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roberto raschella

Otros títulos
de la Colección Tierra Firme
ROBERTO RASCHELLA
Cálculo equivocado.
Poemas 1983-2008
Noé Jitrik
Prólogo de Rodolfo Alonso Los cuatro libros incluidos en este volumen ponen en acto, de modos
diversos pero estrechamente vinculados, este magnífico teatro lírico
El Andariego. cargado de preocupaciones políticas, estéticas, ideológicas, existenciales e
Poemas 1944-1980 íntimamente biográficas. Un conjunto de escenas enhebradas por una Roberto Raschella (Buenos Aires, 1930) es
Hugo Padeletti voz que no se dedica a mentar sino a reificar, a volver casi tangible maestro, escritor, poeta, ensayista y crítico
Prólogo de Jorge Monteleone de cine. A partir de 1959, y durante más de
para el lector lo inefable de una derrota y de un exilio. Modalidades
treinta años, fue maestro de educación ele-
de una pérdida que es, al mismo tiempo, la experimentada histórica-
Relámpagos de lo invisible. mental, tarea que compartió con la escritura
mente por sus antepasados pero también, en el sentido amplio y diver-
Antología de poesía, novelas, guiones y crítica de cine.
Olga Orozco gente que es capaz de conferirle la voz mítica elegida por Raschella, la
Ha traducido, entre muchas otras, obras de
Selección y prólogo que ensombrece la existencia de toda criatura humana. Dante Alighieri, Nicolás Maquiavelo, Luigi
de Horacio Zabaljáuregui Si se intentara encontrar un decurso argumental de la epopeya a Pirandello, Pier Paolo Passolini, Italo Svevo
la vez familiar y universal que el conjunto de esta obra construye con y Gabriele D’Annunzio. Ha colaborado en
Obras I. admirable rigor formal y conmovedora belleza, podría decirse que, di­versas revistas de cine, como Cinema Nuo­-
Poesía más que al desplazamiento de personas, ideas y objetos desde un vo, Cinecrítica, Tiempo de cine y Lyra, y en
Severo Sarduy lugar hacia otro (desde Calabria hacia Buenos Aires), de uno a otro revistas culturales y literarias, como Innom­-
libro se asiste a los diversos movimientos intelectuales y emocionales brable, La ballena blanca y El jabalí. En
Recorrer esta distancia. del poeta vinculados con esos núcleos anecdóticos que han marcado 1999, recibió el premio Boris Vian y, en
Antología poética su propia vida. Desde la crispación inicial, anunciada ya en el título, 2004, el segundo Premio Nacional de No-

La casa encontrada
Jaime Sáenz vela, otorgado por la Secretaría de Cultura
de Malditos los gallos y prolongada radicalmente en los elocuentes
de la Nación, ambos por la novela Si hubié-
Poemas del exterminio, hasta la delicada y melancólica consolación,
Filtraciones. ramos vivido aquí. En 2005 obtuvo la beca
a través de un amor otoñal, de La casa encontrada, preanunciada en
Poemas reunidos Guggenheim.
la casi ascética mesura de Tímida hierba de agosto.

La casa encontrada
Hugo Gola Es autor de las novelas Diálogos en los
patios rojos (1994), Si hubiéramos vivido aquí
Del prólogo “El sueño de un futuro inexacto”, de Guillermo Saavedra.
(1997) y La historia que nunca les conté
(junto a Mariano Fiszman, 2005), y de los
poesía reunida, 1979-2010 libros de poesía Malditos los gallos (1979),
Poemas del exterminio (1988) y Tímida hier-
ba de agosto (2001), reunidos en este volu-
Prólogo de Guillermo Saavedra men junto al libro, hasta ahora inédito, La

tierra firme
casa encontrada (2010).
ROBERTO RASCHELLA

LA CASA ENCONTRADA
Poesía reunida, 1979-2010

Prólogo de
Guillermo Saavedra

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


México - Argentina - Brasil - Colombia - Chile - España
Estados Unidos de América - Guatemala - Perú - Venezuela
LA CASA ENCONTRADA
(2010)
A María Teresa Poyrazian

La lingua batte dove il dente duole.


