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FERNANDO ARAlVIBURU

}UAN MANUEL DíAZ DE GUEREÑU / RELECTURA


DE FERNANDO ARAMBURU: LOS RETOS
DEL NARRAD O R

Desde Fuegos con limón, en 1996, hasta Pa- Retos


tria, veinte años después, Fernando Aram-
buru (San Sebastián, 1959) ha publicado La primera novela de Aramburu dejó ver el
nueve novelas y tres libros de cuentos, conjunto de dichas motivaciones. Fuegos
todos en una misma editorial, Tusquets, con limón cuenta las andanzas de una cua-
con la sola excepción de Ávidas pretensiones, drilla de jóvenes que ambicionan conver-
que premió y publicó Seix-Barral. En dicho tirse en escritores e idean modos insólitos y
periodo ha sido autor además de relatos descarados de hacerse notar, de destacar
para niños, misceláneas de textos, una an- unos sobre otros. Las disparatadas iniciati-
tología de poemas (Yo quisiera llover, 2010), vas del grupo que forman, al que bautizan
una correspondencia (con Héctor Abad, La Placa, reinventan en la ficción el re-
2016), varias traducciones del alemán y cuerdo de las correrías juveniles de inspira-
hasta una «historia de la clínica» (Somos ción surrealista que el autor vivió con el
Patxi, Clínica Universitaria de Navarra, grupo Cloc de Arte y Desarte en su ciudad
2013). Esa variedad de textos no esconde, (Díaz de Guereñu, 1999). Les sirven de
sin embargo, la unidad esencial de su obra. trasfondo los acontecimientos reales del
Aramburu es ante todo un narrador. año 1979 y están atravesadas por una vena
· Lo es por voluntad declarada desde cómica notoria, calcada de la de las gambe-
que, entre 1984 y 1986, ya afincado en Ale- rradas de su trasunto real.
mania, compuso los textos breves de El ar- En la presentación pública de Fuegos
tista y su cadáver (recogido con toda su con limón en su San Sebastián natal, Aram-
poesía en Bruma y conciencia en 1993; ree- buru explicó que «el reto técnico» es un
iiíif Fernando
Aramburu. ©J. M.
ditado como título aparte en 2002) con el propósito de «despoeti- incentivo de la escritura de cada una de sus obras y de esa en particu- Sánchez Vigil
zarse», esto es, de librarse de los automatismos adquiridos mientras lar. «Me refiero -explicó- al sinfín de problemas lingüísticos y for-
escribió de preferencia versos. A pesar de que ha vuelto ocasional- males que me impuse aposta en cada capítulo, con la esperanza de
mente al poema o al texto poético (y lo ha hecho hasta de modo resolverlos y tratar de colmar así la obra de felicidades literarias, que
sostenido en el aún inédito Autorretrato sin mí, escrito en 2012-2013), diría Borges» (Aramburu, 2005: 379). Fuegos con limón, bajo la apa-
Aramburu ha dedic~do desde entonces a la prosa narrativa sus esfuer- riencia de una crónica personal del protagonista, Hilario Goicoechea,
zos cotidianos de creador, pues la considera más apta para satisfacer, complica discretamente la cronología del relato, inserta escritos de
..~con buen gusto y con densidad de pensamiento», las «necesidades cada miembro de La Placa, de estilos bien diferentes, y enriquece
g_Péticas elementales» que antes colmaba el verso (Aramburu, 1999). dicha crónica con sutiles manipulaciones formales que, sin embargo,
- Cuando aún se afanaba por poner punto final a su primera no- no dificultan la lectura.
vela, Aramburu expuso en una entrevista las razones principales por La novela rebosa además de citas, alusiones, parodias y homenajes
las que había elegido la ficción narrativa: «la necesidad del reto téc- a autores y obras, muy notoriamente la picaresca, Cervantes, las cró-
nico» una vez sintió la amenaza de la facilidad al versificar; «el deseo nicas de Indias o Quevedo. Algún episodio fue ideado como réplica
de transmitir humor», que descartaba en la poesía; y la necesidad de jocosa a dichos clásicos: es el caso del lance con el Alcalaíno mal trata-
responder «al acoso de la memoria», que resultaba de «contemplar los dor de la lengua, que responde al del vizcaíno en El Quijote.
