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CONCILIO VATICANO II

LUMEN GENTIUM

La Iglesia no agota al Reino de Dios, que es más amplio que ella. Pero sí es la semilla en la
cual crece el Reino y se extiende; lo anuncia a todos y anhela su plena realización con Cristo
resucitado y con el Padre”.
Hace referencia a la igual dignidad de la cual gozamos. anunciando que todos tenemos “la
dignidad de ser llamados por Dios a ser su Pueblo, su familia, sus hijos muy queridos”. Que en
línea con la Palabra de Dios, es el aporte más grande del Vaticano II y que, a cincuenta años de
su inicio, estamos “recién empezando a entrever lo que encierra y las conversaciones a que nos
llama”. indica que “en el pueblo de Dios todos son sacerdotes, profetas y reyes; todos llamados a
la santidad mediante la celebración de los sacramentos y el seguimiento e imitación de Cristo;
todos receptores de los dones y carismas del Espíritu; todos aportando con sus gracias
particulares a la catolicidad de la única Iglesia; todos unidos entre sí; todos vinculados con los
cristianos no católicos, con los creyentes de otras religiones y con los que; tal vez sin saberlo,
buscan a Dios en tanteos y oscuridades”.
El misterio de la jerarquía como servicio pastoral al pueblo de Dios, y Por disposición de
Cristo los Doce forman un único colegio apostólico. Los obispos, constituidos como sus
continuadores, son los sucesores de los doce apóstoles. La colegialidad episcopal proviene del
sacramento del orden. Todos los obispos son solidariamente responsables de toda la Iglesia y
cada cual en su diócesis tiene potestad propia, ordinaria e inmediata, no sólo derivada, para
gobernarla.
Buscar el Reino de Dios de los laicos es ocupándose de las realidades temporales y
ordenándolas según Dios. Es ahí donde Dios los llama a mostrar a Cristo a los demás, irradiando
fe, esperanza, amor, sobre todo con su testimonio de vida.
La santidad de la Iglesia Lumen Gentium lo vincula a la Trinidad y a la entrega esponsal de
Cristo por ella para santificarla; y al don de Pentecostés del Espíritu Santo para gloria de Dios.
Todos en la Iglesia están llamados a la santidad, aseguró. La santidad favorece, también en la
sociedad terrena, un estilo de vida más humano.
La autoridad de la Iglesia se preocupa de interpretar los consejos evangélicos, de regular su
práctica y de determinar las formas estables de vivirlos”; que la vida religiosa es un signo que
atrae y ayuda a vivir la vocación cristiana. Da testimonio de la vida nueva y eterna adquirida por
la resurrección de Cristo.
Explicó que Cristo en un mundo de esperanzas de muy corto plazo, nos trae la gran esperanza
del cristiano que es una vida con Dios en constante crecimiento, que la religiosidad popular tiene
mucha sensibilidad a la comunión en que vivimos los cristianos peregrinos con la iglesia del
cielo y el intercambio de oraciones, alabanzas y gracias que de allí surge. Pide que la reflexión
sobre la Virgen María estuviera dentro de esta constitución, ya que ella “es inseparable de la
Iglesia”. En este sentido aseguró que la mejor piedad mariana es seguir su ejemplo de fidelidad a
la Palabra de Dios y de servicio al prójimo.

Gaudium et spes

CONCLUSIONES 1. Ante la crisis de la pérdida de sentido de lo humano hoy se concluye

que para ser frente a esta realidad es necesario trabajar por la dignidad del hombre, por la

fraternidad universal, por la libertad, el diálogo, el respeto, la justicia social, la paz, acabar con

todo acto que degradan la civilización humana y que son totalmente contrarias a la voluntad

