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legislativa y diferentes teorías. 1. Ramas del Derecho Procesal Derecho procesal se divide en las
mismas ramas que regulan el contenido de los procedimientos de que se trate, es decir, se atiende
a la índole del procedimiento y la materia que se regula para establecer la clasificación; en este
sentido tenemos: a) Derecho procesal civil: ordenamiento jurídico del proceso civil; b) Derecho
procesal penal: ordenamiento jurídico del proceso penal (Aun dentro de esta categoría se tiene el
Derecho procesal militar); c) Derecho procesal administrativo: ordenamiento jurídico del proceso
judicial donde interviene la Administración Pública (dentro del cual puede distinguirse el Derecho
procesal tributario); d) Derecho procesal internacional: ordenamiento jurídico que regulan los
conflictos entre los particulares y un Estado; e) Derecho procesal agrario, tránsito, niños y
adolescentes; f) Derecho procesal laboral, entre otros. A pesar de esta diversidad, y como se
analizará más adelante, lo que varía no es el proceso que sigue siendo único e indivisible sino el
procedimiento, pues se trata de reglas particulares en que, dado lo especial de la materia sobre la
cual recaen, se ha optado por regulaciones diferentes. A nuestra manera de ver, no se trata de
"derechos procesales" diferentes; así como el proceso tiene una unidad fundamental también el
Derecho procesal. Como lo dice Devis Echandía, el Derecho procesal es uno, puesto que regula en
general la función jurisdiccional del Estado y sus principios fundamentales son comunes a todas las
ramas. Una clara visualización de la teoría general del proceso requiere distinguir: 1)
Procedimiento civil general, común u ordinario: es el regulado por el CPC que constituye la norma
marco y general aplicable a todos los procedimientos, siempre y cuando no haya una disposición
expresa que regule el supuesto de hecho de una manera diferente; 2) Procedimientos especiales:
es aquel conjunto de reglas específicas para tramitar determinada materia o conflicto, tales como
los procedimientos previstos en el libro IV del CPC y también los procedimientos laborales,
agrarios, contencioso administrativos, niños y adolescentes, tránsito, penal, comercial y marítimo,
entre otros.
Nociones de Derecho Procesal Análisis del concepto de Derecho Procesal, sus ramas, su historia
legislativa y diferentes teorías. 2. Antecedentes Legislativos en Materia Procesal En Venezuela no
puede decirse que haya existido una "escuela" de Derecho procesal; de hecho, los estudios en esta
ciencia que se hicieron en el siglo XIX no pasaron de ser "comentarios" exegéticos al Código de
Procedimiento Civil. La recepción de la doctrina alemana e italiana se debe al maestro Luís Loreto
quien, en 1932 funda la Gaceta Jurídica Trimestral en la ciudad de San Cristóbal. Se destaca de
estos primeros trabajos el artículo Contribución al estudio de la excepción de inadmisibilidad por
falta de cualidad considerado como uno de los mejores trabajos jurídicos escritos en lengua
española. La aplicación de las Partidas de Alfonso El Sabio y el Derecho Foral Español La evolución
legislativa también ha sido desigual. Antes de constituirse Venezuela como República
independiente se aplicaban las Partidas de Alfonso X El Sabio que eran reglas, algunas generales y
otras particulares, sobre algunos aspectos del proceso tanto civil como penal. Cuando se analizan
los orígenes de los procedimientos monitorios, cautelares y las pruebas, se captará
inmediatamente la in fluencia que tuvo este instrumento español aplicado en las colonias de
entonces. Para reglamentar las situaciones y conflictos jurídicos surgidos durante el período
colonial, se elaboró la famosa Recopilación de las Leyes de Indias, que no fue sino un intento de
sistematización de las cédulas reales, pragmáticas y demás disposiciones reales en forma
casuística, a partir de los Reyes Católicos. La justicia era impartida por los altos funcionarios de la
colonia, como virreyes, capitanes, gobernadores, intendentes. La primera instancia era ejercida
por los alcaldes que integraban los Cabildos o Ayuntamientos, junto con los regidores y otros
funcionarios, sin distinción de competencia en lo i vil y penal; como tribunal se segunda instancia
en lo civil y penal, actuaban las Reales Audiencias divididas en varias "salas de justicia" y conocían
de las apelaciones contra las decisiones de los Alcaldes y Gobernadores. Los asuntos mercantiles
se ventilaban ante un tribunal especial denominado Real Consulado, además de existir tribunales
eclesiásticos. El Código de Procedimiento Judicial de Aranda de 1836. El proceso colonial subsiste
en Venezuela hasta 1825, cuando el Congreso de la Gran Colombia promulga la Ley de Trámites
Procesales y, en forma indirecta, las Partidas, la Novísima Recopilación y las Leyes de Indias.
Desmembrada la Gran Colombia y constituida Venezuela corno nación independiente, en 1830, el
Congreso encarga al licenciado FRANCISCO A RANDA la redacción de un Código de Procedimiento;
el trabajo de ARANDA se sustentó, por una parte, en el código francés de principios de ese mismo
siglo XIX y, por otra, en las Partidas de Alfonso El Sabio; así, entonces, se dictó en 1836 el Código
de Procedimiento Judicial. Este código tuvo varias reformas, siendo las más importantes, las
realizadas en los años 1873, 1897, 1904 y, finalmente, el Código de Procedimiento Civil de 1916
que estuvo vigente hasta 1986. En la reforma de 1873 el legislador venezolano se inspiró en los
códigos de procedimiento civil italiano de 1865 y el francés de 1806, se acogieron ciertos
principios tornados de ellos sobre el régimen de costas procesales, de la conciliación, del
desistimiento y convencimiento y otros relativos a las nulidades procesales, la vía ejecutiva, el
retardo perjudicial y los juicios de alimentos, rentas e invalidación. La reforma de 1897 tuvo
inspiración en la. Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881 de España en cuanto a la formulación del
principio dispositivo, la acumulación de autos, las medidas cautelares, el recurso de casación, la
ejecución de la sentencia, el recurso de queja y todo el sistema de los procedimientos especiales
no contenciosos. La reforma de 1904 fue limitada a la introducción del trámite procesal del
divorcio y, la reforma de 1916 se refirió al sistema de las excepciones, a la tercería, los interdictos
posesorios y a la intervención del Fiscal del Ministerio Público. Por último, en 1986 cristalizó un
trabajo que, por más de diez años, se siguió en Venezuela para la aprobación de un nuevo texto
procesal y en ese año se promulga efectivamente el CPC vigente y reformado parcialmente en
1987. La Ley de Secuestro y Arraigo de 1853 Al lado de los textos procesales civiles se encuentran
también legislaciones especiales en algunas materias, dentro de las cuales resalta la Ley de
Secuestro y Arraigo de 1853 que derogó algunas normas del Código de Procedimiento Judicial de
Aranda y consagró reglas especiales con respecto del procedimiento cautelar. El vigente Código de
Procedimiento Civil de 1987 a) Evolución Desde finales de los años 70, se impuso en Venezuela la
necesidad de redactar un nuevo Código de Procedimiento Civil y no sólo una reforma; para ello, el
Congreso encomendó la tarea de redactar el Proyecto a ARÍSTIDES RENGEL ROMBERG, LEOPOLDO
MÁRQIIEZ AÑEZ y JOSÉ ANDRÉS FUENMAYOR; el nuevo Código fue aprobado en 1986 pero
inmediatamente se le hicieron algunas reformas muy puntuales, dictándose y poniéndose en
vigencia efectivamente en marzo de 1987. b) Estructura El texto procesal vigente está
estructurado sobre cuatro (4) Libros: Libro Primero: "Disposiciones generales" (Art. 28 al 337);
Libro Segundo: "Del procedimiento ordinario" (Art. 338 a 584); Libro Tercero: "Del procedimiento
camelar y de otras incidencias" (Art. 585 al 607) y Libro Cuarto: "De los procedimientos especiales"
(Art. 608 al 946). El nuevo Código tiene la virtud de sistematizar el régimen del proceso y las
garantías de justicia consagradas en la Constitución, aun cuando se requiera una reforma para
incorporar concretos mandatos constitucionales sobre la celeridad de los procesos y la oralidad
como principio. c) La Enseñanza del Derecho Procesal En las universidades venezolanas se ha
preferido el siguiente esquema en los respectivos pensa de estudios: a) Derecho procesal civil I:
"Teoría general del proceso b) Derecho procesal civil II: "El juicio ordinario; c) Derecho procesal
civil III: "Procedimientos especiales y medidas cautelares", d) Teoría general de la prueba; e)
Derecho procesal penal; f) Derecho procesal administrativo, y más recientemente se ha
incorporado en los pensa de las universidades la cátedra de Derecho procesal constitucional. Ortiz
Ortiz (2004)
3. Fuentes del Dereho Procesal Por fuente, debe entenderse todo aquello de donde emana o brota
un conocimiento, la razón primitiva de una idea o la causa generadora de un hecho; por su parte
fuente del derecho, es lo que da nacimiento al derecho objetivo, es decir, a la norma jurídica. Por
fuente de derecho procesal se entiende aquella que origina o produce el derecho procesal, es de
donde brota el derecho procesal. Conforme a la doctrina patria, la única fuente del derecho
procesal es el Estado, ya que éste es el único que puede crear leyes, las cuales regulan el proceso y
que constituyen la única y verdadera fuente directa del mismo, tal como se verá más adelante.
Jaime Guasp, considera como fuente del derecho procesal todo aquello de donde surge un
precepto jurídico que puede enmarcarse dentro de esta disciplina. División de las Fuentes del
Derecho Procesal Podemos dividir las fuentes del derecho procesal en las llamadas fuentes de
producción, que son aquellas que crean u originan el derecho procesal, consideradas cómo una
rama independiente; y las fuentes de conocimiento, que son aquellas de donde el funcionario
judicial obtiene la información para ejercer su magistratura. Fuentes de Producción Éstas se
dividen en: Fuentes naturales: Son aquellas que se encuentran en la intrínseca naturaleza humana,
siendo éste el derecho que origina las normas procesales. Fuentes positivas: Son las que informan
el ordenamiento legal. Éstas a su vez, se dividen en: Fuentes directas: Son aquellas consideradas
como inmediatas, que encierran en sí mismas las normas jurídicas y están conformadas por la ley
en cualquiera de sus planos de legalidad. En esta modalidad entra también la jurisprudencia que
emana de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de (Justicia, quien al interpretar el alcance y
contenido de las disposiciones constitucionales, crea una fuente directa y obligatoria o vinculante,
tanto para las demás Salas del Tribunal Supremo, como para los demás tribunales de la República,
tal como lo expresa el artículo 335 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, al
señalar que: Las interpretaciones que establezca la Sala Constitucional sobre el contenido o
alcance de las normas y principios constitucionales son vinculantes para las otras Salas del Tribunal
Supremo de Justicia y demás tribunales de la República. Fuentes indirectas: Son aquellas
consideradas como mediatas, tales como: la costumbre y la jurisprudencia, complementada con
los principios generales del derecho procesal y la doctrina. Fuentes Directas La Ley Entendida en su
más amplia acepción y no sólo la ley propiamente dicha, sino también los decretos, órdenes,
circulares e instructivos, expedidos por autoridad legítima sea o no el Poder. Dentro de estas
fuentes directas, encontramos la Constitución de l a R ep ú bli ca B oli va ri an a d e V en e zu el a ,
q ui en c on f o rm e a l a P i rám ide de KELSEN, se encuentra en el primer plano de legalidad,
conjuntamente con los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y
ratificados por Venezuela, quienes tienen igualmente jerarquía constitucional, tal como lo dispone
el artículo 23 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. De esta manera, el
artículo 7 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela señala que la Constitución es
la norma suprema y el fundamento del ordenamiento jurídico. Igualmente, se encuentran en el
primer plano de legalidad, las leyes especiales, ordinarias y decretos ejecutivos, así como los
tratados suscritos y ratificados por Venezuela. En segundo plano de legalidad, encontramos los
reglamentos. En tercer plano, conseguimos las ordenanzas municipales, sentencias judiciales,
resoluciones y actos administrativos. Fuentes Indirectas La Co s t umbre Es aquella manifestada
por el conjunto de actos libres y voluntarios, realizados en forma espontánea y repetida, por un
con junto de individuos o por la comunidad, en un espacio y tiempo determinado con la creencia
de observar una norma de derecho. Debe acotarse que este concepto se encuentra limitado al
campo del derecho procesal, dado que el único sujeto que puede aplicar la costumbre como
fuente es el juez y no cualquier otro sujeto de la colectividad. La costumbre judicial, que puede
catalogarse como el calificativo adecuado para designarla cuando constituye fuente del derecho
procesal, puede concebirse como el conjunto de actos o pronunciamientos de índole jurisdiccional
que realiza el juez de manera espontánea en un lugar y tiempo determinado con la anuencia de las
partes, cuando dichos actos o pronunciamientos no están conformes con la norma. Modalidades
de la Costumbre Costumbre Securn Legem: Es aquella que se presenta cuando la misma norma se
ha referido a ella, permitiendo su adopción, por lo que en forma tácita, la costumbre se eleva a la
calidad de precepto legal. También es denominada ad-legem, que es conforme a la ley y completa
a la misma, sirviendo de elemento interpretador de la norma legislativa. Es la única y verdadera
costumbre aplicable en nuestro sistema. Costumbres Extra Legem: Es aquella que se produce
cuando la cos tumb re se empl ea pa ra supli r a sp ec t o s se cunda ri os o accesorios, en relación a
la actuación que corresponde imprimirle al proceso, y ante la ausencia de precepto positivo
expreso que lo reglamente. También se denomina praeter legem, que es utilizada como suplidora
del vacío de la ley. Costumbre Contra Legem: Ocurre cuando la norma es reemplazada en la
práctica por la costumbre. Costumbre en el Derecho Mercantil: En esta materia, conforme a lo
previsto en el artículo 9 del Código de Comercio, las costumbres mercantiles suplen el silencio de
la ley, cuando los hechos que las constituyen son uniformes, públicos, generalmente ejecutados en
la República o en una determinada localidad y reiterados por un largo espacio de tiempo que
apreciarán prudencialmente los jueces de comercio. La Jurisprudencia En un sentido amplio, el
concepto jurisprudencia nos sirve para establecer el criterio de los tribunales de justicia, en la
aplicación práctica del derecho, pero como fuente del derecho, debe tomarse en sentido
restringido, porque si en verdad la sentencia sólo tiene v al o r r e s p e c t o d e l c a s o e n di s c u
si ó n q u e f u e s om e ti d o al conocimiento del órgano jurisdiccional, no deja de tener relevancia
cuando la cuestión ha sido sentenciada en una forma determinada, constituye un precedente
aplicable a situaciones parecidas, mientras las ci rcunstancias no determinen un cambio en la orien
tación jurídica. Así encontramos, que conforme a lo previsto en el artículo 321 d e l C ó d igo d e P r
o c e d im i e n t o C i v i l, l o s j u e c e s d e i n s t a n ci a procurarán acoger la doctrina de casación
establecida en casos anál ogo s , pa ra d e fend e r l a in teg ridad de l a l egi sl a ci ón y l a uni
formidad de la jurisprudencia, pero debe destacarse, que la norma utiliza la palabra "procurarán",
la cual conforme a lo previsto en el artículo 23 ejusdem , dota al juzgador de instancia de una
facultad o potestad, que en ningún momento lo obliga a acatar lo decidido por el Tribunal
Supremo. No obstante a lo anterior, y como fuera señalado en este capítulo, con la entrada en
vigencia de la Constitución conforme a lo previsto en el artículo 335, la doctrina que dicte la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en cuanto al contenido o alcance de las normas y
principios constitucionales, es de carácter vinculante tanto para las demás Salas del Tribunal
Supremo, como para los demás tribunales de la República. Modalidades de la Jurisprudencia
Respecto del sentido o criterio que se afirme, pueden ser: Uniforme: Cuando el sentido de varias
sentencias pronunciadas por el mismo o diferente juez, en distintas oportunidades y sobre un
mismo tópico son idénticas. Contradictoria: Cuando el sentido de varias sentencias que se
profieren en diversas ocasiones por el mismo o distinto juez, resuelven de manera diferente un
mismo punto. En cuanto al acatamiento u observancia Voluntaria: Es aquella en la cual los jueces,
incluso el que la produjo, quedan en libertad de acogerla en casos o situaciones idénticas.
