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CUE N TO r e s e ña s

Voces entre el mar el presente caso, vale la pena hacer re-


ferencia a cada uno de los cuentistas
“producir” escritores por fuera de la
tradición oral, tan ligada a la historia
y el desierto seleccionados; dejar a un lado la pere- tradicional de los pueblos vernáculos
za, pues ameritan, dentro del silencio de escritura tardía.
Antología de cuentos externo que envuelve su creación, ser Antología de cuentos de La Guaji-
de La Guajira visualizados, y más cuando los que ra tiene, dentro de sus coordenadas cul-
Víctor Bravo Mendoza incluye el antologador en la obra son turales, similitud de temas, y el sueño
(Compilación) solo doce. es uno de ellos. La visión que se pro-
Editorial Orígenes, Bogotá, 2015, 206 pp. La Guajira es un departamento duce durante el sueño se convierte en
fundado en 1965. Sin embargo, como elemento decisorio para plantear lo
En el siglo XVIII hubo en el Reino territorio, su historia literaria escrita que podría ser la vigilia de los guaji-
Unido una interesante polémica en- se remonta al siglo XIX, cuando Pris- ros. Desde la imagen onírica se define
tre el pintor y académico (pertenecía cila Herrera de Núñez, cuñada del el vivir.
a tres academias) Joshua Reynolds presidente Rafael Núñez, y según lo Glicerio Tomás Pana Uriana, quien
(1723-1792) y su colega Thomas Gains- comenta Víctor Bravo Mendoza en se distinguió como promotor indige-
borough (1727-1788). Este último, re- el prólogo del libro (p. 14), publicó nista y miembro de la Academia de
belde con lo esquemático, se apartó de Historia de una noche (Imprenta de Historia de su departamento, no duda
la normatividad en la pintura, por lo F. Torres Amaya, 1858) y Un asilo en en establecer el sueño en su relato de
que pronto salió de la Royal Academy, la Goajira (Minerva, 1867). amor “Chechon, la soñadora”, donde
que dirigía su mencionado contradic- Lo anterior permite entender qué hay doncella, encuentro apasionado de
tor, para hacer todo lo contrario a lo tanta historia ha tenido la literatura en amantes, separación y reencuentros.
que exigía el canon en el uso de los la península del Caribe colombiano. Entre los subtítulos o apartes de su
colores. La divergencia sobre el arte los Para hablar de la narrativa guajira se narración se incluyen “El primer sue-
llevó a una espinosa relación. Reynolds hace necesario mencionar a Eduardo ño”, “El segundo sueño” y “El tercer
sostenía que los colores predominan- Zalamea Borda, el inolvidable “Uli- sueño”.
tes en la masa de luz de un cuadro no ses” de El Espectador, el periodista Mildred del Carmen Nájera (1981),
podían ser los fríos, el azul, el gris o bogotano autor de Cuatro años a bor- antropóloga e investigadora de la
el verde, sino aquellos colores que son do de mí mismo (1934), novela moder- cocina cotidiana wayuu, miembro
considerados cálidos y suaves, es decir, na de referencia obligada en la litera- del taller de Relata, aborda el sueño
el rojo, al amarillo o al blanco amari- tura colombiana, y quien fuera igual- en su cuento “Amores duendes”, que
llento. Este dictamen académico hizo mente, como escritor y periodista, llega en una escritura poética, con un
que de inmediato Gainsborough toma- impulsador del joven de Aracataca, estilo de fluidez armoniosa: “La lluvia
ra el pincel entre sus dedos y llevara Gabriel García Márquez, al publicarle de hoy me trajo el recuerdo de estos
a su lienzo la preeminencia, hasta la por primera vez algunos de sus cuen- sueños. Un rumor continuo de voces
saciedad en su obra Blue Boy, del frío tos. Gabo también escribió con tema acuáticas sumergidas en parajes des-
añil. La academia quedó estupefacta. guajiro: La increíble y triste historia conocidos. Otras veces soñaba vivir
En este sentido, voy a comentar de la cándida Eréndira y su abuela debajo del río, en medio de palacios
el libro Antología de cuentos de La desalmada (1972). rocosos” (p. 72).