Proverbio popular italiano
Pensamiento de ti

Alguna vez te había dicho la situación


de mi pecho, alguna vez te había dicho
que el corazón demasiado abierto a la bondad,
la bondad, tan absurda como la maldad,
poco tiempo viviría en este mundo.
Todavía no era invierno, y sin embargo,
el otoño parecía una estación fatal,
menos desesperada que la primavera, pero tan fatal
justamente como este pecho de hombre,
pecho de error y de agonía, acaso herencia
de los siglos de manosmuertas y jacqueries sangrientas,
cuando el antiguo modo de piedad –la obscena piedad–,
golpeaba los flancos de las aldeas ahora perdidas,
acaso para siempre. Una luz,
una luz tocaba al ungido por la humana
cólera, y eran, la luz, la cólera,
un pensamiento de eternidad,
pero también una sombra nacida
ante mis ojos en un instante,
como la música que es dolorosa forma,
Euridice hundida en esa sombra como una frágil
esperanza, porque la noche ya no era distinta del alba.
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Todavía no habíamos volado ii
hacia el poniente, todavía la despiadada danza no era
el terror de las palabras, y el fuego puro Entonces, pasados varios años,
de las banderas de juventud entre los rojos la espiga ya madura nos estalló
basurales, los arpegios de naranjos, las mariposas en las manos. Aun la ventana
mórbidas, eran el viaje a la remota edad, de memoria petrarquesca estaba abierta
en presencia del sol y de la rabia. sobre el aire informe y la gran barraca
Había entonces una cierta fragancia de libertad donde el pueblo era traicionado.
en el buen sentimiento entre el hombre y la mujer, y No habían envejecido con mis propios años
la tierra estaba cubierta de palomas redondas y los pequeños misterios que hubo cerca de mí
de ángeles ensangrentados, y la madre y que no quise vivir, la mañana clara,
contaba que un brigante llamado el trabajo puro, el deseo opuesto a voluntad,
Romagnolo había sido asesinado malamente la alegría de amar. No habían envejecido la danza,
y desde su ventana apenas se veían la delgadez de pasión, esa piedad que despertaba
sus cabellos de rosso malpelo. diversa de la noche. Y acaso alguna palabra
No había piedad en el viejo mundo, había envejecido en el mundo viejo
y nos preguntábamos si habría piedad y en mí, y puede haber envejecido en ti:
en el mundo nuevo. gentileza, rebelión, esperanza.
Las fuentes se secaban, la mujer que miraba
detrás de las ventanas era otra sombra. Pero no ha envejecido tampoco la secreta pasión
No había justicia en el mundo viejo, de quedarse el uno en el otro, de respirar el aire del otoño,
y nos preguntábamos si habría justicia de escuchar la música del corazón.
en el mundo nuevo. Porque las fuentes siempre vuelven a brotar,
y la hiedra y el árbol, la oveja y el río
Sin embargo, un día, la espiga se aman eternamente, y cada vez que sangre de mujer
apareció ante nosotros, la cerrada espiga, se extiende en la mujer y en el propio hombre,
cerrada como la casa del padre y una culpa, una sombra llegada de la madre
de la madre después de las diásporas, es la herida imposible de restañar.
y así, el tibio desorden del amor abrió No, no hay piedad por quienes viven solos,
una puerta –y otra puerta– y era el deseo y ninguna bondad construye las ciudades.
de otra vida para el mundo que también Desde la altura, allí donde a veces
se abría como una fanfarria de oscura victoria. se ordenan los pensamientos en la continua
guerra del espíritu, palabra a palabra,
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las formas parciales de las cosas iii
son otro pensamiento o sombras de pensamiento.
Nunca es clara la vida nueva, nunca es simple,
Aquel árbol de la vida no ha perdido una sola hoja gris como un peón o un poeta maldito. Entonces,
en los tormentos, y es tantas cosas, el bien, el primer trabajo del día en la ocupación
la memoria del placer vivido, el extenso dolor de tantos años es temprana inquietud
del presente, la clara obsesión por mí mismo y por los otros, o
del tiempo que fue, tu paso abajo, acaso riguroso amor. Mientras tanto,
otra vez, tu cercanía. Porque pronto llegarás los rosales y los paraísos crecen y crecen
a mi casa en la ciudad que no conoció un poco más, como un gran telar
la misteriosa alba. Llegarás y serás otro caos de bondad sobre el rojo y el negro del mundo que estalla
y de firmeza. Apenas te contestaré, en las manos del viejo pintor. Sé que el mar nunca
y te diré que ninguna batalla llegará hasta aquí, a nuestros pies,
se ha perdido para siempre, el mar, infinito torso, amigo de extravío
que mañana será otro día, no solamente y de muerte. Pero las calandrias
