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CORRESPONDE AL TRABAJADOR LA
CARGA DE APORTAR AL JUICIO LAS CONSTANCIAS DEL PROCESO
ANTERIOR, CUANDO PRETENDE DEMOSTRAR LA MALA FE DE UN
SEGUNDO O ULTERIOR OFRECIMIENTO.
De la correlación de los artículos 2o., 3o., 4o., 6o., 10 y 43 de la Ley Federal de los
Trabajadores al Servicio del Estado; 1, 2, 3, 21 y 76 de la Ley del Instituto de Seguridad y
Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado vigente; y, 1o., 2o. y 3o. de la Ley de los
Sistemas de Ahorro para el Retiro, vigente a partir del 23 de mayo de 1996, se advierte que
las dependencias del Estado, en su calidad de patrón, tienen el deber de otorgar a sus
empleados los seguros que prevé el régimen obligatorio, tales como el médico, el fondo de
pensiones y retiro, entre otros, para lo cual, indefectiblemente deben realizarse las
aportaciones al Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR), como organismo regulado por las
leyes de seguridad social, que prevén que las aportaciones de los trabajadores, patrones y
del Estado sean manejadas a través de cuentas individuales, propiedad de los trabajadores,
con el fin de acumular saldos que se aplicarán para fines de previsión social, para la
obtención de pensiones, o como complemento de éstas. Consecuentemente, en aquellos
casos en que se controvierte la existencia de la relación de trabajo, asegurando que se trató
de una prestación de servicios profesionales, al quedar demostrado que el vínculo fue de
naturaleza laboral, procede condenar a cubrir las aportaciones correspondientes, por
constituir una obligación legal del Estado patrón.
Cuando un trabajador aduce que ingresó a laborar en una fecha determinada por más de tres
meses y el patrón se excepciona en el sentido de que el contrato de trabajo fue especial,
sujeto a capacitación inicial conforme al artículo 39-B de la Ley Federal del Trabajo,
vigente a partir del 1o. de diciembre de 2012, y en el juicio se acredita que se contrató al
operario en esos términos, con una temporalidad de tres meses, la acción derivada de un
despido (reinstalación o indemnización constitucional) es improcedente, si el actor no
demuestra que con anterioridad existió la relación laboral.
Si la parte actora elimina una prestación reclamada antes del cierre de la etapa de demanda
y excepciones regulada en el artículo 878 de la Ley Federal del Trabajo, vigente hasta el 30
de noviembre de 2012, dicha circunstancia no puede dar lugar a que se difiera o suspenda la
audiencia respectiva, en virtud de que con la conducta procesal del accionante no se vulnera
derecho fundamental alguno del demandado, habida cuenta que la determinación de su
contraparte no configura una modificación radical o sustancial al libelo inicial que impida
al patrón emitir la contestación respectiva.
Si entre la fecha en que inició el cómputo del término de dos años para la prescripción de la
acción tendente a la ejecución del laudo, y aquella en que concluyó dicho plazo, la actora
interpone un recurso de revisión contra el acuerdo del presidente del Tribunal Estatal de
Conciliación y Arbitraje que ordenó el cumplimiento del fallo, al estimar que dicho
servidor no consideró todas las medidas necesarias para esa finalidad, este recurso
interrumpe el plazo de prescripción señalado y, por tanto, hasta que sea resuelto surge la
obligación procesal de la actora para solicitar a dicha autoridad que emita un nuevo acuerdo
de ejecución pues, lógicamente, el actor debía esperar a que el tribunal responsable
resolviera el mencionado recurso y hasta entonces reiterar su petición, conforme a las
circunstancias que se hubieran determinado en esa interlocutoria; lo anterior, con
fundamento en el artículo 115, fracción I, de la Ley de los Trabajadores al Servicio de las
Instituciones Públicas del Estado de San Luis Potosí, en donde se menciona que la
prescripción se interrumpe con la presentación de la demanda ante el Tribunal Estatal de
Conciliación y Arbitraje, pues hay identidad en la razón jurídica, es decir, en la consecuente
interrupción del término de prescripción por el ejercicio de los derechos procesales
correspondientes que, en este caso, de manera semejante, consistió en la interposición de un
recurso de revisión por parte del actor en el juicio laboral de origen contra el acto de
ejecución dictado por el presidente del tribunal responsable.
El artículo 790, fracción II, de la Ley Federal del Trabajo, al prever que en el desahogo de
la prueba confesional las posiciones se formularán libremente, pero deberán concretarse a
"los hechos controvertidos", debe entenderse conforme a su expresión literal, por lo que no
cabe interpretación alguna para distinguir si éstos pueden ser principales o secundarios y,
por ende, la existencia de la relación laboral, no obstante ser uno de naturaleza principal, es
susceptible de acreditarse con la confesión ficta del patrón, no desvirtuada con prueba en
contrario, siempre que sea un hecho controvertido. En efecto, si la patronal no concurre a
desahogarla, debe declarársele confesa de las posiciones articuladas por el trabajador que se
hubieren calificado de legales, de manera que, a través de ese medio probatorio, el actor
puede válidamente demostrar que existió el vínculo laboral, sin que importe que al
contestar la demanda el patrón lo haya negado, en virtud de que esa expresión no constituye
prueba, sino sólo un planteamiento de defensa que tiene el efecto de arrojar la carga de ese
dato sobre el trabajador; además, si para acreditarlo éste tiene a su alcance el ofrecimiento
de la confesional, quedaría en precaria condición procesal si de antemano se destruyera el
valor de la confesión ficta de su contraparte, pues bastaría que el patrón, después de negar
la relación, se abstuviera de comparecer a absolver posiciones para impedir la eficacia
probatoria de la confesional.
De una nueva reflexión respecto del pago de la prima quinquenal a los trabajadores al
servicio del Estado y los Municipios de Chiapas, y acorde con el criterio sostenido por la
Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la jurisprudencia 2a./J.
