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Celibato

Celibato es el estado del soltero1 ​o sea del célibe (en latín caelebs,
caelibis). El término adquirió un sentido de compromiso, de opción
de vida.2 3​ ​

La opción por el celibato puede ser religiosa, como se presenta


entre los sacerdotes y monjas católicos, los monjes budistas y otras
religiones; filosófica, como la opción de Platón por el estado
celibatal; social, como se presenta en quienes optan por dicho
estado como opción personal. Lo común es que el estado celibatal
sea voluntario, pero también puede ser inducido o forzado, como
en el caso de los esclavos.

En el mundo occidental contemporáneo el concepto de celibato ha


sido frecuentemente asociado a la Iglesia católica. Por su parte,
Oriente conoce este estado por la Iglesia ortodoxa, el budismo y el
hinduismo. Las opciones célibes de pensadores, escritores, artistas
o líderes son menos conocidas que la de los religiosos, pero no por
ello menos significativas.
Estatua que representa a Catalina
Tekakwitha, mujer católica que hizo
Historia un voto privado de virginidad
perpetua y fue canonizada por
Benedicto XVI en 2012. Parroquia de
Del hinduismo al budismo Nuestra Señora de Czestochowa,
Turners Falls (Massachusetts).
Las opciones célibes eran ya conocidas en India a través del
hinduismo con el surgimiento de los ascetas y anacoretas y aquellos
que dejaban el mundo material para buscar la explicación trascendental
de la existencia a través de la contemplación. Este esquema puede ser
probado en los testimonios de Siddharta Gautama (560 y 480  a.  C.),
quien en búsqueda de la verdad se une a estos. Si bien el joven
bráhmana no continuó el camino de los anacoretas hinduistas,
indudablemente estos influenciarían mucho en la espiritualidad que de
él se seguiría.

El monje budista es el que sigue el camino del Buda y por lo tanto Novicios budistas entre cuyas
busca el desapego como método de la realización plena. Según el prácticas de vida religiosa se
budismo, el sufrimiento del mundo es producto del apego4 ​y en dicho encuentra el celibato, mucho más
sentido el casarse no está contemplado dentro de ese camino de antiguo que en Occidente con el
desprendimiento. El mismo Siddharta abandonó a Iashodhara, con la cristianismo.
cual se había casado a la edad de 16 años y con quien había tenido un
hijo, Rahula, quien después se uniría a sus enseñanzas como bonzi.

El celibato budista ha tenido sus réplicas contemporáneas por parte de movimientos seculares en países de
mayoría budista. Uno de los ejemplos es la película de Pan Nalin, Samsara (2001), en la cual se cuestiona
el abandono de Yasodhara y su hijo por parte de Siddharta a través de la historia de amor de un joven bonzi
que se enamora de una muchacha de la aldea cercana. El joven abandona el monasterio y se casa con ella,
pero después de varios años siente la nostalgia de la comunidad religiosa y —tal como Siddharta con
Iasodhara— la abandona tras la imprecación de su esposa, quien le dice «¿Qué es más importante:
satisfacer mil deseos o conquistar tan sólo uno?».5 ​

En el judaísmo y el islam

Aparte de hinduistas y griegos, son escasos los pueblos que le dieran valor al celibato y, como sucedió con
el judaísmo bíblico este era visto más como una maldición divina. Por ejemplo, en el voto de Jefté, su hija,
la cual debía ser sacrificada según la promesa de su padre, no llora por su muerte, sino porque morirá
virgen.6 ​Poblar la tierra se establece como un mandato divino tal como está expresado en el Génesis e
incluso antes del pecado del hombre, «Dios los bendice y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos, llenad la
tierra”».7 ​ Dicho mandamiento es reiterado después del relato del Diluvio universal: «Sed fecundos y
multiplicaos y llenad la tierra».8 ​El deber bíblico de procrearse se expresa en Sara, la cual dice de sí misma
que «Dios me ha impedido tener hijos» y para cumplir con el mandamiento ésta da a su marido a su esclava
Agar: «Únete a mi esclava, de pronto de ella tendrás hijos».9 ​ Después las dos esposas de Jacob con sus
respectivas esclavas comienzan una auténtica competencia de procreación para dar descendientes a su
marido de lo cual nacerían las doce tribus de Israel.10 ​ Es significativo el diálogo entre Raquel y su marido
quien le reclama «dadme hijos o si no me muero».11 ​Otros personajes bíblicos tendrían carácter similar: ya
en los albores del cristianismo, una de las figuras más significativas es Isabel, esposa del sacerdote Zacarías,
a quien se le concede un hijo en su vejez, lo que Lucas el Evangelista presenta como que «el Señor le había
hecho misericordia».12 ​

Esta idea judaica pasaría igual al islam que es fiel a la reproducción de la vida como una ley divina según
los mandamientos antiguos, incluso a través de la poligamia, practicada en la actualidad en muchos países.

