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CAPITULO 11

LA UNIDAD Y LA PLENITUD DE JURISDICCIÓN

150. Toda infracción turba el orden de la sociedad la cual trata de restablecerlo imponiendo una
pena al autor y permitiendo que éste sea condenado a reparar los daños causados a la víctima,
pero la reacción no se produce de un modo instintivo y arbitraria sino, por el contrario, de una
manera reflexiva y reglamentada, cuya culminación es el establecimiento, definitivo desde el
punto jurídico, de la culpabilidad o de la inocencia del procesado. El restablecimiento del orden
social se realiza como se ha dicho, mediante el ejercicio de la función jurisdiccional del Estado. Las
normas que reglamentan esa función determinan la esfera o ámbito de competencia de cada uno
de los funcionarios y organismos que intervienen en su puesta en ejecución. En la práctica, tanto la
función jurisdiccional como la competencia se confunden con los funcionarios que ejercen aquella
y tienen ésta; así se habla de la jurisdicción y de la competencia del Ministerio Público o de un
tribunal o de una corte, pero si en algunas ocasiones ellos pueden ser intercambiados cada uno de
dichos términos tiene un sentido que le es propio. De ese modo la palabra jurisdicción se reserva
para señalar el organismo encargado de aplicar las leyes materiales y el vocablo competencia para
aludir a la aptitud que tiene uno de ellos para entender con determinadas materias con exclusión
de los demás.

El punto culminante en la puesta en obra de la función jurisdiccional del Estado se alcanza cuando
la reacción de la sociedad contra una infracción (aspecto penal) o su intervención en una
controversia entre articulares (aspecto civil), pone en marcha el organismo (jurisdicción)
encargado de imponer la sanción o de dirimir el diferendo mediante la aplicación de reglas
establecidas en las leyes formales correspondientes (penales o civiles), esto es, mediante el
proceso.

Las violaciones a las leyes materiales que pueden originar un proceso son de naturaleza civil, penal
o administrativa. De las dos primeras conocen las jurisdicciones del orden judicial de las últimas las
del orden administrativo¹.

151. La organización de las jurisdicciones del orden judicial lo mismo que el ámbito de su
competencia son regidas por dos principios: el de la unidad de jurisdicción judicial y el de la
plenitud de ésta. El primero gobierna la composición del organismo (tribunal o corte), el segundo
define el alcance de su competencia. La unidad de jurisdicción judicial significa que un solo
organismo (tribunal o corte) está encargado de dirimir las controversias que surjan tanto en
materia civil² como en materia penal o, más limitadamente, de conocer de todos los tipos de casos
que informan una de ellas. La plenitud de jurisdicción judicial significa que esa jurisdicción
(tribunal o corte), tiene competencia para conocer de las materias civil y penal, y también, en un
sentido más restringido, que tiene competencia para conocer de los distintos tipos de asuntos de
una materia. De la descripción que hemos hecho de la unidad y la plenitud de jurisdicción judicial
se desprende también que ellas pueden ser objeto de gradaciones.

1. LA UNIDAD DE LA JURISDICCIÓN JUDICIAL.

152.- Nuestros códigos y leyes reglamentan la competencia ratione materiae bajo el supuesto de
un tipo de organización judicial inexistente. Así vemos que los asuntos civiles son atribuidos a los
tribunales civiles, los comerciales a los tribunales de comercio y que los penales, en una aparente
concordancia de la clasificación de las infracciones con las jurisdicciones, se atribuyen así: las
contravenciones que son las más simples, al juzgado de paz y, los demás hechos punibles al
juzgado o tribunal de primera instancia, que de acuerdo a la gravedad de la infracción se integra
con uno o con tres jueces. Pero esto no es totalmente exacto. De ese modo el juez de paz juzga no
sólo las contravenciones sino también una multiplicidad de delitos y delitos contravencionales,
cada día más numerosos y más importantes que las contravenciones propiamente dichas, así
como de diversos asuntos civiles. El juzgado de primera instancia, o sea, un solo tribunal, es el
competente para conocer de todos los demás hechos punibles que no son atribuidos al juzgado de
paz. Las corte de apelación y la Suprema Corte de Justicia conocen a la vez de asuntos penales y
civiles y comerciales.

