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LA ANGUSTIA EN EL AUTISMO

Una alerta para no caer en el agujero negro

Por: Marlon Cortés1

“@AnonimoAutista: Tu corazón palpita. No rápido, sino fuerte.


Cada martillazo en el pecho sube hasta la frente.
Una fina capa de sudor frío recorre tu vientre.
Alguien te habla. Gritas. Sabes que has hecho mal, te sientes peor.
“Diez segundos de ansiedad en primera persona”.
#soyAutista.
(Tweet del 22 de diciembre de 2018)

1. Introducción sobre la ansiedad y la angusta.

Para hablar sobre la angustia en el autismo, primero es necesario estar advertidos de que en
la historia de la psiquiatría, entre angustia y ansiedad se ha manejado una cierta sinonimia,
aunque la palabra más usada es “ansiedad”. En el DSM V la palabra “angustia” es usada 5
veces cuando describen el trastorno del espectro del autismo (“gran angustria frente a
cambios pequeños”), el trastorno del estrés postraumático (“recuerdos/sueños/pensamientos
angustiosos permanentes”), el trastorno del estrés agudo (“recuerdos / sueños /
pensamientos / sentimientos angustiosos”), y finalmente los problemas relacionados con
otras circunstancias psicosociales, personales o ambientales (“experiencias angustiantes”).
En cambio, la palabra ansiedad es usada unas 300 veces aproximadamente. Si nos
quedáramos en la literalidad del asunto, la angustia en el autismo solo aparece “frente a
cambios pequeños”, y entonces plantear eso como cierto haría pensar que el fin de este
texto ya llegó. La falta de precisión en el uso de estas dos palabras, hace que podamos abrir
la reflexión, comenzando con lo que para el DSM V es la ansiedad:
“La ansiedad se define como la presencia de dos o más de los síntomas siguientes (…):
1. Se siente nervioso o tenso.
2. Se siente inhabitualmente inquieto.
3. Dificultad para concentrarse debido a las preocupaciones.
4. Miedo a que pueda suceder algo terrible.
5. El individuo siente que podría perder el control de sí mismo”. (p. 119)

1
Docente de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia. Candidato a doctor en la Facultad de
Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Magister en Ciencias Sociales de la
Universidad de Antioquia. Psicoanalista, asociado a la NEL-Medellín. Miembro del equipo clínico de la
Corporación Ser Especial.
Está bien delimitado lo que es la ansiedad. Buscamos la definición de angustia, y, qué
complejo, no se encuentra. Lo que hace que sigamos sospechando que efectivamente esa tal
sinonimia entre los dos términos sí existe. Decidimos, entonces, salirnos del DSM V, para
ir a otros textos. Cuando algún autor define la angustia con el objetivo de diferenciarla de la
ansiedad, lo que hace es ubicarla en el predominio de los síntomas físicos (parálisis,
sobrecogimiento), mientras que la ansiedad la ubican en los síntomas psíquicos (sensación
de ahogo, peligro inminente, reacción de sobresalto) (Sierra, Ortega y Zubeidat, 2003). De
fondo, hay una comprensión muy singular de lo que es un ser humano, en tanto que dividen
lo físico de lo psíquico. Por otro lado, diversas historias de la psiquiatría dan cuenta de que
el término Angst, utilizado por Freud, fue traducido por Anxiety al inglés. Asunto que, en
vez de diferenciar estas palabras, las iguala. Ante tal panorama conceptual tan árido, en este
texto proponemos un asunto más vital: partir del testimonio de los propios autistas.
Construir un saber a partir de lo que se dice “en primera persona”. Por eso tomaremos lo
que en las redes sociales, una persona en particular (@AnonimoAutista)2, dice de su
ansiedad, y lo triangularemos con otros autistas que nos han permitido conocer de viva voz
su experiencia con la ansiedad. Y luego, lo que se puede extraer de ahí, lo pondremos a
dialogar con lo que el psicoanálisis lacaniano propone en el trabajo analítico con cualquier
sujeto, es decir, el trabajo de favorecer su singularidad.

