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TEMA 7 – Esquema
Necesidades nutricionales en momentos de Requerimientos, ingesta e idoneidad Detección, evaluación e intervención
im portantes cambios fisiológicos dietéticas en adolescentes: necesidades de nutricionales en problemas relacionados con la
energía y nutrientes alimentación de los adolescentes
Nutrición en la adolescencia
Problem as de salud de los adolescentes más Nutrición para adolescentes deportistas: una
frecuentes relacionados con la alimentación . asignatura pendiente
Nutrición en las Etapas de la Vida
Ideas clave
Para estudiar este tema lee las ideas clave que encontrarás a continuación.
Estudiaremos además cómo los adolescentes cambian con cierta facilidad sus patrones
alimentarios, provocando potenciales consecuencias sobre su estado nutricional porque
consumen ciertos nutrientes en cantidades menores a las recomendadas, y mayores
cantidades de energía que las que son capaces de utilizar.
La adolescencia es la etapa de la vida que va desde los 11 a los 19 años, aunque expertos
han indicado que podría alargarse en algunos años más siendo por tanto su final más
difícil de determinar.
De hecho, adolescencia proviene del término adolescere que significa ‘cambio’. Es una
etapa que tiene un importante papel en el desarrollo del individuo, aunque en muchos
casos se entienda como un periodo de crisis que lo hace extremadamente delicado, ya
que pueden aparecer hábitos poco saludables que supongan ciertos riesgos para los
chicos. Tiene un cierto parecido al periodo de la primera infancia en el sentido de que
como en ese periodo se manifiestan situaciones de desarrollo de la identidad,
independencia, ganas de experimentar, etc.
Por otra parte, el adolescente debe aprender a adaptarse y asumir los cambios que se
originan en su cuerpo, tanto en tamaño como en cuestiones fisiológicas. Un verdadero
caos para el joven que viene de un periodo de desarrollo tranquilo y sostenido como es la
etapa escolar. Como decíamos, se crean situaciones comprometidas para el adolescente
y si miramos en dirección a su alimentación vamos a poder observar que muchos de los
«cambios» pueden resultar de la adopción de una serie de hábitos nutricionales
poco saludables habitualmente, incluso podrían relacionarse con el advenimiento de
trastornos en el comportamiento alimentario (anorexia, bulimia nerviosa y otros cuadros
mixtos), obesidad, etc. y lo más peligroso es que estas pautas alimentarias y sus secuelas
corren un elevado riesgo de ser aquilatadas y mantenidas a lo largo de la vida
restante.
Son numerosos e importantes los cambios que van a presentar los individuos durante la
adolescencia no solo a nivel fisiológico sino también a nivel psicológico; estas
transformaciones van a tener una influencia en su estado nutricional.
Es una etapa donde el crecimiento y el desarrollo del adolescente se dispara de una forma
muy evidente y rápida y van a provocar que los requerimientos nutricionales
experimenten un aumento más que considerable.
Pero entendemos que no hay que mirar solo la parte negativa; si volteamos la moneda
podemos darnos cuenta de que este momento de la vida puede resultar especialmente
interesante para emprender un desarrollo de iniciativas comportamentales en cuestión
de alimentación y salud basadas en educación nutricional y para la salud, así como el
fomento de la práctica de actividades deportivas que tengan como objetivo la adopción
de nuevos hábitos o refuerzo de los previamente existentes que ya se consideran
adecuados para la protección de la salud.
Como hemos dicho, la adolescencia tiene de especial ser un periodo donde existe un
aceleramiento del crecimiento y el desarrollo, caracterizado por la maduración
de sistemas y órganos corporales teniendo especial incidencia aquellos en los que las
hormonas sexuales ejercen una influencia capital.
Por primera vez, a la hora de estudiar tanto el desarrollo fisiológico como las posteriores
necesidades nutricionales haremos divisiones por sexo, ya que a partir de este momento
encontraremos diferencias entre ellos.
Por otro lado, los varones crecen con mayor lentitud. Llega un momento en el que el
impulso de crecimiento es muy acusado —más que en las chicas—, y se produce el
llamado popularmente «estirón» que verdaderamente es más observable en el sexo
masculino. El proceso es un tanto diferente en los chicos, ya que en ellos disminuye la
grasa corporal a medida que la pubertad va avanzando y por el contrario la masa magra
aumenta de forma considerable. Por traducirlo a números, podemos considerar que la
punta de crecimiento máximos en niños es aproximadamente 9,5 cm/año y en niñas de
8,5 cm/año.
Hemos indicado que una característica esencial de esta etapa es la maduración sexual.
