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Felipe Mistretta DNI: 36100212 Comisión: Lunes 15 a 17 hs.

Email: felipemistretta@hotmail.com

Ensayo América II Colonial


Reformas borbónicas y rebeliones andinas: las tensiones revolucionarias internas
Introducción
Las reformas borbónicas y su relación con las rebeliones andinas de fines del siglo
XVIII han sido largamente estudiadas y analizadas. Investigaciones mas recientes han
dado lugar a una visión mas extensiva y diversificada de las llamadas rebeliones
andinas, como un proceso heterogéneo que cruzo gran parte del siglo XVIII con
diferentes causas y consecuencias. A su vez, amplia cuestión de ese debate fue si las
reformas desencadenaron las rebeliones andinas, o si no fue tal cosa.
Lo que nosotros pudimos identificar en esta multiplicidad de alzamientos, es la
existencia de tensiones internas en cada revolución y revuelta, que involucraron a cada
uno de los sectores sociales participantes de las mismas. Es decir, en líneas generales se
puede visualizar en cada caso, por un lado, una tensión desde arriba, formada
principalmente por los distintos sectores de la elite dirigente y los respectivos intereses
que los llevaron a involucrarse en las revueltas. Por otro lado, una tensión desde abajo,
de los sectores populares, con sus intereses respectivos que muchas veces diferían
largamente con los del sector de la elite dirigente.
Argumentaremos entonces, que en esta suerte de lucha interna que se dio en cada
revolución, tuvo mayor o menor intensidad de radicalización, según primaran los
intereses de los sectores de la elite o de los sectores populares, siendo las mas
radicalizadas las que se manifestaron mayoritariamente los intereses de estos últimos,
como se puede ver en la rebelión de Tupac Katari. Y en el caso de que primen los
intereses de los sectores de la elite, se darían revueltas mas “moderadas”, como fue el
alzamiento mas conocido de la rebelión encabezada por Tupac Amaru II.
A todo esto, seremos afines a la existencia de una relación parcial de las reformas
borbónicas para con el desarrollo de las revueltas andinas, dado que según los intereses
que llegaron a tocar con sus cambios, se dieron cierto tipo de revueltas de mayor o
menor intensidad, involucrando a los diferentes sectores de la sociedad.
Comenzaremos primeramente con un estado de la cuestión a partir de los cambios que
trajeron las reformas borbónicas, para luego pasar a analizar los diferentes casos de
revueltas andinas y su relación con nuestra argumentación, tomando a la vez
informaciones de distintos estudiosos del tema y sus posiciones respecto a las reformas
y a las revueltas.

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Las reformas y sus consecuencias
Las reformas borbónicas fueron una serie de modificaciones impuestas por el reino
español a todo su sistema de gobierno imperial, con el objetivo de centralizar el sistema
político, aumentar la recaudación fiscal a las arcas reales, y mejorar el sistema defensivo
a lo largo de todo el imperio. Estas medidas se comenzaron a implementar luego del
conflicto de cambio de dinastía real en España, pasando de los Austrias a la dinastía de
los Borbones. Su intención era responder a un contexto de creciente conflicto militar
entre las grandes potencias europeas.
En lo que respecta a su aplicación en las colonias americanas, generaron importantes
cambios que afectaron los intereses tanto de la elite criolla como de los sectores
populares, sembrando el descontento en la mayoría de los casos, aunque con grandes
diferencias regionales.
Por el lado de las reformas gubernamentales, se busco consolidar en las colonias un
estado burocrático fuerte, hasta ese momento inexistente. Se busco desligar a la elite
criolla de los cargos de gobierno, por considerarla corrupta e inoperante,
reemplazándola por burócratas peninsulares, con sueldos altos y que respondan a los
intereses de la Corona. A su vez, se reconfiguro el sistema territorial, creando nuevos
virreinatos y suprimiendo cargos nuevos por otros. Gelman en sus estudios da cuenta de
ello: “[…] las medidas mas importantes de estas reformas administrativas son: la
creación de nuevos virreinatos […] el establecimiento de nuevas capitanías generales
[…] y, finalmente, la instalación de intendencias en casi todo el territorio, suprimiendo
los corregidores y alcaldes mayores, que habían sido señalados reiteradamente como
uno de los sectores mas corruptos del sistema.” (Gelman: 258).
En lo referente a las reformas fiscales, hay un aumento de distintos impuestos, como el
de la alcabala. Además se desplazan a los virreyes del control de las finanzas, con la
creación de la Real Hacienda, recuperando el cobro de impuestos, antes arrendado a
particulares, y a la vez que se libera el comercio con España, se crean nuevos
monopolios. Además, se extiende el tributo a clases antes exentas y se legalizan los
repartos forzosos, gran flagelo para las comunidades indígenas.
Por otro lado, el clero colonial también es victima de estas reformas, siendo disminuido
en su poder de control del gobierno y la economía. Ahora estará subordinado al poder
gubernamental, perdiendo su anterior autonomía. El caso de la expulsión de los jesuitas
es muestra cabal de esto. Ya no se darían casos de virreinatos a la orden de los líderes
del clero. Además, se redujo su inmunidad eclesiástica, haciendo que a partir de ese

