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1a) En los textos de Gras y Hernández y Valdés apreciamos algunas permanencias, cambios y
rugosidades en el agro. Para ello, debemos revisar algunas características del modelo
agroexportador. Este se configuró a mediados del s. XIX e introdujo a la Argentina en la
economía mundial como país periférico y exportador de materia prima. La conformación de una
oligarquía terrateniente impulsó la expansión económica a través de la conquista y ocupación de
tierras y actuó como intermediaria, mediante una política económica liberal, en la inversión
extranjera y el fomento de la inmigración europea para obtener mano de obra. Los capitales se
destinaron, principalmente, a la Región Pampeana por sus características templadas y fértiles.
Además, se invirtió en ferrocarriles, puertos, estaciones, frigoríficos y ganadería. Esta
integración de tierras se estructuró verticalmente ya que implicaba el control de la producción.

Sin embargo, a mediados del 80, aconteció una transformación en el agro argentino por efecto
de factores tales como la globalización, la centralidad que ocupó el capital financiero,
liberalización del comercio internacional y nuevas biotecnologías en las grandes corporaciones
alimenticias. Esto dio por resultado un “nuevo paradigma” en los negocios que se expresó en el
Modelo Agrobusiness (MA). No obstante, se aprecian permanencias del modelo agroexportador.
Principalmente, la Región Pampeana sigue siendo primordial para los empresarios del MA y
continúa una movilidad de actores, nacionales y extranjeros, hacia el agro. Además, predominan
algunos elementos terratenientes tradicionales, pero sin el poder que tuvieron en el siglo pasado.

En referencia a los cambios, en la configuración del MA, se debilitan las funciones reguladoras
del estado en pos de la regulación privada, perdiendo así su rol de intermediario en las
negociaciones. Además, aparecen nuevos actores como los megaempresarios, proveedores
privados, empleados calificados, etc. Otro cambio está en la lógica de acumulación porque se
integran tierras en términos de mercancías, provocando la aparición de “plataformas
productivas” que abastecen a las grandes corporaciones. Es razonable, entonces, que la
“pampeanización” se extienda a zonas extra pampeanas e internacionales. Por último, algunas
rugosidades presentes, reconfiguradas en los nuevos tiempos, son el sistema ferroviario,
aguadas y alambrados en la ganadería, frigoríficos, molinos, saladeros y graserías en el paisaje,
la región pampeana y el sistema de puertos (el de Buenos Aires en particular).

1b) Las principales líneas de fuerza en el espacio rural argentino se tendieron con la exportación
agropecuaria. El desarrollo de Buenos Aires como ciudad principal (gracias al capital europeo),
incrementó su capacidad financiera en importación y exportación y, con este auge
agroportuario, se convirtió, junto con Rosario, en el centro urbano principal del litoral fluvial.
Aparte, La Pampa, Tucumán y Cuyo atrajeron beneficios económicos por las particularidades
de sus espacios rurales. Estas unidades productivas se incorporaron al puerto gracias al sistema
ferroviario que facilitó el traslado de materia prima y mano de obra. Particularmente, La Pampa
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recibió la mayor concentración de capital para estimular la producción agropecuaria de su suelo


fértil, Mendoza insertó su producción vitícola gracias al cultivo de la vid y Tucumán fue una
excepción por su ubicación geográfica (NEA) pero introdujo su producción azucarera gracias al
proteccionismo de la oligarquía para ganar el apoyo de los terratenientes del interior. Además,
el sur de Córdoba (Bel Ville, Marcos Juárez, Villa María, etc.) presentó las mismas
características fértiles de La Pampa y, con la cría ganadera, contribuyó al modelo
agroexportador.

