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Quinto grado de secundaria

COLEGIO
“INDEPENDENCIA”

Ficha de
Refuerzo

Apellidos y nombres Sección

LA ADOLESCENCIA EN LA FAMILIA

¿Qué es la adolescencia?
La palabra adolescencia, en latín “adolescere” significa transición, crecimiento. Los
cambios físicos y psíquicos llenan esta etapa y es normal tener muchas dudas, pero como
toda etapa se pasa y esas dudas se van aclarando.
Los cambios más importantes se dan entre los 13 y los 15 años en las chicas, mientras que
en los chicos aparecen más tarde, entre los 15 y los 17 años.

ETAPAS DE LA ADOLESCENCIA
1. ADOLESCENCIA TEMPRANA
Entre los 10 y 13 años. Las hormonas sexuales comienzan a estar presentes y por esto se
dan cambios físicos: “pegan el estirón”, cambian la voz, aparece vello púbico y en axilas, olor
corporal, aumento de sudoración y con esto surge el enemigo de los adolescentes: el acné.
Comienzan a buscar cada vez más a los amigos.

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2. ADOLESCENCIA MEDIA
Entre los 14 y 16 años. Comienzan a evidenciarse cambios a nivel psicológico y en la
construcción de su identidad, cómo se ven y cómo quieren que los vean. La independencia de
sus padres es casi obligatoria y es la etapa en la que pueden caer fácilmente en situaciones
de riesgo.

3. ADOLESCENCIA TARDIA
Desde los 17 y puede extenderse hasta los 21 años. Comienzan a sentirse más cómodos con
su cuerpo, buscando la aceptación para definir así su identidad. Se preocupan cada vez más
por su futuro y sus decisiones están en concordancia con ello. Los grupos ya no son lo más
importante y comienzan a elegir relaciones individuales o grupos más pequeños.

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RELACIÓN DE LOS ADOLESCENTES CON LA FAMILIA


La adolescencia es un periodo de cambio y, como tal, esto va a implicar una transformación
de la relación que tiene con su familia. El verdadero objetivo de estos cambios va a ser la
búsqueda de su propia personalidad, su manera de enfrentarse a las dificultades, la forma
de expresarse para encontrar su rol en la sociedad e incluso dentro de su familia y, así, la
manera de sentirse querido y respetado tal y como es. Llegar a la etapa adulta significa ser
responsables de sus actos, elegir de entre las opciones la mejor para cada uno y aprender
de los errores. Por otra parte, la familia va a ser un pilar fundamental en un momento en el
que el adolescente se va a encontrar perdido y va a necesitar ayuda, a pesar de que es la
etapa en la que se deja influir más por su grupo de iguales.

La influencia en la familia durante el desarrollo del adolescente será vital. Si esta


influencia es positiva, tendrá mucho camino ganado en su integración dentro de la sociedad
adulta, facilitando la toma de decisiones y consiguiendo asumir nuevas responsabilidades.
De esta manera madurará de forma sana. Si, por el contrario, la influencia por parte de su
familia y su entorno es negativa, puede ser por exceso celo con el hijo, o por no establecer
normas adecuadas para su enfrentamiento en la sociedad, el trabajo será más duro y más
difícil.

NECESIDAD DE LA FAMILIA EN ESTA ETAPA


La familia será el núcleo necesario para:
1. Recibir el apego, la protección y el cariño que precisan
en este momento de indecisiones y de sentirse en
ocasiones, perdidos y solos. Esto va a hacer que ellos
sean más tolerantes hacia el mundo, se enfrentarán con
más confianza y con más capacidad para afrontar las
adversidades.
2. La necesidad de independencia y el respeto a sus
ideas, sin chantaje económico ni imposición a la fuerza,
ya que perderán nuestra confianza. Los adolescentes
precisan de diálogo y comprensión. Es la única manera que ellos crean lo que les
decimos.
3. Menospreciar su aspecto o humillarles con las palabras pueden hacer que se sientan
incomprendidos, mostrándose desafiantes, introvertidos y muy reservados.
La importancia de la información en cuanto a relaciones afectivas, sexualidad, consumo
de drogas, ya que se enfrentarán tarde o temprano a situaciones en las que tendrá
que decidir. Si la información la recibe de la familia, esta decisión será tomada
conociendo de antemano todas las consecuencias.

