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¿Qué entendemos por derechos económicos, sociales y culturales?

Los derechos económicos, sociales y culturales incluyen los derechos a la


alimentación, a la vivienda adecuada, a la educación, a la salud, a la seguridad social,
a la participación en la vida cultural, al agua y saneamiento, y al trabajo.

Los derechos económicos, sociales y culturales (DESC) hablan de cuestiones tan


básicas para la dignidad humana como la alimentación, la salud, la vivienda, el trabajo,
la educación y el agua.
Que 800 millones de personas sufran malnutrición crónica o que más de 100 millones
de menores no tengan acceso a la educación primaria no son desgraciadas
realidades, sino un escándalo para los derechos humanos.

Todos los derechos humanos son indivisibles e interdependientes. Las


violaciones de los DESC (por ejemplo, no proteger los derechos sobre las tierras de
los pueblos indígenas, negar los derechos de educación a las minorías y prestar
servicios de atención médica de manera no equitativa) a menudo están relacionadas
con violaciones de los derechos civiles y políticos en forma de negaciones reiteradas.
Del mismo modo que para el pleno disfrute del derecho a la libertad de expresión es
necesario concentrar esfuerzos en favor del derecho a la educación, para el disfrute
del derecho a la vida es preciso tomar medidas encaminadas a la reducción de la
mortalidad infantil, las epidemias y la malnutrición.
El reconocimiento de los DESC no es un mero catálogo de buenas intenciones por
parte de los Estados. Son derechos que se derivan de tratados internacionales de
derechos humanos, como el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales de la ONU (1966). En mayo de 2013 entró en vigor el
Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales. Este nuevo mecanismo da a las personas la facultad de pedir justicia a la
ONU si su propio país no quiere escucharlas.
La jurisprudencia interna de muchos países y la tendencia a incluir estos derechos en
las reformas constitucionales demuestran que estos derechos se pueden hacer
cumplir mediante recursos legales. Sin embargo, queda mucho hasta lograr que estos
derechos se equiparen a los civiles y políticos en lo que se refiere a su exigencia
jurídica.

La gente que vive en la pobreza suele estar atrapada porque está excluida del resto
de la sociedad. Se enfrentan a amenazas contra su seguridad y la de su familia, y
están expuestas a la violencia estatal y a la de los grupos armados. Probablemente su
hogar, sus pertenencias y su medio de vida no están protegidos por la ley. No pueden
acceder a una protección social mínima en caso de enfermedad o de pérdida de su
medio de vida. Las mujeres y las niñas están especialmente expuestas a la violencia y
sufren un doble rechazo: tanto la familia como la sociedad las excluyen de los
procesos de toma de decisiones y les niegan cualquier poder.
Con demasiada frecuencia, los tribunales, la policía, los organismos asistenciales, los
servicios urbanos y el sistema educativo tratan a quienes viven en la pobreza con
desprecio o indiferencia. Sus opiniones no se tienen en cuenta. Se reprimen sus
esfuerzos por organizarse y no se les permite informarse de las cuestiones vitales
para sus comunidades. Ya sea porque se les silencia deliberadamente o porque la
indiferencia les hace enmudecer, el resultado es que no tienen voz.

Las vulneraciones a los derechos humanos causan y perpetúan la pobreza. Y la


pobreza conduce directamente a esos abusos.

Pero los derechos humanos son la clave para salir de la trampa. Constituyen el


único marco global en el cual todas las personas tienen derecho a obtener alimentos y
agua, a la asistencia médica básica, a la educación y a la vivienda, a la igualdad de
oportunidades, a un nivel de vida adecuado, a la seguridad, a vivir sin miedo, a
participar...
Derechos económicos y sociales

Derecho a la salud

Es el derecho al más alto nivel posible de salud física y mental, teniendo en cuenta la
configuración genética del individuo y la elección de su estilo de vida, así como el
grado de conocimiento científico y los recursos de que dispone el Estado. Consta de
dos componentes básicos: condiciones de vida saludables y atención médica. 

Derecho a una vivienda adecuada

Según datos de la ONU, más de 1.000 millones de personas en todo el mundo


carecen de una vivienda adecuada y más de 100 millones no tienen hogar. La
vivienda debería ser accesible a todas las personas que, además, deberían tener
cierta seguridad de tenencia que las proteja de desalojos forzados, hostigamiento y
otras amenazas. Entre los servicios disponibles deberían encontrarse el agua limpia
potable, saneamiento y energía. De conformidad con las normas internacionales, los
Estados deberían tomar medidas para garantizar que las viviendas están ubicadas en
zonas seguras y que respetan los derechos culturales.

Panorámica de un barrio de favelas en Río de Janeiro con los edificios de la ciudad al


fondo. Se ve un claro contraste económico entre ambos "mundos". © AI

Derecho a la educación
Supone el derecho a una educación primaria gratuita y obligatoria, y un mayor acceso
a la educación secundaria, técnica, profesional o superior. Lograr la efectividad del
derecho de las personas a la educación reduce la vulnerabilidad de estas al trabajo
infantil, los matrimonios precoces, la discriminación y muchos otros abusos contra los
derechos humanos. Los Estados deben garantizar una educación primaria gratuita y
obligatoria de manera prioritaria, así como la libertad de educación.

Derecho al agua

El acceso a suficiente agua limpia y a saneamiento es esencial para la efectividad del


derecho a la salud, a la alimentación y a un sustento seguro (por ejemplo, en la
producción de alimentos). Se ha interpretado recientemente que el derecho al agua
debe garantizar disponibilidad, acceso (tanto físico como económico) y calidad (libre
de organismos perjudiciales o contaminación) suficientes.

El derecho a a la educación primaria, gratuita y obligatoria es un derecho humano, así


como un mayor acceso a la educación secundaria. © AI
Derecho a una alimentación adecuada

En el mundo se producen alimentos más que suficientes para alimentar a todas las
personas. Sin embargo, cientos de millones sufren malnutrición crónica. Para cumplir
las obligaciones relativas al derecho a una alimentación adecuada, los Estados deben
abordar inmediatamente el problema del hambre y asegurar de forma progresiva que
toda persona tenga acceso físico y económico a una alimentación adecuada o a
medios para obtenerla.

Derecho al trabajo

El derecho al trabajo va más allá del derecho a tener un puesto de trabajo y a la


obligación de garantizar el pleno empleo. Abarca, al menos, el acceso a un trabajo sin
discriminación, la libertad de elección del empleo y una estructura de apoyo que
facilite el acceso al trabajo, incluida una formación profesional adecuada. Una
violación particularmente atroz del derecho a la libre elección del empleo es el trabajo
forzoso.

La cultura afecta a amplios aspectos de la vida: la vivienda, la alimentación, la relación


con la tierra y el entorno natural, la atención médica, la religión, la educación y las
artes. En muchas ocasiones es complicado determinar la adecuación cultural porque
las «culturas» nunca son monolíticas.

Por ello, brindar auténticas oportunidades de participación a las minorías, en particular


a los pueblos indígenas, mediante el respeto por la libertad de expresión, de
asociación y de participación en la vida política, es un elemento central del respeto por
los derechos culturales.

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