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Colegio de Historia.
6° Semestre. H61.
La Revolución Industrial fue un período histórico que abarcó aproximadamente desde finales del
siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, principalmente en Europa occidental. Fue un
momento de cambios radicales en los ámbitos económico, social, tecnológico y, el tema que nos
compete, económicos, que transformó significativamente la forma en que se producían y
distribuían los bienes y servicios.
Este período de transformación estuvo marcado por avances tecnológicos. La máquina de vapor
fue un motor revolucionario que permitió la mecanización de varios procesos productivos,
especialmente en la industria textil. Esto condujo al desarrollo de fábricas y al aumento de la
producción en masa, así como la adopción de nuevas técnicas agrícolas que permitieron la
mejora de los métodos de cultivo aumentaron la productividad agrícola y liberaron mano de obra
para trabajar en las fábricas.
Es así que La Revolución Industrial tuvo un impacto profundo en el desarrollo de las teorías
económicas, ya que los cambios económicos y sociales sin precedentes desencadenados por este
fenómeno llevaron a los pensadores de la época a replantearse la forma en que se comprendía y
se estudiaba la economía.
Hasta ese momento, las teorías económicas se habían centrado principalmente en la agricultura y
el comercio. Conceptos como la oferta y la demanda, el valor de los bienes y la importancia de
los recursos naturales habían dominado el pensamiento económico. Sin embargo, la Revolución
Industrial cambió drásticamente el panorama económico al introducir nuevos procesos de
producción y transformar la organización laboral.
Todos estos cambios económicos y sociales llevaron a los pensadores de la época a desarrollar
nuevas teorías económicas que abordaran los desafíos y las realidades de la Revolución
Industrial. Economistas prominentes como Adam Smith, David Ricardo y John Stuart Mill
analizaron y explicaron los mecanismos económicos y sociales de la época, sentando las bases de
las teorías económicas modernas.
Otra teoría económica relevante en ese período fue el fisiocracismo. Los fisiócratas sostenían que
la agricultura era la única fuente real de riqueza y que la tierra era el único factor productivo.
Esta teoría surgió en Francia en el siglo XVIII y se oponía a las restricciones y regulaciones que
obstaculizaban la producción agrícola. Los fisiócratas argumentaban que el gobierno debía
permitir la libre circulación de bienes y servicios, y que la agricultura debía recibir un trato
privilegiado en términos de política económica. Según ellos, la tierra era el fundamento de la
riqueza y el desarrollo económico, y cualquier actividad económica dependía en última instancia
de la producción agrícola.
Adam Smith, considerado el padre de la economía moderna, es conocido por su obra seminal "La
Riqueza de las Naciones", publicada en 1776. Smith argumentaba que el interés propio y la
búsqueda de beneficios de los individuos conducían a una asignación eficiente de los recursos en
una economía de mercado. Introdujo el concepto de la "mano invisible", que afirmaba que la
interacción de la oferta y la demanda en un mercado libre llevaba a resultados beneficiosos para
toda la sociedad. Smith defendía la libre competencia y el libre comercio como medios para
aumentar la riqueza de las naciones.
2. David Ricardo y la teoría de la ventaja comparativa:
David Ricardo, economista británico del siglo XIX, desarrolló la teoría de la ventaja
comparativa. Argumentaba que los países deberían especializarse en la producción de bienes en
los que fueran más eficientes en comparación con otros países, incluso si eran absolutamente
más eficientes en la producción de todos los bienes. Según Ricardo, el comercio internacional
basado en la ventaja comparativa permitiría a todos los países beneficiarse y aumentar la riqueza
total.
John Stuart Mill, discípulo de Jeremy Bentham y uno de los economistas más influyentes del
siglo XIX, amplió las ideas de Smith y Ricardo. Mill se centró en la distribución equitativa de la
riqueza y abogó por la intervención del gobierno para corregir las desigualdades sociales.
Sostenía que el Estado debía desempeñar un papel activo para garantizar que los beneficios del
desarrollo económico se distribuyeran de manera justa y para proteger a los sectores más
vulnerables de la sociedad.
Karl Marx, filósofo y economista de origen alemán, desarrolló el marxismo, una teoría
económica derivada del socialismo cristiano u utópico basada en la lucha de clases y la
propiedad colectiva de los medios de producción. Marx argumentaba que el capitalismo
conducía a la explotación de la clase trabajadora y preveía una revolución proletaria que llevaría
a la abolición del capitalismo y al establecimiento de una sociedad comunista sin clases.
“El enorme desarrollo de la economía trajo un incremento en el lujo y la riqueza de los dueños de
las industrias, que eran muy pocos y, por otro lado, aumentó la pobreza de los obreros y
trabajadores, que eran dueños sólo de su fuerza de trabajo, esta característica en el modelo de
producción aún se manifiesta en la economía actual al igual que la degradación de los recursos
por su voraz explotación.” (La Revolución Industrial Y Los Cambios Sociales, 2018).
Como puede verse, A medida que las sociedades experimentaban cambios profundos en su
estructura económica y productiva, surgieron nuevos enfoques teóricos para comprender y
explicar estos fenómenos. De este modo, se tuvieron que buscar nuevas formas de explicar los
cambios en la economía como un método de comprender mejor a estos y hacer frente a las crisis
económicas.
“El crecimiento del empleo en las fábricas y la urbanización trajeron nuevos problemas con los
que el liberalismo apenas podía tratar. Con el tiempo surgió un movimiento laboral que
reclamaría su papel como vocero de la nueva clase urbana de trabajadores asalariados. El
mensaje de Marx ofrecía un apoyo ideológico a este movimiento.” (Spiegel, 1971).
