Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
menús escolares
nutrición
TEMA 6 – Esquema
► Deficiencia de hierro.
► Caries dentales.
► Definición de la etapa del ciclo de v ida. ► Sobrepeso y obesidad.
► Im portancia de la nutrición en esta etapa. ► Manejo del sobrepeso y obesidad pediátricos.
► Crecimiento y desarrollo normales. ► Prevención de trastornos relacionados con la
► Seguimiento del crecimiento. nutrición.
► Desarrollo fisiológico y cognitivo. ► Necesidades energéticas y nutricionales ► Prev ención de enfermedades
► Desarrollo de las habilidades alimenticias. en niños de edad escolar. cardiovasculares en niños de edad escolar.
Nutrición en escolares
► Recom endaciones alimentarias. ► Educación nutricional: fomento de ► La alim entación de escolares en el ámbito
► Com plementos nutricionales. conductas de alimentación saludable y educativo.
actividad física en la edad escolar. ► Programas y estrategias en el diseño de
m enús escolares.
► Alimentación saludable en la escuela.
Ideas clave
Para estudiar este tema lee las ideas clave que encontrarás a continuación.
En la etapa de la vida que nos ocupa, vamos a evaluar desde los 5 años de vida
aproximadamente hasta que los niños llegan a la adolescencia entre lis 11 y 12 años. Hay
quien a partir de los 9-10 años lo considera una etapa algo diferenciada que denomina
preadolescencia, porque comienzan a aparecer diferencias en el desarrollo,
especialmente entre los dos sexos.
Debido a la actividad que realizan los niños a estas edades la vamos a denominar edad
o etapa escolar.
Desde el punto de vista nutricional, es una etapa delicada porque, entre otras cosas,
hay hechos muy significativos que se generan en esta edad y pueden ser de trascendencia
para la vida del individuo. Por ejemplo la obesidad, debida fundamentalmente a malos
hábitos alimentarios adquiridos asociados a una vida demasiado sedentaria, que de no
corregirse en estos momentos harán que continúe su progreso. También, si queremos
entenderlo hacia el otro extremo, es posible que en este periodo se gesten trastornos de
la conducta alimentaria que den la cara hacia la adolescencia, sumiendo al menor en una
espiral muy complicada desde el punto de vista de la salud.
A lo largo de estos años, los niños, por término medio, aumentan de peso unos 250 g/mes
y unos 0,5 cm/mes de estatura y, al igual que la etapa anterior, no es raro encontrar
momentos en los que los menores experimentan pequeños acelerones en el
crecimiento que además suelen coincidir con épocas de mayor consumo alimenticio.
Destaquemos que, de forma parecida a lo que ocurría en los más pequeños, el
enlentecimiento de crecimiento hace que no tengan demasiado apetito o este sea muy
irregular.
El control del desarrollo y crecimiento sigue siendo una herramienta importante que nos
da idea de cómo está siendo este respecto a lo esperado. Independientemente de los
medios de medición antropométrica que pueden utilizarse, desde el punto de vista
casero, el hecho de que el niño vaya necesitando ropas y calzado de tallas superiores y
esperadas nos puede dar indicios aproximados del proceso de crecimiento.
Los resultados de las mediciones realizadas deben compararse con las tablas y
gráficas elaboradas por distintos organismos interesados.
Accede al documento a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
https://www.aepap.org/biblioteca/ayuda-en-la-consulta/curvas-y-tablas-de-
crecimiento-de-la-fundacion-orbegozo
Por otra parte, los niños experimentan un desarrollo cognitivo superior en esta etapa;
fundamentalmente adquieren la capacidad de tener conocimiento de lo que
hacen y son perfectamente autosuficientes lo que les hace ser capaces de desarrollar
funciones en el espectro de sociedad en el que se mueven (familia, escuela, etc.) y
comienzan a establecer relaciones sociales con otros niños de su edad, ampliando su
círculo de relación fuera del ámbito familiar. Son capaces de desarrollar actividades de
forma independiente, pueden realizar trabajos educativos complejos.
En estos momentos, los niños son capaces de manejar con eficiencia los cubiertos
porque han desarrollado la coordinación de manera notable lo que fortalece su
autonomía y puede gustarle colaborar en tareas relacionadas con la alimentación, desde
ayudar a poner una mesa, participar en la adquisición de los alimentos o contribuir a
alguna preparación culinaria, con lo que se le puede hacer partícipe de conocimientos en
educación nutricional, de consumo e incluso de algunas nociones básicas de seguridad
alimentaria.
Los menores en esta etapa se ven muy influenciados por los mayores de su entorno en
todo lo referente al consumo de alimentos, incluyendo las aversiones o
preferencias. De ahí que debamos ser muy cuidadosos si no queremos que el niño
presente ciertas conductas —en muchos casos negativas— frente a los alimentos.
Además, surge otra circunstancia, y es que muchos pequeños hacen uso de comedores
escolares donde, en muchos casos, también pueden verse influenciados por las
costumbres, fobias o preferencias de compañeros y amigos por los que sienten cierta
admiración y no siempre los resultados son positivos. Es necesario que los menores
reciban de su entorno consejos adecuados a la hora de seleccionar los alimentos que va
a ingerir y que le inciten a inclinarse especialmente por una selección de productos
saludables; así, cuando los cuidadores habituales no estén con ellos, sean capaces de
optar por alimentos que faciliten su nutrición de forma correcta y así, de alguna manera,
podamos fomentar que sean pequeños líderes de opinión para otros
compañeros.