99/2005, visible en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época,
Tomo XXII, septiembre de 2005, página 381, de rubro: "PRIMA VACACIONAL. LOS
TRABAJADORES DEL ESTADO Y MUNICIPIOS DE CHIAPAS TIENEN DERECHO
A ESA PRERROGATIVA EN TÉRMINOS DEL ÚLTIMO PÁRRAFO DEL ARTÍCULO
40 DE LA LEY FEDERAL DE LOS TRABAJADORES AL SERVICIO DEL ESTADO,
DE APLICACIÓN SUPLETORIA A LA LEY DEL SERVICIO CIVIL LOCAL.", este
órgano de control de legalidad se aparta del criterio contenido en la tesis XX.2o.27 L,
publicada en el mismo medio de difusión, Época y Tomo, agosto de 2005, página 1968, de
rubro: "PRIMA QUINQUENAL. NO SE ACTUALIZA LA SUPLETORIEDAD DE LA
LEY FEDERAL DE LOS TRABAJADORES AL SERVICIO DEL ESTADO A LA LEY
DEL SERVICIO CIVIL DEL ESTADO Y LOS MUNICIPIOS DE CHIAPAS, AL NO
PREVER ESTA ÚLTIMA LA PROCEDENCIA DE ESE DERECHO.", en la que
sustancialmente se estableció que en tratándose del pago de la prima quinquenal a los
trabajadores mencionados, la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado no era
supletoria de la Ley del Servicio Civil del Estado y los Municipios de Chiapas, por
estimarse que no se preveía ese derecho. Cambio que también obedece, por una parte, a que
del proceso legislativo de reforma al artículo 116, fracción VI, de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, en el que se otorgó a las Legislaturas Estatales la
facultad para crear leyes que regularan las relaciones laborales entre el Estado y sus
Municipios con sus empleados, vinculándolas para que lo hicieran con base en los derechos
mínimos tutelados en el apartado B del numeral 123 de la Constitución Federal, precepto
dentro del cual queda comprendida la protección al salario y, por otra, que de la exposición
de motivos de la adición del segundo párrafo del numeral 34 de la citada Ley Federal de los
Trabajadores al Servicio del Estado, supletoria de la Ley del Servicio Civil del Estado y los
Municipios de Chiapas, se advierte que la prima quinquenal constituye una prerrogativa
necesaria para lograr la eficacia al disfrute del derecho mínimo de protección al salario que
se consagra en el apartado B del invocado precepto constitucional, al haberse establecido
como una prestación adicional al salario del trabajador, con la cual el Estado reconoce el
esfuerzo y la colaboración de los empleados públicos en la consecución de sus propósitos;
además, del contenido de las fracciones IV y VI del apartado B del referido numeral 123, se
advierte que el Constituyente previó medidas de protección al salario, entre otras, que sería
fijado en los presupuestos respectivos, sin que su cuantía pudiera ser disminuida durante su
vigencia, y que no podrían ser inferiores al mínimo para los trabajadores en general en el
Distrito Federal y en las entidades de la República; y que sólo podrían hacerse retenciones,
descuentos, deducciones o embargos, en los casos previstos en las leyes; de donde se sigue
que una de las medidas de protección al salario consiste en que esa retribución no podrá ser
restringida, pero sí es extensiva a las condiciones laborales de cualquier trabajador, sea de
base o de confianza, donde queda incluido el pago de la prima quinquenal, precisamente
por constituir un incremento al salario que se otorga al trabajador como estímulo por su
desempeño. En esa tesitura, si al regular las relaciones laborales entre los poderes de la
entidad y los Municipios con sus trabajadores, la Legislatura del Estado de Chiapas omitió
indicar expresamente que el pago de la prima quinquenal formaba parte del salario, ello no
significa que su intención hubiera sido privarlos de esa prerrogativa, pues conforme a la
referida jurisprudencia, en la aplicación supletoria de la ley no resulta indispensable que el
ordenamiento que permite dicha supletoriedad regule la institución a suplir, con tal de que
ésta sea necesaria para lograr la eficacia de las disposiciones contenidas en la ley suplida,
como sucede en el caso del pago de la prima quinquenal, que se instituyó como una
prerrogativa indispensable para lograr la eficacia al disfrute del derecho mínimo de
protección al salario, que constitucional y legalmente corresponde a los trabajadores. Por
otra parte, conforme al artículo noveno transitorio de la aludida ley burocrática estatal, que
señala: "En lo no previsto y que no se oponga a esta ley es supletoria la Ley Federal de los
Trabajadores del Estado.", y el dispositivo 34 de la Ley Federal de los Trabajadores al
Servicio del Estado que sí regula la mencionada prerrogativa, es válido establecer que con
la integración normativa de la ley que se aplica supletoriamente al ordenamiento estatal de
la materia, no se crea una institución extraña que el legislador no hubiera tenido la
intención de establecer, puesto que la protección al salario es también un derecho mínimo
garantizado para los trabajadores al servicio del Estado, que dispuso el legislador ordinario
federal y el pago de la prima quinquenal constituye una de esas medidas. En consecuencia,
se concluye que no fue voluntad del legislador estatal la omisión de incluir esa figura
jurídica en la Ley del Servicio Civil del Estado y los Municipios de Chiapas, sino que
constituye únicamente un vacío legislativo que permite acudir a la supletoriedad de leyes,
concretamente a la aplicación del párrafo segundo del artículo 34 citado, que sí prevé esa
prerrogativa laboral, con el objeto de adecuar el orden normativo de la ley burocrática local
a los postulados que en materia de estas relaciones se encuentran previstos en el apartado B
del artículo 123 constitucional.
Uno de los cambios más importantes que se introdujeron en la Ley de Amparo, vigente a
partir del tres de abril de dos mil trece, consiste en que la suplencia de la queja opera
respecto de las fracciones I (declaratoria de inconstitucionalidad de leyes); II (menores,
incapaces, orden o estabilidad de la familia); III (materia penal); IV (materia agraria); V
(materia laboral), y VII (condiciones de pobreza o marginación del quejoso), del artículo 79
del propio ordenamiento, aun ante la ausencia de conceptos de violación o agravios. Por
tanto, si en un amparo indirecto contra leyes promovido con motivo de un acto concreto de
aplicación no se formula algún concepto de violación en contra de la norma reclamada y el
Juez advierte que debe suplirse la deficiencia de la queja ante la ausencia de dichos motivos
de inconformidad por ser aplicables cualquiera de las fracciones mencionadas, no procede
el sobreseimiento en el juicio respecto de la disposición reclamada, sino que, por el
contrario, al actualizarse una de las excepciones al principio de definitividad en relación
con el respectivo acto concreto de aplicación, precisamente aquella que se refiere a la
impugnación de normas generales, el juzgador debe analizar el fondo del asunto y resolver
lo conducente.
El artículo 244 del Código de Procedimientos Civiles del Estado de Jalisco(1) señala que la
consignación de dinero debe hacerse exhibiendo certificado de depósito que expida la
Secretaría de Finanzas o recaudadora, sin embargo, tratándose de obligaciones alimentarias
que deben satisfacerse para cubrir lo urgente de la propia subsistencia, bien puede realizarse
el pago de la pensión a través de depósito bancario en los casos en que exista impedimento,
como ocurre si la madre del acreedor, por su situación laboral, no puede asistir de manera
ordinaria al juzgado a realizar los trámites para hacerla efectiva; por otro lado, las fichas de
depósito bancario son un dato certero de comprobación de las obligaciones a cargo del
deudor. Por consiguiente, debe facilitarse la pronta disposición de los alimentos, evitar el
gasto extraordinario por el traslado para su cobro y la pérdida de tiempo e, incluso, el pago
de honorarios de abogados que puedan gestionarlos; máxime que el precepto 17, numeral 4,
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos(2) establece que los Estados partes
deben tomar medidas apropiadas para asegurar la igualdad de derechos y la adecuada
equivalencia de responsabilidades de los cónyuges en cuanto al matrimonio, durante éste y
en caso de su disolución adoptar disposiciones que aseguren la protección necesaria a los
hijos, sobre la base única del interés y conveniencia de ellos; de ahí que deban removerse
obstáculos que deniegan el acceso a la justicia y remediar situaciones asimétricas de poder
como una forma de garantizar el derecho a la igualdad.