Pues bien, las niñas suelen tener su primera regla (menarquia) en el año siguiente al
momento de máximo crecimiento experimentado y, a partir de este momento, el
crecimiento disminuye y a su vez se observa un incremento del desarrollo del tejido
adiposo en la zona de las caderas especialmente, que proporciona las típicas formas
corporales femeninas.
Es por esto por lo que algunos expertos indican que la edad cronológica no es tan
importante como la valoración del desarrollo sexual y la edad ósea para estimar los
requerimientos nutricionales. Por tanto, las etapas de Tanner o índice de madurez
sexual —escala que valora los caracteres sexuales secundarios para determinar el grado
de madurez de los adolescentes—, debe tenerse en cuenta a la hora de determinar sus
necesidades nutricionales.
Hemos citado la edad ósea como un factor importante para estimar las necesidades
nutricionales, y es que la masa ósea ejerce un papel fundamental en el tamaño del
organismo, además de ofrecer diferencias respecto al sexo. El organismo femenino
presenta un menor tiempo de maduración ósea que el masculino que provoca que los
huesos tengan un menor tamaño. A lo largo de la etapa adolescente el incremento de la
masa ósea puede ser considerado más importante que el aumento de la talla.
Un dato que tener en cuenta es que al final del periodo puberal, se alcanza el mayor
nivel de densidad mineral del hueso, de ahí que la pubertad sea considerada como
una etapa decisiva en la solidez del esqueleto, pues es en esta época de la vida donde la
vitamina D, la correcta ingesta de calcio y el ejercicio físico se muestran
determinantes para una mineralización óptima del hueso.
Durante la etapa adolescente se adquiere hasta la mitad del peso corporal que se tendrá
de adulto, el máximo incremento en la ganancia ponderal es durante los primeros seis
meses después de que se haya producido el máximo de crecimiento lineal. En el caso de
las niñas, incrementan su peso en torno a 8 kg/año disminuyendo la velocidad del
aumento una vez se desencadenado la menarquia y manteniendo una elevación de peso
más o menos 6kg/año a partir de ese momento y hasta el final de la adolescencia.
La composición corporal experimenta cambios notables, sobre todo, como hemos citado
anteriormente, porque la masa grasa aumenta (120 %) y la magra disminuye (40 %), la
razón de estos cambios tan incisivos es porque parece ser que la menarquia no aparece
hasta que la masa grasa supera el 17 % y además se requiere un 25% de grasa corporal
para mantener regular el ciclo menstrual [1].
Tenemos que indicar que muchas adolescentes entienden como algo negativo este
incremento graso y en muchas ocasiones provoca la instauración de conductas
alimentarias conducentes a la pérdida de peso de forma descontrolada y poco saludable
que pueden poner en peligro su salud llegando en los casos más extremos: que aparezcan
trastornos de la conducta alimentaria y alteraciones de la imagen corporal.
Desarrollo psicosocial
Hay que destacar que en muchas ocasiones y dependiendo de la madurez del individuo
dentro de la adolescencia y de su nivel educativo, no son capaces de comprender que
ciertas conductas relacionadas con la salud que adoptan pueden afectar de una
forma importante a su estado en un futuro más o menos próximo, y se dejan llevar
por modas en el consumo de incluso tóxicos que socaban su salud presente y futura.
Por otra parte, la imagen corporal empieza a ser motivo de preocupación y está
íntimamente relacionada con la aceptación del individuo en el grupo, de igual manera
que lo expresado para la conducta alimentaria, la influencia social del adolescente le
puede beneficiar o perjudicarle.
Respecto a las conductas alimentarias, es muy posible que, por influencias familiares y
educativas, el adolescente tenga asumida una información concerniente a la salubridad
de la alimentación lo suficientemente útil para saber qué debe comer para practicar una
dieta saludable, pero no es tan evidente que esto suponga que su comportamiento
alimentario esté en la línea de lo correcto. De hecho, como hemos visto, la influencia del
grupo de amigos puede tener más peso, a veces se adoptan una serie de prácticas
relacionadas con la alimentación que no van a ser las más adecuadas.
En otros casos, la comida estrella es la llamada comida rápida, tras la que se esconde
una pretendida falta de tiempo o incluso una actitud que presentan muchos adolescentes
frente al tiempo que consumen en alimentarse que lo consideran como algo a reducir,
puesto que ponen otras actividades en su orden de prioridades.
Son diversos y variados factores los que influyen en las conductas alimentarias
de los adolescentes.
» Los hay individuales, que incluyen actitudes, creencias, preferencias alimenticias y
cambios biológicos.
» Los hay ambientales, que comprenden el ámbito social cercano como es la familia,
el grupo de amigos, el ambiente escolar, etc.