Guajira, saliéndome de las frías reglas Antología de cuentos de La Guaji- Betsy Barros Núñez (Riohacha,
que se quiere imponer a las reseñas. ra ofrece un panorama actual con la 1963), administradora de empresas
Es decir, sin el hacha rajaleña, solo presencia de doce cuentistas: crono- que se desempeña como tallerista
con la descripción, porque sucede lógicamente, el primero es Glicerio de literatura, con publicaciones en
también que no se puede siempre Tomás Pana Uriana (Uribia, 1899) y Cuadernos Relata, en su cuento “Des-
blandir el perverso mazo crítico de la última es Vicenta María Siosi Pino de las sombras” tiene un narrador
la prepotencia hacia los que crean (San Antonio de Pancho, 1995). En infantil que sueña al hablar desde lo
literatura en una región apartada del buena parte, la presencia actual de mágico, en medio de las fallas del flui-
clásico canon; hacia los que escriben la narrativa en el departamento se do eléctrico: “La casa, iluminada entre
muchas veces con las uñas, lejos del debe a la Red de Escritura Creativa mis sueños, se hacía oro cada noche y
centralismo de un país que tiene en su Relata, del Ministerio de Cultura en mis manos al despertar parecían rete-
eje capitalino la concentración señorial La Guajira. De acuerdo con la infor- ner su fulgor” (p. 80). No hay trama,
de todo lo institucional. Así que, que- mación que el libro suministra sobre solo el recuerdo del ayer y el retorno a
rido lector, mi reseña es de respeto a sus autores, cinco de los seleccionados la casa de la lejana infancia, totalmen-
los escritores de talento, y relegados de por el compilador son lo que podría te destruida, después de treinta años.
las grandes antologías, esos que viven llamarse técnicamente “la formación En “El encierro de una pequeña
en la marginalidad de la frontera del informal”, y los restantes siete, autores doncella”, de la abogada wayuu Ester-
Caribe indígena y que buscan, con una de libre imaginación autodidactica. cilia Simanca Pushaina (ranchería El
propuesta propia, darle presencia a su De este modo, se puede establecer Paraíso, 1975), la tradición guajira está
voz silenciada. Las antologías son con- qué dinámica de escritura de ficción presente. Una doncella, Iiwa-Kashí, es
sideradas muy retadoras porque crean narrativa hay en la regiones y qué encerrada por las mujeres que la pre-
la tendencia a dar una sola mirada. En tanta incidencia tiene el Estado para paran para su pubertad. El sueño entra

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r e s e ña s cuento
en la historia, una vez como maestro También es muy interesante la Nelfer Velilla González (Maicao,
de la soñadora y en otra ocasión como forma narrativa de tratar los mitos 1990), resumen su acción, dentro de
protector. ¿Qué aprende la soñadora? propuesta por la cronista con estudios la narración, en un continuo envío
Aprende a tejer: “Iiwa duró un año en arquitectura, tallerista de Relata, de correos. Se trata de un transcurrir
soñando con la doncella desconocida Hilda Lubo Gutiérrez (Riohacha, existencialista, no común en la escritu-
que le revelaba con sus manos, y sin 1966). En su cuento “El laberinto de ra guajira, pero que deja entrever otras
pronunciar una sola palabra, más y Ícaro” reconstruye mitos griegos, en- direcciones posibles.