La Ley General del Servicio Profesional Docente, conforme a su artículo 1, primer párrafo,
es reglamentaria del diverso 3o., fracción III, de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, por lo que se trata de una legislación relativa a la educación que el
Estado está obligado a impartir y, en concreto, determina los lineamientos de la regulación
del servicio profesional docente. En ese sentido, si bien se trata de una norma de naturaleza
administrativa, en tanto que versa sobre las funciones que corresponde ejecutar a la
administración pública federal y, además, le es aplicable supletoriamente la Ley Federal de
Procedimiento Administrativo, ello no determina la vía para la impugnación de la
resolución de separación de un empleado por no asistir a sus labores por más de tres fechas
en un periodo de treinta días naturales, en términos del artículo 76 citado, ya que ese
ordenamiento procesal sólo complementa las reglas procedimentales de la primera,
mientras que para definir la sustancia de la decisión es necesario atender al artículo 83 de la
ley general mencionada, el cual indica que, salvo casos de excepción previstos en ella, las
relaciones de trabajo entre los organismos en materia educativa y el personal sujeto al
ámbito de aplicación del ordenamiento se regirán por la legislación laboral; asimismo,
establece que la separación del personal en los términos de esa ley podrá ser impugnada
ante los órganos jurisdiccionales en materia de trabajo; base suficiente para estimar que el
legislador fijó una regla general en cuanto a la competencia material de los tribunales
encargados de conocer de tales controversias. En consecuencia, dado que la impartición de
la educación pública requiere la contratación de personas encargadas de esa función, lo que
produce relaciones de índole laboral, y se regularon sanciones cuya imposición no
encuentra sustento en la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los
Servidores Públicos, queda de manifiesto que, tratándose de actos como el descrito, el
Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa carece de competencia para conocer de
su impugnación.
SUBCONTRATACIÓN LABORAL. EL ARTÍCULO 15-A DE LA LEY FEDERAL
DEL TRABAJO NO VIOLA EL PRINCIPIO DE SEGURIDAD JURÍDICA.
El señalado precepto, al definir el régimen de subcontratación como aquel por medio del
cual un patrón denominado contratista ejecuta obras o presta servicios con sus trabajadores
bajo su dependencia, a favor de un contratante, persona física o moral, la cual fija las tareas
del contratista y lo supervisa en el desarrollo de los servicios o la ejecución de las obras
contratadas, no viola el principio de seguridad jurídica por el hecho de que se otorgue al
patrón contratante la facultad de fijar las tareas del contratista y supervisar ese trabajo. Lo
anterior, en virtud de que el legislador no elimina de la esfera jurídica del contratista el
derecho de supervisar y asignar las tareas a sus empleados, pues las seguirá teniendo
conforme a la relación laboral que rige entre él y sus trabajadores, ni está defraudando
expectativas legítimas que a aquél se le hubiesen creado (derecho que previamente había
adquirido); sólo se trata de una medida legislativa razonable, emitida y regulada,
principalmente, en beneficio y protección de los derechos de los trabajadores.
Dichos preceptos, adicionados por el Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan
diversas disposiciones de la Ley Federal del Trabajo, publicado en el Diario Oficial de la
Federación el 30 de noviembre de 2012, que regulan el régimen de subcontratación laboral,
no violan el principio de seguridad jurídica, pues tal regulación persigue un fin
constitucionalmente legítimo, relacionado con la protección del derecho al trabajo de los
empleados, que se materializa con el pago oportuno de sus salarios y demás prestaciones de
seguridad social a las que tienen derecho, protegiéndolos ante el eventual incumplimiento
de las obligaciones legales por parte de la contratista. Esta medida permite que el
trabajador, ubicado dentro de una relación de subcontratación, no quede desprotegido
respecto de su derecho a obtener un salario digno y a la seguridad social, ya que para
proteger sus derechos, el legislador, en los artículos 15-B y 15-C invocados, estableció
como condición para el usuario de los servicios contratados bajo este régimen, la
verificación permanente de que la empresa contratista cumple con las disposiciones en
materia de seguridad, salud y medio ambiente en el trabajo.
PRUEBA PERICIAL MÉDICA EN EL JUICIO LABORAL OFRECIDA POR EL
ACTOR SOBRE SU ESTADO DE SALUD. CONSECUENCIA DE SU
INCOMPARECENCIA ANTE EL PERITO TERCERO EN DISCORDIA QUE
DEBE DESAHOGARLA.
De acuerdo con la fracción II del artículo 692 de la Ley Federal del Trabajo, vigente a partir
del 1o. de diciembre de 2012, para fungir como apoderado de cualquiera de las partes en un
juicio laboral es indispensable que se demuestre ser licenciado en derecho; pero cuando el
apoderado del trabajador sea quien no demuestre esta situación, ello no implica, por sí solo,
que se tenga por no interpuesta la demanda, pues de acuerdo con la jurisprudencia 2a./J.
127/2012 (10a.), de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Libro
XIV, Tomo 2, noviembre de 2012, página 1167, de rubro: "DEMANDA LABORAL.
FORMA DE SUBSANAR LA OMISIÓN DEL TRABAJADOR O DE SU APODERADO
DE FIRMARLA.", las demandas laborales y los poderes adjuntos a éstas constituyen un
todo, razón por la cual deben analizarse de manera integral y armónica todos los datos
contenidos en ellos a fin de lograr advertir si contienen la información suficiente para
desprender la intención del trabajador de ejercer la acción; entonces, si se parte de esa base,
cuando quien promueve la demanda se ostentó como apoderado del trabajador, sin
demostrar ser licenciado en derecho, ello puede subsanarse de un análisis que se efectúe de
ésta y de los poderes anexos, para concluir que sí existe voluntad del operario de ejercer su
acción, lo que se traduce en que, aunque no se reconozca personalidad al apoderado por el
referido motivo, puede darse trámite a la demanda laboral.
El derecho a una pensión jubilatoria por parte del ISSSTE constituye un derecho
fundamental de seguridad social tutelado por el artículo 123 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos por lo que, atendiendo al principio de interpretación más
favorable a la persona, inmerso en el artículo 1o., párrafo segundo, constitucional, que
exige que las normas relativas a los derechos humanos se interpreten de conformidad con la
propia Constitución Federal y con los tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano sea parte, el alcance que debe darse a la figura de la suplencia de la queja
deficiente consignada en los artículos 76 Bis, fracción IV, de la Ley de Amparo abrogada y
79, fracción V, de la vigente, no sólo comprende a los trabajadores en activo, sino también
a los pensionados por el instituto mencionado, ya que sería injusto sostener que por la
naturaleza administrativa del acto impugnado en el juicio de nulidad y desconociendo el
carácter de trabajador en retiro o jubilado del quejoso, no procediera la suplencia de la
queja deficiente en su favor cuando demanda la cuantificación correcta de su pensión
jubilatoria, toda vez que no existe duda de que los derechos controvertidos emergen de una
relación de naturaleza laboral, pues la pensión deriva de haber cumplido con los requisitos
previstos por la ley respectiva para disfrutar de ese beneficio y sigue prevaleciendo, incluso
acrecentado, su estado de debilidad.