» Y, por último, actuando estos desde un papel más indirecto, los relativos al mundo
en el que se desarrolla su vida, ahí ejercen su influencia ciertas normas
socioculturales, la disponibilidad de alimentos, los medios de comunicación,
publicidad de establecimientos de comida rápida, etc.
Todos estos factores representan niveles sobre los que actuar desde una
perspectiva orientada a seguir estrategias que faciliten la correcta alimentación de los
adolescentes.
No podemos obviar otras realidades que dejan su impronta en la forma en la que los
adolescentes se alimentan, como son la cultura de la que provienen o el estrato
socioeconómico al que pertenecen; este último factor, es más tendente a procurar que
el adolescente adopte malos hábitos alimentarios y como consecuencia, numerosos casos
de sobrepeso y obesidad se dan en este estrato social.
Por otra parte, se sabe que las costumbres alimentarias de los jóvenes adolescentes
varían a lo largo de la etapa, lo que hace un poco más difícil valorar en su conjunto la
alimentación de los adolescentes.
Decíamos unos renglones más arriba que en muchos casos los adolescentes tienden a
reducir el tiempo dedicado a proveerse de alimentos, llegando a saltarse comidas,
haciendo uso de comidas rápidas y consumiendo alimentos de baja calidad, pequeñas
colaciones, muchas de ellas, basadas en productos de bollería, snacks o similares. No
podemos olvidar que este tipo de productos son energéticos en exceso, pudiendo
representar prácticamente la mitad de la energía que necesitan para un día y
probablemente una cuarta parte de las grasas necesarias.
Hablábamos del desayuno como la ingesta que con mayor frecuencia se saltaban los
adolescentes y verdaderamente, este hecho constituye un problema porque los alimentos
que suele contener proporcionan nutrientes como carbohidratos complejos, fibra, calcio
y folatos que pueden verse reducidos pudiendo llegar a ocasionar déficits que
comprometan el correcto desarrollo del menor.
El problema de que los adolescentes consuman comida rápida, hay que analizarlo
mediante dos vertientes:
» Por un lado, se presenta de forma apetecible para ellos, incluso los establecimientos
de restauración ofrecen un entorno agradable y acorde con sus gustos, que suele
surtirse de personal joven para trabajar.
» Por otro, el precio. Son productos bastante económicos, pero se está observando
como la tendencia de consumo de este tipo de alimentos está superando el restaurante
para introducirse en la cesta de la compra habitual de numerosas familias. La facilidad
de preparación, que en muchos casos la realiza el propio adolescente, la falta de
tiempo o la más común pésima organización alimentaria familiar hacen que esta
situación se agrave con el tiempo.
Otro inconveniente es que el adolescente suele pasar cada vez menos tiempo en
casa y más con amigos, donde pueden incrementarse las posibilidades de realizar
comidas con estos que suelen estar constituidas por los alimentos que estamos citando.
Las comidas familiares suelen estar mejor confeccionadas y normalmente son bastante
más equilibradas, con presencia de fruta y verduras frescas, legumbres, cereales y menor
oferta de otros productos como refrescos, pero de igual manera, es cierto que el hecho de
comer en familia no siempre es lo que indicamos.
Son pocos los estudios sobre necesidades nutricionales en la etapa de la adolescencia que
se han desarrollado, por lo que hay pocos datos para definir los requerimientos
óptimos de nutrientes y energía en este periodo. Las recomendaciones de ingesta
para este grupo se han establecido al extrapolar los datos a partir de los requerimientos
nutricionales de los adultos o de los niños; a partir de los primeros, se obtienen datos con
respecto a la demanda de nutrientes para el mantenimiento y de los segundos, las
necesidades durante la época de crecimiento.
Requerimientos nutricionales
Energía
Carbohidratos
Proteínas
Grasa
V itaminas
Minerales
Energía
El gasto metabólico en reposo al estar relacionado con la masa magra hace que sea
superior en el sexo masculino frente al femenino porque constitucionalmente
ellos son de mayor tamaño y mayor cantidad de músculo.
Se ha discutido mucho en torno a cómo debería ser distribuida esa energía a lo largo de
un día respecto a la ingesta alimentaria. Realmente no hay una fórmula específica,
aunque podemos recomendar la siguiente por resultar bastante adecuada: en el
desayuno se deberían ingerir un 20-25 % de la energía total, en el almuerzo 30-35 %,
merienda 15-20% y cena, 25 %. Insistimos en que no es más que una propuesta que
puede admitir variaciones que consigan que la ingesta del individuo se adapte mejor a
sus necesidades.
Carbohidratos
Una vez más reivindicamos los hidratos de carbono como los nutrientes que
deben proporcionar la mayor parte de la energía.
