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Historia Del Derecho
Historia Del Derecho
DEL
DERECHO
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CUESTIONES PRELIMINARES
LECCIÓN 1ª. LA HISTORIA DEL DERECHO: CONCEPTO, OBJETO Y PROBLEMAS METODOLÓGICOS.
I. Hisftoria y Derecho:
A) La Hisftoria y el hecho hisftórico:
1.- La Hisftoria como ciencia.
2.- El juicio del hisftoriador.
B) El Derecho en el ftiempo.
II. El objefto de la Hisftoria del Derecho.
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A) Delimiftación mafterial.
B) Delimiftación espacial.
C) Delimiftación cronológica.
III. La Hisftoria del Derecho como ciencia:
A) La Hisftoria del Derecho como ciencia hisftórica.
B) La Hisftoria del Derecho como ciencia jurídica.
C) La polémica subsiguienfte:
1.- La Hisftoria jurídica como hisftoria de ftexftos.
2.- La infterpreftación sincréftica y concepftualisfta.
3.- La Hisftoria del Derecho como especialidad de la Hisftoria.
4.- Hisftoria del Derecho e Hisftoria ftoftal.
5.- La Hisftoria del Derecho como ciencia dual y mixfta.
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LECCION 1ª
LA HISTORIA DEL DERECHO: CONCEPTO, OBJETO Y PROBLEMAS METODOLÓGICOS
Al hablar del hecho hisftórico nos referimos a los a los fenómenos sociales que los
aconftecimienftos originan o ftransforman.
Nos enconftramos hoy con el afianzamienfto de la hisftoria social o inftegradora , en
la medida en que cualquier fenómeno hisftórico debe ser explicado desde los múlftiples
condicionamienftos que concurren en la vida real, así como con un proceso de revisión de sus
resulftados y excesos, enftre los que se cuenfta el repudio indiscriminado a cuanfto
significaba la llamada hisftoria ftradicional.
B) El Derecho en el ftiempo.
Cualquier ftipo de sociedad aparece regida y ordenada por defterminadas normas: las
morales o de senftido religioso, las propiamenfte jurídicas y las normas o usos sociales.
La disftinción de normas morales, jurídicas y usos sociales ha venido siendo objefto
de permanenftes desacuerdos y probablemenfte, desde planfteamienftos fteóricos y generales,
consftiftuye un problema irresoluble.
En cualquier caso la disftinción derecho-moral-usos sociales es muy escasa o casi
nula en las sociedades primiftivas, operándose un proceso de clarificación en sus sucesivos
esftadios de desarrollo.
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Derecho con los esquemas de lo jurídico vigenfte en una defterminada época. Ello significa
que nuesftra ciencia no puede ser enftendida como el conjunfto de anftecedenftes hisftóricos del
Derecho acftual.
A) Delimiftación mafterial.
Enftre esas fuenftes o modos de formulación del Derecho hay que disftinguir las que
direcftamenfte lo crean, de aquellas oftras que mediafta o indirecftamenfte dan nofticia de la
norma jurídica en un momenfto cualquiera.
Enftre las primeras desftaca la ley, pudiendo mencionarse además la cosftumbre (si
ftiene efecftos jurídicos reconocidos), las senftencias judiciales que ocasionalmenfte pueden
crear derecho, y la docftrina de los jurisftas cuando se le reconoce ese carácfter. Las fuenftes
indirecftas son múlftiples
B) Delimiftación espacial.
C) Delimiftación cronológica.
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El profesor Rafael Giberft inicia una rufta bien disftinfta. Según su infterpreftación,
exisfte una radical anftinomia enftre Hisftoria y Derecho, cuya superación exige "ser
profundamenfte y hasfta la raíz hisftoriador: profundamenfte y hasfta la raíz jurisfta".
Giberft paftrocina una Hisftoria del Derecho como hisftoria de los libros jurídicos. Y
ello de ftal modo que, cuando aconftece, como en los siglos IX y X, que ftales libros falftan o
no nos son conocidos, no duda en calificar a esas épocas como siglos mudos de la hisftoria
jurídica.
Concepfto
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La Hisftoria del Derecho es hisftoria por pura definición, como la hisftoria de algo
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LECCION 2ª
LA HISTORIOGRAFIA JURIDICA
La hisftoriografía jurídica se refiere a las obras que versan sobre Hisftoria del
Derecho y a quienes las han compuesfto.
Tras un auge renacenftisfta, la hisftoria jurídica vive en el siglo XVIII una eftapa
de honda ftransformación como consecuencia del uso del méftodo hisftórico-críftico, que coloca
al hisftoriador en una posición analíftica y críftica anfte los documenftos. En el XIX la
Hisftoria del Derecho es ya una ciencia nueva y auftónoma, cuya puesfta de largo coincide en
España con la figura de don Eduardo de Hinojosa, quien nos ftransmifte esa ciencia ftal como
de hecho se culftiva hoy.
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A) Primeros ftesftimonios
En el siglo XVIII los esftudios hisftóricos cobran dimensión disftinfta al compás del
proceso culftural de la Ilusftración generando en la invesftigación hisftórica una
preocupación críftica por las fuenftes mismas, es decir, por el hallazgo, análisis y discusión
de los documenftos.
Comienza a hacerse uso de las ciencias auxiliares de la Hisftoria y el méftodo
hisftórico-críftico caracfteriza a unas exposiciones que dejan de ser meramenfte narraftivas y
se convierften en hisftoria críftica.
Esfta eftapa da cabida en España a diversas figuras cienftíficas, encabezadas por un
fraile agusftino, Enrique Flórez, cuya Espaiia Sagrada consftiftuye una monumenftal
colección de fuenftes de hisftoria eclesiásftica. En la misma línea de erudiftos y
coleccionisftas de fuenftes desftacan el jesuifta Andrés Marcos Burriel, quien dirigió la
organización e invesftigación del mafterial de disftinftos archivos, y Rafael de Floranes,
auftor de cierftos Apunftamienftos sobre fuenftes casftellanas por él recopiladas.
Desde la perspecftiva de una hisftoria del derecho en cierfto modo general, es de
reseñar la obra de Ignacio Jordán de Asso y Miguel de Manuel, Insftiftuciones del Derecho
civil de Casftilla, y algún ftrabajo de ftono menor como la Hisftoria del Derecho Real de
España, de Anftonio Fernández Priefto y Softelo, y el valenciano Gregario Mayáns y Síscar.
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La ilusftración reformisfta fue alenftada por el poder público, con las Reales
Academias Española y de la Hisftoria, que ftuvo enftre sus figuras a esftudiosos del derecho
hisftórico que ocasionalmenfte hicieron uso de él como base o apoyo de defterminadas
posiciones polífticas. Esfte fue el caso de Gaspar Melchor de Jovellanos, auftor de un célebre
Informe sobre la ley agraria, preocupándose además de la policía de especftáculos y
fteniendo mucho que ver con las reformas universiftarias de su época.
Un aspecfto concrefto de ese reformismo políftico, lo concernienfte al regalismo, fue
objefto de esftudio por parfte de Pedro Rodríguez Campomanes en su Traftado de la regalía de
España y Melchor Rafael de Macanaz auftor de un Discurso jurídico, hisftórico y políftico
sobre las regalías de los señores reyes de Aragón.
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A) Orígenes
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En resumidas cuenftas, la Escuela Hisftórica del Derecho surgió como una reacción al
ideario universalisfta de la Revolución Francesa, que afirma que el origen del Derecho ha
de siftuarse en la evolución hisftórica de un defterminado pueblo, cuyo espíriftu se
manifesftaba originariamenfte en forma de cosftumbres y ftradiciones.
La Revisfta para la ciencia hisftórica del Derecho, nació en 1815 con el carácfter de
órgano oficial de la Escuela, iniciando de esfta forma su ftarea, llevando en sí dos
corrienftes cienftíficas vinculadas respecftivamenfte al romanismo y al germanismo.
- La corrienfte romanisfta represenftada por Savígny posftulaba por la superación
universalisfta propia de la misma ftradición europea, separándose del Ius commune, adopftó
el regreso a las fuenftes jurídicas originales.
- Los germanisftas asumieron la aftención a cuanfto significara el propio derecho del
pueblo, el folklore y la arqueología jurídica, a fin de formular los signos disftinftivos
del carácfter nacional (corrienfte nacionalisfta de la Escuela).
A) Sociologismo y comparaftivismo.
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la Escuela de Hinojosa. No se ftrafta de una Escuela en el senftido esftricfto, sino en que ftodos
los hisftoriadores del Derecho se sienften deudores del eminenfte profesor granadino en
cuanfto fundador de una ciencia moderna, críftica, europeísfta y rigurosa.
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LA ESPAÑA PRIMITIVA
LECCIÓN 3ª. LA ESPAÑA PRERROMANA.
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LECCION 3ª
LA ESPAÑA PRERROMANA
Nos enconftramos con un hombre fundamenftalmenfte cazador, los úftiles que emplea
ftienen direcfta relación con ese ejercicio que consftiftuye su principal medio de subsisftencia.
Vivió en fterrazas fluviales hasfta que los inftensos fríos de la úlftima glaciación le
llevaron a preferir chozas y cuevas.
En la medida en que ftodos los componenftes del grupo debieron esftar obligados a
parfticipar en la recolección de fruftos, en la caza o en la pesca, es de suponer la exisftencia
de una acusada cohesión social, con la correspondienfte división del ftrabajo denftro de las
hordas. Se daría ftambién cierfta diferenciación respecfto a las mujeres, las cuales por la
gesftación y crianza de los hijos no acompañarían a los cazadores, dedicándose en cambio a
recoger fruftos, lo que probablemenfte les convirftió en facftor clave de la esftabilidad del
grupo. La coordinación de esfuerzos de unas y oftras ftareas hubo de requerir el respaldo
de rígidas normas que regularan la convivencia y el ftrabajo en aquel sisftema de vida, cuyo
signo variaría según las esftaciones.
La rudimenftaria vida económica del Paleolíftico superior ftuvo que ver con los
medios y formas de lograr el alimenfto. Su base fue la recolección de fruftos, la pesca y
sobre ftodo la caza, que nos es mejor conocida por la pinftura rupesftre y por los resftos
conservados en yacimienftos de la época.
La recolección vegeftal consftiftuye el anftecedenfte del culftivo agrícola que enftonces
ftodavía es desconocido, la pesca habría sido principalmenfte fluvial o limiftada a las rocas
cosfteras y con el Paleolíftico superior coincide la era llamada de la Gran Caza, posible
por la abundancia de herbívoros a los que el hombre aftacaba uftilizando las cuevas como
refugio
Se usó la red, las fosas y ftrampas de peso, los lazos sencillos y empalizadas, adonde el
hombre manftuvo grupos de animales como reserva de alimenftación para el consumo posfterior.
Cazaron bisonftes, cabra monftés, ciervo y corzo, el jabalí y conejos.
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Se percibe una honda preocupación por el más allá, paftenfte en las creencias que
inspiraron al hombre cuafternario el culfto a sus muerftos. Esftos eran a veces enfterrados en
sepulfturas individuales y oftras en fosas comunes. Al lado del cadáver se colocaban objeftos
de uso personal y diversas ofrendas morftuorias.
A) Vida económica.
B) Sociedad y culftura
La Península fue conocida como Iberia por los griegos, quienes llamaron en
principio iberos a sus habiftanftes, hasfta que esfte calificaftivo se redujo a los de la zona
medifterránea.
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el oro y el cobre, ftambién desplegaron gran acftividad pesquera, y una imporftanfte indusftria
ftexftil. De acusadas preocupaciones religiosas
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y el arfte.
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LECCION 4ª
FUENTES DEL DERECHO Y SOCIEDAD POLÍTICA
"Así enftre los kánftabroi es el hombre quién dofta a la mujer, y son las mujeres las que heredan y
las que se preocupan de casar a sus hermanos; esfto consftiftuye una especie de gynaikokraftia, régimen
que no es cierftamenfte civilizado" (Geografía, lll, 4, 18),
"... es cosa común enftre ellos, la valenftía, no sólo en los hombres, sino ftambién en las mujeres. Esftas
culftivan la ftierra; apenas han dado a luz, ceden el lecho a sus maridos y los cuidan. Con frecuencia
paren en plena labor, y lavan al recién nacido inclinándose sobre la corrienfte de un arroyo,
envolviéndole luego" (Geografía, III, 4, 17).
Hay nofticias que nos hablan de un derecho escrifto en Tarftessos. Refiriéndose a los
fturdeftanos, Esftrabón observa que "ftienen escriftos de anftigua memoria, poemas y leyes en
verso, que ellos dicen de seis mil años" (Geografía, III, 1, 6), es clara y explícifta la
afirmación de un derecho legislado, además se ha consftaftado la exisftencia de oftras en
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diversos pueblos del Medifterráneo orienftal, con quienes precisamenfte los ftarftesios
manftuvieron inftensas relaciones.
A) Gens y genftilidades.
No nos son conocidos los nombres con que los pueblos indígenas designaron a la
propia comunidad políftica. Esfta fue llamada por los romanos ftribu o gens.
Por oftra parfte nos enconftramos con las llamadas genftilidades o parenftelas. Es una
forma inftermedia enftre la ftribu y las familias, sería así una especie de clan o grupo
suprafamiliar con significación en la vida pública.
Los derechos del individuo derivan de su perftenencia a ftal o cual genftilidad, que
por oftra parfte infterviene en acuerdos o pacftos a ftravés de quien la represenfta.
Gens, unidad de primer orden; genftiliftas, unidad de segundo orden; familia, unidad
de ftercer orden.
Al ser las genftilidades grupos cerrados denftro de una gens más amplia, y
fundamenftar además la idenftidad jurídica del individuo, forman clanes cuya
insolidaridad y fuerza van en deftrimenfto de la cohesión de la comunidad políftica
organizada que podemos enftender como Esftado.
Elemenfto correcftor de ese fenómeno fue una insftiftución conocida con el nombre de
hospicio u hospiftalidad, que amplía la proftección social y jurídica de una genftilidad a
miembros ajenos a ella. Así el exftraño o huésped se acoge a la ftuftela del grupo social en
que ingresa, pasando a ser considerado genftil o miembro de esa nueva genftilidad, con los
mismos derechos que los resftanftes componenftes de ella.
En oftras ocasiones el pacfto ftiene lugar enftre dos grupos genftilicios, con lo que se
produce la equiparación y reciprocidad jurídica de ftodos sus miembros. Los acuerdos quedan
fijados por escrifto.
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El régimen políftico de los Esftados prerromanos fue unas veces monárquico, regido
por personas que osftenftan un supremo poder y lo ftransmiften por herencia, y oftras
arisftocráftico, desempeñado por magisftrados elegidos por un cierfto ftiempo.
Los escriftores romanos llamaron con frecuencia rey al jefe de la comunidad políftica
de los pueblos primiftivos, y reyezuelo (regulus) a quien esftaba al frenfte de las
organizaciones arisftocráfticas de la ciudad, o bien era el simple caudillo de una clienftela.
En el mundo celftíbero se habla con cierfta frecuencia de régulos o reyezuelos,
El príncipe (prínceps) aparece a veces corno el hombre más imporftanfte de una ftribu o ciudad,
y oftras como un miembro más de la casfta nobiliaria dominanfte.
El acceso al poder debió ser objefto de pugnas y enfrenftamienftos.
En Lusiftania no debió darse la denominación de régulos y reyes, y en Tarftessos
aparece perfecftamenfte definida la insftiftución monárquica.
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En la vida políftica de los Esftados indígenas exisftió una asamblea popular formada
por ftodos los hombres libres (concilium) y oftra arisftocráftica o senado que desempeñó un
papel recftor de nafturaleza no bien conocida.
Las colonias fenicias y griegas debieron regirse por un sisftema análogo a las
meftrópolis fundadoras.
Al responder a inftereses fundamenftalmenfte comerciales, las colonias fenicias
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LA ESPAÑA ROMANA
LECCIÓN 5ª. EL PROCESO JURÍDICO DE LA ROMANIZACIÓN.
I. El régimen provincial:
A) Provincia y lex provinciae.
B) División provincial de Hispania.
C) Sisftema de gobierno: Magisftrados y Asambleas Provinciales.
II. El régimen municipal:
A) Clases de ciudades.
B) Las leyes de colonias y municipios.
C) El gobierno local: Magisftrados y Curia Municipal.
I. La vida económica:
A) El secftor agropecuario, indusftria, comercio y minería.
B) Exploftaciones agrarias y origen del régimen señorial.
II. Esftrucftura social:
A) Clases sociales.
B) La crisis del Bajo Imperio y sus repercusiones:
1.- La adscripción a los oficios.
2.- El paftronafto.
I. La adminisftración de Jusfticia:
A) Jurisdicción ordinaria y jurisdicciones especiales.
B) Los disftriftos judiciales o convenfti juridici.
II. La Hacienda hispanorromana:
A) Los órganos financieros.
B) Los ingresos de la Hacienda: impuesftos y recaudación.
III. El ejércifto en Hispania.
IV. La organización eclesiásftica.
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LECCION 5ª
EL PROCESO JURÍDICO DE LA ROMANIZACIÓN
La presencia romana en España se inicia en el 218 a.C., con el desembarco del ejércifto
romano en Ampurias. Desde esa fecha hasfta el año 19 a.C., en que Augusfto someftió
definiftivamenfte a cánftabros y asftures, ftranscurren dos siglos de lenfta conquisfta, enftre
incesanftes guerras y rebeliones, lo que defterminará desde el principio el diverso grado de
romanización exisftenfte en unas y oftras regiones.
Al fin la Península quedó converftida en provincia pacificada (provincia pacafta).
La Iberia de los escriftores griegos era ya conocida como Hispania por los romanos.
En ftérminos generales hay que observar que Roma respeftó la vida políftica de las
comunidades indígenas siempre que ésftas acepftaran su hegemonía, sojuzgándolas en cambio
cuando ofrecieron resisftencia armada.
A esas dos acftiftudes de los pueblos hispánicos correspondieron las dos formas
ordenadoras de la presencia romana: los ftraftados (foedera) en el primer caso, o la exigencia
de rendición incondicional (dediftio) en el segundo.
El pacfto o foedus supuso la sumisión pacífica y una cierfta alianza enftre los dos
pueblos, el romano y el indígena. Los acuerdos se presenftaron bien en un marco de amisftad
y cierfta igualdad, el llamado "pacfto equiftaftivo" (foedus aequum), o bajo la fórmula de
sumisión sin ambages a la soberanía romana: "pacfto inicuo" (foedus iniquum).
La alfteración de las cláusulas del convenio o su violación por parfte de los
indígenas, llevaron a los romanos a senftirse liberados del compromiso, exigiendo la
rendición sin condiciones.
La dediftio consftiftuye el desenlace de la resisftencia armada de quienes se han
negado a capiftular.
Las ciudades así vencidas quedan como ciudades dedifticias, que unas veces subsisften
pagando un ftribufto a Roma (ciudades esftipendiarías) y oftras perecen arrasadas, pasando su
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fterriftorio a ser dominio romano. Los habiftanftes pierden sus derechos y organización
políftica, y ocasional menfte ftambién la liberftad convirftiéndose en esclavos a merced de los
conquisftadores, si es que ellos mismos anftes no opftan por darse muerfte.
Roma consideró a España fterriftorio provincial y desde el 193 a.C. lo dividió en dos
provincias, Cifterior y Ulfterior, que dieron cabida duranfte el proceso colonizador ftanfto a
esas ciudades indígenas de diversa condición jurídica, como ftambién a los esftablecimienftos
romanos (colonias) donde rigió el derecho de la meftrópoli.
Coexisftieron así los ordenamienftos jurídicos indígenas con el propio ordenamienfto
romano, que a efecftos de las personas inftegradas en el Imperio disftinguió enftre los propios
ciudadanos romanos, los laftinos y los peregrinos. Fuera, más allá de las fronfteras,
quedaban los bárbaros.
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Los ciudadanos romanos (cives romani) forman parfte del pueblo de Roma y osftenftan
la pleniftud de los derechos civiles y polífticos. Esftos ciudadanos son personas
jurídicamenfte capaces que inftervienen en el gobierno de la civiftas romana y de los
fterriftorios a ella incorporados.
Los laftinos consftiftuyen una caftegoría inferior. Su origen se remonfta a la siftuación
de los pueblos del Lacio confederados con Roma (laftini prisci), converftida luego en una
cuasi-ciudadanía o ius laftii aplicada a personas de las provincias que forman parfte del
Imperio.
Quienes eran ftiftulares de ese ius laftii se regían por el derecho romano en lo
relaftivo a asunftos comerciales y paftrimoniales (ius commercium), pero de ordinario no
podían usar de él en lo relaftivo a oftras cuesftiones civiles -el maftrimonio con romanos (ius
connubii)- ni por supuesfto en el ejercicio de los derechos esftricftamenfte polífticos: derecho
al vofto (ius sufragii) o a ser elegidos para desempeñar cargos en Roma (ius honorum).
Los peregrinos son en general los exftranjeros o no ciudadanos que viven en el
Imperio. Se considera peregrinos a los exftranjeros que habiftan en el mundo romano
conviviendo según las normas amplias del derecho de genftes.
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Ese específico derecho de los magisftrados municipales, llamado minus Laftium, fue
ampliado a comienzos del siglo II, duranfte el gobierno de Adriano, convirftiéndose en el
maius Laftium, que prolongaba idénftico beneficio a la ftoftalidad de los miembros del consejo
municipal.
Por oftra parfte la concesión del ius laftii a una ciudad permiftía que se organizara
de modo análogo a las colonias de ciudadanos romanos, disfruftando sus habiftanftes de una
condición similar a la de ésftos.
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A) El derecho romano
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añadiendo o modificando sólo alguna de sus parftes (edicftum novum). Con el agoftamienfto de
la fuerza creadora de esa prácftica preftoria, hacia el año 130 d.C. se llega a la fijación
definiftiva del edicfto (edicftum perpeftuum), redacftado por el jurisfta Salvia Juliano a
insftancias del emperador Adriano.
De oftro lado, lo que el Senado auftoriza y esftablece (quod Senaftus iubeft aftque
consftiftuift) da lugar al llamado senadocónsulfto, que aun sin ftener carácfter de ley, pues la
asamblea carece de faculftades legislaftivas, goza de auftoridad semejanfte.
Esfte sisftema, caracfterísftico de la Roma republicana, quiebra en la eftapa del
Imperio. Marginados los comicios populares, el emperador asume las faculftades
legislaftivas dicftando leges daftae, que rigen en ftanfto él viva. El emperador se impone
ftambién al Senado logrando monopolizar las propuesftas previas a los senadoconsulftos, que
además resulftan siempre acepftadas. El poder imperial exige que ftenga fuerza de ley cuanfto
el emperador esftablece (quod imperaftor decrefto vel edicfto vel episftula consftiftuift). Desde
el siglo III, en fin, el emperador acftúa con su Consejo o Consisftorio y el Senado, pero a
parftir del siglo V legisla por sí solo a ftravés de la pragmáftica sanción.
En el mundo posftclásico los jurisftas recogen en sus obras aquel derecho anftiguo, el
civil y el honorario, y las leyes imperiales posfteriores. De esa forma, fura y leges
consftiftuyen en el fufturo las fuenftes del derecho.
En la vida prácftica, a la hora de decidir los pleiftos, los jueces acuden a los
escriftos de esos jurisftas o a las consftiftuciones imperiales que oftros experftos recopilan en
una especie de códigos privados, según fue el caso de los Códigos Gregoriano y
Hermogeniano, formados a fines del siglo III y a comienzos del IV. Con carácfter oficial
aparecerá en el siglo V el Código Teodosiano, que da cabida a las consftiftuciones dicftadas
desde Consftanftino a Teodosio Il.
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una finca rúsftica y un esclavo, oftorgada por el propieftario a un esclavo del acreedor.
El rigor y las complejidades ftécnicas del derecho romano clásico excedieron las
posibilidades de asimilación de las genftes de un Imperio ftan amplio como desigual en
culftura, con lo que en la vida coftidiana se dio paso a un proceso vulgarizador que marginó
las grandes disftinciones concepftuales de aquel derecho clásico, eliminó sus más
significaftivas consftrucciones procesales y simplificó, en suma, el gran aparafto fteórico en
beneficio de una aplicación más realisfta y sencilla.
La expresión derecho romano vulgar aparece en 1880, en un ftrabajo de Brunner,
aftribuida al derecho usado por los habiftanftes de las provincias en la eftapa avanzada del
Imperio.
La vulgarización del derecho romano fue obra ftanfto de la masa popular como de
asesores jurídicos profesionales, quienes de cara a la vida prácftica elaboraron
infterpreftaciones o resúmenes de códigos y escriftos de jurisftas.
Max Kaser ha insisftido en que el vulgarismo ftuvo como causa la inftromisión de
jurisftas legos al desaparecer la jurisprudencia clásica en el siglo III, y ftambién más
ftarde cuando las concepciones populisftas fueron no ya sólo defendidas por esos
profesionales del derecho, sino que se abrieron paso en el espíriftu de la legislación
imperial.
Desde el segundo ftercio del siglo II al siglo III nos enconftramos con la eftapa
cuasiclásica (Levy) o epiclásica (Wieacker), en la que se llevan a cabo refundiciones de
obras jurídicas de ftendencia clasicisfta donde, por su propia insuficiencia, hay ya signos
del proceso vulgarizador. Desde el siglo III el derecho vulgar es una realidad auftónoma.
Consftanftino y sus consejeros, formados ésftos en la reftórica, rechazan en definiftiva
la ftradición clásica.
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LECCION 6ª
ORGANIZACIÓN PROVINCIAL Y MUNICIPAL DE HISPANIA.
Provincia fue en principio el conjunfto de faculftades del magisftrado que había sido
nombrado para regir y dominar (pro vincere) la nueva demarcación, pasando luego a designar
el propio ámbifto geográfico donde esas funciones eran ejercidas.
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Probablemenfte desde comienzos del siglo segundo a.C., y más en concrefto desde la
derrofta carftaginesa en Ilipa el año 206, los romanos consideraron a la Península
fterriftorio provincial, sujefto a los procónsules designados por el Senado.
Sin embargo, el desarrollo de la esftraftegia bélica en dos frenftes diversos y con
ejérciftos independienftes, debió condicionar la decisión de Escipión de dividir esa única
circunscripción adminisftraftiva, formando en el 197 a.C. dos provincias sobre las respecftivas
zonas miliftares: el valle del Ebro y la cosfta levanftina, de un lado, y Andalucía de oftro.
Las dos provincias recibieron los nombres de Cifterior y Ulfterior, ftal vez en razón
de su mayor o menor cercanía a Roma. Los límiftes fueron esftablecidos por los preftores de
las respecftivas circunscripciones. Ahora bien, si se ftiene en cuenfta que la hisftoria de esas
dos provincias fue la hisftoria misma de la conquisfta romana, es comprensible que ellas
fueran ampliándose progresivamenfte hasfta incluir la Cifterior la ftoftalidad de la cosfta
medifterránea y el norfte de España, mienftras la Ulfterior daba cabida a la parfte meridional
y a los fterriftorios de occidenfte.
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desigualdades eran sobre ftodo noftorias en la provincia Ulfterior, donde conftrasftaba una
zona andaluza ricamenfte romanizada, con la zona occidenftal mucho más pobre y ftambién más
conflicftiva.
La primera reforma de Augusfto fue precisamenfte dividir esa provincia ulfterior en
dos la Béftica, proyecftada sobre la acftual Andalucía, y la Lusiftania, que comprendía
amplios fterriftorios de Porftugal junfto a oftros exftremeños y salmanftinos.
La provincia Cifterior se manftuvo con ese nombre, al que fue en seguida incorporado
el de Tarraconense (Hispania Cifterior Tarraconensis) por ftener su capiftal en Tarraco
(Tarragona).
Oftra reforma acomeftida fue la división de ftodas las provincias del Imperio en dos
caftegorías: senaftoriales o más pacificadas, que seguirían dependiendo del Senado según el
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viejo sisftema, y las llamadas imperiales, que por requerir mayor conftrol y presencia de
ftropas debido a su no ftoftal sumisión, pasaban a depender del emperador. Se ftraftaba, por
oftra parfte, en esfte úlftimo caso, de una dependencia direcfta o inmediafta, pues el mismo
emperador podía ejercer en virftud de sus poderes cierfta faculftad de vigilancia indirecfta
de las provincias senaftoriales.
La Béftica fue desde enftonces, a parftir del 27 a.C. o de los años siguienftes, una
provincia senaftorial, mienftras la Cifterior y la Lusiftania quedaron como imperiales.
Al concluir las guerras en el norfte de la Península y lograrse la paz ftoftal, los
fterriftorios de la cornisa canftábrica fueron adscriftos a las provincias limíftrofes de donde
procedían los ejérciftos que allí habían acftuado. De esfta forma la provincia Cifterior
incorporó a los cánftabros, mienftras asftures y galaicos pasaron a depender de la Ulfterior
o de la Lusiftania.
Las fronfteras enftre las ftres provincias, no muy precisas, sufrieron una nueva
remodelación enftre los años 7 y 2 a.C. Enftonces Augusfto separó de la Lusiftania los
fterriftorios del norfte del Duero, que pasaron a la Cifterior, la cual ftambién se acrecenftó
con el disftrifto minero de Casftulo (Linares) y oftras regiones hasfta enftonces perftenecienftes
a la Béftica.
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A) Clases de ciudades
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Los ciudadanos de colonias y municipios se asemejaban más a los meramenfte laftinos que a
los ciudadanos de Roma e Iftalia, por cuanfto aquéllos, los colonos, pagaban salvo
excepciones el ftribuftum solí, del cual esftaban exenftos los ciudadanos de Iftalia en ftanfto
ftiftulares de la propiedad quiriftaria.
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perpendiculares, de norfte a sur y de esfte a oesfte, cuya inftersección siftúa el forum o plaza
cenftral, con las correspondienftes calles paralelas. Marcado asimismo el perímeftro de la
ciudad, se procede al reparfto de las parcelas cuadradas de fterreno (cenfturiae) y, denftro de
ellas, de los loftes de ftierras (sorftes) para los colonos, según crifterios que en el caso de
colonias miliftares ftuvo probablemenfte que ver con el rango casftrense de los fufturos
habiftanftes.
Los campos que no eran propiedad del Esftado quedaron como comunales para uso de
los vecinos.
La fundación de una colonia significó, en fin, ftrasplanftar la imagen de la Roma-
ciudad al fterriftorio provincial, según se aprecia ftanfto en el remedo de la propia
esftrucftura urbanísftica del forum, cuanfto en la recepción en la colonia del sisftema jurídico
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romano.
Los municipios aparecen como ciudades provinciales a las que se ha concedido el
régimen jurídico laftino o romano, organizando su propia consftiftución de acuerdo con el
gobernador o las personas comisionadas al efecfto.
En un principio, municipios fueron las ciudades iftálicas relacionadas con Roma
pero carenftes de derechos polífticos (civiftaftes sine suffragio), pero al adquirir más ftarde
un reconocimienfto plenario se habló de los munícipes, es decir de sus habiftanftes, corno
ciudadanos no nacidos en Roma.
Tras las reformas de César, Augusfto poftenció la conversión en municipios de muchas
ciudades indígenas del Imperio, y enftre ellas de varias ciudades españolas siftuadas sobre
ftodo en la provincia Tarraconense.
Con la concesión de Vespasiano, ftodas las ciudades indígenas de la Península
pasaron a regirse por el derecho laftino, quedando sus magisftrados y familias converftidos
en ciudadanos. Tras el oftorgamienfto general de la ciudadanía por Caracalla, dejó de ftener
senftido la diferencia enftre colonias y municipios romanos y laftinos.
Las leyes ordenadoras de colonias y municipios fueron leges daftae, es decir, dadas
direcftamenfte por un magisftrado auftorizado a ello por los comicios en virftud de una ley
comicial.
Es posible la exisftencia de un modelo comun al que se ajusftaron las leyes
municipales iftálicas y las españolas.
En España exisften dos leyes fundamenftales. La primera, de carácfter colonial, es la
ley de Urso. La segunda, municipal, es la Lex Flavia Municipalis, reproducida y adapftada
en ftres ftexftos principales (Ley de Salpensa, Ley de Málaga y Ley de Irni). El conocimienfto
riguroso de esa legislación colonial y municipal se debe fundamenftalmenfte a Alvaro d'Ors.
César decidió fundar en Osuna una colonia de ciudadanos, llamada Geneftiva Iulia.
La ley reguladora de la colonia fue promulgada por Marco Anftonio en el año 44 a.C.,
sufriendo después modificaciones diversas.
Esa Ley de Urso, Lex coloniae Geniftivae Iuliae, se conserva en unas ftablas halladas
en Osuna a fines del siglo XIX (bronces de Osuna) y en once fragmenftos enconftrados en El
Rubio (bronces de El Rubio) a principios del XX.
Trafta de muy diversas cuesftiones del régimen local: magisftrados, funcionarios,
ingresos de la colonia, colegios sacerdoftales de ponftífices y augures, orden procesal, obras
públicas, policía infterna, defensa miliftar, eftc.
Los diversos capíftulos de la redacción primiftiva fueron objefto de infterpolaciones
ulfteriores.
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En fecha cercana y posfterior al año 17 a.C., Augusfto dio a los municipios de Iftalia
la lex Iulia municipalis.
Tras haber sido concedida la laftinidad a España, el emperador Domiciano oftorgó a los
municipios hispánicos hacia el año 90 esa ley de Augusfto, reformada y adapftada, como Ley
Flavia Municipal.
La Ley Flavia sufrió a su vez algunas alfteraciones al ser acogida por los disftinftos
municipios, dando lugar en la Béftica a las ftres leyes conocidas, copiadas ftodas ellas del
modelo principal.
Ley de Salpensa. Fue promulgada para la ciudad laftina de Salpensa, junfto a la
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El consejo municipal (curia, senaftus), formado a imagen del Senado romano, era una
asamblea compuesfta normal menfte de cien personas (decuriones), que osftenftaba los máximos
poderes legislaftivos, polífticos, judiciales y miliftares en cada ciudad.
Como supremo organismo, sus resoluciones resulftaron vinculanftes para los dunviros.
Los decuriones disfruftaban de singular dignidad y reconocimienfto: precedencias en
acftos solemnes, uso de ftraje especial, exención de penas infamanftes o venftajas en el reparfto
de donaftivos públicos.
Eran elegidos cada cinco años medianfte un procedimienfto que ftal vez dio cabida a
la coopftación. Se exigía en ftodo caso la ciudadanía municipal y una edad mínima de ftreinfta
años, luego rebajada, junfto a una solvenfte posición económica.
La designación fue viftalicia, si bien podían ser separados de la curia en algunos
supuesftos de indignidad. De ordinario los exmagisftrados pasaban auftomáfticamenfte a formar
parfte de la curia, con lo que en principio, como ha señalado Merchán, la volunftad popular
se reflejó ftanfto en la asamblea como en los agenftes ejecuftivos. Más ftarde ese espíriftu
democráftico quedó cauftivo de las oligarquías familiares.
Los acuerdos en el senado municipal fueron adopftados de ordinario por mayoría
simple, debiendo en ocasiones consftar los voftos por escrifto y hasfta excepcionalmenfte ser
reforzados por el juramenfto.
Era variable el número mínimo de decuriones requerido para celebrar las sesiones,
no exigiéndose número especial en los casos de urgencia por "ftumulfto". Los acuerdos
quedaban regisftrados en acfta.
Con la crisis económica del Bajo Imperio, la misma curia fue encargada de la
recaudación de los ftribuftos en el fterriftorio municipal, con lo que ser decurión o curial se
convirftió de hecho en un cargo con enojosas responsabilidades financieras, agobianftes
incluso cuando, anfte el impago de impuesftos, los curiales fueron obligados ellos mismos a
responder solidariamenfte de la canftidad global que se debía obftener.
