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Introducción
El presente relato está basado en el guión conjetural que se fue desarrollando a lo largo del
dictado de uno de los Módulos a mi cargo, en el marco de la Diplomatura: Herramientas
para la gestión de prácticas áulicas situadas. Esta propuesta educativa de actualización y
profundización de conocimiento, resultó como transferencia de lo que venimos trabajando
un equipo de profesores de Filosofía, en torno a los ejes: Filosofía, Escuela, Experiencia de
sí. Y se trató de una capacitación para la adquisición de herramientas que posibilitaran una
revisión de estrategias, alternativas metodológicas y un espacio de reflexión para la gestión
de los procesos de prácticas áulicas, en los nuevos escenarios sociales y culturales.
El Módulo II: “Andar y desandarnos con la escuela: materiales y recursos para llevar en el
camino”, (luego de que en el Módulo I se abordaran herramientas prácticas y conceptuales
para una resignificación de la escuela) como en una especie de zoom de lo “macro” a lo
“micro”, partió de una diagnosis de los ámbitos donde se ejerce la docencia.
La idea era que en este Módulo, los estudiantes de la Diplomatura, pudieran reconocerse en
ciertos interrogantes que circulan donde se da la triangulación alummo-conocimiento-
docente, se trate del nivel primario, secundario, terciario, de instituciones públicas o
privadas. Interrogantes del tipo: ¿Qué más puedo hacer para llegar a los/as alumnos/as?,
¿Cómo interpelarlos/as?, ¿Cómo compartir con ellos/as lo que considero valioso e
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importante?, ¿Cuánto más poner de mí? ¿Soy mediocre, no tengo creatividad o
simplemente estoy agotado/a?
También en el hecho de cómo ante la falta de respuestas es común y comprensible que nos
presentemos a nuestras clases destilando frustración, desazón, apatía. El no encontrarle la
vuelta o encontrarla y volver a perderla que va minando, día tras día, las subjetividades y
que no es difícil terminar siendo el/la docente que en otro tiempo criticamos.
Podría notarse cómo las instituciones educativas en general se nos presentan como lugares
ambiguos, plagados de tensiones, en los que pasan ciertas cosas, y otras no pasan. El modo
en que, por un lado, se han tornado un espacio donde circula la competitividad, la violencia,
la insignificancia del saber, la precariedad. Y por el otro, continúan siendo una de las
primeras experiencias socializadoras niños/as y jóvenes, el espacio común entre jóvenes y
adultos/as de diversas generaciones. Un dispositivo gigante, cuyos pasos inertes y
autómatas, se dirigen a un rumbo incierto.
Los objetivos que articularon los saberes abordados fueron los siguientes:
_ Que los/as docentes revisaran cómo estaban trabajando en sí mismos/as los procesos que
pretendían desarrollar en los/as alumnos/as.
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_ Que los/as docentes comprendieran el valor de la experiencia de los propios procesos y la
importancia de trabajar desde un automovimiento.
Si la idea era habilitar un espacio para conectar con nuestros deseos, necesidades, talentos,
creatividad, fuente de motivación, música personal, extrañeza legítima (en definitiva con
nuestro Ser) eso requería que pudiésemos encontrarlos, saber dónde se alojan, con cuántas
excusas y justificaciones podrían estar tapados, dormidos, silenciados.
El primer encuentro
Les propuse que trabajaran por grupos de 2-3 personas y caricaturizaran, con la posibilidad
de exagerar, al típico/a profesor/a de la “sala de profes”, ese/a con el/la que a veces nos
identificamos, ese/a que nos provoca contraste, que por momentos comprendemos, pero
con el/la que también nos enojamos, ese que nos desgarra, etc. El objetivo era, así como en
el Módulo I se había mapeado la institución escolar, mapear esta figura que nos interpela
que nos deja perplejos/as porque tiene razón y no, acierta y yerra, en definitiva porque es la
persona que a veces somos y en la que a pesar, de criticar a veces nos convertimos.
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respecto al rol del docente, a la noción de escuela, autoridad, enseñanza, aprendizaje,
conocimiento, etc. La subjetividad docente no es dada, ya que se produce con la escuela, en
la escuela y a pesar de la escuela. Y también toma forma a partir de representaciones,
creencias, juicios y prejuicios que quizás no sabemos, del todo, cómo los vamos adoptando
y normalizando.
En este punto, nos explayamos en la cuestión de las representaciones y sobre todo cómo
pueden abordarse desde la Filosofía Aplicada. Trabajamos aquí con algunas nociones de la
Filosofía Estoica, y con la unidad Pensamiento-Emoción-Conducta, que nos permitieron
comprender cómo nos vinculamos a la realidad con cierto marco representacional muchas
veces incuestionado. Se hizo necesario en este punto que los/as cursantes pudieran
enfrentarse a este marco, como si de mirar los propios lentes de frente se tratara,
reconocerlo, comprender qué pensamientos, emociones y conductas habilitaba; a un nivel
general y en especial en relación con la docencia.
Trabajamos sobre un ganar conciencia en torno a los propios procesos de cómo percibimos
la realidad y cuánto permitimos que esta nos afecte o no; y con qué márgenes de libertad
contamos entre lo que nos sucede y las alternativas para responder a eso.
La propuesta fue, entonces, detectar cuáles eran los supuestos que estaban a la base de esos
modos de ser y hacer docente/docencia. A esas caricaturizaciones, y a nosotros/as les-nos
hicimos estas preguntas:
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¿Qué emociones nos generaran esos relatos, a que acciones nos moverán?
¿Qué tan conscientes estaremos de esos relatos? ¿De dónde los hemos extraído?
