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TEMA 8

Curso 2022-23

La inteligencia
1. ¿Qué es la inteligencia?

De entrada, podemos decir que la inteligencia es una capacidad mental que nos
permite razonar, comprender ideas complejas, adaptarnos al entorno, resolver problemas
de la vida cotidiana y aprender de la experiencia.
El término inteligencia proviene de dos vocablos latinos: inter y legere. Leer o escoger
entre varias cosas, se podría decir. El inteligente escoge la mejor alternativa entre varias
En general, en psicología se distinguen cuatro dimensiones de la inteligencia:
-La inteligencia como capacidad o competencia: el ser humano nace con unas
capacidades que debe desarrollar en un medio natural y sociocultural. La inteligencia es
fruto de la interacción de la herencia con el medio, de la naturaleza y la cultura.
-La inteligencia como procedimiento o estrategia. La conducta inteligente es también
una conducta estratégica, en el sentido de que observamos el mundo, pensamos,
resolvemos problemas y tomamos
decisiones
-La inteligencia como conocimiento.
Los procesos y las estrategias no
actúan en el vacío, sino que
necesitamos conocimientos. Es
necesario analizar, sintetizar y evaluar
la información recibida.
-La inteligencia como adaptación al
medio: su sentido es evidente, se trata
de la capacidad para ir manejándose
adecuadamente y de manera e caz en
el medio en el que se vive.

A nales del XIX, psicólogos como Francis Galton se plantearon el problema de por
qué los individuos diferían en inteligencia si es que efectivamente lo hacían. En su
opinión, la inteligencia se hereda en gran parte, aunque también concedía peso al
ambiente en el que el individuo vive.
Más adelante, otro autor, Louis Thurstone (1887-1955) defendió que la inteligencia
estaba formada por siete habilidades primarias: comprensión verbal, uidez verbal,
aptitud numérica, memoria, rapidez perceptiva, visualización espacial y razonamiento
inductivo. Otros autores han añadido más factores a tener en cuenta para determinar si
una persona es inteligente en mayor o menor grado.
Los psicólogos han elaborado diferentes test para medir la inteligencia. Quizá los
primeros fueron los de Alfred Binet (1857-1911), que desarrolló la llamada "escala de
Binet". Esta escala consistía en una serie de pruebas de di cultad creciente y agrupadas
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por distintos niveles de edad. Él pensaba que la aptitud mental aumentaba con la edad.
Posteriormente, estos test se fueron mejorando en la Universidad de Stanford y la versión
de la denominada "Escala de Inteligencia Stanford-Binet" medía cuatro tipos de
capacidades: la capacidad verbal, el razonamiento numérico, el razonamiento abstracto y
la memoria a corto plazo
Es importante decir que no hay un acuerdo generalizado con respecto a la medición
de la inteligencia. Es cierto que el uso de test ha permitido comprender muchas cosas
sobre la inteligencia humana y las diferencias individuales, pero han recibido también
fuertes críticas en las últimas
décadas.
Una de las críticas más
comunes es que las pruebas
se preocupan de un campo
pequeño del pensamiento
humano. Miden algunos
aspectos, pero la inteligencia,
se cree, es algo más complejo.
Aspectos como la creatividad,
por ejemplo, no estaban
incluidos en estos test
tradicionales. Por este
motivo, entre otros, se han ido
proponiendo teorías más actuales sobre la inteligencia que estudiamos a continuación.

2. Teorías actuales sobre la inteligencia.

A partir de 1960 los avances de la psicología cognitiva, las neurociencias y la


inteligencia arti cial han establecido nuevos marcos explicativos sobre la inteligencia. En
la actualidad, destacan tres perspectivas:

2.1. Teoría del procesamiento de la información

Robert Sternberg, profesor de la Universidad de Yale, de ne la inteligencia como la


actividad mental que nos sirve para adaptar o conformar entornos del mundo real
relevantes para nuestra vida. Sostiene también que la conducta inteligente depende de tres
aspectos
-La inteligencia componencial (analítica): se trata de la capacidad para dirigir
nuestros procesos mentales para analizar, evaluar ideas, resolver problemas y tomar
decisiones.
-La inteligencia experiencial: es la capacidad para afrontar tareas novedosas,
formular nuevas ideas y combinar experiencias para sacarles partido.
-La inteligencia contextual: implica la adaptación, selección o modi cación del
ambiente o del contexto en el que está una persona.