porque ya anochece. Te diré que es bueno ya han llegado a la ciudad, y son
amarse sin pensamiento, floreciendo simples, pensamiento de ti, y es pensamiento de ti
cansados de invierno y de muerte, esta vida escondida y humilde.
que todavía es posible escribir la luz, o
la pasión por los lirios y los prados fantasiosos: el prado, ¿Puedes decirme si algún campesino
aquella figuración de los músicos más amados, ha aparecido en las puertas de la ciudad
en el revuelo de las truchas y en el estrépito con las ampollas del sagrado vino
de los cuernos de caza. Y te diré que es difícil en sus manos y el heroico furor en el pecho?
dejar de mirarse en el espejo de fuego, Alguna palabra tuya surgirá en este delirio
en el grande y sereno vicio del dolor, porque el dolor de esta alba nuestra, o es delirio toda palabra,
eres tú, infeliz, ausente, y es delirio el silencio entre el mar y la tierra,
y de fuego eres tú, apenas presente, y lo que amamos, entre el hombre y la mujer. Sé que alguna vez aquí
y lo que no decimos. se ha dormido como en los campos de batalla,
sé que nunca nadie puede respirar por el otro
si ya no existe el deseo de vivir.
Todos ya sabemos: no hay otra vida.
Mucho costó aprender, y sin embargo
puedes venir siempre, puedes volver
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y enlazarte en las tinieblas con los pies del hombre. Has pensado lo que no es, lo que no fue:
Ninguna bárbara pobreza del alma la vida un poco más delicada,
nos dará paz, ninguna fingida suavidad de las manos, el conocer profundo por los gestos
ningún horror de niñez o razón de silencio. amor y belleza, la gentileza no sólo de palabra.
Te conoceré de nuevo, tu cabeza sobre mi pecho,
y si un día ello no sucede sabré que hemos traicionado, Pero no sirve rogar.
y me preguntaré por qué no he buscado El cuco ya está muerto bajo el sauce,
la sencilla vida, por qué he dejado de amar tu sonrisa. el cuco, que cantaba de modo tan fresco
el buen coral y marcaba los tiempos de acuerdo
a elevado intelecto. Y las ventanas se abren
iv semejantes a un capullo
todavía en sombras, acaso en el alba
Esta mañana, por ejemplo, el verde se volvía dorado sin historia. Es tan difícil hablar claramente
sobre mi cabeza, como un texto inconcluso, con el corazón adulto entre las manos,
y yo miraba de mí mismo las venas redondas y despertar, despertar al sentimiento
en los pulsos de pasión, de mal carácter, del mundo que apenas conocemos.
según dicen casi todos los hombres. ¿Por qué el hombre no ha apartado
Algunas jornadas o años de tantas horas una sola piedra de los pies del hombre?
y tantos minutos han pasado sin ti, ¿Por qué el dolor de un instante
o tú ya eras la música creada infinitamente, el aire es el dolor de todo un siglo y
más allá de mis ojos, la sangre pegada en los túmulos. la belleza de las utopías es apenas
Conocer amando, amar conociendo: vieja cuestión. el regreso a la primera luz
del universo? O la liebre
¿Pero es cierto que todavía hablas conmigo? de labios partidos, el caballo errabundo,
Es cierto que en el silencio donde reposan el demonio de flancos ligeros.
los frágiles fantasmas y la rabia del último día
vivido junto a mí has pensado en el mal, Y hasta el ayer sentía
en la soledad violenta: el cuerpo descubierto como el deseo
el mal, la soledad, los traidores del alba de un adolescente.
que no tiene rodillas,
arrastrados como la fácil piedad
de poeta por los miserables,
el mal, la retórica, la sospecha.
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v cuando alguien se disipaba con los brazos ocultos
detrás de las espaldas, padre o hermano.
Y estaban los padres y los hijos que vivieron
guerra o resistencia, familia, soledad. ¿Pero era nueva la casa, era nuevo el murmullo
¿Es cierto que alrededor de ellos había alegría que se deslizaba desde las ventanas?
de pueblo y en el joven corazón, en el sano corazón, Un llanto de rabia, un silencio después
una esperanza áurea, la rabia que todavía llegaba de muerte, dolor de niño o dolor de viejo,
del compianto Pasolini? no sabía, no lo sé tampoco ahora.
¿Es cierto que todo era la desnudez, el bien, No. No es tiempo de buscar el fruto igual
el viaje a la remota edad, en las casas entre los árboles destruidos y todavía gimientes
de vejez suprema, allí, desde que el zorzal viajero escapó a la luz de las metrallas.
allí, las mujeres con las manos No es tiempo de buscar la prisión abierta
cruzadas sobre el pecho desde hace como el corazón de los monjes en épocas de opresión.
tanto tiempo, el tranquilo odio, el lamento Otros frutos hay en las manos, cándidos,
entre las tumbas y las bóvedas todavía rojas? perfumados, hirvientes, pequeños como ajos o cebollas.