acontecimientos y las personas de mi país desde una distancia conve- La picaresca proporcionó a Aramburu un esquema argumental
niente» (Díaz de Guereñu, 1993: 476). que ha aprovechado también en otras ficciones posteriores, el del
Desde la perspectiva de casi un cuarto de siglo transcurrido desde individuo obligado a madurar, a endurecerse y componérselas para
entonces, cabe afirmar que aquellas motivaciones iniciales orientan en afrontar la convivencia con el grupo en que se integra o con su am-
buena medida la escritura narrativa que Aramburu ha desarrollado biente social. El narrador, Hilario Goicoechea, ha de superar sus ti-
durante este tiempo. El reto técnico renovado al emprender una mideces e ignorancias para sobrellevar, mediante engaños y
nueva obra contribuye a definir cada proyecto creativo que se pro- triquiñuelas, la agresiva camaradería de los demás miembros de La
pone, le da forma concreta, y el humor y la rememoración de las Placa. El mismo núcleo argumental se percibe en ficciones posteriores
realidades trágicas de su tierra de origen son dos de las vetas significa- de Aramburu, muy notablemente en Los ojos vacíos (2000) y Años
tivas más claramente discernibles en su obra, como son factores cons- lentos (2011). La pérdida forzada de la inocencia en sociedad es sin
titutivos de la personalidad del escritor y de sus tomas de postura duda uno de los temas literarios en torno a los que el escritor articula
públicas. sus mvenc10nes.

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(F' Aramburu acudió a la lengua de los clásicos para dar forma a tal Estos tres títulos otorgan un espacio creciente al humor. En El
J. M. DÍAZ argumento, de modo que los críticos calificaron Fuegos con limón de trompetista del Utopía, la tercera novela de Aramburu, la comicidad
DEGUEREÑU / novela con ecos cervantinos. En cada una de sus obras posteriores, el deriva mayormente de la personalidad payasesca de Benito Lacunza,
RELECTURA escritor se ha impuesto reglas formales previas que han determinado la el trompetista frustrado, irresponsable y borrachín que, sin embargo,
DE FERNANDO estruc~~ra formal del relato, sus modos narrativos o hasta sus pautas a causa de un accidente, asume las obligaciones humanas de su her-
ARAMBURU ... sintácticas. Tales obligaciones asumidas le sirven de acicate, de reto que mano Lalo en su Estella natal. La bonhomía disimulada y un tanto
ha de solventar con los recursos de su oficio, y rara vez las explicita, pues bufa de Benito y el sentimiento de culpa arrasador de Lalo se entre-
pertenecen al ámbito reservado de la escritura, a su cocina. Aramburu veran y contrastan en la narración. El comportamiento del protago-
sí ha declarado en más de una ocasión que en ninguna novela suya nista, de nuevo un zascandil con ínfulas de artista, aporta el
ingrediente cómico al relato y en cierto modo lo redime de la tragedia
absoluta a que lo aboca un accidente causado por el bondadoso Lalo.
Viaje con Clara por Alemania construye su humor a partir de la
voz narrativa. El marido sin nombre de Clara, apodado por esta
«Ratón», se propone, con voluntad antiliteraria declarada, componer
la crónica del viaje que emprenden ambos a fin de recopilar datos para
una guía que le han encargado a ella, escritora reconocida en su país.
El contraste entre la sensibilidad estética, los remilgos cultos y la va-
nidad de Clara y la perspectiva desenfadada y burlona de su sancho-
panzesco consorte da pie a un despliegue de bromas del narrador
sobre las pretensiones de la literata, sobre la pareja que ambos forman
y sobre los rincones, personajes y situaciones que descubren en su
periplo. El amor por Clara y el aprecio por la tierra y las gentes ale-
iiJ Bah.ía de la manas modulan la comicidad, que raramente hace sangre.
