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UNIDAD I
INTRODUCCIÓN AL DERECHO CIVIL
SECCIÓN PRIMERA:
EL DERECHO CIVIL. EL CÓDIGO CIVIL: SU HISTORIA
Definiciones
Contenido
El contenido de esta rama del derecho lo forman las reglas sobre las instituciones
fundamentales del Derecho Privado: la personalidad, la familia y el patrimonio.
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del goce de las cosas corporales o incorporales a toda otra persona que no
sea el titular.
b) Los derechos de obligación, en virtud de los cuales el acreedor puede exigir
al deudor una prestación en interés de la primera, que puede ser de dar,
hacer o no hacer.
c) Los derechos de sucesión por causa de muerte, que regulan la transmisión
de los bienes o patrimonio de una persona por consecuencia de la muerte
de éste.
Debe señalarse que en las obras del Derecho Civil se incluyen otras materias que
propiamente no corresponden a sus dominios, tales como la teoría de la ley, pero
que se justifican por razones tradicionales.
Es general, ya que rige las relaciones jurídicas ordinarias y más generales del ser
humano en cuanto tal, con prescindencia de cualquier otra circunstancia
(nacionalidad, profesión). Y es común, en primer lugar, porque todas las
relaciones jurídicas privadas de los hombres que no están disciplinadas por otra
rama especial o autónoma del derecho son regidas por el Derecho Civil; y es
común, en segundo lugar, porque sus principios y normas generales suplen las
lagunas o vacíos de las demás ramas del Derecho Privado cuando ellas no
aparecen inspiradas por principios singulares que contradigan a las del derecho
común.
Sobre el particular, el profesor GONZALO FIGUEROA YAÑEZ destaca que “fija los
derechos y la capacidad de los individuos, rige la familia, establece el estatuto
jurídico de los bienes aisladamente considerados, de manera especial el de la
propiedad, lo mismo que el del patrimonio, cuya suerte fija no solamente en vida
de su titular, sino también a su fallecimiento; reglamenta las convenciones; es con
mucho la más extensa de las ramas del Derecho; su soberanía se ejerce no
únicamente en el campo de las relaciones de orden privado, sino también y
frecuentemente en el de las relaciones que emanan del Derecho Público...”
Con respecto al Derecho Civil, las otras ramas del Derecho Privado constituyen
normas especiales, debido a que en su ámbito derogan o modifican las normas
civilistas, lo que pone de manifiesto el art. 4 CC. Pero, cuando el derecho especial
carece de regulación propia sobre una materia o situación, mantiene su imperio
general el Derecho Civil. Así, por ejemplo, el art. 2 del Código de Comercio
dispone que “en los casos que no estén especialmente resueltos por este Código,
se aplicarán las disposiciones del Código Civil”.
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Importancia del Derecho Civil
También tiene importancia por la técnica de sus principios, afinada durante siglos;
ella informa o sirve de pauta a la de los derechos especiales.
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Dado que la Junta en la práctica funcionaba raras veces, a iniciativa de Andrés
Bello se dictó la ley de 17 de julio de 1845, que refundió la Comisión y la Junta en
un solo cuerpo. Merced a lo anterior, en noviembre de 1846 esta nueva comisión
publicó un cuaderno del “Libro de la sucesión por causa de muerte”; en agosto de
1847 el “Libro de los contratos y obligaciones convencionales. A fines de 1849
esta nueva comisión dejó de funcionar.
El mismo decreto que nombró la última Comisión dispuso que el trabajo de Bello
se publicara, a fin de que se distribuyera entre los Ministros de Corte, Jueces
Letrados y miembros de la Facultad de Leyes. Este es el denominado “Proyecto
de 1853”, por haberse publicado tal año.
Concluido el primer examen del Proyecto, fue sometido a otro. Luego, por
intermedio del Gobierno, se presentó a la deliberación del Congreso a fines de
1855. Este es el denominado “Proyecto Definitivo”, presentado como tal el 22 de
noviembre de 1855, con mensaje redactado por el propio Bello.
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tuvo una marcada influencia en los proyectos de Bello. Aunque el punto no está
resuelto, la mayoría de los investigadores piensa que ese proyecto es de Bello y
no de Egaña.
También se inspiró en las obras del alemán S AVIGNY, los comentaristas franceses
DELVINCOURT, ROGRON, MOURLON, los españoles TAPIA, MOLINA, MATIENZO,
GUTIÉRREZ Y GARCÍA GOYENA, este último, especialmente, con su obra
“Concordancias y Comentarios al Código Civil Español (proyecto)”. Respecto del
libro de las obligaciones y los contratos, el autor más seguido fue P OTHIER,
considerado el padre espiritual del código napoleónico.
La estructura del Código sigue una costumbre antigua del derecho romano. Tiene
un título preliminar y cuatro libros, seguidos por un título final. Cada libro se divide
en títulos y muchos de éstos en párrafos. Por último, se divide en artículos, desde
el 1 al 2524, más el artículo final:
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4. El Libro III “De la sucesión por causa de muerte y de las donaciones entre
vivos”.
5. El Libro IV “De las obligaciones en general y de los contratos”.
6. El Título Final, de sólo un artículo, relativo a la observancia del Código.
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4. Otro yerro es que confunde la “enfermedad mental” con la “demencia” (arts.
456, 457, 1447), haciéndolos sinónimos, siendo que existe entre ellos una
relación de género a especie.
Tal fue el influjo de nuestro Código, que el Ecuador lo adoptó en forma íntegra; el
Código de Uruguay lo siguió en parte considerable, lo mismo que Nicaragua. Y el
Código Civil argentino de 1869 también, a tal punto que don Dalmacio Vélez
Sarfield, su redactor, dice que se ha servido del Código Civil Chileno, “que tanto
aventaja a los Códigos europeos”.
Más aún, miró con desconfianza a los jueces, a tal punto que si se observan
sus disposiciones se apreciará que quiere que el juez aplique la ley y que no se
salga de ella bajo ningún pretexto, incluso entregándole reglas para la
interpretación de la misma (arts. 19 a 24).
Asimismo, señaló que esta era obligatoria (art. 6); que nadie puede alegar
ignorancia de ella (art. 8); que se aplica tanto a los chilenos como los
extranjeros (art. 14); y que es indefinida, salvo que se derogue (art. 52).
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2. La igualdad ante la ley. Junto con hacer obligatoria la ley para todos los
habitantes de la República, incluso los extranjeros (art. 14), prescribió que la
ley no reconoce diferencias entre el chileno y el extranjero en cuanto a la
adquisición y goce de los derechos civiles que regla este Código. Este principio
fue un destacado avance en su época y mereció los mayores elogios.
Esta autonomía no es absoluta, sino que tiene sus limitaciones. Desde luego,
los contratantes no pueden alterar, modificar ni variar las cosas que son de la
esencia del contrato, ya que en ese caso el contrato no produciría efectos
civiles o degeneraría en otro distinto (art. 1444).
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SECCIÓN SEGUNDA:
PRINCIPIOS DEL DERECHO CIVIL CHILENO
Tal principio se refleja en diversas disposiciones del CC, por ejemplo, arts. 2, 3, 8,
10, 14, 19 a 24, 52.
Se manifiesta el principio en los artículos 33, 55, 57, 75, 982, 997, 2497.
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Viendo la evolución del Derecho Civil chileno, el profesor MAURICIO TAPIA afirma
que ahora no cabe hablar de un Derecho de Familia sino que de un Derecho de
“Familias”: “el Derecho Civil en materia de familia dejó de trazar normativamente
un modelo de vida y pasó simplemente a preocuparse de remediar los conflictos
(patrimoniales y personales) que surgen cuando se frustran los proyectos
familiares”.
Debe destacarse que en nuestro Código Civil se evidencia una mayor protección
hacia los bienes inmuebles. Los motivos que explican lo anterior dicen relación a
factores más bien históricos, considerando que la base de la fortuna de las
personas, tradicionalmente, ha sido la propiedad inmobiliaria. Hoy ello no es tan
así, si se piensa en la valiosa información que puede tener un chip, en el valor de
un paquete accionario o en los altos costos en que se puede adquirir un cuadro de
un pintor famoso.
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1. La compraventa de bienes inmuebles es un contrato solemne, que debe
efectuarse por escritura pública, mientras que la compraventa de bienes
muebles es un contrato consensual (arts. 1443 y 1801).
Por esto, las leyes que rigen los contratos son supletorias de la voluntad de los
contratantes, aplicándose únicamente en el silencio de éstos. La misión de los
jueces sobre el particular es establecer la voluntad de las partes, mas no crearla ni
sustituirla.
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1. No pueden los particulares alterar o modificar las cosas de la esencia de los
contratos, pues si lo hacen éste no produce efecto alguno o degenera en otro
diferente (art. 1444). Así, las partes están impedidas de pactar una
compraventa sin precio o un arrendamiento sin renta. La voluntad es
insuficiente para crear un contrato donde según la ley no puede existir.
El contrato, una vez nacido, crea un conjunto de derechos y obligaciones entre las
partes. Este es el contenido esencial del contrato y que constituye una ley para las
partes. Este contenido solo puede ser suprimido o modificado por un nuevo
convenio entre las partes, no pudiendo ninguna de ellas alterar unilateralmente su
contenido. En consecuencia, la validez y el cumplimiento de los contratos no
pueden dejarse al arbitrio de uno solo de los contratantes. Este es el principio de
la irrevocabilidad o inalterabilidad del contrato (intangibilidad).
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De manera que, celebrado un contrato, se genera este efecto obligatorio y las
partes no pueden alterar lo pactado unilateralmente, salvo: 1) que las partes
acuerden dejarlo sin efecto (mutuo acuerdo); 2) que la ley autorice expresamente
dejarlo sin efecto por determinadas causas. El principio de la fuerza obligatoria de
los contratos se expresa en el aforismo pacta sunt servanda.
