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DEFINICIÓN

La empatía es la capacidad que tienen las personas de sentir en su propio cuerpo las
sensaciones que otro está sintiendo. El proceso de la empatía entonces no es estático en
el tiempo, pues requiere la observación de algo que le ocurre a alguien, y luego la
identificación con esos sentimientos que ha observado.

QUE SIGNIFICA DEMOSTRAR EMPATÍA


Cómo demostrar empatía en las conversaciones. A veces lo que alguien necesita es un
poquito de comprensión, ¡nada más! La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar de
otra persona, tratando de entender sus emociones y sentimientos, ya sea para prestarle
un apoyo o solo para comprenderla.

Para demostrar interés y comprensión en las conversaciones, aunque no bastan las


normas del buen oyente, siempre es importante repasarlas un poquito: Escuchar a la
persona que te habla, mirarla atentamente, no interrumpirla y esperar que termine para
comentar tu opinión o idea.

Hay formas un poco más específicas de demostrar empatía en una conversación,


básicamente a través del lenguaje verbal y no-verbal (corporal), y de ciertas actitudes que
comentamos a continuación:

En cuanto al lenguaje verbal, puedes utilizar una serie de frases cortas intercaladas en la
conversación: Cualquiera de las siguientes funcionará, dependiendo del tema de la charla;
¿En serio?, ¿no? / ¿Sí?, ¿de verdad?, ¡no me digas!, ¡increíble!, ¡qué bien!, ¡no puede ser!,
te entiendo, tienes razón, por supuesto, etcétera.

A veces el lenguaje corporal es más importante que las mismas palabras, así que puedes
considerar lo siguiente: Sentarte sin cruzar los brazos o las piernas, con una ligera
inclinación hacia la persona que te habla, sin invadir su espacio personal es un buen gesto
de atención. Otro gesto que llega muy lejos cuando se trata de demostrar empatía es
asentir con la cabeza repetidamente. Es algo casi imperceptible, pero le dará a tu
interlocutor la confianza que necesita para seguir hablando o incluso desahogándose.

Escucha sin juzgar: Aunque no estés de acuerdo con lo que te están diciendo y tengas la
tentación de criticar, es importante permitirle hablar y explicarse. La empatía se trata
justamente de ponerse en los zapatos de los demás. Si nosotros estuviéramos en esa
misma situación, ¿nos gustaría que nos criticaran o juzgaran? Posiblemente no, entonces
intenta evitarlo.

COMO SE ADQUIERE LA EMPATÍA


No nacemos siendo empáticos, sino que esta habilidad interpersonal forma parte de
nuestro correcto desarrollo emocional y social comenzando a desarrollarse desde la más
tierna infancia.

Desde la psicología básica, la base de la empatía reside en las neuronas espejo, un tipo de


neuronas que humanos y primates tenemos en el cerebro, y que permiten la captación e
imitación de los estados emocionales de nuestros semejantes. Este regalo que nos hace
nuestra biología posteriormente debe combinarse con la socialización para poder alcanzar
unos niveles de empatía adecuados. La empatía primitiva, que aparece ya desde los tres
meses de edad, se desarrolla gracias a las situaciones de interacción con los adultos,
facilitando la creación de vínculos afectivos intensos y privilegiados.
En este sentido, la actitud y la educación emocional de los padres son fundamentales para
que un niño desarrolle empatía. Por ejemplo, un niño cuyos sentimientos son ignorados
por sus padres, que le dicen frases como “deja de llorar”, “no te pongas así”…, aprenderá
a ignorar sus sentimientos y los de los demás. Del mismo modo, un niño al que se le
atiende emocionalmente (se le escucha cuando se queja, se le dan besos, caricias,
etcétera) aprenderá a escuchar sus propias emociones y las de los otros, abriendo paso a
los primeros pasos del desarrollo de la empatía. 
OBSTÁCULOS QUE DIFICULTAN LA EMPATÍA
Muchas veces hemos podido preguntarnos por qué la gente no busca apoyo en nosotros o
se retraen a la hora de hablarnos de sentimientos. Existen una serie de barreras que
suelen impedir este acercamiento.