más secretos del tejido wayuu” (p. 97). tre ellos el vuelo del hijo de Dédalo. Emmanuel Pichón Mora (Maicao,
Un poco más adelante, la narración Su creativa invitación nos lleva a otro 1967), con estudios de ingeniería de
establece: “(...) traigo la palabra del tiempo, cuando nos dice que Ícaro no minas y metalurgia, seleccionado en
creador de los sueños de Iiwa, quien acepta ninguna ayuda, y todo porque una de las antologías de Relata, en su
te manda a decir que la princesa tiene “las sustancias que prepara con la ciza- cuento “Exiliado en tierra” lleva al
un espíritu protector que impide que ña que infesta con el hongo Erysiphe le lector al mar, a la piratería. El narra-
hasta en sus sueños puedan violar su producen alucinaciones” (p. 135). Los dor, de 30 años, es hijo de un español
encierro” (p. 101). sueños son deslumbramientos artifi- cuyo lugar de nacimiento es la isla
La comunicadora social Vicenta ciales, y por eso se hallan en otro nivel, Tortuga, paraíso de piratas. Se mete
María Siosi Pino, wayuu del clan el de las imágenes con alucinaciones. a bucanero y por ingenuidad quiere
Apshana, propone el tema de la Por fuera del sueño como elemento besar a una bella prisionera de su jefe
desadaptación respecto de lo tradi- de reconstrucción de la memoria, al- Barbanegra, y este, como castigo le
cional, en este caso de una muchacha gunos de los autores construyeron su corta los labios. Es un tema del ayer
indígena que es sacada de la ranchería estructura literaria con otros mundos. de la península, una historia en la que
con el fin de que crezca en la ciudad, Sus narrativas focalizan universos que no se recurre al hilo del sueño como
bajo la tutela de unas comadres, cuya validan sus propuestas desde otros án- elemento narrativo. Esto no invalida a
educación urbana consiste en tenerla gulos. Así, por ejemplo, Limedis Cas- Pichón. Solo lo ubica en otro espacio
como empleada de servicio, hasta el tillo Mendoza (Riohacha, 1969), en su narrativo que también hace parte del
punto de que la desnaturalizan. La cuento “El hombre que nada buscaba Caribe guajiro.
muchacha, en un sueño, anhela el en una ciudad pequeña”, sorprende al
lugar donde nació, ese que terminará lector con un poeta que es ladrón de Álvaro Miranda
por aborrecer en su confusión de iden- lápidas de cementerio y al abrir una de
tidad: “El cansancio ganó en la noche. las tumbas se encuentra con un muerto
¡Soñé estar en la ranchería, que sueño NN enorme, que tiene unos manuscri-
tan maravilloso!” (p. 112). tos y El libro de arena de Jorge Luis
La historiadora Caridad Brito Borges. El sueño en Castillo Mendoza
Ballesteros (Santa Marta, 1991), de la consiste en que hace referencia a “El
Red de Escritura Creativa Relata, pre- otro”, el cuento de Borges en que el
senta el cuento “Una vez más”, que se argentino se encuentra con él mismo
aparta del sentido preciso de los temas para finalizar diciendo: “El otro me
del territorio y sus formas de sentir la soñó, pero no me soñó rigurosamente”.
vida y la muerte, para darles un giro El pedagogo Leonardo Raúl Brito
y verlos desde el punto de vista de un (Hatonuevo, 1982), en su cuento “Mi
animal, el perro que aparece como na- amigo Antonio”, narra una historia
rrador. Se trata de un ser que, aunque de gitanos que llegan y establecen su
irracional, racionaliza y nos dice cómo Romanes Than, su hogar, a la orilla del
ve a su ama, que ha sido entregada en río. La familia de gitanos de Antonio
matrimonio por compromiso, para lue- hace recordar aquella otra que llega a
go separarse e irse de la casa. A pesar la aldea de veinte casas de barro con
de la diferencia antropológica que un río en cuyo lecho hay piedras enor-
mantiene en la narrativa respecto a sus mes que parecen huevos prehistóricos:
compañeros de antología, en Caridad “Me acerqué detrás de la vivienda. Él
Brito de nuevo el sueño establece el estaba allí, junto a su padre labraba
hilo invisible. Los sueños son interpre- figuritas de cobre que parecían cobrar
tados por el ama cuando el amo los re- vida” (p. 180).
fiere: “Tuve un mal sueño mía. Otra vez “El timador”, de Gabriel Luna Del-
el caballo negro. Yo lo montaba. Iba a gadillo (Honda, 1959), desarrolla una
galope y de repente —el amo respira trama donde los sueños son para salir
profundo— yo caigo en una calle” (p. de la pobreza. Tuvo la ocurrencia de
125). La mujer, como descifradora de regar oro en el arroyo para engañar
sueños, le asegura que él ha tenido ese a posibles compradores de su tierra.
sueño por haber apostado y perdido la Román y Nora, dos personajes del
plata del jornal en la ruleta de la feria. cuento “La otra orilla”, del músico

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