Un hueso, un hueso de mar ha quedado del verano Debes saber: los frutos son siempre amargos
en la mesa, junto a la buena luz sobre el papel. después de esparso dolor.
Una tormenta azul, agua de piedra que corre invisible,
como un joven ligero o la vida nueva.
Y en el amado otoño de la ciudad, vi
otoño sobre otoño, apenas hay un eco de esperanzas
cada vez más lejanas, apenas, apenas, también Y éramos los jóvenes extendidos
una palabra florecida en el lugar mismo sobre la piedra que descubrían la sangre
de los jazmines y de las amapolas. como un grano de uva en la boca y,
Sin embargo, puedo escuchar ya tu voz, necesitados de vida y de esperanza, un poco irresponsables,
dispuesta a recibirme. Pronto llegaremos se encarnaban en otro cuerpo y,
al invierno, y entonces pensaré que no ha sido poco en el desorden vivo y heredado, tenían un ojo ciego, acaso
el dolor de vida, vida tuya, de luz extrema: éramos nosotros.
vida mía. No ha sido poco el acto de devastado pudor,
de sereno pudor desde el primer momento Me dirás que tus ojos nunca estuvieron hechos
de cierta claridad. No ha sido poco la eterna mudanza a la visión del bien y del mal.
del terrible huésped en los ocasos transparentes Piensa, piensa también si alguna vez
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has visto cómo un hilo, un hilo solo, una sola palabra, con las palabras y con el llanto de aquel tiempo,
tímida, juvenil, un tembloroso comienzo, que era vergüenza por ese llanto. Éramos nosotros
te iluminaba sobre la tierra y entonces sobrevivías, jóvenes, y caminábamos raudamente
acaso solitaria, transparente. Piensa, piensa en algún lugar de la ciudad,
si alguna vez has visto cómo se demoraban con la melancolía del presente, pero ahora, otra vez,
los mismos pájaros junto a los niños que dibujaban, en estas horas, he escuchado a la calandria,
todavía inocentes, delicados y varoniles como si en luz llegara la primavera
–y una leve armonía les apaciguaba los ojos deviniendo perpetua mañana y
que conocían dolor de padres–. con clara lejanía te anunciaras.
¿Escuchaban ellos nuestras voces
sometidas al amor, de confesión temerosa, de bárbara Pero la puerta está cerrada por un tiempo,
esperanza? ¿Escuchaban aquel llanto nuestro y tu dulzura ha quedado
de alegría, escuchaban el oboe tristísimo interrumpida en mi mano extendida
o el augural caramillo? La paz no era libertad como un signo de piedad por ti y por mí mismo.
(¡ah, la pace dei sepolcri!), Apenas te responderé, apenas te diré
y sin embargo puedo decirte ahora que éramos jóvenes que no temas todavía ocaso de hombre,
y éramos nosotros mismos, vibrantes sobre la ciudad, aunque el agua no haya rozado todavía mis manos esta
éramos nosotros que pasábamos y pasábamos siempre mañana,
con claveles en los puños seculares y fuertes de futuro, y las íntimas sombras de mi ojo enfermo
y los techos nos despertaban me arrastren a la malicia más impura y
ilusión de mar en el ocaso. al horror de la existencia. Sin embargo,
sin embargo, el pensamiento de ti,
Éramos nosotros. acaso el dolor de ti, como un continuo
Y el oscuro corazón no podía separar agujero en el pecho, es la sencilla costumbre
la rebelión contra el pasado y que creía disipada para siempre,
la impureza de la futura vida. en el temor a la vida, en el temor
Hasta la guerra más desesperada a la muerte. Ahora, ahora, escucharemos
aparecía como una vaga niebla interior, juntos el rumor del universo,
un pensamiento de alarma sobre las paredes y te pido que me ayudes
que invocaban a la patria y a la sangre. a comprender la intuición de la luz,
No era buena la ingenuidad, tampoco era buena este hálito de vida nueva aun en la derrota.