Entre los errores que solemos cometer con más frecuencia a la hora de relacionarnos con
los demás están esa tendencia a quitarle importancia a lo que le preocupa al otro e
intentar ridiculizar sus sentimientos; escuchar con prejuicios y dejar que nuestras ideas y
creencias influyan a la hora de interpretar lo que les ocurre; juzgar y acudir a frases del
tipo "lo que has hecho está mal", "de esta forma no vas a conseguir nada", "nunca haces
algo bien"... ; sentir compasión; ponerse como ejemplo por haber pasado por las mismas
experiencias; intentar animar sin más, con frases como "ánimo en esta vida todo se
supera"; dar la razón y seguir la corriente....Todo esto, lo único que hace es bloquear la
comunicación e impedir que se produzca una buena relación empática.

Las personas que están excesivamente pendientes de sí mismas tienen más dificultades
para pensar en los demás y ponerse en su lugar.

Por lo tanto, para el desarrollo de la empatía tendríamos que ser capaces de salir de


nosotros mismos e intentar entrar en el mundo del otro.
ACTIVIDADES QUE DESARROLLAN LA EMPATÍA
Es evidente que hay personas que por diversas razones tienen mucha capacidad empática
y sin embargo otras, poseen enormes dificultades para entenderse con la gente y ponerse
en su lugar. En cualquier caso, conviene saber que las habilidades empáticas se pueden
potenciar y desarrollar:

En cuanto a las actitudes que se deben tener para desarrollar la empatía destacan:

 Escuchar con la mente abierta y sin prejuicios: Prestar atención y mostrar interés
por lo que nos están contando, ya que no es suficiente con saber lo que el otro siente,
sino que tenemos que demostrárselo; no interrumpir mientras nos están hablando y
evitar convertirnos en un experto que se dedica a dar consejos en lugar de intentar
sentir lo que el otro siente.
 Habilidad de descubrir, reconocer y recompensar las cualidades y logros de los
demás: Esto va a contribuir, no solamente a fomentar sus capacidades, sino que
descubrirán también, nuestra preocupación e interés por ellos.

¿CÓMO EXPRESAR LA EMPATÍA?


Hay varias formas de expresar empatía. Una de ellas es hacer preguntas abiertas.
Preguntas que ayudan a continuar la conversación y le hacen ver a la otra persona que
estamos interesados por lo que nos está contando.

Es importante, también, intentar avanzar lentamente en el diálogo, de esta forma


estamos ayudando a la otra persona a que tome perspectiva de lo que le ocurre, dejamos
que los pensamientos y sentimientos vayan al unísono y nos da tiempo de asimilar y
reflexionar sobre el tema.

Antes de dar nuestra opinión sobre el tema, debemos esperar a tener información
suficiente, cerciorarnos de que la otra persona nos ha contado todo lo que quería y de que
nosotros hemos escuchado e interpretado correctamente lo esencial de su mensaje. En
ocasiones los otros no necesitan nuestra opinión y consejo, sino saber que los estamos
entendiendo y sintiendo lo que ellos nos quieren transmitir.

Cuando tengamos que dar nuestra opinión sobre lo que nos están contando es muy
importante hacerlo de forma constructiva, ser sinceros y procurar no herir con nuestros
comentarios. Para esto es muy importante ser respetuoso con los sentimientos y
pensamientos de la otra persona y aceptar abiertamente lo que nos está contando.

Es aconsejable tener una buena predisposición para aceptar las diferencias que tenemos
con los demás, ser tolerantes y tener paciencia con los que nos rodean y con nosotros
mismos. Aunque ser tolerante no quiere decir que tengamos que soportar conductas que
nos hacen daño o que pueden hacer daño a otros, sino aceptar, comprender y respetar las
diferencias.