De acuerdo con el artículo 2o. de la Ley General de Sociedades Mercantiles, éstas tienen
personalidad jurídica propia y distinta de la de los socios que las constituyen y, por
consiguiente, las obligaciones que contrae una persona moral no perjudican ni repercuten
en contra de la persona física que tiene la calidad de socio. Por otra parte, el artículo 87 del
mismo ordenamiento, dispone que la sociedad anónima se compone de socios cuya
obligación se limita al pago de sus acciones y, por tanto, debe entenderse que la persona
moral es un ente con obligaciones y derechos, que tiene capacidad jurídica propia para
comparecer a juicio a través de sus representantes; por ende, las acciones que contra ella se
promuevan y prosperen sólo afectarán su patrimonio y no el de los socios en particular.
Ahora bien, si de los autos del juicio se advierte que el actor señaló como codemandado a
una persona física y resulta que ésta tiene la calidad de socia de la persona moral también
demandada, no puede presumirse, respecto de ella, la existencia de la relación laboral.
Conforme a la legislación laboral, en términos de los artículos 776, 778, 880 y 881, se
precisan las formalidades que deben respetarse en el ofrecimiento, desahogo y objeción de
pruebas; pudiendo ofrecerse nuevas pruebas siempre que se relacionen con las ofrecidas por
la contraparte, así como las que tiendan a justificar las objeciones, en tanto no se haya
cerrado la audiencia, y por una sola vez; por lo que concluida la etapa probatoria, solamente
serán admitidas las que se refieran a hechos supervenientes o de tachas de testigos; de ahí
que si en el desahogo de una diligencia de inspección sobre documentos que el patrón debe
conservar y exhibir en el juicio, en términos del artículo 784, en relación con el 804 de la
ley de la materia, el patrón pretende introducir una documental consistente en un recibo
finiquito en el que basa su defensa, con el objeto de que la prueba de inspección se
desahogue conforme a la indicada documental y no con base en aquellos documentos
señalados en el ofrecimiento de dicha prueba, de esta manera, no obstante que la pretendida
probanza fuera objetada por el trabajador en cuanto a su autenticidad de contenido y firma,
ofreciendo como medio para demostrar su objeción la pericial en caligrafía, grafoscopia y
grafometría, y que la patronal también ofrece dicho medio de perfeccionamiento en la
misma materia; resulta legal que la responsable le haga efectivo el apercibimiento
previamente decretado, ante la falta de exhibición de los documentos materia de la
inspección; así como el no tener por admitida la prueba exhibida y desechando los medios
probatorios en cuanto a la objeción planteada, para ponerla a disposición de quien la
exhibió en el desahogo de la inspección, por no tratarse de los supuestos de excepción para
la admisión de pruebas; de ahí que debió ofrecerla en el momento procesal oportuno, esto
es, en la audiencia en su etapa de ofrecimiento y admisión de pruebas y hasta antes del
cierre; por lo que, al no hacerlo, su derecho precluyó, por tanto, sin posibilidad alguna de
agregarse al expediente, ya que la responsable únicamente se encuentra obligada a tomar en
consideración las exhibidas oportuna y formalmente, y no agregar aquellas que no cumplan
con tales requisitos legales.
La interpretación sistemática y funcional de los artículos 137 y 11, fracción I, de la Ley del
Servicio Civil de Veracruz, conforme a lo establecido en el artículo 123 de la Constitución
General de la República, justifican el trato diferenciado entre trabajadores de base y de
confianza, que lleva a la conclusión de que las condiciones generales de trabajo previstas en
esa legislación para los trabajadores de base, no les son aplicables a los de confianza, pues
si bien en el primero de tales preceptos legales se prevé en términos amplios y sin
distinción literal que "las condiciones generales de trabajo se extienden a todos los
trabajadores", también lo es que agrega que se trata de los "que ampara esta ley", de modo
tal que si en el segundo de tales dispositivos normativos, expresamente señala que:
"Quedan excluidos de la aplicación de esta ley los trabajadores: I. De confianza". De ahí
que ni por extensión pueda entenderse que el legislador local quiso que esas condiciones
fueran aplicables a ambos tipos de empleados burocráticos, sino sólo a los de base, porque
la exclusión de un derecho no necesariamente debe estar así prevista en una norma, ya que
basta atender a los derechos que confirió el constituyente permanente a los trabajadores de
confianza para inferir que, por exclusión, no pueden gozar de los otorgados a los de base.
Máxime que en el marco jurídico de esta entidad federativa existe la "Ley Número 545 que
establece las bases normativas para expedir las condiciones generales de trabajo a las que se
sujetarán los trabajadores de confianza de los poderes públicos, organismos autónomos y
municipios del Estado de Veracruz-Llave", publicada en la Gaceta Oficial estatal el 28 de
febrero de 2003, cuya finalidad es precisamente dotar a esta clase laboral de las condiciones
esenciales para el debido desempeño de las funciones públicas, respetando sus derechos
fundamentales.
De la interpretación sistemática de los artículos 123, apartado A, fracción XXXI, inciso b),
subinciso 1, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; 527, fracción II,
inciso 1, de la Ley Federal del Trabajo; 1o., párrafo tercero y 3o., fracción I, de la Ley
Orgánica de la Administración Pública Federal; 5 y 275 de la Ley del Seguro Social
derogada; 5 y 295 de la vigente, así como de la jurisprudencia 2a./J. 46/95, de la Segunda
Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, publicada en el Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo II, septiembre de 1995, página 239, de
rubro: "COMPETENCIA LABORAL. CUANDO EL DEMANDADO ES EL INSTITUTO
MEXICANO DEL SEGURO SOCIAL ES DE ORDEN FEDERAL SI SE LE DEMANDA
EL CUMPLIMIENTO DE UNA PRESTACIÓN PRINCIPAL, PERO ES LOCAL SI
SÓLO SE LE DEMANDA LA INSCRIPCIÓN DEL TRABAJADOR.", se advierte, como
regla general, que la aplicación de las normas del trabajo corresponde a las autoridades
federales cuando se trate de organismos que sean administrados en forma directa o
descentralizada por el gobierno federal; sin embargo, para establecer qué Junta laboral es
competente para conocer de conflictos en que ese instituto aparece como demandado, es
necesario atender al tipo de prestación que le es reclamada, pues si ésta es principal,
corresponderá a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, pero si es accesoria o
derivada, será la Junta Local correspondiente la que deberá conocer del asunto.
Consecuentemente, en asuntos donde se demanda de un patrón la reinstalación o
indemnización constitucional por despido injustificado como acción principal y del
Instituto Mexicano del Seguro Social la inscripción retroactiva o pago de aportaciones,
corresponderá a la Junta Local de Conciliación y Arbitraje el trámite y resolución del
juicio, pues aun en el caso de ser condenada la demandada, quien soportará el costo de esas
prestaciones será el patrón y no la institución de seguridad social.