La evidencia empírica generada por la Revolución Industrial respaldó la idea de que la libertad
económica y la autorregulación del mercado eran beneficiosas. Durante este periodo, se observó
un aumento significativo en la productividad y la eficiencia, así como un incremento en la
creación de riqueza y la calidad de vida en general.
La libre competencia permitió a las empresas buscar eficiencia y responder a las demandas del
mercado, lo que llevó a una mayor innovación y diversificación de productos.
Los pensadores liberales, entre ellos Adam Smith, abogaron por la libre competencia, la
propiedad privada y el laissez-faire como medios para estimular el crecimiento económico y la
prosperidad. Todo esto desencadenaría en nuevas percepciones del concepto de la economía,
como las teorías del crecimiento económico y las del capital y acumulación. Estos enfoques
teóricos surgieron como una respuesta al cambio profundo y acelerado experimentado durante
este período, y sentaron las bases para el estudio y la comprensión de los fenómenos económicos
en la era moderna.
“Las doctrinas de Marx articulaban la insatisfacción de las masas pobres y desheredadas urbanas
que habían fluido hacia las nuevas fábricas recién fundadas, equipadas sólo con derechos
políticos incipientes, y que sufrían de los desajustes producidos por un industrialismo creciente
bajo la regla del laissez faire.” (Spiegel, 1971).
Legado de la Revolución Industrial en las teorías económicas de su tiempo hasta las actúales.
Como fruto de la Revolución Industrial, una serie de teorías económicas vieron la luz para
nuestro mejor entendimiento de la economía y han influido en gran medida sobre las políticas
económicas de los últimos tiempos.
Si, la economía clásica de Smith, con su creencia en el valor-trabajo y el libre mercado, fue una
de las bases para la creación de lo que hoy conocemos como pensamiento económico moderno.
Sin embargo, esta no solo se quedaría allí.
“Los hombres son ricos o pobres según hasta qué punto puedan permitirse disfrutar de las cosas
necesarias, útiles y placenteras de la vida humana. Pero una vez que la división del trabajo se ha
extendido por doquier, el trabajo propio de cada hombre sólo puede proporcionarle una
pequeñísima parte de dichas cosas y el resto, es decir la mayoría de ellas, debe proceder del
trabajo de otras personas, por lo que un hombre será rico o pobre según la cantidad de trabajo de
los demás que pueda mandar hacer o según la cantidad del mismo que pueda permitirse el lujo de
comprar.” (Spiegel, 1971).
Después, a finales del siglo XIX, una nueva forma de ver a la economía vería la luz, una que
traería de nuevo el pensamiento de los economistas clásicos: el Neoclasicismo. Menger, Jevons y
Walras, los principales representantes de esta corriente, desarrollaron una serie de teorías acerca
de la utilidad marginal, la oferta y demanda, y la maximización de la utilidad y las ganancias
individuales.
Sería más adelante, a principios del siglo XX, cuando surgiría una de las corrientes de
pensamiento económico más importantes de los últimos tiempos; el Keynesianismo. El modelo
de Keynes o keynesiano se basa en la intervención del Estado, entendiendo que la solución de
cualquier crisis pasa por la política económica.
La teoría keynesiana aboga por el aumento del gasto público para estimular la demanda
agregada, incrementándose así la inversión, el empleo y la producción. Para ello, Keynes
defendía que los gobiernos debían proveer a las empresas de los recursos necesarios para
solventar las crisis.
“En el siglo XX, El desafió de Keynes hacia el laissez faire puso en duda los cimientos mismos
de la economía clásica. Pero lo que le parecía anticuado a Keynes era terriblemente
revolucionario dos siglos atrás. Lo propuesto por los clásicos marca un agudo contraste con
tendencias anteriores en el pensamiento económico.” (Spiegel, 1971).
La economía keynesiana incide en el exceso de recursos para dar solución a una economía en
declive. Así mismo, explica que la economía de un país se estanca al disminuir la demanda como
consecuencia de la reducción de salarios. Todos estos conceptos serían explicados en su obra
"Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero", publicada en 1936.
A mediados del siglo XX, el Monetarismo surgiría teniendo como base el pensamiento de que la
oferta monetaria y su gestión son los principales impulsores de la actividad económica y la
inflación. En base a este criterio, se defendía la estabilidad de la oferta monetaria y la
independencia de los bancos centrales en la toma de decisiones sobre política monetaria.
Conclusiones.
Sin duda alguna, y luego de esta recapitulación sobre las corrientes de pensamiento económico
vistas durante el curso, la Revolución Industrial con sus avances en el campo de la producción de
bienes y de empleos trajo consigo un paso importante en el desarrollo del pensamiento teórico
sobre la economía y dio las premisas necesarias para que estas se desarrollaran en sus respectivos
periodos.
Desde la economía clásica hasta el keynesianismo y otros más, la Revolución Industrial dio pie a
que se generase un debate sobre como la economía debía ser llevada a cabo. En base a los
desafíos que esta trajo consigo, es que los grandes pensadores económicos pudieron dar forma a
su idea de economía adecuada a su tiempo, y gracias a esto, es que podemos entender el auge de
estas corrientes de pensamiento económico que continúan en constante cambio hasta nuestros
días
Referencias.
De Vries, J. (1994). The industrial revolution and the industrious revolution. The Journal of
Economic History, 54(2), 249-270.