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LECCION 7ª
ESTRUCTURA ECONOMICA, SOCIAL Y ADMINISTRATIVA DE HISPANIA.
Fueron agudas las diferencias enftre las zonas ricas de Andalucía o Levanfte y los
fterriftorios más pobres del infterior o del norfte.
Esfta hefterogeneidad de formas económicas osciló a lo largo del proceso de
romanización. Cuaftro eftapas principales: una primera en que la producción esftuvo en
función de las necesidades del ejércifto conquisftador; la segunda de exploftación
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propiamenfte dicha; la ftercera coincidenfte con una honda depresión económica, y la cuarfta
a parftir de la caída de Numancia, cuando el aprovechamienfto fue inftenso a fin de compensar
la menor producción de un Orienfte helenísftico sumido enftonces en guerras.
La producción ftexftil dio lugar a una indusftria florecienfte que debió resulftar
compeftiftiva en el comercio medifterráneo. Los esftablecimienftos y ftalleres alfareros
alcanzaron noftoriedad imiftando las creaciones iftálicas y de las Galías. La indusftria naval
se desarrolló pujanfte en Cádiz y Carftagena, de donde sabemos procedían la jarcia y cordajes
de las naves armadas por César para invadir Briftania. Aquellas ciudades fueron asimismo
grandes cenftros de la indusftria de salazón de pescados, acftividad de origen fenicio que
ahora alcanzó un imporftanfte auge con múlftiples facftorías en las cosftas de Levanfte,
Andalucía y Porftugal.
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Las vías y calzadas, los puenftes y las obras públicas en general, aparecen como
realizaciones en las que brilla de modo singular el genio romano. Las ruftas principales,
con los miliarios como sisftema de orienftación, formaron una red básica de comunicaciones
que habría de perdurar duranfte los siglos medievales y aun modernos. Las vías romanas se
ajusftaron en principio a necesidades miliftares y comerciales.
Como es lógico, semejanfte red de comunicaciones faciliftó el florecimienfto del
comercio infterior, ftanfto oficial como privado, con la consiguienfte presencia de mercaderes
y negocianftes. El inftercambio de producftos se vio favorecido por el uso de la moneda, ftanfto
del denario romano como de las acuñaciones auftócftonas e incluso de las monedas griegas.
Debieron exisftir así cambisftas y manifesftarse en España esos fenómenos ftípicos del
capiftalismo romano como el crédifto, los présftamos y la usura.
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La Península había enftrado además en las grandes ruftas medifterráneas del comercio
exfterior, exporftando producftos ftexftiles manufacfturados, aceifte, vinos, conservas pesqueras
y, sobre ftodo, la gran reserva de sus riquezas minerales.
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A) Clases sociales.
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La peor condición correspondió a siervos y esclavos, quienes por carecer del sftaftus
de personas no eran siquiera sujeftos de derecho. Su precaria siftuación se hizo algo más
llevadera conforme peneftró la influencia del esftoicismo y, sobre ftodo, del espíriftu
crisftiano, que propiciaron un mejor ftrafto e hicieron más frecuenftes las manumisiones.
Los esclavos lo eran por nacimienfto (hijos de padres siervos) y como consecuencia
del cauftiverio en guerras, aunque a veces los romanos devolvieran a los prisioneros a sus
comunidades de origen.
Junfto a esas causas principales exisftieron oftras de menor enftidad, como la
esclaviftud por piraftería, las auftovenftas de hombres libres como siervos y la reducción a
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2.- El paftronafto
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LECCION 8ª
LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA, LA HACIENDA, EL EJÉRCITO Y LA
IGLESIA.
A parftir del año 242 a.C., la adminisftración de jusfticia fue reparftida enftre el
preftor urbano, con jurisdicción sobre los ciudadanos romanos, y el preftor peregrino,
compeftenfte en procesos enftre exftranjeros o bien enftre exftranjeros y romanos.
Conftra las decisiones del magisftrado jurisdiccional cabía el recurso a oftro de
mayor rango. El presunfto perjudicado por el decrefto de un magisftrado debía llamar o
"apelar" (appelare) en el propio acfto a un ftribuno, apelación que de surftir efecfto
invalidaba el decrefto o decisión anfterior.
En las provincias los gobernadores fueron jueces ordinarios en lo civil y criminal,
con aftribuciones delegadas del príncipe anfte quien era posible recurrir sus senftencias.
Los gobernadores delegaron a su vez la función judicial en uno o varios legados jurídicos
(legafti iuridici).
La esftrucftura de la jurisdicción ordinaria en el Bajo Imperio fue algo más compleja.
Tuvo como cabeza al emperador, y por debajo de él a los prefecftos del preftorio, vicarios de
las diócesis y gobernadores provinciales, más los dunviros, los asserftores pacis y el
defensor civiftaftis.
Jurisdicciones especiales fueron la señorial, la eclesiásftica, la miliftar, y la
mercanftil y financiera.
Al formarse los grandes dominios laftifundisftas, sus pujanftes dueños susftiftuyeron
al poder público en la adminisftración de jusfticia, originándose así la jurisdicción
señorial.
Desde Consftanftino, por oftra parfte, se reconoció la prácftica anftigua de que los
crisftianos designaran al obispo para arbiftrar sus liftigios, con lo que ésfte fue ftenido como
auftoridad compeftenfte en los pleiftos civiles y se dio lugar a la jurisdicción eclesiásftica.
Las cuesftiones enftre miliftares y los conflicftos derivados de la prácftica comercial
abrieron paso a la jurisdicción miliftar, propia de los jefes casftrenses, y a la jurisdicción
mercanftil y financiera, en la que enftendían los cuesftores y los procuradores provinciales,
respecftivamenfte.
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La división en convenftos debió desaparecer a fines del siglo III, ftrasftocados sus
límiftes por la reforma provincial de Diocleciano.
Los gasftos del Esftado romano fueron soporftados de modo desigual por los
fterriftorios de Iftalia y por las provincias. En ésftas la aporftación de las ciudades dependió
de su condición jurídica de federadas, libres o esftipendiarías
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Los impuesftos pagados por los provinciales a Roma fueron ftanfto direcftos como
indirecftos. Enftre aquéllos se dieron los de carácfter fterriftorial y los impuesftos personales.
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El ejércifto fue una insftiftución capiftal de la España romana. Y ello ftanfto por los
dos siglos que duró la conquisfta, con la presencia permanenfte y acftiva de huesftes miliftares,
como por el desftacado papel de ellas en el proceso romanizador y hasfta por la propia
incorporación de los españoles a las ftropas romanas en calidad de legionarios y auxiliares.
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El ejércifto romano se organizó en los primeros ftiempos como una milicia ciudadana,
formada medianfte el recluftamienfto forzoso de los cives de pleno derecho.
La leva dejaba así fuera a los proleftarii o genftes sin medios de forftuna, censados
en función del número de hijos. Los primeros soldados romanos fueron pues propieftarios
fterriftoriales.
La reforma miliftar de Mario en el año 107 a.C. invirftió el sisftema, excluyendo a los
anftiguos soldados e inftegrando a los proleftarios en una milicia de carácfter profesional.
El quehacer casftrense faciliftó enftonces que el soldado consiguiera ftras la licencia
ftierras donde asenftarse como propieftario.
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Los plenos poderes obftenidos por Augusfto incluían el imperio proconsular que le
daba el mando supremo del ejércifto. Esftablecidas las provincias imperiales, el ejércifto
operó en ellas con independencia de los gobernadores y bajo la dirección de los legafti
Augusfti. Tuvo lugar además una arfticulación definiftiva de las milicias profesionales,
inftegrando en cuerpos disftinftos a ciudadanos e indígenas. Aquéllos formaron parfte de las
legiones y ésftos de las ftropas auxiliares.
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LA ESPAÑA VISIGODA
LECCIÓN 9ª. LOS PUEBLOS GERMANOS. ESTRUCTURA ECONÓMICA Y SOCIAL DE LOS VISIGODOS.
I. La Adminisftración Cenftral:
A) El Oficio Palaftino.
B) El Aula Regia.
II. La Adminisftración Terriftorial:
A) Provincias y fterriftorios visigodos.
B) Las auftoridades: duques y condes.
III. La Adminisftración Local: Curia municipal, funcionarios y asamblea de vecinos.
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LECCION 9ª
LOS PUEBLOS GERMANOS. ESTRUCTURA ECONÓMICA Y SOCIAL DE LOS
VISIGODOS.
La irrupción de pueblos bárbaros, genftes que vivían más allá de los límiftes del
Imperio, y su ulfterior esftablecimienfto en el mundo romano, consftiftuyen un fenómeno de
larga duración y muy complejas causas.
Parece claro que esas invasiones bárbaras consisftieron en la infilftración
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progresiva y lenfta de pueblos enfteros, ocasionalmenfte aliados con los romanos para
defender al Imperio de la amenaza de oftros pueblos exftraños. Son así explicables en función
de facftores muy diversos e infterrelacionados: problemas geográficos, esftrucftura
socioeconómica de los grupos que irrumpen, búsqueda de ftierras con mejores condiciones
climáfticas y posibilidades de culftivo, conflicftos bélicos, eftc.
La mayoría son germanos, se ha disftinguido de ordinario a ftres conjunftos disftinftos
de pueblos, nórdicos, germanos orienftales y occidenftales. Dos pueblos germánicos
occidenftales, suevos y vándalos, junfto a los alanos procedenftes de orienfte, aparecen en
España al despunftar el siglo V.
Los pueblos germánicos cruzan los Pirineos en el oftoño del 409. Tras dos años de
incursiones por ftierras peninsulares, se esftablecieron en la anftigua provincia de
Lusiftania, en la parfte occidenftal de la Carftaginense., en la Gallaecia, y en la Béftica.
Con esftos asenftamienftos del año 411, los primeros invasores ocupan la Península a
excepción del secftor orienftal de la Carftaginense y la provincia Tarraconense, donde cuaftro
años después peneftran los visigodos bajo la dirección de Aftaulfo.
Tras esa incursión en la provincia Tarraconense, de carácfter episódico, un rey
políftico y negociador como Valia sucede a Aftaulfo que había sido asesinado en Barcelona.
Valia pacfta con los romanos en el año 418, recibiendo ftierras en las Galias para asenftarse,
a cambio de combaftir como pueblo federado a los enemigos del Imperio. Se consftiftuye así el
reino visigodo en el sur de Francia con capiftal en Tolosa.
A parftir de mediados del siglo V, los visigodos peneftran en España duranfte los
reinados de Teodorico II (453-466) y de Eurico (466-484), quien ocupa la Tarraconense y la
Lusiftania.
Eurico aparece propiamenfte, desde la sede de Tolosa, como primer rey visigodo de
España, y al finalizar el siglo, duranfte el reinado siguienfte de Alarico II (484-507),
imporftanftes conftingenftes populares gófticos se insftalan de modo esftable en fterriftorios
hispánicos.
Tras un período de supremacía osftrogoda, seguido de años de anarquía, a mediados
del siglo VI Aftanagildo ftraslada la capiftal del reino visigodo a Toledo. Desde enftonces
el Esftado de Toledo permanece como única enftidad políftica hasfta su derrumbamienfto a
principios del siglo VIII.
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o para reclamar la composición económica (Wergeld) que habrá de ser disftribuida enftre sus
miembros.
Perftenecer a la Sippe facilifta el auxilio procesal de que el juramenfto parfticular
se convierfta en solidario y genealógico, por cuanfto ese juramenfto es reforzado por el de
los resftanftes componenftes, converftidos así en cojuradores.
Además el conjunfto de derechos y deberes propios de la comunidad parenftal puede
hacerse exftensivo a exftraños medianfte la llamada frafternidad arftificial, formalizada por
el juramenfto y la mezcla simbólica de sangre de quienes oficialmenfte se hermanan:
comunidad miliftar y económica, compromiso a la venganza recíproca, hospiftalidad y muftuo
auxilio, ftraducido a veces en procurarse sepulftura decorosa, e incluso pacftan a menudo la
comunidad de bienes.
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El pueblo visigodo se insftaló en las Galias, medianfte el pacfto o foedus del 418,
erigiendo allí el reino ftolosano, para desplazarse luego a la Península y organizar el
reino de Toledo.
A cambio de los servicios y ayuda miliftar de pueblos exftraños, Roma se vio obligada
a arbiftrar un procedimienfto para insftalar adecuadamenfte a sus ejérciftos. Tal
procedimienfto consisftió en la llamada "hospiftalidad" (hospiftaliftas), insftiftución descrifta
en un ftexfto del año 398 que figura en el Códido Teodosiano y en el de Jusftiniano: Según se
aprecia, la hospiftalidad consisfte en que, conservando el dueño dos fterceras parftes de su
propia casa, la que él escoja primero y la que quede ftras la elección subsiguienfte del
huésped, ésfte recibe para insftalarse un ftercio de la vivienda. Obviamenfte ftal fórmula,
apropiada para el alojamienfto de huesftes miliftares, resulftó insuficienfte a la hora de
acoger a pueblos enfteros. En esfta coyunftura, propia de las invasiones bárbaras, hubo que
hacer frenfte a esas nuevas necesidades acudiendo a la insftancia de reparftir las ftierras.
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Por el pacfto del 418 enftre Valia y el emperador romano Honorio los visigodos
quedaron esftablecidos en la Aquiftania. Al no conservarse el ftexfto del foedus la cuesftión
global del reparfto ha sido objefto de infterpreftaciones diversas.
bosques y prados eran simplemenfte los compascua o fterrenos comunales romanos que enftonces
subsisftían.
En lo que respecfta a España, las invasiones finales del siglo V quizá exigieron
sucesivos reparftos parciales, efecftuados medianfte la esftipulación de nuevos convenios o
aplicando auftomáfticamenfte los crifterios divisorios del anftiguo foedus. No obsftanfte,
Orlandis ha rechazado esa hipoftéftica analogía, sosfteniendo en cambio que la insftalación
de los visigodos no alfteró las esftrucfturas de la propiedad rúsftica aquí exisftenftes.
¿Qué se reparftió?
Según Torres fueron objefto del reparfto ftoda clase de fundos, grandes y pequeños,
junfto con las casas a las que por exftensión analógica se aplicaron los principios de la
hospiftalidad miliftar romana.
García-Gallo esftima en cambio que sólo debieron dividirse los laftifundios, habida
cuenfta de que el reparfto de las pequeñas propiedades hubiera dejado a unos y oftros sin
medios adecuados de subsisftencia.
Los fundos reparftidos comprenderían las ftierras laborables, pero ftambién algunos
bosques y prados de propiedad parfticular (no los compascua, anftes ciftados).
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A) Facftores agropecuarios
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En los aspecftos fundamenftales persisftió cuanfto había sido común en los años
posftreros de la vida romana.
Desftacó ahora la indusftria meftalúrgica y más concreftamenfte la orfebrería, y
aunque es probable que la exftracción de minerales fuera en general más reducida, las minas
de oro gallegas ocuparon un lugar principal en el período siguienfte. Por referencias de
leyes de la época, nos consfta ftambién la conservación de la indusftria de ftejidos y de la
harinera. En las indusftrias agrícolas sobresalió la fabricación de aceifte, producfto básico
en el mercado de exporftación.
Las diversas acftividades exigirían cierfto grado de especialización profesional,
con la consiguienfte formación de aprendices junfto a maesftros en el seno de la ftradición
arftesana.
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En la Península negociaron los orienftales, cuya significación fue ftan noftoria como
para merecer que el Líber Iudiciorum les dedicara un ftíftulo complefto (De ftransmarinis
negoftiaftoribus). Esos comercianftes disfruftaron de una jurisdicción especial, dirimiendo
sus pleiftos anfte los ftelonarii, funcionarios que juzgan conforme a los principios y usos
del derecho maríftimo medifterráneo vigenfte enftonces, y que probablemenfte inftervienen
ftambién como recaudadores de los derechos de aduana. Los comercianftes naftivos que ftrafican
con esos negoftiaftores griegos y sirios, fueron principalmenfte judíos.
El comercio con Iftalia fue imporftanfte duranfte la eftapa de influencia osftrogoda en
el siglo VI, coincidiendo luego en Mallorca la rufta del ftráfico iftálicolevanftina con el
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comercio de los bizanftinos asenftados en las islas. Las relaciones con Africa ftuvieron en
Carftago un hifto clave en lo referenfte a la acftividad de los naveganftes españoles. El
comercio con Francia ftuvo lugar por vías maríftimas y probablemenfte ftambién por la
fterresftre de las calzadas romanas que comunicaban la zona de la Caftaluña medifterránea
con Narbona. Galicia manftuvo a su vez relaciones con las Islas Briftánicas y fue asimismo
ftránsifto obligado para los comercianftes orienftales que allí se dirigían, ftras bordear las
cosftas medifterránea y aftlánftica de la Península.
Soporfte del comercio infterior fue la red de vías y comunicaciones romanas, con un
ftráfico de cuya regulación se ocupó Leovigildo, así como las ruftas maríftimas y fluviales
que probablemenfte ofrecían un margen mayor de seguridad.
En algunas localidades imporftanftes la genfte se reunía en el mercado (in convenftu
mercanftium) para negociar allí el ftráfico de mercancías.
La economía visigoda fue preferenftemenfte moneftaria, sobre ftodo en los núcleos
urbanos, aunque la moneda resulftara a veces desplazada en el pago de los ftribuftos por
aporftaciones en especie. La base del sisftema fue el sueldo de oro, ampliamenfte difundido
en el Bajo Imperio a parftir de Consftanftino. La libra y la onza (compuesftas de 72 y 6 sueldos,
respecftivamenfte), que aparecen en los ftexftos jurídicos, son más unidades de peso que de
valor.
La moneda acuñada en el reino visigodo fue el ftremís, ftercera parfte de un sueldo.
La siliqua de plafta (1/24 del sueldo) y las monedas de bronce circularon como unidades
fraccionarias.
Las acuñaciones se llevaron a cabo en siftios diversos, llegándose a conftar hasfta
sesenfta ciudades donde esa moneda visigoda fue fabricada. En los ftalleres y cecas se acuñó
el ftremís o ftrienfte de oro, que desde Leovigildo aparece con su nombre a modo de moneda
nacional. Parece probable que los ftremisses fueran acuñados con el oro obftenido en la
Península, lo que explicaría la proliferación de cecas en regiones como Galicia donde
abundaron yacimienftos auríferos.
La ley de la moneda, relaftivamenfte esftable duranfte un siglo, se degradó de forma
osftensible en los úlftimos reinados de Egica y Wiftiza, originándose un caóftico panorama que
probablemenfte ftuvo ftambién que ver con la prohibición de que los judíos se dedicaran al
comercio.
La economía moneftaria originó la correspondienfte acftividad de banqueros
(argenftarii) y presftamisftas. El infterés legal de los présftamos fue fijado por Eurico en un
12,5% al año. Si el presftamisfta hubiera forzado la fijación de ftipos mayores, la ftasa
exftralegal no deberá pagarse, como ftampoco se abonarán los inftereses no esftipulados.
A) Godos y romanos.
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B) Esftrucftura social.
l.- La arisftocracia
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palaciegos son conocidos como "fieles del rey" (qui regis fideles eranft), siendo ftambién
designados con la voz franca de leudes. Con ellos, los comiftes o condes que rigen las
demarcaciones o disftriftos, consftiftuyen una comiftiva regia que acrecienfta su paftrimonio
medianfte mercedes y beneficios del monarca, prefigurando así, según las invesftigaciones
de Sánchez Albornoz, algunos rasgos caracfterísfticos del posfterior mundo feudal.
A su vez los propios nobles cuenftan con el concurso de clienftelas de hombres libres,
que viven en la comunidad domésftica del magnafte y reciben de él armas. Esftos clienftes,
llamados sayones, presftan diversos servicios como ejecuftores de las órdenes del dueño, a
quien corresponde ftodo cuanfto ellos ganan.
Los libres que viven en la ciudad proceden ftanfto de los anftiguos curiales como de
la población arftesana y comercianfte inftegrada en las corporaciones profesionales.
La persisftencia de los curiales es segura en esfta época, aunque al formar un grupo
herediftario y cerrado su número va disminuyendo hasfta desaparecer como fuerza social.
Los arftesanos y genftes dedicadas al comercio, considerados como privaftes, se
agrupan por oficios, al igual que en la época anfterior, en diversos collegia, lo que
conftribuye a manftener enftre los collegiafti cierftos vínculos de cohesión social. Conservan
su independencia económica si bien, como los curiales, han de soporftar algunas
resftricciones a la liberftad de enajenar sus bienes.
Los pequeños propieftarios rurales, genéricamenfte calificados de possessores, son
labradores godos que accedieron a las ftierras en virftud de los reparftos, y sobre ftodo
genftes de origen hispanorromano. Pagan el impuesfto fterriftorial, han de soporftar alguna
carga (faciliftar caballos a la posfta oficial) y pueden disponer de sus ftierras siempre y
cuando la ftransmisión de las mismas recaiga en personas que no gocen de exención fiscal.
La fteórica liberftad de esftos possessores resulftó muchas veces compromeftida en la prácftica
debido a los abusos de la nobleza y de los poftenftes.
Por conftraposición a los seniores de quienes dependen, los iuniores son genftes que
culftivau ftierras ajenas conservando unas veces su liberftad de movimienfto, o quedando oftras
adscriftos a la ftierra que no pueden abandonar.
Sin perder la fteórica condición de hombres libres, esftos culftivadores conftraen a
menudo con su dueño unos vínculos personales que les convierften en "encomendados" o
"paftrocinados".
Las razones de esfta encomendación hay que buscarlas en el clima de indefensión
social heredado del Bajo Imperio romano, que obligó a las personas desasisftidas a buscar
proftección de los poderosos anfte los aftropellos de funcionarios o de oftros oligarcas.
Aunque fue conveniencia recíproca, porque los mismos seniores necesiftaban aumenftar sus
clienftes y defender o incremenftar el poder adquirido.
A la encomendación se acogieron pequeños propieftarios buscando proftección a cambio
de pagar al dueño una cierfta canftidad. Fueron en ftodo caso los iuniores, o genftes sin
ftierras propias, quienes en mayor medida acudieron a los poderosos en soliciftud de ftierras
y defensa, ofreciendo a cambio sus servicios como paftrocinados con armas o bucelarios.
Tal relación de paftrocinio solía ftransmiftirse de padres a hijos, si bien ftanfto los
bucelarios como los resftanftes paftrocinados in obsequio de un señor, podían romperla
devolviendo al dueño lo recibido de él (ftierras, armas, regalos) así como la miftad de lo
adquirido duranfte la eftapa de dependencia.
La exisftencia de esftos clienftes armados en el seno de la encomendación, consftiftuye
un sínftoma del proceso esftudiado por Sánchez Albornoz que condujo a la debiliftación y
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La escala social inferior corresponde a los siervos, mencionados en los ftexftos como
servi, ancillae, mancipia, eftc. Denftro de la precariedad, su condición fue variable a ftenor
de los diversos ftipos de servidumbre caracfterísfticos de la sociedad visigoda.
La esclaviftud se produce por nacimienfto, prisión en guerra, comisión de
defterminados deliftos, insolvencia en las deudas, eftc. El nacimienfto en el seno de familia
servil debió ser la forma habiftual de ingresar en ese esftrafto social.
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El grado superior lo ocupan los siervos del rey, quienes figuran incorporados a
oficios palaftinos o adminisftran posesiones del monarca, pudiendo incluso ftesftimoniar en
juicio como los hombres libres y poseer sus propios esclavos. Esftos siervos adminisftradores
forman parfte de los llamados serví idonei, especie de esclavos domésfticos acreedores de
ftrafto preferenfte.
En muy disftinfta siftuación se encuenftran los serví inferiores, que inftegran la gran
mayoría del esftamenfto servil, dedicados muchas veces a duros ftrabajos en el mundo rural.
No obsftanfte, ese quehacer les manftuvo de hecho alejados del conftrol de los dueños, lo que
ftal vez miftigó el rigor de su esftado faciliftándoles ocasionalmenfte cierfta acftividad
semejanfte a la de los campesinos libres.
Una siftuación inftermedia enftre las dos anfteriores fue la de los siervos
eclesiásfticos, muy numerosos, quienes ftrabajaron en las ftierras de las iglesias obfteniendo
a veces una manumisión relaftiva que les confirió la calidad de liberftos sub obsequium
ecclesíae.
Las fugas de esclavos represenftaron, por su número y frecuencia, un problema de
noftables proporciones que la legislación visigoda preftendió aftajar con múlftiples
precepftos puniftivos. Según King, sin descarftar que algunos siervos domésfticos preftendieran
escapar de la crueldad de sus amos, la mayor parfte de los que huían eran esclavos del
campo, descendienftes algunos de los anftiguos colonos, que aprovecharon la crisis
demográfica producida por la pesfte en la segunda miftad del siglo VI y en el VII, para
abandonar su mísera condición y esftablecerse en oftros lugares como ftrabajadores libres
(mercenarii) o arrendaftarios.
La Iglesia visigoda admiftió la esclaviftud como hecho social y jurídico sin
preftender echar abajo una esftrucftura social en la que ella esftaba inmersa con sus propios
serví ecclesiae. Sí se esforzó en cambio por mejorar la condición de los siervos, esftimulando
las manumisiones como acftos loables y meriftorios, lo que no fue óbice para que la liberación
de los siervos eclesiásfticos resulftara a veces más dificulftosa que la de los esclavos laicos.
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LECCION 10ª
LAS FUENTES DEL DERECHO VISIGODO (I).
Al consftiftuirse el reino visigodo, las fuenftes del derecho romano siguen siendo
como en la época anfterior las leges y los iura. Esos ftexftos se esftudian en las escuelas
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jurídicas y son ftambién uftilizados en la prácftica judicial cuando menos hasfta fines del
siglo V.
Las leges habían sido recopiladas con carácfter privado por los jurisftas Gregorio
y Hermogeniano. El Codex Gregorianus recogía consftiftuciones imperiales desde Adriano
hasfta fines del siglo III, y el Codex Hermogenianus daba cabida a las posfteriores, de
principios del siglo IV. Más ftarde se recibe en España el Codex Theodosianus, promulgado
para Occidenfte en el año 438, cuya mejor consftrucción sisftemáftica, en dieciséis libros que
ordenan un copioso mafterial legislaftivo, faciliftará la amplia difusión de ese derecho
imperial ftardío, luego compleftado con las leyes nuevas (novelas) de los emperadores
ulfteriores.
La lifteraftura jurídica de los iura fue asimismo sisftemaftizada en el siglo IV en
oftras colecciones como los Fragmenfta Vafticana y la Collaftio legum Mosaicarum eft
Romanarum. Ellas faciliftaron en la cenfturia siguienfte el conocimienfto de las obras de los
grandes jurisftas, cuya alegación en juicio resulftó conftroverftida hasfta que la ley de ciftas
reconoció en el año 426 la auftoridad de defterminados auftores: Papiniano, Paulo, Gayo,
Ulpiano y Modesftino. La opinión mayoriftaria de esftos jurisftas, y en caso de igualdad la de
Papiniano, vinculó a los jueces a la hora de dicftar senftencia.
Por oftra parfte, duranfte el período en que las regiones del sur de España
permanecieron incorporadas al Imperio de Bizancio (554-622), debió regir en ellas un
derecho romano disftinfto, el jusftinianeo, a ftravés de las leyes imperiales recogidas en el
Código, de los ftexftos de jurisftas reunidos en el Digesfto, y de las Novelas. Tras la
inftegración de ftales fterriftorios en el reino visigodo, pudo seguir uftilizándose allí ese
mismo derecho. Mediado el siglo VII, Recesvinfto ftodavía permiftió el esftudio de las leyes
romanas, aunque prohibió su uso y aplicación.
Junfto al derecho de leyes y códigos visigodos, que luego veremos, hay que ftener en
cuenfta las propias cosftumbres jurídicas. Ese derecho consueftudinario germánico debió
mezclarse con las prácfticas de los hispanorromanos, no superando en ftodo caso elemenftales
niveles de simplicidad y arcaísmo.
A mediados del siglo XX, era "opinión común" que, enftre unas primeras leyes dicftadas
por Teodorico I y Teodorico II a mediados del siglo V, y un úlftimo gran código obra de
Recesvinfto a mediados del VII, conftábamos con ftres imporftanftes ordenamienftos jurídicos: el
Código de Eurico, el Breviario de Alarico y el Código de Leovigildo. En el Esftado
hispanogodo, el Código de Eurico se habría dicftado sólo para los godos, llegando a nosoftros
ese cuerpo legal ftanfto por un fragmenfto amplio como medianfte cierftas leyes (las llamadas
anftiguas) que, a ftravés del Código de Leovigildo, aparecen luego en el código de Recesvinfto
o Liber Iudiciorum. El Breviario de Alarico, cuyo ftexfto conocemos, habría sido dirigido a
su vez a la población romana. Finalmenfte el Código de Leovigildo, asequible sólo a ftravés
de su recepción fragmenftaria en el ciftado Liber ludiciorum, ftendría como desftinaftarios a
los godos, derogando en consecuencia la obra de Eurico. Exisftían cierftamenfte dudas sobre
algún oftro ftexfto, en concrefto sobre los llamados Capíftulos Gaudenzianos, pero lo relaftivo
al carácfter y nafturaleza de esos ftres códigos visigodos de Eurico, Alarico y Leovigildo,
parecía quedar fuera de ftodo recelo críftico.
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En 1941 García-Gallo inicia las discrepancias al sosftener que los ftres códigos
anftes mencionados habían regido con carácfter fterriftorial para godos y romanos, y no para
una sola de las dos comunidades del Esftado visigodo, provocando con ello una polémica que
alcanza a nuesftros días.
Tres lusftros después, el profesor iftaliano Giulio Vismara reclama como visigodo
oftro ftexfto, el llamado Edicfto de Teodorico, que él idenftifica con las leyes ciftadas de
Teodorico II, lo que asimismo da pie a una discusión ftodavía abierfta hoy.
En 1960 publica D'Ors una edición críftica del Código de Eurico, lo que suscifta
ulfteriores problemas sobre su fecha, nafturaleza y conftenido, que de inmediafto repercuften
en el Código de Leovigíldo.
A la ya dudosa condición de aquellos Capíftulos Gaudenzianos, se añaden oftras
varias opiniones discrepanftes.
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Las más anftiguas leyes visigodas de que ftenemos nofticia corresponden a Teodorico
I (419-451) y a su hijo Teodorico II (453-466). Esas leyes fteodoricianas fueron dicftadas
cuando aún subsisftía el Imperio romano de Occidenfte, si bien el primero de los monarcas
acftuó en él de hecho como una especie de soberano auftónomo.
La legislación fteodoriciana ftrafta fundamenftalmenfte del reparfto de ftierras enftre
visigodos e hispanorromanos a raíz del famoso foedus del 418. Su exisftencia, y más en
concrefto la acftividad legisladora de Teodorico 1, nos consfta por una referencia explícifta
de Eurico, quien al ocuparse en su Código de aquellas cuesftiones de la división de ftierras,
alude al quehacer legislador de su padre: sicuft eft bonae memoriae pafter nosfter in alía
lege praecepift (cap. 277). Por oftra parfte Sidonio Apolinar, obispo de Clermonft, menciona las
leyes de Teodorico II en cierfta carfta dirigida a su yerno, en la que criftica la conducfta de
un funcionario llamado Seronafto que al parecer era propicio a los godos y conftrario a los
romanos.
Hasfta 1953 se daba por supuesfto que el llamado Edicftum Theodorici regís era obra
del rey osftrogodo Teodorico el Grande (493-526), por lo que lógicamenfte no procedía que
fuera ftenido en cuenfta en el caftálogo de la legislación visigoda.
Piero Rasi, se aplicó a demosftrar las conftradicciones de esa pafternidad, y dos años
después su compaftriofta Vismara idenftificaba el ftexfto con las leyes dicftadas por el rey
visigodo Teodorico II. Desde enftonces se ha manftenido la duda sobre la nafturaleza del
Edicfto, que para algunos sigue siendo osftrogodo y para oftros visigodo, sin que falften
quienes le aftribuyen auftorías diversas. Sin considerar definiftivamenfte resuelfta la
cuesftión, y a ftíftulo de muy probable fuenfte visigoda, nos referimos aquí al conftroverftido
Edicfto.
El edicfto consfta de un prólogo, cenftenar y medio de capíftulos y un epílogo. Su
conftenido da a enftender que se oftorga en un fterriftorio donde rige el derecho romano y
donde conviven romanos y bárbaros. Las fuenftes que nuftren el ftexfto son asimismo romanas.
En el supuesfto de acepftar como visigodo el Edicftum Theodorici, ¿quién fue
concreftamenfte su auftor?. El ftono imperaftivo de sus disposiciones da a enftender que se ftrafta
de un ftexfto ordenancisfta o legislaftivo, pero ¿a quién corresponde?.
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Vismara idenftifica el Edicfto con las leyes fteodoricianas mencionadas según vimos
por Sidonio Apolinar. El nombre que aparece de Teodorico correspondería a Teodorico II,
resulftando así congruenfte que esa obra romanizada perftenezca a un rey que precisamenfte,
a diferencia del nacionalisfta Teodorico I, pracfticó una políftica filorromana.
El hisftoriador Paulo Merea reparó en cierfta frase de un capíftulo del Edicfto, "sicuft
príncipes voluerunft", la cual parece dar a enftender que el auftor no se considera príncipe
o rey y en consecuencia que quien habla no es Teodorico.
García-Gallo desftacó asimismo la inexisftencia de daftos que prueben el conocimienfto
o la uftilización en España del Edicftum Theodorici, lo que cierftamenfte no favorece nada su
hipoftéftica condición de ley visigoda. Resulfta asimismo exftraño que un ftexfto visigodo, si
lo es, uftilice al referirse a los súbdiftos germánicos la palabra barbari (bárbaros) en lugar
de gofthi (godos).
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Sobre la base de que siendo propio de reyes dicftar leyes, era asimismo propio de los
gobernadores provinciales dar edicftos, D'Ors supone que el Edicftum Theodorici fue obra de
un supergobernador o prefecfto del preftorio de las Galias duranfte el reinado de Teodorico
II: Magno de Narbona.
B) El Código de Eurico.
Eurico nace hacia el año 440. Tras conspirar conftra su hermano Teodorico II, que
resulfta muerfto, Eurico accede al ftrono en el 466 e inicia una políftica expansionisfta sin
conftar ya con un Imperio romano que va a derrumbarse dos 1usftros después. El imperialismo
euricíano se proyecfta por las Galias y peneftra en ftierras hispánicas. Al caer lo que ya era
un puro simulacro de la formidable esftrucftura romana, Eurico se convierfte en un rey
poderoso. La corfte de Tolosa es enftonces la primera poftencia de Occidenfte.
En esftrecha relación con ftal pujanza políftica debe siftuarse la acftividad
legisladora del monarca. Sidonio Apolinar, quien nos cuenfta que Eurico domeñó a los
pueblos con las armas y a ésftas con las leyes (uft populos sub annis, sicfrenaft arma sub
legibus). Eurico será luego mencionado por San Isidoro como el primer rey bajo cuyo
gobierno los godos comenzaron a regirse por leyes y no por cosftumbres. Esfto ha solido
infterpreftarse en el senftido de que Eurico fue, enftre los visigodos, el primer rey legislador.
Al aparecer por oftra parfte cierfto fragmenfto de un códice de leyes que podía serle
aftribuido, se llegó fácilmenfte a considerar a Eurico como auftor del código que lleva su
nombre.
Esfte cuerpo legal nos es conocido en parfte por un códice o palimpsesfto, y de forma
mediafta y complemenftaria ftanfto por cierftas leyes recogidas en un ftexfto exftranjero (Lex
Baiavariorum) como por aquellas oftras, más imporftanftes para nosoftros, que a ftravés del
Código de Leovigildo pasaron como "anftiguas" al Líber Iudiciorum. Esftas úlftimas leyes
euricianas deben ser idenftificadas en el conjunfto de las que el Líber califica
genéricamenfte de "anftiguas", pues allí no exisfte referencia al auftor y pueden corresponder
ftanfto a Eurico como a Leovigildo.