Pero este efecto obligatorio va mucha más allá, por cuanto el contrato legalmente
celebrado no puede tampoco ser modificado por el juez, y las estipulaciones del
contrato se imponen también a él, quien debe respetarlo. Así las cosas, los jueces
no pueden desconocer los efectos legales del contrato cuya existencia han
constatado. Del mismo modo, no es lícito a los tribunales, con el pretexto de
interpretarlo, desnaturalizar las estipulaciones del contrato, desconocer lo pactado
por los contratantes y hacerle producir efectos no queridos por las partes.
Sin embargo, no todos aceptan que exista derecho de propiedad sobre los
derechos personales o créditos. Así, el profesor L ÓPEZ SANTAMARÍA sostiene que
no existe propiedad sobre los derechos personales.
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Se ha aceptado con generalidad la conclusión de que, salvo norma en contrario, lo
que se presume es la buena fe. Se obtiene de la interpretación del artículo 707,
que se le ha dado una aplicación general por parte de la jurisprudencia.
No todos están de acuerdo con esta distinción. Se señala que la buena fe es una
sola (en Chile, GUZMÁN BRITO y PEÑAILILLO; en España, YZQUIERDO TOLSADA) y que
lo que se denomina buena fe objetiva no es otra cosa que un método para evaluar
la fe del sujeto.
Se entiende por enriquecimiento sin causa la utilidad que obtiene una persona sin
que una causa legal lo justifique. De ahí que la ley arbitre los medios para
subsanar esta situación, cuando ella se materializa.
IX.- La responsabilidad
Es otro principio general que no sólo abarca el Derecho Privado, sino que es
común a todo el ordenamiento jurídico.
La ley, como precepto emanado del Estado, lleva aparejada una sanción por su
infracción. La más general de las sanciones es la responsabilidad, la que puede
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implicar una pena (cuando se ha cometido un delito) o el resarcir los perjuicios,
como sucede con la responsabilidad civil.
El art. 222 inc. 1° señala que "la preocupación fundamental de los padres es el
interés superior del hijo para lo cual procurarán su mayor realización espiritual y
material posible, y lo guiarán en el ejercicio de los derechos esenciales que
emanan de la naturaleza humana de modo conforme a la evolución de sus
facultades".
Ahora bien, el interés superior del niño y el interés superior del hijo no constituyen
nociones equivalentes: el primero es una condición biológica de carácter temporal
(estado de niñez) y el segundo es una relación respecto de alguien (padre, madre
o ambos). A esta última condición se refiere el artículo 33.
Debemos agregar que dentro del concepto de hijo debe considerarse al adoptado,
pues conforme al artículo 1 inc. 2º de la Ley 19.620, “la adopción confiere al
adoptado el estado civil de hijo respecto del o los adoptantes en los casos y con
los requisitos que la presente ley establece”.
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sometido a su conocimiento”. Para los efectos de dicha ley, “se considera niño o
niña a todo ser humano que no ha cumplido los catorce años y, adolescente,
desde los catorce años hasta que cumpla los dieciocho años de edad”.
SECCIÓN TERCERA:
LA CONSTITUCIONALIZACIÓN DEL DERECHO CIVIL CHILENO
SECCIÓN CUARTA:
LAS FUENTES DEL DERECHO
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La segunda interrogante se refiere al origen inmediato de las normas, que
determina la forma como éstas se expresan, y reciben la denominación de fuentes
formales. Ellas son las formas de expresión de las normas jurídicas. Aquí
encontramos a la ley, la costumbre, los principios generales de derecho, la
jurisprudencia y la doctrina; pero cada cual con el respectivo campo de acción que
le da cada ordenamiento.
Como enseña el mismo BARROS BOURIE, si bien el Código Civil no hace una
referencia directa a los principios generales de derecho, no obstante, están
reconocidos de manera subsidiaria en las reglas de interpretación de la ley,
precisamente en el art. 24, al referirse al “espíritu general de la legislación y a la
equidad natural”.
UNIDAD II
TEORÍA DE LA LEY
SECCIÓN PRIMERA:
CONCEPTOS GENERALES
Concepto
Según el art. 1º, "la ley es una declaración de la voluntad soberana que, manifestada
en la forma prescrita por la constitución, manda, prohíbe o permite". Este concepto
no sólo es aplicable al CC, cuerpo legal que lo contiene, sino que él alcanza toda
clase de leyes, sean civiles, tributarias, penales, etc.
Críticas al concepto
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b) Desde otra perspectiva, se señala que la definición en comento indica que la ley
manda, prohíbe o permite, pero no se refiere al contenido de la ley, de manera
que toda manifestación de la voluntad soberana en la forma prescrita por la
Constitución tendrá el carácter de ley, a tal punto que revestirán de tal carácter
meros actos administrativos, como, por ejemplo las leyes de pensión de gracia,
ley de carácter expropiatorio, etc.
Pese a tales críticas, no podemos desconocer los aportes del concepto vertido en el
art.1º: 1) es importante la vinculación que hace de la ley con la Constitución; y, 2)
hace la clasificación tradicional de la ley, imperativa, permisiva y prohibitiva.
Requisitos de la ley
2. Requisitos internos: dicen relación con el contenido de la ley, pudiendo ser la ley
prohibitiva, permisiva o imperativa.
Características de la ley
1. Es obligatoria
2. Es de carácter general
5. En general, las leyes civiles de Derecho Privado, aun cuando puedan significar
una limitación a la libertad individual, son supletorias de la voluntad de las partes,
es decir, las partes pueden prescindir, modificar, alterar el precepto de carácter
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privado en ejercicio del principio de la autonomía de la voluntad. Este principio
nos lleva a que se diga que en el Derecho Privado se puede hacer todo aquello
que no esta expresamente prohibido por la ley.
6. Las partes pueden renunciar a los derechos que estas normas señalan a su
favor. En todo caso, esta renuncia, sólo podrá tener lugar, según el art.12,
respecto de derechos que miran el interés individual del renunciante y siempre
que su renuncia no esté prohibida por la ley.
Esto porque existen normas de orden público, en cuya virtud aquellas se tornan
inderogables, inmodificables, irrenunciables, ya que el interés general va a
prevalecer por sobre el interés personal del renunciante. La norma de orden
público es aquella que en sustancia mira al funcionamiento del Estado. En
general, en su contenido, pretende cierta organización que se estima como
necesaria para toda la comunidad, se considera indispensable para el
mantenimiento de toda la sociedad. Así ocurre con las normas de Derecho
Privado que regulan las relaciones de familia y que, por tal razón, son
irrenunciables. En este caso el interés individual cede paso al interés general.
La renuncia puede revestir dos formas: a) ser expresa, que es aquella que se
realiza por medios formales y explícitos; b) ser tácita, que es aquella que se
deduce de ciertos hechos que inequívocamente no dejan lugar a dudas que el
titular esta renunciando a un derecho. En relación con la renuncia tácita, debe
tenerse presente que la renuncia en ningún caso se presume. Esto se aclara a
propósito de la prescripción en el art. 2494.
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Clasificación de las leyes
Las reglas potestativas definen los requisitos para la realización de actos creadores
de derecho: atribuyen competencias tanto para crear normas nuevas como para
suprimir o sustituir otras o para producir efectos modificatorios o extintivos en
relaciones jurídicas vigentes. En el Derecho Privado ellas se manifiestan en el
principio de la autonomía de la voluntad, por el cual los sujetos tienen una
competencia general para realizar actos jurídicos sin más límites o restricciones
que los establecidos a propósito de sus requisitos de existencia y validez (ver art.
1545).
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4. Según su incorporación en algún Código, distinguimos leyes codificadas y
leyes no codificadas. Esta clasificación arranca del art. 63 N°3 de la Constitución,
que específicamente establece como materia de ley a “las que son objeto de
codificación, sea civil, comercial, procesal, penal u otra”. Por regla general, los
Códigos deben ser aprobados como ley ordinaria, salvo el Código Orgánico de
Tribunales, que requiere quorum de ley orgánica constitucional (art. 77 y
Disposición Transitoria 4ª Constitución).
Por la propia definición de la ley del art. 1º, desprendemos la clasificación de las
leyes en imperativas, permisivas y prohibitivas. Esta clasificación es importante para
determinar cual será la sanción para aquel que infrinja uno u otro tipo de ley, ya que
ella variará de acuerdo al tipo de norma.
1. Leyes imperativas
c) A la protección de terceros, referente a ciertos actos que ejecutan las partes, pero
que pueden afectar a terceros.
Si el acto se realiza sin cumplir con los requisitos exigidos por la ley, debemos
distinguir en razón de la finalidad perseguida por el legislador al estatuir tales
exigencias:
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nulidad del acto puede ser invocada por el solo interés de la ley o de la moral, e
incluso ser declarada de oficio por el tribunal.
2. Leyes prohibitivas
Son aquellas que impiden la realización del acto bajo todo respecto y circunstancia.
En este caso el acto prohibido no se puede ejecutar en ninguna forma, pues si el
acto pudiera realizarse de algún modo o bajo ciertas circunstancias, la norma seria
en realidad imperativa.
La sanción es la nulidad absoluta, de acuerdo a los arts. 10, 1466 y 1682. El art. 10
señala que “los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún valor”, lo que se
complementa con el art.1466 que establece que hay objeto ilícito “generalmente en
todo contrato prohibido por las leyes”. La expresión "contrato" debe entenderse
como sinónimo de "acto”, de suerte que tales actos adolecen del vicio de objeto
ilícito, el que, según el art.1682, acarrea la nulidad absoluta.
a) La primera cuestión dice relación con la parte final del art. 10, que expresa
"...salvo cuando se designe expresamente otro efecto que el de nulidad para el
caso de contravención”. Podrá haber casos especiales de normas prohibitivas
que la ley no sanciona con la nulidad absoluta, sino que con otro tipo de sanción.
