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El pleno del Tribunal Constitucional (TC) sentó un precedente jurídico en el
medio periodístico al respaldar el derecho individual que tiene toda persona
humana a la protección de su vida privada, al libre ejercicio de la personalidad
moral sin invasión de ninguna clase, a impedir intrusiones y a la soledad o el
aislamiento, para permitir el libre ejercicio de la personalidad moral que tiene el
hombre al margen y antes de lo social.
Para ello argumentaron que a nivel judicial no se tomó en cuenta dos informes
de parte (jurídico interno y externo) que sostenían que la emisión del video del
31 de enero del 2000, en el que presentaban a Mónica Adaro en relaciones
íntimas en un hotel con una persona contratada por ellos (Eduardo
MarínArancibia Guevara), no afectaba derecho alguno, y que, las imágenes
difundidas vía Frecuencia Latina, demostraban el ejercicio de la prostitución
clandestina.
Pero el TC observó que durante el proceso penal no se presentó a los dos
abogados que supuestamente emitieron el informe, sino simplemente a uno de
ellos. Es más, el letrado externo al que se le consultó si era factible la emisión
del reportaje sobre “Las Prostivedettes”, es socio del estudio que patrocinó a la
periodista Magaly Medina.
Por ello, en el caso de Mónica Adaro queda claro que su derecho a la vida
privada sí protegía la posibilidad que tenía de evitar que otros se inmiscuyan y
menos aún que puedan ser reproducidos en un canal de televisión los actos
sexuales que realizó.