Cristianismo
La comunidad cristiana ha sostenido el celibato como una forma de
vida reconocida y eminente en la Iglesia, aunque siempre de carácter
minoritario.13 ​ Para quienes optan por esta forma de vida, el celibato
vivido por Jesús de Nazaret es el motivo y el modelo de todo celibato
cristiano.14 ​

Por celibato cristiano se entiende no el mero hecho de la soltería, con o


sin intención de casarse más tarde, sino la elección por motivos
religiosos de ese estado, en combinación con la castidad, como manera
permanente de vida.15 16 ​ ​ El celibato cristiano tiene varias
dimensiones, entre ellas el celibato sacerdotal y el celibato monacal. San Justino Mártir, pintura del
1447-1450 por Fra Angelico. Ya
Como un movimiento nacido en el seno del judaísmo, el cristianismo en el siglo ii , San Justino
ve la reproducción humana como precepto divino para el género testimonia que numerosos
humano, pero no para cada individuo. Si para el judaísmo bíblico la no cristianos elegían por motivo
procreación era signo de maldición o castigo, para el cristianismo religiosos la vida célibe.
dicha perspectiva puede ser asumida desde otra posición, cuando la no
procreación es por opción religiosa. El cristianismo primitivo crea una
cierta dicotomía entre la dimensión espiritual y los que «viven según la carne».17 ​A diferencia del Buda,
Cristo no plantea el celibato como medio obligado para alcanzar la meta divina. Por ejemplo, cuando se
refiere a la indisolubilidad del matrimonio recuerda la tradición:
¿No habéis leído que el Creador desde el comienzo los hizo varón y hembra y que dijo: Por
eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos harán una sola
carne?18 ​

El punto novedoso es precisamente la referencia a la continencia voluntaria como renuncia radical en vista
del amor por el Reino de Dios,19 ​que sigue a esta exclusión del divorcio:

Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.
Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado.
Pues hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos hechos por los hombres, y
hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. El que sea capaz de
recibir esto, que lo reciba.20 ​

En este elemento que rompe completamente la tradición semítica, numerosos biblistas ven una invitación de
Cristo al celibato perpetuo para consagrarse al Reino de los Cielos. Dicha mención será vital para el
desarrollo de los varios tipos de celibatos cristianos y el reflejo en los demás documentos neotestamentarios
del cual se ve a Pablo como el principal arquetipo:

En cuanto a lo que me habéis escrito, bien le está al hombre abstenerse de mujer. No obstante,
por razón de la impureza, tenga cada hombre su mujer y cada mujer su marido (...)21 ​

El mayor desarrollo de este nuevo concepto lo hace Pablo en su tratado sobre el matrimonio y la virginidad
en el capítulo VII de 1 Corintios. En dicho tratado pone a la paridad ambos estados, sin embargo señala:

El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. El casado se
preocupa de las cosas del mundo; está por tanto dividido.22 ​

De todas maneras, cuando los autores neotestamentarios se refieren a la opción de la virginidad, no tienen
en mente una jerarquía ministerial, sino que se dirigen a todo el cuerpo de los creyentes. Por otra parte, en
las recomendaciones dadas en la Primera epístola a Timoteo se habla del obispo, como uno que debe ser
irreprensible, casado una sola vez:

Es necesario que el obispo sea irreprochable, casado una sola vez, casto, dueño de sí, de
buenos modales, que acoja fácilmente en su casa y con capacidad para enseñar. [...] Que sepa
gobernar su propia casa y mantener sus hijos obedientes y bien criados. Pues si no sabe
gobernar su propia casa, ¿cómo podrá guiar la asamblea de Dios?
Primera epístola a Timoteo 3, 2-5

Así mismo, afirma sobre los diáconos:

Los diáconos deberán ser casados una sola vez y que gobiernen bien a sus hijos y su casa. 1
Timoteo (3, 12)

De esta manera, los que ejercían un ministerio dentro de la Iglesia primitiva tenían la opción del celibato
según las recomendaciones expuestas o podían ser hombres casados; pero muy temprano se impuso a los
clérigos casados la obligación de la castidad total, con abstención de relaciones sexuales con sus esposas.