A estas edades se recomienda ingerir unos 130 g/día, lo que indica que el aporte de los
hidratos de carbono debería ser superior al 50% de los requerimientos energéticos.
Siempre prefiriendo alimentos con carbohidratos complejos como hortalizas,
cereales, legumbres y frutas que además van a suministrar una importante cantidad
de fibra dietética que, como sabemos, es necesaria para un correcto tránsito intestinal y
su consumo previene algunas de las llamadas enfermedades crónicas como la diabetes
tipo 2 y cardiovasculares, al igual que en algunos tipos de cáncer, pudiendo incluso
arrastrar algunas grasas de la dieta, reduciendo el riesgo de sufrir sobrepeso y obesidad.
Por cierto, el excesivo consumo de fibra puede, de igual forma, provocar que
algunos minerales no se absorban de la forma idónea.
Proteínas
De igual manera que para otros nutrientes, los requerimientos proteicos deben calcularse
en función del estadío de maduración del adolescente, así como su composición corporal;
por tanto, deben personalizarse.
Grasa
Hacemos la misma alusión que unas líneas más arriba sobre el consumo de alimentos
comunes en adolescentes, que proporcionan un exceso de grasas no precisamente las
más idóneas siendo ese tipo de alimentos ricos en energía, grasas saturadas y grasas
trans, como bien sabemos, no demasiado saludables.
Vitaminas
Los típicos hábitos nutricionales de los adolescentes junto con el citado incremento en
las demandas pueden poner en peligro el aseguramiento del ácido fólico, por lo que es
importante vigilar su ingesta.
Minerales
El calcio se presenta, tal vez, como el mineral más importante en esta etapa de la
vida además del cinc y el hierro.
Tras superar ese momento de máxima asimilación de calcio, las demandas de este
mineral siguen mostrándose elevadas con objeto de que quede asegurada la formación
de un esqueleto idóneo con una osificación adecuada que se muestra especialmente
importante en el sexo femenino con objeto de prevenir la osteoporosis que aumenta el
riesgo de sufrirla tras la menopausia.
Para terminar, indicamos al cinc como un mineral importante para los adolescentes,
fundamentalmente porque suele formar parte estructural de numerosos enzimas que
gestionan la síntesis proteica y como hemos dicho, el gran desarrollo orgánico tiene
una sustancial necesidad de producir estructuras, mantenerlas y repararlas. Se constata
que un déficit de cinc provocaría una importante disminución de estos procesos
anabólicos dando lugar a retrasos en el crecimiento y la maduración.
Vitamina C (mg)
Vitamina E (mg)
Vitamina D (µ g)
Vitamina K (µ g)
Equivalentes de
Tiramina (mg)
equivalente de
Sex o
Vitamina A:
riacina (mg)
retinol (µ g)
Folato (µ g)
Edad
Masculino
1 0-12 1 1 ,5 16 1 ,6 3 00 2 60 1 000 15 10 60
Femenino
Sexo
Edad Ca Fe I Zn Mg K P Se
mg mg µg mg mg mg mg µg
Masculino
1 0-12 1 .300 12 1 25 15 3 50 3 .100 1 .200 40
1 3 -15 1 .300 15 1 35 15 4 00 3 .100 1 .200 40
1 6 -19 1 .300 15 1 45 15 4 00 3 .500 1 .200 50
Femenino
1 0-12 1 .300 18 1 15 15 3 00 3 .100 1 .200 45
1 3 -15 1 .300 18 1 15 15 330 3 .100 1 .200 45
1 6-19 1 .300 18 1 15 15 330 3 .500 1 .200 50
Tabla 2. Requerimientos de minerales. Basada en [2].
Problemas relacionados con el peso tanto por escasez como por exceso, trastornos en el
equilibrio de lípidos sanguíneos, HTA, anemia ferropénica, trastornos de la conducta
alimentaria, desequilibrios en el consumo de alimentos, etc. son susceptibles de ser
detectados y poder actuar nutricionalmente con objeto de corregir el problema y evitar
daños mayores.
Un caso especial lo constituyen las chicas que quedan en estado en la edad adolescente.
No vamos a profundizar en este aspecto que ya lo tratamos en el Tema 2, tan solo indicar
que es un aspecto delicado ya que, a las necesidades nutritivas exigentes de la
adolescencia, debemos sumar las no menos importantes emanadas del
embarazo.
Realizar una valoración de la dieta del adolescente mediante los métodos habituales
como recordatorio de 24 horas, frecuencia de consumo de alimentos, etc. que
proporcionen al profesional datos de forma rápida que le permita establecer si el
adolescente necesita algún tipo de intervención nutricional más profunda. Además, no
hay que olvidar investigar sobre hábitos de consumo algo más específicos y
típicos del adolescente como es la frecuencia de consumo de refrescos azucarados y
comida rápida que nos dará una idea de la desviación sobre una alimentación correcta.
