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UNIVERSIDAD TÉCNICA DE COMERCIALIZACIÓN Y DESARROLLO

FACULTAD DE EDUCACIÓN, ARTES Y CIENCIAS HUMANAS


Misión: Aportar un servicio completo y reformador, a través de programas en modalidades educativas
contextualizadas con la realidad, formadoras de licenciados/a en Psicología, competentes, honestos,
responsables y éticos en la realización de las funciones preventivas, asistenciales, docentes administrativas
y de investigación, para atender las necesidades de bienestar del individuo y la sociedad.
Visión: Formar licenciados/a en psicología de alta calidad humana, técnica y científica a través de una
estrategia pedagógica planificada sistemáticamente, desde la concepción de la persona como ser integral,
para ayudar y salvaguardar, recuperar y mantener el máximo estado de salud posible.

NOMBRES Y APELLIDOS: C.I:

Sede/ Filial: Itaugua Carrera: Psicología TDPF+TP: /30


Asignatura: Neuro
EX. FINAL: /30
Docente: Paola Samudio Psicopatología I CALIFICACIÓN
Tipo de Evaluación: Final Curso: 3° GLOBAL: /60
Fecha: 14/12/2022 Parte: 3

Las enmiendas, tachaduras y uso de corrector en cualquiera de los ítems anularán el puntaje del mismo.
¡Éxitos!
I.PONE A PRUEBA TU CAPACIDAD PARA DIFERENCIAR ENTRE LOS
TRASTORNOS: TRASTORNOS RELACIONADOS CON TRAUMAS Y FACTORES
DE ESTRÉS, DISOCIATIVOS.
CASO 1
Adriana es una niña de 4 años y medio de edad, derivada a una consulta de salud mental
infantil por tener «conductas peligrosas». A los padres les preocupaba sobre todo que
Adriana ponía pocos límites, era impulsiva y confiaba en los extraños con demasiada
facilidad. A Adriana la habían adoptado en un orfanato de la Europa del este a los 29
meses de edad. En el momento de la adopción, un pediatra local visó la historia clínica
de Adriana y no encantó problemas en ella, aparte de los parámetros del crecimiento,
todos ellos por debajo del percentil 5. Cuando los padres adoptivos la conocieron en el
orfanato, Adriana se acercó a ellos sin ninguna timidez y se mostró distendida. Los padres
quedaron agradablemente sorprendidos por el aspecto feliz de la niña y sus cálidos
abrazos espontáneos.
Poco después de la adopción, Adriana empezó a buscar claramente consuelo en la madre
cada vez que ge angustiaba o se hacía daño. Sin embargo, en muchas otras ocasiones,
Adriana no distinguía entre los extraños y la familia, En la frutería se abrazaba
cariñosamente a cualquiera que estuviera junto a ella en la cola de espera. En los grupos
y en familia, trataba con frecuencia de sentarse en el regazo de personas que apenas
conocía. Una vez, en un centro comercial, trató de marcharse con otra familia. A los
padres les preocupaba que este comportamiento pudiera llevar a que la secuestraran o
maltrataran.
En comparación con otros niños de su edad, a Adriana le costaba esperar su turno y
participar en las actividades en círculo del colegio. Interrumpía, invadía el espacio de
juego de sus compañeros y a veces pegaba a otros niños, Pequeñas cosas la alteraban
largos periodos de tiempo. Le costaba calmarse sola, pero no cuando la abrazaba la
profesora o uno de los padres.
Adriana vivía con sus padres adoptivos y un hermano de 12 años de edad, hijo biológico
de la familia. La madre se había quedado en casa durante el primer año de Adriana en
Estados Unidos, pero el pasado año la niña había asistido a un programa de guardería de
media jornada, La madre notó que el desarro110 de la niña había mejorado, aunque seguía
habiendo retraso del lenguaje, siendo la comprensión mejor que la producción. Tardó más
que los otros niños en alcanzar las aptitudes necesarias para el colegio, peto las
habilidades motoras groseras y finas se consideraron dentro de la media. El sueño y el
apetito eran normales. Había ganado peso, aunque el perímetro de la cabeza seguía justo
por debajo del percentil 5.
Durante la exploración se observó que se trataba de una niña agradable, bien arreglada,
que parecía más joven de lo que era. Hablaba poco, pero parecía prestar atención al
entrevistador, A los pocos minutos intentó subirse al regazo de este.
Trastorno:
Discusión:

CASO 2

Dylan, estudiante de bachillerato de 15 años de edad, es derivado a un psiquiatra


porque padece estrés a raíz de un grave accidente de circulación ocurrido 2 semanas antes.
El día del accidente, Dylan iba en el asiento delantero, junto al conductor, cuando, al salir
de un vado, el coche file embestido por un todoterreno que se había saltado a toda
velocidad un semáforo en ámbar. El coche recibió el golpe en el lado del conductor, dio
una vuelta de campana y luego quedó al derecho, sobre las ruedas. El golpe del metal
sobre el metal produjo un ruido extremadamente fuerte. El conductor del coche, un
compañero de clase, quedó inconsciente unos instantes, sangrando por una brecha en la
frente. Al ver a su amigo herido, Dylan temi6 que estuviera muerto, La amiga que iba en
el asiento trasero trataba frenéticamcntc de desabrochar el cinturón de seguridad. La
puerta de Dylan no se abría. Y el muchacho tenía miedo de que el coche ge incendiara
con él atrapado en el interior. Al cabo de unos minutos, el conductor, Dylan y la chica
pudieron salir por las puertas del lado derecho y alejarse del coche. Se dieron cuenta de
que el conductor del todoterreno estaba ileso y ya había llamado a la policía. La
ambulancia estaba en camino. Los tres fueron llevados a un servicio de urgencias local,
donde los atendieron y dejaron al cuidado de sus padres al cabo de unas horas.
Dylan no había podido dormir bien desde el accidente. Solía despertarse en plena noche
con el corazón acelerado, viendo cómo unos faros se le echaban encima. Tenía problemas
de concentración y era incapaz de terminar los deberes escolares debidamente, Los
padres, que habían empezado a llevarlo y traerlo del colegio en coche, notaron que se
ponía nervioso cada vez que salían del vado o cruzaban una bocacalle. Aunque se había
sacado hacía poco el carné de conducir, se negaba a practicar yendo con su padre.
También se mostraba inusualmente irritable con los padres, las hermanas pequeñas y los
amigos. Recientemente, había ido a ver una película, pero se salió del cine antes de que
empezara diciendo que el sonido estaba demasiado alto, Los padres, preocupados,
trataban de hablarle de qué le pasaba, pero él los cortaba en seco irritado, Sin embargo,
después de hacer mal un examen importante, accedió a acudir a la psiquiatra por
recomendación de su profesor preferido.
En la entrevistar Dylan refirió otros problemas, Dijo que estaba harto de «asustarse» cada
vez que Oía un ruido fuerte y que no podía quitarse de encima la imagen de su amigo
herido e inconsciente. Una y otra vez le venían sentimientos de ira hacia el conductor del
todoterreno. Explicó que se sentía avergonzado y desilusionado consigo mismo por
negarse a hacer prácticas de conducir. Refirió que, Unos 5 años antes, había visto casi
ahogarse a una de sus hermanas pequeñas. Comentó también que el mes pasado había
sido el primer aniversario de la muerte de su abuelo.
Trastorno:
Discusión:

CASO 3
Eric Reynolds es un veterano de la guerra de Vietnam de 56 años de edad, casado, que
acude por sí mismo a la consulta de Salud mental del Veterans Affairs por tener «poco
aguante» y «encenderse enseguida». Los síntomas del Sr. Reynolds comenzaron más de
3 décadas antes, poco después de que saliera de la zona de combate en Vietnam, donde
sirvió como operador de radio de campaña. Nunca antes había buscado ayuda para sus
síntomas, aparentemente por su gran necesidad de independencia. La jubilación
anticipada lo llevó a ser más consciente de esos síntomas y a Écncr mayores deseos de
buscar una solución.
Los síntomas del Sr. Reynolds consistían en rabia incontrolable al recibir un gusto;
pensamientos y recuerdos intrusos recurrentes de experiencias relacionadas con la
muerte; vívidas pesadillas semanales sobre operaciones de combate que le provocaban
miedo nocturno e insomnio; aislamiento, vigilancia y ansiedad; pérdida del interés por las
aficiones en que participa gente, y distraibilidad excesiva.
Aunque todos estos síntomas le causaban gran malestar, al Sr. Reynolds lo que más le
preocupaba era SLI agresividad incontrolable. Ejemplos de su forma de «saltar a la
mínima» eran los enfrentamientos con los conductores que le cerraban el paso, los
improperios dirigidos a los desconocidos que se le acercaban demasiado en las colas de
las cajas del supermercado y el ponerse en «modo ataque» cuando log compañeros lo
sobresaltaban sin querer en el trabajo. Más recientemente, se había adormilado en la
camilla de exploración del médico y una enfermera le tocó el pie; él se incorporó de un
salto, profiriendo insultos y amenazas. Su reacción involuntaria asustó a la enfermera y
también al paciente.
El Sr. Reynolds dijo que entre el estímulo inesperado y la agresión no mediaban palabras,
pensamientos ni imágenes. Esos momentos Le recordaban una ocasión, cuando era
militar, en que se adormiló estando de guardia en la entrada principal y un proyectil de
mortero lo despertó dejándolo aturdido. Aunque llevaba un arma en la guantera del coche
como autodefensa, el Sr. Reynolds no tenía intención de dañar a nadie. Siempre tenía
remordimientos después de haberse puesto amenazador y hacía tiempo que le inquietaba
la idea de herir a alguien sin querer,
El Sr. Reynolds se cri6 en una cariñosa de granjeros del medio oeste con problemas
económicos. A los 20 años de edad, el Sr. Reynolds fue reclutado por el Ejército de
Estados Unidos y a Vietnam. Dijo de si mismo que, antes de estar en el ejército, había
sido una persona alegre y feliz. Explicó que había disfrutado del entrenamiento básico y
las primeras semanas en Vietnam, hasta que mataron a uno de sus camaradas. A partir de
aquel momento, lo único que le preocupaba era volver a casa con su mejor amigo, los dos
sanos y salvos, aunque para ello tuviera que matar a otras personas. Dijo que le había
cambiado la personalidad y que había dejado de ser un chico de campo despreocupado
para convertirse en un soldado aterrado y sobreprotector.
Al regresar a la vida civil consiguió acabar sus estudios universitarios y licenciarse en
ciencias empresariales. aunque decidió convertirse en fontanero autónomo por su
necesidad de estar solo en el trabajo. No tenía antecedentes penales. Llevaba 25 años
casado con su esposa y era padre de dos estudiantes universitarios. Al jubilarse, tenía
previsto dedicarse a la carpintería, a la lectura y a tener «paz y tranquilidad».
El Sr, Reynolds había probado la marihuana de joven y había consumido alcohol en
exceso de forma intermitente; sin embargo, no había hecho ninguna de las dos cosas desde
hacía 10 años.
En la exploración, el Sr. Reynolds resultó ser un varón afroamericano bien arreglado que
parecía ansioso y algo en guardia. Era coherente y se expresaba bien. Hablaba a velocidad
normal, aunque el ritmo se aceleraba al expresar contenidos negativos. Dijo que no tenía
depresión, pero sí ansiedad. El afecto estaba algo constreñido, pero era congruente con
los contenidos. El pensamiento era coherente y lineal. Negó toda ideación suicida u
homicida. No tenía síntomas psicóticos, ni delirios, ni alucinaciones, La introspección era
muy buena. Estaba bien orientado y parecía poseer una inteligencia por encima de la
media.
Trastorno:
Discusión:

CASO 4
Jason Vaughan, de20 años de edad, estudiante universitario de segundo curso, fue
enviado por su asesor residente del campus a la consulta de salud mental de la facultad
por parecer «raro e ido». El Sr, Vaughan lo dijo al terapeuta que lo evaluó que lleva 3
meses sin ser «el de siempre». Dijo que notaba a menudo la mente en blanco, como los
pensamientos no le pertenecieran, Se había sentido cada vez más distanciado de su cuerpo
físico, realizando las actividades diarias como si fuera un «robot desconectado». A veces
no estaba seguro de si estaba vivo o muerto, como si la existencia fuera un sueño. Refirió
que se sentía casi como si no hubiera «ningún yo». Estas experiencias lo dejaban
aterrorizado durante horas.
Las notas habían empeorado y había empezado a mantener las mínimas relaciones
sociales.
El Sr. Vaughan dijo que se había deprimido porque había roto con su novia, Jill, unos
meses antes, y que había pasado 1 mes con el ánimo triste y síntomas vegetativos leves,
aunque sin deterioro funcional. Durante este tiempo había empezado a notar sensaciones
de atontamiento e irrealidad, pero al principio no les hizo mucho caso. Al irse resolviendo
el estado de ánimo bajo y sentirse cada vez más desconectado, empezó a preocuparse
cada vez más hasta que, al final, había acudido en busca de ayuda. Le dijo al terapeuta
que su relación romántica de 1 año con Jill había sido muy importante pata él y que, en
las vacaciones, había pensado presentársela a su madre.
El Sr. Vaughan relató un brote pasajero de ansiedad extrema que había padecido en
décimo grado. Comenzó a tener crisis de pánico que se fueron haciendo más intensas y
frecuentes a lo largo de 2 meses, Durante los ataques se sentía desconectado, como si todo
fuera irreal. Los síntomas duraban a veces horas y se parecían a los actuales, El inicio
pareció coincidir con el ingreso de su madre en un hospital psiquiátrico. Cuando le dieron
el alta a la madre, todos los síntomas desaparecieron con bastante rapidez. Entonces no
recibió tratamiento.
El Sr. Vaughan describió también varios días de síntomas pasajeros de irrealidad cuando
estaba en primaria, justo después de que los padres se divorciaran y el padre se fuera dc
casa dejando al joven Jason solo con la madre, que tenía esquizofrenia paranoide. En su
infancia destacaban sentimientos generalizados de soledad y la sensación de que él era el
único adulto de la familia. La madre tenía un rendimiento meramente marginal, aunque
por lo general no estaba psicótica. El padre lo visitaba muy de vez en cuando, pero
aportaba el dinero necesario para que pudieran vivir de manera razonablemente cómoda.
Jason se quedaba a menudo con los abuelos los fines de semana, pero normalmente vivían
muy aislados, él y su madre. Sacaba buenas notas en el colegio y tenía algunos amigos
íntimos, pero era muy reservado y rara vez llevaba amigos a casa. Jill habría sido la
primera novia que hubiera conocido a su madre.
El Sr. Vaughan dijo que no tomaba drogas, concretamente cannabis, alucinógenos,
ketamina y salvia, y el análisis toxicológico de la orina dio negativo. Dijo que no había
sufrido maltrato físico ni abusos sexuales. Negó haber tenido depresión, manía, psicosis
y otros síntomas psiquiátricos con el pasado. Concretamente negó haber tenido amnesia,
pérdidas del conocimiento, identidades múltiples, alucinaciones, paranoia y otros
pensamientos o experiencias de carácter inusual.
Los resultados de los análisis, la criba toxicológica y la exploración física. fueron
normales, igual que la resonancia magnética cerebral y el electroencefalograma. Las
consultas al otorrinolaringólogo y al neurólogo no aportaron información digna de
reseñar.
Trastorno:
Discusión:

CASO 5
Irene es una maestra de educación especial de 29 años de edad que acude al psiquiatra
diciendo: «Estoy cansada de estar siempre triste y sola».
La paciente describió una depresión crónica e intensa que no había respondido a varios
ensayos de antidepresivos ni a la potenciación con un estabilizador del ánimo. Dijo que
le habían ido mejor las psicoterapias de tipo cognitivo-conductual y la terapia dialéctica
conductual. Le habían sugerido la terapia electroconvulsiva, pero la había rechazado.
Había estado ingresada dos veces por presentar ideación suicida y haberse infligida cortes
graves que precisaron puntos de sutura.
La Sra. Upton refirió que los terapeutas anteriores habían incidido en la probabilidad de
que hubiera padecido algún trauma, aunque ella desestimó, como de pagada, la
posibilidad de haber sido alguna vez víctima de malos tratos. Había sido la hermana
pequeña la que sí había denunciado «tocamientos sexuales extraños» por parte del padre
cuando la Sra. Upton tenía 13 años. La policía nunca lo investigó, pero el padre se había
disculpado ante la paciente y la hermana a raíz de una intervención de la iglesia y de un
ingreso para tratar el alcoholismo y «adicción al sexo». Ella negó sentir nada al respecto
y dijo: «Él ya resolvió el problema. Yo no tengo motivos para estar cabreada con él».
La Sra. Upton dijo que recordaba muy mal la época entre los 7 y loe 13 años de edad. Sus
hermanas le hacían bromas por su incapacidad de acordarse de las fiestas familiares, los
eventos escolares y los viajes de vacaciones. Ella explicaba su amnesia diciendo: «Quizá
es que no pasó nada importante y por eso no me acuerdo».
Dijo que su 1Elaci6n con ambos padres había sido (buena». El padre seguía siendo
«controlador» con la madre y aún tenía «mal genio», pero llevaba 16 años sin beber
alcohol, Al interrogarla más a fondo, la Sra. Upton refirió que sus conductas autolesivas
y suicidas habían tenido lugar después de haber ido a ver a la familia o de que sus padres
la hubieran sorprendido con una visita.
La Sra. Upton explicó que había sido una persona «socialmente retraída» hasta el
bachillerato, periodo en el que cosechó éxitos académicos y formó parte de varios equipos
y clubs. Le fue bien en la universidad. Era muy buena con el trabajo y la consideraban
una gran maestra de niños autistas. Habló de varias amistades de muchos años. Dijo que
le costaba intimar con los hombres y que sentía intenso miedo y desagrado ante las
insinuaciones sexuales. Siempre que acababa estando con un hombre se sentía
avergonzada y «mala», aunque también se sentía despreciable en otras ocasiones. 'Tendía
a dormir mal y estaba a menudo cansada.
Negó haber consumido alcohol o drogas, y describió que, solo con olerlo, el alcohol Le
producía náuseas y dotor de estómago,
En el examen cognitivo se observó una mujer bien arreglada y colaboradora. Las
respuestas eran coherentes y pragmáticas, aunque a menudo carentes de contenido
emocional. Pa1ECía triste y contrita. Dijo de sí misma que era «insensible». Negó tener
alucinaciones, confusión o intención de matarse. Sin embargo, log pensamientos de
suicidio «siempre están ahí».
Al concretar más las preguntas, la Sra. Upton negó que tuviera amnesia en la vida diaria
y, muy especialmente, que la hubieran mencionado conductas suyas que no recordara, o
que tuviera pertenencias de origen. desconocido, sensación subjetiva de vacíos
temporales, episodios de fuga o fluctuaciones inexplicables de sus aptitudes, hábitos y
conocimientos. Negó tener sensación subjetiva de división yo, alucinaciones, voces
interiores y síntomas de influencia pasiva. Dijo que no tenía reviviscencias ni recuerdos
intrusos, pero sí mencionó pesadillas recurrentes en las que la perseguía «un hombre
peligroso» del que no podía escapar. Mencionó problemas de concentración, aunque
estaba «hipercentrada» en el trabajo. Refirió también que tenía reacciones marcadas de
sobresalto, que solía contar repetidamente y cantar para sus adentros, que comprobaba
varias veces que las puertas estuvieran cerradas y que se organizaba compulsivamente
para «evitar sufrir ningún daño».
Trastorno:
Discusión:

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