2. Testimonio en primera persona.


Es importante, para empezar, hacer una aclaración en relación con la perspectiva
psicoanalítica (lacaniana) en relación con el autismo: no hay dos autistas iguales. Es la
misma postura de Temple Grandin (sin ser psicoanalista) en el libro “El cerebro autista”.
De ahí que las generalizaciones tienen un objetivo pedagógico, pero es necesario tener claro
que en ningún momento es posible decir: “todo autista es…”. Del mismo modo como
tampoco es posible decir: “toda persona es…”. Los testimonios que usaremos a lo largo de
este texto tienen como propósito que la reflexión que hagamos, tenga un piso en la
experiencia, en el testimonio.
Para empezar, un gráfico-síntesis de lo que aparece como ansiedad en las palabras de
@AnonimoAutista:

2
La fuente principal del trabajo es su canal de youtube
(https://www.youtube.com/channel/UCTnhR7_FCm0bcCwSJQCQiNw) en el cual sube videos con un objetivo
pedagógico. Complementaremos el testimonio con sus trinos en twiter. El texto que aquí presentamos fue
leído previamente por él.
Gráfico 1. El campo de la ansiedad.

Está el círculo más grande que es el de la ansiedad. En el centro, remarcado, está lo que
pareciera ser la causa de la ansiedad: no poderlo controlar todo. Y los círculos de alrededor,
muestran los modos en que se podrían nombrar las situaciones de ansiedad; las siguientes:
- Ciego sin bastón en lo social: De este modo es que nombra las distintas situaciones
en las cuales le es difícil relacionarse con quienes lo rodean. Dice en uno de sus
trinos:

“@AnonimoAutista: Hoy al salir de la estación de tren, he evitado las escaleras mecánicas.


Pero no es por salud, es sencillamente porque en la escalera mecánica hay una persona por
escalón. Mientras que en las normales, tengo todos los escalones para mí solo.
#soyAutista.” (8 de octubre de 2018)

La ansiedad aparece en este signo clásico del autismo: la presencia de algunas


personas, usualmente extraños, o cercanos que por sus actitudes se presentan como
tales. ¿Por qué la ansiedad aparece por el extraño? Una hipótesis, sosteniendo la
coherencia del gráfico: porque el extraño está en una zona (en una posición de
exterioridad) que no es posible controlar, que no es posible planear, que no es
posible usar.

- Sobresaturación de información:
“@AnonimoAutista: También me ha dicho (mi pareja) que me acueste pronto para que no
vuelva a pasarme.
Porque ella sabe que esta sobrecarga de información me ocurre cuando he hecho muchas
cosas en un día o cuando he descansado poco” (26 de agosto de 2018)

Un mar de imágenes, a veces caóticas, suelen estar en la cabeza de algunos autistas.


O por el exceso de tareas durante el día, o por la ausencia de ellas. Lo cierto es que
es común escuchar en los autistas que los pensamientos no paran de suceder,
incluso, a veces, en el momento del sueño. Lo que se convierte, entonces, en un
ruido sin fin que satura el cerebro.

- Planificar todo:

“@AnonimoAutista: He creado un recurso en Drive con todos los apuntes y libros


escaneados que he recogido durante todo el verano.
Lo que me ha sorprendido es que nadie hiciera nada durante el verano. ¡Qué bien vive la
gente!” (24 de septiembre de 2018)

Este aspecto es el que más cerca está del núcleo del asunto, en tanto que es la
expresión explícita de la imperiosa necesidad de controlar casi todo aspecto de sus
vidas por medio de la planificación, con la intención, claro está, de que todo salga
tal cual se tiene planeado. El asunto es que si existe este imperativo es precisamente
porque la tendencia cuasinatural es el desorden, la no continuidad. Más adelante
profundizaremos este asunto.

- Hipersensibilidad:

“@AnonimoAutista: Hoy me he levantado pronto para estudiar, y me he encontrado un día


nublado.
Mis favoritos.
Porque puedo subir la persiana y apagar la luz de mi habitación, sin que me moleste la luz
natural.
#soyAutista”. (28 de octubre de 2018)

La luz, el ruido y el contacto con otras personas suelen ser elementos con los cuales
se tiene una cierta hipersensibilidad, a partir de la cual se puede despertar una
ansiedad que los lleve a refugiarse al lugar que para ellos sea tranquilo, o, tal y
como hace @AnonimoAutista, a modificar el espacio en el que se está para que la
luz, el ruido o el contacto, no les moleste.

