ha tomado este
pálidos; o, si le sueña en el cielo, su espíritu ben- paso especial con la conciencia de un propósito,
dito luce una sonrisa tranquila y astuta. Por esa en verdad, pero sin ser capaz de definirlo sufi-
sonrisa, empero, cuando los demás le han dado cientemente para su propia contemplación. La
por muerto, ella a veces duda de ser una viuda. vaguedad del proyecto, y el esfuerzo compulsivo
Pero nuestro asunto es con el marido. con el que se sumerge en su ejecución, son por
Debemos apresurarnos tras él en la calle, antes de igual las características de un hombre vacilante.
que pierda su individualidad y se confunda con la Wakefield tamiza sus ideas, sin embargo, con
gran masa de la vida de Londres. Sería vano bus- tanta minuciosidad como puede, y se descubre
carle allí. Sigamos de cerca sus talones, por tanto, curioso por saber cómo están las cosas por casa:
hasta que, tras varios giros y retrocesos super- cómo su esposa ejemplar soportará la viudez de
fluos, le encontremos cómodamente instalado una semana, y, concisamente, cómo la pequeña
junto al fuego de un pequeño apartamento, pre- esfera de criaturas y de circunstancias, en la que él
viamente reservado. Está en la calle inmediata a la era objeto central, será afectada por su ausencia.
suya y ha terminado su viaje. Apenas si puede Una vanidad morbosa, por tanto, yace cerca del
creer en su buena suerte por haber llegado inad- fondo del asunto. Pero, ¿cómo habrá de conseguir
vertido hasta allí, recordando que, en cierto él sus fines? No, ciertamente, encerrándose en

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cuento
este confortable alojamiento, donde, aunque capricho. Tras la concepción inicial, y el revoltijo
duerma y despierte a una calle de distancia de su en el perezoso temperamento del hombre para
hogar, estaría afuera con la misma eficacia que si llevarlo a cabo, todo el asunto se desarrolla por un
hubiera estado en el carruaje durante toda la cauce natural. Podemos suponer que el protago-
noche. Pero, si él llegara a reaparecer, todo el pro- nista, tras el resultado de una profunda delibera-
yecto recibiría un duro golpe. Después de que su ción, se ha comprado una nueva peluca, de cabe-
pobre cerebro quedara desconcertado sin reme- llo rojizo, y ha seleccionado en un ropavejero
dio por este dilema, a la larga se aventura a salir, judío algunas nuevas prendas, de moda distinta a
resolviendo en parte que habrá de cruzar por el la de su traje marrón habitual. Ya está conseguido.
comienzo de la calle y echar una rápida mirada Wakefield es un hombre nuevo. Establecido ya el
sobre el domicilio abandonado. La costumbre - nuevo sistema, un movimiento retrógrado hacia
porque se trata de un hombre de costumbres- le el anterior sería casi tan difícil como el paso que
lleva de la mano y le guía, sin que él lo advierta en le colocó en esta posición singular. Por otra parte,
absoluto, hasta su propia puerta, donde, justo en está cariacontecido por un malhumor que es un
el momento crítico, se sobresalta por el roce de su rasgo ocasional de su carácter, y que ha sido pro-
pie en el escalón. Wakefield, ¿a dónde vas? vocado ahora por la inadecuada sensación que
En ese instante su destino está pendiente de cree se ha producido en Mrs. Wakefield. No vol-
un punto decisivo. Sin soñar con el destino que le verá hasta que ella no esté atemorizada casi hasta
depara el retroceso de su primer paso, se apresu- la muerte. Bien, dos o tres veces ella ha pasado
ra, ya sin aliento, en una agitación nunca antes frente a su vista, cada vez con paso más pesado,
sentida, y apenas si se atreve a girar la cabeza en mejillas más pálidas, un ceño más angustiado, ya
la alejada esquina. ¿Puede ser que nadie le haya en la tercera semana de su no-aparición detecta
visto? ¿Es que toda la gente de la casa -la hones- un símbolo del mal que entra a la casa, bajo el dis-
ta Mrs. Wakefield, la despierta criada, el pequeño fraz de un boticario. Al día siguiente el aldabón
y sucio recadero- no armará un alboroto, a través queda almohadillado. Hacia el crepúsculo llega el
de las calles de Londres, en persecución de su carruaje de un médico, y deposita su pesada y
fugitivo amo y señor? Maravillosa huida. Junta el patilluda carga en la puerta de Wakefield, de
valor de hacer una pausa y mirar hacia el hogar, donde emerge tras una visita de un cuarto de
pero queda perplejo con la sensación de un cam- hora, quizá como el heraldo de un funeral. ¡Mujer
bio en el edificio familiar, tal como nos afecta a querida! ¿Morirá? A estas alturas, Wakefield se
todos cuando, tras una separación de meses o de siente excitado hacia algo que es como una ener-
años, volvemos a ver cierta colina, cierto lago, gía del sentimiento, pero todavía se mantiene lejos
cierta obra de arte, que antes nos fueron familia- del lecho de su esposa, consolando a su concien-
res. En lo común, esta impresión indescriptible cia con la idea de que no debe ser molestada en
está motivada por la comparación y el contraste esta emergencia. Si alguna otra cosa le retiene, él
entre nuestros recuerdos imperfectos y la reali- no lo sabe. A las pocas semanas ella se recupera
dad. En Wakefield, la magia de una sola noche ha gradualmente; la crisis ha pasado; su corazón está
forjado una transformación similar, porque en ese quizá triste, pero tranquilo, y, vuelva él tarde o
breve período se ha producido un gran cambio temprano, nunca ese corazón volverá a estar febril
moral. Pero ése es un secreto personal. Antes de por él. Tales ideas se perfilan a través de la nebli-
dejar el lugar, obtiene un vistazo lejano y momen- na en la mente de Wakefield, y le hacen vagamen-
táneo de su esposa, que pasa tras la ventana del te consciente de que un golfo ya casi imposible de
frente, con la cabeza orientada hacia el comienzo atravesar separa su alojamiento alquilado de su
de la calle. El astuto simplón gira sus talones, hogar anterior. "Pero si está en la otra calle", se
asustado por la idea de que, entre un millar de dice a veces. ¡Tonto! Está en otro mundo. Hasta
similares átomos mortales, el ojo de ella pueda allí, ha postergado su regreso desde un día espe-
haberle detectado. Contento queda su corazón, cífico hasta otro; a partir de allí, deja indetermi-
aunque su cerebro esté algo confuso, cuando se nada la fecha exacta. Mañana no; quizá la próxima
encuentra junto al fuego de su alojamiento. semana; muy pronto. Pobre hombre. Los muertos
Esto en cuanto al comienzo de este largo tienen casi tanta oportunidad de revisitar sus

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cuento
hogares terrenales como la tiene el auto-proscrito a cara, mirándose a los ojos. Tras una separación
Wakefield. de diez años, así reencuentra Wakefield a su espo-
Tuviera yo todo un libro para escribir, en sa.
lugar de un artículo de unas doce páginas. La multitud sigue en marcha y arrastra a
Entonces podría ejemplificar cómo una influen- ambos. La sobria viuda retomando su paso ante-
cia que está más allá de nuestro control coloca su rior, se encamina hacia la iglesia, pero hace una
pesada mano sobre cada uno de nuestros actos y pausa en el portal y echa una mirada perpleja a lo
teje sus consecuencias en esa férrea tela de la largo de la calle. Entra, sin embargo, abriendo al
necesidad. Wakefield ha quedado hechizado. tiempo el libro de plegarias. ¡Y el hombre! Con
Debemos dejarle, durante unos diez años, mero- una cara tan extraña que el Londres ocupado y
deando por las cercanías de su hogar, sin cruzar egoísta se detiene a contemplarlo, se apresura a
una sola vez el umbral, siendo fiel a su esposa, llegar a su alojamiento, cierra de un portazo y se
con todo el afecto de que su corazón es capaz, arroja sobre la cama. Los sentimientos latentes
mientras a su vez se va esfumando del corazón de durante años ahora irrumpen; su mente endeble
ella. Hace ya mucho tiempo, debe señalárselo, que adquiere con ellos una breve energía; toda la rare-
él ha perdido la percepción de la singularidad de za miserable de su vida se le revela de un vistazo:
su conducta. y llora, apasionadamente, "Wakefield, Wakefield.
Y ahora una escena. Entre la multitud de una ¡Estás loco!".
calle de Londres distinguimos a un hombre que Quizá lo estaba. La singularidad de su situa-
está envejeciendo y que posee pocas característi- ción debe habérsele moldeado en tal forma que,
cas que atraigan a observadores desatentos, pero considerado en relación con sus semejantes y con
que luce, en todo su aspecto, la escritura de su el quehacer de la vida, no podría decirse que estu-
destino poco común, para quienes sepan así leer- viera sano. Consiguió, o quizá le ocurrió, segre-
la. Es un hombre delgado; su frente baja y estre- garse del mundo, desaparecer, abandonar su sitio
cha está profundamente arrugada; sus ojos, y los privilegios de los hombres vivos, sin ser
pequeños y opacos, a veces vagan con aprensión admitido entre los muertos. La vida de un ermita-
en su derredor, pero más a menudo parecen mirar ño no llega a ser paralela a la suya. Estaba en el
hacia adentro. Inclina su cabeza y se desplaza con bullicio de la ciudad, como siempre, pero la mul-
una marcha indescriptiblemente oblicua, como si titud pasaba a su lado y no le veía; podemos decir
no quisiera exponer toda su parte frontal ante el figuradamente que estuvo siempre junto a su
mundo. Vigiladlo el tiempo suficiente para ver lo mujer y de su hogar, pero sin poder nunca sentir
que hemos descrito, y comprenderéis que las cir- la calidez de una ni el afecto del otro. El destino
cunstancias -las que a menudo producen hombres sin precedentes de Wakefield fue retener su cuota
notables entre la tarea común de la naturaleza- original de simpatías humanas, y estar aún inmis-
han producido a uno aquí. Luego, dejándole cuido en los intereses humanos, al tiempo que
caminar furtivamente por la acera, posad vuestros perdía su influencia recíproca sobre ellos. Sería
ojos en la dirección opuesta, donde una mujer una curiosa especulación: la de trazar el efecto de
corpulenta, que ha avanzado considerablemente tales circunstancias en su corazón y en su intelec-
hacia el crepúsculo de la vida, y que lleva en la to, separadamente y al unísono. Pero, cambiado
mano un libro de plegarias, se encamina hacia la como estaba, rara vez sería consciente de ello,
iglesia que está más allá. Tiene ya el semblante sino que se creería el mismo hombre de siempre;
plácido de la viudez estable. Sus lamentos se han algunos fulgores de la verdad aparecerían, por
esfumado o se han convertido en tan esenciales cierto, pero sólo por un momento, y todavía
dentro de su corazón, que mal podrían ser cam- seguiría diciendo: "¡Pronto volveré!", sin reflexio-
biados por la alegría. Justo cuando el hombre del- nar que lo estuvo diciendo durante veinte años.
gado y la mujer corpulenta están pasando, se pro- Concibo, asimismo, que, en visión retrospec-
duce una ligera obstrucción, lo que lleva a ambas tiva, esos veinte años parecerían escasamente más
figuras a un contacto directo. Sus manos se tocan; largos que la semana a la que primero Wakefield
la presión de la multitud fuerza al pecho de ella limitó su ausencia. Miraría en todo el asunto
contra el hombro de él; ambos están de pie, cara como sólo un intervalo en la ocupación central de