Los actos reclamados consistentes en acuerdos en los que se tenga parcialmente por no
interpuesta una demanda laboral, desechen pruebas, o nieguen la posibilidad de acordar
favorable una petición del promovente, por su naturaleza, no requieren ejecución material
por la autoridad para que surtan sus efectos; es decir, que tales actos no conllevan la
realización de una obligación de hacer o dar, sino un pronunciamiento meramente
declarativo que ocasiona que las cosas se mantengan en el estado en que se encuentran; así,
dichos actos jurisdiccionales, per se, no requieren de una actuación posterior que los
complemente y, por tanto, carecen de ejecución material, lo cual finca competencia al
Juzgado de Distrito que previno en el conocimiento del asunto, de conformidad con el
tercer párrafo del artículo 37 de la Ley de Amparo, que establece que cuando el acto
reclamado no requiera ejecución material, es competente el órgano en cuya jurisdicción se
presentó la demanda.
El artículo 21 del Régimen de Jubilaciones y Pensiones del Instituto Mexicano del Seguro
Social establece que cuando el trabajador ocupe una categoría de "pie de rama", su
jubilación o pensión debe ser calculada considerando la categoría inmediata superior, sin
definir lo que es "pie de rama", pero que debe entenderse, conforme al artículo 4 del
reglamento de escalafón, como el puesto de menor jerarquía de una rama del servicio, de
donde se advierte que "rama" es la agrupación de categorías que corresponden a un mismo
escalafón, acorde al tabulador de sueldos; y, que las definiciones de ramas y categorías,
quedan sujetas a los términos del tabulador de sueldos y profesiogramas, así como a sus
modificaciones. Por su parte, del artículo 5 del Reglamento de Bolsa de Trabajo, se obtiene
la definición pretendida, pues al respecto señala: "Para los efectos de este reglamento se
considera pie de rama a la primera categoría de una rama de trabajo con movimientos
escalafonarios, y categorías autónomas a las señaladas de esta manera en el tabulador de
sueldos del contrato colectivo de trabajo.". Por tanto, de la interpretación armónica de
dichos artículos se concluye que el "pie de rama", al que se refiere el mencionado artículo
21 es la primera categoría de una rama de trabajo que, a su vez, deriva de una agrupación
de categorías correspondientes a un mismo escalafón, de acuerdo al tabulador de sueldos,
mientras que las categorías autónomas se prevén expresamente en el tabulador de sueldos
del contrato colectivo de trabajo. De ahí que, si en el sector de médicos del citado
organismo existen los puestos de: "médico general", "médico no familiar" y "médico
familiar", pero sin establecer si alguno de ellos es de menor o mayor categoría, entonces no
se está en presencia de escalafones, sino de puestos autónomos y, por esto, no reciben el
calificativo de "pie de rama"; por lo que si el trabajador desempeñó la categoría de médico
general y no existe base normativa para considerar que ésta es la inferior de ese sector de
médicos, no puede catalogarse como "pie de rama", por tratarse de un puesto autónomo,
con base en el cual debe otorgarse su pensión. Estimar lo contrario, desnaturalizaría el
beneficio previsto en el aludido artículo 21, pues de su interpretación teleológica se
concluye que su objetivo es beneficiar a los trabajadores de menor jerarquía de una rama
del servicio, a fin de que la pensión que obtengan la reciban con la categoría inmediata
superior, en la que no se ubican las de los médicos de ese instituto, como tampoco
colocarse en otra posición laboral que goce de autonomía, pues entender diferente el tópico
implicaría que todos los empleados, a excepción de los de mayor jerarquía, serían jubilados
o pensionados con el nivel inmediato superior, lo que llevaría a considerar inútil que en la
redacción del precepto se incluyera la frase "pie de rama".
Dentro de los elementos normativos de valoración jurídica que integran el tipo que describe
al delito de robo de vehículo, previsto en el artículo 209, fracción I, del Código Penal para
el Estado de Veracruz, se encuentra el apoderamiento, entendido éste como una conducta
en la que el sujeto dispone del objeto con el ánimo de ejercer sobre él una plena disposición
en su beneficio, sacándolo de la esfera del dominio de quien legalmente lo posee, esto es,
ejercer un desapoderamiento de aquel que tiene su legítima tenencia orientado al ánimo,
impidiendo que ejerza su libre disposición; sin embargo, tratándose de operadores de taxi
que realizan esa actividad con motivo de un acuerdo laboral con su propietario, no puede
decirse que se configura aquel ilícito específico, al tener el chofer la posesión derivada del
vehículo, pues, atento a esa relación de trabajo, el propietario le concedió la custodia del
taxi, esto es, le transmitió su tenencia, entendiendo por transmitir, ceder o transferir un
objeto o una cosa; así, dicha transferencia debe interpretarse como desligarse jurídicamente
de su posesión y del poder de hecho que tiene sobre ella, para otorgársela al que la recibe,
quien en consecuencia adquiere su tenencia autónoma e independientemente de su
transmisor; y es que, la precisión del término custodia tiene fundamental importancia para
efectos de configurar este delito, cuando reúne en un vehículo destinado para el servicio
público de taxi, que desde luego no está bajo la esfera de poder del dueño, pero que el
conductor lo tenía bajo su custodia directa, en calidad de poseedor derivado, bajo su
vigilancia, de suerte que la custodia equivale a la posesión misma por ser la expresión más
legítima del poder de hecho y de derecho que en el caso tiene un conductor de taxi sobre el
vehículo que le ha sido confiado; entonces, atento a estas particularidades, no hay robo
específico, sin demérito de que la conducta pudiera ser configurativa de un diverso ilícito,
pero para ello se requiere acusación expresa del Ministerio Público.
De conformidad con el artículo 692, fracción II, de la Ley Federal del Trabajo, los
abogados patronos o asesores legales de las partes, sean o no apoderados de éstas, que no
tengan cédula profesional de abogado o de licenciado en derecho, deben acreditar estar
autorizados para ejercer dicha profesión con carta de pasante vigente, expedida por la
autoridad competente, pues la intención del legislador fue profesionalizar a los
representantes de las partes que intervienen en el juicio, a fin de reducir el riesgo de que
sean deficientemente representadas. Por otra parte, el artículo 5o., párrafo segundo, de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, reconoce el derecho de toda
persona para ejercer la profesión que le acomode y establece que las leyes de los Estados
determinarán qué profesiones necesitan título para su ejercicio, los requisitos para obtenerlo
y las autoridades que han de expedirlo. Así, de acuerdo con las legislaciones que rigen el
ejercicio de las profesiones en el Distrito Federal y en el Estado de Nuevo León, la
constancia expedida por la universidad respectiva, donde se informa que quien comparece
al juicio laboral en representación de la parte demandada "ha concluido el plan de estudios
correlativo a la licenciatura en derecho", "ha cursado y aprobado todas las materias
correspondientes a la carrera de licenciado en derecho" o contenga alguna expresión
similar, no es documento idóneo para acreditar ser pasante autorizado para ejercer la
profesión de abogado o de licenciado en derecho, pues no constituye la carta de pasante
vigente expedida por la autoridad competente a que se refiere el artículo legal citado,
debido a que no la expidió la autoridad competente encargada de supervisar el ejercicio
profesional de la carrera de licenciado en derecho que, en el caso, es la Dirección General
de Profesiones de la Secretaría de Educación Pública y el Departamento de Profesiones,
dependiente de la Secretaría de Educación y Cultura del Estado de Nuevo León.