- Obsesiones:
“@AnonimoAutista: En primaria estuve una temporada coloreando los dibujos de negro.
Mi profesora, harta de esto, rompió mi dibujo delante de mí.
Hoy es el día que entiendo la importancia de formar a los docentes en Necesidades
Educativas Especiales.
Y la primera de ellas: el cariño” (16 de diciembre de 2018)

El tweet citado, evidentemente, tiene un propósito educativo, pero en la base hay


una actitud obsesiva que es característica de muchos autistas, y que se hace evidente
en el hecho de que haya pasado una temporada (no se sabe cuánto tiempo)
coloreando los dibujos de negro, pero sobre todo en la respuesta de la profesora;
ella, dice él, está harta de que los dibujos sean así, y rompe el dibujo delante del
niño. “Harta” es la palabra que más nos indica el efecto de los dibujos negros sobre
el cuerpo de la profesora; en esa profesora hay angustia. No soporta eso que se
repite tan insistentemente, e intenta detenerlo con un acto agresivo. La angustia
como causa del acto agresivo no es un asunto exclusivo de los autistas. De hecho,
paralelo al acto agresivo de la profesora, está la patologización como agresión. El
nombre de “obsesivo” a cualquiera de los hábitos autistas es puesto por quienes no
tenemos el autismo, y además creemos que no tenemos obsesiones, supuestamente,
porque somos normales. La verdad es que las obsesiones de los “normales” quedan
invisibilizadas, sobre todo, en el asunto de que suelen ser actividades que
representan dinero. Incluso en el autismo, la obsesión se convierte en algo valioso
cuando produce dinero, y entonces deja de ser patologizada, y entonces ya no se le
llama “obsesión”, sino “determinación para cumplir sus sueños”. En el autismo, la
obsesión se articula a la ansiedad en dos direcciones: una, cuando no es posible
hacer lo que obsesiona; y dos, cuando se realiza lo que obsesiona, y que, en el decir
de @AnonimoAutista, “se convierte en algo adictivo”3. De este modo es que es
posible comenzar a decir que la ansiedad se convierte en un asunto particularmente
característico de la condición autista, pues aparece por la realización, o no, del acto
obsesivo.

- Dificultades para hablar:


“@AnonimoAutista: Con lo charlatán que soy, a veces tengo episodios de mutismo. Ahora
mismo, bajando del tren, un hombre se dejaba su móvil en el asiento.
He sido incapaz de articular palabra, lo he cogido, he tocado su hombro y se lo he dado.
Lo ha agradecido tocando mi hombro ”. (23 de noviembre de 2018)

Mutismo selectivo, lo llaman. Es decir que tienen situaciones en las cuales no


pueden hablar. No es que no quieran hablar, sino que no pueden hablar. No les salen
las palabras en ciertas situaciones, o frente a ciertas personas. Podríamos hipotetizar
que mientras más angustia, a veces aparece más mutismo. Decimos “a veces”, pues
algunos usos (repetitivos la mayoría de las veces) de la palabra en el autismo,
también puede ser signo de angustia.
Hasta aquí un primer acercamiento a la ansiedad (angustia) a partir del testimonio de un
sujeto en particular. En el centro, la imposibilidad de controlarlo todo, hace que la vida del
autista tenga unos rasgos de angustia bien particulares.