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momento se sometan a jurisdicción estatal. Pero donde sus intereses fueron mas
mancillados, fue claramente en el aspecto económico: “[…] el absolutismo de Carlos III
comenzó a atacar el poder económico de la Iglesia […] La idea de que la propiedad de
mano muerta y la acumulación de riqueza exenta de tributación en manos de la Iglesia
impedían el crecimiento económico en general y limitaban las rentas reales en particular
[…] se insistió en intentar limitar este estado de cosas.” (Acosta Rodríguez: 351)
Otro pilar eclesiástico que se busco modificar fueron ideas dentro del dogma católico.
El cambio de dinastía traía consigo la primacía de los ideales absolutistas, para el que la
teoría del tiranicidio promovidos por la iglesia eran contradictorios. Como la iglesia fue
desde siempre el gran adoctrinador de la sociedad colonial, el choque de ideas provoco
resistencias y descontentos, por lo cual a esa nueva concepción de la monarquía, menos
negociadora y flexible que antes, costo cimentarla. Chiaramonte en sus estudios da
cuenta de esto: “No era posible pensar, por ejemplo, en una reforma modernizadora de
‘las Españas’ del siglo XVIII sin enfrentarse as las fuertes resistencias a la innovación
característica de la sociedad española […] Dadas las características de los pueblos
ibéricos, en la que la religión penetraba cotidianamente la vida de todos los sectores en
todos sus aspectos, esto implicaba la necesidad de una modificación del papel de la
iglesia […] ’’ (Chiaramonte: 105). Este último cambio de doctrina de la autoridad real,
será importante en la visión de Tupac Amaru II para legitimar su revuelta. El, imbuido
de la educación de los colegios jesuitas, se legitimara como el defensor de los naturales
de América en contra del gobierno tiránico de los reyes de Castilla.
Finalmente, otra de las modificaciones tomadas fue la militar, en pos de mejorar el
sistema defensivo pobremente estructurado de las colonias españolas. Los conflictos
bélicos crecientes con los países europeos demostraron, especialmente en la guerra de
los 7 años, que las defensas regulares puestas en las colonias eran insuficientes para
resistir las embestidas de los británicos, por lo que se propuso la creación de milicias
disciplinadas. Con resultados dispares en las distintas regiones, este tipo de milicia se
implemento por la complejidad de hacer cruzar las fuerzas regulares por el atlántico.
Otorgándoles fuero militar, y colocando en la oficialidad a soldados veteranos, se
impusieron las milicias regladas, primeramente en Cuba, para luego exportarse al resto
de las colonias: “En el sentido mas básico, el armar a los americanos representaba una
transferencia fundamental de poder político, especialmente cuando las rentas
americanas iban a costear los nuevos gastos. Todo indica que Carlos III y sus ministros
entendían bien esa realidad.” (Kuethe: 110). Especialmente el punto de los gastos, que

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fueron sacados de las propias colonias, y principalmente de Nueva España, fue clave
para la irritación de los americanos, que en cierta manera, terminaban defendiéndose
ellos mismos, ya que el reino español no lo podía hacer.
En resumidas cuentas, todas estas reformas vinieron a corroer la flexibilidad del sistema
colonial, perjudicando a las elites criollas tanto como al clero y a las clases subalternas,
principalmente a los andinos. Siguiendo en cierta medida la lógica de O`Phelan Godoy,
las reformas fueron el caldo de cultivo para las revueltas andinas, pero afectando en
distinta medida a cada sector. Seguidamente, pasaremos al análisis de las distintas
rebeliones andinas, y como estas se articularon de forma particular, según los intereses
puestos en juego.