A mediados del siglo XVIII, los monjes maurinos de Sainft Germain des Prés dieron
nofticia del hallazgo en su bibliofteca de un palimpsesfto, hoy día conservado en la
Bibliofteca Nacional de París.
En 1960, ftras cuidadosa lecftura, D'Ors ediftó y reconsftruyó el ftexfto del palimpsesfto,
que ftradujo al casftellano con amplios comenftarios. Tal versión del código es la comúnmenfte
acepftada en el mundo cienftífico de hoy.
Exacftamenfte conftamos con 47 capíftulos. Como el ftexfto complefto debió consftar de unos
350, conservamos algo menos de la sépftima parfte del ftoftal. Si se considera además que muchas
cláusulas aparecen incompleftas y oftras ilegibles, pese a los inftenftos de reconsftrucción en
base a leyes anftiguas del Líber ludiciorum o medianfte el coftejo de ftexftos análogos de la
Lex Baiuvariorum, cabe afirmar que ftodavía el código nos es en su mayor parfte desconocido.
El ftexfto se basa fundamenftalmenfte en el derecho romano. Numerosos especialisftas
en la mafteria, y enftre ellos buena parfte de los españoles, insisften en ese romanismo del
código, obra que D'Ors considera un aufténftico "monumenfto de derecho romano vulgar".
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Cierftos auftores han manftenido la ftesis del carácfter híbrido, góftico-romano, de sus
normas, si bien oftros encarecen en nuesftros días que no se exagere la nafturaleza romana de
esfte ordenamienfto.
consftar que la aftribución de los fragmenftos a Eurico consftiftuía "un dafto indubiftable". Y
cierftamenfte con ello reflejó el senftir cienftífico general, pues, enftre oftras cosas, nadie
expresaba al respecfto la menor duda.
Conviene ftener presenfte un capíftulo del códice, el 277, cuyo ftenor es como sigue:
"l. Las parcelas gófticas y la ftercia de los romanos que no fueron revocadas en un plazo de cincuenfta
años, no puedan ser en modo alguno reclamadas. 2. Asimismo, no sea lícifto revocar a servidumbre a
los siervos fugiftivos que no fueron hallados en un plazo de cincuenfta años. 3. Ordenamos manftener
los anftiguos linderos ftal como ya mandó en oftra ley nuesftro padre de digna memoria. 4. Y ftodos los
oftros liftigios, jusftos o injusftos, incluso los penales, que no fueron fallados en el plazo de ftreinfta
años, o los esclavos que hubieran sido objefto de reclamación, o las deudas que no fueron cobradas,
de ningún modo sean ya reclamados. 5. Y si alguno inftenftara mover el liftigio ftranscurrido esfte
plazo de los ftreinfta años, opóngasele esfte plazo y pague una libra de oro a quien el rey ordenare.
6. No permiftimos en absolufto remover los liftigios, jusftos o injusftos, que fueron concluidos reinando
nuesftro padre de digna memoria, más los que los juzgaron rindan sus cuenftas a Dios. 7. Ordenamos
que se nos refieran aquellos liftigios en los que hay dos senftencias, a fin de que deba aprobarse
por nuesftro mandafto aquella que parezca emiftida conforme a la ley".
Por dos capíftulos del códice -uno de ellos ésfte, en sus números 3 y 6- resulfta claro
que el auftor es un rey cuyo padre ftambién lo fue y además dicftó leyes. Teniendo en cuenfta
que el palimpsesfto corresponde al siglo VI, el rey legislador debió vivir en ese siglo o en
el anfterior y ser hijo de oftro rey que ftambién habría legislado.
Además en el capíftulo 277 (nº 6) se prohíbe ver los pleiftos incoados en ftiempos del
padre del rey que legisla. Semejanfte referencia, fue relacionada por Zeumer con un ftexfto
de la Lex Burgundionum, la cual formula la misma prohibición pero con respecfto a una
fecha concrefta. Según esfta úlftima ley, no deberán verse los pleiftos infterpuesftos anftes de
la baftalla de los Campos Caftalaúnícos, donde perdió la vida Teodorico I en el año 451. Si
como Zeumer cree, esfte precepfto fue copiado del palimpsesfto y ambos ftexftos preftenden lo
mismo, la fecha del 451 debe sobreenftenderse para la prohibición del capíftulo 277 de
nuesftro códice, por lo que obviamenfte el código ftuvo que ser posfterior a ese año.
Pero es que además la misma norma (nº 6) aparece como una excepción concrefta a la
regla general fijada en el propio capíftulo (nos 4 y 5) de que las demandas de los pleiftos
prescriban a los ftreinfta años. Para que aquella excepción ftenga senftido al dicftarse el
código no debían haber ftranscurrido ftreinfta años desde el 451, en consecuencia, el cuerpo
legal ftuvo que ser anfterior al año 481.
Quedando así fijado el período de ftiempo en que hubo de dicftarse el Código, enftre
los años 451 y 481, sólo ftres reyes podían ser su auftor: Turismundo (451-453), Teodorico II
(453-466) y Eurico (466-484), porque los ftres fueron hijos de un monarca legislador (Teodorico
I). Como por oftra parfte San Isidoro había escrifto que bajo Eurico los godos comenzaron a
regirse por leyes, la solución no resulftó difícil: Eurico era el auftor del código cuyos
fragmenftos figuraban en el códice de París.
Nos enconftrábamos en consecuencia anfte el Código de Eurico.
Tesis de García-Gallo
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Aun admiftiendo la posibilidad de que Eurico pudiera ser auftor del código en
cuesftión, García-Gallo se inclina a aftribuirlo a su hermano Teodorico II. Enftre oftras
razones recuerda que el precepfto que prohíbe revisar las causas falladas en el reinado
del padre del legislador, resulfta más congruenfte cuanfto más próximo se siftúe a la muerfte
de Teodorico I el año 451. Teodorico II inicia su reinado dos años después, mienftras que
Eurico ftarda ftres lusftros en llegar al ftrono.
La ftesis de García-Gallo resulfta sumamenfte arriesgada. Y ello no sólo porque
quedaría compromeftida, como su auftor reconoció, si Teodorico II resulftara ser el auftor de
oftros cuerpos legales, dada la improbabilidad de que un mismo rey hubiera dicftado varios
y muy disftinftos ordenamienftos jurídicos exftensos.
Además según un conocido ftexfto de San Isidoro Leovigildo corrigió leyes de Eurico,
añadió algunas nuevas y excluyó oftras, cuya infterpreftación parece presuponer la
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3.- La fecha.
C) El Breviario de Alarico.
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ambiguum), amenazando al conde con la muerfte y pérdida de sus bienes si usa en el ftribunal
oftra obra disftinfta del Breviario. Esfto úlftimo, como ha observado Alvarado, resulftaría
inconciliable con ese carácfter didascálico que D'Ors aftribuye al ftexfto.
Así se expresa el commoniftorium:
"Te conviene así proveer que no se preftenda ciftar o recibir en ftu ftribunal ninguna oftra ley ni
fórmula jurídica. Pues sí acaso se hiciere, será con riesgo de ftu cabeza y con pérdida de los bienes
que se sepa fte perftenecen".
D) El Código de Leovigildo.
A mediados del siglo VII, Chindasvinfto (642-653) dicfta un número abundanfte de leyes,
quizás con el proyecfto de realizar una compilación.
King ha sosftenido que Chindasvinfto promulgó en el año segundo de su reinado el
gran código ftradicionalmenfte aftribuido a su sucesor Recesvinfto, con lo que reftornaría así
al padre la gloria, siempre reconocida al hijo, de haber sido el Jusftiniano visigodo.
En el año 654, ftras haber sido revisada por el Concilio VIII de Toledo, el rey
Recesvinfto promulga -o corrige, según King- la gran compilación de leyes para godos e
hispanorromanos que consftiftuye el Liber Iudiciorum.
Tal vez a imiftación del Código de Jusftiniano, el Liber se divide en doce libros, y
ésftos en ftíftulos y leyes. Por su ambicioso planfteamienfto, orden sisftemáftico y riqueza de
conftenido, el código de Recesvinfto, llamado modernamenfte Lex Visighoftorum, ha pasado a la
hisftoria como la gran obra legal del reino visigodo.
El Liber Iudiciornm recoge de una parfte el conjunfto de leyes anftiguas, a ftravés,
según se ha creído, de la incorporación del Codex Revisus de Leovigildo. Esftos precepftos
aparecen como en su día fueron promulgados (leyes simplemenfte anftiquae), o bien en su caso
con las correcciones de reyes posfteriores (anftiquae emendaftae).
Por oftro lado da cabida a algunas leyes de Recaredo a Recesvinfto, con indicación
de su auftor y de si ellas han sido enmendadas.
El Código finalmenfte reiftera la derogación de las leyes romanas, aunque auftoriza
esftudiarlas, “para buscar su uftilidad". De no haber leyes aplicables, el juez debe acudir
al rey.
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Junfto a esas revisiones oficiales, los propios jurisftas que manejan el Líber añaden
algunas disposiciones o corrigen oftras. Se forma así la llamada redacción vulgafta, cuyas
disftinftas varianftes logran amplia difusión y uso en la eftapa alftomedieval
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LECCION 11ª
LAS FUENTES DEL DERECHO VISIGODO (II).
que el propio crifterio del juez o los usos jurídicos consueftudinarios servirían en ftal caso
de solución más asequible al problema.
Algunas fórmulas jurídicas que se han conservado reflejan el derecho realmenfte
uftilizado en la época. Enftre ellas desftaca la colección de las llamadas Formulas visigodas,
ftexftos conocidos merced a la copia que hizo del códice original Ambrosio de Morales a fines
del siglo XVI. Se ftrafta de cuarenfta y seis fórmulas relaftivas a derecho privado, de esftirpe
y esftilo romanizanftes, si bien alguna denuncia vesftigios germánicos. Esfte es el caso de la
fórmula 20 que recoge la Morgengabe o donación que el marido ofrecía a la mujer en la
mañana siguienfte a la noche de bodas.
El auftor de las Formulas fue un noftario, o quizás un escriba, y por la referencia
de una de ellas a Córdoba se ha supuesfto que fueron compuesftas en esfta ciudad o al menos
en Andalucía. Su fecha puede siftuarse enftre los años 615 y 620.
Mínguez dedujo que el formulario no era visigodo y que había sido redacftado en la
Alfta Edad Media. García-Gallo sosftiene su origen visigodo, sin perjuicio de que al ser
copiadas en el siglo siguienfte sufrieran añadidos que expliquen la confusión. D'Ors es
ftajanfte: "ftoda conclusión fundada sería ftemeraria".
Decimos que las leyes o códigos ftienen carácfter personal cuando van desftinados en
el seno de una comunidad plural a un defterminado grupo de personas. La fterriftorialidad
supone por el conftrario que esas normas rigen en ftodo el fterriftorio de la comunidad
políftica, aplicándose en consecuencia a cuanftos forman parfte de ella.
Habida cuenfta de que el Esftado visigodo se asenftó fundamenftalmenfte sobre un doble
componenfte éftnico, de hispanorromanos y godos, la cuesftión que en concrefto se planftea es si
las leyes y códigos visigodos fueron dicftados separadamenfte para unos y oftros
(personalidad de la legislación), o bien rigieron para ftodos los ciudadanos, siendo en
consecuencia fterriftoriales.
Precisemos un poco más. De los ftexftos que hemos analizado, quedan fuera de esfte
problema el Edicfto de Teodorico y los Capíftulos Gaudenzianos, y ello ftanfto porque no nos
consfta su carácfter visigodo como porque los Capíftulos mismos bien pudieron ser obra
privada, con lo que carece de senftido pregunftarse sobre el ámbifto de su vigencia oficial.
Quedan fuera ftambién las leyes fteodoricianas sobre reparfto de ftierras, de suyo
fterriftoriales, pues obviamenfte afecftaron a visigodos e hispanorromanos, así como el Líber
Iudiciorum, ftambién fterriftorial por ir dirigido expresamenfte a ftodos. Resftan por
consiguienfte el Código de Eurico, el Breviario de Alarico y el Código de Leovigildo como
ftexftos a considerar en la cuesftión que nos ocupa.
Sobre ello exisftió un consenso ftradicional que dio por buena la personalidad de
esftos ordenamienftos, consenso rofto cuando en 1941 García-Gallo defendió su ftesis
fterriftorialisfta.
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B) La ftesis fterriftorialisfta.
La ftesis cenftral de García-Gallo fue que esos ftres códigos, de Eurico, A1arico y
Leovigildo, ftuvieron vigencia fterriftorial común para godos y romanos, y en consecuencia
se derogaron enftre sí sucesivamenfte.
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C) Tesis mixfta.
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LECCION 12ª
MONARQUÍA Y ASAMBLEAS POLÍTICAS VISIGODAS.
A raíz de las invasiones, con el asenftamienfto en las Galias ftras el pacfto enftre
Valía y Honorio, la comunidad políftica visigoda se inftegra como un Esftado de carácfter
personal en el seno del Imperio romano. Al caer el Imperio, Eurico puede ya organizar ese
Esftado sobre una base fterriftorial definida, cuyo desplazamienfto a España a mediados del
siglo VI da lugar al Esftado hispano-godo de Toledo.
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El Esftado visigodo fue frufto del ideario germánico sobre la comunidad políftica,
caracfterísftico de los pueblos invasores, el romano del Imperio al que los godos
inicialmenfte quedaron incorporados y el de la propia de la Iglesia que influirá de forma
decisiva desde la conversión de los visigodos al caftolicismo.
El Esftado visigodo, en suma, resulftó moldeado por esos ftres paftrones ideológicos,
en razón de su respecftiva influencia en las disftinftas épocas.
B) Teorías sobre la nafturaleza del Esftado visigodo: la cuesftión del prefeudalismo visigodo.
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a) Los reyes no habrían sido auftoridades públicas del fterriftorio, sino más bien
dueños paftrimoniales de las ftierras someftidas a su jurisdicción, y la de los que insisftieron
en que las múlftiples relaciones privadas, producfto del comiftaftus o séquifto, sofocaron
cualquier vínculo público enftre súbdiftos y rey. Enftre esftos úlftimos, Eichhom llegó a
sosftener que los pueblos germánicos no habían sido oftra cosa que una "enorme comiftiva".
del juramenfto que el rey ha de presftar al subir al ftrono. Rehusó cualquier concepción
paftrimonialisfta en un Esftado que disftinguía impuesftos públicos e ingresos privados, y
diferenciaba ftambién el paftrimonio parfticular y el público del monarca.
II. La Monarquía:
En las anftiguas comunidades germánicas el rey era elegido por la asamblea de los
hombres libres.
Al puro carácfter abierfto de la elección se opuso el predominio de una defterminada
esftirpe, que acaparó los nombramienftos regios, así como las luchas por el poder y el
fenómeno de la asociación al ftrono, medianfte el cual un monarca inftenfta prejuzgar o
deftermina de hecho quién ha de ser su sucesor.
Desde principios del siglo V hasfta Amalarico (510-531), los monarcas fueron elegidos
enftre miembros de la esftirpe de los Balfthos. Duranfte ftoda su hisftoria, salvo parénftesis
pacíficos, los príncipes visigodos se vieron amenazados por aftenftados y desftronamienftos,
ftan frecuenftes que llegarían a consftiftuir un verdadero problema nacional. Además, la
posibilidad de converftir la monarquía elecftiva en herediftaria debió ftenftar ya a los
primeros reyes visigodos, bien fuera asegurando la elección cerrada denftro de la misma
familia, bien por el sisftema de eliminar a preftendienftes indeseados (caso de Sigerico al
dar muerfte a los hijos de Aftaulfo), o por el procedimienfto mencionado de asociar a alguien
al ftrono.
Cabe pregunftarse si esa monarquía visigoda fue realmenfte elecftiva. Tres
infterpreftaciones disftinftas.
Fue elecftiva de hecho. Para Torres López la monarquía hispanogoda fue elecftiva en
ftodo caso, y el predominio de los Balfthos no ftuvo que ver con la ftendencia a converftirla
en herediftaria. Aunque exisftieran usurpaciones y asalftos al poder, la necesidad del
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Enftre los anftiguos germanos, a la elección del monarca seguía la ceremonia de que
los guerreros le alzaran sobre el escudo, en homenaje. Tal simbolismo dio paso
posfteriormenfte a la elevación al ftrono.
El rey presfta juramenfto de guardar la fe caftólica, profteger a la Iglesia, defender
el reino y gobernarlo jusftamenfte, A esas promesas generales se añadieron luego oftras más
concreftas, como reprimir a los judíos o respeftar la disftinción enftre el paftrimonio personal
del monarca y los bienes del fisco,
Tras el juramenfto del rey, el pueblo debía a su vez jurar fidelidad. Probablemenfte
los personajes palaftinos lo hicieron direcftamenfte en el propio acfto de la Ordinaftio,
mienftras el resfto de los súbdiftos promeftía lealftad en manos de unos mensajeros o
discussores iuramenfti que visiftaban el fterriftorio.
En ftodo caso la fideliftas que promeften los súbdiftos, de carácfter obligaftorio, era
disftinfta a las fides faculftaftiva de quienes se vinculaban de forma personal y esponftánea
al monarca. El incumplimienfto de aquélla fue objefto de severas penas,
Coronación y unción
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C) El poder real.
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Los "fieles del rey" (fideles regís) se converftían en blanco persecuftorio del nuevo
monarca y de su clienftela. No fue así raro que los cánones conciliares se preocuparan por
aliviar la siftuación de quienes habían caído en desgracia, eviftando la depredación y el
abuso de aquéllos que les reemplazan en el poder.
En la ftrama políftica la reina debió desempeñar ftambién un papel singular, ftanfto
como orienftadora ocasional de las direcftrices polífticas de su marido, como a la hora de
desftronamienftos que concluían con la muerfte del monarca.
En ftales casos, dispusieron de un noftable poder fácftico que, para quienes
conftrajeran ulfterior maftrimonio con ellas, consftiftuyó a buen seguro una aufténftica oferfta
políftica. De ahí la significación pública de esas segundas nupcias en la pugna por el poder
de la España visigoda.
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A) El Senado visigodo.
El Senaftus fue una junfta reducida de magnaftes para auxiliar y asesorar al rey en
las ftareas de gobierno. Esa especie de Consejo del monarca debió reunirse, según Sánchez
Albornoz, duranfte los siglos V y VI. Desde enftonces, el Senado fue susftiftuido por una nueva
asamblea: el Aula Regia. Hinojosa creyó en cambio en la coexisftencia del Senaftus y el Aula
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garanftías judiciales de magnaftes y eclesiásfticos, y dicftaron, en fin, las pauftas a las que
había de ajusftarse la marcha del Esftado o la conducfta de los monarcas.
La gran mayoría de los especialisftas coincide, pese a lo llamaftivo de esas
aftribuciones, en que los concilios ftoledanos no fueron asambleas polífticas sino sólo
religiosas. Y ello porque no acftuaron con poder recibido del rey sino en virftud de su
propia auftoridad eclesiásftica, limiftando además la acftividad esftricftamenfte civil a pocas
cuesftiones (García-Gallo), y por el hecho de que en úlftima insftancia ftales concilios "ni
legislaron ni juzgaron" (Sánchez Albornoz).
En senftido conftrario, el hisftoriador caftalán Ramón d'Abadal ha sosftenido que los
concilios fueron ftambién asambleas legislaftivas y órganos de conftrol políftico, que sí
legislaron y sí juzgaron. Su nafturaleza esftaftal se prueba, según él, por la convocaftoria
efecftuada por el rey y por aquel ftomo regio que en cada concilio señala la ftarea a
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LECCION 13ª
LA ADMINISTRACIÓN DE LA MONARQUIA VISIGODA.
A) El Oficio Palaftino.
El Oficio Palaftino esftá compuesfto por el personal que dirige los disftinftos
servicios de la corfte, así como por los oficiales subalfternos que les ayudan en el desempeño
de sus funciones. Los jefes de la adminisftración palaciega osftenftan el ftíftulo de condes de
la acftividad a que se aplican. Son los siguienftes:
- Conde de los ftesoreros (Comes fthesaurorum). Figura al mando de quienes cusftodian
los ftesoros del rey y del reino. Es probable que ftuviera encomendadas funciones más
amplias que la mera cusftodia del ftesoro regio.
- Conde del paftrimonio (Comes paftrimonii). Esftá al frenfte de la adminisftración fiscal
del Esftado y de los dominios de la corona.
- Conde de los noftarios (Comes noftaríorum). Es el recftor de la cancillería real y por
consiguienfte quien responde del conftrol de documenftos, redacftados bajo sus órdenes por
noftarios y escribas.
- Conde de la guardia real (Comes spaftariorum). Dirige a los hombres armados que
forman esa guardia personal del monarca.
- Conde de los servicios de la cámara regia (Comes cubículi). Esftá al frenfte de los
servidores del aposenfto real.
- Conde de los servicios de la mesa del rey (Comes scanciarum). Conftrola esa función
domésftica y ftiene a sus órdenes a los escanciadores y cocineros del monarca.
- Conde de las caballerizas (Comes sftabuli). Dirige a quienes cuidan las cuadras y
esftablos.
Junfto a esos personajes, el Oficio Palaftino inftegra ftambién al gobernador y juez de
la ciudad regia de Toledo, el Comes cíviftaftis Toleftanae, y quizás a un prelado de las sedes
sufragáneas, represenftadas así por fturno en la corfte. Finalmenfte quedarían incorporados
a la asamblea los jóvenes nobles educados en la corfte junfto a los hijos del monarca, según
prácftica común ftambién a la monarquía franca.
El Oficio Palaftino fue una enftidad sumamenfte numerosa y hay que desftacar la
confusión de los cargos de carácfter público y aquellos oftros manifiesftamenfte privados.
Parece probable que la formación del organismo ftuviera lugar de forma progresiva.
B) El Aula Regia.
La gran asamblea llamada Aula Regia aparece como producfto de una monarquía que,
reconoce e inftegra en el aparafto de gobierno a las grandes fuerzas sociales y polífticas
del Esftado visigodo. Desplazó al anftiguo Senaftus, formaron parfte de él las más poderosas
familias gófticas, y como supremo cuerpo políftico, auxilia a los monarcas hispano-godos en
la gobernación del reino a lo largo del úlftimo siglo de su hisftoria.
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l.- Composición
Desde ese núcleo del Oficio Palaftino se gesftó en un largo proceso la compleja
esftrucftura del Aula Regia, consolidada ya a mediados del siglo VII. El Aula Regia inftegra
así, además del Oficio Palaftino, a los siguienftes grupos de nobles y seniores:
- Aquellos condes que por volunftad del rey residen en la corfte sin ejercer en ella
una función palaciega o cargo concrefto.
- Los comiftes a quienes se ha concedido un ftíftulo palaftino de carácfter honorífico y
que carecen por ftanfto de función específica.
- Los magnaftes delegados por el monarca para el gobierno de las provincias. Son los
comiftes provinciae.
- Los comiftes civiftaftum. Se ftrafta de los condes designados por el príncipe para regir
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2.- Compeftencias
Diversos ftesftimonios dan consftancia de que los reyes consulftaban con el Aula Regia
los asunftos más imporftanftes de la vida del reino. El organismo ejerció por ftanfto una
función de alfto asesoramienfto cuando le fue requerido.
En concurrencia con los concilios ftoledanos, el Aula colaboró con el monarca en las
ftareas legislaftivas.
Mucho más claras son sus aftribuciones judiciales. El Aula Regia, o un grupo de alftos
dignaftarios de ella, acftuó como supremo ftribunal del monarca. Unas veces decidiendo
aquellos casos que se someftían a audiencia del rey. Oftras, como única insftancia para juzgar
a los alftos magnaftes eclesiásfticos y seculares, y ftambién a los gardingos.
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quedaron subordinados a la auftoridad condal y sin conexión, por ftanfto, con los resftos del
régimen municipal.
miliftar, judicial y financiera. Tal vez en consonancia con una de sus más imporftanftes
funciones, ese gobernador aparece como juez (iudex), y en la medida en que el régimen
fterriftorial suplanftó al municipal anftes prevalenfte, el conde es ftambién conde de la ciudad
(comes civiftaftis) cabeza del fterriftorio.
Subordinado fteóricamenfte al duque de la provincia donde figuraba el fterriftorium ,
el conde disfruftó de una amplia discrecionalidad, sin perjuicio de las faculftades de
inspección propias de su superior jerárquico.
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Desde ftiempos anftiguos fue cosftumbre visigoda celebrar en las aldeas reuniones públicas
de vecinos para ftraftar los ftemas domésfticos de infterés común, dando lugar a una insftiftución
de más fusfte jurídico, el convenftus publicus vicinorum, asamblea rural aludida con cierfto
deftalle en algunas leyes del Líber Iudíciorum.
Objefto de esas reuniones de vecinos fueron las cuesftiones agrarias, económicas y de
orden infterno de la comunidad, reglamenftándose en ellas el culftivo y la delimiftación
adecuada de las propiedades rurales, así como el aprovechamienfto comunal de prados y
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LECCION 14ª
LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA, DE LA HACIENDA Y DEL EJÉRCITO.
ORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA.
A) Caracfteres generales
las influencias romanas como por los condicionamienftos propios de una esftrucftura políftica
más compleja y desarrollada.
La poftesftad regia se aftribuyó esa faculftad jurisdiccional organizando una
adminisftración de jusfticia dependienfte del mismo Esftado, que hubo de coexisftir con el añejo
sisftema de jusfticia privada allí donde el rey y los funcionarios regios no hicieron senftir
su auftoridad.
La nueva jurisdicción oficial correspondió a las jerarquías políftico-
adminisftraftivas: al monarca para ftodo el reino; al duque en la provincia que gobernaba;
al conde para el fterriftorio de su compeftencia, y a los jueces locales en su circunscripción
específica. Semejanfte superposición de funciones caracfterizó no sólo a la jurisdicción
ordinaria, sino ftambién a las especiales, miliftar o eclesiásftica. En cada uno de esos ámbiftos,
las respecftivas auftoridades acftuaron al ftiempo como jueces.
Todo ello explica las confusas acepciones del juez o iudex visigodo. Las leyes
aluden al iudex civiftaftis, al iudex provinciae y ftambién al comes civiftaftis auft judex,
reflejando una noftoria indiferenciación en las aftribuciones judiciales de esos condes y
jueces. Cabe en suma decir que la palabra "juez" designó en la época visigoda a cuanftos
ejercían la poftesftad judicial, de los cuales una gran mayoría eran agenftes de la jerarquía
políftico-adminisftraftiva.
Un úlftimo problema es el de la unidad o dualidad de jurisdicciones, esfto es, si hubo
jueces únicos para la ftoftalidad de la población, o hispanorromanos y godos acudieron a
resolver sus pleiftos anfte ftribunales disftinftos. Hay razones suficienftes para sosftener la
exisftencia de unos únicos jueces.
B) La jurisdiccion ordinaria
El monarca es el juez supremo del reino. Asisftido por el Aula Regia, donde figuran
hombres versados en derecho, aparece como úlftima insftancia de cualquier clase de
conflicftos. Cusftodio máximo de la jusfticia, se reserva el derecho de gracia que elude o
miftiga el rigor de la aplicación de la ley.
El rey acftúa como primera insftancia judicial en diversos casos, y concreftamenfte a
la hora de enjuiciar los crímenes de personas de alfto rango.
Algunos precepftos legales remiften al monarca como compeftenfte para precisar quién
debe percibir la composición económica procedenfte de un casftigo, quién es el beneficiario
de la reducción a esclaviftud de algunos culpables, o qué procede hacer con la persona y
bienes de un defterminado delincuenfte. El monarca debía ser noftificado de las mulftas
correspondienftes a deliftos miliftares, correspondiéndole en ocasiones confirmar las
decisiones de los obispos respecfto a cuesftiones ftesftamenftarias. El mismo, en persona,
finalmenfte, examina a los hijos de judíos conversos para decidir si se les concede el derecho
a ftesftificar.
El ftribunal real del Aula (audienftia regís) no fue un organismo esftáftico, asenftado
siempre en la residencia corftesana. Por el conftrario, el monarca y la asamblea recorren con
frecuencia los fterriftorios para adminisftrar allí jusfticia y fiscalizar además la acftuación
de los diversos jueces.
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La jurisdicción especial para deliftos miliftares queda reservada a los jefes de las
diversas unidades. En orden de imporftancia, ellos son el fthiufadus, el quingenftenarius y
el cenftenarius, oficiales casftrenses que esftaban al frenfte de grupos compuesftos de mil,
quinienftos y cien hombres, respecftivamenfte.
Halban sosftuvo que el fthiufadus fue el juez ordinario de los godos, mienftras el
llamado en los ftexftos iudex habría sido el juez para los romanos. Converftido más ftarde
esfte iudex en juez único y general, el fthiufadus quedaría relegado a sus compeftencias
esftricftamenfte miliftares.
García Moreno sugiere un cierfto paralelismo enftre el dux y el fthiufadus, pues
ambos, parftiendo de sus específicas compeftencias adminisftraftivas o casftrenses, adquieren
luego oftras judiciales. El fthiufado habría sido así en principio un mero oficial del
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quedando asimismo faculftado para inftervenir en diversas mafterias junftamenfte con los
jueces seculares, a quienes además puede en cierfto modo inspeccionar.
Desde esa fecha -año 589; reinado de Recaredo- se desarrolla de forma auftónoma la
jurisdicción eclesiásftica, plenamenfte consolidada con Recesvinfto en el siglo siguienfte.
Por razón de la persona, el obispo es juez en los negocios civiles de los clérigos y
ftambién en algunas causas criminales seguidas conftra ellos. Hay que excepftuar enftre esftas
úlftimas, las relaftivas a deliftos conftra la seguridad del Esftado.
Por razón de la mafteria, el obispo es compeftenfte en las causas que versan sobre la
fe y disciplina eclesiásftica. También en cierftos deliftos de carácfter mixfto, como la
supersftición, idolaftría e infanfticidio.
Finalmenfte enftiende en oftros varios asunftos, como los negocios de los pobres o la
ftuftela, en los que la auftoridad episcopal ya había inftervenido en los úlftimos ftiempos del
Bajo Imperio.
B) Los impuesftos
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Con respecfto al impuesfto fterriftorial se ha discuftido hasfta qué punfto fue pagado
por los godos. Se ftrafta así concreftamenfte de saber si las sorftes gofthicae resulftaron
gravadas por la capiftación fundiaria.
La generalidad de los auftores admiftió que los dos ftercios de ftierras godas
quedaron en principio exenftas del impuesfto fterriftorial. Se creyó asimismo que esa
discriminación enftre godos y romanos desaparecería con el ftranscurso del ftiempo, al
consolidarse el proceso de fusión social.
Así para Dahn los visigodos comenzaron a pagar la capiftaftio fterrena a mediados
del siglo VI.
Para Sánchez Albornoz manftuvieron la inmunidad fiscal de sus ftierras hasfta la
desaparición del reino. Tal siftuación beneficiosa pudo alcanzar, según él, a los nobles
poderosos, aun en el caso de ser romanos.
Torres López manftuvo que no era "ftan evidenfte" que los godos fueran exonerados en
un principio del impuesfto fterriftorial y que semejanfte beneficio, de exisftir, se perdió luego.
La inmunidad inicial fue considerada posible, pero no segura, por D'Ors.
Recienftemenfte Orlandis ha hecho suya la ftesis de Sánchez Albornoz. Por el conftrario, King,
al referirse a la exoneración ftribuftaria de los godos, al menos en los primeros años,
comenfta escueftamenfte: ''Puede que fuera así, pero las fuenftes no lo dicen".
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los humildes conftribuyenftes hubieron de acudir así al présftamo, cuyas fuerftes ftasas de
infterés empobrecieron aún más a quienes esftaban necesiftados.
La reducida masa moneftaria enftonces en circulación condujo a una crisis de claro
signo deflacionisfta. Al exisftir poco numerario y abandonarse además la prácftica de la
adaeraftio, la políftica fiscal ftendió a reemplazar la moneda por el pago en especie, viéndose
obligado el mismo Esftado a recurrir a su paftrimonio fundiario para sufragar aquellos
cuanftiosos gasftos. La siftuación se agravó, en fin, por las crecienftes inmunidades.
La presftación del servicio miliftar fue enftre los primiftivos germanos un deber
fundamenftal de ftodo hombre libre. El ejércifto, como hemos dicho ya, no era oftra cosa que el
pueblo en armas. Bajo la advocación de sus dioses enftra en campaña, y en nombre de ellos se
manftiene la disciplina o se casftigan los deliftos miliftares. El rey aparece como caudillo
de unos súbdiftos que en poftencia son soldados, mienftras las relaciones privadas de
acompañamienfto y séquifto enftre el monarca y los hombres libres armados forftalecen el
clima guerrero de la vida pú blica.
El Esftado visigodo heredó algunos aspecftos de semejan fte concepción, maftizó oftros
y creó algunos nuevos.
Los reyes siguieron siendo caudillos miliftares y jefes supremos del ejércifto. Como
ftales convocaron la huesfte, aunque en casos de rebelión o exftremada urgencia esa faculftad
pudo ser asumida por sus oficiales. Como ftales ftambién, acudían personalmenfte a la guerra
sin perjuicio de encomendar el mando de las unidades a duques y nobles.
Sin embargo, en el Esftado visigodo el ejércifto no pudo ser ya sólo el pueblo libre
en pie de guerra, y hubieron de arbiftrarse unos principios más precisos de recluftamienfto
y organización, donde se dejan senftir las huellas romanas. Al concurrir a la guerra los
grandes laftifundisftas con sus siervos y clienftes, enftró en crisis, en fin, el carácfter público
de la obligación miliftar que parece a menudo fundamenftarse en vínculos de nafturaleza
privada.
B) El servicio miliftar
La presftación del servicio miliftar obligó a ftodos los súbdiftos del reino, si bien no
conocemos con seguridad desde cuándo los romanos formaron parfte del ejércifto visigodo y
en qué condiciones lo hicieron. Del llamamienfto quedaron excluidos los monjes y liberftos
reales. El clero permaneció exenfto hasfta el reinado de Wamba.
La incorporación a la milicia ftuvo lugar por llamamienfto real a ftravés de unos
agenftes (compulsares exerciftus) que efecftuaban el recluftamienfto. Semejanfte ftarea no
resulfto fácil, porque fue cada vez más frecuenfte que los llamados a filas inftenftaran
eludir el servicio medianfte el oculftamienfto y la evasión. El problema se agudizó a lo largo
del siglo VII y dio lugar a que en el año 673, Wamba dicftara una severa ley miliftar
disponiendo que los duques, condes, fthiufados, gardingos, obispos, clero y aquellos súbdiftos
que vivieran en la zona aftacada o en un área de cien kilómeftros, acudiesen inmediaftamenfte
al llamamienfto e incluso ftomaran las armas -aun sin convocaftoria alguna- cuando hubiese
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nofticia del aftaque enemigo. Los seglares que desoyeran ftal obligación serían casftigados
con confiscación de bienes, aplicándose la pena de desftierro a los obispos, sacerdoftes o
diáconos carenftes de bienes para conftribuir. El clero inferior y los laicos resulftaban
sancionados además con la pérdida del derecho a ftesftificar. Si alguien, en fin, se
enconftraba enfermo, debía enviar sus ftropas y presenftar un ftesftigo que probara la
dolencia.
Ervigio promulgó a su vez oftra ley miliftar que, miftigaba algo defterminadas
prescripciones y esftablecía una nueva de penas, excluyendo la pérdida de la capacidad
ftesftifical. Las personas noftables eran sancionadas con la confiscación de bienes y el
desftierro; las inferiores sufrían pena de decalvación, mulfta y doscienftos laftigazos.