3
En el video de @AnonimoAutista, titulado “Obsesiones en el autismo: arma de doble filo”, él hace esta
articulación. Dice que seguir la obsesión, lo vuelve adicto a la misma. Y si adicto, entonces aparece la
ansiedad, por el deseo fuerte de repetirla, y a la vez por el miedo de que de pronto no pueda repetirse.
Video disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=T65qMJWKYSM. Fecha de descarga: 17 de
diciembre de 2018.
3. Diálogo entre el testimonio y la teoría.
En la labor de construir un saber con cierta rigurosidad, es importante dialogar con la
teoría, o construirla si el trabajo que se hace es investigativo. En este caso, vamos a hacer
una articulación entre los testimonios y parte de lo que el psicoanálisis lacaniano ha dicho
con respecto al autismo.
3.1.La angustia en Donna Williams por la ausencia de borde.
Antes de seguir con el análisis del testimonio de @AnonimoAutista, permítasenos dar un
rodeo por otro gran testimonio, el de Donna Williams, pues éste nos hace un puente hacia el
concepto de borde que es el central para pensar el autismo desde el psicoanálisis lacaniano.
Ella utiliza una expresión, en su libro “Alguien en algún lugar”, que nos sirve para el
objetivo de este apartado; dicha expresión es “agujero negro”. (2012, p. 88).
¿Cuál es el contexto de esta expresión? Donna está en el trabajo terapéutico con el doctor
Marek. Con él, renunció a Carol y a Willie, que fueron dos personajes que la sostuvieron
por mucho tiempo. Dice:
“Al haber renunciado a Carol y a Willie, todo lo que quedaba eran cosas, un mundo de objetos. Ése
era el mundo por el que yo había empezado. Era el lugar que existía antes de la creación de aquellos
personajes. Yo era como una niña encarnada. Había crecido en la dirección equivocada. Así, en vez
de seguir adelante, antes debía retroceder hasta mis inicios. (…). Caí en picado: mi percepción se
vino abajo y me sentí dentro de un agujero negro”. (p. 88)

La imagen que nos presenta Donna es algo así: Carol y Willie están en un borde (hacen un
borde) y no dejan caer a Donna al fondo del agujero negro. Donna puede estar por fuera del
borde que representan Carol y Willie:
Gráfico 2. Carol y Willie como bordes para Donna Williams

Sin Carol y Willie, Donna cae y queda dentro de un agujero negro.

Gráfico 3. Donna Williams sin bordes.

La autora nos pone en la situación gráfica con la cual el psicoanálisis lacaniano entiende el
autismo a partir de la noción de borde. Con el borde, el autista construye su vida, su mundo.
Y lo hace con alguna de estas tres formas: o un objeto (el llamado objeto autista), o una
persona (que usualmente está en función de doble), o un interés específico (que finalmente
se puede convertir en una experticia). O la combinación de dos elementos, o de los tres
(Maleval, 2014). La función del borde, en términos de Donna Williams es sostenerla para
no entrar al agujero negro (también lo llama la nada negra) que representa un estado de
vida sin el orden que usualmente le da el lenguaje a la vida humana.
Pensemos esto un poco.
Cuando el psicoanálisis lacaniano habla de cómo se constituye un sujeto, hay un punto
clave que es el ingreso al mundo de los significantes, al mundo simbólico, al mundo en el
cual una ausencia puede representarse con palabras. Es el punto del fort-da freudiano. Se
sabe que un niño ingresa al mundo simbólico cuando soporta la angustia de la separación,
cuando las palabras pueden ser un modo de presencia, cuando el juguete puede estar en
lugar de la persona que le ayuda a dormirse, cuando se sabe con un lugar en la familia, etc.
Esto significa que el ingreso al mundo simbólico ayuda en el tratamiento que los sujetos
hacemos de la angustia. El lenguaje es la primera defensa con respecto a la angustia. Hace
falta simbolizar para saber que la separación con respecto a cualquier objeto que da
satisfacción, no implica la muerte. Un signo de que un niño está entrando en el mundo
simbólico de manera significativa es cuando es capaz de dormir solo, soportando así la
ausencia temporal de sus seres queridos. Y un signo de que un niño está teniendo
dificultades en este proceso, es cuando no se puede separar de un objeto en particular, que
es lo que llaman el objeto autista. Este niño no percibe la separación entre el yo y el objeto,
y entonces separarlo de él hace aparecer el mayor de los dolores que es una angustia casi de
muerte, y por eso fácilmente, como consecuencia de dicha separación, viene la agresión o
la autoagresión.