Dios; cumplir con fidelidad los deberes temporales, guiado siempre por el espíritu evangélico, la

promoción del bien común y el amor desde un esfuerzo generoso y evangelizador, respondiendo

así a las exigencias más urgentes de nuestro tiempo expresada en los avances científicos y

técnicos, cambios profundos en el hombre a nivel psicológico, moral y religioso; superando la

superficialidad en la manera de actuar y ver las cosas, pobreza, violaciones a los Derechos

Humanos, amenazas, niños en la guerra, secuestros, daños materiales y morales, soluciones a

corto plazo entre otros factores que genera crisis en corazón del hombre y repercute en su

relación con los demás. 2. Se entiende por humanismo desde la constitución pastoral Gaudium et

Spes, los principios a través de los cuales la Iglesia quiere proporcionarle a la humanidad la

verdad acerca del hombre y del mundo contenida en el misterio de la Encarnación y de la

Redención; donde, cualquier persona que quiera conocer el por qué y para qué de su vida, y
quiera dar sentido a cada elección concreta, debe imitar a Jesús, Él es fuente de vida para el

hombre, fuente que mana de la especial relación de intimidad que mantiene con Dios. De ahí que

se afirme con vehemencia desde la Constitución: “misterio del hombre que sólo se esclarece en

el misterio del Verbo encarnado.” 389 3. Reconocer que debido a los grandes cambios de la

época, el hombre de hoy ha perdido su identidad divina, renunciando, por su hedonismo, a la

auténtica felicidad, a cuidar y proteger la vida; se ha convertido en un ser que ha olvidado que

Dios lo ama sobre todas las cosas, ha puesto por encima lo material, tangible, cuantificable,

medible, y ha hecho falsamente de ello su núcleo, su realidad, su 389 Concilio Vaticano II,

"Constitución pastoral Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo actual" 22 106 vida, su

alegría, su esperanza, tomándose a sí mismo como “medida de todas las cosas” con una

confianza casi que absoluta en lo perecedero, mutable, finito; pero que en su ser más profundo

siente la necesidad de ser salvado, trasformado en todas sus dimensiones. a. Evidenciar que todos

los cambios, socio cultural, socio político, socio económico…, pueden ser asumidos, vividos,

experimentados en plenitud por el hombre si se hace consciente de su condición como hijo de

Dios, semejante a Él, señor de la creación, con un corazón lleno de Él, viviendo acorde a su

tiempo y avances, respetando su autonomía y la de los demás; creyendo firmemente en que su

participación en los eventos de la sociedad no son producto del azar, que la vida humana es un

entramado de relaciones inagotable donde la interpretación de cada quien de la libertad afecta el

todo y coloca en situaciones absurdas, hirientes, degradantes, a personas que no lo merecen o no

lo buscaron y que se deben rescatar. 4. Constatar que la metodología de investigación favoreció

el análisis e interpretación de los datos de las unidades de análisis encontradas en la Constitución

Pastoral Gaudium et Spes, dentro de las que se distinguen: la imagen del hombre, situación del

hombre en el mundo, la dignidad de la persona humana, la comunidad humana, la actividad


humana en el mundo y las sugerencias de la constitución pastoral Gaudium et Spes a la crisis de

lo humano hoy. 5. Finalmente, la interpretación y análisis de los datos desde el método ver-

juzgar y actuar facilitó la revisión documental del texto a la luz de la fe, descubriendo la

presencia de Dios en la historia e impulsando caminos de conversión personal, espiritual y

comunitaria en el hombre y la sociedad.

CONTENIDO.