Concha en
San Sebastián. puede faltar una escena de cementerio. No se trata de una broma pri- Muy distinta es en Ávidas pretensiones, que extrema la burla de lo
© Dolo Zaldua vada, sino del reflejo de una convicción profunda de que la muerte está literario, pues compone una comedia protagonizada por poetas, reu-
presente en toda peripecia humana considerada con cierta hondura. nidos en unas jornadas anuales en un convento, y una sátira de las
Los retos formales que el escritor se formula privadamente tienen formas mismas de la novela, desbaratadas constantemente por un
su efecto en la resolución formal de sus relatos, que representan con narrador gamberro, que se burla de usos y normas narrativas (así, las
notable variedad un universo personal reconocible. Pues, pese a su tres partes de la novela se titulan con descaro «Planteamiento»,
amor a las formas, que se traduce en esfuerzos sostenidos por pulirlas «Nudo» y «Desenlace» y el relato concluye con una moraleja) , de las
y extraer de ellas toda su significación, Aramburu no las concibe como expectativas del lector y de las pretensiones y realidades de sus poéti-
artificio desligado de su verdad humana. Así lo expresó en diálogo cos pero demasiado humanos personajes. La voz narrativa decidida a
epistolar con Héctor Abad: «Lo que sí comparto contigo es esa con- descabalgar prestigios y las tonterías propias de un protagonismo
vicción tuya que concibe la literatura como un espacio para la verdad coral, amasado en ambiciones y vanidades, proporcionan materia para
personal o, como tú dices, en el que nos dejamos la sangre y el alma. un relato a menudo hilarante, en el que Aramburu lleva a su colmo el
De hecho, (... ) es raro, por no decir imposible, que dejen huella en humor constitutivo de su ficción desde un comienzo.
mí las obras literarias que no combinan la calidad de la escritura con En Viaje con Gara por Alemania, la obligada escena de cementerio
cierta vibración emocional del hombre que se expresa. Sobra decir se resuelve en una en que el narrador disfruta comiéndose unos bom-
que me exijo lo mismo» (Abad/ Aramburu, 2016: 45). bones de chocolate entre tumbas más o menos ilustres. El humor de
Y el cuidado tenaz de la forma, la calidad de la escritura, se mide Aramburu, sin embargo, incluso cuando se declina como una apolo-
también por la legibilidad del texto, que Aramburu busca con ahínco gía del disfrute modesto, del buen vivir, no se desentiende de realida-
y que procura asegurar recurriendo a amigos que asumen el papel de des humanas fundamentales, como el dolor o la conciencia de la
ese «lector confidente» que, según explica, «dictamina si el texto fluye muerte, que hacen acto de presencia también en cada una de estas
bien, si se lee con gusto, si es creíble», antes de que sea impreso (véase novelas, perturbando modos de vida y conciencias.
en este número de Ínsula la entrevista de Martínez de las Rivas). El humor tampoco esconde realidades nada risibles: en una de las
escenas determinantes de El trompetista del Utopía, Benito Lacunza
recibe una paliza por haberse manifestado en la barra de un bar de un
Humor pueblo en fiestas contra un atentado de ETA del que informa la tele-
visión. El antihéroe grotesco se compadece de las víctimas y paga las
El deseo de expresar comicidad que incitó a Aramburu a adoptar la consecuencias. La risa de Aramburu es franca y su mirada, perspicaz
ficción como género de preferencia está muy presente en Fuegos con en percibir pretensiones, flaquezas y ridiculeces, pero rara vez se con-
limón, novela que, pese a sus tintes sombríos, exhibe como uno de sus forma solo con eso.
triunfos mayores una galería de personajes dados al comportamiento
extremado y cómico -Genaro Zaldúa, el Pulcro-, que establecieron
la reputación de Aramburu como creador de tipos novelescos. Otras Antíbula
novelas posteriores han abundado en idéntica vena humorística: El
trompetista del Utopía (2003), Viaje con Clara por Alemania (2010) y Los ojos vacíos (2000), la segunda novela de Aramburu, aunque puede
sobre todo Ávidas pretensiones (premio Biblioteca Breve de 2014). leerse una vez más como elaboración del relato picaresco, representó

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FERNANDO ARAlvfBURU

un viraje llamativo con respecto a la precedente. La historia se desa- de su vida. Las averiguaciones detectivescas del narrador, su biógrafo, J. M. DfAz
rrolla en un territorio imaginario, Antíbula, a cuya oscura geografía, movido de inicio a la labor por rencores personales, descubren a la DEGUEREÑ U /
RELECTURA
que yo imagino quizá balcánica, regresaron dos no- víctima tras las hechuras de la mujer fatal que parece
DE FERNANDO
velas posteriores, Bami sin sombra (2005) y La gran haber sabido imponerse. ARAMBURU...