Todo este ingreso al mundo simbólico no se vive siempre de la misma manera; cada quien
recorre este camino de una manera singular, pero para todos implica una cierta renuncia.
Expliquemos esto con un ejemplo: Cuando un niño nomina (le da nombre) a un ser querido,
ahí hay un acto de simbolización, y por ende, un orden que implica consentir (aceptar), por
lo menos en parte, algo de la cultura que le preexiste. Llamarle pa a su padre es un signo de
ingreso al mundo simbólico, al mundo que le preexiste; y con Lacan lo que se dice es que
dicho ingreso es una cierta pérdida, en tanto que es algo que él construye, pero no en el
supuesto libre albedrío, sino como una cierta determinación que el entorno le impone. De
ahí que en el psicoanálisis lacaniano se hable de que el encuentro del sujeto con el lenguaje
tiene el estatuto de trauma, en el sentido en el que dicho encuentro le da a uno un cierto
segundo nacimiento, y nos marca de por vida con una pérdida.

Desde este marco teórico, el autismo lo podemos entender como un modo en el cual hay
consentimiento para el ingreso en el lenguaje (como casi todo mundo), pero con una
construcción de convenciones bien singular. En otras palabras: el autista tiene lenguaje,
pero no usa la simbología estándar de la cultura en la que nace. Hay dos niveles en el
ingreso al mundo simbólico: uno, para todos, que es el del ingreso al lenguaje; y otro, que
es el ingreso a una cultura en particular, y consecuentemente con esto, a unas convenciones
grupales particulares. El autista pasa el primer nivel, pero no pasa del todo por el uso de
ciertas convenciones grupales, sino que construye una manera singular de estar en el
mundo. Y esto, en términos psicoanalíticos es: el autista construye un borde singular. Para
Donna Williams, Carol y Willie no son unos simples personajes; en algún momento, llegan
a ser SU VIDA, y entonces se podría pensar que tienen su función de un cierto doble, que
es una de las formas del borde autista. Dice de ellos: “Carol y Willie eran mi familia
interior más real, los personajes que yo había creado y a través de quienes había vivido dos
tercios de mis pasados veinticinco años” (Williams, 2012, p. 17) Ellos no son fantasía, tal y
como podría leerse desde la lógica estándar de la cultura; ellos son lo más real que tiene
Donna. Y si es verdad que en algún momento ella abandona a Carol y a Willie, lo cierto es
que por mucho tiempo fueron absolutamente imprescindibles para sostenerse en la vida y
no caer en ese agujero negro que no es otra cosa sino la angustia absoluta de vivir sin los
bordes que nos sostienen vivos en un cierto orden que le da dirección a la vida. Porque lo
cierto es que la lógica estándar también tiene bordes: la familia, el dinero, el éxito social,
etc. Los bordes son lo que sostienen una vida en una cierta dirección. Para Donna, por
mucho tiempo, Carol y Willie estuvieron cumpliendo esta función; para otro culturalmente
estandarizado, el lujo que da el dinero puede ser su borde sin el cual cae a una nada negra
sin sentido, absolutamente angustiante. En el autista se ve con mucha más claridad la
construcción de su borde como un asunto estrictamente singular. El resto de mortales
también construimos esta singularidad, pero queda usualmente escondida en los
convencionalismos colectivos en relación a lo que le da dirección a la vida.
Para finalizar este apartado, concluyamos con dos frases:
- El borde es la construcción singular del sujeto para darle consistencia a la vida.
- Sin borde, caemos al agujero negro, que es una representación simbólica de la nada
y el sin sentido.

3.2.La angustia como defensa del borde.