No podemos olvidar que algunos adolescentes han optado de forma individual o por
hábito familiar, por practicar dietas de las llamadas alternativas como puede ser la
dieta vegana, y en estos casos hay que ser extremadamente cuidadosos para evitar algún
tipo de déficit nutricional como consecuencia de la ausencia de algunos alimentos en la
dieta habitual. El nutricionista debe evaluar con detalle la dieta para detectar esos
posibles déficits y hacer las recomendaciones idóneas para que la dieta sea lo más
completa posible.
Para ello, las sesiones de trabajo deben ser continuadas, por ejemplo semanales,
para que permitan un seguimiento y supervisión del proceso e incorporar la tecnología
disponible que facilite la tarea educativa y que sea del gusto de los adolescentes para
conseguir sesiones de trabajo más eficientes usando para ello redes sociales, sistemas de
podcast o similar, con los que el joven se siente más identificado y permiten hacer una
labor educativa de continuación a las sesiones de trabajo, servir como medio para
comunicar información nutricional en una forma altamente interesante.
Hemos venido diciendo que la edad adolescente es típica de cambios en todos los
sentidos, y de alguna forma todas las situaciones psico-fisiológicas cambiantes también
influyen en el consumo de alimentos que en muchos casos se convierten en una cuestión
delicada, porque inducen a formas de alimentación que se alejan de lo que estimamos
como saludable.
Tal y como señalamos en el tema anterior con los escolares, la mejora de la actitud
frente a los hábitos alimentarios corresponde a un trabajo en equipo de los
adolescentes, su entorno familiar y educativo, la industria alimentaria y de ocio, los
responsables sanitarios y las instituciones públicas.
En el caso que nos ocupa, la confección de mensajes dirigidos a este grupo poblacional
es un poco más arriesgado porque el individuo tiene una independencia física y de
pensamiento que hace más difícil su impacto. Desde hace tiempo, algunos expertos ya
indicaban algo en este sentido cuando sugerían cambiar los mensajes con objeto de
fortalecer los objetivos de vida del adolescente y reafirmar sus logros haciéndoles ver la
importancia de su alimentación de cara al futuro de sus vidas con ejemplos como: «Come
bien porque eso te ayudará a hacer lo que deseas y convertirte en lo que quieres» [3].
Estas son comunicaciones en sentido positivo que evitan posturas enfrentadas con el
adolescente cuando intentamos convencerles de que su alimentación es mala y aunque
no les guste otra, deben cambiarla para ganar salud. Algunos hechos importantes que
ayudan a marcar líneas de trabajo son las que relacionan la alimentación con los
éxitos deportivos de los adolescentes, las situaciones relacionadas con el aspecto
físico, o incluso, con aspectos medioambientales y el «comercio justo».
Por otro lado, en adolescentes parece que funciona mejor desde el punto de vista de la
educación nutricional marcar objetivos de cambio dietético a corto plazo sin
perder de vista que la etapa de vida en cuestión ocupa varios años y deben mantenerse
los objetivos y avanzar progresivamente para que realmente constituyan un cambio
conductual frente a la alimentación.
Queremos destacar que es el entorno familiar es el que ejerce una influencia más positiva
respecto a la alimentación del adolescente, fundamentalmente por la propia
preocupación de su entorno, en que el individuo tenga las mayores cotas de salud posible
pero otros factores influyen de forma sustancialmente negativa como es cierta parte de
la industria alimentaria motivada por intereses pecuniarios.
Esta parte menos ética de la industria en la mayoría de las ocasiones propone ideas que
estimulan al adolescente a seguir hábitos alimentarios contrarios a lo que las
instituciones sanitarias recomiendan. Baste como ejemplo la proliferación de
establecimientos de restauración de comida rápida que promocionan cada vez
porciones mayores a menor precio con un consumo exagerado de refrescos,
normalmente azucarados, a veces con ofertas de tanto consumo como pueda beber el
usuario sin incremento del coste, con el consiguiente aumento de la cantidad de energía
que se adquiere.
Las autoridades sanitarias y educativas deben mostrarse vigilantes ante estos hechos y
harían bien en estimular iniciativas que promuevan el consumo de alimentos saludables
como poco en los entornos educativos.
Para terminar, podemos señalar que hay que adecuar los métodos docentes para
que sean efectivos y logremos profundizar en la promoción de la salud, por tanto, el
empleo de técnicas de aprendizaje cooperativo, trabajos grupales y aprendizaje por
problemas, son las más indicadas para lograr los resultados más positivos, así como la
integración de tecnologías accesibles y del gusto de los adolescentes que ayudan a
que el mensaje sea captado con más atención.