Ello, porque la ley entiende que de aplicar la nulidad absoluta en tales casos, los
efectos que pudieran suscitarse serían más graves y perjudiciales para las
partes. Por ejemplo, arts. 745 (fideicomisos sucesivos), 769 (usufructos
sucesivos), 114 (matrimonio del menor sin autorización).
b) El art. 11 señala: "cuando la ley declara nulo algún acto, con el fin expreso o
tácito de evitar un fraude, o de prever algún objeto de conveniencia publica
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privada, no se dejara de aplicar la ley, aunque se pruebe que el acto que ella
anula no ha sido fraudulento o contrario al fin de la ley."
Este art. 11 tiene clara aplicación respecto de las normas prohibitivas, pero no
así tratándose de las imperativas, ya que ella no distingue entre nulidad absoluta
y relativa.
3. Leyes permisivas
Son aquellas que facultan a una persona para obrar de manera determinada o
simplemente no obrar, quedando al arbitrio del titular el ejercer o no la norma.
La norma permisiva no trae aparejada una sanción, pero, una vez que el titular
ejerce esa facultad, el ejercicio de ese derecho que nace al haberse ejercitado la
norma permisiva traerá como consecuencia el derecho de exigir su cumplimiento y el
respeto de los demás, o de quien contrató con aquel que realiza el acto.
1. Los decretos
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Paralelo entre ley y decreto
c) La ley emana del poder legislativo; el decreto del poder ejecutivo o la autoridad
administrativa.
Son decretos dictados por el Poder Ejecutivo sobre materias propias de ley
cuando, por una ruptura del orden constitucional, ha asumido de hecho las
potestades legislativas. No están regulados en nuestra Constitución, pues son
propios de períodos de crisis políticas.
Durante tres períodos de nuestra historia se han dictado: a) años 1924-1925, 816
D.L.; b) año 1932, 669 D.L.; c) año 1973 hasta que la Junta de Gobierno dictó
leyes en conformidad a la Constitución, 3660 D.L.
Son decretos dictados por el Poder Ejecutivo sobre una materia propia de ley,
previa delegación expresa de facultades del Poder Legislativo. La delegación debe
hacerse por ley y cumplir las restricciones del art. 64 de la Constitución: no puede
extenderse más allá de un año y sólo recae respecto de ciertas materias de ley.
4. El contrato-ley
Es una figura mixta que se genera por la conjunción entre una ley y un contrato
entre el Estado, que aprueba la ley, y un particular que necesita especiales
garantías de seguridad de su estatuto jurídico contractual.
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5. Los tratados internacionales aprobados y ratificados por Chile
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5. La dictación de una ley no puede ser exigida; en cambio, el juez, reclamada su
intervención en forma legal y en negocios de su competencia, no puede
excusarse de ejercer su autoridad ni aun por falta de ley que resuelva la
contienda sometida a su decisión (art. 10 COT).
6. La ley, por regla general, regla situaciones del porvenir; la sentencia, por regla
general, resuelve hechos ya pasados.
7. El legislador puede dejar sin efecto una ley cuando y como quiera; el juez no
puede modificar su sentencia una vez dictada (salvo rec. rectificación,
aclaración o enmienda, art. 182 y 184 CPC), ni en ningún caso cuando esta ha
quedado firme y ejecutoriada, pues ha adquirido la autoridad de cosa juzgada.
La Ley y la costumbre
Clasificación de la costumbre
3. Según las personas a las que afecta, puede ser general (si afecta a la
generalidad de las personas) o especial (si afecta a una categoría particular de
personas).
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c) Costumbre según la ley (secundum legem), que son aquellos usos
coincidentes con los cuales se aplica e interpreta la ley.
Conforme al art. 2, “la costumbre no constituye derecho sino en los casos que la
ley se remite a ella”. Es decir, la costumbre en materia civil no tiene fuerza de ley,
salvo que la propia ley le dé este carácter remitiéndose a ella. Con ello, sólo se
reconoce la costumbre “según la ley”. Por ejemplo, arts. 1546, 1986, 1940, 2117.
Incluso, conforme al art. 6 del mismo código, “las costumbres mercantiles servirán
de regla para determinar el sentido de las palabras o frases técnicas del comercio
y para interpretar los actos o convenciones mercantiles”.
Prueba de la costumbre
1. La costumbre civil entra a regir sólo cuando la ley se remite a ella; la costumbre
mercantil entra a regir en el silencio de la ley.
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2. El Código Civil no determina los requisitos que debe reunir la costumbre para
que sea fuente de derecho; sí el Código de Comercio, en su art. 4º.
3. El Código Civil no determina los medios por los cuales debe probarse la
costumbre, de modo que pueden emplearse todos los medios que la ley
establece.
SECCIÓN SEGUNDA:
VIGENCIA Y APLICACIÓN DE LA LEY EN EL TIEMPO
Por regla general, la ley produce sus efectos durante el tiempo que está en vigor,
esto es, durante dos acontecimientos bien definidos: desde su entrada en vigencia y
hasta su derogación. Toda actividad humana desarrollada en el espacio que media
entre la entrada en vigencia de la ley y su derogación va a quedar bajo el imperio o
dominio de ésta.
La promulgación “es un acto por el cual el poder ejecutivo atestigua ante el cuerpo
social la existencia de la ley, mediante un decreto promulgatorio, y obliga a su
ejecución”. Ella le da a la ley existencia cierta, auténtica, incontestable y la reviste de
la fuerza coercitiva de que antes carecía. No existe ni en la Constitución ni en el
resto de la legislación una fórmula de promulgación de las leyes, de modo que es el
uso el que ha consagrado una formula de decreto promulgatorio.
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Publicación de la ley (art. 7)
Por otra parte, el profesor CORRAL afirma que la verdadera fundamentación del art. 8
no está ni en una presunción ni en una ficción legal, sino que en la fuerza obligatoria
de la ley. Lo que se busca evitar únicamente es que se pretenda eludir la ejecución
de la ley a pretexto de su ignorancia.
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Casos en que se podría alegar ignorancia de la ley
Debe señalarse, no obstante, que hay una mayoría doctrinaria que sobre este
punto señala que quien paga una obligación natural paga verdaderamente una
deuda, aunque no sea perseguible judicialmente.
b) Nulidad absoluta. Conforme al art. 1683, puede alegarse la nulidad absoluta por
todo el que tenga interés en ello, excepto el que ha ejecutado el acto o celebrado
el contrato sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba. Así, si una
persona no tuvo conocimiento de la ley en virtud de la cual el acto es
considerado nulo, le es permitido invocar la nulidad absoluta de dicho acto. Lo
anterior, porque nuestra jurisprudencia ha fallado que no basta el conocimiento
presunto de la ley del art. 8, sino que se requiere un conocimiento real y efectivo
del vicio (RDJ, Tomo 31, Secc. 1ª, pág. 337).
c) Pago por error de derecho. Según el art. 2297, “se podrá repetir (reclamar la
devolución) aun lo que se ha pagado por error de derecho, cuando el pago no
tenía por fundamento ni aun una obligación puramente natural”. Si una persona
paga una suma de dinero creyéndose obligada por la ley y luego descubre que la
ley no lo obligaba, y no hay obligación natural, puede exigir la devolución de la
suma pagada.
d) Dación de lo que no se debe. Según el art. 2299, “del que lo que no debe no se
presume que lo dona, a menos de probarse que tuvo perfecto conocimiento de lo
que hacía tanto en el hecho como en el derecho”. Aquí, la persona que dio algo
puede obtener su devolución probando que ella creía que la ley la obligaba a
darla, ya que no se presume su donación.
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que el válido respecto del cónyuge en quien concurre la buena fe y la justa causa de
error (art. 51 y 52 Ley de Matrimonio Civil).
Algunos han sostenido que este error al que se refiere la ley no sería un error de
derecho, sino que sólo uno de hecho. Pero otros intérpretes llegan a la conclusión de
que el error a que se alude es tanto el de hecho como el de derecho. Por ejemplo,
un contrayente podría afirmar que ignoraba la ley que señalaba los impedimentos
para contraer matrimonio, existiendo, en ese caso, un error de derecho que
excusaría el cumplimiento de la ley.
La ley no puede ser derogada sino en virtud de otra ley de igual o superior jerarquía.
De esta manera, sólo al legislador le compete la función de derogación, no pudiendo
hacerlo las partes. Ni aun el desuso o el cese de las necesidades que motivaron la
dictación de la ley pueden producir la derogación de ésta.
Excepcionalmente, una ley podría perder su eficacia, sin que mediara otra ley, en
casos muy particulares, como dice la doctrina, "por causas intrínsecas". Tal sería
el caso de las leyes transitorias o las de expropiación una vez cumplidas.
Clases de derogación
El art. 53 señala que el efecto de la derogación tácita es que deja vigente en las
leyes anteriores todo lo que no pugna con las disposiciones de la nueva ley,
aunque versen sobre la misma materia.
La disposición que en una nueva ley señala "derógense las disposiciones de tal
o cual norma que están en contradicción con las del presente texto" está de
sobra, pues sin ella igual se habría producido la derogación de tales normas. A
este tipo de derogación se la llama derogación tácita de formulación expresa.
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2. En cuanto a su extensión. Puede ser: a) total, en virtud de la cual queda sin
efecto todo un texto o cuerpo legal, toda una ley; b) parcial, cuando sólo se
derogan uno o más preceptos de un determinado cuerpo legal o de una ley.