Marividn (2013) , que completan lo que el autor ha Tras la tercera novela de Antíbula, Aramburu
bautizado luego «trilogía de Antíbula». declaró cerrado el ciclo. Reúne sus dos novelas más
Aramburu se propuso crear un territorio al que ricas en acontecimientos, de tramas más densas y
dotó de peculiaridades zoológicas (le inventó la te- pobladas, con la narración más enrarecida de las que
mible avispina fenza y la plaga de la mosca friche) y ha concebido, Bami sin sombra, seguramente la de
culturales (el título de la novela alude a un suplicio menor eco entre sus lectores. No es posible compren-
tradicional del país), pero cuya religión e historia der el universo narrativo y los modos de crear de
política son similares a las de otros países europeos, Aramburu sin atender a esta trabajosa elaboración de
incluida España. La historia de Antibula durante el un país que le ha servido para explorar con argumen-
siglo XX conoce una dictadura militar revestida de tos insólitos sus preocupaciones de siempre.
integrismo religioso, una guerra civil, otra dicta-
dura colectivista de partido único, disputas fronte-
rizas, una democracia formal reciente. Víctimas de la violencia
La invención de Antíbula no es una ocurrencia
improvisada sino fruto de convicciones duraderas de Aramburu. El Si una parte de la obra de Aramburu ha atraído la atención de los
novelista estima que una de las limitaciones más lectores y el elogio generalizado de la crítica esa es
lamentables de la novela española es que se aferra a sin duda la que constituyen los títulos que tienen
la relación de realidades, sin abrir la puerta a lo ima- Seix BarraJ Premio Bihlioteca Kreve 2.014
por asunto los efectos de la violencia terrorista.
ginado o fantástico, a su entender territorio fértil Aunque esta interviene en otros relatos suyos, como
también para lograr las felicidades literarias que se Fernando Aramburu he apuntado más arriba, los cuentos de Lospeces de
propone. Un artefacto antibulés, el chestoberol, Ávidas pretensiones la amargura (2006) y su novena y última novela de
una bola decorada y provista de una cadena, usada momento, Patria (2016), constituyen hitos llama-
en tiempos como juguete de adultos y signo de dis- tivos en la obra del escritor. También Años lentos
tinción y que después Aramburu ha recreado en la (2011) , sexta de sus novelas, aborda el tema. Nada
realidad, le sirve de emblema de la capacidad de la indica, por otra parte, que este pueda darse por ce-
literatura para enriquecer nuestro universo con rea- rrado en su escritura, por mucho que su resonancia
lidades imaginadas. amenace con oscurecer otros aspectos y asuntos de
Aramburu explicó que su país imaginario no su obra narrativa: Aramburu constata con asombro
pretendía ser una simple fantasía, porque esta solo que Patria, que se ha convertido de modo inespe-
asombra o distrae y lo que él se proponía en Los ojos rado en un fenómeno editorial, ha vendido en unos
vacíos era conmover. Y conmovedora es la historia meses más que todas sus obras anteriores juntas.
que el narrador, un bibliotecario sin nombre, reme- Lo mismo que No ser no duele (1997) , la pri-
mora y documenta, la de su infancia en tiempos de mera colección de relatos de Aramburu, urdidos
la dictadura de Vistavino, entre 1916 y 1928, so- para expresar una descarnada crueldad, para com-
metido a un abuelo brutal en un país que no lo es menos. pletar una galería de maldades sin concesiones, Los peces de la amar-
Las otras dos novelas de Antíbula adensan una invención com- gura es un conjunto de narraciones breves compuestas como
pleja y fascinante. Bami sin sombra, que transcurre acercamientos a un tema unitario, el del terrorismo
en fechas contemporáneas a su escritura, está de y sus víctimas, al que acudieron también más tarde
Fernando Aramburu
nuevo protagonizada por un ser inocente, la mu- tres cuentos de los muy variados incluidos en El
chacha que le da título, víctima de una violencia VIAJE CON CLARA vigilante delfiordo (2011). Dicho propósito unitario
POR ALEMANIA
insensata y condenada a una peregrinación sin des- se deja ver desde la dedicatoria del libro «a la impu-
rolt1rion andanw~
canso para cumplir un encargo, en busca de un im- reza», es decir, a lo opuesto a los grandes y puros
posible refugio emocional. ideales que justifican la violencia, y hasta la data
La gran Marividn narra la existencia de un per- que el escritor anotó al final del libro, «Lippstadt,
sonaje de Los ojos vacíos, la niña Acfia Fenelina, con- 24 de marzo de 2006» (p. 239), que hace coincidir
vertida luego en actriz famosa durante los años el final de la escritura con la fecha en que ETA de-
cuarenta y cincuenta, los de la revolución y el go- claró un alto el fuego «permanente» que luego no lo
bierno colectivista. La historia se sitúa cronológica- fue.
