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El filibustero Justo Sierra O'Reilly REIWMATO LICENCIADO VIDRIERA . & UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO coLeccion RELATO LICENCIADO VIDRIERA. COORDINACION DE DIFUSION CULTURAL Direccién General de Publicaciones y Fomento Editorat El filibustero Justo Sierra O'Reilly INTRODUCCION OS ertiaister ea scarey enero ec ak eine ts ia de la literatura mexicana, entre otras razones, por ber sido uno de los introductores de la novela como género rio en nuestro pafs. El periquillo sarniento fue publi- da cn el afio de 1816, unos cuantos afios después de la laraciGn de la independencia, y acaso por ello su tematica suiestilo tienen que ver més con la critica de costumbres y Bos apni cl sarin erie ec ipemece ae PG ae isyeictcens seociiscciai ae DOES spc orrmnnertotCdaeaineren i eee Sep steering ean ales Dumas, Ste) Ron orconsigente novela, Un afio en el hospital de San Lazaro Ral ye oho a Byeinen fom cise cesar to intron or a través de la trama y del conflicto psicolégico de ee ce Richer ete cea pin ISBN: 970-32-0473-2 (tomo 6) ta contraido lepra y se ve obligado a refugiarse en un Impreso y hecho en México sario. Por otro lado, Sierra O° Reilly es también el crea- var dor en nuestro pais de lo que se conoce como novela hist6- tica, género que aprendié merced asus lecturas de Sir Walter Scott, Bulwer Lytton y Victor Hugo. Su segunda novela, la ya cldsica La hija del judfo fue dictada por Sierra O'Reilly, con la misma soltura de Stendhal con su famosa Cartuja, aprovechando las largas esperas durante su aciago viaje a Estados Unidos en plena Guerra de Castas. Bien documen- tada, con profundo conocimiento de la historia de a colonia 1 de las intrigas entre las principales Grdenes religiosas ~en especial la pugna entre dominicos y jesuitas~ Sierra O'Reilly crea una obra maestra efrta cual narra con lujo de detalles las peripecias a que se ve sometida una jovencilla acusada por la Inquisici6n de ser hija de judios con objeto de despo- jarla de su herencia y, dems, frustrar su felicidad al impedir su matrimonio con un joven de la mejor sociedad. Pero Sierra tenfa otra veta, la de la novela breve o relato que, de algén ‘modo explot6 con éxito en los muy diversos periédicos que publicé a lo largo de su corta pero atribulada vida. En este ‘g6nero Sierra O'Reilly ensaya con las leyendas e historias ‘que fueron famosas en la Peninsula de Yucatén. este género perteneve Et filibustero, relawo que hoy preventamos y que se hallaba précticamente inédito en nuestro pais. Elfilibustero (1841) fue considerada por el propio autor ‘como una novela hist6rica en razén de que esta basada en ‘una leyenda del siglo xvit sobre las famosas piraterfas que asolaban a la Peninsula de Yucatén, Esto, que alaluz-de hoy puede parecer ingenuidad o falta de creatividad, no era tal el siglo x0x evando lo que se pretendia era sobre todo forzar la autenticidad de Ia anéedota y darle el tratamiento nds realsta posible. Porello esta breve novela posee muchas Jas mejores aportaciones de Sierra O'Reilly ala narrativa ana. Se trata de larecreaci6n hist6rica de un personaje enombrado en la imaginacién popular, Diego el Mulato, ible por su oficio de filibustero y misterioso por suidenti- y destino. El suceso estd ambientado en el pasado, como novelas de Scott, pero ocurre en nuestro pas, en este : o en la muy noble y leal villa de Campeche, en laenton- pitan‘a General de Yucatén, lo cual le brinda un interés al relato. Si bien es cierto que hay muchos ele- fechados que le imprimen un toque excesivamente {un tanto melodramatico ala narraci6n, también rdad que la historia posee fuerza e interés sobre todo se trata de una historia de amor a la vieja usanza, que proponfan Byron, Emily Brinte o Victor Hugo, nde existe de principio una gran disparidad entre el ‘moral de la pareja de enamorados y muchos obs- ppara vencer. El elato contiene asf el suspenso folle- cl clemento roméntico, ol anholo de