Las rebeliones y sus tensiones


Como detallamos anteriormente, nuestra posición respecto de las rebeliones andinas es
en verlas en su multiplicidad y heterogeneidad, y además de analizarlas internamente,
verificando como una misma rebelión podía tener intereses contrapuestos y de allí en
más, según cuales de estos primen, tener unos objetivos más o menos radicales.
Pero también es importante ver las revueltas a lo largo del tiempo. Por eso, tomaremos
los conceptos de Stern, en donde el autor propone reinterpretar el estudio de las
rebeliones, y ver sus comienzos mucho tiempo antes de la visión tradicional, situando su
comienzo en 1742, con el alzamiento de Juan Santos Atahualpa. Como bien lo afirma
cuando habla de esta primer rebelión y la posterior de Tupac Amaru II: “Juntos, estos
dos momentos definen una era que podemos llamar legítimamente Insurrección andina.
Durante los años 1742- 1782, las autoridades coloniales tuvieron que enfrentar algo
mas que los disturbios locales y las conspiraciones insurreccionales abortadas de los
años previos.” (Stern: 51)
A su vez, retomaremos la idea de diversidad y multiplicidad que utiliza Serulnikov, para
plantear claramente, como el lo hace en su estudio de búsqueda de “lo andino”, el
distinto origen de cada una de las rebeliones andinas y sus especificidades. En palabras
del autor: “Planteare, en primer lugar, que las concepciones regionales mostraron
variaciones regionales significativas tanto en su contenido ideológico como en el
proceso que condujo a su difusión” (Serulnikov: 124). Si bien se gesto ese imaginario
andino luego, o se pudo aglutinar mas precisamente en la rebelión de Tupac Amaru II,
sus bases en los diversos alzamientos fueron distintas en cada caso, por su propia
organización interna.

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Seguidamente, analizaremos puntualmente ciertas revueltas para ver sus diversidades
internas y sus respectivas tensiones. Nos ocuparemos de la rebelión de Quito, de la
revuelta de Chayanta por Tomas Katari, de la rebelión de Tupac Amaru II, y finalmente
la de Tupac Katari, considerada por algunos estudiosos del tema una continuación de
la anterior.
En la revuelta ocurrida en Quito en 1765 podemos visualizar claramente los diferentes
actores sociales que la formaron, y los intereses que cada uno puso en juego. Por un
lado, y al comienzo del alzamiento, tenemos a los sectores de la elite criolla y el clero
quiteño, que a partir de ordenanzas del nuevo virrey, y en claro contexto de las reformas
borbónicas, promovió la readministración del monopolio del aguardiente y de las
alcabalas. Esto les era perjudicial a sus intereses, por lo que se movilizaron en sus
reclamos. Convocaron un cabildo abierto para discutir las medidas. Hasta aquí, la
oposición se mantenía dentro de lo estipulado. Pero cambio rotundamente cuando la
plebe urbana intervino violentamente. Esta estaba siendo perjudicada con la reforma de
la alcabala, y este fue lo que los movilizo, diferenciándose de la elite: “El motín dio
lugar a una alianza entre patricios y plebeyos, aunque cada grupo tenia sus propias
razones para oponerse a la reforma del virrey. Las elites quiteñas se oponían al
monopolio de aguardiente, mientras que el antagonismo plebeyo se vio provocado por
la reforma de la administración de las alcabalas” (McFarlane: 75). Y se ve aquí el
cambio de metodología. Mientras la postura dominante era de los sectores del patriciado
la oposición fue moderada, se radicalizo recién cuando la plebe entro en acción, por sus
intereses tocados. Llego a convertirse en un movimiento antigubernamental, nacido del
propio sector popular.
La revuelta de Chayanta también tiene sus particularidades. Ocurrió unos años antes de
la revuelta general de Tupac Amaru II. En 1777, se configuro alrededor de una disputa
de cacicazgos. En esta disputa, se le quería negar el puesto a Tomas Katari en pos de un
cacique esbirro de las autoridades coloniales. Finalmente Tomas logro controlar la
provincia de Chayanta. Podríamos calificar a esta rebelión en términos moderados, al
menos hasta la muerte de su líder. Tomas Katari en ningún momento discutió el poder
de la corona española, es mas, los tributos y demás exacciones fueron pagados con
creces a la corona, siempre consideradose como un subordinado a España. Pero con su
asesinato, se radicalizo la revuelta, volviéndose antiespañola, aglutinándose dentro de la
rebelión mayor de Tupac Amaru II. Dato importante a tener en cuenta es la fortaleza de
estructuración de la comunidad andina que había en Chayanta, con posesión de tierras