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cuento
su vida. Cuando, tras un poco más, creyera opor- calentarse, y donde su propia esposa correrá a
tuno volver a entrar en la sala, su esposa batiría buscarle el abrigo gris y la ropa interior que sin
palmas de alegría, al retener al Mr. Wakefield de duda ha guardado en el armario de la alcoba? ¡No!
edad mediana. ¡Caramba, qué error! Si el Tiempo Wakefield no es tan tonto. Asciende las escaleras
esperara hasta el fin de nuestras locuras favoritas, pesadamente, porque veinte años han endurecido
seríamos hombres jóvenes, todos nosotros, hasta sus piernas desde que las bajó, pero no lo sabe.
el Día del Juicio. Quédate, Wakefield. ¿Irías al único hogar que te
Una noche, en el vigésimo año de su desapa- han dejado? Entonces entra en tu tumba. La
rición, Wakefield da su acostumbrado paseo hacia puerta se abre. Cuando él entra, tenemos un vis-
la morada que todavía llama propia. Es una tazo final de su rostro, y recordamos la sonrisa
borrascosa noche de otoño, con lluvias frecuentes astuta que fue precursora de la pequeña broma
que resbalan sobre el pavimento y que cesan antes jugada desde entonces a expensas de su esposa.
de que un hombre pueda abrir su paraguas. Con cuánta crueldad ha preocupado a la pobre
Deteniéndose cerca de la casa, Wakefield advier- mujer. Bien, una buena noche de descanso para
te, tras las ventanas de la sala en la segunda plan- Wakefield.
ta, el brillo rojo, el parpadeo y el relampaguear Este feliz suceso -suponiendo que así lo sea-
vacilante de un fuego confortable. Sobre el techo sólo pudo ocurrir en un momento imprevisto. No
aparece la sombra grotesca de la buena Mrs. seguiremos a nuestro amigo más allá del umbral.
Wakefield. La cofia, la nariz, el mentón, la ancha Nos ha dejado mucho material para la reflexión,
cintura, forman una admirable caricatura, que una porción de la cual prestará su sabiduría a una
además baila con la vivacidad y la disminución de moraleja y será moldeada en una figura. Entre la
la llama, casi demasiado alegremente para ser la aparente confusión de nuestro misterioso mundo,
sombra de una viuda madura. En ese instante los individuos están bien ajustados a un sistema, y
comienza a caer un chubasco, llevado plenamen- los sistemas a otros sistemas y a un conjunto, en
te y con malos modales al rostro y el pecho de el que, por apartarse un momento, un hombre
Wakefield. Éste queda penetrado por el frío oto- corre el riesgo de perder su sitio para siempre.
ñal. ¿Se quedará aquí, húmedo y temblando, cuan- Igual que Wakefield, puede convertirse en algo así
do su propio hogar tiene un buen fuego para como en el Paria del Universo.

página 14
Entrevista
más con el apoyo de la comunidad de Paraná y los
medios gráficos de la cuidad.
C. del T: ¿Y en lo que respecta a tu trabajo como
guitarrista?
L. CH: En cuanto a mi quehacer con el instru-
mento, soy guitarrista de un perfil más bien popu-
lar, tengo algunas pocas composiciones, y estoy
abocado a explorar todo lo que es música con raíz
latinoamericana, arreglos sobre música popular
Charla con chilena, argentina, y el resto de esta parte del con-
tinente, sin dejar de lado el tango y otro tipo de
Luis Chávez Chávez expresiones. Próximamente tengo uno de mis
principales compromisos en el marco del Festival
Guitarras del Mundo en el teatro General San
Martín, en Buenos Aires. También me he presen-
tado junto a Juan Falú en tres recitales en Chile,
Cuadernos del Tábano: Coméntanos algunos que organicé con el apoyo de instituciones de mi
de los proyectos que en los que estás volcado en país para poder llevar al maestro a las ciudades de
este momento. Valdivia y Puerto Mont; y he compartido escena-
Luis Chávez Chávez: Ahora mismo estoy termi- rio algunas veces con el maestro Walter Hinze y
nando mis estudios de guitarra con Eduardo Carlos Aguirre.
Isaac. Antes he estudiado con el ya desaparecido C. del T: ¿Por qué te viniste a trabajar a la
guitarrista y compositor Walter Heinze, con Argentina?
Silvina López, Ernesto Méndez y otros. L. CH: Me vine de allí porque la educación no es
Desarrollo también una actividad acá, en la ciu- para la gente que no tiene recursos, y como yo no
dad de Paraná, como productor de un Ciclo con tengo dinero... Afortunadamente, como soy un
cuerdas que se realiza desde hace cuatro años. En poco aventurero y he tenido algo de suerte,
principio surgió como una manera de difusión del encontré semejante Escuela de Música, con una
Auditorio de la Escuela de Música, que cuenta impresionante tradición guitarrística, donde estu-
con más de setenta años de trayectoria, en el anfi- dia gente de muchos lugares del mundo. He teni-
teatro Constancio Carmiño. Entre los participan- do compañeros cubanos como Edel Muñoz
tes podemos mencionar artistas de fama interna- González que está viviendo actualmente en
cional como Juan Falú,
Eduardo Isaac, Carlos
Aguirre, Nora
Pushman una guitarris-
ta alemana y el más
variado crisol de artis-
tas del medio local,
tanto en el género
popular como en el clá-
sico. Hemos editado de
manera muy austera
nuestro primer disco
compacto y tenemos
un master del segundo,
el cual no pudimos edi-
tar aún por razones
económicas. Todos los
conciertos los graba-
mos y contamos ade-

pagina 15
Entrevista
España , un importantísimo músico que ganó el me encuentro con una frase que acuñé feliz o
Festival de Guitarra de la Habana, y es actual inte- infelizmente y con la cual todavía la gente me
grante del grupo Confluencia de Cuba. relaciona: "Coopere con la música". Yo salía con
C. del T: ¿Y qué te mueve a organizar un Ciclo mi guitarrita, luchando contra la lluvia, entraba en
como el que nos comentabas al empezar? una farmacia y entonces ése era mi slogan, porque
L. CH: Sobre todo por una necesidad de ofrecer era tal la indiferencia de la gente que no bastaba
un escenario, o un lugar de encuentro, que tenga con el hecho de que vos te pongas a tocar, sino
continuidad en el tiempo; y casi sin proponérnos- que había que encararlos con un slogan de ese
lo hemos ido consolidando esta actividad. La otra tipo. Cuando llegué a Paraná comprobé que sólo
razón es porque como músico necesito disponer con el hecho de estar parado tocando la gente
de un escenario donde mostrar mi trabajo, y al misma se detenía y no era necesario ese viejo slo-
brindarles a su vez el espacio a otros
músicos se generan vínculos que no se
hubieran logrado de otra manera.
C. del T: ¿Qué respuesta recibiste del
público de Paraná?
L. CH: Es relativo, porque a acá en
Sudamérica la música no es un bien de
consumo masivo. En Europa existe una
tradición de pagar la música como un
elemento estético, artístico, donde se
sabe y entiende que eso tiene un coste;
acá muchas veces las necesidades inme-
diatas son las que obligan en muchos
casos a no tener dinero para asistir a un
concierto, por lo que hemos tenido que
trabajar al comienzo con entradas muy
baratas, a razón de lo que es la moneda
europea cobramos 2 euros por un con-
cierto de una calidad artística impresio-
nante. Queda claro que esto no persi-
gue un afán de lucro, sino de desarrollar
un trabajo y mostrarlo.
C. del T: Volviendo a tu tarea indivi-
dual, ¿cómo llegaste a la música?
L. CH: Yo soy músico más bien tardío,
comencé a tocar la guitarra a los 17
años, y eso para la música es muy tarde.
Afortunadamente desde que comencé
con el instrumento siempre estuve estudiando, gan que yo traía de mi pago. He viajado en barcos
para mí el hecho de estudiar con gente de la talla por Chile tocando para turistas, viví temporadas
de quienes te comentaba antes y ser invitado a largas en lugares como la isla de Chiloé tocando
festivales como el de Guitarras del Mundo es un en Pubs; era mi manera de buscarme la vida. Así
sueño, ya que es un evento muy importante, con que encontrar una Escuela como ésta donde se
más de trescientos guitarristas que vienen de dis- puede estudiar de manera gratuita con músicos
tintas latitudes. Yo no soy un músico virtuoso, el importantísimos, es realmente para mí un premio
trabajo que desarrollo con el instrumento es algo que no me esperaba, y ahora compartir el escena-
que tiene que ver esencialmente con la constancia, rio con mi maestro Eduardo Isaac es un mérito y
durante años he tocado en la calle para poder sus- un desafío, que me obliga a tratar de estar a la
tentarme: cuando vuelvo a la ciudad de Valdivia altura de las circunstancias.

pagina 16
Entrevista
C. del T: Hablabas de tu manera de buscarte la los pajaritos, las novias, y también la protesta,
vida, ¿cómo te la "buscás" ahora? porque ese tiempo era el de la dictadura en Chile,
L. CH: Uno acá en Sudamérica tiene, casi conti- canciones en las que protestaba solo... era como
nuamente, que proveerse de los recursos necesa- decía un amigo mío: soy solista: toco solo, me
rios para subsistir: yo doy clases, organizo este escucho solo, y me aplaudo solo. Después, de a
Ciclo. Tocamos con Fernando Silva en algunos poco, la música fue ganado un espacio en mi vida
restaurantes durante una temporada, improvisan- y ahora estoy en un estadio que jamás me lo
do y haciendo lo posible por entretener a la hubiese esperado... ni siquiera me lo imaginé, y
gente... es un trabajo muy desagradable tener que creo que eso es lo más maravilloso; el premio al
actuar en este tipo de lugares donde la
gente no tiene respeto ni interés. Para
mí es como que se bastardea el traba-
jo que uno realiza, es muy desagrada-
ble que vos estés tocando y venga un
tipo con un vaso en la mano y te diga
"tocate un taaaaaaango", cantate esta
o la otra. Aparte vos sabés que no lo
podés echar a la mierda porque te
están pagando por estar en ese lugar,
entonces ja, ja, jo, jo: tenés que tratar
de ser simpático... aunque a mí me
cuesta mucho porque no soy una per-
sona de carácter tan sencillo. Pero
también es cierto que cuando logras
encontrar esa veta de conexión con la
música no importa nada más, lo único
que vale en ese momento es ese sen-
timiento, ese sonido, esa vibración
que te traslada a un lugar que está más
allá de las mezquindades y de la nece-
sidad del hereje. Es eso ¿no?
C. del T: Estás haciendo algunas
cosas en radio.
L. CH: Sí, pero no soy ni periodista ni conductor esfuerzo, tal vez sin merecérmelo, sin pretender-
de radio. Lo que siento es un amor con la radio lo.
que tiene que ver con mi faceta visual; soy una C. del T: ¿Cuál te parece la mayor diferencia a la
persona que vibró con los sonidos y mi principal hora de encarar un proyecto a un lado u otro del
sentido es el oído, no sólo por la música sino océano?
también por mi ceguera. Yo si pasa un camión L. CH: En particular destacaría el esfuerzo que
por la calle lo primero que hago no es verlo, sino hay que hacer acá para sostener una actividad, me
escucharlo. Cuando iba a la secundaria no hacía parece que es mucho más difícil, porque acá las
música, era optativo, y elegí dibujo; una cosa rarí- cosas son muy frágiles, desde el punto de vista
sima, porque no veo un pomelo, veo para el culo. gubernamental hay muy poco apoyo, no generan
Tenía miedo con la música, me parecía que era recursos... no generan nada. Yo trataría de trans-
más difícil, si bien para mí dibujar no era nada mitir a la gente del viejo continente el hecho de
sencillo. Una vez me peleé tanto con la profesora que cuando a uno más le cuesta lograr sus objeti-
porque era tan malo que me tuve que cambiar a la vos, el sabor de éstos es mucho más grande, el
música, y en el último semestre me encontré con saber que no contás más que con tu propio
el taller de guitarra y desde aquel momento no esfuerzo y vocación. Acá hay una enorme calidad
dejé más el instrumento. Me obsesioné un tiempo artística, pero faltan apoyo y recursos.
con el tema de hacer canciones, cantaba al amor,