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2.2. La inteligencia emocional

Desde hace siglos se pensaba que la función de la inteligencia era conocer y resolver
problemas teóricos. La razón y el pensamiento se convirtieron en las facultades más
importantes. En ese sentido, el mundo de los afectos y de los sentimientos se dejó algo de
lado. El resultado fue, en muchas ocasiones, un ser humano escindido: la razón y la
pasión, la cabeza y el corazón…
Aunque antes ya había habido intentos de uni car las dos dimensiones, en los años
noventa del s. XX Daniel Goleman hizo avances signi cativos al respecto con su concepto
de «inteligencia emocional». Para él la inteligencia emocional es la forma de interactuar
con el mundo y engloba habilidades muy diversas como el control de los impulsos, la
motivación, la perseverancia y la empatía. Más en concreto, considera que existen cinco
habilidades básicas:
-Conciencia de uno mismo: se trata de
conocernos a nosotros mismos con las
virtudes, debilidades y emociones y de
darnos cuenta de lo que sentimos o
necesitamos para así dirigir mejor
nuestra vida.
-Autocontrol emocional: es la
habilidad de controlar las emociones e
impulsos para adecuarlos a un
objetivo.
-Automotivación: en este caso es la
capacidad de motivarse uno mismo para lograr nuestros objetivos. Se trata de saber
demorar la grati cación y sofocar la impulsividad, no rendirse a la ansiedad o el
derrotismo.
-Reconocer las emociones de los demás: la empatía es la capacidad de «ponernos en
el lugar de los demás». Las personas empáticas son capaces de escuchar a los otros y
entender sus problemas o necesidades.
-Establecer relaciones: es el talento para dirigir las relaciones con los demás, saber
persuadir e in uenciar en los demás. Las habilidades que conlleva son las base del
liderazgo y de la e ciencia interpersonales.

2. 3. Las inteligencias múltiples.

Una nueva concepción sobre la inteligencia fue la desarrollada por el psicólogo


Howard Gardner, de la Universidad de Harvard en los años ochenta del s. XX. Recibió el
nombre de la teoría de las inteligencias múltiples.
Gardner considera que la inteligencia es una amalgama de destrezas para crear,
aprender y resolver problemas. La mayoría de los individuos tienen diferentes tipos de
inteligencias, aunque el desarrollo de estas depende de la dotación de la interacción con el
entorno y de la cultura del momento. Según este autor, existen ocho tipos de inteligencia:
-Inteligencia lingüística: es la capacidad para usar palabras de manera efectiva, sea
de forma oral o por escrito.

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-Inteligencia lógico-matemática: es la habilidad para utilizar adecuadamente el


universo numérico. Esta inteligencia incluye la comprensión de esquemas y relaciones
lógicas y las abstracciones matemáticas. Utiliza procesos como la deducción, la
generalización, el cálculo, la formulación de hipótesis, etc.
-Inteligencia espacial: es la aptitud para percibir de forma correcta el mundo visual
espacial y ejecutar transformaciones sobre esas percepciones (algo necesario, por ejemplo,
para un ingeniero, arquitecto, artista o
decorador).
-Inteligencia musical: es la capacidad
de transformar, expresar, discriminar y
escuchar las formas musicales. Esta
inteligencia incluye la sensibilidad al
ritmo, al tono o a la melodía de una
pieza musical.
-Inteligencia corporal-cinestésica: es la
habilidad para usar el cuerpo en la
expresión de ideas y sentimientos.
Incluye habilidades de coordinación, destreza, equilibrio, exibilidad, fuerza y velocidad.
-Inteligencia intrapersonal: consiste en comprender los propios pensamientos,
sentimientos y emociones para guiar la propia conducta. Esta inteligencia supone tener
una imagen de sí mismo precisa, una conciencia adecuada de los propios estados de
ánimo, etc.
-Inteligencia interpersonal: es la habilidad de entender e interactuar bien con los
demás. Esta inteligencia incluye la sensibilidad a las expresiones faciales, la voz y los
gestos, la capacidad para discriminar diferentes clases de señales interpersonales y saber
responder de forma efectiva en la práctica.
-Inteligencia naturalista: es el talento para distinguir, clasi car y reconocer plantas,
animales y cualquier elemento del entorno natural.

