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XVIII
CARACTERÍSTICAS
GENERALES
La Ilustración abarcó casi todas las ramas de conocimiento: la filosofía, las ciencias naturales, físicas y
sociales, y su aplicación en la tecnología, la educación, el derecho penal, el gobierno y el derecho
internacional.
Los filósofos no tenían en común ningún programa o manifiesto. (…) Todos ellos ponían en entredicho
los supuestos básicos que sus contemporáneos habían heredado del pasado, ya fueran filosóficos,
ideológicos o políticos. Eran generalmente hostiles a la religión organizada o revelada. Daban una
explicación racional, no teológica ni mística, del mundo y de la existencia del hombre y su lugar en la
sociedad. Su optimismo básico con respecto a la capacidad del hombre para dominar la naturaleza y
para comprender el mundo y la sociedad en los que vive les inclinaba también a un optimismo sobre
el futuro del hombre, su perfectibilidad y la posibilidad de felicidad. Su filosofía era práctica y empírica,
y la utilizaban como un arma de crítica social y política, e intentaban persuadir a otros, fueran
gobernantes o gobernados, para que pensaran y actuaran igual. Formaban una élite consciente de sí
misma, un pequeño grupo de hombres ilustrados y entregados, que se proponían convertir a otros de
su tipo tanto por sus ideas como por la fuerza del ejemplo.
ROUSSEAU
“El primero a quien, después de cercar un terreno, se le ocurrió decir, "Esto es mío", y halló personas
bastantes sencillas para creerle, fue el fundador de la sociedad civil. Cuántos crímenes, guerras,
muertes, miserias y horrores habría ahorrado al género humano el que, arrancando las estacas o
arrasado el foso hubiera gritado a sus semejantes: "Guardaos de escuchar a ese impostor; estáis
perdidos si olvidáis que los frutos son para todos y que la tierra no es de nadie!” (ROUSSEAU “Discurso
sobre el origen de la desigualdad”, 1754)
"La soberanía no es otra cosa que el ejercicio de la voluntad general, no puede ser nunca enajenada, y
el soberano que no es más que un ser colectivo, no puede ser representado más que por él mismo; el
poder puede muy bien transmitirse, pero no la voluntad. (…)
Precisamente porque la fuerza de las cosas tiende siempre a destruir la igualdad, la fuerza de la
legislación debe siempre tender a mantenerla. ¿Queréis dar consistencia al Estado? Acercad los grados
extremos tanto como sea posible; no permitáis ni gentes opulentas ni mendigos. Ambos estados,
naturalmente inseparables, son igualmente funestos para el bien común; del uno proceden los
instigadores a la tiranía y del otro, los tiranos; son siempre ambos los que comercian con la libertad
pública; unos la compran, otras la venden.” (ROUSSEAU “El Contrato social”, 1762)
VOLTAIRE
"No hagas lo que no quieras que te hagan [...] Se conforman ahora en otros países con decir: "Cree o
te abomino”; cree o te haré todo el mal que pueda; monstruo, ¿no profesas mi religión? (…) “Qué es
la tolerancia? Es la panacea de la humanidad. Todos los hombres estamos llenos de debilidad y de
errores y debemos perdonarnos recíprocamente, pues ésta es la primera ley de la
naturaleza. (VOLTAIRE “Tratado de tolerancia, 1763)
“Cada hombre, en el fondo de s u corazón, tiene derecho a creerse enteramente igual a los demás
hombres; de ello no se desprende que el cocinero de un cardenal deba ordenar a su amo que le haga
la cena; pero el cocinero puede decir: “Soy hombre como mi amo; he nacido llorando como él; él
morirá como yo entre las mismas angustias y las mismas ceremonias. Los dos tenemos las mismas
funciones animales. Si los turcos se apoderan de Roma, y entonces yo me convierto en cardenal y mi
amo en cocinero, lo tomaré a mi servicio”. Todo este discurso es razonable y justo; pero, en tanto el
Gran Turco no se apodere de Roma, el cocinero deberá cumplir su deber o resultará pervertida toda la
sociedad humana” (Diccionario Filosófico – 1764)
MONTESQUIEU
“En cada estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el ejecutivo de las cosas pertenecientes al