pagina 17
A pie de escena

“Como suena”, Ana y Habib

El viernes nueve de Diciembre , a las veintitrés Ciento ochenta y cuatro guitarristas se quitaron
y pico, en el barrio de San Antón, en la ciudad la vida con métodos diversos pero todos indig-
de Alicante, antes Akra, antes Medina (nose- nados.
qué), antes Lucentum, a un tipo más o menos Los teléfonos perdieron la señal: de insoporta-
alto, acompañado de una mujer con los brazos y bles a inaudibles.
las piernas en sus respectivos lugares, se le salie- Un presunto bebedor de fermentados creyó ver
ron las manos y se fueron a caer en una guita- cómo los cuerpos se desdoblaban para poder
rra; de esta forma, no de otra, acaecieron fenó- danzar y cantar al mismo tiempo.
menos poco singulares que paso a relatar: Los testigos repiten al unísono como posesos:
A una señora de contextura opaca se le erizó un "Puede volver a ocurrir en cualquier momento",
pelo que hasta entonces no imaginaba poseer. al tiempo que son menos las personas que creen
Una pareja estuvo algunas horas sin respirar: ni en la música ligera.
azules se pusieron. Pedro Coiro

(tlf. de contacto: 651630841 Ana)

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A pie de escena

El posible Cíclope, por Nelo Curti


A yer, en la honorable ciudad de Barcelona, a las 22:00 horas y 30 minutos, tuvo lugar la representa-
ción de "Onetti en el espejo", a cargo del Teatro Circular de Montevideo.
El distinguido público barcelonés...
-¡Un orujo, por favor!
-Aquí tiene.
-Gracias... Disculpe, tengo una duda, ¿en Barcelona aún hay cíclopes?
- (...)
Lo encontré sentado en una plaza; cundo bajó el periódico para darme fuego, pensé: "caramba, cuán-
to tiempo sin ver a un cíclope".
- ¿Quiere? murmuré, ofreciéndole tabaco.
- No, gracias m'hijo: sólo fumo héroes.
Charlamos un rato. Dijo estar cansado de las grandes ciudades, donde nunca llegan náufragos, y lo
más parecido a un aventurero son los vendedores ambulantes.
Le pregunté por un tal Onetti, y aseguró verlo cada tanto, asomándose a la ventana para pedir a gri-
tos que lo dejen en paz, que devoraría a quienes se acercasen a su gruta.
- Eso no se lo cree ni...
- ¿Qué año es?
- Dos mil cinco.
- Tengo que irme, se me hizo tarde. Adiós.
- ¡Se olvida el...!
Mi grito cayó a unos metros de su nuca.

S emanario "L a Gaceta"


Música, teatro, danza y literatura
ONETTI EN EL ESPEJO
La pianista francesa Una compañía del Nuevo Mundo visitó nuestra ciudad para representar una
Berthe Trépat deja obra inspirada en las entrevistas que Doña María Esther Gilio realizara a lo
la ciudad Condal largo de treinta y cinco años al célebre escritor uruguayo.-Por Constante Paz
.............................. Ayer, en la honorable ciudad de Barcelona, a las 22:00 horas y 30 minutos, tuvo lugar la represen-
.............................. tación de "Onetti en el espejo", a cargo del Teatro Circular de Montevideo.
.............................. El distinguido público barcelonés disfrutó de la puesta en escena de aquellas conversaciones que la
.............................. periodista Doña María Esther Gilio y el Premio Cervantes de Literatura Juan Carlos Onetti mantu-
.............................. vieran a lo largo de cinco lustros, premiando la labor de Don Walter Reyno -en el personaje del litera-
.............................. to- y Dña Paola Venditto -interpretando a la entrevistadora- con una calurosa ovación. Variopintas
.............................. botellas, cigarros esparcidos por el suelo, y abundantes libros, decoraban las habitaciones en que los
personajes conversaban, pendulando entre la ironía y la tragedia, la seducción y el llanto. Los prota-
..............................
gonistas chocan repetidas veces, ya que la provocación es el único medio para traspasar la reserva fron-
.............................. teriza de un Onetti tan distante como escalofriantemente sincero: "mi literatura es una literatura de
.............................. bondad, y el que no lo vea así es un burro", afirma en un momento de la obra, que finaliza con el
.............................. escritor recluido en su cama, negándose a abandonarla, sin motivos para celebrar nada ni otra cosa por
.............................. compartir que su mutismo.
.............................. Al acabar la representación, un grupo de jóvenes artistas entrevistaron a Don Walter Reyno, quien
.............................. respondió amablemente a sus preguntas.
La Compañía tiene previsto...
"Qué cosas extrañas leen estos cíclopes". Pensé, tirando el periódico al paso de un carruaje, viendo
cómo un tipo de anteojos turbios fumaba un cigarrillo, o tal vez un héroe, en la fotografía que estru-
jaron los veinticuatro pisotones de los seis caballos.

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A pie de escena

Entrevista a Walter Reyno


¡Osvaaaldo!, ¡Osvaaaldo! El público restante distrajo su concierto de palmas; girar y jóvenes encima de butacas revole-
ando folletos. Un teatro susurrando incomprensión ante los muchachos que, ni sobrios ni deslumbrados, homenajeaban a
tan estimado escenógrafo. Yo mismo admitiría una reacción similar, un elevar de ojos, antebrazos que olvidan funciones
de sostenedor. Pero todo esto fue después.
Antes, que botellas vacías o casi, que inventarse una ciudad, alguna indagación: No señor, olvide el dibujo, ahora el
arte lo entendemos de esta otra manera, puede llorar en ese cuartito. No, no se moleste, el error es mío; ché atorrantes, a
que ese vino les salió menos de cinco guitas. Lo de inventarse una ciudad no nos quedó tan mal; tuvimos un barrio de bal-
cones que nunca se rozan, o apenas, si ayudados por el desfile de ropas; tiendas ofreciendo con tiza en pizarrón; recovecos
de cemento que propician sueños de dudosa profundidad; y al fondo verlo al Cíclope, al Juan Carlos. Pero todo esto fue
antes.
En el medio dispusimos de una plaza, farolito de luz escasa, banco de madera, tierrita y nosotros sin canicas, esperando
el encuentro con el montador de paisajes.
-¿El señor Osvaldo?
- Efectivamente. Muchachos, ¿les parece si hacemos la entrevista ahora?
- Mejor la dejamos para después de la obra, tenemos que arreglar cuentas con el cordón de la vereda, no para de mover-
se y casi mata al Vecino.
- No se preocupen, y denle duro, anoche se las agarró con Walter.

Sebastián Miras

Cuadernos del Tábano: ¿Cómo surge la idea de Cdel T: ¿Es así como se aceptan las propuestas
teatralizar estas entrevistas?. Porque se hacen en el Teatro Circular?
muchas adaptaciones de novelas o cuentos, pero W.R: Sí, sí, se lee en grupo. Hay una comisión de
esto resulta muy original. lectura que filtra un poco, y se levanta la mano, si
Walter Reyno: La treatalización la hizo Hiber el grupo dice que sí se elige el director, es algo
Contreris, un dramaturgo uruguayo, que vive en muy simple, y muy democrático. Todos tenemos
Estados Unidos. Estuvo recogiendo el material de un voto, así los viejos de cincuenta año en teatro
María Esther Gillio, periodista uruguaya, que como los jóvenes con cinco.
entrevista a Onetti durante 30 años. De aquí se CdelT: La gira, ¿cómo surge?
publica el libro Construcciones en la noche, sobre W.R: La gira fue invitación del Festival de Teatro
Iberoamericano de Cádiz, nosotros ya habíamos
estas entrevistas, que eran entrevistas mucho más
venido cuatro o cinco veces. Sabían que era sobre
largas. Sobre esto se le ocurre hacer a él una obra
Onetti, les interesaba el escritor, nos invitaron,
de teatro. A esa obra de teatro que él escribió,
pagaban el pasaje y vinimos, ¿qué más queremos?.
nosotros la trabajamos, con la directora Patricia CdelT: ¿La preparación en referencia al persona-
Rossi; entonces esa obra que era un poco larga, 64 je Onetti?
páginas, la redujo a 32. La teatralizó más todavía, W.R: Hay mucho material, yo no lo conocí a
le puso algunas cosas para darle más vida. Porque Onetti, él vivió exiliado en España los últimos
las entrevistas eran muy literarias. ¿Qué piensa?, veinte años de su vida. Pero hay mucho reportaje
¿qué piensa?. La parte humana se la agregó casi hecho, ¿viste a Onetti hablando en la cama?, eso
toda Patricia. Un poco así, nos gustó la idea. está tomado de reportajes hechos por la televisión
Somos un grupo independiente de 30 integrantes, francesa. Y todo lo que se dice en la obra está
donde a alguien le interesa un proyecto, se lee, y publicado, no hay nada inventado.
se le da para adelante. CdelT: Es decir, no hay nada que se haya agrega-