Los propios comités directivos de las escuelas deben apostar por una educación
alimentaria en salud que se ponga en práctica en el exterior de las aulas, vigilando que
los menús ofrecidos en los comedores sean equilibrados, saludables, diseñados por
profesionales de la nutrición y, cómo no, adaptados a sus necesidades. Por otra parte, se
cuidarán de que las máquinas de vending o en las cafeterías del centro si las
hubiere, se disponga exclusivamente de alimentos para la salud, con idea de que el menor
se vea siempre rodeado de productos que le beneficien, huyendo de refrescos azucarados,
alimentos elaborados con grandes cantidades de azúcares sencillos y grasas,
especialmente aquellas de reputación más que dudosa.
No es extraño que se muestren imágenes con alimentos que, por forma, tamaño, colores,
aspecto en general, causan un efecto de atracción por parte del niño y les cree un
deseo de consumirlo. Algo parecido sucede con conocidos establecimientos de
restauración especializados en comidas rápidas que utilizan señuelos comerciales con
juguetes o imágenes corporativas de gran atractivo para los menores. El gran problema
es que, normalmente, los alimentos publicitados no son todo lo saludables que
pudiéramos esperar que un niño de estas edades consuma.
Las meriendas o refrigerios son importantes en los niños porque todavía no son
capaces de consumir una gran cantidad de alimento por ingesta y estas colaciones
colaboran de forma notable a completar la cantidad total de comida ingerida en una
jornada que les permita satisfacer sus requerimientos.
A partir de estas edades, los niños empiezan de forma progresiva a perder la efectividad
de los controles innatos sobre el apetito y la saciedad. Esto se debe tener en cuenta
porque algunos problemas relacionados con alteraciones en la conducta
alimentaria podrían tener origen en esta etapa, ya que el entorno del escolar
puede ejercer una autoridad excesivamente restrictiva en el consumo de alimentos que,
de alguna forma, pudiera afectar más adelante. Además, limitaciones alimentarias mal
interpretadas por el entorno familiar pueden provocar que los niños creen cierta
apetencia por alimentos que han sido prohibidos y se piensa que podrían incluso gestar
un principio de obesidad.
A todo esto, hay que añadir que en la horquilla superior del rango de edad de esta etapa,
algunos escolares empiezan a preocuparse por su imagen corporal,
—especialmente en el sexo femenino—, por lo que se debe estar vigilante y no caer en
errores frente a la alimentación de los niños.
Al igual que planteamos en el tema anterior, las ingestas dietéticas de referencia son la
herramienta genérica que contienen las recomendaciones para satisfacer las necesidades
nutricionales de la población. En este caso, necesitamos seleccionar los datos
correspondientes a los niños hasta la pubertad.
Las estimaciones de energía son orientativas y se han considerado para baja, media y
alta actividad [1].
La fibra dietética es importante y deben aportarse unos 25 g/día que irá en aumento
hacia el final del periodo.
Las grasas deben proporcionar una cantidad de energía total del 30-35 % del cual entre
un 2-6 % debe ser suministrada por el ácido linoleico.
Vitaminas y minerales
Tal y como indicamos en el tema anterior, en lo que respecta a vitaminas hay que decir
que no es fácil encontrar deficiencias en niños que se alimentan de forma
normal si consumen una dieta equilibrada y lo suficientemente variada.
Edad Tiamina Ribo- Niacina Vit B6 Folato Vit B12 Vit C Vit A Vit D Vit E Vit K
flavina
mg mg mg mg µg µg mg µg µg mg µg
4 -5 años 0,7 1 11 1 ,1 2 00 1 ,5 55 3 00 15 7 55
Edad Ca Fe I Zn Mg K P Se
mg mg µg mg mg mg mg µg
4-5 años 7 00 9 70 10 2 00 1 .100 500 20
En los escolares, los problemas de salud relacionados con la nutrición son realmente
escasos si no consideramos el sobrepeso y la obesidad, cuyos valores de prevalencia
empiezan a ser verdaderamente preocupantes.
Las deficiencias de hierro y la caries dental centran la mayor parte de los problemas. En
este apartado, profundizamos especialmente en cuestiones relacionadas con el peso
excesivo de los escolares.
Deficiencia de hierro
Es uno de los problemas que vimos que en la etapa anterior también se producía.
En estas edades es bastante menos frecuente, pero tenemos que incidir en él porque
aunque la alimentación en general de los niños es bastante completa y contiene hierro
suficiente, la creciente costumbre de practicar dietas alternativas, especialmente la
vegana —por esa pretendida atribución saludable que hay quien le otorga—, es motivo
más que suficiente para recordar que en estos casos es donde con mayor facilidad puede
aparecer esta deficiencia mineral, y la prevención de esta debe realizarse con la ingesta
de suplementos de hierro.
Caries dental
Son muchos los niños afectados por este problema que, como ya indicamos, está
relacionado directamente con el tiempo que, durante la dentición, se encuentra en
contacto con determinados azúcares —especialmente aquellos que consideramos como
sencillos—.