penetracién ea y la sorpresa con que suelen concluir este tipo de sentido Diego el Mulato es un protagonista muy Jen tanto que su caracterizacién es la de un tipico oniano. Es ervel, valiente, buen mozo, habil con saltivo, aungue a la larga resulte una vietima det destino en cuanto a que se enamora de Ta persona menos indicada, pues no slo se trata de ia mujer més bella de Cam- peche sino también de quien con mayor derecho lo odiarfa Elfilibustero es, en fin, la historia de una gran pasién, de un amor a primera vista que desconoce sus orfgenes y que en- frenta todas las adversidades posibles sin temor a Io que pueda ocurrt. Tanto Diego como Conchita, el objeto de su amor, estén dispuestos a arrostrar todas las penalidades {que sobrevengan con tal de no prescindir el uno de fa otra, La pasién de Diego no conoce Iimites y Conchita también ‘es capaz de renunciar incluso a su propia sangre con tal de tunirse a quien la sedujo con el simple brillo de sus ojos. ‘Como sucede en las novelas decimonénicas, la historia esta dena de paradojas,ironfas dramsticas y predeterminaciones, del destino, Curiosamente las concesiones que hace el nove- lista no van tan lejos como para llevarnos a un final feliz.y esto, en gran medida, es lo que le imprime el cardctertrégico y memorable a nuestro relato pionero en las letras mexica- nas, Para la presente edicién se consideré pertinente moder- nizar la tipografia y las convenciones editoriales con objeto de hacer més gil su lectura Hernén Lara Zavala PRIMERA PARTE, -Ahi! dove fuggo? E dove Dove fugirpotrat? Alfir-M. Stuarda 1 INVASION DE LA VILLA LAS ARMAS, VALIENTES CAMPECHANOS! LOS BARBAROS /ENEN A ROBAROS, A INSULTAROS, A SAQUEAR VUES- €asas, a violar vuestras hijas ya incendiar la poblacién! ey! {qué es el rey cuando se trata de conservar el honor tencia de lo que tenéis de més caro en Ia tierra? ‘causa del rey no es la que vais a defender: es Ia fra, es la causa de Yucatén: es la de la muy noble y leal for consternacién y angustia,contemplando aquel host El valentey resuelto eapitén Domingo Gal- 0, acuerdo con los principales dela villa, daba ones y dictaha éedenes para la defensa de In cinco de la tarde, mientras todos los vecinos es- tunidos en las casas reales, viose venir a carrera tirada yero de la Eminencia.. Lega bafiado de sudor, cubier- Wo. no puede hacerse entender porque est espan- agitado de la fatiga y del terror. “Por Dios!, hablad de una vez ~gritéle Juan Baniver- de-5 qué hay?, son enemigos? -Sf.. pronto... a las armas... es, no hay duda, lo... he reconocido bien... es.. Diego el Mulat. “Diego el Mulato! -exclam6 la azorada multitud, y en aque! momento un estupor general cundié ripidamente-, {Diego el Mulato! {Santo Dios!, ;quién resiste a Diego el “Malato?, zquign puede embotare! filo de su espada?, ,quién ccontiene su brazo exterminador?, ,que mitigarésu insaciable sed de venganza y de sangre?” ‘Tan intrépido cual.era el capitén Galvén, no dejé de turbarse con la noticia que trajo el vigfa de la Eminencia Conocia perfectamente a Diego el Mulato, de quien era padrino, y sabfa que era capaz de todo para vengarse de cierto insulto recibido en la villa, Su nombre tenfa una horrible celebridad, una fama de sangre. Como el Han de Islanda de Victor Hugo, Diego el Mulato habia comido la carne de un indio de Rfo-Lagartos y bebido el agua salobre de una cignaga. Muchos afis de piratefa en las costas de ‘Yucatén lo habfan hecho temible aestos pacificos habitantes Y su nombre era bastante para petrficarlos de espanta. Sin ‘embargo, era de la mayor importancia el proceder a serios reparativos, yal efecto, el capitén Galvan dirigié una aren- ‘88 a los vecinos para excitar su patriotismo y lealtad, ha- cigndoles ver que no habfa que temer a ningtin enemigo, siempre que se afrontase con valor y resolucién a sus tentativas, y que el nombre yucateco, el honor eampechano Staban directamente interesados en el éxito de aquella tase habfa aproximado a las costas, desembarcado con ida