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“CHOQUE” DEL ADOLESCENTE CON LA FAMILIA


Como en todas las relaciones, la que existe en una familia con los hijos adolescentes está
caracterizada por la presencia ocasional de conflictos. Si a esto añadimos el momento de
cambio del adolescente y su desarrollo de personalidad, el tema se multiplica por infinito…

Conforme el joven va madurando los enfrentamientos irán menguando y todo se irá


relajando. Recordar en estas situaciones que esto es un periodo por el que todos hemos
pasado y que sólo el 10% de los adolescentes son problemáticos. En las situaciones de
conflicto, es importante recordar que:
 Entender la posición del adolescente y por el momento en el que está pasando.
 Intentar expresar los sentimientos de forma calmada.
 No valorarle.
 En ocasiones, es mejor evitar el enfrentamiento directo y aplazar la discusión.
 Utilizar la negociación y el razonamiento.
 Hacer partícipe al adolescente de la búsqueda de soluciones al conflicto.
 Si el tema se desborda, es conveniente pedir ayuda a un profesional.

LOS PROBLEMAS INTERGENERACIONALES


La convivencia en una familia nunca es
perfecta. Siempre habrá situaciones en las
que los puntos de vista choquen y se origine un
conflicto entre los miembros del hogar.
Especialmente cuando hay una brecha
generacional entre padres e hijos que causan
discusiones que pueden subir el tono hasta
límites poco deseados.
Estos conflictos intergeneracionales se suelen
hacer más intensos durante la adolescencia,
etapa en la que los hijos pasan por una etapa
de cambio en la que el sentimiento de rebeldía
se manifiesta. Saber manejar estas
situaciones hará que el vínculo entre los
miembros de la familia crezca y transformar discusiones en diálogos con los que mejorar la
convivencia.
ASUMIR LA DISTANCIA DEL ADOLESCENTE
Asumir la distancia del adolescente El primer paso para solucionar los conflictos
generacionales es aceptar lo que supone la adolescencia. Esta etapa pasa por el
distanciamiento de los hijos, por la presencia de un sentimiento de rebeldía que hace que
los jóvenes choquen habitualmente con el criterio de los padres. Una vez que se ha
comprendido esta situación, el siguiente paso es siempre estar dispuestos a dialogar y
nunca olvidarse de que quien está al otro lado es un miembro de la familia.

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"A menudo adolescentes, padres y madres malinterpretan las reacciones, las interacciones
y las emociones de la otra parte. Traducir los significados de las cosas les ayuda a tener
visiones más benévolas unos de otros".
Los padres tienen que entender por un lado que sus hijos han crecido y que merecen cierto
grado de autonomía para desenvolverse en su día a día. Por otro lado, también deben hacer
entender a los adolescentes que todavía no poseen los conocimientos necesarios para
resolver determinados problemas. Dar confianza a los jóvenes en determinadas situaciones,
pero sin olvidarse que en otras son los progenitores quienes tienen que cumplir con su
función.

RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO


Como siempre el diálogo es la mejor herramienta para evitar estos conflictos familiares.
Sentarse a hablar con el adolescente cuando algo empiece a ir mal es importante, estos son
algunos de los pasos que hay que seguir en estas situaciones:
 Conocer el problema. El primer paso es conocer qué le ocurre al adolescente, qué le
ocurre para estar en esta situación y tener este sentimiento. Quizás un rifirrafe con
un compañero o una sensación de aislamiento social.
 Plantear la visión de los padres. Sin menospreciar la versión del adolescente, los
padres deberán ofrecer su propia visión y tratar de acercar ambas posturas. De esta
forma también se da la oportunidad al hijo de saber lo que piensan sus progenitores.
 Acercar posturas y plantear alternativas. Una vez que se han puesto en común
ambas posturas, lo ideal es ponerlas en común y buscar soluciones que tengan en
cuenta ambas visiones. Por ejemplo, quizás el hijo pueda ir a la fiesta de sus amigos,
pero bajo las condiciones de que sean sus progenitores quienes lo lleven y que esté
en casa a una determinada hora.
 No sacrificar por la felicidad de los hijos. Puede que los adolescentes den
contestaciones del tipo "no me quieres y por eso no me permites hacer eso" o "sólo
quieres verme infeliz". No hay que ceder ante estas respuestas y los padres deben
mantenerse firmes.
 Recordarles que cuentan con apoyo. Una vez resuelto el conflicto, los padres
deben animar a los hijos a que acudan a ellos cuando vuelvan a sentirse así. Hacerles
ver que tienen un apoyo en casa para cuando se sientan mal y que sentarse a dialogar,
resuelve problemas.