Crear el hábito de cepillarse los dientes tras la ingesta alimentaria es una buena
actitud preventiva, pero para ello es necesario que el niño tenga unas costumbres
higiénico-alimentarias coherentes, con unos horarios para comer determinados,
evitando el «picoteo» o ingestas de alimentos a deshoras que no facilitan nada la
prevención y que, incluso, podrían ser causa de otros problemas. El uso de dentífricos
fluorados, y en algunas ciudades, las fluoraciones de aguas de consumo son, así mismo,
unas medidas preventivas eficaces.
Es importante destacar que, en esta etapa, los niños empiezan a perder de forma
natural su primera dentición, llamada «de leche», que es sustituida por los dientes
definitivos. Durante este proceso es posible que algún niño tenga dificultades para
masticar o morder algunos alimentos y, por otra, debemos indicar que una buena higiene
dental, así como un proceso de crecimiento y desarrollo de la nueva dentición de forma
favorable evita problemas dentales en el futuro.
Sobrepeso y obesidad
Una vez más, hacemos referencia al estudio ALADINO (2015) que nos muestra que la
prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños de entre 6 y 9 años, por fortuna, ha variado
positivamente pero de manera muy ligera, ya que se han comparado los valores
obtenidos en ediciones anteriores del estudio y se ha podido constatar que la prevalencia
de sobrepeso, pasa del 26,2 % (2011) al 23,2 % (2015), pero los datos correspondientes a
la obesidad son muy parecidos (18,3% en 2011 frente a 18,1 % en 2015) [2].
Otros países de nuestro entorno no pueden presumir de valores mucho mejores y esto
indica que las sociedades avanzadas estamos afectadas por una serie de factores
ambientales que facilitan la propagación del sobrepeso y la obesidad. Tal vez, el más
influyente si mantenemos al margen la alimentación, es la escasa actividad física.
Como ya indicamos, el gran riesgo añadido de padecer sobrepeso y obesidad es la
predisposición para sufrir enfermedades crónicas como diabetes mellitus II
y ECV.
El embarazo y la lactancia son dos momentos clave para que la obesidad a futuro se
desarrolle, al igual que la situación de rebote de adiposidad, que citamos con
anterioridad.
El ambiente que rodea al niño ejerce una influencia capital en sus conductas
alimentarias; de hecho, factores como la presencia de obesidad especialmente en la
madre, niveles educativo y socioeconómico familiar bajos, facilitan que los niños
padezcan obesidad.
Por otra parte, cabe destacar que el desarrollo de los niños con sobrepeso es
mayor, su esqueleto es más grande e, incluso, la edad ósea corresponde a niños más
mayores. Su aspecto también se correlaciona con otros de mayor edad y hasta la madurez
sexual les llega antes. Se constata que los niños que sufren obesidad son más propensos
a tener trastornos en el equilibrio de lípidos sanguíneos, así como hipertensión , algo
muy anormal a estas edades y por supuesto intolerancia a la glucosa que les acarrea una
serie de problemas de salud añadidos, típicos de personas mayores con dudosos hábitos
de salud como es la diabetes mellitus II, una enfermedad que suele darse en adultos de
edad avanzada pero que cada vez es más común detectarla en las consultas de pediatría.
Por ello, se hace necesario un especial seguimiento a los niños con sobrepeso y
obesidad con objeto de detectar estas alteraciones y marcar estrategias preventivas.
Estas edades son un buen momento para estimular a los niños en el inicio de la
práctica deportiva que, si se mantiene en el futuro, al menos esos niveles de ejecución
física ayudan a limitar el exceso de tiempo invertido en actividades sedentarias y cómo
no, al incremento de peso.
Por otra parte, se ha observado que muchos niños asocian el tiempo de televisión al
consumo de alimentos, especialmente al de golosinas o similares que van a contribuir
aún más a ese incremento ponderal. Por tanto, menor actividad con el consiguiente
menor gasto y mayor consumo energético, dan lugar inequívocamente a un balance
favorable a la ganancia de peso.
En 2003 la APP (Academia Americana de Pediatría) [3] dio la voz de alarma al constatar
el vertiginoso aumento de la obesidad infantil y sus consecuencias para la
salud y publicó una serie de principios con objeto de prevenir la epidemia de los que
destacamos como prioritario el reconocimiento precoz del sobrepeso en los niños.
usando como herramienta el IMC calculado para cada edad y la adopción de
medidas anticipatorias apropiadas respecto a una alimentación y ejercicio saludables.
También apoyar iniciativas que de alguna forma aporten oportunidades para que los
niños realicen actividad física, se mejore la disponibilidad de alimentos saludables y la
investigación para el tratamiento de sobrepeso infantil.
Son estrategias que todas las organizaciones científicas relacionadas con la pediatría,
nutrición, educación física y estudio de la obesidad del mundo occidental han adoptado
de una u otra manera para implementarlas en sus zonas de influencia. Los programas
que integran la lucha contra la obesidad infantil incorporan como herramientas
estratégicas medidas preventivas (en el apartado «Webgafría» podrás ver casos
reales) como la opción más económica y efectiva para evitar la propagación.