1c) Actualmente, en el ámbito rural se producen y reproducen desigualdades socio-territoriales


porque prima un fuerte componente financiero y de negocios. Lo antedicho se observa con la
integración de las economías agropecuarias del país al sistema industrial y con la erosión del
Estado como intermediario del agro. Surgen así conflictos e intereses entre los principales
gurúes del MA y los actores tradicionales del espacio rural (campesinos, productores, etc.)
porque, en la lógica de concentración de las empresas, la propiedad de la tierra ya no es un
elemento determinante para los negocios y, por tal motivo, se desplaza la mano de obra,
avanzan sobre estas tierras y las concentran reorganizando los cultivos hacia la industria e
intereses financieros. Esta desigualdad socio-territorial trasciende las fronteras agrícolas y llega
al interior de los negocios y el poder ya que el MA confronta a los antiguos terratenientes y
obliga a las grandes propiedades agropecuarias a adaptar la nueva lógica o asumir su
desplazamiento. El MA, entonces, no es “ni un actor ni un cultivo”, sino una lógica que articula
variantes nacionales, internacionales y locales para integrar o desplazar tierras y personas.

2) Afirmar que “el conocimiento atraviesa trasversalmente los diferentes pilares del agro
negocio” implica reconocer que esta nueva lógica de concentración empresarial se encuentra
constituida por estructuras politicas, económicas y socio-organizacionales que la sostienen y le
proporcionan, mediante instituciones y actores poderosos, validez científica. Al interior de la
misma, cada engranaje que posee se complementa sincrónicamente con otros. Principalmente,
el auge de la tecnología conformó al pilar tecnológico que bajo la gestión empresarial,
invenciones técnicas y uso de agroquímicos generó una innovación agrícola que se traduce en la
producción de alimentos transgénicos cuya venta, en commodities, es evidente porque se
justifica con el respaldo de entes económicos privados que adquirieron poder al debilitarse la
estructura estatal y sus principales instituciones de investigación (INTA y CONICET).

En relación a lo antedicho, predomina una centralidad incuestionable del capital que opera
como pilar financiero ya que los alimentos se consideran mercancías por especulación de los
“mercados agropecuarios de futuros” y los fondos de inversión. Entonces, cotizan en la Bolsa y
el mercado internacional mediante la regulación de actores económicos globales como la OMC.
De esta manera, los “big players” del MA buscan concentrar la tierra para generar rentabilidad
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y, como es un recurso finito, la reorientan hacia la producción de un solo cultivo (soja, maíz,
etc.). Estos impactos transformaron el ámbito laboral permitiendo la tercerización y el
contratismo para cubrir nuevas oportunidades de negocios en el agro que pueden requerir (o no)
experiencia. Igualmente, las redes empresariales agroalimenticias sufren un cambio cognitivo-
intelectual en sus directrices formando un “gerencialismo” que exige la excelente formación de
sus actores de negocio. Tanto la tierra como el trabajo, moldearon el pilar productivo del MA.

En el pilar organizacional, los “big players” dinamizan toda la lógica aplicando el


“gerencialismo” y “empresarialismo”, generando una gran competitividad en el mercado que
desplaza a los pequeños productores. Finalmente, todo se cristaliza en el empowermet debido a
que las competencias trascienden el ámbito rural y orbitan en el universo de la economía global,
las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC) y la biotecnología. En
conclusión, se construye un “nuevo paradigma agrícola” que confina un conocimiento invisible
al sentido común, a tal punto que otros sectores del poder, como la prensa, legitiman el MA
exhibiéndolo como un “salto al futuro” (según el periodista Hugo A. Huergo, operador de
Clarín). Poner en duda este modelo implica cuestionar todas esas fuentes de conocimiento.

3a) La Aceitera General Deheza (AGD) inició, en 1948, con el funcionamiento de seis prensas.
Entre 1953-1957, experimentó su primera tecnificación, incrementó su capacidad productiva a
150 toneladas diarias y cultivó girasol y maní. La planta multiplicó su producción obteniendo
sus primeros aceites refinados (Deheza Gacela y La Batelera) y, a fines del 60, conoció el “salto
tecnológico” gracias al primer sistema de extracción por solvente. Su revolución tecnológica le
permitió crecer en capacidad acumulativa a 250 toneladas diarias, pero sufrió su primera crisis
con la estampida en los precios de las oleaginosas y, aunque muchos trabajadores colaboraron
para evitar el cierre, la producción se vendió a valores previos de la crisis.

