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Arte de hablar con Adolescentes

En la adolescencia pasamos por una etapa en la cual muchos la denominan como


de “incomprensión”, literalmente muchos adolescentes se encuentran
incomprendidos, tratando de buscar personas que los comprenden; las personas
adultas tienen un modo distinto de pensar cuando hablan, discuten, o argumentan
algo, en cambio los adolescentes expresan sus ideas a su manera, la
adolescencia es una parte de la formación en la vida, donde el adolescente está
comenzando a construir su personalidad, por lo tanto está en constantes cambios,
en su mente tiene muchas necesidades, proyectos e ideas por eso pedirle que
siente a nuestro lado para hablar como adultos es muy difícil de lograr, " nos
damos cuenta que los adolescentes tienen un estado de ánimo muy cambiante, de
pronto los encontramos felices, alegres," de un momento al otro se encuentran
tristes, deprimidos e inseguros, por dicho motivo es que como líder o padre tiene
que desarrollar el “arte de hablar con adolescentes”.

En el momento menos esperado es cuando un adolescente desea hablar con


alguien, es ahí cuando hay que saber escuchar atentamente sin interrumpirle, ya
que son pocas las veces en las que ellos desean hablar, tenemos que aprovechar
al máximo la oportunidad.

En los siguientes versículos encontramos importantes consejos para atesorar en


los corazones de los adolescentes.

2 Timoteo 2:22 Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el
amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.

Colosenses 3:20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada
al Señor.
1 Timoteo 4:12 Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los
creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.

Los diálogos creativos y las conversaciones apreciativas facilitan las relaciones


colaborativas entre los adultos y los adolescentes. La apertura, la curiosidad, la
flexibilidad y la actitud genuina de escuchar son recursos que ayudan a construir
caminos para el intercambio de aprendizajes. Pero saber conversar con los
adolescentes y poder trasmitir mensajes de estima y confianza es todo un arte.
Especialmente porque se requiere desarrollar la habilidad de reconocer y respetar
la diferencia sin juzgar. Por este motivo, el adulto está invitado a revisar aquellas
posturas rígidas que cierran la vía del diálogo. Por ejemplo, en ocasiones se
establecen planteamientos fijos, congelados e inamovibles con postura de verdad
absoluta que obstruyen el paso, y así mismo se asumen posiciones que generan
distanciamiento. A continuación, se mencionan algunas:

• Convertirse en entrevistador: se refiere a la tendencia lineal y unidireccional de


preguntar y obtener información.

• Hacer comparaciones: tiene que ver con mencionar reiteradamente el nombre


de personas como referentes a imitar o a evitar.

• Colocar etiquetas: hace referencia a las palabras que se utilizan para señalar al
adolescente como un problema.

• Usar palabras de “siempre” y “nunca”: hace alusión a frases que se dicen con
tono determinista y definitivo.

Lo anterior, son modos de hablar que pueden bloquear el tránsito de la


interacción.
Según Harlene Anderson, autora del libro Conversación, lenguaje y posibilidades,
lo que reúne a la gente en una relación es la búsqueda conjunta y colaborativa de
construir diferentes sentidos, significados y maneras de entender. En este sentido,
es necesario enfatizar que la relación entre el adulto y el adolescente es de
respeto bidireccional. Ambas partes deben tener claro que no se pueden traspasar
límites que conduzcan a la agresión y a la violencia. Por otro lado, vale la pena
decir que no coincidir en las ideas es natural, ya que se trata de formas distintas
de pensar. Por eso, a pesar de que las opiniones lleven al desacuerdo; los
encuentros, la compañía y el compartir no se pueden restringir por estos motivos.
El adolescente, en su proceso de desarrollo, quiere experimentar la capacidad de
autonomía a través de la toma de decisiones. Pero también quiere contar con el
respaldo de las personas importantes de su familia. Por consiguiente, espera que
observen sus fortalezas para llevar a cabo las tareas que se propone. De igual
manera se encuentra con el desafío de negociar entre las expectativas familiares,
sociales y personales. En conclusión, en la conversación con el adolescente es útil
estar atento a comunicar mensajes de buen trato y estimular la realización de sus
proyectos vitales. Se trata, como dice el psiquiatra español Juan Luis Linares, de
transmitir “un pensar, un sentir y un hacer amorosos”. Para este propósito, es
fundamental indagar lo mejor que sabe hacer el joven, validar sus habilidades,
valorar sus logros y conocer con qué redes de apoyo cuenta para cumplir sus
metas.

Un adolescente es un volcán en erupción que estalla a menudo sin poder entender


muy bien el motivo, un mundo de emociones que intenta comprender un mundo
que va a toda velocidad. Una persona que experimenta una metamorfosis de
cambios y va tejiendo su propia identidad. Con sentimientos poco modulados,
confusos y llenos de contradicciones.

Una persona que piensa que en ocasiones el mundo gira en contra de él, con
poca capacidad para la autocrítica y para gestionar la frustración.
La adolescencia es la etapa en la que se necesita de cariño, afecto, comprensión
y empatía, aunque en ocasiones no parezca así. Que los acompañemos con
calma y respeto, que entendamos sus cambios de humor y les ayudemos a poner
freno a su impulsividad.

Uno de los principales motivos de preocupación de las familias con hijos


adolescentes es la falta de comunicación. A menudo las conversaciones con ellos
quedan relegadas a monosílabos como “sí” o “no”, a la sensación que los jóvenes
construyen un muro para que no sepamos nada de su vida.

Nuestros adolescentes muchas veces se muestran reticentes a hablar con


nosotros, a compartir qué les inquieta, a expresar todo aquello que les recorre por
dentro. En ocasiones por miedo a sentirse juzgados, a que puedan tener
repercusiones negativas según lo que nos expliquen o podamos compartirlo con
terceras personas y violemos su intimidad.

También les asusta que podamos reaccionar de forma desproporcionada ante sus
confidencias o que les etiquetemos por los errores que cometen.

La comunicación debe continuar siendo uno de los pilares más importantes en


nuestro acompañamiento durante esta etapa y por esta razón debemos encontrar
estrategias que nos permitan crear nuevos canales de comunicación.

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