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En 1825 terminaba la guerra de Independencia , dejando en toda América un legado
nada liviano. Entre ellos, se van a romper las estructuras coloniales, consagrando
así la misma el agotamiento del orden colonial.
De las ruinas del mismo se esperaba que surgiera un orden nuevo, cuyos rasgos
esenciales habían sido previstos desde la lucha de la independencia. Pero este se
demoraba en nacer. Frente a esta postura existen dos nociones, pero el autor
sostiene que los cambios ocurridos a posterior fueron impresionantes “no hay sector
de la vida hispanoamericana que no haya sido tocado por la revolución”. Entre ellos
menciona como rasgo más visible- la violencia. La misma llegó a dominar la vida
cotidiana, luego de la revolución fue necesario difundir las armas por todas partes
para mantener un orden interno tolerable.
Sin embargo, esta misma violencia que les permite a las nuevas repúblicas
independizarse luego se vuelve contradictoria ya que se nutren de cuerpos oficiales
y no siempre se atreven a deshacerse de ellos. Pero para pagarlos deben recurrir a
más violencia, como medio de obtener recursos de países a menudo arruinados y
con ello dependen cada vez más del exigente apoyo militar.
Los nuevos estados van a gastar de esta forma más de lo que sus recursos les iba a
permitir. Pero además de esto se va a producir otro cambio y es la democratización,
aunque para el autor, esta palabra caracteriza a este proceso de forma muy
inadecuada.
Algunos de los cambios que resalta Halperin, podemos observar los siguientes:
➢ Cambio en la significación de la esclavitud - Los nuevos estados se van a
mostrar un poco resistentes a su abolición y debido a la guerra van a utilizar a
dicha población (la esclava) como soldados, por lo que podemos decir que la
esclavitud doméstica pierde importancia. Algo interesante de destacar es que
a largo plazo la esclavitud en Hispanoamerica no va a sobrevivir a la trata
como a las trabas que se le va a poner a la misma y por ello es que el precio
de los esclavos va a subir de forma contundente. Sin embargo, previo a su
abolición, la institución de esclavitud tomará otro signifcado respecto a su
anterior importancia.
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a los blancos pobres. La revolución va a introducir un nuevo equilibrio de
poder que favorece a la población rural la cual, para Halperin, era
abrumadoramente mayoritaria. En el campo ocurrieron en esta etapa
cambios radicales y duraderos del ordenamiento social. Por el contrario, en
casi todas partes no había habido movimientos rurales espontáneos y la
jefatura seguía correspondiendo (en el orden político nuevo como viejo) a los
propietarios o a sus agentes instalados al frente de sus explotaciones, unos y
otros solían dominar las milicias organizadas para asegurar el orden social.
Sin embargo, pese a estos cambios, la revolución no pasó por estas tierras sin
provocar bajas y nuevos ingresos en el grupo terrateniente, que a su vez, trajo
consigo una consecuencia muy importante: este sector, al que el orden colonial
había mantenido en posición de subordinación el que va a lograr un ascenso en la
sociedad posrevolucionaria.
Algo similar a esto sucedió en la iglesia, la cual estaba muy vinculada a la corona y
no logró salvarse tampoco de la politización revolucionaria. Ahora el cuerpo
eclesáltico tendrá una nueva tarea: ponerse al servicio del nuevo régimen. Así, se
transformará el clero, desde su composición hasta la relación entre éste y el poder
político.
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Otro de los cambios que se van a observar es que debido a la miseria del estado se
van a crear los prestamistas a corto plazo. Esto va a lograr que la relación entre el
poder político y el económico (muy poderoso) se vea alterado.
Esa Inglaterra y Europa que quiere arriesgar poco en Hispanoamérica, sin duda
porque el riesgo es grande, pero sobre todo porque les queda poco que arriesgar,
buscan en cambio cosas muy precisas de la nueva relación que se ha abierto. Hasta
mitad de siglo, exceptuando las tierras donde se cultivaba azúcar, tanto la
agricultura en general como la ganadería no era lo que iba a despertar mayor
interés en los nuevos dueños del mercado por lo que se busca en Latinoamérica
son sobre todo desemboques a la exportación metropolitana, y junto con ellos un
dominio de los circuitos mercantiles locales que acentúe la situación favorable para
la metrópoli.
A su vez se van a producir ciertas pérdidas, sobre todo para aquellos que habían
dominado las estructuras mercantiles coloniales. Estos habían sido fuertemente
debilitados por la división entre un sector peninsular y uno criollo; este último era el
que había esperado progresar con la ruina o derrota de su rival pero sin embargo se
vio arrastrado por ella, debido a su fuerte debilidad para resistir a los conquistadores
mercantiles del mercado.
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norte de México se transforman en centros de ese comercio. Así la ruta de Liverpool
reemplaza la de Cádiz y sus emisarios pasan a dominar el mercado como lo habían
hecho los del puerto español. Así el comercio de la nueva metrópoli es sin duda en
muchos aspectos muy distintos al español (esto también cambia).