Aunque los temas que tratamos son eminentemente del ámbito nutricional, debemos
hacer referencia a que estas acciones referidas a la promoción de una alimentación
saludable deben acompañarse de forma paralela con otras que fomenten la actividad
física, entre otras cosas porque son actividades que suelen ser bien acogidas por el
adolescente y sin duda alguna, complementan las indicadas a nivel alimentario.
Sobrepeso y obesidad
Es importante valorar a los niños con sobrepeso porque es muy posible que arrastren esa
situación hasta la edad adulta pasando por la adolescencia. La mayor parte de los
adolescentes obesos, siguen siéndolo cuando son adultos. Si se consigue identificar y
tratar el problema lo más precozmente posible, es muy probable que no persista
el problema de peso y tengamos una prevalencia menor en la edad adulta.
A continuación, proponemos una serie de pautas para facilitar el manejo del sobrepeso y
la obesidad en adolescentes:
1 Acciones preventivas
2 Manejo del peso
3 Intervención multidisciplinar
4 Actuaciones complejas
Figura 6. Pautas que seguir.
» Prevención
» Intervención multidisciplinar
El plan dietético y el programa de actividad física son más específicos y conviene que
consigan un balance energético negativo que facilite la pérdida de peso y a la vez, tal
y como se indicó en el escalón anterior, se debe insistir en la modificación conductual
para obtener los mejores resultados.
» Actuaciones complejas
No todos los adolescentes con este problema son candidatos para recibir la atención;
se debe valorar la situación personal, así como la madurez del individuo debido
a que se requiere un nivel de concienciación muy elevado y además el tratamiento
dietético puede ser muy restrictivo para provocar un balance energético notablemente
negativo y podría valorarse otro tipo de terapias como puede ser la cirugía bariátrica.
En todos los casos, debido a que los tratamientos propuestos tienen un cierto riesgo,
deben ser acordados y supervisados por especialistas médicos. El empleo de
ciertas terapias farmacológicas podría resultar de cierta utilidad en algunos casos,
pero ni mucho menos es un tratamiento de elección debido a los pobres resultados
obtenidos a lo que hay que añadir una importante presencia de efectos
secundarios en algunos casos muy molestos para el usuario.
Como hemos señalado, la cirugía bariátrica podría estar indicada en según qué
casos, la valoración multidisciplinar es necesaria.
En este sentido, los adolescentes tienen cierta propensión a saltarse comidas, siendo el
desayuno la que más frecuentemente dejan de hacer. El consumo de ciertos productos
poco recomendables como dulces, refrescos azucarados y snacks son demasiado
habituales, la presencia de comida rápida muy industrializada en su dieta habitual, con
gran riqueza energética debida especialmente al contenido en grasas que además suelen
ser saturadas.
Por parte, aquellos que no están satisfechos con su imagen, la práctica de fórmulas
dietéticas muy restrictivas y descontroladas con el objetivo de perder peso y mejorar su
aspecto, son algunas de las alteraciones en el patrón alimentario que complican cumplir
con los requerimientos nutritivos.
Hemos señalado con anterioridad que la independencia a la que aspira y de algún modo
goza el adolescente, puede provocar algunos cambios en el patrón de alimentación
porque deja de un lado la alimentación en familia para optar por otras fórmulas en las
que se encuadra con amistades y entran en una dinámica de accesibilidad a unos
alimentos muchas veces demasiado procesados pero de los que a ellos les gustan, tipo
comida rápida y que muchas veces se ingieren en horas diferentes de las habituales
destinadas a la comida.
Hay que entender que estas costumbres alimentarias adoptadas por los adolescentes
tienen un importante ingrediente social, ya que facilitan la reunión con otros
individuos que forman parte de su entorno de amigos para comer. En esa línea, los
establecimientos de restauración de comida rápida han sabido entender la necesidad de
los jóvenes y se han adaptado tanto en género, precio y decoración, haciendo de ellos
lugares agradables y atractivos para el adolescente; para ello se han servido de la
publicidad y los medios de información con agresivas campañas comerciales incitando
al consumo de este tipo de productos.
Desde el punto de vista nutricional, un menú tipo de los que habitualmente se sirven en
estos restaurantes incluyendo bebida comporta unas 1.200 -1.500 kcal
(prácticamente la mitad del requerimiento de un día) con un reparto de
nutrientes bastante apartado de lo que se recomienda en una dieta equilibrada, teniendo
las grasas una presencia demasiado grande, con una enorme escasez de minerales y
vitaminas además de contener una cantidad de sal mucho más elevada de lo
recomendable ya que son productos procesados que incluso contienen diferentes
aditivos saborizantes que, aunque está permitido su uso por la legislación vigente, no son
lo más recomendable para la dieta de los jóvenes.