mente entre las de las novelas precedentes. Aramburu ha explicado reiteradamente que
Comparte con ellas el entramado de acontecimien- abordar en sus relatos los efectos de la violencia te-
tos, vidas y voces que configuran todo un mundo y rrorista fue un propósito sostenido desde que,
la pintura cruda de destinos individuales sometidos siendo muy joven, fue testigo de dichos efectos,
a la historia de su sociedad, aunque, a diferencia de la desamparada y pero que le costó décadas lograr la madurez necesaria para afrontar el
sumisa Bami, Marivián parece por momentos, engañosamente, dueña tema con suficiente confianza en sus recursos de escritor. Lo evocó en

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~ narrativo de novelas y relatos precedentes, pero solo en los diez cuen- critos en casi codos los cuentos de Los peces de la amargura y anticipa
J. M. DÍAZ tos reunidos en Los peces de la amargura lo desarrolló, con clara con- el retrato de dos familias que Aramburu traza en Patria, su novena y
DEGUEREÑU / ciencia de los peligros a que se enfrentaba su tarea: «el patetismo, la última novela de momento. Es dicho ámbito familiar lo que permite
RELECTURA tentación de tomar postura política e incurrir en moralejas y simpli- a Fernando Savater afirmar que la aportación principal de los relatos
DE FERNANDO ficaciones, el lenguaje inadecuado a la materia tratada, etc.», según me de Aramburu es que retratan la vida cotidiana de las víctimas del te-
ARAMBURU... escribió el 18 de febrero de 2005, cuando estaba enfrascado en la es- rrorismo, es decir, su existencia concreta de individuos enredados en
critura de los relatos. quehaceres, proyectos y emociones que la violencia perturba con su
El escritor hace suya la idea de que un cuento «consiste en la voz lastre de dolor.
que cuenta», en el «maridaje indisoluble de una historia y su diestro Patria comienza el 20 de octubre de 2011 , el día en que ETA
intérprete» (Aramburu, 1998: 36). Varios relatos en primera persona, anunció el cese definitivo de la violencia, pero retrocede en el tiempo
repetidamente de personajes femeninos, otros en los que predomina treinta años para contar la vida de los nueve miembros de dos familias
el diálogo, y el recurso a narradores caracterizados por las señas de la amigas en un pueblo guipuzcoano. T xaco, el padre de una de ellas,
empresario de transporte, es asesinado poco tiempo después de que
Joxe Mari, hijo mediano de la familia amiga, se haya integrado en
ETA. El asesinato descalabra la existencia de los familiares de la víc-
tima y los lazos de amistad, en particular los que unieron a las dos
madres de familia, Bittori, viuda del asesinado, y Miren, madre del
terrorista, luego encarcelado.
En torno a ambas se anudan los lazos y los conflictos familiares y
son ellas las protagonistas principales de la historia. Bittori vuelve al
pueblo en que vivían y se empeña en saber la verdad acerca del asesi-
nato y en que le pidan perdón antes de morir, de modo que sus ini-
ciativas y averiguaciones son en buena medida motor de los
acontecimientos narrados.
Patria está estructurada como un mosaico de capítulos breves y
titulados que, en su sucesión, trenzan las peripecias de los nueve per-
iiJ Fernando
Aramburu con su sonajes principales a lo largo de tres décadas, cambiando constante-
edito ra Bea triz oralidad expresan su voluntad de dar voz a las víctimas. En los cuentos mente escenarios, tiempos y protagonismos. Asegura la ~oherencia y
de Moura
de Aramburu, hablar o callar son opciones condicionadas por el clima la unidad del relato una voz narrativa que toma prestados algunos de
social de miedos y aquiescencias que nutre la violencia y que deter- sus recursos de la que despliega el relato cómico de Ávidas pretensiones,
mina las formas de infligir y de soportar el dolor. aunque muestra la versátil funcionalidad de dichos recursos con ma-
Los artificios formales a que Aramburu recurre en estos relatos, aun- teriales estrictamente dramáticos.