Algunos autores señalan que esta sería una forma de derogación tácita y total.
Su existencia se explica en que el legislador ha partido de un nuevo supuesto
para regular la materia de que se trata.
Destacamos en esta parte a la situación del N°7 antes referido, que se refiere a la
inconstitucionalidad declarada por el TC de un precepto legal declarado inaplicable
en conformidad al N°6 del art. 93 de la Constitución.
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No podría concluirse que la ley derogada revive, mediante una labor
interpretativa por la cual se diga que el espíritu de la ley era revivir la ley
derogada. La razón de fondo aquí es que toda ley es una manifestación escrita,
formal, por tanto si nada dice la nueva ley la primitiva no revive. Tal principio
recibe aplicación en materia de derogación del testamento (art.1001).
b) Problema de la falta de uso práctico de una norma. En el proyecto del año ´53,
inspirado en la ley inglesa, se estableció que el desuso de una norma por más
de 20 años producía su derogación. Tal idea no prosperó, no existiendo este tipo
de derogación hay en día. Es decir, el desuso de una ley carece de fuerza para
destruirla, ya que aun cuando la colectividad entera no la ocupe, dicha costumbre
no tiene fuerza obligatoria (art. 2).
Pero ¿qué pasa si a una ley especial le sucede una de carácter general? La
mayor parte de los tratadistas señalan que la ley general posterior no deroga la
ley especial anterior. Sin embargo, la minoría doctrinaria estima que esta es
una cuestión de interpretación, que se resuelve por el examen de la intención
legislativa, ya que es posible que la ley general posterior traduzca con
evidencia la determinación de someter a su imperio los casos que eran de
objeto especial.
El profesor CORRAL estima que esta clase de conflicto no puede solucionarse por
el criterio cronológico que utiliza el mecanismo de la derogación, no obstante lo
cual se deben arbitrar las medidas para expulsar del ordenamiento las normas
inferiores que resultan ser contrarias a normas superiores.
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SECCIÓN TERCERA:
LA INTERPRETACIÓN DE LA LEY
Toda norma jurídica tiene un carácter general y abstracto que debe adaptarse a las
situaciones concretas. La norma jurídica no resuelve el caso particular, es abstracta,
y es por ello que debemos aplicarla al caso concreto.
Cuando queremos aplicar una norma será necesario interpretarla, aun cuando su
sentido sea claro, ya que debemos buscar siempre su verdadero sentido y alcance.
De lo contrario, deberíamos concluir que sólo cabe la interpretación respecto de
leyes dudosas, y las que aparecen claras no requerirían de esta labor. Ello no es
así, pues siempre debe buscarse el verdadero sentido y alcance de la ley. Todas las
normas jurídicas requieren de interpretación, no sólo las obscuras.
Sistemas de interpretación
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legales. Aun más, en materias como el testamento y los contratos encontramos
más normas de interpretación (arts.1056 y 1560 y ss.).
Debemos indicar que los tratadistas observan que siendo las normas de
hermenéutica legal meros principios filosóficos, son ellas más propias de un libro de
doctrina que de un cuerpo de legislación positiva.
Clasificación de la interpretación
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ejemplo, art. 2205, que se ha entendido que es aplicable no sólo al contrato de
mutuo, sino a todo contrato que implique crédito de dinero a favor de otro. Este
último tipo de interpretación es aceptada en la doctrina en general, salvo cuando se
trata de normas y reglas que se refieran a las incapacidades, solemnidades y
prohibiciones.
1. Escuela del método lógico tradicional. Este método pretende buscar la voluntad
de la ley al momento de ser redactada y promulgada. Concentra la búsqueda de
la intención del legislador en los textos legales, en sus palabras, antecedentes y
motivos. Para ello recurre a la explicación gramática de la ley, a los trabajos
preparatorios de la misma, a la conjetura (juicio probable sobre la verdadera
intención del legislador) y a otros procedimientos lógicos basados en el raciocinio
(analogía, a contrario, etc.). Este es el que utiliza nuestro Código.
2. Escuela del método positivo teleológico. Según este método, las normas jurídicas
tienen un fin práctico. Éste es el que debe indagar el intérprete y no la voluntad o
intención del legislador, que pudieren no coincidir con aquel fin.
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Se asevera que la interpretación se debe ir adaptando a la evolución de la
sociedad. Con este método, la ley no sería más que la expresión de un estado
social de un momento determinado, que es aquel en que se dictó.
INTERPRETACIÓN JUDICIAL
El Código Civil, en los arts. 19 a 24, señala a los jueces las normas con arreglo a las
cuales debe descubrir el sentido y alcance de la ley, los cuales comúnmente se
llaman “Elementos de Interpretación de la Ley”. Pese a que preferimos hablar de
reglas de interpretación de la ley, las trataremos a la usanza tradicional, aunque
recientemente se han editado obras que prefieren no utilizar tal expresión.
Los arts.19 al 24 del CC nos señalan las reglas de interpretación a los cuales debe
recurrir el juez. De allí que nuestro sistema se clasifique como reglado, ya que es la
ley la que señala las reglas y pautas que deberán usarse cuando se intérprete la ley,
por medio de la labor de hermenéutica legal.
El profesor GUZMÁN BRITO nos enseña que debe descartarse la influencia de Savigny
en esta materia, pese a que el gran jurista alemán señala a esos cuatro elementos
en su concepción de interpretación de la ley. Indica que el Código Civil chileno no
conoce “elementos de interpretación” ni algún orden entre éstos, ya que concibe al
acto interpretativo como unitario y lo único que descompone es su objeto: la ley, que
mira como un complejo de tenor literal, sentido, espíritu e intención, cuya adecuada
congruencia toca al intérprete descubrir.
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1. Elemento gramatical (arts.19 inc.1º, 20 y 21)
a) El sentido de la ley (art. 19 inc. 1°). La primera operación que se debe realizar es
el determinar el sentido de la ley, a través de las palabras que se hayan
empleado. Si el sentido es claro, no sería necesario recurrir a los otros
elementos para determinar el alcance, pues éste aparecería determinado por el
significado de las palabras, o sea, su tenor literal.
Puede ocurrir que los términos utilizados por el legislador fuesen claros, y que,
no obstante ello, el sentido de la disposición sea obscuro. Lo importante aquí es
que cuando el sentido de la ley es claro no se desatenderá su tenor literal, lo que
no es lo mismo que decir que las palabras sean claras.
b) El sentido natural y obvio (art. 20). Esta norma nos dice que las palabras de la
ley se entenderán en su sentido natural y obvio, y éste, según nuestra
jurisprudencia, es aquel que determina al diccionario de la Real Academia
Española de la Lengua.
Pero, y así lo entiende la norma, éste puede no ser el significado legal correcto,
sino aquel que determine el uso general de las mismas palabras, que
corresponde al significado que se le atribuye al término en el medio social.
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c) Las palabras técnicas (art. 21). De esta norma se aprecia que para dar el
verdadero sentido a la palabra no basta con estar al sentido que le den los que
profesen la respectiva ciencia o arte, sino que habrá que analizar si se ha tomado
o no en un sentido diverso por el legislador, para lo cual habrá que considerar la
época de dictación de la norma. Por ejemplo, la palabra demencia es una palabra
técnica que se refiere a cierto tipo específico de enfermedad mental. Pero se ha
entendido que el legislador no la toma en este sentido especial, sino que para
referirse a todas las enfermedades que privan de razón a la persona.
El profesor CORRAL enseña que la ratio o espíritu de la ley es la finalidad que ella
pretende obtener por medio de su aplicación a casos concretos.
Para ello se sirve, además, del contexto de la ley (art. 22). El contexto de la ley es el
enlazamiento de sus diversas partes; natural es presumir que éstas no sean
contradictorias, pues forman parte de un mismo todo. Así, si en un artículo una
disposición puede ser tomada en dos sentidos y en otro precepto se parte de la
base de uno de esos sentidos, la duda sobre el espíritu del legislador desaparece,
aplicando la presente regla de interpretación.
Este elemento nos invita a buscar la historia del establecimiento de la ley, tanto en
los proyectos e iniciativas de ley como en las opiniones de esa época. El autor RUZ
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LÁRTIGA enseña que se persiguen dos objetos a través de este elemento: a) indagar
el Estado de Derecho existente al momento de la dictación de la ley; y, b) conocer
los antecedentes históricos de esa ley.
GUZMÁN BRITO pone énfasis que el adjetivo “fidedigna” es una forma que tiene el
Código Civil de insistir en la certidumbre de la constancia o manifestación del
espíritu o de la intención. La historia del establecimiento de la ley debe ser digna de
fe.
Aquí se parte del supuesto de que toda norma forma parte de un sistema legal,
sistema dentro del cual debe existir armonía. La totalidad del ordenamiento de un
país debe ser un cuadro armónico y lógico de textos legales. Por ello se dice que
“los pasajes obscuros de una ley pueden ser ilustrados por medio de otras leyes,
particularmente si versan sobre un mismo asunto”.
El fundamento de este elemento está en que las normas que forman parte de un
ordenamiento jurídico determinado, en cierto momento histórico, obedecen a una
idea de unidad jurídica, y es en esa unidad donde deberá encontrarse el recto
sentido de la norma que nos aparece como obscura y ambigua.
Este elemento se sirve, además, del espíritu general de la legislación (art. 24).
Estaría constituido por una serie de principios que la informan y le dan su
estructura básica.
a) El espíritu general de la legislación (art. 24). Está constituido por una serie de
principios que informan al sistema informan y le dan su estructura básica.
Serían tales el facilitar la circulación de los bienes, proteger los derechos de los
incapaces, la publicidad de los actos jurídicos, la autonomía de la voluntad, etc.