a sotayento de San Romén, donde hoy esté el illo de San Luis, ¢ internado por la espesura, Era segu- een aquellos momentos estabacen tierra, y tal ver den- Ta villa 0 sus arrabales, porque atin no se habfa re- ; do al ocultarse el sol. Esto acabé de alarmar aos ,¥ ya no tuvieron resolucién para poner sus haciendas Oy alejar de aquel teatro a sus familias, hasta que ge el socorro que se habia pedido a la ciudad de Mérida, de residiael gobernador. Como para esto era natural tiese lgtn intervalo considerable de tiempo y go era inminent, se resignaron a toda contingencia, se erefan cereados por el encmigo. Cuando a las a mafiana del dia siguiente el eacique de Sambulé fle del saqueo que habfan hecho en su pueblo los eros, ya la villa estaba en actitud de defensa, aunque basino con doscientos sesenta y tres hombres, pues se retraron a los montes inmediatos. tima del bérbaro furor de aquel filibuster detestable Jo en el ao pasado don Valerio Mantilla, enco- fo de Champotsn. Diego el Mulato sorprendi6 aquel cuchillo alos que no tuvieron lugar a escapar te de su furor. Mantilia fue del niimero de estos desgraciados. Su familia estaba en Campeche y aunque ‘no conocia personalmente al pirata, nuestros Iectores deben figurarse la impresin que su desembarco causaria en el la- cerado corazdn de la viuda e hijos del caballero. Conchita, lalindae inocente Conchita, sobre todo, fdolo y encanto de ‘su difunto padre, delicia de toda la familia y bello omamento de la villa, era la que més sufria en aquel amargo trance. Suelta la rubia cabellera, con los ojos hinchados de tanto Horar, pintado el terror en todas sus delicadas facciones y ‘con traje de luto,sali6 en la mafiana del dia doce de agosto para ira la parroquia, distante de su casa sélo el ancho de la calle. Allf arrodillada sobre Ia tumba"de su padre, al pie ‘del altar de énimas, lanzaba ahogados sollozos pidiendo al cielo... jSanto Dios! Sabitamente oye tocar a rebato; las cornetas, trompas y afafiles dan la sefial de la proximidad del enemigo, Trémula escucha la voz del capitén Galvan, que manda a hacer fuego... ;poumn!, un tiro de artilleria venido del mar... las balas se cruzan...el tiroteo se gene: raliza... Conchita cae sin sentido desmayada en el templo, sin un solo testigo, sin una sola mano que Ia socorriese. Atacan con furor los enemigos la trinchera de San Ro- mn: los botes y las lanchas protegen sus operaciones hos- tiles. Se acercan una vez... otra atin... y el capitin Galvin cae atravesado por una bala de mosquete, al salir a contener ‘aquellos forajidos. Sin embargo, los vaientes campechanos sostienen con honor su puesto; pero se retinen en aquel solo sitio, mientras que nuestros enemigos, haciendo un fuego por la mar y por la playa, destacan diversas partidas y poderan de varios puntos de la villa, Todo es ya confu- ¥¥ desorden. La superioridad exorbitante de los inva- have desaparecer todo obstéculo a su empresa. Los 10s, en la dura alternativa de morir o rendirse a Jn, no encuentran otto medio que el de refugiar- ‘el convento de San Francisco, Emprenden precipita- te la retirada las mujeres y los niflos; os ancianos ¢ 7 dos se ven en el mayor peligro. Todo es luto y ho- 0 se oye ya la voz de los que mandan, y cada uno pro- ar aquel contlicto como se lo permiten sus ago- 23s. indo Conchita volvié de su largo y profundo des- jgi6 en torno sus azorados ojos buscando a alguien, +a un lejano ruido: es un himno @ Baco lo que ppercibir: es el canto de los extranjeros que cele- triunfo horrible en medio de una orgia. Retine sus {Dios mio!, ;qué recuerdos}... Hace un esfuerzo para de aque! lugar solitario; todo esté sumergido en espe- todos. La puerta, sin embargo, esté entreabierta, da, petrificada de espanto... encuentra un bulto arrojado por el suelo..es el cadsver del capi- _ otro en la calle. es el del capitén Losada |capitin Pita, otro més, jay!, ;qué sangriento ilo! gY su madre y hermanos? jNada! Su casa esta €1 mayor desorden... Conoce Io eritico de