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MODELO DE DESARROLLO ESTABILIZADOR

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El desarrollo estabilizador fue el eje de la política de tipo de cambio después de la devaluación del sábado de gloria de
1954 llevó al gobierno de Ruiz Cortines a definir la estrategia de colocar el tipo de cambio como el objetivo central de la
política económica y manipular las presiones devaluatorias como la inflación. Los alcances de esta política de desarrollo
estabilizador llegaron hasta 1976, veintidós años después cuando la inflación rompió el equilibrio y provocó la
devaluación.

En un enfoque histórico, el desarrollo estabilizador fue una estrategia de desarrollo. Sin embargo, el bienestar no alcanzó
para todos. Hacia 1970 el país reveló déficit social amplio. La producción industrial llegó a su límite con la política de
sustitución de importaciones. El campo se hizo dependiente de los subsidios oficiales y no alcanzó a industrializarse. EL
Estado rompió los equilibrios fiscales con aumentos en el gasto y el estancamiento de los ingresos. Y finalmente la
inflación tronó la economía.

Los gobiernos de López Mateos y Díaz Ordaz aceptaron el modelo de desarrollo estabilizador y se ajustaron a sus
exigencias: controlar prioritariamente la inflación, ejercer el presupuesto sin déficit y atender las prioridades sociales. El
gobierno de Echeverría buscó mayor atención a la desigualdad social, pero sin atender a la estrategia de desarrollo
estabilizador, pero también sin modificar la política económica: aumentó el gasto y mantuvo igual el ingreso. El déficit
presupuestal estimuló la inflación. Y en medio de tensiones políticas con el sector privado, el gobierno de Echeverría no
resistió la fuga de capitales de 1976 y se vio obligado a devaluar.

El modelo de desarrollo estabilizador es un periodo característico por su crecimiento económico sostenido y estabilidad
de precios. Contempla los sexenios que van desde 1952 y hasta 1970, y la tasa media de crecimiento anual del Producto
Interno Bruto (PIB) es de 6.56%; el PIB por habitante creció año con año en 3.74% y la Inversión Fija Bruta por habitante
lo hizo en poco más de 6%.

El desarrollo estabilizador se sustentó en una “economía de mercado con un relevante intervencionismo del sector
público como rector y promotor activo del desarrollo económico, como regulador del comercio exterior y de los mercados
internos de bienes y servicios básicos, como inversionista en áreas estratégicas y como promotor del bienestar social
mediante leyes laborales y agrarias e instituciones sociales de educación, salud y servicios básicos”.

Los principales objetivos planificadores:

1.Elevar el nivel de vida de la población, sobre todo de los campesinos, obreros y ciertos sectores de la clase media.
2.Continuar aumentando el ingreso nacional.
3.Acelerar el proceso de diversificación de actividades productivas en la economía.
4.Avanzar en el proceso de industrialización dando preferencia a las industrias básicas.
5.Lograr un desarrollo regional más equilibrado.
6.Propiciar el aumento de la productividad de todos los factores de la producción, no sólo de la mano de obra.
7.Lograr un mejor aprovechamiento de los recursos financieros nacionales mediante una adecuada coordinación de las
políticas monetaria, fiscal y de crédito para ampliar las fuentes de financiamiento no inflacionarias y coadyuvar al
mantenimiento de la estabilidad cambiaria.
8.Preservar la paz interna a través de la vigencia de la Constitución y con el fortalecimiento del régimen democrático
surgido de la Revolución .