En las comunidades cristianas de los primeros siglos de nuestra era no se contempla ni bíblica ni
tradicionalmente la soltería como estado obligatorio para la condición del sacerdote. Por falta de
conocimiento adecuado de los hechos históricos, existen opiniones contradictorias respecto del comienzo
del celibato clerical en la Iglesia y de su origen: algunos afirman que tomó el carácter de obligatorio en el
siglo  iv, mientras que otros interpretan que tuvo sus inicios en el II Concilio de Letrán (1139); algunos le
adjudican origen apostólico, mientras que otros consideran que se trata de una expresión disciplinar
tardía.23 ​

Entre los primeros cristianos, ya antes de la aparición de la vida


monástica, muchos practicaron un ascetismo sexual. Justino Mártir (c.
100 - c. 165) declaró: "Muchos hombres y mujeres de sesenta o
setenta años, instruidos desde la niñez en las enseñanzas de Cristo,
permanecen puros, y alardeo de poder indicar muchos ejemplos de
Título de la Apología de Aristides toda clase de gente."24 ​ Su coetáneo Aristides de Atenas (c. 133 – c.
de Atenas 190) escribió: "Encontrarías entre nosotros muchos hombres y mujeres
que se envejecen sin casarse en la esperanza de unirse más con
Dios."25 ​

De la parte en particular del clero, incluso casado, se contaba con cierto ascetismo. Así el Concilio de Elvira
de los primeros años del siglo  iv decretó en su canon 33: "Plugo prohibir totalmente a los obispos,
presbíteros y diáconos o a todos los clérigos puestos en ministerio, que se abstengan de sus cónyuges y no
engendren hijos y quienquiera lo hiciere, sea apartado del honor de la clerecía."26 ​

El concilio de Cartago del 390 dio la misma norma: "Todos los


obispos, presbíteros y diáconos, custodios de la pureza, se abstengan
de la relación conyugal con sus esposas, de tal forma que los que
sirven en el altar puedan guardar una perfecta castidad." Los obispos
presentes mencionaron también que con este decreto no estaban
creando una novedad, sino que estaban conservando "lo que
enseñaron los apóstoles y observaron los antiguos".27 ​

De la misma época y del mismo


tenor son tres decretales de papa
Siricio, con las cuales él afirmó
que la continencia temporal de los San Siricio papa
sacerdotes del Antiguo
Testamento en los períodos de su
servicio en el templo había sido convertida en perpetua en el Nuevo
Testamento, y que a los hombres casados más de una vez las epístolas
a Timoteo y Tito excluían porque el hecho de volver a casarse dopo la
muerte de la primera esposa indicaba incapacidad de observar la
perpetua continencia exigida a los clérigos.28 ​
San Epifanio de Salamina
Que esta disciplina era común a Oriente e a Occidente lo demuestra el
griego Epifanio de Salamina (c. 310/320 - 403), Padre de la Iglesia.29 ​
Él observó: "El hombre que continúa viviendo con su esposa y engendrando hijos no es admitido por la
Iglesia como diácono, sacerdote u obispo, o subdiácono, aunque se casara una sola vez, sino sólo el que
siendo monógamo observa la continencia o es viudo, sobre todo en aquellos lugares donde los cánones
eclesiásticos son muy precisos"30 31
​ ​

Recientes estudios han mostrado que – según dice un historiador greco ortodoxo – "el ideal de la
continencia dentro del matrimonio – una especie de monacato doméstico – se practicaba por laicos piadosos
más especialmente por el alto clero mucho más ampliamente de lo que a menudo se supone". Él observa
que son muchos también los testimonios de la no observancia del ideal, cuya existencia explica la falta de
oposición a la imposición en la Iglesia ortodoxa del celibato obligatorio de los obispos.32 ​
Evidentemente, ser soltero (el celibato en este sentido) no era entonces condición para ser ordenado clérigo.
Tanto casados como célibes podían ser ordenados. Pero la exigencia de la perpetua continencia después de
la ordenación llevó más tarde al celibato sacerdotal,33 34
​ ​También hoy en día la Iglesia católica afirma que
la obligación del celibato es consecuencia de una obligación de continencia perfecta y perpetua por el
Reino de los Cielos.35 ​

En inglés la palabra celibacy ya no significa necesariamente soltería: se usa, independientemente del estado
civil de la persona, para indicar abstención de relaciones sexuales, la continencia. Algunos diccionarios
indican que hoy en día este es el significado principal.36 37
​ ​ El celibato en este sentido era obligatorio, por
lo menos como ideal, para los clérigos cristianos desde muy temprano. Las existentes fuentes del siglo  iv
atribuyen a los apóstoles el origen de esta obligación moral de los clérigos de abstenerse de relaciones
sexuales hasta con sus esposas.

También si por "celibato" se entiende la exclusión del matrimonio, esa


palabra se aplica a todos los obispos, presbíteros y diáconos de la
antigua iglesia cristiana, ya que después de la ordenación no se les
permitía casarse o volver a casarse. Ciertamente, al no deber tener
relaciones conyugales, casarse no tendría sentido. Hay dificultades
sobre la interpretación del canon 10 del Concilio de Ancira (314) sobre
los diáconos,38 39
​ 40
​ ​ pero el canon 1 del Concilio de Neocesarea (c.
314/315) dice sin ambigüedad que "no es lícito a los presbíteros
casarse".41 ​ De aproximadamente el año de 365 es una colección
armenia de cánones y de pocos años más tarde son las Constituciones
apostólicas y los Cánones de los Apóstoles, que todas prohíben
claramente el matrimonio de clérigos.42 ​