su estos desgraciados. Su familia estaba en Campeche y aunque ‘no conocia personalmente al pirata, nuestros lectores deben figurarse la impresiGn que su desembarco causaria en el la- cerado corazén de la viuda e hijos del caballero. Conchita, la linda e inocente Conchita, sobre todo, fdolo y encanto de su difunto padre, delicia de toda la familia y bello ornamento de la villa, era la que més sufrfa en aquel amargo trance. Suelta 1a rubia cabellera, con los ojos hinchados de tanto Horar, pintado el terror en todas sus delicadas facciones y ccon traje de luto, salié en la maftana del dia doce de agosto para ira la parroquia, distante de su casa s6lo el ancho de la calle. Allf arrodillada sobre la tumba"de su padre, al pie dl altar de énimas, lanzaba ahogados sollozos pidiendo al cielo... ;Santo Dios! Subitamente oye tocar a rebato; las ‘cornetas, trompas y afiafiles dan la sefial de la proximidad del enemigo. Trémula escucha la voz del capitén Galvan, que manda a hacer fuego... jrounn!, un tiro de artillerfa venido del mar. las balas se cruzan... el tiroteo se gene raliza... Conchita cae sin sentido desmayada en el templo, sin un solo testigo, sin una sola mano que la socorriese. Atacan com furor los enemigos la trinchera de San Ro- ‘man: los botes y las lanchas protegen sus operaciones hos- tiles. Se acercan una vez... otra atin... y el capitén Galvin ‘cae atravesado por una bala de mosquete, al salir a contener aquellos forajidos. Sin embargo, los valientes campechanos, sostienen con honor su puesto; pero se retinen en aquel solo sitio, mientras que nuestros enemigos, haciendo un fuego yo por la mar y por la playa, destacan diversas partidas y poderan de varios puntos de la villa, Todo es ya confu- ¥y desorden. La superioridad exorbitante de los inva hace desaparecer todo obstéculo a su empresa. Los shanos, en la dura alternativa de morir o rendirse a én, no encuentran otro medio que el de refugiar- el convento de San Francisco. Emprenden precipita- nte la retirada las mujeres y los nifios; los ancianos e se ven en el mayor peligro. Todo es luto y ho- se oye ya la vor.de los que mandan, y cada uno pro- ar aquel conflicto como se lo permiten sus ago- do Conchita volvi6 de su largo y profundo des- 6 en torno sus azorados ojos buscando a alguien, un Iejano ruido: es un himno a Baco To que es el canto de los extranjeros que cele- Dios mfot, ;qué recuerdos!... Hace un esfuerzo para aque! lugar solitario; todo est& sumergido en espe- Jas: son las once de la noche y se encuentra aban- ‘todos. La puerta, sin embargo, esté entreabierta, da, petrficada de espanto.... encuentra un bulto ‘arrojado por el suelo... es el cadaver del capi- otro en ta calle... es el del capitén Losada, capitin Pita, otro mas, jay!, iqué sangriento ilo! ;¥ su madre y hermanos? Nada! Su casa esté Jel mayor desorden... Conoce lo critico de su Posicién y vuelve horrorizada de nuevo a la parroquia con el fin de ocultarse en lo més recéndito. Una persona embozada seguta de hito en hito todos sus movimiento; pero ella an no lo hab observado se encamina,.entra en Ja capilla del sarario en donde arde todavia una lémpara ‘que apenas despide rémula yplida luz queda alos objetos aspecto terible. El afligido corazén de la nifa late con violencia... vaa exhalar tal vez el sltimo alieno, segin est agitada, En esto el incégnito se coloca entre ella y la impara.. una sombyragigantesca se dibuja sobre el altar “jay! ~aritéarrebatada-de pavor y espanto ;por piedad, socorredme.. bradme de Diego el Mulato!” Sus ojos se cerraron, sus miembros quedaron en inaccién y se adorme- cieron sus potencias, ‘Al posesionarse de la villa los filibusteros se distri- buyeron po oda ella para satisfacer su desenfrenada coicia 1 su brutal lascivia. Diez de ellos entraron en la parroquia y robaron cuanto se les vino a las manos, sin respetar lo més santo y digno de veneracion, Retirsbanse ya de aquel ugar sagrado cuando “presa!”, exclam6 uno de los bée baros...Apenas daba Conchita