la sabiduría. Y en el enigma del amor
consumido, también nosotros envejecimos
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vii se seguirán hilando, como el tiempo previo
a las tinieblas. También es bello envejecer
Y apenas llegada, muy temprano, golpeaste en las puertas del verano,
a mi puerta, extrañamente sin palabra. en la escritura del alma,
La calandria ya había empezado a cantar un poco, como una pesca arcaica o
o era solamente el signo la infinita albura de los secretos palomares.
del sueño nocturno sobre mi cabeza Es bello tener siempre la visión
que llegaba por la ventana abierta, a las espaldas y delante de los ojos
y de ti misma era el sentimiento. y del pecho. Luces, sombras,
Eras tú que me llamabas otra vez lo más amado, lo más destruido.
y me decías que habías volado Es bello consumir los últimos frutos
tan alta en mi ausencia porque el amor de todo paraíso en la tierra.
también es un ciego y oscuro salto sin respuesta. Buscar la forma intensa,
Así, llegaste, llegaste, y aquí estás, como si fueras el pensamiento en la oculta vida, el pensamiento de ti.
el primer alimento del día, Es bello descubrir a los jóvenes
todo lo posible, todo lo imposible, que corren hacia la luz
en este cielo de azul poseído, en el amor a la altura y
toda la vida serena nunca habida en la dispersión de los cuerpos.
antes, en el viejo tormento,
en la fatal alegría del dialecto. El tiempo de las armas
bermejas ha pasado, y nos preguntamos
¿Pero es cierto que todo dulce momento si el orgullo de esos años tiene
pasa siempre, y que los hombres llevan todavía el fundamento que tenían
un dolor clausurado en el pecho siglo a siglo, el libro áspero,
en el pecho, que no es solamente el corazón? el padre de boca no piadosa, el cristo
¿Es cierto que el más abyecto poder nos mira de sangre renegrida.
fijamente como la muerte entre toros de jarretes,
caballos derrumbados sobre sus ijares
y ovejas de vientres abiertos? viii
Pero alguna claridad ciñe la cabeza
de la mujer que tiende la ropa Ahora, estamos solos en la ciudad,
de la pequeña hija en la ventana: en la casa destruida impunemente.
siempre, siempre otras telas Pero las ventanas han quedado intactas
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y detrás, atravesado por las columnas más amigos que nunca,
de promesantes y caminos apestados, es el fuego, y me saludaron, y eran eternos en su niñez,
es el lejano furor de muerte que aparece hijos de padres juveniles). Los niños: era tan difícil
cuando nadie es sombra de nadie y descubrir en ellos los ojos y los vicios
los vientos narran otra Historia. de los padres, era tan difícil
Y el fuego y la muerte son el fruto para ellos hacer del odio
en continua sazón, la bondad acaso, de haber nacido amor a la vida y,
la bondad que no es traición. con los años, del llanto gentileza.
Será tan difícil, justamente, con los años,
No desesperes si otra vez aparece penetrar el candor de esta nueva
la sospecha previa al amor. Comprenderás, naturaleza, tan violenta acaso
comprenderás y me dirás una palabra, una sola palabra como cualquier otro acto de inmenso amor.
en la primera soledad de las calles o
sobre los patios cubiertos de cenizas.
Nadie preguntará adónde vamos, ix
y en la concertada luz de esperarte
la noche estará tan cercana como tú ¿Pero has visto cómo siguen bailando
después del día tan extenso como una vida, ellos en el modo de los pájaros y,
de furor contra furor, de dolor contra dolor, al detenerse, una luz surgida desde la tierra, les anuncian
de razón contra razón. pubertad y misterio? ¿Has visto cómo se elevan