LA ADOLESCENCIA: EL CAMINO HACIA LA AUTONOMÍA


El paso de la infancia a la edad adulta está marcado por una serie de transformaciones y
cambios profundos. En seis o siete años, la altura del adolescente aumenta en torno a un
20%, el peso gana un 40%, las características sexuales secundarias aparecen, el desarrollo
del pensamiento formal incrementa sus capacidades intelectuales un 30% y, uno de los
hechos más determinantes, el adolescente ve aumentar día a día su independencia
emocional respecto a sus padres.

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El cambio genera siempre incertidumbre, tanto en el adolescente como entre los miembros
de la familia con los que convive. El adolescente vive bajo el influjo de la duda y el
cuestionamiento. Todo su proceso de aprendizaje está plagado de errores, problemas y
conflictos.
Por eso debemos felicitarnos de que, a pesar de tantas turbulencias, la gran mayoría de los
jóvenes vive esta experiencia sin grandes consecuencias, incluso cuando afrontan las
dificultades más graves. Por todo ello, el adolescente necesita límites claros y padres
sólidos y disponibles. Estos límites le tranquilizan, le moderan en sus conductas y le sitúan
en la vida para actuar de forma coherente y equilibrada. Los padres deben tener presente
que lo que su hijo desea no es necesariamente lo que necesita. Si queremos que nuestro
adolescente se haga un adulto autónomo, hay que responsabilizarle de sus acciones diarias
(tareas, horarios, relaciones…) y de las elecciones que realiza. Todo esto debe hacerse con
constancia, coherencia, paciencia y, por supuesto, con cariño.
No olvidemos que la autoestima se construye a través de experiencias acertadas, mensajes
positivos y estímulos. Este adolescente, a unos pasos tan sólo de ser adulto, todavía no ha
alcanzado su desarrollo pleno, es decir, no posee las herramientas ni la madurez de un
adulto. Es un adulto en construcción.
Para gestionar adecuadamente una situación tan sensible como la que representan las
primeras salidas nocturnas de un hijo es necesario disponer de algunas claves básicas
acerca de lo que es y representa la adolescencia. Veamos brevemente algunas de estas
claves que pueden resultar decisivas para comprenderlo:

Un período crítico.
En primer lugar, la adolescencia supone el tránsito entre la infancia y la edad adulta. Se
trata, por tanto, de un período crítico de la vida, aunque debemos dejar bien sentado que
no representa en sí misma un trastorno ni una enfermedad.
Muy al contrario, sabemos que sin cambios no se avanza ni se progresa en la vida. Por eso, la
adolescencia es una etapa difícil pero también es una etapa creativa, llena de oportunidades
y una de las más importantes en la vida de una persona. De hecho, muchas de las decisiones
que su hijo tome ahora afectarán a su futuro de forma decisiva.
Por otra parte, no todos los adolescentes son iguales, de modo que no existe una
adolescencia sino muchos adolescentes, ya que cada cual hace su propio proceso personal.
Claro que hay adolescentes que se enfrentarán a problemas graves (violencia, drogas,
abortos…), pero afortunadamente no son la mayoría y en cualquier caso, esos problemas no
surgen por azar, existen múltiples causas que explican su aparición y que pueden ser
prevenibles.
Estas diferencias entre adolescentes se observan incluso en las edades de inicio y de
finalización de la adolescencia, que tiene unos límites muy imprecisos. Suele durar como
mínimo diez años y en los últimos tiempos se están tendiendo a prolongarse: se adelanta
porque la pubertad es más precoz y se atrasa porque cada vez los procesos formativos son
más largos y los jóvenes tardan más en emanciparse de sus padres. También hay que tener
en cuenta que, en general, el desarrollo suele ser anterior en las chicas que en los chicos.