Conforme a la fracción IV del artículo 7o. de la Ley de los Trabajadores al Servicio del
Estado de Tabasco, los titulares señalados (Síndico de Hacienda, Presidente Municipal o
Presidente del Consejo) cuentan, indistintamente, con la representación jurídica del
Ayuntamiento en las controversias o litigios en que éste fuere parte como titular de la
relación laboral; y acorde con el numeral 115 del mismo ordenamiento, dicho titular
también puede ser representado por el o los apoderados que designe en sesión de cabildo;
en consecuencia, como la representación de mérito sólo puede ser ejercida por los
servidores públicos que cita el primero de los preceptos invocados, en razón del cargo que
detentan (Síndico de Hacienda, Presidente Municipal o Presidente del Consejo) y por los
apoderados que designe el Ayuntamiento, conforme lo prevé el segundo dispositivo legal
mencionado, entonces no tiene facultades el Ayuntamiento para autorizar al o a los
apoderados que designó para que otorguen dicha representación en favor de terceros, bajo
la premisa de que las autoridades únicamente pueden ejercer facultades que les son
expresamente permitidas por la ley; luego, en todo caso, corresponde al Ayuntamiento
designar directamente sus apoderados para que puedan representarlo en las controversias o
litigios en que sea parte.
Si en un juicio laboral el actor señaló que fue despedido en determinada fecha y el patrón se
excepcionó aduciendo la inexistencia del despido y la terminación de la relación laboral
con anterioridad a la fecha precisada por aquél, es inconcuso que ante estas posturas se
genera una doble carga probatoria y, por razones de lógica, las Juntas laborales deben
apreciar, en primer término, si el patrón, con los medios probatorios allegados, justificó su
excepción; esto es, si demostró la terminación de la relación o contrato de trabajo, en
términos del artículo 784, fracción V, de la Ley Federal del Trabajo, vigente hasta el 30 de
noviembre de 2012 y, si así sucedió, es decir, acreditado que la relación laboral culminó en
la fecha señalada por el patrón, deberán examinar si la parte actora cumplió con la carga
probatoria que le correspondió, consistente en demostrar que la relación laboral continuó
hasta la fecha en que aconteció el despido injustificado alegado, lo cual posibilita que la
controversia se resuelva conforme a los artículos 841 y 842 de la ley referida.
El convenio celebrado entre el patrón y el trabajador dentro del juicio laboral para concluir
el conflicto constituye una transacción, sancionada por la Junta, en la que las partes se
hacen mutuas concesiones en relación con las pretensiones alegadas en el procedimiento
para resolver sus diferencias. Por tal razón, el trabajador no puede pretender la nulidad del
convenio al alegar, en un nuevo juicio, que derivado de la omisión de precisar las
prestaciones liquidadas y el salario considerado para ello, le fue saldada una cantidad
menor de la que tenía derecho, pues lo cierto es que él conocía los beneficios que
consideraba le correspondían -ya que los exigió en su demanda- y si en el referido convenio
realizó alguna concesión a favor del patrón en cuanto a sus pretensiones, dicha
circunstancia no puede calificarse como un vicio del consentimiento que vulnere sus
derechos.
DEMANDA LABORAL. EL TRIBUNAL DE CONCILIACIÓN Y ARBITRAJE DEL
MUNICIPIO DE PUEBLA ESTÁ OBLIGADO A PREVENIR AL ACTOR PARA
QUE LA AJUSTE A LA NORMATIVIDAD QUE RIGE A LOS TRABAJADORES
AL SERVICIO DEL AYUNTAMIENTO, CUANDO ADMITE LA COMPETENCIA
DECLINADA POR UNA JUNTA LABORAL.
Si en una demanda laboral promovida ante una Junta Local de Conciliación y Arbitraje del
Estado de Puebla el actor ejercita diversas acciones que sustenta en la Ley Federal del
Trabajo y dicha Junta declina la competencia a favor del Tribunal de Conciliación y
Arbitraje del Municipio de Puebla, es inconcuso que de admitir éste dicha competencia,
conforme a los artículos 685 y 873 de la citada ley, vigente hasta el 30 de noviembre de
2012, de aplicación supletoria por disposición expresa del artículo 13 de la Ley de los
Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento del Municipio de Puebla, abrogada, se
encuentra obligado a prevenir al actor para que en el término de ley ajuste su reclamo a este
último ordenamiento, dado que la sustanciación de los procedimientos previstos en la Ley
Federal del Trabajo y en la referida ley burocrática son distintos, en cuanto a los requisitos
que debe contener la demanda y la forma en que deben ofrecerse y rendirse las pruebas; de
suerte que con dicha prevención se observan los principios de mayor economía,
concentración y sencillez del proceso que preconiza el citado artículo 685.
Del artículo 685, segundo párrafo, de la Ley Federal del Trabajo, vigente hasta el 30 de
noviembre de 2012, se advierte que si bien es cierto que cuando la demanda laboral sea
oscura o vaga se procederá en los términos previstos en el diverso artículo 873, segundo
párrafo, de esa ley, el cual, a su vez dispone que la Junta al admitir la demanda señalará al
trabajador los defectos u omisiones en que haya incurrido y lo prevendrá para que los
subsane dentro del término de tres días; también lo es que, cuando el actor en la audiencia
de ley, específicamente en la etapa de demanda y excepciones, en términos de lo
establecido en la fracción II del artículo 878 de la Ley Federal del Trabajo, en uso de la
palabra antes de ratificar su demanda, la aclara e insiste en la fecha del despido
injustificado, y posteriormente a la contestación de la demanda, solicita que se regularice el
procedimiento a fin de que se le permita aclarar la fecha del despido injustificado que
reclama, ya no es posible tener por aclarada su demanda, ni considerar que la autoridad
laboral oficiosamente haga uso de la facultad prevista en el numeral 873 antes invocado,
pues el citado artículo 878 establece que en caso de modificación, aclaración o
enderezamiento de la demanda, cuando el actor sea el trabajador o sus beneficiarios, podrá
hacerlo por una sola vez en esta etapa; de ahí que no pueda hacer uso de ese derecho
cuantas veces sea necesario, pues debe generarse certidumbre jurídica a las partes en el
juicio laboral ya que, de estimarse que los hechos expuestos en la demanda, modificados en
la audiencia de conciliación, demanda y excepciones, específicamente en la etapa de
demanda, pueden modificarse y/o aclararse en un momento diverso al otorgado para ello
por el artículo 878 de la citada ley, originaría incertidumbre jurídica respecto de qué dato
aclarado es el que la Junta debe tener como válido; por ello, resulta evidente que las citadas
variaciones a la demanda tengan que realizarse, ordinariamente, en la diligencia inicial de
la audiencia de ley y, por tal motivo, no es posible que cuando se advierta irregularidad en
la fecha del despido injustificado que reclama el actor, se ordene aclarar la demanda.