La Iglesia primitiva vio el


surgimiento también de otros tipos
de opción celibatal. Uno era el de
San Antonio abad (c. 251–356), los monjes del desierto en Egipto.
por Francisco de Zurbarán. Los Con un curioso paralelo a los
Padres del Desierto practicaron el anacoretas de la India, muchos
celibato, la ascesis y el cristianos egipcios buscaron el
desprendimiento del mundo para desierto para seguir los consejos
seguir a Cristo de manera radical. evangélicos en un proceso
denominado fuga. Una de las
obras que ilustra este proceso es la
biografía que Atanasio escribió sobre San Antonio del Desierto entre
356 y 362.43 ​ Esta vida del ermitaño era y es "predicación silenciosa
de Aquel a quien ha entregado su vida, porque Él es todo para él. En
este caso se trata de un llamamiento particular a encontrar en el
San Bruno, fundador de los
desierto, en el combate espiritual, la gloria del Crucificado."44 ​ Cartujos. El celibato monacal
viene leído dentro del voto de
La palabra "monje", en griego μοναχός, inicialmente significaba
castidad propio de los religiosos
"solitario",45 ​ pero tomó otra significación cuando los monjes del consagrados.
desierto comenzaron a formar comunidades. Solitarios o comunitarios,
los monjes del desierto tuvieron una gran influencia en el desarrollo
del concepto de celibato como el abandono del mundo para un seguimiento radical de Cristo. Abrieron la
experiencia de la vida consagrada tanto en la Iglesia latina como en las Iglesias ortodoxas bizantinas y
orientales, con toda una gama de experiencias que pasarían por Pacomio, Agustín de Hipona hasta las
reglas de san Benito y la formación de comunidades, congregaciones, institutos y órdenes. En este aspecto
del cristianismo prevaldrían los votos religiosos como condición esencial de la vida consagrada: pobreza,
castidad y obediencia.

También, "desde los tiempos apostólicos, vírgenes y viudas cristianas llamadas por el Señor para
consagrarse a Él enteramente con una libertad mayor de corazón, de cuerpo y de espíritu, han tomado la
decisión, aprobada por la Iglesia, de vivir en estado de virginidad o de castidad perpetua 'a causa del Reino
de los cielos'".46 ​

Celibato sacerdotal en la Iglesia católica

En la Iglesia católica vige una disciplina sobre el celibato sacerdotal que respeta la pluralidad de tradiciones.
Aquí se consideran la de la Iglesia latina y las de las Iglesias católicas orientales.

Celibato sacerdotal en la Iglesia latina

El Concilio Quinisexto de Constantinopla ofrece una visión general de


la disciplina de la Iglesia latina en esta materia en el siglo  vii. Se pedía
a los hombres casados que recibían la ordenación de prometer a
practicar después una continencia total. Como indicado arriba, esta
norma fue considerada de origen apostólico y había sido confirmada
por los concilios de Elvira (c. 306) y de Cartago (390) y por los papas
Siricio (384–399) y León Magno (440–461). La promesa recordaba la
norma sin garantizar su cumplimiento, porque las repetidas
advertencias de concilios y papas son ya en sí mismas una indicación
de faltas de fidelidad. La soltería no era todavía condición para ser
ordenado, incluso si existía ya la tendencia a preferir a los solteros,
como también en el este aconteció en la ordenación de obispos.

La observancia de las normas canónicas sufrió una disminución en los


siglos posteriores, sobre todo en el llamado saeculum obscurum de la
iglesia romana y latina, en el que se acusó también a los papas, cuales Sacerdotes católicos en Roma.
Juan XII, de comportamiento sexual escandaloso. Y el historiador
anglicano Henry Charles Lea comenta que, si no hubiera la
prohibición canónica, todos los oficios eclesiásticos se habrían convertido en herencia de padre clérigo a
hijo clérigo a nieto clérigo. Las normas que emanaban los concilios locales se mostraban ineficaces.47 ​

En el siglo  xi se produjo en Europa occidental un cambio de opinión sobre la tradición feudal. De acuerdo
a esa tradición, los obispos y los curas párrocos recibían de los reyes u otros señores feudales los bienes de
sus cargos y, como los otros feudatarios, debían prestar ciertos servicios, en algunos casos até militares, que
podían ser substituidos por pagamento de dinero. Pero lo que hasta entonces pocos consideraban
reprobable comenzó a ser visto como grave injusticia.48 49 ​ ​ Así se empezó a condenar como simonía el
pagar dinero al rey para ser nombrado obispo y como nicolaísmo el concubinato del clero. La reforma
gregoriana del siglo xi se propuso poner remedio a estas dos enfermedades de la Iglesia.50 ​