Para terminar, diremos que esta fórmula de alimentación está muy presente en
sociedades como la norteamericana, donde incluso puede llegar a algunos centros
escolares. Por fortuna, en Europa y España todavía no se alcanzan esos niveles de uso
pero si es destacable y ciertamente preocupante, como la asistencia recreativa a este tipo
de establecimientos con la idea de comer, se está haciendo día a día más frecuente en
nuestro territorio.
A todo esto, hay que añadir un factor que puede agravar la situación y que trataremos
con mayor profundidad en el siguiente apartado: se trata de los problemas que pueden
surgir en adolescentes que practican ejercicio físico de alta intensidad,
especialmente con el hierro.
Hipertensión
Recordemos que los factores de riesgo para la HTA son la ingesta de sodio excesiva,
la inactividad física, el sobrepeso, las dislipemias y la herencia genética.
Salvo el último, todos son factores manejables y tienen en común que la adopción de
hábitos de vida no saludables favorece su aparición.
El consejo nutricional ante una sospecha de HTA en adolescentes puede ser muy efectiva
siempre y cuando se puedan detectar y proceder a cambiar conductas negativas por otras
más saludables, como la limitación del consumo de sal y/o alimentos muy ricos en sodio,
incremento de la ingesta de cereales integrales, frutas y verduras frescas, mayor consumo
de alimentos con la cantidad de grasa limitada y por supuesto recomendación expresa de
realizar una actividad física continuada.
Hiperlipidemia
La alteración grave de los patrones alimentarios muchas veces relacionados con una
práctica dietética que tiene por objeto la reducción del peso constituye un importante
riesgo para la salud del adolescente que entra en esta espiral peligrosa. Pueden
pasar con cierta facilidad de una simple insatisfacción con su cuerpo a graves trastornos
de la conducta alimentaria como son la anorexia y bulimia nerviosas u otros
relacionados.
En muchos casos, por fortuna, no se desencadenan como tal la anorexia o bulimia, pero
es frecuente que aparezcan conductas que coincidan con algunos de los rasgos típicos de
las enfermedades citadas.
Aunque su presencia no sea suficiente como para cumplir con los criterios diagnósticos
de los citados trastornos, sí constituyen un importante riesgo para la salud del
individuo y además abonan el terreno como para que los verdaderos trastornos se
manifiesten.
Si intentamos analizar la causa del problema, nos encontramos con una situación
bastante común como es la práctica de dietas de adelgazamiento —o mejor, dicho
conductas alimentarias alteradas— con el objetivo de adelgazar. Señalamos esto porque
no debemos equivocar un tratamiento dietético diseñado y dirigido de forma
correcta por profesionales de lo que realmente presenta unas terribles deficiencias como
sería esa práctica típica de «elimino esto o aquello de la alimentación porque engorda»
sin tener conocimientos de la materia.
Estas situaciones suelen ser más abundantes en el sexo femenino debido, quizás, a una
insatisfacción con la imagen de cada cual. No olvidemos en la circunstancia que se
encuentra el adolescente con una abundancia de cambios psicofísicos, que en
ocasiones dan lugar a problemas reales como puede ser la obesidad, pero en muchos
casos es una alteración de cómo se ven, mientras que ellos estiman que les sobra peso,
un profesional competente no opina igual, etc. la imagen corporal y la autoestima
están intensamente relacionadas.
La insatisfacción con el propio cuerpo se erige como la mayor influencia hacia prácticas
como dietas para adelgazar, las conductas alimentarias alteradas y los trastornos clínicos
de la conducta alimentaria [4]. Por tanto, marquemos como un posible inicio del
problema el uso de técnicas dietéticas poco saludables con la idea de reducir peso.
Las conductas como saltarse algunas comidas, eliminar alimentos o reducir la cantidad
de comida para disminuir la energía aportada, son comunes. Existe un grave riesgo de
no satisfacer las necesidades de nutrientes esenciales. A veces estas conductas
restrictivas pueden inducir a la aparición de episodios de atracones de comida.
Debemos indicar que la mayor parte de estas alteraciones se producen tras el momento
del mayor incremento ponderal que en las chicas sucede alrededor de la menarquia.
Como decíamos, el arco que se forma con las distintas formas de alteración de la
conducta frente a la comida abarca una serie de prácticas que van desde la inducción al
vómito, uso de laxantes, diuréticos, purgas, ayuno, exceso de ejercicio, etc. Todas
maniobras que tienen como único objetivo reducir el aporte energético para obtener un
balance energético negativo en exceso. En muchos casos no se dan los criterios que
cumplen con lo esperado en un trastorno declarado como tal y es precisamente la
presencia de síntomas tan variados y heterogéneos lo que provoca que las
evaluaciones epidemiológicas no sean fáciles de realizar y, por tanto, diseñar planes
preventivos más eficientes.