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A pie de escena
do en favor de la teatralización.
W.R: No, no, se sacaron cosas
y se pusieron otras que él dijo
en otra entrevista, pero no se le
puso una cosa que él no haya
dicho.
CdelT: En el final hay una
parte que es del Decálogo.
W.R: Seguro, la parte final está
justamente hecha para termi-
nar un poco el espectáculo
pero es también el final de uno
de sus mejores libros.
CdelT: ¿María Esther Gillio
asesoró continuamente la
obra? porque te describen un teatro pero hay teatros
W.R: Claro. Vino con nosotros a España, ella se grandes que igual dan otra impresión. Por ejem-
fue a Madrid, y la encontraremos en París que es plo, en este espectáculo es muy importante ver el
donde actuamos ahora. María Esther es una per- piso, y el piso no se ve prácticamente; el piso está
sona mayor, a la que, como buena dama, no se le lleno de cigarros, el piso es lo que llaman la
dice la edad, pero tiene unos cuántos. Es un alfombra, se ve la contracara. En fin, pequeñas
encanto de persona. La conocemos de hace cosas nuestras. La música hoy no salió, tiene
muchos años, es amiga nuestra. Colaboró tam- mucha música el espectáculo, marchaba mal el
bién reescribiendo escenas, teatralmente, nos- aparato. Ustedes capaz que lo ven y dicen está
otros ensayábamos y no funcionaba, y ahí era que bien igual, pero nos queda la impresión de no
ella veía y decía: bueno, esto lo podríamos hacer poderlo redondear.
así o asá; porque lo que había era demasiado CdelT: Uno ve la obra, dos actores, acá están
material. Como buen escritor Onetti hablaba ahora desmontando la escenografía, ¿cuantas per-
mucho de literatura, y eso para el teatro muchas sonas hay?
veces aburre, en el teatro no puede perderse el W.R: Ninguna más, y yo estoy ahí ayudando.
interés. Nunca lo habíamos hecho en este tipo de Ahora porque estoy con ustedes, si no estaba
teatro, nosotros lo hacemos en un teatro circular, también desmontando.
el espectador que está más lejos está a cuatro CdelT: Te alivianamos el trabajo.
metros, y eso da una cosa muy íntima, acá los W.R: No, si a mí me encanta ordenar la utilería.
actores tenemos que proyectar, hacer otro traba- Todos tenemos otras responsabilidades. La chica,
jo, que a mí no me gusta hacer. la actriz, es la encargada del vestuario, lavar y
CdelT: ¿Esa dificultad la encuentran ahora en planchar es de ella, yo me encargo de la utilería.
Barcelona o también en Cádiz? CdelT: Lo que comentabas con respecto al tra-
W.R: No, no, en Cádiz no porque era una sala chi- bajo crítico, ¿con la escenografía hacen algo simi-
quita. Nosotros trabajamos si es una sala frontal, lar?
con cuatro filas de butacas, ésta es un monstruo W.R: Bueno, nombramos un director y después el
de grande. Las salas grandes no son para nosotros que manda es él. Dice: "Yo nombré a tales de
porque hacemos siempre un teatro muy intimista, colaboradores. Se terminaron las asambleas. Ya
de medios tonos, de gestos chicos. Pero bueno, no podemos ponernos todos a opinar". Ahí se
hay que adaptarse, si es este teatro, que así sea. dice quién se encarga de la escenografía, las luces,
CdelT: ¿No saben previamente las condiciones la música.
del teatro? CdelT: Leímos en una nota que la gira se extien-
W.R: A veces, pero no exactamente hasta verlo; de por Latinoamérica.

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A pie de escena
W.R: Sí, ya arrancamos. Estuvimos en Porto
Alegre. Tenemos invitaciones para ir a Chile, esta-
remos en Argentina. Aunque yo soy, como riopla-
tense, muy escéptico. ¿Vas a ir?, bueno, cuando
tenga el pasaje en el bolsillo te digo. Hay otros
lugares, México, Costa Rica, pero hay que esperar.
CdelT: ¿Se puede hablar de una diferencia a la
hora de la atracción que genere el personaje
Onetti en Europa y en Latinoamérica?
W.R: Sí, por supuesto. Para el uruguayo, se habla
de problemas que todo el mundo conoce, las crí-
ticas políticas son muchas veces relacionadas con
personajes locales. Es una obra que tiene mucho
gancho político. Se habla de la dictadura, con res-
pecto a su exilio.
CdelT: De todas maneras hay cosas sinónimas
que permiten la asociación.
W.R: Sí, claro. Pero con los nombres, no sucede
así. Si yo digo Bordaberry, no se tiene por qué
saber quién es, capaz que es un cantante.
CdelT: Por cómo lo trata, un cantante malo, ¿no?
W.R: Seguro. Pero claro, allá es mucho más calen-
tito. Las reacciones igual son más o menos simila- W.R: Muy buena. Formamos parte de un
res, el público se ríe más o menos en los mismos emprendimiento cultural que se llama Socio
momentos, algunos son chistes, algunos no... Que Espectacular. Por una cantidad de dinero, muy
es lo que tiene de bueno esta versión, se habla de poca, como si fueran cinco euros mensuales,
un tema tan serio, pero tiene humor. Es impor- podés ver toda la Comedia Nacional, todo El
tante, más que nada por ser un personaje como Galpón, todo El Circular. Pero eso nos da la base
Onetti, considerado un tipo muy negro. En económica para no tener que estar pendientes del
Uruguay no es muy querido como persona, como pago de la luz, del alquiler.
escritor sí. En el Río de la Plata son bastante CdelT: ¿Cuánto hace que están desarrollando
machistas. esto?
CdelT: Han hecho hincapié en el lado irónico. W.R: Esto hace como seis años, y tiene buena
W.R: Él era muy irónico. Pero lo lindo de esta acogida. Te diría que eso nos dio una perspectiva
versión, me parece, es que muestra cómo un inte- mucho más importante, porque hace que no este-
lectual, que parece un tipo duro, luego rascás un mos dependiendo del éxito del espectáculo al
poco y el almita aparece enseguida, el almita tier- momento de votar una obra. Que a veces pasa. Se
na, el tipo sensible. puede hacer más distendido. Y se ha generado
CdelT: ¿Nos contás un poco acerca del Teatro con El Galpón una relación de hermanos. El
Circular? Galpón tiene 56 años, nosotros 51. Estamos jun-
W.R: Es un teatro independiente, es una cosa tos. El Galpón tiene una sala más grande que ésta,
rarísima, nadie entiende. Fundado hace cincuenta una de 300 y una de 100. Nosotros tenemos una
años, el teatro es nuestro, del colectivo de actores, de 240, toda circular, y una de 130, que es más
pero que no vivimos del teatro, ninguno vive del frontal, con un espacio que se cambia, con gradas
teatro. Yo soy jubilado de gerente de banco. que se mueven, un día el escenario está allá, otro
Porque no hay público para poder vivir de la pro- día acá.
fesión. Para sobrevivir sí, pero te obligan a hacer CdelT: Bueno, lo dejamos que el escenógrafo
cosas que yo la verdad prefiero laburar en un agarra una botella y viene a intimidar, estará bus-
banco. Y bueno, tenemos dos salas. cando ayuda.
CdelT: ¿Cómo es la relación con el teatro El W.R.: Sí, sí. Esperemos que sólo sea eso.
Galpón?

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cine
Aquí, de nuevo, da cabida a el existencialismo
más extremo, deja a los personajes en filos res-
quebrajosos que, mediante tragedia unos, y sole-
dad otros, los sortearán así como pueden. Plantan
un puente entre pasiones y opciones, la duda
puede.
Un ambiente nórdico, desolado y de tundra,
nos describe sicológicamente a los personajes
Bergman y el pathos masculinos, y esta marca registrará el resto de su
interpretación: dos estatuas de mármol en un
laberinto. Los femeninos, por su parte, se quieren
deshacer de ese umbrío y gélido panorama, una
Ahí el tábano. El octogenario no ha resuelto sus viene de fuera y sigue huyendo; la otra desea
problemas, y se lo agradezco. desvanecerse, buscar refugio en la distancia,
Cámara en ristre y estructura en mano; para esta dejando las incestuosas y musicales insinuaciones
película, Bergman utiliza un guión de novelista al de su padre, y así lo hacen ambas: es la única luz
uso, con prólogo, 10 capítulos y epílogo. De que se ve.
nuevo da vida a personajes atemporales, con Vuelve a utilizar recursos propios, como marca
dudas trascendentales e irresolubles; ahí está la registrada: iglesia, silencios musicales y música
magia de Zarabanda. Bach y Bergman se entrela- celestial (Bach), fiereza, hermetismo y sobre todo,
zan y acaban en el mismo momento: nunca o cada tragedia existencial.
vez. David Barber

A modo de manifiesto
Juanantonio Ramírez

1976. Montpellier.
François Truffaut rueda L'homme qui plaisait aux femmes. Me comenta en el vestíbulo de su hotel, que
él escribe los diálogos de sus películas la noche anterior al día del rodaje. La idea que me transmite es
la siguiente: escribir contra la idea, rodar contra el guión, montar contra lo rodado.

Empiezo a comprender qué me quiso decir.


Han pasado casi 20 años.

Meses más tarde. París. Antes de ser devorada por el fuego, la Cinemateque française. Un grupo de estu-
diantes del IDHEC escucha devotamente a Henry Langlois: en CINE la perfección es la muerte.
Hoy tengo 20 años más.

He viajado, leído, escrito, tenido dos hijos, divorciado y casado unas cuantas veces más.
Alguna vez he descendido al infierno; el recuerdo de esas temporadas me da aún pavor.
He desistido de cambiar el mundo, el cine y mi propia vida. No creo en el destino.
No me resigno. No me rebelo. Hago una apuesta arriesgada. No creo en la suerte.
En cine -como casi todo en la vida- sólo caben dos opciones: o te la juegas o te sirves de ello para ganar
dinero.
No quiero hacer carrera en el cine: quiero hacer películas. Un lugar bajo el sol.

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cine

Maximalista, fanático religioso. Soy un extremista incendiario. Hablo de sentimientos.

Sólo puedo hacer una cosa: apostar a una sola carta. Un solo número. Un solo color.
Apuesto.
Desconozco completamente el mecanismo de las relaciones humanas mesuradas por el listón del
Leviatán.
No es así con la narración. Con las palabras. Con las imágenes.
Apuesto. Han pasado 20 años.

Rodar en cualquier formato. En cualquier eslabón.


Captar el mundo en cualquier soporte:
Vídeo digital. Kinescopar.
35 m/m. No panorámico. 1: 1'33. Sí al color.
Lo aristotélico no es un ideal. Una herramienta más.
El naturalismo no es un credo.
El psicologismo no es siquiera en la vida misma.
La fábula tiene sus propias leyes.
Importancia del sueño en la vida psíquica.
Correspondencia entre lo onírico y la realidad.
Universo de la fantasía y la imaginación en lo cotidiano.
El texto es la acción. Abaratar costes.
No movilizar 4 camiones para un plano-contraplano de 40 segundos.
Austeridad económica. Derroche fabulador.
Lo políticamente correcto da grima.
Decorados naturales. Atrezzo mínimo.
No utilizar luz artificial.
Cámara en mano. Altura de los ojos. Privilegiar el plano-secuencia.
Los actores son personajes. No tienen por qué interpretar.
El rostro y la hechura son el método.
Voz en off como última respuesta para un cine extremo.
Nada de permisos. Nada de "royaltis". Nada de perdón.
No cometer más crímenes en nombre del espectador medio.
No copiar modelos autoritarios. Las historias, los relatos son el límite.
Las vivencias personales son la fuerza motriz.
Escribir con el estómago. Dirigir con la cabeza.
Llegar al corazón.

Arrancarle un trozo a la vida.