Con @AnonimoAutista, la hipótesis es: si no hay control, hay angustia. Y con la reflexión
sobre cómo se constituye un sujeto en relación con el lenguaje en el punto anterior (3.1.), la
hipótesis se completa de la siguiente forma: si no hay borde, hay angustia. De ahí que sea
importante identificar este asunto en sus trinos:
- Comencemos con la más simple: la hipersensibilidad a la luz natural4. Lo
estandarizado de la cultura es que la luz del sol es valiosa. De ahí que muchas
personas salgan a la calle a caminar cuando hay sol, van al mar cuando hay sol, van
a piscina cuando hay sol, abren las ventanas de la casa cuando hay sol, etc. Es una
convención social articular el sol a un asunto valioso, alegre, llamativo, etc. Una
minoría, por la causa que sea, contrario a la convención social, asocia la oscuridad a
algo valioso, agradable, positivo. Que quede claro que la minoría de la que
hablamos no es “todos los autistas”. Hay autistas para los cuales la luz también es
algo valioso. Temple Grandin, por ejemplo, no tiene problema con la luz; es el ruido
lo que la angustia. Dice en su libro “El cerebro autista”:
“¡Sabe el lector lo que odio? El ruido del secador de manos de los aseos públicos. (…) La
alarma que salta cuando alguien sin querer abre una puerta de seguridad. (…) Soy sensible a
los sonidos. Los sonidos fuertes, los sonidos repentinos. Peor aún, los sonidos fuertes y
repentinos que no espero. Y lo peor de todo, los sonidos fuertes y repentinos que sí espero
pero no puedo conrtolar” (2014, p. 101)

Esta diversidad sensorial llama la atención de los científicos porque se sale del
estándar cultural, y puede traer, a veces, el rompimiento de la supuesta armonía que
trae la supuesta normalidad. Y entonces la mayoría de los científicos se dedican a
transformar lo anormal en normal. Lo que trae como consecuencia que el autista
todo el tiempo esté luchando para que su “convención singular”, su borde, no sea
borrado. Los científicos se preguntan: ¿cómo quitar la hipersensibilidad a la luz?;
que, en otras palabras, no es otra cosa sino preguntarse por cómo normalizar. ¿Y
qué tal si mantenemos las cortinas abajo y la luz bajita? O lo que es igual: ¿qué tal si
modificamos algo del entorno para hacer del mismo un lugar que aloja a todos? Tal
vez disminuyamos la angustia del autista. “Ah, ¿es que el objetivo es disminuir la
angustia del autista?”, podrá preguntar alguien. La respuesta es simple y

4
Para pensar las relaciones entre el autismo y las alteraciones sensoriales, ver “Nuevas evidencias sobre
alteraciones tácticas y sensoriales en el autismo”, en: https://autismodiario.org/2016/07/12/nuevas-
evidencias-alteraciones-tactiles-sensoriales-autismo/. Y, “La jungla sensorial”, de Amalia Infante, en:
https://www.facebook.com/pg/maternidad.atipica/posts/?ref=page_internal.
contundente: El objetivo es disminuir la angustia de todas las personas, haciendo de
este mundo un lugar donde todos podamos estar.
- Una obsesión es cuando un sujeto cualquiera le da un alto valor a un objeto o a una
actividad. Tan alto, que casi todo el tiempo tiene que estar presente. La expresión
“tiene que” es la que indica el grado de ansiedad sobre ese objeto o esa actividad. El
asunto es que eso que obsesiona hace parte de lo que estamos llamando borde en el
autista. Es decir, es lo que lo sostiene en esta vida, y no lo deja, en el decir de
Donna Williams, quedar atrapado en el agujero negro de su existencia. ¿Por qué
angustian las obsesiones? Pensemos en que hay sujetos (autistas) con bordes poco
elaborados, y con bordes muy elaborados. En la infancia, por ejemplo, puede
aparecer una obsesión por un insecto, pero luego eso se puede complejizar para
convertirse en una experticia que podría ser un saber sobre la biología. Hay bordes
simples y bordes complejos. En el ejemplo, llamamos borde simple al interés por un
insecto, y borde complejo a una experticia que ya es un saber sobre la biología
como disciplina académica. A pesar de este ejemplo, es necesario aclarar que la
expresión “borde simple” no es ubicado solamente en la infancia, al igual que
“borde complejo” no lo es en la adultez. Cuando el borde es simple, hace que todo
el quantum de energía afectiva se dirija hacia ella; y entonces la obsesión es potente.
Tanto, que si se la coartan, podría llegar a la cólera, que se puede manifestar como
agresión o autoagresión5. El sujeto, entonces, golpea, o se golpea.
@AnonimoAutista no nos cuenta, pero en la situación en la que la profesora le
rompe el dibujo coloreado de negro, muy posiblemente, el afecto que apareció fue
de angustia, o, en sus palabras, ansiedad. Y, tal vez también, la cólera.
- En relación al lazo social, en el autismo es muy claro el borde. Lo conforman las
personas evidente y radicalmente significativas. Y por fuera del borde, el resto. Con
quienes lo conforman, el vínculo es muy fuerte (amistad, matrimonio, colegaje); el
resto es, o invisible, o alguien de quien hay que cuidarse para que no rompa los
otros elementos del borde. Es el caso, creemos, de @AnonimoAutista, en la
estación de tren; evita las escaleras mecánicas para que no se dé la proximidad con
alguien. En líneas generales, con cualquier persona que rodea al autista puede
aparecer la angustia, pero aumenta la posibilidad de que ello suceda, en tanto que se
ubiquen, actitudinalmente, lejos del borde. Puede ser su gran amigo de toda la vida,
pero si en alguna situación, dicho amigo se ubica como un extraño (es decir, como
alguien que no reconoce sus bordes), entonces, en esa situación, despierta angustia.
Y, el caso contrario: puede ser un extraño, pero si actúa conforme a su borde,
entonces la angustia no aparece. Ejemplifiquemos este asunto con dos trinos:
@AnonimoAutista: “Mis padres no tenían nada de información sobre autismo.
Cuando me enfadaba, mi padre notó que seguir la discusión no funcionaba.
Si me respondían nerviosos, me ponía más nervioso.
Así que me daba un abrazo.