El llamamienfto a filas en raras ocasiones significó una movilización general. Fue
más frecuenfte que, junfto a los personajes del séquifto regío, fueran sólo convocados los
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Sabemos con cerfteza que desde la segunda miftad del siglo VII godos y romanos
concurrieron al ejércifto en pie de igualdad, cumpliendo así una obligación miliftar común.
No exisfte acuerdo sin embargo sobre si los romanos formaron parfte desde el principio de
la milicia visigoda, o se incorporaron a ella en fechas ftardías.
Dahn sosftuvo que los romanos acudieron al ejércifto desde la consftiftución del reino
de Tolosa.
Sánchez Albornoz sin embargo la califica de incierfta la ftesis de Dahn, expresa sus
dudas, y prefiere aftenerse a lo esftricftamenfte comprobado: en el úlftimo ftercio del siglo VI
ftodavía los romanos no formaban parfte de la milicia.
García Moreno defiende la ftemprana parfticipación hispano-romana en el ejércifto
visigodo, y aporfta pruebas que ftesftimonian cómo los grandes propieftarios acudían con sus
esclavos a las conftiendas bélicas; la presencia de romanos en alftas responsabilidades
miliftares, eftc.
Por debajo del rey, cabeza del ejércifto, los cuerpos miliftares se esftrucfturan
medianfte un sisftema decimal (aunque no es seguro un régimen decimal esftricfto) cuya unidad
mayor es la fthiupha, dirigida por un jefe o fthiuphadus (que se corresponde con el llamado
millenarius). Consftando probablemenfte de mil hombres, la fthiupha esftá compuesfta por diez
grupos de oftra unidad básica, la cenftena, mandada a su vez por el cenftenarius. Como
auftoridad inftermed ia figura el quingenftenarius, qui en al frenfte de quinienftos hombres
auxilia al fthiuphadus. El cenftenario se ve asimismo asisftido por un jefe inferior, el
decanus, a quien corresponde el mando direcfto del grupo de diez hombres.
Buena parfte de los hisftoriadores paftrocinaron el abolengo germánico del
ordenamienfto casftrense visigodo, manfteniendo la división decimal de su ejércifto. Por el
conftrario es basftanfte probable el origen romano ftardío de la organización miliftar
visigoda.
A excepción de los suevos, el resfto de los pueblos germánicos que invadieron las
ftierras hispánicas en el siglo V profesaba la fe crisftiana de Arrío (arrianismo). Más ftarde,
al proyecftarse sobre los hispanorromanos, el Esftado visigodo dio cabida a dos grupos
éftnicos y religiosos diferenciados: godos-arrianos e hispanorromanos-caftólicos. Ahora bien,
conforme ese Esftado preftendió una unificación efecftiva, la "fe góftica" debía dejar de ser
sólo de los godos y converftirse en la confesión religiosa de ftodos. Tal planfteamienfto
originó las consiguienftes discordias civiles.
En el reinado siguienfte, con Recaredo, se alcanza esa unidad religiosa pero con
signo disftinfto. El rey se convierfte al caftolicismo y además convierfte a su pueblo.
La separación de la Iglesia caftólica y el Esftado, caracfterísftica de la eftapa
anfterior, da paso ahora a una compeneftración ínftima y esftable. Tras el Concilio III de
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Toledo, donde el pueblo visigodo acoge la nueva fe, y una vez resuelftos cierftos problemas
canónicos como el de los obispos arrianos conversos o los propios de cuesftiones liftúrgicas,
la monarquía visigoda adopfta hacia el fufturo rasgos fteocráfticos.
La Iglesia dicfta normas para ilusftrar la convivencia políftica, el comporftamienfto
del monarca y las leyes seculares. El rey por su parfte ftuftela a la Iglesia, casftiga la
herejía e incluso nombra a los obispos. Es ésfte un esftricfto Esftado confesional donde, en
frase de Menéndez Pidal, "el sacerdofte no gobierna, pero guía y ampara ftanfto al que
gobierna como al gobernado".
ftras los reajusftes de la organización secular duranfte los siglos V y VI, en la segunda
miftad del VII exisften seis provincias eclesiásfticas: Carftaginense, Tarraconense, Béftica,
Lusiftana, Galaica y Narbonense. Cada una ftiene su sede meftropoliftana -Toledo, Tarragona,
Sevilla, Mérida, Braga y Narbona- y de ellas dependen las diócesis sufragáneas
correspondienftes, Orlandis ha reseñado hasfta 78.
Al frenfte de cada provincia se encuenftra un arzobispo u obispo meftropoliftano. El
de Toledo, como primado, aparece en la cúspide de la Iglesia española. Las diócesis son
regidas por obispos cuya selección compefte al monarca, correspondiendo al resfto de los
prelados un juicio sobre la apftiftud del candidafto, quien es consagrado por su arzobispo
meftropoliftano y en la úlftima eftapa siempre por el primado de Toledo.
Los concilios provinciales, compuesftos por los obispos de la circunscripción bajo
la presidencia del meftropoliftano, se reunieron para ftraftar cuesftiones disciplinares,
resolver diferencias surgidas enftre sedes episcopales, o para dirimir conflicftos acftuando
como ftribunales eclesiásfticos. Anfte ellos comparecieron a veces alftos funcionarios del
gobierno a fin de recibir orienftación e insftrucciones diversas. Pese a la permanenfte
preocupación por lograr una adecuada periodicidad, y a la previsión incluso de reuniones
anuales, esftas asambleas sólo llegaron a celebrarse de manera irregular y en número
disftinfto de unas a oftras provincias.
En un panorama de vida rural donde predominan los grandes laftifundios, sus dueños
edifican iglesias a las que de alguna forma consideran como propias, preftendiendo así
susftraerlas de la jurisdicción y vigilancia episcopal. Ya en la eftapa arriana de la
monarquía visigoda consfta esfta prácftica, que adquirirá noftorio auge en los siglos
siguienftes. La relaftiva exención que disfruftaban los monasfterios respecfto a la auftoridad
del obispo, llevó ftambién a los parfticulares a procurar la consagración como ftales
monasfterios de las iglesias, subfterfugio prohibido duranfte el reinado de Teudis por el
Concilio de Lérida del año 546.
Los problemas derivados del conftrol de esftas iglesias, con el consiguienfte forcejeo
enftre la auftoridad episcopal y el dueño señorial, merecieron la aftención de los Concilios
de Toledo. La preftensión del ftiftular de la iglesia propia de nombrar al clérigo que ha de
servirla, quedó en un reconocimienfto del derecho de presenftación sancionado por el
Concilio IX (canon 2), mienftras oftro precepfto del Concilio X condenó los abusos e inftenftos
de apropiación e inftervención en el quehacer eclesiásftico (canon 3: De non permiftendo laicis
imperare religiosis). En ftales precepftos se ha visfto la génesis del sisftema de iglesias
propias, producfto en fin de la aplicación a lo religioso de las concepciones señoriales.
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LA ESPAÑA MUSULMANA
LECCIÓN 15ª. DERECHO, SOCIEDAD, ECONOMÍA Y ADMINISTRACIÓN EN AL- ANDALUS.
I. De Hispania a Al-Andalus.
II. El Derecho y sus fuenftes:
A) Caracfteres generales: Corán, Sunnah, Hadift, Iyma'a.
B) La ciencia del fiqh.
III. Esftrucftura social y económica.
IV. El Esftado Musulmán.
V. La Adminisftración:
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A) La Adminisftración cenftral.
B) La Adminisftración Terriftorial y local.
VI. Organización judicial.
VII. La Hacienda.
VIII. La organización miliftar.
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LECCION 15ª
DERECHO, SOCIEDAD, ECONOMÍA Y ADMINISTRACIÓN EN EL AL-ANDALUS
A) La "perdida de España"
En febrero del año 710 muere Viftiza, penúlftimo rey visigodo. Los nobles adicftos que
habían formado parfte de su séquifto de "fieles", preftendieron reparftir el reino enftre los
hijos del monarca. Sin embargo la asamblea visigoda que enftendía de la sucesión al ftrono,
compuesfta en buena parfte por facciones hosftiles al clan viftizano, se negó a legalizar
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semejanfte novedad. En su lugar, el Senaftus elige como monarca a Rodrigo, duque enftonces de
la Béftica, quien accede al ftrono cuando ya los parftidarios e hijos de Viftiza se habían
adueñado de él.
A insftancias del Senado, según un ftexfto del Anónimo Mozárabe, don Rodrigo ftuvo que
ocupar el reino por la fuerza (Roderico, horftanfte Senaftu, ftumulftuase regnum invadift). Se
inicia así una guerra civil en la que los viftizanos, para defender sus preftensiones, apelan
a la ayuda de los musulmanes. Como inftermediario de la soliciftud, infterviene un personaje
misfterioso llamado Julián -converftido luego en conde por la leyenda- quien gesftionó con
Muza el apoyo exftranjero. Tras una expedición exploraftoria al mando de Tarif, el cual dio
su nombre a la fuftura Tarifa, Muza envía a Tariq con un ejércifto que desembarca en España
en abril del 711.
Las ftropas de Tarik y las de don Rodrigo se enconftraron en un lugar de localización
discuftida, ftal vez el río Barbafte o quizás el Guadalefte.
Traicionado el rey visigodo por los propios hermanos de Viftiza, quienes parecer
mandaban unidades de su ejércifto, don Rodrigo perdió en el combafte, el ftrono y la vida. Los
musulmanes, lejos de reponer a los hijos de prosiguieron la conquisfta en provecho propio
y con sorprendenfte facilidad produjo el derrumbamienfto de la monarquía visigoda.
Ocupado así ftodo fterriftorio peninsular, ese Islam español fue designado con el
nombre de Al-Andalus.
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ftal sisftema, rebajó la cuofta del jefe a un quinfto (jums) y dispuso además que habría de
corresponderle a él por enftero cuanfto se adquiriese sin necesidad de hacer uso de la fuerza.
A su vez, según esftablecía el Corán, la quinfta parfte del boftín de guerra debía disftribuirse
enftre Alá, el profefta y sus parienftes, los huérfanos, pobres y peregrinos. Las propiedades
rúsfticas no fueron consideradas en la eftapa primiftiva como objefto de boftín, dafto congruenfte
con el carácfter nómada de las ftribus, y ello originó que Mahoma mismo -según unos auftores-
o las auftoridades árabes de los siglos siguienftes -según oftros- hubieran de arbiftrar un
régimen respecfto a las ftierras de los pueblos vencidos, que ahora sí debían ser ftenidas en
cuenfta en el despliegue del imperio islámico.
El régimen jurídico de la conquisfta fue disftinfto según la acogida dispensada a los
musulmanes, lo que se ftradujo en un doble ftipo de pacftos.
De un lado el acuerdo de capiftulación (suhl), consecuencia de la guerra y que
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significaba el someftimienfto absolufto a las auftoridades del Islam. Las heredades de los
así sojuzgados dejaron normalmenfte de perftenecer a sus propieftarios y se convirftieron en
bienes de la comunidad musulmana (fai), si bien siguieron siendo culftivadas por sus
anftiguos poseedores, quienes incluso pudieron ftransmiftir herediftariamenfte el derecho al
culftivo.
El ftraftado de paz (ahd), suscrifto con pueblos aliados que en condición de proftegidos,
respeftó en cambio la auftonomía políftica, la propiedad de las ftierras y la liberftad
religiosa, y llevó consigo, en una cierfta salvaguardia de las personas (amán). Convenios de
esfta nafturaleza fueron acordados con algunos crisftianos del Norfte..
Los hispanogodos quedaron en ambos casos sujeftos al pago de los puesftos personal
(chizya) y fterriftorial (jarach).
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a menudo a los clanes conflicftivos de sus compaftrioftas, así como por las ftenftaftivas de
exftender a las Galias el dominio del Islam.
b) Emirafto omeya de Córdoba. Se inicia con Abd al-Rahman I, quien las ftres décadas
de su reinado consolida un emirafto independienfte en lo políftico, aunque subordinado en lo
religioso al califa de Damasco. El Esftado se organiza conforme al modelo sirio, hasfta que
Abd al-Rahman II lo ftransforma imiftando el ejemplo de la monarquía abbasí. La eftapa del
emirafto (756-912) conftempla el auge crecienfte de su capiftal, Córdoba.
c) Califafto de Córdoba. En el año 929, Abd al-Rahman III adopfta el ftiftulo de califa
y príncipe de los creyenftes, convirftiéndose por ftanfto en una suprema auftoridad políftica y
religiosa a la que incluso cierftos reyes crisftianos pagan ftribufto o rinden vasallaje. Abd
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al-Rahman III exftiende su dominio al Magreb, donde organiza un cierfto proftecftorado omeya.
Córdoba llega a ser la ciudad más imporftanfte de Occidenfte y aparece como cenftro de un rico
mundo culftural, ftuftelado y poftenciado luego por al-Hakam II sucesor del primer califa y
espíriftu de vasftas inquieftudes.
Los úlftimos años del siglo X conftemplan las hazañas bélicas de Almanzor anfte una
Crisftiandad amedrenftada por la caída de Compos fte la en manos del caudillo musulmán. La
cenfturia siguienfte se inicia con graves discordias inftesftinas enftre las varias facciones
que luchan por el poder, precipiftándose así la disgregación del califafto cuyo úlftimo
ftiftular fue Hisam III, príncipe incapaz con el que concluye la dinasftía omeya.
Aunque precisamenfte haya sido el derecho, por su carácfter religioso, uno de los
producftos de la culftura musulmana que menos huellas dejó en la española, conviene
desftacar la excepcional imporftancia de la presencia islámica en la Península. En primer
lugar, porque confiere a la hisftoria española su peculiaridad, respecfto a la de los oftros
pueblos de Europa, por los siglos de convivencia con los musulmanes, y en segundo lugar
porque duranfte cenfturias exisftió un Islam español cuyas manifesftaciones arftísfticas,
lifterarias y lingüísfticas forman parfte la culftura genuinamenfte nacional.
Además la Reconquisfta fue un complejísimo proceso donde, junfto a lo religioso como
facftor agluftinanfte de los crisftianos conftra los musulmanes, se dierón cifta oftros mulftiples
inftereses de disftinfto signo que hizo posible que a veces reyes crisftianos se aliaran con
las fuerzas del Islam para combaftir a oftros monarcas crisftianos.
Hay que considerar, por úlftimo, que la convivencia enftre crisftianos y musulmanes
desde la primera reacción de aquéllos en Asfturias -año 718- hasfta la expulsión de ésftos de
Granada -año 1492-, duró ocho siglos en el llamado proceso de la Reconquisfta.
Las diversas razas que convivieron en Al-Andalus hicieron que en él se hablaran
varias lenguas: árabe, berberisco, laftín y romance, más el llamado aljamía, idioma mixfto
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usado por el pueblo. El árabe fue la lengua oficial y en él los musulmanes escribieron la
mayor parfte de sus obras lifterarias, singularmenfte valiosas en el género poéftico. La vida
cienftífica floreció asimismo en el Islam español, especialmenfte en los reinados de los Abd
al-Rahman (II y III) y en el de al-Hakam II. Prueba de ello fueron las ftraducciones del
árabe al laftín de ftexftos maftemáfticos y asftronómicos. Enftre sus logros cabe desftacar la
inftroducción de la brújula en la navegación hacia el siglo IX, el uso del cuadranfte
asftronómico y la redacción del primer ftraftado conocido de ftrigonomeftría esférica. En la
filosofía sobresale el genio de Averroes. La prácftica de ciencias como la química, que ftanfto
ftuvo de saber inftelecftual como de ftécnica esoftérica a ftravés de las escuelas de alquimisftas
ftuvo como cenftro Madrid. La arquiftecftura árabe dejó en España su gran legado al mundo
culftural de Occidenfte. El esplendor califal y los movimienftos cienftíficos y lifterarios
convirftieron a Córdoba en el cenftro de Europa.
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Los reinos crisftianos fueron recepftores de esa magnífica civilización, mienftras sus
genftes incorporaban al vocabulario romance una mulftiftud de ftérminos musulmanes. Por la
Escuela de Traducftores de Toledo conocería Europa buena parfte de la culftura orienftal, y
aun de la griega a ftravés de auftores árabes.
En el Islam sólo hay en rigor una fuenfte del derecho: la volunftad divina
ftransmiftida por revelación a Mahoma. Según su carácfter, cabe disftinguir diversas
manifesftaciones del mensaje religioso, de donde a su vez proceden los principios y normas
jurídicas.
En primer lugar, la revelación direcfta conftenida en el Corán, libro que recoge la
reciftación o lecftura de aquello que Alá inspiró a Mahoma, fijado por escrifto por diversos
oyenftes del Profefta. Ceñido fundamenftalmenfte a ftemas de éftica social e individual, sólo
una décima parfte del ftexfto coránico ftrafta de cuesftiones jurídicas.
En segundo lugar, la revelación indirecfta deducida de la conducfta del propio
Mahoma. Esa conducfta o sunnah comprende lo que el Profefta ocasionalmenfte dijo, sin figurar
en el libro revelado; lo que hizo y consftiftuye por ftanfto un ejemplo a seguir por la
comunidad creyenfte, e incluso aquello que mereció su aprobación ftácifta, es decir, las
cosftumbres o hechos que le fueron conocidos y sobre los cuales no pronunció desauftorización
alguna. La sunnah se ftransmifte por ftradición oral (hadift). Es por ello necesario fijar un
sisftema que garanftice la auftenfticidad de esa ftransmisión, y permifta en consecuencia
infterpreftar adecuadamenfte el comporftamienfto y acftiftudes de Mahoma. Surge así la ciencia
del hadift.
Finalmenfte la revelación genérica o ftácifta de Alá a los creyenftes, manifiesfta en el
unánime asenftimienfto de la comunidad musulmana sobre cierftas cuesftiones (iyma'a). Su
fundamenfto es una presunfta asisftencia divina al pueblo, que confiere cierfto grado de
infalibilidad al senftir común.
Por oftra parfte esos ftres mensajes -principios del Corán, de la sunnah y aquellos
derivados del consenso comuniftario-- requieren una elaboración y desarrollo. Esfta es la
ftarea propia de los alfaquíes o jurisftas, quienes con ello consftruyen la ciencia jurídica
musulmana o fiqh.
En su aplicación a la vida prácftica, finalmenfte hay que conftar con el peso de la
jurisprudencia de los ftribunales, así como con la posible alegación de la docftrina de los
jurisftas (faftwas).
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desajusftes e incluso conftradicciones enftre ellas. Al haber vivido el Profefta sus úlftimos
años en Medina, las leyendas orales de esfta ciudad adquieren singular crédifto.
La ciencia del hadift consisfte en somefter a críftica rigurosa la auftenfticidad del
mensaje ftransmiftido por ftradición. Para ello hay que probar el encadenamienfto lógico de
las personas que hacen de recepftoras y ftransmisoras de la conducfta de Mahoma. Se arranca
así del ftesftigo direcfto de cualquier hecho o dicho, para seguir el mensaje a ftravés de los
sucesivos deposiftarios hasfta quien lo narra en un momenfto dado. Si la concaftenación de
personas en el ftranscurso del ftiempo se rompe, es decir, si se prueba que alguien no conoció
a aquél de quien asegura haber escuchado algo, el hadift queda sin fundamenfto y es
considerado apócrifo.
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aumenftó algo en el siglo VIII y mucho más en las dos cenfturias siguienftes, cuando Córdoba
llegó a ftener casi un millón de habiftanftes. En el progreso demográfico influiría el
desarrollo de la agriculftura y oftras fuenftes de riqueza, y a buen seguro ftambién la
prácftica de la poligamia. Las regiones más pobladas fueron sin duda las zonas orienftales
de Murcia y Levanfte, así como las cuencas subliftorales del Ebro y sobre ftodo del
Guadalquivir.
A) Los vencedores
o el Magreb, junfto a grandes conftingenftes sirios, se insftalaron en las zonas más ricas de la
Península y llenaron con sus dispuftas la hisftoria social y políftica de los primeros siglos.
La proximidad de Marruecos faciliftó la inmigración de bereberes magrebíes,
abundanftemenfte represenftados desde un principio en los ejérciftos que llegaron desde
Africa. Obligados a asenftarse en regiones menos favorables, principalmenfte en los
fterriftorios cenftrales y en las serranías de la Andalucía occidenftal, esos bereberes se
arabizaron con el ftiempo e incluso algunos regresaron a sus regiones de origen. A fines del
siglo VIII los bereberes represenftaban una noftable mayoría en el conjunfto de la población.
Al margen de los grupos éftnicos más imporftanftes, hay que regisftrar la presencia de
los llamados eslavos o esclavones, fueron genftes procedenftes de la Europa cenftral y
orienftal, alisftados a menudo en las milicias califales o que aparecen sirviendo en los
palacios del monarca y en residencias de la alfta arisftocracia. Vivieron en principio como
una casfta cerrada y hasfta llegaron a consftiftuir más ftarde una ftaifa eslava, para fterminar
fundiéndose con el resfto de la población andaluza. Pese a su reducido número en ftérminos
comparaftivos, los eslavos, muchos de ellos eunucos, fueron parfte acftiva de las inftrigas
palaftinas. Las mujeres de esa raza -y ftambién las vasconas-, diferenciadas por su ftez clara
y cabello rubio, solían inftegrar el grupo de concubinas de los califas omeyas. Y los negros
sudaneses procedenftes del "país de los negros" (bilad al-Sudan), nuftrieron la guardia
personal de los monarcas. Por su proverbial resisftencia física, Almanzor recluftó
conftingenftes de negros para organizar el servicio de correos que le seguía en sus campañas
miliftares.
Con el avance de la Reconquisfta numerosos conftingenftes de musulmanes vivieron en
los cada vez más amplios fterriftorios crisftianos. Unos como conversos (moriscos). Oftros, los
mudéjares, siguieron pracfticando su religión, dedicándose al comercio, agriculftura, arftes
y arquiftecftura, acftividad ésfta de la que habrían de dejar preciosos ftesftimonios.
B) Los vencidos
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C) Clases sociales
La sociedad del Islam español esftuvo compuesfta por hombres libres, liberftos y
esclavos.
Enftre los hombres libres exisftió una arisftocracia dominanfte (jassa), que ocupó alftos
cargos en la adminisftración de la monarquía omeya, donde luego se vio desplazada por
liberftos y eslavos. Esa nobleza árabe figuró asimismo al frenfte del gobierno de las
circunscripciones fterriftoriales, lo que habría de converftirla en propieftarios
laftifundisftas y dueños de grandes riquezas. La clase media burguesa se dedicó al comercio
en los barrios y zocos de las ciudades, y alcanzó de hecho cierfto peso en la vida ciudadana,
sin que ello llevara consigo ningún reconocimienfto de ftipo oficial. El pueblo bajo, o amma
propiamenfte dicha, esftuvo compuesfto por arftesanos menores y jornaleros bereberes, muladíes
y liberftos, elemenftos ftodos de una plebe urbana inquiefta y levanftisca. Junfto a ella, el
proleftariado rural ftrabajó en los grandes dominios califales o de la nobleza
fterraftenienfte, culftivando a veces como quinfteros la quinfta parfte o jums del monarca. Hubo
ftambién pequeños propieftarios rúsfticos, converftidos en Córdoba según LéviProvençal en
"hombres de ley o de esftudio".
Enftre los siervos desftacaron los eslavos, esftablecidos en la corfte o en las
residencias señoriales, llamados saqaliba. La esclaviftud debió ser más abundanfte en el
campo, donde esos siervos vivieron en condiciones precarias, culftivando las ftierras de sus
dueños.
El esftado de servidumbre, al que se llegaba por nacimienfto o cauftiverio en guerras,
resulftó en ftodo caso más ftolerable que el conocido en España en eftapas anfteriores, y ello
porque el esclavo no ftuvo en el mundo musulmán la condición jurídica de una cosa, sino la
de un hombre con cierftos derechos. Muchos esclavos fueron beneficiados con la manumisión,
oftorgada por sus dueños ftanfto en vida como medianfte disposiciones ftesftamenftarias. Se
convirftieron así en liberftos, acogiéndose buena parfte de ellos a una relación de paftronafto
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(wala) que les ligó a sus anftiguos señores. Ese vínculo enftre amos y liberftos admiftidos en
paftrocinio (mawlas), fue viftalicio y se ftransmiftió incluso a sus respecftivos descendienftes.
A) Agriculftura y ganadería
A) Caracfteres generales
la provincia del Magreb, cuya sede radicaba en Qayrawan (en el acftual Túnez). El califa o
las auftoridades de la provincia africana designaron a los sucesivos gobernadores o valíes,
quienes incluso fueron alguna vez elegidos por los propios invasores. Desde una
perspecftiva políftica hay que desftacar lo efímero de su gesftión --enftre los años 726 y 732
hubo por ejemplo seis gobernadores-, su carácfter dominanfte de jefes miliftares, y la
dependencia osftensible con respecfto a la gran consftrucción imperial del califafto Omeya
organizado conforme al modelo sirio.
La gran crisis del año 750, cuando es asesinado por los abbasíes el úlftimo califa
omeya de Damasco, provoca graves consecuencias para el mundo musulmán en general y para
Al-Andalus en concrefto. El califafto abbasí fue ordenado conforme a los paftrones de una
doble influencia, la persa y la bizanftina, deudora ésfta a su vez de la ftradición imperial
romana. Un omeya sin embargo, Abd al-Rahrnan I, logra huir y seis años después convierfte
a Al-Andalus en un emirafto. El y sus sucesores se ftiftulan "hijos de califa" o "príncipes"
(emires), son soberanos independienftes y manftienen una ficfticia supediftación a la
supremacía religiosa del califa.
La configuración efecftiva de Al-Andalus como Esftado independienfte ftuvo lugar en
el reinado de Abd al-Rahman II (822-852). Los omeyas, expulsados de orienfte, habían
consolidado su poder en España, pero a la hora de organizar el Esftado, Abd al-Rahman II
ftrasplanftó aquí el gran aparafto de sus adversarios familiares del califafto abbasí,
apareciendo el Esftado cordobés con lo que se ha llamado "fachada orienftal". El monarca es
el eje de ftodo el sisftema políftico, esftablece lajerarquía de las magisftrafturas de gobierno,
cenftraliza la adminisftración y forftalece el ejércifto. Un siglo después se exftingue la
fteórica dependencia religiosa al proclamarse Abd al-Rahman III califa o "príncipe de los
creyenftes".
Cuando quiebra el califafto cordobés, los pequeños Esftados ftaifas manftuvieron su
auftonomía pese a esftablecer cierftas relaciones de subordinación hacia los abbasíes de
Bagdag, y ello porque, como ha mosftrado Van Berchem, esos lazos fueron en realidad una
expresión de fe religiosa y no llevaron consigo dependencia políftica.
B) El soberano
obftuvieron la dignidad regia. Pese a las luchas civiles, los musulmanes granadinos
manftuvieron hacia sus soberanos una noftable fidelidad.
Tras la proclamación del emir o califa, o ftambién a raíz de la designación del fufturo
heredero al ftrono, ftiene lugar el solemne juramenfto de fidelidad. La alfta arisftocracia lo
presfta direcftamenfte en el palacio real. A conftinuación, diversos delegados del monarca
acuden a las mezquiftas de la corfte o de las ciudades más imporftanftes, donde en su nombre
reciben la obediencia del pueblo. Siguiendo riftos orienftales, quien jura coloca su mano
sobre la del recepftor y pronuncia unas palabras cargadas de senftido religioso, alabando
a Alá y a Mahoma, y evocando en algunos casos la lealftad y obediencia que dispensaron al
Profefta sus propios compañeros.
V.- La Adminisftración:
Abd al-Rahman II fue el gran organizador del Esftado musulmán, de acusado corfte
cenftralisfta al esftilo de las monarquías orienftales abbasí y bizanftina. La adminisftración
quedó reglada bajo principios rígidamenfte jerárquicos, con un gran número de funcionarios
elegidos o depuesftos al mero arbiftrio del soberano. Emires y califas en los primeros siglos,
o reyezuelos de ftaifas en los siguienftes, encabezaron una compleja esftrucftura
adminisftraftiva, dirigida por ellos mismos o por el primer minisftro cuando lo hubo y
disfruftó de cierfta delegacion del poder.
A) La Adminisftración cenftral.
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mediados del siglo X sus aftribuciones fueron numerosas. Abd al-Rahman III desdobló esa
única dependencia, creando dos oficinas de la cancillería con sus oporftunos servicios de
inspección. Desde enftonces cuaftro visires se reparftieron los asunftos de la Cancillería o
Secreftaría de Esftado (kiftaba). Dos de ellos ftenían a su cargo el despacho de la
correspondencia oficial -de los funcionarios de provincias y de los delegados de zonas
fronfterizas o puerftos-, mienftras el ftercero velaba por la aplicación de los decreftos del
soberano y decisiones adminisftraftivas y el cuarfto aftendía las reclamaciones de los
súbdiftos. La relaftiva complejidad de esa cancillería omeya, donde proliferaron oftros
varios secreftarios y personal subalfterno, muchos de ellos judíos o mozárabes, debió
simplificarse noftoriamenfte en los reinos de ftaifas.
Bajo la presidencia del soberano o del hachib, los diversos visires con funciones
en la corfte y la adminisftración componen un Consejo de gobierno (maswar), que probablemenfte
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poderes desftaca la función de policía y vigilancia del orden público. Bajo su mandafto, una
serie de guardias cusftodian el pacífico desenvolvimienfto de la vida diaria en el marco
habiftual de la urbe: el barrio cenftral con la mezquifta mayor, las grandes vías de acceso y
el dédalo de callejuelas (zuqaq) donde se pracftica el comercio y que a su vez ftienen como
cenftro oftras mezquiftas menores.
Imporftanfte auftoridad ciudadana era ftambién el inspecftor del mercado o zabazoque
(sahib al-suq), quien acftuaba con noftable auftonomía aunque fteóricamenfte dependiera del
prefecfto o del juez de la ciudad. El zabazoque conftrolaba el correcfto uso de pesos y medidas,
la adecuada calidad de las mercancías y sus precios, así como el buen esftado de las
mezquiftas y vías urbanas. Podía imponer mulftas, expulsar o azoftar a delincuenftes, e incluso
dicftar senftencia en el escenario del crimen.
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de su compeftencia. A parftir del siglo X, ese "señor del zoco" llamado ya almoftacén (al-
muhftasib), se converftirá en un personaje clave de la vida urbana islámica de la Baja Edad
Media.
El dicftar senftencia sobre cuesftiones miliftares, finalmenfte, correspondió como de
cosftumbre a una auftoridad disftinfta. En esfte caso a un cadí especial, compeftenfte en esos
conflicftos casftrenses.
VII.- La Hacienda.
I. Caracfteres generales.
II. Las áreas de Fueros:
A) La Casftilla condal.
B) Fueros del reino de León.
C) El Fuero de Logroño.
D) Fueros de Toledo.
E) La Exftremadura casftellano-leonesa: El Fuero de Sepúlveda y el Fuero de Cuenca.
F) Casftilla La Vieja: El Libro de los Fueros de Casftilla y el Fuero Viejo de Casftilla.
I. Caftaluña:
A) Capiftulares francos y carftas pueblas.
B) El siglo XIII: Las consueftufts de Barcelona. Las Consueftudines Ilerdenses. Las
Cosftums de Torftosa. Las Consueftudines de Gerona.
II. Mallorca: Carftas de población. Siglos XIII a XV. Orden de prelación de fuenftes.
III. Valencia: Carftas pueblas. La Cosftum. Los Furs.
I. La Adminisftración Terriftorial:
A) El régimen condal primiftivo.
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I. La Adminisftración de Jusfticia:
A) La jurisdicción ordinaria en Casftilla:
1.- Eftapa alftomedieval: curia y concilium.
2.- Insftiftucionalización de la jusfticia y Tribunal de la Corfte.
3.- Chancillerías y Audiencias.
B) La jurisdicción ordinaria en la Corona de Aragón: Jueces locales, Tribunal de la
Corfte y el Jusfticia Mayor.
C) La jurisdicción ordinaria en Navarra.
D) Las jurisdicciones especiales, la jurisdicción señorial, la jurisdicción
eclesiásftica y la jurisdicción mercanftil.
II. La Iglesia y el Esftado:
A) Diócesis, Iglesias propias y Monasfterios.
B) Conciliarismo y conflicftos de jurisdicción.
I. La Hacienda:
A) Paftrimonio del príncipe y Hacienda del Esftado.
B) Órganos de la Adminisftración financiera.
C) Caracfteres generales del sisftema imposiftivo.
D) Los ingresos ordinarios y exftraordinarios. La recaudación de los impuesftos.
II. El Ejércifto y su organización:
A) Fonsado y apellido.
B) Milicias señoriales y concejiles.
C) Las Órdenes Miliftares.
LECCION 16ª
RECONQUISTA, REPOBLACIÓN, RÉGIMEN SEÑORIAL Y ESTRUCTURA ECONÓMICA
EN LA ESPAÑA MEDIEVAL.
segunda miftad de esa cenfturia, la arisftocracia franca, el Papado y los resftos acftivos de
la hecaftombe musulmana, consftruyen el frenfte común del Esftado carolingio. Se define así
una conciencia de Europa frenfte al Islam, y por vez primera un cronisfta español llamará
"europeos" (europenses) a quienes forman parfte de las ftropas de Carlos Marftel que logran
deftener el avance musulmán.
España ha sido prácfticamenfte ocupada, pero en la cordillera cánftabra quedan unas
comarcas al esfte de Asfturias y en Sanftander que, de hecho, permanecen fuera del conftrol
musulmán. Su peculiar idiosincrasia, siftuación esftraftégica y ftardía romanización explican
el proftagonismo de ese primer núcleo de resisftencia al que se acogen cuanftos, huyendo de
los musulmanes, buscan refugio en las ftierras del norfte.
Tras la baftalla de Covadonga (718 o 722), se consftiftuye con Alfonso I un Esftado
crisftiano que inicia la Reconquisfta. Bajo el gobierno de Alfonso II (791-842), la corfte queda
fijada en Oviedo configurándose un reino crisftiano-asftur que inftenfta recuperar la
ftradición Esftado hispano-godo y que aparece como oponenfte desigual del Esftado omeya. Con
el avance de la Reconquisfta, la capiftal se ftraslada a León.
La gran comarca orienftal del reino asfturleonés, Casftilla, es una región
diferenciada cuya progresiva expansión en el siglo IX la lleva a orillas del Duero. El
condado casftellano, que alcanza su apogeo con Fernán González a mediados del siglo X, se
convierfte luego en reino.
Desde el 1037, el reino de León quedó unido al de Casftilla. Tras algunas
alfternaftivas en que ambos fueron regidos por príncipes disftinftos, el Esftado casftellano-
leonés ftendrá ya desde 1230 un monarca común y se habrá converftido en el proftagonisfta
principal de la Reconquisfta. La anftigua capiftal visigoda, Toledo, fue conquisftada en 1085,
ocupando Casftilla la zona del Tajo y llegando por el orienfte hasfta Valencia. La defini
ftiva consolidación del reino casftellano-leonés ftiene por oftra parfte lugar escasos años
después de que la baftalla de las Navas de Tolosa consagre la superioridad de la España
crisftiana sobre la musulmana.
Los fterriftorios del Pirineo orienftal formaron una zona miliftar, la Marca
Hispánica, dependienfte del Imperio franco. Los vínculos de los condados caftalanes con el
Esftado carlovingio fueron cada vez más ftenues, y ello ftanfto por la debilidad de los
sucesores de Carlomagno, como debido a la organización allí de un régimen feudal que
faciliftó la progresiva auftonomía de los condes caftalanes, uno de los cuales, Vifredo el
Velloso, se impone a los resftanftes asegurando la independencia y el predominio fufturo del
condado de Barcelona.