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En coherencia con esta realidad, no debemos aplicar todas las propuestas con un carácter
uniforme sino adecuándolas a cada momento evolutivo. Nada o muy poco tiene que ver un
preadolescente de 12 años con un joven de 21.
Es el proceso más característico de la adolescencia. Los jóvenes necesitan averiguar
quiénes son y qué quieren hacer en la vida. Para lograr ser ellos mismos, tratan de vivir
nuevas sensaciones y experiencias, pero en esta aventura pueden encontrar dificultades
para calcular los riesgos que conllevan muchos de sus comportamientos. Esto explica la
necesidad de ponerles normas y límites que, por supuesto, los adolescentes siempre
encuentran excesivos.

Ansia de independencia.
Si queremos conocer las causas últimas del tema que nos ocupa, es preciso comprender que
la mayor contradicción de los adolescentes se plantea entre la necesidad psicológica de
independencia y las dificultades para llevarla a cabo pues el medio social les obliga a
prolongar situaciones dependientes con respecto a los adultos.
Los adolescentes tratan de separarse de las figuras parentales para buscar una identidad
propia, diferenciada, que los distinga de aquellas. No buscan la diferencia por capricho,
para molestar a sus padres o porque hayan dejado de quererlos; buscan la diferencia para
lograr su autoafirmación. Este acto se expresa a menudo en forma de una rebeldía que les
termina generando muchos problemas con sus padres en la convivencia familiar y, aunque
habitualmente lo oculten, sentimientos de culpa por intentar destruir su imagen.

La confianza en sí mismo.
Otro aspecto a considerar es la confianza en sí mismo. Los constantes cambios físicos,
psíquicos, emocionales y sociales hacen que el adolescente pierda confianza en sus propias
posibilidades. De ahí la importancia de reforzarles sus capacidades para que aprendan a
afrontar las dificultades y tomar el control de sus vidas. Aquí juegan un papel fundamental
la comunicación (capacidad de escucha, de expresión verbal y no verbal), el manejo de las
emociones, la capacidad de resolución de problemas, la toma de decisiones…
En esta etapa, las figuras adultas de referencia deben estar atentas para ayudarles a
desarrollar confianza en sí mismos y en el entorno en el que viven y a promover una
independencia y autonomía responsables acordes con sus posibilidades. Si no encuentra
estos apoyos en su familia, tratará de buscarlos fuera, generalmente en el grupo de iguales.

El grupo de iguales.
Para desarrollar su propia identidad, los adolescentes se van alejando poco a poco de su
familia. Los amigos son cada vez más importantes en su vida y pasan mucho tiempo con ellos.
Sientes la necesidad de ser aceptados y de pertenecer a un grupo de personas de la misma
edad. Tienden a relacionarse en grupos amplios, donde todos no son necesariamente amigos
sino «grupos para salir juntos». Pero también tienen necesidad de amistades, de ahí el
importante papel del amigo o la amiga íntimo.

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El grupo de amigos se convierte en el


espacio que permite vivir nuevas
experiencias y desarrollar nuevas
competencias sociales. En contacto con
ellos, el adolescente aprende a expresar
sus opiniones y a confrontarlas con los
demás. Descubre cómo situarse en un
grupo, cómo gestionar emociones tales
como el miedo, el amor o la inseguridad.
Así es como un adolescente va
construyendo su personalidad y aprende
a volverse autónomo.
Es probable que su hijo adopte el mismo aspecto o el mismo lenguaje que sus compañeros,
que escuche la misma música, que admire a los mismos personajes famosos. Muchos padres
se muestran inquietos cuando comprueban que su hijo imita a otros y se preguntan hasta
dónde estaría dispuesto a ir su hijo para formar parte del grupo. Puede incluso que se
sientan incómodos con algunos amigos de su hijo o hija y deseen que salga con otros. Hay
que tener cuidado, pues manifestar demasiado abiertamente su desaprobación hacia un
amigo puede provocar el efecto contrario y animarlo a acercarse más a él. Además, hay que
ser conscientes de que los adolescentes no se integran en cualquier grupo, ellos escogen a
los amigos con quienes comparten intereses y, cuando frecuentan a personas totalmente
diferentes de su círculo habitual, es porque buscan descubrir cosas que las personas de su
entorno no pueden ofrecerle.

¿Cómo fomentar la autonomía en los adolescentes?’