Teniendo esto en cuenta, para Gardner las pruebas tradicionales sobre la inteligencia
solo miden una parte de la inteligencia, las habilidades lingüísticas y lógico-matemáticas y
espaciales. Sin embargo, no tienen en cuenta otras dimensiones de la inteligencias que
también son fundamentales, en su opinión.

3. El desarrollo de la inteligencia

Cuando se habla de este tema, la gura de referencia es el suizo Jean Piaget


(1896-1980). Su interés no era medir la inteligencia, sino explicar los mecanismos de su
funcionamiento. Su teoría del desarrollo de la inteligencia presupone la maduración del
organismo y la in uencia del medio social. Antes de presentar las etapas del desarrollo de
la inteligencia que Piaget propone, conviene presentar brevemente algunos conceptos
fundamentales:
-Esquemas: en cada etapa del desarrollo, la mente utiliza determinadas estructuras o
esquemas. Los esquemas son las categorías de conocimiento que nos ayudan a interpretar
y a entender el mundo. Por ejemplo, se podría decir que todos los bebés tienen esquemas
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de comportamiento que les llevan a succionar, a tocar y a chupar cualquier objeto que se
les acerque.
-Adaptación: según Piaget, la inteligencia es una adaptación al ambiente. Los
esquemas individuales se desarrollan gracias a la unión de procesos como la asimilación y
la acomodación. En el fondo, estos procesos suponen que la inteligencia va modi cando
sus esquemas para irse ajustando al medio ambiente.
-Organización: el pensamiento actúa como una totalidad organizada, se organiza
adaptándose a las cosas y a las situaciones.
-Estadios: Piaget dividió el desarrollo intelectual del individuo en diferentes etapas o
estadios. Este desarrollo se produce por la interacción de factores genéticos y ambientales
y sus estadios fundamentales son cuatro
a) Inteligencia sensorio-motriz (de 0 a 2 años): el niño conoce el medio físico y social
mediante el uso de sistemas sensoriales (la vista y el oído) y motrices (la mano y el hecho
de llevarse las cosas a la boca como base para explorar el mundo). En esta etapa, el recién
nacido solo posee actos
re ejos (succión, llanto).
Más tarde, los re ejos se
organizan en hábitos y la
percepción es
discriminatoria. En tercer
l u g a r, a p a r e c e l a
inteligencia sensorio-
motriz que permite al
niño manipular objetos.
b) Inteligencia
preoperativa (de 2 a 6 ó 7
años): aquí surge el
p e n s a m i e n t o
representativo. El niño puede usar palabras, imágenes y otros símbolos para referirse a
entidades de su entorno. La representación comienza con la imitación y el juego. Poco a
poco, va surgiendo el lenguaje, que le permite al niño reconstruir acciones pasadas y
anticipar el futuro mediante la representación verbal y el dialogo consigo mismo.
c) Operaciones concretas (de 7 a 11 años): el niño realiza operaciones con objetos que
percibe y manipula y aprende las nociones de cambio y de permanencia. Por ejemplo,
antes de esa edad el niño tiene di cultades para percatarse de que con la misma cantidad
de materia (de plastilina, por ejemplo), puede modelar objetos muy diferentes. Antes
pensaba que con cada objeto se había modi cado la materia y en cambio en esta fase
considera que la cantidad es la misma y la forma puede variar notablemente.
d) Operaciones formales (12 a 16 años): en esta fase los adolescentes logran
desprenderse de los objetos inmediatos para razonar sobre lo abstracto y lo posible. Ya no
basan sus pensamientos en las experiencias reales. Pueden utilizar constantemente
razonamientos condicionales, etc.

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4. Problemas sobre la inteligencia

El estudio de la inteligencia ha estado siempre envuelto en complejas polémicas.


Vamos a mencionar brevemente algunas de ellas.

4.1. La polémica herencia-ambiente

La inteligencia ¿se hereda o se debe a factores ambientales? Según los genetistas, el


cociente intelectual de una persona se mantiene estable durante la vida de una persona y
es hereditario en más de un 40% y en menos de un 80%. Además, consideran que el
entorno social no puede mejorar el cociente de una persona.
Por contra, los llamados ambientalistas consideran que la inteligencia no se hereda
como el color de ojos, sino que es producto de la interacción con el ambiente cultural.