El periodo de desarrollo estabilizador es un referente histórico obligado para entender la evolución de la economía
mexicana y con ello poder contrastar los modelos, las políticas económicas de la economía mexicana en su conjunto. Así,
durante este periodo, puede observarse que la economía mexicana conoció un fuerte crecimiento con estabilidad de
precios, grosso modo. Véase gráfica 1.
La gráfica es ilustrativa de las tendencias que se registraron en este periodo: Un PIB con una tendencia ascendente
(pendiente positiva de 0.0954) y la inflación hacia una dinámica descendente (pendiente negativa de –0.2039). La tasa
media de crecimiento del PIB fue de 6.7 por ciento mientras que la inflación lo hizo en 4.2 por ciento para ese periodo.
Sobresalen las tasas de crecimiento del PIB de 8.1 por ciento para 1960 y 1968, mientras que para 1964 la economía
creció a 11.7 por ciento. Respecto a la inflación, resaltan tasas de crecimiento de 2.4, 2.9 para 1968 y 1967,
respectivamente.

También, cabe añadir que el tipo de cambio fijo de 12.50 pesos por dólar se volvió en un verdadero objetivo de la política
económica. Esto se debió a que los responsables de la política económica mexicana creían que la estabilidad cambiaria era
una condición sine qua non para el progreso económico de tal suerte que había que considerarlo como un auténtico
objetivo.

En esta época se decidió no servirse de la modificación del tipo de cambio para intentar corregir el desequilibrio externo,
sino más bien hacer un llamado a los capitales extranjeros (inversión extranjera y crédito externo) como fuente de
financiamiento del déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos. En efecto, el déficit fue financiado tanto con
inversión extranjera directa como con créditos externos.

La política fiscal actuó en el sentido de promover el ahorro y la inversión; subsidios, exoneraciones y bajas tarifas de
bienes y servicios públicos, fueron la clave para fomentar el ahorro y la inversión. En suma, podemos decir que el llamado
desarrollo estabilizador, tuvo objetivos de política económica muy precisos: crecimiento del producto real, estabilidad de
los precios y tipo de cambio fijo. Por otro lado, ciertos instrumentos de política económica para alcanzar los objetivos:
nivel del gasto público, control de la cantidad de moneda gracias a reservas obligatorias en la banca central y
endeudamiento externo.

“Si se juzga el modelo de desarrollo estabilizador con respecto a sus objetivos, se puede pensar que éste tuvo éxito ya que
hubo un importante crecimiento económico con estabilidad de precios y constancia en el tipo de cambio. Sin embargo, a
nivel financiero se podía constatar ya dos importantes desequilibrios: el desequilibrio de cuenta corriente de la balanza
de pagos y el déficit del sector público. Estos desequilibrios sólo eran la manifestación a nivel financiero de importantes
desequilibrios que estaban acentuándose a nivel del sector real de la economía”.

La ruptura del modelo de desarrollo estabilizador provocó desajustes de fondo. El gobierno de López Portillo se enfrentó
a un problema similar al de Echeverría: atender las demandas sociales. Sólo que tuvo los crecientes ingresos petroleros. Al
final de cuentas, sin embargo, no se trató sólo de dinero para gastar sino de analizar las razones de la inflación. En el
gobierno de Echeverría, la inflación fue producto del déficit presupuestal. En el gobierno de López Portillo la inflación
aumentó por la inyección de circulante a la economía, sin atender la disponibilidad de la demanda.
Fuente:http://prdleg.diputados.gob.mx/debate_parlamentario/septiembre/eco_06.htm
http://www.lacrisis.com.mx/cgi-bin/cris-cgi/DisComuni.cgi?colum04%7C20050717093812
INVERSIONES

La inversión nacional está integrada por la inversión pública y la inversión privada doméstica.

La inversión extranjera son los flujos de capital que ingresan al país y que han estado presentes en nuestra historia, como
son los capitales españoles, franceses, ingleses y estadounidenses. En la actualidad se ubican en actividades estratégicas
de la economía nacional, como son la industria alimentaria, la químico-farmacéutica, la automotriz y la electrónica.

La inversión pública se canaliza hacia actividades de beneficio social, como hospitales y centros de asistencia, educación,
comunicaciones y transportes, fomento agrícola, ganadero y forestal, promoción industrial y fomento comercial, etc., a
través de empresas de participación estatal y de organismos descentralizados.