Gaudium et Spes es el documento más importante en la tradición social de la Iglesia. Señala el

deber que tiene el pueblo de Dios de observar los signos de los tiempos a la luz del Evangelio,

para darse cuenta de la pérdida de valores, de los cambios que caracterizan al mundo actual. Las

ideas centrales sobre las cuales gira este documento son: la misión de la iglesia acerca de la

persona humana; de la familia y su actividad en el mundo, procurando atender lo

≪Conclusiones≫

La encíclica finaliza con tres conclusiones: • La Misión de los fieles y las Iglesias particulares

será la de dar continuidad y ampliar lo tratado en esta doctrina pues esta tiene un carácter general

y muestra realidades que viven una continua modificación . • El diálogo entre todos los pueblos:

esta doctrina invita al diálogo y enriquecimiento entre pastores y religiosos pero también entre

entre los hermanos separados, a todos quienes creen en Dios e incluso a quienes se oponen y

persiguen a la Iglesia • Edificación del mundo y ordenación de éste a Dios: el llamado a la

justicia de esta doctrina es una misión para todos y todas, que parte del Evangelio y del deseo del

Padre que amemos a Cristo en nuestros hermanos. 3. Algunas Conclusiones Luego de analizar el

contexto histórico de la Encíclica y el desarrollo de su contenido, saltan varias conclusiones

generales: • Con este documento “conciliar” la Iglesia muestra como su misión es en esta
tierra,con sus problemas y sus realidades, su contenido es una inmersión en problemas sociales,

políticos y económicos, y los aborda de una manera directa, desde el lugar y misión religiosa de

Iglesia en independencia de sistemas políticos y de gobierno pues centra todo su análisis en la

búsqueda de la dignidad de la persona humana. De alguna manera es inquietante sentir que las

“tristezas” de hace casi 50 años continúan e incluso se profundizan en la actualidad, de ahí la

necesidad de tomar este documento como fuente para el discernimiento y lectura de los signos de

los tiempos. • Es muy importante también resaltar como la Encíclica pone a la dignidad de

TODOS y TODAS las personas, por sobre el desarrollo económico, pues aclara no en pocas

situaciones que éste es solo un medio para alcanzar la dignificación del ser humano, el bien

común, y el bienestar de toda la humanidad. • Con la misma lógica de lo mencionado

anteriormente el documento nos invita a la conformación de una “sola comunidad internacional”

traspasando las fronteras de naciones, sin que esto implique un atropello a culturas locales y de

minorías, pero si un avance en la lógica del bien común y la superación pacífica de las

diferencias, una convivencia pacífica y equitativa. • Se puede también reconocer como el

documento no incluye criterios para problemáticas más actuales, como la equidad de género, la

diversidad sexual, la protección del medio ambiente, entre otras, sin embargo al dejar sentados

criterios de dignidad humana, uso de recursos y ordenamiento de las cosas. De ahí la importancia

de reconocer a este documento como una herramienta que debe ser ampliada y continuada en la

realidad local de cada Iglesia, sea esta regional, nacional o local y a medida que se siguen dando

cambios en la cultura y estilos de vida de los seres humanos. En este sentido será muy

provechoso revisar los avances, en el caso de Latinoamérica, dados en Medellín, Puebla, Santo

Domingo y Aparecida. Pero no solo revisar lo avances en el tiempo sino también los avances

respecto a quienes reflexionan y hacen vida la doctrina, la Encíclica menciona con alegría el
llamado a que los Laicos y Laicas también hagamos Teología y mostremos libremente nuestra

reflexión y creación. • Finalmente es para mi profundamente valioso la continua paridad entre

“tristezas y esperanzas” pues el documento aunque profundiza en problemas de injustas

consecuencias para la mayoría de personas de este mundo, nos eleva también a la esperanza de

vivir en Cristo, de centrar en él y en nuestros hermanos todos los esfuerzos y trabajos de este

mundo. Nos recuerda siempre que tenemos una misión terrenal pero para la construcción de una

gracia celestial, en ello nuestra esperanza y entrega.

El Decreto Perfectae caritatis es el único documento conciliar que expresa en el mismo título, el
objetivo propio del Vaticano II: el aggiornamento o renovación conveniente de la vida religiosa. El
nombre de este decreto marca el final de un largo proceso que comenzó con el texto, De statibus
perfectionis, después se pasó a, De religiosis, y finalmente se impuso, De accommodata
renovatione vitae religiosae.
Como ha escrito el P. Josep Mª Rambla, "el trabajo del Concilio en relación a la vida religiosa, fue
una peregrinación a los orígenes, es decir, a aquello que la hizo nacer, y por lo tanto, a aquello que
la sustenta".