4.2. La inteligencia animal

Si se considera la inteligencia como la capacidad para adaptarse a nuevas situaciones,


habría que decir que, en diferente grado, también está presente en algunos animales. Así,
por ejemplo, se considera que los chimpancés disponen de una inteligencia asociativa que
les capacita para aprender por ensayo y error y pueden utilizar instrumentos simples
como piedras y palos. En otras ocasiones, los chimpancés adultos quitan las hojas de
algunas ramas largas y nas y las introducen en los termiteros para que las termitas se
agarren a las ramas y así puedan convertirse en alimento del chimpancé. También pueden
aprender que una pieza de un determinado color y una forma concreta puede signi car
aceptación, mientras que otra de otro color y forma signi ca negación. Además, a
diferencia de la mayoría de los animales, los chimpancés se reconocen a sí mismos en el
espejo, con lo que se puede decir que tienen sentido de su propia identidad.
Estos hechos y otros muchos han llevado a discutir el grado de inteligencia animal y
también ha tenido consecuencias a la hora de determinar la conveniencia de ampliar sus
derechos, por ejemplo.

4.3. La inteligencia artificial

Como indicación sobre este punto, leeremos y trabajaremos algún artículo publicado
recientemente en la prensa española. También veremos algún vídeo para realizar un
cuestionario.