derecho de gentes, y el ejecutivo de las que pertenecen al civil. Cuando los poderes legislativo y
ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o corporación, entonces no hay libertad, porque
es de temer que el monarca o el Senado hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo. Así
sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y del ejecutivo. Estando
unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser uno
mismo el juez y el legislador, y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de
la misma fuerza que un agresor." (MONTESQUIEU “El espíritu de las leyes”, 1740)
FISIOCRACIA
QUESNAY
"El punto de partida es la división del trabajo en dos categorías, uno productivo y otro estéril. El
primero consiste únicamente en el trabajo capaz de crear un excedente, es decir, algo que excede a la
riqueza que consume para poder producir. Cualquier otro trabajo es estéril. En la agricultura es donde
se ve más fácilmente la diferencia entre los bienes producidos y los bienes consumidos. En ella, la
cantidad de alimentos que el trabajador consume, más lo que se usa como semilla, es, por término
medio, menos que la cantidad de producto que se obtiene de la tierra. Es la forma más sencilla y más
manifiesta de excedente." (QUESNAY, J.B. en ROLL, Eric. “Historia de las doctrinas económicas”, p.119-
120)
“No pierdan jamás de vista el soberano y la nación que la tierra es la única fuente de riquezas, y que
es la agricultura quien las multiplica. Pues el aumento de las riquezas asegura el de la población; los
hombres y las riquezas hacen prosperar la agricultura, extienden el comercio, estimulan la industria,
acrecen y perpetúan las riquezas. De tan abundante manantial depende el logro de todas las partes
de la administración del reino.”
“Manténgase una entera libertad de comercio, pues la más segura policía del comercio interior y
exterior, la más exacta, y la más provechosa para la nación y el Estado, consiste en la plena libertad
de competencia.” (Quesnay , “ Maximes générales du gouvernement économique d’un royaume
agricole” 1767)
LIBERALISMO ECONÓMICO
El Liberalismo Económico surgió en Gran Bretaña, país de origen del Capitalismo Industrial, cuyo
representante fue él escocés Adam Smith, su obra más importante fue “investigación acerca de la
naturaleza y causa de la riqueza de las naciones”, publicada en 1776.
De la misma manera que los fisiócratas defienden como principal fuente de riqueza la agricultura,
comprensible porque Francia era esencialmente agrícola, Adam Smith, perteneciente a un país
industrializado, sostiene que la fuente de la riqueza es el trabajo humano.
El orden económico es racional y más acorde a la naturaleza, sin intervención del hombre. En esto
difiere de los mercantilistas, ya que se oponen a todo tipo de intervencionismo.
El mundo económico tiene sus propias leyes, que lo regulan, y debe permanecer prácticamente
intocable.
El intervencionismo estatal debe ser mínimo, y sólo debe preocuparse de asegurar el orden interno y
externo (Estado Juez y Gendarme): mantener las leyes internas, castigar a quien las viole, proteger las
fronteras, pero no intervenir en absoluto en la vida privada de los ciudadanos. Como no debe intervenir
en la política económica interna, tampoco debe hacerlo con el comercio internacional, debe garantizar
el libre comercio entre las naciones, suprimiendo los aranceles aduaneros, se debe dejar la libertad
para buscar el mercado más barato para la adquisición de materias primas
Para los liberales los principios naturales que deben regir la economía son:
- LIBERTAD DE EMPRESA: si se deja que cada hombre luche por su propio beneficio, se lograra la
prosperidad general.
- LIBRE COMPETENCIA: el mercado debe garantizar el
juego de la libre competencia, donde cada uno podrá
vender al precio que le parezca. Nadie debe controlar los
precios ni la calidad de la producción. Cada consumidor es
libre de elegir dentro de sus posibilidades.