Este proceso no va a ir muy lejos. Después de 1815 la relación entra en crisis. Por
una parte, la depresión en la metrópolis va a obligar a cuidar los precios en los que
se compran los frutos locales y por otra, la capacidad de consumo
hispanoamericana va a ser calculada de manera excesiva y sobre todo muy
optimista. Pero también van a aparecer competidores y frente a la rivalidad
norteamericana, los ingleses van a comenzar a advertir las debilidades que se
escondían.
Frente a estos rivales, los británicos tienden cada vez más a continuar con las
actitudes de los antiguos dominadores del mercado colonial hispanoamericano es
por eso que no es casual que luego de 1825 se realicen abundantes tomas de
posición británicas sobre el continente americano donde se le hace justicia al
antiguo régimen, según el autor.
De igual manera esta nueva forma de comerciar iba a traer consigo ciertas
dificultades y quizá la más notoria está en el interés de los nuevos comerciantes ya
que estos no querían seguir obteniendo frutos sino hacerse de la mayor cantidad
posible de metales preciosos.
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Pese a todo esto, desde el comienzo de la vida independiente de nuestro
continente, esta parte parecía ofrecer un campo privilegiado para la lucha de nuevos
aspirantes a la hegemonía comercial. Esa lucha iba a darse y aunque existían
ciertos temores de algunos agentes locales, la victoria de los ingleses parecía estar
asegurada, salvo entre 1815 y 1830 donde Estados Unidos primero y Francia
después intentaron romper con esto.
Por su parte, la presencia francesa, según el autor, nunca significó un peligro para el
comercio británico. Esto debido a que el comercio francés era complementario al
inglés ya que estaba orientado a los productos de lujo y secundariamente a los de
alimentos de origen mediterraneo lo que hacía que Francia muchas veces pudiera
reemplazar a España. Aunque el hecho de que una gran potencia tuviera relaciones
estrechas con Latinoamérica representaba un peligro. Es entonces que la razón del
no éxito francés fue la política que estos implementan, mucho menos discreta que la
inglesa.
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Inglaterra va a tener ciertos objetivos políticos respecto a su vínculo con nuestro
continente. Uno de ellos es que no aspira a una dominación política directa que
implicaría gastos administrativos y la comprometería en violentas luchas de
facciones locales. Por el contrario, lo que se iba a proponer era dejar en manos de
los locales esta área junto con la producción y buena parte del comercio y sobre
todo el honor de gobernar estas tierras. Esto no quiere decir que Inglaterra no tenga
interés políticos, de hecho los tiene pero sustentados en sus políticas económicas.
Esta política prudente explica que la hegemonía inglesa haya podido seguir
consolidándose cuando algunas de sus bases comenzaban a flaquear: si a
mediados del siglo el comercio y la navegación británicos siguen ocupando el primer
lugar en Latinoamérica, están ya muy lejos de gozar del cuasi monopolio de la
revolución. Pero pese a la multiplicación de conflictos locales, el influjo inglés, que
en líneas generales no combate, si no apoya a los sectores a los que las muy
variadas evoluciones locales han ido dando el predominio, es a la vez favorecida por
estos.
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Su fuerza y el uso moderado de la misma que de ella hace contribuyen a hacer de
Inglaterra la potencia dominante, a mediados del siglo 19 parece surgir en el
horizonte latinoamericano el influjo de otra- es de nuevo Estados Unidos, cuya
huella queda inscripta en la guerra mexicano norteamericana y más discretamente
en el breve florecer del anexionista cubano y cuyo nuevo papel parece reconocido
por Gran Bretaña en el tratado de 1850, que prevé una solución concentrada para el
problema del canal interoceánico.
Mientras todo esto sucede, latinoamérica espera, cada vez con menos
esperanzas, un cambio que nunca llega.
La independencia trae cambios pero los más advertidos van a ser los negativos,
entre los que se encuentran: la degradación administrativa, el desorden y la
militarización y despotismo hacia poblaciones que despertaron hacia la vida política
producto de la revolución. En el plano económico pasa algo similar con un
estancamiento que hacia 1850 no parecía haber superado el que tenía lugar en
1810. (Nota: esto es a modo general, pero según el autor, hay algunos casos
particulares que denotan variaciones, como Venezuela o el Río de la Plata).
Brasil tuvo la más exitosa adaptación al nuevo orden. Dicho éxito se debió a que el
viejo orden era en brasil más parecido al nuevo orden en Hispanoamérica; contaba
con una metrópolis menos vigorosa con menor capacidad de hacer sentir su peso;
tenía ya contacto con la nueva metrópoli económica; los agentes de la Corona
tenían menos peso respecto de los poderes económico-sociales. Todos éstos
rasgos del Brasil colonial anticiparon el orden independiente.