Obligatoria: Que es aquella que se presenta cuando el criterio sentado o la interpretación
otorgada a la norma en un procedimiento judicial, no sólo cobija a las partes en relación con las
cuales se profirió, sino que también adquiere un poder coercitivo semejante a la ley, como es el
caso señalado en el artículo 335 constitucional. En relación al órgano judicial encargado de sentar
jurisprudencia Exclusiva: Es aquella que es otorgada únicamente a un determinado órgano
jurisdiccional, como es el caso de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia antes
visto. Generalizada: Cuando la misma puede ser sentada por cualquier órgano jurisdiccional. La
Doctrina Es una fuente indirecta o mediata del derecho procesal, que se encuentra enmarcada y
constituida por los estudios y exposiciones de los estudiosos del derecho procesal, expuesta en
libros, artículos, monografías, conferencias, entre otros. Gracias a la doctrina, el derecho procesal
se convierte en una rama autónoma del derecho, dado que su especialidad es estudiada, expuesta
y explicada por los doctrinarios, quienes la apartan de las otras ramas del saber jurídico. Los
Principios Generales del Derecho Es otra fuente mediata del derecho procesal civil, que encuentra
su fundamento legal en el artículo 4 del Código Civil, conforme al cual, para la solución de
conflictos, de no existir una disposición legal que regule la situación, se considerarán las
disposiciones que regulen casos semejantes o análogos, y en caso de no existir, se aplicarán los
principios generales del derecho. Los principios generales del derecho, son considerados como
verdades jurídicas universales o. normas sentadas por la razón, inspirada en el sentido de la
equidad. También se consideran como los criterios u orientaciones generales que inspiran el
ordenamiento procesal; son los lineamientos básicos que inspiran el proceso. Estos principios
generales, se encuentran consagrados tanto en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, corno en los códigos procesales, tales como el Código de Procedimiento Civil y el
Código Orgánico Procesal Penal, los cuales serán estudiados en capítulo aparte y al cual nos
remitimos. Fuentes de Conocimiento Son aquellas que complementan a las fuentes de producción,
que adquieren vida o se materializan en la fuente de conocimiento, las cuales aportan al
magistrado judicial la información necesaria para actuar en el ejercicio de sus funciones. Enríquez
La Roche (2005).
Nociones de Derecho Procesal Análisis del concepto de Derecho Procesal, sus ramas, su historia
legislativa y diferentes teorías. 4. Principios Generales del Proceso Además de los principios
constitucionales procesales que deben estar presentes en todo proceso jurisdiccional, e incluso en
procesos administrativos, existe una gama de principios que también establecen las directrices a
seguir en todo proceso, y al efecto encontramos: 1) Principios del Interés Público del Proceso 2)
Principio de carácter obligatorio y exclusivo de la función jurisdiccional 3) Principio de la cosa
juzgada 4) Principio de la doble instancia o doble grado de jurisdicción 5) Principio de la
independencia de la autoridad judicial y de la imparcialidad de los mismos.
UNIDAD II Segunda Parte La competencia del tribunal Jurisdicción y competencia Entre los
conceptos de jurisdicción y competencia existe una relación de continente a contenido.
Jurisdicción, en una noción primaria, etimológica, es la facultad de declarar la voluntad de la ley
para el caso concreto. Competencia es la medida o porción de jurisdicción que tiene asignada el
juez. La competencia es calificada como un límite interno de la jurisdicción, pues plantea la
separación de funciones entre los distintos órganos internos del poder judicial. Y se la distingue de
los llamados límites externos de la jurisdicción, que comprenden los límites constitucionales e
internacionales. Por los primeros se determina si el juez debe conocer en lugar de un órgano
administrativo (conflicto de atribuciones: Art. 65); por los segundos si debe conocer en lugar del
juez extranjero. Principio de pluralidad de órganos jurisdiccionales El ejercicio de la jurisdicción no
puede estar encomendado a un solo órgano, por el ingente número de casos que debería atender
y la inconveniencia de concentrar en un solo lugar la administración de justicia. Es necesaria una
pluralidad de órganos jurisdiccionales que funcionen simultáneamente y que permitan la
distribución del trabajo. Esa multiplicación de órganos judiciales es actuada por la ley sobre la base
de tres criterios: a) Criterio objetivo, atinente a la naturaleza de las causas y del derecho sustancial
tutelado, en cuanto a su cualidad (competencia material) y a su cantidad (valor). En este sentido
dice el Código Modelo Procesal Civil para Iberoamérica en el artículo 23.4, que «en base a la
naturaleza de la materia , su importancia práctica y el v o l um e n d e l o s a s u n t o s q u e s e t r
am i t e n , s e p r o c u r a r á l a especialización de los Tribunales, tanto en primera como en
segunda instancia, conforme con lo que disponga la ley orgánica respectiva». Criterio funcional,
que atiende a la función que cumple el tribunal, sea en cuanto al grado (primera instancia ,
segunda instan cia , casación), sea en cuanto a la actividad que le corresponde cumplir el proceso
(sustanciador. Mediador, ejecutor, juez comisionado para evacuación de pruebas o para practicar
actos de ejecución, corno por ej. medidas cautelares). c) Criterio territorial, en base al cual se
pretende diseminar los tribunales en la geogra fía nacional, cer canos al domicilio del interesado o
el lugar donde ocurrieron los hechos. Las ciudades más populosas tendrán más tribunales y en las
localidades menos pobladas los tribunales tendrán varias competencias asignadas, incluso por la
materia. Competencia objetiva por razón de a materia La llamada competencia objetiva, atiende a
la cualidad y cuantía de los elementos objetivos de la causa; esto es, el petitum y la causa petendi.
Unas reglas de competencia toman en cuenta el objeto mediato de la pretensión (naturaleza de la
cuestión), como ocurre en la competencia de los interdictos posesorios, y otras toman en cuenta
el d e r e c h o s u s t an ci a l q u e c on s t i t u y e e l t í t ul o d e l a d em a n da (disposiciones
legales que regulan la cuestión discutida), corno es del caso la jurisdicción especial laboral y del
Tránsito. La competencia se conmesura al quid disputatum (quid decidendum), lo que se disputa,
lo que hay que decidir. Ello no significa que la competencia material dé-penda de la índole de las
normas aplicables; es decir, si el juez laboral, por ej., tiene que aplicar un artículo del Código Civil,
o el juez ordinario un ar tículo de una ley especial . Depende sólo de la naturaleza de la causa de
pedir o del objeto, lo cual determinará la aplicación de ciertas reglas. No deja ser competencia del
juez de Tránsito el conocimiento, por ej., de la demanda de indemnización por desafío moral de
viniente de accidente de automovilístico aunque las normas aplicables sean los artículos 1.193 y
1.196 del Código Civil (cfr CSJ, SPA, Sent. 19-oct-64); al igual que es competente el juez del trabajo
para conocer de una transacción sobre una relación laboral, aunque las normas aplicables sean las
del derecho común que regulan este modo de autocomposición (cfr CSJ, Sent. 28-10- 71).
Competencia civil La competencia civil consiste propiamente en una jurisdicción "residual", a la
cual corresponde el conocimiento de todos aquellos asuntos que no han sido atribuidos
específicamente, en razón de la materia, a otros Órganos jurisdiccionales. El juez civil conoce de
asuntos de familia salvo aquellos que correspondan a la protección del niño y del adolescente;
todas las pretensiones de interés patrimonial que reclamen declaración de existencia de un
derecho (o la inexistencia de un derecho) o el cumplimiento de una obligación fuente sea un
contrato, el cuasi-contrato, el delito, el cuasi delito o la propia Ley, Dejando a salvo —repetirnos—
las obligaciones. Que competen a otras materias, tales como las obligaciones derivadas del
contrato del trabajo, las de índole mercantil, las que debe el Estado o institutos y empresas del
Estado. Competencia mercantil La jurisdicción comercial es plena en los asuntos que la ley somete
a su competencia, en el sentido de que en las causas comerciales el juez tiene autoridad —según
el artículo 1.082 C. Com.— para declarar y satisfacer, mediante ejecución, el derecho en juicio
ordinario o especial, y resolver cualquier incidencia relacionada con el asunto (aún cuando las
normas de fondo toquen a una Ley especial o a otro Código: verbigracia, Ley sol-)re Depósito
Judicial, reglas supletorias sobre medidas preventivas y otros institutos). Según el artículo 1.090 C.
Com., corresponde a la jurisdicción comercial el conocimiento: 1) de toda controversia sobre actos
de comercio entre toda especie de persona, es decir, aun entre los no comerciantes. Los actos de
comercio son enumerados distintamente en el artículo 2° del mismo Código. Los actos subjetivos
de comercio, es decir , los que pueden ser comerciales sólo para uno de los involucrados en el
contrato o negocio jurídico planteado en la litis, determinan también la competencia comercial, a
tenor del artículo 1.092. 2) De las controversias relativas a letras de cambio y a pagarés a la orden
en que haya a la vez firmas de comerciantes y de no comerciantes, aunque respecto a éstos
tengan el carácter de obligación meramente civil. 3) De las acciones contra capitanes de buques,
factores, dependientes y otros subalternos de comerciantes, sólo sobre los hechos del tráfico de la
persona a que están destinados. 4) De las acciones de capitanes de buques, factores,
dependientes y otros subalternos de comerciantes contra los armadores y comerciantes, sólo por
operaciones del tráfico de la persona a quien sirven. 5) De las acciones de los pasajeros
Competencia Laboral Los Tribunales del Trabajo son competentes para sustanciar y decidir los
asuntos contenciosos relativos al hecho social trabajo y a l a pre s ta ción pe r sonal de t raba j o s o
se rvicio s , in clu siv e los relacionados con intereses colectivos o difusos, que no correspondan a
la conciliación ni al arbitraje, con excepción de los litigios entre funcionarios y la Administración
Pública en particular; las solicitudes de cali ficación de de spido fundada s en la estabilidad laboral,
consagrada en la legislación del trabajo, así como las solicitudes de amparo por violación o
amenaza de violación de los derechos y garantías constitucionales de trabajo y seguridad social
establecido en la nuestra Constitución. También le competen los litigios relativos a la apli ca ción
de las norma s de seguridad social (Art . 28 LOPT). Igualmente corresponde el conocimiento al juez
laboral de las acciones derivadas de actos ilícitos cometidos por el patrono en perjuicio del
trabajador, como por ej., el accidente de trabajo causado por negligencia del patrono respecto a la
conservación de las normas de seguridad (aparte la indemnización sin culpa del Art. 560 Ley
Orgánica del Trabajo), o la responsabilidad por acto ilícito cometido por las personas en ejercicio
de sus cualidades de empleador o traba jador . Y aún cuando la relación de trabajo sea de origen
contractual, la responsabilidad no participa de esa naturaleza; son aplicables las normas sobre
responsabilidad extracontractual de los artículo 1.185 y siguientes del Código Civil, pues el origen
inmediato de la obligación resarcitoria, radica en la culpa civil y en las normas proteccionistas del
trabajador (Arts. 87 y ss de la Constitución) y no en las estipulaciones contractuales individuales o
colectivas. Competencia de Tránsito La determinación de la competencia material de tránsito está
fundada en la naturaleza del acto ilícito que se aduce como causa de pedir (causa petendi) de la
reclamación. Si la causa o relación jurídico-material controvertida en el proceso puede ser
calificada jurídicamente como accidente de tránsito, entonces habrá de afirmarse la competencia
material del juez. ¿Qué debemos, entonces, entender por accidente de tránsito? Un accidente de
tránsito es el hecho ilícito producido por un vehículo, en el sentido legal de la palabra con motivo
de su circulación, siendo los elementos de la definición: a) Dentro de la amplia gama de actos
(humanos) y hechos ilícitos, el accidente de tránsito pertenece a aquellos que son producidos por
una cosa. Los daños ocasionados por las mismas personas o por los animales son totalmente
ajenos y extraños al concepto. b) En segundo término, es necesario que la cosa dañosa sea
calificable, legalmente, como vehículo. La Ley y su Reglamento son prolijos al establecer la
clasificación de los artefactos que pueden catalogarse como vehículos: de tracción humana, de
tracción animal, motocicletas, automóviles y camionetas de pasajeros, autobuses y de carga. En
cuanto a los vehículos de tracción animal conviene aclarar que están constituidos por dos
elementos: el artefacto o aparato del cual se tira y la bestia de tiro; esta última no constituye por sí
misma, en ningún caso, un vehículo, como tampoco lo es la bestia que sirve como cabalgadura. Es
menester que el animal esté uncido a un carruaje; de lo contrario, el daño que produzca será
reclamable en sede ordinaria con arreglo al artículo 1.192 Código Civil. c) El concepto de
circulación supone que el automóvil se encuentra inmerso en el tráfico, es decir, sujeto a los
deberes de circulación que imponen las normas administrativas de tránsito terrestre. La
producción del daño con motivo de la circulación debe entenderse de tres maneras: i) Daño
producido por un vehículo en circulación, decir, que se desplaza en el momento de producir el
siniestro. ii) Daño producido por causas de circulación actualizadas en momento anterior al hecho
ilícito. Un automóvil puede ser causa de accidente de tránsito aunque en el momento que éste
ocurra se encuentre estacionado. El objeto dañoso ocasiona el daño muchas veces sin necesidad
de desplazamiento y aún cuando no participe materialmente en la colisión, como por ej., el
vehículo mal aparcado. iii) Daños causados por las cosas transportadas si se produce al momento
de encontrarse el vehículo en circulación; basta que la circulación del vehículo de carga sea una
concausa del daño producido. Para establecer si el hecho ilícito es o no un accidente de tránsito,
carece de toda trascendencia precisar la naturaleza de la cosa que ha sido objeto del daño. Sea o
no ésta un vehículo, indistintamente, no influirá para precisar el carácter del hecho ilícito. Vale
también aclarar, que algunos hechos ilícitos pueden ser calificados corno accidentes de circulación
únicamente para una de las partes involucradas. Del mismo modo que la doctrina mercantil habla
de actos subjetivos de comercio en consideración al carácter que de comerciante tiene el sujeto
de derecho, podemos hablar aquí de accidentes de tránsito relativos, pues su concepción como
tales está en relación, no al sujeto, sino a la naturaleza de la cosa dañosa. Estos casos ocurren
cuando se produce un choque entre un vehículo y cualquier otro objeto no calificable como tal.