Estos grandes principios sirven para ilustrar los pasajes oscuros de la norma,
ya que, enfrentado a desentrañar su genuino sentido, deberá preferirse aquel
que se ajuste a estos principios.
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Nuestro CC supone que así como cada ley tiene su ratio o espíritu, el
ordenamiento jurídico también posee una ratio o espíritu general, que será
necesario tomar en cuenta para aclarar la ratio o finalidad particular de cada
ley.
Conforme al tenor del art. 24, sólo tendría aplicación subsidiaria, pues lo sería
“en los casos a que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación
precedentes”.
El profesor GUZMÁN BRITO señala que este concepto, además, debe nutrirse de
las enseñanzas de la Ciencia Jurídica desde la codificación hasta el presente,
como también de la legislación extranjera.
Además, la equidad rige los casos que constituyen lagunas de la ley, es decir,
aquellas situaciones o hechos de la vida real no previstos ni en la letra ni el
espíritu de la ley. De acuerdo al Código de Procedimiento Civil, en defecto de las
leyes, las sentencias deben enunciar los principios de equidad con arreglo a los
cuales se pronuncie el fallo (170 Nº5 CPC).
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Eso sí, frente a este último, hacemos la prevención que el art. 24 sólo hace
referencia a pasajes oscuros o contradictorios, de lo que se podría concluir que la
equidad natural podrá recibir aplicación sólo en estos casos, y no cuando
estemos frente a un vacío legal.
GUZMÁN BRITO destaca tres ideas importantes: 1) toda ley tiene una extensión; 2)
la extensión dice relación con ampliar o restringir el alcance de la ley; y, 3) la
extensión de la ley viene dada “por su genuino sentido” y “según las reglas de
interpretación precedentes”. Así, lo que hace el art. 23 es reafirmar la idea del
“genuino sentido legal” como determinador de la extensión de la ley, al que ya se
había ocupado en el art. 19 inc. 2°, al referirse a los “superiores reguladores del
sentido”, que son la intención y el espíritu, siempre que consten claramente.
GUZMÁN BRITO enseña que esta regla no es más que una consecuencia lógica de
la regla de la extensión de la ley: “lo favorable u odioso de una disposición no
puede tomarse en cuenta para ampliar o restringir su interpretación; pero no sólo
eso queda excluido, sino cualquier otro criterio extrínseco, diferente al sentido,
como, por ejemplo, que tal materia es de “derecho estricto”.
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Sin embargo, GUZMÁN BRITO señala que el art. 13 se refiere a la siguiente
situación: no existe un conflicto entre dos leyes que resuelven
contradictoriamente un mismo caso, sino que se trata de dos leyes que,
comparadas en abstracto, nada de contradictorio ofrecen; pero que al coincidir
en un único caso, se hacen aparentemente incompatibles. En este caso, se debe
aplicar la ley más peculiar y más próxima al caso.
3. Otras reglas. Si aún no se logra indicar el sentido de la norma con los elementos
indicados, deberá interpretarse aplicando el espíritu general de la legislación y la
equidad natural (tercera subfase de interpretación formal, denominada también
subfase de conclusión o clausura)
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INTERPRETACIÓN LEGAL O AUTÉNTICA
Es aquella que realiza el propio legislador en virtud de una ley que se denomina ley
interpretativa. Ley interpretativa es aquella que tiene por objeto aclarar el sentido
oscuro o ambiguo de un precepto. La finalidad de esta ley es aclarar la inteligencia o
alcance de dicho precepto, no hacer una nueva declaración de ella.
Una ley tiene efecto retroactivo, hablando en términos muy generales, cuando
somete hechos pasados a su imperio.
Por lo anterior, algunos dicen que jurídicamente no hay retroactividad, sino sólo una
aparente o de hecho. Otros sostienen que es pura ficción la pretensión de borrar el
lapso que separa a la ley interpretada de la interpretativa y reputar el sentido de la
primera conforme al que le fijó la segunda a partir de la fecha de aquella.
En conformidad al inc. 2º del art. 9, la ley interpretativa, por una ficción, se entiende
incorporada en la ley interpretada, de manera que los actos acontecidos antes de la
vigencia de ella quedan igualmente bajo su imperio. Pero esta regla tiene
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limitaciones, en las cuales no tiene aplicación: a) en el caso de la sentencia
ejecutoriada, en atención al principio de la cosa juzgada; b) en caso de estar en
presencia de una transacción, por los arts.2460 y 2446.
Para que una ley tenga este carácter no es necesario que se diga expresamente. En
todo caso, si una ley es calificada por el legislador de interpretativa, pero de hecho
no lo es, no se entenderá incorporada en la ley interpretada, produciendo sus
efectos sólo hacia el futuro.
Estos aforismos se han formado en la práctica del foro, y los emplea tanto la
doctrina como la jurisprudencia. Se les cita, generalmente, con fórmulas latinas que
les dieron los antiguos juristas. No son reglas obligatorias ni tienen un carácter
absoluto, pero su uso conviene, en cierto modo, a las reglas de interpretación que
da la ley. Particularmente podríamos decir que tienen cabida en el elemento lógico.
La analogía puede ser utilizada tanto para interpretar como para integrar la
norma jurídica.
Se distinguen dos tipos de analogía. Por una parte, la analogía legal (analogia
legis), que busca la solución aplicable en otra disposición legal o en un complejo
de disposiciones legales. Y, por otra, la analogía jurídica o de derecho (analogia
iuris), que busca la solución en todo el conjunto de la legislación vigente, o sea,
del sistema legal todo. En otras palabras, no es más que el espíritu general de la
legislación o los principios generales del ordenamiento jurídico vigente, los que
están implícitos como supuestos lógicos del derecho positivo.
La analogía tiene límites. Hay materias en las que no opera, como en el Derecho
Penal, ni para restringir las garantías constitucionales. Tampoco se aplica a las
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incapacidades, solemnidades, prohibiciones, debido a que tales situaciones son
de derecho estricto, no admitiendo la interpretación analógica. Así, por ejemplo,
no hay más incapacidades que las que señala la ley, de modo que por similar
que sea la condición de un individuo en relación a una incapacidad señalada en
la ley, no se le puede hacer extensiva por la vía de la analogía.
Puede suceder, en todo caso, que a quien le esté prohibido lo menos no le esté
prohibido lo más. Por ejemplo, el art. 2143 en materia de mandato, donde la
facultad de hipotecar no comprende la de vender, y viceversa.
5. Argumento del absurdo (per absurdus). Debe rechazarse toda interpretación que
conduzca a una interpretación absurda, ya que, de lo contrario, sería negar el
sentido de la propia ley.
SECCIÓN CUARTA:
EFECTOS DE LA LEY
2. En cuanto al tiempo
3. En cuanto al territorio
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SUBSECCIÓN 1
EFECTOS DE LA LEY EN EL
TIEMPO
Generalidades
La esfera normal de aplicación de las normas jurídicas la determina, por una parte,
el territorio en donde ha de aplicarse, y, por otra parte, el tiempo que media entre el
día en que empieza a regir y aquél en que cesa su fuerza obligatoria.
En cuanto a la eficacia en el tiempo de la ley, puede ocurrir que una relación jurídica
constituida bajo el amparo de una norma se le aplique retroactivamente los
preceptos de otra ley posterior. Se producen, así, colisiones de leyes entre una
antigua y una nueva. Para evitar ello, el legislador ha establecido reglas especiales
para resolverlos. La circunstancia anterior se le conoce en doctrina por algunos
como “colisión de las leyes en el tiempo”, por otros como “retroactividad o
irretroactividad de la ley” y por otros como “efectos de la ley en el tiempo”.
Situación normal
a) sabemos que la ley puede establecer una fecha distinta para su entrada en
vigencia, pese a estar ya publicada. Esta situación se denomina vacancia legal,
que es el período que media entre su publicación y su entrada en vigor, época en
la cual no produce sus efectos.
b) existen algunos supuestos en que una ley se aplica pese a estar derogada, que
estudiaremos más adelante. Esta situación se denomina ultra-actividad o
supervivencia de la ley.
El problema se presenta con respecto a las situaciones jurídicas que han nacido al
amparo de la ley antigua, pero que vienen a producir sus efectos bajo el amparo de
una ley nueva. En estos casos, ¿qué ley aplicamos: la antigua o la nueva?
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Aquí, el art. 9 inc. 1º nos da una solución universalmente aceptada: “la ley puede
sólo disponer para lo futuro, y no tendrá jamás efecto retroactivo”.
Según COLIN Y CAPITANT, esta norma encierra dos reglas: a) la ley dispone para el
porvenir. Rige todas las situaciones jurídicas que se produzcan en adelante; y, b) la
ley nada dispone sobre las situaciones jurídicas pasadas. Esta última regla
constituye el principio de la irretroactividad de la ley.
Concepto de retroactividad
Cuando la nueva ley alcanza con sus efectos al tiempo anterior a su entrada en
vigor, ingresando en el dominio de la norma antigua, se dice que la ley tiene efecto
retroactivo, puesto que la ley vuelve sobre el pasado.
El efecto inmediato debe considerarse la regla general: la nueva ley rige solamente
desde el día en que entra en vigor. La ley nueva no permite la subsistencia de la ley
antigua.
Limitaciones al legislador
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a) Derecho de propiedad. Nadie puede ser privado de su propiedad, conforme al
artículo 19 Nº24 de la Constitución, sin perjuicio de la función social de la
misma. O sea, el legislador no puede dictar leyes retroactivas que priven a las
personas del derecho de dominio que ostentan.
c) Situaciones jurídicas amparadas por la cosa juzgada. Ninguna ley puede alterar
los efectos de sentencias firmes y ejecutoriadas (art. 76 inc. 1° Constitución).