Esa multiplicidad de funciones penales y civiles del juzgado de paz, y penales, civiles y comerciales
del de primera instancia, de la corte de apelación y de la Suprema Corte de Justicia, evidencia que
los tribunales y cortes tanto si conocen de los procesos sobre los asuntos penales como si conocen
de los casos civiles, son material y formalmente los mismos, esto es, no se constituyen en
tribunales penales, civiles o comerciales como organismos separados y distintos. Cada tribunal es
el mismo cual que sea la naturaleza del caso de que ha sido apoderado. No hay pues, una
separación entre la jurisdicción penal y la civil lato sensu; ellas son una misma, constituyen una
unidad, esto es, hay un solo tribunal de cada grado para conocer de todas las materias. Este es, en
síntesis, el ámbito del principio de la unidad de la jurisdicción judicial. Téngase en cuenta que la ley
al referirse al juzgado de primera instancia alude a un tribunal que puede ser, y de hecho a veces
lo es, dividido en cámaras, no a que cada cámara es un tribunal. El hecho que el juzgado de
primera instancia en atribuciones penales pueda integrarse con uno o con tres jueces en nada
cambia su naturaleza ni merma su aptitud para conocer asuntos de naturaleza diversa, conforme
se ha señalado.

153. La forma en que incide la división en cámaras de los juzgados de primera instancia de algunos
distritos judiciales sobre la unidad de jurisdicción que constituyen nuestros tribunales ha dado
lugar a diversas opiniones en doctrina y jurisprudencia. En efecto, de acuerdo con la opinión
sostenida por los profesores Ducoudray³ y Jorge Blanco, así como con lo resuelto por las primeras
decisiones de la jurisprudencias, la división en cámaras constituye una excepción al principio de la
unidad de la jurisdicción judicial; para el profesor Ramos lo que existe es una derogación de los
artículos 191, 212 y 273 del Código de Procedimiento Criminal; según el profesor Tavares se trata
de “meras restricciones” al principio que rige la unidad; y, finalmente, conforme a la última
orientación de la jurisprudencia” cuyo criterio compartimos, no existe excepción, derogación ni
restricción alguna al citado principio, pues siendo los juzgados de primera instancia “tribunales
divididos en cámaras, nada se opone a que una cámara penal sea competente, lo mismo que
cualquier juzgado formado por una sola cámara o cualquier corte de apelación”, para conocer de
cualquier tipo de asunto, puesto que la unidad la tiene la jurisdicción misma, la de primera
instancia en este caso, independientemente de que pueda estar o no dividida en cámaras con
aptitud para conocer asuntos de diversa naturaleza, dicho de otro modo, cada cámara no es un
tribunal distinto a las demás. El hecho de que en el Código procesal penal se disponga que
dependiendo de la gravedad del hecho podrá ser integrado por uno o por tres jueces, en nada
cambia, puesto que la unidad corresponde, como acabamos de decir, a la jurisdicción no al
número de jueces que la integran.

Pero, la unidad del organismo jurisdiccional no implica la unidad del procedimiento a seguir ante
ella. Las formas de proceder varían de acuerdo a la materia de que se trate. Cada una, la penal que
abarca lo criminal y lo correccional y la civil que comprende lo comercial, están regidas por códigos
y reglas distintos.

2. LA PLENITUD DE JURISDICCIÓN.

154. El artículo 43, reformado de la Ley de Organización Judicial que establece que “en cada
distrito judicial habrá un tribunal de primera instancia on plenitud de jurisdicción, el cual podrá
estar dividido en cámaras según lo exija el mejor desenvolvimiento de las labores judiciales a su
cargo”, constituye obviamente el derecho común pues en su primera parte se refiere a una
situación que es igual a la de todos los tribunales dominicanos del orden judicial, como veremos,
aún cuando la situación es más complicada en los juzgados de primera instancia pues ellos pueden
ser, como en hecho algunos lo han sido, divididos en cámaras.