Con referencia al papa Gregorio VII (1073 a 1085), se da a menudo el nombre de "reforma gregoriana" a
todo el proceso de reforma del siglo  xi, la que sin embargo comenzó antes de él. León IX (1049-1054),
además de deponer a los obispos que habían comprado su nombramiento, reafirmó la prohibición para los
sacerdotes y diáconos de las relaciones sexuales, y ordenó confinar a las concubinas del clero de Roma en
el palacio de Letrán como siervas.51 52
​ 53
​ ​
Bajo el Papa Nicolás II, el sínodo de 1059, que también reservó a los cardenales el derecho a elegir a los
papas, prohibió a los fieles de asistir a liturgias celebradas por clérigos que notoriamente tenían
concubinas.54 ​

El II Concilio de Letrán de 1139 (tal vez ya el I Concilio de Letrán de 1123) declaró los matrimonios
contraídos por clérigos de órdenes sagradas no solo ilícitos, sino nulos,55 56
​ 57
​ ​pero no excluyó totalmente
la ordenación de hombres casados. Dos siglos más tarde, en 1322, Papa Juan XXII todavía insistía en que
no se debe ordenar al sacerdocio a un hombre casado sin el consentimiento de su esposa (por supuesto
implicada por la prohibición de relaciones conyugales) y decretó que, si la mujer se negase a dar el
consentimiento, el marido, aunque fuera ya ordenado, debería volver a la unión con su esposa y dejar de
ejercer la orden recibida.58 ​ Algunos dudan si el canon 21 atribuido al I Concilio de Letrán sea
auténtico,59 ​y también hay dudas sobre su interpretación.60 ​

Se impusieron los decretos conciliares de exclusión del matrimonio de los clérigos en las órdenes sagradas,
pero no sin oposición a veces violenta en Italia, Alemania, Francia, Normandía e Inglaterra.61 ​

Luego el Concilio de Trento, el 23 de noviembre de 1563, decretó: "Si alguno dijera que los clérigos
constituidos en sagradas órdenes o regulares, que han hecho una profesión solemne de castidad, pueden
contraer matrimonio, y que dicho matrimonio es válido a pesar de la ley eclesiástica o el voto; y que lo
contrario no es más que una condena del matrimonio; y que todos los que piensan que no tienen el don de
la castidad, aunque hayan hecho dicho voto, pueden contraer matrimonio, sea anatema, pues Dios no se
rehúsa conceder ese don a los que lo piden con rectitud, ni 'permite que seamos tentados por encima de
nuestras fuerzas' (1 Cor 10,13)."62 ​

Con este decreto el concilio confirmó en términos fuertes la exclusión de la capacidad de casarse después
de la ordenación, pero no negó la posibilidad de ordenar a hombres ya casados. Para esto era más
importante la orden del concilio de establecer en todas partes seminarios para la formación de candidatos
célibes idóneos a las órdenes sagradas. Así se eliminó la necesidad de recurrir a hombres casados, que
después de la ordenación serían obligados a abstenerse de relaciones conyugales con sus esposas.62 ​

El Código de Derecho Canónico de 1917 declaró "simplemente impedidos" para recibir las órdenes
sagradas los que tienen esposa.63 ​Y el Código vigente, el de 1983, declara "simplemente impedidos para
recibir las órdenes: 1) el varón casado, a no ser que sea legítimamente destinado al diaconado
permanente".64 ​

El Código dice también: "Los clérigos están obligados a observar una continencia perfecta y perpetua por
el Reino de los cielos y, por tanto, quedan sujetos a guardar el celibato, que es un don peculiar de Dios
mediante el cual los ministros sagrados pueden unirse más fácilmente a Cristo con un corazón entero y
dedicarse con mayor libertad al servicio de Dios y de los hombres."35 ​

Excepciones

La Iglesia latina admite ahora dos clases de excepciones a las normas que excluían relaciones conyugales
por parte de clérigos casados y la ordenación de casados.

El Concilio Vaticano II declaró que «se podrá restablecer en adelante el diaconado como grado propio y
permanente de la Jerarquía. [...] Con el consentimiento del Romano Pontífice, este diaconado podrá ser
conferido a varones de edad madura, aunque estén casados, y también a jóvenes idóneos, para quienes
debe mantenerse firme la ley del celibato».65 ​
Lo que el concilio previó fue accionado por Pablo VI con el motu proprio Sacrum diaconatus del 18 de
junio de 1967: "Pueden ser llamados al diaconado hombres de edad más madura, ya célibes, ya casados;
estos últimos, sin embargo, no sean admitidos si no consta no sólo el consentimiento de la esposa, sino su
probidad y la presencia en ella de cualidades naturales que no sean impedimento ni deshonra para el
ministerio de su marido. Dicha edad se alcanza como límite mínimo al cumplir los treinta y cinco años; sin
embargo, ha de entenderse en el sentido de que ninguno puede ser llamado al diaconado sin haber obtenido
antes la estimación del clero y los fieles con ejemplo duradero de costumbres y propensión a servir."66 ​