FALTA DE EMPATÍA
La falta de empatía implica una incapacidad o dificultad para salir de uno mismo y ser
capaz de ser consciente, entender o sentir lo que está experimentando otra persona,
especialmente aquellas personas que sienten, piensan o actúan de modos diferentes a los
tuyos. Esta incapacidad para ponerse en la piel del otro da lugar a problemas y conflictos
con los demás, malentendidos, problemas de comunicación y actitudes negativas
(incluyendo el desprecio o el odio) hacia grupos de personas que son diferentes o que no
pertenecen a nuestro grupo (por ejemplo, personas con creencias, tradiciones, culturas,
ideología o estilos de vida diferentes al tuyo).

La persona poco empática vive inmersa en su propia realidad e ignora el mundo de los
demás, sus problemas y sus sentimientos. Por ejemplo, un hombre no era capaz de
entender que su pareja se quejara de que no le ayudaba en el cuidado de los niños ni de la
casa. Él decía que los fines de semana eran para dedicarse a sus entretenimientos y que, al
llegar a casa por las tardes, tras el trabajo, tenía derecho a no hacer nada porque estaba
cansado. No parecía tener en cuenta el hecho de que ella llegaba igual de cansada y, a
pesar de eso, se ocupaba de los niños y la casa sin poder descansar apenas. Él solo
pensaba en sus propias necesidades y deseos, que parecían estar por delante de los de su
esposa y sus hijos.

Otras personas tal vez tengan más en cuenta las necesidades de sus familiares más
cercanos pero les resulta indiferente todo lo demás: el resto de las personas, el medio
ambiente, los animales… Piensan que ya tienen más que suficiente con ocuparse de sí
mismos en “este mundo complicado donde hay que ganarse la vida cada día”. Siempre
tienen escusas, como “ese es su problema”, “yo no estaré aquí dentro de 100 años”, “esos
inmigrantes son todos delincuentes”, “o engañas o te engañan”… Pueden reconocer que
son egoístas o que no les importa apenas nadie más que ellos pero lo justifican diciendo
que los demás son también así, demonizando a grupos distintos al suyo.

Para sentir empatía es necesario salir del propio mundo y entrar en el de la otra persona;
implica ponerse en su piel y experimentar sus emociones, problemas, deseos,
aspiraciones. La empatía es lo que permite, por ejemplo, a un ateo decir: “No creo en la
existencia de ninguna deidad pero entiendo que tú creas porque puedo ver lo que te
aporta y lo que te hace sentir”. Por este motivo, la empatía crea una conexión emocional
entre las personas que va más allá de nuestras ideas o creencias y nos conecta con
quienes somos de verdad.

Falta de empatía y trastornos psicológicos:


La falta de empatía es una de las características de ciertos trastornos de la personalidad,
como el trastorno narcisista, el antisocial o el límite. A estas personas no les interesan los
sentimientos o pensamientos de los demás, a no ser que coincidan con los suyos propios.
Por ejemplo, una persona así podría enfadarse con su pareja si esta se pone enferma y eso
interfiere en sus planes.

Cuando tratas de explicarle cómo te sientes y por qué te ha dolido algo que ha hecho, no
solo no empatiza contigo sino que puede llegar a darle la vuelta a todo lo que dices
intentando culparte a ti de herir sus sentimientos y echándote la culpa de todo o
llamándote egoísta hasta confundirte e incluso hacerte pensar que eres tú quien se ha
portado mal. Es decir, empiezas sintiendo que han herido tus sentimientos y te acabas
disculpando por haber herido tú los suyos. Cuando esto se repite una y otra vez, es un
claro indicio de que estás con una persona con una gran falta de empatía.

Empatía de cero a seis:

La falta de empatía no es necesariamente algo que se tenga siempre o nunca, como


ocurre con los trastornos psicológicos.