Imagínese un siniestro que se produce entre un automóvil y, supongamos, una mezcladora de
cemento emplazada en la vía. El hecho ilícito, desde el punto de vista del conductor y propietario
del automóvil que demandan, "no será un accidente de tránsito, porque el daño lo ha producido
una cosa no calificable corno vehículo, y por tanto, el juez llamado a conocer de la acción
resarcitoria será el juez ordinario con arreglo a la norma común del artículo 1.193 del Código Civil.
Desde el punto de vista de la demanda que propone el propietario de la mezcladora de cemento,
el hecho ilícito será un accidente automovilístico, pues la cosa dañosa es un au tomóvil , y po r
ende , el jue z de t rán sito conoc erá d e la reclamación con arreglo a la primera parte del artículo
21 de la Ley de la materia. Competencia agraria Esta jurisdicción especial entraña la materia
concerniente a la protección y fomento de las actividades agrícolas y pecuarias, dado el manifiesto
interés social que revisten como producción económica básica. Sin embargo, no son otras distintas
a las del derecho común las instituciones de derecho privado en base a las cuales deben ser
resueltos los casos y las instituciones procesales que informan el itinerario de estos procesos Las
leyes sociales agrarias propenden al logro de los postulados de la justicia social en la distribución
de los bienes a cuyo propósito pesa la llamada "hipoteca social" sobre los bienes públicos; el
esfuerzo a favor de un orden social más justo no regulado exclusivamente por la ley del mercado
que no atiende ni puede atender por su misma dinámica, la exigencias de la justicia. «Existen
numerosas necesidades humanas que no pueden ser satisfechas por el mercado» (JUAN PABLO II,
Centesimus Annus, 34). En el orden de la competencia material, la ley atribuye a la competencia
agraria el conocimiento de las demandas relativas a: acciones declarativas, petitorias,
reivindicatorias y posesorias en materia agraria; deslinde judicial de predios rurales; acciones
relativas al uso, aprovechamiento, constitución de servidumbres y demás derechos reales, para
fines agrarios; acciones sucesorales sobre bienes afectos a la actividad agraria; acciones derivadas
del derecho de permanencia: procedimientos de desocupación o desalojos de fundos; acciones
derivadas de perturbaciones o daños a la propiedad o posesión agraria; acciones derivadas de
contratos agrarios; acciones de indemnización de daños y perjuicios derivados de la actividad
agraria; acciones originadas con ocasión a lh constitución del patrimonio familiar agrario; acciones
derivadas de conflictos suscitados entre sociedades de usuarios, uniones de prestatarios,
cooperativas y demás organizaciones de índole agrario; acciones derivadas de crédito agrario;
acciones y controversias surgidas del uso, aprovechamiento, fomento y conservación de los
recursos naturales renovables que determine la ley; acciones derivadas del uso común de las
aguas de regadía y de las organizaciones de usuarios de las mismas. En general, todas las acciones
y controversias entre particulares relacionados con la actividad agraria (Art. 212 Decreto-Ley de
Tierras y Desarrollo Agrario, 13-11-2001). Las leyes sociales agrarias propenden al logro de los
postulados de la .justicia social en la distribución de los bienes a cuyo propósito pesa la llamada
"hipoteca social" sobre los bienes públicos; el esfuerzo a favor de un orden social más justo no
regulado exclusivamente por la ley del mercado que no atiende ni puede atender por su misma
dinámica, la exigencias de la justicia. «Existen numerosas necesidades humanas que no pueden ser
satisfechas por el mercado» (JUAN PABLO II, Centesimus Annus, 34). En el orden de la
competencia material, la ley atribuye a la competencia agraria el conocimiento de las demandas
relativas a: acciones declarativas, petitorias, reivindicatorias y posesorias en materia agraria;
deslinde judicial de predios rurales; acciones relativas al uso, aprovechamiento, constitución de
servidumbres y demás derechos reales, para fines agrarios; acciones sucesorales sobre bienes
afectos a la actividad agraria; acciones derivadas del derecho de permanencia: procedimientos de
desocupación o desalojos de fundos; acciones derivadas de perturbaciones o daños a la propiedad
o posesión agraria; acciones derivadas de contratos agrarios; acciones de indemnización de daños
y perjuicios derivados de la actividad agraria; acciones originadas con ocasión a la constitución del
patrimonio familiar agrario; acciones derivadas de conflictos suscitados entre sociedades de
usuarios, uniones de prestatarios, cooperativas y demás organizaciones de índole agrario; acciones
derivadas de crédito agrario; acciones y controversias surgidas del uso, aprovechamiento, fomento
y conservación de los recursos naturales renovables que determine la ley; acciones derivadas del
uso común de las aguas de regadía y de las organizaciones de usuarios de las mismas. En general,
todas las acciones y controversias entre particulares relacionados con la actividad agraria (Art. 212
Decreto-Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, 13-11-2001). Jurisdicción constitucional La jurisdicción
constitucional persigue asegurar la integridad, supremacía y efectividad de la Constitución, a cuyo
fin ésta ha dotado a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de las atribuciones
necesarias para anular los actos públicos emanados de los poderes públicos, incluso del Poder
Judicial, incluidas en él las decisiones de otras Salas de dicho Tribunal Supremo, así como también
tiene la atribución necesaria para ejercer una jurisdicción plena que le permita asignar la
interpretación del texto normativo y salvar sus dificultades o contradicciones. La tutela
constitucional satisface, a la par, el interés privado de los justiciables, ejerciendo a través de la s ac
cione s de amparo , a cciones de nulidad de actos legislativos y el recurso extraordinario de
revisión previsto en el artículo 336,10 de la Constitución de la República (TSJ-SC, Sent. 2501-2001).
Jurisdicción de Protección del Niño y del Adolescente La competen cia espe cial a favor del niño y
del adoles cen te concierne a todos aquellos a sunto s que miran a la pro tec ción y formación del
menor: guarda, custodia, alimentos y salvaguarda de su pa t r im oni o . D e a c u e r d o a l a r t í c
ul o 2 ° d e l a L e y O r g á ni c a d e Protección del Niño y del Adolescente, «se entiende por niño
toda persona con menos de doce años de edad. Se entiende por adolescente toda persona con
doce años o má s y menos de dieciocho años de edad...» La o rganiza ción judi cial e stá int eg rada
por lo s Tribunale s de Protección del Niño y del Adolescente. Cada Tribunal consta de una Sala de
Juicio y de una Corte Superior , cada una de ellas con un presidente y un secretario. La Corte
Superior está integrada a su vez por una o más Salas de Apelaciones (Art. 175 LOPNA). De manera
que el concepto de "tribunal" engloba la organización judicial en las dos instancias. A la Sala de
Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia corresponde conocer del recurso de casación en
materia de menores, según lo dispone el artículo 262 in fine de la Constitución de la República. No
encontramos en la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adol e s c en t e un a di spo si
ción qu e d e fina p o si t ivam en te l a competencia material de los Tribunales de Protección del
Niño y del A dol e s c en t e , pu e s el a r tí culo 173 in c u r re en un pl eon a smo al establecer que
a ellos corresponde «el ejercicio de la jurisdicción para la resolución de los asuntos sometidos a su
decisión» (sic). La única precisión para definir la competencia material es, pues, la minoridad. Sin
embargo, ¿corresponderá a estos tribunales el conocimiento de aquellos casos en los que hay
litigantes mayores y menores de en la misma posición procesal o posiciones encontradas, como
por Ej si los hijos mayores y menores de edad inquieren la paternidad a un mismo sujeto
demandado por considerar que él es su padre, su progenitor. La Sala Plena ha señalado que
cuando los menores son demandantes, el asunto no es competencia de los tribunales de
Protección, lo cual se explica porque se pretende la obtención, el reconocimiento o el rescate de
un bien o de una cualidad jurídica (TSJ-SP, Sent. 14-02-2002). Debe entenderse que la jurisdicción
de protección de menores constituye un fuero atrayente respecto a los asuntos en los que el
sujeto demandado o uno de los litisconsortes pasivos sea un menor de 18 años, aún cuando los
restantes litigantes sean mayores de edad. Esta parece ser la solución adoptada por el Tribunal
Supremo de Justicia en Sala de Casación Social (cfr TSJSCC, Sent. 19-06-2003), la cual resulta harto
conveniente para evitar el dispendio del aparato judicial y el riesgo de sentencias contrarias o
contradictorias originadas en una división de la continencia de la causa (cfr Arts. 79 a 81). La
competencia del órgano de primer grado lo define el artículo 177, y el artículo 452 regula la
pertinencia del procedimiento oral establecido, como regla general, en los artículos 454 y
siguientes. El procedimiento de adopción (Art. 493 y ss) y los asuntos de alimentos y de guarda
(Art. 511 y ss) tienen sus respectivos procedimientos especiales. De acuerdo al artículo 177 de la
Ley mencionada, corresponde a esta jurisdicción especial (llamada comúnmente jurisdicción de
menores o de pro tección de menores) el conocimiento de los siguientes asuntos: A) Asuntos de
familia: filiación; privación, extinción y restitución de la patria potestad, guarda, obligación
alimentaria, colocación familiar y en entidad de atención, remoción de tutores, curadores, pro-
tutores, y miembros del consejo de tutela, adopción, nulidad de adopción, divorcio o nulidad del
matrimonio, cuando haya hijos niños o adolescentes, divorcio o nulidad del matrimonio, cuando
uno a ambos cónyuges sean adolescentes, cualquier otro afín a esta naturaleza que deba
resolverse judicialmente. B). Asuntos patrimoniales y del trabajo: administración de los bienes y
representación de los hijos, conflictos laborales, demandas contra niños y adolescentes; cualquier
otro afín a esta naturaleza que deba resolverse judicialmente. C ). A suntos provenientes de los
Conse jos de P rotección o de lo s Consejos de Derechos: desacato de los particulares, instituciones
públicas o privada s u organismos del Estado, a la medida s de protección impuestas por los
Consejos de Protección; disconformidad de particulares, instituciones públicas o privadas u
órganos del Estado, con la s medida s de pro tección impuesta s por los Consejos de Protección,
agotada la vía administrativa; abstención de los Consejos de Protección; disconformidad de las
entidades de atención y de las Defensorías del Niño y del Adolescente con las decisiones del
Consejo de Derechos que nieguen y revoquen el registro o inscripción de programa; aplicación de
sanciones a particulares, instituciones públicas o privadas, excepto las previstas en la Sección 4°
del Capítulo IX de este Título y cualquier otra de naturaleza afín que deba resolverse
judicialmente. D). Otros asuntos: procedimiento de tutela; autorizaciones requeridas p a r a e l m a
t r i m o n i o , c u a n d o u n o o a m b o s c o n t r a y e n t e s s e a n adolescentes; pedidos
basados en la discrepancia entre los padres, en r e l a c i ó n a l e j e r c i c i o d e l a p a t r i a p o t e
s t a d ; r é g i m e n d e v i s i t a s ; autorizaciones requeridas por los padres, tutores y curadores
11 inserción, rectificación o supresión de partidas relativas al estado civil de nidos y adole s centes;
cualquier o tro de na turaleza a fín qu e deba resolverse judicialmente. E). Acción de protección
contra hechos, actos u omisiones de particulares, órganos e instituciones públicas o privadas que
amenacen o violen derechos colectivos o difusos, de los niños y adolescentes. Competencia
objetiva en razón de la cuantía El valor del objeto en litigio es otro criterio determinador de la
competencia. El del Código de Procedimiento Civil establece varias reglas para establecer el valor
de la demanda. O para estimarlo, si no e s po si bl e d e t erm in a rl o , c om o o c u r r e en l a s d
em a n da s d e indemnización de daño moral. Otras demandas son inestimables en dinero por no
pretender bienes patrimoniales, como ocurre en las pertenecientes al derecho de familia (filiación,
adopción, interdicción civil, divorcio, separación de cuerpos, etc.). Cuando es establecido el valor
de la demanda, es posible precisar entonces el tribunal al cual corresponde el conocimiento del
asunto en razón de la cuantía. En razón de la pérdida del valor adquisitivo del signo monetario,
recurrente año a año, el legislador se ha remitido en nuevas leyes a un valor referencial, el de la
Unidad Tributaria, que es determinado por la autoridad administrativa cuando razones de
corrección monetaria o indexación, lo aconsejen. Así, la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia establece que el el recurso de casación es admisible sólo cuando el valor de la demanda
exceda de 3.000 U.T. El valor de la demanda tiene importancia también para determinar el monto
de los honorarios profesionales de los abogados de la parte vencedora, pues dichos honorarios no
pueden ser superiores al 30% del valor de lo litigado (Art. 286). Reglas para determinar el valor de
la demanda El valor de la causa, a los fines de la competencia, se determina en base a la demanda
(Art. 30). Dicho valor se determina sumando al capital adeudado, los intereses vencidos, los gastos
hechos en la cobranza y la estimación de los daños y perjuicios causados con anterioridad a la
presentación de la demanda (Art. 31). Cuando una demanda contenga varios puntos, se sumarán
todos ellos. Las diferentes reclamaciones deben tener una misma causa de pedir. De lo contrario
debe entenderse son pretensiones distintas y autónomas, no sumables, acumuladas inicialmente
en la demanda. Valgan los siguientes ejemplos: si en juicio de responsabilidad civil derivada de
accidente de tránsito el actor reclama la indemnización de daños y per juicios materiales, el lucro
cesante resultante de la inaptitud de su automóvil para circular , el daño emergente que deviene
de su incapacidad temporal para trabajar por motivo de las lesiones sufridas, los gastos médicos y
de hospitalización que amerita su curación y el daño moral que sufre por la muerte, en el
accidente, de un pariente suyo acompañante, habrá allí distintos puntos de una sola pretensión,
puesto que la causa petendi es la misma: el acto ilícito (colisión) que ocasionó la retahíla de daños
sufridos por la víctima demandante. Pero si demando a una misma persona el pago de cánones de
arrendamiento, la devolución (repetición) de un dinero mal pagado y la cancelación de un precio
de compra-venta pendiente, es claro que las causas de pedir o títulos son diferentes, porque
tienen origen en contratos o cuasi-contratos, no sólo conceptualmente sino realmente distintos.