La parte educativa de los programas preventivos son, a nuestra manera de ver, la forma
más fiable y duradera de transmitir a la población diana (los niños y su entorno, tanto
familiar como escolar) una información que sea útil. En el proceso preventivo, deben
implicarse todos los actores sociales, centros educativos y sanitarios, organismos
públicos, familiares, productores y comercializadores de alimentos, productoras de
televisión y medios en general dirigidos a los niños. Reivindicamos una vez más, la
adopción de una medida tan sencilla y productiva como es la incorporación de los
conocimientos en nutrición como materia transversal en todos los ciclos educativos
oficiales.
Como instrumento evaluador del problema recomendamos, como hemos indicado más
arriba, la utilización del IMC adaptado a cada edad. Para ello se calcula un percentil de
IMC, que, si está comprendido entre 85 y 94, se considera sobrepeso y si es mayor de 95,
estaríamos ante un diagnóstico de obesidad. A la hora de enfrentarse con un caso de estos
es aconsejable determinar las posibles alteraciones en la salud del niño a consecuencias
del exceso de peso, así como realizar un estudio detallado de los hábitos dietéticos y de
ejercicio familiares y personales.
El enfoque del tratamiento integral del niño con sobrepeso y obesidad debería
comprender una serie de cuestiones como son:
Edad de 6 a 11 años
85 - 94 95 - 98 99
Debemos señalar que la pérdida ponderal debe ser cuidadosa y hay que estar
alerta, porque una disminución descontrolada podría comprometer el crecimiento del
niño. Por lo tanto, hay que garantizar siempre que el programa dietético minimice el
riesgo de esta situación.
Hoy por hoy, las recomendaciones en el consumo de grasas por parte de los niños no son
diferentes de las que se hacen para la población en general; tal vez en un futuro más o
menos próximo se puedan establecer otras diferentes si los estudios indican algo en esa
línea. De momento, sabemos que el consumo de grasas en esas proporciones no afecta al
crecimiento. Sería necesario proceder a la realización de estudios que investigasen sobre
las cantidades y tipos de grasas que permiten un desarrollo óptimo del niño, y a la vez
sean capaces de prevenir enfermedades relacionas con ellas como son las ECV y la
obesidad.
Debemos destacar que es muy importante que la dieta del escolar contenga alimentos
que proporcionen ácidos grasos Ω-3 y Ω-6. Estos ácidos grasos pueden encontrarse
en pescados, fundamentalmente los grasos, cereales integrales, nueces y
derivados de la soja, entre otros.
Además, una dieta rica en verduras, frutas, lácteos bajos en grasas junto con
pescados —al menos dos veces por semana—, y carnes magras y que a su vez limite el
consumo de alimentos ricos en grasas saturadas, azucarados (zumos, refrescos, etc.) y
sal, puede mostrarse como preventiva de las ECV, especialmente en aquellos niños que
presenten sobrepeso u obesidad y/o antecedentes familiares con eventos
cardiovasculares en edades precoces o HTA.
En los escolares, las decisiones sobre los alimentos que prefieren no siempre son las
correctas porque tienden a limitar en exceso la variedad de los productos que consumen.
Es por tanto esencial que el entorno educativo esté vigilante para conducir a los niños
por la senda de una alimentación variada y saludable. Es buen momento para formar
hábitos alimentarios que pueden ser mantenidos a lo largo de la vida; de ahí la
importancia que la educación nutricional tiene. Fomentar una cultura
gastronómica y culinaria en los menores se muestra como un excelente
complemento.
Es necesario reconocer el acto de la comida como un hecho social que debe ser agradable,
practicado en un entorno amable, ya sea familiar o en comedores escolares, —estos
últimos cada día más utilizados debidos al ritmo de vida que llevamos—, que debe ayudar
a los pequeños a adquirir hábitos alimentarios que les proporcionen salud, y como hemos
indicado con anterioridad, puedan ser bien asimilados para que los mantengan a lo largo
de la vida.
Para ello debe destinarse a la alimentación un tiempo prudencial, donde el niño pueda
comer cómodo, sentado en la mesa, con tranquilidad, sin elementos que les hagan perder
atención en el acto como puede ser la presencia de televisión o similares y, aunque estos
detalles parezcan nimios, el resultado de su práctica habitual puede ser enormemente
ventajoso. No olvidemos que hemos indicado que hay que estimular en el escolar una
cultura gastronómica, sobre todo para evitar que en su lugar se establezcan conductas
tendentes a la comida rápida tan de moda en nuestros días. Se trata de inculcar a los
pequeños una forma de alimentarse que les cause placer acorde con las tradiciones
gastronómicas y con la incorporación de conductas dietéticas saludables.
En este aspecto nos puede ayudar mucho entender bien cuáles son las raciones idóneas
para ellos según la edad:
El desayuno es una comida esencial especialmente para los niños: les proporciona
energía para comenzar la jornada tras el descanso y ayuno nocturnos.
Son muchos los escolares en los que no se cuida esta comida y que se satisfacen con un
vaso de leche o similar y esto resulta insuficiente. En muchas ocasiones es por un
problema de tiempo, pero se debe programar un periodo de, aproximadamente, veinte
minutos para realizar un desayuno idóneo donde a parte de los lácteos se consuman
cereales o derivados y frutas y se puede incorporar aceite de oliva virgen extra, miel,
jamón, tomate etc.