Simon Baron-Cohen, profesor de la Universidad de Cambridge y autor del libro Zero


Degrees of Empathy: A New Theory of Human Cruelty define la empatía como una variable
continua que divide en seis grados. Explica en su libro que una persona en un nivel 2 de
empatía (es decir, bastante poco empática) “va por la vida diciendo cosas totalmente
equivocadas (por ejemplo, “Has engordado”) o haciendo las cosas equivocadas (como
invadir el espacio personal de los demás)”. Explica también que es posible que una
persona tenga un grado cero de empatía y, a pesar de eso, estar bien adaptada en la
sociedad porque tiene un estilo de vida que no afecta negativamente a los demás. Por
ejemplo, un científico que se dedica a su trabajo en un laboratorio sin interactuar
demasiado con otras personas.

En el otro extremo, la persona con el nivel máximo de empatía sería alguien con una alta
capacidad para saber lo que otros sienten y piensan hasta el punto de llegar incluso a
sentir el dolor de los demás como si fuera propio. No obstante, es más frecuente tener
una falta de empatía que un exceso.

La empatía como opción:

Salvo para las personas que se encuentran en los extremos, la empatía es una capacidad
que pueden usar o dejar de usar si así lo desean. Por ejemplo, si una persona de otra raza
te agrede, podrías experimentar rechazo hacia los miembros de esa raza y no sentir
ninguna empatía al ver a uno de ellos sufrir. Pero una vez que se te pasa en enfado,
podrías recapacitar, si así lo decides, y llegar a la conclusión de que todos no son iguales y
hay buenas y malas personas en todas las razas. Eso podría permitirte recuperar tu
empatía hacia ese grupo de personas. Igualmente, una persona estresada, cansada o
enferma puede mostrar menos empatía de lo habitual.

Por tanto, no todas las personas que muestran falta de empatía son, necesariamente,
incapaces de sentirla sino que, por algún motivo, como malas experiencias, influencia de
otras personas o ciertas circunstancias pasajeras, han decidido suprimirla o bloquearla,
bien a nivel general o bien en lo que respecta a determinados grupos, personas o
animales. Por ejemplo, las personas que defienden el toreo no sienten ninguna empatía
hacia ese animal al que el torero está torturando hasta matarlo cruelmente; por tanto, no
sienten su dolor y no les importa verlo sufrir. Han bloqueado su empatía por completo
hacia el toro. Obviamente, en algunos casos, se trata de personas sádicas, pero en muchos
casos son personas totalmente capaces de sentir empatía hacia otras personas o animales.

Aprender a ser más empáticos:

Dado que la empatía es también una opción, todo el mundo puede aprender a ser más
empático cuando se les somete a una educación o intervención adecuada, incluso aquellas
personas con niveles generalmente bajos. No obstante, es muy difícil que una persona con
un nivel de empatía cero, como los agresores sexuales o pedófilos, sean capaces de
cambiar.

¿Por qué se produce esta falta de empatía?

Según las investigaciones de Baron-Cohen, puede haber varios factores determinantes.


Por ejemplo, cuanta más testosterona genere un feto en el útero de su madre, menos
empático será después de nacer. Esta influencia de la testosterona puede ser el motivo
por el que las mujeres suelen ser más empáticas que los hombres.

Los genes también pueden ejercer una influencia. Y por supuesto, las experiencias que
vive una persona en su infancia y a lo largo de su vida, como las experiencias
de negligencia y abuso.