Por tanto, en este último caso no deben sumarse las cuantías de cada uno de las pretensiones
autónomas demandadas, dada la autonomía que da la peculiaridad del título. Hay, en tal supuesto,
una acumulación objetiva inicial de pretensiones (Art. 77). L a s o bliga cion e s pa ga d e r a s p e ri
ódi cam en t e ( p en sio n es de jubilación o alimentarias, cuo tas de ventas a plazo), el valor de la
demanda lo determina la suma de las pensiones o cuotas demandadas. Pero si estuviere discutida
la entera relación jurídica (por ej., la validez del acto o contrato que genera esos pagos periódicos),
el valor lo determinará la acumulación de 2, 10 ó 12. (Arts. 35 y 36). Es t a s regla s tienen cada vez
m en os apli ca ción prá ctica . La tendencia actual de la legislación en la dinámica forense es la de
no establecer límites cuantitativos a los tribunales de primera instancia. Compe tenc ia fun c iona l
Siguiendo el criterio funcional del cual anteriormente hemos hablado, la competencia funcional se
atribuye en atención a la diversidad de cometidos encomendados a los órganos judiciales sobre
una misma causa , o a la diversidad de providencias que puedan adoptarse en un mismo proceso.
La competencia funcional no está regulada en nuestro Código a pesar de que responde
perfectamente al concepto de competencia, como medida o porción de jurisdicción, tanto en
cuanto se otorga la potestad de conocimiento de un juicio en atención a la función que toca
desempeñar al juez, sea de sustanciador de la causa (competencia funcional de primer grado), de
revisor (competencia funcional de alzada o segundo grado); o bien, la de juez sustanciador,
mediador, ejecutor, o de juez comisionado, etc. La competencia del tribunal para conocer del
recurso de invalidación (Art. 329) es un ejemplo de competencia funcional: al tribunal que hubiere
dictado la sentencia ejecutoriada cuya invalidación se pide o el tribunal que hubiere homologado
el acto con fuerza de sentencia (cfr Art. 1.930 CC). Como puede verse, el criterio determinador no
es la materia del asunto controvertido, ni su valor, ni el territorio, sino la categoría o carácter que
tiene el órgano como tribunal de la causa. Competencia territorial La competencia territorial
(ratione loci) obedece a un criterio totalmente diverso a los anteriores. Determinado por la
necesaria multiplicación de tribunales de un mismo tipo para cubrir el volumen d e d ema nda s s e
gú n l a d e n sida d d em og r á fi c a l o r eq ui e ra . L a diseminación de tribunales de un mismo
tipo en la geografía nacional, contribuye a actuar la garantía de fácil acceso a la justicia, evitando a
los ciudadanos la molestia de tener que trasladarse a un lugar distante para demandar lo que en
justicia corresponde o desembarazarse de un reclamo o demanda improcedente. El criterio
territorial acomete la ne cesidad de reproducir el diseño de t ribunales fundado en lo s criterios
cualitativo, cuantitativo y funcional, es decir, la producción en serie de tribunales de un mismo
tipo, en cantidad suficiente para desplegar el trabajo judicial a ellos encomendado. «Del mismo
modo (para poner un burdo parangón — dice CALAMANDREI) el fabricante de maquinarias
construye primeramente un modelo de máquina que responde técnicamente en abstracto a una
determinada finalidad industrial, y luego encara el problema de la fabricación en serie de un
número de máquinas, iguales todas ellas al modelo, que baste para las exigencias concretas de
aquella determinada industria». En definitiva, la administración de justicia necesita distintos tipos
de tribunales y pluralidad de tribunales de un mismo tipo. La jurisdicción, en orden al territorio,
está distribuida en atención a dos reglas: el criterio personal y el criterio real. Según el primero, se
distribuye la competencia según la ubicación territorial de la persona, concretamente de la
persona demandada, conforme al principio actor sequitur forum rei, el actor sigue el fuero del reo.
Aquí el genitivo rei concierne al nominativo reus (reo) y no a res (cosa); en forma que, aunque
también pudiera afirmarse según el criterio real— que el actor sigue el «fuero» de la cosa, o la
competencia que determina la ubicación de la cosa litigiosa, el adagio significa la primera acepción
dada. El criterio real atiende a la ubicación territorial de la cosa demandada, y por tanto es de
colegir que dicho criterio real se aplica sólo en el caso de las pretensiones concernientes a
derechos propter rem, sean derechos reales que reclaman una obligación general de respeto, sean
derechos personales que tienen un correlativo obligado concreto y un objeto determinado. El
forum o fuero, es la relación de carácter territorial que liga uno de los elementos de la pretensión
con la circunscripción de cada órgano jurisdiccional, y aparece considerada por la ley como causa
determinadora de la competencia (GUASP). La ley ofrece normalmente varios fueros concurrentes
para un mismo tipo de pretensiones o demandas: como expresa CALAMANDREI, esa concurrencia
puede ser electiva o sucesiva. En el primer caso, queda a escogencia del actor cuál de los fueros o
tribunales conocerá de su demanda; en el otro supuesto, la segunda opción opera sólo en defecto
de la primera, y la tercera sólo en defecto de la segunda. En este artículo 40, los fueros que da la
ley son sucesivamente concurrentes, ya que el demandante puede proponer la demanda en el
lugar de residencia del demandado, únicamente en el caso de que no tenga domicilio (forum
domicilii) conocido; y podrá proponerla en el lugar donde se le encuentre sólo si se desconoce
también su residencia. Ahora bien, los fueros son electivamente concurrentes en cuanto a las
reglas de competencia contenidas en los artículos 40 y artículo 41, pues el actor tiene la opción,
libremente, de elegir las reglas de una u otra disposición para determinar el tribunal que conocerá
de su demanda, siempre y cuando se trate de una demanda sobre derechos personales o sobre
derechos reales mobiliarios. Igualmente, el artículo 42 también prevé fueros efectivamente
concurrentes, pudiendo el actor optar por una de las tres alternativas que da la norma, a su
elección. El artículo 40 comprende las acciones reales mobiliarias y las acciones personales,
cualesquiera que ellas sean; valga decir, las concernientes a derechos creditorios (sobre cosa
indeterminada) y las concernientes a bienes determinados (verbigracia, el derecho que tiene el
comodante o subarrendador, no propietario, a que se le devuelva la cosa, terminado el contrato).
El artículo 28 del Código Civil reputa domicilio al de la agencia o sucursal, en lo que concierne sólo
a los hechos, actos y contratos que ejecuten o celebren por medio del agente o sucursal. Ello
significa que, a elección del actor, puede ser presentada la demanda en el domicilio estatutario
principal o en el domicilio funcional que nace a raíz y a partir del establecimiento de la sucursal o
agencia. Tal establecimiento o constitución —creemos— no depende de la participación y registro
de la sucursal en el Registro Mercantil, tratándose de una empresa de esta índole, sino del
funcionamiento efectivo de dicha sucursal o agencia en una localidad distinta de donde se
encuentra la sede principal de dirección y administración general. E s t a e s l a t e si s d e l m a e s t
r o M A RC A N O R O DR Í G U EZ , q u e compartimos: «Puede acontecer que una sociedad, a
consecuencia de su extenso y complicado giro de negocios, tenga varias oficinas de administración
y economía en diferentes localidades, que asuman una especie de personería propia , con un
personal independiente de la dirección general, con negocios peculiares y privativos, y que, en una
palabra, adquieran derechos y contraigan obligaciones con relación a su radio particular de acción;
y en este caso, los terceros no pueden ser c on s t reñidos a propone r su s d emanda s cont ra la s
ociedad por vinculaciones particulares con esas dependencias, ante la autoridad judicial del
domicilio del establecimiento principal, sino que, cada uno de esos lugares debe considerar se
como un domicilio de la sociedad para todo lo relativo a las obligaciones de que sea deudora la
sucursal». La citación de la empresa demandada puede procurarse también en la sucursal y
agencia, con sujeción a dicho artículo 28 del Código civil. El fuero de cumplimiento de la obliga
ción ( forum destinatae soluti oni s) obedece a la cir cunstancia de que , comúnmente , los
elementos de juicio relevantes a la litis se encuentran en el lugar de la ejecución o incumplimiento
del contrato. El fuero de ubicación de la cosa (forum rei sitae) obedece al criterio real antes
enunciado y es propio de las acciones reales. En el lugar donde está situada la cosa se encuentran
los elementos de juicio convenientes para la prueba y ello justifica que el proceso deba ventilarse
allí. El artículo 41 vincula entre sí los criterios objetivo y subjetivo determinativos de la
competencia territorial, al exigir la ubicación territorial de la persona y la cosa demandadas en un
mismo lugar, o la per sona y el lugar de origen de la obliga ción; el cual puede ser contractual
(forum contractus), de acto ilícito (forum commissi delicti) o de cualquier otra fuente de las
obligaciones (el cuasicontrato, el cuasidelito y la ley). Las demandas relativas a derechos reales
sobre bienes inmuebles se propondrán ante la autoridad judicial del lugar donde esté situado el
inmueble (forum rei sitae), la del domicilio del demandado (forum domicilii), o la del lugar donde
se haya celebrado el contrato (fórum contractus), caso de hallarse allí el demandado; lodo a
elección del demandante (Art. 42). Desplazamiento voluntario de la competencia territorial La
competencia por el territorio puede derogarse por convenio de las partes, caso en el cual la
demanda puede proponerse ante la autoridad judicial del lugar que se haya elegido como
domicilio (pactum de foro prorrogando) (Art. 47 y Art. 32 CC). El pactum que deroga el fuero
territorial asignado por la ley, implica la escogencia de un juez competente por la materia para
conocimiento del asunto. ¿Por qué la ley autoriza la derogación de sus nos ____ mas sobre la
ordinaria competencia territorial, si el artículo 5° establece la inderogabilidad convencional de la
competencia? La razón radica en que la competencia ratione loci responde a la necesidad de crear
pluralidad de órganos jurisdiccionales de un mismo tipo, es decir, con una misma competencia
objetiva, para evitar la aglomeración de trabajo en un único tribunal nacional y evitar las molestias
de traslado de las personas desde lugares lejanos a la sede del tribunal para defender allí sus
derechos. Pero como se trata, en definitiva, de la pluralidad de tribunales de un mismo tipo, con
igual competencia objetiva, no existe interés público en esta clase de competencia: es indiferente
para la administración de justicia que conozca de un juicio laboral el juez de trabajo de otra
Circunscripción, puesto que ambos son jueces laborales. Por ello el legislador permite en esta
disposición que sean modificadas por las partes las reglas de competencia territorial mediante la
renuncia o elección de domicilio, o, indirectamente, al precluir el ejercicio de la excepción previa
de incompetencia. Competencia territorial inderogable La derogación no podrá efectuarse cuando
sé trate de causas en las que debe intervenir el Ministerio Público, ni en cualquier otro en que la
ley expresamente lo determine (Art. 47). Tales causas son los juicios de oposición y anulación del
matrimonio, interdicción e inhabilitación civil; juicios de divorcio o de separación de cuerpos
contenciosa, de rectificación de los actos del estado civil y los de filiación; el juicio o incidente de
tacha de falsedad de instrumentos (Art. 438 ss) y en los demás casos previstos por la ley. Queda
excluido el pacto derogatorio de la competencia en estos casos porque, existiendo interés público
en el proceso —justificado por la necesaria intervención del Ministerio Público a fin de garantizar
el control de la prueba que puede ejercer dicha Magistratura requirente (Art. 133 in line). «C
ualquiera que sea el criterio de vincula ción según el cual determine la ley la competencia por
razón del territorio, ésta viene a ser inderogable en aquellos procedimientos en que el órgano
judicial es t á p r o v i s t o d e pod e r e s in qui si t o ri o s , qu e s ól o pu ed e n s e r
provechosamente puestos en práctica si el proceso se desenvuelve en el fuero establecido por la
ley; en defecto de la cual, si las partes fuesen libres para derogar convencionalmente la
competencia, alejando el proceso del lugar donde se hallan las circunstancias que hay que inve s
tiga r , vendrían ella s a anula r de ese modo lo s pode res de indagación consentidos al juez en
interés público...» (CALAMANDREI). Piénsese por ejemplo en el juicio de divorcio, en el que la ley
asigna como fuero especial el último domicilio conyugal (Art. 754). Si los cónyuges desavenidos en
el consortium omnis vitae se aviniesen para elegir un fuero especial a los fines del divorcio, ¿cómo
podría el r ep r e s en t a n t e del Mini s t e rio Públi c o ? A simi sm o , el j ui cio d e interdic ción o
inhabilita ción y el de la tacha de falsedad de un instrumento, tienen una causa o litis relevante al
interés público, sea por la capitidisminución a la libertad que conllevan los primeros, sea por el
delito que involucra el segundo; y por tanto, el proceso debe dilucidarse en el lugar donde se
encuentran los elementos de juicio, las prueba s , para que sea e fi ca z el control o ficial
encomendado al Ministerio público. Desplazamiento voluntario de la jurisdicción Según llevamos
dicho, la ley permite que haya una variación de la competencia territorial por voluntad de las
partes, sea unilateralmente, como en el caso de la renuncia de domicilio prevista en el artículo 46;
sea de consuno por virtud de pacto expreso, así también autoriza la modificación de la jurisdicción
por voluntad de las partes, según se colige del artículo 2° del Código de Procedimiento Civil; esto
es, cuando existe sumisión de las partes a la jurisdicción extrajera o a árbitros privados que
resuelvan en el exterior, cuando no verse la litis sobre bienes muebles sitos en Venezuela ni esté
en juego el orden público interno. El fuero territorial establecido voluntariamente por las partes,
recibe el nombre de fuero dispositivo o facultativo , y puede ser establecido también tácitamente.