Si los escolares son inapetentes a la hora del desayuno, conviene que coman como se ha
indicado, pero en una proporción más pequeña y reforzar el desayuno con una colación
a media mañana más fuerte que puede estar compuesto por alimentos como fruta,
yogurt o bocadillos de fiambre a ser posible bajo en sal y grasas. Este tipo de
refrigerio también es aconsejable en la tarde, la típica merienda, huyendo siempre de la
bollería industrial y procurando que no se ingiera demasiado tarde o en una cantidad
excesiva para que no interfiera con el apetito a la hora de la cena.
La principal ingesta del día suele ser al mediodía y debería proporcionar entorno al 35 %
de la energía del día y la cena sobre el 20 %. Estos valores son aproximados y deben
ajustarse teniendo en cuenta las costumbres de vida familiares y la zona geográfica, pero
no deben variar mucho. Antes de dormir, puede ingerirse una «recena» constituida por
un lácteo.
Desde el punto de vista de la selección de alimentos, los niños a estas edades deberían
estar consumiendo al menos tres raciones de fruta y dos de verduras cocinadas o
en forma de ensalada, programas como «Cinco al día» (http://www.5aldia.org/), ayudan
a concienciar a los niños de su importancia dietética.
Alguna otra idea original habla de verduras de cinco colores (rojo, amarillo-naranja,
verde, azul-violeta, blanco) y tiene de interesante que las hortalizas de estos colores
proporcionan especialmente sustancias bioactivas muy útiles como carotenos,
antocianos y antioxidantes en general. Es posible, —aunque no es exactamente lo
mismo porque se pierde la ingesta de gran parte de la fibra insoluble—, cambiar fruta por
zumo de la misma, eso sí, elaborados con la fruta fresca y en el acto a ser posible.
Los alimentos que están constituidos por carbohidratos complejos no deben faltar en los
platos de los niños, es más, deben ser la base alimentaria tanto de ellos como del resto
de la población, los cereales, mejor integrales por su riqueza en fibra, vitaminas y
minerales, y sus derivados, incluido el pan, pastas arroces, así como patatas y otras
hortalizas feculentas son de elección ineludible.
Otro grupo de alimentos esenciales para asegurar en buen desarrollo de los escolares es
el de los lácteos. De ellos se deben consumir al menos 500 ml/día de leche o
derivados. Constituyen el principal suministro de calcio y ya sabemos que este mineral
es esencial para el desarrollo del esqueleto y dentición. Un sistema óseo fuerte y bien
formado desde el principio es la mejor forma de prevenir la osteoporosis en etapas
posteriores de la vida. Satisfacer los requerimientos de calcio prescindiendo de los
alimentos derivados de la leche resulta una ardua tarea, sobre todo si deben cubrirse
unas necesidades elevadas. Una opción alimentaria que facilita la satisfacción de estas
son los alimentos enriquecidos con calcio, especialmente en el caso de escolares que
utilizan algún método de alimentación alternativa (p. e. veganos).
Otra estimable fuente proteica son las carnes y derivados, que además aportan
vitaminas (del grupo B) y minerales como el hierro y zinc, básicos en el desarrollo del
niño. Se deben ofrecer sobre todo carnes magras con la menor cantidad de grasa
posible. Cualquier animal cárnico por excelencia puede ser una opción interesante
(vacuno, ovino o porcino) pero por su riqueza en grasas saturadas debe considerarse
positivamente otras carnes como conejo, pavo, y aves en general.
Los derivados como fiambres y embutidos son una posibilidad de consumo que suele
agradar a los escolares, pero debido a la gran riqueza en grasa que muchos de ellos
contienen, debe controlarse su ingesta para hacer que esta sea ocasional. Un caso
particular lo representa el jamón curado, especialmente si la carne de este proviene de
cerdos de raza ibérica y a ser posible alimentados con bellota, que constituyen un
alimento extraordinario con un contenido en grasas saturadas muy bajo y, por el
contrario, son ricos en ácido oleico que como se sabe es el ácido graso más conveniente
para el ser humano. No obstante, el contenido de sodio que contienen estos productos
hace de ellos alimentos de los que no conviene abusar.
En definitiva, cuanto más variada sea la comida que ofertemos a los niños, la satisfacción
de los requerimientos nutritivos tendrá mayores posibilidades de éxito; para ello
conviene garantizar que se les brinden alimentos de todos los grupos y a ser posible
ir cambiando la forma en que se cocinan con objeto de que se familiaricen con las
diferentes texturas y matices de sabor que proporcionan los distintos métodos culinarios.
Con ello conseguimos que se enriquezca su acervo gastronómico personal, aunque los
menores suelen preferir preparaciones concretas —como las frituras y otras sencillas—
dejando de lado preparaciones más complejas que les cuesta incluso probar. El aspecto
de la comida es muy estimulante para los niños y conviene hacerles atractivos los
platos y nunca olvidar ofrecerles alimentos nuevos con objeto de que vayan ampliando
el abanico de alimentos que comen.
Por parte de familiares de los niños que se encuentran en este tramo de edad, en muchas
ocasiones aparecen pensamientos relacionados con la escasez de crecimiento del niño y
de forma voluntaria adoptan la equivocada costumbre de aportar un complemento tipo
complejo de vitaminas y minerales.