El estudio de la jurisprudencia revela que para ella el principio de la unidad de jurisdicción


consagrado por el texto citado el cual sirve de base a la competencia de atribución de los
tribunales ordinarios, se identifica con el de la plenitud de jurisdicción que también consagra dicho
canon legislativo.

‫ احمد‬Jorge Blanc opinia, sin embargo, que “no hay en principio en nuestra República, un tribunal
con plenitud de jurisdicción” porque el “legislador dominicano al redactar el articulo 43 de la Ley
de organización judicial... la emplea como igual unidad de jurisdicción “10. ¿Es valedero este
criterio?. En nuestra opinión no lo es. Primero, porque el legislador ha sido claro en el artículo 43,
el cual no está sujeto a interpretación a menos que se demuestre que la frase “con plenitud de
jurisdicción” hace doble empleo con la frase “en cada distrito judicial habrá un tribunal de primera
instancia" con la cual comienza dicho texto; y, segundo, porque como hemos visto, cada uno de
nuestros tribunales del orden judicial constituye una unidad por cuanto sigue siendo el mismo
cuando pasa de los asuntos civiles a los penales o viceversa, unidad que conlleva forzosamente la
plenitud de jurisdicción de cada tribunal para conocer de todas las materias. En efecto, la Suprema
Corte de Justicia, que constituye la unidad judicial de ámbito más extenso en nuestro derecho
porque su competencia material abarca el conocimiento no sólo de todos los asuntos judiciales
sino también de los administrativos, tiene, consecuencialmente, la plenitud de jurisdicción más
extensa. El juzgado de primera instancia y la corte de apelación que constituyen sendas unidades
civiles y penales tienen una plenitud de jurisdicción más restringida puesto que escapan a su
competencia los asuntos del orden administrativo. El juzgado de paz, que también constituye una
unidad de jurisdicción del orden judicial por las razones apuntadas, tienen una plenitud de
jurisdicción más limitada todavía, que se circunscribe a los asuntos de las diversas materias que le
reserva la ley. Lo anterior quiere decir, que, como también dijimos, hay gradación en la plenitud lo
cual no debe ser confundido con su inexistencia.

155.- En lo expresado se evidencia que el principio de la unidad de jurisdicción se identifica con la


organización de nuestros tribunales del orden judicial y se refiere a los organismos encargados de
aplicar las leyes, que es uno solo, en principio, para cada grado de jurisdicción mientras que la
plenitud de jurisdicción importa a la competencia de dichos organismos y significa que un mismo
tribunal puede conocer de todas las materias. La plenitud será mayor o menor de acuerdo con la
jurisdicción de que se trate. Casi se puede decir que cuanto más elevado es el tribunal mayor es su
plenitud.

El concepto de plenitud de jurisdicción reviste particular interés en lo tocante al juzgado de


primera instancia, pues él puede ser dividido en cámaras. En efecto, puesto que él es un solo
tribunal y no cada cámara n tribunal, es posible que cada cámara pueda conocer de asuntos de
cualquier naturaleza: penales, civiles, comerciales, sin que obste a ello el que se trate de una
câmara de lo penal o de lo civil y comercial. Esta posibilidad, teórica en cuanto a todas las
materias, es una realidad insoslayable cuando se trata de asuntos civiles y comerciales¹¹. Como
consecuencia de lo expresado surge la interrogante siguiente: ¿es posible plantear un asunto civil
o comercial ante el juzgado de primera instancia en atribuciones penales o ante una de sus
cámaras penales, o viceversa?. A fin de dar una contestación adecuada a la pregunta estudiaremos
las consecuencias de la unidad y de la plenitud de jurisdicción.

3. LAS CONSECUENCIAS DE LA UNIDAD DE LA JURISDICCIÓN Y DE LA PLENITUD DE ESA


JURISDICCIÓN.
156.- Para una mejor comprensión del asunto examinaremos las consecuencias de la unidad y la
plenitud de jurisdicción judicial primero desde el punto de vista de las jurisdicciones y luego
teniendo en cuenta los procedimientos.