Esto ocurre cuando el demandado no opone la primera cuestión previa de declinatoria de
jurisdicción por incompetencia territorial, la cual no puede ser denunciada de oficio ni
tardíamente, como los o tros casos de in competencia (A r t. 347) . Igualmente se fija tácitamente
la competencia facultativa cuando el demandante no objeta y se aviene (Art. 356) a la designación
del juez territorial que haya hecho el demandado al momento de oponer la cuestión previa,
haciendo un subsanación errónea, pero vinculante para el juez señalado competente, a tenor del
artículo 60 in fine). La competencia por valor puede ser fijada también tácitamente, lo cual ocurre
en el caso de que el demandado no objete la estimación e x igu a o e x a g e r a d a q u e el a c t o r
h ay a a pli c a d o a s u d em a n da (CALAMANDREI). Como el juez no está autorizado para
denunciar de oficio el de fecto o exceso del valor atribuido, deberá conocer del asunto, desde que
la cuantía formal de la demanda se inscribe en los límites cuantitativos que tiene asignada su
jurisdicción. Este acuerdo tácito o velado de las partes —totalmente inusitado en la práctica
judicial— puede llevar incluso, de modo indirecto, a la modificación de la competencia funcional,
si queda excluido o incluido, según el caso, el recurso de casación por virtud de la estimación no
impugnada. Desplazamiento de la competencia por conexión Puede haber modificación o
desplazamiento de la competencia en razón de la conexión o concomitancia entre dos o más
asuntos, que hace que un mismo juez los resuelva (a veces conjuntamente) aún cuando uno de
ellos no sea de su competencia ordinaria. La causa del desplazamiento de la competencia en estos
casos, obedece a dos razones fundamentes, una de interés público y otra en la que predomina el
interés privado. La primera tiende a evitar dos sentencias contradictorias sobre asuntos que se
relacionan entre sí, lo cual resultaría una grave incoherencia y arrojaría desprestigio sobre la
justicia. Se busca , por otro lado, aplicar el principio de economía procesal de interés privado, pero
también beneficioso para la causa pública, pues al decidir dos o más casos con un solo fallo en un
solo proceso, se ahorran costos, esfuerzos, evitando repetir los mismos actos, producir las mismas
pruebas y requerir idéntica actividad del Tribunales diferentes.Losp (Vescovi). La conexión puede
ser objetiva, por versar sobre el mismo objeto (cadera res) o tener la misma causa de pedir
(eadem causa petendi), o bien puede ser subjetiva (eadem personae), por tratarse de las mismas
personas (Art. 52). Cuando existe identidad de sujetos, objeto y causa de pedir, se dice que hay
litispedencia, esto es, que la misma causa ha sido postulada en dos demandas generativas de
procesos diferentes. De allí que la ley ordena cancelar una de ellas , la propues ta en segundo lugar
(Art. 61). El desplazamiento de ciertas competencias puede darse en los casos de acumulación de
pretensiones; al contestarse la demanda si el demandado propone reconvención (contra
demanda) y también en ciertos supuestos de intervención de terceros. Veamos algunos casos
legales que conllevan desplazamiento de la ' competencia. En materia de fiadores o de otros tipos
de garantía, la demanda accesoria contra el fiador o garante puede proponerse en el tribunal
donde esté la causa principal (Art. 48), aún cuando de acuerdo a la competencia por el fuero
territorial del fiador sea en una localidad distinta. Así también, las pretensiones deducidas por el
demandado en la con testación a la demanda , pueden incrementar el valor de lo discutido en el
juicio, en cuyo caso los autos deben ser pasados al tribunal de mayor jerarquía en el orden
cuantitativo de la competencia (Art. 50). El forum conexitatis se da , propiamente , en los
supuestos de conexión subjetiva u objetiva antes vistos, regulados, como se ha dicho, por el
artículo 52, así como en la litispendencia (Art. 61) y cuando haya continencia entre las causas (Art.
52 in fine). Existe continencia (de contener) cuando el tema a decidir (thema decidendum) de una
causa más amplia comprende o engloba el de la otra. Se puede poner el siguiente ejemplo: Se
demanda sentencia merodeclarativa de propiedad sobre un inmueble y en juicio aparte es
demandada la reivindicación del inmueble. Esta segunda demanda es c o n t in e n t e d e l a p rim
e r a , p u e s c om p r end e en sí u n a p r e v ia e inexcusable declaración de certeza sobre la
propiedad, como único medio de obtener la vindicación o restitución del inmueble. Entre un
interdicto restitutorio y un interdicto de amparo incoados ambos respecto a las mismas partes y la
misma cosa, existe también una relación de continencia, donde el interdicto as slihliorio es el juicio
continente y el de amparo el contenido: el despo jo engloba la perturbación, es la máxima
perturbación que sufre la posesión. Sólo estos últimos casos de continencia, conexión y
litispendencia son los que pueden dar lugar a la regulación de competencia que analizaremos
seguidamente. Cornpetencla procesal lnternacional La legislación moderna, informada por la
globalización se aparte del sistema del Código napoleónico que hacía residir la competencia
procesal internacional en la nacionalidad de las partes, y de la cual es una reminiscenciaaunque
para disponer lo contrario __________________________ el aparte del artículo 1° del Código de
Procedimiento Civil: "Los jueces tiene la obligación de administrar justicia tanto a los venezolanos
como a los extranjeros, en la medida en que las leyes determinen su competencia para conocer
del respectivo asunto". El proceso penal conserva la regla sobre nacionalidad del imputado para
determinar la competencia procesal sobre delitos cometidos por nacionales. El Código Penal
señala que la extradición de un venezolano no podrá concederse por ningún motivo; pero deberá
ser enjuiciado en Venezuela, a solicitud de parte agraviada o del Ministerio Público, si el delito que
se le imputa mereciere pena por la ley venezolana.(Art. 6). La Constitución de la República no
permite la extradición de los venezolanos en ningún caso (Art. 69), aún cuando el delito que se
averigua haya dañado intereses colectivos internacionales o a la humanidad entera (lesa
humanidad). Esta normativa que se basa en la vetusta concepción de vasallaje regio sobre los
súbditos de un reino, no tiene vigencia actual, en una globalización que interactúa intensamente
las relaciones entre los países creando el nuevo término "ciudadanos del mundo". En el ámbito del
proceso civil y según el régimen actual, la determinación de la jurisdicción del juez venezolano
frente al extranjero, nada tiene que ver con la nacionalidad ni con el domicilio de las partes. La Ley
de Derecho Internacional Privado (1998) sustituye las reglas (casi iguales) del Código de
Procedimiento Civil sobre esta materia, y señala (Art. 40) que la jurisdicción nacional conocerá
también de las demandas entiéndese las de carácter patrimonial— contra personas no
domiciliadas en el país, aun en el caso de esas personas ni siquiera se encuentren en su territorio.
Pero para que e sta va stedad de la jurisdic ción venezolana tenga cumplimiento es menester que
se den los supuestos de uno cualquiera de los tres ordinales que prevé la Ley: 1) El primero de
ellos la atribuye si se trata de de controversias sobre bienes situados en el territorio de la
República. Es consecuencia de la soberanía nacional, pues mal puede desentenderse la función
pública de la Nación de parte de su territorio, aunque fuese minúscula. 2) Cuando la fuente de la
obligación es un contrato o proviene de un hecho acaecido en el país o cuando la obligación tiene
que ser cumplida en el país, también tiene jurisdicción el juez nacional. 3) Cuando el demandado
haya sido citado personalmente en el territorio de la República. 4) Cuando las partes se hayan
sometido a la jurisdicción venezolana, aún cuando no se den ninguno de los supuestos previstos
en los tre s ordinale s anteriores. El sometimiento puede ser expreso, y equivale al precepto
inverso del artículo 2 del Código de Procedimiento Civil que trata del sometimiento de la
jurisdicción na cional al juez extran jero . La sumisión tácita resultará , por parte del demandante,
del hecho de interponer la demanda y, por parte del demandado , del hecho de realizar en el juicio
, per sonalmente o por medio de apoderado , cualquier acto que no sea proponer la declinatoria
de jurisdicción u oponerse a una medida preventiva. Los tribunales venezolanos tendrán
jurisdicción para conocer de los juicios originados por el ejercicio de acciones sobre el estado de
las personas o las relaciones familiares, cuando el Derecho venezolano sea competente , de a
cuerdo con la s disposicion es de la Ley de Derecho Interna cional privado, para regir el fondo del
litigio, y cuando las partes se sometan expresa o tácitamente a su jurisdicción, siempre que la
causa tenga una vinculación efectiva con el territorio de la República (Art. 42 Ley). En orden a los
intereses personales de los menores, los tribunales venezolanos tendrán jurisdicción para dictar
medidas provisionales de protección de las personas que se encuentren en el territorio de la
República, aunque carezcan de jurisdicción para conocer del fondo del litigio (Art. 43 Ley). Fin de la
segunda parte
UNIDAD II Primera parte La acción y la jurisdicción La acción concepto La acción es un derecho que
todo sujeto tiene frente al Estado —no frente a la persona que debe cumplir una obligación en
favor del accionante— a los fines de obtener una respuesta oportuna sobre la justicia que su ca so
reclama . En tal sentido, el artículo 51 de la C on s ti t u ci ón e x p r e s a q u e « t o da p e r s o n a t
i e n e el d e r e c h o d e representar o dirigir peticiones ante cualquier autoridad, funcionario
públic o o fun cionaria públi ca sobre lo s a suntos qu e sean de la competencia de éstos, y a
obtener oportuna y adecuada respuesta». Del mismo modo, el artículo 26 eiusdem, refiriéndose
particularmente a la acción judicial, expresa: «Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos
de administración de justicia para hacer valer sus derechos e interese, incluso los colectivos y
difusos; a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente».
A ese fin pro tector del derecho del acción , concurren, para ser su salvaguarda, las garantías que
prevé el mencionado artículo 26: «la Constitución garantiza el acceso a los órganos de
administración de j u s ti cia pa r a ha cer v ale r su s de re ch o s e in te r e s e s , in clu s o l o s
colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión
correspondiente. Esa garantía se traduce en la necesidad de una justicia gratuita , accesible, impar
cial, idónea , transparente, autónoma , independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles». Es, pues, la acción, en definitiva, un
derecho subjetivo frente al Estado, fundado en el deber-fin jurisdiccional, para acceder al proceso
y obtener con prontitud la tutela efectiva de sus derechos e intereses, previa verificación de la
existencia y exigibilidad de esos derechos. En cierta forma, es ésta la definición clásica, enunciada
por Celso, en estos términos: Nihil aliud est actio quam ius quod sibi debeatur indicio persequendi:
"La acción no es otra cosa que el derecho de perseguir en juicio lo que se nos debe". En el sistema
dispositivo y en el sistema penal acusatorio (vigente), no hay jurisdicción sin acción: nemo iudex
sine actore, ne procedat iudex ex officio, según establece el artículo 11 del Código de
Procedimiento Civil. Henríquez La Roche (2005). A criterio del profesor Ortiz Ortiz, (2004), la acción
procesal se entiende de la siguiente manera: “Entendemos por acción procesal la posibilidad
jurídico-constitucional que tiene toda persona, natural o jurídica, pública o privada, de acudir ante
los órganos jurisdiccionales para que, mediante los procedimientos establecidos en la ley, puedan
tutelar un determinado interés jurídico individual, colectivo, difuso, o para lograr los efectos que la
ley deduce de ciertas actuaciones jurídicas”. El distinguido profesor para fundamentar su criterio,
hace un análisis del contenido del artículo 203 de la Constitución, el cual establece que la
Asamblea Nacional debe remitir una ley calificada como Orgánica, antes de su sanción a la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia para que se pronuncie sobre tal carácter orgánico,
y se pregunta si la Sala Constitucional al pronunciarse sobre la organicidad o no de la ley, ejerce
funciones jurisdiccionales y también sobre qué naturaleza jurídica tiene la actividad de la
Asamblea Nacional, ¿Es obligación, facultad o derecho? ¿Es una manifestación de acción procesal?