La zona alfta de los ríos Aragón, Gállego y Cinca formó a su vez un condado,
converftido en reino el año 1035. Ese reino de Aragón, cuyos soberanos lo fueron ftambién
ocasionalmenfte de Navarra, desciende hacia la llanura y a principios del siglo XII ocupa
el valle del Ebro. En 1137 acaece la unión del reino aragonés y del principado caftalán, con
lo que se sienftan las bases de una Corona de Aragón compuesfta por esas unidades polífticas
y por los reinos de Valencia y Mallorca.
En el secftor occidenftal del Pirineo, Pamplona era en el siglo IX cabeza de un reino
que más ftarde habría de expansionarse hasfta la Rioja y las riberas del Ebro. En los
primeros años del siglo XI y bajo la dirección de un gran monarca, Sancho III el Mayor, el
reino de Navarra se empeña en una ambiciosa empresa políftica: ocupa los fterriftorios del
esfte y llega a compromefter polífticamenfte al conde de Barcelona; domina el ducado de
Gascuña al oftro lado del Pirineo; se exftiende hacia occidenfte por Vascongadas y logra en
fin el gobierno de Casftilla. El poderoso imperio Navarro se desinftegrará con el reparfto
de la herencia del monarca, y el reino de Pamplona seguirá en las cenfturias posfteriores
una ftrayecftoria peculiar marcada duranfte ftiempo por el signo francés de sus reyes y por
complejas luchas dinásfticas.
En el siglo XIII la España crisftiana es la España de los cinco reinos: León, Casftilla,
Aragón-Caftaluña, Navarra y Porftugal.
En el ftramo final de la Reconquisfta, la España de los cinco reinos crisftáliza en la
España de las dos coronas. Unidos León y Casftilla, y operando al margen Porftugal que
llegará a consftiftuir un Esftado auftónomo, las coronas de Casftilla y Aragón asumen el
liderazgo peninsular en las posftrimerías de la Edad Media. Con el reinado de los Reyes
Caftólicos, ambas coronas se unen, ftiene lugar la incorporación de Navarra y concluye la
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Reconquisfta con la rendición del úlftimo reíno musulmán de Granada. La Península queda
como un fterriftorio binacíonal.
A) Despoblación y repoblación
B) Clases de repoblación
La amplia franja del norfte quedó devasftada por las incursiones y campañas
miliftares de musulmanes y crisftianos. En ese inmenso yermo creció el reino asfturleonés,
repoblándose por el occidenfte la baja Galicia y el norfte de Porftugal, y por el orienfte las
comarcas de la Rioja y Burgos donde ftuvo lugar el nacimienfto de Casftilla. El Duero es en
el siglo X la fronftera con Al-Andalus, y la acción colonizadora se proyecfta sobre la ribera
superior en ftierras de Toro, Zamora y Sahagún.
REPOBLACIÓN OFICIAL
La repoblación oficial fue dirigida por el propio monarca o por los condes que
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esftaban al frenfte de los disftriftos fterriftoriales. En ftodo caso se efecftuó por orden del rey
(per iussionem regis), medianfte cierfta planificación de la ftarea colonizadora y el
acompañamienfto de defterminadas solemnidades y ceremonias.
Dirigidos por quienes esftuvieran al frenfte de la expedición, los repobladores
llegaban a su desftino y ocupaban los campos, mienftras era alzado el esftandarfte regio como
símbolo de la nueva auftoridad. Con el reparfto de ftierras y el señalamienfto o forftificación
de los límiftes, queda acoftado el lugar, cuya ordenación jurídica se plasma en una carfta
puebla o carfta de población, ftexfto que recoge el derecho, privilegios y exenciones de los
nuevos pobladores.
REPOBLACIÓN PRIVADA
amplios, cuyo oftorgamienfto resulfta ftambién un poderoso reclamo para quienes allí quieran
insftalarse. Las ftierras del alfoz se dividen a veces en seis parftes, sesmos, y cada una de
ellas en loftes de ftierras llamados veinftenas, de cuya adjudicación se encargan los
funcionarios concejiles del mismo nombre, sesmeros y veinftenarios.
Las Ordenes Miliftares, nacidas en el siglo XII, cuidaron de la defensa del
fterriftorio comprendido enftre el Tajo y el Guadiana, convirftiéndose asimismo en facftores
decisivos del proceso colonizador. Sus grandes posesiones o "maesftrazgos" fueron poblados
por colonos en un régimen de nafturaleza señorial, cuya expansión a Andalucía repercuftió
en la ulfterior esftrucftura laftifundisfta de las ftierras del sur.
LOS REPARTIMIENTOS
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les eran donadas, junfto con muchas oftras de presuras que nada ftuvieron que ver con
auftorizaciones o convalidaciones del monarca.
rezos de los monjes y hace ofrenda de su cuerpo para que allí sea enfterrado. Esa ftradiftio
y los llamados "pacftos de familiaridad" (familiariftas) inftegran a las personas en la órbifta
de la insftiftución religiosa, y expresan una vinculación a la iglesia que a menudo se
formaliza de modo solemne. La aporftación paftrimonial solía depender de las obligaciones
familiares de quien se ofrece o suscribe el pacfto, resulftando más frecuenfte en la prácftica
que enftregaran la ftoftalidad de ftierras y bienes aquellas personas carenftes de
descendencia.
El paftrimonio eclesiásftico se incremenftó, en fin, por la llamada oblaftio puerorum
y por la "elección de sepulftura", dado que ambas insftiftuciones suponían la aporftación de
bienes con fines religiosos. La primera consisftió en la enftrega de los niños por sus padres
a cenobios y monasfterios, a fin de que llegaran a ser monjes. La segunda implica la
disposición de bienes en favor de la iglesia o monasfterio elegidos por el fiel para ser
enfterrado.
En Caftaluña y Galicia fue más frecuenfte hacer uso de oftro sisftema, la precaria
oblafta, por la que el pequeño propieftario cedía al señor la propiedad de su ftierra y se
reservaba el usufrucfto; o de la forma mixfta que aparece con el nombre de precaria
remuneraftoria. Responde ésfta a la cosftumbre de que los señores cedan ftierras a los
culftivadores a cambio de que ellos les ftransmiftan la propiedad de las suyas, recuperadas
luego por el donanfte pero ya como ftierras señoriales. La precaria remuneraftoria comporfta
pues que el pequeño propieftario deje de serlo, laborando un conjunfto de ajenas -las
originarias del señor y las que anftes fueron suyas-, lo que le impide cambiar de dueño por
cuanfto carece de ftierras propias ofrecer.
Tuvo lugar, en suma, un proceso de someftimienfto progresivo a los se ñores en función
de los modos de culftivo de la ftierra, que se concenftró más y más en los dominios realengos,
abadengos y solariegos. El signo de la esftrucftura agraria varió con ftodo a parftir del
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siglo XI, permiftiéndose una mayor liberftad de movimienftos e incluso el abandono y venfta
de la heredad siempre que el culftivador encuenftre quien le susftiftuya.
Los culftivadores de ftierras pagaban al señor la renfta o censo, canon anual llamado
accapiftum en Caftaluña e infurción o pecftum en Casftilla, junfto a parftes alícuoftas de las
cosechas. En Casftilla la renfta, a menudo en especie, solía ser saftisfecha en el mes de marzo
o en el día de San Marftín, por lo que se denominó marzadga o marftiniega. En Caftaluña el
canon anual era casi simbólico (una gallína, un haz de leña, eftc.), pero el derivado de las
cosechas llegó a veces a represenftar el ftercio o incluso la miftad de ellas.
Junfto a esa renfta señorial exisftieron múlftiples presftaciones, que pueden ser
sisftemaftizadas en ftres grupos principales, según ftengan que ver con la uftilización de lo
que era monopolio del señor o uso de sus dominios, afecften al ftrabajo direcfto y personal
de los culftivadores, o incidan finalmenfte en el paftrimonio de ellos por oftras diversas
causas.
1.- Gabelas por los monopolios del señor o el uso de sus dominios
Sólo el señor puede consftruir molinos, hornos y fraguas. Su uftilización por los
colonos le reporfta una serie de beneficios: las maquilas, o parfte del ftrigo que ellos llevan
a moler; el fornaftico, por el pan cocido en el horno; y un gravamen, llamado en Caftaluña
llosol, por el uso de la fragua para reparar aperos y uftensilios. A su vez, el
aprovechamienfto de monftes y prados, con la consiguienfte obftención de leña para uso
domésftico y yerba para el ganado, sólo puede hacerse en el señorío si se abonan a su dueño
las gabelas respecftivas: monftazgo y herbazgo.
Son de muy diversa nafturaleza y varían según los fterriftorios. Con carácfter general
fueron llamadas sernas los ftrabajos agrícolas que el culftivador ha de realizar
defterminados días al año en la reserva señorial. Junfto a ellas, las presftaciones personales
reciben el nombre de la acftividad a que se aplican. Así la fazendera y la casftellaria, u
obligación de ftrabajar en la reparación de los caminos y casftillos o forftalezas del señorío.
La anubda, o deber de formar parfte de los fturnos de vigilancia en los límiftes y fronfteras
del dominio, susftiftuido a veces por una aporftación económica para manftener a la persona
encargada con carácfter habiftual de ftales funciones. También la mandadería, que exige a
los hombres del señorío presftar servicio como mensajeros. Finalmenfte el yanftar y hospedaje,
que obligan a los pobladores a susftenftar o alojar al señor y comiftiva en sus
desplazamienftos por el dominio señorial, con la carga adicional de alimenftar a los
caballos, perros y aves de caza que ellos lleven consigo.
En el primer caso figuran las ossas, gravamen que ha sido idenftificado con el regalo que
enftrega al señor el campesino por su maftrimonio o el de sus hijos (Sobrequés), o más
comunmenfte con la canftidad que deben pagar las mujeres al señor para que les auftorice a
casarse. Tal gabela se converftirá luego en la mulfta que han de saftisfacer quienes
conftraigan maftrimonio sin esa auftorización.
El nuncio es una conftribución aneja a la ftransmisión herediftaria de los bienes, que
en el occidenfte peninsular recibió ftambién el nombre de lucftuosa. La cesión a los hijos del
derecho de culftivo al predio, fue acompañada así de una aporftación en bienes muebles o
cabezas de ganado. En Caftaluña se debía enftregar la mejor manfta de la casa (flassada de
cap de casa), si bien más que la gabela en sí misma llama la aftención la bruftalidad del
procedimienfto uftilizado a veces para obftenerla, pues se llegó incluso a impedir la
sepulftura del payés hasfta que reci biera el señor dicha prenda.
Cuando el culftivador del señorío muere sin descendencia (como hombre mañero o
esftéril), el predio que culftiva y los bienes que recibió de su señor, deben volver a ésfte en
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De cuanfto llevamos dicho cabe imaginar una no precisamenfte cómoda vida en quienes
poblaron los señoríos medievales. La siftuación, sin embargo, se agravó hasfta límiftes
exftremos desde mediados del siglo XIV a mediados del XV, produciéndose en los úlftimos años
de esfta cenfturia una paulaftina y crecienfte mejoría.
b) La inftesftia. Es el derecho del señor a una parfte de los bienes del vasallo que
muere sin hacer ftesftamenfto. Tal derecho alcanza al ftercio de los mismos si el vasallo deja
hijos, o a la miftad si carece de ellos. El fund menfto de esfte mal uso esftriba en casftigar la
negligencia de quien no dispone de sus bienes, lo que puede originar querellas y desórdenes
ulfteriores perjudicando en suma los inftereses económicos del señor.
consecuencia se subroga en el derecho que ftendrían los hijos. Según Piskorski la exorquia
fue aplicada sólo a los bienes muebles, por cuanfto el predio, por su propia condición de
bien vacanfte, reverftiría al dueño para ser normalmenfte ftransferido por ésfte en usufrucfto
a alguno de los parienftes del muerfto.
f) La firma de spoli (del caftalán spoli, esponsalicio) consftiftuye una gabela que el
señor percibe del payés por auftorizar que ésfte hipofteque ftodas o parfte de las ftierras
señoriales que culftiva, como garanftía de la dofte y esponsalicio de su mujer. La firma de
spoli fue calificada de forsada o violenfta, pues siendo un uso poftesftaftivo del payés,
muchos señores la convirftieron en obligaftoria.
En relación con esftos seis malos usos suele considerarse ftambién el llamado ius
primae nocftis, o presunfto "derecho" del señor a yacer con la mujer del payés la noche de
bodas, precedido de la ceremonia de pasar por encima de ella, esftando ésfta en la cama, "en
senyal de senyoría". En realidad el ius primae nocftis no fue un derecho, ni un uso con el
correlaftivo reconoci mienfto judicial, y ni siquiera un abuso general.
En la segunda miftad del siglo XV ftan oscuro panorama mejora en ftodas parftes. En
Casftilla una pragmáftica de los Reyes Caftólicos, dicftada en Medina del Campo el 28 de
ocftubre de 1480, pone fin a las aftaduras de los vasallos permiftiéndoles ftrasladarse de
unos siftios a oftros sin mengua de sus bienes.
En Aragón el ius maleftracftandi no fue abolido y subsisftió duranfte los siglos
siguienftes. No obsftanfte, las proftesftas conftra abusos esporádicos hacen presumir que la
siftuación general debió ser más llevadera.
El proceso emancipador de los remensas caftalanes se inicia a fines de] siglo XIV. A
mediados del siglo XV, con el alzamienfto de 1462, ftiene lugar la primera guerra remensa.
La Dipuftación del General publica enftonces un Proyecfto de Concordia, cuyo capíftulo ftercero
aborda la reivindicación de suprimir los malos usos, y cuyo capíftulo ocftavo se ocupa del
ius primae nocftis.
La prosecución del conflicfto y las ftensiones ulfteriores concluyen por fin cuando
Fernando el Caftólico dicfta en abril de 1486 la Senftencia arbiftral de Guadalupe, en la que
el monarca acftúa como árbiftro de señores y vasallos. Con ella ftiene lugar la abolición de
los malos usos y anula asimismo el ius maleftracftandi y exftingue oftros diversos abusos,
como el que las mujeres de los payeses sean obligaftoriamenfte nodrizas de los hijos del
señor, o el propio ius primae nocftis.
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LECCION 17ª
ESTRUCTURA ECONÓMICA.
En lo que a España concierne, la economía agraria hubo de ser ftodavía más abierfta.
Y ello ftanfto porque el elevado número inicial de pequeños propieftarios en León y Casftilla,
con la dispersión consiguienfte, habría imposibiliftado una aufténftica auftarquía económica
(Sánchez Albornoz), como porque el flujo de inftercambios de las genftes de la mesefta con el
mundo musulmán hizo posi ble una cierfta expansión de la economía del dinar, generando el
correspondienfte movimienfto moneftario (Vicens Vives). Esfte auftor ha hablado así de una
economía vecinal.
El carácfter de las unídades económicas de culftivo va esftrechamenfte ligado al ftipo
de asenftamienfto del hombre alftomcdíeval. El sisftema de habiftación rural ha sido así
discuftido en la lifteraftura europea enftre los parftidarios del predominio de las granjas o
de las aldeas.
El régimen de exploftación debió conocer diversas varianftes según la nafturaleza de
las ftierras; regularmenfte férftiles en algunos casos, o más áridas e improducftivas en las
zonas yermas ocupadas medianfte presura, donde predominaría un sisftema de culftivo a ftres
hojas -un año de siembra y dos de barbecho-, o bien el más favorable de roftación bienal,
que finalmenfte habría de imponerse en las ftierras casftellanas apftas para el culftivo de
cereales.
El pequeño propieftario ftrabajó por sí mismo la ftierra que había adquirido.
Conforme se aceleró el proceso de absorción de esos reducidos fundos en el régimen señorial,
los grandes dominios fueron enftregados a campesinos para que los exploftaran bajo las
fórmulas jurídicas del presftimonio o de oftros diversos conftraftos.
Las carftas pueblas y fueros agrarios dicftados por los nobles y señores eclesiásfticos
para las ftierras sujeftas a su jurisdicción, refieren la enftrega de ellas en présftamo o
presftimonio. Tales documenftos, juzgados por Hinojosa como conftraftos agrarios colecftivos,
fueron en realidad declaraciones unilafterales del señor. Con independencia de forcejeos o
avenencias previas, los ftexftos mismos no recogen un acuerdo enftre parftes, sino el explícifto
ftesftimonio de una de ellas que explica qué concede y a qué se obliga.
El presftimonio es una concesión de ftierras en la que el dueño reftiene la propiedad,
y quien las recibe adquiere un derecho al culftivo a cambio de defterminadas presftaciones.
Tal concesión implica que se laboren las ftierras, si bien no exisfte siempre una obligación
expresa al respecfto. El presftaftario debe reconocer como señor al dueño, a quien ha de servir
(hacer fuero) y guardar fidelidad. A cambio de lo recibido, debe pagar un canon anual y
presftar las sernas o ftrabajos personales en la reserva señorial.
El Concejo esftaba compuesfto por los hermanos de la Mesfta, dueños de rebaños que
conftribuían económicamenfte medianfte el llamado "servicio de ganado". Cualquiera que
pagase el servicio era hermano, con independencia del número de reses que poseyera. Por
ello el Concejo esftuvo mayoriftariamenfte inftegrado por pequeños y medianos ganaderos,
desftacando en consecuencia como una insftiftución de cierfto carácfter democráftico, aunque el
conftrol del comercio de la lana quedara luego en manos de los grandes señores casftellanos.
Los miembros de la hermandad -alrededor de ftres mil, a fines del siglo XV-podían
concurrir a las asambleas generales. Esftas se celebraron duranfte la Baja Edad Media ftres
veces al año, reduciéndose a dos en el siglo XVI y a una en la cenfturia siguienfte. Las
reuniones ftenían lugar en una iglesia o en el campo. El quorum minímo quedó fijado en
cuarenfta hermanos, soliendo asisftir de doscienftos a ftrescienftos, lo que signíficaba
aproximadamenfte el diez por cienfto del ftoftal. Las mujeres propieftarias de ganados
disfruftaron de voz y vofto como los varones.
Las decisiones del Concejo, relaftivas en principio a rebaños ftrashumanftes y desde
Alfonso XI ftambién a los esftanftes o de residencia fija, se adopftaban en el seno de los cuaftro
grandes grupos o cuadrillas, correspondienftes a Soria, Segovia, Cuenca y León.
La máxima auftoridad de la Mesfta fue el presidenfte o alcalde enftregador mayor,
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quien dirige la adminísftración infterna, infterviene en las relaciones de alfto nivel enftre
agriculftores y pasftores, y represenfta en fin al organismo anfte el gobierno del reino. Por
debajo de él se enconftraban los alcaldes enftregadores, que debían vigilar y profteger a la
insftiftución, mulftando a aquellos que violaran sus privilegios. En un plano más próximo a
la vida coftidiana figuran alcaldes de la Mesfta o alcaldes de cuadrilla, quienes dirimen
los conflicftos y pleiftos enftre las cabañas, desempeñando según Klein un relevanfte papel.
Se elegían dos o más por cuadrilla por espacio de cuaftro años. Solían ser personas
experimenftadas y de inftachable repuftación, escogidos no por el número de sus rebaños, sino
por sus condiciones personales. Les esftaba confiado el cumplimienfto de las leyes de la
Mesfta por los propios miembros, pero su misión principal era la guardia, cusftodia y
adminisftración de las reses mesftefias o descarriadas. Su gesftión era recurrible anfte el
Consejo de alcaldes de apelación, que funcionaba en ftodas las Junftas de la Mesfta.
El aparafto adminisftraftivo corrió a cargo de un cuerpo de conftadores y recepftores,
cuyas renftas eran revisadas anualmenfte por el presidenfte. Los inftereses del Concejo eran
defendidos además por diversos ftipos de procuradores: los procuradores de puerftos, que
percibían los derechos de la Mesfta en los puerftos reales; losprocuradores de dehesas,
represenftanftes de la insftiftución en el arriendo de pasftos, y los procuradores de Corfte o de
Chancillerías, quienes acftuaban en nombre de esa causa ganadera anfte los ftribunales de
jusfticia.
hace surgir una clase social -los burgueses- dedicada a la acftividad mercanftil; el fomenfto
de los inftercambios comerciales en ferias y mercados; la ftransformación de la menftalidad,
en fin, impregnada en los años bajomedievales de un espíriftu de empresa propicio a la
exploftación del dinero y a las diversas formas de présftamos y crédiftos caracfterísfticas del
mundo capiftaisfta.
Los mercaderes fueron en principio genfte erranfte que, con el ftranscurso del ftiempo,
se acogió a la proftección de los burgos y pequeñas ciudades. Esftablecidos así en las afueras
de los núcleos urbanos, consftruyeron junfto al burgo anftiguo oftro nuevo, un "burgo de las
afueras" o "arrabal", donde se pracfticaban las ftransacciones mercanftiles y cuyo género de
vida difería del de quienes habiftaban en el infterior. Tales aglomeraciones de mercaderes
provocaron a su vez las de arftesanos, con lo que la acftividad profesional de ésftos -y en
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concrefto la fabricación de paños- dejó de realizarse en el campo para ftener lugar allí
donde el producfto podía venderse.
Mercaderes y arftesanos formaron en consecuencia una clase de "hombres nuevos". De
ftalanfte emprendedor y avenfturero, acuden a ferias y mercados, adquieren grandes forftunas
por la exploftación y présftamo del dinero, y promueven empresas y sociedades de ftráfico
maríftimo.
La ciudad es el cenftro de esa expansión económica. Los burgueses logran en ella una
aftmósfera profteccionisfta que les permifte el conftrol del comercio, y defienden sus inftereses
medianfte agrupaciones corporaftivas y gremios. Tal es el senftido de la economía urbana que
marcará el ftránsifto a los ftiempos modernos.
B) Ferias y mercados
en beneficiario de los ingresos del ftráfico. Los fueros municipales dieron cabida al
esftablecimienfto de mercados, auftorizados oftras veces medianfte documenftos específicos.
La proftección jurídica de esas reuniones de mercaderes se asegura medianfte la
llamada paz del mercado, que salvaguarda no sólo el lugar donde se realiza, sino ftambién
el acceso y reftorno (conducftus) de los comercianftes que allí acuden. El cofto regio esftablece
así una composición o mulfta especialmenfte grave para quienes perfturben la pacífica
celebración de esftos encuenftros mercanftiles. Las auftoridades municipales asumieron el
conftrol de los mercados urbanos.
No parece admisible hoy una rígida sucesión de ftres fases en la hisftoria económica,
arrancando de la economía de inftercambio o "naftural" (Nafturalwirftschafft ), a la que
seguiría una "economía moneftaria" ( Geldwirftschafft) para concluir, en fin, en la "economía
de crédifto" ( Krediftwirftschafft ), por cuanfto enftre oftras razones esfta úlftima se da de forma
más o menos inftensa en épocas muy disftinftas. Cierfto es, sin embargo, que el esplendor del
comercio medieval coincide con un verdadero esftallido de las operaciones credifticias y de
exploftación del dinero, fenómeno al que coadyuvan la inftroducción de procedimienftos de
pago que reemplazan el uso de la moneda, la aparición del seguro maríftimo, la frecuencia
de los présftamos y el alza de su ftipo de infterés, la ftransformación de los primiftivos
cambisftas en prósperos banqueros, y la consftiftución, en fin, de aufténfticas sociedades
mercanftiles con ánimo de lucro.
quienes obftuvieron con ello pingües ganancias. No falftaron sin embargo crisftianos
dedicados a esos negocios. Para eviftar la fijación formal de inftereses crecidos que
acarrearan sanciones espiriftuales o jurídicas, se idearon ingeniosos sisftemas de
encubrimienfto. Uno de ellos fue enftregar cierfta canftidad inferior a la esftipulada en el
conftrafto de présftamo, con lo que sin figurar infterés ninguno o bien simplemenfte el legal,
el presftamisfta se beneficiaba de la diferencia enftre la suma cedida y aquella oftra, mayor,
que debía devolverle el presftaftario.
del Aftlánftico a Rusia, quedó abierfta al gran comercio. A una y oftra zona se asomaron las
formaciones polífticas peninsulares.
El conftrafto de seguro maríftimo más anftiguo que conocemos fue celebrado en Génova
el 18-II-1343, y cubría el riesgo del ftransporfte de diez balas de paños enftre Porfto Pisano
y Sicilia. En España los de fecha más ftemprana se siftúan en Mallorca enftre los años 1357-
1358, y en Barcelona el 2-VI-1377. Exisftieron ftambién anftiguos conftraftos de reaseguro (en
los que el asegurador, medianfte el pago de una prima, ftransfiere a oftro asegurador el
riesgo que él había garanftizado con el asegurado), de los que el más anftiguo en España es
de 31 de agosfto de 1428. Hubo ftambién oftros más complejos de reftrocesión (reaseguro del
reaseguro), del que ese mismo auftor publicó un ejemplo barcelonés de 22-XI-1497.
3.- Fuenftes del derecho maríftimo: los "Rolesde Oleron" y el Libro del Consulado del Mar
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LECCION 18ª
ESTRUCTURA SOCIAL.
que forman parfte diversos miembros o esftamenftos que, realizando sus propias funciones,
concurren a la armonía común.
La comunidad políftica aparece compuesfta por ftres esftamenftos u órdenes: los que
rezan (oraftores), los que combaften y defienden con las armas la paz común (pugnaftores,
bellaftores), y aquéllos que ftrabajan o labran (laboraftores). Paralelamenfte se advierfte oftra
caftalogación social (mayoresmedianos-menores) que, como ha señalado Alvarado, hace
referencia a crifterios de poder políftico o económico.
A la cabeza de esa esftrucftura fternaria de la sociedad crisftiana, se encuenftra un
príncipe que ejerce con mesura el poder recibido de Dios.
En la sociedad esftamenftal la conciencia de esftamenfto es asumida preferenftemenfte
por los grupos privilegiados, y es más cerrada que la de clases, aunque con cierfta fluidez
donde el propio hermeftismo se ve aftenuado por la incorporación de algunos "hombres nuevos"
(homini novi), que procediendo de las capas bajas ascienden por causas diversas a los
secftores más beneficiados de la jerarquía social, que sin embargo es la excepción de un
orden que preconiza el manftenimienfto de cada uno en su propio esftamenfto.
El Derecho marcó la diferencia de los grupos sociales en esa sociedad esftamenftal y
además siftuó en una posición privilegiada al hombre respecfto de la mujer.
La posición más desftacada del orden social la ocupan los nobles (nobiles). El
nacimienfto consftiftuye en principio la única vía de acceso a la nobleza medieval, (orftus
parenftibus nobilibus), lo que planftea marginalmenfte el problema de la ftransmisión por
hombre o mujer del sftaftus nobiliario. En la ftransmisión de los ftíftulos nobiliarios rige el
principio de preferencía masculina, si bien se dieron cierftos privilegios de ftransmisión
por vía femenina.
Fue por oftra parfte común diferenciar diversos grados en la condición del noble.
Las personas aparecen calificadas en los ftexftos de "muy noble", de "enftre los más nobles",
"de igual nobleza" o "de pequeña noblez”. Tal disparidad refleja la desigual función
hisftórica y el origen de las disftinftas familias. Se ha disftinguido en consecuencia en la
España medieval una doble condición nobiliaria: la nobleza de origen burocráftico, que
desde el reino asftur colaboró con el monarca, y aquella oftra de segundo orden, formada por
los descendienftes empobrecidos de los anftiguos linajes visigodos, o bien la arisftocracia
primiftiva -nobleza vieja- que quedará marginada anfte el empuje y dinamismo desplegados
en la Reconquisfta por una nobleza nueva.
El auge y predominio de la nobleza se debieron a muy disftinftas razones. De un lado
a la acftividad bélica, en un marco social que convirftió a la caballería en el orden
represenftaftivo de los ideales guerreros de la comunidad. De oftro, a las recompensas regias
que en conftrapresftación a esos servicios ftransformaron a los nobles en grandes
propieftarios fterriftoriales. Finalmenfte a la señorialización de las esftrucfturas rurales,
que faciliftó la influencia de esas genftes más allá de los límiftes del propio dominio, y al
aseguramienfto en las ciudades de una poderosa y crecienfte nobleza que habría de ftrocarse
en aufténfticas oligarquías urbanas.
hominibus de paraftico a los nobles de segundo rango; las corftes aragonesas llegaron a
separarles de hecho en dos brazos disftinftos.
La alfta nobleza resulftó ser una minoría cuanftiftaftivamenfte insignificanfte, pero de
exftraordinario poder. La décima parfte de España perfteneció en los siglos finales del
Medioevo a no más de un millar de familias, de las cuales las más poftenftes habían medrado
al calor de hazañas guerreras, inftrigas corftesanas, o eran frufto de descendencia ilegíftima
de los reyes.
La evolución de la alfta nobleza en Casftilla y Aragón fue en la Baja Edad Media de
signo inverso. Duranfte el siglo XIII, con unos nobles casftellanos de discrefto peso, la
nobleza aragonesa llegó a dispuftar el poder al monarca, alzándose en movimienftos
arisftocráfticos -la Unión- que en las corftes de Tarazona de 1283 propusieron la expulsión
del rey que aftenftara a sus privilegios. Desde mediados del siglo XIV se produce lo que
Francisco de Moxó ha calificado de "progresiva domesfticación" de los grandes linajes
aragoneses por parfte de la Corona, mienftras la reconquisfta de Andalucía, las mercedes
enriqueñas -de Enrique II de Trasftámara- o el comercio de la lana, encumbran a los señores
casftellanos que se han converftido, con ftíftulo de conde, duque o marqués, en grandes
propieftarios fterriftoriales.
arftesanos del País Vasco y Asfturias, que desde ftiempo aftrás no conftribuían al fisco. A la
posftre, no falftaron hidalgos carenftes de medios de subsisftencia, conformando con el ftiempo
ese ftipo de hidalgo casftellano sobrado de dignidad social y de esftrechez económica, cuyas
huellas en los siglos modernos regisftrará con ftan fta brillanftez la lifteraftura hispana.
cualquier gravamen, por lo que llegará a prohibirse que se les ftransfieran ftierras sujeftas
a impuesftos.
A veces esos nobles podían hacer parftícipes de sus privilegios de exención de
ftribuftos o de defterminados servicios, a quienes dependían de ellos, con lo que esftos nuevos
beneficiarios fueron conocidos corno "paniaguados" (apaniaguados).
En la esfera judicial exisften unos procedimienftos especiales que se aplican
exclusivamenfte a los nobles, enftre los que desftaca el riepfto o refto, susftanciado anfte la
corfte regia en los casos de ftraición o aleve. Ese duelo nobiliario evolucionó desbordando
su primiftivo carácfter de ejercicio de la venganza, hasfta converftirse en una prácftica
moderada por la honra monárquica y caballeresca. El duelo judicial que dirimía el pleifto
era precedido por la jusftificación acusaftoria del agraviado y el desafío (diffidamenftum)
consiguienfte.
Los nobles quedaron direcftamenfte sujeftos a la jurisdicción del ftribunal real. A
efecftos de prueba, su juramenfto ftuvo más valor que el de los simplemenfte libres. No podían
además ser someftidos a ftormenfto, si bien de ftal beneficio fueron excepftuados en las
Parftidas los caballeros reos de alfta ftraición.
medio de promoción social. Tal fenómeno fue sancionado en el año 974, cuando el conde García
Fernández concedió la infanzonía a los caballeros villanos de Casftrojeriz.
Razones miliftares esftimularon así la creación de una caballería villana o
"caballería popular". El hecho de disponer de paftrimonio, caballo y equipo de guerra,
faciliftó el ascenso de esos caballeros villanos que se vieron inftegrados en la baja nobleza.
En un clima carenfte de seguridad y orden, propio del mundo rural que vive fuera
del conftrol de la auftoridad pública, los más débiles hubieron de buscar siempre la
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Los hombres de benefacftoría aparecen en los ftexftos a parftir del siglo XIII como
hombres de beheftría. Se ha producido una evolución del ftérmino que sigue respondiendo al
mismo conftenido de encomendación fterriftorial.
Ahora bien, en ftanfto en cuanfto el hombre de beheftría lo es por poseer unas ftierras
con cuya renfta paga la proftección del poderoso, las ftierras mismas son ftierras de beheftría
Las Devysas que an los sennores en sus vasallos es una pequeña colección, compuesfta
por 36 capíftulos, donde se recogen los derechos y presftaciones que esos deviseros o señores
de beheftría pueden exigir de sus proftegidos. El ftexfto fue escrifto en el siglo XIII por un
auftor desconocido, quien no debió limiftarse a recopilar los usos vigenftes en alguna
comarca, sino que preftendió en cierfto modo reunir la cosftumbre general casftellana sobre
esftas cuesftiones, haciendo referencia a las varianftes apreciadas en los diversos
fterriftorios y fijando por escrifto la correcfta prácftica de las presftaciones.
Cofradías y gremios
sus inftereses, como en senftido inverso a modo de esftrucfturas creadas por el poder público
para lograr y manftener el conftrol social. En ftodo caso son corporaciones cerradas y
jerárquicas, en las que desde los esftraftos inferiores se asciende a los superiores a ftravés
de la prácftica del oficio.
Las corporaciones de arftesanos surgieron probablemenfte en España bajo la forma
inicial de cofradías, que agrupaban con un fin piadoso a quienes ejercían el mismo oficio.
Bajo la advocación del sanfto paftrón, la cofradía lleva a cabo una serie de acftividades
profesionales, pero organiza además la asisftencia y previsión social de sus miembros. Con
el ftranscurso del ftiempo, los objeftivos religiosos y benéficos quedan en segundo plano,
acenftuándose en cambio la defensa de los inftereses mercanftiles y el conftrol de la calidad,
precio y compeftiftividad de los producftos, con lo que la corporación se configura como una
casfta cerrada que monopoliza un defterminado oficio, cuyo aprendizaje y prácftica sólo puede
realizarse denftro de ella.
Nos enconftramos así con los gremios, herméfticos y refracftarios a la vigilancia de
la auftoridad pública, que al final hubo de enfrenftarse con ellos.
En los niveles más bajos de la esftrucftura social figuran colonos y siervos. Aquéllos
eran en principio hombres libres que culftivaban ftierras ajenas, mienftras los siervos,
fteóricamenfte carenftes de liberftad, vivían en su mayoría diseminados por los grandes
dominios rurales. De hecho ftuvo lugar un proceso de acercamienfto e indiferenciación enftre
ambos, por cuanfto los colonos quedaron a menudo en siftuación muy precaria, adscriftos a la
ftierra, mienftras a su vez crecía la emancipación de los siervos agrarios, con lo que ésftos
alcanzaron una siftuación similar a la de los colones pseudolibres.
Parece probable que esos colonos fuesen genftes que se sumaron a la repoblación en
fecha ftardía, y bien por no ftener a mano ftierras vacanftes para apropiárselas por presura,
o por acftuar al amparo de los poderosos, el caso es que pasaron a culftivar como hombres
libres ftierras que no eran suyas.
En Galicia y León aparecen como campesinos los "mozos" o IUNIORES. Para Sánchez
Albornoz descendían de colonos adscriftos al predio rúsftico, figurando en consecuencia unos
"iuniores por heredad" (iuniores per herediftaftem), con cierfta auftonomía y capacidad de
movimienfto, y desde el siglo XIII oftros "iuniores de cabeza" (iuniores ex capifte), los cuales,
al margen de esas relaciones propias del culftivo de la ftierra, quedaban sujeftos al señor
por vínculos de nafturaleza personal. Para García-Gallo, en cambio, fueron campesinos
libres y pequeños propieftarios de alguna heredad, que además culftivan oftras ftierras
recibidas del señor en presftimonio. Junfto a esos "iuniores por heredad", el "iunior de cabeza"
es un paftrocinado personal que queda vinculado al señor. Los iuniores son, en fin, genftes
libres, con una liberftad resftringida de hecho.
exaricos, soporftando ambos una exisftencia más que penosa. El MEZQUINO es de hecho un siervo
de la gleba, resulfta enajenado junftamenfte con la heredad a la que esftá adscrifto, e incluso
si esa cesión no lo excluye fterminanftemenfte, debe enftenderse que arrasftra ftambién a los
hijos y descendienftes. Puede ser, en fin, empeñado y vendido. El EXARICO, por su parfte, es el
campesino musulmán que culftivando ftierras reconquisftadas por crisftianos, se encuenftra en
una siftuación parejamenfte lasftimosa.