5
Separamos la cólera del acto agresivo, dándole a la primera un matiz de indignidad por un acto agresivo de
parte de quien lo rodea.
Lo bonito es que a día de hoy, si me enfado, me abraza. ” (12 de diciembre de 2018)

Y otro, de @bbyangel_xx:
“Mi madre sigue sin entender que no me gusta que me toquen y me toca todos los días las
manos y tampoco me gusta que me vean fijamene porque me tensa.
Lo sigue haciendo, todos y cada uno de los días de mi vida” (28 de julio de 2018).

Con esto llegamos a un punto clave en la articulación entre angustia y autismo: una
de las situaciones más usuales en las que aparece la angustia, es cuando el entorno
no soporta ese “fuera de la convención grupal”, y se dedica todo el tiempo a
entrenar a los niños para que encajen. Usamos la palabra “entrenar” porque es la que
se usa en el lenguaje científico cuando hablan de tratamientos en los cuales se tiene
como objetivo “modificar la conducta del enfermo”. Ya en otro texto nos hemos
referido a la terapia ABA6. Subrayemos en esta oportunidad su carácter angustiante.
Esta terapia, basada en Skinner, busca, y usualmente consigue, modificar la
conducta de quien se someta a ella, con la técnica de premios y castigos. Si la
persona hace lo que el terapeuta le indica, obtiene un premio (refuerzo positivo), y
si no lo hace, obtiene un castigo (refuerzo negativo). Esto es necesario hacerlo por
lo menos 40 horas a la semana. Lo que significa que a un niño que no mira a los
ojos, se le trabaje esta conducta por las semanas que sea necesario hasta conseguir el
objetivo que no es otro sino que sea capaz de mirar a los ojos. Recordemos a
@bbyangel_xx, que muy posiblemente tiene a una familia que cree en la
modificación de la conducta por medio de la repetición. Todos los días, todo el
tiempo, su madre la mira fijamente. La respuesta de @bbyangel_x, a partir del trino,
es que se pone tensa, asumiendo su literalidad. Pero es necesario leer la última frase
para captar lo denso de la angustia que esto le genera: “Lo sigue haciendo, todos y
cada uno de los días de mi vida”. Hay una cierta sin salida en su experiencia. Una
invasión imposible de detener. Y lo que queda, entonces, es mucha tristeza, de
nosotros que leemos el trino, pero sobre todo de ella. La convención dice que una
madre y una hija se abrazan y se miran a los ojos. El autismo está por fuera de la
convención, y por eso es necesario que los adultos que rodean al niño se inventen
convenciones singulares no estandarizadas, pero que también hablen de amor.
En esta reflexión sobre el ABA llama la atención un asunto: no hemos encontrado
testimonios en primera persona que hablen de las bondades de esta terapia. Los hay
de madres, padres, educadores y terapeutas, pero no de autistas que hayan pasado
por esta terapia. Esto nos llama la atención porque evidentemente es una terapia que
se pone del lado del terapeuta, pero no sabemos si también del lado de la persona
autista. Y decimos “no sabemos”, porque seguimos en la búsqueda de dicho