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de forma comunal, y con una estructura de economía de Ayllu, con lógica reciproca
para con el tributo. Esto hizo que a la hora de las revueltas puedan articularse a si
mismos y resistir las demandas estatales. Larson en su estudio de los andes y la
economía moral lo deja claro al hablar de la comunidad de Chayanta: “la institución del
tributo, principal mecanismo del ‘gobierno indirecto’, concedía sanción y protección
estatal a los derechos de los grupos étnicos: a cambio de su papel de tributarios, se les
otorgaba autoridad para ejercer el control colectivo de la tierra.”· (Larson: 475). Cuando
este equilibrio se rompía, activaba mecanismos campesinos que llevaron a la revuelta.
El caso de la Rebelión mas conocida, la de Tupac Amaru II en torno a la zona de Cusco,
tuvo otros matices, en relación a la formación de su estructura. Esta es la que podríamos
denominar más específicamente como moderada. El alzamiento de Tupac Amaru II fue
una rebelión, bajo el liderazgo del rey-inca, que venia a restituir el antiguo
Tawantinsuyu. Llego también a aglutinar otras revueltas ocurridas tiempo antes.
Liderada por un cacique indígena culto y acaudalado, formado en las antiguas escuelas
jesuíticas, rodeado de una elite criolla y eclesiástica con la que el estuvo familiarizado,
comando a una gran masa de indios en lo que fue la mas grande rebelión andina de todo
el continente americano.
Respecto de la formación de esta rebelión, se puede delimitar una clara visión
jerárquica, símil a la sociedad colonial contemporánea. Los puestos más altos eran
ocupados por los blancos criollos y por el alto clero, mientras que la tropa llana estaba
formada por las clases indígenas bajas. Respecto de los intereses tocados, podemos
seguir el argumento de O’Phelan Godoy, que mantiene una relación fuerte de causa
consecuencia de las reformas borbónicas para con la rebelión de Tupac Amaru II. Dice
la autora: “[…] mi interpretación de las fuentes indica una correlación cronológica entre
la introducción de las reformas borbónicas implementadas por el visitador Areche desde
1777 en adelante, y el incremento del descontento social que alcanzo un clímax en la
gran rebelión de 1780-81.” (O’Phelan Godoy: 273). Sin embargo, la misma autora nos
demuestra que los intereses de las clases campesinas eran diversos a los de la elite
criolla envuelta en la rebelión: “Sin embargo, las masas campesinas parecen haber
tenido objetivos diferentes a los que tenían sus lideres. En el caso particular de la
rebelión cuzqueña, Tupac Amaru ofreció abolir ‘los repartos y otros pechos
(impuestos)’ en la provincia de Lampa, pero no hizo alusión al tributo indígena. Esta
omisión provoco las protestas de la población […] ’’ (O’Phelan Godoy: 280)