TIPOS DE EMPATÍA
Hay tres procesos distintos: reconocimiento emocional, integración emocional y puesta en
marcha de conductas congruentes. Todos se suceden de un modo lineal, de forma tal que
el primero es necesario para la aparición del segundo, y el segundo lo es para la del
tercero. En estos últimos años se está considerando la inclusión de un cuarto paso: el
control de las propias reacciones emocionales, que persigue el fin de evitar que este
fenómeno desborde los recursos internos y se acabe traduciendo en un perjuicio.
Cada una de estas fases ha recibido su propia etiqueta, deviniendo realidades
relacionadas pero independientes en cierto grado. Con este artículo pretendemos
explorarlas y detallar en qué consiste, trazando así las características de lo que
popularmente ha venido a llamarse "tipos de empatía" (aunque recordando que en
realidad todas son parte de un mismo proceso cognitivo-afectivo).
1. Empatía cognitiva
La empatía cognitiva es el nombre que se ha asignado por consenso a la primera parte del
proceso: la identificación del estado mental de nuestro interlocutor. A partir de los
contenidos verbales (testimonios, confesiones, etc.) y no verbales (gesticulaciones
faciales, p.ej.) que el otro emite durante la interacción, se activan en nuestro cerebro
estructuras profundas y muy primitivas que tienen el objetivo de codificar la información
de tipo social, reconociendo en el mismo acto (a través de inferencias) qué es lo que
transita por la mente de quien está frente a nosotros.
En este punto del proceso, elemental para que el resto se despliegue, se articula una
visión general de lo que el otro piensa y siente; pero sin que exista todavía una implicación
de tipo personal en todo ello. Es por eso que con gran frecuencia ha sido un fenómeno
equiparado a la teoría de la mente, un hito básico por el que se adquiere la capacidad de
reconocer al otro como un sujeto con sus propias experiencias internas y motivaciones,
independientes de las propias. Con ello se inicia la diferenciación de uno mismo respecto a
los demás, que sucede en los primeros años de vida como una parte clave de la
maduración neurológica.
El análisis informativo de la empatía cognitiva se centra en los elementos
lógicos/racionales, extrayendo de la ecuación cualquier correlato afectivo que (por lógica)
se podría predecir en lo sucesivo. La mayoría de la gente se adentra inmediatamente en el
pensamiento de otros matices, incluyendo la forma en la que todas estas "impresiones"
intelectuales resuenan en su propia vida emocional, pero en otros casos el proceso finaliza
aquí. Este último supuesto es el que puede hallarse entre psicópatas, por citar un ejemplo
conocido.
2. Empatía emocional
La empatía emocional requiere que, primero, seamos capaces de "captar" cognitivamente
la experiencia ajena. Una vez alcanzado esto, se avanza a un segundo nivel de elaboración,
en el que las dimensiones emocionales se erigen como un faro en el vasto océano de las
vidas interiores. En términos generales, esta forma de empatía nos dota de la capacidad
para ser sensibles a lo que sienten los demás, esencial para responder adecuadamente a
aquello que demandan en el ámbito de lo privado.
Se trata de una forma de compartir el mundo interior vicariamente. El observador del
afecto sincronizaría con la experiencia íntima del que es observado, y experimentaría una
serie de estados internos muy similares (aunque jamás idénticos) al de este. A un nivel
cerebral, se ha probado que el giro supra marginal derecho tiene un papel clave en la
empatía e incluso la compasión; una región que se ubica en la intersección entre los
lóbulos temporal, frontal y parietal.
Esta estructura es necesaria para contribuir a la distinción entre los afectos que son
propios y los ajenos, de forma que si sufre algún daño se manifiesta un declive dramático
de esta capacidad. Por otra parte, es esencial tener en cuenta que una empatía
constructiva requiere de una adecuada habilidad para regular lo que sentimos, algo que
conecta directamente con la actividad de la corteza pre- frontal. Sin una adecuada gestión
de todo ello, es posible que acabemos abrumados por el dolor de quienes nos rodean.
Y es que la empatía emocional no equivale al "contagio emocional", sino que devendría la
capacidad para sumergirnos en el mundo del otro sin acabar inexorablemente tragados
por él.