- LIBRE JUEGO DE LA OFERTA Y LA DEMANDA: cada uno
produce la cantidad que quiera. El mercado es quien irá
regulando lo que se produce; si lo que se OFERTA
es demasiado ira bajando su precio y perderá posibilidades
de colocación, así como la DEMANDA de algún producto se
verá aumentada por la escasez.
Esto hará que por su propio beneficio, el
productor produzca lo que se pide y deje de producir lo que sobre. Este mismo principio regulará los
precios, que aumentan con la demanda y bajan con la oferta excesiva.
- LIBRE CONTRATO: partiendo del concepto de que todos los hombres son iguales, los liberales
consideraban que nadie más que esas dos personas debían intervenir en esa transacción. Dicen que
cada uno tiene la libertad de trabajar con quien quiera, por el salario y el horario que desee. Ni las
corporaciones ni el Estado debe intervenir en los contratos de trabajos.
“Cada individuo en particular pone todo su cuidado en buscar el medio más oportuno de emplear con
mayor ventaja el capital de que puede disponer. Lo que desde luego se propone es su propio interés,
no el de la sociedad en común; pero esos mismos esfuerzos hacia su propia ventaja le inclinan a
preferir, sin premeditación suya, el empleo más útil a la sociedad como tal. (...) Ninguno por lo general
se propone primariamente promover el interés público, y acaso ni aún conoce cómo lo fomenta
cuando no lo piensa fomentar. Cando prefiere la industria doméstica a la extranjera sólo medita su
propia seguridad; y cuando dirige la primera de modo que su producto sea del mayor valor que pueda,
sólo piensa en su ganancia propia; pero en éste y en otros muchos casos es conducido como por una
mano invisible a promover un fin que nunca tuvo parte en su intención.”
“Todo hombre, con tal que no violar las leyes de la justicia, debe quedar perfectamente libre para
abrazar el medio que mejor le parezca para buscar su modo de vivir, y sus intereses; y que puedan salir
sus producciones a competir con las de cualquier otro individuo de la naturaleza humana (...). Según
el sistema de la libertad negociante, al soberano sólo quedan tres obligaciones principales a que
atender: la primera, proteger a la sociedad de la violencia e invasión de otras sociedades
independientes; la segunda, el poner en lo posible a cubierto de la injusticia y opresión de un miembro
de la república a otro que lo sea también de la misma (...); y la tercera, la de mantener y erigir ciertas
obras y establecimientos públicos, a que nunca pueden alcanzar, ni acomodarse los intereses de los
particulares, o de pocos individuos, sino los de toda la sociedad en común: por razón de que aunque
sus utilidades recompensen con abundancia los gastos al cuerpo general de la nación, nunca
recompensará si los hiciese un particular.” (SMITH, Adam. “Investigación sobre la naturaleza y causas
de la riqueza de las naciones”, Londres, 1776)
"Comprar lo más barato posible y vender lo más caro posible para que los beneficios lleguen al
máximo. Cargar todo lo que el tráfico pueda soportar.
No tolerar monopolios. Dejar que la demanda y la oferta trabajen sin freno. De esta manera los precios
nunca serán demasiado altos, pues cuando la compañía A comience a ganar con exceso, la compañía
B se dedicará enseguida al mismo negocio, aumentará la oferta de sus artículos y hará de esta manera,
que los precios disminuyan.
Permitir que todo capitalista pueda acabar con otro capitalista, para que el débil caiga y el fuerte
sobreviva, conservando el más vigoroso y eficiente en la cúspide. (…) Estimular el individualismo.
Permitir que el beneficio sea el motivo predominante o único de toda acción industrial. El beneficio es
la perfecta guía, y la piedad solo su acompañante.
Especializar y estandarizar las tareas del trabajo.
No tolerar la interferencia del trabajo, trabajar tan duro como sea posible, y no pagar más que lo
absolutamente preciso para sobrevivir.
Usar todos los recursos del gobierno y de sus fuerzas armadas para encontrar y sostener mercados
extranjeros, pero no tolerar la interferencia del gobierno en los asuntos interiores." (Stuart Chase, “La
Biblia de la libre competencia”)