de nuevo dispuestos a la loca aventura,
Acércate más entonces, y así seré más sutil que toda heredada desdicha?
nuevamente fuego contigo: Son la vastedad, la copa de luz
la noche, la noche llegará de ese modo, vertiginosa que beberemos dolorosamente
y nos cubrirá las cabezas mientras se envejece en cada palabra
con cierta sencillez, con cierta tristeza, y y las rosas precoces de sangre
alguna libertad nos golpeará en el privilegio siguen brillando en el mundo derrocado
de conocer, algo, algo, muy poco, algunas otras y sin bondad –ah, la bondad,
palabras o hechos vulgares, la palabra que ya era nuestra desde hace tiempo,
la masa que hacían las madres cada vez que la calle oscurecía terriblemente
y que levitaba como una llanura cerrada a toda vida –ah, la bondad,
de siglos, o los cuatro niños que peleaban el querer vivir los tumultos
bajo el sol casi desnudos (después se fueron, de la vejez con el fresco candor
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de los jóvenes, y entonces comprender, sin llantos de vejez y de piedad, aquella primavera insurrecta
comprender el profundo amor, el odio extremo, como una melancólica patria, el oscuro cuerpo
la rabia de piedad, todo, de uno en el cuerpo sin luz del otro. Pero aquel árbol, ahora,
todo, como si fuera la simple presencia está quieto en dolorida distancia,
del sol –ah, la bondad, la fraterna sombra quieto, mudo, porque el viejo mundo
que nos llevaba al fin del mundo no volverá.
entre mimbres olorosos y veteados, mientras florecía
mayo en la antigua tierra.
x
A veces pienso
cuánto nos ha acompañado siempre Y cada vez que llegues
alguna culpa descendida de los padres, a la casa tratarás de leer en estas tinieblas
algunos duros pensamientos suyos por qué no todos los muertos son llorados,
sobre los hombres bebedores o jugadores de cartas o por qué en estos años nuestras manos
las mujeres que leían las novelas del amor y del odio, se han hecho más agudas, por qué,
y que se pasaban la vida ellos y ellas en obscena soledad, por qué la gentileza se ha desvanecido
en amargo canto, sujetos de temor y de desprecio. como un acorde mahleriano
¿Y puedes decirme ahora si los cuerpos o la voltereta del viejo clown.
se han separado ya para siempre Ya sabemos tú y yo: ningún reino merece sobrevivir,
de las almas? Y aquel árbol, aquel árbol solamente la libertad, solamente tu casa y mi casa,
desde este lugar todavía existente, y sin embargo lejano, la casa nuestra, la casa de todo hombre y toda mujer,
aquel árbol, así como es, resistente a toda palabra, es decir la sagrada costa, adonde nunca ha llegado nadie.
aquel árbol estremecido, ¿puedes decirme qué ha sido de él?
¿Es él así como son los hombres, Pero es tan claro tu silencio,
que desesperan antes de la tempestad, tan claro como el mal de cada día y el aire
o los jóvenes nadadores a ciegas de la dulce vejez, es tan claro
en el agua que no tiene memoria? como el éxtasis en tu cuerpo o la música
¿Puedes decirme si el amor abandonada a sí misma.
es más ardiente en el pecho de la mujer Ya no es sólo escuchar, porque el llanto
o en el pecho del hombre? humano no tiene una sola palabra
sobre el mundo que ha muerto.
Pero tú sabes que pocas cosas quedan Y si un día y otra noche han pasado también,
firmes en toda vida: el deseo de otro amanecer el temor, como una rosa de inmensidad,
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la cabeza sangrante de los jóvenes, amoroso, tus amigos, caminantes y
el silencio de muerte no han pasado: altísimos de amor por los hijos.
es cierto, un mundo se ha derrumbado
entre siglos de ilusión y de error, pero
a cada particela de vida, a xi