A. LAS CONSECUENCIAS DE LA UNIDAD Y DE LA PLENITUD DE JURISDICCIÓN JUDICIALES DESDE EL


PUNTO DE VISTA DE LAS JURISDICCIONES.

157. Nos referiremos de manera especial a la cuestión en los juzgados de paz y de primera
instancia, por considerar que cuanto diremos en relación con ellos es aplicable sobre poco o más o
menos a la corte de apelación y a la Suprema Corte de Justicia.

158.- a. El Juzgado de Paz.- Por ser una unidad que conoce asuntos civiles y penales dentro de los
limites que le señala la ley, la plenitud de jurisdicción del juzgado de paz abarca todos los aspectos
de los asuntos civiles y penales que caen dentro del marco de su competencia. En caso de
descargo del prevenido tiene los mismos poderes que tiene el juzgado de primera instancia una
vez que el último párrafo del artículo 53- del Código procesal penal expresa, la sentencia
absolutoria no impide al juez pronunciarse sobre la acción civil resarcitoria válidamente ejercida,
cuando proceda.

159.- b. El Juzgado de Primera Instancia.- Como se ha expresado, siendo el juzgado de primera


instancia una unidad de jurisdicción más amplia que el juzgado de paz, conoce de todos los
asuntos de naturaleza penal, civil o comercial, con la única excepción de aquellos cuyo
conocimiento ha sido reservado a otra jurisdicción. La plenitud de su jurisdicción consiste en que
su competencia se extiende, en principio, a todas las contestaciones penales, civiles y comerciales,
así como a cada una de las cámaras en que pueda estar dividido.

B. LAS CONSECUENCIAS DE LA UNIDAD Y DE LA PLENITUD DE JURISDICCIÓN EN CUANTO A LOS


PROCEDIMIENTOS.

160. Al ser el juzgado de primera instancia competente para conocer de todas las controversias
penales y civiles, y habiéndose establecido en la ley un procedimiento distinto para cada una de
esas materias, uando un asunto civil es planteado a ese tribunal o a una de sus cámaras de
acuerdo con las reglas que rigen el conocimiento de los asuntos penales, o viceversa, no se suscita
un problema de competencia, sino de sustitución de meros trámites procesales sancionado con la
nulidad del procedimiento irregularmente introducido.

Aún cuando es obvio que hay otras hipótesis posibles, sólo tienen interés para esta materia los
problemas que plantea la sustitución del procedimiento penal por el civil o viceversa y los
conflictos que plantean la sustitución del procedimiento en los casos en que el tribunal es
integrado por un juez o por tres jueces o, por el contravencional o, de éstos últimos por los
anteriores.

161.- a La sustitución del procedimiento penal por el civil o viceversa.- Como se ha expresado, la
introducción de un asunto penal conforme a las reglas del procedimiento civil, así como el
apoderamiento del juez de lo penal de un asunto civil, genera en el juzgado de primera instancia la
nulidad del procedimiento irregularmente introducido¹2, la cual tiene un carácter absoluto debido
a que las reglas que rigen los trámites mediante los cuales deben ser perseguidos y juzgados los
asuntos penales son, en principio, de orden público¹³. Además, el derecho a vivir exento de temor
que tiene toda persona prohibe que se permita el libre ejercicio de acciones civiles puras de
acuerdo a los procedimientos de los asuntos penales, pues ello implicaría una violencia moral14, El
empleo de las reglas civiles por ante una Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia, esto es, si
un particular emplaza a otro ante ella para la discusión de un asunto puramente civil o, si el
Ministerio Público apodera una Cámara Civil y Comercial de un caso penal conforme las reglas de
los procedimientos penales, en otras palabras, si cita a un inculpado ante dicha Cámara a fin de ser
juzgado por la comisión de una infracción, suscita la misma nulidad por sustitución de
procedimientos. En cada caso la Cámara apoderada del asunto que no está llamada a conocer de
acuerdo a los fines de su creación debe, a solicitud de parte o aún de oficio, declarar nulo, el
emplazamiento en razón de que la división del juzgado de Primera Instancia en Cámaras ha sido
hecha en vista a la especialización de los jueces encargados de ellas y con el fin de alcanzar una
mejor administración de la Justicia, lo cual atañe directamente al orden público, del cual se deriva
necesariamente un agravio al derecho de la defensa de la parte demandada o inculpada. Cuando
la acción civil nace de la comisión de un