En los 70, la AGD recuperó las inversiones en tecnología e incrementó su capacidad a 400
toneladas diarias, habilitó una planta de silos y empezó a exportar. Con el auge inversionista,
multiplicó la producción, adquirió mayor capacidad de ensilaje y abrió instalaciones portuarias
sobre el Paraná. Asimismo, inauguró su planta de selección de maní para confitería y, en los 80,
compró la tercera planta de extracción por solvente, ampliando su parque productivo. La
exportación crecía y saturaba la cadena logística. Pero, en los 90, conoció su éxito con la
apertura de fábricas que lanzaron sus productos más famosos: Natura, Manley´s, Mayoliva y
Runny´s. Las ventas llevaron a la AGD a inaugurar la planta de procesamiento de soja más
moderna del mundo (Terminal 6), fábricas en Dalmasio Vélez, Alejandro Roca y una filial rusa.

En la era del 2000, con el auge tecnológico y financiero, la AGD lanzó su marca de aceite y
aderezo de soja (Sojola). Además, produjo rocío vegetal en aerosol Natura, puso en marcha una
nueva planta para el descascarado en caliente de soja y lanzó al mercado los aceites de oliva
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Natura Clásico, Mazola y Copisi. En su predio construyó una planta de glicerina para darle
mayor agregado a sus productos y puso en marcha la Planta Reflex para extracciones por
solvente convirtiéndose en la primera de su tipo con tecnología “Efluente Cero”, cuyo sistema
transforma, en vapor, el agua de efluentes de la planta para reutilizarlo en el proceso industrial.
Entre 2012-2015, la AGD diversificó sus productos lanzando aceites de oliva Natura Clásico y
Natura Intenso, nuevas salsas Natura (kétchup, mostaza, etc.) que poseen variante sin TACC y
aceites en envases de aerosol de menor proporción (Rocío Vegetal Oliva). En 2013, su
emprendimiento, Promaíz S.A, se destinó a la producción de etanol, proteína vegetal para
alimento animal, gluten, germen de maíz, jarabes y almidón.

En la filosofía de la AGD predomina el empresarialismo porque legitiman el trabajo polivalente


y al mercado con el que afirman el compromiso de “mejorar” la calidad de vida humana.
Además, posee un parque forestal, de 230 hectáreas aprox., en donde abundan variedades de
flora y fauna. Esta tierra necesita renovar sus condiciones naturales para brindar sus recursos a
la industria. Asimismo, acceder a la información de sus proveedores cuenta con registro y abono
de cuota mensual. Esto evidencia el carácter privado de los entes económicos que la respaldan.

3b) Reconocer al espacio rural como factor e instancia social resultante de acciones de agentes
sociales implica asumir la existencia de un sistema de producción influyente en la cadena
alimentaria que evidencia una progresiva separación entre la elaboración y consumo de
alimentos con su vínculo agrícola para responder al interés de las grandes corporaciones. De
esta manera, muchos recursos naturales, materias primas y distintas energías quedan a merced
de este sistema, dando origen a un proceso que devora y consume recursos fundamentado en
una lógica que concibe al alimento como mercancía aprovechable para satisfacer la demanda
alimenticia. Por tal motivo, se produce constantemente y esto provoca consecuencias
irreversibles en la biodiversidad como la degradación y pérdida de fertilidad del suelo y,
asimismo, aun cuando se produce más, persiste el hambre y advierte una crisis alimentaria.