Madrid, noviembre de 1994

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página 25
cuaderno abierto
RESPIRA R

El común de la gente cree que respirar es necesario, y por eso lo hace sin darse cuenta. Pero es un juego anti-
guo (y no sé si complicado) cuyo objetivo, por explicarlo de una manera sencilla, consiste en seguir viviendo el
mayor tiempo posible.
Es obvio que no sólo de respirar vive el hombre, pero, ¿qué duda cabe?: nuestro cuerpo necesita oxígeno, y hay
que tomarlo a un ritmo que puede variar en función de lo que se esté haciendo en cada momento (por ejemplo,
el compás de la respiración no puede ser el mismo durante el sueño que durante un coito, excepción hecha de
algunos sueños).
Ahora: no nos confundamos... hay que tomar aire. Existen otros elementos que contienen oxígeno, pero que no
están exentos de problemática para estos casos. Vamos a ver: el agua. A los peces les sirve, pero nosotros no
somos peces. Si tienes alguna duda, hunde la cabeza bajo el agua; cuando no puedas más, sabrás que lo que tienes
que respirar es aire.
La respiración consta de dos fases: durante la primera, algo (que es el aire, y no otra cosa) entra dentro del cuer-
po; durante la segunda, algo (que es el aire, pero ya distinto, y no otra cosa) sale de ese cuerpo. Y estas dos fases
han de repetirse sucesivamente una detrás de la otra (y siempre una detrás de la otra), desde el nacimiento hasta
la muerte.
Otra cuestión muy importante es que la respiración ha de ser algo total y absolutamente voluntario. Apenas nos
vamos a dar cuenta de que estamos respirando; pero tenemos que ser conscientes, al menos dos o tres veces al
día, de que estamos respirando voluntariamente. Esto no es un asunto baladí. Te dirás que no puedes dejar de res-
pirar, que es algo instintivo. ¡Claro que puedes! Podrías hacerlo ahora mismo, si quisieras. Pero tenlo claro: si dejas
de respirar, dejas de respirar.
Por otro lado, esa aparente involuntariedad de la respiración es algo de lo más hermoso; porque respiramos
involuntariamente, pero voluntariamente podemos marcar el ritmo de esa respiración (no obstante, no lo hagas
demasiado lento, porque, cuando no te des cuenta, habrás dejado de respirar). No hemos elegido jugar a esto, pero
podemos elegir cómo jugar.
Cualquier aire no sirve. Has de saberlo, o caerás en el error de ser nadie, de no ser tú. Yo -es sólo un ejemplo,
que no tienes por qué seguir- suelo respirar cuando tengo fuego y tabaco a mano; entra en mí ese aire, un poco
sucio, y lo devuelvo libre pero ya otra cosa: ráfagas de humo,
viento aparentemente palpable, pero que también se
desvanece.
Si respiras un aire que no te conviene entonces
todo se va al carajo. Tienes que saber elegir tu aire. Y
ahí es donde viene otra de las grandes dificultades. Es algo
harto complicado, encontrar cuál es el aire que va contigo:
que huela como a ti te gusta; que no te agite demasiado
los pelos de la nariz; que le caiga simpático a tu gargan-
ta; que sea no tan denso como para atascarte la tráquea,
ni tan sutil como para perder la pista de por dónde anda
(podrías morir de asfixia, o de incertidumbre); y luego
que los dos pulmones se pongan de acuerdo y deci-
dan admitirlo, a un mismo tiempo.
Hay quien no encuentra el aire adecuado en toda su
vida. Fíjate en lo que es eso. Es como no haberse ena-
morado nunca y tener ya seiscientos cincuenta y tres
años. Respirar no es sólo respirar; es tu manera de comu-
nicarte con el mundo, de estar en el mundo y que el mundo
esté en ti; y a ser posible, transformarte tú y transformar el
mundo en ese proceso.
Pues lo que te digo: busca tu aire, y llénate con él. Pero no dejes que
te posea. Tíralo cuando ya no te sirva. Y vuelve a repetir el proceso. Así hasta el infini-
to. He dicho infinito, pero cuando veas que ya no puedes respirar más procura cerrar la boca y los ojos;
que quien te encuentre no quiera despertarte. Hasta entonces, que entre en ti aire, pero que salga
viento; y tampoco sería mala idea que entre todo eso aprendieras a silbar.

Quirón Herrador

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cuaderno abierto

DESQUITE

Qué pasó con ese tipo que te prendía fuego todo el tiempo, qué hiciste con todas las
mañanas, con esas horas llenas de carne, húmedas de pupilas; al principio las bebías,
querías no dejar ni los huesos de nada; todo era de carne, y qué hiciste: me perdí. Las
piedras eran más blandas que nada, la blandura era líquida y exprimía cada brisa. Cada
cuerpo que me pedía que lo destroce era voluntad, regalaba todas mis ganas, la fe escla-
va; el vino y la calle no eran palabras, se incendiaban todas las emociones, las cenizas
las guardaba, las prendía, modelaba una balsa y arriba pude galopar en seco, tantas
veces, toda la armonía. Pero después el alma, una cerámica una cerámica que explota
vaya a saber en qué momento; allá por el edén, ayer, no importa tanto como saber que
ya se irá olvidando.

Pedro Coiro

DESDE LEJOS

No adivino si es la mujer o la tierra,


desde lejos no advierto más que un cuerpo. No sé
si es montaña postrada o rumoroso valle,
o un sexo que se abre o una fuente que brota.

Lejos estoy de toda su reposada anchura,


de su calor de pechos o de montañas. Vientos
le recorren su vientre y sus ojos cerrados,
con nostalgias o ausencias que sólo en ella existen.

No presiento si es la mujer o la tierra,


pero la lluvia a veces la bautiza en un íntimo
viaje por los recuerdos, hasta donde se agota
su pereza o cansancio o tiempo en el que duerme.

Yo no sé si ella sabe si soy hombre o un árbol.


No sé si ahora me espera o me ignora. El olvido
o el desamor existen. Y se está haciendo tarde.
Yo no sé si lo sabe o si lo ignora aún.

Duerme allá, donde hay pájaros, la mujer o la tierra.


Y no sé si acercarme como otra tierra o sombra
a su quietud o beso o silencio. No sé
si es posible el amor.

Paco Alonso

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cuaderno abierto

VI

La mujer de vestido rojo tiene la cara picada de viruela, la mirada humeante por el tabaco, las entrañas familiari-
zadas con el hierro. La mujer de rojo -diapositiva- tiene tres hijos, dos de su segundo marido y el más pequeño
nacido de su actual compañero -diapositiva-. Vivían en un piso de la call

Las mujeres de vestido rojo contaminan mi esperma.


Odio esta inercia. Odio la desidia. Odio a mis futuras amantes

La desidia confirma mi mal aliento,

hay un ombligo blanco donde dormita el


mundo

Paco Granados

REMINISCENCIAS
"Catástrofe en el sentido literal: la inflexión o la curvatura que hace coincidir, en
una misma cosa, su origen y su fin, que hace retroceder el fin al origen para anular-
lo, deja espacio a un evento sin precedentes y sin consecuencias- evento puro".
Jean Baudrilla

La mano aglomerada de oscuro pelaje y piel pulsó el botón rojo y sentenció, con una pupila puntiaguda como
único ejército, una masacre despiadada. Luego se escuchó un bramido que acaparó barrios y hasta se entrometió
en los dormitorios circundantes, si bien allá, quiero decir en las cabezas, se oyó el eco nauseabundo de una pro-
nunciación muy antigua. Era ya de madrugada cuando a borbotones, una cascada de líquido inundó a varios simios
de una de las fosas del zoológico. Yo, por mi parte, solo pude despertar, algo cansado. El papel de periódico repo-
saba sobre el escritorio, informaba. Varios primates erraban extáticos por el cementerio de Yorkshire. Inglaterrra.
Jugaban, calculaban, manipulaban con destreza, restos de esqueleto humano.

II

Aquella tarde los ciudadanos caminaban inquietos de un lado para otro, como si fuesen recorriendo los pasillos
interminables de un laberinto imaginario. La cámara del noticiario hizo un barrido pausado: había lluvia, papel
mojado en la calzada, dos o tres manzanas de un barrio bien urbanizado y tranquilo. El resto primeros planos,
pura obscenidad: alguien se tropieza, cae y trata de vocalizar algo que se queda en un gruñido espeluznante, empu-
ña la mano con una fuerza colosal y comienza a recorrer la acera, saqueando rabioso las cabezas de los sonám-
bulos -se fragmenta el laberinto-, vidrios rotos sobre el pavimento. Poco a poco se expande la histeria; otros como
él caen; se desgarran las camisas que ya no sirven para nada.

Paco Granados

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cuaderno abierto

DE LOS V UESTROS

Sería injusto negaros


que a veces despertáis
mi ternura.
Sobre todo algunos días
de invierno
en que corréis con la cabeza hundida
entre los hombros
-con pasitos cortos-
para protegeros de la lluvia,
para que el cielo no
se os caiga encima.

No os puedo ocultar
mi sorpresa
ante vuestra tenaz resistencia
a todo lo que se mueve,
la determinación de quietud
calma
silencio
que hay en todo lo que hacéis.

Casi os diría que puedo llorar


al contemplar
vuestra inocencia desconcertada
quebrarse
al contacto con la vida.

Sin embargo, por lo general,


os detesto.
Sobre todo cuando
en un ataque de buenos sentimientos
me miráis
pensando: "qué pena
qué pena".
o cuando
satisfechos
hartos de vosotros mismos
leéis
esto
y decís
-siempre de boca para adentro-:
"La cosa no va conmigo.
Es una pataleta.
A fin de cuentas, sigue siendo
de los nuestros".

J. Manuel Agulles

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cuaderno abierto
V ER

Veo el mundo empañado.


Este planeta borroso suelta su lágrima
para pisar las legañas de los tumultos,
para observar el humo desarbolador.

Toda la podredumbre me saluda,


está educada en la pajarita hecha jirones,
está educada en el "hola, quédate para siempre".
Y pienso, cómo voy a ser mejor
que el que no enjabona sus deseos,
cómo voy a merecer más
que aquel niño al que dejé mi ventanal bicicleta
para ver el mundo aumentado,
ni más que su madre que le dice
que va a caer mientras pedalea
a la marcha de este roedor de libros.

Pensar es hacer balanza con las lógicas dispares,


tanto como ser un bebé y caminar hasta llegar a mis años cumplidos.
Pensar no es saborear
o no lo es hasta su resultado
y ver,
ver consiste en dar la mano
para que te devuelvan este paisaje.

Alfonso Rodriguez Sapiña


TOCA R

Toco el cabello que enjabono.


Blanco cae a las cañerías.
Yo recojo con mis manos
espuma,
otras manos amigas
y restos de mi pasado,
que yo también merezco.

Toco con mis senderos


otros laberintos donde se lee
algo de futuro:
permanecer mojados hasta que el laberinto
se resuelva en pupilas dilatadas,
músculos empujando otros músculos
y agua envolviéndonos,
tapando cada poro con su credo,
inundando la piel con su manto transparente,
rociando a la salida del sendero
más jabón para la carne;
pues al final sólo hay eso:
carne.

Y ya nada queda del pecado.

Alfonso Rodriguez Sapiña

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cuaderno abierto

A PUNTES SOBRE EL LUGA R

La araña está sobre la calavera.


El espejo refleja un rostro que no existe.
Un cuchillo reposa su filo en el mantel.
Hay un silencio inmundo en las paredes.
Existe un que atraviesa el patio.

Pasa la araña viento por el ojo de la calavera.


La puerta se abre y se cierra interminablemente.
Se oyen pasos de inquietud y muerte por la casa.
El pozo ya hace tiempo que se ha quedado seco.
Un cuchillo desliza su angustia en el mantel.

Sale la araña por el otro ojo.


Todos los ceniceros con ceniza sin lágrimas.
El rostro del ausente ya no está en el espejo.
Una puerta se abre y se cierra y se abre.
Existe un viento que es de tierra y humo.

Los vidrios están roncos de suciedad antigua.


Se oyen pasos del muerto por la desnuda casa.
Ningún rumor de agua ha quedado en el pozo.
Sigue el viejo cuchillo oxidado y con sangre.
Existe un aire que atraviesa el tiempo.

La botella de vino se ha quedado vacía.