Hecho calificado de infracción ella puede, en principio, ser intentada accesoriamente a la acción
pública (Art. 50) ante el juez que conoce de lo penal el cual está obligado a estatuir sobre ella, aún
en caso de descargo del prevenido (Ultimo párrafo Art. 53), a condición, según la jurisprudencia,
de que el daño tenga su fuente en los hechos que han sido objeto de la acusación o prevención, y
de que tales hechos constituyan un delito o un cuasi delito civil en el sentido de los artículos 1382
y 1383 del Código Civil15. Aún cuando la jurisprudencia admitió que el juez apoderado de lo penal
está obligado en caso de descargo del prevenido a conocer de la acción civil ejercida
accesoriamente a la acción pública siempre y cuando se fundamente en un delito o en un cuasi
delito civil o en una simple obligación contractual¹6, “para evitar el abuso de llevar ante los jueces
apoderados de la acción pública y la acción civil”17, a partir de una sentencia del 10 de septiembre
de 1958 la jurisprudencia ha restringido el alcance de su interpretación de los principios al caso
“en que los daños y perjuicios tengan su fuente en un delito o cuasi delito civil, con exclusión de
cualquiera otra demanda a fines civiles que, aunque fundada en un hecho de la acusación o la
prevención, ponga en causa la ejecución o la inejecución contractual”18.

Ha sido juzgado, por otra parte, que la acción civil fundamentada en la guarda de la cosa
inanimada no puede ser ejercida accesoriamente a la acción pública porque ella se basa en
“circunstancias extrañas a la prevención”19. Sin embargo, entendemos que decisiones posteriores
de la jurisprudencia hacen posible el ejercicio de la acción civil contra el guardián de la cosa
inanimada, accesoriamente, ante las jurisdicciones represivas,

162.- b. Sustitución del procedimiento ante el juzgado de primera instancia constituido por un solo
juez o, por tres jueces y viceversa.- Dada la organización del juzgado de primera instancia por
virtud de la cual los jueces encargados de conocer de los asuntos que son juzgados por tres jueces
o por un solo juez que son igualmente jueces de primera instancia que “poseen las mismas
calificaciones académicas, son designados del mismo modo conforme a la Constitución del Estado,
y actúan en las mismas demarcaciones territoriales”21, la instrucción de una infracción para ser
conocida por un solo juez o por tres jueces y viceversa no engendra un problema de competencia
sino de simple nulidad del procedimiento irregularmente introducido.

4. QUID DE LA CUESTIÓN EN LA CORTE DE

APELACIÓN Y EN LA SUPREMA CORTE DE

JUSTICIA. 163.- Siendo la corte de apelación la jurisdicción que conoce de los recursos de apelación
interpuestos contra las decisiones del juzgado de primera instancia,

Las consecuencias de la unidad de jurisdicción que ella

Constituye y de la plenitud de competencia de que goza son las mismas que las señaladas en
cuanto a éste, sobre todo si se tiene en cuenta el carácter de orden público de la nulidad de
procedimiento que se comete con la sustitución del procedimiento de una materia por el de otra,
todo dentro del ámbito limitado que tiene dicho recurso en el Código procesal penal.

En la Suprema Corte se alcanza la unidad total de la función jurisdiccional del Estado pues la
plenitud de su competencia, que es la más amplia, le permite conocer tanto de las materias
juzgadas por las jurisdicciones del orden judicial: penales, civiles y comerciales, laborales como las
provenientes de las jurisdicciones contencioso administrativa y contencioso tributario.

La identidad de forma para la introducción del recurso en casación contra las decisiones
intervenidas en materia civil, comercial, de trabajo, administrativa y, tributaria, y las
particularidades propias de las penales hacen prácticamente imposible la sustitución de unas
reglas procesales por otras.