ARTICULO: Máquinas listas, pero sin sentido comú


Los ordenadores no aprenden como los humanos. En realidad, tan solo logran reconocer
patrones a partir de datos.
Por qué no debemos tener miedo de la inteligencia arti cial
Imaginen que tuviéramos una máquina para viajar en el tiempo y pudiéramos transportar a
Isaac Newton desde nales del siglo XVII hasta la actualidad. Le llevaríamos a un lugar que le
pudiera resultar familiar como, por ejemplo, la capilla del Trinity College en la Universidad de
Cambridge. Una vez allí se le mostraría un teléfono móvil de última generación. Newton, que
demostró que la luz blanca se descompone en diferentes colores al incidir un rayo de sol en un
prisma, sin duda se sorprendería de que un objeto tan pequeño produjera colores tan vivos en la
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oscuridad de la capilla. Después el móvil sonaría con una música que pudiera reconocer, como una
ópera de Händel. A continuación, le mostraríamos en la pantalla su obra Principia Mathematica y le
haríamos ver cómo usar dos dedos para ampliar el texto. Supongamos también que le
mostráramos cómo hacer fotos, grabar vídeos y sonido, hacer cálculos aritméticos con gran
velocidad y precisión, contar los pasos que andamos, guiarnos hacía nuestro destino y, por
supuesto, poder hablar con alguien a miles de kilómetros
¿Sería capaz Newton de dar una mínima explicación de cómo funciona ese dispositivo? A
pesar de que fue una de las mentes más brillantes de la historia, inventó el cálculo in nitesimal e
integral, explicó tanto la óptica como la gravedad y formuló las leyes del movimiento de los
cuerpos que revolucionaron la física, Newton sería incapaz de dar una explicación mínimamente
coherente. No podría distinguir ese dispositivo de la magia. ¿Qué más podría imaginar este padre
de la física de lo que puede hacer un dispositivo así? ¿Creería que puede funcionar
inde nidamente? Al n y al cabo, él vivió un siglo antes que Alessandro Volta, el inventor de la
pila eléctrica. ¿Creería también que ese dispositivo puede transformar plomo en oro? La química
en su época era la alquimia, así que posiblemente sí. Todos tendemos a no ver los límites de
aquello que nos parece mágico
Este es precisamente uno de los problemas que tenemos a la hora de imaginar las tecnologías
del futuro. Como dijo Arthur Clarke en los años sesenta: “Cualquier tecnología lo su cientemente
avanzada no puede distinguirse de la magia”. En inteligencia arti cial (IA) ocurre exactamente lo
mismo. Parece que su potencial no tiene límites, pero en realidad la IA permanece atascada desde
hace más de 50 años en una cuestión fundamental: ¿cómo dotar de sentido común a las máquinas?
Esta es una cuestión crucial si queremos lograr inteligencias arti ciales de tipo general
indistinguibles de la inteligencia humana. Hasta hoy, los investigadores en IA no vemos ningún
indicio que nos lleve a poder a rmar que este problema pueda ser resuelto
¿Cuál es la situación real de la IA? Centrémonos en los espectaculares resultados obtenidos
recientemente con lo que se conoce como deep learning (aprendizaje profundo), que han permitido
que un software llamado AlphaZero haya conseguido, después de jugar contra sí mismo durante
unas horas, aprender a jugar a Go y al ajedrez a unos niveles nunca antes alcanzados, superando
con creces a los mejores jugadores humanos y también a los mejores jugadores software (que en
ajedrez ya habían vencido hace tiempo a los mejores jugadores humanos). Pues bien, estos
sistemas de aprendizaje profundo son sumamente limitados ya que únicamente son capaces de
aprender a reconocer patrones analizando enormes cantidades de datos
No es exagerado a rmar que, de hecho, no aprenden realmente nada en el sentido humano
de lo que entendemos por aprender. Es decir que en realidad no saben nada nuevo después de
haber sido entrenados para adquirir una competencia. Prueba de ello es lo que se conoce como
“olvido catastró co”, que signi ca que los sistemas de aprendizaje profundo pierden todo lo
aprendido a partir del instante en que se les enseña a algo nuevo
Por ejemplo, si después de haber “aprendido” a jugar a Go entrenamos a un sistema de
aprendizaje profundo a diferenciar entre gatos y perros mostrándole millones de imágenes de
ambos, aprenderá perfectamente a distinguirlos pero será incapaz de volver a jugar a Go. Habría
que volver a entrenarlo para que de nuevo “aprendiera a jugar a Go” y esto provocaría que a
continuación sería incapaz de distinguir los gatos de los perros
El excesivo antropomor smo creo que es el motivo por el que la sociedad tiene en gran
medida una percepción errónea de lo que es la IA. Cuando nos informan de logros espectaculares
de una IA especí ca en una competencia concreta, como el caso de AlphaZero, tendemos a
generalizar y atribuimos a la IA la capacidad de hacer prácticamente cualquier cosa que hacemos
los seres humanos y hacerlo mucho mejor. En otras palabras, creemos que la IA no tiene límites
cuando de hecho es extremadamente limitada y, lo que es más importante, no tiene casi nada que
ver con la inteligencia humana
Es cierto que la inteligencia humana es el referente principal de cara a alcanzar el objetivo
último de la IA, es decir, una IA fuerte y general. Pero en mi opinión, por muy so sticada que
llegue a ser la IA siempre será distinta de la humana, ya que el desarrollo mental que requiere toda
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inteligencia compleja depende de las interacciones con el entorno y estas interacciones dependen a
su vez del cuerpo, en particular del sistema perceptivo y del sistema motor. Esto, sumado al hecho
de que las máquinas muy probablemente no seguirán procesos de socialización y culturización,
incide todavía más en que, por muy so sticadas que lleguen a ser, las máquinas tendrán una
inteligencia distinta a la nuestra
El hecho de ser inteligencias ajenas a la humana, y por lo tanto ajenas a los valores y
necesidades humanas, nos debería hacer re exionar sobre posibles limitaciones éticas en el
desarrollo de la IA. En particular, ninguna máquina debería tomar nunca decisiones de forma
completamente autónoma ni dar consejos que requieran, entre otras cosas, de la sabiduría
(producto de experiencias humanas) o de valores humanos
El peligro de la IA no es la singularidad tecnológica por la existencia de unas futuras
hipotéticas súper inteligencias arti ciales. No, los verdaderos peligros ya están aquí y tienen que
ver con la privacidad (vigilancia y control masivo de la ciudadanía); con la autonomía de los
sistemas de IA (armas autónomas, high frequency trading en los mercados bursátiles); con la
excesiva con anza acerca de sus capacidades (substitución de personas por máquinas en
prácticamente cualquier puesto de trabajo); con el sesgo de los algoritmos de aprendizaje y las
consiguientes decisiones erróneas que ello supone; con la incapacidad de rendir cuentas cuando la
decisión es errónea; y con la imposibilidad para explicar esas decisiones en un lenguaje
comprensible para las personas
A pesar de sus limitaciones, creo que la IA tiene un extraordinario potencial para bene ciar a
la sociedad siempre y cuando hagamos un uso adecuado y prudente. Es necesario aumentar la
conciencia sobre los límites de la IA, así como actuar de forma colectiva para garantizar que se
utilice en bene cio del bien común con seguridad, abilidad y responsabilidad
Ramón López de Mántaras es director del Instituto de Investigación en Inteligencia Arti cial
del CSIC.

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