Hay un silencio oscuro y verde y con cansancio.
El árbol se ha quedado sin hojas y sin sombra.
Una puerta se abre y se cierra y se abre.
Existe un viento que atraviesa el patio.

La silla alguna vez conoció que hubo un cuerpo.


El cuchillo asesino gotea en el mantel.
El rostro del espejo ya es de frío y ausencia.
El pozo ya hace tiempo que está gritando muerte.
Existe un viento que atraviesa el mundo.

La araña está sobre la calavera.

Paco Alonso

pagina 31
cuaderno abierto
I
Desde la montaña se aprecian las ruinas, la ciudad amurallada, los ojos de una niña. Atrás, apenas unos metros,
hay agua fresca, recién depositada en un recipiente de arcilla. La leña estructura la inmensidad de aquel refugio.
Rojo murmullo en las paredes. El fuego está confinado entre dos rocas de caliza y las palabras suenan como si se
pronunciase el mar, la teja, el pájaro y el resto de cosas infinitas. La niña descalza sus pies y mira, con su boca, con
sus párpados, mira con sus dedos, con el alboroto frágil de sus cabellos, la ciudad en ruinas, la sepultura clara de
los siglos.
II
Desde que aquel pueblo de indígenas sucumbió, ya no se habla de las almas perdidas, no se nombra a
los difuntos, ni se les invoca. Los rascacielos de la antigua selva son hieráticos. En la noche dejan las oficinas
encendidas para evitar cualquier reflejo que recuerde a la luna. En este escenario -en aquel que fue, y en este que
es hoy- es donde se desarrolla el suceso. La mujer camina arrastrando su frente y todo le pesa en los costados. Su
recuerdo le advierte la dirección que ella sigue, cerca del arcén de la autovía del sur, la que baja hasta el puerto. Un
coche para y sus luces rojas emergen del pecho de Marta en dos punzadas. Una de miedo. Otra de alivio. Un hom-
bre enchaquetado de salud y de corbata muestra gentilmente su mano. Marta mira a Juan y no le da reparo. Al pre-
guntar por su nombre ella pronuncia con sus labios, "Me llamo Marta, soy una casa encantada". La historia tem-
bló hasta en su última década. El rescate, cada vez, estaba más cerca. Las oficinas, de pánico, se incendiaron.
Paco Granados

Según una vecina del B. San Antón, los viernes, a partir de las 19:00 hs. en el número 94 de la Calle
del Pozo, tienen lugar extranos sucesos. Discusiones interminables, canciones intempestivas, y algún
libro que se precipita desde una azotea donde muchas veces quedan poetas, botellas, vasos y otros
desperdicios tendidos a la intemperie.

Esta viñeta es una aproxima- adelante esta revista. LLeva- tos. También i n v i tamos a
ción bastante fiel al ambien- mos nuestros t rabajos pero escritores, músicos y dibujan-
te de nuestras reuniones. tambien nuestro hastío sema- tes con ganas de participar en
Cada viernes, en nuestro local, nal. Se buscan víctimas propi- un proyecto t a n descabella-
nos vemos con el fin de sacar ciatorias o ejecutores resuel- do como cierto.

pagina 32
cuaderno abierto

CONFUSIÓN

Tengo tan poco miedo al desorden como a la muerte


y no me hago ilusiones con respecto a ninguno de los dos.
Henry Miller

1
Los estantes tranquilos:
en uno la postal de un pueblo
que se perdió por los agujeros
de una época de risa
y esquinas embarradas;
no mucho más arriba
los libros de siempre,
insoportablemente fieles,
visitados en las tardes de lluvia
por ojos
que ya les descubrieron
las virtudes y las mañas;
en el último
la fotografía de un muchacho
huyendo en bicicleta:
nubes, silencio,
remiendos, camino,
soledad:
silencio.

Espejos falsos,
quiero decirme que son ellos los que mienten,
que no es esta duda,
este cuerpo menos vivo
la traición.

En un lugar se pierde
un pedazo de la sangre,
en la ojeras de lo real
queda el tal vez
y no regresa,
un argumento tartamudo
nos alivia de la bronca.

Habrá que morderse los zapatos.

Vi las páginas
gastadas,
las calles
donde supe a una mujer,

pagina 33
cuaderno abierto

el viento atrapado
en un retrato.
Quise respirar,
y se llenó el aire de agujeros.

Uno,
dos,
cuatro,
cien estantes,
mil,
acomodados,
firmes,
andamios de una calma
que no puede durar bajo mi pelo.

Los calendarios palidecen,


varias hormigas desfilan por sus fechas,
indiferentes,
nítidas...
salir de esa ignorancia
es el error,
la manera de acabar
colgando lo que fue en una pared.

Quebramos la calma; quisimos ver qué palpitaba tras la pared de humo, y nos vimos de pronto ante un imbécil
que decía "tú de verde", "más prolijo", "esperarás un tiempo", "cierra el pico de una vez..."
Las santísimas barbas de Dios Padre se llenaron de babosas, las catedrales, las escuelas, hornearon espejismos.

DIRECTOR

CÓNSUL

CATEDRÁTICO

Golpee antes de entrar

(antes de salir... antes de salir...)

- Siéntese, enseguida lo atiendo.

La lengua pálida del tiempo salivándole la frente.

- Qué le trae por aquí.

pagina 34
cuaderno abierto
-Su mujer. Me aburre. Quisiera que usted se lo dijera. Será menos doloroso.

Cierta gente hasta para enviarte al diablo no pierde los modales.

Quisimos ver quién respiraba tras el telón de espumas, y acabamos en la cola para oír el mandamiento capital: NO

¿Alguien se detuvo a imaginar cómo se mueve una semilla?

-Haga el favor de no volver por aquí.

"No defraudarás", "No defraudarás", "No defrau..." Si sigues, encontrarás tu lecho: limpio, confortable y sin
horario de visitas. ¿Eterno?

Soy biólogo... las semillas bla, bla, bla.

- ¡Te dije que cerraras la boca!

Quisimos caminar por las espaldas del absurdo pero antes nos exigieron conocer la raíz cuadrada de 1.237.

Pobrecito, era tan noble, tan esmerado para todo.

¡57, 890!

bla, bla, bla,

¡NO!

No defraudarás, no

- Irrespetuoso.

35, 17 10 108

¡Ahora sí, exacto!

sigue y...

¿Y el absurdo?

encontrarás...

No existe.

tu lecho.

¿Alguien se detuvo?

Nelo Curti

pagina 35
Lawrence Durrell y a su regreso en 1940 a los
Estados Unidos se instaló en Big Sur, California,
desde donde rememoró su estancia helena en El
coloso de Marussi (1941) original guía de Grecia,
presentada como el lugar donde es posible recu-
perar lo que de divino tiene el ser humano.
Henry Miller También publicó La pesadilla del aire acondicio-
nado (1945-1947); una trilogía, La crucifixión
rosada, formada por Sexus (1949), Plexus (1953)
y Nexus (1960); Big Sur y las naranjas del Bosco
Escritor estadounidense, cuyas obras vitalistas, (1957); y el estudio literario El mundo de D.H.
anarcoides y eróticas desencadenaron grandes Lawrence (1980). Por su vida y obras se convirtió
polémicas y censuras, pero que a la vez sirvieron en uno de los máximos defensores de la libertad
para que, a partir de él, el sexo se tratara en la lite- tanto individual como literaria y su búsqueda de la
ratura con más normalidad. Nació en Nueva York "salvación" a través de experiencias intensas
el 26 de diciembre de 1891, ejerció distintos tra- influyó enormemente en las ideas de la llamada
bajos y asistió al City College de su ciudad natal Beat Generation. Los "Trópicos" están considera-
durante un breve periodo de tiempo, antes de das sus mejores novelas por su prosa fluida en la
marcharse a París en 1930 huyendo de la Gran que funde obscenidad y espiritualismo, y salta con
Depresión. En aquella ciudad, en la que residió gran naturalidad del expresionismo más realista al
durante diez años, llevó una vida bohemia, que divismo más simbólico. Su obra ha sufrido los
describió en tres novelas eróticas de carácter ataques de la crítica feminista, debido a su retrato
autobiográfico, Trópico de Cáncer (1934), de la potencia masculina frente al masoquismo
Primavera negra (1936) y Trópico de Capricornio femenino. Murió el 7 de junio de 1980 en Pacific
(1939). Pasó un año en Grecia invitado por Palisades (California).

pagina 36
educación", ese tumor anciano, mimado hasta lo
obsceno desde hace milenios, determinando la
maldad o bondad de las palabras, indigestándose
con unas y masturbándose con otras, dictaminan-
do: ¡Hay que hablar bien!, para que Miller contes-
te, refiriéndose a uno de sus personajes: ni una

La mordedura vez le oí hablar. Era tan elegante, quizás se habría


imaginado que era de mala educación hablar en
de los trópicos público.
Y a él, en su época, no se le perdonó su forma
de expresarse, y se me ocurre que aún hoy, cuan-
por Nelo Curti do se habla de la libertad como de un buen pasa-
tiempo, cuando todo el mundo se dice indepen-
diente y después salta hacia el aro, cuando se está
Estaba ensuciando la cama con mis sueños menos pendiente y más adentro del estercolero,
Henry Miller - "Trópico de capricornio" hoy, repito, tampoco se le perdona.
Por eso es que a Henry Miller más que leerlo se
Comencemos por dejar las cosas claras: Henry lo respira, porque aún tropieza con argumentos
Miller es uno de los escritores más hondos de la de algodón, protestas histéricas, quejas de quienes
historia de la literatura; y como a todo aventurero, tal vez, en el fondo, no soporten que hace seten-
renovador del lenguaje, se lo admira y desprecia a ta años un tipo haya robado un cuaderno para
un mismo tiempo, y se lo lee menos (y peor) de lo escribir un anticipo de sus vidas.
que merece.
"Habla demasiado de sexo", "No se quita el
coño de la boca", "Muy sucio", comentan quie-
nes le echaron un vistazo y huyeron con pánico
de monjas hacia obras más amaneradas... parece
que todavía hay quien se confiesa después de
fornicar.
Quedarse con los momentos sexuales del
señor Miller es tan limitado como recordar úni-
camente el alcoholismo de sus personajes, que,
además de emborracharse, sufren, viajan, visitan
a Matisse, discuten sobre los recodos de la mise-
ria que les tocó roer, divagan, huyen, duermen
en las plazas de ciudades tan truculentas como
mágicas, sueñan con terminar libros que jamás
comenzarán, ríen, caen, y, en definitiva, se dejan
vivir.
Y tal vez es por eso, porque los hombres de
Miller se lanzan hacia rumbos que nosotros,
desde detrás de una verdad opaca, sólo pode-
mos anhelar, por lo que los amonestamos, y
dejando sus aguijones sobre la mesa silbamos un
estribillo de reventa y nos decimos que nuestra
ventana propone un paisaje mejor.
No debemos olvidar en este punto a la "buena

pagina 37
Charles Bukowsky
pagina 38
Los ojos sucios
Es lo que tiene Bukowski: parece fácil, hasta el punto de que algunos, él mismo, a veces, lo consi-
deran simplón . Pero resulta que detrás de esa poesía directa, sin adornos retóricos, se agazapa un ani-
mal que merodeó un sin fin de obras y estilos antes de llegar a escribir "puta" o "coño" sin que le tem-
blara el pulso. Además, y pongo el acento aquí, al viejo Hank se lo ha leído la mayoría de las veces con
un ojo cerrado, y las palabras tildadas hipócritamente de malas fueron el árbol impidiendo ver el bos-
que.
Si cualquiera de nosotros ofreciese una conferencia bien articulada, con argumentos estratégicamen-
te ubicados, y al acabar lo picase un mosquito y recordase a gritos a Dios, la Virgen y su madre, segu-
ramente el público olvidaría lo anterior para grabar en su memoria al hereje medio ebrio que no se supo
controlar y asesinó a un mosquito.
Lo mismo pasa con Bukowski. Sus insultos, a pesar de lo sano que es putear, borran la huella de lo
otro, lo auténtico, descomunal; y quien blasfeme contra su lenguaje sucio debería abrir los ojos y aplau-
dir la profundidad, el riesgo, la brutal delicadeza con que nos quiso decir esas palabras que rechazamos
porque de entrada, el muy cabrón, nos soltó a la cara que le resultábamos una colección de imbéciles.
Que cada cual resuelva si tenía o no razón.