3. Simpatía o preocupación empática

La palabra "simpatía" proviene del griego, y se podría traducir como el acto de "sentirse
igual que el otro". Se trata de una preocupación por la experiencia ajena, que surge al ser
capaces de identificarla y sentirla en propia piel, y que a menudo acabaría derivando en
conductas de ayuda (prosociales). Se trata, por tanto, de un paso más allá dentro del
proceso empático, a partir del cual todo él se manifestaría en el escenario de lo social a
través de algún acto deliberado de altruismo (e incluso entrega).
Las personas que llegan a este punto dentro del proceso empático se sienten motivadas a
la acción; puesto que aportan su esfuerzo por ayudar de manera incondicional,
espontánea y desinteresada. No obstante, se debe señalar que a veces el refuerzo por
estos actos es de tipo social (el respeto del entorno o el alivio de un sentimiento de culpa,
p.ej.), por lo que no serían altruistas, sino más bien prosociales (al llevarse a cabo con el
objetivo de obtener una recompensa).
A pesar de ello, esta dimensión de la empatía supone la culminación de un largo proceso
de análisis cognitivo-emocional, transformando la intención en hechos dirigidos al alivio
del dolor ajeno. Es también el matiz que confiere a la empatía un evidente valor
adaptativo, puesto que estimula el sentido de colaboración y la compasión por quienes
pertenecen al propio grupo (en mayor medida que por las personas ajenas a él).
4. Ecpatía
La ecpatía es, quizá, la contribución científica más reciente al ámbito de la empatía y de la
compasión, aunque a menudo ha sido víctima de interpretaciones erróneas que en
absoluto se ajustan a la realidad. A través de la misma, las personas aprenden a reconocer
cuáles de las emociones que sienten en un determinado momento no les pertenecen en
realidad, sino que proceden de una fuente externa que las ha "transferido".
Con su utilización se atajaría la confusión, y se abordarían estos contenidos de manera
diferente a si fueran propios, con lo que no se perdería la propia experiencia en la
convulsión interna de quien se expone al dolor de otros.
Se trata, por tanto, de un mecanismo a través del que resulta viable evitar los "excesos"
de la empatía, cuyo riesgo principal reside en el contagio emocional y la manipulación. Así,
se puede decir que impide que la vida interior del otro nos arrastre de forma tal que
bloquee la capacidad de actuar, pero preservando aún la posibilidad de reconocer y sentir
todo lo que le ocurre. Supone la posibilidad de sentir, pero sin caer en una dañina
identificación.

COMO ENSEÑAR LA EMPATÍA A LOS NIÑOS


Existen cuatro ideas para fomentar la empatía en los niños y ellas son:

 Trabajemos nuestra propia empatía:

Los adultos puede que lleguemos a ser padres con nuestra capacidad de empatía
dañada si cuando éramos niños no fuimos respetados y escuchados, se negaron nuestros
sentimientos y necesidades y se nos negó consuelo, aceptación o expresiones de cariño.
Quizá el primer paso indispensable para que nuestros hijos sean empáticos es solucionar
nuestros propios daños emocionales.

 Seamos ejemplo:

Los niños aprenden de lo que hacemos, no de lo que decimos que hay que hacer. Y
respecto a la empatía, algo tan emocional y vivencial, esto es doblemente cierto. El
ejemplo que les des hará asimilar que las personas son capaces de comprender al otro,
ponerse en sus zapatos, conmoverse y compartir emociones sin juicios. Nuestra actitud y
la manera en la que habla a los demás y de los demás es lo que ellos entenderán como la
manera correcta de comportarse y percibirán cómo funcionan las conexiones entre las
personas. Cuidad como os tratáis entre vosotros, los adultos, especialmente cuando haya
un conflicto o una diferencia de opinión.

 Tratemos con empatía:

Si cuando somos niños en vez de recibir aceptación se nos reprime o ignora vamos a
crecer con la capacidad de autoestima dañada. Seguro que nos damos cuenta de ello y
entenderemos que precisamente siendo nosotros empáticos con nuestros hijos es como
mejor les ayudaremos a desarrollar esta capacidad. Comprenderse a uno mismo es un
proceso en el que debemos permitir que el niño exprese sus necesidades y sus
sentimientos. Comprender a los demás no es posible si uno no se comprende a sí mismo.