El segundo encuentro
“Libertad, autoexpresión, coincidencia con ella misma. Fluye, se conecta con la música.
Creatividad, espontaneidad. No hay esfuerzo”
- ¿Qué transmite?
“Nada que tenga que ver con bloqueos, miedos, resistencia, compulsión, dudas. Perfección,
armonía, presencia
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-¿Creen que ella estará pensando que le puede salir mal, o recordando la vez pasada en la
que olvidó algún movimiento?
“No, está siendo atravesada, se está prestando a que la danza se baile por medio de ella,
entrega al movimiento, está haciendo espacio a que algo suceda por ella”
“Nos contagia, nos motiva, nos convoca, nos eriza la piel, nos asombra, nos conmociona.
Nos ancla en el aquí y ahora, porque al estar absortos no hay capacidad en la mente para
llenarla con otra cosa, Nos inunda. Nos hace amar a la humanidad que somos… nos habla
la diversificación de potencialidades…”
2. ¿Qué siento cuando no puedo expresar “mi danza”? ¿Cuál es mi estado emocional?
¿Cuál es mi estado corporal? ¿Qué pensamiento aparecen? ¿Qué ocurre con el grupo con
el que estoy trabajando?
Podríamos decir que el deseo tiene muchas formas y no sabemos de ellas porque no las
hemos recorrido, determinados en nuestros deseos unilateralmente por los mandatos
culturales, por las instituciones de todo tipo. No sabemos de ciertos deseos, porque no los
hemos concebido o no los hemos hecho carne. El deseo atisbado o recorrido en algunas de
sus vías puede ser explorado y expandido en sus variaciones, pero también el deseo puede
ser creado, producido y en la medida que lo creo e invento lo descubro en su particularidad.
No está dado previamente pero tampoco es la completa y permanente ausencia.
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Luego, si el deseo puede ser creado, y producido y sobre todo enseñado, descubrimos con
los estudiantes de la Diplomatura el sentido que tiene poder detectar los momentos de
nuestra práctica docente en los que fluimos, danzamos, en los que sentimos que estamos
pudiendo ser verdaderamente nosotros/as, expresarnos, compartir nuestros saberes. La
importancia de detectar qué ocurre ahí (con nuestro cuerpo, nuestras emociones, con la
conexión con el grupo) para determinar cuán responsables somos de generar esos
momentos y de aceptar, también, cuando poniendo todo de nosotros ese momento no logra
concretarse.
Conclusión
Si continuamos con la metáfora del mirar, de los lentes que pueden ser vistos de frente, con
el tener otras perspectivas, podemos decir que en el recorrido que supuso el Módulo II:
“Andar y desandarnos con la escuela: materiales y recursos para llevar en el camino”
partimos desde una mirada aérea, desde un mapeo en el que apareció la escuela en el
entramado social-comunitario. Desde ese entramado, fuimos haciendo cada vez más foco
en la subjetividad docente. En los modos que esta se configura, a la vez que configura otros
procesos de subjetivación, en este caso de los/as niños/as y jóvenes que dentro de la escuela
“deben aprender”. Cómo por medio de creencias, representaciones, supuestos, algunos más
conscientes, otros menos, algunos que no sabemos de dónde han surgido y como
inadvertidamente han pasado a ser parte de nuestro sistema de creencias; nos aproximamos
a la “realidad educativa” y la concebimos de tal o cual manera.
En esta mirada de cerca de los lentes con los que miramos nos dejamos atravesar por varias
herramientas que posibilitaron conectar/reconectar con otras dimensiones como la
emocional, la corporal, con el propósito de ver hasta qué punto muchas veces los/as
docentes, buscamos propiciar afuera lo que no es un proceso interno, autógeno.
Luego mover a otros/as, en sus búsquedas y deseos sin sentirnos como el principio de
automovimiento resulta alienante, sobre todo cuando las cosas no marchan como deseamos.
Podríamos preguntar en este punto: “¿Qué supuso esta propuesta, que todo lo que surja de
un proceso vivido el/la docente, es ya éxito garantizado?” “¿Todo lo que proponga a mis
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alumnos y que he vivido yo primero les tiene que movilizar?” No! No se trata de cambiar
una ilusión por otra! El Módulo tuvo más bien que ver con experienciar que cuando nos
conectamos con nuestra fuente de movimiento, creatividad y conectamos desde ahí, cuando
nos enfocamos en ese proceso, tenemos más margen para comprender a quienes no
llegamos, a quienes no seducimos y que eso no nos depotencie. La conciencia del propio
proceso de subjetivación a la hora de expresar lo que sabemos, lo que deseamos compartir,
de que nos hemos brindado completamente implica que no somos nosotros quien en un
proceso de enseñanza aprendizaje a dicho: “Vos no”. No hemos clausurado el espacio, no
hemos silenciado una voz… En tanto nos tenemos es cuando nos podemos compartir. Sin
que esa apertura implique que por tal entrega deberemos y podemos llegar a todos/as. El
comprender nuestros márgenes de actuación, también se hace visible el espacio de
irreductibilidad de las experiencias de los demás.
Bibliografía
ARNAIZ, Gabriel y otros. Saber pensar para saber vivir. Sevilla, Fénix editora, 2008
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_______________ ¿Qué es la ilustración? En: Saber y Verdad. Bs. As: Ediciones La
Piqueta.
GRAU, Olga. Reflexión en base a una pregunta: ¿Puede el deseo por la filosofía ser
enseñado? En: Revista de la Universidad Nacional de San Juan. Año IV, N° 29. Julio, 2007