que a veces muy explícitos (inversión de la cronología, estructura de Aramburu forja una voz narrativa permeable a las voces y los pen-
diálogo teatral o de fragmentos encadenados), no alteran la impresión samientos de los protagonistas, que se desdobla o entabla diálogos con
general de escritura transparente, en la que un lenguaje cercano a la ex- interlocutores no identificados para lograr precisiones y detalles signi-
periencia de los personajes la traslada al lector, con toda su carga emo- ficativos, al tiempo que se desentiende de tareas convencionales del
cional. Es uno de los logros mayores de Aramburu haber conseguido esa narrador, como las descripciones de escenarios y personajes, la rela-
ilusión de escritura invisible, que no estorba ni mediatiza la emoción. ción de quehaceres cotidianos o hasta la selección léxica. Logra así un
También Años lentos hace muy visible su andamiaje formal, com- instrumento narrativo de enorme eficacia y concisión, ejercitado ya
puesto mediante la alternancia de dos escritos. El primero es el relato en la novela precedente y que demuestra de nuevo sus virtualidades
en primera persona del protagonista, que recuerda su niñez en casa de para articular un vigoroso relato dramático. Pese a lo complejo de su
sus tíos, allá por los finales de los sesenta, cuando fue testigo del adoc- funcionamiento, dicho instrumento se transparenta en favor del re-
trinamiento de su primo Julen, que le llevó hasta militar en ETA; el lato a cuyo servicio fue concebido.
segundo lo constituyen los apuntes del escritor para una novela que Patria, como indica su título, analiza una vez más el peso de con-
prepara al respecto. La conjunción de un testimonio al parecer des- ceptos o ideales abstractos en las vidas concretas y cotidianas de per-
provisto de conciencia literaria y de las anotaciones en las que el es- sonajes vulgares, de gente corriente que debe soportar el peso de la
critor premedita la obra que se propone componer a partir de aquel violencia ejercida en nombre de aquellos. Y desarrolla dicho análisis
produce extrañamente un efecto redoblado de realidad. Como si el con la perspectiva amplia y el detalle que permite una ficción nove-
lector no solo tuviera acceso al relato de ficción , con su carga testimo- lesca. De ahí, probablemente, su mayor efecto en gran número de
nial, sino que pudiera asistir también a sus preparativos. A ello con- lectores.
tribuyen sin duda el aprovechamiento de recuerdos personales en Si no la obra mayor de Aramburu, al menos la más generalmente
ambos tipos de texto y alguna nota confesional. reconocida por lectores y críticos, Patria culmina de momento una
Dicha alternancia de dos tipos de texto no estorba, por lo demás, tenaz reflexión acerca de las relaciones opresivas y destructivas estable-
a una nueva revisión del relato picaresco, en la que las cuestiones de cidas entre los individuos y las sociedades o los colectivos en que se
la inocencia forzada a adaptarse y de la culpabilidad por la violencia integran. Aramburu sigue trazando en sus relatos una pintura descar-
se muestran con crudeza. nada de lo humano, que no es ciega, sin embargo, al valor positivo de
La familia humilde que protagoniza Años lentos, en su barrio a las comportamientos y emociones que ayudan modestamente a vivir y a
afueras de San Sebastián, se engrana con los ámbitos familiares des- disfrutar lo vivido.

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FERNANDO ARAMBURU

La fuerte vocación de narrador que el escritor ha demostrado y su ARAMBURU, F. (1998) . «La noche mil dos», en J. A. Masoliver Róde- J. M. DfAz
dedicación infatigable a la escritura de ficciones desde hace treinta nas y Fernando Valls (eds.), Los cuentos que cuentan. Barcelona, DEGUEREÑU /
RELECTURA
años auguran nuevos relatos para los próximos. Parece obligado supo- Anagrama, pp. 36-37.
DE FERNANDO
ner que Aramburu no desistirá de plantearse nuevos retos a la altura - (1999). «Acerca de la unidad de este mundo. Vicente Aleixandre, ARAMBURU ...
de su talento, que seguirá poniéndose obstáculos y dificultades, a fin La destrucción o el amor (1932-1933}>, ABC Cultural, Madrid,
de lograr las «felicidades literarias» que son la recompensa de su afán. 22 de mayo de 1999, p. 30.
(2005). «A propósito de Fuegos con limón» en Juan Manuel Díaz
]. M. D. DE G.-UNNERSIDAD DE DEUSTO, de Guereñu, Fernando Aramburu, narrador. San Sebastián: Uni-
SAN SEBASTIÁN versidad de Deusto, pp. 375-380.
DÍAZ DE GUEREÑU, J. M. (1993) . «Entrevista con Fernando Aram-
Bibliografía citada buru», en Bruma y conciencia. Lejona: Universidad del País Vasco,
pp. 467-480.