Durante 1940-1970 el sector industrial fue apoyado por instituciones como:


a) Nacional Financiera.
b) Petróleos Mexicanos.
c) Altos Hornos de México.
d) Constructora Nacional de Carros de Ferrocarril.
e) Ferrocarriles Nacionales de México.
f) Comisión Federal de Electricidad, etcétera.

Para fortalecer al sector agropecuario, el Estado canalizó una cantidad importante de su gasto a través de:
a) El Banco Nacional de Crédito Agrícola.
b) El Banco Nacional de Crédito Ejidal.
c) La Comisión Nacional del Maíz.
d) Los Almacenes Nacionales de Depósito, y otros.
Destino de la inversión pública federal autorizada en este periodo. Durante el gobierno del general Manuel Ávila
Camacho, 58% del presupuesto total de recursos se canalizó al sector comunicaciones y transportes, 17% al sector
agropecuario y 12% a la industria.
Durante el periodo del licenciado Miguel Alemán Valdés sucedió algo similar; se destinó 42% del presupuesto al área de
comunicaciones y transportes, 23% a la industria, y 20% a la agricultura y la ganadería.
Durante la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines, 37.5% se presupuestó al sector comunicaciones y transportes, 32% al
sector industrial y 14.4% a beneficio social; es decir, a servicios públicos como hospitales, educación o habitación, y
únicamente 13.6% al sector agropecuario.

En el sexenio de Adolfo López Mateos, 34.5% del presupuesto apoyó a la industria, 27.8% al sector comunicaciones y
transportes, 24.2% a obras de beneficio social, y solamente 9.9% al sector agrícola y ganadero.

Por último, durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz se destinó 39.7% al fomento industrial, 24.7% a obras de
beneficio social, 22.6% al sector comunicaciones y transportes, y únicamente 11 % al fomento agropecuario.
En promedio, la inversi6n pública federal de 1940 a 1970 fue de la siguiente manera: 37.6% al sector comunicaciones y
transportes, 28.2% a la industria, 17.6% al beneficio social, 2.07% la administración y defensa, 14.3% al fomento
agropecuario, y 0.23% a otras inversiones.

Durante el periodo presidencial del general Lázaro Cárdenas, el porcentaje más alto de las inversiones extranjeras
directas, 31.6%, se destinó al sector comunicaciones y transportes, 31.5% al sector electricidad, 23.9% a la minería,
7.13% a la industria, y 1.9% a la agricultura, entre los más importantes.
De 1940 a 1946, durante el gobierno del general Manuel Ávila Camacho, las inversiones extranjeras se canalizaron de la
siguiente forma: 24.4% al sector industrial, 23.7% al sector electricidad, 22.5% a la minería, 18.4% a comunicaciones y
transportes y 2.3% al fomento agropecuario.
Bajo la presidencia de Miguel Alemán Valdés, el mayor porcentaje de la inversión extranjera fue de 31 %, y se destinó al
sector industrial, 22% a la mine- ría, 22% a electricidad, 16.1 % al comercio y 0.8% a la agricultura.
De 1952 a 1958, en el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, 42.5% se invirtió en la industria, 16.1 % en el comercio, 15.1 %
en minería, y 1.8% en agricultura. Durante el periodo presidencial de Adolfo López Mateos, 65.3% se canalizó al sector
industrial, 15.5% al comercio, 10.1 % a minería y 1.2% a la agricultura.