Concluye: “si la acción procesal es la posibilidad de que toda persona, pública o privada acuda ante
los órganos de la jurisdicción para lograr los efectos que la ley deduce de ciertas situaciones
jurídicas, entonces resulta claro que el efecto jurídico dispuesto por el artículo 203 constitucional
sólo podrá lograrse mediante la intervención de la Sala Constitucional, eso es jurisdicción ejercida
por Sala Constitucional y acción procesal ejercida por Asamblea Constitucional”. Creemos que la
acción puede entenderse como posibilidad o como derecho, dependiendo del motivo que se tenga
para acceder a la jurisdicción. Acción, Pretensión, Derecho subjetivo material y Demanda Así como
la acción es la invocación de la prometida garantía jurisdiccional que corresponde cumplir, como
uno de sus fines fundamentales, al Estado, la pretensión vendría a ser la declaración de voluntad
hecha ante el juez y frente al adversario de autoafirmación de un derecho subjetivo; la exigencia
que el actor hace al Estado de someter el interés ajeno al interés propio. La pretensión viene a ser
como el contenido de la a cción , el peti tum de la demanda , la reclamación que pretende surtir
efectos en la esfera jurídica del demandado. El derecho subjetivo material vendría a ser el derecho
sustantivo conculcado, el cual se reclama al Estado para que sea restituido por el ofensor. La
demanda, por el contrario, es el acto procesal inicial, el primer eslabón de la cadena
procedimental. «Es la petición que el actor dirige al juez para que produzca el proceso, y a través
de él, satisfaga su pretensión. Es también un acto jurídico procesal, no un derecho. Es también
algo que hace alguien, dando comienzo al procedimiento» (Véscovi.) Teorías sobre la naturaleza
de a acción judicial A raíz de la tesis de Muther sobre la dicotomía entre el derecho subjetivo y la
actio en el Derecho romano —a la cual nos hemos referido anteriormente surgen las teorías
dualistas de la acción, las cuales se separan de la concepción savigniana (monista) que hablaba de
la transformación de un mismo derecho. La acción como pretensión de la tutela jurídica En tal
sentido dice Adolf Wach que la pretensión de la tutela jurídica no es una función del derecho
subjetivo; la pretensión de la tutela jurídica es el medio que permite hacer valer el derecho, pero
no es el derecho mismo; no e s su " función" , ni el lado público del derecho objetivo; no es la
coacción inmanente a éste, que significamos cuando decimos "puede hacerse valer ante los
tribunales"; es, en realidad, "la pretensión que se tiene frente al estado a la tutela jurídica". La
crítica que se formula a esta teoría señala que resulta impropio aplicar conceptos iusprivatísticos a
fenómenos de Derecho público, como es el concepto de acción; pues realmente es un
contrasentido que el Estado al cumplir una "obligación" (correlativa al derecho de acción del
justiciable) produzca ante todo un beneficio para el propio Estado (obligado), consistente en poder
cumplir con la función pública del proceso (y de la jurisdicción) tendente a asegurar la continuidad
del derecho. La acción como derecho potestativo CH IOVENDA trata de supera r e sta s crí ti ca s y
a fi rma que el contenido del llamado derecho de acción es un puro poder jurídico y no un deber
ajeno. Los derechos del poder jurídico o potestativos (Zitelmann) originan, mediante una
manifestación de voluntad, un efecto jurídico en el cual tiene interés, o la cesación de un estado
jurídico desventajoso, sin que la persona a quien afecta el ejercicio de ese poder jurídico pueda
sustraerse de sus efectos. Ejemplo son: la repudiación de herencia que incrementa en el
patrimonio de los demás herederos su cuota o hijuela. Los actos ejercidos unilateralmente de
revocación del poder de representación o la renuncia del poder, producen efectos en el
mandatario y el poderdante respectivamente. En el caso de la acción, la demanda propuesta y la
consiguiente citación generan en el ámbito jurídico del demandado, el efecto jurídico de tener que
acudir a la contestación de la demanda para defenderse, so pena de incurrir en confesión ficta y
ser juzgado en rebeldía. En resumen, Chiovenda define la acción como "El poder jurídico de
determinar el nacimiento de la condición para la actuación de la voluntad de la ley"; valga decir, la
expresión jurisdiccional concretada en la sentencia del caso. La acción como derecho abstracto de
obrar Las anteriores teorías conciben la a cción como un derecho concreto de obrar; corresponde
a quien tiene la razón. La sentencia absolutoria presupone que el a ctor no tenía la acción. Pero
para D e g e n k o l b , l a a c c i ó n e s " u n d e r e c h o s u b j e t i v o p ú b l i c o correspondiente
a cualquiera que de buena fe crea tener razón para ser oído en juicio y constreñir al adversario a
entrar en él." En otras palabras, es el derecho a formular una pretensión al Estado y obtener
oportuna respuesta, haciendo abstracción del contenido de esa respuesta. Es esta, sin duda, la
concepción aceptada actualmente y la que ha acogido el Derecho constitucional en las
disposiciones que definen el derecho de acceso a la justicia. Estas teorías de la acción
forzosamente deben ser complementadas con conceptos adicionales que pongan de manifiesto el
interés público y el interés privado que se hacen presentes en todo proceso. Es así como al
concepto de acción in abstracto corresponde en concreto de pretensión; en tanto que a la idea de
acción in concreto pertenece al impulso procesal. El impulso procesal es en realidad un derecho al
desarrollo del proceso como instrumento para la realización de la justicia, y por ende, armoniza
con el concepto de acción en sentido abstracto, dando explicación a la pervivencia del juicio en los
casos de carencia de 'acción' en su acepción civilista tradicional, aun en uso legislativo. Las
características de la acción, las podemos enunciar así: a. La acción es un derecho subjetivo que
genera obligación El derecho o potestad se concreta a solicitar del Estado la prestación de la
actividad jurisdiccional, y éste se encuentra obligado a brindar la misma mediante el proceso. b. La
acción es de carácter público Es público en el sentido que su finalidad es la satisfacción del interés
general sobre el particular, mediante la composición de los pleitos y el mantenimiento del orden y
paz social, evitando la justicia por la propia mano del hombre. c. La acción es autónoma La acción
va dirigida a que nazca o se inicie el proceso, no habrá este último sin el ejercicio del primero, y se
diferencia con el concepto de pretensión que se verá más adelante. d. La acción tiene por objeto
que se realice el proceso La acción busca que el Estado brinde su jurisdicción mediante un
proceso, y como se dijo, no habrá tal proceso sin una previa acción ejercida por el ciudadano que
busque la tutela que brinda el Estado. La acción a diferencia de la pretensión corno se verá, busca
que se emita algún pronunciamiento, que se dicte sentencia, bien sea favorable o desfavorable. La
acción es un derecho de toda persona, bien sea natural o jurídica. Bello Tabares (2004) Clases de
acción En el proceso civil la acción se define tradicionalmente de acuerdo al derecho subjetivo al
cual ella se refiere. Acción real, si hace valer un derecho real, acción personal si hace valer un
derecho personal. Acción petitoria si reclama un derecho a la cosa (propiedad, usufructo,
habitación, etc.), o acción posesoria si pretende sólo la protección jurisdiccional que amerita la
posesión corno cuestión de facto. Acciones ejecutivas, dirigidas a la satisfacción del derecho
sustancial, y acción declarativa orientada a establecer si existe el derecho controvertido en juicio.
Del mismo modo, se habla de acción de nulidad, acción oblicua, acción pauliana, entre otras,
aludiendo al efecto o los caracteres sustanciales propios de una determinada pretensión. La acción
penal concierne al ius puniendo del poder público para el caso en el que la conducta del justiciable
se ajuste al supuesto normativo (tipicidad) que prevé la ley como punible. Sin esa tipicidad
expresa, no hay sanción penal: nullum crimen, nulla poena, sine lege. El ejercicio de la acción
penal corresponde al Ministerio público y a la víctima a través de la llamada demanda acusatoria.
La acción como forma típica del derecho constitucional de petición. La tutela judicial efectiva. En
primer lugar, mientras el derecho de accionar, como derecho de acceso a la jurisdicción tiene la
naturaleza de un derecho, la acción, en sí misma considerada, es una garantía, esto es, se trata de
una institución que trata de hacer factible el cabal ejercicio de los derechos materiales pero,
también de obtener los efectos que la ley deduce de ciertas situaciones jurídicas, El artículo 26
constitucional, igual que el artículo 68 del Texto constitucional de 1961, implica la existencia de
una garantía a un proceso por el cual se garantice el complejo de situaciones que conforman el
debido proceso. Este rango y este carácter constitucional de la acción generan, como
consecuencia lógica y necesaria, que los obstáculos establecidos en la ley resulten
inconstitucionales, como ya lo dijimos con respecto del agotamiento previo de la vía
administrativa. En esta misma línea de pensamiento se encuentra el maestro ROMÁN J. DUQUE
CORREDOR, quien afirma: De la autodefensa, o acción directa frente al adversario, se pasó
históricamente a la acción dirigida al Estado para que éste, a través de órganos especialmente
instituidos para ellos resolviera sobre las pretensiones de un sujeto ante otro. Para llegar a esa
resolución se instituyó también el proceso. No obstante la desconfianza, o hasta el desprecio hacia
el sistema de justicia que ofrece el Estado, la sustitución de la autodefensa por el proceso judicial,
es lo propio de los Estados civilizados. Sin embargo, la clave del éxito de este sistema depende de
que todo el que crea tener derecho pueda acudir al órgano estatal, imparcial que le atienda su
pretensión, para que la revise y dicte decisión fundada conforme a Derecho. Ello es consustancial a
todo Estado, pero, por supuesto, que si se trata de un Estado democrático • y social de Derecho,
habrá garantías que ese órgano estatal será más imparcial y que actúe con verdadera
independencia de criterio al aplicar el Derecho. Concluye el maestro señalando que cuando ese
Derecho de todos de acudir al órgano estatal decisorio para que se pronuncie sobre una
pretensión, es recogido constitucionalmente, adquiere la naturaleza de una garantía constitucional
y se incorpora al elenco de los derechos ciudadanos principales. Como ya se citó de la sentencia de
la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, "en el momento en que la propia Constitución
establece el derecho de accionar (derecho de acceso a los órganos de administración de justicia),
entendido como una garantía 'universal' e 'incondicional' y como tal es un 'valor de aplicación'
inmediata en los casos particulares. Toda limitación legal o doctrinal al ejercicio de este Derecho
entonces debe reputarse que existe una interpretación antinómica en virtud de la cual debe
prevalecer el mandato constitucional y en razón del principio de supremacía constitucional y así
debe ser entendido". Resulta claro, además, que un Estado de Derecho y de justicia, corno postula
el artículo 2° de la Constitución, sólo puede serlo bajo el respeto y garantía del sagrado derecho de
accionar; no entenderlo así es ser miope ante los retos intelectuales de los nuevos tiempos.