Nelo Curti

De Madrigales de la pensión

Esto es todo lo que sé

Esto es todo lo que sé: los cuervos buscan mi boca,


las venas están aquí enmarañadas,
el mar está hecho de sangre.

Esto es todo lo que sé: las manos extendidas están


buscando algo,
mis ojos están cerrados, mis oídos están cerrados,
el cielo rechaza mi grito.

Esto es todo lo que sé: los orificios de mi nariz chorrean


sueños,
los perros saltan sobre nosotros, los locos se ríen,
el reloj cuenta los muertos con su tic-tac.

Esto es todo lo que sé: mis pies sienten dolor aquí,


mis palabras son menos que lirios, mis palabras están
ahora atascadas:
los cuervos besan mi boca.

Charles Bukowski

pagina 39
Una palabra sobre los fulgurantes y
modernos hacedores de poemas

Es bastante fácil parecer moderno


cuando en realidad se es el mayor imbécil jamás nacido;
Lo sé: he salido impune después de hacer cosas horrorosas
pero no tan horrorosas como las que leo en las revistas;
tengo una honestidad que me viene de las putas y los
hospitales
que no me permite fingir ser
lo que no soy
-lo cual supone un doble fracaso: el fracaso de la gente
en la poesía,
y el fracaso de la gente
en la vida,
y cuando fracasas en poesía,
fracasas en la vida, y cuando fracasas en la vida,
es que nunca naciste,
digan lo que digan las estadísticas
o el nombre que te puso tu madre.

las gradas están llenas de muertos


que piden a gritos un vencedor,
que desean un número que los lleve
a la vida,
pero no es tan fácil
-igual que con el poema:
si tú estás muerto
más vale que te entierren
y tires la máquina de escribir
y te dejes de tontear con poemas, con caballos, con
mujeres, con la vida:
estás taponando la salida,
así que sal rápido
y desiste de esas
pocas y preciosas páginas.

Charles Bukowski

pagina 40
Nada sutil

No hay nada sutil acerca de la muerte


o en arrojar basura, o en las arañas
ni en este puñado de monedas de cinco centavos
ni en el ladrar de los perros esta noche
cuando la bestia sorbe cerveza
y brilla la luna
y pregunta por mi nombre
y me agarro a la pared,
sin ser suficientemente hombre para llorar
mientras la ciudad vierte su pena
en botellas de vino y besos revenidos
y los grilletes y las muletas y las losas
fornican como locos.

Charles Bukowski

Los sustitutos

a Jack London, cuyos personajes eran heroicos e inauditos,


lo mató la bebida.
a Eugene O`Neill, que componía obras
oscuras y poéticas, lo dejaba
inconsciente.

ahora nuestros modernos


dan conferencias en las universidades
con traje y corbata,
y los jovencitos sobriamente estudiosos
y las jovencitas de ojos vidriosos
los miran
con reverencia.
el césped estalla de verdor, los libros resultan muy aburridos
y la vida se está muriendo de
sed.

Charles Bukowski

pagina 41
De Poemas de la última noche de la tierra

Acechando en la oscuridad

Algunas noches no puedo dormir.


por supuesto
que haya 3 ó 4 gatos en la cama
no ayuda.
a mi mujer le gusta
subirselos,
pero
no siempre son los gatos, puede
ser cualquier cosa,
como
darle vueltas en la cabeza a nuevas combinaciones de apuestas en los
caballos, o una luna fría, un
picor en la espalda, pensar
que la muerte
aguarda
detrás de las persianas
o
cosas agradables de mi
mujer: parece tan poca cosa
debajo de la manta, un
paquetito, nada más
(muerte, llévame a mi primero, por favor,
esta señora necesita un poco de
sosiego
sin mí).

Luego suena la sirena de un barco en el


puerto.
estiro el cuello robusto y levanto
la cabeza. veo el
reloj:
3:36 de la madrugada.
Eso siempre funciona: mirar el
reloj.
a las 3:45 ya estoy dormido, como
los gatos, como mi
mujer,
todos resguadados por las
persianas.

Charles Bukowski

pagina 42
Fragmentos de Bukowski respondiendo a F. Pivano

Pivano: ¿Y qué debo pensar que te hace sentir desgraciado?


Bukowski: Ah… conceder entrevistas.

Infancia
"Mi abuela contaba que cuando yo era peque- decían: "Eh, tienes algo que no te funciona." Así
ñísimo se inclinó sobre la cuna para besarme y que siempre estábamos así: a un lado la multitud
yo le solté un puñetazo en la nariz. y yo al otro, desde el comienzo. No hay salida.
Probablemente aquella era la primera cara huma- Ocurre lo mismo ahora cuando doy una lectura
na que yo veía. Así que, como bien sabes, uno de poemas, vienen a verme, pero yo soy yo y
contempla a sus padres y se pregunta qué son ellos son otros, y todavía seguimos enfrentados.
esas cosas altas, mudas, que tienen poder sobre Y ellos lo saben y hay una reacción. Estoy empe-
nosotros." zando a escribir una novela sobre esta infancia."

"Luego se va a la escuela primaria y comienza "Mis padres no eran simpáticos y cuando me


un viaje de completo horror. Porque hay toda llamaban por mi nombre no quería oirlo. Porque
esa gente que tiene tus mismas medidas y todos me llamaban sólo para ir a comer o para ir a
hacen cosas cretinas: echarse balones encima y hacer algún recado o porque había hecho algo
gritar. Son idiotas. Yo los miraba y decía: "¿Qué malo o porque tenían que pegarme."
es lo que no les funciona?" y ellos me miraban y

Bebida

"Yo durante mucho tiempo he sido un barfly, Se lo debía a la casa. Era simpático. Así que
estaba allí sentado en el taburete de un bar. mientras él fregaba el suelo, yo estaba allí senta-
Entras por la mañana, te sientas y aveces tienes do y nos decíamos gran cosa, sólo alguna que
unos centavos para la primera cerveza y esperas otra palabra, y él seguía sirviendome whisky y
a que alguien te invite. Y yo era un tipo de luego decía: "Bueno, Hank, ahora tengo que
barrio. Era ese muchachito que mientras que cobrarte, abro la puerta". Y yo decía: "De acuer-
todos piensan en hacer dinero, en buscar trabajo, do, Jim, gracias." Así que me quedaba en el bar y
se pasa la vida sentado en el taburete de un bar. estas son las experiencias de un barfly, de una
Y bebía, bebía, bebía. […] persona que vive este tipo de vida. ¿Entiendes?,
El bar abría a las siete de la mañana y cerraba ocultándome en aquél bar, no tenía que trabajar
a las dos de la noche. Quedaban sólo cinco ocho horas al día. No tenía que conducir el
horas, pero yo salía del bar a las dos de la maña- coche hasta el lugar de trabajo, no tenía que
na e iba a echarme y regresaba a las cinco de la fichar, no tenía que mezclarme con la sociedad."
mañana. Y cuando el portero, que de día hacía
de camarero, comenzaba a fregar los suelos, a las "Tampoco puedo prescindir de beber. Moriría
cinco de la mañana, yo me levantaba y llamaba a si dejara de hacer alguna de las dos cosas, De
la puerta y él sabía que era yo. Y todo lo que una u otra manera moriría. ¿Bebo cuando escri-
bebía de cinco a siete era gratis, me servía bo o escribo cuando bebo? Escribir es el noven-
whisky y lo que fuere, así que cuando comenza- ta por ciento de mi mismo. El otro diez por
ba a trabajar de camarero, yo ya estaba colocado. ciento es esperar a escribir".

pagina 43
Literatura

"Me convertí en escritor no tanto porque cre- Fante. Nadie piensa en él. Y quizás sea el que ha
yera que podría ser escritor sino porque todos tenido mayor influencia sobre mí. Siempre lo
los escritores que conocía y que eran famosos digo en las entrevistas, sí. Lo leí cuando tenía
me parecía que no valían absolutamente nada." unos dieciocho años y me dije: "Éste sí que sabe
escribir." Y me gustó tanto, que hace poco me
"Si fuera a ver a los psiquiatras y descubriera puse a hablar de él y ahora John Martin, mi edi-
dónde se cruzan todos mis hilos, enderezase tor, lo ha reeditado."
todos mis hilos, bueno, probablemente comen-
zaría a dar palmaditas en la cabeza a los niños, a "Bueno, he leído un poco de Miller, pero no
sonreir a los manzanos, y subiría arriba a escribir consigo entrar en sus libros, es okey cuando
y escribiría porquerías que nadie querría leer, escribe de follar, pero cuando se pone filosófico
porque sería lo que todos dicen o hacen o finjen me duermo."
decir y hacer. Cuando subo arriba a escribir es lo
que soy ahora, icorrupto. Yo mismo." "El hijo de Henry Miller quería conocerme.
Decía que yo era el mejor escritor del mundo. Y
"Mantener el libro sencillo y hacerlo todavía yo le dije: "Mira detrás de tus espaldas mientras
más sencillo y luego hacerlo todavía más senci- estás telefoneando". Y él dijo: "Oh, no, él está
llo. Es posible que escribiendo así se acabe por acabado ahora, tú eres la novedad".
dejar de escribir."
"Yo pensaba en el hombre vulgar que va a tra-
"La poesía siempre es lo más fácil de escribir, bajar todos los días. Que Hemingway se quede
porque se puede escribir cuando uno está com- con sus guerras y con su valor. Yo tengo otras
pletamente borracho o completamente feliz o cosas que me suceden a mí y a todos los que
completamente desgraciado. Siempre se puede están a mi alrededor. Millones de hombres y de
escribir un poema. Así que un poema es algo mujeres que enloquecen y son asesinados centí-
muy cómodo, es una expresión emotiva que salta metro a centímetro cada día. Aquél era el mundo
fuera. La narrativa, o el relato, debe sentir real. Aquello era la muerte. Porque me sucedía a
mucho para escribirlo. Si me siento bien puedo mí, me daba cuenta, y con más frecuencia de la
escribir narrativa y si me siento bien puedo escri- que quería alguien me decía: "Bukowski, te des-
bir poesía. Pero si me siento mal, ¿comprendes?, pedimos." Bueno, no porque no hiciera mi tra-
la unica diferencia es que si no me siento muy bajo, porque lo hacía, sino porque me comporta-
bien puedo escribir cantidad de poesías. Y en la ba como si mi trabajo no me gustase".
mayor parte de mi vida he escrito millares de
poemas. Así que puedes darte cuenta de cómo "Hay uno homosexual, Walt Withman, era
me sentía." muy bueno. Tenía aquellos versos largos y se
limitaba a dejarlos rodar, ¿entiendes? Pero quiero
"Escribo porque me sale y luego porque me decir que no me interesaba especialmente, me
pagan. Quiero decir que escribir es como irse a interesaba sólo su energía siempre en marcha.
la cama con una mujer guapa, haces el amor y Pero da un poco de sueño leer aquellos versos
después uno se levanta y alguien te da dinero. Es largos."
demasiado. Se entiende que se coja el dinero,
porque hace falta. Todo ahí. ¿Qué más?".