Los niños tienen necesidades y sentimientos que van más allá de comer o tener el pañal
seco: piden contacto físico, consuelo, compañía, ser escuchados y valorados, poder
expresarse. Aunque haya corrientes de crianza que lo señalan como un manipulador y
unos caprichos al que hay que dominar desoyéndole para que obedezca, quizá no sea esta
la mejor idea para ayudarle a ser empático. Si no los comprendemos y nos resistimos a
ponernos en su lugar no podrán ellos hacerlo en el futuro.

Si los escuchamos, los tenemos en cuenta, los tratamos con respeto, aprenderán a


desarrollar su empatía al ser tratados con empatía.

 Reconozcamos y nombremos las emociones:


Para poder reconocer en el otro las emociones e identificarse con ellas, no con sus ideas,
es indispensable saber reconocer las propias. Por eso los pasos anteriores son
importantísimos, si los padres validamos las emociones del niño él sabrá que sus
emociones son válidas y no negarlas. Al comprender sus emociones podrá reconocerlas en
otro. Desde pequeños podemos ayudarles a expresar sus emociones y nombrarlas,
identificándolas. "Estás enojado, sientes rabia, estás contento, tienes ansiedad o miedo..."

Las situaciones cotidianas nos dan muchas oportunidades para trabajar las emociones


propias del niño y para hablar de las emociones que se traslucen de actitudes de otras
personas, siempre sin juicio, solo reconociendo. Cuando el niño identifica lo que él siente
y lo que otro está sintiendo puede acercarse a él, sabiendo lo que está pasando en su
corazón.

Hay veces que el momento es inadecuado para la conversación, por lo que luego
podemos, cuando esté tranquilo, hablar del tema tranquilamente, pidiéndole, sin
presionar, que nos cuente como se sentía o como cree que el otro sentía. De esa manera
los niños desarrollan la empatía y les es más sencillo ponerse en el lugar del otro.

LA EMPATÍA EN LA EDUCACIÓN
La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y llegar a comprender cómo se
puede estar sintiendo, qué es lo que puede estar pensando, por qué hace  algunas de las
cosas que hace. Cuando nos enfrentamos a la tarea de educar, debemos desarrollar y
aplicar nuestra empatía, para educar al otro es importante saber cómo se siente, qué
piensa y por qué hace lo que hace. Si somos empáticos, podremos entender al niño,
alejarnos de nuestro punto de vista, que seguramente está condicionado por nuestras
creencias y avanzar un paso más. La empatía enriquece la educación de tal forma que
debería ser inseparable de la misma.

LA IMPORTANCIA DE LA EMPATÍA EN LA EDUCACIÓN


La educación supone una mutua influencia, un proceso que trata de impulsar el desarrollo
del niño y ayudarle a lograr sus máximas posibilidades. Es un proceso complejo en el que
el educador, docente, progenitor, o familia, también se ve influenciado y transformado
por el mismo proceso.  En este proceso que trata de sacar lo mejor de cada persona, la
empatía cobra un peso esencial.

Para impulsar el desarrollo del niño y ayudarle a aprender, crecer y madurar, aparte de
conocer las características generales de cada etapa de desarrollo es imprescindible
conocer las características personales de cada uno. La educación es un proceso individual,
un proceso único y personal. Entender al niño que vamos a educar nos va a permitir
educarle de una manera más efectiva, positiva y afectiva.