seal de vida. ";Ated, mise- rables!”, grit entonces una vor estentérea, El sitio qued6 en un momento despejado EL filibustero recién venido, principal entre ellos sin dua, eruz6 ls brazos,fij6 sus billantes ojos sobre Con- chia. Tana6 un profundosuspiro. Un temo respetuoso lo contiene... dos gruesasIigrimas ruedan sobre las tostadas jillas del pirata..siente en su alma desusada compasié a... se apoya.en un altar y con admiracién esttipida a de estatua, queda inmévil en aquel sitio. Al recobrar ita el uso de sus facultades, el filibustero ha seguido movimientos: y es el mismo que ta recibe en sus brazos, Ia capilla del sagraro. EL PESCADOR POCO APARTADO DELA VILLA, EN LA PLAYA DE SAN ROMAN, VIVIA UN HOMBRE MISTERIOSO, UN HOMBRE DESCONOCIDO de todo el mundo, sin embargo de presentarse con harta frecuencia en el mercado-para vender el fruto de su industria, ‘Una choza miserable cubierta de viejds y mal entretejidas palmas, meciéndose constantemente al impulso de la brisa, le servia de albergue. Dentro de ella s6lo se oftecta a la vista tuna red y los instrumentos de pesca, un fogén de hierro, dos ccazuelas de barro, un frasco, dos trabucos y una mala hamaca de esparto, Tendria entonces nuestro hombre cincuenta y ocho afios, era fornido y robusto; su frente y mejillas arrugadas; los ojos de un verde opaco sobre fondo encamado; calvo, y su tez de un color cetrino, Algunos decfan que era italiano, otros portugués. y algunos lo hacfan pasar por holandés. Lo cierto nadie lo sabia acaso. Allé por el afio de 1625 se habia presentado en el pafs, y desde entonces vivia tranquilo sin hhacer mal. No se entretenia en otra cosa que en pescar, mascar tabaco, comer, dormir la mayor parte del dfa y velar de noche. No ten‘ relaciones con persona alguna de la villa, pues su habitacién, su figura, sus maneras y su cardeter lo hacfan lamente incomunicativo. La gente del pueblo lo Ila el pescador brujo”, sin mas motivo que su aistamiento. Ja noche de aquel ominoso dia, en que tos filibuste- maron a Campeche haciendo una horrible matanza y jendo todo linaje de excesos, nuestro pescador de la ‘eon una pequefia y mezquina linterna, caminaba a por la ribera del mar con la mira de socorrer a algtin faciado herido que hubiese caido entre los muertos, Of parte de Ios invasores sucumbieron en la reftiega, § muy avanzada 1a hora cuando a una sefial para”él sida -un grito ahogado semejante al graznido del ‘detuvo la linterna, que como un triste fuego fatuo aquellos lugares solitarios: se repite la sefal, y Juz desaparece. La lobreguez. es ya espantosa en to eritico, seador y otra persona se encontraron a pocos pasos. jempo! ~exclamé el primero, padre mio; luego hablaremos: no gastemos estos ‘momentos en vano. Ayudadme a socorrer a esta da criatura ~y diciendo esto el recién venido, hacfa net su preciosa carga. atin més crimenes, monstruo, hijo digno de un ame, pero desgraciado! Aparta, lejos de aqui: yo starme por més tiempo a tus iniquidades, ;bérba- crimenes! dad, padre mio!, esta nifia, esta pura inocente (a de nuestros socorros, (Criminal me Maméis!, 2 {ah!, no, 05 lo juro: no es el erimen el que me guia; es, zqué a: ese destino que vos dects preside Ia suerte y carrera sé yo... es un cast, noble y piadoso sentimiento.. je ella mbre en la tierra tan linda, tan tierna! | Venid, venil...-y caminaban ambos Sin embargo -replicé el pescador~ ese destino, esa para la choza, lidad, la arrastrarfa a la muerte. {Dudas atin...! Si, padre mio, dudo: vos mismo me habéis dado mot- Legados a ella, el pescador, con aite de desconfianza y ‘murmurando algunas palabras asladas, hizo lumbre. El ili- gn mis erimenes! exclamasteis horrorizado, como re- bustero se quits desde luego el capote y colocs sobre él a la do y echindome en cara una accién, que si hubiera Angelical c inocente Conchita. Reinaba en et rosto de la ni- fnicua, no estaba en mis manos evitar. Vos me habeis fia una palidezintensa: no podian contemplarse sin emocién, ‘ser en el crimen: naci en el crimen: arrancasteis la sin un sentimiento profundo de temura y dolor, aquellas meji- ‘mi madre sin més motivo que por ser de distinto ¢o- las descoloridas, aquetiefisonoma lénguida, melancélica ¢ Bipesto; he allt un nuevo crimen. Vos me: habéisin- inmévil, Sus rubios cabellos estaban esparcidos en desorden, jo al robo, al asesinato y a la pirateria. Vos habéis he- ‘us ojos cerrados: de su frente corrfa un copioso sudor helado. urrollar en mf el germen de todos los delitos y las {us frfas manos estaban cruzadas sobre su pecho, que apenas des. Cuando alguna vez, arebatado, horrorizado de latéa con una corta y dificil respiracin atrocidades y las mias, querfa huir de vos, alejar- ~Ved aqut dijo et pirata~ Ia imagen del dolor. fa siempre de una vida tan impia, inecio!, me deci: No es sino la de la muerte ~contests el pescador con ‘adénde te dirigirias que el crimen no te persigui voz roncay quebrada, Un silencio sepuleral y sombrio siguié tino, Ja fatalidad con su pesada mano de hierro, te después de estas ominosas palabras. arrastra y te sume en un insondable abismo. ;Huir!, ‘La muerte! ~repiti¢ el filibustero, pasado un largo in- huir de la influencia del destino?, y nuevos asesina- tervalo~ z¥ por qué habia de morir esta divin, esta cdndi- incendios, mas sangre y mas devastaciones cra day purisima paloma? Si su vida, como la nuestra, padre to resultado de vuestras infernales palabras, de ‘mio, hubiera sido un tejido de erimenes espantosos, un en- dicas sentencias. ,Qué pods, pues, reprobar cadenamiento de atrocidades inauditas, suerte semejante no ta? La fatalidad ha sembrado mi carrera de los ‘me conmoverfa, Pero siendo tan joven, tan pura e inocente, espantosos: la fatalidad, si vos lo queréis, seré la tan tierna, tan linda, tan interesante, tan hechicera, jah, sto yainspirado hoy un noble y vituoso sentimient. seria horrible; yo creerfa por fin en esta fatalidad que atin Mo, padte mio, a esta hermosfsima erature “ ~iVedaqut un nuevo y més horrendo crimen! “dijo entre {Quin sois, sefior?, ;cudnto os debo!, jestamos le- dientes el pescador de la playa ese monstruoinfernal?, qué es demi familia, isabéis lla?, ;dénde estoy? Seguramente venis del cielo para mos de esa fiera, de ese brutal y sanguinario pirata. Por asin, decidme: jestamos lejos de Diego el Mulato? Diego el mulato! ;Tanto horror inspira ese desgra- Conchita en ese momento lanz6 un suspiro, y gradual ‘mente fue recobrando el uso de los sentidos. Ya era el dia bastante claro, cuando entreabri los ojos para reconocer el sitio en que se hallaba. Cerca de ella ve en pie @ un hombre de gallarda presencia. Su ademén era el de una persona afligida, y todas sus proporciones y los rasgos de su fiso- vos sois extranjero e ignordis sin duda quién es 15 omia inspiraban el més vivo interés. Su frente era ancha y jel Mulato; el asesino de mi padre, espaciosa: la nariz. aguilefia: su boca bien proporcionada, iDe vuestro padre! aunque el labio inferior.algo abultado, y el superior cubierto de un ligero bozo; luengos rizos de petb castaiio cafan sobre sunacarado cuello: sus mejillas encendidas como grana, por 4a influencia del sol de los trépicos: y sobre todo, sus ojos tenfan un brillo indefinible, fascinador e insinuante, un brillo divino o acaso infernal: era un brillo irresistible. Su traje , Fecorria el semicirculo del horizonte que forma el mar: fa que hablaba de una materia importante, segdin ta jencia de sus ademanes y el interés con que fijaba Jatencién del joven. De repente lanza un grito de alegrfa, ‘eonvierte a la multitud que vaga ain en la plaza. ~jHelo allt! ~exclama, y todos se prosternan con uncién, jiendo sus plegarias al cielo. Alldalo lejos se distinguia bbarco que a toda vela cruzaba sobre el puerto de Cam- >. El vengador, bergantin de 12 cafiones que mandaba ‘el Mulato, recibié entonces los honores que las gen- ‘sencillas de aquel siglo crefan tributar a aquel barco, ‘condujo al sefior de San Romén a las felices playas de he y