Concepto de Jurisdicción El concepto de jurisdicción tiene una importancia innegable para definir
los elementos propios de lo que constituye el objeto propio del Dere cho procesal . Junto a los
concepto s de a cción y proceso, contribuye a determinar lo que es el proceso, su categoría
conceptual, e igualmente reconoce el justo valor que tiene la idea de acción, cuyo ejercicio activa
la maquinaria estatal de la jurisdicción para administrar justicia, dirimiendo los conflictos de
intereses que surgen día a día en la vida de relación. En sentido cronológico, la acción precede a la
jurisdicción y ésta promueve y de senvuelve el p ro ceso . Pero en sentido lógi co , el fundamento
de la acción y del proceso es la potestad que el poder público se irroga en cualquier sociedad
medianamente organizada. Basta que el poder político al menos incoe cierto orden social, para
que consiguiente y espontáneamente suscite cierta reglamentación en la administra ción de
justicia . A par tir de é sta , surgirán norma s complementarias que regulan la instancia de los
interesados y los pasos que deben cumplir para que haya sentencia. A ese orden lógico n o s a t e n
em o s y e s p o r e l l o q u e c om e n z ar em o s p o r t r a t a r l a jurisdicción como institución
fundamental. Equivocidad del concepto La pala bra ju risdic ción apa re ce en el lengua je jurídico
con distintos signi ficados . A sí , por ej . , se adopta el concepto como sinónimo de ámbito
territorial determinado, y se habla de las aguas jurisdiccionales venezolanas; jurisdicción como
competencia, como cuando nos referimos a la jurisdicción ordinaria y a la jurisdicción especial; o
bien, la jurisdicción como poder, potestad, prerrogativa. Pero ella es un poder y un deber al mismo
tiempo. Como el poder público ha expropiado la administración de justicia, y el orden social que
pretende establecer la ley no puede ser eficaz sin la coercibilidad de las sentencias, la función
jurisdiccional se erige en una necesidad del Estado, la cual es satisfecha con el ejercicio del
derecho de acción que tienen las personas frente al Estado para que actúe la prometida garantía
jurisdiccional; de donde se sigue que la necesidad de hacer cumplir la s leyes genera un derecho
en los sujetos que a su vez convierte la necesidad en un deber. La jurisdicción es también una
función, pero hay ciertas funciones de los órganos judiciales en los que no hay propiamente
jurisdicción, como por e j . la llamada jurisdicción voluntaria . Tampoco ba sta atender a
semejanzas de funciones para determinar el concepto de función jurisdiccional. La dificultad surge
de la teoría de la división de poderes, pues la función no corresponde a veces al cometido que
tiene a signado el órgano: ¿Qué ha ce un Congreso cuando pro cede al desafuero de uno de sus
miembros, el Poder Ejecutivo cuando dirime una controversia en virtud de los actos llamados cuasi
jurisdiccionales en asuntos de competencia desleal, calificación de despidos en caso de
inamovilidad laboral y otros, o el Poder Judicial cuando designa a uno de sus funcionarios? (cfr
COUTURE, EDUARDO J.). L a di fe re n ci a e n t re la f un ci ón j u ri s di c ci o na l y la f un ci ón l egi
sl a t i va e s m a ni fi e s t a , a u nqu e l a ll am a d a " j u r i s p r ud en ci a normativa" —antes vista
— constituye un punto de encuentro entre las normas generales abstractas y formales
sancionadas por el legislador, y las normas generales abstractas, no formales, establecidas por el
Tribunal Supremo de Justicia. La diferencia se hace más sutil, cuando y t ra tamo s de di fe ren ciar
l os a c t os jurisdi ccionale s de lo s a ct os administrativos. «Aquí es donde la distinción se hace
más difícil. La diferencia más clara es la que señala que la función administrativa ac túa sobre sus
propios intere se s (o lo s inte reses que se le han con fiado e jer cer ) . Y en la cual é sta a ctúa con
la ca ra c terís tica imparcialidad de la jurisdicción. Cuando CARNELUTTI presenta la función
procesal —cumplida por la jurisdicción— como el triángulo cuyos tres vértices son las partes y el
órgano procesal, la función administrativa es representada, a su vez, por una línea recta, para la
cual solo existen dos términos; el particular y el órgano» (VÉSCOVI, ENRIQUE). Un concepto de
jurisdicción que supere la s dificultades más comunes e stá basada en la ponde ración de tres
elemento s: forma , contenido y función de la jurisdic ción . Elementos de la jurisdicción Los
elementos externos o formales de la jurisdicción son las partes y los terceros intervinientes, el juez
y el procedimiento o itinerario legal por el que debe andar el proceso. El contenido de la
jurisdicción (thema decidendum) es el conflicto con relevancia jurídica que es necesario decidir
mediante resoluciones susceptibles de adquirir autoridad de cosa juzgada. CHIOVENDA señala
como contenido de la jurisdicción, su carácter sustitutivo, pues «la jurisdicción es la función del
Estado que tiene por fin la actuación de la voluntad concreta de la ley, mediante la sustitución, por
la actuación de los órganos públicos, de la actividad de los particulares, o de otros órganos
públicos, sea al a fi rmar la exist en cia de la v olun tad de la ley , se a al ha c e rla prácticamente
efectiva. (...) Esta sustitución opera en la jurisdicción de conocimiento sustituyendo la falta de
reconocimiento del derecho (voluntad remisa) del deudor por la voluntad del órgano judicial; en el
proceso de ejecución, la sustitución consiste en que los funcionarios del Estado, actuando
coactivamente, realizan los actos que debía hace realizado el obligado y de los cuales fue omiso,
tales como la venta de bienes para percibir el precio, el lanzamiento, la demolición de las obras
indebidamente realizadas, etc.» «Hay una estrecha relación entre la autoridad de la cosa juzgada y
la efectiva vigencia del derecho, hay una relación de medio a fin. La cosa juzgada se concibe sólo
como medio de despejar la incertidumbre del derecho y corno forma de hacerlo coactivo en los
casos de resistencia u omisión de su cumplimiento. (...) La irrevisabilidad de las decisiones
amparadas en la cosa juzgada, que da a las sentencias la autoridad de la cosa juzgada, no aparece
en ninguno de los otros modos de actuación del poder público. Una Constitución puede ser
sustituida por otra Constitución; una ley puede ser derogada por otra ley; un a cto administra tivo
puede ser revocado por otro a cto administrativo; un acto jurídico privado puede ser modificado y
reemplazado por otro acto jurídico; pero una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, no
puede ser sustituida, derogada, ni revocada por otra sentencia» (COUTURE, EDUARDO J.). El fin no
es, por supuesto, la inmutabilidad. Lo es la justicia, la paz, el orden, la seguridad, es decir, los
valores a los cuales el derecho accede y sirve. La función jurisdiccional en su eficacia es, pues, un
medio de asegurar la necesaria continuidad del derecho. Y el derecho, a su vez, es un medio de
acceso a los valores que son, ésos sí, los que merecen la tutela del Estado. «En tal sentido, la
función jurisdiccional aparece como una función integradora del derecho. Según algunos, inclusive
c r e a d o r a , p u e s t o q u e e n t r e l a n o r m a a b s t r a c t a y l a n o rm a individualizada para
el caso concreto hay una diferencia, un plus que agrega el órgano jurisdiccional a aquella regia»
(VÉscovi, ENRIQUE). El fin de la jurisdicción y del proceso El fin de la jurisdicción es asegurar la
efectividad del derecho, asegurando la continuidad del orden jurídico, para que el derecho
objetivo no sea letra muerta, cuya vigencia real progresivamente va desapareciendo por falta de
decisiones imperativas y coercibles, que reafirmen su cumplimiento forzoso, con el auxilio de la
fuerza pública si fuere necesario (Art. 21). El artículo 7° del Código Civil establece que «Las leyes no
pueden derogarse sino por otras leyes; y no vale alegar contra su observancia el desuso, ni la
costumbre o práctica en contrario, por antiguos y universales que sean». Pero la costumbre en
contrario (desuetudo) produce una derogación de hecho que se traduce en una inexistencia del
precepto legal. ¿Qué decir respecto a la costumbre tan común en nuestro país, de irrogarse los
motorizados un canal de circulación especial y exclusivo entre los que canales por donde circulan
los vehículos de cuatro ruedas? La pervivencia de la normativa que establece cuáles son los
conductos en la s calles y ca rre te ra s e s sólo fo rmal; y tiene su caus a en la falta de a c t os
coercitivos que reiteren y subrayen su vigencia, haciendo practicable la lex continuitatis que
garantiza la prolongación indefinida del derecho objetivo. Íntimamente vinculado al fin de la
jurisdicción está el fin del proceso , al punto de que llegan a confundirse . El proceso por el proceso
no existe. Su naturaleza es eminentemente teleológica; por él se pretende dirimir el conflicto de
intereses sometido a los órganos de la jurisdicción, y en él —al igual que en la jurisdicción— existe
un doble cometido: un fin privado, hacer justicia al caso concreto sub índice, cumpliendo la
prometida garantía jurisdiccional que los sujetos de derecho esperan del Estado, y un fin público
que pone en primer orden «el interés de la colectividad, ya que sus fines son la realización del
derecho y el afianzamiento de la paz jurídica. El particular puede ocupar el tiempo y las energías
de los tribunales estatales solamente en tanto que para él exista la necesidad de tutela jurídica»
(SCHÓNKE). Pero, en concepto de COUTURE, el interés de la colectividad no precede al interés
privado, sino que se halla en idéntico plano que éste. De allí estas palabras acertadas: «El Estado
no tiene en el proceso un interés superior a la suma de los intereses individuales. Lo que ocurre es
que el proceso sirve al derecho como un instrumento de creación vivificante , como una constante
renovación de la s soluciones históricas forjadas en el pasado. El derecho se realizada cada día en
la jurisprudencia. Satisfecho el interés individual, queda todavía un abundante residuo de
intereses no individuales que han quedado satisfechos», de donde se sigue que no son
antagónicas, sino aliadas y convergentes, las funciones individual y social de la jurisdicción y del
proceso. La jurisdicción voluntaria L a j u r i s d i c c i ó n v ol u n t a r i a n o e s p r o p i am e n t e u
n a c to jurisdiccional. Aún cuando en ella están presentes los aspectos subjetivos del juez, las
partes y el itinerario o trámite legal que debe seguirse para obtener el beneficio legal que se
pretende, el carácter contencioso, el contenido de la jurisdicción, no está presente. La di f e r en
cia fundamen t al en t r e la ju ri sdi c ci ón volun t a ri a y la jurisdicción contenciosa, estriba, antes
que en la forma (procedimientos) o el contenido (existencia del conflicto), en la función.
Ciertamente, en la jurisdicción voluntaria la función es meramente preventiva; en la contenciosa,
la función es dirimidora con eficacia de i r evi s a bilid a d; e s t o e s , d e c o sa j u z ga d a c on f u e
r za d e l e y (coercibilidad). En la jurisdicción voluntaria habrá —como lo declara el artículo 899 del
Código de Procedimiento Civil— demanda en forma y la posibilidad de "oír" a veces, con finalidad
informativa, aun a los interesados en sentido contrario (Art. 900); pero con todo y poder haber,
eventualmente, pluralidad de intereses y contraposición de éstos , no habrá contradictorio (sub
nomine iuris), pues no se reconocerá o se concederá nada a nadie a costa o en desmedro de otro.
No existe cosa juzgada porque la decisión no surte efecto en la esfera jurídica de persona
conocida; no hay tal oponibilidad porque falta la bilateralidad de la audiencia (audia tur altera
pars: Ar t. 94 § 1 Constitución) y no ha menester derecho a la defensa porque la función del
órgano se agota en ejercer un control o providenciar una medida de auxilio, en prevención de la
eficacia de los derechos subjetivos y (a ultranza) de integridad del derecho objetivo, en cuya
potestad aquella facultad de actuar (facultas agendi) se fundamenta. En tal sentido, el artículo 11
del Código de Procedimiento Civil establece que «La resolución que dictaren dejará siempre a
salvo los derechos de terceros y se mantendrá en vigencia mientras no cambien las circunstancias
que la originaron y no sea solicitada su modificación o revocatoria por el interesado, caso en el
cual, el Juez obrará también con conocimiento de causa». La jurisdicción de equidad «En sus
decisiones el juez debe atenerse a las normas del derecho, a menos que la Ley lo faculte para
decidir con arreglo a la equidad» (Art. 12). Se entiende por equidad la corrección del derecho
escrito en atención al sentido o intención de la norma. De allí que el juez pueda cometer la
infracción formal de la ley en atención a la razón de justicia, porque el legislador no pudo tomar en
consideración todos los casos al redactar la ley, con las peculiaridades propias de cada uno. Pero,
por otra parte, según Aristóteles, las leyes escritas•deben tener una elasticidad que termina allí
donde la equidad comience a ser peligrosa por excesiva aplicación. El riesgo de la equidad es el
subjetivismo, como la objetividad y preexistencia es la virtud de la ley escrita. La equidad es en
realidad consustancial a la función jurisdiccional, y dentro de ella cabe señalar tres grados de
atribución de equidad para el juez: a) La jurisdicción de equidad propiamente tal —que otorga el
artículo 13 del Código de Procedimiento Civil ope conventionis—; es decir, cuando las partes de
consuno han pedido al juez que juzgue según equidad, siempre que no estén en juego derechos
indisponibles de orden público, concernientes a la familia, menores o de interés social. b)
Jurisdicción de equidad ope legis, conferida por la Ley en el artículo 23: «cuando la ley dice: "El
Juez o Tribunal puede o podrá", se entiende que lo autoriza para obrar según su prudente arbitrio,
consultando lo más equitativo o racional, en obsequio de la justicia y de la imparcialidad». Este
poder discrecional que entrega la ley al juez en ciertos casos, debe tornar en cuenta las
características singulares de la litis planteada para lograr una justicia particular; una especie de
justicia que es justicia de lo especial y de lo excepcional, a fin de evitar que, en razón de la
peculiaridad del caso en litigio (sub lite) se desnaturalice o invalide la intención del legislador. La
exención que la misma ley hace de su normativa en orden a la libertad y sensatez del juez,
obedece a una razón de discreción (deber de sigilo o de secreto) y de sindéresis, por la que se le
delega la elaboración de la norma jurídica que el caso merece, dado el riesgo de que una norma
general resulte comúnmente inconveniente en cierto tipo de situaciones jurídicas. c) Finalmente,
existe una discrecionalidad ordinaria del juez; es decir, una equidad ope judicis. El juez tiene esta
opción dentro del sistema de la legalidad , en orden a la interpretación amplia o restrictiva de la
norma jurídica, según un criterio razonable y de sentido común (RECASENS SÍCHES, Luis), con
fundamento en el marco de variedad de posibilidades que brinda la necesaria indeterminación de
toda norma general, y que deviene precisamente de esa generalización. La contrapartida de la
equidad en sus efectos nocivos por exceso viene dada por la inflexibilidad (dura lex, sed lex) que
debe llevar a morigerar la objetividad que le es propia, impidiendo que ese rigor sea intolerancia
(summum ius, summa injuria). La jurisdicción como potestad Casos de inderogabilidad
convencional de la jurisdicción «La jurisdicción que corresponde a los tribunales venezolanos, s e
gún l a s di spo si ci o n e s a n t e ri o r e s , n o po d r á s e r d e r oga da convencionalmente en
favor de tribunales extranjeros o árbitros que resuelvan en el extranjero, en aquellos casos en que
el asunto se refiera a controversias relativas a derechos reales sobre bienes inmuebles situados en
el territorio de la República, o se trate de materias respecto de las cuales no cabe transacción o
que afecten los principios esenciales del orden público venezolano» (Art. 47 Ley de Derecho
Internacional Privado). De esta normativa se deduce que Venezuela no reconoce ni autoriza la
ejecución de sentencias extranjeras o de laudos arbitrales dictados en el extranjero, que versen
sobre inmuebles sitos en nuestro territorio, o que traten de materias respecto de las cuales no
puede haber transacción o que afecten los principios esenciales del orden público venezolano.