Lógicamente, los niños que practiquen —como hemos indicado en ocasiones anteriores—,
dietas alternativas presentan mayores riesgos de sufrir deficiencias y deben
vigilarse más estrechamente.
Con idea de mejorar el estado nutricional de los escolares, es necesario que educadores,
centros educativos, industria alimentaria, profesionales sanitarios y, por supuesto,
responsables políticos, aúnen energías con el objetivo de establecer estrategias que
faciliten la práctica de una alimentación saludable.
Se ha mostrado como algo muy aconsejable introducir a los escolares en las dinámicas
de aprovisionamiento y preparación culinaria de los alimentos que van a constituir
la comida familiar, ya que de alguna manera familiariza al escolar con tareas relacionadas
con la alimentación y se crea un hábito que, sin duda, puede perdurar por tiempo
ilimitado. Lógicamente, el entorno debe proporcionar los conocimientos idóneos para
conseguir que el resultado culinario se traduzca en la práctica de una dieta equilibrada y
saludable.
Una de las vías más idóneas para facilitar la promoción de conductas alimentarias
saludables son los programas encaminados a ello que pueden iniciarse a nivel escolar. El
problema radica en que tal vez no se han llegado a coordinar suficientemente, debido a
todos los actores implicados para que representen un éxito rotundo.
Los servicios sanitarios deberán aportar su conocimiento con objeto de incluir todos
los posibles factores moduladores en la prevención de otros problemas patológicos, como
pueden ser los trastornos de la conducta alimentaria entre otros, y además es lógico que
formen parte de la coordinación de un programa cuyo objetivo final es la promoción de
la salud mediante mecanismos preventivos y por supuesto, un plan formativo en
nutrición y salud para personal docente y entorno de los escolares.
Estos programas educacionales deben diseñarse de tal forma que permitan fomentar
tanto una alimentación saludable como la práctica de ejercicio físico durante toda la vida
del individuo. La etapa escolar constituye un momento ideal porque los centros
educativos brindan un lugar especialmente favorable para estimular el desarrollo de
ejercicio físico, ya que en los planes de estudio figura la educación física como una
materia obligatoria de todos los escolares. Tal vez es necesario que sus contenidos
deban adaptarse aún más a obtener como resultado un provecho para la salud, y no
primar cuestiones competitivas que provocan en el alumnado menos capacitado
físicamente un menoscabo en la práctica física, que de alguna forma les condicionaría
conseguir los mejores beneficios para su salud.
Pero lo peor es que el personal docente no tiene ni mucho menos la formación necesaria
en cuestiones de alimentación, nutrición y seguridad alimentaria y creemos
que es vital para un buen desarrollo formativo que no induzca a errores que pasen factura
a los escolares.
Las autoridades académicas y sanitarias deberían de una vez por todas analizar este
problema y convocar a los expertos en nutrición para diseñar una estrategia que
permita integrar de forma transversal una materia obligatoria, definida y
diferenciada de otras, desde la enseñanza primaria hasta la educación superior.
Debemos tener en cuenta que se trata de una formación para la salud que cualquier
individuo puede beneficiarse de ella y a su vez constituye un gran ventaja social que
podemos decir sin riesgo a equivocarnos, que mejoraría las previsiones de salud a medio
y largo plazo, originando una menor incidencia en enfermedades crónicas y por supuesto
traducirse en un importante ahorro de los costes sanitarios globales.
Como decíamos, los contenidos deben asimilarse al grado educativo del escolar
comenzando por nociones muy básicas para ir progresivamente adquiriendo una
capacitación que debe madurar al llegar a la educación secundaria. Aquí, el desarrollo
del individuo le permite obtener unos conocimientos más avanzados en la materia, que
irán complementando y ampliando las bases adquiridas en etapas anteriores que podrán
aprovechar la etapa de cambios cognitivos y sociales típicos de la adolescencia, para
fomentar la adopción de una serie de hábitos saludables que fortalezcan la salud del
individuo y a su vez prevengan problemas como los trastornos de la conducta alimentaria
(anorexia y bulimia).
No cabe duda de que no es tarea fácil; tal vez lo más importante sea la concienciación de
los legisladores que provoque la presentación de iniciativas que promuevan estas
actividades de forma reglada, porque los programas de educación en nutrición y
actividad física son evidentes en los países occidentales, pero insistimos en que si no se
implica un cambio en los planes de estudio de los escolares quedan como un
complemento educativo que desgraciadamente no es aprovechado por todos.
Parece claro que el entorno escolar puede tener una relación con estas actividades que
va más allá de la mera cuestión académica citada, porque cada vez los niños hacen mayor
uso de los comedores escolares y porque de alguna forma tienen acceso a alimentos sin
estar estos supervisados por los mayores, en muchos centros se han instalado máquinas
expendedoras o disponen de cantinas donde los escolares pueden hacer acopio de
viandas.