Hoy es muy común que los padres se quejen por las actitudes de sus hijos adolescentes,
pero el cambio social donde en su mayoría ambos padres trabajan o solo viven con un
progenitor, lleva a que muchos jóvenes no asuman responsabilidades, no cumplan con sus
obligaciones y no cuenten con normas claras. Lo ideal es que los jóvenes se desarrollen como
ciudadanos autónomos y responsables, ya que, si no aprenden buenos valores y
comportamientos, pueden desarrollar problemas más tarde, que resultarán en
consecuencias serias a medida que vayan creciendo como por ejemplo el fracaso escolar, el
uso de drogas, el embarazo prematuro, la violencia y muchos otros problemas graves.

Los adolescentes sienten una necesidad de madurar rápido, por un lado, por la presión de
grupo y, por el otro, porque se quieren ver reflejados en otras personas adultas. Para
favorecer su independencia se pueden desarrollar algunas pautas:

 Hay que proyectar en el adolescente una imagen positiva, para que se valore y se
respete.
 No evitar los conflictos. Cuando esto ocurra, hay que dotarles de recursos para que
puedan enfrentarse a ellos.

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 Hay que cumplir los pactos que hagamos con ellos.


 Culpabilizarles si algo les sale mal no favorecerá su nivel de tolerancia a la
frustración.
 Los adolescentes tienen que sentir que tienen todo el cariño y apoyo de sus padres.
Esto les hará sentir respaldados y valorados.
 Los adolescentes aprenden mejor a través de la práctica, además de que es
necesario que aprendan a manejar sus propias vidas.
 Establece reglas: Deja en claro tus expectativas con respecto a la hora de llegada,
las citas, el trabajo, los privilegios, la seguridad y el ahorro de dinero. También es
importante que recuerdes ajustar algunas reglas a medida que tu hijo vaya
creciendo.
 Promueve una mejor comunicación: Comienza por comunicar abiertamente las razones
por las que has establecido tales reglas o restricciones. Dale a tu hijo la oportunidad
de compartir sus pensamientos. Anímalo a visualizar los resultados de sus elecciones
y a indicarte por qué algo podría resultar absurdo para él.
 No descartes a sus amigos: No evidencies tu desaprobación si tu hijo menciona los
consejos de amigos como los motivos detrás de algunas elecciones suyas. Los
adolescentes también empiezan a adquirir autonomía emocional mediante el apoyo de
sus amigos.
 Contenido relacionado: El valor de la amistad desde la perspectiva de los
adolescentes. En cambio, pregúntale qué cree que harían sus amigos si se
enfrentaran a una situación similar y por qué.
 Busque oportunidades de debate: Los adolescentes valoran mucho -aunque no
parezca así- los consejos de los padres en torno a temas como valores, ética, moral,
religión, política y planificación futura. El que tu hijo se mantenga callado sobre
estos asuntos, ello no significa que no le agradaría conversar acerca de los mismos.
Aprovecha las oportunidades para sacar a relucir tales discusiones, cuyas
conclusiones usarán para evaluar su pensamiento autónomo.
 Deja que contribuya: Asegúrate de que existan espacios y momentos para que tu hijo
ejercite su autonomía y contribuya a la familia. Permítele que tome sus propias
decisiones sobre cómo peinarse, decorar su recámara o elegir actividades
extracurriculares. Invítalo a ayudar con el proceso de toma de decisiones en el
hogar.
 Puedes pedirle que busque información que sea de utilidad: al comprar un automóvil,
al planificar vacaciones, al organizar una reunión, o al elegir alimentos. Sin importar
cuánto tiempo pueda tardar en ir adquiriendo más autonomía e independencia,
siempre que reciba tu apoyo tu hijo tendrá cariño y comprensión incondicionales que
lo guiarán en este proceso.

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ACTIVIDADES

1. Investiga y realiza un cuadro de los cambios físicos, psicológicos y sociales durante


la adolescencia. Ilustrar.
2. ¿cómo defines los conflictos intergeneracionales?
3. ¿Has tenido algún conflicto con tus padres? ¿Cuál fue el motivo? ¿Cómo resolvieron
sus diferencias?
4. Realiza un mapa conceptual de la autonomía en la adolescencia. Ilustrar.

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