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Igualmente la transición no fue algo sencillo; el liberalismo brasilero, vocero de la
aristocracia, choca con el conservadurismo urbano, comprometido con los
portugueses que dominan el pequeño y mediano comercio. El emperador Pedro I
fracasó sustancialmente en su intento de mantener el equilibrio entre ambos
bandos, terminando identificado con los sectores nostálgicos del absolutismo y de la
unión con Portugal.
Antes de dicho fracaso, Pedro tuvo tiempo de lanzar al imperio hacia la guerra del
Río de la Plata, por la posesión de la Banda Oriental (rebautizada Provincia
Cisplatina e incorporada al imperio brasilero luego de ser ocupada en 1816 por
tropas portuguesas). Pero la guerra no significó un éxito: derrotado por tierra, Brasil
ahoga económicamente a su enemigo mediante el bloqueo de Buenos Aires, pero
finalmente debe aceptar la mediación inglesa y la solución que Gran Bretaña ha
propuesto desde un comienzo: la independencia de la Banda Oriental, que desde
1828 se constituye en un nuevo estado republicano.
Además, necesitado de la buena voluntad británica, Brasil hace concesiones
sustanciales respecto de la trata negrera, comercio y navegación.
En 1831 don Pedro I se traslada a Portugal a luchar contra la rebelión absolutista de
don Miguel, marcando éste retiro su fracaso implícito y el comienzo del imperio
parlamentario.
Este nuevo orden da un lugar más importante al liberalismo.
En Brasil tienen lugar una serie de avances de corte económicos, sociales y
políticos, que si bien son efímeros, por el momento parecen confirmar la
superioridad de la solución neo portuguesa frente a la neo española, luego de la
crisis de emancipación; frente al éxito imperial, en Hispanoamérica los fracasos
predominan abrumadoramente.
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vecinos declararon restaurada la constitución de 1823. El desenlace fue una guerra
entre Perú y Colombia, que finalizó tras unas pocas victorias decisivas de los
colombianos. El sistema bolivariano terminó por perder su entero sector meridional.
El Libertador abandonó el poder, para morir después en Santa Marta. El mismo llegó
a la conclusión de que querer construir algo en Hispanoamérica había sido como
arar en el mar.
Ni el apoyo británico fue suficiente para salvar el proyecto bolivariano. ¿Por qué
fracasaban las tentativas destinadas a romper la fragmentación heredada a la vez
de la colonia y de la revolución? ¿Por qué fracasó la de Bolívar, que comenzó
contando con recursos que nunca volvería a tener ninguno de sus imitadores más
tardíos? Halperín vincula el fracaso de Bolívar con un errado pronóstico de la
situación posrevolucionaria; contra lo que él decía, las innovaciones aportadas por
la guerra de Independencia habían venido para quedarse.
Bolívar declara imposible su éxito y junto con él el de toda una empresa de
organización política en Hispanoamérica.
Por otro lado, los ensayos de restauración que implicaban el retorno de un orden
parecido al viejo, fracasaron casi en todos lados, con excepción de México, en
donde ocuparon buena parte de la primera etapa independiente. Ésto se encuentra
estrechamente vinculado con la prosperidad de la cual gozaban en los últimos
tiempos coloniales. El conservadurismo mexicano se transforma en el refugio de
todos los que sufrieron resignadamente la disolución del viejo sistema en este
primer momento. Luego de que cae el primer imperio, se convoca una constituyente,
en donde se elige como presidente a Guadalupe Victoria, que pese a sus
inclinaciones liberales guarda cierto equilibrio frente a las otras facciones.
Se conforman así, dos partidos: por un lado los escoceses, conservadores, y por el
otro los yorkinos, liberales y federalistas.
El autor plantea que la emancipación de los territorios en el siglo XIX se dió con
mayor facilidad en los territorios marginales del imperio español y Brasil. La
situación de estabilidad de estos territorios fue sucediendo a medida que cambió el
vínculo comercial con las zonas metropolitanas (Europa), plantea que ese factor va
a permitir la verdadera emancipación latinoamericana.
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rutas comerciales de manera más rápida por tierra; “tono de vida más europeo” las
ciudades adquieren características de ciudades europeas, neoclasicismo,
importancia que se le da a la cultura; la iluminación a gas.
A mediados del siglo XIX se comienza a ver otra cara de esta emancipación
territorial: la expansión sobre las tierras de indios (y en algunos territorios también
tierras eclesiásticas). En algunos casos se da junto a la expansión del mercado
mundial. Se da una agresividad de un sector dirigente (aristocracia rural,
comerciantes, “indios ricos”) sobre territorios pertenecientes a un sector considerado
inferior. En una primera etapa, esta expansión parece darse con el fin de expandir
los mercados y pueblos locales, comienza la predominancia de lo urbano por sobre
lo rural.
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