Del artículo 79, fracción VI y penúltimo párrafo, de la Ley de Amparo, se advierte que en
materias diversas a la penal, agraria y laboral opera la suplencia de la queja deficiente en
los conceptos de violación y en los agravios cuando el órgano jurisdiccional advierta que
existió contra el quejoso o particular recurrente una violación evidente de la ley que lo dejó
sin defensa, siempre y cuando se formulen motivos de disenso para controvertir la
actuación combatida. En ese sentido, cuando el acto reclamado lo constituye la omisión o
ilegalidad en el emplazamiento de un juicio, procede la suplencia de la queja deficiente, de
conformidad con esa disposición, toda vez que esa simple manifestación del quejoso
constituye, por sí misma, un concepto de violación mediante el cual se controvierte la
legalidad de esa actuación y, por ende, obliga al juzgador de amparo a analizar dicho acto
procesal de trascendencia relevante, dada su importancia con las demás formalidades del
procedimiento, desde diversas perspectivas no planteadas frontalmente por el inconforme,
pues con su solo señalamiento como acto reclamado se cumple con la exigencia de
formular un planteamiento que puede ser mejorado en ejercicio de la suplencia de la
deficiencia de la queja. Tal conclusión se corrobora al considerarse que, de pretender
mayores solemnidades o exigencias en la formulación de los conceptos de violación o
agravios se desnaturalizaría la razón de ser de dicha institución jurídica, pues se obligaría a
construir silogismos perfectos, ante lo cual, sería innecesario que el juzgador interviniera
con sustento en esa figura, pues limitaría su estudio a lo estrictamente planteado en la
demanda correspondiente, convirtiendo así al asunto, para fines prácticos, en uno de
estricto derecho.
Conforme al artículo 892 de la Ley Federal del Trabajo, los procedimientos especiales son
sumarios y tienen por objeto resolver los conflictos que merezcan una mayor celeridad; sin
embargo, dicha disposición es casuista, ya que en la primera parte determina los supuestos
concretos en los cuales debe seguirse el procedimiento especial; no obstante, cuando la
controversia planteada en un juicio se refiere a la hipótesis prevista en el aludido artículo,
pero en relación con el diverso 503, que establece el caso en el que los beneficiarios de un
trabajador fallecido reclaman prestaciones derivadas de la relación laboral que sostuvo el de
cujus con el demandado, debe ser objeto de impugnación ante la Junta de Conciliación y
Arbitraje a través del procedimiento especial (regulado en los artículos 892 a 899 de la
citada legislación). Esto es, el trámite de la declaración de beneficiarios debe sustanciarse a
través del procedimiento especial, aun cuando, además, se demande el pago de diversas
prestaciones económicas, independientemente de su monto, ya que ello no puede ubicarse
en la hipótesis de la parte final del referido artículo 892, que establece que a través de ese
procedimiento se tramitarán también todos los conflictos que tengan por objeto el cobro de
prestaciones que no excedan el importe de tres meses de salario, ya que este supuesto de
excepción (que el monto de las prestaciones no exceda de tres meses de salario), precedido
de la conjunción copulativa "y" debe interpretarse en el sentido de que el procedimiento
especial debe seguirse también cuando se reclamen únicamente prestaciones que no
excedan a ese importe, circunstancias distintas a las contempladas en la primera parte de
ese precepto, de manera que si se reclama el reconocimiento de beneficiarios, así como el
pago de diversas prestaciones económicas, cualquiera que sea su monto, éstas no deben
entenderse como autónomos, puesto que su procedencia depende del carácter de
beneficiario que, en su caso, declare la autoridad; en esa virtud, el procedimiento que debe
seguirse es el especial.
El artículo 220, fracción VIII, de la Ley de Seguridad Pública para el Estado de Nuevo
León, faculta a la autoridad para dejar de pagar a los elementos de seguridad pública, los
salarios y prestaciones a que tuvieren derecho, al establecer, en lo conducente, que la
suspensión cautelar subsistirá hasta que el asunto quede definitivamente resuelto en la
instancia final del procedimiento correspondiente, de conformidad con lo establecido por la
ley. Del mismo modo, señala que en caso de que el elemento resulte declarado sin
responsabilidad, se le pagarán los salarios y prestaciones que hubiese dejado de percibir
hasta ese momento, con motivo de la suspensión cautelar, y en caso contrario, se declarará
la sanción que conforme a las constancias resulte procedente aplicar, lo que pone de relieve
que esta norma tiene un fin específico que autoriza a la autoridad administrativa a
suspender los salarios cuando se actualice la hipótesis en cuestión, de manera que, cuando
no se reclama su inconstitucionalidad, es evidente que debe partirse del supuesto de que la
norma es legal y autoriza a la autoridad a aplicarla. No obstante lo anterior, la privación del
salario implica la vulneración del derecho humano para poder sobrevivir y satisfacer las
necesidades alimenticias de los elementos y de sus familiares y, en ese tenor, para
salvaguardarlo, el juzgador está obligado a proveer lo necesario para hacer respetar el
derecho humano al salario, tomando en consideración que la relación laboral no esté
concluida, al estar pendiente la resolución definitiva del procedimiento correspondiente; de
ahí que, en esos casos, lo conducente es que se otorgue a los elementos de seguridad el
salario mínimo, en términos del artículo 123, apartado A, fracción VI, de la Constitución
Federal.
Los artículos 841 y 842 de la Ley Federal del Trabajo, vigente hasta el 30 de noviembre de
2012, establecen que la autoridad laboral debe pronunciar los laudos a verdad sabida y
buena fe guardada, apreciando los hechos en conciencia, sin necesidad de sujetarse a reglas
o formulismos sobre estimación de pruebas y de manera congruente con la demanda,
contestación y demás pretensiones deducidas en el juicio oportunamente; principios éstos
que obligan a las Juntas a no tomar en cuenta cuestiones que no formaron parte de la litis.
Ahora bien, si un asegurado demanda el otorgamiento de una pensión de incapacidad
parcial permanente y durante el procedimiento fallece antes de que se emita el laudo
correspondiente, su cónyuge supérstite beneficiaria no tiene derecho a que en el laudo se le
otorgue una pensión de viudez. Ello es así, porque ese proceder cambia la naturaleza de la
acción intentada y, conforme a los numerales citados, la autoridad laboral se encuentra
obligada a resolver congruentemente la acción intentada frente a las excepciones opuestas.
No obsta a lo expuesto, el hecho de que se compruebe este último evento, es decir, el
carácter de beneficiaria, pues en todo caso ello sólo trae como consecuencia la sustitución
procesal, pero no obliga a la autoridad laboral a resolver sobre una prestación no reclamada
y de distinta naturaleza a la originalmente demandada.