El diácono permanente casado está exento de la obligación del canon 1037 del Código de Derecho
Canónigo: "El candidato al diaconado permanente que no esté casado, y el candidato al presbiterado, no
deben ser admitidos al diaconado antes de que hayan asumido públicamente, ante Dios y ante la Iglesia, la
obligación del celibato según la ceremonia prescrita, o hayan emitido votos perpetuos en un instituto
religioso."67 ​

Al que ha sido ordenado diácono, ya sea permanente o transitorio, no se permite casarse o volver a casarse:
"Recibida la ordenación, los diáconos, inclusive los promovidos en edad más madura, quedan inhabilitados
para contraer matrimonio en virtud de la disciplina tradicional eclesiástica."68 ​

Otra clase excepcional es la de los hombres casados que, después de ser ministros de una iglesia no
católica, se convierten al catolicismo y desean ser ordenados en la Iglesia católica.

No hay problema para los clérigos casados de las iglesias ortodoxas bizantinas u orientales que se ponen en
comunión con la Santa Sede: la Iglesia católica reconoce la validez de sus órdenes y lo acepta como
clérigos de la correspondientes Iglesias católicas orientales. Pero niega la validez de las órdenes de las
iglesias protestantes. Al hacerse católicos, los clérigos casados de estas iglesias pertenecen a la Iglesia latina.
Si quieren ser clérigos católicos, su ordenación está sujeta a la disciplina latina, que normalmente reserva la
ordenación para célibes.

Sin embargo, a partir de 1951, en la época del Papa Pío XII, se permite en casos particulares a ciertos
hombres casados, antiguos pastores luteranos, calvinistas y anglicanos, ser ordenados sacerdotes en la
Iglesia latina y continuar una vida matrimonial normal. 69 70
​ 71
​ ​

En su encíclica Sacerdotalis caelibatus de 24 de junio de 1967, Pablo VI se refirió a estos casos, al escribir:
"De la misma manera que por una parte queda confirmada la ley que requiere la elección libre y perpetua
del celibato en aquellos que son admitidos a las sagradas órdenes, se podrá por otra permitir el estudio de
las particulares condiciones de los ministros sagrados casados, pertenecientes a Iglesias o comunidades
cristianas todavía separadas de la comunión católica, quienes, deseando dar su adhesión a la plenitud de
esta comunión y ejercitar en ella su sagrado ministerio, fuesen admitidos a las funciones sacerdotales; pero
en condiciones que no causen perjuicio a la disciplina vigente sobre el sagrado celibato. [...] Pero todo esto
no significa relajación de la ley vigente y no debe interpretarse como un preludio de su abolición. Y más
bien que condescender con esta hipótesis, que debilita en las almas el vigor y el amor que hace seguro y
feliz el celibato, y oscurece la verdadera doctrina que justifica su existencia y glorifica su esplendor,
promuévase el estudio en defensa del concepto espiritual y del valor moral de la virginidad y del
celibato."72 ​

Estas admisiones de exprotestantes a la ordenación presbiteral eran 12 en 2004 (alcanzando así un total de
más de 200),71 ​9 en 2005, 13 en 2006.69 ​

Aumentaron fuertemente el número de ordenaciones de casados exanglicanos después de la publicación de


la constitución apostólica Anglicanorum coetibus del 4 de noviembre de 2009, con la que el papa
Benedicto XVI estableció una estructura, llamada ordinariato personal, destinada para la recepción en la
Iglesia católica de fieles e instituciones anglicanos. El artículo VI del documento establece algunas
excepciones al canon 277 §1 del Código de Derecho Canónico ("Los clérigos están obligados a observar
una continencia perfecta y perpetua por el Reino de los cielos y, por tanto, quedan sujetos a guardar el
celibato"):35 ​ pueden ser admitidos a las sagradas órdenes de diácono y de presbítero (pero no de obispo)
hombres casados que han ejercido los ministerio anglicanos de diácono, presbítero u obispo, si responden a
los requisitos establecidos por el derecho canónico y no están impedidos por irregularidades u otros
impedimentos; y además, excepcionalmente y solo caso por caso, pueden ser admitidos a las sagradas
órdenes en los ordinariatos personales también exanglicanos casados que no han ejercido esos
ministerios.73 ​

Ordinariato Personal Ordinariato Personal Ordinariato Personal


de Nuestra Señora de de la Cátedra de San de Nuestra Señora de
Walsingham Pedro (Estados la Cruz del Sur
(Inglaterra y Gales, Unidos, Canadá)   (Australia, Japón)  
Escocia)  

Celibato sacerdotal en las Iglesias católicas orientales

No hay que considerar las


disciplinas de las Iglesias católicas
orientales como excepciones a
una norma universal o como una
"dispensa papal": cada una de
estas Iglesias tiene sus propias
tradiciones practicadas desde
siglos, y la plena comunión con la
Sede Apostólica no requiere
abandonarlas reemplazándolas
con tradiciones latinas.74 ​