En el caso de la AGD, esto se observa en el cuidado de su parque forestal para que permanezcan
sus condiciones naturales y así evitar la degradación del suelo. Cuando se obtienen los recursos
necesarios para el proceso, la industria comercializa, en commodities, sus aceites de soja, girasol
y maní, subproductos derivados de estos, glicerina, etc. Además, sus productos conocidos
(mayonesas, aceites y maníes) se destinan al mercado y no al abastecimiento popular. Esto
evidencia, en cierta forma, que la alimentación sería un problema de acceso y no de escasez.

Por otro lado, afirmar la fuerte valorización del capital en el espacio rural remite a reconocer el
protagonismo del mismo en los procesos de producción, distribución y consumo alimentario. El
mismo hace posible la concentración, expansión y reorganización de las corporaciones
alimentarias bajo criterios de “racionalización” y “creación de valor”. Esta reestructuración,
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dinamizada por el capital, participa del “régimen de acumulación flexible” que elimina
obstáculos asociados a los procesos de acumulación y producción del negocio alimenticio. Así,
las grandes corporaciones quedan inmersas en una fuerte centralización y concentración que
reduce el núcleo de toma de decisiones y aumenta la capacidad para imponer sus estrategias

La valorización del capital de la AGD se observa en las inversiones de sus áreas tecnológicas
que se realizan en momentos de auge capitalista (en los 80 particularmente) dando por resultado
su aumento y diversificación productiva. También se observa la poca injerencia estatal en sus
asuntos de negocio puesto que sus proveedores se mantienen en privado. Considerando ambas
afirmaciones se deduce que la AGD opera como engranaje de un gran “imperio corporativo”.

3c) Observamos, en la AGD, algunos aspectos teóricos para analizar estrategias que superan las
condiciones ecológicas y sociales que se imponen a su crecimiento y acumulación. Una de ellas
es la financiarización de lo alimentario puesto que sus productos son mercancía y predomina un
interés en los recursos naturales para su producción alimenticia. Por este motivo, es esencial el
cuidado de su parque natural. Su producción, dirigida al mercado nacional, también acude al
mercado externo cuyos principales consumidores se encuentran en Latinoamérica (Uruguay,
Brasil, Jamaica, etc.), Angola y Europa (por su filial rusa). El viejo continente demanda mucho
su maní y este comercio se facilitó con los acuerdos económicos entre la Unión Europea y
MERCOSUR. Incluso, el maní de la AGD superó en comercialización al hindú, en 2015,
alcanzando las 599.000 toneladas de exportación. Cuando estos productos entran al mercado,
los actores corporativos de la AGD obtendrán beneficios con la especulación de los precios.

La utilización de las nuevas tecnologías ha sido, para la AGD, una estrategia provechosa puesto
que radica la clave de su crecimiento. Estas mismas profundizaron una nueva división y
concepción del trabajo. Particularmente, en este grupo industrial, observamos que su tecnología
“modernizada” de alta calidad (adquirida a fines del 90) se encuentran en la Terminal 6,
destinada al procesamiento de soja, y en la Planta Réflex, que es utilizada para extracción por
solvente, en el proceso de vaporización del agua que se utiliza en la industria. De estos procesos
industriales, que manipulan el patrimonio biológico, se obtiene soja, productos como la
glicerina y hasta combustibles como el biodiesel.

Otros aspectos teóricos se encuentran en el control de las reglas del juego alimentarias que
refiere a las instituciones internacionales con preponderancia en el mercado. En el caso de la
AGD, se aprecia la influencia de la EU en la demanda de su grano. En cierta forma, este
comercio pone al descubierto algún rasgo de que el “Sur” se subordina al abastecimiento del
“Norte”. Finalmente, si consideramos la utilización del espacio y el tiempo observamos nodos
que superan limitaciones espacio-temporales, facilitando estrategias corporativas. En la AGD,
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esto se analiza en su participación accionaria con otras empresas en diferentes lugares como
ACHA S.A.I.C (Sta. Fe), Graneles Andinos S.A (Mendoza), Terminal 6 S.A (Paraná), etc.

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