BENEFICIOS DE LA EMPATÍA EN LA EDUCACIÓN


Ser empáticos con los niños, tiene importantes beneficios:

 Nos permite alejarnos de nuestro punto de vista y ponernos en el punto de


vista del niño. No se trata de darle la razón, pero sí de lograr una verdadera
comprensión que nos permita guiarle de un modo más cercano, y afectivo.
 El niño que se percibe atendido y entendido, crece con un estilo de apego
seguro.
 Su autoestima y confianza se ven enriquecidas, ya que se percibe entendido y
no juzgado, criticado o censurado.
 Si somos empáticos con los niños, ellos también se entenderán mejor a sí
mismos.
 Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que les decimos, así que si
somos empáticos, estaremos ayudando a los niños a desarrollar su empatía.
 Cuando educamos desde la empatía conseguimos desarrollar sus habilidades
sociales.
CONSEJOS PARA DESARROLLAR LA EMPATÍA EN EDUCACIÓN
Veamos algunos consejos para desarrollar nuestra empatía cuando educamos a los niños.
A veces, puede resultarnos complicado ponernos en el lugar de otro y más aún cuando ese
otro es un niño, ya que los niños a menudo funcionan y piensan de un modo que se aleja,
se diferencia de la manera en que lo hacen los adultos.

 Lo primero que debemos tener en cuenta para mostrarnos empáticos es


entender que nuestro punto de vista no es el único válido y que no siempre
tenemos la razón. Existen tantos puntos de vista como personas.
 Cuando el niño no nos entiende, aunque lo expliques mil veces, mantén la
calma y no te enfades. No es que sea tonto, o malo, ni siquiera indiferente,
simplemente es otro. En ese caso trata de adaptarte a su modo de pensar, de
aprender, mira desde sus ojos y explícale desde esa perspectiva.
 Evita criticar, juzgar o etiquetar al niño, en lugar de eso ponte en su lugar, y si
es necesario critica la conducta, acéptale y ayúdale a mejorar.
 Hazle ver que le entiendes mediante verbalizaciones, dile: “Te entiendo….”
“Comprendo….”.
 Escucha abiertamente, y con calma. No interrumpas, no des por hecho antes de
que te explique.
 Para entenderle mejor, observa mucho y pregunta mucho.
EJEMPLOS DE EMPATÍA

 Cuando una persona mira una película o lee un libro, y se siente en favor o
en oposición a un protagonista en particular.
 Ayudar a una persona discapacitada a cruzar la calle.
 Entristecerse al ver a alguien llorar.
 Interpretar como propia la alegría de algún ser querido.
 Ir a socorrer a alguien que se ha lastimado.
 Interceder en contra de que algún niño reciba bullying.
 Darle importancia a las historias o las anécdotas de los demás.
 Sufrir los episodios más tristes de la historia de la humanidad, como las
Guerras o los genocidios.
 Cuando, mirando deporte, se ve la grave lesión de algún deportista, y
muchos perciben una sensación de dolor propia.
 Ayudar a alguien con dificultades a realizar una tarea sencilla.

CONCLUSIÓN:

La empatía es un valor indispensable en todos los aspectos de nuestra vida, sin él, sería
muy difícil enriquecer las relaciones interpersonales. En este sentido, quien se preocupa
por vivir este valor, cultiva simultáneamente la confianza, amistad, comprensión,
generosidad, respeto y comunicación.

PALABRAS CLAVES:

Lenguaje verbal

Lenguaje corporal

Trastornos psicológicos

Salir de nosotros mismos

Mente abierta

Persona empática

Falta de empatía

Sé un ejemplo

GLOSARIO

Conversación: Sucesión de turnos de habla que se produce al conversar dos o más


personas.
Comprensión: Facultad del ser humano o facilidad para percibir las cosas y tener una idea
clara de ellas.

Apoyo: Persona o cosa que ayuda a alguien a conseguir algo o que favorece el desarrollo
de algo.

Indiferencia: falta total de interés, entusiasmo y afecto, así como falta de capacidad para
impresionarse o emocionarse que muestra una persona.

Necesidad: Acto o cosa que una persona considera necesaria o conveniente para ella.

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