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Estimado jurado, equipo contrario:

Este no va a ser el típico exordio. Aquí no vamos a proponer discursos más o menos emotivos,
o funciones teatrales más o menos elaboradas que no tengan otro objetivo que captar la
benevolencia del jurado.

Este es un discurso performativo: vamos a hacer lo que proponemos y lo vamos a hacer


porque pensamos que un debate sobre la educación no es un debate cualquiera. No lo es,
entre otras cosas, porque nosotros somos los protagonistas. Por ello, la propuesta de una
alternativa no debe quedarse en repetir lemas vacíos, sino que tiene que partir del
compromiso y del testimonio de los alumnos y los profesores y, en realidad, de todos los
miembros de la sociedad.

Nuestra respuesta a la pregunta planteada:


¿Debe el sistema de educación pública cambiar su modelo de enseñanza tradicional por
otros modelos alternativos?.
parte de un diagnóstico: el sistema llamado tradicional (pensamos que es mejor llamarlo
vigente) es un sistema que no fomenta adecuadamente el espíritu crítico, que es alienante y
que promueve el gregarismo.

Proponemos, entonces, tres pilares para sustentar la conveniencia de cambiar el sistema


tradicional por uno alternativo:

1. Espíritu crítico:  el actual sistema educativo es esencialmente ACRÍTICO ya que se


basa en una concepción monolítica y cerrada del saber que no favorece el
pensamiento crítico y que no estimula en el alumno el análisis personal y profundo
de lo que recibe al transmitírsele un canon cerrado de doctrinas, obras y teorías
sobre las que no se ofrecen alternativas. Por el contrario, un sistema que ofrezca
visiones o posturas contrarias a las oficialmente aceptadas (revisionismo histórico,
teoría del medio de Bechamp…); un modelo de enseñanza capaz de cuestionar el
relato hegemónico y establecer la duda como actitud básica del proceso de
aprendizaje, formaría generaciones de personas despiertas y responsables:
“Aestimes iudicia non ponderes” decía Séneca aludiendo a la importancia del peso
y no del número en los juicios y afirmaciones.
2. Recuperar la virtud: Uno de los rasgos del sistema de educación vigente es la
práctica desaparición del concepto de virtud. Debemos tener en cuenta que el
proceso educativo se debe dirigir al hombre en sus dos dimensiones
fundamentales: volitiva e intelectiva y se debe dirigir a ellas con el objetivo de
perfeccionarlas. La voluntad y la inteligencia se perfeccionan con las virtudes: las
intelectuales y las morales. Frente al subjetivismo de los valores, que lastra el
actual sistema educativo, proponemos la objetividad de las virtudes que
perfeccionan al educando las herramientas necesarias para avanzar en su camino
hacia el bien y la verdad, meta suprema de la educación.
3. Personalización: Aunque es cierto que la persona es un ser social por naturaleza,
psicólogos sociales de la talla de Asch o Milgram nos han demostrado en la
segunda mitad del siglo XX el poder negativo e incluso devastador que el grupo
puede tener en el individuo; sus experimentos son casi tan elocuentes como los
acontecimientos que los originaron. Es necesario, pues, promocionar la lectura, el
análisis y la reflexión, como tareas o actos estrictamente individuales (concebidos
en soledad), para favorecer, así, el desarrollo de un pensamiento autónomo e
independiente. Sin embargo, los actuales planes de estudio incentivan
constantemente la participación y colaboración del grupo en procesos reflexivos y
analíticos con lo que se favorece el hábito de pensar de forma gregaria.

El asunto es demasiado serio como para plantearlo desde la indecencia de querer pasar sólo el
examen; porque no lo olvidemos esto es un examen y ustedes, miembros del jurado, los
examinadores. Nosotros no hemos venido aquí a repetir para olvidar, hemos venido a
testimoniar para cambiar.

Muchas gracias

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