En general, podemos decir que la anorexia nerviosa presenta como rasgos comunes el
miedo a engordar y padecer obesidad, por tanto, en muchas ocasiones el rechazo a tener
un peso por encima de lo que se considera mínimo para la talla y edad del individuo es
patente o, dicho de otro modo, intentan situar su peso por debajo del IMC
considerado como saludable (< 18.5 kg/m2) y sobre todo una imagen corporal
distorsionada. Pueden aparecer otras características dependiendo de si se adoptan
maniobras de restricción o no, tales como atracones y purgas posteriores que son simples
derivaciones de la misma alteración.
A diferencia de la anorexia nerviosa, la bulimia no tiene que caracterizarse por una grave
pérdida ponderal, sino que aparecen cambios de peso exagerado o bien un
mantenimiento de este dependiendo de cómo procedan en sus acciones. En la evolución
de la enfermedad, suelen estar presentes situaciones como atracones recurrentes que
se caracterizan por realizarse de forma muy rápida con sensación de pérdida de control
con posterior maniobra de purga o eliminación y una obsesiva preocupación con el peso
y la imagen corporal. Dentro de este padecimiento podemos decir que existe un grupo de
afectados que limitan la energía obtenida de la comida mediante prácticas
purgatorias y el otro mediante la fórmula de realización de actividad física
compensatoria. Al igual que sucede con la anorexia, la bulimia también afecta más al
sexo femenino y parece ser que de igual forma, existen antecedentes de prácticas
dietéticas restrictivas con idea de perder peso. Presenta menor tasa de mortalidad
(2-3 %) y aproximadamente superan definitivamente la enfermedad la mitad de los
afectados.
La forma de proceder debe ser individualizada, aunque las terapias de grupo son
bastante efectivas. Se pueden plantear diferentes tipos de intervenciones llegando
incluso a proceder al internamiento de los pacientes dependiendo de la gravedad y
evolución ya que a veces, es necesario un contacto continuado por parte del equipo
terapéutico.
Debido al gran auge del deporte en nuestra sociedad, —bien por salud, bien por
diversión—, los adolescentes son cada vez más los que se dedican a su práctica, de los
cuales muchos de ellos lo realizan a un nivel superior: compiten en diferentes
disciplinas deportivas que los lleva a tener que prestar una atención especial a su
nutrición.
Es un tema interesante, entre otras cosas porque si bien la nutrición del deportista adulto
cada vez tiene una mayor atención por parte de los profesionales implicados, en caso del
adolescente y debido fundamentalmente a su condición, —en principio amateur—, ha
sido un poco olvidada. Es necesario afrontar la situación de una forma profesional
para evitar problemas en el desarrollo del adolescente y a la vez, aprovechar al máximo
las condiciones físicas del deportista con objeto de obtener el máximo rendimiento y las
metas más altas.
Por otra parte, y debido a esta falta de atención, muchos deportistas adolescentes
adoptan en esta etapa hábitos dietéticos que no son todo lo saludables que
ellos esperan, y además, no benefician en absoluto a su rendimiento deportivo. Son
situaciones que tienden a formar parte de sus rutinas y que en algunos casos les puede
provocar algún problema de salud o incluso facilitarle lesiones.
3. Leverton RM. The paradox of teen-age nutrition. J Amer Diet Assoc 1968; 53: 13–16.
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adolescentes realizado de forma multicéntrica en España. No es muy reciente, pero
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alimentaria/3551882/
+ Información
A fondo
Actividades
Pretendemos que apliques tus conocimientos y que seas capaz de transmitir información,
ideas, problemas y soluciones a un público tanto especializado como no especializado.
Objetivos
El objetivo de esta actividad es que sepas trasladar los conocimientos teóricos adquiridos
al campo práctico en su campo, es decir, que tengas criterio para resolver un problema
normal del día a día del ámbito profesional.
Criterios de evaluación
Los criterios de evaluación primarán que estén establecidos con claridad los objetivos y
que la propuesta sea coherente para conseguirlos siguiendo los criterios teóricos
aprendidos.
Test
2. ¿En qué etapa del tratamiento de la obesidad se diseña un plan dietético con objeto
de promover un déficit energético?
A. Etapa 1.
B. Etapa 2.
C. Etapa 3.
D. Etapa 4.
5. Un factor importante para estimar las necesidades nutricionales del adolescente es:
A. La edad cronológica.
B. La edad muscular.
C. La edad ósea.
D. Ninguno de los anteriores.