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Para ello, los miembros de una sociedad han llevado a cabo determinadas actividades
productivas, a través de las cuales se obtienen los bienes y servicios que se precisan.
La economía se preocupa de la manera en que se administran unos recursos escasos,
con objeto de producir diversos bienes y distribuirlos para su consumo entre los
integrantes de la sociedad.
A partir de 1930 se concibe que el análisis económico tiene lugar bajo dos enfoques:
el micro y el macroeconómico. La microeconomía, analiza el funcionamiento básico de
los agentes económicos individuales y los mecanismos de formación de los precios. La
macroeconomía, estudia comportamientos globales y se ocupa del empleo, la inflación
y el producto total de una economía.
Hacia la segunda mitad del siglo XIX surge el capitalismo financiero, caracterizado por
la tendencia a la concentración de la producción económica mediante grupos
formados por varias empresas que buscaban monopolizar un sector de la producción y
acabar con la competencia. De igual forma se produjo un intenso proceso de
urbanización en las ciudades de Europa ya que, la revolución industrial aceleró la
mecanización de las labores agrícolas, lo cual trajo como consecuencia que muchos
campesinos se quedaron sin trabajo y se dirigieron a la ciudad en busca de empleo.
Liberalismo Económico.
El liberalismo en un principio trajo una cierta igualdad política que, sin embargo, no se
vio reflejada en el campo económico y social. De esta grieta, surge el pensamiento
marxista, profundamente crítico del sistema liberal.
Hoy en día, suele afirmarse que el liberalismo económico camina de la mano con los
principios del liberalismo político, entre los cuales están el respeto a la ley, a las
libertades, el estado de derecho, la separación de poderes y el orden democrático.
De esta manera se originó la Gran Depresión, que desde 1931 se extendió a Europa y
el resto del mundo, dejando efectos devastadores en casi todos los países, ricos y
pobres, especialmente los que dependían de la industria pesada. El cierre de las
empresas disparó el desempleo y empobreció a la población. Esta situación se
prolongó durante gran parte de la década de 1930.
Entre las teorías de Keynes, destaca la necesidad de crear controles políticos dentro
del propio sistema liberal; así los gobiernos intervendrían en el mercado vigilando los
excesos para prevenir imprevisiones capaces de hundir la propia economía capitalista.
Además, propuso que las políticas de los gobiernos favorecieran la demanda; también
se establece las leyes antimonopolio y antitrust, y se impide la fusión de grandes
empresas, todo ello con el fin de defender la libre competencia y la naturaleza libre del
mercado.
Es entonces con la Gran Depresión económica de los 30’s, donde se produce la
revolución keynesiana, la cual demostraba que el modelo clásico macroeconómico era
insostenible. De esta manera, el modelo keynesiano fue cada vez más aceptado por
los economistas, produciendo un cambio fundamental en el manejo económico por
parte del estado. Tras la Segunda Guerra Mundial, esas legislaciones siguieron
vigentes y con ellas se llevó a cabo la reconstrucción económica de Europa Occidental
con la ayuda del plan Marshall.
Ningún país escapa a este proceso, aunque sea más patente y dramático en aquellos
en donde recientemente la especulación del capital financiero los ha arrastrado a la
crisis. Las empresas, con la excusa de tener pérdidas económicas, recortan personal o
imponen medidas de “flexibilización” laboral. Los Estados congelan salarios, vuelven
más laxa la legislación que permite los despidos, aumenta impuestos y reduce
presupuestos para educación y salud.
Pero, una vez que de encontró sin contraparte, las cosas ya no pudieron ser iguales.
Por un lado, el capitalismo se encontró si barreras para llegar a todos los rincones del
mundo; por otro, pudo profundizar los mecanismos de explotación. La riqueza empezó
a fluir a raudales, como nunca antes, pero se concentró cada vez en menos manos. La
riqueza material es inmensa, pero son menos los que la disfrutan.
De la crisis que la asola saldrá una nueva Europa en el futuro. Será más eficiente,
producirá más riqueza, pero tras de sí dejará estela de gente empobrecida que ya no
le es útil al sistema, que está de más, y que debe ser desechada. En unos años, el
aparato productivo se reconstituirá, se habrá desembarazado de la carga que le
significaba el “gasto” social del Estado de Bienestar, habrá moldeado a las fuerzas
productivas de tal manera que pueda extraerles el mayor rendimiento posible y
competirá en mejores condiciones que antes en la palestra internacional.