que, segtin una tradicién popular se presentaba del puerto cada dfa 14 de septiembre. El bergantin que con tal alborozo era saludado trafa, sin 10, el luto y la desolacién para los pacificos vecinos ‘villa, Diego el Mulato, en aquel fatal momento que se 38 Te habia de antemano designado, rompfa el nema de una ‘orden superior cuyo contenido ignoraba: sabfa inicamen- te que debja abrirlo en aquel dia, en aquella hora y sobre quella altura. El pliego encerraba varias instrucciones, que el pirata ley6 para sf. El rostro encendido o palido alter- nativamente; en acttud de un hombre que sufte en su inte- rior la lucha de diversas pasiones que se disputan el imperio del corazén, Diego el Mulato caminaba popa a proa con desconcertados e iregulares pasos. Frecuentemente fijaba ‘sus penetrantes miradas sobre la inquieta Hanura: a veces giraba en torno sus cenifélleantes ojos, como para contar el rnimero de hombres de que podria disponer en un lance crtico y comprometido: y a veces quedaba como en estado de profunda cavilacisn y abatimiento, ‘Apoyado junto al méstil de proa, eruzados los pies, con sire de tranquila indiferencia, sobre un gran rollo de guin- Dos lanchones se aproximan entonces con precaucién la playa de Campeche: uno se ditige a barlovento y otto a sotavento de la vill ‘Al sonar la medianoche reluce en la torre de Ia parro- quia un brillo pasajero, como el que producirfa un reverbe- ro encendido y apagado al instante. Un fogonazo salido del tar, acompafiado de una grave detonacién de artilera, o- ‘respondis a la sefal de la torre, acordada sin duda de an- temano. A las armas! ~grit6 inmediatamente el arcabucero que Inacia su cuarto de continela en ls casas reales as armas, ‘alas armas, que el enemigo est4 enfrente de la villa! -cinco ‘minutos después una pequefia baterfa colocada a fa lengua ‘del mar, donde hoy esté el baluarte de San Carlos, haefa in fuego vivisimo de bala, palanqueta y metralla, aunque la rofunda obscuridad no permitia distinguir los objetos, siendo por tanto incierta la punterfa. Toda la villa se pone en a a ‘movimiento: la consternacién se ha difundido répidamente, ¢l pavor se ha apoderado de las almas pusilinimes, porque recuerdan atin las trégicas y sangrientas eseonas del 12 de agosto de 1633. Nadie se atreve a pronunciar el ominoso nombre de Diego el Mulato por temor de cerciorarse de una ‘espantosa realidad: de su presencia en Campeche. ‘Todos se aifian en un solo punto y esperan el resultado 4e lajornada que se prepara. El teniente general, los alcaldes 1yGapitanes a guerra estén tomando sus medidas de defensa, pero sin embargo no pueden sistemarla debidamente, porque el enemigo es desconocidery no ha hecho sino un tiro des- eel mar. ‘ “Fuego, fuego... fuego..!", gritaron a un tiempo mil voces diferentes, y todos convienen en sus miradas al barrio de San Romén, de cuyo centro se eleva en aquel momento tuna espesa y enorme columna de humo negro, Nacer, crecer, clevarse hasta el firmament fijar sus bases en el abismo y quedar sembrada de rojas y devoradoras Mamas, todo fue obra de tan pocos segundos que antes de correr a impe dir su répida progresidn, medio arrabal era ya presa de la impetuosa voracidad de aque! soberbio © indomable clemento. “Fuego... ;fuego por San Francisco..." Y ya el ba- rio de San Francisco presentaba el mismo espectaculo que el de San Romén... “jFuego!, jfuego por Guadalupe! ;fuego por Santa Ana...!” ;Oh, santo Dios!, ;quién podré explicar Ta angustia y dolor de los campechanos en aquella horrible noche?, ;quién podré pintar el cuadro espantoso que ofrecia la villaa las dos y media de la matiana?... El fuego se hal propagado como fluido eléctrico y la villa parecfa sumergi- 4a en océano de llamas, de humo y de cenizas. Para que se hhiciese mas pavorosa aquella desesperada posicién, ape- nas inentaron los vecinos fugarse por medio de barcos y canoas por la mar, cuando El vengador, el terrible ajelpirata, comenz6 un fuego vivisimo y sostenido contra la