Disposiciones transitorias
Debemos indicar que, normalmente, para evitar los conflictos entre la ley antigua y la
ley nueva, el legislador dicta las denominadas disposiciones transitorias, a objeto de
determinar los efectos precisos que la ley nueva debe producir en las situaciones
jurídicas originadas con anterioridad a su entrada en vigencia.
Esta teoría postula que una ley es retroactiva cuando lesiona intereses que para sus
titulares constituían derechos adquiridos bajo la ley anterior, pero no es retroactiva la
ley cuando sólo lesiona meras facultades legales o simples expectativas.
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Esto nos lleva a conocer que se entiende por derechos adquiridos, facultades
legales y simples expectativas:
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los actos realizados con terceros en el tiempo intermedio, que constituirían
derechos adquiridos). Otros sostienen que la mayoría de edad es un derecho
adquirido, por cuanto es un estado personal que una vez adquirido se convierte
en intangible.
Distinguimos entre:
a) Efecto inmediato de la ley. Significa que la ley debe regular todas las situaciones
que se produzcan desde que ella entra en vigencia, las que ya habían nacido y
que se encuentran pendientes (en curso) y las que van a nacer durante su
vigencia. Este sería el efecto normal de la ley, esto es, su efecto inmediato y
hacia el futuro.
b) Efecto retroactivo de la ley. Tiene lugar cuando la ley que entra a regir afecta a
situaciones que ya se habían producido, sometiéndolas a su imperio. Este efecto
se refiere a las situaciones ya producidas, no a las pendientes o en curso.
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El sistema de ROUBIER descansa sobre la distinción entre efecto retroactivo, que es
la aplicación de la ley en el pasado, y efecto inmediato, que es su aplicación en el
presente. El problema consiste en determinar la acción de la ley frente a las
situaciones jurídicas.
Se define como “la posición que ocupa un individuo frente a una norma de derecho o
a una institución jurídica determinada”.
Esas normas contractuales deben permanecer al abrigo de todo cambio de ley, pues
si se permitiera que la nueva ley pueda aplicarse de inmediato al contrato,
equivaldría a reemplazar el acuerdo de voluntades que se hizo en función y sobre la
base de las normas vigentes al momento del contrato, por otras normas diferentes
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contenidas en la nueva ley (respecto de las cuales no ha concurrido la voluntad de
los contratantes).
Esta excepción es sólo aplicable a aquellos actos o contratos cuyo contenido queda
entregado a la voluntad de las partes.
Respecto de las normas que inciden en los contratos, pero que en realidad
constituyen un estatuto jurídico propio y completo, en que la voluntad es sólo
necesaria para desencadenar el efecto jurídico, pero que sus cláusulas no admiten
ser discutidas por las partes, en que estas no las pueden modificar, ellas no admiten
disenso con la nueva ley, y en cuanto a estas normas la nueva ley tendrá efecto
inmediato.
La regla general la contiene el art. 9 inc. 1º del Código Civil: “la ley puede sólo
disponer para lo futuro, y no tendrá jamás efecto retroactivo”.
Lo normal será que cuando una ley tenga efecto retroactivo, las disposiciones
transitorias de la misma regulen las consecuencias de aquellas situaciones jurídicas
que nacieron al amparo de la antigua ley pero que sus efectos continúan o han
comenzado desarrollándose bajo el vigor de la nueva.
Esta ley está inspirada en la teoría de los derechos adquiridos y de las meras
expectativas, como aparece claramente de manifiesto en el art. 7º, aun cuando
algunos autores sostienen que en algunas materias no se ha seguido esta teoría.
Tiene por objetivo solucionar los conflictos que resultaren de la aplicación de leyes
dictadas en diversas épocas.
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hay referencias a materia penal, donde por regla general no hay efectos retroactivos,
a menos que se aplique el principio pro-reo (art. 18 Código Penal).
Sin embargo, la doctrina piensa que esta es una definición de capacidad y, por ello,
se le define como “la calidad permanente que ocupa un individuo en la sociedad, en
orden a sus relaciones de familia”.
Tratándose de las personas jurídicas no se aplican estos artículos, sino que el art.
10, que se refiere a la existencia y derechos de estas personas.
Para estudiar el problema de la retroactividad con respecto a las leyes que rigen el
estado civil, es preciso distinguir: a) entre el estado civil adquirido y el que aún no lo
ha sido; b) entre el estado civil mismo y las consecuencias que de él derivan.
Conforme al artículo 3 inc. 1º LER, “el estado civil adquirido conforme a la ley
vigente a la fecha de su constitución, subsistirá aunque ésta pierda después su
fuerza...”.
Conforme al art. 2 LER, debe aplicarse la nueva ley: “las leyes que establecieren
para la adquisición de un estado civil condiciones diferentes de las que exigía una
ley anterior, prevalecerán sobre ésta desde la fecha en que comiencen a regir”.
Según la Teoría Clásica, la adquisición del estado civil sería una mera expectativa,
por lo que la aplicación de la nueva ley no lo sería con efecto retroactivo. Según la
Teoría Moderna, debe aplicarse la nueva ley porque la situación jurídica no se ha
constituido.
Por consecuencias del estado civil entenderemos los derechos y obligaciones que
éste trae aparejados.
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Conforme al artículo 3 inc. 1º parte 2º LER, las consecuencias del estado civil se
subordinan de inmediato a la ley nueva: “...pero los derechos y obligaciones anexos
a él, se subordinarán a la ley posterior, sea que ésta constituya nuevos derechos y
obligaciones, sea que modifique o derogue los antiguos”.
Debe hacerse una prevención. Con la entrada en vigencia de la Ley Nº19.585, que
tuvo como objetivo fundamental “sustituir el régimen de filiación del Código Civil y su
reemplazo por otro que estableciera un trato igualitario para todos los hijos” y que se
consagró expresamente en el artículo 33 CC, se consagró en Chile un solo estado
civil derivado de la filiación, sea matrimonial o no matrimonial: el estado civil de hijo.
Ya no existen hijos legítimos, naturales o simplemente ilegítimos.
Aplicación de las reglas del estado civil de las personas naturales a las
personas jurídicas (art. 10)
Conforme al artículo 10 LER, “la existencia y los derechos de las personas jurídicas
se sujetarán a las mismas reglas que respecto del estado civil de las personas
naturales prescribe el artículo 3 de la presente ley”.
a) Capacidad de goce. Queda ella sometida a la nueva ley, por mandato del art. 7
inc. 1° LER: “las meras expectativas no forman derecho”. La LER la considera
como una facultad legal no ejercitada, y, por tanto, quedará sujeta a la nueva
ley, sin ser esta retroactiva y ello aunque la capacidad es un atributo de la
personalidad. La nueva ley que priva de la capacidad de goce no es retroactiva.
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adquirido, de manera que quien adquirió la capacidad de administrar sus bienes
no la pierde con la nueva ley, pero el ejercicio y continuación se sujeta a ésta. Si
una ley fija la mayoría de edad a los 30 años, el que lo adquirió a los 18 no la
pierde, pero su ejercicio y efectos se arreglan a la nueva ley.
Las guardas están definidas en el art. 338. Las guardas son las tutelas o curatelas, y
el pupilo es el que está sujeto a guarda. Distinguimos las siguientes reglas:
a) Guardador válidamente nombrado por una ley antigua. Sigue ejerciendo el cargo
en conformidad a la nueva ley, aunque según esta hubiere sido incapaz de
asumirlo. Así, la guarda se asimila a un derecho adquirido (art. 9 inc. 1º).
Debemos decir que el cargo de guardador más que un derecho es una carga
para quien lo desempeña. El legislador considera a la guarda como un
verdadero estado civil adquirido.
Esta institución fue suprimida por el Código Civil. No obstante, se consagró una
norma sobre ella en el artículo 11 LER: este privilegio no podrá ser invocado ni
transmitido bajo el imperio de una ley posterior que lo haya abolido.
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Principios generales (art. 12)
a) Adquisición del dominio y demás derechos reales. Prevalece la ley antigua, pues
habría un derecho adquirido.
b) Goces y cargas que se pueden imponer al titular. Prevalece la ley nueva, pues
se trataría de facultades legales no ejercitadas.
Ello hace aseverar a los autores que la irretroactividad del art.12 no es mas que
aparente, porque si bien ampara al derecho real en si mismo al considerarlo un
derecho adquirido, los goces y cargas se ven afectados por la nueva ley, lo que
podría llegar a afectar la esencia del derecho.
El artículo 15 LER se refiere a los usufructos sucesivos: “siempre que una nueva ley
prohíba la constitución de varios usufructos sucesivos, y expirado el primero antes
de que ella empiece a regir, hubiese empezado a disfrutar la cosa alguno de los
usufructuarios subsiguientes, continuará éste disfrutándolo bajo el imperio de la
nueva ley por todo el tiempo que le autorizare su título; pero caducará el derecho de
los usfructuarios posteriores si los hubiere”.
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Usufructo sucesivo es el concedido a varias personas una después de otra.
Usufructo alternativo es el concedido a varias personas sucesivamente, pero de
modo que al terminar el tiempo del último de los llamados, vuelve nuevamente a
gozar de la cosa el primero, luego el segundo, etc. Es un usufructo sucesivo y
circular.
Por ende, el art. 15 de la LER vino a regular una situación histórica. Así, el hecho
indesmentible es que los usufructuarios posteriores al de la persona que disfruta la
cosa a la época de la dictación de la ley nueva, caducan, aplicando a su respecto la
norma del artículo 769.