cada gota de sangre o de pensamiento
la Tierra es todavía el paraíso Y he pensado, he pensado que la piedra
de los posidentes que nunca han blasfemado surgirá más nítida en febrero, porque
porque no conocen el temor al futuro, el terrible huésped no era vida pero tampoco
y de Dios sólo tienen la duda ante la muerte. muerte, y desde su luz se extenderá
un solo cuerpo como un canto de tragedia,
¿Por qué, por qué siempre el pasado? un solo cuerpo, una sola visión,
¿Por qué siempre febrero, febrero vivido y muerto? y será un deseo de mísera serenidad,
Mi propia boca tiene todavía el sabor un deseo de muda renuncia, cometida ya mucho tiempo
de la juventud, acaso forma primera de amor. atrás, en la intimidad de las conciencias,
¿Pero ves si algún deseo más allá de nuestras propias vidas,
de vida llega ya desde la ciudad? entre las espumas del mal y del poder.
El verde sigue naciendo despiadado de luz en algunos
rincones, Toda muerte es traición. Todo sacrificio es locura.
como un inocente incendio después de las nieblas, Es traición, la incapacidad del duelo, la negación
aunque todavía no es primavera. de la tragedia, la melancolía
En esta soledad también han renacido del mejor tiempo, que ya pasó.
los arlequines, los cortejos de jóvenes Sin embargo, en los patios clausurados,
en los parques, los niños coronados de ajos, mientras alguien, las antiguas fábulas todavía suenan
dicen otra vez, ha muerto de libertad o de temblorosa llevadas de la mano entre sí,
anunciación. Y también has padecido la soledad como una reliquia: ellas son la bella ingenuidad
que es sombra de cada mujer, y la fatal picardía de los pueblos,
los montes a lo lejos que no se derrumban los pueblos, los clásicos pueblos que todavía perduran.
en la llanura, has visto cómo aquellos niños Los pueblos que gritan sobre ropas de muertos,
caminaban gozosos bajo la lluvia. y la palabra libertad es la primera palabra
Has visto a tus amigos del breve tiempo del grito, y las palabras del bien y del mal
favorable en los veinte años, tus amigos, se confunden con la eterna pascua
de corazón rojo y sano como el clavel que cerraba el corazón de las madres.
264 265
Los pueblos, que odian y aman que todavía vagan como sombras
por partes iguales a los bandoleros y de la historia o renacen a una nueva juventud.
a los poderosos, frescos de enigmas
en el tejido de religiosa ferocidad y Es que nunca se ha dicho
benevolencia o en el vulgar desprecio por la vida. todo el pasado, el corazón de los jóvenes,
el silencio de los viejos sometidos
Y ahora me pregunto: en sí mismos (¿éramos y somos nosotros también,
¿De qué mundo eran las furias éramos aquellos jóvenes,
en el deseo de vuelo y de sangre? somos los viejos de siempre, la crueldad de los jóvenes,
Espejo del deseo de los veinte años, la ignominia de los viejos?).
cuando la pena de vivir se extendía Sabemos que las calandrias golpeaban
como las aves sobre los techos de la ciudad, y golpearán los techos, lo hicieron
y el bizarro amor a la gente sencilla y lo harán más fuertes que el propio mal,
acompañaba la música de familia. por los tiempos de los tiempos. Y las rosas
.¿De qué mundo era el llanto general, seguirán siendo flores de escasos días
la grandeza de los jóvenes rebeldes, a las puertas del brutal verano, y
el inútil dolor, la inútil espera, se escucharán las raras nenias
el fijo dolor contra el pecho? de los borrachos, el órgano pleno bajo las cúpulas,
las misas de sangre, acaso el canto de los héroes,
el canto de sincero lirismo, despojado de toda voz,
íntimo, en ti y en mí, en todos nosotros,
xii hermanos del terror y la esperanza.