villa, arrojando sobre ella frascos de azufie, bala roja y metralla Todo es ya confusién en Campeche; s6lo se oye el bramido ‘del fuego, el ruido estrepitoso de los edificios que se des- ploman, el estado del cafién enemigo, los lamentos, sollo- 108 y plegarias de todos sin distincién. Ya esperan ver lucit laespada enemiga sobre sus cabezas, para sucumbir humilde- ‘mente a sus primeros golpes. Nadie piensa ya en una iniitil defensa, ni de las personas, ni de los edificios. Diego el Mulato, como el dngel exterminador del mis- terioso libro del Apocalipsis, contemplaba aquella horrible a Javer.que sublime y sorprendente escena de destruccién des- de la torre de la parroquia. Solo y alejado de tos suyos, con Jos brazos eruzados sobre el pecho, sacado un pie para ade ante y medio apoyado el cuerpo sobre el otro, observaba con “salvaje serenidad esta obra atroz de sus inicuas y sang 08. Un rasgo equivoco de placer, o de amarga ironi rillaba en su fisonomia tan hermosa como siniesta: su figura larda y aterradora ofteceria laimagen del arcngel maldito, lo y’soberbio, cuando se preparaba a luchar hasta contra 4B 4 Dios mismo. Aunque alguna vez requeria la espada, se afirmaba en el cinto sus pufales y pistolas, no manifestaba intencién de hacer uso de sus armas. Siendo tan viva como la luz del mediodsa la que despedia el incendio general, nada de ‘cuanto ovurria se escapaba de sus penetrantes miradas, que fijaba a menudo sobre la casa de la sefiora de Mantilla, en ue encerraba el objeto caro de sus més purasilusiones. Las casas dl centro estaban libres ain porlapoca fuerza del viento de tierra que soplaba: muchas familias, entre ellas Ja de Conchita, habfan adoptado el partido de permanccer dentro de sus casas hastaque no hubiese otto recurso que salir de elas, temiendo alguna emboseadi de fos enemigos, y ademés, las balas y metrallas que arrojaba el buque pirata eran un nuevo motivo para guardar esta posicién bastante peligrosa. De repente, por la acc de una bala roja, se en- ciende Ia casa del factor Pedro Zedefio, en que se conserva tun considerable depdsito de pélvora,y sin dar lugar a nada, ‘yuela con espantosa explosién el edificio y comunica el fue- 0 con impetuosa voracidad a todas las casas inmediatas Por patios, puertas y balcones se introduce en la dela sefiora de Mantilla y antes que pudiese ser socorrida, ya estaba he- cha presa en llamas, a cuyo poder nada se resist todo des- aparece y se convierte en pavesas, Mientras més de cuatrocientas personas a cuya cabeza se veia el impdvido joven don Fernando Garcia Gutiérrez, hhacfan vanos e intles esfuerzos por penetrar en el interior de Ia casa y librara la sefiora de Mantilla, a Conchita y un hhermanito suyo, tnicas personas que no pudieron escapar a 1a primera explosién, un extranjero se presenta, rompe por ‘en medio de la multitud y sin detenerse en ningin peligro, penetra y se abalanza, dejando sorprendidos a todos: pocos ‘momentos después trae en sus brazos a Conchita y al nifio, ‘y cuando al parecer ya era imposible salvar a la desventurada sefiora, hiende nuevamente la formidable barrera que le ‘oponen las Hamas y el humo y los escombros, y casi sofo- ‘cado ta saca indemne, aunque desmayada y sin sentido. ‘Madre ¢ hijos yacen tendidos en una tarima dé la pa- rroquia, y all{ les prodigan toda clase de auxilios. Pasados ‘aquetlos primeros momentos, don Fernando fija atentamente ‘sus escudrifiadoras miradas sobre Diego el Mulato. El pi Fata no tiene a bien suftir semejante examen y con tono bbrusco y altanero manda a todos retirarse de aquel sitio, Vuestras casas son presa del fuego, vuestros intereses se pierden, vuestras familias perecen y estéis como gallinas ‘aqui! -exclam6 con evidentes sefiales de e6lera y furor. é¥ quién es repuso don Fernando-, el insolente que ‘asi se atreve a insultarnos? ~¢Quign...? ~y en aquel momento el pirata llevé a sus labios un pequetio instrumento de marfil a modo de cometa,

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