El núcleo de la Perfectae caritatis es el seguimiento de Cristo y no tanto la llamada en otro tiempo,
"vida angélica". De hecho, los religiosos no hacemos sinó prolongar en nuestra vida, a Cristo,
amando como él amó, y por eso las primeras palabras de este decreto hacen referencia a la caridad
perfecta.

También el primer párrafo menciona el Espíritu, envido por Cristo para llevar a término, a través
de los religiosos, su obra. Por otra parte, la "división" tradicional entre oración y misión, solo se
puede admitir como dos dimensiones de una misma vida con Cristo. Y es el seguimiento del Señor,
impulsado por el Espíritu, que ha hecho florecer en la Iglesia una gran variedad de carismas.

El texto de este decreto propone unos criterios para la renovación de la vida religiosa desde el
cambio o conversión del corazón: fidelidad al Evangelio, retorno al carisma de los fundadores y
integración y participación de los religiosos en la vida de la Iglesia.

Antes del Vaticano II había costumbres y tradiciones que no manifestaban claramente el valor
trascendental de la vida religiosa, como hábitos anacrónicos, separación de diferentes clases de
religiosos o alejamiento del mundo.
La vida consagrada en el seno de la Iglesia, tiene, evidentemente, una naturaleza eclesial y de esta
manera supera cierto elitismo o aristocracia eclesial, ya que la vida religiosa ha de abandonar "el
anacronismo de considerarse un estamento de élite, como si fueran los mejores, o al menos los
llamados a serlo", como ha dicho el P. Josep Mª Rambla.

El texto del Decreto Perfectae caritatis consta de una introducción y veinticinco números, que van
desde la actualización de la vida religiosa (nº 2), el cultivo de la vida espiritual (nº 6), los institutos
contemplativos (nº 7) y los dedicados a la vida apostólica (nº 8), la vida monástica (nº 9), la vida
religiosa laical (nº 10), los institutos seculares (nº 11) y los consejos evangélicos (nº 12, 13 i 14).

El decreto trata también de la clausura de les monjas (nº 16) "aunque suprimiendo aquellas
costumbres ya antiguas", para adaptarse "según las circunstancies de tiempo y de lugar", el hábito
religioso (nº 17) que es "signo de consagración", y que ha de ser "sencillo y modesto, pobre i a la
vez apropiado", y por eso se ha de modificar aquellos que "no se ajustan a estas normes".

El decreto trata también de la formación (nº 18), la fundación de nuevos institutos (nº 19) o la unió
entre institutos (nº 22). En la conclusión de este decreto (nº 25) se anima a los religiosos a
proclamar "por todo el mundo la Buena Nueva de Cristo" desde una "fe íntegra, con caridad a Dios
y al prójimo".

Hace falta recordar que el papa Francisco, en el discurso que el pasado 20 de septiembre, en la
Habana, dirigió a los religiosos, nos invitaba a vivir y a ser portadores de la misericordia de Dios:
"Donde hay misericordia está el Espíritu de Jesús". Y por el contrario, "donde hay rigor, están
solamente sus ministros".

El papa nos ha pedido diversas veces a los consagrados, que no tengamos miedo de la ternura y
de la misericordia de Dios, que "se hacen caricia". Y también nos ha pedido que vivamos nuestra
consagración como un servicio, ya que "el que no vive para servir, no sirve para vivir", así como
también a esparcir la alegría.

Por eso hoy, cincuenta años después de aprobarse el Decreto Perfectae caritatis, este texto nos
anima a los discípulos de Jesús que hemos sido llamados a la vida consagrada, a ser testigos (en
medio de nuestra sociedad) de ternura y de alegría, de la misericordia y del amor de Dios.

