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Orígenes del Acero.

La palabra Acero provienen del latín aciarius, y éste a su vez de la palabra acies, que
denomina el filo de un arma blanca. En la antigüedad el acero se usó sobre todo en la
fabricación de armas punzocortantes, así como en herramientas de corte. Los orígenes
del acero son en gran medida desconocidos por nosotros, sin embargo, se han
encontrado algunas piezas de cuchillos en Kaman-Kalehöyük, Anatolia, actual Turquía,
con más de 4,000 años de antigüedad, así como ejemplos casi tan antiguos provenientes
del este de África, China y de la península ibérica. Tal es el caso de las falcatas que se
producían en la Iberia pre-romana y eran codiciadas por romanos y cartagineses por
igual, o también, las famosas dagas de Damasco o las katanas japonesas.
Una vez que los hombres de la Edad de Hierro descubrieron las cualidades de este
material, comenzaron a desarrollar nuevas técnicas como el templado, método que
consistía en enfriar rápidamente el hierro con agua o aceite para incrementar su dureza.
Procesos siderúrgicos
Durante la antigüedad se generaron diversos procesos para producir acero en los
distintos focos siderúrgicos que aparentemente se desarrollaron de manera
independiente. Estos procesos siderúrgicos preindustriales o artesanales se pueden
clasificar en dos grupos. Por una parte, están aquellos que se llevaban a cabo dentro de
un horno bajo, y por otro lado aquellos que se hacían en crisoles.
El proceso general para la producción de cualquier acero es la conversión del óxido de
hierro en hierro. El hierro no se puede encontrar puro en la naturaleza debido a que con la
presencia del oxígeno de la atmósfera se oxida, y por ello, los métodos de extracción de
hierro puro tienen su origen en la eliminación del oxígeno en el óxido del hierro. El método
básico para lograrlo consiste en calentar el óxido de hierro en presencia de carbón, lo que
al combinarse con el oxígeno proporciona dióxido de carbono y le da al hierro cierta
pureza, aunque con altas concentraciones de carbono.

Horno Bajo
Un horno bajo es capaz de transformar el mineral de hierro extraído de la naturaleza en
metal apto para la forja de armas y otros objetos. Estos hornos de reducción estaban
dispuestos al aire libre y se caracterizaban porque en sus diversos procesos productivos
intervenía directamente la fuerza humana. Los hornos empleados eran de tamaño
reducido y por lo general semi-excavados en el suelo. Alcanzaban aproximadamente un
metro de altura y su diámetro interior rondaba entre los 40 y 70 centímetros
aproximadamente. Estaban construidos con piedras areniscas y arcilla y podían
presentar, o no, un agujero o dama inferior para la salida de escorias. Estos hornos
aparecieron a comienzos de la Edad de Hierro, aunque se han encontrado herramientas
de hierro de épocas anteriores. Su gran concentración de níquel señala que se trata de
hierro de asteroides o meteoritos.

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