La economía, entonces, estará bien, con presupuestos nacionales equilibrados,
balanzas de pago al día, pero a costas del sufrimiento de millones de personas que lo
habrán perdido todo y sobre cuyos hombros, además, se echara la culpa del desastre
diciéndoles que por su causa, por haber vivido sobre sus posibilidades reales, están
como están.
Los movimientos populares europeos son los únicos que pueden ponerle un alto a
esta situación. No luchando por volver al Estado de Bienestar sino por construir una
Europa diferente a la que el proyecto de Unión Europea ha construido, basada en
principios neoliberales. Es una lucha larga y azarosa pero es la única vía real que les
queda. Lo contrario significa quedar a expensas de las fuerzas ciegas de la ambición y
el lucro.
El neoliberalismo.
La economía social es aquella que se desarrolla sobre los márgenes de los grandes
nudos de acumulación del capital. Por ejemplo: el Club del trueque (Argentina), el
Banco de Semillas (India), los medios de comunicación comunitarios (Venezuela), las
redes de salud familiar centradas en la solidaridad de los compadres, amigos y
vecinos.
El tercer mundo.
El término Tercer Mundo fue acuñado en los años cincuenta para referirse a los países
de Asia, África y América Latina poco avanzados tecnológicamente, con economía
dependiente de la exportación de productos agrícolas y materias primas, altas tasas
de analfabetismo, crecimiento demográfico galopante y gran inestabilidad política.
El concepto de Tercer Mundo hace referencia a la división del mundo, tras el inicio de
la Guerra fría, en dos bloques rivales: el Primer Mundo, capitalista, liderado por
Estados Unidos, y el Segundo Mundo, comunista, liderado por la Unión Soviética. El
Tercer Mundo en cambio, comprende los pueblos de Asia, África y América Latina,
sometidos durante siglos a la dominación colonial del Primer Mundo.
La economía política es una ciencia histórica. Revela las condiciones y causas del
origen, evolución y cambio de unas formas sociales de producción por otras, más
progresivas. A este significado inicial se debe el nombre de la ciencia, derivado de los
palabras griegas “politeia” y “oïkonomia” (“politeia”: organización social; “oïkos”: casa,
hacienda; y “nomos”: ley).
La economía política surgió en la época del régimen esclavista como ciencia que trata
de la administración de la hacienda doméstica. Fue introducida por primera vez
por Antoine de Montchrestien en 1615, y se utilizó para el estudio de las relaciones de
producción, especialmente entre las tres clases principales de la
sociedad capitalista o burguesa: proletarios y terratenientes.
En contraposición con las teorías de la fisiocracia, en las cuales la tierra era vista
como el origen de toda riqueza, la economía política propuso la teoría del valor-
trabajo, según la cual el trabajo es la fuente real del valor. Al final del siglo XIX, la
expresión economía política fue paulatinamente abandonada por el término economía,
usado por quienes buscaban abandonar la visión clasista de la sociedad,
reemplazándola por el enfoque matemático, axiomático y no valorativo de los estudios
económicos actuales, y que concebía el valor originado en la utilidad que el bien
generaba en el individuo.
Glosario de términos.
Categorías: Las categorías económicas son aquellos conceptos que solo se dan en
determinados fases del desarrollo de la sociedad.
Materia bruta: Son los materiales que se extraen de la naturaleza y no tienen ninguna
transformación hecha por el hombre.
Materia prima: Aquellas que ya han sido manufacturadas pero todavía no constituyen
definitivamente un bien de consumo se denominan productos semielaborados,
productos semiacabados o productos en proceso, o simplemente materiales.
Instrumentos de trabajo: Máquinas, aparatos, motores, que participan directamente en
el proceso de transformación de los objetos de trabajo en medios necesarios de
consumo productivo y de consumo personal; constituyen una parte importantísima de
las fuerzas productivas.
Medios de trabajo: Conjunto de cosas con que el hombre actúa sobre los objetos
de trabajo.
Fuerzas productivas: Son las herramientas y todas las fuerzas motrices utilizadas por
el hombre (aire, agua, electricidad, energía atómica, etcétera). Pero hay que incluir
también entre las fuerzas productivas todos los procedimientos laborales, el
agrupamiento de los obreros en fábricas o talleres y luego en complejos industriales, la
división del trabajo y su racionalización, entre otros.