De hecho, el Código de los


cánones de las Iglesias orientales
afirma: "El celibato del clero, Monseñor Ján Babjak, obispo de
elegido por el reino de Dios y tan la Iglesia greco-católica
Presbítero de la Iglesia greco-
congruente con el sacerdocio, eslovaca. El celibato es
católica rumana con su familia.
debe ser considerado en todas obligatorio para los obispos en
En algunas Iglesias católicas todas las Iglesias católicas
partes de altísimo valor, de
orientales hombres casados orientales.
acuerdo con la tradición de la
pueden llegar a ser diáconos y
Iglesia entera; y el estado de los
presbíteros y seguir viviendo con
sus esposas.
clérigos casados, que la práctica de la Iglesia primitiva y de las Iglesias orientales desde siglos sanciona,
debe también ser honrado."75 ​

"Con respecto a la admisión a las órdenes sagradas de hombres casados se observen el derecho particular
de cada Iglesia sui iuris o las normas especiales establecidas por la Sede Apostólica".76 ​Algunas iglesias
católicas orientales tienen clero no solo célibe sino también casado, otras (como la Iglesia católica siro-
malabar y la Iglesia católica siro-malankara) no.

A finales del siglo xix hubo una gran inmigración de católicos orientales a regiones de los Estados Unidos y
Canadá, donde a los católicos ya residentes, que conocían solo la disciplina latina, parecía un escándalo
encontrar sacerdotes católicos con esposas y familias. Por eso, a petición de los obispos locales, la Santa
Sede emitió normas especiales para esas regiones para prohibir allí el ejercicio del ministerio sacerdotal por
clérigos casados. Pero en la segunda mitad del siglo  xx se creó en muchos países fuera de los territorios
tradicionales de las iglesias católicas orientales eparquias y ordinariatos para la atención pastoral de sus
fieles, y desde 2014 todos los respectivos eparcas y ordinarios pueden permitir en sus territorios, sin pedir
permiso a la Santa Sede, el servicio de sacerdotes casados de su iglesia y pueden ordenar hombres casados
de sus jurisdicciones.77 78
​ 79
​ ​

En las iglesias católicas orientales, como en la latina, un hombre casado no es idóneo para el episcopado.80 ​

Celibato sacerdotal en las Iglesias ortodoxas bizantinas

Las iglesias ortodoxas bizantinas81 ​ exigen la abstención completa de


relaciones sexuales a todos los obispos, a los presbíteros y diáconos
solteros o viudos, a los cuales no permite ni casarse ni volver a casarse.
Sin embargo no conserva para presbíteros y diáconos casados la
obligación de la continencia total, que según lo que testimonian los
concilios de Elvira (c. 306) y Cartago (390), Epifanio de Salamina y
Papa Siricio, correspondía en el siglo  iv tanto a estos cuanto a los
obispos. Obispos de la Iglesia ortodoxa
rusa al funeral de Borís Yeltsin.
A obispos, presbíteros y diáconos y también a subdiáconos estas
No está permitido a los obispos
iglesias excluyen el matrimonio después de la ordenación, incluso en
de las iglesias ortodoxas
los casos de fallecimiento de la esposa de un clérigo casado. bizantinas estar con esposas

Las actuales normas fueron establecidas por el Concilio Quinisexto del


692. De acuerdo con estas normas, no puede llegar a ser ni obispo ni
presbítero ni diácono ni ser incluido en ninguna manera en la lista sacerdotal aquel que después del
bautismo haya contraído un segundo matrimonio o haya vivido en concubinato o se haya casado con una
viuda, una divorciada, una prostituta, una esclava o una actriz.82 ​ Si un presbítero haya por ignorancia
contraído un matrimonio ilícito (por ejemplo no sabiendo que la esposa era viuda o divorciada), el
matrimonio debe ser disuelto y el sacerdote ya no debe tener relación con la esposa; puede todavía tomar
asiento entre los presbíteros, pero debe abstenerse de todo ministerio sacerdotal.83 ​ Es ilícito para
subdiáconos, diáconos y presbíteros contraer matrimonio después de la ordenación: si quieren casarse, que
lo hagan antes de la ordenación, mas quien se haya atrevido a casarse después de la ordenación debe ser
depuesto.84 ​ Se prohíbe a los obispos convivir con sus esposas.85 ​ La mujer de quien es promovido al
episcopado debe ser separada de él de consentimiento mutuo y después de la ordenación de él debe entrar
en un monasterio lejos de donde él vive. Su mantenimiento será a costa de él y puede ser promovida a
diaconisa, si es digna.86 ​
Así el Concilio Quinisexto no impuso a los obispos el celibato en el sentido de soltería, pero sí les impuso
la continencia completa. En los sucesivos siglos prevaleció en las iglesias ortodoxas bizantinas la costumbre
que todos los presbíteros, ya antes de ser ordenados, debían o casarse o hacerse monjes, se hizo
prácticamente una norma de esas iglesias elegir a los obispos únicamente de entre los monjes.87 ​