Se aplica la misma norma relativa al usufructo (art. 15 LER): “la misma regla se
aplicará a los derechos de uso o habitación sucesivos, y a los fideicomisos...” (ver
art. 745).
Por otra parte, el art. 17 señala que “cualquiera tendrá el derecho de aprovecharse
de las servidumbres naturales que autorizare a imponer una nueva ley; pero para
hacerlo tendrá que abonar al dueño del predio sirviente los perjuicios que la
constitución de la servidumbre le irrogare, renunciando éste por su parte las
utilidades que de la reciprocidad pudieran resultarle; a las cuales podrá recobrar su
derecho siempre que restituya la indemnización antedicha”.
Así entendido, el dueño del predio gravado no tiene derecho adquirido alguno para
oponerse a la servidumbre que le imponga la nueva ley: el derecho real existe sólo
respecto del predio dominante.
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6. Reglas relativas a los derechos deferidos bajo condición (art. 14)
El artículo 14 de la LER señala que “los derechos deferidos bajo una condición que,
atendidas las disposiciones de una ley posterior, debe reputarse fallida si no se
realiza dentro de cierto plazo, subsistirán bajo el imperio de ésta y por el tiempo que
señalare la ley precedente; a menos que este tiempo excediese del plazo señalado
por la ley posterior contado desde la fecha en que ésta empiece a regir; pues en tal
caso si dentro de él no se cumpliere la condición, se mirará como fallida”.
La razón de ello es que al existir derechos sujetos a condición resolutiva, estos son
inestables, y la estabilidad es necesaria en pro del principio de la seguridad y
certeza jurídica, lo que se logra haciendo fallar la condición en el plazo más breve.
El art. 13 LER dispone que “la posesión constituida bajo una ley anterior no se
retiene, pierde o recupera bajo el imperio de una ley posterior, sino por los medios o
con los requisitos señalados en ésta”.
a) Para algunos, siguiendo la razón del art. 12, las reglas serían las siguientes:
- Posesión constituida. Es un derecho adquirido, y, por lo tanto, la nueva ley no
lo afectaría.
- Efectos. Están sujetos a la nueva ley, pues se trataría de facultades legales
no ejercitadas (derechos y obligaciones).
b) La otra posición entiende que debe aplicarse la ley nueva, tanto respecto de los
efectos como de los requisitos para ser poseedor. El fundamento de esto está
en que la posesión es un hecho que tiene cada poseedor, no pudiendo
calificarse como un derecho adquirido. Sólo tendrá el carácter de poseedor
aquel que cumpla con los requisitos que impone la nueva ley (sería tan solo una
mera expectativa).
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no perderla, debería ajustarse al mandato de la nueva ley, lo que confirmaría que las
leyes sobre posesión son retroactivas.
Principio general
Las sucesiones se rigen por la ley vigente al tiempo de su apertura, esto es, por la
ley que impera en el momento de la muerte del causante. Asimismo, la sucesión se
rige por la ley del domicilio en que se abre, es decir, la del domicilio que tenía el
difunto al morir (art. 955).
Sucesión testamentaria
Para producir sus efectos el testamento, requiere de la muerte del testador. Ahora,
durante el lapso que media entre el otorgamiento del testamento y la muerte de su
autor, pueden presentarse muchas circunstancias y, entre ellas, que hayan variado
las reglas legales bajo las cuales se otorgó el testamento.
El art. 999 nos define al testamento. Este es siempre solemne, pudiendo ser
solemne o menos solemne o privilegiado (art. 1008).
Con respecto a estos requisitos, el art. 18 LER nos indica que las solemnidades
externas del testamento se rigen por la ley coetánea a su otorgamiento. Esta regla
obedece al antiguo aforismo o adagio "tempus regit actum".
Incluso en el Mensaje con que fue presentada la LER, se dice textual: “pero las
solemnidades externas del testamento, más ligada a la prueba de su existencia que
a lo substancial del derecho transmitido por él, parece natural que deban
subordinarse a la ley que regía al tiempo de su otorgamiento”.
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b) Requisitos internos del testamento
El art. 18 de la LER guarda silencio sobre este punto. Nuestros comentaristas dan
soluciones contradictorias:
- JOSÉ CLEMENTE FABRES afirma que la capacidad y libre voluntad del testador se
rige por la ley vigente al momento del fallecimiento del causante, porque antes
de ese día el testamento no es más que un mero proyecto, que sólo adquiere
eficacia al morir el causante. Así, si el legislador cree que no está perfecta la
voluntad sino con el nuevo requisito, es natural que lo exija para todos aquellos
que mueren después de entrar en vigor la nueva ley. Esta solución la
corroboraría el mismo art. 18 al referirse a las disposiciones testamentarias, las
cuales están subordinadas a la ley vigente a la época en que fallezca el
testador; y estas disposiciones no son más que el efecto de la capacidad y de la
libre voluntad del testador.
- LUIS CLARO SOLAR indica que los requisitos internos del testamento afectan a la
validez del testamento tanto en el día de su confección como en el día de la
muerte del testador. Hasta esta última fecha el testamento era un simple
proyecto, pero también es indispensable que ese proyecto haya sido
regularmente formado al día de su confección. Luego, la capacidad y libre
voluntad del testador debe sujetarse tanto a la ley vigente a la muerte del
causante como a la ley vigente al otorgamiento del testamento.
Para sostener esto, señala que el art.18 supone dos situaciones: las
solemnidades y las disposiciones. Las solemnidades no son más que las formas
a través de las cuales se manifiesta la voluntad, y el art. 18 sujeta a éstas a la
ley coetánea al otorgamiento, de manera que parece lógico que las normas
relativas a la capacidad y libre voluntad del testador también se sujetan a la ley
vigente al tiempo del otorgamiento del testamento, aunque la ley posterior pueda
implicar la incapacidad del testador.
Aún más, ALESSANDRI señala que este principio estaría consagrado en el art.
1006 CC, el cual establece que la capacidad del testador, es decir, uno de los
requisitos internos del testamento, se rige por la ley vigente al tiempo de
otorgarse el acto.
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c) Disposiciones testamentarias
Sucesión intestada
La LER no señala normas a las cuales debe sujetarse la sucesión en este caso,
pero nadie duda que la sucesión intestada se rige por las normas vigentes al tiempo
de la delación de la asignación.
Esta solución está en el Mensaje de la LER, que señala que “siendo constante que
los derechos hereditarios no se transfieren sino a la muerte de su autor, el Proyecto
establece que en cada sucesión, testamentaria o abintestato, el derecho de los
llamados a ella sea definido por la ley vigente a la época de su delación o
transmisión”.
Así, quien era incapaz de suceder según la ley antigua, podrá recibir la asignación si
a la apertura de la sucesión lo considera capaz una nueva ley. Por el contrario, si
era capaz de suceder bajo la ley antigua, no podrá hacerlo si la ley vigente al tiempo
de la apertura lo considera incapaz.
El art. 984 señala que “se sucede abintestato, ya por derecho personal ya por
derecho de representación. La representación es una ficción legal en que se supone
que una persona tiene el lugar y por consiguiente el grado de parentesco y los
derechos hereditarios que tendría su padre o madre, si este o esta no quisiese o no
pudiese suceder. Se puede representar a un padre o madre que, si hubiese querido
o podido suceder, habría sucedido por derecho de representación”.
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y otro muerto. Todos los descendientes del hijo muerto heredarán en lugar del
ascendiente común.
Cabe advertir que aquí las personas suceden no por derecho de representación,
sino en virtud del expreso llamamiento del testador, pues el derecho de
representación no tiene lugar en la sucesión testada. Lo que ocurre es que el
testador manifiesta su voluntad remitiéndose al derecho de representación que la
ley consagra para las disposiciones intestadas. Más parece una sustitución (art.
1156 y ss.)
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Ley que rige los requisitos internos y los efectos de los contratos
Conforme al art. 22 inc. 1º, “en todo contrato se entenderán incorporadas las leyes
vigentes al tiempo de su celebración”.
La razón de la indicación omitida era que los efectos de la LER no deben limitarse
sólo a los contratos, sino que a todos los demás actos legales capaces de constituir
derechos y obligaciones de tanta fuerza como los contratos.
En síntesis, debemos hacer extensiva esta disposición a todos los demás actos que
no sean contratos, en virtud del espíritu del legislador y del aforismo que dice “donde
existe la misma razón, existe la misma disposición”.
Los requisitos externos o de forma de todo acto o contrato han de apreciarse según
la ley vigente a la fecha de su otorgamiento, en virtud del principio “tempus regit
actum”.
Ello, porque no puede pedirse a las personas que celebren tales actos o contratos
sino en la forma prevista por la ley vigente a la época de su celebración, siendo esta
situación un derecho adquirido que debe ser respetado por haber ejercitado una
facultad legal. Por el contrario, si el acto era nulo según la ley vigente al tiempo de
su otorgamiento y la nueva ley elimina tal causa de nulidad, el acto seguirá siendo
nulo.
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Este principio, si bien no se encuentra consagrado expresamente en la LER, queda
de manifiesto su aplicación por las normas dadas en los artículos 18 y 23. El
primero, que prescribe que “las solemnidades externas del testamento se regirán por
la ley coetánea a su otorgamiento”; y el segundo, que dispone que “los actos o
contratos válidamente celebrados bajo el imperio de una ley podrán probarse bao el
imperio de otra, por los medios que aquella establecía para su justificación”.
O sea, no se aplica la ley vigente a la época del otorgamiento del acto o contrato
a los siguientes casos:
b) Las que señalan penas para el caso de infracción de lo estipulado en ellos; pues
ésta será castigada con arreglo a la ley bajo la cual se hubiere cometido.