PARTE CUARTA
LA ACCIÓN PENAL O PÚBLICA Y LA ACCIÓN CIVIL

164. Toda infracción a la ley penal material es perjudicial para la sociedad puesto que trastorna el
orden en la misma, por lo cual, de acuerdo con nuestro derecho positivo, ella tiene el derecho de
castigar o someter a medidas de seguridad a quien después de realizarse la investigación, la
instrucción y el juicio correspondiente, resulte culpable. La acción que tiende a estos fines se
denomina acción penal o acción pública. Dada su razón de ser, la acción pública pertenece a la
sociedad la cual la ejerce por medio de su representante, que lo es el Ministerio Público.

165. Las más de las veces, al mismo tiempo que turba el orden social, la infracción causa un daño
que puede ser de naturaleza fisica o ser de índole moral y que puede afectar no sólo a la victima
sino también a otras personas. La acción que tiende a obtener la reparación del daño causado a
los particulares por la infracción se denomina acción civil. La acción civil es ejercida contra el autor
y los terceros civilmente responsables por su hecho. Puede serlo tanto accesoriamente a la acción
pública o por separado según las reglas del procedimiento civil.

Existen otras acciones civiles que aún cuando pueden tener su origen en una infracción no tienden
a la reparación del daño causado por ella, por lo cual no serán estudiadas en esta obra; entre ellas
tenemos la acción en divorcio que surge como consecuencia del delito de injurias graves y la
acción en declaración de paternidad que nace del delito de sustracción de menores.

Del mismo modo que existen acciones civiles que no surgen ni se relacionan en modo alguno con
una infracción, hay infracciones cuya comisión no es susceptible de ocasionar perjuicios a una
persona, como ocurre con la tentativa punible y con el porte ilegal de armas que es un hecho
incriminado como medida de policia y seguridad.

166. Aún cuando se afirma que tanto la acción pública como la civil tienen un fundamento jurídico
idéntico: la infracción, es innegable que el hecho común que las origina produce efectos distintos
en cuanto a cada una de ellas. Se puede decir que la acción pública tiene su origen directo en la
infracción mientras que la acción civil surge del perjuicio ocasionado por ella. En puridad, la
infracción le sirve de origen en la medida que ocasiona el daño. La causa de la acción pública es la
violación misma de las leyes penales, o sea, la comisión de una infracción, en tanto que la causa de
acción civil no es la infracción sino el perjuicio originado por el hecho material que la constituye¹.
Es por ello que la acción pública puede ser puesta en movimiento por el solo hecho de la comisión
de una infracción mientras que es necesario que su comisión provoque un daño para que la acción
civil pueda ser ejercida; no podrá serlo si no hay daño. Aún cuando ambas acciones se derivan del
mismo hecho delictuoso y en las legislaciones primitivas se confundían totalmente a tal punto que
la persecución del delincuente tanto desde el punto de vista penal como del civil correspondía a la
victima, hoy en día ambas coexisten pero con características propias.
167.- El Código procesal penal introduce profundas modificaciones en cuanto a la acción pública se
refiere al señalar que, en una serie de casos que enumera su artículo 31, su puesta en movimiento
sólo es posible cuando le es presentada una instancia privada con la denuncia o querella de la
víctima y, mientras ella se mantenga.

Además, el artículo 32 de mismo código, excluye otros hechos punibles del ámbito de la acción
pública que ejerce el ministerio público. Son los casos de acción privada, en cuya puesta en
movimiento no participa el ministerio público.

168.- Bajo reserva de tratar más adelante las múltiples diferencias de orden técnico que hay entre
las diversas especies de acción pública y la acción civil, entre ellas resalta a primera vista la
diferencia que las separa en cuanto a lo perseguido con el ejercicio de cada una de ellas. Se ha
señalado que la acción pública tiende a la comprobación del hecho castigable, la prueba de la
culpabilidad del supuesto delincuente y la imposición a éste de las sanciones previstas en la ley si
es culpable o su descargo si no lo es, mientras que la acción civil está destinada a obtener la
reparación del daño experimentado por la víctima de la infracción. Una tiene por objeto la
imposición de una pena y la otra la reparación de los daños y perjuicios causados.

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