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Vemos entonces como en esta rebelión los intereses que priman son los de la clase
dirigente, dispuesta a resistirse pero hasta un cierto límite, sus objetivos era tomar ellos
el mando de la colonia, no así romper con el sistema. Y menos aun cuando se refería a
la iglesia católica. Era clara la posición de apoyo de Tupac Amaru II para con la iglesia,
y su rebelión contó con varios personajes del sector eclesiástico.
Esa rebelión tuvo un quiebre, que se genero con la muerte de su líder, Tupac Amaru II,
ejecutado. Pero también se podría decir que fue perfectamente otra rebelión diferente,
dado que se origino en otro lado y su composición fue diversa. Nos referimos a la
continuación de la rebelión andina, de la mano de Tupac Katari, conocido también
como Julian Apaza. Esta rebelión podemos ponerla como una de las más radicales de
todas, con su eje en la región de La Paz.
Su líder, Tupac Katari, que se considero un seguidor de la rebelión de Tupac Amaru II,
fue un indio del común, de profesión arriero, es decir, comerciante de ese momento. Y
su rebelión se puede considerar en muchos aspectos muy diversa de la de Tupac Amaru
II. Su estructura era mucho más igualitaria, con una abundancia de indios y campesinos
pobres, además de la inclusión de mulatos y negros, cosa que no había sucedido en el
alzamiento de Tupac Amaru II. Una buena concepción de esta rebelión sumamente
radical se puede ver en la visión que los españoles tenían de ella: “Para los españoles era
insólito y desconcertante un personaje que como Tupac Catari se apropiara del titulo de
virrey sin tener abolengo alguno, siendo apenas un tributario del común, pobre, mal
vestido, ignorante del español. Era realmente el mundo al revés. Podrían entender
bastante mejor a Tupac Amaru.” (Flores Galindo: 175). A su vez este movimiento fue
considerado como el más radical de todos, con una clara preeminencia de los intereses y
metodologías de los sectores bajos. Tupac Katari a pesar de ser visualizado como un
violento bárbaro sin respeto a nada, mantenía una creencia firme en la cristiandad, y era
contrario a mancillar al clero y las iglesias. Pero la presión de las comunidades y el
predominio de decisión en su movimiento le hacían esto complicado. Thompson
refiriéndose a los problemas de Tupac Katari sostiene: “El mismo Tupaj Katari declaro
que ‘muchas veces no pudo sujetarlos en su orgullos y voluntariedades, por temor que
tenia en su furor y ferocidades’. Sostuvo que algunas veces las comunidades actuaban
por su cuenta, desobedecían sus ordenes o excedían su política en la practica, como por
ejemplo cuando mataron a los clérigos en su campamento o atacaron ciertos pueblos.”
(Thompson: 270). Los ideales antiespañoles se plasmaron de la forma mas clara, con
una violencia constante, legitimada y ritualizada en un ideal mesiánico de cambio de

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era, sostenida por la base de estos sectores indígenas rebeldes, que primaban por sobre
las decisiones del líder muchas veces.

Conclusión
Las rebeliones andinas fueron mucho más complejas de lo que se suponía por la
historiográfica tradicional. Los distintos alzamientos conllevaron un largo periodo de
tiempo, afectados por distintas cuestiones y desarrollándose en cada uno de los casos
con sus particularidades. Podemos tomar como punto de partida que existe una relación
coherente de las reformas borbónicas para con las rebeliones andinas, como sostiene
O’Phelan Godoy. Estas reformas, buscando modificar sustancialmente el mecanismo de
sostenimiento de los gobiernos coloniales, resquebrajaron sus pilares mas importantes y
lo pusieron en gran tensión, haciendo que los mecanismos de resistencia de los sectores
oprimidos se redefinieran y afloraran como revueltas, más o menos radicalizadas según
el caso. Sin embargo, no hay que tomar esta relación de las reformas y las rebeliones
como una cuestión de causa consecuencia, dejando de mirar hacia otras perspectivas.
En lo que concierne a las mismas rebeliones, pudimos identificar su heterogeneidad
interior, y sus tensiones en relación a los sectores que las conformaban. Por que
claramente, estas rebeliones, siguiendo a Flores Galindo en que estos alzamientos no
fueron antecedentes de las futuras independencias americanas, estuvieron conformadas
por sectores criollos de la elite descontentos. Y sus intereses y ambiciones no eran
concordantes con lo de los sectores populares, y hasta muchas veces fueron contrarios,
haciendo que las propias alianzas se resquebrajen en ciertos momentos del proceso
revolucionario. Ni siquiera en los sectores indígenas fue plena la adhesión a los
alzamientos, ya que muchos caciques se pusieron en contra de los líderes de las
revueltas, buscando su posición más conveniente. Es plausible entonces, denominar a
estas rebeliones como una guerra civil de largo alcance.
En lo que respecta a la discusión de ciertos autores, sobre la forma de la construcción de
las revueltas, si era hacia arriba o hacia abajo, preferimos corrernos de este debate, y
argumentamos que son ambas las formas que coexisten en cada una de las revueltas, y
según como se desarrollo cada una de ellas, primó una u otra forma de construcción,
haciendo prevalecer intereses diversos.
Finalmente, pensamos que esta forma de análisis interno de las revoluciones es
fructífera, por que sirve para reflotar la cuestión de los sectores subalternos populares
como un actor fundamental con sus intereses y presiones, desligándolo de concepciones

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tradicionales de verlos solo como peones cooptados por los sectores de la elite, para sus
conflictos particulares.

Bibliografía:

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