Por último y durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, 73.8% de la inversión se canalizó al sector industrial, 15.4%
al comercio y 1.1 % a la agricultura.
La participación de las empresas trasnacionales en el valor de la producción total durante 1970, la cual se concentró
básicamente en dos actividades: en la minería con 56.3% y en la industria con 27.6%, además de la producción total, la
participación extranjera fue de un 12.6%. El mayor porcentaje de la inversión extranjera, 84.2%, se destinó a los
productos del caucho, 79.7% a la industria del tabaco, 67.2% a la industria química, 79.3% a la construcción de
maquinaria eléctrica y 62 % a la construcción de maquinaria industrial. En relación con el personal empleado por las
empresas extranjeras, el mayor porcentaje se ubicó en el sector industrial (74.3%) y en el sector comercio (11.7%)

Con referencia a la procedencia de la inversión extranjera, predomina la inversión estadounidense. En el sexenio del
general Cárdenas es la más baja con 60.2%, y la más alta con el presidente Adolfo López Mateos con 84.6%, seguido en
menor proporción por Canadá y el Reino Unido.
En México, la inversión extranjera ha sido el resultado de las decisiones gubernamentales que, por el sentido nacionalista,
han provocado que se aleje de sectores claves y que el impulso al desarrollo y al proceso de industrialización quede en
manos del sector público y del sector privado nacional. Una de las razones que pueden explicar el flujo de inversión
extranjera son los estímulos que ha tenido en forma indirecta, y de los cuales ha gozado todo el sector industrial. Por un
lado, tenemos los bajos precios de los bienes y servicios que proporciona el gobierno; el bajo nivel impositivo tanto
general como al capital y sus rendimientos; la utilización del servicio financiero interno para hacer menos riesgosa la
inversión; y por otro, el proteccionismo indiscriminado y la legislación laboral que ha hecho que el precio relativo del
capital sea menor al del trabajo.

No pueden negarse los efectos que la inversión extranjera ha tenido para desarrollar diversas actividades incorporando
técnicas avanzadas, sobre todo en el sector industrial. Sin embargo, la política económica ha diseñado una legislación
nacionalista que restringe la participación extranjera a 49% del total de la empresa; que exige que se contribuya a crear
nuevas técnicas de producción que absorban mano de obra, a la expansión regional, al aprovechamiento de insumos
nacionales, al empleo del crédito interno y a un alto volumen de exportaciones, integrando así una industria menos
dependiente. Por lo que respecta al ahorro, en 1970 la inversión extranjera representó aproximadamente 5 % del ahorro
total de la economía y aproximadamente otro tanto respecto a la formación de capital. Hay que hacer notar que aun
cuando estas cifras son pequeñas su tendencia ha sido creciente y, sobre todo, se ha dado en el sector manufacturero; en
realidad las empresas son grandes, líderes en su ramo y marcan patrones de consumo en la población. Se enfrentan a la
industria nacional, que es pequeña en su mayoría y diversificada. La mayor parte de la inversión extranjera proviene de
Estados Unidos (80%), está concentrada en las manufacturas y en el comercio; le siguen Inglaterra, Francia, Alemania y
en los últimos años Japón, aunque en una escala significativamente menor. Es importante señalar que la rentabilidad
(declarada) de las empresas es aproximadamente de 10%; sin embargo, si se contabilizan las utilidades extraídas en forma
de regalías, pagos por patentes, pagos por asistencia técnica e intereses, ésta aumenta considerablemente. También, uno de
los efectos complementarios que se puede esperar es la utilización del crédito interno para aligerar los problemas de la
balanza de pagos. Sin embargo, éste es a través de la reinversión de utilidades y todavía existen empresas que, aun cuando
su deuda es pequeña y de corto plazo, lo obtienen con el exterior (las ramas donde más se observa este hecho son: tabaco,
hule, productos minerales, maquinaria y maquinaria eléctrica). Los efectos negativos de la reinversión de utilidades son,
por una parte, que el crecimiento de la empresa es por medio de los recursos generados en ella y no con aportaciones de
capital y, por otra, que así se da lugar a utilidades potenciales netas que serán transferidas al exterior. El resultado es que,
conforme pasa el tiempo, las salidas son mayores a los flujos de entrada de capital.
Los ingresos por concepto de inversión extranjera directa han crecido más que los egresos, al menos en los cinco primeros
años de esta década.

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