Y las madres visitaban Otro viaje habrá, otra vida imposible,


las cárceles y dejaban la natural fuerza sin claridad, sin error: vivir para estar,
de la esperanza en los hijos, o tampoco cárceles simplemente, con algunas palabras
les habían dado, y ya estaban en el fondo del mar del corazón en la mano, porque no es necesario
o en la fosa común, o acaso dispersos saber, solamente es bueno conocer, hasta el último
en la tierra natía, y ellas no tenían paz, día de la vida, un discreto pensamiento
porque no hay paz en el dolor y en la rabia, ajeno, alguna bella música olvidada,
y no hay paz en la pura reflexión. algún eco de nosotros mismos. Un hilo, un hilo, algo
Solamente un grito, solamente el círculo siempre hay algo de nuevo bajo los puentes.
una y otra vez recorrido, un grito de piedad por los hijos El secreto mundo de heraldos desconocidos
266 267
desde el fondo del sometimiento, los viejos manuscritos La casa encontrada
de roja epifanía, el hombre que grita a la orilla
del camino levantando los brazos,
una lección de tinieblas en el límite de tus huesos y
de mis huesos. Y tus manos y mis manos
seguirán trabajando, y dejaremos entrar
las luces en la mañana, en el principio
de tu vida y de mi vida.

Ah, otra vez el pensamiento de ti,


otra vez el pensamiento del mundo. …e dove non ho potuto trovar variationi
nelli affetti ho cercato di variare il modo di
¿Quién eres, quién eres? concertarli…*
Claudio Monteverdi

Sí, otra vez el pensamiento de ti,


otra vez el pensamiento del mundo.
Fue en la noche vulnerable,
cuando en el sueño oscuramente turbado
por tu presencia, a la altura
de mis ojos apareció ligera
la vida nueva, y de ella floreciste,
como si fueras la grama de las nupcias
en los pueblos de montaña.

Lejos, muy lejos, algún pisador


destrozaba los granos en el justo tiempo.

* […y donde no he podido encontrar variaciones en los afectos he tra-


tado de variar los modos de concertarlas…]

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