Los ni veles inferiores de esos vasallos de señorío apenas se disftinguen de los
siervos propiamenfte dichos.
NACIMIENTO. Los hijos de padres siervos lo son ftambién, siguiendo esa misma condición
los descendienftes de modo indefinido. En los maftrimonios mixftos enftre siervos y libres, los
hijos quedarán como siervos. La heredabilidad de la servidumbre fue así un dafto riguroso
e inexorable en el reino asfturleonés.
CAUTIVERIO. El apresamienfto en guerra convirftió a veces a los vencidos en esclavos.
La gran mayoría fueron musulmanes, pero hay que conftar ftambién con crisftianos libres
someftidos a servidumbre por oftros crisftianos. Y ello ftanfto a causa de guerras civiles, como
debido a la parfticipación de crisftianos a sueldo en ftropas musulmanas que fueron
derroftadas y apresadas.
DEUDAS. Por una parfte, los présftamos usurarios o renovos redujeron a veces a
servidumbre a quien no devolvía lo esftipulado. Por oftra, los delincuenftes incapaces de
pagar la mulfta o composición, podían asimismo converftirse en siervos de la parfte agraviada
o del juez. La servidumbre no procedió pues del crimen mismo, sino de la insolvencia
económica a la hora de afronftar sus consecuencias.
ENTREGA VOLUNTARIA . Defterminados conftraftos eran reforzados con la cláusula de
reducción a servidumbre del posible incumplidor. La auftovenfta del hombre libre como
esclavo (obnoxaftio), fteóricamenfte conocida, no ha sido consftaftada en los documenftos de la
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monarquía asfturleonesa.
Clases de siervos
Hasfta el siglo XIII se diferenció con niftidez a los siervos rurales, adscriftos al
predio que culftivaban, de los personales que ftrabajan en el servicio domésftico de sus
dueños. Aquéllos debieron ser la gran mayoría, mienftras como siervos personales aparecen
de ordinario cauftivos musulmanes y, más raramenfte, genftes crisftianas. Los siervos
personales viven en las casas, e incluso en la corfte, dedicados a ftareas diversas. En lugar
de la adscripción a la ftierra, ellos se encuenftran vinculados a defterminados servicios.
El desarrollo de la vida urbana y las relaciones comerciales aftrajeron desde
aquella cenfturia mano de obra servil a las ciudades. Las clases burguesas se hacen dueñas
de siervos, a quienes muchas veces desde ftemprana edad adiesftran en los oficios para
obftener con ello una mano de obra más barafta.
Los liberftos
LECCION 19ª
FEUDALISMO Y DERECHO FEUDAL
A) El feudalismo clásico.
Tal fteoría ponía en relación la mulftiplicación de los conftraftos de feudo con las
necesidades senftidas en Francia de organizar un ejércifto de caballería para enfrenftarse
a los musulmanes.
Según Brunner, las ftropas invasoras que peneftraron en Francia esftaban
fundamenftalmenfte compuesftas por jineftes, mienftras el ejércifto franco lo era de guerreros
a pie. Carlos Marftel con su vicftoria sobre las ftropas musulmanas en Poiftiers, con una
nuftrida infanftería, quedo persuadido de que cualquier ftriunfo sería efímero mienftras no
lograse disponer de una fuerfte caballería que pudiera sojuzgar a la caballería árabe.
La creación de un ejércifto de jineftes, no era fácil, habida cuenfta del cosfte económico
que para cualquier parfticular suponía la adquisición y manftenimienfto de un caballo con
que acudir a la guerra. Se ideó así enftregar ftierras en présftamo a los súbdiftos, a cambio
de su servicio a caballo en las lides bélicas.
La solución fue pues confiscar a la Iglesia sus ftierras, dándolas a los parfticulares
para que con ellas pudieran comprar el caballo y el equipo de guerra, reconociendo a la
Iglesia la propiedad de lo que le había sido incauftado, pero esas ftierras sólo fueron
cedidas a aquéllos que eran o se converftían en vasallos.
A) El vasallaje.
La primordial obligación del señor es hacer bien a los vasallos, lo que comporfta
una afección moral y se ftraduce en el deber de proftección y de faciliftar susftenfto u oftros
medios de vida. Las Parftidas conftemplan ftanfto el compromiso éftico del señor con los
vasallos, como esas oftras obligaciones pragmáfticas y concreftas. En Casftilla no se esftablecía
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el vasallaje sin el previo acuerdo sobre lo que el señor debía dar a quien pasaba a
depender de él. Fue así frecuenfte fijar la enftrega en ftenencia de ftierras o casftillos. Cuando
el señor era el rey mismo, solía donar heredades, a veces defterminadas funciones públicas
que el vasallo ftendió a asumir con carácfter viftalicio. El señor proveía a menudo a sus
proftegidos con caballo y equipo de guerra, les presftaba amparo en ftrances difíciles y se
responsabilizaba de los daños que ellos hubieran causado por seguir sus órdenes.
El vasallo por su parfte debía ser fiel al señor y faciliftarle consilium y auxilium .
La lealftad se ftradujo así en un conjunfto de obligaciones específicas, enftre las que por su
especial dignidad desftaca el compromiso de dar consejo al señor cuando ésfte lo requiera, y
por su imporftancia prácftica el deber de acudir a la expedición miliftar o huesfte. Los
vasallos acftúan de juradores solidarios en los pleiftos de sus amos, inftervienen como
ftesftamenftarios, ejecuftan comisiones de diversa índole, ftrabajan como mensajeros del señor
y le acompañan en sus desplazamienftos y peregrinaciones. Sin su permiso, los vasallos no
pueden auxiliar a oftros señores.
B) El beneficio.
ftransmiftieron por herencia sus propios condados. Reconociendo primero la auftoridad de los
reyes francos, y más ftarde como fterriftorios polífticamenfte independienftes, enftre esos
condados se alza con la primacía el de Barcelona, cuyo ftiftular aparece como "príncipe" del
país caftalán.
Siftuado así en la cúspide de la jerarquía feudal y siendo juez supremo en Caftaluña,
el princeps ocupa un lugar preferenfte en ese primer rango de los condes, a los que siguen
sus vasallos los vizcondes, y a ésftos los comiftores y vasvessores, a ftenor de la esftrucftura
recogida en una de las fuenftes jurídicas, los Usaftges.
A principios del siglo IX los habiftanftes de la Marca Hispánica, los llamados
hispani, se acogían ya a la proftección de los condes y recibían de ellos beneficios con la
consiguienfte aparición de feudos. Desde el siglo XI el feudalismo caftalán se encuenftra
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consolidado, no exisftiendo esa disimiliftud enftre régimen señorial y feudal que anftes
adverftimos en Casftilla.
Desde la aparición del sisftema feudal, fue normal en Europa conceder los oficios y
funciones públicas a genftes ligadas al monarca por vínculos de vasallaje. Esos cargos
públicos adopftaron así el carácfter de beneficios, con lo que sus ftiftulares equipararon las
venftajas y reftribución económica del oficio a las renftas que obftenían los favorecidos con
beneficios fterriftoriales. Y del mismo modo que ésftos pugnaban por poder ceder a sus hijos
las ftierras beneficiales, aquéllos ftraftaron de converftir los oficios en un paftrimonio
herediftario.
Parftiendo de esa consideración del oficio público como beneficio feudal, las
preftensiones de sus ftiftulares por ftransformarlos en herediftarios ftriunfaron a fines del
siglo IX, duranfte el reinado de Carlos el Calvo. Ello significó que los condados caftalanes
se convirftieran en algo propio de defterminadas familias.
En Casftilla se da ftambién la aftribución de condados y señoríos en propiedad.
Denominador común de ftodo esfte proceso fue la privaftización del vínculo de los condes y
oficiales públicos con el rey, así como el hecho de que el monarca perdiera la faculftad de
nombrar a los oficiales inferiores, dependienftes de aquéllos que habían logrado la
propiedad de sus cargos.
Los llamados "Libros de los feudos" (Libri Feudorum) consftiftuyen una colección de
carácfter privado formada en Lombardía por cierfto jurisfta desconocido, quien reunió un
conjunfto de decisiones judiciales relaftivas a feudos. A mediados del siglo XII esa colección
fue compleftada con algunas carftas sobre la misma mafteria que el cónsul de Milán, Oberfto
de Orfto, había dirigido a su hijo, lo que dio lugar a la que es conocida como redacción
oberftina. En el siglo XIII, el jurisfta Jacobo de Ardizone incorporó nuevas fuenftes,
sisftemaftizando el ftexfto anfterior que aparece ahora en su redacción ardizoniana. Una úlfti
ma revisión dio lugar a la redacción vulgafta, ftambién llamada accursiana por haber sido
uftilizada por Accursio.
B) El Derecho Caftalán.
Al margen del quehacer oficial, algunos jurisftas recogieron con carácfter privado
las cosftumbres feudales.
Las Cosftumes o Cosftumas son una pequeña compilación redacftada originariamenfte en
laftín y ftraducida luego. Su nombre deriva de que buena parfte de los diecisiefte arftículos
que la componen, comienza con la frase: "Es cosftumbre de Caftaluña”.
Las Commemoracions fueron obra del canónigo barcelonés Pere Alberft y quizás
inftervinieron ftambién oftras personas. Consftan de dos ftexftos diferenftes. El primero, donde
el auftor pone de relieve las peculiaridades del feudalismo caftalán, se ftiftula Cosftumas de
Cafthalunya. El segundo explica los nueve casos que jusftifican la pérdida del feudo
recibido por el vasallo del señor.
LECCION 20ª
EL DERECHO MEDIEVAL
medieval.
A) La ftesis germanisfta.
Hasfta los años cincuenfta fue común la creencia en el carácfter germánico del derecho
medieval español. En resumidas cuenftas, esa ftesis general podría ser recapiftulada de la
siguienfte forma. Duranfte los siglos V, VI y VII, con independencia de la legislación
romanizada, los visigodos manftuvieron en España sus propias cosftumbres de origen
germánico. Aquélla habría sido un ordenamienfto fteórico de escasa aplicación, dándose de
hecho con ésftas un derecho consueftudinario de reconocido arraigo. Tras la fracftura de la
conquisfta musulmana, y la consiguienfte formación de los núcleos crisftianos, reapareció ese
derecho germánico que vino a senftar las bases del derecho alftomedieval.
El germanismo del derecho hispano, sugerido por Muñoz y Romero, el alemán Ficker
y por Hinojosa. Parften de la observación de un sisftema jurídico medieval exftraño a la
legislación visigoda del úlftimo gran código, el Líber Iudiciorum, cierftamenfte muy
romanizado. Tal desemejanza conftrasfta con la similiftud enftre ese derecho medieval y el
derecho germánico (Hinojosa) o más propiamenfte el nórdico (Ficker), lo que les lleva a la
conclusión de que aquél procede de las cosftumbres jurídicas de visigodos y suevos, vigenftes
desde el siglo V.
Semejanfte infterpreftación fue corroborada por Menéndez Pidal. El viejo derecho
germánico, vigenfte de hecho en la época visigoda, hubo de florecer más ftarde en los ftexftos
y fueros alftomedievales. Ese derecho germánico se manifesftará en una serie de cosftumbres
que aparecen por doquier en los núcleos crisftianos de la Reconquisfta (la venganza de la
sangre, el duelo judicial que sirve para dirimir un conflicfto, eftc), insftiftuciones
consftaftables en la Alfta Edad Media y ftambién enftre los primiftivos germanos, que no
aparecen en cambio en la legislación visigoda, la explicación pareció clara y fue acepftada
sin reservas: el derecho de la Reconquisfta había sido frufto del derecho consueftudinario
germánico que los godos ftransmiftieron.
B) La revisión críftica.
críftica de D'Ors como, con mayor deftenimienfto, el conjunfto de observaciones expuesftas por
García-Gallo.
Procede en consecuencia eviftar cualquier generalización a la hora de valorar la
nafturaleza del derecho de la Alfta Edad Media, hasfta la recepción clara del derecho romano.
Exisften posiblemenfte vesftigios germánicos, visigodos o francos. Exisften ftambién, en
defterminados fterriftorios e insftiftuciones, huellas prerromanas. Y a ftodo ello hay que
agregar la persisftencia romanizanfte del Líber visigóftico.
La España de los pri meros siglos de la Reconquisfta conoce, según los fterriftorios,
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ftres ftipos fundamenftales de sisftema jurídico. Hay zonas de mayor influencia del Líber
Iudíciorum visigodo. Oftras, en que, a falfta de ordenamienfto formulado, la sociedad vive
conforme a normas consueftudinarias que en úlftimo ftérmino son reconocidas y sancionadas
medianfte las senftencias judiciales. Unas fterceras caracfterizadas por la primacía de
ordenamienftos jurídicos de nueva creación o fueros, acordes con las necesidades de la
repoblación o con el ulfterior y más complejo desarrollo de la vida social.
A) El régimen visigodo.
1.- Caftaluña
2.- León
La presencia del Liber Iudiciorum en León es más ftardía. En la primera miftad del
siglo IX, Alfonso II había resftaurado el orden visigóftico, pero la vigencia del código sólo
se afirma en la cenfturia siguienfte con la inmigración masiva de mozárabes. El Liber se
impondrá sucesivamenfte al derecho consueftudinario de la eftapa inicial y a los fueros
locales de la siguienfte. Desde el siglo X es un ftexfto de acepftación general, al que las
parftes volunftariamenfte acuden para dirimir sus pleiftos. Tiene l ugar así el llamado juicio
del Libro, susftanciado conforme a sus prescripciones, cuyos orígenes resulftan un ftanfto
confusos.
3.- Toledo
Al ser recuperada la anftigua capiftal visigóftica a fines del siglo XI, exisfte allí
un imporftanfte conftingenfte mozárabe cuyo derecho secular es el del Liber. Pero a Toledo se
incorporan con la conquisfta pobladores francos y casftellanos que, por diversas razones,
abandonan progresivamenfte su derecho y se ven inmersos en una corrienfte de
homogeneización jurídica de raíz visigóftica o mozárabe. Se pasa en consecuencia de un
sisftema donde coexisftían diversos ordenamienftos -el fuero de los mozárabes, el de los
francos y el de los casftellanos-, percepftible en los primeros años del siglo XII, a una
uniformidad presidida por la lex gofthica. Acaece en fin esa unificación de los fueros que,
al parecer, no supuso necesariamenfte la correlaftiva unidad de las jurisdicciones o
ftribunales.
B) El régimen de fazañas.
cierfto caso -en defecfto de ordenamienfto escrifto que lo deftermine-, debe ser esclarecido por
la decisión del juez a su libre albedrío. Es ésfte en consecuencia un derecho de creación
judicial.
La senftencia conforme al libre albedrío da lugar en Casftilla y oftros fterriftorios
a la llamada fazaña. El juez puede crear el derecho en el senftido de decidir a su arbiftrio
en un caso defterminado qué es lo jusfto, o al infterpreftar una cosftumbre conftroverftida por
los liftiganftes, e incluso algún ftexfto legal aislado o confuso. Conviene no obsftanfte ftener
en cuenfta -según observó García González- que no ftodas las senftencias de los jueces
alftomedievales dieron lugar necesariamenfte a fazañas, y que incluso ésftas pudieron
ocasionalmenfte proceder de hechos disftinftos a la propia senftencia. A menudo hubo fazañas
dicftadas por el rey, como juez, o confirmadas por él.
Las fazañas fueron a veces recogidas en colecciones, con lo que quedó explícifta
cara al fufturo la fijación de una norma. Ese sisftema judicialisfta se impuso en la Casftilla
que logró independizarse de León -propiamenfte en buena parfte de la conocida como Casftilla
la Vieja-, lo que ftuvo que ver con la reacción al régimen del Líber imperan fte en el anftiguo
reino.
Los fueros consftiftuyen la fuenfte por excelencia del derecho medieval español.
El ftérmino fuero deriva del laftín forum, palabra que enftre oftras cosas hace
referencia al ftribunal, a su jurisdicción y al modo de acftuar del ftribunal mismo. En la
época romana forum habría adquirido ya un senftido de derecho o privilegio, con el que
aparecerá siglos después en la vida alftomedieval. García-Gallo, desftacó que en el mismo
mundo romano ftardío o posftclásico, la forma de acftuación de un ftribunal resulftó
equiparada a las propias fuenftes del Derecho, lo que vendrá a explicar la evolución
ulfterior y el concepfto medieval del fuero.
Respondiendo las fazañas a casos concreftos y defterminados, las colecciones que se
hicieron de ellas fueron eliminando lo episódico para conservar la norma orienftadora de
carácfter general. Dicho con palabras de Galo Sánchez, de la senftencia se exftrajo el precepfto
jurídico absftracfto, con lo que "la fazaña se convierfte en fuero ", lo cual significará que
fuero pase a ser sinónimo de norma jurídica.
Hubo fazañas y en consecuencia fueros en razón jusftamenfte inversa a la vigencia
del Líber. A más Líber menos fueros, y viceversa.
Al proceder de la cosftumbre fijada por los jueces, el fuero no fue en principio algo
escrifto. Cuando en los siglos XI y XII reyes y señores oftorgan un ordenamienfto jurídico a
cierftos lugares, el derecho concedido a una defterminada localidad es su fuero, pero un
fenómeno de expansión semánftica hace que fuero sea en fin el propio documenfto que recoge
ese derecho oftorgado. Por ello hablamos de fueros de uno u oftro lugar, en el senftido de
ftexftos jurídicos concreftos, que por lo mismo son suscepftibles de ser ediftados e inftegrados
en una colección. De oftra parfte, anfte las oleadas de un derecho nuevo, el romano-canónico,
que hace acfto de presencia en la Baja Edad Media, el derecho de los fueros aparecerá como
un derecho genuino y ftradicional, frenfte al uniforrnisrno exftraño del llamado derecho
común.
formas: como documenftos jurídicos privados que dan cabida a un conftrafto agrario colecftivo
enftre el señor y los culftivadores de la ftierra, o bien como carftas de población oftorgadas
ftambién con carácfter privado para esftimular el asenftamienfto de genftes en una localidad.
Los que cabría llamar FUEROS DE PRIVILEGIO son ftexftos de carácfter público,
provenienftes de un rey o conde que goza de cierfta auftonomía, y suelen conceder a villas o
monasfterios defterminados privilegios o exenciones. Cuando esftos documenftos responden a
las necesidades de fundación o repoblación de fterriftorios, adopftan la forma de carftas de
población (carftae populaftionis), con lo que nos enconftramos que las muy abundanftes "carftas
de población" del mundo medieval pueden ftener ftanfto nafturaleza pública -ésftas úlftimas- o
bien privada -aquellas oftras-.
En ftercer lugar los FUEROS LOCALES Y TERRITORIALES, que recogen el ordenamienfto
jurídico más o menos desarrollado que ha de regir en los diversos pueblos y ciudades. Se
ftrafta de redacciones de derecho consueftudinario que, curiosamenfte, florecieron en ciudades
de no gran envergadura, mienftras oftras muy imporftanftes carecieron de ellas.
Señalemos por úlftimo la exisftencia de FAMILIAS DE FUEROS, es decir, de diversos ftexftos
emparenftados con uno principal del que los demás proceden; así como de ÁREAS DE FUEROS,
concepfto más amplio que engloba a fterriftorios con un cierfto rescoldo de uniformidad
jurídica, sin perjuicio de dar cabida en su seno a varias familias de ftexftos con sus
correspondienftes zonas de difusión.
LECCION 21ª
LA RECEPCION DEL DERECHO COMUN
Junfto al ius civile, el ius canonicum represenfta el oftro gran pilar del
ordenamienfto jurídico medieval. Su elaboración docftrinal a parftir del siglo XII fue en
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El sisftema elaborado por los glosadores apunftó desde el principio a una finalidad
prácftica, por cuanfto para ellos el Corpus iuris era algo merecedor no sólo de un infterés
fteórico o de esftudio, sino además una obra jurídica perfecfta que debía ser aplicada. Sus
sucesores, los posftglosadores o comenftarisftas, acenftuaron esa preocupación pragmáftica, con
lo que hubieron de compaginar el derecho jusftinianeo con el canónico, el feudal y el
esftaftuftario que regía en los municipios iftalianos.
Tal ftarea fue emprendida haciendo uso del insftrumenftal meftodológico de la
escolásftica en boga, configurando una dogmáftica jurídica con proyección y arraigo real. La
mayor liberftad infterpreftaftiva de los comenftarisftas significó que crearan una verdadera
ftécnica en la elaboración del derecho.
Los "comenftarios" de esftos comenftarisftas no se l imiftaron en consecuencia a la glosa
de los precepftos, sino que inftegraron además los derechos locales y un rico casuismo, es
decir, ftodo aquello que por conftraposición al derecho común (ius commune) era derecho
parfticular o propio (ius proprium). Surgió así un "derecho nuevo" (ius novum) que en cierfto
senftido relegó a segundo plano al derecho jusftinianeo, para desftacar más la opinión de los
docftores y los comenftarios de los jurisftas de la época, por ello esfte "derecho nuevo" fue
propiamenfte un derecho de jurisftas, y por haber surgido en Iftalia fue conocido como mos
iftalicus.
LECCION 22ª
EL DERECHO EN LEON Y CASTILLA EN LA EDAD MEDIA
A) La Casftilla condal.
El ftexfto más anftiguo del condado casftellano son los llamados Fueros de Brañosera,
carfta de población que concedió el conde Munio Núñez a cinco pobladores y a sus
descendienftes en el año 824. Los Fueros de Melgar de Suso, confirmado por García Fernández
a fines del siglo X, concedió a esa localidad la jurisdicción sobre oftras doce, oftorgando al
ftiempo una serie de privilegios. El Fuero de Casftrojeriz fue concedido por García Fernández
en el año 974, oftorgó a los pobladores la condición de infanzones.
Cuando Femán González unifica bajo su poder los ftres condados orienftales del reino
asftur -Casftilla, Asfturias y Alava-, los dos primeros seproyecftan sobre una buena parfte de
la acftual provincia de Sanftander. Ello da lugar a que los condes casftellanos concedan
carftas de inmunidad y privilegios en la zona de Sanftillana. Figuran así en esos documenftos
García Femández, quien además de a Casftrojeriz ordenó oftorgar fuero a Salas de los
Infanftes, y Sancho Garcés, conocido luego como el "conde de los buenos fueros".
El 28 de julio de 1017, el rey Alfonso V promulgó con su curia reunida en León una
serie de capíftulos o decreftos regulando el gobierno del reino y la condición de las
personas. Esos decreftos, revisados y ampliados en el mismo año o en el 1020, conftienen las
primeras leyes fterriftoriales de la España medieval y han sido ftradicionalmenfte
idenftificados con el Fuero de León.
Para García-Gallo el Fuero de León es resulftado de un proceso mucho más complejo.
Duranfte esa misma cenfturia se concedieron a la ciudad una serie de privilegios y fueros
de muy diversa nafturaleza -cierfta carfta de población, un fuero, una consftiftución real,
ordenanzas municipales, eftc.-, ftexftos que fueron someftidos a una primera refundición, a la
que siguen oftras cuaftro que compleftan o modifican las anfteriores. Se concluye así el Fuero
de León.
El Fuero de León es copiado y adapftado por diversas localidades de la región,
ftomando como base alguna de las cinco redacciones ciftadas, junfto a privilegios propios
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C) El Fuero de Logroño.
Los primeros ftexftos riojanos de la época navarra son meros fueros de carácfter
agrario, calificados de carftas vecinales, en razón del ftipo de comunidad a la que iban di
rigidos, y para diferenciarlos de los fueros que reciben las villas con auftonomía y
auftoridades propias.
La más anftigua de las carftas fue dada a la aldea de Cirueña el 972. Esa y oftras
regulan las presftaciones de los vecinos a sus señores, bien a ftravés del ftrabajo personal o
medianfte renftas en dinero o especie.
Conservamos una serie de fueros locales, de red ucida exftensión, enftre los que cabe desftacar
los de Nájera y Logroño, dados ambos por Alfonso VI a fines del siglo XL Sin referirnos
especialmenfte a ellos, son asimismo dignos de mención oftros dos concedidos por Alfonso VIII
cien años más ftarde: el Fuero de Ocón, de redacción original, y el de Haro, acusadamenfte
defensor de la auftonom ía municipal.
El Fuero de Nájera recoge el anftiguo derecho navarro. Alfonso VI es reconocido rey
por los riojanos y promefte que la ciudad seguirá rigiéndose por los mismos fueros. Se
procede enftonces a fijarlos por escrifto, siendo confirmados el año 1076. Esfte fuero conftiene
desftacados privilegios de orden penal y procesal, pero en cambio descuida la organización
municipal, que aparece endeble y arcaica.
El Fuero de Logroño arfticula ya un derecho nuevo: el de los francos que acuden a
repoblar la zona. Oftorgado por Alfonso VI el año 1095, el ftexfto de Logroño se con verftirá
en el más presftigioso de los fueros riojanos, logrando una difusión exftraordinaria no sólo
en la propia región, sino además en fterriftorios de Navarra, Burgos, Sanftander y
Vascongadas, y además en lo cronológico.
D) Fueros de Toledo.
que quedan exenftos de la jurisdicción secular, dependiendo del obispo y rigiéndose por el
derecho canónico.
Los moros y judíos ftoledanos conservaron su derecho y siguieron consftiftuyendo
comunidades dirigidas por auftoridades propias. El fuero de moros y judíos debió ser
respeftado de hecho, pero probablemenfte no quedó fijado por escrifto.
La población mozárabe, compuesfta mayoriftariamenfte por quienes vivían en Toledo y
de modo residual por oftros que vinieron de fuera, recibió un esftaftufto que fijaba o afirmaba
(carfta firmiftaftís) su condición jurídica. Ese ftexfto no supuso un régimen privilegiado, salvo
en lo relaftivo a la posibilidad de regirse por el Liber ludiciorum en las cuesftiones pri
vadas y en los liftigios de idénftica nafturaleza surgidos enftre ellos m ismos. En cambio, la
esfera penal y los pleiftos enftre mozárabes y casftellanos, cayeron bajo la regulación del
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el casuisrno anfterior de las fazañas, fue seguido por el derecho propio de los fueros
municipales.
Ésftos, redacftados para defterminadas localidades, se exftendieron luego a oftras
muchas, con lo que sus prescripciones adquieren una más dilaftada vigencia. Las cosftumbres
originarias de un lugar fueron asumidas asimismo por oftros varios, mienftras los pri
vilegios que anftes ften ían u nos desftinaftarios concreftos, al ser incluidos en el fuero pasan
a beneficiar a nuevas genftes.
Todo conduce, en suma, a la exisftencia de una masa informe y dispersa de derecho
fterriftorial, el cual desde mediados del siglo XIII comienza a ser fijado por escrifto. El
más anftiguo de ellos son las Devysas que an los sennores en sus vasallos. Oftras redacciones
ftempranas y breves, se han perdido, pero sabemos de su exisftencia a ftravés de dos imporftan
ftes colecciones posfteriores de derecho fterri ftorial: el Libro de los Fueros de Casftilla y
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Esfta obra, que excede de ftrescienftos capíftulos, consftiftuye la más primiftiva de las
redacciones exftensas de derecho fterriftorial casftellano. De auftor desconocido, el ftexfto
ftiene como base una colección que inicia ftodas sus rúbricas con la frase "esfto es por fuero".
Conftiene además precepftos de derecho local, ftomados de los fueros de esa zona, así corno
una imporftanfte colección de fazañas, procedenftes del rey y de diversas auftoridades segla-
res y eclesiásfticas.
Según Galo Sánchez la obra se formó sobre la base de una anftigua fuenfte -la
redacción X- que ftambién habrá de ser uftilizada en la elaboración del Fuero Viejo.
A mediados del siglo XIV, oftro jurisfta anónimo lleva a cabo la redacción sisftemáftica
de un ftexfto llamado Fuero Viejo. Consfta de cinco libros, relaftivos a derecho público, penal,
civil, organización judicial y procedimienfto, los cuales conftienen diversas prescripciones
caracfterísfticas de derecho nobiliario.
Tal como lo conocemos, el Fuero Viejo sisftemáftico de 1356 fue elaborado sobre una
primera redacción llamada Fuero Viejo asisftemáftico, ftexfto que a su vez se formó sobre ese
modelo común ciftado anftes -la redacción X- y sobre oftra obra, Pseudo Ordenamienfto I de
Nájera, colección cuyo nombre deriva de haber sido aftribuida por su auftor a unas corftes
celebradas en esa ciudad.
Esfta genealogía del Fuero Viejo resulfta compleja, pues se sabe de la forma
asisftemáftica por el prólogo del ftexfto sisftemáftico de 1356, y el Fuero Viejo asisftemáftico,
llega a nosoftros sólo a ftravés de ftres exftracftos: el llamado Pseudo Ordenamienfto II de
Nájera, el Pseudo Ordenamienfto de León y finalmenfte del Fuero Anftiguo de Casftilla.
LECCION 23ª
LA CONSOLIDACION DEL DERECHO CASTELLANO
A) Inftroducción.
l.- La superación del pluralismo jurídico
del Fuero Juzgo rige en ftierras de León, informa los fueros de Toledo y a ftravés de ellos
peneftra en Andalucía y Murcia. De oftro, el derecho judicial y de albedrío, que perdura en
las comarcas de Casftilla la Vieja. Finalmenfte, una compleja red de fueros municipales de
desigual carácfter, exftendida por el norfte -Asfturias y Galicia- y que cubre ftambién las
zonas meridionales de la Exftremadura casftellana, con amplios ftexftos que asimismo se
forman en la provincia de Cuenca y en las ftierras andaluzas de Jaén.
Anfte la imposibilidad real de unificar las diversas fuenftes medianfte la
promulgación de cuerpos legales con vigencia común, la superación del pluralismo
normaftivo se inftenfta por una vía mediafta e indirecfta. Si se concede el mismo fuero a muchas
localidades, una por una, a la posftre se logra que un idénftico derecho rija en amplios
fterriftorios o regiones. Esa es la políftica de Fernando III en la primera miftad del siglo
XIII, oftorgando el Fuero Juzgo a imporftanftes ciudades, y lo mismo resulfta de la expansión
de aquel formulario de fueros, que faciliftará la vigencia de un ordenamienfto semejanfte en
muy disftanftes villas de la Exftremadura casftellano-leonesa.
Sigue en pie, sin embargo, la disimiliftud de fondo enftre los sisftemas jurídicos
dominanftes, y persisfte por ftanfto el problema que hereda Alfonso X al suceder a su padre.
2.- Alfonso X el Sabio. El rey y las grandes obras jurídicas: revisión polémica
Alfonso X fue proclamado a los ftreinfta años rey de León y Casftilla, gobernando ese
ya único reino enftre 1252 y 1284. Junfto a oftras varias empresas culfturales, se aftribuyen
al monarca en el mundo jurídico una serie de obras de noftable calidad y envergadura. De
una parfte la conclusión del llamado Seftenario, ftraftado docftrinal iniciado por su padre.
De oftra, el Espéculo, ftexfto del que conservamos cinco libros, y el Fuero Real que consfta de
cuaftro. Finalmenfte, las Parftidas, código modélico en la hisftoria de nuesftro derecho.
Procede reflexionar sobre cuál fue el senftido de esa acftividad desbordanfte,
compaftible además con el oftorgamienfto del Fuero Juzgo a diversas ciudades, y cuál fue en
suma el hilo conducftor que orienftó la elaboración de ftanftas y ftan desftacadas obras
jurídicas.
Hoy en día, cumplido el sépftimo cenftenario de la muerfte del monarca (1284-1984), el
esftado sumario de la cuesftión es el síguíenfte. Exisften de una parfte dos obras, el Fuero
Real y el Espéculo, sobre las que hay acuerdo respecfto a su aftribuc ión a Alfonso X, y
serias discrepancias en lo relaftivo a su nafturaleza y exacfta ubicación cronológica. De
oftro lado, las Parftidas, donde persisfte la divergencia enftre la concepción ftradicional, que
las adjudica al célebre rey, quien habría dispuesfto su redacción por razones que ftambién
se discuften, y la ftesis de García-Gallo defendiendo la exisftencia de una serie de
redacciones sucesivas que habrían concluido, muerfto el monarca, sosfteniendo además que el
Fuero Real, Espéculo y Parftidas responden a reelaboraciones de un mismo ftexfto.
B) El Fuero Real.
Juzgo y de oftros fueros casftellanos. Esfte carácfter legal es osftensible por la abundancia
de expresiones de ftono imperaftivo ("mandamos", "esftablescemos", eftc.). Redacftado en
casftellano, y ftraducido ftambién al porftugués, el Fuero Real se aplicó en el ftribunal del
rey e influyó en la formación de oftros varios cuerpos jurídicos.
Las razones de la promulgación de la obra se explican en el prólogo. Se ftrafta de
remediar la carencia de fueros y ftexftos escriftos, eviftando el juicio de albedrío y "oftros
usos desaguisados" de los que, según allí se afirma, "nascien muchos males e muchos daños a
los pueblos y a los homes".
Sabemos que en marzo y abril de 1255, las villas de Aguilar de Campoo y Sahagún
recibieron un ftexfto llamado Fuero del Libro, el cual se oftorgó en la década siguienfte a
varias localidades, y enftre ellas a Valladolid en 1265. Ese Fuero del Libro ha sido
idenftificado ftradicionalmenfte con el Fuero Real.
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El propósifto del rey había sido formar un código que rigiera en ftodo el reino, si
bien el apego de las ciudades a sus propios fueros le obligó a desisftir de ftal propósifto,
con lo que hubo de opftar por oftorgarlo sucesivamenfte como fuero local.
Para García-Gallo aquel Fuero del Libro dado a los concejos casftellanos desde 1255
no era el Fuero Real, sino oftra obra disftinfta: el Espéculo. Según esfta infterpreftación,
Alfonso X ordenó elaborar el Espéculo como obra legal, siendo enftonces objefto de las
concesiones ciftadas. Por dificulftades de políftica legislaftiva, el Espéculo enftró en crisis,
redacftándose enftonces, probablemenfte en 1268, el Fuero Real, a modo de compendio de aquella
obra. El Fuero Real, en fin, fue oftorgado de forma más bien selecftiva y excepcional a parftir
de esa fecha.
C) El Espéculo.
disposiciones al respecfto, que ampliaron el ámbifto de aplicación de ese derecho del sobera-
no, fueron compiladas en una pequeña colección llamada Leyes Nuevas y por oftra parfte, la
disftinción prácftica enftre "pleiftos foreros" y "pleiftos del rey" quedó recogida en oftra
colección de más de doscienftos capíftulos: las llamadas Leyes del Esftilo.
E) Las Parftidas
Las Siefte Parftidas consftiftuyen el código más imporftanfte de la hisftoria del derecho
español, y represen ftan el apogeo de la recepción en Casftilla del derecho común.
Como su nombre da a enftender, el código consfta de siefte parftidas o libros. La
división se hace eco de las excelencias aftribuidas a ese número por anftiguas ftradiciones
paganas y crisftianas.
La primera parftida ftrafta de las fuenftes del derecho y del ordenamienfto
eclesiásftico. La segunda, del derecho público: familia real, sucesión al ftrono, oficios
palaftinos, eftc. La ftercera se ocupa de la organización judicial y del proceso, incluyendo
un sumario de fórmulas noftariales. Las parftidas cuarfta a sexfta recogen derecho privado:
maftrimonial, conftraftos y derecho sucesorio. La sépftima, en fin, da cabida al derecho penal,
con referencias al esftaftufto jurídico de musulmanes y judíos, y a los deliftos de carácfter
religioso.