Precepto similar lo encontramos en el artículo 2° del Código de Procedimiento Civil, el cual quedó
derogado por la mencionada Ley. El artículo 47 en cuestión viene a ser una norma complementaria
del artículo 49 de la Ley de Arbitraje Comercial, del siguiente tenor: «El reconocimiento o la
ejecución de un laudo arbitral, cualquiera que sea el país que lo haya dictado sólo se podrá
denegar: a) Cuando la parte contra la cual se invoca demuestre que una de las partes estaba
afectada por alguna incapacidad al momento de celebrarse el acuerdo de arbitraje; b) Cuando la
parte contra la cual se invoca el laudo no hubiere sido debidamente notificada de la designación
de un árbitro o de las actuaciones arbitrales que así lo ameriten, o no ha podido por cualquier
razón hacer valer sus derechos; e) Cuando la composición del tribunal arbitral o el procedimiento
arbitral no se ha ajustado a la ley del país donde se efectuó el arbitraje; d) Cuando el laudo se
refiera a una controversia no prevista en el acuerdo de arbitraje, o contiene decisiones que
exceden del acuerdo mismo; e) Cuando la parte contra la cua l s e in v o c a el la udo d em u e s t r
e qu e el mi sm o no e s a ún vin culan te pa ra la s par t e s o ha sido a nulado o su sp endido con
anterioridad, por una autoridad competente de acuerdo a lo convenido por las partes para el
proceso arbitral; t) Cuando el tribunal ante el cual se plantea el reconocimiento o la ejecución del
laudo compruebe que según la ley, el objeto de la controversia no es susceptible de arbitraje o
que la materia sobre la cual versa es' contraria al orden público; g) Que el acuerdo de arbitraje no
sea válido en virtud de la Ley a la cual las partes lo han sometido». Corno podrá deducirse, el
artículo 47 concierne al literal "o", pero no del todo, pues obsta el reconocimiento y pase del laudo
por otras razones adicionales. El principio de inmunidad jurisdiccional consiste en la ineficacia de
la jurisdicción de un país para influir o interesar actos provenientes del ius imperium de otro
Estado. «En general, puede afirmarse que se acoge el principio de inmunidad de jurisdicción
cuando se trata de actos soberanos (acta jure imperii); mientras que cuando se esté en presencia
de a ctos mer cantiles o de dere cho privado (a cta jure gestionis), la inmunidad no podrá ser
invocada. Concluyó la Sala que en Venezuela, tanto la doctrina como la jurisprudencia convergen
en que lo s Estados extranjeros no pueden ser demandados ante lo s t ribunales ven ezolanos si el
hecho que mo tivó la demanda fue producido dentro de las funciones soberanas del Estado (acta
iure imperii). Por el contrario, si el Estado extranjero actuó como lo haría cualquier persona de
derecho privado (acta iur gestionis), estaría sometido a la jurisdicción de los tribunales
venezolanos» (TSJ-SPA, Sent. 19-9-2001). La perpetuatio iurisdictionis De acuerdo al artículo 3° del
Código de Procedimiento Civil La jurisdicción y la competencia se determinan conforme a la
situación de hecho existente para el momento de la presentación de la demanda, y no tienen
efecto respecto de ellas los cambios posteriores de dicha situación, salvo que la ley disponga otra
cosa. Este principio debe ser entendido con las advertencias siguientes: a) No atañe a las
mutaciones de derecho devinientes de una nueva ley que califique diferente la relación sustancial
controvertida; b) la jurisdicción y competencia se determinan por la situación de hecho existente
al momento de la demanda, mas no necesariamente por lo que se afirme en la demanda, ya que
esto sólo es un supuesto. El juez podrá siempre rectificar la errónea estimación del valor de la
demanda (Art. 38), estableciendo, con certeza oficial, la cuantía de la pretensión, sin que por ello
se desconozca el principio sentado en el artículo 3° del Código de Procedimiento Civil, pues el
mismo concierne a «mutaciones de hecho» y no a mutaciones o cambios en la apreciación de los
mismos de parte del litigante o del juez, según el caso; e) la incompetencia sobrevenida en razón
de las defensas que ejerce el demandado (Art. 50) constituye una excepción a la perpetuación
jurisdiccional. Cuando el demandante pretende la satisfacción de un derecho de crédito en
moneda extranjera, no puede aplicarse este principio de la perpetuatio jurisdictionis en el sentido
de que el precio del dólar , euro , etc. vigente a la fecha de la demanda se ha ce perenne y la
pretensión debe ser satisfecha con aplicación del factor de cambio que regía para esa fecha. Esto
equivaldría, sin más, a mutar el objeto de la pretensión, que son los dólares o moneda extranjera,
cualquiera que ella fuere, por la moneda nacional, sin tener en cuenta que los dólares constituyen
propiamente el objeto de la pretensión y los bolívares su expresión nacional, mutable. De hecho,
el artículo 95 de la Ley del Banco Central establece que: «Los pagos estipulados en moneda
extranjera se cancelan, salvo convención especial, con la entrega de lo qui\ ;dente en moneda de
(luso lepal al tipo de cambio corriente en el Itirai :1 la l'echa de parp». 2000 de la Sala de Casación
Civil ratifica la doctrina de fecha 06 de agosto de 1998, por la cual señala que en el caso de la
demanda de cobro de una deuda contraída en moneda extranjera, el valor debe ser estimado para
el momento de la interposición de la demanda. Sin embargo, podrá no ser esa la suma condenada
a pagar, de acuerdo con lo dispuesto en el ar tículo 95 de la Ley del Banco Central de Venezuela
(TSJ-SCC, Sent. 24-2-2000). El importe de una letra de cambio en moneda extranjera puede ser
pagado en bolívares, al tipo de cambio vigente para la fecha en que el pago sea exigido; pero si se
ha introducido la «cláusula de pago efectivo en una moneda extranjera», el deudor deberá hacer
el pago en la moneda estipulada (Art. 449). La corrección monetaria que ha admitido la Corte,
tampoco es impedida por esta regla del artículo 3° del Código de Procedimiento Civil, en razón de
la mutación en el factor de cambio de la moneda: el objeto de la pretensión dineraria — salvo el
caso específico del artículo 1.737 del Código Civil— tiene por objeto el valor real del dinero que es
su valor adquisitivo, y no su expresión cuantitativa; de suerte que si se devalúa la moneda y se
requiere reunir mayor cantidad de bolívares para rep re senta r el valo r real del ob je to de la p re
terisión , la reevaluación o devaluación no afecta la competencia por la cuantía del juez de la
causa. El Tribunal Supremo de Justicia ha señalado que la cuantificación de las 3.000 Unidades
Tributarias para que sea admisible el recurso de casación, debe ser hecha sobre el valor de la
Unidad Tributaria para la fecha de introducción de la demanda (cfr TSJ-SC, Sent. 12-07-2005). No
es este, propiamente, un tema de aplicación temporal de la ley, no supone la retroactividad de un
mandato legal sino la expresión del dinero en Unidades Tributarias a los fines de establecer si el
valor de la demanda alcanza las 3.000 Unidades Tributarias que señala la Ley Orgánica el Tribunal
Supremo de Justicia. Este criterio es consistente c on el p rin cipio d e la pe r pe tu a tio j uri sdi c
tioni s; pr es erva la perpetuación del conocimiento independientemente de las mutaciones de
hecho que puedan ocurrir durante el decurso de la causa. La jurisdicción arbitral Hemos visto la
aplicación espacial de la ley procesal en relación al arbitraje internacional. Pero en el enfoque
jurisdiccional, conviene Falta pag 51 ahondar un poco y registrar su naturaleza jurídica, con miras a
determinar sus consecuencias jurídicas. El arbitraje es una institución jurídica compuesta. Está
integrada por el acuerdo de arbitraje y por el proceso arbitral. Estos dos elementos se confunden
en una única realidad jurídica, sin que haya dependencia de uno sobre el otro. El primer aspecto
pone de manifiesto el ámbito (thema decidendum) de su actuación, en tanto el segundo se refiere
a la investidura judicial y a la jurisdicción que desarrolla el proceso arbitral, con las características
propias de todo proceso, sin que llegue a ser —ni a parecer siquiera lejanamente— un contrato. La
Ley de Arbitraje Comercial reconoce de pleno derecho los laudos emitidos por árbitros que hayan
sido designados, bien sea por los mismos árbitros o por las partes según el acuerdo, o, en su
defecto, por el Juez de Primera Instancia (arbitraje independiente), así como los laudos dictados
por los tribunales arbitrales formados en los Centros de Arbitra je a los que se sometan la s partes
(arbitraje institucional). Se ha explicado el arbitraje como un contrato de transacción, en virtud del
cual, y de acuerdo a las normas previstas en el Código de Procedimiento Civil y en la Ley de
Arbitraje Comercial, las partes pretenden transar sus diferencias mediante la decisión que dicte un
tercero, el árbitro o árbitros escogidos por ellas mismas. Empero, haciendo un análisis detenido, el
arbitraje no es en realidad una transacción. Los derechos indisponibles no son arbitrables: tales
derechos objeto del arbitraje son el derecho de acción pública, la opción jurisdiccional de acudir
no tener que acudir a los tribunales ordinarios y el derecho a disponer de lo que nos pertenece. No
hemos de confundir la condición indispensable de todo arbitra je (la transigibilidad de los derechos
en juego), con la naturaleza jurídica del arbitraje que viene a ser un contrato (acuerdo o
compromiso de arbitraje) para dirimir un conflicto de intereses mediante declaración laudatoria a
cargo de unos árbitros, jueces privados. Tomar el arbit ra je como una t ran sa cción , n os lleva a
una concepción iusprivatista que no explica las manifestaciones propias de la jurisdicción, la
naturaleza del proceso, el régimen de nulidades procesales, las garantías públicas del debido
proceso, los cuales también se dan en el proceso arbitral. Podemos decir —parafraseando a
CARNELUTT1— que la jurisdicción arbitral es un híbrido, un centauro jurídico, con cuerpo de
contrato y alma de ley; ambos son fuente, mediata e inmediata, de la autoridad que vincula a las
partes frente a las resultas del laudo. Es tan significativa e importante la naturaleza procesal del
arbitraje que, prácticamente constituye su esencia. De allí, pues, que pueda aceptarse el arbitraje
sólo como un acuerdo a los fines de explicar el origen de la fuerza vinculante del arbitraje y de su
carácter exclusivo y excluyente frente a la jurisdicción pública. De hecho, sólo puede ser sometido
a arbitraje —según el artículo 3° de la Ley de Arbitraje Comercial— lo que es susceptible de
transacción. Las partes someten a unos jueces privados, revestidos como tales por ellas mismas,
en virtud de la potestad que a ellas les concede la ley en asuntos disponibles. El arbitraje es
exclusivo y excluyente, según lo preceptuado en el artículo 5° de la Ley de Arbitraje Comercial Es
exclusivo por cuanto los árbitros no pueden decidir sobre cuestiones no comprendidas en el
acuerdo de arbitraje, so pena de nulidad de lo decidido por "exceso de mandato". Exceden el
mandato contractual los casos de ultra petisa y de extra petitaen el orden objetivo, y en relación a
los sujetos inmiscuidos o que se inmiscuyan, la intervención forzosa o voluntaria de sujetos no
firmantes del acuerdo de arbitraje. Por otra parte, el arbitraje es excluyente en el sentido de que
ningún otro órgano jurisdiccional, sea público o arbitral, puede dirimir el conflicto de intereses
precisado en el acuerdo o compromiso arbitral. La exclusión se hace efectiva a través de la
excepción de arbitraje. En efecto, la excepción de arbitraje es aquella que corresponde ejercer a la
parte que indebidamente ha sido demandada por ante el tribunal ordinario y no ante el tribunal
arbitral, a los fines de hacer valer el acuerdo o compromiso de arbitraje suscrito por ambos
interesados. Si el juez funcionario (estatal) encontrare aplicable la cláusula o acuerdo arbitral
invocada por el demandado en el juicio incoado ante él, declarará procedente la cuestión previa
de declinatoria de conocimiento (O rd. 1° , A r t. 346) y se abstendrá de seguir conociendo del
asunto, ordenando el archivo del expediente. En los casos de excepción de arbitraje, aun siendo
técnicamente una falta de jurisdicción, la providencia dictada por el Juzgado no tiene,
necesariamente, que ser consultada de oficio ante la Sala Político-Administrativa del Tribunal
Supremo de Justicia, pues puede haber sumisión tácita al no estar en juego el interés público en
cosa que atañe sólo al interés privado. El artículo 57 de la Ley de Derecho Internacional Privado
exime igualmente la consulta obligatoria de la decisión adoptada por el juez de la causa, con lo
cual se posibilita la "sumisión" tácita a la jurisdicción nacional o arbitral. De acuerdo a la Ley de
Arbitraje Comercial de 1998, el arbitraje p u e d e s e r in d ep en d i e n t e o in s t i t u c i o n a l ( t
am bi é n ll am a do administrado). El primero está regulado por la Ley y en él las partes establecen
las reglas procesales y de fondo aplicables al caso, aun cuando normalmente esta últimas son el
mismo derecho sustantivo nacional. El arbitraje institucional es aquel que se lleva a efecto en
forma asistida por un Centro de Arbitraje autorizado por la Ley, tales como el Centro de Arbitraje
de la Cámara de Comercio de Caracas (CACCC) , el Centro Empre sarial de Concilia ción y Arbi tra je
( C E DC A ) v i n c u l a d o a l a C á m a r a V e n e z o l a n a Am e r i c a n a (VenAmCham), el de la
Cámara de Comercio Internacional (CCI) y el de la American Arbitration Association (AAA)