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ANTIPSIQUIATRÍA

Siendo un tema controversial desde los años 60, una época en la que los
movimientos sociales se oponían a toda forma de dominación y luchaban por los
derechos de autonomía de toda diversidad, incluida la locura (Oliveira, 2011).

La antipsiquiatría es un movimiento crítico y radical que surgió en la década de 1960


con el objetivo de cuestionar y desafiar la práctica y la teoría de la psiquiatría
tradicional. Este movimiento sostiene que la psiquiatría, como disciplina médica, es
inherentemente opresiva y que sus métodos y teorías son utilizados para mantener
el control sobre los pacientes y la sociedad en general.

En este ensayo, exploraremos los orígenes y las críticas fundamentales de la


antipsiquiatría, así como sus implicaciones para el tratamiento y la comprensión de
las enfermedades mentales.

Orígenes de la antipsiquiatría

La antipsiquiatría es un movimiento que surgió en la década de 1960 en Europa y


Estados Unidos como respuesta a la creciente medicalización de la psiquiatría y la
psicología. Sus fundadores, como el psiquiatra escocés R.D. Laing y el filósofo
francés Michel Foucault, argumentaron que la psiquiatría había adoptado un modelo
médico de enfermedad mental que no tenía en cuenta las causas sociales y
psicológicas de los problemas mentales.

La antipsiquiatría también se inspiró en el movimiento de derechos civiles y en la


lucha contra la opresión política y social en todo el mundo. Los antipsiquiatras vieron
la psiquiatría como una herramienta de control social, utilizada para marginar y
estigmatizar a las personas que no se ajustaban a las normas sociales y culturales.

Críticas fundamentales de la antipsiquiatría

La antipsiquiatría cuestiona los fundamentos mismos de la psiquiatría y la


psicología. En primer lugar, critica la noción de enfermedad mental como una
categoría médica objetiva y universal. Los antipsiquiatras argumentan que la
enfermedad mental es una construcción social y que el diagnóstico psiquiátrico es
subjetivo y arbitrario.

En segundo lugar, la antipsiquiatría critica el modelo médico de tratamiento de la


enfermedad mental. Los antipsiquiatras sostienen que los tratamientos
psiquiátricos, como la medicación y la terapia electroconvulsiva, son en realidad
formas de control social que no abordan las causas subyacentes de los problemas
mentales.

En tercer lugar, la antipsiquiatría cuestiona el papel de los profesionales de la salud


mental en la sociedad. Los antipsiquiatras argumentan que los psiquiatras y otros
profesionales de la salud mental actúan como agentes del Estado y que su papel
es mantener el status quo y proteger el orden social existente.

Implicaciones de la antipsiquiatría para el tratamiento y la comprensión de las


enfermedades mentales

Se caracteriza por un escepticismo hacia los diagnósticos y tratamientos


psiquiátricos, y un énfasis en los factores sociales y ambientales que contribuyen a
la angustia mental. La antipsiquiatría ha influido en los debates contemporáneos
sobre la salud mental, pero sigue siendo un campo controvertido y discutido.

Una de las figuras clave del movimiento antipsiquiátrico anteriormente ya


mencionado, fue Thomas Szasz, psiquiatra y profesor de psiquiatría quien sostenía
que la enfermedad mental era un mito. Szasz creía que los diagnósticos
psiquiátricos se utilizaban para controlar y estigmatizar a las personas que se
desviaban de las normas sociales, más que para tratar auténticas afecciones
médicas. Sostenía que la angustia mental era una respuesta natural a factores
sociales y ambientales como la pobreza, el racismo y el sexismo, y que podía
abordarse mediante el cambio social y político en lugar de la intervención médica.

Otra figura influyente que nos aporta sustento a esta hipótesis y le da continuidad al
movimiento antipsiquiátrico; fue Ronald D. Laing, un psiquiatra escocés que hizo
hincapié en la importancia de comprender la experiencia subjetiva del sufrimiento
mental. Laing creía que los diagnósticos psiquiátricos eran reduccionistas y no
captaban la complejidad de la experiencia humana. Sostenía que los individuos
etiquetados como ‘’enfermos mentales’’ solían responder a experiencias
traumáticas, su estilo de vida o a condiciones sociales opresivas, y que su
comportamiento debía entenderse en este contexto en lugar de patologizarse y
etiquetarse.

El movimiento antipsiquiátrico también se ha asociado con críticas a tratamientos


psiquiátricos como la terapia electroconvulsiva (TEC) y los medicamentos
psicotrópicos. Los críticos sostienen que estos tratamientos se administran a
menudo sin consentimiento informado o en dosis sin previa evaluación, y que
pueden tener efectos secundarios graves como pérdida de memoria, aumento de
peso y disfunción sexual.
Algunos defensores de la antipsiquiatría han reclamado alternativas a estos
tratamientos, tales como la psicoterapia o los grupos de apoyo entre iguales.

A pesar de su influencia en los debates actuales sobre salud mental, el movimiento


antipsiquiátrico sigue siendo controvertido dentro de la comunidad médica. Sin
embargo, los defensores de la antipsiquiatría restan importancia a la base biológica
de la enfermedad mental y no reconocen los beneficios de los tratamientos
psiquiátricos para muchas personas. También sostienen que la antipsiquiatría
puede ser perjudicial para las personas que necesitan atención psiquiátrica pero no
se animan a buscarla debido a la satanización y estigma a la salud mental y sus
áreas.

Sin embargo, en los últimos años, el campo de la salud mental ha reconocido cada
vez más la importancia de los factores sociales y ambientales en el padecimiento y
sufrimiento mental. Esto ha llevado a un mayor énfasis en las intervenciones
basadas en la comunidad y a un alejamiento de la atención institucionalizada.

Hasta nuestros días, el debate sobre el papel de la psiquiatría en el tratamiento de


la salud mental sigue abierto.

Si bien es cierto, a lo largo de la historia de la Psiquiatría, se ha actuado de manera


negligente e incluso atentando contra la dignidad y derechos humanos con los que
somos reconocidos actualmente; también se considera la postura que, dentro de los
mismos, existe el derecho a la salud, y debe ser brindada de manera digna para
mejorar la calidad de vida de las personas.

Partiendo de mi opinión personal, considero que el movimiento psiquiátrico sí


contribuye considerablemente en los tratamientos a algún tipo de anomalía de tipo
mental.
En conclusión, la antipsiquiatría es un movimiento controvertido que se opone al
uso de tratamientos psiquiátricos y a la medicalización de las enfermedades
mentales. Aunque algunas de las críticas planteadas por los activistas
antipsiquiatría son válidas, como la excesiva dependencia de la medicación y el
posible abuso de poder por parte de los psiquiatras, su rechazo del tratamiento
psiquiátrico en su conjunto no está respaldado por pruebas científicas. Las
enfermedades mentales son reales y pueden ser debilitantes, y muchas personas
se benefician del tratamiento psiquiátrico. Es importante seguir mejorando la
atención psiquiátrica y abordar las preocupaciones legítimas planteadas por los
activistas antipsiquiatría, reconociendo al mismo tiempo el valor de los tratamientos
de las enfermedades mentales basados en pruebas científicas.

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