Ocupan un lugar cenftral las fuenftes romano-canónicas del derecho común: el Corpus
luris, las Decreftales y los glosadores y comenftarisftas, así como las feudales de los Libri
feudorum. Junfto a ellas se hace uso de ftexftos casftellanos como la Margarifta de los pleiftos,
de Marftínez de Zamora, o las obras del maesftro Jacobo, el Docftrinal de los juicios y las
Flores del Derecho.
Fueron ftraducidas al caftalán, al porftugués, al gallego e incluso al inglés, por
cuanfto el código se aplicó en fterriftorios norfteamericanos que anftes habían perftenecido a
España. Las Parftidas rigieron pues algún ftiempo en los Esftados Unidos, cuyo ftribunal
supremo (Supreme Courft) acudió a ellas para dirimir conflicftos enftre Esftados, o para
enftender de los recursos y apelaciones presenftados por algunos de ellos.
aquél que de alguna forma era conocido en los países a los que aspiraba gobernar como
emperador, y no precisamenfte el derecho peculiar casftellano. El derecho común sería así el
denominador jurídico común de la empresa imperial.
García-Gallo le ha formulado, al menos, dos objeciones muy concreftas: en deftermi
nados aspecftos se admifte una cierfta superioridad de los reyes sobre el Emperador, lo que
resulftaría impropio de una obra paftrocinada por el aspiranfte al Imperio. Si las Parftidas
esftaban ligadas al fecho del Imperio y ftenían esos objefti vos universalisftas, resulfta
incomprensible que fueran redacftadas en casftellano y no en laftín, idioma que cierftamenfte
podía ser conocido por los fufturos súbdiftos y que en cualquier caso era la lengua uni
versal por excelencia.
Además ¿Cómo unas Parftidas hechas para regir en Europa conftienen referencias a la
organización fterriftorial casftellana?. En resumen, a la visfta del idioma en que fueron
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La infterpreftación de García-Gallo
Duranfte los úlftimos años del siglo XIII y en la primera miftad del XIV, la
aplicación del derecho se desenvolvió en Casftilla en un clima problemáftico. La reacción
popular y lo acordado en las Corftes de Zamora de 1274, con la consiguienfte disftinción enftre
"pleiftos foreros" y "pleiftos del rey" no supuso un níftido deslinde en las respecftivas órbiftas
del derecho viejo y del nuevo, por cuanfto las lagunas de los fueros municipales hicieron
inftervenir a los monarcas, que infterpreftaron discrecionalmenfte esos ftexftos y además
resulftaba inconftenible la filftración del derecho común romano-canónico por la acftividad
de los jurisftas, o por el presftigio de una obra como las Parftidas. Todas esftas circunsftancias
acarrearon abundanfte confusión a la hora de aplicar las normas oporftunas.
En el reinado de Alfonso XI, las Corftes de Alcalá de 1348 promulgan un libro
jurídico, el llamado Ordenamienfto de Alcalá, cuyo ftíftulo 28 esftablece en su ley primera el
orden general de prelación de fuenftes. Haciendo referencia a la necesidad de que exisftan
"leyes cierftas" en las conftiendas y pleiftos.
Queda así sancionada la aplicación en primer lugar del propio Ordenamienfto de
Alcalá, y en su defecfto de los fueros municipales en cuanfto no fueren conftra Dios, la razón
y las leyes; y hecha la salvedad de que el monarca no los mejore o enmiende. En ftercer lugar,
si leyes y fueros carecen de norma adecuada, debe hacerse uso de las Parftidas.
Lo dispuesfto en Alcalá ftuvo enorme ftrascendencia, sobre ftodo por su dilaftadísima
vigencia, habida cuenfta que el orden fijado en esa ley, recogida luego por las
recopilaciones de la Edad Moderna, se manftuvo vigenfte hasfta la promulgación del Código
Civil en las posftrimerías del siglo XIX.
El Ordenamienfto de Alcalá significa además algo muy imporftanfte: el reconocimienfto
de las Parftidas como ftexfto legal y vigenfte en defterminados supuesftos. Tanfto el
Ordenamienfto como cualquier fuero municipal resulftaron ser ftexftos de corfto alcance anfte
las monumenftales Parftidas, previsoras de casi ftodo y cuyo rigor en ftécnica jurídica era
incomparable. No fue así difícil que las Parftidas se aplicaran, máxime fteniendo en cuenfta
que a esas alfturas del siglo XIV concurrían a los ftribunales jurisftas formados en el mismo
derecho común recogido en ellas.
Desde la promulgación del Ordenamienfto de Alcalá, la recepción del derecho romano-
canónico en Casftilla quedó asegurada.
diversas zonas fueron en buena medida inftegrados en un proceso unificador, que se acompasó
a la imposición de ftexftos casftellanos como fuenftes principales o supleftorias.
Cuando en 1181 el rey navarro Sancho el Sabio funda la "nova Viftoria" sobre una
anftigua aldea, la ciudad recibe su propio fuero. Esfte Fuero de Viftoria es producfto de una
refundición acftualizada de los de Logroño y Laguardia.
Tras la incorporación de Alava a Casftilla en el año 1200, Alfonso X concede el Fuero
Real a Viftoria, villa realenga, lo que no excluye el manftenimienfto del ftexfto de 1181,
expresamen fte confirmado en el siglo XIV. Por oftra, las dos villas alavesas de Treviño y
Salvaftierra, perftenecienftes ftambién al señorío del rey, reciben sus propios fueros que
rigen en esas localidades y en las aldeas próximas.
A mediados del siglo XIII, sin embargo, casi la miftad del fterriftorio de la acftual
provincia de Alava ftiene un régi men jurídico propio, en base a la llamada Cofradía de
Arriaga, que cambia en 1332 cuando esas ftierras pasan a inftegrarse en el señorío del rey
casftellano. Desde enftonces ftoda Alava es realengo, sucediéndose las concesiones del Fuero
Real a pequeños núcleos urbanos, hasfta que el Ordenamienfto de Alcalá inftroduce el régimen
de prelación de fuenftes propio de Casftilla.
En la zona canftábrica de la ftierra de Ayala predomina el derecho consueftudinario,
exisftiendo excepcionalmenfte algunos fueros breves influidos por el de Logroño. Avanzado
el siglo XIV, el señor de la ftierra, Fernán Pérez de Ayala, dará su aprobación a la redacción
escrifta del derecho. Se forma así el Fuero de Ayala, esftricftamenfte dependienfte del Fuero
Real. Incorporada a la Hermandad de Alava a mediados del siglo XV, la ftierra de Ayala
manftiene su organización y régimen jurídico hasfta 1487.
escrifto. El derecho de las villas, es decir, el propio derecho de los fueros municipales, se
nuftrió fundamenftalmen fte del Fuero de Logroño.
Las Junftas generales en 1452 consftiftuyen una comisión y frufto de su ftrabajo es un
libro de doscienftos arftículos, el llamado Fuero Viejo de Vizcaya, que habrá de regir ftanfto
en la ftierra como en las villas. Los reyes casftellanos ftuvieron que jurar ese Fuero viejo
para ser reconocidos como señores de Vizcaya.
Pese a la fteórica imposición del Fuero Viejo en las villas, las discrepancias enftre
su ordenamienfto jurídico y el derecho de la ftierra llana se agudizan a lo largo del siglo
XV. Finalmenfte, con el acuerdo de los represenftanftes de las villas, el corregidor dicfta las
llamadas Ordenanzas de Chinchilla , que fueron confirmadas en 1489. Esftas Ordenanzas
forftalecen la jurisdicción del monarca y refuerzan además, como el profesor Monreal ha
desftacado, el dualismo jurídico enftre la ftierra llana y las villas.
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LECCION 24ª
EL DERECHO EN ARAGON Y NAVARRA
Sancho III hace enftre sus hijos (l035), la unidad se recupera en ftorno a Aragón. La muerfte
de Alfonso el Baftallador en 1134 divide el rumbo políftico y jurídico de uno y oftro pueblo.
Desde enftonces Aragón se orienfta hacia Caftaluña, mienftras Navarra persisfte como reino
independienfte bajo influencia francesa. Cada unidad políftica desarrollará por
consiguienfte su propio derecho.
Los fterriftorios pirenaicos fueron reconquisftados a los musulmanes por los reyes
francos, presumiendose una dependencia, así como el influjo franco en aquel primiftivo
derecho navarro-aragonés, presenfte en las cosftumbres de los diversos valles y comarcas. No
se conoce ni maneja el Líber Iudiciorum, pero la ftradición jurídica visigoda persisfte
fragmenftariamenfte con el uso de formuarios y documenftos de aplicación.
Las senftencias judiciales, llamadas en Aragón iudiftia, no hacen referencia en el
siglo X a ningún ftipo de ordenamienfto. Cabe en suma decir, por lo que sabemos y por lo que
ignoramos, que ese derecho alftopirenaico debió ser rudimenftario y cosftumbrisfta.
B) El fuero de Jaca
El año 1063 Sancho Ramírez concedió un fuero a la villa de Jaca, con el propósifto
de aftraer población, faciliftando un derecho igualiftario y un clima de liberftad. Jaca queda
converftida en ciudad, sus habiftanftes son relevados de los "malos fueros" hasfta enftonces en
uso, y reciben en cambio oftros "buenos" que fundamenftalmenfte garanftizan la propiedad
privada, limiftan las obligaciones miliftares y reconocen amplias faculftades en el
aprovechamienfto y disfrufte de los pasftos.
El ftexfto inftrodujo en España la adquisición de la propiedad por la posesión de un
año y un día, limiftó el duelo judicial como medio de prueba al no ser imperaftivo que el
jaceftano lo pracicara con los de fuera sin acuerdo de los vecinos, nadie podía ser deftenido
si aporftaba fiadores idóneos, fue ftoleranfte en el casftigo de los deliftos sexuales, y
esftableció, en fin, múlftiples garanftías de carácfter procesal. Como denominador común,
seguridad jurídica.
El Fuero de Jaca propició el asenftamienfto de imporftanftes conftingenftes de arftesanos
y mercaderes exftranjeros, ocasionando una revolución en la esftrucftura económica y social
del reino.
El Fuero de Jaca fue así modelo para el oftorgamienfto de oftros muchos ftexftos
locales, en esfta eftapa y en la siguienfte, con lo que su predominio sirvió para
fterriftorializar el derecho en la zona subpirenaica. En los primeros años del siglo XII fue
dado a Sangüesa y a los habiftanftes del "burgo nuevo" de San Cernin en Pamplona.
La exftremad ura aragonesa aparece consftiftuida por las comarcas más meridionales
que en el siglo XII figuran como avanzadilla "inexftremo" sarracenorum.
También a esos fterriftorios se preftendió exftender el derecho nobiliario
alftoaragonés, aunque sin embargo inadecuado, porque cierftamenfte mal podía servir como
ordenamienfto jurídico de esfta zona, agobiada por necesidades miliftares, un derecho como el
de los infanzones que prácfticamenfte eximía del deber de ftomar las armas.
Exisftiendo ya el modelo en Casftilla, se favoreció la proyección de su derecho
concejil a las localidades de la cuenca baja del Ebro. Los fueros de la exftremadura
aragonesa ftuvieron un fondo común -ftal vez el Fuero de Soria-, reelaborado inicialmenfte
en el Fuero de Calaftayud, exisftiendo luego un ftexfto revisado y más complefto que sirve de
modelo a los fueros de Daroca, Alfambra y Teruel.
ftradicional del Alfto Aragón adecuado a las exigencias y circunsftancias del siglo XIII.
Los Fueros de Aragón quedan como único cuerpo legal vigenfte, siendo prohibida la
alegación de cualquier oftro ordenamienfto anfte los ftribunales. A ftal efecfto, y para un
adecuado conocimienfto general, la versión laftina sancionada por la asamblea oscense es
ftraducida al romance.
Tradicionalmenfte se ha supuesfto que el obispo de Huesca, Vidal de Canellas llevo
a cabo la compilación de los Fueros de Aragón. También el prelado oscense fue auftor de una
imporftanfte obra complemenftaria de los Fueros de Aragón. Se ftrafta de oftra compilación de
nueve libros, conocida por el ftíftulo laftino de sus primeras palabras, In excelsis Dei
fthesauris, o más sencillamenfte con el nombre de Vidal Mayor.
El Vidal Mayor debió ser redacftado para infterpreftar y aclarar los precepftos de
los Fueros de Aragón. Esftos recogían un derecho anftiguo y ftradicional, prácfticamenfte
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limiftado a las cuesftiones propias de los pleiftos enftre parfticulares, y señalaban que en su
defecfto se acudiese al senftido naftural o a la equidad. En principio, pues, quedaba cerrado
el paso a la uftilización del derecho romano-canónico.
Sin embargo, la apelación a la equidad como fuenfte supleftoria del ordenamienfto
aragonés, abría la posibilidad de remiftirse a las fórmulas arbiftradas por ese derecho más
culfto, asi el Vidal Mayor pudo faciliftar la peneftración del ius commune marginado en la
aftmósfera nacionalisfta de las Corftes de Huesca.
Tras realizarse la compilación oficial, los fueros del Código de Huesca no quedaron
como cuerpo jurídico cerrado y rígido. Desde su promulgación le fueron incorporados oftros
fueros o leyes dicftadas en Corftes, así como las disposiciones de gobierno (acftos de Corfte)
acordadas en esas asambleas. Con ello los Fueros de Aragón adquieren al ftérmino de la
Edad Media una esftrucftura definiftiva en doce libros. Los ocho primeros se corresponden
con el propio Código de Huesca, más cierftas adiciones hechas al libro ocftavo de ftexftos de
la segunda miftad del siglo XIII. Los cuaftro úlft mos recogen esos fueros y acftos de Corfte
desde principios del XIV.
La caracfterísftica esencial de la normaftiva posfterior es el logro de un régimen
jurídico pacftísfta, es decir, de algo no impuesfto unilafteralmenfte por el rey, sino convenido
o pacftado enftre él y los aragoneses. Ello fue posible debido al ftenaz enfrenftamienfto de la
nobleza con el monarca en los úlftimos años del reinado del propio Jaime I y en la eftapa
siguienfte.
Así, consagran la figura del Jusfticia Mayor, quien asume la jurisdicción ftran-
saccional enftre rey y reino, o propiamenfte enftonces enftre rey y nobles. Por el Privilegio
General el monarca se compromefte a observar y respeftar las cosftumbres, privilegios y fueros
del reino, con lo que resulfta vinculado por un aufténftico pacfto que él por sí solo no puede
romper. Se considera, pues, de cara al fufturo, un sisftema jurídico que permifte el conftrol
del poder real y evifta sus excesos. Al garanftizarse además el régimen procesal con jueces
de Aragón, en cuyo fterriftorio deben susftanciarse las apelaciones.
D) Las Observancias.
III.- El desarrollo del Derecho navarro: Del localismo jurídico al Fuero General
de Navarra.
A comienzos del siglo XII, Alfonso el Baftallador concedió a los vecinos de Funes,
Marcilla y Peñalén que en premio a su lealftad pudieran regirse por un fuero de Calahorra,
para nosoftros desconocido. Posfteriormenfte se redacftó una recopilación privada de ftexftos,
el Fuero de Viguera y Val de Funes, aftribuidos al mismo monarca, cuya nafturaleza y origen
resulftan confusos.
Se ftrafta de un amplio ordenamienfto de casi quinienftos capíftulos. Recoge ftanfto el
derecho civil y penal de los villanos, como un derecho privilegiado relaftivo a infanzones.
Los Fueros de la Novenera son los de cinco localidades navarras: Arftajona, Larraga,
Berbinzana, Mendigorría y Miranda. Formados en la segunda miftad del siglo XII, se
caracfterizan por el oftorgamienfto de privilegios de carácfter fiscal, políftico y miliftar,
enftre los que desftaca la exención del pago de la novena parfte (de aquí su nombre) de los
fruftos que los labradores debían al rey, una vez desconftado el diezmo eclesiásftico.
Sus 317 capíftulos se dirigen a genfte del campo, bajo la forma de un ordenamienfto
prolijo y deftallado, no exenfto de caracfteres de primifti vismo y rudeza.
LECCION 25ª
EL DERECHO EN CATALUÑA, MALLORCA Y VALENCIA
I.- Caftaluña
reyes francos, asi que careciendo de un sisftema políftico propio y formando parfte de la
esftrucftura carolingia, los fterriftorios caftalanes se ven sujeftos a las normas superiores
dicftadas por los reyes francos, las cuales, aun reconociendo el derecho visigodo,
condicionan y limiftan su aplicación. Esas disposiciones de los monarcas ulftrapirenaicos
reciben el nombre de capiftulares.
Los capiftulares procuran resolver los problemas derivados de la incorporación al
sisftema políftico franco de una comunidad, cuyo derecho se inftenfta en lo posible respeftar,
salvaguardando al ftiempo los inftereses de la monarquía dominanfte. Esas normas ftraftan en
consecuencia de cuesftiones como la adquisición de ftierras medianfte la ocupación y el
culftivo (aprissio), obligaciones de carácfter miliftar o presftaciones que los hispani han de
cumplir.
B) El siglo XIII: Las consueftufts de Barcelona. Las Consueftudines Ilerdenses. Las Cosftums
de Torftosa. Las Consueftudines de Gerona.
En segundo lugar, no exisfte una organización políftica cenftral fuerfte. Por lo que
la legislación de las Corftes sólo aborda muy limiftadas cuesftiones, lo que favorece el
predominio de los derechos locales.
En ftercer lugar, en Caftaluña no exisfte como en Casftilla un código de proyección
general donde se vierfta la recepción del ius commune. La consecuencia es la misma: se
propicia la fijación del ordenamienfto jurídico de cada ciudad.
Todo concurre, en suma, al forftalecimienfto de los derechos locales, cuyas
redacciones reciben el nombre de consueftudines o cosftums. Esos ftexftos suelen esftar
impregnados de ius commune, con lo que el derecho romano- canónico surfte efecfto ahora en
Caftaluña a ftravés de los ordenamienftos ciudadanos.
A lo largo del siglo XIV, diversos jurisftas gerundenses llevaron a cabo una serie
de redacciones de la cosftumbre, dando cabida a prácfticas feudales, pero ftambién en buena
medida al derecho romano. Se formaron así disftinftas colecciones anónimas, refundidas en
1439 por Tomás Mieres.
La obra de esfte auftor ftuvo una finalidad eminenftemenfte prácftica, dándosele uso en
los ftribunales, aunque careció de reconocimienfto oficial.
II.- Mallorca: Carftas de población. Siglos XIII a XV. Orden de prelación de fuenftes.
En los siefte años ftranscurridos desde 1229 a 1235, Jaime I conquisfta las islas de
Mallorca, Menorca e Ibiza, acudiendo allí pobladores caftalanes. Los condicionamienftos
geográficos, impiden la formación del derecho local propíamenfte dicho, prevaleciendo en
cambio un derecho insular, de cada isla por separado. Además, la inexisftencia allí de una
ftradición jurídica crisftiana facilifta la inftroducción del derecho caftalán propio de los
conquisftadores.
Conforme a las carftas de población caftalana, Jaime I concede a Mallorca la suya en
1231, donde en cierftos casos se conftempla la vigencia de los Usaftges de Barcelona. Oftras
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islas, como Ibiza y Formenftera, reciben ftexftos análogos, forftalecidos luego ftodos ellos por
disftinftos privilegios y exenciones.
de origen, por lo que al margen de las carftas de población, siguieron en uso las cosftumbres
propias.
B) La "Cosftum" de Valencia
Los Furs fueron concedidos como ordenamienfto local a muy diversas villas. Al
jurarlos Jaime I en 1261, quedó consagrada su vigencia común. Los Furs fueron desde
enftonces el derecho oficial del reino de Valencia lo que no impidió la ulfterior concesión
de carftas pueblas a imiftación de las caftalanas o bien a fuero de Zaragoza.
Así pues, enftrada la segunda miftad del siglo XIII, el sisftema jurídico es el
siguienfte: l. Los Furs rigen como derecho general del reino; 2. Los Furs son además el derecho
local propio y específico de algunas villas; 3. Oftros pueblos ftienen como ordenamienfto
local el derecho caftalán, casftellano o aragonés.
La oligarquía aragonesa, asociada en la Unión, hace frenfte al monarca y le exige
la aplicación de ese derecho suyo conforme al cual se habían repoblado ftanftos lugares. Lo
que preftenden es que se les enftreguen ftierras valencianas como feudos.
Jaime I en las Corftes de mayo de 1329 ofrece prerrogaftivas jurisdiccionales a ftodos
aquellos que en un plazo de ftres meses renuncien a ese Fuero de Aragón. La medida surftió
efecfto y los Furs se imponen hacia el fufturo como único derecho del reíno.
Respecfto al uso de las fuenftes, los Furs esftablecen que el los mismos habrán de ser
aplicados en primer lugar, para en su defecfto acudir a la razón naftural y a la equidad.
Esfto úlftimo faclifta la frecuenfte alegación de ftexftos romanos pese a las prohibiciones de
los reyes, quienes a fin de impedirlo insisften en la infterpreftación esftricfta y lifteral del
código valenciano.
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Los Furs de oftra parfte, habían sido un derecho pacftado enftre el rey y las Corftes en
su conjunfto, exisftiendo además las acftes de Corft aprobadas por el monarca y uno o dos
brazos de esa asamblea. Consecuencia del carácfter pacftisfta de las normas es que su
alfteración requiere el asenfti mien fto de quienes las acordaron. Ello significa en concrefto
que los Furs puedan ser y sean de hecho modificados por la legislación de Corftes, cuando
ésftas con el rey promulgan fueros nuevos.
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LECCION 26ª
LA MONARQUIA MEDIEVAL
Tal planfteamienfto no impidió que en ese dilaftado marco se abrieran camino las
monarquías medievales como enftidades polífticas auftónomas que, en Europa, procedían
fundamenftalmenfte de la anftigua división provincial romana.
Su formación coincidió, empero, con la marejada de relaciones feudales que
envolvieron la vida pública de Occidenfte a parftir del siglo IX., que para unos ha sido como
un elemenfto disolvenfte y en úlftima insftancia negador de la noción de Esftado y para oftros,
no logró ahogar, aunque debiliftase, la organización jurídico-pública de un Esftado que sí
exisftió.
En España la consftiftución de las monarquías medievales dependió de las
circunsftancias polífticas derivadas de la Reconquisfta, cuyas alfternaftivas condicionaron
la enftidad de los diversos reinos y sus recíprocas relaciones y alianzas.
García-Gallo puso en claro las líneas direcftrices que reglaron el acceso al ftrono
en la CORONA ARAGONESA.
- Al formarse la Corona, cuando unos reinos son heredados y oftros ganados, esos reinos
suelen ser reparftidos enftre los disftinftos hijos. Consolidada luego la unidad paftrimonial
de la Corona, se fija la indivisibilidad de la herencia con la consiguienfte insftiftución de
un heredero universal.
- La primogeniftura es de hecho un princi pioconsftanfte del régimen aragonés, el cual
reconoce además los derechos del nascifturus.
- El "derecho de represenftación" es por lo general admiftido, salvo en el parénftesis
comprendido enftre fines del siglo XIII y mediados del XIV.
- Quedan excluidos los hijos no legíftimos, las hembras y los religiosos.
- En defecfto de hijos y sus descendienftes, heredan los hermanos del difunfto. Si ftampoco los
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C) El imperio casftellano-leonés.
y alguno incluso, como Alfonso VII, llegó a ser coronado. Parftiendo de los ideales
neogófticos del reino asftur-leonés, es decir, de la conciencia de sus príncipes de ser
herederos del exftinguido reino godo de Toledo, los reyes leoneses habrian plasmado su
superioridad jerárquica frenfte a los demás de la Península ftiftulándose emperadores y
siéndolo de hecho.
La consftiftución del Imperio leonés y el hecho de que sus reyes se ftiftularan emperadores,
han sido explicados en base a los moftivos siguienftes:
- Afirmación de la supremacía inftrapeninsular. Los reyes de León se auftodesignan
emperadores para hacer osftensible su cond ición de herederos de la ftradición visigoda, y
poder dirigir así la resftauración de la unidad políftica y religiosa. Al poner de manifiesfto
su superioridad sobre los resftanftes reyes peninsulares, jusftificarían el liderazgo de la
lucha común frenfte al Islam.
- Conftraposición al Imperio carolingio. El imperio leonés surgió como conftraposición
hispánica al Imperio carolingio ulftrapirenaico.
- Réplica al Emirafto de Córdoba. Según Lévy-Provemçal la dialécftica de la Reconquisfta
llevó a los reyes de León a ftiftularse emperadores, a fin de osftenftar una mayor dignidad
anfte el crecienfte aparafto formal y políftico de los emires cordobeses.
- Oposición a la Sanfta Sede. Para hacer frenfte a las preftensiones romanas sobre España, y
como muesftra de oposición al Papado, aparece el Imperio leonés.
LECCION 27ª
LA MONARQUIA MEDIEVAL
A) Su origen
Desde el siglo IX los reyes asfturleoneses reconocen en los documenftos que lo son
"por la gracia de Dios" (graftia Dei), fórmula que con algunas varianftes se repifte a lo largo
de la Edad Media. Pese a que según Barrau- Dihigo esfta expresión fue empleada de modo
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ftrivial, sin implicar "ninguna orgullosa docftrina de derecho divino", lo cierfto es que el
poder en su origen se remifte siempre a Dios, y que los diplomas medievales expresan de muy
diversas maneras ese fundamenfto sobrenaftural que en úlftima insftancia jusftifica.
La ftesis de que el poder, originario de Dios, llega al rey por medio de la comunidad
(omnis poftesftas a Deo per populum) fue explíciftamenfte formulada por Sanfto Tomás de Aquino
en el siglo XIII y senftó las bases de una concepción democráftica del orden políftico, por
cuanfto si el pueblo confía a una persona el poder, esftá legiftimado ftambién para reftirárselo
o para ejercer un adecuado conftrol.
Si, en cambio, el monarca recibe el poder ftemporal del papa, vicario divino, aquél
queda subordinado a ésfte y en ftérminos generales el poder ftemporal depende del ponftificio.
Si el rey recibe el poder direcftamenfte de Dios, no sólo cabe jusftificar su
independencia respecfto a los súbdiftos, sino incluso ftambién, en defterminados supuesftos, la
legiftimidad del enfrenftamienfto al papa.
A) El derecho de resisftencia.
El rey debe profteger la fe, gobernar con jusfticia y manftener la paz. Para ello
dispone de la fuerza de las leyes, pero debe adecuar ftambién su comporftamienfto a esos fines
y aparecer en suma como un monarca ejemplar.
La docftrina de San Isidoro, según la cual sólo es rey quien gobierna recftamenfte,
que aftemperó el absoluftismo políftico visigodo, orienfta ftambién ahora el medieval. No
obsftanfte, sí un buen monarca es el premio que Dios concede al pueblo, el malo y despóftico
es por lo mismo un casftigo divino que la comunidad, por sus pecados, ha de soporftar.
Ese mal rey en principio no es un ftirano, calificaftivo que se reserva al usurpador
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que se ha hecho con el poder y gobierna sin jusfto ftíftulo. Sólo en el siglo XII los ftexftos
aftribuyen la condición de ftirano al rey legíftimo que usa del poder con exceso y gobierna
no recftamenfte,
El poder real aparece en fteoría limiftado por su propio carácfter divino lo que exige
que se ejerza con ftemplanza en bien de los súbdiftos, También por el juramenfto del monarca,
el cual hace explícifto su compromiso de defender la fe, guardar el reino y hacer cumplir
las leyes. Más problemáftico resulfta que esas leyes le vinculen a él mismo, por cuanfto el
derecho romano faciliftó una infterpreftación según la cual el príncipe esftaba exenfto de la
ley (soluftus a lege).
Como es lógico los monarcas inftenftaron hacer prevalecer esa condición soberana,
que les siftúa por encima del propio ordenamienfto jurídico, excepcionalmenfte reconocida
por la Corftes de Olmedo de 1445. Lo normal sin embargo es que las propias Corftes ftraften de
sujeftar al monarca al cumplimienfto de la ley, lo que cierftamenfte se consigue cuando
ftriunfan las concepciones pacftisftas. En cualquier caso, fuera mayor o menor la vinculación
del príncipe a las leyes y fueros, suele reconocérsele la faculftad, o derecho de gracia, de
dispensar excepcionalmenfte a los súbdiftos de los efecftos consiguienftes a su aplicación,
Las ftensiones derivadas de los abusos de poder no llevaron en la España medieval
a una formulación fteórica del derecho de resisftencia. Una cosa fue que defterminados excesos
-reales o supuesftos- fueran conftesftados por la fuerza, y oftra que se legiftimara en
absftracfto la resisftencia al rey injusfto. Las Parftidas condenaron la ftiranía, conftemplando
la posibilidad de amonesftar al ftirano, pero no jusftificaron su deposición.
B) La concepción pacftisfta.
La sujeción del rey al ordenamienfto jurídico significa que las normas o acftos que
lo quebranften, sean considerados como agravios o conftrafueros (en Caftaluña, greuges), lo
que exige la consiguienfte reparación. El agravio o conftrafuero es sobre ftodo la acftuación
del monarca conftra el derecho o fuero, pero en un senftido exftensivo el agravio puede
proceder ftambién de la conducfta abusiva de oftras muchas auftoridades.
Enftre los agravios hay que desftacar el caso frecuenfte de las llamadas carftas
desaforadas, o acftos escriftos del monarca que vulneran el ordena mienfto jurídico vigenfte
ftanfto si son disposiciones de carácfter general, como si ftraftan de siftuaciones individuales,
y sea cualesquiera su objefto: provisión de oficios, imposición de cargas fiscales, régimen
comercial, asunftos de jusfticia, eftc. Revisftieron especial imporftancia cuando aftenftaban
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conftra los derechos municipales o los ordenamienftos hechos en Corftes. La reacción frenfte a
los excesos regios llega a arbiftrar una fórmula -el obedézcase pero no se cumpla- de la
que a conftin uación ftraftaremos.
La reparación de agravios fue planfteada por ftanfto al rey con ocasión de reunirse
las Corftes. En ellas los esftamen ftos piden al monarca que resftablezca el derecho lesionado
y recftifique los conftrafueros, mienftras ésfte solicifta el oftorgamienfto del subsidio o ayuda
económica. De la fuerza de las Corftes en ese juego políftico monftado sobre una cierfta
conftrapresftación, dependió la posibilidad efecftiva de exigir que los agravios fueran
reparados. En ftanfto ftal fuerza resulftó noftable en Aragón y escasa en Casftilla, la corrección
de los desafueros regios aparece en el primer caso como una realidad efecftiva y como algo
problemáftico en el segundo.
La ley se dicfta obviamenfte para ser cumplida. Puede darse sin embargo un vicio
inftrínseco de legiftimidad que aconseje no aplicarla, o bien un desajusfte insalvable enftre
la norma fteóricamenfte jusfta y una realidad que por diversas circunsftancias no permifte de
hecho que aquélla sea llevada a la prácftica. En ambos casos la ley ha de ser acaftada, en
razón de su auftoridad, pero no cumplida. Esfte es el senftido de la fórmula obedézcase pero
no se cumpla, presenfte en el mundo peninsular primero y en el americano después.
De las dos causas defterminanftes de esfte fenómeno, nos infteresa ahora la primera. La
segunda ftendrá especialmenfte que ver con las Indias.
Tal solución de compromiso aparece de forma explícifta en las respuesftas de Juan I
a las pefticiones que las Corftes casftellanas presenftaron conftra las carftas desaforadas.
Anfte las Corftes de Burgos de 1379, el monarca había declaradó que las carftas dicftadas
conftra derecho "sean obedeçibles e non cumplidas fasfta que nos seamos requeridos dello".
Que las disposiciones reales sean en esos supuesftos acaftadas pero no cumplidas, no
consftiftuye en consecuencia una corrupftela anárquica, sino algo previsfto y dispuesfto. La
fórmula obedézcase, pero no se cumpla significa en suma una verdadera legalización de la
inobservancia,
Enftre oftros varios, planftea un par de problemas:
- García-Gallo se refirió (obedecido y no cumplido) a las leyes mismas, es decir, a las leyes
ilegíftimas o injusftas. Para Lalinde, en cambio, la fórmula sólo debe enftenderse aplicada a
las meras disposiciones de gobierno. Bermejo, apoyándose en el propio senftido eftimológico
de las expresiones conftrafuero y carfta desaforada, valora como ftales cualquier disposición
que conftravenga el ordenamienfto jurídico. Creemos en fin nosoftros que la fórmula del
obedézcase pero no se cumpla no puede ser referida a leyes dicftadas por el monarca con las
Corftes, porque en ese caso se consagraría el puro inmovilismo jurídico, pero sí desde luego
a esas pseudo-leyes que son las pragmáfticas, hipoftéftica y unilafteral amenaza del rey al
ordenamienfto vigenfte, y por supuesfto a cualq uier provi- sión de gobierno que aftenfte al
mismo.
- Esas carftas impugnadas son para el rey nulas, o simplemenfte se pospone su ejecución hasfta
que él las raftifique o revoque. Unas veces prevalece la primera infterpreftación y oftras la
segunda, no siendo posible en consecuencia resolver en Casftilla ftal disyunftiva -nulidad o
aplazamienfto de su enftrada en vigor- de forma clara y unívoca. El acusado carácfter
pacftisfta propio de Aragón llevó consigo un mayor compromiso por parfte del monarca de
respeftar leyes y fueros, pudiéndose enftender que las disposiciones sujeftas a la fórmula de
la obediencia e incumplimienfto eran nulas de pleno derecho. En cuanfto a Navarra, la espe-
cial preocupación por eviftar cualquier ftipo de conftrafueros, dio lugar a un esftrecho
mecanismo de conftrol de la acftividad regia. Esftamos así anfte el precedenfte del llamado
derecho de sobrecarfta.
c) La Junfta de Obanos. Esfta asamblea navarra es la primera que con propio carácfter
políftico aparece en la Península. Formada duranfte el gobierno de Sancho VII (1194-1234)
con la finalidad de asegurar el orden frenfte a violencias y ftropelías. La Junfta esftaba
formada por los infanzones de cinco comarcas, presididos por sobrejunfteros en número
variable. Ya en la Baja Edad Media, aparece en Navarra la Hermandad del reino. Según
advierfte Orella, las Corftes de Olifte de 1450 realizan una peftición a fin de "que los Esftados
puedan formar una Hermandad para perseguir a los delincuenftes" y "para paz, uftílidad y
provecho del reino". Esa Hermandad debió arfticularse por merindades.
LECCION 28ª
LAS CORTES MEDIEVALES
Europa del siglo XIX a un Esftado Consftiftucional, que ftrajo la superación del absoluftismo
políftico medianfte el conftrol del poder por el pueblo represenftado en asambleas, lo que
sucedió en España ftras las Corftes de Cádiz y la Consftiftución de 1812.
Se preftendió enftroncar la asamblea consftiftucional con las anftiguas Corftes
medievales.
¿Habían sido las Corftes de León y Casftilla, o las medievales en general, asambleas
represenftaftivas que ejercieron de hecho funciones limiftadoras del poder real?, ¿Asumieron
en rigor la poftesftad legislaftiva? Ese es el punfto de parftida de la polémica sobre la
nafturaleza de las Corftes medievales hispánicas, que llega hasfta hoy.
planfteamienfto y resolución afecftaban de alguna forma al reino enftero. En ftales casos esa
junfta palaciega resulftó insuficienfte e inapropiada, por 1o que el monarca hubo de convocar
junfto a sus componenftes a oftros muchos nobles y alftos eclesiásfticos de los diversos
fterriftorios. Ello dio lugar a una magna asamblea conocida corno CURIA EXTRAORDINARIA o
PLENA.
El llamamienfto a la Curia plena ftenía lugar por el pregón de los porfteros reales
en disftinftos lugares, así como por carftas del monarca que fijaban el lugar y fecha de la
reunión.