El artículo 185 de la Ley Federal del Trabajo, otorga la facultad al patrón de rescindir la
relación de trabajo a un empleado de confianza si existe un motivo razonable de pérdida de
la misma, aun cuando no coincida con las causas justificadas de rescisión a que se refiere el
artículo 47 de la citada ley, vigente hasta el 30 de noviembre de 2012. La disposición
referida encuentra su justificación en la naturaleza de las funciones desempeñadas por los
trabajadores de confianza, como son, principalmente, dirección, inspección, vigilancia y
fiscalización, las cuales implican una estrecha relación entre el obrero y el patrón, de modo
que, siendo la confianza el elemento principal de operación entre el patrón y el obrero,
quien incluso, en términos del artículo 11 de la Ley Federal del Trabajo, es considerado
como representante de aquél, obligándolo en sus relaciones con los demás trabajadores, se
consideró conveniente establecer una causa distinta de las señaladas por el artículo 47 de la
ley laboral, para rescindir el contrato de trabajo sin responsabilidad para el patrón,
consistente en la pérdida de la confianza. Ahora bien, otra particularidad relativa a la
rescisión de la relación laboral, por pérdida de la confianza, derivada del precepto citado en
primer término, consiste en que para rescindir el contrato individual de trabajo no es
necesario acreditar una falta de probidad, ni una causa justificada de rescisión a las que se
refiere el citado artículo 47, pues únicamente basta invocar un motivo razonable de pérdida
de la confianza, que en opinión del patrón estime, con base en hechos objetivos, que la
conducta del operario no le garantiza la plena eficiencia en su función, siempre que no sea
ilógica o irrazonable, para que se esté en presencia de una pérdida de la confianza y se esté
imposibilitado para continuar con la relación que los unió, máxime que al tratarse de un
trabajador de esa naturaleza, dadas sus funciones lleva implícita la imposibilidad de
obligarlo a que continúe depositando su confianza cuando se ha perdido. Por tal razón, el
patrón a lo único que está obligado en tratándose de un empleado de confianza, es a dar el
aviso por escrito de la fecha y causa o causas de la rescisión laboral, sin que sea necesario
acreditar la negativa del empleado a recibir el referido aviso.
Para establecer la preferencia de varios embargos sobre los mismos bienes, el artículo 966
de la Ley Federal del Trabajo, vigente hasta el 30 de noviembre de 2012, distingue la
hipótesis en la que todos los secuestros se practiquen en ejecución de créditos laborales y
del caso en el que un embargo se trabe con motivo de un adeudo laboral y otro sea
practicado por créditos de naturaleza diferente. En este último supuesto, para hacer valer la
preferencia, debe tramitarse el procedimiento previsto en los artículos 113, 979, 980 y 981
de la citada ley, mediante solicitud ante la Junta que conoció del litigio en el que tiene el
carácter de parte, indicando cuáles son las autoridades que sustancian los procedimientos en
los que se pretende rematar y adjudicar los bienes del patrón, acompañando copias
suficientes de su petición para correr traslado a las partes contendientes en los juicios de
referencia. En tanto que para el caso donde los embargos trabados garantizan créditos
laborales, debe atenderse a los lineamientos de los numerales 976 y 977 de la referida ley,
conforme a los cuales, dichas tercerías deben promoverse ante la Junta que tramite la
ejecución respectiva y no ante la que haya conocido del juicio que generó el crédito que se
aduce preferente a que alude el señalado artículo 980, fracción I.
Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha señalado que la finalidad
del mecanismo compensatorio previsto en el artículo 267, fracción VI, del Código Civil
para el Distrito Federal, es resarcir el perjuicio económico sufrido por el cónyuge que, en
aras del funcionamiento del matrimonio, asumió determinadas cargas domésticas y
familiares sin recibir remuneración económica a cambio. En este sentido, la disposición
trata de compensar el costo de oportunidad asociado a no haber podido desarrollarse en el
mercado de trabajo convencional con igual tiempo, intensidad y diligencia que el otro
cónyuge. Ahora bien, al establecer el monto de la compensación, el juez debe tomar en
consideración qué parte del tiempo disponible del cónyuge solicitante es empleado para la
realización de las tareas del hogar como parámetro de medición que permite graduar la
dedicación al hogar. Bajo tal criterio, es posible distinguir los siguientes supuestos: a) la
dedicación plena y exclusiva al trabajo del hogar de parte de uno de los cónyuges; b) la
dedicación mayoritaria al trabajo del hogar de uno de los cónyuges compatibilizada con una
actividad secundaria fuera de éste; c) la dedicación minoritaria al trabajo del hogar de uno
de los cónyuges compatibilizada con una actividad principal, pero mayoritaria y más
relevante que la contribución del otro cónyuge; y d) ambos cónyuges comparten el trabajo
del hogar y contribuyen a la realización de las tareas domésticas. En este orden de ideas, las
especificidades, duración y grado de dedicación al trabajo del hogar son elementos a
considerar para determinar el monto de la eventual compensación, sin que la mera
condición de que el solicitante se encuentre empleado en el mercado convencional o que
reciba el apoyo de empleados domésticos excluya, per se, la procedencia del mecanismo
compensatorio, sino que únicamente graduará la cantidad a fijarse. Lo anterior, a fin de no
invisibilizar las diversas modalidades del trabajo del hogar, pues ello iría en contra de la
finalidad misma de la disposición legal y, por ende, de los artículos 1o. y 4o. de la
Constitución Federal.
Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha señalado que la finalidad
del mecanismo compensatorio previsto en el artículo 267, fracción VI, del Código Civil
para el Distrito Federal es resarcir el perjuicio económico sufrido por el cónyuge que, en
aras del funcionamiento del matrimonio, asumió determinadas cargas domésticas y
familiares sin recibir remuneración económica a cambio. En este sentido, la disposición
trata de compensar el costo de oportunidad asociado a no haber podido desarrollarse en el
mercado de trabajo convencional con igual tiempo, intensidad y diligencia que el otro
cónyuge. Ahora bien, al establecer el monto de la compensación, el juez debe tomar en
consideración que la dedicación al hogar y al cuidado de los dependientes puede traducirse
en una multiplicidad de actividades no excluyentes entre sí, y que deben valorarse en lo
individual. Entre ellas, es posible distinguir los siguientes rubros: a) ejecución material de
las tareas del hogar que pueden consistir en actividades tales como barrer, planchar, fregar,
preparar alimentos, limpiar y ordenar la casa en atención a las necesidades de la familia y el
hogar; b) ejecución material de tareas fuera del hogar, pero vinculadas a la organización de
la casa y la obtención de bienes y servicios para la familia, que puede consistir en gestiones
ante oficinas públicas, entidades bancarias o empresas suministradoras de servicios, así
como compras de mobiliario, enseres para la casa y productos de salud y vestido para la
familia; c) realización de funciones de dirección y gestión de la economía del hogar, que
comprende dar órdenes a empleados domésticos sobre el trabajo diario y supervisarlos, así
como hacer gestiones para la reparación de averías, mantenimiento y acondicionamiento
del hogar; y d) cuidado, crianza y educación de los hijos, así como el cuidado de parientes
que habiten el domicilio conyugal, lo que abarca el apoyo material y moral de los menores
de edad y, en ocasiones, de personas mayores, que implica su atención, alimentación y
acompañamiento físico en sus actividades diarias. En este orden de ideas, las diversas
modalidades del trabajo del hogar son elementos a considerar para determinar el monto de
la eventual compensación, sin que el apoyo de empleados domésticos en el domicilio
conyugal excluya por sí solo la procedencia del mecanismo compensatorio previsto en la
legislación, sino que únicamente graduará la cantidad a fijarse. Lo anterior, a fin de no
invisibilizar las distintas vertientes del trabajo del hogar, pues ello iría en contra de la
finalidad misma de la disposición legal y, por ende, de los artículos 1o. y 4o. de la
Constitución Federal.