ABAD, H. y ARAMBURU, F. (2016). Correspondencias/ Korrespondent- (1999). Cloc. Historias de Arte y Desarte (1978-1981). Madrid,
ziak. San Sebastián: Donostia-San Sebastián 2016 / Erein. Hiperión.

FERNANDO LARRAZ /
AÑOS DE PATRIAS
Cuando apenas quedan cien páginas para rismo, aquella que era perentorio escribir Fernando ARAMBURU,
que termine el libro, toma la palabra un no- para apurar el sentido moral de la historia al Patria. Tusquei:s,
Barcelona, 2016
velista en un auditorio lleno de víctimas del encarnarla en una serie de personajes: inte-
64 8 páginas.
terrorismo. Lo escuchamos desde la posición gral y, al mismo tiempo, repleta de tonos
de Xabier, en las últimas filas, hijo de un em- sutiles, de detalles significativos. Para alcan-
presario vasco cuyo asesinato vertebra la no- zar tal propósito, Aramburu ha sido cons-
vela. El escritor dice de su propia novela ciente de la obligación de esquivar los riesgos
sobre ETA: «procuré evitar los dos peligros que debía arrostrar en un proyecto seme-
que considero más graves en este tipo de lite- jante, los mencionados al principio de esta
ratura: los tonos patéticos, sentimentales, por reseña: moralismos, sentimentalismos, sim-
un lado; por otro, la tentación de detener el plificaciones, dogmatismos y verdades úni-
relato para tomar de forma explícita postura cas. Los sortea todos y no cae en ninguno de
política». Nada nos permite aseverar que el -: ellos. Para ello, respeta con escrupulosidad el
anónimo escritor sea el propio Fernando imperativo del arte de la novela -compren-
Aramburu q; se ha entremetido en su his- der y no juzgar- y su axioma fundamental
toria al modo cervantino, pero sí resulta -la realidad es siempre más compleja de lo
inevitable pensar que está conjurando explí- que podemos codificar en aprioris, dogmas y
citamente los peligros asumidos al escribir juicios definitivos-. Parte de una serie de
una novela que, bajo el título de Patria, preguntas radicales: ¿Cómo representar la
afronta el reto de narrativizar el terrorismo historia sin banalizarla? ¿Qué validez tienen
etarra -y, en consecuencia, de caracterizar las categorías morales fijas? ¿Desde qué posi-
víctimas, terroristas y daños- evitando sentimentalismos y cerradas ción observar la realidad para comprenderla mejor? ¿Qué personajes,
posiciones políticas. Aramburu ha demostrado ya sobradamente su qué espacios, qué hechos pueden dar una respuesta completa y com-
dominio del arte narrativo. Se maneja igualmente bien en el cuento y pleja a qué fue el terrorismo? Y de una necesidad: la de responder
en la novela larga y es autor de múltiples registros: desde la distopía desde la ética de la novela a la exigencia de dar fe de un tiempo histó-
política a la comedia descacharrante o la más sutil, a veces con toques rico desde su momento de cierre, el del final de la lucha terrorista de
autoficcionales, pasando por la novela de corte realista. En todos ellos ETA, que permite una perspectiva de privilegio; responder desde la
ha demostrado tener una honda preocupación por labrar la palabra y conciencia de los personajes a las grandes preguntas que suscita esta
con ella dar forma precisa -a veces, sutil, a veces, hiperbólica- a la historia: por qué durante años se mató masivamente mientras la so-
manera de sentir y a las escalas morales de sus personajes. Aramburu ciedad vivía adormecida cuando no exaltando al asesino; cómo es
es donostiarra y en el País Vasco y en Navarra ha centrado sus historias posible que en Europa y a finales del siglo XX el fanatismo nacionalista
más realistas: la novela El trompetista de Utopía y los libros dedicados rompiera amistades, familias, incluso vidas a través de una retórica
al terrorismo: los cuentos de Los peces de la amargura y las novelas simple y maniquea que segregaba a los puros de los impuros; cómo
Fuegos con limón y Años lentos. puede entenderse que aquel régimen persistiera durante más de cua-
Patria no es un relato más sobre el terrorismo vasco, sino que sus renta años. Preguntas a las que dentro de un siglo, cuando ya los
pretensiones son totalizadoras. Aspira a ser la novela sobre el terro- testigos y con ellos la memoria directa se hayan extinguido, Patria

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