No hay ni qué decir que toda esta disponibilidad de alimentos debería estar controlada
por la dirección del centro educativo para evitar la venta de productos poco saludables,
pero la realidad es que no es así, dejando al escolar libre acceso a ellos con el perjuicio
que les puede acarrear. Se han implementado algunas iniciativas interesantes en algunos
centros donde estos aparatos han sido cargados con alimentos como frutas y
ciertas verduras de fácil consumo como tomates tipo cherry. Entendemos que
son magníficas ideas, pero no serán muy efectivas si esas máquinas fueron con
anterioridad dispensadoras de otros alimentos no saludables a los que los escolares
tuvieron acceso; es decir, no estimamos que el cambio de tipo de alimento tenga al menos
en los inicios buena acogida. Caso diferente es si son dotadas desde el principio con
productos saludables y por supuesto, es necesario cuidar que sean muy variados —y esto
tal vez podría incrementar los costes—.
Es bastante común que en colegios se pongan en marcha proyectos como las meriendas
o desayunos saludables donde los niños deben llevar para comer una serie de alimentos
que previamente han sido considerados idóneos por sus docentes y pueden realizar algún
tipo de actividad académica relacionada, pero no dejan de ser cuestiones formales,
plausibles, pero sin la profundidad que requiere el tema como hemos visto con
anterioridad.
A todo esto, hay que sumarle que la publicidad —sobre todo televisiva— relacionada
con los escolares no suele ayudar demasiado a una buena práctica alimentaria. La
continua promoción de alimentos tipo bollería, galletas, etc. o de establecimientos de
restauración de comida rápida y poco saludable que se realiza durante la programación
infantil —en muchos casos ofreciendo obsequios atractivos para el escolar— dificultan
sobremanera la educación nutricional, pero sería posible sacar un cierto rendimiento a
ella por parte de los educadores utilizando este tipo de alimentación como
ejemplos de lo que no es saludable desde el punto de vista alimentario y
contraponerlo con la alternativa óptima.
En los últimos años, fundamentalmente por la presión ejercida por los expertos y
sociedades científicas relacionadas con la nutrición, obesidad y salud en general, las
autoridades sanitarias han puesto en marcha iniciativas instando a que la industria
alimentaria realice cambios y mejoras en la producción, composición y
publicidad de sus productos al objeto de conseguir de ellos mayor salubridad. Así se ha
conseguido una disminución de sal en algunos alimentos, pero queda mucho por hacer.
Sin ir más lejos, resulta ciertamente complicado encontrar unas galletas con poca
cantidad de azúcar y que contengan solo grasas saludables; todavía estamos muy lejos de
conseguir metas verdaderamente útiles.
Por otro lado, se han aplicado programas ambiciosos por parte de AECOSAN
(Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición) como es Estrategia
NAOS (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad) [5]. Una estrategia de
salud que, siguiendo la línea de las políticas marcadas por los organismos sanitarios
internacionales que tienen como meta invertir la tendencia de la prevalencia de la
obesidad mediante el fomento de una alimentación saludable y de la práctica de la
actividad física y, con ello, reducir sustancialmente las altas tasas de mortalidad
atribuibles a las enfermedades no transmisibles.
Para ello, desde la Estrategia NAOS se fomenta colaboración de todos los sectores
y agentes de la sociedad tanto públicos (CC. AA., ayuntamientos, etc.) como privados
(industria de alimentos y bebidas, sociedades científicas, organizaciones de
consumidores, sectores de distribución y restauración, etc.).
Las iniciativas van indicadas a toda la población, pero se priorizan las dirigidas
hacia los niños.
No podemos desde aquí hacer una valoración no menos que plausible de todas las
iniciativas que se implementen en este sentido, pero la sociedad en su conjunto debe ser
más ambiciosa porque tenemos claro que como se alimenta un niño hoy, tendrá que ver
su salud mañana, y por tanto se debe priorizar sin más demora un desarrollo integral de
la educación nutricional.
Entendemos por integridad nutricional escolar como el hecho que sea garantizado que
todos los alimentos disponibles para alumnos sean consistentes con las recomendaciones
nutricionales establecidas para este grupo poblacional.
Los dos son perfectamente válidos, pero no se puede caer en la tentación de fijar un
precio al menú que realmente no esté acorde con las necesidades nutricionales del
escolar ni con la correcta adquisición de alimentos con suficiente calidad nutricional, que
además sean saludables y por supuesto cumplan todas las normas de seguridad
alimentaria establecidas por las autoridades competentes. Desgraciadamente, hemos
podido observar en años de experiencia profesional como la confección de muchos
menús escolares han estado y siguen estando supeditados a un precio tan bajo que en
muchos casos resulta imposible ofrecer los alimentos de la calidad referida.
El segundo problema es la confección del menú: es obvio que debe ser realizado y
supervisado por profesionales de la nutrición, a ser posible con experiencia en la
materia concreta y consensuado con todos los implicados con la dirección técnica del
profesional, que debe prevalecer frente a cualquier otra opinión. Este sigue las
recomendaciones nutricionales de salud pública y vela por la estricta necesidad de
proveer de un menú saludable adaptado al escolar. Aunque parezca mentira, hay más de
un caso en la que estos profesionales expertos brillan por su ausencia y en muchos otros,
firman un menú que no han elaborado.
A lo largo del tema hemos estado profundizando en las cuestiones más importantes para
que los niños en edad escolar puedan disfrutar de una alimentación completa que
satisfaga sus requerimientos nutricionales y además esta sea saludable.