"Saroyan era demasiado optimista; y el opti-


mismo es algo nauseabundo. Me hubiera gusta-
do verle enfadado o deprimido y utilizar aquel
mismo modo de escribir fácil. Y hay otro, John

pagina 44
V ida

"Soy muy cauto en eso de amar la vida, porque comida: a alguien que trabaje ocho horas al día
si comienzo a amarla, puede burlarse de mi. Así le quedan sólo dos horas o una hora y media
que voy con mucho cuidado. Sigo observandolo libres para sí mismo. Puede vivir de veras sólo
todo." hora y media al día. ¿Cómo se puede amar la
vida si sólo se vive una hora y media por día y se
pierden todas las demás horas? Y esto es lo que
"No tengo ideas sobre la naturaleza. Quiero yo he hecho durante toda la vida. Y no la he
decir que la naturaleza no me proporciona emo- amado. Creo que si hay alguien que la ame es un
ciones, ¿entiendes? Como las flores y los pájaros enorme idiota. No hay manera de poder amar
y las abejas y la magia de las cosas que crecen. este tipo de vida."
Está todo bien, ¿entiendes? O bien cuando la
pantera mata algo, no me emociono. Todo este "Soy indiferente a la destrucción de la raza
mecanismo de la naturaleza lleva mucho tiempo humana, me da exactamente igual. Si barrieran
existiendo, quiero decir que no me excita dema- de La Tierra a toda la humanidad, no se perdería
siado. Es algo así como el vecino de casa, vivi- nada".
mos juntos."
"Es posible que cuando esté en la tumba las
"Detesto el césped porque lo tiene todo el cosas sean maravillosas".
mundo, de la misma manera que todos escu-
chan un determinado tipo de música. A veces,
cuando entro a comer oigo ese tipo de música
que no me permite engullir la comida. La gente
tiene los prados delante de las casas porque no
tiene otra cosa que hacer. Tiene su trabajo, de
modo que deben hacer algo que no les ocupe
demasiado. Así que un césped es una costumbre
norteamericana. No sé en Europa, pero aquí
todos tienen un césped. Y cuando se tiende a
hacer las cosas que hacen los demás, se convier-
te uno en los demás."

"Me parece que la vida está totalmente des-


provista de interés, y esto sucedía especialmente
cuando trabajaba especialmente cuando trabaja-
ba ocho o doce horas al día. Y la mayor parte
de los hombres trabajan ocho horas por día un
mínimo de cinco días a la semana. Y tampoco
ellos aman la vida. No hay ninguna razón para
amar la vida para alguien que trabaja ocho horas
al día, porque es un derrotado. Duermes ocho
horas, trabajas ocho, vas de un lado a otro con
todas las tonterías que tienes que hacer. Una vez
discutimos esto con un amigo y vimos que uno
que trabaja ocho horas al día con todas las res-
tantes cosas que tiene que hacer, recoger el per-
miso de conducir, comprar neumáticos nuevos
para el coche, pelearse con la novia, comprar

pagina 45
mil veces. "Hollywood" es tediosa, "La senda del
perdedor" no tiene la frescura de otros de sus
libros, "Pulp" es obscenamente mala.
Vengo sosteniendo desde hace tiempo que gran
parte de la narrativa de Bukowski es metaliteratu-
ra. Su alter ego, Chinaski, no es más que un escri-
tor que vive para la literatura, obsesionado por
vivir de la literatura. Su periplo por el lumpen
Bukowski como norteamericano no es un descenso burgués a los
infiernos; Hank viene de allí, habita esos lugares
una especie del mismo modo en que se recluía en la bibliote-
ca a leer a Tolstoi, Dostoievski, e.e. cummings,
de metaliteratura Hemingway… etc. No se va a una pensión de
mala muerte para escribir sobre ello: está en una
pensión de mala muerte, borracho como una
por Juanma Agulles cuba, y lo único que le importa es escribir un
cuento y enviarlo a una revista. Así pasa la tarde
sin pensar por enésima vez en pegarse un tiro y
Es imposible imitar a Bukowski. Sin embargo, dejarlo todo atrás. Siempre es la literatura la que
pasa por ser uno de los autores más (y peor) imi- justifica y condena al mundo que rodea a ese ser
tados en nuestros días. Su influencia se deja notar volcado sobre las teclas de una máquina sacada de
en la peor de las narrativas, aquella que opera un la casa de empeño unas horas antes.
procedimiento falaz con la mirada bukowskiana. Hank habla de literatura, todo el tiempo. Ataca
A saber: si Bukowski era un borracho, trabajaba a los autores que detesta, ensalza a aquellos que le
como cartero, escribía para revistas underground, sirvieron de faro, y siempre, por encima de todo,
pasaba el día en el hipódromo y ostentaba una trata de salir del infierno a través de lo que escri-
misoginia no exenta de ternura, con contar histo- be. Como llega a decir: "no hay nada que se
rias sobre putas, borrachos y trabajos mal paga- muera tan despacio y / con tanta dificultad /
dos estamos en condiciones de pasar a la historia como un / escritor".
de la literatura. Me parece que Bukowski era un gran lector y
La influencia se vuelve nefasta cuando los imi- que seleccionó muy bien aquello que podía utili-
tadores bukowskianos adoptan el anti-intelectua- zar para dar salida al mundo poético que le iba
lismo de Hank y pretenden que no es necesario consumiendo. He podido advertir incluso (no hay
leer más (a veces incluso se vuelve accesorio evidencias que corroboren una tesis filológica al
haber leído a Bukowski para hablar de él). Y, sin respecto, ni ganas), el gran parecido entre el cuen-
embargo, olvidan que el viejo indecente detestó to de Bukowski "No hay trato" y "Una borrache-
casi toda la literatura, pero salvó unos cuantos ra pertinaz" de Chéjov. Hagan la prueba.
(ver el poema que dedica al incendio de la biblio- Sin estridencias teóricas, Bukowski lleva a la
teca de su barrio, por ejemplo). práctica, desde mi punto de vista, una máxima
Hay quienes han creído encontrar un atajo para bien conocida: la existencia condiciona la con-
escribir adoptando la pose malditista. ciencia y no al contrario. Las condiciones de vida,
Se engañan quienes hacen esto y de paso hacen su relación con el trabajo, están en el centro de su
un flaco favor al poeta Bukowski. Es cierto que su poética. Quizá por ello Sartre definió a Bukowski
poesía se ha conocido mal en España. Anagrama como "el mejor poeta norteamericano de todos
ha ofrecido mayoritariamente su narrativa que, los tiempos", y como recompensa Bukowski
sinceramente, fuera de "Cartero", "Hijo de hacía decir a uno de sus personajes lo siguiente:
Satanás", "Música de cañerías" y "Factotum", "¿Qué es el existencialismo? Pedos de Sartre".
muchas veces cae en la repetición extenuante de La lectura de Hank, de su narrativa sobre todo,
imágenes ya conocidas, lugares visitados más de me queda lejos ahora. Lo añoro como a un viejo

pagina 46
amigo que me despertó a los libros, los suyos, "me he muerto de hambre por escribir, me he muer-
pero sobre todo los de los clásicos. Nunca traté to de hambre por
de imitar su voz. Contó su infierno y lo hizo de la ganar 5 malditos minutos, 5 horas,
única forma en que le fue dado. Tuvo una sola fe, 5 días:
la de la escritura, y se salvó con ella. Nunca me sólo quería poner las palabras por
dieron ganas de ir al hipódromo, ni de emborra- escrito;
charme, ni de trabajar de cartero por leer sus la fama y el dinero no me importaban:
libros. Sólo me enseñó que escribir es una conde- yo quería poner las palabras por escrito
na que se abraza para toda una existencia y que se y ellos me querían en una prensa perforadora
vive y se muere con eso. Lo demás, no importa. o en la cadena de montaje de una fábrica,
Letra muerta, papel mojado. querían que fuese mozo
Corresponde a él despedirse: de unos grandes almacenes."

La muerte se está fumando mis puros


Bukowsky

Bibliografía

Novelas escritas entre los años 1971 y1994 (Publicadas en castellano)


Cartero
Factotum
Mujeres
La senda del perdedor
Hollywood
Pulp

Libros de relatos comprendidos entre 1967 y 1990 (Editados en castellano)

Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones


La máquina de follar
Escritos de un viejo indecente
Se busca una mujer
Música de cañerías
Hijo de Satanás

Libros antológicos de textos y poemas autobiográficos

Shakespeare nunca lo hizo


Peleando a la contra
El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco

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bar la infamia. Entre algunos otros, Graves se
quedó sin su pasaje sobre Afrodita; pobre, fue el
Literatura de altos vuelos primero en sufrir el rapto. Y yo meta gotas, qué
descuido, y ahora la tarea inevitable de rellenar, no
volver al hurto y rescatar algo de la confusión que
“Acérquese, Carlos; mire a través de la ventana,
estará allá, donde la memoria."
ahí está su amor, despreocupándose de tanto daño
causado por usted; embelleciéndose el cuerpo al
permitir que ráfagas de viento alboroten sus telas.
Olvide ya las negativas, el crimen. Entienda que el
amor que su hija sintió hacia aquel hombre fue
mitad su voluntad y mitad el deseo de contrariarlo,
de regocijarse entre esa ilusión, de obtener lo car-
nal. Sus rayos no pueden abarcarlo todo, Carlos; y
esto es sólo la historia de la eternidad..."
Nota Aclaratoria: el escrito fue encontrado
lamentándose en el pavimento junto a La
Tempestad, de Juan Manuel de Prada. Estuvimos
días arrojando conjeturas inverosímiles hasta dar
con este otro, que aún sobrevive en la mesa de cier-
ta asociación.
"Veintidós de diciembre. Dedicado como estaba
al recuento de gotas, que iban abarcando a otras no
tan impacientes por conocer el final de la resbalada,
me fue imposible advertir el curioso proceso que
ocurría en los anaqueles. Sólo cuando ganó la últi-
ma impaciencia, descubrir que un libro extrae de
sus vecinos lo necesario para gran-volumen-y-
exquisitas-referencias. Sacudir la mirada y compro-

Frases que nos ayudan a seguir viviendo

"Cuando tenés una vida promiscua, tenés una vida estable"


(Nelo Curti, analista de estabilidades).

"A mí la universidad sí que me aporta algo... ¿no me va a aportar!: estoy haciendo


una hora por día de bicicleta"
(Sebastián Miras, estudiante pedaleador).

"He soñado que el Puncho tenía un libro en el lugar donde debería estar su híga-
do; pero a todos nos parecía bien,
porque cuando le apretábamos un botón él hacía: ¡ring, ring, ring!"
(Boris Garcés, trasladando al lenguaje su resaca).

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