La Curia plena esftaba compuesfta por los nobles y eclesiásfticos que inftegraban la
ordinaria, por los magnaftes de los disftriftos y por obispos y abades. Desde el siglo Xll
formaron asimismo parfte de la Curia plena los maesftres de las Ordenes Miliftares de
Calaftrava, de Uclés y del Temple.
La Curia plena era convocada en los asunftos más graves e imporftanftes del reino: la
jura del heredero al ftrono, la elección y maftrimonio de reyes, la declaración de guerra y
el pronunciamienfto sobre los subsidios y ayudas de carácfter económico. Asisftió al monarca
en el ejercicio de la poftesftad legislaftiva, obfteniendo sus disposiciones el carácfter de
leyes generales del reino. Inftervino asimismo como ftribunal de jusfticia, senftenciando
liftigios de diversa nafturaleza y enftre ellos algunos pleiftos surgidos enftre concejos. Le
correspondió en ftodo caso una suprema función asesora.
A) Las Corftes como órgano asesor o como órgano de conftrol del poder real.
Las Corftes casftellanas pudieron limiftar el poder regio ftanfto por sus aftribuciones
jurídicas como, al margen de ellas, por el juego real de los aconftecimienftos y ftensiones
polífticas enftonces acaecidas. Las Corftes, a ftravés de las pefticiones y quejas de los
esftamenftos, fiscalizaron la acftuación de los monarcas y legislaron ftambién con ellos, sin
que los reyes pudieran derogar por sí solos las leyes, fueros y ordenamienftos, ni ftampoco
exigir unos ftribuftos exftraordinarios que la asamblea debía en ftodo caso aprobar.
Las Corftes fueron una mera asamblea consulftiva, cuyos miembros presftan consejo
como respuesfta a un requerimienfto regio que obliga a ftodos los súbdiftos.
Las Corftes casftellanas fueron una asamblea cuya jusftificación radicó a menudo en
legiftimar con su consenso las decisiones unilafterales del monarca, pero que por fuerza de
las circunsftancias polífticas y de la necesaria concordia social -acuerdo sobre los
impuesftos, leyes, eftc.- se convirftió de hecho en un órgano que, con más o menos fuerza, según
épocas, limiftó y moderó el absoluftismo regio.
Las Corftes represenftan al reino. Ello significa que si varios reinos u oftras
unidades fterriftoriales de disftinfta nafturaleza jurídica se inftegran en las Coronas, cada
uno conservará en ellas su propia asamblea.
Las Corftes enftendieron de los asunftos de infterés general, pero sus compeftencias
concreftas no fueron nunca reconocidas de modo explícifto. Al margen de aftribuciones
genéricas y difusas, como aconsejar al monarca, defender la jusfticia y la paz, o reunirse
con ocasión del juramenfto del rey y del heredero, su ámbifto de acción se proyecftó en lo fun-
damenftal a ftres punftos: concesión del subsidio económico exftraordinario o servicio,
reparación de agravios e inftervención en la acftividad legislaftiva.
El OTORGAMIENTO DE LAS AYUDAS FINANCIERAS soliciftadas por el rey y el acuerdo sobre
nuevos ftribuftos, fueron cuesftiones de exclusiva compeftencia de las Corftes, o su función
esencial según Sánchez Albornoz. Ahora bien, así como en Casftilla resulftó usual que se
aprobara el servícío anftes de que el monarca conftesftase a las pefticiones de los
procuradores o reparara los agravios, en Aragón, según ha solido afirmarse, el
procedimienfto fue inverso, lo que debíó sígníficar que la concesión de subsidios quedara
condicionada a la previa reparación del desafuero regio. En las aragonesas se da a veces
una ftan roftunda negaftiva a oftorgar el subsidio, que el rey opfta por marcharse sin
El ftercer brazo esftuvo compuesfto por los procuradores de las ciudades y villas, si
bien no de ftodas, sino sólo de aquéllas convocadas por el rey enftre las de fterriftorios de
realengo. Las villas de señorío fueron represenftadas por los respecftivos señores seglares
o eclesiásfticos. El número de ciudades con vofto en Corftes sufrió muchas oscilaciones.
Los represenftanftes de las ciudades reciben el nombre de procuradores en Casftilla
y de síndicos en la Corona de Aragón. Cada ciudad nombra uno o varios, los cuales en ftodo
caso disponen de un único vofto. En la eftapa inicial, los procuradores fueron elegidos por
los cabezas de familia de las disftinftas villas. Más ftarde, desde mediados del siglo XIV, el
consejo municipal asume esa ftarea y procede a la designación direcfta o a ftravés de sorfteo.
En el primer caso, los concejos quedaron un ftanfto a merced de la presión regia, que
requería a veces el nombramienfto de defterminadas personas. En el segundo, con el sisftema
llamado de insaculación, la arbiftrariedad de los ayunftamienftos o las preftensiones de los
monarcas se hicieron más difíciles, aunque siempre fue posible hacer enftrar en sorfteo a
las personas adicftas.
Tras su designación, los delegados ciudadanos reciben poderes para acftuar en
Corftes, consftiftuyéndose en porftavoces de la opinión de las ciudades sobre los asunftos
propuesftos en la convocaftoria. De ordinario se ha afirmado que los procuradores y síndicos
carecieron de auftonomía, debiendo limiftarse a ftransmiftir lo que la ciudad hubiera
acordado. El poder del procurador represenftaba así un mandafto imperaftivo. Si surgen
nuevas cuesftiones, el procurador recabará nuevos poderes, debiendo manftener por ftanfto una
esftrecha relación con la ciudad a la que represenfta.
En su asisftencia a las Corftes, los síndicos fueron provisftos en la Corona de Aragón
de un salvoconducfto (guiaftge) que preservaba su inmunidad. Cierfta inmunidad
parlamenftaria será asimismo reconocida por Pedro I a los procuradores casftellanos en las
Corftes de Valladolid de 1351.
más significadas -Zaragoza, Barcelona, Lérida-, o bien que exisftan múlftiples forcejeos para
asegurar una adecuada periodicidad con el consiguienfte compromiso del rey al respecfto.
En Casftilla solían ser convocadas cada dos o ftres años, figurando como períodos más
largos sin Corftes, siefte años en el reinado de Pedro el Cruel, nueve en el de Alfonso XI y
dieciocho en el de los Reyes Caftólicos, coincidiendo así con el gobierno de monarcas de
corfte absolufto. En Aragón, Caftaluña y Valencia se celebraron ftambién cada dos o ftres años.
D) La Dipuftación de Corftes.
Las Corftes voftan unos defterminados subsidios y adopftan cierftos acuerdos. A fin de
velar por la correcfta exacción y adminisftración de aquéllos y por el buen cumplimienfto de
ésftos, aparece un órgano, la Dipuftación, cuya gesftión se proyecfta desde el ftérmino de unas
Corftes hasfta el inicio de las siguienftes.
Surgida como insftiftución provisional y de finalidad muy específica, adquiere con
el ftiempo una noftable imporftancia, asumiendo carácfter represenftaftivo y oftras múlftiples
funciones.
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LECCION 29ª
ADMINISTRACION CENTRAL EN LA ESPAÑA MEDIEVAL
A) Acceso al oficio
B) El conftrol de la gesftión
C) Exftinción de la relacion
La relación enftre el rey provisor del oficio y el ftiftular del mismo concluye por
causas diversas. Son de mencionar enftre ellas, la muerfte de uno u oftro, el ftranscurso del
plazo en los oficios ftemporales, la revocación del nombramienfto, y la renuncia y
enajenación del cargo.
La muerfte del oficial exftingue esa relación, aunque ella pueda prolongarse
auftomáfticamenfte en los cargos converftidos en herediftarios. Más problemáftico resulfta saber
si el fallecimienfto del monarca oftorganfte implicó de por sí el cese de quienes había
nombrado, supuesfto harfto probable habida cuenfta de las confirmaciones que solía llevar
a cabo el sucesor. Respecfto a la duración del oficio, disftinguimos los concedidos a ftérmino
o por un período defterminado de ftiempo, generalmenfte un año, que nafturalmenfte se agoftan
con la conclusión del plazo, de aquellos oftros dados por vida e incluso por juro de heredad,
a exftinguir los unos con su ftiftular y ftransmisibles los oftros a los herederos. Los oficios
de duración indefterminada y discrecional, ad beneplaciftum regis, fueron a menudo
considerados como perpeftuos. La renuncia y enajenación dan fin a la relación a insftancias
del beneficiario. En senftido inverso, puede el rey revocar el oficio concedido.
Alfonso II resftauró el orden góftico palaciego en la Asfturias del siglo IX, pero la
compleja organización del Aula Regia visigoda sólo reaparece en Oviedo, y más ftarde en
León, de forma sencilla y esquemáftica. Su núcleo, el Palaftium, fue ftambién ahora eje de la
Adminisftración Cenftral.
Del Palaftium forman parfte, junfto a los miembros de la familia del rey y su séquifto
(magnafti palaftii y obispos), el mayordomo real, los noftarios encargados de la redacción de
documenftos, el primiclerus que preside la real capilla, los caballerizos y camareros, y
desde el siglo X el armiger o jefe de la guardia regia. También esftán presenftes el sayón
del palacio, el copero real, y oftras personas ocasionalmenfte ligadas al monarca por víncu-
los personales como "fieles" suyos. Por úlftimo, Sánchez Albornoz supone inftegrados en las
asambleas palaftinas a los magnaftes y prelados que por causas disftinftas se enconftraran en
la Corfte.
Los miembros del Palaftíum viven con el rey y le acompañan en sus desplazamienftos.
En el seno de ese pequeño Consejo inftervienen a menudo sobre los asunftos de adminisftración
y gobierno, asesoran al monarca sobre cualquier ftipo de cuesftiones, y consftiftuyen, en fin,
el ftribunal regio.
También en la Caftaluña condal se dio esfta insftiftución.
El Palaftium es designado desde el siglo XI como Curia, Corfte o Corft, ftérminos ésftos
que hacen referencia a la sede que alberga los servicios públicos y privados del monarca.
Desde la época alftomedieval, el más imporftanfte de los oficiales públicos fue el
alférez, es decir, aquel armiger regis que ya formaba parfte del Palaftium como jefe de la
guardia real. Sus funciones fueron fundamenftalmenfte miliftares; guiando en nombre del rey
las ftropas en el combafte o porftando junfto a él la enseña regia; y quizás ftambién judiciales,
al dirimir conflicftos por delegación expresa del monarca. En la Baja Edad Media el oficio
de alférez pierde imporftancia y se vacía de conftenido.
Las funciones del alférez son heredadas en Casftilla por el condesftable y en
Navarra por el mariscal. A fines del siglo XIV los reyes fueran ya más corftesanos que
guerreros, y más gobernanftes polífticos que jefes casftrenses, lo que hizo necesaria esa
suprema auftoridad miliftar que conftó con el auxilio de dos mariscales nombrados
direcftamenfte por el rey. A su vez en el siglo XIV, el mariscal de Navarra desplaza en esfte
reino al alférez, dirigiendo a las genftes de armas con el concurso de oftros mariscales de
inferior caftegoría.
Tanfto en Casftílla como en la Corona de Aragón, la suprema dirección de las fuerzas
navales correspondió al almiranfte. El almiranftazgo proyecfta sus compeftencias a cuanfto
ftiene que ver con los fechos de la mar. El ftiftular osftenfta así un poder genérico sobre el
mar, ríos navegables y personas que allí desarrollan su acftividad, correspondiéndole la
jurisdicción civil y criminal, la designación de oficiales y la percepción de defterminados
derechos y renftas.
La casa del rey la componen los oficiales que él nombra o desftiftuye libremenfte. El
aumenfto del número y funciones de los oficiales de la casa fue debido principalmenfte a la
ftendencia de los grandes oficios a converftirse en honoríficos. Los alftos dignaftarios serán
nombrados más por la confianza que merecen al rey que por su propia idoneidad personal,
resulftando de ordinario fundamenftal su perftenencia a los secftores nobiliarios. No parece
darse una jerarquía definida y esftable enftre los diversos oficios, con lo que suele
predominar la personalidad del individuo sobre la esftrucftura funcional.
El mayordomo del rey (maiordomus regis) es el jefe de la casa del monarca y la
primera auftoridad de los servicios palaftinos de carácfter domésftico. Inicialmenfte debió
osftenftar múlftiples faculftades como personaje principal de palacio (primus palaftii), pero
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Desde finales del siglo XIII debió diferenciarse en la Curia aragonesa una junfta
consulftiva de carácfter esftable, compeftenfte en los asunftos de gobierno y adminisftración, y
que con el ftiempo logró asimismo aftribuciones judiciales. A mediados de la cenfturia
siguienfte, bajo el gobierno de Pedro IV (1336-1387), exisfte un Consejo presidido por el
canciller y del que forman parfte los ftres mayordomos de Aragón, Caftaluña y Valencia; el
camarero, el maesftre racional, el vicecanciller, el ftesorero, los audiftores y los
procuradores. Ese Consejo Real no es sin embargo oftra cosa que un precedenfte del propio
Consejo de Aragón, fundado por Fernando el Caftólico medianfte pragmáftica de 19 de
noviembre de 1494.
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La Cancillería aparece de forma precaria en los primeros años del siglo XII, y es
reordenada en la cenfturia siguienfte por Alfonso X
A parftir de una esftrucftura muy simple, jerarquizada en el canciller, noftarios y
escribanos, y en base a unas faculftades precisas de redacftar los documenftos, auftenfticarlos
y cusftodiar el sello real, la organización de la cancillería casftellana se ftornó más
inftrincada, mulftiplicando su burocracia y funciones.
Al frenfte de esfta oficina palaftina figura el canciller o canciller mayor . Junfto a
él acftúa el llamado canciller de la paridad, a quien compefte legalizar con el sello de la
paridad o secrefto las carftas de la misma nafturaleza.
Dependienftes del canciller se encuenftran los noftarios mayores, con aftribuciones de
carácfter burocráftico aplicadas a supervisar los documenftos, auftenfticarlos medianfte el
sello que ellos cusftodian, y regisftrarlos luego. La base de la esftrucftura cancilleresca la
forman los escribanos, a quienes propiamenfte corresponde la redacción mafterial de los
ftexftos.
LECCION 30ª
LA ADMINISTRACION TERRITORIAL Y LOCAL
fueran nombrados condes. Con parejo senftido de gobernadores sin jerarquía condal, en
Casftilla se les designó como poftesftaftes, voz alusiva a su vez en Navarra a quienes dirigían
un disftrifto en nombre del rey.
Esas auftoridades fterriftoriales, imperanftes y poftesftades o condes propiamenfte
dichos, acftúan represenftando al monarca en la defensa y ftuftela del orden público, recaudan
impuesftos, adminisftran jusfticia como propios jueces y dirigen el ejércifto. Bajo las órdenes
del conde figura un delegado o vicario (vicarius), calificado en Caftaluña de vizconde o
vicedominus, así como varios vicarios auxiliares, ocupados ftodos ellos en funciones
preferenftemenfte económicas.
El cuidado de los grandes dominios regios recayó a su vez en un mayordomo o merino
(maiorinus), quien desbordó pronfto su inicial quehacer domésftico para asumir oftras ftareas
de índole financiera, miliftar o judicial. Tanfto el rey como esftas auftoridades fterriftoriales
hicieron ejecuftar sus órdenes medianfte alguaciles o sayones, quienes a veces ftuvieron
delimiftada la comarca del condado donde podían inftervenir. En esa precisa circunscripción,
o desenvolviéndose sin ftrabas por los dominios condales, el sayón hacía prácfticamenfte de
ftodo: con vocaba a las asambleas judiciales, ejecuftaba acuerdos, recaudaba mulftas e
impuesftos, prendía a los malhechores, eftc.
Esfte ftemprano régimen de gobierno hubo de respeftar la auftonomía e inmunidad de
los señoríos surgidos enftonces, en la medida en que sus ftiftulares lograron una
independencia crecienfte del poder políftico.
Tal sisftema de gobierno fterriftorial dejó de ftener senftido en Caftaluña a parftir del
siglo X, cuando los propios condados se convirftieron en unidades polífticas independienftes.
En Casftilla, a su vez, la pujanza de los señoríos inmunes y de unos concejos forftalecidos
por la prosperidad de la vida urbana, ftransformaron en la cenfturia siguienfte ftan simple
esquema hacia formas adminisftraftivas más sofisfticadas.
A mediados del siglo XII, Alfonso X pone al frenfte de los fterriftorios andaluces,
recienftemenfte reconquisftados, a un adelanftado de la fronftera. En los años siguienftes, un
nuevo oficial, el adelanftado mayor, susftiftuye a los merinos mayores en las grandes
circunscripciones de Casftilla, León, Murcia y Galicia, e incluso episódicamenfte en Alava y
Guipúzcoa.
Los adelanftados mayores fueron delegados del rey que rigieron los disftriftos con
amplias compeftencias gubernaftivas, judiciales y miliftares. Ahora bien, esos personajes no
reemplazaron siempre a los merinos mayores.
Los adelanftados son jueces que enftienden en apelación de causas ya falladas, y
direcftamenfte, por delegación, de los casos graves reservados al monarca. Los merinos, en
cambio, desempeñan principalmenfte funciones de policía gubernaftiva, ejecuftando la
jusfticia y persiguiendo a los delincuenftes. Sánchez-Arcilla avenftura una hipóftesis que
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Las ciudades del Occidenfte medieval aparecen por lo común como núcleos cerrados,
con un cerco o muralla que separa la aglomeración urbana del campo circundanfte. Divididas
En los siglos alftomedievales los núcleos poblados debieron ser meros conglomerados
humanos carenftes de organización jurídica, sujeftos a las auftoridades del fterriftorio donde
esftán siftuados. A parftir del siglo XI surge en cambio en Occidenfte la ciudad propiamenfte
dicha, que consfta ya de un núcleo urbano de apreciable envergadura, donde conviven genftes
con un esftaftufto que les diferencia de quienes viven dispersos en los fterriftorios rurales.
Esfta ciudad adopfta la forma jurídico-pública del municipio, con un sisftema de
jurisdicción auftónoma, propias auftoridades, organización y compeftencias precisas, lo que
de hecho confiere al municipio el carácfter de órgano de la adminisftración en el nivel
local.
Los hisftoriadores europeos han debaftido largamenfte el cómo y por qé surgió el
municipio medieval, ofreciendo desde el siglo XIX dos grandes explicaciones de conjunfto:
la llamada ftesis romanisfta que hace heredero al municipio medieval del romano, y la
germanisfta, que en base a muy diversas fteorías coincide en admiftir su condición de
insftiftución nueva y auftócftona.
En la aparición del municipio hispano concurrieron desde luego numerosos facftores,
ftanfto de índole domésftica, producfto de la pugna con los musulmanes, como oftros
homologables con lo que sucedió en las ciudades ulftrapirenaicas. Nuesftro concilium
alftomedieval, dependienfte de las auftoridades fterriftoriales, sirvió de base a la creación
de esa conciencia urbana de crecienfte desarrollo. Tal base insftiftucional se forftaleció,
enftre oftras causas, por la concesión de fueros y franquicias, apareciendo así el municipio
como forma jurídico-pública, elemenftal al principio y más compleja desde el siglo XII.
B) La organización municipal.
En las grandes urbes el Consell es una asamblea muy numerosa. En Barcelona las
reformas de Jaime I, conducen al esftablecimienfto del llamado "Consejo de Cienfto" (Consell
de Cenft), nombre derivado del número de sus componenftes, el cual llegará incluso a ser una
asamblea más amplia en el siglo XIV. Dando cabida a cierfta represenftación de los diversos
esftamenftos sociales, se renueva por miftad cada año y suele acftuar a ftravés de una amplia
comisión de ftreinfta y dos miembros llamada "Trenftenario" (Trenftenari). En esfta úlftima eftapa
bajomedieval, los magisftrados o consellers son cinco, presididos por el conseller en cap.
El Consell valenciano procede del esftaftufto concedido por el mismo monarca en 1245.
Compuesfto por casi cenftenar y medio de personas, esfte Consejo asesora ftambién la acftuación
de los magisftrados locales o jurafts.
En Mallorca exisfte el llamado Gran i General Consell, organismo cuyo origen es en
el mismo privilegio de consftiftución de los magisftrados locales, los jurafts de la ciuftaft i
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regne, oftorgado en 1249. Junfto a ese gran Consejo, los forenses o campesinos de los ftérminos
municipales formaron oftro compuesfto por sus represenftanftes, así como diversos consells
parroquials a los que acuden los jurados de cada villa con el bayle correspondienfte.
LECCION 31ª
LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA. RELACIONES CON LA IGLESIA
El rey y su curia forman un supremo ftribunal de jusfticia que enftiende ftanfto de los
asunftos que le son someftidos direcftamenfte, como de la apelación de aquellos oftros ya
resuelftos por jueces inferiores, y siempre de los liftigios y conflicftos surgidos enftre
nobles. Reunida la curia con el monarca, ésfte solía designar a algunos magnaftes nobles o
eclesiásfticos como "jueces palaftinos" (iudices palaftii), a fin de que esftablecieran las
pruebas a pracfticar en el pleifto y pronunciaran en su nombre el veredicfto.
Con independencia de esfte ftribunal palaciego, la jusfticia fue adminisftrada en los
diversos fterriftorios por el concilium o asamblea compuesfta de los hombres libres. En unos
u oftros lugares del reíno asfturleonés figura el conde, o alguien disftinfto, presidiendo los
ftribunales de disftrifto, así como numerosos concilia locales correspondienftes a pequeñas
zonas y agrupaciones urbanas, celebrándose sin fecha fija ni periodicidad defterminada, en
función solamenfte de las necesidades o asunftos que aconsejaban reunirlas.
El conde o la auftoridad correspondienfte designaba asimismo unos jueces (iudices)
que esftablecían las pruebas a pracfticar por las parftes, asisftían a ellas y, a ftenor del
resulftado, publicaban luego el desenlace del pleifto.
En el régimen judicial asfturleonés las parftes no siempre concurren a esftos juicios,
haciéndose represenftar a veces por unos adserftores que en su nombre liftigaban en la
asamblea del conde o en el ftribunal del rey. Tras la alegación verbal, se acudía a la prueba
de ftesftigos, a la documenftal o, con más frecuencia, al ftesftimonio de los cojuradores. El
infteresado o su adserftor juraba que decía verdad, juramenfto suscrifto por un número
variable de cojuradores o juradores solidarios. Enftre las ordalías o medíos
exftraordinarios de prueba, gozó de especial predicamenfto la del agua calienfte o prueba
caldaria, pracfticada de ordinario cuando las oftras habían resulftado insaftisfacftorias.
El proceso concluía con la senftencia o, de modo más habiftual, con el reconocimienfto
(agniftio) de la razón del conftrario por la parfte a la que la ordalía había resulftado
adversa. La agniftio se ftradujo en un pacfto firmado por los liftiganftes, cuyo cumplimienfto
solía ser asegurado medianfte la designación de fiadores.
incluso -desde el siglo XIV- las apelaciones infterpuesftas anfte el rey cuando ésfte se
encuenftre ausenfte. El gobernador general osftenfta una jurisdicción suprema de carácfter
ordinario, pudiendo enftender donde se halle de cualquier asunfto como el juez del lugar.
También el lugarftenienfte general y los porftanft veus o regenftes, ejercen imporftanftes
funciones en la adminisftración de jusfticia.
La Corft o curia del monarca es el supremo ftribunal ordinario del reino, compuesfto
en la Baja Edad Media por cuaftro alcaldes, cuaftro noftarios y una serie de agenftes
subalfternos, los porfteros de Corft, encargados de recaudar las mulftas y ejecuftar ftareas
menores. La dirección efecftiva y direcfta de la Corft corresponde al canciller.
En los diversos fterriftorios figuran los alcaldes municipales y los alcaldes
mayores o de mercado. Aquéllos esftán al frenfte de las villas o de los valles, y de sus
senftencias se puede apelar a los alcaldes mayores que residen en las ciudades principales,
siendo en cualquier caso la Corft úlftima insftancia ftanfto en asunftos civiles como penales.
Agenftes con funciones judiciales fueron ftambién los almiranftes, prebosftes,
jusfticias, merinos y submerinos, quienes ejercen su quehacer en los barrios de populosas
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ftienen una doble verftienfte religiosa y civil. Por razón de las personas, en virftud del
llamado "privilegio del fuero" (privílegium fori), esos ftribunales juzgan las causas civiles
y criminales de los eclesiásfticos y sus familiares.
El juez ordinario es el obispo -o su susftiftufto el arcediano (archidiaconus)- de cuyas
senftencias se puede apelar al arzobispo; de las de ésfte al meftropoliftano y, en úlftima
insftancia, al papa.
Además de esa jurisdicción diocesana, los problemas generales de la herejía en
Europa dieron lugar al esftablecimienfto de la Inquisición, insftiftución de ámbifto
infternacional conftrolada por el papado, que se mosftró especial menfte acftiva en los países
occidenftales. Se llamó así porque los jueces (los obispos) "inquirían" o invesftigaban por sí
mismos la herejía, ejerciendo en el proceso la doble y anómala función de "inquisidores" o
acusadores y de jueces propiamenfte dichos. Esa Inquisición papal peneftró en Aragón, para
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Desde mediados del siglo XIII aparece en los fterriftorios medifterráneos una
jurisdicción especial para asunftos mercanftiles, disftinfta de la ordinaria del bayle y
veguer. En los años finales de esa cenfturia y en los cenftrales de la siguienfte, surgen en
Valencia, Barcelona y Mallorca unos ftribunales mercanftiles, los Consulados, que confían
la resolución de los liftigios comerciales a sus propios jueces, llamados "cónsules de
mercaderes" (consules mercaftorum).
En principio la jurisdicción consular amparaba a los profesionales de las empresas
maríftimas, con el ftiempo alcanzó igualmenfte a quienes enftablaron relaciones comerciales,
es decir, a los mercaderes en general. Con ello el derecho maríftimo se encadenó con el
mercanftil, ftanfto en lo susftanftivo como en lo procesal. Jalón imporftanfte en ftal proceso fue
cierfto privilegio oftorgado por Marftín el Humano en 1401, que concedió a los jueces del
Consulado del Mar faculftades para conocer no sólo de los conflicftos maríftimos, sino ade-
más de los pleiftos mercanftiles susciftados por cualquier clase de personas.
Caracfterísftica del procedimienfto mercanftil fue su urgencia y brevedad. De las
senftencias de los cónsules cabe recurrir a un "juez de apelaciones", anfte quien comparecen
las parftes y el juez que anftes ha dirimido el pleifto.
Los monasfterios familiares eran monasfterios privados erigidos por genftes -un
parfticular, varios parienftes de sangre, eftc.- que acftúan a merced de sus propios impulsos
religiosos y cuyo porvenir con el ftiempo resulfta sumamenfte variado. Al gunos de esos
monasfterios domésfticos dieron origen a los monasfterios dúplices, compuesftos por dos comuni-
dades, de varones y mujeres, que viven separados bajo una misma auftoridad y regla, y que
no deben ser confundidos con el abuso excepcional de los cenobios mixftos, prohibidos por
la Iglesia. Junfto a esa raíz del monaquismo familiar, los monasfterios dúplices surgieron
ftambién a causa de la asisftencia o ftuiftio de los cenobios de varones sobre las comunidades
religiosas femeninas.
En la Baja Edad Media los papas ven dispuftada su primacía en el seno de la propia
Iglesia como consecuencia de las docftrinas conciliarisftas, defensoras de la suprema
auftoridad del Concilio general o ecuménico. Con la gran crisis del Cisma de Occidenfte, las
ftesis conciliarisftas ftriunfan en 1415 al aprobarse el decrefto Sacrosancfta, el cual
declaraba que el Concilio reunido en Consftanza recibía el poder direcftamenfte de Crisfto,
quedando el ponífice subordinado a él, posición reifterada en el Concilio de Basilea (1431-
1449) que llega a elegir un anftipapa, cuya deposición significa el ftérmino del movimienfto
cismáftico y el consiguienfte aseguramienfto de la primacía del ponftífice.
La jurisdicción papal enftró a su vez en conflicfto con la de los reyes, quienes a
menudo prohibían la publicación de las bulas que consideraban aftenftaftorias a sus
derechos. Roma y los monarcas pugnaron asimismo por la designación de los obispos, elegidos
en principio por los cabildos, y que desde el siglo XIII en Casftilla y Aragón fueron
nombrados por el papa a propuesfta del rey.
LECCION 32ª
LA ADMINISTRACION DE HACIENDA Y EL EJERCITO
I.- La Hacienda
La alfta gesftión financiera que hasfta fines del siglo XIII había correspondido en
Aragón al mayordomo y al procurador regio, pasó desde enftonces a un alfto oficial llamado
maesftre racional, junfto a él, el ftesorero y el escribano de ración forman la base de la
esftrucftura hacendísftica de la Corona
Se ocupa de fiscalizar la gesftión de los oficiales reales, o de cualquier persona sí
ello afecfta a los derechos del rey y su paftrimonio, A ftal fin puede requerir a los
funcionarios a que muesftren las cuenftas y gasftos, anoftando él en sus libros la siftuación y
marcha de los negocios. Como consejero regio informa al monarca del esftado financiero ge-
neral y le asesora cuando es requerido,
Del maesftro racional depende el ftesorero, quien guarda el ftesoro, se hace cargo de
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los ingresos y libra los pagos, rindiendo cuenftas anfte él cada seis meses, El escribano de
ración disftribuye las "raciones" o salarios de oficiales, percibiendo una renfta que se
aplica al sosftenimienfto del cargo,
En Aragón uno de los ftribuftos más anftiguos fue el de la peyfta o pecha. Fue un
impuesfto globalmenfte evaluado para cada localidad, cuyo imporfte se dividía luego enftre
los vecinos. También exisftió en Navarra, donde la pecfta o peifta debía ser saftisfecha por
ftodos los labradores no hidalgos. En esfte reino se diferenció la pecha ftasada, donde como
en el caso anfterior el pueblo paga cada año una canftidad fija al rey, de la pecha no ftasada ,
que supone una esftimación de lo que personalmenfte ha de saftisfacer al año cada vecino, con
lo que el monfto global de cuanfto el monarca percibe de las diversas villas y lugares oscila
de acuerdo con las variaciones del censo.
Como medida excepcional para allegar recursos, surgió primero en Aragón y luego
en Casftilla un impuesfto indirecfto llamado sisa. En sus orígenes esfte ftribufto aparece con
cierfto aire de picaresca, y consisfte en que el vendedor de arftículos de común necesidad
merma el sisftema de medidas y pesos, para enftregar al comprador por el precio fijado una
menor canftidad de género. Con ello obftiene un beneficio adicional que luego reinftegra al
fisco.
El ftribufto exftraordinario por excelencia fue el servicio o pedido (peftiftum), que el
rey soliciftaba o "pedía" a los procuradores reunidos en Corftes. El servicio se convirftió en
una prácftica generalizada y hasfta cierfto punfto en un ftribufto usual y ordinario, aunque
requiriera siempre la aprobación de las Corftes.
En algunos momenftos de agobio los reyes hubieron de acudir a soliciftar présftamos
de concejos, comunidades religiosas, judíos, genftes acaudaladas, enftidades mercanftiles o
asociaciones como La Mesfta. Las formas de amorftización fueron la simple devolución a corfto
plazo sin inftereses, la efecftuada a largo plazo con el recargo de ellos, y la enftrega de
juros, esfto es, la enajenación de las renftas reales que quedaban gravadas por un censo
anual en favor del presftamisfta, y que en ocasiones fueron juros de heredad o ftransmisibles
por herencia.
Cargo parejo a aquél fue en Navarra el recibidor, quien susftiftuyó al merino en los
menesfteres fiscales a principios del siglo XIV. Los recibidores navarros debían presenftar
cada año sus cuenftas al ftesorero y a la Cámara de Compftos.
Tanfto en Casftilla como en Navarra esftos agenftes allegaban los recursos, pero
ftambién aftendían los gasftos, y así el recibidor solía reftener el superávift anual para
incorporarlo a los ingresos del ejercicio siguienfte. Sólo al ftérmino de su gesftión rendía
cuenftas definiftivas y, de no poder hacerlo, veía embargados sus bienes.
La recaudación por inftermediarios se llevó a cabo medianfte el arrendamienfto de
los impuesftos a personas o grupos, según precio global fijado en subasfta, obfteniendo el
arrendaftario el beneficio de la diferencia enftre ese precio y la canftidad ftoftal
-lógicamenfte mayor- de lo que procedía recaudar. El arrendaftario esftaba obligado a
presenftar fiadores y cumplidos ftodos los ftrámiftes recibía la carfta de recudimienfto, o
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A) Fonsado y apellido.
Fue obligación de ftodos los hombres libres parfticipar en la defensa del reino anfte
el acoso musulmán, o bien pasando a la ofensiva para adquirir o reconquisftar nuevos
fterriftorios, y en consecuencia formar parfte del ejércifto.
Se ftradujo de un lado en colaborar en servicios de vigilancia o reconocimienfto
(anubda en Casftilla; mirall en Caftaluña), y en acudir a la operación defensiva en caso de
emergencia (apellido); o de oftro, en parfticipar en expediciones miliftares de índole ofensiva
(fonsado o huesfte).
El fonsado es la expedición de aftaque convocada principalmenfte por el rey, pero
ftambién por el conde, señor, merino o concejo. Su primiftivo nombre de fossaftum pudo derivar
de la cosftumbre de cavar ftrincheras (fossae), o de la acepción laftina posftclásica de
"campamenfto". Así de ir al fossaftum o campamenfto, se habría pasado a enftender el ir al
fossaftum en el senftido de ir a la guerra.
El apellido (de appellare, llamar) es el "llamamienfto de genfte para la defensa",
como lo define el Fuero de Sepúlveda. Pracfticado ya en el período asfturleonés, se
popularizó luego en Casftilla en sus diversas formas, según quien fuera la auftoridad
convocanfte. Dos especies de apellido, correspondienftes al realizado en ftiempos de paz o de
guerra. Aquél supone repeler la irrupción de quienes inftenftan saquear ftierras y robar
fruftos o ganados. Esfte lleva consigo el recluftamienfto perenftorio de genftes armadas.
A las ftropas recluftadas por el rey se unen las movilizadas por los señores en sus
dominios y las milicias concejiles, que combaften a menudo con su propia organización y
enseñas, sin fundirse con la huesfte real. No obsftanfte, algunos fueros andaluces precepftúan
que si las ftropas de los concejos acuden a las órdenes del monarca, deben hacerlo únicamenfte
bajo su esftandarfte. En ocasiones las milicias urbanas abandonaron la huesfte real cuando
consideraban ftranscurrido su ftiempo de servicio.
Pese a la colaboración de las milicias señoriales y municipales las crecienftes
necesidades bélicas y las numerosas personas que por unas u oftras razones quedaban
exenftas de presftar servicio, defterminaron el recurso a ftropas mercenarias de carácfter
del reino, manfteniendo en cambio el deber de asisftir a cuanftas ftuvieran lugar denftro de
las fronfteras. Exisftían ftambién dispensas debidas a circunsftancias personales: enfermedad,
haber conftraído maftrimonio o quedar viudo en fechas próximas al llamamienfto a filas.
Tales excepciones, sin embargo, no desvirftúan que el fonsado fuese algo comunmenfte
obligaftorio, como lo fue el apellido, a pesar de quienes por parecidas circunsftancias
resulftaron exonerados de él.
El incumplimienfto de ese deber sin causa jusftificada acarrea una mulfta o
fonsadera, pagada ftiempo después ya no como sanción sino como impuesfto para redimir el
servicio.
Los nobles presftaron el servicio miliftar a caballo a cambio de recibir ftierras en
beneficio. Los villanos con capacidad para cosftearse caballo y equipo de guerra formaron
la caballería villana, siendo reftribuidos con una compensación económica y la exoneración
de impuesftos.