Este decreto proclama la trascendental importancia que tiene la formación sacerdotal y


expone algunos de sus principios fundamentales. Confirma las normas aplicadas
durante siglos e introduce novedades que se derivan de la aplicación de las
Constituciones y Decretos del Concilio Vaticano II y de la evolución de los tiempos. 
El DECRETO “OPTATAM TOTIUS” 
I. Normas de formación sacerdotal en cada nación. 
El decreto se inicia señalando la necesidad de establecer normas de formación
sacerdotal peculiares para cada nación o rito a fin de que la formación sacerdotal
responda a las necesidades pastorales de aquellas regiones en las que ha de ejercerse
el ministerio. 
II.  Mayor fomento de las vocaciones sacerdotales. 
Este segundo capítulo profundiza en el deber que tiene toda la comunidad cristiana de
fomentar las vocaciones. 
Bajo el impulso de los Obispos, la mayor ayuda en el fomento de vocaciones la
prestan en primer lugar las familias -que son como un primer seminario- y las
parroquias. Pero también tienen una parte fundamental los maestros y cuantos se
ocupan de la formación de los niños y los jóvenes. 
Finalmente se habla de la función de los seminarios menores, erigidos para cultivar el
germen de la vocación. 

III.  Organización de los seminarios mayores. 


En ellos, toda la formación de los alumnos debe tender a la formación de verdaderos
pastores de las almas. El capítulo señala primero en qué sentido debe orientarse la
preparación en los seminarios mayores. Posteriormente da normas concretas, tanto
para los profesores como para la adecuada selección de los alumnos. 
IV.  Cultivo más intenso de la formación espiritual. 
El documento se adentra ahora en la forma de conseguir la adecuada formación
espiritual de aquellos que han de configurarse a Cristo Sacerdote por la sagrada
ordenación. 
Así, se dan al alumno múltiples orientaciones para su vida de piedad y su participación
en la vida de la Iglesia. Se subraya la importancia de hablar con claridad al alumno
sobre las obligaciones que han de contraer y las dificultades de la vida sacerdotal. En
este sentido, dedica extensos apartados al celibato sacerdotal y a la disciplina de la
vida en el seminario. 
Se hace también amplia referencia a la importancia de alcanzar la necesaria madurez
humana para que sepan apreciar aquellas virtudes que gozan de mayor estima entre
los hombres. 
V. Revisión de los estudios eclesiásticos. 
Este quinto capítulo contiene multitud de normas en las que basar la revisión de los
estudios eclesiásticos. Con ellas se persigue articular mejor el conjunto de las
disciplinas filosóficas y teológicas para que abran cada vez más la inteligencia de los
alumnos al misterio de Cristo.
 Las disciplinas filosóficas deben proporcionar un conocimiento sólido y coherente
del hombre, del mundo y de Dios. Las disciplinas teológicas han de enseñarse de
forma que los alumnos reciban con toda exactitud de la divina revelación la doctrina
católica, para que puedan anunciarla y defenderla en su ministerio sacerdotal. 
VI. Fomento de la formación estrictamente pastoral. 
La preocupación pastoral debe informar por entero la formación de los alumnos. Se
hace ahora un completo repaso de los variadísimos campos en los que es necesario
preparar a los alumnos, tanto teórica como prácticamente, en su formación pastoral. 
VII.  Perfeccionamiento de la formación después de los estudios. 
El Decreto concluye con una llamada a las Conferencias Episcopales para que
proporcionen los medios adecuados para introducir al clero joven en la vida y actividad
apostólica y para su posterior renovación y fomento.
Por último, el Concilio exhorta a quienes se preparan para el ministerio sacerdotal para
que den frutos ubérrimos, dándose perfecta cuenta de que la esperanza de la Iglesia y
la salvación de las almas están en sus manos. 

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