Como hemos dicho, el centro escolar se erige como un lugar idóneo para facilitar todo
este proceso, por un lado, desde el punto de vista educativo y por otro, por la capacidad
de ofertar alimentación a los niños.
Toda estrategia debe venir apoyada por cuestiones como la eliminación de accesos a
alimentos poco saludables como indicamos con anterioridad, las máquinas
expendedoras y las cantinas no deber ofrecer la posibilidad de adquirirlos y por otra
parte, el centro escolar debe tener disposición para acoger en su entorno programas o
iniciativas que fomenten el los escolares el consumo de alimentos saludables en
detrimento de otros que no lo son, tales como los que incitan a la ingesta de frutas y
verduras (p. e. «5 al día») donde productores agrícolas colaboran y además facilita la
distribución de sus productos.
Son muchos los programas que pretenden fomentar la alimentación saludable escolar,
pero entendemos que las siguientes recomendaciones deben tenerse en cuenta a la
hora de su diseño:
» Debe existir una coordinación estratégica del centro escolar, para que las acciones
destinadas a promover la alimentación saludable sean adoptadas por iniciativas
académicas en el aula y reforzadas mediante su puesta en práctica en el entorno escolar.
» Ha de contar con la integración de un plan de estudios específico, valorado
académicamente y transversal basado en educación para la salud que dirija a los
escolares hacia la adopción de hábitos de alimentación saludables.
» El equipo docente, así como el personal auxiliar que participa en las actividades
del comedor debe recibir la formación adecuada para desempeñar con pericia aspectos
relacionados con la educación nutricional, especialmente en estrategias centradas en la
modificación de conductas relacionadas con la salud.
» El servicio de restauración escolar y la educación nutricional debe ser
coordinado dentro de un plan estratégico de salud escolar, de forma que la información
recibida de los docentes sea reforzada durante el proceso alimentario en el comedor.
» Deben diseñarse actividades adecuadas para el correcto aprendizaje por
parte de los alumnos, con objeto de que puedan relacionar la educación nutricional
con cuestiones culturales, gastronómicas, de diversión y de participación de todos los
sectores de la sociedad.
» Es necesario que el programa implique a la familia y a la comunidad, con el
objetivo de apuntalar los conocimientos adquiridos y extender a la sociedad la
necesidad de practicar una alimentación saludable.
» Cualquier iniciativa estratégica debe ser evaluada periódicamente para valorar la
efectividad del programa y si es necesario, promover los cambios o adaptaciones
necesarios que incrementen su efectividad.
El equipo docente, así com o el personal auxiliar que participa en las actividades del com edor debe
recibir la formación adecuada.
Figura 8. Recomendaciones.
4. Leis R. Tojo, R & Ros L. Nutrición del niño de 1-3 años, prescolar y escolar en Tratado
de Nutrición. Tomo III. Gil, A. y otros. 2ª ed. Madrid: Medica Panamericana; 2010.
6. American Dietetic Association. Join Position of ADA, Society for Nutrition Education,
and School Nutrition Association: Comprehensive school nutrition services. J Amer Diet
Assoc 2010; 110:1738–49.
Lo + recomendado
No dejes de leer…
Accede al artículo a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
http://renhyd.org/index.php/renhyd/article/view/11/21
No dejes de ver…
Accede al vídeo a través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
https://www.ted.com/talks/jamie_oliver?language=es
+ Información
A fondo
Estrategia NAOS
Accede al programa través del aula virtual o desde la siguiente dirección web:
http://www.aecosan.msssi.gob.es/AECOSAN/docs/documentos/nutricion/estrategian
aos.pdf
Webgrafía
Estrategia NAOS
Accede a la página web a través del aula virtual o desde la siguiente dirección:
http://www.aecosan.msssi.gob.es/AECOSAN/web/nutricion/seccion/estrategia_naos.htm
La red sandía
Web del Plan Integral de Obesidad Infantil de Andalucía con acceso a la participación de
los profesionales sanitarios y de otros sectores, en el impulso y la dinamización de sus
diferentes líneas de actuación.
Accede a la página web a través del aula virtual o desde la siguiente dirección:
www.lareddelasandia.org
Test
2. En la etapa escolar:
A. El crecimiento pierde velocidad, pero se mantiene sostenido.
B. El crecimiento aumenta mucho porque está próxima la pubertad.
C. El crecimiento comienza un aceleramiento continuado.
D. El crecimiento es mayor que en la etapa anterior.
5. En los escolares:
A. Los refrigerios pierden importancia porque los niños comen mejor.
B. Los refrigerios deben abandonarse para que no les quite el apetito.
C. Los refrigerios deben ser sustituidos por mayores cantidades de alimento en las
comidas principales.
D. Los refrigerios pueden completar la comida para asegurar los nutrientes
necesarios.
6. En la etapa escolar:
A. Los niños con actividad física pueden tener un incremento de su necesidad
energética frente a los sedentarios mayor a un 25 %.
B. Los niños con actividad física pueden tener un incremento de su necesidad
energética frente a los sedentarios mayor a un 35 %.
C. El incremento de la actividad física a estas edades no influye en las necesidades
energéticas como sucede en los adultos.
D. El incremento de la actividad física a estas edades solo influye en la necesidad
energética en el caso de los niños, no en las niñas.