El canon 13 dice: "Como hemos sabido que la Iglesia de Roma estableció la norma de que los candidatos,
antes de recibir la ordenación como diácono o presbítero, hagan una promesa pública de no tener más
relaciones con sus esposas, nosotros, adecuándonos a la norma antigua de estricta observancia y disciplina
eclesiástica, queremos que los matrimonios legítimos de hombres consagrados se continúen también en el
futuro, sin disolver el vínculo que une a estos hombres con sus esposas, ni privándoles de las relaciones
mutuas en los momentos oportunos. De esta forma, si se estima que alguien es digno de ser ordenado
subdiácono, diácono o presbítero, no se le impida acrecentar su dignidad por el hecho de tener una legítima
esposa, ni se le exija una promesa en el momento de su ordenación de abstenerse de las relaciones legítimas
con su propia esposa, pues de otra forma se insultaría el matrimonio que fue instituido por Dios y
bendecido por su presencia, mientras la palabra del Evangelio nos dice: 'Lo que Dios ha unido, no lo separe
el hombre', y el apóstol enseña: 'Sea respetado el matrimonio por todos y el lecho conyugal sin mancha', y
también: ¿Estás unido a una mujer por los vínculos del matrimonio? Procure entonces no romperlos.' Por
otra parte, sabemos que los padres reunidos en Cartago, como una medida de precaución a causa de la
seriedad de la moral de los ministros del altar, que los subdiáconos en contacto con los sagrados misterios,
así como los diáconos y los presbíteros, deberían abstenerse de sus esposas durante los períodos que les
están específicamente asignados, por tanto mantendremos también lo que fue enseñado por los apóstoles y
observado desde la antigüedad, sabiendo que hay un tiempo para cada cosa, especialmente para el ayuno y
la oración; ciertamente es necesario que aquellos que se aproximan al altar, al entrar en contacto con las
cosas sagradas, sean continentes en todos los aspectos, de tal forma que puedan obtener con toda
simplicidad lo que piden a Dios. Por tanto, si alguien, actuando contra los cánones apostólicos, se atreve a
privar a un clérigo con órdenes sagrados –presbítero, diácono o subdiácono– de las relaciones conyugales y
la sociedad de su esposa con la excusa de la piedad, sea excomulgado, y si persista, sea depuesto."88 ​

Ha sido ampliamente comentado el hecho de que lo que el Concilio de Cartago decretó en 390 no es lo que
el Concilio Quinisexto le atribuyó tres siglos más tarde.89 90
​ 91
​ 92
​ 93
​ 94
​ 95
​ ​

El Concilio Quinisexto permitió a los sacerdotes en las iglesias bárbaras, y solo en consideración de su
"pusilanimdad" y de "la extrañeza e instabilidad de sus costumbres", praticar con el consentimiento de sus
esposas la continencia total, a condición de no convivir de ninguna manera con ellas, para así demostrar
perfectamente el cumplimiento de su voto.96 ​Hay diversidad de opiniones sobre la cuestión si por "iglesias
bárbaras" el Concilio quisiese indicar la Iglesia latina.96 95
​ 97
​ ​

Después del Concilio Quinisexto, en las iglesias ortodoxas bizantinas se estableció una ley que los que
querían ser sacerdotes debían o casarse o entrar en un monasterio antes de la ordenación.87 98 ​ ​ El
matrimonio llegó a ser tan esencial a un sacerdote que no fuese monje, que en caso de muerte de la esposa
el sacerdote viudo debía renunciar a su servicio eclesial, de acuerdo con un canon que se mantuvo en vigor
en la iglesia rusa durante 163 años.99 100
​ ​Aún hoy un viudo no puede tener acceso al sacerdocio en las
iglesias ortodoxas bizantinas. 101 ​

Véase también
Castidad
Virginidad

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7. Génesis 1, 28.
Concilio Laterano (1139). Tampoco hay
8. Génesis 8, 1. acuerdo respecto a su origen, habiendo
9. Génesis 16, 2. gente que lo considera de carácter
10. Tal como viene relatado en el ciclo de apostólico o divino, mientras que otros
Jacob en los capítulos 29 y 30 del Génesis. afirman que se trata de una mera expresión
11. Génesis 30, 1. tardía de la disciplina eclesiástica. [...] Esta
variedad de opiniones y de afirmaciones
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pudiera concebir era considerado una
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Enlaces externos
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El celibato sacerdotal en los primeros tiempos del cristianismo (http://www.primeroscristiano
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mo_vivian_celibato/)
Entrevista sobre el pasado y el futuro del celibato en la Iglesia católica (http://web.archive.or
g/web/http://www.zenit.org/article-35462?l=spanish/)

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