6
Cortés, M. (2018). Autismo, ¿patología o posición subjetiva?, en: ¿Cómo responden a la pérdida y a la
prohibición los niños y adolescentes hoy? De la posición desafiante a la condición patológica. Medellín.
Editorial Corporación Ser Especial, p. 221-242.
testimonio en primera persona. Por ahora, con lo que nos hemos encontrado es con
que la terapia ABA, fundamentalmente, sirve para calmar la angustia de los adultos
por tener a un hijo, alumno o paciente por fuera de las convenciones sociales. Pero
esta disminución de la angustia del lado de los adultos, pareciera ser directamente
proporcional a su aumento en las personas autistas. Y de esto, no solo da cuenta el
psicoanálisis. Henny Kupferstein (2018), tiene un texto con el tono de la evidencia
científica que demuestra que el 46% de las personas que pasan por la terapia ABA,
terminan con un diagnóstico de estrés postraumático. Título del artículo, publicado
en www.researchgate.net: “Evidence of increased PTSD symptoms in autistics
exposed to applied behavior analysis”7. Dice, literalmente: “If ABA intervention
persists, there will tend to be an increase in parent satisfaction despite no decrease in
PTSS severity.”8 Disminución de angustia en los padres, significa un aumento de la
misma en los autistas.

Las articulaciones entre angustia y autismo tienen muchas aristas. El presente texto tomó un
camino en particular a partir de testimonios en primera persona. A manera de síntesis, la
hipótesis fundamental fue la siguiente: la angustia aparece cuando el sujeto (autista o no) ve
amenazado sus bordes más estructurales, los que más lo definen. Quedan por fuera otros
asuntos que muy posiblemente sean motivo para otros textos:

¿Las amenazas al borde pueden venir del sujeto mismo?


¿Qué es, en términos psicoanaliticos, el agujero negro al que hace referencia Donna
Williams?
A partir de la noción de borde, ¿hay alguna diferencia entre autistas y no autistas?
¿Cuál es la materia prima en la construcción de los bordes?
¿Qué consecuencias trae para la comprensión del autismo el nombrar como cólera al afecto
que aparece cuando alguien desconoce sus bordes?

Por último, un agradecimiento a @AnonimoAutista y a @bbyangel_x, quienes con sus


trinos casi diarios, nos ayudan a comprender que los autistas no están en otro mundo, sino
que están en el único mundo que hay, el de todos.

7 Evidencia de aumento de los síntomas de TEPT (trastorno de estrés postraumático) en autistas expuestos
a análisis de comportamiento aplicado (ABA). (Traducción no autorizada)
8
Si la intervención ABA persiste, tenderá a haber un aumento en la satisfacción de los padres a pesar de que
no haya una disminución en la severidad del PTSS (síntoma de estrés postraumático). (Traducción no
autorizada)
BIBLIOGRAFÍA

American Psychiatric Association., Kupfer, D. J., Regier, D. A., Arango López, C., Ayuso-
Mateos, J. L., Vieta Pascual, E., & Bagney Lifante, A. (2014). DSM-5: Manual diagnóstico
y estadístico de los trastornos mentales (5a ed.).

Cortés, M. (2018). Autismo, ¿patología o posición subjetiva?, en: ¿Cómo responden a la pérdida
y a la prohibición los niños y adolescentes hoy? De la posición desafiante a la condición
patológica. Medellín. Editorial Corporación Ser Especial, p. 221-242.

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