Con respecto a la segunda excepción, debemos indicar que sólo se refieren a las
penas que por la infracción del contrato impongan las leyes, no las que impongan
voluntariamente las partes, ya que ésta última constituye un derecho adquirido en
orden a aplicar la pena estipulada. Por ejemplo, por la ley vigente a la época de
celebración del contrato se castigaba su infracción con indemnización de perjuicios,
comprendiendo esta el daño emergente y el lucro cesante; si la nueva ley establece
que la indemnización de perjuicios sólo comprenderá el daño emergente, las
infracciones cometidas bajo el imperio de la nueva ley sólo indemnizarán el daño
emergente.
Lo que se prueba son los hechos, a través de los medios que la ley establece.
adjetivas:
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b) Aspecto objetivo. Dice relación con la forma de rendir la prueba, es decir, las
reglas procesales o de procedimiento que regulan la rendición de prueba.
Tratándose del aspecto sustantivo, ésta se rige por la ley vigente a la época de la
celebración del acto o contrato que se trata de probar: “los actos o contratos
válidamente celebrados bajo el imperio de una ley podrán probarse bajo el imperio
de otra, por los medios que aquélla establecía para su justificación” (art. 23 parte 1ª).
La parte adjetiva queda sometida a la ley bajo la cual se rindiere la prueba: “pero la
forma en que debe rendirse la prueba está subordinada a la ley vigente al tiempo en
que se rindiere” (art. 23 parte 2ª).
¿Se pueden valer las partes de un medio de prueba que la ley anterior no
reconocía?
Se ha sostenido que ello sería sólo posible en al medida que al hacer uso de un
medio de prueba establecido por la nueva ley no se esté recurriendo a uno que
prohibía la ley anterior.
El Mensaje de la LER expresaba que “las leyes de esta naturaleza jamás confieren
derechos susceptibles de ser adquiridos; por consiguiente, nada hay que pueda
oponerse a su inmediato cumplimiento”.
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b) las actuaciones y diligencias ya iniciadas
En ambas debe transcurrir un lapso de tiempo, habiendo inactividad por parte del
dueño o acreedor, según el caso. Sin embargo, la prescripción adquisitiva, al ser un
modo de adquirir el dominio, implica posesión; mientras que la extintiva no
comprende tal elemento, siendo sólo una forma de extinguir acciones y derechos.
a) Art. 25: “la prescripción iniciada bajo el imperio de una ley, y que no se hubiere
completado aún al tiempo de promulgarse otra que se la modifique, podrá ser
regida por la primera o la segunda a voluntad del prescribiente; pero eligiéndose
la última, la prescripción no empezará a contarse sino desde la fecha en que
aquélla hubiese empezado a regir”.
b) Art. 26: “lo que una ley posterior declara absolutamente imprescriptible no podrá
ganarse por tiempo bajo el imperio de ella, aunque el prescribiente hubiese
principiado a poseerla conforme a una ley anterior que autorizaba la
prescripción”.
Entre nosotros, dos leyes han reducido el plazo de prescripción. La ley 6162 de
1938 redujo el plazo de prescripción extraordinaria de 30 a 15 años, y la ley
16952 de 1968 lo volvió a reducir a 10 años. Sin embargo, ambas leyes dijeron
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que los nuevos plazos se aplicarían a las prescripciones que estuvieren en
curso, derogando tácitamente al art. 25 de la LER. Además se estableció que los
plazos se contarán desde el inicio de la posesión y no desde que empiezan a
regir estas leyes. Ello se hizo siguiendo aquel principio que postula el estabilizar
los derechos lo más rápido posible.
Como señalamos, en esta materia no hay derechos adquiridos, las leyes rigen in
actum, de modo que sólo nos encontramos con facultades legales que si fueron
ejercidas no pueden verse afectadas, y si no se han ejercido serán modificadas
(derecho a sufragio, por ejemplo).
Siguiendo la teoría de ROUBIER también debería aplicarse la ley nueva, por cuanto el
derecho público es un derecho institucional por excelencia y la unidad en el régimen
de las instituciones es imprescindible; no podrían funcionar paralelamente la
legislación antigua y la ley nueva.
Esta clase de leyes pertenecen a la parte del derecho procesal que cae dentro del
derecho público, por lo tanto, rige la misma regla anterior: in actum.
2. Otra postura sostiene que aquí no juega la regla de la fijeza o radicación, pues el
hecho de dictarse una nueva ley implica la cesación de la competencia que
otorgaba la antigua ley. Así, sigue la regla general del art. 24 de la LER y siendo
norma de procedimiento se aplica la ley nueva.
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Leyes penales
SUBSECCIÓN 2
EFECTOS DE LA LEY EN CUANTO AL TERRITORIO
Generalidades
Del hecho de que todo Estado sea soberano e independiente y pueda atribuirse en
forma exclusiva y excluyente dentro de su territorio la potestad legislativa y
jurisdiccional, deriva lógicamente en que cada Estado sólo puede dictar leyes y
hacerlas cumplir dentro de las fronteras del país.
El conflicto se presenta cuando una misma situación jurídica pretende ser regida
por la legislación de dos o más países: ¿Cuál ley aplicamos? De ello se ocupa el
Derecho Internacional Privado. Nuestro Código Civil dio algunas normas sobre ello
que estudiaremos más adelante.
Todos los problemas que originan el conflicto de leyes en el territorio gira en torno
a dos principios contrapuestos: el principio territorial y el extraterritorial o personal.
Según el principio territorial, las leyes se dictan para el territorio y tienen su límite
dentro del mismo. Según el principio personal, por el contrario, las leyes se dictan
para las personas y acompañan a éste fuera del territorio.
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Regla general: el principio territorial rige en nuestro derecho
Y así lo dice el art. 14: “La ley es obligatoria para todos los habitantes de la
República, inclusos los extranjeros”. Una aplicación de esta norma apreciamos en
el art. 997.
Si bien es cierto que se impone la ley chilena al extranjero, no es menos cierto que
también se les otorga una franquicia, al equipararlo con el chileno en cuanto a la
adquisición y goce de los derechos civiles que regla este Código (art. 57). No
obstante, tiene algunas excepciones, como el artículo 1012 N°10.
a) Según la doctrina tradicional, significa que todos los individuos que habitan en
el territorio nacional, sean chilenos o extranjeros, quedan sometidos a las
leyes chilenas desde el punto de vista de su persona, bienes y actos.
Excepciones al artículo 14
No son más que las que reconoce el Derecho Internacional y que son relativas a
los soberanos extranjeros, agentes diplomáticos y buques de guerra. Ellos se
rigen por la ley de su Estado.
Para estudiarla debemos distinguir entre leyes personales, leyes reales y leyes
relativas a los actos.
El principio general lo entrega el art. 15: “A las leyes patrias que reglan las
obligaciones y derechos civiles, permanecerán sujetos los chilenos, no
obstante su residencia o domicilio en país extranjero: 1º: en lo relativo al
estado de las personas y a su capacidad para ejecutar ciertos actos, que
hayan de tener efecto en Chile; 2º: En las obligaciones y derechos que nacen
de las relaciones de familia; pero sólo respecto de sus cónyuges y parientes
chilenos”.
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Por lo tanto, tratándose del estatuto personal de los chilenos,
excepcionalmente se aplica la ley chilena extraterritorialmente.
La regla la da el art. 16: “los bienes situados en Chile están sujetos a las leyes
chilenas, aunque sus dueños sean extranjeros y no residan en Chile”. A
contrariu sensu, los bienes situados en el extranjero no están sujetos a las leyes
chilenas, aunque sus dueños sean chilenos y residan en territorio nacional.
a) Art. 955, que señala que la sucesión se regla por la ley del domicilio en que
se abre. Constituye una excepción, porque según el art. 16 inc. 1º la manera
de adquirir los bienes situados en Chile se rige por la ley chilena, pero si el
causante fallece en el extranjero, se regirá por la ley del país en que falleció,
aun cuando tenga todos sus bienes en Chile.
En esta materia reciben aplicación los principios expuestos tanto de las leyes
personales como de las leyes reales. Por tal razón, el conjunto de las leyes
relativas a los actos y contratos se le llama estatuto mixto.
Debemos distinguir la ley que rige a la forma de los actos de aquella que
gobierna los requisitos internos de la misma:
Se rige por la ley del lugar en que han sido otorgados, o sea, tiene plena
aplicación el principio “locus regit actum”. Así lo consagra el art. 17: “la forma
de los instrumentos públicos se determina por la ley del país en que hayan
sido otorgados. Su autenticidad se probará según las reglas del Código de
Enjuiciamiento. La forma se refiere a las solemnidades externas, y la
autenticidad al hecho de haber sido realmente otorgados y autorizados por
las personas y de la manera que en los tales instrumentos se expresa”.
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El instrumento público está definido en el art. 1699. Por lo tanto, tratándose
de un instrumento público deben darse los siguientes requisitos:
- que haya sido otorgado con las formalidades prescritas por la ley del país
de otorgamiento;
- que se pruebe su autenticidad conforme a las normas dadas por el
Código de Procedimiento Civil (art. 345 C.P.C.)
El art. 1027, que sólo reconoce validez a los testamentos otorgados en país
extranjero cuando fueren escritos; no se reconoce validez en Chile a un
testamento verbal otorgado en otro país, cualquiera que sea el valor que las
leyes de dicho país le atribuyan.
Art. 18: “cuando las leyes chilenas exigieren instrumento público para
pruebas que han de rendirse y producir efectos en Chile, no valdrán las
escrituras privadas, cualquiera que sea la fuerza de éstas en el país en que
hubieren sido otorgadas”.
b) Ley que rige los requisitos internos del acto y sus efectos
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Por regla general, al igual que los externos, los requisitos internos se rigen
por la ley del país en que el acto se celebra.